Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 42

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ANTIPODA 42

REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA | UNIVERSIDAD DE LOS ANDES | BOGOTÁ, COLOMBIA Enero-marzo 2021 | pp. 1-274 | ISSN 1900-5407 | eISSN 2011-4273 | https://antipoda.uniandes.edu.co

TEMA LIBRE


Rector

Alejandro Gaviria Uribe Vicerrectora Académica

Raquel Bernal Salazar Vicerrector de Servicios y Sostenibilidad

Óscar Pardo Aragón

Vicerrector de Desarrollo y Egresados

Eduardo Behrentz

Decano Facultad de Ciencias Sociales

Mauricio Nieto Olarte

Director Departamento de Antropología

Pablo Jaramillo

Vicerrectora de Investigación y Creación

Silvia Restrepo Restrepo Editora General Revistas

Martha Lux

Gestora de Revistas

Daniela Morales Becerra

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. N.º 42, enero-marzo 2021 Tema libre ISSN 1900-5407 e-ISSN 2011-4273 https://antipoda.uniandes.edu.co Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología Dirección Postal: Carrera 1 Este N.º 18A–12 - Edificio Gb, Piso 4, Oficina 417 - Bogotá D. C., Colombia Teléfono: 57 1 339 4949, Ext. 3483 Telefax: 57 1 332 4056


Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, La Habana, 2019.



Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología Dirección postal: Cra. 1 Este N.º 18A – 12 - Edificio Gb, Piso 4, oficina 417 Bogotá D. C., Colombia Teléfono: 57.1.339.4949, Ext. 3483, 2550 – Telefax: 57.1.3324056 https://antipoda.uniandes.edu.co

Corrección de estilo y traducción Español: Diana Giselle Osorio Rozo Inglés: Tiziana Laudato Portugués: Roanita Dalpiaz Imagen de portada y artes internas Ana María Rivera Ospina, La Habana, 2019 Diseño y diagramación Magda Lorena Morales Equipo Informático Claudia Vega

La revista tiene todos sus contenidos en acceso abierto a través de su página web La versión impresa puede adquirirse en: Suscripciones | Librería Universidad de los Andes Cra. 1a N.º 19-27 Ed. AU 106 · Bogotá, D. C., Colombia Tels. (571) 339 49 49 Ext. 2071 – 2099 http://libreria.uniandes.edu.co Canjes | Facultad de Ciencias Sociales Universidad de los Andes · Cra. 1a Este N.º 18A – 10 Ed. Franco, piso 6, oficina 617 · Bogotá, D. C., Colombia. Tel [571] 3394949 Ext.: 3318 · revistasfaciso@uniandes.edu.co http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co

Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología n.º 42 Las opiniones e ideas aquí consignadas son de responsabilidad exclusiva de los autores y no necesariamente reflejan la opinión del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. El material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para uso personal siempre y cuando se mencionen como fuente el artículo y su autor y a Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. Para reproducciones con cualquier otro fin es necesario solicitar primero la autorización del editor de la revista.


ANTIPODA

R E V I S TA D E A N T R O P O L O G Í A Y A R Q U E O L O G Í A A n t i p o d . R e v. A n t r o p o l . A r q u e o l . N .º 4 2 , E N E RO - M A R ZO 2 0 21

TEMA LIBRE I S S N ( V . i m p r e s a ) 1 9 0 0 - 5 4 0 7 , I S S N ( V . d i g i t a l ) 2 0 11 - 4 2 7 3 ht tps://revist as.uniandes.edu.co/journal/antipoda

E Q U I P O E D I TO R I A L Director

Pablo Jaramillo

Editor

Luis Carlos Castro Ramírez

C ON SE JO E DI TOR IA L (En orden alfabético)

X. Andrade, Ph. D.

Universidad de los Andes, Colombia sj.andrade@uniandes.edu.co

Claudia Briones, Ph. D.

Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (IID y PCa), Conicet Universidad Nacional de Río Negro, Argentina brionesc@gmail.com

L. Antonio Curet, Ph. D.

National Museum of the American Indian, Estados Unidos cureta@si.edu

Marisol de la Cadena, Ph. D.

University of California, Davis, Estados Unidos mdelac@ucdavis.edu

Alejandro Diez Hurtado, Ph. D.

Pontificia Universidad Católica del Perú adiez@pucp.edu.pe

María del Rosario Ferro, Ph. D.

Universidad de los Andes, Colombia md.ferro26@uniandes.edu.co

Rosana Guber, Ph. D.

Ides-Idaes, Universidad Nacional General San Martín, Argentina guber@arnet.com.ar

Chris Hann, Ph. D.

Max Planck Institute, Alemania hann@eth.mpg.de

Alexander Herrera, Ph. D.

Universidad de los Andes, Colombia alherrer@uniandes.edu.co

Eduardo G. Neves, Ph. D.

Universidade de São Paulo, Brasil edgneves@usp.br

Gerardo Otero, Ph. D.

Simon Fraser University, Canadá otero@sfu.ca

Joanne Rappaport, Ph. D.

Georgetown University, Estados Unidos rappapoj@georgetown.edu

Cris Shore, Ph. D.

Max Planck Institute for Social Anthropology, Nueva Zelanda c.shore@auckland.ac.nz

Consuelo de Vengoechea Rodríguez, Docteur Universidad Nacional de Colombia mcder@unal.edu.co

Peter Wade, Ph. D.

University of Manchester, Inglaterra peter.wade@manchester.ac.uk

Universidad de los Andes | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia


ANTIPODA Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología es una publicación trimestral que circula al inicio de cada periodo señalado (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre), creada en 2005 y financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). Su objetivo es contribuir tanto al avance y difusión del conocimiento antropológico y arqueológico, como al análisis crítico de temas socioculturales, metodológicos y teóricos, relevantes para los diversos subcampos de la disciplina y de otras áreas afines de las ciencias sociales y humanas. Antípoda conforma un foro abierto, crítico y plural en donde se publican artículos y trabajos inéditos en español, inglés y portugués. Antípoda tiene un interés especial en difundir las experiencias y los resultados de trabajos antropológicos y de investigación social de las antropologías del mundo, especialmente latinoamericanas. A partir del nombre de Antípoda como una metáfora de la alteridad, la revista presenta diversas visiones. Las secciones se organizan a partir de las siguientes alegorías espaciales: • Meridianos: esta sección señala la orientación del número. Aquí se publican artículos resultados de investigaciones relacionadas con un tema central. •

Paralelos: tienen lugar en esta sección artículos relacionados con el tema central del número desde diversos enfoques y perspectivas teóricas y metodológicas.

Panorámicas: sección abierta que recoge escritos con temas relevantes para la disciplina.

Documentos: contiene escritos y entrevistas en antropología y arqueología, así como una presentación de la propuesta visual que acompaña el número.

Palabras clave: antropología biológica, antropología social y cultural, arqueología, etnografía, cultura, etnohistoria, lingüística. Antípoda es una publicación de acceso abierto. La revista declara que todos los artículos que se reciben son sometidos a la herramienta de detección de plagio; los contenidos que se publican en la versión digital son de libre acceso y se pueden descargar en formato PDF; los autores deben manifestar que el texto es de su autoría, inédito y que respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros, y los evaluadores, señalar en el formato de evaluación que no tienen conflicto de interés con los autores y temas sobre los que van a conceptuar.


Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología está incluida en los siguientes índices, sistemas de indexación, catálogos, bases bibliográficas y repositorios: • SciELO Citation Index (Thomson Reuters – SciELO), desde 2013 • Scopus (Database of Abstracts and Citation for Scholarly Journal Articles.) Elsevier, desde 2013 • Publindex – Índice Nacional de Publicaciones (Colciencias, Colombia) desde 2008. Actualmente en categoría A2 • SciELO – Scientific Electronic Library Online (Colombia), desde 2010 • Redib – Red Iberoamericana de Innovación y Conocimiento Científico (CSIC, España y Universia), desde 2017 • European Science Foundation – ERIH PLUS (Noruega), desde 2017 • HLAS – Handbook of Latin American Studies (Library of Congress, Estados Unidos), desde 2009 • LatAm – Studies, Estudios Latinoamericanos (International Information Services, Estados Unidos), desde 2009 • HAPI – Hispanic American Periodicals Index (UCLA – Latin American Institute, Estados Unidos), desde 2008 • IBSS – International Bibliography of the Social Sciences (Proquest, Estados Unidos), desde 2008 • Sociological Abstracts and Language Behavior Abstracts (CSA – Cambridge Scientific Abstracts, Proquest, Estados Unidos), desde 2008 • Credi – Centro de Recursos Documentales e Informáticos (OEI – Organización de Estados Iberoamericanos), desde 2008 • Latindex – Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal, desde 2008 • Clase – Citas Latinoamericanas de Ciencias Sociales y Humanidades (UNAM, México), desde 2007 • Dialnet – Difusión de Alertas en la Red (Universidad de La Rioja, España), desde 2007 • DOAJ – Directory of Open Access Journals (Lund University Library, Suecia), desde 2007 • Informe Académico, Academic OneFile (Gale Cengage Learning, Estados Unidos), desde 2007 • RedALyC – Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (Clacso, UAEM, México), desde 2007 • Cibera – Biblioteca Virtual Iberoamericana (German Institute of Global and Area Studies, Alemania), desde 2007 • AIO – Anthropological Index Online – Royal Anthropological Institute (Reino Unido), desde 2005 • EP Smartlink Fulltext, Fuente Académica, Current Abstract, TOC Premier, Académica Research Complete (Ebsco Information Services, Estados Unidos), desde 2005 • Prisma – Publicaciones y Revistas Sociales y Humanísticas (Proquest, Estados Unidos), desde 2005 • Ulrich’s Periodicals Directory (Proquest, Estados Unidos), desde 2005 • Ocenet (Editorial Océano España), desde 2003 Antípoda en portales web: • www.lablaa.org/listado_revistas.htm (Biblioteca Luis Ángel Arango, Colombia) • www.portalquorum.org (Quórum Portal de Revistas, España) • biblioteca.clacso.edu.ar (Red de Bibliotecas Virtuales de Clacso, Argentina) • https://uniandes.academia.edu/RevistaDeAntropologiaYArqueologiaYArqueologia (Academia.edu) • https://lasa.international.pitt.edu/members/journals.asp (Latin American Studies Association)


A N T I P O D A I N D I C E TEMA LIBRE EDITORIAL Carta a los lectores | x-xii

Luis Carlos Castro Ramírez – Universidad de los Andes, Colombia

PANORÁMICAS Cifras de papel: la rendición de cuentas del Gobierno colombiano ante la justicia como una manera de incumplir cumpliendo | 3-27 Valentina Pellegrino – Laboratory for Anthropology of the State in Colombia (LASC), Colombia Estados Unidos - Reino Unido

Violencia verbal en debates públicos sobre la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia | 29-49 Giohanny Olave Arias – Universidad Industrial de Santander, Colombia

Cronología radiocarbónica de la expansión incaica en Argentina | 51-83 Alejandro García – Conicet – Universidad Nacional de San Juan, Argentina Reinaldo A. Moralejo – Conicet – Universidad Nacional de La Plata, Argentina Pablo Adolfo Ochoa – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Metáforas coloniales: aproximaciones simbólicas sobre la tierra adentro del Chaco | 85-106

Carina P. Lucaioli – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Centro de Investigaciones Sociales (Conicet - IDES), Argentina

“Es gratis, pero es demasiada volteadera”. Percepciones sobre la espera en mujeres que abortaron durante el segundo y tercer trimestre de gestación en Colombia | 107-131 Laura Parra Rodríguez – Universidad del Valle, Colombia

Modalidades de agencia de niños y jóvenes en las políticas de protección en el área metropolitana de Buenos Aires, Argentina | 133-153

Carolina Ciordia – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), Argentina

Entre la confianza y la transformación: modalidades de intervención social sobre la niñez en riesgo en el marco de la protección integral de derechos en Argentina | 155-177 Natalia Larrea – Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

El legado de Niède Guidon en el semiárido brasileño: la percepción de guías de visitantes del Parque Nacional Serra da Capivara | 179-204 Marcial Cotes – Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brasil Daiany Mara Erler – Investigadora independiente, Brasil Alexandre Schiavetti – Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brasil Juarez Vieira do Nascimento – Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC), Brasil

Suspensión: espacio, tiempo y política en la historia interminable de un proyecto de infraestructura en el piedemonte Andino-Amazónico colombiano | 205-229 Simón Uribe – Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia

D O CUMENTOS En-red-ar entre redes de niebla: reflexiones sobre un dispositivo gráfico-narrativo en torno lecta, los colectores y las pieles de aves | 233-261 Nelsy Niño-Rodríguez – Instituto Alexander von Humboldt, Colombia Nathalí Cedeño Gracia – Parques Nacionales Naturales, Colombia Carlos Luis Del Cairo – Pontificia Universidad Javeriana, Colombia


A N T I P O D A C O N T E N T S O P E N TO P I C EDITORIAL Lettter to Readers | x-xii

Luis Carlos Castro Ramírez – Universidad de los Andes, Colombia

PANORAMICS Paper Numbers: The Colombian Government´s Accountability to Justice as a Way of Complying Incompliantly | 3-27 Valentina Pellegrino – Laboratory for Anthropology of the State in Colombia (LASC), Colombia United States - United Kingdom

Verbal Violence in Public Debates about the Implementation of the Peace Agreement in Colombia | 29-49 Giohanny Olave Arias – Universidad Industrial de Santander, Colombia

Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina | 51-83 Alejandro García – Conicet – Universidad Nacional de San Juan, Argentina Reinaldo A. Moralejo – Conicet – Universidad Nacional de La Plata, Argentina Pablo Adolfo Ochoa – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Colonial Metaphors: Symbolic Approaches to the Chaco Tierra Adentro | 85-106 Carina P. Lucaioli – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Centro de Investigaciones Sociales (Conicet - IDES), Argentina

“It’s Free but Too Much like Hard Work.” Perceptions Concerning Waiting Times in Women Who Had Abortions during the Second and Third Trimesters in Colombia | 107-131 Laura Parra Rodríguez – Universidad del Valle, Colombia

Modalities of Agency Assumed by Children and Young People in Protection Policies in the Metropolitan Area of Buenos Aires, Argentina | 133-153 Carolina Ciordia – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), Argentina

Between Trust and Transformation: Modalities of Social Intervention on Children at Risk in the Framework of Integral Rights Protection in Argentina | 155-177 Natalia Larrea – Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

Niède Guidon’s Legacy in the Brazilian Semi-arid Region: Perceptions of Park Guides in Serra da Capivara National Park | 179-204 Marcial Cotes – Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brazil Daiany Mara Erler – Independent Researcher, Brazil Alexandre Schiavetti – Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brazil Juarez Vieira do Nascimento – Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC), Brazil

Suspension: Space, Time and Politics in the Never-Ending Story of an Infrastructure Project in the Andean-Amazon Region of Colombia | 205-229 Simón Uribe – Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia

D O CUMENTS ‘Entangle’ among Mist Nets: Reflections of a Graphic-Narrative Strategy around Collecting, Collectors and Bird Skins | 233-261 Nelsy Niño-Rodríguez – Instituto Alexander von Humboldt, Colombia Nathalí Cedeño Gracia – Parques Nacionales Naturales, Colombia Carlos Luis Del Cairo – Pontificia Universidad Javeriana, Colombia


A N T I P O D A I N D I C E TÓ P I CO A B E RTO EDITORIAL Carta aos leitores | x-xii

Luis Carlos Castro Ramírez – Universidad de los Andes, Colômbia

PANORÁMICAS Cifras de papel: a prestação de contas do governo colombiano ante a justiça como forma de “não cumprir cumprindo” | 3-27

Valentina Pellegrino – Laboratory for Anthropology of the State in Colombia (LASC), Colômbia Estados Unidos - Reino Unido

Violência verbal em debates públicos sobre a implementação do Acordo de Paz na Colômbia | 29-49 Giohanny Olave Arias – Universidad Industrial de Santander, Colômbia

Cronologia de radiocarbono da expansão inca na Argentina | 51-83 Alejandro García – Conicet – Universidad Nacional de San Juan, Argentina Reinaldo A. Moralejo – Conicet – Universidad Nacional de La Plata, Argentina Pablo Adolfo Ochoa – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Metáforas coloniais: aproximações simbólicas sobre a terra adentro do Chaco | 85-106 Carina P. Lucaioli – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Centro de Investigaciones Sociales (Conicet - IDES), Argentina

“É grátis, mas é muita enrolação”. Percepções sobre a espera em mulheres que abortaram durante o segundo e o terceiro trimestres de gestação na Colômbia | 107-131 Laura Parra Rodríguez – Universidad del Valle, Colômbia

Modalidades de agência de crianças e jovens nas políticas de proteção na região metropolitana de Buenos Aires, Argentina | 133-153

Carolina Ciordia – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), Argentina

Entre a confiança e a transformação: modalidades de intervenção social sobre a infância em risco no âmbito da proteção integral de direitos na Argentina | 155-177 Natalia Larrea – Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

O legado de Niède Guidon no semiárido brasileiro: a percepção de condutores de visitantes do Parque Nacional Serra da Capivara | 179-204 Marcial Cotes – Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brasil Daiany Mara Erler – Pesquisadora independente, Brasil Alexandre Schiavetti – Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brasil Juarez Vieira do Nascimento – Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC), Brasil

Suspensão: espaço, tempo e política na história interminável de um projeto de infraestrutura no sopé andino-amazônico colombiano | 205-229 Simón Uribe – Universidad del Rosario, Bogotá, Colômbia

D O CUMENTOS “En-red-ar” entre redes de neblina: reflexões sobre um dispositivo gráfico-narrativo em torno da coleta, dos coletadores e das peles de aves | 233-261 Nelsy Niño-Rodríguez – Instituto Alexander von Humboldt, Colômbia Nathalí Cedeño Gracia – Parques Nacionales Naturales, Colômbia Carlos Luis Del Cairo – Pontificia Universidad Javeriana, Colômbia


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. x-xii

Carta a los lectores

Luis Carlos Castro Ramírez* Universidad de los Andes, Colombia

C XII

omo he insistido en algunas otras editoriales, cada número de Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología —y en general de cualquier publicación académica seriada— implica una serie de esfuerzos, intensidades e intenciones que construyen el producto final que llega a manos de quienes con disímiles intereses se acercan a uno u otro artículo. En el caso de un dosier, esta intencionalidad parece tejerse de manera clara desde el momento en que se propone un tema con algunos ejes que tratan de estructurar los contenidos de interés, los que se espera que lleguen y los que se seleccionan al final del proceso. Empero, en el caso de los números de tema abierto, en un comienzo, dicha conformación parece escapar al dominio de la editora o el editor. La formación del número o volumen se muestra incierta y esto, más allá de los criterios de calidad, originalidad, rigurosidad y ética que se confía encontrar en cada propuesta. De tal modo, la selección inicial de potenciales artículos se convierte en un desafío y responde a una miríada de aspectos que pasan por cuestiones tales como la relevancia para el contexto; la importancia histórica o coyuntural de unos temas y estudios en frente de otros; la pertinencia disciplinar o la capacidad de entablar diálogos inter o transdisciplinares que desborden a la academia misma, y el ingenio creativo, bien sea para discutir antiguas problemáticas o para abrir nuevos escenarios que necesiten ser problematizados. Estas reflexiones son las que moldean, entre otras, la aparición de los nuevos compendios de investigaciones que se publican en las diferentes revistas académicas. Así, el actual número de Antípoda trae consigo una serie de artículos que con seguridad resultarán de relevancia e interés no solo por los temas que abordan, sino también por los modos en los que estos son analizados. A los estudios etnográficos y narrativos, que tienen un lugar manifiesto en la revista, se suman otras aproximaciones desde la antropología simbólica, la antropología histórica, la antropología visual, los estudios arqueológicos basados en dataciones por radiocarbono y los análisis del discurso. A través de varias lentes teórico-metodológicas, emergen dispares problemas que tienen lugar en diferentes contextos geográficos y temporales que van desde las experiencias de guías en parques naturales hasta los nuevos escenarios del conflicto en Colombia; o cuestionamientos que se mueven entre el agenciamiento de niñas y niños en los sistemas de protección hasta las percepciones de sí entre las mujeres que abortan. Estos entre otros temas dejan entrever

*

Editor de Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología. * antipoda@uniandes.edu.co


Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología

ingeniosas miradas sobre problemáticas que parecerían agotarse, por haber sido ampliamente trabajadas. En otros casos, pareciera que la curiosidad antropológica abre nuevas vetas de indagación para preguntarse por el mundo que se habita en este agitado primer cuarto de siglo. ***

1

Historiadora de la Universidad del Rosario, Colombia y estudiante de último semestre de artes plásticas de la Universidad Nacional de Colombia. Asistente de investigación del proyecto “Trazas, oficios y territorios” de la Escuela de Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia, inscrito y financiado dentro de la Convocatoria Nacional para el Fomento de Alianzas Interdisciplinarias que articulen Investigación, Creación, Extensión e Innovación en la Universidad Nacional de Colombia 2019-2021. * anama.riverao@gmail.com

2

Ver parámetros de la convocatoria en: https://revistas.uniandes.edu.co/callforpapers/antipoda

XIII E D I T O R I A L

En este primer número de 2021, Antípoda agradece la colaboración de Ana María Rivera Ospina1, quien participó en la ilustración, tanto en las artes internas como en la portada. Las fotografías hacen parte de su travesía por algunos lugares de la geografía cubana, la colección titulada “Instantáneas cubanas” hace un recorrido por las icónicas calles habaneras y santiagueras, que contrastan con las soleadas playas y montañas de la isla caribeña. Finalmente, Antípoda les recuerda que se encuentra abierta la convocatoria: Crisis y desastres: im-posibilidades de reparación y cuidado en las sociedades contemporáneas2, que busca aproximarse a las diferentes tribulaciones y conflictos que afrontan las personas y comunidades en este convulso siglo XXI. De manera coincidente con nuestro próximo número, Migraciones, trayectorias transnacionales y recursos creativos en tiempos de crisis: construyendo futuros posibles, el cual estará en línea en el mes de abril, el actual llamado se preocupa, entre otros asuntos, por los modos en que las personas enfrentan los rompimientos de los órdenes clasificatorios del mundo, que les compelen a recrearse y repensarse para poder trazar unos futuros otros en medio del creciente panorama de incertidumbre mundial.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. x-xii

Carta a los lectores

Luis Carlos Castro Ramírez* Universidad de los Andes, Colombia

XIV


Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, La Habana, 2019.


P A N O R Á M I C A S Cifras de papel: la rendición de cuentas del Gobierno colombiano ante la justicia como una manera de incumplir cumpliendo | 3-27 Valentina Pellegrino

Violencia verbal en debates públicos sobre la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia | 29-49 Giohanny Olave Arias

Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina | 51-83 Alejandro García , Reinaldo A. Moralejo, Pablo Adolfo Ochoa

Metáforas coloniales: aproximaciones simbólicas sobre la tierra adentro del Chaco | 85-106 Carina P. Lucaioli

“Es gratis, pero es demasiada volteadera”. Percepciones de la espera en mujeres con abortos en segundo y tercer trimestre en Colombia | 107-131 Laura Parra Rodríguez

Modalidades de agencia de niños y jóvenes en las políticas de protección en el área metropolitana de Buenos Aires, Argentina | 133-153 Carolina Ciordia

Entre la confianza y la transformación: modalidades de intervención social sobre la niñez en riesgo en el marco de la protección integral de derechos en Argentina | 155-177 Natalia Larrea

O legado de Niède Guidon no semiárido brasileiro: a percepção de condutores de visitantes do Parque Nacional Serra da Capivara | 179-204 Marcial Cotes, Daiany Mara Erler, Alexandre Schiavetti y Juarez Vieira do Nascimento

Suspensión: espacio, tiempo y política en la historia interminable de un proyecto de infraestructura en el piedemonte Andino-Amazónico colombiano | 205-229 Simón Uribe


Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, playa de Santa María del Mar, La Habana, 2019.


Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, La Habana, 2019.


Cifras de papel: la rendición de cuentas del Gobierno colombiano ante la justicia como una manera de incumplir cumpliendo * Valentina Pellegrino ** Laboratory for Anthropology of the State in Colombia (LASC), Colombia - Estados Unidos Reino Unido

https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.01 Cómo citar este artículo: Pellegrino, Valentina. 2021. “Cifras de papel: la rendición de cuentas del Gobierno colombiano ante la justicia como una manera de incumplir cumpliendo”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 3-27. https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.01 Recibido: 16 de febrero de 2020; aceptado: 14 de agosto de 2020; modificado: 23 de septiembre de 2020.

*

Este artículo es resultado de la investigación doctoral “Incumplir cumpliendo: una etnografía al papeleo del Auto 004”. Agradezco las sugerencias de los evaluadores anónimos, al editor y a mis queridos colegas de LASC.

** Doctora en Antropología de la Universidad de los Andes, Colombia. Magíster en Antropología de la Universidad Nacional de Colombia. Investigadora del Laboratorio para la Antropología del Estado en Colombia (LASC). Entre sus últimas publicaciones está: “El papel de la respuesta y la respuesta como papel”. En Etnografías burocráticas: una nueva mirada a la construcción del Estado en Colombia, compilado por Isabel Cristina Jaramillo y Lina Fernanda Buchely (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2019): 217-252. * svalentinapellegrino@gmail.com

3 P A N O R Á M I C A S

Resumen: en 2009, a través del Auto 004, la Corte Constitucional de Colombia declaró en riesgo de exterminio a treinta y cuatro grupos indígenas debido al conflicto armado, y ordenó al Gobierno nacional, en cabeza del Ministerio del Interior, tomar medidas para su protección. Desde entonces, aunque la crítica situación persiste, el Gobierno ha demostrado el cumplimiento de la orden mediante un complejo proceso de documentación. El objetivo de este artículo es examinar el papel de la documentación al mediar en la protección legal, bajo un contexto de violencia. Con base en la observación participante, llevada a cabo a lo largo de un año en el Ministerio del Interior de Colombia, busco aproximarme a la producción del documento de respuesta gubernamental como artefacto. Atiendo a la elaboración del mismo y a su contexto dentro del escenario institucional; a las discusiones sobre qué incluir y excluir, y a las decisiones que le dan forma a su contenido. De este modo, muestro que el ensamblaje del documento encanta, conjugando hábilmente lo estético con lo técnico, al ilustrar cómo se construyen y despliegan cifras que muestran cumplimiento a la vez que ocultan la falta de cambios que se ordenaron: un fenómeno que denomino incumplir cumpliendo. La


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 3-27 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.01

originalidad del artículo reside en que, mediante la atención etnográfica al documento, deconstruye el potente sofisma gubernamental de que, si hay dinero ejecutado, entonces, se está cumpliendo con determinada obligación. Asimismo, el análisis hace parte de los retos a los estudios sobre el derecho que asumen una brecha entre ley y realidad, al sugerir que el problema no está tanto en la distancia entre las buenas intenciones de las leyes y la violenta realidad que las desborda, sino en la manera como se colma esta brecha, a partir de complejos procesos de documentación. Así, contribuyo a los estudios antropológicos sobre ley, documentación y rendición de cuentas. Palabras clave: burocracia, cuantificación, cumplimiento, documentación, pueblos indígenas, rendición de cuentas. Paper Numbers: The Colombian Government´s Accountability to Justice as a Way of Complying Incompliantly

4

Abstract: In 2009, the Colombian Constitutional Court issued ruling Auto 004, declaring 34 indigenous groups as being at risk of extermination due to the internal armed conflict and ordered the Colombian government, led by the Interior Ministry, to protect them. Since then, although the critical situation persists, the government has proven its compliance with the Court´s order through a documentation process. The purpose of this article is to examine the role of documentation in mediating legal protection in a violent context. Based on yearlong participant observation at the Colombian Interior Ministry, the study approaches the production of the government´s documentary response as an artifact. It addresses its formulation and context within the institutional setting, the discussions regarding what to include and what to exclude, and the decisions that shape its content. It highlights how the assembled document enchants, by skillfully combining the aesthetics and technical aspects. It illustrates how numbers that portray compliance are constructed and displayed in the document, while concealing the failure to make the changes that were ordered: a phenomenon termed here as complying incompliantly. The paper´s originality lies in deconstructing the powerful governmental sophism of money invested as compliance with an obligation, through ethnographic attention to the document. Likewise, the analysis is part of the challenge dealt with by studies of the gap between law and reality, by suggesting that the problem lies not in a gap between well-intended law and the violent reality that overflows it but rather in the way this “gap” is filled by complex documenting processes. As such, the paper contributes to the anthropological studies on law, documentation and accountability. Keywords: Accountability, bureaucracy, compliance, documents, indigenous peoples, quantification.


Cifras de papel: la rendición de cuentas del Gobierno colombiano ante la justicia como una manera de incumplir cumpliendo Valentina Pellegrino

Cifras de papel: a prestação de contas do governo colombiano ante a justiça como forma de “não cumprir cumprindo”

Palavras-chave: burocracia, cumprimento, documentação, jurisprudência, povos indígenas, prestação de contas.

5 P A N O R Á M I C A S

Resumo: em 2009, por meio da sentença 004, a Corte Constitucional da Colômbia declarou em risco de extinção 34 grupos indígenas devido ao conflito armado e ordenou ao governo nacional, liderado pelo Ministério do Interior, tomar medidas para sua proteção. A partir disso, embora a crítica situação persista, o governo vem demonstrando o cumprimento da ordem mediante um complexo processo de documentação. O objetivo deste artigo é analisar o papel da documentação ao mediar na proteção legal, sob um contexto de violência. Com base na observação participante, realizada durante um ano no Ministério do Interior da Colômbia, pretendo me aproximar da produção do documento de resposta governamental como artefato. Atendo à sua elaboração e a seu contexto dentro do cenário institucional, sobre as discussões do que incluir e excluir, e das decisões que dão forma a seu conteúdo. Desse modo, mostro que a estrutura do documento encanta, pois conjuga habilmente o estético com o técnico, ao ilustrar como são construídas e desenvolvidas cifras que mostram cumprimento, ao mesmo tempo que ocultam a falta de mudanças que foram ordenadas: um fenômeno que denomino “não cumprir cumprindo”. A originalidade do artigo está em que, mediante a atenção etnográfica do documento, desconstrói o potente sofisma governamental de que, embora haja verba executada, está sendo cumprido com determinada obrigação. Além disso, a análise faz parte dos desafios dos estudos sobre o direito que assumem uma brecha entre lei e realidade, ao sugerir que o problema não está tanto na distância entre as boas intenções das leis e a violenta realidade que as excede, mas na forma como se preenche essa lacuna a partir de complexos processos de documentação. Assim, contribuo para os estudos antropológicos sobre lei, documentação e prestação de contas.


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Introducción: el papel de las cifras

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l 26 de septiembre de 2013, durante una tensa audiencia judicial que evaluaba el cumplimiento del Auto 004 de 20091, sobre la protección a los pueblos indígenas amenazados por el conflicto armado, los magistrados de la Corte Constitucional, altos funcionarios gubernamentales y líderes indígenas empezaron a reír descontroladamente. Ni el tema ni el escenario eran triviales, pero un delegado del pueblo jiw rompió con la severidad del momento al presentar un documento gubernamental, literalmente risible, que establecía acciones para proteger a los indígenas del conflicto armado. Aunque el líder jiw fue hilarante a propósito, el motivo de su intervención no era gracioso. Dirigentes como él llevaban esperando más de una década para airear ante la Corte sus demandas al Estado por atención, justicia y protección. Desde finales de los noventa, muchas comunidades indígenas se vieron forzadas a abandonar sus territorios por el escalamiento de la violencia; en su mayoría, como efecto de intereses estratégicos sobre sus territorios en compleja intersección con la presencia de actores armados. Este desplazamiento forzado ha afectado agudamente a los pueblos indígenas2. Para solventarlo, numerosas organizaciones indígenas apelaron al sistema judicial. Su larga batalla legal pareció dar frutos cuando la Corte Constitucional reconoció la severidad del problema, al emitir el Auto 004 de 2009 que, como parte de una sentencia judicial, es de obligatorio cumplimiento3. Este acto administrativo ordenaba al Ministerio del Interior liderar a los demás ministerios y unidades gubernamentales en la creación de un Programa de Garantía de Derechos y treinta y cuatro planes de salvaguarda, con medidas de protección urgentes para los treinta y cuatro pueblos indígenas que consideró en mayor riesgo, en un plazo de seis meses. No obstante, cuatro años después de su emisión, no había ningún plan formulado y el programa era un documento sin plan de acción. Entonces, los magistrados citaron a una audiencia pública, para que las instituciones dieran cuenta de cómo estaban respondiendo a la orden judicial, e invitaron a los líderes indígenas. Durante la audiencia, estos últimos expresaron sus preocupaciones sobre la persistencia de amenazas y asesinatos selectivos en sus territorios. Así lo hizo el representante jiw, quien luego empezó a desenrollar un papel de por lo menos seis metros de largo. Nadie sabía qué era ese papel misteriosamente grande.

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Corte Constitucional de Colombia. Auto 004 de 26 de enero de 2009. Magistrado Ponente: Dr. Manuel José Cepeda Espinosa. https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/autos/2009/a004-09.htm

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Dicho período tuvo un incremento exponencial en el número de personas desplazadas: más de tres millones entre 1996 y 2002 (GMH 2013). Para enero de 2020, se registraron 7 585 536 desplazados internos en Colombia, de los cuales 345 647 son indígenas (Unidad de Víctimas 2020). Esto equivale, según el censo oficial de 2018, a un 18 % de la población indígena.

3

Corte Constitucional de Colombia (Sala Tercera de Revisión). Sentencia T-025 del 17 de junio de 2004. Magistrado Ponente: Dr. Manuel José Cepeda Espinosa. https://www.corteconstitucional.gov.co/ relatoria/2004/t-025-04.htm (La mencionada orden es una adenda a la Sentencia T-025 de 2004 sobre desplazamiento forzado).


Cifras de papel: la rendición de cuentas del Gobierno colombiano ante la justicia como una manera de incumplir cumpliendo Valentina Pellegrino

Figura 1. Sesión técnica e informativa sobre protección de pueblos y comunidades indígenas. Corte Constitucional. Sala Especial de Seguimiento a la Sentencia T-025 de 2004

Fuente: captura Consejo Superior de la Judicatura, Bogotá, Colombia, septiembre de 2013.

Entonces explicó: Para mostrarle la matriz que nos entregó el Meta, la Unidad de Víctimas del Meta. Perdón, le vamos a mostrar esa pequeña matriz, que yo creo que nunca ni jamás la van a poder desarrollar esa famosa matriz. Esta es la famosa matriz que nos entregaron. Que no la entienden ni ellos, que no han sido capaz de desarrollarla ellos que la hicieron, mucho menos nosotros. La Unidad de Víctimas. Esa es la famosa matriz, ¿nosotros qué la vamos a entender? Le preguntamos ¿qué hay allí?, dijo “vean a ver qué hacen ustedes, ahí la tienen”. Gracias. (Delegado del pueblo jiw, sesión técnica e informativa sobre protección de pueblos y comunidades indígenas, septiembre de 2013)

La risa llenó las solemnes recámaras del Palacio de Justicia. El colosal documento era una matriz en Excel que presentaba los planes de acción de la Unidad de Víctimas, y que todo el mundo encontrara el asunto cómico refiere a la sospecha de que hay una distancia insoslayable —o tan larga como el mencionado rollo— entre que el Gobierno escribiera sobre hacer algo y que en realidad lo hiciera. Sin embargo, la audiencia rápidamente retomó la seriedad de un procedimiento judicial en el más alto estrado. Después de seis horas de presentación de todos los delegados indígenas, el viceministro del Interior, en representación del Gobierno nacional, contrarrestó brevemente las denuncias.

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Su oratoria avasalladora se dirigió a magistrados e indígenas, declarando que el Gobierno nacional presentaba en el informe4 las actuaciones no solo en cumplimiento a las órdenes dadas en el Auto 004, sino también como política propia de gobierno. Asimismo, sostuvo que los seis meses impuestos por la Corte eran insuficientes para responder, respetando las dinámicas de cada pueblo, más aún cuando eso implicaba concertar con 21 000 autoridades indígenas. Finalmente, aludió a un dato desglosado en el informe presentado a la Corte que dejó sin palabras a los asistentes: los tres billones de pesos ejecutados en el tema. La cifra dio al viceministro algo tan contundente como el gigantesco rollo de papel que presentó el líder jiw. Pero, al contrario del rollo, esta formidable suma de dinero era el epítome de la seriedad. La intervención del delegado jiw mostró la respuesta a las urgentes demandas de protección que hacían los pueblos indígenas como un gigantesco dispositivo de papel. Además, a la inexistencia de los planes se sumaban las múltiples denuncias que hicieron líderes indígenas, como el delegado jiw, quien cuestionó la capacidad gubernamental para desarrollar las acciones planteadas en documentos oficiales. Sin embargo, el informe fue exitoso: la Corte no declaró al Gobierno en desacato; una razón fundamental fue el despliegue de cifras que representaban descomunales montos de dinero. El contrapunteo entre el delegado indígena y el viceministro, al cuestionar el primero la respuesta gubernamental como un gigantesco trozo de papel y al replicar el segundo que aquellos pliegos referían a algo tan sólido como el gasto público, me llevó a reflexionar sobre el papel de los documentos. ¿Cómo encanta un informe gubernamental al sistema judicial y se impone a la perspectiva vivida y presentada por los pueblos indígenas sobre la persistencia de una situación crítica a la que se le brinda escasa atención? En este artículo, investigo el papel de la documentación en el cumplimiento gubernamental de la jurisprudencia sobre la protección a los pueblos indígenas, en medio del conflicto armado interno, y su rol en la coproducción entre derecho y sociedad. Fruto del trabajo de campo llevado a cabo durante un año en el Ministerio del Interior, recurro metodológicamente a la documentación como proceso y al informe como artefacto. Con base en la aproximación etnográfica al informe que el Gobierno nacional presentó a la Corte Constitucional, argumento que esta documentación genera cumplimiento, aun cuando los designios de la orden judicial no se cumplan, mediante una argucia que es posible gracias a la producción y al despliegue técnico y estético de cifras particularmente monetarias; fenómeno al que defino como una manera de incumplir cumpliendo5. Estos hallazgos son relevantes en la antropología del Estado y sus prácticas de rendición de cuentas pues, con la creciente tendencia a 4

Ministerio del Interior, Unidad de Atención y Reparación Integral a las Victimas, Ministerio de Defensa, Ministerio de Salud, Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, Ministerio de Educación, Ministerio de Minas, Ministerio de Agricultura, Ministerio de Cultura, Ministerio de las TICs, Ministerio de Ambiente, Ministerio de Hacienda y Crédito Público, DNP, ICBF, Incoder, Paicma, DPS, SENA, Unidad Nacional de Restitución de Tierras, Programa Presidencial de Derechos Humanos. 2013. Informe de Gobierno Auto 145 de 2013.

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En mi tesis doctoral formulé el fenómeno de incumplir cumpliendo, el cual no se restringe únicamente al uso de cifras (Pellegrino 2017).


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una gobernanza basada en la experticia, que permea incluso el sistema judicial, estas maneras de incumplir cumpliendo están diseñadas para sortear, exitosamente, los sistemas de monitoreo de las actuaciones gubernamentales, sin que ello implique lograr transformaciones sustanciales. Así, en la primera sección me aproximo a la paradoja entre la abundancia de la ley y la imperante violencia en Colombia, y planteo que una forma de abordarla es a través de la atención a cómo se cumplen las leyes y la jurisprudencia, introduciendo el caso del Auto 004. Luego, dado que la respuesta a la orden judicial se expresa en documentos, presento la documentación como fundamental para entender el fenómeno. A continuación, me aproximo etnográficamente a la elaboración del documento del informe, cuyo propósito es servir de registro de las acciones realizadas en respuesta a la orden judicial; exploro la traducción de acciones a montos monetarios y su despliegue visual en el documento para producir una inferencia de respuesta masiva; seguidamente, develo el encantamiento de las cifras. Finalizo sugiriendo que el informe no registra el cumplimiento de la orden, sino que en sí mismo es el cumplimiento.

Entre la ley y la violencia: el papel del cumplimiento 9 P A N O R Á M I C A S

A pesar de tener una legislación que brinda amplias garantías a los derechos humanos, Colombia permanece en una situación de violencia aguda con dramáticas violaciones a los mismos. Por esta razón, un punto focal de la investigación social en el país aborda la paradoja entre la persistencia de la violencia en la historia colombiana y su coexistencia con un régimen democrático estable caracterizado por el legalismo. Al respecto, las explicaciones han destacado factores estructurales e históricos como la exclusión social y política; y la debilidad institucional (Comisión de Estudios sobre la Violencia 1987; Orjuela 2010; Palacios 2003; Pécaut 1987; Wills 1998). Ahora bien, la ley juega un papel en esta paradoja. Históricamente, se ha constituido una narrativa que contrapone el poder civilizatorio de la ley a la violencia y a la barbarie, estas últimas explicadas por ausencia de la primera (Lemaitre y Restrepo 2019; Rojas 2001). En ese sentido, se asume que la ley remedia la violencia y que, por ende, tiene un enorme poder para transformar la realidad. En Colombia, a pesar de la primera, la segunda permanece y no ocurre la transformación que se ordena. De ahí la necesidad de comprender la relación entre ley y violencia, que se vincula al problema que surge de la relación entre derecho y realidad. Una tendencia relevante en el análisis sociojurídico fue la de los “estudios sobre la brecha”, como los denominan Buchely y Jaramillo (2019). Al considerar la ineficacia de la ley para los propósitos transformadores específicos que esta plantea, estos autores postulan que hay una brecha entre el derecho y la realidad. Las explicaciones sobre el porqué de la apelación a la ley van desde la eficacia simbólica del derecho hasta el fetichismo legal, pasando por la cultura del incumplimiento. Así, los exponentes más destacados de esta corriente plantean que las leyes y la jurisprudencia se hacen, pero no se cumplen, bien sea porque no hay una intención


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gubernamental de implementarlas, sino de legitimar el régimen político mediante ellas, a lo que se denomina “la eficacia simbólica del derecho” (García 1993); porque en la ciudadanía hay una “cultura del incumplimiento” (García 2009); o porque lo atractivo de la ley, para aquellas comunidades golpeadas por la violencia y la inequidad, no está en sus beneficios concretos sino en llenar un vacío de sentido: así como en el fetichismo el objeto de deseo se explica por el vacío que dicho objeto llenaría, se apela a la ley debido a la falta de dignidad humana en la vida cotidiana (Lemaitre 2009). Otros académicos, en lugar de explicar la ausencia de cumplimiento, se enfocan en la gradación en este, entendiéndolo en una escala de acatamiento de los propósitos de la jurisprudencia. Hillebrecht (2012), por ejemplo, analiza el cumplimiento del gobierno de Álvaro Uribe Vélez a las sentencias y medidas provisionales dadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y lo caracteriza como á la carte, por cuanto ignoró las obligaciones que afectaban a sus aliados políticos, a la vez que cumplió prestamente los mandatos más simples. Para esta autora, el caso colombiano muestra que se puede cumplir una parte e incumplir otra, y esto se explica porque el acatamiento de la jurisprudencia es un asunto político más que jurídico. De ahí que relacione el grado de cumplimiento con la voluntad política de los actores involucrados. Por último, para el caso específico de la legislación sobre los derechos territoriales de los pueblos indígenas en Colombia, se destaca el trabajo de Muñoz (2016), quien recupera la noción de “brecha de implementación” empleada por la ONU (2006). Dicha organización plantea la existencia de una brecha entre los avances de las legislaciones y las realidades de los pueblos indígenas, noción que Muñoz usa para explicar el recuento de los casos de reiterativo desconocimiento de los derechos indígenas, por parte de las autoridades administrativas. El autor sostiene que, debido a este desconocimiento, ha habido un proceso de judicialización mediante el cual los jueces dirimen litigios estratégicos para los indígenas, con el fin de lograr así la aplicación de la legislación sobre sus derechos. Desde su perspectiva, el desafío de la jurisprudencia estaría también en su cumplimiento. Estos análisis aportaron a entender las motivaciones para usar la ley en el contexto colombiano y a señalar los vacíos en la implementación de la misma. Pero, al partir de la brecha entre derecho y realidad, no dejaron lugar para los funcionarios de decenas de instituciones, repartidos entre científicos sociales y tecnócratas de alto nivel, que trabajan para cumplir las órdenes judiciales e implementar la legislación sobre pueblos indígenas: la brecha se los traga. Precisamente, estos análisis han sido cuestionados porque no la exploran (Buchely y Jaramillo 2019).

Documentar el cumplimiento Enfocarse en el cumplimiento, entendido como la correspondencia o no con el resultado buscado, ignora cómo opera específicamente la ley y deja de lado asuntos cruciales como las formas en las que el potencial transformador de esta se va reduciendo, no por su incumplimiento sino por la manera como se realiza (Alviar y Jaramillo 2012).


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En este artículo, pretendo distanciarme de la postura que entiende el cumplimiento como un resultado —que no se da—, para asumir en cambio el cumplimiento como un proceso, lo cual implica transformar la pregunta de por qué a cómo. De este modo, la pregunta va más allá de si hay o no cumplimiento de la ley e interroga, en cambio, qué ocurre con las leyes y normas después de promulgadas (Buchely 2015; French 2009; Jaramillo 2013). Con este fin, es útil entender ley y jurisprudencia no solo a partir de sus resultados sino de sus usos: cómo son aprehendidas, disputadas, negociadas e interpretadas por aquellos a quienes pretenden regular, así como por los encargados de ejecutarlas. Posicionar la pregunta en los sitios donde se ejecutan los mandatos legales ofrece un terreno fértil para investigar cómo ocurre el cumplimiento de la ley. Así, el cómo nos conduce a las oficinas gubernamentales, a los terrenos explorados por la antropología del Estado y de las burocracias, respondiendo al llamado de studying up (Das y Poole 2004; Gupta y Sharma 2006; Herzfeld 1992; Nader 1972). El Auto 004 es pertinente para preguntarse por el cumplimiento de la jurisprudencia. Esta providencia nace de la desconexión entre la crítica situación de los pueblos indígenas y la invocación de los derechos que constitucionalmente les son reconocidos —a partir de la adopción del multiculturalismo como política de Estado—. En sí mismo, el auto es la constatación de que la avalancha de violencia contra los pueblos indígenas no ha podido detenerse, aun con las garantías otorgadas por la Constitución Política de 1991 que, de acuerdo con las tendencias legislativas transnacionales, buscaba forjar la reconciliación nacional mediante el reconocimiento de derechos sociales y políticos a sujetos previamente marginalizados, como los indígenas (Van Cott 2000). En ese sentido, esta orden judicial surge de la paradójica relación entre ley y violencia, a la vez que pretende conjurar la violencia del desplazamiento mediante la fuerza de la ley. El auto constituye un ejemplo de judicialización de la política: el giro gradual de la política y las luchas sociales al dominio de lo judicial, uno de cuyos efectos es la capacidad de los tribunales para incidir en la creación de política pública (Cepeda 2005; Comaroff y Comaroff 2009; Rodríguez y Rodríguez 2010; Sieder, Scholden y Angell 2005). Asimismo, formula una suerte de Gobierno auditado, a través de la solicitud de documentos como el informe requerido para la audiencia en cuestión. De ahí que valga la pena preguntarse por el papel de la documentación en el cumplimiento gubernamental. Mediante el proceso de elaboración del informe, y las discusiones sobre cómo y qué incluir o excluir, me aproximo al documento a partir de lo que este dice y muestra, asumiendo sus propiedades materiales y estéticas como parte la capacidad de persuasión que despliega (Hull 2012b; Riles 2006, 2000). Conocí el informe de primera mano e hice parte en su elaboración al implementar la técnica de observación participante, propia del trabajo de campo que realicé durante mi permanencia en el Ministerio del Interior, en el marco de la investigación sobre la respuesta estatal al Auto 004 de 2009 sobre la que trata este artículo. Estos escenarios no suelen ser


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objeto de etnografía sino de periodismo, pero la aprensión inicial de las directivas del Ministerio para ingresar sus dominios, temerosas de hallar mi investigación en una primera plana de periódico, titulada “El Gobierno no hace nada”, se convirtió en autorización cuando comprendieron la pesquisa como un asunto académico. Así, entre junio de 2013 y abril de 2014, como “pasante” del Ministerio del Interior —fórmula que encontramos para acordar mi estadía como investigadora en la institución—, los profesionales responsables del auto, quienes ensamblaron el informe, me abrieron las puertas de sus oficinas y de sus vidas. Acompañé su cotidianidad dentro y fuera de los recovecos del Ministerio, saturada de reuniones, documentos y trámites kafkianos. Su comprensión sobre las implicaciones de una etnografía —pues en su mayoría son antropólogos comprometidos con la lucha indígena— y su generosidad al compartir sus reflexiones me permitieron aprender de la actuación gubernamental, y de las limitaciones y contradicciones bajo las cuales esta se desarrolla. Además, me aproximé al saber hacer del documento como artefacto, durante las jornadas de trabajo en las que se ensambló el informe, las cuales complementé mediante catorce entrevistas a profundidad, realizadas a algunos de quienes participaron en esta tarea. En mi trabajo busco recuperar ese quehacer materializado en documentos, pues aproximarse a cómo se usan los instrumentos legales y, particularmente, a cómo lo hacen quienes están encargados de ejecutarlos, remite a un problema de documentación gubernamental. En consecuencia, la implementación de providencias como el auto está mediada por papeleo: todo documento generado como respuesta estatal a una demanda (Kafka 2012). De hecho, la documentación es consubstancial al Estado, por esa razón los documentos nos refieren a su materialidad y prácticas cotidianas. Son útiles para rastrear a las personas por el efecto de legibilidad que generan (Scott 1998; Trouillot 2011), pero también pueden ser usados para rastrear al Estado porque, como explica Kafka, en el proceso de documentar el Estado queda documentado. Por esto la antropología se interesa por los documentos, para aproximarse a la comprensión del Estado (Gupta 2012; Hull 2012a, 2012b; Navaro-Yashin 2007). Aquello que aplica para el Estado, en relación con los documentos, aplica también para el Gobierno que ejerce temporalmente sus funciones ejecutivas (Burnyeat 2020). En síntesis, el cumplimiento de la legislación y la jurisprudencia hace parte de la discusión sobre la relación que hay entre ley y violencia en el contexto colombiano. Si la implementación de la legislación y la jurisprudencia implica un proceso de documentación, entonces, el cumplimiento puede ser investigado a través de los documentos gubernamentales. Por ende, la respuesta al Auto 004 nos permite aproximarnos a un ejemplo de la documentación, como materialidad en la que se expresa el cumplimiento. En este artículo me centro en un momento del proceso: la rendición de cuentas a la Corte, mediante el informe preparado para la audiencia a solicitud del alto tribunal, que desarrollaré en la siguiente sección.


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La balanza de la justicia y el peso de los billones

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Ley Ordinaria 1448/2011, de 10 de junio de 2011, por la cual se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno y se dictan otras disposiciones. (Diario Oficial n.° 48096 de 10 de junio de 2011). https://www.ictj.org/sites/default/files/subsites/colombia-lineatiempo/docs/Ley1448/ley1448.pdf

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Decreto Reglamentario 4633/2011, de 9 de diciembre de 2011, por medio del cual se dictan medidas de asistencia, atención, reparación integral y de restitución de derechos territoriales a las víctimas pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas. (Diario Oficial n.° 48278 de 9 de diciembre de 2011). https://www. alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=44966

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En julio de 2013, los altos funcionarios del Gobierno se encontraban en un peculiar entuerto: la Corte los convocó para rendir cuentas, literalmente hablando, sobre el Auto 004 que ordenaba la creación de treinta y cuatro planes de salvaguarda y un programa de garantía de derechos, pues a la fecha dichos planes no existían. Inusitadamente, decenas de funcionarios de una veintena de entidades se reunían, en las precarias oficinas del Ministerio del Interior, con la difícil tarea de convencer a los magistrados de que, a pesar de ello, el Gobierno no era negligente ni merecía una declaración de desacato. El mencionado auto hacía parte de las provisiones adicionales a la Sentencia T-025, la cual declaraba un estado de cosas inconstitucional por la inadecuada e insuficiente atención estatal al desplazamiento forzado, hecho que generaba una permanente vulneración de los derechos humanos de los desplazados. Adicionalmente, la Corte desplegó un enfoque diferencial en esta jurisprudencia, al establecer ordenes específicas para atender sectores poblacionales particulares, siendo el Auto 004 el concerniente a los pueblos indígenas. El tribunal determinó, mediante este acto administrativo, unos mínimos de racionalidad que explicitaban cómo debía cumplirse la orden previamente mencionada. Estableció que los programas gubernamentales fueran consultados con los indígenas y que no fueran los ya existentes, sino otros, específicamente creados para los planes de salvaguarda, y también ordenaba coordinación entre entidades. La Sentencia T-025 y sus autos se emitieron durante el gobierno de Uribe (2002-2010), pero la situación política cambió con la administración de Santos, que reconoció la existencia del conflicto armado y creó legislación y robustas agencias para atender el despojo de tierras y las numerosas víctimas que esta dejaba. Asimismo, esta administración emitió la Ley de Víctimas6 y el Decreto Ley de Víctimas 4633 de 20117, sobre víctimas indígenas, que se deriva de la primera. De este modo, las principales entidades gubernamentales dieron un giro en cuanto a las prioridades, transitando del desplazamiento a la victimización como objeto de atención. Sin embargo, el auto y la obligatoriedad de su cumplimiento permanecían, y el Ministerio del Interior lideraba la respuesta como directo responsable de su ejecución, de acuerdo con la orden judicial. En consecuencia, estableció un mecanismo de consulta del que surgió el Programa de Garantía de Derechos, y una ruta metodológica para crear los planes de salvaguarda. Esta preveía que los indígenas diseñaran sus propios diagnósticos y propuestas, que serían financiados por el Ministerio y concertados con las instituciones; el resultado serían los planes de salvaguarda formulados.


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Cuando la Corte convocó la audiencia, la mayoría de los pueblos aún estaban realizando sus diagnósticos y poco había sido concertado con las instituciones. El Ministerio del Interior tenía qué mostrar, en cuanto a acciones directamente relacionadas con el cumplimiento específico de la orden judicial, por los procesos que desarrollaba para la construcción comunitaria de los diagnósticos para los planes. Pero no podía decirse lo mismo de las demás entidades que también trabajaban con indígenas, ya fuera siguiendo la línea de la atención humanitaria para población vulnerable, dentro de la que los incluían (Jaramillo 2014), o bajo un multiculturalismo enfocado en el reconocimiento de derechos culturales, pero que no abordaba la marginalización económica o social (Chaves 2011). Al acompañar a los contratistas del Ministerio, a navegar los laberintos administrativos que retrasaban la formulación de los planes, me percaté de la dificultad de cualquier tarea en el enredado entramado institucional, aun con una orden judicial encima. En las demás instituciones la situación era peor, porque a lo anterior se sumaba menos personal para grupos étnicos. La orden había dado unos tiempos perentorios, pero la institucionalidad andaba lentamente. De ahí que, cuando los funcionarios y contratistas de las diversas entidades se vieron en la tarea urgente, pero delicada, de elaborar un informe para la audiencia que absolviera al Gobierno nacional de desacato y mostrara que se hacía todo lo posible por cumplir el Auto 004, lo primero que acordaron fue un eje de argumentación que no dejara mal paradas a las instituciones. Este eje desdibujaba la especificidad de la ruta metodológica del Ministerio del Interior sobre el auto, al llevar la exposición de las actuaciones gubernamentales hacia el goce efectivo de derechos. Bajo esta lógica se incluyeron en el reporte todas las acciones, entre ellas las actuaciones ordinarias y misionales de las entidades, y no solo aquellas que correspondieran a procesos de concertación enmarcados en la elaboración de los planes de salvaguarda, pues las acciones que garantizaran derechos, técnicamente, actuaban en la superación del estado de cosas inconstitucional. Con esta argumentación resolvían la ausencia de planes y podían, además, incluir la larga lista de actividades gubernamentales. El informe se ordenaría por bloques de derechos8. Para ello, los representantes del Ministerio del Interior —quienes coordinaron su elaboración— y de las demás instituciones acordaron dividirse, de acuerdo con los derechos que atendían principalmente. Cada entidad enviaría, a los encargados de cada bloque de derechos del Ministerio, un documento con información sobre sus procesos de participación, acciones, instrumentos administrativos, mecanismos de evaluación, avances y dificultades. Tras algunas reuniones con las entidades para revisar colectivamente los avances, el Ministerio ensamblaría el documento final. Antes de la audiencia, con la información recibida, fuimos ordenando el informe final por capítulos correspondientes a: una descripción de los procesos de participación, cada bloque de derechos y un reporte financiero. Aunque el documento 8

Estos son: salud; territorio; autonomía y fortalecimiento organizativo; identidad cultural, educación, tecnologías de información; Derechos Humanos (DDHH) y Derechos Internacional Humanitario (DIH).


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advertía que, analíticamente, se configuraba de acuerdo con las categorías de: participación indígena, acciones desarrolladas e información presupuestal, asuntos sobre los que explícitamente requirió la Corte. Los días transcurrieron copiando los datos enviados por cada entidad en formato Excel, tomando información de las casillas de “acción” o “participación”, para pegarla en el documento en Word del Ministerio, en el capítulo correspondiente, y redactando una breve introducción para cada capítulo. Si el auto buscaba una respuesta articulada de las entidades, esa articulación consistía en ensamblar sus documentos. Así, el informe incluía actividades que articulaban acciones con enfoques y alcances drásticamente diferentes, dentro de un mismo espacio, apelando al lenguaje de derechos como unificador, y conjugando lo estético con lo técnico. Se juntaban el Programa de Generaciones Étnicas con Bienestar, diseñado para pueblos indígenas, con las jornadas de vacunación que son una actividad misional dirigida a la población en general, porque ambas respondían al derecho a la salud. La mayoría de actuaciones seguían supeditándose a la oferta institucional preexistente, ignorando la perspectiva indígena, a pesar de la expresa prohibición de la Corte. Así lo veía un integrante del Ministerio:

Para algunos encargados del informe, en el Ministerio, esto reflejaba un problema de fondo, no por inacción gubernamental sino por el enfoque de las acciones. Particularmente, la falta de una política pública articulada y con enfoque diferencial generaba tensiones entre las entidades gubernamentales: La discusión con las instituciones es que la atención a los pueblos indígenas, en términos de salvaguarda, no puede ser con la oferta institucional. Eso es fundamental en esta discusión, y las instituciones o no han entendido o se hacen los pendejos […]. Los fallos de la Corte en eso pues son muy interesantes, pero a lo que están es llamando a cambios estructurales. Los fallos de la Corte no están llamando a que usted enumere cada vez un número mayor de acciones que usted hace con los pueblos indígenas en la misma línea, sino a decir precisamente que esas acciones tienen que estar enmarcadas, o tiene que haber otras líneas acordes 9

Como parte de los compromisos de la investigadora con los sujetos que participaron en el estudio, sus nombres han sido sustituidos por seudónimos, y la información sensible con la que se pudiera establecer la identidad de los contratistas entrevistados ha sido modificada.

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Con el tema del agua potable, el [funcionario] del agua potable dice “yo lo que hago es mandar un tubo y que todos se peguen al tubo, a mí no me importa nada más”, y los proyectos que nos presentan son esos. Aquí sabemos que unas comunidades indígenas se beneficiaron pegándose al tubo, pero nadie dijo, por ejemplo, qué entiende el pueblo eperara de la Costa Pacífica como acceso al agua. ¿Por qué, por ejemplo, hay esfuerzos para eso, pero no hay esfuerzos para cuidar las cuencas hidrográficas que los benefician a ellos directamente sin tener que pegarse a un tubo?, cosas así. (F., contratista del Ministerio del Interior, entrevista con la autora, agosto de 2013; énfasis propio)9


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con los pueblos indígenas y, por lo tanto, otras acciones, que es lo que no hay […]. Entonces ¿qué problemas tenemos hoy en día?, y es, de todas maneras, recursos invertidos, porque el Estado invierte recursos en diferentes programas y proyectos, sin ninguna articulación, es decir, que no están enmarcados en ninguna política pública con enfoque diferencial. (R., contratista del Ministerio del Interior, entrevista con la autora, septiembre de 2013)

Además, del proceso de “copiar y pegar” surgió que la distinción entre participación y acciones era problemática. Lo que para algunas entidades eran actividades, para otras eran procesos de participación. Es el caso de las reuniones de consulta previa, que algunas incluyeron como participación y otras como acciones según bloque de derechos. Para algunas, la participación era un fin en sí mismo, un requisito a cumplir, mas no la manera de crear una política que recogiera la perspectiva indígena, de ahí que la concibieran como acción. Por la autonomía de las entidades, el Ministerio mantuvo en el informe las actuaciones según estas las caracterizaron. Por ende, las contradicciones entre las entidades gubernamentales, en su respuesta a las necesidades de los indígenas, no se resolvían, sino que se distribuían en el informe. Un profesional de otra entidad convocada, me explicó: 16

Sí, pasó algo con las instituciones y es que comenzaron a meter el tema en su agenda, comenzaron a tener gente especializada en los temas. El crecimiento de los equipos de enfoque diferencial o de grupos étnicos en las entidades fue impresionante […]. Comienzan a generar a un asesor, a un personaje que maneje el tema, ya comienza como a meterse en la agenda. Asimismo, a tener una respuesta especializada. Pero desde los programas, desde lo existente, no desde lo que dice la gente. No desde lo que nos están pidiendo, simplemente como desde: “aquí yo saco una acción diferencial” y lo meto y lo digo: “esto es enfoque diferencial”. (M., contratista de la entidad X, entrevista con la autora, octubre de 2013; énfasis propio)

Para este contratista, el auto era un catalizador de cambios, y el problema no era la falta de enfoque diferencial, sino a qué se le llamaba enfoque diferencial, es decir, meter una acción para los indígenas dentro de los programas, mas no crear programas que retomaran la perspectiva indígena. Como resultado, buena parte de las actividades consignadas no eran producto de la incorporación de las propuestas indígenas, sino de incluir a esta población en lo ya existente10. Otro problema era el impacto de las actuaciones gubernamentales, que la Corte empezaba a evaluar adoptando el criterio técnico de indicadores de goce efectivo de derechos11. Para los pueblos indígenas, su participación en escenarios de toma de 10 Es difícil flexibilizar la actividad de las instituciones para trabajar con indígenas, porque están enmarcadas en constricciones que sancionan (administrativa y penalmente) las actuaciones de los funcionarios que reten las lógicas establecidas y cambiarlas es un proceso gradual. Por ejemplo, antes era imposible contratar indígenas como expertos bajo las tablas salariales de entidades, que ignoraban experticias sin diplomas. 11 Corte Constitucional de Colombia. Auto 116 de 13 de mayo de 2008. Magistrado Ponente: Dr. Manuel José Cepeda Espinosa. https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/autos/2008/a116-08.htm


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En el momento en que la Corte nos pida un plan de choque tocaría tener ese universo, es claro que es un problema de sistemas de información, porque la Corte tiene unas preguntas muy concretas que son: “dígame cuánta plata ha invertido y cuál ha sido el impacto” y eso no podemos responder. Es decir, ahí ya nos toca evadir la pregunta y la mejor forma de hacerlo es con un informe técnico. (Diario de campo de la autora, occidente de Bogotá, reunión preparatoria del informe, Hotel San Sebastián, agosto de 2013)

La sugerencia de evadir los interrogantes de la Corte no pareció sobresaltar a nadie, pero tampoco mereció mayor elaboración, y la agotadora jornada concluyó como solían hacerlo estas reuniones: con el problema intacto. La propuesta pasó desapercibida, quizá porque era una obviedad para muchos, quienes habitualmente referían preocupación por los escasos resultados específicos que se podían mostrar a la Corte, dada la inexistencia de los planes. La revelación no estaba en buscar evadir las preguntas de la Corte, sino en usar un informe técnico para hacerlo. Lo técnico, en este caso, remite a una manera altamente formalizada de categorizar y

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decisión de políticas públicas, en relación con el desplazamiento forzado, era medida por el número de participantes y por el retorno a los territorios, con asistencia estatal, según número de personas y comunidades. El primer indicador era favorecedor, pues el Gobierno había multiplicado los escenarios de participación indígena, respondiendo así a la obligatoriedad de la consulta previa, al auto y al Decreto 4633. Pero el segundo no, pues solo se podían referir los planes de retorno para la comunidad wayuu de Portete, y el acompañamiento a dieciocho familias nükak y 124 del pueblo embera que regresaron a sus territorios. Adicionalmente, había diecinueve nuevos casos de desplazamiento forzado, todos en pueblos indígenas priorizados por el auto, y habían aumentado ligeramente los homicidios a indígenas (Lozano 2012). Si Dante viviera, seguramente habría descrito las reuniones de trabajo para el ensamblaje del informe como uno más de los círculos del infierno. Una de aquellas situaciones infernales ocurrió en la decaída sala de conferencias en un modesto hotel en Bogotá, saturado de café, con representantes de las veinticinco entidades gubernamentales convocadas. Allí estaban Miguel, Rosario y Federico conscientes de la desarticulación entre las acciones, de las limitaciones en la participación indígena y del contraste entre la descomunal transformación estatal que se requeriría, realmente, para salvaguardar a los indígenas incorporando su perspectiva, y las restricciones en que se desenvolvían las instituciones limitadas y limitantes. Imaginaba que se preguntaban si era posible cumplir esas órdenes, mientras cambiaba el texto que mostraba el proyector, y las horas transcurrían entre puntillosos debates sobre qué minucias incluir o relegar, en la inusual y exasperante situación de redactar un documento a tantas manos. Aquella mañana de preparación del informe transcurría interminablemente mientras se discutía qué cifra usar para medir el impacto de las actuaciones gubernamentales. Entonces, una representante del Departamento Nacional de Planeación señaló:


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expresar la realidad. Los marcos lógicos son ejemplos de este saber-hacer objetivado en documentos. Lo técnico alude a un lenguaje especializado, dominado por unos pocos, pero altamente valorado; adicionalmente, está aparentemente separado y por encima de lo político, o eso pretende, aunque esta separación sea cuestionable (Mitchell 2002). Una decisión política consiste en qué contar, evadiendo así lo que la Corte intenta medir con sus indicadores. Esto me llevó a reparar en la importancia de las cifras que se presentaron en el informe, a indagar en qué consistían y cuáles habían sido. A lo largo de las quinientas páginas que comprende el documento abundan conteos de reuniones con pueblos, así como de comunidades atendidas. No obstante, estos números, al igual que el de los escasos indígenas que retornaron a sus territorios, pasan desapercibidos en las descripciones de las acciones organizadas de acuerdo con bloques de derechos. Por sí mismas, estas acciones y sus números serían insuficientes para demostrar cumplimiento, porque bajo los indicadores de la Corte no habría mayores avances; además, la articulación gubernamental ocurría en el documento, que juntaba actividades de diversas entidades en un mismo capítulo, más no en los territorios indígenas ni en las actuaciones específicas de las entidades, muchas de estas derivadas de la oferta institucional preexistente. En contraste, la cantidad de dinero ejecutado por las distintas entidades y sistemas gubernamentales cuenta con un capítulo propio en el informe, pues da cuenta de una cifra astronómica medida en billones. La autoridad que da la cuantificación hace posible evadir las inquisiciones de la Corte mediante un informe técnico. Lo técnico se basa, en buena medida, en el poder de los números —la invención humana más radicalmente transformadora—. Los números han llegado a ser preinterpretativos, asumidos como representaciones válidas o exactas de algo, y por ello, están revestidos de autoridad y confianza (Espeland y Stevens 2008; Everett 2017; Merry 2016; Poovey 1998; Porter 1995). De ahí que los cálculos hayan devenido en una práctica epistémica, una forma de conocer (Espeland y Stevens 2008) inexorablemente vinculada al ejercicio de gobierno en la modernidad. Así, los números ayudan a construir los dominios de aquello que se vuelve gobernable y facilitan la evaluación de los modos de gobierno, pues aparentan despolitizar áreas de juicio político. De allí la importancia de la estadística y la economía en el manejo del Estado (Foucault 2006; Rose 1999). Con la autoridad que brindan los números como fundamento, los funcionarios del Departamento de Planeación Nacional y del Ministerio de Hacienda se encargaron del capítulo que referiría, específicamente, al informe presupuestal financiero. Con este fin, pidieron a las entidades que hicieran llegar la información correspondiente al Sistema Integrado de Información Financiera (SIIF) y al código Banco de Programas y Proyectos de Inversión Nacional (BPIN), de cada actuación que reportaran en el informe. Estos sistemas de información registran la gestión contable de las entidades mediante códigos que dan un nombre numérico a las acciones, incluyendo contrataciones, y lo vinculan con el gasto que se le adjudicó.


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El encanto de la rendición de cuentas La magia del Estado ha sido previamente estudiada (Coronil 1997; Pels 2003; Taussig 1997, 1995); una manera de abordar la magicalidad del Estado es atender a los objetos que la constituyen, entre ellos las palabras impresas (Kaplan 2003). En esta dirección, me aproximo a la producción del informe en tanto documento técnico, retomando el planteamiento de Gell (1992) sobre el poder de los procesos técnicos para encantarnos. Asumo el informe técnico como una tecnología del encanto, es decir, algo que está hecho para seducir y convencer. En tanto encantamiento, el asunto acá está en la ilusión que produce el informe, en el delicado juego entre lo que se ve, lo que no se ve y lo que se cree, ver gracias a su eficacia técnica. 12 El Ministerio registra $50 928 000 ejecutados, mientras que el DPS encabeza la lista con $231 616 000. 13 La gráfica señala un presupuesto total de $74 673 000 para 2010, y un aumento progresivo por año, hasta llegar a $189 861 000 en 2013.

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La información contable apareció en el informe en cuatro grandes cifras: primero, las totalidades ejecutadas por cada entidad y reportadas al Ministerio del Interior ($504 119 000 000); segundo, el dinero correspondiente al Sistema General de Participación ($596 975 000 000); tercero, el dinero del Sistema General de Regalías ($67 006 720 970), ambos ejecutados por las entidades territoriales; y cuarto, los dineros ejecutados y proyectados en el Plan Nacional de Desarrollo ($3 012 467 000 000). Todo esto se expresó en tablas sencillas de ver que, sin embargo, usaban escalas distintas (millones o miles de millones). Así, los tres billones, que mencionó el viceministro en la audiencia, correspondían al presupuesto ejecutado y proyectado para cumplir con los compromisos con los pueblos indígenas que se establecieron en el Plan Nacional de Desarrollo. El peso de estos billones estaba en que, si el delegado jiw cuestionaba como ridículos papeles, con planes y acciones, las medidas del Gobierno para protegerlos, las cifras de dinero hacían del contenido de dichos papeles algo tan tangible, contante y sonante, como los billetes y monedas que indicaban. El capítulo contenía dos diagramas de barras que representaban miles de millones de pesos. Uno visualizaba en orden descendente a las entidades, de acuerdo con el presupuesto ejecutado por cada una en población indígena desplazada; el Ministerio del Interior ocupaba un discreto quinto lugar, mientras que el Departamento para la Prosperidad Social (DPS) encabezaba la lista12. Esta primera gráfica permitía al lector, de un vistazo, inferir la participación de cada institución conminada. El otro diagrama mostraba la progresión anual del dinero ejecutado en el tema, de 2010 a 2013, evidenciando que el presupuesto se había duplicado, esto llevaba a inferir una progresiva atención al tema13. Es difícil no sucumbir al poder de seducción que tienen semejantes cantidades de dinero. Por esto, finalizo con una explicación que, espero, devele la ilusión de las cifras o cómo el Gobierno logra evadir a la Corte mediante un informe técnico.


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Empecemos con lo que se ve. El informe presupuestal financiero sintetiza mediante tablas las tremendas sumas del gasto público relacionadas con los pueblos indígenas, lo que entenderíamos como “los datos a secas”, previos a una interpretación. Por otra parte, los diagramas de barras permiten “ver” pequeñas inferencias, fácilmente inteligibles, como la magnitud de la respuesta de las entidades, a partir de la representación por la cantidad del dinero que ejecutaron o la positiva progresión en el tiempo, a partir de la diagramación del presupuesto por años, elementos que aparentan más transparencia que, por ejemplo, un discurso presidencial. Estas “pinturas numéricas” (Espeland y Stevens 2008, 422) le dan forma a fenómenos complejos y difíciles de comprender, y los hacen aprehensibles de un vistazo. Esta concisión es una cualidad estética que potencia la persuasión a través de los números, un asunto no despreciable, pues la Corte amonestó al Gobierno, en anteriores oportunidades, por evadir a sus preguntas mediante documentos ridículamente extensos, por lo que pidió un informe conciso para la audiencia14. Pero la concisión está también en las cifras, lo cual nos lleva a lo que no se ve. Las cifras de las tablas presentaban la totalidad de dinero por entidad y, en el caso del Sistema General de Regalías, por proyecto. Así, no son “datos a secas”, previos a una interpretación, sino que envuelven un doble resultado: por un lado, de la agregación de infinidad de cifras más pequeñas y, por otro lado, de la labor misma que implica hacer esta agregación y otras operaciones, como las múltiples decisiones sobre qué se puede y qué se debe contar. Es decir que las cifras de las tablas no son únicamente una sumatoria, sino que también son el resultado de hacer la sumatoria en sí, de decidir qué debería sumarse. De ahí que no sean datos en bruto sino datos construidos, y en esa construcción hay decisiones e interpretaciones. Por ejemplo, en el caso de las instituciones que manejan su información por entidad territorial, y no por población, es inevitable que el presupuesto ejecutado que se mencione no solo se refiera a los pueblos indígenas. Lo que tenemos en las tablas es el final de una cadena de operaciones que estas no permiten recuperar, es el precio a pagar por la mirada sintética y robusta que se ofrece. La antropología de la cuantificación refiere esto como la “absorción de la incertidumbre”, que ocurre cuando “se toman inferencias de un cuerpo de evidencia, y las inferencias son comunicadas en lugar de la evidencia en sí” (Merry 2016, 32; retomada de March y Simon 1958, 165). La absorción de la incertidumbre refiere entonces a cómo la discreción, la ambigüedad y las suposiciones se van removiendo, en la medida en que la información en crudo se va manipulando y agregando para hacerse más aprehensible (Espeland y Stevens 2008, 421). De este modo, las inferencias que van saliendo de la evidencia son las que se comunican, en lugar de la evidencia en sí misma. 14 La Corte Constitucional de Colombia emitió el Auto 218 de 2006 para impedir que el Gobierno continuara “empapelándola” en su respuesta a la Sentencia T-025, pues recibió 20 000 folios que no aportaban pruebas idóneas de cumplimiento. Corte Constitucional de Colombia. Auto 218 de 11 de agosto de 2006. Magistrado Ponente: Dr. Manuel José Cepeda Espinosa. https://www.corteconstitucional.gov.co/T-025-04/ AUTOS%202006/26.%20Auto%20del%2011-08-2009.%20Auto%20218.%20Verificacion%20medidas.PDF


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Conclusión: el cumplimiento en papel Nader (1972) propuso la noción de studying up: dejar de estudiar sobre poblaciones marginalizadas y empezar a hacerlo para dichas poblaciones, tomando como objeto de estudio, entre otros, a las instituciones y a la ley. Este artículo atiende a dicho propósito y espera aportar a la lucha política de los pueblos indígenas. Mediante la atención etnográfica a la construcción de las cifras, a las inferencias que se generan a partir de ellas, a los supuestos en que se basan y a las formas en que se presentan en el informe, busqué contribuir a la deconstrucción del potente sofisma, frecuentemente usado por los poderes gubernamentales, de que el dinero ejecutado significa que

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Lo que no se ve en las robustas cifras finales no son solo las suposiciones efectuadas o las decisiones tomadas, en el caso de esta rendición de cuentas también se hace invisible aquello que se diluye. El Ministerio del Interior era la única institución que estaba trabajando, específicamente, en hacer los planes de salvaguarda que ordenaba el Auto 004, que de hecho quedaron registrados como una de las metas del Plan Nacional de Desarrollo (DNP 2011). En su elaboración, en cuatro años, la entidad gastó alrededor de $50 000 millones. Es decir, que el cumplimiento de las órdenes específicas del Auto 004 solamente correspondía al 1.5 % de los tres billones de pesos que refería el informe técnico y que, categóricamente, presentó el viceministro en la audiencia. Si todo cuenta —literalmente hablando—, entonces, se pierde de vista cuál fue específicamente la respuesta al auto; esta queda sepultada bajo el peso de los billones. Ya me referí a lo que las cifras muestran e impiden ver; por último, está lo que se cree ver en las cifras y esto tiene que ver específicamente con la naturaleza del dinero. Este tiene un tipo de existencia, en cuanto instrumento de cálculo, que hace conmensurables objetos, actividades y personas, pero que condensa, además, relaciones sociales. En consecuencia, los académicos se debaten entre entender esa propiedad en términos de indexicalidad o de semiótica (Hart 2007; Maurer 2006; Neiburg 2016). El dinero en el informe hacía conmensurables las distintas acciones que las diversas entidades reportaron y las sintetizaba. Al hacerlo, no solo unificaba la respuesta gubernamental, sino que posibilitaba transformar “las acciones de siempre” de las instituciones —políticas multiculturalistas, de atención a población vulnerable y, en un porcentaje mínimo, de ejecución directa de la orden judicial— en “acciones de respuesta” al auto. Por todo ello, el informe y la presentación de los altos mandos gubernamentales en la audiencia fueron exitosos. El dinero sirvió como prueba reina de que algo se estaba haciendo para proteger a los pueblos indígenas del riesgo en el que estaban. Aquellas cifras mostraban una inversión enorme, a la vez que ocultaban que las acciones específicas, requeridas por la Corte, eran una minúscula parte de dicha inversión. Las cifras no eran falsas, sino hábilmente construidas y exhibidas. En esto radica el encanto de la rendición de cuentas.


