Revista de Estudios Sociales No. 8

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Repatriación del conocimiento Francisco Leal Buitrago, director

La idea del Comité Editorial de esta revista, de publicar en uno de sus números monográficos el tema de "Colombianos en la díáspora", surgió de una realidad que viven con mayor o menor intensidad los países del antiguo Tercer Mundo. Por fortuna, al igual que lo ocurrido con el tema de historia de las ciencias sociales, la receptividad de los intelectuales residentes en el exterior a quienes acudimos en solicitud de sus escritos fue muy buena. Por esa razón, decidimos sacar dos números sobre el mismo tema, y éste es el segundo de ellos. Pensando en este asunto de los ausentes de la patria, en días pasados me llamó la atención un afiche editado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, y colocado en el corredor de una institución educativa en el exterior. Lo encabezaba una frase que decía "El refugiado no llega a su nuevo país con las manos vacías", en el centro había una fotografía de Albert Einstein y al pie de ella una corta frase: "Einstein era un refugiado", Sí bien las migraciones lian sido constantes -aunque con fluctuaciones- desde que e mundo comenzó a expandirse en la era moderna, ahora que éste se ha encogido por causa de la revolución en las comunicaciones, el fenómeno migratorio ha adquirido connotaciones diferentes. La última etapa de la era moderna, la que siguió a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, trajo consigo el espejismo de! desarrollo para los países del Tercer Mundo, nombre éste impuesto por los que ya lo habían logrado. Pero el tiempo mostró en pocos lustros que ese logro no era fácil, que los problemas que lo impedían eran muchos y diversos, además de que la Guerra Fría los distorsionaba. Las migraciones se convirtieron, entonces, en un recurso creciente de acceso a paraíso negado en las propias tierras, con un despertar a la realidad con frecuencia traumático. Muchas y diversas han sido, sin embargo, las situaciones que viven quienes se ausentan, luego de que encuentran un espacio donde establecerse. Y esta variedad de situaciones es condicionada, entre otros factores, por el nivel social del emigrante, los recursos con que cuenta, su objetivo de vida y el contexto social y económico al que accede, Quienes llegan con recursos suficientes casi siempre se acomodan con ventajas que les permiten manejar con dignidad las diferencias culturales. Pero quienes lo hacen con la esperanza de obtener lo que les fue negado en su país, con frecuencia sobreviven afrontando dificultades, las cuales son paleadas, sin embargo, mediante la solidaridad de comunidades de migrantes y el orgullo derivado de las escasas pero importantes remesas de divisas a sus allegados. En medio de estos dos casos casi extremos se percibe una amplia gama de situaciones que, a la par con el crecimiento migratorio, han transformado el fenómeno en un problema que ha llegado incluso a calificársele como de seguridad nacional por parte de algunas de las sociedades afectadas. Pero el ambiente local que estimula el éxodo también es bien diverso, Ha ido desde los que buscan capacitarse para regresar a su lugar de origen con herramientas que les permitan ubicarse de nuevo con ventaja, hasta quienes han sido expulsados contra su voluntad por medio de variadas acciones de fuerza, pasando además por los que de mil maneras emigran deseando no volver. En este múltiple abanico de casos son muchos los que se van luego de haber perdido la esperanza de ver en un futuro previsible un entorno aceptable que les permita trabajar por objetivos viables que salvaguarden la dignidad humana, Y el expediente que de una u otra forma ha estado presente en esta clase de estímulo migratorio es la pobreza, que con frecuencia ve enfrente una opulencia desafiante, En algunos casos, al mezclarse con factores particulares, esta situación ha llevado a contextos de violencia que han forzado los desplazamientos, casi siempre en los mismos territorios del país de origen. Y esos desplazamientos, si se masifican, agravan la pauperización resultante de la urbanización que acompañó la modernización distorsionada a la que arribó la mayor parte de los países del Tercer Mundo,

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Los refugiados que nacieron de las guerras y la represión han sido así mismo muy diversos. Refugiados fueron los judíos que lograron huir del holocausto y refugiados también lo fueron quienes escaparon de las dictaduras latinoamericanas de hace algunas décadas. Es otra clase de migraciones, quizás más forzada que las demás, y cuyo nivel social y de preparación intelectual dista mucho del común del fenómeno contemporáneo de expulsión social de nuestros países. Por eso Eínstein era un refugiado. Su relativa masificación no aparece sino mediante las guerras y las violencias generalizadas. En nuestro medio latinoamericano este tipo de migración, por ahora, es esporádico. Colombia aparece hoy como el lugar donde se condensa la mayor parte de los fenómenos señalados, En efecto, hace ya varias décadas que la preparación de profesionales en universidades de Europa y Estados Unidos dejó de ser exclusividad de los estratos altos. No ha sido extraño, tampoco, el éxodo durante muchos años de profesionales y de gente acomodada, en busca de mejores horizontes o al menos de buenas oportunidades. Sólo que ahora sus decisiones están condicionadas cada vez más por el incremento de la guerra. Así mismo, de tiempo atrás, la expulsión social hace parte de la realidad nacional, no obstante haberse expandido en recientes años, cuestión común a gran parte de nuestras sociedades, De igual manera, la diversificación y expansión de lo que insistimos en llamar violencia ha llevado a que tan sólo en la última década pasen ya de dos millones quienes han sido desplazados. Desde la cruenta disolución de Yugoslavia, la categoría de refugiados -propia más que todo de traslados forzados de población a países diferentes al de origen- tiende ahora a equipararse con la de desplazados. También vemos en Colombia el inicio del fenómeno convencional de los refugiados, no por ser antes inexistente, sino porque dejó de ser esporádico para incorporarse en las estadísticas derivadas de los estudios de problemas con impacto negativo en la sociedad. Los exiliados son, finalmente, otra de las categorías migratorias -formales e informales, internas y externas- que condensa nuestro país, en medio del futuro incierto que lo rodea. Varios de los exiliados son profesionales de las ciencias sociales y algunos provienen del campo de la academia. Los autores y autoras de los escritos que la Revista de Estudios Sociales presenta en sus números siete y ocho constituyen una muestra ilustrativa de algunas de las categorías indicadas antes. En "Colombianos en la diáspora", (1} y (II), han tenido cabida intelectuales que por alguna razón están en el exterior desde hace varios años: profesores universitarios establecidos fuera desde hace mucho tiempo; personas que han tenido, de manera alternada, por varias décadas "una pata afuera y otra adentro"; estudiantes que salieron del país a especializarse y se quedaron como profesores o profesoras de aprestigiadas universidades o en el campo de la consultoría; personas que ensayaron radicarse en el país luego de sus estudios de posgrado, pero que finalmente decidieron ensayar nuevos horizontes en universidades e instituciones extranjeras; exiliados que han trasegado por el periodismo, la academia y los organismos internacionales; académicos que se acomodan con ventaja de manera transitoria en universidades del primer mundo; estudiantes que decidieron permanecer fuera del país, hasta tanto no cumplan con la mayor parte de los requisitos de su grado. Todos, ellos y ellas, esparcidos por numerosos países del mundo. En su corta pero fructífera vida, esta revista ha combinado los números monográficos con los de temas libres, con el fin de ser fieles de la mejor manera posible a las realidades y los problemas que vivimos. Historia de las ciencias sociales, guerra y paz, problemas que estudian las ciencias sociales en Colombia, temas varios tratados por colombianos en la diáspora, han sido, entre otros, temas de los que se ha ocupado esta publicación, Su objetivo es contribuir a que no se cree un vacío en la difusión de resultados de alta calidad en las ciencias sociales en e país. Haber llegado al número ocho, con una frecuencia de tres números anuales, en una época particularmente difícil para Colombia, es garantía de tesón, seriedad y calidad. Al esfuerzo que han hecho la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes y la Fundación Social debe sumarse ahora, con mayor presencia, el esfuerzo de un público lector que ojalá cada día sea más numeroso.

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Dossier Metáforas y estudios culturales Carlos Rincón** En el curso de la conferencia internacional "Cultural Studies Now and in the Future" en abril de 1990, Stuart Hall hizo una exposición con abiertos propósitos autoreflexivos. La parte principal de su intervención la desarrolló a manera de revisión retrospectiva. Esta estrategia le proporcionó los argumentos para enfrentar su tema: el proyecto de los cultural studies como práctica, su posición institucional, la centralidad o marginalidad de sus practicantes como intelectuales críticos. Consiguió así formular un diagnóstico de lo que era entonces el ahora del proyecto de los cultural studies, y bosquejar un pronóstico acerca de su posible futuro. La revisión la introdujo con estos términos: Quiero volver atrás, al momento en que se "hizo la apuesta" en los cultural studies, al momento en que con las posiciones había algo en juego. Este es un camino para abrir la pregunta sobre la "wordiness" (el lado material, terrestre) de los cultural studies, para utilizar un término de Edward Said. No pongo aquí el acento en la connotación secular de la metáfora, sino en el lado material, terrestre, la mundanidad de los cultural studies1.

intento de hacer retornar los cultural studies de un espacio enrarecido a otro que sería más primordial? Si se la aísla, puede leerse como distanciamiento frente a una dirección que tiende a imponerse, con la que no se siente cómodo, para optar en favor de un retorno de los cultural studies a otro modelo que, paradójicamente, resulta más prístino por su contaminación. Es cierto que la frase final y, sobre todo, el desarrollo de la revisión retrospectiva, los resultados que proporciona, neutralizan la ambigüedad. En la reconstrucción propuesta por Hall, el proyecto de los cultural studies incluye, además de su problemática inicial, y junto con la expansión de la cuestión del poder - "política, raza, clase y género, subyugación, dominación, exclusión, marginalidad, alteridad, etc." -, con la consiguiente consideración de lo personal como político, la subjetividad y el agenciamiento, también las cuestiones del texto en sus afiliaciones y de la textualidad como lugar de representación y resistencia. Para ser más precisos en lo que a este último punto se refiere, del encuentro de los cultural studies con el estructuralismo, la semiótica y el postestructuralismo, Hall desprendía estos avances teóricos: la importancia crucial del lenguaje y de la metáfora lingüística para cualquier estudio de la cultura; la expansión de la noción de texto y textualidad, pero como una fuente de sentido y como lo que escapa de y pospone el sentido; el reconocimiento de la heterogenidad, de la multiplicidad del sentido, de la lucha por cerrar arbitrariamente la infinita semiosis más allá del sentido; el reconocimiento de textualidad y poder cultural, de la representación misma, como un lugar de poder y regulación; de lo simbólico como una fuente de identidad3.

Luego Hall hizo la siguiente declaración: Pongo el acento en lo "sucio" del juego semiótico, si así puede decirse. Intento sacar el proyecto de los cultural studies del aire puro de significado, textualidad y teoría para devolverlo a algo chocante, abyecto. Esto envuelve la difícil tarea de investigar algunos de los cambios de orientación teórica o momentos de los cultural studies2.

No es difícil percibir la ambivalencia de algunos de los enunciados, dentro del propósito autoreflexivo que anima la exposición de Hall. ¿A qué viene esa formulación acerca del

* Metáforas y estudios culturales fue redactado con destino al volumen de actas del Simposio internacional "New Perspectives in/on Latin America: The Challenge of Cultural Studies", organizado en Pittsburgh en 1998. Ha sido incluido también en el volumen recopilado por Sarah de Mojica con el título: Nuevas cartografías culturales para la América Latina (Wissenschaftlicher Verlag Berlin, 2000 ** Profesor titular de Culturas y Literaturas de América Latina en el Instituto Central de Latinoamericanística de la Universidad de Berlín

Es en esos términos como el proyecto de los cultural studies podía pretender, según la exposición de Hall, dar cuenta de fenómenos y procesos culturales contemporáneos de manera

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Stuart Hall, "Cultural Studies and its Theoretical Legacies", en L. Grossberg, C.Nelson & P. Treichler (Eds.), Cultural Studies. New York, London, Routledge, 1992, pág. 278. 2 Ibid., véase también L.Grossberg, "Identity and Cultural Studies: Is That All There Is?", en S.Hall & P. du Gay (Eds.), Questions of Cultural Identity, London, Thousand Oaks, New Delhi, Sage Publications, 1996, págs. 87-105. 3 Stuart Hall, "Cultural Studies…", pág. 283.

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más cabal que las descripciones sociológicas, etnológicas, y que las explicaciones de la economía, la antropología social, la crítica literaria o la teoría del arte acerca de aquellos, sin excluirlas. ¿Qué clase de desafío -y para qué instancias vienen constituyendo en América Latina los estudios culturales? ¿Cuáles son las nuevas perspectivas que vienen a ofrecer sobre la América Latina contemporánea, más allá de los resultados de las formas de análisis cultural que habrían practicado las disciplinas establecidas? La búsqueda de caminos para solucionar esos interrogantes parte aquí de dos premisas. A su escrutinio están dedicados los numerales siguientes (II y III). Su resultado es el loteo de un campo de trabajo, vinculado de manera directa con el tipo de cultura teórica propia de América Latina en la mayor parte del siglo que concluye, y con el debate actual de los cultural studies. Se trata del examen del instrumentario conceptual, hoy disponible, comenzando precisamente con algunas metáforas que, ante la defección del aparato conceptual tradicional frente a las nuevas prácticas culturales, han adquirido valor epistemológico. A partir de la comprobación del final del rechazo aporético de las metáforas en el análisis cultural se estudia entonces, en los apartes siguientes, el rendimiento de una metáfora clave. Esta resulta revestida en la actualidad de función conceptual, tanto para el desciframiento de las prácticas de apropiación y circulación cultural como en la representación de esos procesos en discursos específicos: hibridación, su genealogía (IV) y funcionamientos (V). II Premisa inicial: la desazón afectiva que despiertan todavía los estudios culturales, sentidos como provocación entre amplios sectores académicos e intelectuales en América Latina o que se ocupan de ella, no tiene que ver sólo con las problemáticas, campos de objetos, estrategias investigativas, estilos intelectuales asociados con ese proyecto. Ni tampoco depende de modo primordial de situaciones disciplinarias propiamente dichas. Me refiero, en el terreno de las humanidades, a la situación creada con el ascenso incontenible de los medios electrónicos, el ocaso de los intelectuales públicos, el fin del puesto hegemónico de la literatura frente a otras 4

Mabel Moraña (Ed.), Crítica cultural y teoría literaria latinoamericanas. Revista Iberoamericana, págs. 176-177, 1996; Carlos Rincón & Petra Schumm (Eds.), La crítica literaria hoy. Entre la crisis y los cambios: un nuevo escenario. Nuevo texto crítico, págs. 14-15,1995. 5 La reciente polémica chilena sobre el final de la sociología muestra la timidez del diagnóstico de Enrique Goneariz Morega & Jorge Vergara Estévez, La crisis teórica de la sociología latinoamericana. Una investigación-reflexión, Santiago de Chile, FNICT.

prácticas culturales, la pluralización abrumadora de las fuentes por considerar, la erosión y problematización de los cánones nacionales de las literaturas, la disolución de los límites de las disciplinas que tuvieron a su cargo la literatura o las artes plásticas4. Me refiero, en el caso de las ciencias sociales duras, a la manera como manejan desde hace años sus agobiantes crisis. Por una parte, a la imposibilidad en que se encuentra la sociología en sus formas empíricoanalítica, interpretativa y de análisis crítico, como pretendida ciencia social sistematizante y generalizadora, que excluyó de su enfoque de la modernización el estudio de la cultura, de salir del bloqueo que padece desde el final de la guerra fría; y mucho menos de recuperar, en el análisis del cambio social, político y cultural, el potencial crítico que jugó y perdió, al revelarse sus presupuestos no sólo insuficientes sino falsos5. Y a la manera, por otra parte, como la antropología, con su institucionalización latinoamericana en organismos y programas estatales volcados hacia la administración indigenista, no pudo seguir el camino marcado por críticas "radicales", formuladas desde 19736, para pasar al escrutinio de alteridades, relaciones y diferencias culturales, sino conformarse con el derrotero señalado también en ese momento por Claude Lévi-Strauss: la antropología no sobrevivira más que aceptando perecer para renacer bajo un nuevo aspecto (...) allí en donde las culturas indígenas tienden a desaparecer físicamente (...) la investigación se continuará de acuerdo con las vías tradicionales7. Con gran dificultad se concede hoy que a la antropología latinoamericana podría concernirle en algo, el doble punto de partida de la disciplina en su reorientación de acuerdo con la teoría de la significación: la quiebra de la autoridad etnográfica de la antropología cultural, y la consideración de las etnografíaslas representaciones de alteridad cultural producida por la escritura de los etnólogos- como textos8. Si el motivo principal de las reacciones afectivas no reside, empero, en rasgos adjudicables a los estudios culturales ni depende ante todo de situaciones de crisis disciplinarias conocidas, ¿Por qué puede pésibirselos con tanta desconfianza? Pienso es menester dirigirse más 6

Autocritique de la science (Jaubert & Lévi-Leblond), Le clair et l'obscure (Delfendahl), Le miroir de la production (Baudrillard). 7 Claude Lévi-Strauss, Anthropologie structurale deux, Paris, Plon, 1973, pág. 70. 8 James Clifford & Georges E. Markus (Eds.) Writing Cultur: the Poetics and Politics of ethnography, Berkeley, University of California Press, 1986, George E.Markus (Ed), Rereading Cultural Anthropology, Durham, London, Duke University Press, 1992.

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bien en otra dirección: considerar las predisposiciones intelectuales propiamente dichas. Son ellas tal vez las que dan ocasión a esas notorias reacciones afectivas, y por eso esta situación particular, compartida de manera amplia, puede constituirse en punto final de una historia. Que así resulta factible interrogar: la de una específica cultura teórica moderna surgida a partir de los años veinte como constitutiva de la modernidad periférica en América Latina. Desde el punto de vista de los estudios culturales, se puede comprobar entonces que ideologemas, discursos y estilos intelectuales propios de esa cultura teórica, han llegado al límite de su rendimiento cognoscitivo y político. III La segunda premisa tiene alcance estratégico. Sirve aquí para situar un propósito analítico: definirlo más como campo de trabajo que como tema. Para amojonar sus linderos es necesario referirse a la situación presente de los cultural studies-estudios culturales: al lado del afianzamiento de mitos fundadores, historias pías y propósitos de responder a la pregunta what is-qué son los estudios culturales9, se intenta asumir su debate interno y las críticas hechas desde el exterior, para retratar a los estudios culturales en el acto de reinventarse a sí mismos. El primer desarrollo puede especificarse a partir de las preguntas siguientes: 1, ¿Con qué concepto de cultura operan los cultural studies? 2, ¿Cómo definir su campo de estudios y qué actitud tienen ante los conflictos? 3, ¿A qué niveles de la actividad cultural se sitúan los intereses cognoscitivos y se definen sus métodos? Se le reconoce representatividad y pretensión programática al panorama propuesto por Cultural Studies as Critical Theory (1993). El concepto de cultura que se desprende de la argumentación desarrollada por Agger en ese libro, parte de un presupuesto básico: el rechazo de la estratificación cultural, de la oposición binaria high-low, dominante hasta hace unas décadas en el debate y en las investigaciones sobre cultura. Se trata, más propiamente, de la elaboración de un concepto expansivo y no sólo ampliado de cultura, en el viejo sentido antropológico de la diversidad cultural: la visión de la cultura como dimensión expresiva de la vida en común y serie de artefactos y símbolos empíricamente inventariable y clasificable. Determinada como modo de vida de pueblo, en

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Véase Tony Bennett, "Out in the open: reflections on the history and practice of cultural studies", en Cultural Studies 10, 1/1996, págs. 133 - 153.

la línea de Raymond Williams, la concepción de cultura de los cultural studies resulta por eso reacia a la idea de valores absolutos. De allí también la legitimación y politización - convertida por una tendencia "populista" en celebración - de la cultura popular producida industrialmente, que dejó así de ser considerada simple epifenómeno o vehículo ideológico de mistificación. En ese marco, el reconocimiento de la socialización de sus propias identidades a través de los medios y de las comunicaciones, pertenece a la autocomprensión tácita de quienes practican los cultural studies. (En últimas: "A mi me gusta más la Tv que la literatura") El fin de la idea de la cultura como sistema unitario, cerrado o fijo va emparejado con la consideración de la cultura como proceso, sujeto a dinámicas de surgimiento y renovación. Es por eso mismo que si, como lo consideraba hace casi dos décadas Hall, los cultural studies emergieron "as a distinctive problematic" a mediados de los años cincuenta, en el momento en que se disolvía la cultura tradicional de la English Working Class y despegaba una amplia expansión del sistema educativo inglés10, la investigación y la anticipación del conflicto les pertenece, tal como les fue inherente el concepto de clase. La idea de conflicto aparece regida, a su vez, por la concepción de las relaciones cara-a-cara o de las significaciones sociales como producto de las interacciones humanas. La generalidad de las manifestaciones de la vida social, ahora "culturalizadas", constituye su campo de interés, carente por eso de diferencias zonales. Producción, distribución y consumo, o en otros términos inserción, mediación y recepción de representaciones culturales, a todos sus niveles, resultan entonces susceptibles de abordajes interdisciplinarios, guiados por criterios epistemológicos que se proclaman relativistas y eclécticos. Por ello mismo John Fiske puede destacar este rechazo, como determinante para los cultural studies: producir o aceptar criterios para definir sus límites o su centro: el campo no está formalizado, su topografía se encuentra lejos de haberse fijado, de manera que dentro de él cualquier posición puede llegar a ocupar un espacio más elevado o más central que otras11.

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Stuart Hall, "Cultural studies - two paradigms", en T.Bennett, G.Martin, G.Mercer & J.Woollacott (Eds.), Culture, Ideology and Social Process, London, Open University Batsford, 1981, pág. 19. 11 John Fiske, "Down under cultural studies", en Cultural Studies 10, 2/1996, pág. 370.

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En cuanto a los intentos de balance, debe destacarse que los más ambiciosos tienen su punto de partida en el campo, acremente disputado, de los estudios de la comunicación. Se trata de aquél que, acoplado o como parte de una primera definición de subáreas de los cultural studies, galvanizó en los años ochenta el interés hacia éstos por parte de las fundaciones y las corporaciones dentro de su institucionalización en los Estados Unidos. El trazo de la crónica de la internacionalización transatlántica y transpacífica de una "academic enterprise" que ha llegado a los cuarenta años, ha permitido establecer divergencias en genealogías, presupuestos, categorías analíticas y, sobre todo, desarrollos cuyo desciframiento exige la consideración de procesos culturales y políticos particulares. Ya al simple nivel de las teorías y los métodos, un desarrollo como el inglés, que partió del rechazo del canon literario rígido de la great tradition cultivado en los estudios de F.R. Leavis y sus seguidores, para cumplir un recorrido que incluyó "fenomenología, etnometodología, el estructuralismo de LéviStrauss, Althusser, Gramsci, posmarxismo, psicoanálisis y otras líneas de la teoría literaria francesa, posmodernismo y, más recientemente, la política de identidad, poscolonialismo y posnacionalismo"12, muy poco puede coincidir con arqueologías e historias argentinas, peruanas, brasileñas o colombianas. En todo caso, se imponen en esos balances comprobaciones de diverso orden. De un lado, "es claro que la era de expansión de los cultural studies de la pasada década (de los ochenta) ha terminado" (XVIII), y que los "cultural studies se encuentran en estado de transición" (XXVI). Por otro, aunque el eje anglo-norteamericano tiene relevancia principal, se consigna respecto a su práctica en Australia y en América Latina, que "a mediados de los años noventa el hemisferio sur es el lugar de lo que se puede llamar emergent 'alternative' cultural studies" (XVII)13. Son tres las fuerzas principales que moverían actualmente a que se evalúe y se reinvente el proyecto de los cultural studies: La primera es la alta visibilidad de los cultural studies, la consecuencia de su avance internacional, institucionalización académica y colonización disciplinaria a través de la proliferación de asociaciones profesionales, conferencias, celebridades 12

Marjorie Ferguson & Peter Golding, "Cultural Studies and Changing Times: An Introduction", en M.Ferguson & P.Golding (Eds.), Cultural Studies in Question, Londres, Thousend Oaks, New Delhi, Sage Publications, 1997. 13 Acerca de los "emergent 'alternative' cultural studies" se remite, entre otros, a K.-M.Chen, 'Not yet the postcolonial era: the (super)nation-state and transnationalism of cultural studies: response to Ang and Stratton", en Cultural Studies 10, 1/1996, págs.17-70.

teóricas, revistas y textos. La segunda fuerza deriva de la inclinación de los estudios culturales hacia una pedagogía de infinita plasticidad, con intereses que incluyen, aparte de su propia historia, género y sexualidad, constitución de la nación e identidad nacional, colonialismo y poscolonialismo, raza y etnicidad, cultura popular y audiencias, ciencia y ecología, políticas de identidad, pedagogía, las políticas de estética y disciplinaridad, instituciones culturales, discurso y textualidad, lo mismo que "historia y cultura global en una época posmoderna"14. La tercera fuerza que empuja a los cultural studies a lo largo de la senda de la revisión, proviene directamente de la crítica externa15. Dentro de esa crítica externa, junto al lamento por parte de algunos sociólogos de lo poco que tiene que decir su disciplina acerca de la cultura y el arte, se incluye su preocupación por la preponderancia en los Estados Unidos de los enfoques sobre género, sexualidad y raza, en detrimento absoluto de las cuestiones clasistas. Ahora bien, más que las observaciones críticas de historiadores y psicólogos sociales, y del diferendo entre economía política y cultural studies, hay un desencuentro particular en su reciente trayectoria que merece ser tomado en cuenta. Los propósitos de hacer de la etnografía posmoderna "fuente de correctivos metodológicos" para los estudios sobre consumo de productos de los medios electrónicos, cristalizaron en el mismo momento en que se afirmó en antropología el abordaje textualista16. Es precisamente en este último punto, en la orientación proporcionada por textualismo, estrategias discursivas, prácticas significantes, narrativas y metáforas, representación y significaciones polisémicas, en donde parece residir el núcleo de los debates internos. Crítica externa y debate interno coinciden entonces, por una parte, en el enfoque sobre cuestiones relativas a la dimensión política de los cultural studies y, por otra, sobre problemas de método, motivación y significado. La crítica a los enfoques 'populistas' de las relaciones entre cultura y poder, desplegados en el análisis de los medios masivos y el consumo cultural, no se contenta con considerarlos políticamente

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Grossberg et. al., 'Cultural Studies: An...” págs. 18- 22. Ferguson y Golding, "Cultural Studies in...” XIII. 16 Véase David Morley, "Theoretical Orthodoxies: Textualism, Constructivism and the "New Ethnography" in Cultural Studies", en Ferguson et al., Cultural Studies in ..., págs. 128137. 15

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problemáticos. Darían ocasión, inclusive, a que los cultural studies se vean en dificultades de legitimación, por la adopción de un modelo de política contemporánea ajustado a la lógica del capitalismo y, de manera más fundamental, por su "irónico retiro de la política per se". (XXIV) Otros señalamientos, en particular sobre la pérdida de energía e innovación, están vinculados obviamente a la institucionalización de su campo de trabajo. Por otra parte, en estrecha relación con la revisión de lo que se critica como insuficiencias en el análisis de las relaciones entre placer, resistencia y poder, entre lo popular-masivo y lo político, se encuentra la coincidencia en la revisión de cuestiones de método propiamente dichas. Se la intenta no a nombre de una pretensión sistemática general sino, más bien, de exigencias de rigor que tienen una valencia precisa: la cuestión del textualismo no es técnica, filosófica o de lógica interna de un programa investigativo sino, simplemente, política. Las críticas, basadas sobre argumentos epistemológicos, pueden resumirse como sigue: 1, con el textualismo, las actividades culturales resultan transformadas en textos que debe leerse, en lugar de ser consideradas en términos de "instituciones o actos por analizar"; 2, los trabajos inspirados por el textualismo presentan un elevado grado de "teoricismo" anti-empirista que les resta utilidad y mérito; 3, el textualismo ha acarreado "una forma de análisis altamente dependiente de metáforas". En su argumentación a propósito de este último punto, Ferguson y Golding manifiestan: Ahora bien, como Hall nos recuerda, "las metáforas son algo muy serio. Afectan nuestra práctica"17. Pero la metáfora, como segundo orden construido, sin el cual ninguna forma de análisis es posible, es diferente de la metáfora por mero gusto, la sugestiva semejanza de realidad pero no su construcción analítica (...) Ciertamente, el uso de metáforas físicas y temporales es siempre apabullante; las infinitas dificultades acarreadas con la contradictoria adopción y exposición de la noción de esfera pública, de Habermas, es un caso que sirve de ejemplo. El análisis con metáforas plantea excepcionales problemas dentro de los cultural studies, precisamente por dejarse llevar de manera inquietante hacia el teoricismo e idealismo antes anotados18.

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Grossberg et. al., 'Cultural Studies: An...” pág. 282. Ferguson y Golding, "Cultural Studies in...", XXII. 19 A manera de contrapunto, ver John Stratton & Ien Ang, "On the Impossibility of a Global Cultural Study: 'British' 18

La necesidad de encontrar explicación a reacciones de rechazo y bloqueo para la recepción de los estudios culturales en América Latina, condujo a proponer una primera hipótesis sobre predisposiciones intelectuales unidas a la tradición de la cultura teórica, constituida dentro de la trayectoria y el perfil que adquiere la modernidad periférica de las sociedades latinoamericanas. Sin embargo, la formulación de esa hipótesis apenas abre la posible respuesta. Es necesario establecer qué predisposiciones están en juego, es decir, cuáles llevan a esos efectos contraproducentes. Pues tal como no se trata simplemente, en esos rechazos, de repetir la objeción según la cual los estudios culturales serían sólo una nueva moda académica importada, ni de las consecuencias prácticas que conlleva en la vida universitaria y su administración el desafío teórico de los estudios culturales19, lo determinante no podría ser tampoco la reserva ante el recurso, en la determinación de procesos y fenómenos culturales, a la translación figurada de sentido ni al pensamiento por imágenes valorativas. Rasgo dominante de esa cultura teórica latinoamericana ha sido, precisamente, su basamento en metáforas para determinar, en la intersección de una serie de prácticas discursivas, su concepto de cultura, teorizar sujeto e identidad, o construir el cuerpo y la nación. El propósito de hacer del análisis de las metáforas epistemológicas un campo de trabajo, como parte de una fase de reflexión intensiva de investigación básica, paralela a las ofertas de innovación extensiva de los estudios culturales, implica poner en cuestión una reducción hermenéutica del trabajo interpretativo. Su asimilación a la práctica de la identificación y transmisión de sentido cede el paso a los interrogantes sobre las condiciones de posibilidad de sentido y las condiciones sensibles de la percepción. Por otra parte, tal campo de trabajo gana atención por dos razones. En primer lugar, con su examen se puede establecer por qué ha dejado de funcionar la semejanza, asumida largamente como identidad imaginaria, en metáforas que hasta hace poco representaron papel paradigmático, para producir complejas edificaciones conceptuales, adelantadas por las prácticas discursivas en que se basaban las articulaciones del saber sobre las culturas latinoamericanas. Hasta el punto, por ejemplo, que "el concepto de mestizaje" resulta

Cultural Studies in an 'International Frame'", en D.Morley & Kuan-Hsing Chen (Eds.), Stuart Hall: Critical Dialogues in Cultural Studies, London, New York, Routledge, 1996, págs. 361-191.

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hoy para Antonio Cornejo Polar, "el que falsifica de una manera más drástica la condición de nuestra cultura y literatura"20. En segundo lugar, se da así la posibilidad de enfocar en estadio emergente los fenómenos y procesos culturales que se plasman y toman forma con ayuda de esas nuevas metáforas. Porque en la fase de sedimentación cognoscitiva en que se encuentran, a la vez que movilizan un potencial imaginario que estimula la creatividad discursiva, su eficacia para describir y dar cuenta del carácter y complejidad del cambio global actual, reside en designar procesos más que en fijar resultados. Quedan por definir principios de elección, nivel de análisis y elementos que serían de relieve, y métodos propiamente dichos. Para esto debe tenerse en cuenta que en el curso de los años ochenta pasó a primer plano, en distintos terrenos del análisis cultural, la pregunta por las formas de apropiación y circulación de cultura. No tiene por qué extrañar que muchos de los nuevos planteamientos provengan de lo que fue el mundo colonial o de su estudio. Durante mucho tiempo, los problemas de la apropiación cultural sólo tuvieron papel secundario en la ciencia de los países industrializados. Allí en cambio, en donde los problemas de la colonización cultural pertenecen a las interrogaciones centrales de las ciencias humanas y sociales, ha tenido lugar un salto adelante en el conocimiento, que ha dado también nuevos impulsos en Europa y Norteamérica. Las perspectivas de la apropiación y la circulación pueden entonces proporcionar un criterio para la selección de las metáforas por estudiar. Perspectivas arqueológicas y genealógicas, de historia de los conceptos, e historia de la cultura y de la imaginación científica tal vez sean pertinentes para este tipo de investigación.

procesos de control discursivo para el despliegue sin problemas de esta narrativa identitaria, permiten conectarla con aquellos que movieron, todavía hasta llegados los años ochenta, a subrayar la absoluta especificidad de América Latina, en que seguían insistiendo los cientistas sociales. Esa fijación, inclusive en medio del desconcierto detonado entonces entre los intelectuales, y de transiciones y procesos de redemocratización, tuvo conocidos resultados paradójicos: se ignoró toda la fase norteamericana del debate sobre el posmodernismo, en el sentido tipológico del término, incluidos no sólo el debate en arquitectura o artes visuales sino también el triple papel determinante que tuvieron en ella metaficciones como las de García Márquez y Borges; se desconoció hasta entrados los noventa el análisis del discurso colonial, con todo lo que hay de metafórico en la posición poscolonial; no se incluyó en la agenda latinoamericana de asuntos culturales el imperativo de la conexión en red21. De manera más general, en su conferencia inaugural del Simposio "Celebraciones y lecturas: La crítica literaria en América Latina", realizado en Berlín a fines de 1991, Jean Franco había precisado: Para mí, es evidente que la crítica literaria tradicional no nos proporciona el lenguaje ni el método para hablar de la contemporaneidad. Por esto ha sido necesario crear otro espacio. (...) A pesar de los distintos enfoques y objetivos de investigadores latinoamericanos y norteamericanos (no puedo por razones obvias hablar de la investigación europea), veo que los estudios culturales forman una importante zona de contacto que va a permitir la exploración de algunos problemas teóricos que a mi parecer no se han abordado todavía en forma adecuada. Uno de estos problemas es el estatuto de excepcionalidad que ocupa América Latina en casi todos los debates contemporáneos - sobre la posmodernidad, por ejemplo, sobre el poscolonialismo, y sobre el feminismo22.

IV

Destacar en el caso latinoamericano la doble genealogía que tiene la metáfora de la hibridación dentro del debate teórico-cultural contemporáneo, obliga a relacionar las predisposiciones intelectuales de nuestra cultura teórica, con los procedimientos con que desde los años veinte fue controlada la producción, selección, organización y redistribución del discurso americanista que articuló la metanarrativa eufórica del mestizaje. Pues los

En lo que toca a la metáfora hibridación, se ha señalado que "tanto en el siglo XIX como a finales del siglo XX, Hybridity ha sido un tema clave del debate cultural"23. Con estos términos Robert Y.C.Young adopta un motto que lo

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Antonio Cornejo Polar, "Mestizaje e hibridez: los riesgos de las metáforas. Apuntes", en Revista de crítica literaria latinoamericana 24, 47/1998, pág.7. 21 Véase Carlos Rincón, Mapas y pliegues. Ensayos de cartografía cultural y de lectura del Neobarroco, Santafé de Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1996, págs. 101-109.

Jean Franco, "El ocaso de la vanguardia y el auge de la crítica", en Rincón y P.Schumm, Crítica literaria hoy..., págs. 19- 20. 23 Robert J.C.Young, Colonial Desire. Hybridity in Theory, Culture and Race, London, New York, Routledge, 1995, pág. 6.

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autoriza para proceder a pasar revista a tres estadios de la cuestión de la hibridación, antes de dedicarse a trazar su genealogía histórica - el tema de su libro -, desde los orígenes biológicos y botánicos del término. La forma como se conceptualiza y la clase de elementos que se transfieren, las posibilidades y límites del concepto de Hybridity pasan, después de las teorías acerca de la herencia de Mendel, por estas fases: 1, aquélla en donde se lo incluyen en el siglo XIX dentro de ideologías raciales y debates sobre fertilidad de las uniones interraciales, desarrollados por monogenistas y poligenistas, en el momento de la expansión colonial; cuando esas ideologías dejan de ser viables al aceptarse en el siglo XX el principio de la evolución, la teorías racistas asumen sus argumentos para explayarlos en el tratamiento sexualizado del tema de la atracción y la aversión entre las razas; 2, el desarrollo desde los años treinta en los trabajos de Michael Bajtin, divulgados en Occidente apenas en los setenta, de un modelo que incluye dos formas de 'linguistic hybridity', la una orgánica y la otra intencional, paradigma de decisivo alcance para el análisis de las interacciones culturales; 3, desde comienzos de los ochenta, "the Cultural Politics of Hybridity", al trasladar Homi K.Bhabha a la situación colonial, la subversión de la autoridad como dimensión social concreta de la hibridación lingüística que estableció Bajtin, para redefinir Hybridity como "problema de representación e individualización colonial". La hibridación del discurso colonial invierte las estructuras de dominación y como forma - o estrategia - de la diferencia cultural produce, según Bhabha, con el nomadizarse de las culturas, "una radical heterogeneidad, discontinuidad, la permanente revolución de las formas"24.

cotidiana. Se la utiliza para descifrar como construcciones heterogéneas, en donde los códigos se cruzan sin producir mezcla y de acuerdo con innovativas estrategias e intereses, lo mismo modos de composición, tratamiento de materiales, los agenciamientos de formas de significación y posiciones de sujeto, que los espacios del trabajo artístico. Cuando al acercarse los ochenta comienzan a proliferar las teorías complejas sobre el posmodernismo, dándole al término un nuevo sentido de la época que se agregó al tipológico que ya presentaba, críticos como Ihab Hassan pueden hacer por eso de Hybridity uno de los aspectos definitorios de la posmodernidad, de sus "intermanencias"25. En sentido semejante, del otro lado del Atlántico, Wolfgang Welsch invoca a propósito de la Hybridbildung, que es para él una de las líneas de fuerza en el panorama de die Postmoderne, consideraciones de Lyotard al final de La condition postmoderne, para destacar la diferencia entre lo moderno y la experiencia posmoderna de la codificación múltiple26. Finalmente, dentro del ámbito de los cultural studies, Simon During muestra en la introducción de su Reader el desarrollo que lleva, a partir del uso del término técnico "polisemia" por parte del "estructuralismo político-psicoanalítico", al concepto de Hybridity, desprendido de él. Son sus mutuas limitaciones lo que subraya: mientras polisemia se refiere a signos aislados, Hybridity no explica cómo "textos o significantes particulares están, en parte, ordenados por intereses materiales y relaciones de poder"27. V

Debe retenerse, además, en cuanto a conceptualización y posibilidades analíticas de Hybridity, que haciendo eco a los planteamientos de Bajtin, apoyándose en la semiótica o en métodos del postestructuralismo considerados a su vez "híbridos", Hybridity se tornó en una categoría corriente desde los años sesenta dentro del debate internacional sobre la arquitectura posmoderna, y en los setenta, en los Estados Unidos, en la crítica de arte posmodernista y en los trabajos de los analistas de los medios masivos electrónicos y la vida

"Apropiación", según señalaba Coco Fusco en su contribución al catálogo de la Whitney Biennial en 1993, fue la buzzword favorita de la élite artística de los ochenta, entendida en términos de pastiche y de desarrollo de la línea de prácticas Duchamp-Warhol. Al relacionar la apropiación como estrategia artística con implicaciones históricas y políticas de violencia simbólica, la cuestión tuvo una primera especificación. El concepto de apropiación designa hoy ante todo un tipo de actividad que precede a la problemática del sujeto y del signo. El empleo del concepto de hibridación para designar situaciones de apropiación cultural, y fenómenos y procesos culturales tan disímiles como los reseñados, hace necesaria entonces, si se quieren alcanzar certezas comparativas

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Homi K.Bhaba, "The Commitment to Theory", en New Formations, 5/1988, pág. 13. 25 Ihab Hassan, "Pluralismus in der Postmoderne" (1985), en D.Kamper & W.van Reijen (Eds.), Die unvollendete Vernunft: Moderne versus Postmoderne, Frankfurt am Main Suhrkamp Verlag, 1987, pág. 162.

Wolfgang Welsch, Unserepostmoderne Moderne, Weinheim CH, Acta Humaniora, 1987, págs. 322 -325. 27 Simon During, "Introduction", en S.During (Ed.), The Cultural Studies Reader, London, New York, Routledge, 1993, pág.7.

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la referencia a los discursos y paradigmas que determinan en cada caso su funcionamiento. En el caso latinoamericano la metáfora de la hibridación está incluida dentro del paradigma de la heterogeneidad cultural28, en una de sus dos vertientes. Heterogeneidad es, en los estudios literarios en América Latina, una metáfora que ya había olvidado su procedencia desde la química cuando la tomaron, a finales de los setenta, del discurso económico de la teoría de la dependencia. En aquél, la heterogeneidad estructural constituía, como característica negativa de las formaciones económico-sociales latinoamericanas, un obstáculo para el crecimiento socio-económico y el desarrollo político democrático. Hay, por lo tanto, dos líneas dentro de la situación teórica de los años setenta, que Cornejo Polar consiguió asumir y reorientar. Una que había sido subterráneamente unificadora, centrada en la problemática del paso de una formación económico-social a otra, en las cuestiones teóricas del salto cualitativo, la continuidad y la ruptura revolucionaria, que había conducido al estado de elaboración que consiguió alcanzar el modelo lógico de la teoría de la dependencia. Dentro de esa línea, en análisis que por ser económicos pretendían ser también sociales y políticos, "la heterogeneidad económica" o la "cultural y racial", como un "factor aislado" equiparable a otros tales como "el tradicionalismo de los campesinos", "la sobrepoblación", "la falta de recursos", formaba parte de juicios de valor acerca de las formaciones económico-sociales latinoamericanas. En la otra, desarrollada por el ensayismo literario, se seguía celebrando como específicas de América Latina las situaciones de articulación y contacto intercultural, dejadas de lado por la visión en compartimentos estancos de las ciencias sociales, bajo los rótulos del realismo mágico y el (neo) barroco americano. En una conferencia de 1975, editada en 1981, Alejo Carpentier volvía a recorrer así toda la claviatura: "América, continente de simbiosis, de mutaciones, de vibraciones, de mestizajes, fue barroca desde siempre"29.

Con la formulación y operacionalización en 1978 de su hipótesis sobre las "literaturas heterogéneas", Cornejo Polar consiguió construir un modelo estructural que incluyó diversos niveles sociológicos -contexto social de producción, mundo temático referencial, condiciones étnico-sociales de recepción- de dos subsistemas literarios en el Perú30. El complejo tejido de experiencias políticas y de reflexiones teóricas en que se formó el pensamiento de José Carlos Mariátegui, ya lo había llevado en los veinte a considerar las culturas andinas bajo el aspecto de la "pluralidad inorgánica". Cabe afirmar que ese organicismo negativo se oponía a la visión, tocada de utopismo, del paradigma de la mezcla biológica - y, por extensión, cultural - que con la Revolución mexicana postulaba la superación de las oposiciones en lo mestizo como síntesis trascendente. En tiempos en que frente al uso unilateral e ideológico de la categoría omnicomprensiva de totalidad sólo parecía posible renunciar a ella, en favor de una especie de interpretación empirista del marxismo, Cornejo Polar buscó unir el problema de la objetividad epistemológica con el de la especificidad histórica. Con ayuda de la idea de totalidad contradictoria, inspirada por Lire le Capital, pudo seguir afirmando lo nacional como sistema cerrado de relaciones, al mismo tiempo que reivindicó la no reconciliación de lo diverso en la coexistencia de diferentes subsistemas literarios dentro de la literatura nacional peruana. La idea de totalidad histórica presuponía lo lineal, la homogeneidad y la continuidad de un proceso histórico que lo abarcaba todo, y de un sujeto que proporcionaba esa unidad. Su rechazo conllevó la imagen de un campo abierto de lo socio-histórico, en donde se entrecruzan una multiplicidad de formas de praxis. Cada una de ellas posee temporalidad propia, muestra tendencias dinámicas o estáticas y alcanza efectos diferentes. Al cabo de una década, la utilidad y pertinencia de la problemática de las literaturas heterogéneas había de conducir no sólo a detalladas descripciones de las formas y mecanismos de hibridación textual, que se dan dentro de complejas redes de discursos y medios lingüísticos bajo condiciones comunicacionales de asimetría. Llevó a probar también que es posible su teorización semióticocultural31.

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La novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo y otros ensayos, México, Madrid, Siglo XXI, 1981, pág. 123. 30 Antonio Cornejo Polar, "El indigenismo y las literaturas heterogéneas su doble estatuto socio-cultural", en Revista de crítica literaria latinoamericana, 7-8/1978, págs. 7-22. Véase el dossier preparado por John Kraniauskas, "From the Archive: Introduction to Antonio Cornejo Polar (1936-1997)", en Travesía. Journal of Latin American Cultural Studies, 7, 1/1998, págs.13-38. 31 Es esta, en particular, la línea investigativa desarrollada por Martin Lienhard. Véase "Las huellas de las culturas indígenas o mestizas-arcáicas en la literatura escrita de Hispanoamérica", en José M.López de Abadía (Ed.),

La bibliografía analítica sobre el tema preparada por Birgit Scharlau, Mark Münzel & Karsten Garscha se titula Kulturelle Heterogeneität in Lateinamerika. Bibliographie mit Kommentaren, Tübingen, Gunter Narr Verlag, 1991. Consultar también Claudius Armbruster & Karin Hopfe (Eds.), Horizont-Verschiebungen. Interkulturelles Verstehen und Heterogeneität in der Romania. Festschriftfür Karsten Garscha, Tübingen, Gunter Narr Verlag, 1998, y el subcapítulo "Konzeptionen kultureller Heterogeneität", en Reinhold Görling, Heterotopia. Lektüren einer interkulturellen Literaturwissenschaft, Munich, Wilhelm Fink Verlag, 1997, págs.159-168. 29 Alejo Carpentier, "Lo barroco y lo real maravilloso", en

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En la segunda vertiente de reflexión sobre la heterogeneidad, inaugurada por Carlos Monsiváis en 1978 con sus análisis de prácticas cotidianas de la cultura popular32, que detonaron el decisivo debate sobre el tópico, se precisó su campo semántico. Además de la transformación epistemológica de las historizaciones y narrativizaciones tradicionales de la cultura popular, y de las posibilidades de modalización temporal que introdujo en su consideración, Monsiváis desarrolló de manera simultánea una forma innovadora de práctica crítica, susceptible de captar las nuevas heterogeneidades. Sobre su recopilación de crónicas aparecida en 1981, Jean Franco ha escrito: El reto es cómo tomar en cuenta las relaciones cada vez más complejas entre la recepción y circulación de los bienes simbólicos a nivel transnacional, nacional y regional, cómo abarcar una cultura que hoy en día no es solamente transnacional o nacional sino también regional y local. (...) No se trata de defender una identidad supuestamente pura sino, por el contrario, investigar las nuevas formas de cultura que constituyen las múltiples identidades de nuestro tiempo. (...) Ejemplar en este sentido es el libro de Carlos Monsiváis Escenas de pudor y liviandad, un verdadero tratado sobre el gusto y sobre la formación de identidades culturales en el fluctuante panorama transnacional. El laberinto de la soledad se ha convertido en el laberinto de la ciudad, lugar de culturas que chocan, que se defienden y se inventan. Lo que demuestra el libro de Monsiváis es la distancia entre la crítica académica y la cultura emergente. Propone implícitamente otra forma de crítica que necesita la inmersión que difícilmente se puede practicar en las instituciones académicas actuales. Por eso el auge de la crítica tiene que terminar en la autorreflexión y en la transformación de esas instituciones demasiado arcaicas para adaptarse a esa cultura que se les escapa33.

con la crisis financiera de 1982, de todos los proyectos nacionales de desarrollo económicosocial intentados en el subcontinente durante medio siglo, se evidenció en dos debilidades inherentes a los modelos y estrategias socioculturales diseñados para el cambio, que propuso en 1987 una ambiciosa recopilación34. La primera se derivaba de la ineficacia analítica de las tesis dependentistas, dentro de la nueva etapa del proceso de globalización, de cuyas dinámicas no conseguían dar cuenta. La segunda resultaba constitutiva de la forma coyuntural con que esas disciplinas intentaron recobrar actualidad hacia esa fecha, adoptando una perspectiva -la cuestión de la cultura-, y abordando una problemática -el carácter de la modernidad latinoamericana-, que les habían sido del todo ajenas. Por el contrario, una de las contribuciones que apuntó en otra dirección, la de José Joaquín Brunner, se apoyó en análisis posmodernos de la vida cotidiana. Su principal interés residía en haber demostrado que las dimensiones de espacio y tiempo, supuestamente metahistóricas, se hallaban en movimiento desde hacía mucho. A partir de textos de Monsiváis, Brunner hizo coincidir y calcarse heterogeneidad y postmodernismo: La noción de heterogeneidad cultural (...) nos refiere más directamente a una suerte de posmodernismo regional avant la lettre. (...) Heterogeneidad cultural significa, en fin, algo bien distinto que culturas diversas (...) de etnias, clases, grupos o regiones o que mera superposición de culturas, hayan estas encontrado o no una forma de sintetizarse. Significa, directamente, participación segmentada y diferencial en un mercado internacional de mensajes que "penetra" por todos lados y de maneras inesperadas el entramado local de la cultura, llevando a una verdadera implosión de sentidos consumidos/producidos/reproducidos y a la consiguiente desestructuración de representaciones colectivas, fallas de identidad, anhelos de identificación, confusión de horizontes temporales, parálisis de la imaginación creadora, pérdida de utopías, atomización de la memoria local, obsolencia de tradiciones35.

La peculiaridad de la situación de las ciencias sociales latinoamericanas después de la quiebra,

Perspectivas de comprensión y explicación de la narrativa latinoamericana, Bellinzona, Casagrande, 1982, págs.79-93; "La épica incaica en tres textos coloniales (Juan de Betanzos, Titu Cusi Yupanqui, el Ollantay)", enLexis 9,1/1985, págs. 61-86; "Pachacuty Taki: canto y poesía quechua de la transformación del mundo", en Religiosidad Andina. Allpachis Phuturinga, 31-32/1988, págs. 165-198; La voz y la huella. Escritura y conflicto étnico-social en América Latina (1492-1988), Hannover, Conn, Ediciones del Norte, 1991. 32 Carlos Monsiváis, "Notas sobre la cultura popular en México", enLatin American Perspectives, 1/1978, págs. 98118.

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Jean Franco, "El ocaso...", págs. 20-21. Gonzalo Martner (Ed.), Diseños para el cambio. Modelos socio-culturales, Caracas Editorial Nueva Sociedad, 1987. Las dos secciones en que se divide el libro se titulan I. Los modelos socioculturales del desarrollo latinoamericano y II. Estrategias alternativas para el desarrollo de América Latina. En la primera está incluido el artículo de José Joaquín Brunner, "Los debates sobre la modernidad y el futuro de América Latina" (págs. 73-116). 34

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Esa problemática de la heterogeneidad cultural encontró una nueva inflexión en los trabajos de Néstor García Canclini, cuando éste circunscribió en 1989 el campo semántico de la hibridación, a partir casi de una sinonimia basada en la idea de mezcla: Se encontrarán ocasionales menciones de los términos sincretismo, mestizaje y otros empleados para designar procesos de hibridación. (...) prefiero este último porque abarca diversas mezclas interculturales - no sólo las raciales a las que suele limitarse 'mestizaje' - y porque permite incluir las formas modernas de hibridación mejor que 'sincretismo', fórmula referida casi siempre a fusiones religiosas o de movimientos simbólicos tradicionales36. A la vez que con su punto de partida dejó abierto el contacto con el discurso de la mezcla, García Canclini enfocó la "heterogeneidad multitemporal", decisión preferencial que coincide sólo en parte con el interés de los estudios académicos modernos en privilegiar el tiempo por encima del espacio. A propósito de los bosquejos conceptuales del "espacio posmoderno" y el "tiempo posmoderno" Hans Ulrich Gumbrecht ha señalado que indican en primer lugar, y sobre todo, "la insuficiencia de nuestras categorías de descripción"37. Ahora bien, precisamente la doble opción indicada le permitió a García Canclini emplear en su libro, guiado por un interés cognoscitivo de orden antropológico y tipo hermenéutico, la metáfora de la hibridación como categoría descriptiva asumida por las ciencias sociales duras, aunque son las posibilidades de combinaciones binarias, y no las multipolaridades establecidas en análisis posmodernos, las que reclaman preferentemente su atención. El precio que pagó para realizar su inventario de formas fenoménicas de lo híbrido: no abordar la cuestión de la fase actual de la globalización, en donde categorías estáticas como campo cultural y capital cultural resultan desplazadas por la noción de flujos de capital multicultural; no reparar en que la problemática de la heterogeneidad cultural no resulta simplemente convertida en la de la 35

José Joaquin Brunner, Un espejo trizado. Ensayos sobre cultura y políticas culturales, Santiago de Chile, FLACSO, 1988, pág. 218; más perentorio, Norbert Lechner formulaba esta tesis "La postmodernidad consiste en asumir la heterogeneidad social como valor e interrogarnos por su articulación como orden colectivo" ("Un desencanto llamado posmodernidad", en Punto de vista, 33/1988, pág. 30). 36 Néstor García Canclini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Editorial Grijalbo, 1989. 37 Hans Ulrich Gumbrecht, "nachMODERNE ZEITENräume", en R.Weimann & H.U.Gumbrecht (Eds.), Postmoderne - globale Differenz, Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 1991, pág. 62. 38 Se trata del debate documentado en Travesía. Journal of Latin American Cultural Studies 1, 2/1992, págs. 124-170, con

heterogeneidad multicultural sino que ha sido resituada por la cuestión de la diferencia cultural; hacer reductible la noción de desterritorialización a un préstamo léxico aplicado a la relación antropológica identidad-espacio, de modo que no funciona como en L'Anti-Oedipe (1972), dentro una teoría general de la sociedad capitalista. Por otra parte, en un momento en que las relaciones económicas, políticas y culturales de América Latina con los Estados Unidos comenzaban a hacerse más cercanas que nunca, quedaron sin paralelizarse las descripciones de los modos de manifestación de lo híbrido, con la fase culminante de un debate norteamericano que venía desenvolviéndose desde los años sesenta, dentro de la que se intentó redefinir a los Estados Unidos como sociedad multicultural. Algunas de las contribuciones de más interés en la discusión sobre Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad38, supieron destacar rasgos significativos de su proyecto: la búsqueda de un método interdisciplinario, a partir de las ciencias sociales, para describir los nuevos fenómenos, como razón de ser del libro en cuanto balance del trabajo de aquellas en los años ochenta (Jean Franco); el nuevo planteamiento de los problemas como su mérito principal (Petra Schumm); la localización de las formas de hibridación inventariadas como una de las varias dinámicas actuantes en las actuales culturas urbanas, cuando se las considera desde un punto de vista antropológico (Jesús Martín-Barbero). Conviene subrayar, además, una peculiaridad de la discusión en Alemania: incluyó la preocupación por la proveniencia de los materiales teóricos empleados y tomó como punto de referencia las teorizaciones ya existentes sobre hibridación. Por eso no sólo el recurso a Bajtin y a Tzvetan Todorov, quien acuñó en 1986 el término "cultures hybrides": La interacción constante de las culturas desemboca en la formación de culturas híbridas, mestizas, creolizadas, y esto a todas las escalas: desde los escritores bilingües, pasando por las metrópolis cosmopolitas, hasta los Estados pluriculturales39.

contribuciones de Mirko Lauer, Jean Franco, John Kraniauskas, Gerald Martin, Jesús Martín-Barbero y Néstor García Canclini, y de las exposiciones incluídas en Birgit Scharlau (Ed.), Lateinamerika denken. Kulturtheoretische Grenzgänge zwischen Moderne und Postmoderne, Tübingen, Gunter Narr Verlag, 1994, entre otras las de Carlos Rincón, Irina Busch, Ottmar Ette, y sobre todo, Petra Schumm ("Mestizaje und culturas híbridas kulturtheoretische Konzepte im Vergleich", págs. 59-80). Gerald Martin anotó que se trata de un libro no con uno sino "con dos títulos" (pág. 152). 39 Tzvetan Todorov, "Le croisement des cultures", en Le croisement des cultures. Communications, 43/1986, pág. 20.

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Sobretodo, la inclusión de la manera cómo la teoría poscolonial ha venido descifrando con esa metáfora-concepto, a partir de las elaboraciones propuestas por Bhabha, experiencias de representación, resistencia, migración, diferencia, raza, género, lugar, posición, desplazamiento y sujeto40. Después de haber revisado la cuestión de la alteridad y los estereotipos racistas coloniales apoyándose en el modelo psicoanalítico del fetichismo, Bhabha llegó por un camino nuevo, que resultó fundamental, a preguntas y respuestas nuevas. Con los conceptos de hibridación, mimicri y paranoia pasó a analizar las condiciones del discurso colonial, y la naturaleza performativa de las identidades diferenciales, para hacer de la hibridación, desde la perspectiva teórica del análisis del discurso, un proceso de enunciación performativa41. El efecto del poder colonial es la producción de hibridación, la resistencia se hace discernible cuando textos y discursos son hibridizados en el contexto de otras culturas: la hibridación está en el lugar de enunciación y en el de destino, el Otro en el Mismo. Por lo menos tres formas de border identities -o de identidades subalternas que existirán en un entre dos identidades-, además de las identidades diaspóricas, toman así contornos. Están unidas a las imágenes de un third space, de lo liminal (umbral, límite), y del border-crossing. En su contribución más temprana sobre el tema, la ponencia de 1983 "Signs Taken for Wonders: Questions of Ambivalence and Authority under a Tree Outside Delhi, May 1817", Bhabha había propuesto esta definición inicial de hibridación: Hibridación (...) no es un término que resuelve la tensión entre dos culturas (...) en un juego dialéctico de 'reorientación' (...): espejamiento colonial, doble inscripción, no produce un espejo en donde lo Mismo se capta a si mismo; es siempre la pantalla trizada del Mismo y su doble, el híbrido. Esta metáfora viene muy al caso porque sugiere que la hibridación colonial no es un problema de genealogía o identidad entre dos diferentes culturas que puede ser resuelto como una cuestión de relativismo cultural. Hibridación es una problemática de representación e individualización colonial que invierte los efectos de la desaprobación colonialista, de manera que los otros

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Véase por ejemplo, Ian Chambers & Lidia Curti (Eds.), The Post-Colonial Question. Common Skies, DividedHorizons, London, New York, Roudledge, 1996. 41 Robert Young, White Mythologies, Writing History and the West, London, New York, Roudledge, 1990, pág. 150.

saberes 'denegados' ingresan en el discurso dominante y zapan las bases de su autoridad - sus reglas de reconocimiento42. Las intervenciones de Bhabha están orientadas por la cuestión de la diferencia cultural -"el proceso de la enunciación de cultura como 'cognoscente', autoritativa, adecuada para la construcción de sistemas de identidad"- y no por la diversidad cultural, que da lugar, según señala, a las "nociones liberales de multiculturalismo, intercambio cultural o la cultura de la humanidad"43. Desde esta posición reelaboró las metáforas postestructuralistas del texto, la disyunción temporal y la diseminación del sentido, aplicadas a la cultura. El análisis de las condiciones institucionales y estructurales de la producción de sentido y las posicionalidades siempre en flujo, le permitió así considerar la hibridación con relación al espacio y al poder coloniales, las comunidades imaginadas y el tiempo de la nación, una amplia gama de estéticas y una serie de textos literarios ejemplares. Sobre las teorizaciones realizadas por Bhabha a partir de algunos de esos textos, Kwame Anthony Appiah observaba: "La hibridación literal de una Morrison o un Rushdie autores que discute y admira - proporciona un modelo para la hibridación figurativa de toda cultura en una era de globalización"44. Si los fenómenos que sellan la época actual y sus culturas son la computarización del mundo y la manipulación genética junto con el clonaje, ¿no resulta absolutamente anacrónica una metáfora proveniente de la doctrina decimonónica de la herencia para pretender discifrarlos? Esta objeción de principio corresponde a uno de los polos de la crítica. Las dudas sobre la relevancia cognoscitivo-analítica de hibridación, entendida como simple proceso de cruce, así dependa de las dislocaciones y articulaciones entre lo tradicional y lo moderno, de la dimensión interactiva de la producción y circulación de bienes culturales en sus relaciones con la economía, o de la matriz reestructuradora constituida por las tecnologías mediáticas electrónicas, resultan plausibles, mientras su significación siga reducida al de síntomas del postmodernismo avant la lettre de América Latina.

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Homi K.Bhabha, TheLocation of Culture, London, New York, Routledge, 1994, pág. 114. 43 Ibid, pág. 34. 44 Kwame Anthony Appiah, "Cultural Studies. The hybrid age?” en Times Literary Suplement, London, 27-V-1994.

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En el otro polo, hasta situarse en el límite de la catacresis, se reprime en forma ostensible la función connotativa de la metáfora como modo de crear nuevas combinaciones de ideas. La eficacia de esa asimilación represora de su funcionamiento a la comparación, para neutralizar hasta el papel descriptivo de hibridación, depende de una operación adicional: ignorar, para no tropezar con dificultades fácticas, que la genética y la agro-industria existen. Se produce así "la asociación casi espontánea (...) con la esterilidad de los productos híbridos"45. Aunque el punto requiere más discusión de la que puede intentarse entablar, aquí cabe sugerir que al estilo de cultura teórica al que corresponden la imaginería y el uso de las figuras en esta interpretación trivial, pertenecen

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también, a propósito de los estudios culturales, otras asociaciones no tan espontáneas. A la reacción de desconfianza y rechazo ("son otra moda que se quiere imponer desde fuera"), se pueden unir entonces la sensación del retorno de lo semejante ("siempre se han hecho en América Latina estudios culturales"), y la de inquietud al no corresponder a los ideales de rigor a que se pudieron asociar alguna vez disciplinas como la económica política, por un lado, y la narratología, o la primera semiótica, por otro. A la vez que no son sucedáneo eficaz de las revoluciones perdidas. ¿Emblema de la disminución? El trabajo de la pérdida no se satisface con volver siempre a comenzar: la promesa del cambio es tal vez, en últimas, lo que se echa de menos en los estudios culturales.

Antonio Cornejo Polar, "Mestizaje e hibridez..., pág. 7.

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Globalización y desarrollo local: hacia una perspectiva municipalista* Sonia Margarita Ospina Bozzi** El proceso de globalización que se está dando con el cambio de siglo ha transformado de manera profunda la concepción del desarrollo y las formas para acceder al mismo. Así mismo, ha resultado en un fortalecimiento del papel de los gobiernos locales y regionales en la promoción del desarrollo. Este trabajo propone un marco analítico que clarifica la relación entre los dos procesos y ubica la gestión municipal en un contexto más amplio, caracterizado por el impacto de la globalización en los procesos de desarrollo regional y local. Para cumplir ese objetivo, desarrollo la tesis de que la acción municipal debe estar basada en la clara conciencia por parte del administrador del contexto más amplio en el cual se enmarca, pero a la vez esa acción no debe estar total ni mecánicamente supeditada a las dinámicas del contexto. Antes bien, es posible pensar en un marco de acción local cuyas premisas estén basadas en el conocimiento realista del contexto global, pero cuya motivación sea endógena y autónoma, basada en principios consistentes con el objetivo de "humanizar la vida de las ciudades", como lo propone Rubén Américo Martí, Presidente de la Unión Iberoamericana de Municipalistas, en su invitación al congreso que la institución organiza cada dos años1. Para desarrollar tales argumentos, he estructurado el trabajo de la siguiente manera: primero, aclaro el concepto de globalización en sus varias acepciones y dimensiones; segundo, muestro la relación entre globalización y desarrollo, y analizo las implicaciones que tiene para el desarrollo local y regional; tercero, describo el nuevo papel que corresponde jugar a las ciudades en este contexto; finalmente, propongo una nueva definición de desarrollo y expongo algunos desafíos y oportunidades que ofrece la coyuntura actual para la gestión municipal. La relevancia de este trabajo radica en la premisa de que entender los procesos de desarrollo local y regional en el marco de los procesos de globalización permite clarificar qué * Una versión preliminar de este trabajo fue presentado como conferencia plenaria ante el V Congreso Ibeoramericano de Municipalistas realizado en Baeza, España, en septiembre de 2000 ** Licenciada en Ciencias de la Educación, Maestría en Política y Pública y Doctorado en Sociología en la Universidad del Estado de Neva York. Dirige el programa de doctorado de la Escuela de Pstgrado en Administración Pública, Robert F. Wagner Graduate School of Public Service en la Universidad de Nueva York.

significa "vivir en lo global y actuar en lo local" de una manera crítica y autónoma. Desde una perspectiva municipalista, ésta es una agenda importante para explorar la naturaleza de la gestión municipal, así como los desafíos y oportunidades que enfrentan los administradores locales en el comienzo del nuevo milenio. La globalización como concepto y como proceso histórico El concepto de la globalización es bastante vago y difícil de definir2. Todos hablamos de él, pero al hacerlo nos referimos a fenómenos diversos, o a distintas dimensiones del mismo. El concepto ha sido altamente debatido entre científicos sociales. Al resumir este debate, el autor español Martínez Peinado3 destaca tres perspectivas para entender la globalización: la real, la ideológica y la política. De acuerdo con la primera, la globalización es una realidad mesurable y observable. Es posible abordarla a través del estudio de la actividad económica que se realiza en y para un mercado supranacional, donde se observan decisiones tomadas por agentes supranacionales, que está regulado por mecanismos cuyo control no depende de instituciones locales, nacionales o regionales. De acuerdo con la segunda perspectiva indica Martínez-, existe una ideología de la globalización, esto es, un discurso que la exalta como valor normativo, que la justifica y argumenta su inevitabilidad. (Es el discurso del "fin de las ideologías", y de algunas versiones del postmodernismo, según indica el mismo autor). Este discurso lleva implícita la idea de que hay un único camino hacia el desarrollo, y éste consiste en alcanzar la competitividad dentro del mercado mundial, pase lo que pase. Además, acepta el capitalismo y el predominio del capital financiero -tal como se ha desarrollado últimamente- como único sistema viable para el mundo contemporáneo. Su mensaje para los países en vías de desarrollo señala recetas muy concretas para desarrollarse en el marco de la nueva estructura mundial y el que no se integre en los términos propuestos, no será protagonista y quedará relegado al subdesarrollo. 1

Unión Iberoamericana de municipalistas, Programa de Actividades, V Congreso Iberoamericano de Municipalistas: "Municipio y Globalización, Riesgos y Oportunidades", Baeza, España, septiembre del 2000. 2 Malcolm Waters, Globalization, London, Routledge, 1995. 3 Javier Martínez Peinado, "Globalización: elementos para el debate", en Estau et al., La globalización de la economía mundial. Principales dimensiones en el umbral del siglo XXi, México, D.F., Instituto de Investigaciones de La Universidad autónoma de México, Miguel Angel Porrúa Grupo Editor, 1999.

