EDITORIAL Andrés Dávila Ladrón de Guevara, Editor En medio de incertidumbres y desazones, que parecen constituir la marca de los procesos que afronta la sociedad colombiana, resulta satisfactorio presentar otro número de la Revista de Estudios Sociales. En otras circunstancias cabría decir, a lo sumo, que esta publicación ha logrado consolidarse y no ha sucumbido a la fragilidad que caracteriza a muchos esfuerzos similares. Superar esa barrera simbólica de los primeros cinco números sería, a la vez, motivo para el reconocimiento dado que seguramente la publicación continuará, pero sería también un reto significativo dada la vigencia de la propuesta y la impostergable necesidad de conservar una identidad en la calidad de sus contenidos y en su imagen. Sin embargo, en las condiciones del país y en la forma en que las propias ciencias sociales se han visto afectadas, la continuidad es algo más, mucho más, que un resultado de cierta inercia institucional. Sería largo hablar de los sucesos de los últimos meses en lo que tiene que ver con la economía, la política, el conflicto armado. Pero basta referirse a algunos hechos que no estaban en la escena cuando se escribió y publicó el número anterior. El Plan Colombia, por ejemplo, era una referencia bastante más lejana de lo que es hoy en día, pese a que su aprobación y la recepción de los recursos sea todavía apenas una posibilidad. La crisis económica se suponía había tocado fondo y este era un año propicio para la recuperación. Ni los escándalos por la contratación en la Cámara, ni el referendo como nueva propuesta política tenían aún vigencia, ni habían desatado la controversia política en medio de unas negociaciones y hechos de violencia que se encuentran lejos de una dirección claramente discernible. No estaba en perspectiva una zona de distensión con el Eln, ni las Farc habían hecho su periplo por Europa y mucho menos habían hecho pública la llamada ley 002. Los hechos mencionados hacen aún más complejo, indescifrable y confuso el rumbo que ha de seguir el país, aun cuando no resulte desdeñable tener en consideración el grado de repetición y permanencia de muchos actores y factores que han propiciado también los rasgos de estabilidad que caracterizan el acontecer de la sociedad colombiana. Lo incierto, lo confuso, lo indescifrable no aluden, de ningún modo, a una situación de irracionalidad colectiva y caos, lugar común en muchos sectores de la opinión y los formadores de opinión. Aluden, sí, a un conjunto de paradojas y situaciones que desafían como nunca las capacidades de los analistas para reconstruir las tramas de un orden que parece escaparse de las manos. Ahora bien, si volvemos los ojos sobre nuestro entorno más cercano, nunca antes la universidad colombiana y las ciencias sociales en particular se habían visto tan inmersas en el conflicto o, más bien, como víctimas del mismo. Por estas fechas se cumple un año del asesinato de Hernán Henao. Desde entonces, periódicamente el mundo académico se ha puesto de luto con mayor asiduidad que en los períodos previos. Posteriormente apareció el cadáver de Darío Betancur, luego de meses de haber desaparecido. Después fue el asesinato de Jesús Antonio Bejarano, este último a la misma hora en que esta revista presentaba sus números dedicados a la Historia de las Ciencias Sociales en Colombia, y en una sentida ceremonia repasaba los avatares de una corta pero rica y fructífera historia de estas disciplinas en el país. Por si fuera poco, en el mes de diciembre el entonces director del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, Eduardo Pizarra, fue víctima de un atentado en el cual por fortuna no perdió la vida, pero sí tuvo que abandonar el país, como antes y después lo han hecho varios académicos. En fin, el recuento es largo y sólo hace referencia a ese entorno cercano, crecientemente amenazado, y en el cual la revista se creó con el propósito de ofrecer otra ventana para la difusión del pensamiento y la producción académica. Por eso vale la pena resaltar la aparición de otro número de la revista, al igual que persisten otras publicaciones semejantes e intentan consolidarse algunas nuevas. No es tan
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común y es importante. De alguna manera reafirman la vigencia de una diversidad y una complejidad que no agotan al país ni a la sociedad en el conflicto armado degradado, en los vericuetos de las pugnas políticas, en las cifras inclementes de la economía y en las incoherencias de políticos y gobierno. En buena forma, y aún en medio de circunstancias que explicarían la quietud, el estancamiento, la depresión, el miedo, dan cuenta de unas ciertas formas de vitalidad, de capacidad de construcción y de creatividad que permiten no ahogarse en la desesperanza. Este número, en particular, es un buen ejemplo de lo mencionado. A diferencia de todos los anteriores, en los cuáles se definió una temática central y se solicitaron explícitamente las colaboraciones, en éste se hizo una convocatoria amplia y abierta. Sin restricción de tema, ni de disciplina, ni de enfoque. El resultado es, en cierto modo, reconfortante, aunque algunos trabajos tuvieran que esperar por algún tiempo antes de ser publicados. El Dossier da cabida a diversidad de temas y enfoques. Algunos dentro de una cierta tradición de trabajo, como la historia, la filosofía, la psicología. Otros intentando nuevas aproximaciones, a veces incluso sobre viejos temas, como es el caso de los estudios de comunicación y de ciencia política. Aunque hay una presencia dominante de profesores de la Universidad de los Andes, resulta fundamental constatar la colaboración de profesores de la Universidad Javeriana y la Universidad Nacional e, incluso, de profesoras de la Universidad Simón Bolívar de Caracas. Sólo se echa de menos la presencia de colaboraciones de universidades y profesores de las universidades de las principales capitales departamentales, lo cual sin duda sugiere un cierto sesgo "centralista". Y en los temas la gama es amplia: la historia de una de las metrópolis y su pérdida del poder; una reflexión filosófica sobre la idea del progreso; los resultados concretos de una investigación sobre salud, género y múltiples roles; una aproximación politológica a un supuesto dinosaurio: el clientelismo; un cuidadoso seguimiento al papel de los medios en el proceso de paz; y una aguda reflexión sobre los nexos entre lenguaje, poesía y filosofía. La sección Otras Voces presenta, como siempre lo ha hecho, aportes de colaboradores de menor trayectoria en el mundo académico o que representan perspectivas de disciplinas que tradicionalmente no han estado ubicadas dentro de las ciencias sociales. Para empezar, se incluye un interesante trabajo colectivo sobre jóvenes y política, producto de un esfuerzo adelantado por profesores y estudiantes en el Departamento de Ciencia Política. Se publica, también, un novedoso trabajo de una estudiante del magister en Ciencia Política acerca de un dilema de acción colectiva en relación con la pesca en el río Magdalena. Continúa con una reflexión de corte más teórico sobre la propuesta habermasiana vista en la perspectiva de una crítica al parlamentarismo. Finaliza con un trabajo sobre el diseño industrial y el diseño de objetos visto desde su cuarta dimensión, que parece dar cabida a una especie de perspectiva sociológica para esta disciplina. En el Debate se tienen las opiniones polémicas y muy provocadoras de un general en uso de buen retiro y una figura política alrededor de la ayuda que posiblemente apruebe el Congreso norteamericano para el Plan Colombia. La sección Documentos presenta un relato a partir de una dramática historia verdadera que retrata aspectos indeseables del conflicto; da cabida a un oportuno análisis de la compleja coyuntura que ha vivido el Ecuador en los meses recientes; y reproduce el discurso de entrega del premio de ciencias, texto en el cual se muestra la difícil situación de una actividad que debería ser prioritaria para el país, como es la investigación en ciencias y en ciencias sociales. En las Lecturas se combinan reseñas de libros de reciente aparición, con ensayos críticos en torno a autores y temas. La Revista de Estudios Sociales presenta también y de manera parcial una nueva cara, producto de la necesidad de adaptarse a condiciones de menor disponibilidad de recursos. Los cambios introducidos, obligados por lo señalado, han tratado de respetar una imagen y una propuesta gráfica novedosa, sin demeritar la calidad de la publicación. Ello ha implicado agradecer a colaboradores como Mateo Castillo y Lucas Ospina, así como a Panamericana formas e impresos, por una labor que permitió cinco números de innegable calidad. Ahora, con Tercer Mundo Editores el reto es mantenernos aun dentro de limitaciones que, como las señaladas en términos de recursos, no se pueden soslayar. Y esta es la primera respuesta a ese desafío.
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Cómo España gobernó y perdió al mundo Heraclio Bonilla'
España y Europa En 1898, hace exactamente cien años, España en el contexto de una guerra internacional perdió tres de sus últimos enclaves coloniales: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Esa pérdida no fue la primera que España tuvo en el Hemisferio. A comienzos de siglo, uno tras otro y en el marco de un proceso complejo y ambiguo, los espacios correspondientes a los Virreinatos de Nueva España, Perú, Nueva Granada y el Río de la Plata rompieron igualmente su vinculación colonial con España, cerrándose de esa manera un proceso trisecular abierto por Colón, Cortés y Pizarra. Pero entre uno y otro desenlace hubo, por lo menos, dos diferencias significativas. Por una parte, las guerras por la emancipación de comienzos del siglo XIX fueron fundamentalmente guerras civiles y cuyo estallido fue el resultado del descoyuntamiento de la cabeza política del Imperio Español. La crisis de fin de siglo, en cambio, se dio en el contexto de una guerra colonial, librada en un escenario internacional, y no la consecuencia sino el inicio de una profunda crisis política y social en España1. El análisis completo del proceso de emergencia y crisis del conjunto del Imperio Español requeriría de varios volúmenes, dada la extensión y la heterogeneidad de cada una de sus partes. Pero ese análisis es no obstante necesario si se quiere singularizar la naturaleza del colapso final de 1898. Este ensayo, por lo mismo, es una contribución a esa comprensión, a partir del estudio tanto de los mecanismos de control utilizados por España, como de los procesos que provocaron la caducidad de ese peculiar pacto colonial. La noción de imperio que España compartía era entendida como la soberanía absoluta de un solo individuo, y en ese sentido era claramente tributaria de la experiencia del Imperio Romano. Empezó con la unión de Castilla y Aragón, a través del matrimonio de Isabel y de Fernando en 1469. Mientras que Castilla contó con una importante economía lanera, Aragón era potencia en el Mediterráneo, donde ya controlaba Sicilia y Cerdeña. A partir de esta alianza, nuevas expansiones territoriales incluyeron el desalojo de los moros de Granada, la incorporación de Navarra y de * Profesor del Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia. 1 Sebastián Balfour, El fin del Imperio Español, Barcelona, Crítica Grijalbo Mondadori, 1997.
Nàpoles. Sin embargo, la heterogeneidad existente entre Castilla y Aragón era de tal naturaleza que la hacía poco propicia a la consolidación de un Estado. De hecho no se dio ni una moneda ni un sistema legal y fiscal común, siendo la Inquisición la única institución unitaria. Se trató más bien, como señala Anthony Pagden2, de una confederación de principalidades vinculadas a través de la persona de un único soberano. Con el arribo de Carlos V al control del imperio, su base territorial se expandió mucho más aún. Al patrimonio personal de los Habsburgos se añadían ahora el Franco Condado, Milán y los Países Bajos, en Europa, mientras que en América eran conquistados México y el Perú. En términos del gobierno, este crecimiento del imperio hizo necesaria la delegación de poderes, adicionándose dificultades a la unificación. Al mismo tiempo, la derrota de la rebelión comunera en 1520-1521 eliminaba los restos de una constitución contractual en Castilla. Ajuicio de Perry Anderson3, esta derrota militar de las ciudades, en lugar de las rebeliones aristocráticas, como era la norma en la Europa de ese tiempo, separaría la experiencia política de la monarquía española de las demás. La plata de Potosí y de México pese a que en términos de ingreso representó sólo un 25% de las rentas totales, fue no obstante crucial para las aventuras bélicas de Carlos V en el teatro europeo. En el sur sus logros fueron la supresión de la amenaza turca, la subordinación de Italia y la intimidación del Papado, mientras que en el norte los resultados fueron más mezclados. La reforma no pudo ser erradicada de Alemania, mientras que las cargas de la guerra erosionaron la lealtad de los Países Bajos. Pese a eso, incluso después de la división de los territorios de los Habsburgos por Carlos V en 1556, la monarquía española fue en Europa la unidad política más grande. El imperio de Felipe II, durante toda la segunda mitad del siglo XVI, continuó estas proezas bélicas: Lepanto, en 1571, la incorporación de Portugal y la conquista de las Filipinas, en el Pacífico. Pero en la Europa del norte, España fue incapaz de doblegar la resistencia de los Países Bajos, a la vez que fueron exitosamente rechazadas las incursiones de su ejército en Francia e Inglaterra. Desde los comienzos del siglo XVII, con los reinados de Felipe III y Felipe IV, y la de sus asesores 2 Anthony Pagden, Spanish Imperialism and the Political I 3 Perry Anderson, El Estado absolutista, México, Siglo XXI, 11a. ed., 1990.
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Lerma y Olivares, se inicia la inflexión de la próspera coyuntura anterior. Por una parte, la todavía aparente y discutida caída de las remesas de plata desde América y, por otra, las derrotas militares en el sur del continente europeo, fueron las señales iniciales más significativas de este cambio. Poco después, desde 1640, Cataluña se convertiría en un protectorado francés, Nápoles y Sicilia se independizaban, el Franco Condado era devuelto a Francia y, finalmente, Portugal y los Países Bajos veían coronados con éxito sus esfuerzos separatistas. Se pensaba que la muerte de Carlos II, El Hechizado, cerraría este ciclo sombrío, al convertir a la otrora orgullosa España imperial en un botín de las principales fuerzas europeas.
España y las Indias
La pieza clave de la España de los Habsburgos era ciertamente el dominio colonial de las Americas. Su descubrimiento, la conquista de su territorio y las formas de su administración temprana, provocaron una intensa polémica doctrinaria sin equivalente alguno en la historia de las otras experiencias coloniales y ha sido ampliamente documentada en tres importantes libros por Anthony Pagden4. Paralelamente a un debate resuelto más por la práctica que por el peso del argumento teológico, una vez que la Corona española percibió la importancia estratégica de las colonias, las incorporó plenamente a sus dominios, pese a que sus Majestades, como diría el historiador oficial de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo, "ofrecieron sólo papel y palabras de aliento" al inicio de la empresa. Bajo el imperio, la legislación y las instituciones que protegían en Castilla a los súbditos del rey, también protegían a los del Perú. No obstante, como señala Pagden, esos privilegios eran concesiones y no derechos, y habían sido decretadas en Europa y no en América, puesto que todo grado de actuación legislativa independiente habría sugerido que el bien común de América podría diferenciarse del de Castilla. Los medios del gobierno sobre las Indias fueron una densa legislación, desde las leyes de Burgos hasta la Reconciliación de las Leyes de Indias, publicada en cuatro tomos en 1681, y una impresionante burocracia colonial. Las relaciones establecidas entre España y
4 Pagden, Spanish Imperialism...; The Fall of Natural Man. The American Indian and the Origins of Comparative Ethnology, Cambridge, Cambridge University Press, 1986; Lords of AII the World Ideologies of Empire in Spain, Britain, and France, 1500-1800, New Haven, Yale University Press, 1995.
América como consecuencia de la conquista fueron típicas relaciones coloniales, incluso el concepto aparecería recién en el siglo XVIII en el marco de las reformas de los Borbones. En éstas la dominación política era indispensable para que la metrópoli se apropiara del excedente colonial a través de la imposición fiscal y del monopolio comercial5. Por consiguiente, la organización del poder y del Estado era una cuestión capital para el funcionamiento adecuado de las relaciones coloniales de explotación. Pero la constitución del estado colonial fue el resultado de un largo y tortuoso proceso, ligado a las dificultades que debió superar la metrópoli para afirmar su dominio en las colonias americanas. Bien conocido es que la Conquista fue una empresa esencialmente privada, en que la Corona muchas veces se limitó a otorgar una caución meramente formal. Justamente, las Capitulaciones suscritas entre el rey y los hombres de la conquista, reconocieron explícitamente a estos últimos ciertos privilegios en recompensa de sus esfuerzos en ganar para la Corona hombres y tierras nuevos. Uno de estos privilegios fue la encomienda, es decir, el derecho concedido al conquistador para apropiarse de la fuerza de trabajo y tributo de los indios, a cambio de que los encomenderos protegiesen a la población conquistada y la instruyesen en la religión católica. Muy pronto, sin embargo, la Corona percibió el enorme peligro implícito en la privatización de estos privilegios reales, puesto que fundaba la posibilidad de que los encomenderos desarrollasen una base de poder autónoma, a partir de la cual pudiesen desafiar la autoridad del monarca. Los reyes católicos, que ejercían el control del naciente Estado español en el momento de la conquista, eran particularmente sensibles a esta amenaza, en la medida en que el Estado español y su propia autoridad emergieron desafiando centros competitivos de poder basados en los señoríos regionales. Estas amenazas eran tanto más graves por la distancia y las dificultades de comunicación entre España y América. La metrópoli, por consiguiente, no podía tolerar por demasiado tiempo que los nuevos encomenderos se sustrajesen a su control. La hecatombe producida por la conquista, las epidemias que diezmaron a los indios, así como los abusos de la encomienda, generaron, de otro lado, un vasto movimiento en favor de los indios, cuyo portavoz más connotado fue
5 Carlos S. Assadourian, "Modos de producción, capitalismo y subdesarrollo en América Latina", en Cuadernos de Pasado y Presente, 40, Buenos Aires, 1973, pág. 72.
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Bartolomé de las Casas. En respuesta a estas demandas, así como en un intento de restablecer el control de la Corona sobre sus encomenderos, Carlos V promulgó en 1542 las llamadas Leyes Nuevas. Éstas asestaron un duro golpe al poder de los encomenderos, al limitar la duración de las encomiendas y al prohibir la utilización de la fuerza de trabajo indígena. Cuando el virrey Blasco Núñez de Vela intentó aplicar estas leyes se desencadenó un intenso conflicto entre los representantes del rey y los encomenderos, cuyos momentos más significativos fueron la revocación de las Leyes Nuevas en 1546 y, sobre todo, la derrota en Jaquijaguana (1548) del líder de los encomenderos Gonzalo Pizarro por Pedro de la Gasea, el emisario del rey. Su derrota tiene una profunda significación en el proceso de constitución del Estado colonial. La quiebra de los encomenderos, en efecto, posibilitó el inicio de la consolidación del poder metropolitano sobre las colonias, proceso que se cristalizó durante el gobierno del virrey Toledo (15621582). No sólo se cancela un movimiento (el de los encomenderos) que de haber triunfado hubiese significado una genuina independencia de la metrópoli española6, sino que a partir de esa derrota se implantó un modelo peculiar de organización política. El asentamiento del poder metropolitano sobre sus súbditos coloniales requirió, en efecto, del diseño de una maquinaria burocrática controlada directamente por el rey. En el caso de las colonias esta organización reprodujo las pautas del gobierno de Castilla, de tal suerte que el modelo de las relaciones entre el rey y el Consejo de Indias fue idéntico, en el caso de las colonias, al establecido entre el virrey y la Audiencia. Leyes como las de 1542,1550,1573, y sobre todo la monumental Recopilación de leyes de los reinos de Indias de 1681, a la vez que doblegaban el poder de los colonos, estuvieron orientadas a definir detalladamente las relaciones entre el monarca y su burocracia y entre las diferentes instancias del aparato administrativo colonial. En las colonias la autoridad máxima era el virrey. Si bien teóricamente debía compartir su poder con la Audiencia, en la práctica era quien decidía la naturaleza de los casos a ser ventilados en la Audiencia. El virrey, además, era el encargado de nombrar a los titulares de los cargos vacantes y, en tanto jefe de la Iglesia en las Indias, a los candidatos a los puestos eclesiásticos menores. Sin embargo, en la medida en que los funcionarios nombrados por el rey requerían a su
vez la aprobación de la metrópoli, y dado que las leyes y reglamentos emanados de ella prácticamente convertían al virrey en un nuevo administrador rutinario, el poder efectivo en las colonias reposaba en el rey y en su Consejo. Pero la metrópoli no se contentó con nombrar a estos altos funcionarios en base a su capacidad y a su lealtad a la persona del rey, y de cautelar sus actividades a través de una minuciosa legislación. Su desconfianza la llevó incluso a instituir procesos de residencia y de visita, como formas de garantizar que el virrey y la alta burocracia colonial no contradijesen la hegemonía absoluta de la Corona. A estas formas de control de la Corona sobre sus altos funcionarios perteneció también la prohibición de que estos últimos nombrasen como autoridades subalternas en la colonia a sus familiares dentro del cuarto grado. Además, como norma de funcionamiento dentro de la burocracia, el rey estableció una división interna de responsabilidades, con el objeto de reservar para sí la capacidad de arbitraje en caso de conflicto. Este modelo de segmentación fue también aplicado al conjunto de la sociedad colonial con el objeto de atenuar la explosividad de los conflictos y asegurar la perdurabilidad de la hegemonía de la metrópoli. El poder, en suma, estuvo centralizado en el extremo vértice del sistema (el rey) y compuesto por múltiples jerarquías que actuaban de manera interdependiente. Cada una de ellas, a su vez, tenía la posibilidad de comunicarse directamente con el vértice del sistema en demanda de legitimidad de sus actos. El rey, al convertirse en el supremo conciliador, expresaba permanentemente su autoridad. La unidad del sistema, por último, estuvo consolidada, incluso sacralizada, por el Patronato Real que sancionaba la alianza del poder temporal con el poder espiritual. La configuración del poder del monarca, por otra parte, . dependió de la captación permanente de excedentes, generados en las colonias a través de la explotación minera y comercial. Es por eso que la política económica conocida como el mercantilismo fue la expresión de este sistema de poder. En el caso de España y de sus colonias esta política implicó el establecimiento de un sistema monopólico en el comercio de las Indias, confiado a poderosos Consulados o asociaciones de comerciantes. La metrópoli, además, al mismo tiempo que desalentaba en las colonias la producción de aquellas mercancías que podían eventualmente desafiar la producción de la península, se aseguró el monopolio de recursos estratégicos como el mercurio, la sal, la pólvora, el tabaco, etc.
6 Marcel Batallón, "La Rebelión Pizarriste, Enfantement de “Amenque Espagnole", en Diogene, París, julio septiembre, 1963, pág. 4763.
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El sistema mercantilista, sin embargo, dada la profunda debilidad de la economía española, fue el flanco más débil del poder metropolitano. España no pudo absorber la producción colonial ni satisfacer la demanda del mercado colonial, al mismo tiempo que carecía del poder naval necesario para garantizar la efectiva vigencia del monopolio comercial. El comercio de contrabando, en efecto, permitió la emergencia de grupos nuevos con poder semi-monopólico y cuya actividad redujo sensiblemente los márgenes de beneficio de los comerciantes monopolistas. El pujante • desarrollo económico de las otras regiones europeas, por otra parte, convirtió a los comerciantes del Consulado en meros intermediarios entre las colonias americanas y los mercaderes y empresarios europeos7. Traducida conceptualmente, gran parte de la descripción anterior sobre las formas de organización del Estado metropolitano y los mecanismos de control impuestos sobre su burocracia colonial, corresponden a lo que Max Weber denominó patrimonialismo, es decir la variante más significativa de lo que él mismo calificara como dominación tradicional. Gran parte del conocimiento sobre este tipo de poder, sobre todo en relación con el sistema colonial, lo debemos a los trabajos de Richard Morse8, John Phelan9 y HorstPietschmann10, quienes apoyándose precisamente en Weber han ofrecido una propuesta sugerente sobre la naturaleza y las dificultades del patrimonialismo colonial. Ha sido igualmente Morse quien ha señalado la importancia del pensamiento del barroco y de la escolástica. La distinción entre ley natural y conciencia, el reconocimiento de que el poder del soberano se origina con la colectividad de los hombres, que el pueblo no delega sino que aliena la soberanía a su príncipe, que el príncipe está regido por su propia ley y que en algunos casos esta ley pierde su fuerza, son algunos de los aspectos de la filosofía de Suárez que, a juicio de Morse, han modelado Latinoamérica desde la colonia hasta los tiempos recientes.
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Magali Sarfatti, Spanish Bureaucratic Patrimonialism in America, Berkeley, 1966, pág. 9. 8
Richard Morse, "The Heritage of Latín America", en Louis Hartz (ed.), The fie Founding of New Societies, New York, 1964.
9
John Phelan, The Kingdom of Quito, Madison, The University ofWisconsin Press, 1967.
10
Horst Pietschmann, "Burocracia y corrupción en Hispanoamérica colonial", en La Cultura en México de Siempre, México, 1984.
La naturaleza de la sociedad colonial La estructuración colonial fue el producto de la guerra y de la conquista. Éstas segmentaron y opusieron a conquistadores y conquistados, a colonizadores y colonizados. Más aún, esta oposición nacida del papel que cada grupo desempeñó en e proceso de la conquista estuvo desdoblada en otra de carácter étnico. Los colonizados eran indios, y blancos los colonizadores. Desde su nacimiento, entonces, la sociedad colonial combinó una estructuración de clase con una estructuración étnica, siendo las relaciones derivadas de las últimas predominantes. Que las relaciones étnicas camuflaran las relaciones de clase no es incomprensible en una sociedad que hizo de la separación estricta de indios y españoles uno de sus principios básicos de funcionamiento. Las repúblicas respectivas, en efecto, tuvieron autoridades propias, leyes y reglamentos específicos. Esta separación profunda explica también por qué las rebeliones que trataron de corregir o cancelar el estatuto colonial fueron básicamente relaciones coloniales. Pero la segmentación colonial no sólo opuso al estamento indio contra el estamento blanco. Los criollos y españoles, a su vez, estuvieron agrupados en corporaciones más o menos cerradas. Como en el modelo medieval eran miembros de la sociedad, en tanto miembros de una corporación. Es por esto que, refiriéndose a México, José M. Mora llegó a afirmar: Si la independencia en el territorio se hubiera efectuado hace cuarenta años, un hombre nacido o radicado en el territorio en nada habría estimado un título de mejicano y se habría considerado solo y aislado en el mundo, si no contaba solo con él. Para un tal hombre el título de oidor, de canónigo, y hasta de cofrade habría sido más apreciable y es necesario convenir en que habría tenido razón, puesto que significaba una cosa más positiva: entraren materia con él sobre los intereses nacionales habría sido hablarle en hebreo; él no conocía ni podía conocer otros que los del cuerpo o cuerpos a que pertenecía y habría sacrificado por sostenerlos los del resto de lasociedad 11. Parecen entonces evidentes los supuestos que formaron la organización y el funcionamiento de la sociedad colonial. A la "patrimonializadón" del poder político, correspondía así una "corporatizadón" del conjunto del sistema colonial. En uno como en otro
11
José Mi, Mora, Obras sueltas, vol. I, París, 1837, págs. xcvi-xcviü.
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caso, el resultado fue la fragmentación de los intereses sociales, impidiéndose de esta manera la percepción de los intereses comunes. Cada segmento tenía sentido, sólo en tanto "parte" de un todo y cada quien ocupaba un puesto específico, adquirido por adscripción y sancionado (incluso sacralizado) por la ley. De acuerdo con el organicismo que sustentaba esta doctrina, cada parte jugaba roles funcionales, es decir, necesarios para el mantenimiento del sistema. Es este mecanismo el que permitió una racionalización entera de la más cruda explotación impuesta por los colonizadores sobre la población indígena. En palabras de uno de sus mejores intérpretes, Solórzano Pereira: [...} así como cualquier República bien concertada, requiere que sus ciudadanos se apliquen y repartan a diferentes oficios, ministerios y ocupaciones: entendiendo unos en las labores del campo, otros en la mercadería, y negociación, otros en las artes liberales y mecánicas, y otros en ios tribunales a juzgar o defenderlas causas y pleytos; así también, y aún en primer lugar, conviene y es necesario que según la disposición de su estado, y naturaleza, unos sirvan, que son más aptos para el trabajo, y otros gobiernen, y manden en quienes se halla más razón y capacidad para ello... Porque según la doctrina de Platón, Aristóteles y Plutarco y los que le siguen, en todos estos oficios hace la República un cuerpo, compuesto de muchos miembros que se ayudan, y sobrellevan unos a otros, entre los cuales, a ¡os pastores, labradores, y otros oficiales mecánicos, unos los llaman pies, y otros brazos, otros deudos de la misma República, siendo todos en ella forzosos, y necesarios, cada uno en su ministerio, como grave, y santamente nos lo da a entender el Apóstol San Pablo 12, Y de manera mucho más específica:
[...} siendo ésta así, no puede parecer injusto que los indios, que por su estado y naturaleza son más aptos que los Españoles para ejercer por sus personas los servicios de que tratamos, sean obligados y competidos a ocuparse en ellos con buenos partidos, gobernándolos, adiestrándolos, y ayudándolos con su industria, e ingenio los Españoles, como lo apunta la dicha Ley de Partida. Pues según sentencia de Aristóteles, y otros que le siguen, aquellos a quien la naturaleza dio cuerpos más robustos o vigorosos para el trabajo, y menor entendimiento o capacidad, infundiéndoles más de estaño que de oro por esta vía, son los que se han
de emplear en él, como ios otros, a quien se Íes dio mayor en governalles, y en las demás funciones y utilidades de ia vida civil13. La erosión del sistema patrimonial Pese al conjunto de medidas adoptadas por el monarca para evitar el resquebrajamiento de su poder, el funcionamiento del mismo sistema patrimonial encerró un conjunto de riesgos que apuntaban al debilitamiento de su autoridad. A la posibilidad ya mencionada de que los funcionarios privatizaran sus funciones, deben agregarse las dificultades nacidas de un control establecido sobre un territorio bastante alejado del centro del poder. La comunicación entre la metrópoli y sus colonias americanas, por ejemplo, demandaba entre seis y ocho meses, tiempo que favorecía a las autoridades coloniales para que tomasen por su propia cuenta iniciativas para resolver situaciones de conflicto interno. Las dificultades financieras de la metrópoli, además, la obligaron a poner en práctica la venta de diferentes puestos públicos subalternos, frenando de esta manera la transmisión y el acatamiento de las órdenes del rey y del virrey. Finalmente, el aislamiento mutuo entre las diferentes regiones del espacio colonial americano, dificultó también el control de las autoridades coloniales sobre los funcionarios locales, posibilitando la fragmentación del poder en manos de estos últimos y de la aristocracia terrateniente 14 Las amenazas más directas al poder patrimonial de los monarcas, sin embargo, no provinieron del interior de su burocracia. Se gestaron y desarrollaron en el seno de los grupos directamente ligados con la estructura productiva de la sociedad. Estos grupos, si bien crecieron y se fortalecieron dentro del sistema mercantilista imperial, en la medida en que la metrópoli española no era capaz de responder eficientemente al desafío de las otras potencias europeas, empezaron pronto a percibir que este mismo sistema imperial limitaba grandemente sus actividades15. Examinemos algunas situaciones específicas. Los comerciantes, en primer lugar, fueron los beneficiarios del sistema imperial al tener acceso directo al monopolio del tráfico ultramarino y al control sobre impuestos de la Real Hacienda como la alcabala y la avería16.
13
Juan de Solórzano Pereira, Política indiana, Madrid, 1648, libro II Cáp. VI, 8 puntos 5-6. 12
Ibit, punto 10.
14
Sarfatti, Spanish Bureaucratic, pégs. 33-37,
15
Ibid, págs. 49-63.
16
John TePaske, "La crisis del siglo XVIII en el Virreinato del Perú", en Bernardo García (ed.), Historia y sociedad en el mundo de habla española, México, El Colegio de México, 1970, Pág., 266.
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Los dueños de minas y el gremio minero, igualmente, 'tuvieron jurisdicción sobre los casos mineros y ganaron el privilegio de acuñar moneda. Los hacendados, finalmente, adquirieron o se apoderaron de grandes extensiones de tierra y tuvieron el control sobre la fuerza de trabajo de los indios de las regiones aledañas. En síntesis, el control sobre los factores de producción (mano de obra de los indios, tierras, minas), combinado con las oscilaciones favorables de la coyuntura de la demanda europea, fueron determinantes tanto de la pujanza económica de estos grupos como del establecimiento de una autonomía relativa dentro del sistema imperial. El debilitamiento interno de este sistema patrimonial, conviene recordarlo, estuvo intensificado por el comportamiento del clero regular y secular, así como de los funcionarios subalternos quienes, a su vez, convirtieron sus deberes públicos en derechos privados. Las reformas borbónicas y el fortalecimiento del poder patrimonial Es este el trasfondo de los cambios implementados por la dinastía borbónica que asume el control del Estado imperial luego de las guerras de sucesión. Rodeados por un grupo de consejeros notables como José de Patino, el Marqués de la Ensenada, el Conde Floridablanca, José de Gálvez, los Borbones, y en particular Carlos III, decidieron una reconquista en regla de las colonias indisciplinadas. La misma palabra colonia fue por vez primera utilizada por Pedro Rodríguez de Campomanes para designar a la relación que en adelante debían establecer España y sus dominios americanos. Estas reformas fueron también sustentadas por José de Campillo y Cossío, secretario de Marina, Guerra e Indias de 1741 a 1743, quien en su Nuevo sistema de gobierno económico para la América constataba que España extraía menos beneficios de sus posesiones americanas que lo que las Barbados y Martinica producían para Inglaterra y Francia. Pero para que estas reformas se introdujeran fue igualmente indispensable la transformación política de ese Estado. Como señala Brading17, mientras que bajo los Austria, Mariana pudo discutir la justicia del tiranicidio y Suárez la base contractual del gobierno, en el Siglo de las Luces se prohibieron sus trabajos por subversivos. En cambio, la teoría del derecho divino de los reyes se convirtió en la virtual ortodoxia de los círculos oficiales. En suma, el Estado absolutista era ahora el instrumento esencial de la reforma.
17
David Brading, "Bourbon Spain and its American Empire", en Leslie Bethell (ed.), The Cambridge History of Latin America, vol. I, Cambridge, Cambridge, University Press, 1984.
En relación con Hispanoamérica las reformas incluyeron la creación de los Virreinatos de Nueva Granada (1739), del , Río de la Plata (1776), y la ambiciosa reforma administrativa que implicaba la creación del sistema de Intendencias entre 1782 y 1796. Los ataques de los Borbones contra los privilegios de los retenedores patrimoniales, por otra parte, estuvieron destinados a racionalizar la explotación colonial, es decir, a incrementar las ganancias de la metrópoli a fin de alcanzar el nivel de desarrollo logrado por las regiones más dinámicas del continente europeo. Estas medidas, para ser eficaces, tenían que ir al encuentro de los intereses privados de la élite colonial. Es así como Felipe V, en 1724, retira al Consulado el privilegio de la recaudación de la alcabala y la avería para entregarlo a los funcionarios de la Tesorería Real . de Lima, al mismo tiempo que obligaba a los comerciantes a pagar una deuda de cerca de tres cuartos de millón de pesos por concepto de impuestos atrasados18. El desmantelamiento del monopolio del tráfico comercial, a través de la cancelación del sistema de flotas y su reemplazo por los navíos de permiso y de registro, así como la participación creciente en el comercio ultramarino de los asentistas británicos fueron, dentro de este contexto, las medidas que erosionaron definitivamente el poder de los comerciantes. Al liberalizar el comercio se estimuló fuertemente su desarrollo, pero su contrapartida fue que estas reformas amenazaron directamente la posición privilegiada del grupo de comerciantes. Y es la conciencia de esta amenaza el hecho históricamente significativo. El gremio minero, igualmente, sufrió las mismas amenazas, particularmente cuando Felipe V y Fernando VI enviaron funcionarios como Luis Ambrosio Alarcón y Antonio de Ulloa para supervisar la producción minera y de mercurio19. El privilegio que tuvieron muchos mineros de acuñar moneda también les fue retirado en 1752, a la vez que establecía un control más riguroso sobre el comercio de la plata labrada, es decir, una de las forma en que se exportaba este metal sin pago de los impuestos reales. A este conjunto de reformas, que afectaron la posición privilegiada de los principales grupos económicos de la colonia, deben añadirse las destinadas a cancelar o atenuar el poder de la antigua burocracia patrimonial y de la Iglesia. En efecto, a la reducción de las prerrogativas del Tribunal de la
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TePaske, "La crisis..." pág. 271. Ibid, págs. 272-273.
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Inquisición se agrega la tremenda decisión de expulsar a los jesuitas en 1767, creándose así un profundo resentimiento entre las familias criollas más ligadas a la Orden. El nombramiento por el rey de intendentes para Arequipa, Cusco, Huamanga, Huancavelica y Tarma en 1784, a los que se agregaron los de Trujillo y Puno en 1796, fue de otro lado una medida destinada esta vez a quebrar el poder y los privilegios de los funcionarios locales y a acentuar la autoridad de la Corona. Otra expresión, tal vez la decisiva, de las correcciones que la metrópoli impuso en el funcionamiento de sus relaciones con sus colonias se encuentra a nivel de la administración colonial. Sumariamente, fueron dos las instancias máximas del gobierno en las colonias: el virrey y las Audiencias. Si bien las decisiones finales eran tomadas por el virrey, no fue menos importante el papel que tuvieron los miembros de la Audiencia en la negociación, sugerencia y presión de las decisiones políticas. Ahora bien, el hecho decisivo es que hasta 1777, siete de los ocho oidores eran criollos e, incluso, cinco de los primeros, limeños20. Esta abrumadora mayoría de los criollos en una de las más altas instancias del gobierno colonial empezó significativamente a modificarse entre 1776 y 1787, en los años de José de Gálvez como ministro de Indias, y en consonancia con la nueva política de Carlos III para retomar el control político de sus colonias21. Mientras que muertes, jubilaciones y promociones iban reduciendo significativamente el número de criollos en la Audiencia de Lima, los nuevos nombramientos claramente favorecían a los peninsulares, al punto que en 1779 la relación entre criollos y peninsulares empezó a inclinarse del lado de estos últimos22. En 1807 sólo cuatro criollos (3 jueces y un fiscal) mantuvieron sus posiciones, mientras que el último nombramiento realizado por los Borbones en 1819, hizo que los criollos retuvieran sólo 5 de los 18 puestos de la Audiencia. Cambios similares ocurrieron en la jefatura del ejército colonial. Aquí, en 1788, de los 157 oficiales que integraban el Batallón Fijo del Callao, 92 eran españoles y 65 criollos y todos los españoles, con una sola excepción, ocupaban los altos mandos de la jerarquía militar23. Estos hechos 20
León G. Campbell, "Los peruanos en la Audiencia de Lima a fines del siglo XVIII", Quinto Congreso Internacional de Historia de América, vol. II, Lima, 1972, pag. 399. 21 Mark Burkholder, y D.S. Chandler, From Impotence to Authority: The Spanish Crown and the American Audiences, 1697-1808, Columbia, Mississippi, 1977. 22 Mark Burkholder, "From Creole to Peninsular: The Transformation of Audiencia de Lima", en Hispanic American Historical Review, vol. 53, riúm. 3,1972, pág. 406. 23 Campbell, "Los peruanos...", pág. 56.
explican suficientemente por qué Baquíjano y Carrillo, al ser nombrado en 1793 representante del Cabildo ante el rey, exigió que un tercio de los puestos en las Audiencias de cada Virreinato fueran confiados a criollos y, sobre todo, cuál era el significado del desenvolvimiento de los criollos en la emancipación: la reivindicación de sus privilegios recientemente perdidos24. Pese a su importancia, estos cambios no debieran sin embargo ser exagerados. Como lo advierte León Campbell25, el incremento de los puestos burocráticos a fines del XVIII permitió el ensanchamiento y reforzamiento de los lazos, mediante el matrimonio, por ejemplo, entre la burocracia y la élite local, mientras que la penuria financiera del Tesoro Real produjo el mantenimiento de la dependencia económica del gobierno colonial frente a la aristocracia criolla. Esta misma debilidad económica del Tesoro explica por qué, al no pagarse adecuadamente los salarios de los oficiales, la presencia de los criollos continuó siendo significativamente importante en el ejército colonial26. Además, la oposición criollos vs. peninsulares si bien es inútil en la primera aproximación para comprender la naturaleza de los conflictos en la sociedad colonial, es sin embargo insuficiente en un último análisis. Cuando la Audiencia se divide después del desalojo de Pezuela, por ejemplo, uno de los tres jueces que apoyaron al antiguo virrey era un limeño; recíprocamente, cuatro de los siete ministros que quedan y juran la Independencia eran peninsulares. La ejecución de este conjunto de reformas tendientes a recortar los privilegios locales, sin embargo, creó las bases para la emergencia de un nuevo cuerpo de privilegiados: los militares. Con la excepción de la guardia virreinal, de las tropas para la defensa de las embarcaciones del puerto del Callao y de las fronteras, existieron muy pocas fuerzas regulares hasta 1750. Pero después de esta fecha, tanto el ejército como la milicia se expandieron significativamente ante la amenaza de las rebeliones indias y la necesidad de reforzar el poder del monarca. Para asegurarse la lealtad y la eficiencia del grupo militar, los Borbones les otorgaron un conjunto de privilegios especiales (fueros) que de hecho colocaron a este grupo en la misma situación que aquellos a quienes debían combatir27. Mucho se ha discutido sobre los efectos de las reformas emprendidas por los Borbones en las relaciones entre la
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Burkholder, From Creóle..., pág. 414. Campbell, "Los peruanos...", pág. 402. 26 Ibid, pág. 130. 27 TePaske, "La crisis...", págs. 173-274 25
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metrópoli y sus colonias. El aumento del volumen y del valor del comercio ultramarino, la elevación del ingreso del Tesoro (entre 1700-1704 y 1780-1784, las contribuciones por concepto de alcabala y almojarifazgo se multiplicaron por tres), las altas ganancias producidas por el monopolio del tabaco, el incremento de las rentas derivadas del tributo y del impuesto sobre las ventas constituyen, más allá de toda duda, indicios suficientes del éxito alcanzado por los Borbones en la racionalización de la explotación colonial. El reverso de esta imagen, sin embargo, está constituido por el incremento de la explotación de los indios. No obstante, la crisis del Estado metropolitano impidió que estas reformas alcanzasen un éxito completo. Ellas fueron suficientes, en cambio, para crear el clima político y psicológico más propicio para el estallido de la rebelión. Pero una rebelión que no tuvo ni el mismo contenido, ni el mismo significado en todas las colonias hispanoamericanas, sino donde se expresaron contradictoriamente todas las disparidades económicas y sociales desarrolladas a lo largo de tres siglos de control colonial. La crisis del Estado metropolitano La profunda quiebra del Estado metropolitano entre 1796 y 1814 fue el factor decisivo que provocó el desenlace del conjunto de tensiones existentes en el sistema colonial y entre el sistema colonial y el poder metropolitano. Esta quiebra, como es bien conocido, fue el resultado de las pugnas políticas y militares que enfrentaron a los diferentes países del continente europeo en la búsqueda de un nuevo equilibrio de fuerzas y en las que España estuvo profundamente comprometida. Brevemente fueron éstos los hitos y las consecuencias fundamentales del conflicto para Hispanoamérica. En 1793 la guerra contra Francia implicó que España perdiera Santo Domingo. Pero las catástrofes más graves para la metrópoli española derivan de su envolvimiento militar contra Gran Bretaña, como consecuencia de la alianza establecida en 1796 con la Francia napoleónica. Su inmediata derrota en Trafalgar (1805) significó la destrucción de la Armada española y el alejamiento definitivo de sus posesiones americanas. Las medidas que se tomaron para atenuar los efectos de estos colapsos militares implicaron una apertura más amplia al comercio colonial con otras regiones. Desde La Habana hasta Buenos Aires, los colonos americanos empezaron ahora a percibir las enormes ventajas de un comercio ultramarino que comenzaba a escapar definitivamente de las tradicionales restricciones del monopolio comercial. Es aquí donde emerge la conciencia de un imposible
destino común entre España y América. Es aquí también donde trágicamente concluye la lenta reconquista de sus colonias, que para España significaron las reformas borbónicas. Para la Inglaterra del bloqueo continental, de otro lado, las brechas abiertas a lo largo de las guerras napoleónicas le permitió conocer la importancia que revestía el mercado americano para la colocación de sus mercancías, sobre todo en un momento en que se cerraban los del continente europeo. Ni sus productores, ni sus comerciantes se resignarían en adelante a participar de este mercado a través de los dudosos : mecanismos del contrabando. A la derrota militar y marítima de España, la ocupación napoleónica de la península y la lucha del pueblo español por su propia independencia, añaden ahora una derrota política. Entre 1808 y 1814 la desaparición del Estado metropolitano crea en la práctica un vacío de poder, vado que las diferentes Juntas establecidas en la península no llegaron a llenar28. No es difícil imaginar las consecuencias que tuvo este hecho en la conciencia política de los criollos y peninsulares. Como si esto fuera poco, la Junta Central de Cádiz en 1810, antes de disolverse, formuló una-invocación a los primeros para que asuman en sus manos su propio destino, mientras que dos años más tarde, en 1812, la Constitución Liberal que en ese año se promulga, refuerza su representatividad al reconocer derechos fundamentales a los criollos y afirmar la soberanía popular. Las Juntas que se establecen entre agosto de 1809 y junio de 1810 en Quito, Bogotá, Caracas, Cartagena, Santiago de Chile y Buenos Aires, a imagen y semejanza de las de la península ibérica, a la par que proclamaban su fidelidad y lealtad al rey depuesto, expresaron también las reivindicaciones particulares de los criollos. Más aún, en Buenos Aires, la defensa exitosa emprendida en 1806 por Liniers frente a la invasión inglesa permitió que los criollos de la región tomaran conciencia no sólo de su desamparo político y militar respecto de la metrópoli sino, lo que es más importante, de su capacidad y de su fuerza para emprender autónomamente la defensa de sus intereses. Ante la crisis de la metrópoli, la defensa del pacto colonial durante estos convulsos años fue asumida por las tropas americanas de las regiones centrales más adictas a la metrópoli. La reposición de Fernando Vil al trono de España en 1814, gracias a la ayuda del ejército de Wellington, significó 28
Germán Carrera Damas, "La crisis en la sociedad colonial" (Materiales para el estudio de la ideología realista de la Independencia), en Anuario del Instituto de Antropología e Historia, vol. 1, Caracas, 1967-69, pág. xxxiv.
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la vuelta al absolutismo y la revocación de la Constitución Liberal de 1812. Para el monarca español sólo la recuperación completa de las colonias americanas podía permitirle superar la bancarrota financiera de su gobierno. Los esfuerzos desplegados con este propósito, sin embargo, se saldaron con un completo fracaso debido a la permanente crisis de la monarquía y de la economía española29 y al desdoblamiento eficaz, en América, de una guerra social en una guerra colonial militar. Si bien la expedición a América de una tropa de diez mil hombres bajo el mando del general Morillo alcanzó éxitos iniciales en la pacificación de Venezuela y en la conquista de Cartagena de Indias en Nueva Granada30, más tarde estas fuerzas resultaron insuficientes para contener a los llaneros de Páez y al ejército de Bolívar. En el sur, entre tanto, desde las Provincias Unidas del Río de la Plata, San Martín iniciaba una marcha incontenible hacia el Perú, luego de derrotar en Maipú al ejército realista. El retorno de Femando VIl al trono de España correspondió a un vasto movimiento que condujo a la restauración del absolutismo en el continente europeo. Este contexto, como señala Halperín Donghi31, implicaba a la vez serios riesgos y nuevas posibilidades para el movimiento separatista hispanoamericano. Posibilidades, sobretodo, a través de la creciente aunque discreta ayuda británica, en provisiones y armas a los ejércitos patriotas al debilitarse la alianza previamente establecida con España. Los Estados Unidos, por su lado, terminaban con la paz de Gante (1814) su segunda independencia, dando paso a una política más favorable a los patriotas. Ambas actitudes fueron decisivas en el desenlace final del conflicto. El profundo fracaso de la política financiera impuesta por Fernando VIl atentó contra el éxito y la estabilidad del gobierno. El general Riego, encargado de reforzar el ejército realista en América, tradujo finalmente el descontento popular existente en la península, y en lugar de reconquistar América se pronunció por el restablecimiento de la Constitución de 1812 e implantó la revolución liberal en España. Este hecho tuvo importantes consecuencias en ambos lados del Atlántico. Para los liberales españoles, la vuelta a un régimen constitucional era la única posibilidad de atraerá las colonias americanas a una comunidad hispánica
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Joseph Fontana, La quiebra de la monarquía española. 18141820, Barcelona, Ariel, 1971. 30 Raymond Carr, España 1808-1939, Barcelona, Ariel, 1969, págs. 129-130. 31 Halperín Donghi, Tulio, Historia contemporánea de América Latina, Madrid, Alianza Editorial, 1969, pág. 107.
renovada, donde gozarían, según un catecismo político publicado en Barcelona en 1820, "de una representación y libertad que los hace iguales a nosotros y los libera de toda diferenciación odiosa"32. Para los criollos, en cambio, y sobre todo para los más adictos al pacto colonial, el mantenimiento de los lazos coloniales con una España liberal encerraba ahora riesgos muy graves para su posición de privilegio. Paradójicamente el gesto de Riego terminó con sus vacilaciones. Ellos sacrificaron a Iturbide y a San Martín una vieja, pero ahora dudosa, lealtad a la metrópoli española. El mismo día de la independencia peruana, 28 de julio de 1821, el gobierno en La Gaceta de aquel día, criticó duramente un proyecto de concordato aprobado por las Cortes de España que secularizaba las instituciones religiosas, otorgaba libertad de casarse a los clérigos, determinaba que el matrimonio y el divorcio serían objeto puramente civil, suprimía las festividades de los santos, interrumpía el curso de las bulas pontificias y las relaciones espirituales con Roma y que, finalmente, declaraba que la nación española desconocería los concilios convocados por Su Santidad. Refiriéndose a este conjunto de medidas, La Gaceta decía: "Gracias a Dios que ya no pertenecemos a semejante nación! La religión va a refugiarse en nuestros países, esto solo bastaría para justificar la Independencia que proclamamos hoy [...]". El nuevo restablecimiento en 1823 del absolutismo en España por la presión de la Francia de Luis XVIII llegaba demasiado tarde para que aquélla pudiera recuperar sus colonias. Por el contrario, este regreso al absolutismo español provocó una actitud más decidida de Inglaterra en favor de los insurgentes hispanoamericanos, mientras que en Estados Unidos, después de la compra de la Florida española en 1822, Monroe decía en 1823 a la Europa de la restauración su hostilidad a toda empresa que buscase la reconquista de América. El significado de las colonias Existe un consenso suficiente en señalar que luego del Tratado de Utrech de 1713 España debió resignarse a perder Europa y a depender sólo de las colonias americanas como soporte de sus finanzas. Hasta la independencia definitiva de Cuba, a fines del siglo XIX, pocos incidentes desmienten la validez de esta opción. El problema, por tanto, es el siguiente: ¿cuál fue el peso y la importancia de las colonias
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Fontana, La quiebra..., pág. 258.
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americanas para la metrópoli española? La evaluación de este problema es, ciertamente, difícil. Debe recordarse que, después de todo, las llamadas reformas borbónicas fueron implementadas tanto en la península como en las colonias por la convicción de que no sólo era necesario "modernizar" España, sino porque era indispensable emprender una reconquista en regla de las indisciplinadas colonias americanas. Se sabe, por otra parte, que esas reformas fueron un éxito. Refiriéndose a los efectos del comercio libre, por ejemplo, John Fisher33 señala que entre 1782 y 1796 el valor de las exportaciones americanas se incrementó diez veces, y que en ese incremento asumieron una creciente importancia productos como el tabaco, el cacao, el azúcar, la cochinilla, el índigo y los cueros, es decir, recursos procedentes de zonas hasta ese momento marginales a la vinculación colonial con España. En el campo fiscal, los efectos positivos de esas reformas son igualmente conocidos. No obstante ese éxito, cuando estos resultados son puestos en perspectiva, sus alcances resultan más modestos. En efecto, hacia 1789 la sola producción de Saint Domingue era muy cercana al valor de las exportaciones del conjunto del imperio español en América34. Pero, además, como es igualmente conocido, el éxito de la España borbónica estuvo estrechamente asociado a la tutela derivada de una específica correlación de fuerzas establecida en Europa. Y es esa correlación la que se rompe en 1793, cuando decide incorporarse a la coalición europea en contra de la Francia revolucionaria, iniciándose así el retroceso en el camino avanzado. Es dentro de ese contexto que deben ubicarse las estimaciones acerca del impacto para la economía española de la pérdida de sus colonias americanas. Desde el punto de vista de los ingresos de la Hacienda española, los trabajos de Javier Cuenca35 permiten establecer en un 25% los aportes americanos, monto constituido principalmente por la plata y las rentas de las aduanas. Pero esas cifras, por sí solas, no dicen mucho. Una evaluación más fina supone incorporarlas dentro de un cálculo más amplio, orientado a medir el significado de la pérdida de las colonias americanas dentro del conjunto del ingreso español. Y en ese contexto las conclusiones de Leandro Prados de la Escosura36
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John Fisher, Commercial Relations between Spain and Spanish America in the Era of Free Trade, 1778-1796, Liverpool, The University of Liverpool, 1985. 34 Brading, "Bourbon Spain., págs. 417-418. 35 Javier Cuenca Esteban, Ingresos netos del Estado español, 1788-1820", en Hacienda Pública Española, 1981. 36 Leandro Prados de la Escosura, De imperio a nación. Crecimiento y atraso económico en España (1780-1830), Madrid, Alianza Editorial, 1988, págs. 86-88.
son sugerentes. Afirma, en efecto, que en condiciones de costo de oportunidad igual a cero para los factores de producción, la pérdida de las colonias representó sólo entre el 3 y el 4% del ingreso nacional español, mientras que desde el punto de vista de la formación del capital, la pérdida de las colonias habría significado un descenso del 8% en las inversiones españolas. ¿Es mucho, o es poco, todo eso? No es posible establecer un juicio definitivo sobre esta cuestión trascendental, y sí reconocer las críticas metodológicas formuladas por Joseph Fontana37 a las estimaciones realizadas por Prados de la Escosura y la consiguiente necesidad de establecer una distinción correcta entre realidad y representación política de la misma. En otras palabras, la pertinencia de reconocer como igualmente válido el reclamo de la clase política española de que el mantenimiento de las colonias americanas era efectivamente imprescindible, si se quería evitar el desmantelamiento interno de las bases del anden régime. Veamos ahora el reverso del proceso. ¿Qué efectos tuvo para la economía hispanoamericana la ruptura con la metrópoli? Esta es una cuestión abierta, porque su respuesta enfrenta problemas que se refieren a la cronología, a la geografía y, finalmente, a los usos alternativos del ahorro generado por la cancelación del nexo colonial. Geografía, porque la situación de cada región fue particular y no puede ser generalizada al conjunto del continente. Cronología, porque ¿cuál es el período más propicio para ser tomado como base de análisis? Es claro que los resultados serán distintos según que las cifras elegidas se refieran a antes o a después de las guerras por la Independencia. Y en lo que concierne a los usos alternativos, es importante reconocer que en la experiencia latinoamericana hay pocas evidencias para establecer una vinculación plenamente confiable entre excedente colonial y formación doméstica del capital. Con estas limitaciones, examinemos las cifras disponibles para algunas de las regiones colonizadas. En el caso del Río de la Plata, el valor de las exportaciones antes de la ruptura ascendió a 560 mil libras esterlinas, mientras que en 1822 alcanzaron a 1.340.000 libras esterlinas. En el caso de Chile, igualmente, la ruptura se tradujo en una expansión de la producción y de las exportaciones para metales como el oro, la plata y el cobre. Pero el contraste en la experiencia latinoamericana se ilustra con los
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Fontana, "La crisis colonial en la crisis del antiguo régimen español", ponencia presentada al VIl Simposio Internacional de Historia Económica, CLACSO, Urna, 1986.
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casos de México y Perú. Las exportaciones de Veracruz descienden de un promedio anual de 2.236.213 libras esterlinas entre 1796 y 1822, a 1.893.903 en 1821 y a 469.223 libras esterlinas en 1823. Mientras que en el caso del Perú, el valor de las exportaciones que fueron evaluadas entre 1791 y 1795 en 6.662.748 libras esterlinas, se redujeron a solamente 94.240 libras esterlinas en 182338. Pero un balance más adecuado de los efectos de la ruptura para las colonias americanas debe tomar en cuenta no sólo la apertura o la contracción de los mercados, sino también la acumulación o desacumulación del capital. A base de las estimaciones de J. Cuenca39 es posible estimar en 1.094 millones de reales, en precios corrientes, los envíos privados de metales preciosos de Hispanoamérica a la península entre 1792 y 1820. Dicho de otro modo, como consecuencia de la ruptura del pacto colonial las ex colonias hispanoamericanas pudieron retener una masa de recursos monetarios potencialmente utilizable como capital productivo, aunque ese monto debiera ser reducido, ya que es bien sabido que la separación originó igualmente un éxodo de capitales asociado al retiro de españoles y criollos disconformes con la nueva realidad de las naciones independientes. La investigación futura debiera averiguar cuánto de ese monto fue utilizado efectivamente para financiar el crecimiento de las economías latinoamericanas después de la separación. El consenso y el disenso colonial Que el nacimiento del sistema colonial fue el resultado de la conquista, por consiguiente de la fuerza, es un hecho que no admite duda alguna. Pero, ciertamente, no se gobierna sólo por la fuerza. Después de todo importa no olvidar que la custodia colonial, hasta bien avanzado el siglo XVIII, estuvo basada en las milicias locales. Y es que ese "pacto colonial" reposó en premisas como las siguientes: 1. Una doctrina política que reconociendo el poder del soberano, admitía sin embargo la existencia de límites al mismo. 2. Un estilo de gobierno fundado en la división (las "repúblicas" de indios y de españoles, pero también la separación corporativa de españoles y
criollos) y en la confusión e incumbencia burocrática que garantizara el arbitraje final del monarca. 3. La cooptación, primero, la complicidad, después, y, finalmente, la fusión de los intereses de la burocracia colonial con aquellos de los grupos económicos locales. 4. La existencia de una "moral" en la dominación colonial. Moral cuyo anclaje histórico muchas veces se remontó al legado pre-hispánico, pero que el nuevo orden colonial supo rescatar y potenciar para el mantenimiento y reproducción de ese orden. El mejor ejemplo fue la adecuación entre tierra y tributo para el caso de las vastas mayorías campesinas. 5. La existencia de mecanismos que permitieron absorber las tensiones de ese sistema y garantizar que los dominados alcanzarían la satisfacción de sus agravios en el marco de ese mismo sistema colonial. Los ejemplos más pertinentes de esa situación fueron el pronto uso que la población indígena supo hacer de la legislación colonial para avanzar sus intereses y, también, la institución de la "retasa"40. Son esas bases las que se alteran en el curso del siglo XVIII, a través de una serie de medidas tomadas por la nueva dinastía borbónica y, en particular, por Carlos III, las cuales van a terminar configurando la rebelión en la periferia del sistema colonial. Pero aquí una precisión es de rigor. No se está afirmando que al igual que la conquista, la separación fue traída también desde fuera. Se sugiere, más bien, que esas medidas introducidas por los Borbones fueron el desencadenante que terminó por trastocar el arreglo de las piezas internas del sistema colonial, y que en la práctica prepararon la ruptura como la única forma de seguir avanzando, y es el caso claro de Argentina y Venezuela, o de seguir reteniendo aquello que la metrópoli no garantizaba más, y es el caso de México y el Perú. Entre los componentes de ese trastocamiento pueden enumerarse: 1. La transformación del poder político del monarca de un gobierno sustentado en bases contractuales, al reconocimiento de un poder fundado en el derecho divino41.
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Heraclio Bonilla, "Las consecuencias económicas de la Independencia en Hispanoamérica", en Economía, vol. XI, núm. 22, 39 Urna, 1988, págs. 136-137. Cuenca, "Ingresos netos...", págs. 381-428.
Steve J. Stern, "The Social Significance of Judicial Institutions in an Exploitative Society: Huamanga, Perú, 1570-1640", en G. A. Collier, et al. (eds.), The Inca and Azteca States, 1400-1800, New York, New York Academic Press, 1982, págs. 289-320. 41 Mario Góngora, Studies in the Colonial History of Spanish America, Cambridge, Cambridge University Press, 1975, pág. 408.
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2. La recuperación para la metrópoli de una burocracia que privatizó su función pública, pese a su vigilancia. La reestructuración de la composición de las Audiencias y de la cúpula militar, son los ejemplos más pertinentes en este contexto. 3. La reducción y la cancelación de los privilegios de las élites locales, y el incremento del coeficiente de explotación sobre las capas populares que terminaron erosionando las bases del pacto previo. Esas medidas generaron la expansión del ingreso público que pasó de 5 millones de pesos en 1700 a un promedio de 36 millones entre 1785 y 179042. Pero al mismo tiempo, el incremento de la explotación, que fue la razón de ese aumento, comprometió las bases mismas del pacto. Fue el rechazo a esa agresión el que nutrió la movilización de los campesinos indios, y el que también alimentó el resentimiento de quienes perdieron sus privilegios o vieron, como los comerciantes, una reducción sustantiva de sus ganancias. En el caso de estos últimos, su malestar era evidente, frente a una política que al abrir brechas en el antiguo rrtpnopolio permitió la inundación de los mercados con el consiguiente derrumbe de precios y ganancias. Pero esa disidencia, para ser persuasiva y para arrastrar tras de sí a contingentes más significativos tenía que apelar a la memoria histórica de viejos agravios y de resistencias a los mismos. ¿Es de extrañar entonces que Vizcardo y Guzmán, uno de los mil y tantos jesuítas embarcados con rumbo a Italia como consecuencia de la espectacular decisión de exiliar a la orden, aludiera, en el momento de plantear la ruptura con España, nada menos que a los derechos conculcados de los antiguos encomenderos a través de unas leyes promulgadas por la metrópoli impertinente? El golpe final, dentro de esta compleja trama, fue el descoyuntamiento de la misma cabeza del imperio en 1808. En el contexto de ese descalabro político y del aislamiento producido por el bloqueo británico, no sólo se generó la idea de un destino divergente, sino el paradójico descubrimiento de que incluso en la protección de los intereses de los criollos la metrópoli era prescindible. Y esa fue la lección de Buenos Aires. Pero del desenlace no emergió una Latinoamérica unitaria, sino que la escisión y la dispersión otorgaba, con 300 años de distancia, una contundente revancha histórica a las aspiraciones de los encomenderos, pero esta vez dentro
de un escenario internacional completamente nuevo. Esa segmentación, además, estuvo alimentada por una desigual dotación de recursos que permitió en algunos casos una diferenciación muy clara, incluso antes que se planteara la ruptura. Debe recordarse que Buenos Aires exportaba a mediados del siglo XVIII unas 150 mil unidades de cuero, mientras que a fines de siglo esa cifra era un millón. Y en el caso de Venezuela, la producción cacaotera pasaba de 15 mil, fanegas en 1711 -1720 a más de 80 mil en los años de 179043. Para la clase propietaria de ambas regiones, cuya pujanza económica estuvo sustentada en el exitoso desempeño de su economía, aspirar al control automático del Estado era un corolario casi natural. El Perú y México, y en el extremo Cuba, ejemplifican los límites de esa disidencia, mientras que su separación final fue un acto de resignación derivado del convencimiento criollo de que ya no era posible resolver sus demandas en el marco de un sistema imperial reformado, con vencimiento confirmado por la reconversión de la metrópoli al liberalismo en 1829. No fueron pocos quienes pensaron, como el peruano Torre Tagle, de que morirían como más españoles que el propio Fernando VIl o compartirían la satisfacción del arzobispo de Lima de que gracias a la independencia la religión católica se refugiaba en el Perú44. Sin embargo, si bien el peso del descalabro de la metrópoli española fue gravitante para la separación de las colonias, sería empero un error reducir la experiencia hispanoamericana con la independencia a este solo factor externo. No sólo porque la militarización final de las colonias no ocultó el hecho significativo de que fracciones importantes de la población local estuvieron en ambos bandos, entre los insurgentes y entre los realistas, sino porque también la disidencia artiguista45, como la separador de Bolivia46 tienen, en el fondo, muy poco que ver con España. Además, de la misma manera como la independencia de Bolivia fue en realidad un acto de protesta a la vez contra Argentina y contra el Perú, los criollos de las provincias del interior estaban efectivamente peleando no contra Madrid sino contra Lima, en circunstancias en que los 43
42
Brading, "Bourbon Spain...", pág. 408.