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se está actuando para cumplir con determinada obligación. Asimismo, el análisis me conduce a sugerir que el problema no está tanto en la brecha entre las buenas intenciones de las leyes y la violenta realidad que las desborda, sino en la manera como se colma esta brecha con documentación sobre la ejecución de las leyes. No es que estas se ignoren: el cumplimiento de la orden de proteger a los indígenas estaba ocurriendo, pero en los documentos más que en los territorios, lo cual es posible gracias al poder persuasivo de la forma en el despliegue de cifras. La Corte buscó evaluar el cumplimiento de sus órdenes, a través de indicadores y cuantías de dinero, porque asumía que así era más difícil rehuir la supervisión. Pero el ejercicio de gobierno es, en buena medida, un asunto de conteo, de ahí la enorme burocracia ocupada en medir y cuantificar. Así, el conocimiento y la práctica en la construcción de cifras sobrepasó las capacidades auditoras de la Corte. Análogamente, si la intervención del delegado jiw nos recordó la posibilidad de entender los documentos desde su materialidad y atributos estéticos, como hacen varios pueblos indígenas (Bacigalupo 2016 y 2014; Gow 1996; Hugh-Jones 2010; Rappaport y Cummings 2012), el Gobierno retomó esta misma posibilidad para apelar al carácter estético de las cifras, en su distribución en el documento, logrando de esta manera incumplir cumpliendo. Strathern (2000) se refiere a la cultura de la auditoría como una manera en la que el Estado oculta su propia evasión en el rendimiento de cuentas. Pero en el sur global el Estado también es auditado, por la imbricación en regímenes de gobernanza globales. De allí que, en una época en que las auditorias y las rendiciones de cuentas sobre las acciones gubernamentales se asumen como adalides de la transparencia, considere importante develar estos mecanismos de incumplir cumpliendo, con los que se puede salir victorioso de estos monitoreos sin necesidad de lograr transformaciones sustanciales. Por ende, este artículo contribuye a los análisis sobre las seducciones de la cuantificación en el ejercicio y monitoreo de gobierno, así como a desarrollos regionales sobre el entramado entre ley, documentación y transparencia (Barrera 2013; Ballestero 2012; Hetherington 2008; Merry 2016). La jurisprudencia tiene efectos en el dominio jurídico y en la vida de las personas. Las organizaciones indígenas desplegaron una estrategia de intervención, en escenarios internacionales estratégicos, para proteger sus pueblos (Santamaría 2010), como resultado de la cual obtuvieron medidas cautelares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Con la declaración del auto, dichas medidas se levantaron porque la providencia llenaba el vacío de protección que dicha Corte señaló. Empero, las amenazas a la pervivencia de los pueblos indígenas continuaron, aunque el auto estuviera ejecutándose y el Gobierno argumentara que invertía enormes sumas en ello. Por los mismos días en que la Corte Constitucional convocó la audiencia, Mildred Montero e Indira Pacheco, lideresas kankuamas que coordinaban la sección de derechos humanos del plan de salvaguarda kankuamo, murieron atropelladas a escasos metros de un batallón del Ejército, justo cuando las cámaras de seguridad


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de las instalaciones fallaron. La inefabilidad de su muerte se yuxtapone a su trabajo, financiado por el Ministerio, para dar cumplimiento al Auto 004 sobre protección a pueblos indígenas, en medio del conflicto armado, y al hecho de que murieran precisamente junto a uno de los lugares donde se aloja el monopolio legítimo de la violencia. Una insignificante parte de esos tres billones que relacionó el informe, seguramente, fueron sus salarios. Lo trágico no es que el Gobierno no haga nada, es que lo que hace convive con esa violencia que ocurre, paralelamente, sin que el aparato estatal la prevenga —a veces la instiga—, a pesar del empeño que cientos de funcionarios ponen en su trabajo. Acá la ley no se está ignorando, tampoco es un asunto de mutua constitución entre ley y violencia, donde la ley se origina y mantiene por medios violentos (Comaroff y Comaroff 2006). Se cumple mediante consultas, programas y planes cuidadosamente documentados, mientras se incumple con los propósitos y alcances que se les dan a estos procesos meticulosos y arduamente trabajados. Así, las cifras y sus encantos facilitan la coexistencia entre ley y violencia.

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Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, Regla, La Habana, 2019.


Violencia verbal en debates públicos sobre la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia * Giohanny Olave Arias ** Universidad Industrial de Santander, Colombia

https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.02 Cómo citar este artículo: Olave Arias, Giohanny. 2021. “Violencia verbal en debates públicos sobre la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 29-49. https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.02 Recibido: 16 de febrero de 2020; aceptado: 14 de agosto de 2020; modificado: 22 de septiembre de 2020.

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Este artículo es producto de la investigación titulada “La violencia verbal en redes sociales. Etología de la agresión en el debate público digital”, financiada por la Vicerrectoría de Investigaciones y Extensión de la Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga (Colombia).

** Doctor en Lingüística de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Profesor de tiempo completo en la Universidad Industrial de Santander, Colombia, y adscrito a la Escuela de Idiomas. Entre sus últimas publicaciones están: El discurso de las FARC-EP. Identidad guerrillera y lucha armada en Colombia (Bucaramanga: Ediciones UIS, 2021); Retórica de la victoria. Oposición política y paz con las FARC-EP (Bucaramanga: Ediciones UIS, 2019). https://orcid.org/0000-0001-6794-6472 * olavearias@gmail.com

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Resumen: en el contexto histórico de la implementación del Acuerdo de Paz, firmado en 2016 entre el Estado colombiano y la guerrilla FARC-EP, se analiza un caso de agresión verbal en un debate público, con posiciones radicalizadas a favor y en contra de la toma de posesión de exguerrilleros como congresistas de la República, según el acuerdo firmado. Por medio del software Elan 5.0 se realizó una transcripción selectiva focalizada en las agresiones verbales en el debate radial sostenido entre un académico y un abogado, en julio de 2018. Las categorías emergentes, a partir del análisis inductivo de la transcripción, fueron contrastadas y relacionadas con precategorías explicativas provenientes de los estudios etológicos sobre la agresión. El caso es abordado desde la perspectiva interpretativa e interdisciplinar del análisis del discurso, cuya técnica principal consiste en desmontar mecanismos discursivos generadores de sentido. Los resultados muestran que las imputaciones y los desafíos pueden interpretarse como dispositivos verbales que inducen a la transformación de la argumentación en violencia durante la disputa pública. Las conclusiones hacen énfasis en que tanto las imputaciones como los desafíos verbales tienen implicaciones políticas, en relación con la dificultad para superar el conflicto armado colombiano. Los aportes de la etología de la agresión humana contribuyen al campo de la reflexión antropológica y lingüística, sobre el uso del lenguaje en las


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interacciones hostiles, dentro de ámbitos socioculturales, históricos y situacionales específicos, pues conducen a preguntarse por la influencia, el carácter explicativo y los límites de las disposiciones sociobiológicas en el desarrollo de interacciones hostiles, aunque esa interpretación no implique adoptar una visión determinista de la conducta social. Palabras clave: acuerdos de paz, agresión verbal, análisis del discurso, conflicto armado colombiano, debates públicos, discursos políticos. Verbal Violence in Public Debates about the Implementation of the Peace Agreement in Colombia

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Abstract: In the historical context of the implementation of the Peace Agreement, signed in 2016 between Colombian State and the FARC-EP guerrilla, a case of verbal aggression is analyzed in a public debate with radicalized positions in favor of and against the signed Agreement. Using ELAN 5.0 software, selected sections of the radio debate between an academic and a lawyer which took place in July 2018 were transcribed, focusing on acts of verbal aggression. The categories emerging from the inductive analysis of the transcription are contrasted and related to explanatory precategories from ethological studies on aggression. The case is approached from an interpretive and interdisciplinary perspective of discourse analysis, whose main technique consists of dismantling discursive mechanisms that produce meaning. The results show that accusations and challenges can be interpreted as verbal mechanisms that lead to violence during public disputes. The conclusions emphasize that both the accusations and the verbal challenges have political implications in relation to the difficulty of overcoming the Colombian armed conflict. The ethology of human aggression contributes to the field of anthropological and linguistic reflection on the use of language in hostile interactions within specific sociocultural, historical and situational environments. This reflection is one that leads us to wonder about the influence, the explanatory character, and the limits of sociobiological dispositions in the development of hostile interactions, although this interpretation does not necessarily imply the adoption of a deterministic view of social behavior. Keywords: Colombian armed conflict, discourse analysis, Peace Agreement, political discourse, public debates, verbal aggression. Violência verbal em debates públicos sobre a implementação do Acordo de Paz na Colômbia Resumo: no contexto histórico da implementação do Acordo de Paz, firmado em 2016 entre o Estado colombiano e as Forças Armadas Revolucionárias da Colômbia-Exército do Povo, é analisado um caso de agressão verbal em um debate político, com posicionamentos radicais a favor da tomada de posse e contra ela de ex-guerrilheiros como congressistas da República, segundo o


Violencia verbal en debates públicos sobre la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia Giohanny Olave Arias

Palavras-chave: acordos de paz, agressão verbal, análise do discurso, conflito armado colombiano, debates públicos, discursos políticos.

E

n 2016, el Estado colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP) firmaron el Acuerdo para la finalización del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera (Gobierno nacional y FARC-EP 2016), después de una confrontación armada de más de medio siglo. Tras un complejo proceso de dos años de diálogos sostenidos en La Habana (Cuba), la firma del Acuerdo de Paz1, con la que fuera la guerrilla más antigua del mundo, fue una noticia de interés especial para la región latinoamericana. El último conflicto armado interno de la región parecía finalizar y, con él, un ciclo de violencia política degradada y heredada de las luchas contrainsurgentes que, de modos diversos, fueron comunes a la historia de la conformación de los estados nacionales en América Latina (Moncayo 2015). La superación de ese conflicto presenta a la región como una “zona de paz”, pero esa visión convive con una tendencia creciente de la violencia letal y con la aparición de varios de sus países entre los primeros puestos del listado mundial de tasas de 1

A lo largo de este artículo se utilizará la forma abreviada “Acuerdo de Paz” para referirse al Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, nombre oficial del documento suscrito por ambas partes.

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acordo assinado. Por meio do software Elan 5.0, foi realizada uma transcrição seletiva focada nas agressões verbais no debate radial entre um acadêmico e um advogado em julho de 2018. As categorias emergentes, a partir da análise indutiva da transcrição, foram contrastadas e relacionadas com pré-categorias explicativas provenientes dos estudos etológicos sobre a agressão. O caso é abordado sob a perspectiva interpretativa e interdisciplinar da análise do discurso, cuja técnica principal consiste em desestruturar mecanismos discursivos geradores de sentido. Os resultados mostram que as imputações e os desafios podem ser interpretados como dispositivos verbais que induzem à transformação da argumentação em violência durante a disputa pública. As conclusões enfatizam que tanto as imputações quanto os desafios verbais têm implicações políticas, com relação à dificuldade para superar o conflito armado colombiano. As contribuições da etologia da agressão humana contribuem para o campo da reflexão antropológica e linguística, sobre o uso da linguagem nas interações hostis, em âmbitos socioculturais, históricos e situacionais específicos, pois conduzem a perguntar pela influência, pelo caráter explicativo e pelos limites das disposições sociobiológicas no desenvolvimento de interações hostis, embora essa interpretação não implique adotar uma visão determinista do comportamento social.


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asesinatos (Instituto Igarapé 2018), “a diferencia de los años 60 y 70, cuando la cifra de homicidios giraba en torno al promedio mundial” (Muggah 2019, 31). Pese a que, en este escenario, el desarme de un grupo insurgente ofrecería esperanzas de revertir los índices de violencia locales y regionales, la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia se ha visto obstaculizada por la falta de mayorías ciudadanas y dirigentes que lo respalden. Las revisiones actuales de la academia en Colombia vienen advirtiendo sobre esa ausencia de apoyo unificado por parte de la diversidad de sectores sociales y políticos del país; así queda evidenciado en un dossier reciente de la revista Análisis Político titulado “Avances y desafíos en la implementación del Acuerdo de Paz con las FARC”, en cuyos trabajos se valora como esencial para su viabilidad: “el apoyo popular, la transparencia y un sentido compartido de la legitimidad” (Fernández-Osorio 2019, 120); un consenso decidido a emprender políticas de formalización de tierras con carácter inclusivo de productividad y protección rural (Acero y Parada 2019); la apertura comunitaria a la reintegración social de los excombatientes y las garantías para su seguridad y participación en la vida civil (Mouly, Hernández y Giménez 2019); la ampliación de la democracia como espacio plural e incluyente de contradicción y de enseñanza del disenso (Cediel, Olave y Cisneros 2019), y “la reunión de grupos con fines de reconstrucción de la verdad” (Hurtado 2019, 80), dentro de comunidades que padecieron la violencia y se unen para superar su reproducción. Desde otro punto de vista, centrados en la contradicción entre las narrativas de los protagonistas del conflicto armado y del proceso de paz, Cairo y Ríos (2019, 2018) encuentran que esas incompatibilidades se hallan en la base de las dificultades para implementar los acuerdos firmados. A propósito de las concepciones de participación política y de paz territorial, las narrativas de los actores en contradicción reproducen discursos que divergen en cuanto al alcance y los efectos de su puesta en práctica, por ejemplo, al orientar la noción de paz territorial hacia enfoques “maximalistas” o de rango amplio, en el caso de las FARC-EP, y hacia enfoques “minimalistas”, en el caso de los actores públicos opuestos al acuerdo (Cairo y Ríos 2019). El presente artículo se inserta en la cuestión acerca de la implementación del Acuerdo de Paz, que viene abordando las contradicciones conceptuales y políticas profundizadas en el posacuerdo como obstáculos para el avance hacia la reconciliación social. Sin embargo, opto por contribuir a esas reflexiones desde el análisis micro y localizado de los debates públicos, que permite enfocarse en las interacciones verbales en las cuales se exacerban posiciones aparentemente irreconciliables, que terminan desplazando la importancia real del acuerdo. Aunque es un hecho que el pacto firmado puso fin a una confrontación armada, cuya víctima principal fue la población civil (Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas 2016), todavía no existe consenso, en la sociedad colombiana ni en sus élites, acerca de los beneficios y oportunidades del acuerdo. Las razones de esta divergencia social varían entre las críticas a la formulación, contenido e implementación del pacto mismo (González 2017); la resistencia de los sectores políticos y


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económicos frente al cambio de orden social que pone en riesgo sus privilegios, y la debilidad del Estado para replantear los términos en que ha construido históricamente sus relaciones con las unidades territoriales subnacionales (Botero 2017). De manera multicausal, estos y otros aspectos han contribuido a hacer de la implementación del acuerdo un objeto de discordia en el ámbito nacional y un tema de discusión en los espacios internacionales, especialmente, entre los actores (países, organismos internacionales y líderes políticos) que apoyaron decididamente la finalización del conflicto armado interno por la vía del diálogo. Las posiciones contradictorias, a favor o en contra de la implementación del Acuerdo de Paz, son defendidas principalmente por dos sectores antagónicos en Colombia: el liderado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2006 y 2006-2010), en oposición al acuerdo; y el representado por el expresidente Juan Manuel Santos (2010-2014 y 2014-2018), en cuyo gobierno se llevaron a cabo los diálogos de paz. La contradicción entre los sectores políticos que estos expresidentes lideran se ha visto materializada en la aparición de disputas públicas difundidas por los medios masivos de comunicación. Los espacios de debate en los medios vienen mostrando el acuerdo como un objeto que divide a la sociedad colombiana. Ese tratamiento del tema se ancla en un sesgo negativo y en una concepción del acuerdo como problema más que como solución, por parte de los medios que han cubierto el periodo del posacuerdo (Charry, García y Ortiz 2019). Como lo ha advertido el análisis de la situación, desde la ciencia política, el proceso de implementación es “un nuevo escenario en el que tiene continuidad el conflicto político, económico y social que no ha sido resuelto; un espacio de confrontación que entremezcla contradicciones de carácter estructural” (Tiusabá y López 2019, 240). Sobre este ámbito conflictivo se interrogan algunos trabajos recientes que abordan la orientación de la opinión pública en la prensa colombiana (Gómez y Cárdenas 2018) y la movilización de emociones contrapuestas en las redes sociales (Perilla 2018). En el mismo sentido, el análisis expuesto por Olave (2019a) muestra cómo los representantes de las fuerzas políticas mencionadas en el párrafo anterior luchan a favor y en contra de la implementación del Acuerdo de Paz, a través de medios de opinión que transmiten en vivo y en directo esas luchas. Este conjunto de trabajos coincide en destacar la importancia que los actores en disputa han otorgado a los resultados del plebiscito sobre los acuerdos de paz, del 2 de octubre de 2016, mediante el cual la mayoría de la ciudadanía, por un estrecho margen de votación, rechazó el Acuerdo de Paz. Esa coyuntura política originó una opinión pública emocionalmente manipulada y dividida (Gómez 2016), con posiciones en permanente tensión, que son reproducidas y profundizadas en los medios. Las diferencias de opinión en el escenario público pueden desembocar en el uso de agresiones verbales. En este artículo, expongo avances de una investigación en curso, que pretende examinar la puesta en escena de los mecanismos de agresión verbal en disputas públicas, desde la perspectiva interdisciplinar del análisis del discurso con los estudios de la etología (Eibl-Eibesfeldt [1970] 1994, 1989, 1987; Fracchiolla 2013; Godard 2019; Lorenz [1968] 2013).


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Desde principios del siglo pasado, en el seno de la biología y de la psicología experimental, la etología se ha interesado por explicar el comportamiento animal y humano en su interacción con el medio (Odoul 2016). En estos estudios, y especialmente a partir del análisis de Konrad Lorenz ([1968] 2013) acerca de la conducta agresiva, la agresión ha sido concebida como un instinto con funciones sociales intra e interespecíficas, y no como una mera reacción violenta, soslayable y suprimible de la conducta. Sin embargo, esta visión no debe conducir a pensar que “la violencia emana de nuestra índole animal, de un impulso ingobernable hacia la agresión” (Fromm 1975, 5), sino que la comprensión de la conducta humana, dentro de una cadena evolutiva natural, permite apreciar las acciones racionales inhibidoras y reorientadoras del instinto como sistemas de control que, en esencia, configuran lo específicamente cultural del ser humano. De tal modo, sigo la perspectiva de Eibl-Eibesfeldt para quien “la evolución filogenética y la cultural obedecen a las mismas leyes funcionales, es decir, que la evolución cultural repite, en cierto sentido, la evolución biológica en un nivel superior de la espiral evolutiva” (1987, 3). Dentro del interés del análisis discursivo, esta hipótesis permite explicar casos de interacciones hostiles específicas como espacios donde el debate normado escapa al control riguroso de los sujetos y se aproxima más al desarrollo de luchas rituales (Lorenz 1966), tanto en animales como en seres humanos. En estos combates, las especies “capaces de defenderse y de herirse con suma facilidad luchan en una suerte de torneo, es decir, sin emplear sus armas para dañar [mortalmente] al contrario” (Eibl-Eibesfeldt 1987, 40). Este enfoque no implica subestimar las determinantes socioculturales de las conductas agresivas, sino equilibrarlas con las condiciones filogenéticas de base que hacen del hombre una criatura tan cooperativa como competitiva, con idéntica capacidad tanto de agresividad como de empatía (De Waal [2009] 2015, 68). Si bien algunas vertientes de la antropología —especialmente, la cultural— han discutido ampliamente el carácter determinista o de corte sociobiológico de las aproximaciones etológicas a la conducta humana (por ejemplo: Montagu 1981), hoy las discusiones entre estas disciplinas han avanzado más allá de la dicotomía naturaleza/cultura (o innatismo/adaptacionismo) y de pretendidas incompatibilidades epistemológicas, para encontrar convergencias en una visión no determinista del comportamiento humano. Específicamente sobre la agresión, Brando destaca que tanto antropólogos culturales como etólogos del ser humano coinciden en que en este no existe una inclinación a la agresión intraespecífica y en que el ambiente tiene un papel preponderante para incentivar o controlar la conducta agresiva (2013, 183). En ese sentido, más abierto a una visión interdisciplinar entre antropología y etología, el antropólogo Giner Abati se ha referido a la comunicación como un “paradigma equiparable al de cultura para los antropólogos y al de sociedad para los sociólogos” (1993, 7). Así, la pregunta por la comunicación como conducta y, en particular, por la comunicación agresiva, admitiría explicaciones complementarias que articulen mecanismos globales heredados con adaptaciones culturales a


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las necesidades de cooperación que impone el medio. Del mismo modo, Cyrulnik propone escapar a los pares opuestos y excluyentes de lo natural frente a lo cultural, al admitir que en el comportamiento humano “nada es ‘innato’ y nada es ‘adquirido’ a secas [pues] lo adquirido sólo es adquirido gracias a lo innato, que a su vez siempre es modelado por lo adquirido” (2008, 89). En suma, opto por analizar la conducta verbal agresiva, no con interés en determinar si esa conducta es innata o adquirida, sino interrogando las interacciones entre factores naturales y sociales, al manifestarse en un intercambio público de debate. La aproximación etológica a los intercambios comunicativos fue utilizada por Fracchiolla para demarcar límites entre la violencia verbal y la agresión verbal. Según la analista, “la agresión constituye un cierto tipo de relación con el otro, mientras que la violencia implica la negación de esa relación” (2013, 35), es decir, que el criterio de distinción entre la agresión y la violencia en las interacciones verbales sería la ruptura definitiva con la alteridad. Ese límite relacional es útil para el análisis de interacciones públicas, pues permite preguntarse por las causas de las agresiones verbales, esto es, las razones por las cuales aparecen en el escenario público, más allá de la pregunta por las intenciones de los sujetos al usarlas. Según lo planteó tempranamente Lorenz ([1968] 2013), ese desplazamiento del interés en los paraqués hacia los porqués de ciertas conductas es propio de la perspectiva etológica. El interés en lo causal, más que en lo finalista, incluye la pregunta por la agresión a la cual la etología le ha prestado una atención permanente (Friedmann, Dunlap y Goodwin 2011; Kortüm y Heinze 2013; Rayne 2013). La perspectiva discursiva de las disputas públicas (Olave 2019b), por su parte, se interesa por los fenómenos de inscripción en el discurso de discordias apasionadas y desbordadas, en las cuales las reglas del debate ceden ante los imperativos del combate. La manifestación discursiva de desacuerdos de este tipo configura disputas en las cuales los participantes se atacan y se defienden, a través de acciones simbólicas de fuerza y de hostilidad; entre ellas, cobran especial importancia las agresiones verbales. En el caso de Olave (2019b), la erística es abordada interpretativamente en su dimensión discursiva, en tanto prácticas insertas en disputas públicas contingentes, históricas y políticas en las cuales los actores luchan apasionadamente por someter a sus adversarios, para reforzar un orden social determinado y profundizar desacuerdos específicos en la esfera pública. De ahí que el objetivo de este artículo sea analizar los mecanismos de la conducta verbal que transforman la argumentación en violencia durante una disputa pública. Este propósito ayudará a examinar la construcción de discordias públicas en torno a la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia. En la siguiente sección, especifico los materiales de archivo y los métodos utilizados en el análisis. Posteriormente, los resultados muestran, en dos apartados, las categorías que emergieron del análisis y que responden al objetivo planteado en el párrafo anterior. Finalmente, en las conclusiones se enfatizan las implicaciones


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políticas de las imputaciones y los desafíos, como mecanismos verbales que dificultan la superación del conflicto armado colombiano.

Materiales y métodos

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Sigo el método interpretativo interdisciplinar desde la propuesta de Arnoux (2019), basada en el paradigma indicial (Ginzburg 1986) con procedimientos abductivos (Meyer 2001). A partir de la construcción de un corpus de datos naturales, que presentan interés para las preguntas previas del analista, se tratan abductivamente los discursos, por medio del relevamiento de huellas que funcionan como indicios de explicaciones sobre las regularidades identificadas. Dado que esas regularidades discursivas pueden escapar a la planeación estratégica y consciente de los sujetos en acción, el método indicial lleva al analista a considerar los detalles que parecen irrelevantes, y a proponer relaciones u órdenes entre ellos, para dar cuenta de mecanismos que construyen significados y orientan su interpretación, más allá de las intencionalidades de los sujetos empíricos. En cuanto al procedimiento abductivo, observa con atención los materiales textuales como acontecimientos o hechos singulares y “desemboca en la hipótesis de otro hecho particular que se supone es la causa de los primeros. Elabora, así, un saber que, por cierto, no podrá escapar totalmente a su carácter conjetural” (Arnoux 2019, 18). Las hipótesis se ponen a prueba hermenéuticamente con trayectos constantes entre la teoría de base y los datos recolectados. El corpus lo constituye un conjunto de segmentos con interacciones verbales hostiles, extraídos de un video de veinticinco minutos, transmitido el 19 de julio de 2018 en el Facebook Live de la emisora colombiana W Radio2. Los actores sociales, un reconocido abogado y un analista político (Abelardo de la Espriella y Ariel Ávila, respectivamente), discutieron desde opiniones opuestas sobre la posesión de líderes exguerrilleros de las FARC-EP como congresistas de la República, en cumplimiento del Acuerdo de paz que se implementa actualmente en Colombia. Los actores son identificados por sus roles profesionales: un académico y un abogado. El material audiovisual es de libre acceso en la página web de la emisora referida y en su canal de YouTube. El video fue procesado con el software Elan 5.03, a través de tres operaciones principales: 1) segmentación focalizada en interrupciones y solapamientos como 2

El video puede consultarse en el sitio web de la emisora W Radio: https://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/ el-debate-que-termino-en-garrotera-entre-abelardo-de-la-espriella-y-ariel-avila/20180719/nota/3776070.aspx

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El software de código libre y abierto Elan fue desarrollado por el Instituto Max Planck de Psicolingüística de Nijmegen, en el año 2000, para facilitar la transcripción manual de audio y video. Su modelo de tratamiento de datos soporta el trabajo multinivel y la anotación de múltiples participantes. Incluye las siguientes funciones: segmentación manual y semiautomática en una línea de tiempo personalizable, anotación tipo notas de investigación, transcripción y traducción léxica, controles de audio y video, búsquedas complejas y exportación de datos transcritos en XML. Su uso es frecuente en algunas disciplinas sensibles a las interacciones orales, como el análisis de la conversación, los estudios del comportamiento, la adquisición y aprendizaje de lenguas extranjeras y la comunicación no verbal. Si bien este software no es exclusivo para un enfoque teórico o metodológico específico, resulta muy útil para apoyar procedimientos inferenciales de categorías analíticas.


Violencia verbal en debates públicos sobre la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia Giohanny Olave Arias

Figura 1. Convenciones de transcripción [

inicio de solapamiento

-

autointerrupción

]

fin de solapamiento

--

autointerrupción con vacilación

{

inicio de comentario añadido

(…)

recorte del analista

}

fin de comentario añadido

¿…?

tono interrogativo

::

alargamiento prosódico

¡…!

tono exclamativo

;,.

signos ortográficos convencionales

[?]

inaudible

Fuente: elaborada por el autor, 2020.

4

CA (Conversation Analysis), GAT (Gesprächsanalytisches Transkriptionssystem) y SBS (Santa Barbara School).

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indicios de ruptura de la cooperación dialogal; 2) transcripción de carácter cerrado (Jenks 2011), con convenciones adoptadas de las tres principales tradiciones en el análisis de la conversación (CA, GAT y SBS4, según Jenks 2011); y 3) anotación e interpretación de las acciones verbales como modos de agresión y de producción de sentidos políticos en torno a la participación política de la exguerrilla FARC-EP. Las categorías y elementos insertos en esas tres operaciones se explican a continuación: 1) en la segmentación focalizada, los solapamientos corresponden a los tramos de la conversación en los cuales se superponen dos o más voces, rompiendo los turnos de palabra propios del intercambio dialogal cooperativo en el cual los participantes hablan alternadamente, articulando y ajustando sus intervenciones a las expectativas del interlocutor. En tanto indicio de esa ruptura dialogal, concibo los solapamientos como espacios propicios para observar las tensiones más evidentes en los debates orales. 2) La transcripción de las intervenciones la asumo como parte del análisis y no como una operación técnica de sistematización de datos, dado que permite acercarse minuciosamente al contenido y desarrollo de la interacción verbal, así como activar hipótesis interpretativas, a medida que se va profundizando en ella, a través del registro lingüístico detallado. 3) El procedimiento de anotación se realiza de manera inductiva, mediante una “codificación abierta”, como se plantea tradicionalmente en la teoría fundamentada (Strauss y Corbin 2002); ahora bien, se trata de anotaciones guiadas por el objetivo interpretativo del análisis, que interroga permanentemente al corpus con un interés particular, fijado desde el inicio de su construcción. En este caso, la pregunta orientadora es por la producción de efectos sociales de sentido, en torno a la disputa por la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia. Algunos segmentos del video serán citados dentro del desarrollo de la argumentación; en cada caso, se identifica la voz citada con las etiquetas de los roles “abogado” o “académico”, seguidas del intervalo de tiempo en minutos y segundos. En cuanto a las convenciones de la transcripción, para claridad del lector se identifican en la figura 1.


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Resultados

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La conducta verbal agresiva y su punto de ruptura comunicativa, la violencia verbal, pueden ser observadas rigurosamente a través de la descripción lingüística focalizada en la interacción, en articulación con una perspectiva etológica no determinista de la conducta, que interrogue las influencias o causas internas y externas de la agresión intersubjetiva en casos específicos, como el analizado en este artículo. El énfasis en la causación de la conducta se conoce en la tradición etológica con el nombre de “mecanismo” (Carranza 1994; Tinbergen [1951] 1969), esto es, procesos implicados en las decisiones, tanto conscientes como inconscientes. Presentaré los resultados enfocados en dos mecanismos intersubjetivos, las imputaciones y los desafíos, que inducen a la transformación del debate en agresión y a su escalamiento hacia la violencia verbal. Denominaré “inductores verbales de la agresión” a ese tipo de mecanismo intersubjetivo que induce a la puesta en funcionamiento de interacciones hostiles a través del discurso. En el caso de las disputas públicas, estos inductores tienen un papel central en la radicalización de las diferencias, en el escalamiento de las confrontaciones y en su presentación como agresiones verbales. Las acciones de fuerza toman el lugar de las acciones argumentativas reguladas, de tal suerte que las reglas del debate fracasan en la contención de los impulsos del combate. El examen detenido del caso particular, especialmente álgido, permite identificar esos inductores verbales funcionando en la construcción de la discordia entre sectores afines y opuestos a la implementación del Acuerdo de Paz. Propongo un recorrido analítico por la interacción, extrayendo algunos ejemplos para evidenciar dos mecanismos verbales que inducen a escalar la agresión y a radicalizar las diferencias en esa disputa específica; por tanto, ni las categorías ni sus ejemplos tienen pretensión de exhaustividad.

Imputaciones El uso de acusaciones de ilegalidad aparece tempranamente, en la primera intervención del abogado. Las imputaciones se dirigen contra los exguerrilleros farianos, en primera instancia, a quienes se identifica como “grupo de bandidos” y “horda de criminales”. El énfasis sobre los crímenes oblitera la negociación llevada a cabo durante cuatro años y los compromisos que asumieron sus actores de enfrentar la justicia, decir la verdad y reparar a sus víctimas. Abogado: Que un grupo de bandidos, que sumados entre ellos tienen 176 539 muertos, vayan al Congreso de la República, es una vergüenza para cualquier democracia. Yo he insistido a lo largo de mis intervenciones sobre este tema, en los medios de comunicación, en que efectivamente las FARC no perdieron la guerra como para que se pudran en una mazmorra, pero que tampoco la ganaron como para que el Estado y la democracia se arrodillen frente a esa horda de criminales. (W Radio, 19 de julio de 2018, 4'33" – 4'59")

Las imputaciones inducen a la discordia, sostenidas sobre el reclamo del castigo al criminal. Como el Acuerdo de Paz incluye esas medidas de justicia, a través de un


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tribunal especial para tal fin (Melamed 2019), el reclamo es introducido en una lógica erística que reduce la negociación a la victoria de unos y a la derrota de otros. Desde el punto de vista del abogado, la asignación de las diez curules en el Congreso son un premio inmerecido para una guerrilla que no perdió la guerra, pero que tampoco la ganó para obtener ese trofeo. Al presentar la implementación del Acuerdo de Paz como un problema de ganadores y perdedores, la justicia transicional queda reducida a la asignación de premios y castigos, con la gravedad de premiar a los imputados. El discurso del abogado insistirá en la gravedad de premiar a los criminales con curules en el Congreso. Cuando el académico explica que se trata de procesos legítimos de justicia transicional, en los que se pacta dejar las armas si se ingresa al sistema político legal, el abogado arremete con imputaciones contra el académico: Abogado: Él es especialista, al igual que todos sus amigos de la izquierda radical, en disfrazar la verdad, en acomodar las cosas (…) Olvide sus veleidades por la izquierda y por sus amigos de las FARC. (W Radio, 19 de julio de 2018, 9'41" – 9'42")

Académico: El hecho de que yo diga esto a mí no me hace de ultraizquierda, abogado. O sea, eso a mí no me hace de ultraizquierda, ni amigo de las FARC ni nada, sino que yo quiero que se sepa toda la verdad. Fíjese una cosa, una diferencia entre usted y yo: usted es el que se sienta con parapolíticos a defenderlos; yo no. (W Radio, 19 de julio de 2018, 15'40" – 15'55") Abogado: Escucha esto: no voy a discutir contigo el tema de las defensas que yo hago porque eso es ¡una imbecilidad! (W Radio, 19 de julio de 2018, 17'12" – 17'14") Abogado: Además, querido Ariel, ¡estás fletado! porque tu fundación ha recibido contratos y plata, y tu amigo León Valencia han recibido muchos billetes de los colombianos para defender ese esperpento que es indefendible. (W Radio, 19 de julio de 2018, 19'21" – 19'31")

El contragolpe del abogado reorienta la imputación hacia la corrupción en contrataciones de programas en defensa del proceso de paz. En este sentido, el académico no solo carecería de neutralidad, sino también de autoridad moral en la discusión. Ese paso de la disputa al terreno personal aparece indicado por el uso de los vocativos (resaltados) que se introducen de manera más decidida en este tramo y que van a desplazar el tema de la discusión hacia las escaramuzas personales. Este juego de ataques y contraataques en clave de imputaciones escalan la agresividad de la disputa, toda vez que acentúan la desconfianza en el otro y desautorizan su voz en el escenario público. Entiendo, entonces, la imputación como un

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Al redireccionar la imputación hacia el académico, el abogado le transfiere la criminalidad acusada y lo asocia a los intereses de la exguerrilla. La disputa, entonces, se centrará en la desautorización de los sujetos para exigir justicia y opinar desde posiciones independientes. En este punto, las imputaciones inducirán a la agresión mutua: el académico acusará al abogado de ser cercano al paramilitarismo y el abogado responderá con vehemencia:


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mecanismo de asignación de responsabilidades morales y jurídicas individualizadas, que son juzgadas como reprochables por una mayoría de la cual se hace portavoz el que imputa, y que antepone ese juicio de valor a la exposición de las pruebas a las que habría lugar para demostrar la responsabilidad atribuida. En esa medida, la imputación tiene la fuerza del ataque frente al cual se desencadena la respuesta inmediata del contraataque. En el caso particular, el apoyo del sector de la academia al proceso de paz es puesto bajo la sospecha de estar excusando la criminalidad, en favor de la impunidad, por afinidades ideológicas e intereses contractuales. Para tratar de contrarrestar este daño, aparecerá otro inductor verbal.

Desafíos

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La conducta desafiante remarca el antagonismo entre los participantes, porque invita directamente a la competencia y a la medición de las acciones de fuerza. Solo quien percibe su dominancia frente al otro, es decir, su capacidad de imponerse moral o físicamente sin riesgo de ser sometido, asume la conducta desafiante para llevar al contendiente al terreno de la lucha. El académico reta al abogado a someterse a una fiscalización externa de sus activos. Esa movida, que puede resultar razonable por fuera de una interacción acalorada, dentro de la disputa se suma a los hostigamientos entre las partes y ocupa otro tramo de la discordia en ascenso: Académico: Podemos hacer una comparación y digámosle a alguna agencia internacional que lo haga, a ver si los dineros que usted gana de los defendidos que usted hace o los dineros de nosotros, eh- cuáles son más limpios y cuáles no. Podemos hacerlo. (W Radio, 19 de julio de 2018, 20'53" – 21'05") Abogado: ¿Tú estás diciendo que- pero acláralo, ¡acláralo porque de aquí salgo a denunciarte!; tú estás diciendo que yo tengo dineros sucios? ¿Tú estás diciendo eso? ¡A ver! ¡¿Lo estás diciendo, sí o no?! ¡Es que no eres ni siquiera varón para aceptar esa vaina! (W Radio, 19 de julio de 2018, 25'42" – 25'54")

El académico desafía al abogado a poner a prueba su transparencia fiscal y explica, en un tramo extenso aquí omitido, el origen legal de los recursos de su fundación. El abogado aprovechará lo que deja sugerido su contendiente para responder con un desafío más agresivo, llevado hasta la amenaza y la burla a través de la activación de un estereotipo sobre la “hombría”. El académico ha logrado invertir la sospecha a través de un desafío, pero al hacerlo ha provocado la reacción más visceral del abogado. En este punto, exacerbados los ánimos, la conductora del programa radial debe interrumpir la disputa y tratar de reconducir la discusión hacia el terreno menos personal, pero los desafíos seguirán desplegándose con más fuerza, luego de tramos menos erísticos. Hacia el minuto 36 se produce la provocación que desencadenará el segmento violento de la serie: Académico: El 27 de septiembre de 2008, en una entrevista que hizo el señor Gustavo Gómez al abogado De la Espriella, mira lo que dice: “Mancuso {exjefe


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paramilitar} dio una lucha que hemos debido dar todos los cordobeses”. (W Radio, 19 de julio de 2018, 36'25" – 36'50")

El académico cita una declaración del abogado que lo compromete como agente justificador del paramilitarismo. El ataque es contundente porque revela, en la voz propia del abogado, la aceptabilidad que tuvo el fenómeno entre algunas élites del país, basadas en el tópico de la violencia como autodefensa. Como se ha estudiado extensamente, esas élites financiaron a las denominadas Autodefensas Unidas de Colombia para garantizar el statu quo de la tenencia de la tierra y de su acumulación (Castaño y Ruiz 2017; Cruz 2009; Koessl 2015), además de promover su penetración en el aparato estatal en forma de proyecto político (CNMH 2018). Precisamente ese rasgo de proyecto colectivo va a ser el objeto principal del rechazo vehemente del abogado: Abogado: Efectivamente yo dije eso en una entrevista y lo sostengo hoy aquí: si yo hubiese estado en Córdoba, abandonado por el Estado, a merced de la subversión, con mi familia en riesgo, con mi propiedad legítimamente adquirida en riesgo, ¡yo, Abelardo de la Espriella, me hubiese armado y me hubiese defendido antes de dejarme humillar, de pagar extorsiones y de haberme dejado matar! ¡Téngalo por seguro, señor, y así será hasta el último día de mi vida! (W Radio, 19 de julio de 2018, 39'00" – 39'30")

Abogado: Por supuesto que las autodefensas se equivocaron con el delito del narcotráfico; por supuesto que cometieron delitos. ¡Y allí los están pagando! A diferencia de las FARC, no resultaron premiados. El premio fue ¡un avión para los Estados Unidos!; ¡y ahí están en cárceles federales, pagando fuertísimas condenas! (W Radio, 19 de julio de 2018, 39'40" – 39'56")

La comparación entre los paramilitares y las FARC-EP intenta insistir en la impunidad del proceso de paz y en el desconocimiento de la justicia transicional, reintroduciendo la discusión en el esquema de premios y castigos. Sin embargo, a través de una reformulación polémica (Olave 2016), el académico aprovecha las opciones verbales del abogado para recriminarle su condescendencia con los paramilitares: Académico: Las autodefensas no solo se equivocaron en el narcotráfico, ¿sabes? Ese fue el delito más… suave. Yo creo que si se… si se equivocaron en algo fue en descuartizar personas con motosierras, en haber violado mujeres, en que todas las niñas de quince años debían pasar por la cama de Hernán Giraldo {exjefe paramilitar} en la Sierra Nevada de Santa Marta. Y entonces yo nunca sería capaz de que—{sonrisa} decir que yo habría hecho lo de Mancuso como cualquier

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La pronominalización enfática en esta reacción del abogado individualiza el argumento de la autodefensa para neutralizar su proximidad con la lógica idéntica del paramilitarismo como proyecto colectivo. La cercanía con la justificación del paramilitarismo es evidente y demanda desmarcarse de ella vía la individualización y la repetición de lo dicho como una prueba de coraje: retractarse es una debilidad inadmisible en el escenario público. A este intento de tomar distancia de esos grupos criminales se añadirá la reprobación de sus crímenes, aunque presentados como equivocaciones:


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colombiano, no- entonces yo no soy colombiano pues porque yo no habría sido capaz de hacer eso. (W Radio, 19 de julio de 2018, 41'31"– 42'00")

Este es el segmento que induce de manera más directa al clímax de la agresión verbal por parte del abogado, en el minuto 42. Como conducta de ataque, la provocación se realiza a través de una reformulación que le atribuye al jurista la justificación de las acciones atroces enumeradas y la capacidad de conducirse como Mancuso, el exjefe paramilitar. La vacilación que aparece en el tramo resaltado, mitigada por una sonrisa, muestra la transición del argumento al embate: la atribución es engañosa y el daño es máximo, pero también funciona como revelación efectiva de la anuencia del abogado con la lógica de la autodefensa. El siguiente paso es desmarcarse de esa posición y ubicarse en la orilla opuesta de la conducta, para hacerla aún más reprochable. El juego de las reformulaciones modales convierte la deóntica de la declaración original del abogado (una lucha que hemos debido dar) en una potencialidad atributiva efectivamente desafiante (no habría sido capaz de hacer eso). La reacción emerge en una cadena de solapamientos que ni el académico ni la periodista logran contener. Todo el tramo es vociferado y gesticulado con intensidad durante más de un minuto, por parte del abogado (figura 2): 42

Figura 2. Interacción violenta entre académico y abogado en debate radial 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25

Académico: [Pero venga hombre, pero- pero déjame termi- no hombre- pero hermano, déjame terminar, déjame terminar. Tú puedes hacer (?) Vicky, me está diciendo groserías, me está diciendo groserías. Yo siempre he estado absolutamente tranquilo. Yo he estado absolutamente tranquilo, absolutamente tranquilo, Vicky. Nunca he hechonunca le he hecho una grosería. Nunca le he dicho una grosería. Míralo.]

Abogado: [¡Pero yo no he dicho eso! ¡Pero cómo quieres que te permita semejante cosa! ¡Yo no dije eso! ¡Oye, me perdonas, pero no seas tan imbécil! ¡Yo no te dije eso! ¡Te dije que yo me hubiese armado, yo me hubiese armado, pero no hubiese hecho daño a la población civil! ¡Me hubiese enfrentado a la guerrilla! ¡No seas tan farsante! ¡No seas tan farsante, cobarde! ¡Yo no dije eso! ¡No, no, no! ¡No seas farsante! ¡Eres un farsante! ¡pero sí trabajas con el comandante Gonzalo {exlíder guerrillero} y eres su émulo! ¡De un tipo como León Valencia que secuestró y que estuvo en la guerrilla! ¡Farsante! ¡Y te lo repito aquí] y cuando salgamos de micrófonos! ¡A ver si tú me sostienes lo que has dicho de mis bienes! [Vicky, yo te pido- Vicky. Mire, me ha ¡A [ver si tienes la entereza, a ver si tienes la gritado, me ha dicho groserías. Yo he entereza y la hombría para sostenerlo! estado acá:: ¡Farsante! ¡Farsante! ¡Yo no dije que estaba Yo he estado acá::] bien matar a niños y cortar cabezas! ¡No seas tan miserable!] ¡Eso es abominable! ¡Yo soy [Vicky, te pido el favorpadre de familia, [farsante! ¡Lo rechazo venga He estado tranquilo. de quien venga! ¡Pero no te lo acepto! ¡Dije He estado, he estado tranquilo.] que me defendería si la guerrilla trata de atacarme] y el Estado no me protege! ¡Y lo hago aquí y donde sea, farsante! 42'03"– 43'08"

Fuente: sistematización del autor, 2020. Transcripción del debate radial de la W Radio (19 de julio de 2018).


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En vez de descartar el segmento, como una interacción irracional inadecuada para el debate público o desbordada pasionalmente, resulta más interesante advertir el flujo de la agresión que, casi exenta de inhibiciones, parece caótica pero no lo es tanto. Ese flujo muestra que la discordia se centra en la dimensión metaenunciativa y que el reclamo se sintetiza en la defensa de un logos sublimado. Desde el punto de vista del abogado, su palabra propia ha sido traicionada, manipulada y reorientada vilmente; para el académico, en cambio, se trata de reclamar un logos reposado, que ha sido perturbado por los insultos y la cólera del otro. En ambos casos, se disputa la palabra pública ideal y se exige amonestar las transgresiones cometidas también en el discurso y contra el discurso mismo. En su dimensión política, el fragmento resulta representativo de los posicionamientos más difíciles de conciliar para la implementación del Acuerdo de paz. Si bien la participación política es una de las reformas principales en los compromisos posacuerdos de paz en el mundo (Arévalo 2014; Taylor 2016), es el pacto que genera más animadversiones. Para los sectores de oposición, la llegada del partido FARC al Congreso de la República significa un movimiento estratégico de la guerrilla (sin reconocerla como exguerrilla) para la toma del poder, “en el marco de un modelo de captura del Estado […], con un partido político sin capacidad ni voluntad para sostener líneas democráticas genuinas” (Torrijos y Abella 2018, 54). En este sentido, “las nuevas posibilidades de participación ciudadana son interpretadas en clave de amenaza, desorden y afectación negativa al status quo” (Ríos y Cairo 2018, 335). Esa resistencia a aceptar que el grupo insurgente deja las armas para participar en democracia hace que la reacción verbal del abogado recabe explícitamente en el rechazo a la guerrilla (líneas 7, 10, 13 y 23) y en invocar el derecho a defenderse de ella también por la vía armada. La imagen de la sevicia queda, así, atada a la insurgencia guerrillera y suprimida de la violencia paramilitar; a estos últimos el abogado no los nombra en su alegato y, para rechazarlos, los deja implícitos en la locución de la línea 21 (¡lo rechazo venga de quien venga!). Ahora bien, la discordia metaenunciativa no significa que los contendientes, en tanto individuos con historias personales y roles sociales, se abstraigan de la lucha, sino que se involucran radicalmente en ella por medio del logos; se agreden inducidos por el logos y reclaman ser reparados, también, a través del logos. La palabra en la disputa no parece estar dispuesta a cederle espacio a la voz del otro ni a la opción del silencio, pero tampoco a la acción física contundente. En ese espacio intermedio, frontera entre la refutación y la agresión corporal, la discordia se profundiza concentrándose ya no el contenido del desacuerdo, sino en los avatares de su enunciación. En el caso específico, su escalamiento conduce, finalmente, a la intimidación (figura 3). En la amenaza del abogado vuelve a activarse el estereotipo de la virilidad y el desafío a la lucha física, que induciría a una respuesta idéntica de la contraparte. No obstante, el ánimo de pasar a la agresión física no es recíproco y el académico, muy por debajo de la voz del abogado, solapa una queja continua por la actitud de


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su contendiente e insta a la periodista a reprobar esa conducta (¡Míralo...! Mire cómo grita). El juego intimidatorio introduce al logos en una relación natural de orden instintivo: la exhibición verbal de la superioridad de la fuerza, a través del grito, el insulto y el desafío. Figura 3. Interacción violenta entre académico y abogado en debate radial 1 2 3 4 5 6 7

Académico:

Abogado:

[¡Míralo! Él solo sirve para gritar, él solo sirve para gritar, él solo sirve para gritar, mira, mira. No he dicho- no he dicho- no he dicho una sola palabra grosera, señor abogado.] Él me ha dicho imbécil, minimí, [farsante. Y mire cómo grita.]

[¡Vuelves a decir otra cosa de esas y tendrás que verte conmigo aquí cuando salgamos! ¡Como hombre! ¡Farsante! ¡No te acepto eso! ¡Miserable! ¡Miserable! ¡Usted es un miserable! ¡Yo no dije eso! ¡Yo no dije eso, farsante!] [¡Es que lo eres! ¡Lo eres!] ¡Eunuco mental: eso es lo que eres tú! ¡Homúnculo!

43'10" – 43'31" Fuente: sistematización del autor, 2020. Transcripción del debate radial de la W Radio (19 de julio de 2018). 44

Pero es apenas una exhibición. Desde una perspectiva etológica, los ademanes intimidatorios —entre ellos, la agresión verbal— reorientan ritualmente la agresión física (Eibl-Eibesfelt [1970] 1994; Lorenz [1968] 2013) y transmutan el combate mortal en combate de palabras. La amenaza de dañar físicamente al otro forma parte del ritual de la ostentación verbal de la fuerza, pero no es la fuerza misma ni, necesariamente, da paso al combate de facto. En el caso de las disputas públicas y mediatizadas, ese combate es más bien excepcional. Al contrario, en tanto forma ritualizada que redirecciona la fuerza, la intimidación funciona como un mecanismo que inhibe la agresión física a costa del escalamiento de la agresión verbal. Los contendientes saldrán con sus cuerpos ilesos, aunque el costo será la transgresión del debate democrático ideal. El logos muestra así su potente capacidad de violar las normas argumentativas y de profundizar la animadversión, análoga a su capacidad de generar discusiones racionales e interacciones cooperativas.

Conclusiones A través del análisis de una disputa pública entre un abogado y un académico, en un debate radial sobre la toma de posesión como congresistas por parte de exguerrilleros de las FARC-EP, he señalado el funcionamiento de las imputaciones y los desafíos como inductores de la violencia verbal. Imputar y desafiar, desde esta perspectiva interdisciplinar entre el análisis del discurso y la etología humana, constituyen dos mecanismos verbales que promueven actitudes de desconfianza en la contraparte y profundizan la percepción de dominancia sobre el otro, todo lo cual conduce, en ciertas interacciones, a transformar los debates en combates de manera instintiva y natural. Esos mecanismos funcionan como causas inmediatas, internas y externas,


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del escalamiento de la hostilidad; de tal manera, a menudo pueden escapar al control riguroso y consciente de los sujetos que se involucran en interacciones tensas. Más allá del cálculo racional en el debate público, los ánimos se desbordan, en vivo y en directo, inducidos por el imperativo de reaccionar contra la atribución de conductas censurables y de demostrar la superioridad de una fuerza propia capaz de someter al contradictor. En las aproximaciones recientes a este tipo de relaciones erísticas (Budzyńska 2013; Hordecki 2018; Olave 2019b), ponemos entre paréntesis la normatividad argumentativa y la evaluación de los argumentos para comprender los modos en que la discusión no siempre conduce a interacciones cooperativas; por el contrario, el discurso puede profundizar las diferencias y obstaculizar la reconciliación de posturas divergentes, de maneras que también resultan complejas. Al preguntar por los mecanismos que transforman la argumentación en agresión pública y la escalan hacia la violencia, me concentré en la observación de las conductas verbales, las reacciones espontáneas al calor de la disputa y el juego de ataques y contraataques. El interés en esos mecanismos condujo a explicarlos cercanamente a lo que la etología ha analizado como luchas ritualizadas (Eibl-Eibesfeldt [1970] 1994; Lorenz [1968] 2013), es decir, la evolución de exhibiciones de fuerza que reemplazan la eliminación física del otro por su humillación, su intimidación o el reconocimiento de una jerarquía, pero que, en todo caso, transmutan la violencia física por señales de agresión que les permiten a los actores calcular las fuerzas y, eventualmente, esconder la intención de retirarse (Van Staaden, Searcy y Hanlon 2011, 44). La violencia verbal, en el caso analizado, estaría mostrando esa reorientación instintiva y ritualizada de la agresión física. En el contexto mediatizado de las disputas públicas, la ritualización de la violencia verbal resulta funcional al interés de sumar audiencias y competir por el rating. Las agresiones verbales se “viralizan” en las redes sociales y, por ello, son capitalizadas por los grandes medios, promovidas y distribuidas en streaming; la autocensura parece jugar a favor de ese mismo interés en el debate como espectáculo de combate. En su dimensión política, la disputa verbal en torno a la llegada de la exguerrilla al Congreso muestra la dificultad para conciliar un antagonismo de fondo: el paramilitarismo y los movimientos guerrilleros (Gutiérrez 2015, 530). Una parte sustancial del conflicto armado colombiano se caracterizó por las acciones cruentas que esos actores justificaron discursivamente como reacción y defensa legítimas, en un juego retórico de espejos (Olave 2019c). Esas justificaciones fueron heredadas y aparecen actualmente en el discurso de los sectores de izquierda y de derecha, especialmente, cuando las diferencias de opinión se radicalizan. En ese contexto, la inserción de los actores del conflicto a la política legal es inaceptable, porque es percibida como una contradicción a la ley que enlaza el castigo con el crimen. La invocación de esta ley aplana la excepcionalidad del proceso de paz y de su jurisdicción especial; en la disputa pública, además, apela a la lógica erística de las derrotas y las victorias para simplificar la complejidad de la situación en curso.


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Valga decir que esa simplificación es uno de los principales obstáculos para avanzar en la implementación de los acuerdos de paz. El obstáculo reside en la preferencia por el combate antes que por el debate y en la amplificación mediática de disputas públicas que se desbordan en agresiones verbales. Aunque este tipo de violencia constituye más bien un modo de evitación o reconducción de las agresiones físicas, contribuye también a la dificultad de construir un relato conjunto sobre el pasado, que sirva para la reconciliación política de los sectores en pugna. Como lo plantea Nordquist, “este es básicamente un proceso de distanciamiento del pasado, no como una forma de rechazo o represión de la memoria, sino como una superación” (2018, 176) de ese mismo pasado de violencias que insisten en reproducirse. Los resultados obtenidos en este estudio y, en general, la observación de los debates públicos en el periodo del posacuerdo de paz en Colombia, conducen a revisar el legado que la violencia física dejó como una impronta para el tratamiento verbal de los desacuerdos. En efecto, un aspecto insoslayable de la reparación de la sociedad colombiana, luego de más de medio siglo de conflicto armado interno, está relacionado con el aprendizaje de modos de disentir y discutir con los contradictores en el escenario público, que no impliquen la lesión o la eliminación del otro. En el momento actual en el país, la violencia verbal se nos presenta como una forma recurrente de reconducir las luchas físicas heredadas; sin embargo, no hay por qué pensar que estamos condenados a esa forma básica de ritualizar las luchas y tramitar el antagonismo. Análogamente a los mecanismos inductores de la agresión, deben existir en la comunicación humana mecanismos inhibidores de la conducta agonística e, inclusive, inductores verbales de las interacciones cooperativas que funcionen más allá del cálculo consciente y que equilibren también, de manera natural, la discordia entre puntos de vista divergentes. Considero que estas cuestiones y, en general, las “arenas de lucha” en el espacio público son problemas estimulantes para continuar indagando de manera abierta en nuestras disciplinas.

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Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, La Habana, 2019.


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina * Alejandro García** Consejo Nacional de investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) – Universidad Nacional de San Juan, Argentina Reinaldo A. Moralejo*** Consejo Nacional de investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) – Universidad Nacional de La Plata, Argentina Pablo Adolfo Ochoa**** Universidad de Buenos Aires, Argentina https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.03 How to cite this article: García, Alejandro, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa. 2021. “Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina.” Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 51-83. https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.03

Abstract: The purpose of this article is to broaden the information available on the chronology of the Inca expansion in Collasuyu by analyzing all radiocarbon dates obtained in Argentina’s Inca sites. We evaluated and classified all the dates (n=178) into three different groups (G1, G2, and G3), according to the quantity and quality of contextual information, and the possibility of effectively * The studies linked with this paper have been financed by the Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Universidad Nacional de La Plata, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT), Universidad Nacional de San Juan and Instituto Interdisciplinario Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. We thank Dr. Marina Sardi for her helpful remarks on Statistics, Matías Lepori and Ignacio Requena for the translation and assistance with language correction, and the anonymous reviewers for their valuable comments and suggestions. ** Doctoral degree in History from the Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina. He is a Researcher at Conicet and an Associate Professor at the Universidad Nacional de San Juan, Argentina. His recent publications include: (Co-authored with Eduardo Martínez Carretero) “Corn Consumption in Native Populations of Mendoza (Central-Western Argentina) and its Relation to Environmental Conditions.” Multequina 28 (2019). * alegarcia@unsj.edu.ar *** Doctoral degree in Natural Sciences from the Universidad Nacional de La Plata, Argentina. He is a Researcher at Conicet and Professor at Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP). Member of Research Interdisciplinary Team “El Shincal de Quimivil.” His recent publications include: (Co-authored with Gabriela Lorenzo, Luciano López, and Luis M. del Papa) “Fotogrametría SfM aplicada a la determinación taxonómica de restos arqueofaunísticos.” Virtual Archaeology Review 10, n.° 20 (2019): 70-83. * reinaldomoralejo@yahoo.com.ar **** Graduate in Anthropological Sciences with an orientation in Archeology and PhD candidate from the Universidad de Buenos Aires. He is a Researcher at Instituto Interdisciplinario Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Tilcara, Jujuy, Argentina. His recent publications include: “Los paisajes rituales del sector central de la Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina). Nuevos aportes a partir del estudio del Qhapaq Ñan.” Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Series Especiales 7, n.° 1 (2019): 33-47. * pabloadolfoochoa@yahoo.com.ar

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Reception: January 1, 2020; accepted: June 23, 2020; modified: July 31, 2020.


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verifying this information through published articles. The interpretation was mainly based on the dates showing the best information regarding the origin and context of the samples (28 of the G1, and 36 of the G2). Our results indicate that the Inca advance started towards the beginnings of 15th Century AD in the northernmost part of Argentina and rapidly continued southwards, probably reaching the province of Mendoza some 50 years later. This study confirms the differences between the ethnohistoric chronology and the radiocarbon data, previously pointed out by other authors. Moreover, it suggests a sequence of at least three stages in which the Incas would have incorporated the existing territories until ca. 24°, 28°, and 34° 30' S, respectively. This is the first global study of Inca chronology in Argentina, and the first time that dates are classified to determine their level of context information and reliability. Keywords: Center-west Argentina, Collasuyu, Inca chronology, Inca domination, northwest Argentina, radiocarbon dates. Cronología radiocarbónica de la expansión incaica en Argentina

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Resumen: la finalidad de este artículo es contribuir al conocimiento sobre la cronología de la expansión incaica en el Collasuyu, mediante el análisis de todas las dataciones radiocarbónicas publicadas de sitios incaicos en Argentina. Evaluamos y clasificamos todas las fechas (n = 178), en tres grupos diferentes (G1, G2 y G3), de acuerdo con la cantidad y calidad de la información contextual, y con la posibilidad de verificarla, de manera efectiva, a través de los artículos publicados. La interpretación se basó principalmente en las fechas que revelan la mejor información sobre el origen y el contexto de las muestras (28 del G1 y 36 del G2). Nuestros resultados indican que el avance incaico comenzó a principios del siglo XV d. C., en el extremo norte de Argentina, y que culminó unos cincuenta años después en la provincia de Mendoza. Este estudio confirma las diferencias entre las dataciones radiocarbónicas y las fechas etnohistóricas previamente señaladas por otros autores. Además, sugiere una secuencia de al menos tres etapas en las que los incas habrían incorporado los territorios existentes hasta ca. 24°, 28° y 34° 30' S, respectivamente. Este es el primer estudio global sobre la cronología inca en Argentina, y es la primera vez que las fechas son clasificadas y utilizadas según su nivel de información, contexto y confiabilidad. Palabras clave: centro-oeste argentino, Collasuyu, cronología incaica, dominio inca, fechados radiocarbónicos, noroeste argentino. Cronologia de radiocarbono da expansão inca na Argentina Resumo: o objetivo deste artigo é contribuir para o conhecimento da cronologia da expansão inca no Collasuyu, analisando todas as datações de radiocarbono publicadas de sítios incas na Argentina. Avaliamos e classificamos todas as datas (n = 178) em três grupos distintos (G1, G2 e G3) de acordo com a quantidade e qualidade das informações contextuais e com a possibilidade de sua


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina Alejandro García, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa

verificação efetiva pelos artigos publicados. A interpretação baseou-se principalmente nas datas que apresentam as melhores informações sobre a origem e contexto das amostras (28 do G1 e 36 do G2). Nossos resultados indicam que o avanço inca começou no início do século XV d.C., no extremo norte da Argentina e culminou cerca de 50 anos depois na província de Mendoza. Este estudo confirma as diferenças entre a datação por radiocarbono e datas etno-históricas, previamente indicadas por outros autores. Além disso, sugere uma sequência de pelo menos três etapas nas quais os Incas teriam incorporado os territórios existentes até ca. 24°, 28° e 34° 30' S, respectivamente. Este é o primeiro estudo global da cronologia inca na Argentina e é a primeira vez que as datas são classificadas e utilizadas de acordo com seu nível de informação de contexto e confiabilidade. Palavras-chave: centro-oeste da Argentina, Collasuyu, cronologia inca, datação por radiocarbono, domínio inca, noroeste da Argentina.

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he Inca state was the most extensive prehispanic political unit in South America, spanning from Colombia to central Chile and Argentina. Its development involved the control of various territories and ethnic groups, within a multifaceted process whose chronology and dynamics are not yet well known. For Collasuyu, the southern region of the empire, the idea of a very rapid, homogeneous, and late expansion dating back to the reign of Topa Inca Yupanqui, after 1471 AD prevailed for several decades. This vision was based on a documentary analysis carried out during the mid-20th century by Rowe (1945). In recent decades, with the advancement of studies and dating techniques, archaeologists began to question this chronology (e.g., Adamska and Michczyński, 1996; Cornejo 2014; D’Altroy et al. 2007; Marsh et al. 2017; Meyers, 2016; Ogburn 2012; Raffino and Stehberg 1999; Schiacappasse 1999; Williams and D’Altroy 1998) and to recognize a significant variability in the strategies used to expand and consolidate the Inca territorial domain (Malpass and Alconini 2010). At present, there is widespread consensus on the need to reconsider the dates provided by ethnohistoric studies and to develop a chronological framework that allows a better understanding of the profound and diverse impact of Inca control in the area. In Argentina, this interest has been accompanied by a significant increase in research focusing on the Inca domination of the region and on obtaining new radiocarbon dates. Some proposals have also been put forward regarding the time in which some territories were incorporated to the Tawantinsuyu (e.g., Marsh et al. 2017; Nielsen 1997), but the extent of these studies is partial. Thus, faced with the need to analyze the chronology of the Inca’s expansive – and possibly fragmentary – process in the region with a global panorama, in this paper, we look at all published 14C dates from northwest and centerwest Argentina. Nevertheless, the discussion revolves around the dates corresponding to samples with detailed contextual information, which increases the possibilities of confirming that association with an event in the Inca period is correct. This, in turn, ensures the


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greater reliability of the chronological estimations of the development of this expansive process in each one of the areas involved.

Methodology and Samples

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For the current study, we considered every 14C date explicitly attributed to the Inca domination that was adequately published with the corresponding laboratory code. The sample consists of 178 dates from 76 archaeological sites distributed in seven provinces in Argentina: Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, and Mendoza (Figure 1). All of them come from archaeological contexts without materials of Spanish Colonial origin. These dates were calibrated with the Southern Hemisphere curve of the Calib7 software (Hogg et al. 2013; Stuiver and Reimer 1993) and, for the analysis, we considered the periods that were within two standard deviations. The obstacles limiting the precision of radiocarbon dating corresponding to short and recent periods are widely known. Among these, we must include the error margin in dates, the diversity of analyzed materials and conditions in the processing of the samples, as well as the post-depositional alterations of contexts and/or samples (Cornejo 2014; Meyers 2016). Accordingly, we agree to approach this subject in terms of time periods and not of specific dates, even though we propose estimated years for the annexation of each sector of Tawantinsuyu. Given the fact that the extension of the calibrated ranges exceeds the period of analysis, and the fact that all the dates used correspond to Inca contexts that did not include Colonial elements, to interpret the data, we considered the average dates from the main distribution areas with two standard deviations (95 % probability), and only in some cases (dates from San Juan), with one standard deviation (68 % probability). Even when we acknowledge that probability distributions are not symmetrical and that the midpoints are not necessarily the dates of highest probabilities, we think that they offer fairly proximate and acceptable alternatives with which to handle the information obtained. The quality of a 14C date depends on the degree of confidence in the archaeological context from which a sample is recovered, on the purity of the analyzed material and on the precision of the analytical method (Boaretto 2009). It is therefore necessary to consider whether every date linked to the problem approached here (in this case, the chronological frame of the Inca expansion) presents the same degree of confidence, since those with a high degree of uncertainty should not be considered. Do all 14 C dates considered Inca dates really correspond to materials or events of that period? In order to assess the reliability of a date, several authors have proposed to rate the degree of confidence in the association between the material sample and the archaeological record or the event involved (e.g., Greco 2012; Taylor 1987; Waterbolk 1971). However, many articles fail to offer the information required about the contexts. So, as an alternative, this study considers three groups of dates, defined by the quantity and quality of the available contextual information for each sample and the possibility of verifying the cultural assignation proposed by each researcher.


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina Alejandro García, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa

Figure 1. Location of the main archaeological sites mentioned in the text

1. Cerro Colorado Sitio 1; 2. Doncellas; 3. Pintoscayoc 1; 4. Putuquito; 5. Juire; 6. Puerta de Zenta; 7. Los Amarillos; 8. La Huerta; 9. Juella; 10. Pucará de Tilcara; 11. Esquina de Huajra; 12. Pucará de Volcán; 13. Cucho de Ocloyas; 14. La Bolsa; 15. AP1; 16. Agua Hedionda; 17. Cerro Llullaillaco; 18. Potrero de Payogasta; 19. Abra de Minas; 20. Tambo Angastaco; 21. Pucará de Angastaco; 22. Fuerte Gualfín; 23. Compuel Finca; 24. Corralito V; 25. El Divisadero; 26. Tolombón; 27. Nevado de Chuscha; 28. Festejo de los Indios; 29. Aldea Piedra Negra; 30. Caranchi Tambo; 31. IA01; 32. El Paso; 33. Fuerte Quemado-El Calvario; 34. Las Mojarras 1-Augier; 35. Rincón Chico 14; 36. Ampajango 2; 37. Punta de Balasto; 38. San Francisco 04; 39. Form. Rocosa Las Grutas; 40. Las Cuevas 1; 41. Fiambalá 1; 42. Hualfín- Inka; 43. Quillay Huayras; 44. Agua Verde; 45. Potrero Chaquiago; 46. Pucará de Aconquija; 47. El Shincal de Quimivil; 48. Tambillo Nuevo; 49. Batungasta; 50. Tambo La Ollita; 51. Santa Rosa; 52. Alcaparrosa; 53. Guandacol; 54. Tocota; 55. Pircas Indias; 56. Mercedario; 57. Yalguaraz; 58. Pedernal-Sitio2; 59. El Acequión; 60. Tambillos; 61. Ranchillos; 62. Potrero Las Colonias; 63. Agua de la Cueva; 64. Aconcagua; 65. Tambillitos; 66. Odisa; 67. Penitentes; 68. Agua Amarga; 69. Alero Ernesto.

Source: Alejandro García, 2020.

P A N O R Á M I C A S

55


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 51-83 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.03

For the dates in Group 1 (G1), detailed descriptions are provided for the location of the dated sample, the archaeological register of the dated context, its stratigraphic distribution and spatial relation with the sample. This is done so that the composition of the contexts can be reconstructed in order to verify the association with the sample and its Inca character. For dates in Group 2 (G2), the excavation, stratigraphy, and archaeological materials used are often described, but the information provided is not sufficient to adequately reconstruct the contexts and their associations with the dated samples, nor to verify their Inca character. Finally, the dates integrating Group 3 (G3) present scarce and/or imprecise information, generating important doubts about the integrity of the context, the cultural assignation, and the association with the dated sample, even in those cases where the sample was recovered in an archaeological site with Inca architecture. In this group, we included those cases in which it was not possible to verify whether the dates corresponded to an Inca occupation or not (for example, those with no association to evidence of Inca presence).

Results 56

After analyzing the data, 28 dates were incorporated into Group 1, most of them (19) corresponding to sites located in the province of Jujuy. Another 36 were assigned to Group 2, and the 112 remaining dates to Group 3. The greatest probability areas of the oldest dates in G1 (mostly Jujuy) essentially ranges from 1381 until 1498 cal AD. Only one date from Salta was included in G1, showing a probability area that coincides with the Inca period with an average of 1486 cal AD. The main areas of the three oldest dates from G2 range between 1390 and 1597 cal AD. The only sample from Tucumán was assigned to G3. In Catamarca, the two calibrated dates in G1 range between 1428 and 1667 cal. AD, and the average for the main areas in the calibration with 1 δ is 1481 and 1502 cal AD, while the average for the case of the four oldest samples of G2 extends from 1458 until 1466 cal AD. The only group represented in La Rioja is G3. In San Juan, the main areas of the three oldest dates from G1 mainly covered the second part of 16th century, with averages ranging from 1478 to 1487 cal AD. Finally, in Mendoza, two dates in G1 obtained from the same archaeological site provided different calibrated results: 1408-1503 and 1439-1670 cal AD. The majority of the analyses were conducted using charcoal or wood samples (n=113) that, to a greater or lesser extent, implies problems of “old wood” and delayed use of firewood (Bowman 1990). The presence of 20 cases with no data in terms of sample characteristics illustrates the frequent scarcity of information regarding the contexts of the dates.


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina Alejandro García, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa

Table 1. Calibration and classification of the analyzed 14C dates Site

Material

Code

Years AP

Calib. 2σ

Area Group

Jujuy

Pucará de Tilcara

Animal bone

LP-2965

570±50

1315-1357 1381-1455

0.189 0.810

1

Esquina de Huajra

Human bone

UGA-16200

550±50

1318-1353 0.097 1383-1462 0.902

1

Pucará de Tilcara

Charcoal

AA-88341

561±42

1323-1346 0.078 1388-1452 0.921

1

Pucará de Tilcara

Animal bone

AA-88338

527±47

1326-1341 0.018 1390-1485 0.981

1

Pucará de Tilcara

Animal bone

AA-88339

523±47

1328-1337 0.008 1391-1495 0.991

1

Pucará de Tilcara

Animal bone

LP-2967

520±40

1396-1464 0.990 1470-1475 0.009

1

Pucará de Tilcara

Charcoal

AA-88340

512±41

1398-1484

1

Pucará de Tilcara

Human bone

AA-88342

510±46

1395-1498 0.989 1599-1608 0.010

1

Pucará de Tilcara

Animal bone

LP-2467

470±50

1406-1512 0.798 1547-1623 0.201

1

Pucará de Tilcara

Charcoal

LP-2191

450±60

1418-1627

1

Pucará de Tilcara

Charcoal

LP-2231

450±50

1419-1521 0.681 1536-1626 0.318

1

Esquina de Huajra

Human bone

GX-32577

450±50

1419-1521 0.681 1536-1626 0.318

1

Pintoscayoc 1

Textile

CAMS41069

450±50

1419-1521 0.681 1536-1627 0.319

1

Pucará de Tilcara

Charcoal

LP-2240

450±40

1425-1512 0.758 1566-1623 0.215

1

Pucará de Tilcara

Charcoal

LP-2448

440±40

1432-1515 0.690 1541-1625 0.309

1

Pucará de Tilcara

Charcoal

LP-2433

380±50

1456-1640

1

Esquina de Huajra

Charcoal Beta-193319

340±55

1455-1669 0.989

1

Esquina de Huajra

Human bone

320±50

1463-1672 0.952

1

Esquina de Huajra

Charcoal Beta-206910

280±50

1493-1690 0.680 1723-1808 0.312

1

La Huerta

Charcoal

580±80

1283-1497 0.997

2

GX-32576

AC-0963

1

1

1

57 P A N O R Á M I C A S

Prov.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 51-83 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.03

Prov.

Site

Material

Code

Years AP

Pucará de Volcán

Charcoal

Beta-80121

560±50

1317-1354 0.137 1382-1458 0.862

2

La Huerta

Charcoal

AC-1069

540±90

1292-1514 0.880 1542-1624 0.119

2

Pucará de Volcán

Charcoal

Beta-80122

530±70

1303-1364 0.121 1376-1511 0.809

2

Los Amarillos Charcoal

A-9603

520±40

1396-1464 0.990 1470-1475 0.009

2

Los Amarillos Charcoal

A-9600

505±50

1393-1505 0.954

2

Area Group

La Huerta

Charcoal

AC-0960

480±100

1309-1360 0.060 1378-1655 0.939

2

Pucará de Volcán

Charcoal

Beta-80119

450±60

1418-1627

2

Maize

AA-12136

450±50

1419-1521 0.681 1536-1626 0.318

2

La Huerta

Charcoal

LP-1959

440±70

1416-1637

1

2

Pucará de Volcán

Charcoal

LP-808

440±60

1424-1630

1

2

C° Colorado Sitio 1

Charcoal

AC-1085

430±90

1393-1670 0.993

2

Pucará de Volcán

Charcoal

LP-972

430±60

1430-1633

2

Los Amarillos Charcoal

A-9601

320±50

1463-1672 0.952

2

310±60

1459-1681 0.853 1730-1802 0.146

2

Los Amarillos

58

Calib. 2σ

1

1

Agua Hedionda

Charcoal Beta-194232

Agua Hedionda

No data

UGAMS8559

330±25

1502-1593 0.698 1614-1651 0.301

2

Cucho de Ocloyas

No data

GX-32582 AMS

320±40

1483-1669 0.992

2

AP1

No data

LP-320

580±60

1300-1367 0.313 1373-1455 0.686

3

Juire

Charcoal

A-9599

580±55

1304-1362 0.285 1377-1453 0.714

3

La Bolsa

No data

Beta-65489

530±70

1303-1364 0.121 1376-1511 0.809

3

AP1

No data

LP-315

530±52

1321-1348 0.045 1387-1497 0.953

3

AP1

No data

LP-308

530±50

1323-1346 0.036 1388-1491 0.963

3


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina Alejandro García, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa

Salta

Site

Material

Code

Years AP

Juella

Animal bone

AA-85689

486±42

1405-1453 0.947 1592-1614 0.052

3

Juella

Charcoal

LP-2544

450±60

1418-1627

3

Juella

Animal bone

LP-2556

450±50

1419-1521 0.681 1536-1626 0.318

3

Juella

Animal bone

AA-85668

454±42

1420-1512 0.767 1566-1623 0.206

3

Puerta de Zenta

Charcoal

AA-16241

438±48

1431-1526 0.627 1534-1627 0.372

3

Doncellas

Straw

CSIC-577

360±50

1460-1648

1

3

Putuquito

Charcoal

AA-16240

313±48

1481-1673

0.920

3

Cerro Llullaillaco

Hair

OxA-14878

400±25

1455-1517 0.49 1539-1625 0.506

1

Nevado Chuscha

Wood

CSIC-1049

340±30

1497-1602 0.741 1606-1649 0.258

2

Charcoal

GX-9251

500±60

1390-1513 0.857 1546-1623 0.130

2 2

Tolombón

Calib. 2σ

Area Group

1

Tolombón

Charcoal Beta-168672

440±50

1429-1527 0.628 1533-1627 0.371

Tolombón

Charcoal

350±60

1451-1669

0.99

2

Tolombón

Charcoal Beta-171425

460±60

1409-1526 0.686 1534-1627 0.313

2

Tolombón

Charcoal Beta-171426

440±60

1424-1630

1

2

Pucará Angastaco

Charcoal

660±40

1293-1403

1

3

Tambo Angastaco

Charcoal Beta-239861

570±60

1300-1367 0.261 1373-1459 0.738

3

QL-4708

550±30

1399-1446

3

LP-3025

540±50

1321-1349 0.060 1386-1478 0.939

3 3

Potrero Payogasta

Wood

Abra de Minas Charcoal

GX-29663

GX-32997

1

Tambo Angastaco

Charcoal Beta-203739

530±40

1394-1460

El Divisadero

Charcoal

LP-2006

520±60

1318-1353 0.053 1384-1508 0.894

3

Fuerte Gualfin

Bone

Beta-278207

480±40

1408-1503 0.938 1591-1615 0.061

3

Potrero Payogasta

Wood

QL-4714

486±30

1415-1486

3

1

1

59 P A N O R Á M I C A S

Prov.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 51-83 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.03

Prov.

