Comité Editorial Director Carl Langebaek Germán Rey Álvaro Camacho Felipe Castañeda Cecilia Balcázar Fernando Viviescas Andrés Dávila María Cristina Villegas Editoras Carolina Isaza Lina María Saldarriaga Edición, diagramación electrónica, impresión y encuadernación CORCAS EDITORES LTDA. Tarifa postal reducida Nº 818 Vence 12/01 ISSN 0123-885X Distribución y Ventas Siglo del Hombre Editores S.A. Cra. 32A No. 25-46 Tel.: 337 7700 Fax: 337 7665 Bogotá, D.C., Colombia E-mail: siglodelhombre@sky.net.co Librería Universidad de los Andes Cra. 1 No. 19-27, Ed. AU106 PBX: 339 4949 - 339 4999 Exts.: 2071-2099-2181 Fax: Ext. 2158 Bogotá, D.C., Colombia E-mail: libreria@uniandes.edu.co http://edicion.uniandes.edu.co
Suscripciones Decanatura de la Facultad de Ciencias Sociales Cra.1ª E No. 18 A 10, Edificio Franco Universidad de los Andes. Fax: 3364669 E-mail: res@uniandes.edu.co Fundación Social Calle 72 No. 10- 71, Piso 12. Fax: 3210647 E-mail: german_rey@fundacion-social.com.co ARCCA Calle 35 No. 14-27. Tel.: 338 2893 E-mail: famarca@unete.com Esta Revista pertenece a la Asociación de Revistas Culturales Colombianas y a la Federación Iberoamericana de Revistas Culturales
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Dossier Teoría social contemporánea y elección racional / Rodolfo Masías Núñez Buscando la particularidad de las organizaciones latinoamericanas. Una reflexión observando el caso colombiano / Jaime Ruiz Gutiérrez The imaginary term in readings about modernity: Taylor and Castoriadis conceptions / Marcela Tovar Del territorio, la guerra y el desplazamiento forzoso: un vistazo sociológico / Oscar Mauricio Espinosa La reconfiguración del Estado: el nexo entre la globalización y el cambio internacional / Ann Mason La cliometría en Colombia: una evolución interrumpida, 1971-1999 / Adolfo Meisel R.
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Otras Voces El secuestro, un trauma psicosocial / Carmen Elvira Navia y Marcela Ossa Caudillismo y clientelismo: expresiones de una misma lógica / Lariza Pizano El último juego y Libertad en llamas / Gloria Guardia Las cartas apócrifas de Gloria Guardia / Cecilia Balcázar
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Documentos Monserrat Ordóñez en su escritura / Betty Osorio. Textos de Monserrat Ordóñez Jorge Páramo / Carlos B. Gutiérrez Teognis de Megara. Selección de poemas / Jorge Páramo
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Lecturas Fragmentos sobre filosofía del lenguaje / Roberto Palacio Remedios para el Imperio. Historia natural y la apropiación del nuevo mundo / Alberto G. Flórez
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En medio de la situación del país, la publicación de esta nueva entrega de la Revista de Estudios Sociales, producto de la colaboración entre la Fundación Social y la Universidad de los Andes, es no sólo un acontecimiento para celebrar, sino también una ocasión para reflexionar. Los inevitables problemas económicos, que no son una mera ficción sino una cruel realidad que toca ahora, aunque en diferentes formas, a todos, así como el actual proceso de deterioro de las formas de convivencia en el país, hacen que cada nueva publicación se convierta en una apuesta al futuro del país. Una apuesta a la capacidad de debatir, argumentar, disentir y aportar que a veces en nuestro propio medio académico no pasa por ser un principio sagrado, proclamado tantas veces por tantas personas, pero rara vez una realidad concreta que se enriquece cotidianamente en todos los escenarios de la vida diaria: desde el abstracto debate académico hasta el más diario de los problemas vividos. La responsabilidad de las universidades colombianas es en este sentido inaplazable. Sin acudir a los a veces infundados privilegios que los académicos muchas veces reclaman para sí, es evidente que las universidades y quienes las conforman tienen el deber ineludible de mantener vivo el debate y las apuestas por un mejor futuro. En contraste con números anteriores, ésta entrega de la Revista de Estudios Sociales no tiene un eje temático. Refleja la diversidad de quienes hacen parte de la vida académica de la Universidad y en alguna medida, del país. La sección de Dossier incluye aportes de profesores de la Facultad de Ciencias Sociales y otras facultades de la Universidad de Los Andes, así como de investigadores de otras , así como contribuciones provenientes de otras facultades de la Universidad y otras universidades del país. El aporte, más que desde una arista institucional, sin embargo, es diverso por las aproximaciones desde las cuales se abordan. En esto que hemos venido llamando las ciencias sociales cabe el estudio de Rodolfo Masías sobre el problema de la acción social entendidas las posturas de North, Giddens y Elster, trabajo que nos recuerda cómo los viejos problemas se renuevan cada tiempo y son el eje central de una discusión inacabada e inacabable que no se deja reducir fácilmente a ningún común denominador. Los problemas de los esquemas administrativos rompen las barreras artificiales de las ciencias sociales para recibir una mirada desde afuera en la contribución de Jaime Ruiz; los aspectos más graves del desplazamiento forzoso son el objeto de reflexión en el artículo de Oscar Mauricio Espinosa, mientras los retos del Estado moderno con los procesos de globalización y el fin de la guerra fría son el interés de Ann Mason. En este número, Adolfo Meisel estudia el desarrollo de la investigación sobre historia económica, lectura que complementa y enriquece el debate sobre la(s) historia(s) de las ciencias sociales de la Revista de Estudios Sociales anteriores (números 3 y 4). Finalmente, Marcela Tovar analiza los conceptos de modernidad de Taylor y Castoriadis. Los temas abordados por los autores que han contribuido a Dossier abarcan desde estudios tradicionales (pero no por ello menos refrescantes) hasta reflexiones teóricas sobre aspectos generales de las ciencias sociales, pasando por estudios sobre la realidad colombiana. Esta diversidad aparece también como característica de la sección Otras Voces, en la cual se incluyen trabajos desde aproximaciones distintas a las de las ciencias sociales o trabajos producidos por investigadores que se inician en el mundo de la publicación y la confrontación académica. Aquí las preocupaciones incluyen las de tratar de entender los aspectos psicosociales del secuestro, con la contribución de Carmen Elvira Navia y Marcela Ossa, y la dificultad de construir procesos de construcción nacional, con el artículo de Lariza Pizano. En esta sección se incluyen también aproximaciones desde la literatura los cuales tienen que ver precisamente con esa dificultad. Es
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el caso de la literatura centroamericana, vista a través de la obra de Gloria Guardia y las reflexiones que sobre ella hace Cecilia Balcázar.
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Finalmente, contamos con la sección documentos, esta vez dedicada a dos personas que nos han abandonado: Monserrat Ordoñez y Jorge Paramo. De ellos el lector contará con textos originales, así como con dos reseñas cortas de colegas que fueron cercanos a ellos. Despedir personas que han sido tan valiosas para la Universidad es siempre triste, aunque con éstas páginas aspiremos a guardar viva su memoria y ejemplo. El tributo que se les rinde es el más justo de todos. Ellos lograron comprender que ellos mismos y no algo externo, ajeno e incluso extraño fueron y siempre serán la Universidad . Así mismo, que con sus aportes personales, su actitud con respecto a todos los que la conformamos, por no mencionar su compromiso y defensa de sus convicciones a lo largo del tiempo, sin dejarse llevar por pequeños intereses personales, contribuyeron a que la Universidad sea algo más cercano a lo que todos queremos que sea.
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Rodolfo Masías Núñez*
Este artículo se enfoca en el núcleo de la discusión sobre la elección racional en la teoría social contemporánea. Un aspecto importante de este núcleo está constituido por el vasto problema de la acción social y los elementos que la hacen posible. Es el problema referente a la forma cómo ésta se produce, a sus razones subyacentes y a los elementos o factores que intervienen en su producción o determinación. Esta discusión es, como se sabe, todo un debate. En efecto, cuando se analizan las distintas posturas en confrontación, se puede reparar cómo aparecen aludidos supuestos teóricos divergentes respecto de la acción social. En tal discusión también se reproducen los énfasis estructuralistas y macrosociológicos, así como los énfasis más individualistas y microscópicos1 . En este contexto general, una cuestión más puntual de la controversia ha sido el tema de la elección o la capacidad de opción de los sujetos alrededor de sus circunstancias o condiciones sociales. Se puede identificar, por ejemplo, la existencia de desarrollos teóricos en que el elemento elección simplemente no tiene lugar, lo cual da como resultado que la acción de los actores sociales sea meramente una determinación. Por otra parte, al lado del problema de la elección y la determinación de la acción, se constata que ha estado sin develarse y sin teorizarse lo suficiente el papel que ocupan las normas, los valores y la racionalidad como manifestaciones de una subjetividad social construida en interacción. Ha habido divergencias en cuanto a que ciertas explicaciones resultan más racionalistas que otras, o más normativistas , aunque por lo general poco atentas a la consideración de la subjetividad como un factor significante en la comprensión del asunto. En este artículo, sin remontarse muy lejos en los orígenes del tratamiento sobre la acción social, se expone un particular punto de vista sobre los términos del debate; se hace un repaso por las posiciones antagónicas para luego ubicarse en aquéllas que tratan de establecer un equilibrio respecto del papel y peso de la subjetividad, normas y racionalidad en la acción social2 . Es posible y de hecho necesaria la inclusión *
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Sociólogo, Maestría en Ciencias Sociales Flacso, México, PHD en Sociología del Colegio de México. Director del Magister en Ciencia Política, Universidad de los Andes. Al respecto véase Richard Munch y Neil Smelser, Los niveles micro y macro en relación , en Jeffrey Alexander et. al., El vínculo micro-macro, Berkeley, University of California Press, 1987. Para más detalle sobre estas posiciones, véase Antonio Zamora, Aproximaciones para el estudio de la acción social. De los reduccionismos objetivistas y subjetivistas a propuestas globalizadoras , en Sociológica, No. 14, México, 1990.
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aquí de otras posturas3 , no obstante, se da curso al tratamiento de tres que parecen fundamentales a los fines analíticos, puesto que en muchos aspectos no sólo resultan complementarias, sino también porque representan sistematizaciones valiosas de la historia de la cuestión. Al final del trabajo se bosquejan los elementos constituyentes de una perspectiva distinta, menos conocida o más soslayada, por la cual se toma opción. Como se verá, estos elementos están cargados de una fuerte influencia fenomenológica y etnometodológica (por eso más culturalista), aún cuando se trate de recuperar, para los fines de dilucidar una completa teoría de la acción social, la reciente vertiente sociológica integradora.
Las normas, la racionalidad y la acción social El debate actual dentro de las ciencias sociales sobre el papel de las normas y la racionalidad en la acción social, está estrechamente ligado a las recientes posturas que creen factible la aplicación de los presupuestos centrales de cierto enfoque y método económico a las distintas áreas de estudio de la sociedad. Estas posturas, originarias de la escuela neoclásica en economía, se apoyan en la tesis de que todo acontecer (hecho o proceso) social se localiza en el rubro de fenómenos económicos o en el de fenómenos aparentemente extraeconómicos y cuyo microfundamento es el actor individual. El reto neoclásico4 , no sólo ha estado dirigido contra el marxismo; es un reto que se extiende a las diversas expresiones de las ciencias de la sociedad. Específicamente está enfocado hacia todas aquellas perspectivas que genéricamente podrían identificarse como colectivistas : aquéllas que estriban en el supuesto de un actor social cuya acción está determinada por normas sociales, que es permanentemente presionado desde el exterior a él, al tiempo que es indiferente a sus contextos y normalmente se acoge y reconoce en la conducta actual, no obstante tuviera al frente otras y superiores opciones. Estas posturas, en el terreno metodológico, consideran la explicación de los hechos sociales como parte de fenómenos colectivos, igualmente para la subjetividad que es considerada también como una instancia colectiva y no de realización individual. En suma, el reto 3
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Especialmente la obra de Pierre Bourdieu y la misma obra de Norbert Elias, entre otros. Se le puede denominar, tal vez, de una forma menos ideológica, como el reto racional individualista.
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neoclásico pone en el tapete aquellas posiciones teóricas que miran la constitución de la acción desde expresiones sociales agregadas, tales como clases, estados o conciencias colectivas y que deducen toda práctica social de éstas. Przeworski, en un tono bastante conciliador, traduce la crítica neoclásica como ... el desafío de proporcionar unos microfundamentos a los fenómenos sociales y, específicamente, basar todas las teorías de la sociedad en las acciones racionales de los individuos orientadas hacia un objetivo 5 . Según este autor, sin embargo, uno de los problemas de etiquetar el desafío es que se basa en dos posturas que no tienen porqué ir necesariamente unidas: a) la exigencia del individualismo metodológico de que todos los fenómenos sociales deben ser comprensibles como resultado de la acción de los individuos, y b) el supuesto esencial de la elección racional de que la conducta individual es racional en el sentido instrumental de este término 6 . En cualquier caso, al tratar de colocarle un nombre, prefiere hablar del enfoque de la elección racional . Es a partir de estas exigencias que se plantea el debate actual entre las concepciones de la práctica social que la ven como ejecución de unas normas interiorizadas y la concepción de la práctica social como una acción intencional y estratégica7 . De manera aún más específica, de acuerdo al autor mencionado, es teniendo en cuenta los supuestos centrales del enfoque de la elección racional como se ubican las concepciones en juego. Así, en tanto se asuma como propio que los constreñimientos estructurales determinan parcialmente las acciones efectuadas por los actores en la sociedad y que dentro del juego posible de acciones correspondientes con los constreñimientos, los actores optan por las que piensan que redundarán en los mejores resultados, tal concepción pertenecerá al enfoque de la elección racional y, en ese sentido, será una concepción acertada. Por el contrario, si existe un vacío de aquellos presupuestos, se estará frente a una concepción equivocada y a la vez puesta en entredicho. No obstante, según Elster, las concepciones no pertenecientes al enfoque de la elección racional se clasifican según esté presente o ausente alguna de las premisas de la
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Adam Przeworski, Marxismo y elección racional , en Zona Abierta, No. 45, pág. 98, 1987. Ibid. pág. 99. De hecho, cuando se habla de normas, se puede estar hablando al mismo tiempo de una cultura preexistente, aprendida y asumida, así como de una subjetividad colectiva. Si se quiere, desde el punto de vista de Durkheim, de una conciencia colectiva que en el presente define la acción.
Teoría social contemporánea y elección racional
elección racional8 . Así, si se deja de lado o no se toma en consideración el primer presupuesto (la relativa y parcial determinación u orientación por parte de los constreñimientos estructurales), se está ante una variedad de estructuralismo. Más concretamente, se estaría frente a enfoques que explican la acción social con base en principios generales que determinan tendencias y cambio sin existir, en tal sentido, actores (autores) que, en alguna forma, puedan dar curso al proceso social. Por otra parte, si se niega el segundo presupuesto (la posibilidad de elección), se está ante una expresión de la teoría estructural funcionalista, para la cual los actores se comportan de maneras determinadas, puesto que han sido socializados para ello y no porque traten de perseguir alguna meta. Para complementar, entonces, se trataría de ese tipo de funcionalismo más corriente, que entiende que los individuos se conducen con arreglo a unos valores comunes, porque se les ha preparado en el cumplimiento de unas normas y valores que inicialmente interiorizan y luego practican. A modo de comentario, a autores como Jeffrey Alexander no les parece acertado cuando en este retrato del funcionalismo se incluye la concepción de Parsons, sin al parecer tener conciencia que en este autor, en el momento que desarrolla la noción de acto unidad , cada actor tiene la capacidad de ser agente. A su juicio, en Parsons, las personas actúan, tienen propósitos, manifiestan voluntad. Hay una idea de agencia , o de lo que Parsons denomina esfuerzo , con el cual hace explícito que cada actor tiene libertad; aunque también afirme que los individuos no pueden llegar a sus objetivos únicamente mediante su esfuerzo9 . En medio del panorama presentado, algunos autores como Giddens, Elster y North, han ensayado síntesis resolutivas muy importantes, sin caer en el juego neoclásico que presiona a concebir todo lo concerniente a la acción social y colectiva como resultado de prácticas individuales racionales, o a concebirla, de acuerdo con los determinismos estructuralistas y el funcionalismo, básicamente como producto de normas sociales, factores externos a los actores. La idea es hacer primero una síntesis apretada de los planteamientos de estos autores con la finalidad de recuperar los elementos primordiales de la perspectiva teórico-analítica que propone este artículo. 8
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Jon Elster, Marxismo, Funcionalismo y Teoría de los juegos. Alegato en favor del Individualismo Metodológico , en Sociológica, Año 1, No. 2, UAM, 1986. Jeffrey Alexander, Las teorías sociológicas desde la segunda guerra mundial. Análisis multidimensional, Barcelona, Gedisa, 1991.
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La propuesta de North en cuanto al tema, es desarrollada en su intento por elaborar un marco básico para una teoría de las instituciones y del cambio institucional10 . Su teoría de las instituciones busca acercar una teoría del comportamiento humano a lo que llama una teoría de los costos de transacción. A su juicio, es únicamente sobre la base de esta articulación que es posible comprender por qué las instituciones existen y qué papel juegan en el funcionamiento de las sociedades. North tiene la convicción de que el entramado institucional tiene un gran rol en el desempeño de una economía y por extensión en el derrotero social e histórico11 . En específico, en cuanto a la acción económica, son los costos de transacción la dimensión más relevante del entramado institucional que subyace a los constreñimientos en el intercambio. Las instituciones proveen una estructura básica por la cual los actores sociales, a lo largo de la historia, han podido constituir un orden e intentado reducir la incertidumbre o la contingencia en sus intercambios. En un plano más amplio, esta estructura básica ha posibilitado interacciones sociales ordenadas y hasta cierto punto predecibles. Siendo tan importantes las instituciones, en la forma como se puede haber visto, y dada su característica de elemento permanente en la constitución de las sociedades, para North las instituciones son los elementos de conexión entre el pasado, el presente y el futuro, al punto que la historia puede ser comprendida como una larga cadena de evolución o de creciente complejidad institucional. No obstante todo lo señalado, es en la definición que North ofrece sobre instituciones donde se revela con más claridad su punto de vista sobre el problema que interesa aquí. Para North, las instituciones son las reglas de juego en una sociedad. Desde un punto de vista más formal son los constreñimientos delineados por los propios actores los que tienen como resultado el modelamiento (prefiguración) de la interacción social. En consecuencia, éstas estructuran los comportamientos, recompensas y castigos en el intercambio humano, sea del tipo que fuere. A la par, se dice que las instituciones reducen la incertidumbre, puesto que proveen una estructura a la vida diaria, siendo, en realidad, una guía para la interacción social. Las instituciones, por ende, no son
más que un entramado, un escenario en el cual la interacción se produce. Dice este autor: Institutions reduce uncertainty by providing a structure to everyday life. They are a guide to human interaction, so that when we wish to greet friends on the street, drive an automobile, buy oranges, borrow money, form a business, bury our dead, or whatever, we know (or can learn easily) how to perform these tasks. 12 . El peligro de determinismo institucional que pudiera imputarse a North, dado el énfasis que coloca en el papel y peso de las instituciones en la acción social, es no obstante despejado por éste, cuando afirma que desligar el estudio de las reglas de juego que subyacen a la acción del de la estrategia de los actores, es un prerrequisito para construir una teoría de las instituciones13 . Con esto quiere decir, a diferencia de los individualismos excesivos, que es posible, pertinente y necesario reconocer una lógica propia a las instituciones y que sólo con ese supuesto, es posible crear una teoría propia para éstas. Pero, además, North tampoco soslaya la importancia de los individuos, ya que siendo las instituciones una creación de los seres humanos, que se despliegan y alteran por estos mismos, la teoría de las instituciones debe comenzar por el individuo. Sin embargo, reconoce, al mismo tiempo, que los constreñimientos que las instituciones imponen sobre las elecciones individuales las compenetran. De todo esto que North concluya que integrar las elecciones estratégicas individuales con los constreñimientos institucionales que se revelan en el juego de la elección, es un paso adelante hacia la unificación en la investigación en ciencias sociales14 . Se pueden ilustrar más estas ideas con la siguiente cita: Institutions are a creation of human beings. They evolve and are altered by human beings; hence our theory must begin with the individual. At the same time, the constraints that institutions impose on individual choices are pervasive. 15 . Otro aporte sustantivo a las cuestiones de interés, es la diferenciación conceptual que hace entre instituciones y organizaciones y entre constreñimientos formales e informales16 . Al igual que las instituciones, las organizaciones proveen una estructura a la interacción humana. La acción humana y sus costos son resultado no sólo del entramado institucional, sino de la forma en la que la organización ha desarrollado en concordancia con ese entramado. Con esta 12 13
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Douglass North, Institutions, Institutional change and Economic performance, Cambridge University Press, 1990. Douglass North, Estructura y cambio en la historia económica, México, Alianza Editorial, pág. 17, 1984.
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North, Institutions, Institutional change , págs. 3-4. Ibid. Este acierto es del todo pertinente en la discusión actual con miras a cierta unificación en las ciencias sociales. North, Institutions, Institutional change , pág. 5. Ibid. pág. 73.
Rodolfo Masías Núñez
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Conducta e instituciones: la postura de North
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idea, North encuentra un lugar para la acción colectiva, dejando atrás nuevamente, aunque en otro plano, cualquier sospecha de que su concepción se establece únicamente en una tensión entre instituciones y conducta individual. Cuando es así, de alguna manera parecen estar las organizaciones en el medio de la relación entre instituciones e individuos. Se dice cuando es así porque puede desprenderse de las ideas examinadas que, de todos modos, es posible y de hecho sucede, una interrelación no mediada, directa, entre instituciones e individuos. Por otro lado, al seguir su análisis entre organizaciones e instituciones, el despliegue de las organizaciones está fundamentalmente influenciado por el entramado institucional, no obstante influyendo las organizaciones también en la forma como tal entramado se desenvuelve. Es decir, al igual como sucede entre actores e instituciones (si bien las instituciones constriñen o moldean las conductas de los actores, éstos pueden modificar o alterar el entramado institucional), las organizaciones de hecho tienen fuerza y autonomía para influir sobre las instituciones. Todo este enfoque de las organizaciones está en función de explicar el papel que juegan como agentes de cambio institucional. La respuesta, como se vio líneas atrás, se halla en el énfasis sobre la interacción entre instituciones y organizaciones. En congruencia con esto, para North las organizaciones son creadas de modo deliberado en correspondencia al juego de oportunidades que resultan del juego de constreñimientos existentes. En este contexto y por ésta razón, al buscar alcanzar sus objetivos son un agente fundamental de cambio institucional. Es así que, cuando existe cambio institucional, puede seguirse su trayectoria como configurada por el entrelazamiento que surge de la relación íntima e interactiva entre instituciones y organizaciones, y los procesos de retroalimentación por los cuales los seres humanos perciben y reaccionan a los cambios en el juego de oportunidades. Resulta importante, para cerrar este acápite, detenerse en la noción de constreñimientos. Según éste, en toda sociedad, desde la más primitiva a la más avanzada, los actores se imponen constreñimientos sobre sí mismos para dar una estructura a sus relaciones con los demás. Es por ello que, bajo condiciones de información limitada y limitada capacidad de elección, los constreñimientos reducen los costos de la interacción social en contraste a una realidad sin instituciones. La gente hace uso o crea constreñimientos para poder vivir socialmente, con lo cual no son solamente trabas u obstáculos como se observa en las visiones pesimistas y negativas sobre los Teoría social contemporánea y elección racional
constreñimientos, sino que tienen una función muy positiva al crear condiciones para la convivencia17 . En suma, la concepción de North está muy lejos de aquellos reduccionismos que o bien se afianzan a las normas como elementos sustantivos en la explicación de la acción social, o bien de los que la ven como un producto directo de la elección racional de los individuos.
Giddens y el papel de la agencia La propuesta teórica de Giddens, al igual que el caso anterior, impide cualquier reduccionismo sobre el tema, empero su mayor importancia radica en que lleva a plantear cuestiones pertinentes en la discusión que organiza este artículo. Buena parte de la consistencia y éxito alcanzado por Giddens, reposa en su profunda crítica a las posiciones estructuralistas y objetivistas . El funcionalismo es falaz y sumamente débil como teoría al reducir la acción humana a una interiorización de valores, al tiempo que no considera la vida social como dinámicamente conformada, vía las acciones de sus miembros18 . Por otra parte, al reivindicar el concepto de estructura como necesario para la teoría social, critica la versión del funcionalismo parsoniano, donde estructura tiene un estatuto meramente descriptivo, y asimismo las versiones francesas por usar el concepto en forma reduccionista. Para Giddens, ambas modalidades de conceptualización de estructura llevan a borrar teóricamente la existencia del sujeto activo. Por el contrario, para este autor, la conformación de lo social es históricamente una realización de las capacidades de sus actores. Propone, no obstante, que es fundamental complementar el concepto de producción activa de la sociedad con el de la reproducción social de las estructuras. Es decir, los actores constituyen su sociedad, mas su esfuerzo es un esfuerzo históricamente situado, no en condiciones de su propia elección. En tal sentido, afirma: He sostenido que la producción de la sociedad es siempre y en todas partes una realización de destreza de sus miembros. Si bien esto se reconoce en cada una de las escuelas de la sociología interpretativa que analicé en la primera parte de este estudio, no han logrado reconciliar tal punto de vista con la tesis igualmente esencial, dominante en la mayor parte de las escuelas deterministas de pensamiento, de que si los hombres 17 18
Ibid. pág. 36. Anthony Giddens, Las nuevas reglas del método sociológico, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1987.
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Ibid. págs. 127-128. Anthony Giddens, The Constitution of Society. Outline of the Theory of Structuration, Cambridge, Polity Press, 1984. Ibid. pág. 14.
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a la estructura tiene efectos estructurantes en la acción social, las estructuras y los actores no se constituyen en forma separada, sino en relación mutua. Al ver esta interacción por el lado del actor, en Giddens está en juego qué es lo que se establece desde el actor. La forma como se concibe la relación entre actores y estructura presentada, es una manera más amplia de la idea de Giddens de dualidad estructural, siendo lo más resaltado que las estructuras no son algo externo a los individuos, ni algo que solamente se impone a éstos y se sigue mecánicamente. Lo estructural, que comporta lo normativo, tiene límites, los que están justamente situados en su relación con los actores y su carácter de actores agentes. En otras palabras, lo normativo no es determinante en la acción social, como tampoco un factor suficiente en su explicación. Nuevamente, ahora en el caso de Giddens, no se trata, pues, de concebir unilateralmente el problema del papel de las normas, ni mucho menos de la elección racional (si se tiene en cuenta que considera que los hombres producen la sociedad como actores históricamente situados, no en condiciones de su propia elección), como los factores exclusivos en el conocimiento de las acciones humanas.
Racionalidad y normas sociales: la respuesta elsteriana Para Elster, un asunto central en el análisis de la determinación de la acción social es la especificación del papel que cumplen las normas sociales, es decir, cómo y en qué medida éstas determinan tal tipo de acción, cuáles son los alcances y límites de las normas en la génesis de la acción social22 . Al plantear el problema así, Elster se enfrenta de modo radical a las soluciones imperantes y que disputan, como se vio, la pretensión de una explicación cabal al problema. La razón de volver a plantear el asunto desde el inicio estriba justamente en el carácter insatisfactorio que para Elster tienen tales respuestas. Aparte de ser reduccionistas, en cuanto al elemento que condicionaría la acción humana, al ser mutuamente excluyentes no dejan el mínimo resquicio para un posible entrelazamiento y posibilidad de concebir en el análisis una determinación compartida entre racionalidad y normas sociales, tal como efectivamente actúan, conjuntamente con otros elementos, en la producción de acciones sociales. Elster elabora su solución a partir de una revisión exhaustiva de las críticas que se han hecho a los paradigmas 22
Jon Elster, Tuercas y tornillos. Una introducción a los conceptos básicos de las Ciencias Sociales, Barcelona, Gedisa, 1990.
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hacen la sociedad, no la hacen meramente en condiciones de su propia elección. 19 . Coincidentemente con North, marca la idea de que las estructuras no deben comprenderse o examinarse meramente como fijando coerciones a la actividad humana, como coerciones externas, sino también en el sentido en que la hacen posible. Esto es lo que le permite hablar de dualidad de la estructura. Las estructuras, llámense para los efectos las instituciones, pueden en principio ser analizadas siempre en términos de su estructuración como una sucesión de acciones muchas veces reproducidas. Si se examina cómo ha sido la estructuración de las acciones sociales se puede explicar cómo son constituidas las estructuras mediante la acción y, correlativamente, cómo la acción es configurada socialmente. En toda esta visión teórica es fundamental el concepto de agencia. La agencia humana se refiere al hecho de la capacidad de los actores para poder llevar a cabo una acción20 . Aún más, es la capacidad de transformar de los agentes, una suerte de poder que va unido indesligablemente a su acción. Este poder transformativo es inherente a las prácticas humanas y a la categoría de agencia. Así, siguiendo a Giddens, To be able to act otherwise means being able to intervene in the world, or to refrain from such intervention, with the effect of influencing a specific process or state of affairs. This presumes that to be an agent is to be able to deploy (chronically, in the flow of daily life) a range of causal powers, including that of influencing those deployed by others. Action depends upon the capability of the individual to make a difference to a pre-existing state of affairs or course of events. 21 . En el pensamiento de Giddens la noción de agencia adquiere sentido completo en su estrecha relación con el concepto de estructura. A su juicio, es una unidad sustantiva de análisis de la acción social y tiene el carácter de mostrarse como un entramado de interacciones transformativas. En tal sentido, estructura implica, a su turno, los conceptos de normas y reglas. En el plano de la estructura Giddens distingue además lo que llama propiedades estructurales y principios estructurales . Las primeras no son otra cosa que las características institucionales de un sistema social y, los segundos, son los principios de organización de los sistemas sociales. Lo relevante en todo esto es que si bien lo concerniente
opuestos: el racionlista y el normativista23 . Críticas que resultan en propuestas que podrían calificarse de intermedias y, en consecuencia, insatisfactorias. Una de las primeras propuestas que revisa, de tono ecléctico, se afirma en la tesis de que no es cuestión de absolutizar ni la racionalidad ni las normas sociales como mejor factor en la explicación de la conducta. En ese sentido, al relativizar el peso de uno y otro factor, se sostiene que ciertas formas de conducta se explican mejor por el supuesto de que los seres humanos actúan racionalmente, en tanto que otras formas de acción pueden explicarse mejor con base en alguna variante del paradigma normativista. De acuerdo con ésta solución se tiene, entonces, que tanto la racionalidad como las normas son factores determinantes de la mayor parte de las acciones. Este tipo de relativismo evidentemente no soluciona para Elster la cuestión, aunque le reconoce el mérito, pese a su eclecticismo, de constituir un avance al no negar injerencia a alguno de los factores. Una segunda solución de tipo intermedio, sustentada en la ambigüedad y falta de precisión de que adolecen los conceptos de racionalidad y normas, sostiene que lo que bien podría parecer una acción orientada por normas, podría ser en realidad una forma de conducta racional, lo que significa, contra los paradigmas en oposición, que no hay, como se cree, un abismo o separación insalvable entre normas y racionalidad, sino que, por el contrario, en ciertas circunstancias las acciones en general son determinadas por normas que expresan una determinada racionalidad. No obstante, para Elster, el sesgo que debilita esta posición es que se tiende a subsumir la noción de norma a la de racionalidad24 . Una última propuesta de las que analiza, exactamente inversa a la anterior, trata de reducir la racionalidad a una norma social entre otras, con lo cual debe entenderse que cualquier acción, aún cuando evidencie estar orientada por criterios de racionalidad, no tendría en ésta su determinante último, porque en realidad originarse racionalmente sería una consecuencia de haberse asumido la racionalidad como norma. Como se mencionó, es a partir de la revisión de todas estas propuestas que Elster obtiene conclusiones, que le dan pie para intentar una solución distinta al problema. Una primera conclusión que extrae, que puede expresarse en términos muy elementales, es que las acciones pueden o no haber sido orientadas por normas sociales, lo cual, de modo positivo,
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Veáse Jon Elster, Uvas Amargas. Sobre la subversión de la racionalidad, Barcelona, Ediciones Península, 1988; y Tuercas y tornillos... Ibid.
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debe entenderse como una negación del imperio de la racionalidad. Es decir, en términos que las normas sociales, por el contrario, sí pueden jugar un papel importante en la definición de aquellas acciones. Una segunda conclusión a la que llega tiene que ver con el hecho de que al existir concepciones que tratan de subsumir racionalidad a normas sociales y viceversa, es necesaria una reconceptualización de uno y otro término y un análisis de la manera en que se diferencian y asocian. Volviendo a plantear el problema y lejos ya de las posturas reduccionistas y eclécticas, un paso necesario para Elster en la solución de la cuestión central es el relativo al análisis de las diferencias entre ambos conceptos25 . Así, sostiene que un elemento que diferencia una acción racional u orientada por criterios de racionalidad de una en función de normas, es el hecho de que la primera se orienta hacia resultados. Por el contrario, las normas sociales, en general, no se orientan por ése criterio. A su tiempo, la racionalidad es esencialmente condicional y está consagrada al futuro, en cierto sentido sus imperativos tienen carácter de hipótesis: son condicionales respecto de los resultados que alguien desee alcanzar. Los imperativos que se expresan en las normas sociales son en cambio, para Elster, o bien incondicionales o si son condicionales no están orientados al futuro. En este sentido puede haber normas que hagan depender la acción de sucesos pasados. Según lo explicado hasta aquí, el factor tiempo es una variable fundamental en la distinción entre una acción con arreglo a racionalidad y una con arreglo a normas. De manera que, para identificar si el determinante de una acción es un elemento normativo, se hace imprescindible evaluar si hechos del pasado, situaciones anteriores, juegan un papel esencial. Sumado a esto, otra manera de identificar el determinante de una acción tiene que ver con la idea de que las normas son fáciles de obedecer y seguir en comparación con los criterios de racionalidad, cuya implementación es dificultosa, dado que exigen frecuentemente realizar costosos y azarosos cálculos. Las acciones orientadas por normas se caracterizan, entonces, porque al ser las normas no dificultosas en su obediencia y seguimiento manifiestan, al ser asumidas, un cariz mecánico y de reacción coercitiva. De todos modos, las acciones guiadas por normas no son totalmente irreflexivas como podría desprenderse de la afirmación anterior. Para Elster, las normas también ofrecen un considerable margen para la interpretación, la manipulación, la destreza y la elección. 25
Jon Elster, El cemento de la sociedad. Las paradojas del orden social, Barcelona, Gedisa, 1991.