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En la tercera perspectiva descrita por Martínez, la globalización es una política, o sea la acción consciente para promover la expansión económica mundial que se apoya en la ideología mencionada. La política de la globalización hoy está dominada por las ideas neoliberales que apuntan a afianzar las condiciones necesarias para la expansión de los mercados globales. Algunas de estas condiciones ya están bastante estudiadas: por ejemplo, la apertura de los mercados nacionales, la desregulación, la eliminación de los obstáculos al flujo del capital financiero, la privatización de los servicios estatales, la flexibilización de los mercados de trabajo, etc. Martínez sugiere que las tres dimensiones de la globalización - realidad, ideología y política - están estrechamente unidas y a veces es difícil distinguirlas. No obstante, analíticamente son distintas. En realidad, cada dimensión representa un aspecto distinto del mismo fenómeno general, más que tres realidades independientes. Por ejemplo, el uso efectivo del discurso y la implantación de políticas neoliberales de globalización pueden conducir a la aceleración de procesos globales, bien sean de tipo económico, político, cultural o social. Es importante, sin embargo, distinguir en una discusión cuándo los argumentos hacen referencia al fenómeno real y sus consecuencias, cuándo a la ideología que quiere demostrar las virtudes de esta tendencia histórica, y cuándo a la política de globalización, entendida como la recomposición de la hegemonía de una fracción del capitalismo mundial impuesta a ciertas naciones. La globalización como realidad observable no es un fenómeno nuevo, sino un proceso que se ha venido gestando a lo largo de los últimos siglos, con olas de aceleración y contracción. Sin embargo, algunas características de la etapa actual sí son bastante novedosas. Dos aspectos fundamentales están en la base de las nuevas condiciones en las que se desenvuelven las relaciones económicas contemporáneas que hacen de esta etapa un fenómeno diferente: uno es la aceleración de los flujos de capitales y del comercio internacional a partir de la segunda guerra mundial; el otro es la aceleración del progreso científico y tecnológico, en especial, en las áreas de la informática y las telecomunicaciones, con la consecuente

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Jordi Borja y Manuel Castells, Local and Global. The Management ofCities in the Information Age, United Nations Center for Human Settlements (Habitat), London Earthscan Publications Ltd., 1996.

"revolución de la información"4. La acción combinada y acumulativa de las dos tendencias ha producido una transformación cualitativa del panorama mundial contemporáneo a partir de la segunda mitad del siglo que termina. En este sentido, el comienzo del nuevo milenio no representa tan solo un cambio simbólico. En realidad éste coincide con importantes transformaciones en el entorno político internacional, en la dinámica y estructuras técnico-materiales de la producción y en el comercio mundial que corresponden a una nueva etapa de globalización5. Pero más que un salto brusco, se trata de un proceso que se está gestando lentamente, cuya dirección y naturaleza son todavía inciertos, en tanto se van decidiendo en la práctica. Este cambio se manifiesta de maneras distintas en sus dimensiones políticas, culturales y económicas. La dimensión política de la globalización. Con relación a la globalización política, los principales cambios en la nueva etapa han sido la reducción del poder y del papel del EstadoNación como entidad política soberana, y la aparición de un sistema global de toma de decisiones a nivel supranacional, con su propio desarrollo de políticas y sistemas administrativos. Este nuevo entorno está compuesto por organizaciones internacionales (como las Naciones Unidas y la Organización Mundial de Comercio), tratados multilaterales (como la OTAN y la OPEC), unidades políticas más amplias (como la Unión Europea), agencias financieras multilaterales (como el Banco Mundial) y un sinnúmero de organizaciones no gubernamentales internacionales. El crecimiento de este entorno ha sido vertiginoso. Por ejemplo, entre 1909 y 1989, o sea, en el transcurso de ochenta años, el número de organizaciones internacionales aumentó de 37 a 300, y el número de organizaciones no gubernamentales de carácter internacional, de 176 a 46246. Semejante crecimiento sugiere una expansión considerable de actividades iniciadas desde el nivel internacional, lo mismo que la aparición de un mercado de trabajo internacional con reglas propias y diferentes de las de los mercados nacionales. No obstante, tales actividades se

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Mario L. Fernández Font, "Globalización, innovación y competitividad; espejismos y hechos", en (comp), La globalización de la economía mundial. Principales 6 John Shields y B. Mitchell Evans, Shrinking the State: Globalization and Public Administration Reform, Halifax, Fernwood Publishing, 1998.

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realizan en contextos nacionales concretos, donde producen efectos e influencias reales en sus ciudadanos. Al mismo tiempo que reduce la importancia del territorio nacional, la globalización devalúa los referentes tradicionales de identidad nacional, desplaza el eje de acción hacia las ciudades, revalúa las culturas locales y regionales y la importancia de lo local como ámbito de decisión económica y política. Contradictoriamente, a pesar de que el Estado cede autoridad a la comunidad internacional, la Nación sigue siendo la unidad política fundamental, y la democracia liberal, la cultura política dominante. La presencia de un Estado que todavía es el marco de referencia en una economía cada vez más global, genera contradicciones y tensiones en el manejo de las relaciones nacionales e internacionales. Saskia Sassen, socióloga argentina que ha estado estudiando el proceso de la globalización por más de diez años, y quien escribió el ya clásico libro La ciudad global7, afirma que la globalización es un fenómeno muy peculiar, porque no es posible observarlo directamente a nivel internacional ni tampoco a nivel nacional, pero está presente en ambos. Dice esta autora que mientras la globalización ha producido el debilitamiento del Estado nacional, también ha "internacionalizado" algunos aspectos del mismo, de manera que lo global se está incorporando en algunas de las instituciones nacionales y locales. Por ejemplo, lo global se manifiesta en lo nacional y en lo local a través de políticas públicas que buscan crear las condiciones adecuadas para atraer a las multinacionales o al capital financiero. Actualmente la profesora Sassen está estudiando la legislación comercial de los Estados Unidos producida a lo largo de los últimos veinte años para demostrar cómo muchas de las leyes creadas, a pesar de ser eminentemente nacionales, contribuyen directamente a fortalecer el sistema internacional.

asuntos nacionales. Un ejemplo de esta influencia son las políticas de desregulación que cobraron fuerza en los decenios de los ochenta y noventa y que fueron esenciales para fortalecer las condiciones de la movilidad del capital financiero e industrial en América Latina y muchos otros países del Tercer Mundo. Otro ejemplo de la compenetración entre las agendas globales y nacionales son los cambios en la importancia de algunas instituciones nacionales en América Latina, por ejemplo, el fortalecimiento de los bancos centrales, la creciente importancia de instituciones financieras en la definición de políticas públicas, y el debilitamiento (y desaparición en algunos casos) de otras instituciones que antes cumplían un papel fundamental, como los ministerios y agencias de planeación nacional. La dimensión cultural de la globalización En cuanto a la globalización cultural, en América Latina la confluencia de la revolución informática y el desarrollo de las telecomunicaciones produce un efecto desigual. Es posible hablar de una cultura global de consumo que se impone entre quienes tienen acceso a medios de comunicación e información como la prensa, la televisión, el cine, y más recientemente, el Internet. Pero como bien afirma Martín Hopenhayn en su libro Ni apocalípticos ni integrados, mientras que "estamos muy lejos de contar con un computador para cada hogar sudamericano [...] la cultura triunfante introduce en la interacción social la imagen de un computador al alcance de cualquiera”8 En el contexto latinoamericano las diferencias de acceso generan una mayor distancia entre los que pueden integrarse al proyecto globalizador y los que se quedan marginados del mismo, quienes no sólo se vuelven invisibles, sino irrelevantes.

La globalización crea presiones de arriba hacia abajo en las políticas sociales, laborales, ambientales y regulatorias de los Estados nacionales, y éstos han respondido con prácticas tales como la reducción de los impuestos para el capital financiero, los cambios en las políticas de empleo y la desregulación de los mercados de trabajo. Las fuerzas globales del mercado tienden a debilitar así la capacidad nacional para maniobrar en el campo de las políticas públicas y a aumentar la capacidad del capital internacional para intervenir en los

En este sentido, como dicen Borja y Castells en su libro Lo local y lo global: la gestión de las ciudades en la era de la información, la globalización se caracteriza por su naturaleza simultáneamente inclusiva y exclusiva. Incluye a las personas, entidades, regiones y naciones que generen valor para el mercado, en cualquier parte del mundo. Excluye todo lo demás. Genera por tanto un sistema que conecta segmentos "integrados" a lo largo del mundo, mientras que otros sectores de la población -los no integrados- pierden relevancia dentro de la lógica del sistema. Puede que no sean explotados, como lo fueron muchos marginados

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8

Saskia Sassen, The Global City: New York, London, Tokyo, Princeton University Press, 1991.

Martin Hopenhayn, Ni apocalípticos ni integrados. Aventuras de la modernidad en América Latina, México, D.F., Fondo de Cultura Económica, 1995, pág. 38.

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en modelos económicos anteriores, pero tampoco existen para el sistema. El espejismo de la posibilidad de consumo y la realidad de la exclusión social y económica de un grupo considerable de la población mundial, contribuye a aumentar las tensiones y la fragmentación social. Si se considera la cultura como el conjunto de representaciones simbólicas, valores y estilos de vida que dan sentido a un pueblo, es posible decir que la globalización ha producido, al igual que en la política, un efecto contradictorio en los ámbitos de la cultura. Por un lado, se da un efecto homogenizante de gustos y sensibilidades frente al consumo. Por otro, con el énfasis en lo local y la nueva relevancia de las ciudades, aparece también un cambio de perspectiva respecto de los referentes de identidad, y se crea lo que el filósofo Martín-Barbero llama una "densa muticulturalidad [...] que desafía nuestras nociones de cultura, de nación y de ciudad". Ella, a su vez, está caracterizada por una "heterogeneidad de formas de vivir y de pensar, de estructuras del sentir y de narrar"9, y está profundamente enraizada en la nueva cultura urbana. En ese contexto, los diversos ámbitos de la cultura -como la ciencia, las artes, los modos de vida, la educación, la comunicación, la herencia cultural y las identidades- adquieren autonomía y dinámicas propias. Como dice el sociólogo francés Alain Touraine10, mientras la identidad nacional pierde fuerza, la globalización despierta fuerzas y formas de identidad más profunda, cuyos referentes incluyen, entre otras, identidades de género, etnicidad, sexualidad, edad, y compromiso ecológico. Tal heterogeneidad se refleja también en la multiplicidad de movimientos sociales separados y con maneras de hacer política diferente a las de los partidos tradicionales, como son los movimientos cívicos y urbanos, el movimiento feminista, el movimiento ecológico, las culturas juveniles, el movimiento gay, etc. El sociólogo australiano Phil McMichael, en su libro Desarrollo y cambio social11, los interpreta como respuestas contestatarias que individuos y ciudadanos organizados dan a las

consecuencias negativas de la globalización. Dice que si bien la mayoría de los gobiernos se ven presionados a jugar nuevos roles en las reglas del sistema global, sus ciudadanos no siempre comparten esta perspectiva. Aun cuando la globalización debilita al Estado-Nación y las formas tradicionales de hacer política, en este contexto los ciudadanos encuentran nuevas oportunidades para renovar el proceso político. La política del nacionalismo es así reemplazada por la política de las identidades, afirma McMichael. Entre los movimientos sociales que este autor considera parte de la pluriculturalidad, se encuentran, además de los ya mencionados -el feminismo, el ambientalismo o el movimiento gay-, otros que ilustran el impacto de la globalización en lo cultural: el fundamentalismo y el localismo cosmopolita. Estos movimientos atacan los presupuestos universalistas de la globalización y buscan formas alternativas de organizar la vida social a nivel nacional o local. El fundamentalismo, característico de países como Irán, Egipto e India, y no del todo ausente en América Latina, expresa el deseo de retornar a la simplicidad y a la seguridad de códigos de comportamiento tradicionales cuyo cumplimiento se convierte en mandato rígido y a veces dogmático. El localismo cosmopolita se articula alrededor de la idea de la posibilidad de una renovación cultural que incluye la recuperación del conocimiento local. El localismo cosmopolita afirma que la diversidad local es un derecho universal, y con ello cuestiona la tendencia homogenizante y uniformizante de la globalización. Este cuestionamiento reafirma la necesidad de respetar tradiciones culturales alternativas como una cuestión de supervivencia global. A la vez, busca preservar y reafirmar los derechos humanos, tanto en las comunidades supranacionales como en las locales. Según McMichael, la rebelión campesina en el estado de Chiapas, en México, es un ejemplo claro de este tipo de movimiento cultural, tanto por las reivindicaciones de sus participantes como por el estilo de sus acciones cargadas de mensajes simbólicos. No fue gratuito, afirma el

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Jesus Martin-Barbero, "Las transformaciones del mapa: identidades, industrias y culturas", en Manuel Antonio Garretón, América Latina: un espacio cultural en el mundo globalizado. Debates y perspectivas, Santafé de Bogotá, Convenio Andrés Bello, 1998, pág. 299. 10 Alain Touraine, "Globalización, fragmentación y transformaciones culturales en el mundo actual", enIbid.

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Philip McMichael, Development and Social Change: A Global Perspective, Thousands Oaks, Pine Forge Press, Sage Publications, 1996.

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autor, que los zapatistas hubieran organizado una movilización masiva el día en que empezaba a operar el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México. Otros ejemplos de localismo cosmopolita mencionados por McMichael son la organización de bancos regionales de cereales en Zimbabwe, las campañas ecológicas organizadas por grupos de mujeres en el estado de Bengala Occidental en la India, y la defensa de bosques forestales por parte de los habitantes del trópico en varias regiones del mundo. El localismo cosmopolita representa una fuerza cultural que el municipalismo puede aprovechar positivamente para promover una visión del desarrollo más humana y democrática. La dimensión económica de la globalización Finalmente, en el campo de la globalización económica ha habido importantes cambios en la división internacional del trabajo entre los países, con una mayor dispersión de las tareas de producción y una mayor concentración del poder económico. Pero es en los mercados financieros donde realmente se nota el mayor grado de globalización y donde se puede observar cómo se entrelazan las dimensiones política, cultural y económica del fenómeno. Por esta razón vale la pena explorar las manifestaciones de la globalización económica del capital financiero, antes de pasar a establecer su relación con el problema del desarrollo y las implicaciones para la gestión municipal. El sistema capitalista mundial como un imperio financiero El filántropo y empresario George Soros, en su libro La crisis del capitalismo global12, dice que vivimos en una economía global caracterizada por el libre comercio de bienes y servicios, la circulación libre de capitales, la interrelación entre los tipos de interés, los tipos de cambio y las cotizaciones bursátiles en los diferentes países. Una diferencia fundamental respecto del pasado consiste en que la velocidad de las comunicaciones cambia los términos y el ritmo de las interacciones y el desarrollo de la informática permite transacciones instantáneas. Tanto el capital como la información adquieren, por tanto, gran movilidad. Soros opina que otro rasgo típico del capitalismo contemporáneo es el espíritu empresarial que guía las transacciones financieras y que motiva su expansión acelerada. Desde el punto de vista sustantivo, la actividad fiscal se ha convertido en la actividad

prioritaria, pues es la parte más activa y móvil del capital financiero mundial. Como ya dijimos antes, la gran influencia de los mercados financieros globales sobre las condiciones económicas de muchos países, es consecuencia de la movilidad del capital y de la información. Aun cuando los Estados siguen siendo soberanos y tienen capacidad de maniobra, muchas veces obstaculizando o frenando las dinámicas impuestas por el capital financiero, la movilidad y libre circulación del capital brinda una posición privilegiada al capital financiero. Por ejemplo, los financistas pueden eludir los países en donde los impuestos o las normas son onerosas. En este sentido, los inversionistas de cartera internacional tienen libertad de elección y una variedad de oportunidades aun más grande que la de las multinacionales. La clara división del trabajo, con un centro y una periferia, también es rasgo característico del sistema, a pesar de su naturaleza no territorial. El centro suministra capital. La periferia usa el capital. Las reglas del juego están sesgadas en favor del centro. Soros afirma que actualmente el centro se puede ubicar en Nueva York y Londres -sedes de los mercados financieros internacionales- y en Washington, Frankfurt y Tokyo, donde se determina la oferta monetaria del mundo. Entonces, el planeta está dividido en tres macroregiones, centradas en Estados Unidos, Alemania/Europa Occidental y Japón, cada una con sus hinterlands en América del Centro y del Sur, Europa Oriental y Africa del Norte, y el Sureste asiático, respectivamente. El crecimiento acelerado de los mercados financieros globales ha producido un gigantesco sistema circulatorio, que toma capital de los mercados financieros e instituciones del centro, y después lo bombea hacia la periferia, directamente en forma de créditos e inversiones de cartera, o indirectamente a través de las corporaciones multinacionales. En este sistema, los países compiten para atraer y retener el capital, y la preparación de las condiciones necesarias para ser competitivos a nivel mundial, ha llegado a ser una de las motivaciones críticas durante la toma de decisiones a nivel nacional. Con frecuencia, dicho objetivo cobra prioridad sobre otros de tipo social o cultural. Pero el fortalecimiento del capital financiero y la globalización de la economía no corren parejas con la globalización del bienestar o de la calidad de vida de la población. Al contrario, la globalización promueve una

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George Soros, The Crisis of Global Capitalism: Open Society Endangered, New York Public Affairs, 1998.

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mayor desigualdad en la distribución del ingreso y de la riqueza. Igualmente, el predominio de los mercados globales sin ningún tipo de regulación genera un incremento en la concentración económica, y la incertidumbre de los mercados provoca preferencias por el corto plazo, favorece la especulación, y reduce la protección social del trabajo13. Por ejemplo, es posible documentar la reducción en los salarios de los trabajadores en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, acompañada por el aumento del desempleo, la pobreza, la polarización de la distribución de los ingresos y la reducción de la seguridad social y económica de grandes sectores de la población. En el caso específico de América Latina, los últimos treinta años muestran el deterioro de las condiciones y calidad de vida de una gran proporción de personas así como el aumento en la desigualdad social. Según el estudio realizado por Klikgsberg sobre la desigualdad en America Latina, esta región tiene el mayor nivel de desigualdad social en el mundo: el 20% más rico recibe el 52.94% del ingreso; y el 20% más pobre recibe el 4.52% del ingreso. Semejante brecha, expresada en la diferencia del ingreso de los más ricos y los más pobres, era de 363 a 1 en 1970, y subió a 417 entre 1980 y 199514. Soros argumenta que el sistema capitalista global, como todo imperio, no se limita únicamente a la esfera económica, sino regula también las vidas de las personas y define los elementos principales de la civilización del cambio de siglo. Aun cuando el sistema global cumple básicamente una función económica (el intercambio de bienes, servicios y factores de producción), en la medida en que se expande, la función económica empieza a dominar otras áreas, afecta la vida de las personas y sociedades, y penetra ámbitos como los de la cultura, la política y las profesiones. Curiosamente -quizás por no tratarse de imperio territorial como fueron otros en el pasado, y porque no posee aún demasiadas estructuras formales- los "súbditos" -esto es, los habitantes del planeta- no reconocen estar sometidos a sus fuerzas invisibles. Por ejemplo, en cualquier país latinoamericano, un funcionario de un municipio pequeño, alejado de la capital, no alcanza a vislumbrar cómo las nuevas reglas de interacción de la instancia local con el gobierno central, impuestas por el proceso de 13

Daniel garcia Delgado, “Nuevos escenarios locales. El cambio del modelo de gestión”, en Juan Carlos Venesia (Comp.), Política públicas de desarrollo local, Rosario, Fundación Instituto de Desarrollo Regional de rosario, 1998 14 Bernardo Kliksbert, "Inequality in Latin America: A Key Issue", (Mimeo, sin fecha).

ajuste estructural, se relacionan con la lógica económica delineada por el Banco Mundial en Washington, o con la necesidad de crear condiciones de competitividad para su región en el marco de la economía global. Soros afirma, además, que como cualquier imperio, el sistema financiero global busca constantemente la incorporación de los recursos y mercados que aún no están integrados. A diferencia de los imperios del pasado, la expansión no es territorial sino "extraterritorial", supranacional, pero a la vez, por su carácter funcional, la expansión tiene consecuencias directas y palpables para los ciudadanos. Pero la globalización no es un fenómeno universalista en sus consecuencias, pues asigna a los individuos, a las comunidades, a las regiones y a los Estados nacionales, nichos o roles especializados en la economía global. Y uno de estos roles puede ser el de la marginalidad. El sistema global contemporáneo se consolida realmente en la década de los setenta, con los súbitos y cuantiosos superávits de los países exportadores de petróleo unidos en la OPEP, que dieron lugar a las crisis de los años 1973 y 1979. Ese capital fue reciclado a través de los bancos comerciales, y con la aparición del eurodólar y el desarrollo de grandes mercados extraterritoriales, los gobiernos comenzaron a hacer concesiones fiscales y de otro tipo al capital financiero internacional, para atraerlo de nuevo a su interior. En 1982 el auge internacional de los préstamos dio paso a otra recesión, pero ya para entonces la libertad del capital financiero estaba consolidada. Después de la recuperación de la economía mundial de la crisis del ´82, la economía global ha disfrutado un largo período de expansión, hasta la crisis de México, en 1994, y la crisis asiática, en 1997. Los mercados financieros internacionales recibieron un fuerte impulso a partir de la década de los ochenta, cuando los gobiernos de Margaret Thatcher, en Inglaterra, y de Ronald Reagan, en Estados Unidos, desarrollaron políticas de corte eminentemente neoliberal, basadas en la separación del Estado y la economía, la promoción del mercado como instrumento de crecimiento económico, y la reducción del gasto social. Éstas también fueron implantadas en otras partes del mundo15. Desde los ochenta el 15

Donald Kettl, The Global Public Management Revolution: A Report on the Transformation of Governance", Washington D.C., Brookings Institution Press, 2000.

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Banco Mundial cambió su estrategia hacia los países menos desarrollados, de otorgar préstamos para desarrollar proyectos, a otorgar préstamos para desarrollar políticas. Pero tales préstamos fueron condicionados a la implantación de estrategias de crecimiento orientadas hacia la apertura del mercado y la movilidad del capital. Los procesos de ajuste estructural en los países en vías de desarrollo buscaron que las regiones débiles pudieran crear las condiciones necesarias para competir; pero al hacerlo, en muchos casos, se crearon también condiciones de debilidad estructural, pues la base productiva se especializó, a tal punto, que empezó a depender de la economía global, no sólo para generar divisas sino para adquirir bienes de consumo básicos. La visión del desarrollo propuesta por las políticas de ajuste estructural fue bastante reducida. De todas maneras, es una visión que refleja un nuevo proyecto a nivel global. Globalización y desarrollo: cambios en la concepción del proyecto de desarrollo La globalización del capital financiero comienza a afianzarse a partir de la década de los setenta. Con ello, la concepción misma del desarrollo y las estrategias para alcanzarlo sufren una transformación dramática. McMichael habla de un cambio de concepción en el modelo referencial de sociedad16. Este nuevo paradigma supone el desplazamiento de lo que McMichael denomina el "proyecto del desarrollo" como eje central de la acción nacional, hacia un "proyecto de la globalización", en el cual el desarrollo se concibe como un proceso de crecimiento organizado globalmente y operado regional y localmente. Cada uno de estos proyectos representa, en su momento dominante, una perspectiva coherente y una visión referencial para organizar el mundo. En su libro, McMichael describe un proceso gradual de evolución de la concepción y práctica del desarrollo como empresa nacional hacia el proyecto de la globalización, lo cual cambia la perspectiva y el modelo de sociedad de manera rotunda. Este cambio de paradigma transforma también la concepción del desarrollo basada en la idea de que éste se adquiriría a través de estrategias de crecimiento industrial, centradas en el Estado-Nación, con miras a estimular el crecimiento económico. Con tales estrategias, las naciones "relegadas" intentaban replicar el camino seguido por los países más avanzados en el pasado. En contraste, el proyecto de la globalización sugiere que la clave para el desarrollo

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radica en la especialización en actividades económicas que produzcan ventajas comparativas para la nación. El contraste entre las características de los dos proyectos es ilustrativo. Los rasgos fundamentales del proyecto de desarrollo eran: ¾ Un concepto organizativo basado en el desarrollo como un cierre de la brecha con relación a los estándares occidentales de vida. ¾ Un marco económico.

nacional

para

el

crecimiento

¾ Un marco internacional para la ayuda (militar y económica) que amarraba a los países en vías de desarrollo con los países desarrollados. ¾ Una estrategia de crecimiento que favorecía la industrialización, la reforma agraria y la promoción de la agroindustria. ¾ Iniciativas de un Estado central para estimular y manejar las inversiones y para movilizar coaliciones políticas multiclasistas hacia una alianza desarrollista. Además, el marco internacional del proyecto del desarrollo incluía los programas estadoudinenses de ayuda bilateral, el sistema de Bretton Woods, con la fundación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y la dinámica política de la Guerra Fría. En contraste, el proyecto de la globalización combina los siguientes rasgos: ¾ Un concepto desarrollo como mercado global.

organizativo basado en inserción competitiva en

el el

¾ Un consenso emergente para crear políticas que favorecen estrategias de desarrollo basadas en el mercado, más que estrategias centradas en la gestión estatal. ¾ La gestión centralizada de las reglas del mercado global por parte de los Estados G-7. ¾ La implantación de estas reglas por parte de organizaciones multilaterales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. ¾ La concentración del poder del mercado en las corporaciones transnacionales y del poder financiero en los bancos trasnacionales. ¾ La subordinación de los Estados nacionales a estas fuerzas globales institucionales (aunque todos los países se subordinan, la tendencia es más fuerte en los Estados en vías de desarrollo).

McMichael, Development...

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La crisis de la deuda externa en los años ochenta sirvió como la coyuntura que cambió los términos de una visión del desarrollo entendido como preocupación nacional, a una visión del desarrollo como preocupación global. En la medida en que los países adoptaron las reglas de los organismos multilaterales y reestructuraron sus economías, se dio la transición del proyecto del desarrollo como modelo referencial para la acción, al proyecto de la globalización. Esta transición tuvo dos efectos: primero, institucionalizó la nueva definición de desarrollo como participación en el mercado mundial; segundo, obligó a los países endeudados a reajustar sus prioridades económicas y sociales. El concepto del desarrollo propuesto por quienes promueven el proyecto de la globalización, se deriva de análisis de la realidad que utiliza la teoría económica neoclásica, o neoliberal. Ésta marcó las políticas definidas en lo que se conoce como Consenso de Washington, las que a su vez determinaron el proceso de reformas en América Latina y en otras áreas del mundo al final del siglo XX17. En su base aparecen, como categorías relevantes de análisis - y por tanto, como áreas prioritarias de acción para el desarrollo- la economía de la oferta y el monetarismo, esto es, una política macroeconómica que privilegia a las fuerzas del mercado en el desarrollo económico y que restringe la intervención estatal. La economía neoclásica enfatiza la importancia y la necesidad de que los Estados nacionales controlen la deuda pública y el déficit fiscal, que racionalicen las políticas del gasto público y que reduzcan el proteccionismo de la política laboral. El neoliberalismo substituye la preocupación del Estado por al empleo total y la distribución de ingresos, con la preocupación por la competitividad y la productividad y por el control de la inflación a través de la regulación de la oferta del dinero en el mercado. Al apoyarse en estas teorías, la estrategia del desarrollo bajo el proyecto de la globalización tiene como pilar el concepto neoclásico de las ventajas comparativas: la prosperidad nacional dependerá de la especialización en aquellas actividades económicas que el país pueda ofrecer como mejor postor. Si antes la clave del desarrollo nacional radicaba en replicar procesos implantados primero en los países desarrollados, ahora el camino hacia la prosperidad es la especialización18.

17 18

En este contexto también se desarrolla el gerencialismo -o Nueva Gestión Pública- como filosofía administrativa para el sector público, que intenta brindar un rostro técnico a la agenda política y económica de la globalización. Sin negar la importancia del uso de prácticas administrativas modernas y eficientes para mejorar la gestión pública, considero que la aplicación mecanicista de esta filosofía administrativa puede ser problemática. Utilizada irreflexivamente, ella puede producir un enfoque de la gestión que subordina la agenda del desarrollo social y humano a la agenda del desarrollo económico supeditado a la globalización. Generalmente esto ocurre a costa de la calidad de vida de los ciudadanos de carne y hueso, quienes son los destinatarios últimos de la gestión. Por ello es importante ubicar siempre la implantación de técnicas y prácticas administrativas innovadoras en una agenda político-estratégica que permita adaptarlas adecuadamente a la visión del desarrollo local que se desea lograr. Este panorama general de la globalización nos permite relacionar los procesos macro de la economía mundial con los procesos micro de la gestión municipal. Esto es particularmente importante, porque en el contexto de la globalización las ciudades adquieren un nuevo protagonismo que vale la pena considerar en detalle, por ser de interés crítico para nuestro marco analítico. El nuevo papel de las ciudades y de la gestión municipal en la era de la globalización El flujo de capital e información tiene como fuente y destino los lugares donde se concentran población, poder y actividades. Por esta razón, las dinámicas de la globalización se concentran cada vez más en las áreas urbanas. La ciudad cobra una importancia única en la presente coyuntura, y con ella, también, el municipalismo. Como bien dicen Borja y Castells19, en el nuevo sistema global los Estados-nacion son demasiado pequeños para controlar y dirigir los flujos globales de poder, riqueza y tecnología; pero son muy grandes para representar la pluralidad de los intereses sociales e identidades culturales de la sociedad. En parte, por esta razón, han perdido legitimidad como instituciones representativas y como organizaciones eficientes.

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Shields y Evans, Shrinking the State... McMichael, Development...

Borja y Castells, Local and Global...

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Frente al dilema, los agentes de los gobiernos nacionales generan dos tipos de respuestas que aparentemente van en direcciones opuestas: por un lado, buscan alianzas y pactos para participar en la dinámica global, creando comunidades supranacionales como la Unión Europea, ASEAN y Mercosur. Por otro lado, consolidan o refuerzan al mismo tiempo procesos de descentralización fiscal, administrativa y política que desplazan la capacidad de decisión y de acción hacia los niveles locales, y con ello fortalecen la relevancia de los actores regionales y locales. En este sentido, la globalización también representa una realidad dialéctica, caracterizada por una serie de fuerzas opuestas que operan a la vez. Otras dos fuerzas opuestas son "una dinámica homogeneizadora y una dinámica heterogeneizadora", que permiten la coexistencia de los fenómenos transnacionales con los localistas y nacionalistas”20. La primera representa una fuerza centrífuga, que empuja de adentro hacia fuera, generando prácticas comunes para la inserción global (a través de la implantación de la ideología y las políticas neoliberales), y promueve nuevas formas de asociación e integración. La segunda representa una fuerza centrípeta, que empuja de afuera hacia adentro, generando reacciones internas que resaltan lo propio, lo diferente, con prácticas contestatarias a la globalización y a la exclusión que ella produce. Esta dinámica promueve el separatismo, la fragmentación, el nacionalismo -en algunos casos- y el localismo. Por ello habla Castells de la paradoja de una experiencia cada vez más local en un mundo estructurado por procesos cada vez más globales. Estas dinámicas no sólo penetran el ámbito económico, sino también el político, el social, el cultural. En este contexto, desde el punto de vista económico, lo territorial se vuelve determinante para generar competitividad en el marco de la globalización. Por ejempo, para ser competitivas, las corporaciones necesitan un entorno estable y facilitador. También necesitan condiciones sociales adecuadas para operar productivamente. Los gobiernos locales y regionales -dicen Borja y Castells- tienen dos ventajas con relación a los gobiernos nacionales para garantizar ese entorno: gozan de una mayor representatividad y legitimidad frente a sus ciudadanos; y tienen mayor capacidad para adaptarse, son más flexibles, cuentan con mayor margen de acción, dado que los procesos de liberalización del comercio limitan la capacidad de

maniobra de los Estados nacionales. Les corresponde por tanto a los gobiernos municipales y regionales asumir la responsabilidad de asegurar que exista el entorno adecuado para que las corporaciones puedan funcionar, pero dentro de una amplia visión del desarrollo local. No se trata de una agenda puramente economicista. Borja y Castells sugieren, entre otros aspectos, que el entorno propicio no sólo requiere de una base material, sino también de una sólida base cultural y social, o sea, humana. Una infraestructura adecuada, un sistema de comunicación que permita las conexiones con flujos globales de gente, información y productos, unos recursos humanos capaces de producir y manejar el sistema técnico y económico (incluido un buen sistema educativo para proporcionar mano de obra preparada a todo nivel), son ejemplos de la base material requerida. La base humana demanda la existencia de condiciones de vida satisfactorias en términos de vivienda, servicios públicos, salud y cultura, para la fuerza de trabajo real y potencial, así como la existencia de un denominador cultural común para integrar a la sociedad, que respete diferencias, pero establezca códigos de comunicación para capitalizar la pluralidad de la cultura urbana. Por tanto, otro papel clave para los administradores de las ciudades -además del de asegurar un contexto propicio para la competitividad del sector privado-, es ser catalizadores y dinamizadores de procesos de participación y concertación entre los diversos agentes privados y entre éstos y los actores que se mueven en la esfera de lo público. Porque el concepto de ciudad va más allá del concepto de gobierno local, el cual representa tan solo uno de los actores interesados en hacer de la ciudad un espacio humano vivible. Borja y Castells definen la ciudad como el espacio en el que interactúan administradores públicos, agentes económicos públicos y privados, organizaciones sociales y cívicas, sectores profesionales e intelectuales, y medios de comunicación. Es un espacio simbiótico (que conecta) y simbólico (que integra y da identidad cultural), y representa el ámbito perfecto para responder a los retos de esta época. La responsabilidad del administrador público en la implantación de esta agenda es importantísima. Pero no hablamos aquí exclusivamente de ciudades grandes. Saskia Sassen nos recuerda que existe una jerarquía urbana en la medida en

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Guadalupe Ruiz-Gimenez, "Las dinámicas de la globalización: una visión desde la política", en Garretón, América Latina..., pág. 37.

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que hay una potencial división del trabajo entre las ciudades: mientras que algunas de ellas pueden proveer servicios para los mercados regionales o subnacionales, otras pueden atender los mercados nacionales; finalmente otras se vinculan directamente a los mercados globales, y forman así una red compleja de producción de los servicios necesarios para garantizar la productividad local, regional y nacional21. En América Latina es posible identificar, además de la primacía de una gran ciudad en cada país, urbes intermedias cuya importancia y tamaño las convierten en actores económicos y políticos por derecho propio. Igualmente se han organizado redes de ciudades y municipios más pequeños, que unen fuerzas para ganar competitividad a nivel regional dentro de esta división del trabajo22. La globalización ofrece entonces oportunidades y desafíos tanto para las localidades grandes e intermedias, como para la mayoría de los municipios pequeños. En este contexto, el tamaño de la ciudad o la simple disponibilidad de recursos son menos importantes que factores como la mentalidad y disposición estratégica de los agentes interesados en buscar condiciones que promuevan la productividad, la imagen que proyecten los municipios a escala transregional, la identificación de funciones que pueden cumplir las jurisdicciones en el desarrollo regional, y el flujo de relaciones que establezcan dentro de un espacioproductivo23. La concertación intermunicipal ha generado ya consorcios y corredores productivos para abaratar costos, maximizar recursos y promover así microregiones productivas en varias partes de la región24.

interacción entre los gobiernos regionales y los nacionales25. Igualmente, Borja y Castells señalan algunos efectos negativos de la globalización en el nivel local, que no se pueden ignorar en este panorama general. Algunos de ellos son: ¾ Acceso desigual: las redes de infraestructura y las estrategias de promoción económica están geográficamente concentradas, y dejan a zonas enteras marginadas de los territorios. ¾ Exclusión: parte de la población se queda por fuera de la esfera de las comunicaciones globales y de las actividades competitivas. ¾ Incertidumbre: las actividades de la economía global son inseguras, caóticas e impredecibles en contraste con las actividades económicas tradicionales; a su vez, la incertidumbre reduce la cohesión del tejido social. ¾ Discontinuidad: el espacio virtual y de flujos reemplaza el territorio visible; en la gran ciudad metropolitana coexisten espacios de especialización y marginalización produciendo discontinuidades en la experiencia de la ciudad como proyecto integral. ¾ Distorsiones de la gestión municipal: se corre el riesgo de que la acción concertada entre el sector privado y público se base en arreglos oligárquicos; que la promoción de la ciudad se conciba como una simple actividad de mercadeo sin contenidos reales; o que el gobierno del territorio se entienda como la protección de las áreas "integradas" de la ciudad, o la represión en las áreas marginadas.

En América Latina, el papel protagonista de las ciudades se ha venido aclarando en la década de los noventa. Los procesos de democratización, descentralización y modernización del Estado han reforzado la legitimidad e importancia de los gobiernos municipales. La apertura ha movilizado agentes económicos que saben que necesitan de los gobiernos locales para crear las condiciones de competitividad y productividad. Sin embargo, también hay una serie de obstáculos para implantar esta visión; aún existen restricciones considerables para ejercer el poder local y el problema de la autonomía no ha sido resuelto; además, los fondos públicos siguen siendo escasos y todavía se están negociando y resolviendo los términos de

Estos problemas y dualidades de la globalización sugieren que las tareas y desafíos para la gestión municipal no son simples. ¿Cómo concebir un proyecto de desarrollo local y regional en este contexto altamente influenciado por la visión y las prácticas del proyecto de la globalización? ¿Será necesario adherir ciegamente a los postulados y políticas de este modelo, bajo la consigna de "integrarse o morir?" ¿Cómo atender a la vez las presiones de las fuerzas centrífugas y centrípetas bajo las cuales el administrador municipal tiene que tomar decisiones y actuar? ¿Cómo no dejarse manipular por el predominio de una de estas fuerzas sobre la otra?

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Saskia Sassen, Cities in a World Economy, Thousands Oaks, Pine Forge Press, Sage Publications, 1994. 22 Ramón Borges Méndez, "Local-Regional Systems of Production and IDB Strategies", Johns Hopkins University (mimeo, sin fecha).

Juan Carlos Venesia (comp), Políticas públicas y desarrollo local, Rosario, Fundación Instituto de Desarrollo Regional de Rosario, 1998. 24 García Delgado, "Nuevos escenarios locales..." 25 Borja y Castells, Local and Global...

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Estos son algunos de los dilemas que, aun cuando no estén claramente articulados en la conciencia del administrador municipal, afectan el día a día de su gestión. Veamos entonces, para terminar, algunas de las implicaciones de este panorama para la gestión municipal y el desarrollo local.

Globalización, desarrollo local y gestión municipal Borja y Castells argumentan que la nueva frontera de la gestión urbana se encuentra en preparar a la ciudad para enfrentar los retos de la competencia global. Pero estos autores son claros al afirmar que ello se debe hacer con integridad. En efecto, la vía simplista y autodestructiva consiste en asumir que los inversionistas deben ser atraídos a toda costa y a cualquier precio, reduciendo impuestos y controles, aceptando salarios bajos y reduciendo la seguridad y la protección social de los habitantes de la jurisdicción. Este tipo de política municipal produce una drástica reducción de las condiciones de vida y acaba deprimiendo y empobreciendo a las comunidades urbanas. En contraste, los mismos autores sugieren la existencia de otra vía que reconoce que la competitividad no implica bajar costos, tanto como mejorar la productividad. Ellos proponen la promoción de procesos tales como la conectividad (la inserción de la ciudad en circuitos de comunicación y telecomunicación y en sistemas de información a nivel regional, nacional y global), la innovación (la generación de nuevos conocimientos aprendizajes para potenciar las actividades económicas) y la flexibilidad institucional (la capacidad interna y la autonomía externa para negociar con otros agentes supranacionales). Conectividad, innovación y flexibilidad institucional son prerrequisitos de una política urbana y económica articulada a la esfera global. Pero tales estrategias tienen que ir acompañadas también de un esfuerzo explícito por promover la integración social, lo cual requiere poner atención a los problemas de exclusión social, reforzar la institucionalidad democrática y garantizar espacios de participación ciudadana en la gestión municipal. Finalmente, todo lo anterior debe ir acompañado por una política económica local interdependiente, más que dependiente, de la esfera global. Borja y Castells ofrecen una lista de las áreas donde existen profundos desafíos para las 26

Ibid. pág. 93. Alberto Villacorta, "Hacia una delimitación conceptual del desarrollo regional/local", en Fundación Nacional para el Desarrollo, Desarrollo regional/local en El Salvador: 27

ciudades latinoamericanas y sus administradores: la necesidad de una nueva base económica y de infraestructura urbana; el mejoramiento de la calidad de vida; la integración social; y la gobernabilidad democrática. Y añaden: "Solamente generando la capacidad para responder a estos desafíos pueden [las ciudades], por un lado, ser competitivas hacia afuera y encontrar su lugar en los espacios de la economía global, y por el otro, garantizar a sus poblaciones los niveles mínimos de bienestar necesarios para que se consolide una coexistencia pacífica y democrática."26. Todas las prácticas de gestión urbana, así como las estrategias administrativas, políticas y culturales, deben -de una manera u otra- responder a esa visión estratégica de la ciudad. Es este contexto se ubican innovaciones tales como la creación del plan estratégico para la ciudad como un instrumento integral de planeación para el desarrollo económico y social del territorio local. Se trata entonces de promover una agenda de la gestión municipal articulada a un proyecto explícito de desarrollo local y regional que va más allá de la inserción en los mercados mundiales. La concepción del desarrollo como participación en los mercados globales, es una concepción reducida y empobrecida que debe ser reemplazada por una visión más integral y multidimensional. Ciertamente es necesario considerar de manera realista las demandas de la globalización, pero invirtiendo las prioridades, para enfatizar los objetivos de bienestar y desarrollo humano por encima de los de competitividad y productividad. ¿Cuáles serían entonces las características de una visión de desarrollo local más integral, pero a la vez sensible a los desafíos que genera la globalización? De acuerdo con las pautas que presenta Villacorta27, proponemos aquí una concepción del desarrollo local como un proceso que está territorialmente localizado, es endógeno (pero no aislado), multidimensional, concertado, participativo, equitativo y ecológicamente sostenible. Veamos qué entendemos por cada una de estas características. Primero, desarrollo local territorialmente localizado significa que el diseño, implantación y evaluación del proceso están enmarcados en un ámbito espacial que tiene sus propias especificidades económicas, políticas, sociales y culturales. Idealmente estaría referido a la unidad básica de la organización político-administrativa del reto estratégico del siglo XXI, FUNDE, San Salvador, 1997.

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Estado, que en la mayoría de casos, en América Latina, es el municipio. Pero este ámbito espacial también puede vincularse a una unidad territorial menor o mayor. Lo importante es que se trata de un territorio claramente demarcado para efectos de análisis, diseño e implantación de las políticas.

consistirá precisamente en fomentar esa articulación, buscando promover la complementareidad entre las políticas locales y las del gobierno central . Esto permitirá también demandar que la nación apoye y fortalezca el desarrollo local y regional, y garantice la autonomía necesaria para la acción desde lo local.

Por supuesto, esta territorialidad debe concebirse dentro de una perspectiva sistémica que establezca conexiones entre los varios niveles de acción. Como sugiere Venesia, sería problemático "circunscribir cualquier plan estratégico exclusivamente al ámbito de una sola ciudad, sin considerar a la región y área de influencia como unidad mayor imprescindible para proyectar todo desarrollo estratégico"28. Se puede decir que los procesos locales, regionales y nacionales están altamente articulados. De allí la importancia de la intermunicipalidad y de las relaciones intergubernamentales para la gestión municipal. Venesia sugiere que asumir un proyecto de desarrollo desde lo local implica aceptar el papel protagónico para los municipios, que se transforman progresivamente en centros de desarrollo político, económico, social y cultural, como motores de una región.

Tercero, desarrollo multidimensional es desarrollo cuyo objetivo básico es la producción de riqueza y bienestar para la mayoría de las generaciones presentes y futuras29. Esta definición toma distancia de las concepciones economicistas del desarrollo, las cuales buscan el crecimiento económico, la modernización, la productividad o la competitividad para la inserción en el mercado mundial como fines en sí mismos. Todos ellos se convierten en medios para alcanzar el bienestar de la comunidad territorial, pasando por las dimensiones sociales, políticas y culturales.

Ver al territorio como un sistema con niveles articulados nos permite aclarar la relación directa entre globalización y desarrollo regional y local, pues la competitividad local se convierte -en esta perspectiva sistémica- en un factor importante para el desarrollo. A la vez, no es el único, ni necesariamente tiene que representar la fuerza motriz. Segundo, desarrollo local endógeno es aquél impulsado prioritariamente por las fuerzas internas y las necesidades sentidas de la comunidad territorial, donde cualquier otra estrategia (como la competitividad) es un medio para alcanzar su bienestar. Ello no significa desconocer los desafíos de las fuerzas externas nacionales y globales. Supone más bien que las soluciones a esos desafíos sean benéficas para los miembros de las comunidades y que las oportunidades se aprovechen para potenciar el bienestar de las mismas.

Cuarto, desarrollo concertado es un proceso complejo: incluye el diálogo entre agentes con intereses propios que se relacionan dentro de un espacio territorial para impulsar un proyecto común. La lógica interna de este proyecto le da sentido a las perspectivas y actividades de los diferentes actores. La concertación se extiende también a interacciones con agentes regionales, nacionales e internacionales, y hacia adentro del territorio, entre agentes del Estado y de la sociedad civil. Esto requiere, como dijimos antes, del ejercicio de un cierto nivel de autonomía por parte del gobierno municipal como ente que coordina la interlocución entre los diversos actores sociales. Quinto, desarrollo participativo, equitativo, e inclusivo supone que el proceso se genera de abajo hacia arriba, con la activa participación de los diversos miembros de la comunidad territorial, y no exclusivamente la de los poderosos. Por consiguiente, es un proceso que busca distribución de la riqueza y al mismo tiempo contribuye a reducir las brechas existentes para que el bienestar generado sea compartido por todos. Esto se acerca bastante a la propuesta de una visión del desarrollo concebido como derecho humano de carácter universal. El "derecho al desarrollo" implica que el individuo es el eje central del proceso que integra lo económico, lo social, lo jurídico, lo político y lo ético, en el cual el crecimiento económico se convierte en medio para la integración social30.

Como ya señalé, desarrollo endógeno tampoco significa que los procesos locales se pueden aislar de los procesos regionales y nacionales. Más bien el diseño de las estrategias locales incluye en ese caso un componente que los inserta en la dinámica regional y nacional. Parte de lo que define una buena gestión municipal

En efecto, las características cuarta y quinta realzan el carácter democrático de esta visión del desarrollo y apuntan a un nuevo desafío de gran importancia para la gestión municipal: la diversidad

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Venesia, Políticas públicas..., pág. 12. Villacorta, "Hacia una delimitación...", pág. 49

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Genoveva Roldán Dávila, Globalización' y derecho al desarrollo como derecho humano", en Estau et al., La globalización...

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de identidades culturales que conviven en el ámbito urbano (perspectivas de género, etnia u otras dimensiones sociales de referencia grupal). Al respecto afirma Garretón que en América Latina, "la dimensión de la diversidad sociocultural es un complemento indispensable, en los niveles locales, regionales, nacionales y continentales, de la cuestión de la igualdad socioeconómica, en la medida en que da contenidos específicos y particulares a principios universales y generales, como el de la calidad de vida, por ejemplo”31 . Si la calidad de vida puede tener diversos significados para grupos culturales diferentes que conviven en el mismo espacio territorial, una formulación concertada del desarrollo local debe considerar esta pluriculturalidad. Sexto, el desarrollo ecológicamente sostenible aporta soluciones a los problemas presentes que no comprometen la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus necesidades. Los planes de desarrollo local deben fundarse en la conciencia de la fragilidad del medio ambiente y reconocer el valor de acudir a prácticas o tecnologías que no lo amenacen. Para los países en vías de desarrollo, ello supone crear tecnologías apropiadas, más que copiar o heredar las tecnologías caducas de los países ricos, casi siempre generadas en el pasado sin la debida atención a su impacto ambiental. Por tanto, toda búsqueda de la competitividad deberá pasar por el análisis del impacto ecológico de la estrategia económica propuesta. Los desafíos para la gestión municipal como motor del desarrollo No es fácil considerar a la vez todas esas características del desarrollo integral. En este contexto cobra importancia la idea de la "competitividad sistémica" como herramienta conceptual que permite empezar a operacionalizar un esfuerzo semejante. Competitividad sistémica se refiere a la situación fluída por medio de la cual un conjunto diverso de fuerzas sociales, políticas, económicas, e incluso culturales - tanto internas como externas a las empresas económicas o a las entidades públicas - interactúan, para producir resultados positivos de crecimiento económico en un marco territorial definido. Se trata de un esfuerzo por

encontrar situaciones en donde los diferentes agentes sociales identifican explícitamente, de manera concertada, las mejores configuraciones de organización para combinar sus fuerzas. Ello permite orientar o regular el ritmo del desarrollo económico territorial como si fuera un proceso constante de aprendizaje32. La importancia del concepto ha sido resaltada por varios investigadores del desarrollo, quienes han acuñado un término para expresar el dinamismo y la riqueza del tipo de configuraciones locales que estimulan el crecimiento económico en un marco más integral. Son los llamados "sistemas sociales de producción". Éstos representan el conjunto de instituciones en un nivel territorial que se integran para generar una lógica institucional distinta de la lógica de cada uno de sus componentes. En esta nueva lógica hay lugar para priorizar el interés por el bien común. Un sistema local de producción representaría un esfuerzo concertado para apoyar el crecimiento económico en una localidad, en un marco que también incluye el desarrollo humano y la integración social. Ejemplos de sistemas sociales de producción a nivel regional son las asociaciones y grupos de exportadores organizados para abrir nuevos mercados en Chile y Argentina, a través de la colaboración público-privada. García Delgado describe tres modelos utilizados para encarar el desarrollo local en Argentina: ¾ Los "distritos industriales" de la ciudad de Rafaela, donde el sector público apoya redes de pequeñas y medianas empresas. ¾ Los "entes interjurisdiccionales" desarrollados en Córdoba, para promover el desarrollo regional, que organizan a los productores, facilitan su acceso al crédito y crean alianzas con la universidad para coordinar y planificar el desarrollo. ¾ Finalmente, los consorcios, como el caso de los corredores productivos de la Provincia de Buenos Aires33. Nótese cómo el concepto de los sistemas locales de producción muestra de nuevo la relevancia de la cooperación intermunicipal e intergubernamental, así como de la cooperación público-privada.

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Garretón, "Las sociedades latinoamericanas y las perspectivas de un espacio cultural", en América Latina..., pág. 15. 32 Borges-Méndez, "Local-Regional Systems..." 33 García Delgado, "Nuevos escenarios locales..."

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Los gobiernos locales pueden jugar un papel crítico en la catalización de las fuerzas sociales necesarias para generar sistemas locales de producción. El concepto mismo es útil como herramienta de gestión municipal para el desarrollo integrado, porque sirve para realizar análisis estratégicos más complejos para el diseño de planes de desarrollo local y regional. Si aceptamos esta función para el gobierno municipal, entonces los modelos de administración pública tradicional pierden vigencia, como lo han sugerido ya algunos estudiosos del tema municipal. Una gestión municipal que sea motor del desarrollo como proyecto integral, deberá fundamentarse en modelos abiertos, democráticos, transparentes y estratégicos, que permitan gestionar agendas de competitividad sistémica enmarcadas por una estrategia que dé prioridad al desarrollo humano. En efecto, para promover esfuerzos de competitividad sistémica y liderar una visión del desarrollo local como la propuesta aquí, se necesitará de un liderazgo municipal de alta calidad, así como de capacidad humana y organizativa excepcional. Este gran desafío para el municipalismo en América Latina plantea la urgencia de desarrollar agendas de capacitación en gestión pública para los administradores locales. Conclusión: los administradores locales como agentes históricos Repitamos, para concluir, el argumento central de esta presentación: a pesar de que el nuevo proyecto de la globalización amenaza con imponer en América Latina la visión del desarrollo definida como participación en el mercado global, es posible

rechazar esta perspectiva reduccionista sin que ello signifique ignorar los desafíos de la globalización. Más aún, el administrador municipal puede reemplazar la concepción del desarrollo propuesta desde el proyecto de la globalización, por una visión del desarrollo más humana, que incluya las características propuestas antes, de un proyecto de desarrollo territorializado, endógeno, multidimensional, concertado, participativo, equitativo, y ecológicamente sostenible. El panorama que enfrentan los administradores locales es bastante complejo e incierto, por decir lo menos. Pero la incertidumbre que caracteriza la realidad actual tiene también un lado positivo, pues permite pensar que no estamos condenados a un futuro inevitable. Desde el punto de vista histórico, la globalización es un fenómeno que está evolucionando y en esta etapa -como en las anteriores- su dirección puede cambiar, e incluso ser reorientada. Yo insisto en que los contenidos del proyecto de la globalización como visión coherente del mundo todavía pueden ser modificados. Por tanto, el concepto de desarrollo propuesto desde ese proyecto también puede ser cuestionado y reformulado, para incluir valores que reflejen una perspectiva más humana. Ello es posible porque la globalización no es una realidad inexorable. Con prácticas responsables y con su capacidad de movilización, tanto los administradores locales como el municipalismo iberoamericano en su conjunto, puede jugar un papel muy importante para garantizar que la fuerza arrasadora de la globalización, como realidad y como visión del mundo, no despoje a los habitantes de América Latina de la oportunidad de cumplir su destino histórico.

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DROGAS, SOBERANÍA NACIONAL Y LEGITIMIDAD DEMOCRÁTICA * Pablo de Greiff** En contraste con los otros autores en este volumen, estoy interesado en la cuestión de la justicia de la política antinarcóticos de los Estados Unidos desde una perspectiva internacional. La mayoría de los ensayos precedentes examina si esa política es justa para los ciudadanos dentro de una sociedad liberal particular, es decir, la de los Estados Unidos. El enfoque de mi ensayo es más bien el de si la política estadunidense sobre las drogas es justa para aquellos cuyas vidas son afectadas por la legislación antidrogas de los Estados Unidos más allá de las fronteras de ese país. Uno de los propósitos de este ensayo es el de articular y justificar el reclamo de que esa política no es justa para los países productores de drogas. En la primera parte de este ensayo, tomo nota de algunas de las dificultades asociadas a los intentos de justificar este reclamo por medio de la noción ordinaria de justicia, lo que implica examinar la distribución de las cargas y los beneficios. Por consiguiente, de aquí paso a una discusión teórica para fijar el fundamento de mi tesis. En la segunda parte, argumento que uno puede hacer uso de la versión de Habermas acerca de la relación entre moral y ley para argüir en favor de una concepción de legitimidad democrática que muestra por qué la política de los Estados Unidos no es equitativa. En la tercera parte, me muevo del ideal normativo a la realidad empírica mediante el examen de tres posiciones que pueden defenderse con base en las premisas habermasianas. Primero, señalo la clase de estructuras cosmopolitas democráticas que satisfarían los requisitos morales y legales expuestos detalladamente por Habermas. Luego, considero la formación de jurisdicciones internacionales para crímenes como el tráfico de drogas como una posibilidad más inmediata que la construcción de un orden democrático mundial. Sin embargo, al final argumento que en el corto plazo, y en ausencia de la clase de instituciones que garantizarían la equidad de las dos posiciones acabadas de mencionar, deberíamos desmantelar *El presente ensayo, escrito en 1995, hace parte de una colección titulada Drugs and the Limits of Liberalism (Ithaca: Cornell Unversity Press, 1999), de la cual tuve el gusto de ser compilador. Una edición ampliada de esta colección, aparecerá este año, bajo el título Moralidad, legalidad y drogas (México: Fondo de Cultura Económica, 2000). Esta última tuve el gusto aún más grande de compilar junto con mi padre, Gustavo de Greiff. El artículo se reproduce aquí, con la amable autorización de ambas editoriales. A pesar de que algunos hechos han cambiado (auncuando no los fundamentales) y de que he vuelto, con más detenimiento sobre algunos aspectos del presente argumento, (ver, por ejemplo mi ensayo "Habermas on Nationalism and Cosmopolitanism" que aparecerá en ratio Juris)

o transformar radicalmente el orden legal responsable de la creación de incentivos económicos virtualmente irresistibles en el negocio de las drogas. ¿Es justa la política de Estados unidos? El curso del debate actual sobre la equidad de la política de los Estados Unidos sobre las drogas suministra pocas razones para pensar que la cuestión de justicia puede ser decidida apelando sólo a consideraciones concernientes a la distribución equitativa de las cargas y los beneficios. Por años, este debate ha estado marcado por infructuosas recriminaciones más que por pensamientos claros. Los representantes de diferentes gobiernos estadunidenses han insistido repetidamente, en contra de las leyes elementales del modelo clásico del mercado libre, que por lo demás en otras cosas no sólo han defendido sino que también han tratado de imponer, que la demanda estadunidense de drogas está en función de su disponibilidad, de la cual los miembros de los países productores son los principales responsables. Un tardío (y muy insignificante) reconocimiento de una parte de la responsabilidad estadunidense en el problema de las drogas ha hecho poco para calmar las reservas latinoamericanas respecto a la posición de los Estados Unidos; fue sólo en 1991, durante la Cumbre sobre Drogas de Cartagena, cuando los Estados Unidos finalmente firmaron un documento en el cual se reconoce que la demanda, y no sólo la oferta, alienta el negocio de las drogas. Sin embargo, este reconocimiento no ha tenido consecuencias, porque no ha llevado a cambios apreciables en las estrategias o en la composición del presupuesto antidrogas de los Estados Unidos. Desde 1989 hasta 1993, la parte destinada a la reducción de la oferta compromete entre 65% y 70% de los presupuestos anuales cada vez más elevados. Bill Clinton, quien durante su campaña enfatizó la reducción de la demanda, como presidente ha hecho poco para cambiar el enfoque de la guerra contra las drogas: los presupuestos de 1994 y 1995 dedican de 62% a 64% de los gastos de programas de reducción de oferta1 el argumento central es uno que todavía merece consideración. Agradezco a Francisco Leal y a Germán Rey la honrosa invitación a participar en el presente número de la Revista de Estudios Sociales. **Laurance S. Rockefeller Fellow Center for Human Values Princeton UniversityMi gratitud a mis colegas del Departamento de Filosofía en SUNY Buffalo, Newton Garver, Jorge Gracia, Carolyn Korsmayer y Barry Smith. Andreas Follesdal, Thomas McCarthy, Thomas Pogge y Jason Adsit también leyeron este ensayo y me dieron sugerencias valiosas. También estoy agradecido con los participantes en la conferencia que originó los ensayos que se publican en este libro, especialmente con William Connolly, Donald Moon y Thomas Pogge, por sus importantes comentarios y desafíos.

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La insistencia de los Estados Unidos en sostener la existencia de una excepción al esquema económico explicativo clásico, de acuerdo con el cual es la demanda la que crea la oferta y no lo contrario, es parcialmente responsable de las quejas de Latinoamérica acerca de la política estadunidense sobre las drogas. Estas reservas también surgen de la convicción de que los países productores han sido culpados por un problema que no es "suyo". Los latinoamericanos creen esto en dos sentidos diferentes: ellos no ocasionaron el problema, y en segundo lugar, ellos no consumen el producto. Primero, aun cuando la coca y la marihuana se habían cultivado en Latinoamérica por siglos, no hubo un comercio internacional de estas sustancias hasta cuando los traficantes estadunidenses se involucraron en el negocio. El comercio colombiano de la droga, en el cual concentraré la atención en este capítulo, solamente comenzó a finales de los años setenta como una instancia más del fenómeno del "se aprieta aquí, se infla allá"; a saber: de la mera transferencia de la producción de la droga de un país a otro,2 cuando los comerciantes estadunidenses se movieron a las costas caribeñas colombianas como consecuencia del éxito de los Estados Unidos al forzar a los gobiernos mexicanos a fumigar los campos de cultivo de marihuana con el defoliante Paraquat.3 El sentimiento colombiano de que el problema, estrictamente hablando, no es suyo, está fundado también sobre la circunstancia de que los niveles internos de consumo se han mantenido

1

La distribución de los presupuestos antidrogas ha variado de año en año como sigue (el primer porcentaje se refiere al presupuesto para la reducción de la oferta y el segundo al presupuesto para la reducción de la demanda): 1989: 71.2% y 25.2%; 1990: 69.9% y 26.6%; 1991: 67.90% y 28%; 1992: 68.6% y 27.2%. El componente para investigación ha fluctuado entre 3.6% en el presupuesto antidrogas de 1989 y 4.2% en el presupuesto de 1992. Véase Clear and Present Dangers: The U. S. Military and the War on Drugs in the Andes (Office on Latin America, Washington, D. C., 1991). Para un análisis completo de la política estadunidense sobre las drogas, véase Juan Gabriel Tokatlián, "Colombia-Estados Unidos y el tema de las drogas: evolución y perspectivas" (ensayo presentado en la Universidad de Miami, North-South Center's Drug Task Force, reunión de junio 20-21, 1994) (en adelante citado como Tokatlián, "ColE.U."). Los presupuestos del gobierno de Clinton son muy similares a los de Bush: en 1994, 64% del presupuesto estuvo destinado a la reducción de la oferta y 36% a la reducción de la demanda. Para 1995 el balance fue de 62.8% y 37.2%, y los números estimados para 1996 muestran una disminución: 63.9% y 36.1%. Véase National Drug Control Strategy: Executive Summary (Office of National Drug Control Policy, Washington, D.C., 1995), p. 39. Inclusive a nivel retórico, las pocas concesiones acerca de la "responsabilidad conjunta" que siguió a la reunión de Cartagena en febrero de 1991 se enterraron por la insistencia en que la oferta continuaba siendo el mayor problema, una posición que los Estados Unidos reiteraron en la cumbre de San Antonio en

relativamente bajos.4 Los traficantes colombianos y los productores no están en el negocio por la gracia de un mercado interno; ellos están en el negocio a consecuencia de un mercado internacional cuya ansiedad por las drogas es capaz de generar ganancias de miles de millones de dólares. Lo que es más importante, y está más cerca de la tesis de esta sección, es que los colombianos sienten que no sólo el negocio no es primordialmente suyo, sino también --legítimamente desde mi perspectiva- que han tenido que pagar una parte inequitativa de la carga de combatirlo. La guerra contra las drogas ha generado niveles de violencia que han llegado a extremos intolerables. La violencia ha estado dirigida tanto a blancos oficiales como privados; no existe ninguna rama del gobierno colombiano que no haya sufrido tribulaciones en la lucha contra las drogas. Miembros de la legislatura, más de 70 jueces y tres candidatos a la presidencia, incluyendo a Luis Carlos Galán, quien era el candidato con mayor probabilidad de ganar la elección en 1989, han sido asesinados por razones que tuvieron que ver con el negocio de las drogas. Sin embargo, más allá de las víctimas políticas están las 11 000 vidas sacrificadas por la violencia relacionada con las drogas sólo en 1990. En los primeros ocho meses de 1995, 15 000 personas fueron asesinadas en el país,5 y aun cuando no toda la violencia estaba relacionada con las drogas, nadie duda que el negocio de las drogas la ha exacerbado.

Febrero de 1992, reunión de los presidentes de los Estados Unidos, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y México, y el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela. Véase Tokatlián, "ColE.U.", p. 12. 2 Para un extenso estudio sobre este fenómeno, véase Ethan Nadelmann, Cops across Borders: The Intemationalization of U.S. Criminal Law Enforcement (Penn State Press, State College, 1993). 3 Véase Paul B. Stares, Global Habit: The Drug Problem in a Borderless World (Brookings Institution, Washington D. C., 1996), capítulo 2, para una breve historia sobre cómo los planes para reducir la oferta en áreas especificas han fracasado no sólo en el sentido de que ellos normalmente llevaron simplemente a transferir la producción a otros países, pero, peor aún, sobre cómo estos planes pueden también haber contribuido a un mayor refinamiento en las operaciones que les sucedieron. 4 La mayoría de los estudios sobre consumo de cocaína en Colombia muestra que aun cuando ha habido incrementos en el uso, el problema no tiene con mucho las mismas proporciones del problema en los Estados Unidos. Véase Francisco Thoumi, Economía política y narcotráfico (TM Editores, Bogotá, 1994), capítulo 9 (en adelante citado como Thoumi, Narcotráfico). 5 El Tiempo (Bogotá, Colombia), 3 de septiembre de 1995. Tokatlián estima el número de muertes violentas en Colombia en el periodo 1988 a 1994 en 165 000 (para poner estos números en contexto, el régimen militar de Pinochet ha sido acusado por la pérdida de 1 600 a 3 000 vidas en un periodo que se extiende por 10 años). Juan Gabriel Tokatlián, Drogas, dilemas y dogmas (TM Editores/CEI, Bogotá, 1995), p. 130.