Site

Material

Code

Years AP

Human bone

UGA-16201

470±40

1411-1508 0.890 1584-1619 0.109

3

Fuerte Gualfín Recintos bajos

Bone

UGA-5944

460±25

1434-1499 0.965

3

Potrero Payogasta

Wood

QL-4709

453±20

1441-1497 0.980

3

Compuel finca

Bone

UGA-5943

430±25

1445-1508 0.786 1582-1620 0.213

3

El Divisadero

Charcoal

LP-2021

420±70

1427-1645

1

3

Tambo Angastaco

Charcoal Beta-239860

420±60

1436-1636

1

3

Tolombón

60

Calib. 2σ

Area Group

Potrero Payogasta

Wood

QL-4704

413±22

1451-1511 0.659 1573-1622 0.325

3

Potrero Payogasta

Dung

QL-4705

360±80

1436-1677 0.929

3

Tambo Angastaco

Charcoal Beta-239859

300±60

1459-1696 0.803 1725-1807 0.196

3

Corralito V

Sediment Beta-232249

390±40

1457-1629

3

1

Tucumán

El Paso

Animal bone

AA-104697

403±28

1453-1519 0.507 1537-1626 0.492

3

Catamarca

Agua Verde

Human bone

GX-19363-G

415±70

1428-1647

1

Agua Verde

Human bone

GX-19364-G

380±70

1435-1667 0.999

1

Pucará de Aconquija

Charcoal

LP-2499

480±60

1398-1518 0.780 1538-1626 0.219

2

El Shincal de Quimivil

Charcoal

LP-601

480±50

1400-1511 0.857 1572-1622 0.130

2

Tambillo Nuevo

Charcoal

LP-2152

460±50

1412-1515 0.739 1540-1625 0.260

2

Pucará de Aconquija

Camelid bone

UGAMS8560

460±25

1434-1499 0.965 1598-1609 0.034

2

LP-1015

430±60

1430-1633

2

Ampajango 2 Rosendo Charcoal Beta-146374 Cáceres

340±130

1420-1818 0.893

2

Punta de Balasto

680±70

1237-1241 0.005 1265-1429 0.994

3

Rincón Chico Charcoal 14

Charcoal

LP-816

1

1


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina Alejandro García, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa

Site

Material

Code

Years AP

Calib. 2σ

Festejo de los Indios

Charcoal

LP-3186

650±70

1279-1435

1

3

Hualfín-Inka

Charcoal

AA-85879

650±54

1288-1418

1

3

Costa de Reyes 5

Charcoal

AA-95917

631±37

1300-1367 0.610 1373-1418 0.389

3

Formación Rocosa Las Grutas

Charcoal

LP-880

590±45

1312-1359 0.293 1379-1446 0.706

3

El Molino

Human bone

AA-88363

585±44

1381-1448 0.754

3

El Shincal de Quimivil

Charcoal

LP-588

570±60

1300-1367 0.261 1373-1459 0.738

3

Caranchi Tambo

Charcoal

LP-788

560±60

1302-1364 0.207 1376-1478 0.792

3

El Shincal de Quimivil

Charcoal

LP-735

550±50

1318-1353 0.097 1383-1462 0.902

3

Aldea Piedra Negra

Charcoal

LP-2626

550±40

1328-1338 0.020 1390-1454 0.979

3

Costa de Reyes 5

Charcoal

AA-95918

546±36

1395-1452

3

Potrero Chaquiago

Charcoal

LP-445

530±90

1297-1519 0.850 1538-1626 0.149

3

Aldea Piedra Negra

Charcoal

LP-2454

530±50

1323-1346 0.036 1388-1491 0.963

3

Hualfín-Inka

Charcoal

AA-85875

523±39

1396-1462

1

3

Hualfín-Inka

Charcoal

AA-85876

521±39

1396-1464

1

3

Loma de la Escuela Vieja

Maize

AA-88362

521±36

1401-1458

1

3

Hualfín-Inka

Charcoal

AA-85877

515±42

1396-1483

1

3

Grass

AA-81739

504±36

1404-1479

1

3

Rincón Chico Charcoal Beta-130222 12

490±50

1396-1510 0.906 1577-1621 0.093

3

Potrero Chaquiago

Charcoal

LP-319

480±50

1400-1511 0.857 1572-1622 0.130

3

Quillay Wayras

Charcoal

AC-0552

460±100

1315-1357 0.035 1380-1668 0.962

3

Potrero Chaquiago

Charcoal

Beta-59898

460±50

1412-1515 0.739 1540-1625 0.260

3

Fiambalá-1

Area Group

1

61 P A N O R Á M I C A S

Prov.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 51-83 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.03

Prov.

Site

Material

Code

Years AP

Fiambalá-1

Grass

AA-69977

465±34

1421-1504 0.913 1590-1615 0.086

3

Fiambalá-1

Grass

AA-95558

464±35

1420-1505 0.900 1588-1617 0.099

3

Fiambalá-1

Grass

AA-81741

458±49

1413-1515 0.734 1540-1625 0.265

3

Charcoal

AA-95919

423±36

1444-1518 0.607 1538-1626 0.392

3

Soot

AA-69978

419±76

1417-1650

1

3

Charcoal

LP-339

420±80

1410-1655

1

3

Instalación de Charcoal Altura 01

LP-1479

420±60

1436-1636

1

3

Formación Rocosa Las Grutas

Charcoal

LP-864

410±60

1441-1640

1

3

Las Mojarras 1 - Augier

Maize

LP-1310

400±60

1445-1643

1

3

Fuerte Quemado – El Calvario

Charcoal

LP-2044

400±50

1450-1633

1

3

Quillay Wayras

Charcoal

AC-0553

390±100

1397-1696 0.924 1725-1807 0.075

3

Costa de Reyes 5

Charcoal

AA-95916

386±36

1440-1527 0.640 1554-1633 0.359

3

Batungasta

Grass in adobe

AC-1720

380±60

1450-1649

1

3

San Francisco-04

Animal bone

AA-93279

380±37

1461-1631

1

3

Potrero Chaquiago

Charcoal

Beta-65998

370±50

1458-1644

1

3

Potrero Chaquiago

Maize

Beta-49616 (2)

340±70

1450-1675 0.920 1737-1798 0.079

3

Fuerte Quemado – El Calvario

Charcoal

LP-1903

340±50

1460-1664

3

Aldea Piedra Negra

Charcoal

LP-2442

330±50

1460-1670 0.986

3

Batungasta

Grass in adobe

LP-755

280±60

1511-1550 0.188 1622-1676 0.349 1735-1799 0.358

3

Costa de Reyes 5 Las Cuevas 1 Potrero Chaquiago

62

Calib. 2σ

Area Group

1


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina Alejandro García, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa

La Rioja

San Juan

Site

Material

Code

Years AP

Batungasta

No data

MTC-15591

278±29

1514-1600 0.545 1617-1666 0.429

3

Tambería Guandacol

Charcoal

LP-489

540±70

1300-1506 0.962 1587-1618 0.037

3

Tambo La Ollita

Charcoal

LP-2804

530±50

1323-1346 0.036 1388-1491 0.963

3

Tambería Guandacol

Charcoal

LP-820

510±60

1321-1348 0.032 1387-1511 0.883 1574-1622 0.079

3

Tambería Guandacol

Charcoal Beta-237659

470±40

1411-1508 0.890 1584-1619 0.109

3

Tambería Guandacol

Charcoal Beta-237661

440±50

1429-1527 0.628 1533-1627 0.371

3

Tambería Guandacol

Vegetal remains

Beta-237660

370±40

1463-1638

3

Tambería Guandacol

Charcoal

LP-828

340±65

1452-1673 0.944

3

Tambería Guandacol

Charcoal from Beta-237662 hearth

300±30

1504-1590 0.409 1616-1671 0.554

3

I-11696

425±80

1409-1652

1

Wood

AC-0330

390±80

1418-1671 0.984

1

Charcoal

LP-1693

390±60

1448-1646

1

Pircas Indias

Wood

AC-0331

350±80

1436-1685 0.909 1729-1803 0.090

1

Tambo Alcaparrosa

No data

Beta-220329

530±40

1394-1460

1

2

Tambo Alcaparrosa

Charcoal Beta-220330

340±50

1460-1664

1

2

Tambo Alcaparrosa

Charcoal Beta-208527

710±60

1231-1247 0.025 1262-1404 0.974

3

Tambo Alcaparrosa

No data

Beta-208528

700±60

1235-1242 0.009 1265-1410 0.990

3

Tambo Alcaparrosa

No data

Beta-208526

560±60

1302-1364 0.207 1376-1478 0.792

3

Tambo Alcaparrosa

No data

Beta-220328

560±60

1302-1364 0.207 1376-1479 0.793

3

Tambo Santa Rosa

No data

LP-2740

550±50

1318-1353 0.097 1383-1462 0.902

3

Tambo Tocota Charcoal Cerro Mercedario Pedernal Sitio 2

Calib. 2σ

Area Group

1

1

1

63 P A N O R Á M I C A S

Prov.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 51-83 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.03

Prov.

Mendoza

64

Site

Material

Code

Years AP

Calib. 2σ

Area Group

Tambo Santa Rosa

No data

LP-2407

520±50

1326-1340 0.015 1390-1499 0.971

3

Tambo Santa Rosa

No data

LP 2748

500±50

1394-1506 0.941 1586-1618 0.058

3

Tambo Santa Rosa

No data

LP-2386

480±50

1400-1511 0.857 1572-1622 0.130

3

El Acequión

Charcoal

Beta-84113

400±60

1445-1643

1

3

Tambo Santa Rosa

No data

LP-2411

400±50

1450-1633

1

3

Tambo Santa Rosa

No data

LP-2394

320±60

1459-1675 0.896 1737-1798 0.103

3

Cerro Aconcagua

Human hair

Beta-88785

480±40

1408-1503 0.938 1591-1615 0.061

1

Cerro Aconcagua

Human bone

GX19991

370±70

1439-1670 0.987

1

Agua de la Cueva

No data

AC-1563

470±80

1392-1645

1

2

Ranchillos

Charcoal

Beta-69933

430±50

1438-1627

1

2

Ranchillos

Charcoal

I-17004

300±80

1454-1711 0.727 1719-1812 0.216

2

Ranchillos

Charcoal

I-17002

290±80

1458-1712 0.676 1718-1813 0.243

2

Ranchillos

Charcoal

I-17003

220±80

1511-1552 0.045 1622-1949 0.938

2

Ranchillos

Charcoal

Beta-62946

890±80

1028-1287

3

Tambillos

Wood

Beta-25221

770±50

1213-1323 0.817 1346-1388 0.182

3

Ranchillos

Charcoal

Beta-69934

640±50

1293-1420

1

3

Ciénaga Yalguaraz

Charcoal

UZ-2524/ ETH-5317

605±60

1299-1443

1

3

Barrio Ramos

Human bone

AA-98708

583±43

1316-1355 0.222 1382-1447 0.777

3

Potrero Las Colonias

Human bone

AA-66564

569±38

1323-1346 0.085 1388-1448 0.914

3

Cerro Penitentes

No data

Beta-98941

550±50

1318-1353 0.097 1383-1462 0.902

3

Tambillitos

Charcoal

Beta-88786

540±100

1290-1525 0.850 1535-1627 0.149

3

1


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina Alejandro García, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa

Site

Material

Code

Years AP

Ciénaga Yalguaraz

Charcoal

UZ-2526/ ETH-5319

540±55

1317-1354 0.087 1383-1495 0.912

3

Odisa

Human bone

AA-90284

529±42

1392-1464 0.993 1469-1476 0.006

3

Ciénaga Yalguaraz

Charcoal

UZ-2525/ ETH-5318

485±60

1396-1517 0.802 1539-1625 0.197

3

I-16636

470±80

1392-1645

1

3

1

3

Barrio Ramos 1 Charcoal

Calib. 2σ

Area Group

Tambillitos

Charcoal

Beta-88787

460±80

1397-1643

Alero Ernesto

No data

Beta-162400

460±60

1409-1526 0.686 1534-1627 0.313

3

Agua Amarga Charcoal Beta-261727

450±50

1419-1521 0.681 1536-1626 0.318

3

Ciénaga Yalguaraz

Charcoal

UZ-2527/ ETH-5320

420±60

1436-1636

1

3

Tambillos

Charcoal

Beta-26283

410±70

1430-1649

1

3

Ciénaga Yalguaraz

Charcoal

GaK-7312

390±90

1411-1675 0.950 1738-1798 0.049

3 3

65

Tambillos

Charcoal

I- 16907

310±80

1451-1710 0.773 1720-1811 0.188

Tambillos

Charcoal

I-16908

300±80

1454-1711 0.727 1719-1812 0.216

3

Tambillos

Charcoal

I-16637

290±130

1454-1819 0.821 1825-1897 0.110

3

Ciénaga Yalguaraz

Charcoal

GIF 4607

180±80

1638-1949

3

1

Sources: Albero and Angiolini 1985; Alfaro de Lanzone 1988; Bárcena 1998a, 1998b, 2009a, 2009b, 2015; Bárcena et al. 2008; Berberián et al. 1981; Callegari and Gonaldi 2007-2008; Castro and Yebra 2018; Coloca 2017; Cremonte et al. 2005, 2006-2007; Cremonte and Garay de Fumagalli 2013; Cremonte and Williams 2007; D’Altroy et al. 2000; Delfino 1999; Delfino and Pisani 2010; Delfino et al. 2015; Durán and García 1989; Durán et al. 2018; Fernández do Río 2010; Garay de Fumagalli 1998, 2003; Garay de Fumagalli and Cremonte 1997; García 2015; Gil et al. 2014; González 1999; González et al. 2001; Greco 2012; Greco and Otero 2016; González and Tarragó 2005; Hernández Llosas 2006; Krapovickas 1987-1988; Ledesma 2011; Leibowicz and Jacob 2012; Leibowicz 2013; López and Coloca 2015; Lynch 2010, 2012; Maldonado et al. 2016, Marsh et al. 2017; Michieli 1998; Moralejo 2009, 2011; Nielsen 1996, 1997, 2001, 2007; Orgaz and Ratto 2013, 2015; Otero 2013; Otero and Rivolta 2015; Ots et al. 2011; Palamarczuk and Greco 2012; Patané Aráoz 2017; Raffino 2004; Raffino and Alvis 1993; Raffino et al. 1996, 1997, 2004a, 2004b, 2004c; Ratto and Orgaz 2009; Ratto et al. 2012; Reynoso et al. 2010, Rusconi 1962, 1967; Schobinger 2001, 2004; Tarragó et al. 1998-1999, 2017; Vera et al. 2019; Wilson et al. 2007; Williams 1995, 1996, 2003, 2010; Williams and Castellano 2014; Williams and Cremonte 2013; Williams and D’Altroy 1998; Williams and de Hoyos 2001; Williams et al. 2010, 2013; Wynveldt et al. 2017.

P A N O R Á M I C A S

Prov.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 51-83 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.03

Discussion The traditional ethnohistoric proposal places the Inca entrance to northern Argentina during the reign of Topa Inca Yupanqui, between 1471 and 1493 AD (Rowe 1945). A more recent ethnohistoric alternative proposes a slightly older entry, between 1467 and 1475 AD (Bárcena 2007). Our analyses, in concordance with previous research (D’Altroy et al. 2007; Williams 2000), suggest that the Inca domination of Jujuy would have started during the first half of the 15th century (G1 dates visible in Figure 2). The average date for the three oldest dates (main probability areas) is circa (ca.) 1420 cal AD, showing a certain correspondence with the earliest dates in G2 (Figure 3). These results fall within the intermediate position of 1430 and 1410 cal AD proposed by Nielsen (1996, 1997) and Palma (2000) respectively, in the first case based on the dates obtained in the archaeological site Los Amarillos (G2) and the second considering a date obtained in La Huerta de Huacalera (Raffino and Alvis 1993). In our case, the dates correspond to the archaeological sites Pucará de Tilcara, Esquina de Huajra, and Pintoscayoc (Cremonte et al. 2006-2007; Greco y Otero 2016; Hernández Llosas 2006; Otero 2013).

66

Figure 2. Distribution areas of G1 14C calibrated dates (2σ) from Jujuy. Highlighted in grey is the traditional Inca period according to ethnohistorical sources Beta-206910 GX-32576 Beta-193319 LP-2433 LP-2248 LP-2240 CAMS-41069 GX-32577 LP-2231 LP-2191 LP-2467 AA-88342 AA-88340 LP-2967 AA-88339 AA-88338 AA-88341 UGA-16200 LP-2965 Years cal AD

1200

1300

1400

1500

1600

1700

1800

1900

Source: Alejandro García, based on graphs obtained using the Calib 7.0.4 program, 2020.

2000


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina Alejandro García, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa

Figure 3 Distribution areas of G2 14C calibrated dates (2σ) from Jujuy GX-32582 UGAMS-8559 Beta-194232 A-9601 LP-972 AC-1085 LP-808 LP-1959 AA-12136 Beta-80119 AC-960 A-9600 A-9603 Beta-80122 AC-1069 Beta-80121 AC-0963 1200

1300

1400

1500

1600

1700

1800

1900

2000

Source: Alejandro García, based on graphs obtained using the Calib 7.0.4 program, 2020.

The G1 date from Salta (Figure 4) falls in the second half of the 15th century, and the average of the probability area corresponding to the Inca period is 1486 cal AD. The marked difference with that of Jujuy’s dates suggests that the Capacocha of Cerro Llullaillaco was conducted a couple of decades after the Inca expansion in this sector. Capacochas were celebrated for a wide variety of reasons and not necessarily at the time of annexation of a new territory (Schroedl 2008). In agreement with this scenario, G2 dates show a certain delay in the annexation, considering that the earliest average is 1451 cal AD. Tucumán provided only one 14C date for the period analyzed (Figure 5), whose principal area occupies the second half of 15th century (average of 1486 cal AD). Despite the fact that it corresponds to G3, it is worth noting its closeness to the oldest G1 date from the province of Catamarca (average of 1481 cal AD). The averages for the main probability areas of Catamarca’s G2 dates are only a few years older, ranging between 1458 and 1476 cal AD. Overall, these results provide evidence of the annexation of these territories during the first two or three decades of the second half of the 15th century.

67 P A N O R Á M I C A S

Years cal AD


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 51-83 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.03

Figure 4. Distribution areas of G1 (above) and G2 (below) 14C calibrated dates (2σ) from Salta

OxA-14878 Years cal AD

1200

1300

1400

1500

1600

1700

1800

1900

2000

1200

1300

1400

1500

1600

1700

1800

1900

2000

CSIC-1049 GX-29663 Beta-161426 Beta-168672 Beta-161425 GX-9251 Years cal AD

Source: Alejandro García, based on graphs obtained using the Calib 7.0.4 program, 2020. 68

Figure 5. Distribution areas of the Tucumán (G3, above) and Catamarca’s (G1 in the center and G2 below) 14C calibrated dates (2σ) AA-104697 Years cal AD

1200

1300

1400

1500

1600

1700

1800

1900

2000

1200

1300

1400

1500

1600

1700

1800

1900

2000

1200

1300

1400

1500

1600

1700

1800

1900

2000

GX-19364-G GX-19363-G Years cal AD

Beta-146374 LP-1015 UGAMS-8560 LP-2152 LP-601 LP-2499 Years cal AD

Source: Alejandro García, based on graphs obtained using the Calib 7.0.4 program, 2020.


Radiocarbon Chronology of the Inca Expansion in Argentina Alejandro García, Reinaldo A. Moralejo y Pablo Adolfo Ochoa

Southwards, in La Rioja, there are no G1 dates. Most of the available analyses are from the pre-Inca village of Guandacol, in the southern extreme of the province (Bárcena 2009a; Callegari and Gonaldi 2007-2008), showing signs of architectonic modifications and later Inca occupation. Given the scarcity of contextual data, the contribution of these dates to the discussion is very limited. In San Juan, calibration with 2σ of the G1 dates produces 95 % probability areas that are too large (Figure 6). In contrast, the 1σ calibration (68 % probability) of the three oldest dates of G1 presents “Inca” distribution areas with averages of 1478, 1487 and 1488 cal AD. These dates were obtained from Tambo de Tocota, Pedernal-Sitio 2 and Cerro Mercedario (Albero and Angiolini 1985; Berberián et al. 1981; García 2015). Figure 6. Distribution areas of G1 14C calibrated dates (2σ) from San Juan

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Source: Alejandro García, based on graphs obtained using the Calib 7.0.4 program, 2020.

These results would indicate a very late entry of the Incas to the south-central sector of San Juan, although the probability ranges of various G2 and G3 dates go back to the 14th or even the 13th century. Finally, both G1 dates from Mendoza were obtained at the same archaeological site: Cerro Aconcagua (Figure 7). They correspond to analyses conducted on bone and hair from an individual sacrificed in a Capacocha (Bárcena 1998a; Schobinger 2001). The results are quite different (Table 1), as one of them points towards the mid-15th century (average 1446 cal AD for the main area), and the other shows a much wider distribution area with an average of 1554 cal AD. Beyond these differences, the problem of using these results for dating the incorporation of Mendoza to the Tawantinsuyu lies in the probable origin of the Capacocha. In fact, Cerro Aconcagua seems to have been linked mainly with the Inca occupation of the Aconcagua Valley (Central Chile) and not with that of the oriental Andean territories (Stehberg and Sotomayor 2005). This leads us to think that the ritual involving this human sacrifice probably originated in the current Chilean territory before the annexation of the Cuyo Valley (Mendoza). If we take the G2 dates as an alternative, the main area’s averages of the two earliest dates are 1477 and 1459 cal AD, which somewhat coincide with those obtained in San Juan. Nevertheless, the scarcity of dates does not allow us to solve the issue in this area.

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Years cal AD


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Figure 7. Distribution areas of 14C calibrated dates (above, G1; below, G2; 2σ) from Mendoza GX 1999 1 Beta 8878 5 Years cal AD

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I 17003 I 17002 I 17004 Beta 69993 AC 1563 Years cal AD

Source: Alejandro García, based on graphs obtained using the Calib 7.0.4 program, 2020.

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It should be noted that Marsh et al. (2017) used Bayesian statistics to analyze the entire set of 14C and TL presumably Inca dates from Mendoza and proposed a much earlier Inca entry for this province of between ca. 1380 and 1430 cal AD. The evaluation of this interesting work requires a more extensive space than the one available here. The main problem with it is that the authors gave all the dates a high degree of confidence (including those from problematic or scarcely informed sites such as Ciénaga de Yalguaraz, Odisa, Cerro Penitentes, Tambillos, Tambillitos, and Alero Ernesto). They also failed to consider the problems with TL local dates (Bárcena 1998a). From our perspective, this constitutes a serious problem that undermines their conclusions. It is also important to note that although we use the average of the main areas, the probability ranges of the dates are wider and not necessarily represented by the mid-points. The use of full probability ranges provides a more complex picture. On the one hand, in 54.5 % of the cases (n=96) it is observed that part of the probability range falls in the Colonial period. This is related to the precision of the method and calibration, since all the dates used correspond to Inca contexts that did not include Colonial elements. This makes it possible to rule out the possibility that the correct dates belong to this last period. On the other hand, many dates have probability ranges that extend through the 13th and 14th centuries. Since the Inca state would have still been developing in the Cuzco valley during the 14th century (Bauer and Smit 2015; Covey 2003), previous dates should be discarded. The beginnings of the main areas of probability correspond to the end of the 14th century and first decades of the 15th: 1381 and 1382 cal AD for the oldest G1 and G2 dates from Jujuy, 1390 and 1428 cal AD for Salta (G2 and G1), 1398 (G2) and 1409 cal AD (G1) for Catamarca, 1394 cal AD (G2) for San Juan, and 1408 (G1) and 1438 cal AD (G2) for Mendoza. These dates maintain a certain progression from north to south and would indicate the possibility of expansion from Jujuy to Mendoza in less than 30 years, between 1381 and 1408


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cal AD. This would represent a very rapid advance, discordant with the large quantitative and qualitative differences in the Inca archaeological records for the whole area. In addition, a beginning of the Inca expansion in Jujuy towards the end of the 14th century does not coincide with the information available for Bolivia, where this process (necessarily previous) would have begun around 1400 AD (Alconini 2016; Gyarmati and Varga 1999; Korpisaari et al. 2003; Meyers 2007, 2016; Pärssinen et al. 2003; Rivera Casanovas 2014). On the contrary, if we take into account the averages of the main areas of probability, the result shows a more extended progression for the beginning of the annexation process in each sector of the current Argentine territory, as suggested in Table 2. Table 2. Approximate chronological sequence proposed for the Inca annexation of Argentine territories Probable date ca. 1420 cal AD ca. 1450 cal AD ca. 1460 cal AD ca. 1475 cal AD ca. 1475 cal AD

Source: Alejandro García, 2020.

According to this sequence, and considering the location of the analyzed archaeological sites, we can distinguish at least three stages corresponding to three sectors in the southwardly annexation process. At first, the Incas would have advanced until approximately ca. 24° S, in southern Jujuy, and followed on to the territories located in southern Jujuy, Salta, Tucumán, and Catamarca up to ca. 28° S. Finally, they would have reached and incorporated those territories located until ca. 34° 30' S, in the current provinces of La Rioja, San Juan and Mendoza, a few years later. In this wide space, the chance of distinguishing at least two more advancing stages through future dates is not discarded, the latter possibly linked with the conquest of Mendoza. The ordered distribution from north to south of these sectors does not necessarily mean that this was always the course followed by the Incas. Considering the scarcity of G1 dates, especially in the southern half of the analyzed area, a larger sample is likely to provide evidence of a more complex advance, as suggested by Cornejo (2014) for the Chilean case. In fact, in San Juan there are vast territories with no evidence of Inca occupation. Nevertheless, they are located between areas effectively ruled (García 2017a), and it has been proposed that this space and the one corresponding to Mendoza were in fact annexed from the west (Bárcena 1992, García 2009). In sum, instead of a sequential and continuous process from north to south, the Inca expansion in Argentina probably showed interruptions and transverse movements linked to already dominated populations on the Chilean side.

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Province Jujuy Salta Catamarca - Tucumán La Rioja - San Juan Mendoza


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This would illustrate the marked quantitative and qualitative difference in the Inca infrastructure and material culture observed between these areas of the Argentine Collasuyu. The delay in continuing the expansion southwards from Jujuy could be linked both to local resistance and to the importance assigned by the state to the domination of this area as a strategic base for future movements. Archaeological evidence of sites such as Los Amarillos and Juella (Leibowicz 2013; Nielsen 2007) has been interpreted as a result of abandonment related to the entrance of the Incas, and signs of destruction are evident in sites located south of Jujuy, such as Potrero de Payogasta (Salta) and Fuerte Quemado – El Calvario, in Catamarca (D’Altroy et al. 2000; Reynoso et al. 2010). While this, together with indications of the construction of large defensive sites (pucaras), such as Pukará Morado, Puerta de Zenta, Pucará de las Pavas, and Pucará de Aconquija (Nielsen 1996; Williams and D’Altroy 1998) is not undisputed evidence of resistance, it cannot be ruled out as a possible reflection of it. On the other hand, the late annexation of those territories south of ca. 30° S, bordering with the spaces occupied by hunter-gatherers, could have been linked with the low demographic density of those groups and their non-centralized political organization. In the southern extreme, the Huarpe groups were probably not more than 30 000 individuals distributed throughout a wide space, adjacent to the south and east with non-sedentary populations (Comechingones, Pampas and Puelches). It is true that Inca domination was very strong in Central Chile, where local populations would also have followed a village settlement pattern. However, for the previous 1500 years, both sides of the Andes show remarkable differences of cultural development within the same socio-political organization class (i.e., tribal), which are reflected both in the characteristics and visibility of the archaeological records (Falabella et al. 2016; García 2017b). Thus, dozens of habitation sites and cemeteries have been studied on the Chilean side, while in the Huarpe area, despite the intense work conducted during recent decades, remains of just one village and one cemetery have been found in San Juan (Cerro Calvario; Gambier 2000) and in northwest Mendoza (Rusconi 1962), respectively. The uneven degree of elaboration of some handicraft goods (mainly pottery) is another element that reflects the differences in the complexity between the eastern and western village organizations, undoubtedly related to significantly disparate levels in terms of demography and population concentration. Therefore, the presence of multiple groups of low demographic density and the absence of centralized authorities in San Juan and Mendoza could have constituted an obstacle for the advance of the Inca domain, in the same way as it did later for the Spaniards (García 2004). Hence, it is not surprising that the Incas prioritized the control of central Chile, and that the Cuyo territory was annexed decades later, based on consolidated power on the Chilean side. Besides, the advance through this area could have also been related to the interests of Chilean Diaguitas, the principal allied in this part of the Collasuyu.


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Conclusions Although obtaining an exact chronology for the Inca expansion is not possible, conducting an analysis providing an approximate chronological frame for this process is feasible. The earliest ages of the main probability areas of the best-informed 14C dates suggest that the Incas were able to incorporate Jujuy ca. 1381 cal AD, and reach Mendoza ca. 1408 cal AD. Nevertheless, this chronology would not be coherent with that of the beginning of the Inca expansion out of Cuzco and with

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In turn, this panorama suggests a marked variability in the development of the successive borders resulting from the advance towards the south. The configuration of the boundaries must have depended on a series of factors (Williams and D´Altroy 1998), such as the degree of local resistance, the importance of local resources, the demographic and organizational characteristics of each population, and the mode of control over each region (direct, indirect, or delegated, sensu Lima Tórrez 2005). The presence of state fortifications in the tropical flanks of northwest Argentina could respond to the need to defend against possible attacks by eastern groups, such as the Guarani (Raffino and Stehberg 1999). In the south of Catamarca, on the other hand, the absence of fortresses would indicate a more stable and controlled situation, probably related to the lower demographic density, and economic, and sociopolitical level of the native groups in the area. Another important aspect to highlight is the scarce quantity of dates corresponding to G1 (n=28), representing only a 15.7 % of the assemblage. If we exclude the dates obtained from the archaeological sites of Esquina de Huajra and Pucará de Tilcara (n=18), the percentage diminishes to 5.6 %, which corresponds to only 8 of the 74 remaining sites. In contrast, most of the dates (n=114) correspond to G3 (64 %), and many of them are simply referenced as “Inca” for their likely spatial association with sites, architecture or objects of Inca provenance, without any contextual information of the sample guaranteeing such assertion. The need to improve the transmission of the information of the dated samples and their cultural contexts is evident; the confidence inspired by this data should rest on the detailed and precise presentation of dated materials and associated elements, rather than on the authority of the researchers. In this sense, it is worth noting the scarce reference to post-depositional alteration studies in articles referring to Inca dates. Many dates were obtained in residential sites, and are very likely to have been altered because of the great possibility that they may have been modified, given their normal use and posterior formation process. Thus, these aspects must be approached as accurately as possible, in order to increase the level of confidence in our chronological dates. Finally, the chronological differences of our results with the traditional historical view are evident, but also with those archaeological approaches that trace the inclusion of some of these territories back to the 14th century (Marsh et al. 2017; Schiappacasse 1999).


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the archaeological records for Collasuyu. It also seems not to adjust to the time required to successfully annex such a vast territory. Alternatively, the mid-points of those ranges indicate that the Inca annexation of the western Argentine territories would have initiated in ca. 22° S towards 1420 cal AD and would have reached ca. 29°-33° S in the second half of the 15th century, perhaps ca. 1475 cal AD. These dates are far from those traditionally proposed in ethnohistorical research. Indeed, the latter should be abandoned as a general chronological framework to understand the Inca expansion to the south, as has been repeatedly pointed out by various archaeologists in recent decades. The rhythm of advance towards the south would have been articulated with the political and economic situation in the rest of the Empire, but organizational structures of local populations and available local resources could have played an important role as well. In this sense, the chronology obtained reflects a notable state interest in securing dominion primarily over the densely populated territories in the Quebrada de Humahuaca and surrounding areas before continuing the advance southwards, as well as a late interest in villages with low demographic density located beyond ca. 31° S. Finally, it is important to highlight the scarcity of precise context data from the dated samples, which constitutes a difficult problem to solve that should be considered in future fieldwork and articles concerning the topic.

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Fuente: cortesĂ­a de Ana MarĂ­a Rivera Ospina, Plaza de Marte, Santiago de Cuba, 2019.


Metáforas coloniales: aproximaciones simbólicas sobre la tierra adentro del Chaco * Carina P. Lucaioli ** Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Centro de Investigaciones Sociales (Conicet - IDES), Argentina

https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.04 Cómo citar este artículo: Lucaioli, Carina P. 2021. “Metáforas coloniales: aproximaciones simbólicas sobre la tierra adentro del Chaco”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 85-106. https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.04 Recibido: 14 de febrero de 2020; aceptado: 14 de agosto de 2020; modificado: 15 de septiembre de 2020.

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Este artículo fue realizado en el marco de los siguientes proyectos de investigación: Filocyt FC19-046 (FFyL/UBA), PIP11220170100365CO (Conicet) y PICT 2017-0662 (ANPCyT/Secyt).

** Doctora en Antropología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina. Investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el Centro de Investigaciones Sociales (CIS – Conicet/IDES). Jefa de trabajos prácticos en la cátedra de Antropología Sistemática III (Sistemas simbólicos) del Departamento de Ciencias Antropológicas, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Integrante del Programa de Estudios de las Relaciones Interétnicas y los Pueblos Originarios de las Fronteras (Periplos). Sus líneas de investigación se orientan al estudio de los grupos indígenas no sometidos del Chaco austral y las relaciones interétnicas en los espacios de frontera durante el siglo XVIII. Entre sus últimas publicaciones están: “Los contextos de producción de los documentos coloniales”. En Entre los datos y los formatos. Indicios para la historia indígena de las fronteras en los archivos coloniales, coordinado por Lidia R. Nacuzzi. (Buenos Aires: CIS-IDES, 2018): 6-28; (en coautoría con Daniela Sosnowski) “Lules, isistines y omoampas en el relato histórico de un misionero jesuita en las fronteras del Chaco”. Corpus 8, n.° 2 (2018). https://doi.org/10.4000/corpusarchivos.2457 * carinalucaioli@gmail.com

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Resumen: la expresión tierra adentro pertenece al vocabulario de las fuentes coloniales y es también utilizada en el ámbito académico para los estudios de frontera; sin embargo, aún no hemos reflexionado sobre sus usos y sentidos. En este trabajo adopto una perspectiva etnográfica orientada a las fronteras del Chaco durante el siglo XVIII, con la intención de abordar la dimensión simbólica de tierra adentro, atendiendo a los distintos sentidos adheridos a ella durante la Colonia y a las prácticas de dominación asociadas a esas significaciones. Considero, también, su incorporación como categoría de análisis a los estudios académicos sobre los espacios de frontera. Los datos provienen de un gran número de documentos escritos durante la Colonia y fueron examinados desde la propuesta de la antropología histórica: la crítica textual y contextual, la lectura transversal y la interpretación de las situaciones sociales del pasado, entre otras. Tierra adentro condensa un amplio abanico de significados arraigados en el imaginario colonial, que condicionaron la percepción de los grupos


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 85-106 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.04

indígenas no sometidos y de sus territorios; esos significados —que se expresan en términos metafóricos— promovieron y habilitaron políticas de sometimiento; el uso de esta expresión en el ámbito académico va de la mano de cierta conceptualización sobre la tierra adentro sobre la que recién se ha comenzado a reflexionar. Este trabajo aporta a la desnaturalización de una expresión habitualmente utilizada, pero sobre cuyos significados intrínsecos aún no se han formulado definiciones ni debates. De esta manera, contribuye a la discusión crítica en cuanto al uso y los alcances teóricos del vocabulario heredado de las fuentes documentales para la investigación histórico-antropológica y propone algunos aspectos comunes que podrían aplicarse a otros espacios concebidos como tierra adentro durante la experiencia colonial. Palabras clave: Chaco, frontera, grupos indígenas, metáforas coloniales, simbolización. Colonial Metaphors: Symbolic Approaches to the Chaco Tierra Adentro

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Abstract: The expression tierra adentro belongs to the language of colonial sources and although it is also used in academia in border studies, we are yet to reflect on its uses and meanings. In this work, I adopt an ethnographic perspective focusing on the frontiers of the Chaco province during the 18th century, in order to address the symbolic dimension of the tierra adentro, paying attention to the different meanings attached to it during the colonial period and the practices of domination associated with those meanings. I also consider its incorporation as a category of analysis in academic border studies. The data come from a large number of documents written during the colonial period, which I examined based on historical anthropology approach: Textual and contextual criticism, transversal reading, and interpretation of past social situations, among others. Tierra adentro condenses a wide range of meanings rooted in the colonial imaginary, which conditioned the perception of non-submissive indigenous groups and their territories; these meanings —expressed in metaphorical terms— promoted and enabled policies of submission. The use of this expression in the academic sphere goes hand in hand with a certain conceptualization of tierra adentro which has only recently begun to be addressed. This work supports the denaturalization of an expression that is commonly used but whose intrinsic meanings have not yet been properly defined or debated. Accordingly, it adds to the critical discussion regarding the use and theoretical scope of the vocabulary acquired from documentary sources for historical-anthropological research and it proposes some common aspects that could be applied to other spaces that were conceived as tierra adentro during the colonial experience. Keywords: Chaco, frontier, indigenous groups, colonial metaphors, symbolization.


Metáforas coloniales: aproximaciones simbólicas sobre la tierra adentro del Chaco Carina P. Lucaioli

Metáforas coloniais: aproximações simbólicas sobre a terra adentro do Chaco

Palavras-chave: Chaco, fronteira, grupos indígenas, metáforas coloniais, simbolização.

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l estudio etnográfico de los grupos indígenas del siglo XVIII que se mantuvieron al margen del control colonial depende, casi exclusivamente, de los datos provistos por los documentos escritos en el ámbito hispanocriollo. Así, la mayor parte de nuestras etnografías del pasado se sustentan en los discursos escritos que se conservan en los archivos. Aun considerando que nuestros informantes se movían en un escenario de ideas e imaginarios diversos sobre los grupos indígenas —en función de sus situaciones personales y de las diferentes esferas administrativas de actuación (Lucaioli 2018)—, la lectura trasversal del corpus documental del siglo XVIII permite identificar una suerte de vocabulario específico para el ámbito de las fronteras con los grupos insumisos, que era ampliamente compartido y aceptado por las elites productoras de los documentos. Este corpus —consolidado por el habitus, el pragmatismo y

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Resumo: a expressão terra adentro pertence ao vocabulário das fontes coloniais e é utilizada no âmbito acadêmico para estudar fronteiras; contudo, ainda não se refletiu sobre seus usos e sentidos. Neste trabalho, adoto uma perspectiva etnográfica orientada às fronteiras do Chaco durante o século XVIII, com o objetivo de abordar a dimensão simbólica de terra adentro, atendendo aos diferentes sentidos aderidos a ela durante a Colônia e às práticas de dominação associadas a esses significados. Além disso, considero sua incorporação como categoria de análise dos estudos acadêmicos sobre os espaços de fronteira. Os dados provêm de documentos escritos durante a Colônia e foram examinados a partir da proposta da antropologia histórica: a crítica textual e contextual, a leitura transversal e a interpretação das situações sociais do passado, entre outras. Terra adentro condensa um amplo leque de significados enraizados no imaginário colonial, que condicionaram a percepção dos grupos indígenas não submetidos e de seus territórios; esses significados —expressos em termos metafóricos— promoveram e habilitaram políticas de submissão; o uso dessa expressão no âmbito acadêmico está em consonância com certa conceitualização acerca da terra adentro sobre a qual acabamos de começar a refletir. Este trabalho contribui para desnaturalizar uma expressão habitualmente utilizada, mas que apresenta significados intrínsecos sobre os quais ainda não se formularam definições nem debates. Dessa maneira, contribui para a discussão crítica quanto ao uso e aos alcances teóricos do vocabulário herdado das fontes documentais para a pesquisa histórico-antropológica e propõe alguns aspectos comuns que poderiam ser aplicados a outros espaços concebidos como terra adentro durante a experiência colonial.


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la repetición— incluye vocablos como “indio”, “cacique”, “parcialidad”, “nación”, “salvajes”, “infieles”, “bárbaros” y, también, tierra adentro. Siguiendo a Sahlins ([1985] 1997), se entiende que las categorías con las cuales Europa conceptualizó al Nuevo Mundo fueran resultado de adaptaciones y resignificaciones delineadas a partir del encuentro entre los esquemas culturales preexistentes de cada uno de los grupos en contacto, y las nuevas coyunturas históricas de la interacción colonial. El lenguaje, al desenvolverse simultáneamente tanto en lo cognitivo como en lo pragmático, permite pensar y ordenar el mundo que nos rodea, pero también actuar sobre él y modificar esa percepción. El pionero e ineludible análisis sobre el concepto de “indio”, realizado hace casi tres décadas por Bonfil (1992), puso en evidencia, de una vez y para siempre, que determinadas expresiones lingüísticas de la Conquista no solo permitieron pensar y ordenar la realidad empírica, sino también encauzar determinado proyecto político, dejando al descubierto las relaciones de poder entre colonizadores y colonizados. El éxito rotundo de dicha categoría supraétnica, asentada en la simplificación de una realidad nativa heterogénea y compleja, condujo a consolidar la otredad radical entre europeos y americanos. De esta manera, aplicado en principio por circunstancias fortuitas y ajenas al contexto americano, el término “indio” fue resemantizado en la coyuntura de la Conquista, para convertirse con el tiempo en una herramienta de dominación1. Sostengo que puede observarse un recorrido similar en torno a la expresión tierra adentro, tal como fue aplicada en el contexto de las fronteras del Chaco austral durante el siglo XVIII2; en cuyo periplo semántico se condensaron las referencias en torno al territorio, la otredad y el poder colonizador que nutrieron los imaginarios coloniales. El objetivo de este trabajo apunta, en un primer momento, a abordar la dimensión simbólica de la expresión tierra adentro, atendiendo a los distintos sentidos adheridos durante la Colonia y a las prácticas de dominación asociadas a esas significaciones. En segundo lugar, a examinar la incorporación de tierra adentro como categoría de análisis en los estudios académicos sobre los espacios de frontera. Desde esta perspectiva, este trabajo se inscribe en la esfera de la antropología simbólica. Considerar la expresión tierra adentro como un símbolo apunta a subrayar su carácter multívoco (Ricoeur [1965] 1983), la condensación de significados —incluso dispares— bajo un mismo término, y el carácter performativo y afectivo que dirige la acción de los sujetos involucrados, a partir de ciertos valores o fines adheridos a él (Turner [1967] 1980). Dos antecedentes realizados desde esta perspectiva han servido de estímulo y modelo para iniciar esta investigación: la construcción simbólica de los “cuerpos negros” sudafricanos, desde los paradigmas científicos y médicos de Europa durante los siglos XVIII y XIX (Comaroff y Comaroff 1992), y la etnografía histórica de 1

Ejercicios similares se han realizado con los conceptos “salvaje”, “bárbaro” e “infiel”, que formaban parte del imaginario occidental sobre la otredad y de los cuales se ha echado mano en el contexto americano, para caracterizar a grupos humanos desconocidos y ajenos a las realidades etnográficas europeas (ver, por ejemplo, Bernand 2016; Chaumeil 1999; Padgen 1988; Quijada 2000; Roulet y Navarro 2005).

2

El Chaco austral abarca un amplio territorio que se extiende entre los ríos Bermejo y Salado, y comprende las actuales provincias argentinas del Chaco y Formosa, la zona norte de Santa Fe, el nordeste de Santiago del Estero y el sector este de Salta.


Metáforas coloniales: aproximaciones simbólicas sobre la tierra adentro del Chaco Carina P. Lucaioli

De referencia marítima a territorio nativo Tierra adentro fue uno de los muchos vocablos implantados desde Europa al contexto americano. En su origen, se trata de un “marinerismo”3 que alude al territorio alejado a una costa o puerto; es decir, proviene del lenguaje asociado a la actividad marítima que hizo posible gran parte de la conquista y colonización del nuevo continente, por medio de la expansión ultramarina. Es por ello que encontramos esta frase aplicada a diferentes espacios de conquista del continente americano y a diversas situaciones de viajes y exploración en el resto del mundo. Por ejemplo, sobre su paso por Portugal, en su viaje con destino a América, Paucke señala: “en algunas regiones tuvimos que cabalgar muy cerca de la ribera del mar que no se hallaba delimitada 3

Frago (2008) ofrece un análisis de otros marinerismos que fueron incorporados al lenguaje de la conquista del territorio americano.

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Wright (1998), sobre las significaciones y acciones imbricadas en la “narrativa del desierto” desplegada en las fronteras del Chaco, la Pampa y la Patagonia del actual territorio argentino durante la Colonia y el siglo XIX. En tanto busco interpretar contextos y acontecimientos del pasado, recurro al método de la antropología histórica —tal como fue definida por Lorandi y Del Río (1992)— que consiste en extraer datos etnográficos de los documentos escritos en esas coyunturas históricas, aplicando preguntas actuales de investigación (Nacuzzi 2002). Quienes realizamos etnografías históricas buscamos sortear la dificultad planteada por la imposibilidad de “estar ahí”, característica de la antropología, buceando en los archivos o documentos que nos permitan comprender y describir un mundo que no nos resulta familiar (Lennartsson 2012). Asimismo, al igual que lo hace el historiador, el etnógrafo del pasado se detiene en los indicios (Ginzburg 1995), para dar cuenta de aquellos aspectos inadvertidos o no cuestionados en su momento (Quiroz 2014). Partiendo de estos lineamientos, sitúo este análisis en diferentes niveles —discursos, imaginarios y prácticas— y escalas contextuales —acontecimientos particulares, fronteras del Chaco y colonización española en América—. Las fuentes de primera mano que consulté para esta investigación fueron producidas en diversos contextos y esferas de la administración colonial; actualmente, esos papeles se encuentran resguardados en diferentes repositorios y archivos nacionales e internacionales, y forman parte del amplio corpus de documentos reunido durante investigaciones previas sobre las relaciones interétnicas en las fronteras del Chaco. En función de los objetivos de este trabajo, en primer lugar, relevo en las fuentes la presencia de la expresión tierra adentro, atendiendo a los usos y significados asociados en cada registro y a los contextos de las relaciones sociales precisas en los que se insertan (Nacuzzi 2002). En un segundo momento, reviso la presencia de la expresión tierra adentro en los estudios de frontera para el extremo sur americano, con la intención de comprender cómo un término propio de las fuentes históricas devino, de forma casi imperceptible, en una categoría analítica para la antropología histórica del pasado colonial.


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por rocas fronterizas, sino que era llana hacia lejos tierra adentro” ([s/f] 2010, 32). Este uso coincide con la definición actual de la Real Academia Española, según la cual, tierra adentro es una locución adverbial usada para determinar todo lugar que, en los continentes y en las islas, se aleja o está distante de las costas o riberas. Aun cuando, en su sentido primero, tierra adentro ofrece una referencia espacial respecto de las vías de comunicación marítima o de los grandes ríos, en el contexto de los estudios coloniales, esta locución se aleja de su significado primario para inscribirse en el campo semántico de una geografía conceptual, simbólica y afectiva. En tanto símbolo, requiere de un ejercicio de interpretación y, para ello, realizaré un doble recorrido: en primer lugar, seguiré el encadenamiento de significados según las sucesivas coyunturas históricas del período colonial; en segundo lugar, de forma paradigmática, identificaré los campos metafóricos implicados en su multivocidad. La asociación de tierra adentro con el territorio indígena fue uno de los primeros eslabones en la cadena de significación. En el extremo sur americano, específicamente en la región austral del Chaco, los colonizadores pudieron asentarse en aquellos territorios débilmente defendidos por los nativos, ya fuera por medio de alianzas o porque fueron efectivas las primeras políticas de control ejercidas por la Corona (Vitar 1997). Los procesos de poblamiento hispano dejaron como resultado un rosario de ciudades distantes entre sí —como Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe, Corrientes y Asunción—, dispuestas en una suerte de semicírculo en torno a un amplio territorio desconocido y ocupado por numerosos grupos indígenas. Esta representación del espacio colonizado en contraposición al espacio indígena perduraría hasta bien entrado el siglo XIX, tal como puede observarse en el siguiente mapa (figura 1), en cuyo centro se representa a tierra adentro bajo la inscripción “Chaco Austral o Territorio Indio del Norte”. Para el siglo XVIII, este espacio “otro” ya conformaba la tierra adentro del Chaco austral —o directamente el Chaco4—; es decir, los territorios alejados y desconocidos, pero ya no en relación con las costas navegables por donde se efectuaron las primeras expediciones, sino con las ciudades y poblados ocupados por los hispanocriollos5. De hecho, según el uso tradicional de la expresión, sería válido señalar que estos enclaves coloniales se hallaban ellos mismos situados tierra adentro en el continente; sin embargo, no se reconoce esta posibilidad. Por el contrario, los emisores de estos discursos se posicionaron en los espacios ocupados y, desde allí, observaron, definieron y categorizaron al territorio aún no controlado, que se extendía más allá de los límites de la ciudad, al identificar la franja más cercana como “frontera” y el espacio 4

Durante la Colonia, el Chaco coincidía geográficamente con el espacio no controlado que ocupaban los grupos indígenas autónomos, es por ello que Chaco y tierra adentro pueden aparecer como sinónimos en los documentos.

5

En la siguiente cita se observa cómo se mide la distancia hacia tierra adentro, tomando al pago de los Arroyos como punto de referencia: “mande salir gente del expresado pago […] bien provistos de pertrechos y municiones, 30 leguas tierra adentro a la parte del norte”. “Carta del teniente de Gobernador de Santa Fe Francisco Antonio de Vera Muxica al Gobernador de Buenos Aires” (1743, 26 de abril). [Archivo General de la Nación —AGN—, Sala IX, Santa Fe 4-1-1].


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más alejado como tierra adentro. Paralelamente, se fortaleció la correspondencia entre este espacio desconocido con el Chaco propiamente dicho. Si nos atenemos a la lectura de los documentos, ni las ciudades coloniales ni las fronteras se reconocían ubicadas en el espacio chaqueño. De las primeras se sostiene que se inscribieron en los territorios de las provincias y gobernaciones —según la distribución geopolítica de los virreinatos—, mientras que las segundas se concibieron en los márgenes difusos y semicontrolados de esas jurisdicciones coloniales —algo que todavía puede observarse en el mapa citado anteriormente, un siglo después—. Aquí no vamos a detenernos en el concepto de frontera —al que considero un espacio mestizo, de bordes porosos y flexibles, donde se realizaban numerosas modalidades de encuentro e intercambio entre grupos étnicos diversos—, ya extensamente debatido por antropólogos e historiadores. Señalo, sí, que más allá de la frontera se extendía la tierra adentro. Este aspecto resulta interesante desde el punto de vista epistemológico, ya que se aleja del recorte espacial con el que los investigadores abordamos los estudios sobre la región chaqueña del período colonial, el cual abarca en conjunto a las jurisdicciones coloniales, las fronteras y la tierra adentro, como partes contiguas de un mismo espacio geográfico. Figura 1. Provincia de Santiago del Estero, Gran Chaco

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Fuente: Mapa de la Provincia de Santiago del Estero, Gran Chaco. Victor de Martin de Moussy, 1810-1869. David Rumsey Map Collection, David Rumsey Map Center, Stanford Libraries (1866), https://www.davidrumsey.com/


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Frontera y tierra adentro no solo se definían en relación con su distancia relativa respecto a las poblaciones españolas, sino también a variables como la constancia de la ocupación indígena y el grado de peligrosidad para los hispanocriollos, que aumentaba en la medida en que se internaban en el territorio controlado por los grupos nativos (Areces et al. 1993). Ante todo, “por ser tierras nunca transitadas por españoles”6, la tierra adentro era un espacio poco conocido, definido por sus límites externos y representado en función de imágenes difusas o de testimonios de quienes habían visto u oído sobre sus caminos, parajes y recursos. El desconocimiento se saldaba con la información fragmentada, imprecisa y poco comprobable de viajeros, comerciantes y excautivos, quienes regresaban a las fronteras después de haber pasado un tiempo en el interior del Chaco (Lucaioli 2011). Algo similar ocurrió con las representaciones de los grupos indígenas; en su mayoría fueron descripciones genéricas y erróneas, basadas en la exageración de datos exóticos y descontextualizados7. De esta manera, se percibía como un espacio indómito habitado por gente igualmente indómita. Se produjo entonces una suerte de retroalimentación entre las características del paisaje y las de los grupos indígenas vistos como los habitantes “naturales” de ese espacio (Lucaioli 2009; Wright 1998). El Chaco fue ante todo paisaje no domesticado —en el sentido de que aún no había sido aprehendido culturalmente por los hispanocriollos— y el indígena que lo habitaba se convirtió en figura metonímica de la fauna nativa: “viviendo como fieras amparados de impenetrables montes, anegados pantanos y caudalosos ríos”8; “[debemos] desnaturalizar a estos bárbaros de los bosques de que se abrigan como si fueran fieras sin política ni propiedad o costumbre que parezca de hombres, sino de tigres sedientos de la sangre de los cristianos”9. En este primer momento de la colonización, la tierra adentro fue definida por la presencia indígena y por el control casi exclusivo de estos grupos sobre el territorio y sus recursos, aspectos que se encuentran marcados en los documentos coloniales del siglo XVIII (Nacuzzi y Lucaioli 2014). Las entradas armadas o expediciones de reconocimiento implicaban el traslado desde el espacio conocido hacia “muy adentro en tierras que tienen por suyas”10 los grupos indígenas de la región. Especialmente, en el Tucumán, dado que

6 “Plan para conquista del Chaco con siete testimonios” (1766). [Archivo General de Indias, en adelante AGI, Buenos Aires 244]. 7

En una carta fechada en Cádiz se señala “Son los indios del Chaco (en cuyo nombre genérico se incluyen muchas) de fiero y bárbaro natural, y tanto que cometen cuantos excesos caben en los gentiles, y es ordinario el de comer carne humana como […] lo hacen con los españoles que matan, y con sus hijos que se mueren”. “Carta anónima escrita en Cádiz” (1695, 10 de julio) [AGI, Charcas 283].

8

“Carta de Matías Angles al Rey, escrita en Córdoba” (1737, 6 de noviembre). [AGI, Buenos Aires 301].

9

“Carta del Gobernador de Tucumán, Esteban de Urizar y Arespacochaga” (1708, 24 de noviembre). [AGI, Charcas 210].

10 “Expediente y exhorto sobre el castigo que se piensa dar al enemigo bárbaro” (1729). [Fondo Cabrera, Biblioteca de la Sección de Estudios Americanistas de la Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad Nacional de Córdoba, Gobierno Tomo 3, leg. 53].


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tiene esta provincia por fronterizos muchos indios de varias naciones a la parte de oriente cuya frontera corre por más de doscientas leguas, fue su habitación en los principios tierra adentro a las márgenes de caudalosos ríos y al abrigo de sus bosques […] era su alimento raíces, yerbas, miel, frutas silvestres y el pescado de los ríos y lagunas de que hay copia en su terreno11.

De territorio nativo a refugio de indios salvajes y enemigos El ritmo, la constancia y la estabilidad de determinadas relaciones interétnicas, entre los sectores hispanocriollos y los grupos indígenas de la región, afianzaron nuevas formas de clasificación y representación de la población nativa, basadas también en un mejor conocimiento del otro y del espacio de tierra adentro. Para el siglo XVIII, es posible reconocer en la región del Chaco tres tipos ideales de indígena: aquellos que fueron incorporados en pueblos de indios y encomiendas, desde los primeros asentamientos hispanocriollos en la región; aquellos que, entre fines del siglo XVII y 11 “Carta del Gobernador de Tucumán, Esteban de Urizar y Arespacochaga” (1708, 24 de noviembre). [AGI, Charcas 210]. Las cursivas son mías. 12 “Plan para conquista del Chaco con siete testimonios” (1766). [AGI, Buenos Aires 244]. 13 “Carta de Diego de Horbegozo al Teniente de Gobernador de Santa Fe” (1747, 8 de diciembre). [AGN, Sala IX, Santa Fe 4-1-2]. 14 “Carta del Padre Antonio Gutiérrez al Padre Manuel Querini sobre Necesidad de Sacerdotes y acerca de Relación de Religiosos de la Compañía de Jesús con los Indios”. (1760, 21 de abril) [AGN, Compañía de Jesús 416 (exp. 6-10-4)]. 15 “Conjunto de acuerdos de consejos y consultas” (1768 y 1769). [AGI, Buenos Aires 178].

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Subrayo esta identificación de la tierra adentro con el territorio “originario” de los grupos indígenas: “sus primitivas tierras” y “sus primeras tierras”12, “tierra adentro en su nativo suelo”13 que la distingue del territorio de frontera, en donde fueron emplazadas luego las reducciones jesuíticas y los fuertes defensivos. De tierra adentro provenían los indígenas que aceptaron el proyecto jesuita y hacia allí regresaban, algunos de ellos, cuando se debilitaban los pactos diplomáticos o simplemente decaían las motivaciones de la vida en reducción: “Ahora 5 meses salieron como 60 familias del pueblo de San Javier, con ánimo de volverse a los montes tierra adentro, si no les daban acogida en San Jerónimo a donde fueron”14, también se informa el “haber desamparado los indios de la nueva reducción de Nuestra Señora del Rosario del Timbó su población, y retiradose con algunos robos de ganados tierra adentro del Chaco”15. En este primer período, en torno a la tierra adentro y a los grupos indígenas del Chaco primaron el desconocimiento sobre las certezas, la construcción mítica sobre la realidad etnográfica y el prejuicio sobre el conocimiento. Paralelamente, la oposición entre el espacio urbanizado y el indómito se tradujo en términos de cultura y naturaleza, dando lugar a otro dualismo homólogo en la población: indios reducidos/indios libres de tierra adentro. Como veremos, en la etapa siguiente se terminó de consolidar la transferencia entre determinada percepción del espacio y determinada percepción de los grupos indígenas.


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mediados del siglo XVIII, aceptaron acercarse a las reducciones a cargo de los misioneros jesuitas, y, por último, aquellos de las agrupaciones libres que permanecieron relativamente autónomas frente a la Corona. Es preciso considerar que esta simplificación analítica —encomendados, reducidos y libres— no se encuentra al nivel de los grupos étnicos; la decisión de reducirse o mantenerse libres quedaba a criterio de agrupaciones más pequeñas compuestas por un cacique y sus seguidores. Este aspecto contribuye a la enorme dificultad analítica que enfrentamos los investigadores para trazar límites étnicos o para entender sus dinámicas entres las poblaciones nativas. La percepción de esos tres grupos se corresponde con la representación del espacio en tres franjas territoriales: las ciudades y poblados (a donde pertenecían los indios de encomienda y servicio), la frontera (donde se asentaron las misiones para los indios reducidos) y la tierra adentro (habitación de los grupos insumisos). En términos metodológicos, es posible pensar en un continuum entre el espacio urbanizado y los parajes más distantes situados en el corazón del Chaco; un continuum que representa el gradiente de diversas variables cuyos extremos se perciben como opuestos: civilización/salvajismo, evangelizados/infieles, amigos/enemigos, cultura/ animalidad, seguridad/peligro, control colonial / autonomía indígena. El espacio de frontera puede pensarse como un término medio, con sus particulares estrategias de interacción y mestizaje, sus dinámicas de movilidad y fluctuación poblacional. Los “indios de la frontera”, aun cuando mantenían estrechas vinculaciones con los de tierra adentro, por medio de asiduos traslados entre uno y otro espacio, adquirieron el nuevo estatus de indios amigos (si estaban reducidos) o aliados (cuando eran habitués y capaces de establecer relaciones pacíficas). Cabe señalar que se trató de un ejercicio retórico de clasificación por parte de las autoridades coloniales, y no de transformaciones significativas por parte de los sujetos indígenas, quienes difícilmente se autopercibieron en los términos de esta oposición. Sin embargo, para mediados del siglo XVIII parece consolidarse un nuevo paradigma en el imaginario hispanocriollo, surgido de la resignificación de viejas ideas en las nuevas coyunturas de interacción del espacio chaqueño. La tierra adentro percibida como el territorio ancestral de los grupos indígenas se transformó en “tierra de enemigos”, refugio de “indios bravos”, habitación de “indios bárbaros” y “de indios irreductibles por los españoles”; en un Chaco donde “su montuosidad les sirve de abrigo para sus iniquidades y latrocinios” y permite la convivencia de “un tronco crecido de indios infieles […] de varias naciones”16. Algunas de estas ideas están presentes desde los comienzos de la Conquista, pero ahora adquieren nuevos sentidos. Por ejemplo, el salvajismo, que en la etapa anterior estaba asociado directamente con las metáforas de animalidad, el “bárbaro natural” y el mito del “buen salvaje”, en esta etapa apunta a destacar los aspectos violentos e indómitos como oposición y resistencia a la civilización. Así, la mirada hispanocriolla destaca en este período “la traición y malicia de la gente más bárbara de la tierra adentro” (Pastells 1915, 236); utilizando adjetivos que 16 “Plan para conquista del Chaco con siete testimonios” (1766). [AGI, Buenos Aires 244].


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17 Florencia Roulet (2017) ha llamado la atención sobre el posible desfasaje, en términos numéricos y cualitativos, de los malones y asaltos efectivamente realizados por los grupos indígenas y el número de muertes de las descripciones y relatos de estos acontecimientos en las fuentes. 18 “Carta de Florián Paucke escrita en San Javier” (1764, 16 de mayo). [AGN, Sala IX, Compañía de Jesús 418 (exp. 6-10-6)]. 19 “Carta de Francisco Antonio de Vera Muxica escrita en Santa Fe” (1753, 29 de agosto). [AGN, IX, Santa Fe 4-1-2]. 20 Según un testigo “poseen los enemigos […] las mejores maderas que en ningún paraje de este reino haya”; otro ratifica “que es cierto se hallan maderas en aquellas inmediaciones, tan altas y gruesas que diez hombres juntos hubo que no podían abrazar muchos árboles” y un tercero dice que “que ha oído decir que en las tierras del Chaco hay parajes muy amenos para poblar por ser muy abundantes de pastos y algunos potreros buenos para crías de ganado”. “Plan para conquista del Chaco con siete testimonios” (1766). [AGI, Buenos Aires 244]. 21 “Carta escrita en Concepción para el teniente de Gobernador Francisco Antonio de Vera Muxica” (1752, 14 de mayo). [AGN, Sala IX, Santa Fe 4-1-2]. 22 “Conjunto de acuerdos de consejos y consultas” (1768 y 1769). [AGI, Buenos Aires 178].

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apuntan a la trasformación del indígena libre en el enemigo interno de la Corona y en el escollo para el avance territorial. Asimismo, cobra nueva fuerza la noción de peligro; un peligro probablemente más real que en etapas anteriores por la mayor presencia indígena en las fronteras, pero también posiblemente exacerbado en el plano discursivo para habilitar los permisos de una conquista por guerra y fuego17. Para este momento, ya se habían afianzado suficiente las poblaciones hispanocriollas de la región y comenzaban a considerar, con mayor interés, la posibilidad efectiva de incorporar los territorios no controlados por la Corona española; la dificultad para lograrlo apuntaba a los muchos grupos indígenas insumisos y “rebeldes” que se mantenían autónomos en el interior del Chaco. Todos estos diacríticos presentes en los documentos —y en el imaginario colonial de la época— se acompañaron de la búsqueda e implementación de políticas eficaces para la dominación y sometimiento de los indígenas libres —esos “alzados confederados […] de tierra adentro”18—, con el objetivo de “domesticar su barbarie” y “asegurar una poderosa escala para la conversión total de todo el numeroso gentío que habita en este Gran Chaco”19. Encontramos también un quiebre en la retórica naturalista de la tierra adentro y de la indiferenciación entre paisajes, recursos y grupos representados desde la óptica de la animalidad que señalé anteriormente. En parte, porque el mayor conocimiento del territorio estimuló en los hispanocriollos el interés por conseguir ciertos recursos, hasta el momento solo accesibles a los grupos indígenas20. Paralelamente, la noción de la tierra adentro como el espacio ancestral y natural de los grupos insumisos —que de manera tácita reconocía el control legítimo de estos grupos por sobre el territorio— fue perdiendo fuerza frente a la representación de la tierra adentro como refugio, como espacio que les permitía salir impunes de sus crímenes y latrocinios en las ciudades y fronteras: “los indios por despicarse volverán a robar, y a la vuelta con el robo, se retiraran tierra adentro, haciendo primero lo que se les atojare en nuestras vidas y casa”21; “[informamos] el haber desamparado los indios de la nueva reducción de Nuestra Señora del Rosario del Timbó su población, y retiradose con algunos robos de ganados tierra adentro del Chaco”22. Todo ello condujo a cuestionar el control de los grupos insumisos sobre espacios y recursos antes reco-


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nocidos como de su legítima posesión y ahora deseables por los hispanocriollos. La observación sobre el lenguaje utilizado en los documentos permite identificar cómo se acompañó, desde la retórica, ese cambio de perspectiva, al incorporar adjetivaciones orientadas a resaltar la peligrosidad y barbarie de los grupos autónomos.

Metáforas de un espacio “otro”

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El análisis semántico de la noción de tierra adentro durante la Colonia —y su centralidad en la representación del espacio y en la clasificación de determinados “tipos” de grupos indígenas— permitió identificar diferentes campos metafóricos que contribuyeron, directa e indirectamente, a legitimar la representación de un espacio “otro”, radicalmente opuesto al espacio conocido, controlado y civilizado de los emplazamientos urbanos. Entre ellos, la llamada metáfora del adentro y el afuera. Como señalé al comienzo de este trabajo, tierra adentro formaba parte de la terminología de las expediciones marítimas, donde “tierra” se oponía a “agua” y el “adentro” hacía referencia a la distancia respecto de las costas. En el ámbito chaqueño, situado en el corazón del continente, se desdibujó esta referencia inicial, al tiempo que cobró fuerza la oposición entre el “adentro” y el “afuera” de un espacio indígena versus uno hispanocriollo, como si efectivamente pudiera delimitarse una suerte de separación entre ambos. El lenguaje utilizado en los documentos sobre las expediciones hispanocriollas a territorio indígena, habla de “entradas punitivas”, de milicias que “se internan a lo interior de la tierra”23 o “al centro del enemigo”24. Como contraparte a estas fórmulas, que resaltan el ingreso de hispanocriollos hacia la tierra adentro, se concibe a los indígenas como quienes salen de ella: “como salieron esta semana pasada unos tobas de tierra adentro (como acostumbran todos los años)”25. Esta metáfora se hace aún más evidente en la representación discursiva de los parajes que eran utilizados por los indígenas como rutas o caminos para acercarse a las fronteras y ciudades, los cuales se registraban como “la puerta del enemigo”26 o “la entrada y puerta”27 de la tierra adentro. Eran estos sitios los que se buscaba proteger con fuertes y empalizadas para evitar las incursiones indígenas. Directamente implicada en este campo semántico se superpone, además, la ya muy analizada metáfora del desierto28, una maniobra retórica con fines políticos estratégicamente orientados a construir la tierra adentro del Chaco como un espacio vacío; un espacio del que también se entra y se sale en términos simbólicos. La metá23 “Testimonio de autos a instancia de Adrián Cornejo” (1770/1779). [AGI, Buenos Aires 307]. 24 “Plan para conquista del Chaco con siete testimonios” (1766). [AGI, Buenos Aires 244]. 25 Legajos sin Número (1779-1780). [AGN, Sala IX, Justicia 31-3-5]. 26 “Expediente y testimonio de los autos obrados por el cabildo de la ciudad de Córdoba” (1731). [Fondo Cabrera, Gobierno Tomo 3 leg. 55]. 27 “Acta del Cabildo de Santa Fe, sesión del 4 de febrero” (1724, 4 de febrero). https://actascabildo.santafe.gob.ar/ 28 Las estrategias de representación simbólica del Chaco como desierto, así como sus implicanciones políticas y territoriales fueron extensamente analizadas por Wright (1998), Lois (1999), Dávilo y Gotta (2000), Lucaioli (2009), Nacuzzi y Lucaioli (2014) y Pensa (2017).


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29 “Plan para conquista del Chaco con siete testimonios” (1766). [AGI, Buenos Aires 244].

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fora del desierto —que combina la noción del espacio deshabitado y sin recursos con determinados componentes míticos ligados a la distancia, lo desconocido y lo peligroso (Wright 1998)— se oponía a la realidad empírica de un Chaco abigarrado de indígenas y recursos, para coincidir con el objetivo, colonial primero y republicano después, de legitimar el avance militar y el control efectivo del territorio. Como señala Wright (1998), el vocabulario épico de las conquistas (las coloniales del siglo XVIII y las llamadas “conquistas del desierto” de fines del XIX), la representación gráfica minimalista de las cartografías y la retórica poético-literaria de la tierra adentro alimentaron la conformación de una determinada geografía conceptual, en donde se imbricaron intereses gubernamentales con aspectos socio-afectivos muy específicos, que legitimaron las formas de interacción, dominación y ocupación de los territorios indígenas. Todas estas expresiones contribuyeron, directamente, a representar el espacio colonial en términos de franjas perfectamente definidas en el imaginario de la época, un desierto cuyas vías de acceso —puertas de entrada y de salida— estaban identificadas y reguladas por los hispanocriollos. No obstante, es importante señalar que esta retórica se ajustaba mejor a los intentos de planificación y a los objetivos del control colonial que al plano de las acciones interétnicas de las fronteras, donde los límites porosos, flexibles, difusos y móviles permitían el traspaso de individuos y grupos en todas las direcciones y con los fines más variados (Nacuzzi y Lucaioli 2014). En términos simbólicos, el paradigma clasificatorio del territorio en “ciudades y estancias”, “frontera” y “tierra adentro / desierto” se correspondía con determinado ordenamiento poblacional en grupos de “españoles y criollos”, “indios reducidos / amigos” e “indios salvajes, infieles y alzados”. Desde este modelo ideal, se esperaba que los grupos indígenas reducidos en las fronteras se mantuvieran en ellas, en función de las paces y alianzas que los había convertido en “indios amigos”, cortando los lazos con sus parientes libres y respetando una distancia saludable con la población española. Sin embargo, en los hechos “salían y entraban cuando querían” porque “son gente muy veleidosa, nada estable y sin sujeción, porque cuando quieren se mudan a sus primitivas tierras o se mudan a la ciudad”29. Esta movilidad de los indígenas autónomos —de adentro hacia afuera— refleja una preocupación real de los hispanocriollos y así quedó consignado en los documentos; sin embargo, estos mismos relatos son mucho más parcos a la hora de registrar los movimientos de personas en el sentido inverso. Basándose en indicios e información fragmentaria, varios investigadores han advertido que no eran únicamente los indígenas los que traspasaban los límites: trabajadores, desertores, comerciantes y marginales acudían a tierra adentro con motivos políticos, económicos y, en muchos casos, personales, buscando mejores posibilidades o huir de la dura vida en la frontera (Lucaioli y Enrique 2017; Nacuzzi 2011; Santamaría 1998).


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Otro campo semántico que he identificado, en el que se inscribe la retórica de la tierra adentro, es el de la salud y la contaminación. La urgencia por ejercer el control sobre las poblaciones insumisas se observa, así, en la metáfora médica de la infección, de la que se echó mano para describir las incursiones indígenas en las fronteras y ciudades. Son los indígenas de tierra adentro “los que han salido a hacer daños a la provincia de Tucumán, infestando sus caminos y haciendo mil atrocidades”30, “las naciones bárbaras del Chaco […] infestan estas fronteras”31, “los tobas y abipones, jurados enemigos del nombre español, y de todo cristiano, que infestan aquel territorio”32. Este campo semántico se retroalimenta con las nociones de salvajismo y animalidad, aspectos que he mencionado anteriormente y que apuntan a mostrar a los grupos indígenas de tierra adentro como fieras indómitas —peligrosas y ponzoñosas— y al paisaje del Chaco como caótico —abigarrado, oscuro y descontrolado33— en oposición a la civilización. Así, se subraya la indisciplina de la tierra adentro vs. el orden impuesto por la Corona española. El bálsamo para poner fin al peligro de infección, por la crueldad animal y el desenfreno, vendría de la mano de la fundación de “reducciones de indios”, en torno a las cuales cobró fuerza la metáfora de la misión sanadora34. Los jesuitas fueron los principales propulsores del proyecto reduccional que buscaba contrarrestar el salvajismo, la barbarie y la infidelidad, por medio de la civilización y la conversión religiosa, entendidas ambas como “el último y eficaz remedio”35 frente al abandono de la naturaleza. En el contexto del Chaco de mediados del siglo XVIII, “el remedio más oportuno para su quietud, pareció el de fundar misiones y reducciones”36. Estos paradigmas simbólicos de la cura y la enfermedad actuaron de forma recíproca y complementaria, legitimando, por medio del discurso, un determinado imaginario para las coyunturas de interacción, donde el salvaje era percibido como contaminante y peligroso, mientras que Dios y el rey se posicionaban en el lugar de quien sana, protege y faculta la vida eterna.

30 “Noticias de territorio, temple y cosas principales de la provincia de chicas y valle de Tarija. Por Philipe Pareda” (1685). [Biblioteca Nacional de Rio de Janeiro —BNRJ—, Colección de Ángelis, rollo 33]. 31 “Carta de Esteban de Urizar y Arespacochaga” (1709). [AGI, Charcas 284]. 32 “Carta de Manuel Querini escrita en Córdoba de Tucumán” (1747, 28 de noviembre). [AGI, Charcas 385]. 33 Como se describe en esta carta, “Es forzoso penetrar selvas espesísimas hasta hallarlos escondidos en sus brumas”. “Carta de Manuel Querini escrita en Córdoba de Tucumán” (1747, 28 de noviembre). [AGI, Charcas 385]. 34 Utilizo esta expresión en homenaje al original e inspirador trabajo de Jean y John Commaroff (1992) sobre el simbolismo del cuerpo negro en el continente africano. Aclaro, no obstante, que los contextos etnográficos sudafricano y chaqueño no son comparables entre sí. 35 “Carta del Gobernador de Tucumán, Esteban de Urizar y Arespacochaga” (1708, 24 de noviembre). [AGI, Charcas 210]. 36 “Consejo de India” (1752, 7 de enero). [AGI, Buenos Aires, 602].