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interacción, entre las reglas de juego que subyacen a la acción y la estrategia de los actores.
Otros alcances contemporáneos en teoría social De la discusión anterior acerca de la determinación y explicación de la acción social y específicamente del papel que ocupan en ésta las normas y la racionalidad, se obtienen de inmediato varias lecciones para los fines del análisis social. Una primera cuestión remite directamente al lugar que deben ocupar y al peso que tienen las llamadas restricciones estructurales sobre el despliegue de las acciones sociales. Un análisis cabal debería no sólo incluirlas, sino también lograr establecer hasta qué punto éstas determinan las acciones de los sujetos estudiados. Una postura así, aleja del estructuralismo. Una segunda cuestión, está vinculada al problema de la elección de los individuos. No se trata tan sólo de reparar en la existencia de capacidad electiva; es primordial, además, la especificación de la forma en que se hacen las elecciones. Toda esta discusión plantea la necesidad de un equilibrio analítico que tome en consideración la producción (actores) y la reproducción de la vida social (estructuras): actores y normas o llámense instituciones no se constituyen en forma separada, sino en relación mutua. Recuperando toda la discusión anterior, de lo que se trata en el análisis social es de determinar hasta qué punto la acción es productiva y hasta qué punto es reproductiva . En el mismo sentido, hasta dónde es normativa y hasta dónde es racional . Y en última instancia, hasta dónde remite a una subjetividad que se realiza en la acción. Esto es del todo relevante, puesto que en algunas posturas sobre la informalidad y los movimientos sociales, por ejemplo, sólo se ha puesto el foco de atención al aspecto creativo o productivo del actor o el movimiento en la sociedad, mostrándoseles como unos nuevos actores y unas nuevas acciones que lo refundan todo nuevamente. Llegados a este punto resulta necesario ahora establecer otras precisiones más respecto de la perspectiva teóricoanalítica que se propone aquí. La comprensión del conocimiento mediante el que los actores viven, controlan y hasta padecen sus circunstancias es fundamental para cualquier análisis óptimo de la acción social26 . Para lograrlo,
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John Heritage, Etnometodología , en Anthony Giddens y Jonathan Turner, La teoría social hoy, México, Alianza Editorial-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990.
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Hasta aquí, con Elster, se tiene una muy interesante propuesta para encarar el problema, siendo su aporte central la reubicación y nueva ponderación de los elementos fundamentales que están en la determinación de la acción social, a saber: racionalidad y, especialmente, normas sociales. De modo más puntual, el aporte se halla en lo que podría llamarse la refundación de las normas sociales como factores determinantes aunque no exclusivos y, a su paso, en la identificación de sus límites. En cuanto a racionalidad, hay que tener en cuenta que Elster se aleja de las posturas económicas de la elección racional, pues reconoce que los constreñimientos objetivos de la acción moldean visiblemente las preferencias y hasta las creencias; sin embargo, reconoce también la capacidad de los sujetos para elegir con cierta libertad sus propios constreñimientos. Todas las propuestas vistas responden satisfactoriamente al desafío de proporcionar unos microfundamentos a los fenómenos sociales y en específico al problema de la acción, si se entiende por esto reconocer para la explicación de fenómenos y acciones la participación de los actores o sujetos actuantes y activos y con capacidad transformativa. No obstante, todas van más allá. Si bien se asientan en la existencia de agencia, libre albedrío o posibilidad de elección o de injerencia de los actores sobre su entramado de constreñimientos, componentes estructurales o, simplemente, normas como en Elster, en todas estas visiones los constreñimientos son fundamentales en la producción y reproducción de la vida social. La acción social se realiza en correspondencia con éstos, a través de su interacción con los sujetos. Es decir, por lo menos cuando de normas se habla, la acción social se despliega sobre la base de la tensión entre marco institucional, estructural o normativo y la capacidad de los sujetos para influir en ellos y cambiarlos. No hay, pues, lugar ni sustento para absolutizar las conductas como meras consecuencias de ejecución de normas interiorizadas, o para concebir las acciones sociales como simples resultados de acciones individuales intencionales y estratégicas. De todas estas propuestas más bien se desprende, como aporte, que la teoría de la acción social es tanto más adecuada en la medida que estribe o logre integrar la capacidad de elegir y ser actores de los sujetos con los constreñimientos que conforman sus situaciones de despliegue. Por otro lado, según se desprende de estos autores, no es posible basar toda la teoría de la acción social en las acciones racionales de los individuos orientadas hacia algún objetivo. En primer lugar, porque sí hay diferencia entre racionalidad y normas, de hecho es posible identificar acciones con arreglo a unas u otras. En segundo lugar, porque al hacerlo se borra erróneamente la línea divisoria que hay, no obstante su
es necesario responder cuestiones concernientes a la naturaleza y a las propiedades del conocimiento que ha de establecerse para los actores sociales, a cómo utilizan ese conocimiento y a cómo debe tratarse analíticamente dentro de la teoría de la acción. Todo este criterio acerca del conocimiento de los actores no ha sido lo suficientemente ponderado ni siempre ha recibido la misma atención en los estudios sociales, bien porque las acciones fueron imputadas a un esquema de racionalidad o bien porque, como agentes reproductivos, hacían y hacen lo que tienen que hacer. Un buen punto de partida en el tratamiento del conocimiento de los actores puede constituir la aproximación parsoniana y la crítica y posterior reelaboración hecha desde la perspectiva etnometodológica. Es un lugar común afirmar que en la sociología de corte parsoniano no parece dársele mucha relevancia a la cuestión del conocimiento y la interpretación de los actores sociales; sin embargo, la cuestión no está del todo ausente, pues parece reposar en su construcción teórica a la luz del tratamiento de la racionalidad27 . En este plano, la racionalidad del actor se establece considerando en qué grado sus acciones estriban en la aplicación de un conocimiento acorde con el conocimiento científico. De comprobarse congruencia o concordancia, la acción se juzgará inherentemente racional y en tanto es compatible con la explicación científica de dicha acción, es preciso considerar científicamente adecuada la explicación de la acción por parte del actor. Sin embargo, es posible observar que muchas veces las explicaciones que realizan los sujetos de sus acciones no son coincidentes con las del científico. Para esos casos lo único que se hace es rechazar la explicación de los actores28 . De no haber racionalidad, una opción explicativa posible, la única que queda en realidad en la visión parsoniana, es formular una explicación de las prácticas en términos del papel movilizador de las normas y los valores introyectados. Como ya se vio entre los autores precedentes, se crea, en consecuencia, un abismo total entre las acciones racionales y las no racionales. En cualquier caso, el resultado más pobre de este razonamiento explicativo es que se soslaya el razonamiento y la capacidad interpretativa de los actores, precipitándose en un argumento que confiere a las normas el estatuto de causa de la conducta29 . Al producirse en esta sociología un vacío explicativo con relación al problema del conocimiento de los actores sociales,
éstos resultan ser concebidos como si acaso no tuvieran capacidad reflexiva ni agencia, al mismo tiempo como reproduciendo y obedeciendo las normas y valores en que fueron formados. La compresión que pudieran tener de su mundo y el razonamiento que pudieran desarrollar en circunstancias de acción concreta son irrelevantes para el enfoque parsoniano de la acción social. La mejor crítica al planteamiento parsoniano bien podría basarse en las ideas de Schutz. Este autor es reconocido por su énfasis en cuanto a que la realidad social se procesa interpretativamente en razón de categorías y construcciones intrínsecas al sentido común, las que tienen una génesis social30 . Tales construcciones tienen el carácter de recursos permanentes, una suerte de repertorio y acervo, con los que los sujetos sociales pueden interpretar sus situaciones de acción y además comprender las intenciones y motivaciones de sus pares. Todo ello redunda en la apropiación de un entendimiento intersubjetivo que favorece la actuación coordinada y en última instancia hacen que se muevan con cierta facilidad en la sociedad y que ésta se muestre como ordenada. Los atributos del conocimiento científico y del conocimiento del sentido común son inconmensurables en la visión de Schutz, de ello que sea imposible buscar acciones idealmente racionales en el mundo del sentido común. En este mundo, más bien, las acciones son o cuasi racionales o tienen diversas gradaciones de racionalidad. Garfinkel logra darle mayor explicitación a este análisis. Plantea que si las prácticas sociales cotidianas estribaran en la racionalidad científica, se llegaría no a una actividad exitosa y con proyección, sino a la inactividad y la desestructuración31 . De manera que un cientificismo como patrón evaluativo del acontecer cotidiano no es bajo ninguna óptica un método pertinente para comprender su despliegue. La imposición de la racionalidad científica como parámetro para explicar la conciencia de los agentes sociales sólo se explica dentro de un contexto en que la ciencia se legitima como un método y un saber rector y excluyente. Esta postura ha impedido, en consecuencia, el análisis de las propiedades de la acción práctica. De lo que se trata en la etnometodología de Garfinkel es de romper con ese planteamiento, para así poder realizar 30
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Alexander, Las teorías sociológicas... Veáse Talcott Parsons, La estructura de la acción social, México, Guadarrama, 1968; y El sistema social, Madrid, Alianza Editorial, 1988. Heritage, Etnometodología .
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Véase de Alfred Schutz, El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu, 1962; Fenomenología del mundo social. Introducción a la sociología comprensiva, Buenos Aires, Paidos, 1972; Estudios sobre teoría social, Buenos Aires, Amorrortu, 1974. Véase Harold Garfinkel, Studies in ethnomethodology, Englewood, PrenticeHall, 1969; Ethnomethodological studies of work, London, 1986.
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George Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, Madrid, McGraw Hill, 1995. Garfinkel, Studies in ethnomethodology y Ethnomethodologica... Heritage, Etnometodología .
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reglas o determinadas por normas o valores. De esta manera, se ha creído identificar el mecanismo sustantivo a través del cual las sociedades delimitan y establecen las prácticas de sus miembros. En la difundida interpretación parsoniana de este hecho social, las normas se interiorizan mediante socialización, para posteriormente actuar como unas disposiciones necesarias para la acción. A su vez, el apego o no a las normas se condiciona mediante un sistema de recompensas y castigos que también es socializado. En esta perspectiva de interpretación del papel de las normas y la acción no queda lugar para un análisis profundo del razonamiento o concientización experimentada y desplegada por los actores en las situaciones cotidianas de acción. En cambio, en la propuesta interpretativa de Garfinkel, existe una consideración del actor social como un sujeto que pone en uso o en práctica sus capacidades interpretativas para así comprender la naturaleza de las situaciones en que se halla. Al usar estas capacidades le es posible determinar y seleccionar alternativas de acción que seguramente se considerarán con relación al sistema de normas de la sociedad. El planteamiento garfinkeliano sobre el punto implica una reconceptualización fundamental de las concepciones tradicionales de la función de las normas en la vida social. En el análisis sociológico convencional, conocido también como paradigma normativo , las normas de la sociedad, supuestamente reconocidas por el conjunto de sus miembros, tienen la función de actuar como eslabones entre las situaciones y las acciones que determinados contextos ameritan.
A modo de síntesis y exposición de principios Como queda claro en este recorrido, el problema de la acción, al menos desde Parsons en adelante, ha sido enriquecido con mucho por otros autores situados en perspectivas originales. El problema de la acción, objeto identificador de las ciencias sociales desde sus orígenes, y el problema de la elección racional no son preocupaciones sin pasado, para decir que no aparecen en los último años. La mejor lección que deja toda esta historia es la recuperación de un criterio de no imputación mecánico y fácil en el análisis concreto de la acción. El modelo normativo así como el modelo racional tienen la dificultad de recortar demasiado la explicación de la realidad por resultar extremamente ortodoxos y a veces simplistas. Ahora bien, la cuestión no es tampoco desechar radical y totalmente los Rodolfo Masías Núñez
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estudios concentrados en las características del conocimiento que los sujetos ponen en juego efectivamente al momento de hallarse en situaciones de elección. Esta propuesta abrió y abre realmente un campo importante para la explicación de la acción, del cual poco se había reparado: el análisis de los atributos o dimensiones distintivas de la conciencia o razonamiento práctico, particular del sentido común en las situaciones de acción ordinarias32 . Queda claro en esta línea de pensamiento que la racionalidad no debe ser imputada ni deducida teóricamente. Pero, tampoco, la subjetividad debe ser un resultado deductivo ni de la teoría ni de la acción, habrá de vérsela en su propio terreno. Pero, ¿cómo estudiar las propiedades del razonamiento práctico, de la conciencia cotidiana que puede interpretar, juzgar y elegir? Se trata de analizar las características regulares de la razón y la acción corrientes, junto con una neutralidad observacional que impida unos juicios a favor o en contra. Recurrir a los contextos de las situaciones de la acción es parte constitutiva del método etnometodológico, de modo que pueda alcanzarse una buena comprensión de las cosas. Garfinkel, plantea que el contexto de la acción no sólo condiciona el pensamiento sobre lo que conforma la acción, sino que las prácticas desarrolladas igualmente aportan a que el contexto o la situación de la acción cobre con el tiempo un significado33 . La acción y el contexto son, así, aspectos que se configuran y condicionan recíprocamente. Se trata de una dinámica simultánea donde los actores están permanentemente dando respuesta y volviendo a resolver la cuestión del significado de su acción para especificar la esencia de los acontecimientos donde se hallan ubicados. Por tanto, en esta óptica, es falaz argüir que las circunstancias de una acción son anteriores, como si fueran previas, al modo de un escenario teatral que se encuentra listo y al que sólo falta el conjunto posterior de acciones que aquel escenario envolverá. En el autor en mención, los contextos no son esos presupuestos inalterables de la acción y de la interpretación de la acción; éstos son vistos como productos en cambio progresivo, modificables, de las acciones que los delinean. El planteamiento garfinkeliano contiene una propuesta sobre el papel de las normas en la determinación de la acción social34 . Tal como se vio en el caso de la sociología parsoniana, entre los principales enfoques que se ocupan del análisis de la acción social ha sido frecuente considerar que las acciones están producidas y orientadas coactivamente por
determinan la totalidad de las acciones sociales. La discusión expuesta aquí nunca ha sido trivial ni nunca ha estado resuelta. No existe la teoría total ni la teoría acabada. En la práctica concreta de la investigación social se evidencia por lo común una recurrencia a los vicios y vacíos que la reflexión teórica ha podido aclarar. Recordar todas estas cuestiones cada cierto tiempo daría con su enriquecimiento.
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modelos extremos. Las normas y la racionalidad, al mismo tiempo que el conocimiento de los actores y sus contextos de acción, deben constituir los parámetros, supuestos o guías necesarias en la investigación del actuar. Son los puntos de referencia ineludibles en este análisis, las coordenadas maestras que deberían organizarlo. Lo difícil, ciertamente, es captarlos en su interacción natural y no como factores que por sí solos
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Resumen El texto que se presenta a continuación tiene como base la conferencia: Visiones para un mundo globalizado. Buscando la particularidad de las organizaciones latinoamericanas , presentada en la ciudad de Mainz, Alemania, el 13 de marzo de 2000. Una vieja pregunta que nos hacemos en el tercer mundo y concretamente en América Latina consiste en evaluar la posibilidad de desarrollar esquemas teóricos propios para observar nuestros fenómenos, o si simplemente la transposición de los esquemas del mundo desarrollado nos permiten quedar satisfechos. Esta inquietud es el hilo conductor de este artículo cuyo contexto lo constituyen algunos trabajos de investigación llevados a cabo en empresas latinoamericanas en los últimos años. En el campo de la economía desde hace ya más de 20 años se puede hablar de una economía del desarrollo , como capítulo particular de esta disciplina, distinción que ha mostrado su fecundidad en el momento de abordar el estudio de los fenómenos económicos en el tercer mundo . De manera semejante, y a partir de algunas experiencias investigativas que se describirán en el curso del presente artículo, se puede reflexionar sobre la conveniencia de estudiar las organizaciones latinoamericanas, a partir de los esquemas administrativos tradicionales, o si es necesario, por el contrario, desarrollar nuevos elementos para su comprensión y promoción. Las investigaciones que se mostrarán conducen a pensar que el mantenimiento de una perspectiva tradicional en el análisis de las organizaciones latinoamericanas contribuye al incremento de las contradicciones y al estancamiento de los fenómenos ligados a su funcionamiento. Resultados que parecen sugerir la necesidad de producir esquemas más apropiados al mundo en desarrollo, si se quieren promover organizaciones y empresas que contribuyan, en forma adecuada, al mejoramiento y avance de estos países.
Presentación La reflexión sobre la cual gira el presente artículo tiene origen en un antiguo problema diversamente tratado en América * Ingeniero Industrial, Doctor en Matemáticas aplicadas a las Ciencias Sociales, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París. Actualmente es profesor de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.
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Latina y el cual se sitúa en el terreno de la identidad latinoamericana y la carencia de un pensamiento propio. Visto en una perspectiva de carácter especulativo, Giovani Papini, el célebre escritor italiano, manifestaba su sorpresa, a mediados del siglo XX, al observar cómo en América Latina la producción de ideas, conceptos, o teorías era nula, habiendo recibido una muy valiosa herencia intelectual de Occidente, desde hacía aproximadamente cinco siglos. En este artículo, si bien la problemática es la misma, sin embargo, el camino para llegar a ella corresponde a un recorrido de carácter empírico situado en un terreno que por su aspecto pragmático parecería un poco exótico, como lo es el mundo de la administración, las organizaciones y más puntualmente las empresas. Este último aspecto también hace parte de una afirmación bien conocida, como es la relación entre conocimientos teóricos y observaciones concretas, que, sin embargo, en el campo de la administración se elude, ya que tradicionalmente se piensa que siendo ésta una práctica o una intervención, la reflexión teórica en cierta medida es una especulación ajena a su desarrollo y a sus ejecutores. Si bien el contenido de este artículo trata de ser un ensayo, sin embargo, se han tomado como puntos de referencia dos trabajos de investigación recientes. El primero1 elabora un interesante análisis de los grandes grupos económicos e industriales latinoamericanos, dentro de una perspectiva crítica con una visión que, para efectos de este artículo, se ha denominado tradicional . Con este término se entiende el estudio y la comprensión de esta realidad empresarial, a partir de los elementos que la teoría administrativa proporciona y que permiten describir estos grupos, dentro de una visión comparativa más amplia, en relación con las grandes empresas de los países industrializados. El segundo trabajo de investigación corresponde al Proyecto Interman2 , estudio que se ha venido desarrollando desde los comienzos de la década de los noventa y cuyo continuo desarrollo y enriquecimiento sugiere muy prometedores resultados. Este trabajo, consecuente con su objetivo, intenta describir casos particulares de empresas innovadoras y exitosas en el tercer mundo, cuyas formas de 1
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Celso Garrido, Wilson Peres, Grandes empresas y grupos industriales latinoamericanos, Revista de la Cepal No 66, Diciembre, Santiago de Chile, 1998. Henry Gómez, Carlos Dávila, Management Innovation in the Developing World, Ginebra, Suiza, 1995; Valerie Hammond (ed.), Management Innovation Programme. A Manual, Ginebra, Interman, 1995. The International Executive, Vol 36, No 6, Nov/ Dec 1994, Thunderbird, The American Graduate School of International Management.
Jaime Ruiz Gutiérrez
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Buscando la particularidad de las organizaciones latinoamericanas. Una reflexión observando el caso colombiano
funcionamiento, de acuerdo con las observaciones realizadas, no encajan en los categorías que la teoría administrativa tradicional ofrece para describir lo que entiende como organizaciones exitosas. Esta segunda perspectiva es la que en el fondo sustenta la hipótesis general de la presente reflexión. Ambas visiones se describirán más ampliamente en el cuerpo de este artículo Este documento busca mostrar, mediante la comparación de estas dos experiencias, la necesidad de desarrollar marcos de referencia nuevos y alternativos a los tradicionales. Puntos de vista que permitirán entender el fenómeno organizacional latinoamericano en una perspectiva más acorde con sus características de realidad social particular, y en función de sus necesidades específicas, a las cuales el desenvolvimiento empresarial tradicional, no parece proporcionar respuestas adecuadas.
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Introducción El momento actual, en términos generales, se caracteriza por un movimiento continuo y determinante hacia la globalización, mientras cada vez se hace más necesaria la necesidad de mantener una identidad particular dentro de esta tendencia. Esto se observa muy claramente en los procesos políticos que viven numerosos países y regiones y se refleja igualmente en el mundo de las ideas. Es decir, se hace necesario mantener su propia forma de entender el mundo, con el objeto de enriquecer esta globalidad, con los aportes individuales. Este logro es lo que genera, justamente, la riqueza del conjunto. El caso colombiano es una buena ilustración de esta situación, ya que sólo hasta el comienzo de la década de los noventa, la sociedad colombiana, en su conjunto, a través de un importante cambio constitucional, tomó conciencia, formalmente, de que su riqueza como país consistía en la enorme diversidad de su realidad, en todas sus diferentes dimensiones. Esto produjo que nuevos actores sociales legitimaran su participación en la construcción de la nacionalidad, cuando a través de toda su historia habían sido sectores excluidos. Este cambio es fundamental pues si la actitud anterior había sido la lucha por la hegemonía o predominio de una sola visión de la sociedad, el cambio implicaba por el contrario un proceso, igualmente de lucha pero por el diálogo, el respeto y la promoción, en un plano de igualdad, de todos los sectores, en la construcción conjunta de esta misma sociedad. Estos cambios conceptuales, tan profundos para un conglomerado social, son difíciles de
administrar, como lo revela el complejo desenvolvimiento de la sociedad Colombiana. Esta dialéctica entre globalización, homogeneización y mantenimiento de la diversidad no es un simple capricho intelectual sino una necesidad vital en términos de la comprensión de la realidad. En el plano institucional, en el cual se sitúa el presente trabajo, la necesidad de desarrollar una pluralidad de visiones de las organizaciones o empresas constituye una necesidad para entender los fenómenos que se observan, de lo contrario, la realidad que se vive constituiría un epifenómeno excéntrico e inexplicable.
Problemas de fondo Como se ha mencionado anteriormente la presente reflexión se sitúa en el campo del conocimiento administrativo y en un terreno absolutamente central e inherente a su objeto, como es el campo de las organizaciones y las empresas. Esta problemática de fondo, como se ha denominado, toca los siguientes cuatro puntos interdependientes y complementarios : 1. El conocimiento administrativo ha experimentado en sus cien años aproximados de existencia, un predominio de visiones dadas por las realidades empresariales de los países situados a la vanguardia del desarrollo industrial, básicamente los Estados Unidos y Europa Occidental. 2. El conocimiento administrativo que se presenta en los países no pertenecientes a esta vanguardia es por tanto de carácter dependiente, mediante procesos de transferencia. Estas relaciones de transferencia se manifiestan, tanto a través de los procesos de articulación entre relaciones empresariales, inducidas por los mercados de bienes y servicios, como por los sistemas de educación y difusión existentes en el campo de la administración. 3. Dada la naturaleza del conocimiento administrativo, sus resultados, en términos generales, corresponden a descripciones cuidadosas de los procesos que se observan, en los cuales predominan, cada vez en mayor medida, los instrumentos que proporcionan las denominadas ciencias sociales3 . 4. En el área del conocimiento de las organizaciones lo que se observa es un cambio de naturaleza, en el momento de su puesta en orden, en la medida en que lo que era 3
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Jean François Dortier, Les sciences humaines. Panorama des connaissances, Paris, Editions Sciences Humaines, 1998.
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En relación con la metodología con la que se ha abordado esta reflexión se parte de la relación existente entre economía y administración, binomio fundamental cuando se estudian las organizaciones. Las ciencias económicas en su evolución, han tenido necesidad de abrir nuevas perspectivas, en la medida en que afrontan problemáticas nuevas y campos de ejercicio diversos, la economía del desarrollo , a la cual se hará referencia posteriormente, es un buen ejemplo de ello. Por extensión, el presente artículo parte de la hipótesis que algo semejante deberá ocurrir en las disciplinas de la administración, como se intentará mostrar mediante la comparación propuesta.
América latina: un continente paradójico4 América Latina para cualquier observador desprevenido plantea un buen número de interrogantes cuya resolución evidentemente no sería sencilla. Este complejo conjunto de naciones, culturas, economías, etc., sugieren algunas paradojas cuando se abordan por primera vez. Es importante tener en cuenta estas paradojas, cuando analizamos el contexto en el cual se desarrollan las organizaciones y empresas latinoamericanas. La primera que llama la atención en América Latina es el hecho de que, si bien es un continente poco denso en términos poblacionales, sus tierras están distribuidas muy inequitativamente. Adicionalmente, cambiar esta situación ha sido prácticamente imposible, como lo testimonian los numerosos movimientos sociales que, a través de toda su historia se han desarrollado y que en su inmensa mayoría han fracasado. En términos estadísticos, América Latina tiene un índice de 20 habitantes/Km2, mientras este índice es de 102,1 para Europa, 114,9 para Asia y 44,7 para el mundo5 . 4
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Se entiende para propositos de este articulo América Latina como el conjunto de países situados de Mexico hacia el sur de habla hispana o portuguesa. Estas observaciones se aplican obviamente a Colombia, pais ampliamente reconocido como claramente representativo de este subcontinente. Encyclopedia Universalys, France, 1996, Tomo 2, pag 130.
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Una segunda paradoja es el hecho de que en su gran mayoría los países latinoamericanos son países con muy diversas y potenciales riquezas, desde el punto de vista de sus recursos y posibilidades; sin embargo, sus poblaciones son pobres. Es bien conocida la generosa dotación de posibilidades que tienen estos países en recursos humanos, mineros, agrícolas, geopolíticos, climáticos, biológicos, etc., mientras que sus niveles de pobreza alcanzan dimensiones muy importantes y en algunos casos están en procesos de estancamiento o empeoramiento. Según cálculos de la Cepal la evolución del producto interno bruto para el total de América Latina y el Caribe tuvo una variación promedio anual de 1.7 % para el periodo 1991-19986 . Una tercera paradoja, ligada a la anterior, consiste en que, si bien son países con muy abundantes recursos de variada índole, sin embargo, los comportamientos de sus economías son tremendamente volátiles, mostrando su evolución enormes fragilidades, que ocasionan procesos de crecimiento y decrecimiento, sin ninguna estabilidad. Los diversos milagros económicos, que muy pronto dejan de serlo, para caer en procesos exactamente inversos, en muchos de estos países, así lo testimonian, a través de su historia. Una cuarta paradoja de orden más cultural consiste en que América Latina, en términos generales, constituye un conjunto relativamente homogéneo culturalmente, ya que está integrado por países que comparten una misma lengua, una misma estructura familiar, una misma religión, un pasado común, un proceso de mestizaje relativamente semejante; sin embargo, la gran mayoría de sus procesos de integración ha sido prácticamente un fracaso. Desde la ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio), hasta el Pacto Andino y el convenio de los países del sur del continente han mostrado, generalmente, resultados más retóricos que concretos. Otra paradoja constituye un complemento a la anterior, en el sentido en que, si bien son sociedades relativamente homogéneas culturalmente, presentan, sin embargo, muy marcadas diferencias sociales, constituyéndose en sociedades, en su mayoría, profundamente fragmentadas y polarizadas. Se puede plantear una última paradoja de un cierto carácter poético como es el que América Latina ha producido en el transcurso del siglo veinte un conjunto muy diverso de escritores y hombres de letras de talla mundial, en un continente donde el porcentaje de lectores es muy bajo y los índices de analfabetismo muy altos. Para mediados de la
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Comision Economica para America Latina y el Caribe (Cepal), Balance Preliminar de las Economias de America Latina y el Caribe, Santiago de Chile, 1998.
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básicamente descriptivo, se vuelve de carácter prescriptivo o normativo. Asunto que adquiere un aspecto crucial, especialmente en los procesos de transferencia del conocimiento, donde los receptores de estos saberes no tienen ni los instrumentos, ni la experiencia para someterlos a un proceso de crítica.
década de los noventa la tasa de analfabetismo promedio para las personas menores de 15 años en América Latina era del 17%. Asimismo la tasa de educación primaria alcanzaba al 48% de la población7 .
Economía del desarrollo Como se mencionaba en los numerales anteriores, metodológicamente un punto de comparación importante es el caso de la economía, en relación con sus propuestas para la comprensión de los fenómenos del subdesarrollo. Es bien sabido cómo, a partir de los años cincuenta aproximadamente, surgió un área interesante de investigación socioeconómica, cuyo objetivo consistía en tratar de entender el origen y la existencia de los denominados países subdesarrollados. Estas propuestas proporcionaron las bases para el surgimiento de lo que se denominó y actualmente se entiende como economía del desarrollo 8 . Campo nuevo de trabajo investigativo, con sus precursores, animadores, estudiantes, etc., constituyéndose, en cierta medida, en una especie de capítulo particular de la economía, donde el mundo en desarrollo ha contribuido, tanto con el terreno mismo de ejercicio de esta propuesta, como con algunos de sus principales realizadores9 . Entre los principales hallazgos o puntos de interés particular que ha propuesto este enfoque se pueden mencionar los siguientes: Una crítica muy importante a las ventajas en los procesos de especialización internacional, la cual se concretó en los denominados términos de intercambio desiguales , entre los países denominados desarrollados y los subdesarrollados. En términos sencillos lo que esta primera crítica planteaba era que los países en vías de desarrollo10 cada vez tenían que producir más, para recibir lo mismo. La existencia de distorsiones estructurales en las economías subdesarrolladas, dando ocasión a las denominadas tesis dualistas, que en síntesis establecían la existencia y 7 8 9
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Encyclopedia Universalis, pág. 133. Elsa Assidon, 25 ans d économie de développement, Paris, Ed. Masson, 1993. R. Prebisch, C. Furtado, S. Amin, F. Cardoso, E. Faletto, etc. Es importante señalar como las categorias mismas que surgieron para clasificar estos paises como subdesarrollados , en vias de desarrollo , menos desarrollados , atrasados , etc son producto importante de esta misma reflexion. Dentro del presente artículo a pesar que se cambie la denominacion siempre se estará refiriendo al mismo conjunto de países.
permanencia de diferentes sectores sociales, claramente diferenciados y con lógicas de desarrollo particulares, en un mismo país. Se establecían, por ejemplo, divisiones entre sectores formales e informales de la sociedad, entre sectores modernos y sectores premodernos, o entre sectores ricos y sectores pobres, etc. Esto daba lugar a la proposición de argumentos en el sentido que las sociedades de los países subdesarrollados constituyen fenómenos nuevos, no correspondientes a estados anteriores de las sociedades desarrolladas. Un tercer punto que se establecía igualmente era la diferencia en términos económicos, para estos países, entre desarrollo y crecimiento , dicotomía que a lo largo del tiempo cada vez se ha manifestado más claramente. Esto significa que las políticas de mayor crecimiento económico llevadas a cabo para estos países, no han contribuido en la misma proporción al mejoramiento de sus indicadores de desarrollo social. Un cuarto aspecto importante fue su contribución a la explicación del fenómeno del subdesarrollo, moviéndose alrededor de las tesis dependentistas, difusionistas y estructuralistas. Fruto de ello fueron los conocidos esquemas centro-periferia 11 , muy conocidos y utilizados en numerosos estudios en las décadas de los setenta y ochenta. El establecimiento de estos cuatro aspectos y algunos otros complementarios, dieron lugar al surgimiento de nuevas líneas de reflexión e investigación, que han estado presentes en el ambiente de trabajo de los estudiosos que, desde diversos ángulos, intentan contribuir a la comprensión y solución de los problemas que afectan a los países en vías de desarrollo. Líneas de trabajo que, en función de la hipótesis que sustenta la presente disertación, se consideran novedosas e inherentes a los nuevos fenómenos que se fueron decantando y las cuales a continuación se describen. Una primera línea de trabajo la constituye la necesidad de desarrollar tecnologías apropiadas a los países en vías de desarrollo, tecnologías tanto de carácter productivo como analítico. Tecnologías que tengan en cuenta, por ejemplo, la abundancia y baja calificación de la mano de obra, los procesos de autogestión que llevan a cabo las comunidades, ante la ausencia del Estado, las características sociodemográficas de estas sociedades, etc.
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Buscando la particularidad de las organizaciones latinoamericanas. Una reflexión observando el caso colombiano
Lucila Finkel, La organización social del trabajo, Madrid, Ediciones Pirámide, 1996, pág. 75.
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manifestado inicialmente, el énfasis será en el aspecto organizacional y empresarial latinoamericano y particularmente colombiano. En este momento es importante hacer una precisión en relación con la importancia del discurso teórico como elemento de elaboración y legitimación de una realidad. Esto significa que la variación en los conceptos con los que se decribe un fenómeno social contribuye al establecimiento de una lógica para su comprensión, y para las elaboraciones que generarán futuras intervenciones que afectarán esta misma realidad. En la comparación que se introduce en los siguientes párrafos se ilustra esta importante precisión que, en términos generales, significa lo siguiente : si se analizan las organizaciones y empresas dentro de un misma lógica discursiva, simplemente no se permitirá que surjan otro tipo de organizaciones o empresas, ellas no tendrán legitimidad.