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Pero aquellos que defienden la justicia de la política estadunidense sobre las drogas, como una equitativa distribución de las cargas y los beneficios, por supuesto tienen lista una respuesta para esto. Ellos citan las innumerables vidas arruinadas en los Estados Unidos por la adicción6, las miles de vidas desperdiciadas en la violencia de las bandas relacionadas con la droga y el cada vez mayor número de policías asesinados en el país en el cumplimiento de su deber.7 Adicionalmente, los críticos alegarán que mientras los países productores de drogas están recibiendo beneficios económicos, los Estados Unidos están sufriendo una pérdida económica no sólo por el dinero gastado en la compra de bienes con poco o ningún valor agregado, sino también por el dinero empleado en la guerra -más de 80 000 millones de dólares gastó el gobierno federal solamente entre 1989 y 1995--8 y por la alta pérdida de productividad de los trabajadores ocasionada por las drogas. Sin embargo, este argumento es deficiente en varios aspectos; primero, si el debate es acerca de las cargas, entonces es obvio que el mayor número de pérdidas de vidas ha ocurrida al sur de la

frontera estadunidense; segundo, el argumento supone que el impacto económico del negocio de las drogas en los Estados Unidos es claramente negativo -como si el dinero gastado en las drogas y en la aplicación de la política antidrogas desapareciera en un agujero negro- y que el impacto en los países productores es claramente positivo. Sin embargo, en términos puramente económicos, las drogas han sido un mal negocio para los países productores.9 Aun cuando no existen datos confiables sobre el flujo de dinero proveniente de las drogas a los países productores -lo que está reflejado por las amplias diferencias entre las estimaciones- se dice que solamente en 1994 la economía colombiana recibió entre 4 000 y 10 000 millones de dólares provenientes del negocio de las drogas.10 La cuestión es si el impacto de este dinero es positivo o negativo. Como estoy considerando este asunto en parte como una reacción a la afirmación de que los países productores han gozado de beneficios económicos que compensan las cargas de la guerra contra las drogas, por el momento dejo fuera las consideraciones acerca del impacto social negativo de este flujo de dinero, el poder

6

Después de una significativa disminución en el número de consumidores de drogas durante la última mitad de los años ochenta, parece que el número de consumidores ha vuelto a aumentar. En 1988 el número de consumidores mensuales de cocaína fue de 2.9 millones. En 1990, fue de 1.6 millones. En 1991, sin embargo, los consumidores mensuales habían subido a 1.9 millones. El número de consumidores semanales de cocaína declinó de 862 000 en l988 a 662 000 en 1990, pero subió a 855 000 en 1991. Véase Tokatlián, "ColE.U.", p. 13, citando el National Drug Control Policy Report para 1991. El informe para 1995 dice rotundamente: "Ningún cambio significativo en el uso de drogas ilícitas, para arriba o para abajo, se reportó en 1993, comparándolo con 1992. El efecto neto es que el uso de las drogas parece que se estabilizó entre la población general en 1993, con excepción del uso de drogas ilícitas entre los adolescentes, que se está incrementando' (National Drug Control Strategy: Fxecutive Summary [1995], p. 7). 7

En el periodo entre 1986 y 1993 se produjeron, "9 314 asesinatos relacionados con las leyes contra los narcóticos" en los Estados Unidos. Estos números, de acuerdo con el National Drug Control Strategy: Executive Summary para 1995, han subido constantemente "desde la mitad de los años ochenta, llegando al 7.4% de todos los asesinatos en 1989. Desde entonces, la tasa ha declinado al 5.2 por ciento de todos los asesinatos, pero este nivel de la violencia relacionada con las drogas es inaceptable todavía" (ibid.,p. 11). 8 No obstante la retórica contra las drogas del gobierno de Reagan, fue el presidente Bush quien comprometió importantes recursos de los Estados Unidos en esta lucha. El gobierno federal gastó 6 600 millones de dólares en 1989 en esfuerzos contra las drogas, 9 700 millones de dólares en 1990, 10 900 millones en 1991, 11 900 millones en 1992, 12 200 millones en 1993 y más de 12 200 millones en 1994. En 1995 gastaría cerca de 14 000 millones en 1995, y el gobiemo de Clinton solicitó 14 600 millones para 1996. Véase el National Drug Control Strategy: Executive Summary (1995), p. 40. De acuerdo con algunos estudios, los gobiernos locales y estatales gastaron aún más que el gobierno federal en esfuerzos antidrogas. Peter Reuter, por ejemplo, argumenta que en 1990, mientras el presupuesto del gobierno federal fue de 9 300 millones de

dólares, los gastos locales y estatales ascendieron a 18 000 millones. Véase Peter Reuter, "Hawks Ascendant: The Punitive Trend of American Drug Policy", Daedalus 121 (1992). Para 1999 el gobierno de Clinton ha solicitado al Congreso que apruebe un presupuesto de 18 700 millones de dólares. 9 La mayoría de las discusiones sobre las drogas eluden el hecho de que la mayor parte de las divisas generadas por este negocio permanece en los países consumidores. Las estimaciones realistas más altas indican que los carteles colombianos repatriara menos de 25% de sus ingresos (véase, por ejemplo, a Francisco Thoumi, "El país trabado", Dinero [Bogotá, Colombia], marzo de 1995, p. 28. Véase también Stares, Global Habit, op. cit., p. 84). Esto no debería sorprender a nadie. Las economías latinoamericanas no son estables, ni sus sistemas bancarios tan confiables o discretos, como lo son los refugios de lavado de dinero, que incluyen a Aruba, las Islas Caimán, Liechtenstein, Chipre, Hong Kong, Luxemburgo y los Estados Unidos. A principios de los años ochenta, mientras estaba apaleado por la crisis de la deuda en Latinoamérica, el sistema bancario en la Florida se opuso a las regulaciones federales contra el lavado de dinero. No es necesario decir que los Estados Unidos continúan siendo importantes en el negocio de lavado, no obstante las regulaciones. Véase a Stares en Global Habit, op. cit., pp. 57-60. 10 En una nota personal al entonces fiscal general de la nación, Gustavo de Greiff, el presidente Gaviria estimó el ingreso de moneda proveniente de las drogas en alrededor de 7 000 millones de dólares en 1992. Ésta es con mucho la estimación más alta y no parece estar apoyada por otros estudios. Thoumi se refiere a 2 000 millones de dólares en 1994 (Narcotráfico, p. 208). Andrés O'Byrne y Mauricio Reina estiman esta cantidad entre 3 800 y 4 400 millones de dólares para 199l, mientras que Urrutia y Pontón la calculan en 951 millones de dólares para el mismo año. Véase a O'Byrne y Reina, "Flujos de capital y diferencial de intereses en Colombia", y a Urrutia y Pontón, "Entrada de capitales, diferenciales de interés y narcotráfico", ambos artículos publicados en Mauricio Cárdenas y Luis Jorge Garay (comps.), Macroeconomía de los flujos de capital en Colombia y América Latina (Tercer Mundo Editores/Fedesarrollo/Fescol, Bogotá, 1993). Véase también Tokatlián, "Col-E.U."

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corruptor de las fortunas nuevas e ilegales, de los efectos perturbadores sobre las pautas tradicionales de comportamiento social, o de sus efectos en la ética del trabajo y en las aspiraciones al éxito.11 La cuestión es si los países productores se han beneficiado económicamente de manera que sus sufrimientos, resultantes de la guerra contra las drogas, son equitativos; se argumenta que los países productores han ganado tanto, como consecuencia de este negocio, que el balance entre beneficios y cargas deja un saldo a su favor. ¿Pero son tan grandes los beneficios económicos? Los 4000 a 10000 millones de dólares recibidos por Colombia provenientes del comercio ilícito de las drogas representan entre ¡50% y 130% de las exportaciones legales del país! Pero es obvio que el hecho de que este incremento se deba a una actividad ilegal constituye una diferencia importante. Primero, la afluencia de divisas más que estimular la economía la puede desestimular; una acumulación grande de reservas en moneda dura obliga al gobierno o a reducir los gastos o a expandir la base monetaria: lo primero disminuye la demanda agregada, lo último genera inflación. En cualquiera de estos dos casos la consecuencia es la misma, una reducción en el crecimiento económico.12 Segundo, el aumento en las reservas en moneda dura fuerza la revaluación del peso, volviendo menos competitivas a las exportaciones legales.13 Tercero, la poca predictibilidad de este flujo de dinero hace particularmente difícil la implantación de una política monetaria. Cuarto, el capital ilegal crea una demanda por bienes de lujo, la mayoría de los cuales no se producen en el país.14 Quinto, este capital crea presiones especulativas, especialmente en el mercado de bienes raíces, empeorando la escasez crónica de viviendas. Por último, el negocio de las drogas ha dado lugar a una reforma agraria a la inversa: tierras que habían sido distribuidas por el gobierno a los campesinos

11

Para un estudio del devastador impacto del negocio de las drogas sobre el tejido social en los barrios económicamente pobres de Medellín y sobre la estructura del carácter de los jóvenes en esas áreas, véase Alonso Salazar J., No nacimos pa 'semilla (CINEP, Bogotá, 1990). 12

De hecho, la economía colombiana creció a un ritmo significativamente más alto en el periodo que precedió al boom del negocio de la cocaína (Thoumi, Narcotráfico, pp. 54-58, 255, 257, 260). La otra manera de manejar el problema de crecientes reservas internacionales de moneda es incrementando las importaciones. Pero esto tampoco ayuda al crecimiento económico. 13

"La economía después del cartel", Portafolio Colombia), 18 de diciembre de 1996, p. 21. 14

durante los años setenta, han sido recompradas por los narcotraficantes.15 En consecuencia, podría argumentarse que los ingresos de la droga no deberían siquiera contarse como beneficios. En el peor de los casos, uno puede decir justificadamente que el asunto de los beneficios económicos es más difícil de lo que pudiera pensarse a primera vista. Las dificultades en el cálculo de beneficios y cargas, y especialmente en la comparación de los beneficios y las cargas disfrutados o sufridos por los diferentes países, hacen que este argumento no pueda decidirse. Por esto pienso que esta explicación y justificación del reclamo de que la política antinarcóticos estadunidense es injusta con los países productores no va muy lejos. LA JUSTICIA PROCEDIMENTAL No debería sorprender que la complicada cuestión de la justicia transnacional no pueda ser resuelta por medio de una concepción ordinaria de equidad. En esta sección quisiera dar un enfoque diferente al asunto. En vez de abordarlo desde la perspectiva de la justicia distributiva, lo trataré desde el punto de vista de la legitimidad democrática. El problema, por supuesto, es que la democracia usualmente se ha aplicado en el contexto de los estados-nación soberanos. Pero el problema internacional de las drogas genera una interesante cuestión acerca del significado de la soberanía y la autodeterminación en un mundo cada vez más interdependiente. Los conceptos de soberanía y de legitimidad democrática conducen a la idea de que en tanto un país respete los procedimientos democráticos puede aprobar cualquier ley considerada apropiada por su pueblo para regular la interacción social dentro de sus fronteras. Naturalmente, esto no autoriza a ningún país a imponer su legislación más allá de sus límites territoriales. Dejando de lado el hecho de que en medio de la guerra contra las drogas

15

Véase Colombia's Commitment concerning the World Drug Problem: National Plan (National Narcotics Council, Bogotá, 1995), pp. 38-42 (en adelante citado como National Plan). Véase también Thoumi, Narcotráfico, p. 248, y para un estudio más detallado sobre los efectos del dinero de la droga sobre la propiedad de la tierra en Colombia, véase Alejandro Reyes Posada, "Compra de tierras por narcotraficantes", en Francisco Thoumi et al., (comps.). Drogas ilícitas en Colombia: Su impacto económico, político y social, (Ariel, Bogotá, 1997).

(Bogotá,

Thoumi, Narcotráfico, p. 250.

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los Estados Unidos han impuesto su política preferida, algunas veces por medio de una abierta exhibición de fuerza,16 y otras veces por métodos más sutiles pero igualmente efectivos,17 deseo tratar aquí un caso filosóficamente más interesante. Después de todo, el caso de la imposición de una política particular por medio de la fuerza no genera complicaciones filosóficas especiales; la coacción internacional es censurable, y este juicio puede hacerse con referencia a la noción clásica de la soberanía nacional. Parte del descontento de Latinoamérica con los Estados Unidos está causado por casos de abierta imposición, pero sólo en parte; el resto del descontento es más profundo. Aun en ausencia de una presión, abierta o encubierta, el problema de las drogas da lugar a la pregunta siguiente: ¿están los legisladores y políticos bajo la obligación moral de considerar, como parte de la deliberación acerca de la legitimidad de sus propuestas, las consecuencias que pueden tener las medidas que propongan, más allá de las fronteras del país al cual sirven? Argumentaré que la aseveración de que la política antidrogas de los Estados Unidos es injusta para los países latinoamericanos puede fundamentarse mejor al responder de manera afirmativa esta

pregunta. Expresadas simplemente, las nociones de legitimidad democrática y de soberanía nacional ("interés nacional") son guías insuficientes para la solución de problemas que tienen alcance transnacional. Argumentaré que si uno pretende preservar una noción significativa de legitimidad democrática, debe hacer más flexible la noción de soberanía nacional. La llamada guerra contra las drogas suministra un caso triste pero claro en apoyo de mi posición. A primera vista, éste parece ser un caso difícil de argumentar. El pueblo estadunidense, como recientemente nos lo ha recordado Newt Gingrich, se opone a la legalización de las drogas.18 La legislatura federal simplemente ha seguido el ejemplo aprobando miríadas de leyes antidrogas. Aceptando que estas leyes han sido aprobadas mediante procedimientos aceptables y luego de una discusión verdaderamente abierta, parecen ser perfectamente legítimas.19 Pero, desde el punto de vista de los países productores de drogas, el asunto no es tan simple; la legislación estadunidense tiene un profundo impacto en ellos. Es un hecho que sin el mercado estadunidense el negocio internacional de las drogas achicaría considerablemente. La manera

16

de los Estados Unidos en las agencias financieras internacionales, en donde el voto estadunidense es casi decisivo. Respecto a esto último, la ley expresa: El Secretario del Tesoro deberá instruir al director ejecutivo al los Estados Unidos en cada banco de desarrollo, que vote, en o después del 1 de marzo de cada año, contra cualquier préstamo u otra utilización de fondos de la respectiva institución, a favor de cualquier país productor importante de drogas ilícitas o de cualquier país de tránsito importante de drogas, excepto en lo previsto en la subsección (b) de esta sección. Para los propósitos de este parágrafo, el término "banco multilateral de desarrollo" significa el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo [a.k.a., el Banco Mundial], la Asociación Internacional de Desarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo [22 U.S. C., sec. 2291k (a) (2)].

Una intervención militar relacionada con las drogas tuvo lugar en Panamá, ha tenido lugar en Bolivia y en menor escala en Perú y Colombia -en otras palabras, en casi todos los países productores de Latinoamérica-.La invasión de los Estados Unidos a Panamá se justificó en parte como un operativo contra las drogas. Después de la invasión, barcos estadunidenses comenzaron una operación de "patrullaje" en aguas colombianas, operación que amenazó con convertirse en bloqueo a principios de 1990. La crisis se desactivó después de protestas enérgicas por parte del gobierno colombiano. Esto, sin embargo, no terminó con la participación militar de los Estados Unidos en Colombia; marinos estadunidenses participaron en maniobras "cívicas" en el departamento del Valle en Colombia, cuya capital es Cali, en 1992. Los militares de los Estados Unidos han participado en operaciones antidrogas en Bolivia por lo menos desde 1986. Véase Jaime Malamud-Goti, Smoke and Mirrors: The Paradox ofthe Drug Wars (Westview Press, Boulder; 1992). Los militares de los Estados Unidos son parte del comando y asesoran las operaciones antidrogas en el Alto Huallaga, en Perú, hasta el presente. 17

Cada año, los Estados Unidos evalúan el desempeño de otros países en la guerra contra las drogas y los "certifican" o "descertifican" como socios confiables en esta guerra. El último informe pasa revista al desempeño de 144 países (el desempeño de los Estados Unidos no se evalúa). El informe anual, publicado por el Bureau for International Narcotics and Law Enforcement Affairs, del Departamento de Estado, se titula International Narcotics Control Strategy Report. Este mecanismo sirve más que para propósitos informativos; la ley permite a las administraciones estadunidenses que se tomen medidas contra los países descertificados; estas medidas, pueden incluir la suspensión de toda ayuda monetaria y de otra clase, la eliminación de beneficios comerciales, la imposición de barreras aduanales y, lo que es más importante, obstaculiza el acceso a créditos internacionales mediante el voto negativo

18

De hecho, Gingrich está tan seguro de la oposición estadunidense a la legalización, que ha propuesto un referéndum nacional sobre la materia, asegurando a los reporteros que "el voto será de un 80 por ciento contra la legalización". Véase, por ejemplo, "Gingrich Wants Referendum on Drug Legalization Issue", Buffalo News, 15 de Julio de 1995, p. 4A. 19

Esta suposición puede ser cuestionada dadas las distorsiones que usualmente acompañan a los debates sobre la naturaleza y las consecuencias del consumo de drogas. Véase Erich Goode, "The American Drug Panic of the 1980's: Social Construction, or Objective Threat?', InternationalJournal ofAddictions 25 (1990); Dickson McGaw, "Governing Metaphors: The War on Drugs" American Journal ofSemiotics 8 (1991): 53-74. Véase también Steven Wisotsky, "Not Thinking Like a Lawyer: The Case of Drugs in the Courts", Notre Dame Joumal ofLaw, Ethics and Public Policy 5 (1991): 651-692, para un relato sobre las imágenes (caricaturas) del consumo de drogas que han influido en las decisiones judiciales.

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como los Estados Unidos manejan su problema con las drogas determina, en gran parte, lo que sucede en los países productores. Dado este hecho, sería poco sincero por parte de los estadunidenses afirmar que cualquier cosa que hagan en relación con ese problema es un asunto sólo de ellos. Pero, ¿no tienen los Estados Unidos el derecho de decidir lo que sus ciudadanos pueden o no hacer de acuerdo con sus leyes? Ciertamente sí. Pero los ciudadanos estadunidenses no son libres para determinar la suerte de los ciudadanos de otros países que se encuentren más allá de sus fronteras. Y esto es precisamente lo que están haciendo al aprobar una legislación que penaliza una actividad que las leyes han sido incapaces de impedir, pero que ha tenido tremendas consecuencias en otros países. La legislación de los Estados Unidos, en cuya articulación y aprobación los latinoamericanos no tienen absolutamente ninguna representación, modela en forma espectacular la vida en la mayoría de los países productores, inclusive cuando no ha habido ninguna interferencia "diplomática". Desde una perspectiva latinoamericana, lo que es infortunado es la conjunción de, por una parte, millones de consumidores dispuestos a pagar el precio que sea necesario para traer drogas desde los países productores hasta los Estados Unidos y, por otra, una serie de leyes que crean un incentivo económico para que esas drogas se produzcan, incentivo significativamente mayor al de la producción de otros bienes. La sola creación, por medio de leyes, de un inmenso mercado de narcóticos, en el cual las ganancias son más altas que las de un negocio legítimo, distorsiona la gama de las decisiones disponibles para los individuos tanto en los Estados Unidos como en los países extranjeros.20 Entonces, el reclamo de la injusticia de la política estadunidense sobre las drogas puede enmarcarse en los siguientes términos: inclusive si los Estados Unidos no forzaran a los demás países a adoptar determinada política en materia de drogas, el enorme tamaño de su mercado y la magnitud de los incentivos económicos a que ha dado lugar tendrían un impacto tan grande en aquellos países que, política, económica y moralmente hablando, no podría sostenerse que las leyes contra las drogas fueran una simple 20

Ésta es una parte importante de mi argumento: con la generación de estas ganancias extraordinariamente altas, el papel de la legislación antidroga nos ayuda a localizar responsabilidades. El gobierno de los Estados Unidos no puede ser responsabilizado por las preferencias de consumo de sus ciudadanos, pero sí puede ser responsabilizado por los actos de sus legisladores. En este caso, los actos de los legisladores han sido la causa de grandes distorsiones en los mercados, que dan lugar a incentivos económicos virtualmente irresistibles: basados en los precios de 1994, "un kilo de hojas de cocaína sale del Perú costando 250 dólares; pasa por Colombia costando 2 000 dólares y cuesta en Miami 19 000 dólares, en Chicago 31 000

cuestión de soberanía nacional, para ser decidida solamente por los ciudadanos estadunidenses, sin tener en cuenta cómo otros pueden ser afectados por sus decisiones. Yo arguyo que el sentimiento de injusticia que despierta la política antidrogas de los Estados Unidos se deriva de la intuición de que hay una obligación moral, que pesa en particular sobre los legisladores, que les exige evaluar el impacto de sus actos en términos que van más allá de consideraciones de conveniencia nacional. LA LEGITIMIDAD DEMOCRÁTICA Y LOS ASUNTOS TRANSNACIONALES El desafío, por supuesto, consiste en articular y justificar esta idea de que la legitimidad de las leyes depende de sus consecuencias sobre aquellos que se vean afectados sustancialmente por ellas, no sólo dentro de los límites nacionales, sino dondequiera que los afectados residan. Es precisamente acerca del concepto de soberanía, y más exactamente, acerca de la relación entre soberanía y legitimidad democrática, como pretendo elaborar mi explicación y justificación de la afirmación sobre la injusticia de la política antidrogas de los Estados Unidos. Haré uso de la reconstrucción de Habermas sobre la legitimidad democrática para argüir que, dada la relación que Habermas propone entre legitimidad y moralidad, el concepto de legislación legítima debe incluir el punto de vista de todos los afectados con esa legislación.21 Mi argumento no pretende suministrar una presentación detallada de la posición de Habermas. El siguiente bosquejo será suficiente. Para Habermas, las normas morales y legales se complementan entre sí: la teoría moral contemporánea comete un error al pretender explicar la normatividad unilateralmente, como si las únicas normas disponibles para el sujeto que se pregunta ¿qué debo hacer ahora? fueran normas morales. De hecho, siempre nos encontraremos en contextos en los cuales, además de normas morales, las normas pragmáticas y legales forman parte del entorno dentro del cual decidimos la acción que debemos ejecutar. Adoptando un punto de partida funcional, el reconocimiento de nuestro involucramiento en este contexto normativo complejo es ventajoso, porque entonces es posible recurrir a las normas legales para compensar tres de deficit que afectan a las dólares y se vende al detalle en esa ciudad en 198 000 dólares" (National Plan, p. 40). Volveré más tarde sobreeste punto. 21

Dicho esto, debe anotarse que el mismo Habermas no siempre es claro acerca del hecho de que esta comunidad relevante algunas veces rebasa las fronteras nacionales. En este ensayo me baso especialmente en la obra de Jürgen Habermas, Between Facis and Norms, trad. William Rehg (MIT Press, Cambridge, 1996), p. 65. (De aquí en adelante citada como Facts and Norms.)

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clases de déficit que afectan a las normas morales:22 a) la moral sobrecarga al actor cognitivamente, pretendiendo que juzgue por sí sólo acerca de lo que debe hacer en circunstancias concretas, mientras que solamente le ofrece principios indeterminados y en muchos casos contradictorios entre sí; b) la moral sobrecarga al individuo desde un punto de vista motivacional, porque aun si logra un discernimiento correcto acerca del curso de acción moralmente deseable, la moral postradicional ha perdido la conexión con las estructuras motivacionales presentes en las formas tradicionales de vida. Mientras en la moral tradicional la razón para una acción suministra no solamente discernimiento sino también motivación, después del rompimiento de la cosmovisión tradicional, el tener discernimiento no equivale a tener motivación para actuar de la manera apropiada. Peor todavía, la moral universalista suministra discernimiento sólo suponiendo la obediencia generalizada. Los individuos, que por regla general no son tontos, comprenden el carácter contrafáctico de esta suposición y, por consiguiente, quedan con muy poca motivación para cumplir con los dictados morales; c) finalmente, la moral es deficiente también desde un punto de vista organizativo, porque mientras puede decirnos cuáles son nuestros deberes, no nos dice necesariamente cómo se supone que cumplamos con nuestras responsabilidades, sobre todo en el caso de deberes complejos. Así, por ejemplo, el deber de no dejar que alguien muera de hambre no nos dice nada acerca de cómo montar campañas efectivas contra el hambre. En suma, la moral universalista no siempre nos dice cómo actuar, no siempre nos suministra motivaciones suficientemente fuertes y no siempre nos ayuda a coordinar efectivamente nuestras acciones. Sin embargo, la sociedad necesita mecanismos de coordinación de acciones. La ley compensa estas deficiencias a) exponiendo en detalle normas pertinentes, procedimientos de decisión y estándares de competencia; b) revisando los cálculos de pérdidas y ganancias mediante la penalización de ciertas clases de acciones; y c) estableciendo criterios organizativos que suministran un grado de eficiencia a nuestros intentos de cumplir con tareas sociales complejas.23 El análisis de Habermas sobre la complementariedad funcional entre la ley y la moral, interesante y oportuno como es, no dice

22

Habermas, Facts and Norms, op. cit., pp. 104-118.

nada acerca de la validez de las normas morales ni sobre la legitimidad de las leyes y, por consiguiente, suministra muy pocas pistas sobre cómo proceder respecto a casos concretos como el de las drogas. Si esta reconstrucción teórica de la relación entre moral y ley ha de ser útil para articular un punto de vista político-moral que pueda justificar la afirmación de que la política antidrogas de los Estados Unidos es injusta, la relación entre moral y ley habrá que ser examinada desde un punto de vista que vaya más allá de consideraciones funcionales. La relación entre validez moral y legitimidad legal es precisamente la que me ayudará a establecer mi punto, porque en tanto que la moral sea entendida en términos universalistas, y en tanto que la legitimidad esté ligada a la moralidad, esta relación introduce un requisito universalista en la formación de la ley que claramente no se cumple en el caso de las leyes sobre las drogas. En esencia, la posición de Habermas es que dado un mundo postradicional, en el cual las justificaciones metafísicas o religiosas de la moral y de la ley no son ya suficientes, uno todavía puede hacer uso de las nociones de justificación, en un sentido universalista, mediante la reconstrucción de la noción de validez en términos de aceptabilidad discursiva. De acuerdo con esta posición, podemos prescindir de justificaciones metafísicas y religiosas porque las presuposiciones que los hablantes inevitablemente hacen al usar un lenguaje para llegar a un entendimiento, especialmente aquellas presuposiciones que tienen que ver con la apertura del diálogo y la simetría de los participantes, constituyen una de las premisas en la deducción de un principio de validez universal, de acuerdo con el cual "sólo son válidas aquellas normas de acción con las cuales los posibles afectados pueden estar de acuerdo como participantes en discursos racionales."24 Este principio, que suministra un entendimiento abstracto de la validez en general, no discrimina aún entre normas de acciónes legales y morales. Sin embargo, puede ser precisado para ambas, dando lugar a dos principios distintos: uno de validez moral y el otro de legitimidad democrática. El principio de validez moral dice que toda norma de acción válida tiene que cumplir con la condición de que "todos los afectados puedan aceptar las consecuencias y los intereses de todos

24

Ibid., p. 107.

23

Ibid. pp. 114 y ss.

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efectos secundarios previstos que su cumplimiento general tendrá para la satisfacción de los intereses de todos (y estas consecuencias e intereses son preferidos sobre las posibilidades alternativas de regulación)."25 El principio de legitimidad democrática dice que sólo pueden considerarse legítimas aquellas normas judiciales que ganen el asentimiento (Zustimmung) de todos los ciudadanos en un proceso discursivo de formación de la ley que esté en sí mismo legalmente constituido."26 El origen común de los principios de validez moral y de legitimidad legal no implica, sin embargo, la identidad entre moralidad y legalidad. De hecho, hay por lo menos tres diferencias importantes entre ellas: 1. Mientras que la moral y la ley constituyen sistemas de conocimiento de alguna clase, la ley constituye además un sistema de acción que tiene a su disposición la fuerza coercitiva del Estado.27 2. Los tipos de razones que deciden un debate moral y uno legal son diferentes en cada caso. Mientras que la moralidad requiere discursos en los cuales el consenso racional depende de la aceptabilidad de las mismas razones por todos los participantes, los debates legales están invadidos por razones de diversas clases, incluyendo consideraciones pragmáticas, éticas y morales; por consiguiente, no es necesario que se converja sobre las mismas razones como sí debe suceder al final de una discusión moral.28 Por esto precisamente las leyes, en general, no declaran cuál es la razón por la que deben ser obedecidas. Más bien, las leyes permiten su aceptación por una variedad de fundamentos; cuál sea el de mayor valor es asunto que se deja a la decisión de cada ciudadano.29 3. Los grupos pertinentes para los debates morales y legales son diferentes: un entendimiento universalista de la moral hace que la humanidad como un todo constituya la comunidad pertinente para el debate moral. Siguiendo a Kant, podemos decir que lo que caracteriza a una norma moral es que ella da lugar a un reclamo de validez universal, y por ello difiere tanto de las discusiones pragmáticas, la validez de cuyas conclusiones (los "imperativos técnicos" de Kant) depende de

compartir fines particulares, así como de los discursos éticos, cuyos reclamos (los "consejos de prudencia" de Kant) son válidos sólo para los miembros de una comunidad de ciudadanos que comparten una tradición y sus evaluaciones firmes.30 Como los asuntos legales no recurren sólo a razones morales sino que envuelven consideraciones acerca de medios y fines, así como sobre la identidad colectiva de una comunidad de ciudadanos, el grupo pertinente no parece comprender a toda la humanidad, sino a un grupo más restringido.31 Este grupo pertinente para el propósito de la elaboración democrática de la ley tradicionalmente se ha definido en términos territoriales, de las fronteras del Estado. Habermas sigue la tradición: Al contrario de las reglas morales, las reglas legales no normalizan las posibles interacciones entre sujetos racionalmente competentes en general, sino los contextos de interacción de una sociedad concreta. Esto se deriva simplemente del concepto de la positividad de la ley; es decir, de la facticidad de elaborar y de hacer cumplir la ley. Las normas legales se remontan a las decisiones de un legislador histórico, ellas se refieren a una área geográficamente delimitada y a una colectividad socialmente delimitada de coasociados legales, y en consecuencia, a una esfera especial de validez.32 Ciertamente, es importante reconocer la posibilidad de resolver asuntos legales en una comunidad que no abarca a la humanidad como un todo, porque permite a grupos particulares incorporar su sentido de identidad en la estructura legal, lo que a su vez puede fortalecer tanto a la ética como a la ley; la ética, entendida en el sentido de un ethos particular, una concepción concreta y tradicional de la vida buena compartida dentro de una comunidad dada, puede ser fortalecida si se da fuerza legal a por lo menos algunas de sus características. Por otra parte, la ley, en la medida en que es vista como íntimamente conectada con la noción compartida de lo bueno, recibirá por este mismo hecho una medida de legitimidad.

25

Jürgen Habermas, "Discourse Ethics: Notes on a Program of Philosophical Justification", en Moral Consciousness and Communicative Actions, trad. Christian Lenhardt y Shierry Weber Nicholsen (MIT Press, Cambridge, 1990), p. 65. 26

Habermas, Facts and Norms, op. cit., p. 110.

27

Ibid.,pp. 106yss.y 114yss.

28

Habermas distingue entre ética y moralidad argumentando que mientras la ética se dirige a responder la pregunta ¿qué debo o debemos hacer? con fundamento en consideraciones de identidad personal o colectiva, la moral interpreta la pregunta como una que debe ser contestada con fundamento en consideraciones de justicia o de derechos. Más adelante trato sobre esta distinción. Cf. Jürgen Habermas, 'On the Pragmatic, the Ethical and the Moral Employments of Practical Reason", en Justification and Application, trad. C. Cronin (MIT Press, Cambridge, 1993).

29

Habermas, Facts and Norms, op. cit., pp. 112, 117. Ibid., pp. 153 y ss., 160 y ss. (véase Immanuel Kant, Groundworkfor the Metaphysics of Morals, AK VI: 415, 416).

30

31

Por ejemplo, las regulaciones del tráfico no envuelven consideraciones de moralidad sino más bien de conveniencia. Las leyes relativas a la educación, especialmente al empleo de una lengua en particular, invocan no sólo consideraciones de conveniencia, sino también razones de identidad comunitaria (aun cuando también podrían implicar asuntos de derechos). 32

Habermas, Facts and Norms, op. cit., p. 124.

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Sin embargo, el problema es que la definición territorial de la comunidad pertinente para la elaboración de la ley democrática es deplorablemente inadecuada. Y la crisis internacional de las drogas subraya este hecho. Dada la escasez de evidencia fáctica en apoyo de la política sobre drogas de los Estados Unidos, uno tiene derecho de concluir que esa legislación reposa más en consideraciones éticas, que tienen que ver con la imagen que de sí misma tiene la sociedad estadunidense o con el ideal de moderación --un ideal desmentido sistemáticamente en muchas otras formas, incluyendo su consumismo- o con su desconfianza hacia las actividades y emociones extáticas desconfianza que parece que pierde su fuerza cuando se trata de otras actividades y sustancias, como su pasión por los deportes y el consumo del alcohol durante esos eventos. Por supuesto, es cierto que la elaboración de la ley no tiene lugar sólo con fundamento en consideraciones morales, sino que incluye consideraciones pragmáticas y éticas. Pero si esto no ha de conducir a la destrucción de la moral, debe reconocerse que las consideraciones morales deben tener prioridad sobre cualesquiera otras. Es decir, los legisladores están en libertad de formular la ley sobre la base de razones pragmáticas y éticas con tal de que esas leyes no contradigan normas morales, y estas normas morales, como se ha explicado, no se derivan únicamente de la comunidad a la cual sirven, sino también de la comunidad afectada por la legislación propuesta. En el caso que me ocupa, suponiendo que exista un consenso dentro de los Estados Unidos acerca de la política de penalización de las drogas y, suponiendo la legitimidad procedimental de esa legislación, los Estados Unidos tendrían derecho a consagrarla sólo bajo la condición de que sus leyes no dieran lugar a situaciones que violaran sustancialmente los derechos de otros pueblos. Pero se puede argumentar que esta condición no se cumple. La penalización de las drogas, aun si se aplica benignamente, sin coacción internacional, contribuye al establecimiento y al mantenimiento de un mercado ilegal que a su turno tiene las consecuencias sociales y económicas que conocemos tan bien. El reconocimiento de que la elaboración de la ley puede y debe incluir consideraciones éticas y pragmáticas no debe contradecir la prioridad de la moral. Si es cierto que los principios de moralidad y legitimidad son simplemente dos articulaciones del mismo principio abstracto de validez discursiva que subsiste en un mundo postradicional, esto introduce un impulso universalista en la elaboración de leyes legítimas. Si la noción de legitimidad de la ley resulta de un entendimiento abstracto de la validez que es universal en su alcance, un concepto de la legitimidad fundado en un ámbito

territorial sólo se justifica en aquellos casos en los cuales pueda suponerse con certeza que la legislación tendrá un impacto insignificante sobre los derechos de personas que se encuentren más allá de las fronteras de la nación que expide dicha legislación. La mayoría de las leyes cumplen esta situación. Pero hay casos, y las drogas es uno de ellos, en los cuales las consideraciones pragmáticas, éticas y morales pueden estar en conflicto entre sí. En tales casos, ponerse del lado de las consideraciones pragmáticas o éticas conlleva un alto precio: la renuncia al reclamo de validez moral, y en consecuencia, de la legitimidad democrática. Habermas explica así la compleja relación entre el concepto de legitimidad y las razones éticas y morales: Por su misma estructura las leyes están determinadas por la cuestión acerca de cuáles son las normas que los ciudadanos quieren adoptar para regir su vida en común. Con seguridad, los discursos que apuntan a lograr una autocomprensión discursos en los cuales los participantes desean tener un entendimiento claro de sí mismos como miembros de una nación específica, como miembros de un grupo o de un Estado, como habitantes de una región, etc., en los cuales desean determinar las tradiciones que ellos continuarán; [... ] en síntesis, los discursos en los cuales ellos desean dejar en claro la clase de sociedad dentro de la cual desean vivir- son también una parte importante de la política. Pero estas cuestiones están subordinadas a las cuestiones morales y están conectadas con cuestiones pragmáticas. Las cuestiones morales en el sentido estrecho de la tradición kantiana son cuestiones de justicia. La cuestión que tiene prioridad en la política legislativa concierne a cómo una materia puede ser regulada en el interés igual de todos. La elaboración de normas es primordialmente un asunto de justicia que está medido por principios que expresan lo que es igualmente bueno para todos. Y al contrario de las cuestiones éticas, las cuestiones de justicia no están relacionadas desde un principio con una comunidad especifica y su forma de vida. La ley consagrada políticamente para una comunidad concreta, para ser legítima, debe por lo menos ser compatible con principios morales que tienen validez universal más allá de esa comunidad legal.33 33

jurgen Habermas, “Citizenship and National Identity: Some

Reflections on de Future of Euripe”, en Praxis International 12, 1992, pags. 7-8. el destacado es mío.

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Cuando los países renuncian el reclamo de validez moral para sus leyes al fundarlas en consideraciones de conveniencia o en consideraciones éticas, el sentimiento de injusticia por parte de quienes tienen que sufrir las consecuencias de esa política se justifica por completo. Esto, creo yo, es el fundamento para la afirmación de que la política estadunidense sobre las drogas es injusta. Se impone una aclaración final. No he pretendido derivar una política particular respecto a las drogas de un entendimiento acerca de la relación entre la validez moral y la legitimidad legal. No pienso que tal conclusión rápida sea posible. Tampoco se desprende de estas premisas abstractas ni un argumento a favor de la legalización ni uno a favor de la penalización. Lo que se sigue de estas premisas es alguna guía para los legisladores: un entendimiento universalista de la moral, junto con la relación entre moral y ley que he analizado aquí, impone a los legisladores la obligación de pensar acerca de la legitimidad de sus propuestas en términos de la aceptabilidad racional de las leyes que propongan por parte de los afectados por ellas, inclusive si éstos viven más allá de las fronteras nacionales.

sistemas regionales y globales más amplios que tengan un impacto en sus vidas."35 Este orden cosmopolita operaría con base en la vieja pero actual idea truncada de que la validez de los actos legislativos depende de su aceptación por todos los afectados por ellos, dondequiera que se encuentren. Entonces, la participación política se ganaría no en virtud de una membresía territorial, sino de estar bajo la influencia de problemas particulares y de leyes aprobadas para enfrentarlos. Esto daría lugar a muchas clases de comunidades que tratarían asuntos locales, nacionales y globales, y requeriría la formación de "foros o cortes transfronterizos" encargados de decidir "cuándo y cómo debe ser examinada y resuelta una cuestión pública de interés significativo."36 Como el punto consiste en dar representación política a quienes sean afectados por las leyes --y no a otros--, estos foros o cortes podrían usar tres pruebas para guiar los asuntos políticos a los diferentes niveles de gobierno: La prueba de la extensión examina la gama de personas dentro y a través de territorios delimitados que son afectadas significativamente por un problema colectivo y una cuestión política. La prueba de la intensidad valora el grado en que la última afecta a un grupo de personas y, por consiguiente, el grado en que se justifica una intervención nacional, regional o global, o de otro tipo. La tercera prueba, la valoración de la eficiencia comparativa, se preocupa por suministrar medios para examinar si una iniciativa nacional, regional o global es necesaria, en la medida en que los objetivos que busca no puedan realizarse adecuadamente por quienes operan en niveles de toma de decisiones "más bajos."37

Tres políticas moralmente defendibles Ahora, en la medida en que uno de los propósitos de una teoría política sea el diseñar y justificar instituciones para que la vida en sociedades justas no dependa exclusivamente de la buena voluntad de sus líderes, el argumento expuesto antes, hablando estrictamente, requiere la formación de un orden mundial cosmopolita. Tal orden mundial ha sido promovido por Kant, y más recientemente por Thomas Pogge y David Held. Las propuestas de estos autores no demandan el remplazo del sistema de naciones-estados por un poder soberano único sino más bien, en palabras de Pogge, por "un esquema de multicapas en el cual la autoridad política última está dispersada verticalmente."34 David Held, quien ha elaborado la noción de un orden democrático cosmopolita, argumenta que dentro de él "la gente gozará [...] de ciudadanías múltiples --participación política en las diversas comunidades políticas que lo afecten significativamente. Las personas serán ciudadanas de sus comunidades políticas más inmediatas y de 34

Thomas Pogge, "Kant's Vision, Europe, and a Global Perspective" (manuscrito no publicado, 1995), p. 6. (Versión en español publicada con el título "Europa y una federación global: la visión de Kant", en Vincent Martínez Guzmán [comp.], Kant: la paz perpetua doscientos años después [NAU Libres, Valencia, 1997], pp. 161-17l). Véase también Pogge, "Cosmopolitanism and Sovereignty", Ethics 103 (1992): 48-75.

Es probable que bajo estas tres pruebas el asunto de las drogas calificaría para ser tratado en un nivel organizativo más alto que el que actualmente lo considera; o sea, el nivel de decisión nacional, y ocasionalmente el campo de fuerza de la actual política internacional. La ganancia de verdadera representación política en la formulación de la política que tiene el más grande impacto en el destino de los países productores 35

David Held, Democracy and the Global Order (StanfordUniversity Press, Stanford, 1995), p. 233. 36 37

Ibid.,p. 237, n. 6. Ibid., p. 236. Las cursivas son mías.

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iría lejos en la solución de su clamor de justicia. Si este grupo más amplio escogiese una estrategia de legalización o una de penalización es una cuestión abierta, pero es casi seguro que en cualquier caso, las cargas de cualquiera de estas políticas estarían compartidas más equitativamente. Sin embargo, puesto que es muy improbable la constitución de un orden cosmopolita, sería poco afortunado si esta fuera la única consecuencia que se derivara del argumento acerca de la relación entre validez moral y legitimidad legal. Como este argumento lleva sólo a un entendimiento de los requisitos universalistas que pesan sobre la formación de leyes legítimas, uno podría intentar construir sobre estas bases un argumento a favor de continuar penalizando las drogas, excepto que entonces esto requeriría un tipo de cooperación internacional que iría mucho más allá del "torcimiento de brazos" que ha sido característico en las relaciones entre los Estados Unidos y los países latinoamericanos en materia de política de drogas. Probablemente, esta cooperación implicaría tanto la creación de una jurisdiccional internacional para los crímenes relacionados con las drogas como transferencias económicas masivas (como una compensación a los países productores por colocarlos en circunstancias que dan lugar a inmensos incentivos económicos para participar en el negocio y al mismo tiempo les exige combatirlo).38 En comparación con las estrategias actuales, una jurisdicción internacional parece que ofrece muchas ventajas. Primero, la aplicación de las sanciones se simplificaría significativamente. Bajo los actuales acuerdos, los tratados de extradición tienden a ser vistos como el resultado de presiones por parte de los países poderosos, como lo ilustran los recientes intentos de los Estados Unidos para que Colombia restablezca la extradición de los delincuentes de las drogas.39 Segundo, la internacionalización del problema haría más fácil, en teoría, la ampliación del ámbito de la lucha, haciendo posible, por ejemplo, someter 38

a examen no sólo el comportamiento de los individuos sino de las corporaciones; es preciso tener en cuenta, por ejemplo, que la mayoría de los componentes químicos usados en el procesamiento de la pasta de coca no se producen en los países llamados exportadores de drogas. Bajo el actual statu quo legal, es casi imposible para los países latinoamericanos llevar a cabo acciones legales contra compañías que, a sabiendas, suministran esos componentes químicos. Puede concebirse que una corte internacional podría examinar materias como ésta. Tercero, la existencia de una jurisdicción internacional haría más difícil que los gobiernos como tales se involucraran en actividades relacionadas con las drogas, porque no podrían efectuar acuerdos con sus sistemas judiciales que llevaran a la liberación o a tratamientos más benignos a favor de quienes estuvieran envueltos en el tráfico de drogas. Esto sería cierto tanto en relación con aquellos gobiernos que voluntariamente participan en esas actividades como en relación con aquellos a quienes las circunstancias fuerzan a ser blandos con las personas o grupos culpables de esos delitos. Cuarto, una jurisdicción internacional retiraría el asunto de las drogas como factor de negociaciones sobre comercio internacional y ayudas internacionales, cuya presencia ha llevado a la comisión de abusos.40 Quinto, es posible que una corte internacional fuera más inmune a prejuicios en el procesamiento y la condena de sospechosos que las actuales cortes en los diferentes países, cuando, como ahora sucede, los países se traban en acaloradas recriminaciones, acusándose unos a otros por el azote de las drogas, y la amargura pública expresada por los políticos conlleva el peligro de infectar las instituciones públicas, incluidas las mismas cortes. La ciudadanía de un acusado puede determinar la agresividad con que un fiscal acuse al sospechoso, el cuidado con que una corte revise la cantidad, y la legalidad de las pruebas

Los Estados Unidos otorgaron a Colombia aproximadamente 100 millones de dólares en 1994 y 1995 como ayuda en la lucha contra las drogas. En el mismo periodo, el gobierno colombiano gastó más de 1 750 millones de dólares en la misma lucha (National Plan, p. 58). Luis J. Orjuela argumenta que los costos de la guerra contra las drogas forzaron al gobierno colombiano a recortar las inversiones sociales en 17% entre 1984 y 1989. Véase su "Narcotráfico y política en la década de los ochentas: entre represión y diálogo", en Carlos G. Arrieta, Luis J. Orjuela, Eduardo Sarmiento y Juan Gabriel Tokatlián (comps.), Narcotráfico en Colombia (Uniandes/Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1990).

están involucrados en una intensa campaña para que se modifique la Constitución. Véase "E.U. aprieta las tuercas", Semana (Bogotá, Colombia), núm. 739,2-9 de julio de 1996, en donde se detallan las condiciones que los Estados Unidos imponen a Colombia bajo la amenaza de sanciones económicas. La lista de condiciones incluye la extradición. Es irónico que cuando el aparato de aplicación de la ley en Colombia tiene algo quemostrar por sus esfuerzos, que han llevado a prisión o a la eliminación de los líderes de los carteles de Medellín y Cali -lo que ha tenido poco impacto en el flujo de las drogas-, voces tanto en Colombia como en los Estados Unidos piden que se restablezca la extradición.

39

40

La Constitución colombiana de 1991 prohibió la extradición de nacionales colombianos. Los Estados Unidos

Recuérdese el alcance del 22 U. S. C., sect. 2291k. Véase la nota 17.

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contra el sospechoso cuando considere la idea de descartar o desechar los cargos, y el grado de parcialidad contra un acusado que el juez o el jurado llevan a la sala de audiencias (no obstante el juramento de ser imparciales y de considerar al acusado inocente a menos de demostrarse su culpabilidad más allá de una duda razonable). Un tribunal internacional puede mitigar los efectos dañinos de los prejuicios apoyados por el Estado.41 Por supuesto, la creación de una corte internacional presenta tremendas dificultades. La historia del combate internacional contra las drogas escasamente da fundamento para el optimismo. A falta de un orden internacional democrático cosmopolita esa corte puede llegar a constituir una amenaza para la justicia si no forma parte de un orden democrático internacional más amplio. Primero, el hecho de que una corte internacional simplifique la aplicación de las sanciones no significa que se garantizaría su equidad. Esto resalta la importancia de la democracia cosmopolita no sólo en cuanto a la propia integración de la corte, sino tal vez, de manera más importante, en el estado previo de la elaboración de la ley internacional. Segundo, si los poderes de la corte vienen a representar o no una fuerza constructiva dependerá de cómo se empleen. Las actuales instituciones internacionales pueden ser culpadas más por su falta de voluntad de tratar casos iguales de manera igual que por no tener ni el marco legal para ser efectivas ni los medios para aplicar la ley real y verdaderamente. El mismo problema puede tenerse una vez que se internacionalizara el problema de las drogas en la forma que se propone. Sin las instituciones democráticas requeridas, la comunidad internacional también puede hacer un empleo selectivo de la corte. En resumen, si la composición de la corte y especialmente la legislación que la respalda no hace otra cosa que reflejar el actual balance de poder, es claro por qué esta propuesta no sería más defendible desde un

punto de vista moral que el actual statu quo.42 En síntesis, tengo serias dudas acerca de esta propuesta. En la medida en que los países productores estén bajo la amenaza de ver suspendidas las preferencias comerciales de que gozan e interrumpido su acceso a los créditos si no se conforman con las demandas de la política estadunidense contra las drogas, no hay ninguna razón para creer que pudieran estar en posición de participar como iguales en la constitución de un tribunal internacional sobre las drogas. Dadas las dificultades asociadas a las dos propuestas mencionadas antes y considerando los dudosos fundamentos de la penalización, tal vez los Estados Unidos podrían comenzar por considerar una regulación del negocio de las drogas. Existen amplias razones pragmáticas en apoyo de este cambio, la menor de las cuales no es la probable mejoría en la salud pública que seguiría a una estrategia "medicalizadora" semejante a la practicada en Holanda.43 Pero también existen razones morales para considerar este cambio. He argumentado que es manifiestamente injusto colocar a los países productores en una situación en la cual la demanda estadunidense de drogas se une a una legislación que suministra a esos países con poderosos incentivos que no tienen paralelo en ninguna otra industria y que después no sólo acusa a esos países por producir drogas, sino que les exige invertir sus recursos, tanto humanos como materiales, en combatir la producción de esas mismas drogas. En la actualidad, sería más fácil satisfacer las demandas morales internacionales aplicando a las drogas las mismas reglas que se aplican a la producción y el comercio de otros bienes. El día en que las ganancias asociadas con la producción de las drogas se igualen a las ganancias asociadas a los otros bienes que producen los países en desarrollo, algunos, aunque no todos, los reclamos de justicia elevados por estos países se satisfarán. Ese día, podremos reasumir otros temas sobre la justicia internacional.

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Véase Pablo de Greiff, "International Courts and Transitions to Democracy", Public Affairs Quarterly 21 (1998): 79-99.

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41

Discusiones tenidas con Dan Abrahamson, un prominente abogado estadunidense, me ayudaron a clarificar este punto.

Véase, por ejemplo, Russel Fox y Ian Mathews, Drug Policy (Federation Press, Sydney, 1992), esp. pp. 196-205); Eddy L. Engelsman, "The Pragmatic Strategies of the Dutch 'Drug Czar'", en Amold Trebach y Kevin Zeese (comps.), Drug Prohibition and the Conscience ofNations (Drug Policy Foundation, Washington D.C., 1990). Véase también Patricia Erikson, Diane M. Riley, Yuet W. Cheung y Pat A. O'Hare (comps.), Harm Reduction (University of Toronto Press, Toronto, 1997).

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Cultura subjetiva en intervenciones de salud* Gerardo Marín**

Un número representativo de publicaciones recientes en el área de la promoción de la salud mental y física en los Estados Unidos ha discutido la necesidad de desarrollar planes de prevención que reflejen de una manera apropiada las características culturales del grupo étnico o cultural en cuestión1. Este énfasis en la identificación y aplicación de las características básicas de una cultura en las actividades de la promoción de la salud se debe probablemente a la importancia que se le ha dado a los principios del mercado social en la salud pública y a las intervenciones de cambio comunitario2. El incremento en la concientización de las necesidades y de la importancia numérica de las minorías étnicas en los Estados Unidos también ha contribuido a que se le preste atención a las características básicas de un grupo en cuanto al desarrollo de materiales e intervenciones para la promoción de la salud. Durante el censo de 1990, los grupos étnicos más numerosos de los Estados Unidos (afroamericanos, indígenas americanos, asiáticos e hispanos) abarcaban mucho más del 24% de la población total del país. Se estima que esa proporción se incremente a pasos agigantados en los próximos años, y para en el año 2050, según la Oficina del Censo, estos cuatro grupos étnicos comprenderán la mayoría de la población del país, Estas cifras obviamente requieren que se les preste especial atención a las necesidades de los

*Traducción de Jaime Casas y Carolina Jaramillo. Publicado en John Adamopoulosy Yoshihisa Kashima (eds.), Social Psychobgy and Cultura/ context, Sage Publications, 1999, Algunas partes de este capítulo fueron presentadas en el XXVI Congreso Interamericano de Psicología, Sao Paulo, Brasil, julio de 1997. ** Psicólogo Social, PhD de Paul University, vice decano, Facultad de Artes y Ciencias, Universidad de San Francisco. 1 Véase T. L Cross, B. J. Bazron, K. W. Dennis, M, R. Isaacs, Towards a Culturally Competent System ofCare (Volume 1), Washington DC, Georgetown University, 1989; B. J. Davis, K. H. Voegtle, Culturally Competent Health Care for Adolescents: A Guide for the Primary Health Care Provider, Chicago, American Medical Association, 1994; G, Marín, "Defining culturally appropriate community interventions: Hispania as a case study", en Journal of Community Psychology 211993, págs. 149-161; G. Marín, E. J. Pérez-Stable, "Effectiveness of disseminating culturally appropriate smoking cessation Information: Programa latino para dejar de fumar", en Journal of the National Center Institute Monographs, 18,1995, págs, 155-163; G. Marín, H. Amaro, C. Eisemberg, S. Opava-Atitzer, "The development of a relevant and comprehensiva research agenda to improve Hispanic health", en Public Heath Reports, 108,1993, págs. 546550; M. A. Orlandi (ed.), Cultural Competence for Evaluators (Col, 1.), Rockville MD, Office of Substance Abuse Prevention, USDHHS, 1992; R, N. Roberts, Culturally Component Programs for Families of Children with Special Needs, Washington DC, Georgetown University Child Development Center, 1990. 2 Véase A. R. Andreasen, Marketing Social change, San Francisco, Jossey-Bass, 1995.

grupos étnicos en Estados Unidos por medio del desarrollo de intervenciones que reconozcan adecuadamente sus características culturales. Este capítulo resume brevemente el papel del análisis de una cultura subjetiva en el desarrollo de intervenciones culturalmente apropiadas, dando atención particular a la promoción de la salud, aunque los principios se apliquen de igual forma a campos como el cambio comunitario, la educación y el mercado. Se examinará primero la relevancia de tal análisis dentro del marco de la apropiación cultural, seguida de ejemplos que se derivan de los esfuerzos de prevención en áreas como el cigarrillo y el consumo de bebidas alcohólicas, llevados a cabo entre los hispanos en Estados Unidos. Definición de intervenciones culturalmente apropiadas Como se mencionó anteriormente, varias publicaciones recientes han discutido la necesidad de desarrollar intervenciones para la promoción de la salud dentro de las que se consideren las características básicas de los individuos en cuestión3. Estas discusiones se han basado, a menudo, en la necesidad de considerar las características culturales de varios grupos étnicos que hacen parte de las sociedades multiculturales como en los Estados Unidos. Como se puede esperar de los autores que escriben acerca de un concepto evolutivo, se han utilizado muchos términos. Algunos han optado por intervenciones culturalmente sensitivas4 o intervenciones culturalmente adaptadas5, mientras que otros han sugerido la necesidad de

3

Véase, R. F. Catalano, J.D, Hawkins, C. Krenz, M.Gillmore, D. Morrison, E. Wells, y R. Abbott, "Using research to guide culturally appropriate drug abuse prevention", en Journal of Consulting and Clinical Psychology, 61(5), 1993, págs. 804-811; Cross et al, Towards a culturally..:, i. D, Fisher, W. A. Fisher, "Changing AIDS risk behavior", en Psychological Bulletin, 111,1992, págs. 455474; Marín, "Defining culturally..."; Marín ef al., "Effectiveness of disseminating.,."; Marín, Amaro eí al., "Thedevelopment,.,";A.A. G. Muninjaya J. Widarsa, "Development of culturally appropriate educational material to improve home case management of diarrhea in rural Lombok, Indonesia", en International Quarterly of Community Health Education, 14(2), 1993-1994, págs. 237-243; Orlandi, Cultural competence...; R. P. Weissberg, y M.J, Elias, "Enhancing young people's social competence and health behavior: An important challenge for educators, scientists, policy makers, and founders", en Applied and Preventive Psychology, 2, 1993, págs. 179-190; M. A. Winkleby, J. A. Flora, y H.C. Kraemer, "A community-based heart disease intervention: Predictors of change", en American Journal of'Public Health, 84(5), 1994, págs. 767 - 772. 4

5

Véase, R. Bayer, "AIDS prevention and cultural sensitivity: Are they compatible?", en American Journal of Public Health, 84 (6), 1994, págs. 895 - 898. A.G.Ramírez, D. A. MacKellar, K. Gallion, "Reaching minorityaudiences; A major challenge in cáncer reduction", en The Cáncer Bulletin, 40(6), 1988, págs. 334-343.

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Intervenciones culturalmente componentes6 o modelos etnológicos y preventivos culturalmente informados7. En este capítulo, se prefiere el término culturalmente apropiado por encima de sus términos homólogos, ya que este puede percibir como más comprensivo y más relacionado con el tema de intervenciones comunitarias para el cambio de comportamiento. Por ejemplo culturalmente apropiado puede ser descrito como un término que envuelve mucho mas el ser sensitivo a las diferencias y mátices culturales, lo que podria estar implicito en el uso del termino culturalmente sensitivo. Además el termino culturalmente competente está reservado para individuos o interventores que son culturalmente sensitivos o estan culturalmente informados y que podrian estar a cargo del desarrollo o de intervenciones culturalmente apropiadas. De hecho, como fue sugeruido por varios autores8, se espera que los individuos culturalmente competentes tengan cierto número de habilidades especiales que sean diferentes a las de las propiedades de las intervenciones que han desarrollado o que están implementando, como concientización y convivencia con las diferencias culturales, conciencia de los parámetros de las dinámicas interculturales; y que tengan las herramientas necesarias para promover la adaptación personal y la diversidad cultural. Aunque cierto número de autores ha reconocido la necesidad de las intervenciones culturalmente apropiadas (incluyendo desde esfuerzos de prevención primarios hasta terciarios), se ha escrito muy poco para describir sistemáticamente lo que está implicito en el desarrollo de tales intervenciones9. En general, la necesidad de desarrollar intervenciones culturalmente apropiadas se ha basado en tres premisas básicas. La primera radica en el reconocimiento, por parte de los investigadores y de los interventores, del hecho de que la cultura en realidad influye en el comportamiento y de que hay ejemplos importantes 6

Véase, Cross et al., Towards culturally…; Orlandi, Cultural competence…; Roberts, Culturally componet 7 M. G Weiss, y A. Kleinnman, “Depression in cross- cultural perspective”, en P.R. Dasen, J. W. Berry, y N. Sartorius (eds.), Health and cross – cultural psycology, (vol. 10) Newbury Park CA, Sage Publications, 1988, pags. 179-206. 8 Véase, Cross et la., Towards culturally…; Davis y Voegtle, culturally competent health…; Orlandi, Cultural competence…; Roberts, Culturally component… 9 Véase Marín, “Defining culturally appropriate…”; W.W Nobles, L.L. Goddard, “An African-centered model of prevention for African-American youth at high risk”, en L.L. Goddard (ed.)., An African centered model of prevention for African-American youth at high risk (vol.6), Rockville MD, Substnce Abuse and Metal Health Service Administration, ESDHHS, 1993, pag. 115-129 10 Andreasen, Marketing social; E. Rogers, Diffusion of innovations, New York, the Free Press, 1983. 11 Marín, “Defining culturally apropiate…” Rogers Diffusion of Innovations; L. Uba, “Cultural Barriers to health care for Southeast Asian refugees”, en Public Health Reports, 107, 1992, págs. 544-548; J.A. Varela, Psycological Solutions to Social

de diversidad cultural en el mundo dentro de las naciones. Esto es, por supuesto, una suposición muy familiar a los psicologos multiculturales y a los lectores de este libro. Sin embargo, muchos investigadores en otros campos parecen haber escapado de esta realidad. Una segunda premisa importante en la definición de intervenciones culturalmente apropiadas es la suposición que se deriva, en parte, del mercado social10 que sugiere que sin importar las intervenciones son diseñadas específicamente por un grupo determionado (culturalmente apropiadas en el caso de los grupos étnicos), no sólo serán aceptadas con mayor facilidad por los miembros del grupo, sino que también serán mas efectivos11. Se ha empezado a acumular evidencia que muestra que, de hecho, las intervenciones culturalmente apropiadas están produciendo cambios significativos en el comportamiento de los individuos en cuestión.12. La tercera premisa es la creencia de que el desarrollo de intervenciones culturalmente apropiadas debe ir mas allá de la adaptación y/o traducción de intervenciones previamente desarrolladas por miembros de otros grupos étnicos13. Esta premisa no implica que las intervenciones “corrientes” no sean efectivas en miembros de grupos culturales definidos. Algunos estudios han mostrado, por ejemplo, que las intervenciones por prevención “corrientes” bien desarrolladas, también son efectivas en miembros de grupos etnicos específicos 14 y que en algunas intervenciones “corrientes” con adaptaciones o modificaciones también pueden producir algunos efectos no deseados15. Mas bien, esta presunción explica que el nivel de aceptabilidad y efectividad de una intervención de prevención podría ser mas alto cuando éste reune las caracteristicas y las normas de una intervención culturalmente apropiada, las cuales fueron descritas Problems, NY, Academis Press, 1971; W. A. Vega, “Theoretical and pragmatic implications of cultural diversity for community research”, en American Journal of Community Psycology, 20, 1992, pags 375-391; R. A. Winett, “ A framework for health promotion and disease prevention programs”, en American Psycologist, 50(5), 1995, págs. 341-350. 12

Véase, Marín y Pérez-Stable, “Effectivess of disseminating…” E. Péres-Stable, B. VanOss Marín, G. Marín, “A compressive smoking cessation program for the San Franciasco Bay area latino community: Programa Latino para Dejar de fumar” en American Journal of Helath Promotion, 76(6), 1993, págs. 430442, 475,; B. VanOss Marín, G. Marín, E. J. Perez-Stable, y W.W. Hauck, “Effects of a community intervention to change smokin behavior among Hispanics”, en American Journal of Preventive Medicine, 10(6), 1994, págs. 340-347. 13

Bayer, “AIDS prevention…”, Narín, “Defening culturally appropiate…” 14

Véase S. Sussman, C.E. Dent, A. W. Stancy, P. Sun, S. Craig, T.R. Simon, D. Buyrton, y B.R. Flay, “Project Towards No Tabacco Use: 1-year behavior outcomes”, en American Journal of Public Health, 83, 1993 págs. 1245-1250.

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anteriormente. En realidad, algunos autores16 han propuesto que la aceptabilidad de una intervención debería ser uno de lósentenos centrales al escoger una intervención de promoción de la salud. Un esfuerzo reciente por definir los componentes de una intervención culturalmente apropiada17 ha recibido gran influencia del trabajo de Harry Triandis, y de hecho incorpora un análisis limitado de la cultura subjetiva de un grupo como parte del proceso. Este acercamiento al desarrollo de intervenciones culturalmente apropiadas sugiere que se incorporen tres componentes básicos: (a) los valores culturales básicos o las dimensiones culturales del grupo en cuestión, (b) algunos aspectos específicos del comportamiento de la cultura subjetiva del grupo (e.g., actitudes, expectativas, antecedentes de la situación actual y normas que se perciben), y (c) preferencias específicas del grupo en cuanto a modalidad de las intervenciones (e.g., recursos preferidos y/o canales de información, actividades para evaluar comportamiento, etc.). Como mencioné anteriormente, una suposición básica en el diseño de intervenciones culturalmente apropiadas, es la creencia de que existen diferencias relevantes entre las culturas y grupos étnicos que justifican el desarrollo de intervenciones específicas para cada grupo. Componentes básicos culturalmente apropiada

de

una

intervención

Los párrafos que siguen a continuación describen lo que se entiende por cada uno de los componentes de una intervención culturalmente apropiada y proporcionan ejemplos que se derivan de nuestro trabajo con hispanos, con el fin de ilustrar no solo

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Véase, L M. Bohon, S.J. Santos, JJ. Sánchez-Sosa, y R. D. Singer, "The effeets of a mental health video on the social skills knowledge and attitudes of Mexican immigrants", en Journal of Applied Social Psychology, 24(20), 1994, págs. 1794-1805; G.J. Botvin, S. P Schinke, J. A Epstein, yl Díaz, "Effectivenessof culturally focused an generic skills training approaches to alcohol and drug abuse prevention monq minority you\h", Psychology of Addictive Behaviors, 8(2), 1994, págs. 116-127; y "Effectiveness of culturally focused an generic skills training approaches to alcohol and drug abuse prevention among minority adolescents; Two-year follow-up results", en Psychology of addictive behaviors, 9,1996, págs. 183 -194. Véase, D. J. Reid, A. J. Killoran, A. D. McNeil, J. S. Chambers, "Choosing the most effective health promotion options for reducing a nation's smoking prevalence", en Tobacco Control, 1,1992, págs. 185- 197.

diferencias diferencias culturales, sino también cómo cada componente ayuda a diseñar intervenciones culturalmente apropiadas en términos de contenido y estrategias. Dimensiones o síndromes culturales específicos de un grupo El modelo para desarrollar intervenciones culturalmente apropiadas propuesto por Marín sugiere que la intervención necesita estar informada de las dimensiones culturales básicas o de los síndromes culturales que caracterizan a los individuos del grupo en cuestión18. En el caso de los hispanos y latinoamericanos, hay una investigación sustancial que sostiene la existencia de dimensiones y deseos específicos de esa cultura. Por ejemplo, el trabajo de Triandis y sus colegas19 ha mostrado la importancia de una orientación colectivista entre los hispanos, que sostiene que hay una influencia por parte de los miembros de la colectividad en cuanto a la formación del comportamiento del individuo, así como también la importancia del papel de los miembros de la familia como referentes en la conducta y en la actitud y como un apoyo emocional, económico y de otros tipos20. De hecho, las dimensiones culturales, cuando estén sustentadas con evidencia empírica, pueden jugar un papel muy importante en el desarrollo de intervenciones culturalmente apropiadas al asesorar a tos encargados de la intervención en cuanto a la escogencia de nuevas orientaciones para ésta, en la identificación del papel de determinados miembros que imponen normas dentro de la comunidad, en la descripción de la forma en que cambian las actitudes y los comportamientos, y en indicar aquellas creencias centrales dentro de la visión que el grupo tiene del mundo.

17

Marín, "Defining culturallyappropriate..."

18

Ibid. G.Marín, H. C. Triandis, "Allocentrism as an important characteristic of the behavior of Latin Americans and Hispanics", en R, Díaz-Guerrero (ed.), Cross-Cultural and National Studies, Amsterdam, Elsevier, 1985, págs. 85-104.; H. C. Triandis, "Crosscuíturaí studies of Individualism and Collectivism", en J. J. Bermar (ed.), Nebraska Symposium on Motivation 1989: Cross-cukural perspeettves, Vol. 37, 1990, págs. 41 -133,; H. C, Triandis, G. Marín, J. Lisansky, y H. Betancourt, "Simpatía asa cultural scriptof Hispanics", en Journal of Personality and social Psychology, 47,1984, págs. 1363- 1375. 20 F. Sabogal, G.Marín, R. Otero-Sabogal, B. VanOss Marín, E. J. Pérez-Stable, "Hispanic familism and aceulturation: What changesand what doesn't ?", en Hispanic Journal of Behavioral Sciences, 9,1987, págs. 397 - 412. 19

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Las primeras investigaciones en el campo de las ciencias sociales habían mostrado la existencia de varias dimensiones culturales entre los hispanos, incluyendo una orientación hada el dominio de la naturaleza, con el sentido inherente de la debilidad del ser humano ante las fuerzas de la naturaleza y ante la voluntad de Dios21. Sin embargo, algunas de esas dimensiones culturales tempranas han recibido muy poco soporte empírico, probablemente por el hecho de que no estaban bien definidas o debido a que quizá representaban las experiencias de los hispanos campesinos que ya no representan la mayoría hispana en los Estados Unidos. Por ejemplo, la preferencia de una perspectiva del dominio de la naturaleza ha sido sustentada por estudios empíricos con muestras relativamente pequeñas22, mientras que en otros estudios se ha encontrado lo contrario23. Otras dimensiones culturales y documentos asociados o patrones de comportamiento que se asignan normalmente a los hispanos, parecen haber encontrado mayor soporte en la documentación. Por ejemplo, gracias al trabajo precursor de Harry Triandís24, el síndrome cultural del colectivismo ha salido a la superficie como una dimensión cultural central de los hispanos, Las aplicaciones del colectivismo en el desarrollo de intervenciones culturalmente apropiadas se han basado en la formación de una intervención que reconozca, sostenga, enriquezca y haga uso de las características más importantes de los individuos colectivistas, tales como la evaluación de las visiones y las necesidades de los miembros dentro del grupo, la disposición para compartir recursos sin importar las consideraciones utilitarias

individuales, y la aceptación de las normas del grupo y los valores personales como la independencia, la cooperación y la sociabilidad25.