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Del lenguaje de las fuentes a la bibliografía académica

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Hemos recorrido brevemente distintos usos y simbolismos de la expresión tierra adentro, en los documentos coloniales, identificando múltiples referentes: distancia geográfica, lugar de habitación, hegemonía indígena, espacio “otro”, desierto, refugio de salvajes, contaminación e infección. Lejos de haber perdido vigencia, tierra adentro constituye hoy uno de los conceptos clave para el estudio de las relaciones interétnicas entre indígenas y funcionarios del período colonial. Se trata de un término que los investigadores hemos tomado prestado de las fuentes y volcado en nuestros estudios, muchas veces de manera acrítica, sin reflexionar acerca sus alcances analíticos. Los conceptos de frontera, cacicazgo, parcialidad y grupos indígenas siguieron recorridos semánticos similares; sin embargo, han sido objeto de debates, discusiones y análisis de diferente profundidad en el ámbito académico. Estos, al igual que otros conceptos específicamente delineados para el estudio de las dinámicas fronterizas —etnicidad, etnogénesis, mestizaje y aculturación—, sustentan las bases de nuestros marcos teóricos. Tierra adentro también forma parte de nuestra caja de herramientas, no obstante, solemos dar por sentado que se trata de un código compartido o de un signo comprensible a simple vista y que no requiere interpretación. El estudio que he emprendido de los documentos revela a la tierra adentro como un símbolo complejo y predominante —en tanto define el espacio y clasifica a los grupos indígenas—; la lectura de la bibliografía específica, por su parte, permite vislumbrar otras aristas teóricas y metodológicas asociadas a su potencialidad conceptual. Como señalé anteriormente, la expresión tierra adentro ha sido trasladada de las fuentes a la bibliografía académica por su economía significativa. A grandes rasgos, designa las porciones de territorio, inexploradas y desconocidas que aún no habían sido incorporadas por la Corona española; territorios potencialmente deseables, pero ocupados por grupos indígenas autónomos que ofrecían resistencia al avance colonizador (ver Erbig 2020; Lucaioli 2011; Nacuzzi 2014; Néspolo 2012; Wright 1998, entre muchos otros). Algunos autores pusieron el acento en la representación del espacio, donde tierra adentro se define por oposición tanto a la zona poblada como a las fronteras, de manera que la atención se centra en ese contraste (Areces et al. 1993; Lucaioli 2017; Roulet 2006; Santamaría 1998; Martínez [1992] 2011; Vitar 1997). Para otros, tierra adentro funciona como una figura metonímica para designar a los grupos indígenas que la habitaban. En un trabajo reciente sobre los lules del Chaco, se observa que tierra adentro es una “expresión que surge de las fuentes coloniales y sirve para identificar a los grupos de aborígenes que integraron la familia lingüística guaycurú: toba, abipón, mocoví” (Aguilar 2016, 23). En un sentido más simbólico, otro estudio propone realizar una “sociología de tierra adentro”; recurso retórico que alude a las relaciones interétnicas en “el espacio —físico y humano— que se encontraba más allá de las casas, por fuera de las vecindades en las que se atrevía la gente ‘blanca’” (Rocchietti 2014, 215). De esta manera, la mayoría de las veces que encontramos la expresión tierra adentro en la bibliografía, aparece como referencia a ese espacio “otro” o a los


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grupos indígenas insumisos. No obstante, en algunas ocasiones suscitó la reflexión de los investigadores, acerca de cómo este concepto impacta las representaciones territoriales y étnicas, las formas de interpretación de las coyunturas históricas y la consideración de la agencia indígena, ensayando perspectivas de análisis muy interesantes. Recorreremos brevemente esos aportes. Los trabajos de Beatriz Vitar (1995, 1997), por ejemplo, retoman la dicotomía ya planteada, en los documentos, entre “mansos” y “salvajes” y se adhieren a la percepción de dos espacios —y tipos de grupos indígenas— claramente diferenciados: por un lado, lo que esta autora llama la zona periférica (frontera), que estaba ocupada por grupos “de a pie”, semisedentarios y, por lo general, menos agresivos con respecto a sus vecinos de tierra adentro; por otro, la zona interior (tierra adentro), ocupada por grupos guerreros, cazadores y recolectores ecuestres. Si bien Vitar reconstruye una tipología bastante rígida, en donde determinados espacios se correspondían con determinados tipos de indígena, creo que su análisis sobre la construcción de las fronteras chaqueñas es pionero en el reconocimiento de la agencia de los grupos nativos, en los procesos de conformación de estos espacios. A diferencia de otros autores, que entienden la zona de frontera casi exclusivamente como resultado del avance colonial, para Vitar (1997) las fronteras fueron, también, el resultado de las tensiones, alianzas y enfrentamientos entre los grupos de tierra adentro. Desde esta perspectiva, los indígenas militarmente más fuertes (ecuestres, nómades y cazadores) habrían ejercido presión sobre los más pacíficos (“de a pie”, semisedentarios y horticultores), empujándolos hacia los espacios ocupados por los hispanocriollos. Así, los indígenas fronterizos habrían sido primero desplazados de tierra adentro por la dinámica interétnica indígena y, luego, integrados a los proyectos de colonización implementados por la Corona. En línea con lo anterior, Santamaría (1998) definió las fronteras como los bordes externos de determinados espacios ideológicamente construidos como vacíos o libres (desiertos) y Nacuzzi (2014) reflexionó acerca de si los indígenas percibirían a las fronteras y ciudades como situadas en los bordes de sus territorios —llamados tierra adentro por los hispanocriollos— o como exteriores a estos. Recientemente, esta autora tituló uno de sus trabajos “Cartas desde los bordes de la tierra adentro”, adoptando el punto de vista indígena (Nacuzzi 2018). Estos aportes apuntan a efectuar el giro teórico y metodológico de pensar las fronteras desde la óptica del espacio marginal de la tierra adentro. Este cambio de perspectiva ha pasado bastante desapercibido hasta el momento, no así la consideración de la agencia indígena que fue cobrando notable preponderancia en las investigaciones de las últimas décadas. De esta manera, a diferencia de los autores de los documentos coloniales, que advertían la tierra adentro como un lugar desconocido y peligroso, los investigadores actuales comenzamos a interesarnos en este espacio para encontrar allí indicios de agencia indígena; de estrategias políticas de resistencia; de lazos sociales basados en el parentesco o en alianzas por afinidad, y de dinámicas de territorialidad prehispánica ajenas a las imposiciones de los imaginarios occidentales con los cuales se construyó


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el discurso histórico y, por qué no, antropológico durante la colonia. En ese sentido, muchos autores han puesto de relieve el protagonismo y la originalidad de diferentes estrategias indígenas en coyunturas de contacto interétnico con sectores hispanos y criollos; sin embargo, algunos trabajos avanzaron específicamente en la crítica acerca de cómo el imaginario de tierra adentro impacta nuestras interpretaciones. Daniel Santamaría (1998) advirtió acerca de la construcción colonial de determinados espacios como “tierra de nadie” o “espacios vacíos” —que aquí asociamos con tierra adentro— evidenciando las implicaciones negativas que tuvo esta visión en la representación del espacio chaqueño. Interpretar como vacía la tierra adentro condujo a la invisibilización de las activas redes mercantiles indígenas que conectaban, en sentido amplio, diversos espacios geográficos y políticos. Este fue un primer aporte para cuestionar el modelo colonial de tierra adentro; la atención unilateral sobre su oposición a la frontera y al espacio colonizado desdibujó la interacción sesgando, también, la percepción de los grupos que los habitaban: los reducidos, amigos y domésticos de las fronteras y pueblos de indios en oposición a los indios libres e “infieles” de tierra adentro. Judith Farberman (2011) reconoce la vigencia de esta dicotomía en las categorías excluyentes de “indios de servicio” e “indios no sometidos” y señala que, si bien esta polaridad evidencia dos estrategias diferentes de relacionamiento indígena, entorpece la percepción de otras posibilidades, ya que no permite dar cuenta, por ejemplo, de situaciones en las que un mismo grupo étnico haya logrado alternar o combinar ambas condiciones, como habría sido el caso de los mataraes en las fronteras chaqueñas de Santiago del Estero. Asimismo, se ha advertido que la rigidez del modelo de tierra adentro, impuesto durante el período colonial y reproducido casi acríticamente entre los investigadores, limitó la visión de las territorialidades indígenas, imponiendo distorsiones sobre la libre movilidad de muchos grupos nativos en el espacio chaqueño que, en sentido amplio, incluye las tierras colonizadas, las fronteras y la tierra adentro (Farberman y Ratto 2014). Ingrid de Jong (2008) aporta nuevas e interesantes reflexiones sobre las consecuencias de seguir basando nuestras interpretaciones en las tajantes dicotomías, instauradas en las fuentes escritas, entre los grupos fronterizos y los de tierra adentro. La autora advierte que, como consecuencia de esta clasificación, se ha tendido a asociar la agencia indígena —entendida como formas de resistencia o estrategias políticas de interacción— casi exclusivamente con las acciones desplegadas por los grupos libres de tierra adentro, lo cual condujo a desestimar los reclamos, el grado de autonomía y las respuestas políticas originales desplegadas por los llamados “grupos amigos”, aun cuando actuaron como mediadores entre el mundo “de los blancos” y el de los indígenas libres de tierra adentro. Todos estos trabajos contribuyeron, en mayor o menor medida, a fijar la atención en la noción de la tierra adentro en particular y en las consecuencias de la reproducción acrítica del lenguaje de las fuentes en el ámbito científico; un lenguaje históricamente situado, políticamente comprometido e imbricado en determinados


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imaginarios culturales en torno a las realidades que son susceptibles de ser observadas. En la actualidad, tierra adentro funciona como una herramienta analítica que nos permite interpretar las relaciones interétnicas desde la Conquista hasta la conformación del Estado nación argentino. Aún no se ha despojado de las viejas referencias empíricas y tampoco se ha terminado de consolidar como un concepto analítico sobre el que exista un acuerdo común, dinámica que pone en evidencia la resemantización de las categorías en las diversas coyunturas histórico-políticas y su impacto en las relaciones sociales.

Consideraciones finales

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En estas páginas encaré el recorrido simbólico-antropológico de la expresión tierra adentro en las fronteras del Chaco durante el siglo XVIII, con el objetivo de analizar el proceso mediante el cual se delinearon, desde el sector colonizador, determinadas formas de percibir el espacio y de categorizar a los grupos indígenas que lo habitaban que, a su vez, permitieron justificar diferentes acciones de sometimiento y ocupación. De esta manera, señalo que los usos y sentidos coloniales de la tierra adentro, debido a su carácter simbólico y a sus expresiones metafóricas, orientaron y movilizaron a los actores sociales en el plano de las acciones; influyeron en el trazado de las relaciones interétnicas, y contribuyeron a justificar las políticas de colonización aplicadas a los grupos insumisos. En un segundo momento, se revisaron los usos de la expresión tierra adentro en la producción bibliográfica de los especialistas en antropología histórica orientados a estos espacios de frontera. Allí, señalamos las consecuencias del uso acrítico de esta terminología heredada de las fuentes, así como los aportes pioneros de algunos autores en torno a la reflexión de la tierra adentro como categoría analítica; aportes que contribuyen a repensar y afinar las herramientas conceptuales y las potencialidades explicativas de nuestros marcos teóricos. Tierra adentro constituye una fórmula conocida cuyo uso, que se remonta a la Conquista, acompañó el paso de los siglos, el cambio de coyunturas políticas y de situaciones de enunciación. No obstante, su largo periplo, los investigadores solemos recurrir a ella de forma pragmática para referirnos a los territorios no conquistados y ocupados por grupos indígenas autónomos al poder colonial. De esta manera, tanto en los escritos del pasado como en nuestras investigaciones, la expresión tierra adentro parece formar parte de un código lingüístico compartido sobre la problemática de las fronteras con los grupos indígenas, que no precisa definiciones para hacer efectiva la comunicación. Sin embargo, he señalado que la univocidad de esta fórmula es más aparente que real y que encubre un campo semántico complejo, variante y multívoco propio del campo de lo simbólico. Atender a esta característica, lejos de tratarse de un purismo del lenguaje, tiene varias implicaciones. En tanto símbolo, como señala Ricoeur ([1965] 1983), requiere siempre de una interpretación; es decir, de una actitud activa por parte del intérprete que le permita desbrozar, entre múltiples significados, el sentido que se pone en juego en cada ocasión. Además, esta vez


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siguiendo a Turner ([1967] 1980), los símbolos se expresan en términos afectivos, incitan a la acción y movilizan a los sujetos implicados en determinadas direcciones. Como he señalado en este trabajo, nombrar como tierra adentro al espacio chaqueño implicó la implementación de todo un conjunto de acciones específicas, orientadas a observar, controlar, conquistar o comprender —según cada contexto histórico— este espacio y sus habitantes indígenas. He puesto el acento en los cambios y las dinámicas de este símbolo, pero también señalo sus persistencias y el impacto sociopolítico de sus usos. Alejada ya de su primera referencia marítima, la tierra adentro del Chaco aludió al territorio ajeno a la Corona, a la presencia indígena, al peligro físico y moral, al desconocimiento, la falta de control colonial y la autonomía indígena. En su dimensión simbólica, la tierra adentro se anudó con la ideología de la Conquista y el imaginario sobre los grupos indígenas insumisos del continente americano: en ella habitaban tanto el buen salvaje en su estado de naturaleza como el salvaje bárbaro e infiel en contra de la civilización; en ella se instauraron los umbrales de pasaje, hacia —y desde— ese espacio “otro”, cuya falta de control efectivo puso en evidencia la amenaza física y cultural asociada al contacto con los grupos insumisos y el efecto contaminante que las misiones religiosas buscaron sanar. En tanto metáforas, estos campos semánticos ejercieron una doble influencia: por un lado, al iluminar lo desconocido desde las categorías del imaginario colonial, ofrecieron una coartada pragmática para conceptualizar el territorio y los grupos indígenas autónomos, así como para elaborar políticas de colonización sobre espacios inexplorados; por el otro, extrapolaron determinadas formas de ver el mundo, pensadas para otros contextos y situaciones, que no necesariamente coincidieron con la experiencia etnográfica en el interior del Chaco y que se cristalizaron en clasificaciones, descripciones y prejuicios de larga duración. En el traspaso de esta expresión propia de las fuentes al lenguaje científico de las investigaciones en historia y antropología, tierra adentro continuó su periplo semántico para convertirse —de manera silenciosa y casi imperceptible— en una categoría analítica. He citado aquí solo algunas de las discusiones que contribuyeron a repensar la conformación conceptual de la tierra adentro y que orientaron la reflexión sobre sus implicaciones epistemológicas; estas dieron el primer paso para comenzar a desmantelar el lenguaje naturalizado y heredado de la Colonia. Si bien me he enfocado en las fronteras coloniales del Chaco —porque en ellas se inscribe mi trayectoria en investigación, de manera que conozco sus fuentes documentales y los procesos de interacción con los grupos indígenas insumisos—, creo que este ejercicio descubrió aspectos comunes que pueden echar luz sobre otros espacios de tierra adentro, en distintas regiones de las extensas fronteras hispanoamericanas. Espero que este trabajo contribuya, en alguna medida, a continuar por ese camino de revisión de las categorías, con la certeza de que comprender los procesos histórico-antropológicos en los que —y por los cuales— se delinearon ciertos modelos de interpretación del mundo permitirá, a su vez, cuestionar los estereotipos sostenidos y reproducidos durante siglos en torno a las comunidades indígenas del continente americano.


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documentos originales del Archivo General de Indias. Tomo II. Madrid: Librería General de Victoriano Suárez. 31. Paucke, Florian. 2010. Hacia allá y para acá (Memorias). Santa Fe: Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe. http://www.espaciosantafesino.gob.ar/ uploads/archivos/ediciones_catalogo/paucke-memorias.pdf 32. Pensa, María Laura. 2017. Los grupos tobas en el Chaco del siglo XVIII. Buenos Aires: Ediciones Periplos-Itinerarios. 33. Quijada, Mónica. 2000. “El paradigma de la homogeneidad”. En Homogeneidad y Nación. Con un estudio de caso: Argentina, Siglos XIX y XX, editado por Mónica Quijada, Carmen Bernand y Arnd Schneider, 15-55. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 34. Quiroz, Daniel. 2014. “Etnografía histórica de la planta ballenera en Isla Guafo [1921-1937]”. Magallania 42 (2): 81-107. http://magallania.cl/index.php/magallania/article/view/622/591 35. Ricoeur, Paul. (1965) 1983. Freud: una interpretación de la cultura. Ciudad de México: Siglo XXI. 36. Rocchietti, Ana María. 2014. “Martha Bechis y la sociología de la Tierra Adentro”. Revista Tefros 12 (2): 212-255. http://www2.hum.unrc.edu.ar/ojs/index.php/tefros/article/view/297/278 37. Roulet, Florencia. 2017. “De la maloca al malón. Las formas de la violencia interétnica y sus representaciones en el ámbito rioplatense”. Ponencia presentada en XVI Jornadas Interescuelas de Historia, 10 de agosto, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina. 38. Roulet, Florencia. 2006. “Fronteras de papel. El periplo semántico de una palabra en la documentación relativa a la frontera sur rioplatense de los siglos XVIII y XIX”. Revista Tefros 4 (2). http://www2.hum.unrc.edu.ar/ojs/index.php/tefros/article/view/128/109 39. Roulet, Florencia y Pedro Navarro Floria. 2005. “De soberanos externos a rebeldes internos: la domesticación discursiva y legal de la cuestión indígena en el tránsito del siglo XVIII al XX”. Revista Tefros 3 (1). http://www2.hum.unrc.edu.ar/ojs/index.php/ tefros/article/view/100/82 40. Sahlins, Marshall. (1985) 1997. Islas de historia. Barcelona: Gedisa. 41. Santamaría, Daniel. 1998. “Apóstatas y forajidos. Los sectores sociales no controlados en el Chaco. Siglo XVIII”. En Pasado y presente de un mundo postergado, editado por Ana Teruel y Omar Jerez, 15-34. San Salvador de Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy. 42. Turner, Victor W. (1967) 1980. La selva de los símbolos. Madrid: Siglo XXI 43. Vitar, Beatriz. 1997. Guerra y misiones den la frontera chaqueña del Tucumán (1700-1767). Madrid: CSIC. Biblioteca de la Historia de América. 44. Vitar, Beatriz. 1995. “Mansos y salvajes. Imágenes chaqueñas en el discurso colonial”. En Visión de los otros y visión de sí mismos, coordinado por Fermín del Pino y Carlos Lázaro, 107-126. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 45. Wright, Pablo. 1998. “El desierto del Chaco. Geografías de la alteridad y el estado”. En Pasado y presente de un mundo postergado, editado por Ana Teruel y Jerez Omar, 35-56. San Salvador de Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy.


“Es gratis, pero es demasiada volteadera” . Percepciones sobre la espera en mujeres que abortaron durante el segundo y tercer trimestre de gestación en Colombia * Laura Parra Rodríguez ** Universidad del Valle, Colombia

https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.05 Cómo citar este artículo: Parra Rodríguez, Laura. 2021. “‘Es gratis, pero es demasiada volteadera’. Percepciones sobre la espera en mujeres que abortaron durante el segundo y tercer trimestre de gestación en Colombia”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 107-131. https://doi. org/10.7440/antipoda42.2021.05 Recibido: 14 de febrero de 2020; aceptado: 26 de julio de 2020; modificado: 15 de octubre de 2020.

*

Este artículo es resultado del trabajo de grado: “Expresiones de la espera en relatos de mujeres con abortos en segundo y tercer trimestre en Colombia” presentado al Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (Cider), Universidad de los Andes, Colombia.

** Magíster en Género de la Universidad de los Andes y Comunicadora Social y Periodista de la Universidad del Valle, Colombia. En la actualidad es profesora cátedra de la Universidad del Valle. Entre sus últimas publicaciones está: “¿Quién me dice que esta historia es verdadera?”. En Historias sin ficción: antología y técnicas de periodismo narrativo en Ciudad Vaga, editado por Kevin García y Julián González. (Cali: Universidad del Valle, 2019): 407-414. * lauramariaparra@gmail.com

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Resumen: este artículo explora las percepciones sobre la espera presentes en los relatos de mujeres que abortaron durante el segundo y tercer trimestre de gestación, en el marco del sistema de salud colombiano y de la Sentencia C-355 de 2006, entre los años 2017 y 2018. A través del análisis cualitativo de las entrevistas, la espera surgió como una categoría que permitió recoger las múltiples temporalidades y las complejas relaciones de las mujeres con las instituciones, desde el ingreso a las Entidades Promotoras de Salud (EPS) hasta la culminación de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Durante este tránsito, algunas de las mujeres entrevistadas sintieron que hubo un buen acompañamiento durante el embarazo y el aborto, y estimaron que los tiempos de espera fueron oportunos. Por el contrario, otras percibieron que las instituciones no les brindaron la información necesaria y que les impusieron tiempos de espera excesivos que desconocieron sus necesidades. La revisión de esas vivencias muestra que las mujeres se enfrentaron a las instituciones, las cuales perdieron legitimidad, y que entre ellas se mantuvo el


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temor a un aborto séptico. Paralelamente, evidencia expresiones voluntarias de la espera que dan cuenta de un uso no unidireccional del tiempo. Así, el presente artículo aporta a la discusión sobre las mujeres que abortan y su relación con el sistema de salud colombiano, el cual establece el ingreso a las EPS como única vía para acceder a dicho procedimiento durante el segundo y tercer trimestre de gestación. Asimismo, resulta relevante para los estudios sobre las temporalidades en contextos institucionales, en la medida en que explora la emergencia de las esperas voluntarias. Palabras clave: aborto legal, Colombia, segundo y tercer trimestre de gestación, Sentencia C-355 de 2006, tiempos de espera. “It’s Free but Too Much like Hard Work.” Perceptions Concerning Waiting Times in Women Who Had Abortions during the Second and Third Trimesters in Colombia

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Abstract: This article explores the perceptions concerning waiting times contained in the stories of women who had abortions during the second and third trimesters of pregnancy, under the Colombian health care system and the terms of Ruling C-355 of 2006, between 2017 and 2018. A qualitative analysis of the interviews revealed that waiting times allowed the collection of data on the multiple temporalities and the women’s complex relations with these institutions, from the time they entered the Entidades Promotoras de Salud (EPS) until the culmination of their Interrupción Voluntaria del Embarazo —IVE— (Voluntary Pregnancy Termination). This article explores the women’s perceptions concerning how long they had to wait, during which time, some of the women interviewed felt that the support they received during pregnancy and abortion was satisfactory, and that the waiting times were appropriate. Others, in contrast, perceived that the institutions did not provide them with the necessary information and imposed excessive waiting times that ignored their needs. The analysis of this experience reveals that the women confronted the institutions, which lost their legitimacy, and that their fear of a septic abortion persisted. At the same time, there is evidence of voluntary expressions of waiting that show a non-unidirectional use of time. This paper contributes to the discussion on women who have abortions and their relationship with the Colombian health system, which establishes admission to the EPS as the only way to access this procedure during the second and third trimesters of pregnancy. It is also relevant for studies on temporalities in institutional contexts, as it explores the emergence of voluntary waiting. Keywords: Colombia, legal abortion, second and third trimester of pregnancy, Sentence C-355 of 2006, waiting times.


“Es gratis, pero es demasiada volteadera” . Percepciones sobre la espera en mujeres que abortaron... Laura Parra Rodríguez

“É grátis, mas é muita enrolação”. Percepções sobre a espera em mulheres que abortaram durante o segundo e o terceiro trimestres de gestação na Colômbia

Palavras-chave: aborto legal, Colômbia, segundo e terceiro trimestre de gestação, Sentença C-355, tempos de espera.

A

mparo utilizaba una inyección anticonceptiva y no se percató de que podía estar en embarazo. Inmediatamente sospechó de su estado, se hizo una prueba de orina y pidió una cita con una organización feminista para recibir información sobre el aborto seguro. Al llegar allí, empezó un camino que creía imposible: que sus razones para abortar estuvieran reconocidas por la ley y que pudiera hacerlo por medio de su EPS. En sus palabras, esto fue lo que sucedió: Empecé a averiguar para poder hacer el procedimiento. Yo no tenía la más mínima idea. Google lo sabe todo, había entidades, fundaciones […]. Entonces

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Resumo: este artigo explora as percepções sobre a espera presentes nos relatos de mulheres que abortaram no segundo e no terceiro trimestres de gestação, no âmbito do sistema de saúde colombiano por meio da sentença C-355 de 2006, em 2017 e 2018. Com base na análise qualitativa das entrevistas, a espera surgiu como uma categoria que permitiu identificar as múltiplas temporalidades e as complexas relações das mulheres com as instituições, desde o ingresso nas instituições prestadoras de saúde até a culminação da interrupção voluntária da gravidez. Durante essa transição, algumas das mulheres entrevistadas sentiram que houve um bom acompanhamento durante a gestação e o aborto, e estimaram que os tempos de espera foram oportunos. Por sua vez, outras perceberam que as instituições não lhes ofereceram informações necessárias e lhes impuseram tempos de espera excessivos que não consideraram suas necessidades. A análise dessas vivências mostra que as mulheres enfrentaram as instituições, as quais perderam legitimidade, e que essas mulheres continuaram a ter medo do aborto séptico. Além disso, são evidenciadas expressões voluntárias da espera as quais mostram um uso não unidirecional do tempo. Este artigo contribui para a discussão sobre as mulheres que abortam e sua relação com o sistema de saúde colombiano, o qual estabelece o ingresso nas instituições prestadoras de saúde como única via para acessar esse procedimento durante o segundo e o terceiro trimestre de gestação. Ainda, resulta relevante para os estudos sobre as temporalidades em contextos institucionais, à medida que explora a emergência de esperas voluntárias.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 107-131 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.05

yo averigüé y todo eso, me dijeron que pasara a consulta y […] oh sorpresa, tienes bastante tiempo. Tienes cinco meses. Hasta ese momento como que caí en cuenta de todo […] Estaba angustiada, pero estaba diciendo va a ser más fácil, va a ser más rápido, […] Cuando me dijeron “es que tienes que irte hospitalizada y tienes que quedarte dos o tres días. Allá te hablan de tres a cinco días”. Y yo, ¿cómo que cinco días?, yo trabajo, ¿cómo hago? Ahí es cuando uno empieza a ver todo el problema encima. (Amparo, 36 años, residente de una zona urbana, 23 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)1

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La cita médica rompió sus ideas acerca del presente al ubicarla en un embarazo de más de veinte semanas, sin posibilidad de un aborto ambulatorio, frente a un proceso que no podía costear, con la necesidad de ir a su EPS y de pedir permiso en su trabajo para faltar unos días. Desde ese día, la decisión de interrumpir su condición estuvo marcada por tiempos institucionales, citas, viajes, lapsos para el efecto de las pastillas y por la finalización de los síntomas del embarazo. Como ella, otras mujeres desconocían que, desde el 2006, en Colombia, el aborto está despenalizado cuando el embarazo es producto de una violación, de incesto o de inseminación artificial; cuando el feto es incompatible con la vida extrauterina, o cuando hay riesgo para la salud o la vida de la mujer (Corte Constitucional 2006)2. Sin saberlo, el primer contacto con las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud (IPS)3, las conduciría a viajar hasta doce horas, hacia municipios desconocidos, ubicados a kilómetros de distancia de sus residencias, para poder interrumpir su embarazo legalmente. A continuación, me propongo presentar las percepciones de la espera que surgieron del análisis de los relatos de diecinueve mujeres sobre sus trayectorias de IVE durante el segundo y tercer trimestre en el país. Desde la despenalización del aborto en Colombia, cada vez más mujeres y personas con capacidad para hacerlo solicitan la IVE (Minsalud y Profamilia 2017; Profamilia 2019) y la aceptación de las causales despenalizadas ha aumentado a un 65 % entre la población del país (Minsalud y Profamilia 2017). Sin embargo, los servicios de IVE todavía no superan el 10 % de los arbortos que se realizan (La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres 2019). Además, la permanencia del aborto dentro del Código Penal colombiano genera confusión, limita el acceso al servicio (González, Melo y Martínez 2019; Prada et al. 2011) y favorece las denuncias contra las mujeres que deciden interrumpir su embarazo, incluso en casos despenalizados 1

A lo largo de esta investigación, los nombres y demás datos sensibles de las mujeres entrevistadas fueron cambiados, a fin de garantizar la protección de su identidad, de conformidad con lo establecido en los consentimientos informados.

2

Corte Constitucional de Colombia (Sala Plena). Sentencia C-355 del 10 de mayo de 2006. Magistrados Ponentes: Dr. Jaime Araújo Rentería y Dra. Clara Inés Vargas Hernández. https://www.corteconstitucional. gov.co/relatoria/2006/c-355-06.htm. Aunque la sentencia emplea la categoría genérica “mujer”, este trabajo reconoce que debe incluir a personas trans y de géneros no binarios que enfrentan embarazos.

3 La diferencia entre las EPS y las IPS radica en que las primeras son las entidades a las que las personas están afiliadas para garantizar el acceso a los servicios de salud que requieren y las segundas son las instituciones donde se prestan los servicios que las primeras contratan. Según la Superintendencia de Salud (2013), es obligación de cada EPS contratar en una IPS la IVE.


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por la sentencia (González, Melo y Martínez 2019). Es más, las mujeres se enfrentan a la presión de familiares y terceros para que desistan de abortar; afrontan barreras administrativas en el sector de justicia y entre los operadores del sistema de salud (Brack, Rochat y Bernal 2017; González y Castro 2016), y sufren violencia obstétrica (Tamayo et al. 2015) ejercida por parte del personal que hace parte de las IPS que ofrecen la IVE. Lo anterior limita el acceso oportuno de las mujeres a las IPS, por el temor a ser señaladas, y hace que reciban menos información sobre la IVE (Ortiz 2016; Vivas, Valencia y González 2016). Además, por el estigma, implica que sean pocos los profesionales que presten el servicio, principalmente, durante el segundo y tercer trimestre (Ortiz 2016). Dicho de otro modo, la despenalización parcial del aborto conlleva profundas contradicciones; la IVE se presta a las mujeres afiliadas a las EPS o a aquellas que no estén afiliadas e ingresen por urgencias, pero las barreras aumentan en la medida en que la edad gestacional se incrementa. Esta situación parece afectar mayormente a las mujeres provenientes de zonas rurales y de municipios donde no hay estos servicios, pues deben recorrer grandes distancias para ser atendidas y no tienen acceso a tantas fuentes de información (Prada et al. 2011; Minsalud y Unfpa 2014). En este contexto surgió la pregunta por las percepciones de la espera en las mujeres que lograron acceder a la IVE, durante el segundo y tercer trimestre de gestación, tanto aquellas que debieron desplazarse desde sus municipios para lograrlo como aquellas que residían en la misma ciudad, desde su ingreso a las EPS hasta la culminación de sus síntomas. Las experiencias de las mujeres que abortan en América Latina han sido ampliamente estudiandas y subrayan como decisivas las condiciones económicas en relación con el aborto inseguro y con la búsqueda de recursos para interrumpir el embarazo (Chaneton y Vacarezza 2011; Szwarc y Fernández 2018; Zamberlin y Raiher 2010; Zamudio, Rubiano y Wartenberg 1999). Asimismo, se ha explorado el papel del cuerpo en las vivencias de aborto (Amuchástegui 2013; Rostagnol 2015), las experiencias con misoprostrol (Lafaurie et al. 2005; Szwarc y Fernández 2018) y el rol de los varones en las trayectorias de aborto (Chaneton y Vacarezza 2011; Petracci et al. 2012; Viveros y Navia 2012). Paralelamente, otros estudios han indagado las percepciones del personal médico sobre el aborto; entrevistas en Colombia y Uruguay afirman que este apoya la legislación, sin que esto signifique un trato sensible hacia las mujeres (Laza y Castiblanco 2017; Minsalud y Unfpa 2014; Rostagnol 2015). Además, se han preguntado acerca de las prácticas de objección cotidianas de médicos que no se consideran como objetores (Serna, Cárdenas y Zamberlin 2019). De manera complementaria, Ramón y Cavallo (2018) concluyen que la decisión de abortar de las mujeres se ve limitada en las legislaciones con despenalización, al exigir certificar una causal, y que la despenalización parcial dificulta la comprensión de los casos, el registro y la difusión del derecho al aborto.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 107-131 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.05

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En cuanto a las vivencias en los servicios de salud, existen públicaciones que se refieren a los lapsos de tiempo sin recibir atención y a la negación de exámenes en el caso de las mujeres argentinas (Comes y Stolkiner 2005; Petracci, Romero y Ramos 2002; Szulik y Szwarc 2015). A estos trabajos se suman aquellos que indican que las mujeres reciben poca información sobre los servicios de salud sexual y reproductiva. Adicionalmente, Ortega et al. (2017) estudiaron las percepciones de la espera en personas trans en Buenos Aires, que enfrentaron barreras para ingresar o permanecer en tratamientos de hormonización y cirugías. Esta situación cobra relevancia, porque al igual que en la IVE, estos procesos generan tabúes, estigmas y relaciones complejas con personal que no está sensibilizado. Particularmente, en Colombia, las investigaciones se han preguntado por las mujeres a las que les ha sido negada la IVE (DePiñeres et al. 2017; Ortiz 2016) y por aquellas que han vivido obstáculos para acceder a dicho procedimiento (Baum, DePiñeres y Grossman 2015; González y Castro 2016). Sobre las percepciones temporales, otras autoras señalan los efectos de las legislaciones concernientes a los periodos de espera para acceder al aborto, y destacan que las mujeres sufren violencias estructurales (Finer et al. 2006; Gentil 2014; Rowlands y Thomas 2020). Igualmente, se han caracterizado las razones que llevan a las mujeres a abortar durante el segundo y tercer trimestre, destacando: la no detección del embarazo, las dificultades para la toma de decisiones y las restricciones económicas para acceder al servicio, o para trasladarse a ciudades o países con hospitales especializados (Beynon-Jones 2012; Finer et al. 2006; Ingham et al. 2008; Jones y Finer 2012; Purcell et al. 2017). Otro campo ha estudiado el rol de las imágenes ecográficas en la subjetivación del feto y en la decisión de aborto en mujeres con diagnósticos de malformación (Ferreira da Costa et al. 2005; Graham et al. 2008; Ivry 2009; Lafarge, Mitchell y Fox 2014). Particularmente, Beynon-Jones (2012, 2017) hace una crítica a los téminos de embarazo tardío o embarazo avanzado, al aludir a un tiempo menos correcto para abortar. Con este trabajo me adhiero a esta perspectiva, al problematizar la concepción de la espera únicamente como una práctica obstaculizadora y retardante.

Abordaje teórico de la espera En el estudio sobre los tiempos de espera predomina una corriente que la concibe como parte de las lógicas burocráticas. Dicha corriente está representada por autores como Scribano (2010), para quien la espera es un mecanismo de soportabilidad que evita el conflicto social. En esa misma línea, Auyero (2012) determina que la espera se vive según la clase social y que las personas aprenden a mantenerse en tiempos arbitrarios e impuestos por la burocracia estatal como requisito para acceder a sus derechos. Su postura arroja luces sobre los efectos de los tiempos que las instituciones asignan a las personas, sin que sea suficiente para rastrear las acciones que las mujeres realizan para contrarrestarlos, para este autor, tales acciones hacen parte de la estructura de dominación. En contraste, Pecheny (2017) plantea la espera


“Es gratis, pero es demasiada volteadera” . Percepciones sobre la espera en mujeres que abortaron... Laura Parra Rodríguez

Metodología El propósito de la investigación surgió a partir de la exploración de las trayectorias espaciales y temporales de mujeres que se realizaron abortos durante el segundo y tercer trimestre de gestación. El énfasis en la percepción de la espera de las mujeres me llevó al terreno de las metodologías cualitativas y me condujo a elegir el modelo de entrevista semiestructurada, pues este me permitía tener una base de temas para abordar y adaptar las preguntas durante el diálogo. En consecuencia, construí un

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como una relación dinámica en la que el hacer esperar puede pasar de un actor a otro y donde quien hace esperar tiene el control de la relación. De manera cercana a esta mirada, Szwarc y Fernández (2018) destacan la angustia y el despliegue de estrategias que rompen las lógicas temporales de la maternidad, entre las mujeres de Buenos Aires que buscan abortar en la clandestinidad. De allí que me parezca indispensable que Mathur (2014), en su estudio sobre los tiempos burocráticos en Gopeshwar (India) aclare que las instituciones viven procesos de espera, entre dependencias y con instituciones de mayor rango, y que estos lapsos internos dilatan las respuestas a la ciudadanía y conllevan a la sublevación y deslegitimación del Estado. Dicha visión es compartida por Bear (2014), quien enfatiza que el futuro es un frente de disputa entre actores y que lo que pudo suceder tiene efectos materiales en las personas. Ambas autoras refutan a Auyero (2012), y apuestan a que la espera no es solo pasiva, sino que puede impulsar el conflicto. Las temporalidades y los enfrentamientos por el futuro han sido estudiados desde la perspectiva de género, estas enfatizan que los discursos de las instituciones médicas, científicas, legales y religiosas sostienen los órdenes de género e imponen la maternidad como destino, así como los tiempos reproductivos para embarazarse y para abortar (Beynon-Jones 2012; Franklin 2014; Gentil 2014; Petchesky 1987). La imposición se expresa en lapsos de asignaciones de citas, legislaciones sobre los periodos de espera para acceder al procedimiento, tiempos límites para recibir atención, horas de desplazamiento para la atención y en el logro o no del aborto (Beynon-Jones 2017, 2012; Erdman 2017; Leichtentritt 2011; Szwarc y Fernández 2018). En lo que concierne a esta investigación, el marco temporal de análisis está definido por los cinco días que establece el Ministerio de Salud y Protección Social, en los protocolos, como tiempo máximo que debe transcurrir entre la solicitud de la IVE y el procedimiento de interrupción (Minsalud 2016). Este marco temporal y su constante incumplimiento coexisten con la emergencia de otras temporalidades, como la interpretación del número de semanas y las proyecciones de futuro que tienen las mujeres. En contraste con las propuestas docilizantes de Auyero (2012), el panorama encontrado evidencia que las mujeres que abortaron no esperaron de manera paciente, por el contrario, discutieron, manifestaron críticas e idearon estrategias y planes de uso del tiempo para lograr abortar de manera segura dentro del sistema de salud.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 107-131 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.05

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guion con preguntas e hitos (Valles 1999), a partir de los cuales retomé aspectos trabajados por Szwarc y Fernández (2018) y Purcel et al. (2017). Al finalizar las entrevistas, la espera emergió como una categoría propia que recogía las experiencias temporales y contrastaba la visión de quietud de las mujeres, en respuesta a mi interés por evidenciarlas como sujetos que actúan. Solicité el apoyo de compañeras militantes feministas y de trabajadoras de la salud, quienes preguntaron a las mujeres de sus círculos si querían participar en la investigación. Debido al rango y a la zona de trabajo definida, todas las mujeres con quienes tuve contacto fueron atendidas en la misma IPS de carácter público. Después de recibir las primeras confirmaciones, acordé conocer a mujeres de dos departamentos: Valle del Cauca y Nariño, con el fin de tener la posibilidad de viajar a sus municipios y reconocer las implicaciones de sus desplazamientos. Para más de la mitad de las entrevistas hice los mismos viajes de las mujeres; durante estos recorridos ajusté preguntas y tomé notas sobre el trayecto y sus lugares de origen. De un total de diecinueve mujeres que respondieron, quienes habían abortado entre 2017 y 2018, dieciocho lo habían hecho durante el segundo y tercer trimestre de gestación, mediante asistolia cardiaca fetal y terminación con pastillas o cesárea. Una de ellas lo hizo durante el primer trimestre, pero fue contactada porque residía en el municipio definido para la IVE y porque conoció a la IPS durante la experiencia de un parto anterior. Es importante señalar que diecisiete de las mujeres entrevistadas tuvieron que viajar para poder acceder a la IVE y que solo dos de ellas residían en el municipio donde se les practicó el procedimiento. En relación con la causal, tres mujeres ingresaron por incompatibilidad del feto con la vida extrauterina, una por abuso sexual y quince porque el embarazo representaba riesgo para su salud o su vida. No obstante, resulta problemático diferenciar a las mujeres por la causal de IVE, porque la causal de riesgo para la salud o la vida incluye tanto a mujeres decididas a interrumpir, como a otras que modificaron su decisión durante el transcurso del embarazo. Estas diferencias pueden ser abordadas en trabajos futuros que exploren en detalle las distintas trayectorias. Adicionalmente, tampoco es posible descartar que entre las mujeres entrevistadas hubiesen más casos de abuso sexual sin ser reportados como tal. Estoy convencida de que las mujeres tienen razones para abortar, más allá de la causal bajo la cual fueron clasificadas, y busco evitar lecturas que justifiquen unas causales más que otras; en consecuencia, opto por describir cada situación de manera particular. Todas las entrevistas se llevaron a cabo durante el 2018, a lo largo de encuentros individuales con cada una de las mujeres que accedió a participar. Dichos encuentros permitieron despejar dudas y dar detalles sobre la investigación, así como concertar el tratamiento de la información, según las distintas percepciones de riesgo. Por solicitud expresa de las mujeres, diciseis entrevistas fueron grabadas y tres registradas unicamente mediante apuntes. Al finalizar cada entrevista, tomé notas y grabé mis impresiones sobre lo recordado. Posteriormente, en el análisis seguí a Packer, para quien el investigador cualitativo está activamente involucrado


“Es gratis, pero es demasiada volteadera” . Percepciones sobre la espera en mujeres que abortaron... Laura Parra Rodríguez

en la lectura de las entrevistas, pues “sus preconcepciones son un recurso clave para comprender y articular este material” (2013, 117). A partir de la escucha y revisión de notas de cada entrevista, elaboré un sumario por relato con impresiones, conceptos clave, recurrencias y excepciones en cada narrativa; luego hice la respectiva trascripción parcial. A continuación, presento un ejemplo del análisis de un fragmento del relato de Luisa sobre su acercamiento a la EPS, el cual evidencia la importancia de la percepción de futuro y de los lapsos de espera: Investigadora: ¿Tú mamá te recomendó la cita con el ginecólogo? Luisa: Sí, me [la] recomendó, porque esperando la EPS, lo peor. Es un lío para pedir una cita y mi mamá dijo no podemos esperar más tiempo, vámonos de acá [de la EPS]. Entonces definitivamente no, mi mamá dijo: “por allá no podemos porque hay mucho tiempo de por medio. Necesitamos saber cuánto tiene porque usted tiene que tomar unos suplementos” […] “Acuéstate vamos a hacer una ecografía intravaginal. No, ya no se puede, está muy grande”. Entonces yo quedé así [asustada]. Lloré. Esa fue mi primea imagen, nunca me tocó que la semillita. Ya me tocó grande, formado. (Luisa, 20 años, residente de una zona urbana, 24 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

Manifestaciones de la espera Certificación de la causal y certeza de la IVE En primera instancia, las mujeres se acercaron al personal médico por diversos motivos: buscaban las causas a sus síntomas, pues creían estar enfermas; querían ingresar a controles prenatales o necesitaban información para interrumpir sus embarazos. En general, el contacto con las IPS originó noticias “inesperadas” que rompieron sus ideas de presente, maternidad y tiempo gestacional (Beynon-Jones 2017; Chaneton y Vacarezza 2011), al ubicarlas cerca o lejos del aborto, en una IVE no ambulatoria o en el fin del embarazo. Siete de las mujeres entrevistadas iniciaron trayectorias para continuar sus embarazos y doce de ellas para interrumpirlos. No obstante, quince manifestaron que el embarazo rompió sus planes de futuro y que no esperaban ser madres o gestar de nuevo.

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El análisis de este fragmento revela temporalidades expresadas en: 1) los días que transcurren mientras se asigna la cita, que pueden conducir a optar por un prestador privado para evitar la espera y 2) los tiempos futuros construidos como la proyección de suplementos a tomar y la idea de ver al cigoto y no a un feto formado. En consecuencia, la espera emergió en los relatos en alusión al futuro, a la arbitrariedad del tiempo, a los lapsos voluntarios que permitieron alcanzar objetivos. Para contener el despliegue de posibles eventos que no ocurrieron presento el análisis por hitos, dentro de la trayectoria lineal, desde el ingreso a las EPS hasta la desaparición de los síntomas.


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Entre las mujeres decididas a interrumpir hubo una diferencia marcada. Aquellas que ingresaron a IPS especializadas en salud sexual recibieron la certificación de la causal y fueron remitidas internamente a sus EPS, donde les asignaron una IPS para IVE, según las semanas de embarazo; fue el caso de Amparo, a quien mencioné en la introducción. Sin embargo, la mayoría de las mujeres que ingresaron por sus EPS no recibieron la certificación el mismo día. Por ejemplo, Yuliana evitó durante meses ir al médico, para no entrar a controles prenatales y luego se acercó por una gripa muy fuerte. Después de que el médico le ordenó una ecografía para diagnosticar el embarazo, ella buscó a la psicóloga y solicitó su ayuda para interrumpirlo: Hablé con la psicóloga, ella me dijo que era muy riesgoso y que en Pasto no se podía hacer que ya tocaba en Cali o en Bogotá […] me dio la orden para hacer la ecografía y viajé a Pasto para poder hacer el procedimiento […]. Allí, solamente me hicieron la ecografía y de allá me mandaron la cita. (Yuliana, 19 años, residente de una zona rural, 28 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

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Si bien el primer médico que la atendió no mencionó su derecho a la IVE, la psicóloga prometió ayudarla y, en menos de una semana, Yuliana estuvo segura de que accedería al procedimiento y sus síntomas de depresión mermaron. No manifestó que existieran barreras en el proceso, como tampoco lo hizo Helena, quien tiene una hija con discapacidad y cuyas ecografías dieron cuenta del complicado estado de salud del feto. Esta señal la llevó a actuar inmediatamente y a “no esperar”: Cuando vi que estaba enfermito no esperé a la otra cita. Yo me adelanté, me fui rápido. “Vea mi bebé viene mal”. Busqué a la enfermera y ella me dijo: — “no hay derecho”. (Helena, 44 años, residente de una zona rural, 23 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

En medio de este panorama, la espera no fue una actividad solitaria. Helena estableció relación con su red de apoyo y con el sistema de salud, que respondió a la premura. De hecho, Yuliana y Helena fueron de las pocas mujeres que no expresaron barreras en relación con la posibilidad de interrumpir el embarazo. Del total de mujeres entrevistadas, nueve recibieron información sobre la IVE el mismo día, pero solo una de ellas obtuvo, al mismo tiempo, la certificación de la causal. Sin embargo, aunque vivieran tiempos de espera, tener la certeza de poder interrumpir su estado evitó que sintieran angustia. En contraste, las diez mujeres que percibieron el tiempo entre trámites institucionales como un cronómetro (Beynon-Jones 2017), por la inminencia del parto, recibieron certificación de la causal de que el embarazo constituía un riesgo para la salud o la vida. Entre ellas Kelly, quien se acercó a la EPS después de un intento fallido de aborto autogestionado. Allí le ordenaron una ecografía para conocer tanto su estado de salud como el del feto y confirmar las semanas de embarazo. La médica que la atendió le comentó sobre la sentencia, pero no le aseguró que tendría


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derecho al procedimiento. Durante las semanas siguientes sintió que los lapsos institucionales no se ajustaban a su necesidad: Kelly: Primero el médico me mandó a hacer una ecografía por la EPS, porque yo tenía una particular, y la EPS solamente las hacía los miércoles, y yo fui a la cita el miércoles. Me tocó esperar hasta el otro miércoles a que me la hicieran […]. Para las citas tocaba madrugar, porque solo daban dieciocho cupos […] y decían que a veces llegaban sesenta personas. Me tocó levantarme como a las 3:30 […] Investigadora: ¿En esos exámenes se te fueron tres semanas? Kelly: Sí. Después me llamaron de la EPS que necesitaban todo, la historia clínica de la psicóloga, pero no me la quisieron dar ahí, que tenía que esperar ocho días hábiles en archivo. (Kelly, 18 años, residente de una zona urbana, 24 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

Ellas [la enfermera jefe, una médica y la gerente del hospital] me llevaban a terapia para que yo no lo hiciera: — “Te voy a explicar lo que es, esto es malo, no puedes volver a tener hijos o te puedes morir en el procedimiento”, — “yo no lo quiero tener” les dije. Cada vez que bajaba al hospital, que me llamaban, solo era para la cita con la psicóloga y la psicóloga […] Yo les decía — “es que no lo quiero tener, ayúdenme”. […] Se demoraron una semana en darme los papeles, el tiempo pasaba y cuando ya fui a la IPS me dijeron que por qué yo no había hecho rápido el procedimiento, yo les dije que en el centro de salud no me lo querían dar. (Camila, 19 años, residente de una zona rural, 29 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

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Corte Constitucional de Colombia (Sala Octava de Revisión). Sentencia T-841 del 3 de noviembre de 2011. Magistrado Ponente: Dr. Humberto Antonio Sierra Porto. https://www.corteconstitucional.gov.co/ relatoria/2011/t-841-11.htm

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Superintendencia Nacional de Salud. Circular Externa 003 del 26 de abril de 2013, por la cual se imparten instrucciones sobre la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), en aplicación de la Constitución Política de Colombia. (Diario Oficial n.° 48.776 del 29 de abril de 2013). https://www.consultorsalud.com/ wp-content/uploads/2014/10/circularexterna003de2013snsinterrupcionvoluntariadelembarazo.pdf

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Kelly ya había solicitado la IVE y las esperas que vivió —alrededor de quince días entre citas y trámites administrativos— fueron consideradas múltiples barreras, derivadas de fallas institucionales (González y Castro 2016), que incumplen los cinco días que establece la Sentencia T-841 de 20114 y la Circular Externa 003 del 26 de abril de 20135. Kelly asoció el tiempo transcurrido a la incertidumbre (Szwarc y Fernández 2018), a la necesidad de que la lectura de la ecografía arrojara que sí podía abortar y a lapsos excesivos usados en trámites que intentó disminuir —madrugar y esperar de 3:30 a. m., a 6:30 a. m.— para no dilatar su situación. Algo similar le ocurrió a Camila, cuando postergaron su remisión para la ecografía con una IPS que presta servicios de IVE. Ella esperó durante una semana, a que a las funcionarias terminaran de hablar y de violentarla para reiterar decisión:


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La violación de los derechos de las mujeres hace parte de las barreras (González y Castro 2016) que llevaron a Camila a percibir los días como largos y a detonar conflictos con el personal institucional (Mathur 2014), primero en el puesto de salud donde fue atendida y luego en la IPS a la que fue remitida para la ecografía e IVE. Ella no fue disuadida ni actuó dócilmente, sino que recalcó su decisión, hecho que contrasta con la visión docilizante de Auyero (2012). Es más, fue reprendida por el personal de la IPS a la que fue remitida para iniciar la IVE, por acercarse “tarde”, en alusión al número de semanas de embarazo. Este ignoró su historia como mujer rural que desconocía la despenalización del aborto y la existencia de IPS dedicadas a prestar servicios de salud sexual y reproductiva, por fuera de la remisión de la EPS, y asumió que ella había tenido control absoluto sobre su cuerpo, la anticoncepción y la proyección de los tiempos correctos para acceder al procedimiento. La situación descrita permite entender que la legalidad parcial ha llevado a calificar tiempos y trayectorias como adecuadas o inadecuadas. Además, remite al planteamiento de Beynon-Jones (2017), para quien la interpretación del número de semanas como algo “tardío” dificulta construir narrativas sobre la posibilidad del aborto, durante el segundo y tercer trimestre, e impone trayectorias con tiempos adecuados para acercarse al médico (Szwarc y Fernández 2018). Aquí, es revelador que el juicio por el tiempo de embarazo lo haga un prestador que se asume como garante de la IVE y recuerda las objeciones sutiles que evidencian Serna, Cárdenas y Zamberlin (2019). En Camila se destaca su decisión de mantenerse dentro del sistema de salud, pues otras mujeres desisten ante las violencias desplegadas por el personal de salud (González y Castro 2016; Ortiz 2016). Ella partió de que el personal estaba capacitado para terminar su embarazo y esa posibilidad la hizo pensar en concluir el proceso; decidió volver cada vez que la llamaron, así sospechara de intentos por disuadirla, y reclamar por el tiempo de espera y lo vivido (Bear 2014; Mathur 2014). Se enfrentó al personal y sintió rabia al llegar al prestador privado de la ecografía, y descubrir que la IVE era un derecho que podría habérsele garantizado desde el primer día. Esto la llevó a calificar el tiempo como perdido, pues después de lo recorrido, la IPS privada le comunicó que debido a su edad gestacional no podía atenderla y tramitó su solicitud ante la EPS, para que esta encontrara otra IPS que prestara el servicio. Por otra parte, algunas de las mujeres que ingresaron a sus EPS por controles prenatales relataron como barreras los extensos lapsos de tiempo para la remisión a ecografías detalladas y amniocentesis. Por tanto, aquellas que contaban con capacidad de pago cubrieron estos exámenes por cuenta propia. Anteriormente me referí a Luisa, pero también está Beatriz, quien acudió a un prestador privado porque la ecografía no había sido agendada. Allí le informaron sobre la Sentencia C355 y le sugirieron solicitar la IVE. Ella identificó una barrera en el hecho de que una funcionaria de su EPS no le quisiera aprobar la ecografía ni dar información sobre la IVE: Yo ya pillé que se me quedaba mirando raro [el profesional que realizó la ecografía] y yo — “Diosito, qué será, qué pasará” y pregunté […] — “Tenemos un problema


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mija, a la niña se le ha entrado el líquido a la cabecita […] le está perjudicando harto al cerebro. Ahora mismo te vas para allá y pides una ecografía de todo, si te dicen que no, que para qué. No te paras de ahí hasta que no te la den, dices — “Yo tengo derecho a una ecografía detallada”. [Cuando ella llega dice] “hágame el favorcito y no me voy hasta que me la mande”. (Beatriz, 40 años, resiente de una zona urbana, 30 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

Al leer la primera versión del documento de mi tesis, Beatriz volvió a enfatizar el hecho de que hay personal que “se guarda la información” y que a ella le tocó presionar para tener derecho a la IVE. A partir de esto, insisto en que una expresión de la espera está relacionada con el uso del tiempo como estrategia para retomar el control de las propias trayectorias y evidencia lo que las mujeres esperaban que sucediera como crítica retrospectiva al trato recibido. El choque de lo posible con los lapsos de tiempo sin atención o con falta de información sobre la IVE alimentaron las discusiones, enfrentamientos y quejas ante el personal de salud. El conflicto máximo se dio cuando la espera invertida se percibió como perdida e innecesaria. Es el caso de Sandra quien, durante su primer trimestre de embarazo, pasó más de dos semanas intentando acceder a una ecografía que, de no haber sido errónea, le habría permitido interrumpir antes su estado:

Como relata Sandra, mientras las mujeres logran acceder a servicios diagnósticos e información sobre la IVE, aumentan las semanas, el riesgo de que el embarazo sea descubierto por terceros (Beynon-Jones, 2017; Szwarc y Fernández, 2018), el cariño por el feto y las posibilidades de una IVE no ambulatoria. Estas condiciones, sumadas al maltrato, parecen ser el costo que las instituciones cobran por el acceso al procedimiento. El hecho de que algunas mujeres recibieran información oportuna y otras no evidencia que el acceso a la IVE parece depender de la aceptabilidad o no del aborto, por parte del personal de salud. Adicionalmente, todas las mujeres creyeron que solicitar la IVE conllevaba a la respuesta inmediata de sus EPS. Un caso especial es el de Viviana, quien recibió el diagnóstico de malformación congénita incompatible con la vida extrauterina durante la semana venticuatro e inmediatamente la informaron sobre la IVE. Al principio Viviana descartó interrumpir su embarazo, pero lo reconsideró cuando el diagnóstico de su bebé no mejoró:

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Cuando me enviaron la ecografía […] me dijeron que me tocaba esperar dos meses; que si no, que me fuera para otro hospital, y me la programaron como a los quince días. Allá no me hicieron la ecografía adecuadamente. Se suponía que en esa ecografía debía salir cualquier anomalía o enfermedad […] Es gratis. No, nunca me cobraron un peso, pero es demasiada volteadera. Imagínese, me hicieron el único examen que me tenían que hacer y no me lo hicieron como debían hacerlo. De haberlo hecho a temprana edad, imagínate, me había yo evitado todos estos meses, yo con esa ilusión tan grande. (Sandra, 35 años, residente de una zona urbana, 22 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)


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Después yo me hice a la idea de que todo iba a estar bien, que iba a ser un milagro, porque mi abuela me dijo que todo era posible. Yo era: todo es un milagro. […] Me llevaron a todas las iglesias habidas y por haber —cristianas y católicas— […] Me dijeron vaya y ponga el ramo del matrimonio a la virgen de no sé qué, entonces yo subí hasta allá y se lo puse. (Viviana, 28 años, residente de una zona urbana, 29 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

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Esperar para acceder al aborto le permitió a Viviana desplegar otros recursos y amplió su capacidad de acción. Hecho que conduce a cuestionar la espera como una imposición (Auyero 2012; Pecheny 2017), pues ella no dio indicios de arrepentirse de abortar en la semana veintinueve. Es más, se acercó segura, el prestador médico la recibió y programó, dentro de los cinco días estipulados, la interrupción, un tiempo que consideró prudente. Viviana asumió que la EPS iría a su ritmo porque era ella quien decidía abortar o no. Camila y Beatriz también creyeron que las EPS debían ir a su tiempo, pero, al contrario de lo que ocurrió con Viviana, el personal médico y administrativo asumió que la decisión era de ellos. Este hallazgo coincide con otros trabajos sobre el rol de los prestadores de salud (Ramón y Cavallo, 2018; Rostagnol 2015; Serna, Cárdenas y Zamberlin 2019) y con la idea de que el personal médico establece barreras al tratar a las mujeres de manera diferente, según la causal para la IVE (Serna, Cárdenas y Zamberlin 2019; Laza y Castiblanco 2017).

Esperar la programación de la cita Después de tener la certificación de la causal, las mujeres esperaron la confirmación del día en que se les practicaría la IVE. La citación fue sorpresiva, pues les avisaron con un día, máximo tres días, de antelación, sin que tuvieran la posibilidad de sugerir cambios de fecha, ni de elegir el municipio u hospital. En consecuencia, la citación irrumpió sus agendas, al mismo tiempo que reflejó el manejo del tiempo descrito por Auyero (2012), como revela el siguiente fragmento del relato Luisa en torno a su reacción al conocer la fecha de la IVE. — “Vea que mañana tiene que estar allá”. Era como el medio día. Entonces, cómo vamos a viajar de un momento para otro, — “que si no pierden el turno”.

Entonces, que hay otro turno para la otra semana. Mi mamá no podía dejar el trabajo tirado, el dinero que teníamos que conseguir para viajar. No, fue bien difícil […] Yo le dije a mi mamá, hagamos las cosas con calma, no podemos irnos a la loca. No sabemos a dónde vamos a llegar, no conocemos nada. […] Nosotros esperábamos que de la EPS nos respaldara, era un caso en el que yo a duras penas podía caminar […] A duras penas me daban el pasaje en bus a mí sola. (Luisa, 23 años, residente de una zona urbana, 24 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

El conflicto narrado por Luisa desplaza la discusión del tiempo como efecto de las barreras, para dar relevancia a la incertidumbre que manejó la EPS. Pese a que ella presionó a la entidad, porque su salud estaba en riesgo, destacó negativamente


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la asignación repentina y decidió esperar una semana, al igual que en el hito previo, donde las mujeres aludieron a la necesidad de tener certeza sobre la IVE para planear sus vidas y supusieron que podrían elegir el día de la atención, porque la decisión de asistir era de ellas. Decisión que al final tomaron las IPS. Adicionalmente, en su relato expresó la necesidad de que la EPS cubriera los gastos de su acompañante. Aunque los protocolos de atención son iguales para todo el país, no todas las EPS del régimen subsidiado cubren los gastos del acompañante ni los viajes interdepartamentales que, en este caso, fueron de hasta doce horas por tierra. En contraste, la mujer del departamento de Nariño, afiliada al régimen contributivo, viajó en avión con su acompañante. Lo anterior tiene el agravante de que las mujeres rurales enfrentaban mayores inconvenientes con el transporte: asumían los costos de los viajes a la ciudad para los exámenes previos y de algunos trayectos para llegar a los municipios donde se les realizaba el procedimiento. Por ejemplo, Camila no asistió a su primera cita por falta de dinero y pensó que no tendría problemas para agendarla de nuevo, pero fue reprendida por una funcionaria de la IPS. Finalmente, asistió a su segunda cita con el apoyo económico de un fondo feminista.

En este hito, la espera se asoció con la proyección de un futuro incierto y la vivencia de una decisión arbitraria, sin otra alternativa distinta que la de confiar o prever estrategias legales. Después de la asistolia fetal, la mayoría de las mujeres terminaron el proceso de IVE con medicamentos y solo algunas con cesárea. Quienes vivieron cesáreas manifestaron que la duración del procedimiento fue adecuada, porque después de la asistolia fetal pasaron al quirófano y luego a recuperación; mientras que quienes usaron medicamentos narraron las horas, los días y el tiempo que pasaron internas como excesivo y angustiante. Más allá de la distancia temporal experimentada por unas y otras, la diferencia estuvo en que entre quienes culminaron mediante medicamentos persistió la idea de la IVE como una práctica peligrosa (Leichtentritt 2011; Rostagnol 2015), pues los síntomas corporales y el dolor evocaron las historias sobre los abortos clandestinos. El relato de Camila refleja la situación desesperante que enfrentaron también otras mujeres que no sabían cómo acelerar el proceso: Mi procedimiento fue muy largo, a mí me colocaron como ocho pastillas y a mis compañeras solo dos pastillas […] en ese hospital quedé sola, en esa camilla quedé. Ahí yo ya me sentí mal porque dije — “¡solita y nadie que me ayude! ¡ayúdenme!”, del dolor que me daba. Llegaba la doctora y me decía — “No, todavía te falta”, yo lloraba, dije — “me voy a morir”. Me dolía durísimo eso. […] Yo podía hablar por el celular […] [imita llamada de su apoyo feminista] “Hola Camila, hablas con la que te hizo el giro. ¿Cómo va tu procedimiento? ¿cuántas pastillas llevas?” — “cinco” — “¿todavía nada? ¿No te has sentido mal? No te preocupes que esto va a

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Inicio y culminación de la IVE


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salir bien, le voy a prender unas velitas a la virgencita y voy a rogar por ti para que te puedas desocupar rápido”. Ella me daba ánimo y después seguían metiéndome pastillas y pastillas y nada, nada. (Camila, 19 años, residente de una zona rural, 29 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

Cuando Camila se dio cuenta de que el tiempo de la IVE dependía de su cuerpo, esperó la comprensión y el acompañamiento de las enfermeras y auxiliares, mientras sucedía la expulsión del feto. Sin embargo, la ausencia de estas la hizo percibir los días como largos y violentos, un fenómeno que ya ha sido documentado en Colombia (Tamayo et al. 2015). Del lado opuesto, el acompañamiento feminista le ayudó a construir otra narrativa sobre el aborto, conforme a lo relatado por Szwarc y Fernández (2018). La reticencia de la violencia expresada en el tiempo sin atención fue compartida por Sandra:

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[…] Les dije — “revísenme, por favor”. — “No todavía no. Tienes que aguantar, tienes que ser berraca, esto todavía no es el tiempo”, — “ehh, revísenme”, le dije yo así. — “No, que todavía no era tiempo” […] — “Si rompí fuente es porque ya va a nacer”, –no, todavía no. Aguanta, tenés que aguantar” se fueron. […] Yo dije — “yo voy a parir en el baño sola”. Afortunadamente una señora [auxiliar] me alcanzó a ver. (Sandra, 43 años, residente de una zona urbana, 22 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

En el relato de Sandra emerge la alusión a un tiempo propicio para abortar, que no ha llegado y que ella debe esperar —el personal de salud fue quien decidió cuándo “estaba lista”—. La descripción del procedimiento de aborto refleja ambigüedad, similitudes y distancias con el trabajo de parto (Purcel et al. 2017), como ilustra Sandra al mencionar que va a “parir”. A lo largo de todas las narrativas escuchadas, pareciera que la única lectura posible de la temporalidad correcta (semanas de embarazo, momento de acercarse a la IPS y tiempo adecuado para la expulsión) proviene del personal de salud, que no considera la experiencia corporal ni los cálculos de las mujeres. Durante el hito inicial, la narración de Sandra también ejemplifica una contradicción, pues, aunque el cuerpo de las mujeres “escondió” los síntomas del embarazo, la IPS reveló la verdad, pero se desconoció el hecho de que se sentían listas para la expulsión. La violencia tampoco fue lineal. La mayoría de mujeres que refirieron encuentros con gestantes consideraron violento compartir el mismo piso o el baño con estas. Al preguntarle a Amparo por las recomendaciones que quisiera implementar, la primera de ellas fue la privacidad asociada a la estigmatización social de la IVE. Es muy incómodo que nosotras no los vamos a tener y ver paseando barrigas por todo lado. Asumo yo que es una forma de mostrarte qué vas a hacer. La verdad a mí me parece muy cruel en ese sentido. […] después es un cuarto donde hay bastantes camas y en la entrada tiene un letrero grande que dice IVE […]. Todo el mundo pasa mirando, así como los bichos raros […]. Pero yo digo, si vos estás es una profesión de esas tenés que respetar, podes no estar de acuerdo, tenés que


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tratar a todos por igual. (Amparo, 36 años, residente de una zona urbana, 23 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

Además, todas las mujeres manifestaron al menos un episodio de maltrato. Por ejemplo, Catherine recibió comentarios violentos, por parte de las auxiliares de enfermería, e inmediatamente le informó a la psicóloga, quien desde entonces estuvo pendiente de su proceso. Catherine la recuerda con cariño: […] gracias a Dios todo fue de la mano de la psicóloga y del médico. — “Estamos aquí, estás bien, vas a salir bien, no te preocupes, vamos a manejar la respiración, no te me alteres”. Siempre fue con la psicóloga y con el médico que me daban la seguridad de que todo iba a estar bien. […] — “Tú tienes que estar bien, vamos a salir de esta, yo voy a estar para ti, si quieres llámame, ten el celular, en el momento en que creas que vas a recaer, llámame y hablamos las dos”. (Catherine, 27 años, residente de una zona urbana, 23 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

Esperas después de la IVE La expulsión del feto también estuvo relacionada con el parto por el estado de embarazo y porque sucedió de forma vaginal o por cesárea (Purcel at al. 2017). Este momento fue narrado como tranquilizante porque puso fin al embarazo; un hallazgo que coincide con lo encontrado en otras investigaciones que desmienten el síndrome posaborto (Chaneton y Vacarezza 2011). Camila, por ejemplo, relató así la reacción del personal del puesto de salud a donde acudió la primera vez y volvió: Cuando me llamó la psicóloga y la jefe y yo les dije cómo fue y ella quedó admirada — ¿cómo lo tuviste? — Normal, le dije — ¿Tuviste el bebé normal? — sí, le dije, — ¿Qué te hicieron?, — Lo único es que le inyectan una aguja con un líquido al corazón del bebé y tienes que esperar. Le ponen unas pastillas y uno espera y de ahí uno lo tiene normal — ¿normal, Camila?, ¿cómo te sentiste?,

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En este hito, la espera como proyección de futuro se transformó en la medida en que las mujeres tuvieron información sobre la IVE, sus cuerpos y las instituciones. Las mujeres expresaron sorpresa al enterarse de la existencia de profesionales especializados, pero la recién descubierta legalidad del aborto las llevó a esperar personal sensible y condiciones de salubridad e intimidad. Según los relatos, a lo largo de los días y horas que duraron internas, la mayoría de las mujeres experimentaron violencia por parte de enfermeras, auxiliares de enfermería, estudiantes de medicina y especialistas en ginecología. En correspondencia con los hallazgos de Tamayo et al. (2015), dicha violencia no provino, en ninguna ocasión, de la psicóloga de la IPS que acompañó la IVE ni del especialista que indujo la asistolia fetal. Por el contrario, la presencia de estas dos figuras contribuyó a menguar el miedo y a entender que el aumento del tiempo con los efectos de los medicamentos no era señal de peligro, sino parte del proceso del cuerpo.


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— bien, — ¿No te da pena de lo que hiciste? — No […]. Ellas estaban admi-

radas del procedimiento que les conté, pensaban que iba a un procedimiento donde me iban a meter unos tubos y me lo iban a arrancar y yo iba a quedar mal. (Camila, 19 años, residente de una zona rural, 29 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

Previamente, Camila narró miedo y dolor, pero, en una valoración retrospectiva, consideró estas emociones como parte del curso “normal” del cuerpo, situación que se presentó también en otras mujeres. Sin embargo, la culminación de la IVE no otorgó “la posibilidad de cerrar el paréntesis y retomar el curso de sus proyectos de vida” que relatan Szwarc y Fernández (2018, 110), porque durante el segundo y tercer trimestre el proceso de transición implica que desaparezcan síntomas como el sangrado, el malestar corporal y la secreción de leche (Purcel 2017). Para algunas mujeres dichos síntomas fueron el recordatorio del aborto que esperaban dejar en el pasado, como sucedió con Fanny:

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Entonces digamos que la recuperación fue difícil, porque uno tener una cesárea, el proceso normal de toda mamá. A mí se me llenaron los senos de leche, entonces empezó el proceso de tengo un dolor, tengo una cesárea, pero no tengo bebé. Era como, fue un proceso muy duro. Porque con la niña, igual yo la tuve por cesárea, pero tenía a quién mirar y que se me pasara el dolor. (Fanny, 35 años, residente del municipio donde fue atendida, 20 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

Como en el caso de Fanny, todas las mujeres proyectaron futuros esperados después de la IVE, entre ellos que el dolor en los senos y la secreción de leche acabaran pronto, o que el aborto fuera descubierto. El efecto de los medicamentos formulados por las EPS fue calificado como lento porque duró entre diez y treinta días, un periodo durante el cual las mujeres con trabajos informales dejaron de recibir ingresos. En contraste, dos mujeres que pudieron comprar medicamentos, por valor de hasta doscientos mil pesos6, produjeron leche durante solo tres días. La finalización del sangrado y de la secreción de leche cerró el proceso de aborto exitosamente y marcó el retorno a sus actividades cotidianas. Durante esta etapa, las mujeres desplegaron expectativas de superar lo sucedido o de que las personas no las juzgaran. Mi papá estaba ese día bravísimo […] — “Por no coger e irte a colocar una demanda por lo que fuiste a hacer” me dijo. Ese día yo lloré y me acordé de lo que había visto y lo único que le grité a mi papá fue — “Pues si quiere vaya a demandarme, yo tengo un papel que dice que yo tenía derecho, eso no es nada malo, lo que yo fui a hacer” le dije. — “Si quiere vaya y demándeme”, él se quedó callado,

6 El salario mínimo legal vigente en Colombia equivale a 241 dólares y las pastillas cuestan aproximadamente 57 dólares.


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pues ya pasó el tiempo y ya no me dijeron nada. (Camila, 19 años, residente de una zona rural, 29 semanas de embarazo, entrevista con la autora, julio de 2018)

Este fragmento refleja el peso de la penalización social del aborto, pues, aunque su familia supo que la EPS la atendió, juzgó negativamente la IVE y se apoyó en que el aborto se mantiene dentro del Código Penal. Ella respondió con la certeza de la información que leyó en el folleto de la IPS privada a donde fue remitida para la ecografía. Finalmente, un año después de la IVE su familia no hablaba del tema y ella se sentía tranquila; sin embargo, en el momento de la entrevista todavía guardaba el documento.

Discusión final

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La sentencia C-355 de 2006 ha permitido a muchas mujeres colombianas y migrantes abortar durante el segundo y tercer trimestre de gestación, a través de la figura de IVE, lo cual supone la premisa de la homogenización de los servicios de aborto para aquellas que tengan la certificación de las causales, así provengan de contextos diferentes y tengan historias particulares. Al indagar este panorama, la categoría de la espera me permitió acércame a la complejidad que ha implicado la despenalización parcial de una práctica que permanece en el Código Penal y a la que cada día acceden más mujeres. En un primer momento identifiqué hitos dentro de sus trayectorias: ingreso a las EPS y certificación de la causal; espera para la programación de la cita, inicio y culminación de la IVE, y espera después de la IVE. La percepción sobre la espera fue fundamental para comprender que el tránsito por los hitos no se da de manera lineal. Se trata de un asunto que puede inspirar futuros trabajos sobre los recorridos y el proceso del aborto durante el segundo y tercer trimestre. Durante el primer hito, la falta de certezas sobre el embarazo o la IVE llevó a las mujeres a percibir el tiempo transcurrido, entre salas de espera, ecografías y citas, como un cronómetro que se agotaba (Beynon-Jones 2017; Brack, Rochat y Bernal 2017) y que no contemplaba sus horarios ni necesidades. Además, en sus trayectorias, el ingreso a las IPS o EPS no constituyó una garantía de acceso a la IVE, pues hubo presencia constante de las barreras ya identificadas por Brack, Rochat y Bernal (2017); DePiñeres et al. (2017) y González y Castro (2016). Por esta razón, las mujeres con mayor capacidad económica cubrieron los costos de exámenes y medicamentos, a fin de evitar itinerarios institucionales o reducir la espera; sin embargo, el número de semanas gestacionales las hizo volver a las EPS. De esta manera, hubo intentos por reducir los tiempos de espera y conseguir lo que necesitaban. Este desvío de la trayectoria con las EPS fue definitivo para conseguir la IVE, porque fueron informadas o direccionadas internamente. En contraste, las mujeres del régimen subsidiado y de zonas rurales esperaron más tiempo entre los trámites, desplazamientos y el regreso a sus actividades laborales. Estos hallazgos respaldan la tesis de que la inclusión del aborto en el sistema de salud no ha logrado resolver el marcador tradicional de desigualdad que persiste al


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respecto (Brack, Rochat y Bernal 2017; Minsalud y Unfpa 2014; Zamudio, Rubiano y Wartenberg 1999). Simultáneamente, al concentrarme en mujeres que no hacen parte de la capital, en este trabajo ofrezco información sobre el acceso la IVE en el suroccidente del país. En medio de la incertidumbre, fue determinante la alusión a un futuro (Bear 2014) en el que la institución interrumpía el embarazo o prestaba atención eficaz. Partiendo de Mathur (2014) y Bear (2014), con este artículo argumento que, pese a que las mujeres desconocían la IVE como opción, pensar otros futuros las llevó a insistir en sus solicitudes y a enfrentar al personal de salud para reencauzarse en las trayectorias de aborto. Los hallazgos me llevan a sugerir que la visión tradicional de la espera docilizante (Auyero 2012) puede impedir la identificación y análisis de las acciones que realizan las mujeres para retomar el proceso de IVE, así como la lectura de los conflictos emergentes entre las mujeres que abortan y las EPS. Entre las mujeres que recibieron atención oportuna durante el diagnóstico del embarazo y la IVE la espera fue percibida como un tiempo a voluntad. Esto reafirma la idea de que la trayectoria de IVE no es lineal: algunas mujeres se alejaron de las instituciones mientras tomaron la decisión y sintieron premura en un hito y no en otros. Es más, después de que las EPS confirmaran la IVE, mujeres que antes percibieron barreras, lamentaron que la cita fuera programada sin preguntarles cuándo podían y quisieron prepararse para el viaje. Esta información puede contribuir a los estudios sobre la espera en contextos institucionales. Primero, porque sucede dentro de la relación con las EPS y segundo, porque las mujeres entrevistadas tomaron decisiones que no afectaron el tiempo de los funcionarios, sino que modificaron sus tiempos gestacionales. Una vez terminó la carrera por recibir la certificación de la causal, y tuvieron la seguridad de abortar, las mujeres esperaron (Bear 2014) ser tratadas como el resto de los pacientes, incluso con prioridad en los casos de embarazos de alto riesgo, y los conflictos se intensificaron en la medida en que esperaron más tiempo. Esto, sumado a los deficientes suministros y a la desatención o maltrato, las hizo percibir el tiempo de culminación de la IVE como más largo y despertó el fantasma del aborto ilegal. Con lo cual, el ingreso al sistema de salud no logró posicionar la IVE como segura. La sensación de seguridad vino cuando culminó el sangrado de recuperación, pero las críticas a los tiempos de atención se mantuvieron. Durante el proceso de interrupción, las mujeres mencionaron que el personal médico esperó de ellas un comportamiento ideal de paciencia y que puso en práctica medidas coercitivas para sancionar sus quejas, gritos y movimientos. Esta información aporta al debate sobre la potestad del cuerpo de las mujeres en el aborto (Purcel et al. 2017; Rostagnol 2015) y recuerda a Butler (2002), para quien la construcción de lo “normal” exige la producción simultánea de seres abyectos, pues el personal de salud viene atendiendo mujeres desde el 2006 y conoce que experimentan dolor y desesperación. Al respecto, las mujeres que estuvieron solas durante el proceso percibieron el tiempo como más largo y con temor a la muerte. En


“Es gratis, pero es demasiada volteadera” . Percepciones sobre la espera en mujeres que abortaron... Laura Parra Rodríguez

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contraste, aquellas que estuvieron acompañadas por el personal de salud expresaron tranquilidad, no les pareció que el tiempo de culminación del procedimiento fuera excesivo y agradecieron el trato recibido. Por otra parte, las mujeres que tuvieron cesárea sintieron menos dolor y el tiempo internadas fue percibido como normal. Estas situaciones pueden ser abordadas de manera profunda en investigaciones sobre el cuerpo; la medicalización de la vida sexual y reproductiva de las mujeres, y el aborto. A lo largo de toda la trayectoria, las mujeres escucharon profesionales sensibles y mujeres feministas, buscaron en internet o leyeron sobre sus derechos, y supusieron que la inclusión de la IVE en el sistema de salud generaba condiciones de aceptación y trato considerado. Entre ellas hubo un intento permanente por garantizar que sus trayectorias pudieran completarse, lo cual las llevó a hacer críticas y comparaciones constantes entre lo que consideraron merecer y lo que recibieron. La información recabada contribuye a visibilizar las experiencias de las mujeres que abortan y puede incentivar a estudiar la influencia de las mujeres activistas y de las IPS, como garantes de los derechos sexuales y reproductivos, así como la construcción de futuros. Además, el análisis establece puntos de contacto con la apropiación subjetiva de los derechos y la calidad del servicio de instituciones públicas de salud, conceptos que no fueron incorporados dentro del estudio de las temporalidades, pero que abren nuevos caminos para próximos trabajos. Finalmente, el ingreso de la IVE al sistema de salud y los protocolos no ofrecieron a las mujeres la certeza de que pudieran acceder al procedimiento. Sin embargo, en las trayectorias descritas las esperas no fueron pasivas. Ante las expresiones “espere” o “tiene que esperar”, las mujeres gestionaron recursos, desplegaron expectativas y entablaron disputas con las instituciones. Lo anterior invita pensar en la institucionalidad e institucionalización de una práctica estigmatizada y, por ende, inmersa en situaciones de violencia y abuso de autoridad. Una visión amplia de la espera, como la que acá se propone, podría contribuir a implementar espacios de diálogo y concertación entre los tiempos de las mujeres y los de las instituciones.


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Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, Parque Baconao, Santiago de Cuba, 2019.


Modalidades de agencia de niños y jóvenes en las políticas de protección en el área metropolitana de Buenos Aires, Argentina* Carolina Ciordia ** Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), Argentina

https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.06 Cómo citar este artículo: Ciordia, Carolina. 2021. “Modalidades de agencia de niños y jóvenes en las políticas de protección en el área metropolitana de Buenos Aires, Argentina”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 133-153. https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.06 Recibido: 14 de febrero de 2020; aceptado: 11 de agosto de 2020; modificado: 11 de septiembre de 2020.

*

El presente artículo es resultado de la investigación “Los procesos de transferencias de niños mediados por agencias estatales a la luz de las experiencias infantiles”, que se llevó a cabo para el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), durante el período 2019-2021. Quiero expresar mi agradecimiento a Ruth Blejer y María Stella Pena por permitir que la escuela que conducen participara en la investigación; también, y de manera muy especial, a las jóvenes que aceptaron compartir sus experiencias de vida.