Ibid, pág. 41. Heraclio Bonilla, "Clases populares y Estado en el contexto de la crisis colonial", en H. Bonilla (ed.), La Independencia en el Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2a. ed., 1981, págs. 14-69. 45 Lucía Sala de Touron, et al., Artigas y su Revolución Agraria, México, Siglo XXI, 1979. 46 William Lofstrom, The Promise and Problem of Reform: Attempted Social and Economic Change in the First Years of Bolivian Independense, Ithaca, Cornell University Press, 1972. 44
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campesinos indígenas del Iquicha ayacuchano y del Pasto de la Gran Colombia sostenían, con las armas en la mano, el derecho irrevocable de Fernando VIl de seguir reinando en contra de esa nueva patria a la que consideraban, probablemente no sin razón, como una "patria traidora"47. Por otro lado, y si Cuba pudo permanecer hasta el final como colonia de España, las razones de esa situación hay que buscarlas en su extraordinario desempeño con el azúcar y con los esclavos, asociado al empate de fuerzas a nivel internacional establecido como consecuencia de la multiplicidad de intereses enjuego. Después de la revolución de Saint Domingue (1798-1792), las exportaciones de azúcar pasaron de tres millones de pesos en la década de 1790 a once millones de pesos en 1815-1819, proceso que terminará convirtiendo a Cuba en el cuarto productor mundial de azúcar en la segunda mitad del siglo XIX48. La clave de este éxito radicó en gran parte en el trabajo de la población esclava. En 1872 sobre un total de 700 mil habitantes, 286.942 eran esclavos y 106.949 negros libres49. Después de lo ocurrido en Haití, todo sueño por una aventura independentista con esa base social quedó desvanecido y ese solo temor es una de las explicaciones de la experiencia cubana. Y si, por otra parte, España pudo
porque los intereses de los Estados Unidos y de
Inglaterra se implementaron de tal forma que en la práctica sus poderes respectivos terminaron anulándose, generando un amplio espacio político de acción para España hasta las postrimerías del siglo XIX. En 1824, después de Ayacucho, de los escombros del imperio español en América emergieron varias naciones independientes que adoptaron el sistema republicano como su sistema institucional. Pero 300 años no pasaron en vano. Porque el desmantelamiento del sistema político en modo alguno significó la erradicación completa de las bases económicas, sociales y políticas que garantizaron la perdurabilidad del sistema imperial, sobretodo en aquellos países con una densa población nativa y cuya centralidad para España había determinado que las instituciones coloniales se enraizaran mejor. De manera muy significativa, así como España supo aprovechar mecanismos e instituciones pre-hispánicas para sustentar su gobierno, a partir de la independencia las oligarquías criollas supieron aprovechar mecanismos coloniales para garantizar y, sobre todo, sacralizar su dominio. Sólo que esta vez sin beneficio y sin costo para España.
47
Heraclio Bonilla, "La oposición de los campesinos indios a la República Peruana: Iquicha, 1827", en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, núm. 23, Bogotá, 1996. 48 Hugh Thomas, "Cuba from the Middle of the Eighteenth Century to 1870" en Leslie Bethell (ed.), The Cambridge History of Latin America, vol. III, Cambridge University Press, 1985, pág. 291. Pergamon-Brassey's, 1986, pág. 43. 49 Jaime Suchlicki, Cuba: From Columbus to Castro,
Washington, también desde fuera asegurar su dominio, fue 19
La venerable tradición del progreso Carlos B. Gutiérrez * En una pequeña urna perdida en la monumentalidad del panteón de la filosofía de la historia yacen y se pueden ver en horas de visita las cenizas de la proclamación del final de la historia que fuera objeto de gran despliegue publicitario hace diez años, podríamos decir de Fukuyama en el mejor estilo de los detractores de Hegel por allá hacia 1840. Nuestra novísima antigualla se proponía corregir un supuesto desacierto cronológico de la proclamación hegeliana de hace dos siglos, cuyo planteamiento en lo fundamental seguía siendo válido para Fukuyama; sólo que la fecha de 1806 supuestamente fijada por Hegel como punto final de la evolución histórica de la humanidad1 resultó a todas luces prematura, ya que para la emergencia real del "estado universal homogéneo"2 se requería aún de la universalización del consumismo, la cual sólo pudo consumarse hacia 1990 a raíz de la caída del muro de Berlín. Sustituida por los mecanismos autorregulados de la economía de mercado que se encargarían del mundo con silenciosa efectividad, la razón iluminada, al cabo de dos siglos y medio de arduo laborar, entraría por fin a disfrutar de merecida jubilación. Emulando con el muy superior modelo hegeliano la jubilación de la historia proclamada como "el triunfo de Occidente"3 hace diez años tampoco cobijaba a todos los seres humanos; "gran parte del Tercer Mundo" no se podía aún pensionar pues, como es su especialidad, ese mundo llega tarde hasta para el mismísimo cierre de la historia. A las puertas del siglo XXI la tradición de la universalidad ilustrada mantiene así intacto el particularismo intolerante que resulta del carácter selectivo del concepto de humanidad que la guía. Fukuyama se apoyaba también en la teoría liberal de la modernización social, buena parte de cuyas bases se ha visto desvirtuada por la historia más reciente. El proceso de internacionalización que vivimos ha desencadenado una nueva dinámica dentro de la cual las categorías étnico-culturales y religiosas ganan renovada importancia: es así como hoy asistimos al enfrentamiento no mediado de mercados y técnicas, social y culturalmente neutros, con culturas, cada vez más constreñidas a defender Identidades amenazadas por flujos económicos
que escapan a cualquier control político4. La historia como vemos sigue su curso, redimiendo de paso al analista norteamericano del tedio eterno de su versión quietista del final de la historia. Hegel, bueno es decirlo con claridad, jamás dudó que la historia proseguiría. Decisivo para él fue el hecho de que en la Europa protestante de su tiempo los individuos disfrutaban de condiciones que combinaban la libertad subjetiva con la libertad objetiva, es decir, condiciones para que los seres humanos llevaran una vida organizada y civilizada y al mismo tiempo tuvieran la convicción de que lo hacían no por imposición ajena sino como una propia realización. Hegel, sin embargo, no era tan ingenuo como para creer que el ideal del libre auto-desarrollo se hubiese alcanzado a escala universal de una vez por todas. Lo que él sí sabía era que dicho ideal se estaba realizando como nunca antes en la historia, historia que era para él un proceso racional precisamente por haber llevado a semejante resultado. Para Hegel la idea kantiana de una sociedad burguesa que en general administre el derecho había dejado de ser un postulado para ser la realidad del mundo moderno que él conocía; y puesto que el fin del progreso se daba en el presente, a partir de éste reconstruyó la historia como proceso continuamente progresivo. La realización de la libertad como fin de la historia universal sólo se dio geográficamente en una esquina del mundo y allí "desde ayer"5 no más. El resto del mundo, incluyendo a Europa católica, pertenecía para Hegel al futuro Podría muy bien haber sido que ese futuro hegeliano consistiese en la repetición de las experiencias de Europa germánica hasta que todos los pueblos llegasen a la libertad y a la certidumbre de estar participando en lo universal; y puesto que un futuro reiterativo semejante excluiría en principio toda novedad, habría habido entonces razón para afirmar que en su más importante sentido la historia hubiese terminado. Hegel, sin embargo, tenía en mente otro futuro, un futuro cabal que no admite profecías filosóficas. Al referirse a los Estados Unidos dice él que "lo que hasta ahora ha ocurrido allí no es más que el eco del Viejo Mundo y la expresión de una vida extranjera"6. Y, sin embargo, cree que tengan un futuro real. "América", añade, "es la región 4
* Filósofo, profesor del Departamento de Filosofía, Universidad de los Andes. 1 Francis Fukuyama, "¿El final de la historia?", en Revista Occidental, Estudios Latinoamericanos 8/2, Tijuana, 1991, pág. 127. 2 Ibid., pág. 128. 3 Ibid., pág. 125.
Alain Touraine, "Qué es una sociedad multicultural", en Claves de Razón Práctica 56, págs. 16-17.
5
G. W. F. Hegel, Filosofía del Derecho, México, Unam, 1985, par. 62, pág. 81 Hegel, Die Vernunft in der Geschichte, Hamburg, Meiner Verlag, 1955, pág. 210.
del porvenir en la que se manifestará en tiempos venideros, quizás en el antagonismo entre
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América del Norte y América del Sur, la importancia de la historia universal"7. La condición de tal porvenir aparece dos líneas más adelante: "América debe separarse del suelo sobre el cual se ha desarrollado hasta aquí la historia mundial"8. El futuro pues no es repetición; para llegar a ser presente del espíritu tendrá por el contrario que ser creación de verdad. Hegel no dudó que la historia habría de continuar; las guerras y los conflictos la mantendrían en movimiento. Él sabía que aunque ya se hubiesen alcanzado en Europa protestante la libertad y la autodeterminación, continuarían las contradicciones económicas que desgarran a la sociedad y desbordan sus fronteras. "Por medio de su dialéctica la sociedad civil", leemos en la Filosofía del Derecho, "sobre todo esta determinada sociedad, es empujada más allá de sí para buscar fuera, en otros pueblos -que están atrasados respecto a los medios que ella posee en exceso, la industria y laboriosidad- a los consumidores y, por lo tanto, a los medios necesarios para su subsistencia"9. Hegel, como vemos, se daba perfecta cuenta de que el hecho que una parte de los europeos hubiera alcanzado la libertad no significaba la emancipación de toda la humanidad. El burgués contemporáneo suyo se lanzaba por entonces al colonialismo de mercado, garantía de que el futuro seguiría animado por la desigualdad. Podemos concluir entonces que si bien Hegel acoge al progreso como principio de la historia lo depura de toda idea de perfectibilidad como "proceso en la infinitud" ajeno a cualquier consumación universal. En sentido moral por lo demás el progreso se mantendrá eternamente distante de la meta, de ahí que la perfección moral no sea según él cosa de tomar en serio. Algo va pues de Hegel a Fukuyama. La idea hegeliana de la historia como progreso en conciencia de la libertad, sin embargo, pronto se convirtió en ideología del progreso10. También bajo la influencia de la teoría de la evolución de Darwin y de la sociología positivista la historia, en medio del optimismo científico, técnico y político al promediar el siglo XIX, quedó reducida a un proceso natural lineal que le encubría al sujeto su propio papel y el sentido de su actividad. El futuro podemos decir se
7
Ibid., pág. 209. Ibid., pág. 210. 9 Hegel, Filosofía del..., par. 246, pág. 235. 10 Véase Manfred Riedel, Zwischen Tradition und Revolution, Stuttgart, Klett-Cotta, 1982, págs. 204-205. 8
replegó sobre sí mismo y se convirtió en un hecho con el que había que contar o en una ley ante la cual había que doblegarse. Una de las paradojas del siglo pasado es la de que semejante concepto fetichizado de progreso fuese adoptado por la teoría socialista a partir de Engels. La idea de un progreso en conciencia de la libertad se vio sustituida por la teoría básicamente positivista de un desarrollo histórico natural que hace del progreso una ley que rige tanto el actuar humano en el tiempo como los movimientos de los cuerpos en el espacio. El tiempo es el espacio de la historia, como dijo Marx. Ahora la nueva reliquia neoliberal de Fukuyama atestigua la persistencia de la tradición teórica del progreso que en sus diferentes variantes perpetúa el vuelco de la conciencia histórica que dio inicio a la modernidad europea. Ésta como se sabe surgió de una experiencia de distancia y contraste total, de la certidumbre de que lo presente estaba separado de lo pasado por una ruptura insalvable en uno de esos momentos en que, como dice Hegel, no coinciden ni el espíritu de un pueblo con su constitución ni la constitución con el espíritu. La continuidad de la historia que se da en la transmisión cultural a través del tiempo quedó desde entonces en entredicho ideológico y las tradiciones, tenidas por lastre infamante, fueron y siguen siendo combatidas con pasión revolucionaria. Primero fue la rebelión protestante contra el dogmatismo autoritario de la Iglesia que había reducido todo comprender a ejercicio hueco y reiterativo. Al igual que el humanismo renacentista, la Reforma se propuso volver a los textos originales distorsionados a lo largo de la historia del cristianismo, saltando hacia atrás por encima del tiempo que separaba al siglo XVI de la fundación de la Iglesia, en lo que resultó ser una primera liberación de la tradición. La liberación total se dio dos siglos más tarde: el lluminismo, con el aval de las conmociones de la Revolución, pudo rechazar íntegramente la tradición gracias a que en nombre de la razón la eminencia autoritaria del texto sagrado como fundamento del saber se transfirió al discurrir del tiempo. Veritas filia temporis, non auctoritati. El centro de gravedad del conocimiento, lo clásico, se desplazó de atrás hacia adelante, de la antigüedad al presente innovador. A partir de entonces la historia dejó de ser la maestra de la vida para una conciencia desentendida del pasado desacreditado como la fase impropia y oscura de la humanidad, para una conciencia que pasó a vivir el presente cual delgado tabique que atraviesa a cada momento con la energía fija en el porvenir. Al escindir de manera tan radical al pasado del presente la
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nueva filosofía privó a la historia de su poder real, reforzando con ello el entusiasmo ingenuo por una razón atemporal de individuos que pretenden no ser partícipes de legado alguno. Razón que a pesar de su atemporalidad se va desplazando con el tiempo, relegando a lo que la antecede al museo de la irracionalidad. La antítesis de progreso y tradición se convierte en ideologema central de la tradición que se inicia con la versión baconiana de la antigüedad griega como parvulario del mundo y con la poco piadosa caracterización del humanismo clásico en el "Discurso del método". La nueva tradición se afianza en la arrogante certidumbre de disponer por fin del camino seguro y único del método científico, que tras liberar al saber del azar garantiza su avance constante y culmina en la filosofía de la historia del siglo XVIII como legitimación teórica global del actuar humano. La definición kantiana del esclarecimiento individual entró entonces a valer para la historia como proceso emancipatorio del género humano, el cual al realizar su autonomía asume las funciones de autor de la historia hasta entonces reservadas a Dios. Un nuevo esquema seculariza la visión cristiana de la historia: el comienzo se determina, con ayuda de la etnología, tomando a los salvajes americanos de entonces como espejo del pasado ampliamente superado -pese a Rousseau- de los europeos occidentales; al final del esquema se sitúa un estadio universal de paz y justicia con rango de exigencia moral, en el que estará superada la desigualdad que siga separando a aquellos buenos salvajes de las naciones iluminadas. La filosofía de la historia, que tiene como referencia axial al desarrollo político y civilizatorio de las sociedades burguesas, sanciona el primado excluyente del derecho del progreso sobre el de la tradición. Para la nueva tradición del progreso todas las demás tradiciones son tan sólo taras obstaculizantes y resabios inhibitorios en los que se originan los problemas dominantes en las sociedades en crecimiento, problemas que resultan obviamente de las dificultades de imponer los derechos del progreso contra las fuerzas que se legitiman de manera tradicional. La moderna tradición del progreso es tan despótica que logró rápidamente el aborrecimiento universal del término mismo de'tradición'. La distorsión de la conciencia histórica dispuso de un terreno abonado por el desarraigo del sujeto puro del racionalismo, sujeto que en lo esencial carece de mundo. En el inicio de la modernidad se encuentra la decisión del nuevo burgués que comienza a tenerse por sujeto autónomo, de no aceptar nada que no satisfaciese de manera absoluta los
criterios del método adoptado como único. Lo que en Descartes pudo ser visto como despliegue de estoicismo resultó en la pérdida sistemática de mundo: la rex extensa se agotó en ideas claras y distintas de la res cogitans. Y puesto que la certeza original y paradigmática se halló en la introspección, es decir, en la manera clara y distinta en la que el pensamiento se piensa a sí mismo, para los fines del nuevo método el ser humano de carne y hueso quedó reducido a la pureza del pensamiento. Con el resultado desconcertante de que el mundo cotidiano y todo lo concerniente a los demás seres humanos se viera relegado a las tinieblas de la incertidumbre y de la irrelevancia por carecer de la certeza que sólo de sí misma puede tener la propia conciencia. A la historia no le fue mejor. El saber que se acumula en el paso de las generaciones, el conjunto de lo que solemos hacer y creer, fue y es negado hasta tanto se demuestre de manera absoluta su certeza, lo que equivale a decir que es negado para siempre. In dubio contra traditionem". Ni siquiera la moral provisional escapa a esta lógica. El sujeto a partir de Descartes es históricamente light y flota por sobre el tiempo ¡empujado eso sí por los vientos inexorables del progreso! A la razón depurada no le concierne ya lo que depende de circunstancias externas sino lo absoluto, en lo cual, según Hegel en las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, "tiene su apoyo todo aquello en lo que el hombre pueda interesarse"12. De ahí que la filosofía no tenga "otro designio que eliminar lo contingente", debiendo además "llevar a la historia la fe y el pensamiento de que el mundo d la voluntad no está entregado al acaso"13. La historia es con ello cosa de la razón y de la voluntad absoluta. Con ellas no se rima como es obvio la temporalidad radical, la finitud de I existencia humana, razón por la cual ésta tiene que ser descartada o por lo menos puesta entre paréntesis. En su afán de absolutización el racionalismo simplemente descarta el hecho de que los seres humanos, finitos de cabo a rabo, no tengamos suficiente tiempo para distanciarnos a arbitrio nuestro de lo que ya contingentemente somos, es decir, de que lo poco que lleguemos a elegir o a escoger descansará siempre en la no escogencia que básicamente somos. En la perspectiva de lo absoluto la contingencia humana termina siendo sinónimo de arbitrariedad, desconociendo así que
11
Véase Odo Marquard, Apologie des Zufälligen, Stuttgart, Reclam, 1987, pág 122. 12 Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid, Alianza Editorial, 1986, pág. 44. 13 Ibid., págs. 43-44.
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arbitrario es tan sólo lo contingente que podemos evitar o cambiar. La vida humana, bueno es recordarlo, discurre entre las dos contingencias inevitables de nacer y morir, siempre enredada en la trama de nuestros actos y de todo lo que nos acaece. Y si bien nuestros usos y tradiciones podrían ser completamente diferentes en la realidad a la mayor parte de ellos no los podemos cambiar. La contingencia no es pues absolutez fallida sino histórica normalidad humana. Lo cual no quiere decir que la continuidad de la historia sea férreo determinismo y sí más bien que debamos mirar con sano escepticismo los intentos de absolutizar lo inabsolutizable14. La modernidad reduce la historia a objetividad fundamentada teóricamente en términos de absoluto. En realidad, sin embargo, somos nosotros los que pertenecemos a la historia cual realidad que continuamente se nos lega. La auto-reflexión, como dice Gadamer15, es sólo una chispa en el flujo de la historia. Mucho antes que nos comprendamos en reflexión nos comprendemos ya de manera evidente en la familia, la sociedad y el Estado en que vivimos. La historia se concreta en el hecho de que siempre nos encontramos en una situación a la que jamás podemos objetivar exhaustivamente, por más que avancemos en la tarea de ampliar el horizonte de la situación respectiva. Así como la significación histórica de un acontecimiento rebasa siempre la intencionalidad de sus agentes así también la historia rebasa la suma de interpretaciones que de ella se tenga. La historia tampoco se agota, como lo creyó Dilthey, en la cuidadosa elaboración de autobiografías. La historia es más, muchísimo más, que lo que sabemos de ella. Lo poco o mucho que sepamos de la historia lo sabemos porque somos parte de ella y porque ella nos determina ininterrumpidamente, así nos valgamos de métodos con pretensiones de ahistoricidad. Todo intento de comprenderla está ya bajo sus efectos pues sólo comprendemos a lo que nos interpela y nos alcanza efectualmente. La tradición, la historia articulada a la que uno pertenece, es lo más próximo y sobreentendido; es la presencia en la que uno está ya siempre sin tener claridad de ello. El sentido de todo comprender es precisamente el de ganar por lo menos en parietal claridad. Para ello es preciso quebrar el carácter sobreentendido de la tradición: los textos y las demás formas de ella tienen que sufrir un extrañamiento de manera que se
pueda iniciar una expresa confrontación que nos brinde al mismo tiempo ocasión de aclarar nuestras opiniones previas.. Dado que se trata de un extrañamiento que busca la apropiación expresa de lo que se nos lega, la historización es aquí condición necesaria del comprender; ella crea la distancia que nos permite iniciar un diálogo con lo legado o transmitido. Allí donde este diálogo se logra vuelve a hacerse valer lo que es común al texto y al intérprete. Por eso con la , comprensión de un texto se desencubre siempre lo ya comprendido, desencubrimiento que cada vez acaece de manera nueva: así sucede la historia efectual del texto, prosiguiendo la tradición de la que él forma parte. La tradición no es otra cosa que la presencia aconteciente del comprender. El distanciamiento temporal del texto en la historización y el intento de comprender logrado siempre de nuevo son los dos momentos de un movimiento aquietado en sí mediante el cual la historia legante se muestra como . presencia que se continúa16. El comprender como indagación de la propia tradición jamás puede llegar a apropiarla y hacerla totalmente transparente. La presencia aconteciente de la tradición seguirá matizada de sombra como un ámbito que no se abarca con la vista y del cual no se sabe qué sorpresas tenga aún preparadas. Desemejante insondabilidad, sin embargo, resulta lo previo sobreentendido que la comprensión pondrá en juego para crear el ámbito libre en el que se pueda hacer valer lo otro, lo nuevo y diferente. Lo que se nos lega debe insertarse eso sí en el contexto de la vida presente para así ganar real sentido. En todo genuino comprender como mediación crítica hay un incremento real de significado en el que prosigue su despliegue la historia efectual, la vida de legados entendida como la renovada continuidad de sus preguntas. Asumir una tradición implica entonces la lucha constante contra ella, el ir a contrapelo de ella misma para que lo que se fue desgastando y adquiriendo la rigidez de lo sobreentendido vuelva a hablar. Una tradición, que no es empecinamiento en lo pasado sino configuración continuada de la vida moral y social en general, se afirma siempre en un hacer consciente asumido en libertad. Por eso tradición es historia y libertad. Aún la tradición más auténtica es mucho más que mera capacidad de permanencia de lo ya dado, puesto que necesita ser asumida y cultivada. Sólo así es la tradición genuina experiencia: su palabra nos alcanza entonces en la referencia a nosotros mismos y a nuestra
14
Véase 0. Marquard, "Zwischen Tradition und Revolution", en Zwischen Tradition..., págs. 127-132. 15 Véase Hans-Georg Gadamer, Verdad y Método, Salamanca, Ediciones Sigueme, 1977, págs. 370-377.
16
Véase Günter Figal, Der Sinn des Verstehens, Stuttgart, Reclam, 1996, págs. 11-31.
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situación. Innovar es siempre un acto llamativo; conservar en cambio es un acto prácticamente no notorio de la razón. El uno es en principio tan libre como el otro. Solemos olvidar que en medio del cambio se conserva mucho de lo que se nos ha legado que se refunde con lo nuevo en nuevas formas de validez. La historia es el acervo inagotable de sentido que nos esforzamos siempre por comprender y que a la larga supera siempre nuestro esfuerzo. La riqueza ¡límite de la historia no se disuelve totalmente en la conciencia; de ahí que constituya tarea infinita de apropiación comprensiva en el diálogo que somos con ella. Pensemos, el ejemplo es de Bubner17, en que aún no se ha captado la plena significación de los cambios recientes en Europa, ante los cuales podemos decir que han fallado los saberes competentes de que se disponía. Hay una oferta de sentido a la cual sólo ulteriormente se podrá hacer justicia. La reflexión nunca es dueña de la situación de manera que pueda producir por sí misma las determinaciones de ésta. De hecho la reflexión sucede después que han emergido las coordenadas de la situación en el entretejimiento de acción y contingencia típico de todo proceso histórico. Al representarse las constelaciones que han brotado de las fuerzas genuinas de la historia la reflexión hace explícita una racionalidad ineludible hasta ahora no formulada. Es la racionalidad que podemos hacer valer frente al flujo apremiante del acontecer en la medida en que estemos en condiciones de reaccionar a la determinación por descifrar de una situación transformada; de lo contrario estaríamos sometidos para siempre al determinismo de las circunstancias. Lo que los acontecimientos nos presentan como determinable gana su perfil a través de la reflexión vinculada a la praxis. De ahí que quien sólo deje valer como racional lo que satisfaga a una idea prefabricada de progreso,
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Rüdiger Bubner, Zwischenrufe, Frankfurt/M, Suhrkamp, 1993, pág. 11,
de bienestar universal o de salvación del mundo, sigue tan sólo un dogma que distorsiona la visión de los procesos reales. Frente a la sobrevaloración del futuro hay que volver por los fueros del presente, de manera que deje de ser el límite abstracto que separa a la miseria de lo viejo de lo nuevo prometedor. El respeto del presente exige además que le prestemos paciente atención al pasado para ganar conciencia de nuestros límites y de nuestras posibilidades. De ahí que la comprensión de la historia movilice dudas saludables frente a la sugerencia teórica e ideológica de que mediante un salto decidido podamos llegar a algo totalmente diferente de lo discurrido hasta ahora, que vendría en principio a ser la liberación de la historia. El presente es el sitio propio de la praxis humana en el que pasado y futuro se median en la producción bajo presupuestos crecientes de nueva realidad. El deber de actuar se opone a que sobreestimemos el futuro y confundamos su indeterminación con libertad o a que descuidemos el propio hacer en la repetición retrospectiva de hechos consumados tiempo atrás. El futuro humano es sólo el mañana; el futuro no es ni el deslumbrante fin último ni un vórtice tenebroso. Si asumimos la tarea de actuar como seria orientación hacia el futuro alcanzable respetaremos al mismo tiempo la contingencia bajo la cual todo discurre. La contingencia es al fin de cuentas la razón que nos impide dar el último paso para entrar en la historia perfecta18. No está de más recordar la vieja verdad dialéctica de que todo progreso es unidad de momentos contradictorios, de ser y no ser, de surgir y perecer. "El concepto de espíritu es regreso en sí mismo" dice Hegel; "progresar por tanto no es indeterminado hacia lo infinito, sino que hay un fin, a saber, el regreso en sí mismo"19.
18 19
Ibid, págs. 167-180. Hegel, Die Vernunft pág. 181.
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Riesgos de salud en mujeres con múltiples roles' Vivióla Gómez" Luz Amparo Pérez, Lya Feldman, Nury Bajes y Eleonora Vivas*" Resumen Esta investigación es parte de un proyecto internacional que incluye a otros países y se desarrolló con los objetivos de describir algunas condiciones sociodemográficas, de los roles y de la salud de un grupo de mujeres que desempeñan múltiples roles en la ciudad de Santafé de Bogotá y comparar estas condiciones en mujeres con diferentes ocupaciones; además se buscó analizar la relación entre indicadores de salud física y psicológica en este grupo de mujeres con ciertas variables sociodemográficas, las condiciones laborales, el número y la calidad de los roles desempeñados. El estudio utilizó tanto metodología cuantitativa como cualitativa con trescientas cuarenta mujeres residentes y empleadas en Santafé de Bogotá D.C. por lo menos desde hace un año y distribuidas en cuatro tipos de ocupación: ejecutivas, enfermeras, secretarias y obreras. Varios de los indicadores objetivos de salud física no parecen sugerir deficiencias en el grupo en general. Sin embargo, la presencia de síntomas asociados a la menstruación y el porcentaje de personas que reportan síntomas tales como dolores de cabeza, tensión muscular, angustia, o dificultades de concentración es relativamente alto. Esto contrasta con la percepción de salud que se describe en general como buena o muy buena. Se destacó como resultado importante un alto nivel de autoestima del grupo. Ésta se relacionó con las gratificaciones que el trabajo transfería a otras áreas de la vida, con el apoyo social que se recibe en el contexto laboral y con todos los aspectos positivos que las mujeres perciben en cada uno de sus roles. Los niveles de depresión y ansiedad detectados fueron moderados y se relacionaron significativamente entre sí, así como con el número de síntomas reportados. Los datos en general respaldan la conclusion de que el fenómeno de los múltiples roles y su efecto •
Investigación realizada gracias al apoyo financiero de Secretaría Distrital de Salud de la ciudad de Santafé de Bogotá, Colombia. Este estudio se inscribe en un proyecto macro denominado "Health Risk in Women with Múltiple Roles: Cross Cultural Comparissons", en el que participan además de Colombia, Venezuela, Inglaterra, Holanda y Suecia.
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Directora de esta investigación, profesora asociada del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes, emaii: vgomez@uniandes.edu.co
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La primera es psicóloga, profesora de cátedra de la Universidad de los Andes. Las tres últimas son profesoras de la Universidad Simón Bolívar en Caracas, Venezuela.
sobre la salud femenina no puede estudiarse analizando cada rol independientemente y sin considerar diferentes dimensiones de funcionamiento y adaptación de la mujer. Es necesario introducir en este tipo de estudios una perspectiva de género, ya que cada uno de los roles parece estar sometido a condiciones particulares que determinan el tipo de efectos que acarrea su desempeño. Introducción La sociedad como un todo, y la familia como una institución social, han experimentado enormes cambios a través de la historia. Tradicionalmente, la mujer se ha dedicado a la realización de tareas domésticas -ámbito de lo privado- (rol expresivoreproductivo), y el hombre se ha desarrollado en el mundo de las actividades remuneradas-ámbito de lo público— (rol instrumental-productivo). En el mundo, desde hace varias décadas se ha venido produciendo un cambio social rápido y dramático que ha implicado la renovación y reestructuración de estos roles. El creciente número de familias en las que ambos miembros de la pareja trabajan ha representado la aparición de la necesidad de mecanismos y procesos de ajuste en las relaciones entre hombres y mujeres y en el funcionamiento de la familia. El proceso ha tenido un particular impacto sobre la vida de la mujer en la medida en la que ésta se enfrenta a la llamada doble jornada y al desempeño de múltiples roles: esposa y madre, vinculada a un empleo fuera del hogar. En Colombia, el proceso de desarrollo del país desde los años cuarenta ha mejorado sustancialmente las posibilidades de su población y las mujeres han sabido tomar provecho de estas oportunidades y han promovido cambios demográficos estructurales en un período de tiempo muy corto, lo cual ha significado una profunda y silenciosa revolución de gigantescas proporciones. Frente a la situación de cambio arriba descrita, en muchos profesionales de la salud y de áreas afines, y en las mismas mujeres, ña aumentado el interés por estudiar la relación entre el desempeño de múltiples roles y la salud física y mental de las mujeres. Contradictoriamente, la preocupación por el aumento del número de roles de la mujer llevó a la realización de varios estudios cuya debilidad principal es que evalúan el efecto de un solo rol (el de ser madre o el de ser empleada). Además, los efectos de cada uno de estos roles han sido evaluados de manera limitada en la medida en que se refieren o a la salud física o al bienestar psicológico, pero rara vez se evalúa el efecto en 25
ambos. Esto ha llevado a que gran parte del
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conocimiento que se posee acerca de esta problemática sea fragmentado, tanto en lo que se refiere a los múltiples roles como a los efectos sobre la salud, que debe estudiarse idealmente de manera integral. Algunos estudios previos han mostrado que efectivamente un cierto número de roles puede afectar la salud de la mujer, dependiendo tanto de las características de dichos roles como de su calidad1. La relación entre el desempeño de múltiples roles y el bienestar de la mujer es un tópico que todavía genera controversias y cuyas implicaciones no han sido cabalmente comprendidas2. Algunos investigadores encuentran que el desempeño de roles múltiples es una fuente de estrés y conflicto que afecta negativamente la salud física, el bienestar psicológico y la productividad3, mientras que otros consideran que, en la medida en que la mujer desempeña más roles, tiene mayores posibilidades de obtener beneficios en su salud y bienestar4. Estos resultados han proporcionado elementos para que muchos investigadores argumenten que es necesario investigar más detenidamente el impacto del desempeño de múltiples roles en la salud de la mujer y evaluar ésta última de manera integral. Esta evaluación debe hacerse teniendo en cuenta los múltiples roles, sus características y su calidad. Adicionalmente, estas evaluaciones deben tener en cuenta factores socio-históricos y culturales5. Queremos anotar, por una parte, que todas las investigaciones arriba mencionadas se han llevado a cabo en países de un nivel de desarrollo muy diferente al de Colombia y por otra, que existen pocos esfuerzos por comparar culturas por lo que los resultados de dichos estudios carecen de alcance transcultural. La falta de relevancia transcultural de la información que se posee y la controversia que la misma
1
L Feldman, "Factores psicosociales asociados a la salud de la mujer con roles múltiples", Trabajo de ascenso, Universidad Simón Bolívar, 1995. 2 R.C. Barnett y G.K. Baruch, "Women's involvement in múltiple roles and psychological distress, en Journal of personality and social psychology, No. 49, 1985, págs. 135-145; Barnett y Marshall, "The relation ship between women's work and family roles and their subjective well-being and psychological distress", en M. Frankenhaeuser, U. Lundberg y M. Chesney (eds), Women, Work and Health. Stress and Oportunities, New York, Pelnum Press, 1991. 3 Scarr, Phillips y Mc Cartney, "Working Mothers and their Families", en American Psychologist, No. 44(11),1989, págs. 1402-1409; Gutek, Searle y Klepa, "Rational vs. Gender role explanations for work/family conflict", en Journal of Applied Psychology, No. 76(4), 1991, págs. 560-568. 4 Barnett, Marshall y Singer, "Job experience over the time, múltiple roles and women's mental health: A longitudinal study", en Journal of Personality and Social Psychology, No. 62(4), 1992, págs. 634-644. 5 Barnett y Baruch, "Women's involvment..."; Barnett, Marshall y Singer, "Job experience...".
todavía genera, han limitado no sólo la posibilidad de establecer conclusiones acerca de los factores psicosociales que determinan la salud y el bienestar de la mujer en general, sino que también han limitado las acciones1 que buscan prevenir o remediar los efectos negativos que la recarga de responsabilidades y trabajo pudieran tener sobre la salud física y psicológica de la población femenina. Para subsanar parcialmente esta deficiencia, se realizó un estudio cuyos intereses centrales fueron describir algunas condiciones sociodemográficas de los roles y de la salud de un grupo de mujeres que desempeñan múltiples roles en la ciudad de Santafé de Bogotá y comparar estas condiciones entre mujeres con diferentes ocupaciones. Para realizar esta comparación se escogieron operarias, secretarias, enfermeras y ejecutivas. Se considera que estas ocupaciones difieren, con mucha probabilidad, en condiciones laborales cuyo efecto sobre la salud se ha descrito como relevante. La investigación que se reportará aquí también tuvo el objetivo de analizar la relación entre indicadores de salud física6 y psicológica7 en un grupo de mujeres que desempeñan múltiples roles y: 1. algunas variables sociodemográficas (edad, número de roles desempeñados, nivel educativo, número de hijos en total y número de hijos en edad escolar) 2. las condiciones laborales tanto físicas (ruido, calor, frio luz inadecuada, levantar cargas pesadas, hacinamiento),como psicosociales (demandas laborales, control de lascondiciones laborales, apoyo social en el trabajo y destrezas exigidas y estimuladas por el trabajo) 3. el tipo de roles (laboral, de pareja y maternal; laboral;de pareja; laboral y maternal) 4. la calidad percibida de los roles8. El estudio se desarrolló utilizando dos estrategias metodológicas diferentes pero complementarias. En la primera parte se trabajó fundamentalmente utilizando metodología cuantitativa y en la segunda, metodología cualitativa.
6
7 8
Número de días enferma en los últimos seis meses, número de enfermedad) percepción de salud, síntomas psicosomáticos, colesterol total, colesterolHDL, LDL, la relación entre estos dos últimos (LDL/HDL) y la tensión arterial. Autoestima, ansiedad, depresión y percepción de la calidad de vida. Calidad del rol es un concepto subjetivo que se refiere a la relación entre laspreocupaciones y las recompensas que un rol genera: si las recompensassuperan a las preocupaciones del mismo, la calidad de ese rol se considera positiva.
27
Seencuestaron trescientas cuarenta mujeres (N= 340) entre los 30 y los 55 años (X=38 años, SD 6.5), residentes y empleadas en la ciudad de Santafé de Bogotá D.C. por lo menos un año antes de iniciar el estudio y distribuidas en cuatro tipos de ocupación: ejecutivas (n=81), enfermeras (n=91), secretarias (n=88) y obreras (n=80). Se utilizó un cuestionario, desarrollado específicamente para este proyecto, que evalúa todas las variables pertinentes para la investigación. El cuestionario se conformó con escalas de autorreporte, ampliamente validadas y conocidas, y de ítems específicos, diseñados especialmente, que miden algunos aspectos de interés para los investigadores involucrados en el estudio. Concretamente, el cuestionario recabó información sobre datos personales; condiciones de vivienda; situación económica; estado y hábitos de salud; condiciones generales, ambientales y psicosociales de trabajo; cantidad y calidad subjetiva de los roles desempeñados; transferencias positivas y negativas del trabajo a otras áreas de la vida; indicadores de salud psicológica tales como ansiedad, depresión, autoestima y bienestar percibido; y algunas variables moderadoras como distribución de responsabilidades en el hogar, apoyo social, hostilidad medida como rasgo, tipo de afrontamiento9 y actividades recreativas. Para cumplir con el objetivo de la segunda parte del estudio se realizaron doce entrevistas (tres por grupo ocupacional) y ocho grupos focales (dos por cada ocupación). Las personas que participaron en estas entrevistas o grupos focales se contactaron en las reuniones informativas de las que se habló en la primera parte y tuvieron las mismas características de las participantes de la primera parte. Los resultados de esta segunda parte se utilizaron fundamentalmente para ampliar la comprensión e interpretación de los resultados de la primera parte. De hecho varios de los comentarios que se expresaron en las conclusiones están basados en la información proporcionada por estos resultados.
de 38 años, que tenían algún tipo de contrato laboral en la ciudad de Santafé de Bogotá. A pesar de trabajar en Bogotá durante al menos dos años, casi el 67% de estas personas eran oriundas de ciudades distintas a Bogotá. En promedio estas mujeres pertenecen a familias de origen relativamente grandes, con un número de seis hermanos en promedio. Este grupo estuvo constituido en su gran mayoría por familias nucleares de dos hijos en promedio. El porcentaje de casadas era de 52,1 %. El 17,9% convivían con una pareja, el 16% estaba separada o divorciada, el 1,2 eran viudas y el 12,9% eran solteras, cabeza de familia. Es de resaltar el alto porcentaje de mujeres (39,1%) que reportó ser ellas mismas el principal sustento del hogar, a pesar de que el número de mujeres que no convivían con una pareja representaba una proporción inferior a la arriba mencionada (30%). El mayor porcentaje de la muestra (64,4%) desempeñaba, además del rol laboral, los roles de pareja y el maternal. El 30% tenía adicionalmente el rol laboral y el rol maternal pero no el de pareja y el 5,6% el rol de pareja pero no el maternal. Un comentario importante al respecto es que expresamente se trató de que la participación de las mujeres que siendo parejas no tuvieran hijos fuera mayor, pero fue imposible encontrar más personas con esta condición (véase figura 1). Figura 1 Distribución de roles en la muestra
Descripción de algunas características del grupo general y comparación entre los grupos ocupacionales Condiciones sociodemográticas Como se mencionó anteriormente, la muestra estuvo constituida por un total de 340 mujeres con edad promedio Condiciones de Salud Atontamiento es un concepto que se refiere a la forma como un organismo se comporta ante las situaciones que representan una demanda a sus capacidades de adaptación o a las reacciones que dicha situación le genera.
En general puede afirmarse que el grupo estudiado posee un nivel de salud física aceptable, teniendo en cuenta que el
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16,5% de las mujeres reportó sólo una enfermedad tal como presión alta, angina de pecho, asma, úlcera, diabetes o cáncer. El buen nivel general de salud del grupo investigado también se refleja en la regularidad y duración de las menstruaciones y en que el 79,5% no ha padecido enfermedades profesionales. En contraste con el hecho de que varios indicadores objetivos de salud no parecen sugerir deficiencias en el grupo general, la presencia de síntomas asociados a la menstruación, así como de otros síntomas con un componente psicosomático más marcado es relativamente frecuente. Examinemos los siguientes hechos: (a) un gran porcentaje (65,4%) de las mujeres presenta síntomas menstruales, especialmente cólicos o cólicos combinados con irritabilidad y dolor en diferentes partes del cuerpo; (b) los síntomas que más refieren las mujeres de este grupo son dolor de cabeza, cólicos, ardor o indigestión, tensión muscular, olvidos, dificultades de concentración, pérdida de interés o placer sexual, debilidad, escalofríos o calores repentinos y angustia (véase cuadro 1). Algunos de estos síntomas se presentan en más del 69% de las mujeres. El promedio de síntomas por personas fue de 6,8. Los indicadores de salud cardiovascular (que se pueden observar en la tabla 2), con excepción de los niveles de Hdl (el lípido protector), no señalaron riesgos mayores en el grupo total. A pesar de los bajos niveles de Hdl, la relación entre el Ldl (el lípido más dañino para las arterias) y el Hdl se presentó en niveles que están dentro de lo deseable. Los mayores riesgos cardiovasculares-sin que éstos sean excesivamente altos- se detectaron en las enfermeras y las operarías, grupos en los cuales, como se verá más adelante, hay condiciones ambientales y psicosociales de trabajo menos favorables que en los otros dos grupos ocupacionales. Casi la mitad de la muestra (48,7%) afirma que no asiste a controles preventivos y la principal justificación que dan para esta conducta es que no tienen tiempo para hacerlo (41,2%). Otras razones expuestas son que ellas son descuidadas con su salud, no ven la necesidad de ir a controles, no se sienten enfermas o no tienen dinero para ir (ver figura 2). Por otra parte, las que sí van a controles preventivos afirman que asisten precisamente para prevenir problemas, porque tuvieron o tienen alguna enfermedad que requiere de seguimiento, para sentirse tranquilas o porque están embarazadas. El 80,6% de la muestra utiliza algún método no natural de anticoncepción, siendo el DIU el principal, seguido de la combinación de pildora y DIU o de la pildora sola.
Cuadro 1
Porcentaje de síntomas reportados Frec. Porcent. Dolor de cabeza
si
231
69.0
no si
Pies y manos frías
no si
104 183 152 129 206 77 256 70 264 233 101 76 259 176 159 91 243 144 191 69 264 136 198 72 262 59 275 69 265 110 225 111 229 94 241 207 128 45 229
31.0
Cólicos, ardor o indigestión
Respiración entrecortada
no si no si
Tensión muscular
no si
Excesiva sudoración
no si
Olvidos
no si
Taquicardia
no si
Boca seca
Desmayos o desvanecimientos
no si no si
Pérdida interés o placer sexual
no si
Dolor pecho o corazón
no si
Poco apetito
no si
Nudo en la garganta
no si
Debilidad
no si
Escalofríos y calores repentinos
no si
Perder hilo de ideas
no si
Dificultades de concentración
Angustia Otros síntomas Promedio de síntomas por persona:
no si no si no 6.8; SD: 4.5
29
54.6 45.4 38.5 61.5 23.1 76.9 21.0 79.0 69.6 30.1 22.7 77.3 52.5' 47.5 27.2 72.8 43.0 57.0 20.7 79.3 40.7 59.3 21.6 78.4 17.7 82.3 20.7 79.3 32.8 67.2 32,6 67,4 28.1 71.9 61.8 38.2 16.4 83.6
Sobre la salud y los hábitos relacionados con ella se puede afirmar que las enfermeras son las que más enfermedades profesionales han presentado; las ejecutivas son las que han tenido más abortos provocados; las operarías y las enfermeras son las que más cólicos menstruales presentan; las ejecutivas y las operarías son las que más acuden a controles preventivos; entre las operarías hay más mujeres que fuman; y las enfermeras presentan menos problemas de sueño. El grupo que tiene la mejor percepción de su salud es el de las ejecutivas y el que tiene la peor percepción es el de las operarías. Los de las secretarias y las enfermeras fueron los grupos que más se enfermaron durante los últimos seis meses y las que tuvieron tiempos de enfermedad más cortos fueron las operarías. Condiciones laborales Las condiciones ambientales del trabajo son más difíciles para las operarías y las enfermeras: el ruido y el calor molestan más a estos dos grupos; el frío y el levantamiento de cargas pesadas son más frecuentes en las condiciones de trabajo de las operarlas; las enfermeras presentan más quejas que los otros grupos sobre el hacinamiento y sobre la mayor gravedad de las consecuencias derivadas de un error. El número total de condiciones ambientales negativas confirma que son las operarías y las enfermeras las mujeres que más padecen bajo este tipo de condiciones. Sobre la relación entre el trabajo y la salud, que es uno de los aspectos de interés en este estudio, el modelo desarrollado por Karasek10 ha sido uno de los más importantes y de los más influyentes. En esencia, el planteamiento de este autor es que los efectos negativos de un trabajo sobre la salud se derivan de dos dimensiones del ambiente laboral: las demandas y el control sobre los procesos laborales. Estas dos dimensiones se relacionan estrechamente con los cambios que se han venido dando en los procesos productivos y laborales en los que las demandas psicomentales (presión de tiempo, tener obligaciones conflictivas, exigencia de compromiso personal), han reemplazado a las demandas físicas y en las que la división del trabajo resulta en una cada vez menor posibilidad de
Cuadro 2 Indicadores de salud cardiovascular Media /Nivel de riesgo 120.5/170
58.1
Colesterol total
181.3/220
45.2 . .
Hdl Ldl
R.A. Karasek, "Job demands, Job decision latitude, and mental strain:
implications for Job redesign", en Administration Science Quarterly, No. 24,1979, págs. 285-307.
35.2/>45
5.3
119.5/190
48.7
3.5/4 ó más
1.5
presión sistólica
109.7/120
13.1
presión diastólica
71/80
10.1
índice Idl/hdl
controlar todos los procesos relacionados con el trabajo que se está realizando. Una consecuencia asociada a la pérdida del control sobre las condiciones laborales es la experiencia de una disminución de la capacidad de decisión, disminución de la autonomía, poca o nula exigencia o estimulación de las destrezas de las que dispone el trabajador. De acuerdo con el modelo de Karasek, el mayor riesgo para la salud de un trabajador está dado por un ambiente laboral en el que existan muchas demandas, poco control sobre las condiciones laborales y la impresión de que las propias destrezas son poco exigidas y estimuladas. Recientemente, otros autores han ampliado el concepto de ambiente laboral en una dimensión: el apoyo social en el contexto de trabajo11. De esta manera, se afirma que el mayor riesgo para la salud está determinado no sólo por tener muchas demandas laborales y poco control sobre las condiciones de trabajo sino por la falta de apoyo social en el ambiente laboral. Si se compara el ambiente laboral (apoyo, demanda, control y destrezas exigidas o estimuladas) de los diferentes grupos ocupacionales, se puede afirmar que: a. todos los grupos se caracterizan por percibir apoyo social moderado en sus trabajos b. las operarías son las que perciben menos demandas y las enfermeras las que más c. las ejecutivas reportan tener más control de sus condiciones de trabajo 11
10
SD
Triglicéridos
J.V. Johnson, y E.M. Hall, "Job strain, work place social support, and cardiovascular disease", en American Journal of Public Heafth, No. 78,1988, págs. 1336-1342; "The interconectedness of class, work, and health" en S. Levine, D. Chapman-Walsh & B. Amick (Eds.), Society and health, New York, Oxford University Press, 1995
30
Figura 2 Razones para no asistir a controles preventivos
10
d. las secretarias y las ejecutivas reportan, más que los otros grupos, que sus trabajos les exigen y les estimulan el desarrollo de sus destrezas. Las enfermeras reportan que sus trabajos tienen una transferencia positiva en otras áreas de sus vidas ya que les permiten ser mejores madres y hacer nuevas amistades. Las ejecutivas, por el contrario, afirman que sus trabajos interfieren con su tiempo libre. Las operarías utilizan en su trabajo, más que los otros grupos, formas de atontamiento dirigidas a calmar sus emociones; las ejecutivas por el contrario prefieren formas activas de enfrentar sus dificultades. Las gratificaciones que el trabajo permite transferir a otras áreas de la vida de las mujeres son mayores en el grupo que se desempeña en los tres roles estudiados: laboral, de pareja y maternal.
La percepción de la calidad del rol de pareja es más negativa, entre más asuntos familiares administra la . mujer. Es interesante anotar que hay una alta correlación significativa entre los aspectos positivos de todos los roles e igualmente entre los negativos. Es decir, cuando se perciben dificultades en un rol lo propio ocurre en los otros y cuando se perciben aspectos agradables en uno, se reporta algo similar en los otros roles.
Relaciones entre la salud y las condiciones sociodemográficas, laborales y de los roles La edad de las mujeres fue la variable sociodemográfica que mostró una relación positiva con todos los indicadores de salud cardiovascular y con el número de enfermedades de la: que se padece. La única excepción fue el Hdl o colesterol sano. La percepción de calidad de vida es más alta en el grupo que desempeña tres roles pero el nivel de Hdl, el "colesterol bueno", es mayor cuando se tienen sólo dos roles. El nivel educativo correlaciona negativamente con el nivel de colesterol total y el Ldl, y con la intensidad de la ansiedad estado. La correlación del nivel educativo con la percepción de la calidad de vida es positiva; en otras palabras, el mayor nivel educativo se relaciona con una menor concentración de colesterol total y Ldl, menor ansiedad y mejor percepción de la calidad de vida. Se destacó como resultado importante un alto nivel del autoestima del grupo. Éste a su vez se relacionó con las gratificaciones que el trabajo permite transferir a otras áreas de la vida (r=.22, p<.01), con el apoyo social que se recibe en el contexto laboral (r=.18, p<.001) y con todos los aspectos positivos que las mujeres perciben en cada uno de sus roles (r entre. 18 y.27, p<.01 y.001) (véase cuadro 3).
Condiciones generales de los roles Los aspectos positivos asociados con todos los roles fueron más altos en promedio que los aspectos negativos. Es decir, que la calidad percibida de cada rol es más positiva que negativa. Adicionalmente, las participantes que reportaron mayor número de aspectos positivos relacionados con su rol laboral fueron las ejecutivas y las enfermeras. La percepción de un rol laboral con muchos aspectos positivos se relaciona significativamente con percibir apoyo social en el trabajo, con sentir estimuladas y exigidas las destrezas personales y con poder tener algún control sobre las condiciones laborales.
Cuadro 3 Correlaciones entre autoestima y algunos aspectos de los roles de las mujeres
Autoestima P<.01
Apoyo Lab. 18
Gratific. Lab
Aspectos posit. Lab.
Aspectos posit. Par.
Aspectos posit Mat.
.27
.18
22
24
31
Los niveles de depresión y ansiedad detectados fueron moderados y se relacionaron significativamente entre sí (r=.403, p< .0001), así como positivamente con el número de síntomas reportados (r= .373 y .385, p< .0001). En otras palabras, la depresión, la ansiedad y los síntomas de malestar aumentan o disminuyen conjuntamente. La depresión presentó una correlación positiva relativamente alta especialmente con las siguientes variables: - los aspectos negativos percibidos en el rol de pareja (r= .52, p< .0001) - los aspectos negativos percibidos en el rol materno (r= .42, p< .0001) - las interferencias del trabajo en otras áreas de la vida (r=.455,p<.01) En contraste con el resultado anterior, se apreció que percibir más aspectos positivos en cada uno de los tres roles se asocia no sólo con una menor depresión, menor ansiedad y con una menor percepción de síntomas sino con una mejor autoestima. Los aspectos positivos de los roles laboral y de pareja muestran adicionalmente una relación positiva con la percepción de salud. Las variables que parecen ser más sensibles a las condiciones laborales y de los roles no son los indicadores objetivos de salud física como las medidas de salud cardiovascular sino aquéllos que evalúan condiciones subjetivas de salud tanto física como psicológica: la percepción de salud, el reporte de síntomas, la autoestima, la ansiedad, la depresión y el bienestar percibido. Sobresalen la ansiedad y la depresión porque los niveles de asociación entre las condiciones psicosociales de trabajo y la percepción de la calidad de los roles con estos dos indicadores fueron altos y muy significativos. Adicionalmente, el porcentaje de la varianza de la depresión y de la ansiedad que estas variables laborales y de calidad de roles lograron explicar fue alto, de más de 31%, en el caso de la depresión. Es decir, que las condiciones psicosociales de trabajo y la calidad percibida de los roles podrían considerarse buenos predictores de los niveles de ansiedad o depresión. Ahora bien, una explicación alternativa de estos resultados sería que las mujeres con mayores niveles de ansiedad y depresión perciben de manera más negativa tanto las condiciones psicosociales de sus trabajos como la calidad de todos sus roles. Sin embargo, otros hallazgos de esta investigación, sumados a otros de estudios previos, sugieren que la primera interpretación es más probable que la segunda.
Los datos de este estudio indican que las formas predominantes de afrontamiento difieren de acuerdo con el rol que se esté desempeñando. Como dato general es usual que se utilicen preferentemente formas activas de afrontamiento cuando las dificultades se relacionan con el rol laboral y formas pasivas o evasivas cuando se relacionan con el rol de pareja o el rol materno. Para clasificar la forma como se afrontan los conflictos entre múltiples roles se escogió la clasificación de Hall12, quien propone que se pueden hacer redefiniciones estructurales o personales de los roles o aumentar las conductas de cada rol, con el fin de cumplir con las demandas de todos ellos. Los datos de nuestras entrevistadas indican que la forma más frecuente es esta última, es decir, el aumento de las conductas de rol y las redefiniciones son muy poco frecuentes y dependientes del nivel educativo de las mujeres. Es más común entre las ejecutivas, quienes tienen más libertad de organizar sus tiempos laborales que otros grupos ocupacionales.
Algunas de las principales conclusiones de este estudio 1. La descrita en este estudio es una muestra que muy probablemente no refleja las condiciones de las mujeres en Bogotá, ni siquiera de aquéllas que trabajan; sin embargo, el grupo sí refleja con mucha probabilidad las características generales de las mujeres adultas empleadas en empresas de los diferentes sectores económicos de esta ciudad. Otros grupos, como las desempleadas, las que trabajan en condiciones de empleo informal o las amas de casa que desempeñan algunas labores remuneradas, probablemente tengan condiciones sociodemográficas y laborales diferentes a las que se describieron para este grupo. Consideramos que este grupo refleja probablemente condiciones de vida urbanas principalmente y de estratos entre 2 y 5. 2. Las mujeres de este grupo reflejan un cambio en la composición familiar, ya que provienen de familias relativamente grandes y tienden a tener familias con uno o dos hijos en promedio. De hecho, los datos muestran que a mayor edad, mayor número de hijos. Pero, además de la edad hay otra variable que influye en el hecho de tener más o menos hijos y de tenerlos más tarde en la vida y esa es el tipo de ocupación o, dicho de otra manera, el nivel educativo. Estas tendencias probablemente están evidenciando que las mujeres jóvenes y con mayor educación tienen familias 12
Hall, "A model of coping with role conflict: the role behavior of collegeeducated women", en Administrative Science Quarterly, No. 17,1972, págs. 471-486.
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menos numerosas. Es probable que la disminución de la tasa de natalidad pueda explicarse como una consecuencia de las campañas estatales de control natal. Adicionalmente, el hecho de que las mujeres con mayor educación tengan menos hijos y más pequeños está reflejando probablemente una mentalidad que viene observándose en otras latitudes desde hace varios años, en la que las mujeres posponen la maternidad o la evitan con el fin de dedicar más tiempo, energías y dinero a su propia educación, trabajo, recreación o a otros aspectos. 3. El grupo es representativo del cambio en las tendencias tradicionales de la familia y una muestra de ello es la proporción de casadas que lo constituyen (52,1%). La combinación de roles desempeñados más frecuentemente encontrada en la muestra estudiada fue la de ser empleada, pareja y madre. Si contrastamos estos porcentajes podríamos afirmar que estamos ante un grupo generacional de transición, que sigue valorando el hecho de ser madre y tener una pareja, aunque el vínculo se constituya de formas alternativas a las convencionales. Una de estas rupturas de convenciones se observó de manera recurrente entre las ejecutivas, quienes proporcionalmente tienden a establecer con mayor frecuencia relaciones de pareja en las que no existen hijos. 4. Las mujeres que compusieron la muestra de estudio son un reflejo del cambio en la familia tradicional y en el desempeño tradicional de los roles de género en las que el hombre era el principal sustento del hogar y lo que la mujer ganara era, en el mejor de los casos, un complemento. En el 42% de los casos, el sustento del hogar es aportado de manera equitativa tanto por el hombre como la mujer. 5. El hecho de que el 39% de la muestra reporta que ellas mismas son el principal sustento del hogar, a pesar de que la proporción de mujeres que no tiene pareja en este estudio es del 30% indica que en aproximadamente un 9% del grupo la mujer ha reemplazado al hombre en la función de principal proveedor que tanto tiempo tuvo. Esta situación parece ser homogénea entre los grupos ocupacionales. Las razones para esto podrían encontrarse en algunos testimonios recogidos. Varias de las mujeres describen que sus esposos o los de amigas que ellas conocen han dejado de trabajar a raíz de que ellas lo empezaron a hacer. En otras palabras, varias tienen la impresión de que el hecho de que ellas trabajen hace que sus maridos «se vuelvan frescos» y de alguna manera sientan que ellos ya no deben cumplir con la obligación de ayudar o sostener económicamente a su familia. Nos es imposible afirmar si el hecho de que los
esposos de estas mujeres no trabajen se deba a las razones que ellas argumentan o si, por el contrario, se deba a que ellos tengan más dificultades para conseguir empleos estables: y deban subsistir con empleos de menor duración intercalados con intervalos de desempleo. Se dice también que, en ciertos sectores, la mujer está desplazando a los hombres en muchas labores y que esto puede generar un i mayor desempleo masculino. Es interesante, de todas maneras, que varias de estas mujeres están percibiendo que su compromiso laboral lastima a sus esposos en su definición de hombres y machos y que esto se refleja en su compromiso con el sustento del hogar. Entre las ejecutivas se escuchó con frecuencia afirmar que ellas ganan tanto o más que sus esposos y que «lo que más me molesta es que uno, al asumir, más cosas, hace que ellos se relajen. Los ingresos de mi marido no nos darían para vivir pero él no se está rasgando la camisa porque sea mejor». En algunos casos, pareciera como si el hecho de que al constituirse en pareja algunas mujeres ya tenían un cierto nivel económico y de autosuficiencia que proporcionó una base material a la unión, se convierte en una regla implícita en la relación, que consiste en que es ella la que sigue respondiendo primariamente por los compromisos económicos. 6. Los indicadores socioeconómicos de este estudio indican que las condiciones de vida de las familias a las que pertenece este tipo de mujeres, aunque distintas, no reflejan las diferencias marcadas entre estratos que existen en la población colombiana. Las mujeres empleadas y sus familias viven todas en casas alquiladas o propias. Ninguna reportó vivir en inquilinato o en cuartos arrendados ni carecer de los servicios básicos dentro de su vivienda. El tamaño promedio de las viviendas indica que el grupo estudiado vive en unas condiciones relativamente confortables. 7. Otro indicador socioeconómico, la percepción de la suficiencia de los ingresos, nos muestra que los grupos no son muy distantes en este aspecto. Los grupos de operarías, secretarias y enfermeras son más parecidos en qué tanto perciben que sus ingresos son suficientes. Las ejecutivas, que con toda seguridad son quienes mejores ingresos perciben, están más satisfechas pero eso no se refleja en el nivel de ahorro. Las enfermeras son las que mayor nivel de ahorro presentan en un grupo donde se reporta que lo más frecuente es no ahorrar. 8. Aunque el 81% de las mujeres reporta que la situación del país ha afectado negativamente su ingreso familiar, sólo aproximadamente el 48% afirma estar algo o muy insatisfecha con su situación. Pensamos que tal vez este
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contraste refleje un proceso de adaptación individual a un proceso general de pauperización en el país. 9. Sobre las operarías y su percepción de salud llama la atención el hecho de que es uno de los grupos que menos enfermedades presenta y que reporta tiempos de enfermedad más cortos; sin embargo, es el grupo que más negativamente aprecia su estado de salud. Pensamos que esto puede indicar que estas personas «no se pueden dar el lujo» de enfermarse, que probablemente continúan desempeñando todas sus labores aun cuando se sientan mal y que tal vez sólo estados de mucha gravedad son lo que las motivan a suspender sus labores. 10. En todas las mujeres la percepción positiva del rol laboral se relacionó positivamente con el apoyo social recibido del grupo de pares, con el control ejercido sobre las condiciones de trabajo y con las destrezas que sus labores exigen o estimulan. El hecho de que las ejecutivas y las enfermeras valoren más positivamente el rol laboral que otros grupos está seguramente relacionado con el hecho de que ellas perciben mayor control y estímulo de destrezas. Los testimonios de varias de las entrevistadas corroboran lo anterior. 11. Se propuso aquí que el mayor riesgo cardiovascular de las enfermeras probablemente esté ligado a las condiciones de su ambiente de trabajo en el que hay mucha demanda y poco control sobre las condiciones laborales pero un apoyo social moderado. En el caso de las operarías, además de que poseen labores sobre las cuales no tienen ninguna amplitud de decisión, están sometidas a condiciones de trabajo en las que el control del estatus laboral13 es menor o está más amenazado. Finalmente, para explicar el buen nivel general de salud cardiovascular detectado, se propuso que, además de que los trabajos de este grupo de mujeres no poseen las combinaciones de factores que han demostrado incrementar los riesgos (mucha demanda, poco control, bajo apoyo), tener fuentes de satisfacción de sus necesidades 13
Control del estatus laboral es un concepto propuesto por el autor alemán Siegrist (Soziale Krisen und Gesundheit. Eine Theorie der Gesundheitsfoerderung am Beispiel von Herz-Kreislauf-Risiken im Emerbsleben, Goettingen, Hogrefe Verlag, 1997), que se refiere a las posibilidades de una persona de acceder a fuentes de gratificación de sus necesidades afectivas a través de su trabajo. Por ejemplo, se satisfacen las necesidades de autoeficacia a través del desempeño de una labor y de sentirse capaz de realizar alguna tarea; las necesidades de valoración propia odel propio trabajo se obtienen a través de un trabajo adecuadamenteremunerado o mediante los comentarios de otros sobre la calidad de la laborrealizada; las necesidades de pertenencia a un grupo se satisfacen a través dela inserción en un grupo de intereses y ocupación semejantes.
emocionales en sus roles familiares y el hecho mismo de desempeñar múltiples roles, se convierten en factores protectores de la salud. 12. Los datos confirman que la salud de las mujeres trabajadoras que desempeñan roles de esposa, madre y ama de casa se asocia con variables que provienen del medio laboral y de su medio familiar. Es decir, no puede afirmarse, como se ha hecho, que la salud de las mujeres depende de condiciones asociadas a su maternidad y la de los hombres de aquellas condiciones que caracterizan su entorno laboral. Además, y contrario a lo que suponen muchos en nuestras sociedades patriarcales, las experiencias laborales no tienen por qué traer consigo sólo consecuencias negativas para la mujer y su familia. Los resultados de este estudio, que confirman los resultados de algunos estudios previos, demuestran que el hecho de trabajar fuera de la casa no necesariamente representa únicamente conflictos para la mujer y que sus efectos son positivos o negativos, dependiendo de otros aspectos implicados. 13. Podría decirse que, mirado cada rol de manera individual, las mujeres derivan principalmente gratificaciones de cada uno de ellos; sin embargo, las valoraciones que hicieron de la situación global de desempeñar múltiples roles indican que esta situación les significa tanto aspectos positivos como negativos. La mayor parte de las participantes resalta como aspecto positivo el hecho de que desempeñarse en tantos roles se constituye en una fuente de crecimiento y desarrollo personal. De igual modo refuerza la percepción de capacidad, autoeficacia y autovalía. Pero por otro lado, también es cierto que les acarrea un esfuerzo personal y físico bastante alto, acompañado principalmente de estados de agotamiento. La alta frecuencia de síntomas reportados por las mujeres es indicadora del esfuerzo adaptativo de estas mujeres. 14. Lo anterior se refuerza, si recordamos que el porcentaje de personas que reportan síntomas es alto y sin embargo, más del 70% de las mujeres califica su estado de salud como bueno o muy bueno. Esto nos está señalando que probablemente las participantes estiman que malestares como dolores de cabeza o tensión muscular no constituyen problemas de salud, que de alguna manera aprenden a vivir con ellos y a considerarlos como su estado habitual o normal. 15. La prevención primaria parece ser escasa entre este grupo de mujeres. Recordemos que muchas de las mujeres dejan de asistir a controles preventivos por razones como falta de tiempo, descuido o no considerarlo relevante.