21

Sehavior, New York, McGraw-Hill, 1994; Triandis, "The psychological,.". 26 Heller.Mexican American Youth...; Kluckhohn y Strodtbeck, Variations in Valué Orientations.., 27 A. J. Bañuelas (ed.), Mestizo Christianity: Theology from the Latino Perspective, Maryknoll NY, Orbis Books, 1995; J. R Fitzpatrick, Puerto Rican Americans Englewood Cliffs NJ,Prentice-Hall, 1971;R.S.Goizueta, Caminemos con Jesús: Towarda Hispanio Latino Theology of Accompaniment, Maryknoll NX Orbis Books, 1995; A. Isasi-Díaz. y Y Tarango, Hispanic Women; Prophetic Voicesin the Church, Minneépolis, Fortress Press, 1992; W. Magaffey, C. R. Barnett, Cuba: Its People, its Society, its Culture, New Haven CT, HRAF Press, 1962. 28 A. De Miguel, Los españoles, Madrid, Ediciones Temas de Hoy, 1990; J, Gillin, "Ethos components in modern Latin American culture", en D. Health y R. Adams (eds.), Contemporary Cultures and Societies of Latin America, NY Random House, 1965; D. D. Gilmore, Aggression and community, New Haven CT, Yale University Press, r 1987 ;J.Hooper, The Spaniards: A Portrait of the New Spaín, New York, Viking, 1986; C. Wagley, The Latin American Tradition, New York, Coíumbia University Press, 1968; E. R. Wolf, "San José: Subcultures of a «traditional» coffee municípality", en J. Steward (Ed.), The People of Puerto Rico, Urbana IL, Univefsityof Illinois Press, 1956, págs 171-264. 29 A, Montandon, (ed.), Dictionnaire raisonné de la politesse et du davoir-vivre, Paris, Editions du Seuil, 1995; D. Picard, Les rituals du savoir-vivre, París, Éditions du Seuil ,1995. 30 Triandis et al., "Simpatía as a cultural..." 31 Del original en inglés familialism y familism. (N. de los T).

C.S. Heller, Mexican American youth: Fotgotten you that the crossroads,New York, Random house, 1966; F. Kluckhohn, F Strodtbeck, Variations in Value Orientations, Evanston IL, Row, Peterson,1961. 22 B. R. Sjostrom, "Culture contact and valué orientations: The Puerto Rican experience", en E. Acosta-Belén y B. R. Sjostrom (edsj, The Hispanic experience inthe United States, New York, Praeger, 1988, págs, 163-186; J. Szapocznik, W.Kurtines, N. Hanna, "Comparison of Cuban and Anglo-American cultural values in a clinical population", en Journal of Consulting and Clinical Psychology 47(3), 1979, págs. 623-624; J. Szapocznik, M. A, Scopetta, M. A. Aranalde, y W. Kurtines, "Cuban valué structure: Treaíment implications", en Journal of Consulting and Clinical Psychology, 46(5), 1978, págs. 961-970, 23 L Grebler, J. W. Moore, yR. C. Guzmán, The MexicanAmerican people: The Nation's Second Largest Minority, New York, The Free Press, 1970. 24 Triandis, "Cross-cultural studies...” Individualism and Collectivism, Boulder CO, Westview Press, 1995; "The psychological measurement of cultural syndromes", American Psychologist, 57(4), 1996, págs. 407-415; U.Kím, H.C. Triandis. C. Kagitcibasi, S. C, Choi, G. Yoon, (eds.), Individualism and Collectivism: Theory, Method, and Applications, Thousand Oaks CA, Sage Publishers, 1994. 25 G. Hofstede, Culture's Consequences, Beverly Hílls CA, Sage, 1980; C. H. Hui, y H.C. Ttriandis, "Individualism and Collectivism: A study of cross-cultural (eseará\es",en Journal of Cross-Cultural Psychology 17,1986, pégs. 225-148; Triandis, "Cross-cultural studies...", Triandis, Culture and Social

Los primeros trabajos de los antropólogos sugirieron una preferencia por una orientación individual en el trabajo con hispanos26 el cual recibió algo de soporte empírico, y ha sido de gran importancia en el desarrollo de intervenciones culturalmente apropiadas. Esta orientación individual se basa principalmente en la importancia asignada al individuo y a sus experiencias personales en la realidad, y a la importancia generalizada de los valores humanos y de la dedicación27. Esta orientación pudo haber tenido influencia de las tradiciones españolas de la cortesíay la cordialidad28 o del sentido francés de politesse, o de la cortesía y el respeto de la civilización29. Varios investigadores ven esta dimensión como una posible fuente de términos sociales tales como simpatía30, personalismo y respeto, los cuales han sido centrales en el diseño de intervenciones culturalmente apropiadas enfocadas hacia los hispanos. Junto con varias dimensiones culturales, varios términos culturales también se han identificado como centrales en la cultura hispana, y de gran importancia en el diseño de intervenciones culturalmente apropiadas. Por ejemplo, el término familiarismo (también utilizado como famiiismo por algunos autores)31 ha sido discutido como un término central en el entendimiento de la cultura hispana, ya que dicha cultura ubica a la familia como institución principal del mundo social, con obligaciones dentro de las que se incluyen la

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solidaridad la reciprocidad, el compromiso, la crianza y la lealtad32. La idea de familiarismo también hace posible que los individuos se beneficien de su participación en la relación familiar, en donde se incluye el soporte emocional y financiero33 y la protección contra agentes que afecten la salud física y emocional34. Entre otros términos culturales hispanos importantes, que también han tenido un soporte empírico y que pueden ser de gran importancia en el diseño de intervenciones culturalmente apropiadas, se encuentran simpatía, en el que se incluye armonía, lealtad, dignidad, amistad, cortesía, afecto, respeto y seguridad en las relaciones interpersonales35; y personalismo, con énfasis en interacciones personales individualizadas y respetuosas36. El modelo para desarrollar intervenciones culturalmente apropiadas propuesto por Marín requiere no solamente que quienes participan en la intervención y los diseñadores de ésta tengan en cuenta las dimensiones culturales que aseguran la caracterización de un grupo cultural (en este caso los hispanos), sino también que las intervenciones incorporen componentes que estén de acuerdo con las dimensiones y con los términos. Por ejemplo, y como mencioné anteriormente, la dimensión cultural del colectivismo fue de gran ayuda en el montaje de

32

S. Kagan., "Social motives and behaviors of Mexican-Americans and Anglo children", enJ. L. Martínez (ed.), Chicago Psychology, New York, Academic Press, 1977, págs, 45-86; H. C. Triandis, G. Marín, C. H. Hui, J. Lisansky, y V. Ottati, "Role perceptions of Hispanic young adults", en Joumal of Cross-Cultural Psychology, 15,1984, págs. 297-320, 33 S, E.Keefe,A. M. Padilla, Chicago etnicíty, Albuquerque NM, Unlversity of New México Press, 1987; F. V. Mannino, M. F. Shore, "Perceptions of social support by Spanish-speaking youth with implícations for program development", en The Joumal of School Health, 46,1976, págs. 471-174; N. Murillo, 'The MexicanAmerican family", en C.A. Hernández y E. Al. (eds.), Chícanos: Social and Psychological Perspectives, St. Louis, Mosby, 1976. 34 M. De la Rosa, "Natural support systems of Puerto Ricans: A key dimensión for well-being", en Health y Social Work, 13{3), 1988, págs. 181-190; Grebler et al, The Mexican-American...; K, S. Markides, D. S. Costley, L, Rodríguez, "Perceptions of íntergenerational relations and psychological well-being among elderly Mexican Americans: Acausal model", en International Journal ofAging and Human Development, 13 (1), 1981, págs, 43-52; K. S, Markides, N. Krause, "Intergenerational solidarity and psychological well-being among older Mexican Americans: A three-generationsstudy", en Jouma/ofGeranío/ogy, 40(3), 1985, págs. 390-392, 35 Triandis et al "Simpatía as a cultural...". 36 Fitzpatrick, Puerto Rican Americans; E. Padilla, Up from Puerto Rico, New York, Columbia University Press, 1964; K.Wagenheim, Puerto Rico: Aprofile, New York, Praeger, 1972.

una campaña de autoayuda para dejar de fumar dirigida a los hispanos37. En esta intervención, las opiniones de los miembros de la comunidad fueron utilizadas para sustentar cada uno de los cambios de comportamiento promovidos por la intervención, y fueron difundidas en un manual de autoayuda que incluía ilustraciones y cuadros con testimonios, y a través de programas de radio y televisión. De la misma forma, nuestra investigación ha mostrado que el familiarismo y los factores que se asocian a ello, y el sentido de responsabilidad ante el bienestar de los miembros de la familia, han tenido particular importancia entre los hispanos en cuanto a la disminución del consumo de cigarrillos y bebidas alcohólicas38. Un análisis de la cultura subjetiva del grupo Una segunda característica de la intervención culturalmente apropiada de acuerdo con el modelo desarrollado por Marín es la inclusión de los resultados de un análisis de la cultura subjetiva de un grupo específico con respecto al comportamiento analizado. El desarrollar una intervención culturalmente apropiada implica identificar todos, o la mayoría de los componentes de la cultura subjetiva de un grupo (por ejemplo, valores, normas, actitudes, expectativas) con el fin de formar de manera apropiada el verdadero contenido de los materiales de intervención. En este sentido, si la investigación demuestra que los miembros de un grupo étnico dado (los hispanos en los Estados Unidos) tienen actitudes hacia un comportamiento determinado (por ejemplo, fumar cigarrillos) que es diferente al de los miembros de otro grupo (por ejemplo, los blancos no hispanos), entonces las necesidades de la intervención deben enfocarse para que las actitudes del grupo en cuestión se reflejen en los contenidos de los materiales de intervención. Esta es una situación particularmente importante en las sociedades multiculturales en las que las intervenciones puedan ser formadas por miembros

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Marín y Pérez-Stable, "Effectiveness of disseminating,"; E. Pérez-Stable, B. VanOss Marín, G.Marín, "A comprehensive smoking...". 38 G. Marín, "Expectanciesfordrinking and excessivedrinking among Mexicar Americans and non Hispanics whites", en Addictive behaviors (in press); G, Marín, B. VanOss Marín, R, Otero-Sabogal, F. Sabogal, E, J. Pérez-Stable, "Changes in informationasa function of a culturally appropriate smoking cessation community intervention for Hispanics", en American Journal of Community Psychology, 78,1990, págs. 847-864; B. VanOss Marín, G. Marín, E. J. Pérez-Stable, R, Otero-Sabogal, F. Sabogal, "Cultural drfferences in attitudes toward smoking: Developing messages using the theory of reasoned action", en Journal of Applied Social Psychology, 20,1990, págs. 478-493.

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puedan ser formadas por miembros de un grupo étnico (usualmente los que comprenden una mayoría numérica), y por lo tanto, reflejan las actitudes de un grupo que podría mantener poca similitud con los miembros del grupo analizado. La necesidad de este componente en una intervención culturalmente apropiada se basa en el hecho de que la investigación ha demostrado que los miembros de grupos étnicos y culturales comparten algunas actitudes, normas, expectativas y valores específicos de grupo que están relacionados con ciertos comportamientos que a su vez se diferencian de los de otros grupos culturales o de los miembros de una mayoría numérica en las sociedades multiculturales. Por ejemplo, nuestra investigación (tal como se explica más adelante) ha identificado un número de componentes específicos de un grupo de la cultura subjetiva de los hispanos en los Estados Unidos con respecto al consumo de cigarrillos y al consumo de bebidas alcohólicas39, que es significativamente diferente al consumo de los blancos no hispanos que también residen en los Estados Unidos. Estas diferencias en cuanto a la actitud, expectativas, normas y valores implican que una intervención culturalmente apropiada para los hispanos, que incorpore componentes específicos de la cultura subjetiva del grupo será necesariamente mejor recibida y más efectiva que una intervención que haya sido desarrollada por blancos no hispanos reflejando actitudes, normas, valores y expectativas de ellos mismos. En realidad, la investigación por fuera del ambiente multicultural ha demostrado que, cuando el contenido de un mensaje se forma para corresponder a los valores y necesidades del público, su efectividad aumenta40. Además, los investigadores41 han indicado la necesidad de adaptar los mensajes de prevención para dirijirse

a comportamientos específicos de grupo que impliquen un riesgo. Por ejemplo, Catalano sugiere la necesidad de desarrollar programas de prevención contra el abuso de drogas en la juventud afroamericana, que tiene en cuenta dichos factores de riesgo como la agresividad (que es un factor de riesgo prominente entre los afroamericanos) al igual que todos los demás que parecen ser comunes en los jóvenes afroamericanos y en los blancos no hispanos (por ejemplo, el acceso a la marihuana, la presencia de amigos que consumen alcohol, y la falta de oportunidades fuera de la escuela). Tal como se mencionó anteriormente, la evidencia ha comenzado a acumular esos apoyos a la idea de que hay actitudes, normas, valores y expectativas específicas de grupo para un número dado de comportamientos. Nuestra reciente investigación ha demostrado que los hispanos en los Estados Unidos tienen un número de expectativas hacia varios comportamientos, que los diferencia de los blancos no hispanos. Por ejemplo, uno de nuestros estudios sobre las expectativas de los hispanos con respecto al consumo de bebidas alcohólicas42 demostró que los hispanos estaban más de acuerdo con la mayoría de las posibles expectativas para el consumo de bebidas alcohólicas (por ejemplo, reírse más, hablar más y ser más agresivos, ser menos cuidadosos, sentirse más felices, sentir más sueño, sentirse más románticos) que los blancos no hispanos. Un estudio más reciente43 con muestras más aleatorias de méxico-americanos en California y en Texas, demostró una vez más que los méxico-americanos manejan diferentes percepciones a las de los blancos no híspanos. En este último estudio, era más probable que los méxico-americanos manejaran un número dado de expectativas negativas como que beber genera peleas, violencia y agresividad, pérdida del autocontrol, mal ejemplo para los niños, problemas en el trabajo y en el hogar, y volverse depresivo y poco cuidadoso. Además, los méxicoamericanos sentían que beber los hacía más independientes y más románticos.

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G, Marín, B. VanOss Marín, R. Otero-Sabogal, F, Sabogal, E, J. Pérez-Stable, "The role of acculturation on the attitudes, norms, and expectancies of Hispanic smokers", en Journal of CrossCulturaI Psychology, 20(4), 1989, págs. 399-415; G, Marín, B, VanOss Marín, R. Otero-Sabogal, F. Sabogal, E. J. PérezStable, "Cultural differences in attitudes and expectancles between Hispanic and non- Hispanic white smokers", en Hispanic Journal of Behavioral Sciences, 72(4), 1990, págs. 422-436; VanOss Marín, et al,, "Cultural differences in attitudes.,."; G. Marín, S. Posner, J. Kinyon, "Alcohol expectancies among Hispanics and non-Hispaníc whites: Role of drinking status and acculturation", en Hispanic Journal of Behavioral Sciences, 15,1993, págs. 373-381. 40 E. G.CIary, M. Snyder, R. D. Ridge, P. K. Miene, J. A. Haugen, "Matching messages to motives in persuasión: Afunctional approach to promoting volumteerims”, en Journal of Applied Social Psychology, 24(13), 1994, págs. 1129-1149. 41 Catalano et al "Using research to guide...".

Algunas de nuestras primeras investigaciones han demostrado que los hispanos también comparten expectativas con respecto al consumo de cigarrillos, que son diferentes a las de los blancos no hispanos. Por ejemplo, una serie de estudios demostró que los fumadores hispanos están más preocupados que los fumadores blancos no hispanos con respecto al hecho de que al fumar le

42 43

Marín, Posner, y Kinyon, "Alcohol expectancies. “ Marín “Expectancies for drinking...".

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dan mal ejemplo a los niños y están amenazando su buena salud al exponerlos al humo del cigarrillo44. Nuestra investigación también demostró que había un número de expectativas consecuentes que discriminaba más fácilmente a los fumadores hispanos de los fumadores blancos no hispanos. Por ejemplo, un análisis de las expectativas sobre las consecuencias de fumar cigarrillo demostró la preocupación significativa por parte de los fumadores hispanos por deteriorar la salud de los niños al exponerlos al humo del cigarrillo, mientras que los blancos no hispanos estaban más preocupados por la falta de control personal que implica el fumar cigarrillos45. Los fumadores hispanos estaban más prestos a considerar dejar de fumar para dar un buen ejemplo a los niños, para mejorar la relación con los parientes, para respirar con más facilidad, y para tener un mejor aliento bucal. Por otro lado, los fumadores blancos no hispanos sentían que una importante expectativa lógica de dejar de fumar era la habilidad de conseguir algo difícil46. Como podría esperarse, los hispanos tienen expectativas para los comportamientos como el consumo de bebidas alcohólicas o el consumo de cigarrillo que son similares a las que tienen los blancos no hispanos. Asimismo, ciertas variables demográficas (por ejemplo, el género y la aculturación) y la experiencia real con el comportamiento (por ejemplo, la frecuencia y la intensidad) también afectan el tipo de expectativas que tienen los hispanos y los blancos no hispanos47. Por ejemplo, el estudio de Marín, Posnery Kinyon encontró diferencias basadas en la condición del bebedor (con los abstemios siendo los que más esperaban un deterioro), y el mismo resultado se dio en el estudio con méxico-americanos48. Un análisis de las expectativas que antecedían al consumo de cigarrillos demostró que la motivación de los hispanos por hechos relacionados con la relajación en el hogar o mientras disfrutaban de una comida, era menor a la de los blancos no hispanos, mientras

que ambos grupos consideraron los hechos emocionales y sociales como antecedentes importantes para fumar49. Sin embargo, la investigación parece ser completamente consistente al apoyar la noción de la existencia de actitudes, normas, expectativas y valores específicos de! grupo. Estas diferencias, al igual que las similitudes entre los grupos étnicos y culturales, necesita ser incorporada al diseño de intervenciones culturalmente apropiadas. Como un ejemplo de esta integración de componentes subjetivos de una cultura con los contenidos de una intervención, se considera el resultado previamente mencionado de nuestros estudios en los que se encontró que los fumadores hispanos consideraban la protección de la salud de un niño como una buena razón para dejar de fumar (por ejemplo, VanOss Marín, Marín et al,). Asimismo, nuestros estudios subjetivos de la cultura demostraron que prevenir la muestra de un mal ejemplo para los niños también era una motivación importante para dejar de fumar. Nuestra intervención comunitaria culturalmente apropiada dirigida a los fumadores hispanos50 hizo uso de esas actitudes específicas de grupo (que también podrían ser percibidas como un reflejo del famiiiarismo y de la escritura cultural) en un número dado de formas. En nuestros manuales de autoayuda, al igual que en otros medios de comunicación, se decía con frecuencia a los fumadores que al dejar de fumar protegían la salud de los niños y que no les daban un mal ejemplo. Por ejemplo, la primera página en el manual de autoayuda51 hablaba de las respuestas a la pregunta "¿Por qué debo dejar de fumar?". Se cubrieron cuatro áreas (identificadas como parte del estudio de la cultura subjetiva): (a) para proteger la salud y el bienestar de mi familia; (b) para mejorar mi salud; (c) para evitar serios problemas de salud en el futuro; (d) para mejorar mi apariencia física. Entre las razones específicas mencionadas en la primera área (proteger la salud y e bienestar de mi familia), se decía a los fumadores que al dejar de fumar darían un mejor ejemplo a los niños, prevendrían enfermedades como los enfisemas y los resfriados, mejorarían las relaciones con los parientes, ahorrarían dinero, y vivirían más años para poder disfrutar de los hijos y de los nietos. Se encontró que eran precisamente estas espectativas las más

44

Marín et al., “The role of acculturation on…”; Marín et al., “changes in information…”; VanOss Marín et al., Cultural deifferences in attitudes…”. 45 Ibíd. 46 Ibíd. 47 R.C. Cervantes, M.J. Gilbert, N.S. Snyder, y A. M. Padilla, “Phychosocial and cognitive correlatos of alcohol use in youger adult immigrant and U.S. born Hispanics”, en International Journal of the Addictions, 25, 1990-1991, págs.687-708; Marín, “Expectatives for drinking and exessive…”;…”; Marín, Posner y Kinyon“Alcohol expectancies…”; Marín et al., “The role of accumulation…”; Marín et al., “cultural differences in

attitudes…” 48 Marín, “Expectancies for drinking and excessive…” 49 Marín et al., “Cultural differences in attitudes…”. 50 Marín y Pérez-Stable et al., “A comprehensive smoking…”. 51 Institutos Nacionales de Salud, 1993

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importantes para los fumadores hispanos durante un estudio de la cultura subjetiva, y se encontró que muchas de ellas eran más importantes para los fumadores hispanos que para los fumadores blancos no hispanos52. Los mismos temas relacionados con el familiarismo y con la preocupación por los niños se llevaron a cabo en películas, letreros, vallas publicitarias y otros medios de comunicación que eran parte de nuestra intervención culturalmente apropiada para dejar de fumar53. Por ejemplo, un letrero mostraba a un niño en frente de un espejo grande mientras usaba la ropa de su padre y llevaba un cigarrillo en la mano. Las vallas publicitarias decían: Deje de fumar por usted y por su familia. El estado de California, en la campaña para dejar de fumar dirigida a los hispanos, también utilizó aquellos hallazgos de la cultura subjetiva construyendo vallas publicitarias que mostraban un cigarrillo encendido en un cenicero que estaba en frente del retrato de una niña y que decía: Si tú fumas, ella fuma. Estos ejemplos demuestran que los resultados de un estudio de la cultura subjetiva de un grupo cultural específico con respecto a un comportamiento puede ser usado con efectividad para desarrollar los mensajes de los que se compone la intervención, En muchos casos, la motivación básica o los principios que orientan la intervención diferirán de modo significativo de los desarrollados por otros grupos dadas las diferencias en actitudes, expectativas, valores y normas identificados en el estudio de la cultura subjetiva. Como se mencionó anteriormente, nuestra intervención para dejar de fumar con los hispanos tuvo como primer motivador la protección de la niñez (un valor concordante con el colectivismo y con el familiarismo). Este es un principio completamente diferente a los programas para dejar de fumar desarrollados y orientados hacia los blancos no hispanos en los que ganar control personal sobre la propia vida {una preocupación individualista) parece ser una motivación central para dejar de fumar.

Preferencias específicas del grupo para las modalidades de intervención El tercer componente del modelo de una intervención culturalmente apropiada, tal como lo sugiere Marín, es la identificación y el uso de preferencias específicas del grupo para las modalidades de intervención. Esta sugerencia se basa en la presunción de que las culturas podrían haber tenido preferencias específicas (basadas en la percepción de utilidad, credibilidad, confiabilidad, poder de motivación, etc.) para ciertas modalidades del cambio de comportamiento (por ejemplo, asesoramiento individual vs. aproximaciones basadas en el grupo e información difundida a través de medios de comunicación electrónicos vs. medios de comunicación impresos). Asimismo, dentro de una determinada opción de una modalidad de cambio de comportamiento, la presunción podría ser que las culturas difieren en cuanto a la evaluación (nuevamente basada en características como la credibilidad, la confiabilidad y el poder de motivación percibidos) de varias fuentes de información (por ejemplo, físicos, sacerdotes, socios, profesores, actores, y animadores) al igual que de varios canales para la difusión de la información (por ejemplo, la televisión, la radio, los libros, los periódicos y las revistas). El modelo que hemos sugerido para desarrollar una intervención culturalmente apropiada propone que una evaluación debe ser hecha para esas preferencias culturales y que solamente aquéllas con marcadas características positivas deben ser usadas. En realidad, los teóricos de la comunicación han analizado frecuentemente el uso de las fuentes y canales de información apropiados para implementar mensajes e intervenciones efectivas54, y existe evidencia que demuestra que hay diferencias específicas de culturas o de grupos en las evaluaciones de varias estrategias de intervención55 y en los patrones de uso de varios canales para la diseminación de la información56.

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52

Marin et al, "The role of acculturation,.";Marín et al, "Cultural differences in attitudes.."; B. VanOss Marín, G. Marín, E. J. Pérez-Stable, R. Otero-Sabogal, F, Sabogal, "Attitudes and behaviors of Hispanic smokers: ¡mplications for cessation interventions", en Health Education Quarterly, 17(3), 1990, págs, 287-297. 53 Marín y Pérez-Stable, "Effectiveness of dissemlnating..."; PérezStable et al., "A comprehensive smoking,..".

E. R Bettlnghaus, "Health promotion and the knowledge-attitudebehavior continuum", en Preventive Medicine, 75, 1986, págs. 475491. 55 G. Marín, "Perceptions by Híspanics of channels and sources of health messages regardlng cigarette smoking", en Tobacco Control, 5, 1996; G. Marín, B. VanOss Marín, "Perceived credibility of channels and sources of AIDS information among Hispanics", en AIDS Education and Prevention, 2,1990, págs. 156-163. 56 R. Alcalay, F, Sabogal, G. Marín, E.Pérez-Stable, VanOss Marín y F. Otero-Sabogal, "Patterns of mass media useamong Hispanic smokers: Implications for community interventions",en Integral Quaterly of Community Health Education, 8(4), 1987-1988, págs, 341-350; G. Marín, "Changes across three years in self-reported awareness of product warning messages in a Hispanic community", en Health Education Research (¡n press-a); G. Marín, R. J. Gamba, “Changes in awareness of environmental health

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Actualmente hay evidencia que demuestra que los miembros de ciertos grupos culturales o étnicos tienen tienen poco interñes o demuestran altas tasas de abandono o bajas tasas de participación en algunas estrategias de intervención que podrían no acomodarse a sus necesidades o que podrían estar en conflicto con creencias culturales. Esto ha sido demostrado para los grupos de autoayuda en los que la participación es baja y las tasas de abandono son bastante altas57. Un incremento en el estudio de este campo también demuestra los patrones de uso culturales específicos de ciertos medios de comunicación. Por ejemplo, los hispanos prefieren ciertas aproximaciones o tipos de medios de comunicación en proporciones que difieren de las de los blancos no hispanos o de las de otros grupos étnicos en los Estados Unidos. Parte de nuestra investigación58 demostró que los hispanos en San Francisco gastaban aproximadamente la misma cantidad de tiempo diariamente viendo televisión (aproximadamente 3 horas) y escuchando la radio, aunque una proporción mayor ve televisión en español (72%) comparada a la que escucha la radio en español (47%). Esta misma encuesta demostró que relativamente pocas personas (60%) leen los periódicos semanalmente. Los datos nacionales muestran, en efecto, una fuerte preferencia por parte de los hispanos hacia los medios de comunicación electrónicos que hada los medios de comunicación impresos. Por ejemplo, una encuesta a amas de casa hispanas realizada en 199259 demostró que una mayor proporción mencionó la exposición a la televisión (95%) y a la radio (84%) que a los periódicos (66%) y las revistas (40%). Aunque estas figuras podrían reflejar una disponibilidad real de ciertos medios de comunicación en un mercado dado, necesitan ser consideradas al decidir el canal específico para ser usado al desarrollar una intervención. En el caso de los hispanos, los datos mencionados sugerirían que se necesita prestar especial atención al uso de medios de comunicación electrónicos (radio y televisión).

warning signs in cohorts od Hispanics and non-Hospanics whites", en Interamerícan Journal of Psychology/ Revista Interamericana de Psicología (in press). 57 J.S.Ahluwalia, y S.E. McNagny, "Smoking prevalenceand desire to quit in inner-city African American walk-in clinic patients", en Clínical Research, 41 (4), 1993, pág, 752A; Pérez-Stable et al.,"A comprehensive smoking...” 58 Alcalay et al., “Patterns of mass. “. 59 Citada por M, A. Reddy (Ed.), Statistical record of Híspanic nd Americans, 2 Edition, New York, Gale Research Inc.,1995.

Pocos estudios recientes han analizado la evaluación hecha por hispanos de varios canales de información60. En nuestro reciente estudio, encontramos que los hispanos estimaron que la fuente de información más confiable sobre el SIDA o sobre la infección del VIH es una línea directa de acceso a esta información; después ubicaron a los medios impresos (por ejemplo, libros, panfletos y artículos de periódicos) y a los comerciales de televisión y de radio61. Estudios más recientes analizaron varios canales de información para la información sobre el tabaco y el alcohol en términos de credibilidad y de poder de motivación entre grandes muestras de hispanos y de blancos no hispanos en California y en Texas. En esos estudios62, encontramos que los canales impresos (libros y artículos de periódicos y de revistas) y que los noticieros de televisión fueron evaluados de igual forma por los hispanos y por los blancos no hispanos como los más veraces y motivadores. Los comerciales de televisión y de radio les seguían en credibilidad, seguidos a su vez de medios de comunicación de despliegue como los afiches, las vallas publicitarias y las señales en los buses. Los canales menos creíbles eran las series de radio o de televisión. En general, los hispanos tendían a asignar mayor credibilidad a los diversos canales que los blancos no hispanos. Se encontró que los hispanos con mayor grado de aculturación estimaron los diversos canales de manera más parecida a la de los blancos no hispanos que a la de los hispanos menos aculturados. Los datos sobre las características de los canales tienden a sugerir que se debe prestar atención a los medios de comunicación electrónicos para desarrollar intervenciones comunitarias, dado el gran respeto que les tienen tanto los hispanos como los blancos no hispanos. Por lo tanto, ésta es un área en la que las diferencias culturales son menos importantes que en otras áreas del modelo desarrollado por Marín para las intervenciones culturalmente apropiadas. Sin embargo, los datos también son útiles para sugerir que ciertos canales que han sido considerados como "culturalmente relevantes" por los hispanos (como las telenovelas y las fotonovelas) debido a su prominencia en Latinoamérica podría deber su popularidad al valor de entretenimiento, pero se percibe que tienen bajo (aunque no insignificante) valor como fuentes de información sobre la salud.

60

Marín, "Perceptions by Hispanics..,” Marín y VanOss Marín, "Perceived credibility of channels..,". 61 Ibíd. 62 Marín, "Perceptions by Hispanics.”

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Varios programas e intervenciones que promocionan la salud han enfatizado el envolvimiento de individuos que se considera tienen alta credibilidad o que son expertos. Por ejemplo, quienes cuidan de la salud, y en particular los médicos, han sido propuestos como fuentes de información efectivas debido a su credibilidad y contabilidad; y a que son percibidos como expertos63. Otros programas han sugerido el uso de sacerdotes o de pastores debido a su papel central para moldear las normas entre ciertos grupos étnicos y culturales64. Esta es un área en la que la información empírica necesita ser obtenida para usar otras fuentes de información que sean percibidas por miembros del grupo de estudio que se consideren expertos, con alta credibilidad, con contabilidad y como motivadores. Los datos de nuestros estudios sobre la difusión de la información sobre el tabaco y el alcohol son ilustrativos en este caso. Nuestras encuestas con muestras extensas de hispanos y de blancos no hispanos en California y en Texas demostraron las diferencias importantes en las formas en que las diferentes fuentes de información son percibidas entre los grupos culturales. En general, los hispanos percibieron las siguientes fuentes como las más veraces para transmitir información relacionada con el tabaco o con el alcohol: doctores, pacientes de cáncer o alcohólicos, amigos y sacerdotes. Los blancos no hispanos reportaron fuentes parecidas como las más veraces, excepto que los profesores reemplazaron a los sacerdotes como una de las cinco fuentes de información más veraces. Los datos demostraron que los híspanos tendieron a estimar más fuentes en una forma más positiva de lo que lo hicieron los blancos no hispanos, en términos de veracidad, experiencia y contabilidad. Asimismo, estos estudios mostraron diferencias importantes entre los hispanos como resultado de su nivel de aculturación. Los entrevistados con más alto nivel de aculturación tendieron a estimar las diferentes fuentes de información de una forma más parecida a la de los blancos no hispanos que a la de los hispanos con menor nivel de aculturación.

Los datos sobre la evaluación de las fuentes de información respalda ciertos niveles de generalización entre los dos grupos étnicos incluidos en nuestros estudios, mientras que al mismo tiempo apunta a la gran posibilidad de impacto de los sacerdotes como difusores de información sobre la salud entre los hispanos. Estos datos también demuestran que los individuos evaluaron las fuentes y los canales de información diferencialmente y que una intervención culturalmente apropiada en un estudio necesita identificar y utilizar esas fuentes y canales de información que estén evaluados mejor por miembros del grupo o de los I grupos en cuestión. Se puede esperar que las intervenciones sean mejor recibidas y sean más efectivas cuando se hace uso de fuentes y canales de información con alto grado de veracidad y contabilidad. En realidad, ésa ha sido nuestra experiencia con la intervención comunitaria para dejar de fumar que se hizo entre los hispanos65. Los médicos y los individuos que se podrían interpretar como miembros de la comunidad, fueron usados en el manual de autoayuda y en comerciales de televisión y de radio como fuentes de información como razones para dejar de fumar. Ellos compartieron sus experiencias de dejar de fumar. Conclusiones El modelo para una intervención culturalmente apropiada propuesto por Marín66 se derivó de nuestras experiencias desarrollando y evaluando un programa comunitario para dejar de fumar dirigido a los hispanos en San Francisco, California, durante 6 años aproximadamente. La intervención se describe en varias publicaciones67 y está incluido en el manual de autoayuda descrito anteriormente (con más de 700 000 distribuidas), en la producción de comerciales de televisión y de radio y en talk shows, en la provisión de consejo personalizado por teléfono en el planteamiento de dejar de fumar, en la implementación de sorteos en la comunidad dirigidos a los que quieren dejar de fumar dentro de un período de tiempo dado, y en la impresión y distribución de volantes, letreros, calcomanías para los autos, y letreros informativos en los buses.

65 63 64

Reid, "Choosing the mosteffective,..". F. A.Stillman, L R Bone, C. Rand, D. M Levine, D. M. Becker, "Heart, body, and soul: Achurch-based smoking-cessation program for urban African Americans", en Preventive Medicine, 22(3), 1993, págs. 335-349,

Marín y Pérez-Stable, "Effectiveness of disseminating..."; PérezStable et al,, "A comprehensive smoking.,,". 66 Marín, "Defining culturallyappropriate...". 67 Marín, Pérez-Stable, "Effectiveness of disseminating..."; Marín,VanOss Marín, et al, "Cultural differencesin attitudes..."; Pérez-Stable et al., "A comprehensive smoking..."; VanOss Marín et al., "Effects of a community.,.".

54


Las evaluaciones de la intervención comunitaria para dejar de fumar demostraron que el moldeamiento de una intervención usando las características específicas del grupo (normas, expectativas, actitudes, etc.) identificadas a través de un estudio de la cultura subjetiva produjo importantes cambios cognitivos y de comportamiento. Nuestros datos mostraron que, después de aproximadamente 6 años de la implementación de la intervención culturalmente apropiada, los hispanos en San Francisco (el grupo de estudio) reportaron una gran aceptación de la intervenció.n y por sus mensajes, incluyendo un conocimiento mayor de los componentes de la intervención, mayores niveles de información sobre los efectos del consumo de cigarrillos, y una disminución en el número de cigarrillos fumados, y un incremento en el número de intentos por dejar de fumar. Como se mencionó al principio, este capítulo fue

diseñado para describir el papel de la cultura y sus análisis en el diseño de intervenciones culturalmente apropiadas. A medida que las sociedades se vuelven más multiculturales, se incrementará la necesidad de esas intervenciones a medida que intentamos desarrollar intervenciones óptimamente efectivas y eficientes para promover la salud al igual que para presentar otros muchos cambios que se necesitan en la sociedad. El estudio psicológico de la cultura y sus determinantes, necesariamente ayudará a los que intervienen, a los agentes sociales, y a los activistas de la comunidad a diseñar mejores y más apropiadas intervenciones. Las técnicas y las aproximaciones usadas por los investigadores multiculturales, muchos de ellos influenciados por HarryTriandis, contribuirán significativamente no sólo al desarrollo de mejores intervenciones, sino también al aumento de nuestro entendimiento del comportamiento humano y al mejoramiento de la condición humana; en verdad, una contribución notable.

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Margarita Maria Mejia*

como forma de obtener reconocimiento y de conservar el poder local. Las normas de costumbre se adaptan a las mudanzas, la mayoría de las veces, sin perder su estatuto de dominación.

Los efectos de la imposición de modelos de desarrollo pueden ser analizados de formas diferentes. Mozambique es considerado por muchos analistas como un suceso en la aplicación de las políticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. El crecimiento económico de 7% en los últimos 3 años, se considera el resultado de un seguimiento fiel del programa de rehabilitación económica pactado con esas grandes entidades.

Sería necesario, en forma sumaria, especificar que en Mozambique existen dos tipos dominantes de estructuras de linaje que dan origen a sistemas matrilineares, al norte del país y patrilineares al sur. Ambos son sistemas patriarcales, lo que significa que el acceso a los recursos en el norte, es definido según la línea materna y en el sur paterna, pero que en ambos casos la toma de decisiones sobre el control de los recursos y la distribución de los beneficios es tomada por miembros masculinos de las diferentes familias.

Dinámicas familiares de supervivencia: la poligamia en un contexto africano

Para los analistas sociales, la situación, como siempre sucede en el resto del mundo, no es tan clara y el indicador se presenta como teórico ya que la distribución del beneficio, tan proclamada, no es un hecho real cuando se va al campo de las comunidades rurales1. Los efectos del modelo, de hecho, crean dinámicas diferentes que afectan, también diferentemente, la gran diversidad de contextos de la estructura social de estas comunidades. Las comunidades en el contexto africano tienen como base de coacción las normas de la costumbre. Estas normas constituyen lo que comúnmente se denomina tradición, considerada, por muchos como el sustento de valores culturales estáticos, y obstáculo en la introducción de la modernidad. Los seguidores de esta tendencia, definen la comunidad como una organización homogénea y utilizan el concepto de forma indiscriminada. El análisis cualitativo de las comunidades rurales lleva a una apreciación diferente de sus dinámicas, específicamente en la observación de las mudanzas que se dan en el contexto de los diferentes tipos de familias y todavía más, de los individuos hombres y mujeres que las conforman, respecto a los papeles que desempeñan, al acceso a los recursos, a la toma de decisiones, y a la distribución de los beneficios sobre el trabajo por ellos realizado. Las relaciones de poder en el seno de las comunidades y de las familias que las conforman, establecen relaciones con los modelos impuestos

*

B.Sc. en Ciencias Sociales y Educación, experta en problemas de género y desarrollo, es consultora e investigadora para la Unops y el programa para el desarrollo humano a nivel local (PHDL) en Mozambique. 1 El 80% de la población de Mozambique se encuentra en las áreas rurales. 2 Mozambique se independizó de Portugal en 1975, después de su independencia fue impuesto un sistema socialista de economía centralizada con el establecimiento de estructuras

Los factores históricos en términos de dominación, han modificado la estructura familiar, los papeles desempeñados por sus miembros, el acceso a los recursos para la mayoría de las comunidades y de las familias mozambicanas, pero las relaciones de poder del modelo patriarcal se conservan dado que en los diferentes momentos históricos: colonia, independencia, socialismo, guerra de desestabilización y economía de mercado, se conservan las mismas relaciones del modelo patriarcal2. El estudio de las familias profundiza los diferentes efectos que los modelos impuestos tienen sobre las relaciones de los hombres y mujeres que las conforman. A partir de la utilización de mano de obra masculina en trabajos forzados durante la época colonial, numerosas familias pasaron a depender únicamente de la producción para supervivencia realizada por mujeres. La utilización de las mejores tierras por parte de los colonos desplazó a numerosas familias hacia tierras menos productivas, aumentando el área de cultivo y consecuentemente aumentando el tiempo utilizado por las mujeres para la producción de alimentos. A pesar de ser principalmente las mujeres quienes responden por la alimentación de sus familias, los miembros masculinos de la familia del marido, que según las normas de costumbre serían los responsables durante su ausencia, son los que toman las decisiones sobre la producción realizada por las mujeres. La ausencia del marido introduce algunas variables, reforzando normas de constumbre por

político administrativas en la base y el desconocimiento de todo tipo de liderazgos tradicionales, lenguas locales, etnias y sistemas de linaje con prohibición de la utilización de las normas de costumbre en el acceso y control de recursos y en la toma de decisión para la resolución de conflictos. La guerra de desestabilización, de carácter interno pero con intereses e financiamiento extranjero duró 16 años. Después de 1992 con los acuerdos de paz en Roma, se establece un gobierno multipartidário y el modelo de economia de mercado.

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las cuales actualmente en la mayoría de las familias de las zonas rurales, la mujer es la principal responsable de la producción para el sustento de su familia, siendo esta actividad considerada como trabajo doméstico. El hombre procura empleo fuera, generalmente en zonas urbanas o en grandes empresas, distantes muchas veces de su familia, pero las decisiones sobre los excedentes de la producción realizada por su mujer son tomadas por él. Según la tradición, las familias de linaje y los grandes jefes tradicionales, muchas veces para asegurar una descendencia numerosa y como muestra de poder y autoridad, practicaban la poligamia. Durante la colonia, debido al poder de control que la administración colonial dio a estos jefes para conseguir que su dominio penetrara en las comunidades rurales, el papel de los jefes tradicionales, denominados de régulos por los colonos, paso a ser de dominio y autoridad preocupándose más por los intereses de la colonia que por los de su propia comunidad. Los trabajos forzados, la esclavitud y el envío de mano de obra a las minas de Africa del sur, en el tiempo del apartheid, crearon un desbalance entre la población en términos de hombres y mujeres. Muchas mujeres en edad de procreación pasaron a engrosar las familias de los más poderosos en calidad de nueva esposa, principalmente como ayuda en la producción y en los trabajos domésticos. El reconocimiento social de la mujer como productora y reproductora, propio de comunidades en riesgo, sirvió para que la mujer asumiera este estatuto que le garantizaba el acceso a la tierra y la reproducción. Después de la independencia y en busca de una rápida expansión del poder popular democrático, que se caracterizaba por el colectivismo y el igualitarismo, fueron utilizados abordajes productivos diferentes como las grandes haciendas estatales, las aldeas comunales y la explotación comunitaria con base en las cooperativas. Como una estrategia para neutralizar a los régulos se implementan nuevas formas de administración política en la base. Al privilegiarse los modelos colectivos de producción después de 1977, la agricultura familiar fue relegada a un segundo plano, definiendo que las parcelas familiares no debían exceder una hectárea y su localización fue trasladada por lo menos a tres kilómetros de la aldea. La división del trabajo guardó algunas semejanzas con la época colonial, continuando los hombres con el trabajo asalariado en las tierras del Estado y las mujeres, sin salario, trabajando principalmente en las

cooperativas en donde podían conseguir un complemento para la manutención de sus familias. El nuevo modelo económico colectivista del campo y la distribución de las parcelas familiares aceleró el proceso de desintegración de la familia extensa y la formación de la familia nuclear. La tierra que pertenece al Estado es distribuida por el jefe de este tipo de familia. La separación de las diferentes mujeres de las familias poligámicas en diferentes terrenos de producción, la separación de los hijos casados de sus ascendentes atribuyéndoles tierras separadas por grandes distancias, son algunas de las medidas aplicadas que contribuyeron a la disgregación de las familias. Esto llevó, en algunos casos, al surgimiento de unidades de producción aisladas desde el punto de vista familiar y social, incapaces de producir para su subsistencia. En este esquema de presiones al que estaban sujetos los campesinos por parte de las estructuras político -administrativas, muchos campesinos respondieron tratando de preservar al máximo su autonomía, conservando el control sobre la tierra, optando muchas veces por residencia doble. El recurso a abandonar la tierra, los árboles, los locales donde estaban sepultados sus antepasados, fue la forma más radical de rechazar el nuevo modelo. Se asistió de esta manera a una división de las fuerzas sociales productivas, unas que procuraban salvaguardar los intereses garantizados por la tradición y otras con tentativas de adquirir nuevos derechos garantizados por el nuevo sistema social y económico. Entre los que defienden el nuevo modelo, se encuentran las parejas más jóvenes, es decir los hombres recién casados que ven rápidamente subir su estatuto como personas independientes y las mujeres de los polígamos que ven creado un espacio de autonomía frente a su marido y a su primera mujer, al obtener acceso a la tierra para sí mismas. La presión sobre el tiempo de trabajo de los campesinos, el trabajo en las parcelas familiares, en las colectivas y en las haciendas del Estado, no permitió que consiguiesen satisfacer todas estas solicitudes. Se dio entonces una quiebra en la rentabilidad de la producción familiar y un alto índice de ausentismo en el trabajo colectivo, registrándose la falta de mano de obra necesaria para el cumplimiento de los planos de producción en las haciendas del Estado. La guerra, que asoló el país, obligó a la población campesina a desplazarse a las ciudades protegidas por el ejército, otros huyeron a países vecinos, muchos fueron raptados por el movimiento

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guerrillero de desestabilización y obligados a combatir en sus filas3. La dimensión de la convulsión fue tal que actualmente, después de 8 años de terminada la guerra, gran parte de la población, principalmente los hombres, nunca retornaron a sus lugares de origen.

Se debe resaltar que paralelamente a la ley en cuestión, las comunidades continúan rigiéndose por las normas de costumbre, que en los diversos procesos, vienen sufriendo modificaciones, pero que continúan con la discriminación de la mujer en relación al control de los recursos.

En el camino para la paz, Mozambique adopta el programa de reajuste estructural impuesto en muchos países del tercer mundo. Este nuevo modelo da prioridad a la inversión extranjera y a la producción agrícola para exportación. Esta política se concretiza en la privatización de las empresas agrícolas estatales. La agricultura familiar ejercida en su mayoría por mujeres es relegada a un segundo plano, y su representación como agricultura de supervivencia aparece desvalorizada.

Con el interés principal de identificar si la estructura asociativa, operando dentro de las comunidades había influenciado construcciones y de construcciones de lo tradicional, o si las leyes de las asociaciones, que proclaman los mismos derechos para socios y socias, aparecen como poco operativas al enfrentarse con las normas de costumbre prevalecientes, se planteó una investigación en una zona al sur del país donde las asociaciones se encuentran establecidas.

Como consecuencia de la privatización y racionalización del personal en el sector público, aumenta el nivel de desempleo y la emigración de mano de obra masculina a los países vecinos. La economía informal aparece como una lógica de supervivencia diaria, practicada principalmente por mujeres y se inicia a partir de los productos de la agricultura familiar. En el campo, el movimiento asociativo no surge como una política del gobierno sino como una dinámica del sector dominado por la presencia de la mujer. Las asociaciones de campesinos cambian la estrategia del trabajo colectivo para un sistema mixto de parcelas para lucro individual y una parcela colectiva de la asociación para la creación de un fondo común, destinado a la prestación de servicios para los asociados. A nivel nacional es creada la Unión Nacional de Campesinos que pretende defender sus derechos. La prioridad política para la agricultura de exportación, inició un proceso de utilización de tierras, por parte de grupos privados muchos de ellos extranjeros, lo que dio inicio a una serie de conflictos. Para resolver esta nueva situación el gobierno se lanza en un proceso de reforma de la ley de tierras. Con la participación de organizaciones no gubernamentales, especialmente de mujeres, se inicia un proceso de lucha contra las tendencias de privatización de la tierra. Es aprobada la nueva ley en la cual el Estado reivindica su papel de propietario de la tierra declinando el derecho de uso y aprovechamiento para nacionales y extranjeros. Fue también reconocido el derecho por ocupación de las comunidades locales con igual fuerza que el título de utilización. 3

5 millones de desplazados internos de refugiados en países vecinos Acnur, 1993.

y

2

Debido al hecho de que la mayoría de los socios son mujeres, la investigación centró su interés en las posibles mudanzas dentro de las relaciones de poder existentes en las asociaciones pero principalmente, a nivel de las diversas formas de familias existentes en las comunidades donde las asociaciones están presentes. En el momento actual en Mozambique se encuentra en discusión el proyecto sobre la ley de familia. La poligamia aparece como uno de los puntos de mayor conflicto y son varios los sectores que insisten en su institucionalización, entre ellos la religión musulmana que es la segunda practicada en el país a nivel urbano, con mucha influencia en la implementación del actual modelo económico dado el carácter de comerciantes y hombres de negocio que los musulmanes ostentan en el país. Ésta es la razón por la cual se profundizan en este artículo, los resultados obtenidos en la investigación sobre la existencia de la poligamia, su legitimación social y las relaciones de poder existentes dentro de los miembros de este tipo de familia, como sujetos de derechos y los diversos sincretismos entre las leyes asociativas y las normas de costumbre. Dentro de los instrumentos de carácter participativo utilizados en la investigación, los grupos de discusión realizados con miembros de los distintos grupos de familias identificados en la zona, fueron los que proporcionaron una mayor riqueza para la comprensión de los diversos fenómenos. Fueron realizados 42 grupos de discusión distribuidos en las diferentes asociaciones. Las características de los grupos se refiere a las diversas formas de familia identificadas en la zona: 6 grupos de mujeres viudas, 6 de mujeres que pertenecen

millones

58


a una unión monogámica, en la cual el marido vive en casa y participa en la asociación, 6 grupos de mujeres cuyos maridos se encuentran ausentes la mayor parte del año, 6 con las esposas de los polígamos, 6 con los polígamos, 6 con maridos monógamos y los últimos 6 con directivos de las asociaciones. El primer asunto tratado dentro de estos grupos fue sobre la percepción que cada uno de ellos tenía respecto a la cantidad de casamientos poligámicos existentes en su zona. Fue interesante constatar que en los grupos constituidos por hombres la poligamia no es reconocida como frecuente; solo 3 de los grupos de polígamos lo señalo como el segundo más frecuente en la zona. Comparativamente 9 de los grupos de mujeres afirmaron ser el tipo de unión más frecuente en sus zonas, otros 12 colocaron la poligamia como la segunda forma de familia más frecuente y sólo 3 grupos de viudas de dijeron que en su zona la poligamia no era frecuente. Esta diferencia en la percepción sobre la cantidad de uniones polígamas, entre hombres y mujeres se puede comprender cuando observamos lo que para los diferentes grupos significa la poligamia, y sobretodo los motivos que cada cual presenta para la justificación de su existencia. Dentro del grupo de directivos de las asociaciones, la poligamia existente en la zona representa una minoría inaceptable para la mayoría. Sin embargo la definen como una unión legitimada dentro de la tradición: "Es polígamo aquel que tiene dos o más mujeres sea en la misma casa o en casas diferentes, siempre y cuando hallan sido loboladas4, el polígamo toma cuenta a sus mujeres, así no vivan en la misma casa". El hecho de que existan algunos polígamos en el grupo de los directivos es un indicio claro de que la negación de la poligamia hace parte del discurso de lo políticamente correcto. Con relación a la justificativa de la existencia de la poligamia, uno de los grupos de mujeres con casamiento monogámico cuyos maridos viven en casa, afirmaron "El hombre no es de hierro el necesita de más mujeres para sustentar sus hijos" Con esta afirmación, así sea de una forma velada, las mujeres desmitifican la fuerza productiva del hombre. Al mismo tiempo las mismas mujeres

culpan a sus congéneres por la decisión tomada por sus maridos. Puede sucedes que un hombre consiga otra mujer debido a que su primera mujer es perezosa y necesita ayuda para realizar los trabajos de casa y producir en la machamba5". Otra justificación dada por este grupo es la baja remuneración captada por los maridos en sus empleos ya que entonces se necesita de una mayor producción para sustentar la familia. Según estas mujeres monogámicas sus maridos no son considerados polígamos en el sentido estricto de su significado, pero consideran el adulterio como una característica de muchos de sus hogares. Para ellas muchos de sus esposos no escapan al problema por mantener relaciones con las denominadas madres solteras, que por no ser asumidas mediante el lobolo, continúan viviendo con sus padres. El concepto de amante implica por un lado, un cierto grado de irresponsabilidad que parece no estar presente en la poligamia y por otro, es una relación no ligada al proceso productivo y de manutención de la familia. Los grupos de polígamos en su apreciación confirman lo ya dicho pero añaden algunas sutilezas con respecto a los derechos del lobolo. "Solo es polígamo quien lobola a sus mujeres porque si se tiene un hijo con una mujer que no lobolaste, ese hijo no te pertenece y entonces esa mujer es tu amante". Esto además significa la justificación del no reconocimiento de los hijos de las amantes. La aceptación de la primera mujer para la realización de una unión poligámica es vista de formas diferentes En algunos de los grupos de polígamos se señaló, que el hecho de informar a la primera mujer sobre la construcción de otra casa es señal suficiente para que ella se sienta informada de la existencia de otra mujer "La primera mujer siempre tiene que saber que su marido construyó otra casa, así cuando él no esta en su casa ya sabe que esta en la otra". Para los más "demócratas" la aceptación de la primera mujer está en el centro de la decisión "Algunos solo tienen una mujer porque la primera no aceptó compartir con otra". Para otros, la negación de la primera mujer puede ser justificativa para el adulterio "..otros por no tener buena relacion con su mujer no consiguen tener una familia poligámica, por eso muchos hombres practican

4

El lobolo consiste en una costumbre que declara válidas las uniones tradicionales y consiste en un presente significativo que el futuro marido entrega a la familia de su futura esposa. El hecho de no realizar esta oferta, ademas de considerar la unión sin reconocimiento social, trae desgracia para la futura pareja. A partir del lobolo la mujer es considerada como perteneciente a la familia del marido. Es importante saber que en el estudio realizado el 70% de los entrevistados (n=850) reconocieron unión tradicional sin registro civil.

5

Nombre dado a la tierra utilizada para la producción de alimentos.

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adulterio, porque su mujer no aceptó una segunda esposa".

país, participa también de la caracteristicas del modelo patriarcal.

Una de las razones más citadas por los polígamos para justificar la poligamia es la búsqueda de alivio para las múltiples actividades que la mujer realiza "Cuando en una casa hay mucho trabajo la mujer opta por aceptar que su marido consiga otra mujer para ayudar". Dicen además que la primera mujer, muchas veces no es consecuente con su decisión, algunas mujeres aceptan que su marido lleve a casa otra mujer pero luego la maltratan alegando que le está robando el marido, lo que puede dar un claro indicio de las condiciones a que se ven sometidas ambas mujeres en este tipo de unión.

Las mujeres de los poligamos confirman el carácter empresarial de esta unión

La aceptación de la primera mujer parece tener importancia en la medida en que, de esta forma, evita problemas dentro de su hogar. Implícitamente significa el reconocimiento por parte de la mujer de su subordinación por incapacidad, debido a que no consigue realizar sus tareas domésticas y de producción. Además, el no consentimiento justifica el adulterio lo que puede significar que su incapacidad se puede extender a otras áreas de la relación. Hay una presencia incuestionable del modelo patriarcal, especialmente en este grupo de polígamos, donde es el hombre quien tiene la razón para decidir por este tipo de unión "Aquel que tiene cabeza y fuerza es el que puede tener más de una mujer". En su posición discriminan a sus propios congéneres cuando estos dan oídos a posiciones que prohiben la poligamia "los que tienen sólo una mujer no es por causa de la iglesia, ellos no tienen capacidad para tener más". Los polígamos no consideran que sus mujeres puedan sentirse desvalorizadas. De hecho ellas son asumidas "naturalmente" como subordinadas. La poligamia se presenta como una forma de gerenciar el hogar, se necesita a la mujer para que desempeñe determinados oficios. Si su eficiencia no corresponde a las necesidades el "jefe", éste tiene el deber de contratar tantas como su fuerza pueda controlar. El no reconocimiento del trabajo realizado por las mujeres como merecedor de un salario impide la contratación de mujeres para su realización. Además el trabajo agrícola para producción de alimentos es considerado una tarea doméstica, propia de las mujeres. Ésta es una de las razones principales para que la agricultura de subsistencia realizada por mujeres sea desvalorizada en los planes y programas del gobierno y demuestra también que el modelo económico que reconoce la agricultura como la única que puede desarrollar el

"muchas veces, en tiempo de la cosecha, la segunda mujer aparece, luego cuando el marido viaja para Africa del Sur la segunda mujer sale de casa" lo que parece indicar que la relación polígama dura mientras existe el trabajo y se diluye sin la presencia del administrador. Una de las justificaciones de poligamia tiene que ver con el acceso a una parcela mayor: "A veces se debe al hecho del hombre tener grandes terrenos y por tanto necesita más mujeres para producir". Dentro de las asociaciones si la tierra no es trabajada se puede perder el derecho a su utilización o se debe disminuir su tamaño. En los grupos de mujeres que viven solas sean éstas viudas o porque sus maridos raras veces las visitan, se justifica la poligamia siempre que ésta asegure algunas facilidades para las mujeres que participan en esta unión: "Cuando un hombre tiene varias mujeres en el mismo muti6, cada una debe tener su propia cocina, letrina y una vivienda bien conservada. En estos casos las mujeres se entienden y no existe mucha rivalidad entre ellas". Se debe señalar que en las opiniones de las mujeres no existe un cuestionamiento de fondo a los hechos por ellas presentados. Las mujeres reconocen más que los hombres y aceptan la existencia de la poligamia. Parece ser que la construcción social para su aceptación no escuchó el discurso político de la emancipación de la mujer. Justifican su existencia con fuertes argumentos llegando a defender los derechos de la mujer dentro de la poligamia, a una vivienda condigna y a tener un marido que se responsabiliza por ella frente a la comunidad. Se quiere decir que las mujeres que las mujeres acceden a la poligamia como una forma de sentirse protegidas,

6

Un muti es un espacio destinado a la vivienda, la casa africana no consta de varios cuartos más si de varias cabañas, en una viven los padres en otra los hijos varones en otra las hijas mujeres. Generalmente una cabaña esta destinada a cocina para todos los que viven en el muti ya que puede ser una familia alargada con abuelos paternos, y hermanos del marido. En el muti del polígamo cada mujer tiene su propia cabaña, y en este caso su propia cocina. Vivir en el mismo muti significa vivir en la misma casa.

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"porque muchas veces la s mujeres abandonan la casa de su marido cuando éste se va para Africa del Sur y consiguen otro que ya tiene mujer". La mayor cantidad de mujeres existente en la zona le resta posibilidades de acceso al matrimonio monogámico. Esto es, la forma como es constituida la poligamia, se convierte en una estrategia de supervivencia de las mujeres donde aceptan compartir el estatuto de esposa aceptando ser consideradas fuerza de trabajo no remunerada, muchas veces esporádica, debido a la vulnerabilidad y poco reconocimiento que el modelo construye de la mujer sola. Parece ser importante la jerarquía que se establece respecto de la primera mujer, pero también es cierto que las restantes mujeres crean una cierta independencia a partir del acceso que pueden tener a ciertos recursos que aseguran su supervivencia. En el contexto de las asociaciones y con relación al acceso a la tierra, es importante constatar si existe una relación entre quien en la práctica produce y a nombre de quién se entrega el título de socio que garantiza derechos y exige responsabilidades. Existen apreciaciones diferentes en las diversas zonas respecto al grado de comprensión y aplicación de las leyes asociativas. En una de las zonas donde las asociaciones están mejor organizadas, las mujeres de uniones polígamas afirmaron: "los hombres van a la machamba cuando pueden, generalmente los fines de semana". Estas mujeres informaron que sus maridos no hacen parte de la asociación y que por tanto son ellas las que reciben el carnet de socias: Las machambas de la asociación nos ayudan porque podemos producir y vender, podemos alimentarnos y alimentar nuestros hijos lo que representa un alto grado de independencia para las mujeres del polígamo en esta zona. En este sentido parece ser que dentro del matrimonio monogámico, en la misma zona, la mujer no tiene los mismos derechos: Si ambos están en la misma asociación quien recibe la parcela es el hombre, sólo si la mujer está en otra asociación la tierra le es atribuida por separado lo que podría indicar una dinámica de acceso con base en registrarse en diferente asociaciones. En otra zona donde las leyes asociativas presentan un menor desarrollo, las normas de costumbre parecen liderar el acceso. En esta zona los polígamos parecen tener una mayor participación en los trabajos agrícolas, siguiendo siempre la

división del trabajo establecida tradicionalmente. Según los polígamos de la zona, "Podemos ir todos los días a la machamba pero allá dividimos los trabajos pues existe trabajo típico del hombre y de la mujer, el trabajo de cultivo diario es tarea de las mujeres, el hombre pude ayudar abriendo canales para drenaje. Si el hombre trabaja en otro lado, le da dinero a la mujer para que compre semillas" lo que da a entender que quien trabaja para producir es la mujer. Esto en cierta manera es confirmado por sus mujeres, "En el matrimonio poligámico todos van a la machamba, esto si el marido no es un borrachín". En relación con quien recibe el carnet de socio, los polígamos son claros en determinar que éste no es atribuido a quien trabaja más sino a quien paga las cuotas, así se encuentre ausente, "quien está inscrito es el hombre, pues es él quien paga las cuotas, si el hombre está en Africa del Sur, la mujer paga las cuotas en nombre de él". Existe por parte de los dirigentes de las asociaciones de esta zona otro criterio para atribuir el título al hombre con base en la valorización del trabajo masculino realizado en las parcelas de la asociación: "cuando el hombre está en casa es él quien queda inscrito pues es él quien efectúa el trabajo de limpieza de canales en la machamba de la asociación, si él trabaja fuera entonces sería la primera mujer". Esto sin contar que son todas las mujeres de los polígamos las que siembran, cultivan y realizan la cosecha en esa parcela. De todas formas la condición de inscripción de esta primera mujer deja algunas dudas "La primera mujer es llamada por el nombre del marido, sólo cuando éste muere, su nombre figura en la asociación". Para estos dirigentes este es ya un avance, porque según las normas de costumbre sería un miembro masculino de la familia del marido quien heredaría el derecho. En esta zona la poligamia representa algunas ventajas "en estas asociaciones, cuando se trata de un hombre polígamo la asociación da una machamba con una extensión mayor". En algunas entrevistas realizadas con encargados de programas de crédito para el fomento del algodón que sólo trabaja con medianos agricultores que garantizan una mayor producción fue reconocido que la gran mayoría de los inscritos en el programa eran polígamos pues tener varias mujeres garantiza poder trabajar mayor número de hectáreas. Esto convierte la poligamia en una estrategia de acceso a la tierra y al crédito.

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Dentro de la investigación los conceptos de acceso y control están relacionados con la autonomía que las mujeres puedan o no tener, sobre la decisión en la utilización del dinero para su beneficio. El tener acceso a la tierra y ser productor no necesariamente significa control sobre los beneficios. El hecho de no aparecer el nombre de la mujer en el carnet de socio ya determina una pérdida de autonomía. Otra relación importante para profundizar es entre la agricultura de subsistencia y de rendimiento. En las asociaciones la agricultura es más una forma de vida que una actividad dirigida estrictamente para el rendimiento. La producción en la práctica esta destinada a la alimentación de la familia. Este hecho tiene que ver en parte, porque la mayoría de los agricultores son mujeres y su responsabilidad es la subsistencia. Pero esta construcción tiene que ver también con las posibilidades de comercialización, y sobretodo con la forma de apropiación de los beneficios. En la zona estudiada la comercialización se realiza a partir de los excedentes de la producción de subsistencia. En los grupos de discusión los polígamos reconocen la existencia de los dos tipos de agricultura en la zona, mas afirman ser ellos los encargados de la comercialización a partir de intermediarios que vienen de la capital. Afirman también que la producción para la venta no tiene muchos alicientes porque los precios son muy bajos. Las mujeres de este tipo de unión afirman: el objetivo de la producción para las mujeres es la subsistencia, sólo en caso de excedentes ellas venden. Los hombres tienen machambas para la venta, porque para los desempleados ese constituye su empleo Esta apreciación muestra que en el fondo, el hombre se dedica a la agricultura sólo por el hecho de no encontrar empleo y no como una actividad que de hecho lo dignifica o constituye su vocación. Esta parece ser una situación actual pues muchos de ellos dieron testimonio de que en la época socialista la situación era diferente: Antiguamente todos producíamos para vender y el dinero alcanzaba para todo lo que necesitábamos, trabajábamos en cooperativa. En la mayoría de las asociaciones las mujeres en general declararon ser ellas las comercializadoras de los excedentes de su producción. Para este efecto utilizan formas diversas de vender: en la autopista que conduce a la capital, en la capital o a los intermediarios. Los hombres también reconocen que las mujeres son

las principales comercializadoras. Parece ser que la salida de los productos se da en pequeñas cantidades y la forma de venta es bastante informal, la participación en este tipo de mercado no da prestigio al hombre que prefiere los grandes mercados. Con relación a la decisión sobre la utilización del dinero, algunas mujeres afirman: "la mujer entrega a su marido el dinero producto de las ventas que ella realiza. En algunos casos ella guarda luego el dinero mas quien controla su utilización es el hombre. La mujer nunca utiliza dinero sin la autorización del marido" Algunas de las presentes discordaron con esta información, afirmando que muchas veces ellas realizaban compras en la capital con el dinero de la venta y sólo al llegar a casa informaban a sus maridos, informaron que algunas veces surgen conflictos cuando los maridos no concuerdan. Se observó que en general el papel productivo del hombre polígamo se diluye en la responsabilidad de mantener su estatuto. Participa básicamente en la organización de la producción y del control de las diferentes actividades del grupo de mujeres. Estas se preocupan prioritariamente por la subsistencia y por producir algunos excedentes para el jefe del grupo. Conclusiones 1. Los esfuerzos realizados durante el socialismo para la erradicación de la poligamia y la emancipación de la mujer parecen perdidos frente a las condiciones de aislamiento en que la economía de mercado coloca al sector familiar campesino, mayoría del pueblo mozambicano. 2. La poligamia se representa como una estructura empresarial donde el marido, con capacidad autoridad y poder, utiliza la mano de obra de sus mujeres para tener mayor acceso a la tierra al crédito y una mayor obtención de lucro. En este sentido la poligamia dentro de las asociaciones se reproduce de la misma manera que en las zonas de exploración tradicional. 3. La justificación para la poligamia como en cualquier empresa es la incapacidad de la primera mujer de producir más. La segunda mujer acepta su situación, por un lado, debido a la aceptación social a partir de la existencia del lobolo, mas también por tener derecho a habitación, servicios y una mayor estabilidad que la mujer viuda separada o abandonada.