Coyuntura entre economía y empresa A partir de los elementos expuestos y mirando en términos generales el panorama empresarial que se está viviendo en América Latina, se destacan las siguientes cuatro consecuencias que tienen una relación directa con las instituciones y empresas en América Latina: 1. Existe una tendencia muy fuerte a la disminución de la participación del Estado en la actividad general de los países del área. Fenómeno en cierta medida contradictorio con el sentir tradicional en América Latina, donde generalmente se habla de la falta de presencia del Estado y de su debilidad para el cumplimiento de su función primordial como elemento de armonización social. Colombia es un caso muy ilustrativo de esta contradicción. 2. El segundo punto, concomitante con el anterior, corresponde a los complejos procesos de privatización de las actividades estatales, con el argumento, en la mayoría de los casos plenamente justificado, que el Estado es un pésimo administrador y que el sector público, para lograr un mejor funcionamiento, debería tomar elementos del sector privado. 3. En tercer lugar y fruto de la apertura económica y el agotamiento del esquema vigente durante un largo número de años, a saber el crecimiento por sustitución de importaciones, el desarrollo empresarial se plantea para que sea sostenido, creciente y eficiente, como un crecimiento hacia afuera. 4. El último punto de carácter fundamental es un cambio en la visión de la empresa y el empresario. En el transcurso de las Jaime Ruiz Gutiérrez
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En relación con los procesos de autogestión, para mencionar sólo algunos de los anteriormente enumerados, se cubren aspectos tan básicos como la provisión de servicios mínimos (agua, alcantarillado, vivienda, etc.), la generación de empleo, la educación, etc. En el aspecto analítico, por ejemplo, la revisión de conceptos básicos en las áreas de salud, nutrición, etc. Un caso sencillo corresponde al estudio del fenómeno de la nutrición o mejor desnutrición, ya que mientras en el mundo en desarrollo la desnutrición cubre hasta cuatro categorías y es necesario entenderlas y tratarlas, este categorización no está ni siquiera contemplada en los países altamente industrializados. Una segunda línea de trabajo que se ha venido desarrollando, a partir de los puntos anotados inicialmente, consiste en la introducción del concepto de armonización de los polos duales de la sociedad. Por ejemplo, generar soluciones o propuestas de soluciones que articulen los aspectos modernos y tradicionales de la sociedad, o los sectores formales e informales, o las áreas urbanas y rurales, ya que, como se anotaba, esta fragmentación social es un fenómeno persistente y permanente en estos países. Una tercera línea de trabajo la constituye la variación en la concepción de la informalidad . Si bien la informalidad o el denominado sector informal de la sociedad constituye un fenómeno con una connotación negativa, sin embargo, en América Latina este sector ocupa un lugar muy importante en la conformación de su fuerza de trabajo. En Colombia esta cifra se estima en alrededor del 50 por ciento de la fuerza laboral y juega un papel destacado en el funcionamiento económico de estos países. Una cuarta línea de trabajo de antigua permanencia en el espectro social latinoamericano lo constituye la problemática de la distribución del ingreso. Lo que se observa en algunos de estos países es una tendencia hacia al estancamiento en la forma de distribución del producto de la sociedad, e incluso en algunos de ellos, se manifiesta una regresión en este aspecto, incrementando y profundizando los desequilibrios ya existentes. La exposición de estos aspectos, sin duda parciales, en relación a lo que ha significado el surgimiento de la Economía del desarrollo , permite afirmar que, en su conjunto, esta reflexión ha sido fruto del desplazamiento conceptual hacia una realidad diferente, que ha hecho necesario reelaborar antiguos conceptos, o mirarlos dentro de perspectivas novedosas, contribuyendo a un proceso de innovación conceptual que ha ido generando sus propias categorías. Asimismo, esta descripción permite contextualizar los numerales subsiguientes en los cuales, como se había
décadas de los años sesenta y setenta primordialmente y fruto del contexto político en que se movía América Latina, el concepto de empresa privada y con fines de lucro estaba estigmatizado. Se consideraba a los empresarios como la clase social a la que era necesario combatir. Dentro de esa concepción se identificaba a la empresa privada, con fines de lucro, como uno de los factores causantes de los problemas sociales existentes. Este punto de vista ha mostrado una evolución muy importante, en la medida en que se han interiorizado los aspectos señalados en los numerales anteriores, ocasionando que la empresa privada se convierta en un actor fundamental del desarrollo económico. Los empresarios asumen un papel central en el devenir económico de estas sociedades. Esto ha traído como consecuencia la introducción de temáticas diferentes a las utilizadas tradicionalmente. El tema de la responsabilidad social de la empresa, para mencionar sólo uno de ellos, se convierte en un punto de reflexión neurálgico para el desarrollo de las organizaciones. Con estos cuatro aspectos, que será indispensable tener en cuenta posteriormente, se cierra este numeral para abordar, en la parte restante de este documento, el tema netamente empresarial a través de dos trabajos de investigación, como se había mencionado inicialmente. El primero se refiere al tema de las grandes empresas y grupos industriales latinoamericanos y el segundo corresponde al proyecto Interman, en donde se describirán dos casos correspondientes a organizaciones colombianas.
Grandes empresas y grupos industriales latinoamericanos Este trabajo de investigación cobijó un total de 46 empresas líderes y 15 grupos económicos latinoamericanos pertenecientes a Argentina, Brasil, Colombia, Chile y México. Esta investigación si bien no es representativa mediante un proceso estadístico o investigativo diseñado con tal efecto, constituye, sin embargo, un punto de referencia importante y válido, en términos de las empresas más grandes en América Latina12 . Es importante anotar que la investigación
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Los criterios para la selección de las empresas y grupos estudiados se detallan en los capítulos correspondientes de Peres [W. Peres (coord.), Grandes grupos y empresas industriales latinoamericanas. Expansión y desafíos en la era de la apertura y globalización, México D. F., Siglo XXI Editores, 1998]. En la mayoría de los casos se combinó la posibilidad de acceso a la información con juicios de expertos sobre la importancia de las empresas y grupos en cuestión . Garrido y Peres, Grandes empresas y grupos industriales latinoamericanos, pág. 128.
empresarial desafortunadamente no es uno de los puntos de interés de la actividad de investigación llevada a cabo, en los marcos institucionales pertinentes, en América Latina. A continuación se presentan en forma bastante sintética los resultados de este trabajo, las personas interesadas en profundizar en esta investigación deben consultar las referencias respectivas. Esta primera investigación se plantea en lo que se ha denominado un enfoque tradicional y que consiste en presentar los resultados correspondientes a estas empresas, en una perspectiva comparativa, dentro del universo de las grandes empresas, con el fin de ubicarlas en estos mismos términos. Aspectos generales Estos aspectos corresponden a los siguientes tres puntos, que permiten obtener una visión general de estas empresas, en el panorama industrial de la región. 1. Como es de suponerse, estas empresas tienen una fuerte posición en los mercados latinoamericanos, es decir, son empresas dominantes en los sectores en los cuales desarrollan su actividad económica y los procesos de privatización, que han estado viviendo estos países, en la década de los noventa, han contribuido a consolidar su posición. 2. Son empresas y grupos económicos que tienen un tamaño menor que sus competidores internacionales. Este es un factor importante a tener en cuenta, especialmente en relación con los procesos de apertura económica, donde este hecho representa una primera fragilidad hacia el futuro. 3. Los sectores donde se ubican estas empresas son los que denomina el artículo tecnológicamente maduros 13 , significando con ello sectores de actividad productiva ya ampliamente desarrollada, donde las posibilidades de crecimiento e innovación son comparativamente menores que las correspondientes a otros sectores de productos o servicios. En este sentido no son tampoco empresas ubicadas en sectores líderes . Se entiende por sector líder los sectores de actividad productiva que contribuyen, mediante diferentes tipos de articulaciones, al impulso y desarrollo de otros sectores de la industria, generando un efecto conjunto, de importante repercusión en la actividad económica general. Un ejemplo lo
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Buscando la particularidad de las organizaciones latinoamericanas. Una reflexión observando el caso colombiano
Ibid.
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Características En este numeral se describirán algunas características en relación con la formación, pertenencia, nivel y sector de actividad de estos grupos, con el fin de lograr una imagen adecuada de estos consorcios empresariales. 1. La primera característica tiene que ver con el momento en que surgen estas empresas. En este punto es importante observar que la mayoría de estas empresas nacen en el periodo de sustitución de importaciones que vivió América Latina, aproximadamente desde los inicios de la posguerra, es decir, principios de la década de los años cincuenta, hasta los años ochenta. En este primer aspecto podría afirmarse que lo sugerido por los precursores de la Economía del desarrollo , en el sentido de fomentar la puesta en marcha de políticas económicas proteccionistas, como estrategia para favorecer el surgimiento y fortalecimiento de empresas en la región, tuvo éxito. La forma como fueron evolucionando estas políticas proteccionistas y sus consecuencias, en el mediano y largo plazo, a nivel de estas empresas, debe ser sin duda materia de análisis, pero en cuanto a la hipótesis básica del surgimiento empresarial sus resultados aparentemente fueron exitosos. Otro grupo importante de las empresas estudiadas surgió en el primer periodo de industrialización latinoamericano, correspondiente a los años iniciales del siglo veinte. En términos muy sintéticos su origen y desarrollo corresponde a tres lógicas de crecimiento empresarial, las cuales se podrían definir como : i. crecimiento a partir de la explotación de un recurso natural ; ii. crecimiento por diversificación ; y iii. crecimiento a través de mecanismos financieros, para la adquisición de otras empresas ya constituidas.
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2. En su mayoría, estos grupos industriales y empresariales son propiedades personales o de grupos familiares, es decir corresponderían a lo que en administración se han venido denominando empresas de familia . Categoría que permite encontrar aspectos comunes que caracterizan el funcionamiento de estas organizaciones, como pueden ser la flexibilidad, su carácter cerrado, sus mecanismos de control, etc. 3. En relación con su tamaño, si bien son grandes a nivel latinoamericano, resultan pequeñas a nivel internacional. En este aspecto se tiene como fuente de información muestras de tres estudios sobre las 100 empresas más grandes de América Latina14 . Estos estudios proporcionan los siguientes estimativos: de las 100 empresas más grandes de América Latina sólo una es una empresa estatal (perteneciente al sector público) y 99 son privadas. De estas 99, 50 son empresas privadas de propiedad extranjera mientras 49 son privadas de propiedad nacional. En términos de ventas estas 100 mayores empresas, para 1996 registraron valores que representan el 29% del total de ventas de las 500 mayores empresas de la región. En términos del producto bruto interno de la región las ventas de estas 100 mayores empresas se encuentran en una relación de 163 a 1. ( Ventas 163.7 mil millones dólares, PIB regional 1.7 mil millones de dólares) Sin embargo, al comparar este mismo valor de las ventas de estas 100 mayores empresas latinoamericanas se encuentra que, en su conjunto, son menores que los ingresos de la General Motors ( 168.4 mil millones de dólares). 4. Los sectores de actividad donde se ubican estos grupos empresariales son sectores básicamente manufactureros, con muy poca participación del sector servicios y prácticamente nula participación en sectores estratégicos o de alta tecnología. Sectores maduros como se había mencionado anteriormente. En este sentido son empresas productoras de bebidas, vidrio, petroquímica, acero, textiles, agroindustria, cementos, celulosa, papel y auto partes. Sus estrategias se han basado principalmente en procesos de especialización en áreas estrechamente vinculadas a recursos naturales procesados. 5. Las estrategias de desarrollo que han puesto en marcha estas empresas para su expansión interna y su articulación
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Ibid., pág. 132.
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constituye, en el caso colombiano, el sector de la construcción, cuyo desarrollo conlleva el incremento de un importante conjunto de actividades en industrias y servicios afines, contribuyendo en esta forma al incremento del empleo y a la satisfacción de un conjunto importante de necesidades de la población, como es para este caso, el acceso a servicios de vivienda. Estos aspectos permiten situar estas Grandes Empresas y Grupos Industriales Latinoamericanos , dentro de una perspectiva general, relativamente frágil, tanto en el aspecto de crecimiento, a partir de los mercados internos de las economías respectivas, como de su inserción en los procesos competitivos, a nivel internacional.
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al mercado internacional han sido, a través de procesos de diversificación y exportaciones no tradicionales , especialmente esta última, en sus políticas de crecimiento hacia afuera. Las más grandes de estas empresas exportaron capitales mediante inversiones en otras empresas en el exterior. En este sentido es importante anotar que de 50 empresas transnacionales existentes en los países en desarrollo, sólo 13 son de origen latinoamericano. Perspectivas futuras Al analizar el desarrollo de estos grupos empresariales latinoamericanos y su evolución hacia el futuro, mediante este estudio comparativo, las perspectivas no son muy halagadoras, en el contexto empresarial de un mundo globalizado. En primer lugar, se observan limitaciones en los procesos de especialización sectorial, a partir de una base de recursos naturales, adicional a que las ventajas en este tipo de industrias se han visto disminuidas, en relación con los avances en las industrias de alta tecnología. El caso del sureste asiático, suficientemente conocido, ilustra esta situación. La alternativa para estas grandes empresas es muy compleja, una posibilidad sería profundizar en sus procesos de expansión mediante su introducción en sectores estratégicos. Esta posibilidad implica asumir riesgos muy importantes mediante procesos de capitalización e inversión, en áreas de investigación y desarrollo, de las cuales actualmente carecen. Asimismo, el liderazgo en este tipo de sectores corresponde a industrias de los países desarrollados, con las cuales la posibilidad de competir es muy desfavorable. Esta misma situación se presenta en el caso del mercado interno, donde han sido empresas dominantes y donde es necesario por tanto hacer inversiones importantes para afrontar la competencia que generan las empresas extranjeras, en el momento de abordar estos mercados. En este sentido la alternativa es competir o vender, cambiando su naturaleza de empresario a inversionista, con todos los efectos que ello genera para la actividad general de la región, en términos de empleo, generación de riqueza, predistribución del ingreso, etc. Lo que se ha venido observando son fenómenos de desindustrializacion en algunos de estos países. Un último punto a destacar es la carencia de investigación en este tipo de empresas, a pesar del papel preponderante que los procesos de apertura económica y privatización les están haciendo jugar, en este momento y en mayor medida, en el futuro. En este aspecto un vacío importante es la
inexistencia de trabajos de investigación sobre las formas de articulación de este tipo de conglomerados empresariales, con las empresas de menor dimensión de la región.
Proyecto Interman El proyecto Interman se inició como un estudio piloto en América Latina, a principios de los años noventa, extendiéndose posteriormente a Africa y Asia . Es decir se ha desarrollado en países correspondientes al denominado tercer mundo , con una participación importante de países latinoamericanos. A diferencia de proyectos de cooperación entre organizaciones correspondientes a los países desarrollados y países en vías de desarrollo, donde no sólo la mayor parte de la financiación corre por cuenta de las primeras, así como las líneas de trabajo e investigación, en esta ocasión la relación se desarrolló de una manera diferente. En este caso tanto la propuesta como los aspectos más importantes del contenido del proyecto fueron diseñados y desarrollados por investigadores de los mismos países objeto de estudio15 . Esta investigación ha sido realizada en colaboración con INTERMAN (International Mangement Developement Network), organización con sede en Ginebra, Suiza y auspiciada por la OIT (Organización Internacional del Trabajo). Este programa ha tenido como objetivo identificar competencias y estructuras administrativas que han contribuido al manejo económico y organizacional exitoso, a partir de contextos locales. Es decir empresas innovadoras, en un sentido bastante amplio16 . La metodología con la cual se ha venido desarrollando este proyecto ha sido básicamente de carácter intuitivo y exploratorio, a través de esquemas de investigación participativa. Hasta el momento se han identificado 450 organizaciones con las características anteriormente mencionadas de las cuales 125 corresponden a organizaciones latinoamericanas. Los países que ha cubierto el proyecto hasta el momento son los siguientes: Africa : Camerún, Costa de Marfil, Gana, Kenia, Senegal Asia : India, Pakistán, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia América Latina : Brasil, Chile, México, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela. 15 16
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Entrevista a uno de los promotores de este proyecto. Para una ampliacion de algunos de los terminos claves en el manejo de este proyecto consultar la bibliografia correspondiente, que figura al final de este documento.
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La Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATTC) Durante 15 anos aproximadamente (1972-1987), en un área rural del campo colombiano conocida como el Carare , la comunidad campesina que habitaba esta región fue sometida a diversos tipos de violencia social, por parte de los diferentes grupos armados que combaten en esta región. Tanto los grupos guerrilleros, como militares, en una primera fase y posteriormente los grupos de paramilitares tenían como objetivo de sus ataques a esta población campesina, a la cual indiferentemente culpaban de apoyo a los que consideraban sus enemigos. En esta forma la población campesina era hecha prisionera o torturada o asesinada, bajo esta singular visión de los grupos en conflicto. A mediados de 1987 esta población campesina fue convocada por las fuerzas militares y paramilitares de la región en la cual les expusieron las siguientes cuatro alternativas: acogerse a ellos, unirse a sus enemigos, es decir la guerrilla, abandonar la región, o finalmente ser asesinados. Ante esta difícil coyuntura los campesinos propusieron una quinta opción: formar su propia organización, rechazar el uso de las armas y dialogar con las
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diferentes fuerzas en conflicto, para lograr el compromiso de excluirlos como objetivo militar de las diferentes fuerzas en conflicto. Estructura organizacional La forma en que se fue estructurando esta organización obedece a un conjunto de factores locales, en los cuales las circunstancias extremas a que estaba sometida la población campesina de la región y el surgimiento de unos líderes, dentro de este grupo de personas, se conjugaron para conformar esta Asociación. Organización cuyo objetivo fundamental no solamente consistía en garantizar el respeto a la vida y la exclusión de los combates, sino el poderse promover y desarrollar como una comunidad activa económicamente y por tanto constructora de su propio futuro. En la siguiente frase esta organización planteaba sus objetivos más generales : Por el derecho a la vida, la paz y la tranquilidad , en boca de uno de sus primeros líderes , este objetivo se planteaba de la siguiente manera: La paz no solamente consiste en evitar la muerte, ella también implica progreso y desarrollo permanentes 17 . Finalmente en el mes de agosto de 1987, este grupo de campesinos constituyó formalmente esta organización como una entidad legal, con sus estatutos y reglamentaciones propias. Un primer aspecto que determina su estructura organizacional es el carácter participativo, voluntario e igualitario de todos sus miembros, es decir no existen ni restricciones, ni imposiciones ideológicas, étnicas, regionales, de género o religiosas, para hacer parte de la Asociación. Esto genera que la cohesión del grupo se lleve a cabo, no tanto por las ideas que profesen sus miembros, sino por las realizaciones concretas, encaminadas al mejoramiento de sus condiciones de vida. En este sentido, es igualmente una organización con una profunda base democrática y abierta, donde las difíciles y cambiantes circunstancias del medio en que actúa, inciden permanentemente en su desarrollo, haciendo complejo el establecimiento de sus límites, como organización, en relación con el entorno. Algunas de sus características de funcionamiento en relación con sus objetivos específicos, distribución de trabajo, procedimientos, etc., están en constante revisión y reelaboración, asimismo sus estructuras jerárquicas son mínimas. En la práctica cuenta con una reducida Junta Directiva integrada por un presidente, un vicepresidente, un secretario y un tesorero y un reducido 17
Hammond (Interman), Management Innovation Programme. A Manual, pág 228.
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En su gran mayoría las organizaciones detectadas son de carácter privado, algunas públicas y unas pocas multinacionales. En este conjunto existe un buen numero de ONG (Organizaciones no gubernamentales) y formas asociativas diferentes. Lo más importante, desde el punto de vista del presente documento, es que en conjunto, estas organizaciones muestran características, tanto estructurales, como de funcionamiento, que desafían, en cierta medida, los esquemas que la enseñanza de la administración describe como empresas u organizaciones exitosas. Esquemas que, mediante los procesos de transferencia y formación, han predominado en los países en vías de desarrollo. Aunque aún falta un gran trabajo por hacer en el sentido de refinar las metodologías de investigación, recoger un mayor volumen de información, y elaborar complejos procesos de síntesis, los casos estudiados sugieren la necesidad de elaborar nuevos marcos analíticos, que permitan darle legitimidad a un discurso administrativo de carácter alternativo. Siguiendo la metodología predominantemente casuística desarrollada hasta el momento, en el marco de este proyecto, se describen a continuación en forma muy sucinta dos casos de organizaciones colombianas, las cuales han sido detectadas y estudiadas en el marco de esta investigación. Para una descripción más detallada de estos y otros casos se sugiere nuevamente la revisión de la bibliografía respectiva.
personal asalariado. El resto lo constituye la comunidad en la forma explicada anteriormente. Las acciones que ha desarrollado la ATTC a través de sus años de existencia se han dado no solamente en un diálogo y compromisos con las fuerzas en conflicto, sino a través de acciones concretas de desarrollo económico y progreso para la región. Actividades que han logrado, entre otros, los siguientes resultados: el desarrollo de procesos agroindustriales para el mejoramiento de sus cultivos, en términos de calidad y productividad; construcción de infraestructura para el almacenamiento y mercadeo de sus productos; creación y desarrollo de instituciones de capacitación para los campesinos de la región y para sus familias. El éxito de esta organización no solamente se puede evaluar en términos del logro de los objetivos de pacificación, en forma complementaria es necesario evidenciar el mejoramiento obtenido en las condiciones socioeconómicas de la región. Aspectos de innovación Desde un punto de vista administrativo esta segunda organización plantea un conjunto de aspectos de innovación valiosos. En primer lugar, la construcción de una organización teniendo en cuenta los valores locales, con el fin de garantizar una cohesión social y un alto nivel de compromiso por parte de sus integrantes. En segundo término, el aspecto democrático de la organización y el carácter igualitario de todos sus miembros. Asimismo, los aspectos relacionados con la autogestión de su desarrollo económico y social, en la cual la apertura a actuar y aprender sobre la marcha, se ha constituido en su instrumento metodológico básico. Por último y en relación con temas netamente organizacionales se resaltan dos aspectos : el primero es el carácter claramente definido de organización contingente que ocasiona que la organización esté en un proceso permanente de aprendizaje, condición indispensable para su desarrollo, y finalmente, el empoderamiento (empowerment) indispensable, que viven todos las personas que participan en esta organización.
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El centro Cooperativo Industrial de Fabricantes de Calzado, Asocalza18 En 1989, un grupo de 16 pequeños fabricantes de zapatos formaron una cooperativa industrial para la fabricación de 18
Ibid., pág 205.
calzado denominada ASOCALZA (Asociación ciudadela industrial del calzado). Esta asociación tiene como sede la ciudad colombiana de Bucaramanga, situada al noreste del país, con una población aproximada de 520.000 habitantes. El objetivo primordial de esta organización consistió en proporcionar ayuda mutua a sus integrantes, con el fin de lograr un mayor desarrollo tecnológico en sus sistemas de producción y en general en todas las actividades inherentes al negocio del calzado, mediante el establecimiento de una organización de carácter formal. Actualmente ASOCALZA dispone de un planta de 20.000 m2, la cual incluye un centro tecnológico para la capacitación de personal en los aspectos relacionados con la industria del cuero. Las firmas que actualmente integran la Asociación han realizado inversiones por cerca de un millón de dólares, generan empleo para un conjunto aproximado de 1000 trabajadores y producen mensualmente un total de 200.000 pares de zapatos. Estructura organizacional Asocalza es una organización que se fue estructurando, de manera bastante informal, alrededor de un proyecto de construcción de un parque industrial moderno, donde cada uno de los 16 asociados trasladaría sus talleres de trabajo. La promoción de este proyecto tuvo dos factores que facilitaron su desarrollo, el primero correspondiente a un notable liderazgo ejercido por parte de uno de los socios de la organización, quien, aparte de ejercer una influencia importante sobre todos sus colegas, tenía igualmente una visión de futuro, en términos de las posibilidades de expansión y mejoramiento en la industria del cuero y el calzado. Y un segundo factor consistente en los procesos de apertura económica que estaba viviendo el país, en los comienzos de la década de los noventa, y que incidirían en el incremento de las posibilidades de mercadeo y comercialización de los productos correspondientes a este sector industrial. Este traslado locativo ejerció muy importantes cambios en las personas que en ellos participaron. En primer lugar se ejerció una transformación de productor aislado e individual, a formas de producción de carácter más colectivo, donde se compartían recursos y conocimientos, si bien se mantenían estructuras competitivas entre sus integrantes. Para febrero de 1991 se constituyen formalmente como un Centro Cooperativo de la Industria del Calzado, en cuyos estatutos se define como una asociación cívica privada sin ánimo de lucro. Su objetivo, según esta misma acta de constitución, consiste en procurar el desarrollo tecnológico de la industria del calzado y similares, promoviendo actividades de capacitación entre sus empleados y fomentando sentimientos de amistad y
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Aspectos de innovación Los aspectos de innovación mas destacables de Asocalza se pueden sintetizar en los siguientes cuatro puntos. El primero consiste en lograr integrar en un mismo espacio y compartiendo recursos de diferente tipo, productores individuales de un mismo sector, en el cual compiten por sus respectivos mercados. Es decir, compartir para competir. En segundo punto estaría el desarrollo, dentro de este mismo grupo humano, de una cultura organizacional sustentada en la amistad, la ayuda mutua, la confianza y la colaboración. Un tercer punto sería el acudir a la informalidad como instrumento primordial para la estructuración y funcionamiento de la organización y por último, el desarrollo de ventajas competitivas a través del fortalecimiento de la cohesión del grupo y el compartimiento de recursos técnicos y de capacitación. Algunas enseñanzas del proyecto Interman Mediante esta corta descripción del trabajo que se ha venido desarrollando, a través de este importante proyecto, se puede observar la manera como un grupo numeroso de organizaciones emplea un conjunto importante de prácticas administrativas novedosas, en términos del contexto en que se utilizan y de las necesidades que satisfacen. Sin duda muchas de las prácticas encontradas, ya claramente figuran en el repertorio de la administración, como podrían ser las organizaciones de tipo voluntario, o las entidades que satisfacen objetivos públicos, etc. Sin embargo, la novedad reside en la forma en que este conjunto de aspectos se interrelacionan de una manera bastante heterodoxa, en una organización específica. Así se pueden destacar aspectos tales como la puesta en práctica de novedosas estructuras organizacionales, el énfasis en el desarrollo de esquemas administrativos participativos, y el establecimiento de formas de propiedad no convencionales en algunas de estas organizaciones. En términos aún más globales muchas de estas organizaciones tienen que adaptarse a contextos sociopolíticos complejos donde sus misiones organizacionales tienen que responder a diversos tipos de intereses, algunos de ellos en conflicto.
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En este sentido se puede afirmar que estas organizaciones han adquirido una importante destreza en el establecimiento de interfases entre el sector público y el sector privado, así como en el poder de acción de las bases, como forma de participación alternativa a la jerarquía tradicional. En este proceso de innovación, el papel de los líderes ha sido fundamental, así como la estructuración de estas organizaciones y de sus estrategias de crecimiento y rentabilidad, a partir del conocimiento y adaptación a las culturas locales y regionales. Temas como el de la responsabilidad social de la empresa y el empresario, son prácticamente inherentes al funcionamiento de cualquiera de las organizaciones que se han detectado, a través de este importante proyecto de investigación en administración.
Comentarios finales El objetivo final de este artículo está encaminado a reflexionar, a través de la comparación sugerida, sobre la necesidad de recurrir a marcos de referencia nuevos o diferentes a los tradicionalmente utilizados, que faciliten el surgimiento y desarrollo de organizaciones exitosas, en términos de sus objetivos y necesidades, en países dependientes. Al observar las grandes empresas y grupos industriales latinoamericanos en los términos que plantea el estudio, es fácil darse cuenta que son empresas que están en una situación crítica , en relación con sus perspectivas futuras. En términos de los procesos de globalización que se están viviendo, son empresas con pocas posibilidades de sobrevivir a largo plazo, a menos que participen en procesos de fusión con empresas preferentemente ajenas a la región. Situación que plantea un muy profundo interrogante en relación con el desempeño de estas empresas y su incidencia en el desarrollo o estancamiento de sus respectivos países. ¿Son este tipo de empresas las que contribuirán a una promoción y mejoramiento de los niveles de vida de los países en los cuales desarrollan su actividad económica? ¿La lógica administrativa que conllevan sus formas de funcionamiento permitirá su supervivencia a largo plazo, en sociedades en conflicto, fraccionadas y con bajos niveles de desarrollo económico? ¿Finalmente, es relevante y válido el modelo gerencial y organizacional de la gran corporación en el mundo en desarrollo? El proyecto Interman, sin embargo, parece sugerir, al menos, alternativas más interesantes para el desarrollo Jaime Ruiz Gutiérrez
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solidaridad entre sus miembros. La estructura administrativa de Asocalza comprende una Junta Directiva integrada por cinco miembros nombrados por la asamblea de socios, quienes mediante un sistema de turnos nombran un Administrador-Tesorero, cuya función primordial consiste en intervenir como mediador en cualquier situación conflictiva, de orden interno, que afecte el normal desarrollo de la organización.
los países del tercer mundo como organizaciones con una presencia cada vez mayor y las cuales plantean notables desafíos, en aspectos relacionados con su comprensión, como fenómenos administrativos y organizacionales novedosos, sobre los cuales es necesario desarrollar un abundante material investigativo. En este sentido se experimenta una evolución a nivel global en dos direcciones. Por un lado, la importancia que han ido adquiriendo las ONG, tanto a nivel del mundo industrializado, como del mundo en desarrollo, y en segundo lugar, las responsabilidades explícitas e implícitas que implica el funcionamiento empresarial y sobre las cuales es fundamental enriquecer la actividad de investigación. Estas dos líneas de trabajo son un punto de encuentro importante, a desarrollar en el futuro, entre los grupos de investigación de los países industrializados y de los países en vías de desarrollo.
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industrial de las sociedades de la periferia19 . En el fondo lo que muestran estas organizaciones exitosas apoyadas en las culturas locales es una forma de acción empresarial de carácter eminentemente contingente, en función de un entorno complejo y conflictivo. Mirando el funcionamiento empresarial en perspectiva, lo que plantea el proyecto Interman es un alejamiento cada vez mayor de los modelos de enclave industrial, vigentes en los países de América Latina, a principios de siglo, y un acercamiento cada vez mayor a una visión de la empresa como actor fundamental del desarrollo económico. Esto implica poner en tela de juicio numerosas dicotomías existentes en los modelos administrativos tradicionales y en los cuales las empresas descritas dentro del proyecto han desarrollado una notable destreza en su manejo. Otro aspecto que surge de esta comparación es la importancia del denominado tercer sector y su vigencia en
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Introduction Many different theoretical positions have been taken on the phenomenon of modernity, attempting to explain this complex epochal consciousness that builds its bases on the future by opposing antiquity, and which has brought about transformational processes from the dissolution of feudalism to the emergence of capitalism in the West. Among these diverse social and philosophical theoretical proposals for understanding modernity, and more precisely for understanding the issue of what makes contemporary societies different from its forebears , Charles Taylor describes two main categories in which to classify them: the cultural and acultural theories of modernity. The cultural theories conceive cultural diversity as existing differences between civilizations. The change from a traditional to a modern society is seen as the rise of a new culture, it is just one culture among the others. Acultural theories, on the other hand, understand the modern changes as cultural-neutral transformations that any traditional culture could, or in some views, must undergo. In this sense, the different types of typical modern phenomena, such as secularization, the rise and spread of instrumental reason, urbanization, industrialization, etc., can or will occur in every culture. In other words, modernity is understood as issuing from a rational operation which is culturally neutral, an operation defined as a general function that can take any specific culture as its input1 . Taylor further argues that this second type of theory has been predominant over the last two centuries, carrying with it three main errors : two referring to judgment, and one about the whole framework in which human history unfolds2 . These errors have caused acultural theories to misrepresent our forebears and distort the process of transition from traditional to modern societies. The result is a covering-up of the great differences in background understandings and in the social imaginary of different ages and at the same time, an encouragement of ethnocentric views of society3 . * Antropóloga, Máster en Desarrollo Urbano de la Universidad de Londres, candidata a Doctorado en Antropología del New School of Social Research. 1 Charles Taylor, Two Theories of Modernity , en Public Culture No. 11, V. 1, Duke University Press, 1999, págs. 153-156. 2 Ibid., pág.159. 3 Ibid., pág.171
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Moreover, Taylor feels that such theories miss the original vision of good that was implicit in the process of Western modernity and underestimate the nature of the transformation that brought about modernity4 . Taylor attempts to critically analyze why acultural theories have been dominant and what premise underlies the interpretation of the unfolding of history within them, distinguishing among three levels in the discussion of what he calls the background understandings against explicit beliefs or what has been used by the acultural theories to explain the main difference between traditional and modern societies5 : for him, there are the following levels: the explicit doctrine (about society, the divine and the cosmos); the habitus or embodied understanding (the ways we are taught to behave, which become unreflecting, second nature to us); and the symbolic (not merely gestures or appropriate action but also that which has a mimetic or an evocative dimension and hence appoint to something they imitate or all for). Taylor writes: ...below the doctrinal level are at least two others: that of embodied background understanding and that which while nourished in embodied habitus is given expression on the symbolic level. As well as the doctrinal understanding of society, there is the one incorporated in habitus, and a level of images as yet unformulated in doctrine, for which we might borrow a term frequently used by contemporary French writers: the social imaginary6 .