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Adicionalmente, una de las razones que varias mujeres dan como justificación para asistir a controles preventivos es que lo hacen por la necesidad de seguimiento de una enfermedad previa. Es decir, que la proporción de quienes realmente se hacen controles preventivos es bastante reducida. Este resultado, sumado a otros como el hecho de que el 100% de las mujeres se ubica a sí misma en último lugar cuando establece un orden entre sus prioridades de atención y en primer lugar sus hijos, nos está señalando que una de las esencias del rol femenino tradicional, como es el hecho de que ella está para servir primero a sus hijos y a su esposo, no ha cambiado sustancialmente. Pero ante la obligación de atender muchas más obligaciones que antes, el cuidado que la mujer debe darse a sí misma está quedando relegado con las obvias consecuencias negativas que esto puede traer para la salud física y psicológica. 16. A partir de lo expresado por muchas de las mujeres en las entrevistas y grupos focales, se propuso la hipótesis de que el nivel moderado de depresión y ansiedad14 de la muestra de mujeres evaluada en esta investigación se explica en una gran proporción por la insatisfacción de ser las únicas responsables del trabajo doméstico y por las interferencias que su trabajo pueda tener en sus roles familiares, especialmente, en su rol maternal. Las incompatibilidades entre el trabajo y su vida familiar las lleva a sentirse culpables de los problemas que puedan existir en su relación de madre o de esposa. El tiempo es una variable vinculada con los dos aspectos arriba mencionados: se menciona reiteradamente la vivencia de que el tiempo no alcanza para responder con las múltiples responsabilidades. Esto último lo valoran las mujeres como falta de control, como un sentido de impotencia. Esta hipótesis se apoyó con evidencia empírica aportada por este estudio15. 17. Aparentemente hay pocas cosas que ayuden a la mujer a evitar la depresión que se asocia con la percepción de aspectos negativos en los roles familiares. Exceptuando la expresión de la rabia, que no mejora sino que agrava la depresión, no hubo otras variables que mostraran un impacto moderador en esta relación. Es decir, ninguna forma de apoyo social ni de afrontamiento, ninguna actividad recreativa parece ayudar a disminuir la depresión que se 14
Recuérdese que tanto la depresión como la ansiedad de este grupo estuvieron muy relacionados con el porcentaje de síntomas que aquejan a una mujer. 15 Por ejemplo, recuérdese que la ansiedad pero especialmente la depresión correlacionan con los aspectos negativos que se perciben en el rol de pareja y en el rol de madre. Además, recuérdese que la calidad del rol de pareja es más negativa entre más asuntos de la familia deba administrar la mujer.
asocia con el percibir muchos aspectos negativos en la relación maternal. Esto probablemente se explique por el significado simbólico tan arraigado que la maternidad tiene para la mujer en nuestra cultura. Creemos que probablemente cualquier esfuerzo individual sea menos efectivo que procesos de apoyo social colectivos, socialmente validados y respaldados. 18. Adicionalmente a todo lo anterior, se propuso que el nivel de depresión y ansiedad observado se relaciona con los recursos de afrontamiento que utiliza este grupo de mujeres. Las formas predominantes de afrontamiento reportadas por estas personas difieren cuando se trata de manejar las dificultades relacionadas con los distintos roles. Es más usual que las mujeres afronten los conflictos y situaciones difíciles relacionados con el rol laboral con estrategias activas, dirigidas a resolver el problema, a confrontar las personas involucradas, a buscar fuentes de apoyo material o emocional, a resolver las ambigüedades percibidas. Cuando los problemas o conflictos se presentan en el rol de pareja, la estrategias de afrontamiento son usualmente pasivas o evasivas (restringidas o disfuncionales). Con relación al rol materno las mujeres utilizan algunas veces estrategias activas pero nunca tanto como con relación al rol laboral. Las estrategias evasivas o dirigidas a calmar las emociones negativas que se generan son muy frecuentes cuando se encaran dificultades con los hijos o con la propia ¡dea que se tiene de lo que tiene que ser el rol materno. Es muy usual que las mujeres en estos casos recurran a la culpa, a la supresión de información, a conductas y pensamientos paliativos para sentirse mejor. Todas estas últimas formas de afrontamiento se han relacionado en la literatura, y nuestros datos cualitativos lo confirman, con valoraciones de incontrolabilidad. Una observación importante es que la valoración de incontrolabilidad que hacen muchas mujeres no correspondí necesariamente a las características objetivas o intersubjetiva! de la situación. De hecho, muchas de las situaciones son inherentemente controlables; sin embargo, muchas mujeres no lo perciben así, especialmente cuando se refiere a situaciones de conflicto con la pareja y algunas relacionadas con el rol maternal. Por otro lado, el que la opción de afrontamiento ante estas situaciones sea primordialmente pasiva y ante situaciones laborales más activa refleja lo que Perrez y Reicherts han descrito como la influencia del contexto sociocultural sobre las formas de afrontamiento. Sería coherente con el rol femenino, materno, el hecho de SÍ pasivas, dependientes. En el rol laboral, un rol
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tradicionalmente masculino, se estarían siguiendo formas de afrontamiento más coherentes con esa simbología masculina: acción, decisión, intervención. 19. Hemos sugerido que el nivel de depresión y ansiedad observado en este grupo se relaciona con sus formas de afrontamiento. Exactamente, lo que proponemos es que el tipo de mujeres que hemos estudiado tiene una percepción relativamente baja de controlabilidad de sus múltiples roles, especialmente porque éstos implican tener la responsabilidad de muchas cosas y poco tiempo para lograrlo. En varios casos, una buena percepción de control sobre todos los roles, implica un alto costo personal que se refleja en el orgullo de lograrlo todo pero también en malestares que se expresan tanto en la salud física como psicológica. Las mujeres parecen tener la impresión de que mucha de la recarga viene de tener que atender solas las tareas domésticas y también los hijos. Cuando las parejas asumen parte de los oficios, las mujeres, y también los hombres, aún sienten que lo hacen como una forma de «colaboración» con ellas, no porque se consideren igualmente responsables de las tareas. Y cambiar esta forma de participación parece ser una de las preocupaciones centrales de las mujeres que desean o necesitan trabajar. Ninguna considera que la solución al problema sea dejar de trabajar. La solución, para la mayoría, es más tiempo y para eso es importante que los hombres se responsabilicen más, que lo asuman como propio y no como algo que pueden o no hacer puesto que no es su responsabilidad. Y cambiar esto parece ser algo que las mujeres perciben como fuera de su control, algo a lo cual la mayor parte de las mujeres se ha resignado y que afronta muy frecuentemente de manera pasiva o evasiva y que se acompaña de depresión, angustia y en muchos casos de rabia. En otras palabras, dadas las ideas culturales asociadas a lo que es femenino, la dificultad para cambiar la situación y a que los intentos hechos no han sido tan efectivos como se esperaba, se está renunciando a la búsqueda y se está llegando a formas de afrontamiento y estados emocionales que son indicadoras de percepción de incontrolabilidad. Pero más grave aún, ante la dificultad para cambiar la situación, las mujeres se sienten culpables de todas las dificultades que lo anterior trae consigo, en particular porque uno de los roles que más sufre en estas condiciones es el materno. En otras palabras, las mujeres empleadas de la ciudad de Bogotá sí están experimentando una situación de estrés como consecuencia de tener que atender múltiples roles que sí podría generar problemas de salud más graves de los que ya puede estar provocando. Qué tan graves sean estos problemas probablemente dependerá
de la calidad de los roles que cada mujer esté experimentando. 20. Las percepciones recurrentes o prolongadas de incontrolabilidad y las formas de afrontamiento pasivas y evasivas se han asociado muy frecuentemente a problemas de salud relacionados con el mal funcionamiento del sistema inmune. Este estudio se centró en evaluar riesgos cardiovasculares y salud psicológica. Con los datos que se obtuvieron en este estudio es muy difícil decir si el sistema inmune puede estar sufriendo las consecuencias de esta situación. Un agravante es que muchos de los problemas de salud relacionados con el sistema inmune sólo se pueden observara largo plazo: son enfermedades de un lento desarrollo, que requieren de un sistema afectado por largo tiempo. Las alergias, las infecciones frecuentes, los problemas dermatológicos son algunas de las enfermedades que podrían observarse a más corto plazo, pero sobre ese tipo de problemática no se hizo evaluación en este estudio y por lo tanto se plantea como un interrogante qué tanto efectivamente pudiera estar afectado el sistema inmune del grupo estudiado. 21. La forma como las mujeres acogieron nuestra invitación, los comentarios al final de muchos de los cuestionarios, la forma entusiasta y emotiva como, sin excepción, participaron en las entrevistas y grupos focales y sus expresiones de agradecimiento al final de cada sesión nos indican que las mujeres tienen una necesidad urgente de hablar sobre el tema de sus múltiples roles, de compartir con otras mujeres y de escuchar la experiencia de otras personas. En otras palabras, es una necesidad de hacer público lo privado. 22. La idea tradicional de mujer ha ido cambiando entre las mujeres que trabajan. Este cambio se refleja en el sentido de independencia, especialmente material, que tienen; sin embargo, para las mujeres la maternidad sigue siendo lo más importante, así muchas veces la eviten o la pospongan. La maternidad continúa siendo esencial para la definición y subjetividad femeninas. Pareciera que la transición del rol femenino se está dando más en la acción que en el significado. El cambio de vida de la mujer se reconoce en la mayor cantidad de funciones que simultáneamente está asumiendo. Pero la definición de su subjetividad sigue estando estrechamente ligada al rol materno. 23. Podría afirmarse que la definición del rol femenino está sufriendo una transformación que se caracteriza fundamentalmente en que el campo de acción de las mujeres se ha ampliado para incluir el rol laboral, el cual empieza a aceptarse como algo que las mujeres también pueden,
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quieren y deben desempeñar; sin embargo, las ideas acerca del rol femenino tradicional siguen teniendo aún un peso importante en la determinación de la subjetividad y de los comportamientos femeninos y masculinos, especialmente en la vida privada. 24. Por otro lado, el cambio en el rol femenino no desencadena, necesariamente, un cambio en el rol masculino aunque muchas mujeres lo consideran además de necesario y deseable, justo. Es decir, falta un cambio en el sistema familiar acorde con los cambios que ha tenido el rol femenino: el cambio en las exigencias de un género «debería» acompañarse de cambios complementarios en el otro, eso es por lo menos lo que la mayor parte de las mujeres esperan. 25. Los datos en general respaldan la ¡dea de que el fenómeno de los múltiples roles y su efecto sobre la salud femenina no puede estudiarse analizando cada rol independientemente, sin considerar diferentes dimensiones de funcionamiento y adaptación de la mujer. Es necesario introducir en este tipo de estudios una perspectiva de género, ya que la definición de los roles es interdependiente y los cambios en un género repercuten necesariamente en el otro.
Algunas recomendaciones derivadas de este estudio son: Es importante crear espacios abiertos de discusión y de reflexión personales y sociales sobre el tema de los múltiples roles y cómo nos afecta a todos, hombres y mujeres. Implementar estrategias institucionales, no sólo para mejorar las condiciones de vida y de desventaja de la mujer (que es lo que usualmente se plantea en las políticas de salud para la mujer), sino para cambiar la mentalidad marcadamente patriarcal de nuestra sociedad y de esa manera lograr también una modificación de las relaciones entre hombres y mujeres. Las mujeres solas no podrán cambiar una intimidad problemática que obviamente no es un asunto individual o de cada familia: se requiere del apoyo institucional. Las condiciones de trabajo de las operarías y las enfermeras deben ser atendidas por aquellos a quienes corresponda. Aquí hay aspectos de carácter físico y psicosocial que se están descuidando y que generan riesgos de salud, independientemente de si las personas desempeña uno o muchos roles. Estos asuntos deben ser tenidos en cuenta por los empleadores, por las ARS y las EPS.
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Paleontólogos o politologos: ¿qué podemos decir hoy sobre los dinosaurios?' Francisco Gutiérrez Sanín" Andrés Dávila Ladrón de Guevara"
"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí" Augusto Monterroso
Si alguien se animara a intentar una evaluación general del estado de las ciencias sociales en Colombia (¿pero: es esto posible?, ¿tiene todavía sentido?), llegaría probablemente a la conclusión de que una de las áreas que salen mejor libradas es el estudio del dientelismo. En primer lugar, contamos con una producción sólida, sostenida, entre la que se cuentan algunos de los títulos más leídos -y logrados- de la sociología política colombiana, incluyendo en ella a los colombianistas norteamericanos y europeos. En segundo lugar, la reflexión académica sobre el clientelismo ha tenido impacto en los formadores de opinión, en los medios de comunicación y en los actores políticos. Los trabajos no se han quedado en un anaquel, y de hecho han ofrecido un repertorio de explicaciones y de acciones cuyo impacto en las reformas institucionales de los últimos lustros no sería prudente subestimar1. En tercer lugar-y esto no es poco mérito-, los mejores trabajos ofrecen resultados más o menos convergentes, así que en lugar del panorama "una persona-una teoría" contamos con algo que por lo menos se parece mucho a una "teoría de alcance medio" reconocida por los Este artículo fue posible gracias al ejercicio de discusión e investigación que a lo largo de casi 8 meses (abril a diciembre de 1999), hemos adelantado los autores con el apoyo de Diana Hoyos y Carolina Isaza E., dentro del proyecto de dientelismo y representación política auspiciado por el Centro de Apoyo al Legislativo, CAAL, que se creó con el departamento de ciencia política de la Universidad de los Andes. La creación de una red de universidades que convergen en el CAAL posibilitó la participación de Francisco Gutiérrez como investigador del lepri de la Universidad Nacional. Las opiniones e interpretaciones son de entera responsabilidad de los autores y no comprometen ni al equipo de trabajo ni al CAAL. Una primera versión de este artículo fue discutida por varios colegas. Agradecemos a todos ellos, particularmente los comentarios críticos de Gary Hoskin y Miguel García al texto final. Politólogo y antropólogo, profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia. Politólogo, profesor del departamento de ciencia política de la Universidad de los Andes. Se trata de un tema por derecho propio en el terreno de la historia de las ideas, como se propone en Francisco Gutiérrez, "Dilemas y paradojas de la transición participativa", en Análisis político, No. 29, septiembre a diciembre de 1996, págs. 35-53.
mejores estudiosos. Buena, influyente, [relativamente] consensual: ¿se le puede pedir algo más a la vida? Tanta dicha se parece a la madurez. Pero la madurez se parece a la vejez y la vejez se parece a la muerte2. ¿Es el clientelismo un "campo de estudio consolidado", el eufemismo que usamos en Colombia para hablar de un yermo intelectual en el que ya no hay nada nuevo que decir? Como lo sugiere el título de este artículo, creemos que no; aún hay mucho que decir sobre los dinosaurios bipartidistas. Existen múltiples preguntas sin contestar, o sólo muy parcialmente contestadas. Esto implica, por un lado, que "el vaso está medio vacío": muchas de las conclusiones que hemos aceptado más o menos como definitivas deberán ser revaluadas. Pero, por otro, significa que está "medio lleno": el dientelismo sigue siendo un área extraordinariamente interesante, en la cual hay mucho por hacer (y más bien poco por repetir). De entre todas las preguntas posibles -y son muchashemos escogido para discutir aquí una que no sólo es simple sino que es decisiva: ¿por qué, pese a su evidente "fragmentación" y "deterioro", los partidos tradicionales siguen ganando reiteradamente todas las elecciones? La pregunta es decisiva en el sentido en que, si quiere ser tomada en serio, cualquier teoría sobre el clientelismo colombiano debería poder contestarla adecuadamente. Es simple porque se centra en uno de los contrastes más chocantes para cualquier observador atento de la situación colombiana: el que se da entre la monstruosa desarticulación interna del bipartidismo y su extraordinario desempeño electoral. Sostendremos aquí que incluso esta pregunta básica no ha sido bien contestada: sigue abierta. Gracias a los trabajos históricos y sociológicos que se han producido en los últimos veinte años3, sabemos aproximadamente cómo funciona el clientelismo colombiano (sobre todo el rural; contamos con muchos menos trabajos sobre la vertiente urbana), pero en cambio tenemos poco o nada que decir sobre los mecanismos que lo hacen a la vez "anacrónico" y "vital". Es decir, la "descripción densa", con todo lo que ha aportado, no ha podido hasta el momento aprehender los mecanismos que explicarían la sorprendente supervivencia -quizás crecimiento- de las fuerzas clientelistas en Colombia. Esto, a 2
Sí, las relaciones de semejanza no son transitivas, pero es mejor cuidarse. 3 Comenzando por el título básico en la literatura: Francisco Leal B. y Andrés Dávila, Clientelismo: el sistema político y su expresión regional, Bogotá, Tercer Mundo-lepri/UN, 1991.
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propósito, también se aplica a algunas de las nociones básicas con las que los académicos se dirigen a la opinión cuando intentan pensar el bipartidísimo: "crisis de los partidos", "crisis de representación". ¿En qué sentido "crisis"? Es claro que "algo malo pasa en los partidos", ya que incluso sus personeros más caracterizados se sienten incómodos por pertenecer a ellos. Tal vez la mejor manera de definir a un liberal (o a un conservador) sea: "aquella persona que niega explícitamente ser liberal (conservadora)"4. Pero esta semiclandestinización de las dos grandes agrupaciones tradicionales coexiste con una adaptabilidad imposible de ignorar. Ante todo, como ya lo destacamos, siguen ganando cómodamente casi todas las elecciones. Se debe tener en cuenta que en muchas ocasiones cuentan con la competencia de las "semi-tercerías", encabezadas por personas de extracción liberal o conservadora que logran producir una imagen anti-política creíble y, a la vez, mantener una base social tradicional significativa5. Aun cuando han afrontado desafíos de esta magnitud (piénsese en el fenómeno Noemí Sanín en las anteriores presidenciales), han logrado mantenerse. La única posible excepción es la elección popular de alcaldes. Pero incluso en este terreno privilegiado para las tercerías, hay una diferencia sustancial para los tradicionales: la volatilidad de sus votos es mucho menor. Dicho de otra manera, los nuevos rara vez repiten gobierno local, mientras que los tradicionales sí lo hacen6. Ahora bien, si no tuviéramos que pensar el problema en un contexto comparativo no existiría dificultad alguna. Pero esa obligación es ineludible. Tolstoi decía que todas las familias felices eran idénticas, y que en cambio las infelices resultaban siempre distintas la una de la otra. Nosotros somos una familia infeliz: no basta con saber qué caracteriza a las relaciones clientelistas "en general"7; deberíamos poder decir cuáles son los rasgos sobresalientes del clientelismo colombiano en particular. Y esto pasa por desarrollar explicaciones buenas-sostenibles en un contexto comparativo-, de la longevidad y capacidad de adaptación 4
Empíricamente, se puede observar cómo en las campañas electorales los candidatos intentan o esconder o minimizar ante el electorado su filiación partidista. El fenómeno está muy extendido. 5 La cuadratura del círculo que ha caracterizado los últimos torneos presidenciales. 6 Véase Francisco Gutiérrez (ponencia en LASA 2000), "Treinta años de evolución de la política colombiana. ¿Se ha abierto nuestro sistemapolítico?". Una vez más hay excepciones, como Barranquilla, pero son escasas. 7 Véase por ejemplo Steffen Schmidt, Laura Guasti, Cari Landé, James Scott, Friends, followers, and factions, Berkeley, Los Angeles, London, University of California Press, 1977.
del bipartidísimo colombiano. En efecto, el colombiano es uno de los bipartidísimos más antiguos del mundo8, cuyo ; único parangón es el de los Estados Unidos9. En América Latina, la mayor parte de los sistemas de partidos ha pasado por una o varias "explosiones fundacionales", auténticos big-bang de la representación política, cuyo resultado fue la virtual desaparición de las fuerzas más consolidadas. La insularidad del caso colombiano es todavía más marcada si se contrasta con nuestros vecinos inmediatos: somos prácticamente los únicos que no han hecho el tránsito hacia la "nueva política". Que se pueda plantear, basados en tal experiencia, que esta quizás no sea una circunstancia demasiado desafortunada, no disminuye en lo más mínimo necesidad y la urgencia de producir argumentos para entender este nuevo ejemplo del "excepcionalismo colombiano"10. Dicho en otros términos, ¿por qué el viejo sistema de partidos apuntalado sobre el clientelismo se ha mantenido aquí y en cambio ha explotado "allá"? (esta es la traducción a términos comparativos de "¿por qué siguen ganando?"). Mientras no respondamos bien a este tipo de preguntas simples, no tenemos derecho a sentirnos demasiado orgullosos de nuestro aparato explicativo.
¿Por QUÉ conforman mayorías estables? El problema consiste en que las agrupaciones tradicionales copadas por las prácticas clientelistas son, o deberían ser, víctimas de su propio invento. Si hemos de creer a los politólogos y publicistas, el clientelismo deslegitima a los partidos, los aleja de la opinión y la juventud, los fragmentos deteriora, los desideologiza e insensibiliza. Tantos males juntos tendrían que producir algún efecto electoral tangible Hasta el momento, esto no ha sucedido; el bipartidísimo tuvo más sobresaltos electorales durante el Frente Nacional que
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Si nos atenemos a la versión estándar de la historia política, por este año cada una de las grandes agrupaciones estaría alcanzando la venerable edad de 150 años. 9 Antes de la guerra civil, la política estadounidense estaba protagonizada |los Whigs y los Demócratas jacksonianos (bastante diferentes de los demócratas contemporáneos). Así que nuestro bipartidismo es aproxici mente diez años más viejo que el de Estados Unidos. Naturalmente, los desenlaces diferenciales de los dos países hacen aún más enigmática la estabilidad de nuestro sistema de partidos. 10 En muchos casos, la noción de excepcionalismo es espuria: surge del sin desconocimiento de lo que sucede en el resto del mundo. Sin embargo, nuestro bipartidismo "pegajoso", longevo y con una enorme capacidad de adaptación SÍ es una instanciación lícita de excepcionalismo; quizás la más importante. Sintomáticamente, es de las menos estudiadas en un contexto comparativo.
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la década del noventa. ¿Por qué son pues tan estables las mayorías tradicionales? ¿Por qué, en contraste con los demás países del área andina, aquí el sistema de partidos apenas ha tenido cambios? Como se resume en el Cuadro 7 se han hecho varios esfuerzos para enfrentar esta anomalía, al introducir variables adicionales que permitirían construir enunciados del tipo "en Colombia, el dientelismo corresponde a las características estándar más otras nuevas debido a uno o varios factores adicionales". Nuestra evaluación es que el intento ha generado valor agregado -comprendemos mejor el fenómeno al incorporar nuevas dimensiones y matices-, pero no ha solucionado las dificultades analíticas.
Hagamos una breve revisión de cada factor por separado. Los estudios sobre la criminalidad organizada y sus relaciones con la política11 han permitido comprender mejor cómo los "capitalistas parias" -para usar la expresión de Marco Palacios12- perturbaron el juego político colombiano. Con todo, no parece posible achacar la estabilidad del bipartidismo colombiano a un "ancla" criminal que lo hubiera apuntalado. Las razones para poner en duda tal inferencia son muchas y poderosas. En primer lugar .numerosas tercerías, tanto armadas como desarmadas, también se favorecieron de pingües contactos, ocasionales o regulares, con la criminalidad organizada, pero su fortuna en
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Comenzamos destacando las obras del sacrificado Darío Betancur. Marco Palacios, Entre la legitimidad y la violencia. Colombia 1875-1994, Bogotá, Norma, 1995. 13 Véase Hernando Gómez Buendfa (editor), ¿Para dónde va Colombia?, Bogotá, Tercer Mundo-Colciencias, 1999. 12
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las urnas siempre se limitó a fenómenos de tipo local, con altos niveles de volatilidad. Segundo, la evidencia empírica apunta a relaciones mucho más complejas entreviejo dientelismo y fuerzas turbias emergentes de lo que espontáneamente se podría pensar. En varias regiones y períodos las "élites turbias" intentaron reemplazar (eje . cafetero con el Movimiento Latino Nacional) o marginalizar/ subordinar (occidente de Boyacá) al personal político tradicional. El cartel de Medellín buscó al principio infiltrar en el Partido Liberal a los que veía como jóvenes renovadores y anti-tradicionalistas, no a las figuras consolidadas. Incluso el cartel de Cali, que en el rubro de compraventa de congresistas fue un mayorista, prefirió enfocar lo mejor de su atención en la fuerza liberal renovadora del Valle, el llamado liberalismo socialdemócrata, que tenía una nutrida presencia de técnicos y profesionales jóvenes, aunque también invirtió en tercerías. A propósito, muchas de las expresiones políticas que hemos nombrado tenían un discurso explícita -a veces rabiosamente- anticlientelista14, con denuncias contra la corrupción y la exclusión. Por supuesto, sería errado -y peligroso-torcer la barra en la dirección contraria. Tanto a nivel nacional como en varias regiones-Costa Atlántica, por ejemplo-, el narcotráfico irrigó las redes clientelistas de los dos partidos, y manejó con bastante comodidad las viejas reglas de juego. Lo que queremos mostrar es que la relación tenía tanto de cooperativa como de competitiva, y que las tensiones podían llegar a ser fuertes. A propósito, todo esto tiene un claro trasfondo económico, con el paulatino reemplazo de los terratenientes tradicionales por los narcotraficantes en la posesión de millones de hectáreas15. Con todo, quizás el argumento más importante en contra del intento de establecer una línea directa de causalidad entre estabilidad del predominio bipartidista e influencia del crimen organizado es que la infiltración de los carteles precisamente ha desestabilizado, y de una manera bastante notoria, nuestro sistema de partidos. La constatación es empírica, pero no debe producir mayores sorpresas a una mente teóricamente entrenada -o deformada-. Hay tres efectos de desestabilización, todos ellos verificabas. Primero, una ruptura muy profunda entre el personal político tradicional y las élites socioeconómicas, sobre todo aquellas
cuya actividad principal y residencia se encuentra en las grandes ciudades16. Segundo, desprestigio y rechazo de dos de las instituciones claves de la vida política, Congreso y partidos (véase Cuadro 2)17. Este desprestigio ha ido acompañado de acciones concretas en varias direcciones comenzando con el encarcelamiento de decenas de congresistas liberales. Tercero, desestructuración de los partidos, al darle un gran margen de maniobra (gracias a recursos ilícitos), a grupos regionales y locales en su relación con la dirección partidista. En síntesis, es claro que la criminalidad organizada ofreció a los partidos tradicionales y a otros actores políticos recursos enormes (sobre todo, pero no únicamente, dinero y asesinos), para jugar sucio18. Pero esa circunstancia no parece explicar bien la estabilidad de las mayorías tradicionales; por el contrario, muestra cómo era posible consolidar mayorías de tipo local a costa de un deterioro global de la capacidad de reproducción estable del sistema político.
Cuadro 2 Promedio e índice neto de confianza en el Congreso y los 19
partidos en comparación con otras instituciones Institución Procuraduría Fiscalía Corte Constitucional Gobierno Nacional Iglesia Sindicatos Movimientos cívicos Ejército Policía FARC
ELN Congreso Partido Liberal Partido Conservador
16
17 14
15
En sus "Bases Ideológicas" el Movimiento Latino Nacional afirmaba que "el dientelismo es antinacional y antipatriótico". "Movimiento Latino Nacional Bases Ideológicas", junio de 1983. Alejandro Reyes, "La cuestión agraria en la guerra y la paz" en Alvaro Camacho y Francisco Leal, Armar la paz es desarmar la guerra, Bogotá, lepriFescol-Cerec, 1999, págs. 205-226.
18 19
índice neto de confianza
Prom. de conf.
-45 -22 -40 -68 37 -62 -67 -29 -46 -87 -88 -65 -53 -72
37.3 43.4 37.1 27.3 62.4 25.4 23.9 41 35 9.1 7.6 27.8 29.2 23.2
Francisco Gutiérrez, "Tendencias de cambio en el sistema de partidos: el casi de Bogotá" en Análisis Político, No. 24, enero a abril de 1995, págs. 73-83. Nótese sin embargo que las organizaciones sociales cargan con una falta de, confianza igual o mayor. A propósito, esto ya se refleja en Leal y Dávila, El dientelismo... Encuesta nacional "Justicia y política" realizada por el lepri y el Centro Nacional de Consultoría, el 10 de octubre de 1997. El índice neto de confianza se obtiene restando de los que tienen confianza "total" o "mucha a los que la institución les produce "poca" o "ninguna" confianza.
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Figura 1 Asesinato de dirigentes políticos 1988-1995
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conflictos faccionales28. Hay además una notable insensibilidad del bipartidismo a la influencia directa de grupos armados de diferente tendencia29. ¡Una muestra de los cinco municipios de la zona de despeje sugiere que los tradicionales en realidad han mejorado su situación relativa en los últimos años!30 (Véase Cuadro 3). Por último, simplemente no parece verosímil atribuir preferencias que SÍ expresan de manera tan constante durante décadas sólo a una combinación de miedo y corrupción.
Cuadro 3 Votos por tipo de organización para las elecciones de
Hemos examinado, pues, algunas de las maneras en que la represión distorsiona nuestro sistema político. Queremos sostener, empero, que descifrarlas no explica automáticamente a las mayorías tradicionales. En este terreno nos encontramos tanto con vacíos como con inconsistencias. En cuanto a los primeros, no hay un estudio serio que asocie indicadores de represión (por ejemplo, tasas de homicidio político por un multiplicador de "signo"), con indicadores de bipartidismo (partido efectivo, valga por caso), a nivel departamental o municipal. Ignoramos si hay alguna clase de correlación entre unos y otros, y mientras no sepamos esto es difícil decir algo concluyente. De hecho, no parece claro que haya siquiera una buena correlación a nivel nacional entre nivel de represión y votación por terceros27. Más aún, hay claras anomalías de la "explicación represiva". En la mayoría de los territorios con alta influencia de la guerrilla los partidos tradicionales gozan de excelente salud y se observa que tienen un margen de maniobra lo suficientemente amplio como para utilizar a los insurgentes a la hora de dirimir sus 26
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Fuente: Presidencia de la República, Consejería de Paz. Las agrupaciones que se cuentan como tradicionales son Partido Liberal y Partido Conservador. Lasagrupaciones que se cuentan como nuevos son Unión Patriótica, Esperanza Paz y Libertad y Alianza Democrática M-19. No necesariamente se debe entender por buena inversa y fuerte. Si el comportamiento es como una U invertida, puede haber tramos de la curva en los que la relación represión-voto por tercerías no sea monótona. Sin embargo, sí debería existir alguna clase de patrón que pudiera ser reconocido: "este comportamiento me indica que la represión ha alterado los comportamientos electorales".
alcalde entre 1988 y 1997 en los municipios de Mesetas, L 31
Uribe, Macarena, Vista Hermosa y San Vicente año/tipo
liberales
conservadores
otros
de organización 1988
0,25
0,25
0,50
0,50 0,20 . 0,80 0,50
0,00 0,20 0,00 0,25
0,50 0,60 0,20 0,25
1990 1992 1994 1997
El tercer factor -diseños institucionales que favorecen al clientelismo-, tiene un cierto interés psicológico. Hemos pasado por una macro-reforma (la Constitución de 1991), cuyo principal objetivo era herir de muerte al clientelismo y] jubilar a la clase política tradicional; un proceso anticorrupción que, aunque incompleto, llevó a la cárcel a decenas de parlamentarios; unas reglas de juego electorales que parecen diseñadas ex profeso para expresar bien las 28
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Por ejemplo, el asesinato de Rodrigo Turbay Cote por parte de las Farc parece haber sido producto de la manipulación de una fracción del liberalismo contra otra: "Las 'hienas'" en Semana No. 424,7/07/97, pág. 38. Dos buenos trabajos que evidencian las fluidas relaciones guerrilla clientelismo son: Andrés Peñate, "Arauca: Politics and oil in a Colombian province", tesis de maestría de Oxford, mayo de 1991, y Marco Palacios, "La solución política al conflicto armado 1982-1997" en Camacho y Leal, Armar la paz..., págs 345-402. Que sepamos, tampoco hay una comparación sistemática del nivel de bipartidismo de los territorios muy influidos por las Farc, el Eln, los paramilitares y, por ejemplo, las 11 ciudades más importantes del país. Aventuramos una conjetura: la diferencia es sorprendentemente pequeña. Una vez más, esta idea sólo debe entenderse como una "conjetura razonable", expuesta a un margen de duda también razonable. Datos obtenidos en el contexto de la investigación de Francisco Gutiérrez "Violencia y sistema político" (lepri-Colciencias).
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preferencias predominantes en la población32. De hecho, la "operación avispa" fue concebida en parte como una pieza anticlientelista, que le quebraría el espinazo a los barones electorales33. ¿En qué sentido podemos decir que las reglas de juego formales favorecen sistemáticamente al clientelismo? Es preciso hacer hincapié en que lo que ha sucedido no es de poca monta. El conjunto de diseños institucionales pergeñado por los constituyentes para quebrar las resistencias clientelistas no deja de ser impresionante: circunscripción nacional para Senado; tarjetón34; no acumulación de mandatos; modificación del calendario electoral; desaparición de las suplencias; pérdida de la investidura y reemplazo de la inmunidad parlamentaria por fuero; aumento drástico del régimen de las incompatibilidades, entre otros. Siempre se puede alegar que éstas no eran las reformas decisivas, o que faltaron aún otras, las realmente importantes. Pero este es un argumento contrafáctico muy pobre, primero porque no es verificable, y segundo porque nos condena a repetir exactamente los supuestos errores conceptuales -y tal vez prácticos- que critica. Así como en el 91 se suponía que aquellas reformas significaban el fin del clientelismo, ¿qué nos autoriza a pensar que estas nuevas propuestas sí son eficaces? Como fuere, los proponentes del argumento contrafáctico no están autorizados a afirmar que los diseños de la Constitución del 91 eran cosméticos. Por ejemplo, sin el paso de la inmunidad al fuero no habría habido proceso 8.000. El nuevo calendario electoral, o la circunscripción nacional, implicaron así mismo un cambio real en las reglas del juego político. Así, pues, estamos frente a reformas institucionales importantes cuyos efectos fueron al menos parcialmente paradójicos. El clientelismo logró adaptarse a un ambiente modificado, que se suponía hostil. Esto nos pone frente a un dilema: o la utilización del término clientelismo ha sido laxa, y se ha convertido en un sinónimo de política indeseable u hostil35, 32
Francisco Gutiérrez, "Rescate por un elefante: congreso, sistema y reforma política" en Ana María Bejarano y Andrés Dávila (comp), Elecciones y democracia 1997-1998, Bogotá, Fundación Social-Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes-Veeduría Ciudadana a la elección presidencial, 1998, págs. 215-253. Por supuesto, que nuestro sistema electoral sea muy proporcional no significa que carezca de inconvenientes. 33 Como lo recuerda correctamente López Michelsen, el autor intelectual de la "operación". 34 Cabe señalar que el tarjetón fue utilizado por primera vez en las elecciones presidenciales de 1990. No obstante, fue en la nueva Constitución que se ordenó su utilización para todo tipo de comicios. 35 Según cuentan, Carlos Lleras Restrepo definía coloquialmente la palabra dientelista como "la persona que le gana a uno las elecciones". Esto es un poquito más que un chiste. En la política de provincia las fracciones en pugna
por lo que podríamos suponer que el fenómeno al que se referían Leal y Dávila no es el mismo al que nos referimos hoy, aun cuando tenga la misma etiqueta. O efectivamente nos encontramos ante una anomalía del cambio institucional y de la acción intencional: un reajuste a gran escala en las reglas de juego apenas generó unos efectos pequeños en las prácticas reales o generó efectos grandes, pero en una dirección no prevista. En uno u otro caso, será necesaria tanto una reformulación del análisis del clientelismo (diagnóstico) como de las pretensiones de la ingeniería institucional (remedios). Por último, la noción de "apropiación privada de lo público" indudablemente tiene mucho que ofrecernos. Por desgracia, en casi todas sus enunciaciones la tesis no se ha desarrollado a un nivel operacional que permita colocar la discusión en una perspectiva comparada que, como lo hemos argumentado, parece indispensable. ¿Es mayor/menor, por ejemplo, la corrupción (un ejemplo canónico de apropiación privada de lo público), en esta década que en la anterior?, ¿En Colombia que en, digamos, Perú, Bolivia o Venezuela?, ¿Cómo influyen las respectivas diferencias sobre las prácticas políticas? La literatura base de clientelismo en el mundo vincula, casi por definición, clientelismo con privatización de lo público, pero esto trae para nosotros tanto ventajas como desventajas: quisiéramos captar las características no del fenómeno en general, sino de la especificidad del caso colombiano en particular. Las dificultades no se solucionan acudiendo a los deplorablemente endebles "índices" de Transparencia Internacional, ejemplo clásico si los hay de cuantificación espuria, sino afinando y aterrizando el concepto. Pero los problemas no terminan aquí. El análisis debe contar con sujetos sociales y políticos, y como ha resultado difícil encontrarlos -dificultad que no es casual, como argumentaremos en el próximo acápite-, se puede llegar a extremar las explicaciones de tipo culturalista/ organicista, cuyo sesgo ideológico alto36 contrasta con su baja capacidad explicativa de casos específicos. La conclusión es que la literatura sobre clientelismo más factores adicionales ha avanzado en la enunciación de muchas dinámicas sociales, pero en cambio no ha tenido éxito ni al intentar explicar la estabilidad de las mayorías
de los partidos tradicionales usan el término exactamente así, y además son conscientes de ello. 36 Paul D. Hutchcroft, "The politics of privilege: assessing the impacts of rents, corruption, and clientelism on Third World Development", en Political Studies vol. 45, págs. 639 -658.
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tradicionales ni la especificidad del fenómeno colombiano en un contexto comparado. Hay aquí todavía un rico e inexplorado terreno de investigación. Fraccionamiento y microempresas Aparte de ganar las elecciones, los partidos tradicionales se han dedicado a fraccionarse y dividirse. En todas estas tareas han desplegado éxito y entusiasmo. ¿Cómo interpretar el fenómeno? Para algunos, es sintomático de la trayectoria de las agrupaciones tradicionales: La desintegración de los partidos políticos ha representado la pérdida de su unidad ideológica y programática; la consecuencia es clara: la incapacidad de mantener una disciplina partidaria y el fortalecimiento de feudos electorales. Asimismo, la atención selectiva de demandas sociales ha mostrado cierta eficacia en algunos aspectos, pero ha sido en general incapaz de garantizar a las propias clientelas una mejora de su situación económica y social. La presencia de jefes políticos, intermediarios obligados ante el Estado y motivados ante todo por propósitos de acumulación política faccionalista o personal, se convirtió en talanquera para el desarrollo de procesos de intervención ciudadana en políticas públicas. Ello ha llevado a los partidos a un proceso de deterioro y de destrucción. Primero se desdibujaron ideológicamente hasta identificarse en el vado los unos con los otros: los liberales olvidaron que personificaban el cambio; los conservadores que tenían unos principios arraigados en la historia y en la tradición; los de izquierda que la violencia política no puede derivar en violencia común. Después se enfrascaron en la rebatiña burocrática y así llegaron a la venalidad del voto37. Creemos que esta descripción -aunque más o menos estándar- no se sostiene ni siquiera como una versión extremadamente estilizada de lo que ha sucedido. Se puede poner en duda desde dos puntos de vista. Por un lado, su validez empírica. Deterioro sí, pero ¿dónde está la "destrucción" de los partidos tradicionales? A la inversa, ¿dónde está demostrado que los feudos efectivamente se fortalecieron? ¿Quién dijo que la rebatiña vino "después" de una suerte de olvido de los principios? ¿Cuándo se produjo ese olvido? Por otro lado, su consistencia analítica. Si partimos del hecho de que nuestro clientelismo "ha sido en 37
Rubén Sánchez David, "Democracia y política en Colombia" en Varios Autores, Modernidad, democracia y partidos políticos, Bogotá, Fescol-Fidec, 1996, págs. 91-139.
general incapaz de garantizar a las propias clientelas una mejora de su situación económica y social", ¿por qué esas clientelas le siguen apostando a los que reiteradamente les han incumplido? Sólo una mirada intensamente antiindividualista y estática es capaz de suponer que un elector va a continuar por años una práctica que ostensiblemente perjudica sus intereses. ¿Y por qué los partidos se embarcaron en esa vía de degradación sistemática, pasando de los principios a la "venalidad del voto"? Más aún, ¿por qué no han surgido competidores eficaces, capaces de volver a fuentes puras de inspiración y sacar de la competencia electoral a estas fuerzas "deterioradas" y "destruidas"? El mejor intento de dar cuenta de estas preguntas y otras semejantes ha sido protagonizado por autores como Eduardo Pizarro38, quienes han acuñado el término "microempresa electoral". La noción de microempresa implica un esfuerzo en dos direcciones. Primero, procura describir un estado de cosas (el desorden interno de los partidos tradicionales) y con base en ello periodizar. Hasta bien entrada la década de los ochenta los partidos se habían caracterizado por un faccionalismo a la vez personalista, jerárquico y radicalmente acotado39, lo que se conocía en la jerga política de ese entonces como "disidencia". Lo que vino después fueron grupúsculos, "desideologizados", mucho menos jerárquicos previsibles. Mientras las disidencias eran fenómenos nacionales, las microempresas lo serán municipales o, en el mejor de los casos, departamentales. Segundo, explicar. Apoyándose en un argumento neo-institucionalista, se sugiere que los diseños de la Constitución de 1991 facilitaron la dispersión y la anarquía dentro de los partidos tradicionales40. La laxitud en las reglas de juego, cuya primera intención era ampliar el sistema político, terminó convirtiéndose en un factor de desorganización y en un obstáculo para la formulación de alternativas. En la medida en que en las dos direcciones cosechó éxito1 convirtiéndose de hecho en la forma corriente de nombrar
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Debemos a Pizarro una reflexión extremadamente rica sobre los problemas i del sistema de partidos en Colombia; constituye en varias áreas un punto de referencia indispensable. Entre los varios títulos relativos al tema que se trata en este artículo, destacamos: Eduardo Pizarro, "La comisión para la reforma de los partidos" en Análisis Político, No. 26, sep/dic 1995, págs. 72-87; y "La terceras fuerzas en Colombia hoy" en Análisis Político, No. 31, may/ago 1997 págs. 82-105. 39 No más de 3 o 4 corrientes combatiendo por la supremacía a nivel nacional, 40 Esta evaluación no contradice directamente lo que afirmamos en el acápite anterior, en el sentido de que las reformas anticlientelistas contenidas en la carta son todo menos cosméticas. Tales reformas pueden haber sido simultáneamente anticlientelistas y anarquizantes.
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el faccionalismo liberal-conservador-, la noción de microempresa electoral efectivamente hizo avanzar bastante la comprensión del fenómeno. Queremos sostener aquí, empero, que ya ha dado los frutos que podía ofrecer y que es hora de buscar otras categorías. Tanto en la descripción como en la explicación encontramos al menos tres problemas graves. En primer lugar, ¡nvisibiliza a los electores y a los pequeños intermediarios partidistas como sujetos políticos, dotados tanto de convicciones como de objetivos instrumentales. Nótese que está por demostrar que a un clientelista racional (sea elector o intermediario barrial veredal) le conviene votar por una microempresa. Por lo que sabemos de teoría política, lo racional sería intentar participar en "coaliciones ganadoras mínimas": lo suficientemente grandes como para obtener el premio, y lo suficientemente pequeñas como para que el premio no se tenga que dividir entre muchas bocas. Esta descripción de hecho capta muy bien la esencia de la competencia electoral clientelista: un torneo con un galardón otorgado a través de una decisión binaria (lo obtienes si eres elegido, lo pierdes si no), que después se reparte entre la coalición (la red) según los diferenciales de poder. Un clientelista totalmente desideologizado, con una racionalidad instrumental que busca únicamente beneficios materiales, debería por lo menos tendencialmente correr detrás de las coaliciones ganadoras mínimas. La anomalía consiste en que el fenómeno mismo que se está describiendo contradice las premisas de racionalidad puramente instrumental que se le achacan a sus protagonistas: la atomización extrema deriva del hecho de que muchísimos actores se involucran en coaliciones perdedoras41. Se le imputa a los clientelistas una lógica estrecha y brutalmente instrumental, y después se les describe [quizás inconscientemente] como irracionales incapaces de decidir bien en qué coaliciones vale la pena participar. Es posible que la incapacidad se deba a un error de cálculo, o a información imperfecta, superable con el tiempo. Pero en ese caso las "microempresas" convergerían finalmente hacia estructuras más estables, y el debate sobre atomización sería una tempestad en un vaso de agua. Por el contrario, si la atomización llegó aquí para quedarse, nos tenemos que preguntar por qué muchos votantes la apoyan y se involucran en ella. Subrayamos que aquí la metáfora 41
Juan Carlos Rodríguez Raga, "Participación, sistema de partidos y sistema electoral. Posibilidades de la ingeniería institucional" en Análisis Político, No. 33, ene/abr 1998, págs. 94-109.
económica muestra toda su debilidad: si consideramos a los electores de la facción como "empleados de la microempresa" obligados contractualmente, la pregunta desaparece. En segundo lugar, invisibiliza también a las cúpulas del partido como sujetos políticos. En realidad, se trata de una descripción hospitalaria, con enfermedades pero sin individuos. Si las facciones son microempresas electorales, no tienen razón ninguna para mantener un mínimo grado de cohesión. ¿Si el panorama está dominado por microempresas instrumentales sin ningún sentido de pertenencia, por qué no se ha producido una estampida de una buena vez? La cohesión no sólo existe, sino que a veces aflora con bastante virulencia, por ejemplo durante el agitado gobierno de Ernesto Samper. Ahora bien, es claro que los partidos están atravesados por fuerzas centrífugas muy poderosas. Incluso los más caracterizados dirigentes tradicionales están buscando nuevos horizontes. Las razones son muchas. Ante todo, la práctica política está cambiando en todo el mundo, y cada vez más en lugar de ser una actividad intensiva en trabajo (el voluntariado del líder y el activista), es una actividad intensiva en capital (la fórmula encuestas+asesores+medios). A la vez, se ha producido un desencuentro entre los partidos tradicionales y muchos sectores sociales, de suerte que el aparato partidista da, pero también quita, votos. Procesos de modernización, niveles de educación cada vez más altos, el desgaste por el ejercicio del poder con desenlaces globales negativos, son otros factores que deben ser tenidos en cuenta. El resultado neto en Colombia es una tensión entre ser representable y ser presentable, entre tener acceso a la maquinaria y a la opinión. Casi todos los políticos que quieren hacer carrera tratan, muy racionalmente, de tener un pie en cada uno de los polos de la contradicción, porque ninguno basta por sí solo para ganar los "juegos nacionales"42. Todo esto alimenta una desinstitucionalización que, en efecto, podría dar al traste con los partidos tradicionales. Pero es bueno tener presente siempre la perspectiva histórica: nuestros partidos se han dividido, fundido, reconfigurado, cambiado de nombre, durante períodos relativamente largos, pero sobre un trasfondo de continuidad básica. No pretendemos sugerir en 42
En cambio los "juegos locales" y regionales se han podido ganar ya sea sólo con maquinaria o sólo con opinión Pero quizás estos sean eventos excepcionales, que simplemente sirven para puntuar nuevas formas de entrelazamiento entre los dos factores. Un buen ejemplo de ello podría ser Barranquilla y (conjeturamos) seguramente Bogotá.
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lo más mínimo "que no hay nada nuevo bajo el sol". Se están presentando cambios sustanciales. Sin embargo, tampoco se puede perder de vista que el juego de las fuerzas tradicionales, y no sólo de ellas, tiene dos caras: estar afuera pero a la vez adentro. Si uno piensa con el deseo y se apresura a sepultar en sus sueños a las fuerzas tradicionales, corre el riesgo de encontrarse, apenas despierte, con que "el dinosaurio todavía está ahí". ¿Entonces cómo actúan los grupúsculos, "movimientos" y "fuerzas" de los partidos liberal y conservador? En realidad, constituyen una federación, tumultuosa y desagradable si se quiere, pero capaz de desarrollar algunas formas importantes de acción colectiva en momentos críticos. No está descartado que esta capacidad desaparezca tarde o temprano43, pero mientras exista tenemos que dar cuenta de ella. Ahora bien, el argumento neo-institucionalista que se usa para explicar la atomización también tiene sus baches. Admitamos por el momento que en efecto los diseños actuales favorecen a los grupos pequeños que obtienen cumies por residuo a costa de las agrupaciones coherentes (esto ha sido planteado de manera muy razonable, pero estamos lejos de disponer de un análisis riguroso del problema). Ahora preguntémonos: ¿el beneficio que se obtiene con la "operación avispa" supera los costos del faccionalismo? A veces sí, a veces no. En el caso de la Alianza Democrática M-19 la operación tuvo un resultado catastrófico. El ejemplo sirve para ilustrar un punto que siempre se debería tener en cuenta: los diseños institucionales no ejercen un efecto automático sobre los actores políticos, Dicho de otra manera, no producen desenlaces sino marcos que determinan la interacción. Aún otra manera de expresar la idea es que el argumento institucionalista explica bien por qué muchos actores están atomizados, pero en cambio no nos dice nada realmente útil sobre por qué prácticamente todos se han convertido en federaciones muy laxas de pequeños grupos de interés (incluyendo por supuesto el movimiento de Noemí Sanín y las demás tercerías). En síntesis, si hablamos de microempresas tenemos que suponer que los candidatos no son sujetos políticos plenos. Si lo fueran no tendrían por qué seguir utilizando el nombre del partido, y a la vez aparecerían competidores fuertes para los cuales los costos de la operación avispa fueran mayores que los beneficios en términos de mecánica electoral. 43
Si mañana un cataclismo político borra del mapa al Partido Liberal, siempre quedará en pie la pregunta: ¿por qué pudo sobrevivir durante tanto tiempo y con tan aparente buena salud? Y, ¿por qué esa supervivencia adoptó esta forma específica?
En tercer y último lugar, subestima el conjunto de recursos sociales y culturales que movilizan las facciones políticas, sean tradicionales o no. En el caso del liberalismo, por ejemplo, la saga de la movilidad social ascendente -un . gran protagonista de las últimas dos décadas que los científicos sociales se han emperrado en ignorar44-, marcó con fuego el sentido de fidelidad de miles de individuos y cientos de redes sociales que encontraron en el partido a la organización que ofrecía un lenguaje, unos iconos y una socio-técnica para realizar, expresar y traducir políticamente su experiencia. Que esto se haya llevado a cabo masivamente- en la semi o ilegalidad pone una nota trágica al proceso, pero no lo anula (acaso lo refuerza). El faccionalismo liberal encarnó en dinámicas sociales muy complejas de ascenso -o expectativas de ascenso- social, que ni siquiera hemos comenzado a entender, no digamos ya a describir: activación de redes de parentesco45, aparición de una capa de letrados de primera o segunda generación, deterioro del poder de notablatos tradicionales a costa de inestables coaliciones de sectores populares, clases medias y élites turbias. Algo similar, aunque en mucha menor escala, sucede con las semi [seudo] tercerías creadas por el personal político tradicional46. Su apelación a lo cívico es naturalmente una estrategia más o menos burda, dependiendo del caso, para captar votos. ¿No más que eso? Casi siempre es lo instrumental con algo más: una "microempresa" con un sentido de pertenencia fabricado, pero después interiorizado y vivido. La proveniencia de los miembros del nuevo grupo es casi siempre relativamente homogénea47. Comparten formación y lenguajes, y desde ahí se esfuerzan en "inventar una tradición"48. Que la tarea es difícil lo atestigua la enorme volatilidad tanto de estos grupos como de tercerías más auténticamente renovadoras. Parte de la dificultad reside precisamente en que las tradiciones básicas de los dos partidos, sobre todo del Liberal, se producen en el cruce de caminos de la Historia y las historias: remiten a los intereses de los individuos pero en el "formato grande" de experiencias; masivas que maceran fidelidades de décadas. Las tercerías no 44
Que las vías y las expectativas de ascenso social hayan tenido una gran centralidad en las últimas décadas no dice nada sobre el aumento o la disminución de la inequidad en términos agregados (que de hecho, creció bruscamente en los noventa). 45 Palacios, Entre la legitimidad 46 Miguel García, "Dinámicas políticas locales: una contextualización sobre las JAL bogotanas (material empírico)", policopiado, 1998. También en el caso de "Sí Colombia" u "Oxígeno Liberal". 47 Eric Hobsbawm, Terence Ranger (eds), The invention of tradition, Cambridge University Press, 1997.
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tienen a su disposición esta clase de recursos. Esto explicaría de paso por qué las facciones no se independizan. Como fuere, no nos podemos dar el lujo de suponer que las facciones contemporáneas constituyen vacíos sociales y culturales. Cierto, son diferentes de las disidencias y suelen tener efectos macro muy nocivos, pero a menudo son nichos dinámicos de invención social y cultural49. Sí, incluso una pregunta tan sencilla y aparentemente inocua como ¿por qué ganan y al mismo tiempo se fraccionan? está sin contestar. Esto pone en evidencia problemas analíticos bien significativos. Carecemos de unos microfundamentos que tengan el mínimo de sensatez y de consistencia como para poder explicar por separado tanto el poder electoral como la atomización, no digamos ya su confluencia. Paradójicamente, el culturalismo ingenuo (organicista) nos ha impedido captar las dinámicas culturales que acompañan la evolución del fenómeno clientelista. Los factores adicionales (criminalidad, represión, institucionalidad, debilidad de lo público) ayudan a entender aspectos parciales del problema, pero encallan en inconsistencias y falta de sustento empírico50. Para dar los pasos necesarios en la búsqueda de tales microfundamentos es prioritario, como se ha sugerido, avanzar en el desarrollo de una agenda de investigación que apunte a subsanar los vacíos centrales hasta aquí reseñados. No se puede postergar más una explicación suficiente sobre la estabilidad de las mayorías tradicionales, sus mecanismos para mantenerse, reproducirse y adaptarse a diseños institucionales y reglas de juego que han sido modificadas. Y en este sentido se requiere consolidar un salto cualitativo que ya viene dándose en los análisis relacionados con los vínculos entre sistema electoral y sistema de partidos, el cual requiere simultáneamente atención en los diversos niveles: local, regional, nacional y en los distintos ámbitos sujetos a elección. Pero además, requiere incrementar significativamente las contribuciones de los estudios de caso ojalá derivados de algunos referentes conceptuales y metodológicos comunes.
En esta misma dirección, es indispensable profundizaren el tema de la especificidad del fenómeno colombiano en un contexto comparado Para ello se necesita romper perspectivas y análisis que refuerzan el tradicional provincianismo colombiano y que, incluso, en términos de categorías y lenguaje utilizado, propician resultados de investigación que no son asimilables a los esfuerzos adelantados en relación con fenómenos similares en otros casos nacionales. El trabajo alrededor de los factores explicativos adicionales requiere, por tanto, de una mayor atención a los aspectos parciales que ayudan a entender con una perspectiva comparada la llamada "especificidad colombiana", guiada necesariamente por la búsqueda del sustento empírico hasta ahora sólo parcialmente atendido, Ahora bien, para superar la metáfora productiva pero agotada de las microempresas electorales, es imperativo avanzar en el estudio de redes políticas en todos los niveles. Aquí, la combinación de metodologías cuantitativas y cualitativas puede sugerir esquemas de análisis aplicables a realidades en apariencia muy diversas. Pero igualmente, cuestiones como la dinámica de las coaliciones ganadoras, en lo electoral y dentro del funcionamiento de los cuerpos colegiados, permitirían dialogar sobre semejanzas y diferencias del caso colombiano actual en relación con otros casos o consigo mismo en otros momentos de la historia, asunto no suficientemente examinado hasta el momento. Finalmente, si todo lo anterior permite una imagen más clara de los partidos y el bipartidismo, no se puede soslayar la necesidad de hacerle un lugar al análisis de las terceras fuerzas y los movimientos y organizaciones que por definición quieren tomar alguna distancia de las dos colectividades tradicionales. Pero a ellos también hay que aplicarles el rigor de los microfundamentos, para no seguir en las garras de análisis llenos de deseos y buenas intenciones, ti pero carentes de algunos mínimos útiles para la interpretación de los fenómenos enunciados. Como se ve al enunciar estas cuestiones, hay todavía un largo, largo camino por recorrer.
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Un análisis del fenómeno se encuentra en Francisco Gutiérrez, La ciudad representada Política y conflicto en Bogotá, Bogotá, lepn-Tercer Mundo, 1998, cap 2. 50 En este texto se revisaran los factores adicionales por separado. No descartamos que en su conjunto creen propiedades emergentes nuevas con un potencial explicativo grande.
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La fascinación del descubrimiento. Medios de comunicación, actores y proceso de paz en Colombia* Ma. Eugenia García Raya** Edward Romero Rodríguez***'
Introducción El proceso de paz que comienza en Colombia entre el gobierno y la guerrilla de las Farc ha hecho visible el papel que los medios de comunicación pueden tener en medio de los conflictos armados internos, que por su propia naturaleza suponen un juego de interrelaciones cercanas y complejas entre medios y actores de ese conflicto. Un juego que nos muestra cómo la visión de los medios de comunicación como únicos espacios de construcción de opinión pública no se ajusta a la realidad. Y son esas interrelaciones las que queremos estudiar en esta reflexión alrededor de cómo los diferentes actores (armados y no armados) construyen nuevas presencias en los medios y qué debates surgen de ello. Cómo las estrategias de guerra se entremezclan con las estrategias comunicativas gracias a viejos modos de presión y a las nuevas tecnologías, planteándole a los medios nuevos retos para la interpretación independiente de los conflictos. Cómo se construyen vocerías y víctimas legítimas por parte de organizaciones civiles mientras otras se agotan en el instante del dolor, o cómo se podría relatar el dolor de la guerra en nuestro país mediante narrativas periodísticas que vayan más allá del dolor individual y enlacen cuatro elementos fundamentales: el dolor, la memoria, la verdad y la justicia, siguiendo modelos usados en otros países de América Latina. Este documento es el primer fruto de la investigación titulada "Medios de comunicación y conversaciones de paz en Colombia", adscrita al Departamento de Comunicación de la facultad de Comunicación y Lenguaje de la Universidad Javeriana de Bogotá, y que pretende constituir un espacio sistemático e independiente de investigación y discusión sobre la manera en que los espacios informativos están * Trabajo presentado en el XVII Congreso Académico de la Asociación Colombiana de Facultades de Comunicación Social (Afacom), Bogotá, 21-23 de septiembre de 1999. **Periodista. Magíster en Comunicación y cultura. Investigadora de la relación comunicación, política y conflicto. egarcia@javercol.javeriana.edu.co ***Periodista. Especialista en Resolución de Conflictos y candidato a Magíster en Estudios Políticos. Investigador de la relación comunicación, política y conflicto. eromero@javercol.javeriana.edu.co
dando cuenta de los procesos de conversaciones para resolver políticamente el conflicto armado que vive Colombia.
San Vicente del Caguán, nuevo espacio público Con el comienzo del proceso de paz entre el gobierno colombiano y las Farc, los medios de comunicación han hecho visible para todo el país, sobre todo para el país urbano, a un actor cuyo acceso al espacio público mediático era prácticamente nulo desde 19901, especialmente en televisión. Desde noviembre de 1998, primeros días del despeje, los espacios informativos decidieron de manera generalizada convertir en interlocutores a las guerrillas de las Farc, el Eln y el Epl. Sin embargo, ya antes se había iniciado un cambio en el tratamiento informativo de la guerrilla, con la transmisión televisiva de la liberación de los militares retenidos tras la toma de la base de Las Delicias2, al sur del país, que había estado precedida de una entrevista al comandante guerrillero responsable de la retención, publicada primero en un diario regional y más tarde en el noticiero AM-PM. Pero es el despeje el que permite una nueva representación de la guerrilla en los medios de comunicación. Se ha podido ver a los guerrilleros patrullando o limpiando las calles de la zona de distensión, a sus comandantes dando declaraciones a los medios o reunidos con el presidente de la bolsa de Nueva York, los empresarios o los congresistas. Algo ha cambiado en la percepción de unos actores que ahora se vuelven concretos, con imagen y discurso, como pudo verse durante las transmisiones en directo de la instalación de la mesa de conversaciones el 7 de enero de 1999, o en las caricaturas políticas de los últimos meses en las que Pastrana y Marulanda caminan juntos. Esta visibilidad de las Farc ha hecho que, por ejemplo, esta agrupación deje de ser un todo homogéneo. Hace cuatro años era difícil que un ciudadano diferenciara bien a Alfonso Cano de Raúl Reyes. Hoy, los miembros principales del Secretariado de las Farc son visibles y diferenciables entre sí, e incluso algunos comandantes de bloque, como el comandante Jaira o Grannobles. Igualmente, aparecen nuevos elementos informativos con respecto a estos actores, como la fascinación de las cámaras
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Año del ataque del ejército colombiano a Casa Verde, cuartel general de las Farc, y del comienzo de la estrategia de guerra integral del presidente César Gaviria. 2 Véase al respecto "Silencios prudentes, protagonismos activos. Narración y medios de comunicación en el conflicto bélico. El caso de Las Delicias", en Germán Rey, Balsas y medusas. Visibilidad comunicativa y narrativas políticas, Bogotá, Cerec, Fescol, Fundación Social, 1998, págs. 221-242.