** Doctora en Antropología Social de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina. Investigadora adjunta del Conicet. Entre sus últimas publicaciones están: “Racionalidades de los dispositivos de cuidado institucional y de los procesos de adopción infantil”. Revista Política y Cultura 53 (2020): 39-59; “Las políticas de protección de derechos de los niños revisitadas: nuevas modalidades de cuidado institucional”. En Antropología de las políticas sociales y culturales. Estudios sobre su implementación y perspectivas futuras, compilado por Liliana Raggio, 121-149. (Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, 2018). * carolinaciordia@yahoo.com.ar

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Resumen: el objetivo de este artículo es analizar distintas modalidades que asume la agencia de los niños y jóvenes en las políticas de protección de la infancia, específicamente, en los procesos en los que se considera su orientación a la adopción o a otro grupo doméstico que se responsabilice de su cuidado. Para ello, describo y analizo, desde un enfoque etnográfico, las lógicas institucionales que ordenan el funcionamiento de algunos hogares convivenciales; las pautas y sanciones que regulan las conductas de los niños y jóvenes allí alojados, y, a su vez, las modalidades a través de las cuales estos las dotan de sentido y tensan la vigilancia y el control de dichas instituciones. En segundo lugar, examino las formas en que los niños y jóvenes despliegan su capacidad de agencia, al dialogar o confrontar a los agentes de los organismos de promoción y protección de derechos; de qué manera otorgan sentidos propios a las decisiones que estos toman y cómo buscan evadirlas o proponen alternativas. Este trabajo pretende aportar a la producción de conocimiento acerca de cómo los niños y jóvenes contribuyen a dar forma a la vida social y, al mismo tiempo, busca profundizar en el análisis


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del gobierno de este sector de la población. Sostengo que lejos de pensar la intervención estatal sobre niños y jóvenes como homogénea y totalizadora, los casos permiten considerar los distintos matices que asume el gobierno infantil y cómo esta variabilidad genera diversas condiciones de posibilidad para que puedan concretar sus proyectos. Los materiales que aquí presento y analizo son fruto del trabajo de campo realizado a lo largo de diez años, entre 2009 y 2019, en hogares convivenciales y organismos de promoción y protección de derechos, en el área metropolitana de Buenos Aires, Argentina. Palabras clave: adopción, agencia, infancia, juventud, políticas de protección. Modalities of Agency Assumed by Children and Young People in Protection Policies in the Metropolitan Area of Buenos Aires, Argentina

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Abstract: The purpose of this article is to analyze different forms of agency assumed by children and young people with respect to child protection policies, specifically, in terms of adoption or foster care processes. To this end, I apply an ethnographic approach to describe and analyze the institutional logic behind the operation of certain residential homes, the guidelines and sanctions that regulate the behavior of the children and young people housed there, and how they, in turn, make sense of and heighten the monitoring and control of these institutions. Secondly, I examine the ways in which children and young people develop their capacity for agency by engaging in dialogue or confronting the officials of the entities that promote and protect their rights; how they attribute meaning to the official’s decisions, and how they seek to avoid them or propose alternatives. This paper supports the production of knowledge on how children and young people contribute to shaping social life and, at the same time, is intended to deepen the government’s analysis of this sector of the population. I maintain that far from considering state intervention on children and young people as homogeneous and totalizing, the cases reveal the different nuances assumed by child government and how this variability creates the conditions to enable them to carry out their projects. The materials I present and analyze here are the result of field work, carried out over ten years, between 2009 and 2019, in households and entities that promote and protect rights, in the metropolitan area of Buenos Aires, Argentina. Keywords: Adoption, agency, childhood, protection policies, youth. Modalidades de agência de crianças e jovens nas políticas de proteção na região metropolitana de Buenos Aires, Argentina Resumo: o objetivo deste artigo é analisar diferentes modalidades que assume a agência de crianças e jovens nas políticas de proteção da infância, em específico, nos processos nos quais sua orientação à adoção ou a outro


Modalidades de agencia de niños y jóvenes en las políticas de protección... Carolina Ciordia

Palavras-chave: adoção, agência, infância, juventude, políticas de proteção.

A

treinta años de la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño (en adelante CDN)1, se desencadenaron una serie de transformaciones en los países de la región: sanción de leyes de protección integral; creación de organismos y programas inspirados en sus preceptos; expansión de un discurso basado en la restitución, protección y exigibilidad de derechos, y ampliación de los derechos de ciudadanía a los niños y jóvenes2. Asimismo, una de las transformaciones radicó en la redefinición de la posición social de los niños y jóvenes, pasando a ser conceptualizados 1

Dicho documento es un tratado internacional de derechos humanos, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York el 20 de noviembre de 1989, que alcanzó un altísimo nivel de adscripción mundial —todos los países del globo, a excepción de Estados Unidos, Somalia y Timor Oriental—. La CDN tiene carácter vinculante, es decir, que impone a los países suscriptores la obligación de adaptar sus legislaciones locales a los preceptos de dicho documento (Barna 2012).

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Sin desconocer la importancia que tiene la perspectiva de género, de aquí en adelante, se emplearán los masculinos genéricos “niños” y “jóvenes” para referirse a ambos géneros, entendiendo que el contexto deja clara una interpretación inclusiva y que la redacción misma no admite, en todos los casos, el uso permanente de femeninos y masculinos, sin que se afecten el estilo y la fluidez del artículo.

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grupo doméstico que se responsabilize por seu cuidado é considerada. Para isso, descrevo e analiso, a partir de uma abordagem etnográfica, as lógicas institucionais que ordenam o funcionamento de alguns abrigos de convivência; as diretrizes e as sanções que regulamentam os comportamentos das crianças e dos jovens que estão nesses lugares, assim como as modalidades pelas quais eles os permeiam de sentido e aplicam a vigilância e o controle dessas instituições. Em segundo lugar, analiso as formas nas quais as crianças e os jovens desenvolvem sua capacidade de agenciamento, ao dialogar e confrontar os agentes das organizações de promoção e proteção de direitos; de que maneira dão sentidos próprios às decisões que eles tomam e como procuram se desviar delas e propor alternativas. Este trabalho pretende contribuir para a produção de conhecimento sobre como as crianças e os jovens contribuem para conformar a vida social e, ao mesmo tempo, aprofundar na análise do governo desse setor da população. Argumento que, longe de pensar a intervenção estatal sobre crianças e jovens como homogênea e totalizadora, os casos permitem considerar os matizes que a governança infantil assume e como essa variabilidade gera diversas condições de possibilidade para que possam concretizar seus projetos. Os materiais que apresento e analiso são fruto do trabalho de campo realizado ao longo de dez anos, entre 2009 e 2019, em abrigos e organizações de promoção e proteção de direitos, na região metropolitana de Buenos Aires, Argentina.


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como “sujetos de derechos” “y no más como meros ‘objetos de intervenciones’” (Lugones 2012, 55). Sin embargo, en los países de la región, pese a que las nuevas normativas y las reconfiguraciones institucionales y de las políticas públicas buscan ser más respetuosas de los derechos de los niños y jóvenes —de su opinión, participación y reconocimiento como interlocutores válidos—, en las políticas que los tienen como principales destinatarios resultan subvalorados (Fonseca, Allenbrandt y Ahlert 2009; Liebel 2020; Magistris 2018). En efecto, en Argentina, en la cotidianidad de las políticas destinadas a la protección de niños y jóvenes, el reconocimiento de estos como actores sociales con capacidad de producción cultural y de transformación social alterna con el tradicional carácter punitivo y disciplinario en el tratamiento de los niños pobres (Llobet 2015), propio del “sistema tutelar” establecido a principios del siglo XX que, precisamente, tenía como objetivo disciplinar a los niños y jóvenes de sectores populares (Daroqui y Guemureman 2001)3. Así, en la cotidianidad de las instituciones que componen el campo de las políticas de protección —organismos administrativos de promoción y protección de derechos; juzgados de familia e instituciones de cuidado como hogares convivenciales, familias de acogimiento y pequeños hogares—, la capacidad de agencia de los niños y jóvenes se ve condicionada por la asimetría jerárquica asociada al orden generacional y, a su vez, por lógicas y prácticas institucionales en las que se reconocen las huellas del sistema tutelar. Este trabajo, entonces, analiza distintas modalidades que asume la agencia de los niños y jóvenes en las políticas de protección de la infancia, específicamente, en los procesos en los que está en juego la definición de sus futuros “responsables” (Vianna 2010). El objetivo es describir y examinar cómo los niños y jóvenes: dialogan con o confrontan a las instituciones que componen este campo; otorgan sentidos propios a las decisiones de los agentes de los organismos de promoción y protección de derechos; tensan la inestable vigilancia y control de esas instituciones, y buscan evadir o proponen alternativas. En fin, resisten interactuando creativamente con las lógicas institucionales y posiciones de poder y autoridad que ocupan dichos agentes. Para ello, desde un enfoque etnográfico y narrativo, se analizan dos tipos de datos recabados a partir de dos técnicas de investigación: por un lado, una performance 3

La Ley de Patronato de Menores, sancionada en 1919, establececía una separación entre los “niños” y los “menores”. El tratamiento indiferenciado desplegado sobre los “menores abandonados” y los “menores delincuentes” otorgaba poderes ilimitados a los jueces —quienes disponían de la tutela de los menores—, y establecía la noción de “abandono o peligro moral o material”, cuya impronta moralizadora perdurará casi cien años y habilitará la intervención estatal en el seno familia. La internación en institutos era una medida habitual y su plazo de duración no estaba regulado; muchos de los niños egresaban de los hogares cuando cumplían la mayoría de edad, porque no se tenían en cuenta sus voluntades ni deseos y rara vez se registraba un trabajo tendiente a reintegrarlos a sus familias, por parte de los agentes institucionales. Dicha ley fue derogada en el 2005 cuando se sancionó la Ley 26.061, que crea el Sistema de Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes. Este nuevo orden normativo desplaza facultades desde el poder judicial al ejecutivo, siendo los órganos administrativos de promoción y protección de derechos los que deben intervenir frente a situaciones de “derechos vulnerados”, mediante la toma de medidas integrales de protección. Son estos organismos quienes tienen competencia para dictar una “medida excepcional de protección” que permita separar a los niños y jóvenes de sus familias, en caso de grave violación a sus derechos.


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4 En el marco de la investigación de doctorado, adelantada entre los años 2009 y 2014, realicé trabajo de campo en cuatro hogares convivenciales ubicados en el conurbano bonaerense. Hice entrevistas a sus agentes y observación participante en los momentos en que los miembros de las familias biológicas “visitaban” a sus niños; mantuve conversaciones informales con adultos, niños y jóvenes; coordiné talleres y juegos con los niños, y realicé el seguimiento a casos de adopción. A su vez, efectué trabajo de campo en dos juzgados de familia en la zona sur del conurbano bonaerense. Este trabajo incluyó entrevistas a funcionarios, observación participante en audiencias, registro de conversaciones informales y revisión de expedientes. Adicionalmente, entrevisté a funcionarios de los organismos administrativos de protección y promoción de derechos de los niños. En todos los casos, en aras de respetar la privacidad de tales instituciones y agentes, dado que ese fue el acuerdo con ellos, mantuve su anonimato y modifiqué los datos que fue necesario para imposibilitar su identificación. 5 En total, se trata de diez entrevistas realizadas a niños y jóvenes, a lo largo de al menos dos encuentros. Dado que algunas de ellas se realizaron en instituciones educativas, cuento con los consentimientos informados de los equipos directivos de las escuelas, de las personas entrevistadas en cuestión y de los responsables de los niños. En todos los casos, en aras de respetar la privacidad de tales instituciones y agentes, dado que ese fue el acuerdo con ellos, mantuve su anonimato y modifiqué los datos que fue necesario, a fin de imposibilitar su identificación.

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que tiene por protagonistas a una niña de nueve años y a una joven internada con su pequeña hija. Esta performance fue registrada en 2009, a partir de la observación participante llevada a cabo en un hogar convivencial de la zona sur del conurbano bonaerense, en el marco de una investigación mayor4. Resulta significativa para los objetivos de este artículo, en tanto permite conocer las lógicas institucionales que ordenan el funcionamiento de algunos hogares convivenciales y que regulan las conductas de las niñas allí alojadas, al mismo tiempo que posibilita indagar las modalidades a través de las cuales estas las dotan de sentido y las cuestionan. Esta performance fue seleccionada porque condensa características del marco institucional en el que habitan niños y jóvenes en algunos hogares —que fueron registradas a lo largo del trabajo de campo— y, además, permite introducir el análisis de la agencia de este sector de la población en estos específicos contextos, a la luz de la dialéctica del poder (Ortner 2016), pues aúna no solo las prácticas de regulación de conductas, sino también las formas creativas de resistencia. Este material, obtenido durante la investigación que condujo a mi tesis de doctorado, es releído a la luz de la investigación actual, que tiene como fin construir conocimiento sobre los procesos de transferencia de niños mediados por agencias estatales —a través de su orientación a la adopción o de su ubicación en grupos domésticos ajenos al de su origen—, desde un abordaje que privilegie los efectos y la incidencia de las interpretaciones, prácticas y acciones de niños y jóvenes en esos mismos procesos5. Por lo tanto, dicho material es enriquecido con otro corpus de datos producido en el año 2019, del cual en este artículo se analizan dos casos documentados a través de entrevistas en profundidad de tipo biográfico (Bertaux 1999), que dan cuenta de las historias de dos jóvenes mujeres de dieciocho y diecisiete años: Gabriela y Leonor. Ambos casos presentan de manera paradigmática dos extremos respecto a los márgenes de maniobrabilidad de los que pueden echar mano niños y jóvenes para hacer valer sus decisiones y voluntades frente a las disposiciones de los agentes institucionales: en uno de ellos, la concreción del proyecto de la joven, sorteando las decisiones de los agentes institucionales; y, en el otro, la falta de una


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respuesta satisfactoria frente a las demandas planteadas a los agentes del organismo administrativo. Gabriela y Leonor eran estudiantes de la escuela secundaria en la que me desempeñaba como docente, pero los momentos compartidos fueron distintos: solo Leonor había estado en mis clases y con Gabriela había interactuado en algunas de las actividades organizadas por la escuela. Con la autorización de ellas, de sus responsables y del equipo de conducción de la escuela, las entrevistas se realizaron en la institución, luego de unos meses de mi renuncia. Durante las entrevistas en profundidad, las jóvenes fueron organizando de forma narrativa las experiencias que vivieron al ser separadas de sus grupos domésticos: el alojamiento de Gabriela en un hogar convivencial y su entrega en adopción junto a sus hermanas al cabo de un año de residir en esa institución, así como los intentos de Leonor por mantener el vínculo con su madre, pese a la negativa de los profesionales del organismo administrativo de protección. Tales entrevistas constituyen una excelente vía para conocer las “voces protagónicas en su inmediatez” (Arfuch 2018, 69), al atender a los sentidos y valoraciones que las jóvenes atribuyen a sus vivencias, a partir de la reapropiación de de “elementos de significado […] tomados del universo sociosimbólico circundante” (Bertaux 1999, 12). Asimismo, ambos casos ilustran dos extremos respecto a los márgenes de maniobrabilidad de los que pueden echar mano niños y jóvenes para hacer valer sus decisiones y voluntades frente a las disposiciones de los agentes institucionales. Si, por un lado, una de ellas logró concretar su proyecto y sortear las decisiones de los agentes institucionales; por otro, frente a las demandas planteadas a los agentes del organismo administrativo, la otra no logró una respuesta satisfactoria. Por lo tanto, al analizar los modos de acción y agencia de niños y jóvenes, en este trabajo pretendo, por una parte, aportar a la producción de conocimiento acerca de cómo estos contribuyen a dar forma a la vida social; por otra parte, profundizar en el análisis del gobierno (Foucault 1988) de los niños, los jóvenes y sus familias, en situaciones en las que se pondera su transferencia a otro grupo doméstico.

El gobierno de las infancias y las agencias de niños y jóvenes Desde la década de los noventa, las investigaciones de las ciencias sociales se alejaron de las nociones de infancia que enfatizaban aquello que les hacía falta los niños para ser adultos —autonomía, madurez, independencia, racionalidad, etc.— (Cohn 2005), o que subrayaban la falta de agencia de los jóvenes, opacando su capacidad para actuar en el mundo social (Chaves 2005). Estas investigaciones destacaron el rol de los niños y jóvenes como actores sociales y, por lo tanto, lo relevante de analizar no solo el accionar institucional y de los adultos, sino también la perspectiva de los primeros, al entender que estos interpretan y producen significados sobre el mundo en el que viven (Hecht et al. 2009). Esa línea de indagación dialoga fuertemente con las investigaciones sobre los dispositivos de gobierno de la población infantil. El trabajo señero de Donzelot (1990),


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Como muchos otros estudios afirmaron para nuestro contexto regional (Daroqui y Guemureman 2001; Rizzini y Pilotti 2009; Villalta 2003), los niños y jóvenes que pueblan las instituciones de cuidado provienen de los sectores más empobrecidos de la sociedad.

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acerca del complejo tutelar y del disciplinamiento de las familias y los niños franceses, en el contexto latinoamericano se vio relativizado y nutrido con perspectivas que se alejan de los abordajes que privilegian las acciones tendientes a reprimir, castigar o excluir, que suponen una imposición lisa y llana de la norma, para avanzar hacia una perspectiva que incluye disputas de sentidos, despliegue de estrategias de negociación, convencimiento y persuasión (Ciordia y Villalta 2012; Lugones 2012; Vianna 2010; Villalta 2013). Buena parte de esos abordajes se inspiró en categorías foucaultianas de análisis, tales como “gubernamentalidad” y “tecnologías de gobierno”, vinculadas a las intervenciones estatales y no estatales sobre la infancia y la familia, y dio cuenta de dispositivos y procedimientos jurídico-burocráticos de intervención sobre la infancia (Barna 2014; ; Bittencourt 2015, 2011; Fonseca 2011a, 2011b; Fonseca y Schuch 2009; Gentile 2011; Grinberg 2010; Llobet 2015; Schuch 2008)6. Ahora bien, en Argentina, tal como plantea Llobet (2015), si bien las investigaciones asumieron un enfoque crítico sobre el carácter punitivo y disciplinario del tratamiento de los niños pobres, la relación entre agencia y resistencia aún se encuentra insuficientemente explorada. Por tal motivo, en este trabajo utilizo la noción de agencia acuñada por Sherry Ortner (2016), en tanto resulta altamente adecuada para analizar la articulación entre las categorías de agencia y resistencia. Ortner se inscribe en la corriente de la teoría de la práctica, postula el concepto de “juegos serios” y la agencia como elemento que lo constituye. Desde su perspectiva, la agencia es una capacidad que poseen todos los seres humanos, cuya forma y distribución está construida y sostenida culturalmente. Además, identifica tres componentes centrales de la agencia: a) implica intencionalidad y prosecución de proyectos, lo cual supone un amplio rango de acciones, con variados niveles de conciencia, dirigidas cognitiva y emocionalmente hacia un propósito —planes, objetivos, necesidades, etc.—; b) es universal, está construida cultural e históricamente, y le dan forma distintos dominios de la vida social; c) no puede pensarse por fuera de la matriz de desigualdades locales y diferenciales del poder. Sobre este último aspecto, Ortner plantea que la agencia de los sujetos se teje en la dialéctica dominación-resistencia. Desde su perspectiva, los agentes, lejos de ser concebidos como individuos heroicos, “están siempre involucrados, y nunca pueden actuar por fuera del entramado de las múltiples relaciones sociales en las que están inmersos” (2016, 152). Si bien dicha categoría recibió críticas por su etnocentrismo, por dejar en segundo plano los contextos socioculturales, por desestimar el pulso de las fuerzas colectivas y por no prever las consecuencias no intencionadas observadas en los procesos históricos, Ortner señala que en su enfoque: “ni los ‘individuos’ ni las ‘fuerzas sociales’ tienen ‘preponderancia’, sino que hay una relación dinámica, potente, y a


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veces transformadora, entre las prácticas de las personas reales y las estructuras de la sociedad, la cultura y la historia” (2016, 155). A su vez, este argumento permite tomar distancia de los cuestionamientos que recibió la categoría “agencia infantil”, ya que, al estar construida histórica y culturalmente, y engarzada a las estructuras sociales, no es posible concebirla como una noción estandarizada u homogénea, caracterizada por la capacidad de elección ni de acción autónoma (Vinel y Zaltron 2020). En efecto, como ya han señalado otras antropólogas, es necesario considerar distintas modalidades de agencia (Nunes y Carvalho 2007) y, para ello, la importancia de un análisis situado de tal categoría (Szulc 2019). A su vez, el especial interés de esta autora en la vinculación entre agencia y poder impide pensar a los niños y jóvenes por fuera de las relaciones intergeneracionales, de las relaciones de clase y de las relaciones de poder en las instituciones que integran (Llobet 2015; Pavez-Soto y Sepúlveda 2019; Szulc 2019). Esto resulta central para el tema que me interesa analizar aquí, dado que la asimetría entre adultos y niños y jóvenes no solo resulta de la diferencia generacional, sino también de la desigualdad social, porque tradicionalmente los niños y jóvenes que transitan por los circuitos institucionales de protección —antiguamente, “de minoridad”— provienen de sectores populares. A lo anterior se suma el hecho de que las intervenciones estatales y no estatales sobre estos se orientan a encauzar conductas, a generar ámbitos de cuidado “adecuados” —en pos de su propio bien— y, por lo tanto, alternan el control con la protección y el cuidado. En este contexto, la categoría de agencia no pretende plantear el empoderamiento de los niños ni sus actos de reafirmación personal, sino que posibilita comprender las formas de expresión y de hacer que estos despliegan, las maneras en que se insertan en las relaciones sociales y significan las experiencias que atraviesan en las distintas instituciones dedicadas a su protección, y cómo evaden las disposiciones u oponen resistencia. Por lo tanto, la conceptualización de agencia de Ortner (2016) es una herramienta fructífera para indagar acerca de los planes y de las formas de llevarlos a cabo, que los niños y jóvenes construyen, así como sobre los deseos y las necesidades que estos identifican en sus vidas, en la cotidianidad de las instituciones por las que transitan. Sin desatender los contextos institucionales en los que viven, esta noción nos permite comprender los actos agentivos que traman los niños y jóvenes para ser escuchados o para hacer frente a los mandatos y decisiones de los agentes de los hogares convivenciales, y de los organismos administrativos de promoción y protección de derechos. Como señala esta autora, los proyectos o propósitos que elaboran los sujetos no son construidos por fuera del entramado social en que viven, por el contrario, se gestan y llevan a cabo en el seno de las estructuras sociales en las que participan. Asimismo, atender a las acciones e interpretaciones que los niños y jóvenes construyen en diálogo con las racionalidades institucionales permite reflexionar sobre las características que asume su protección en la cotidianidad. Así, colocar la lupa en las prácticas de resistencia y en los sentidos que construyen los niños y


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jóvenes, en diálogo con las estructuras de poder, nos permite pensar que, antes que un gobierno totalizador y férreo, se pueden identificar intersticios, puntos ciegos y márgenes de maniobra, cuestionamientos o críticas sobre algunas de las intervenciones de las instituciones del campo de las políticas de protección de la infancia.

Performances infantiles y juveniles: críticas soterradas a las racionalidades institucionales

Una de las jóvenes madres está lavando ropa en una pileta ubicada a dos metros de donde estoy parada. Mientras espero de pie, desde otro sector del hogar, aparece una chica de unos nueve años (aproximadamente) con un escobillón, jugaba con él hasta que en un momento le grita a la chica que lavaba la ropa: “¡nena, no se puede lavar! Te voy hacer un ‘informe’”, la adolescente le responde, mirándola “¡sí que se puede lavar!”. Yo sonrío mientras observo la situación. Por el tono jocoso 7 El hogar María es una institución que depende de una organización internacional de cuño católico. Alberga niñas y jóvenes, es decir, un rango amplio de edades que va desde meses de vida hasta dieciocho años de edad. Algunas de ellas son madres y tienen consigo a sus hijos e hijas. Este tipo de instituciones suele contar con operadoras que se encargan del cuidado de las personas admitidas y también con profesionales: trabajadoras sociales, psicólogas o psicopedagogas —el uso del femenino es ex profeso, dado que la gran mayoría de estos profesionales son mujeres—. 8

“Visitas” es el término que se utiliza en este tipo de instituciones para señalar el ingreso de algún miembro del grupo familiar de los niños a la institución, por un tiempo definido.

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El hogar María, ubicado en la zona sur del conurbano bonaerense, es una de las organizaciones de la sociedad civil que, al momento de realización del trabajo de campo, había firmado un convenio con el máximo organismo provincial dedicado a las políticas de protección de la infancia7. A partir de tal convenio, cuidan a niños y jóvenes que, al cabo de una serie de intervenciones de los agentes de los organismos administrativos de protección de derechos, son separados de sus familias, ya que, al menos temporalmente, no pueden continuar bajo su cuidado, en el entendido de que estas son “negligentes” o los exponen a situaciones de “riesgo” o “violencia”, según las categorías utilizadas por dichos agentes. En esta institución, a partir de los acuerdos efectuados con la directora del hogar, el trabajo de campo comenzó con la observación participante realizada durante las visitas8 que la abuela de Brisa —una niña de apenas dos años de edad— llevaba a cabo al interior de la institución, hasta que se decidiese el reintegro a su grupo familiar o su orientación hacia la adopción. En uno de los primeros días dedicados a dicha tarea, una fría mañana en la que, en el patio del predio del hogar, esperaba la llegada de la abuela a la institución, una niña de nueve años y una joven me convierten en partícipe de una “connivencia burlona”. Un tipo de interacción descrita por Goffman (2009), en la que miembros de un mismo equipo —en este caso dos chicas del hogar— comunican que no se ajustan al consenso de trabajo o a las pautas de la institución. Es una performance en la que participo como auditorio, ya que solo estamos ellas dos y yo.


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de la nena de nueve años, es claro que le está haciendo un chiste a la joven y que, a su vez, parodia lo que una “tía” podría haber dicho. La más chica le repite que no puede lavar, y que le va hacer un “informe”, mientras se lo dice va caminando hacia ella. La más grande le responde: “¡a vos te voy hacer un informe! Te voy hacer un informe y no vas a poder salir el fin de semana. No vas a poder ver a tu mamá”. La otra le responde: “no la veo igual. No quiero hablar de eso”. La más grande, al verse evadida en parte, redobla y caricaturiza el reto: “no vas a poder ver ni a tu mamá, ni a tu papá, ni a tu tío, tía, abuelos”. La más chica repite: “no quiero hablar de eso”, y emite unas forzadas carcajadas. La otra inquiere: “y si no querés hablar de eso ¿para qué te reís?”, la otra chica solo ríe. Finalmente, la niña de menor edad ayuda a la más grande a llevar la ropa lavada a otro sector del hogar. (Diario de campo de la autora, zona sur del conurbano bonaerense, hogar María, julio de 2009)

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En esta performance, la ironía, el humor y la risa conforman —creativa y lúdicamente— una vía por la cual desacralizar los reglamentos y las normas que regulan la vida al interior de la institución, una manera de rebelarse ante la autoridad del hogar. Se trata de actos de irreverencia, de prácticas de resistencia que ponen al descubierto pautas y lógicas institucionales, racionalidades que organizan el funcionamiento del hogar. En efecto, en esta performance, las chicas visibilizan el tipo de sanciones que pueden recibir en el caso de no cumplir con la disciplina del hogar: el “informe” es un registro escrito que las operadoras del hogar (“tías”) elaboran y asientan en el legajo personal institucional. Esta práctica mantiene gran similitud con las desarrolladas en las instituciones de encierro y castigo —institutos de menores e incluso en cárceles— y podría señalar la herencia de prácticas de disciplinamiento y control de estas poblaciones, sedimentos del complejo tutelar vigente hasta principios del siglo XXI (Daroqui y Guemureman 2001)9. Una de las sanciones, como se puede leer, es la suspensión de una visita o el impedimento de salir los fines de semana con los grupos domésticos de origen. Vale considerar que las visitas, así como las llamadas telefónicas y las cartas, más los paseos y las salidas junto a miembros de los grupos familiares —cuando están habilitadas por los organismos administrativos o por la justicia— son las vías, 9

En Argentina, la aplicación de los preceptos de la CDN conllevó una fuerte crítica al modelo de las instituciones totales o de las macroinstituciones. Según Llobet (2010), algunos hogares están organizados de acuerdo con el modelo de comunidad terapéutica, con reuniones grupales, sistemas de premios y castigos, de progresividad de confianza, etc., con el objetivo recrear un ambiente de socialización para poder permitir el aprendizaje de las conductas socializadoras deficitariamente aprendidas. Por otro lado, la actuación de las niñas da cuenta de las actividades domésticas cotidianas que estas tienen adjudicadas y que hacen a manera de reproducción del hogar (lavar la propia ropa, barrer y trapear los pisos) y de reproducción de “ideologías prácticas” sobre las identidades y actuaciones de género (Elizalde 2009). A su vez, la utilización de términos asociados al parentesco, como “padrinos” (para denominar a las personas que voluntariamente se acercan a colaborar con estas instituciones), “tías” (para referirse a las operadoras —en su gran mayoría mujeres—) y la categoría nativa “hogar” (para denominar los establecimientos donde son alojados los niños), nos introducen en un campo institucional que toma como modelo al ámbito familiar y doméstico (Snizek 2008). Sin embargo, estas características —en algunas instituciones— conviven con otras prácticas propias de las instituciones de castigo de adultos (tales como las “requisas”, la “deserción” y toda una serie de procedimientos de registro del comportamiento de los sujetos).


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Dimensiones de la agencia: proyectos propios y formas de resistencia en los procesos de adopción En estas instituciones de cuidado, las estructuras empoderan a los actores sociales de manera diferencial: los niños y jóvenes manejan distintos márgenes de autonomía y maniobra para poder expresar su voluntad, sus deseos, sus cuestionamientos y sus padecimientos, así como para lograr introducir modificaciones en la vida social e institucional. Este apartado profundiza en una dimensión de la agencia que los niños y jóvenes desarrollan en estas instituciones: su capacidad para hacer valer sus

10 Conducta que es evaluada por los agentes de los organismos administrativos de promoción y protección de derechos de los niños, niñas y adolescentes, pero también por los agentes de los hogares convivenciales, con el fin de ponderar el eventual retorno de los niños a sus grupos domésticos de origen. Así, se supervisa que los adultos cumplan con el horario de visita estipulado, que obedezcan las reglas que pauta la institución durante los momentos de visita, que realicen los tratamientos prescritos, etc. Un conjunto de acciones que los agentes institucionales intentan regular mediante el trabajo pedagógico que llevan a cabo. Este trabajo —tal como sostuve en otro lugar (Ciordia 2016)— adquiere una dimensión “pedagógica”, en tanto busca modificar comportamientos, corregir conductas y convertir aquellas condiciones familiares inhóspitas para el cuidado de los niños en relaciones sociales aptas para su crianza. La finalidad de esta intervención supone transformar a través de la enseñanza y orientación dirigidas.

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casi exclusivas, gracias a las cuales estos mantienen el vínculo con los niños. Estos vínculos pasan a ser evaluados, ya que lo que está en juego aquí es con cuáles adultos los niños y jóvenes podrán egresar. Parafraseando a Ortner (2016), se trata de un “juego serio” en el que se relacionan, con diferentes capitales de autoridad y poder —y no sin conflicto—, niños y jóvenes, miembros de los grupos domésticos, agentes de los hogares convivenciales, de los organismos administrativos de protección y promoción de derechos y de los juzgados de familia. Y es en ese proceso que se define cuáles vínculos serán alentados y cuáles serán debilitados. Si se observan los efectos de tal sanción, se puede sostener que la realización y el sostenimiento de las visitas no solo depende de la conducta de los familiares de origen10, sino que también puede verse afectada por los comportamientos de los niños. En esa dirección, se producen tensiones con algunos de los atributos (maleabilidad, fragilidad, vulnerabilidad, dependencia y pasividad) que conforman la noción hegemónica de infancia presente en nuestra sociedad, tal como lo planteó Philippe Ariès (1987), pues, en estos contextos institucionales, lejos de disfrutar una “moratoria social”, los niños y jóvenes son sabedores de los efectos que sus comportamientos —a los ojos de los agentes institucionales— pueden generar. Por lo tanto, las conductas de los niños y jóvenes son reguladas en estas instituciones de cuidado, a partir de sus deseos y proyectos vinculados a los lazos afectivos. En suma, la performance que llevaron a cabo las chicas no solo da cuenta de su cabal conocimiento de las normas cotidianas que organizan la institución, sino también de una ponderación crítica de los efectos de su incumplimiento, en lo que respecta al mantenimiento de los lazos sociales con los miembros de sus familias.


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voluntades y propósitos, respecto a aquellos lazos de parentesco de los que no están dispuestos a desprenderse (Yanagisako 2002). Al respecto, resulta muy sugerente la preocupación de Ortner por comprender cómo las personas viven una vida significativa y despliegan su agencia —recuperando el doble sentido que ella refiere—: tanto resistiendo la dominación, en una variedad de formas, como sustentando sus propios proyectos, constituidos culturalmente en los márgenes del poder (Ortner 2009, 2016). Así, plantea la autora, si el poder y la subordinación del otro están siempre al servicio de algún proyecto, la resistencia también lo está; la dialéctica dominación-resistencia tiene sentido si se la entiende como el choque entre los proyectos de las personas, sus objetivos, intenciones y propósitos culturalmente significativos. En ese sentido, la experiencia de vida de Gabriela —una joven de dieciocho años que fue adoptada a la edad de nueve años—, al cabo de permanecer un año internada en un hogar convivencial, permite analizar cómo en estos contextos institucionales, los niños y jóvenes pueden elaborar proyectos a través de los cuales buscan constituir vidas significativas, aun interactuando con la capacidad de agencia de las políticas de protección de la infancia. En el relato de Gabriela tiene un lugar central el proyecto que, desde muy pequeña, aun antes de vivir en el hogar convivencial, impulsó sus acciones: cuidar de Victoria, su hermana menor. A partir de allí, resulta comprensible el enojo que experimentó cuando, una vez internada junto a sus hermanas, vio que su proyecto naufragaba ante la posibilidad de que Victoria fuera adoptada por una familia. Para comprender mejor este planteamiento es necesario reconstruir parte de las experiencias narradas por Gabriela. Ella vivía en una villa miseria11, ubicada en un barrio del conurbano bonaerense, junto con su padre, su madre y cinco de sus hermanas. Su madre falleció cuando tenía aproximadamente cinco años de edad y su hermana Victoria pasaba el año de vida. Luego de dos años, “las cosas se pusieron feas”: explica Gabriela que su padre vuelve a formar pareja y se mudan a la casa de su nueva mujer, quien ya tenía sus propios hijos. Esta le hace saber que “todo lo que tenía” primero era para sus hijos y lo restante —si algo sobraba, comida, por ejemplo— podía ser repartido entre las hijas de su nueva pareja. Así que Gabriela tuvo que buscar por sus propios medios alimentos, ropa para ella y para Victoria. Explica, “sola no la iba a dejar, porque si no la cuidaba yo, no la cuidaba nadie”. En ocasiones le pedía a su vecina que la ayudara con algo para comer. Sus otras tres hermanas, afectadas también por la hostilidad de la nueva esposa del padre, prefirieron ir a vivir a la casa de unos tíos. Para Gabriela, ese lugar era el último al que acudiría, ya que el tío había ejercido 11 En Argentina se utiliza esta expresión para denominar un tipo de asentamiento transitorio, constituido a partir del accionar de los sujetos, sin que su trazado responda a una planificación urbana oficial. Si bien alude a distintos tipos de construcción, muchas de ellas se caracterizan por la precariedad debido a las situaciones de extrema pobreza en las que viven sus pobladores. Algunas de esas barriadas populares se emplazaron en terrenos fiscales y sus habitantes carecen de títulos de propiedad. Muchas de ellas, pese a llevar décadas de existencia, tienen escasos avances de urbanización (cloacas, agua potable, tendido eléctrico, etc.).


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Hasta que vino otra familia, otro hombre y su señora, que se querían llevar a mi hermanita y no me querían llevar a mí. Me enojé tanto, me enojé tanto, tanto esa vez, que dije: “¡ella no se va de acá!”. Y nos querían separar. Yo luché para estar con mi hermanita toda mi vida y no voy a dejar que un señor, venga, firme un papelito y se la lleve12, antes va a tener que pasar sobre mí para llevársela. Logré, haciendo todos los desastres, los habidos y por haber, que no se la llevaran. Investigadora: ¿Qué hiciste? ¿Te acordás? Gabriela: Pataleé, les hacía la vida imposible, siempre que iban a visitar a mi hermanita le decía: “¡Pórtate mal! ¡Ellos no te quieren! ¡Te van a golpear! Investigadora: ¿Y tu hermana te hacía caso? Gabriela: Sí, me hacía caso, entonces así la engañaba. Yo le decía todo esto para que no se vaya porque ella se quería ir, porque le daban cosas ricas, le decían que tenían una casa gigante, que todo iba a ser para ella. Yo le dije: “eso a mí no me importa” ¡yo quiero a mi hermana! Hice todo lo que estaba a mi alcance, logré que mi hermanita se quedara conmigo. (Gabriela, estudiante de la escuela LM, zona sur de la ciudad de Buenos Aires, entrevista con la autora, octubre de 2019)

12 Las cursivas son mías.

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abuso sobre sus hermanas. Pese a todas estas dificultades, Gabriela no duda en hacer lo que estaba a su alcance, porque “no quería dejar sola a Victoria”. Explica que sus hermanas mayores no se ocupaban de ella ni de su hermana menor. Por lo tanto, aclara, “yo sabía que, si yo no me mantenía bien, no iba a poder cuidar a mi hermanita, pero a veces yo no comía para darle la comida a ella, esa era mi vida. Prácticamente me encargué toda mi vida de cuidar a mi hermanita” (Gabriela, estudiante de la escuela LM, zona sur de la ciudad de Buenos Aires, entrevista con la autora, octubre de 2019). Gabriela no sabe exactamente cómo sucedió, pero a sus ocho años de edad la policía, junto con personal de un organismo administrativo de promoción y protección de derechos, llegó a la puerta de su casa —aquella en donde vivió con sus padres y hermanas— y trasladó a las cinco hermanas a un hogar convivencial, ubicado en otra zona del conurbano bonaerense. A los pocos meses, la mayor de ellas abandona la institución, “se fuga”, señala Gabriela. Luego de unos meses de vivir en el hogar, Gabriela comienza a vincularse con un matrimonio, ya que ella —en conversaciones con la psicóloga de la institución— había tomado la decisión de ser adoptada. Ya avanzada esta vinculación, el matrimonio conoce a Victoria, pero no a las otras hermanas, ya que estas no estaban interesadas en conocer a otros adultos. Durante el lapso de tiempo en el que ambas mantienen visitas y salidas con el matrimonio, —etapa propedéutica de la adopción—, otra pareja se presenta en el hogar con el fin de adoptar solamente a Victoria. Gabriela lo relata así:


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La prosecución del proyecto de Gabriela se originó independientemente de la intervención de agencias estatales u hogares convivenciales. Sin embargo, este se vio amenazado cuando los miembros de las agencias del campo de las políticas de protección consideraron la posibilidad de la adopción de Victoria por separado. Si bien en las últimas reformas legales, en materia de adopción, se estableció como principio general “la preservación de los vínculos fraternos”13, en el trabajo de campo documenté que la eventual separación de grupo de hermanos es una alternativa que, recurrentemente, suele ser ponderada por los agentes del campo institucional (Ciordia 2017). Se trata de una situación dilemática que se presenta a dichos agentes: por un lado, la poca cantidad de potenciales adoptantes que tengan la voluntad de responsabilizarse por un grupo de hermanos —más cuando se trata de un grupo numeroso y con edades superiores a los doce años— y, por otro, la decisión de la preservación de los vínculos y el hecho de que no separar al grupo de hermanos pueda acarrear una permanencia más larga en las instituciones. Así las cosas, los agentes de los organismos administrativos pueden priorizar la entrega en adopción a distintas familias, con el compromiso de los padres adoptivos de mantener el vínculo entre hermanos. Sin embargo, la entrega en adopción de Victoria no se trató de una opción prevista por Gabriela —tampoco fue consultada su opinión—, por lo tanto, ella buscó defender su proyecto aun cuando su hermana empezaba a familiarizarse con la idea. La capacidad de Gabriela de actuar por sí misma —aun frente a las decisiones de los agentes de este campo institucional— permite pensar en la capacidad tanto de agencia como de resistencia a las decisiones de los agentes de la institución, así como en el poder que ejerce sobre su hermana: “yo luché para estar con mi hermanita toda mi vida y no voy a dejar que un señor, venga, firme un papelito y se la lleve” (Gabriela, estudiante de la escuela LM, zona sur de la ciudad de Buenos Aires, entrevista con la autora, octubre de 2019). En el momento en el que Gabriela fue extraída de su barrio, junto con sus hermanas, su inclusión en el hogar no fue una decisión a la que opuso resistencia, sino que convino con la estrategia de intervención diseñada por el organismo de promoción y protección de derechos; aceptó las medidas dispuestas por los agentes estatales, ya que para ella eran positivas, pues permanecería junto a sus hermanas —principalmente con Victoria—; tendría una cama “con mi nombre”, explicó; no le faltaría alimento “comía todos los días” y asistiría a la escuela “aprendí a leer” (Gabriela, estudiante de la escuela LM, zona sur de la ciudad de Buenos Aires, entrevista con la autora, octubre de 2019). De este modo, dotó de sentidos propios la internación en un hogar convivencial, “tenía todo lo que quería”, afirmaba. Así, la medida internativa fue reformulada en sus propios términos, en su propia forma de 13 La ley 26.994 (sancionada en el año 2015) aprueba el Código Civil y Comercial de la Nación Argentina que legisla sobre adopción en el libro segundo, denominado “Relaciones de Familia”, bajo el título VI, entre los artículos 594 a 637. El artículo 595, inciso D, plantea que uno de los principios generales de la adopción de niños es “la preservación de los vínculos fraternos, priorizándose la adopción de grupos de hermanos en la misma familia adoptiva o, en su defecto, el mantenimiento de vínculos jurídicos entre los hermanos, excepto razones debidamente fundadas”.


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ver el mundo. Sin embargo, esa medida colisiona con su proyecto cuando puede verse separada de Victoria, y es frente a esa posibilidad que despliega distintas astucias para que los pretendidos adoptantes desistan de su voluntad. Finalmente, la experiencia narrada por Gabriela también permite señalar que, en estos procesos, el ejercicio del gobierno infantil supone “conducir conductas” (Foucault 1988, 15) y modelar sujetos, pero no asume una forma maciza, sino que existen márgenes en los que los niños y jóvenes pueden reformular y dotar de sentidos propios las experiencias que atraviesan —como la internación en hogares convivenciales— e idear planes para su vida y formas de lograrlos, aun cuando sus proyectos disten en algunos aspectos de las estrategias pensadas por los agentes institucionales.

La protección en su faz más represiva: el enmagrecimiento de la agencia infantil

14 Las Defensorías Zonales están ubicadas desconcentradamente en la Ciudad de Buenos Aires y están compuestas por profesionales: abogados, trabajadores sociales y psicólogos que se encargan de llevar adelante la intervención estatal, siempre que los niños atraviesen una vulneración de derechos.

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Si en los apartados anteriores expuse distintas prácticas de resistencia construidas en los márgenes del poder, a partir de las interacciones que los niños y jóvenes van estructurando con sus pares, con los adultos y en los marcos de las instituciones que condicionan su cotidianidad, en este apartado centro la indagación en la cara más represiva del poder y en las alternativas que una joven ensaya para alcanzar su meta, aun cuando el resultado no sea satisfactorio para ella. Con tal fin, en este apartado se produce un desplazamiento hacia los organismos administrativos de promoción y protección de derechos, que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se denominan Defensorías Zonales (DZ) y que tienen la facultad de tomar medidas que impliquen la separación de los niños y jóvenes de su medio familiar. A lo largo de las entrevistas que mantuve con Leonor, de 17 años de edad, ella narró su experiencia con los agentes estatales de una DZ14. A diferencia de Gabriela, Leonor no residió en un hogar convivencial y tampoco fue adoptada. En esta oportunidad, la intervención estatal, en cabeza de los profesionales de la DZ, optó por otra estrategia: buscar alternativas entre miembros de la familia y referentes afectivos de la joven. Durante las entrevistas, Leonor relató que vivía junto a su madre en una de las villas miseria de la zona sur de la CABA, recordó que, entre los seis y siete años de edad, su madre acudió a una DZ, debido a que su padre biológico no quería reconocerla ni responsabilizarse por su crianza. El trabajo con esa familia no se agotó en esa gestión, permaneció activo, puesto que la madre consumía estupefacientes y la crianza de Leonor, como ella menciona, “tuvo irregularidades”, episodios conflictivos con vecinos y otros parientes, por parte de la madre, y ausentismo escolar. La adicción de esta se agrava cuando fallece uno de sus dos hijos varones mayores, quienes vivían con sus abuelos paternos. A los once años de edad de Leonor, le detectan cáncer de


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útero a su madre, pero esta decide no someterse a un tratamiento, ya que no quiere dejar solas a sus tres hijas, pues los lazos con los familiares —debido a los episodios conflictivos— estaban muy deteriorados. Leonor recuerda que, a la edad de diez años, luego de una golpiza que le propinó su madre, esta decidió internarse para tratar su adicción. La joven explica que, hasta ese momento, su madre nunca había realizado un tratamiento para enfrentar su situación. Es entonces su hermano mayor, Bruno, de 24 años, quien se hace cargo de las tres niñas. A los tres meses, la madre vuelve a su casa, pero la convivencia con su hijo mayor es muy mala y esto genera que un día, luego de una pelea entre ambos, Bruno realice una denuncia policial que culmina con la huida de la madre y con una restricción de acercamiento a sus hijas. El día de la disputa fue el último que Leonor y sus hermanas vieron a su madre con vida. La joven explica que la DZ nunca autorizó que ellas pudieran volver a verla. Investigadora: ¿Querés contarme qué te dijeron en la Defensoría?, ¿por qué no pudiste ver a tu mamá?

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Leonor: No me dijeron nada, yo estaba enojada porque cuando yo era chiquita y todavía estaba viviendo con mi mamá, yo veía que cuando separaban a los pibes de las madres… Por ejemplo, yo me acuerdo que había una nena que siempre iba cuando íbamos nosotros, que la hermana se quedó como tutora de ella. Investigadora: ¿Iban a dónde? Leonor: A la Defensoría, iban y tenían visitas ahí, la nena podía ver a la mamá ahí, en ese lugar, y a mí no me habían dejado. Yo estuve un año entero sin ver a mi mamá, todo el tiempo, en las reuniones que teníamos era (las tres hermanas con trabajadores de la Defensoría): “nosotros queremos ver a mi mamá”, las tres pedíamos eso. Bárbara era muy chiquita, no me acuerdo cuántos años tenía, pero debía de tener como tres o cuatro años, fue horrible sacarla de su mamá. Lloraba todos los días por su mamá. Antonella era un poco más grande y entendía un poco más, y yo estaba entrando en plena adolescencia, en la que me quería escapar e ir a ver a mi mamá. Aparte la tenía muy cerca. Y no me dejaba la Defensoría, y no me dejaba. Investigadora: Las trabajadoras sociales de la Defensoría, ¿qué te decían?, ¿por qué no la podían ver? Leonor: Que no, que no se podía, que mi mamá no estaba bien, que cuando mi mamá estuviera bien nosotras la íbamos a poder ver […]. Después, una vez que falleció, por unos amigos de mi mamá me enteré que ella también iba a la Defensoría a pedir que la dejaran vernos, y no la dejaban. (Gabriela, estudiante de la escuela LM, zona sur de la ciudad de Buenos Aires, entrevista con la autora, octubre de 2019)

La experiencia relatada por Leonor, en la interacción con los agentes del organismo de promoción y protección de derechos, es ilustrativa de los escasos márgenes de acción de los que pueden hacerse, en ocasiones, los niños y jóvenes


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Conclusiones A lo largo de este artículo analizo las modalidades de acción y significación que desarrollan los niños y jóvenes, en interacción con instituciones dedicadas a la protección de la infancia (hogares convivenciales y organismos administrativos de promoción y protección de derechos), en los procesos en los que se define quiénes serán sus responsables. Sin dejar de considerar los significados hegemónicos atribuidos a la infancia —como la dependencia de los adultos que se responsabilizan por ellos—, el objetivo fue no partir de una definición a priori de las capacidades de agencia de los niños y jóvenes, sino, por el contrario, describir y analizar las cualidades que estas asumen en contextos sociales y culturales específicos, atravesados por relaciones de poder, como las instituciones que se destinan a su protección. Por esta razón, el artículo propone hacer foco en la dimensión subjetiva y experiencial de los niños y jóvenes que transitan por estos procesos, con el fin de “documentar lo no documentado” (Rockwell 1995, 48).

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bajo la intervención de las agencias estatales. Así, si hasta el momento sostuve que la dominación no siempre adquiere un carácter macizo, la incertidumbre y la falta de respuestas, por parte de la DZ, resultaron en una prohibición lisa y llana, sin mayores explicaciones ni argumentos. Por otro lado, es interesante señalar cómo, a partir de su experiencia anterior con dicho organismo, ella se familiariza con otras prácticas de intervención —las visitas supervisadas— y las propone como una alternativa, pero es rechazada. El empobrecimiento de su agencia, dado que no comprende las razones en las que estriba tal negativa, permite que ella cuestione tal decisión, pero no la desobedece: “me quería escapar e ir a ver a mi mamá, aparte la tenía muy cerca” (Gabriela, estudiante de la escuela LM, zona sur de la ciudad de Buenos Aires, entrevista con la autora, octubre de 2019). La experiencia relatada por Leonor evidencia con mayor claridad el conflicto que, recurrentemente, sobrevuela el gobierno de las infancias: la tensión entre la necesidad de proteger a los niños —en función de los sentidos hegemónicos atribuidos a la infancia desde la modernidad— y, simultáneamente, las competencias de estos para atravesar situaciones evaluadas, por los agentes institucionales, como de desprotección o riesgo. Si bien estos son escuchados, como plantea la CDN, en sus voluntades y opiniones, “el interés superior del niño” acaba siendo definido por un agente institucional adulto y, en ocasiones, como en la situación de Leonor, los niños y jóvenes acaban desconociendo, no comprendiendo o no compartiendo los argumentos de tales decisiones. Sin duda, se trata de situaciones complejas, en las que los agentes institucionales muchas veces se encuentran en escenarios dilemáticos en los que ponderan argumentos, urgencias y escasas alternativas, entre las que deben escoger la solución posible (Vianna 2010), ya que “la mejor” no hace parte del repertorio.


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El análisis de la performance en el hogar María permite pensar el exiguo espacio que tienen los niños y jóvenes para plantear su desacuerdo o malestar, respecto a las normas que —con algunos matices— se encuentran también en otras instituciones. En la performance, la capacidad de agencia se expresa en las acciones de resistencia a las lógicas institucionales, al hacerlas visibles y cuestionarlas mediante la burla. Se trata de una crítica velada, de acciones que no enfrentan abiertamente las decisiones de los agentes de estos organismos, sino que se despliegan en los intersticios de las instituciones de cuidado. Como señalé previamente, tales normas tienen como fin regular el comportamiento de los niños y jóvenes en dichas instituciones, a partir de un elemento de vital importancia para estos: los vínculos con las familias de origen. Así, la regulación de conductas se monta sobre los deseos, intenciones y afectos de los niños y jóvenes. Se trata de una dimensión del poder que opera en la vivencia subjetiva. En los intersticios institucionales también opera Gabriela, para preservar su proyecto ante las desestabilizaciones que provocan las decisiones de los agentes institucionales, por la posible entrega en adopción, de manera separada, de su hermana Victoria. Esta situación aúna las dos dimensiones de la agencia, tal como la conceptualiza Ortner (2016): la prosecución de un proyecto elaborado con anterioridad a la intervención estatal y la creatividad para contrarrestar los efectos de esta, para poderlo llevar a cabo. Gabriela no decide enfrentar abiertamente las decisiones de los agentes estatales, sino que idea un subterfugio: modificar el comportamiento de su hermana. Por el contrario, la experiencia vivida por Leonor y sus hermanas, con los agentes de la DZ, plantea otro extremo del espectro y permite visibilizar el ejercicio de poder en su faceta más maciza, la que acaba enmagreciendo la capacidad de agencia de la joven y sus hermanas respecto al deseo de contactarse con su madre. La comparación de ambos casos permite plantear que el margen de maniobrabilidad o autonomía de los niños y jóvenes es mayor cuando, de manera soterrada, llevan adelante las acciones. Gabriela logra su objetivo, mientras opone una resistencia no confrontativa a las decisiones de los agentes institucionales —al intentar convencer a su hermana—. Sin embargo, Leonor obedece las pautas establecidas por los agentes del organismo de promoción y protección de derechos, y también demanda abiertamente un cambio en su decisión, pero no logra su propósito —no puede volver a tener un contacto con su madre— y tampoco alcanza a comprender cuáles son las razones de la negativa. De modo que, lejos de plantear la intervención estatal sobre los niños y jóvenes como homogénea y totalizadora, los casos permiten pensar que el gobierno infantil asume diferentes matices y estos, a su vez, generan distintas condiciones de posibilidad para que los niños y jóvenes puedan alcanzar sus proyectos o para que los desenlaces de las medidas se resuelvan según sus voluntades.


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relações sociais en casas-lares”. Tesis de maestría, Departamento de Antropologia Social, Universidade Federal do Paraná, Curitiba. Szulc, Andrea. 2019. “Más allá de la agencia y las culturas infantiles”. Runa 40: 53-63. https://doi.org/10.34096/runa.v40i1.5360 Vianna, Adriana. 2010. “Derechos, moralidades y desigualdades. Consideraciones a partir de procesos de guarda de niños”. En Infancia, justicia y derechos humanos, compilado por Carla Villalta, 199-243, Buenos Aires: Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes. Villalta, Carla. 2013. “Un campo de investigación. Las técnicas de gestión y los dispositivos jurídico-burocráticos destinados a la infancia pobre en la Argentina”. Civitas 2 (13): 245-268. https://doi.org/10.15448/1984-7289.2013.2.15482 Villalta, Carla. 2003. “Entre la ilegitimidad y el abandono: la primera ley de adopción de niños”. Cuadernos del Sur 32: 27-48. https://www.aacademica.org/carla.villalta/69 Vinel, Virginie y Francesca Zaltron. 2020. “Enfants acteurs, enfants agis”. Revue des Sciences Sociales 63: 12-25. https://doi.org/10.4000/revss.4752 Yanagisako, Sylvia Junko. 2002. Producing Culture and Capital: Family Firms in Italy. Princeton: Princeton University Press.


Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, Parque Baconao, Santiago de Cuba, 2019.


Entre la confianza y la transformación : modalidades de intervención social sobre la niñez en riesgo en el marco de la protección integral de derechos en Argentina* Natalia Larrea ** Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.07 Cómo citar este artículo: Larrea, Natalia. 2021. “Entre la confianza y la transformación: modalidades de intervención social sobre la niñez en riesgo, en el marco de la protección integral de derechos en Argentina”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 155-177. https://doi.org/10.7440/ antipoda42.2021.07 Recibido: 16 de febrero de 2020; aceptado: 15 de agosto de 2020; modificado: 23 de septiembre de 2020.

*

Este artículo forma parte de la investigación concerniente a la realización de mi tesis de grado en antropología social, desarrollada en el marco de una beca del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Agradezco a quienes evaluaron el documento y al editor de Antípoda por sus valiosas críticas y recomendaciones.

** Doctoranda en Antropología Social de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Licenciada en Antropología Social de la Unicen, Argentina. Entre sus últimas publicaciones están: “Modalidades locales de protección de la infancia ‘con derechos vulnerados’: la interinstitucionalidad y sus tensiones”. Question 1, n.o 62 (2019): e161. https:// doi.org/10.24215/16696581e161; “Tensiones y disputas en el campo de la gestión de la infancia ‘con derechos vulnerados’”. Equidad: Infancias y Adolescencias n.o 2 (2018). https://www.soc.unicen.edu.ar/index.php/publicaciones/equidad/273-equidad-1/3369-equidad-infancias-y-adolescencias-n-2 * natalialarrea82@gmail.com

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Resumen: este trabajo se desprende de una investigación orientada a la comprensión de las actuales modalidades de intervención social sobre la niñez en riesgo, dentro de la denominada protección de la infancia, desde el enfoque de derechos, en Argentina. Busco comprender dichas modalidades de intervención, al centrarme en las actuaciones de los agentes institucionales de un organismo estatal de protección de derechos de la infancia, en una localidad bonaerense de rango medio. El material aquí presentado es resultado de una aproximación etnográfica y narrativa a las actuaciones desplegadas por dichos agentes sobre las familias con las cuales interactúan, con el fin de acceder a los esquemas de significación que las enmarcan. Realicé mi trabajo de campo, durante el año 2018, a partir de una estadía de cinco meses en el organismo estatal, haciendo uso de la observación participante como principal técnica de investigación. Argumento que la confianza que permea el vínculo entre agentes estatales y familias destinatarias de las intervenciones es concebida como valor moral vehiculizador del trabajo aleccionador realizado, fundamentalmente, sobre mujeres-madres. Esta característica no flexibiliza, sino


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que refunda la asimetría propia de la relación, estilizando mecanismos de control y vigilancia. A su vez, las familias hacen uso de la retórica institucional disponible, como modo de traducir su experiencia social al lenguaje de los derechos, ofreciendo así la transformación esperada. Este trabajo muestra el modo en que los actuales formatos de intervención sobre la infancia y sus familias incorporan novedosos elementos como la confianza y el afecto que, sin embargo, se traman con perdurables mecanismos de poder propios de la dimensión tutelar del Estado. Asimismo, problematiza el lugar de las familias en la interacción con agentes estatales para permitir una comprensión de su accionar a partir del uso y apropiación del lenguaje de los derechos. Palabras clave: confianza, derechos de infancia, intervenciones sociales, niñez, organismo estatal, riesgo. Between Trust and Transformation: Modalities of Social Intervention on Children at Risk in the Framework of Integral Rights Protection in Argentina

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Abstract: This paper is part of a study intended to elucidate the current modalities of social intervention on children at risk in Argentina, as part of what is known as child protection and from a rights-based approach. I attempt to comprehend these modalities of intervention by focusing on the actions of the institutional agents of a state organism for the protection of children’s rights in a mid-range area of Buenos Aires. The material presented here stems from an ethnographic and narrative approach to the actions carried out by these agents in relation to the families with which they interact, in order to access some of the significant schemes that frame them. I conducted my fieldwork in 2018, during a fivemonth internship in the organization, using participant observation as the main research technique. I argue that the trust that permeates the bond between state agents and the families targeted by the interventions is conceived as a moral value that conveys the instructive work carried out, fundamentally, on womenmothers. This characteristic does not serve to make relationships more flexible, but rather reestablishes itself to stylize control and surveillance mechanisms. At the same time, families make use of available institutional rhetoric as a way of translating their social experience into the language of rights, thus effecting the expected transformation. This work shows how current models of intervention involving children and their families incorporate new elements such as trust and affection, which, however, are woven with enduring power mechanisms typical of the scope of the state’s protective services. It also discusses the place of families in the interaction with state agents to enable an understanding of their actions based on the use and appropriation of the language of rights. Keywords: Childhood, childhood rights, risk, social interventions, state organism, trust.


Entre la confianza y la transformación : modalidades de intervención social sobre la niñez en riesgo ... Natalia Larrea

Entre a confiança e a transformação: modalidades de intervenção social sobre a infância em risco no âmbito da proteção integral de direitos na Argentina

Palavras-chave: confiança, direitos da criança, infância, intervenções sociais, órgão estatal, risco.

L

Contextualización y antecedentes del estudio as adecuaciones a escala mundial del denominado enfoque de derechos, cristalizado en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) del año 1989, implicaron complejas transformaciones normativas e institucionales. Siguiendo lo expuesto por varios autores que, desde una perspectiva antropológica, han abordado temáticas vinculadas a la niñez y sus derechos en Argentina (Barna 2014a; Grinberg 2013; Lugones 2012; Villalta 2012, 2010), estos procesos instalaron gradualmente, a nivel global, una retórica

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Resumo: este trabalho deriva de uma pesquisa orientada à compreensão das atuais modalidades de intervenção social sobre a infância em risco, no âmbito da denominada “proteção da infância” e sob a abordagem de direitos, na Argentina. Pretendo compreender essas modalidades de intervenção ao me focar nas ações dos agentes institucionais de um órgão estatal de proteção de direitos da criança, em uma localidade bonaerense de classe média. O material apresentado é resultado de uma aproximação etnográfica e narrativa das ações desenvolvidas por esses agentes sobre as famílias com as quais interagem a fim de ter acesso aos esquemas de significação que as delimitam. Realizei meu trabalho de campo durante 2018, a partir de uma estada de cinco meses na organização estatal, fazendo uso da observação participante como principal técnica de pesquisa. Argumento que a confiança que permeia o vínculo entre agentes estatais e famílias destinatárias das intervenções é concebida como valor moral mobilizador do trabalho disciplinar realizado, fundamentalmente, sobre mulheres-mães. Essa característica não flexibiliza, mas sim remodela a assimetria própria da relação, estilizando mecanismos de controle e vigilância. Por sua vez, as famílias fazem uso da retórica institucional disponível, como modo de traduzir sua experiência social para a linguagem dos direitos, oferecendo assim a transformação esperada. Este trabalho mostra o modo em que os atuais modelos de intervenção sobre a infância e suas famílias incorporam novos elementos como a confiança e o afeto que, contudo, são estruturados com perduráveis mecanismos de poder próprios da dimensão tutelar do Estado. Além disso, problematiza o lugar das famílias na interação com agentes estatais para permitir uma compreensão de seu agir a partir do uso e da apropriação da linguagem dos direitos.


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sobre la niñez y sus derechos que, en el contexto argentino, produjo una particular forma de concebir y narrar la niñez y las intervenciones estatales sobre esta población. Se trata de una retórica construida en clara contraposición a la mirada que sobre la niñez se había instalado en el contexto del sistema tutelar1, erigido en torno a la consolidación de la categoría de minoridad, que distinguía a un determinado sector de la infancia: “aquellos niños considerados ‘abandonados’, ‘delincuentes’, ‘huérfanos’ y/o ‘desamparados’” (Villalta 2012, 41). Este sistema de clasificación de la niñez, como señala Villalta (2012), responde a un proceso originado a principios del siglo XX, a raíz del cual se constituye a un determinado sector de la población como menor, objeto de intervención, pero también de estudio y de control. La anulación de la patria potestad —elemento central de la Ley de Patronato de Menores de 19192— dará lugar al establecimiento de un procedimiento de tutelarización, a partir del cual se invierte la relación de connivencia entre el Estado y la familia, de modo que esta última queda convertida en un ámbito de intervención directa. En el 2005, con la sanción de la nueva legislación en materia de niñez3, comienza a desarrollarse un profundo proceso de transformación normativa e institucional en el país. Creados mediante la Ley Provincial N°13298, los Servicios Locales de Promoción y Protección de Derechos constituyen organismos supeditados a los gobiernos municipales, que son los encargados de sustituir a los juzgados de menores como los ámbitos responsables de resolver problemáticas sociales asociadas a la infancia protegiendo o restituyendo sus derechos vulnerados4. Uno de los aspectos fundamentales de la transformación normativa e institucional mencionada, es el traspaso de facultades históricamente propias del poder judicial, sobre la infancia, a la esfera de la administración pública. En tal sentido, los actuales formatos de intervención sobre esta población proponen medidas de protección y restitución de derechos que superen la discrecionalidad que anteriormente detentaban los jueces, para decidir sobre las vidas de niñas y niños atravesadas 1

La categoría de sistema tutelar debe comprenderse en el marco del entramado jurídico-administrativo de tutela estatal sobre la población infantil, definido como Patronato de la Infancia y surgido a partir de la sanción de la Ley de Patronato de Menores en el país. Para una profundización sobre el tema ver Villalta (2012, 2001); Zapiola (2010).

2

Ley Nacional 10903 de Patronato de Menores, del 21 de octubre de 1919, por la cual se establece la tutela o patronato estatal sobre los niños y niñas caracterizados como menores, reglamentando la pérdida o suspensión de la patria potestad de los progenitores. (Boletín Oficial n.° 7711 del 27 de octubre de 1919). http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=103606

3 Concretamente, la Ley Nacional 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, del 28 de septiembre de 2005, por la cual se adoptan los postulados de la Convención sobre los Derechos del Niño y se establece su protección integral, a través de la reformulación de la institucionalidad vigente abocada a la infancia. (Boletín Oficial n.° 30767 del 26 de octubre de 2005). http://servicios. infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=110778 4

Durante el proceso de institucionalización del enfoque de derechos en Argentina y en la región, la restitución y exigibilidad de derechos de niñas y niños formó parte de un frente discursivo (Fonseca y Cardarello 2005), que permitió la construcción de una ruptura con las narrativas del pasado y legitimó una nueva forma de concebir a la infancia, ya no como objeto de tutela estatal, sino como destinataria de derechos (Barna 2013; Fonseca 2004; Grinberg 2013; Schuch 2009; Villalta 2010).


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5 Estudios como los de Daroqui y Guemureman (2001, 1999); Zapiola (2010); (Villalta 2012, 2010) dan cuenta de las prácticas e intervenciones enmarcadas en un abordaje tutelar de la infancia en Argentina, en el que jueces, defensores de menores, autoridades administrativas o de establecimientos de beneficencia pasaban a asumir la representación y responsabilidad de niñas, niños y jóvenes considerados “abandonados” o “delincuentes”. 6

No será materia de este artículo poner en discusión la efectividad de esta presunción. Varios trabajos (Barna 2014a; Grimberg 2013; Villalta 2010; Villalta y Llobet 2015) advierten acerca de los peligros de plantear dicotómicamente dos paradigmas o modos de intervenir sobre la población infantil considerada en riesgo. Peligros asociados a una esencialización de los derechos y las prácticas, que impediría observar e identificar rupturas y continuidades entre dos modos de concebir, narrar e intervenir a la niñez y sus familias.

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por la desigualdad social5. Me refiero con ello al tránsito de las prácticas compulsivas de institucionalización, llevadas a cabo por los juzgados de menores, a una lógica de intervención que supone a la familia como el entorno idóneo para el desarrollo de los niños y las niñas, y que ve la institucionalización como la última opción6. Conjuntamente, el empleo de estrategias basadas en la negociación, el consenso, la construcción de acuerdos y el derecho de las niñas y los niños a que su voz sea escuchada, configuran un horizonte moral (Barna 2014b), a partir del cual se estructuran las intervenciones de quienes trabajan como agentes de dicho organismo. Al considerar que este tránsito no se ha producido de manera lineal ni libre de tensiones, entre quienes deben implementarlo (Villalta 2010; Villalta y Llobet 2015), asumo aquí el planteamiento de varios estudios en Argentina y en la región, que han propuesto una mirada desacralizadora de la CDN y del enfoque de derechos en ella cristalizado, y han abierto el debate acerca de la articulación de los derechos de la infancia con las novedosas lógicas de gobierno de sectores populares (Barna 2014a; Fonseca y Schuch 2009; Grinberg 2013; Schuch 2009; Villalta 2010). Asimismo, las investigaciones centradas en momentos de transición legislativa me han permitido reflexionar acerca de las modalidades de administración de la niñez, gestadas a partir de procesos de transformación y de reconfiguraciones institucionales destinadas a este fin (Fonseca 2004; Schuch 2009, 2008; Vianna 2010, 2002; Villalta 2013, 2010). Desde una perspectiva etnográfica, y situados en ámbitos institucionales destinados a la administración de la niñez, varios de estos trabajos analizan las intervenciones efectuadas sobre esta población, en el marco de la implementación del enfoque de derechos. En este sentido, resultan centrales los aportes de las investigaciones que destacan los modos en que las prácticas estatales, basadas en una retórica de la protección o de la restitución de derechos, conforman la dimensión tutelar del Estado (Barna 2014b; Grinberg 2013; Schuch 2009; Vianna 2010; Villalta 2012). Los trabajos que se enfocan en las intervenciones estatales, estructuradas en torno a ejercicios de poder tutelar, en particular aquellos destinados a la administración de la niñez y sus familias (Barna 2015, 2014a, 2014b; Graziano 2017; Grinberg 2014, 2013; Lugones 2012; Villalta 2012, 2010), adquieren vital importancia para interpretar los procesos de intervención sobre niñas, niños y adolescentes que se despliegan en el marco de las políticas de protección de derechos. Estos aportes permiten analizar la regulación de las relaciones familiares, como una forma de


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administración que se vuelve eficaz en la medida en que opera combinando, en una relación asimétrica, el aparato administrativo y las configuraciones familiares de las que provienen niñas y niños (Barna 2015, 2014b; Vianna 2002). En los apartados que siguen describo y busco interpretar dos situaciones etnográficas —una entrevista realizada en un Servicio Local de Protección de Derechos y un encuentro en un taller socioeducativo para Padres— concebidas en este trabajo como escenarios de análisis de las modalidades de intervención implementadas. En el primer apartado indago el vínculo de confianza que permea la interacción presentada, argumentando que este elemento, percibido como valor moral para las y los agentes estatales, torna eficaz el trabajo con las familias, al mismo tiempo que oculta la asimetría propia de una relación de carácter tutelar. En el segundo apartado interpreto el tránsito de los progenitores por el Taller Socioeducativo para Padres, en tanto instancia liminal que supone una transformación de los sujetos como condición para la revinculación con sus hijos e hijas. Aquí me enfoco en la expresión de culpa y arrepentimiento, así como en el uso del lenguaje de los derechos, por parte de los progenitores que transitan por el taller, como mecanismos esgrimidos para dar cuenta de la transformación requerida como condición para la revinculación. 160

Metodología, técnicas y labor de campo Para los fines de la investigación que enmarca este escrito, durante el año 2018 y por un período de cinco meses, desarrollé un trabajo de campo etnográfico en el ámbito del Servicio Local de Protección de Derechos de una localidad de rango medio de la provincia de Buenos Aires, Argentina. A pesar de haber entablado ya un vínculo con algunas de las personas que formaban parte del organismo, a través de entrevistas previas a mi estadía de campo, la posibilidad de estar ahí dentro, por un tiempo prolongado, requirió de una vinculación mediante un permiso formal. Así, acordamos enmarcar mi trabajo en un convenio-acuerdo, firmado entre el organismo y el grupo de investigación7, por medio del cual me comprometí a transferir al organismo el conocimiento resultado de la investigación, a cambio del acceso al lugar. El Servicio Local cuenta con un equipo técnico conformado por una coordinadora, un director y alrededor de veinte profesionales de las áreas de trabajo social, abogacía y psicología. Estos agentes estatales deben llevar a cabo las intervenciones orientadas a proteger y restituir los derechos de niñas, niños y adolescentes. El trabajo de campo que realicé implicó mi participación en la cotidianidad de la labor desarrollada: entrevistas con familiares de niñas y niños sobre los que se interviene, visitas a los hogares de sus familias, reuniones y charlas informales entre los profesionales. Pero, además, en otros formatos de interacción, que existen entre agentes estatales y familias, como los denominados Talleres Socioeducativos para Padres, destinados

7 Se trata del Grupo de Estudios Socioculturales del Conflicto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.


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a progenitores que han sido separados de sus hijos e hijas por ser considerados no aptos para asumir tal responsabilidad y hacerse cargo de su cuidado. Con el transcurrir del tiempo, durante la estadía en el organismo, mi presencia como investigadora, por momentos, era soslayada tanto por los agentes, como por las familias que acudían a las entrevistas. Yo era una agente estatal más. La jornada laboral en el Servicio Local de Protección de Derechos comenzaba a las 7 a. m., y culminaba a la 1 p. m., tiempo durante el cual, a pesar del trajín continuo, se intercalaban breves momentos de descanso en los que prevalecían charlas informales, entre mates o algún cigarrillo, generalmente sobre los casos atendidos. Estos momentos de respiro sirvieron para afianzar el vínculo de confianza que pude establecer con los actores del campo y resultaron necesarios para que, más allá del convenio firmado, mi presencia no provocara incomodidad o recelo. En la mayoría de las situaciones de entrevistas o visitas a casas familiares, me presentaba como alguien “que está haciendo una investigación” y que, incluso, grabaría las interacciones para su estudio. Sin embargo, aunque mi participación se limitara a anotar en mi diario de campo y a grabar los encuentros, para las familias yo era una profesional más. Más allá de la explicación previa que se ofrecía a las familias, con respecto a mi presencia, entiendo que el ser portadora de un saber y oficio escudriñador me ubicaba rápidamente en el lugar de profesional del organismo, en el contexto de la interacción, y así lo vivía cuando, a lo largo de sus relatos, las personas se dirigían tanto a las y los agentes como a mí. Con esto intento evidenciar que, por encima de mi intención de pasar desapercibida durante las interacciones y, muy por el contrario, las personas parecían esperar de mí una respuesta, un aporte, una aprobación o evaluación, del mismo modo que lo esperaban de quienes las entrevistaban. Esto, que representó un dilema en mi labor de campo, solo encontró una vía de satisfacción cuando tuve la posibilidad de devolver, en forma de saber construido mi investigación. Siguiendo la propuesta de Clifford Geertz (1973), este trabajo dirige la mirada hacia la forma en que los actores del campo dotan de sentido aquello que hacen. La principal técnica empleada fue la observación participante, caracterizada por la presencia del investigador en terreno por un tiempo prolongado. Asimismo, atendiendo a la advertencia de Geertz, acerca del “carácter preinterpretado del objeto de las ciencias sociales y la imposibilidad de entender la vida social a través de la mera observación de las conductas” (Visacovsky 2016, 39), realizo una aproximación narrativa al objeto de estudio. Entender qué es lo que sucede en una situación exige el conocimiento de los discursos explícitos e implícitos a los que apelan los actores para conducirse y para entender, a su vez, las acciones de los otros. Como consecuencia, la investigación etnográfica es reorientada hacia la inscripción de tales discursos sociales y el etnógrafo se convierte en un productor de textos de diverso grado, tornando su tarea en un asunto de interpretación textual (Visacovsky 2016). En ese sentido, este trabajo parte de una aproximación etnográfica y narrativa, que busca articular lo que los actores hacen con lo que dicen sobre lo que hacen. Las situaciones etnográficas que ilustran este escrito asumen una forma narrativa centrada en el diálogo


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y planteada a partir de lo que Quirós (2011) define como diálogos-en-escena. Esta técnica resulta sumamente apropiada a fin de que el lector logre comprender qué es lo que los actores hacen, entendiendo que el decir es inescindible del hacer (Malinowski 1986, citado en Quirós 2011)8.

La confianza y el afecto en la regulación del cuidado y la cotidianeidad familiar Al llegar una mañana al Servicio Local, durante mi estadía de campo, Cecilia9, la coordinadora del organismo, me comentó que habría una entrevista con una mamá con motivo del egreso de sus hijos e hija de un hogar de guarda. Se trataba de dos niños y una niña sobre quienes, en octubre de 2017, las agentes de la institución, responsables del caso, habían decidido implementar una medida de abrigo10 para separarlos de su progenitora, a causa de conductas violentas y negligentes detectadas en el ámbito familiar.

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Un frío lunes de agosto, cerca de las diez de la mañana, Eliana y Gachi —técnicas responsables del caso— se disponen a preparar una de las oficinas del Servicio Local de Protección de Derechos para la reunión de egreso. Me sumo a los preparativos con la intención de registrar el evento y mientras acomodamos algunas sillas comienzan a llegar miembros de las instituciones educativas a las que asisten los hijos e hija de Daniela: la directora de la escuela a la que acuden Nadina y Tomás —de ocho y seis años, respectivamente—, la maestra de Nadina y dos miembros del equipo orientador11 del jardín al que asiste Lautaro, el más pequeño de los tres —de cuatro años de edad—. Luego de unos minutos llega Daniela con su hijo más pequeño —Lautaro— dormido en brazos. En la sala hay una mesa rectangular grande. De un lado se ubicaron, de izquierda a derecha, la directora, la maestra, Eliana y las dos profesionales del equipo orientador del jardín. Daniela se ubica en una silla que le alcanza Gachi, frente a ellas, con una actitud muy tímida y manteniendo la mirada baja. Finalmente, Gachi se ubica algo alejada de la mesa y yo junto a una mesita más pequeña que había contra una de las paredes, registrando la escena, mediante apuntes y grabación:

8 Julieta Quirós explica que para Malinowski “el significado de los términos empleados por nuestros interlocutores en el campo sólo se desentraña en los múltiples ‘contextos de situación’ en que esos términos son puestos a jugar. Dilucidar el sentido de una palabra o de una afirmación, equivale a desplegar esas palabras tal como se usan y manipulan en cada contexto” (2011, 34). 9 Tanto los nombres de los profesionales del organismo como los de las niñas, niños y miembros de las familias que aparecen en este trabajo son ficticios, con el propósito de proteger su identidad. 10 Se trata de una medida excepcional de protección de derechos, reglamentada en el artículo 35 de la Ley Provincial 13.298. Implica la separación de la niña, niño o adolescente, que ha sido considerado con sus derechos vulnerados, de su familia de origen y su permanencia en un ámbito alternativo hasta tanto se resuelva la situación riesgosa que provocó la vulneración. 11 Los equipos orientadores están conformados por varios profesionales de distintas disciplinas, quienes se ocupan de guiar y acompañar las trayectorias educativas de niñas, niños y adolescentes que así lo requieran, en los niveles inicial, primario y secundario del sistema educativo en Argentina.


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Eliana: La idea es poder acompañarte desde todas las instituciones Daniela. Pero bueno, no están yendo a la escuela, no están yendo al jardín, esas cosas hay que seguir ajustándolas, son un problema. La idea es avanzar, que podamos acompañarte, que puedas ir avanzando para poder con los tres nenes. Decidimos que vuelvan a vivir con vos porque notamos que ellos te necesitan, básicamente porque después de las visitas se quedaban angustiados en el hogar y querían quedarse con vos. Esa es una buena señal, porque significa que hay cosas que están cambiando, pero bueno…, ya te digo que hay que seguir trabajando mucho todavía. ¿Pasó algo, que no están yendo a la escuela? Daniela: [Apenas levanta la mirada para responder] No, lo que pasa que los días de lluvia..., yo pensé que la combi12 no pasaba por ahí. Directora: No, él pasa [el chofer de la combi]. Por ahí no va a los lugares de campo donde entierra la combi, pero por eso es importante que vos te comuniques con él, a las siete de la mañana le mandás un mensaje y listo. Gachi: ¿Te acordás que lo hablamos Daniela? Daniela: Lo que pasa que yo no tenía crédito para escribir [responde alzando levemente la mirada].