Having as a point of departure the suggestive proposal made here by Taylor, and more specifically, his use of the category of the social imaginary, it is the purpose of this essay to analyze how this same category of the social imaginary, developed by Cornelius Castoriadis (a contemporary philosopher inscribed in the current French thinking), enables us to have a cultural theory of modernity. Unlike Taylor, Castoriadis develops a theoretical framework where the category of social imaginary has a distinct meaning. For 4 5
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Ibid., pág.168 This vision sees the rise of modernity in terms of the dissipation of certain beliefs, either as its major cause (rational explanations), or as inevitable concomitant (social explanations) (Ibid., pág.165). Ibid., págs.167-168 In relation to this general statement made here by Taylor, it is important to note that the use of the category of the social imaginary or even of the concept of imagination itself has had different meanings among French and other philosophers, as Cornelius Castoriadis illustrates in his text Imagination, Imaginary, Reflection , published in L Inconscient et la Science, edited by Roger Dorey, Paris, Dunod, 1991.
Marcela Tovar
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The imaginary term in readings about modernity: Taylor and Castoriadis conceptions
Castoriadis, who bases his work on the ontological status of imagination, the interpretation of modernity is centered on the principal categories of social institutions and imaginary social significations. These categories are the product of the human faculties of the radical imagination and the social imaginary, the latter being its collective dimension. This essay is divided into three parts. The first will approach the theoretical developments of Castoriadis, emphasizing his concept of imagination in order to derive from it a cultural theory of modernity in Taylor s terms, but pointing out the theoretical differences between the two authors. The second part will present some examples within the modern Hegelian discussion, giving slightly more emphasis to the notion of the State. Through this we can see how Taylor more profoundly engages (using Castoriadis terms) principal social imaginary significations of modernity. Finally, the essay will conclude by summing up the main theoretical differences between the authors.
The Social Imaginary in Cornelius Castoridis Framework In Castoriadis theory there are two constitutive and indissoluble elements in the human being: the radical imagination of the psyche and the social instituting imaginary of society . Through these two categories, Castoriadis gives a new ontological status to imagination, differentiating it from the position it traditionally holds in the Western philosophical tradition, from Plato to our days, where, in his opinion, there reigns a deterministic ontology. In order to achieve this goal, he will conceptualize the radical imagination7 of the singular human psyche as a permanent flux of representation, affect and intention not subject to determinacy8 , and the social instituting imaginary of society
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The use of the term imagination is justified by Castoriadis because of its two main connotations: connection with the image in its most general sense (not only in the visual sense), that is, the form, and its connection with the idea of invention or creation. Furthermore, the use of the term radical is also justified by the author to differentiate it from what he will also call secondary imagination, which refers to the most common meaning given to this term in the philosophical history. The secondary imagination is defined as a simple imitative, reproductive and/or combinatory imagination. On the contrary, radical imagination is theorized by Castoriadis as the faculty that precedes the distinction between the real and the imaginary or the fictitious ; as a necessary precondition for the existence of reality for the human being as well as the condition for reflective thought to exist. (Cornelius Castoriadis, Psychoanalysis and Philosophy in The Castoriadis Reader, Oxford, Blackwell Publishers, 1997, pág. 133). Castoriadis, The Imaginary Institutions of Society, Cambridge, The M.I.T. Press, 1987, pág. 274.
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as its collective dimension. His elaboration of this conceptualization proposes a new ontology, where the human subject is conceived as a not totally determined being. Here, imagination is creation of and not image or copy of, as other theoretical schools in philosophy or social sciences have interpreted. Castoriadis explains, based on his anaclisis doctrine, how the emergence of the radical imagination or creative imagination, which constitutes the conscious and the unconscious universe in humans, is a breaking-off of the animal imagination, the generic, stable and repetitive imagination. The human psyche is for Castoriadis a creation of a complete new order, or a complete new and different being who is autonomized from its biological functionality. It is also what made possible the creation of culture. As noted, the social instituting imaginary, as the collective dimension of the radical imagination, produces the social institution9 , which in turn socializes the singular psyche. It is indispensable for the creation of socio-historic reality. It provides sense to the singular psyche, enabling its existence as a social subject throughout the internalizing of the social imaginary significations of society10 . The institution of society is in each case the institution of a magma11 of social significations, a world of significations. That is, society institutes the world in each case as its world or its world as the world. In other words, the process by which a society institutes itself and the process by which it institutes what it understands as its own world, are one and the same process12 . Following this logic, society cannot then be thought as a summation of individuals or singular psyches. It is a new ontological level which makes possible the existence of the human being. 9
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A social imaginary institution is defined by Castoriadis as a socially sanctioned, symbolic network in which a functional component and an imaginary component are combined in variable proportions and relations (La Institución Imaginaria de la Sociedad, Barcelona, Tusquets Ed., 1975, pág. 132). These are defined as creations of the individual psyche, of the instituting radical imagination, and are constituted as such when they are socially instituted, embedded in the effective thinking and doing of any society, or materialized in multiple and diverse forms, from rituals to the configuration of a city. These significations establish in every society what that society is and what is not, what is valuable and what is not. Every society is a system of interpretation of a world that it is, at the same time, creating out of new social imaginary significations produced by the social instituting imaginary (Ibid., págs. 283-290) Castoriadis defines magma as a sui generis mode of coexistence with an organization that contains fragments of multiple logical organizations but which is not reducible to a logical organization (Castoriadis, The State of the Subject Today , en American Imago 46 (Winter), Trad. David Ames Curtis, 1989, págs.391). Castoriadis, The Imaginary Institutions , pág. 359.
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The totality of existing-being in Castoriadis Castoriadis conceptualizes the totality of the existing-being throughout a leaning-on interpretation of its different strata or regions. Those strata (the physical or natural, the livingbeing, the psychical, the social-individual and the socialhistoric14 are postulated as heterogeneous and irreducible15 to each other, and their existence is necessary to enable the emergence of the other as a completely new creation. 13
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Castoriadis illustrates this point: The fact of creation also has weighty ontological implication... it entails the abandonment of the hypercategory of determinacy as absolute... but it is a logical error to think... that due to this fact one must replace this hypercategory by the idea of absolute and complete indetermination. My philosophy is not a philosophy of indetermination . Creation means, precisely, the positing of new determinations -the emergence of new forms, eide, therefore ipso facto the emergence of new laws -the laws appertaining to these modes of being. At the most general level, the idea of creation implies indetermination uniquely only in the following sense: the totality of what is never so totally and exhaustively determined that might exclude (render impossible) the surging forth of new determinations . Cornelius Castoriadis, Done and to Be Done en The Castoriadis Reader, Oxford, Blackwell Publishers, 1997, págs. 368-369. Castoriadis, The State of the Subject , pág. 377. The Castoriadian use of the terms heterogeneous and irreducible , have to be understood in relation with and to his concept of creation, where a creation is thought of as a completely new thing, whose existence was neither pre-determined by nor a logical consequence of the existence of another strata. However, the author establishes a relation between the different strata, where the existence of the first enables the existence of the other. Castoriadis talks about a creation ex-nihilo which does not imply creation cum-nihilo (without means and conditions) or in-nihilo (without any point of origin).The creation leans on what is given, which conditions and limits it but does not totally determine it (Castoriadis, The Imaginary Institutions ; Subjetividad e Históricosocial en Zona Erógena No.15, 1993, Año lV, Buenos Aires, pág. 5; Radical Imagination and the Social Instituting Imaginary , en The Castoriadis Reader, Oxford, Blackwell Publishers, 1997, pág. 321).
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The totality of the existing-being is intrinsically regulated in its first natural strata by ensidic logic16 as well as in its other strata, though with lacuna and fragmentarily. The ensidic logic is present in every thing that exists; this dimension is in the biological, psychical and human, as well as social-historic. However, as said before, it is not totally or exhaustively determined or reducible to this logic17 . Castoriadis theorizes the similarities and differences among the physical, biological, psychical and cultural manifestations, focusing particularly on the distinction between the physical and the living-being strata and, within them, the specificity and distinctions between animals and humans. For him each strata, from the living being to the social historic, can be defined as a for-itself meaning that it creates its own world , that it is being its own end, including auto-reference and reflexivity. In other words, the for-itself can take itself not as an object but as something that, by operating its imagination faculty, can make representations and so create its own closed world. A for-itself as such possesses three essential determinations (otherwise it would not exist as a living being): intention (intention of conservation, reproduction and the consequences that this pair entails); affect (pleasure/displeasure, signal of attraction/ repulsion); and representation. This last does not mean a perfect copy of the external world, but the presentation through which the living being creates its own world, starting from what are mere external shocks18 . Dealing then with a multiplicity of regions of the being, all of which can come under the title of the for-itself, they can be generally characterized as follows19 : i) The living-being (from the cellular level on) can be considered as a for-itself that cannot represent itself outside of its own interior nor conceive itself except from
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Castoriadis, Logic, Imagination, Reflection , en American Imago 49, 1992, pág. 15. Castoriadis defines the ensemblistic-identitary or ensidic logic as the logic that structures mathematics and is realized in set theory. This logic concerns everything that can be constructed and built up from the principles of identity, contradiction and the excluded third, and organizes anything given by means of univocally defined elements, classes, relations and properties. It is a determined logic that is present in everything humans say or do, and is instituted and sanctioned by society (Castoriadis, Imaginación, Imaginario, Reflexión , en Ontología de la Creación, Bogotá, Ensayo y Error, 1997, pág. 352). Castoriadis postulates that the magmatic logic (undetermined logic) is also present in every stratum. Castoriadis, Psychoanalysis and philosophy , pág. 180; Logic, Imagination, Reflection , pág. 16. Castoriadis, The State of the Subject , pág. 377.
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In this sense, Castoriadis proposal reveals an original way of conceiving the psychic and the social poles of the human being, where a radical opposition between the two is excluded: Society fabricates the individuals who, thanks to the radical imagination, are nothing different than society. As said, this is developed throughout his idea of anaclisis, or explanation of the stratification of the being, where not only is a new conception of the human being exposed, but also the totality of existing being. The social individual will be explained through the new creations that emerge from stratum to stratum of the total existing-being. Moreover, those are not theorized as ordered consequences but as new creations or strata of the being which have new and different determinations13 , and are not reducible to previous ones. In this sense, the social subject for Castoriadis is a fragment of the world instituted each time.
within. It exists in and through a permanent closure. However, its closure does not mean that there is nothing outside ; certainly there is. There is an X (shock)20 , which does not mean information in its strict sense, it only informs that there it is . Nature does not contain information waiting to be gathered. This X becomes something only by being formed by the for-itself that forms it. This can be called the cognitive function of the living being. ii) The psychic, both as such and its plurality, namely through its various instances or for each of the psychical persons 21 . The specificity of the human psychic consists in its de-functionalization of psychical processes relating to the biological component of the human being, which means the predominance of representational pleasure over organ pleasure in the human psyche. It is in the human psyche where the radical imagination and its quid pro quo faculty are present, enabling the not fixed representations and canonical responses. The human psychic will suffer its own stratification process from a closed monad to a social individual. iii) The social individual, meaning the socially constructed individual or the product of society s transformation of the psyche. Society produces social subjects through its imaginary institutions, which provide sense to the human psyche. As already said, both society and psyche are irreducible but also indissociable. iv) The society or social-historic that appears when there is an anonymous human collective making a type of creation that no other instance would be able to make. The human being is a creation, and at the same time it creates itself and continues doing so throughout history. In this context, the singular psyche becomes socialized through the imaginary institutions. It is the social-historic which permits a society to stay together and reproduce itself under certain symbols.
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Through this last exposition it is possible to see how the human subject, as well as its society, are explained as cultural auto-creation. The emergence of culture in the human being is theorized here based on the fragmentation of the totality of the existing-being, where every strata intervenes. The human being creates and socializes him/herself in the culture created by him/her; through what Castoriadis calls social imaginary
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Castoriadis interprets shocks in the Fichtean sense of antos (Ibid., pág.384). Castoriadis, Imaginación, Imaginario, Reflexión , pág. 377.
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significations (sis) and social institutions, humans give sense to their self and the surrounding world. Accordingly, it is possible to pose that any society, whether traditional or modern, is the product of the radical imagination and the social instituting imaginary, where constituted and articulated social institutions and sis, give sense and content to the socio-historic world of the human subject. In contrast to what Taylor proposes, in Castoriadis theory the social imaginary is a constitutive category in his proposed ontology. It is at its bases. For Taylor, even though it is posited as a constitutive element of culture and society, it is still kept within a complementary character. For Castoriadis the instituting social imaginary is a human faculty that, along with the radical imagination, established the difference among humans and the rest of beings. In Taylor s proposal, the social imaginary does not have the same ontological weight; it is a substantive part of human culture, but it is reduced to the status of a level. Defined as such, and with that theoretical distinction, we are able to understand it as part of the culture itself. In effect, the distinction of levels posed by Taylor suggests that the social imaginary is relevant to the other two levels proposed (doctrinal and habitus) but still has its independence. On the contrary, as seen, what Taylor defines as the contents of the doctrinal or habitus levels, for Castoriadis is embraced in the same product of the social imaginary and the sis. In this sense, for Castoriadis there are not different levels such as the doctrinal, the habitus or the symbolic posed by Taylor. The term social imaginary in Taylor s work is closely related to the concept of images or not yet formulated features in the doctrinal and habitus levels and to the symbolic realm in its evocative sense: In Castoriadian theory, on the other hand, it requires a totally different theoretical proposal and posture before the creation of culture (including its symbolic dimension) and the subject s socialization in it, as well as the social change. However, it is true that Castoriadis theory and its conceptual elements do enable us to elaborate a cultural type of reading of modernity as Taylor has characterized it. In a sense, and making the necessary theoretical distinctions between the two authors, modernity and its changes can generally be conceived in Castoriadis terms, as moving from some social institutions and sis to different ones. In Taylor s terms these changes would be described as moving us from one dense constellation of background understanding and imaginary to another, both of which place
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In this sense, it is important to point out that while still keeping common perspectives with reference to the noted distinction between acultural and cultural theories of modernity, these two authors also have different theoretical perspectives from which modernity and its changes are totally differently theorized.
Modernity in Castoriadis and Taylor As stated previously, modernity for Castoriadis means the institution of a magma of sis instituted by society as its world, and manifested in its social institutions. In his view23 , development, economy, and instrumental rationality are only worried about the relationship between means and ends, and not about the rationale of the ends itself. They are important sis that have dominated the social and cultural dynamics of the modern Western capitalistic societies. The symbol of modern society is made up of fragments of economic rationality, science, and technology where its conjugation is associated with these postulates: i) the omnipotence of technique, ii) the asymptotic illusion relating to scientific knowledge, iii) the rationality of economic mechanisms, iv) assumptions about society that imply that society is predestined to progress and growth, or that it can be manipulated by various means in order to lead it to progress and economic growth. Taylor, on the other hand, underlines as well other important sis (using Castoriadis terms) to characterize modern societies. Some of the main ones are: the fall of social hierarchies based on the idea of honor being replaced by the notion of dignity; the emergence and importance acquired by the public sphere and public opinion with consensus achieved out of face-to-face relations; the sense of collectivity framed in a legal context, and the right of autodetermination. Furthermore, Taylor embraces the emergence and institutionalization of these sis, along with other social institutions, in a larger discussion about modernity. Analyzing 22 23
Ibid., págs. 173-174. Castoriadis, Reflections on Rationality and Development , en Philosophy, Politics, Autonomy: Essays in Political Philosophy, New York, Oxford University Press, pág. 33.
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what is for him a central modern debate that of identity and recognition24 this author presents a characteristically modern discussion around modern sis held between typical atomistic and dualistic Cartesian theorizations, and the Hegelian proposal which represents an attempt to challenge it. Throughout this discussion, it is possible to observe main and principal instituting sis of modern societies as Taylor presents them. Taylor understands the enlightenment as meaning25 , for Hegel, fragmentation and partialization. In any given level it is possible to distinguish things and separate them, but it is not possible to see the inner connections which link all separate realities, the dialectic life which engenders them all in a chain. It distinguishes men as independent individuals but it loses sight of the community. In other words, enlightenment is atomistic in its political theory and utilitarian in the value theory. In a general sense, this is what Taylor believes Hegel tries to overcome, constituting in this way a discussion that would characterize the encounter of what in Castoriadis terms would be modern sis. Some of the modern problems that were elaborated and questioned by Hegel in his theoretical proposal could be mentioned as examples. The notions of reason, history, the State, and the subject, as well as common oppositions such as nature-spirit or individual-community, constitute only some of the modern problems that Hegel approached. In order to illustrate briefly this point, it is our purpose in the following section to point out certain problems as central issues rather than explain them exhaustively, naming what in Taylor s view are Hegel s inputs. Some Points in the Modern Hegelian Discussion A number of theoretical approaches appear as influences on Hegel s elaboration of his proposals. Some of the most significant influences that Taylor underlines are26 : i) Expressivism and the contributions of Herder, who sought to contest both the common views of enlightenment rooted in the utilitarian and atomistic traditions, and the analytic scientific views on humans and society; ii) Kant s proposal of radical freedom, which opposed the utilitarian view that what is morally right is determined by desire; iii) Fichte s philosophy, which centered on the subject and freedom (leaving aside the 24
Charles Taylor, El Multiculturalismo y la Política de Reconocimiento, México, Fondo de Cultura Económica, 1993.
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Taylor, Hegel, Cambridge, Cambridge University Press, 1975, pág. 401. Ibid.; Hegel and Modern Society, Cambridge, Cambridge University Press, 1979.
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us in relation to others and the good. There is never atomistic and neutral self-understanding: there is only a constellation (ours) which tends to throw up the myth of this selfunderstanding as part of its imaginary22 .
discussion about object and substance); and iv) a general nostalgic feeling for Greek society27 . In the context of the general intellectual environment and historical events such as the French Revolution, the ideas of expression and radical freedom were enhanced. The unity of two modern ideals radical freedom and expressive freedom28 was being sought29 . Hegel attempted to synthesize these oppositions by posing the idea of cosmic spirit. In order to keep the aspiration of radical autonomy, Hegel posits the notion that human consciousness reflects the order of nature and at the same time perfects it. The cosmic spirit which unfolds in nature strives to complete it-self in conscious self-knowledge, and the locus of this activity is the subject s mind. The subject achieves its fulfillment in a form of life which is also an expression of self-awareness, so the power underlying nature, as spirit, reaches its fullest expression in self-awareness. Spirit reaches this self-awareness in man in the form of self-consciousness. In this view, while nature tends to realize spirit, man as conscious being tends towards a grasp of nature in which he will see it as spirit and one with his own spirit. In this process, men see themselves as individual fragments of the universe but also as vehicles of cosmic spirit, thus achieving unity with nature. With the notion of cosmic spirit, men can achieve at once the greatest unity with nature, that is, with the spirit which unfolds itself in nature, and the fullest autonomous self-expression. The two must come together since man s basic identity is a vehicle of spirit....[it] can provide the basis of a union between finite and cosmic spirit which meets the requirement that man be united to the whole and yet not sacrifice his own self-consciousness and autonomous will30 .
Taylor points out that Hegel discussed the notion of reason in his attempt to achieve the synthesis between the above mentioned rational autonomy and expressive unity. Hegel questioned the notion of reason not only to the ones that gave it an instrumental meaning -strongly rooted in the 27
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Ibid., págs. 3-8. The oppositions that expressed the division between these two ideals were: the opposition between thought, reason and morality on one side, and desire and sensibility on the other; the opposition between the fullest self-conscious freedom on one side, and life in the community on the other; the opposition between self-consciousness and communion with nature; and beyond this separation of finite subjectivity from the infinite life that flowed through nature Ibid., pág. 8. Ibid., pág.6. Ibid., págs. 10-11.
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modernist tradition- but also to those who sought to distinguish the finite with the infinite subject. That is, the Romantic generation interpreted reason as the means to analyze and segment reality and therefore to divide and mark distinctions. By posing his notion of understanding, Hegel differentiate rationality, meaning division and distinction, from reason, meaning a higher mode of thought that permits the incorporation of division as well as unity31 . Likewise, he did the same with the modern notion of freedom, contesting its meaning as a endlessly original power, as a constant creation of new forms a belief held by some Romantics. Postulating the notion of infinity, he reconciled as well freedom as infinite activity and as ordered activity32 . Hegel developed other lines of questioning in pursuing his theoretical endeavor, questioning as well the Cartesian dualistic notions of the subject. As Taylor explains, Hegel was able to explain the subject without relying on dualism. Hegel s notion of subject was grounded on the Aristotelian expressivist idea of seeing man as realizing a certain form, to which is added seeing this realized form as an expression of what the subject is and which cannot be predicted. In this framework the subject attains self-realization, with the dualistic presupposition of the subject as a center of consciousness. The perception of outside world as separate from it-self, with a now immaterial center one heterogeneous from the world of body is swept away33 . Hegel moved away from Descartes by establishing that the living being is not only a functioning thing made up of a sum of parts, but that it is also something in the nature of an agent, placing it in a line of development of which the apex is the human subject34 . In this way, Taylor adds, Hegel restored the continuity of living things damaged by Descartes, opening not only a continuity between ourselves and animals, but a continuity between life and conscious35 . In the same line of thinking, Hegel also proposed a new meaning of history and its development, the culmination of which would be the modern ideal of the State. The synthesis Hegel sought is also elaborated throughout his ideas about the development of history, in which (as Taylor points out) it is possible to see how oppositions such as freedom and nature or individual and society initially are sharper as man develops, but when they reach their fullest development the terms come to reconciliation of themselves 36 . 31 32 33 34 35 36
Ibid., pág.12-14 Ibid., pág.14 Ibid., pág.16 Ibid., pág.19 Ibid., pág.19 Ibid., pág.14
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universal, existing in and for it-self, with the individual subjective aspect, so that the union alone is truth41 .
As mentioned, for Hegel history would manifest differently throughout the different cultural formations. He presents the Oriental, the Greco-Roman and the Germanic cultural complexes, which are formally related, and in which there are different levels of freedom. In the Oriental world only one person is free, in the second only some, and finally, in the German world everyone is free by the virtue of the spiritual identity accorded to all human individuals, the inherent capacity of self-determination. This is intimately related with the existence of the State within a society, where, as Hegel posited it, The State is an ethical totality:
World history is the progress in the consciousness of freedom a progress that we must come to know in its necessity....The final goal of the world, we said, is Spirit s consciousness of its freedom, and hence also the actualization of that very freedom38 . The simple social instinct of human beings already involves the conscious goal of securing life and property; and insofar as this life in common has already come into being, that goal is extended further...that goal is the inner, indeed the innermost, unconscious drive; and the entire business of world history is the work of bringing it to consciousness39 .
History is the development of the world spirit of reason. Reason manifests itself in the world and is realized in two senses: by fulfilling its own standard of rationality; and in the self-consciousness that constitutes its freedom. The highest fulfillment of human life would be the synthesis of reason and society, so that the one principle shapes the other: man as rational and social animal. This is the human struggle throughout history40 Hegel states: Reason rules the world, which means that it has ruled history as well. Everything else is subordinated in relation to this universal and substantial reason, in and for it-self, it serves that reason as its means. Moreover, this reason is immanent in historical existence, and fulfills itself and through it. The union of the
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G.W.F. Hegel, Introduction to the Philosophy of History, Indianapolis, Hackett Publishing Company, [1955] 1998. Ibid., pág.22 Ibid., pág.27 Rauch,1998, en Ibid.
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The state is well constituted and internally strong if private interest of the citizens is united with the universal goal of the state that each finds its fulfillment and realization in the other42 . This essential being is the union of two wills: the subjective will and the rational will. This is an ethical totality of the state.... The laws of ethics are not accidental, but are the rational itself. The proper goal of the State is to make this substantiality count in the actual doings of human beings and their convictions, making it present and self-sustaining there...The State is the realization of freedom, i.e., of the absolute end-goal, and that exists for its own sake43 .
The State, in Hegel s view44 , is the form that Spirit takes to complete realization of its existence. This conception is built upon different theoretical principles from the typical modernist conceptions of the State (i.e. French tradition). As Taylor puts it, history and its arrival to the State, has at be understood teleologically, as directed toward the realization of the Spirit. In this sense, what happens in history has sense and justification; it is good and incarnates the plan of God45 . This short and fragmentary review of some of the problems at the core of Hegel s discussion serves to illustrate how his work embodies central modern topics and sis. For Taylor, this represents a theoretical milestone in the world of the modern social science and philosophy. The previously
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Ibid., pág. 28 Ibid., pág. 27 Ibid., pág.40 Ibid., pág. 57 Taylor, Hegel, pág.389.
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In The Philosophy of History37 , Hegel posited the development of human history and its expression in the form of the State as the materialization of what for him was the modern symbol of freedom in other words, history is the development of the consciousness of freedom in the world. In his conception of history, Hegel presented a path where cultural formations or cosmo-visions of certain cultures were to follow congruently a logical and inevitable succession: Medieval Christianity, Enlightenment, Terror. Thus history is a process of emancipation and enlightenment, the aim of which is to arrive at a certain type of society where people are free and autonomous by virtue of their own rationality. Hegel writes:
enumerated sis and social institutions, such as the State, the subject and reason, constitute in modernity central problems in Western instituted modern societies, giving sense and content to our socio-historic world through its articulation and institution, as Castoriadis would interpret it. Neither Castoriadis nor Taylor follows literally Hegel s teleological conception of the State, for example. For Castoriadis, as repeatedly stated, the State would have to be examined as a social institution that emerges in the modern context along within its historical and contextual particularities, and the subject would have to be examined within his anaclisis doctrine. Taylor, standing in a middle point not with Castoriadis, and not literally with Hegel still defends a Hegelian way of approaching both problems, since he finds it useful to question modernist-Cartesian constellation of understanding social phenomena such as the State. Taylor is more interested in how these Hegelian concepts enable a cultural theory of modern society46 . It is clear then the different emphasis that the authors do as well as the different conceptual frameworks they are referred to.
Conclusions Taylor s attempt to critically approach acultural theories of modernity using the term of social imaginary as one of his
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Even though it is necessary to deal more profoundly with this issue, the extent of this essay makes it impossible. However, the main purpose of the Hegelian examples is accomplished in the sense that they enable the reader to identify conceptual differences among the authors.
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Oscar Mauricio Espinosa Henao*
Un país mata, otro se muere y otro mira expectante. El cuarto huye de la violencia y protesta en busca de reconocimiento social. (...) Son un problema para el gobierno, una incomodidad para el resto de la sociedad, un escudo humano para los actores armados, un indicador de la degradación de la guerra (...). Son desplazados por que no participaron en la guerra, y por no hacerlo son sus principales víctimas. (Rodolfo Prada Penagos y Álvaro Ortiz Ramos).
Presentación Todo país se enfrenta con diferentes grados de incertidumbre al momento de prospectar sus políticas. No faltan las asignaciones presupuestales aplazadas o incompletas, los pactos económicos frágiles, las migraciones poblacionales, los desastres naturales latentes, las fluctuaciones bursátiles, el libre comercio en un contexto globalizado y neoliberal, o las convulsiones geopolíticas; podemos denominar a estas circunstancias como estructurales y globales en cuanto atraviesan a todos los países especialmente subdesarrollados con diferentes intensidades de duda al momento de planificarlos y desplegar las políticas públicas hacia la sociedad. Pero Colombia vive circunstancias sui generis en este aspecto. Los órdenes de la vida nacional, incluidas las dinámicas poblacionales, están predeterminados en buena medida por los actores armados, por un conflicto que fractura el tejido social, el cual se inunda de los efectos absurdos de un enfrentamiento que se muestra sin hilos éticos; esto sin contar con circunstancias como la concentración de la tenencia de la tierra, un conflicto radicalizado en grupos armados fortalecidos, la violación de los derechos humanos, y una agenda de diálogo con la insurgencia de la cual ningún sector se atreve a emitir pronósticos contundentes. Por ende la incertidumbre inunda las cotidianidades de los anónimos, a gobernantes, planificadores y en general a todo el sistema social. * Sociólogo, Grupo Medio Ambiente y Sociedad , Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Antioquia. Ganador del 1o. premio del concurso de jóvenes investigadores sobre temas latinoamericanos y caribeños, en el X Congreso de la Federación Internacional de Estudios sobre América Latina y el Caribe. Las ideas aquí expresadas son de la entera y exclusiva responsabilidad del autor y su posición puede no coincidir con la de la institución educativa. E mail: espinosahenao@hotmail.com.
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Pues bien, el fin de la reflexión que se desarrolla en las siguientes páginas es esbozar algunos efectos territoriales del conflicto armado que dificultan el desarrollo humano y distancian de mínimos de calidad de vida a gran cantidad de desplazados. Busca ilustrar someramente las expresiones básicas del desplazamiento por violencia, las vivencias de los desterrados que se traducen en desafíos para municipios que en nuevos contextos espaciales deben acoger gran cantidad de familias, y la manera en que la violencia ha podido afectar socio-territorialmente a los habitantes del campo y la ciudad; lo que amalgamado representa una serie de retos y conjeturas para la planeación en los ámbitos nacional, regional y local. El escrito es el resultado de la experiencia del autor como consultor en la elaboración de Planes Municipales de Ordenamiento Territorial en el Oriente Antioqueño y Urabá.
Derrotero conceptual Es usual que en diferentes espacios académicos, gubernamentales, informativos y cotidianos se escuche que al referirnos al conflicto armado nos enfrentamos a un proceso de profunda incidencia territorial. Así, es preciso entender cómo el conflicto puede llegar a condicionar la intervención sobre el territorio, teniendo en cuenta que las: significativas batallas a campo abierto o en pequeños poblados que se vienen registrando son pruebas de que elementos como el control territorial rural y la ocupación de asentamientos agropecuarios, mineros, silvícolas y campesinos en general, tienen sitio privilegiado en los diseños estratégicos y tácticos de los grupos enfrentados así como para la fuerza pública1.
Allí los grupos armados hacen ocupaciones de hecho al crear unidades de control o de gobierno local a partir de secciones mínimas de territorio como veredas, caseríos, corregimientos o resguardos. Someten o desplazan a la población campesina respectiva. En estos casos el vacío de poder se crea por la fuerza de las armas y se desconoce a la sociedad civil que queda sin la capacidad de defensa propia
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Horacio Duque Giraldo, El ordenamiento territorial como instrumento de democracia y paz, en www.rds.org.co/, 2000.
Oscar Mauricio Espinosa Henao
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Del territorio, la guerra y el desplazamiento forzoso. Una vistazo sociológico
y sin la autonomía básica para trabajar y producir, transmitir la cultura, y reproducirse con el sosiego indispensable2.
La población desplazada constituye una fragmentación de las interacciones sociales, de las vecindades, de los vínculos de las gentes con su tierra, a un territorio que se encuentra en disputa por los grupos armados al margen de la ley. Para examinar lo anterior coexisten dos dimensiones al momento de entender las representaciones del espacio. La tierra es medio de producción que respalda la subsistencia y el arraigo a lo propio; es figura de dominio en su tenencia y modos de uso. El territorio es lugar de dialécticas, demarca y expresa dinámicas que son el resultado de las pugnas entre los sectores de poder, como de culturas y cosmovisiones que tal cual lo aprehenden, lo habitan y afectan. En lo fundamental puede decirse que es el centro de las potestades que sobre el espacio y el medio ambiente ejercen los grupos humanos, el cual está constituido por los componentes geográficos, biológicos y físico-ambientales que contienen a su vez las esferas sociales, culturales, simbólicas, políticas y económicas de la sociedad que en cada región interactúan. Como paréntesis conductor del análisis a desarrollarse, es pertinente retomar la conceptualización sobre el territorio que desde la geografía política realiza Montañés, quien lo entiende como una porción de espacio geográfico sobre el cual se ejerce o se pretende ejercer el control político. Este control, relativo y jerarquizado, puede ser pretendido por una persona, un partido político, un grupo social y un Estado. Expresa tanto fuerzas consensuales como fuerzas en conflicto y es, en determinado momento, el resultado de la evolución histórica. El territorio incluye la riqueza material que de alguna manera está a disposición de quienes tienen el poder político.
Por su lado la territorialidad es el grado de control de una determinada porción de espacio geográfico (que) está condicionada por las relaciones de poder político y su expresión espacial. La territorialidad es excepcionalmente absoluta; es, por el contrario, relativa y contradictoria 3.
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Orlando Fals Borda, Guía práctica del ordenamiento territorial en Colombia, contribución para la solución de conflictos , en Análisis Político, Santafé de Bogotá, Nº 36, enero abril 1999, págs. 88-89). Gustavo Montañés Gómez, Geografía y ambiente , en Geografía y ambiente: enfoques y perspectivas, AAVV, Santafé de Bogotá, Universidad de la Sabana, 1997, págs. 198-199).
Del territorio, la guerra y el desplazamiento forzoso. Un vistazo sociológico
Esta diferenciación terminológica da luces para entender el asunto de las reconfiguraciones espaciales por los actores armados, los que por la vía militar hacen presencia en lugares donde no sólo se encuentran sus enemigos, sino que poseen potencialidades geoestratégicas entre las que pueden mencionarse el acceso a vías troncales, ríos navegables o el mar; corredores boscosos que propician la movilización y residencia temporal de columnas armadas o el mimetismo de laboratorios para el procesamiento de droga; o bien por condiciones biofísicas idóneas para el cultivo y transporte de narcóticos. En tal confluencia de ingredientes, tras la disputa territorial de dichos actores intentando ampliar sus territorialidades, el resultado social más evidente de las incursiones armadas es el desplazado , entendido este como: toda persona que se ha visto forzada a migrar dentro del territorio nacional abandonando su localidad de residencia o actividades económicas habituales, por que su vida, su integridad física, su seguridad o libertad personales han sido vulneradas o se encuentran directamente amenazadas, con ocasión de cualquiera de las siguientes situaciones: conflicto armado interno, disturbios y tensiones interiores, violencia generalizada, violaciones masivas de los Derechos Humanos, infracciones al Derecho Internacional Humanitario u otras circunstancias emanadas de las situaciones anteriores que pueden alterar o alteren drásticamente el orden público4.
Una vez se da el desplazamiento, entre otras secuelas, las principales consecuencias territoriales se expresan en la brusca transición de lo rural a lo urbano, ámbitos espaciales claramente diferenciados5.