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durante la instalación de la mesa de conversaciones en enero de 1999 por las mujeres guerrilleras: las uñas pintadas que cargan el fusil, o la mujer guerrillera que mira su rostro en un espejo portátil. Esto sin duda responde al hecho de que existe un territorio en el que este actor armado no está realizando acciones militares, lo que permite un acercamiento más tranquilo, y que es a la vez un territorio que simbólicamente implica un lugar de conversaciones y de visibilidad pública. En este sentido, el despeje, más allá de sus implicaciones políticas, ha tenido un resultado que quizá los negociadores vislumbraron: el de constituir un espacio público que nos ha acercado a los actores del conflicto armado. Que ha cotidianizado un proceso hasta entonces lleno de palabras sin rostros, y se ha constituido en escenario nuevo de discusión en el país, así haya sido, como se verá más adelante, desaprovechado y a veces bombardeado por los medios de comunicación.
Un debate complejo: ¿quién tiene derecho a la visibilidad? Luego una primera consecuencia del proceso de paz, desde el punto de vista de la comunicación y su sentido político, es que ha permitido de alguna manera que se cumpla una de las premisas del debate público: la convergencia en el espacio mediático de actores con posturas divergentes. Pero habría que plantear aquí dos reflexiones: una primera que tiene que ver con el derecho, más allá de la visibilidad, a la interlocución social, y con la complejidad de la naturaleza de los sujetos de ese derecho. Y una segunda, sobre las implicaciones en el conflicto armado de una cada vez más cercana y compleja relación entre los actores de la guerra y los medios de comunicación. No todos actores al margen de la ley son iguales Habría que preguntarse, en primer lugar, por el significado de la visibilidad de la guerrilla en los medios masivos de comunicación, que ha supuesto la inclusión de estos actores en los imaginarios cotidianos de las grandes ciudades hasta ahora más ajenas a la guerra (el Mono Jojoy ha pasado a ser un personaje citado en los chistes y conversaciones informales), y una mayor dificultad en la búsqueda de consenso por parte de los sectores contrarios a la negociación. Es una visibilidad que ha generado también inquietud en ciertos sectores asociados a los medios de comunicación, desde posiciones que a veces parecieran querer negar la posibilidad de un debate público en el que
todas las posiciones implicadas en el conflicto armado sean sometidas al escrutinio social. Así, en un comunicado de la Asociación Nacional de Anunciantes (Anda), se critica la visibilidad en los espacios informativos de actores al margen de la ley: "es repugnante ver cómo se presenta a los guerrilleros, terroristas, narcotraficantes, delincuentes y desvergonzados de todos los tipos. Hemos llegado al punto en que se ofrecen los micrófonos a los criminales recluidos en las cárceles, se va y se les busca con las cámaras y se les brinda el despliegue escrito, radial y televisivo que nunca antes habían tenido. Se les invita a participar en foro cerrado a lo que (sic) muchos ciudadanos de bien no tienen acceso porque son discriminados"3. Y tiene razón la Anda en que nunca como ahora los medios de comunicación han hecho visibles a los diferentes actores del conflicto armado, sin duda por una apertura informativa que antes no era asumida y que ahora ha permitido conocer extensas entrevistas con Manuel Marulanda, el Mono Jojoy, Carlos Castaño o Gabino, pero también por la legitimidad que el propio gobierno ha reconocido tanto a las Farc como al Eln como interlocutores de posibles procesos de paz. En este debate, la declaración de la Anda era respondida por un editorial del diario El Espectador que afirma que "el sentido de la Anda parece reflejar la idea de que los medios de comunicación deberían entender su papel como un aporte para ganar la guerra en lugar de un apoyo para lograr la paz. De allí la insólita crítica a que se entreviste a los actores del conflicto que necesitan mecanismos para fijar su posición pública sobre los esfuerzos de reconciliación que lidera el Gobierno. Que los líderes de la guerrilla aparezcan en los periódicos y noticieros de un país donde el propio presidente de la República se reúne con ellos es apenas lógico. ¿O no tienen acaso derecho los colombianos a conocer con quién se va a negociar todo un rediseño del Estado?"4. En definitiva, lo que los medios de comunicación están mostrando es que las Farc, más allá de sus acciones militares, existen como un actor de conflicto con el que se habla y que adquiere un estatus de actor político (aunque ese estatus, paradójicamente, se le niegue en los contenidos de las informaciones). Se rompen las fronteras entre lo lícito y lo ilícito en los medios, para responder más a una realidad conflictiva, en un proceso en el que sin duda el tratamiento 3
"La responsabilidad ética de los medios de comunicación social", en revista ANDA, N° 15. Santafé de Bogotá, mayo-agosto 1999, págs. 10-12. 4 "Información, vía para el cambio", en Diario El Espectador, 15 de junio de 1999, pág. 2A.
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informativo al llamado proceso 8.000 tiene algo que ver, y que se ha visto plasmado en los últimos tiempos en el cuestionamiento de los medios al papel de determinados oficiales del ejército en la masacre de La Gabarra. Como nos decía un editor judicial de un importante diario que cubrió hace catorce años la toma del Palacio de Justicia, lo que los medios de comunicación dicen ahora no lo decían en aquella época. Ahora bien, el de la visibilidad de los actores al margen de la ley es un tema mucho más complejo cuando estos actores no están involucrados en ningún proceso de conversaciones y empiezan a hacerse visibles en los medios de comunicación, como es el caso de los paramilitares o Autodefensas. Aquí se plantea una paradoja: hasta ahora es un actor oculto, que no tiene rostro, que se oculta tras una pañoleta o una capucha y que aparece de espaldas. De su máximo líder, Carlos Castaño, sólo conocemos un par de fotos tomadas en esa posición, únicas referencias visuales publicadas por los medios. Parece que la 'clandestinidad' de imágenes de este actor armado encaja con las dudas sobre su verdadera naturaleza, sobre el número de combatientes que lo conforman, los individuos y organizaciones que lo financian, sus posibles nexos con algunos miembros de las fuerzas armadas y funcionarios del Estado y las denuncias en torno a la crueldad ilimitada de alguna de sus prácticas. Ahora bien. Si se tiene en cuenta que los paramilitares no son considerados como actores políticos por ninguno de sus interlocutores, sino más bien grupos de acción armada, su aparición se vuelve objeto de debate. Por un lado, puede parecer normal no darles espacio, como grupo de delincuencia organizada. Sin embargo, también podrían ser mirados como unos actores no sólo involucrados en el conflicto armado de forma cada vez más importante, sino como responsables de las masacres que de manera masiva se sufren en diferentes partes del país, y que por tanto deben ser sometidos al escrutinio público y al análisis de los medios. Ahí está la paradoja: si bien su invisibilidad responde a su propia naturaleza, su falta de referencia y análisis en los medios de comunicación les salva de ser representados como uno de los principales responsables del conflicto armado y culpables de muchos graves delitos contra la vida. ¿Cuál debe ser en este caso el papel de los medios? Se podría pensar en unas informaciones en las que no sean ellos los productores del discurso sino los actores cuya naturaleza hay que entender, como si (simbólicamente) le diéramos la vuelta a Castaño en la pantalla. Se trataría de responder a una pregunta que es anterior a la de su posible
reconocimiento político y que en el caso de las Farc y el EIn sí se ha dado en el espacio mediático cuando se debate sobre si estas organizaciones siguen teniendo finalidades políticas, y cuál es su papel en el narcotráfico: quiénes son las autodefensas, si tienen un proyecto nacional o responden únicamente a intereses locales, si tienen una estructura y unidad de mando, de dónde viene su financiación. Porque sólo entendiendo a sus diferentes actores e intereses, se puede entender la complejidad del conflicto. Las paradojas de la cercanía En segundo lugar, estas visibilidades implican que las estrategias comunicativas de los actores involucrados en el conflicto armado, muchas de ellas hijas de las nuevas tecnologías, están determinando en algunos casos estrategias militares y convirtiéndose en una nueva forma de guerra. Así, en los últimos meses hemos visto cómo la guerrilla preparaba acciones militares en las que esperaba contar con la presencia de las cámaras, como en el caso de la toma, por parte de las Farc, del municipio de Ataco en el Tolima. Allí fueron citados los periodistas para que cubrieran en directo la acción de guerra. Pero también hemos asistido a la exageración de los medios de comunicación que anunciaron la toma de Bogotá por parte de un frente guerrillero que al parecer, y según sus mandos, sólo pretendían atacara un destacamento militar situado a 50 kilómetros de la capital del país, exageración que, según los indicios, vino del ejército como una contraofensiva en la generación de opinión pública, para engrandecer su triunfo militar cumpliendo con el deber de proteger a la capital del país. Hablamos de los combates en Gutiérrez (Cundinamarca), que fueron representados en la prensa internacional como una toma de un barrio marginal de la capital del país cuando esa población está a cinco horas de Bogotá5. Por otro lado, también en los últimos meses se permitía a los medios de comunicación tomar imágenes de una incursión paramilitar en el Valle del Cauca, que incluía entrevistas con sus responsables mientras detrás del entrevistado se podía ver cómo los miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia patrullaban por la población. 5
Tras el anuncio de oficiales del ejército y de la policía de una posible toma de Bogotá por parte de las Farc, las agencias calificadoras de riesgos en el exterior advertían sobre el peligro de esta situación. Esmeralda Vivas y Liliana Muñoz, Taller de investigación colectiva, Maestría en comunicación, Pontificia Universidad Javeriana.
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Por tanto, las fronteras entre la realidad del conflicto y la realidad que se construye para los medios se desdibujan cada vez más, aumentando la complejidad de una guerra en la que, por otro lado, y a diferencia de la mayoría de conflictos internacionales actuales, no existe control de la información por parte de un único actor, normalmente una "nación élite" (caso de la invasión a Panamá o la guerra del Golfo), lo que sin duda permite una visión más completa y plural del conflicto y a la vez unas relaciones más complejas y conflictivas entre los medios de comunicación y los actores de la guerra. En este sentido, nos gustaría profundizar en las maneras en que los actores de la guerra construyen los escenarios del terror con fines simbólicos y teniendo como escenarios privilegiados a los medios de comunicación. El historiador colombiano Gonzalo Sánchez, haciendo referencia a la violencia partidista de mitad de siglo (1945-65), habla de la violencia como "terror concentrado", al indicar que el ejercicio del terror tiene una serie de componentes6: hay una programación del terror; unos agentes del terror; unos rituales y unos escenarios del terror. Este último componente es el que nos interesa porque da cuenta -dice Gonzalo Sánchez- del modo como "se disponen los elementos del mensaje (...) si los muertos se dejan amontonados o esparcidos en toda una vereda, por ejemplo. A veces el mensaje es eficaz porque choca a primera vista; otras logra su eficacia precisamente en la medida en que resulte indescifrable. El escenario del terror debe ser, por otra parte, visible. Por eso hay ciertas preferencias espaciales: el cruce de caminos, el paso de los ríos, los montículos reconocidos en la región o el vecindario. El dolor en estas circunstancias no puede ser íntimo, tiene que ser aleccionador"7. Con base en lo anterior, podemos considerar dos ejemplos a través de los cuales dos actores armados construyeron dos escenarios de guerra distintos, con un mensaje dirigido a un público distinto y donde los medios valoraron el hecho, también, de modo diferente. En la masacre de La Gabarra, ocurrida los días 21 y 22 de agosto de 1999, el periodista enviado a la zona reconstruyó en el periódico El Tiempo3 las casi diez horas de acción armada de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)
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"Guerra y política en la sociedad colombiana", en Revista Análisis Político, N° 11, Santafé de Bogotá, septiembre 1990, pág. 15. 7 Ibid, pág. 16. 8 "De aquí no se mueve nadie", en Diario El Tiempo, 24 de agosto de 1999, pág. 7A.
contra los campesinos habitantes de la población, incursión que dejó un saldo de treinta y cinco personas muertas y cinco heridas. El periodista hace una descripción y reconstrucción cronológica del terror que empezó -según su relato- a las 8:45 de la noche del sábado y terminó a las cinco de la mañana del día siguiente. El relato informativo nos muestra a unos "pueblerinos" contra "hombres armados"; los primeros "salieron corriendo a buscar refugio", ante unos "extremistas" que "cobran las primeras víctimas". En contraposición, aparecen unos campesinos que departen en casas y bares, frente a unos hombres armados que "tumbaron puertas de billares y cantinas". Luego salieron de La Gabarra continuando su "recorrido de muerte" por las veredas que conducen a Tibú. En resumen, aquí se construyó un eje narrativo del tipo víctima (campesino) y victimario (autodefensa), en el que el periodista reconstruye el escenario del terror de modo cronológico y caracterizado por los cuerpos sin vida que son dejados frente a casas, billares, cantinas y a la vera del camino que conduce a Tibú. El otro ejemplo involucra a actores armados distintos: ejército y guerrilleros de las Farc. Aquí se narra, en el mismo diario9, la muerte de cincuenta guerrilleros en Hato Corozal (Casanare) a manos del Ejército colombiano. En este caso, los cuerpos no están esparcidos por el casco urbano de Hato Corozal, sino que son sacados del escenario de guerra y cuidadosamente dispuestos en fila india, rodeados por soldados y fotografiados por periodistas. Aquí el eje narrativo del reportero es del tipo victoria (Ejército) y derrota (Farc) con frases como "parte de victoria" de los generales al mando de la operación y "zona de derrota para los frentes de las Farc". Lo que cabe resaltar con apenas estos dos ejemplos es que los actores armados involucrados son distintos, las circunstancias cambian, el espacio geográfico también; el mensaje está dirigido a un público distinto (el de las Autodefensas, al poblador de La Gabarra, presunto colaborador de la guerrilla; y el del Ejército colombiano, a la opinión pública en general) pero el elemento central que vehicula el mensaje es el mismo: la disposición del cuerpo sin vida del otro. Con una diferencia: en el primer caso, esos cuerpos están en el escenario de la guerra, contextualizados, vistos como consecuencia de esa guerra. En el segundo caso, los cuerpos son sacados del escenario bélico y dispuestos en 9
Ejército reporta 50 bajas de las Farc", en Diario El Tiempo, 2 de septiembre de 1999, pág. 7A.
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un orden determinado, no tienen contexto, son muertos fríos. Por tanto, se convierten casi en trofeos, en el trofeo de la muerte y de la victoria frente a la derrota del muerto. Y nos recuerda esto a cómo el cuerpo era usado como un símbolo de la victoria ya en la época de La Violencia de mitad de siglo, cuando el victorioso se hacía una foto con su víctima muerta. Hay que observar, entonces, cómo la disposición del cuerpo de la víctima ya no sólo responde a una estrategia de guerra para intimidar al otro o dar partes de victoria sobre el enemigo. Se han convertido en toda una estrategia comunicativa, de la que se están sirviendo todos los actores armados y que los medios están reproduciendo sin disponer de un espacio abierto para la reflexión sobre su significado o sus implicaciones (como por ejemplo mostrar el cuerpo como trofeo más que como trágica consecuencia de una guerra). Quedan por responder preguntas acerca de la percepción que tiene el ciudadano común sobre la descripción de estos escenarios de guerra tan distintos. En definitiva, el conflicto colombiano nos muestra los dilemas a los que la información se enfrenta en la actualidad en conflictos internos: unas partes que ponen en marcha estrategias comunicativas que son hijas de la transmisión en directo de las acciones bélicas y de las nuevas tecnologías (por ejemplo, hoy los periodistas tienen acceso a las páginas web tanto de las Farc como del Eln, mientras que hace unos años, como dice la periodista Bibiana Mercado, "se necesitaban quince horas a caballo para lograr la comunicación"). Unos periodistas que en sus rutinas están más involucrados con los actores del conflicto y también más sometidos a sus presiones, y nos referimos como actores de conflicto aquí no sólo a los armados, y también unas audiencias que cada vez más participan en el debate sobre el papel de los medios en medio de las violencias, así estemos hablando todavía de sectores minoritarios, como los que impulsaron el boicoteo a los informativos el pasado once de agosto o los que se niegan a ser entrevistados cuando acaban de ser liberados de un secuestro, o incluso de audiencias conservadoras que por ejemplo llaman a un noticiero para protestar por una nota que habla de la mujer en la guerrilla10.
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Como afirma el periodista William Parra, "el problema es que tú sacas una entrevista con la guerrilla y ya todo el mundo te sindica o dicen que éste es un medio al servicio de la guerrilla... yo saqué una nota hablando de lo que era la presencia de la mujer en la guerrilla del ELN y aquí recibimos quince llamadas de la gente diciendo que eso era el colmo, que por qué no entrevistábamos a otras mujeres en el país que eran más importantes que una guerrillera"
Descubriendo al que siempre estuvo ahí Pero, ¿cómo son representados los actores del conflicto en los medios de comunicación, más allá de su visibilidad? Sin pretender agotar en este primer informe una pregunta tan compleja, creemos que es ahí donde los medios de comunicación colombianos apuestan por darle legitimidad a unas visiones muy cercanas a sus culturas profesionales y sus propias posiciones en la sociedad colombiana, ignorando la complejidad y densidad cultural del conflicto y de las iniciativas de paz de diversas organizaciones sociales. En este sentido, el acercamiento de los espacios informativos a las FARC ha permitido poner en evidencia una realidad del conflicto armado: la oposición no sólo entre dos sectores del país, sino entre dos mundos culturales. Para los medios de comunicación, el grupo guerrillero es "la otra Colombia", como se afirma en un titular de la revista Cambio ("El presidente y Raúl Reyes, las dos Colombias"11). Revisando las emisiones televisivas y las informaciones de prensa sobre la instalación de la mesa de conversaciones el 7 de enero de 1999, encontramos titulares como "Cita entre la Colombia urbana y la Colombia campesina"12 o visiones de Manuel Marulanda como la persona que "conoce como nadie las montañas, la selva, la espesa topografía del país"13, es decir, la Colombia aislada y no poblada, como ejemplos de un discurso mediático que sugiere el descubrimiento de una parte del país oculta para los receptores hasta ese momento, no porque no exista sino porque no es representada en los espacios informativos, ni antes de la apertura de conversaciones, ni después. Porque en estos meses de proceso de paz en medio de la guerra, si ha habido una oportunidad perdida para los medios es la de hacer visible esas otras visiones que para algunos periodistas parecieran ser otros países descubiertos en un minuto feliz. Un descubrimiento que evidentemente no es sólo de los medios de comunicación, sino de sectores que hasta hace unos meses no habían sido "tocados" directamente por la guerra, y que ejemplifica bien Antonio Caballero en una de sus columnas de la revista Semana ("La guerra ya está aquí") al comentar cómo Gómez Hurtado se negó a i r a Casa Verde hace unos años con el argumento de que él no viajaba a "esas lejanías". El problema, dice Caballero, es que si bien 11
Revista Cambio, 11 de enero de 1999.
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"Dos caminos que se encuentran", en El Espectador, jueves 7 de
enero de 1999, pág. 12A. "Manuel Marulanda Vélez, el calculador", en Diario El País, viernes 8 de enero de 1999, pág. 11 A.
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"en aquellos tiempos la guerrilla todavía podía ser considerada como una manifestación del folclor", hoy pertenecen al ámbito de la política y "la guerra ya no ocurre en las lejanías: está aquí"14. Son visiones que ponen sobre la mesa el debate sobre Colombia como un país históricamente fragmentado más que entre regiones, entre realidades sociales. La "Colombia de los guerrilleros", según se desprende de las mismas informaciones presentadas por los medios, es, a grandes rasgos, rural, marginada, anclada en el pasado y nueva para el habitante urbano de clase media. La "Colombia del gobierno Pastrana" es urbana, moderna, mira hacia el futuro. En este sentido, resulta muy interesante revisar las interpretaciones y opiniones que el mismo 7 de enero se encuentran en los medios de comunicación con respecto a los discursos por un lado del presidente del Estado, Andrés Pastrana, y por otro del comandante de las Farc, Manuel Marulanda. Mientras que el primero (con alusiones a Manuel Elkin Patarroyo, El Pibe, Los Aterciopelados) fue calificado como un discurso sin condiciones para la paz, abierto y de futuro, del segundo se resaltaron los marranos y las vacas que el Estado expropió hace unas décadas a los colonos de la región de Marquetalia, poniéndolos como ejemplo de lo que para los medios fue un discurso anacrónico por referirse al pasado y agresivo por los reclamos al gobierno del país. Se evidencia así un desprecio en los medios, no ya por los actores de ese discurso, sino por unas realidades y temporalidades muy diversas y en relación conflictiva, desde una dicotomía centro-periferia, mucho más marcadamente en las informaciones sobre las Farc o las autodefensas, que sobre el Eln. Por tanto, es un reto para los medios colombianos, producidos y sustentados por las clases medias urbanas, asumir, más allá de las noticias sobre el campo por medio de cifras económicas o en el Día del Campesino, el reconocimiento de las diversidades culturales que también explican los conflictos que atraviesa Colombia. Diversidades que tienen que ver no sólo con los escenarios sociales del conflicto, sino también con los actores no armados. Victimas que lloran, víctimas que actúan Porque esa dicotomía entre mundos culturales, que parece ser entre lo no legitimado y lo legítimo, aparece también en
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Antonio Caballero, "La guerra ya está aquí", en Revista Semana, 19 de julio de 1999, pág. 111.
la forma en que los medios de comunicación nombran a los colombianos, generalmente desde dos formas de estar ante el conflicto: como la sociedad civil víctima o como la sociedad civil que se moviliza de manera oscilante y selectiva. En este sentido, la sociedad civil víctima aparece en los medios de comunicación en dos espacios geográficos distintos que parecieran no entrecruzarse en los discursos mediáticos: los pequeños pueblos y la ciudad. En el primer espacio, el de las zonas rurales de conflicto, aparece el colombiano que llora la masacre, el colombiano que llora frente al ataúd de su hijo, de su padre, de su hermano, o de su vecino o amigo. Aparece el grupo de colombianos en éxodo, el colombiano en situación de desplazamiento, descalzo, con humildes enseres al hombro y sus hijos a lomo de caballo. En los medios extrañamos la presencia de la sociedad civil rural organizada; la de las cooperativas, de las juntas de acción comunal, la de usuarios campesinos o la de minorías étnicas que hacen resistencia civil a los actores armados y que se organizan bajo el sugestivo y reconfortante nombre de "Comunidades de paz", como la de San Francisco de Asís o la de San José de Apartado, que han emergido en medio de la conflictiva región del Urabá15. En resumen, sobre la sociedad civil de los pequeños pueblos, la que no se conforma en las grandes ciudades y a la que más toca el conflicto, se impone el imaginario (y la estética) de una sociedad de víctimas, de vencidos, nunca de organizaciones sociales en acción, que organizan foros, que presentan proyectos de ley, que le dirigen sus demandas a los poderes institucionales y también a los actores armados. Simultáneamente, los medios están dando cuenta de "otra" sociedad civil. La sociedad civil urbana que se organiza de un modo distinto: en las urbes se privilegia a otras víctimas de la guerra, hay otros dolientes y se ponen en escena otros mecanismos de expresión. La sociedad civil urbana que aparece en los espacios informativos -generalmente de clase media y alta- no llora o se moviliza de manera particular por los campesinos masacrados en los municipios ni tampoco por las familias que, a esta hora, entran en situación de desplazamiento. Se movilizan, en cambio, por el hombre público inmolado (llamémoslo aquí magnicidio) y por los civiles, soldados y policías víctimas del secuestro. Si bien son también dolientes, no son la sociedad del llanto, la cabeza gacha y la parálisis
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Comunidades de paz, Revista Alternativa, abril 1998 (No. 18), separata especial.
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frente al ataúd. Es la multitud que grita en coro contra los violentos; la de pancartas visibles e interpeladoras; la del lazo verde, la bandera blanca, el pañuelo al aire, las velas y los pitos de los vehículos. Es la que se toma importantes avenidas o se concentra en la plaza central de la ciudad. Tomemos sólo dos ejemplos de una muy diferente representación de las víctimas del conflicto: los secuestrados y los desplazados.
sólo motivo de análisis de la academia. Es también motivo de pregunta e indignación por parte de los mismos ciudadanos. En una carta recientemente enviada a un importante diario nacional, una ciudadana pregunta: (...) Señor Director: ¿por qué en nuestra Colombia hay secuestrados de primera, segunda y tercera categoría, si todos somos seres humanos? Nuestros hijos, esposos y padres para nosotros son de primera. ¿Por qué sólo se media por los del avión y por los de la iglesia? Los que no tenemos padrinos, a quién pedimos que nos ayude y medie por ellos?20.
Los secuestrados: las víctimas legítimas A raíz de los secuestros masivos por parte del Eln en los últimos meses (especialmente el plagio del avión de Avianca en Santander y de los feligreses de la iglesia de La María en el Valle) se han movilizado reconocidos funcionarios públicos16, líderes de partidos y movimientos políticos17, altos representantes de la Iglesia18 y hasta la reconocida Nobel de paz, Rigoberta Menchú 19 . La movilización urbana contra el secuestro se debe, sin duda alguna, a los lazos familiares directos que existe entre los retenidos y la mayoría de los dolientes; ya que la mayoría de los secuestrados son personas de clase media y alta, habitantes de las urbes, que se desplazan por placer o por su actividad laboral de una ciudad a otra y han sido presas de las llamadas 'pescas milagrosas' en plena carretera y otras prácticas más osadas o espectaculares, todas ellas con fines económicos. Aunque la movilización de personalidades frente a estos hechos masivos no fue organizada por los medios de comunicación, hay que decir que debido al carácter extraordinario de estas acciones bélicas, los medios (tal vez sin un deseo explícito de 'escalafonamiento de víctimas') han volcado su atención y un permanente seguimiento a estos dos grupos de secuestrados y a los acontecimientos de liberación gradual de las víctimas. Esta conjunción de personalidades nacionales y extranjeras junto a unos medios en seguimiento diario del hecho ha generado una especie de jerarquización de las víctimas del secuestro. Esta jerarquización 'mediática' (impulsada por el interés de los medios) y social (impulsada por personajes públicos) no es
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Juan Gabriel Uribe, consejero para asuntos políticos de la Presidencia de la República; José Fernando Castro Caicedo, defensor del Pueblo. 17 Ómar Yepes Álzate, jefe del Partido Conservador; Horacio Serpa Uribe, director del Partido liberal y Noemí Sanín, jefe del movimiento político Opción Vida. 18 Monseñor Isaías Duarte Cancino, arzobispo de Cali. 19 "Rigoberta Menchú lista para facilitación", en El Tiempo, 7 de septiembre de 1999, pág. 3A.
El llamado contundente de esta mujer está dirigido a la sociedad en general, pero también es un llamado de atención a los medios en particular. Porque, si bien es evidente que la atención mediática al secuestro responde al carácter masivo e inédito de esta acción bélica, también parece cierto que se impone como 'valor noticia' el reconocimiento político21, social22 o económico de la víctima. Y es que hay que decir que, frente al caso de los secuestrados, asistimos en los últimos meses a un cambio paradójico, en el que los medios de comunicación se han convertido en los más claros impulsores de un movimiento generalizado de protesta contra el secuestro por parte de guerrillas, autodefensas, paramilitares y delincuentes comunes. Han impulsado campañas, publicado listas de secuestrados, difundido mensajes radiales enviados por los familiares del retenido; apoyado el movimiento en sus editoriales y convocado. Incluso, han entrado a apoyar explícitamente posiciones como la de no pagar un solo centavo a los actores armados que incurren en secuestros extorsivos23. Lo paradójico es que este impulso se da sólo con respecto a un delito evidentemente repudiable pero que no es el más 20
La carta se titula "Los estratos del secuestro" y está firmada por Emilia Vergara de Bogotá. En "Foro del Lector" de El Tiempo, 11 de septiembre de 1999, pág. 5A. 21 Como el caso de la senadora Piedad Córdoba, secuestrada y posteriormente liberada por las AUC en el mes de agosto; caso de secuestro que motivó airadas voces de protesta de la clase dirigente del país. 22 Como el caso del obispo de Tibú, Monseñor José de Jesús Quintero, con laslógicas voces de protesta de los miembros de la Conferencia Episcopal Colombiana. Fue secuestrado el 15 de agosto y liberado el pasado 19 de septiembre por el Epl. 23 Aparece en la portada el título "No pagar" y un texto que reza: "Con el ejemplo de Cali crece como bola de nieve el número de colombianos que firman compromisos de no pagar en caso de secuestro. País Libre promueve la iniciativa. Cambio la apoya.", en Revista Cambio No. 316. Julio 5-12 de 1999.
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frecuente ni único que se deriva del conflicto armado24, considerando las diarias y también masivas masacres de campesinos, los permanentes desplazamientos internos25 y las desapariciones de personas. Varios factores explicarían la enorme visibilidad e impulso de las movilizaciones contra el secuestro. En primer lugar, la capacidad de legitimación social, que en este caso se logra por medio de una vocería que tiene una relación directa con los medios de comunicación. En el caso de los civiles secuestrados, éstos han encontrado en reconocidos periodistas a ¡lustres voceros de la movilización ciudadana contra el secuestro26. Vocería que empieza a elevarse y a ser reconocida por otros medios masivos del país27, lo que evidencia cómo, desde el punto de vista del ejercicio del periodismo, la línea divisoria entre periodista y activista político parece borrarse. Y este factor de la vocería traza una jerarquización con otro gran grupo de secuestrados, el de soldados y policías en manos de la guerrilla (que superan hoy los 400), que cuenta como voceras con un conjunto de mujeres que deambulan por todo el país con las imágenes de sus hijos en pequeños carteles, estampados en camisetas o que se reúnen en una iglesia para orar por ellos. Nos referimos a las denominadas "Madres de los soldados secuestrados", expresión que ya hizo carrera en los medios para dar cuenta de un grupo de madres que no son adineradas ni pertenecen a estratos altos de la sociedad. Por el contrario, ellas han viajado a la zona de distensión para reunirse con los líderes de las Farc gastando sus ahorros, vendiendo algunas pertenencias o hipotecando su casa. Este otro grupo de dolientes no han encontrado todavía el 'ángel salvador' que les dé visibilidad más allá de las notas puntuales cuando estas mujeres aparecen en determinados actos. Su vocería, entonces, se acerca mucho a la del doliente cuasivencido sin recursos económicos y sin respaldo mora.
Así, desde la noción de vocería, visibilidad y respaldo social a las víctimas de la violencia, se percibe la dicotomía entre las víctimas desde las que se construye un discurso simbólico contra la violencia y las víctimas no legitimadas simbólicamente. Un ejemplo de las primeras es Jaime Garzón, cuyo trágico asesinato ha constituido unos lugares simbólicos de rechazo a la guerra (el poste contra el que su carro se estrelló, el muro frente a su vivienda), y una enorme reacción en los medios de comunicación por sus vínculos con el círculo mediático, que llevó a la cadena radial Radionet a reemplazar durante unos días la programación noticiosa por música clásica, o al canal Caracol a colocar una franja negra en la parte superior de la pantalla en señal de luto. Y esto no es ni mucho menos una crítica a esas prácticas que se constituyen en construcciones de identidades colectivas a partir del dolor, sino una constatación de los factores que hacen que unas víctimas adquieran una visibilidad que las hacen permanecer en la memoria colectiva y en el discurso de los medios de comunicación (el pasado 13 de septiembre el canal Caracol recordó a sus televidentes que un mes atrás Colombia recibía la noticia de la muerte de Jaime Garzón), mientras que otras, como las víctimas de las masacres diarias, nunca hayan generado esa reacción en los medios ni ese recuerdo en aniversarios como el de, por ejemplo, la terrible masacre de L a G a b a r r a . Porque las otras víctimas de la guerra, como los desplazados por la violencia, no cuentan con vocerías legitimadas ni personalizadas en personajes públicos, sino en organizaciones a las que muchas veces se ha acusado de responder a los intereses de la guerrilla por el tipo de demandas que formulan al Estado. De esta manera, cuando los medios se acercan para dar cuenta de la víctima denominada "desplazado", sus relatos distan mucho del impulso a iniciativas colectivas, como vemos a continuación.
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En la actualidad se calcula que las personas que están en cautiverio son mil doscientas, según un editorial reciente de El Tiempo ("El secuestro arrecia", en El Tiempo, 28 de septiembre de 1999, pág. 4A). 25 En cambio, las ONGs hablan (con un mínimo nivel de varianza en sus estadísticas) de una población de desplazados que oscila entre un millón 300 mil personas y un millón 500 mil aproximadamente. 26 Nos referimos a Francisco Santos, codirector del Diario El Tiempo, quien simultáneamente se desempeña como director de la Fundación contra el secuestro 'País Libre'. 27 En primera plana se titula "El Quijote de la Marcha". Y el texto adjunto al titular reza: "Luego del éxito de las manifestaciones ciudadanas contra el secuestro, 'Pacho' Santos y su gente preparan la gran marcha final a la que piensan llevar más de cinco millones de personas". Revista Semana, agosto 9-16 de 1999 (No. 901).
Desplazados: la historia del colombiano derrotado Frente a una sociedad que lucha y enfrenta su situación de víctima, como en el caso de los secuestros, los desplazados son las víctimas pasivas en los medios. Sobre el desplazamiento, los medios están construyendo un único relato, tanto en el caso de los desplazamientos masivos como en los desplazamientos individuales. En cuanto al desplazamiento masivo, los medios dan cuenta de él sobre todo cuando se traduce en la 'toma' pacífica de la sede de alguna entidad nacional u organización internacional
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ubicada en las ciudades capitales28. Además, resaltan (gráfica y textualmente) las acciones extremas que los desplazados ejecutan contra su propia integridad física para llamar la atención del gobierno. El 20 de agosto pasado, en la primera plana del diario El Tiempo, apareció una foto titulada "El calvario de los desplazados" cuyo pie de foto decía: "dos personas del grupo de desplazados decidieron crucificarse para pedirle al gobierno que les solucione la crítica situación en la que viven (...) otros 10 desplazados se cosieron la boca". Del mismo modo se está informando sobre el éxodo silencioso que comporta el desplazamiento individual. El eje de la construcción narrativa es el mismo, no importa si es un desplazado o si es un centenar: la imagen del campesino sin recursos, sin empleo, sin vivienda, enfermo, y prácticamente sometido por la adversidad del nuevo entorno socioeconómico en el que se encuentra29. Según un reciente estudio del Ceper y Finconpaz30, los medios de comunicación otorgan preferencia a una serie de características de los desplazados como "angustia, desesperación, desconsuelo, decepción, rabia, inactividad, temor ("...sin un peso, sin pertenencias, asustados..."). Definen a los desplazados en negativo y-sin querer desconocer el drama humano que llevan consigo- los atrapa en cierta forma en una faz unívoca pesimista que puede motivar un distanciamiento social mayor a sus problemas". Es un uso particular del llamado "lado humano" de la guerra, que "refuerza una perspectiva asistencial del tema del desplazamiento". Según el autor del estudio, la preferencia por el "relato de base" y las perspectivas asistencial y de orden público "dificultan en gran medida la posibilidad de hallar las claves analíticas del desarrollo estratégico militar de la confrontación, de los intereses económicos subyacentes, de la historia y la cultura locales o regionales". 28
El último caso registrado corresponde al grupo de 100 personas desplazadas que se 'tomaron' pacíficamente la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) desde el 2 y hasta el 26 de agosto pasado en Bogotá. Al respecto, cabe señalar que en 1998 se registraron -sólo en Bogotá- un total de 12 'tomas' pacíficas las cuales, debido al número de personas desplazadas y a la importancia de las instituciones involucradas, fueron ampliamente difundidas por los medios masivos. Al respecto, confróntese Boletín de la Consultorla para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes), (No. 15), diciembre 1998, en el apartado titulado "Acciones de protesta y presión de los desplazados en Bogotá, 1998". 29 Dos ejemplos que dan cuenta de este relato son: "Un día en la o vida de un desplazado", en El Tiempo, 1 de diciembre de 1998 (3A) y "Lizandro vive aquí el peor de los infiernos", en El Tiempo, 17 de septiembre de 1999 (1C). 30 Carlos Iván Garda, Medios y desplazados: una mirada crítica a un cubrimiento periodístico, Bogotá, Ficonpaz-Ceper, 1999, mimeo.
Numerosos periodistas afirman, lo cual es innegable, que es importante mostrar a los seres humanos víctimas de la guerra. Y es cierto también que un número considerable de desplazados viven hoy en un estado de pobreza absoluta, desarraigo y desprotección. Pero al igual que en el caso del secuestro, los desplazados son, además de víctimas, ciudadanos que actúan. En este sentido, los medios masivos tienen como reto el dar cuenta de los proyectos que algunas entidades y varias ONG adelantan hoy para transformar a la persona víctima del desplazamiento. Esos proyectos de generación de ingresos y de organización comunitaria se constituyen en valiosos espacios de representación e inserción en el tejido social para abandonar el estereotipo del "desarraigado" y empezar a configurar la imagen del nuevo ciudadano. Es pasar de la condición de "inválido social" y darle paso a la del individuo productivo que tiene creatividad, enorme capacidad de trabajo y dignidad. Este escenario se ha perdido de vista en los relatos sobre personas desplazadas por violencia que llegan a las grandes ciudades. La visibilidad de ambos escenarios, el del desarraigo y sufrimiento y el de las demandas a los actores del conflicto, pueden configurar narrativas informativas menos asistencialistas y más constructoras de actores participativos en la resolución pacífica de los conflictos en Colombia. En definitiva, el espacio mediático en este proceso de paz está mostrando, a través de sus informaciones sobre las víctimas de la guerra, los dolientes y las movilizaciones sociales, que la opinión pública, si es que ese término todavía es aplicable, es una construcción de interrelaciones, hegemónicas unas y minoritarias otras, entre los distintos actores sociales que tienen algo que ver con el conflicto. Una construcción que pasa por lugares sociales legítimos o no legitimados como representación (la ciudad como ese lugar donde los hechos adquieren un matiz de enormidad e inadmisibilidad), por la capacidad de los distintos actores de penetrar en esos lugares legítimos (adonde no han podido llegar las organizaciones sociales que históricamente han estado apartadas de cualquier relación con los que construyen discurso) y por las relaciones de los medios de comunicación con las distintas acciones sociales. Y hay aquí un giro curioso: mientras que, según diversos estudios han mostrado, los medios de comunicación suelen asumir las movilizaciones sociales como problemas de orden público no deseables (paros cívicos, marchas campesinas...), impulsan unas movilizaciones concretas como reflejo de una sociedad activa y que no se deja derrotar.
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Dolor, memoria, verdad, justicia Ahora bien. Con esto no se quiere decir que la figura de la víctima no sea importante como representación de la guerra. Lo es, y mucho, en términos de recuperación de la memoria herida, de lo que Martín Barbero llama "des-hacer aquellas cicatrices que tapan las heridas sin curarlas"31, de la memoria lacerante y conflictiva como ruptura de la memoria de los vencedores. Es aquí donde hay que explorar nuevas narrativas informativas que conviertan el relato del sufrimiento que en los medios de comunicación se queda en el caso particular, en el relato que legitima y representa ya no el sufrimiento individual sino un sufrimiento colectivo. Unas narrativas que permitan "la salida de la interioridad (privado) hacia la exterioridad (público), de un dolor individual hacía un dolor que pretende socializarse, compartirse" y que "construyen una serie de exigencias morales entre el público receptor, el texto y las víctimas". Y éstas son citas de un trabajo que indaga sobre las narrativas que en Argentina han representado el dolor por los desaparecidos, y que muestra como camino de construcción informativa la relación entre el dolor, la memoria, la verdad y la justicia para, más allá de la condición de víctima, representar a unos actores desde la dignidad y las demandas. Se trata, según la autora del trabajo, de recrear "una comunidad de sufrimiento a partir de un tipo de publicación que posibilite la comprensión más general y la construcción de lazos sociales que otorguen una identificación con la humanidad", y como "un modo de entender el horror propio a partir del de los 'otros'"32. Son estrategias como las publicaciones en el diario argentino Página 12, de forma gratuita y todos los días, de los cuadros con fotos de desaparecidos y mensajes de amigos o parientes como "Mario Herrera: nada nos hará calmar el dolor, pero con justicia terminará nuestra bronca. Tu mujer y tu hija", "Martín Bercovich: pasaron 19 años y como siempre estás presente entre nosotros que te queremos, admiramos y respetamos tus ideales de justicia y solidaridad. No olvidamos, no perdonamos y seguimos exigiendo juicio y castigo para los asesinos de miles de jóvenes que lucharon
por un país mejor. Tus padres, hermano, Cecilia, Pablo, familiares y amigos". O como las columnas de opinión escritas por familiares de víctimas y que exponen modelos de análisis sobre el sufrimiento y los medios para poder aliviar ese dolor (y recordamos aquí las columnas de Alfredo Molano en El Espectador, desde su exilio). Columnas que buscan la universalización del problema, no hablando ya de "mi hijo", "mi pariente", sino de víctimas en general. O como las entrevistas que invitan a entrar en el sufrimiento a la vez que ligan al lector al texto y ambos al contexto social, en un ritual de reconocimiento recíproco que para Norbert Lechner es una fundamental dimensión de la política como construcción de identidades colectivas33. Y creemos que el asesinato del humorista y periodista Jaime Garzón, muestra también un interesante ejemplo: el de la transformación de la risa en símbolo del asesinato de una alegría colectiva. Al respecto, el titular de la primera plana del diario El Tiempo, al día siguiente del magnicidio, se preguntaba en una lapidaria frase: "Mataron la risa. ¿Qué sigue?". La enorme movilización social que generó la muerte de Garzón tiene que ver, sin duda alguna, con ese espacio de reconocimiento recíproco y de identidad colectiva. El hecho que muchos ciudadanos hayan participado de la marcha fúnebre disfrazados de 'Heriberto de la Calle' o 'Jonh Lenin' tiene que ver con la construcción de una identidad colectiva alrededor de algo. En este caso, alrededor de sus personajes. No sólo símbolos: el valor de la presión Por último, es necesario afirmar que ni la victimización fragmentadora de la sociedad civil es sólo responsabilidad de los medios de comunicación, ni la capacidad de construir nuevas narrativas del sufrimiento debe ser sólo una realidad mediática. En este sentido, las principales organizaciones que trabajan por la paz en Colombia tienen como reto ir más allá de unos símbolos que se van quedando vacíos de sentido (durante la última Semana por la Paz han sido muy pocas las banderas blancas y las velas) y de unas propuestas abstractas y sin exigencias concretas, como es fácil y abstracto basar el trabajo de una organización en la petición de que los actores del conflicto se sienten a negociar sin plantear un discurso contundente que contenga los puntos de vista y las demandas sociales concretas sobre los puntos de discusión política.
31
Jesús Martin Barbero, "Medios: memoria y olvido". Tertulia organizada por Medios para la Paz en la Fundación Santillana, Santafé de Bogotá, 19 de noviembre de 1998. 32 Ludmila Da Silva Catela, "Las memorias del horror: estilos y narrativas para comunicar el sufrimiento y el dolor por los desaparecidos en Argentina", en revista Comunicado & Política, volumen IV, N° 3. Cebela, Rio de Janeiro, septiembre-diciembre de 1997.
33
Norbert Lechner, "Especificando la política", en Teoría y Política en América Latina, México, Cide, 1984, pág. 128.
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En este sentido, son interesantes las opiniones de Héctor Abad Faciolince, para quien "cuando quienes dirigen ruegan, en vez de actuar, estamos en la hoya (sic)". Según Abad, a muchos de estos actos "les falta lo mismo que le falta a la guerrilla, lo mismo que la falta al país: una dirección política, y por dirección se entiende tanto un director como un camino. (...) Les falta una guía ideológica, una presión que se pueda convertir en opciones de voto, en fuertes corrientes de opinión con capacidad de producir hechos políticos. De lo contrario no pasan de ser pequeños carnavales, especie de teletones sin un fin definido, procesiones y rogativas, plegarias plagadas de buenas intenciones que no van a perforar los durísimos oídos sordos de los malos"34. Porque estas organizaciones, unas más que otras, corren el riesgo, ya visto durante la citada Semana por la Paz, de ser más happenings simbólicos que escenarios para la interlocución ciudadana al Estado y otros actores de la guerra. En este sentido, la obsesión por el papel de los medios de comunicación hace parte de unos procesos que no autoreconocen la constitución de identidades colectivas en las prácticas cotidianas, en la multiplicidad de espacios sociales y en la lentitud de los procesos culturales frente a la rapidez de las tecnologías informativas. Ideas finales para el debate Con el ánimo de proponer, a partir de las anteriores reflexiones, una agenda para la discusión, resulta pertinente preguntarse en primer lugar por la necesidad de un "equilibrio de visibilidades": un equilibrio entre los actores del conflicto desde el debate político y sus propuestas discursivas, sin abandonar, evidentemente, la imagen del actor armado desde sus acciones bélicas y las consecuencias que éstas generan; es decir, una combinación que no pierda de vista la propuesta político-discursiva, pero tampoco que ignore las acciones coyunturales de tipo militar de unos y otros. Es necesario -en medio de estas diversas 'visibilidadespotenciar la visibilidad desde el debate político, evitar la clandestinidad y la no confrontación pública. Para eso, los medios deben asumir riesgos, si tenemos en cuenta que las nuevas visibilidades, más que a apuestas de los medios, han respondido a que el propio proceso de paz, hoy, es más público. En este sentido, el centro de la discusión no es si 34
"Plegarias, rogativas, marchas, procesiones", en Diario El Espectador, 8 de agosto de 1999, pág.4A.
Carlos Castaño sigue apareciendo de espaldas en los diarios y en la pantalla o si la guerrilla debe aparecer o no. Lo más importante es que podamos seguir escuchando o leyendo sus propuestas, proyectos, intereses, sus certezas y hasta las incertidumbres que ronden a estos actores y sus organizaciones en el presente, el inmediato futuro y en relación con el proceso de paz que está en marcha. Es comprensible la clandestinidad física por los avatares de la guerra. Pero sería lamentable la clandestinidad política y la no confrontación de los discursos. Frente a los relatos de las "dos Colombias" y la dicotomía rural-urbano, quedan pendientes las construcciones narrativas menos fragmentadoras y más articuladoras o, por lo menos, más omnicomprensivas de nuestro presente social. Lo más probable es que a partir de tales relatos articuladores no vamos a encontrar una profusa lista de elementos de "identidad nacional" (que además no sería deseable), pero sí nos permitirían reconocer, entender-y no enjuiciar- la diversidad propia de una nación con dificultades históricas en su proceso de consolidación. También hay que superar la legitimación de unas vocerías y expresiones frente a la victimización que se hace de otras, porque unas y otras hacen parte del entramado social y político y, en esa medida, tienen el derecho de expresar sus proyectos, intereses y necesidades particulares. Finalmente, con relación a la ausencia de historia y la necesidad de espacios para la recuperación de la memoria colectiva, si bien es importante recuperar los hitos de violencia nacional (como el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, la violencia partidista, la toma del Palacio de Justicia, la muerte de Luis Carlos Galán, entre otros, amparándonos en la famosa máxima que asume que quien no conoce la historia está condenado a repetirla), resulta más pertinente y necesario rastrear los hitos de reconciliación nacional y firma de acuerdos (como los alcanzados en años recientes entre los gobiernos de Barco y Gaviria con las guerrillas del M-19, el Quintín Lame o el Epl, entre otros). De ese modo, esos relatos cumplirían una doble función: recuperar la historia de la reconciliación -y no sólo la de las tragedias- y ofrecer elementos de comparación con el proceso de paz actual. Los puntos aquí analizados son, a nuestro parecer, los retos que el periodismo colombiano tiene la posibilidad de asumir y que pasan por la construcción de informaciones que articulen, que relacionen las complejidades del proceso de paz en Colombia. Esto tiene que ver con la capacidad comprensiva de dicho proceso desde una mirada más cultural que judicial, y con unas narrativas menos dependientes de la
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competencia y la publicidad y más experimentadoras desde géneros más abarcadores que la simple nota descriptiva. En este sentido, son necesarios muchos más espacios informativos, especialmente en televisión, al margen de los noticieros, en los que ese periodismo de tiempos largos tenga cabida. Por otro lado, se hace necesario debatir la relación entre la publicidad y la información, teniendo en cuenta que
la segunda está consagrada en la Constitución política como un derecho, y la relación que se establece ente los periodistas que cubren el proceso y los directivos que toman decisiones en las redacciones. Por último, es necesario seguir convirtiendo al periodismo en asunto de debate por medio de una mayor interlocución entre periodistas, receptores, espacios investigativos y actores sociales.
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Lenguaje, poesía y filosofía* Cecilia Balcázar de Bucher** Al abordar el tema de las relaciones entre el lenguaje, la lingüística, la filosofía y la poesía se recorren caminos que están en el núcleo de la preocupación contemporánea, en el cruce de estos tres planos que se articulan en la palabra. Son varios los enfoques que pueden adoptarse en el estudio de esta relación; y aquí podríamos intentarlo desde la lingüística -"la más científica de las humanidades y la más humanista de las ciencias"-; o por la percepción que nos da el haber vivido en la poesía y el haberle dado un vistazo a la filosofía desde la ventana de la lengua.
La lengua Sabemos que es la lengua la metáfora original, o el gran teatro armado por el hombre con palabras, para apostar allí los juegos de todas las formas de vida, del conocimiento y del poder, del amor y de la muerte. Al mismo tiempo que la valoramos como uno de los legados comunes que hemos recibido, como el transmisor invisible de una cultura milenaria, y en el caso del español, como el aglutinante de nuestra necesaria unidad iberoamericana, debemos señalar críticamente las falacias que se pueden construir a través del lenguaje; los sistemas de valores caducos que puede perpetuar; las actitudes retardatarias que puede consagrar. Somos conscientes de las redes que la palabra teje; y de la violencia simbólica que ejercen muchas de sus categorizaciones; de la injusticia que legitiman sus clasificaciones de exclusión; de la limitación que la palabra impone sobre lo fluido, lo cambiante, lo vital. Conocemos el peligroso dominio que se puede ejercer por el manejo hábil de su forma, aunque se trate tantas veces -ya sea en la plaza pública, en el intercambio del comercio o en los recintos cerrados de las relaciones interpersonales-, de la palabra inauténtica y vacía. Hemos aprendido, por otra parte, que no es la lengua un vehículo neutro ni transparente de comunicación. No es un cuerpo homogéneo, una herencia que se reparta por igual en todos los estratos de la escala *Este artículo es una elaboración del discurso de recepción como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, publicado en el Boletín de la Academia Colombiana, Tomo XLVI, Número 194,1996. **M.A. en Letras y lingüistica, doctora en filosofía, Georgetown University. Actualmente es directora del departamento de Lenguajes y Estudios Socio-culturales de la Universidad de los Andes. Las traducciones del inglés y del francés son de la autora del texto.
social. Es también insidioso indicador de clase social; genera admiración, o señalamiento y discriminación. Es el más soslayado instrumento de poder, y de control social, el más efectivo factor en la constitución de las identidades personales y sociales. El que establece el juego de la opresión y la subordinación, naturalizando desde los dos polos las clasificaciones arbitrarias; el que constituye al amo y al esclavo; al colonizador y al colonizado; el que regula las relaciones entre los géneros. La lengua es un poderoso e incontrolable ser que en más de una forma delata al hablante que presume dominarla, sin advertir que es ella la que lo ubica y lo revela. Es el medio inigualable en la lucha por la libertad y por la reivindicación de los derechos humanos; es el asiento de la ley. Pero también, de manera muy profunda, es una prisión de barrotes invisibles y presentes por doquier -the prison house of language-, que determina, sin que lo sospechemos siquiera, aun la percepción que tenemos del mundo, confinándonos dentro de su sistema cerrado. Por medio de la lengua se constituyen los metalenguajes de las diversas teorías de lo social. Al mismo tiempo, las variaciones de la forma configuran, de manera sistemática, la más fina representación simbólica de esa sociedad. Pero el análisis semiótico del habla, como indicadora de la estructura social, objeto de la sociolingüística, se queda corto, a pesar de haber constituido en su momento un enfoque novedoso que tuvo repercusiones sociales significativas. Como consecuencia del giro lingüístico (o lenguajístico) de las ciencias humanas y sociales, y del establecimiento de una nueva concepción del lenguaje, no se concibe la lengua como un instrumento incuestionado de la comunicación, ni como un medio transparente para nombrar, o representar una "realidad" que pueda concebirse como externa al propio discurso. Además, se produce otra ruptura en el esquema tradicional de la comunicación entre emisor y receptor. Somos emisores y receptores múltiples, como lo propone la lingüística de la argumentación. Nos valemos de un código que no es transparente, en el que lo que se dice no es igual a lo que se significa. En nuestro discurso se revelan voces que pueden producir mensajes opuestos, aun contradictorios. Hay en nosotros una polifonía de la que se han ocupado no sólo analistas literarios, sino los investigadores de la lingüística del texto que encuentran en él las huellas de nuestras voces plurales. El estudio del lenguaje, de la lengua, de la palabra y la reflexión multidisciplinaria que a ellos se acerca, se entronca
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con los paradigmas científicos de Occidente y con las escuelas filosóficas que desde tos griegos hasta el presente han formulado teorías sobre su constitución. Unos y otros han encontrado insalvable el hecho de que sea la propia lengua el instrumento de análisis que se vuelve sobre sí, en la ardua tarea de distanciarse de ella misma como objeto de estudio, como lenguaje-objeto de su propia teoría. El poema Desde el punto de vista de la lingüística tradicional, que pretende abarcar el campo de la poética, podemos establecer vínculos con la poesía, acercarnos al poema como a un corpus mensurable; como a un lenguaje especial en el plano de la forma; como al resultado de un proceso de transformación que opera sobre las reglas de formación de la estructura profunda de la lengua y que tiene como actor a un sujeto consciente. Es posible reducirlo a su calidad de objeto, para describir en él las disposiciones fonemáticas, las aliteraciones, las anormalidades, la ruptura de códigos, las "malformaciones" sintácticas. Y hasta podemos determinar, más allá de los análisis de la forma, y a partir de un componente semántico sistematizado, la plurivocidad, la polisemia de su léxico. En un célebre simposio decía Román Jakobson que "la poética se ocupa de los problemas de la estructura verbal, así como el análisis de la pintura se centra en la estructura pictórica. Ya que la lingüística es la ciencia global de la estructura verbal, la poética puede ser mirada como parte integral de la lingüística"1. Pero podemos reflexionar sobre ese mismo poema a partir de otras dimensiones. Como lo dice María Zambrano2, podemos concebirlo desde la afectividad que lo requiere y que lo expresa en el espacio; del tiempo que lo engendra; del ritmo que lo acopla con la respiración interior y con el palpitar del mundo. Podemos también enfocarlo desde la construcción de un espacio donde los juegos del lenguaje recrean un universo interno autónomo, donde se re-plantean los parámetros del valor de los términos, donde se subvierte el orden establecido del sentido. Al mencionar estos nombres, afectividad, espacio, tiempo, ritmo, entramos en una dimensión diferente del lenguaje. Y al referirnos, además, a los juegos del lenguaje, a la creación con la palabra de un universo autónomo, y contingente, al hablar en términos de valor y de subversión 1 2
ThomasA. Sebeok, Sty/e in Language, Cambridge, M.I.T., 1960, pág. 350. María Zambrano, Selección de textos, Barcelona, Anthropos, 1987.
del sentido, nos abrimos al pensar filosófico. Ese pensar que, en la tradición de Occidente, excluyó la poesía del reino y destinó al exilio a los poetas. ¿Cómo encontrar, cómo construir el vínculo, cómo dilucidar el lazo enigmático que une poesía y filosofía, cuando se replantea la visión del lenguaje y de su contingencia? No se trata ciertamente de volver sobre debates ya superados, relativos a la expresión de conceptos racionales disfrazados en forma poética. La línea radical trazada por los oficiantes de la poesía pura, sobre todo Mallarmé y Valéry, no nos permitiría retroceder. Ya decía don Antonio Machado que "El pensar poético se da entre intuiciones, no entre conceptos" y que "La poesía vendría a ser el pensamiento supremo, por captar (...) la radical heterogeneidad del ser". A este respecto es también famosa la frase de Mallarmé-en respuesta a uno de sus discípulosdiciéndole que los poemas no se hacen con ideas. Se trata tal vez de entender cómo el regreso al reino, la entronización de la poesía -entendida como "la topología del ser"-, como la unión de sonido y de sentido, en cuyo ritmo estamos implicados, se alcanza ahora por el desvío que marcó la reflexión sobre el lenguaje y el cuestionamiento de la metafísica; por la duda sobre el método y la demistificación de la razón; por la descentración del sujeto, propuesto como centro en el pensamiento cartesiano; por lo que se ha venido llamando el fin de la filosofía. Las ciencias que tuvieron origen en ella se centraron en la eficiencia de la técnica. Su verdad está sujeta a esa eficiencia y en el orden social que responde a ella el hombre está determinado "como un ser cuya esencia es la actividad en el mundo social". Las construcciones teóricas, como extensas metáforas de lo real, se basan en categorías que constituyen solamente hipótesis de trabajo. Las ciencias le prometieron al hombre la explicación del mundo; la predicción de los fenómenos por aplicación de leyes universales. El mismo lenguaje se objetivó para su estudio. El hombre se situó por fuera de él y lo desmembró para entender su conformación intrínseca. Algunos modelos de la comunicación adoptaron las categorías de la física y postularon hablantes-oyentes ideales despojados de la complejidad e irreductibilidad del ser humano. Los métodos de estudio de las ciencias naturales se aplicaron acríticamente a la comprensión de lo humano. Pero la ciencia ha entrado en crisis. Su precisión y su infalibilidad se cuestionan. La contingencia de los paradigmas científicos, al igual que la de los sistemas filosóficos se hace evidente y las dos grandes teorías contemporáneas de la física acogen, como principios, la
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relatividad y la incertidumbre. La ciencia pura le da la mano al pensamiento para repensar el ser. Muchos científicos contemporáneos que están en investigación de punta tratan de entender el papel primordial de la facultad poética de la intuición. Es más, convencidos de la limitación del instrumento lógico y racional, tratan de entender la iluminación que se da también en el campo de la ciencia, como producto de suspender los ordenamientos que circunscribe el pensamiento discursivo. Para entender, del lado del pensar, la relación entre el lenguaje, la poesía, y la filosofía, nos adentramos por algunos de los senderos trazados por el último Heidegger, en la vecindad de los surcos abiertos por los poetas. Ya en los años veinte, en España, toda una generación posterior a las vanguardias, reflexionaba sobre temas que habrían de convertirse en el foco del interés contemporáneo, como sucede tantas veces en el terreno del arte, que se adelanta en el camino del conocimiento. Convocados por Gerardo Diego3, definían los poetas de esa época la poesía -cada uno en su propia poética-, como una facultad capaz de expresar lo que no es accesible por el pensamiento lógico, como en el caso de Dámaso Alonso; o como "una aventura hacia lo absoluto", según lo expresado por Salinas; o como "la palabra esencial en el tiempo", expresión de Antonio Machado. Lo que se resume en la postulación de la "razón poética", mediante la cual podemos adentrarnos en el terreno de lo otro del ser, escapándonos a la lógica logocéntrica -tal como lo propusiera la filósofa española María Zambrano-, para abrirnos a la posibilidad de captar y experimentar lo abierto, la otredad, como diría Paz. El propio Heidegger plantea así, en forma memorable la relación de la poesía con el pensar: El peligro es que le pidamos demasiado a tal o cual poema, es decir que lo abordemos con un exceso de pensamiento, impidiendo que nos llegue por el estremecimiento poético. Y es aun mayor el peligro -aunque no nos lo confesemos hoy en día-, de no pensar suficientemente, y de irritarnos ante el recogimiento en el que sólo puede reconocerse esto: la experiencia propiamente dicha con la palabra es siempre una experiencia pensante -lo que equivale a decir que el canto pleno de toda gran poesía está siempre en el ritmo de un pensamiento que encuentra su vibración. Pero entonces, si todo se liga en primer término con una experiencia pensante
3
Gerardo Diego, Poesía Española Contemporánea 0901-1934), Madrid, Taurus, 1962.
con la palabra, ¿por qué evocar la experiencia poética? Porque el pensamiento a su tumo anda sus caminos en el vecindario de la poesía4. ¿Por qué, como lo dice Heidegger, recorre el pensamiento sus caminos en la vecindad de la poesía? Para encontrar los caminos que abran la comprensión de la génesis del decir poético, hay que aventurarse por varios senderos que convergen en el mismo punto de claridad y que parten de la espesura. Tenemos allí el pensamiento presocrático. A él alude Borges en su poema "Heráclito": Heráclito camina por la tarde ....................... Se detiene. Siente Con el asombro de un dolor sagrado Que él también es un río y una fuga,
Un hombre que entreteje endecasílabos5. Una vía, rica en indicios-señalada por María Zambrano-, es la gran oposición entre el pensamiento de los pitagóricos, basado en las matemáticas, el número, la música y la posición de Aristóteles que da nacimiento a la filosofía y a la metafísica basada en la palabra. Son tendencias del espíritu humano que se reiteran y se reproducen en todas las épocas de la historia del pensamiento y guardan relación estrecha con el proceso de creación artística. Sobre la concepción pitagórica del mundo pasan los manuales de filosofía de nuestras escuelas como por accidente. La presentan como una curiosidad, como una sinrazón primitiva, en contraste con lo que más tarde vendría a ser el pensamiento hegemónico de la ciencia. Sin embargo, a pesar de haber sido aparentemente vencida y abolida de las corrientes dominantes de la historia, ha permanecido vigente y viva en la ciencia pura, en las expresiones del pensamiento alterno y en la poesía. Esta mirada sobre el mundo expresa una manera de experimentar la angustia del tiempo, el éxtasis ante lo sagrado; de percibir lo incorpóreo y relacional. La batalla que libró esta concepción del mundo en contra del pensamiento aristotélico se ha reproducido en la historia cuando quiera que se han enfrentado las visiones relaciónales con las sustancialistas y de concreción de la materia. 4 5
Martin Heidegger, Questions IV, París, Gallimard, 1976, pág. 157. Jorge Luis Borges, Obra Poética, Buenos Aires, Emecé, 1977, pág. 496.