Gachi: La escuela y el jardín son fundamentales Daniela y esto hay que sostenerlo llueva, granice… Directora: Igual, vos te podés parar en la esquina y por ahí él pasa. Es una lástima porque nosotros, desde la escuela, a Nadina la vemos mejor. [Daniela asiente con la cabeza en todo momento]. (Diario de campo de la autora, Servicio Local de Protección de Derechos, 17 de agosto de 2018)

La performance aleccionadora, compuesta por variadas técnicas de gobierno (Schuch 2009) que las profesionales despliegan en esta escena, forma parte de lo que en el Servicio Local denominan el trabajo con las familias. Se trata de una labor orientada a la conformación de un orden familiar adecuado (Ciordia y Villalta 2009), como modo de restituir derechos, presunta o efectivamente vulnerados, de niñas, niños y adolescentes. En la interacción presentada, las profesionales buscan hacer entender a Daniela que aún resta trabajo por hacer para que, efectivamente, pueda ejercer el rol materno que se le adjudica. A pesar de ello, le expresan que seguirán acompañándola, reafirmando una complementariedad en la relación, característica de los nuevos formatos de gestión de la niñez. Sin embargo, se advierte una clara asimetría entre ambas partes, en tanto las profesionales son quienes hacen las preguntas, evalúan el comportamiento de Daniela y sugieren a la vez que realizan 12 Vehículo automotor para el transporte de pasajeros.

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Directora: ¿Pero por WhatsApp?


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advertencias. Daniela, por el contrario, es quien se ubica frente a ellas —con la mirada baja—, asume la posición de evaluada y acepta las indicaciones y amonestaciones. En este sentido, se puede advertir que la pretensión de regular variados aspectos de la vida de Daniela se enmarca, al mismo tiempo, en una singular relación tutelar. Sin embargo, en tanto alianza asimétrica (Barna 2014b), esta relación de complementariedad revela, asimismo, el ejercicio de poder propio de la dimensión tutelar del Estado, estilizado por el empleo de herramientas asociadas al diálogo, al consenso y a lo que entiendo como la construcción de un vínculo de confianza entre agentes y familias, disipador de la coerción implícita en la relación. El acompañamiento, las buenas maneras, las sugerencias realizadas con la mejor intención (Lugones 2012) y el afecto expresado en la interacción abonan la construcción de una confianza que se torna imprescindible para el trabajo que se realiza y que, como luego intentaré argumentar, otorga eficacia a este ejercicio aleccionador. En otro tramo de la interacción, las profesionales intentan ajustar la cotidianidad de Daniela, de acuerdo con una moralidad específica de las relaciones familiares (Eilbaum 2011): Maestra: ¿Cómo viene Tomás con su rutina diaria?, porque ayer se había dormido y Nadina nos dijo que era porque se había acostado muy tarde mirando la novela. 164

Gachi: De esto habíamos hablado también Daniela, ¿te acordás? Que mirar televisión los excita mucho en la noche, por ahí un librito y acostarlos temprano. Maestra: Ellos cuando llegan a tu casa a la tarde, ¿llegan dormidos? Daniela: No, llegan bien [responde mirando a la maestra y a Gachi simultáneamente]. Por ahí les pregunto si quieren dormir un ratito, pero no, no quieren saber nada. Maestra: No, porque por ahí no sería recomendable que duerman cuando llegan, más bien que duerman temprano en la noche, porque sí es verdad que tienen una jornada reintensa, entonces, poder ordenarles ahí los horarios. Eliana: ¿A qué hora cenan ustedes? Daniela: A las nueve y media…, nueve y pico. Directora: Y…, tendrían que cenar antes [expresa con gestos de preocupación]. Gachi: ¿Te acordás que habíamos hablado eso? [vuelve a preguntarle, con tono de recriminación esta vez] Dijimos primero los chicos, después ustedes…, para que puedan cenar más temprano…, poner en práctica todo lo que hablamos. [Daniela solo asiente con la cabeza y todas guardan silencio por unos segundos]. Eliana: ¿Cómo te sentís? Daniela: Bien, igual tengo que retomar la terapia porque la dejé, pero estoy bien ahora.


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Gachi: Recordá Daniela que la terapia estaba dentro del plan de estrategias de la medida. Eliana: Es importante también que asistas a los talleres en políticas de género13, por el subsidio, porque si no te lo van a cortar. Luego de algunas recomendaciones más, con respecto a la organización familiar, Eliana le entrega a Daniela los certificados de nacimiento y documentos de identidad de sus hijos e hija. Cuando acerca la documentación hacia Daniela deja sus manos encima, mientras realiza las últimas recomendaciones y advertencias sobre la poca solvencia del egreso, luego las retira y Daniela guarda estos documentos en su bolso con la ayuda de Gachi, porque se encontraba con su hijo en brazos. Segundos después, durante los cuales reina un total silencio, mientras todas las personas presentes miran a Daniela —como esperando que diga algo—, Eliana se levanta de su silla, va hacia ella y la abraza. Seguidamente todas hacen lo mismo, alentándola a realizar las terapias sugeridas, a sostener los hábitos adquiridos y a continuar cuidando de sus hijos e hija a partir de las orientaciones brindadas. (Diario de campo de la autora, Servicio Local de Protección de Derechos, 17 de agosto de 2018)

13 Se trata de talleres para mujeres víctimas de violencia de género, dictados en la sede de la Secretaría de Políticas de Género de la localidad. Esta secretaría se encarga de tramitar un subsidio para las mujeres que asisten a los talleres.

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La regulación sobre la vida de Daniela, que expone la escena presentada, revela inmediatamente que la tarea desarrollada, en el marco de este vínculo agentes/familias, aparece fundada en valores y significados sobre roles maternos, relaciones familiares y crianza propios del ideal familiar de clase media nuclear. Las indicaciones brindadas y las evaluaciones realizadas sobre los hábitos y conductas de Daniela no atienden a las diversas dinámicas ni a los formatos de cotidianidad de otros grupos sociales, mayores destinatarios de las intervenciones del organismo. Asimismo, resulta característico de este tipo de intervenciones que los destinatarios sean mayoritariamente mujeres. Como en el caso analizado, no se hace mención a la figura del padre, cuya ausencia, en el discurso de la interacción, pareciera otorgarle menor responsabilidad. En la interacción se evidencia —aunque permeada de afecto y buenas maneras— una culpabilización por no responder a las pautas de crianza consideradas adecuadas, con lo que prevalece una naturalización del vínculo materno y la idea de maternalización de las mujeres (Nari 2004). Así, lo que se evalúa y se juzga en Daniela se relaciona con modos de crianza y hábitos cotidianos referidos a su rol materno, por lo que no parece prioritario dirigir la atención o la intervención hacia la figura paterna u otros familiares. En este sentido, la normalización de comportamientos, que aquí se advierte, se efectiviza a través del consejo y del acompañamiento como elementos que, además de vehiculizar la dimensión tutelar del Estado, mediante los actuales formatos de intervención sobre la infancia (Villalta 2010), adjudican a quien es aleccionada —Daniela, la madre— la responsabilidad plena


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por la situación de riesgo de sus hijos. De modo que, puesto el foco en las conductas y comportamientos de padres y madres, estos formatos de intervención parecieran ocultar o naturalizar la dimensión de desigualdad social que permea la situación de Daniela y sus hijos. Douglas (1996) señala que nuestras representaciones de peligro y riesgo se basan en ideas de moral y justicia que caracterizan ciertos elementos como peligrosos, al tiempo que niegan, olvidan u ocultan otros. Para la autora, existe una selección cultural de peligros, que implica la percepción de algunos riesgos para su eventual prevención, mientras que otros son descuidados y pasan desapercibidos. De este modo, ciertos principios morales legitiman la percepción de riesgos y guían la respuesta social dada. Al recuperar este aporte, Grinberg (2008) sostiene que, a diferencia de la noción de peligro, la idea de riesgo, aplicada a la infancia, implicaría un juicio a futuro, un pronóstico realizado con base en la observación de ciertos factores, a partir de los cuales se estima que, si no se toman medidas necesarias, “algo malo” le ocurrirá al niño o a la niña. En la interacción entre las profesionales y Daniela se evidencian factores ocultos y otros que prevalecen en la percepción de riesgo que, de nuevo, se asocia al ámbito familiar como origen de todo lo malo que hay que cambiar. En este sentido, las respuestas al problema se dirigen a transformar esa realidad particular, reducida a las relaciones familiares más íntimas, dejando por fuera el contexto de vulnerabilidad que también constituye el problema. Ahora bien, como mencioné anteriormente, entiendo que los actuales formatos de intervención sobre la infancia y sus familias, signados por relaciones de complementariedad entre el aparato estatal y sus destinatarios, se inscriben en vínculos de confianza que tornan eficaz la labor desarrollada en este marco. El afecto, el acompañamiento, el brindar consejos y sugerencias sobre modos, considerados adecuados, de conducirse como madre responsable por el bienestar de sus hijos e hija demuestran que las profesionales son personas en las que puede confiar. No solo porque parecen querer lo mejor para ella y sus hijos e hija, sino porque, además, son quienes portan la autoridad que emana del saber. Pero, sobre todo, entiendo que la confianza aparece como valor moral para las y los agentes del organismo, en tanto los actuales formatos de intervención, como han señalado varios estudios al respecto (Barna 2014a; Grinberg 2013; Lugones 2012; Villalta 2012), surgieron impregnados de la retórica de los derechos de la infancia, fuertemente crítica de las prácticas autoritarias, selectivas y discrecionales del modelo tutelar de intervención. De este modo, la confianza, como valor moral de una relación que se presume armónica, conlleva a las y los agentes a mostrarse confiables a través del afecto y de una sensibilidad especial (Ciordia y Russo 2014) propia de quienes desempeñan su labor con estas poblaciones. El acto final, por medio del cual Eliana le devuelve a Daniela los documentos que la convierten nuevamente en madre, incluso advirtiendo que se pueda llegar a volver a adoptar una medida de abrigo, representa un acto de confianza, de Eliana hacia Daniela, en tanto, a pesar de no estar dadas las condiciones para una restitución, como se sostiene en la entrevista, se le brinda la posibilidad de volver a


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14 Douglas retoma el planteamiento de Mauss acerca de la creencia en la magia y la metáfora de la falsa moneda para señalar que los ritos dependen de un “artificio de confianza” ([1966] 1973, 98). No en el sentido de un carácter ilusorio, sino, más bien, en relación con la credibilidad que otorguen las técnicas mágicas y el grado de aceptabilidad de las personas involucradas.

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tener a sus hijos. Veremos más adelante que este mismo acto comporta una paradoja: en tanto acto de confianza es, al mismo tiempo, representativo de una distribución desigual de poder en la relación. Sin embargo, en concordancia con mi argumento de que la confianza depositada en el vínculo agentes/familias es lo que torna eficaz el trabajo desarrollado, dicho valor moral debería ser lo suficientemente sólido como para conducir a las personas destinatarias de las intervenciones hacia los fines propuestos. De modo que, si las técnicas empleadas en las interacciones con las familias son las que dirigen sus comportamientos, estas deben inspirar confianza y provocar aceptabilidad. Simmel define la confianza como “una hipótesis sobre la conducta humana futura de otro, hipótesis que ofrece seguridad suficiente para fundar en ella una actividad práctica” (1937, 340). En este sentido, entiendo que las y los agentes deben inspirar confianza y brindar la seguridad de que, como en el caso analizado, si Daniela se comporta como le sugieren, sus hijos e hija volverán a estar con ella. Lomnitz sostiene que “la confianza aparece asociada con la cercanía social en el sentido de compartir las mismas categorías de derechos y obligaciones esperadas, junto con los valores e intereses compartidos” (2004, 10). La confianza, entonces, acerca a familias y agentes en una relación donde la protección de los derechos de niñas y niños se construye como el interés común de ambas partes y, en este sentido, se espera una reciprocidad en el vínculo donde la ayuda y el acompañamiento brindado reciba a cambio una reconversión de los comportamientos. Ahora bien, la confianza abonada por el afecto, los abrazos y una restitución mediada por una aparente connivencia, entre las profesionales y Daniela, no deja de evidenciar, como sostuve anteriormente, la asimetría propia de una relación desigual de poder. La sumisión de Daniela, ante las preguntas y evaluaciones, su gesto retraído y su mirada baja durante la mayor parte del evento, da cuenta de que, a pesar del afecto y la confianza, las estrategias desplegadas representan mecanismos de control y vigilancia. En tal sentido, me interesa recuperar la noción de Douglas de “artificio de confianza” ([1966] 1973, 98)14, no para argumentar un carácter artificial del vínculo de confianza entre agentes y familias, sino de arte, en tanto, como valor moral a ponderar, la confianza pretende estetizar el vínculo con el fin de provocar determinados cambios voluntarios en las personas. De nuevo, con esto no dejo de advertir, e incluso sostengo, que la aparente armonía en el vínculo no excluye, sino que estiliza mecanismos de control y vigilancia que refuerzan posiciones desiguales de poder. La escena final, caracterizada por la emocionalidad de la culminación de un proceso de restitución de derechos, no deja de representar una advertencia: volver a una medida de abrigo si Daniela no cambia definitivamente sus conductas.


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La liminalidad de ciertas intervenciones: la transformación para la restitución de derechos

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En el Servicio Local de Protección de Derechos, la instancia de implementación de una medida de abrigo supone un período de seis meses en los cuales los progenitores separados de sus hijos e hijas, como en el caso de Daniela, deben transformarse en personas capaces de ejercer responsablemente sus roles materno o paterno. Luego de este período de abrigo, es un juez quien decide si puede efectuarse una revinculación o si, por el contrario, debe dictaminarse la adoptabilidad del niño o de la niña en cuestión. Durante esta instancia, los progenitores deben transitar por el Taller Socioeducativo para Padres, un espacio de modalidad grupal, creado por el Servicio Local, específico para padres y madres que transitan estas medidas. El objetivo es trabajar con ellos cuestiones relativas a dichos roles. Propongo aquí una interpretación de esta instancia, a partir del planteamiento del antropólogo Victor Turner ([1969] 1988) acerca de los rites de passage15, específicamente sobre el período liminal, porque considero que permite echar luz sobre los sentidos que envuelven las prácticas enmarcadas en estos espacios. Se trata de un período de transición, sostiene el autor, de un estado en la estructura social a otro. Acerca de la persona liminal señala: La ‘persona liminal’ debe ‘instruirse’ para pasar a un estado clasificado en la estructura social. Es característico de las personas liminales, una cierta pasividad para con sus instructores; una maleabilidad incrementada por el sometimiento a las pruebas [...] son signos del proceso mediante el cual se les tritura, para ser moldeados de nuevo y dotados de nuevos poderes con los que enfrentar su nueva situación en la vida. (Turner [1969] 1988, 108)

De la persona liminal, sostiene el autor, “se espera que se comporte de acuerdo con ciertas normas dictadas por la costumbre y ciertos principios éticos vinculantes para quienes ocupan posiciones sociales en un sistema de tales posiciones” ([1969] 1988, 102). En este sentido, en alusión a ciertos rituales de separación y purificación, Douglas sostiene que lo considerado peligroso, hasta tanto pueda definirse dentro de un orden moralmente aceptable, será algo indefinido. De este modo, señala que el peligro se controla a través del ritual que, precisamente, “separa a la persona de su viejo estado, lo hace objeto de segregación durante algún tiempo y luego públicamente declara su ingreso en su nuevo estado” ([1966] 1973, 132). Recupero estos planteamientos con la intención de interpretar la escena etnográfica que a continuación presento, al concebirla como una instancia de transición orientada a la transformación individual de ciertas personas. A su vez, busco indagar en el modo en que dicha transformación, concebida como condición para la restitución de niñas

15 Victor Turner recupera los estudios de Van Gennep ([1909] 1981), acerca de los rites de passage, para centrarse específicamente en la fase liminal de estos ritos, a la que caracteriza como fase transicional.


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y niños a sus ámbitos familiares de origen, se percibe en el uso que los progenitores hacen del lenguaje de derechos: Un miércoles del mes de mayo de 2018 concurro por primera vez, junto a Eliana y Gachi, al lugar donde se llevan a cabo los encuentros del Taller Socioeducativo para Padres. Cuando ingresamos nos encontramos con una sala amplia con algunas sillas, colchonetas y almohadones en el suelo. Ya se hallaban dentro un padre (Marcelo) y dos madres (Andrea y Natalia). Más tarde se suma otra mamá (Débora). Eliana pide que elijamos un lugar donde sentarnos y que nos ubiquemos en ronda. Ella y Gachi dan comienzo el taller preguntando a los asistentes si recordaban cuál era la tarea para ese día. Natalia responde que la tarea era pensar qué derechos de sus hijos habían vulnerado. Eliana pregunta quién desea comenzar y Marcelo toma la palabra levantando su mano: Marcelo: Yo creía que iba a poder con todo, porque la mamá de mis hijos no estaba bien, sufre una enfermedad mental y yo me encontré en una situación muy complicada. Creía que iba a poder afrontar todo y siempre algo se me escapa. Gachi: ¿Qué fue lo que se te escapó?

Gachi: ¿En qué sentís que descuidaste a los chicos, qué cosas pensás que deberían no haber pasado? Marcelo: Tampoco fue tanto, pero en un momento sí, pude haber estado desbordado, o cada vez que mi mujer se fugaba del hospital, con algunas ideas un poco extrañas…, pero yo siempre traté de tomar las mejores decisiones. Gachi: Y entonces, ¿por qué creés vos que intervino el Servicio Local? Marcelo: Supongo que Servicio Local pensó que los nenes con su mamá no podían estar, o para que hagan tratamiento…, eso era algo que yo venía insistiendo durante años.

Al cabo de unos segundos de silencio, Natalia continúa con su relato: Natalia: Yo vulneré el derecho a la seguridad de ellos, porque iban solos a la escuela, en la mañana, los dos en el pueblo. Después la maestra los acompañaba hasta la parada del colectivo y yo no los iba a esperar cuando bajaban, porque justo se me superponía con el horario de ir a buscar a la nena al maternal. Ese sería uno. El otro que fui negligente en permitir que Joaquín saliera a vender. Eliana: Natalia, ¿por qué se toma la medida de abrigo? Natalia: La verdad..., al principio, hubo una denuncia porque los nenes salían a vender. Era en el tiempo en que yo estaba embarazada que no podía salir y

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Marcelo: Yo venía bien, supongo que es que los nenes..., estaba un poco dispersa la situación, yo quería manejar todo…, y en un momento los descuidé.


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que mi esposo tampoco podía salir a buscar una changa16 aunque sea y, vamos a ser realistas, a un hombre grande no le compran mucho y estábamos pasando necesidades en ese momento […] Mi esposo en ese tiempo no cenaba, tomaba mate y yo iba a almorzar y a cenar a lo de mi papá. En época de verano los chicos comían en el centro de día y en la noche nos daba de cenar mi papá […] El año pasado, con el tema de un viaje, Xavier me pide salir a vender, que fue cuando yo no lo dejé salir más por la denuncia que hubo, él me decía que quería salir a vender porque quería juntar plata para la escuela, para el viaje, él quería salir para juntarse la plata y que yo solo vendiera para comer. Yo no lo vi mal porque era para algo de él y era ahí en el barrio, pero bueno. Hablé con él por la denuncia y le dije que no podía, entonces él se preocupó porque no iba a poder ir al viaje, yo le dije que de alguna forma se lo iba a pagar. (Diario de campo de la autora, Taller Socioeducativo para Padres del Servicio Local de Protección de Derechos, 23 de mayo de 2018)

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Tanto Marcelo como Natalia asumen para sí mismos una suerte de culpabilización por lo sucedido, pero, al mismo tiempo, dejan claro que para ellos existen otros valores asociados a la crianza y a la responsabilidad parental, a los que apelaron en su momento. Mauricio sostiene que pudo haber sido “descuidado”, pero al mismo tiempo señala que ese descuido se debió a la internación de su mujer. Por su parte, Natalia dice que fue “negligente” por dejar salir a su hijo a vender, pero luego señala que para ella eso estaba bien. Lo que en realidad revela esta aparente contradicción en los relatos es un enfrentamiento de significados (Schuch 2009) y valores con respecto a la crianza de niñas y niños que, en este marco institucional, se visualizan a través del lente del lenguaje de los derechos. Es decir, tanto Natalia como Marcelo hacen uso de este lenguaje en un esfuerzo por encarnar la transformación deseada y esperada por las técnicas. Es claro el camino por el que se intenta guiar a madres y padres al formular la pregunta por los derechos que vulneraron, dando por sentado que son quienes posibilitaron dicha situación y que, por lo tanto, ellos mismos deben transformase como modo de restituir los derechos. Así es como, al enfocarse en esto, como respuesta a la situación por la que atraviesan los progenitores, quienes llevan adelante el taller esperan una confesión y una culpabilización como mecanismo para demostrar el cambio anhelado. Al mismo tiempo, los progenitores se disponen a ofrecer su confesión y a expresar culpa, asumiendo esto como parte de lo que se espera en el intercambio mediado por la retórica institucional de los derechos. Al concluir su relato, Gachi pide a Andrea, sentada al lado de Natalia, que continúe. Andrea tiene puesto un cuello de polar, hasta la nariz, con el cual tapa toda su cara y, en broma, dice que no quiere hablar, que le da vergüenza. Sonriendo, Eliana le pide que cuente lo que crea necesario. Finalmente, Andrea comienza su relato:

16 Término de uso coloquial que refiere a una actividad esporádica e informal destinada a generar ingresos mínimos.


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Andrea: A mí me los sacaron porque yo era depresiva [inmediatamente comienza a llorar]. Yo estaba así por todo lo que pasó con mi exmarido [relata aún entre lágrimas y sin alzar la mirada]. Me los sacaron porque yo los tenía descuidados, no los bañaba, no limpiaba mi casa, a veces los mandaba a la escuela, a veces no. No hacía nada, estaba acostada todo el día y para mí era algo normal estar así… Tomaron la medida de abrigo primero con Elías, porque había estado internado tres veces en una semana por tomar pastillas, después con Lucía y después con los más chiquitos. Por ahí les hacía de comer, por ahí no, por ahí tenía o por ahí no. Entonces, ellos iban al centro de día y comían allá. A mí del centro me daban lo que sobraba del mediodía para que tengan en la noche. Comían los nenes y era algo normal tenerlos así, descuidados... (Diario de campo de la autora, Taller Socioeducativo para Padres del Servicio Local de Protección de Derechos, 23 de mayo de 2018)

Débora: Yo siempre les garanticé la educación, el médico, la diversión [comienza a relatar también en un tono de voz muy bajo y pausadamente] Éramos mucho de salir, las llevábamos de vacaciones, garantizamos siempre eso. Sí, por ahí que hubo un tiempo en que hubo muchas discusiones, creo que en eso fallamos mucho, por ahí discutíamos mucho, pero después cariño nunca les faltó, eran mucho de estar a upa nuestro, abrazos y decirles lo mucho que las amábamos [se angustia y comienza a llorar]. Gachi: Y cuando intervino Servicio Local ¿qué derechos consideró que estaban vulnerando?

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Observar el taller como una instancia de transición ritual, bajo la propuesta de Turner ([1969] 1988), me permite iluminar lo que allí acontece como una condensación de significados y valores sobre roles familiares, responsabilidades, crianzas y comportamientos. En función de esto, los progenitores esgrimen ciertas estrategias con las cuales buscan traducir esta condensación, a través de la expresión de culpa, arrepentimiento o angustia; narrándose a sí mismos a través del lenguaje que los propios agentes ofrecen. Entonces, llorar y mostrarse arrepentido o arrepentida son signos de cambio, de una reconversión de valores e incluso de creencias. Ahora bien, como en el caso de Daniela, aquí vuelve a obviarse y naturalizarse el contexto de desigualdad que atraviesa estas situaciones y que incluso es narrado tanto por Marcelo, como por Natalia y Andrea: no tener para comer, no tener trabajo y, por ende, no tener dinero parecieran ser cuestiones pormenorizadas o, bien, ajenas al asunto que ocupa la interacción/ritual. Y ello, porque la situación de riesgo es representada, desde estos dispositivos institucionales, a través de la dimensión de los vínculos familiares, la responsabilidad parental y los comportamientos individuales. Así, en el relato de Débora y Marina, que introduzco a continuación, más allá de cualquier otra cuestión que incidiera en su situación en la interacción, el foco está puesto en sus roles maternos:


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Débora: Cuando intervino el Servicio Local fue por lo que supuestamente pasó con mi pareja con la nena más grande. Supuestamente mi pareja abusaba de ella. Como yo no tomé la decisión…, cuando a mí me lo dijo Servicio Local no tomé la decisión enseguida de ir a denunciarlo, lo denuncia la abuela y ya ahí me sacan a Nerina y a Camila. Gachi: ¿Vos por qué decís supuestamente? Débora: Porque en ese momento no me salió de denunciarlo. Cuando Servicio Local me dijo esto, atiné a llamarlo por teléfono solamente, entonces, es ahí donde me las sacan. Gachi: ¿No le creíste? Débora: No le creí a ninguno de los dos. Gachi: Perdoname, pero ¿cómo es no creerle a ninguno de los dos? Porque alguno de los dos estaba diciendo la verdad.

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Débora: Es que yo no sé quién dice la verdad, porque yo nunca vi nada extraño, al contrario, yo veía que ellos se llevaban muy bien como padre e hija, él la cuidaba desde los seis años a Martina, tenían una relación normal de padre e hija, eso era lo que yo veía, nunca vi otra cosa. Durante el relato de Débora ingresa a la sala Marina, una mamá que también concurre por primera vez al taller. Eliana le pide a Marina que cuente el motivo de su asistencia: Marina: Yo tuve un intento de suicidio…, tomé muchas pastillas juntas. Me desperté en el hospital y me acuerdo que en ese momento lo único que quería, y seguía pensando, era en que no quería vivir más. No sé qué había pasado con los chicos, nada..., y por eso me los sacaron, porque ellos no iban al centro de día y si iban, iban solos. Tenía que ir a la psicóloga y como yo no iba y no cumplía con lo que ellos me decían, me los sacaron…, porque me veían mal. Gachi: Marina, ¿qué has hecho vos como mamá, aparte de ocuparte de vos misma, para poder revincularte y recuperar a tus hijos? Marina: Y…, lo que te ponen, que venga acá, que vaya a la psicóloga, que los atienda. Yo trato igual de no hacerme tanto la cabeza cuando ellos no están. Trato de enfocarme en poder recuperarlos. (Diario de campo de la autora, Taller Socioeducativo para Padres del Servicio Local de Protección de Derechos, 23 de mayo de 2018)

Retomando lo dicho anteriormente, se advierte en las interacciones una naturalización del vínculo y del rol materno que, en el caso de Débora, se torna evidente cuando Gachi le recrimina no ponderar la verdad de su hija por sobre la de su pareja y, en el caso de Marina, en la pregunta por lo que está haciendo para recuperar a sus hijos. De nuevo, la maternalización de la mujer parece considerarse por encima de cualquier otra dimensión del problema, a partir de una moralidad enmarcada en los


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17 Marcel Mauss (1921), a raíz de su estudio sobre diversos rituales orales australianos, propone mostrar que numerosas manifestaciones de los sentimientos están constituidas por una fuerza moral que obliga a su expresión. Las risas, las lágrimas y los gritos, sostiene el autor, no solamente expresan sentimientos en ciertos rituales, sino que, al mismo tiempo, son también signos y símbolos colectivos.

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ideales familiaristas y maternalistas que, históricamente, han moldeado los modos de gobierno de las infancias y las familias. Sin embargo, se observa que esta culpabilización no es expresada y vivenciada de igual manera por quienes asisten al taller. Mientras que Natalia asume su culpa con fortaleza y vivacidad, expresándose con ímpetu en su relato, Andrea la asume de manera afligida, llorando y pronunciándose tímidamente; demostrando, de todas maneras, arrepentimiento y ánimo para superar su situación. Marina también expresa su culpa de manera afligida, pero su expresión no demuestra ánimo, sino abatimiento frente a la situación por la que atraviesa. Marcelo parece no reconocer expresamente su culpa, sin embargo, demuestra voluntad por recuperar a sus hijos y arrepentimiento por ciertas situaciones asociadas al vínculo familiar. Finalmente, Débora se resiste a reconocer su culpabilidad frente al hecho puntual por el cual se adopta la medida de abrigo, aunque expresa arrepentimiento por situaciones que ella entiende que coadyuvaron a su implementación. Pese a las diferentes maneras de dramatizar el arrepentimiento (Graziano 2017), los progenitores saben que se encuentran allí para lograr una transformación de sus conductas y recuperar a sus hijos e hijas, por lo que intentarán adecuarse a lo que suponen se espera de ellos en el taller. Tal como plantea Marcel Mauss, las manifestaciones de emociones y sentimientos constituyen expresiones de valor moral. El autor sostiene que más allá de simples revelaciones de sentimientos, constituyen expresiones ofrecidas a los demás: “[…] La persona hace más que manifestar sus sentimientos, ella los manifiesta a otros” (1921, 433)17. En situaciones de juzgamiento o evaluación — aunque tomen la forma de acompañamiento y guía pedagógica— los acontecimientos adquieren carácter dramático (Schuch 2009). Para las personas involucradas, la expresión de sus sentimientos en estas instancias es la propia garantía de conseguir su objetivo; constituye por sí misma una señal del cambio y la transformación esperados. En el Taller Socioeducativo para Padres, la dinámica y organización interaccional, en torno al formato pregunta-respuesta, insta a una performance corporal como estrategia dirigida a la consecución del fin propuesto: recuperar a sus hijos e hijas, sin que ello signifique dejar de experimentar realmente angustia, culpa y arrepentimiento. Ahora bien, el tránsito de los progenitores por estos talleres no se enmarca únicamente en la expresión de culpa y arrepentimiento. Como se evidencia en los relatos, los progenitores utilizan elementos propios del lenguaje de los derechos en un esfuerzo por encarnar la transformación. Turner ([1969] 1988) sostiene que los instructores que guían a los sujetos liminales en los ritos de paso encarnan para ellos la autoridad genérica de los valores de la sociedad. Plantea que su lenguaje es el lenguaje del poder y la sabiduría (mana) que moldea de nuevo al sujeto liminal. Siguiendo su planteamiento interpreto que, durante los encuentros del taller, los progenitores traducen su


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experiencia social a un lenguaje que proviene de quienes encarnan la autoridad institucional portadora del saber y del poder que otorgaría la llave para la restitución de sus hijas e hijos. Así, el lenguaje de los derechos es usado como relato o discurso que produce determinados efectos sobre las personas.

Consideraciones finales

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Las intervenciones sociales sobre la niñez en riesgo, aquí abordadas, asumen para su despliegue el empleo de herramientas asociadas al diálogo, la negociación y el consenso y, sobre todo, la construcción de un vínculo de confianza entre agentes y familias. Como vimos, las interacciones se desarrollan en el marco de relaciones de confianza, y aparente armonía, entre agentes estatales y familias destinatarias de sus intervenciones que, a la vez que brindan los elementos para tornar eficaz el trabajo realizado con las familias, mitigan u ocultan mecanismos de poder implícitos. Al mismo tiempo, elementos asociados al consenso, al diálogo, al acompañamiento y a las buenas maneras en las interacciones efectuadas son los que vehiculizan el ejercicio de un poder tutelar que busca imprimir determinados valores a las personas destinatarias. Las situaciones que en estos dispositivos se abordan constituyen realidades atravesadas por la desigualdad social como característica sobresaliente. Sin embargo, las intervenciones llevadas a cabo naturalizan u ocultan esta dimensión de los problemas para enfocarse en el plano de las relaciones familiares, las responsabilidades parentales y, fundamentalmente, en los roles maternos y la crianza de los hijos e hijas. De este modo, como intenté dar cuenta a partir de las situaciones presentadas, en las interacciones agentes/familias se produce una confrontación de mundos simbólicos (Fonseca 1998), en la que los valores que priman se encuentran asociados a los ideales familiaristas y maternalistas que servirán de rasero para evaluar y juzgar a las familias. A través de las interacciones efectuadas en el Taller Socioeducativo para Padres vimos cómo, desde estos dispositivos, se ofrece a los progenitores que participan de él un lenguaje institucional a partir del cual pueden adecuar su experiencia social. La retórica institucional de los derechos, con sus categorías constructoras de problemas por atender —negligencia, derechos vulnerados, riesgo—, es apropiada y utilizada por las familias en un esfuerzo por encarnar, a través de ella, la transformación esperada y deseada para recuperar a sus hijos e hijas. Ahora bien, como sostuve anteriormente, aunque asimétrica, la relación agentes/familias no es unidireccional, sino que estas últimas constituyen agentes activos en el vínculo construido. Resulta entonces interesante proponer vías de análisis que recuperen la agencia de las familias en esta relación, al indagar por el margen de maniobra y negociación posible, así como por el modo en que el lenguaje de derechos se constituye como elemento de uso y apropiación de su agencia. A su vez, considero que plantear un cruce y condensación de valores diversos, en las interacciones efectuadas, que privilegia a unos por encima de otros debería llevarnos a problematizar esta cuestión con mayor profundidad. Me refiero a una


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cierta sensibilidad de clase que pondera y busca instalar, en configuraciones familiares diversas, determinadas prácticas de crianza y roles parentales, incluso cuando lo que se regula no pareciera tener que ver con derechos vulnerados, como son ciertos hábitos y rutinas cotidianas. Pienso que explorar esos otros valores y racionalidades de los grupos familiares destinatarios de las intervenciones, sería una valiosa vía de análisis, porque ofrecería la posibilidad de una mejor comprensión y acercamiento a la realidad abordada, que cuestione y problematice la óptica desde la cual se despliegan las intervenciones.

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Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, playa de Santa María del Mar, La Habana, 2019.


O legado de Niède Guidon no semiárido brasileiro : a percepção de condutores de visitantes do Parque Nacional Serra da Capivara* Marcial Cotes** Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brasil Daiany Mara Erler*** Pesquisadora independente, Brasil Alexandre Schiavetti**** Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brasil Juarez Vieira do Nascimento***** Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC), Brasil https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.08 Como citar este artigo: Cotes, Marcial, Daiany Mara Erler, Alexandre Schiavetti e Juarez Vieira do Nascimento. 2021. “O legado de Niède Guidon no semiárido brasileiro: a percepção de condutores de visitantes do Parque Nacional Serra da Capivara”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 179-204. https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.08 Recebido: 16 de fevereiro de 2020; aceito: 9 de agosto de 2020; modificado: 22 de setembro de 2020. *

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Os pesquisadores agradecem à Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior (Capes) e à Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado da Bahia (Fapesb) na concessão da bolsa para a realização da pesquisa. Os autores agradecem ainda ao Conselho Nacional de Pesquisa Científica e Tecnológica (CNPq) as bolsas de produtividade de Alexandre Schiavetti e Juarez Vieira do Nascimento. Agradecimentos: os pesquisadores são gratos à Fundação Museu do Homem Americano (Fumdham) e a todos os condutores, funcionários e gestores do Parque Nacional da Serra da Capivara (PNSC). ** Doutor em Educação Física pela Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC), Brasil, na área de Teoria e Prática Pedagógica. Mestre em Meio Ambiente e especialista em Biologia de Florestas Tropicais, ambos pela Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brasil. Membro do Diretório dos Grupos de Pesquisa do CNPq como líder do Manifestações de Lazer e Aventura na Natureza (Malan) e participante do grupo de História do Lazer da Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG), Brasil. Entre as últimas publicações está: (em coautoria com Ana Maria Alvarenga e Juarez Vieira do Nascimento) “Attitudinal, Conceptual, and Procedural Dimensions of the Knowledge of Trail Guides in National Parks”. Motriz: The Journal of Physical Education 26, n.° 1 (2020): 1-6. http://dx.doi.org/10.1590/s1980-6574202000010230 * mcotes@uesc.br *** Mestre em Sistemas Aquáticos Tropicais pela Universidade Estadual de Santa Cruz (UESC), Brasil. Bióloga pela Escola Superior São Francisco de Assis (ESFA), Brasil. https://orcid.org/0000-0002-5006-9167 * daiany.erler@gmail.com **** Doutor em Ecologia e Recursos Naturais pela Universidade Federal de São Carlos (UFSCar), na área de Áreas Protegidas. Mestre em Ciências da Engenharia Ambiental e especialista em Educação Ambiental, ambos pela Universidade de São Paulo (USP), Brasil. Coordenador do Laboratório de Etnoconservação e Áreas Protegidas (Lecap) e investigador associado do Centro para Estudios de los Sistemas Marinos (Cesimar — Cenpat, Argentina). Bolsista de produtividade 1D do CNPq na área de Ciências Ambientais. Entre as últimas publicações, está: (em coautoria com Manuella Dultra de Jesus e Cleverson Zapelini) “Can Citizen Science Help Delimit the Geographical Distribution of a Species? The Case of the Callistoctopus SP. (‘Eastern Octopus’) on the Brazilian Coast”. Ethnobiology and Conservation 10, n.° 3 (2021). https://orcid.org/0000-0001-8429-7646 * aleschi@uesc.br *****Doutor em Ciências do Esporte pela Universidade do Porto, Portugal e pós-doutor em Pedagogia do Esporte na Queen’s University, Canadá. Professor titular da Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC), Brasil, e bolsista de produtividade em pesquisa 1D do CNPq. Pesquisador do Núcleo de Pesquisa em Pedagogia do Esporte (Nuppe/UFSC). Entre as últimas publicações, está: (em coautoria com Vinícius Zeilman Brasil e Valmor Ramos) “Intervenção profissional nos esportes de aventura: uma perspectiva conceitual à formação”. Movimento 25, n.° e25005 (2019). http://orcid.org/0000-0003-0989-949X * juarez.nascimento@ufsc.br

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Resumo: o objetivo do estudo foi explicitar o que a arqueóloga Dra. Niède Guidon representa para o Parque Nacional Serra da Capivara sob a ótica dos condutores de visitantes. Por meio de entrevistas semiestruturadas, participaram do estudo qualitativo focal centrado na especificidade 50 condutores de visitantes que atuam no parque. Concluiu-se que 40 (80 %) condutores de visitantes entrevistados reconhecem sua importância na implantação do parque e no desenvolvimento da região do entorno da área protegida. Os relatos evidenciam os impactos sociais, científicos e econômicos do Parque Nacional Serra da Capivara na população do entorno, além de questões educacionais relativas à aprendizagem, à consciência ambiental e ao manejo dos resíduos sólidos. As evidências revelam o notório simbolismo e o importante legado da arqueóloga Dra. Niède Guidon ao parque, destacando-se os cursos sistematizados, organizados desde 1993, de formação continuada de condutores de visitantes e a necessidade da participação da população do entorno como contrapartida à implantação da área protegida. Além disso, o estudo aponta o Parque Nacional Serra da Capivara como modelo de gestão no território brasileiro que atende aos objetivos do ecoturismo e do turismo arqueológico, bem como já adota princípios do conceito de geoparque no qual a autossustentação é o fundamento primordial desde o início de sua fundação. Esse modelo estrutural, administrativo e organizacional de gestão do parque, reconhecido nacional e internacionalmente, se mantém até hoje em razão do empenho da Dra. Niède. Esta é a primeira pesquisa desenvolvida com esse tema depois de decorridos 26 anos do primeiro curso de capacitação de condutores de visitantes ministrado no Parque Nacional Serra da Capivara. Palavras-chave: ecoturismo, formação continuada, participação pública, proteção integral, trilhas, turismo arqueológico. El legado de Niède Guidon en el semiárido brasileño: la percepción de guías de visitantes del Parque Nacional Serra da Capivara Resumen: este estudio tiene el propósito de explicitar lo que la arqueóloga Niède Guidon representa para el Parque Nacional Serra da Capivara, desde la perspectiva de los guías de visitantes. Mediante entrevistas semiestructuradas, el estudio cualitativo focal contó con la participación de cincuenta guías de visitantes que actúan en el parque. Se concluye que cuarenta de ellos, es decir, el 80 % del total de guías de visitantes entrevistados, reconocen su importancia en la creación del parque y en el desarrollo de la región y su entorno como área protegida. Los relatos evidencian los impactos sociales, científicos y económicos del Parque Nacional Serra da Capivara en la población de la región, además de cuestionamientos educativos relativos al aprendizaje, la conciencia ambiental y la gestión de los residuos sólidos. De igual forma, los resultados del estudio demuestran el notable simbolismo que tiene la arqueóloga Niède Guidon y el importante legado que deja para el parque. En especial, destacan


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los cursos sistematizados, organizados desde 1993, de formación continua de guías de visitantes y la participación de la población del entorno en contrapartida por la implantación del área protegida. Asimismo, el análisis revela al Parque Nacional Serra da Capivara como modelo de gestión en el territorio brasileño que atiende a los objetivos del ecoturismo y del turismo arqueológico, y que adopta los principios del concepto de geoparque, en el que el autosostenimiento es el fundamento primordial desde su fundación. El modelo estructural, administrativo y organizacional de gestión del parque, reconocido nacional e internacionalmente, se mantiene hasta hoy debido al esfuerzo de la Dra. Niède Guidon. Esta es la primera investigación desarrollada sobre este tema, luego de los veintiséis años que han transcurrido desde la primera capacitación de guías de visitantes en el Parque Nacional Serra da Capivara. Palabras clave: ecoturismo, formación continua, participación pública, protección integral, senderos, turismo arqueológico. Niède Guidon’s Legacy in the Brazilian Semi-arid Region: Perceptions of Park Guides in Serra da Capivara National Park

Keywords: Archaeological tourism, continuing education, ecotourism, full protection, trail, public participation.

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Abstract: The purpose of this study was to clarify what archaeologist Dr. Niède Guidon represents for the Serra da Capivara National Park based on the perspective of the park’s guides, fifty of whom participated in the highly specific qualitative focal study through semi-structured interviews. We found that 40 (80 %) of the guides interviewed recognize Dr Guidon’s importance in the implementation of Serra da Capivara National Park and in the development of the region surrounding the protected area. The accounts reveal the positive social, scientific, and economic impacts of the Serra da Capivara National Park on the region’s population, as well as that of the implementation of educational programs focusing on environmental awareness and solid waste management, among others. Particularly noteworthy is the implementation in 1993, of systematized courses as part of a continuing education initiative for the park guides and the participation of the surrounding population in exchanges concerning the establishment of the protected area. The analysis also identifies the Serra da Capivara National Park as a Brazilian management model —maintained to this day as a result of Dr. Niède Guidon’s efforts— that meets the ecotourism and archaeological tourism goals, and that adopts the principles of the geopark concept, in which self-sustainability has been the primary foundation. Twenty-six years after the first training of park guides in the Serra da Capivara National Park, this is the first study developed on this topic.


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criação de uma área protegida (AP) no Brasil requer um árduo trabalho científico, além do pleito ou do apoio da sociedade. Há necessidade de destacar a importância biológica e cultural, o levantamento florístico, o zoneamento da área e a realidade socioeconômica da região, entre outras demandas. A motivação, de modo geral, abarca circunstâncias que induzem o indivíduo a ter iniciativa para executar uma ação (Moutinho 1987). Esse comportamento expressa a ânsia pela concretização de um resultado decorrente de uma atitude que venha propiciar uma sensação hedonista (Kotler et al. 1999). Assim, a escolha de uma determinada AP para visitar ou de um destino ecoturístico, bem como o motivo que leva o turista a realizar uma viagem, tem sido alvo de pesquisas (Dann 1977; Holden e Sparrowhawk 2002; Uysal e Hagan 1993; Wight 2001). Não obstante, a motivação para iniciar o processo de implantação de uma AP federal requer organização e demanda de tempo que envolve um imbricado processo administrativo, científico, documental e intelectual que arrasta profissionais de diversas áreas do conhecimento. O que leva um indivíduo a dedicar meio século de sua existência para implantar, buscar recursos, articular investimentos visando à pesquisa, à educação e à cultura, além de desenvolver trabalhos sociais no semiárido do Brasil? Para responder a esse questionamento, seria interessante realizar uma investigação com a autora dessa efetivação a fim de entender sua motivação. No entanto, acredita-se que é imprescindível compreender a importância atribuída pelos condutores de visitantes à principal responsável pela implantação de determinada AP. Assim, o objetivo desta pesquisa foi explicitar o que a arqueóloga Niède Guidon representa e simboliza1 ao Parque Nacional Serra da Capivara (PNSC) sob a ótica dos condutores de visitantes que atuam na AP. A arqueóloga Niède Guidon foi a idealizadora e uma das responsáveis pela implantação do PNSC, além de presidente e fundadora da Fundação Museu do Homem Americano (Fumdham)2. Para compreender o projeto de implantação do PNSC é necessário conceber o turismo arqueológico como alternativa à preservação, considerando que é uma opção de recursos financeiros, empregos, abarca a comunidade e é alicerce aos recursos culturais arqueológicos, considerado como turismo ecológico autossustentável (Bastos 2006). O PNSC é um excelente exemplo dessa vertente de turismo, haja vista o êxito por meio de um turismo que não se restringe somente ao aspecto arqueológico, pois valoriza o turismo ecológico e consagra a cidadania cultural em 1 Neste texto, compreende-se a palavra “simbolizar” como um sistema distintivo que expressa fatos ou crenças de um determinado grupo social. Dessa forma, podemos sugerir a existência de um conjunto de bens simbólicos, materiais ou imateriais, esse último presente na proatividade de uma pessoa ou nos recursos de um determinado objeto, além da convicção sobre algo ou alguma coisa caracterizada pela consagração desses bens pelos demais atores sociais e pelo valor dado por esses atores a esse recurso ou indivíduo. Assim, um determinado recurso ou indivíduo deverá ter uma dose mínima de valor identificada no seu potencial, na sua proatividade, nas suas atitudes ou na vocação para ser legitimado (Bourdieu 2010). 2

Instituição Científica, Filantrópica, Social Civil (Oscip), sem fins lucrativos, assumida como de utilidade pública, estadual e federal e registrada no Conselho Nacional de Assistência Social. Fonte: www.fumdham. org.br. Acesso no dia 27 de agosto de 2019.


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parceria com o saber informal, não formal e formal3 da população local na busca do desenvolvimento socioeconômico da região (Bastos 2006). Assim, Martins (2011) corrobora com a premissa da vertente do turismo arqueológico como o mais indicado ao PNSC em consonância com a pesquisa realizada pela Rede de Patrimônio, Turismo e Desenvolvimento Sustentável (Ibertur) e a Universidade de Barcelona com colaboração do Ministério do Turismo do Brasil. O turismo arqueológico já é uma realidade no Brasil; o país se encontra entre os que mais apreciam esse tipo de destino, assim como o Egito, a Grécia, a Itália, o México e o Peru. Nas palavras de Martins (2011, 87): “Essas informações, segundo o estudo, permitem verificar um certo posicionamento do Brasil em um processo planejado de comercialização turística de destinos, produtos e serviços relacionados especificamente com turismo arqueológico”. Nesse sentido, os aspectos relevantes apontados na pesquisa de turismo arqueológico ao PNSC são a sinalização interpretativa de boa qualidade, a paisagem presente nos locais dos sítios arqueológicos, a elaboração de informações científicas adequadas aos visitantes e a sinalização nas estradas de acesso (Martins 2011).

Procedimentos da pesquisa

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Para compreender, consultar “Aprendizagem formal, não formal e informal: como condutores de dois parques nacionais estabelecem seu tirocínio” (Cotes, Salles, Tozetto e Nascimento 2017a).

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A investigação é um estudo qualitativo, centrado na especificidade e na profundidade para explorar a representatividade real da arqueóloga Niède Guidon aos condutores de visitantes do PNSC (figura 1). Na opinião de Flick (2005), o método pode ser utilizado para estudar “os pontos de vista subjectivos de diferentes grupos sociais” (82) e “a focagem da entrevista se relaciona mais com o tema do estudo do que com a utilização de estímulos” (80). Assim, Flick aponta como “exemplos de tácticas para aumentar a profundidade ‘focar os sentimentos’, ‘reformular os sentimentos explícitos ou expressos’ e ‘referir situações comparáveis’” (2005, 80). Este estudo investiga, por meio de entrevista semiestruturada com temas geradores aplicada aos condutores de visitantes do PNSC, a representatividade e o simbolismo da arqueóloga Niède Guidon para os condutores de visitantes a partir do seguinte questionamento: você pode dizer o que a Dra. Guidon simboliza ao PNSC? Os participantes da pesquisa foram selecionados a partir da Portaria do Instituto Chico Mendes de Conservação da Biodiversidade (ICMBio) nº 8 da lista de 9 de abril (Brasil 2014), a qual traz um cadastro de 59 condutores credenciados na AP. Como critério de exclusão, seis condutores que não operavam com trilhas de longa duração foram excluídos, dois não residem mais na região e um deixou de atuar profissionalmente, restando 50 eletivos. Dos 50 condutores, 80 % (n = 40) responderam à entrevista sobre a arqueóloga Niède Guidon.


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Figura 1. Mapa da localização do Parque Nacional Serra da Capivara no Nordeste do Brasil no estado do Piauí

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Fonte: elaborado pelos autores. Mapa preparado pelo Dr. Fábio Falcão, 2016.

A pesquisa foi submetida ao comitê de ética da Universidade Federal de Santa Catarina, do Brasil, e aprovado pelo parecer nº 1.315.275. Obteve-se a licença para atividades com finalidade científica (nº 49.700-1) e o código de autenticação (14.226.816) no ICMBio. Os condutores foram contatados e convidados a participar voluntariamente da pesquisa durante o mês de novembro de 2015. Aqueles condutores que concordaram participar voluntariamente do estudo leram e assinaram o Termo de Consentimento Livre e Esclarecido. Os dados foram tratados por meio da análise de conteúdo (Bardin 2010), a qual consiste da pré-análise, da exploração do material e do tratamento dos resultados, da inferência e da interpretação. A investigação conservou na íntegra o contexto verbalizado pelos condutores, de acordo com a estrutura linguística própria, para entender a estima demonstrada por esses profissionais com a arqueóloga Guidon.

Condutores de visitantes A Portaria nº 27 de 30 de janeiro de 2014, do Ministério do Turismo do Brasil, define que a atividade de guia e monitor de turismo não pode ser confundida com a de condutor. No Art. 8º, § 1º, consta que a condução de visitantes em APs federais, estaduais ou municipais deverá ser exercida pelo profissional capacitado para atuar em uma AP específica, cadastrado no órgão gestor e com noções ecológicas peculiares da AP que vai atuar (Ministério do Turismo 2014).


O legado de Niède Guidon no semiárido brasileiro Marcial Cotes, Daiany Mara Erler, Alexandre Schiavetti y Juarez Vieira do Nascimento

Perfil dos condutores O perfil de condutores do PNSC aponta que 34 % são do sexo masculino; 65 % têm entre 31 e 40 anos; 57 % são casados ou com união estável; 37,7 % têm formação até o ensino médio; 30 % são graduados; 25 % pós-graduados; 72,5 % têm tempo de atuação de 11 anos ou mais; 55 % contam com uma remuneração de até um salário mínimo (Cotes et al. 2018). Pesquisas indicaram mais uma perspectiva na condução no PNSC, a característica educativa (Cotes et al. 2017a; Cotes et al. 2017b; Cotes et al. 2018; Cotes, Alvarenga e Nascimento 2020), em que são abordados, durante a condução, “um repertório de conhecimentos educacionais e multidisciplinares sobre a fauna e flora, a geologia, a arqueologia, a megafauna, as pinturas rupestres e a história do homem americano” (Cotes et al. 2018, 174), contemplando parte do conceito de ecoturismo (Brasil 2010). Além de tudo, Cotes, Alvarenga e Nascimento (2020) sugerem que o trabalho dos condutores do PNSC apresenta analogia com a estrutura de uma aula, semelhante ao labor docente, com características didático-pedagógicas.

185 P A N O R Á M I C A S

Em 2016, a Instrução Normativa nº 2 do ICMBio (Brasil 2016) indicou regras administrativas para a autorização de prestação do serviço de condução em APs. Adverte ser “desejável que os condutores de visitantes sejam moradores do interior ou do entorno das unidades (Brasil 2016, 115)”. Essa normativa se utiliza do conceito de ecoturismo que “possui entre seus princípios a conservação ambiental aliada ao envolvimento das comunidades locais, devendo ser desenvolvido sob os princípios da sustentabilidade com base em referenciais teóricos e práticos, e no suporte legal” (Brasil 2010, 11). Nas orientações básicas ao ecoturismo, “pressupõe a elevada difusão de premissas fundamentais — como princípios e critérios”, entre esses a “sustentabilidade socioambiental”, diretamente associada à construção “de planejamento participativo, com integração intersetorial e inserção da comunidade local para contemplar as necessidades de infraestrutura e qualificação profissional para a gestão sustentável da atividade” (Brasil 2010, 12). Nesse sentido, é isso que sucede no transcorrer da implantação e gestão do PNSC até a atualidade, com cursos de capacitação de condutores oferecidos aos residentes do entorno sistematizados desde 1993, além de ações educacionais, sociais e culturais (Brasil 2018; Buco 2014; Justamand e Oliveira 2018; Martins 2011). Ao considerar a proposição pelo turismo arqueológico, que tem entre seus desígnios empregar e envolver a comunidade local e a sistematizar cursos para manter a base dos dotes culturais arqueológicos e da sustentabilidade ecológica (Bastos 2006), os cursos de formação de condutores contemplam as diretrizes do ecoturismo no país (Brasil 2010) e atingem o objetivo de implantação do PNSC. Conduzir visitantes em APs é uma profissão regulada pelo Ministério do Turismo e pelo ICMBio (Brasil 2014; Brasil 2016), e é considerada auxiliadora no processo de sensibilização e conservação ambiental de sítios naturais que são protegidos ou não (Boggiani 2018; Cotes 2018; Ribas e Hickenbick 2012).


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Terceiro quartel do século XX

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Nos primeiros anos da década de 1960, chega às mãos da arqueóloga Guidon, no Museu Ipiranga em São Paulo, fotos de pinturas rupestres tiradas no atual PNSC. As imagens foram levadas pelo então prefeito de Petrolina, Luiz Augusto Fernandes, em 1963, quando em viagem a São Paulo (Bastos 2010; Martins 2011). Guidon, no fim do ano de 1963, na companhia das amigas arqueólogas Maranca e Bittmann, parte em seu Fusca da cidade de São Paulo em direção a São Raimundo Nonato (Bastos 2010; Martins 2011). Esse fato seria muito progressista para sociedade da cidade-alvo da empreitada se as três mulheres, “todas fora do seu tempo”, conseguissem lá chegar. Elas não obtiveram sucesso na expedição em decorrência de terem viajado em dezembro, mês caracterizado por chuvas que inundam a região do Vale do São Francisco. Após essa primeira tentativa, Guidon retorna à França, onde se especializa em Pré-História na Universidade de Paris IV. Em 1970, regressa ao Brasil, e, em companhia da amiga geógrafa e antropóloga Vilma Chiara, se organiza e parte de São Paulo com dois objetivos: ir à aldeia da etnia Krahôs em Tocantins e, posteriormente, seguir viagem até São Raimundo Nonato com o intuito de ver as pinturas rupestres (Bastos 2010; Martins 2011). Nessa segunda tentativa de chegar a São Raimundo Nonato, as duas obtiveram sucesso. Guidon e Chiara fotografaram as pinturas rupestres que viriam a ser o tema desenvolvido na tese de doutoramento da primeira. Segundo o Sr. Nivaldo Coelho de Oliveira, seu condutor predileto — nessa época os condutores eram denominados de guias ou mateiros —, Niède, antes de retornar a São Paulo, chamou alguns condutores e afirmou que regressaria. Também se comprometeu a retribuir com um bom dinheiro por cada novo sítio identificado (Bastos 2010). Ao retornar a Paris, Guidon expôs a seus professores a descoberta no sudeste do Piauí, pontuando a relevância da região, não somente pelas pinturas rupestres, monumentos geológicos (figura 2) e sítios arqueológicos, além disso por sua localização entre duas formações geológicas peculiares, onde foi possível constatar o encontro de dois biomas com presença de fauna e flora da Floresta Amazônica e da Mata Atlântica (Martins 2011). Guidon obteve aprovação de seus docentes para implementar um projeto de pesquisa na região. Ao regressar da França para São Raimundo Nonato, três anos depois da primeira incursão, a arqueóloga obteve dos condutores — que na realidade, até o final do terceiro quartel do século XX, englobavam uma população que vivia basicamente da pecuária, da lavoura de subsistência (milho, feijão e mandioca), da retirada da maniçoba (látex) e da caça — a informação que haviam identificado mais de 50 sítios e tocas com pinturas rupestres (Borges 2007; Martins 2011; Oliveira 2014). O pagamento prometido aos condutores foi efetuado, e, a partir daí, restou um trabalho hercúleo para cadastrar e registrar todo o acervo.


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Figura 2. Vista do monumento geológico da Pedra Furada no sítio arqueológico de mesmo nome

No fim do último quartel do século XIX até o segundo quartel do século XX, a região em que hoje se localiza o PNSC teve o desenvolvimento da lavoura de maniçoba, o que potencializou o processo de chegada de migrantes e permitiu novos usos dos sítios, onde no passado eram utilizados para descanso, cemitério, espaço para rituais (figura 3) e registro das pinturas rupestres (Borges 2007). Figura 3. Pintura rupestre de ritual no Sítio Arqueológico Caldeirão dos Rodrigues

Fonte: fotografia Marcial Cotes, Brasil, 2015.

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Fonte: fotografia Marcial Cotes, Brasil, 2020.


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Borges (2007) ressalta as distintas particularidades da dinâmica social para compreender a cultura dos habitantes dos sítios e das tocas da época. Nesses locais foram encontrados fornos para preparar beiju e farinha a partir da mandioca, que era cultivada na proximidade, além de outras culturas de subsistência, como milho e feijão, complementadas com a caça para a alimentação (Borges 2007). Com a decadência da extração da maniçoba e a chegada de pesquisadores interessados na arqueologia, na antropologia, na megafauna, na geologia, na história da região, nas pinturas rupestres, na história do homem americano, contada a partir das descobertas na região, gradativamente esse cenário demudou. Guidon, após a visita a São Raimundo Nonato em 1970, retorna em 1973 na companhia de Silvia Maranca e Águeda Vilhena de Moraes. Descreve o povoado como insignificante até a presente data, pois não tinha água encanada, comércio e energia elétrica (Martins 2011). Nesse período, o semiárido do sudeste do Piauí não imaginava que após três décadas iria se transformar em polo comercial da região, com a presença de um Serviço Social do Comércio e de um Serviço Nacional de Aprendizagem Industrial, além de contar com instituições públicas de ensino superior como a Universidade Estadual do Piauí, o Instituto Federal do Piauí e a Universidade Federal do Vale do São Francisco (Univasf). Na contemporaneidade, atividades desenvolvidas no meio ambiente natural podem fomentar um incremento positivo na economia a partir de ações políticas de desenvolvimento. Essas permitem persuadir positivamente a conservação de áreas naturais mundiais protegidas (Hjerpe 2018; Melo, Crispim e Lima 2005; Mcneely, Faith e Albers 2005), justamente o que ocorreu no entorno do PNSC.

Quarto quartel do século XX O PNSC foi criado em 1979 pelo Decreto nº 83.548, compreendendo uma área de 129 140 ha, com clima semiárido e vegetação característica, a caatinga. Localizado na região Nordeste do Brasil, no sudeste do estado do Piauí, o parque abrange áreas dos municípios de Canto do Buriti, Coronel José Dias, São João do Piauí e São Raimundo Nonato, entre as coordenadas 08° 26' 50" e 08° 54' 23" de latitude sul e 42°19' 47" e 42° 45' 51" longitude oeste (SMAPR 1994). A temperatura média anual é de 28 ºC, variando em junho, com mínima de 12 ºC; acima de 45 ºC em outubro e novembro, com início da época das chuvas se estendendo até abril (Emperaire 1984). O PNSC é considerado um hotspot devido às descobertas científicas e aos primeiros registros de grupos humanos que adentraram a América e o Brasil, sugerindo uma conquista gradativa a partir de cem mil anos atrás (Justamand e Oliveira 2018). O Piauí tem um baixo nível de desenvolvimento humano, e seus principais entraves são “a inexistência de saneamento ambiental para a melhoria das condições de salubridade do meio físico, de saúde e de bem-estar da população” (Borges 2007, 51), como se constata na evolução do Índice de Desenvolvimento Humano (IDH) nos anos de 1991, 2000 e 2010 (figura 4), de quatro municípios que abrangem a área do PNSC.


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Figura 4. Ranking do IDH municipal de 1991, 2000 e 2010 com renda, longevidade e educação

SJP (PI)

CB (PI)

CJD (PI)

IDHM

IDHM Renda

IDHM Longevidade

IDHM Educação

1991

2601º

0,394

0,492

0,671

0,185

2000

3262º

0,497

0,541

0,706

0,322

2010

2870º

0,661

0,631

0,779

0,587

1991

3345º

0,345

0,466

0,587

0,150

2000

3904º

0,451

0,532

0,637

0,271

2010

3201º

0,645

0,615

0,769

0,567

1991

3895º

0,314

0,452

0,558

0,123

2000

4337º

0,426

0,522

0,654

0,227

2010

4718º

0,576

0,571

0,724

0,462

1991

5304º

0,216

0,382

0,560

0,047

2000

4960º

0,386

0,450

0,595

0,215

2010

5253º

0,546

0,518

0,725

0,433

Legendas: SRN = São Raimundo Nonato; SJP = São João do Piauí; CB = Canto do Buriti; CJD = Coronel José Dias; IDHM = Índice de Desenvolvimento Humano do Município. Fonte: elaborado pelos autores com base no Programa das Nações Unidas para o Desenvolvimento (PNUD 2010, 2000, 1991), 2019.

Guidon coordenava, desde 1973, a equipe de cooperação científica da Missão Franco-Brasileira de Pesquisa, onde hoje é o PNSC (Justamand e Oliveira 2018; Martins 2011). A missão fez em 1975 um diagnóstico que constata a premência de criar a AP. A equipe de especialistas analisou as mudanças percebíveis nos ecossistemas da região e as alterações socioeconômicas locais. Ao considerarem a importância dos sítios arqueológicos, a diversidade e o atributo dos resquícios ali existentes, a beleza da paisagem, a especificidade da cobertura vegetal e a potencialidade turística, os especialistas apontaram a urgência de informar às autoridades a necessidade de ações para reverter os impactos da presença humana (Borges 2007). Em junho de 1979, o Decreto nº 83.548 foi assinado pelo presidente da república, o qual criava o PNSC. No decorrer da década de 1980, para viabilizar a preservação do bioma caatinga e os sítios arqueológicos, haja vista a preocupação da missão franco-brasileira “com a presença de posseiros, dos incêndios que destruíram vários sítios com pinturas rupestres, da caça ilegal e do desmatamento descontrolado de espécies nobres, nasceu a Fumdham em 1986” (Buco 2014, 35). A Fumdham utiliza como propósito duas estratégias: “a pesquisa científica multidisciplinar e a

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SRN(PI)

Ranking IDHM


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valorização e integração da população local, num projeto baseado na autossustentação regional” (Borges 2007, 55). Dessa forma, já atendia, naquela época, a proposta contemporânea das orientações do ecoturismo (Brasil 2010) e apresentava benefícios à economia local (Hjerpe 2018; Melo, Crispim e Lima 2005; Mcneely, Faith e Albers 2005). A Fumdham vem trabalhando interdisciplinarmente desde a sua criação na perspectiva de investigar a interação do ser humano com seu meio ambiente, num recorte da pré-história até a atualidade. É composta de uma equipe de cientistas e técnicos para elaborar e colocar em prática projetos de desenvolvimento com vertentes de atuação na educação de jovens e adultos, no desenvolvimento socioeconômico das comunidades do entorno do PNSC e no incremento ecológico autossustentável por meio de projetos econômicos de melhoramento da vida das comunidades que propiciam aos moradores a propagação de técnicas e cultivos apropriados, além da oferta de campo de trabalho (Martins 2011). Percebe-se, na atuação da Fumdham, sua aproximação com as diretrizes do ecoturismo no país (Brasil 2010). Interessante pontuar, na dinâmica de preservação, que o patrimônio cultural e a biogeocenose do PNSC apresentam uma relação direta, pois a conservação do primeiro está atrelada ao equilíbrio de seu ecossistema. A sua relevância, no que concerne aos tempos remotos que aponta a presença humana nas Américas e seus sítios arqueológicos com arte rupestre, fez com que fosse inscrita na Organização das Nações Unidas para a Educação, a Ciência e a Cultura (Unesco) na lista de Patrimônio Mundial da Humanidade e na lista indicativa do Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional (Iphan). Como consequência de todos esses esforços, o PNSC foi oficialmente designado pela Portaria n. 54, de 16 de março de 1993, como patrimônio federal, inscrito no Livro de Patrimônio Arqueológico, Etnográfico e Paisagístico Nacional pelo Iphan (Buco 2014; Martins 2011). No interior do PNSC encontra-se mais de 1 000 sítios arqueológicos, onde há aproximadamente 30 mil artes e pinturas rupestres, o mais vasto conjunto do mundo em região tropical, no qual cerca de cem sítios estão preparados para visitação e 16 adaptados para receberem deficientes físicos (Martins 2011). Destacam-se, entre as pinturas do PNSC, característica de movimento (figura 5), cenas de sexo (figura 6), rituais, partos, caçadas, entre outras (Bastos 2010; Buco 2014; Justamand e Oliveira 2018; Martins 2011). A obrigatoriedade da presença do condutor no PNSC durante a visitação implicou no esforço em prol da capacitação de moradores com início em 1993 e que ocorreu sistematicamente nos anos de 1994 até 1999, 2001, 2003, 2004, 2012, 2013 e 2018 (Brasil 2018).


O legado de Niède Guidon no semiárido brasileiro Marcial Cotes, Daiany Mara Erler, Alexandre Schiavetti y Juarez Vieira do Nascimento

Fonte: fotografia Marcial Cotes, Brasil, 2015.

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Figura 6. Pintura rupestre de cena de sexo no Sítio Arqueológico Toca da Entrada do Baixão da Vaca

P A N O R Á M I C A S

Figura 5. Pintura rupestre com cena de trapézio no Sítio Arqueológico Boqueirão da Pedra Furada

Fonte: fotografia cortesia de Arivan do Nascimento Lima, 2019.


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Primeiro quartel do século XXI

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Na primeira entrevista aplicada aos condutores, ao indagar os motivos que fundamentaram a escolha pela condução, a resposta foi inusitada: “Falar disso é piada” (Condutora/01, Piauí, 2015). A condutora que residia no estado de Pernambuco até 2001 verbalizou que foi convidada para trabalhar na prefeitura de Coronel José Dias com artesanato. Afirma que tinha uma “dor de cotovelo de não ter tido oportunidade de desenvolver trabalho algum ligado ao parque”, apesar de ter nascido na região e ouvir comentários “sobre o importante trabalho da Dra. Niède no PNSC”. Assim, percebeu a oportunidade de realizar um sonho ao trabalhar no entorno da AP, já que a proposta era para ficar somente por quatro anos e seria “o tempo de passar uma chuva lá. Mas a chuva não veio e eu estou até hoje aqui” (Condutora/01, Piauí 2015). Descreve que, em 2001, depois de dois meses em Coronel José Dias, então com 56 anos, deslumbrou a oportunidade de trabalhar como condutora após saber que iniciaria um curso de capacitação. Com a capacitação de condutora para atuar no PNSC, percebeu um entrave, pois o gestor do ICMBio na época tentou discriminá-la por causa de sua idade (na entrevista em 2015 a condutora tinha 70 anos). Mas, entremente ao estorvo, surgiu a intervenção da Dra. Guidon, ao argumentar com o gestor que, apesar da idade, deveria ter um tratamento igualitário, haja vista que a AP recebe pessoas mais idosas que reclamam de os condutores serem rápidos na caminhada, impossibilitando essa faixa etária de acompanhá-los. O aspecto idade para atuar como condutor foi abordado por Cotes et al. (2017b), que considerou que “a faixa etária, de modo geral, não parece afetar o trabalho de condução no PNSC” (901). Em 2010, a Condutora/01 (Piauí, 2015) já convivia com outra realidade na região ao comparar o período com os dados do censo de 1991 (figura 4). É possível sugerir, a partir da figura 4, que a cidade de Coronel José Dias teve um acréscimo de mais de quatro vezes e meia no seu IDH da educação no intervalo de dezenove anos. Nas pesquisas de Cotes e colaboradores (Cotes, Alvarenga e Nascimento 2020; Cotes et al. 2018; Cotes et al. 2017a; Cotes et al. 2017b), uma das perguntas da entrevista semiestruturada foi: “Quais disciplinas foram ministradas nessas capacitações?”. O Condutor/04 (Piauí, 2015), que fez o curso pela primeira vez em 1993 com 15 anos e era residente no Sítio do Mocó (distrito de Coronel José Dias), verbalizou que teve a Dra. Guidon como professora de arqueologia e antropologia. No início de implantação do PNSC, em paralelo ao trabalho de pesquisa arqueológica, havia uma demanda por condutores para acompanhar os pesquisadores e os visitantes. Para tanto, os estudantes da capacitação tinham todo apoio, desde o deslocamento até a alimentação para realizar o curso em São Raimundo Nonato. Nesse período, os pesquisadores que desenvolviam trabalhos no parque tinham como contrapartida ministrar algum tipo de capacitação aos condutores, inclusive a própria Guidon não fugiu dessa demanda, prática ainda adotada (Cotes et al. 2017a). Nas indagações presentes no questionário aplicado aos condutores havia o questionamento: “Que motivos fundamentaram sua escolha para ser condutor?”. Na


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análise dessa pergunta, 40 % do total de condutores eram residentes em Coronel José Dias e no Sítio do Mocó e 15 % apresentaram respostas similares, pois foram alunos do Núcleo de Apoio às Comunidades (NACs) implantado no Sítio do Mocó. Uma resposta representativa à pergunta acima é:

O NACs, apontado pelo Condutor/04 (Piauí, 2015), surgiu após a Dra. Guidon promover em Campinas, em 1986, uma reunião com pesquisadores da Fundação Oswaldo Cruz (Fiocruz) e da Universidade Estadual de Campinas (Unicamp) com a participação da pesquisadora francesa Anne Marie Pessis para criação da Fumdham, em que um dos propósitos foi a proteção do parque. Nessa reunião foi decidida a criação do Projeto Educação, Saúde e Desenvolvimento Sustentável em parceria com o governo italiano por meio da ONG Fondazione Terra Nuova de cooperação internacional (Martins 2011). Na área educacional foram construídas e implantadas cinco NACs pelo período de cinco anos, em cinco comunidades do entorno do PNSC. Essa iniciativa teve o apoio da Universidade Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho por meio do projeto à formação e capacitação pedagógica e elaboração de material didático aos professores que iriam atuar nos NACs. Concomitantemente, em outra parceria com a Fiocruz, no mesmo projeto, foram treinados agentes de saúde e enfermeiros para atuar no centro de saúde que funcionava no NAC do Sítio do Mocó. Nas escolas dos NACs eram atendidas aproximadamente 200 crianças. Seu funcionamento iniciou em 1991 em horário integral. As atividades, além do aspecto

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Eu já estava na quarta série primária e não sabia ler. Eu vim aprender a ler aqui na escola que a Dra. Guidon implantou no Sítio do Mocó com dinheiro da Fumdham, do exterior e da Unicamp. Ela começou a funcionar em 1991 e tinha como objetivo trazer uma escola de qualidade de tempo integral e a consciência ecológica para as crianças passarem para os pais. Porque o parque está aqui na divisa com a comunidade, e, como nossos pais e avós caçavam muito, o objetivo foi que as crianças pudessem conscientizar seus pais e quando crescessem não viessem a caçar também. Na escola teve uma equipe de arqueólogos mirins com as crianças mais avançadas. Isto me ajudou muito no meu trabalho de condutor. Ela (Guidon) levava este grupo para aprender a escavar dentro do parque com ela e outros arqueólogos. Ensinava a técnica de como fazer uma escavação e isto me ajudou muito no meu trabalho de condutor. Tem colegas meus desta época, da minha geração que são técnicos em arqueologia e alguns estão trabalhando na escavação da transposição do Rio São Francisco, isto por causa desta escola e destas oportunidades que ela trouxe para comunidade. O objetivo da escola foi formar cidadãos de bem e isto ela conseguiu. Tinha aulas normais, oficinas, atividade física, produção de hortaliças para o próprio consumo da escola, pois a gente somente ia para casa dormir. Tinham muitas coisas que um aluno de escola pública não tem até hoje. Essa escola era um projeto social chamado de NACs que foi montado nas comunidades do entorno do parque [...]. Nestas escolas tentaram desenvolver alguma atividade que trouxesse renda para a pessoa. (Condutor/04, Piauí, 2015)


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educacional, contavam com refeições, banho, atendimento médico, atividades esportivas, horta e manifestações artísticas (Bastos 2010; Martins 2011). É sobre esses NACs que o Condutor/04 (Piauí, 2015) verbalizou a iniciativa pioneira e o ponto de inflexão para transformar a realidade local. A criação desse projeto foi uma sugestão da antropóloga Cristina Pompa e do arqueólogo Fábio Parenti, ambos envolvidos no trabalho de pesquisa no PNSC e representantes italianos e membros fundadores da Fumdham. A partir da efetivação dessa proposta, tem início uma parceria internacional da Fumdham em prol do PNSC (Martins 2011). Após sugestão do pesquisador Adauto Araújo, pesquisadores italianos desenvolveram outro estudo sobre viabilidade de implantação da agricultura no entorno do PNSC (Martins 2011). A proposta tinha como cultivo plantas alimentícias e ornamentais. Em depoimento ao Museu da Pessoa, a Dra. Niède dissertou sobre a perspectiva de desmatar e/ou tocar fogo na vegetação para plantar. Propôs o cultivo do cacto como planta ornamental, pois no deserto o México já cultiva e vende essa espécie com êxito para floriculturas do Rio de Janeiro e de São Paulo (Martins 2011). Exemplificou o valor de mercado do cacto vendido em Paris por, aproximadamente, 70 euros. Sugeriu ensinar o cultivo do cacto como alternativa de fonte de renda, pois não necessita desmatar a vegetação (Martins 2011). A ideia não prosperou, haja vista que os argumentos dos políticos sinalizavam à premência de plantar comida (Martins 2011). Guidon afirmou que era perfeitamente exequível plantar cacto por ser mais perto da realidade local, pois com o dinheiro da venda poderiam comprar alimentos em qualquer estabelecimento comercial. Criticou os políticos por não terem conhecimento científico e proporem alternativas que não são viáveis e sustentáveis na região, mas que agradam provisoriamente a população e atraem votos, o que perpetua a pobreza e os votos nas eleições (Martins 2011). Na continuidade da entrevista, o Condutor/04 (Piauí, 2015) verbalizou aspectos que iriam mudar a realidade local. O posto de saúde que tinha aqui dentro da escola no Sítio do Mocó foi muito importante, pois aqui tinha muita mortalidade e desnutrição infantil. Eu posso afirmar porque eu vivenciei e presenciei isto e fui um dos beneficiados. Eu era muito desnutrido e a escola começou a tratar disto, além de desenvolver projetos de coleta de lixo, fossa seca e como manter a higiene na própria casa. A gente utilizava o banheiro em qualquer lugar e tinha muita mortalidade infantil. Depois da implantação da escola, eu observei que poucos anos depois começou a deixar de existir as mortes, a diminuir a mortalidade e desnutrição infantil. Lá em casa mesmo éramos sete irmãos e três morreram devido à desnutrição infantil. Meus irmãos morreram quando já estavam bem grandes devido à desnutrição infantil. Dava uma diarreia ou qualquer besteira e morria, e hoje não morre mais gente destas coisas. A energia elétrica era gerada por motor e somente em 1992 que chegou a energia elétrica aqui, devido os esforços da Dra. Niède.