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4. Las mujeres de los polígamos producen para su propio sustento y el de sus hijos. La mayoría de los excedentes de producción son por ellas comercializados y el dinero obtenido es entregado al marido. El polígamo es más un controlador de la producción y un gestor del dinero. 5. Aunque los directivos de las asociaciones no lo reconocen en su discurso, en muchas asociaciones se entrega al polígamo una parcela mayor. Esto hace que su estatuto sea considerado como de mediano agricultor, el cual, dentro del actual modelo económico tiene acceso al crédito y a programas de extensión para adquisición de conocimientos tecnológicos. Sólo algunas asociaciones con mayor conocimiento de las leyes asociativas han entregado parcelas a las mujeres del polígamo, apoyando en este sentido un incremento en su autonomía. 6. La poligamia puede presentar dinámicas transitorias donde las segundas y terceras esposas sólo aparecen en las épocas de trabajo crítico, confirmando así su carácter empresarial con utilización de mano de obra por estaciones. 7. A la muerte del polígamo la primera mujer recibe el carnet de socia. Aunque conserva el nombre del marido puede conservar el acceso. Las otras esposas no tienen seguridad ninguna pasando a depender de la voluntad de la primera mujer para la continuación de la sociedad. Este hecho les otorga el estatuto de subordinadas. 8. La poligamia fue reconocida por las mujeres en general, como la forma de familia más frecuente en las zonas donde las asociaciones operan. Esta situación merece un tratamiento especial ya que estas mujeres productoras, comercializadoras y con una contribución significativa en la parcela de la asociación, no disfrutan de igual manera de sus derechos como socias.

Bibliografía Signe Arnfred, Gender and Development: Discussion and Critic, Nampula, Internet, 1999. CASAL, Adolfo Y., A crise da produção familiar e as aldeias comunais em Moçambique. In: Revista Internacional de Estudos Africanos, Lisboa, nºs. 8-9, p. 157-191, 1988 CASAL, Adolfo Y., Discurso socialista e camponeses africanos: Legitimação política- ideológica da socialização rural em Moçambique (FRELIMO 19651984) In: Revista Internacional de Estudos Africanos, Lisboa, nºs. 14-15, p. 35-76, 1991 CASAS Maria Isabel, Tersinha da Silva, Ana Loforte, Margarita Mejia, Perfil de Género da Provincia de Nampula. Embaixada do Reino dos Países Baixos. Maputo, Nampula, 1998. ELSON, D. 1990:Some issues regarding women's role in the management of family resources for the achivement of household of food security and nutrition. Rome: FAO. LAGARDE, Marcela, 1996: Género e Feminismo. Desarrollo humano y Democracia. Madrid: Editorial Horas y horas-Cuadernos inacabados. MARSHALL, Judith e Otto Roesch, The "green zones" agricultural cooperatives: A new phase in the mozambican cooperative moviment?. In: Journal of Southern African Studies, vol. 19, nº2, págs. 240-272, 1993, 32 p. MASINDE, C. 1993: Women's acess to and control of productive resources in Kenya. en AAWORD, Democratic Change in Africa. Nairobi DARCY de OLIVEIRA, Rosiska, Elogio da diferença- O Femenino emergente. Editora Brasiliense, 2ª edição, 1992. SANTOS, Francisco Mauricio, Passado e presente do papel da articulação do sector Privado em Moçambique. Maputo. Trabalho para a obtenção do grao de Licenciatura em História, 1996 SERRA, António Manuel de Almeida, Política agrária e desenvolvimento económico e social na República Popular de Mozambique, 1975-85: Contribuição para o estudo da Economia Política da República Popular de Moçambique. Setúbal. Disertação elaborada para a obtenção do grão de Doutor em economia pelo Instituto Superior de Economía e Gestão da Universidade Técnica de Lisboa, 1991 WILSA7 - Mozambique, Reconceptualização dos direitos, Situação legal da Mulher na Africa austral. Maputo, DEMEG; Centro de Estudos Africanos, UEM. 1996 7

Women and Law in Southern Africa, research trust. DEMEG, Departamento de Estudios de la Mujer y del Género, Centro de Estudios africanos, Mozambique.

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¿Scientia sexualis o ars erótica? Libido a fin de siglo en narradoras latinoamericanas Helena Araujo* "¿Qué es el erotismo?" -pregunta Roland Barthes en un texto publicado hace más de tres décadas- "Una mera palabra" -responde con humor, aludiendo a una práctica difícilmente codificable en una sociedad que apenas permite ¡a enunciación de "deseos, preámbulos, sugestiones; sublimaciones ambiguas"1-. Al proponer una posible definición de la retórica amorosa, Barthes parece anticiparse a un George Steiner que analizará años después la semántica de la sexualidad, denunciando "una devaluación de lo que fueran durante mucho tiempo las partes privadas del habla', el idioma tabú de la intimidad o su jerga subterránea"2. De los dos, será evidentemente Steiner quien involucrará la escritura femenina en las genealogías de un discurso sensible a la libido. En la literatura inglesa, por ejemplo, ¿cómo comparar los tanteos de un Richardson o de un Thackeray con los logros de una Austen o de una Bronté? "La percepción del sentimiento sexual en George Eliot (Mary Anne Evans)", insiste Steiner, "la agudeza de observación que ejerce frente a la sensibilidad y el conflicto erótico, no tiene nada que envidiarle a los modernos". George Eliot no sólo "sabe más, mucho más de lo que dice o de lo que pretende decir", sino consigue evitar, como Stendhal y como Tolstoi, "las falsificaciones de un vocabulario burdo y explícito"3. Osadías lexicales y semánticas ¿Qué tan hábiles serán -han sidolas latinoamericanas para obviar las "falsificaciones" a que se refiere George Steiner? Del misticismo culterano de una Sor Juana Inés de la Cruz, dispuesta atravesar su sensualidad en devociones y mitologías, al modernismo de una Teresa de la Parra o de una María Luisa Bombal capaces de incorporar elementos concupiscibles a su narrativa, hay trescientos años de veda y tabu4.

Ignoradas o marginalizadas por sus congéneres, excluidas del celebérrimo boom, las narradoras de este siglo no superarán la censura patriarcal sino después de los primeros revolcones feministas. ¿No demora luego el género propiamente erótico hasta los años ochenta?5. Y aún entonces, los procesos de intelectualización pretenden compensar osadías lexicales y semánticas. ¿Cómo negar, por ejemplo, que en Solitario de Amor de Cristina Peri Rossi, la carga erudita de los monólogos derrota los intercapítulos en que el narrador asume carnadura cotidiana actuando o dialogando? Transido, enajenado, este amante-huérfano ensalza hasta el cansancio una feminidad cuyas secreciones y pelajes evocan la materia primigenia, "Cada uno de los estremecimientos de su vientre", confiesa, "como los cortes de un árbol ancestral, es una época, es una era que atravesamos en barca huidos hacia el pasado, involuntariamente expulsados a los orígenes"6. La exaltada alabanza a la madre-amada implica aquí una estética que rebasa el realismo. Cabe agregar, sin embargo, que al configurar la identidad del hablante, la teatralización de su virilidad no logra disimular una simbiosis que excede y descarta la diferencia. En efecto, más allá de la encrucijada edipiana hay en estos acoplamientos una jouissance muy femenina o muy andrógina.... ¿Cómo no evocar aquí a Proust? La pasión, así solitaria, implica un desdoblamiento narcisista acrecentado, en el dúo amoroso, por la incompletud. La obsesión de Swann por Odette, de Marcel por Albertina, se repite en quien aspira a "una comunicación y una total (aunque inalcanzable) posesión que puede convertirse en el significado mismo de la vida"7. Tan sensualista como la uruguaya Cristina Peri Rossí, la argentina Tununa Mercado puede ser más íntima y más secreta. Para las protagonistas de Canon de Alcoba, "las penumbras legitiman la dimensión pura del tacto, el vértigo del olfato, la respiración entrecortada cerca del oído, el desvanecimiento de la voz que no sabe decir"8. No

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* Escritora. Estudios de Letras en la Universidad Nacional complementados por etapas en Washington (Maryland University) y Suiza (Universidades de Ginebra y Lausana). Actualmente es profesora en la Universidad de Venecía. 1 Roland Barthes, Sade, Fourier, Loyola, París, Editions du Seuil, 1971, pég, 31. 2 George Steiner, "Eros an Idom",en On Dífficulty and other Essays, New Yor kand Oxford, Oxford University Press, 1978, pág. 129. 3 Ibíd., págs. 103y 105. 4 Véase Helena Araújo, La Scherezada criolla, ensayos sobre escritura femenina latinoamericana, Bogotá, Universidad Nacional, 1989.

Que el género propiamente erótico no haya florecido sino hasta los años ochenta no excluye una serie de textos precursores (ibíd, especialmente los capítulos de la educación sentimental, pégs, 85-120]. Actualmente, la riqueza del corpus es tal, que quedan por comentarse en estas notas obras tan importantes como Lo Impenetrable (1984), de Griselda Gámbaro, Las Horas Desnudas (1989) de Lygia FagundesTelles, Duerme (1994) de Carmen Boullosa, Tanta Vida (1998) de Esther Andradi, Perfume de Gardenia (1996) de Laura Antillano, o Como un Mensajero tuyo (1998) de Mayra Montero. 6 Cristina Peri Rossi, Solitario de Amor, Barcelona, Grijalbo, 1988, pág. 37. 7 Steiner, "Erosan idiom"..., pág. 121. 8 Tununa Mercado, Canon de Alcoba, Buenos Aires, Ada Korn, 1988, pág. 99.

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sabe decir pero halla las palabras y urde una metonimia que la voluptuosidad somatiza, haciendo más veraces los itinerarios del deseo. Tan apta para alegorizar en torno a la espera como a la "sola y perfecta fusión", Mercado alterna variantes perversas con loas a un sexo masculino "siempre delicado en su imperceptible erección"9. Finalmente, su aversión a la frigidez obligatoria de los ámbitos domésticos le inspira un relato sobre el onanismo femenino digno de otra erotómana exquisita: la chilena Ana María del Río. Los siete días de la Señora K son siete largos y gozosos pecados capitales, cometidos por un ama de casa supuestamente frígida. "Eres de corcho" diagnostica el marido. Sin embargo, basta una semana de vacaciones conyugales para que ese parangón de inhibiciones y desaliños se transforme en hembra ávida. ¿Quién lo hubiera creído? Luego de un idilio tan imaginario como real, la Señora K terminará precipitándose en una tormenta "sin timón" y hundiéndose "hasta los dientes, los labios, las cuerdas vocales rotas en el orgasmo rugiente"10. Al combinar el pathos con una cómica banalidad, Ana María del Río se exime aquí de cualquier lastre reivindicatorío y lidia con tanta mesura este breve, adventicio bildungsrornan, como otros cuentos suyos sobre la lujuria infantil o el azar de ciertos encuentros envilecedores. Y si en Chile la crónica es candente, en Brasil no lo es menos. ¿Quién no ha oído hablar de Hilda Hilst? Tan libertina como barroca, convertirá las memorias de cierto Casanova siglo XX en un laberinto de situaciones hiperbólicas que lindan -igual que en Fellini- con la caricatura. ¿Cómo no sucumbir, sin embargo, a los encantos del seductor sibarita, el artista de lupanar, o el poeta adicto a la tanatofilia? A su lado, lasciva y deletérea, una pintora sin falsos pudores se sabe tan capaz de atraer a la clientela snob como a la comparsa de bohemios que suelen encanallarse en los barrios bajos. Cuentos de escarnio -Textos grotescos titula Hilda Hilst su colección. Igualmente grotescos y quizás más mordaces, son los que urde la colombiana Fanny Buitrago en torno a cierta provinciana motejada Señora de ia Miel, socia de un pastelero experto en recetas afrodisíacas. Si el escenario ya no es carioca y cosmopolita sino costeño y parroquial, los episodios se suceden en la misma disparatada anarquía, con personajes indemnizados por una conducta igualmente estrafalaria. El discurso, a la vez irrisorio y

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Ibíd., pág.165. Ana María Del Río, Siete Díasde la Señora K., Santiago, Planeta, 1993, pág. 104. 10

picaresco, logra insertar el absurdo en proezas y fracasos: adscritas al núcleo de la narración, ciertas circunstancias contribuyen a anunciar, precipitar o retardar la realización de un idilio entre el tenorio más notable del lugar y una doncella con "la almeja como pulpa de mamey frotada con ají pique y pimienta de olor"11. Esa misma "almeja", comparada en otras ocasiones a "una torcaza negra y rosa que chilla y pide auxilio"12, es en realidad la protagonista de esta parábola caribeña. No hay secreto del cuerpo para anhelar Ahora bien, si las ficciones de Hilst y Buitrago -humor burlesco incluido- podrían clasificarse en el género del ars erótica, las de la argentina Alicia Steimberg pertenecen más bien a lo que Foucault solía denominar scientia sexualis. Verdad, su novela Amatista describe las peripecias de una sexóloga empeñada en curar de eyaculación precoz a un jurista célebre, en una Buenos Aires refinada y elegante. A lo largo de un texto que acusa influencias sadianas, un discurso a la vez asertivo y combinatorio exige aquí disciplina, demostrando página tras página y coito tras coito, que "no hay secreto del cuerpo para anhelar, solamente prácticas para cumplir"13. ¿Cómo negarlo? Si otras autoras denuncian a una sociedad aséptica hasta la obsesión, reivindicando la organografía femenina, sus humores y sudores, Alicia Steimberg parodia en cambio una sexualidad sin sedimento o maculación; una sexualidad tan pura, que ha sido programada por el Altísimo. Inocentes y robotizados, los amantes pueden controlar así hasta el más íntimo mecanismo de su maquinaria erótica. Cabe añadir, además, que la calidad de Amatista "estriba en su multiplicidad de niveles, ya que el lenguaje metafórico empleado para designar zonas anatómicas y poses, complementa e contrapunto entre historias intercaladas y paralelismos diegéticos"14. La dramatización de acoplamientos inspirados o estimulados por la recitación de parábolas salaces, tiende a crear, como en Sade, una obsesión por los lugares clave del placer, una saturación de las zonas erógenas. En los locutorios terapéuticos, igual que en los aposentos del marqués, "la retórica es una máquina del deseo"15.

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Fanny Buitrago, Señora de la Miel, Bogotá, Arango Editores, 1993, pág. 136. 12 Ibíd., pág. 55. 13 Barthes, Sade, Fourier..., pág. 161. 14 CynthiaTomkins, Iintertextualidad en Amatista y Cuando digo Magdalena de Alicia Steimberg", en Hispamerica, Universidad de Maryland, No, 75/77, abril-agosto de 1997, págs. 197-201, 15 Barthes, Sade, Fourier..., pág. 143.

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Ajena a estos procesos metonfmicos, la peruana Teresa Ruiz Rosas opta en cambio por la crónica realista, testimonia!. A! describir la relación de un cholo limeño con una señorita de los barrios altos, apela a recursos folletinescos con una dosificada ironía, manejando paradigmas vinculados al tema narcisista del doble y desviaciones neuróticas que invitan a la transgresión de lo real. La aventura de Asencio, El Copista, demuestra que en todo apareamiento los roles pueden confundirse. Sí, sí, el sujeto subyugado puede pasar a subyugador y quien exhibe sus intimidades disfrutar tanto como el voyeur. Evidente, aquí el texto busca (a sexualidad y la encuentra como una práctica inevitable: repicándola, llega a considerarla un estado absoluto, sin dejar de enfocar la problemática de los cuerpos. "Gemí queda y profana", confiesa la supuesta culpable. Y al final: "Me sentí estrella y rata"16. La dobladura, la refracción, el diálogo tajante, caracterizan la novela que la mexicana Margo Glantz titula Apariciones, con referencia a todo lo que en el texto surge y se eclipsa, brilla y se apaga, nace y fallece, en una sucesión de fragmentos que alternan crudezas carnales con , digresiones religiosas, estéticas, musicales. Una escritora que hace las veces de protagonista y suele contemplarse en su quehacer/placer, describe a la vez los transportes místicos de dos monjas coloniales y los extravíos amorosos de una pareja contemporánea, empeñada en la compulsiva, mórbida búsqueda del placer. A lo largo del texto, fantasmas y códigos de conducta o razonamiento remiten ocasionalmente a Georges Bataille, que Margo Glantz ha traducido y comentado con meticulosidad. Bataille -recordemos- manifiesta, como Mandiargues, Klossowski y otros intelectuales de su generación, una fascinación teñida de repulsión por la sexualidad femenina, que se traduce muchas veces en episodios de sadomasoquismo. En la novela de Margo Glantz, tanto la configuración surrealista como el recurso a la perversión proyectan en el cuerpo la materia que induce el relato. A nivel textual, la crueldad no existe sino como significante del deseo, intensificado en ías técnicas eróticas de la pareja y exacerbado en los flagelos y arrebatos de las monjas que protagonizan la segunda variante pasional. Aquí, como en Bataille, el objeto del sacrificio y e objeto del deseo se confunden en la transgresión de lo verosímil.

Cómplice de ritos turbios en que el placer exige su cuota de culpa, humillación o rebajamiento, la protagonista vive el descubrimiento de su sexualidad en escenas que se repiten a lo largo de la narración. En cada secuencia, el contraste entre la crudeza del diálogo y el refinamiento del ambiente es tan impactante como la revelación de la animalidad para quien vive en función de las letras y las artes. ¿No dice el mismo Bataille que la mujer en transe amoroso es "una perra que goza y goza gritando"? Su exasperante gozo y la no menos exasperante angustia de quien lo provoca, halla eco en los delirios y flagelaciones de las dos religiosas que deliran de amor. Fatalmente, el amor profano busca, como e amor sagrado, transgredir los límites y demostrar que "la suprema interrogación filosófica coincide con la cima del erotismo"'17. El status social de los amantes Intelectualizado en escenas que evocan el desvarío o el libertinaje, el conflicto amoroso puede, en ciertos casos, divulgar el status social de los amantes. Así, la sexóloga y el jurista de la novela de Alicia Steimberg se asemejan a los refinados protagonistas de Margo Glantz. Y frente a ellos, ¿cómo ignorar la revancha de clase que representa el cholo limeño en la de Teresa Ruiz Rosas? La relación de poder, implicada en el ingrediente sádico, resulta inevitable. Además, para ciertos casos, la seducción no sólo ha de ejercerse como técnica de ascenso social sino de estrategia política. En Muñeca Brava, por ejemplo, Lucía Guerra describe la resistencia popular contra la dictadura chilena, situándose en los barrios de tolerancia. ¿Por qué no han de merecer las prostitutas dignidad y rango de militantes? A la manera de un testimonio novelado, el relato se distribuye aquí en secuencias que alternan lo imaginario con lo simbólico-social, incluyendo episodios a la vez paródicos y salaces. El obsesivo enamoramiento de un militar, constituye un núcleo narrativo en que cobrará prestancia una chica de mala vida. Al final, lo patético de un desenlace en que se sacrifica, no alcanzará a desvirtuar un texto que ironiza en torno a la moral fascista, erigiendo en paradigmas de autenticidad a quienes sobrevivan

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Teresa Ruiz Rosas, El Copista, Barcelona, Anagrama, 1994, pég. 109.

Anne ManeDardigna, Les Chateux’d Eros, París, Maspero, 1980, pág.62. Sobre la influencia de Georges Bataille en los textos de Margo Glantz, véase Magdalena García Pinto, "La Problemática de la Sexualidad en la Escritura de Margo Glantz", en Escritura y Sexualidad en la Literatura Hispanoamericana, Madrid, Fundamentos, 1990, págs. 31-47. Ysobre la novela Apariciones, véase "Desde la Escritura: Margo Glantz, textos de Lorenzano Sandra, Fraco Jean, Eltit Diamela, Pasternac Nora, Mansour Monica", en Debate Feminista, abril de 1998, México.

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donde se les trata "como maniquíes de carne y hueso que, después que se usan, se tiran a la basura"18. Al desafiar un régimen que tolera la prostitución como un pecado necesario, la protagonista de Lucía Guerra se improvisa en la subversión con la misma facilidad que la anti-heroína de la colombiana Ana María Jaramillo en Las Horas secretas. ¿Serán las horas de amor y de cama lo que permita a una mujer construirse como sujeto implícitamente plural, defensor de una revolución a la vez sexual y política? "Me enseñó que todos los olores, humores, líquidos, secreciones y pedacitos del cuerpo son fuentes de placer"19, dice refiriéndose a su amante guerrillero. Aprendiz de tácticas eróticas, lo será también de tácticas políticas, a medida que su desalado monólogo progresa re-semantizando textualmente su cuerpo y otorgándole una nueva dimensión. El "negro", como apoda al guerrillero, ha de morir con otros camaradas, magistrados y empleados del Palacio de Justicia, que la guerrilla se ha tomado y que el ejército sitiará e incendiará dejando centenares de muertos. Al denunciar el hecho, la voz pueril de la militante, parece proyectarse más allá de la evidencia, perturbando los dictados de la lógica burguesa y descentrando las categorías del tiempo y el espacio. Una vez su cuerpo liberado, su rebeldía ha de transformar la derrota en victoria. Las técnicas didácticas de ZOÉ Valdés Lúdica, lírica, deliciosamente surrealista, la cubana Zoé Valdés se ejerce como narradora autodiegética en una primera novela que hereda los procesos metafóricos de su propia poesía20. Verdad, Sangre Azul asimila ficciones a vivencias en la increíble aventura de cambiar la vida, como lo pretendiera el Rimbaud citado en los epígrafes, Cambiar la vida, sí, cambiarla atravesando todas las infernales estaciones y descubriendo el "yo" profundo en los tonos azules de un amante-pintor que subyuga a la protagonista desde la noche en que "hincado de rodillas, le hunde la lengua en los pelos húmedos21.

Infatuada y delirante, esta eterna adolescente anuncia, sin embargo, la implacable cronista de la cotidianeidad en una isla donde se ha pretendido "construir el paraíso". ¿Quién lo hubiera creído? El paraíso era la Cuba revolucionaria y Zoé Valdés, nacida, como la hablante, en el 59, será una hija mimada del régimen castrista, para convertirse, ya mujer, en su más radical demisionaria. ¿Y qué mejor para denunciar a los comandantes verde-olivo o a los esbirros del "período especial" que el testimonio de quien solía codearse con ellos mañana y tarde? Si en su primera novela Valdés "se escribe" con talento22, ésta también la halla rememorando lo que vivió y produciendo textos localizados en la subjetividad. Sin remedio, la diatriba contra los mandarines del Partido se dobla aquí de una reivindicación femeninofeminista que concierne su propia identidad. La Nada Cotidiana es un título que resume bien la brega de los cubanos trabajando, transportándose, soportándose día a día, Y la nada cotidiana parece adherirse también a los itinerarios de la protagonista, una vez que los ímpetus de la adolescencia ceden paso a una rutina compartida por un marido megalómano y un amante poco recomendable. ¿Con cuál quedarse? A lo largo de largas secuencias candentes, las descripciones son sobre todo genitales, transformando lo que parecía un picaresco bildungsroman en página tras página de pedagogía para lograr erecciones sostenidas u orgasmos fulgurantes. ¿Podrán técnicas tan didácticas ser realmente anticomunistas? Más satírica y también más paródica, Zoé Valdés cambia de registro en Te di la vida entera que inicia en la Cuba pre-rrevolucionaria, ejerciendo un discurso muy a lo Cabrera Infante, con citas de boleros y músicos caribeños. A esto añade, cómo no, una que otra escena pornográfica, y cierta dosis del dirty realism tan de moda entre algunos de sus congéneres23. Tal vez porque aquí la autora no "se escribe" ya, o porque la historia de una provinciana vistosa decidida a sobrevivir en La Habana resulta tan trivial como su rol de madre soltera y eterna enamorada, el famoso best-seller desmerece las obras que lo preceden. ¿Para qué negarlo? Esta novela que se quiere expresionista y pretende matizar la requisitoria y la incriminación anticastrista con una parla supuestamente popular, resulta

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Lucía Guerra, Muñeca Brava, Caracas, Monte Ávila Editores, 1993, pág. 66. 19 Ana María Jaramillo, Las Horas Secretas, Bogotá, Planeta, 1990, pág. 28. 20 Véase Adriana Castillo de Berchenko, "La Retórica del Discurso Amoroso en la Poesía de Zoé Valdés", en Escritura y Sexualidad..., págs. 105-116. Este texto ofrece una bibliografía de la obra poética de Zoé Valdés. En cuanto a su obra narrativa, además de lastres novelas mencionadas aquí, ha publicado La Hija del I Embajador (1995), Cólera de Ángeles (1996), Café Nostalgia (1997) y Traficantes de belleza (1998).

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Zoé Valdés, Sangre Azul, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1993, pág. 85 22 Castillo de Berchenko, "La Retórica del Discurso...", pág. 106. 23 Véase Miguel García Posada, "En el Reino del Fango", en Babelía de El País, Madrid, octubre 24 de 1998, pág. 6.

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farragosa, redundante y panfletaria. Sin remedio, sus personajes son "casi siempre grotescas marionetas al servicio de una cólera ciertamente comprensible, pero tan tiránica y asfixiante a su manera, como el despotismo que la motiva"24. Y... ya va siendo hora de preguntar: ¿Acaso en esa Habana tan aparatosamente sucia, venal y pordiosera, las prostitutas no pueden ser sino esperpénticas? De todos modos, las habilitadas por Zoé Valdés incluyendo curriculum de farándula y mamarrachadase quedan en la caricatura. Cabe señala; que frente a ellas, las heroínas, o mejor, antiheroínas que sitúa Lucía Guerra en Santiago de Chile, contrastan por su clarividencia. Verdad, al introducirlas como actuantes en el espacio social, Guerra incluye connotaciones semánticas con respecto al transcurrir histórico y político, transformando la convencional vulgaridad de sus personajes en sustancia asimilable a su rol de rebeldes. Las congéneres cubanas, por el contrario, parecen protagonizar una grotesca versión del "bloqueo". Erotismo retro Tiempos Viejos se titula un ya famoso tango... Y es situándose en los tiempos viejos, precisamente, que la argentina Alicia Dujovne imagina una biografía de Mireya, la rubia fatal de los arrabales porteños, antes glorificada en el París de La Belle Epoque. Nacida en el sur de Francia, la estrambótica modelo de Toulouse Lautrec caerá en brazos de un argentino que la incita a cruzar el Atlántico para instalarse en una Buenos Aires donde ya se practica ¡a danza que habrá de convertirse en "su destino infinito"25. Empleada en burdeles de recamado viso, Mireya pasará de rufián en rufián, resplandeciendo en cada acoplamiento y sumándose a la leyenda de las milongas y de los cafres. A la vez humorista y nostálgica, vivirá luego alternando los encuentros furtivos con los tangos "de ritmos entrecortados, contradictorios"26. La presencia de Gardel en la Argentina, su muerte trágica, servirán de epílogo a una trayectoria que Alicia Dujovne elabora con agilidad de cronista y rigor de socióloga. Para ella, los cuadros de "malas costumbres" tienen derecho a ser literarios aunque ilustren tráficos reprobables.Además

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FrédericTmguely, "Zoé Valdés á Sens Unique", en Samedi Littéraire, Journal de Genéve, Ginebra, Suiza, noviembre 2,1997, pág. 32. 25 Alicia Dujovne Ortiz, Mireya, Buenos Aires, Alfaguara, 1998. Traducida al francés con el título Femme couleur Tango, París, Grasset & Fasquelle, 1998, pág. 130, 26 Ibíd, pág.162,

¿cómo negarlo? Así comercializado o mercantilizado, el itinerario de Mireya no excluye capítulos conmovedores: al fin y a cabo, si el deseo transita en obsesiones y fantasmas, ¿no puede ser también lírico, mágico? Rica o pobre, empleada o patrona, Mireya baila y se baila al ritmo del tango. Sobra entonces preguntar: ¿Hay distancia entre la Mireya francesa y la Mireya porteña? ¿Entre la modelo de Montmartre y la amiga de Gardel? Una y otra son sustancia de una misma ficción... Siguiendo lo que podría llamarse una corriente retro, la también argentina Clara Obligado se remonta al romanticismo revolucionario, y se atrevea atribuir al Fundador de la Primera Internacional Comunista una bastarda con madre promiscua pero de noble estirpe. Tan bella y tan cruel como cualquier heroína de folletín, La Hija de Marx se irá convirtiendo a medida que progresa el siglo XIX, en heredera de una dinastía de aristócratas libertarias. Sí la madre es una amazona nacida en el Imperio de los zares, que luego de escandalizar la nobleza y coleccionar amantes de ambos sexos termina sacrificándose por la revolución, la hija dedicará sus ocios de cosmopolita a buscar el gran amor que sólo podrá encontrar la nieta -pagándolo con la propia vida-. ¿Qué tal la genealogía? Aunque la novela sea monologante y rememorativa, sus espacios vitales se pueblan de episodios tan melodramáticos, patéticos y fatídicos como los de las publicaciones periódicas o las películas mudas. Inspirado sobre todo en la gran literatura rusa, el relato se asemeja con frecuencia al pastiche, así intente distribuir en coordenadas históricas una narración regida por la lujuria. Atrechos romanticoide, a trechos naturalista, el discurso no alcanza, obviamente, a disimular recursos y artificios. ¿Quién lo duda? En la Rusia zarista, como en la Europa de la primera posguerra, la gente vivía para fornicar o fornicaba para vivir. La clasificación que aquí rige entre amos y siervos, nobles y plebeyos, resulta tan repetitiva como los episodios de desenfreno y orgía, insertados unos en otros igual que muñecas rusas. Ahora bien, si Clara Obligado emplea ocasionalmente e género epistolar para dar ambiente retro a su novela, Angélica Gorodisher elabora la suya con base en una serie de cartas. Querido Amigo es el título de ocho minuciosas misivas escritas por un diplomático inglés desde Birnassam, capital de un país de Las Mil y una Noches, adonde ha sido enviado por el Gobierno de Su Majestad. Consumidores del oro que subyace en sus suelos y de la seda que comercian ciertos pueblos del desierto, los indígenas de Birnassam se resguardan del sol en moradas umbrosas, donde brillan por

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su lubricidad las mujeres. ¿Quién lo hubiera creído? El Honorable Embajador accede a la intimidad de muchas de ellas a instancia de los mismos maridos, signatarios de Estado. Intimidado al principio, Su Excelencia terminará aficionándose a los más osados juegos eróticos y enterándose, por sus anfitriones, de las tradiciones que los legalizan. Naturalmente, todo ello quedará en sus cartas... Una metonimia inspirada en textos arcaicos, árabes y bíblicos, enriquece este epistolario en que las mujeres tienen rol de iniciadoras y cómplices. "Mi cuerpo siempre es nuevo cuando ella lo explora", dice el narrador. Y luego, "yo mismo voy sobre ella como un viento que trae lluvia en la panza de las nubes y la va dejando caer en la tierra en una ráfaga, otra, otra y otra más hasta quedarse sin voz y sin sangre"27.

Veladamente obscenas ¿Será cierto que "la subjetividad femenina, a fuerza de ser considerada natural, elude una auténtica e independiente estructuración sexual"28? De todos modos,, aunque se ejerzan en procesos semióticos heredados, las latinoamericanas quieren hallar una expresión de su vida genérica. ¿Cómo eludir la normatividad falogocéntrica y las presiones del mercado editorial conviniendo al mismo tiempo con las ambigüedades del lenguaje? Ambigüedades que además pueden abarcar espacios ajenos a la representación explícita. Sí, sí, a lo largo de la narración, puede ser el discurso interiorizado, encubierto, el que suscita la complicidad del lector y su participación en procesos inconscientes posiblemente incodificables. Tal vez por eso algunas escritoras osan afirmar que "la voz narrativa se inscribe en un sistema de signos que a la vez que incluyen lo sexual, abarcan actividades y funciones que lo exceden y lo trascienden"29. Resulta evidente que para ellas, la brutalidad y la crudeza pueden afectar los contenidos semánticos de un texto. Finalmente, ni los acopios de vocabulario morfológico ni los despliegues lexicales llegan a ser significantes. "¿Qué fallas en el nervio de la literalidad humana, qué falta de confianza en la imaginación, ha acarreado esta inversión ofensiva y filosóficamente ingenua en la palabra?", pregunta con irritación

George Steiner refiriéndose a la literatura erótica de este siglo30. Tal vez para combatir esta "inversión ofensiva y filosóficamente ingenua en la palabra", ciertas latinoamericanas rechazan la versión fotográfica de los procedimientos sexuales. En vez de hablarlo, decirlo, gritarlo todo, prefieren crear espacios en blanco, intersticios semánticos. Dos ejemplos podrían ser la argentina Vlady Kociancich y la mexicana Barbara Jacobs, específicamente en dos novelas: El Templo de las mujeres, y Vida con mi Amigo. Disfrazando de relato policíaco una parábola sobre la fragilidad de las apariencias en diversos y sucesivos idilios, Kociancich traza para su protagonista un itinerario que incluye metrópolis como París y Atenas. A la vez audaz, cauta, ávida y prudente, esta empecinada soñadora acabará hallando respuesta a sus indagaciones en una isla de Las Cicladas -y trayendo consigo de regreso las claves de su propia vocación artística. Hallarse, reconocerse, conocerse en el otro, será también la meta de la protagonista de Bárbara Jacobs, igualmente apasionada e igualmente nómada, pero capaz de preferir a cada encuentro itinerante la aventura del primero, el único, el último amante-amigo, que como ella y con ella pretende realizarse a través de la literatura. Para los dos, leer es escribir, escribir es viajar, y ya saben que "hay muchos tipos de viaje, pero el más difícil de hacer y narrar, es el que te lleva hacia ti mismo31. ¿Novelas de aprendizaje? Quizás, pero sobre todo novelas en que la instancia narrativa privilegia la función testimonial sin afectar los sistemas de la ficción. ¿Cómo? A lo largo del texto, secuencias dialógicas destinadas a dinamizarlo, suscitan alegorías que descartan todo realismo tradicional. Y descartado el realismo, se descartan los fastidiosos recuentos circunstanciales, así como los inevitables detalles de perversiones... Ni "la parte maldita" de Bataille, ni el "cuerpo grotesco" de Bakhtine tienen aquí cabida: asimilando su historia a su propio imaginario, las narradoras viven el tránsito, el juego, el ritual, como convergencias del deseo. Sin ser lírico o naturalista, su discurso se mide a los encuentros y las citas, sugiriendo placeres no verbalizados. Ajeno a una supuesta voluntad de poder y a una supuesta compulsión de transgredir, el erotismo intenta liberarse entonces de los prejuicios posmodernos. ¿No dijo Barthes en uno de sus últimos ensayos que

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Angélica Gorodisher, Querido Amigo, novela inédita, pág.95. Marta Moreno Frosch, "Discurso erótico y escritura femenina", en Escritura y Sexualidad..., pág.22. 29 Ibíd., pág. 28.

Steiner, "Eros an idiom"..., pág. 129. Barbara Jacobs, Vida con mi amigo, Madrid, Alfaguara, 1994, pág. 13.

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el sentimiento se había transformado para sus contemporáneos en una obscenidad? Quizás Vlady Kociandch y Barbara Jacobs sean veladamente obscenas...

¿Un erotismo heredado? Ahora bien, el de las escritoras que hemos nombrado, ¿será un erotismo heredado? Obligadas a emplear "los mismos códigos significativos que gobiernan todas las relaciones sociales"32, no pueden eximirse de ciertas influencias. Sobre todo cuando los modelos descienden de la gran literatura de todos los tiempos. Sade, Proust, Bataille... Se diría que el ancestro erótico está en Francia. Si quisiéramos feminizarlo, podríamos agregar el nombre de la celebérrima Pauline Réage. Y ¿por qué no? el de Colette. Sí, sí, los ámbitos retro descritos por Alicia Dujovne, son también los de la atrevidísima autora de Gigi: su impecable estructura dialógica y sus digresiones porteñas no excluyen un discurso que excede en la codificación de una sensualidad muy Belle Époque. En cuanto a la rusófila Clara Obligado, se diría que intenta una "carnavalización" en su cronología de escándalos y orgías. Capítulos que recuerdan los melodramas de Turgenev incluyen apartes dignos de las más candentes memorias de ciertas princesas cortesanas, alternando un naturalismo a la Zola con la más manida literatura kitsch. Por exagerado, alrevesado y travestido, el erotismo llega así a ser esperpento. En su libro sobre la novela femenina contemporánea, Biruté Ciplijauskaité, dice que "las autoras no escriben para excitar la imaginación erótica sino para dar cuenta de su vivencia plenaria"33. Sin embargo hoy, esta "vivencia plenaria" puede incluir crudezas que comprueban cuan tenue es la barrera entre erotismo y pornografía. Y muchas veces los modelos son masculinos... Cuesta creerlo, pero ya pasaron los tiempos en que la norma era una

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jouissance genérica o un parler femme reivindicado. Además las pautas no vienen solamente de Francia. Por ejemplo, si pasamos de allí a la alegre Inglaterra (o mejor Irlanda), podemos decir que ciertos monólogos de Zoé Valdés pueden inspirarse en la Molly Bloom de Joyce. Por no mencionar quiebres y fragmentaciones textuales muy reconocibles... En cuanto a Angélica Gorodisher, ¿no hay en su parábola orientalista huellas de Swift y de Wilde? Y si en el caso de Gorodisher la herencia es directa, en el de Valdés viene filtrada por Cabrera Infante, como viene filtrada la de ciertos maestros británicos como Russell o Wells o Chesterton, por maestros latinoamericanos como Borges y Bioy Casares en las muy eruditas Bárbara Jacobs y Vlady Kodancich. ¿Quién niega que para Kociancich el azar posee una dimensión metafísica? Sus enigmas eróticopolicíacos, teñidos de un inconfundible humor inteligente y de intertextos inspirados en lo extraño y lo fantástico, se resuelven en cavilaciones que pueden ser muy femeninas pero recuerdan las del inventor de Morel. Con respecto a Bárbara Jacobs, resulta evidente que su técnica narrativa se ejerce en función de las citaciones librescas y de la palabra escrita: que sus protagonistas se amen leyendo o se lean amándose delante de un gran espejo y entre "sábanas blancas" no impide que intenten llegar así al Aleph o a la biblioteca-paraíso. Y para concluir, ya va siendo tiempo de preguntar: ¿Por qué estas y otras escritoras con madres como Colette, Duras, Virginia Woolf, o Agatha Christie, han de desconocer a sus padres? Sobre todo cuando se sienten tan libres como para injertarles su propia semiótica. Si Bakhtin atribuye a la novela moderna un discurso de diálogos y voces multiplicadas, aquí podemos hablar de una heteroglossia que crece en función del deseo. Cuando se descarta el afán mercantil que exige la pornografía; el cuerpo, vetado y proscrito durante centurias, resurge en innovadores procesos metafóricos. ¿Cómo concebir mejor, a fin de siglo, el erotismo femenino?

Moreno Frosch, "Discurso erótico y escritura..., pág. 23. Biruté Ciplijauskaité, La novela Femenina Contemporánea, Barcelona, Anthropos, 1988, pág. 166.

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Sociedad civil y medios ciudadanos: arquitectos de paz para el nuevo milenio* Clemencia Rodríguez** En palabras de Andrew Arno, "El Conflicto... se crea, se mantiene y se termina por medio del intercambio de mensajes"1 y, añadiría yo, lo mismo puede decirse acerca de la paz. En efecto, la construcción de la paz es un proceso de intercambio de mensajes entre las partes en conflicto, que culmina con la tolerancia, la aceptación de la diferencia y la negociación. Sin comunicación, la paz es impensable; la comunicación es la materia prima de la paz. A pesar de que el cambio social está en el núcleo tanto de la Comunicación para el Desarrollo como de los Estudios de paz, estos dos campos se han mantenido separados tradicionalmente. Articular la Comunicación para el Desarrollo y los Estudios de paz puede facilitar la participación de la sociedad civil en los esfuerzos por conseguir la paz alrededor del mundo. El saber acumulado por la Comunicación para el Desarrollo con respecto a los medios de la comunidad, los medios alternativos y los medios participativos - lo que en otra parte he llamado "citizens' media"2, en español, "medios ciudadanos", -es una de las vías mediante las que nuestro campo puede hacer una contribución importante a los actuales intentos de comprometer a las comunidades en proyectos de construcción de

*Este texto fue publicado en Redeveloping Communication for Social Change: Theory, Practice, Power, (ed. Karin Wilkins. Boulder, CO: Rowman &Littlefield, 2000). La traducción es de Lina Escovar. Agradezco a Lina Holguín por su generosidad para compartir conmigo información clave, fuentes e ideas. Su actitud deinteresada es tan ejemplar como excepcional. ** Profesora asociada, División de Inglés, Clásicos, Filosofía y Comunicación, Universidad de Texas, San Antonio. 1 A. Arno, "Communication, conflict, and storylines: The news media as actors in a cultural context", en A. Arno y W. Dissanayake (eds.), The news media in national and international conflict, Boulder and London, Westview Press, 1984, pág.1. 2 En "Shedding Useless Notions of Alternative Media", en Peace Review 8(1), 1996, págs. 63-68; y Fissures in the mediascape. The transformative power of citizens'media. Cresskill, NJ, Hampton Press, en prensa, acuño el término "citizens' media" (medios ciudadanos) como un concepto más apropiado para referirme a los medios de la comunidad, a los medios participativos y/o a los medios alternativos. El concepto surge de la necesidad de superar las categorías binarias y marcos de oposición tradicionalmente utilizados para teorizar los medios alternativos. Sugiero dos pasos para cumplir este objetivo: primero, que en vez de definir los medios alternativos como "aquellos que no son medios dominantes", los definamos en términos de los procesos transformativos que hacen surgir entre los participantes y sus comunidades. Y, segundo, que nos apartemos de una definición binaria y esencialista del poder, en la que el lugar de los medios está ocupado por los poderosos (los medios dominantes) y los débiles (los medios alternativos).

la paz, por parte de los Estudios de paz. Durante las décadas de 1970 y 1980, el campo de la Comunicación para el Desarrollo pasó por un largo - y a veces terrible - recorrido hacia la humildad. Basándose en una fórmula original en la que los expertos diseñaban estilos de vida para las comunidades pasivas / en espera, el campo se ha reinventado como una empresa más interactiva en la que los comunicadores para el desarrollo y las comunidades cooperan para dar forma al futuro3. Este recorrido ha empujado el campo de la Comunicación para el Desarrollo por dos caminos importantes hacia la descentralización del poder: primero, un camino alejado de la imposición y próximo a la colaboración y, segundo, un camino que se aparta de los medios de masas y se aproxima a los medios ciudadanos. Estas dos lecciones que ha aprendido la Comunicación para el Desarrollo pueden ofrecer importantes contribuciones a los Estudios de paz. Lección 1: De la imposición a la colaboración El modelo tradicional de la comunicación para el Desarrollo (i.e. los programas de desarrollo inspirados en teorías de difusión de innovaciones) asumía que las comunidades con una necesidad de cambio social seguirían los mandatos de los expertos en comunicación y en desarrollo. De acuerdo con este modelo, basándose en su experiencia y en la recolección de datos, los

Creo que este tipo de pensamiento binario limita el potencial de los medios alternativos en su habilidad para oponer resistencia a los grandes medios, y nos ciega al entendimiento de todas las demás instancias de cambio social facilitadas por los medios alternativos. En cambio, "medios ciudadanos" articula la transformación metamórfica de los participantes de los medios alternativos (o de los medios de la comunidad, o de los medios participativos o de los medios alternativos) en ciudadanos activos. Es decir, "medios ciudadanos" es un concepto que da cuenta de los procesos de concesión de poderes, de conscientización y de fragmentación del poder que resultan cuando los hombres y mujeres reivindican y tienen acceso a sus propios medios. En el sentido en que hacen tambalear códigos culturales y relaciones de poder establecidos, quienes participan en los medios ciudadanos ganan un poder que a su vez se invierte en darle forma a sus vidas, a su futuro y a sus culturas. "Medios ciudadanos" es un novedoso rótulo conceptual inspirado en la teoría de la ciudadanía y la democracia radical de Chantal Mouffe; no se basa en la noción de ciudadanía tal como la define la tradición liberal. 3 J. Servaes, "Development theory and communication policy: Power to the people!” en European Journal of Communication, 1, 1986, págs. 203- 229; One world, multiple cultures. A new paradigm on comunicatíon for development, Leuven, Acco, 1989; "Toward a new perspective for communication and development", en F. L. Casmir (Ed.), Communication in Development, Norwood, NJ, Ablex, 1992, págs. 51-85; T. Jacobson, "A pragmatist account of participatory communication research for national development, en Communication Theory, 3(3), 1993, págs. 214-230.

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expertos en desarrollo - académicos de la comunicación para el desarrollo, funcionarios de las agencias para el desarrollo internacionales y funcionarios del gobierno - idearían un camino de acción para las comunidades marginales pobres. El rol de la comunidad se limitaba a aceptar e implementar las ideas y planes de desarrollo de los expertos. Sin embargo, este modelo fue prontamente cuestionado por los académicos del Tercer Mundo, quienes hacían referencia a su tono de dependencia y colonización. Esto, sumado a una larga cadena de proyectos de desarrollo frustrados, desestabilizó el campo y lo empujó hacia una dirección diferente. Surgió un nuevo paradigma de desarrollo, basado en una relación más balanceada entre expertos, agencias y comunidades. Concebido como una empresa de colaboración, el desarrollo se entiende, entonces, como un intento conjunto de moldear el futuro de las comunidades marginales. A medida que la participación comunitaria pasó a ser un componente necesario, y dado que una comunidad sin poderes no tiene muchas posibilidades de ser un participante activo, el otorgar poderes a las comunidades se convirtió en un objetivo fundamental de la Comunicación para el Desarrollo.

"los esfuerzos de paz deben provenir de la gente porque la paz impuesta es frágil y difícil de alcanzar"6. En 1984, un grupo similar de académicos y activistas se reunió en los Estados Unidos para hacer un fondo común de recursos para la paz; el resultado fue un proyecto conocido como Exploratory Project on the Conditions of Peace (Proyecto de Investigación sobre la Condiciones para la Paz), que adoptó un mandato para integrar a la gente. Este objetivo sigue la creencia del grupo en la idea de que "es más probable que sea la gente común, y no los organismos normativos, quien haga la paz"7. En el mismo sentido, Smoker defiende la necesidad de diversificar los sujetos sociales integrados en las empresas de reconstrucción de la paz. Smoker hace énfasis en que una paz sólida y duradera sólo podrá conseguirse con la participación de "la gente del mundo"8. Partiendo de experiencias exitosas en el campo de la educación para la paz, Ashford aboga por una nueva aproximación a la reconstrucción de la paz por parte de las organizaciones no gubernamentales (ONG) en vez de las entidades gubernamentales. La misma autora apoya este nuevo enfoque, diciendo que "esta aproximación se basa en la convicción de que, en últimas, son los ciudadanos locales, y no los militares o el gobierno, quienes deben encontrar la manera de vivir juntos, valiéndose de sus tradiciones y fortalezas para construir una sociedad justa"9.

De manera semejante, desde el fin de la Guerra Fría, lo Estudios de paz han reconocido la necesidad de re-pensar los procesos de reconstrucción de la paz en las sociedades en conflicto contemporáneas4. A partir de las operaciones para el mantenimiento de la paz dirigidas por líderes militares, diplomáticos y de las Naciones Unidas, hoy en día éste se concibe más bien como una tarea que debe emprender la sociedad civil. Dando testimonio de estos cambios, Holguín observa:" en los últimos siete años, el mantenimiento de la paz ha avanzado de una mera función de seguridad a un amplio espectro de actividades asociadas con la prevención, moderación y terminación de conflictos, así como con la reconstrucción post-conflicto"5.

En resumen, los Estudios de paz y la Comunicación para el Desarrollo han llegado a las mismas conclusiones: sólo cuando los ciudadanos pongan su destino en sus propias manos y lo moldeen haciendo uso de sus culturas y de sus fortalezas, serán viables la paz y el cambio social. En ambos casos, el poder, antes concentrado en unos cuantos expertos, ha estallado en una multiplicidad de fragmentos enraizados en las culturas y vidas cotidianas de la sociedad civil. Lección 2: De los medios de masas a los medios ciudadanos

En 1998, un grupo de casi treinta intelectuales, artistas y activistas del desarrollo provenientes de ocho países africanos y del Canadá se dieron a la tarea de identificar los obstáculos para la paz en el África. Una de sus conclusiones principales fue que

En la Comunicación para el Desarrollo, las décadas de 1950 y 1960 se recuerdan por una optimista fascinación por los medios de masas

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L. Holguín, "The media in modern peacekeeping", en Peace Review (Online), 1998, párrafos 10(4), 25. Disponible: http://proquest.umi.com/ (1999, Marzo 3). 5 Ibid., párrafo 2.

C. Barsalira, y G. Nyambura, "Proceedings of the Seminar on African perspectives and issues on peace education and action in Africa", Lusaka, Zambia, 3-7 octubre 1998, pág.37. 7 C. Roach, "Introduction", en Communication and culture in war and peace, Newbury Park, CA, Sage, 1993, pág. xviii 8 P. Smoker, "Possible roles for social movements", en K. Tehranian & M. Tehranian (Eds.), Restructuring for world Peace. On the threshold of the twenty-first Century, Cresskill, NJ, Haptom Press, 1992, pág. 105. 9 M. W. Ashford, "Peace education after cold war”, en Canadian Social Studies (Online), 1996, parrafo 3. Disponible en: http://vweb. Hwwilsonweb.com/ (1999, Marzo 2).

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El papel de los medios de masas, particularmente en los países del Tercer Mundo, era el de guiar a las sociedades "atrasadas" hacia la modernización y hacia el uso de nuevas tecnologías. Sin embargo, la historia mostró otra cosa; las desastrosas consecuencias de la introducción de la cultura de los medios de masas y de las tecnologías modernas en las sociedades del Tercer Mundo han sido bien documentadas. Lo que alguna vez fue llamado "las consecuencias imprevistas"10 del uso de los medios de masas para el desarrollo va desde generaciones enteras de madres que pasaron, de amamantar a sus bebés, a darles lactancia artificial, y la devastación ecológica debida a la introducción de pesticidas modernos, hasta la frustrante combinación de consumismo y pobreza. Una vez más, los académicos y activistas del Tercer Mundo, esta vez liderados por el pedagogo brasileño Paulo Freire, desafiaron la creencia de que los medios de masas eran el medio de comunicación más apropiado en los procesos de cambio social. Marcados por asuntos de propiedad, los medios de comunicación privilegian planes que poco tienen que ver con el bienestar de las grandes mayorías del Tercer Mundo. Esta convicción hizo que activistas y académicos alrededor del mundo se lanzaran a explorar posibilidades distintas. El resultado ha sido un movimiento mundial inclinado por el uso de los medios ciudadanos en los procesos de cambio social. Hoy, treinta años después de la primera publicación del clásico de Freire Educação como Práctica da Libertade (La Educación como Práctica para la Libertad), la literatura acerca de los medios ciudadanos es vasta. Desde diversos ángulos y perspectivas, los académicos de la comunicación han tenido éxito en articular el potencial de los medios ciudadanos en la tarea de facilitar los procesos de cambio social en busca de sociedades más democráticas. Primero, los medios ciudadanos pueden darle voz a quienes no son escuchados. Al acceder a dichos medios, las comunidades previamente silenciadas pueden romper con la cultura del silencio y recobrar su propia voz. Segundo, los medios ciudadanos pueden fomentar la concesión de poderes. Las estructuras sociales de

desigualdad tienen como resultado comunidades enteras que se sienten paralizadas e impotentes. La integración a proyectos de los medios expresión de los ciudadanos refuerza el sentido de identidad y la confianza en el propio potencial para actuar en el mundo. Tercero, los medios ciudadanos pueden conectar comunidades aisladas. Al facilitar redes de comunicación alternativas, los medios ciudadanos unen comunidades y gentes que tienen mucho que ganar de la unión de fuerzas para proyectos de acción colectiva. Cuarto, los medios ciudadanos pueden fomentar el despertar de una conciencia. Como quienes participan en estos medios deben codificar sus propias realidades en sus propios términos, entonces pasan por procesos de conscientización, en el sentido Freiriano del término. Y, finalmente, los medios ciudadanos pueden servir como fuentes de información alternativas. Por oposición a los medios de masas, que normalmente son restringidos por fuerzas económicas o sociales, los medios ciudadanos son capaces de mantener una posición independiente al momento de reunir, procesar y distribuir información. Si de la desilusión con respecto a los medios de masas podemos decir que trastornó el campo de la Comunicación para el Desarrollo, con respecto a los Estudios de paz podemos decir que hizo lo mismo. Así como los académicos de la Comunicación para el Desarrollo han encontrado que los medios de masas no son buenos aliados en los procesos de cambio social para la búsqueda de sociedades democráticas, también los académicos de los Estudios de paz cuestionan el potencial de los medios de masas para adelantar la paz y la resolución de conflictos11. Valores profundamente arraigados en los medios de masas, como el del conflicto y el de la objetividad, pueden fácilmente convertirse en instigadores de hostilidad. La asunción de que el conflicto es noticia lleva a los periodistas y reporteros a centrar la atención en las interacciones y eventos sociales que giran en torno a las partes en conflicto. Como lo plantea Arno, la dramática fórmula de A vs. B se manifiesta en miles de versiones diferentes, pero la estructura se mantiene allí, o cerca o lejos de la superficie de la historia. Los desastres y los 11

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E.M.Rogers, Diffusion of ínnovations (3a ed.), New York, The Free Press, 1983, pág. 388.

Creo que, en general, los medios de masas tienen muy poco potencial para adelantar procesos de paz; sin embargo, no quiero sugerir una imagen monolítica de los medios de masas como si no tuvieran fisuras y fracturas al interior de sus estructuras. En efecto, la existencia de numerosas asociaciones de periodistas y los esfuerzos dirigidos a la paz por parte de otros profesionales de los medios demuestra lo contrario. Algunos de estos esfuerzos incluyen: el International Centre for Humanitarian Reporting, en Suiza; Mediation Project for Journalists, de Media Peace Center, en Sudáfrica; Initiative for Peace and Cooperation in the Middle East de Search for Common Ground, en los Estados Unidos; New Center for Civic Journalism, en los Estados Unidos; Carnegie Commission on Preventing Deadly Conflict, en los Estados Unidos; y Center for War, Peace and the News Media, en los Estados Unidos.

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accidentes son expuestos como ejemplos del conflicto primordial de la lucha del hombre contra la naturaleza y, tal vez igual de antigua, la lucha contra el mal funcionamiento de las invenciones humanas12. La creencia de que hay una "disposición humana" hacia las historias de conflicto por contraste con las historias de armonía o de construcción de paz tiene como resultado que toda la industria de los medios de información se obsesione por encontrar y documentar el conflicto social. En palabras de Collen Roach, "los medios de información no sólo tienen esta perversa fascinación por la guerra y la violencia; además omiten a las fuerzas que trabajan por la paz"13. Catalogado por John Galtung como "el desorden bipolar"14, este modelo dominante de articular la realidad social en términos de oposiciones binarias excluye interpretaciones alternativas como las interpretaciones múltiples de los mismos eventos, las causas múltiples, o las interacciones entre múltiples partes. La inclinación por enmarcar las historias en términos de buenos versus malos, yo contra el otro, o luz versus oscuridad ha llevado a Galtung a afirmar que "el periodismo no sólo legitima la violencia sino que es violento en y por sí mismo"15. Además, la fijación con una narrativa estructurada alrededor del conflicto encamina a los profesionales de los medios de masas hacia formatos, guiones, personajes y eventos que intensifican el sentido de conflicto. Así, los eventos de guerra "fuertes" y dramáticos reciben un lugar privilegiado por encima de los esfuerzos de reconstrucción de la paz, usualmente calmados, pacientes y a largo plazo16. Como lo observan Bruck y Roach: la tendencia, por parte de los medios, a valerse de lo sensacionalista, lo dramático, lo catastrófico y lo peligroso y, en general, lo negativo, lleva a muchos activistas de la paz a volverse generalmente escépticos, si no hostiles, frente a los medios. Como consecuencia, los medios son vistos como uno de los obstáculos principales, si no el principal, para la creación de una cultura de paz17.

En la búsqueda de personajes que encarnen el conflicto social, los periodistas y reporteros de los medios de masas consultan persistentemente a los militares y funcionarios del gobierno18. Las organizaciones locales y los activistas de la paz, que generalmente trabajan en grupos que tienden a evitar que se resalten personalidades y que operan al margen del discurso oficial, son frecuentemente dejados de lado. El papel de los medios internacionales durante la crisis en Somalia, por ejemplo, ha sido criticado porque el cubrimiento sólo empezó con la llegada del personal militar de Estados Unidos y de las Naciones Unidas, cuando lo peor de la hambruna había terminado; además, los medios abandonaron Somalia tan pronto como las tropas fueron retiradas, justo cuando las iniciativas de paz locales se estaban desarrollando19. La objetividad, por un lado, moldea la actuación de los reporteros y periodistas de los medios de masas hacia una actitud distante en medio de contextos de conflicto y guerra. La supuesta adherencia del reportero a la información de los hechos únicamente legitima el distanciamiento con respecto a los eventos sociales que se cubren, aún en los casos en los que la supervivencia de toda una comunidad está en juego20. En consecuencia, cualquier intento consciente, por parte de los reporteros y periodistas de los medios de masas, de centrarse en los esfuerzos de reconstrucción de la paz o en las iniciativas de resolución de conflictos sería sospechoso de parcialidad. Después de la Guerra del Golfo, por ejemplo, un estudio de la organización para la imparcialidad y la precisión en la cobertura periodística, FAIR, concluyó que "usualmente faltó en las noticias un análisis desde una perspectiva crítica hacia la política de los Estados Unidos. La regla general de los medios parecía ser que apoyar la guerra era ser objetivo, mientras que oponerse a ella era estar sesgado"21. Dado este estado de cosas, una investigación de las posibles alternativas a los medios de masas podría hacernos saber si lo que hemos aprendido acerca de los medios ciudadanos en procesos de democratización puede, de alguna manera, aplicarse a procesos de resolución de conflictos y a la construcción de la paz.

12

Arno, "Communication, conflict...", pág. 2. Roach, Communication and culture..., pág. xi. 14 Citado enD. Schechter, "Peace Journalism 101", en TheNatíon (Online), Disponible en: http://proquest.umi.com/ [1999, Marzo 3], 1998, párrafo 3. 15 Ibid. 16 Roach, Communication and culture... 17 P. Bruck, y C. Roach, "Dealing with reality: The news media and the promotion of peace", en C. Roach (Ed.), Communication and culture..., pág. 88; itálicas en el original. 13

18 19 20

Ibid.

L. Holguín, "Somalia", Documento sin publicar, 1998.

C. Roach, "Information and culture in war and peace: Overview", en C. Roach (Ed.), Communication and culture... 21 Citado en Ibid.,pág. 23.

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Medios ciudadanos para la paz En las páginas siguientes intento construir un puente conceptual entre la Comunicación para el Desarrollo y los Estudios de Paz. Mi objetivo es usar el conocimiento acumulativo sobre los medios ciudadanos, por parte de la Comunicación para el Desarrollo, como trampolín para llegar a la exploración del potencial de estos en los procesos de reconstrucción y de mantenimiento de la paz. Al re-pensar el papel de los medios ciudadanos en los procesos de paz, trataré los siguientes temas: 1) los medios ciudadanos como fuentes de información alternativas; 2) los medios ciudadanos como facilitadores de la comunicación entre las partes en conflicto; 3) los medios ciudadanos como medios en busca de iniciativas de paz; 4) los medios ciudadanos como arquitectos de géneros de paz; 5) los medios ciudadanos como catalizadores de perdón; 6) los medios ciudadanos como espacios de comunicación enfática; y 7) los medios ciudadanos como espacios para denunciar la experiencia de la violencia. Los medios ciudadanos como fuentes de información alternativas

tomando el control sobre el contenido de los medios de sus sociedades al mismo tiempo que aprenden que los medios - todos los medios deberían ser responsables ante las comunidades locales25. Lo que más le han elogiado los activistas y académicos de la Comunicación para el Desarrollo a los medios ciudadanos - su autonomía con relación a los grandes actores y su profunda inserción en las comunidades locales - se vuelve, en los contextos de guerra, un recurso inestimable. Mientras los medios dominantes deben ser rentables para los grandes grupos económicos y políticos, los medios ciudadanos pueden ser utilizados por las comunidades locales para dar sentido a su realidad social y, en este proceso, para construir "nuevos sentidos sociales"26. Los medios ciudadanos como facilitadores de la comunicación entre las partes en conflicto Search for Common Ground (Buscando un Terreno Común, SCG), una ONG cuya filosofía principal es "comprender las diferencias y actuar en los terrenos comunes"27, tiene algunos de los más interesantes proyectos para promover la paz valiéndose de los medios. En Burundi, SCG ha establecido un servicio de radio llamado Studio Ijambo (Palabras de Sabiduría); allí, un personal conjunto de Tutsis y Hutus trabaja en compañía en la producción de unas quince horas semanales de noticias, asuntos de interés público y programación cultural. Entre sus programas más exitosos se encuentra Our Neighbors, Ourselves (Nuestros vecinos y nosotros),

Katherine Larsen, voluntaria de la organización Conflict Resolution Catalyst (CRC)22 que trabaja en Bosnia, observa que la juventud local ha desarrollado una actitud derrotista hacia los medios dominantes. Según Larsen, los jóvenes de Bosnia están aburridos de las noticias contradictorias y, peor aún, creen que "que no hay nada que ellos puedan hacer"23. Para tratar esto, varias ONGs han lanzado proyectos de medios ciudadanos para "darle a la juventud la oportunidad de expresarse, de dar a conocer sus propias "verdades, pensamientos y opiniones"24. Publicaciones tales como Balkanski Omladinski Most (El Puente de la Juventud Balcánica), Nepitani (A quienes no se les preguntó) y Mirko, producidas en su totalidad por la juventud local, sirven como fuentes de información alternativas en las que los jóvenes pueden dar vía libre a sus propias versiones sobre lo que está ocurriendo. Por medio de su trabajo con estos medios ciudadanos, los jóvenes de Bosnia están

En el distrito segregado de Thokosa, una de las comunidades más atacadas por la violencia en Sudáfrica, dos jefes que tradicionalmente han sido enemigos mortales - uno, de la Unidad de AutoDefensa alineada del ANC (Congreso National Africano) y el otro, de la Unidad de Auto-Protección

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25

La CRC es una organización y una red internacional privada, sin ánimo de lucro, cuya misión es facilitar el papel de los ciudadanos como constructores de paz locales e internacionales, y promover la educación y el uso de habilidades y procesos de resolución pacífica de conflictos. (http://www.crcvt.org). 23 K. Larsen, "Stories from the field", (Online), 1997, párrafo 4. Disponible en: http://www.crcvt.org/story .html.(1999,March 23). 24 Ibid., párrafo 5.

"una obra radial que caracteriza a una familia Hutu y a una familia Tutsi que son vecinas... el programa describe las tribulaciones de estos vecinos y cómo, al final, concilian sus diferencias"28.

P. Stubbs, "Peace building, community development and cultural change: Report on Conflict Resolution Catalysts' work in Banja Luka, Bosnia-Herzegovina", 1997, Online, párrafo 8. Disponible en: http://wwwcrcvt.org/stubbs.html. [1999, Marzo 23]. 26 Ibid. párrafo 9. 27 Search for Common Ground, Common Ground Productions, Washington DC, Autor, sin fecha. 28 Ibid. pág.2

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conectada de Inkatha - reciben dos cámaras de video. Su tarea es producir un documental sobre los asesinatos locales; luego de seis meses, estos dos guerreros han producido una útil cinta en la que esperan encontrar respuestas para poner fin a la locura en sus comunidades. En Angola, los músicos se han dividido por la guerra civil durante años; hay músicos de la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola) y músicos del gobierno. "Que una persona de uno de los dos lados tarareara una canción de la música del otro era visto algunas veces como un signo de deslealtad"29. Search for Common Ground invitó a los músicos de ambas partes a producir un disco y un video con el título de The Peace Song (La canción de la paz); el video nos pone entre bastidores, donde podemos ver "reuniéndose, trabajando juntas, creando juntas, a personas que han estado separadas por décadas"30. Ya he concluido que los medios ciudadanos pueden generar comunicación donde previamente las comunidades han sido excluidas del panorama público. Mi investigación ha documentado cómo, mediante el uso de los medios ciudadanos por parte de esas comunidades, los campesinos nicaragüenses31, los ciudadanos catalanes, y las mujeres pobres de Colombia han reivindicado su propia voz pública32. Lo que muestra el trabajo de la SCG es que en situaciones de guerra, en las que las partes en conflicto han cerrado todos los canales de comunicación, los medios ciudadanos también pueden restablecer el diálogo. Es decir, si la Comunicación para el Desarrollo articulaba los medios ciudadanos como medios de dar una voz a quienes no tenían voz, la comunicación para la Paz, por su parte, debería disponer los medios ciudadanos como facilitadores del diálogo entre antagonistas. Los medios ciudadanos como medios en busca de iniciativas de paz Una de las lecciones que se deben aprender del trabajo de Search for Common Ground es que si los medios están dispuestos a contribuir con la construcción de sociedades más pacíficas, deberán

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Ibid., pág.3 Ibid. 31 C. Rodríguez, "The rise and fall of the popular correspondents' movement in revolutionary Nicaragua, 19821990", en Media Culture and Society 16(3), 1994, págs. 509-520. 32 C. Rodríguez, "A process of identity deconstruction: Latin American women producing video stories", en P. Riaño (Ed.), 30

privilegiar las iniciativas de paz. Incluso las sociedades sumergidas en situaciones extremas de conflicto producen instancias en las que el conflicto se resuelve pacíficamente, en las que los enemigos llegan a un acuerdo, en las que la colaboración supera a la confrontación. Dirigiéndose a los medios internacionales, Hamid Mowlana ha propuesto un código de ética que plantea a los medios como responsables de dar prestigio y atención a las iniciativas de paz y a los constructores de paz. El código de Mowlana hace un llamado a los medios para que "incrementen la cantidad de información disponible acerca de soluciones pacíficas al conflicto;... para recordarle a los oponentes las soluciones pacíficas a los conflictos; y para dar prestigio a quien concilia"33. Sin embargo, ya se ha mostrado más que bien cómo los medios dominantes, particularmente los nuevos géneros, tienden a elegir y a centrarse en las situaciones de conflicto. Dada su autonomía y su libertad para incluir aspectos de la realidad social tradicionalmente excluidos, los medios ciudadanos tienen un inmenso potencial para convertirse en medios para la paz. Al ofrecer una exposición y una búsqueda atenta de las experiencias ya existentes de resolución pacífica de conflictos, al dar una voz y un espacio a los individuos que las hicieron posibles, los medios ciudadanos pueden traer estas formas de resolución al terreno de lo imaginable, pueden brindarles una potencialidad real. Mi investigación sobre las mujeres, la cultura y la violencia en Colombia ha demostrado que las comunidades con largas historias de violencia engendradas por condiciones materiales específicas alimentan códigos culturales que naturalizan la violencia y legitiman el comportamiento violento, no sólo como normal, sino también como efectivo. Códigos culturales divulgados como estos crean un clima cultural en el que las otras opciones se dejan marginadas en el terreno de lo que es inimaginable, impensable o ineficaz. En tales casos, los medios ciudadanos pueden jugar un papel crucial en la reubicación de esas otras opciones - iniciativas de paz, casos de resolución de conflictos, negociación mediante el diálogo - trayéndolas de los márgenes hacia el centro de los diálogos de la sociedad civil.