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Cito enseguida poemas que reflejan por su contenido, por su ritmo, por su visión del lenguaje esa posición alterna: Dice Borges en el poema "El sueño": ¿a noche quiere que esta noche olvides tu nombre, tus mayores y tu sangre, cada palabra humana y cada lágrima, lo que pudo enseñarte la vigilia, el ilusorio punto de los geómetras, la línea, el plano, el cubo, la pirámide el cilindro, la esfera, el mar las olas.. .6 El poeta, con su cúmulo de palabras cargadas de sentido, quiere lograr la expresión de esos otros mundos, de su angustia, de su éxtasis o de su plenitud. Para ello debe despojar las palabras de su literalidad y sugerir con ellas nuevos sentidos, recortar nuevos perfiles de significación y, rompiendo los códigos normales, usarlas según su eufonía, según su peso, según la secuencia armónica de acentos métricos y de cesuras, para acercarse a la música. El poeta denuncia también la pretensión que tienen las palabras de fijar esencias, adelantándose a los planteamientos de la posmodernidad. Como en el poema "El Golem" de Borges: Si como el griego afirma en el Cratilo el nombre es arquetipo de la cosa en las letras de rosa está la rosa Y todo el Nilo en la palabra Nilo. Y hecho de consonantes y vocales Habrá un terrible Nombre, que la esencia Cifre de Dios y que la Omnipotencia Guarde en letras y sílabas cabales7. Si consideramos la pregunta que se le planteó a Heidegger sobre por qué la filosofía, cuando trata de decir lo que significa la palabra ser, se encuentra con la palabra poética, nos preguntamos, a la vez, por qué la palabra poética logra establecer una relación con la verdad. Ciertamente no se trata de la verdad a la que alude Aristóteles cuando habla del logos apophantikos, de la frase predicativa en la cual se afirma o se niega algo de algo. No hablamos aquí de la verdad metafísica, de la evidencia, de la estructura estable, eterna e inmutable de Platón. Hablamos 6
7
Ibid. Ibid.
de esa verdad que se instaura en el poema y que hace de él un universo autónomo: el sitio donde se despliega el ser. Es claro que aquí se alude a la poesía despojada de todo formalismo vacío pero también de la carga de la razón logocéntrica. A la poesía elaborada en su forma, trabajada en la relación finamente establecida entre el ritmo que se expresa en el metro y las modulaciones, y la palabra que la encarna. Esa poesía que rompe con el orden logocéntrico tiene su máxima expresión en las vanguardias. Estos versos de César Vallejo ilustran cómo se transgrede en el poema la estructura canónica de la frase: Después, éstos, aquí, después, encima, quizá, mientras, detrás, tanto, tan nunca debajo, acaso, lejos, siempre, aquello, mañana, cuánto, cuánto!... estos otros: ¡Oh siempre, nunca dar con el jamás de tanto siempre! oh mis buenos amigos, cruel falacia parcial, penetrativa en nuestro trunco,volátil, jugarino desconsuelo!8 El caso de León de Greiff ejemplifica también esta ruptura con la construcción predicativa. Hay un intento permanente de rebasar el límite que impone la morfología de las palabras, y de establecer también nuevas relaciones sintácticas. De apropiarse de los lenguajes no semánticos de la música y de las matemáticas: Adiós! Abur! caquéctica Retórica, Metafísica - dócil Celestina Gramática hipertrófica si inane, Y tú obsoleta inofensora Métrica! Quiero -ello sí- la exótica aventura, mi viejo amor, mi villomil manteo, quiero el azar, y quiero la armonía: de las constelaciones la concertada esfera, como de los sonares el sabio vocerío. Quiero el azar y quiero la armonía matemática; el loco tropel y la algazara; la nietszcheana visión futuradora; 8
César Vallejo, Obra poética completa,
Bogotá, La Oveja negra, 1980.
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El ritmo interno, acorde con las altas esferas de la noche, se percibe en estos otros versos: Mi espíritu es un ritmo - no más, dócil sonámbulo entre la noche muda, entre la noche ingrávida, despavorida, trémula entre la noche candida y desnuda!9 Desde el punto de vista de la forma, el poema -sobre todo el que sigue ciertas tendencias simbolistas y de vanguardia-, se diferencia de la frase del discurso predicativo por alterar la sintaxis y acudir a la parataxis, eliminando subordinaciones y conjunciones, aboliendo justificaciones lógicas y todas las formas del razonamiento demostrativo. Las palabras adquieren su esplendor autónomo, sin supeditarse en el sentido las unas a las otras. Dice a este propósito el filósofo y crítico contemporáneo Henri Maldiney: las palabras de la secuencia no se determinan directamente las unas a las otras; no se comunican sino por sus horizontes, como el tiempo. Aun si cada palabra se levanta sobre el horizonte de posterioridad de la precedente, cada una libera su cielo. Se sostiene en suspenso, en el punto de su ascenso vertical en el espacio que ella abre y se recoge en sístole en el límite de su diástole; es forma antes de ser signo -y la forma es el lugar del encuentro, móvil él mismo, de la tensión que abre y de la tensión que cierra10.
manera nueva, como en la creación renovada del mito, sobre la dimensión continua e indiferenciada del espacio del mundo. En el poema de los grandes líricos se rompen los límites impuestos por las viejas palabras, transmisoras de conceptos y visiones que impiden las percepciones nuevas. Porque no sólo la palabra llama a la presencia. No sólo es cierto, como lo dice Heidegger en el análisis del poema de Stefan George, que no hay cosa allí donde la palabra falta11, sino que, según él mismo, hay un es allí donde se quiebra la palabra. Porque se quiebra lo establecido y se llama a la presencia lo que se revela en la luz, en comunicación con lo abierto. En el proceso de producción del poema está en juego la afectividad como una manera, la más alta, de llegar al conocimiento. Se trata de aprender de nuevo a ver, quebrando la pantalla en donde se esclerosa la visión; de aprender a escuchar, remontando las fuentes vivas del lenguaje para captar la frescura de la sensación, como lo hace Saint-John Perse: Entra el estío, que viene de la mar Y sólo al mar diremos Cómo fuimos de extraños en las fiestas del pueblo Cómo el astro en ascenso De fiestas submarinas Llegó una noche A nuestro lecho Para aspirar allí La paz de /o divino'2.
Afirma Heidegger, en su tratado sobre Aristóteles: Toda determinación del ser por medio de la definición debe fracasar por principio. Si el ser puede ser captado, debe serlo de manera totalmente diferente. Esta "manera totalmente diferente" le deja el lugar a otro régimen de discurso que nos conduce por la vecindad de la poesía. Como ya lo hemos dicho, el universo del poema logrado constituye la forma extrema de un juego en donde se rompe la distancia convencional sujeto-objeto. El sentido que se construye allí es autorregulado y en armonía con una belleza matemática en donde el ritmo, la mesura, la música, se logran mediante recursos prosódicos que no admiten sistematización. La palabra poética recorta su figura de una 9
León De Greiff, 145-146. Henri Maldiney, l'art,I éclair de l´être, Seyssel-sur-Rhône, Comp'Act,1993, pág. 71. 10
La actividad creadora del poeta es solitaria. Pero se lo ha señalado, al mismo tiempo, como prototipo del ser humano. La experiencia que vive y que se transmite al lector lo interpela, le permite participar en ella. Le permite multiplicarse y transponerse. Sentir que es el poema su propia enunciación. El poema es la apertura de un lugar único en el que cada uno se siente de manera impensada, desde el comienzo, delante de su ser. La obra de arte no remite a significados preestablecidos, ni se deduce de ellos como consecuencia lógica. La obra de arte, en general, y el poema, en particular, nos confrontan con una visión propia del mundo diferente a la nuestra. Fundan un mundo al presentarse como una nueva apertura del ser en el evento histórico; es como una mise en scéne, una "puesta en obra 11
Heidegger, Achemmement vers la Parole, Paris, Gallimard, 1976, No. 147. 12 Saint John Perse, Oeuvre Poétique, París, Gallimard, 1960.
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de la verdad" que permite el desarraigo de una manera fundamental. En una alteración cualitativa de la visión y un cuestionamiento de nuestra propia verdad. La palabra poética pone en suspenso la obviedad, lo a priori del mundo. Es un lugar único donde cada uno, de manera imprevisible, se ve compelido a enfrentarse consigo mismo en un diálogo profundo. Pero este diálogo que se establece en el espacio del poema es diferente del acontecer del diálogo de la conversación ordinaria que se aborda generalmente sin plan preestablecido y sin conocer el desenlace de la comunicación. Una diferencia básica consiste en que las palabras desaparecen cuando se capta el sentido construido en la interlocución. Son monedas que se cambian entre los hablantes. En tanto que las palabras del poema, como lo anotaba Valéry, son oro; permanecen de pie en el texto, en el tejido musical que lo sostiene de manera permanente. Porque el poema no admite cambios una vez construido, aunque, por el valor plurívoco de los términos que lo entretejen, produzca diferentes sentidos, una "diseminación de sentidos" en las diferentes lecturas que de él se hacen. El poema establece un diálogo con el lector que ha sido precedido por el diálogo interior del poeta; por el diálogo con el otro que hay en sí mismo que roza el otro de los otros: "Yo no soy yo" -dice Machado-, "Soy éste que va a mi lado sin yo verlo. / Que a veces voy a ver y que a veces olvido"13. El poeta aspira a dar cuenta en la palabra, su medio de expresión, de eso que percibe más allá de la red sistémica del lenguaje. Para ello tiene que romper la estructura de lo que se considera la representación. Aguzar su ingenio para producir los efectos de un instrumento musical. Quebrar las metáforas de la lengua corriente o revitalizarlas. Levantar el ropaje de las palabras para construir, a partir de la desnudez esencial nuevos sentidos. Vencer el concepto de la linearidad del tiempo y alcanzar el tiempo puro. Romper categorías y definiciones espaciales. Esta actitud prometeica, cuestionadora y esta capacidad nominadora que construye nuevos mundos, son peligrosas para quienes sostienen la fixidad de lo establecido. Para quienes se sienten interpelados por su otredad. Por eso, como en su época a los pitagóricos -dueños del número y de la poesía del universo-, se margina a los poetas de los espacios hegemónicos de la cultura. Se desconoce que la capacidad mito-poética se desplaza también al horizonte social y es capaz de percibir allí
formaciones, movimientos, hechos innombrados que se manifiestan en ese tejido móvil, capaz de traerlos al juego del lenguaje, gracias al poder de la palabra, y hacerlos irrumpir en la historia, en el destino de un pueblo. Fue esa la función de los poetas primitivos, cuando el pensamiento se confundía con el arte de la poesía. Es por esa vecindad por la que aboga Heidegger cuando dice, según la citación que hace Jean Bucher:
13
14
Antonio Machado, Poesía Española.
El diálogo auténtico con la poesía de un poeta es únicamente el diálogo poético: la conversación poética entre poetas. Pero es posible también y aun necesario el diálogo del pensar con el poetizar y esto porque, para los dos se produce de verdad una relación privilegiada aunque diferente con la palabra. El coloquio de la palabra con la poesía apunta a evocar el ser de la palabra con el fin de que los mortales vuelvan a aprender cómo habitar en la palabra14.
La filosofía Tanto el pensador como el poeta experimentan los límites del lenguaje, aunque los dos operen de formas distintas. Es más difícil para el primero romper con la lógica tradicional expresada en la proposición y el juicio, instrumentos tradicionales de la filosofía, que para el poeta cuyo lenguaje supone esa ruptura. Los dos acuden a las metáforas ónticas como medio oblicuo y único de decir el ser y de evocar el sitio donde éste se revela: el develamiento, el claro del bosque, la apertura, la diferencia, son vocablos usados por el pensador, quien afirma que "la poesía que piensa es la topología del ser" En el lenguaje poético leemos en un poema de Pedro Salinas:
La tarde me está ofreciendo en la palma de la mano hecha de enero y de niebla vagos mundos desmedidos por un mundo sospechado concreto y virgen detrás por lo que no puedo ver llevo los ojos abiertos. La diferencia ontológica, en el discurso filosófico, se expresa, según Champeau, por medio de la paradoja como
Jean Bucher, La Experiencia de la Palabra en Heidegger, Bogotá, Ariel, 1996, pág. 56.
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conflicto y unidad, inquietud y paz. El ser, en relación con la representación científica, paradójicamente: "no puede ofrecerse más que como nada".
la experiencia que experimenta, el tiempo que temporaliza, y esta formulación del llamado del ser: "llamándolo a venir, el llamado ha hecho ya llamado, antes de sí mismo, a lo que él llama. ¿En qué dirección? A lo lejos, allá donde mora en su ausencia lo llamado"15
Del lado de la poesía es famosa la descripción del amor, por medio de paradojas como lo hiciera Quevedo: Es fuego abrazador es hielo helado Es herida que duele y no se siente Es un soñado bien un mal presente Es un breve descanso muy cansado Es un descuido que nos da cuidado Un cobarde con nombre de valiente Un andar solitario entre la gente Un amar solamente al ser amado O contemporáneamente un poeta colombiano, José María Vivas Balcázar: Esto es amor! Estar cerca y distante... Es ser fugaz y ser también eterno Es habitar en cada nuevo instante un nuevo cielo en un divino infierno Pedro Salinas, en su poema La difícil, dice, en forma de paradoja:
Un poeta contemporáneo mexicano, Fernando del Paso expresa: la rosa es una rosa, es una rosa eco de la frase de Gertrude Stein: a rose is a rose, is a rose que se remonta, ella también, a la misma famosa definición tautológica del maestro Eckhart. El límite del pensamiento discursivo lo ejemplifica un poeta francés, Henry Michaux, cuando al borrar las categorías de referencia, para experimentar lo fluido y continuo de lo real, se disuelven los objetos, sin fijación ni resistencia y se anula la distancia de la representación. Dice el poeta citado por Champeau16:
En los extremos estás de ti, por ellos te busco. Amarte: qué ir y venir a ti misma de ti misma! para dar contigo, cerca, qué lejos habrá que ir! También Sor Juana Inés de la Cruz es maestra en el uso de esta figura: Óyeme con los ojos, ya que están tan distantes los oídos, y de ausentes enojos en ecos de mi pluma mis gemidos; y ya que a ti no llega mi voz ruda, óyeme sordo, pues me quejo muda. El lenguaje ilógico se manifiesta también en la tautología. En la expresión del pensador, en este caso el mismo Heidegger, tenemos:
Un ser borrado mil veces exiliado en el fondo del horizonte (...) un ser que querría ser
O, por el contrario, adquieren los objetos una cercanía y una dimensión aterradora: Duras las voces. Duras. Demasiado. Insostenibles Normal mantener la distancia Misericordia del alejamiento"17. Esta experiencia del poeta está en la vecindad de la de un filósofo como Parménides, según el análisis que hace , Heidegger en el Seminario de Záhringen. Habla él allí de la 15
Heidegger, Acheminement No 22. Serge Champeau, Ontologie et Poésie, Paris, Vrin, 1995, pág. 33. 17 Ibid, pág. 40. 16
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"fenomenología de lo no aparente", en la que no hay conceptos sino la expresión tautológica: "El entrando en presencia, entrar en presencia". Tal como lo expresa también el místico renano Eckhart, es la experiencia de lo otro en el abismo sin palabras. En el abismo de lo inmobrado, de lo indemostrable "donde hay gran número de signos" en el sentido de esbozos de lo que hay que ver, donde se da el único acceso al ser y a su manifestación. La vecindad con la poesía se da aquí en grado máximo con San Juan de la Cruz, con el renunciamiento necesario a todas las cosas, "a las sabandijas ya pintadas en el entendimiento" dejando el "entender de hombre" y proyectándose en el entendimiento angélico. La ascesis mental y espiritual requerida se expresa entre otras máximas dibujadas en sus diagramas como:
presencia en el abismo encuentra la expresión más depurada. La que nombra como en el primer día de la creación. Tal es la exaltación que se encuentra en las "Canciones entre el alma y el esposo", en donde "con figuras, comparaciones y semejanzas" dice lo que "tampoco por palabras se pudo ello decir": Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor, que no se cura sino con la presencia y la figura. Mi Amado, las montañas los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos,
para venir a saberlo todo no quieras saber algo en nada.
la noche sosegada en par de los levantes del aurora la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora.
o: para venir del todo al todo has de dejarte del todo en todo'8. Y afirma el poeta y pensador que "en esta desnudez halla el espíritu su descanso". ¿Se aproximará este descanso a la Gelassenheit de Heidegger-traducida como serenidad-, que permite escapar a las aporías del querer y del no querer y que en el místico renano antes aludido se realiza en la forma de "no querer nada, no saber nada y no tener nada"? Este "camino del alma", que renuncia a toda forma de amor propio y entra en contacto con la nada, es también el camino del pensamiento. En su forma ascética, según lo plantea el místico medieval renano, se trata del "desierto del ser". Este desierto es diferente del espacio donde florece lo que se apropia y se despliega en la palabra, según la meditación heideggeriana. Aquí la consonancia es mayor con San Juan. Después de la desnudez extrema, de la noche oscura, del vacío al que se ha llegado por la depuración de los sentidos -"estando ya mi casa sosegada", cuando ya no "miraba cosa" ni tenía otra luz "sino la que en el corazón ardía"-, la
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San Juan de la Cruz, Obras completas, Burgos, Montecarmelo,
1987, págs.
47,48, 52
Allí me mostrarías aquello que mi alma pretendía, y luego me darías allí, tú vida mía, aquello que me diste el otro día: El aspirar del aire, el canto de la dulce filomena, el soto y el donaire, en la noche serena, con llama que consume y no da pena'9. Nos hemos propuesto adelantar una reflexión sobre aspectos del lenguaje, la lengua, la filosofía y la poesía dentro de la visión de/ carácter contingente del lenguaje. Hemos aludido en último término a la diferencia entre la verdad adecuación y la verdad de la "Aleteia", o sea la verdad de la manifestación del ser tal como se manifiesta ella en la poesía. Quisiéramos acoger ahora, como propias, estas palabras de Wittgenstein para compendiar lo dicho en relación con la poesía y la filosofía: 19
Ibid.
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"Creo haber sentado en su conjunto mi posición en relación con la filosofía cuando he dicho que la filosofía, realmente sólo se la debería escribir en forma de poema"
Bibliografía complementaria Gabriela Bucher, "Partitura para un viaje Una lectura de El Monte de Perfección de San Juan de la Cruz", Tesis de grado, Bogotá, Universidad de los Andes, 1995 Jean Bucher, La situation de Paul Valéry critique, Bruxelles, La Renaissance du Livre, 1976 Hans-Georg Gadamer, Vente et Méthode, París, Seuil, 1976
............... , L actualité du beau, Aix en Provence, Alinea, 1992 ------------ , Poema y diálogo, Barcelona, Gedisa, 1993 Jorge Guillen, Lenguaje y Poesía, Madrid, Alianza, 1972 Richard Kearney, y Joseph Stephen O' Leary, Heidegger et la question de Dieu, París, Grasset, 1980 Octavio Paz, El arco y la lira, México, Fondo de Cultura Económica, 1972 Richard Rorty, El giro lingüístico, Barcelona, Paidós Ibérica, 1990 ------------ , Contingencia, ironía y solidaridad, Barcelona, Paidós, 1991 Swámi Siddheswarananda, Le Yoga et Saint Jean de la Croix, París, Albin Michel, 1996 Gianni Vattimo, El fin de la modernidad, Barcelona, Gedisa, 1990.
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Jóvenes, política y sociedad: ¿desafección política o una nueva sensibiliad social? Tejop: Taller de estudios de los jóvenes y la política* Este artículo desarrolla un conjunto de reflexiones preliminares acerca de la relación entre jóvenes y política en Colombia, tratando de sentar algunas pistas pertinentes de investigación y promover la discusión sobre el tema1. Se trata de unas reflexiones producto de una primera observación de la subjetividad juvenil, entendida particularmente en este trabajo como la exploración de las percepciones y representaciones relativas a la política. Desde esta perspectiva interesa, por el momento, examinar las maneras como los jóvenes entienden la cuestión, las imágenes con que la representan y las valoraciones y sensibilidad que desarrollan al respecto. Si se quiere, desde cierto punto de vista, es una aproximación a la cultura política de las juventudes2. Una primera inquietud que mueve este análisis es la revisión y crítica de aquellos planteamientos recientes que vienen enfatizando una suerte de relación pérfida, conflictiva y en cierto sentido anómala de los jóvenes con la política. Por otra parte, motiva estas reflexiones la cuestión de los factores explicativos contenidos en las diferentes aproximaciones al tema. Así, en una de éstas, la situación actual de la política con relación a la juventud sería un resultado, un resultado comprensible desde la propia historia de la política en América Latina3. Los jóvenes, con sus actitudes y sensibilidad
* El Tejop es una instancia del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. Se creó para promover la investigación entre sus estudiantes. Actualmente está conformado por: Rodolfo Masías (profesor y director) y los alumnos Juliana Arboleda, Milena Espinal, Marcela Galvis, Una González, Lina Rodríguez, Diana Arango, Manuel Vega. 1 Estas reflexiones son el resultado del trabajo de campo efectuado por el Tejop durante 1999. Se desarrollaron y analizaron 30 entrevistas a jóvenes entre 16 y 24 años, hombres y mujeres, por lo general estudiantes universitarios y de los sectores medios y altos de Bogotá. Este primer segmento de observación será posteriormente completado con entrevistas a jóvenes de otras características. 2 El concepto de juventud es de tipo cultural y es una construcción social e histórica. Del mismo modo, es más apropiado referirse a la multiplicidad de expresiones que contiene lo que comúnmente se define como juventud. . Véase Mario Margulis y Marcelo Urresti, "La construcción social de la condición de juventud", en Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y nuevas sensibilidades, Bogotá, Universidad Central, Siglo del Hombre Editores, 1998; José F. Serrano, "La investigación sobre jóvenes: estudios de (y desde) las culturas", en Jesús Martín-Barbero y Fabio López de la Roche (Eds.), Cultura, medios y sociedad, Bogotá, CES-Universidad Nacional, 1998. 3 Para esta visión muchos países latinoamericanos comparten la problemática juvenil actual. La forma en que los jóvenes se relacionan con la política trascendería las fronteras nacionales.
frente a lo político estarían reflejando las distintas crisis de esta historia: pérdida del sentido general de la política, crisis de legitimidad y representación de los partidos, crisis por ineficacia de la participación ciudadana, inoperancia de la democracia. Junto a esta visión está otra que ubica el vínculo entre juventud y política como parte de procesos de cambio endógenos y de tipo cultural que se han venido desarrollando en las últimas décadas y que expresan o significan una voluntad de transformación de los nexos y estructuras generacionales. En esta visión los jóvenes son sujetos reflexivos que interpretan y logran proponer a la sociedad su punto de vista y no son meros reproductores de los cambios a nivel macrosocial y macropolítico.
Juventud y política: los Énfasis de los enfoques actuales Desde hace algunos años, se viene llamando la atención y enfatizando la complejidad y gravedad que adquiere la relación juventud y política en Colombia y América Latina. De manera general, en estas aproximaciones, la situación es presentada como todo un síndrome, una suerte de cuadro sintomático sumamente preocupante. Se llama la atención sobre varios rasgos de esta problemática. Los jóvenes se caracterizarían por su apatía e indiferencia frente a la política, una especie de desgano arraigado frente al tema en sí, como frente a la participación. A muy pocos jóvenes la política les estaría despertando su interés4. Se viene afirmando, al tiempo, que la juventud sería menos "izquierdista" comparativamente a la de hace algunos años, habría perdido un sentido progresista ideológicamente hablando y tendería, grosso modo, a inclinarse por el orden y el sistema institucional vigente. Particularmente, vistos como parte del mercado político, los jóvenes revelarían adhesiones pragmáticas e inestables respecto de las ofertas electorales: éstos no tendrían, ya, identificaciones partidarias definidas, siendo sus elecciones ejercicios sin convicción. Esa juventud colombiana y latinoamericana no valoraría o valoraría poco la participación política, la imaginarían como formas poco eficaces y arcaicas de expresión. La participación pública estaría dentro de las instituciones en que desconfían. Una explicación que se ofrece a tal situación se dirige al orden de las preferencias vitales de la juventud y al diagnóstico que hacen de su realidad. Las aspiraciones y
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Véase Hartmut Hentschel, "La responsabilidad de la sociedad frente a los jóvenes", en Contribuciones, Año XVI, Nro. 3, Konrad Adenauer-Ciedla, 1999.
deseos juveniles no encontrarían espacio en el código vigente de la política5. Ésta no deja entenderse, no les resulta 69
comprensible, se les vuelve un sin sentido. Como contrapartida, la respuesta de este sector de la sociedad no sería rebelarse frente a lo incomprensible sino más bien retirarse a la vida particular, puesto que es allí donde pueden transformarse los deseos en realidad. La política no sólo les sería enigmática sino abstracta, no les sería práctica. Entienden que por ella no pasan ni la eficiencia ni las soluciones concretas a los problemas sentidos. De esto resulta que prefieran el desarrollo de sus propios proyectos de vida en el sentido de procurarse una rica vida afectiva, salud o simplemente vivir bien. En la percepción juvenil, asimismo, la sociedad les resulta demasiado peligrosa, sus entornos son hostiles y poco confiables. Conviven la corrupción extrema, con la violencia y la inseguridad, al tiempo que la discriminación y las desigualdades de oportunidad. De ello su escepticismo y poca credibilidad general a su medio social. Preferir la acción individual en busca de logros es una postura frente a la acción colectiva, la salida individual sería una de las banderas de la juventud actual. De ahí que importe poco proponer públicamente y, en todo caso, importe más proponer en ámbitos distintos como los culturales. En esta sensibilidad las formas genuinas de participación se hallan en el arte o en el juego, pues allí hay goce y emoción. Los jóvenes serían de alguna manera nihilistas al negar toda regla y todo valor de los ámbitos actuales de lo publico, pero sobre todo por preguntarse profundamente por el sentido de todo lo que les atañe6. Complementariamente, se aduce para explicar todo aquello el peso que juegan las responsabilidades incumplidas por la sociedad y el Estado. De ser cierta esta sintomatología juvenil, ella sería producto de la falta de educación cívica, de la socialización en tendencias autoritarias y populistas conformantes de nuestra cultura política, de un aprendizaje en la comodidad de la sumisión y de un sentido mesiánico o providencialista por el cual se espera que otros produzcan los
cambios necesarios7. Los jóvenes estarían expresando además la falta de comunidad en estas sociedades, su falta de integración social o si se quiere sus tendencias anómicas. La solución es entonces integrar la sociedad e integrar a los jóvenes8. El conjunto de esta imagen de la problemática juvenil contemporánea provoca implicaciones distintas en cuanto a su significado profundo en el destino de las sociedades. ¿Qué sucede, en verdad, con los jóvenes y la política? ¿Se trata, acaso, si es posible, de reunir lo que ahora aparece separado? ¿Es la solución un problema sólo de integrar a los jóvenes o de un cambio más hondo en la sociedad? En efecto, no hay respuestas precisas. No obstante, una interpretación iría en el sentido de que lo que se niega no es la política en su conjunto, sino cierta forma de hacer política y que la reacción desafecta contiene un horizonte de utopía y en consecuencia de propuesta de algo mejor o superior. Se trataría en este caso de darle un lugar y un papel a los jóvenes en la construcción del futuro, pues tienen algo que ofrecer. Una interpretación paralela estribaría en la idea de un cambio radical de la importancia de la política en las preferencias juveniles. Culturalmente, los jóvenes actuales tienden hacia otro tipo de aspiraciones y actividades y logran precisar en sus percepciones una frontera clara entre la política y sus vidas. La política es de otros y no de ellos. Respecto del caso colombiano no son tan evidentes los diagnósticos anteriores, ni las soluciones ni las interpretaciones mencionadas. En efecto, se sabe de los cambios culturales expresados en los movimientos y prácticas juveniles, pero menos, específicamente, con relación a la política9. Es pertinente aproximarse a la construcción subjetiva que hacen de ésta y al cómo justifican, acaso, su postura y sensibilidad. En las próximas secciones de este artículo se tratarán aquellas cuestiones, a la luz de los testimonios recogidos mediante entrevista10. Se empezará por 7
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Véase Ornar Rincón, "La democracia como espectáculo y los jóvenes como margen cultural", en Signo y pensamiento, Bogotá, Universidad Javeriana, 1995. Véase Rossana Reguillo, "El año dos mil, ética, política y estéticas: imaginarios, adscripciones y prácticas juveniles. Caso mexicano", en Viviendo a toda.Jóvenes, territorios culturales y nuevas sensibilidades, Bogotá, UniversidadCentral, Siglo del Hombre Editores, 1998. Con respecto al nihilismo comomanifestación de la sensibilidad en la modernidad puede verse, Daniel Bell,Las contradicciones culturales del capitalismo, México, Alianza Editorial, 1977.
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Véase Alberto Binder, "Entre la democracia y la exclusión: la lucha por la legalidad en una sociedad desigual", en Contribuciones, Año XVI, Nro. 3, Konrad Adenauer-Ciedla, 1999. Véase Manuel Antonio Garretón, "Problemas y desafíos en la participaciónpolítica de los jóvenes", Santiago de Chile, Flacso, Documento de trabajo, 1991. Véase Germán Muñoz, "Identidades culturales e imaginarios colectivos. Las culturas juveniles urbanas vistas desde la cultura del rock", en Jesús Martín-Barbero y Fabio López de la Roche (Eds.), Cultura, medios... También Carlos Mario Perea, "La sola vida te enseña" en Varios Autores, Umbrales, Bogotá,Corporación Región, 2000. La información recogida pasó por varios tipos de control de validez y contabilidad para facilitar las generalizaciones efectuadas. Éstas, en todo.
la indagación del concepto que los jóvenes tienen de la política. Se entiende el concepto como la forma con que 70
definen este campo y esta materia. Se seguirá con el análisis de la memoria histórica de la política para examinar su composición y extensión en el tiempo. En una tercera sección se revisará el concepto que tienen de los políticos y las virtudes que les gustaría ver en ellos. Se proseguirá con el diagnóstico que hacen de los partidos y se concluirá con una mirada a la conciencia y sensibilidad social de la juventud. En una sección aparte se propondrán algunas conclusiones. ¿Qué es la política? El tejemaneje escondido En adelante interesa observar la forma como los jóvenes en cuestión desarrollan un concepto propio de la política. Interesa el punto de vista del actor, no el supuesto punto de vista de la sociedad o de la academia. En este sentido, habría que decir, en primer término, que los jóvenes saben de política, pueden hablar de política y, en efecto, no tienen problema en hacerlo. Se ve en ellos, respecto de la política, una región mental, un mapa conceptual que les es característico por ser producto de sus propias reflexiones. De esta manera, en los jóvenes no hay un vacío de política, hay un discurso y una reflexión sobre esta área de la vida social. Otra cosa, como luego se verá, es su postura y su actitud hacia la misma. Lo que se ha encontrado en la subjetividad juvenil, es un concepto en que la política conforma un conjunto bien delimitado de acciones, circunstancias, instituciones y actores. El mundo de la política abarca una región compuesta preferentemente por el Estado, el gobierno, los partidos, los cargos públicos. De ahí no tiene más extensión, éste es su dominio central. Posiblemente, en este cuadro tan mínimo de la política se encuentren las claves de su sensibilidad actual11. caso, son relativas y tentativas. Se trabajó con un control intradiscursivo, referente a la consistencia en el discurso por cada caso entrevistado, buscando una saturación intradiscursiva. Otro control fue de tipo paradiscursivo, que residió en la comparación entre casos, teniéndose en cuenta la saturación comparativa. Un último control fue por el contexto social, basado en la adecuación de los discursos al sentido común. En general, lo que se analiza en este artículo son aquellas percepciones y valoraciones que resultaron compartidas o recurrentes. Ciertamente, la imagen y el concepto de los jóvenes están muy alejados de la imagen y concepto propio de la academia. La política se define aquí como un ámbito de las relaciones sociales y no tanto como una actividad que tiene lugar en las instancias de la administración pública. Se reconoce para la política una topografía amplia que se extiende generalizadamente en todos aquellos espacios en que los agentes se ocupan de producir y reproducir la vida social. Véase D. Marsh y Stoker (Eds.), Teoría y métodos de la ciencia política, Madrid, Alianza Editorial, 1997.
Bueno, la política tiene que ver con el poder, gobierno, con ministros, presidente y todos los funcionarios gubernamentales. Tiene que ver también mucho con corrupción, con falta de identidad de los gobernantes y, digamos, de aislamiento del pueblo con los gobernantes. No identifico pueblo con política, sólo gobernantes (Mónica, 19 años, estudiante universitaria) Bueno, pues, para mí política es como poder, como algo así de mando, de quien manda la parada en el país. Y todos esos los que están en el gobierno son los que manejan la política... (Juan, 24 años, jardinero) La política es comúnmente definida como un espacio restringido y restrictivo de acciones, es por definición una actividad de pocos. La mejor imagen que condensa este punto de vista es la de una pirámide con una cúspide en la que muy pocos tienen mucho poder. En realidad es una pirámide seccionada, puesto que la base se halla desconectada del extremo superior. Este carácter de la política es histórico, en algún momento la división no existía o no era tan marcada; poco a poco se fue desprendiendo la sociedad de los políticos y la política, de la sociedad en su conjunto. En este cuadro, la política se fue haciendo, crecientemente, cada vez más lejana al resto de la comunidad. Es por ello que la percepción de los jóvenes apunta también a una suerte de índole intermitente de la vida política: ésta se revela para todos al menos cada cierto tiempo, por ejemplo, cada cuatro años, cuando hay elecciones. Pues, ¿que yo recuerde algo político? No sé, las elecciones... y hechos como el de Gaitán o el de Galán. Eso me recuerda algo político. Tal vez, lo del M-19. (Fabián, 24 años, estudiante universitario) Sí, cuando se habla de política en este país, recuerdo movimientos de masas, manifestaciones, regalos para la gente y siempre la asocio con campañas ...Sí, para mí la política aparece cada cuatro años, acá en este país. (Natalia, 23 años, desocupada) Preferentemente, la política tiende a ser definida por sus carencias, defectos y por su perfidia. Aparte de todo lo mencionado antes, es un espacio desordenado de acciones o de prácticas y es, al mismo tiempo, el espacio por excelencia de la acción ilícita: la corrupción se menciona como la forma generalizada de hacer política. Los testimonios muestran, además, un significado para la cuestión relativo a los juegos de compras de voluntades, a las transas, concesiones y
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arreglos turbios. Si hay que definir la política es inevitable mencionar este aspecto que haría su naturaleza. En todo caso, aquí se juegan otros asuntos que también le son relativos. El manejo y la división del poder son los objetivos inherentes de la política, así como la lucha ideológica o la confrontación de ideas.
¿Cómo funciona la política? Mal, funciona mal. Porque la gente, la gente cree que política es sólo llegar al poder y ya. La gente no se ha dado cuenta que la política también es oposición a ese poder. La gente cree que la política es sólo estar en ese puesto y salir en entrevistas y salir en televisión y hacer cualquier fantochada con tal que se den cuenta que él es el gran político. (Andrés, 26 años, estudiante universitario) Pues, no sé, pues. Evidentemente hay un círculo vicioso donde la política está mal porque la gente no participa. La gente no participa porque la política es en realidad politiquería y corrupción y descaro y cinismo y etcétera... (Francisco, 22 años, estudiante universitario) Lo que llama más la atención es que, pese a todo lo mencionado, para los jóvenes este es un campo de complicaciones y sin sentido aparente. Las percepciones expresan lo poco clara o lo muy opaca que aquélla puede ser. La política, pese a todo, es un misterio o deviene misteriosa. Se puede decir que resulta complicado referirla.
La política y la memoria histórica: La misma vaina, siempre Varios problemas pueden analizarse respecto del recuerdo que tienen los jóvenes entrevistados de la política en Colombia. Interesa particularmente observar de qué está hecha esta memoria, hasta dónde se extiende en el tiempo y cómo marca su percepción de la política en el país. Cuando se acude a los jóvenes para preguntarles lo primero que recuerdan de la cuestión política, resulta de ello, sintomáticamente, la alusión a acontecimientos precisos y no tanto a procesos o circunstancias con cierto tiempo de duración. La memoria del joven reside en los acontecimientos, esos que cierta historiografía se ha encargado de resaltar o que los medios han subrayado. Aparecen alusiones a acontecimientos del tipo "revolución francesa", "el frente nacional". No obstante, se hacen más importantes los recuerdos recurrentes a los fracasos, pérdidas y oportunidades desperdiciadas en la sociedad colombiana. La muerte de Gaitán, la de Pizarra y Galán, al tiempo que el Bogotazo, son lugares comunes y dan cuenta de un estigma en el recuerdo cuyo signo es la desilusión y la sensación de obviamente, son otras personas, otras circunstancias y otras épocas, pero la esencia de la política en Colombia es la
que históricamente ciertas buenas ocasiones que pudieron haber definido otra historia abortaron.
¿Pienso, a ver, si me dicen política? Pienso mucho en creación de leyes, pienso, bueno, en la situación política actual, pienso en la burocracia, pienso en las dificultades que tenemos en este momento a nivel político, pienso en los diferentes partidos y como me parece eso tan absurdo a veces, porque nunca llegan a unirse, y pienso en intereses diferentes, mejor dicho, en los partidos políticos que tienen diferentes intereses y, por lo tanto, siempre hay una pelea entre ellos... (Manuel, 20 años, estudiante universitario) El desfalco del Guavio, la corrupción en el Congreso, todo eso, pues. Yo a la política la asocio más con corrupción ...que con desarrollo de las leyes y acatamiento de las mismas. (Femando, 21 años, estudiante universitario) La memoria política de los jóvenes es inevitablemente pesimista, al mirarla predomina lo más negativo. Mezcla la posibilidad desperdiciada con destellos aislados de las posibilidades recientes de cambio. Es decir, en su visión, sobre todo en los últimos diez años han surgido elementos que atisban, de no volverse a cometer los mismos errores, una orientación diferente para esta sociedad. La Constituyente, por ejemplo, y la misma existencia de una Noemí Sanín son referidas como esas nuevas señales de un futuro diferente.
Pues, la verdad, yo nunca he estado metido en política ni me interesa esa vaina. Para mi eso es de unos pocos que tienen el poder y el manejo del país. Los corruptos son los que manejan la vaina gruesa del país. Me recuerdo los chancucos en el Congreso y por allá en los pueblos robándose la plata. Toda esa gente, senadores y por allá los alcaldes medio se les da algo y ya lo están repartiendo a su acomodo. Es que yo digo que un acontecimiento político no son las votaciones. La política es lo que hacen todos los días cuando cogen y disponen de la plata para echársela ellos al bolsillo. (Juan, 24 años, jardinero)
Pero la memoria que analizamos agrega otros elementos más a su estructura, elementos que permiten observar cómo se mueve el tiempo histórico, sus ciclos y su orientación. Los testimonios muestran una percepción de falta de movimiento en el tiempo de la política, en el sentido de que el cambio es lento o inexistente. La historia de la política es la misma historia de siempre, su funcionamiento no parece cambiar. El tiempo de la política tendría la fatalidad del eterno retomo:
jóvenes hay admiraciones tan dispares y contradictorias: ¿qué hace posible la admiración a Hitler? ¿Cómo se combina en la 72
misma.
juventud democracia y paz con orden y autoridad férrea?
Pues, no sé, yo estaba pensando en la época del Bogotazo que hubo básicamente una revolución, pero, pero al final todo siguió más o menos igual. Después de eso la revolución y toda la cosa seguimos más o menos en la misma forma y, de hecho, grandes cambios en el manejo de la política yo no puedo observar. (Manuel, 20 años, estudiante universitario) Bueno, en la mayoría, en casi todo el tiempo, yo creo que se ha regido por los parámetros de una política entre familias y entre gente que tiene mucho poder. Pero, tal vez, últimamente, se dio un cambio hace algunos años, cuando, digamos, elegimos a Mockus como alcalde. Yo creo que la gente ahí intentó hacer algún cambio por alguien que representara sus ideas, que representara al pueblo y que pudiera hacer algo diferente de lo que habían hecho los políticos tradicionales. También, creo, cuando hubo la gran votación por Noemí Sanín se nota cómo la gente quiere un cambio y vota por alguien muy diferente que no representa a los partidos tradicionales. (Mónica, 19 años, estudiante universitaria) Ciertas imágenes son clave en la caracterización de la memoria política de los jóvenes. Una de ellas es Samper como imagen: representa la profundización de todos los males; la otra, es Galán: quien simboliza las oportunidades históricas perdidas. Junto a ellas aparecen entidades que expresan lo que el joven sintetiza como la esencia de la vida política nacional. Es imposible olvidar las maquinarias y las roscas, pues señalan lo sustantivo y la falta de cambio. Las maquinarias y las roscas son una constante que simboliza de una vez la índole recurrente de las cosas.
¿QUÉ es un político? No existe político Ideal Los jóvenes desarrollan un concepto negativo de los políticos, muy congruente a su imagen de la política. Son pocos los políticos que tienen su aprobación y que causan su admiración. El tipo de político que admiran puede verse en el cuadro a continuación. Estas menciones pueden resultar paradójicas y difíciles de analizar. Sin embargo, parece desprenderse de ellas algunas constantes. Se puede ver entre estos políticos apelaciones al orden y la autoridad, a la consecuencia, a la rebeldía y la reivindicación. Significan también paz, igualmente capacidad estratégica e inteligencia. En cualquier caso, es difícil comprender por qué entre los
Políticos admirados y sus cualidades* Chirac (Compostura) Castro (Rebeldía) Fujimori (Autoridad y orden) Blaír (Renovación y estrategia) Hitler (Autoridad y orden) Mándela (Rebeldía y reivindicación) Clinton (Conducción y estrategia) Aznar (Conducción y estrategia) Dalai Lama (Paz) Kofi Anan (Paz) Gorvachov (Renovación) Kissinger (Estrategia) * Estas son algunas menciones encontradas en las entrevistas
Entre los jóvenes entrevistados fue difícil realizar un ejercicio mental que llevara a mostrar las características de un posible político ideal. El problema residía en el escepticismo general acerca de encontrar en algún momento una persona que pudiera satisfacer sus expectativas. El político ideal del joven es conceptuado como una quimera, como un ideal platónico. No obstante, se hicieron muchas menciones acerca de los valores, la conducta y los conocimientos del político virtuoso. Éstas pueden verse en el siguiente cuadro. Cualidades del político ideal*** Valores Sinceridad Antidogmatismo Ética Sentido nacional Convicciones Pluralismo Receptividad Confianza Realismo Respeto a las instituciones Colaboración Personalidad
Conducta Sencillez Modestia Transparencia Innovación Claridad No influenciable Defensor Cumplidor Representador Educador Limpia Consagrada Resuelta Programática Coherente Temple Trabajo comunitario
Conocimientos Ideales claros Comprensión de la realidad Capacitado (idóneo)
** Resultado de la clasificación de las menciones en las entrevistas
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El cuadro es revelador en muchos sentidos. Presta una imagen de lo que los jóvenes consideran no existe en los políticos, al tiempo que ofrece su crítica y sus expectativas o deber ser. En los políticos que ellos observan están escasos como valores la sinceridad, la ética, el sentido nacional. En los políticos reales predomina el dogmatismo, la falta de respeto a las reglas de juego y la no receptividad. En cuanto a su conducta éstos no son sencillos ni modestos, tampoco transparentes. Les falta desarrollar, además, una conducta en el cumplimiento, en la limpieza y la consagración. Las deducciones de este tipo pueden seguir. En cuanto al conocimiento y capacidad del político los jóvenes perciben su falta de ideales, su desconocimiento de la necesidad de tener ideales para la acción, su falta de comprensión de la realidad y, en general, su falta de capacidad para el desempeño político. No es forzado inferir de todo este cuadro un anhelo de cambio aunque éste les parezca imposible. Yo creo que los políticos no por el hecho de ser políticos, sino por el hecho de ser personas y porque de pronto, en algún momento de su vida pensaron en hacer algo bueno, tienen que respetarse. Lo que pasa es que a lo largo de ese camino se van torciendo. Se van torciendo y dejan esa cantidad de ideales. Ahora, ¿político que respete a nivel internacional? En Latinoamérica, definitivamente ninguno, ninguno, ninguno. Y en Europa todos están tirando a su mismo lado. De pronto... no, no es que no veo a nadie. De pronto Kissinger, Kissinger si es un bárbaro. (Andrés, 25 años, estudiante universitario) Pues, así como que admire y respete y que tenga fotos de él en mi cuarto y esas cosas, pues realmente, no. Pero me parece una persona íntegra, bueno, no tan íntegra, pero bueno no me cae mal, no me cae mal Fidel Castro. Me parece chévere. Me parece que es una figura política fuerte, que se ha mantenido para bien y para mal en lo que él cree que está bien y, pues, me parece chévere. Y me gustan mucho los... ¿será que son?... si son políticos, los que están en los gobiernos orientales. Me parecen personas muy fuertes, me gustan. Es que no creo en la democracia, comencemos por eso. (Rocío, 24 años, estudiante universitaria)
La imaginaria existencia de los partidos: Ya no son nada Hay una percepción y evaluación lapidaria de los jóvenes hacia los partidos políticos colombianos. Es una crítica al partido en sí, como institución, y a los partidos concretos existentes. Lo más relevante en esta percepción se expresa en cuanto a la función social y al funcionamiento propio de los
partidos. Existe, no es obvio decirlo, una imagen clara y un concepto de la acción que caracteriza a los partidos en la sociedad. ¿Qué papel? Uh, muy importante, porque los dos partidos políticos tradicionales manejan ideales comunes. Ellos son los que movilizan al pueblo y quienes, se supone, son los que nos representan, más mal que bien. Se les olvida, una vez en el poder, a quién le deben el estar ahí. (Edwin, 16 años, estudiante de secundaria) Estas entidades habrían ido perdiendo funcionalidad en el juego de la historia. La funcionalidad es relativa a su utilidad: los partidos han devenido en inútiles, cumplen funciones distintas a las esperadas o simplemente no cumplen función significativa alguna. Los testimonios son insistentes en un diagnóstico que arroja una crisis general de los partidos en Colombia, consecuentemente la valoración de los jóvenes es mínima o nula para aquéllos. No sería erróneo afirmar la existencia de un marcado desencanto y desafección para con los partidos. Actualmente, en esta postura, resulta muy difícil conferir valoraciones positivas a estos actores políticos. Yo creo que los partidos políticos en la sociedad lo único que están haciendo, en vez de buscar una unión general, están buscando una sectarización de las personas por su modo de pensar, en vez de pensar en un bien común. (Fernando, 21 años, estudiante universitario) Los partidos se caracterizan por varios rasgos que explican su crisis y asimismo el porqué de la desafección de los jóvenes. Son instituciones arcaicas, pasadas de moda, retenidas en el tiempo, sin capacidad de renovación. Al igual que en los políticos, manifiestan un actuar improvisado, oportunista, sin un norte referente a alguna voluntad general. En los partidos hay una degradación en este sentido. Junto a estas características hay una alusión a la carencia ideológica de que adolecen: los ideales distintivos, los ideales que hacen la razón de ser de los partidos también es una ausencia que resienten los jóvenes. Lo que hay, al contrario, son orientaciones pragmáticas, definidas por intereses particulares personales o a instancias de la propia necesidad de reproducción o supervivencia partidaria. En cuanto a esto y en cuanto a su falta de ideología, los jóvenes no encuentran diferencias entre los partidos colombianos. Los partidos se han vuelto iguales e intercambiables. En Colombia, como te dije, lo que más se ve es el partido Liberal y el Conservador. Yo creo que las propuestas de los dos partidos son exactamente las mismas, pero con palabras diferentes y el que representa a la colectividad 74
conservadora o liberal tiene cara diferente, pero de resto las propuestas no son muy diferentes. Y tú no ves algo en el fondo que te diga esto es mejor que esto. No se ve. Considero que hay muchos partidos que tal vez podrían dar ideas diferentes, pero son los partidos de los políticos independientes que, pues, no tienen un espacio en el que puedan expresarse tanto como el partido Liberal y el Consevador, que tienen un nivel económico alto y tienen un poder alto que no tiene el resto de los partidos... (Mónica, 19 años, estudiante universitaria) En el discurso juvenil se ofrecen elementos que expresan a la vez una crisis de representación y, por oposición, denotan un fenómeno creciente de autorrepresentación. En los jóvenes la cuestión es sencilla y clara: los partidos no representan los intereses de la sociedad y han terminado en una representación limitada, circunscrita a sus propios intereses. Éstos se representan a sí mismos. Tales fenómenos tendrían varias causas manifiestas. Una de ellas es propia de las pocas funciones reales que han venido desarrollando en los últimos años, el ser trampolines de poder y en procurar poder a sus miembros. Otra, está relacionada con una especie de desintegración interna por la cual el interés privado y personal prima sobre el mismo supuesto interés partidario. Los partidos políticos, a mí me parece una cosa chistosa y así no voy a responder de una forma directa a la pregunta, pero me parece una cosa chistosa que uno tenga derecho a formar un partido político como y cuando a uno se le ocurra. Eso ha degenerado la condición de aglutinamiento, de fuerzas de los partidos, porque como ahora todos pueden entonces todos quieren. El papel que cumplen es como el de un club. El papel del club es: uno va al club, paga por su acción, tiene sus beneficios, derecho a piscina, sauna, jacuzzi y algún día puede convertirse en directivo del club. No sé si me explique bien, pero es la posibilidad de entraren un juego donde se manejan determinados intereses y determinadas cosas que después van a generarme beneficios. Para mí tiene que ser un papel aglutinante y representativo. (Wilmen, 21 años, estudiante universitario) Los partidos se parecen más a un club social y son instituciones oligárquicas. Son estructuras cerradas a la manera de argollas, con fuertes relaciones verticales en su interior. Como sistema los partidos han cerrado cualquier posibilidad de acceso o intervención de nuevas fuerzas políticas. En todo caso, en la percepción de los jóvenes los partidos siguen siendo poderosos.
Política y conciencia social juvenil: El dinero determina Los jóvenes desarrollan una ¡dea crítica de la sociedad. Es una idea con un profundo realismo y conciencia de justicia social. Es una postura de desacuerdo con el estado de cosas que simultáneamente encuentra dificultades para una propuesta de transformación. Los testimonios muestran una sensibilidad social expresa y desinteresada: en este país las cosas están mal porque no hay equidad, porque no hay igualdad. Uno de los asuntos que no camina bien es la relación entre poder y clases sociales, entre política y clases sociales. En la valoración juvenil es demasiado estrecho y demasiado desproporcionado este vínculo. La relación es directamente proporcional: mejor dase social, mayor poder. Entonces, por ejemplo, cuando uno está en una clase social privilegiada uno asiste a ciertos colegios o ciertas universidades y esto le genera a uno determinados beneficios que inciden en la posición que uno va a tener en el futuro y esa posición se llama poder. (Wilmen, 21 años, estudiante universitario) ... pero las diferencias sociales se dan por el gobierno básicamente, por las políticas que existen ahorita. A ver, yo creo que ahoritica hay más gente, pues como existen ciertos intereses, hay gente que, pues, que se lleva por esos intereses y desde antes ya tienen algo de dinero acumulado, ya tienen algo de poder y ellos agrandan ese poder intentando manipular el gobierno y pues consiguiendo sus intereses básicamente, y así adquirir más poder. (Manuel, 20 años, estudiante universitario) El abismo social es otra mención importante en su discurso crítico. Se reitera una imagen de las hondas diferencias y discrepancias entre riqueza y pobreza. En esta sociedad los pobres son muy pobres y los ricos son muy ricos. Pero, se les hace más preocupante aún la creciente pérdida de compasión o de interés par parte de los más privilegiados. En la sociedad que observan falta unión y solidaridad. Pues, a mi me parece que... quisiera que la tierra fuera mejor repartida entre la gente, o sea, que está mal repartida, porque los que tienen mucho tienen mucha propiedad y los que tienen poca no tienen nada. No sé, como repartirla un poquito mejor. (Fabián, 24 años, estudiante universitario) No, pienso que está muy mal repartida. Eso se ve en la miseria y en la opulencia. Hay gente que tiene demasiado y hay una gente que no tiene nada, ni dónde caerse muerto y hay
gente que lo tiene ya exagerado. (Natalia, 23 años, desocupada)
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Reflexiones finales Después de este recorrido por la conciencia juvenil es difícil sostener que hay un vacío de política en y entre los jóvenes. El tema y la preocupación existen aunque tienen un desarrollo particular. Por lo pronto, también, de acuerdo con esta sentencia inicial, se hace preciso volver a pensar en la supuesta apoliticidad de la juventud y en el supuesto apoliticismo de los jóvenes. Lo mismo sucede con el concepto de desafección política, pues a lo que parecen ser desafectos es a una forma específica de realizar la política. La indiferencia juvenil hacia la política y la posible apatía no son actitudes per se de la juventud actual, son opciones que se toman a partir del propio diagnóstico, percepción o lectura que hacen de la realidad. En efecto, es una percepción en que predomina lo más negativo, lo más oscuro y lo más sórdido de lo que ésta puede llegar a ser. Cabe preguntarse ¿podrían los jóvenes ver las cosas de otra manera? Entre los jóvenes el diagnóstico y la crítica parecen superar a la práctica o, si se quiere, a la acción. Así como es posible encontrar todo un desarrollo sobre cómo es la política, los partidos y la injusticia social, es menos probable hallar un desarrollo en que se vean como actores o autores en su realidad social. No es erróneo concluir que hay una ausencia de quehacer en la juventud. El viejo aforismo que pregona que al pesimismo de la realidad hay que oponerle el optimismo de la acción no parece encontrar lugar en la sensibilidad juvenil. De hecho, si acaso se da, se muestra asimétricamente: al pesimismo de la realidad política del país se opone el optimismo de la acción fuera de la política.
Si se sigue la lógica juvenil y se le presta la atención debida, la reconciliación entre política y juventud no es exclusivamente una cuestión de educación cívica. Los jóvenes, en realidad, están haciendo un llamado a una transformación radical. ¿De qué valdría explicarles que la política es algo más (seguramente mejor) de lo que ellos piensan que es, si, para sus ojos cotidianos, todo sigue igual? La mejor educación cívica sería la que empezara mostrando el cambio. La labor investigativa debe continuar en varios frentes. Los resultados mostrados son producto de una primera aproximación a la realidad juvenil, de la que únicamente es pertinente establecer conjeturas más o menos confiables. En general, la investigación debe ir más allá de ciertas aproximaciones convencionales de tipo teórico y metodológico respecto de la juventud. En especial, superar una aproximación deductivista y sistémica, en la cual la vivencia de la política, particularmente en los jóvenes, es el resultado directo del entorno macrosocial y macropolítico y de un sesgo generacional; debe recuperar la capacidad de autonomía y elección de los jóvenes en su análisis como actores sociales, desmitificando las interpretaciones estrechas que los muestran como sujetos aún incompletos, dentro de una escala evolutiva y convencional de la vida humana; y debe mostrar en el análisis la complejidad y riqueza de la subjetividad juvenil descrita desde su propia perspectiva y no desde el mundo adulto. En este sentido, se valida que el lenguaje, los razonamientos y pensamientos de los jóvenes, son las claves para interpretar y justificar su percepción política, y en particular, sus posturas desafectas. Para resolver el problema en cuestión, es apropiado una "investigación de frontera", cuyo propósito sea trascender las perspectivas de análisis de la ciencia política complementándolas con teorías y métodos más usuales en disciplinas como la historia, la antropología, la sociología y la lingüística.
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¿Degradación inevitable? Un análisis de la cuenca del Magdalena desde los dilemas de acción colectiva Mónica Pachón B.* Introducción Colombia, para sus ciudadanos y para el ámbito internacional, se ha caracterizado como un país con una riqueza ambiental importante. Sin embargo, la situación ha cambiado de forma sustancial. La depredación de recursos naturales y el uso indiscriminado de fuentes de recursos renovables y no renovables, han generado como resultado una fuerte crisis ambiental que no parece tener solución en el corto plazo1. Este trabajo pretende aportar al análisis de esta situación a partir de la teoría de la elección racional, aproximándose a uno de los miles de dilemas sociales que se han presentado en Colombia frente a los recursos naturales: la degradación de la Cuenca del Magdalena. La explotación del río Magdalena por diversos actores bajo racionalidades individuales ha generado un resultado subóptimo, que ahora representa peligros y pérdidas importantes a la población. Reconociendo la extensión de esta labor, el artículo se centrará en la relación de la sociedad pesquera con el río Magdalena, generando un dilema de acción colectiva que ha terminado por generar situaciones de las cuales es difícil retroceder por la imposibilidad de imponer un comportamiento colectivo eficiente. El trabajo tiene como base los estudios sobre la Cuenca del Magdalena elaborados-en gran parte- por el INPA (Instituto Nacional de Pesca Artesanal), que es el organismo encargado de realizar los diagnósticos y las políticas de desarrollo sostenible tendientes a regular la actividad pesquera y a mejorar las condiciones de la comunidad que vive de esta actividad productiva. El análisis de una situación puede ser representativo de la explotación que en Colombia se hace de las demás fuentes de recursos naturales, en las cuales los actores tienen por * Politóloga, estudiante del Magíster en Ciencia Política, Universidad de los Andes. 1 "La situación de estos recursos es contrastante: de una histórica abundancia natural se está pasando a niveles de deterioro y escasez en extremo peligrosos y poco conocidos. La costumbre de escuchar frases como "Colombia es el quinto país del mundo por la riqueza de sus recursos hídricos" o (...) tiende a enmascarar situaciones que realmente comprometen el futuro de los hijos de las actuales generaciones". A. Villa, "Agenda de Sostenibilidad", Santa Fe de Bogotá, documentos de trabajo (versión preliminar), 1998, pág. 350.
derecho acceso sin posibilidad de exclusión y donde la estrategia dominante es sobre-explotar, dada la ambigüedad en los derechos de propiedad de estos recursos "públicos". Olson define esta situación para la construcción y conservación de los bienes públicos: En realidad, a menos que el número de miembros en un grupo sea muy pequeño, o que haya coacción u otro mecanismo especial para que las personas actúen por su interés u objetivo común, las personas racionales o egoístas no actuarán para lograr sus intereses comunes o de grupo2. El trabajo está dividido en cinco partes. La primera y la segunda partes, constituyen el marco conceptual del problema dentro de la teoría de elección racional, y la teoría que se ha generado en cuanto a sus posibles salidas. La tercera parte, busca entrar en la caracterización del problema concreto de la Cuenca del Magdalena y del recurso pesquero, tanto en la dimensión de lo ambiental, como en lo económico y social. La cuarta y quinta parte entran a hacer el análisis del conflicto, para finalmente aproximarse al análisis institucional del tratamiento del dilema y dar algunas conclusiones.
Dilemas de acción colectiva frente a los recursos naturales La utilización del marco conceptual de elección racional es de gran ayuda para determinar el por qué de la crisis de esta fuente de recursos naturales, así como para plantear salidas que permitan un mejor desempeño en esta actividad. Para tener claridad sobre lo que significan los dilemas sociales que se presentan alrededor de fuentes públicas es necesario definir lo que es un bien público y sus características dentro de la teoría de elección racional: Ordeshook los define de la siguiente forma, The essential feature of the pure form of public goods is that if one person or firm produces them, then other persons can consume them freely or, minimally, they can be provided to those other persons at zero additional cost3 Para el caso de los common pool resources o fuentes de recursos, la definición es un poco más acotada,
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M. Olson, La Lógica de la Acción Colectiva: Bienes Públicos y la Teoría de Grupos, México, Grupo Noriega Editores, 1992, pág. 12. P. Ordeshook, Game Theory and Political Theory, Cambridge, Cambridge University Press, 1992, pág. 210.
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Resource systems are best thought of as stock variables that are capable, under favorable conditions, of producing a maximum quantity of a flow variable withou harming the stock or the resource system itself.4Este dilema es conocido en la literatura como la "tragedia de los comunes". La estrategia dominante frente a juegos de construcción o preservación de los bienes públicos y fuentes de recursos públicos es la defección5. Shepsle define estos dilemas así, As we have seen, the tragedy of commons is a problem when individuals share a common, depletable resource. In their efforts to maximize their individual gains, users often overuse the resource to the detriment of all. Oceans, lakes and rivers have largely been viewed as a commons by fishermen, The result is overuse: tow thirds of all assessed fish stocks are either over-exploted or fully-toheavily exploited, according to the United Nations Food and Agricultural Association6.
Regulación: necesaria mas no suficiente Las instituciones públicas son las encargadas de regular la explotación del recurso y de generar tanto incentivos como sanciones para cambiar la estrategia dominante de sobreexplotación. El dilema se presenta bajo una legislación que establece a estas fuentes de recursos como bienes públicos, dejando a su propio arbitrio la responsabilidad a quien utiliza el bien de asumir algún costo directo para su conservación7. Larrahondo comenta la inexistencia de posibilidad de exclusión frente a la explotación del recurso pesquero, La pesca artesanal, como ninguna otra actividad económica, esté basada en la extracción de un producto que forma parte de la oferta natural de los ríos y ciénagas y por lo tanto, constituye un patrimonio público al cual, por ley, tiene acceso cualquier colombiano3. 4 E. Ostrom, Governing the Commons. Nueva York, Cambridge University Press,1990, pág. 30. 5 Once a public good is provided to one person, it is automatically provided to others and no one can be excluded from receiving the benefits of access to it. In such circumstances, one would expect to find free-riders individuals who aim to secure the benefit without meeting the cost of providing the good". Warford Pearce, Ibid. pág. 6. 6 Bonchek Shepsle, Analysing Politics: Rationality, Behavior and Institutions, Nueva York, Norton & Company, 1997, pág. 292. 7 Con conservación me refiero a que se mantenga la posibilidad de mantener el stock de recursos a pesar de su utilización. "A development path is sustainable if an only if the stock of overall capital assets remains constant or rises over time". Ostrom, Governing the commons..., pág. 10. 8 M. Larrahondo, "Análisis de la problemática pesquera de la Cuenca del Magdalena", Santa Fe de Bogotá. Tesis para optar al posgrado en gestión ambiental, Universidad Javeriana, 1995, pág. 110.
El juego que se presenta en estas situaciones es un dilema social de suma diferente a cero, generalmente ejemplificado como un dilema del prisionero9. En un juego del prisionero la estrategia dominante es la defección y existe la posibilidad de estar en una mejor situación si hay comunicación10. La intención de las políticas públicas en este campo es transformar el juego en un juego de confianza {assurance game). En la práctica, los académicos que analizan la situación, plantean que esta posibilidad se puede dar en un régimen de propiedad comunitaria, que permite la existencia de un sentimiento de pertenencia que genera a su vez la necesidad de cuidado del recurso por ser parte de su capital11. Ostrom plantea que el factor más importante, además de la existencia de una especie de derecho comunitario sobre la fuente de recursos naturales, es la existencia del capital social. Para esta autora, es necesario que las políticas vayan enfocadas hacia este aspecto. Creating the social capital that makes physical capital operational over the long run is something that individuals who successfully use physical capital repeatedly do, but it is not as well understood as the technology of constructing physical capital.(...) The lack of theories of institutional change and development based on microfundations has limited the capacity of scholars to develop cumulative understanding'2. Sin embargo, se reconoce que deben existir ciertos requisitos para que la conservación de los recursos se pueda dar efectivamente, y para que se llegue de una forma consciente al punto de equilibrio en donde la explotación es rentable, asegurando los ciclos naturales de renovación.