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E hoje o Parque é a maior fonte de renda comercial, mas trouxe outra visão para região e São Raimundo Nonato que é um polo da região hoje em dia. A Dra. Niède foi a pedra chave da região. Muitas cidades da região somente conseguem se manter com os fundos dos municípios e São Raimundo consegue com o comércio, com a apicultura, com o turismo, até mesmo a apicultura foi

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O centro de saúde implantando no Sítio do Mocó, uma parceria com a Agência Terra Nuova, atendia diariamente 500 pessoas residentes do entorno do PNSC, pois na época não existia unidade de saúde na região (Martins 2011). Seu funcionamento dependia da parceria com a Fiocruz para levar de carro, do Rio de Janeiro a São Raimundo Nonato, vacinas armazenadas em refrigeradores portáteis para campanhas de vacinação infantil, pois até aquele momento não ocorriam essas ações por parte do poder público (Martins 2011). Assim, a população do entorno do PNSC buscava o atendimento nesse centro de saúde, e, com a atuação da equipe composta de um médico italiano, uma enfermeira brasileira, 15 técnicos em exames laboratoriais e três agentes de saúde locais treinados pela Fiocruz, faziam as visitas diárias domiciliares, o que diminuiu o número de pessoas atendidas no centro de saúde (Martins 2011). A partir da implantação do centro de saúde e do trabalho dos agentes de saúde, Martins (2011, 146) apontou que, gradualmente, “os casos de morte de crianças por diarreia, o que era extremamente comum no início do Projeto, foram a zero, bem como os casos de morte por doenças imunoprevisíveis”. Essa informação vai ao encontro do que afirmou o Condutor/04 (Piauí, 2015), que teve sua família beneficiada, além da população da região. Após cinco anos de implantação do projeto dos NACs, as escolas e o centro de saúde passaram a ser geridos pelo governo estadual, o que, segundo Martins (2011), não aconteceu na prática. Posteriormente, o Ministério da Educação passou a ser o responsável e, para surpresa de todos, no ano 2000 os NACs fecharam suas portas por determinação do governo federal. Guidon não se acomodou com o fim dos NACs e, com seu empoderamento habitual, criou em 2001 o projeto Pró-Arte Fumdham para preencher a lacuna deixada dos NACs. Com um olhar muito à frente do seu tempo, a Dra. Guidon buscou parcerias para o desenvolvimento local, além de recursos no Banco Interamericano de Desenvolvimento (BID) para a construção da infraestrutura turística visando à abertura e à manutenção de estradas internas, guaritas e adequação dos sítios para receber visitantes. Construiu a fábrica Cerâmica Serra da Capivara, que emprega diretamente 40 pessoas do entorno, exportando sua produção para Estados Unidos, Espanha e Itália, além de fornecer para empresas nacionais, como Armazém Cariri, Borali, Casa Vila Madalena, Galeria Brasil, Pão de Açúcar e Tok Stok (Martins 2011). Outra iniciativa desse recurso foi a criação da empresa de produção de mel sob sistema de cooperativa com ofertas de cursos e estruturação do cultivo, como caixas para colmeias e equipamento de proteção individual. Sobre a apicultura, o Condutor/23 (Piauí, 2015) explica como a população foi beneficiada:


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incentivada por ela. Porque antes as pessoas faziam a extração do mel nas rochas e nas árvores. Em 2009, São Raimundo Nonato foi o maior exportador de mel do Brasil. [...] A Dra. Niède gerou muita renda para as comunidades do entorno do parque, trouxe água, trouxe energia elétrica, criou colégios para as pessoas.

Os impactos positivos na região, tanto sociais — com a chegada da apicultura — como ambientais — oriundo das ações da Fumdham —, podem ser notados no relato da Condutora/29 (Piauí, 2015). Ao deixarem de lado o método tradicional e iniciarem o processo de cultivo do enxame com o uso de caixas, as pessoas abandonaram a prática de derrubar árvores, que levava à morte da rainha na coleta do mel: Antes dos pesquisadores chegarem aqui na região, as pessoas trabalhavam com apicultura para sobrevivência e se tivesse uma colmeia no alto de uma árvore, o que interessava era o mel. Então eles cortavam a árvore, colocava fogo nas abelhas para elas ficarem tontas e atacar menos. E, uma vez que este fogo atinge a rainha, essa colmeia era exterminada. Quando a Fumdham chegou aqui na região, trouxe alguns projetos para inserir as comunidades do entorno do parque, e a apicultura foi um destes cursos. As pessoas faziam o curso, ganhavam dez caixas para que montassem o apiário e hoje em dia a apicultura é uma das economias da região sem causar nenhum dano nas abelhas e na vegetação. 196

Com o propósito de alavancar o turismo na região e com a inviabilidade do BID de financiar a construção de um aeroporto, a Dra. Guidon buscou apoio no governo federal para implementar essa iniciativa. As primeiras análises de viabilidade da implantação do aeroporto datam de 1997. Entretanto, em entrevista concedida a Drevillón em 2011, Guidon comentou que, no período de 1984 a 2004, o aeroporto teve destinado 15 milhões de dólares, além de seis milhões de reais, porém os recursos desapareceram (Martins 2011). Em 2007, o Ministério do Turismo liberou, inicialmente, 12 milhões de reais ao estado do Piauí e, posteriormente, cinco milhões por meio de emenda do orçamento da União para conclusão da obra (Martins 2011). No entanto o aeroporto ainda não funciona. Durante a realização das entrevistas semiestruturadas com os condutores, a figura da Dra. Guidon esteve sempre presente, revelando a representatividade e o simbolismo da arqueóloga aos condutores. Todos os entrevistados reconhecem sua importância na implantação e no desenvolvimento da região, corroborando com os achados de Hjerpe (2018), Mcneely, Faith e Albers (2005) e de Melo, Crispim e Lima (2005), para a pesquisa em APs no mundo. Entre os relatos dos condutores foi possível identificar evidências do impacto educacional sobre questões de aprendizagem. Aqueles velhos mais carrancudos tinham uma visão completamente diferente do parque, quando veem os netos e os filhos trabalhando ou se beneficiando do parque e, principalmente, as universidades que chegaram e quando eles veem os netos e os filhos estudando, eles hoje já veem o parque com um olhar diferente e este é o lado positivo. (Condutor/17, Piauí, 2015)


O legado de Niède Guidon no semiárido brasileiro Marcial Cotes, Daiany Mara Erler, Alexandre Schiavetti y Juarez Vieira do Nascimento

Para as comunidades do entorno, a Dra. Niède é muito importante tanto pela questão do desenvolvimento econômico como o sociocultural. Aqui antes da vinda da reserva não tinha sequer uma universidade que você pudesse estudar, se pudesse pagar você iria ter um curso, se pudesse pagar lá fora, senão... não iria fazer nada. Com a vinda do parque, a gente conseguiu estudar mais e consegue chegar mais longe, a gente têm três universidades. (Condutor/20, Piauí, 2015)

A implantação do PNSC e a criação da Fumdham propiciaram um incremento nas cidades do entorno, evidenciado na comparação dos censos (figura 4). De fato, a chegada do PNSC e da Fumdham trouxe luz, água encanada, alargou as possibilidades de subsistência da população, estabeleceu pontes entre os moradores e a educação e humanizou e empoderou o cotidiano daqueles residentes no entorno. Ao comparar, desde 1991, o ranking do IDH dos municípios atendidos pelo projeto de implantação do PNSC com os dados do censo 2010 (figura 4), fica explícito em números as mudanças ocorridas. O processo educacional implementado pela Fumdham no entorno do PNSC permitiu aumentar o nível de consciência ambiental:

A Dra. Guidon formou uma escola muito boa, então nós éramos pequenos, pequenos assim, já éramos adolescentes e aprendemos lá a importância do parque, da natureza, dos animais que existem aqui. A Dra. Guidon foi muito importante, porque se não fosse a doutora esse local nem existia, não tinha mais por quê. O pessoal caçava e ia chegar o dia que não ia ter mais caça. A água também é pouca, então esse lugar praticamente não ia existir, as famílias iam ter que sair pra outros lugares à procura de serviço, pois aqui não tem água, não chove pra ter produção. Se a doutora não tivesse vindo para a região e feito essas descobertas, aqui praticamente não existiria você vê aqui é uma das melhores regiões, você vê aí não encontra uma região tão organizada, todo mundo têm como se virar, tem serviço e tudo foi graças à doutora e ao parque. (Condutora/07, Piauí, 2015) O meu coração está ali dentro do parque. Tenho muitos colegas ali dentro que trabalhavam no Ibama e nós temos uma amizade muito recíproca. Essa questão da preservação e conservação até hoje eu carrego comigo, além de ser policial hoje eu não aceito ver alguém comercializar animais silvestres ou comendo. Eu já tive a oportunidade de fazer isto, mas não fiz, porque a consciência que eu peguei ali dentro eu quero carregar até o resto da minha vida. Particularmente eu vejo uma importância muita grande na Dra. Guidon, porque além dela ter desbravado nosso sertão e ter conseguido fazer suas pesquisas e trazido essa comunidade tanto de pesquisadores como de pessoas que hoje estão trabalhando no parque, veio trazer um desenvolvimento muito grande para nossa região. (Condutor/27, Piauí, 2015)

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Nossa comunidade se desenvolveu bastante com a vinda do parque e este colégio que a Dra. Niède criou aqui no Sítio do Mocó fez um trabalho com a população de conscientização com o meio ambiente e você não vê lixo na rua. (Condutor/06, Piauí, 2015)


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O Condutor/06 (Piauí, 2015) reconhece a simbologia que as ações decorrentes da implantação do PNSC acarretaram: Hoje o que eu tenho e consegui eu agradeço a ela [Guidon]. Eu devo tudo a ela. Desde o meu pai que trabalhou mais de 20 anos com ela na parte de pesquisa e escavação. Até a região deve a ela, a própria São Raimundo Nonato que tem vários hotéis e se desenvolveu.

A importância das benfeitorias procedentes da implantação do PNSC é compreensível nos relatos: O principal ponto turístico do Piauí é o PNSC, se for falar do Piauí tem que falar do PNSC, pois nós estamos no berço das Américas. E fora a questão dos serviços. São Raimundo Nonato hoje têm três universidades públicas, temos o aeroporto, e a perspectiva que venha ter linhas permanentes. Os hotéis, quantos tinham antes de ser criado o parque? Quantas pousadas tinham, o comércio, os serviços públicos, as farmácias, hospitais, clínicas, as instituições financeiras, a justiça federal, a justiça do trabalho, então São Raimundo Nonato cresceu muito com o parque. (Condutor/08, Piauí, 2015)

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No meu ponto de vista a Dra. Niède foi uma mãe. Ela chegou na nossa região e não tinha praticamente quase nada, só as casinhas que o pessoal morava, só as rocinhas. Hoje tem energia que foi ela quem conseguiu trazer para cá. O meu conhecimento hoje foi devido à escola que a Dra. Niède construiu aqui no Sítio do Mocó. Hoje o básico dos meus estudos foi naquela escola ali, e hoje eu agradeço muito a Dra. Niède pelo o que a gente tem. (Condutor/10, Piauí, 2015) Eu sou suspeito em falar porque sou fã incondicional dela. Eu faço parte de uma geração de condutores transitória, onde eu vi a geração dos meus antepassados anterior à minha que realmente excomungava a Dra. Guidon, por atrelar a criação do parque a ela. Mas minha geração estudou o trabalho que ela fez aqui. Para mim eu não tenho nem palavras para dizer a importância da Dra. Guidon para região. Tudo que eu disser com relação à parte científica, ao desenvolvimento, ao reconhecimento do parque, ao nível que a sociedade aqui tem hoje se deve a Dra. Guidon. (Condutor/13, Piauí, 2015)

Esse processo educacional foi elencado na pesquisa de Cotes, Alvarenga e Nascimento (2020), em que descrevem a existência das dimensões conceituais, atitudinais e procedimentais exibidas antes e durante a caminhada nas trilhas do parque pelos condutores de visitantes. O PNSC não vive somente de pesquisa e turismo, a Fumdham construiu dentro da área da sua sede o Museu do Homem Americano (figura 7) com o intuito de disseminar a relevância do patrimônio cultural do homem pré-histórico que viveu na região. O museu conta com um acervo de exposição permanente, resultado de pesquisas arqueológicas desenvolvidas desde 1973 na área do PNSC e do seu entorno. Ele foi organizado para proporcionar a compreensão da evolução dos hominídeos e das teorias de povoamento da América durante os períodos Pleistoceno e Holoceno.


O legado de Niède Guidon no semiárido brasileiro Marcial Cotes, Daiany Mara Erler, Alexandre Schiavetti y Juarez Vieira do Nascimento

Diante da riqueza das pesquisas realizadas, o Museu do Homem Americano ficou pequeno para expor a história da região. Em dezembro de 2018, o Museu da Natureza (figura 8) foi inaugurado ao lado do PNSC, com um custo aproximado de 13,7 milhões de reais, oriundos do Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social. A ideia surgiu no início do século XX, mas somente em 2017 os recursos foram liberados para as obras. Figura 7. Sepultamento encontrado no Sítio Arqueológico da Toca da Baixa dos Caboclos do acervo do Museu do Homem Americano

Fonte: fotografia Marcial Cotes, Brasil, 2015. Figura 8. Vista do Museu da Natureza em meio à vastidão da caatinga no Parque Nacional Serra da Capivara no período chuvoso

Fonte: fotografia Marcial Cotes, Brasil, 2020.

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O Museu da Natureza tem como ideia narrar a história da geologia, do clima, da fauna e da flora da região. Além de apresentar as alterações proporcionadas no meio ambiente, por meio das mudanças climáticas e dos eventos geológicos, destaca a mistura atual de vegetação e fauna de ocorrência da Floresta Amazônica e da Mata Atlântica na mesma região, pois era o encontro dos dois biomas há aproximadamente nove mil anos atrás. O PNSC é hoje referência nacional na gestão de AP e internacional nas questões culturais, históricas e do mundo natural. Guidon e seu empoderamento em meio ao semiárido do Brasil enfrentou inúmeras adversidades, compeliu recursos e olhares dos políticos ao possibilitar novos parâmetros. A partir do processo educacional, infiltrou (Cotes, Alvarenga e Nascimento 2020), como a água da chuva que some rapidamente ao cair no solo arenoso do semiárido, a perspectiva da educação como objeto da população que lá reside no meio do martírio, que é viver sem água da chuva e sem terras agricultáveis. Destaca-se que foi clarividente em seu ambicioso projeto de geração de emprego e renda, no desenvolvimento do turismo e na autossustentação, além de atrair para si a confiança daqueles que hoje sobrevivem a partir do PNSC (Justamand e Oliveira 2018). Outro aspecto a ressaltar é o fato de Guidon convencer os condutores da importância do processo educacional (Cotes, Alvarenga e Nascimento 2020) como única opção para população, como relatou o Condutor/63 (Piauí, 2015): “Eu me lembro que a Dra. Guidon sempre diz que o único mecanismo para mudar a sociedade é o saber, é a educação. A doutora diz que a mola mestre mais fundamental para mudar a sociedade para ajudar a sair da pobreza é a educação”. O Condutor/63 (Piauí, 2015) aprendeu os ensinamentos de Guidon e segue seu discurso se referindo à antropóloga: “A Dra. Niède dizia: Vocês vão sair daqui para ir aonde? Para ficarem marginalizados na cidade grande. É melhor vocês terem condições de estarem inseridos na terra, viver isto aqui e estudar”. Ele reconhece todo o esforço, protagonismo e simbolismo da Dra. Guidon, e segue: A Dra. Guidon é uma relíquia. Eu não posso endeusar a doutora, jamais. Todos nós somos seres únicos. Mas ela é uma relíquia porque é uma peça fundamental para nós. Chamo de relíquia porque em um futuro próximo ela irá fazer muita falta. Acho que no mínimo o que a gente pode fazer por ela é alguma coisa que pudesse trazer a memória da doutora para eternizar no parque. Eu acho a Dra. Niède uma coisa preciosa, tem seus defeitos, mas é uma pedra preciosa.

Apesar das limitações do presente estudo, nomeadamente aquelas relacionadas ao instrumento de coleta de dados e às questões temporais, o legado de Guidon já está eternizado na região do PNSC. Além da criação da Fumdham, há as descobertas científicas, o estabelecimento de dois museus no semiárido do Brasil, a criação do primeiro curso de arqueologia do Brasil na Universidade Federal do Vale do São Francisco, as mudanças sociais e na orientação aos habitantes do caminho das pedras para superar os obstáculos a partir da educação (Cotes, Alvarenga e Nascimento 2020).


O legado de Niède Guidon no semiárido brasileiro Marcial Cotes, Daiany Mara Erler, Alexandre Schiavetti y Juarez Vieira do Nascimento

Considerações finais

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Os relatos dos condutores permitiram identificar sentimentos e percepções dos profissionais com a antropóloga revelando o notório simbolismo de Niède Guidon ao PNSC. Assim, o presente estudo contribui para o alargamento da compreensão dos condutores de visitantes no PNSC, especialmente sobre a disseminação da importância da educação e dos cursos sistematizados de formação continuada de condutores, os quais confirmam a necessidade da participação da população como contrapartida na implantação de APs no Brasil. Um aspecto a ressaltar é a estrutura administrativa organizacional de gestão do PNSC, no que concerne aos cursos de condutores de visitantes realizados na AP desde 1993, que desencadeou ou influenciou a criação das portarias do Ministério do Turismo nº 27, de 30 de janeiro de 2014, e do Ministério do Meio Ambiente, Normativa nº 2 do ICMBio, de 3 de maio de 2016. Como já apontamos em estudos anteriores e neste, o PNSC é um exemplo de gestão administrativa de APs no Brasil, cujo modelo existe hoje em parte pela ação obstinada da Dra. Niède Guidon durante os decênios de 1970, 1980, 1990 do século XX até a contemporaneidade. Na trilha dessas ações administrativas governamentais de modernização, recomendamos o aprimoramento do Sistema Nacional de Unidades de Conservação, que gerencia a implantação e a gestão das APs no Brasil, para inclusão da categoria de geoparque, pois já é uma demanda real no país. As evidências apontam o PNSC como um exemplo de gestão que atende aos objetivos do ecoturismo, do turismo arqueológico e segue na direção do conceito de geoparque, em que a autossustentação foi, desde o início, o fundamento primordial ao sucesso conquistado nacional e internacionalmente pelo parque. A chuva não veio e Níède Guidon penetrou suas raízes na areia do semiárido do Piauí. Ela é “a mulher original” do Parque Nacional Serra da Capivara, “é a origem, o processo e o fim” que não se concretizam, pois seu “trabalho se fez em instantes vivos” ou no resplandecer de uma utopia concretizada (Delfina 2018, 148). “Niède Guido é a mulher desta concretude” (Delfina 2018, 148). As boas práticas e o empoderamento da arqueóloga Níède Guidon estão acima do que se materializou no entorno e no PNSC. São ações de embates com o poder público nas mais variadas esferas, com o propósito único de viabilizar o parque e a dignidade dos residentes do entorno por meio da ciência, da política, da educação e das transformações sociais. Nesse sentido, entendemos que é necessário viabilizar o aeroporto de São Raimundo Nonato para operar com voos semanais, a fim de facilitar o acesso ao parque e à região, evitando seu uso na atualidade por políticos que lá descem para somente fazer suas propagandas eleitorais, bem como perpetuar uma casta que nada vem oferecendo de concreto como alternativa para transformar a vida da população local e do seu entorno. O presente estudo compreende a primeira pesquisa sobre os condutores de visitantes que atuam no Parque Nacional Serra da Capivara decorridos 26 anos do primeiro curso de capacitação. À guisa do desenlace das considerações finais, um aspecto destacado pelo Condutor/25 (Piauí, 2015) chamou a nossa atenção: “Se não


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fosse a Dra. Guidon, o Parque Nacional Serra da Capivara não seria o que é hoje. E a Dra. Niède Guidon não seria o que ela é hoje sem o parque”. Portanto, as concretudes dos grandes feitos permitem desejar vida longa à Níède Guidon, pois o Parque Nacional Serra da Capivara já é eterno.

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Suspensión: espacio, tiempo y política en la historia interminable de un proyecto de infraestructura en el piedemonte Andino-Amazónico colombiano* Simón Uribe ** Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia

https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.09 Cómo citar este artículo: Uribe, Simón. 2021. “Suspensión: espacio, tiempo y política en la historia interminable de un proyecto de infraestructura en el piedemonte Andino-Amazónico colombiano”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 205-229. https://doi.org/10.7440/ antipoda42.2021.09 Recibido: 14 de febrero de 2020; aceptado: 14 de agosto de 2020; modificado: 25 de septiembre de 2020.

*

Este artículo se escribió paralelamente al proceso de escritura y producción del documental Suspensión (2019), cuyo director es también el autor de este texto. Para más información sobre este proyecto ver: https://suspensiondoc.com/ y https://www.imdb.com/title/tt11772522/

** Doctor en Geografía de la London School of Economics and Political Science, Londres. Profesor de carrera de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, Colombia. Entre sus últimas publicaciones están: “The Trampoline of Death: Infrastructural Violence in Colombia’s Putumayo Frontier”. The Journal of Transport History 41, n.° 1 (2020): 47-69. https://doi. org/10.1177/0022526619888589; “Illegible infrastructures: Road building and the making of state-spaces in the Colombian Amazon”, Environment and Planning D: Society and Space 37, n.° 5 (2019): 886-904. https://doi.org/10.1177/0263775818788358; “Caminos de frontera: espacio y poder en la historia del piedemonte amazónico colombiano”. Historia Crítica n.° 72 (2019): 69-92. https://doi.org/10.7440/ histcrit72.2019.04 * simon.uribem@urosario.edu.co

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Resumen: en este artículo indago las tensiones, incertidumbres y expectativas que emergen en el espacio-tiempo indefinido que transcurre entre la concepción y materialización de un megaproyecto de carretera en el piedemonte Andino-Amazónico colombiano. Hago énfasis en la condición de suspensión como un estado inherente de la infraestructura que trastoca su sentido teleológico y configura un espacio material y afectivo en el que coexisten, en permanente estado de tensión y antagonismo, el presente, el pasado y el futuro de un territorio de frontera. El análisis presentado en el texto deriva del seguimiento etnográfico y fotográfico al proyecto mencionado por un periodo de diez años (2008-2019). A través de visitas de campo regulares, documento las transiciones temporales y materiales de la infraestructura, así como las reacciones, especulaciones y prácticas cotidianas asociadas a estas transiciones. Al describir diferentes eventos y conflictos alrededor de este proyecto de carretera, muestro cómo la noción de suspensión permite construir


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una narrativa diferente de las infraestructuras, que da cuenta de sus trayectorias inciertas y múltiples dimensiones. En este sentido, concluyo que la suspensión no es, como se suele concebir, un punto de congelamiento que interrumpe un movimiento lineal y cronológico, sino que constituye una condición inherente y activa de la infraestructura que revela la relación inestable y conflictiva entre los diferentes elementos que la componen. Desde una perspectiva histórica y etnográfica centrada en la materialidad, el artículo contribuye a la comprensión de la infraestructura como proceso más que como producto, así como al entendimiento de los diferentes actores humanos y no humanos que intervienen en su ciclo de construcción y descomposición. Palabras clave: Amazonia, antropología de la infraestructura, carreteras, Colombia, materialidad, temporalidad. Suspension: Space, Time and Politics in the Never-Ending Story of an Infrastructure Project in the Andean-Amazon Region of Colombia

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Abstract: In this article I examine the tensions, uncertainties and expectations that emerge in the indefinite space-time that exists between the conception and materialization of a road megaproject in the Colombian Andean-Amazonian foothills. I emphasize the condition of suspension as an inherent state of infrastructure that disrupts its teleological direction and configures a material and affective space in which the present, past and future of a frontier territory coexist in a permanent state of tension and antagonism. My analysis is the result of an ethnographic and photographic follow-up of the mentioned project for a period of ten years. Through regular field visits, I documented the temporary and material transitions of the infrastructure, as well as the reactions, speculations and daily practices associated with those transitions. In describing the events and conflicts linked to this road project, I reveal how the notion of suspension can allow us to construct a different narrative of physical infrastructures, one that accounts for their uncertain trajectories and multiple dimensions. In this sense, I conclude that suspension is not, as it is usually conceived, a freezing point that interrupts a linear and chronological movement, but that it constitutes an inherent and active condition of infrastructure that reveals the unstable and conflicting relationship between its different elements and layers. Taking a historical and anthropological perspective, the article contributes to the understanding of infrastructure as a process rather than a product, as well as of the different human and non-human actors involved in its cycle of construction and decomposition. Keywords: Amazon, anthropology of infrastructure, Colombia, materiality, roads, temporality.


Suspensión: espacio, tiempo y política en la historia interminable de un proyecto de infraestructura... Simón Uribe

Suspensão: espaço, tempo e política na história interminável de um projeto de infraestrutura no sopé andino-amazônico colombiano

Palavras-chave: Amazônia, antropologia da infraestrutura, Colômbia, materialidade, rodovias, temporalidade.

E

n su significado más elemental, el término infraestructura alude a aquellas estructuras que soportan otras. El prefijo infra, por otra parte, enfatiza su carácter interior o inferior; es decir, remite al tipo específico de estructura que se localiza debajo o que subyace y es, en consecuencia, imperceptible por definición (Star 1999). Su función inherente y primordial, en ese sentido, es posibilitar la existencia y permitir el funcionamiento de aquello que yace sobre la superficie y permanece visible. Aun en su connotación básica, el término es ambiguo en cuanto qué es y qué no es infraestructura. Para usar un ejemplo común, piénsese en el pavimento. En relación con su función, este se define como una infraestructura que permite o facilita el movimiento sobre determinadas superficies. Asimismo, constituye un conjunto

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Resumo: neste artigo, indago as tensões, as incertezas e as expectativas que emergem no espaço-tempo indefinido que transcorre entre a concepção e a materialização de um megaprojeto de rodovia no sopé andino-amazônico. Enfatizo a condição de suspensão como um estado inerente da infraestrutura que altera seu sentido teleológico e configura um espaço material e afetivo no qual coexistem, em permanente estado de tensão e antagonismo, o presente, o passado e o futuro de um território de fronteira. A análise apresentada no texto deriva do seguimento etnográfico e fotográfico do projeto mencionado por um período de dez anos (2008-2019). A partir de visitas de campo regulares, documento as transições temporais e materiais da infraestrutura, bem como reações, especulações e práticas cotidianas associadas a essas transições. Ao descrever os diferentes eventos de suspensão dessa rodovia, mostro como a noção de suspensão permite construir uma narrativa diferente das infraestruturas, que evidencia suas trajetórias incertas e múltiplas dimensões. Nesse sentido, concluo que a suspensão não é, como se acostuma conceber, um ponto de congelamento que interrompe um movimento linear e cronológico, mas sim que constitui uma condição inerente e ativa da infraestrutura que revela a relação instável e conflitiva entre os diferentes elementos que a compõem. De uma perspectiva histórica e etnográfica, focada na materialidade, este artigo contribui para compreender a infraestrutura como um processo mais do que um produto, bem como para entender os diferentes atores humanos e não humanos que intervêm em seu ciclo de construção e decomposição.


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de estructuras soportadas en otras: una capa superficial o rodadura —de concreto o asfalto— sobre una base de materiales de alta gradación —grava o arena— que, a su vez, se asienta en una subbase de materiales de menor gradación; finalmente, estas tres capas están soportadas por el subrasante o afirmado, usualmente el suelo natural previamente compactado y perfilado. Cada una de estas capas es entonces supra e infra estructura, se sobrepone y subyace a otras. Por otra parte, las capas de la infraestructura no se extinguen en los materiales ni en los componentes físicos que la integran: esta se sustenta en —y con frecuencia se implanta sobre— una infinidad de otros estratos: infraestructuras pasadas u obsoletas, paisajes, gentes y lugares que componen una intrincada geología en constante metamorfosis. Este no es un proceso meramente orgánico. En su aspiración a producir cierto sentido del tiempo y del espacio, la infraestructura conlleva un acto de destrucción creativa, en ocasiones violento en sus efectos (Rodgers y O’Neill 2012; Scott 1998). Se trata, no obstante, de un acto con frecuencia inconcluso en el sentido en que, en muchas ocasiones, la infraestructura y las promesas que esta alberga no se materializan por completo, al menos no en la forma en que se proyecta originalmente (Campbell 2012; Gupta 2018; Harvey 2005; Harvey y Knox 2012; Hetherington 2014). Asimismo, su ciclo de vida está dominado por ciclos inexorables de corrosión, obsolescencia, abandono y ruina (Howe, et al. 2015), que en algunos casos son producto de acciones deliberadas (Chu 2014; Kernaghan 2012). El acto de creación de la infraestructura coexiste, entonces, con otro de descomposición que revela de forma gradual, y en ocasiones súbita, las capas que la subyacen. En este artículo reflexiono en torno a la temporalidad de la infraestructura, en el contexto de un megaproyecto de carretera en el piedemonte Andino-Amazónico colombiano. Con este fin, exploro etnográficamente el concepto de suspensión como un estado latente de la infraestructura que revela dichas capas y, a un nivel más amplio, confronta la narrativa teleológica en que esta se arraiga. El término suspensión deriva del latín suspendĕre, que significa simultáneamente “levantar, colgar o detener algo en alto o en el aire” y “detener o diferir por algún tiempo una acción u obra” (RAE 2020). En su connotación temporal, la palabra alude a una condición pasajera que interrumpe el movimiento entre un punto de inicio y otro final. Reafirma, por lo tanto, la estructura lineal y progresiva del tiempo. Esta connotación está muy presente en los discursos de la infraestructura, cuyos eventos de suspensión se conciben como accidentes que interrumpen, momentáneamente, el ciclo temporal que transcurre entre la concepción y la finalización de un proyecto. Los análisis biopolíticos de la infraestructura (Mann 1984; Scott 1998; Wilson 2004), cuyo énfasis se centra en sus fines y efectos de legibilidad y control social más que en su producción y materialidad, no escapan a esta visión teleológica. Por otra parte, las lecturas que desde la geografía crítica y la ecología política han puesto en evidencia y cuestionado las dinámicas de despojo territorial, desarrollo


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desigual y violencia ambiental, que acompañan a los proyectos en infraestructura (ver, por ejemplo, Harvey 2016; Little 2014; Svampa 2019), prestan poca atención al carácter inestable de muchos de estos proyectos, al igual que a sus efectos contradictorios (Uribe 2019a). Si bien los eventos de suspensión de un proyecto de infraestructura no invalidan los discursos de modernidad, progreso o desarrollo que típicamente los acompañan, ni tampoco suprimen sus efectos o impactos, aquí sostengo que no es posible concebir dichos eventos como simples accidentes o puntos de congelación en una línea de tiempo diacrónica. Para volver a lo planteado más arriba, el carácter inconcluso o en permanente construcción y destrucción de la infraestructura es más la regla que la excepción en muchos casos. En este sentido, siguiendo a Gupta (2018), argumento que el estado de suspensión de la infraestructura es una entre muchas de sus posibles trayectorias, que permite examinar las múltiples temporalidades que la habitan y, de forma crucial, conceptualizarla como proceso más que producto. De esta manera, el artículo busca contribuir a la literatura creciente que, desde una perspectiva etnográfica y antropológica, viene analizando el tipo de dinámicas y procesos sociales, políticos y ambientales presentes en las infraestructuras, que escapan o que no se restringen a los intereses ni a las visiones en las que se arraigan (Anand, Gupta y Appel 2018; Harvey y Knox 2015). El artículo se estructura en tres secciones principales que remiten a tres eventos de suspensión en el caso concreto del proyecto mencionado, el cual he documentado a través de visitas de campo regulares y seguimiento fotográfico entre los años 2008 y 2019. Cada uno de estos eventos, los cuales están ligados a materialidades distintas de la infraestructura, alude a dimensiones diferentes de la suspensión. Así, la primera sección gira en torno a la imagen de un puente inconcluso, cuyas mutaciones sitúan el proyecto en el espacio que separa su promesa de modernidad y progreso de sus vestigios materiales presentes y pasados. La segunda sección describe un episodio de suspensión causado por Geromo, un obrero que en 2014 levantó una cerca de alambre en la zona del proyecto al no recibir una indemnización por parte del contratista. Este episodio ilustra el proceso de destrucción creativa de la infraestructura, en este caso, derivado de su necesidad —e incapacidad— de remover obstáculos humanos que afectan perpetuamente el desarrollo del proyecto. La tercera sección se centra en los muros de contención como estructuras físicas que suspenden el terreno y, a la vez, están sujetas a su naturaleza dinámica e inestable. De este modo, describo la forma en que elementos no humanos participan activamente en la suspensión de la infraestructura, en cómo esta se manifiesta en su materialidad, y en las reacciones y especulaciones humanas que esa materialidad cambiante produce. A través de la descripción etnográfica de los eventos de suspensión muestro cómo estos hacen visibles, como en un corte estratigráfico, los sedimentos y estratos que permanecen ocultos bajo la superficie de la infraestructura y que, de diferentes maneras, participan en su construcción y descomposición.


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El puente Figura 1. Puente Campucana, plano general

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Fuente: fotografía cortesía de Sebastián Bright, Putumayo, Colombia, febrero de 2017.

A diez kilómetros de Mocoa, capital del Putumayo, yace una estructura monumental de hierro y concreto: “128 metros de longitud; luces de 40, 55 y 33 metros; cimentación sobre 4 caissons; superestructura de 4 vigas metálicas de alma llena, curvas continuas y arriostramiento en celosías […] sobre las vigas se apoya un tablero en concreto reforzado” (Consorcio Variante San Francisco-Mocoa 2016). La descripción escueta de la firma constructora no captura el espacio en que se inscribe esta infraestructura, el cual puede apreciarse mejor a través de la imagen. En un plano abierto, esta proyecta una línea curva suspendida en el espacio que se interna en la montaña (figura 1). En un plano más cercano, desde la base del puente, resalta el volumen de la estructura, que se levanta 35 metros sobre el lecho de la quebrada Campucana (figura 2), uno de los miles de afluentes que forman la cuenca del río Amazonas. Desde la superficie, sin embargo, la textura llana y homogénea del concreto produce una sensación de liviandad y facilidad de movimiento que contrasta marcadamente con la topografía vertical de la montaña. El puente Campucana es uno entre muchos puentes y viaductos, la mayoría sin construir, dispuestos a lo largo del trazado de la variante San Francisco-Mocoa, un proyecto de orígenes remotos que promete la conexión geográfica entre los Andes y la Amazonia. Aunque la zona donde se ubica fue desde tiempos prehispánicos un espacio de intercambio y articulación entre grupos indígenas andinos y amazónicos (Gómez 1997; Llanos y Alarcón 2000; Ramírez 1996), durante el régimen colonial y en el proceso de formación nacional —aún vigente en muchos sentidos— esta ha sido concebida como una frontera del poder estatal. Los vestigios de proyectos


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o iniciativas anteriores dirigidas a “superar” esta condición de frontera a través de la infraestructura son, en este sentido, importantes para situar el proyecto de la variante en el proceso de larga duración de construcción del estado1 en el Putumayo. Figura 2. Puente Campucana, plano contrapicado

Fuente: fotografía del autor, Putumayo, Colombia, diciembre de 2017.

En la variante San Francisco-Mocoa, el antecedente más relevante es un camino de herradura concebido y gestionado por misioneros capuchinos catalanes a comienzos del siglo XX2. Este camino, algunos de cuyos tramos permanecen en uso por los campesinos de la zona, fue vital en los proyectos de colonización y “civilización” de la Amazonia. Su corta vida, sin embargo, es dicente de los ciclos paralelos de construcción y desintegración de la infraestructura. Inaugurado en 1912, los capuchinos batallarían durante las siguientes dos décadas contra los daños constantes causados al camino por la inestabilidad del terreno y el clima. Un reporte derivado de una visita técnica del Gobierno en el año 1913 enumeraba la cantidad de infraestructuras construidas —y permanentemente destruidas por el agua— para salvar el “sinnúmero de ríos” a lo largo de los cerca de 50 kilómetros de camino: 72 alcantarillas y puentes pequeños, de extensiones entre 4 y 8 metros, y 12 puentes medianos, 1

En este artículo empleo deliberadamente el término estado en minúsculas, con el fin de enfatizar la naturaleza heterogénea de las prácticas y actores que lo configuran y que confrontan la visión dominante de este como un aparato monolítico desligado de las dinámicas sociales e históricas que le han dado forma.

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Este camino fue a su vez la materialización de una de las partes un proyecto de conectividad interoceánica, concebido por el empresario de quinas y posteriormente presidente Rafael Reyes (1904-1909), que nunca llegó a realizarse. Para una descripción detallada del mismo y de la visión de la Amazonía en la cual se sustentaba ver Uribe (2017) y Martínez (2013).

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de entre 10 y 12 metros. Según el informe, la mayoría de estas infraestructuras se encontraban “en muy mal estado” y algunas destruidas (Ministerio de Obras Públicas 1913, 327)3. Meses antes de dicha visita y poco tiempo después de inaugurada la obra, Fray Fidel de Monctlar, jefe de la misión y prefecto apostólico de Caquetá y Putumayo, se defendía de los ataques de sus adversarios sobre la destrucción del camino argumentando que “no por haberla construido los Misioneros [la vía] está exenta de las leyes de la naturaleza” (Prefectura Apostólica 1912). En 1932, poco antes de que se abandonaran del todo los trabajos de mantenimiento del camino, otro informe describía su condición en los siguientes términos: El trayecto de San Francisco a Mocoa […] es un pésimo camino de herradura de muy fuertes pendientes, por terreno en su generalidad rocalloso que no solamente domina la cordillera que divide las aguas del Putumayo y del Caquetá, sino 11 cuchillas de gran altura […] Ese camino tal como está ha existido desde hace muchos años y con él no se ha logrado debido a sus malas condiciones técnicas ninguno de los fines que se persigue con las vías de comunicación, ni el abaratamiento de los transportes ni el desarrollo de la riqueza pública. Tampoco se oculta a SS. que como vía estratégica es poco menos que un adefecio [sic]. (Ministerio de Obras Públicas 1932, 210) 212

El “camino de los capuchinos”, como aún se conocen localmente los vestigios de esta infraestructura de poco más de un siglo, terminaría siendo remplazado por el “Trampolín de la Muerte”, un carreteable (vía en tierra apta para vehículos de cuatro ruedas) de un solo carril, concebido durante el conflicto con el Perú (1932-1932) e inaugurado en 1944, que para muchos putumayenses constituye una manifestación material que refleja su condición de marginalidad o abandono por parte del estado. Por otro lado, la relación entre estas dos infraestructuras es clave para entender la historia del actual proyecto de la carretera variante. En pocas palabras, se podría decir que las tres vías —el camino capuchino, el Trampolín de la Muerte y la variante— constituyen una misma infraestructura inconclusa: la segunda construida como remplazo de la primera y la tercera en respuesta a la historia trágica de la segunda. La mayor paradoja de esta historia es quizás que, después de décadas de reclamos y estudios técnicos, el Gobierno llegaría a la conclusión de que la solución al “problema” del Trampolín de la Muerte estaba en construir una carretera pavimentada, con especificaciones de tráfico pesado, siguiendo en su mayoría el mismo trazado del camino capuchino. Aun así, la historia que va de la concepción de este nuevo proyecto a su (parcial) materialización está compuesta por una sucesión de eventos que hablan del estado suspensión como una condición inmanente de esta infraestructura. A comienzos de los años setenta, tres décadas después de concluida la obra del Trampolín de la Muerte y tras numerosas peticiones al Gobierno central para abrir una carretera alterna, este asignó una partida presupuestal para su construcción. 3

“Informe que rinde el ingeniero comisionado por el Ministerio de Obras Públicas (MOP) para verificar una inspección al camino del Putumayo”. Archivo General de la Nación, MOP, vol.1409, fols.327-328.


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La IIRSA define los “proyectos ancla” como aquellos “identificados como el cuello de botella o eslabón faltante de la red de infraestructura que impide el aprovechamiento óptimo de los efectos combinados del grupo para el desarrollo económico y social” (Cosiplan 2016, 23). Es el caso de la variante San Francisco-Mocoa, la cual se describe como el segmento faltante de un extenso corredor interoceánico que conecta por vía terrestre y fluvial Belem de Pará (Brasil) con Tumaco (Colombia).

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No obstante, el proyecto quedó suspendido luego de haber sido construidos los primeros siete kilómetros y, según un ingeniero de Mocoa que estuvo involucrado, no se continuó “por falta de voluntad política” (H. B., habitante de Mocoa, entrevista con el autor, abril de 2010). Durante las siguientes tres décadas, la construcción de la carretera quedaría congelada entre promesas políticas incumplidas y estudios esporádicos de prefactibilidad y diseño. Solamente hasta el año 2009, tras nuevos estudios y largos trámites de licencias ambientales, se daría vía libre a la ejecución de un nuevo proyecto. La financiación parcial de la vía por parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y su clasificación como “proyecto ancla”, dentro una agenda de integración a nivel continental —la Iniciativa para la Integración de Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA)4—, parecían entonces asegurar el futuro del proyecto. A pesar de esto, el inicio de las obras se retrasaría casi cuatro años más —hasta mediados de 2012— debido a moras en el proceso de licitación del contrato. La dilatación en el inicio de la obra, vale la pena señalar, no era una situación excepcional dentro de la cartera de proyectos de IIRSA, muchos de los cuales no se han ejecutado en los tiempos esperados o no llegan a realizarse. En su nueva metamorfosis a megaproyecto de integración regional, la proliferación de infraestructuras aéreas como viaductos y puentes en los diseños técnicos —61 en un trayecto de 45 kilómetros— recuerda inevitablemente la aspiración de los misioneros, cien años atrás, de construir una infraestructura capaz de superar la compleja geomorfología del piedemonte. En el caso de la variante, esta aspiración es especialmente visible en los renders o proyecciones. Hay numerosos renders de la variante, algunos elaborados durante su diseño y otros por el consorcio constructor, que captan diferentes tramos o características de la vía. En unos y otros, sin embargo, la carretera aparece en primer plano y superpuesta sobre un paisaje homogéneo y artificial. Asimismo, una de las imágenes más recurrentes es la de los puentes y túneles que anulan la fricción del terreno y producen en el espectador una sensación de ingravidez (figura 3). En su conjunto, los renders de la variante conjuran una suerte de “no lugar” (Augé 1995), donde la infraestructura proyecta un espacio genérico y totalmente ajeno a la geografía en que se inscribe. Igualmente, en su intención explícita de transportar momentáneamente al espectador hacia el futuro, los renders participan activamente del imaginario colectivo de la infraestructura como una posibilidad de romper radicalmente con el pasado y el presente. A un nivel más amplio, en el proyecto de la variante, revelan la naturaleza topológica de la infraestructura (Allen 2011; Harvey 2012), en el sentido en que su promesa consiste no solo en salvar los obstáculos topográficos que impiden la conexión geográfica entre espacios, sino en transformar relaciones de abandono, marginalidad, exclusión e integración, imposibles de calcular en términos métricos o lineales.


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Figura 3. Render de sección de la carretera

Fuente: captura de video institucional, Consorcio Variante San Franciso-Mocoa, 2015.

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Pero la imagen que proyecta el render es siempre inexacta y su efecto de realidad se desfigura en la distancia incierta que separa la concepción y materialización de la infraestructura. En la variante, el efecto de los renders se disipa rápidamente al asomarse desde otro ángulo al puente Campucana. En un plano aéreo, el trazado de la vía se corta abruptamente al final del puente, chocando contra la superficie de la cordillera. En un plano más cercano y frontal, dos cintas de seguridad endebles en un extremo del puente anuncian el final de algo inconcluso y el comienzo de algo incierto. La imagen traslada bruscamente al espectador de un estado de suspensión espacial a uno de suspensión temporal (figuras 4 y 5). Figura 4. Puente Campucana, plano aéreo

Fuente: fotograma del documental Suspensión, Colombia, 2019.


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Fuente: fotografía cortesía de Sebastián Bright, Putumayo, Colombia, febrero de 2017.

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El episodio más reciente de suspensión de la variante está registrado en un aviso de diciembre de 2016 dejado en la zona de la obra, que anuncia que “por motivo de receso de actividades de fin de año se suspenderá [sic] temporalmente las actividades de construcción”. El rumor de una parálisis indeterminada por “agotamiento de recursos”, cuyo ruido venía acrecentándose tiempo atrás, se afirmó rotundamente con el retiro de maquinaria y personal en las semanas siguientes5. Algunos días después de este evento, la Cámara de Comercio del Putumayo convocó a políticos, funcionarios estatales y miembros del consorcio de la carretera a un conversatorio para explicar a la ciudadanía la situación de la obra y hacer un llamado de atención al Gobierno por la “falta de voluntad política” para seguir con el proyecto. El conversatorio incluyó la intervención de un ingeniero del consorcio quien presentó un video con nuevos renders de un tramo de la vía rediseñado recientemente, siendo esta una de las causas de los sobrecostos del proyecto. La sucesión de imágenes de nuevos viaductos, túneles y puentes contrastaba con las expresiones escépticas de los asistentes. Algunos de estos invocaron la imagen del Trampolín de la Muerte como justificación última y urgente para culminar la nueva carretera, entre ellos un ingeniero de Nariño quien, en medio de un exaltado discurso, manifestó que la

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Figura 5. Extremo oriental del puente Campucana

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Pese a los rumores recurrentes de corrupción en la ejecución del proyecto, la razón aducida por el constructor y por el Instituto Nacional de Vías (Invías) para explicar el agotamiento del presupuesto inicial —que con los costos de interventoría ascendió a $429 000 millones— fue la inversión de una cantidad significativa de recursos en el rediseño de una parte del trayecto que había quedado mal diseñada, rediseño que a su vez implicaba adelantar un nuevo trámite de licencia ambiental.


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variante constituía una vía que “milímetro a milímetro [podría] contar la historia de cuántas personas se ausentaron por la caída de una piedra, por un derrumbo o lo que fuera [en el Trampolín de la Muerte]” (A. R., habitante de Nariño, intervención en evento público, febrero de 2017). A través de expresiones como esta se hacía manifiesta la relación no solo histórica sino moral entre ambas infraestructuras, la una llamada a resarcir el pasado y presente traumáticos encarnados en la otra. En estado de suspensión, la imagen del puente mutaría una vez más a lugar de peregrinaje. En los meses siguientes a la salida del consorcio, las visitas de mocoanos los fines de semana al puente, anteriormente resguardado por rejas y personal de seguridad del consorcio, se harían cada vez más comunes. Casi todas estas visitas seguían un mismo ritual: las miradas vacilantes y cómplices al pasar agachados entre las verjas que aún conservan señales de “prohibido el paso” y “vía cerrada”; las expresiones de suspenso en el último tramo de camino; las manifestaciones de asombro, incertidumbre y hasta decepción al encontrarse con el puente; el recorrido de ida y vuelta con paradas a comentar, criticar y, mayoritariamente, a tomarse una selfie (figura 6). Figura 6. Turistas mocoanos en el puente Campucana

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Fuente: fotograma del documental Suspensión, Colombia, 2019.

En los recorridos grupales de ida y vuelta por el puente es frecuente escuchar voces relatando la genealogía de infraestructuras que anteceden a la variante: el camino capuchino, algunos de cuyos vestigios se alcanzan a mirar desde el puente; la ruina del proyecto fallido de carretera de los años setenta del siglo pasado, sepultada bajo la vía en construcción; más lejos, al otro lado de la montaña, el Trampolín de la Muerte. Desde el puente en suspensión, estas infraestructuras resurgen como residuos inconclusos, pero aún vigentes del pasado. El puente es una metáfora de los sentidos del tiempo y del espacio que imprime la infraestructura (Gupta 2015). En su estado de suspensión espacial, es una expresión


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material y simbólica de la aspiración moderna de aniquilar el terreno y la distancia topográfica; de moldear una superficie libre fricción, inmune al espacio geográfico que la contiene. Pero el puente alberga también la promesa del tiempo teleológico, del flujo ininterrumpido hacia el futuro o, en el Putumayo, de saltar la brecha inconmensurable que lo separa del pasado. En estado de suspensión temporal, el puente fractura ese sentido e instituye un espacio-tiempo anacrónico, aunque no estático, en el que el futuro y el pasado se disuelven en un presente continuo e incierto.

La cerca La siguiente imagen es un retrato de un obrero de la carretera, Geromo, al lado de un cerca de alambre de púas en el kilómetro 8 del proyecto de la variante (figura 7). La fotografía, tomada en mayo de 2014, introduce el contexto y el personaje de otro de evento de suspensión de la carreta. Figura 7. Geromo

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Fuente: fotografía del autor, Putumayo, Colombia, mayo de 2014.

El origen del evento, dos meses atrás de tomada la fotografía, está en un conflicto de tierras entre el estado, Geromo —poseedor de un predio rural intervenido por la obra— y el propietario legal del predio6. Al indemnizar al propietario y no a Geromo, este último, reclamando al estado su ocupación legítima del predio y, por ende, su derecho a ser compensado, resolvió levantar dos cercas de alambre 6

En términos legales, la posesión alude la tenencia de facto de un bien, mientras que la propiedad se define por la existencia de un título legal —en el caso de las tierras una escritura pública—.


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que delimitaban la zona del predio atravesada por la carretera. El incidente no solo generó una parálisis total de la obra por varios meses en el tramo cercado, sino que, al implicar un bloqueo de la vía en la zona del predio, obligó al constructor a transportar personal y maquinaria pesada por un camino veredal, situación que a su vez desembocó en retenes por parte de los vecinos de esa vía en reclamo por la destrucción de su carretera. Aunque el evento de Geromo parecería accidental en el espacio y tiempo de un megaproyecto de infraestructura, expresa un problema que remite a la historia del camino capuchino y, específicamente, a la colonización de las tierras adyacentes a este. Este proceso se dio no mucho después de la apertura del camino, uno de cuyos propósitos centrales era precisamente promover la migración de población del interior de país hacia la frontera Amazónica. Los primeros colonos, principalmente familias campesinas de Nariño atraídas por la existencia de tierras baldías7, llegarían a la zona hacia la década de 1930. Esta temprana ocupación daría origen a un problema crónico de legibilidad que subsiste hasta el día de hoy. La primera causa de este problema se encuentra en los procedimientos de adjudicación de tierras. Normalmente, la titulación de baldíos contempla entre sus requisitos el levantamiento catastral de los predios en solicitud. En la zona del proyecto, sin embargo, durante muchos años este requisito solo se cumplió parcialmente. Algunos de los habitantes mayores guardan memoria de cómo se llevaban a cabo dichos levantamientos catastrales. Según ellos, con frecuencia, la lejanía y la topografía quebrada del terreno hacían desistir a los topógrafos de visitar los predios. En consecuencia, estos al final terminaban haciendo la demarcación de sus límites a partir de la información suministrada por los adjudicatarios. El efecto de esta práctica es muy evidente en los primeros títulos de tierras, donde la ausencia de límites georreferenciados se sustituye con la existencia de accidentes geográficos o hitos como quebradas, piedras, filos de cerros, zanjas y árboles, entre otros. En otras palabras, el carácter “ilegible” del terreno se terminaba trasplantando en muchos casos al papel, generando un mapa catastral de la zona ajeno o muy distante del espacio físico que buscaba normalizar. Al “efecto de ilegibilidad” de las prácticas estatales (Das y Poole 2004), hay que sumar otro que deriva de la genealogía de la propiedad sobre la tierra en la zona de proyecto. Paralelo a los títulos adjudicados por el estado proliferarían con el tiempo los denominados “documentos privados”, que básicamente consisten en contratos de compraventa o arriendo de predios. Al no ceñirse a los protocolos regulares del estado para la venta o cesión de derechos de propiedad, dichos documentos no cuentan con el mismo “estatus” ni legitimidad jurídica que otorga un título o escritura pública (por ejemplo, no transfieren el derecho de propiedad sobre un bien sino solamente su posesión). No obstante, los documentos privados son un mecanismo muy común en transacciones de tierras como herencias, ventas y cesiones, 7

Los baldíos son tierras que pertenecen a la nación, sujetas a ser adjudicadas a terceros que cumplan con criterios y condiciones prestablecidas.


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principalmente, porque permiten evitar las restricciones y costos asociados a los documentos públicos, así como impuestos a la propiedad. A estas transacciones se suman arreglos de palabra entre vecinos o entre propietarios y poseedores, sustentados a su vez en relaciones de parentesco, amistad o vecindad. El carácter no formal de los documentos privados significa también que son ilegibles para el estado, pues en la mayoría de los casos carecen de elementos básicos que permitan establecer sus características o localización como planos, números de registro catastral o incluso áreas. Es común, además, encontrar predios con títulos de propiedad, pero que han sido sujetos a múltiples ventas totales o parciales con documento privado. Este es el caso de Geromo y muchos otros, quienes son poseedores de un predio adquirido mediante documento privado, que en el registro catastral aparece a nombre del titular de la escritura pública en la cual se engloban los predios derivados de ventas no registradas públicamente. La descripción de los límites de un predio objeto de venta con documento privado ilustra bien este problema de legibilidad. El documento en cuestión registra la venta el día 17 de junio de 1952 de un “lotecito de terreno” en la vereda Campucana, localizado al interior de la zona del proyecto actual. La descripción de los límites del terreno, que no especifica área, es la siguiente:

En 2008, uno de los informes de diagnóstico elaborados durante la fase de diseño de la variante identificó 250 documentos privados en la zona del proyecto (IADB 2008, vol. 4). Dado que el procedimiento para rastrear estos documentos implicaba solicitarlos personalmente a sus poseedores, algunos contratistas del estudio que conocí durante 2010 y 2011 comentaban que este número podría haber sido mayor por la resistencia de muchas personas a entregar sus documentos. Un informe interno del proyecto sobre el tema predial manifestaba la magnitud del problema al concluir que en la zona de influencia de la carretera “un alto porcentaje [de personas] presenta dificultades en la tenencia de la tierra, los propietarios no tienen legalizados sus predios, la mayor parte de estos fueron adquiridos a través de un documento de compraventa, otras personas las heredaron de sus padres, pero no los tienen legalizados mediante escritura pública” (Corpoamazonia 2008). Para el proyecto de la variante, el tema predial ha sido siempre un cuello de botella. La razón de esto se debe no solamente al requisito que tienen todos los proyectos de infraestructura de adquirir las áreas directamente afectadas, sino al

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[El lotecito de terreno] se halla encajado dentro de los siguientes linderos: por la cabecera, deslinda con terrenos del señor Benedicto Nupán, sirve de lindero unas matas de plantas, mide por este lado cuarenta metros lineales; por el pie, colinda con terrenos del señor Pastor Nupán, sirve de lindero unas matas de barbasco, mide por este lado, cuarenta metros; por el costado derecho, deslinda con terrenos del mismo Pastor Nupán, sirve de lindero una aguadita, mide por este lado ochenta metros; y, por el lado izquierdo, colinda con terrenos del Sr. Benedicto Nupán, la misma aguada de por medio. (Incoplan 2008)


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hecho de que más de la mitad de la carretera atraviesa una zona de reserva forestal. Esta reserva se creó en el año 1984 con el fin de construir una planta hidroeléctrica para Mocoa, proyecto de infraestructura que nunca se llevó a cabo. Sin embargo, la reserva quedó constituida en el papel pese a no estar delimitada ni amojonada. En la práctica, esta situación impuso al proyecto de la variante un sinfín de condiciones adicionales, entre ellas la clarificación y normalización de la situación predial al interior de sus límites. Una de las razones de la suspensión de la carretera en 2016 —junto con el agotamiento de recursos— fue precisamente el poco avance en este frente, que llevó a la autoridad ambiental a no expedir la licencia ambiental para el inicio de obras en la zona de la reserva. Paradójicamente, el proyecto terminaría contribuyendo a empeorar la ya precaria legibilidad catastral de la zona. La mezcla de especulación que genera la llegada de una carretera con los rumores de expropiación o desalojo de quienes —como Geromo— no tienen títulos, se tradujo en la práctica en la multiplicación de ventas de tierra. Aunque en ciertas circunstancias —como la existencia de reservas forestales u otras áreas protegidas— el estado puede imponer restricciones a la propiedad incluyendo su venta, esto es imposible en el caso de los documentos privados, cuyo carácter “informal” no permite establecer controles. En suma, a medida que avanzaba el proyecto, al ya confuso mapa predial de propietarios se sobreponía el de poseedores de documentos, componiendo un estrato ilegible en constante movimiento. El desenlace del incidente Geromo, tras meses de tensiones y amenazas de desalojo forzado del predio, fue el desmonte de la cerca por parte del primero, quien evoca el evento como “una pelea que ya quedó así […] porque al final uno de pequeño poco puede hablar con el grande” (G. R., habitante de Mocoa, entrevista con el autor, junio de 2015). La sentencia de Geromo vuelve sobre el acto de destrucción creativa de la infraestructura y de la violencia implícita en el mismo. En su intención de implantar un sentido y un orden no solo del tiempo sino del espacio, de construir un mundo semejante a su representación, la infraestructura remueve no solo los estratos físicos del terreno en que se despliega sino los sustratos humanos que lo subyacen y le dan un sentido de lugar (Tuan 1979). En la variante, este proceso de remoción constituye la infraestructura misma, que permite materializar la imagen de un espacio homogéneo y legible proyectada repetidamente en los renders proyecto; en esencia, un espacio inmune no solamente a la fricción geográfica sino legal que encarnan personajes como Geromo. En el caso de la variante, la violencia de la infraestructura (Rodgers y O’Neill 2012) se revela también en los conflictos sociales y ambientales presentes en el proyecto, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX con el auge de los ciclos de bonanzas extractivas y de colonización agraria (Domínguez 2005; Uribe 2019b). Los reclamos y protestas de los indígenas kamentsás e inganos del valle de Sibundoy, ante la negativa del estado de someter el proyecto a consulta previa bajo el argumento de la no existencia de indígenas en el área de influencia de la vía


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(Chaparro 2015), son un claro ejemplo de cómo estos conflictos se enmarcan en una larga historia de despojos territoriales8. Otro ejemplo proviene de la existencia de títulos mineros al interior de la reserva forestal, situación que evidencia las lógicas extractivistas presentes en muchos de los proyectos de IIRSA (Svampa 2019). Estos fueron detectados en la fase de estudios de impacto ambiental, que se limitaron a explicar su existencia —ilegal al ser una actividad incompatible con el régimen de protección de la reserva— por el “desconocimiento de los límites precisos [de la reserva]” (BID 2009). Aunque el evento de la cerca no se puede disociar de la economía y ecología política más amplia que atraviesa el proyecto de la variante, al suspender más no resolver el conflicto, al “quedar así” —en palabras de Geromo— tiene también una lectura inversa. Lo que remueve la infraestructura pasa aquí a un segundo plano frente a lo que revela el movimiento de remoción. En este movimiento, la infraestructura no hace legible el terreno, sino que evidencia, en su ilegibilidad estructural, la brecha que separa su proyección de la intricada topografía legal en que se arraiga. La imagen de Geromo y el alambre resurge entonces en la del equipo de topógrafos errando en el universo de predios de límites indescifrables, dueños inciertos, reclamos irresueltos y legalidades difusas que amenazan con someter al proyecto a un estado permanente de suspensión (figura 8).

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Figura 8. Topógrafos en la zona del proyecto

Fuente: fotograma del documental Suspensión, Colombia, 2019.

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Un evento central en esta historia fue el despojo sistemático de tierras de los kamentsás e inganos tras la apertura del camino capuchino, historia relatada en detalle por Bonilla (2006).


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El muro de contención En el proyecto de la variante, los muros de contención son tan prominentes y monumentales como los puentes. Proliferan a lo largo de todo el trazado y los hay de diferentes alturas, extensiones, calidades, composiciones y texturas: de concreto proyectado, concreto fundido y concreto ciclópeo; con anclajes pasivos y activos; de cimentación superficial y cimentación profunda; de suelo reforzado y superficies revegetalizadas. En sus diferentes formas, edades y estados de composición y descomposición, los muros conforman una estética propia y singular en el conjunto de la infraestructura que revela simultáneamente su aspiración de inmortalidad y su naturaleza inestable y frágil. Figura 9. Muro en concreto proyectado de anclajes activos

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Fuente: fotografía del autor, Putumayo, Colombia, diciembre de 2017.

A diferencia de los puentes, cuya finalidad técnica es suspender la infraestructura en depresiones del terreno, la promesa del muro reside en su capacidad estructural de retener los elementos subyacentes. Este fin es a la vez un medio, en el sentido en que su poder de inmovilizar el terreno es una condición de posibilidad que permite el flujo continuo a través de la infraestructura. Así, entre su poder de suspensión del terreno y su condición de suspensión sobre el terreno, el muro actúa simultáneamente como estructura e infraestructura. La historia material de los muros de contención es también un acto de destrucción creativa que involucra una cadena extensa y compleja de procesos, desde la extracción de agregados para la fabricación del concreto, en lugares cuya distancia puede variar de pocos metros obra a cientos de kilómetros, hasta su estabilización


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final —aunque nunca definitiva— sobre el terreno, pasando por pruebas de dureza cuya duración puede variar sensiblemente de acuerdo con factores como la lluvia y la humedad. El muro es en este sentido producto de diversos materiales, ensayos y técnicas donde intervienen numerosas variables y actores humanos y no humanos, cuyo carácter desigual o cambiante se materializa en un objeto que nunca es exactamente idéntico. En la variante, el muro de concreto de anclajes activos es la mayor expresión de la fe en el poder de la infraestructura (figura 9). Su construcción se describe en jerga ingenieril como una compleja cirugía plástica del suelo que condensa muchos otros procesos de la infraestructura: el corte, explanación y perfilado de taludes; la perforación del suelo a diferentes profundidades con taladros hidráulicos; la inserción de drenes horizontales, tubos de revestimiento y tendones de acero; la inyección a presión de bulbos de cemento; la estabilización de la superficie con pantallas de concreto sobre amarres de acero reforzado; la fundición de zapatas o dados de cargas especificadas sobre los tendones, y la afirmación del muro por medio del tensado mecánico de los tendones. La superficie uniforme y sólida del muro oculta, pero no anula la naturaleza volátil del suelo. El muro sostiene el terreno, pero a su vez está sostenido por este y en esa relación incómoda entre estructura e infraestructura radica su fragilidad. Esta relación se expresa en los manuales técnicos con términos como “fallas de la masa del suelo”, “deslizamientos”, “desplazamientos profundos”, “ataques del medio ambiente” y otros similares que aluden a aquellos elementos infra-estructurales cuyo control nunca es total. Este lenguaje evidencia, por otra parte, que la naturaleza opera como infraestructura o, en palabras de Carse, que esta debe “ser construida, comprometida, hecha funcional y administrada” (2012, 240). En el caso de los muros esta condición de la naturaleza como infraestructura es particularmente evidente, aun cuando su función es contener su movimiento y hacer invisible su existencia. Entre su aspiración a suspender y su condición de suspensión o, en palabras de Tim Ingold, en su “más o menos efímero congelamiento de un movimiento generativo” (2007, 7), el muro revela también su propia carga afectiva. Sus estratos son diferentes a aquellos que subyacen a la cerca o al puente, especialmente, porque por naturaleza son una amenaza a la existencia de la infraestructura. No obstante, estos hablan también del proceso simultáneo y perpetuo de construcción y descomposición al que está sujeta la infraestructura, una cuyas características más tangibles son los procesos de arruinamiento. Estos no son, como se suelen concebir, posteriores a la terminación de la infraestructura sino parte inherente de su ciclo de vida, incluyendo su construcción (Gupta 2018, 65). De ahí que el término “estabilización” figure de manera recurrente en el lenguaje de los proyectos de infraestructura, y se traduzca en la práctica en innumerables procedimientos que buscan evitar o revertir el arruinamiento, durante y después, de la construcción de una infraestructura. Durante los años en que el proyecto de la variante estuvo activo, una escena muy común era la de cuadrillas de trabajadores reparando fragmentos de muros


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fracturados por el agua. Desde el momento en que los trabajos de la obra fueros suspendidos, la degradación de estas estructuras se aceleró, al punto que en 2019 ya algunas se encontraban en estado avanzado de descomposición. En sus diferentes orígenes, la degradación de los muros se materializa en una amplia variedad de texturas y estéticas que van desde la oxidación gradual de los tendones de acero sobre las pantallas de concreto, hasta las fracturas y colapsos por movimientos de remoción de tierra o presión hídrica (figura 10). Figura 10. Movimiento de remoción de rocas en parte inferior del muro

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Fuente: fotografía del autor, Putumayo, Colombia, junio de 2019.

Los procesos de arruinamiento de los muros son buen ejemplo del tipo de efectos estéticos y afectivos que genera la infraestructura, y de cómo estos efectos expresan a su vez sentimientos políticos (Harvey y Knox 2012; Larkin 2018, 2013). En las peregrinaciones rutinarias a la carretera, durante su construcción y en los meses posteriores a su suspensión, cuando la gente aún pensaba que se trataba de un evento pasajero, estos eran lugares de espectáculo y especulación. Los rumores sobre sus costos y apariencia extravagante suscitaban expresiones de admiración, indignación, perplejidad e incredulidad frente al futuro de la infraestructura, que se entremezclaban con alusiones a “elefantes blancos” a lo largo del país y a la corrupción generalizada de políticos y contratistas de grandes proyectos. “Dicen que un dado de concreto vale siete millones y este muro tiene más de doscientos”, me contaba Geromo con cara incrédula mientras señalaba un muro al lado de su predio y, luego de una pausa contemplando la enorme placa de concreto recién terminada, añadía que varias personas habían ofrecido comprarle su terreno, pero él no había


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querido venderlo porque “seguro iba a valorizarse más con la carretera terminada” (G. R., habitante de Mocoa, entrevista con el autor, junio de 2015). Mientras especulaba lo que podría llegar a valer en tres o cinco años, un grupo de mocoanos jugaba a trepar el muro (figura 11). Al final del mismo muro, unos vecinos de Geromo habían colgado un letrero de venta de sancocho de gallina para los turistas que visitaban el proyecto los fines de semana. Figura 11. Turistas mocoanos jugando a trepar muro de contención

Fuente: fotograma del documental Suspensión, Colombia, 2019.

Con el paso el tiempo, ya mermada la esperanza de que el contratista regresara a continuar con su trabajo, los muros, al igual que el puente, pasaron de ser lugares de expectativa a espacios de incertidumbre y abandono. Las visitas de mocoanos serían cada vez menos recurrentes al igual que los avisos de ventas de lotes, que en su momento se promocionaban en Mocoa como terrenos de “alta valorización” o de “gran inversión” por estar ubicados al lado de la vía. La carretera, varios años después de iniciada su construcción y décadas de ser concebida, en su gradual, pero inexorable descomposición, pasaba poco a poco de ser una promesa de futuro a una imagen de estancamiento en el pasado.

La temporalidad de la suspensión En este artículo he abordado tres eventos de suspensión en el contexto de un proyecto de carretera en el piedemonte Andino-Amazónico colombiano, los cuales remiten su vez a tres espacios materiales presentes en esta infraestructura: el puente, la cerca y el muro de contención. En momentos y de formas distintas, cada uno de estos eventos da cuenta de los estratos materiales, temporales y afectivos que componen la infraestructura. En el primer caso, las imágenes del puente inconcluso y las reacciones

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que este genera entre sus visitantes permiten situar el proyecto de la carretera en el conjunto de infraestructuras pasadas que encarnan el ideal moderno de integración de una región de frontera al resto del país y del mundo y, simultáneamente, su estado de abandono y ruina. El segundo caso, el conflicto de Geromo en torno a la afectación de su predio, por parte del proyecto, da cuenta de los elementos humanos que subyacen la infraestructura y que, al igual que ciertos elementos físicos, deben ser removidos para permitir su construcción, revelando lógicas políticas y económicas que expresan diferentes tipos de violencia (infra)estructural. No obstante, este conflicto muestra también que en ocasiones los efectos de la infraestructura, en este caso derivados de las prácticas de legibilidad catastral, son contrarios a los deseados y se convierten en una amenaza latente de suspensión. Finalmente, los muros de contención expresan la forma en que elementos no-humanos como el subsuelo constituyen estratos infra-estructurales que juegan un papel activo en el ciclo de vida de la infraestructura. Asimismo, en sus diferentes momentos de construcción y degradación, estas estructuras producen una particular temporalidad y espacialidad que se convierte en fuente de especulación política sobre el presente y futuro de la infraestructura y, con esta, del lugar en que se inscribe. Con la descripción etnográfica y fotográfica de dichos eventos he querido ir más allá del sentido etimológico del término suspensión, mostrando cómo este expresa una condición que hace visible las relaciones temporales, políticas y afectivas presentes en los proyectos de infraestructura. Estos eventos dan cuenta también de los diferentes estados de suspensión a los que están sujetas las infraestructuras: rutinarios, intempestivos, parciales, totales, transitorios e indefinidos. La trascendencia y escala de estos eventos es también desigual en el tiempo y en el espacio. El último episodio de suspensión de la carretera variante se dio en marzo 31 de 2017, cuando una avenida torrencial destruyó varios barrios de Mocoa y dejó cerca de cuatrocientos muertos. En la zona del proyecto, en varios puntos del tramo construido, se produjeron desbordamientos de quebradas y deslizamientos de taludes. Tras el evento de la avenida torrencial, el futuro de la carretera, suspendido indefinidamente desde fines del año 2016, terminó por disolverse en el término etéreo de “reconstrucción”. Durante los siguientes tres años, entre algunas protestas ciudadanas y promesas renovadas de políticos en campaña, se escuchaban rumores esporádicos de financiación adicional del Gobierno para “reactivar” la obra. No obstante, para julio de 2019, fecha de mi última visita, el único avance en la zona del proyecto había sido la pavimentación del primer kilómetro de carretera, en el área de transición urbana a rural de Mocoa. Los restantes nueve kilómetros de vía, junto con sus puentes, muros, alcantarillas y drenajes, seguían su proceso de arruinamiento y erosión. Pese a su naturaleza heterogénea y desigual, la suspensión es en sí misma un estado de suspenso que altera el sentido del tiempo, su estructura secuencial y teleológica. Conlleva, en consecuencia, un estado de incertidumbre y desorientación y, en el caso de la infraestructura, una condición material y estética. Pero el tiempo de la suspensión no es un estado de congelamiento en el presente o en el pasado, y


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tampoco anula las promesas y expectativas de futuro. Por el contrario, la suspensión es una condición habitual de la infraestructura que revela la relación siempre volátil y conflictiva entre las diferentes capas que la componen, y en la cual están presentes actores humanos y no humanos. De esta forma, este concepto permite construir una narrativa diferente de la infraestructura y del universo en que se arraiga, dando cuenta de sus múltiples dimensiones, conflictos y posibles trayectorias.

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Suspensión: espacio, tiempo y política en la historia interminable de un proyecto de infraestructura... Simón Uribe

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Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, La Habana, 2019.


D O C U M E N T O S En-red-ar entre redes de niebla: reflexiones sobre un dispositivo gráfico-narrativo en torno a la colecta, los colectores y las pieles de aves | 233-261 Nelsy Niño-Rodríguez, Nathalí Cedeño Gracia y Carlos Luis Del Cairo


Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, Santiago de Cuba, 2019.


En-red-ar entre redes de niebla: reflexiones sobre un dispositivo gráfico-narrativo en torno a la colecta, los colectores y las pieles de aves* Nelsy Niño-Rodríguez** Instituto Alexander von Humboldt, Colombia Nathalí Cedeño Gracia*** Parques Nacionales Naturales, Colombia Carlos Luis Del Cairo**** Pontificia Universidad Javeriana, Colombia https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.10

Recibido: 1º de octubre de 2020; aceptado: 24 de octubre de 2020; modificado: 23 de noviembre de 2020. *

Este ensayo es resultado parcial del trabajo de grado en antropología de Nelsy Niño-Rodríguez, titulado “A vuelo de pájaro: un análisis de las transformaciones de las prácticas de colecta de aves en una colección ornitológica colombiana”. Se nutrió de los aportes del médico y antropólogo Santiago Martínez Medina, quien leyó una versión previa y compartió agudos comentarios que permitieron depurar la estructura del argumento que aquí se presenta. También extendemos nuestro agradecimiento a los colectores y colectoras que se han abierto a compartir sus experiencias; a los curadores de las colecciones ornitológicas del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia (Andrés M. Cuervo y F. Gary Stiles) y del Instituto Alexander von Humboldt (David Ocampo); a Socorro Sierra, auxiliar de esta última colección, y a Rebecca Morgan del American Natural History Museum por autorizar el uso de las imágenes referenciadas en este ensayo. Por supuesto, la responsabilidad sobre la calidad y coherencia del argumento es de los autores.

** Bióloga y estudiante en trabajo de grado de antropología de la Pontificia Universidad Javeriana, Colombia. Investigadora asistente de la Línea de Ciencia Participativa y Saberes de la Biodiversidad del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, Colombia. Entre sus últimas publicaciones está: “Imaginando el agujero negro”. Iluminuras 21, n.º 53 (2020): 521-531, https://doi. org/10.22456/1984-1191.100422 * nnino@humboldt.org.co *** Diseñadora gráfica e ilustradora de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Colombia. Diseñadoracontratista del Programa de Desarrollo Local Sostenible en Parques Nacionales Naturales, Colombia. * nathalicedeno@gmail.com **** Ph.D. en Antropología de la University of Arizona, Estados Unidos. Profesor titular del Departamento de Antropología de la Pontificia Universidad Javeriana, Colombia. Entre sus últimas publicaciones están: (en coautoría con Jonas Hein, Daniel Ortiz Gallego, Tomás Vergara Gutiérrez, Juan Sebastián Vélez y Jean Carlo Rodríguez de Francisco) “A Political Ecology of Green Territorialization: Frontier Expansion and Conservation in the Colombian Amazon”, DIE ERDE–Journal of the Geographical Society of Berlin 151, n.° 1 (2020): 37-57; (en coautoría con Alejandro Feged-Rivadeneira y William Vargas) “Demographic and Epidemic Transitions in Peri-Urban Areas of Colombia: A Multilevel Study of Malaria in the Amazonian City of San José del Guaviare”, Environment and Urbanization 31, n.° 1 (2019): 325-348, https://doi. org/10.1177/0956247818808207 * cdelcairo@javeriana.edu.co

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Cómo citar este artículo: Niño-Rodríguez, Nelsy, Nathalí Cedeño Gracia y Carlos Luis Del Cairo. 2021. “En-red-ar entre redes de niebla: reflexiones sobre un dispositivo gráfico-narrativo en torno a la colecta, los colectores y las pieles de aves”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 42: 233-261. https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.10


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 233-261 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.10

Resumen: las colecciones ornitológicas se nutren de los especímenes que se obtienen a partir de la práctica de la colecta. Se trata de un campo que reviste múltiples singularidades desde la experiencia de quienes la llevan a cabo: los colectores. En este ensayo se explora y reflexiona sobre el proceso interdisciplinario que originó las láminas, un dispositivo gráfico-narrativo que permite comunicar con flexibilidad creativa varias de las múltiples asociaciones que rodean esa práctica. Las pieles son la materialidad más visible que resulta del proceso de colecta y se inscriben en las lógicas clasificatorias que organizan las colecciones de las que forman parte. Sin embargo, las pieles se acompañan de otra materialidad que son las etiquetas que, en lugar de ser marginales y subordinadas a aquellas, las definen y se definen en esa relación. Al pensar pieles, etiquetas, colectores, colectas y colecciones como una red de diversos actantes humanos y no-humanos, reivindicamos el en-red-ar como una posibilidad descriptiva y analítica que emerge de la aproximación metafórica a las redes de niebla, que son artefactos indispensables en la práctica de la colecta. Las láminas permiten representar aspectos parciales de esas redes y con ello pueden permear el hermetismo que suele rodear la práctica en círculos no especializados. 234

Palabras clave: antropología, interdisciplinariedad, narrativa textual-visual, naturaleza-cultura, ornitología. ‘Entangle’ among Mist Nets: Reflections of a Graphic-Narrative Strategy around Collecting, Collectors, and Bird Skins Abstract: Ornithological collections are nourished by the specimens obtained from the practice of collecting birds. A field that, far from being homogeneous, embodies multiple singularities from the experience of those who conduct it: the collectors. This essay explores and reflects on the interdisciplinary process that originated the illustrations, a graphic-narrative strategy that communicates the multiple associations surrounding this practice with creative flexibility. Skins are the most visible materiality resulting from the collecting process and are inscribed in the classification logics that organize the collections of which they are part. However, skins are associated with another materiality —the labels— which instead of being marginal and subordinate to the skins, define them and are defined in that relationship. By thinking of skins, labels, collectors, collecting, and collections as part of a network that links human and non-human actors, we claim ‘entanglement’ as a descriptive and analytical possibility that emerges from the metaphorical approach to the mist nets —essential in the practice of collecting—. The illustrations represent partial aspects of these networks, and with this, they can permeate the imperviousness that usually surrounds this practice in non-specialized circles. Keywords: Anthropology, interdisciplinarity, nature-culture, ornithology, textual-visual narrative.


En-red-ar entre redes de niebla: reflexiones sobre un dispositivo gráfico-narrativo... Nelsy Niño-Rodríguez, Nathalí Cedeño Gracia y Carlos Luis Del Cairo

“En-red-ar” entre redes de neblina: reflexões sobre um dispositivo gráfico-narrativo em torno da coleta, dos coletadores e das peles de aves

Palavras-chave: antropologia, interdisciplinaridade, narrativa textual-visual, natureza-cultura, ornitologia.