Women in grassroots communication. Furthering social change, Thousand Oaks, CA, Sage, 1994, págs. 149-160. 33 H. Mowlana, "Communication, world order, and the human potential: Toward an ethical framework", en A. Arno y Dissanayake (Eds.), The news media..., pág.34.

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Los medios ciudadanos como arquitectos de géneros de paz

Los medios ciudadanos como catalizadores de perdón

Si los medios pretenden contribuir a la construcción de la paz, deben apartarse de los géneros tradicionales de los medios, en los que el conflicto y la oposición se dan por sentado como condiciones necesarias de una buena historia. Pero los medios dominantes se aferran a la creencia incuestionada de que sólo el conflicto produce historias comercializables. Por otra parte, las iniciativas de los medios ciudadanos, tales como las emprendidas por Search for Common Ground, han empezado a experimentar con otras opciones para estructurar una narrativa. En palabras de los productores de la propia SCG, cada uno de sus episodios de video

¿Pueden los medios ciudadanos jugar un papel en lo que se refiere a cultivar sentimientos de perdón entre comunidades e individuos que intentan sobrepasar experiencias pasadas de intensa violencia? Algunos de los más interesantes estudios antropológicos recientes de la violencia hacen énfasis en la des-humanización de los victimarios y los sobrevivientes de la violencia como uno de los principales resultados del conflicto violento. Las víctimas pierden su humanidad en la medida en que los articulamos como receptores completamente pasivos, reificados, de una suerte que no pueden controlar. Los victimarios, por otra parte, son despojados de su humanidad porque el discurso social dentro del cual interpretamos la violencia ha establecido "humanidad" y "brutalidad" como categorías mutuamente exclusivas. Basado en su trabajo en Argentina, el antropólogo de la violencia Antonious Robben nos recuerda que la construcción de la paz está condicionada por la humanización tanto de los sobrevivientes como de los victimarios35. Media Peace Centre, una ONG que trabaja por la paz y la reconciliación en la Sudáfrica del postapartheid, ha desarrollado una proyecto llamado Video Dialogues, en el que las comunidades en conflicto se comprometen en procesos de comunicación, comprendiendo de dónde viene cada una y humanizando a la otra 36. El primer video-diálogo, producido en 1993 y titulado Abuntu Bayakhala (Los pueblos se expresan) estimulaba a los miembros de comunidades separadas a empezar a hablarse unas a otras; en el proceso de producción del video, gentes que previamente no se comunicaban se expresaron y se hablaron por medio de la cámara37. Este tipo de diálogo, en cuyas bases las comunidades en conflicto aprenden a conocerse y entenderse, instala los fundamentos de una nueva estructura social que comprende el perdón. En las comunidades en guerra, las gentes de campos opuestos usualmente comparten las mismas experiencias humanas de pérdida, desplazamiento y dolor. Al menos esta experiencia compartida es un terreno común; sin embargo, al hacer énfasis en la diferencia y reforzar la polarización, los medios dominantes generalmente se convierten en instigadores de conflicto. Inversamente, otros experimentos de medios están

demuestra que la buena narración de historias no debe que glorificar el conflicto por sí mismo - que la búsqueda de un acuerdo puede ser tan dramática como una telenovela34. Esto se hace aún más claro con el proyecto Resolutions Radio de la SCG, un programa con la participación telefónica de la audiencia, producido desde Sarajevo y transmitido a nivel nacional. Los presentadores del programa están capacitados en técnicas de resolución de conflictos. Una vez que las líneas se abren, los bosnios de todas las facciones están invitados a integrarse en un diálogo participativo, bajo la dirección continua de los presentadores, que los llevan a escuchar a los demás, a comprometerse en el diálogo y a encontrar soluciones comunes. En términos generales, los programas con participación del público han tendido a ser el nicho exclusivo de las narrativas polarizadas de los medios. En el característico talk show de Jerry Springer, el rol del presentador es desatar tanto conflicto como sea posible entre los invitados, entre los invitados y la audiencia y entre la audiencia, los invitados y el espectador. Pero Kenneth Clark, director de producción de Resolutions Radio ha reinventado el género del talk show. Es mediante este tipo de transgresiones de los géneros que los medios ciudadanos pueden convertirse en vehículos de comunicación para la paz.

35

34

Search for Common Ground, Common Ground Productíons. Videos with vision, Washington DC, Autor, pág. 1.

A. Robben, "The politics of truth and emotion among victims and perpetrators of violence", en C. Nordstrom y A. Robben (Eds.), Fieldwork underfire. Contemporary studies of violence and survival, Berkeley, CA, University of California Press, 1995, págs. 81-103. 36 L. Holguín, "South Africa", Documento sin publicar, 1998. 37 Ibid., pág.1

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probando opciones diferentes, centrándose más en las experiencias comunes de partes opuestas a medida que soportan las guerra. Darko Popovic, un reportero de la Voice of America's Conflict Resolution Initiative, hace un recuento de su experiencia en la Croacia inmersa en la guerra, en la que los serbios desplazados hacen viajes frecuentes a sus antiguas viviendas en la ciudad de Dvar; allí, sin embargo, sus casas están ahora ocupadas por los refugiados croatas de Bosnia central. Popovic cuenta: De manera sorprendente, cuando los serbios llegan, son acogidos por los propios croatas que viven ahora en las casas de los serbios. Les ofrecen café y el brandy local, slivovitz, los invitan a pasar la noche cuando vuelvan... Todos ellos están en las casas de otros y en las ciudades y pueblos de otros. Comprenden los problemas de los otros y sienten los dolores de los otros38. Al centrarse en este tipo de historias, la Iniciativa de Resolución de Conflictos hace énfasis en las experiencias comunes de comunidades antagónicas en situaciones de guerra y conflicto. Un componente importante de la experiencia vivida de la guerra tiene que ver con los sentimientos de empatía y comprensión hacia el dolor y la pérdida experimentada por uno mismo y por los otros. No obstante, todo esto es pasado por alto por los medios dominantes en el sentido en que favorecen a uno de los lados mientras que el otro se vuelve "una cosa" sin vida, incapaz de comunicarse o de sentir39. Por el contrario, al hacer énfasis en que el conflicto violento sumerge a las dos partes en experiencias similares de pérdida, dolor y sufrimiento, los medios ciudadanos pueden jugar un papel importante en la humanización del otro, del enemigo, del oponente.

Los medios ciudadanos como espacios de comunicación enfática Desde los dramatizados hasta las telenovelas y las radionovelas, los géneros dramáticos han sido tradicionalmente un ingrediente básico de los medios ciudadanos. Alrededor del mundo, los ciudadanos de todas las etnias, credos y géneros se integran a los procesos de producción radial y

visual en los que pueden crear sus propias obras de ficción, desarrollar sus propios personajes y escribir sus propios guiones. En efecto, ya he mostrado cómo el hecho de participar en la producción de dramatizados en video compromete a las mujeres en procesos de transformación intensos40. Al representar personajes ficticios, las mujeres se sorprenden a sí mismas re-definiendo su opinión acerca de tales personajes, su relación con el personaje y, finalmente, toda la percepción de sí mismas. Desde el campo de la teoría de la representación, Luis Valdez y Anna Deavere Smith ofrecen claves valiosas para reflexionar acerca del papel de los dramatizados de los medios ciudadanos, en las sociedades en conflicto. Basándose en su vasta experiencia trabajando con el teatro políticamente comprometido, Luis Valdez41 y Anna Deavere Smith42 revelan cómo, en situaciones de conflicto, el hecho de representar el papel del enemigo ejerce profundos efectos transformadores sobre el individuo que hace la representación. Smith explica: Si pudiéramos habitar el patrón discursivo del otro y movernos según el discurso del otro, podríamos encontrar la individualidad del otro y experimentar esa individualidad visceralmente43. Alrededor del mundo, al utilizar los medios ciudadanos, las comunidades devastadas por la guerra están desarrollando sus propios dramatizados de ficción. Algunos ejemplos de ellos incluyen Our Neighbors, Ourselves, patrocinado por Search for Common Ground, en Burgundi; de la misma manera, como parte del programa Civic Education for Peace and Good Governance, la UNESCO apoya la producción de novelas radiales en Somalia44. Debemos llevar a cabo investigaciones etnográficas que nos ayuden a comprender los procesos transformativos que se viven cuando los ciudadanos en conflicto participan en dramatizados en los que los miembros de una de las partes tienen que representar personajes ficticios de la parte opositora. Creo que hay aquí un gran potencial en el sentido en que los medios ciudadanos están en posición de abrir un espacio para este tipo de representaciones, en el que las 40

C. Rodríguez, "A process of identity deconstruction..." National Latino Communications Center, Chicano! The struggle in the fields, Los Angeles, CA, Autor, Videocassette, 1996. 42 A.D. Smith, Fires in the mirror, New York, NY, Doubleday, 1993. 43 Ibid., pág. xxvii. 44 Este proyecto se basa enteramente en la investigación de acciones y producción de los medios participativos. L. Holguín, "Somalia", Documento sin publicar, 1998. 41

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Voice of America, "Conflict resolution project. Annual Report”, Washington DC, Autor, 1997, pág.45. 39 J. Galtung, R.C. Vincent, Global Glasnost. Toward a new world information and communícation order?, Cresskill, NJ, Hampton Press, 1992, pág. 127.

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comunidades en conflicto puedan "experimentar al otro visceralmente"45. Los medios ciudadanos como espacios para denunciar la experiencia de la violencia Mi punto final tiene que ver con el uso de los medios ciudadanos para ayudar a los sobrevivientes de la violencia a procesar sus experiencias pasadas de violencia. Estudios antropológicos acerca de la experiencia vivida de la guerra sugieren que el aislamiento, el silencio y la soledad son algunos de los componentes principales del terror de la violencia46. La experiencia de la violencia sobre el cuerpo propio y sobre sí mismo y/o sobre los seres queridos lleva al sobreviviente hasta un lugar frecuentemente inaccesible para el lenguaje. Las lenguas cotidianas que utilizamos para articular y dar forma a nuestra vida diaria se vuelven débiles e insuficientes para captar la experiencia de la violencia. Y cuando nos falta una lengua adecuada, compartir la experiencia con un otro se convierte en una imposibilidad. Creo que los medios ciudadanos se podrían usar como herramientas para divulgar la experiencia de la violencia para el terreno de las lenguas humanas. Aquí, la Comunicación para el Desarrollo aún tiene un largo camino que recorrer en la exploración de otras aproximaciones disciplinarias a este tema de estudio, tales como la antropología de la memoria, el estudio de la literatura de testimonios y la historia oral. Conclusión Aunque le ha tomado varias décadas, la Comunicación para el Desarrollo ha aprendido que el cambio social raramente podrá prevalecer sin la inclusión activa de las comunidades locales, de los movimientos sociales locales y de los ciudadanos en general. En este proceso de aprendizaje, nuestro campo ha tenido que cederle el poder, los recursos, las instituciones, la tecnología, el conocimiento y las habilidades a la gente del mundo. En un recorrido que se ha mostrado muchas veces difícil, la Comunicación para el Desarrollo ha tenido éxito en comprender pasos importantes para una sana descentralización del poder. Un avance importante en este recorrido ha sido el de paso de una creencia incondicional en los medios de masas a la valoración de los medios de 45 46

Smith, Fires in the..., pág. xxvii.

Nordstrom y Robben, Fieldwork underfire...; Robben, "The politics of truth and..."; C. Winkler, "Rape attack: The ethnography of the ethnographer", y J. Zulaika, "The anthropologist as terrorist" en C. Nordstrom & A. Robben (Eds.), Fieldwork underfire...

participación de la gente, es decir, de los medios ciudadanos. Mediante este paso hemos aprendido a creer en el poder de la gente para establecer y desarrollar sus propios canales de comunicación, para tejer sus propias redes de comunicación, y para efectuar cambios sociales en sus propios términos comunicativos y culturales. Un nuevo camino de aprendizaje empieza ahora que los académicos de la comunicación y los académicos y activistas de paz empezamos a aceptar que la paz no va a darse sin la inclusión activa y respetuosa de los pueblos del mundo. Basándome en lo que las personas del campo de la Comunicación para el Desarrollo hemos aprendido sobre los medios ciudadanos, he tratado de esbozar unas cuantas formas en que nuestro campo puede contribuir con tal camino. Otras referencias para aproximaciones teóricas y estudios de caso de medios ciudadanos: Calandria. "La videodramatizaci6n popular: Retos para la comunicación participativa", Calandria, Lima, Peru, 1989. Documento sin publicar. J. Downing, Radical Media. The political experience of alternative communicatíon, Boston, MA, South End Press, 1984; "Community access television: Past, present and future", en Community Television Review, 14 (3), 1991, págs. 6 -8. J. Downing et al., Radical media and oppositional cultures,. Thousand Oaks, CA, Sage, 1999. R. Festa, y L. Santoro, "Policies from below. Alternative video in Brazil", en Media Development, 34(1), 1987, págs. 27-30. R. Huesca, 2Participation for development in radio: An ethnography of the reporteros populares of Bolivia", en Gazette 57, 1996, págs. 29-52; "Low-powered television in rural Bolivia: New directions for democratic practice", en Studies in Latin American Popular Culture, 16, 1997, págs. 69 -90. R. Huesca, y B. Dervin, "Theory and practice in Latin American alternative communication research", en Journal of Communication, 44(4), 1994, págs. 53-73. P. Lewis, (Ed.), Media forpeople in cities. A study of community media in the urban context, París, United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization, 1984. E. Michaels, Bad Aboriginal art. Tradition, medía, and technological horizons, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1994. A. O'Connor, "The miners' radio Stations in Bolivia: A culture of resistance", en Journal of Communicatíon, 40, 1990, págs. 102-110. P. Reyes Matta, (Ed.), Comunicación alternatíva y búsquedas democráticas, México, Fundación Friedrich Ebert & ILET (Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales), 1983. C. Rodríguez (Ed.), Contando historias, tejiendo identidades. Experiencias de comunicación popular, Bogotá, Colombia, CINEP, 1987; "Local television in Catalonia: A strategy of resistance", Paper presented at the International/Development Communication Division of the 45th Annual Conference of the International Communication Association,

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Alborquerque, NM, 1995; "In the world of the father: women gambling with death. A discourse analysis of life stories of Colombian women in violent contexts", Paper presented at the Feminist Scholarship Division, 47th Annual Conference of the International Communication Association, Montreal, Canada, 1997.

M.Simpson Grinberg, (Ed.), Comunicación alternativa y cambio social: América Latina, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1981. N. Thede, A. Ambrosi, Video the changing world, Montreal, Black Rose Books, 1991.

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Dos crisis, dos desenlaces: Retos realidades del empresario organizado colombiano en los años cincuenta y noventa* Angelika Rettberg** Es claro que se ha querido ocultar la verdad al país y a la justicia. (…) La crisis debe resolverse de inmediato. Es evidente que en las circunstancias actuales el Presidente de la República está seriamente debilitado en el ejercicio de su autoridad y en su capacidad de gobernar de manera efectiva. Ante esta situación, es necesario buscar una solución institucional, incluyendo (…) la dejación de su cargo. Con esta invitación a la renuncia, en enero de 1996 el Consejo Gremial Nacional respondió a la entrevista televisada de Fernando Botero Zea (ministro de Defensa en la administración Samper y previamente director de su campaña presidencial), en la que éste admitió que Ernesto Samper sí sabía de la entrada de dineros del narcotráfico a su campaña. Así, la organización vocera del sector privado contribuyó a que se materializara, por segunda vez en el siglo XX, un movimiento empresarial de oposición con el propósito de provocar un cambio de gobierno. A finales de los años cincuenta, un así llamado Frente Civil, de origen político pero apoyado por los principales líderes empresariales, logró galvanizar a los empresarios del país contra el general Gustavo Rojas Pinilla, acusado de corrupción y de provocar el deterioro económico. En esa oportunidad un paro patronal de varios días—según Halperin1 el único paro patronal que se ha dado en América Latina, que incluyó al establecimiento financiero y en el que se logró el acatamiento de los trabajadores pagándoles su salario por adelantado—culminó en la renuncia del general y la instauración de una Junta Militar que luego daría paso al inicio del

* Este artículo presenta apartes de una tesis doctoral financiada por una beca-crédito del convenio Colciencias-Banco Interamericano de Desarrollo: "Corporate Organization and the Failure of Collective Action: Colombian Business during the presidency of Ernesto Samper (1994-1998)". Ph.D. Dissertation, Boston University. **Polítologa, Ph. D. en ciencia política de la Universidad de Boston. 1 Tulio Halperin, Historia contemporánea de América latina, Madrid, Alianza Editorial, 1972, pág. 260 2 Alvaro Echeverri, Elites y proceso político en Colombia, 19501978: Una democracia principesca y endogámica: Régimen político colombiano en los últimos treinta años, Bogotá, Fundación Universitaria Autónoma de Colombia, Fondo de Publicaciones, 1986, págs.:111-112; Jonathan Hartlyn "Producer Associations, the Political Regime, and Policy Processes in

Frente Nacional. Como es conocido, en los noventas el desenlace fue distinto. El Consejo Gremial despertó grandes expectativas con su llamado, sumándose a un amplio movimiento de oposición al gobierno Samper. Sin embargo, tras un período de efervescencia de unos pocos meses, el movimiento empresarial perdió el impulso. Poco a poco el tema de la renuncia desapareció de la agenda colectiva y volvió la calma a las relaciones empresariosgobierno. El 8 de agosto de 1998 Samper completó "el último día, la última hora y el último minuto" de su mandato. Si bien muchas cosas cambiaron en los cuarenta años que separan los dos eventos, este artículo busca señalar algunos de los cambios ocurridos al interior del empresariado organizado colombiano. Para ello, utiliza los dos momentos históricos mencionados como vitrinas que permiten identificar las principales características de la organización empresarial entonces y ahora. Los años cincuenta: Los años maravillosos del empresariado organizado En 1953, el teniente general Gustavo Rojas Pinilla se auto-proclamó presidente de Colombia en sustitución de Laureano Gómez. En su apoyo concurrieron las élites partidistas (exceptuando a los laureanistas expulsados), los militares, la Iglesia Católica y los empresarios, unidos en su deseo de que ésta fuera una solución temporal para poner fin al caos reinante en el país tras varios años de violencia partidista2 Inicialmente, los partidarios de Rojas vieron cumplidas sus expectativas. El general temporalmente "pacificó" al país, provocando la entrega de armas por parte de algunos líderes de las guerrillas liberales y conservadoras3 Sin embargo, no se cumplió la expectativa de los empresarios de que un mandatario suprapartidista colocaría al país en un rumbo de progreso económico. En el gobierno de Rojas Pinilla el crecimiento económico cayó de 7 por ciento en 1954 a 2.2 por ciento en 19574 A la vez,

Contemporary Colombia", en Latin American Research Review, 20(3), 1985, pág. 115. 3

Gonzalo Bermúdez, Pronunciamientos, conspiraciones y golpes de Estado en Colombia: De la conspiración septembrina al Proceso 8.000, Bogotá, Ediciones Expresión, 1997, pág. 153; David Bushnell, The Making of Modern Colombia: A Nation in Spite of Itself, Los Angeles, University of California Press, 1993, pág. 216; Silvia Galvis, Alberto Donadío, El Jefe Supremo: Rojas Pinilla, en la Violencia y el Poder, Bogotá, Editorial Planeta, 1988. 4 Departamento de Planeación Nacional, Unidad de Análisis Macroeconómico, Estadísticas Históricas de Colombia, Vol. 1, Santafé de Bogotá, Tercer Mundo Editores y Departamento Nacional de Planeación, 1998, págs. 12-13.

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la política compensatoria del gobierno, respaldada por los ingresos esperados de una bonanza cafetera a mediados de los cincuenta, generó un déficit fiscal sin precedentes, agravado por la deuda externa contraída para suplir los recursos necesarios para los programas de inversión social5. La inflación aumentó de 4 por ciento en 1954 a más de 23 por ciento en 1957, encareciendo el costo de vida6. Contribuyendo al descontento, una reforma fiscal de 1954 impuso la tributación de los dividendos derivados de acciones y bonos de empresas7. De acuerdo con la ANDI, la asociación de industriales, esta "doble tributación" desestimuló uno de los instrumentos claves para profundizar el proceso de industrialización y democratizar la propiedad8. Su efecto tangible fue el retiro de los pequeños accionistas de las empresas, provocando una descapitalización cercana al 50 por ciento en muchas de las compañías más grandes9. Finalmente, como respuesta a la creciente deuda externa, el gobierno de Rojas restringió las importaciones, afectando los intereses comerciales10. El panorama político tampoco favoreció a Rojas, al fracasar en su intento de ponerle fin definitivo a la violencia partidista y al revigorizarse ésta, en parte debido a la cercanía personal del general con los conservadores. Escudado en un estado de sitio permanente, el régimen se volvió crecientemente represivo11, cerró periódicos y silenció la oposición. Creada para reformar la Constitución, la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC), compuesta en su mayoría por políticos afines a Rojas, se convirtió en el órgano legislativo de hecho. La falta de supervisión llevó a una corrupción generalizada en la que se vieron involucradas personas cercanas al régimen. El propio Rojas fue acusado de convertirse en un próspero ganadero, materia de su juicio en el Senado en 195912. Desde 1954 la ANDI había expresado sus dudas sobre la conveniencia de la permanencia del 5 6 7

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Thad Szulc, Twilight of the Tyrants, New York, Henry Holt and Company, 1959, pág. 34. DNP, Estadísticas..., págs. 51, 195. Echeverri, Elites y proceso político..., pág. 115; Hartlyn "Producer Associations..."; Dix Robert Dix, Colombia: The Political Dimensions of Change, New Haven, Yale University Press, 1967, pág. 118. Gabriel Poveda, ANDI y la industria en Colombia, 19441984, Medellín, Asociación Nacional de Industriales, 1984, pág. 69. Echeverri, Elites y proceso político... Ibid.,pág. 116. Bushnell, The Making of Modern Colombia..., págs. 216-217. El juicio a Rojas abarcó acusaciones de diversa índole, incluyendo el contrabando de ganado, la obtención de créditos personales en bancos comerciales y el ejercicio de su influencia y el uso de fondos públicos para la compra de tierras. El 2 de abril de 1959 el Senado declaró que Rojas había mancillado la dignidad de la institución presidencial. Se le suprimieron sus derechos políticos al igual que su

general en el poder13. En respuesta, el gobierno adoptó algunas medidas de fomento industrial, incluyendo exenciones tributarias, oportunidades de refinanciación y protección para estimular la sustitución de importaciones. A la postre, estas medidas resultaron insuficientes para apaciguar los ánimos empresariales y prevaleció el temor de que la escasez de comercio exterior afectara aún más la producción industrial y el comercio14. A esto se sumó el desagrado con el que los empresarios vieron algunas de las medidas encaminadas a atraer el apoyo de la clase trabajadora al régimen. La creación de SENDAS, una institución de inclinación peronista creada para coordinar las actividades del Estado en la lucha contra la pobreza, confirmó estos temores15. El apoyo de los partidarios de Rojas se diluyó definitivamente cuando trascendió que el general buscaba prolongar su mandato y contemplaba la reelección con ayuda de la Tercera Fuerza, un movimiento que pretendía ofrecer una alternativa a los partidos tradicionales. Desde 1956 se había venido consolidando el movimiento anti-Rojas con el Pacto de Benidorm entre los líderes de los partidos Conservador y Liberal. En marzo de 1957, la ANAC votó su propia disolución y anunció la creación de una nueva corporación de composición exclusivamente rojista. Este intento del general de asegurar su reelección sirvió de catalizador para materializar la unión empresario-partidista en contra de Rojas, conocida como el Frente Civil. El 3 de mayo de 1957, el sector empresarial antioqueño entró en acción anunciando un paro patronal, arguyendo el incumplimiento del gobierno de los acuerdos de comercio exterior, la inefectividad de los controles de precio, la falta de reglas claras para la inversión, los límites a la libre empresa debido a la excesiva intervención estatal en la actividad privada y la falta de control sobre los recursos públicos16. El 6 de mayo, los bancos suspendieron sus actividades, mientras que el paro se extendió al transporte público y al comercio.

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pensión de ex-presidente y de antiguo oficial militar. Sin embargo, en 1966 la Corte Suprema de Justicia le restituyó derechos y pensión (Gustavo Rojas Pinilla, Rojas Pinilla ante el Senado: el gobierno militar ante la historia, Bogotá, Editorial Excelsior, 1959; Revista Semana 20 de febrero, 1966, págs. 44-45. Echeverri, Elites y proceso político..., pág. 120. Hartlyn "Producer Associations...", pág.1 15. Bushnell The Making of Modern Colombia..., pág. 219; Alberto Donadío, "Gobierno de Gustavo Rojas Pinilla", en Gran Enciclopedia de Colombia: Vol. 2. Historia, Bogotá, Círculo de Lectores, 1991, pág. 563. Echeverri, Elites y proceso político..., pág. 147.

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Tras varios intentos de romper el paro, el gobierno había perdido la mayoría de sus aliados, incluyendo las Fuerzas Armadas. El 10 de mayo de 1957, el general Rojas aceptó la oferta de su antiguo colega, el general Rafael Navas Pardo, de disolver la ANAC y entregar el poder a una Junta Militar que llamaría a elecciones un año más tarde. La participación del empresariado en la derrota del general Rojas Pinilla ilustra el poder de los gremios en las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta17. Fundados en su mayoría en los años 40 como resultado del proceso de industrialización de la post-guerra, los gremios se constituyeron como entidades sin ánimo de lucro con el objeto de representar y fomentar los intereses de los empresarios de los distintos sectores de la economía. En el contexto proteccionista de la estrategia de industrialización y sustitución de importaciones, que implicaba un cercano vínculo entre empresarios y Estado por medio de la provisión de licencias, permisos y similares y por medio de la fijación de políticas sectoriales, los gremios fueron efectivos en la canalización de privilegios hacia sus representados. Tal es el caso de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), fundada en 1944, y de la Federación Nacional de Comerciantes (FENALCO), fundada en 1945. En ausencia de una tradición corporativista sólida18 y a pesar de que la afiliación a los gremios era y sigue siendo voluntaria, los gremios colombianos eran los intermediarios individuales efectivos entre los gobiernos y los distintos sectores empresariales. Así lo demuestra su capacidad de acción colectiva desplegada ante una situación de crisis generalizada como parte del Frente Civil contra Rojas. Además de puentes efectivos entre el proceso político y sus representados, los gremios gozaban de gran poder político per se. Uno de los fundadores de la ANDI recuerda cómo esta organización "llegó a estar prácticamente sola porque era cada vez más fuerte. El poder en la opinión pública y en el sector oficial era muy alto".19 "Antes, el presidente de la ANDI era equiparable al Presidente de la República”20

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Eduardo Sáenz, La ofensiva empresarial: Industriales, políticos y violencia en los años 40 en Colombia, Bogotá, Tercer Mundo Editores - Ediciones Uniandes, 1992; Hartlyn "Producer Associations...". 18 Gustavo Gallón, "Concertación simple, concertación ampliada", Controversia, 105,1982. 19

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José Gutiérrez Gómez, fundador y ex-presidente de la ANDI (1946-1957), entrevista de la autora, Medellín, 26 de agosto de 1998. Jorge Londoño, presidente de BIC-Banco de Colombia, entrevista de la autora, Medellín, 24 de agosto de 1998.

añadió el presidente de un banco. La fuerza política se debía, en parte, a la cercana relación entre élites partidistas y económicas.21 Además de estos nexos informales, los gremios también han tenido una vinculación formal al proceso de toma de decisiones. Las juntas de algunos cuerpos asesores gubernamentales y entidades públicas—como el Consejo Nacional Laboral y el Banco de la República—contaban con la participación de representantes gremiales, permitiéndoles participar en debates de políticas claves y así influir en la canalización de beneficios hacia sus representados.22 A nivel organizacional, la fuerza política gremial emanaba de la concentración de la representación gremial en un número limitado de asociaciones; sólo cuatro gremios (ANDI, FENALCO, ASOBANCARIA y la SAC)— exceptuando a la poderosa Federación Nacional de Cafeteros, que por sus vínculos especiales con el Estado se constituye en un híbrido gremial que requiere tratamiento aparte— reclamaban la mayoría de la representación empresarial. Esto era posible en una economía que, como la colombiana de mitad de siglo, era poco diferenciada. 21

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Distintas variantes de este argumento están contenidas en Jesús Antonio Bejarano, Economía y poder, Bogotá, Sociedad de Agricultores de Colombia - Fondo Editorial CEREC, 1985 (págs. 214-216; 330-336); Alvaro Echeverri, Elites, clientelismo y burocracia estatal, 1960-1990, Bogotá, Universidad Autónoma de Colombia, Sistema Universitario de Investigaciones, 1993; José Antonio Ocampo y María del Pilar Esguerra, "Concertación y política industrial: La experiencia colombiana a la luz de algunos casos internacionales de éxito", Presentación ante el IX Congreso de Exportadores Concertación para el desarrollo de la liberalización económica, Cartagena, Colombia, 29-30 de octubre 1992, pág. 52; Enrique Ogliastri, Liberales Conservadores versus Conservadores Liberales: Faccionalismos trenzados en la estructura de poder en Colombia, Bogotá, Facultad de Administración, Universidad de los Andes, 1989; Jorge Osterling, Democracy in Colombia: Clientelist politics and guerrilla warfare, New Brunswick, Transaction Publishers, 1989, pág. 206; y Poveda, Andiy la industria..., págs. 192-195. Un estudio de Edgar Revéiz ("Evolución de las formas de intervención del Estado en la economía en América Latina: El caso colombiano", en Estado y Desarrollo, Bogotá, CEDE, 1981) indica que 30 por ciento de los miembros de comisiones y juntas de entidades de política económica y 24 por ciento de los miembros de entidades sectoriales eran representantes del sector privado. En contraste, sólo el 4 por ciento eran campesinos, trabajadores y consumidores. A mediados de los años ochenta, la ANDI tenía un asiento en 60 juntas y consejos públicos (Osterling Democracy in Colombia...). Sánchez y Rothlisberger (Rubén Sánchez, Dora Rothlisberger, "Formas de organización, representación y participación política de los gremios", en Patricia Vásquez de Urrutia (Ed.), La democracia en blanco y negro: Colombia en los años ochenta, Bogotá, Ediciones Uniandes - Cerec Departamento de Ciencia Política, 1989) han sugerido que un mayor intervencionismo estatal durante la administración de Eduardo Santos generó una creciente participación gremial en las decisiones políticas. Urrutia (Gremios, política económica y democracia, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero Fedesarrollo, 1983, págs. 36, 66, 79) advierte que la participación en estas instancias no garantiza influencia efectiva, ya que la autoridad última reside en el Ejecutivo.

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El temor de que se hubiera "gremializado" la política, como lo expresó en su momento el expresidente López Michelsen en alusión a la preponderancia que los representantes del sector privado alcanzaron en el proceso político, pudo ser excesivo. En efecto, el poder gremial era dependiente de las condiciones específicas creadas por el Estado para la distribución de beneficios sectoriales, como licencias y permisos. Sin embargo, la actuación del empresariado organizado durante la administración del general Rojas Pinilla y su rol en la caída del general muestra la capacidad de organización y de influencia que de hecho tenían los gremios. Como se verá, en los años noventa, cuando los gremios de nuevo se vieron enfrentados a una situación de crisis colectiva, el resultado fue distinto. Esto permitirá identificar algunos de los principales cambios ocurridos al interior del empresariado organizado en las cuatro décadas que separan los dos eventos. Los años noventa: Un amargo despertar El triunfo de Ernesto Samper en la contienda presidencial de 1994 se vio empañado por la revelación de la existencia de unos cassettes que contenían grabaciones de conversaciones entre altos funcionarios de su campaña presidencial y representantes del cartel de Cali. Las grabaciones apuntaban a la posibilidad de una cercana relación económica entre la campaña de Samper y unos reconocidos narcotraficantes. Así, dieron inicio a lo que hoy se refiere de forma genérica como el "Proceso 8.000", una larga investigación judicial y controversia política en torno a la entrada de dineros del narcotráfico—alrededor de 6 millones de dólares, según estimativos del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense23—a la campaña Samper Presidente. A pesar de sus implicaciones—la infiltración del narcotráfico en las más altas instancias de la política colombiana—los empresarios, como otros sectores de la sociedad, adoptaron un modo de espera en reacción a la noticia24. En un intento por 23

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Committee on Foreign Relations, United States Senate, Corruption and Drugs in Colombia: Democracy at Risk, A Staff Report, Washington, D.C., United States Government Printing Office, 1996. Su comportamiento se conformaba con un rasgo del sistema político colombiano de la segunda mitad del siglo XX: El entendimiento básico, o un acuerdo tácito, entre las élites políticas y económicas de proteger los intereses fundamentales de cada una y evitar la confrontación abierta (Hartlyn, "Producer Associations..."; The Politics of Coalition Rule in Colombia, Cambridge, Cambridge University Press, 1988; Alexander Wilde, "Conversations among Gentlemen: Oligarchical Democracy in Colombia", en Juan Linz and Alfred Stepan (Eds.), The Breakdown of Democratic Regimes: Vol.3. Latin America, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1978).

consolidar las buenas relaciones con el nuevo gobierno, los gremios reunidos en el Consejo Gremial Nacional, la organización que agrupa algunos de los principales gremios, plantearon la opinión del empresariado en diversos temas macro y microeconómicos en un documento llamado "Hacia una política de desarrollo colombiano" y le ofrecieron la colaboración del empresariado en temas de política pública25. Así mismo, los dirigentes gremiales participaron en las negociaciones del Pacto Social, uno de los programas bandera de la campaña Samper para controlar la inflación26 . Finalmente, el Salto Social, el plan de desarrollo de Samper que enfatizaba la inversión social para compensar los efectos de la liberalización económica de inicios de la década, contó con el apoyo de los empresarios27. El apoyo empresarial al gobierno Samper se mantuvo durante el proceso de certificación de marzo de 1995. La certificación es un instrumento de la política anti-drogas estadounidense Unidos que exige al presidente de ese país realizar una evaluación anual de los esfuerzos que han hecho distintos países en la lucha contra las drogas28. La importancia es más que simbólica y puede traer consecuencias importantes para la economía de un país. Si EE.UU. descertifica, está obligado legalmente a votar en contra de préstamos otorgados a Colombia en la banca multilateral. Además, una descertificación abre la posibilidad de la imposición de sanciones económicas. El peso de esta amenaza queda clara si se considera que los

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Consejo Gremial Nacional, Hacia una Política de Desarrollo Colombiano, Bogotá, Consejo Gremial Nacional, 1994. Ver además El Tiempo, "Samper agradece apoyo de los empresarios al Pacto", 7 de diciembre de 1994. Al colaborar con el gobierno en estos aspectos, el Consejo Gremial obró en consecuencia con el propósito de su creación. Formado en 1991 a instancias del entonces ministro de Desarrollo Ernesto Samper (Cepeda y Umaña 1994:93) como parte de la estrategia de integración regional de la administración Gaviria, se esperaba que el Consejo Gremial facilitara la concertación con el sector privado. En este sentido, sus creadores buscaban emular el modelo mexicano del Consejo Coordinador Empresarial, que fue determinante para impulsar las negociaciones de ese país en torno al Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Ver Carlos Arturo Angel, "La concertacion entre el gobierno y el sector privado: México, un ejemplo para imitar", en Revista de la Andi, 119, 1992, págs. 3-4; Sabas Pretelt de la Vega, Apertura y desarrollo, elementos para el debate, Bogotá, Editorial Linotipia Bolívar y Cía, 1994; Jorge Ramírez Ocampo, "La institucionalización de la concertación es indispensable", enExponotas, 29,4,1992; Strom Thacker, "NAFTA Coalitions and the Political Viability of Neoliberalism in Mexico", Journal of Interamerican Studies and World Affairs, 41(2), págs. 57-89,1999. También Alfredo Fuentes, secretario técnico del Consejo Gremial, entrevista de la autora, Bogotá, 5 de agosto de 1998. Un país puede ser certificado plenamente, descertificado (declarándolo socio deficiente en la lucha anti-drogas), o certificado bajo consideraciones de interés nacional de los Estados Unidos.

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Estados Unidos son el socio comercial más importante de Colombia, recibiendo casi dos tercios de las exportaciones colombianas. En 1995, a la luz de la creciente evidencia comprometiendo a Samper con la financiación ilegal de su campaña, Colombia fue certificada sólo por consideraciones de interés nacional de los Estados Unidos. Si bien no causó una reacción inmediata, la certificación condicional constituyó una alarma para el empresariado, ya que mostró que la relativa indiferencia nacional con respecto a los desvaríos de la campaña Samper no era correspondida en el exterior. El resultado, reforzado por las sucesivas revelaciones del proceso 8.000, fue una postura más crítica por parte del Consejo Gremial frente al gobierno. Así, a medida que la investigación judicial y las múltiples filtraciones de información arrojaban más y más preocupantes detalles de la financiación de la campaña y del conocimiento que de ella tenían sus más altos mandos, el Consejo Gremial pasó de exigir "la verdad por encima de todo"29 a una pronta solución a la crisis política30, marcando un cambio definitivo en las relaciones gobiernoempresarios. El presidente notó el cambio de tono y en una carta al Consejo Gremial le recordó que las relaciones gobierno-sector privado debían transcurrir en un ambiente de respeto mutuo31 Sumado al deterioro de la situación política y de las relaciones con los Estados Unidos, los empresarios también se enfrentaron a la creciente evidencia de una crisis económica doméstica, pronosticada por distintas revistas especializadas32. 29

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En julio de 1995, Santiago Medina, el detenido tesorero de la campaña, afirmó que Samper no sólo sabía de la entrada de dineros non-sanctos sino que había participado activamente en su consecución. La crisis generada por las denuncias de Media fue agravada por la revelación de que los ministros Botero y Serpa habían tenido acceso ilegal a la indagatoria de Medina, en agosto de 1995. Esto motivó el contundente llamado del Consejo Gremial a "la verdad por encima de todo". Consejo Gremial, Comunicado de Prensa, "La verdad por encima de todo", 1 de agosto de 1995, El Tiempo "Claridad absoluta piden los gremios", 2 de agosto de 1995. En septiembre de 1995, Alberto Cancino, el abogado del presidente, fue víctima de un atentado en Bogotá. En sus comentarios a la prensa, el ministro Serpa dio a entender que el atentado reflejaba una conspiración de los Estados Unidos contra Samper (Luis Cañón, La Crisis: Cuatro años a bordo del gobierno de Samper, Santafé de Bogotá, Editorial Planeta, 1998, pág. 267). Esto motivó la protesta del Departamento de Estado. Los empresarios temieron el impacto de las declaraciones de Serpa sobre las relaciones bilaterales colombo-estadounidenses. Levantaron la voz pidiendo, por primera vez, una pronta solución a la crisis política. Consejo Gremial, Comunicado de Prensa, 4 de octubre de 1995. Ernesto Samper, presidente de la República, a los miembros del Consejo Gremial Nacional, Archivo Presidencial, 9 de octubre de 1995. Contribuyó al progresivo enajenamiento la sucesión de crímenes políticos y el descrédito de la Comisión de Acusaciones del Congreso, que adelantaba el juicio contra Samper. Alvaro Montenegro, "La caída del presidente no sería catastrófica", en Estrategia Económica y Financiera, 15 de septiembre de 1995:14; y Coyuntura Económica, "Actividad industrial y clima empresarial", diciembre 1995:78.

Después de haber crecido 6.1 por ciento en 1994 y 5.2 por ciento en 1995, el crecimiento económico colombiano cayó a cerca del 2 por ciento en 1996 y sólo alcanzó 2.7 por ciento en 1997. La recuperación fue temporal, ya que en 1998 el crecimiento cayó al 0.7 por ciento33. Algunos sectores estuvieron particularmente afectados. Tal era el caso de la actividad comercial, la producción industrial, la construcción y la agricultura. Simultáneamente, el país se enfrentaba al aumento del desempleo y del déficit fiscal. Todo ello se veía empeorado por las tirantes relaciones bilaterales colombo-estadounidense. Al temor a la descertificación se sumó en octubre de 1995 la así llamada "lista Clinton", una lista de varias entidades financieras colombianas en el exterior cuyos activos habían sido bloqueados por sus vínculos con el narcotráfico. Aunque la lista era específica, existía el riesgo de que se extendiera a todo el establecimiento financiero. Alertados por la lista y con miras al proceso de certificación de 1996, los empresarios emprendieron un esfuerzo sin precedentes de cabildeo en los Estados Unidos. Mientras el deterioro económico, la crisis política y las tensiones externas volvían crecientemente antagónicas las relaciones gobierno-empresarios, en el campo judicial el gobierno obtuvo una victoria en diciembre de 1995. En ese mes, la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes declaró que no había méritos para abrir una investigación contra Samper. El pronunciamiento de nuevo provocó una reacción empresarial, aunque desde un frente distinto e inesperado. En abierta oposición a la postura crecientemente crítica del Consejo Gremial, los líderes de los cuatro más grandes grupos económicos fueron al palacio presidencial a ofrecerle su apoyo al mandatario34. En un escueto

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Cepal ,1999. Un grupo económico es un grupo de empresas operativamente independientes (Wilson Peres, (Ed), Grandes empresas y grupos industriales latinoamericanos, México, Cepal - Siglo XXI Editores, 1998), entrelazadas por medio de propiedad accionaria, un dueño común (casi siempre una sola familia), o una combinación de las dos, que se distingue por su composición multi-sectorial, la integración horizontal y vertical de sus empresas, y la coordinación central de sus actividades (A. Rettberg, "Cacaos y tigres de papel: Los empresarios colombianos ante la crisis del gobierno Samper", Presentación en el Programa de Visitantes Distinguidos, Facultad de Administración de Empresas, Universidad de los Andes, Bogotá, 26,27 y 28 de octubre, 2000). Los cuatro grupos colombianos más grandes son el Grupo Empresarial Bavaria, el así llamado Sindicato Antioqueño (el nombre es una creación periodística), la Organización Ardila Lülle, y la Organización Sarmiento Angulo, recientemente llamada Grupo Aval. Para mayor precisión, cabe aclarar que sólo uno de los tres principales dirigentes del Sindicato Antioqueño asistió a la cita en palacio, lo que da cuenta de la división que éste sufrió a raíz de la crisis. Rettberg, "Corporate Organization...", provee una descripción detallada de los grupos económicos colombianos y su rol en el gobierno Samper.

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comunicado le expresaron su agradecimiento por haber "conjurado la crisis institucional que algunos preveían"35. Viniendo de quien venía, este apoyo no era un logro cualquiera. Juntos, los grupos económicos colombianos controlan casi 300 empresas, incluyendo algunas de las más grandes del país, emplean alrededor de 200.000 personas, y sus ventas en 1998 representaban alrededor del 13% del PIB colombiano36. Entre los cuatro participan en más de 20 sectores, en muchos de los cuales ocupan posiciones monopólicas u oligopólicas. Son sujetos tributarios por lo menos proporcionales a su participación en el PIB, generosas fuentes de financiación de las campañas políticas, y dueños de los principales medios de comunicación. En conjunto, estos factores indican el enorme peso de los grupos en la economía y la política nacional y subrayan el significado que tuvo su apoyo para el gobierno Samper. El contraste entre las posiciones de ambas fracciones empresariales se hizo más claro en enero de 1996, cuando Fernando Botero señaló a Samper como responsable de la entrada de dineros del narcotráfico a la campaña en una entrevista televisada. La respuesta del Consejo Gremial que encabeza este artículo constituyó la cúspide del movimiento empresarial opositor que se había venido materializando desde mediados de 1995. Las expectativas que despertó fueron significativas, sumándose a una sensación generalizada de malestar. Sin embargo, contrario al resultado que en los años cincuenta tuvo una muestra similar de oposición empresarial, el presidente Samper no cedió a la presión. En las semanas subsiguientes varios temores empresariales se cumplieron: Colombia fue descertificada en marzo de 1996 y en el comunicado el Comité de Relaciones Exteriores del Senado recomendaba la imposición de sanciones económicas. Así mismo, se agudizó la crisis económica. Sin embargo, cuando podía esperarse la mayor beligerancia anti-samperista, el movimiento empresarial liderado por el Consejo Gremial perdió el impulso. En su lugar, surgieron

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El Tiempo, "Respaldo de empresarios", 19 de diciembre de 1995. Rettberg ("Corporate Organization...") analiza detalladamente las motivaciones de los grupos para este respaldo. Este es un estimativo conservador, basado en las ventas de las cinco empresas más grandes de cada grupo (Rettberg, "Cacaos y tigres de papel...").

iniciativas empresariales esporádicas de corte regional y partidista de corta duración37. Aunque la visa a los Estados Unidos del presidente Samper fuera invalidada a mediados de 1996 y Colombia fue nuevamente descertificada en 1997, poco a poco volvió la calma a las relaciones empresariosgobierno hasta que Samper culminó su mandato en agosto de 1998. Un balance del entonces y ahora

empresariado

colombiano

La incapacidad de los representantes del empresariado de sostener una respuesta colectiva frente a una situación de crisis generalizada en los años noventa contrasta con el antecedente de la efectividad empresarial de los años cincuenta y resulta paradójica a la luz de la magnitud del deterioro político y económico. ¿Qué explica esta aparente contradicción? Por qué el empresariado colombiano organizado fracasó en el intento de enfrentar colectivamente la crisis de los años 19941998, como sí lo logró en 1957? A continuación se señalarán brevemente algunos de los principales cambios ocurridos al interior del empresariado organizado en Colombia que contribuyeron al desenlace distinto en los noventa. El análisis olsoniano aporta las herramientas teóricas necesarias para realizar esta comparación38. Según este cuerpo teórico, dos condiciones aumentan la probabilidad de la acción colectiva (o de la cooperación): Un número limitado (de personas o grupos) y la selectividad de los beneficios de la cooperación, es decir, sólo quienes cooperan obtienen los beneficios de la acción. La primera condición facilita la sanción de quien no se rige por las normas de la cooperación, mientras que la segunda condición permite superar el

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Dirigentes empresariales de Cali y Medellín promovieron la idea de un paro empresarial, siguiendo el ejemplo de los años cincuenta (liderados en Medellín por Hernán Echavarría, protagonista también de la movilización empresarial de los cincuenta). Por su parte, en mayo de 1996 se formó la Unión Intergremial, una organización gremial disidente. El momento de su surgimiento y el nombramiento de su fundador como ministro de Comunicaciones del gobierno Samper a los seis meses de su creación, plantean la posible motivación partidista de la Unión. Hoy, la organización continúa su actividad gremial bajo el nombre de Cámara Intergremial Nacional (Rettberg, "Corporate Organization..."). Mancur Olson, The Logic of Collective Action, Cambridge, Harvard University Press, 1965; The Rise and Decline of Nations, New Haven, Yale University Press, 1982; The Varieties of Eurosclerosis: The Rise and Decline of Nations since 1982, Florence, The Robert Schumann Centre at the European University Institute, Jean Monnet Chair Papers #32,1995.

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problema de los bienes públicos, que consiste en que algo, una vez puesto a disposición de uno/a, no puede serle negado a otro/a. En los años cincuenta, el número de gremios en Colombia era reducido, concentrándose en unos pocos el grueso de la representación empresarial. A partir de la década de los setenta, el proceso de diversificación económica diluyó las bases empresariales que sostenían a los fuertes gremios de los cincuenta y sesenta y provocó la multiplicación de organizaciones. Hoy hay más de 200 gremios en Colombia que varían considerablemente en cuanto a sector (y subsector) de la economía representado, antigüedad, tamaño, grado de especificidad y cobertura geográfica. Esta condición dificulta la cooperación, debido a la variedad de intereses y la dispersión de organizaciones. Por otro lado, como consecuencia del carácter voluntario de la afiliación, los gremios colombianos han tenido problemas crónicos de financiación. Si bien este es un problema viejo que no pareció afectar la actuación gremial en los cincuenta, se ha visto agravado a la luz de la competencia que hoy sostienen los gremios por un número limitado de potenciales afiliados. Además, la cuestión de la financiación ha acentuado la dependencia de las organizaciones gremiales de los afiliados más grandes, ya que las cuotas de afiliación son proporcionales al tamaño39. Ambos factores—el carácter voluntario y la dependencia financiera de unos pocos afiliados— hacen difícil la sanción de quienes se aparten de la línea gremial e ilustra la dificultad de los gremios colombianos en cuanto a la selectividad de los beneficios que ofrecen. Ello cobra especial importancia a la luz de una tercera característica del empresariado actual. El debilitamiento del empresariado organizado nacional en el último cuarto del siglo pasado coincidió con el progresivo fortalecimiento de los grandes grupos económicos. Estos, por su gran tamaño y peso en la economía, así como por su importancia en tanto fuentes de financiación de campañas, gozan de acceso privilegiado y directo a los poderes ejecutivo y legislativo. Además, su estructura organizacional multisectorial impide que una sola asociación represente sus intereses. En consecuencia, a pesar de que las empresas de los

grupos suelen estar afiliadas a los gremios, los grupos han desarrollado una preferencia por autogestionar sus intereses en el proceso político40. Esto constituye otro obstáculo a la acción colectiva empresarial en Colombia41. Finalmente, el paquete de reformas económicas de principios de los noventa, conocido genéricamente como la apertura, en la práctica limitó el campo de acción y los puntos de acceso de los gremios al proceso político como consecuencia de la supresión de licencias y permisos que otrora formaban parte de la agenda gremial, el aumento de la competencia como resultado de la remoción de las barreras a la entrada de capitales extranjeros y la reorganización y supresión de entidades oficiales en las que tenían asiento los gremios. Si bien muchas organizaciones gremiales han intentado compensar la pérdida de beneficios sectoriales ofreciéndoles servicios a sus afiliados, estos no son comparables con las prerrogativas anteriores, limitando la capacidad de los gremios de atraer a sus potenciales afiliados. En la reciente crisis de la administración Samper, el efecto de estos factores se conjugó para producir el fracaso de la acción colectiva del empresariado colombiano, en contraste con su experiencia exitosa en los años cincuenta. El gran número de gremios puso a prueba la representatividad del Consejo Gremial, dio pie a corrientes gremiales disidentes y, en general, dificultó la movilización de la mayoría del empresariado, como se había logrado en los cincuenta. El carácter voluntario de la afiliación y la dependencia financiera de los gremios de unos pocos afiliados hizo imposible la imposición de una línea gremial a los grupos cuando estos escogieron una estrategia política distinta a los gremios. Además, los fuertes incentivos que reciben los grupos de auto-gestionar sus intereses obraron como fuente adicional de debilidad gremial, también ausente en los cincuenta. Finalmente, la pérdida de prerrogativas gremiales a raíz de la apertura redujo la disponibilidad de beneficios selectivos que en épocas proteccionistas cimentaban la relación entre organización y afiliados. El consiguiente debilitamiento del vínculo gremial se manifestó en la dificultad de generar y sostener una acción colectiva en reacción a la crisis de los noventa.

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En el caso de la ANDI, 7.7 por ciento de los afiliados aportan el 40 por ciento de las afiliaciones (Rettberg, "Corporate Organization...").

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El Sindicato Antioqueño representa una importante excepción a este patrón. La mayor autonomía de sus empresas componentes y su estructura de propiedad menos concentrada explican su mayor uso de la vía gremial. Rettberg, "Corporate Organization...”

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Análisis comparativos del empresariado latinoamericano suelen colocar al colombiano en un rango intermedio de fuerza política entre los gremios mexicanos y los débiles gremios brasileros42. Sin embargo, como lo ha demostrado este artículo, el empresariado organizado nacional enfrenta principalmente dos tensiones: Por un lado, la contradicción entre una estructura gremial formada bajo el régimen proteccionista de la política industrial de mitad del siglo pasado y las

exigencias, retos y oportunidades para el empresariado organizado que ofrece una economía que se inmersa en un mundo globalizado; por otro lado, la tensión entre dos estructuras organizacionales como los gremios y los grupos, cuyas capacidades y preferencias no siempre son compatibles. De cómo se resuelvan estas tensiones dependerá la solidez futura del empresariado organizado colombiano y su capacidad de reconstituirse como interlocutor válido en el proceso político nacional.

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Ben Ross Schneider, "The State and Collective Action: Business Politics in Latin America", Manuscrito enviado a publicación, 1999; "Why is Mexican Business so Organized?", Manuscrito enviado a publicación, 1999; "Big Business and the Politics of Economic Reform: Confidence and Concertation in Brazil and Mexico", en Ben Ross Schneider and Sylvia Maxfield, (Eds.), Business and the State In Developing Countries, Ithaca, Cornell University Press, 1997.

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Violencia política, democratización y acuerdos de paz: algunas lecciones de América Latina* Carlo Nasi** Introducción La interconexión entre los regímenes y la violencia política constituye un fenómeno bastante complejo. En el nivel internacional, los defensores de la tesis de la"paz democrática" sostienen que las democracias tienden a no hacerle la guerra al otro. Pueden estar a favor de la guerra tanto como otros tipos de regímenes, pero usualmente luchan contra las no-democracias1. En el nivel interno, la democracia también se ha propuesto como un método de no-violencia. Un reciente estudio hecho en varios países por Rummel concluye que las mayores magnitudes de violencia colectiva interna2 y democidio3 están asociadas, no tanto con los regímenes democráticos, sino más bien con los regímenes totalitarios y (en menor grado) autoritarios. Vale la pena enfatizar que Rummel se * Traducción de Dario A. Montalvo. Por favor no hacer citaciones sin permiso del autor. Este artículo es una versión modificada de algunas partes del cuarto capítulo de mi tesis. Parte de la investigación hecha para este capitulo fue posible gracias a una beca otorgada por el Instituto para el Estudio de la Política del Mundo cuando estuve en la Universidad de Notre Dame. El capitulo fue terminado, corregido y editado mientras estuve como investigador visitante en el Centro para la Seguridad Internacional y la Cooperación (CISAC) en la Universidad de Stanford. **Investigador visitante en el Centro para la Seguridad Internacional y la Cooperación (CISAC por su sigla en inglés), Universidad de Stanford, y candidato a Ph.D en Estudios Internacionales y de Gobierno, Universidad de Notre Dame. 1 Existe gran cantidad de literatura sobre este tema que ha suscitado un gran debate. Véase entre otras Fuentes: Erich Weede, "Some Simple Calculations on Democracy and War", en Journal of Peace Research, 29, 4, 1992, págs. 377-383; William Dixon, "Democracy and the Management of International Conflict", en Journal of Conflict Resolution, 37,1, marzo 1993, págs. 42-68; Edward Mansfield y Jack Snyder, "Democratization and the Danger of War, en International Security, 20,1, verano de 1995, págs. 5-38; y Joanne Gowa, "Democratic States and International Disputes", en International Organization, 49, 3, verano de 1995, págs. 511-522. 2 R.J. Rummel, (Power Kills: Democracy as a Method of Nonviolence, New Brunswick, Transaction Publishers, 1997, págs.85-87), incluye bajo "violencia colectiva interna" un número de eventos, tales como las revoluciones, los golpes de Estado sangrientos, los asesinatos políticos, los atentados terroristas contra el gobierno, las guerrillas, las insurgencias, las guerras civiles, los motines y las rebeliones. Esta conclusión se apoya en los resultados obtenidos en diecisiete de dieciocho estudios empíricos, así como en un estudio estadístico hecho por Rummel para el periodo de 1976-1980, en el cual recopiló incidentes de conflicto interno y violencia para todos los países basándose en trece indicadores de violencia. 3 Término empleado por Rummel para nombrar la gran cantidad de muertes de producida por los Estados. Incluye como subcategoría al genocidio y al asesinato en masa (Ibid., pág. 91).

enfocó más en la intensidad que en la frecuencia de los episodios violentos, pero en pocas palabras, queda claro que, para este autor, la democracia representa la "bala de plata" capaz de poner fin a la violencia. La interconexión interna entre la política (y, en particular, la democracia) y la violencia política es bastante difícil, sin embargo, como eslabones causales se mueven en dos direcciones. Este no es el único caso que al compararse con las democracias y regímenes totalitarios y autoritarios muestra una mayor tendencia hacia la violencia colectiva interna o democidio; también, importantes niveles de violencia política amenazan el estatus democrático de un país dado. Dondequiera que la violencia represente una amenaza considerable para las libertades civiles, difícilmente podríamos hablar de una democracia (al menos totalmente en ciernes). Por ende, el universo de las democracias ha sido en parte "desinfectado" a través de un mecanismo semántico, compuesto por la definición que excluye cualquier régimen caracterizado por una considerable violencia interna4. Pero los nexos entre los regímenes democráticos y la (falta de) violencia política interna no sólo es cuestión de semántica. Las democracias incluyen mecanismos institucionales que generan expectativas de interacciones relativamente pacíficas. Para empezar, las elecciones ofrecen soluciones temporales a los conflictos, y asimismo fijan los límites relativos al procedimiento de las luchas internas por el poder. En palabras de Przeworski, Los conflictos de valores y de intereses son inherentes a todas las sociedades. La democracia se necesita precisamente porque no podemos ponernos de acuerdo. La democracia es sólo un sistema para tratar los conflictos sin que nos matemos unos con otros5. Además, los regímenes democráticos usualmente muestran cheques y balances y otros mecanismos de control hechos dentro del Estado cuyo propósito es limitar y/o enmendar los abusos de poder.Y tal vez ningún otro régimen está fundado

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Debería enfatizarse, sin embargo, que la "paz interna" es una condición necesaria pero insuficiente para calificar de democrático a un régimen. Los regímenes totalitarios y autoritarios algunas veces lograron conseguir la paz interna a través del terror y/o de la destrucción de mecanismos de acción colectiva. 5 Adam Przeworski, Democracy and the Market, New York, Cambridge University Press, 1991, pág.95.

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en la noción universal de individuos autónomos con derechos, que tienen prioridad con relación al Estado. Y sin embargo, las democracias no son inmunes a las crisis, golpes de Estado, disturbios o guerras civiles. Que exista un régimen democrático no necesariamente significa que un gobierno dado tiene la capacidad (o la voluntad política) para tratar las fuentes de algunos conflictos importantes que pudieran terminar en actos violentos, como en el caso de la pobreza, la desigualdad económica o las minorías permanentes. Además, se espera que un Estado democrático haga cumplir (incluso a través de mecanismos violentos) aquellas decisiones a las que se ha llegado a través de procesos democráticos. Mansbridge6 concibe la coerción como una etapa necesaria de los procedimientos democráticos, ya que la democracia representa un acuerdo mutuo entre el consenso y la eficacia. Si alguna decisión democrática requiriese de la unanimidad, las diminutas minorías mantendrían el poder del veto sobre cualquier tema a debatir y el statu quo siempre prevalecería. Sin embargo, no existe un gran acuerdo respecto a los límites de la coerción "aceptable". Las muchas tensiones y contradicciones entre los regímenes políticos y la violencia interna han llegado a ser un asunto de primera plana en América Latina, concretamente en aquellos países en los que se han sufrido largas guerras de guerrilla seguidas algunas veces de acuerdos de paz y visos de democracia. Estos casos muestran qué tan problemática ha sido la incorporación de la violencia política como una variable crucial para definir el status de las diferentes políticas. Ha habido una clasificación errónea de los regímenes políticos que mantiene a las elecciones en medio de la guerra de guerrillas; asimismo, dicha clasificación tiene dificultades para establecer conexiones entre los acuerdos de paz y las políticas. Este artículo espera mejorar el manejo de los tipos de regímenes en los que están involucrados altos niveles de violencia política al discutir algunas de las fuentes de dichas confusiones conectadas a casos empíricos.

Secuencias históricas Las trayectorias históricas dan forma a la manera como entendemos los distintos fenómenos. El camino seguido por los muchos países analizados aquí, por ejemplo, ha ayudado a 6

Jane Mansbridge, "Using Power/Fighting Power: The Polity", en Seyla Benhabib, ed., Democracy and Difference, Princeton, Princeton University Press, 1996, págs. 46-66.

reafirmar la diferencia que existe entre democratizar las instituciones y firmar acuerdos de paz. Durante muchos años El Salvador y Guatemala soportaron una situación de guerra civil y una dictadura militar. En ambos casos la guerra civil perduró más que los regímenes autoritarios. Esto significa que se adoptaron ciertas reglas electorales para la alternancia del poder antes de que los gobiernos y las organizaciones guerrilleras firmaran cualquier tratado de paz. El Salvador tuvo sus primeras elecciones competitivas en 1984, pero no fue sino hasta 1991/1992 que el gobierno firmó un acuerdo de paz con el Frente Martí para la Liberación Nacional, FMLN. Guatemala, en cambio, tuvo una apertura democrática en 1985, pero el gobierno y la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG, firmaron acuerdos de paz en 1996. Colombia y Nicaragua muestran algunas variaciones, pero en términos generales, siguieron la misma secuencia histórica. Los procedimientos electorales en Colombia no fueron abandonados después de que la dictadura militar del general Rojas Pinilla dio de nuevo el poder a los civiles en 1958. De 1958 a 1974 se adoptó un régimen consociasionalista en el que los dos partidos políticos más importantes, el liberal y el conservador, compartían el poder. Durante este periodo consociasionalista varias organizaciones guerrilleras (comunistas y además bastante nacionalistas) se integraron e iniciaron una guerra contra el Estado. En 1990/91 el gobierno firmó un acuerdo de paz con cuatro organizaciones guerrilleras relativamente débiles7, mientras que la guerra seguía (y luego se intensificaría) con las dos organizaciones guerrilleras más poderosas: las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y el ELN (Ejército de Liberación Nacional). Nicaragua, en cambio, representa el único ejemplo en el que una organización guerrillera (el Frente Sandinista de Liberación Nacional o FSLN) obtuvo éxito al desafiar un régimen militar. La revolución, sin embargo, no representó una ruptura decisiva con la tradición autoritaria. Poco después de haber tomado el poder, los sectores comunistas

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Estas fueron el M-19, el Ejército Popular de Liberación, Quintín Lame y el Partido revolucionario de los Trabajadores (PRT). Aquí se consideran como organizaciones guerrilleras débiles debido a que el EPL, el mayor de estas agrupaciones, tenía aproximadamente 2,000 combatientes en la época de su desmovilización. El M-19, en cambio, tenía poco más de 800. Si se suman todos los combatientes de estas organizaciones guerrilleras, el número total de personas es menor a 3,600. En contraste, la agrupación guerrillera más poderosa, conocida como las FARC, llega aproximadamente a los 15,000/20,000 combatientes, mientras que el ELN le sigue en términos de poder con aproximadamente 5,000/7,000 insurgentes.

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de los Sandinistas terminaron cerrando el espacio político público e implementando medidas autoritarias como un esfuerzo para proteger a la revolución de la agresiva política exterior de los EE.UU., la cual tenía como objetivo derrocar al gobierno revolucionario. La guerra civil y el autoritarismo, en resumen, no terminaron con el triunfo de los Sandinistas. Pero en tanto que a principios de la década del setenta y en 1979 la guerra civil involucró una dictadura de derecha para enfrentar la insurgencia "izquierdista"8, entre 1980 y 1990 involucró un régimen socialista / comunista para combatir a una milicia de derecha apoyada por los Estados Unidos (los llamados contras).9 El régimen sandinista convocó a elecciones en 1984 y en 1990 con la esperanza de poner fin no sólo al bloqueo económico impuesto por EE.UU., sino también a la guerra con los contras. Pero no fue sino hasta 1990, después de que los Sandinistas fueran vencidos por el partido de oposición, el UNO (Unión Nacional Opositora), que el gobierno firmó un acuerdo de paz con los contras. Negociar la paz con los contras e incluso con algunos sandinistas desafectos que volvieron a las armas tras la derrota electoral de su partido, fue un asunto que se dejó a la recién electa presidenta Violeta Barrios de Chamorro. La figura 1 de abajo, muestra la separación temporal entre las aperturas democráticas y los acuerdos de paz en cada caso para el período de 1955 a 1999.

En esta figura Colombia parece aproximarse a una excepción : el periodo autoritario fue considerablemente corto comparado a los de El Salvador, Guatemala y Nicaragua, en tanto que los acuerdos de paz presumiblemente tuvieron un impacto limitado debido a que no cesó la guerra con las dos organizaciones guerrilleras más grandes (este tema será tratado más adelante). Habiendo observado una separación temporal entre las medidas democratizantes y los acuerdos de paz, deberíamos notar que la interconexión fundamental entre estos dos procesos tiende a generar confusiones. De hecho, el impacto de las guerras civiles en las instituciones poliárquicas ha sido teóricamente reconocido, pero empíricamente abandonado. La democracia y la guerra civil: afirmaciones teóricas vs. medidas empíricas La democracia es incompatible con la guerra civil. La democracia requiere que se cumpla la ley, y las guerras civiles tienden a generar una situación general de anarquía (algunos de estos conflictos pueden haber tenido un alcance geográfico limitado, pero por regla general tienden a expandirse). Incluso los enfoques relativos al procedimiento de la democracia consideran que la violencia a gran escala (o guerra civil) vulnera el goce eficaz de los derechos civiles y políticos, y sin estos, la democracia se torna bastante problemática. Como lo afirma Dahl,

Figura 1

Existen algunos derechos políticos fundamentales que están separados antológicamente (antes de, por encima de) del proceso democrático; para que pueda existir un proceso democrático, deben también existir todos los derechos políticos fundamentales; si estos últimos no están presentes, no habrá ningún proceso democrático10.

Aperturas democráticas y acuerdos de paz, 1955-1999

Países

Nicaragua Guatemala

31

El Salvador

30

Colombia

9

6

29

7 33

3

4

10 7 7

Años Autoritario

Electoral

Acuerdos de paz

O'Donnell y Schmitter perfeccionaron esta misma idea al hacer la distinción entre los términos "liberalización" y "democratización". La liberalización se refiere al "proceso de hacer efectivos ciertos derechos que protegen tanto a los individuos como a los grupos de los actos ilegales o arbitrarios cometidos por el Estado o por terceros"11, y consta de los derechos individuales12 10

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El FSLN se integró por una amplia coalición de fuerzas, algunas de ellas no se identificaban con los principios marxistas. 9 Integrada en su mayoría por antiguos miembros del ejército personal de Somoza, la Guardia Nacional.

Robert Dahl, Democracy and Its Critics, New Haven, Yale University Press, 1989. 11 Guillermo O'Donnell, y Philippe Schmitter, Transitions From Authoritarian Rule: Tentative Conclusions About Uncertain Democracies, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1986, pág. 7.