¿Existen salidas a estos dilemas? Trabajos representativos en esta área, como los de Ostrom, plantean que existen posibilidades de generar acciones colectivas eficientes. Esta autora crea un modelo basado en experiencias exitosas donde los dilemas lograron resolverse13. 9 In an open-access CPR, in which no limit is placed on who can appropiate, the time independent appropiation process frequently can be characterized as a PD game", Ostrom, Governing the commons..., pág. 48. 10 The distinguishing features of this game can be summarized as follows: 1. Each person has a dominant strategy, 2. If each person uses his dominant strategy, then the final outcome is pareto inferior, in that both persons can find some other outcome that they jointly and unanimously prefer..." Ordeshook, Game Theory... pág. 207. 11 Ostrom, Governing the commons... 12 E. Ostrom, "Constituting Social Capital and Collective Action", en Journal of Theoretical Politics, vol. 6, No. 4,1994, pág. 530. Ibid., pág. 90.
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Además de las condiciones naturales, la población, los sistemas de producción/consumo y la tecnología en uso son factores que, en su conjunto, propician las condiciones de alteración de la calidad del recurso hídrico. La calidad del recurso hídrico en nuestro país se afecta, en particular, por la modificación de la cobertura vegetal y la explotación minera, al generar mayores volúmenes de sedimentos que se integran al flujo del agua, como transporte de fondo o en suspensión15.
Estos son los requisitos que se deben cumplir para que sea factible generar la sostenibilidad: 1. En primera medida, debe tenerse claridad sobre los límites de la explotación del recurso -a qué tengo derecho. 2. Debe haber congruencia entre las reglas de explotación del recurso y las condiciones de necesidad locales. 3. Deben existir pactos realizados en forma colectiva con la participación de la comunidad. Debe existir un fuerte control social que genere sanciones costosas14. 4. El sistema de justicia debe asegurar la existencia de mecanismos de resolución de conflictos accesibles a la población. 5. Deben estar garantizados los derechos de la población para poder organizarse. 6. Las instituciones formales deben respaldar estas empresas. 7. Para fuentes de recursos anidadas en sistemas más amplios (caso de la Cuenca), la apropiación, el monitoreo, el empoderamiento y la resolución de los conflictos deben estar organizados de manera coordinada entre los niveles mayores y menores.
La Cuenca del Magdalena es la más importante del país. Por su ubicación y la dinámica propia de nuestro poblamiento, ha sido por mucho tiempo el centro de las actividades comerciales, desempeñando un papel fundamental para la economía y para la dinámica social y cultural. Por estas razones ha sido sometida a grandes tensiones ambientales, en las cuales participan una gran diversidad de actores que de alguna u otra manera usan el río, o lo afectan como una consecuencia indirecta de su actividad alrededor. El nivel macro del dilema social del río Magdalena se presenta al enfrentar estas diversas racionalidades: actores que de una u otra forma disfrutan de las posibilidades de esta fuente de recursos naturales terminan sobreexplotándolo, alterando el equilibrio que permite que éste se mantenga en el tiempo.
A continuación veremos cómo el dilema social que se presenta en el río Magdalena tiene pocas posibilidades de ser resuelto, además de dar algunas pistas sobre cómo en parte, las organizaciones encargadas de elaborar los incentivos y sanciones necesarias han fallado en el planteamiento de las reglas de juego y su implementación. Condiciones
En la Cuenca hidrográfica del río Magdalena están asentados 28.4 millones de habitantes y cerca del 90% del sector industrial colombiano. La totalidad de los residuos líquidos domésticos son vertidos al río, sin ningún tratamiento previo, confiados exclusivamente a la capacidad de dilución, como medida de depuración. La actividad agropecuaria le aporta 4,8 millones de galones de plaguicidas a base de organoclorados, carbamatos y organofosforados16.
ambientales y socioeconómicas actuales Para poder hacer un análisis acerca del dilema social al que nos vemos abocados y para explicar la dificultad de llegar a una adecuada utilización de fuentes de recursos como las que ofrece el río Magdalena, es necesario tipificar las condiciones ambientales del recurso y la situación económica y social de los pescadores.
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Punto que toca también en el libro de la Lógica de la Acción Colectiva, Olson "Las sanciones y recompensas sociales son incentivos selectivos, es decir, figuran entre los tipos de incentivos a los que se puede recurrir para movilizar un grupo latente Es propio de la naturaleza de los incentivos sociales el poder distinguir entre individuos (...) En general, la presión social y los incentivos sociales sólo funcionan en los grupos más pequeños, tan pequeños que sus miembros pueden tener contacto cara a cara", pág. 70.
De la misma forma, entre actores de un mismo sector se generan estos dilemas de acción colectiva. Entre la comunidad pesquera no se ha logrado imponer una estrategia adecuada de utilización del recurso pesquero y acuícola. La sobre-pesca es la estrategia dominante entre los pescadores y debido a esto, han venido viviendo procesos de fuerte degradación que los ha afectado por la continua disminución de la producción pesquera.
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www.minambiente.gov.co Ministerio de Agricultura, INPA, "Plan de Recuperación de la Cuenca del Magdalena", 1995, mimeo, pág. 34 16
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Anteriormente, la pesca estaba orientada casi exclusivamente a la subsistencia. El pescador realizaba una actividad relativamente poco intensa debido a dos factores primordiales: la captura era abundante, siendo suficientes pocas horas de trabajo para promover el sustento diario, y era menor el número de pescadores, por lo cual no había competencia ni presión sobre el recurso17. Las estadísticas elaboradas por el INPA y el Ministerio de Agricultura no son las más alentadoras. En menos de 20 años, el recurso ha bajado su potencialidad en 80%. Es evidente que de seguir la situación actual, las perspectivas de su explotación en el largo plazo son reducidas.
Artes pesqueros y su impacto ambiental Estos últimos cinco años (período 1990-1994) se caracterizaron por la caída vertical de su producción, que no se puede relacionar con ningún fenómeno meteorológico, pero a consecuencias antrópicas, deletéreas y de sobrepesca18. Existen dentro de la Cuenca diversos artes de pesca, en su mayoría heredados por tradición. Sin embargo, el pescador ha innovado en las técnicas dependiendo de la zona en que realiza la actividad, las especies existentes y la abundancia o escasez del recurso. En general, lo que se observa es que a medida que el recurso va escaseando, los pescadores asumen los artes prohibidos para conseguir la misma cantidad de recurso que antes lograban con métodos permitidos. El análisis de las artes es el que determina la buena o mala explotación del recurso. Por esto, parece pertinente hacer claridad de su complejidad: los artes son permitidos dependiendo de la época y del sector de la Cuenca en que se esté generando la extracción. Por ejemplo, en época de subienda19, la pesca es muy limitada dentro de la Ciénaga porque una inadecuada explotación en esta época es determinante para la alteración de los ciclos naturales de renovación. En este caso, la atarraya, que es el arte más utilizado por los pescadores en la Cuenca del Magdalena es prohibida por sus efectos ambientales20. De la misma forma existen artes que dentro de otros ecosistemas son permitidos. Es el caso del trasmallo, que por
las razones anteriormente expuestas es prohibido dentro de la Cuenca del Magdalena, pero permitida de manera parcial en la Cuenca de la Orinoquia. Otras formas como el sangarreo21, los taponamientos22 y la pesca con dinamita están totalmente prohibidas. A pesar de esto, la posibilidad de hacer un monitoreo que genere "amenazas creíbles" es difícil y costosa. No existe tampoco la capacidad institucional para ejercer el control sobre el manejo de la pesca en el Río. Por esto, instituciones como el INPA emprenden trabajos con las comunidades en programas de capacitación acerca de los artes adecuados y de los riesgos que tiene la mala explotación. En cuanto al auto-control, no es claro que exista por la existencia de un nivel muy bajo de coacción social, y por ser una actividad en la cual la unidad de trabajo no está expuesta al resto. consecuencias de la inadecuada explotación: artes pesqueros y su impacto ambiental El análisis desprevenido de estos datos descritos, permite prever que para el año 2000 la producción estará por debajo de las 5,000 toneladas por año, por lo tanto se podría afirmar que la pesca en la Cuenca del Magdalena no tendrá la más mínima importancia, si la comparamos con la producción de cultivo que para 1994 superó las 25,000 toneladas23. Además de la disminución en cantidad de recurso pesquero, vemos al igual una disminución en la calidad de la producción. Según Larrahondo, funcionaria del INPA, han detectado en sus últimos informes un promedio menor de tamaño del pez en las especies de la Cuenca. Al igual, los pescadores no cuentan con la posibilidad de invertir más en la unidad de esfuerzo (embarcación, arte de pesca y pescadores) para mejorar el proceso posteriora la recolección de los peces, generando un círculo vicioso en donde su forma de aumentar ingreso será invirtiendo más esfuerzo en la cantidad de unidades durante la captura. En cuanto a las repercusiones de esta situación en la comunidad, Larrahondo comenta:
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Larrahondo, "Análisis de la Problemática...", pág. 98. Ministerio de Agricultura, INPA, "Plan de Recuperación...", pág. 47. La subienda es la época del año que coincide con el verano. En este período los peces suben desde la ciénaga hasta el río cauce arriba para poner los huevos. INPA, "Artes y métodos de pesca en aguas continentales de Colombia", Santa Fe de Bogotá, abril de 1993, pág. 14.
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Sangarreo: este método de pesca consiste en revolver el agua de las ciénagas en sus orillas o debajo de la vegetación acuática, golpeando y abriendo espacio, de tal forma que se obliga a los peces a salir, para quedar atrapadosen redes extendidas por acción de pesca con atarraya. Esta totalmente prohibido en todo el territorio. Ibid, pág. 29. Tapadas: este método consiste en bloquear los caños de conexión entre las ciénagas y el río por medio de redes, ya sea trasmallos o atarrayas. Ibid., pág.30. Ministerio de Agricultura, INPA, "Plan de Recuperación...", pág. 51.
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Pero llegando más al fondo del asunto, hay hondas repercusiones de tipo social. Si la oferta de recursos pesqueros sigue cayendo, es decir, siguen deteriorándose los potenciales, la población ribereña que vive de la pesca, quienes capturan los peces, los comercializan y los venden (...) Un inmenso conjunto de personas verá debilitadas sus oportunidades de vivir dignamente y estarán cada año más cerca de su total empobrecimiento24. A pesar de que existe por parte de las instituciones gubernamentales un reconocimiento del problema, por parte de la comunidad no parece haber claridad acerca de los límites sostenibles de la explotación del recurso. Los demás actores que intervienen en el proceso de degradación de la Cuenca agricultores y mineros-, no reconocen los límites de la utilización del río. Parece existir una creencia en unos y otros que el río puede soportar este tipo de tratamiento. Lo cierto es que la participación de la Cuenca en la producción pesquera es cada vez menor, de la misma forma que se reduce su potencial25.
Condiciones de la comunidad, un punto en contra La situación en que se halla la comunidad pesquera es otro de los factores que es necesario observar para ver las posibilidades de sostenibilidad de la Cuenca. Para Ostrom, las reglas de explotación del recurso deben ir en concordancia con las necesidades de la comunidad. En una primera observación, las reglas van acordes con las necesidades de la comunidad. El problema se presenta cuando se da la escasez del recurso: en ese momento se violan los artes para obtener una cantidad de pescado que permita tener un cierto ingreso. El pescador de la Cuenca del Magdalena es un recolector primario, su vida depende de su esfuerzo físico, no planifica su trabajo, pues depende de las temporadas de producción. Los pescadores forman inicialmente rancherías que posteriormente se convierten en caseríos. Pero las variaciones climáticas en los últimos años han ido cambiando el ritmo de los ciclos de invierno y verano, de tal suerte que ya no se puede predecir como antes, lo que sucede con los caudales
de los ríos, Ello hace que la territorialidad de los pescadores sea dinámica y móvil y se presente el nomadismo. Esta apreciación es válida para la actividad productiva que desarrolla el pescador, pero no para su vida en familia, puesto que aunque el pescador tenga que desplazarse hacia otros lugares en busca de mejores posibilidades, sus familias permanecen en el mismo sitio. Por otra parte en épocas de baja producción o de "vidrio" como ellos las denominan, el pescador alterna la pesca con otras actividades como la agricultura o la cría de especies menores26. Las condiciones socioeconómicas son precarias y su tradición nómada le permite movilizarse con mucha facilidad, sin estar atado a uno u otro lugar27, cosa que complejiza la elaboración de una acción colectiva para romper el dilema. Por un lado, no existen vínculos materiales fuertes con el lugar de origen, así que el pescador migra cuando el trabajo allí ya no es rentable. Y por el otro, porque con las actuales condiciones no cuentan con un ingreso que les permita por ejemplo, invertir en los otros procesos como la comercialización. Su inversión se centra en la cantidad y no en la calidad, a pesar de que éste es uno de los factores más complicados de manejar en un producto perecedero como es el pescado, y es lo que más afecta su precio28. Sin embargo, los costos de oportunidad son cada vez mayores. Muchos de los antiguos pescadores que cuentan con un pequeño presupuesto han comenzado a invertir en la siembra de peces en estanques. Mediante esta técnica los pescadores tienen asegurada la captura, pero tienen que realizar una inversión que antes no existía para ellos, como la comida de los peces o el cuidado de los estanques. Además, requieren de un tiempo anterior en el cual no obtienen beneficios en el corto plazo hasta que crezca la primera captura.
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larrahondo, "Análisis de la Problemática...", pág. 106. Potencial: Está determinado por la diversidad de las especies, y por la dinámica y tamaño de las poblaciones que operan en función de los regímenes hídricos que imperan en la Cuenca. Éste en la Cuenca para 1980 se estimó en 98 mil toneladas, para 1990 apenas 50 mil. De la misma forma, la participación de la Cuenca en el mercado ha bajado de 65% en 1983 a 8,5% en 1993.
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"Informe Proyecto de Apoyo a la Pesca Artesanal y la Acuicultura", FIDA (Zona de la Cuenca del Magdalena), documento inédito del INPA, pág. 4 "En las comunidades de pescadores artesanales las mujeres presentan un mayor porcentaje de escolaridad frente al hombre y un 26% de mujeres se pueden considerar como jefes de hogar, ante su situación de madres solteras, viudas, o separadas, para ellas la situación socioeconómica es aún más desfavorable por el hecho de tener que asumir solas la responsabilidad de una familia". Ibid, pág. 6. Para lograr una buena calidad de los productos pesqueros, se requiere de un manejo y manipuleo apropiado desde el momento de la captura hasta que llegue al consumidor final, lo cual no sucede con la producción obtenida en el Magdalena. Gutiérrez, Convenio DRI - INPA, "Informe Final de Asesoría en Recursos Pesqueros", Santa Fe de Bogotá, 1994.
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Estructura de los derechos de propiedad, oportunidad y condena First, it is well known that commons problems arise because of impertectly spetified property rights. If a single individual rather than an entire community owned the commons, or if she and her fellow villagers each owned well defined plots within the common, then whe would have all the incentives associated with ownership of a private good to preserve the value of this asset29. Otro de los factores que añade complejidad a la posibilidad de salir del dilema social que presentan los pescadores frente a la Cuenca es la estructura de los derechos de propiedad. Como se comentó, en la medida en que no exista certidumbre acerca de los derechos que se tienen, no es posible comprometer a la comunidad. Ostrom plantea este punto, Without defining the boundaries of the CPR and closing it to outsiders, local appropiators face the risk that any benefits they produce by their efforts will be reaped by others who have not contributed to those efforts30. En Colombia por derecho constitucional no es posible excluir a ningún agente del goce del recurso. Entonces, siempre existe la posibilidad de que el otro no maneje bien el recurso o que contamine. Si los esfuerzos que se hacen en parte del territorio por una comunidad son neutralizados por migrantes quienes vienen a disfrutar del recurso, entonces no existen incentivos para unirse, o asumir costos para recuperar el lugar. Por el contrario, saldrán a la luz estrategias de freerider a lo largo del río. Otro hecho a considerar es que no son aislables los esfuerzos ni los errores de ninguno de los participantes. Si un actor contamina en Alto Magdalena, él sentirá las consecuencias de la misma forma que el del Magdalena Medio o Bajo. Si yo hago una pesca prohibida en las Ciénagas del Bajo Magdalena, las repercusiones se sienten alrededor del río. Por esto, la estructura de derechos frente al recurso no parecería estar diseñada para su conservación, sino para su extinción.
Conclusiones: aproximaciones al balance de un desempeño institucional Las instituciones tratan de generar diseños que permitan la existencia de incentivos y sanciones que faciliten las acciones
colectivas eficientes, para que en este caso se facilite la preservación de un bien público como son las fuentes de recursos naturales. Sin embargo, esta situación ofrece un mayor nivel de complejidad: en este caso no se trata de la construcción de un bien, sino de su preservación. Cuando no existen posibilidades de acciones colectivas en la creación de un bien público, entonces simplemente no se da, y algunos (quienes cooperan), incurren en gastos que debían ser asumidos por un mayor número de actores. En el caso de los recursos naturales, éstos ya existen. El que no se den acciones colectivas eficientes significa su final, además de que no sólo pierden quienes usufructuaron el bien, sino todos los que potencialmente pudieron haberlo hecho por el derecho que sobre éstos tienen. El marco institucional que existe para la explotación del recurso pesquero es ambiguo y a pesar de que prohibe la utilización de técnicas inadecuadas para la extracción del recurso y diferencia los niveles de pesca, deja dispersa la responsabilidad de ejercer el control en los entes municipales, las corporaciones regionales y el INPA. Como pueden controlar todos, puede que ninguno lo haga. Es necesario al igual medir los costos de la negociación con la comunidad y con los diversos entes que intervienen frente al resultado que obtendría sin incurrir en este proceso. One response to this is that the absence of bargains is due to the costs of bargaining, the transactions costs of identifying polluters, organizing the suffering group, engaging in meetings and negotiations, obtaining legal surety for the bargain and so forth. If bargaining is too costly, the benefits of the bargain must be less than the transactions costs plus the damage that would be avoided by securing the bargain31. La única forma de que exista un monitoreo eficiente es el que surge desde la comunidad. Pero la situación es paradójica, porque a pesar de que existen los espacios para concertar con la comunidad, los organismos institucionales como el INPA no pueden revelar lo difícil de la situación. Con respecto a las tallas32, el INPA tiene evidencia de que se han reducido en las principales especies. El revelar esta información, implica que los pescadores bajen probablemente las tallas actuales, generando un problema aún mayor. 31
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Bonchek Shepsle, Analysing Politics... pág. 290. 30 E. Ostrom, Governing the Commons..., pág. 91.
Warford Pearce, World Without End: Economía, Environment and Sustainable Development, Nueva York, Banco Mundial, 1997, pág. 30. Talla es la medida que se tiene para medir el diámetro de los agujeros de los instrumentos de pesca, y son diferentes para cada una de las especies que abundan en la región.
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Aunque existen instancias que realizan esta labor de negociación con las comunidades, los resultados no han sido alentadores. Los pocos documentos que tratan de plasmar una evaluación de la implementación de estas políticas presentan resultados no muy positivos, generando pérdidas de inversión muy altas, porque no existe concertación con la comunidad33.
Se trata de un ejemplo donde el marco de la política parece haber subestimado el poder de los rent-seekers y sobrestimado el poder del argumento teórico y técnico a favor del institucional que finalmente emergió, en particular a nivel territorial, no parece ser la más indicada para elevar la probabilidad de que se alcancen los objetivos buscados35.
The idea of implementing pollution control measures through mechanisms such as charges and marketable permits is attracting attention in developing countries. Past neglect is hardly surprising given the limited attention afforded these techniques in the industrial world and the newness of environmental policy itselfin many developing countries. (.. .)The developing countries often lack the institutional basis of implementing such taxes34.
Análisis que no parece lejano de la realidad. Los criterios considerados dentro de las instancias encargadas toman una sola dimensión del problema, dejando de lado las variables socioeconómicas. La politización de estos organismos es evidente y no se logra establecer como principal criterio la eficiencia, sacrificando la posibilidad de generar funciones y responsabilidades claras para cada uno de los objetivos que se crean. Aunque la recuperación del río hoy parece bastante lejana, las posibilidades de lograr cambios pueden estar en la actual promoción de la acuicultura. La siembra en estanques puede resolver la ambigüedad de los derechos de propiedad que se presenta en la pesca artesanal, además de ofrecer la oportunidad de que los mismos pescadores asuman los costos de su producción y generen la sostenibilidad del recurso. Sin embargo, es importante contar con que ésta no es una opción para todos los actuales pescadores artesanales. Al igual, es necesaria la concertación con la comunidad y el ofrecimiento de incentivos selectivos ante la incapacidad de generar sanciones y amenazas creíbles. Aunque los incentivos para los depredadores pueden tener efectos colaterales fuertes si no existe la posibilidad de monitorear a quien los recibe, puede convertirse en una opción viable para generar compromiso de parte de la comunidad que labora en la pesca artesanal. Las políticas que giran en torno al cuidado del medio ambiente deben contemplar todas las variables que inciden en la estrategia de sobre-explotación. La propuesta elaborada por Ostrom contiene la posibilidad de romper los dilemas, pero es claro que no sólo deben tenerse en cuenta los criterios técnicos para la sostenibilidad ambiental, sino la posibilidad de elaborar políticas y programas que den surgimiento a la viabilidad social de estos proyectos.
De la misma forma, las organizaciones de pescadores no han tenido mayor continuidad, ni han logrado establecer mecanismos de cambio en su actual situación. Aunque formalmente algunos pescadores están organizados, sólo en pocos casos han tenido algún impacto dentro del manejo del recurso y de sus condiciones de vida. Concluyendo dentro de un espectro bastante estrecho de información, la labor institucional ha sido débil, en parte por la complejidad del problema que se enfrenta. Se podría pensar que, por un lado, las mismas instituciones subestimaron el conflicto ambiental. El desconocimiento de la importancia del capital natural es un hecho que en Colombia vivimos actualmente y que ha generado la destrucción de bienes de los cuales se desconocía la existencia y valor en el mediano y largo plazo. Por otro lado, podríamos suponer que las instituciones realizaron un balance inicial entre los costos de monitoreo y el posible daño que se iba a realizar. Balance que está mal elaborado por el desconocimiento de la situación ambiental y sus potencialidades. Wiesner, quien hace un análisis bastante general de las políticas públicas en el área ambiental afirma:
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"La estrategia Cespa (Estrategia de Centros de Servicio para la Pesca Artesanal) no contó con instrumentos permanentes para el análisis de impacto, que permitieran hacer el balance de resultados en aspectos organizativos, de transferencia y adopción tecnológica, de mejoramiento de los ingresos, de acceso a nuevas áreas de captura y de manejo ambiental de los recursos pesqueros". Ministerio de Agricultura, INPA, "Plan de Recuperación...", pág. 55. 34 Warford Pearce, World Without End...
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E. Wiesner, La efectividad de las políticas públicas en Colombia, Santa Fe de Bogotá, Tercer Mundo Editores, DNP, 1997, pág. 173.
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Contra el parlamentarismo Carlos Andrés Ramírez'* Sin duda el problema del Congreso no radica en sus virtuosas humoradas: ni en sus dramas de novelita del mediodía, ni en la babeante somnolencia de sus miembros ni, mucho menos, en lo infamante que debe resultar su oratoria para los reputados oídos del Instituto Caro y Cuervo. Ese no es el problema. Tampoco, y a pesar de su gravedad, se encuentra en los deslices presupuéstales que suelen mancillar la reconocida honestidad de los senadores y representantes. Tal vez el subsuelo de estas contrariedades, enfocadas por el ojo bizco de la prensa, repose en un agotamiento más profundo, en un desaliento histórico cuyos efectos trascienden el caso colombiano; el ocaso de los fundamentos filosóficos y sociológicos del parlamentarismo. El parlamentarismo, para comenzar, supone la discusión racional como base de la actividad política; es a partir del conflicto entre argumentos y, sobre todo, de la disposición para convencer al adversario o, en su defecto, dejarse persuadir por él, como se arriba a correctas resoluciones públicas. Los mejores argumentos, a la postre, tendrán que triunfar. La verdad es, por tanto, el resultado de un siempre renovado proceso discursivo entre quienes, en principio, representan la voluntad popular. Jürgen Habermas, el ideólogo de la democracia parlamentaria alemana, ha descrito con obsesiva minuciosidad esta situación ideal de habla, donde el lenguaje, por la magia de sus reglas universales, racionaliza las conductas y las orienta hacia la serenidad del consenso. Sin embargo, sólo se trata de una profesión de fe hacia un dios muerto. Por una parte, se obvia cómo las transacciones de intereses, resultantes de un cálculo de costos y beneficios por parte de los grupos políticos, son las que dictaminan cuál será la decisión final. No es el mejor argumento aquel que triunfa, sino el que logre la mayor expansión de poder para el mayor número de partes posibles. En lugar de la victoria de la razón práctica, lavada en el baño de oro del 'giro lingüístico', termina coronándose la mejor estrategia de la más cínica razón instrumental. Por otra parte, defender la existencia de la razón comunicativa, como un a priori incuestionable y universal, no deja de ser una forma tardía de metafísica -entendida como el establecimiento de un fundamento absoluto de la verdad
sustraído al devenir mundano. Asunto problemático si, escuchando a Nietzsche, asumimos la historia del pensamiento occidental, desde Platón hasta Comte, como el proceso de declinación de la metafísica y de advenimiento del nihilismo. Más sensato resulta, en tal contexto, reconocer tanto la absoluta historicidad del lenguaje (Heidegger), su continua transformación en la dinámica espiralada entre comprensión e interpretación, como la diáspora de 'juegos de lenguaje' (Wittgenstein) insubordinables a un metadiscurso ideal donde las reglas de todos, y las formas de vida que ellos implican, queden incluidos. El declive de los fundamentos absolutos, de esa manera, disuelve la utopía del consenso argumental, dejando, como escombro, una pluralidad de discursos vueltos sobre sus propias gramáticas y abiertos a eventuales, abruptos y no siempre éticos, acontecimientos de sentido. Asimismo la publicidad, como segundo presupuesto, pierde su función: combatir, mediante la participación de la masa como espectadora y juez, la 'razón de Estado' y las intrigas de la política de gabinete. La exhibición del proceso de toma de decisiones, ante los ojos de la opinión pública, frenaría la arbitrariedad de unos gobernantes asentados en el poder del secreto. El círculo cerrado de las élites, guarecidas en la cabeza del poder, se quebraría ante la atenta veeduría del pueblo sobre el manejo de los asuntos colectivos. Cuando la vida pública deviene espectáculo, narración dramatizada de la actualidad, decae tal a priori político de Kant y su séquito ilustrado. La luz de la publicidad es, hoy día, un intermitente y enceguecedor resplandor: muestra para no dejar ver. Una especie de pornografía donde la exhibición descarnada, apoyada en el aparataje massmediático, oculta cualquier sentimiento verdadero. Detrás de los debates televisados, de la prolija retórica reproducida en los radios y en los periódicos, es decir, detrás de los fuegos fatuos de la comunicación, ocurren las verdaderas decisiones. Las camarillas, con sus alianzas a puerta cerrada, con sus oscuros complots en los rincones de los pasillos, constituyen el trasfondo de la visibilidad de los atrios. En consecuencia, no sólo los "debates" se quedan sin las bases que los legitimen sino que, a la vez, sólo se mantienen como el sobreactuado simulacro de un diálogo. Como flojas parodias de agón en el agora griega, apenas pueden valorarse por sus méritos escénicos, pues, en realidad, no hacen sino encubrir el intrigante trabajo en los bastidores. El tercer presupuesto del parlamentarismo, la división de poderes, corre una suerte similar; opuesta al absolutismo o a
* Filósofo y politólogo de la Universidad de los Andes.
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la dictadura, concibe el Estado a partir de la separación y el equilibrio entre la rama ejecutiva, la legislativa y la judicial. Para evitar el autoritarismo, deslinda la fabricación de normas de la toma de acciones de gobierno, dándole, eso sí, primacía a la primera fase sobre la segunda. Las leyes, obtenidas a través de la discusión racional, cobran la forma de lo general e impersonal cuya aplicación, y sólo su aplicación, corresponde al poder ejecutivo. Ahora bien, aparte de lo anacrónico de tal división -condensada en las reflexiones de Montesquieu sobre el método de lograr un equilibrio entre el rey, la nobleza y el pueblo-viene a ser inútil en medio del funcionamiento real del sistema político; cuando, por un lado, en un sistema de partidos, el ejecutivo y las mayorías parlamentarias pertenecen a una misma agrupación, cesa la distinción para convertirse en una sola maquinaria de poder. Incluso cuando no se presenta esta situación, siendo las mayorías del Congreso pertenecientes a otro bando, el ejecutivo colegisla a través de decretos o impone sus proyectos de ley a través del cambio de votos por prebendas o por futuros apoyos a las iniciativas de los congresistas colaboradores. El gobierno, en esos términos, no es el brazo que ejecuta los mandatos racionales e impersonales de las normas: su estructura desconoce la diferencia entre mente y cuerpo. La división de poderes únicamente se mantiene aquí como una formalidad constitucional para cobrar los réditos humanistas del afamado'Estado de derecho'.
Cuestión más agudizada aún en tanto la tecnocratización de algunos tópicos sociales, por otro lado, se impone sobre el conjunto del Estado. El veredicto de los expertos, guiado por criterios técnicos, desplaza las deliberaciones al interior del poder legislativo y, en ocasiones, sustituye la misma iniciativa política del ejecutivo. La multiplicidad de valores o de intereses queda aniquilada ante la unidad de los especialistas, preocupados por resolver, como un asunto administrativo y según criterios de eficiencia, las demandas sociales. La autonomía de las ramas, su separación, es desbordada por un poder trascendente que, como el Dios de los ocasionalistas, es quien finalmente impone el orden. Discusión racional, publicidad y división de poderes, ya no parecen ser un fundamento sólido para nuestras roñosas prácticas parlamentarias. Carentes de un núcleo espiritual y un sustrato sociológico, sobreviven como meros procedimientos. El Congreso, en efecto, existe como una cascara vacía, como un cuerpo cuya alma hace tiempo le fue arrancada. De nada valen entonces los muy politológicos intentos de resurrección: la posibilidad del unicameralismo, la reforma al sistema de partidos, la transformación de las circunscripciones, la cómica implantación de un código de ética, no son otra cosa que operaciones sobre un cuerpo muerto. Más vale ejercitar la imaginación política, abrirse a una nueva organización (o disolución) del Estado. Hay que comenzar a pensar una política posparlamentaria.
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La cuarta dimensión del objeto: Una perspectiva sociológica del diseño
relacionarse con sus usuarios, en otras palabras, es el significado mismo que se lee en "el lenguaje del objeto". Y es el significado, en el sentido más amplio, el que debe Macha Helena Saravla Pinina* contener los supuestos culturales y sociales (descubiertos y entendidos por el diseñador), de aquellos para quienes se Tanto en la teoría como en la práctica del diseño industrial diseña. nacional, las preocupaciones sobre las características de los Para comprender mejor esta dimensión, la '4D', es objetos que se "diseñan" tienden a ser de carácter necesario hacer una rápida mención sobre lo que conocemos tridimensional: su forma, su apariencia, su función, y dentro de como semiótica y su desarrollo en el campo del diseño, así éstas todo lo que conforme su materialidad; más como de algunas de las más recientes descripciones -más que recientemente y a partir de planteamientos europeos, se ha definiciones- de la experiencia práctico-teórica del diseño. tenido en cuenta algo de su función comunicativa, su manera Desde sus orígenes, la semiótica ha sido un valioso de ser percibidos. Sin duda todo ello es de primordial instrumento de análisis; hablar de "lenguaje" (cualquiera que importancia y las discusiones en torno al tema se enfocan éste sea) es hablar implícitamente de un proceso de generalmente hacia cuál de todas esas características debe comunicación dentro del cual se origina la interrelación de primar sobre las otras. Las tendencias han sido variadas y los signos con su significado. C. S. Peirce, considerado padre aunque en determinados momentos unas han logrado de la semiótica, desarrolló el concepto de la "relación imponerse, podría decirse que la relatividad de esa tríadica", con el cual denotó el carácter relativo de los signos al supremacía radica en la contextualización tanto de la teoría sostener que éstos existen sólo dentro de la relación que se da como de su puesta en práctica. entre el objeto y su intérprete2. Dicha contextualización, a veces ignorada, a veces Cabe mencionar algunos de los principales exponentes de asumida de manera inconsciente y muy pocas veces la semiótica como Charles W. Morris, Ferdinand de Saussure, afrontada intencionalmente por los diseñadores colombianos, Ronald Barthes, Claude Lévy-StraussyJean Baudrillard3. Por es la que genera lo que aquí denominaré como la cuarta su parte, Umberto Eco ha trabajado la semiótica desde muy dimensión del objeto, esto es, todo aquello que trasciende su diversos puntos de vista, e incluso afirma que todos los materialidad y que es inherente a él, a su razón de ser, a su fenómenos culturales son analizables por medio de la sentido. Si bien este conjunto de cualidades inmateriales del semiótica ya que dentro de los campos vitales todo es signo4. objeto ha sido estudiado desde diferentes puntos de vista y Ahora bien, en el desarrollo de la semiótica se han analizado bajo la luz de diversas teorías, ciencias y disciplinas discutido e investigado tres dimensiones principales (nos a nivel internacional, la reflexión que aquí se hace está encontramos de nuevo con el esquema tricotómico de encaminada a nivelar la conciencia y la intención del diseñador, Peirce): la sintáctica, que comprende las relaciones entre los es decir su responsabilidad, en la creación de objetos signos, es la estructura del conjunto del producto; la "cuatridimensionales". Para ello es necesario entender que esta cuarta dimensión sólo puede percibirse adecuadamente 1 Tanto semiología como semiótica se definen como la teoría o ciencia general de los signos; sin embargo, "la forma actual de la teoría de los dentro del contexto sociocultural específico en el que el objeto signos, tal como se aplica en el diseño, ha estado marcada ante todo surge, del cual el diseñador es parte, forjador y transformador. por dos direcciones en la historia de su desarrollo: la semiología, que El contexto puede entenderse aquí como la lente que permite surgió de las ciencias lingüísticas, y la semiótica en el sentido actual de la palabra, cuyos orígenes se han de buscar en el pragmatismo percibir esa "cuatridimensionalidad" y sin la cual sería norteamericano." Véase Bernhard E. Bürdek, Diseño. Historia, teoría y prácticamente imposible observarla. práctica del diseño industrial, México, Ed. G. Gil, 1994. Esta dimensión "extra", que desde mi punto de vista deben 2 Para profundizar sobre esta teoría y la "relación tríadica" de Peirce poseer todos los objetos, no es otra cosa que su capacidad de (signo-objeto-intérprete), véase Charles Sanders Peirce, Colleded Papers, Cambridge, Harvad University Press, vols. I-IV, 1931-1953. significación, de comunicación y de * Diseñadora Industrial de la P. Universidad Javeriana. Cursó la 'Maestría de Diseño Industrial con énfasis en Ergonomía' en la Universidad Nacional Autónoma de México. Docente de los Seminarios-Taller de Ergonomía en la Universidad Javeriana desde 1996.
3 Baudrillard podría considerarse como el fundador de la "teoría semiótica del diseño" ya que investigó el "lenguaje de los objetos" y aplicó el método "semiótico-estructuralista" al análisis de lo cotidiano. Sobre esto véase Jean Baudrillard, El sistema de los objetos, México, Siglo XXI, 1978. 4 Véase Umberto Eco, La estructura ausente. Introducción a la semiótica, Barcelona, Ed. Lumen, 1989 y Semiótica y filosofía del lenguaje, Barcelona, Ed. Lumen, 1990.
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semántica, que es la ciencia de los significados de los signos y trata de establecer las relaciones que existen entre significante y significado; y la pragmática, que es la dimensión lógica, el destino, las leyes funcionales de utilidad. Aunque se ha tratado menos, dentro del campo del diseño, el paso de la semiótica a la hermenéutica (la cual se puede identificar con la pragmática) ha sido dado por Eco, ya que como anota Bürdek "el concepto de Umberto Eco de los análisis teóricos y comunicativos sobrepasa la semiótica propiamente dicha. [...] Moverse dentro de la hermenéutica es hacerlo dentro de un campo del conocimiento donde la semiótica ha dejado de ser suficiente -y continúa diciendo que ésta-, debe por tanto tratarse de un modo especial considerando que de ella se infieren relaciones explicativas de gran importancia para el diseño"5. El "lenguaje del objeto" pues, visto desde la semiótica, implica un sistema de relaciones entre un significante y un significado; el primero asociado con el segundo dará lugar al signo. A su vez, el objeto como signo nos remite a este lenguaje que se desarrolla donde tienen lugar las interrelaciones comunicativas recíprocas, esto es, el contexto sociocultural de la vida material. Por su parte, el concepto de diseño ha evolucionado a la luz del análisis semiótico del objeto, principalmente a raíz de los debates teóricos que se desarrollaron en Alemania durante las décadas de los años setenta y ochenta. Por ejemplo, J. Gros afirma que "el lenguaje del producto" es el objeto de conocimiento de la teoría del diseño y de la actividad de los diseñadores, incluyendo las relaciones hombre-producto, trasmitidas por los sentidos; "este lenguaje del producto se divide a su vez en las funciones estético-formales, las funciones indicativas y las funciones simbólicas"6. Para Khppendorff, la semántica del objeto7 tiene más relación con el sentido que tienen los objetos para los usuarios que con cualquier otra cosa; "diseño es darle sentido a las cosas"8 afirma, pero a la vez 5
B.E. Bürdek, Diseño. Historia... Para profundizar en la cronología presentada y sobre la hermenéutica en el diseño véase también Danielle Quarante, Diseño Industrial!, Elementos introductorios, Barcelona, Ed. Ceac, 1992. 6 B.E. Bürdek, Diseño. Historia... 7 Definida por Klaus Krippendorff y Reinhart Butter, en "Product Semantics: Exploring the Symbolic Qualities of Form", en Innovation 3,2,1984 (citado por Krippendorff en "On the Essential Contexts of Artifacts or on the Proposition that 'Design Is Making Sense (of Things)", en Design Issues, vol. V, 2,1989, pág. 10), como: "un estudio de las cualidades simbólicas de las formas hechas por el hombre dentro de los contextos cognoscitivos y sociales de su uso y la aplicación del conocimiento adquirido a los objetos de diseño industrial". 8 Ibid.
aclara que ese "darle sentido" llevará siempre consigo la paradoja, por parte del diseñador, de desear hacer algo nuevo y diferente y a la vez desear que ese algo tenga sentido para que sea reconocido y deseado. Por esto, debe tenerse el cuidado de no confundir a la semántica del producto con una herramienta de mercadeo como ha sucedido ya con la ergonomía del producto. No se puede ignorar que el intérprete, el usuario, voluntariamente acepta muchos inconvenientes e incomodidades en los productos que elige para su uso si éstos representan o llevan consigo un sentido real para él. Krippendorff coloca a la semántica del objeto como algo que va más allá de la semiótica tradicional y de su indisoluble estructura tríadica, anteponiendo el hecho de que las personas se rodean de objetos que tengan sentido para ellos. Así mismo, Horst Oehlke quien a finales de los años setenta refutaba la teoría comunicativa del producto, exhortaba a los creadores de la forma a ocuparse también de aquellos recursos que pudieran satisfacer las necesidades de la vida social e individual. En 1988, el mismo Oehlke ya defendía un enfoque integral del diseño, proponiendo "investigar funcionalmente el objeto del diseño en tres direcciones: como objeto de utilidad práctica, como objeto de comunicación social, y como objeto de percepción sensorial"9. Mientras tanto, el diseño industrial en los países en vía de desarrollo debía enfrentar como reto principal, la responsabilidad social que estos países demandaban. Era evidente que aquí tanto la reflexión como la práctica del diseño industrial tomaba dos rumbos completamente diferentes. FueGui Bonsiepe quien, por sus contactos directos con la realidad latinoamericana durante los años setenta, habló por primera vez del diseño para la periferia en contraposición al diseño para la metrópoli10. Para redondear el tema de las descripciones, citaré a Michael Erlhoff, quien en 1987 definía el diseño en forma actual y bastante precisa al afirmar que, "el diseño, al contrario del arte, necesita de un fin práctico y lo encuentra ante todo en cuatro requisitos: ser funcional, significativo, concreto y tener un componente social"11. Estas rápidas revisiones, sirven de antesala para presentar al objeto en cuarta dimensión, en la cual el objeto debe ser 9 10 11
B.E. Bürdek, Diseño. Historia... Bonsiepe, Gui, El diseño de la periferia. Debates y experiencias, Barcelona, Ed.Gustavo Gili, 1985. Erlhoff, Michael, "De la cabeza a los pies. Prólogo para animadores", en Documenta 8, vol. 1 (catálogo), Kassel, 1987, citado en B.E. Bürdek, Diseño.Historia...
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creado y percibido con todas sus condiciones -materiales e inmateriales-, a partir de su contextualización sociocultural. La '4D' de un objeto se obtiene al combinar equilibradamente, pero sobre todo, de manera consciente e intencional los tres elementos constitutivos del objeto, esto es, la utilidad práctica, el significado y la capacidad para comunicar, basándose en un contexto sociocultural definido. Así, un objeto fuera de contexto es un objeto tridimensional, mientras que uno dentro de contexto es un objeto cuatridimensional12. Establecida entonces la dimensionalidad del objeto, es pertinente puntualizar otros conceptos como son el consumo de objetos, la cultura de diseño y la polución semiótica que pueden convertir esta reflexión en una invitación para profundizar en la apropiación de tales conceptos, de tal forma que permitan desarrollar la práctica del diseño nacional de modo coherente con la realidad que vivimos, pero sobre todo, de manera consciente. Si se observa con cuidado, el consumo de objetos es parte integral del sistema social que explica la necesidad de entrar en relación con otros; de acuerdo con esto, se apoya la idea de que los objetos son instrumentos de comunicación ya que los bienes materiales están dotados con significado social y le permiten al individuo entrar en contacto con su propia cultura. Para Baudrillard por ejemplo, el proceso del consumo es "el proceso de significación y comunicación" lo cual implica inmediatamente un "proceso de clasificación y diferenciación social". Por esto, los objetos multiplicados sin medida pierden toda su identidad funcional y son transformados en un simulacro de ellos mismos. Son reducidos a formas vacías derivadas de su significado original. Ahora bien, el contexto sociocultural, permanente y dinámico, permite que se den las relaciones entre el objeto como signo y el usuario como intérprete; en otras palabras, sin el concepto, aún no definido en su totalidad, de "cultura de diseño"13, no habría "lenguaje del objeto" ni "semiótica del diseño" y tampoco "semántica del producto". No habría 12
Esta afirmación, sin embargo, no excluye la posibilidad de la contextualización por apropiación fomentada por la transculturación; este tema se comentará más adelante. 13 Este concepto no es nuevo, por lo menos en Italia es bastante utilizado, ya que como anota Mauricio Vitta, en su pais éste aparece automáticamente en cualquier discusión sobre diseño; sin embargo agrega que "una teoría general de la cultura del diseño como tal no existe aún". Por su parte, Ezio Manzini lo utiliza con regularidad en sus artículos con una denotación cooperativista, es decir, que dentro de la actividad del diseño, el diseñador no puede actuar más como un individuo "solitario" sino como uno que está relacionado con todo su entorno y con lo que en él se encuentre.
sentido ni forma de analizarlos, menos aún de comprender la cuarta dimensión del objeto. Si como anota Vitta, cada sistema cultural se coloca a sí mismo en una relación dialéctica con la sociedad que la ha expresado, el diseño no tiene por qué ser la excepción a esta regla. "De hecho-añade-, su naturaleza de disciplina cercanamente relacionada con la vida cotidiana, le confiere cierta autoridad que otros campos del conocimiento no tienen." Esto, según él, "aumenta la responsabilidad social de los diseñadores, pero al mismo tiempo, establece su legitimidad cultural sobre bases más sólidas"14. El diseñador, y por medio suyo el lenguaje del objeto, están en medio de los cambios contextuales, de las dinámicas socioculturales que se caracterizan hoy por la descentralización y transculturación aceleradas gracias a la intensidad evolutiva de los procesos de comunicación. Esta evolución hace evidente la necesidad de desarrollar nuevos signos para transmitir los valores de las culturas individuales tanto como los valores comunes a todas ellas. Es por esto que el diseñador necesita entender ese proceso de comunicación, necesita manejar (no en sentido manipulador) el lenguaje del objeto como mediador de este proceso y debe concebir los objetos como contenedores de conceptos y valores sociales y culturales los cuales son expresión del contexto en el que nacen. En este sentido, la responsabilidad del diseñador industrial debe enfocarse hacia la "contribución en la construcción de un mundo habitable en el cual, los seres humanos puedan expresar y expandir sus posibilidades culturales y espirituales"15. Y como opina Manzini, precisamente la complejidad del término "habitable" es la que causa gran parte de las dificultades para que la cultura de diseño defina sus metas. Así, la carencia de una cultura de diseño capaz de confrontar las nuevas posibilidades tecnológicas ha derivado en la diseminación de productos sin valor. Por tanto, el potencial de la nueva tecnología es distribuido entre las formas vanas, los productos desechables, y los objetos efímeros careciendo por completo de algún significado sociocultural16. De esto se deriva el empobrecimiento de la experiencia sensorial, la superficialidad y la pérdida de relación con los 14
Maurizio Vitta, "The Meaning of Design", en Design Issues, vol. II, 2, 1985. 15 Ezio Manzini, "Prometheus of the Everyday: The Ecology of the Artificial and the Designer's Responsability", en Design Issues, vol. IX, 1, 1992. Su tesis es que la problemática del entorno puede generar consenso sobre el nuevo horizonte del diseño y puede ser también el camino para vastas series de transformaciones culturales y prácticas sociales contemporáneas. 16 Ibid.
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objetos; tendemos pues, a percibir un mundo desechable, un mundo de objetos sin profundidad que no deja ningún rastro en nuestras memorias y en cambio acrecienta la ausencia de la cultura de diseño que tantas veces se ha buscado a través del diseño sin notar que ésta aparece en el momento en que creemos objetos "cuatridimensionales". Todo esto nos lleva a visualizar las limitaciones de nuestra época, que muy a pesar de la tecnología, son muchas y de múltiples orígenes; descubrimos también los límites de nuestro "entorno semiótico"17 y con ellos los problemas de "la liberación de las formas y de los servicios" representados en un gran ruido que imposibilita la lectura clara y real de formas y servicios. Esta dificultad para decodificarel lenguaje de los objetos es un aspecto fundamental de lo que Manzini denomina como la "polución semiótica". Y es exactamente lo que está sucediendo hoy día: la proliferación y los cambios de los productos se dan en una escala tan grande, que fácilmente exceden la capacidad subjetiva para desarrollar códigos que permitan leer su posible significado. Así, una vez conocidos los límites del entorno, establecidas las características el objeto {cuatridimensional) como instrumento de comunicación y relación sociocultural, y planteada la reflexión sobre la necesidad de construir identidades más estables que puedan ser "leídas" dentro del espacio sociocultural en el cual estamos inmersos, se ve mucho más claramente la necesidad de desarrollar una verdadera cultura de diseño. Ésta deberá cuestionar a fondo la forma en que la cultura actual se sitúa dentro de nuestro entorno y la manera como se relacionan los sujetos con ella. Es preciso ver que dentro de todo este gran entorno en movimiento, "el diseñador puede actuar perfectamente manteniendo la coherencia entre las opciones éticas y culturales y la práctica del diseño. Fuera de este marco sociocultural el diseñador sólo podría pensar en proponer cosas mas no en realizarlas"18. Y si bien cada día se enfatiza la capacidad de reflexión y la obligación de ofrecer nuevas propuestas por parte del diseñador, éstas no deben ir en detrimento de su naturaleza creadora ni de su capacidad de ejecución.
Podría extenderme en una vasta y más completa revisión sobre las reflexiones en torno al diseño, su teoría, práctica e impacto social..., a partir por supuesto de reflexiones foráneas, pero me interesa más evidenciar nuestra inmadurez en el campo mismo del diseño. Si bien esta disciplina es bastante joven en nuestro país (menos de tres décadas), el problema no radica en la juventud sino en la dependencia. Al igual que con la tecnología, nos hemos dedicado a importar "paquetes cerrados" en lugar de apropiar y contextualizar toda esa experiencia y todo ese conocimiento de quienes nos anteceden a nivel de desarrollo. Existe una tara, y no es exclusiva de los diseñadores, al pensar que con la copia y el fusil de diseños foráneos obtenemos productos de vanguardia al alcance de todos y contribuimos al desarrollo del diseño en el país. Pero esto no es más que una gran cortina de humo, sin mencionar la enorme invasión de artículos y productos extranjeros (descontextualizados) que en épocas de apertura económica y como producto del contrabando llenan nuestro "entorno semiótico" o la "semiósfera de nuestro mundo material". Debo señalar que el grueso de las reflexiones alrededor de estos temas se ha desarrollado en Europa, principalmente en Alemania e Italia de donde exponentes de gran reconocimiento los han exportado a Estados Unidos y Latinoamérica. Es evidente por tanto que en el ámbito latinoamericano propiamente dicho, los expertos en nosotros son "ellos". Por último, considero importante enfatizar que en el país no existe conciencia de la pertinencia del diseño en el desarrollo nacional (a nivel económico, industrial, tecnológico sociocultural). Sin ella, la apropiación de la ya mencionada cultura de diseño resulta prácticamente imposible. Esto no significa que se deban cerrar las fronteras, por el contrario, la apertura económica y el libre comercio aumentan la necesidad de contar con un diseño propio y bien diferenciado que supla todas las necesidades que los diseños universales no logran cubrir. Sin embargo, sin esta conciencia al diseñador colombiano le será más difícil asumir su responsabilidad sobre la creación de objetos en cuarta dimensión.
17 Este concepto lo define Manzini como la "semiósfera" de nuestro mundo material. 18 Ibid.
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Opiniones sobre el Plan Colombia General (r) Juan Salcedo Lera, María Emma Mejía En esta ocasión hemos invitado a figuras representativas en la opinión pública a comentar algunos aspectos del Plan Colombia. ¿Cómo evalúa usted la destinación y distribución de recursos para el Plan Colombia? General (r) Juan Salcedo Lora: El Estado colombiano padece serios problemas que no son ajenos a los que sufren y sienten varios estados en el mundo y que lo acercan, lenta pero inexorablemente, a un punto peligroso de desestabilitación, en el cual será muy difícil, casi imposible, poder recuperarse. No solamente son la violencia y la desigualdad en la distribución de los ingresos los problemas que hoy impiden al país alcanzar un mayor desarrollo humano, como concluyera el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en su informe sobre Colombia correspondiente a 1999. Ha faltado igualmente la consolidación del poder del Estado; alcanzar y demostrar una mayor y mejor capacidad de su fuerza publica, así como también un sistema judicial eficaz. Indudablemente son muchas las falencias y múltiples los factores que pesan negativamente para que los colombianos sintamos la sensación de vivir en paz, con desarrollo sostenible, en medio de un estado de derecho y en donde se disfrute de legítima justicia social y convivencia. De los múltiples factores que pesan en la actual situación colombiana, dos pueden considerarse definitivos: la presencia creciente de grupos armados que le disputan al Estado el monopolio en el uso de las armas (guerrilla y grupos paramilitares) y el narcotráfico. Si en un momento trascendental de su historia, el gobierno colombiano acude a la comunidad internacional en busca de ayuda, es principalmente por culpa de estos dos importantísimos factores negativos. Por su terrible influencia y sus efectos colaterales, la situación social y económica del país está hoy en el estado deplorable que se aprecia y que amenaza, cada día más, con causar la desestabilización de la vida democrática y hasta la existencia misma como nación independiente. Si se acude a la comunidad internacional es porque Colombia sola no puede salir adelante o se tardaría demasiado, inmersa como está en un conflicto interno largo y penoso, de altísimo costo político, social y económico. Lo peor es que no hay garantía alguna de poder salir avante por esta vía.
El Plan Colombia y la participación de la comunidad internacional, son esenciales para alcanzar las metas a las cuales debe ser conducida la comunidad colombiana. No es un caso específico de lucha antidroga o lucha contrainsurgente, es todo un paquete de alto contenido social que no puede manejarse bajo la óptica de problemas o enfoques particulares; pero la erradicación de cultivos ilícitos, y la suspensión, por lo mismo, de los enormes capitales que incrementan y sustentan la lucha paramilitar y guerrillera, ambas contra los intereses de la comunidad y del Estado, son una necesidad real que a la par que afectan intereses internos, causan desasosiego, temor y grandes estragos en la comunidad internacional. Hay otra realidad del Plan Colombia desde la perspectiva de sus opositores. El Plan Colombia es una forma de concebir la conducción estratégica de tareas que el gobierno considera son necesarias para la buena marcha futura de la nación. Lo que allí se bosqueja podría dar una idea bastante aproximada de lo que será ejecutado. No se puede especular como lo hacen algunas personas, ONGs y algunos congresistas norteamericanos, que el plan será motivo de mayores violaciones a los DDHH o al DIH. Nada así lo da a entender, en tanto que sí se ha ido incrementando la capacidad del Estado en la prevención y protección de los derechos de las personas. Si como lo ha planteado el Gobierno nacional la destinación y distribución de recursos permitirá enfrentar la violencia y la corrupción, alimentados por el narcotráfico, que han generado, entre otras cosas, desconfianza entre los inversionistas extranjeros, creando mayores obstáculos en el camino hacia la modernización en un mundo ahora globalizado, ese solo enunciado bastaría para justificar el Plan Colombia. Si todo el mundo se queja de la ausencia inveterada del Estado y el Gobierno actual manifiesta a todo el mundo que adquiere el compromiso de recuperar las responsabilidades centrales del Estado, como son la promoción de la democracia, el monopolio de la aplicación de la justicia, la integridad territorial, la generación de empleo, el respeto por los derechos humanos y la conservación del orden público, qué duda puede existir de la honestidad del primer mandatario. La violencia, intensificada por el narcotráfico, se encuentra en auge y sucesivamente los gobiernos se han visto impotentes para resolver tan crucial encrucijada en razón de que su capacidad de resolver la problemática social y económica ha sido limitada por tales factores. Ni hablar de las limitaciones en los presupuestos de defensa que siempre han ido a la zaga de los grandes problemas antes
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enumerados. Si el Plan Colombia prevé esos recursos nunca antes vistos, con ayuda de la comunidad internacional, no se entiende que haya colombianos que se opongan a la recepción de la ayuda pedida. Que lo hagan los fuera de la ley, vaya y venga, pero que lo digan los que están sintiendo en carne propia el rigor y la calamidad de los violentos, les un contrasentido! O se toman los recursos del Plan Colombia y se emplean racionalmente, refinando incluso los planes iniciales de empleo, o se sigue por la senda absurda por donde siempre hemos ido, perdiendo cada día más y más la legitimidad como Estado y la eficacia en el empleo de su poder. Las estrategias, tal y como están diseñadas por el gobierno, se traducen en excelentes herramientas con las cuales se puede alcanzar en el mediano y largo plazo la normalización del país, puesto que se entra a combatir prioritariamente las bases de la problemática nacional que desestabilizan e impiden la gobernabilidad.
María Emma Mejía: El problema es que nunca ha habido claridad sobre la destinación y distribución de los recursos para el Plan Colombia. Yo recuerdo que tanto en el gobierno anterior como al principio de éste se mencionó insistentemente la necesidad de hacer un gran plan para atacar las causas más profundas de la insurgencia y del narcotráfico. Incluso se traía a la memoria el "Plan Marshall" como ejemplo. Se hablaba de un proyecto de reconstrucción del país, de un gran esfuerzo de inversión social. No obstante, la primera presentación que se hizo del Plan -vía Estados Unidos-, deja un sabor eminentemente militar. Sabor que ahora se ha tratado de morigerar con la gira del presidente a Europa en la cual ya no se habla sólo de los 1.600 millones de dólares de Estados Unidos, sino de una estrategia de 7.500 millones que incluye un importante componente social. Obviando la confusión, para responder a la pregunta, me concentraría en el análisis de las cifras de la ayuda que se está tramitando en el Congreso de los Estados Unidos, que a pesar de las dificultades parece ser la más factible de conseguir. Como bien se sabe, se trata de una ayuda suplementaria de 1.272 millones de dólares que sumados a los 330 millones de dólares aprobados con anterioridad, da un total de 1.602 millones. La distribución de esta ayuda está definida, a grandes rasgos, en unos 1.250 millones para la acción militar y policial dentro de los cuales las partidas más grandes son 600 millones de dólares para equipar y entrenar dos nuevos batallones antinarcóticos y 340 millones de dólares para
aumentar la interdicción en Colombia y en la región. Para los temas sociales y de derechos humanos la ayuda prevé unos 350 millones de dólares. Las cifras son contundentes en el predominio de los recursos militares. Lo cual no sólo es importante, teniendo en cuenta las deficiencias reconocidas por las propias Fuerzas Militares de Colombia, sino también legítimo por parte del Estado al propender por el mejoramiento y el fortalecimiento de sus ejércitos. Sin embargo, y haciendo esa salvedad, me preocupa el giro que va tomando el Plan desde el punto de vista de su efectividad para controlar la producción y el tráfico de narcóticos que en teoría es su cometido. La historia de los 10 últimos años en el país nos ha demostrado que el gran esfuerzo que ha hecho la Policía Nacional, con el sacrificio de muchos de sus hombres, no ha disminuido, según las cifras de los Estados Unidos, ni los cultivos ni el tráfico de estupefacientes. En ese sentido, repito, me preocupa que una idea tan ambiciosa de buscar ayuda en el exterior, comprometer recursos internos y buscar la cooperación de los empresarios nacionales, de pronto no alcance a captar los recursos y desarrollar los programas necesarios para el desarrollo social de las pequeñas comunidades involucradas en los primeros eslabones de la cadena del narcotráfico; porque-hay que decirlo-es muy incierta la contribución europea y es también incierta la destinación de recursos internos debido a la grave crisis económica que vivimos. Se ha ubicado al departamento del Putumayo como epicentro de la acción del Plan Colombia y vale recordar que desde hace varios años se empezaron a discutir las ventajas y desventajas de una gran intervención en esta región, con la ayuda de Estados Unidos. En ese momento se plantearon muchos temores dadas las condiciones de la zona. Hay allí un gran volumen de población, una gran presencia de pequeños cultivadores, de "raspachines" y de insurgencia y paramilitares. Intervenir significa enfrentar un conflicto grande. Por eso en aquel momento la policía necesitaba una contribución militar importante. Veo que ahora se ha resuelto la inquietud de la policía con la definición de crear dos batallones antinarcóticos. Pero la afectación social va a ser grande. ¿Considera que existe autonomía por parte del Gobierno colombiano en la asignación de recursos para el fortalecimiento militar contra el narcotráfico? J.S.L: De las diez estrategias diseñadas por el Gobierno, susceptibles de cambio inclusive, la cuarta es la estrategia
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para la defensa nacional, que reestructura y moderniza las FF.MM y la Policía, y la sexta, es la estrategia antinarcóticos, en donde interviene mayormente la fuerza publica. La Fuerza Publica ha dependido y lo seguirá haciendo de los presupuestos que el Gobierno le asigna. Desde que se iniciara la lucha antidroga, con ayuda de los Estados Unidos y otros países, se están recibiendo aportes considerables que han permitido entre otras cosas que el problema no sea mayor, pero a nadie se le ha ocurrido pensar que por ello se ha perdido autonomía. Si bien es cierto que la recepción de ayuda económica crea alguna forma de dependencia, no necesariamente tiene que maximizarse hoy por la ayuda que representa el Plan Colombia. Si el énfasis es hacia la erradicación de los enormes cultivos de coca, amapola y marihuana, como continuación de lo que se ha venido haciendo con la ayuda de otras naciones, y que se ha considerado insuficiente, nada indica que no seamos autónomos para la asignación de los recursos. Nadie sabe mas que los miembros de la fuerza publica colombiana de lo que es la lucha contra las organizaciones del narcotráfico y nadie sabrá mejor que nosotros en donde hay que hacer énfasis en la colocación de los elementos y recursos para librar esa lucha definitiva. Que se requiera ayuda tecnológica y económica es apenas natural, pero sin que por ello crezcan los índices de la dependencia, tan marcados en otras áreas de nuestro desarrollo actual y potencial. las fases previstas para desarrollar las estrategias diseñadas parten de un esfuerzo judicial, policial y militar de rango bajo, apuntando al Putumayo y al sur, planeado por un año. Seguir a continuación con un esfuerzo judicial, policial, social y militar de rango medio, apuntando al sureste y a las partes centrales del país, planeado entre 2 y 3 años y finalmente extender los esfuerzos integrados a lo largo del país, entre 3 y 6 años. La duración nada más está indicando que la ejecución es larga y penosa, porque es con lucha, dura y cruenta porque habrá resistencia a no dudarlo. El objetivo inicial de fortalecer la lucha contra el narcotráfico y desmantelar las organizaciones de traficantes, mediante esfuerzos integrales dirigidos por las fuerzas armadas, refleja de por si la necesidad de analizar, planear, reorganizar, entrenar y actuar autónomamente. Lo que se ha hecho no ha dado los resultados esperados por dos razones importantísimas: la obstaculización de las Farc en la erradicación de cultivos emprendida por la Policía Nacional y la limitación de recursos. Lo que se aspira a hacer ahora, con la intervención de las fuerzas militares, presupone la eliminación de los obstáculos causados por la guerrilla y el
sostenimiento del esfuerzo presupuestal con la ayuda de países amigos. Otras tareas inmensas del Estado paralelamente a las anteriores son reforzar y organizar el sistema judicial y combatir la corrupción, mejorando la fiscalía, las cortes, las defensorías y unidades de los derechos humanos. Fortalecer y capacitar los cuerpos técnicos de investigación, apoyar los grupos anticorrupción, reforzar el sistema carcelario, aplicar las leyes sobre la extradición y elaborar el reglamento para los procedimientos penales actuales llevados a cabo en audiencia pública. Todo hace parte de la integralidad requerida. Esa por la que clamamos a diario, esa que con ayuda de Norteamérica, Europa y Japón podrá ser una realidad si los colombianos de bien no se oponen. Será el Estado todavía más autónomo si logra desvertebrar el enorme aparato financiero que sostiene y retroalimenta a las guerrillas, los paramilitares y los carteles de la droga, como objetivo final de los esfuerzos mancomunados de los colombianos y la ayuda internacional. M.E.M.: Si la pregunta se refiere a los recursos de cooperación internacional (no a los propios), es evidente que la cooperación internacional tiene ciertos condicionamientos, implícitos e incluso explícitos (vg. Derechos Humanos). Mucho más si se trata de cooperación que viene de una nación hegemónica tal como los Estados Unidos, sea para Colombia o para cualquier otro país del mundo. Estados Unidos es muy sensible en el tema de los cultivos y el tráfico de sicotrópicos, y desde hace muchos años la agenda de Washington los tiene como uno de sus puntos principales. Su política ha tratado de conducir la acción de los países contra el cultivo, el procesamiento y el tráfico de narcóticos y exigir resultados concretos en esa lucha. El mecanismo de la "descertificación" ha sido una de las presiones utilizadas para la consecución de resultados. No se puede entonces hablar de autonomía ni antes ni ahora. Ahora bien, es claro que el presidente Pastrana tiene también un interés grande en mostrar avances en la lucha contra el narcotráfico y el Plan Colombia representa esa preocupación. Algunos sectores de la opinión pública nos hemos atrevido a llamar la atención sobre la manera como se presentó el Plan Colombia. Creemos que lo más adecuado hubiese sido una discusión amplia en el país que permitiera llegar a un consenso nacional. Pero la discusión se empezó en el exterior y cuando ya había comenzado su trámite en el Congreso de los Estados Unidos. También nos ha preocupado el control minucioso que sobre todas las decisiones de recursos y de
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acciones tienen las distintas instancias del gobierno americano. ¿ Cuáles son las principales implicaciones del Plan Colombia en relación con el desarrollo de las negociaciones de paz? J.S.L: Negociar en medio del conflicto fue lo aceptado. Absurda, pero esa fue la idea que se le vendió a la guerrilla y a la dirigencia colombiana, o mejor, esa fue la idea que la guerrilla colombiana le vendió a los colombianos por cuanto así no perdían vigencia. Mientras "suenen los tiros" como decía Jacobo Arenas, se sabrá de la presencia de la guerrilla en el ámbito nacional. El silencio de las armas por una negociación o unos diálogos, en tanto es benéfico para la comunidad colombiana, no lo es para las formaciones guerrilleras. La guerrilla quieta se anquilosa, se anarquiza, se indisciplina y se disocia. Su vínculo de unión y su fuerza radican en la lucha, no en la calma. El desarrollo de las negociaciones muestra a unas Farc potentes y prepotentes. Lo primero porque soportan el esfuerzo bélico en las enormes ganancias del narcotráfico como ninguna guerrilla jamas lo hiciera. Prepotentes porque han demostrado y ejercido un poder intimidatorio con sus frentes de guerra actuando en los amplios espacios de la nación sin consideración ni respeto por la población civil inerme. El secuestro y la extorsión generalizados en campos y ciudades y ahora en vías, son un espectro demasiado aterrador para que no se tenga en cuenta por la comunidad civil. La potencia en el ejercicio de un poder destructivo como el que más y la prepotencia en las actitudes tiene su respaldo en la fuente financiera inagotable del narcotráfico, o más bien, en la interdicción de la amplia cadena del narcotráfico, que paga elevadas sumas en cada parte del extenso proceso de siembra, cuidado, recolección, procesamiento, embarque y venta del producto final. Pero, ¿Qué tan inagotable es esa fuente de recursos financieros del narcotráfico? Depende de lo que queramos hacer. Si queremos seguir viviendo con el cáncer del narcotráfico incrustado en nuestra sociedad, será inagotable. Si queremos exterminar ese flagelo, dejará de ser inagotable: se extinguirá por la fuerza de la ley. Si para ello requerimos la ayuda internacional, habrá que acudir a ella y entre más pronto mejor. Que las Farc protesten y se opongan es apenas lo natural. Que se interrumpa el proceso de paz, temporal o indefinidamente, puede ser una alternativa dura para quienes hemos creído que las cosas al fin estaban tomando un buen rumbo. ¿En dónde esta la diferencia para la comunidad de
Vigía del Fuerte? ¿En donde radica la diferencia para los habitantes de tantos y tantos pueblos destruidos por los cilindros de gas cargados de explosivos? No será fácil para los colombianos aceptar la dura realidad de la continuación de la guerra por la guerra. A lo mejor no será fácil tampoco aceptar que se siga un proceso en donde los únicos que duermen en paz son los que se refugian con las armas en la mano en la zona de distensión, mientras el ciudadano común y corriente del resto del país duerme a sobresaltos o no duerme por temor al asalto, el secuestro, la extorsión o el asesinato aleve. No hay mucho realmente en donde escoger. Si para complacer a la guerrilla que en nada complace, tenemos que renunciar a los beneficios de un plan integral, imperfecto de pronto, pero integral en los beneficios sociales y económicos, tendiente a reducir las causas y manifestaciones de violencia, que busca fortalecer la participación civil y la conciencia colectiva, no vale la pena seguir viviendo esa clase de país que se nos ofrece. ¿Cuál es el panorama si se desarrollan las acciones previstas con la ayuda del Plan Colombia? Lenta, pero inexorablemente la guerrilla y los grupos paramilitares perderán la potencia necesaria para la lucha armada. Lenta pero seguramente se recuperará el control de campos y ciudades por el poder que emana de una justicia certera y rápida. Lenta pero finalmente podremos vivir en paz sin la constante amenaza de un secuestro en plena casa, o en una vía. Sin tener que temer los destrozos corporales por la explosión de un cilindro de gas lanzado sin dirección ni responsabilidad contra cualquier construcción oficial. No se puede dudar. La duda cuesta demasiado caro a la hora de las decisiones. Ahora o nunca, aunque para lo primero tengamos que tender la mano hacia la nación amiga. M.E.M.: No es fácil hacer un análisis certero sobre las implicaciones de un componente (el Plan Colombia) sobre un proceso de paz como el colombiano, en el cual confluyen tan diversos actores y complejidades. Lo que si se puede inferir, es que el país ha estado exigiendo una modernización y especialización del Ejército colombiano y esto, obviamente, debe hacerlo con la ayuda de otros países. Nadie puede oponerse a que tengamos unas Fuerzas Armadas capaces, suficientemente equipadas, claramente dispuestas a defender el Estado. Es más, mucha gente piensa que ésta es precisamente una condición para acercarnos a la paz, porque si hay una capacidad disuasiva de parte del Estado
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puede darse una mayor disposición de la insurgencia a negociar. Todo el país anhela también la erradicación del narcotráfico que tanto daño ha causado. Pero la preocupación de que sea peor el remedio que la enfermedad viene cuando se mira el territorio donde se va a efectuar y la manera como se va a actuar. La operación que se prevé se perfila como una acción militar a gran escala para erradicar cultivos, desmantelar laboratorios, atacar a los grupos que defienden estos procesos, cortar rutas de abastecimiento, detener colaboradores, etc. El resultado será
una gran devastación de la zona, la represión y el desalojo de muchos habitantes de la región y una confrontación con los actores armados. Las operaciones se realizarán en los límites de la zona de distensión y en algún momento por la misma dinámica de la confrontación las acciones afectarán esta zona, lo que acarreará malestares en el proceso de paz que se adelanta. El temor entonces es que el plan sobre el Putumayo, en vez de golpear factores de violencia y ayudar a aplacar un poco la guerra, sirva para escalar el conflicto.