Tipos de desplazamiento forzoso Volviendo a nuestro tema, dar dimensión a la realidad del desplazamiento forzado no es sencillo; el estudio de las 4
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Ley 387 de 1997, artículo 1º. Aunque la conceptualización sobre desplazado y refugiado ha sido objeto de algunos cuestionamientos desde la sociología, la filosofía política, el trabajo social y la doctrina jurídica, no es el propósito de este articulo presentar tal debate terminológico; ésta definición se acoge por ser la más difundida en Colombia y por su pertinencia en relación con el análisis que se desarrolla. Cabe recordar que la Ley para la Prevención y Atención el Desplazamiento Interno por Violencia (387/97) retoma la definición de desplazado del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. En su momento se explicará el marco analítico de otros términos. Se expondrán en el transcurso del articulo con el fin de contextualizar mejor la reflexión en su respectivo apartado.
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Consultaría para los derechos humanos y el desplazamiento. Cifras tomadas de Rodolfo Prada Penagos, et. al., Desplazados, el cuarto país , en Caja de Herramientas, Bogotá, año 9, Nº 71, junio 2000, págs. 11-14.
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gastos para las arcas municipales. Con los servicios y la asistencia que después de un tiempo deja de otorgarse, y sin posibilidades de retorno, eclosionan efectos colaterales del desplazamiento como mendicidad y economía informal (subempleo), sin que esto quiera decir que en lo absoluto tales problemáticas se asocien exclusivamente a los desplazados.
Vivencias del desplazado: conjeturas y desafíos para los municipios Son los municipios los llamados a atender demandas que se concentran en lugares usualmente desatendidos, en los cuales se reubican los desterrados. Son numerosos agregados humanos que entre el trastorno de estrés postraumático8 deben franquear el hambre, las aguas insalubres, la necesidad de aposento, la falta de alcantarillado. A la par enfermedades, carencia de oportunidades, desesperanza, hijos sin educación ni seguridad social, incluso un peyorativo estigma social; toda una realidad que anuda una sola presión para el Estado encarnado en los municipios. Aunque para muchos no existe claridad en la interrelación de estas circunstancias con el desarrollo territorial, hay que recordar que el saneamiento
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El miedo, y todas las emociones relacionadas con él, son el reflejo de los eventos traumáticos vividos por la población que se manifiestan en momentos diferentes después del evento y a través de diferentes reacciones comportamentales, cognitivas y conductuales llamadas generalmente síntomas de Estrés Post-Traumático (PTSD, Post Traumatic Stress Disorder). De acuerdo con el DSMIV (Baddoura, 1998, citado por Cirulnik, 1998), el estrés posttraumático es una reacción patológica ansiosa que ocurre posteriormente a la exposición de un evento fuera de lo común y capaz de inducir la tristeza emocional en la mayoría de los individuos . El desarrollo de este desorden implicaría una predisposición individual de la persona. Baddoura (1998) ha señalado los síntomas que caracterizan a este estado: el recuerdo insistente del hecho traumatizante (ej. Pesadillas repetidas). El desorden de los afectos y el evitar todo aquello que está unido al evento (como la incapacidad de recordar los aspectos importantes del evento traumático). Síntomas de hiperactividad neurovegetativa (palidez, sudor, taquicardia, etc.). Estos síntomas de estrés post-traumático, comunes en los campos de refugiados y en poblaciones que han sido afectadas por eventos naturales (tornados, inundaciones, incendios, etc.) y sociales (atentados, guerras, secuestros, etc.) producen un efecto desestabilizador en las poblaciones más sensibles (niños, mujeres y ancianos), y los niños son los más afectados durante el resto de su vida . Jorge Palacio et. al., Estrés pos-traumático y resistencia psicológica en jóvenes desplazados , en Investigación & Desarrollo, Barranquilla, Nº 10, diciembre 1999, págs. 19, 20). En el artículo citado se exponen los resultados de una investigación puntual sobre la correlación entre desplazamiento y sus diversas consecuencias psicosociales; se basa en un estudio de caso realizado en un municipio de Atlántico (Colombia).
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tendencias en las dinámicas de la guerra se queda corto ante fenómenos que no guardan proporciones. Lo que un día es un lugar expulsor de personas en otro momento puede ser receptor, o viceversa. La guerra reconfigura la relación con el territorio en su apropiación, arraigo, uso del suelo y densidad poblacional, trascendiendo todas las esferas de la vida local y regional. Según cifras del Codhes6 se estima que en el último lustro se desplazaron alrededor de 1 125.000 personas de sus viviendas y lugares de trabajo, esto sin contar con los éxodos irregulares, diarios e individuales no registrados7. Por lo anterior debe entenderse la realidad del desplazamiento en sus dos expresiones fundamentales: en primer lugar tenemos aquel masivo que es atendido por diversas entidades y que se pone en la mira de los medios de comunicación. Permite llevar un seguimiento del número de personas afectadas, condiciones generales, perspectivas grupales para el retorno y otras medidas que se ajustan a grupos numerosos de personas. Por otro lado se encuentra el desplazamiento difuso para las autoridades y medios, el cual escapa a su cuantificación, pero que si se contabilizara aumentaría notablemente las cifras oficiales. Este tipo de desplazamiento bien puede denominarse como atomizado, es decir, aquellas familias que no amanecen en sus viviendas gracias a amenazas frecuentes, al asesinato de algún pariente o al temor infundido. Este no es eventual, se presenta a diario en Colombia. El primero es mucho más exigente de suministro, asistencia y alojamiento. El segundo es silencioso, anónimo, y con el tiempo se hace sentir en la densificación de los barrios de las cabeceras municipales o de las ciudades, en el hacinamiento por metros cuadrados construidos o en el aumento de viviendas desatendidas de servicios públicos. En la coyuntura del éxodo estas familias (i) ocupan lugares específicos, (ii) se dispersan en zonas subnormales o (iii) se apretujan en viviendas de parientes. No faltan los que son objeto del paternalismo asistencialista que no se coordina en medidas integrales por parte de las diferentes entidades, y aquí comienza a evidenciarse el tratamiento que se le brinda al desplazado como tal. No es claro el papel de los gobiernos locales, no existen portafolios de medidas para atender adecuadamente este fenómeno. Tanto como no se concatenan las ONG que brindan apoyo, no se canalizan esfuerzos unificados ni se coordinan acciones. Allí los desplazados son personas flotantes que representan
básico, las áreas de expansión urbana, los proyectos de vivienda de interés social, los servicios públicos domiciliarios, la ubicación de infraestructura en salud y educación, y los lugares susceptibles de ser albergues transitorios, son elementos que las municipalidades deben anticipar a través de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT). Es fundamental invitar el esfuerzo de planificar sistemáticamente un país de cara a la guerra, sin embargo, es evidente que en municipios con cada vez mayores dificultades presupuestales la viabilidad financiera para atender a estas personas está distante9. Es importante comenzar a deliberar el lugar del desplazamiento en todos y cada uno de los municipios de Colombia, exactamente, en las cabeceras y principales centros poblados. La confrontación bélica ha cambiado el país. Muchos campesinos de apropiación dispersa en el territorio ahora se concentran en parajes y cascos urbanos, allí demandan servicios y asistencia; los flujos migratorios del desplazamiento se dirigen no sólo a las ciudades capitales e intermedias sino también a cabeceras municipales importantes por su ubicación o actividad comercialagropecuaria, hacia zonas de nueva colonización o zonas de economía de enclave, en donde los desplazados buscan seguridad alimentaria y posibilidades de inserción en nuevos circuitos económicos10.
El Estado, desde los preceptos de ley, debería ofrecer alternativas para atender esta población con paquetes de proyectos para la estabilización socioeconómica, lo cual apenas germina en el horizonte de lo espinoso pues no siempre las leyes cuentan con los medios institucionales y financieros suficientes para cumplirse a cabalidad. Por otro lado, el nodo de las problemáticas para los conglomerados humanos no es únicamente la ausencia estatal o el conflicto armado, debe tenerse en cuenta que la degradación ambiental en algunos lugares está condicionando movilidad de población, porque tanto suelos, agua y bosques se mitigan. La alteración del medio predetermina movilizaciones de personas que se van a hacer presión a otros lugares débiles ecológicamente, o ya
alterados11. Además, muchas instancias de planificación coinciden en afirmar que el conflicto armado impedirá usufructuar las potencialidades del territorio nacional. El valor paisajístico de Colombia que pudiera cimentar el ecoturismo no se aprovechará con el recrudecimiento de la guerra. Es conocido que la gran mayoría de municipios destacan dicha ventaja de sus regiones, pero pocos lo consignan en sus planes de ordenamiento territorial y de desarrollo como un renglón viable de ser aprovechado con certeza, por lo menos en el corto plazo. Un campo inseguro, cambiante, marginal, con necesidades básicas insatisfechas, recursos naturales en progresiva degradación y habitantes temerosos y sin cohesión social, plantea desafíos sustanciales que reclaman acciones urgentes. Por su parte, lo urbano expone una diferenciación vertical de estratos sociales, personas en áreas periféricas subsumidas en la ilegalidad, con servicios públicos deficientes y poco creyentes en sus gobernantes, rezagados de oportunidades, sorteando la situación económica en el mercado informal y con serios inconvenientes en su calidad de vida. El hecho de buscar oportunidades forzosas en lugares distintos a los de origen es correr el riesgo de sumarse a cordones de miseria, como habitantes de zonas de alto riesgo o como población desatendida en la periferia, donde el desempleo y la segmentación del tejido social sentencian a colombianos sin lugar. A esto se asocian factores señalados por la Cepal como neurálgicos en los procesos de exclusión y déficit territorial en la región, donde la segregación residencial de los asentamientos precarios, en los que se concentra una gran proporción de los niños y adolescentes, contribuye a reproducir sentimientos de no pertenencia a la sociedad, y subculturas con normas propias, que agravan la marginalidad social y laboral 12. Otros contextos y referentes de territorio y comunidad El crecimiento poblacional en las áreas urbanas no se debe solamente a personas que se concentran, son grupos con distintas procedencias geográficas y culturales, donde se establecen lazos de vecindad entre diversas culturas, cada una 11
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En la cita de Adrián Restrepo Parra, ( Aproximación a la lógica estatal colombiana sobre planeación del desarrollo , en Estudios Políticos, Medellín, Nº 16, enero-junio 2000) se enuncian algunos inconvenientes al respecto. Prada et. al., Desplazados, el cuarto país , págs. 11-14.
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Dicho fenómeno se conoce como desplazados ambientales: término acuñado en la década del noventa y basado en la experiencia de comunidades asentadas en desiertos africanos que deben emigrar por falta de agua y de recursos naturales disponibles para su recolección o explotación; la aplicación de dicha categoría paulatinamente se ha extendido a otras latitudes del planeta. CEPAL-Naciones Unidas, La brecha de la equidad: una segunda evaluación, libro de la segunda conferencia regional de seguimiento de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, Santiago de Chile, 15 al 17 de mayo de 2000, pág. 88.
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Para entender el bienestar a través de la noción de calidad de vida que se viene enunciando, es preciso anotar que es presuntuoso aspirar a unificar un único criterio de calidad de vida. Los valores, apetencias e idearios varían notoriamente en el tiempo y al interior de las esferas y estratos que conforman las estructuras sociales. La calidad de vida (el bienestar) es un construido histórico y cultural de valores sujetos a las variables de tiempo, espacio e imaginarios, con los singulares grados y alcances de desarrollo de cada época y sociedad ; si bien los desplazados confluyen en el tiempo, los imaginarios, geografías humanas y estructuras socio-culturales son heterogéneas Oscar Mauricio Espinosa Henao, Apuntes sobre calidad de vida, desarrollo sostenible y sociedad de consumo: una mirada desde América Latina , en Contribuciones (publicación de la Konrad-Adenauer Stiftung y el CIEDLA), Buenos Aires, año XVI, Nº 3 (63), julio-septiembre 1999, pág.128. María Teresa Uribe de Hincapié, Notas para la conceptualización del desplazamiento forzado en Colombia , en Estudios Políticos, Medellín, Nº 17, julio-diciembre 2000, pág. 51.
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colosalmente distinto un negro asociado a los ambientes fluviales del Chocó en comparación a un costeño . Es evidente la diferencia entre un mestizo llanero, un paisa , un valluno o un santandereano . En este mismo orden de ideas diferente es un cordobés de rasgos indígenas a uno de estos proveniente del bosque húmedo. Con esto sólo se pretende mostrar un mosaico no sólo de colores de piel sino de formas de producción, de estrategias adaptativas, de habitar y comprender el mundo, de estructuras familiares, incluso particulares maneras de vivir el cuerpo y la sexualidad. Podemos afirmar que esa gran mayoría de desarraigados no es más que la amalgama y sumatoria de minorías que confluyen abruptamente en un mismo espacio con idénticas circunstancias, limitantes, carencias y ganas de salir adelante. Al respecto Uribe señala que en la mayoría de los casos, las localidades de las que provienen los desplazados no constituyen un pueblo en sentido estricto, un colectivo social articulado de manera orgánica por nexos y lazos culturales, étnicos, de lengua o religión y vinculados a un territorio ancestral que, por generaciones, ha permanecido en el mismo lugar [...]
salvo contadas ocasiones donde indígenas y afrocolombianos desplazados si poseen una cohesión histórica, étnica y cultural, pero donde hay que hacer la salvedad de que la razón de su desarraigo no es su condición racial. Las comunidades de donde provienen los desplazados en Colombia están lejos de tener una cohesión orgánica. Estas comunidades son grupos heterogéneos de personas, diferenciadas en su interior; el tejido social que los articula no es particularmente fuerte aunque a lo largo de sus vidas han logrado establecer nexos duraderos con sus vecinos, construir sociabilidades estables y adquirir un sentido de pertenencia local y alguna expresión de identidad regional15.
Las masacres y los enfrentamientos armados descomponen intestinamente el país en una guerra que meridionalmente afecta a las comunidades, sus formas de organización, su interacción con el territorio. Paralelamente una base social importante hoy luce descuartizada, y hace falta para recurrir a procesos estructurados de participación con la debida gestión
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Ibid, pág. 57.
Oscar Mauricio Espinosa Henao
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de ellas con referentes distintos de territorio, de organización, de bienestar (recuérdese que Colombia es un país pluriétnico y multicultural)13. Todos reunidos en unidades barriales, algunas con identidad propia, otras sin ella, conformando una amalgama de expresiones, reivindicaciones, formas de cohesión y participación sin aparentes consistencias, en las cuales las políticas centralizadas y verticales no encontrarán luz verde hasta que se compaginen con las particularidades de estos grupos humanos en sus nuevas tramas. Más que nunca las respuestas del desarrollo deben acudir a repensar un país que abrigue tantas formas de hibridación socio cultural, descomposición política y recreación de estructuras sociales como sean posibles; cuando se desplaza a los habitantes de un lugar no se expulsan familias cuantitativamente hablando, también se desplazan hábitos y costumbres, sueños y esfuerzos, pasados e ideales de futuro. Parafraseando Uribe a Arendt sobre los traumatismos de los desplazados, se explica que la pérdida de sus hogares (...) significa algo más que la vivienda o el lugar de residencia; [sino] también el entorno doméstico, el entramado social en el que habitaban, los afectos, las querencias, las costumbres, la geografía, la memoria y, sobre todo, la desaparición de su lugar en el mundo 14. Una forma de ilustrar lo anterior es ubicándonos en Aguablanca, Calí, Ciudad Bolívar, Bogotá, o en los extremos más pendientes de las comunas de Medellín. Lugares densificados y en expansión por el arribo de desplazados. En esa aparente ausencia de orden puede realizarse un sinfín de lecturas sobre los grupos humanos que allí confluyen, donde ni siquiera el color de piel nos da luces para discriminar dos o tres formas de vida. Allí encontramos comunidades negras, mestizas y uno que otro de origen indígena. Pero no son dos o tres lógicas interactuantes. A los afrocolombianos debemos entenderlos desde su mismo origen; es
desde las organizaciones de base. Es natural que la muerte selectiva de líderes comunitarios, la intimidación de los grupos armados y las nuevas culturas que trae una globalización con mass media que alteran los referentes de comunidad y bienestar, incidan notablemente en los procesos sociales a los cuales deben asistir colectividades que se muestran retraídas. La cultura política se encuentra afectada por acontecimientos que, directa e indirectamente, ausentan el ejercicio de una ciudadanía madura. De hecho, los escenarios que se perfilan para el desarrollo humano16 y el incremento del capital social17 requieren de ciudadanos libres de toda coacción armada; si así fuera, los parámetros y grados de compromiso con el futuro serían bien distintos18. Esto 16
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Según Max-Neff el Desarrollo a Escala Humana se concentra y sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, en la generación de niveles crecientes de autodependencia y en la articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con los comportamientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con la autonomía y de la Sociedad Civil con el Estado . Manfred Max-Neff, Desarrollo a escala humana , Suecia. El término capital social hace referencia a las normas, instituciones y organizaciones que promueven la confianza, la ayuda recíproca y la cooperación entre las personas, en las comunidades y en la sociedad en su conjunto. En aquellas formulaciones del paradigma del capital social, como teoría unificada de diversos elementos que se concentran en sus manifestaciones colectivas, se plantea que las relaciones estables de confianza, reciprocidad y cooperación pueden contribuir a tres tipos de beneficios: reducir los costos de transacción (Coase 1937), producir bienes públicos (North, 1990), y facilitar la constitución de organizaciones de gestión de base efectivas, de actores sociales y de sociedades civiles saludables (Putnam 1993). El capital social reside en las relaciones sociales, y es apoyado por elementos simbólicos y valóricos en todas las culturas. Están muy ampliamente presentes los precursores o materia prima del cual puede emerger, en condiciones propicias, el capital social: las relaciones de parentesco, vecindad e identidad que suelen servir de base para la confianza y la cooperación, y los sistemas simples de intercambios no mercantiles basados en el principio de reciprocidad . John Durston, Construyendo capital social comunitario, Santiago de Chile, CEPALNaciones Unidas, Serie Políticas Sociales, documento Nº 30, 1999, pág. 6; ¿Qué es capital social comunitario?, Santiago de Chile, CEPAL-Naciones Unidas, Serie Políticas Sociales, documento Nº 38, 2000, pág. 36. Citando las definiciones con mayor calado en círculos académicos, Durston replica así a las más representativas: Bourdieu (sociólogo, 1985): Capital social es El agregado de los recursos reales o potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de reconocimiento mutuo . Coleman (sociólogo, 1990): Capital social es Los recursos socio estructurales que constituyen un activo de capital para el individuo y facilitan ciertas acciones de individuos que están adentro de esa estructura . Para Putnam (cientista político, 1993): Capital social son los aspectos de las organizaciones sociales, tales como las redes, las normas y la confianza, que facilitan la acción y la cooperación para beneficio mutuo . Como otras formas de capital, señala Coleman, el capital social es productivo, posibilitando el logro de ciertos fines que no serían alcanzables en su ausencia. Ibid, págs. 8-9. La discusión sobre el problema y las facetas del capital social en Colombia se exponen con pertinencia en Capital Social en Colombia , Informe Especial en Economía Colombiana y Coyuntura Política, Santafé de Bogotá, edición 279, agosto de 2000, págs. 25-42.
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concuerda con lo investigado por Palacio y otros, cuando explican cómo uno de los primeros signos o síntomas psicológicos de la población desplazada es el miedo. Miedo que se refleja, por ejemplo, en los campesinos, que son uno de los grupos más afectados, en la inhibición de sus comportamientos de protesta, de contestación, de organización, ya que los integrantes o dirigentes de este tipo de movimientos son amenazados o asesinados, lo cual dificulta aún más la acción de los líderes comunitarios para su reorganización19.
Por todo lo anterior, mientras perdure el conflicto armado la planeación nunca podrá responder a las necesidades de todas las personas; con el desplazamiento las demandas se reubican y se concentran intempestivamente en otros lugares, lo cual dificulta la posibilidad de anticipar coberturas en servicios públicos y sociales. Por lo menos debe estarse atentos a que los Planes de Desarrollo (Ley 152/94) y los Planes de Ordenamiento Territorial (Ley 388/97) se combinen con la Ley sobre Prevención y Atención del Desplazamiento (387/97), con el fin de disponer del espacio y servicios necesarios para atender las demandas de los desplazados; sin embargo, hay que recordar que la atención al desplazamiento no es política de Estado del actual gobierno, lo cual no evita la imperiosa necesidad de delinear estrategias de envergadura municipal y regional para manejar tal efecto del conflicto armado. Haciendo un recorrido sobre los tropiezos del desarrollo y la planeación local, Restrepo afirma que las limitaciones para el desarrollo de las localidades empobrecidas, aunada a la guerra que vive el país, favorece el aumento de las migraciones de pobladores a las cabeceras municipales y a las grandes ciudades en búsqueda también del mejoramiento de la calidad de vida que se supone brinda la urbe. Las administraciones municipales y sus planes de desarrollo locales quedan en la encrucijada de ejecutar los planes ya elaborados o postergarlos mientras se ajustan a las nuevas circunstancias de hacinamiento e incremento de las demandas sociales, resultado de la constante y desordenada llegada de habitantes a las laderas de la ciudad. Este hecho pone en evidencia la fragilidad de los planes de las localidades
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Palacio et al. Estrés pos-traumático y resistencia... , pág. 19.
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En este cóctel de dificultades surge la queja por lo inmanejable, organizativa y espacialmente, que se torna la situación de crecientes barrios marginales con familias confinadas sin rumbo y demandando Estado. Muchos esfuerzos productivos y de promoción comunitaria se truncan por que algunas acciones no guardan concordancia con los contextos y devenir de estos grupos. Es cuando se abre uno que otro espacio de participación y se develan colectividades difusas con sustanciales diferencias. Hasta el momento las miradas técnicas se han acercado a los grupos humanos creyendo que son un todo homogéneo, que a problemáticas comunes deben encontrar posturas y respuestas generalizables. Se desconoce que al interior del entramado social varían las apreciaciones e iniciativas para incidir en su futuro; muchos canales se desgastan cuando se asevera que si no se ponen de acuerdo las comunidades no pueden prosperar inversiones en proyectos y programas de diversa índole. No se tiene en cuenta que las organizaciones se caracterizan por las mismas contradicciones internas, por grupos e intereses parcelados que pueden llegar a tener fricciones entre sí. Entender imaginarios y patrones asociados a lugares distintos a los que reciben los desplazados y migrantes es un asunto delicado que apenas comienza, que requiere de flexibilidad metodológica en procesos interactivos donde se retroalimenten experiencias y expectativas tras la exploración de nuevos escenarios. Para ello es adecuado socializar las metas de las acciones públicas, por que bien se sabe que cuando las decisiones técnicas se imponen terminan constituyéndose en causal de conflictos entre comunidad y Estado. Sobran los casos donde no se es del todo delicado con la minucia de decisiones técnicas, coherentes y bien sustentadas, pero que carecen de ambientación sociocultural, por lo cual las comunidades se acusan de ilógica terquedad y los tecnócratas de sorda actitud. Un claro ejemplo son las repetidas confrontaciones entre comunidades y autoridades por los desalojos represivos en áreas de invasión o zonas de alto riesgo, donde no se brinda
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Restrepo, Aproximación a la lógica... , pág. 137.
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garantía alguna para la reubicación en un lugar con mínimos para vivir dignamente.
Una nueva época de la violencia Al revisar la historia de nuestro país, especialmente en los imaginarios y referentes que caracterizan cada época, se evocan las décadas del cuarenta y cincuenta como los tiempos de la violencia , por los cuales completas revisiones históricas y sociopolíticas dan cuenta con propiedad. Dicho momento se denomina entonces por el calificativo de violento , constituyendo un referente que hasta en los cursos básicos de historia patria así se enuncia. Ahora bien, en la actualidad, cuando nos acercamos a las áreas marginales de las grandes ciudades y a las zonas rurales, se comienza preguntando por los acontecimientos que han marcado el pasado reciente de estas colectividades. En ese momento, de manera latente, surge el interés por hablar de cambios sustanciales que sufrieron en su particular vivencia de época de la violencia . La generación actual también atraviesa una época en la que su existencia es determinada por la agresión; en las grandes ciudades se hace especial referencia al lapso comprendido entre 1985 y 1995, rango de tiempo en el cual el narcotráfico permeó todas las capas sociales tras el afán desmedido por acceder a la bonanza que acontecía. Paralelamente se afianza la delincuencia organizada y el sicariato como respuesta funcional a la degradación de los mecanismos legales para disuadir los conflictos. También surgen las guerrillas en entornos urbanos ( milicias populares ), como brazos armados tendientes a salvaguardar un tenso orden impuesto en barrios de influencia. El asesinato y la denominada guerra sucia que desencadenaba masacres marcaron notablemente esta década. Aún quedan rezagos que se tratan como réplicas nocivas de un enfrentamiento irracional que no se ha digerido en sus nexos causales por las familias que resultaron desgajadas, en luto. En las áreas rurales se conjugan los narcocultivos, el paramilitarismo y la insurgencia armada fortaleciendo poderes, lo que se traduce en un campo desmembrado por una hostilidad que permanentemente cambia el mapa de las territorialidades de los grupos armados afianzando, defendiendo y queriendo ampliar radios de acción y presencia militar. Bajo el acoso de las botas y las miras de los fusiles sus habitantes se marchan sin llevar consigo todas sus pertenencias. Ancianos, niños, jóvenes, mujeres, labriegos, juntos caminan dejando su tierra impregnada de lágrimas y Oscar Mauricio Espinosa Henao
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que, debido a su dependencia -económica en este caso- no tienen la capacidad de incorporar las contingencias del medio. También es claro que la ley de reforma urbana es poco lo que podría hacer en términos de ordenamiento de las ciudades, en tanto a la urbe sigan llegando de manera desaforada nuevos habitantes que huyen de la pobreza y la violencia20.
sangre, la misma de la que extraían su alimento, en la que compartían con sus semejantes los convites, las mingas y los ratos dominicales en las fondas veredales21, reduciéndose ostensiblemente el capital social; les toca desprenderse de sus casas, donde compartían los atardeceres en amplios y frescos corredores, donde la cocina ofrecía un maternal calor que arrullaba, donde fallecieron los abuelos y apoyaron los primeros pasos de sus hijos. Los que atrevidamente se quedan, de irse a morir de hambre y tristeza en otro lado , desafían la muerte en sus terruños, enfrentándose así al desabastecimiento agrícola, al déficit de víveres e insumos básicos, y, sin poder expresarse, desamparados en un territorio que no será el mismo por mucho tiempo. Todo lo anterior parte del referente de una época reciente que sirve de hito para distinguir dos momentos. Uno que llega hasta comienzos de la década de los ochenta, y uno posterior cubierto por el manto oscuro del narcotráfico y la consolidación de una guerra sangrienta que paulatinamente llega a las urbes y que, desde entonces, prácticamente se mantiene. Este aparte de nuestra historia selló indeleblemente la base social de hoy día. Las demarcaciones espaciales del conflicto en la ciudad y en el campo no se borran de la noche a la mañana, en buena medida son esas fronteras inconscientes de lo comunitario bajo la óptica del nosotros con respecto a los otros , a veces bajo la mirada moral de los buenos a diferencia de los malos . Hasta el más desprevenido foráneo se da cuenta que en barrios y municipios se manejan lógicas para discriminar y etiquetar diferencias o presencia de otredades en los más diversos niveles. Por ejemplo, en algunos barrios las acciones de pandillas y bandas organizadas son evidentes; tanto como existen grupos delictivos con áreas de influencia, existen fronteras que diferencian unidades de control (como un barrio, grupo de manzanas o segmento de calle) con los que cada grupo se define e identifica. En el mundo de lo ilícito pueden forjarse identidades más o menos asociadas a un espacio determinado, desde las cuales se erigen referentes de grupo a partir de ámbitos propios y de pertenencia, y otros ajenos que evocan riesgos potenciales. Esto hace referencia a contextos meramente urbanos. Por su parte, en el área rural es común oír ...en x o y parte se mantiene la guerrilla, allá todos son o tienen que ver con esa
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El convite y la minga son formas tradicionales de intercambio de mano de obra, como de bienes, productos y servicios en las comunidades tradicionales de distintos ámbitos rurales. Como fonda se conocen los parajes sobre vías rurales donde en torno a una tienda los campesinos se reúnen, se abastecen de víveres, algunos alimentos e insumos básicos para el trabajo en el campo.
Del territorio, la guerra y el desplazamiento forzoso. Un vistazo sociológico
gente , o ... hace tantos años allí conviven con los paras . Aunque este es sólo un vulgar ejemplo que no pretende auscultar en detalle un asunto bastante complejo, nos enfrentamos a territorialidades que marcan comunidades y que si bien no son estáticas ni las únicas maneras de categorizar el mundo, sirven de argumento para entender la polarización y recrudecimiento de los conflictos sociopolíticos. Así, explicando la correlación entre insurgencia armada y comunidades en cada unidad de control territorial, María T. Uribe puntualiza que las identidades de los pobladores con los grupos armados no tienen propiamente un sentido político ni significan un acuerdo explícito frente a un proyecto de Estado o a un modelo de desarrollo económico determinado. Sin embargo, estas identidades propician un reconocimiento de su dominio a los grupos insurgentes y, en ocasiones, validan su presencia cuando los pobladores acuden a ellos para resolver tensiones y conflictos o cuando les otorga cierta representatividad por la intermediación que estos grupos logran establecer con funcionarios públicos, propietarios, alcaldes y concejos en asuntos como el enganche de trabajadores, la distribución del presupuesto municipal, las inversiones públicas y los programas de desarrollo (...). Las relaciones de los grupos armados con los pobladores se sustentan, también, en las tramas sociales que se configuran a través de una permanencia de larga data en un mismo territorio, donde los grupos insurgentes realizan los reclutamientos de sus efectivos. De esta manera, los vecinos conocen a los hombres armados desde pequeños, están relacionados con muchos de ellos por lazos de parentesco y amistad, aunque ésto no significa que se identifiquen con los proyectos y con el accionar de las organizaciones armadas22.
Nota final Descriptivamente se han presentado generalidades sobre las dificultades que el desplazamiento por violencia está imponiendo a las organizaciones comunitarias, a municipios y al Estado en general, como también algunos tópicos de trabajo que pueden servir a planificadores y académicos. Para finalizar, queda todo un abanico de objetos de estudio
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Uribe, Notas para la conceptualización.... , pág. 64.
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filigrana del compromiso de pensar maneras acordes para convivir en un país difícil pero con inmensas potencialidades; proyecto al que se interpone la sensación milenarista de estar extraviados en laberínticos fatalismos que aclimatan esos nichos de incertidumbre que al comienzo se mencionaban.
Oscar Mauricio Espinosa Henao
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y de razones para gestionar un desarrollo humano que debe salir adelante en circunstancias que parecen opacar los esfuerzos al respecto. Sin embargo, que esta sea la oportunidad para jalonar un desarrollo ajustado a un contexto que demanda ingentes esfuerzos de sectores públicos, privados y comunitarios. Continuaremos hilando la
La reconfiguración del Estado: el nexo entre la globalización y el cambio internacional * Ann Mason **
Al comienzo del siglo XXI el mundo se encuentra en un momento de cambio profundo, de transformación y de gran complejidad. El orden y la predictibilidad de la época de la Guerra Fría han cedido paso a un sistema internacional donde rige la incertidumbre, el desorden y las contradicciones. En el mundo de la posguerra Fría no hay una estructura global clara, nuevos ejes de conflicto reemplazan la confrontación bipolar, las reglas del juego de la política y economía global no son evidentes, y hay poco consenso acerca de los desafíos y los peligros más sobresalientes que nos amenazan. La inestabilidad y complejidad que han reemplazado el conflicto este-oeste se han agravado e intensificado por el poder tremendo de las fuerzas de la globalización que afectan cada rincón del mundo. En conjunción con la desaparición de los parámetros estrictos de la Guerra Fría, la velocidad y la dirección con las cuales la dinámica tecnológica global, la globalización de la producción y la proliferación de nuevos actores que están revolucionando el mundo de la posguerra Fría son agobiantes. La difusión global acelerada de prácticas y conocimiento en las esferas económicas, políticas, socioculturales y tecnológicas que permean todos los niveles de las estructuras sociales, y que encogen las distancias sociales y geográficas que separan la gente, ha afectado cada dimensión del sistema global. En ningún caso es esto más evidente que con respecto al Estado. De hecho, las ramificaciones de la globalización para el Estado-nación en el período de la posguerra fría representan uno de los desarrollos políticos más importantes de nuestra época1. Los cambios que acompañan este proceso en cada esfera de práctica y conocimiento han tenido profundas implicaciones para el Estado, sus procesos políticos, su relación con la sociedad, su autonomía y su autoridad, es decir, su soberanía interna. Estos cambios en la naturaleza y el funcionamiento del Estado a nivel doméstico necesariamente afectan la dimensión externa de la soberanía *
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Este artículo es una versión más elaborada de un trabajo previo que apareció como Las Implicaciones de la Globalización: La Reconfiguración del Estado publicado en Bogotá por el Ministerio de las Relaciones Exteriores, República de Colombia. Ph.D. en Ciencia Política de la Universidad de Yale, Magister en Relaciones Internacionales, B.S. Administración de Empresas de la Universidad de Georgetown. Docente de planta de la Universidad de los Andes. Luciano Tomassini, El proceso de globalización y sus impactos socio-políticos , en Ciencia Política, No. 115, 1996.