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y colectivos13. La democratización, en cambio, se refiere al Derecho a ser tratado por igual por sus semejantes en lo concerniente a la toma de decisiones colectivas y la obligación de estos de implementar dichas decisiones para que sean de responsabilidad de todos y accesibles para todos los miembros de una forma determinada de gobierno14. O'Donnel y Schmitter más adelante exponen la posibilidad de que exista la liberación sin democratización (lo que ellos llaman "autoritarismo liberalizado" o dictablandas), o por el contrario, democratización sin liberalización (lo que ellos llaman democraduras)15. Este último término parece apropiado para los casos en los que los procedimientos electorales están limitados por las guerras civiles, ya que la democracia necesita de una protección efectiva de los derechos liberales. Terry Lynn Karl propuso un argumento similar cuando se refirió a las transiciones políticas centroamericanas del régimen autoritario de principios de los noventa. Mientras que reconoció un mayor grado de inclusión y de disputas en la región, Karl advirtió que "las victorias en el terreno político no han significado el establecimiento del control civil sobre el militar o el del imperio de la ley". Asimismo, Karl califica de "regímenes híbridos" a los regímenes post-transicionales de El Salvador, Nicaragua y Guatemala, debido a que combinan características democráticas y autoritarias. Los "regímenes híbridos" de Karl son casi equivalentes a las democraduras de O'Donnell y Schmitter16. Larry Diamond también introdujo otro término refiriéndose al mismo fenómeno. Su distinción entre la democracia electoral y la democracia liberal subraya la importancia de que se cumpla la ley y de que exista un Estado constitucional aparte de los procedimientos electorales. Una de sus observaciones respecto a la Tercera ola de democratización es que ésta ha producido mayormente democracias iliberales en las que las

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Habeas corpus, inviolabilidad de la privacidad del hogar y de la correspondencia, derecho a defenderse en un juicio justo de acuerdo con las leyes preestablecidas, libertad de movilización, libertad de expresión, etc. 13 Estar libre de castigo debido a expresiones colectivas que no estén de acuerdo con las políticas del gobierno, libertad para asociarse voluntariamente, libertad de ser censurado, etc. 14 Ibid. 15 Ibid, pág. 9. 16 Terry L. Karl, "The Hybrid Regimes of Central America", en Journal of Democracy 6, no. 3, 1995, págs. 72-86.

elecciones regulares han venido acompañadas de pocas garantías para los derechos individuales y colectivos17. Freedom House (FH) comparte la interpretación de democracia mencionada anteriormente. En la elaboración de sus clasificaciones anuales, FH incluye evaluaciones separadas relacionadas con la protección de los "derechos políticos" y las "libertades civiles" en cada caso; esto permite catalogar a los distintos países como "libre" "parcialmente libre" o "no libre". La categoría "parcialmente libre" parece bastante apropiada para referirse a los "regímenes híbridos", democraduras /dictablandas o "democracias iliberales". Con semejante acuerdo, bastante generalizado, sobre la importancia de los derechos civiles, la liberalización y los procedimientos electorales para determinar el status democrático de una unidad política dada, podría esperarse que los países en los que no existe cualquiera de estos elementos fueran vistos como algo menos que una democracia en todo el sentido de la palabra. En particular, las categorías intermedias, tales como "semidemocracia"; "régimen parcialmente libre", "régimen híbrido", "democracia iliberal" o democradura parecen ser bastante apropiadas para clasificar a aquellos países que sufren una guerra civil y convocan a elecciones bajo parámetros normales. Pero no es así como la literatura sobre democracia ha tratado estos casos empíricos. La verdadera clasificación de los regímenes políticos ha sido bastante insensible al fenómeno de la guerra civil o de guerrillas y / o a la bastante difundida violación de las libertades civiles. La tabla 1 incluye a todos los países de América Latina que sufrieron guerras civiles durante el periodo de 1980-1996 exceptuando a Nicaragua (no existen datos confiables sobre asesinatos políticos para este caso específico). La primera fila de la tabla reproduce una clasificación de los regímenes políticos hecha por Scott Mainwarning18; dicha clasificación considera si los países son democráticos (D), semidemocráticos (S) o autoritarios (A) durante un año dado. La segunda fila incorpora los puntajes específicos hechos por Freedom House en términos de "libre" (l), "parcialmente libre" (pl) y "no libre" (nl). Es de notar que las clasificaciones hechas por FH y Mainwarning no son idénticas: asumiendo una simetría perfecta entre las dos (esto 17

Larry Diamond, Developing Democracy: Toward Consolidation, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1999. 18 Scott Mainwaring, "Democratic Survivability in Latin America", en Working Paper # 267, Kellog Institute, mayo de 1999.

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es, D = l, S = pl y A = nl), de un total de 68 ejemplos en la Tabla 1, Mainwarning difiere en un 20.5 % de los casos20. Finalmente, la tercera fila incluye datos dados por organizaciones de derechos humanos sobre los asesinatos políticos por año (son los mismos datos utilizados en el capítulo anterior). En esta columna, incluí números en negrilla para los casos de más de 1000 asesinatos políticos por año, lo cual corresponde a la definición que en investigaciones se le ha dado al término guerra civil. Aparentemente las clasificaciones de los regímenes políticos han minimizado la importancia de la escala de violencia para determinar el status de estos países. De hecho, tanto Mainwarning como FH clasifican (respectivamente) a Colombia como " democrática" y" libre " entre 1980 y 1989, un periodo en el que los asesinatos políticos crecieron de un mínimo de 117 (en 1980) a un máximo de 4304 (en 1988). Entre 1985 y 1989 se reportaron más de 1000 asesinatos políticos por año y, sin embargo, en ningún momento ninguna de las clasificaciones cuestionó el estatus democrático de Colombia. No fue sino hasta 1989 que FH cambió en un punto el puntaje de las libertades civiles (CL), tras uno de los peores años en términos de violencia política. Sólo después de 1990, cuando se estabilizó el número de asesinatos políticos, a casi 3000 por año, Colombia descendió al status de "semidemocracia" (Mainwarning) y de régimen "parcialmente libre" (FH). Puede observarse un problema similar en el caso de Perú. Perú era considerado "libre" (FH) y "democrático" (Mainwarning) entre 1982 y 1989, cuando la cantidad de asesinatos políticos varió de 193 muertes (1982) a 3588 (1985). Entre 1983 y 1989 hubo más de 1000 asesinatos políticos por año, pero de nuevo el status "democrático" del Perú permaneció inalterado. Mainwarning clasificó al Perú como una “semidemocracia” en 1990, 1991, 19

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Bajo la Tabla 1 los datos sobre violencia en *** corresponden a las siguientes fuentes: Colombia: Comisión Colombiana de Juristas, Colombia, Derechos Humanos y Derecho Humanitario: 1996, Bogotá, Comisión Colombiana de Juristas, 1997, pág. 4. El Salvador: Cynthia McClintock, Revolutionary Movements in Latin America: El Salvador's FMLN and Peru's Shining Path, Washington, US Institute of Peace, 1998, pág. 117. Guatemala: Patrick Ball, Paul Kobrak and Herbert Spirer, State Violence in Guatemala: A Quantitative Reflection, Washington, American Association for the Advancement of Science y Centro Internacional Para las Investigaciones en Derechos Humanos, 1999, p.119. Perú: Para 1980-1992, McClintock, Revolutionary Movements in Latin America... Para 1993 y 1994, Comisión Andina de Juristas, Democracia, Derechos Humanos y Administración de Justicia en la Región Andina, Lima, CAJ, 1994. En realidad este porcentaje es mucho más alto que el general. Mainwaring muestra una diferencia del 14.3% en una valoración de 475 casos. Ibid., pág. 12.

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1992, 1995 y 1996, y como un "régimen autoritario" en 1993 y 1994. Por su parte, FH considero al Perú como un país "parcialmente libre" entre 1990 y 1996. La Tabla 1 muestra que la clasificación de loe regímenes políticos es bastante problemática. FH y Mainwarning desatienden el impacto de la guerra civil en Colombia y Perú durante una cierta cantidad de años, como si el terrible numero de asesinatos políticos no afectasen su estatus democrático21. Esto contradice nuestra forma de entender la democracia y no permite utilizar adecuadamente las categorías intermedias que fueron creadas precisamente con el propósito de proporcionar matices. Los puntajes de FH no son los adecuados para reproducir otros cambios políticos importantes. El Salvador, por ejemplo, pasó primero por una transición de un régimen autoritario en 1986, y luego un acuerdo de paz (en 1992). En este caso, los puntajes de FH sobre los derechos políticos y las libertades civiles varían muy poco, pero no lo suficiente para cambiar su clasificación general: El Salvador está clasificado como un país "parcialmente libre" durante 17 años, sin importar si hubo una dictadura militar o un gobierno civil, o si se firmaron acuerdos de paz. Se observa un problema similar con Guatemala. Al igual que en el caso de El Salvador, Guatemala primero experimentó una transición de un gobierno autoritario en 1986 y luego un acuerdo de paz en 1996. Los puntajes de FH varían poco, ya que, excepto por 1982, 1983 y 1984 (años en los que el régimen político se consideró como "no libre"), el país fue clasificado como "parcialmente libre" todo el tiempo. En 1997 y 1998 Guatemala se considera aún como un régimen "parcialmente libre", como si los acuerdos de paz hubieran tenido un impacto insignificante. Mainwarning muestra una mayor preocupación por los cambios de régimen y los acuerdos de paz. Considera a El Salvador como un régimen autoritario durante la dictadura militar, como una semi-democracia cuando hubo una transición al gobierno civil y finalmente, como una democracia tras los acuerdos de paz. También califica a Guatemala como totalmente autoritaria durante el régimen militar y como semidemocracia tras el establecimiento del gobierno civil. Además, su clasificación lleva al Perú a la categoría de régimen autoritario durante los dos años en los que el presidente Fujimori cerró el congreso por la fuerza. 21

Paradójicamente, Mainwaring criticó los puntajes de FH precisamente porque no reflejaban la naturaleza represiva del régimen salvadoreño en 1984 (Ibid.).

Mientras que los puntajes de FH parecen ser muy rígidos y conservadores, las valoraciones de Mainwarning parecen demasiado fluidas. El hecho de no tener en cuenta datos importantes sobre algún tema (por ejemplo, una guerra civil) puede ser tan problemático como tener una reacción exagerada frente a cambios secundarios o poco importantes. ¿Merece El Salvador un status totalmente democrático solamente en virtud de haber firmado acuerdos de paz? Niveles extremadamente altos de violencia surgieron tras los acuerdos de paz. Introducir el concepto de cumplir las leyes es una tarea gradual que tal vez requiera muchos años (¡o tal vez nunca ocurra¡) tras una prolongada guerra civil. Pero las diferencias entre Mainwarning y FH no sólo son de cantidad sino también de categoría. La tendencia conservadora de FH puede explicarse en parte debido a la rigurosa aplicación de sus estándares. De hecho, si tanto las libertades civiles como los derechos políticos determinan el grado en el que cada país se considera "libre", la categoría de "parcialmente libre" incorporará a las democraduras y a las dictabalndas. Mainwarning, en cambio, incluye a las democraduras pero no a las dictablandas bajo la categoría de "semidemocracia", lo cual es una aplicación correcta de su tipología de régimen. De hecho, no importa que tan liberal sea, una dictadura es un régimen político y no una semidemocracia. La conclusión global es que deben mejorarse los indicadores actuales empleados para la clasificación de los regímenes (incluso si este no es el lugar para hacerlo). Estas clasificaciones en particular no han sabido llevar adecuadamente la conexión entre las guerras civiles, la paz y la democracia. Estoy consciente de que la"liberalización" (política) consta de algunos derechos que no son fácilmente medibles, y de indicadores que deben permanecer simples para los propósitos de hacer comparaciones entre los países. Pero si existiera un acuerdo en el campo académico sobre el hecho de que la gran cantidad de asesinatos políticos ponen en riesgo a las libertades civiles y a los derechos políticos, mientras que las organizaciones de derechos humanos siguen el rastro de dichos abusos, las comparaciones deberían llevarse a cabo sin demasiadas complicaciones. El no haber acordado un umbral de asesinatos políticos para determinar el status democrático de un país dado nos ha llevado a una contradicción: mientras que la teoría reconoce que los derechos civiles son de primordial importancia para determinar el carácter democratico de un país,

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a Colombia y a Perú se les concedió un estatus de total de democracia mientras sufrían guerras civiles. Cuando la violencia política lleva finalmente a bajar de categoría a estos países, de "democracias" a "semidemocracias" (o de regímenes "libres" a "parcialmente libres"), se hace incomprensible la causa de haber puesto la línea divisoria en 1990: los niveles de violencia política ya habían sido extremadamente altos durante cierta cantidad de años. Un umbral relativamente rígido de violencia política ayudaría a remediar este problema y a prevenir clasificaciones arbitrarias. Aún es desconcertante, sin embargo, que dos fuentes fidedignas en el tema de la democracia (Freedom House y Mainwarning) no hicieran mella con la clasificación de los regímenes políticos que eran ejemplos clásicos de guerra civil. Dichas clasificaciones erróneas sugieren la existencia de señales equívocas en el nivel empírico. La siguiente sección trata las raíces de estas confusiones. Los regímenes políticos, las guerras civiles y la paz: trazando las conexiones. Hasta ahora he mostrado contradicciones importantes entre la teoría democrática y las clasificaciones comunes de los regímenes políticos. También he sugerido que a aquellos países que sufren una guerra civil y convocan a elecciones regulares no debería otorgárseles bajo ninguna circunstancia el status de total democracia. ¿Pero, y si no hubiese ninguna clasificación errónea? Un crítico podría argumentar: tal vez la violencia estaba confinada a áreas rurales remotas y no afectó el funcionamiento básico de estas políticas democráticas. Los procedimientos democráticos pudieron habérselas arreglado a pesar de las dificultades que existieron. La demografía de cada país también es importante: Perú tenía alrededor de diez millones de habitantes y Colombia alrededor de veinticinco en la época de la guerra. ¿Por qué 1000 asesinatos políticos al año deberían ser suficientes para que esos países bajaran a una categoría inferior a la de total democracia? Tal vez las elecciones fueron razonablemente libres y justas durante la guerra. ¿ Y no se supone que las fuerzas de seguridad de los Estados democráticos deben encarcgarse a la fuerza de las guerrillas comunistas o de otras amenazas contra el sistema? Las preguntas anteriores plantean problemas y se requiere de una exploración más profunda de las conexiones específicas entre los regímenes políticos y la guerra civil.

Demografía y umbrales Correlates of WarProject de David Singer fue probablemente uno de los primeros análisis que fijó el umbral de 1000 muertes al año relacionadas con el combate para la operacionalización de las guerras internacionales22. Recientemente este mismo umbral ha venido ganando aceptación para identificar casos de guerra civil. Esto significa que algunos autores están de acuerdo en definir a las guerras civiles como confrontaciones que involucran por lo menos 1000 muertes al año relacionadas con el combate23. ¿Pero, por qué debe aceptarse este umbral? Los umbrales siempre son arbitrarios: estos simplemente denotan acuerdos inter-subjetivos para fijar límites a los diferentes fenómenos24. Aunque los umbrales sean arbitrarios y siempre propensos a ser cuestionados25, estos son sin embargo útiles para la producción de conocimiento. Por los menos nos permiten diferenciar una simple escaramuza de un asesinato en masa o genocidio. Mientras que 1000 muertes al año relacionadas con el combate no es un umbral mejor que el de 1053 o 1107, aún denota la presencia de la violencia en una escala lo suficientemente grande para afectar el funcionamiento de cualquier política democrática de un país. En la siguiente sección discutiré la forma específica en que esto ocurre. Ahora sólo dedicaré mi atención a los aspectos demográficos. Los países varían mucho en términos de tamaño y población. Por esta razón, el impacto de 1000 muertes al año relacionadas con el combate sería presumiblemente mucho mayor en un país pequeño como el Salvador que en un país grande como China. ¿Por qué debería entonces fijar sólo un umbral numérico para definir las guerras civiles en vez de optar por un sistema de proporciones que tenga en cuenta la demografía de los distintos países? 22 23

24

25

David Singer, The Correlates ofWar, New York, The Free Press, 1978. Peter Wallensteen, y Karin Axell, "Conflict Resolution and the End of the Cold War, 1989-93", en Journal of Peace Research 31, no. 3,1994, págs. 333-349; Peter Wallensteen y Margareta Sollenberg, "Armed Conflicts, Conflict Termination and Peace Agreements, 1989-96", en Journal of Peace Research 34, no. 3,1997, págs. 339-358; Meter Wallensteen, y Margareta Sollenberg, "Armed Conflict and Regional Conflict Complexes, 1989 97", en Journal of Peace Research 35, no. 5, 1998, págs. 621-634. Tal vez sea al contrario: el proceso en sí de poner limites es lo que produce distinciones de lo quede otro modo podrían ser una recopilación de eventos. Estos cambian tan pronto como otro limite gana aceptación y parece estar mejor justificado por razones empíricas y normativas.

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Incluso si, teóricamente hablando, sea posible optar por un sistema de proporciones, éste tal vez llegaría a niveles inhumanos o irrelevantes. Si definiéramos guerra civil como cualquier conflicto armado en el que cada año al menos el 1% de la población de un país pereciera debido a razones relacionadas con el combate, China no calificaría como un país sufriendo una guerra civil a menos que al menos diez millones de personas murieran al año. Esto significa que las muertes tendrían que alcanzar proporciones de genocidio antes de que pudiera hablarse propiamente de una guerra civil. Igualmente, brotes menores de violencia en algunos de los países más pequeños darían erróneamente la impresión de ser guerras civiles a gran escala, siendo solamente escaramuzas menores para los ojos de la mayoría de observadores. Por otro lado, eliminar la noción de muertes relacionadas con el combate confundiría simples animosidades con guerras o confrontaciones militares reales que producen víctimas en masa. Por ende, el umbral de 1000 muertes proporciona un criterio mínimo calificativo que nos permite incluir todos los casos relevantes de violencia a gran escala dentro de la categoría de guerras civiles. Existe otra razón demográfica que también es importante. Las guerras civiles tienden a involucrar a fracciones políticas (o grupos étnicos). Incluso si en el curso de una guerra civil muere gente inocente, la violencia tiende a estar dirigida hacia políticos importantes. Cualquier organización política (organizada bajo líneas ideológicas o étnicas) que pierda al año miles de líderes y/o afiliados, está condenada a perder relevancia política y/o voz en un corto periodo de tiempo26. El umbral de 1000 muertes al año relacionadas con el combate, pues, sugiere un límite en el que la violencia es lo suficientemente intensa para destruir (o hacer que pierdan importancia política) muchos segmentos organizados de una sociedad. Esto definitivamente altera los razonamientos que funcionan en la política democrática de un país.

definición "mínima relativa al procedimiento" de la democracia27. Esto significa que evitan combinar la democracia con cualquier número de características convenientes en la esfera social, política y económica28. Su definición de democracia es modesta, ya que incluye la convocación relativamente libre y justa a elecciones y la protección de las libertades civiles básicas. No estoy afirmando que FH y Mainwarning deberían haber asumido estándares más altos de democracia, o que de acuerdo a criterios más restrictivos, algunas instancias empíricas no lograrían cubrir los requerimientos mínimos de una democracia; más bien, mi crítica es que con su definición de democracia, FH y Mainwarning malentendieron varias instancias empíricas. ¿Por qué FH y Mainwarning no lograron reconocer el impacto de las guerras civiles cuando evaluaron el status democrático de los diferentes países? Si hubieran mirado más de cerca los reportes de derechos humanos, tal vez hubieran llegado a otras conclusiones29. Pero creo que el problema va más allá de una simple omisión. Mi hipótesis es que, a los ojos de estos calificados observadores, las elecciones se veían relativamente libres y justas, a pesar de las guerras civiles. ¿Cómo ocurrió esto? Los países que enfrentan guerras civiles han convocado a menudo a elecciones aparentemente "libres y justas". Esto es real en aquellos países que experimentaron aperturas democráticas ( esto es, transiciones genuinas por las que existe rotación del poder a través de medios electorales) y en donde la violencia es considerable, pero no ha alcanzado proporciones capaces de afectar totalmente la economía y la vida en las ciudades más importantes30. Muchos países de América Latina representan un ejemplo apropiado. Para comenzar, el inicio del gobierno democrático trajo consigo elecciones competitivas en cada caso. Debería recordarse que periódicamente, varios dictadores en Nicaragua, El Salvador y Guatemala convocaron a elecciones 27

Habiendo justificado la parte demográfica de la ecuación, me dirigiré al impacto específico de las guerras civiles en las políticas democráticas.

Guerras civiles y elecciones En sus respectivas clasificaciones de los regímenes políticos, tanto FH como Mainwarning utilizan lo que Collier y Levitsky han denominado una

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Especialmente en el caso de organizaciones políticas pacíficas que son francas y abiertas, pero que nunca llegan a tomar armas.

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29

30

David Collier y Steven Levitsky. "Democracy 'With Adjectives': Conceptual Innovation in Comparative Research", en Working Paper 230, Kellogg Institute, University of Notre Dame, 1996. Esto algunas veces ha incluido características tales como la igualdad socioeconómica y altos niveles de participación popular en varias instituciones políticas, sociales y económicas. Debería añadirse que una de las criticas de Mainwaring a FH es que FH no clasificó apropiadamente los regímenes en los que hubo elecciones y gran cantidad de violencia durante la guerra fría. Esto es, una cosa es tener guerras civiles como tales, en las que los asesinatos son por miles, pero la mayoría de la gente puede ir a trabajar y desarrollar normalmente sus actividades - lo cual es típico de las guerras civiles la mayoría de veces. Y otra cosa es cuando la violencia ha afectado a cientos de miles y todo el país se encuentra desorganizado (como era el caso de Ruanda o la antigua Yugoslavia).

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descaradamente arregladas. Con dichas elecciones esperaban conseguir alguna medida de legitimidad (nacional o internacional), pero sin dejar que hubiera una rotación del poder. Después de que ocurrieron las aperturas democráticas, la situación mejoró en casi cada estándar concebible. Mientras que las prácticas clientelistas y la corrupción (algunas veces muy grandes) permanecieron, el fraude nunca fue tan dominante mientras existieron los regímenes autoritarios. La mayoría de observadores estarían de acuerdo en el hecho de que las elecciones fueron relativamente competitivas y abiertas en el periodo subsiguiente a las transiciones de los regímenes autoritarios. La impresión de elecciones "libres y justas" está reforzada por el hecho de que después que ocurrieron las aperturas democráticas, pero antes de que terminaran las guerras civiles, las organizaciones guerrilleras algunas veces (muy pocas) tuvieron éxito al sabotear el proceso electoral. Incluso si estas algunas vez amenazaron y exigieron a los votantes abstenerse de ir a las urnas, eventos tales como la intimidación masiva a los votantes, la quema de los puestos electorales y la destrucción de las papeletas, representan una excepción y no un hecho frecuente. ¿Basta esto para otorgar credenciales de total democracia a los países en cuestión? ¿Las elecciones son "libres y justas" en virtud de la ausencia del fraude y/o el sabotaje? Para responder estas preguntas es necesario presentar consideraciones relacionadas con la estrategia militar. Las organizaciones guerrilleras son pequeñas en número comparadas con las fuerzas armadas del Estado. Y durante las elecciones, las medidas de seguridad son excepcionalmente reforzadas. Desde el punto de vista de los insurgentes, preparar un desafío militar y atacar la mayoría de distritos electorales cuando un país lleva a cabo elecciones, sería algo descabellado desde el punto de vista estratégico. De hecho, esto significaría comenzar a atacar precisamente cuando las fuerzas de seguridad están en un estado de máxima alerta. Mientras que pequeños niveles de interferencia con las elecciones dan la impresión de que fueron "libres y justas", la dinámica que se desarrolla en medio de las elecciones altera este cálculo. Muchas organizaciones guerrilleras latinoamericanas adoptaron la estrategia maoísta de guerra popular prolongada. Esta estrategia apela a la creación gradual de gobiernos fantasma con el objetivo de ejercer autoridad de facto sobre la población, especialmente en áreas remotas y

rurales. El establecimiento de dichas situaciones de poder compartido no requiere sabotear las elecciones. En medio de las elecciones, una vez que las fuerzas de seguridad vuelven a los cuarteles, las organizaciones guerrilleras están en una posición mucho mejor para usar amenazas y ejercer presión con las armas para intimidar a los representantes electos (tales como alcaldes, miembros de los concejos locales, gobernadores e incluso a algunos congresistas). A menos que las fuerzas armadas den un golpe decisivo a esos insurgentes y eviten que vuelvan a esas áreas31, los representantes electos pronto enfrentarán una decisión difícil. O cumplen las demandas de las organizaciones guerrilleras (dejar que la guerrilla determine la agenda política y salvar sus vidas), o simplemente renuncian a su puesto, lo cual crearía un vacío de poder. En cualquier caso, los insurgentes operan como el poder detrás del trono. Alternativamente, las organizaciones guerrilleras podrían aprovechar los mecanismos democráticos que operan en el nivel local y promover sus propios candidatos32. Cuando una organización guerrillera triunfa al elegir un dirigente local en alguna zona fronteriza, esto le añade "legitimidad democrática" y fondos públicos a la causa guerrillera. Lo razonable es reducir el riesgo de sufrir ataques militares (gracias a la legitimidad democrática añadida), mientras que se demuestra a los habitantes del área cómo una organización guerrillera puede administrar los intereses comunes de forma "justa". Pero no son sólo las organizaciones guerrilleras las que ponen en riesgo la operación de la democracia representativa. Las llamadas zonas rojas (aquellas en las que la guerrilla tiene bastante influencia) tienden a caer presas de una dinámica trágica provocada por el aparato militar del Estado. Si las organizaciones guerrilleras de hecho amenazan a los alcaldes locales, a los concejales o a los gobernadores, al punto en que estos deben huir, las fuerzas armadas toman algunas veces directamente el control del poder político en dichas áreas33 con el fin de evitar un vacío de poder que beneficie a la insurgencia. En esta instancia se

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Y un seguimiento histórico muestra que éste ha sido un evento poco usual debido a las tácticas guerrileras de "atacar y retirarse". La combinación de medios pacíficos-legales y armadosilegales para la consecución del poder tiene una larga historia que se remonta a algunos regímenes fascistas y comunistas. Véase Juan Linz, the Breakdown of Democratic Regimes: Crisis, Breakdown and Reequilibration, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1978. En Colombia hubo gobiernos militares en la zona del Urabá durante algunos periodos.

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suspende la operación de los mecanismos democráticos en partes del territorio que se han vuelto distritos militares. Incluso cuando formalmente esto no ocurre, los comandantes militares asignados a dichas zonas algunas veces asumen poderes de facto que a menudo atropellan los derechos democráticos de libre asociación, libre expresión, etc. Las fuerzas armadas terminan siendo el poder detrás del trono en estas regiones, mientras que a los asuntos militares/contraisnurgentes se les da prioridad, y al mismo tiempo se retiran de la agenda democrática. Por supuesto que también existen circunstancias en las que los dirigentes electos deciden quedarse en las "zonas rojas". En medio de la guerra civil, sin embargo, los dirigentes locales que se quedan en sus puestos son fácilmente acusados de ser simples guerrilleros (o de apoyar a la guerrilla), que se han infiltrado en el Estado. Esto puede venir seguido por amenazas encubiertas y asesinatos cometidos por las fuerzas armadas o por escuadrones de la muerte de extrema derecha, los cuales algunas veces son protegidos o promovidos por las fuerzas armadas. El Estado, por ende, termina siguiendo una lógica esquizofrénica: una en la que durante las elecciones las fuerzas armadas proveen garantías a los votantes con el fin de mantener al día sus credenciales democráticas internacionales. Pero después de las elecciones, son las mismas fuerzas armadas las que amenazan o asesinan selectivamente a cualquier dirigente que sea sospechoso de estar en el "equipo equivocado". Los diferentes candidatos pueden postularse a algún cargo y competir por votos, y sin embargo surgen serios problemas con la implementación de los mandatos democráticos: muchos que están ocupando algún puesto terminan amenazados o asesinados, o renunciando a sus puestos. Debe tenerse en cuenta que el miedo puede hacer que mucha gente evite postularse, en primer lugar. El derecho a votar puede perjudicarse debido a las frecuentes masacres que llevan a desplazar miles o cientos de miles de personas34. Aparte de los asuntos estrictamente electorales, las guerras civiles perjudican otros procedimientos importantes de la democracia: la libertad de expresión, las fuentes alternas de información y la libertad de formar y pertenecer a organizaciones. Respecto a la libertad de expresión y a las fuentes alternativas de información, una vez más

las apariencias pueden engañar. Tal vez no exista censura formal a los medios de comunicación por parte del Estado, y sin embargo, la violencia crea situaciones de censura de facto. Durante las guerras civiles, muchos periodistas saben bien que revelar algunos tipos de información que tengan que ver con las facciones armadas puede fácilmente traer amenazas o la muerte prematura. Reportar opiniones de los líderes guerrilleros fácilmente lleva a acusar a los periodistas de portavoces de propaganda guerrillera. Reportar atrocidades, algo muy común en las guerras civiles, es riesgoso porque esto afecta el prestigio de los autores responsables. Las guerras civiles, pues, tienden a hacer más severo el control de la información y afectan la diversidad de las fuentes de información. Respecto a la libertad para formar y pertenecer a organizaciones, las asociaciones que son totalmente no políticas minimizan los riesgos. Pero si dichas organizaciones provocan sospechas en las facciones armadas, vendrán amenazas y muertes. Algunas organizaciones trabajarán frente al peligro y algunos periodistas hablarán a pesar de los grandes riesgos. Pero la democracia nunca se proyectó como un sistema en el que hablar se convirtiera en un equivalente al martirio. Queda claro, entonces, que las guerras civiles debilitan sustancialmente los elementos principales que definen la democracia. Cada vez que la guerrilla es responsable de asesinatos y amenazas, el Estado es simplemente incapaz de garantizar resultados democráticos en partes de su territorio. Cada vez que el aparato de seguridad del Estado amenaza y asesina a los dirigentes electos, se previene la implementación de resultados democráticos. El eslabón perdido: las sociedades pluralistas Los elementos anteriores revelan que las guerras civiles impiden el surgimiento de sociedades pluralistas, las cuales son precondición de la democracia. Sartori35 sostiene que existe una diferencia entre las sociedades “plurales” y “pluralistas”. Las sociedades plurales son aquellas que se caracterizan por tener multiples grupos y asociaciones, lo cual es un simple producto de la diferenciación social (o la tendencia de la complejidad de muchas de las sociedades modernas). El pluralismo pertenece a una clase

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El US Comitee for Refugees reportó que al menos 300.000 colombianos habían sido desplazados en 1993 debido a la confrontación armada. Un año más tarde esta cifra se modificó a 600.000. En 1997 el número de desplazados llegó a más de un millón (véase Colombia Update Vol. 9, Nos. 3 & 4,1997).

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Giovanni Sartori, Parties and Party System, New York, Cambridge University Press, 1976 (hay version en español) y “Understanding Pluralism”, Journal of Democracy 8, nº4, págs. 58- 69, 1997.

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diferente, ya que involucra un elemento normativo, por medio del cual "la diferencia y no la semejanza, la discrepancia y no la unanimidad, el cambio y no la inmutabilidad, constituyen el buen vivir", No toda sociedad plural es una sociedad pluralista. En efecto, las sociedades plurales pueden caracterizarse por un conflicto inexorable a través del cual los diferentes grupos tratan de eliminarse unos a otros, lo que corresponde en últimas al estado de naturaleza al que le temía Hobbes. Por el contrario, siguiendo a Sartori, la democracia propiamente dicha no se caracteriza por el conflicto, sino por el disenso: un término que "surge tanto del consenso como del conflicto, pero que no coincide con ninguno de los dos", El disenso evoca un consenso básico al nivel de lo fundamental por medio del cual el acuerdo en las reglas para la resolución de conflictos "provee las limitaciones para hacer del conflicto algo menos que un conflicto". El consenso sobre lo fundamental tiene poco que ver con la unanimidad, En cambio, evoca el proceso interminable de adaptar muchas mentes (e intereses) que discrepan a las "coaliciones" cambiantes de la persuasión recíproca. Es decir, mientras que el "desacuerdo" es el estado entrópico de la naturaleza social, el consenso no se halla sino que se produce36. Sartori concibe el pluralismo como un resultado da las guerras religiosas cuando los reinos da Dios y da Cesar fueron separados. En efecto, el pluralismo "conlleva a que ninguna afirmación absoluta sea legítima"37 No obstante, las guerras civiles producen una situación profundamente adversa para el disenso. Si la guerra operara en los márgenes del sistema, aún sería posible permitir que la democracia continuara su camino a pesar del conflicto armado. Ésto difícilmente ocurre debido a que la polarización y el terror producidos por las guerras civiles suprimen la posibilidad de discrepar. De hecho, cualquier expresión de disenso tiene un alto riesgo de enviar e "mensaje equivocado" a facciones armadas intolerantes. Tanto el Estado como las organizaciones guerrilleras muestran poco aprecio por la neutralidad, los matices y la sutileza: lo que hacen simplemente es comprimir todas las identidades sociales en términos exclusivos de "nosotros o ellos", y a menudo tienden a eliminar a cualquiera que esté bajo el

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Todas las citas entre comillas corresponden a Sartori, Partíes.... págs. 15 y 16. Ibíd, pág. 17.

rótulo de "ellos". En consecuencia, dos verdades absolutas (una por el Estado y otra por las organizaciones guerrilleras), chocan entre sí y reemplazan la dinámica democrática de producir consenso a través de la persuasión. Incluso si hay elecciones durante las guerras civiles, muchos actores sociales deben escoger entre mostrar lealtad hacia una supuesta "fe verdadera" (el credo de cualquiera de los actores armados) o somenterse a la posibilidad de enfrentar la muerte o el exilio. Cualquier disenso no se asume como un llamado a la discusión racional o persuasión, sino como un indicio de corrupción y traición que justifica e! asesinato, dado que discrepar puede ser útil para los objetivos del "enemigo". En medio de este ambiente de reclamos absolutos, los hitos son demasiado altos para el compromiso democrático. Sartori posiblemente exagera el grado de consensualidad de las democracias, así como una discusión ¡lustrada sólo ocasionalmente reduce las diferencias entre los contendores. El voto a menudo funciona como un mecanismo para excluir las minorías. Pero incluso cuando se construyen consensos parciales, la democracia provee una salida para las presiones y contradicciones sociales que van en ascenso. Las garantías liberales (es decir, los derechos colectivos e individuales) ponen límites que impiden que las mayorías eliminen a la minorías, Además, como lo sostiene Linz, la naturaleza pro témpore del gobierno democrático38 constituye un incentivo estructural que ayuda a que las discrepancias políticas degeneran en un conflicto armado, Los perdedores siempre pueden capitalizar los errores de los ganadores y llegar al gobierno (o al menos obtener una influencia importante) en la subsecuente contienda electoral. Los estudiosos de la democracia podrían hacer un mejor trabajo cuando se aproximan a aquellos casos en los que el pluralismo es escaso, como lo indican los altos niveles de violencia política doméstica. Debido a los múltiples indicadores (y no sólo los bajos niveles de violencia política interna) que definen a la democracia, no es fácil establecer una aproximación teórica a este problema. Sin embargo, a los casos de guerras civiles presentados en los libros de texto no se les debe dar el status de democracia plena, a menos que se desee borrar la línea divisoria que existe entre los esfuerzos académicos y la propaganda.

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Citado porAdamPrzeworski, Democracy.., págs. 10-1

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Debate Éxodo de colombianos Alfredo Manrique Reyes*, Iván Orozco Abad**

1. Se aprecia una nueva oía de éxodo de colombianos, ¿cómo percibe usted sus principales características? Alfredo Manrique Reyes: En la historia de Colombia ha sido una constante el desplazamiento forzado de personas como una estrategia para la expropiación de tierras y riquezas a partir de una descomunal violencia, la cual se repite, o más bien se recrudece cíclicamente. Basta recordar que a mediados del siglo XX el 70% de la población vivía en las zonas rurales y 20 años más tarde, luego de la denominada "violencia de los años cincuenta" y de la falta de oportunidades para los campesinos, en los campos sólo quedó el 30% de los habitantes del país y claro está, también cambió la propiedad de las tierras. Hoy podemos decir que en los últimos 10 años se ha evidenciado un nuevo ciclo de desplazamiento forzado que tiene a dos millones de colombianos viviendo el destierro en su propia patria, para no mencionar los millares que anualmente abandonan el país. ¿Cuáles son las causas del desplazamiento?... Son evidentes: el cúmulo de conflictos económicos, sociales, políticos y culturales históricamente no resueltos, los cuales han llevado al recrudecimiento de la guerra interna. En efecto, en la raíz de la grave tragedia humanitaria actual del desplazamiento forzado en Colombia, se encuentra la incapacidad del Estado para resolver los conflictos sociales, en particular el conflicto de la tenencia y usufructo de la tierra. Esta circunstancia dio pie al surgimiento de grupos paramilitares, que con el financiamiento de terratenientes y narcotraficantes y con la mirada impune de las autoridades, comenten a diario masacres de familias campesinas pobres e inermes e intimidan con el terror a los pobladores de regiones ricas pero apartadas obligándolos a abandonar sus territorios. En los últimos años, este macabro proceso lo justifican "los paras", argumentando que sus víctimas son auxiliadores de la guerrilla. Pero la Insurgencia, con sus ataques a poblaciones, también ha contribuido a que la gente se vaya de los pequeños municipios.

* Gerente de Proyectos, Área de Paz y Desarrollo, Programa de las Naciones Unidas, Colombia. Las respuestas a las tres preguntas no comprometen para nada al PNUD ni son su posición oficial. **Abogado, profesor del lepri de la Universidad Nacional de Colombia, investigador visitante en Alemania.

Iván Qrozco Abad: En la Colombia de hoy se han juntado la crisis de Estado y la recesión económica para expulsar población. De nuestra guerra civil se dice por lo pronto y con razón, que es cada vez más una guerra de los violentos contra el conjunto de la población. Los colombianos, por lo menos hasta ahora, estamos siendo movilizados más como objetos que como sujetos. Somos más población civil que sociedad civil. Somos como el balón de fútbol en un partido que se juega sin reglas y en el cual guerrillas y paras usan "guayos" con clavos de acero en la punta, así que lo lanzan en forma brutal por fuera de la cancha y hasta del estadio, mientras los militares ponen cara de espectadores neutrales sentados en las tribunas. Por eso hablamos cada vez más de desplazados internos y de emigrantes de! hambre o de la guerra, de refugiados, de exiliados y hasta de asilados. En Europa, donde ahora tengo mi puesto de observador obligado por el exilio, se sienten cada vez más en las puertas los golpes de los nudillos de los colombianos que quieren entrar. La entrada preferida, por supuesto, es la de España. Allí la familiaridad con la lengua ayuda a sobrevivir. Pero también se golpea a las puertas de Italia y de Alemania, junto a España, los únicos países que todavía no han impuesto un sistema complicado de visado para los colombianos. A los unos los trae el hambre y a los otros la barbarie y el miedo, a casi todos una mezcla de ambos. Es difícil distinguir. Casi todos llegan sin recursos, ni materiales ni culturales, para aguantar el desamparo y muchísimo menos para adaptarse a las nuevas circunstancias. Casi todos son gente buena. Me da la impresión de que encuentran mejores oportunidades las mujeres que los hombres, o bien porque consiguen más fácilmente un marido que las legalice por el matrimonio, o porque están mejor preparadas culturalmente para la ejecución de los oficios no calificados que ofrece la ¡legalidad no criminal. Las mujeres, en general, se desempeñan mejor y son más demandadas para los trabajos domésticos. También las prefieren como prostitutas. Así por ejemplo, entiendo que mucho más de la mitad de la prostitución en Frankfurt es ejercida hoy por colombianas. El aislamiento y la desprotección los juntan. Los ilegales, comparten la vivienda, van a la misma misa y cada vez que pueden practican a través de la salsa y el aguardiente de contrabando el ritual entre alegre y desesperado de afirmar su identidad nacional y cultural amenazadas.

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de la vida colombiana. Escuchaba alguna vez de labios del cónsul general en Madrid que ya en los diarios de esa ciudad se hablaba de secuestros y de vendetas entre colombianos en España, y que era conocido su método de robar las joyerías, movilizados en narcocamionetas que abren a golpes de mataburros las cortinas de acero y las puertas de los establecimientos. Hay además, por supuesto, una pequeña minoría colombiana que puede financiar la emigración y el exilio, o que puede aspirar a empleos calificados. También son ellos casi todos gentes buenas a quienes el secuestro y otras enfermedades políticas y sociales han dejado sin piso, y que tienen el corazón carcomido por la nostalgia. Están también, por supuesto, los aspirantes al asilo político. A éstos nadie los quiere, ni el Estado que los expulsa, ni el Estado que debe recibirlos. Para el primero son una bofetada en la cara orgullosa de soberano protector, para el segundo, más allá de la retórica constitucional, una carga y una amenaza. Quien quiere asilarse, se dice, debe someterse a procedimientos legales y administrativos más bien humillantes y que implican altas dosis de desconfianza interrogada y de aislamiento. Parecería que la demostración de la condición de perseguido político, sobre todo para quien escapa a la guerra civil horizontal y no al terrorismo vertical de Estado, pasa por la aceptación resignada del oprobio como única prueba admitida de que lo que se estaba viviendo en casa era peor que lo que se vive en la casa del vecino, y que en consecuencia se está dispuesto a aguantar, He escuchado que en Alemania hay entre trescientos y cuatrocientos solicitantes de asilo, casi todos en algún campo de refugiados cerca a la frontera con Polonia, zona hostil para los extranjeros. 2. El Plan Colombia tiende a convertirse en un problema público en Colombia y en algunos países, como Estados Unidos, España, Ecuador y Venezuela. ¿Qué podría hacerse al respecto? A.M.R.: Lo que hace del Plan Colombia un "problema público", es su componente militar y la estrategia de lucha contra los cultivos ilícitos que no privilegia para nada su erradicación manual y el desarrollo alternativo. Creo que el conjunto del país y de la comunidad internacional debería volver a la idea inicial que inspiró al Plan Colombia, que no era otra que la movilización de la cooperación mundial articulada en una especie de "Plan Marshall" para la reconstrucción del país y para sanar las heridas de la guerra interna. En

este sentido, sería conveniente la creación de un Fondo que canalice los recursos que el país está buscando mediante la estrategia denominada "diplomacia por la paz", para la generación de trabajo honrado. Este Fondo, por ejemplo, podría financiar el trabajo de los desplazados por la violencia, para ¡a narración de su tragedia y para la documentación y argumentación de la agenda para la paz y la reconciliación, de cara a su retorno. I.O.: La guerra colombiana de hoy puede ser todavía leída, con análoga plausibilídad, en clave histórica de rebeldía social o en clave sistémica de narcotráfico. El Plan Colombia, sobre todo en su versión más norteamericana anuncia el triunfo de la última sobre la primera. El triunfo de los republicanos sobre los demócratas en las últimas elecciones presidenciales de los Estados Unidos y e desplazamiento previsible del centro de gravedad del sistema político colombiano hacia la derecha en los próximos meses, habrán de reforzar muy seguramente esta lectura, así que cada vez se hablará menos de delincuentes políticos y de rebeldes, y cada vez más de narcoterrorístas o de narcobandoleros. Las implicaciones que se derivan de una u otra lectura para la negociabilidad del conflicto, como el diagnóstico, también son objeto de discusión. En cualquier caso, parece claro que el entronque sistemático de la guerra entre guerrillas y paramilitares con el circuito de la droga ha sido hasta ahora el mayor responsable del hecho de que la nuestra haya sido una guerra adinerada y con ello una guerra entre predadores, pero sin pueblo, y lo que es aún peor, contra el pueblo. La autonomía financiera de los violentos le ha permitido a éstos prescindir de apoyos fuertes en la población y con ello de toda verdadera necesidad de luchar por ganar legitimidad a través del respeto por las reglas de la guerra. El resultado está a la mano: legiones de desplazados internos y de emigrantes no voluntarios. Por supuesto que también el Plan Colombia, en su ejecución, muy seguramente habrá de generar significativos movimientos de población hacia las fronteras, sobre todo hacia el Ecuador. Ahora, es muy distinta y ciertamente mucho peor, la situación de los refugiados en los países de frontera como Ecuador, Venezuela y Panamá, a aquella otra que presentan y habrán de presentar los emigrantes y exiliados en Estados Unidos y en Europa, etc. El pasaje aéreo que se deba pagar para atravesar el Atlántico y la visa, constituyen en sí mismos una barrera importante y un mecanismo de selección y diferenciación.

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Todos comparten sin embargo, para empezar, circunstancias comunes que resulta importante observar. Decía alguna vez Alfred Polgar, escritor austríaco perseguido por el régimen de Hitler que la situación de los exiliados es como la de aquel hombre que agarrado con brutalidad por la espalda es lanzado a las aguas de un río turbulento. Todos los espectadores a lado y lado, desde ambas orillas, miran con ojos atónitos y hasta conmovidos los esfuerzos del que lucha a brazo partido por no ahogarse, mientras se dicen en voz baja y apenas audible: "Dios mío! Haz que por lo menos no se salve en mi rivera". Esta actitud ambivalente y de rechazo vergonzante por los exiliados y refugiados, es común en general para los estados y las sociedades. Entre los estados se trata de una actitud compartida, aunque por razones distintas, por aquellos que los expulsan y aquellos otros que los reciben. Así, el Estado que está en crisis por cuenta de una guerra intestina, tiende a ocultar o por lo menos a ignorar a sus emigrantes. Cada refugiado y cada exiliado son un indicador de que el Estado no está en capacidad de cumplir la función básica para la cual existe, defender su propia población. El país receptor, por su parte, los percibe como una importación o como un contrabando de residuos tóxicos. La existencia de regímenes internacionales de protección no impide estas cosas, pero permite darles eventualmente un manejo más humano. Mi corta pero aleccionadora experiencia personal en el servicio diplomático y consular en Alemania es la de que toda propuesta institucional para ayudar a los emigrantes ilegales y exiliados en lógica no de retorno sino de integración al nuevo entorno, resulta por decir lo menos, a los ojos de los funcionarios colombianos, contraria al decoro. La misma significa, en la óptica de embajadores y de cónsules, pero sobre todo de los primeros, ensimismados y enredados como viven en el maquillaje de la agrietada soberanía y en el ocultamiento subsecuente de la guerra intestina, algo así como defender una política de promoción de exportaciones para un producto, la vida humana, el cual está clasificado como de prohibida exportación. Pero regresando a nuestro tema: La hostilidad estructural de los estados hacia los emigrantes pobres y hacia los exiliados, tiende a agravarse aún más en casos como el de los refugiados colombianos en los países de frontera. La cercanía, la masividad y la inevitabilidad de la amenaza percibida agravan el problema.

En el mundo globalizado de hoy corresponde a nuestro gobierno y a nuestro Estado armarse de valor y establecer en sus relaciones con los países vecinos y con la comunidad internacional, en general, marcos de gestión fundados, no en el juego arrogante, egoísta y mentiroso de las afirmaciones de soberanía sino en los principios sagrados de la transparencia y la cooperación. La apelación rabiosa y recurrente al principio de soberanía es cada vez más un recurso impotente e improductivo de los estados débiles y que agonizan. La comunidad internacional y los grandes organismos interestatales deben presionar, por lo pronto, para que los refugiados, movilizados por los unos o por los otros, en diversas intenciones, no sean vistos ni tratados como enemigos, como simples apoyos de la guerrilla o de los paramilitares. El camino de la emigración no es, por lo menos no para las víctimas que huyen del horror, una manera de continuar la guerra por otros medios. Acaso sí lo sea para los victimarios, pero ese es otro asunto. Muy distinta, por supuesto, es la situación de los que escapan hacia Venezuela, que aquella otra de los que salen hacia Panamá o hacia el Ecuador. Hay múltiples factores de diferenciación. La naturaleza del régimen y la ideología reinante en el país receptor, ¡as características y la composición de la población que emigra, el sujeto y el tipo de violencia que los expulsa, las características de las comunidades de frontera que las reciben, las diferentes geografías y topografías, los distintos grados de desarrollo económico y social etc., son todos factores que influyen en la determinación de la forma específica de cada situación de refugio y del tipo de medidas que deben adoptarse para ayudarlos, No soy yo la persona, ni es éste el lugar para abordar en detalle estos asuntos. La distancia prolongada empobrece y abstrae la mirada sobre la patria lejana. Para terminar, quiero observar que no todo es rechazo hacia los refugiados. Los estados mismos, los inmediatamente concernidos, y los que son más bien actores y espectadores lejanos, sobre todo estos últimos, pueden escapar a la trampa arcaizante de las afirmaciones arrogantes de soberanía, para adoptar actitudes más transparentes y cooperativas. Hay además organizaciones supra e interestatales como la ACNUR y el CICR que no necesariamente actúan en lógica estatal, que tienen enorme experiencia y know how, y que se la juegan toda por el destino de los refugiados. También están las múltiples ONG internacionales y locales, etc.

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De toda esta compleja maraña de las experticias y de los altruismos organizados resultan dificultades para el buen manejo del drama de los refugiados. Los modelos estatales de gestión suelen ser asfixiantes, propensos a matar la autogestión y a generar con ello situaciones de dependencia interminable. Las ONG, por su parte, han demostrado ser con frecuencia desorganizadas. La descoordinación y la dependencia prolongadas, a su vez, estimulan la corrupción. Se requieren diseños administrativos que tengan en cuenta todo esto, diseños que garanticen simultáneamente * coordinación y descentralización en la planeación y en la gestión, diseños que garanticen además la participación y e control por parte de las comunidades afectadas.

I.O.: De las distintas modalidades del éxodo, como en general del sufrimiento, cabe decir que hace más fuertes a los fuertes, y hace más débiles a los débiles. Si la emigración aisla, desarraiga y debilita, la organización, por su parte, aglutina y fortalece. El exilio, por ejemplo, es ante todo un estado del espíritu, un estar fuera de casa y a la intemperie, mirando por la ventana, hacia adentro. Para hacer llevadero y productivo el exilio hay que organizarse. Hay que tejer redes de soporte y de información, redes que transmitan calor de patria, redes que informen sobre las distintas oportunidades de financiación, redes que informen y que promuevan en el extranjero la conciencia y la solidaridad sobre la situación de los exiliados y sobre el problema colombiano en general.

3. Dado el crecimiento del éxodo de colombianos han surgido intentos de organización y articulación de sus intereses en el extranjero con el objeto de conseguir beneficios. ¿Qué opinión le merecen tales esfuerzos?

Qué bueno sería que el Gobierno y el Estado colombianos, a través de sus dependencias diplomáticas y consulares, escapando al morbo de la autorrepresentación narcisista, se constituyeran en un lugar de promoción y de apoyo para la organización de sus nacionales en la diáspora, para los emigrantes de la guerra y de la pobreza, para los exiliados. Hay en este sentido tareas sencillas y de bajo costo que podrían ser de gran utilidad, susceptibles de asumirse por las embajadas y los consulados de Colombia en los países con mayor flujo de nacionales. Pero ello implica reformulaciones de política y cambios de actitud.

A.M.R.: El país no ha tomado conciencia de la gravedad y de las implicaciones del éxodo de colombianos a otros países. Se ha ido la gente que tiene con que irse y que puede buscar mejor futuro en otras latitudes. Ellos son clase media, profesionales jóvenes y empresarios que no soportaron la violencia y la falta de oportunidades. Han salido de su patria huyendo de los permanentes atropellos a la dignidad humana, teniendo que vender sus pertenencias "a precio de quema" y bajo la mirada indiferente de sus paisanos. El Estado debería, ya que no puede retenerlos, no perderlos de vista, ayudarlos a su ubicación temporal en otros países. La diplomacia por la paz podría promover la cooperación internacional para que albergue y "empodere" a estos colombianos, para que cuando llegue la paz, puedan retornar y vincularse a la reconstrucción del país.

De todas maneras, es conocido cómo en el mundo globalizado la realización del principio de solidaridad habrá de ser sobre todo un asunto de la sociedades y no de los estados. Los exiliados, para sobrevivir material y emocionalmente, y para ser más productivos en lo que atañe a la lucha por la paz de Colombia, tenemos ciertamente que aprender a movernos en una dirección más horizontal.

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Documentos La paradoja del extranjero* Massimo Cacciari** Mi intervención, más que inaugurar el Congreso, se reducirá a tocar muy fugazmente los temas y problemas que sin duda luego, en las ponencias, se debatirán de forma analítica. Creo necesario partir de una consideración histórico-política, aunque sea de carácter muy general: nosotros -y digo precisamente nosotros en cuanto habitantes de este continente y de sus lenguajes- desde hace relativamente poco tiempo hemos despertado de un sueño, o mejor dicho, de una ilusión, a saber: que fuesen los grandes imperios, los grandes conglomerados más o menos totalitarios o tiránicos los productores de conflictos, guerra, destrucción y exilio. En el fondo, nos han educado para esta forma de sentido común -Iluminista y romántica a partes iguales- por la que precisamente el fin de los grandes imperios, de aquellas formas políticas que más parecían representar al Leviatán (aunque no según la acepción de Hobbes, que era muy distinta, "liberal'), la extinción de esos Leviatanes, decimos, de esos gélidos monstruos, pudiera comportar o dar lugar a un proceso de paz. Ahora bien, esta Illusionspolitík ha fracasado clamorosamente y tenemos que despertar rápidamente de este sueño. En realidad, la historia de este siglo, marcada, en cierto sentido, ideológicamente, por esta política iluminista-romántica, es la historia del fin progresivo de todo espacio de cohabitación. Uno por uno los espacios de convivencia entre etnias, lenguas y religiones han sido destruidos, primero, a lo largo del siglo xix, bajo el impacto del sustrato ideológico del nacionalismo, y, con posterioridad, a partir precisamente de aquel foco balcánico al que ahora volvemos (tal vez en esto haya algo de predestinación), porque a lo largo de este siglo se ha ido afirmando cada vez con más *Tomada del Arechipiélago: Cuadernos de Crítica de la Cultura, Nº 26-27, invierno 1996, Barcelona. Traducción del italiano de Dante Bernardi. **De Massimo Cacciari el lector interesado puede leer en español: Kpisis, Sioo, Madrid, 1982; Hombres póstumos.- la cultura vienesa del primer novecientos, trad. Francisco Jarauta Marión, Barcelona, Ed. 62, 1989; Drama y duelo, trad. Francisco Jarauta Marión, Madrid, Tecnos, 1989; El ángel necesario, trad. Zósimo González, Madrid, Visor, 1989; Desde Nieturbe. Tiempo, arte, política, Buenos Aires, Biblos, 1994. En el no. 5 de Archipiélago el lector puede leer una entrevista a M. Cacciari (“¿Puede un hombre asumir la tragedia de ser hombre?”, págs. 37-42). En italiano últimamente ha publicado: Delllnizio, Milán, Adelphi, 1990; Geopolitica dell'Europa, Milán, Adelphi, 1994.

violencia la pretensión de la coincidencia entre confines nacionales y determinaciones de carácter étnico, religioso, cultural. Luego, el trauma de las dos guerras ha acelerado aún más este proceso. Han desaparecido los espacios de convivencia, han desaparecido las grandes ciudades cosmopolitas mediterráneas (Estambul, Salónica -que Israel llamaba ciudad madre-, Damasco, Alejandría); todo el norte de África, de Argelia hasta Marruecos, está hoy prácticamente despoblado, tanto de judíos como de cristianos. En Chipre antes, y en el Líbano después, se ha desmoronado, tal vez de forma definitiva, toda esperanza de convivencia, y ese desmoronamiento es lo que ha generado grandes movimientos de migración: miles, millones de gentes exiliadas de sus tierras, sus casas, el lugar donde vivían o habían intentado vivir. La desintegración de esas identidades, de esos espacios determinados no ha servido para formar un gran espacio común mediterráneo-europeo, sino que, más bien, ha producido una serie de individualidades más o menos cerradas y egoístas, lo opuesto a aquellas individualidades totales de las que hablaban los grandes románticos, y aún antes Herder, individualidades, sí, pero totales, una suerte de mónadas leibnizianas que en su identidad reflejan, reproducen y de alguna manera reconocen la totalidad y complejidad de los demás. No es, pues, que se haya formado un espacio multiforme, sino muchos y pequeños universos centripetos, una multiplicidad conflictiva de universos, y ello precisamente en oposición total a la ideología que en cierto modo ha alimentado nuestros sueños, es decir, la defensora de un derecho común de las gentes que garantizara el nacimiento, crecimiento y desarrollo de individualidades totales. La primera reflexión que cabe realizar es que existe una escisión cada vez más marcada entre la figura del exiliado y el lenguaje de la acogida y la hospitalidad. Hospes es quien recibe al extranjero, al peregrino, y hostís en su primera acepción no tiene en absoluto el sentido de inimicus, perduellis, es decir, de alguien con quien mantengo una relación de enemistad, por más absoluta o relativa que sea, sino que el término latino hostis y el griego xénos cubren, más bien, un área semántica muy próxima a la de los términos que indican amistad. En Homero esto se aprecia muy claramente, pero incluso hasta el período alejandrino es éste el significado que tiene el término xénos, y bostas, en latín, tiene en sus orígenes un carácter análogo. Es tan solo precisamente con el desarrollo de individualidades no tales cuando en griego el término Xénos se

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aproxima cada vez más al de ekhthrós, que indica una relación de enemistad, y en latín el término bostas al de ínimicus o perduellis. Como decían los dramáticos latinos, hostis se ha hecho equivalente a perduellís, la persona a quien se reta, amenazadora, de quien tenemos que desembarazarnos o, en el mejor de los casos, desconfiar. De modo que, progresivamente, también en la elaboración del mismo derecho romano-europeo, el término bostas ha venido cobrando este significado, que, por otro lado, se ha ido especificando -recordando en cierto modo al viejo término- en construcciones como iustus hostis, hasta que en la época moderna incluso esa idea de enemigo justo ha desaparecido completamente. El derecho internacional trata afanosamente de recuperar estos términos (justo enemigo, justa guerra), pero en realidad lo que hace es crear formidables e insuperables embrollos teoréticos, justamente porque nuestra lengua ya no es capaz de captar el significado original que tenían antes estas palabras, es decir, ese indicar una relación esencial en virtud de la cual hostis era un término que se encontraba en el ámbito semántico de la hospitalidad y la acogida. También puede decirse, como afirmaba Benveniste, que bostas siempre tiene un valor recíproco y que esta reciprocidad hoy se da solamente en el ámbito de la enemistad y no en el de la hospitalidad y acogida. Entonces, ¿en qué deberíamos detenernos? ¿Qué deberíamos debatir? ¿Qué han conservado del término hospes nuestra cultura y nuestros lenguajes? ¿Todavía podemos tener experiencia del lenguaje de la hospitalidad y del huésped? Para que haya un hospes es preciso poder estar juntos, el hospes nunca es el único, sólo está con otro que, a su vez, es doble en sí mismo. Es decir: la hospitalidad no se puede representar simplemente a través de una relación entre dos; tanto el hospes como su hostis son dobles en sí mismos, porque el hospes es precisamente quien en cada momento se reconoce en parte extranjero, a saber, hostis. Nosotros mismos, cuando somos huéspedes, en el sentido de los que dan hospitalidad, si lo somos es porque nos reconocemos siempre como bostas, o sea, también como extranjeros. Precisamente por ello, es decir, porque siempre nos reconocemos a nosotros mismos también en esta condición, es por lo que podemos ser hospedadores y reconocer al huésped, el hostis. Podemos ahora recordar esa otra figura tan estrechamente relacionada con el tema del exiliado y del exilio, a saber, la del peregrino, una figura muy ligada a un tema que sin duda volverá a aparecer en el Congreso, el del éxodo: ¿qué tierra dejamos a nuestras espaldas y hacia dónde

vamos y a qué voz -si no tenernos ninguna tierra prometida-, a qué voz respondemos, a qué voz obedecemos? Porque, para tener experiencia del éxodo, la experiencia del peregrino, no basta con abandonar o simplemente empezar a andar, hace falta tener una tierra de la que partir, una voz que llama, una promesa a la que obedecer y escuchar. De otro modo, los térrninos "peregrino" y "éxodo" se convierten en vagos anhelos, en meros "sentimientos". La experiencia del exilio no es ciertamente la de un simple desarraigo, porque el que sufre o padece el exilio o está en el exilio no deja de tener una tierra, un suelo (sea verdadera o falsa la etimología que al respecto ciertos dramáticos volvían a proponer) y siempre experimenta alguna forma de dolor, o por volver, o por haberse ido sin posibilidad de volver, o por alguna que otra esperanza, o desesperanza, de volver. Creo que precisamente éstos (los lenguajes del huésped, del éxodo, del exilio) serán los términos que, en sus conflictos y entrelazamientos, deberán analizarse en este Congreso, es decir, las relaciones entre exiliado y peregrino, bospes y hostis, enemistad y filía. Quisiera concluir con un tema que, a mi parecer, puede ofrecernos alguna pista para salir del enredo que he venido esbozando. Es un tema muy presente en el mensaje bíblico, el del dios extranjero, del theós xénos. Para esta tradición Dios es extranjero no sólo, como suele decirse, porque quiere al extranjero, le da pan y le viste. En el fondo, esto también lo hacía Zeus: Zeus es el dios que protege al xénos (Zeús xénios), la xenía forma parte de las timaí de Zeus, del ámbito en el que Zeus ejerce, por decirlo así, su gobierno. Es, pues, un tema -el del Dios que quiere al extranjero, le viste, etc.- propio también de la gran Filantropía clásica. El tema bíblico, sin embargo, es otro: es precisamente el del Dios extranjero; Él es el extranjero. En el Nuevo Testamento este asunto aparece expresado con máxima claridad en Mateo 23-35, donde se dice: «Dirá el Señor a los que se sienten a su derecha: "Xénos era, era extranjero, y vosotros me acogisteis"». Ya no se trata del Zeus que acoge a los extranjeros: somos nosotros quienes acogemos al Dios extranjero. Es un tema que se repite con insistencia a lo largo de todo el Nuevo Testamento y es en este contexto en el que debe interpretarse la pregunta que Jesús hace a los que le visitan o a quienes encuentra: «¿Quién decís que soy yo?». Ésta es precisamente la pregunta con la que se presenta el extranjero y que casi impone al otro la responsabilidad de reconocer al mismo, al Dios extranjero. Un extranjero en el mundo a la vez que ofrece hospitalidad: he aquí la paradoja sobre la que me

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interrogo especialmente. Lo que tenemos es la figura de un Dios extranjero, que no es hospedado y que no pide que se le hospede, sino que es, en cuanto extranjero, el que da hospitalidad, el extranjero que hospeda. En cierto modo, hospes y hostis se convierten en una figura, expresan en esencia, por decirlo de alg煤n modo, su significado simb贸lico. Para que este extranjero

sea enteramente hospedador, tiene que ser enteramente extranjero en el mundo; es sumamente hospedador quien se vac铆a de toda posesi贸n mundana, quien se entrega completamente, en el exilio, enteramente extranjero en el mundo, enteramente en el exilio y enteramente hospedador, completamente capaz de entregarse en su ser en el exilio.