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Futuro incierto' Carina Pena" Mi nombre es Lucas, tengo 29 años, y soy abogado. En este momento tengo una noviecita linda de quince años que amo como el sol que sale cada día y que veo por la ventana. La amo porque ella me devolvió la confianza en la vida, la amo porque en sus brazos aún vive la inocencia y la alegría. He pensado hasta en casarme con ella. Lo que pasa es que ahora ando sin empleo y la cosa así se pone difícil. Yo me gradué hace cinco años y vivía en casa con mis padres, era vago de profesión como muchos recién graduados. En realidad sí tenía profesión, era el mejor para levantar muchachitas en el pueblo, entre las niñitas tenía gran éxito. En mi casa la situación era insoportable, como en muchas casas, mi papá tomaba mucho y ver a mi mamá aguantándole era todavía peor. Un día mi mamá me dijo: -Lucas mijo, usted se tiene que ir a trabajar en lo que sea. Yo ya estoy muy aburrida. Como yo había hecho unas prácticas en la Fiscalía de Cali fui a decirles que me mandaran para donde fuera que necesitaba trabajar. Al otro día estaba montado en un bus que iba para el último pueblo del Valle, un pueblo del norte del departamento, iba a trabajar con el fiscal del pueblo, un muchacho alto con el que nos íbamos por las tardes a practicar basquet. Un tirito el uno, un tirito el otro. Así pasábamos algunas horas por la tarde. Yo creo que Junín está en la mierda, no solamente por lo lejos, sino por como se vive allá. Nunca en mi vida había visto tantos muertos. El primer día cuando llegué a la casa de doña Doris, yo salí a comprar la leche, porque ella me regalaba el almuerzo. Como yo estaba recién llegado salía muy gomelo con mis pantalones Levis, que los tenis Nike, que mi camisa de marca, y las gafitas de sol, para que me vieran las muchachas. Cuando venía para la casa vi a un tipo, y vi que el tipo tenía un revólver, vi que le disparó en la cara al hombre con el que estaba hablando. Después vi cómo se escapaba. Yo me tullí del miedo, se me regó la leche, y salí corriendo para donde doña Doris. Me di cuenta de que todo transcurría como en una de las películas que ahora me veo de John Wayne, el muerto en el suelo, el pueblo polvoriento con la gente detenida mirando, los tres policías del pueblo corriendo detrás del homicida. Y al final nada. Porque además los policías tienen hasta una orden escrita que les
* Relato a partir de un testimonio verídico.d ** Politóloga, Magíster en Ciencia Política, Universidad de los Andes.
prohibe retirarse de la cabecera municipal, del área urbana. Mejor dicho esos cuatro pendejos, cinco en ese momento conmigo, no servíamos para nada. Jamás olvidaré que en la casa estaba una maestra y yo le dije que nunca había visto algo tan violento, que cómo era posible que mataran a un hombre en plena calle y a plena luz del día. Ella me miró asombrada y de pronto endureciendo su rostro me dijo: -Es mejor que se vaya acostumbrando, para que aprenda a ser varón. Yo no puedo creerlo aún, imagínese si lo dice una profesora. En qué momento nos jodimos tanto como para que una profesora diga que para ser varón tenga uno que acostumbrarse a los muertos y a las matanzas. Me faltaba mucho por aprender, porque esto no era nada en realidad. Con los días me fui apoderando del cargo, yo trabajaba como asistente del fiscal, como les iba diciendo, y a mí me querían mucho en el pueblo. Creo que durante los meses que estuve no hice más que tomar y comerme a cuanta muchachita había en el pueblo. Eso sí no lo puedo olvidar. Me comí a todas las profesoras de la escuela y ellas lo sabían y hasta se lo contaban. Eso sí, en ese momento yo parecía como drogado a toda hora, por el guayabo, por la sangre, por la soledad, por la violencia. A mí no era al único que me pasaba, la odontóloga por ejemplo, una muchacha graduada de una buena universidad, morenita y hasta de ojos verdes, terminó enmozada con los campesinos. Es que allá uno se acostaba con todo el mundo. La otra médica del pueblo metía marihuana y también se acostaba con algunos campesinos. Y se tomaba todos los días. Incluso una vez me acuerdo que llevé un petaco de cerveza a la oficina, por eso hasta me cabe un juicio disciplinario, pero eso no me importa. Yo me sentaba al lado de mi petaco y le decía a todos los campesinos que entraran y nos poníamos a hablar. Imagínese usted en plena fiscalía del pueblito y nosotros con petaco en mano, jinchos a las doce del día, claro no podía faltar Deep Purple de fondo musical. En ese mismo escritorio pero en sano juicio llegaban semanalmente los familiares de los muertos a contarme que le habían dado tantos tiros, que era que no lo querían en la vereda. Y yo decía para mis adentros: -pobre huevón. Al campesino le decía: -Sí señor, usted sabe que la Fiscalía está es para servirle. Ahora me río. Claro hacía siempre lo de rigor, tomaba la declaración y compulsaba copias a la Fiscalía Regional, para saber que todo iba a terminar en ese oficio que estaba mandando. Porque dígame usted, quién se va a perseguir a los culpables de todos esos asesinatos. No faltó el amigo que en plena declaración me dijera: -El doctor es buena gente pero le gusta esa música
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diabólica. Yo pensaba: -menos mal la diabólica es la música tenido que hacer y lo mal que me sentía, me decía después y no esta cochina violencia que ustedes viven. de la cuarta hamburguesa que no fuera tan pendejo, que él Los fines de semana que me quedaba en el pueblo le hasta me nombraba inspector de Policía si yo quería, que en pedía a algún campesino un caballo prestado, y claro como Armenia yo podía ganar más plata y hacer más negocios. era para el doctor, pues me traían ensillado el mejor caballo Juan Andrés y yo fuimos muy amigos, él me estimaba del pueblo, con una montura yo no sé de dónde. Yo me la mucho, porque yo era como su conciencia, yo siempre le pasaba en una tienda como cualquier muchacho campesino decía: -No, marica. Vea no robe tanto. Es mejor que trabaje del pueblo, con una pantalonetica, con una camisa abierta más, vea que usted es la justicia, no le da pena. Yo no sabía hasta la barriga, mostrando la barriga, con muchas cervezas nada de administrativo en ese momento, porque lo mío era en frente y hablando con los muchachos campesinos del el penal. Pero sí me daba cuenta de que el hombre robaba de pueblo, y con los que bajaban los fines de semana. Por la lo lindo y además como era político, no se encochinaba. Yo noche les decía que me presentaran a alguna amiga, y como me di cuenta cómo los extranjeros le pagaban uno o dos ellos estaban con el doctor, me presentaban hasta a sus millones por una firma, para agilizar el proyecto que estaban hermanas o a sus primas. Eso sí no perdoné ninguna, y eso haciendo en la carretera en ese momento. Él se reía, y me que yo no soy el más pinta de todos, pero ninguna de las decía que cuando necesitara algo él me hacía un favor. Ese que me llegaba amanecía al otro día en su cama. Eso lo hacía domingo estuvimos emparrandados, bailando los últimos yo porque era la justicia en el pueblo. merengues con unas nenas en la discoteca de donde nunca salía Juan Andrés. Él me llevó el lunes a las seis de la mañana En la fiscalía se trabajaba con las uñas, llegaban los casos más insospechados, será un pueblo tan atrasado, que incluso a la terminal, después de repetirme más de cien veces que no un día nos tocó ir a una vereda a hacer un levantamiento. Y fuera bobo que me fuera a trabajar con él a Armenia. resulta que el comisario del caserío, que es un hombre que Cuando llegué a Junín estaba haciendo un sol escoge la misma comunidad entre los que viven cerca, había insoportable, yo estaba totalmente enguayabado y así llegué hecho ya el levantamiento. Jamás se me olvidará, el a la oficina a trabajar. Allá me estaba esperando Eliseo levantamiento estaba escrito en una hoja sucia, era casi Perdomo que era mi asistente, un muchacho del pueblo que ilegible y era por el homicidio de un perro. Yo no sabía si parecía mi sombra. Me dijo que el fiscal me había dejado sentarme a reír o a llorar, irse uno a caballo hasta la misma dicho que había que hacer un levantamiento en una vereda. mierda para tratar con el homicidio de un perro. Que había Yo le dije que claro que lo hadamos como de costumbre en sido una pelea entre vecinos, y que usted me cae mal el hospital. Porque los levantamientos en ese pueblo uno no entonces le mato al perro. Y claro el comisario del caserío los va a hacer como en la ciudad en el lugar donde se comete como no sabía que eso es daño en bien ajeno, entonces el homicidio, para dibujar el croquis y todo eso, si no que le denunció al que mató al perro por homicidio. llevan a uno el muerto al hospital y uno hace el Me devolví al pueblo, pero ese día me sentía contento levantamiento. Lo que pasa es que cuando uno va a hacer el porque sabía que ese fin de semana iría a visitar a un amigo a levantamiento en las veredas, en ocasiones lo pueden Armenia. Todos los fines de semana que podía pegaba para levantar es a uno. Eliseo me miró muy serio y me dijo: -No donde Juan Andrés, él es un amigo de la universidad, el típico viejo Lucas hoy sí nos toca ir. Yo le dije que estaba muy político de pueblo que estaba trabajando en ese momento y enguayabado, que me trajera un Gatorade y que tenía un cargo importantísimo en Armenia. Juan Andrés es esperáramos a que nos trajeran el muerto. -Lucas yo le traigo el típico niño que heredó una gran fortuna, tiene una casa el Gatorade, pero nos toca ir. Es que son ocho muertos. Yo divina con colchones de agua y todo, una nevera que me tomé el Gatorade y en eso empezaron a llegar los siempre está repleta y todo el trago del mundo. Como todos familiares, y me dijeron que nos podíamos ir de a pie o en en la ciudad le debían algún favor, entonces siempre que caballo, que como yo quisiera. Yo dije que mejor le llegábamos a cualquier parte no nos cobraban. Juan Andrés pidiéramos prestado el carro al alcalde. Los deudos me tenía una barriga que no podía siquiera ver el suelo, siempre dijeron que ellos no se montaban en el carro de la Alcaldía tomaba los fines de semana, andábamos con unas niñas porque fijo la guerrilla nos daba plomo en el camino. divinas, todas de las mejores familias de la ciudad y con todas Finalmente terminamos yéndonos en la ambulancia del nos acostábamos. Eso sí, siempre nos cuidábamos. Juan hospital, una Luv. Nosotros íbamos atrás, estaba haciendo un Andrés cuando yo le contaba los levantamientos que había calor ni el berraco, yo con ese guayabo que era como de operar y ese carro que de un momento a otro se caía. El ese momento no se me hacía nada gracioso. En esos momentos camino era tan malo que andaba el carro de lado a toda hora. era cuando me entraba la depresión, la misma de todos los fines Yo me acordaba en ese momento de las películas de cuando de semana, la misma de cada vez que tocaba ir a ver un muerto. chiquito, de los carros que andaban en dos ruedas, pero en Yo me preguntaba, qué estaba haciendo de mi vida, por qué 96
estaba en ese infierno, yo creía que sólo me faltaba morirme en ese momento, en ocasiones hasta lo deseaba. Andaba como borracho a toda hora, así no tomara, era por el ambiente, por tanto muerto. La puerta estaba entreabierta, era una casa campesina en medio de un caserío de cinco casas, era una casa de esas a punto de caerse, con un letrero mal escrito con tiza que decía Tiendha, o algo así. Cuando llegué sentí que estaba en el sitio más lúgubre del universo. De la casa entraban y salían unos perros, y dejaban un rastro de huellas rojas detrás de ellos. Del cuarto salía un hilillo de sangre, y los perros dando vueltas. Yo oía a la gente que decía: -Llegó el doctor, llegó el doctor. Y yo pensaba que todos eran unos hijueputas Después de tanto muerto a mí me parecía que todos los campesinos eran unos hijueputas, me daban ganas de matarlos a mí mismo, porque eran unos animales. Ocho muertos. Eso fue lo que vi cuando entré, además todos jovencitos. Definitivamente eran unos hijueputas. Eran muchachitos campesinos de esos de sombrero de pluma al lado, con botas y con un bozito ridículo en la cara. Estaban con sus tiros, uno estaba con una puñalada en el vientre, estaban con los ojos abiertos. Yo estaba mirando todo y lloraba, y hasta con una pierna le pegué a uno y le decía a Eliseo: -Mire a este hijueputa, con dieciocho años y esa muerte tan pendeja. Eliseo me dijo: Cállese Lucas que el hermano lo está mirando. No sé cuándo, pero la mamá de uno de los muertos entró y abrazaba al muerto y se untó de la sangre y lloraba. Yo quería como pegarle, estaba desesperado. Lo único que atiné a decirle era que se largara, que iba a revisar a los «muerticos», y que sacaran a ese perro hijueputa que estaba lamiendo la sangre. Eran ocho muertos. Ocho muchachos que la noche anterior se habían peleado por unas putas que habían traído el fin de semana al caserío, a uno le gustó la misma que a otro, y se metieron un tiro, y el hermano se metió y se dieron botella, navaja, machete y plomo, hasta que se mataron los ocho. En el hospital había otros heridos. Nosotros habíamos llevado un procesador de palabra para hacer el acta, pero no había luz y no había tampoco papel. Finalmente conseguimos una máquina de
escribir e hice lo mismo de siempre, el oficio, compulsando copia a la Fiscalía Regional, el mismo edificio al que llegarían todos los oficios y las denuncias que salían del pueblo. Para mí ese correo era el derecho penal. Por las mañanas yo me oía un disquito de Queen y empezaba a despachar, y dele un muerto detrás de otro. Jamás se me olvida que el día de los ocho muertos, yo llamé a un amigo desde el hospital cuando ya estábamos haciendo el reconocimiento y les estaban practicando la autopsia. Le dije que eso era un infierno, que esa gente era muy bruta, que eran unos animales. Y todos oyéndome, porque el teléfono quedaba en la sala del hospital. Yo quería irme, y nadie se imagina la cara de alegría el día que me notificaron el traslado. Por esos días un señor del mismo pueblo de donde soy yo, como que me vio en una de esas tomatas de fin de semana y me preguntó que qué me estaba pasando, que no me dejara matar por el pueblo. La ¡da a La Paz fue la gota que derramó la copa. Yo que creía que las cosas ya habían mejorado, estaba a sólo dos horas de Cali. Podía verme los fines de semana con mi familia, los amigos podían irme a visitar. Las viejitas no faltaban, yo me la pasaba en una motico levantando niñitas los sábados y domingos. Un fin de semana me fui a mi pueblo, andaba de lo más ennoviado, en ese entonces estaba saliendo con Anita. Una peladita divina, con ella todo era risas y además me decía que me amaba y todo eso. En esos días yo sentía como si me hubiera vuelto la vida. La Paz tenía su propio CTI y yo trabajaba con la Fiscalía y con ellos. Allá hice un amigo a quien quise mucho Ernesto Rojas, un muchacho que era Testigo de Jehová y el que más me ayudaba con mis depresiones. Me decía: Lucas, camine leemos La Biblia, y eso a mí me calmaba. Yo veía que él era bien pobre, pero hacía esfuerzos por ayudarme, vivía en arriendo, tenía familia y subsistía con su sueldo. El loco quería harto lo que hacía. Los fines de semana me decía: -Lucas camine a la casa, comemos pollo, leemos la Biblia y vemos una película. Todo eso con su sueldito. Era que Ernesto era muy buen amigo. En el CTI andaban otros locos que querían hartísimo lo que hacían. Era gente que le gustaba su trabajo. Yo en cambio después de lo de Junín lo que hacía era como desquitarme con la vida, tomando trago y levantando peladitas. Ese fin de semana que me fui a mi pueblo, unos amigos me invitaron a jugar billar, y yo que jamás juego billar les dije que sí porque Anita me tenía lo más de contento. Ese día Juan que era el duro se hizo conmigo y Carlos se hizo con el tío, porque eran unos gamines y sí jugaban bien al billar. Ese día parece que un espíritu me hubiera poseído y me
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moviera la mano, yo que nunca cojo un taco parecía billarista profesional, esa noche les gané. Al otro día amanecí enguayabado como a las nueve de la mañana y en mi casa, salí corriendo y cogí un bus para La Paz. Llegué como a las once del día, y mi jefe empezó a regañarme, que Lucas que usted no quiere lo que hace, que usted esta mañana tenía que irse con los muchachos, que ahora tiene que firmar algo y no estuvo, y dé lora. Y yo enguayabado, trasnochado, enamorado, y odiando ese cochino puesto. De buena gana le hubiera dicho que me iba ya para mi casa, que le renunciaba, pero en esas nos interrumpió la secretaria. Norma tenía cara de terror, estaba más pálida que una vela, y nos dijo: -Doctor, joven Lucas, que mataron al doctor Arbeláez, que mataron al doctor Peláez, que mataron al doctor Ernesto. Dicen que fue la guerrilla, que interceptó la patrulla donde iban a hacer la diligencia por la mañana y que están todos muertos. En ese momento no sentí nada. Todos los compañeros no podían de la tristeza y lo peor era que tocaba hacer el levantamiento de los propios compañeros. No podíamos irnos ahí mismo, porque el temor era que la guerrilla estuviera esperando para rematar a los compañeros que fueran a hacer el levantamiento. Yo bajé y me tomé una gaseosa, llamé a Anita y le dije que la amaba mucho. Me subí en la camioneta y nos fuimos a hacer el levantamiento. Cuando llegamos del carro no vimos sino el chasis que fue lo único que quedó. Al carro lo habían volado con granadas. A mis compañeros no les cabía
ni una bala, además los disparos de AK dejan un hueco que rompe hasta los huesos, y voltea las piernas y todo. Nadie se bajó, sólo yo que como siempre andaba como volando, finalmente no me importaba nada, yo reconocí de inmediato a Ernesto, le conocí los zapatos, la ropa, pero no le veía la cabeza. Sí, Ernesto no tenía la cabeza. Busqué y como a siete metros, que me parecieron una eternidad, en donde recordé sus enseñanzas, las idas a comer pollo y a leer la Biblia, apareció la cabeza. Yo alcé la cabeza y les dije a los otros: -La encontré. Parece un chiste, pero en ese momento me acordé de una propaganda de un desodorante que salía en ese momento por televisión. No pude sentir dolor. Por la noche esa sensación me perseguía, yo me repetía incesantemente: Me tengo que dormir, me tengo que dormir, me tengo que dormir. Tenía miedo de que Ernesto llegara por la noche a jalarme las patas por no haber sentido dolor. Al día siguiente le pedí permiso al jefe y me fui a la Fiscalía y renuncié. El miércoles fue el entierro, y los periodistas y todo el mundo preguntando. ¡Qué carajos les importa!, pensaba yo. Éstos son todos unos hijueputas. Duré cinco días llorando después de mi renuncia. El dolor me llegó tarde, pero me llegó. Aún ahora cuando cuento esta historia, y cuando no estoy con un trabajo estable, me siento más tranquilo con mi noviecita de quince años con la que me pienso casar. Me voy porque ya voy a empezar a llorar. Eso fue lo último que me dijo Lucas, antes de encender su carro y salir corriendo de la finca. Yo salí y abrí la puerta principal, me dijo adiós con la mano. Nada más.
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Discurso en la entrega de los premios al mérito científico Eduardo Posada Flórez* Es para mí muy grato dirigirme hoy a ustedes en el acto de entrega de esta nueva edición del premio al mérito científico otorgado por la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia. Esta distinción es hoy punto de referencia y de estímulo para la comunidad científica colombiana y ha pasado a ser, junto con el premio Alejandro Ángel Escobar, el máximo galardón otorgado a preclaros representantes del talento nacional en el campo de la ciencia, la tecnología y la divulgación científica. El premio cuenta con un amplio respaldo de la comunidad científica y académica que responde siempre con entusiasmo a nuestra invitación anual a participar en él. Como en el pasado, hemos tenido el patrocinio de diversas entidades, en particular de la Occidental de Colombia, a las cuales deseo expresar nuestro más sincero agradecimiento. Igualmente, deseo destacar la magnífica labor desarrollada por los miembros del jurado quienes han tenido que afrontar la difícil tarea de seleccionar a los ganadores. Quiero expresar mi más sincera felicitación a los galardonados, el doctor Eduardo Umaña Luna, la Dra. Magdalena León y el programa Especies, eminentes representantes de la ciencia nacional, y destacar el hecho de que los dos primeros provienen de las ciencias sociales, campo éste de singular importancia para un país tan convulsionado como el nuestro. Ellos son claro testimonio de que Colombia ha comenzado a contar con una comunidad científica que, aunque pequeña, es vigorosa y respetable, y que está llamada a jugar un papel decisivo en la construcción de la Patria que todos anhelamos. Es indudable que el desarrollo de la sociedad humana en el próximo milenio, más que en el siglo XX, estará fundado en la ciencia y la tecnología. El progreso asombroso de la miniaturización, que nos lleva a hablar de nano-ingeniería, hace plausible que el computador personal de mañana tenga la capacidad y la rapidez de un supercomputador de hoy; el uso masivo de las fibras ópticas, de los satélites y de los discos compactos para * Presidente, Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia; director, Centro Internacional de Física.
almacenamiento de datos abren, para antes de diez años, vertiginosas posibilidades de información e intercomunicación a escala planetaria de las cuales Internet es tan sólo un abrebocas; los avances de la biotecnología, los de la ingeniería genética y la fabulosa operación del genoma humano, permiten esperar para los albores del siglo XXI el nacimiento de una nueva agricultura y de una nueva medicina; el uso masivo de satélites para la producción de energía eléctrica a partir de la radiación solar y el probable control de la energía de fusión, aportarán, por último, cantidades inmensas de energía, económica y no contaminante. Esos logros previsibles, no tienen en cuenta los descubrimientos de la investigación básica, de los cuales no podemos hoy imaginar ni siquiera en qué campo se harán, pese a que han sido los causantes de los cambios más espectaculares en la historia, desde el descubrimiento de la electricidad, hasta la elucidación de la estructura del ADN por no citar sino dos casos entre cientos.. La distancia entre investigación básica, investigación aplicada y desarrollo tecnológico se ha acortado y esto aumenta la importancia estratégica de la primera. Los procesos productivos de hoy exigen mayor comprensión de los conocimientos científicos en los que se basa la tecnología que se utiliza, lo cual está llevando a un mayor empleo de científicos en todos los sectores de la producción. En las últimas décadas, el crecimiento económico logrado por los países industrializados ha estado estrechamente ligado a la importancia dada a la ciencia y la tecnología dentro de sus políticas. Los más avanzados de ellos han basado sus planes de desarrollo industrial en el uso intensivo del conocimiento, para lo cual han invertido cuantiosas sumas de origen público y privado en investigación y en formación de científicos y técnicos al más alto nivel. No es una coincidencia que el 94% de los científicos del mundo se encuentre en los países industrializados. Aun cuando las naciones en desarrollo representan el 77% de la población mundial, sólo contribuyen al 15% de la producción económica global y poseen únicamente el 6% de los científicos. Los países desarrollados, con tan sólo el 20% de la población humana, lideran los mercados, controlan la generación, transferencia y comercialización de la tecnología y fomentan la innovación científica. Sólo el 1 % de los científicos del mundo es latinoamericano y de éstos, únicamente el 5% es colombiano. Nuestro país cuenta en la actualidad con menos de 6.000 científicos, de los cuales la mitad no ha realizado estudios de Maestría o Doctorado.
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La posesión del conocimiento genera por sí misma riqueza intelectual y permite al individuo alcanzar una mejor armonía con su entorno. Por ello debe fomentarse el estudio de la ciencia en todos los niveles del aprendizaje: básico, medio y universitario. La generación del conocimiento es una actividad cultural que tiene su propia justificación: el estudio de los fenómenos naturales y la búsqueda de su razón de ser constituyen el mejor de los estímulos para el desarrollo de la inteligencia. La inteligencia, a su vez, es el factor más importante para el cambio, y por ello debe favorecerse para así formar y consolidar el más valioso patrimonio de un país. La relación entre ciencia y desarrollo depende de la interacción entre educación e investigación. Si se quiere que la educación forme ciudadanos con capacidad de comprender, la única vía posible es la de asegurar una estrecha relación entre la educación, como proceso de aprendizaje, y la investigación, como proceso de generación y adaptación de conocimiento. Sin la investigación, la educación se convierte rápidamente en la transmisión mecánica de información, negando así la posibilidad de desarrollar una capacidad de análisis y de comprensión y de una actitud innovadora que busque entender las relaciones existentes entre los fenómenos físicos, biológicos y sociales. La inversión en educación debe ser prioritaria, ya que la modernización de la economía exige una población educada, dotada de herramientas adecuadas para adaptarse a los cambios vertiginosos del mundo moderno. Al analizar la transformación ocurrida en varios países en vías de desarrollo que se encontraban hace treinta años en una situación similar a la de Colombia, vemos que algunos de ellos triplican hoy en día el ingreso per cápita de nuestro país y han alcanzado un nivel parecido al de los países industrializados. Esas naciones decidieron, a través de un plan concertado a largo plazo, acelerar su desarrollo comprometiendo estratégicamente los sistemas políticos y económicos con el incremento de la inversión y con la consolidación del sistema educativo y del de ciencia y tecnología. Este esfuerzo, les permitió alcanzar niveles de países desarrollados en menos de 30 años, lo cual exigió grandes aumentos en la inversión en ciencia y tecnología, hasta alcanzar entre el 2 y el 4% del PIB, suma que se aproxima a la que invierten los países industrializados. Si bien en el pasado Colombia fue la sede de esfuerzos científicos y tecnológicos de alguna importancia, tales como la Expedición Botánica de Mutis, los trabajos del sabio Caldas y, posteriormente, los inventos del general Albán, las Ferrerías de Pacho y la fabricación de locomotoras a vapor, esos
ejemplos no pasaron de ser casos aislados y efímeros por falta de planes adecuados de desarrollo científico y tecnológico y de una política industrial estable y de largo plazo. Uno de los principales desafíos que se presentan en este contexto es el alto nivel de conflicto social y de violencia en la sociedad colombiana. Este problema está estrechamente relacionado con la formación ética del ciudadano y con la consolidación de valores básicos. La investigación en ciencias sociales y humanas tiene un papel vital en fomentar la capacidad de convivencia y lograr un consenso social lo suficientemente sólido para que se creen las bases de un nuevo pacto social. Para responder a los anteriores desafíos se requiere que la investigación se relacione con procesos de innovación social, orientados a desarrollar estructuras o arreglos institucionales más eficientes y equitativos, así como marcos normativos que reflejen los cambios que se están introduciendo en aspectos tales como las nuevas formas que está tomando el papel del Estado y sus modos de acción en la sociedad colombiana. Para que Colombia, con una población de 40 millones de habitantes, pueda competir con éxito en el mundo moderno, debería tener actualmente unos 40.000 científicos e ingenieros. Países industrializados como el Japón cuentan con 3.500 científicos e ingenieros por millón de habitantes y los Estados Unidos con 2.600. América Latina tiene un promedio de 210, aun cuando Brasil, el Cono Sur y México se acercan a los 400. De acuerdo con estadísticas recientes, en Colombia hay tan sólo 150 científicos e investigadores por millón de habitantes Según datos de la Unesco, la inversión nacional en I&D en 1983 era de 0.15% del PIB, una de las más bajas del continente. Esta situación comenzó a modificarse a finales de los ochenta y, en la primera mitad de la década de los noventa, Colombia vivió un importante crecimiento de este sector, colocándose como uno de los países de mayor dinamismo en el continente y punto de referencia para nuestros vecinos. De esa época data la creación de los 34 Centros de Desarrollo Tecnológico destinados a apoyar la modernización del sector industrial, el nacimiento de las primeras incubadoras de empresas y un ambicioso programa de formación de investigadores, liderado por Colciencias y Colfuturo. Tan sólo Colciencias otorgó más de 600 becas en cuatro años a jóvenes seleccionados de manera muy rigurosa. Para 1996, la inversión total en ciencia y tecnología, según estimaciones de la Red Iberoamericana de Indicadores
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de Ciencia y Tecnología, había llegado a cerca de 0,7% del PIB, una de las más altas de América Latina. A mediados de 1997, a raíz de la crisis fiscal, la tendencia favorable que se había observado hasta el momento se invirtió, llevando a una drástica disminución de la financiación de Colciencias y de otras instituciones relacionadas con el tema. El presupuesto de esa entidad en dólares para el año 2000 es la cuarta parte de lo que fue en 1996 cuando alcanzó su mayor valor. A pesar de que en los últimos años han surgido otras alternativas de financiación, especialmente para desarrollo tecnológico, como son los recursos del Sena, cuyo papel ha sido clave en este campo específico, éstas no compensan la disminución observada en los otros sectores. De ese modo, se puede estimar que la inversión nacional total para el año 2000 se sitúa alrededor de un 0,2% del PIB, apenas superior a la de 1983. Lo anterior constituye uno de los factores que más incidencia ha tenido en el notable retroceso que nuestro país ha mostrado en los estudios sobre productividad de los últimos dos años, ya que ha pasado a ocupar uno de los
últimos lugares de la muestra, tanto en los índices globales como en los relativos directamente a ciencia y tecnología. La situación que afrontamos es de extrema gravedad y de no lograr invertir esa tendencia, se corre el peligro de tener que asistir en un tiempo muy corto al desmoronamiento de la infraestructura para la producción de conocimiento que con enormes esfuerzos se ha logrado construir en los últimos años. Crear un grupo de investigación de alto nivel toma diez años. Destruirlo necesita tan sólo algunos meses. Tenemos que tener claro que el problema no es sólo del gobierno o de la comunidad científica, sino de todos los sectores de la vida nacional. Quiero por eso formular un enérgico llamado a los empresarios, a los políticos y a todos aquellos que creen todavía que Colombia es un país viable, para que con nuestro esfuerzo mancomunado, trabajemos para preservar esa herramienta esencial para la construcción de nuestro futuro. La recompensa a esa labor será el derecho a entrar al siglo XXI con la perspectiva de alcanzar un nivel de desarrollo que le permita ofrecer a los colombianos una vida digna, que válgala pena vivir.
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Excluidos de la globalización en el Ecuador: indígenas insurgentes y militares insubordinados Luis Verdesoto* Gloria Ardaya**
Antecedentes La democracia ecuatoriana ha logrado mantenerse pese a la muerte de su primer presidente en esta fase de reconformación y a la destitución de dos presidentes y un vicepresidente. En efecto, en veinte años el Ecuador ha tenido diez presidentes de diversas corrientes ideológicas y políticas, tales como populistas, demócrata cristianos, socialdemócratas y conservadores, evidenciando la variedad de posiciones y la falta de continuidad a través de las cuales se construye la hegemonía y la legitimidad política. El Ecuador soslayó las dos crisis que afectaron a los países de América Latina: la crisis económica de los ochenta y la crisis política de los noventa, las que provocaron en el resto de países de la región profundas reformas y el tránsito hacia nuevos modelos de desarrollo. El país evadió las dos crisis amparado en el excedente petrolero y el endeudamiento externo. Desde 1982 se intentaron políticas parciales de ajuste, las que no han culminado en un programa coherente de políticas económicas y sociales. En la década de los noventa se consolidó la presencia pública y estable en el sistema político del movimiento indígena, hasta entonces excluido. La principal paradoja del país consiste en tener presente hoy, en su escenario de conflictos, a todas las consecuencias sociales de la liberalización económica sin haberla propiciado con eficiencia, y sufrir todas las dificultades y demandas de una liberalización política deficitaria por la imposibilidad de culminar su reforma institucional. Las políticas económicas que sostuvieron el crecimiento no estuvieron acompañadas de modernización política, pese a las distintas reformas constitucionales y a la Asamblea Constituyente de 1998. El sistema de partidos, no obstante que la legislación permite candidaturas de organizaciones y personas independientes, sigue monopolizando la representación política y está *Sociólogo, estudios en Universidad Católica de Ecuador y Perú y L'Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales. Profesor de Flacso, consultor e investigador. **Socióloga, estudios en la Universidad Amyor de San Andrés de Bolivia, Belgrano, Flacso de Argentina y L'Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales. Profesora de UMSA y la Universidad de Buenos Aires, consultora e investigadora.
estructurado alrededor de cuatro partidos "grandes" anclados, respectivamente, dos en el electorado de la costa (Socialcristiano derecha- y Roldosista -populista-) y dos en el electorado de la sierra (Demócrata Popular-Centro-e Izquierda Democrática Socialdemócrata-). En el largo plazo, dos cuestiones entre otras, estructuraron los pactos fundadores del sistema político. Por un lado, la cuestión regional (entre Quito y Guayaquil), mediante la cual se estableció un pacto de complementariedades económicas a través de la especialización territorial, provisión de factores de producción, localización de factores de poder y articulación externa. Sin embargo, en las últimas tres décadas, con base en los impulsos del petróleo, se han modificado las bases materiales y sociales de ese acuerdo y de la mutua necesidad de las regiones. Por otro lado, la cuestión étnica, por la que la porción mestiza de la población estructuró un Estado "administrador de la cuestión indígena", desde la dimensión igualitaria formal de la ciudadanía constitucional y de la evasión de la desigualdad y segregación real de la población india. En la última década, el movimiento indígena, a través de oleadas de movilización de masas, ha demandado su reconocimiento y un espacio en el escenario institucional. Para 1996, con el ascenso a la presidencia de Abdalá Bucaram, versión actual del populismo, fue visible la naturaleza nacional e integral de la crisis por la que atravesaba el país. La dinámica de los acontecimientos provocados durante ese régimen privilegió los aspectos políticos de la crisis, los que se exacerbaron con ocasión del derrocamiento de ese gobierno. No hubo tampoco solución política con el interinazgo de Fabián Alarcón, surgido de una agrupación ocasional e inorgánica. Esta "solución" sólo evidenció las debilidades de la representación parlamentaria que la impulsó. Este gobierno de transición no entendió las dimensiones de su tarea, esto es, permitir la reconstitución de las fuerzas políticas y económicas más orgánicas del país, re-encauzar la reforma institucional y mantener el menor protagonismo político y de desarrollo. A esta falta de entendimiento político se sumó la baja de los precios internacionales del petróleo y el Fenómeno del Niño, que entre otras circunstancias agravaron la crisis en sus aspectos fiscales. La población había comenzado a sentir, con rudeza, los efectos del deterioro en la capacidad de consumo y en la calidad de vida y de los servicios. El empobrecimiento creciente de las capas medias, la población urbano-marginal y los sectores campesinos e indígenas había alcanzado
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insospechados niveles. El Estado de Bienestar surgido en los setenta llegaba a los límites de su vigencia pues ya no podía cumplir sus funciones de integración social a través de inversiones, servicios y subvenciones. Cabe destacar que durante este período, las Fuerzas Armadas, quizás las más aceptadas por la población del país en comparación con otras de América Latina, cumplieron una sutil tarea de tutela del funcionamiento de la democracia y del sistema político. En efecto, se trata de una institución con altos niveles de confiabilidad y credibilidad en la población (comparte el primer lugar con la Iglesia Católica, seguida por los medios de comunicación), crecientes niveles de profesionalización, integradas a funciones en el desarrollo y, fundamentalmente, cumplieron adecuadamente su papel en la defensa del territorio mientras duró el conflicto con el Perú. También es importante resaltar que han cultivado una estrecha relación con la población indígena en tanto institución estatal -quizá la única- con presencia en todo el territorio. Puede afirmarse que en el curso de las últimas tres décadas estuvo vigente un "pacto militarindígena" cuyo contenido fue la cooperación con el desarrollo local. En suma, las Fuerzas Armadas fueron el actor nacional por excelencia. Su rasgo específico en la coyuntura es que habían intervenido visiblemente en la resolución de la crisis política de la sustitución de Bucaram y ahora estaban sometidas a un severo ajuste correspondiente a la crisis fiscal tanto como se había afectado sus ideas de unidad nacional por la creciente demanda de "autonomía provincial" de la población asentada en la costa. Sabe qué hacer, sabe cómo hacerlo En 1988, la elección de Jamil Mahuad, del Partido Democracia Popular (denominación nacional de la tendencia Demócrata Cristiana) generó expectativas por la imagen de modernización que portaba, la relación y aval de la banca multilateral, el visible apoyo de la administración norteamericana y la composición de su apoyo interno. Éste consistía, además de su partido, en la convergencia de las dos variantes de la derecha, tanto la de ascendencia en la costa (socialcristiana) como la de relativa importancia en la sierra (conservadores). Más aún, por la naturaleza populista de la representación política concentrada en la gestión empresarial de su contendiente en la segunda vuelta electoral (el abogado Alvaro Noboa dueño del más grande consorcio empresarial del Ecuador), Mahuad había concitado amplios apoyos de sectores medios ubicados en el centro e izquierda del espectro político.
Mahuad ascendió a la presidencia rodeado de una buena "imagen" como alcalde de la capital y egresado de Harvard, bajo la consigna de "sabe qué hacer, sabe cómo hacerlo". Triunfó en segunda vuelta con un escaso margen. Esto no impidió que sobre el nuevo presidente se depositara un conjunto de expectativas relacionadas con la implantación de una nueva forma de hacer política y de una ética en la gestión tanto como el convencimiento de que el país había optado por una entrada a la reforma liberalizados en manos de una alianza de centroderecha, vía de acceso a las "solidaridades" internacionales necesarias. En poco tiempo la población supo que no existía ningún programa, menos aun uno de liberalización y apertura, lo que se reflejaba en un liderazgo dubitativo y en una creciente dependencia del capital bancario. Sin embargo, en los dos primeros meses de su gestión, el ex presidente Mahuad concretó el tratado de Paz con el Perú, cuyo proceso había avanzado sustantivamente durante el régimen anterior. Los diversos segmentos de la opinión pública concedieron "tregua política" al gobierno ya que fue un consenso generalizado la necesidad de alcanzar la paz, aunque no necesariamente la ciudadanía haya concordado con los contenidos y resultados finales. Los primeros meses de la gestión Mahuad fueron utilizados para tratar de explicar la naturaleza de la crisis -parecía que el intento de verbalizarla era más bien de comprenderla de cara al públicopero sin ninguna acción para afrontarla. Se justificaba en la necesidad de lograr consensos políticos, pero en la base de la comprensión gubernamental estaba la confianza absoluta en la capacidad de comunicación y convencimiento del ahora ex presidente. Se creía que el país asistía a la creación de una nueva forma de seducción de masas, más moderna pero igualmente eficaz. La excesiva inacción y el mal manejo de los silencios fue la característica central del gobierno. La población intuía la dimensión de la crisis y demandaba actos de significación más contundente. Junto a la palabra y la apariencia de búsqueda de consensos sólo recibía mensajes, en sentido contrario, de absoluta inequidad, que generaron disensos cada vez más masivos. En suma, se había configurado una política de doble vía: convencer discursivamente al público de la idoneidad del diagnóstico de crisis mientras que se actuaba en dar salidas fácticas solamente a los intereses del capital financiero. Esta dualidad se convirtió en una práctica permanentemente errática de adopción de decisiones, que multiplicó las incertidumbres de la población. A su vez, puso en tela de
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juicio esta forma equívoca de manejar la legitimidad. Mientras los asesores de imagen del régimen sostenían que no les importaban los grados de aceptación del régimen, pues serían revertidos con acciones precisas de cambio estructural; la población había generado otro hecho inédito en la región. De la aceptación inicial de sus electores, que apenas sobrepasó al 52%, la firma del tratado de paz con Perú elevó la aceptación a la gestión de Mahuad en cerca del 80%, para iniciar una estrepitosa caída que, con estaciones, llegó a ubicarse en alrededor del 20% en la mayor parte de la gestión posterior a la firma y descendió a 5% en la profundidad de la crisis y previo a la salida del gobierno. Se había producido una profunda dislocación e incomprensión entre popularidad del régimen y legitimidad política, que precisaba de entendimientos y soluciones más complejos que la simple publicidad y la política de doble vía. Y se presentó la crisis del sistema financiero, que había recorrido por América Latina y que Ecuador había logrado capear, seguramente acumulando elementos de mayor profundidad y más letales en su destape. Hasta los inicios de la década de los noventa, el control estatal de la banca seguía un modelo clásico, pero que había detenido en sus umbrales a las incorrecciones económicas y éticas. Tampoco había conseguido elevar los niveles de eficiencia que seguían vinculados al modelo general y un sector dependiente en su rentabilidad de las políticas públicas. Como respuesta ingenua, posteriormente, los neoconservadores aflojaron los controles y abrieron la banca a la competencia, permitiendo la instalación de varias formas de canalización de ahorro y de crédito. De este modo, sólo se multiplicó la ineficiencia y se abrieron todas las puertas a la corrupción. En 1998, cuando el ex presidente Mahuad asumió el poder, ya estaban presentes los principales indicadores de la crisis financiera. Cómo abordarla, supuso disyuntivas económicas y políticas. Para el presente análisis nos interesan las últimas. La decisión más visible del gobierno fue evadir, por todos los medios, la formulación de una política global para afrontar la crisis financiera. Al contrario, se adoptó un tratamiento "individual" de cada caso. Expliquemos sus fundamentos. De un lado, se había creado una Agencia General de Depósitos, que protegía con fondos estatales, sin discriminación de tamaño ni origen, a todos los depósitos realizados en esas instituciones, lo que a su vez suponía bajar el grado de responsabilidad y presión sobre las operaciones de esa banca en problemas. En corto, enrrumbaron a la banca por el peor de los senderos, la irresponsabilidad, ya
que el Estado había asumido los costos de su ineficiencia y corrupción. Ahora sólo cabía ponerse en manos del Estado y proteger los bienes privados de los banqueros; la responsabilidad frente a los depositantes la tomaría el régimen. De otro lado, el gobierno ingenuamente creyó que esta era su oportunidad política, ya que podría negociar individualmente con cada banquero "su" salida económica a cambio de soporte político. De hecho, ningún banco encontró una salida uniforme en el tratamiento a su crisis particular, haciéndose evidente ante la ciudadanía la absoluta clientelización del denominado "salvataje" bancario. Los primeros bancos fueron beneficiados con facilidad bajo el supuesto de que se debía sostener la confianza para evitar el derrumbamiento. Cuando las dimensiones de la crisis se incrementaron se acudió a la virtual incautación de todo el ahorro interno, como una forma de "congelar" la crisis, trasladando sus costos a los depositantes. En esta respuesta, la crisis financiera se asoció con otra crisis latente, la crisis ética por la generalización de la corrupción. La teatralidad política se basa, no sólo en la habilidad de comunicación de sus actores principales y secundarios, sino en que la tramoya confiere significados a las voces del escenario. No se puede "convencer" al público de un mensaje de transparencia en el manejo de la crisis, si en el fondo del escenario sólo son visibles actos de corrupción. La "corrupción bancaria" se había hecho visible a través de "créditos vinculados", manipulación de balances, exportación de capital, documentación falsa, etc. El "feriado bancario" que aparecía como la medida imprescindible para paralizarla progresión de la crisis financiera, luego apareció como una medida destinada a salvar al principal financista de la campaña electoral del ex presidente Mahuad, quien además luego se ha presentado como acusador contra la Democracia Popular de incorrecciones en el manejo de esos fondos. Esta asociación fue letal para el régimen ya que, de la maniobra por convertirse en salvador de los banqueros que debían pagar un costo político, el ex presidente terminó siendo responsable, en nombre de los banqueros, ante los ahorradores y la población, quienes convirtieron la desconfianza en absoluto antagonismo. La depresión económica (oficialmente 8% de crecimiento negativo), la corrupción financiera, el incremento del desempleo (alrededor del 17%) y la ausencia de políticas sociales han convertido al Ecuador en el país de la región con un sentimiento de mayor "ausencia de futuro" e "incremento del pesimismo". Ciertamente es la más importante crisis de la
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vida republicana. De allí que no es extraño que en un importante segmento de la población, la democracia haya perdido -al menos circunstancialmente- valor, y los conflictos hayan desestructurado el orden democrático. El deficiente manejo de la legitimidad política llevó a que el régimen menospreciara las demandas de rectificación. Se produjo un vacío de poder y se generalizó la sensación de ausencia de gobierno. Así, no hubo una "opción racional" por la desestabilización, pero sí la opción de las masas movilizadas cuando irrumpieron en el escenario: debían reconformar el orden político pues no les quedaba ninguna opción de influencia ni beneficio en un escenario estatal entregado a los intereses bancarios. Las crisis de marzo y junio de 1999 demandaron ejercicio y liderazgo del gobierno y políticas destinadas a los pobres. En los últimos meses de gobierno, desde distintos ámbitos se amplió la demanda de petición de renuncia del presidente y existió la convicción de que no se produjo el cambio por ausencia de fórmula de reemplazo.
La dinámica de los acontecimientos El primer período intercrisis fue de 4 meses (marzo a julio de 1999). El segundo alcanzó los 6 meses, mostrándose que la política es más álgebra y calidad que aritmética y cantidad. Los sectores subalternos -especialmente los indígenas- se retiraron del escenario planteando una serie de mesas de concertación dentro de un amplio programa. El gobierno diluyó el esfuerzo de concertación y se concentró en su frente empresarial, en un ir y venir de coqueteos intrascendentes también con los partidos mayoritarios. Encerrado en los mitos del déficit fiscal, absolutizó la política alrededor de la aprobación del Presupuesto del Estado y en la suscripción de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Una vez más dio muestras de su incapacidad para pensar y caminar al mismo tiempo, suponiendo que el tiempo político lo manejaba el régimen. Además impulsó una imagen de respaldo externo -Fondo Monetario, banca multilateral, administración norteamericana- creyendo que así adquiría el tiempo y la suficiencia para organizar, a su ritmo y voluntad, una forma de transición. Otro grave error fue apostar, demasiado pronto, a la desmovilización social y su refugio en el ámbito privado, siendo que la curva de reivindicaciones públicas y explosivas se encontraba en ascenso. El movimiento social subalterno había "probado" su potenciación al recibir el apoyo de los sectores medios; había "sentido" su acceso a los mecanismos del poder real; había "sido" institución y decisión. Bien decía
el ministro de Gobierno del régimen derrocado cuando se le interrogó sobre la razón de la insurgencia indígena, afirmando que el gobierno no había cumplido ningún acuerdo con los indígenas. El período que analizamos de la política ecuatoriana es paradigmático en cuanto a la deconstrucción/destrucción de la legitimidad política. Si algo define a la acumulación de legitimidad política como condición de posibilidad de la estabilidad y gestión de un régimen, no es la voluntad impresa por una de las partes. El gobierno de Mahuad se organizó en torno a la aproximación a los empresarios, especialmente los asentados en la provincia de Guayas, quienes a mayores intentos gubernamentales reaccionaban con mayor lejanía y presión. El programa de los empresarios guayacenses no se definía más allá de una liberalización radical e intuían/conocían que no existía capacidad, conocimiento y decisión en esa dirección por parte del gobierno. Esta estrategia fue adecuada pues arrinconaron al gobierno hasta que adoptó una medida desesperada al asumir la demanda por la "dolarización" de la economía. Esta medida, en cuentas políticas, supuso un apoyo tardío de los empresarios costeños y serranos, pero cuando la insurgencia ya estaba en marcha. También en esto, además de los silencios, el gobierno de Mahuad se mostró como en el peor administrador de los tiempos políticos. La "dolarización" de la economía ecuatoriana tiene fuertes connotaciones políticas. Fue adoptada contrariando todas las recomendaciones técnicas acerca de su viabilidad como estabilizadora de la economía ya que, fundamentalmente, multiplica todas las vulnerabilidades del país. Las disyuntivas gubernamentales acerca de los instrumentos de política económica se planteaban entre el extremo de la "dolarización" y la flotación cambiaría para resolver la imparable escalada del precio del dólar, que es un referente importante de todas las variables económicas del país. Los empresarios la planteaban como su "propuesta máxima" sin que hubiese una voluntad firme-peor aun conocimiento- de la direccionalidad estratégica de la propuesta. El único antecedente fue que el gobierno de Bucaram propuso una forma de convertibilidad. La economía ecuatoriana ha funcionado con base en dos referencias externas a sus propias capacidades; a saber, la obtención de renta petrolera y el endeudamiento interno y externo. De algún modo, ha "situado" en lo externo a sus capacidades productivas, al "locus" de la responsabilidad de desarrollo y de expectativas de futuro. En adelante, el sector interno no es una variable de la economía, siendo que la
única rentabilidad de referencia son las capacidades de obtener divisas, no sólo la exportación o la exportación legal. Con singular perversión, la dolarización, ortodoxamente asumida 105
como muy pocos países del mundo, es una cesión estratégica de responsabilidades y soberanías, que denuncia la incapacidad interna para asumir cualquier forma-menor o mayor- de autorregulación, como es el precio del dólar, entregando la potestad nacional a la reserva federal norteamericana, para la que no será, en ningún caso, una referencia. - La "dolarización" es un ejemplo más-tal vez el más significativo- de la sucesión de pactos estructurantes del sistema político, rotos en el devenir de la coyuntura, cuyas secuelas aún están por venir. Antes se había roto el "pacto fiscal" del Estado ecuatoriano al eliminar el impuesto a la renta y con ello a la esencia redistributiva del Estado. Aunque ahora se le ha devuelto parcialmente al sistema tributario el impuesto a la renta, queda en evidencia una debilidad constitutiva del Estado. Asimismo, la crisis bancaria rompió con un "pacto institucional" en el plano financiero, que permite que los depositantes confíen en la institucionalidad bancaria, dentro de determinadas reglas, y que ésta pueda jugar su rol de relocalización de excedentes y estímulo al desarrollo. En el Ecuador, la única constante ahora es la absoluta desconfianza en el sistema financiero y, consiguientemente, su incapacidad de estimular el desarrollo. El otro ejemplo de ruptura es la "dolarización", que en su sentido más profundo implica a la moneda "desnaturalizada" de su papel de bien mediador aceptado para todo intercambio de bienes y servicios en una sociedad que acepta y confía la interacción entre sus partes. El gobierno del ex presidente Mahuad había confiado en los efectos políticos positivos en el corto plazo de las tres rupturas mencionadas, evidenciando su absoluta ceguera estratégica. Más allá de la incapacidad para provocar una transición acordada en sus mínimos términos, el régimen Mahuad fue "capaz" de arrojar, con la dolarización, al país hacia el "vacío" de una apertura y liberalización forzosas, sin ninguna opción de acuerdo y peor aun de preparación de respuesta a sus efectos sociales. La forzosa articulación externa de un país de "afuereños" ha comenzado en expulsiones enormes de trabajadores hacia Europa y en la desconcertada búsqueda de ingresos externos por parte de todos los agentes económicos. La dolarización, del mismo modo como pudo haber sido un ajuste y apertura radicales, sitúa al país frente a un programa económico que se torna en la única opción, que
no pudo operarse por la falta de liderazgo presidencial. La desconfianza generalizada, las estrategias equívocas y erradas, convertían en necesaria esta figura "trágica" de un solo destino con el sacrificio de su actor principal. Retirado de la escena, el movimiento indígena, previo a su reaparición en el escenario, había comenzado una acumulación interna de fuerzas, la que de algún modo distorsionó su presentación inicial. Se asoció más firmemente con el partido político que aparecía como su representación más orgánica, estrechó vínculos por esa intermediación con el movimiento social tradicional opuesto a la modernización y entabló relaciones con las Fuerzas Armadas, a distintos niveles, que demostraban inconformidad con las acciones gubernamentales. Es decir, comenzó a evidenciar una disconformidad con la falta de resultados de los procedimientos democráticos. Abierto el curso de los acontecimientos, el movimiento indígena entró al escenario con un programa adherido y, quizá, extraño, en alguno de sus procedimientos. Esto fue visible cuando prevaleció una forma de "soviets" en los "Parlamentos populares provinciales y nacional" que convocó, cuyo destino explícito fue deslegitimar la institucionalidad vigente y crear una institucionalidad alternativa. De este modo, perdió su característica fundamental, que fue evitar una confusión de roles y demandas dentro del movimiento social subalterno, contexto en el cual había logrado "desmarcarse" del movimiento sindical en receso y evadir la presión de la izquierda tradicional para entrar en su seno. La relación del movimiento indígena con las Fuerzas Armadas, además de sus tradicionales lazos, se fundamentó en que se había roto también el cerco que impermeabilizaba a la institución armada y que la mostró como una forma institucional permeada por la sociedad, que antes se desenvolvió como mediador exclusivo del conflicto político y que ahora, en sus fracciones más sensibles, se mostró capaz de intervenir en temas que, a su criterio, afectaban a la esencia nacional. Los acontecimientos siguieron su curso. Las Fuerzas Armadas retiraron apoyo al presidente Mahuad. Inicialmente se mantuvieron -pese a las polémicas de interpretación- en tomo a la forma estatal, con dubitaciones en el soporte democrático. Entraron al entusiasmo por la conformación de un nuevo régimen y se retrajeron, firmemente asidas por la presión de la administración norteamericana. De un lado, compareció la movilización indígena y campesina; mirada por las clases medias que entregaron un consenso pasivo a las
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acciones indígenas pero no un apoyo activo como en el derrocamiento de Bucaram o la movilización de julio de 1999. De otro lado, el empresariado miraba los acontecimientos con temor pero sin acciones. El empresariado más "ideológico" identificó sus oposiciones desde el principio, buscando una salida a la caída del gobierno, sin sacrificio del programa económico ya introducido. Encontró la clave en la presión de la administración norteamericana, que logró fracturar las instancias de las Fuerzas Armadas.