La reconfiguración del Estado: el nexo entre la globalización y el cambio internacional
estatal, definida como la autoridad suprema de actuar dentro de una esfera política y territorial determinada frente a la comunidad internacional2. Dado que la soberanía normativa y jurídica es el elemento constitutivo central del sistema internacional, esta reconfiguración del Estado pone en cuestión las premisas estructurales y los procesos operativos del sistema moderno de los estados. Es decir, los cambios en la institución del Estado como resultado de las fuerzas de la globalización, a su turno producen presiones sobre el sistema internacional fundado sobre el principio del Estado soberano. Los objetivos de este análisis son cuatro. Empieza con unas reflexiones sobre la singularidad de la globalización como una fuerza para el cambio en el sistema internacional, principalmente por los cambios que se están produciendo en el Estado. Luego, discute las maneras específicas en las cuales la globalización está reconfigurando el Estado, señalando los cambios que se han presentado en su autonomía, sus relaciones de autoridad y su seguridad. Tercero, considera los cambios señalados en el contexto específico de Colombia con el objetivo de identificar los efectos de ciertos procesos globales sobre la fortaleza relativa del Estado colombiano. Por último, analiza las ramificaciones y el posible poder de transformación que estos cambios del Estado tienen para el futuro del sistema internacional de los estados.
La globalización y el Estado ¿Qué distingue éste momento de cambio profundo en la política internacional y nacional de otras épocas históricas? El cambio, la transformación y la turbulencia en sí no son nada particularmente nuevo. Sólo en este siglo el mundo ha experimentado dos guerras mundiales, la revolución, la industrialización global, la descolonización y el descubrimiento del poder aniquilador de la bomba nuclear. Todos estos acontecimientos tuvieron efectos profundos sobre la política internacional, los parámetros de sociedades y estados, y la fábrica de la vida social para los habitantes de este mundo. Sin embargo, estos cambios ocurrieron dentro de la estructura de un sistema internacional centrado en el Estado. El sistema de los estados, el cuál se formalizó en El Tratado de Wesfalia de 1648, ha provisto el marco institucional esencial para las relaciones internacionales durante el período moderno3. El
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Se dibuja bien la diferencia entre los dos dominios de la soberanía en Lynn Miller, Global Order: Values and Power in International Politics, Boulder, Westview Press, 1994, págs.24-27.
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Stephen Krasner, Sovereignty: An Institutional Perspective , en Comparative Political Studies, No. 21, V. 1, 1988, págs. 66-94. Para un argumento a favor de la problematización de la soberanía, véase J. Samuel Barkin y Bruce Cronin, The state and the nation: changing norms and the roles of sovereignty in international relations , en International Organization, No. 48, V. 1, 1994, págs. 107-130. Stephen Krasner en Westphalia and All That , en Judith Goldstein and Robert Keohane, (comps.), Ideas and Foreign Policy: Beliefs, Institutions and Political Change, Ithaca, NY, Cornell University Press, 1993, cuestiona el grado de ruptura entre los mundos medievales y modernos que el Tratado de Wesfalia representa. John Ruggie, Continuity and Transformation in the World Polity: Toward a Neorealist Synthesis , en Robert Keohane (comp.), Neorealism and Its Critics, New York, Columbia University Press, 1986, pág.143 (traducción propia).
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la política del interno/ externo6. Aunque siempre han existido otros actores que han compartido el escenario internacional con el Estado-nación, y competido con éste, el mundo moderno ha estado más que todo centrado en el Estado. A pesar de la anarquía formal que caracteriza al sistema internacional, el mundo estado-céntrico ha desarrollado su propia jerarquía informal con base en la distribución de poder militar, económico, y político. Dependiendo de cuántos estados tienen la mayor concentración del poder, en momentos históricos diferentes el sistema general ha sido organizado en estructuras hegemónicas (como por ejemplo la Paz Británica, o, como algunos señalan, la Paz Americana de la posguerra fría), estructuras bipolares (por ejemplo durante la Guerra Fría) o estructuras multipolares (como por ejemplo el Concierto de Europa que duró desde 1815 hasta la Primera Guerra Mundial). Pero el arreglo esencial institucional y normativo raramente ha sido desafiado. De hecho, las amenazas modernas a la estructura descentralizada basada en el Estado, tales como el sueño napoleónico de un imperio francés, la ambición de Hitler de unificar la totalidad de Europa, y la Esfera Japonesa de la Coprosperidad de los 1930, terminaron en una reconfirmación de la normatividad del Estado y del sistema internacional de los estados. Así, a pesar de la creciente interdependencia, cada vez más compleja y amplia que ha acompañado la industrialización global, la expansión del comercio internacional, los avances tecnológicos y de transporte, y la formación de nuevos actores y organizaciones internacionales al final de la Segunda Guerra Mundial, la centralidad del Estado en el sistema internacional europeo ha perdurado durante 300 años. Pero la globalización está volteando esta premisa estructural de la política internacional boca abajo. Las transformaciones globales que todos nosotros estamos atestiguando hoy día están causando, o por lo menos se están presentando paralelamente con, una reconfiguración del Estado7. Muchos de los procesos de la globalización transcienden el Estado, o lo 6
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R.B.J. Walker, Inside/Outside: International Relations as Political Theory, Cambridge, Cambridge University Press, 1993. Las relaciones causales entre estos fenómenos son complejas si la globalización permite que procesos transnacionales en las áreas de economía, política, cultura e ideología penetren espacios estatales y afecten estructuras domésticas, estos mismos procesos están influenciados por configuraciones de poder estatal. Mientras es cada vez más factible argüir que las fuerzas de la globalización son verdaderamente independientes y neutras, es importante reconocer el papel que los estados poderosos han jugado en la promoción del comercio, desarrollo tecnológico, inversión de capital, democratización, y normas. Para una discusión importante del papel del poder estatal en la selección acerca de cuáles valores y políticas se vuelvan globalizados , véase Andrew Hurrell and Ngaire Woods, Globalisation and Inequality , en Millennium, No. 24, V. 3, 1995.
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Tratado de Wesfalia no sólo puso fin a la Guerra de los Treinta Años, sino a los sistemas de autoridad traslapados de la edad medieval y a la ficción de una Europa unificada y jerárquica dentro del imperio cristiano. En su lugar, formalizó lo que ya se estaba convirtiendo en la realidad política de Europa de esa época: una región fragmentada compuesta por unidades políticas independientes y con jurisdicciones territoriales específicas4. Este arreglo marcó un punto histórico decisivo, al institucionalizar las características del sistema moderno de los estados: la descentralización y la soberanía. Estas no solamente forman la base del sistema internacional, sino también son mutuamente dependientes. El sistema internacional es descentralizado en virtud del status soberano de los estados, que genera una igualdad formal entre ellos, y los estados mantienen su soberanía siempre y cuando el sistema siga siendo anárquico. Los elementos de territorialidad y de autoridad legítima son esenciales a la definición estándar de la soberanía como la institucionalización de la autoridad pública dentro de dominios jurisdiccionales mutuamente exclusivos 5. Así, la estructura del sistema de Wesfalia ha estado basada sobre un sistema anárquico de Estados-nación soberanos sobre los cuales no se reconoce ninguna autoridad superior. Dentro de este mundo wesfaliano, el principio básico organizador del orden político y social ha sido el Estadonación. Al nivel nacional, el Estado ejerce la autoridad legítima y final dentro de un territorio indicado. Al nivel internacional, los estados establecen las reglas del juego, interactúan según la costumbre, convenios diplomáticos y los principios del derecho internacional, todos los cuales reconocen al Estado-nación como la unidad apropiada y legítima para regular relaciones políticas, militares y económicas dentro de la comunidad internacional. Las normas fundamentales del sistema mundial protegen la legitimidad de la soberanía estatal, demarcando estrictamente lo doméstico de lo internacional y estableciendo el terreno de
atraviesan como si no existiera. Los cambios políticos, sociales, tecnológicos, económicos, informativos, educativos, cognitivos, científicos y culturales, a niveles globales, supranacionales, internacionales, transnacionales y subnacionales, han resultado en un nuevo mundo en el cual el rol y la función del Estado están cada vez mas afectados. Simplemente, el Estado se ha vuelto más restringido y marginalizado por fuerzas que no puede controlar. La globalización como término, no logra capturar las contradicciones agudas en los cambios políticos y sociales profundos que se han intensificado con gran rapidez en la última década. Connota, por un lado, interdependencia creciente, integración, supranacionalismo, más cooperación, y hasta homogeneidad, todo como resultado de un flujo rápido y sin fricciones de capital, productos, imágenes, símbolos, ideas, y gente a través de fronteras nacionales. Estas transformaciones implican la formación de nuevas estructuras y actores globales, comunidades transnacionales, enormes zonas de paz democrática e integración regional. Por otro lado, las mismas fuerzas de la globalización involucran de manera muy importante la exclusión, la fragmentación, la reafirmación de identidades y nacionalidades locales, y el conflicto. Ambas tendencias producen una reconfiguración radical del Estado y de sus relaciones con las esferas tanto domésticas como internacionales. Las presiones contra el Estado vienen desde arriba en la forma de creciente interdependencia económica y fuerzas políticas y culturales que fácilmente penetran sus fronteras nacionales. Muchas de estas presiones tienden a constreñir la autonomía de los gobiernos nacionales. Otras presiones vienen desde abajo, en la forma de cambios traídos por la globalización que afectan individuos, familias, sectores sociales y comunidades subnacionales. Muchas redes transnacionales simplemente escapan al control y al poder regulador del Estado, poniendo en cuestión su capacidad de mantener su papel y función en un mundo pos-internacional. Al mismo tiempo, la internacionalización de ciertas funciones anteriormente de dominio exclusivo de los estados, especialmente en las áreas relacionadas con la economía, la seguridad y la cultura, representa otra manera en la cual las fronteras físicas de los estados se debilitan y pierden vigencia.
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La reconfiguración del Estado Quiero sugerir que la internacionalización de ciertas funciones previamente de dominio exclusivo del Estado soberano, la disminución creciente de control sobre sus instituciones y La reconfiguración del Estado: el nexo entre la globalización y el cambio internacional
sociedades, la creciente permeabilidad de sus territorios y la formación de nuevos actores no-estatales quienes ocupan una posición más determinante en la política global, están resultando en una reconfiguración del Estado8. En esta parte del ensayo discutiré cómo la globalización hace que el Estado cambie al afectar su autonomía, su autoridad y su seguridad. Autonomía estatal Uno de los elementos esenciales de la soberanía, o el control exclusivo sobre un territorio determinado, es el de la autonomía, aún teniendo en cuenta que la autonomía estatal ha sido problemática en la práctica y controvertida en la teoría9. La capacidad de un Estado de ejercer la autoridad sobre su población, bienes, economía, ideas e información ha variado a través del tiempo, y según la fortaleza estatal relativa. Igual, casi cada Estado en el mundo acepta ciertas restricciones impuestas por convenios y normas internacionales contra una autoridad absoluta. A pesar de estos problemas con el concepto de la autonomía, dada su centralidad a la soberanía y al Estado, se puede usar como un punto de partida para explorar en qué manera ha sido desafiado por los actuales procesos de la globalización. Limito mi discusión a la consideración de la globalización de la economía y de la democracia.
La globalización Económica La consolidación de una economía capitalista global es tal vez el hecho más sobresaliente de la globalización10. Con la implosión del modelo socialista y la conversión de la Unión Soviética y sus socios a la iglesia del libre mercado, el capitalismo internacional de la posguerra Fría se ha consolidado en una sola estructura económica global. Caracterizado por un mercado global de bienes y capital y la formación de una división global de trabajo, la tendencia hacia la integración de economías nacionales dentro de procesos económicos globales es, sin duda, una de las fuerzas centralizadoras más importantes de la globalización11. Sin 8
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Para una presentación notable del debate actual en la disciplina de las relaciones internacionales acerca de si la globalización está erosionado o no el alcance del Estado, véase Stephen Krasner, Sovereignty: Organized Hypocrisy, Princeton, Princeton University Press, 1999. Ibid., pág.237. James Mittelman, The Dynamics of Globalization , en Globalization: Critical Reflections, Boulder, Lynne Rienner, 1996. Para un análisis que plantea la idea de que una economía global es exagerada, véase Dani Rodrik, Sense and Nonsense in the Globalization Debate , en Foreign Policy, No. 107, 1997. Ibid.
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Luis Javier Orjuela, El Estado Colombiano en los Noventa: Entre la Legitimidad y la Eficiencia , en Revista de Estudios Sociales No. 1, 1998, págs. 56-60. Mittelman, The Dynamics of Globalization . Rodrik, Sense and Nonsense...
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hace cada vez más difícil mantener salarios generosos y los impuestos necesarios para sostener sus instituciones y los beneficios sociales; las compañías simplemente se reubican en otro territorio donde el costo de producción es más competitivo. Esto ha contribuido a un empuje masivo hacia la desregulación en muchos de los países industrializados, creando un contexto político que estimula reformas regulativas en casi todas las industrias15. Jurisdicciones subnacionales también se ven forzadas a competir por industrias que operan nacionalmente o internacionalmente, creando estándares de operación y producción cada vez menos regulados. La carrera hacia la desregulación por parte de jerarquías domésticas margina aún más a los gobiernos centrales de las actividades económicas en sus países. La experiencia de los países del Este Asiático señala, sin embargo, que los efectos debilitadores de la globalización no son ni lineales ni inmediatos. Es ampliamente reconocido que aparatos estatales fuertes, eficientes, y represivos fueron cruciales para el éxito económico en estos países. Sus instituciones autoritarias y centralizadas les han permitido controlar su integración en la economía global, evitando algunas de las consecuencias más perjudiciales. Pero el modelo del capitalismo estatal favorecido por Corea del Sur, Taiwan, Singapur y China también se ha debilitado por las presiones de la globalización. La competencia por inversionistas y industrias multinacionales, y el cambio gradual a economías basadas en el conocimiento, requiere liberalización, descentralización y flexibilidad, tanto en la esfera económica como en la esfera política16. Además, el desarrollo económico, fruto de la globalización, está animando a la sociedad civil a insistir en más participación política, constriñendo la autonomía política de estos países tradicionalmente fuertes. El desprendimiento gradual del control del partido del Kuomindang en Taiwan en favor de la democracia e independencia de China es un ejemplo de la conexión compleja entre la globalización económica y la autonomía política reducida. La interdependencia de capital, trabajo, producción, y mercados dentro de las redes de la economía global ha sobrepasado las jurisdicciones tradicionales del Estado-nación. Este fenómeno ha cortado los lazos entre los actores económicos y sus gobiernos, ampliando los horizontes dentro
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Saskia Sassen, The Spatial Organization of Information Industries: Implications for the Role of the State , en James Mittelman (comp.), Globalization: Critical Reflections, pág.41. Mittelman, The Dynamics of Globalization , págs. 9-10.
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embargo, este proceso ha tendido a producir una descentralización correspondiente en el manejo de las economías nacionales, erosionando el control y la autonomía estatal. Este efecto es especialmente claro para los países pobres. En primer lugar, estrategias estatales de nacionalismo económico, industrialización vía sustitución de importaciones, y hasta estrategias de autarquía económica, se han desacreditado y se consideran obsoletas, incapaces de competir con las fuerzas de producción globalizadas y las finanzas internacionales. Así, muchos Estados-nación han perdido la autonomía de escoger el modelo económico adecuado para sus condiciones internas. Además, flujos transfronterizos en la forma de migración, comunicaciones, conocimiento y tecnología han permeado el Estado-nación, reduciendo aún más el alcance de la autonomía estatal. Mientras los países de Europa Oriental aclamaron el nuevo capitalismo, otros países en vía de desarrollo no tuvieron otra opción que seguir la tendencia global, aún a costos domésticos altos. Para muchos países, el imperativo de la competitividad global ha requerido la reestructuración radical del sector público, a través del downsizing, la privatización y la descentralización del Estado, debilitando las capacidades regulativas y administrativas de los gobiernos centrales12. Las dislocaciones económicas y sociales entre los sectores más pobres y vulnerables de muchos de los nuevos miembros de la economía global en América Latina, Africa y Europa Central han resultado en graves crisis domésticas. En la medida en que el Estado se vuelve más débil e incapaz de proveer por la sociedad civil, surgen actividades y actores para-legales para competir con y sustituir al Estado. Así, la integración económica internacional plantea un dilema difícil para muchos estados del Sur: la globalización aumenta la necesidad de protección social y a la vez constriñe la capacidad de los gobiernos de responder efectivamente a esa demanda13. Los países avanzados tampoco han logrado escapar totalmente a las presiones de una economía globalizada contra su autonomía. Aunque en el período de la posguerra los países de la OECD pudieron balancear el compromiso de la liberalización de comercio con protección social, la competencia global representa una amenaza clara al Estado del bienestar14. La movilidad internacional de capital y trabajo
de los cuales individuos, comunidades y empresas contemplan sus intereses y opciones. Son muchos los estados que ya no manejan sus economías nacionales, son más bien instrumentos para ajustar las economías locales a los desafíos y exigencias de la economía mundial en expansión17. El costo político de la internacionalización económica ha sido, para muchos países, una reducción en la autonomía para implementar una estrategia económica, poca capacidad de evitar los vientos negativos de las distorsiones de la economía global y menos capacidad de solucionar los problemas políticos y sociales que acompañan este proceso.
Democratización La tendencia global hacia la democratización es otro de los efectos políticos de la globalización que más ha afectado al Estado. Aunque hay muchas diferencias en las formas determinadas de los sistemas democráticos, está emergiendo un consenso global en cuanto a que gobiernos representativos y elecciones libres forman la base de la legitimidad política. El abandono del modelo comunista por parte del bloque soviético, con unas notorias excepciones, y su adopción de la democracia y el libre mercado es tal vez el ejemplo más dramático de la globalización de la democracia. Teóricos liberales anticipan un mundo liberal, democrático y capitalista, donde el fin de la historia se manifiesta en el nacimiento de un mundo unificado por una sola ideología política, económica, y social18. Las últimas dos décadas vieron numerosos países en Europa Oriental, América Latina, Africa y Asia entrar, o volver a, la sociedad internacional de las democracias, adoptando las estructuras y normas de los países liberales. A medida que países de Europa Oriental como Polonia, Hungría y la República Checa golpean la puerta de la OTAN y la Unión Europa, se arguye que la democracia va a continuar difundiéndose por todo el mundo, extendiendo la zona de paz que ya caracteriza a los países de la OECD19. Pero si la democratización global denota la idea de un mundo unificado, también ha ejercido presiones 17 18
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Ibid., pág.7. Francis Fukuyama, The End of History? , en The National Interest, 1989, págs. 3-18. Véase también la literatura acerca de la paz democrática, especialmente Michael Doyle, Liberalism and World Politics , en American Political Science Review, No. 80, V. 4, 1986, págs. 1151-1161; y Bruce Russett, Grasping the Democratic Peace, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1993. Emanuel Adler, Seeds of peaceful change: the OSCE s security communitybuilding model , en Emanuel Adler y Michael Barnett (comps.), Security Communities, Cambridge, Cambridge University Press, 1998.
La reconfiguración del Estado: el nexo entre la globalización y el cambio internacional
desintegrantes y desunificadoras dentro de muchos países individuales20. Las presiones de la democratización actúan para abrir estados, sus estructuras centralizadas y sus instituciones de control, en fin, su autonomía. Mientras muchos aplauden el auto-gobierno y la destrucción de los viejos órdenes represivos, es crucial reconocer que transiciones recientes a la democracia también han tenido efectos desestabilizadores en muchos países. Después de todo, fueron la adopción de la democracia y del libre mercado los que desencadenaron las fuerzas divisorias del nacionalismo que llevaron a la desintegración de la Unión Soviética en 1991. El relajamiento de los controles gubernamentales que acompañaron la democratización en varios de los países de la antigua Unión Soviética ha resultado en conflicto, inestabilidad y fragmentación nacional. La democratización en estados multiétnicos, por ejemplo el Congo, puede limitar la capacidad del Estado de consolidar el control y detener tensiones étnicas. En muchos estados frágiles sin experiencia con la democracia, la democratización puede resultar en luchas políticas y territoriales, en la medida en que el pluralismo prima sobre el consenso. Así, la difusión de la democracia en países sin suficiente consolidación estatal está altamente relacionada con una pérdida de la autonomía, con la fragmentación y el conflicto. De otra parte, las fuerzas globales han debilitado las instituciones democráticas existentes. En algunos casos los costos sociales y económicos de la globalización han resultado en un contragolpe antiliberal. Estados tales como Venezuela y Perú, aunque por razones muy distintas, comparten la experiencia de haber escogido imponer límites sobre las libertades asociadas con la democracia en un esfuerzo por parte de los gobiernos de restablecer control político centralizado y de marginar la influencia de grupos que compiten con el Estado. También es importante señalar que la democracia no es tan omnipresente como se cree. Muchos países abiertamente rechazan el individualismo, la libertad, el libre mercado y la igualdad asociados con el modelo occidental. En el mundo árabe, y en algunos estados asiáticos como China, la reacción a la globalización política ha sido una reafirmación oficial del autoritarismo, como se evidenció con la represión violenta del movimiento estudiantil democrático en la Plaza de Tiananmen hace diez años. En la medida en que el Internet, comunicaciones basadas en satélites, procesos políticos transnacionales, normas universales y el mercado global han 20
Stephen Gill, Globalization, Democratization and the Politics of Indifference , en Mittelman, Globalization: Critical Reflections, pág. 213.
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La autoridad política Si se va más allá de considerar la soberanía como una condición legal, la perpetuación del control exclusivo sobre un territorio determinado depende de la legitimidad de la autoridad del Estado. En el sistema internacional moderno, la autoridad legítima del Estado ha sido esencial para el orden social y político, tanto doméstico como internacional. Las relaciones de autoridad han sido fundadas en los criterios tradicionales de legitimidad tales como el nacionalismo, la religión, mecanismos constitucionales y legales, y la fuerza21. Esta combinación de normas, tradición y coerción es tal que la mayoría de la gente, la mayoría del tiempo, cumplen con las directivas de las autoridades gubernamentales. Esta estructura de autoridad estatal obviamente no ha sido ajena a problemas y tensiones, y funciona mejor en ciertos países que en otros, pero con pocas excepciones, la autoridad estatal ha tenido legitimidad normativa y las relaciones básicas de autoridad han perdurado. Pero la autoridad del Estado-nación ha sido afectada agudamente en la medida en que los procesos de la globalización se han intensificado. A lo largo del mundo hoy día, en ámbitos privados y públicos, las fuentes de autoridad han cambiado de criterios tradicionales a criterios relacionados con el desempeño22. Estructuras de autoridad previamente estables durante largo tiempo, ahora están en crisis, en gran medida porque la sociedad civil ya no está tan dispuesta a cumplir con las demandas del Estado. La cooperación y sumisión de la ciudadanía cada vez más dependen de la capacidad del Estado de solucionar problemas, satisfacer necesidades, lograr metas, y proveer estabilidad y prosperidad. Sociedades más informadas y aseverativas insisten en un papel más articulado en el manejo de las políticas públicas, rechazando la exclusividad de los partidos y dirigentes tradicionales. En un mundo de información instantánea, la facilidad con la cual poblaciones civiles tienen
acceso a noticias e imágenes relacionadas con las experiencias de otros países juega un papel crucial para generar una posición más crítica frente a la autoridad. Las tendencias democratizadoras de la globalización han creado problemas severos de legitimidad para muchos gobiernos, especialmente en estados no democráticos o con democracias débiles. La crisis de autoridad en la Unión Soviética y Rusia ilustra esta relación. En Yugoslavia, una crisis de autoridad llevó a movimientos de secesión violentos y a la desintegración del Estado. En partes de América Latina, como aquí en Colombia, los desafíos a la autoridad tradicional política se pueden encontrar en la forma de grupos insurgentes, actores parainstitucionales y el narcotráfico. La mayoría de los gobiernos estatales todavía pueden mantener el orden público con la fuerza, pero esto tiende a minar aun más la base normativa de la autoridad legítima. La autoridad política ha sido reestructurada de varias maneras23. En muchas instancias se ha desplazado hacia abajo, a grupos subnacionales tales como minorías étnicas, gobiernos locales, grupos religiosos, sindicatos y grupos parainstitucionales. En otros, la autoridad se ha traslado hacia arriba, hacia colectividades más amplias que transcienden fronteras estatales: organizaciones regionales como la Unión Europea, ONG como Greenpeace u organizaciones religiosas como la Iglesia Católica. John Ruggie señala la frecuencia con la cuál gobiernos en el período de la posguerra mundial han voluntariamente transferido autoridad a instituciones multilaterales para remediar problemas transterritoriales24. En otros, autoridades externas cometen intrusiones rutinarias en los asuntos internos de los Estados25. Además, hay ejemplos repetidos en la última década de grupos subnacionales que han sobrepasado a sus propios gobiernos para apelar a una autoridad internacional percibida como más legítima que el propio Estado. En un mundo sin una estructura clara de autoridad, grupos étnicos tales como los kurdos, los albaneseskosovares, y los timoreses orientales apelan a la autoridad de la ONU; mujeres abusadas sexualmente durante la guerra en Bosnia-Herzegovina buscan remedio en la Corte Internacional de la Haya; y prisioneros políticos en Irak presionan al gobierno a través de Amnistía Internacional y redes transnacionales.
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James Rosenau, The Dynamism of a Turbulent World , en Michael Klare y Yogesh Chandrani (comps.), World Security: Challenges for a New Century, New York, St. Martin s Press, 1998, pág.23. Ibid., pág. 23.
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Ibid., pág. 24. John G. Ruggie, Constructing the World Polity: Essays on International Institutionalization, New York, Routledge, 1998. James Caporaso muestra esta dinámica en el contexto del Corte de Justicia Europea y el orden legal erosionando del Reino Unido. Véase James Caporaso, Changes in the Westphalian Order: Territory, Public Authority and Sovereighty , en International Studies Review, No. 2, V. 2, 2000, págs. 1-28.
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permeado el mundo, el gobierno antidemocrático será cada vez más difícil, como aconteció con el fin del régimen de apartheid en Sudáfrica en 1994 y los resultados pro-reforma de las elecciones en Irán en mayo de este año. Sin embargo, son muchos los países que no tienen ninguna intención de ceder fácilmente frente a las fuerzas globales de la democracia.
La jurisdicción tradicional de la soberanía ha sido debilitada en la medida en que nuevas normas globales de la comunidad internacional adquieren cada vez más autoridad y legitimidad. El régimen internacional de los derechos humanos es un ejemplo claro de este cambio. Mientras los fundamentos del derecho internacional tradicional se han orientado a proteger los derechos soberanos del Estadonación, hay una opinión creciente acerca de que existe un conjunto de estándares universales de los derechos humanos que sobrepasan los derechos estatales. Así, la autoridad del juez español Balthasar de detener a Augusto Pinochet por crímenes de lesa humanidad fue mucho más allá del poder jurídico. Refleja más bien el equilibrio cambiante de poder entre la autoridad soberana y lo que se consideran nuevas áreas de interés y autoridad legítimos por parte de una sociedad global. En la medida en que 1) las relaciones de autoridad entre la sociedad civil y los gobiernos se debilitan, 2) grupos subnacionales recurren a actores transnacionales e internacionales como fuentes de autoridad y 3) se forman nuevas normas que legitiman la autoridad superior de la comunidad internacional, el Estado se encuentra aún más eclipsado en el nuevo mundo globalizado. Gobiernos nacionales ya son sólo una fuente de autoridad entre muchas. Individuos y sociedades han desarrollado lealtades a un rango diverso de actores e instituciones, yendo al corazón de la identidad nacional. La seguridad nacional Otro elemento central de la soberanía es la capacidad del Estado de protegerse. Desde luego, el principio de la nointervención que proviene de la institución de la soberanía ha sido tradicionalmente el eje de la seguridad nacional. Pero la globalización también ha afectado casi cada faceta de la seguridad del Estado: en combinación con el fin de la Guerra Fría ha llevado a una reconceptualización de la esencia de la seguridad nacional, se ha convertido en uno de los factores que agrava el problema de la seguridad para muchos países, y ha llevado a la globalización de la función de la seguridad.
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Nuevas dimensiones de la seguridad Primero, la densidad e interdependencia crecientes de los procesos de la globalización han llevado a una redefinición de los referentes del problema de la seguridad. La seguridad en un mundo post-internacional es tanto de multi-niveles como La reconfiguración del Estado: el nexo entre la globalización y el cambio internacional
de multi-asuntos26. La seguridad del individuo, de comunidades y de grupos de minorías es igual de importante que la seguridad del Estado-nación; a la vez que cada uno afecta la seguridad del otro. Además, la seguridad ya no está concebida estrictamente en términos militares: también se refiere a la protección contra amenazas políticas, económicas, societales y ambientales. La economía global puede exacerbar la inseguridad de países pobres, en la medida en que la deuda, la inflación incontrolable, el desempleo, la escasez de capital, y las fricciones comerciales representan obstáculos para lograr un nivel aceptable de bienestar económico. Amenazas societales se sientan por parte de grupos subnacionales, quienes temen que sus valores sociales y culturales estén amenazados directamente a través de la represión o violación de los derechos humanos, o indirectamente por los procesos de la globalización cultural. Estados cuyos sistemas políticos, instituciones o ideologías van en contra de la corriente liberal de la nueva globalización se preocupan por su seguridad: la evidencia demuestra que son mucho más susceptibles a intervenciones u otras violaciones de su soberanía. La degradación medioambiental relacionada con la interdependencia de los procesos de industrialización y modernización también es un problema de seguridad: desde el calentamiento del planeta hasta los problemas de salud pública relacionados con los efectos contaminantes del desarrollo económico no regulado.
La globalización como factor de inseguridad Después del fin de la Guerra Fría, la confrontación nuclear entre las superpotencias, y la bipolarización militar del mundo, se esperaba una nueva etapa de estabilidad y cooperación en las relaciones internacionales. Pero si se ha formado una enorme zona de paz compuesta por los países industrializados democráticos donde la posibilidad de guerra es remota, al mismo tiempo hay regiones del mundo donde guerras civiles, conflicto étnico y desorden han reemplazado el conflicto esteoeste. Esto se puede explicar en parte por el retiro de la Unión Soviética y EEUU de muchas regiones del mundo, permitiendo el destape de conflictos internos políticos, territoriales y étnicos.
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Barry Buzan, People, States and Fear: An Agenda for International Security Studies in the Post-Cold War Era, Boulder, Lynne Rienner, 1991; y Seyom Brown, World Interests and the Changing Dimensions of Security , en Klare and Chandrani, World Security .
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La seguridad globalizada La función de mantener la paz y seguridad internacional en el período de la posguerra Fría se ha globalizada. Consistente con un desplazamiento de un mundo centrado en el Estado, se ha visto una clara tendencia hacia soluciones multilaterales a los problemas globales de seguridad. Es decir, la función de la seguridad se ha vuelto globalizada. Envalentonados por el éxito de la coalición de la ONU al responder a la invasión de Kuwait por parte de Irak en 1990, muchos de los líderes mundiales mostraron entusiasmo por un nuevo, más activo papel de la ONU en asuntos de la seguridad internacional28. Así, la ONU ha participado en varias misiones para mantener la paz a partir del fin de la Guerra Fría, señalando una nueva legitimidad para la participación de la comunidad internacional en problemas internos de seguridad. Esta 27 28
Ibid., pág.188. Margaret Karns and Karen Mingst, The Evolution of United Nations Peacekeeping and Peacemaking: Lessons from the Past and Challenges for the Future , en Klare y Chandrani, World Security , pág.210.
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función de la ONU siempre ha requerido el consentimiento de los gobiernos involucrados, según la lógica de una institución inter-gubernamental comprometida con la soberanía de sus miembros. Así que su presencia y actividades en Camboya, Haití y El Salvador durante la última década fueron con el consentimiento de los gobiernos centrales. Pero la difusión global de nuevas normas acerca de los derechos humanos ha cambiado las reglas del juego de intervención. Un creciente consenso en la posguerra Fría por parte de los Estados occidentales sobre la legitimidad de intervenciones humanitarias en países donde la población civil está seriamente amenazada señala que la soberanía estatal ya no es tan sacrosanta como era antes. Al reconocer el dilema grave entre respetar la soberanía de los Estados e intentar proteger a las víctimas inocentes de crisis humanitarias, la ONU ha optado por un nuevo precedente para la seguridad internacional. En Irak en 1991, Somalia en 1992, y en BosniaHerzegovina y Croacia en 1992 y 1995, los cascos azules de la ONU han llevado a cabo intervenciones humanitarias contra la voluntad de los gobiernos nacionales. Los más opuestos a este debilitamiento de la norma de la no-intervención son esos países que tienen graves problemas humanitarios internos, por acción (tales por ejemplo China, Indonesia, y Turkía) o por omisión (Colombia). Estados débiles, con problemas étnicos, o con movimientos de secesión son los más vulnerables. La creciente legitimidad de intervenciones por parte de la comunidad internacional en estados soberanos tiene serias implicaciones para el futuro de los derechos soberanos, como se vio durante la reciente intervención de la OTAN en Yugoslavia.
Escenarios futuros posibles del sistema internacional El Estado no está muerto, no ha sido eclipsado, no se ha vuelto irrelevante en la política internacional. Sin embargo, la soberanía estatal sí ha sido minada como consecuencia de las fuertes presiones que la globalización ha ejercido sobre el Estado. La autonomía y fortaleza del Estado han sido erosionadas en la medida en que mantienen cada vez menos control exclusivo sobre sus poblaciones, economías, política y cultura. La autoridad legítima del Estado ha sido diluida en la medida en que individuos se asocian con otros grupos de referencia y normas, tanto dentro como fuera del Estado. La globalización también ha cambiado la función tradicional de la seguridad nacional, produciendo nuevas amenazas contra las cuales el Estado muy difícilmente puede inmunizarse y perdiendo poder frente a las nuevas normas globales acerca de la seguridad humana. Ann Mason
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Pero también es cierto que muchos de los problemas más severos de seguridad, en particular el auge de conflictos internos violentos que se encuentran en cada continente del mundo, se puede relacionar en parte con la globalización. Mientras muchas de estas guerras internas tienen sus raíces en problemas independientes de la globalización, es innegable que se han sido agravadas por los procesos acelerados de la interdependencia. Lo que casi todos los casos de conflictos internos actuales tienen en común son estados débiles, como consecuencia de problemas internos tales como la corrupción, liderazgo incompetente, divisiones sociales agudas, multietnicidad, ideologías excluyentes, crisis económicas, entre otros. Pero algunos de los efectos de la globalización que ya hemos visto, especialmente las dislocaciones económicas y las fuerzas divisorias de la liberalización, combinados con la vulnerabilidad creciente del Estado frente a las exigencias de la economía global, actúan para erosionar aún más la capacidad y el control del Estado. En la medida en que el Estado se vuelve más débil y menos capaz de solucionar los problemas internos o proveer la seguridad básica, aumenta la posibilidad de que tanto el gobierno central como los grupos subnacionales recurran a la violencia.27 Esta dinámica es evidente desde Chechenia a Cachemira, desde Liberia a Colombia.