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La existencia exiliada* Jean-Luc Nancy** Con este título quiero indicar dos cosas muy sencillas. La primera es un tópos de nuestra tradición occidental, un tópos que consiste en afirmar que la existencia es un exilio. La segunda es una pregunta: ¿tenemos que reapropiarnos hoy de este lugar común de nuestra tradición, hoy, en un mundo asolado en todos los sentidos por toda clase de exilios?; y, en caso afirmativo, ¿de qué modo o en qué sentido? Que la existencia es un exilio constituye un lugar común de Occidente, y ello hasta tal punto que podría resumir por sí solo una buena parte de nuestra tradición greco-judeo-cristiana (en esto, menos romana y menos árabe sin duda). Desearía intentar ver con ustedes el modo en que se ha construido un significado importante del exilio, así como los problemas que plantea. Digamos para empezar que, si ese tópos de la existencia como exilio retorna hoy con una fuerza llena de inquietud e interrogación (algo que se pone de manifiesto, por ejemplo, con la celebración de este coloquio) tras haber sido durante mucho tiempo el tópos de una existencia humana en tanto que pasaje -el exilio como pasaje que preludia y prepara un regreso-, es porque nuestra experiencia, en el extremo de nuestra tradición, parece ser en muchos aspectos la experiencia de un exilio definitivo y sin retorno. El hombre moderno es el hombre cuya humanitas ya no es identificable, es ese hombre cuya figura se borra o se ha borrado, como decía Foucault, se confunde con su borradura, que no es más que la consecución de la ausencia de respuesta a la pregunta "¿Qué es el hombre?" (aunque esa ausencia de respuesta es, como saben, la respuesta de Kant a la pregunta). Se borra así el hombre que ya no puede responder a su propia pregunta -o a la pregunta de lo propio-, el hombre que es en suma exiliado fuera de sí mismo, fuera de su humanidad. La radicalización Filosófica de esta experiencia se encuentra en un enunciado mayor o matricial del pensamiento de Heidegger, a saber, que lo existente humano, el Dasein, es el * Tomado del Archipiélago: Cuadernos de Crítica de la Cultura , Nº 26-27, invierno 1996, Barcelona. Traducción del francés de Juan Gabriel López Guix. **De Jean-Lue Naney es reciente la publicación en español de La experiencia de la libertad, Paidós, Barcelona, 1996. Sus últimos libros son: Le sens du monde, Seuil, París, 1993; Les Muses, Seuil, París, 1994.

siendo cuya esencia consiste en la existencia. En la existencia comprendida de tal modo, en la existencia moderna o en este sentido moderno de la existencia, lo que cuenta o lo que más pesa para decirlo sencilla y burdamente- ya no es el segundo momento de la palabra, ya no es la "estancia" o la "instancia" de la "existencia", ya no es la posición del ser en acto y ya no es la entelequia en el sentido aristotélico, es decir, la realización del ser en su forma Final, sino que lo que cuenta es el primer momento, es decir, el ser el momento de la salida y del fuera, ese momento que Heidegger subraya escribiendo "ek-sistence" y que, para acabar, ya no es un momento, sino la cosa entera. La existencia ya sólo es ese ex. Parece, pues, como si hubiera una especie de exilio constitutivo de la existencia moderna, y que el concepto constitutivo de esta existencia fuera él mismo el concepto de un exilio fundamental: un "estar fuera de", un "haber salido de", y ello no sólo en el sentido de un ser arrancado de su suelo, ex solum, según la falsa etimología latina que Massimo Cacciari evocaba, sino según lo que parece ser la verdadera etimología de "exilio": ex y la raíz de un conjunto de palabras que significan "ir"; como en ambulare, exulare sería la acción del exuz el que sale, el que parte, no hacia un lugar determinado, sino el que parte absolutamente. La cuestión del exilio es pues la cuestión de esa partida, de ese movimiento como movimiento siempre empezado y que quizá no debe terminar nunca. Sin embargo, si lo que se deja no es el suelo, ¿qué es lo que se deja?, ¿de dónde parte ese movimiento? Según el significado dominante, exilio es un movimiento de salida de lo propio: fuera del lugar propio (y en este sentido es también, en el fondo, el suelo, cierta idea del suelo), fuera del ser propio, fuera de la propiedad en todos los sentidos y, por lo tanto, fuera del lugar propio como lugar natal, lugar nacional, lugar familiar, lugar de la presencia de lo propio en general. Nos encontramos así ante una paradoja. Por un lado, nuestra tradición nos representa esta salida fuera de lo propio como una desgracia y, aún más, como la desgracia por excelencia, como aquello en lo que pueden resumiese todas las desgracias; por otro, nos representa este exilio como una posibilidad positiva, la más positiva incluso, del ser o la existencia: caída o partida, alejamiento o alienación, la desgracia es indispensable para la realización del ser. Parece además que la historia contemporánea nos presenta simultáneamente una increíble proliferación de exilios, desplazamientos, deportaciones, que son la desgracia misma y que han llegado hasta

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constituir lo absoluto de la desgracia, el exterminio -el exilio consumado como exterminio, la expropiación absoluta-; y, por otra parte, la apariencia de una proliferación de posibilidades nuevas en las emigraciones, los movimientos y las mezclas, en los cuales se dibujaría la posibilidad de inventar un espacio mundial inédito. Y es así cómo interpretamos, simultánea y contradictoriamente, la "mundialización" que se desarrolla ante nosotros como implosión y como explosión, como multiplicación de las exclusiones y las desapropiaciones, y como apertura de posibilidades, de retroceso de los horizontes limitados. ¿Cómo pensar lo que ofrece el aspecto de una dialéctica del exilio? En realidad, si intentamos unir estas dos interpretaciones, estas dos evaluaciones, construimos lo que hay que llamar una dialéctica del exilio. Es decir, una dialéctica en la acepción hegeliana corriente del término (quiero decir, según la vulgata hegeliana e, incluso, el hegelianismo vulgar). El exilio es un pasaje por lo negativo o el acto mismo de la negatividad, comprendida ésta como el motor, el recurso a una mediación que garantiza que la expropiación termine reconvirtiéndose en una reapropiación. Esta dialéctica del exilio del "yo", de lo propio en general, en la exterioridad, en la alteridad y la alteración, es, en el fondo, la gran figura cristiana del exilio. Un himno cristiano (el Salve Regina) llama a los hombres exsules filii Evae, en tanto que hijos de Eva, son exiliados in hac lacrimorum valle, y ruegan a la Virgen que les muestre el Salvador post hoc exsilium. Ésta es la recuperación o la sustitución de cierto modelo judío del exilio (no el modelo cabalista, sino el modelo que comporta el regreso y la restauración final). Moralmente, el exilio es pues la prueba comprendida entre la falta y la redención. Sin duda aquí, como en otras partes, el cristianismo ha helenizado al judaísmo. En el modelo griego, el exilio (si es que hay de verdad uno: quizá sólo hay un elemento, un rasgo de su concepto moderno) es siempre el regreso, es el periplo de Ulises. Si recusamos ese modelo dialéctico es porque en él el exilio sólo es transitorio; lo cual quiere decir que su negatividad sólo consiste en suprimiese a sí misma (ésa es la negatividad hegeliana, en la medida al menos en que la vulgata comprende dicha supresión de sí como restauración, consecución, reapropiación total y final de un Espíritu del mundo. El exilio -transitorio-- no es tenido en cuenta ni tomado en serio por sí mismo. Y pienso, en efecto, que lo que más amenaza toda

a reflexión sobre el exilio es la tentación de dialectizar en este sentido. Por el contrario, sabemos ya que ante todo hay que plantear una negatividad no dialectizable del exilio. Una negatividad pura y simple, la dureza y la desgracia del exilio que no conduce a nada, no se reconvierte en nada. La deportación sin retorno. Creo que habría que vincular esta negatividad no reconstruible al modelo romano (del que Ovidio ha quedado como figura). En su primera forma romana, el exilio es un medio de escapar a la pena de muerte (lo que significa la imposibilidad de regreso); aunque, en la forma adoptada bajo la República tardía y bajo el Imperio, es la pena que consiste en colocar a un miembro de la comunidad romana fuera de esa comunidad (hay una forma menor, la relegación a un lugar del Imperio, que es revocable, y una forma mayor, la deportación fuera del Imperio, sin regreso posible). Deportatio-este término del Derecho romano ha dado la palabra que nos hace rememorar la Shoah -habría que decir, todas las Shoahs- en la medida en que la exterminación es mayor aún que el asesinato, ya que lleva a cabo un proceso de arrancamiento, destierro, expropiación absoluta. Y sabemos que no se trata en absoluto de dialectizar la deportación. Más allá del exilio de los hijos de Eva y la deportación desapropiadora, ¿qué podemos pensar? Quizá nos es dado pensar -don difícil, oscuro, como todo lo que es posible pensar- algo de un exilio que sea él mismo lo propio, sin dialectización en el sentido en que se ha mencionado. En efecto, la existencia como exilio, pero no como movimiento fuera de algo propio, a lo que se regresaría o bien, al contrario, a lo que sería imposible regresar: un exilio que sería la constitución misma de la existencia, y por lo tanto, recíprocamente, la existencia que sería la consistencia del exilio. Así pues es el ex, ese mismo ex del exilio y la existencia, lo que sería o lo que haría lo propio, la propiedad de lo propio. No una existencia exiliada (y, por lo tanto, tampoco un exilio existencias), sino una propiedad en tanto que ex. Es esta extraña propiedad —esta propiedad de extrañamiento, habría que decir- lo que constituye el fondo del primer pensamiento de Heidegger y, más allá, lo que inquieta y moviliza lo esencial del pensamiento contemporáneo. Se trata entonces de pensar el exilio, no como algo que sobreviene a lo propio, ni en relación con lo propio -como un alejamiento con vistas a un regreso o sobre el fondo de un regreso imposible-, sino como la dimensión misma de lo propio. De ahí que no se trate de estar "en exilio en el interior de sí mismo", sino ser sí mismo un exilio:

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el yo como exilio, como apertura y salida, salida que no sale del interior de un yo, sino yo que es la salida misma. Y si el "a sí" adopta la forma de un "retorno" en sí, se trata de una forma engañosa: porque "Yo" sólo tiene lugar "después" de la salida, después del ex, si es que puede decirse así. Sin embargo, no hay "después": el ex es contemporáneo de todo "yo" en tanto tal. Esta perspectiva no viene a ser una especie de elogio generalizado del errar, la desapropiación, que a veces se practica hoy de forma harto burda. Indica una tarea más difícil: pensar precisamente lo propio como ese exilio; pero pensar exactamente ese exilio como propio. Porque lo propio es necesario -no necesariamente una propiedad, ni una nación, ni una familia, etc. (quizá no dejen de ser formas alienadas de lo propio: alienaciones del exilio, por decirlo de algún modo)es necesario que la relación consigo mismo tenga lugar, que tenga su lugar, y ese lugar debe pensarse como exilio. Jean Améry, en su libro sobre los campos de concentración, consagra un capítulo a la cuestión. "¿En qué medida tenemos necesidad de una Heimat [patria]?". Esta cuestión, que jamás se había planteado antes de la deportación, es algo que la deportación obliga a plantear. No significa que sea necesaria una presunta propiedad "natural", originaria, identitaria; significa que existe lo propio y que la desapropiación es violencia. Si lo propio es exilio, su dimensión de propiedad podría denominarse quizá "asilo". El campo de concentración es lo contrario del asilo. El campo es el exilio como desapropiación. Sin embargo, el asilo es el exilio como propio: el asilo de la hospitalidad, por ejemplo, del que hablaba Cacciari. El asilo es el lugar de quien no puede ser atrapado (es el sentido del griego ásylos- aquel que no puede convertirse en presa, en botín). Pensar el exilio como asilo -y no como campo de deportación-, es justamente pensar el exilio como constituyendo por sí mismo la propiedad de lo propio: en su exilio, está al abrigo, no puede ser expropiado de su exilio. Ese lugar de asilo en el exilio es triple: lugar del cuerpo, lugar del lenguaje, lugar del "estar con". El cuerpo es por excelencia uno de los nombres del exilio tradicional: lugar de paso para un regreso al alma o el espíritu. No obstante, el

cuerpo también puede pensarse, no como cuerpo caído, ni como "cuerpo propio" (al modo de Merleau-Ponty), sino más bien como exterioridad en la cual la "interioridad" se ve, ante todo y de modo esencial, expuesta: planteada fuera, planteada como fuera. No soy mi cuerpo -si no, no nombraría "el cuerpo"- y tampoco paso por el cuerpo para ir a otra parte, sino que el cuerpo es el exilio y el asilo en el que algo así como un "yo" viene a quedar ex- puesto, es decir, a ser. También el lenguaje ha sido pensado como exilio del sentido, de un sentido puro, no expresado y no expresable. Aunque si el sentido tiene que ser pensado, no como consecución de un significado, sino como la posibilidad de que haya significados, y de que haya infinitos significados, si el sentido es lo inagotable del significado y, por lo tanto, simultáneamente lo inagotable del intercambio de los significados, entonces el sentido es él mismo ese "exilio" y ese "asilo" que es el lenguaje. El sentido es la lengua o las lenguas mismas, en tanto que transporte indefinido de significado, ese reimpulso y esa redemanda indefinidos de significado que constituyen la lengua finísima, y con ella Babel. Y así, como en la unión del cuerpo y el lenguaje, el "estar con" -el Mitsein o el Mitdasein de Heidegger-, designaría esa relación con los otros que no es ni la interioridad y la propiedad de algo "común" (comunidad, comunión), ni la exterioridad de la multitud o de la masa, y del osario, sino el "junto a", (con, apud hoc), la proximidad que es alejamiento porque está "en lo más cerca de" y, por consiguiente, en un aparte o un apartamiento, el mismo del tacto. "Estar con" o tocar los otros, no confundirse; tocar, pues, a través de una distancia. Ni todos "juntos", ni todos dispersados, sino los unos "con" los otros, encontrando a la vez en ese "con" el exilio y el asilo de su "ser en común". No cabe duda de que no puedo seguir denominando mucho tiempo a esto ni "exilio" ni "asilo". El exilio como asilo exige otro nombre para ser pensado. No sé cuál es ese nombre. Quizá no haya ningún nombre para eso, pero quizá sea lo que precede y lo que sigue a todo nombre, toda lengua, al igual que todo cuerpo, y todo "estar con". Lo mismo ocurre siempre con lo que debe pensarse: no es pensable, y por eso hay que pensarlo, es decir, darle a la vez asilo y exilio en nuestro pensamiento, como suele decirse.

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Política del exilio Giorgio Agabmen* 1. los modernos estamos acostumbrados a concebir las figuras que en nuestro Congreso se reúnen bajo el rótulo de “Formas de exilio” a traves de la categoria de los “derechos del hombre”. «Tesis sobre el derecho de asilo» reza el titulo de un articulo reciente en el que A. Heller trataba, a decir verdad no muy acertadamente, de afrontar el problema de los emigrados en relación con las reformas restrictivas del artículo 16 de la Constitución alemana. Por otra parte, ius exiii, era en el derecho romano, el término técnico que desiganaba el derecho de una civitas foederata de conceder la ciudadanía a un ciudadano romano, que, de esta manera, perdía la propia, «se exiliaba». A mi modo de ver, hoy día cualquier aproximación al problema de exilio debe empezar ante todo por cuestionar la asociación que se suele establecer entre la cuestión del exilio y la de los derechos del hombre. Hannah Arendt tituló el capítulo quinto de su libro sobre el imperialismo, dedicado al problema de los refugiados, “la decadencia de la Nación –Estado y el final de los Derechos del Hombre”. Esta singular formulación, que liga la suerte de los derechos del hombre a la de la Nación- Estado, parece aplicar la idea de una íntima y necesaria conexión entre ellos, conexión, que sin embargo, la autora deja pendiente de juicio. La paradoja de la que arranca H. Arendt consiste en que la figura que hubiera tenido que encarnar por excelencia al hombre de los derechos – la del refugiado- marca, en cambio la crisis radical de este concepto. «la concepción de los derechos humanos-escribe la autora-, basada en la existencia de un ser humano como tal, se quebró en el momento en quienes afirmaban creer en ella se enfrentaron por primera vez con personas que habían perdido todas las demás cualidades y relaciones específicasexcepto que seguían siendo humanas»1. En el sistema de la Nación-Estado los llamados derechos sagrados e inalienables del hombre aparecen desprovistos de toda tutela y realidad precisamente en el momento en que no es posible configurarlos como derechos de los ciudadanos de un Estado. Bien mirado, ello está implicito en la ambigüedad que entraña el titulo mismo de la

* 1

Tomado de Archipiélago: Cuadernos de la Critica de la os cultura, n 26-27, invierno 1996, Barcelona. H. Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Alianza, Madrid, 1982, t. ll: Imperialismo, versión de Guillermo Solana, pág. 378.

declaración de 1789: Declaration des droits de l’homme et du citoyen, donde no queda claro si los dos terminos nombran dos realidades autónomas o forman, en cambio, un sistema unitario en el que el primero ya está siempre contenido y oculto en el segundo, y, en este ultimo caso, qué clase de realción existe entre ellos. Desde esta perspectiva, la boutade de Bruke, que afirmaba que los derechos inaleables del hombre prefería con muchos sus «derechos de inglés»(Rights of an Englisman), cobra una profundidad insospechada. En la segunda postguerra, el énfasis instrumental en los derechos del hombre y en multiplicarse las declaraciones y convenciones en el ámbito de las organizaciones supranacionales acabaron por impedir una comprensión auténtica del significado histórico del fenómeno. Sin embargo, ha llegado el momento de dejar ver las declaraciones de los derechos como proclamaciones gratuitas de valores eternos metajurídicos, que tienden, (a decir verdad, sin mucho éxito) a vincular al legislador al respecto por unos principios éticos eternos, para considerarlas según la que es su función histórica real en la información de la moderna NaciónEstado. Las declaraciones de los derechos representan figura originaria de la adscripción de la vida natural al ordenamiento jurídico-político de la NaciónEstado. Aquella desnuda vida natural, que, en el antiguo régimen, era políticamente indiferente y pertenecía, en tanto que criatura, a Dios, y en el mundo clásico, era (al menos en apariencia) claramente distinta como Zoé la vida política (bios), entra ahora en primer plano en la estructura del Estado y hasta se convierte en el fundamento de su legitimidad y soberanía. Un simple examen del texto de la declaración del 89 muestra, en efecto, que es precisamente la desnuda vida natural, es decir el alero hecho del nacimiento, lo que aquí se presenta como fuente y portador del derecho. Les hommes, reza el artículo 1, naissent el demuerent libres et egaux en droits (desde este punto de vista la formulación más concluyente es la del proyecto elaborado por La Fayette en julio de 1789: Tout homme nait avec droits inaliénables et imprescriptibles). Pero, por otra parte, la vida natural, que, al ingurar la biopolítica de la modernidad, viene así a formar la base del ordenamiento, se disipa inmediatamente en la figura del ciudadano, en lo que los derechos «se conservan» (art. 2. le but de toute assosiation politique est la conservation des droits naturels et imprescriptibles de l’homme). Y precisamente porque ha puesto lo nativo en el corazón mismo de la comunidad política, llegados a este punto, la declaración puede atribuir la soberanía a la nación-

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(art. 3: Le principe de toute souveraineté reside essentieliement dans la nation). Así, con la nación, que etimológicamente deriva de nascere, se cierra el círculo abierto por el nacimiento del hombre. 2. Las declaraciones de los derechos deben verse entonces como el lugar en el que se lleva a cabo el paso de la soberanía real de origen divino a la soberanía nacional. Aquéllas aseguran la exceptio de la vida en el nuevo orden del Estado que deberá seguir a la caída del ancien régíme. Que el "subdito", a través de ellas, se transforma, como se ha observado, en "ciudadano" significa que el nacimiento, es decir, la desnuda vida natural en cuanto tal, se convierte aquí por primera vez (con una transformación cuyas consecuencias biopolíticas tan sólo hoy podemos empezara apreciar) en el portador inmediato de la soberanía. El principio de nacimiento y el de soberanía, separados en el antiguo régimen (donde el nacimiento daba lugar sólo al sujet, al subdito), se unen ahora irrevocablemente en el cuerpo del "sujeto soberano" para constituir el fundamento de la nueva Nación-Estado. No se puede comprender la evolución y la vocación "nacional" y biopolítica del Estado moderno en los siglos XIX y XX si se olvida que lo que lo fundamenta no es el hombre como sujeto político libre y consciente, sino, ante todo, su vida desnuda, el simple nacimiento, que, en el paso del subdito al ciudadano, queda investido en cuanto tal del principio de soberanía. La ficción aquí implícita es que el nacimiento se convierte inmediatamente en nación, de modo que entre los dos términos no pueda haber ninguna diferencia. Los derechos se atribuyen al hombre (o emanan de él) tan sólo en la medida en que éste es el fundamento del concepto de ciudadano, fundamento destinado a disiparse directamente en este último (es más: nunca tiene que salir a la luz como tal). Sólo comprendiendo esta función histórica esencial que desempeñan las declaraciones de los derechos pueden entenderse también su desarrollo y metamorfosis a lo largo de nuestro siglo. En el momento en que, tras alterarse el orden geopolítico de Europa debido a la Primera Guerra Mundial, la diferencia suprimida entre nacimiento y nación, en cuanto tal, sale a la luz y la Nación-Estado entra en una crisis duradera, aparecen el fascismo y el nazismo, es decir, dos movimientos biopolíticos en sentido propio, que hacen de la vida natural el lugar por excelencia de la decisión soberana. Estamos acostumbrados a

compendiar en el sintagma «tierra y sangre» (Blut und Boden) la esencia de la ideología nacionalsocialista. Cuando Rosenberg quiere expresar en una fórmula la visión del mundo de su partido, recurre justamente a esa endíadis. «La visión del mundo nacionalsocialista», escribe, «parte de la convicción de que tierra y sangre constituyen la esencia de lo Alemán, y que es, por lo tanto, a estos dos elementos originarios [Gebenheitj a los que una política cultural y estatal debe apuntar»2. Sin embargo, demasiado a menudo se ha olvidado que esta fórmula políticamente tan determinada tiene en realidad un origen jurídico inocuo, pues no es más que la expresión sintética de los dos criterios que, ya a partir del Derecho romano, sirven para identificar la ciudadanía (es decir, (a adscripción primaria de la vida al orden estatal): ius solí (el nacimiento en un determinado territorio) y ius sanguinis (el nacimiento de padres ciudadanos). Estos dos criterios jurídicos tradicionales, que en el antiguo régimen no tenían un significado político esencial porque expresaban sóío una relación de sumisión, adquieren, ya con la Revolución Francesa, una nueva y decisiva importancia. La ciudadanía ahora no se identifica simplemente con una genérica sumisión a la autoridad real o a un determinado sistema de leyes, ni encarna simplemente (como opina Charlier cuando el 23 de septiembre de 1792 pide a la Convención que el título de ciudadano sustituya en todos os actos públicos al tradicional monsieur o sieur) el nuevo principio igualitario. Más bien nombra el nuevo estatuto de la vida como origen y fundamento de la soberanía e índica casi literalmente, en palabras de Lanjuinais a la Convención, fes membres du souverain. De ahí la centralidad (y ambigüedad) de la noción de "ciudadanía" en el pensamiento moderno, que lleva a Rousseau a afirmar que «ningún [...] autor francés […] ha comprendido el verdadero sentido de la palabra Ciudadano»3; pero de ahí también el multiplicarse, ya a lo largo de la Revolución, de las disposiciones normativas tendentes a precisar qué hombre era ciudadano y qué hombre no, y a estructurar y reducir gradualmente el círculo del ius soli y del ius sanguinis. Lo que hasta entonces no había representado un problema político (las preguntas « ¿Qué es francés? ¿Qué es alemán?»), sino tan sólo un tema de los que se 2

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A, Rosenberg, Blut und Ehre. Ein kampf für deutches Wiedergeburt. Reden und Aufsätze 1919-33, Munich, 1936, pág. 1242. J.-J. Rousseau, Del Contrato social, trad. Mauro Armiño, Madrid, Alianza, 1980, nota n° 3 del libro I, cap. VI, pág, 290.

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debatían en las antropologías filosóficas, ahora empieza a convertirse en una cuestión política esencial, sujeta, como tal, a una constante labor de redefinición, hasta que, con el nacionalsocialismo, la respuesta a la pregunta "¿Quién y qué es alemán?" (y por ende también «¿Quién y qué no lo es?») coincide sin más con la tarea política suprema. Fascismo y nazismo son, sobre todo, una redefinición de las relaciones entre el hombre y el ciudadano y, por más que ello pueda parecer paradójico, sólo pueden entenderse completamente si se sitúan en el trasfondo biopolítico inaugurado por la soberanía nacional y las declaraciones de los derechos. 3. El que los refugiados (cuyo número nunca ha dejado de crecer durante nuestro siglo, hasta incluir hoy día a una parte no despreciable de la humanidad) representen, en el ordenamiento de la Nación-Estado moderna, un elemento tan inquietante, es debido sobre todo a que, al romperse la continuidad entre hombre y ciudadano, entre nacimiento y nacionalidad, ellos ponen en crisis la ficción originaria de la soberanía moderna. Al desvelar la diferencia entre nacimiento y nación, por un momento el refugiado hace que aparezca en la escena política aquella vida desnuda que constituye su premisa secreta. En este sentido, realmente es, como sugiere H. Arendt, «el hombre de los derechos», representa la primera y única aparición real del hombre sin la máscara del ciudadano que constantemente le encubre. Sin embargo, es justamente por ello por lo que su figura resulta tan difícil de definir políticamente. En efecto, a partir de la Primera Guerra Mundial el nexo nacimiento-nación ya no es capaz de desempeñar su función legitimadora dentro de la Nación-Estado y se va apreciando una separación irreversible entre los dos términos. Junto al desbordamiento por la escena europea de refugiados y apátridas (en un breve intervalo de tiempo se desplazan de su país de origen 1.500.000 bielorrusos, 700.000 armenios, 500.000 búlgaros, 1.000.000 de griegos y cientos de miles de alemanes, húngaros y rumanos), el fenómeno más significativo desde esta perspectiva es la contemporánea introducción, en el ordenamiento jurídico de muchos estados europeos, de normas que permiten la desnaturalización y desnacionalización masiva de sus propios ciudadanos. La primera en actuar fue, en 1915, Francia, respecto a los ciudadanos naturalizados de origen «enemigo»; en 1922 Bélgica siguió su ejemplo y revocó la naturalización de los ciudadanos que habían cometido «actos antinacionales» durante la guerra; en 1926 el régimen fascista italiano promulgó una ley

análoga contra los ciudadanos que se habían mostrado «indignos de la ciudadanía italiana»; en 1933 le tocó a Austria y así sucesivamente, hasta que las leyes de Nuremberg sobre la «ciudadanía del Reich» y la «protección de la sangre y el honor alemán» llevaron al extremo este proceso, dividiendo a los ciudadanos alemanes en ciudadanos de pleno derecho y en ciudadanos de segunda categoría e introduciendo el principio de que la ciudadanía era algo de lo que era necesario hacerse digno y que, por tanto, siempre podía ponerse en discusión. Y una de las pocas reglas que los nazis observaron constantemente a lo largo de la "solución final" consistía en que no se podía enviar a los judíos a los campos de exterminio sin antes haberles desnaturalizado completamente (incluso de la ciudadanía restante que les correspondía después de las leyes de Nuremberg). Estos dos fenómenos, por otra parte íntimamente relacionados, muestran que el nexo nacimiento-nación en el que la declaración del 89 fundó la nueva soberanía popular ya había perdido su automatismo y poder de autorregulación. De un lado, las Naciones-Estado realizan una nueva inversión masiva en la vida natural, porque distinguen en su seno entre una vida por así decirlo auténtica y una vida desnuda desprovista de todo valor político (el racismo y la eugenesia nazis se pueden comprender solamente si los situamos en este contexto); del otro lado, los derechos del hombre, que sólo tenían sentido como premisa de los derechos del ciudadano, se separan progresivamente de éstos y se utilizan fuera del contexto de la ciudadanía con el supuesto fin de representar y proteger una vida desnuda que cada vez más se ve expulsada hacia los márgenes de las Naciones-Estado para ser luego recodificada en una nueva identidad nacional. El carácter contradictorio de estos procesos es sin duda una de las causas que han determinado el fracaso de los esfuerzos de tantos comités y organismos mediante los cuales los estados, la Sociedad de las Naciones y, más tarde, la ONU han tratado de hacer frente al problema de los refugiados y la salvaguardia de los derechos humanos, desde el Bureau Nansen (1922) hasta el actual Alto Comisionado para los Refugiados (1951), cuya actividad según el estatuto no puede tener carácter político, sino «únicamente humanitario y social». De todas formas, lo esencial es que cada vez que los refugiados dejan de representar casos individuales para convertirse, como ya ocurre cada vez con más frecuencia, en un fenómeno masivo, tanto estas organizaciones como cada Estado, pese a las solemnes apelaciones a los derechos «sagrados e inaleables» del hombre, se han mostrado por

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completo incapaces no sólo de solucionar el problema, sino incluso simplemente de afrontarlo de manera adecuada. Es preciso separar netamente los conceptos de refugiado, exiliado, apatrida del de "derechos humanos" y tomar en serio las tesis de H. Arendt, quien ligaba la suerte de los derechos a la de la Nación-Estado, de modo que el ocaso de ésta supone el decaimiento de aquéllos. El refugiado y el exiliado deben considerarse por lo que son, es decir, ni más ni menos que un concepto límite que ppne en crisis radical las categorías fundamentales de la Nación-Estado, desde el nexo nacimientonación hasta el de hombre-ciudadano, y que por lo tanto permite despejar el camino hacia una definición de categorías ya improrrogable, que cuestiona la misma inscripción de la vida al ordenamiento jurídico. 4. Volvamos ahora a la figura del exilio de la que hemos arrancado. Si nos detenemos a considerar cómo se nos presenta esta distinción originariamente, en Roma y en Grecia, veremos que los historiadores del derecho discutían vehementemente si aquélla había de considerarse como el ejercicio de un derecho o como una institución penal. Parece, pues, que en su figura arquetípica el exilio no es irreducible a las dos grandes categorías en las que puede dividirse el ámbito jurídico desde el punto de vista de las situaciones subjetivas, esto es, los derechos y las penas. Así, Cicerón puede escribir: exiliio supplicium est, sedperfugium portusque suplicio. El exilio, a saber: ni derecho ni pena. ¿Significa esto que es una condición de hecho, desligada en todos los sentidos del derecho? La hipótesis que quiero exponer es la siguiente: si el exilio parece rebasar tanto el ámbito luminoso de los derechos como el repertorio sombrío de las penas y oscilar entre el uno y el otro, ello no se debe a una ambigüedad inherente a él, sino a que se sitúa en una esfera -por decirlo así- más originaria, que precede a esta dividida y en la que convive con el poder jurídico-político. Esta esfera es la de la soberanía, del poder soberano. ¿Cuál es, de hecho, el lugar propio de la soberanía? Si el soberano, en palabras de Cari Schmitt, es quien puede proclamar el estado de excepción y así suspender legalmente la validez de la ley, entonces el espacio propio de la soberanía es un espacio paradójico, al mismo tiempo, está dentro y fuera del ordenamiento jurídico. En efecto, ¿qué es una excepción? Es una forma de exclusión. Es un caso individual, que queda excluido de la norma general. Sin embargo,

lo que caracteriza a la excepción es que el objeto de exclusión no está simplemente desligado de la ley; al contrario, la ley se mantiene en relación con él bajo la forma de la suspensión. La norma se aplica a la excepción desaplicándose, retirándose de ella. La excepción es realmente, según una etimología posible del término (ex-capere), cogida desde fuera, incluida a través de su misma exclusión. Recogiendo una sugerencia de Jean-Luc Nancy, propongo llamar bando (destierros, del antiguo término germánico que designa tanto la exclusión de la comunidad como el mando y la insignia del soberano) a esta relación entre la norma y la excepción que decide el poder soberano. Quien en este sentido es messo al bando [desterrado] no sólo está excluido de la ley, sino que ésta se mantiene en relación con él abbandonandolo [abandonándole]. Por ello, al igual que del soberano, tampoco del bandito [desterrado] (en este sentido más amplio, que incluye al exiliado, al refugiado, al apatrida) puede saberse si está dentro o fuera del Ordenamiento. Si esto es verdad, el exilio no es, pues, una relación jurídico-política marginal, sino la figura que la vida humana adopta en el estado de excepción, es la figura de la vida en su inmediata y originaria relación con el poder soberano. Por eso no es ni derecho ni pena, no está ni dentro ni fuera del ordenamiento jurídico y constituye un umbral de indiferencia entre lo externo y lo interno, entre exclusión e inclusión. Esta zona de indiferencia, en la que el exiliado y el soberano comunican mediante la relación de bando, constituye la relación jurídico-política originaria, más original que la oposición entre amigo y enemigo que, según Schmitt, define la política. El sentimiento de extrañamiento de quien está en el bando del soberano es más extraño que toda enemistad y todo sentimiento de extrañamiento y, al mismo tiempo, más íntimo que toda interioridad y toda ciudadanía. 5. Al final de las Enéadas, Plotino, para caracterizar la forma de vida propia de los dioses y los hombres «divinos y felices» (es decir, de los filósofos), se sirve de la fórmula que ha quedado como ejemplar definición de la finalidad suprema de la mística neoplatónica: phygé mánouprbs mónon. En su versión latina, que tanto influjo había de ejercer en la cultura del Renacimiento, Ficino traduce: fuga-que solius adsolam. Bréhier la vierte con estas palabras: "s'affranchir des choses d'ici bas, s'y déplaire, fuir seul vers luiseul". No demasiado distintas son las traducciones italianas de Cuento y de Faggin.

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Aunque la expresión se haya vuelto ya proverbial, su sentido no se da en absoluto por supuesto. En 1933, Erik Peterson, un teólogo protestante que desde hacía poco tiempo se había convertido al catolicismo y estaba preparando una confutación de la Teología política de Schmitt, publicó en Philologus un estudio sobre el «Origen y significado de la fórmula Minosprós mónon en Plotino». Contra la interpretación de Cumont, que en la fórmula veía tan sólo la transposición de una cláusula cultual pagana (aucun doute que cette expression […] eí l'idée qu'elle exprime ne soient empruntés a la langue et a la doctrine du cuite), el teólogo neocatólico, con un gesto que delata una sensibilidad protestante, identifica su origen en el lenguaje común, en una «vieja expresión griega» perteneciente al vocabulario de la intimidad. «La fórmula monos mono (o similares) siempre ha sido corriente en griego para expresar una relación personal, privada, habitual e íntima. La contribución específica de Plotino consiste en haber introducido al mismo tiempo en esta expresión el significado conceptual de su metafísica y su física». La metáfora de la "huida de uno solo hacia uno solo" que, como Peterson señala, entraña tanto la idea del vínculo (Verbindenheit) corno la del aislamiento (Absonderung), vendría a desplazar una expresión del léxico privado a la esfera de la terminología místico-filosófica, y justamente en este desplazamiento estratégico consistiría la contribución más original de Plotino. Sin embargo, también en este contexto, el sentido de «solo hacia uno solo» sigue siendo cuando menos enigmático. Pero, esencialmente, toda la cuestión está mal planteada por el hecho de que la atención de Peterson y de otros estudiosos se ha centrado únicamente en la fórmula mónou, pros mónon, dando por descontado el significado del término phygé que le precede inmediatamente y del que la fórmula misma, al fin y al cabo, no es más que una determinación. De Ficino en adelante, la correcta, aunque genérica, traducción por el término «huida» ha venido constantemente ocultando el dato lingüístico esencial, es decir, que phygé es en griego (junto con atimía) el término técnico para indicar el exilio: phygén pheúgein significa «ir al exilio» y phyoládes no es tanto, genéricamente, el fugitivo como el exiliado. Cuando, a finales del siglo I, en un momento en que Grecia no era más que una provincia periférica del Imperio Romano, Plutarco escribe un tratado sobre el exilio, en el que todos los hombres en cierta forma están vistos como «extranjeros y exiliados» y la filosofía se define como remedio para esta condición, es el término phygé el que le viene a la mente.

Por otra parte, esta homonimia entre huida y exilio se corresponde en griego con el estatuto particular del exilio en el mundo clásico, que no es tanto una pena como un derecho (ius exilii es, en Roma, la expresión técnica para indicar el derecho de los ciudadanos de abandonar la ciudadanía) o un refugio ofrecido a quien había sido castigado, por ejemplo, con la pena capital y, exiliándose, podía sustraerse a ella. Unas pocas páginas antes, al describir el estado de lejanía de la «fuente de la vida», Plotino ya había empleado el término phygé, que, esta vez, Bréhier (seguido por los demás traductores) traduce sin duda por exil- en toútois xptosis kal phygé kai pterorrúesis, ici c'est la chute, /'exil, la perte des ailes. La «contribución más propia y original» de Plotino no consiste entonces simplemente en haber desplazado una expresión perteneciente a la esfera de la intimidad y de la vida privada a la místicofilosófica; mucho más singular y significativo es que caracterice la vida divina del filósofo sirviéndose de un término extraído del léxico jurídico-político, el mismo (phygé, el exilio) con el que poco antes había definido la condición de lejanía del bien. Con la única diferencia de que ahora el exilio ya no es el bando de un individuo de la comunidad, sino «de uno solo hacia uno solo», y la condición de negatividad y exclusión que expresa parece, en cambio, trocarse en una condición de felicidad (eudaimónon bíos) y de «levedad» (kouphisthésetai). Que la elección léxica de Plotino sea perfectamente consciente lo demuestra, además de esta inversión, la decisión con la que él une a un término que significa exclusión y exilio un sintagma que suele expresar intimidad (monos mónon, solos ad solam. En este caso la intuición de Peterson adquiere más trascendencia: todavía en Numenio, en un pasaje que se cita a menudo como posible fuente de la metáfora que Plotino emplea encontramos en cambio, en lugar de phygé, un verbo que indica «conversar» y el «estar juntos»; homilésaí mono mónon). La vida divina es una paradójica separación en la intimidad. ¿Cuál es el sentido de esta inversión? ¿Por qué el filósofo recurre aquí precisamente a un término jurídico-político, y qué tiene que ver el exilio de la ciudad con la vida divina y la theoría? Al presentar la condición «divina» del filósofo mediante la imagen del exilio, Plotino, en el fondo, no hace más que reanudar y desarrollar una antigua tradición. Ya Platón, en el Fedón, había recurrido significativamente a unas metáforas políticas para describir la separación del alma del cuerpo. Sócrates define su condena a muerte como una apodemía, una «emigración» (literalmente, un «abandono del dëimos», por tanto,

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en cierto modo, un exilio): «esta emigración que me han mandado se lleva a cabo con una buena esperanza [...] Purificación, tal como se dice en una antigua sentencia, es separar (khorízein) al máximo (o virtualmente) el alma del cuerpo y que aquélla se acostumbre a recogerse y concentrarse a solas sobre sí misma (monén kath'autén) liberándose del cuerpo y a vivir en lo posible -tanto en el presente como en el futuro- sola en sí». Además del término apodemía, aparecen aquí dos verbos sacados del vocabulario político: synageíresthai, que significa "reunirse en una asamblea pública" (cf. Agora) y atroízesthai, que tiene más o menos el mismo significado, y ambos, con una intención paradójica (simétricamente inversa) pero sin duda igual de consciente que la de Plotino, se encuentran junto a una expresión que índica soledad: monèo kath'autén. Poco después (80c), en un contexto parecido, Platón utiliza el verbo pheúgo; "al huirse exiliado de él [del cuerpo]" y de nuevo un término que se refiere a la formación de los soldados (synathroízo), en unión, una vez más, con un sintagma que expresa soledad: auté eis autén, recogerse a sí misma consigo misma, ensimismarse. También en el célebre pasaje del Teeteto (176 a-b) que se suele alegar como posible fuente directa de la metáfora de Plotino («Es necesario, por lo tanto, pheúgein allá lo antes que se pueda. Phygé de homoíosis theó kata tó dynatón»), pheúgein y phygé deberán entenderse en sentido técnico, en oposición con ia traducción corriente, es decir, como «ir al exilio» y «exilio». Por tanto, la famosa definición ascética de la huida del mundo como asimilación a Dios habrá de traducirse devolviendo toda su fuerza a la metáfora política: «La asimilación a Dios es virtualmente un exilio» (katá tó dynatóu aquí significa, según el sentido más propio del término dynatós: virtualmente, según la potencia). (La afirmación es aún más significativa puesto que, con estas palabras, Platón rompe con la enseñanza socrática del Critón de que la posibilidad de phygé que se ofrece al condenado no puede sino ser rechazada, ya que no se concibe la vida fuera de la polis.) Sin embargo, el antecedente más directo de la metáfora de la ida filosófica como exilio se halla en el pasaje de la Política en el que Aristóteles define como «extranjero» el bíos del filósofo al plantear «qué bíos

es preferible, la vida de participación la política (sympoiiteúesthai) y en la comunidad civil de la ciudad o bien la extranjera y desligada de la comunidad política (o xenicós kai tos politikés koinonías apoíelumenos)» (1324a 15-16). Aquí la vida filosófica está comparada con la del extranjero, que en la polis griega no podía hacer política ni participar de manera alguna en la vida de la ciudad (al igual que el exiliado, carecía de derechos políticos, que diríamos hoy). Que la condición del ápolis, de quien está desligado de toda comunidad política, les resultase a los griegos especialmente inquietante (y, precisamente por ello, a la vez subhumana y sobrehumana), lo demuestra, entre otras cosas, el famoso pasaje del coro de Antígona, en el que Sófocles caracteriza la esencia del deimós, de lo amenazador que pertenece al hombre, mediante el oxímoron hypsípoiis ápolis (literalmente, «superpolítico-apátrida»). Recordando este deinós, Aristóteles, al inicio de la Política, afirma por su parte que «quien es apatrida por naturaleza y no por azar o es inferior a lo humano o superior a ello» y con una imagen pragmática compara al que no tiene ciudad con «una pieza aislada [ázyxl en el juego de ajedrez» (1253a 4-8). En la tradición de la filosofía griega, el apatrida y el exiliado no eran, pues, figuras neutrales, de modo que tan sób al dewhwte a este ctnríexto paiftitu originaria 13 expresión de Plotino cobra enteramente su sentido. En efecto, ¿cómo entender un bíos filosófico que tiene una aspiración de felicidad y plenitud -es decir, para un griego, una aspiración genuinamente política- en su misma condición radical de apatrida? ¿Por qué una opción que demasiado a menudo se ha interpretado en sentido exclusivamente místico necesita reivindicar para sí misma el estatuto amenazador del exiliado y del ápolis. El sentido de la fórmula consistiría, pues, en reivindicar la politicidad del exilio y no tanto en definir la vida filosófica como "exilio de la política". Al definir la condición humana como phygé, la filosofía no está afirmando su propia apoliticidad, sino, al contrario, reivindica paradójicamente el exilio como la condición política más auténtica. Con una inversión atrevida, la verdadera esencia política del hombre ya no consiste en la simple adscripción a una comunidad determinada, sino que coincide más bien con aquel elemento inquietante que Sófocles había definido como «superpolítico-apátrida».

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Lecturas En cuerpo y alma: Visiones del progreso y de la felicidad. Zandra Pedraza Gómez Bogotá, Universidad de Los Andes, Departamento de Antropología, 1999. Adriana Gaviria* La interpretación de los discursos corporales desde la antropología histórica y la reconstrucción de un siglo de modernidad en Colombia a partir de los ideales del cuerpo, son los temas centrales de la obra de Pedraza, que representa un aporte sin antecedentes al estudio de la modernidad en Latinoamérica. La modernidad vista por Pedraza a través de los cambios en la construcción del cuerpo como hecho subjetivo y simbólico mediante el cual el individuo moderno se entiende y se piensa a sí mismo, y que se reflejan en las transformaciones de los discursos sobre la apropiación del cuerpo, es un tema relevante para la comprensión de la modernidad en Colombia. Sin embargo la aproximación que desde las ciencias sociales se ha hecho sobre esta materia es bastante limitada. Los enfoques que se han empleado, nunca habían permitido acercarse al cuerpo como recipiente alegórico central en la evolución de una "cultura de la experiencia moderna". Así mismo, los estudios sobre el cuerpo realizados en la época postindustrial, coinciden en la caracterización de éste como un ente material, sobre el cual se ejerce poder y saber. El trabajo

* Estuiante de noveno semestre de Antropología y Economía en la Universidad de los Andes

de Pedraza sigue la línea desarrollada por la sociología del cuerpo, en cuanto lo concibe como un cuerpo sensitivo y central en el ámbito cultural. El trabajo contenido en este libro fue presentado por Pedraza como tesis de doctorado en Antropología Histórica de la Universidad Libre de Berlín, gracias a la beca obtenida del Deutscher Akademischer Austauschdienst. La obra de Pedraza, que se fundamenta en una descripción densa más que en un trabajo de campo clásico, se encuentra dividida en cuatro capítulos. En ellos, hace un seguimiento cronológico al consumo de los discursos corporales difundidos en las publicaciones de la revista Cromos y las cartillas para la educación escolar y popular, entre otros escritos de amplia difusión entre el público. Vale la pena resaltar la extensa cantidad de citas y referencias de las que se vale la autora a lo largo del libro, característica que aunque dificulta la lectura, enriquece el contenido de su obra. Al final, ofrece una amplia bibliografía que incluye fuentes y literatura secundaria. En el primer capítulo, "De la Cultura Señorial a la Urbanidad", se describe el paso desde la cortesanía señorial como ámbito discursivo de la sociabilidad, hacia la urbanidad, la cual incorporó la corporalidad al código ético de la burguesía. Hasta finales del siglo XIX, en Bogotá, la Atenas Suramericana, la esencia del trato social se fundamentaba en los deberes morales del hombre y en los principios cristianos. El código cortés era el mecanismo de interacción social. Más tarde, adquieren importancia la apariencia y la conducta corporal dando inicio al adiestramiento somático y la

gramática del cuerpo. El aseo, la salud y la higiene, determinan la percepción social del cuerpo. Este se delimita entonces, como portador de significados urbanos que persigue la cortesanía con objetivos civilizadores. De esta forma, la argumentación moral le cede paso al discurso cívico comunitario. El segundo capítulo del libro, "Si Salud y Dicha Quieres", se remite al tema del discurso higiénico como requisito para la adquisición de un carácter verdaderamente moderno del cuerpo. La higiene, como práctica de la medicina fundamentada en el aseo y relacionada con la buena alimentación y el ejercicio como pilares del proyecto de salud, tenía más pretensiones sobre la vida de los individuos que la urbanidad. Las intenciones higiénico civilizadoras, difundidas a través de la enseñanza, promulgaban el ideal de salud como un bien indispensable para el desarrollo y la civilización. Durante la tercera y cuarta década del siglo XX, el discurso médico reemplaza al urbano y lleva al discurso sanitario a consolidarse como un asunto definitivo para el progreso nacional. Las consideraciones morales pasaron del plano religioso al cívico, donde la definición de salud incluía no solamente el bienestar físico y mental sino también el social. Se desarrolla una cultura física y de belleza incipiente, que da paso a la elaboración sensorial y a la aparición de una semiótica del cuerpo. El tercer capítulo titulado "Labrar el Cuerpo y Cosechar al Hombre", describe una etapa en la cual el cuerpo se convierte en el objetivo central de los proyectos educativos. La cultura física se instala

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como definitiva para modernizar el cuerpo: la educación fisica y los deportes representan un aporte a la conformación de un pueblo físicamente apto para desempeñarse de forma conveniente en la sociedad moderna. La formación del intelecto a través de la educación de los sentidos externos e internos, sitúa la educación física como un aporte a la civilización, la moral, la salud y el trabajo. La década de los años veinte aseguró un lugar al cultivo del cuerpo, el cual comienza a acumular un enorme capital simbólico. Bajo la premisa de un aumento en la eficiencia y en la productividad laboral, se consolida el proyecto nacional de la ilustración: "Desarrollo integral de la persona guiado por la razón". Finalmente, se muestra cómo la atención pedagógica que había reemplazado al cuidado higiénico, da paso a la estética. Cada vez más, ésta se ocupa de las virtudes de la cultura física y se pasa de los motivos productivos al modelamiento del cuerpo bello. En el último capítulo titulado "Hiperestesias", Pedraza describe la transformación de los discursos sobre el cuerpo, en su etapa más reciente, hacia la liberación somática a través de "hiperestesias"; calificativo que otorga a las representaciones ordenadas a partir de sensaciones fisiológicas, cargadas en exceso de sensorialidad y con una

"intensidad exacerbada de las sensaciones". Este concepto constituye sin duda, el aporte más representativo de la obra de Pedraza. El discurso estésico incorpora la influencia del cuerpo en el espíritu y establece una nueva concepción contemporánea del bienestar en la cual las sensaciones fisiológicas en calidad de estímulos corporales alimentan las emociones y por medio del ordenamiento producen vínculos entre las elaboraciones intelectuales y emocionales. Los discursos de la higiene, la pedagogía, la cultura física, el comportamiento y la belleza; son constantemente actualizados para ordenar la experiencia sensible. En este punto, la educación de los sentidos por medio de los discursos pedagógicos, dio paso al despertar cognitivo: de la sensorialidad surge la razón y la realización del verdadero ser. Ocurre un desplazamiento de la esencia de la belleza hacia el plano corporal: "La definición de belleza se empapó de sensorialidad", ésta deja de provenir del alma y pasa a representar un capital simbólico que puede adquirirse o perderse, esencial para la distinción. La ola de interés por la influencia del cuerpo en el espíritu suscitada en los años sesenta, se complementó en los años ochenta con las prácticas caligénicas que promovían la

comunión con la naturaleza y la sensibilidad ecológica. Por otro lado, los deseos, pasiones y demás ánimos perturbadores que en el siglo XIX eran encarados mediante enjuiciamientos morales, despiertan en el siglo XX con el goce de los sentidos. El cuerpo se consolida como la certeza primordial del sujeto moderno, como lo que alguna vez fue el alma y la razón. Con la interpretación del discurso actual del cuerpo, en el cual éste último reemplaza la trascendencia del alma y se alcanza el progreso y la felicidad por medio de su perfeccionamiento ilimitado, Pedraza finaliza el recorrido a lo largo de un siglo de historia corporal. Finalmente, la obra de Pedraza se consolida como un ejercicio enriquecedor en el estudio de las transformaciones de la modernidad en el individuo. Por otro lado, su trabajo avanza en la exploración de nuevas líneas de interpretación de los fenómenos sociales, a partir de enfoques más próximos a los cambios en la mentalidad, tales como la concepción del cuerpo. De esta forma, se constituye un conducto apto y valioso para la comprensión propia del individuo y el sentido de su vida en el contexto actual.

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Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional. Jaques Derrida Madrid, Editorial Trotta, 1998. Juan Felipe Moreno* El pensamiento de Jaques Derrida se ocupa de cuestionar y desplazar todas las oposiciones clásicas. Espectros de Marx puede leerse como un texto que, siguiendo este principio operativo, no se limita a reflexionar en tono a las ideas de Marx, sino que elabora una contextualización de dicho pensamiento dentro del ámbito político occidental actual, en el cual predomina un discurso de tipo neoliberal. Se puede afirmar, en principio, que Espectros de Marx se articula a partir de dos ejes argumentales: A) El carácter de lo espectral. Derrida intenta elaborar lo que él ha denominado una fantología. Esta ontología de lo fantasmal implícita en este neologismo (en francés hauntologie) abarca tres aspectos: 1) La manera en que trabajan los fantasmas es el asedio. (En francés es el verbo hanter). Los fantasmas habitan asediando: estando en un lugar sin ocuparlo. En este sentido, podría distinguirse un imperativo ético derridiano: aprender a vivir con los fantasmas, así éstos nunca estén presentes como tal, así éstos no existan, así no sean.

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Estudiante de ciencia Universidad de los Andes.

política,

2) El texto también hace referencia a toda la historia de las ideas filosóficas. Según Derrida, esta ontología logocéntrica siempre habría estado asediada por espíritus. Siempre habría estado presente la noción de 'espíritu'. (La Fenomenología del Espíritu de Hegel, retomada por Fukuyama a través de la lectura de Kojève, sería uno de los momentos más relevantes dentro de este recorrido). 3) Este pensamiento del acontecimiento espectral trae consigo la necesidad de prestar atención al modo típico del asedio en la actualidad, a la dimensión que adquiere lo fantasmal en el contexto presente: la imagen "tele- tecno - mediática". En esta dirección, los Espectros de Marx abren un espacio de reflexión en torno a la gran revolución en el campo de las comunicaciones durante esta última mitad de siglo. De lo que se trata, entonces, es de pensar el espacio de lo virtual, de aprender a vivir con ello. Es preciso afirmar que esta lógica de lo espectral excede, necesariamente, la lógica binaria: aquella que, desde el pensamiento platónico, opone realidad e idea. Esto nos permite entrar a poner en cuestión todo el juego binomial que de ahí se deriva: presencia/ausencia efectividad/inefectividad vida/muerte, etc. El fantasma estaría siempre en medio, jugando entre uno y otro: entre la vida y la muerte, entre la efectividad y la inefectividad, entre lo presente y lo ausente, entre lo actual y lo in -actual. Derrida pone de manifiesto que el efecto de la espectralidad desbarata todo este juego de oposiciones y nos permite pensar en otros términos: pensar lo que no es, pensar en lo que existe pero a su manera. El espectro siempre será un 'otro' (cualquiera, usted o yo) por

venir. En este mismo orden de ideas, Derrida afirma que la llegada de lo otro implica la necesidad de escucharlo, dejar hablar al espectro, "entregarnos a su voz". En este sentido, el pensamiento derridiano supone la necesidad de una concepción de lo político alejada de todo dualismo. B) En líneas generales, se puede afirmar que ese 'otro' a lo que más fuertemente se hace alusión, es al pensamiento de tipo marxista. Esta sería la segunda columna vertebral del texto. Derrida ilustra, mediante ejemplos significativos, que en la actualidad, el discurso de tipo dominante intenta 'conjurar' al marxismo. En este punto es pertinente aclarar que dentro del pensamiento de tipo derridiano existe una operación que se denomina la diseminación. Ésta consiste, ante todo, en jugar con la pluralidad de sentidos de una misma palabra. El resultado final de esta operación es la explosión del sentido en todas las direcciones. En este orden de ideas, resulta pertinente la pregunta: ¿Qué es conjurar al marxismo? O mejor: ¿Cuáles son las implicaciones de una operación como la conjuración? Según Derrida, la palabra francesa conjuration 'capitaliza' dos órdenes de valor semántico: 1º. El francés conjuration significa, en un sentido, conjuración: a) La conspiración de "quienes se comprometen solemnemente, a veces secretamente, jurando a la vez, mediante un juramento,(...) a luchar contra un poder superior" (pág. 54). b) La "encantación mágica destinada a evocar, a hacer venir por la voz, a convocar un encanto o un espiritu. (…) El

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conjuro es la llamada que hace venir por la voz y hace venir, pues, por definición, lo que no está ahí en el momento presente de la llamada". (pág. 54). 2° Conjuration significa también conjuro: "el exorcismo mágico que, por el contrario, tiende a expulsar al espíritu maléfico que habría sido llamado o convocado". (pág. 61). En líneas generales se puede afirmar que Derrida se muestra partidario de un tipo de Marxismo que contrarreste los efectos de todo el tipo de dogmatismo pro - capitalista neoliberal imperante. Derrida invocará (conjurará), entonces, a uno de los espíritus de Marx: el espíritu de la justicia. Si dicha hegemonía intenta montar su dogmática orquestación en condiciones sospechosas y paradójicas es, en primer lugar, porque esta conjuración triunfante se esfuerza verdaderamente en denegar, y para ello, en ocultarse el que, jamás, pero jamás de los jamases en la historia, el horizonte de eso cuya supervivencia se celebra (a saber, todos los viejos modelos del mundo capitalista y liberal) ha sido más sombrío, amenazador y amenazado (pág. 65). En el segundo capitulo de Espectros de Marx, Derrida examina el texto de Francis Fukuyama El Fin de la Historia y el Último Hombre, como ejemplo significativo de una dogmática hegemónica que declara la muerte del (que intenta conjurar al) marxismo. A pesar de toda su apariencia ingenua, a Derrida le intriga el éxito que ha tenido el libro en cuanto a ventas y difusión. Derrida se aproxima a la discursividad de Fukuyama

mediante la desconstrucción. En este contexto, la desconstrucción debe entenderse como un proceso de seguimiento textual; de lectura minuciosa de cada uno de los momentos articulativos del texto en cuestión. De lo que se trata ahí - es de elaborar un examen de sus tesis centrales a partir del manejo que se le da al lenguaje; el cual se caracterizaría por la recurrencia a un cierto tono mesiánico o evangélico que anuncia una realidad que es presentada como inexorable. El fin de la historia sería, entonces, el advenimiento de "toda la humanidad" hacia el orden democrático liberal. Se anuncia, de esta forma, el triunfo del orden liberal. Todos los sucesos que permitirían dudar de esa victoria (masacres, guerras, genocidios, terror, opresión, exterminación) pertenecen a la empiricidad, que contrasta con un telos o realidad ideal. Todo apunta entonces a la venida de una buena nueva: (...) en esta fecha, y ésta es la 'buena nueva', una nueva fechada, ' 'la' democracia liberal resulta la única aspiración política coherente que vincula diferentes regiones y culturas sobre toda la tierra'. Esta 'evolución hacia la libertad política en el mundo entero' habría estado, según Fukuyama, 'siempre acompañada', la frase es suya (...), por 'una revolución liberal en el pensamiento económico' (pág. 71). La hipótesis, en este momento planteada por Derrida, es que Fukuyama decide privilegiar el modelo liberal hegeliano de Estado: un modelo estatal teológico. La venida del Estado liberal tendría, entonces, connotaciones religiosas: sería un acontecimiento cristiano. "Este fin de la historia es, esencialmente, una escatología

cristiana (...): una Santa Alianza" (pág. 75), afirma Derrida, aludiendo, también, al contexto de producción de algunos de los textos de Marx. Toda contradicción desaparecería desde el momento en que un Estado pudiera conjugar lo que Fukuyama llama los 'dos pilares' , el de la racionalidad económica y el del thymos o del deseo de reconocimiento. Tal sería el caso y la cosa habría advenido, según Kojève, al menos tal y como es interpretado - y aprobado por Fukuyama. Éste hace acreedor a Kojève de una 'constatación justa' (...) al afirmar que 'la América de la postguerra o los miembros de la comunidad Europea constituían la realización perfecta del Estado universal y homogéneo, el Estado del reconocimiento original' (pág. 76). Según Derrida, Fukuyama define su tesis de acuerdo a las conveniencias: unas veces la democracia es un ideal y otras veces una 'realidad efectiva'. "El acontecimiento es, unas veces, la realización, otras el anuncio de la realización". (pág. 77). Lo que subyace a esta dualidad, según Derrida, es un juego de dos manos: (...) por un parte (con una mano), acredita una lógica del acontecimiento empírico que necesita cuando se trata de constatar la derrota, por fin, final de los Estados llamados marxistas y de todo lo que bloquea el acceso a la Tierra prometida, de los liberalismos económico y político, pero, por otra parte (con la otra mano), en nombre del ideal transhistórico y natural, desacredita esa misma lógica del acontecimiento llamado empírico (pág. 83).

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A partir de esta caracterización del síntoma, de toda la sintomatología del hegemón en general, Derrida va a postular su diagnóstico y va a dejar implícito su pronóstico. En primer lugar habría que diagnosticar que Fukuyama (así como cualquier otro referente discursivo al interior de la dogmática dominante) no elabora un pensamiento del acontecimiento. Su pragmatismo discursivo impide pensar lo que habría entre una efectividad de lo que realmente sucede y una in efectividad de lo ideal. Fukuyama fluctúa entre dos discursos irreductibles entre sí. Ni los Estados Norteamericanos y Europeos han alcanzado esa idealidad y perfección, ni tampoco es posible pasar por alto todas las 'violencias ' que suceden a diario en todo el mundo. Lo que acontece, entonces, no es pensado. Lo que acontece, queda enmarcado dentro de una lógica binaria reduccionista e insuficiente.

Esta acontecibilidad es la que hay que pensar, aunque es la que mejor (se) resiste a lo que se llama el concepto, cuando no el pensamiento. Y no se le pensará mientras confiemos en la simple oposición (ideal, mecánica o dialéctica) de la presencia real del presente real o del presente vivo y de su simulacro fantasmático, en la oposición de lo efectivo (wirklich) y lo no efectivo, es decir, también mientras confiemos en una temporalidad general o en una temporalidad histórica formada por el encadenamiento sucesivo de presentes idénticos a sí mismos y de sí mismos contemporáneos (pág. 84). Entonces se trataría de pensar un nuevo tipo de temporalidad y, por ende, un nuevo tipo de historicidad: pensar (en) la temporalidad de lo espectral. El espectro será siempre un (re)aparecido: recuerdo presente de un pasado pero siempre por venir en el futuro: el espectro como una

promesa. Esa es la propuesta de Derrida: pensar una nueva historicidad, ya no a partir de proyectos teleológicos o mesiánicos, sino a partir de la apertura de un espacio que permita "el acceso a un pensamiento afirmativo de la promesa mesiánica y emancipatoria como promesa". (pág. 89). Todo lo espectral estaría siempre por venir. Pues, lejos de que haya que renunciar al deseo emancipatorio, hay que empeñarse en él más que nunca, al parecer. Como aquello que, por lo demás, es lo indestructible mismo del 'es preciso'. Ésa es la condición de una repolitización, tal vez de otro concepto de lo político (pág. 89). El pensamiento derridiano se inscribe siempre dentro de esta lógica de lo espectral: va más allá de la oposición binaria que supone un orden ontológico. Siempre habrá la promesa de un 'otro' por reaparecer (porvenir), la posibilidad, por ende, de la alteridad y la heterogeneidad.

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Miscegeneración y cultura en la Colombia colonial 1750-1810 Virginia Gutierrez de Pineda y Roberto Pineda Giraldo Bogotá, Colciencias-Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes, 1999 Ligia Echeverri* El motivo de una investigación sistemática de los autores fue la búsqueda de posibles correlaciones entre la mezcla biológica (conocída como mestizaje), y las respuestas y los procesos de adaptación o marginamiento de los diferentes grupos étnicos y culturales que entraron en contacto. ¿Cómo vivir y supervivir en un mismo espacio geográfico siendo tan diverso el origen étnico y las maneras de ver el mundo y de interrelacionarse con los pobladores en la Colombia Colonial? La división integral del proceso, es lo que caracteriza el concepto de miscegeneración (nuevo en el argot científico corriente). Lograr su comprención implicó un arduo trabajo documental que arranca con el sigloXVI. Tal cantidad de información dispersa, sumada a unos recursos económicos y de tiempo limitados, obligaron a los autores a determinar el lapso analizado al periodo comprendido entre 1750 y 1810. por eso advieten que con ese trabajo siembran la semilla para que los futuros investigadores

*

Socióloga especializada en Antropología Social, Consejera del Programa de Ciencias Sociales y Humanas de Colciencias, miembro del consejo Superior del Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

complementen los resultados sobre el cambio sociocultural ocurrido en el proceso histórico, frente a los diversos estímulos para la acomodación o el rechazo. El trabajo presenta pocas ilustraciones etnográficas porque, como explica, los datos primarios que sustentan el análisis son de tipo documental oficial. Dos volúmenes integran este mágnifico estudio que abarca 7 subtemas, organizados en 10 capítulos, más anexos. Para empezar, Virginia y Roberto describen y analizan las formas de poblamiento de la Nueva Granada en la segunda mitad del siglo XVIII. Con base en los complejos culturales establecidos por Virginia de Pineda en 1963, conforman un mapa de regiones culturales de Colombia de la época, teniendo en cuenta la interacción de los factores ecológicos institucionales, contextualizados en el marco de la política colonial. Las cifras que ilustran el poblamiento territorial del periodo analizado señalan una dinámica del proceso de mestizaje tal, que hace casi posible una clasificación étnica por castas y subcastas. Ello ilustra las grandes diferencias con otros procesos de colonización en el continente americano y plantea la raíz histórica cultural de nuestros procesos actuales, que en nada se parece en lo ocurrido en países vecinos. Otro tema que abordan los investigadores hace relación con el proceso de miscegenación de los indios en el siglo XVII y finales del siglo XVIII, tomando los datos de los registros de las visitas de los Oidores de la Real Audiencia de los pueblos indios. Las múltiples mezclas con blancos y castas mestizas a

través de uniones conyugales y extraconyugales van mostrando la decespración de las étnias nativas. La ilustración detallada con la minuciosidad, incluye la provincia de Santa Fé, las jurisdicciones de Tunja, los Santanderes, el proceso en Antioquia la Grande y la provincia de Cartagena. Luego, tomando como epicentro los pueblos indios por ser los más estables, Roberto y Virginia desmenuzan el sistema de comunicación que caracterizaba la relación entre vecinos, unas veces parentesco, otras impuestas por el cura o por el corregidor. Las relaciones cotidianas en lo afectivo o en lo económico, así como el manejo de las autoridades locales indias o de las institucionales, van dibujando un mapa interétnico. Sobresale en el la situación del indio que en este periodo colonial es resguardado o protegido pero simultáneamente vejado por funcionarios de la Corona, el vaivén de las leyes de indias. Pero especialmente por la presión sobre la tierra que ejercían los terratenientes y las autoridades locales. El choque de las políticas peninsulares con la realidad del proceso colonizador que pretendía poder (igual a posesión de tierras) es motivo de una sistemática desaparición de étnias indias y del avance continuo de la presencia del mestizo. Mestizos, mulatos y zambos, aunque mantenían el status inferior al del blanco, estaban por encima del negro, quien, en su condición de esclavo, crecía en una posición social definible. El mestizo, durante el periodo colonial, es objeto, de un cuidadoso análisis de autores. De acuerdo con sus indagaciones y documentos, aquellos fueron actores decisivos de la historia colonial

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Colombiana. Al final del periodo estudiado, el escenario era otro. En el interior, estaba un indio desnaturalizado, perezoso, dedicado al alcohol y a robos cotidianos carente de una fuerza étnica consolidada y unificada y disperso geográfica y socialmente. Menores de edad desde el punto de vista legal, pero necesarios y útiles para el trabajo productivo y para la expanción economíca, en lo que antaño fueron sus dominios. Ahora, se encuentra un mezclado que dinamiza los procesos de campesinización, que se involucra activamente en la conformación de un nuevo modelo económico, erigiendo parroquias e irrumpiendo en las órbitas del poder blanco. La narración, basada en una prolífica documentación primaria, lleva al lector a entender los mecanismos complejos de ascenso social y de poblamiento. Pero también le señala la raíz de los conflictos sociales actuales. El afán del ascenso social y económico hace que el blanco peninsular pisotee al blanco criollo y que este lo haga con el mezclado y así sucesivamente. El segundo volúmen de esta obra está dedicado exclusivamente a la población negra y negroide. Los autores quisieron aportar información sobre estas étnias que constituyeron la fuerza de trabajo supletorio, ante la extinción de los grupos indios en este periodo histórico. Los negros y sus castas derivadas, llegaron a superar numéricamente a los nativos y, con los mulatos, se convirtieron en el impulso fundamental de la economía y de la transformación estructural de la época. Virginia y Roberto describen el emplazamiento de los negros en la sociedad, las modalidades de la participación cultural, sus estructuras familiares y sus formas de relación, sin olvidar

sus manifestaciones libertarias. Si bien el negro llegó en cargamentos y con la condición de esclavo, paulatinamente fue ocupando los vacíos culturales que dejaban el indio y el mestizo. Con diversos mecanismos de acomodación, el negro primero, el mulato después, se mezclaron biológicamente. Y en forma sistemática fueron ocupando los espacios laborales, primero, y sociales, económicos y políticos, después. Desde su llegada a América, los negros traían concepciones culturales sólidas que reñían diametralmente con su condición de esclavos. Ésta, sustentada en la ley y auspiciada por una religión patriarcal, parecía suficiente razón para mantener a esta población alejada del poder real. Sin embargo, la carencia de unidad étnica y cultural de sus “dueños” abrió brechas para que, mediante un interjuego complejo entre biología y valores culturales, se fuera conformando un mapa con fronteras difusas que se manifestaba en diversos patrones de prestigio, nutrición, ideas y creencias sobre salud y enfermedad, vida y muerte, mitos, ritos, juego y recreación. Tal vez el impulso sexual, primero, pero sobre todo el poder condujeron a una miscegeneación que borraba frontera étnicas y sociales. El mulato acercaba etnias y culturas opuestas y se consolidaba como el actor trascendente de los cambios estructurales de este periodo. Varias narraciones y casos ilustran la capacidad del negro de lucha del negro, quien, como lo confirman los investigadores, no había nacido para ser esclavo. Sus levantmientos, fugas, intentos de suicidio o el aborto muestran una faceta libertaria poco conocida en nuestro país, ocultada por la ley vigente y minimizada por la religión predominante. La ley y religión hicieron más difícil este proceso de rebeldía que los

negros asumieron, demostrando sus capacidades en el trabajo, su independencia cultural y su carisma biológico. Por todo ello los autores llegan a concluir que es la familia, entendida en su amplia concepción, la que permitió que se rompiera la estructura jerárquica colonial. Ni el modelo familiar ibérico, ni las modalidades indias o negras de familia pudieron lograr el predominio, ni mantenerse incólumes. El proceso de miscegeneación descrito y documentado esta enrriquecido con el conocimiento sobre la actualidad familiar que poseen los autores. Ellos muestran como ningún tipo familiar que existían al comienzo del periodo histórico estudiado salió inmune, opese a las luchas de la Corona por mantener las etnias separadas y al interés de la iglesia por insentivar las uniones legítimas a la manera católica. Las genealogías anexas a este volumen resumen lo ocurrido. En este trabajo histórico, los autores buscan ahondar en el análisis de la compleja vida familiar de este periodo, para cerrar así el ciclo de la familia colonial. Encontraron en su escrutinio que la miscegeneación derrumbaba la sociedad de castas, y que, a impulsos de la Pragmática Sanción, Iglesia y Estado trataron de imponer el paradigma patriarcal que se prolonga hasta 1960. Hallaron también que, el concubinato fue ideal para la mezcla trirracial y que el sistema doméstico impuesto escindió la mujer en dos calidades-esposa y mujer supletoria-, condición que se prolonga hasta la fecha en que el autocratismo masculino entra en quiebra. Encontraron financiamiento nuevo para su trabajo familiar en los complejos culturales y lograron entender el papel de la iglesia en los grupos mestizos y su carencia en los negros.

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