Distensión coyuntural y crisis estructural El gobierno de Jamil Mahuad, se caracterizó por la ausencia de decisiones. Las pocas que tomó, fueron consecuencia de la presión ciudadana y corporativa. Por ello, cuando el 23 de enero de 2000 la ciudadanía conoció de la toma del Congreso Nacional por parte de la organización indígena y una fracción de las Fuerzas Armadas, existió una suerte de "alivio" general y no existieron voces que defendieran al presidente constitucional; su salida constituía un secreto a voces ya que desde todos los sectores la demandaban incluso cuando no existía una forma propuesta de sucesión. Como se ha dejado entrever, los sectores que posibilitaron la salida del presidente Mahuad son los excluidos de la globalización y del ajuste compulsivo que intentó el ex presidente, como forma de mantenerse en el poder. Por ello y por otras razones, los militares y los indígenas gozaron de la simpatía ciudadana y la censura de la "clase política" que busca constituirlos en los "chivos expiatorios" de una crisis que permanece integralmente y de la cual se los acusa en gran medida. En efecto se acusa a los insurrectos de haber logrado la salida del presidente a través de la sucesión constitucional y haber atentado contra el sistema democrático. Ahora no se recuerda que la mayor parte de la población buscaba esa u otra solución y por el consenso pasivo hubo una abierta aprobación a los hechos de enero. El gobierno que emerge responde a la matriz de origen del actual presidente: independiente y costeño. La debilidad del mismo responde también a su origen. La clase política le ha dado su apoyo simbólico pero no real. Sus integrantes carecen de apoyo partidario o social y la incertidumbre es todavía una realidad ya que no existen elementos para el optimismo y el largo plazo. Si el nuevo gobierno no diseña una política coherente para enfrentar la crisis con sentido de equidad, los movimientos que contribuyeron, indirectamente y con su
fuerza material, a su instauración (indígenas y coroneles), (re)adquirirán la legitimidad de la cual la clase política les quiere ahora despojar. Y todo parece indicar que el nuevo gobierno carece de las fortalezas técnicas y políticas para enfrentar las tareas de la coyuntura y aglutinar los consensos necesarios para construir un nuevo modelo de desarrollo y una idea de nación donde la democracia sea el factor de integración y de diseño de un futuro para el Ecuador actual. Tampoco el sistema político ha asumido la crisis en sus verdaderas dimensiones y tampoco trata de emprender su propia reforma. No han recibido el mensaje del significado de la toma del Congreso y se han abocado a criticar las formas y a alimentar el resurgimiento del "horizonte colonial" presente en el inconsciente colectivo de la nación contra los indígenas. Como se diría en el lenguaje popular del país para referir a las migraciones de retorno, los indios "se fueron a volver" si no existe una adecuación desde la nación a la globalización y los actores mayoritarios, portadores de la idea de nación, sean protagonistas de la misma abriendo oportunidades para todos. Post Scriptum Transcurridos dos meses desde los acontecimientos reseñados, citamos algunos aspectos que resaltan en la nueva coyuntura, a partir de la sucesión constitucional:
Una primera situación observada es la profunda distensión que produjo el cambio gubernamental que coincidía con la percepción ciudadana de que "cualquier gobierno era mejor que el anterior", y la expectativa de mayor transparencia y disminución de la corrupción. Pese a ello, existe conciencia de que las variables no controlables son la profundización de la crisis y de la recesión; la extrema rigidez del aparato estatal; y, la observación y presión internacional sobre la evolución de los acontecimientos. La "distensión" está acompañada de actitudes a superar en lo inmediato y que están relacionadas con la proximidad de elecciones para constituir el poder local y provincial (prefectos, alcaldes, consejeros y concejales); la radicalidad de la demanda de los más pobres; la incredulidad de los sectores medios; la incapacidad para ceder de los empresarios; el desacomodo institucional de las Fuerzas Armadas; y, el regionalismo de algunas provincias. Las condiciones favorables son la apertura de las principales autoridades (mientras se reacomodan los accesos
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de presión de los grupos de interés); la tregua que han formulado los actores (al menos formal); el lento desgaste de las expectativas del público (que empieza a impacientarse). Los riesgos consisten en pasar de la crisis económica a la catástrofe; el descontrol constitucional de las Fuerzas Armadas; el incremento de la radicalidad de las demandas indígenas que conduzca a una explosión de todos los subalternos; la despreocupación por las instituciones en las clases medias; la lentitud en el desembolso de la cooperación internacional, que impida viabilizar el cambio económico y evitar el extremo trauma social. Por otra parte, la simpatía ciudadana con los indígenas insurgentes y militares insubordinados, los ratifica como los actores nacionales por excelencia. En efecto, los indios se "fueron a volver". Dejaron sólo momentáneamente el asedio al sistema político, entre otras razones, porque han entrado a la "apuesta" electoral. El "poder indígena" ha quedado intacto. Están "frustrados" por la incapacidad de respuesta a sus demandas por parte del sistema político. Han cambiado varias condiciones que permitieron la insurgencia pero no los factores estructurales (pobreza, discriminación). Por ello, se puede inferir que la coyuntura no se ha cerrado y que la crisis sigue en su pendiente. Sin extremar la predicción, están ahora dadas las condiciones para que los indígenas, en plazos diversos, retornen protagónicamente al escenario político. Desde hace más de una década, se hizo evidente la vigencia de un "pacto militar-indígena", que básicamente permitía la canalización de las energías de los indígenas hacia el desarrollo local y el procesamiento también local de algunas de sus demandas. Por su parte, las Fuerzas Armadas han mostrado hacia el público una ratificación de su unidad y existe una fuerte presión ciudadana para la liberación de los militares insurrectos. El nuevo gobierno ha dado continuidad al proyecto económico, instrumentado a través del proceso de dolarización iniciado por su antecesor para evitar su caída, dotándole de cierta solvencia técnica y congregando los mayores apoyos del gremio empresarial y la resistencia ciudadana. Sin embargo, pese a los consensos empresariales internos y de la banca multilateral, el gobierno no ha logrado todavía articular tras de sí, una propuesta o proyecto político que integre a la sociedad y que acompañe el proceso liberalizador. En efecto, ha logrado articular consensos parlamentarios para la aprobación de la Ley de Transformación Económica a partir de los partidos Democracia Popular y Socialcristiano, pero su gobierno carece
de sustentos políticos estables que le otorguen la legitimidad necesaria. El nuevo modelo de desarrollo que tiende a consolidarse, está centrado en un instrumento de política monetaria antes que en un proyecto de transformación integral de la economía, la política y la sociedad. La élite política no recibió el mensaje del 21 de enero y los grandes cuestionamientos que se formularon. Cuando hay una sistemática incapacidad política para orientar los comportamientos dentro de un sistema político, es preciso averiguar acerca de sus elementos centrales. En la incapacidad del sistema político reside la responsabilidad de las diferentes rutas que puedan adoptar los actores políticos para sus definiciones. Por ejemplo, la falta de normas en los comportamientos de ciertos actores está ligada a la incapacidad de integración social del sistema, la ausencia de conciencia estatal está vinculada a la reiterada falta de acceso a las decisiones; la crisis acelera a los factores de autodestrucción sociales, los que se asientan en históricas exclusiones de la institucionalidad. El proyecto de transformación económica en proceso de consolidación no ha sido fruto de consensos. Por ello todo indica que se renuevan las incertidumbres y se incrementa la pobreza y, por ende, siguen en curso acelerado los procesos de desintegración social y las posibilidades ciertas de explosiones sociales de imprevisibles consecuencias. La satisfacción de las élites políticas de la derecha y el centro con el nuevo modelo de desarrollo ha producido una parálisis coyuntural de las demandas regionales, entre otras razones, por la proximidad de las elecciones y las expectativas de los resultados electorales. Sin embargo, todo indica que los resultados electorales beneficiarán a la Izquierda Democrática y sus aliados (Pachakutik, Nuevo País, Socialismo) en la Sierra y al Partido Roldosista Ecuatoriano del ex presidente Bucaram en la costa, con excepción probablemente de la ciudad de Guayaquil, donde se ratificará al Partido Social Cristiano. Al parecer, los resultados ratificarán la clásica regionalización electoral del país: la sierra concentrará votos de la centro-izquierda y la costa del populismo y la derecha. Al parecer, producida la sucesión, las aguas volvieron a su curso normal, a la rutina estatal. En efecto, pese a la demanda ciudadana de introducir cambios en el funcionamiento de las instituciones de la democracia, especialmente del Parlamento y la Función Judicial, éstas no han modificado sus ancestrales comportamientos. La politización y corrupción de la justicia permanecen y se profundizan, la impunidad es la norma, así
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como la parálisis parlamentaria. La corrupción estructural se ha constituido en uno de los mayores obstáculos a cualquier forma de gestión eficaz y eficiente. Ante los hechos, cabe destacar que hasta el momento, la ciudadanía ha otorgado "consensos pasivos" a la nueva situación. Por el momento, ha sido el movimiento indígena el que ha levantado las reivindicaciones del conjunto de la sociedad, la que todavía no ha salido de la "perplejidad" ocasionada por los nuevos acontecimientos. Los "viejos" o "consolidados" movimientos sociales no han podido enfrentar -con una agenda positiva- a la globalización y a la reconversión laboral en curso. Tampoco han incluido al conjunto de la sociedad en sus propuestas que, se han tornado, particularistas. Los "nuevos" movimientos sociales no han logrado traspasar los límites de lo coyuntural y se debaten entre la fragmentación y la ausencia de reconceptualización. El conflicto que debe resolver el sistema político es cómo convertir, al choque actual y al potencial, en solidaridad y cooperación. Posiblemente, la oclusión de los canales institucionales en el sistema político para procesar las demandas populares e indígenas pueda generar tendencias de extremismo reivindicativo y métodos de lucha incompatibles con los procedimientos democráticos. El control que debe ejercerse sobre estas tendencias está en manos de la democracia, pero de una forma de las instituciones de la democracia que incluya a los indígenas y a las otras ciudadanías sociales, situación de la que todavía no existe conciencia en las élites. Finalmente, a la situación precedente se añade la nueva posición del país en la estrategia geopolítica de los Estados Unidos, diseñada especialmente en el "Plan Colombia" de combate a las drogas en el país vecino. En ese contexto, la presión de los Estados Unidos es de doble vía: presión por la liberalización económica y una participación más activa en el conflicto colombiano.
Los escenarios globales Sin el ánimo de "profetizar", pareciera que se perfilan, en lo inmediato, los siguientes escenarios: 1. Salida negociada, en que se "insista" en el intercambio entre la liberalización económica con la liberalización política, a través de amplios procesos de participación ciudadana en la construcción del orden colectivo. 2. Salida autoritaria de reconstitución del orden como objetivo en base al endurecimiento político, situación para la
que, todo indica, no existe el necesario sustento político de la élite política ni de las instituciones de la democracia. 3. Salida populista de desmoronamiento del sistema de representación y emergencia de liderazgos carismáticos, situación que será más clara a partir de los nuevos resultados electorales de mayo próximo. 4. Salida caótica a través de una "forma nacional" de guerra civil caracterizada por la anomia, masividad de los saqueos de mercados en la costa y la "toma" de los pueblos en la sierra. Esta situación tiene antecedentes en la situación generalizada de pobreza, pese al éxodo sin precedente de ecuatorianos hacia el exterior. No debe olvidarse que Ecuador es el país que expresa mayor pesimismo y ausencia de futuro entre la población. Finalmente, cabe destacar que el nuevo régimen cuenta con la legalidad constitucional pero cuya legitimidad tiene que construirse con inteligencia política, basándose en los procedimientos -abriendo un proceso de concertación sistemático y honesto-; en los resultados-buscando metas cuantificables susceptibles de ser observadas desde la sociedad civil-; en la representación -legitimando un ejercicio de gobierno efectivamente plural en lo nacional y local-. Esto es, el sistema político debe poner en despliegue a todas las formas de la legitimidad democrática y canalizando la energía desplegada en la consecución de la legitimidad insurreccional. Los procesos de transición en el modelo de desarrollo -como el que vive actualmente el país- generan disputas que pueden tener dos protagonistas. Por un lado, masas o conglomerados de personas que reaccionan anómicamente desbordando al Estado y al orden, demandando la restitución de la situación perdida, los que son fácil presa de líderes populistas e ideologías autoritarias. Por otro lado, acciones organizadas de categorías sociales en lucha por el control de los recursos centrales de una sociedad o por la distribución de esos recursos. La democracia es sinónimo de estructuración de un sistema político conformado por vertientes representativas de los actores sociales, entre otros. La competencia por los recursos y la conformación institucional debían estar normados y abiertos. Ahora, para algunos movimientos sociales, la democracia se ha convertido de una expectativa en una frustración. Hasta la actualidad, la democracia ecuatoriana no alcanzó a desarrollar respuestas -órdenes productivos y distributivos, económicos y políticos- a las necesidades
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simbólicas y materiales insatisfechas, ni a crear una institucionalidad integradora ya que no representa a los conflictos y es ineficiente en la administración de soluciones. A los movimientos sociales se les presenta la gobernabilidad democrática como una propuesta de orden y estabilidad ambiguos, los que se tornan regresivos cuando, el sistema político, solamente les exige autorregulación y no les da acceso a la definición de la historicidad. Una alianza estratégica por la pluralidad de la sociedad debe concretarse, de un lado, en la conformación de un nuevo Estado, que asuma a la diversidad y no la administre sin representarle; y, de otro lado, facilitando la reconformación del ámbito público. En suma, la sociedad debe estar presidida por una nueva politicidad, que se sustente en el "acceso a la igualdad y en la ratificación de la diferencia". El contexto de una alianza estratégica debe ser un Acuerdo sobre la "extensión" de la ciudadanía reconociendo todas las ciudadanías sociales tales como mujeres y jóvenes. La mecánica para lograr una forma estatal y política tolerante a la diversidad étnica, debe estar inscrita en una relación entre mayorías y minorías de la sociedad, que buscan y consigan hegemonías locales y nacionales. La ciudadanía social y la ciudadanía política deben ser reconocidas en el nuevo Estado. Este reconocimiento
de la desigualdad dentro de un estatuto de mayoría o minoría, y para la especificidad del ejercicio de la autoridad, debe realizarse dentro de determinados parámetros. En suma, la tarea actual es descubrir las claves de la reinserción política, que no se encuentra en una reiteración rutinaria de lo mismo. Debe construirse una propuesta de gobernabilidad inclusiva o se impondrá el despotismo excuyente de las élites. La tarea urgente y permanente de la democracia es lograr la integración social y el fortalecimiento de la misma. Finalmente, el corto plazo, la agenda gira en torno a: ■ Evitar que se "rompan" las negociaciones gobiernoindígenas; ■ Acuerdos empresariales sobre la magnitud del "sinceramiento" de precios que demandan adecuado a la demanda de los trabajadores por incrementos de salarios; ■ La resolución interna -primero- y externa consecuente con los principios democráticos- de los conflictos dentro de los militares y "redención de cuentas" que deben hacer frente al sistema político; ■ La aceptación política de las normas que permitan la liberalización económica; y, ■ La rearticulación de las sociedades civil y política en torno a los resultados de las elecciones de mayo.
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Dworkin: un mal lector Margarita Cepeda*
I En su ensayo "La comunidad liberal"1, Dworkin se propone analizar el papel que desempeña el concepto de comunidad en las discusiones en torno al problema de si una ética convencional puede ser impuesta por medio de la ley penal. En su opinión, cuatro son los argumentos que, en nombre de la comunidad, pueden esgrimirse para responder afirmativamente a esta pregunta y, por lo tanto, en contra de la tolerancia liberal y en apoyo de decisiones como la del caso Bowers contra Hardwick y su consecuente prohibición de la homosexualidad en el Estado de Georgia. Valiéndose de la refutación de estos "argumentos comunitaristas"2, Dworkin defiende, como buen liberal, una respuesta terminantemente negativa a la pregunta planteada. Lo relativo a esta respuesta se retomará posteriormente. A grandes rasgos, la tesis del artículo es la de que, pese a lo que piensan los comunitaristas, una comunidad política no debería utilizar * Filósofa, profesora del Departamento de Filosofía de la Universidad de los Andes. 1 Ronald Dworkin, "Liberal Community", en California Law Review, vol 77, N° 3,1989. Traducción al castellano en la colección Nuevo Pensamiento Jurídico, Facultad de Derecho, Universidad de los Andes: "La comunidad liberal", Siglo del Hombre Editores, 1996, págs. 133-184 (texto que citaré a continuación). 2 Dworkin incurre en una imprecisión al denominar 'comunitaristas' argumentos como el de la mayoría y el del paternalismo. Y aunque el tercero y el cuarto argumento se apoyan en ideas defendidas por los comunitaristas, dudo que ellos hayan esgrimido los argumentos tal y como Dworkin los expone.
la ley penal para obligar a sus miembros a actuar de acuerdo con una determinada concepción de vida buena. Vistas así las cosas, el ensayo no puede menos que reforzar la caricatura de que, mientras el liberalismo está a la altura de su tiempo -al fin y al cabo vivimos en un mundo plural-, el comunitarismo no es más que una posición reaccionaria. Las reflexiones que arriesgaré a continuación toman abiertamente distancia frente a esta extendida creencia, a partir de uno de los argumentos que Dworkin refuta, ya que, en mi opinión, el liberalismo no puede estar a la altura de su tiempo sin tomarse en serio los retos comunitaristas. Lo cual no es ninguna novedad, se podría pensar. Dworkin mismo proporcionaría un ejemplo de las 'tendencias híbridas' que se han enriquecido de ambas posiciones3. No niego que esta lectura tenga fundamento. Incluso se podría pensar que el ensayo en mención proporcione un buen ejemplo de ello. Al fin y al cabo, en él Dworkin admite el valor de la ¡dea originaria de uno de los cuatro "argumentos comunitaristas" que expone. Sin embargo, a mí me queda la impresión de que el artículo desprestigia en tal medida el comunitarismo, que tendríamos que agradecer profundamente a Dworkin el haber rescatado de la escoria comunitarista al menos una idea, así sea dándole un giro tan liberal que se desdibuje su pérfido origen4. Pero no 3
4
Para una presentación de Dworkin como representante de las 'tendencias híbridas', véase Daniel Bonilla e Isabel Cristina Jaramillo, "El igualitarismo liberal en Dworkin", Comentario introductorio a la traducción castellana de "Liberal Community...", págs. 11-127. Según los comunitaristas, el éxito o fracaso de la comunidad política determina el éxito o fracaso de las vidas de sus miembros. La versión
voy a centrarme en el argumento que Dworkin encuentra plausible, sino en otro; en uno de los que él descalifica. Se trata del segundo argumento objeto de su análisis, aquel según el cual la identidad del individuo depende de su identificación con las comunidades a las cuales pertenece. Quiero presentar este motivo comunitarista bajo una nueva luz y mostrar cómo termina por cuestionar la autocomprensión del liberalismo implícita en la idea de neutralidad defendida por Dworkin. ¿Significa esto que estoy apoyando la decisión del caso Bowers? ¡ De ninguna manera! Y para evitar malentendidos quiero enfatizar de entrada mi simpatía por el intento de Dworkin de refutar cualquier argumento en apoyo de semejante tipo de decisiones. Así pues, me empeñaré precisamente en mostrar que se puede cuestionar la neutralidad liberal desde un punto de vista comunitarista sin que eso signifique nostalgia alguna de totalitarismo. II Una cierta versión del motivo comunitarista que quiero defender republicana de esta idea insiste en que las decisiones políticas deben reflejar las tradiciones e intereses de las comunidades que conforman la comunidad política, de manera que sus miembros puedan identificarse con ella. El giro liberal que Dworkin le da a esta idea consiste en decir que el interés en la justicia misma es el vínculo poderoso entre los miembros de la comunidad política. Dicho en otras palabras, el interés en la protección de la esfera individual sería el único interés compartido por los miembros de una comunidad política, la única fuente de identificación en una sociedad pluralista. Pero precisamente a esta insistencia en que el carácter justo de la comunidad política es condición de posibilidad de la realización de sus miembros, enfrentan los comunitaristas la insistencia en que la realización individual requiere de lazos de pertenencia sin cuya protección la comunidad política misma se desintegraría.
proviene de Michael Sandel, a quien Dworkin se remite5. En palabras de Dworkin, esta versión afirma que "las personas necesitan de la comunidad no 111
solamente para la cultura y el lenguaje, sino para la identidad y autorreferencia, porque sólo pueden identificarse a sí mismas ante sí mismas como miembros de la comunidad a la cual pertenecen"6. Así, continúa Dworkin, "sólo puedo pensarme como estadounidense, como catedrático de Oxford o como fanático de los 'Medias Rojas'"7. Si comparamos esto con el texto de Sandel, quedaríamos, sin embargo, ante la alternativa de que Dworkin cite a Sandel de oídas, o de que Dworkin lea sesgadamente. En mi opinión, Sandel estaría de acuerdo en que Dworkin sólo pueda pensarse como estadounidense, pero es muy sesgado adjudicarle a Sandel reflexiones según las cuales Dworkin sólo pueda pensarse como fanático de los 'Medias Rojas'. En su libro Liberalismo y los límites de la justicia8, y más concretamente en las páginas referidas por Dworkin, Sandel ataca la incapacidad liberal de diferenciar lo uno, de lo otro, ya que para el liberalismo 'comunidad significa una especie de asociación a la cual se entra y de la cual se sale voluntariamente, a la cual se decide pertenecer o no, como cuando uno decide comprar unos zapatos o no. Según Sandel, esto tiene que ver con una cierta noción de identidad como previa a todo fin, como si todos los fines fueran meros atributos, es decir, 5
6 7 8
Michael Sandel, Liberalism and the Limite of Justice, Cambridge University Press, 1982. Dworkin hace referencia explícita a las páginas 62-65 y 179-183. Dworkin, "Liberal Community...", pág. 155. Ibid, pág. 156. Sandel, Liberalism...
accidentes del sujeto y no parte constitutiva de su identidad9. Esta crítica no niega que haya fines arbitrarios, fines sin los cuales yo no dejo de ser lo que soy, ni niega tampoco la existencia de asociaciones, como por ejemplo una de fanáticos de los 'Medias Rojas' a las cuales uno decide pertenecer o no sin ningún costo para la propia identidad. Lo que Sandel quiere decir, más bien, es que no toda comunidad es de este tipo, que hay comunidades constitutivas de la propia identidad, como por ejemplo lo sería para Dworkin, entre otras, la comunidad estadounidense. Evidentemente, si Dworkin no fuera estadounidense no sería Dworkin. Esto no implica de ninguna manera que la comunidad política estadounidense tenga que prohibir el homosexualismo, esto es claro. Dworkin tiene razón en que hasta el momento la reflexión de Sandel no implica la homogeneidad ética de la comunidad política, ni el rechazo del pluralismo. Pero yo ¡ría más lejos. Las reflexiones de Sandel abren paso a la heterogeneidad de una manera aún no explorada suficientemente y digna de reflexión, pues la identidad está siempre forjada por la pertenencia a varias comunidades, es decir, implica ya siempre relación, apunta más allá de sí. Pero dejemos estas divagaciones y continuemos con nuestro problema. 9
Sandel hace esta crítica a propósito de la posición original de Rawls. La crítica parece perder asidero ante la insistencia de Rawls en que la posición original es un constructo teórico que de ninguna manera pretende describir la identidad ni la naturaleza humana, lo cual ha quedado bien claro en los escritos posteriores a 1971. Sin embargo, como intentaré mostrar a continuación a propósito de Dworkin, la crítica de Sandel al liberalismo es de sorprendente actualidad cuando se desliga de las referencias a la posición original.
¿Acaso el hecho de que, si Dworkin no fuera estadounidense no sería Dworkin, implica que Dworkin jamás podrá distanciarse de su ser estadounidense? Esto es, al menos, lo que sugiere la interpretación que Dworkin hace de Sandel, según la cual Sandel estaría diciendo que "un católico, ferviente, por ejemplo, no podría siquiera comenzar a reflexionar sobre si su catolicismo es importante, porque éste es un elemento demasiado fuerte en la constitución de su personalidad como para que el individuo sea sensible a dicho tipo de cuestionamiento"10. ¿Pero aboga realmente Sandel por la imposibilidad de crítica al referirse a rasgos constitutivos de la identidad? Volvamos al ejemplo de Dworkin, el estadounidense, y dejemos volar nuestra imaginación. Supongamos que un día, a raíz de un viaje de placer, Dworkin descubre las delicias del trópico y decide venirse a vivir a Colombia, aprovechando su pensión, para escribir un nuevo libro que ya tiene en mente. Su vida en Colombia podría llevarlo a cuestionar su forma norteamericana de pensar. Cambiaría la vaga imagen que tenía de Colombia como país productor de cocaína. Un par de visitas a Bogotá relativizarían también su impresión de idilio tropical. Con el tiempo podría llegar a encariñarse con Colombia y a comprenderla, y más adelante daría un vuelco total a su enfoque teórico. Incluso llegaría a indignarse un buen día ante el certamen anual de la descertificación. A pesar de todo ello, nadie podría llegar a decir que Dworkin fuese colombiano. En el mejor de los casos se diría que era un estadounidense nacionalizado en 10
Dworkin, "Liberal Community...", pág. 156.
Colombia. A esto es a lo que alude Sandel cuando habla de rasgos constitutivos de la identidad: se refiere 112
a la pertenencia a una comunidad de la cual podemos distanciarnos, sí, pero nunca por completo como quien se deshace de un par de zapatos viejos. El rechazo que Dworkin experimente con el tiempo por su pasado, así como su cariño por Colombia no son desligables del hecho de que nació y vivió en Estados Unidos y se identificó profundamente con su nación. Quiéralo o no, sea consciente de ello o no, este rasgo de su identidad, el ser estadounidense, determinaría incluso su rechazo del mismo. Veamos qué dice Sandel en el texto al cual Dworkin se remite i m pr opi a men te : Como un ser que se autointerpreta soy capaz de reflexionar sobre mi historia, y en este sentido de distanciarme de ella. Mas la distancia es siempre precaria y provisional y el punto de reflexión jamás podrá quedar definitivamente por fuera de la historia11. Como vemos, Sandel en ningún momento está negando la posibilidad de la distancia crítica. Otra cosa muy diferente es que insista en que nadie puede saltar por encima de su sombra, en que "tener carácter es saber que yo me muevo en una historia a la cual ni conjuro ni controlo, y sin embargo tiene implicaciones para mis escogencias y mis actos"12. Estas afirmaciones de Sandel van mucho más lejos de lo que Dworkin está dispuesto a admitir. Para Dworkin 11
Sandel, LIberalism..., pág.179. En torno al mismo tema véase también Hans-Georg Gadamer, Verdad y Método, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1977, págs. 331-458. 12 Sande /Liberalism..., pág.179.
"sin duda es imposible que alguien se distancie de todas las asociaciones y vínculos cuando considera el tipo de vida que quiere llevar. Nadie puede pensar inteligiblemente sobre este punto prescindiendo de todos los aspectos del contexto en el cual vive. De esta manera, nadie puede cuestionar simultáneamente todo sobre sí mismo. Pero de allí difícilmente se desprende que para cada persona haya un vínculo o asociación fundamental de la cual no sea posible separarse, para revisarla manteniendo las demás en su lugar" 13 . Dworkin admite que uno no se puede separar al tiempo de todas las comunidades a las que pertenece, pero insiste en que uno sí lo puede hacer de una por una. Frente a esta optimista y muy liberal versión del distanciamiento crítico insiste Sandel en que, de aquellas comunidades constitutivas de nuestra identidad no nos podemos separar nunca por completo, cosa que Dworkin sí parece dar por sentado.
III A esta altura se podrá preguntar qué tenga que ver todo este juego de identidad y pertenencia y de la posibilidad de distancia crítica con el tema central del artículo de Dworkin. Mucho. Reconocer que existen comunidades constitutivas de identidades apunta, como lo insinué más atrás, a una pluralidad relacional que, tomada en serio, nunca llevaría a la imposición estatal de una ética convencional específica, pues con ello se estarían ignorando las demás comunidades decisivas en la construcción de la identidad de los diversos ciudadanos y se estarían 13
Dworkin, "Liberal Community...", pág. 157.
fundiendo todas ellas en una identificación absurda con la comunidad política. La opción contraria, sin embargo, parece ser igualmente unilateral. Se trata de la opción liberal según la cual el ámbito neutral de lo justo se separa tajantemente del ámbito de las tradiciones y formas de vida concretas, reducibles a meros caprichos de la vida privada de cada cual. Precisamente lo que he tratado de defender en este artículo es que hay cosas que no son meros caprichos sino cuestión de pertenencia, y que ésta es una cuestión decisiva. Las comunidades a las cuales pertenecemos se entrecruzan formando una maraña de la cual difícilmente podríamos derivar consecuencias políticas totalitarias. Por el contrario, canales de participación adecuados permitirían más bien que esta compleja red enriqueciera la comunidad política y las leyes. Entonces nos reconoceríamos en ellas y ellas reflejarían aquello que somos y que nos atañe14. Pero para que esto llegara a realizarse, necesitaríamos menos tolerancia liberal y más esfuerzo de mutuo reconocimiento15. Sólo éste 14
15
Como vemos, aquí aparece el motivo republicano presente en el cuarto argumento comunitarista analizado por Dworkin, lo cual hace pensar que sí es posible una lectura del comunitarismo como una posición que pueda hacerle justicia a la pluralidad del mundo de hoy. Debo anotar que Sandel trata concretamente el problema de la homosexualidad en un artículo titulado "Moral Argument and Liberal Toleration: Abortion and Homosexuality", en California Law Review 77, págs. 520 y ss. Sin embargo, yo estoy pensando más bien en las reflexiones de Daniel Bell, en Communitarianism andits Critics, Oxford, Clarendon Press, 1993. Inspirado en reflexiones como las de Sandel, Bell emprende una interesante defensa del comunitarismo y extrae sus consecuencias políticas. Bell considera, por ejemplo, que el homosexualismo es un rasgo constitutivo de la identidad de muchas personas. Criticando agudamente la tolerancia liberal, según la cual el Estado no tiene por qué
podría dar origen a leyes justas relacionadas con realidades y necesidades siempre concretas. Al fin y al cabo, si no existe un punto de vista por fuera de la historia que diera origen a la justicia pura que el liberalismo cree 113
representar, entonces sólo nos quedaría una ley humana y finita, una que encarnara formas de vida históricas concretas y que se transformara al paso de la experiencia colectiva. De acuerdo con esto, una ley a la altura de su tiempo no pretendería ser hija de una neutralidad que no puede ser sino ficticia, sino más bien sabría reconocer su propia contingencia, pues sólo esto la haría permeable a las lecciones de la historia. Y aquí nos encontramos de nuevo con la posibilidad de distancia crítica desde una perspectiva "comunitarista" que enfatiza la noción de pertenencia. IV Permítanme, para terminar, extraer las consecuencias de todo esto para la autocomprensión del liberalismo. En su libro Una cuestión de principio16, dice Dworkin, aludiendo a la distinción entre lo justo y lo bueno: "La justicia es nuestro crítico, no nuestro espejo"17. Esta frase encuentra eco en el texto de "la comunidad liberal" en el cual afirma que "cuando una sociedad desarrolla esta actitud crítica, con su insistencia en que sus propias costumbres son constantemente vulnerables al examen y revisión a partir de algún criterio más
16 17
inmiscuirse en las vidas privadas, Bell sugiere que la cuestión es más bien la de reconocer y respetar a la comunidad homosexual con las consecuencias jurídicas y políticas que ello pueda implicar. (Véanse págs. 168-169). Ronald Dworkin, A Matter of Principie, Cambridge, Harvard University Press, 1985. Ibid., pág. 219.
alto e independiente, irreparablemente pierde el tipo de objetividad -enraizado en convenciones- válido en una comunidad menos crítica y más simple"18. Evidentemente Dworkin piensa que las sociedades liberales son las sociedades críticas y que el criterio más alto e independiente, el criterio de la justicia, también lo proporciona el liberalismo. Lo demás es reducible a un conjunto de tradiciones acríticas. Yo me opongo, sin embargo, a esta caricatura. ¿Si Sandel tiene razón y la distancia crítica sólo es posible desde el propio horizonte de experiencias, cómo puede una determinada tradición, la liberal, monopolizar los parámetros críticos? Se me puede objetar que la tradición liberal no está en pie de igualdad con las demás tradiciones, que tiene un carácter único que la distingue, a saber, el ser autora de logros irrenunciables, los derechos humanos. Yo no puedo menos que admitir esto, reconocer que el Estado liberal ofrece una mejor solución al problema de la pluralidad que un Estado confesional, aceptar que para efectos de la pluralidad se ha dado un gran paso hacia adelante cuando de la imposición de un culto se pasa a la libertad de cultos y así sucesivamente. Esto es innegable. Pero que el liberalismo se proponga proteger un espectro más amplio de perspectivas no quiere decir que sea neutral, que sea el punto de vista elevado por encima de todas las tradiciones, desde el cual sería posible la crítica de todas ellas. El mismo es un resultado de la historia, y como tal, está sujeto al devenir de la experiencia humana. Él es una peculiar encarnación de los atisbos y supuestos Dworkin, "La comunidad liberal", pág. 160.
de tradiciones concretas y, por lo tanto, susceptible de matizar unilateralidades a la luz de las tradiciones que no incluye. Como toda justicia, la justicia liberal no es más que un espejo. Sin embargo, los más famosos teóricos liberales, entre ellos Dworkin, siguen hablando de neutralidad al tiempo que admiten que ésta no abarca a los no liberales19. Pero ¿qué sentido puede tener entonces hablar de neutralidad cuando la neutralidad es sólo entre liberales? ¿Acaso todas las perspectivas no liberales son simplemente desechables sin más como injustas? ¿En dónde queda el pluralismo que se buscaba defender? Yo considero que el liberalismo sólo podrá hacerle justicia al pluralismo cuando deje de singularizarse en autoelogio y se asuma como una tradición entre otras. De lo contrario puede pasarle como a las sectas, que creen, cuando por fin su iglesia está llena, que toda la humanidad está presente.
19
Ronald Dworkin, Foundations of liberal Equality, University of Utah Press, 1990. Traducido al castellano bajo el título Etica privada e igualitarismo político, Paidós, I.C.E/U.A.B., 1993, pág.199.
La semilla migrante. El círculo vital en la poesía de Cecilia Balcázar 114
representar, entonces sólo nos quedaría una ley humana y finita, una que encarnara formas de vida históricas concretas y que se transformara al paso de la experiencia colectiva. De acuerdo con esto, una ley a la altura de su tiempo no pretendería ser hija de una neutralidad que no puede ser sino ficticia, sino más bien sabría reconocer su propia contingencia, pues sólo esto la haría permeable a las lecciones de la historia. Y aquí nos encontramos de nuevo con la posibilidad de distancia crítica desde una perspectiva "comunitarista" que enfatiza la noción de pertenencia. IV Permítanme, para terminar, extraer las consecuencias de todo esto para la autocomprensión del liberalismo. En su libro Una cuestión de principio16, dice Dworkin, aludiendo a la distinción entre lo justo y lo bueno: "La justicia es nuestro crítico, no nuestro espejo"17. Esta frase encuentra eco en el texto de "la comunidad liberal" en el cual afirma que "cuando una sociedad desarrolla esta actitud crítica, con su insistencia en que sus propias costumbres son constantemente vulnerables al examen y revisión a partir de algún criterio más
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inmiscuirse en las vidas privadas, Bell sugiere que la cuestión es más bien la de reconocer y respetar a la comunidad homosexual con las consecuencias jurídicas y políticas que ello pueda implicar. (Véanse págs. 168-169). Ronald Dworkin, A Matter of Principie, Cambridge, Harvard University Press, 1985. Ibid., pág. 219.
alto e independiente, irreparablemente pierde el tipo de objetividad -enraizado en convenciones- válido en una comunidad menos crítica y más simple"18. Evidentemente Dworkin piensa que las sociedades liberales son las sociedades críticas y que el criterio más alto e independiente, el criterio de la justicia, también lo proporciona el liberalismo. Lo demás es reducible a un conjunto de tradiciones acríticas. Yo me opongo, sin embargo, a esta caricatura. ¿Si Sandel tiene razón y la distancia crítica sólo es posible desde el propio horizonte de experiencias, cómo puede una determinada tradición, la liberal, monopolizar los parámetros críticos? Se me puede objetar que la tradición liberal no está en pie de igualdad con las demás tradiciones, que tiene un carácter único que la distingue, a saber, el ser autora de logros irrenunciables, los derechos humanos. Yo no puedo menos que admitir esto, reconocer que el Estado liberal ofrece una mejor solución al problema de la pluralidad que un Estado confesional, aceptar que para efectos de la pluralidad se ha dado un gran paso hacia adelante cuando de la imposición de un culto se pasa a la libertad de cultos y así sucesivamente. Esto es innegable. Pero que el liberalismo se proponga proteger un espectro más amplio de perspectivas no quiere decir que sea neutral, que sea el punto de vista elevado por encima de todas las tradiciones, desde el cual sería posible la crítica de todas ellas. El mismo es un resultado de la historia, y como tal, está sujeto al devenir de la experiencia humana. Él es una peculiar encarnación de los atisbos y supuestos Dworkin, "La comunidad liberal", pág. 160.
de tradiciones concretas y, por lo tanto, susceptible de matizar unilateralidades a la luz de las tradiciones que no incluye. Como toda justicia, la justicia liberal no es más que un espejo. Sin embargo, los más famosos teóricos liberales, entre ellos Dworkin, siguen hablando de neutralidad al tiempo que admiten que ésta no abarca a los no liberales19. Pero ¿qué sentido puede tener entonces hablar de neutralidad cuando la neutralidad es sólo entre liberales? ¿Acaso todas las perspectivas no liberales son simplemente desechables sin más como injustas? ¿En dónde queda el pluralismo que se buscaba defender? Yo considero que el liberalismo sólo podrá hacerle justicia al pluralismo cuando deje de singularizarse en autoelogio y se asuma como una tradición entre otras. De lo contrario puede pasarle como a las sectas, que creen, cuando por fin su iglesia está llena, que toda la humanidad está presente.
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Ronald Dworkin, Foundations of liberal Equality, University of Utah Press, 1990. Traducido al castellano bajo el título Etica privada e igualitarismo político, Paidós, I.C.E/U.A.B., 1993, pág.199.
La semilla migrante. El círculo vital en la poesía de Cecilia Balcázar 115
Emmanuela Jossa* En espera de nuevos poemas, ya es posible esbozar un recorrido de la obra de Cecilia Balcázar: en su actividad poética, pues, la autora ha logrado constituir un corpus lírico coherente y lleno de sugerencias. El intento se revela enseguida muy interesante: el camino que va de La máquina mítica (1987) a Peregrinaciones (1997) pasando por Sendero de palabras (1992) no me parece moverse según una línea recta supuestamente cronológica- sino diseñar un círculo donde coinciden inicio y fin. El alfa y omega de este círculo es la vida. Sin embargo, a pesar de su coincidencia, estos dos polos no son ¡guales. La vida del inicio, nacida por azar, se va continuamente transformando a través de las palabras, tanto las palabras pensadas y encerradas adentro -monólogo interior-, como las palabras de la comunicación diálogo. Es decir, la vida se transforma a través del lenguaje como reflexión, pero sobre todo a través del enfrentamiento con otras existencias; es precisamente con el diálogo que el ser particular va adquiriendo más fuerza y más verdad: los múltiples monólogos de la obsesión tienen la consistencia de los sueños se esfuman, se desarman en la verdad del diálogo'.
* Filóloga de la Universidad de Napoli "Federico II", doctora en literatura hispanoamericana, Universidad de Palermo. 1 Sendero de palabras, 1992, pág. 11.
Pero hay otro elemento que interviene, devastador: la muerte. Su conocimiento produce otra determinante mutación, asumiendo la vida la tragicidad y el misterio del ser y del no ser. Aprovechando estos tres ejes temáticos principales, las palabras, los otros y la muerte, es posible recorrer el círculo vital propuesto por la poeta. Un recorrido que se propone desde el comienzo; y después con más fuerza, como un viaje. La vida va modificándose según los encuentros. El primero, su paradigma-parece sugerir Cecilia Balcázar- reside en el lenguaje, en la palabra. El camino a través de una existencia (porque esto es la poesía de Cecilia) empieza con la palabra poética. Examinando los tres libros, nos damos cuenta de cómo cada uno tiene el mismo incipit relacionado con distintos aspectos del lenguaje. Por supuesto, esto puede responder al deseo de la autora -y a un uso difuso en las recolecciones de poesía- de proponer como introducción a la obra una suerte de manifiesto de poética, más o menos explícito. Pero esta interpretación no necesariamente excluye la otra, al contrario la puede sufragar. La máquina mítica empieza con el poema que da el título a la recolección, cuyo tema es el alma como productora de sueños y poesía:
Análogamente, en Sendero de palabras, donde la autora ha organizado su discurso poético según una división en cinco secciones, la primera es precisamente "Las palabras", seguida por "Diálogo con el Otro". Por fin, Peregrinaciones: la recolección empieza con un poema que plantea la relación entre la palabra poética, el Logos y las cosas que se ofrecen a la mirada (tanto hacia adentro como hacia afuera) de los peregrinos. El lenguaje, entonces, se postula como raíz: en su forma de pensamiento solitario, de reflexión, pero sobre todo en su forma de comunicación profunda. Pues en la obra de Cecilia Balcázar la palabra nunca se propone como elemento autorreferencial, sino siempre, conscientemente, es asumida como diálogo. El monólogo casi no tiene consistencia: es el diálogo que confiere autenticidad y fuerza a las palabras, como vimos en los versos citados. El diálogo, entonces, es el verdadero paradigma del círculo vital que hemos individuado. Éste se instituye con unos interlocutores privilegiados: el más allá, los poetas, los otros. El diálogo con el Otro es fuente de vida: hablando con el más allá -escuchando también sus silencios- se crea el ser, y para la poeta es posible "rescatarse" y recobrar su propia luz: despojada de mí sin nombre y sin recuerdos asomada al abismo ante la nada me rescato en el diálogo contigo y en la luz sosegada que se enciende dentro de mí
yo, Señor tengo en vez de alma una máquina mítica productora de sueños que procesa las penas . y refina los goces y que de vez en cuando me produce un poema2
nada ni nadie podría ser mi Tú como Tú eres en el diálogo vivo en que me creas con tu voz de silencio 3
Sendero de palabras, 1992, pág. 31.
La máquina mítica, 1987, pág. 15.
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La palabra poética trasciende la cotidianidad para tratar de alcanzar una dimensión más profunda y fuera del tiempo. La fuerza del diálogo poético reside precisamente en esta tensión hacia lo eterno:
urdimbre de palabras este fino tejido que dibuja los límites facticios de la vida en la prisión segura de los nombres se congela lo móvil y se muere lo eterno sólo en el trance del poema sin fin
tendemos este puente hacia lo abierto4. Otros interlocutores son los poetas. Mejor dicho, las poesías; las palabras heredadas que permiten encuentros5; los versos acumulados en la memoria de lecturas infatigables:
situación de ausencia, es decir de interrupción del diálogo (véanse por ejemplo los poemas dedicados al mar en Sendero de palabras). El diálogo, pues, es una actividad que no se da sino se construye, a través de intentos, fracasos, empatias imprevistas. Pero que, en cuanto paradigma de la existencia humana, es imprescindible.
en los recodos de la memoria . se introduce la voz por hondos laberintos escondidos de la entraña del alma y en la dulzura lenta del coloquio recupera su ser y su latido9. Como en "diálogo con el Otro", así en el diálogo con el ser amado o consigo mismo es posible un acto creativo fecundo, pero no necesariamente feliz:
SEMILLA DE CEIBA prodigiosa semilla en las alas del viento pupila diminuta en el azul
Diálogo reflejos encantados del espejo de la mirada amante. Se crea y se recrea en diálogo perpetuo el devenir continuo y doloroso del propio ser trans-figurada esencia sin memoria efímera existencia y entrañable que vive de palabras y renace en la hondura sin bordes del silencio10.
lo que importa no es el verso que escribo sino la huella de palabras ajenas que con él voy borrando dentro de mí6. Este "paradigma dialógico" no da por sentada la comunicación. Como el Otro puede estar callado, los otros pueden estar ausentes o el yo mismo puede configurarse como "una geografía de distancias y abismos"7, reacia a la comunicación y al encuentro. La palabra misma puede fallar y dejar ecos de angustia. Por eso, en la poesía de Cecilia Balcázar el silencio es antes que todo negación de palabra8. No es casual que lo otro subentra como interlocutor precisamente al verificarse una
substituir lo que falta, llenar la ausencia que, en unos momentos, es vivida con intensa dramaticidad. Esta palabra poderosa, que supera limitaciones temporales, que es la negación del vacío, del olvido, puede ser raíz. De ahí se desprende el verso. Empieza pues el camino poético. No es casual aprovechar aquí una metáfora que nos reenvía a la imagen de un árbol: tal vez, la ¡dea de circularidad puede resumirse en una imagen sacada precisamente del repertorio de Cecilia: la vida que empieza por las raíces de una ceiba antigua, se desarrolla en sus ramas, sus flores, su lana vegetal, para luego morir y volver otra vez a la vida a través de la semilla. Ahí conviven vida y muerte sin crear un conflicto dialéctico, más bien un conjunto armónico y misterioso:
En la dialéctica entre la presencia y la ausencia, elemento constante en Sendero de palabras, las palabras asumen un papel determinante no solamente como constructoras de diálogos. Ellas traducen la presencia a través de un lenguaje que trata de concretar las emociones, un lenguaje que a ratos se hace duro, consistente. Y al mismo tiempo, las palabras tratan de 9 10
Ibid, pág. 75. La máquina mítica, 1987, pág. 97.
migrante en su ligero globo de lana escarmenada latente está en el núcleo su vida diferida o su inminente vocación de muerte11 El misterio no está solo en esta vida que nace de la muerte, sino además en un cierto porcentaje de imprevisibilidad, en el poder de un azar incognoscible: y el azar absoluto la convierte en placenta o en simple grano inane12 Aquí reside el encanto de la vida, en esta imposibilidad de prever las cosas. Como es sabido, en la capacidad de asombrarse frente a la realidad, de ver las cosas como si fuera por primera 11
4 5 6 7 8
Ibid, pág. 15. Ibid, pág. 69. Ibid.pág. 9. Ibid., pág. 55. Véase Ibid, págs. 77y83.
12
Peregrinaciones, 1997,101. Ibid., pág. 103.
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alba de la ventana del insomnio la veo llegar con paso felino [_] 8
vez, reside precisamente uno de los fundamentos de la creación poética. Es evidente el tono de estupor y maravilla frente al milagro que se realiza en la arrugada piel de la semilla cuando irrumpe enarbolada de la tierra en un grano nutricio transitorio placenta inesperada de un nuevo ser tras el lento proceso de su muerte'3 Es precisamente este estupor frente a la vida que nos reenvía al tema del viaje. Además, en el primero de los tres poemas dedicados a la semilla de la ceiba, la misteriosa unión vida-muerte también se apoya en la idea del viaje: la semilla pues es migrante. Entonces, estos dos ejes temáticos, el viaje y la semilla, aparentemente tan distantes, resultan tener, en la poesía de Cecilia Balcázar, una profunda afinidad. Esta semejanza, fecunda de estímulos sumamente interesantes, empieza por el motivo de los viajes como sorpresa. Los viajes siempre son un movimiento hacia algo: una ciudad, un lugar arqueológico, pero también un cuerpo, un rostro14; o viajes en contra de algo, por ejemplo el tiempo15. Viajes que pueden desarrollarse "sobre ondulante lomo/de melodías sin fin16. Viaja la luz y hasta el amanecer parece estar viajando17
13 14 15 16 17
Ibid., 105. Véase Ibid., pág. 55. La máquina mítica, 1987, págs. 57-58. Peregrinaciones, págs. 75. Ibid.,pág.71.
La búsqueda de un sentido más profundo de la existencia pasa por la relación con la naturaleza, con tres referentes privilegiados: el mar, los árboles y la semilla. Es una naturaleza que consuela, que en unos versos se transforma en un elemento capaz de dar respuesta, fuerza, energías renovadas al cansancio de la existencia. Una naturaleza que en sus distintas manifestaciones puede encerrar una presencia profundamente humana o misteriosamente divina: [_] en la corola pálida del cacto de la noche en el latir del pecho de los pájaros en la frecuencia altísima del canto en la ofrenda callada de cada amanecer19 Esta función de la naturaleza es claramente expresada en unos poemas de la Máquina mítica (véase por ejemplo, págs. 21-22,29-30). La poesía, en esta comunicación profunda con la naturaleza, se vuelve una "extensión biológica" del yo: herramienta privilegiada para alcanzar esta comunión es, por supuesto, la palabra. Volvemos, así, al primer paradigma del círculo vital: la palabra. Y si ésta, como vimos, se plantea sobre todo como diálogo, entonces es una palabra en camino, moviéndose hacia el otro. Entonces, también la
18 19
Ibid, pág. 107. Ibid, pág. 111.
palabra está en viaje. La metáfora del viaje adquiere así un sentido todavía más amplio y al mismo tiempo más profundo. Por otra parte esta : vinculación es sugerida en muchos poemas de Cecilia Balcázar. Puede ser suficiente el ejemplo de un poema donde se establece un paralelismo entre el viaje y la búsqueda poética: rasgar con el poema las palabras de falsa transparencia, velos para el misterio milenarios viajar hacia la luz a través de la selva de mitos ancestrales buscando los vestigios de la doxa perdida bajo capas añejas de voces sin sentido20 La vida que concluye (provisoriamente) el círculo, este viaje de la palabra y del ser, no puede ser la misma que empezó el camino. Trasformándose a través de la palabra compartida y de la experiencia de la muerte, el camino que conduce de una vida a la otra se muestra tortuoso, parecido a una línea que continuamente se dirama. Un camino parecido al viaje de la semilla: empezando por la vida y terminando en la vida. Este camino se cierra para abrirse otra vez. Lejos de apologías del negativo o de la resignación a la deriva, Cecilia Balcázar propone una respuesta vital al dolor, una vitalidad encontrada en la relación con la tierra o en la sorpresa de los viajes, y que se construye a través de la palabra poética.
20
Sendero de palabras, pág. 17.
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Los principios del gobierno representativo Bernard Manin, Madrid, Alianza Editorial, 1988 Carolina Isaza E.*
Tal vez no se ha inquirido lo suficiente sobre los orígenes de la democracia representativa, que ha sido adoptada por la gran mayoría de estados actuales, y es considerada por estos como un valor en sí misma. La prueba de este vacío es la sorpresa que causa el supuesto de B. Manin en este libro, a saber, la contradicción en los términos "democracia" y "representación". El autor se remonta a la Atenas clásica para encontrar el sentido de estas palabras desde ese momento hasta la actualidad, haciendo bastante énfasis en las discusiones al respecto en el siglo XVIII en Francia e Inglaterra, y en la formación de los Estados Unidos de América. Resulta muy interesante la forma en que logra explicar la generalización del concepto de gobierno representativo como la forma más viable de democracia, superando la contradicción mencionada en una especie de "gobierno mixto", con elementos a la vez democráticos y aristocráticos. Para empezar, Manin plantea cuatro características del gobierno representativo que se han mantenido desde el s. XVIII hasta hoy, a pesar de los cambios no desdeñables sufridos por este sistema. Estas son: la elección periódica de los gobernantes, la independencia relativa de los mismos para tomar decisiones, la posibilidad de los gobernados de expresar sus * Estudiante de Ciencia Política, Universidad de los Andes
opiniones, y la existencia de un debate sobre las decisiones públicas. A partir de ahí, en los primeros capítulos hace un recorrido por Atenas, Roma, las ciudades italianas y las repúblicas de Venecia y Florencia. El gran aporte de esta sección es el estudio del sistema considerado originalmente más democrático para elegir a quienes gobiernan, esto es el sorteo. Ya sea que los candidatos se presenten voluntariamente al sorteo, o que un cuerpo elegido por votación los nomine, todos tienen las mismas probabilidades de salir elegidos, de manera que todos se consideran igualmente aptos para ocupar cargos públicos y no hay ninguna parcialidad. Para los antiguos, esta equidad era tan esencial a la democracia como la participación de la mayoría de ciudadanos en la Asamblea, mientras que las elecciones por votación se consideraban elitistas y excluyentes. Esto significa que la diferencia entre la democracia directa y la representación no radica en un principio en el número de ciudadanos que pueden acceder a posiciones de poder, sino en el mecanismo de selección de los mismos. La explicación del carácter aristocrático de la elección se va desarrollando a lo largo de todo el libro, y se puede resumir en que para ser elegido, un ciudadano debe resaltar frente a los demás por alguna característica, de manera que debe ser privilegiado en algún aspecto, al menos mereciendo el respeto de sus conciudadanos. Además, las elecciones requieren que el candidato se haga conocer, lo cual exige recursos que no están a disposición de todos por igual. Incluso en los Estados Unidos se aventura que si se elige a los individuos más ricos, estos serán menos susceptibles a la corrupción.
Por todo esto parece inevitable que los elegidos sean parte de una "aristocracia natural", y que muchos otros queden excluidos de presentarse a la elección. Este efecto se refuerza más a medida que crecen los electorados y las unidades políticas a gobernar. Desde el principio, sin embargo, el sorteo no fue el sistema exclusivo de elección, más bien existió mezclado con mecanismos de votación o con meritocracias, pero después del siglo XVII no sólo desapareció del panorama político occidental, sino además no volvió a ser tenido en cuenta en las discusiones teóricas sobre la democracia, ni en las revoluciones francesas y americana. Manin plantea varias explicaciones posibles. En primer lugar, el sorteo tiene problemas si no se establece junto con mecanismos de control, con la posibilidad de ser sancionado y la obligación de rendir cuentas al final del período. Además, algunos cargos requieren competencias específicas, por lo cual se acude a sistemas que garantizan que se elija entre los mejores. Por otro lado, se podría pensar que un gobernante elegido al azar es menos legítimo que uno escogido por una mayoría, al menos desde un punto de vista contemporáneo. Pero lejos de hacer una apología del sistema de sorteo, el libro trata de encontrar las características de la representación y las razones históricas de su triunfo sobre ese mecanismo. Una primera cuestión es que a partir de las discusiones modernas sobre la democracia, como alternativa a los gobiernos hereditarios y a las instituciones feudales, no prima la equidad para ocupar cargos, sino para decidir cómo delegarlos. A diferencia de épocas anteriores, no se aspira a que todos tomen las decisiones comunes, sino a que unos pocos las sigan 119
tomando con el consentimiento de los demás. A partir de la elección, los votantes tienen pocas oportunidades de controlar a sus representantes, y probablemente se podría añadir que pocas intenciones de hacerlo, hasta la siguiente elección donde pueden reelegir a quienes se desempeñan mejor Al elegir, se discrimina por motivos personales, pues para el autor no es posible asumir actores perfectamente racionales que sepan lo que conviene mejor a sus intereses. Y los electores no quieren que alguien exactamente igual a ellos los gobierne, sino prefieren a los que les parecen mejores, es decir a los prominentes. Así se explica que se considere aristocrática la elección. Pero a la vez, tiene un aspecto democrático en la posibilidad de votar por igual todos los ciudadanos. No se trata del gobierno del pueblo, sino del gobierno de los escogidos por el pueblo a partir de la reiteración de las elecciones, que va afinando las percepciones y ejerce alguna forma de control. Cabe resaltar lo señalado por el autor con respecto al control, como una de las pocas relaciones que los ciudadanos comunes mantienen con sus representantes. En la práctica, no existe ninguna correlación necesaria entre las preferencias de los primeros y las decisiones de los segundos. Si es factible asignar responsabilidades, reelegir o no y manifestar la opinión sobre la gestión política, hay un pequeño margen de control, que es sobre todo reactivo, porque ocurre cuando las políticas que no se aprueban han mostrado sus consecuencias. Pero expresar la opinión ejerce presión porque los representantes tienen que tomar en cuenta cómo serán juzgados al final de
su mandato, si serán reelegidos o castigados. Se trata de que exista un debate público sobre los asuntos más relevantes y un veredicto de los ciudadanos sobre las decisiones y sus resultados, así la decisión esté en última instancia en manos de unos cuantos. En el capítulo final, se trata el tema de la evolución del sistema de representación en los dos últimos siglos. Se identifican tres períodos, separados por dos cambios que en su momento son interpretados como "crisis de la representación", pero que a la larga sólo alteran la forma, mas no los principios, de la misma. El primer momento es el parlamentarismo, seguido por el sistema de partidos masivos, y el último momento, que sería el actual, es denominado por el autor gobierno de "audiencias". Es en éste en el que vale la pena detenerse, porque tal como a finales del siglo XIX, se percibe actualmente una crisis de representatividad, que desde la perspectiva de Manin es más bien una transformación necesaria, dadas las circunstancias. La exposición sigue los cuatro parámetros definidos como principales para hablar de democracia representativa. En cuanto a la elección de los gobernantes, en una democracia de audiencia no depende de una identificación por motivos socioeconómicos, sino más bien de las propuestas y cualidades de candidatos individuales. Esto implica una personalización de la política, facilitada por la cobertura de los medios de comunicación masivos, que acercan a los candidatos al público, determinando su imagen que es finalmente el factor decisivo para elegir. Se destaca la confianza que inspiren los candidatos para tomar decisiones sobre la marcha, cumplir las líneas generales
del programa, etc. A diferencia del sistema de partidos, que determina las preferencias, aquí éstas se configuran en el proceso electoral y en el debate. Por otro lado, la autonomía de los representantes es mucho mayor, porque no hay promesas concretas al electorado, dada la complejidad de los temas involucrados y lo impredecible de las condiciones, y porque no hay una subordinación al partido, sino una posibilidad de reacción y toma de posiciones flexibles. La opinión pública puede ser manifestada a un costo mucho más bajo, porque no es necesaria la organización ni movilización colectivas, también gracias a los medios de comunicación. Todos los votantes reciben igual información y a partir de eso hacen valoraciones diferentes de las opciones, y a la vez todos tienen alguna posibilidad de manifestar sus demandas por los medios, las encuestas de opinión, etc. llegando a los representantes. Esto implica un debate real, reforzado por la necesidad de consultar con diferentes expertos y consejeros para actuar en ámbitos distintos, y tener en cuenta asociaciones de interés. La conclusión del autor es que el elemento democrático de la representación es esencialmente el rendir cuentas, a pesar de que se puedan encontrar aspectos menos igualitarios en este mecanismo. Es una visión detallada y que aporta elementos de análisis muy valiosos a la comprensión de nuestros sistemas políticos, lejos de la crisis que se ha vuelto lugar común denunciar, por lo cual resulta más útil hacer análisis como el que se hace en este libro y tratar de entender las nuevas características de la representación.
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Control civil y Fuerzas Armadas en las nuevas democracias latinoamericanas Rut Diamint (Editora), Buenos Aires, Universidad Torcuato di Telia, Nuevohacer, Grupo Editor Latinoamericano, Ia edición, 1999. Adriana Gavina*
El libro Control civil y Fuerzas Armadas en las nuevas democracias latinoamericanas, surge como producto de la compilación de estudios realizados por especialistas en el tema de Fuerzas Armadas y seguridad, que en toda América Latina han repensado el papel de las Fuerzas Militares y su relación con los civiles, en el nuevo contexto democrático de la región. La obra es el resultado de estudios realizados para cuatro seminarios regionales: en Buenos Aires, Argentina; en Campiñas, Brasil; en México D.F, México, y en Lima, Perú, en los cuales se abordó el tema de la supremacía civil sobre las Fuerzas Militares para América Latina; y a partir de los cuales quedó la evidencia de la debilidad de los mecanismos institucionales para determinar el rol político de la defensa. El libro reúne a dieciséis autores alrededor de la problemática de defensa y seguridad, quienes realizan su aporte a partir de las perspectivas que les brindan las condiciones de la situación particular a cada país, y efectúan el análisis respectivo en relación con la seguridad en el nuevo
* Estudiante de Economía y Antropología de la Universidad de los Andes, asistente de investigación en el proyecto Al Caído Caerle: las vicisitudes del Ejército en el período Samper, financiado por Colciencias y el Magíster en Ciencia Política de la Universidad de los Andes.
ámbito democrático presente en diferentes niveles y con diversas características en cada una de las regiones. Una de las preocupaciones del proyecto contenido en el libro, era entonces, la de sacar a luz las carencias institucionales y en las prácticas democráticas de las sociedades de Latinoamérica, en referencia al rol de los militares. El libro se divide en cinco partes fundamentales. En la introducción, se mencionan los apuntes históricos necesarios para la ubicación del lector en el contexto latinoamericano de la década de los años noventa, haciendo referencia a los términos en los que se encuentra la discusión, y se menciona de forma breve el aporte de cada uno de los autores, según su aproximación por regiones. En el siguiente capítulo, se expone un marco conceptual, en el que se plantea la visión actual de la problemática, se analizan las posibles perspectivas para las Fuerzas Armadas en el período de transición en el que se encuentran y finalmente se efectúa una revisión de los condicionantes legales e institucionales para la subordinación de las Fuerzas Armadas y una revisión del pensamiento y el papel militar en América Latina. Los tres siguientes capítulos exploran el tema por regiones, haciendo alusión a las características particulares presentes en cada una de ellas y a la evolución de las condiciones que han construido las relaciones entre civiles y militares de un determinado modo. El primero de ellos, se remite a los países de la región del Cono Sur, el segundo a los de la región Andina, y el tercero a México y la región Centroamericana. El marco conceptual parte del supuesto de la transformación de los países de América Latina hacia sistemas políticos democráticos, proceso en el cual las Fuerzas Armadas han sufrido también una transformación. Dicho planteamiento inicial, conduce a la
necesidad de pensar que el papel militar en este proceso no se agota en la democratización. Según Rut Diamint, el profesionalismo militar autónomo no hace estériles políticamente a las Fuerzas Armadas, las cuales pueden estar minando el control civil y en muchos casos pueden seguir siendo fuentes de tensión. Pero no sólo la transición hacia la democracia fue un cambio determinante para las relaciones entre civiles y militares. En los últimos años, se presentaron cambios por factores relacionados con el orden público, tales como la internacionalización del narcotráfico, que fortaleció el rol policial de las Fuerzas Armadas, y los asuntos económicos y fiscales que modificaron los presupuestos asignados a estas instituciones. Dichos cambios, presionan hacia el reacomodamiento de los papeles de los dos actores sociales en estudio, frente a los cuales el éxito de su relación radica en alcanzar la supremacía civil, a través del desarrollo de prerrogativas civiles. Lo anterior resalta la importancia de revisar la cuestión cívico-militar después de la democratización. El reordenamiento que se produce en épocas de transición conduce a las Fuerzas Armadas a rearmar sus propias estrategias, al igual que a los nuevos gobiernos democráticos quienes se enfrentaron a diferentes obstáculos en el camino para definir la política de defensa y el papel de las Fuerzas Armadas. Los esfuerzos mencionados, dieron lugar a diversas fórmulas de arreglo entre civiles y militares para el afianzamiento de la democracia en América Latina. Estas fórmulas se encuentran insertas en una nueva transición después del tránsito del autoritarismo a la democracia. En esta nueva transición, presentan una amplia diversidad, resultado de orígenes y modalidades de transición diferentes aunque permanecen en un estado de notable continuidad organizacional y 121
doctrinaria, además de presentar una alta sensibilidad a las transformaciones sociales, económicas y políticas de su entorno. El reacomodamiento mencionado anteriormente, se hace posible según Felipe Agüero, a partir de la supremacía civil, esta última entendida como "la capacidad de un gobierno civil democráticamente elegido para llevar a cabo una política general sin intromisiones por parte de los militares"1. Paralelamente a las perspectivas para la época de transición, Carlos Basombrío realiza una revisión de los mecanismos legales e institucionales para el desarrollo de las relaciones cívico-militares, para lo cual comienza analizando la existencia de la democracia como sistema político de donde se desprende la aceptación por parte de las Fuerzas Armadas del nuevo régimen y las nuevas reglas del juego. Además de este criterio general, se encuentran indicadores que muestran
el grado de subordinación militar a la autoridad civil, tales como: la definición de las políticas en el campo de la defensa, el grado de autonomía económica de las Fuerzas Armadas, el rol del Congreso, los privilegios en cuanto al fuero militar, la sanción a las violaciones cometidas a los Derechos Humanos, el punto hasta el cual se encuentran separadas las tareas de orden público y las de control de la delincuencia, y el tipo de servicios de inteligencia e información, entre otros. El marco conceptual se completa con los aportes de Suzeley Kalil Mathias, quien realiza una aproximación al pensamiento y el papel militar en América Latina, evaluando los resultados de los cambios internos de las Fuerzas Armadas, provocados en función de los cambios en el escenario internacional, lo cual induce a trabajar el problema de la integración de las Fuerzas Armadas a los nuevos desafíos. Al respecto, se puede decir que las Fuerzas Armadas perdieron varias de sus prerrogativas en la transición, lo cual las llevó al crecimiento, y no a la pérdida del papel que desempeñaban como podía esperarse. En los siguientes capítulos, se enfatiza en la aproximación al problema por regiones, lo cual permite observar las carencias presentes en cada
una de ellas con respecto al rol de los militares frente a los nuevos desafíos de los sistemas políticos vigentes y las características que hacen posible una determinada relación entre los civiles y los militares, según las condiciones engendradas históricamente en cada país. Es interesante constatar cómo, aún con la incidencia de procesos relativamente comunes a la región latinoamericana, los desenlaces y salidas presentan significativas divergencias en cada una de las subregiones delimitadas para el trabajo, cuestión que se hace aún más notoria cuando se examina cada uno de los países incluidos en el estudio. Después del recorrido por cada una de las aproximaciones a las distintas regiones, permanece la sensación de que es necesario diseñar estrategias y plantear prerrogativas que lleven a superar las incongruencias aún existentes en las relaciones cívicomilitares que, aún insertas en un contexto democrático, presentan tensiones al interior que dificultan la estabilización política de la región latinoamericana en general. Sin embargo, la participación de la sociedad en este proceso es clave, dado su papel como el actor restante en la reacomodación originada por la transición.
Felipe Agüero, "Supremacía civil y democracia. Las Fuerzas Armadas en una época de transición: Perspectivas para el afianzamiento de la democracia en América Latina", en Rut Diamint (editora), Control Civil y Fuerzas Armadas en las nuevas democracias latinoamericanas, Buenos Aires, Universidad Torcuata di Telia- Nuevohacer, a Grupo Editor Latinoamericano, 1 edición, 1999, pág.91.
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