Entonces, si el sistema de Wesfalia se basa en el Estado y la institución de la soberanía, ¿cuál es el impacto sobre el sistema internacional de esta reconfiguración del Estado y la evolución de su status soberano?29 Se puede esperar que estos cambios en la unidad básica de la estructura internacional hayan tenido algún tipo de impacto en el sistema de los estados30. Según James Rosenau, una posibilidad es que haya ocurrido un desplazamiento de la distribución de poder y autoridad entre los estados y nuevos actores no-estatales que ha llevado a una bifurcación de la estructura global31. En este escenario el mundo estado -céntrico ya no predomina, sino que el mundo de los estados existe al lado de otra estructura de poder e influencia. Este mundo multicéntrico está compuesto por actores y procesos diversos, relativamente autónomos, tanto más allá como dentro del Estado, que no se identifican propiamente con un gobierno, con sus propias reglas, estructuras e intereses. Multinacionales, gobiernos subnacionales, minorías, partidos políticos, grupos terroristas, organizaciones transnacionales y grupos étnicos son algunos de ellos. Ellos compiten, chocan, cooperan, e interactúan con los estados soberanos32. En el mundo multi- céntrico de la globalización, el Estado-nación es simplemente un jugador entre muchos. Otros señalan que el mundo se está integrando, formando grados distintos de unificación. Aunque proponentes de una sociedad de los estados reconocen elementos normativos compartidos importantes dentro de la comunidad internacional que pueden legitimar estrategias y objetivos comunes, limitando algunos de los abusos del poder estatal, sin embargo confirman un sistema internacional descentralizado basado en el Estado33. Otras tendencias
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Kurt Burch, Changing the Rules: Reconceiving the Westphalian System , en International Studies Review, No. 2, V. 2, 2000, págs. 181-210, resume algunas de las posiciones tomadas al respecto. Para una discusión sobre el cambio al nivel de la unidad como causa de cambio estructural, y una refutación del argumento sistémico que exogeniza el Estado, véase John G. Ruggie, Continuity and Trandformation in the World Polity: Toward a Neorealist Synthesis , en Robert Keohane (comp.), Neorealism and its Critics, New York, Columbia University Press, 1986. La articulación clásica de la teoría sistémica que identifica la estructura o el principio ordenador de la estructura como las únicas fuentes del cambio del sistema internacional, véase Kenneth Waltz, Theory of International Politics, New York, Random House, 1979. James Rosenau, Turbulence in World Politics: A Theory of Change and Continuity, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1990, págs .249-250. Rosenau, The Dynamism of a Turbulent World , pág.25 (traducción propia). Esta es la interpretación de la Escuela Inglesa del liberalismo. Véase Barry Buzan, From International System to International Society: Structural Realism and Regime Theory Meet the English School , International Organization, No. 47, V. 3, 1993, págs. 327-352; y Hedley Bull, The Anarchical Society, 2nd ed., New York, Columbia University Press, 1995.
La reconfiguración del Estado: el nexo entre la globalización y el cambio internacional
integracionistas hacia la formación de actores supranacionales y una sociedad civil global conciben nuevas estructuras de autoridad global e identidades colectivas que podrían llevar el sistema internacional cada vez más cerca de una comunidad global, dentro de la cual los individuos y grupos subnacionales son los actores principales y el Estado juega un papel prácticamente nulo34. Este escenario de la aldea global implica una reconceptualización radical del Estado, su función y la estructura internacional construida sobre la misma, haciendo posible la noción de un sistema unificado y jerárquico encabezado por un gobierno mundial. Sin embargo, el eclipse del Estado como el actor principal puede resultar en más fragmentación, llevando a un mundo prewesfaliano donde poder y autoridad estarían diseminados entre muchos estados y actores no-estatales territoriales y noterritoriales, con altos niveles de conflicto, inestabilidad y presiones hacia la fragmentación. Todavía no se conocen los rasgos centrales del nuevo sistema que está emergiendo. Sin duda la globalización está eclipsando ciertas funciones y autonomía del Estado, y también está legitimando nuevas normas que limitan la extensión y los derechos tradicionales del Estado-nación. Es importante señalar, sin embargo, que la soberanía, la virtud por la cual el Estado existe, por ahora no está en riesgo de desaparecer. Desde luego, tal vez es más preciso concebir estos cambios como una redefinición, y no un paso hacia la disolución, de la soberanía35. De todas maneras, esta nueva construcción de la soberanía como consecuencia de la globalización ya ha tenido implicaciones importantes para el Estado, y para el funcionamiento del sistema moderno de los estados. Lo que falta por ver es si esta reconfiguración del Estado llevaría al sistema internacional hacia una anarquía hobbesiana o hacia una comunidad lockeana.
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Ronnie Lipschutz Reconstructing World Politics: The Emergence of Global Civil Society , Millenniem, No. 21, V. 3, 1992, págs. 389-420; y Buzan, From International System to International Society . Robert Keohane, Hobbes Dilemma and Institutional Change in World Politics: Sovereignty in International Society , en Hans-Henrik Holm y Greg Sorensen (comps.), Whose World Order: Uneven Globalization and the End of the Cold War, Boulder, Westview, 1994; y Ole Waever, Identity, Integration and Security: Solving the Sovereignty Puzzle in E.U. Studies , en Journal of International Affairs, No. 48, V. 2, 1995, págs. 389-331.
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En 1971 se publicó uno de los libros más controvertidos sobre historia económica de Colombia de las últimas décadas: An Economic History of Colombia, 1845-1930 , de William Paul McGreevey1.En ese momento los principales textos de historia económica del país seguían siendo los de Luis Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura en la historia de Colombia, publicado en 1942, y el de Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930, aparecido en 1955. La obra de Nieto Arteta puede ser considerada como la pionera de los estudios de historia económica en el país. Se trata de una historia económica de Colombia que abarca desde finales del siglo XVIII hasta finales del XIX. El libro de Nieto contenía algunas innovaciones importantes: se basó en el materialismo histórico, utilizó como fuente de información primaria las Memorias de hacienda, que hasta la fecha no habían sido muy aprovechadas, en algunos capítulos siguió un enfoque regional, muy pertinente en el caso colombiano, y en la mayoría de los capítulos finales el hilo conductor lo constituyó el sector externo. Todas esas características contribuyeron a que entre 1942 y 1971 fuera el texto más leído de historia económica del país. Sin embargo, el trabajo de Nieto acusa serias deficiencias. El autor era un joven abogado que a los 25 años se embarcó en la tarea de escribir una obra que contribuyera a: ...la definición de una nueva interpretación de los hechos de la historia de Colombia 2. Su formación económica era mínima y por tal motivo sus análisis a menudo se concentran en los aspectos sociales o resultan muy superficiales. Por ejemplo, las abundantes cifras sobre los flujos de importaciones y *
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Trabajo preparado para la reunión anual de LACEA, Buenos Aires, 22 al 24 de octubre, 1998. El autor agradece los comentarios de Haroldo Calvo Stevenson. M.Phil. en sociología de Yale University y Ph.D. en economía de la Universidad de Illinois. Actualmente es el gerente del Banco de la República de Colombia en Cartagena de Indias. En ese año también se publicó la Introducción a la historia económica de Colombia de Alvaro Tirado Mejía. Esta es una obra de síntesis y popularización escrita desde una perspectiva marxista por uno de los integrantes de la llamada nueva historia . Una de las principales características del libro es que es completamente descriptivo. Además, aunque es una obra bastante elemental, resume buena parte de la literatura que sobre el tema se había publicado para la época en que se escribió. Todo ello contribuyó para convertirlo en el libro de historia económica de Colombia más exitoso de todos los tiempos, con veinte ediciones y más de 100.000 copias vendidas. Luis Eduardo Nieto Arteta, Prólogo a la primera edición , en Economía y cultura en la historia de Colombia, Bogotá, 1942.
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exportaciones que incluye, siempre se presentan en términos nominales, a pesar de que en la última parte del siglo hubo una inflación relativamente sostenida. En el ámbito de las interpretaciones más generales, Nieto Arteta siguió muy de cerca a los ideólogos liberales colombianos del siglo pasado (como Salvador Camacho Roldán, Anibal Galindo, José María Samper, Rafael Nuñez y Miguel Samper). El libro esta atiborrado de citas extensas de esos autores, lo cual hace que su lectura no sea tarea fácil. En efecto, como lo ha señalado Gonzalo Cataño, el 51% de la extensión de la obra la constituyen las citas de otros autores y el texto de Nieto alcanza a ser de solo el 49%3. Peor aún, a menudo utiliza como única evidencia de sus aseveraciones las citas de personajes que fueron actores políticos en muchos de los temas sobre los que escribieron. Además, el libro en muchas ocasiones presenta simplificaciones excesivas que, aunque tal vez acordes con el paradigma utilizado por el autor, no reflejan la realidad histórica colombiana. Por ejemplo, utilizó una dicotomía según la cual los miembros del Partido Liberal representaban los intereses de los comerciantes y los del Partido Conservador los de los terratenientes4. También su análisis de la economía colonial, en la cual contrasta la economía de la región Oriental, que interpreta como anticolonial, manufacturera, comercial y agrícola, y la del Centro, que según Nieto, era colonial y latifundista, deja por fuera a la Costa Caribe, Antioquia y el Cauca, es decir más o menos la mitad del país. Como resultado, por ejemplo, la esclavitud está por fuera de su interpretación de la economía colonial. Con todas estas limitaciones, resulta un poco sorprendente, desde una perspectiva actual, el enorme impacto de Economía y cultura en la historia de Colombia. Dos factores, al menos, pueden ayudar a explicarlo: el hecho, por una parte, de que su enfoque fuese más o menos marxista, en una época en que esa ideología ganaba adeptos entre los principales intelectuales colombianos, y especialmente entre la generación de historiadores que se formaron en la década de 1960, y, por otra parte, por cuanto no había ninguna otra obra que abarcara la historia económica del país para un período de tiempo más o menos extenso. 3
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En algunos capítulos el porcentaje del texto constituido por las citas se eleva mucho más. Por ejemplo, en el capítulo XIV constituyen el 79%. Al respecto, véase Gonzalo Cataño, Un clásico de la historiografía nacional: Economía y cultura de Luis E. Nieto Arteta , en Historia crítica, No. 15, junio-diciembre, 1997. Al respecto, véase el excelente ensayo de Frank Safford, Aspectos sociales de la política en la Nueva Granada, 1825-1850 , en Frank Safford, Aspectos del siglo XIX en Colombia, Bogotá, Ediciones Hombre Nuevo, 1977.
Adolfo Meisel Roca
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La cliometría en Colombia: una revolución interrumpida, 1971-1999 *
El libro de Luis Ospina Vásquez, por su parte, cubre un periodo de la historia de Colombia similar al de Nieto Arteta. En casi todo lo demás estos dos trabajos son completamente distintos (al igual que sus autores)5. Mientras el libro de Nieto Arteta es una obra de juventud, el de Ospina Vásquez pertenece a la madurez intelectual de su autor. Además, Ospina tuvo entrenamiento en economía (posgrado en el London School of Economics) y realizó una investigación a lo largo de varios años, incluso consultando el Archivo Nacional, para preparar este trabajo. No intentó escribir una historia económica del período sino, más bien, quiso estudiar la evolución de la industria nacional entre 1810 y 1930 y las políticas económicas que la afectaron, en especial las de comercio exterior. Se trata de una muy sólida obra de historia económica institucional tradicional. Como tal, el autor va describiendo por períodos el desarrollo de las instituciones y los eventos relacionados con la industria. Tiene muy pocas cifras, que se van tejiendo con la narrativa, y casi ninguna serie. En contraste con Nieto Arteta, tampoco hay un marco teórico explícito desde el cual el autor orienta su investigación. En gran medida por ello, y por el talante intelectual del autor, que hace un gran esfuerzo por fundamentar con evidencia empírica sus aseveraciones, hay muy pocas generalizaciones e interpretaciones globales en esta obra. Como consecuencia, casi toda la obra de Ospina Vásquez tiene validez actual pues sólo rara vez sus argumentos estaban claramente equivocados6. Una de las mayores limitaciones del libro de Ospina Vásquez es que, al no contar con una base estadística amplia, su análisis de la evolución económica global es totalmente impresionista , aunque revela una sólida noción de las magnitudes económicas7. A pesar de ello, no superó a Nieto Arteta en la utilización de cifras nominales.
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Ospina Vásquez era hijo del presidente Pedro Nel Ospina y por el lado materno provenía de una de las familias de empresarios más importantes de Antioquia. En contraste, Nieto Arteta provenía de la clase media del Caribe Colombiano. Uno de esos pocos casos es su aceptación del argumento de que la devaluación nominal del peso a finales del siglo XIX estimuló las exportaciones de café. Este argumento lo esgrimieron inicialmente los miembros del gobierno y posteriormente lo retomaron numerosos historiadores colombianos. Sin embargo, al calcular la tasa de cambio real se observa que la devaluación fue sólo nominal. Al respecto, véase Adolfo Meisel Roca y Alejandro López Mejía, Papel moneda, tasas de interés y revaluación durante la Regeneración , en El Banco de la Republica, Antecedentes, evolución y estructura, Bogotá, Banco de la Republica, 1990. En Colombia los primeros cálculos del Producto Interno Bruto se hicieron a fines de la década de 1940. Por varias de las observaciones que hace, Ospina Vásquez parece haber estado familiarizado con estas estimaciones.
La cliometría en Colombia: una revolución interrumpida, 1971-1999
El estilo de exposición de Ospina Vásquez y las demás características de la obra lo convirtieron en un historiador de historiadores , pero su popularidad en círculos más amplios fue limitada. Por tal motivo, mientras el libro de Nieto ha tenido hasta la fecha veinte ediciones, el de Ospina solo lleva cinco. Además, su segunda edición solo apareció en 1974, casi veinte años después de la primera. En 1971 se publicó en inglés una obra que estaba destinada a generar la mayor controversia que se ha dado en torno a una obra sobre historia económica en Colombia. Me refiero a la obra del entonces joven economista estadounidense William Paul McGreevey, An Economic History of Colombia, 1845-1930. La obra estaba basada en la investigación que su autor realizó para su tesis de Ph.D. en economía en MIT y que presentó en 1965. El autor estaba inmerso en la literatura de la revolución cliométrica que por ese entonces se imponía en los departamentos de economía de los Estados Unidos8. En un seminario que se realizó en Bogotá en 1975 sobre su libro, le escuche decir a McGreevey que cuando decidió hacer su tesis sobre Colombia, las dos cosas que sabía sobre el país eran que producía café y que la capital era Bogotá. Además, señaló que había escogido a este país pues, al ir a la biblioteca, constató que no había una sola obra general sobre el desarrollo económico colombiano. Su intención era inaugurar en nuestro medio la triunfante revolución cliométrica. En el prólogo a la primera edición en español de la obra, el traductor, el economista Haroldo Calvo Stevenson, señaló que: ...el trabajo de McGreevey constituye el debut de la nueva historia económica en la historiografía del caso colombiano 9. Desde el momento mismo en que se publicó el libro tuvo un enorme impacto entre los economistas. En 1973 yo era estudiante del primer año de economía en la Universidad de los Andes y recuerdo muy bien la avidez y el enorme entusiasmo con la cual mis condiscípulos más avanzados leían a McGreevey. El libro está estructurado en torno a tres secciones. En la primera el autor analiza los antecedentes, un poco como lo hicieron Nieto Arteta y Ospina Vásquez, pero ampliándolos hasta 1845, para resaltar la continuidad entre la colonia y las primeras décadas de la república (en esta interpretación sigue
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Claudia Goldin, Cliometrics and the Nobel , en Journal of Economic Perspectives, Vol. 9, No. 2, Spring, 1995, pág.193. Por cliometría se entiende el estudio de la historia económica por medio de la aplicación de la teoría económica y los métodos estadísticos. Haroldo Calvo Stevenson, Prólogo del traductor , en William Paul McGreevey, Historia económica de Colombia, 1845-1930, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1975.
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Instituto de Estudios Colombianos, Historia de Colombia, Un debate en marcha, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1979. Alberto Umaña, Problemas estadísticos en el análisis del periodo liberal, 18451885 , en Instituto de Estudios Colombianos, Historia de Colombia, Un debate en marcha, Bogotá, 1979.
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completamente desapercibido entre los historiadores económicos colombianos. Me quiero referir ahora al aspecto de la tercera sección del libro de McGreevey que más ha generado controversia: su teoría de por qué Colombia vivió una transición hacia el crecimiento entre finales del siglo XIX y comienzos del presente. El análisis está escrito en la jerga de la teoría neoclásica del crecimiento, pero es de un simplismo sorprendente. El autor arguye que, en algún momento después de 1850, ocurrió un desplazamiento autónomo del potencial de crecimiento de la población colombiana. Ese aumento demográfico: ...incrementó la interdependencia entre personas y regiones y, por consiguiente, generó nuevos problemas de adaptación y nuevas oportunidades para introducir innovaciones que redujeran los costos, particularmente en lo que se refiere a las mejoras en el transporte y a la urbanización...Algunas regiones aprovecharon al máximo las oportunidades existentes, mientras que otras parecen haberse visto abrumadas por el problema del crecimiento demográfico y, por lo tanto, haberse estancado. En última instancia, la explicación forzosamente radica en la motivación humana: algunas regiones se desarrollaron porque sus gentes así lo desearon12.
Independientemente de la validez teórica de su argumentación, no existe evidencia alguna de que en la segunda mitad del siglo XIX hubiera ocurrido un desplazamiento de la tasa de crecimiento potencial de la población colombiana. Lo que indican las cifras censales es que ese crecimiento fue más o menos estable a lo largo de todo el siglo. Lo que sí hubo y McGreevey no analiza fueron claras diferencias inter-regionales en esas tasas de crecimiento. Peor aún, el autor no hace ningún intento de demostrar que las regiones que se rezagaron no desearon desarrollarse y viceversa. En mi concepto, el mejor capítulo del libro de McGreevey es el penúltimo, debido a que realiza una evaluación de costobeneficio de la construcción de los ferrocarriles en la década de 1920, tal vez la década de mayor inversión en infraestructura de transporte en la historia del país. Esas inversiones fueron duramente criticadas por muchos observadores de la época, por considerar que hubo mucha
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William Paul McGreevey, Historia económica de Colombia, 1845-1930, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1982, pág. 287.
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a Nieto Arteta). Del análisis de esta primera parte tal vez lo que más llama la atención es su interpretación de los flujos de comercio y de capitales hacia España, sobre la base de una información muy dispersa y poco confiable. A mi entender, la utilización de las cifras en estos capítulos en nada se parece a la propuesta de la Nueva Historia Económica sobre la utilización de métodos cuantitativos en forma rigurosa. Tampoco se parece al uso de las cifras por parte de los historiadores económicos tradicionales, que tiende a ser para ilustrar aspectos específicos de la narración. McGreevey, haciendo gala de sus conocimientos de economía internacional y con unos precarios conocimientos sobre la economía colonial del Virreinato de la Nueva Granada, se lanzó a una interpretación del funcionamiento del sector externo neo-granadino que, aunque consistente lógicamente, partía de supuestos equivocados. Como veremos más adelante, Frank Safford explicó con contundencia las fallas en la argumentación de McGreevey en el seminario que se realizó en 1975 en Bogotá para discutir su obra10. La siguiente sección del libro analiza el período 18451885. Tal vez lo más innovador aquí es la utilización de fuentes extranjeras para construir las series de comercio exterior (Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Hamburgo, Bremen). McGreevey utilizó estas fuentes porque en esa época había la idea de que las cifras del comercio exterior colombiano en el siglo XIX eran muy poco confiables debido al contrabando, en el caso de las exportaciones, y a la subfacturación, en el caso de las importaciones. Aunque la innovación era muy prometedora, la forma en que realizó los cálculos está plagada de ajustes ad hoc, que además no explica en forma detallada, razón por la cual sus datos resultan también poco confiables. Al respecto, autores como Alberto Umaña han señalado que las cifras de Estados Unidos e Inglaterra también tienen problemas por cuanto se presentaban fenómenos que sesgaban los resultados, como la re-exportación a través de Panamá, perteneciente por esa época a Colombia11. La última parte del libro contiene, a mi juicio, uno de los análisis más débiles tanto analítica como empíricamente y, simultáneamente, el aporte principal del autor al conocimiento de la historia económica de Colombia, que infortunadamente, hasta ahora ha pasado casi
corrupción y que fueron muy ineficientes. Por esa razón, acuñaron la frase la danza de los millones para referirse a esas inversiones. Varios historiadores económicos han aceptado, sin muchos elementos de juicio, las aseveraciones de esos críticos. Sin embargo, McGreevey encontró que, en general, para el periodo 1920-1949 los ferrocarriles colombianos fueron una inversión rentable13. Tanto por el manejo de cifras, como por la explicación clara de la metodología utilizada, la evaluación de costo-beneficio de las inversiones en ferrocarriles que realizó McGreevey son bastante convincentes. Es esta, a mi juicio, la principal revisión que hizo el autor a la historiografía económica colombiana. En 1975, un grupo de historiadores colombianos comandados por Marco Palacios organizó un seminario en Bogotá para discutir durante dos días la obra de McGreevey14. Allí se congregaron casi todos los principales historiadores colombianos exponentes de la llamada nueva historia , que se habían formado en la década de 1960 bajo la orientación de Jaime Jaramillo Uribe y con una fuerte influencia del marxismo y de la Escuela de los Annales15. Además, participó Luis Ospina Vásquez, en ese momento el historiador económico colombiano con más prestigio. También estuvieron presentes los mas destacados historiadores colombianistas de Estados Unidos y Europa: Frank Safford, Malcolm Deas, David Bushnell, J.Leon Helguera y Christopher Abel. Todos los expositores fueron críticos del trabajo de McGreevey o de algún aspecto del mismo. Ninguno encontró que el trabajo contribuía al conocimiento de la historia económica del país. El seminario se inició con el más demoledor de todos los trabajos presentados, el de Frank Safford, paradójicamente un compatriota del autor de esta controvertida obra. No hay en toda la producción historiografica colombiana una pieza tan critica de un trabajo académico como esta de Safford. Su escrito es algo casi único en la historiografía de un país donde hay una muy débil tradición de crítica seria sobre las obras históricas.
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En efecto, McGreevey encontró una tasa de ahorro social tan alta como el estimativo máximo de Fogel para los ferrocarriles de Estados Unidos en 1890, McGreevey, Historia económica de Colombia..., pág. 273. Cabe señalar que en 1979 Marco Palacios publicó el estudio histórico mas importante sobre el café que se ha hecho en el país, El café en Colombia, una historia económica, social y política, Bogotá, Editorial Presencia, 1979. En este ensayo no hemos incluido esta excelente obra debido a que tiene objetivos mas amplios, lo cual es una de sus fortalezas, por cuanto el autor estudió también los aspectos empresariales, políticos y sociales, razón por la cual solo unos capítulos tienen énfasis en los aspectos económicos. De los principales exponentes de la nueva historia sólo estuvieron ausentes Germán Colmenares y Jorge Orlando Melo.
La cliometría en Colombia: una revolución interrumpida, 1971-1999
La evaluación que hizo Safford fue totalmente negativa: muchas ideas no siempre están bien consideradas y a veces parecen contradictorias; además el libro, como obra histórica, sufre de muchos errores y como análisis económico de varios lapsus notables...Aunque hay muchos errores factuales en la obra no voy a intentar anotar todos estos por ser una tarea muy larga y abrumadora. Espero, sin embargo, por medio del comentario sobre método y análisis, ayudar a crear una base para juzgar el libro con ojos prevenidos16.
Y lo logró... y de que manera17. Cabe aclarar que Frank Safford nunca atacó directamente a la Nueva Historia Económica en su discusión del libro de McGreevey. Se concentró en poner en evidencia la forma poco rigurosa como éste manejó la evidencia empírica y en mostrar algunos de los principales problemas de análisis del trabajo. Incluso, Safford señaló que esas deficiencias no eran atribuibles a los métodos de la NHE: El libro carga mucha estadística ficticia y alegre, como también análisis fallidos. Él justifica la estadística inventada como ejemplo de la nueva historia económica, llamada la historia contrafactual. En realidad, viola, o, mejor dicho, a veces no hace 16
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Frank Safford, Algunos problemas de método y análisis del libro de William Paul McGreevey , en Instituto de Estudios Colombianos, Historia de Colombia, pág. 25. Aparentemente una razón por la cual Safford fue tan vehemente en sus críticas a McGreevey es que sentía que ese autor no le había dado crédito por la utilización de muchas de las cifras que el había recopilado en sus trabajos. Yo considero que tal vez había algo más de fondo. Por esa época en los Estados Unidos la triunfante revolución cliométrica desplazaba a los historiadores económicos tradicionales de los departamentos de economía. Como en toda revolución, seguramente se cometieron excesos con la generación anterior de historiadores económicos que eran o historiadores con poco entrenamiento en economía o economistas con una formación matemática y estadística limitada. Por todo ello, en los departamentos de historia de los Estados Unidos los cliometristas eran vistos con ojos prevenidos . Refiriéndose a la actitud de los historiadores económicos tradicionales (fueran economistas o historiadores) hacia la NHE a comienzos de la década de 1970, David Landes señaló que: ...aunque no rechazaban la medición y el análisis cuantitativo directamente, como lo hicieron muchos de los historiadores no-económicos... argumentaban que la nueva cliometría era una novedad no-científica en sus métodos, con fallas en su lógica, limitada en su aplicabilidad por las limitaciones de la información histórica y por la complejidad y la ambigüedad del cambio histórico. Pero ellos decían todo esto más en la privacidad de sus hogares y salones de clase que en escritos públicos, debido a que (ahora se puede decir) la mayoría estaban demasiado intimidados para retar a la Nueva Historia Económica al combate. No podían entender una parte de los nuevos trabajos. A veces no podían ni leerlos . David Landes, On Avoiding Babel , en Journal of Economic History, Vol. 38, 1978, pág. 6.
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A diferencia de Safford, Marco Palacios orientó una parte de su critica a los métodos de la NHE. Por ejemplo, puso en duda que la historia se pueda escribir a través de la construcción de modelos matemáticos de la cual se derivan unas hipótesis que luego se aceptan o rechazan de acuerdo con la evidencia empírica disponible, que es la forma como Palacios concibe los métodos de la NHE. Por ello afirma: El principal objetivo de este trabajo es argumentar contra tales métodos 19. En general sus objeciones contra el uso de modelos teóricos son poco convincentes ya que se limita a traer a colación las ideas del historiador marxista Witold Kula, en el sentido de que se debe tener en cuenta el modo de producción existente, y a señalar que las variables dependientes se pueden volver independientes y viceversa, es decir que puede haber problemas de simultaneidad entre las variables. Es necesario resaltar que en el seminario en mención nunca se hizo claridad que lo que allí se estaba refutando no eran los métodos de la NHE, sino la forma como un economista joven y poco conocedor de Colombia trató, sin mucho éxito, de estudiar la historia económica nacional aplicando esos métodos. Por esa razón, entre muchos de los asistentes a este simposio, así como entre quienes luego leyeron la publicación de los trabajos presentados, quedó la idea de que la Nueva Historia Económica tenía serias limitaciones metodológicas y que enfoques alternativos como el marxismo, los Annales o la historia social anglo-sajona de corte empirista eran mucho mas útiles20. Habría que preguntarse por qué, en un medio donde es completamente inusual que un trabajo no sólo histórico sino intelectual se someta a una crítica tan sistemática, se realizó este
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Instituto de Estudios Colombianos, Historia de Colombia, pág. 26. Marco Palacios, Las condiciones de oferta de café. Una aproximación de crítica socio-histórica al modelo empleado por McGreevey , Ibid., pág. 171. En 1975 yo estudiaba tercer año de economía y con otros estudiantes de la Universidad de los Andes asistí al seminario sobre el libro de McGreevey. Lo que escuché allí me convenció de que la NHE no era útil para los estudios de historia económica de Colombia y que sus métodos eran muy cuestionables. Además, quedé con la idea de que era principalmente a los autores marxistas como Witold Kula, profusamente referenciado en el trabajo de Marco Palacios, a quienes había que estudiar, lo cual hice en los siguientes años, sin preocuparme entonces por conocer a los principales exponentes de la NHE, como Fogel, North y Engerman.
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simposio sobre el libro de McGreevey21. La explicación que dieron los organizadores del evento fue que era la primera vez que aparecía una obra con un título tan ambicioso como Historia económica de Colombia, 1845-1930. Es obvio que esa no es la explicación. Más bien habría que recordar que, con el libro de McGreevey, hizo su debut en Colombia la Nueva Historia Económica. Los economistas y los estudiantes de economía estaban leyendo con entusiasmo el libro. Por ello un grupo de historiadores colombianos formados bajo las influencias de Luis Ospina Vásquez, el marxismo, la dependencia, la escuela francesa de los Annales y la historia social anglosajona, intentó frenar la difusión en nuestro país de las ideas de la NHE. Y lo lograron, pero por las razones equivocadas. El libro de McGreevey recibió críticas por dos tipos de razones: de una parte, el manejo de las cifras y los análisis que realizó el autor y, de otra, la utilización de los métodos de la NHE. Pues bien, las críticas a los métodos de la Nueva Historia Económica fueron bastante superficiales. En contraste, las críticas al manejo de las cifras y a los análisis del autor fueron demoledores. Al no hacerse claridad sobre esto, por cuanto todos los expositores escogidos estaban en contra de la Nueva Historia Económica, quedó la idea equivocada de que en la Sabana de Bogotá se había demostrado que este enfoque tenía serias limitaciones. Hemos dedicado bastante atención a la recepción en Colombia del libro de McGreevey por cuanto consideramos que ayuda a entender por qué en los siguientes veinte años, por lo menos, los estudios de historia económica en Colombia estuvieron dominados por el marxismo, los Annales, la dependencia, y hubo una ausencia completa de la NHE. Es cierto que lo mismo sucedía en toda América Latina, como lo ha señalado recientemente Stephen Haber22. Sin embargo, el colombiano parece haber sido un caso extremo de esa tendencia, a mi juicio como consecuencia del desastroso debut de la NHE en nuestro medio y de la forma en que los críticos de McGreevey lograron que se asociaran los defectos de la obra de ese autor con la cliometría.
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Incluso en la presentación del libro se hace referencia a lo singular de este seminario: A muchos pareció y sigue pareciéndoles inusitada la idea del I.E.C. de realizar un seminario de historia económica de Colombia alrededor de un libro escrito por un norteamericano. Para otros, es un despropósito. Podría discutirse ad infinitum, pero el tema no lo merece. Si en Colombia no se organizó nunca un seminario sobre El Quijote o sobre Cien años de soledad, la supuesta responsabilidad recaería en los hombres dedicados a la literatura , en Presentación , Instituto de Estudios Colombianos, Historia de Colombia, pág. 9. Stephen Haber, Introduction: Economic Growth and Latin American Economic Historiography , en Stephen Haber, editor, How Latin America Fell Behind, Essays on the Economic Histories of Brazil and Mexico, 1800-1914, Stanford University Press, 1997, pág. 7.
Adolfo Meisel Roca
Dossier
caso de los pocos cánones que tienen los nuevos historiadores económicos, y así da una mala impresión de lo que se puede hacer con esta técnica18.
En 1973, se publicó el primer tomo de la Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, de Germán Colmenares. El segundo tomo, con el subtítulo de Popayán : una sociedad esclavista, 1680-1800, salió al mercado en 1979. Todavía hoy, veinticinco años después, este trabajo sigue siendo la principal obra sobre la historia económica y social de Colombia en el periodo colonial. Colmenares había sido alumno de Jaime Jaramillo Uribe, quien es considerado, con Luis Eduardo Nieto Arteta y Luis Ospina Vásquez, uno de los tres pioneros de la llamada Nueva Historia que en la década de 1960 renovó la historiografía colombiana. Hasta ese momento los estudios históricos en el país estaban dominados por las Academias de Historia y por un enfoque narrativo de grandes hombres en la guerra y en la política23. Este primer tomo de la obra de Colmenares estaba basado en su tesis de doctorado en la Universidad de París, donde recibió la influencia directa de la Escuela de los Annales a través de Fernand Braudel y Pierre Vilar (miembro este último de su comité de tesis)24. El libro esta fundamentado en una extensa investigación en los archivos de Colombia y en el Archivo General de Indias en Sevilla. Desde el punto de vista de la historia económica, los aportes más importantes de la obra se hallan en el capítulo sobre la minería de oro, el principal y casi único producto de exportación de Colombia durante el período colonial. Entre otros aportes, Colmenares construyó la serie de la producción aurífera entre 1541 y 1660. En el segundo tomo, Colmenares estudió la sociedad esclavista de la provincia de Popayán en el siglo XVIII. El énfasis recayó en la historia social de la esclavitud más que en sus aspectos económicos. Por lo tanto, examina los distintos aspectos demográficos de la trata de esclavos y de las estructuras de edades de las poblaciones esclavas. Aunque el autor conocía los principales trabajos de la NHE sobre la esclavitud, expresó algunas dudas sobre su validez y no intentó hacer el tipo de análisis económico y estadístico riguroso que Fogel y Engerman realizaron para la esclavitud en el Sur de los Estados Unidos25. Tal vez el libro de historia económica más influyente del periodo que estamos analizando ha sido el de José Antonio
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Sobre los aportes de Jaime Jaramillo Uribe al desarrollo de los estudios históricos en Colombia, véase: Jaime Jaramillo Uribe, Vida y obra, Bogotá, Archivo General de la Nación, 1996. Germán Colmenares, Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, Universidad del Valle, 1973, pág. II. Robert William Fogel y Stanley L. Engerman, Time on the Cross, The Economics of American Negro Slavery, W.W. Norton and Company, 1995.