La importancia de los procesos interdisciplinares, háganse cómo se hagan, es enriquecida por el ejercicio del diálogo, y no solo me refiero a trasmitir el conocimiento a manera de dato y decir: ‘no, mira, calca esta foto’, sino al ejercicio de diálogo que me permite transmitir preguntas desde mi disciplina y que tú entiendas un poco cómo lo estoy viendo yo, o cuáles son las preguntas desde mi ejercicio y también cuáles son las tuyas. Es como ponerse los ‘lentes’ de la otra persona para mirar y comprender de una manera distinta, y ampliar el rango de visión. (Nathalí Cedeño, ilustradora, entrevista con la autora principal, octubre de 2020)

L

os conocimientos, prácticas y reflexividades de los colectores de aves sobre su labor constituyen un campo heterogéneo y denso que vincula materialidades, experiencias y representaciones de manera compleja y multidimensional. Este ensayo se propone exponer reflexivamente, a tres voces y varias manos, un proceso interdisciplinario que buscó explorar nuevos lenguajes y formatos para compartir, de algún modo, la densidad de esas vinculaciones. Se trata de un ejercicio práctico que nos invitó a ampliar el rango de visión más allá de lo habitual en nuestras disciplinas. Para este propósito se describirá

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Resumo: as coletas ornitológicas são nutridas dos espécimes que são obtidos a partir da prática da coleta. Trata-se de um campo que reveste múltiplas singularidades sob a experiência de quem a realiza. Neste ensaio, é explorado o processo interdisciplinar que originou as ilustrações — um dispositivo gráfico narrativo que permite comunicar com flexibilidade criativa várias das múltiplas associações que permeiam essa prática — e refletir sobre ele. As peles são a materialidade mais visível que resulta do processo de coleta e são inscritas nas lógicas classificatórias que as coleções das quais fazem parte organizam. Contudo, as peles são acompanhadas de outra materialidade: as etiquetas, que, ao invés de serem marginalizadas e subordinadas àquelas, definem-nas e são definidas nessa relação. Ao pensar em peles, etiquetas, coletores, coletas e colecionadores como uma rede de diversos atores humanos e não humanos, reivindicamos o “en-red-ar” (emaranhar) como uma possibilidade descritiva e analítica que emerge da aproximação metafórica das redes de neblina — artefatos indispensáveis na prática da coleta. As ilustrações permitem representar aspectos parciais dessas redes e, com isso, podem permear o hermetismo que costuma rodear a prática da coleta em círculos não especializados.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 233-261 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.10

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el ejercicio que rodeó la conceptualización, diseño y concreción de las láminas que se desarrollaron en el marco de una experiencia de investigación en curso, liderada por la primera autora (Niño-Rodríguez, en preparación), y que acompañan los coautores de este artículo a través de discusiones y elaboraciones continuas, que poco a poco han dado lugar a un diálogo entre diversos perfiles y trayectorias profesionales, en torno a la exploración de estrategias de divulgación más diversas sobre las colectas y las colecciones ornitológicas. En el trabajo de Nelsy, las láminas empezaron a tomar forma como un dispositivo gráfico-narrativo que tiene el potencial para condensar diversos procesos: el diálogo con los colectores; la exploración de medios más versátiles para comunicar los resultados de un proceso de investigación antropológica; la articulación de conocimientos de investigación cualitativa con la experimentación gráfica, y narrativas más creativas y flexibles que la escritura convencional académica. Nombrar las láminas como tal, traza una analogía entre estas, como ejercicio creativo-descriptivo-analítico, y las láminas de las guías de aves que utilizan los colectores en su práctica. Estas suelen reproducir unas formas muy reguladas y estandarizadas de representación (por ejemplo, la ilustración científica) y de información descriptiva de las especies que se usan como apoyo para la identificación y clasificación de las aves. Con el fin de mostrar la estrategia que seguimos en la estructuración de las láminas, el ensayo partirá de describir brevemente qué es una lámina dentro de la investigación en curso, y luego explorará las articulaciones entre aquello que describen las láminas: las prácticas de colecta, los colectores, las pieles y las colecciones. Posteriormente, se abordarán los tres niveles que dieron lugar a las láminas: reflexivo, analítico y narrativo-comunicativo. El primer nivel refiere al posicionamiento de algunos colectores sobre el quehacer de la colecta. El segundo describe el proceso de elaboración de las láminas y sus potencialidades analíticas y comunicativas. Y el tercero reflexiona sobre las decisiones e intencionalidades que motivaron la elaboración de cada una de las láminas. El ensayo finaliza con una reflexión sobre las etiquetas que acompañan las pieles. En conjunto, busca explorar las láminas como una estrategia interdisciplinaria con un potencial singular para ampliar la comprensión sobre la reflexividad de los colectores, y su relación con la colecta y con las pieles que emergen de ella.

Las láminas como dispositivo gráfico-narrativo F. Gary Stiles es uno de los especialistas más reputados de la ornitología neotropical. Fue profesor y colector de aves de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y hoy continúa siendo uno de los curadores de la colección ornitológica del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la misma universidad. Con la intención de explorar su reflexividad sobre la práctica de colecta, en el marco de la investigación liderada por la autora principal, se llevó a cabo una entrevista a partir de la cual se originó un proceso que dio como resultado la lámina 1.


Lámina 1. Tapaculo de Stiles, Scytalopus stilesi (F. Gary Stiles 2002)

Fuente: Nathalí Cedeño, 2020.


Tapaculo de Stiles Scytalopus stilesi Gary es un ornitólogo estadounidense que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar las aves colombianas. Para él, tanto la colecta como las colecciones biológicas son sumamente importantes. Gary considera que las colecciones son el anclaje de la nomenclatura; para poder darle nombre a un espécimen, debe conocerse qué es lo que está allí afuera —en el medio natural—, y dentro —en una colección—. Si uno encuentra un organismo y no encaja dentro de las posibilidades dadas por una guía de campo, no puede afirmarse que es una especie nueva para la ciencia hasta que se contrasta con otras herramientas como una colección biológica o una clave taxonómica. Sin un nombre no hay forma de acceder a la información sobre los organismos, no hay forma de buscarlos ni de conservarlos. “Los biólogos necesitan que los organismos que encuentran tengan nombre para poder hablar un lenguaje común, para poder comunicarse y entenderse entre ellos”. Las aves no necesitan nombrarse en palabras, ellas saben hacerlo desde otros lenguajes; el cuerpo, por ejemplo, también puede nombrar. Las aves saben leer los cuerpos, las hembras leen el color de los plumajes de los machos, que en algunos casos les indica qué tan bien se han alimentado o qué tan jóvenes son, además leen los cuerpos de los machos cuando generan los leks (bailes de cortejo), así pueden elegir un buen candidato para continuar su progenie. Al igual que los colores de las plumas, los colores de los huevos también pueden leerse; en algunas especies, entre más vieja es una hembra producirá huevos menos coloridos. Además de bailes y colores, las aves utilizan el sonido; los cantos y llamados, que algunos machos producen con las alas, comunican más a las hembras de lo que como humanos podemos imaginar. Los nombres de las especies usualmente indican algo de los organismos, aspectos físicos, geográficos o incluso conmemorativos. Scytalopus stilesi es una especie de tapaculo que recibe su “segundo nombre” (el indicativo de la especie) en honor al trabajo y los aportes que Gary ha hecho a la ornitología colombiana. Esta lámina no es sobre el colector de esta ave, sino sobre la persona de la que nace su nombre. Gary le ha enseñado a colectar y a preparar aves a la mayoría de los ornitólogos que comprenden estas láminas; todo ornitólogo colombiano ha aprendido o por lo menos ha escuchado de él. Aunque sus favoritos son los colibríes, los tapaculos también son especiales para él, así como una especie de ese género porta su apellido, Gary nombró un tapaculo con el apellido de alguien más. En el 2017, logró describir una especie que estuvo esperando colectar durante casi veinte años. En Alto de Pisones, Risaralda, escuchó un tapaculo; luego de varios días pudo colectar un primer espécimen, pero no consiguió colectar el segundo. Por distintos eventos climáticos, logísticos y de orden público, no pudo volver a la zona por un buen tiempo. Años más tarde, en el Cerro Montezuma, logró atrapar el segundo ejemplar y pudo describirlo como nuevo para la ciencia: Scytalopus alvarezlopezi, que en este caso recibe su nombre en honor al ornitólogo colombiano Humberto Álvarez-López.

Por medio de las colecciones se puede comprobar que el espécimen que se captura y que se considera como nuevo lo es realmente. El nombre no es lo único que ayuda a descifrar esa corazonada de que lo que se encuentra es nuevo. Los datos que acompañan las etiquetas de las pieles de las aves depositadas en las colecciones son igualmente importantes. En los primeros capítulos de Cien años de soledad, Aureliano Buendía descifra la forma de evadir la pérdida de memoria, como tenía problemas para recordar los nombres de los objetos del laboratorio, decidió marcarlos con el nombre respectivo para poder identificarlos. José Arcadio Buendía conoció esta estrategia y decidió implementarla primero en su casa y luego en todo Macondo. José Arcadio se percató de la posibilidad del olvido de la utilidad; marcar las cosas con su nombre no sería suficiente si las personas no recordaban para qué servían. Sus letreros empezaron a ser más explícitos, en el cuello de una vaca colgó no solo su nombre sino el bien que de ella se obtenía: “Ésta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche” (García Márquez 2007, 22). Gary menciona que hasta hace un par de décadas, las pieles de las aves de la colección del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional (de la cual es curador) con suerte contaban con el sexo determinado y unas pocas anotaciones más. Así como José Arcadio empezó a llenar de información los letreros de las cosas de las que temía olvidar su nombre y funcionalidad, los colectores empezaron a precisar y a anotar varias características relevantes de cada espécimen luego de los años setenta. Datos como el contenido estomacal, el estado de desarrollo de las gónadas, la grasa subcutánea, la osificación del cráneo y otro tipo de información, además de la elevación y el hábitat, dan paso a nuevas preguntas que pueden resolverse con la ayuda de las etiquetas que acompañan las pieles. Para él, el objetivo de la colecta es la documentación. Un ejemplar bien colectado y preparado, y con información suficiente, se traduce en una documentación permanente y perpetua. El ciclo de la práctica de la colecta culmina con la preparación y correcta catalogación en las colecciones biológicas. José Arcadio Buendía se resistía al olvido, por eso etiquetó todas las cosas que le circundaban. La realidad que se le presentaba como escurridiza fue capturada por las palabras. Los colectores también se oponen al olvido, esperan que las aves que colectan perduren no solo para contar una historia de lo que sucedió, sino para que hagan su propia historia con preguntas que por el momento escapan siquiera a nuestra imaginación. Estas láminas pretenden retratar especies emblemáticas del país y las historias de colectores y ornitólogos detrás de ellas. Son pocos los acercamientos que un público, por fuera de ornitólogos, biólogos y otros científicos, ha tenido a estas historias, y estas láminas buscan ser un medio para que un público más amplio pueda acercarse a las aves, las localidades, las colecciones, las colectas, los colectores y los ornitólogos del país.


En-red-ar entre redes de niebla: reflexiones sobre un dispositivo gráfico-narrativo... Nelsy Niño-Rodríguez, Nathalí Cedeño Gracia y Carlos Luis Del Cairo

1 http://www.biovirtual.unal.edu.co/es/colecciones/detail/652360/ 2 Sobre el uso de diversos referentes para realizar las ilustraciones se ahondará en el cuarto apartado del presente ensayo.

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La lámina titulada “Tapaculo de Stiles”, condensa aspectos de la reflexividad de Gary frente a su propia experiencia como colector; estructura una narrativa textual que evidencia parte de su trayectoria y explica el origen del nombre atribuido a esta especie particular (Scytalopus stilesi, Cuervo et al. 2005) como homenaje a sus aportes al campo ornitológico. La narrativa textual se articula con una composición gráfica que contrapone el tapaculo cantando sobre una mano y una piel cuyo diseño se basó en el ejemplar que se utilizó para describir a la especie (ICN-34569). La ilustración de la etiqueta que acompaña la piel reproduce la caligrafía original que reposa en el ICN1. A este ensamblaje entre narrativa textual y composición gráfica es al que llamamos lámina y asociamos con un dispositivo, porque tiene la intencionalidad de comunicar información diversa sobre los colectores, sus prácticas, su reflexividad y las especies de aves que se asocian a historias particulares. El trabajo de grado que dio origen a este dispositivo gráfico-narrativo (Niño-Rodríguez, en preparación) contiene más de veinte láminas que describen experiencias asociadas a diez colectoras y colectores. En este ensayo solamente se incorporan dos de ellas, a manera de ejemplo, ya que la reflexión principal que buscamos compartir tiene que ver con el proceso de elaboración que dio lugar a las láminas más que con el resultado. Ahora bien, la expectativa al final del trabajo de investigación, que posibilitó las láminas, es encontrar nuevas maneras de vincularlas con información complementaria sobre la colecta, los colectores y las colecciones que pueda fluir por canales de difusión más amplios y heterogéneos, que trasciendan el de los círculos especializados asociados a la biología y a las instituciones de investigación científica. En este ensayo, la lámina “Tapaculo de Stiles” se acompaña de otra titulada “Hormiguero pico de hacha”. Elegimos estas dos para ejemplificar el proceso, las discusiones y las reflexiones detrás de la creación de cada una, porque las especificidades que las componen dan cuenta de dos formas diferentes de escritura del texto y de elaboración de las ilustraciones. “Tapaculo de Stiles” (lámina 1) es la primera lámina de toda la serie; en ella se introduce la reflexividad del colector —en este caso, de F. Gary Stiles—, y al final del escrito se menciona que una de las razones por las cuales se elaboraron las láminas consiste en que “pretenden retratar especies emblemáticas del país y las historias de colectores y ornitólogos detrás de ellas” (Niño-Rodríguez, en preparación). Como parte de la elaboración de la ilustración, se utilizó la piel de un ejemplar de la colección del ICN. Para la ilustración de los especímenes de otras láminas, Nathalí Cedeño, la diseñadora, también se basó en pieles de esta colección o de la colección de aves del Instituto Alexander von Humboldt (IAvH-A)2. En “Hormiguero pico de hacha” (lámina 2) la estrategia de escritura fue distinta a las demás; en la gran mayoría se utilizó una narrativa estructurada en tercera persona del singular, pero solo en dos de ellas se decidió escribir en primera persona del singular, acogiendo una narrativa que buscaba semejar la crónica. En este caso, la decisión responde a la


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 233-261 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.10

anécdota que describe el texto; se trata de una historia personal que no podría ser narrada de otra manera y, si se hubiese hecho en tercera persona, el texto probablemente perdería la intimidad y reflexividad que intenta reflejar. La ilustración de esta lámina también es distinta a las demás, ya que expone el vínculo cercano entre el colector y un niño —Alexis— del área donde el colector llevaba a cabo expediciones. El vínculo afectivo entre ellos emergió en parte por la afinidad y apertura que Óscar —el colector— mantiene con las personas que habitan los espacios donde va a realizar sus muestreos.

Pieles, bandejas, gavetas y colecciones

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La colecta de aves es un paso sustancial en la construcción de las colecciones ornitológicas. En ella se despliegan unas formas muy específicas de hacer y pensar la relación de los colectores con las aves. Esas formas particulares pueden ejemplificarse de manera apropiada en el acto de la colecta, que comprende tres momentos al pensársele como un proceso: el antes o la preparación de la expedición de colecta, que consiste principalmente en generar los contactos y establecer un diálogo con las comunidades que habitan los espacios donde se pretenden llevar a cabo las colectas, así como en identificar los sitios concretos de muestreo en los que se colectará; el durante o la expedición de colecta, que refiere al momento concreto donde se lleva a cabo la captura y el sacrificio de las aves; y el después o la preparación, en el cual se despliegan técnicas específicas para preservar las pieles, catalogarlas y almacenarlas correctamente en la colección de la que formarán parte (ilustración 1). Los tres momentos del proceso de colecta y clasificación: el ave viva, la piel extendida y la piel catalogada con su etiqueta, como parte de una colección, se representan en esta ilustración con cierto nivel de verosimilitud con las imágenes de referencia. Martínez y Hernández-Manrique (2020) mencionan que el ave que volaba en el bosque, el ave capturada que se atrapa con la red de niebla y el espécimen que ingresa a la colección articulan un referente (ave o espécimen, por ejemplo) a conjuntos de relaciones diferentes que hacen que el ave y el espécimen sean cosas distintas. Así como la práctica de colecta se puede dividir en tres momentos: antes, durante y después, la creación de las ilustraciones también es procesual e implica varios niveles: reflexivo, analítico y narrativo-comunicativo, que se en-red-an para producir un sentido muy particular sobre las especies y los colectores. Las colecciones ornitológicas reflejan los principios de clasificación y orden que por largo tiempo han acompañado a la biología, la taxonomía y la zoología. Cada piel se asiste de una etiqueta, cuya información taxonómica suele escribirse a lápiz para facilitar cambios en la nomenclatura, debido a que el conocimiento científico que se elabora de este grupo biológico es muy dinámico y con relativa frecuencia se incorporan reclasificaciones en las ubicaciones taxonómicas, lo que implica un ejercicio de actualización constante para los curadores de las colecciones. Las pieles no se organizan bajo criterios geográficos de localización de las especies,


Ilustración 1. Tres momentos del proceso de colecta y clasificación: el ave viva, la piel extendida y la piel catalogada con su etiqueta como parte de una colección.

Fuente: ilustración original de Nathalí Cedeño, 2020.


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tampoco por parámetros temporales relativos a cuando fueron colectadas, ni por los nombres de los colectores, los financiadores o las instituciones que llevaron a cabo la colecta; en otras palabras, el principio clasificatorio taxonómico excluye otras racionalidades de clasificación que, sin embargo, sí pueden rastrearse cuando se observa en detalle la información de las etiquetas que se asocian a las pieles. No obstante, los criterios de la información que se consigna en las etiquetas también varían con el tiempo, como mostraremos en la quinta sección de este ensayo.

Los niveles de comprensión de las láminas El nivel reflexivo

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La colecta de aves es una práctica cuyos detalles desconocen muchas personas ajenas al campo de la ornitología o de la biología. Esta práctica genera controversia en ciertos sectores, incluso del campo de la ornitología (Donegan 2000; Vuilleumier 2000, 1998), porque en algún punto supone el sacrificio de las aves, de lo cual se desprenden juicios morales que ponen en entredicho la utilidad y el impacto que justifican la colecta desde la lógica científica (Cuervo, Cadena y Parra 2006; Martínez 2020). Uno de los argumentos más persuasivos que se hacen desde el campo de la biología y la ecología para sustentar esta práctica tiene que ver con que las colectas no tienen impactos significativos sobre las poblaciones de aves (Cuervo, Cadena y Parra 2006); por el contrario, contribuyen a la conservación de la biodiversidad y a la divulgación sobre su conocimiento (Suárez y Tsutsui 2004). Aún así, y más allá de las motivaciones científicas que sustentan esta actividad, los colectores de aves demuestran una reflexividad particularmente sensible en lo que refiere al acto del sacrificio durante la colecta. En ese contexto, las láminas son una estrategia de comunicación y divulgación que contextualiza las reflexiones que, entre otros asuntos, hacen los colectores sobre su práctica y las emocionalidades que esta les suscita. Esos cuestionamientos fluyen a través de un amplio rango de aspectos, que van desde lo que significa sacrificar una vida con una justificación desde el conocimiento científico, hasta las asociaciones que se hacen entre las características de un ave que presenta parches de incubación y el significado de la vida humana, pasando por las disposiciones corporales que se emplean para llevar a cabo el sacrificio del ave y reducir su sufrimiento. A pesar del énfasis que las láminas hacen en los colectores, es necesario indicar que estas no son las únicas personas que se encuentran en los escenarios de la colecta. Del ave que volaba en el bosque al espécimen en el que se convierte luego del sacrificio y la preparación de la piel, media la decisión de la colecta (Martínez y Hernández-Manrique 2020). Además de los efectos y afectaciones que presenta el sacrificio de un animal para los colectores, las personas que cohabitan con las aves en los lugares donde se realizan las colectas también preguntan por ellas y discuten la necesidad de realizarlas. No se puede dar una respuesta uniforme ni totalitaria


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243 D O C U M E N T O S

acerca de lo que piensan las personas de las localidades sobre las colectas biológicas (de aves, insectos, mamíferos, etc.), pues cada una de ellas es distinta en varios niveles. Primero, se rastrean diferencias entre colectas en diversos grupos biológicos, no es lo mismo explicar la colecta de insectos o de invertebrados que la de aves o mamíferos, que usualmente son especies más carismáticas y llamativas para las personas. Segundo, en la colecta de las mismas aves también se advierten diferencias, porque existen algunas que son más llamativas y apreciadas que otras por razones como su colorido; es el caso de los azulejos o colibríes, mientras que otras presentan coloraciones más oscuras y opacas, como las mirlas, los tapaculos o los chulos, que las hacen especies cuya colecta genera menos controversia. Tercero, el método de colecta incide en esa valoración, ya que puede hacerse mediante el uso de redes de niebla o usando rifle; aunque el segundo no es común en el país por las restricciones que regulan el porte de armas de fuego. Cuarto, la cantidad de aves que se colecta también incide en las valoraciones locales sobre las colectas, en algunos proyectos se remueven pocos individuos y se realizan otro tipo de muestreos, mientras que otros tienen la colecta como su objetivo principal. Quinto, cada persona tiene una percepción distinta sobre ciertos animales en específico. Al respecto de este último punto, y del diálogo de los colectores con las comunidades locales que están en contacto con los animales que se piensa colectar, pueden revisarse los casos citados por Martínez (2020). En ellos, se advierte cómo existe una disputa interna sobre colectar o no hacerlo, a raíz de algunos comentarios de personas que cohabitan con esas especies; el autor detalla los “dilemas académicos y morales” de los colectores frente a este tipo de situaciones. En el antes, o la preparación de la expedición de colecta, a menudo los colectores contactan y establecen un diálogo con las comunidades que cohabitan en los potenciales lugares de muestreo, como se mencionó anteriormente. En estos espacios de diálogo se menciona la posibilidad de realizar un proyecto que contemplará la colecta de aves, se explica en qué consiste el proyecto, por qué y para qué se hace, quién lo financia y se responden cualquier tipo de dudas o inquietudes sobre el mismo. Además, se pide permiso para acceder a los territorios. Si los actores no autorizan su ingreso, el proyecto no se ejecuta en ese lugar; si permiten el ingreso de los expedicionarios, pero no la colecta, solo se realizan censos visuales o auditivos y otro tipo de registros. En el durante o la expedición de colecta, usualmente los expedicionarios/colectores están acompañados de guías locales y se da el espacio para un doble aprendizaje: de los colectores por parte de los guías y su conocimiento ecológico e histórico local, y de los guías por parte de los colectores sobre aspectos técnicos de su disciplina, en este caso, la ornitología. Finalmente, cuando culmina el proceso de la colecta, los especímenes se encuentran almacenados y catalogados en las colecciones, y luego de hacer un análisis de qué se encontró, en dónde y en qué estado, es frecuente que el equipo de colectores vuelva a los lugares de muestreo y entregue la información a las comunidades; en ocasiones se diseñan


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estrategias para que esa información se comunique en términos que sean legibles para esas personas. En estos casos, la colecta (en la forma en la que la primera autora de este ensayo se ha acercado a ella, desde los ejercicios de colecta del IAvH y del ICN) intenta trascender la noción de una práctica académica extractiva.

El nivel analítico

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Como ya se indicó, las láminas están compuestas por ilustraciones y por un texto narrativo, tal como se muestra en la que refiere a F. Gary Stiles (lámina 1). El texto se generó a partir de las entrevistas con los colectores que la investigadora del trabajo de grado llevó a cabo (Niño-Rodríguez, en preparación). La transcripción y la selección de argumentos se focalizó en la reflexividad de los colectores frente a sus propias prácticas de colecta. La mayoría de las historias que compartieron los colectores se centraron en especies de aves particulares, y algunas de ellas se estructuraron a partir de esas especies o en relación con ciertos paisajes colombianos donde ellos han llevado a cabo estas prácticas. Al organizarse a partir de especies de aves, las láminas brindan alguna información sobre la biología y la ecología de la especie en particular, como puente de sentido entre la sensibilidad de los ornitólogos y de quienes no son especialistas en este campo. Por esa razón, la historia que refleja la lámina se expresa en un lenguaje reflexivo y literario que busca alejarse del lenguaje académico formal. Los principales puntos del proceso de elaboración de las láminas consistieron en que el primer borrador de los textos les fuera enviado a los colectores para que compartieran sus comentarios y apreciaciones y luego dieran su aprobación a la versión ajustada. A continuación, en conjunto con el director del trabajo de grado, revisábamos y editábamos el texto una última vez, y pasaba al proceso de ilustración que consistía en la elaboración de varios borradores (ilustraciones 2-5). La ilustración resultante también pasaba por la revisión y aprobación de los colectores. Esta como el texto que compone cada lámina, aunque pueden pensarse de manera independiente, solo adquieren pleno sentido cuando se les aborda en su relación. Este es un argumento central en la estrategia que se definió para elaborar las láminas: la relación que se genera entre ilustración y texto puede pensarse como un ensamblaje, en el cual la materialidad de las láminas en su dimensión gráfica y textual posibilita y potencia conexiones entre ellas y entre la comprensión antropológica en la cual se enmarca. En su intención de en-red-ar, las láminas vinculan a diversos actantes y lenguajes a través de la experimentación gráfico-narrativa.


Ilustración 2. Proceso de creación de la lámina Myiopagis olallai coopmansi (Andrés M. Cuervo 1999-2006)

Fuente: Nathalí Cedeño, 2020.


Ilustración 3. Proceso de creación de la lámina Garzón soldado – Jabiru mycteria (Juliana Soto-Patiño 2016)

Fuente: Nathalí Cedeño, 2020.


Ilustración 4. Proceso de creación de la lámina Cacique candela – Hypopyrrhus pyrohypogaster (David Ocampo 2006-2009)

Fuente: Nathalí Cedeño, 2020.


Ilustración 5. Proceso de creación de la lámina Ermitaño coliblanco – Threnetes leucurus (Sebastián Pérez-Peña 2009)

Fuente: Nathalí Cedeño, 2020.


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El nivel narrativo-comunicativo

Si bien nunca fue una exigencia entrar en el mundo o en el ejercicio de la ilustración científica como tal, siempre era importante esa interlocución que había con tus conocimientos [ornitológicos] para poder tratar de transmitir el universo humano que había detrás de la historia [que narra la lámina], pero también esos detalles que son relevantes, en este caso no tanto por lo científico,

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Las láminas posibilitan una movilidad interpretativa y expresiva en múltiples registros asociados a la imagen visual-textual. Su dimensión gráfico-narrativa potencia la posibilidad de trascender a un público no especializado en los campos de la ornitología y de la antropología. Por ello, las láminas son un esfuerzo por materializar una aproximación interdisciplinaria a las prácticas de colecta, que fue una de las preocupaciones que marcó el inicio de este proceso. El diálogo entre una diseñadora gráfica que se ha especializado en el diseño comunitario y participativo, un antropólogo enfocado en explorar las articulaciones entre naturaleza y cultura, y una bióloga/antropóloga con intereses en investigar las intersecciones de conocimientos en frontera dio origen a las láminas como dispositivos gráfico-narrativos, particularmente versátiles, para abordar las singularidades del proceso de colecta. Además, las láminas pueden generar diversas sensibilidades para quien interactúa con ellas, en un espectro que va de lo estético a lo analítico: pueden alimentar la curiosidad sobre las colectas, estimular imaginarios sobre los colectores y las colecciones, permear un oficio que suele ser hermético para los ornitólogos, despertar curiosidad sobre el mismo proceso que llevó a la materialización de las láminas. Incluso, movilizan a los colectores sobre el componente estético que llevó a crearlas y sobre la forma en la que realizan su trabajo; por ejemplo, algunos se han cuestionado si esa es la forma en la que también los ven otros colectores, ornitólogos y actores locales de las comunidades en las que han trabajado. Por ello, la posibilidad reflexiva de las láminas no muestra solamente la reflexividad de los colectores; también permite que ellos reflexionen y cuestionen su trabajo de otras maneras. Un aspecto que implicó cierto nivel de discusión y negociación, en términos del diálogo interdisciplinario que alimentó la realización de las láminas, tiene que ver con la verosimilitud de la representación gráfica de las aves con la especie de referencia. A diferencia de la pretensión visual que domina en la ilustración científica (ilustraciones 6 y 7), por verosimilitud nos referimos a la articulación de dos niveles: por un lado, al grado de cercanía que se busca entre el dibujo y la especie, en términos de una congruencia que resulta aceptable para identificar apropiadamente la especie particular que representa el dibujo. Y, por otro lado, a la representación gráfica de los elementos más distintivos que se narran textualmente en la lámina. Como parte del proceso reflexivo de las láminas, en una conversación entre las coautoras de este ensayo Nathalí, la diseñadora gráfica, describía de la siguiente manera su experiencia en el diálogo interdisciplinario:


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sino por el significado que cobran en la vivencia de quienes están relatando esas historias. Entonces, [era importante] entender las dimensiones de cierto pájaro desde la percepción de la práctica de tu disciplina [respecto al contexto biológico y ecológico de la especie], porque en la foto yo podía verlos de una u otra manera, pero desde tu ejercicio de retroalimentación existía una perspectiva de la realidad que ponía todo en unas dimensiones comparativas distintas. Es distinto ver la foto que es un fragmento de algo, a situarla en la experiencia práctica que tú tienes porque ahí aparecen otra serie de variables comparativas que aportan información necesaria para poder hacer el ejercicio de una forma correcta y adecuada. (Nathalí Cedeño, ilustradora, entrevista con la autora principal, octubre de 2020)

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El dibujo principal del gallito de roca elaborado por Louis A. Fuertes —un ornitólogo e ilustrador estadounidense que realizó colectas científicas en Colombia a principios del siglo XX— se acompaña de unos bocetos que muestran al espécimen en distintos ángulos y posiciones, y de un acercamiento a algunos de sus miembros como los tarsos y los dedos. El dibujo cuenta con un pie de imagen con el nombre científico, la firma de Fuertes y una nota ilegible. Esos bocetos diseccionan gráficamente el cuerpo del ave desde distintos ángulos y a diferente escala, siguiendo la lógica de precisión y exhaustividad que pretende la ilustración científica. Por ejemplo, la disposición de los dedos es un indicador de pertenencia a un grupo de aves en específico (ilustración 6). Las ilustraciones que hemos podido rastrear de L. A. Fuertes indican que se especializó en la representación de aves vivas, y por eso es común que las dibuje asociadas a indicadores ecológicos y comportamentales específicos. La narrativa textual de las láminas refleja experiencias muy diversas de los colectores: si la lámina de F. Gary Stiles se estructura a partir de eventos que giran en torno a su vida y reconocimiento en el campo ornitológico, la narrativa de la lámina de Óscar Laverde-R., sobre el “Hormiguero pico de hacha”, responde a una crónica basada en una experiencia muy personal que experimentó en su labor como colector y que se abrió a compartir (lámina 2). Esta experiencia refiere a otras dimensiones que rodean la práctica, que se asocian a las relaciones interpersonales que emergen en campo y a los vínculos afectivos que los colectores construyen con diversos actantes (humanos y no-humanos) que confluyen en las redes de colecta.


Ilustración 6. Gallito de roca – Rupicola rupicola elaborado por Louis A. Fuertes

Fuente: Louis A. Fuertes, 1874-1927. Imagen #ptc-1425. American Museum of Natural History Library.


Ilustraciรณn 7. Picos de tucanes colombianos por Louis A. Fuertes (Chapman 1917)

Fuente: Frank M. Chapman (1917, 328).


Lámina 2. Hormiguero pico de hacha – Clytoctantes alixii (Oscar Laverde-R. 2005)

Fuente: Nathalí Cedeño, 2020.


Hormiguero pico de hacha Clytoctantes alixii Salí en el bus desde Ocaña. Era la época de los falsos positivos, entonces la situación estaba difícil. Yo ya me había graduado y trabajaba con el Instituto Humboldt por ratos. Me contrataban para que fuera a grabar sonidos a distintos sitios. Un día me dijeron que había una plata para ir al Norte de Santander. Yo averigüé un par de sitios y me fui a grabar. La primera vez me fui solo. Me fui hablando con alguien en la flota y se me hizo corto el camino. Llegué a Agua de la Virgen y pensaba quedarme allá. Una señora me dijo: «no muchacho, no se quede por acá, usted anda solo y aquí nadie lo conoce». Y yo le decía que por favor me dejara quedar allá. Ella tenía una casita chiquita, y cerca tenía un cuarto con un techo y ahí me quedé. Me volví muy amigo de su nieto, Alexis. Él iba al colegio por la mañana y por la tarde parchabamos, salíamos a pajariar y jugábamos futbol. La doña me dijo «mire, quédese, pero después de las seis, siete de la noche no salga. No salga porque...». Una noche estaba cantando un búho y yo salí en pijama a grabar, y en eso llegó una camioneta con unos tipos raros, medio paracos. Seguramente la señora ya les había dicho como “oigan, ese muchacho está ahí”. No me pasó nada, pero era una época difícil en el país y yo todo ingenuo por ahí dizque grabando pájaros, la gente me miraba como ¿este man qué? Yo ya estaba como aburrido porque ahí ya había visto casi que todos los pájaros. Entonces Alexis me dijo: «oiga, venga, vamos allí a la montaña del frente que es diferente. Seguro que hay más pájaros, o algunos diferentes». La abuela lo escuchó y nos dijo que ni se nos fuera a ocurrir ir a esa montaña porque era peligroso, yo le dije que bueno. Pero Alexis insistió en que fuéramos, me dijo que él me acompañaba en la tarde, que si iba con él no nos iba a pasar nada. Yo acepté. Caminamos un rato por la carretera, luego entramos en ese bosquecito y justo lo que él había dicho. Lo primero que vimos fue un bicho que era muy raro en los registros; un bicho que no se encontraba fácilmente, que hace años no se observaba.

Yo escuché un bicho, lo grabé, lo llamé con su grabación y salió. Salió, así como a contraluz, lo vi sin binóculos y supe que era el pico de hacha. De una supe que era él, y al ratico empezó a darme vueltas y yo ¡no! Estaba muy emocionado. Le dije a Alexis que fuéramos por las redes de niebla. Nos fuimos a la casa y volvimos a la montaña, pusimos las redes en la noche y le dije que a la primera hora del día siguiente abríamos las redes para coger al bicho. Fuimos al otro día, abrimos las redes, lo llamamos con su canto y ¡zas, zas! Cayó el macho y la hembra. Los colecté y juepucha, qué emoción. Yo ya me quería ir de allá, yo me decía como bueno, ya está. Ya fue suficiente, el ambiente está como pesado. Me estaba exponiendo mucho, pero esos pájaros lo valieron. Ese pájaro está en Colombia, en Venezuela y en muy poquitos sitios. Está en los Andes, pero en montaña media; tiene que ser un bosque seco, pero es más como un bosque intervenido, como de claros. Cuando yo lo busqué no encontraba información y luego vi la foto del pico y ¡no!... Es muy bonito, un pájaro bonito. Volví al sitio unos años después, pero Alexis ya no estaba. Estaba en Cúcuta con el papá, pero estaba la doña. Y la doña me dijo que el niño se la pasaba preguntándole que cuándo yo iba a volver, pero con la situación del país estaba difícil volver. Era un niño, por ahí unos ocho o nueve años, pero nos volvimos muy parceros en muy poco tiempo. Hablábamos todo el tiempo y jugábamos. Fue bonito, y por eso él me dijo que me llevaba a esa montaña. Entonces fue Alexis el que me llevó allá. Tengo ganas de verlo hace rato, lástima no haberlo vuelto a ver.


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La densidad de las pieles-etiquetas y lo gráfico-narrativo de las láminas

Ilustración 8. Dos momentos de la representación gráfica de las pieles (1)

Fuente: izquierda: Frank M. Chapman (1864-1945), imagen #1173. American Museum of Natural History Library. Nathalí Cedeño, 2020; derecha: Nelsy Niño-Rodríguez, 2019. 3

Las redes de niebla se utilizan para capturar las aves. Son elaboradas con fibras muy delgadas y resistentes (nylon, poliéster o algodón). Por sus hilos tan finos y sus colores (negros, grises y habanas), las redes se camuflan muy bien en distintos entornos, por lo que logran atrapar a varias aves que quedan enredadas cuando intentan volar a través de ellas.

255 D O C U M E N T O S

Detenerse en las consideraciones sobre los contornos de las redes implica identificar las potencialidades y limitaciones metodológicas de acercarse o alejarse al analizar una red, porque al hacerlo emergerán unos detalles con mayor claridad, mientras que otros se harán más difusos. Por ejemplo, las etiquetas que acompañan las pieles dentro de las colecciones ornitológicas parecen ser un aspecto nimio, desde una perspectiva muy amplia, pero adquieren otra dimensión cuando se abordan en mayor detalle. En efecto, como veremos más adelante, en sí mismas las etiquetas condensan sustratos de distinta historicidad; vistas así, las etiquetas ayudan a en-red-ar la piel con otros nodos de la red que las constituye como etiquetas-pieles. En-red-ar deviene en una metáfora que vincula a las redes de niebla3 con los múltiples actantes que se articulan en torno a las etiquetas-pieles. En la ilustración de “Tapaculo de Stiles” puede verse cómo la etiqueta condensa una información particular sobre la biología y la ecología del espécimen colectado (lámina 1). Sin embargo, este es solo un tipo de información que compone las etiquetas, ya que en ellas se pueden abstraer otros aspectos como la transformación en el tiempo de los modos de organización y clasificación de las pieles en las colecciones (ilustraciones 8 y 9), la distribución geográfica de las especies, el conjunto de relaciones y procesos que posibilitaron esa piel como parte de la colección, y que la convirtieron en espécimen (Martínez 2020) o la historia institucional de las colecciones mismas.


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A la izquierda se observan dos aves del género Sturnella dispuestas dorsalmente para mostrar sus características morfológicas; en este encuadre la etiqueta queda en un segundo plano. A la derecha se encuentran dos ejemplares de C. olivaresi de la colección del IAvH-A. Esta composición pone en un lugar central la información de la etiqueta. Los dos ejemplares de la caja muestran con claridad el dimorfismo sexual de esta especie y expresan que el sexo es uno de los criterios de clasificación que organiza esta colección. Cabe resaltar que esta especie es endémica de Chiribiquete, Colombia, por lo cual es escasa su representatividad en otras colecciones debido a las restricciones logísticas para acceder a esa región. Las condiciones de seguridad también son un factor que determina la posibilidad de llevar a cabo colectas en muchas regiones del país, tal como se menciona en las láminas “Tapaculo de Stiles” (lámina 1) y “Hormiguero pico de hacha” (lámina 2). Ilustración 9. Dos momentos de la representación gráfica de las pieles (2)

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Fuente: Nelsy Niño-Rodríguez, 2019.

Las etiquetas articulan diferentes sustratos históricos. En la medida en que las colecciones van actualizando sus criterios taxonómicos de clasificación, o en la que las pieles van transitando de una colección a otra, se van incorporando nuevas etiquetas o información dentro de estas. Por esa razón, estas materialidades articulan historias, relaciones y racionalidades, al tiempo que son el resultado de ellas. Una etiqueta articula información y procesos de múltiple orden; su materialidad puede pensarse como marginal y subordinada a la piel convertida en espécimen a la cual está indisolublemente atada; en efecto, “no hay espécimen sin etiqueta” (Martínez 2020, 37), tanto como no hay etiqueta sin espécimen. En la racionalidad de las colecciones el espécimen solo adquiere pleno sentido cuando se le define en la etiqueta. En efecto, la piel sin etiqueta es tan solo un cuerpo muerto (Star y Griesemer 1989) o “materia orgánica en descomposición” (Martínez 2020, 37). La etiqueta fija una historia congruente con los preceptos y requerimientos de la racionalidad clasificatoria en la que se inscribe, que es, además, hegemónica y que tiene una pretensión globalizante que hace posible que quien se inscribe en esa lógica pueda interactuar fluidamente con una piel localizada en cualquier colección ornitológica del mundo.


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Sobre otros ejercicios de creación alrededor de las colecciones ornitológicas, las ilustraciones y reflexiones antropológicas, puede verse el trabajo de Rojas et al. (2016), titulado “Ilustrar prácticas ilustrando aves. Ciencia y arte de la nostalgia dibujada”.

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Esta es, entre otras cosas, la utilidad de los nombres científicos —la uniformidad— en oposición a los nombres comunes —la heterogeneidad—. Dice F. Gary Stiles que “los biólogos necesitan que los organismos que encuentran tengan un nombre para poder hablar un lenguaje común, para poder comunicarse y entenderse entre ellos” (F. G. S, colector, entrevista con la autora principal, octubre de 2019). En torno a las colectas no solo se requieren materialidades que entran en interacción sino racionalidades y lenguajes que permitan representar adecuadamente el tipo de cosas en las que devienen (Martínez y Hernández-Manrique 2020). Las láminas sobre las que versa este trabajo en-red-an lenguajes gráficos y narrativos con el propósito de hacerlas un dispositivo que trascienda la simple suma de sus partes, con la expectativa de comunicar y estimular reflexiones sobre la colecta, los especímenes, los colectores y las colecciones, entre otros. Las láminas son el resultado de creaciones y mediaciones que conjugan conocimientos y experiencias disimiles y complementarias de una diseñadora —Nathalí— y una bióloga/antropóloga —Nelsy—. La creación textual de las láminas se abstrae del ejercicio literario y analítico de la bióloga/antropóloga que lo nutre de sus conversaciones con colectores, de su experiencia como ornitóloga en el trabajo de campo y de las colecciones, de sus sensibilidades etnográficas y literarias, y de las conversaciones teóricas/conceptuales/ narrativas con un profesor de antropología —Carlos—, quien asesora y acompaña su trabajo de grado en esta disciplina. La creatividad gráfica de las láminas operó a través de un ejercicio de diálogo y mediación entre Nathalí y Nelsy, en la cual se acordaron unos criterios básicos de representación. Se trató de un ejercicio constante de ida y vuelta que implicó la elaboración de borradores sucesivos hasta llegar a la versión definitiva de la dimensión gráfica de la lámina (ilustraciones 2-5)4. En palabras de Nathalí, la diseñadora, la ilustración de las láminas representó un matiz con respecto a ejercicios previos de ilustración participativa en los que había sido parte, ya que su aproximación a la colecta operó a partir de la mediación que hizo Nelsy, debido a que ella misma no estuvo en contacto directo con los colectores, los especímenes o las colecciones, sino que pudo acceder a estos a través de fotografías, ilustraciones y otros referentes digitales (visuales y auditivos). En la experiencia de Nathalí, los bocetos sirvieron para posibilitar el diálogo con Nelsy. Este diálogo le permitió “plantear el imaginario que yo estoy construyendo a partir del texto que tú [Nelsy] me estás entregando para tratar de validarlo, y para complementarlo con cosas que se escapan al texto” (N. C., ilustradora, entrevista con la autora principal, octubre de 2020). Se trata de “co-crear esas piezas”, concluye Nathalí. Este proceso implicó una negociación, o “validación” en sus palabras, que estuvo orientada a lograr la verosimilitud que las ilustraciones debían mantener con la especie y con el colector representados en ellas.


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Las restricciones que impuso la pandemia se tradujeron en la imposibilidad de que Nathalí compartiera espacios y escenarios con los colectores (en la colecta de aves y en las colecciones). Nathalí y Carlos han trabajado como parte de un equipo más amplio, en varios procesos de investigación colaborativa que involucran componentes importantes de diseño participativo (Gómez et al. 2019; Vergara et al. 2016), y en estos, el conocimiento, la interacción y la experiencia directa de Nathalí con diversos actantes humanos y no-humanos ha sido fundamental en su manera de concebir y practicar el diseño. En cambio, en esta oportunidad, el distanciamiento supuso retos muy singulares: Es esa distancia de no conocer los lugares y los instrumentos que utilizan los biólogos. Para mí, todo el tema de los colectores era completamente nuevo, había muchas cosas, referentes e imaginarios que simplemente no existían en mi cabeza. Al momento de hacer ese ejercicio de representación, fue un reto tratar de buscar las rutas para poder construir esos lenguajes y esas imágenes en mi cabeza, sin tener conocimiento del contexto y de lo técnico-disciplinar. (N. C., ilustradora, entrevista con la autora principal, octubre de 2020)

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En suma, si el espécimen no puede pensarse sin etiqueta, las ilustraciones de las láminas tampoco pueden pensarse fuera de su relación con el texto, porque las láminas son un dispositivo gráfico-narrativo en cuya vinculación ambos lenguajes se potencian. Estas relaciones resultan de composiciones contextuales que hacen etiquetas-pieles y gráficas-narraciones lo que son en su articulación mutua. Las configuraciones relacionales también representan retos para las personas que hacen parte de ellas: colectores, preparadores y curadores, por un lado, y diseñadoras y antropólogos, por otro.

En-red-arse Las colectas suelen llevarse a cabo en el país usando las redes de niebla para capturar aves. Como hemos señalado, la red actúa literal y metafóricamente como un nodo sustancial en las múltiples articulaciones que vinculan a humanos y no-humanos en torno a esta práctica. Pensar las colectas, los colectores, las pieles-etiquetas y las colecciones, como parte indisoluble de una red que les da identidades, significados y sentidos particulares, reivindica las conexiones antes que las separaciones. La teoría social ha formulado diversas categorías para describir y abordar las complejas maneras en las que se articulan distintas entidades humanas y no-humanas: desde el pliegue (Deleuze 1989; Martínez 2020; M’charek 2014), hasta el enmarañamiento (Bocarejo 2018), pasando por las conexiones parciales (Stengers 2014), el pensamiento tentacular (Haraway 2019), los rizomas (Latour 1999) y las redes propiamente dichas (Latour y Woolgar 1986). Frente a estas múltiples alternativas conceptuales revindicamos el en-red-arse como una posibilidad comprehensiva de las redes que se tejen en torno a las colectas, porque se concretan en materialidades —como las redes de niebla— que


En-red-ar entre redes de niebla: reflexiones sobre un dispositivo gráfico-narrativo... Nelsy Niño-Rodríguez, Nathalí Cedeño Gracia y Carlos Luis Del Cairo

Referencias

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1. Bocarejo Suescún, Diana. 2018. “Gobernanza del agua: pensar desde las fluctuaciones,

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hacen parte de esa misma práctica y que vinculan de maneras cambiantes y sinuosas a los colectores con las aves y con un sinnúmero de actantes más. Las láminas de las que trata este ensayo en-red-an conocimientos, trayectorias, experticias, sensibilidades e intencionalidades, con el propósito de comunicar, a través de formatos no convencionales y más flexibles en su dimensión creativa, aquello que escapa a la comprensión de un público general sobre las colectas. Al intentar ampliar las redes para permear el hermetismo que las rodea, las láminas tienen el potencial de vincular a personas y grupos heterogéneos para que contribuyan a darle nuevos sentidos a esa práctica científica. En suma, este trabajo colaborativo e interdisciplinar en torno a las láminas es novedoso, en tanto que intenta articular los conocimientos y experticias de tres campos diversos: la antropología, el diseño y la ornitología. En el país existen otros trabajos en los que se han realizado este tipo de colaboraciones como el de Rojas, Rueda y Martínez (2016). Sin embargo, en la elaboración de las láminas contamos con las narrativas, apreciaciones y retroalimentación de los colectores que hacen y son parte de este trabajo. Sin sus aportes y el abordaje antropológico a la práctica de colecta no hubieran sido posibles las láminas como dispositivo, pues la lámina intenta darle un sentido más situado, emocional y complejo a una práctica que habitualmente se ha reducido a una técnica.

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los enmarañamientos y políticas del día a día”. Revista de Estudios Sociales 63: 111-118. https://doi.org/10.7440/res63.2018.09 Chapman, Frank M. 1917. The Distribution of Bird-Life in Colombia: A Contribution to a Biological Survey of South America. Nueva York: The American Museum of Natural History. Chapman, Frank M. (Frank Michler). 1864-1945. (Fotógrafo), “Meadowlark Skins”. AMNH Research Library, Digital Special Collections. https://images.library.amnh.org/digital/ items/show/25764 Cuervo, Andrés M., Carlos Daniel Cadena y Juan Luis Parra. 2006. “Seguir colectando aves en Colombia es imprescindible: un llamado a fortalecer las colecciones ornitológicas”. Ornitología Colombiana 4: 51-58. Cuervo, Andrés M., Carlos Daniel Cadena, Niels Krabbe y Luis Miguel Rengifo Juan Luis Parra. 2005. “Scytalopus Stilesi, A New Species of Tapaculo (Rhinocryptidae) from the Cordillera Central of Colombia”. The Auk 122 (2): 445-463. https://doi.org/10.1093/ auk/122.2.445 Donegan, Thomas M. 2000. “Is Specimen-taking of Birds in the Neotropics really ‘Essential?’ Ethical and Practical Objections to further Collection”. Ornitología Neotropical 11: 263-267. https://sora.unm.edu/sites/default/files/journals/on/v011n03/p0263-p0268.pdf Deleuze, Gilles. 1989. El pliegue: Leibniz y el barroco. Buenos Aires: Ediciones Paidós.


Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 42 · Bogotá, enero-marzo 2021 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 233-261 https://doi.org/10.7440/antipoda42.2021.10

8. Fuertes, Louis Agassiz. 1874-1927. (Artista), “Cock of the Rock por L. A. Fuentes”, AMNH

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Research Library, Digital Special Collections. https://images.library.amnh.org/digital/ items/show/41966 García Márquez, Gabriel. 2007. Cien años de soledad. Madrid: Real Academia Española. Gómez, Sebastián, Nathalí Cedeño, Juan E. Ortega, Daniel Ortiz, Angie C. Rodríguez, Tomás Vergara, Juan S. Vélez y Carlos Del Cairo. Vivir la selva y sentir el río. Dinámicas socioecológicas y trayectorias comunitarias en las veredas Bocas del Raudal y Damas del Nare (Guaviare). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana. Colección Conocimientos y Prácticas Populares. Haraway, Donna. 2019. Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Bilbao: Consonni. Latour, Bruno. 1999. “On Recalling ANT”. En Actor Network Theory and after, editado por John Law y John Hassard, 15-26. Oxford: Blackwell. Latour, Bruno y Steve Woolgar. 1986. Laboratory Life: The Construction of Scientific Facts. Princeton: Princeton University Press. Martínez Medina, Santiago. 2020. “Lo que pliega la colecta: conocimientos, científicos y especímenes para otras ciencias posibles”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 41: 31-56. https://doi.org/10.7440/antipoda41.2020.02 Martínez Medina, Santiago y Olga Lucía Hernández-Manrique. 2020. “Colecta como captura recíproca múltiple: etnógrafos, científicos y especímenes en clave cosmopolítica”. Revista Colombiana de Antropología 56 (2): 235-263. https://doi.org/ 10.22380/2539472X.640 M’charek, Amade. 2014. “Race, Time and Folded Objects: The HeLa Error”. Theory, Culture & Society 31 (6): 29-56. https://doi.org/10.1177/0263276413501704 Niño-Rodríguez, Nelsy. En preparación. “A vuelo de pájaro: un análisis de las transformaciones de las prácticas de colecta de aves en una colección ornitológica colombiana”. Tesis de grado en antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Rojas Céspedes, Carolina, Cristina Rueda Uribe y Santiago Martínez Medina. 2016. “Ilustrar prácticas ilustrando aves. Ciencia y arte de la nostalgia dibujada”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, 26: 215-222. https://dx.doi.org/10.7440/antipoda26.2016.11 Star, Susan Leigh y James R. Griesemer. 1989. “Institutional Ecology, ‘Translations’ and Boundary Objects: Amateurs and Professionals in Berkeley’s Museum of Vertebrate Zoology, 1907-39”. Social Studies of Science (19): 387-420. https://doi. org/10.1177/030631289019003001 Stengers, Isabelle. 2014. “Speculative philosophy and the art of dramatization”. En The Allure of Things: Process and Object in Contemporary Philosophy, editado por Roland Faber y Andrew Goffey A., 188-217. Londres: Bloomsbury. Suárez, Andrew y Neil D. Tsuitsui. 2004. “The Value of Museum Collections for Research and Society”. BioScience 54 (1): 66-74. https://doi.org/10.1641/0006-3568(2004) 054[0066:TVOMCF]2.0.CO;2


En-red-ar entre redes de niebla: reflexiones sobre un dispositivo gráfico-narrativo... Nelsy Niño-Rodríguez, Nathalí Cedeño Gracia y Carlos Luis Del Cairo

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Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, La Habana, 2019.



Política editorial* Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología (Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.) es una publicación indexada de carácter periódico que se acoge a criterios internacionales de calidad, posicionamiento, periodicidad y disponibilidad en línea. Su objetivo es contribuir al avance y difusión del conocimiento antropológico y arqueológico, y al análisis crítico de temas socioculturales, metodológicos y teóricos relevantes para los diversos subcampos de la disciplina y de otras disciplinas afines de las ciencias sociales y humanas. La revista fue creada en 2005 y es financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). Actualmente, es una publicación trimestral (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre) que circula al inicio de cada periodo señalado, Antípoda no cobra a los autores los costos de los procesos editoriales. Todos los contenidos digitales son de acceso abierto a través de su página web. La versión impresa tiene un costo y puede adquirirse en la Librería y Tienda Uniandes.

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Antípoda conforma un foro abierto, crítico y plural en donde se publican artículos y trabajos inéditos en español, inglés y portugués. En casos excepcionales se incluyen traducciones de artículos que ya han sido publicados en idiomas diferentes a los que anuncia la revista, cuando se reconozca su pertinencia dentro de las discusiones y problemáticas abordadas. Todos los artículos publicados cuentan con un número de identificación DOI, que facilita la elaboración de referencias bibliográficas, la búsqueda de artículos en la web y el cruce de citaciones entre diferentes repositorios. Este debe ser citado por los autores que utilizan los contenidos. La revista cuenta con un equipo editorial y un consejo editorial. El equipo editorial está a cargo de los procesos operativos de la revista, de decisiones acerca de contenidos a publicarse, de proponer temáticas para números monográficos, del cumplimiento de estándares de calidad, de los procesos de indexación y difusión de contenidos. El equipo editorial se encarga de seleccionar e invitar a los académicos que conforman el consejo editorial, y de revisar periódicamente el relevo de algunos de sus miembros, teniendo en cuenta el tiempo de permanencia, las áreas de conocimiento por fortalecer, la inclusión de nuevas instituciones, y su participación en el asesoramiento a la revista. El consejo editorial propone lineamientos para definir las políticas editoriales de la revista, establece las temáticas de dosier, vela por el cumplimiento de estándares de calidad nacionales e internacionales, debate sobre las secciones que albergan los contenidos de la revista, y propone formas de circulación, difusión y de indexación.

Normas para autores Recepción y evaluación de artículos • La revista solo recibe artículos durante periodos de convocatorias. Las fechas de recepción pueden ser consultadas en: la página web de la revista: https://revistas.uniandes.edu.co/callforpapers/antipoda • Es necesario que los artículos escritos en un idioma diferente a la lengua materna de los autores sean revisados por un traductor certificado antes de su postulación a la revista.

*

Las políticas editoriales en inglés y portugués pueden encontrarse en: https://revistas.uniandes.edu.co/ for-authors/antipoda/editorial-policy


• Los artículos deben ser enviados a través de la plataforma ScholarOne, cuyo enlace se habilita en la página de la revista en los periodos de convocatoria. • Los textos enviados a la revista no pueden estar simultáneamente en proceso de evaluación en otra publicación. • Debido a la cantidad de contenidos que recibe la revista en cada convocatoria, no se publican artículos, ensayos visuales, entrevistas —o cualquier otro tipo de documento al que le haya sido asignado un número de identificación DOI— de un mismo autor, en un período de dos años. • Al cierre de la convocatoria, el comité interno de selección evalúa la pertinencia del artículo y verifica el estricto cumplimiento de las normas para autores y las reglas de edición. Esta revisión permite establecer cuáles artículos serán evaluados por pares externos. • La revista se comunica sobre el estado del artículo en un plazo máximo de seis meses. • Los artículos preseleccionados se someten a la herramienta de detección de plagio. Cuando se detecta plagio total o parcial, el texto no se envía a evaluación y se notifica a los autores el motivo del rechazo. • La evaluación de los artículos está a cargo de dos árbitros —doble ciego— seleccionados por su trayectoria académica, uno de los cuales debe contar con afiliación institucional internacional. • Una sola evaluación negativa rigurosamente argumentada será motivo suficiente para que la revista decida rechazar el artículo. • Los resultados de las evaluaciones de los artículos se envían a los autores para notificar el rechazo o la aprobación condicionada a las modificaciones sugeridas por los árbitros y la revista. • El autor debe modificar el artículo con la herramienta “control de cambios” y anexar un mensaje explicativo en el que argumente cómo se incorporaron las sugerencias de los árbitros y de la revista. A partir de lo anterior, la revista toma la decisión final sobre la publicación del artículo y la comunica al autor por escrito. • Los artículos aprobados para un dosier son publicados en el correspondiente número, y los de tema libre se publican en el número y año definidos por el calendario de la revista. • Cuando otra publicación escrita o digital quiera republicar un artículo de la revista debe contactar al autor del contenido para expresar el interés en reproducir el texto y, asimismo, solicitar permiso a la revista, que da la autorización final. En la republicación del artículo se deben incluir los datos completos de la publicación original en la primera página. Además, la revista no autoriza la republicación de contenidos hasta después de tres años.

Proceso editorial • Durante el proceso de edición y corrección de estilo del artículo se consulta a los autores para resolver inquietudes. El equipo editorial se reserva el derecho de hacer correcciones menores. • En el proceso de edición, el medio de comunicación con los autores se hace a través de la plataforma ScholarOne. En casos particulares se utiliza el correo electrónico. • La revista se encarga de verificar la traducción de los títulos, los resúmenes y las palabras clave enviados por los autores. Cuando se considere que las traducciones no son las adecuadas se utilizará la versión que realicen los traductores oficiales de la revista. • Para los casos en que los artículos involucren trabajo con comunidades o individuos, los autores deben proveer la constancia del cumplimiento de un protocolo ético y de que la investigación cuenta con los consentimientos informados de quienes participaron. • Para las series fotográficas que incluyan personas con rostros identificables, los autores deben proporcionar el consentimiento informado respectivo de los sujetos retratados. Cuando se retraten menores de edad, los padres o los tutores legales deben proporcionar el consentimiento informado.

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• Los autores de los artículos deben autorizar por escrito el uso de los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución) a la Universidad de los Andes, de incluir su artículo en un número determinado de la revista. • Cuando el artículo esté listo para publicación se diagramará de acuerdo con los parámetros de diseño y maquetación de la revista. • La revista se encarga de difundir la versión digital de los contenidos a través de los distintos repositorios, bases de datos e indexadores en los que se encuentra alojada.

Parámetros para la presentación de artículos Es requisito indispensable que en el momento de la remisión, los artículos cumplan con los parámetros establecidos por Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología. Desconocer las normas editoriales en general y de citación y referenciación bibliográficas en particular supone el rechazo automático de un artículo por incumplir la normativa editorial.

Los artículos deberán: • Ser enviados a través de la plataforma ScholarOne, cuyo enlace se habilita en la página de la revista en los periodos de convocatoria. • Tener una extensión máxima de 9.000 palabras incluidas notas de pie de página y referencias bibliográficas. 266

• Estar escritos en formato Word, tamaño carta, márgenes de 2,5 cm, interlineado 1½, letra Times New Roman 12 puntos, numeración de página desde 1 hasta n en el margen superior derecho, con un uso mínimo de estilos: negrita solo para títulos y subtítulos y cursiva para énfasis dentro del texto. Las citas textuales deberán aparecer siempre entre comillas. • Tener el título del artículo y un resumen en español o en el idioma escrito y en inglés. • Contar con un resumen estructurado en español o en el idioma escrito y en inglés, el cual contará con los siguientes ítems dentro del mismo archivo: Título, autor, objetivo/contexto, metodología, conclusiones, originalidad y palabras clave, los resúmenes no incluirán citaciones ni abreviaciones. La extensión que abarcarán “objetivo(s)/contexto, metodología, conclusiones y originalidad” deberá ser de entre 250 y 300 palabras. • Tener entre cinco y seis palabras clave en español o en el idioma escrito y en inglés; estas deberán reflejar el contenido del artículo, rescatando las áreas de conocimiento en las que se inscribe y los principales conceptos. Se recomienda revisar los términos y jerarquías establecidos en los listados bibliográficos (Thesaurus), y buscar correspondencia entre títulos, resúmenes y palabras clave. • Estar totalmente anónimos, tanto en lo que respecta al contenido, como en el nombre del documento y en la metadata del archivo. • Incluir en un archivo aparte la siguiente información: títulos académicos, afiliación institucional, cargo actual, estudios en curso, grupo de investigación al que pertenece (si aplica), últimas dos publicaciones y correo electrónico. En ese mismo archivo adicionará la información de procedencia del artículo. En caso de que este sea resultado de una investigación, la información del proyecto del que hace parte y el nombre de la institución financiadora. • Incluir en el caso de los contenidos citados el número de identificación DOI, este debe figurar en el listado de referencias. • Nombrar los cuadros, gráficas, mapas, diagramas y fotografías como “figuras”, estas serán numeradas, en orden ascendente, e identificadas y referenciadas en el texto mediante un pie de foto. En la versión inicial que se suba a ScholarOne, las imágenes estarán en baja resolución. En caso de ser aprobado el artículo, estas deberán ser enviadas en formato .jpg o .tiff de alta


resolución, es decir, de 300 pixeles por pulgada (ppp). Los autores asumen la responsabilidad de suministrar los archivos en alta resolución y/o en sus formatos originales de elaboración. Es deber del autor conseguir y entregar a la revista el permiso para la publicación de las imágenes que lo requieran. • Tener pies de página estrictamente en los casos en los que desea complementar información del texto principal. Los pies de página no se deben emplear para referenciar bibliografía o para referenciar información breve que puede ser incluida en el texto principal. Se exceptúan aquellos casos en los que el autor desea hacer comentarios adicionales sobre un determinado texto o un conjunto de textos alusivo al tema tratado en el artículo. Las notas van a pie de página, en letra Times New Roman 10 puntos y a espacio sencillo.

Parámetros para la presentación de reseñas y ensayos visuales Las reseñas no están asociadas con los números de la revista, no tienen DOI y se encuentran alojadas en la sección “Reseñas” de la página web de Antípoda.

Las reseñas deberán: • Ser enviadas al correo electrónico: antipoda@uniandes.edu.co • Estar escritas en formato Word, letra Times New Roman 12 puntos, interlineado 1½, tamaño carta, numeración de página desde 1 hasta n en el margen superior derecho, márgenes de 2,5 cm. • Tener una extensión entre 2.500 y 3.000 palabras. • Contener los datos completos del texto reseñado (autor, título, fecha, ciudad, editorial y páginas totales). • Incluir datos completos del autor de la reseña: títulos académicos, afiliación institucional, grupo de investigación (si aplica) y correo electrónico. • Presentar el contenido del libro e incorporar una perspectiva crítica y analítica. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología ofrece un espacio para la reflexión con y desde la imagen, mediante la publicación de series de fotografías, dibujos, cómics, pinturas, ilustraciones y collages que se relacionen críticamente con la realidad social latinoamericana, expresen un uso creativo entre la imagen y el texto, y generen nuevas formas de conocimiento antropológico sobre su tema de objeto. Al mismo tiempo, se anima a las/os proponentes a tener en cuenta el tema del número para el cual presentan sus ensayos. Si bien no es necesario que las series estén relacionadas con las problemáticas en curso de cada dosier, se valorará positivamente que exista una coincidencia. La información acerca de los temas que tratará Antípoda se encuentran disponibles en: https://revistas.uniandes.edu.co/callforpapers/antipoda

Los ensayos visuales deberán: • Ser enviados a través de la plataforma ScholarOne. • Tener un texto reflexivo con un rango de entre 2.500 y 3.000 palabras. • Estar escritos en formato Word, tamaño carta, márgenes de 2,5 cm, interlineado 1½, letra Times New Roman 12 puntos, numeración de página desde 1 hasta n en el margen superior derecho, con un uso mínimo de estilos: negrita solo para títulos y subtítulos y cursiva para énfasis dentro del texto. Las citas textuales deberán aparecer siempre entre comillas. • Tener el título del artículo y un resumen en español o en el idioma escrito y en inglés. • Contar con un resumen en español e inglés, el cual tendrá una extensión de entre 150 y 250 palabras, que describan los objetivos, métodos, hallazgos más importantes y conclusiones;

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este debe ser informativo y no incluir ninguna cita ni abreviación. Igualmente, tendrá entre cinco y seis palabras claves en español o en el idioma escrito y en inglés, las cuales reflejen el contenido del ensayo. • Proporcionar las imágenes en formato tiff a 300 ppp, 5000 x 3500 px., en caso de que sean seleccionados. • Estar totalmente anónimos, tanto en lo que respecta al contenido, como en el nombre del documento y en la metadata del archivo. • Incluir en un archivo aparte la siguiente información: títulos académicos, afiliación institucional, cargo actual, estudios en curso, grupo de investigación al que pertenece (si aplica), últimas dos publicaciones y correo electrónico. En ese mismo archivo estará la información de procedencia del ensayo. En caso de que este sea resultado de una investigación, la información del proyecto del que hace parte y el nombre de la institución financiadora.

Parámetros “conversaciones entre antropología e imagen” La revista convoca a la comunidad académica y artística (estudiantes, docentes, artistas, y colectivos artísticos) a enviar series fotográficas, pinturas, ilustraciones collages, cómics o dibujos para colaborar en la ilustración interna de las diferentes secciones de la revista. El llamado es abierto y permanente para la presentación de estas propuestas colaborativas, los parámetros pueden encontrarse en: https://revistas.uniandes.edu.co/callforpapers/antípoda

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Parámetros para la presentación de números temáticos Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología solo recibe propuestas de número temático durante periodos de convocatorias. Las fechas de recepción pueden ser consultadas en: la página web de la revista: https://revistas.uniandes.edu.co/callforpapers/antipoda

Las propuestas deberán: • Ser enviadas al correo electrónico: antipoda@uniandes.edu.co • Estar escritas en formato Word, letra Times New Roman 12 puntos, interlineado 1½, tamaño carta, numeración de página desde 1 hasta n en el margen superior derecho, márgenes de 2,5 cm. • Tener una extensión máxima de 1.200 palabras. • Incluir datos completos de los investigadores: títulos académicos, afiliación institucional, grupo de investigación (si aplica), últimas dos publicaciones y correo electrónico. • Contener título, contexto, marco teórico-metodológico, objetivo general, origen de la propuesta, justificación o relevancia, ejes temáticos y entre cinco y seis palabras clave en español o en el idioma escrito y en inglés; estas deberán reflejar el contenido de la propuesta.

Reglas de edición • Las subdivisiones en el cuerpo del texto (capítulos, subcapítulos, etcétera) deben ir en número arábigos, excepto la introducción y la conclusión que no se numeran. • La primera vez que se use una sigla o abreviatura, esta deberá ir entre paréntesis después de la fórmula completa; las siguientes veces se usará únicamente la sigla o abreviatura. Cuando se trate de una sigla de cuatro o menos letras, estas deberán ir en mayúsculas, por ejemplo: Organización de las Naciones Unidas (ONU). En caso de que la sigla tenga cinco o más letras


y estas se puedan pronunciar, la primera letra irá en mayúscula y las otras letras en minúsculas, por ejemplo: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). • Las citas textuales que tengan 40 o más palabras deben colocarse en formato de cita larga, a espacio sencillo, tamaño de letra 11 y márgenes reducidos. • Antípoda utiliza el formato “Author-Date-References” del Chicago Manual of Style, en su última edición, para presentar las referencias incluidas en el artículo. Así, deben tenerse en cuenta los detalles de puntuación exigidos (coma, punto, punto y coma, dos puntos, guiones, etcétera) y la información requerida. • El listado bibliográfico debe incluir las referencias que han sido citadas dentro del texto. Todas las referencias bibliográficas deben estar organizadas en estricto orden alfabético, numeradas en número arábigos, en orden ascendente y deben listarse al final del artículo. Es indispensable incluir los nombres completos de los autores y/o editores en cada una de las referencias. • En ningún caso se utiliza op. cit., ibid., o ibidem. A continuación se presentan algunos ejemplos que muestran las diferencias entre la forma de citar dentro del texto (C) y el modo de presentar las referencias (R)

Libro con un solo autor/editor C: (Rappaport 2000, 21) R: Rappaport, Joanne. 2000. La política de la memoria. Interpretación indígena de la historia en los Andes colombianos. Popayán: Unicauca. C: (Muñoz 2009) R: Muñoz, Adriana, ed. 2009. The Power of Labelling. Göteborg: Museum of World Culture.

Libro con dos o tres autores/editores C: (Martínez, Taboada y Auat 2003, 45) R: Martínez, Ana Teresa, Constanza Taboada y Luis Alejandro Auat. 2003. Los hermanos Wagner: entre ciencia, mito y poesía. Arqueología, campo arqueológico nacional y construcción de identidad en Santiago del Estero, 1920-1940. Santiago del Estero: Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero. C: (Nastri y Menezes 2010) R: Nastri, Javier H. y Lúcio Menezes Ferreira, eds. 2010. Historias de arqueología sudamericana. Buenos Aires: Fundación de Historia Natural Félix de Azara, Universidad Maimónides.

Libro con cuatro o más autores C: (Laumann et al. 1994, 30-31) R: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael y Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press.

Capítulo de libro C: (Bolívar 2006, 120-121) R: Bolívar, Ingrid. 2006. “Espacio, violencia y política: la auto-comprensión de la sociedad burguesa”. En (Des)territorialidades y (no)lugares. Procesos de configuración y transformación social del espacio, editado por Diego Herrera y Carlo Emilio Piazzini, 117-134. Medellín: La Carreta Editores.

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Introducciones, prólogos, prefacios o presentaciones C: (Formisano 1992) R: Formisano, Luciano. 1992. Introducción a Letters from a New World: Amerigo Vespucci’s Discovery of America, editado por Luciano Formisiano, XIX-XL. Nueva York: Marsilio Publishers Corp.

Artículo de revista (impresa o en línea) C: (Weinberg 2019, 150) R: Weinberg, Marina. 2019. “Especies compañeras después de la vida: pensando relaciones humano-perro desde la región surandina”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 36: 139-161. https://doi.org/10.7440/antipoda36.2019.07 C: (Kirskey y Helmreich 2010, 560) R: Kirksey, Eben y Stefan Helmreich. 2010. “The Emergence of Multispecies Ethnography”. Cultural Anthropology 25 (4): 545-576. https://doi.org/10.1111/j.1548-1360.2010.01069.x

Artículo de prensa (con o sin autor) C: (Sepúlveda 2019) 270

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Traducción C: (Rancière 2019) R: Rancière, Jacques. 2019. “El tiempo de los no-vencidos. (Tiempo, ficción. política)”. Traducido por Andrés Caicedo. Revista de Estudios Sociales 70: 79-86. https://doi.org/10.7440/res70.2019.07 C: (Fabian 2019) R: Fabian, Johannes. 2019. El tiempo y el otro. Cómo construye la antropología su objeto. Traducido por Cristóbal Gnecco. Bogotá: Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes / Editorial Universidad del Cauca.

Tesis, disertación y otros documentos inéditos C: (Franco 2016) R: Franco, Luis Gerardo. 2016. “Arqueología de Tierradentro. Arqueología, colonialidad y conocimiento en territorio nasa”. Tesis doctoral, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Catamarca, Catamarca. C: (Álvarez y McCall, en prensa) R: Álvarez Larrain, Alina y Michael K. McCall. En prensa. Guía de mapeo participativo para conocimientos culturales, históricos y arqueológicos (CHA). Entrenamiento/formación para profesores y estudiantes universitarios. Morelia: CIGA.


Reseña de libro C: (Olarte-Sierra 2019) R: Olarte-Sierra, María Fernanda. 2019. Reseña del libro Restos humanos e identificación: violencia de masa, genocidio y el ‘giro forense’, de Sévane Garibian, Élisabeth Anstett y Jean-March Dreyfus. Antípoda Revista de Antropología y Arqueología. https://revistas.uniandes.edu.co/ pb-assets/book-reviews/Antipoda/AN_013_Olarte.pdf C: (Tocancipá-Falla 2015) R: Tocancipá-Falla, Jairo. 2015. Reseña del libro En minga por el Cauca: el gobierno de Floro Tunubalá (2001-2003), de David Gow y Diego Jaramillo Salgado. Antípoda Revista de Antropología y Arqueología 21: 189-196. https://doi.org/10.7440/antipoda21.2015.09

Ponencia C: (Castro 2019) R: Castro Ramírez, Luis Carlos. 2019. “Para-sitios fotográficos y etnográficos en sistemas religiosos de inspiración afro”. Ponencia presentada al 44th Annual Conference, Caribbean Association (CSA). The Caribbean in Times of Tempest. Ethnicities, Territorial Resistances and Epistemic Poetics, 7 de junio, Hotel Estelar Conference Center, Santa Marta, Colombia.

Entrevista publicada C: (De la Cadena, Risør y Feldman 2018) R: De la Cadena, Marisol, Helen Risør y Joseph Feldman. 2018. “Aperturas onto-epistémicas: conversaciones con Marisol de la Cadena”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 32: 159-177. https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.08

Película/documental/audiovisual C: (Deren, Ito e Ito 1985) R: Deren, Maya, Cherel Ito y Teiji Ito, dirs. 1985. Divine Horsemen: The Living Gods of Haiti. Estados Unidos: Mystic Fire Video.

Política ética La revista cuenta con una serie de lineamientos éticos que señalan las responsabilidades y conductas de editores, autores y pares evaluadores.

Equipo editorial Acusa recibo cuando un artículo ingresa a través de la plataforma. • Garantiza una revisión eficiente e informa de manera oportuna a los autores del proceso en el que se encuentra su manuscrito. • Toma la decisión final sobre la aceptación o el rechazo de un contenido, teniendo en cuenta las recomendaciones derivadas del proceso de evaluación y la revisión editorial, con referencia a criterios de calidad, importancia, relevancia, originalidad y contribución a la disciplina.

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• Identifica y actúa ante cualquier conflicto de interés que pueda surgir en el proceso de evaluación. • Realiza la búsqueda de evaluadores teniendo en cuenta su trayectoria académica, su conocimiento y su producción en la temática por evaluar. • Garantiza el anonimato de autores y evaluadores durante el proceso de evaluación. • Puede tener en cuenta los pares evaluadores propuestos por el autor, y garantiza un arbitraje imparcial. • Se aparta de los procesos de evaluación y selección, cuando un miembro de la revista somete un contenido. • Respeta la posición intelectual y las ideas expuestas por el autor en su manuscrito. • No emplea información de los manuscritos recibidos o en proceso de evaluación o selección en beneficio de sus propias investigaciones, hasta tanto ese contenido haya sido publicado. • Responde ante cualquier petición de retractación, corrección, reclamación o aclaración que se solicite a la revista. • Realiza las correcciones y/o aclaraciones en la versión digital de la revista, cuando se reconozca una inexactitud, omisión o errata en un contenido publicado. • Revisa y define y periódicamente las políticas editoriales, con el propósito de garantizar que se ajusten a los criterios de calidad académica y editorial. • Garantiza la publicación oportuna de los contenidos aprobados en la revista y su divulgación a través de repositorios, bases de datos y sistemas de indexación nacional e internacional. 272

• Cumple con los acuerdos de canje que la revista ha establecido con otras publicaciones e instituciones. • Solicita la autorización correspondiente a los autores y a la editorial cuando la revista quiera reproducir un artículo previamente publicado en otro medio.

Autores • Presentan contenidos originales e inéditos que no están simultáneamente en proceso de evaluación ni tienen compromisos editoriales en otra publicación. • Se responsabilizan de las ideas expresadas en los contenidos que envían a la revista. • Garantizan mediante una autorización de derechos patrimoniales de autor que el contenido es de su autoría y que salvaguardan los derechos de propiedad intelectual de terceros. • Solicitan las autorizaciones para usar, reproducir e imprimir el material que no sea de su propiedad o autoría (cuadros, gráficas, mapas, diagramas, fotografías, etcétera). • Presentan para las series fotográficas que incluyan personas con rostros identificables, el consentimiento informado respectivo de los sujetos retratados. Cuando se retraten menores de edad, los padres o los tutores legales deben proporcionar el consentimiento informado. • Se responsabilizan por escrito del uso de imágenes, fotografías y otros materiales que acompañen el artículo o cualquier otro contenido que se publique en la revista. • Autorizan por escrito el uso de los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución) a la Universidad de los Andes, para incluir su artículo en un número determinado de la revista. • Deben dar los respectivos créditos cuando empleen obras de terceros. En caso contrario, se incurre en plagio. • Elaboran sus contenidos con base en fuentes reales y datos verificables, y se comprometen a no suprimir o alterar la información empleada.


• Incurren en una falta ética cuando utilizan fragmentos de un contenido propio sin citar la publicación original y/o sin ofrecer avances sobre lo ya publicado. • Solicitan autorización cuando deseen republicar o traducir un contenido publicado en la revista. • Se abstienen de proponer pares evaluadores con quienes pueda existir un conflicto de interés. • Declaran todas las fuentes de financiación de su investigación y el grupo o institución del que se deriva. • Reconocen como autores a todos los participantes en la elaboración del artículo y se comprometen a no incluir a quienes no hayan participado. • Se comprometen a no emitir críticas personales. En caso de disensos, estos deben ser estrictamente académicos. • Deben manifestar que cumplieron con los protocolos éticos en las investigaciones que involucren seres vivos y que, según el caso, cuentan con los respectivos consentimientos informados.

Evaluadores • Informan al equipo editorial en caso de identificar conflicto de interés personal o profesional que pueda afectar el dictamen sobre el artículo. • Comunican al equipo editorial si detectan similitudes entre el artículo arbitrado y otro que esté en proceso de publicación o que ya haya sido publicado. • Aceptan evaluar un artículo cuando consideran tener las fortalezas académicas para emitir un concepto integral sobre los aportes del texto y los aspectos que se deben mejorar. • Se comprometen a evaluar el artículo de manera imparcial y respetuosa. • Ofrecen, a partir de su experticia, lineamientos suficientes para que el autor pueda fortalecer el texto. • Se comprometen a no utilizar los contenidos del artículo sometido a evaluación en beneficio propio o de terceros hasta tanto el texto sea publicado. • Notifican si sospechan que el manuscrito en evaluación incurre en plagio o contiene datos falsos, para que el equipo editorial haga la debida verificación. • Al aceptar evaluar un contenido, se comprometen a entregar su concepto en los plazos acordados con el equipo editorial de la revista.

273


Fuente: cortesía de Ana María Rivera Ospina, La Habana, 2019



ANTIPODA 42

R E V I S T A

D E

A N T R O P O L O G Í A

Y

A R Q U E O L O G Í A

9   7 7 1 9 0 0 5 4 0 0 0 2    42


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