La cliometría en Colombia: una revolución interrumpida, 1971-1999
Ocampo, Colombia y la economía mundial, 1830-1910, publicado en 1984. El autor se inspiró en el dependentismo latinoamericano para estudiar la economía colombiana del siglo pasado en función de su articulación al complejo del capitalismo mundial26. Ocampo realizó un análisis muy riguroso del comercio exterior colombiano del siglo XIX, a partir de las cifras de los anuarios estadísticos publicados por el gobierno nacional y, especialmente, de las memorias de los ministros de hacienda. La obra está lejos de las versiones simplistas del dependentismo latinoamericano. Su aporte principal es haber llevado a cabo un trabajo empírico sólido para construir las series de las exportaciones e importaciones totales, desagregadas por productos y países. Paradójicamente, las cifras que utiliza Ocampo son casi idénticas a las que manejó Luis Eduardo Nieto Arteta. Sin embargo, como se menciono anteriormente, este último nunca superó el análisis de las cifras nominales. Por el contrario, el gran avance metodológico de Ocampo es que construye las series en términos reales per cápita, lo cual le permite trazar las tendencias y fases del comercio exterior entre 1830 y 1930. Curiosamente, las fases que encontró Ocampo en la evolución del comercio exterior en el siglo pasado son casi idénticas a las que halló el criticado McGreevey. En 1987, José Antonio Ocampo editó el libro Historia económica de Colombia, que se ha convertido, conjuntamente con el de Tirado, en el texto introductorio mas leído sobre el tema. En cierta forma las tendencias dominantes en los estudios sobre historia económica de Colombia hacia fines de la década de 1980 se manifiestan claramente en este trabajo. La obra está organizada cronológicamente en siete capítulos escritos por seis autores principales. Sólo dos de esos autores eran economistas; los otros cuatro eran historiadores. Tres de esos historiadores tenían influencias del marxismo, la Escuela de los Annales, o de ambos. El otro historiador, Jaime Jaramillo Uribe, tenía influencia tanto de Max Weber, como de la historia social anglo-sajona. Los economistas del grupo, Jesús Antonio Bejarano y José Antonio Ocampo, se habían iniciado en sus escritos sobre historia económica de Colombia como seguidores del marxismo y del dependentismo latinoamericano, respectivamente. Por ningún lado apareció en este libro la NHE, completamente desprestigiada después del descalabro que sufrió con el libro de McGreevey. 26
José Antonio Ocampo dice en la introducción: ...creemos identificarnos con los postulados básicos del dependentismo latinoamericano , José Antonio Ocampo, Colombia y la economía mundial, 1830-1910, Bogotá, Siglo Veintiuno Editores, 1984, pág. 24.
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Haber, Introduction: Economic Growth , págs. 6-7. En la década de 1990 varios de los economistas colombianos que se especializaron en el exterior hicieron tesis de Ph.D. sobre la historia económica nacional: Juan Luis Londoño, Income Distribution During the Structural Transformation , Harvard University, 1990; Lina Echeverri, Free Banking in Colombia, 1865-1886, Universidad de Georgia, 1991; Fabio Sanchez, The Monetary History of Colombia During the Interwar Period, 1920-1939, Universidad de Rutgers, 1993; Mauricio Avella, Essays on Public Debt in Historical Perspective. The Colombian Experience, Universidad de Glasgow, 1994; María Teresa Ramirez, On Infrastructure and Economic Growth, Universidad de Illinois, 1998. Además, en la actualidad el economista Marcelo Buchelli prepara una tesis en la Universidad de Stanford sobre la historia económica de la Zona Bananera de Santa Marta. Fabio Sánchez, compilador, Ensayos de historia monetaria y bancaria de Colombia, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1994.
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se estancaron las investigaciones sobre historia económica30. El ensayo de Bejarano tiene un objetivo más amplio que el de hacer un balance sobre la situación de los estudios de historia económica, pues su discusión se enmarca dentro del análisis del auge de la historia cultural y los enfoques posmodernos. Sin embargo, en este artículo sólo me he referido al caso de la historia económica y sólo haré alusión al escrito de Bejarano en este respecto. Bejarano señala, a mi juicio correctamente, que en contraste con las décadas de 1960 y 1970 en la actualidad los historiadores colombianos han perdido interés en la historia económica. Sin embargo, pienso que Bejarano se equivoca cuando argumenta que en el ámbito internacional la NHE ha perdido vitalidad. En su concepto, los mayores aportes de la NHE se hicieron en la década de 1960 y en particular en los trabajos sobre la esclavitud y los ferrocarriles. Su opinión en este respecto parece ser producto de su falta de familiaridad con la literatura más reciente en este campo. Por ejemplo, en su ensayo no hace mención a un sólo artículo aparecido en algunas de las principales revistas donde publican los cliometristas como: Economic History Review, Explorations in Economic History, Journal of European Economic History, Revista de Historia Economica. Aunque sí menciona varios artículos publicados en el Journal of Economic History, el más reciente es de 1985. Por lo tanto, no debe sorprendernos que Bejarano piense que después de la década de 1970 los cliometristas: ...no han aportado nada nuevo. En contraste con la opinión de Bejarano en este respecto, y para sólo referirnos al caso de dos de los más destacados exponentes de la NHE, la historiadora económica Claudia Goldin considera que: Los últimos aportes en la obra de North y Fogel es probable que terminen siendo considerados sus mejores logros 31. Se refiere Claudia Goldin a los trabajos de Fogel en el campo de la antropometría y a los de North sobre las instituciones y su papel en el crecimiento económico32. Creo que Bejarano tampoco acierta cuando habla de un notable declive de los estudios sobre historia económica de Colombia durante la década de 1990. Si bien es cierto que los 30
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Jesús Antonio Bejarano, Guía para perplejos: Una mirada a la historiografía colombiana , Anuario colombiano de historia social y de la cultura, No. 24, 1997. Claudia Goldin, Cliometrics and the Nobel , en Journal of Economic Perspectives, Vol. 9, No. 2, 1995, pág. 201. Sobre los estudios de Robert Fogel en antropometría, es decir la relación entre estatura y los niveles de nutrición y salud, véase: Barry Eichengreen, The Contributions of Robert W. Fogel to Economics and Economic History , en Scandinavian Journal of Economics, No. 96, V. 2, 1994, págs. 175-177.
Adolfo Meisel Roca
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En mi concepto, lo que veremos en Colombia en los próximos años en los estudios de historia económica es una creciente influencia de la NHE. Varios factores contribuirán a ello. Stephen Haber señala tres causas principales para el retraso en la difusión de la NHE en América Latina: el alto costo de oportunidad de los economistas con formación avanzada, los altos costos para procesar información cuantitativa y la competencia y hegemonía de paradigmas alternativos27. Aunque el primer punto seguirá dificultando la difusión de la NHE en nuestro medio, los otros dos han perdido vigencia. Además, hay un factor positivo adicional: en la actualidad en el país hay un número relativamente grande de economistas con Ph.D. de universidades de Estados Unidos e Inglaterra, algo que no sucedía en la década de 1970, por ejemplo. Ese grupo seguramente contribuirá a la mayor presencia de los trabajos de la NHE, tanto por el lado de la demanda como por el lado de la oferta28. Para mí, el libro que augura lo que serán los trabajos sobre historia económica de Colombia en el futuro próximo es el que editó Fabio Sánchez en 1994 sobre historia monetaria y bancaria del país29. De los siete capítulos del libro todos fueron escritos por economistas con excepción de uno sobre historia bancaria escrito conjuntamente por un historiador y un economista. Además, los tres capítulos sobre historia monetaria, que ocupan dos terceras partes de la extensión del libro, son claramente ensayos de cliometría, pues aplican teoría económica y econometría en su análisis de los problemas del pasado. Podríamos incluso decir que este libro constituye el retorno de la NHE a Colombia, tras un cuarto de siglo de hibernación. En un polémico balance sobre situación actual de los estudios sobre historia en Colombia, Jesús Antonio Bejarano argumenta que hacia finales de la década de 1980 en el país
elaborando en la actualidad estudios sobre distintos aspectos de la historia económica del país en el siglo actual (Salomón Kalmanovitz, Roberto Junguito, José Antonio Ocampo y Miguel Urrutia, entre otros)33. También hemos mencionado la elaboración durante la década de 1990 de un buen numero de tesis de Ph.D. sobre historia económica de Colombia. Una situación muy lejos del fin de la historia económica en nuestro medio que proclama Bejarano.
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historiadores han perdido interés por este campo, hay un grupo creciente de economistas, y de algunos pocos historiadores, que viene realizando aportes significativos en áreas como: historia monetaria, historia fiscal, historia económica regional e historia bancaria, entre otras. Además, en la actualidad hay un gran interés por la historia económica del país en el siglo XX. En este sentido, cabe destacar que varios de los más destacados economistas colombianos están
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Si bien la violencia y las innumerables experiencias traumáticas que ésta conlleva han sido parte inherente del ser humano a través de la historia, sus efectos sobre el equilibrio bio psicosocial del individuo comienzan a ser objeto de estudio sistemático sólo recientemente. Hacia los años ochenta, con la introducción del Síndrome de Estrés Post-Traumático (SEPT) en los manuales de psicodiagnóstico, se inicia el reconocimiento de la naturaleza potencialmente destructiva de una gran cantidad de eventos tales como la violencia social, la guerra, el secuestro, las catástrofes, etc., a los que está expuesta la población general y que habían recibido poca atención como posibles causas de alteraciones en el funcionamiento psicosocial de los individuos. Al reconocer la existencia de desórdenes psicológicos generados por situaciones reales a las que se ve enfrentada diariamente la persona humana, el trauma deja de ser visto como parte de una patología para pasar a ser reconocido como una situación que genera lesiones en personas adaptadas y psicológicamente funcionales1. El secuestro es una de las muchas expresiones de la violencia socio - política en Colombia y su frecuencia ha aumentado en un mil seiscientos por ciento en las últimas dos décadas. De hecho, de acuerdo con las estadísticas de la Policía Nacional y la Fundación País Libre, el número de secuestros se incrementó de 227 casos reportados en 1987 a 3706 en el año 2000. A pesar de su crecimiento y generalización, con excepción de algunas monografías de grado, en Colombia son prácticamente inexistentes los estudios sistemáticos sobre sus efectos psicológicos, tanto en lo que se refiere a la familia como a los individuos secuestrados. Internacionalmente la situación no resulta muy diferente; se encuentran investigaciones sobre prisioneros de guerra o de campos de concentración, desaparecidos en situaciones de represión política, toma de rehenes y secuestros de aviones, pero ninguno sobre el secuestro extorsivo económico en el que la familia negocia por la vida del secuestrado. Con el propósito de conocer la experiencia vivida por las familias durante y después de un secuestro se planteó la
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Psicóloga Clínica, M.A., Fundación País Libre. Psicóloga, Fundación País Libre. R. Janoff-Bulman, Shattered Assumptions: Towards a new Psychology of Trauma, N.Y., The Free Press, 1992.
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realización de un estudio cuantitativo y cualitativo orientado a determinar los efectos psicopatológicos del secuestro en secuestrados y familiares; establecer las condiciones de funcionamiento familiar y los mecanismos de afrontamiento que favorecen la superación de la experiencia traumática; conocer el impacto del secuestro sobre el funcionamiento del sistema familiar como un todo y los cambios en sus sistemas de creencias y valores. Al ser éste uno de los primeros estudios sistemáticos sobre el proceso familiar en el secuestro extorsivo económico, nos permite avanzar tanto en la determinación de las consecuencias psicopatológicas en los familiares como en establecer, por primera vez, los cambios experimentados por la familia en la situación de trauma. Para lograr nuestro objetivo se trabajó con 72 familias de secuestrados (18 viviendo el cautiverio y cuatro grupos de 18 familias cada uno, entrevistadas a los dos, seis y doce meses posteriores a la liberación respectivamente), de estratos socio económicos 3, 4, 5 y 6, residentes en diferentes regiones del país2. Los datos fueron obtenidos mediante entrevistas familiares semiestructuradas y cuatro pruebas psicológicas que evaluaban síntomas psicológicos, SEPT, funcionamiento y afrontamiento familiar. La parte cualitativa se trabajó por medio de análisis de contenido, método a través del cual se fueron construyendo las tendencias, categorías y subcategorías evidenciadas en las narraciones familiares. Esto dio como resultado una matriz general de tendencias en la cual se registraron posteriormente las frecuencias para calcular los porcentajes de aparición de las mismas. Siendo la familia nuestro objetivo en este artículo, describiremos sólo las conclusiones del análisis de los resultados de la parte cualitativa que hacen referencia al impacto del secuestro en el nivel del funcionamiento familiar y los cambios en sus sistemas de creencias; resultados que nos permitieron afirmar que este evento se enmarca dentro de un contexto socio - político particular cuyas consecuencias trascienden la sintomatología psicológica y al individuo secuestrado.
Más allá de la Víctima Como se dijo anteriormente, la mirada científica, los reportes estadísticos y los estudios epidemiológicos sobre trauma se
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C.E. Navia, y M. Ossa, Familia y Secuestro: Efectos Psicológicos y Familiares, Proceso de Readaptación y Superación del Evento Traumático , Informe Técnico para Colciencias, Bogotá, 2000.
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El secuestro, un trauma psicosocial
han centrado en las víctimas directas, aquellas personas que lo experimentan en carne propia, como si fuesen ellas las únicas en riesgo. Sin embargo, estudios recientes muestran que el impacto psicológico del trauma no puede reducirse a quienes lo viven directamente; sus consecuencias, constructivas y patológicas, se extienden hacia el medio social inmediato, familia y allegados, así como hacia aquellas personas dedicadas a trabajar con este tipo de población3. Buscando explicar la presencia de síntomas de traumatismo en quienes brindan soporte y ayuda a las víctimas de trauma, Figley y Klebler4 propusieron la noción de traumatización secundaria , definida como el desarrollo de los síntomas de estrés post-traumático producto de saber acerca de la experiencia traumática en otro ser humano o de tener que apoyar a quien padece los síntomas. De acuerdo con estos autores, el contacto constante con víctimas, así como la observación o exposición vicaria a situaciones de trauma, nos confrontan con los elementos característicos de este tipo de situaciones: la impotencia, la desorganización y la ruptura, cuestionando nuestras creencias sobre el control y la vulnerabilidad5. Observando cuidadosamente los estudios sobre trauma y familia encontramos que la mayoría de ellos ha planteado la presencia o ausencia de patología en el miembro traumatizado como la causa de la presentación de efectos psicológicos secundarios en los familiares. Implícito en este planteamiento está el supuesto de que es la patología más que el trauma en sí mismo, lo que desencadena los efectos psicológicos observados en los familiares. Casi ninguno ha asumido que es la experiencia traumática, independientemente de la patología, la que genera una cambio en el sistema familiar. Al iniciar este estudio nos preguntábamos si las familias podían ser consideradas víctimas directas o como sistemas
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Otras voces
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R.A. Kulka, Schlenger, Fairbank, Hough, Jordan, Marmar, y Weiss, Trauma and the Vietnam War Veteran Generation, N.Y., Brunner/Mazel, 1991; I.L McCann,. y L.A. Pearlman, Vicarious Traumatization: A Contextual Model for Understanding the Effects of Trauma on Helpers , Journal of Traumatic Stress, N.3, 1990, págs. 131-149; Z. Solomon, Waysman y Avitzur, Psychiatric Symptomatology among Wives of Soldiers following Combat Stress Reaction: The Roles of the Social Network and Marital Relations , en Anxiety Research, N. 4, 1991, págs. 213-223; Solomon, et.al., Marital Relations and Combat Stress Reaction: The Wives Perspective , en Journal of Marriage and the Family, N. 54, 1992, págs. 316-326. C. R Figley, y R. J. Kleber, Beyond the Victim : Secondary Traumactic Stress , en Beyond Trauma. Cultural and Societal Dymamics, N. Y., Plenum Press, 1995. R. J. Kleber, y D. Brom, in collaboration with P. B. Defares, Coping with Trauma: Theory, Prevention, and Treatment, Amsterdam and Berwin Pennsylvania, Swets and Zeitlinger International, 1992.
El secuestro, un trauma psicosocial
traumatizados secundariamente por tener que brindar soporte a quienes han experimentado el trauma y desarrollan síntomas posteriores. Los resultados nos permiten concluir que definitivamente las familias son víctimas directas del secuestro: Las familias viven un CAUTIVERIO VIRTUAL, no hay barrotes, no han sido aisladas del mundo, ni tienen una pistola enfrente pero se encuentran encerradas psicológicamente por un secuestrador que aparece y desaparece de manera repentina y azarosa como un ser invisible siempre ahí. Ojos vigilantes y perseguidores que no se sabe dónde están ni dónde nos pueden sorprender. La imposibilidad de ver y convivir con el captor despierta todas las fantasías. A esa voz a través de un teléfono se le ponen diferentes cuerpos y caras y como siempre aparece de manera sorpresiva y en apariencia conociendo todos los movimientos de la familia, cualquiera puede ser el enemigo. Esto genera una gran angustia y la sensación de no poder confiar en nadie. Ya no se sabe quién es amigo y quién traidor. Al igual que el secuestrado, las familias viven en el filo entre la vida y la muerte: Lo que pasa es que en ese periodo de la vida, uno a toda hora se siente amenazado, o sea es como estar en cuidados intensivos a toda hora... 6
Además de vivir una experiencia análoga a la de los secuestrados, los resultados sobre índices de SEPT y sintomatología psicológica post secuestro indicaron que no existían diferencias significativas entre los familiares y los exsecuestrados, confirmando, una vez más, que las familias son tan víctimas como el secuestrado mismo, que los efectos psicológicos son similares y la presencia de psicopatología en los familiares no está asociada, como lo han asumido la mayoría de los estudios, con la presencia de síntomas de estrés post-traumático en el individuo traumatizado. En lo que se refiere a las consecuencias sobre el funcionamiento del sistema familiar, los datos nos permiten concluir que el secuestro tiene efectos tanto constructivos como destructivos. Durante el cautiverio, aunque la familia se une para afrontar la situación, se presentan altos índices de conflicto familiar; los miembros de la familia vuelcan sobre el sistema sus sentimientos de rabia e impotencia y la tensión que genera la negociación. Después de la liberación la mayoría de las familias (69.2%) reporta un mayor compromiso
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C.E. Navia, y M. Ossa, Sometimiento y Libertad: Manejo Psicológico y Familiar del Secuestro, Bogotá, Colciencias y la Fundación País Libre, 2000.
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relación y comunicación son alterados. Es todo un sistema el que ha sido traumatizado.
Más allá de la patología Aunque la noción de estrés traumático constituyó un paso hacia el reconocimiento del contexto como fuente potencial de alteraciones psicológicas, la mirada de los científicos ha descuidado la experiencia misma del trauma y el contexto dentro del cual éste surge y en el cual debe ser elaborado psíquicamente. Todo trauma expone a la persona a una situación que desafía sus mecanismos de comportamiento y psicológicos de enfrentamiento y cuestiona sus creencias y construcciones más fundamentales sobre sí mismo y el mundo que lo rodea. Según Janoff Bulman7, las personas tienen un sistema de creencias acerca del mundo y de sí mismas que les permite relacionarse con el entorno y con los otros. Creencias tales como la confianza en los demás, la sensación de tener control sobre lo que nos sucede y queremos hacer, el sentimiento de invulnerabilidad personal reflejado en la idea de que nada nos puede destruir y el reconocimiento del valor propio, sirven como base para actuar tranquilamente en el mundo y darle sentido a nuestra existencia. Estas creencias, denominadas fundamentales por Janoff Bulman, son una constante en nuestra forma de pensar, sentir y actuar; sin embargo, un evento traumático tiene el poder de desestructurarlas al poner a la persona en una situación extrema que puede desencadenar pérdidas serias o la muerte. Así, el trauma psicológico trasciende la patología manifestada en el Síndrome de Estrés Post Traumático y otros síntomas pues altera la concepción que tiene el individuo sobre el mundo y pone en tela de juicio su relación consigo mismo, con el entorno y con los demás. Una comprensión profunda del trauma psicológico implica penetrar el mundo interno de las víctimas y reconocer sus efectos en los diferentes niveles de la vivencia del mismo. La información brindada por las 72 familias víctimas de secuestro que participaron en el estudio sugiere que este evento traumático generalmente altera las creencias sobre el control, la vulnerabilidad personal, la confianza y lo bueno y lo malo; además, impulsa a las personas a reflexionar sobre sus valores y aquellos presentes en la sociedad.
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familiar y la tendencia a encerrarse en sí mismas y aunque, como lo afirman ellas, se le da más valor e importancia a la vida familiar, las narraciones indican que lo que motiva este movimiento es el temor al entorno. El medio familiar es el único que se siente como seguro y confiable. De igual manera, se cierran los límites observándose una tendencia a cuidarse mutuamente y mantenerse al tanto de lo que cada uno hace, permaneciendo expectantes frente a cualquier eventualidad. La separación sufrida durante tres, seis, doce o más meses obliga a una gran cantidad de familias (46.3%) a tener que reconstruir sus relaciones de pareja y familia: Viene uno pues caminando, como sea, chueco o derecho pero juntos, ¿no? Y llega el momento que ¡Pum. Lo separan a uno! Y uno vive una cosa, el otro vive otra cosa, entonces uno crece en algo, el otro en otra cosa... También uno decrece en otros, puede decirse entre comillas, el otro en otras. Y volver a unirse... Que todo ese período es como de volverse a conocer, de volverse a encontrar, de intercambios de experiencias, de crecimientos, de lo que hablamos ahorita, de cambio de visión del mundo, de la vida, de todo... (Cuenta una de las entrevistadas). El reencuentro y la reconstrucción del sistema de relaciones, si bien genera una crisis, por lo general lleva a un cambio favorable en cuanto promueve el desarrollo de relaciones basadas en la aceptación y el respeto por el otro como ser humano. Según lo reportado por las familias, el secuestro abrió la puerta hacia la construcción de relaciones de pareja más cooperativas y simétricas; bien debido a que el cautiverio les permitió a las esposas caer en cuenta de su capacidad para manejar situaciones y asumir responsabilidades diferentes a las del cuidado del hogar, o bien porque los esposos que regresan se involucran más en la vida de pareja y de familia asumiendo un rol más activo. En otros casos, menos frecuentes (18.5%), el secuestro deja como secuela conflictos familiares constantes que surgen por el desplazamiento de los sentimientos de rabia que genera el secuestro o porque se culpan mutuamente, ya sea por haber sido secuestrados o por lo que se hizo o dejo de hacerse durante la negociación. En estos casos, las narraciones permiten concluir que las familias quedan atrapadas en la situación traumática sin posibilidad de elaborarla y superarla. Los resultados, tanto en términos de los reportes de las familias como en función de los índices de psicopatología nos llevan a concluir que definitivamente el secuestro extorsivo económico es un evento traumático que modifica el sistema familiar; la familia no sólo es el medio inmutable que está allí para recibir y brindar apoyo al miembro traumatizado, sino un sistema cuyas reglas, roles, creencias, valores, patrones de
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El secuestro siempre llega repentinamente; la posibilidad pudo haberse considerado previamente pero ésta siempre es remota hasta que ocurre. El orden de la vida y la rutina, más o menos definida, se rompen y las estrategias comúnmente utilizadas para hacerle frente a las dificultades resultan insuficientes en esta situación que en un principio invade arrasando con todo. Las familias de repente se encuentran con el sufrimiento y la posibilidad de morir y se hace evidente que no es posible controlar todo lo que nos ocurre. La sensación de descontrol es más frecuente durante el cautiverio (44.5%) y disminuye significativamente en las familias que ya tienen a su ser querido en casa (13 %), hecho que corrobora, una vez más, la naturaleza traumática del cautiverio para la familia. Si bien después de la liberación las familias ganan de nuevo control sobre sus vidas, muchas de ellas encuentran que la experiencia del secuestro fue una oportunidad para redefinir su posición frente a las opciones de control en la vida y reconocer que hay cosas que definitivamente se salen de las manos. El 33.4% de las familias adquirió una visión más realista frente al mundo definiendo límites con respecto a lo que se puede manejar y aquello que no; por lo tanto, desarrollando creencias más funcionales para relacionarse con el entorno y los demás: Digamos, yo creo que uno antes decía yo voy a hacer esto, voy a estudiar, voy a trabajar, como que ahora es más, ahora es todo como dependiendo de... a la larga de las otras personas... Antes uno creía que uno podía manejar más su vida... lo que uno quería . En cuanto a las creencias sobre el control en la dimensión de la relación del individuo, en tanto que ciudadano, con el Estado, el secuestro genera una sensación de desprotección al confrontar la creencia de que cumplir con las normas y las reglas es garantía de seguridad sobre lo que va suceder. Esta situación genera desconcierto frente al sistema de justicia y cuestiona el papel que juegan las instituciones estatales en este flagelo: Ahí es cuando se da uno cuenta de lo desprotegido que está... supuestamente cuando te hablaba que uno hace un esfuerzo pagando impuestos y cosas de esas esperando que el Estado retribuya en algo a una sociedad... y resulta que con eso se da uno cuenta que no existe eso... es una sociedad definitivamente con un Estado que no ofrece garantías (Cuenta una familia). La agresión injustificable e incontrolable, aunada a la sensación de no contar con mecanismos de regulación social que generen seguridad, lleva a las familias a cuestionar la base fundamental de las relaciones: la confianza. Según los resultados del estudio, en los casos de secuestro este efecto resulta mucho más notorio durante el cautiverio, período en el cual fue mayor el porcentaje de familias (38.9%) que reportó El secuestro, un trauma psicosocial
una pérdida total de confianza en los demás que el de aquellas que lo manifestaron después de la liberación (24.1%). No obstante, aunque después del cautiverio las familias reconstruyen la sensación de confianza en los demás, en la mayoría ésta tiende a ser mucho más selectiva, restringiendo la interacción con el entorno a aquellas personas más conocidas y allegadas al círculo social inmediato. Las demás personas son vistas como posibles amenazas o interesadas en sacar algún provecho de la relación: Lo que pasa es que mi esposo salió pues que no cree en nadie, no hay amigos, mejor dicho... todo el mundo le habla a uno por interés... él cree que si yo tengo una amiga, esa amiga se habla conmigo porque le estoy prestando plata o le estoy regalando plata o la estoy manteniendo o alguna cosa . La vivencia del secuestro pone a las familias en contacto con el lado destructivo de la naturaleza humana llevándolas a cuestionar sus creencias sobre lo bueno y lo malo. Muchas familias (46%) sienten haber despertado a la realidad al hacerse conscientes de la posibilidad de ser destruidos por otro ser humano, aspecto que parecería haber sido negado previamente, al menos en lo que se refiere a la posibilidad de ser ellos mismos víctimas de la violencia de otra persona. Esto no sólo lo reconocen en los agresores sino algunos también en sí mismos (3.7%), al sentir que el secuestro los puso en contacto con sus propios instintos destructivos. La rabia generada por las exigencias de los secuestradores conduce a algunas personas a sentir, por primera vez, el claro deseo de eliminar a alguien : Yo antes nunca había pensado en llegar a matar a una persona, pero en ese momento cuando uno tiene rabia y todo, entonces uno dice sí. Es que yo hablaba con él (secuestrador) y yo después colgaba... Yo hablaba con el tipo normalmente y colgaba y me daban ganas de matarlo, matarlo . Caer en cuenta de la capacidad destructiva de otro ser humano y de uno mismo es vivido como la pérdida de la ingenuidad , pérdida que puede ser elaborada y aceptada, o rechazada. Las personas que la aceptan adquieren una visión más realista del mundo en la cual integran lo negativo y lo positivo. En este proceso realizan el duelo de la visión anterior en la cual sólo cabía lo bueno y le abren campo a los demás aspectos de la vida: Uno veía la vida con más alegría, con más entusiasmo, con más perspectivas positivas... antes de eso... entonces la vida se le va... se le hace a uno más dura... la vida hay que aprenderla a vivir con sus tristezas y con sus alegrías . En este sentido, estas familias adquieren conciencia de que la vida no siempre es fácil y gratificante y, por lo tanto, es necesario aprovechar en mayor medida los buenos momentos. Además, reconocen el carácter mortal del ser
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esas, pues va uno a tener la suficiente madurez para poder enfrentar cualquier problema que se presente y salir adelante . El ver la muerte cercana y, sin embargo tener una segunda oportunidad, conduce a las familias a reevaluar su escala de valores y cambiar las prioridades que tenían antes: El secuestro es vivido como un morir y resucitar que moviliza a las personas a restarle valor a lo material y a rescatar el valor de lo humano, lo cotidiano y lo afectivo 8. Así, las familias aumentan el valor dado a la vida, la libertad, la espiritualidad y el amor a la familia y, de otro lado, le restan relevancia al dinero y al trabajo; prefieren disminuir el tiempo dedicado al logro de objetivos materiales e invertirlo más bien en la familia. En este sentido, la experiencia del secuestro se convierte en la posibilidad de encontrarse con los aspectos esenciales de la vida, lo que da como resultado una visión diferente de lo que es relevante y lo que no. Esto es considerado como una ganancia al aumentar la calidad de la vida interior de cada persona así como enriquecer la vida familiar. En conclusión, la ruptura de estas creencias fundamentales puede tener consecuencias positivas o negativas. Una situación límite como el secuestro puede desencadenar un proceso de reflexión que dé como resultado la adquisición de una posición más realista frente al entorno y los demás al ampliarse la visión del mundo para incorporar lo negativo, lo impredecible y lo inmanejable. En contraste, otras personas pierden el sostén que les daba la seguridad para actuar en su entorno y permanecen con la sensación de que algo malo puede ocurrir en cualquier momento. Esta situación limita su productividad y creatividad al encerrarlas en un pequeño espacio que es el único seguro. Desafortunadamente, a pesar de que algunos pueden sacar provecho de esta revolución interna y reconstruir su mundo con cimientos más fuertes, son más los que quedan sin piso y optan por recluirse. Lo anterior sugiere que el secuestro está rompiendo los lazos sociales indispensables para lograr el compromiso de cada ciudadano con intereses colectivos que conduzcan a la solución de los problemas que nos afectan actualmente.
Secuestro y contexto social Al ser el secuestro un fenómeno de violencia socio política, moviliza a las familias afectadas por este flagelo a cuestionar 8
C.E. Navia, y M. Ossa, Familia y Secuestro... , pág. 73.
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humano lo cual es aceptado como un hecho evidente en la vida. Las familias que no elaboran la pérdida de la creencia en un mundo solamente bueno, confiable y controlable se tornan pesimistas ante el futuro y se evidencia su sensación constante de incapacidad de manejar, dentro de límites reales, lo que les sucede. Verse obligados a coexistir con hechos tales como la posibilidad de sufrir y morir los cuestiona generándoles la sensación de que no vale la pena planear y anticipar pues en cualquier momento se pueden morir. La muerte se convierte en una compañía constante que ensombrece y limita la vida: Uno nunca está pensando que se va a morir mañana, cierto? Se ve la vida, de toda maneras, insoportable con esta serie de cosas y, de alguna manera, forma un resultado negativo que queda de eso... es que uno queda con ese síndrome de que de un momento a otro pueden cambiar las circunstancias totales . Las creencias sobre el control, la confianza y lo bueno y lo malo nos remiten a la sensación de vulnerabilidad o invulnerabilidad personal. Los resultados del estudio nos indican que si bien vivimos en un medio violento e inseguro, es como si la violencia estuviera en otro lugar y nunca llegara a afectarnos directamente convirtiéndonos en sus víctimas; casi todas las familias entrevistadas (90.32%) se consideraban invulnerables frente al secuestro antes de que éste les sucediera y rompieron con esta creencia a raíz del mismo. Aunque la gran mayoría rompe con la creencia de invulnerabilidad frente al secuestro, muchas de ellas continúan viendo como muy remota la posibilidad de que les vuelva a ocurrir (25.8%). Los demás reconocen que el secuestro es un riesgo que enfrentamos todos, lo cual puede generar un temor permanente o ser aceptado y manejado. Sin embargo, la tendencia observada es a permanecer con temor indicando el desarrollo de una relación mediada por la sensación de vulnerabilidad y falta de control sobre el entorno en la mayoría de las víctimas ( 62.9%): El secuestro lo hace a uno entender que uno es ¡tan vulnerable! Y eso crea demasiada inestabilidad . Aunque es mínimo el porcentaje, algunas familias aprenden a aceptar que el ser humano es vulnerable y limitado en su capacidad de prever y prevenir los sucesos y catástrofes de la vida; para ellas, el secuestro se convierte en un evento que les permite desarrollar la tenacidad y madurez necesarias para hacerle frente a las situaciones críticas de la vida: Se logra tener la madurez para enfrentar ese tipo de situaciones, uno nunca se imagina que le va a pasar y uno llega a la conclusión de que va a ser capaz el día de mañana, Dios no lo quiera, pero si uno llega a vivir una situación de
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la situación social actual. Aproximadamente una cuarta parte (22%) de las familias entrevistadas reportó sentir un profundo desencanto de la situación ética en nuestra sociedad al constatar o descubrir que no se respetan los mínimos éticos, tales como la vida, la libertad y la justicia, indispensables para garantizar la vida en comunidad y el desarrollo integral de cada ser humano. Haber sufrido un profundo irrespeto de los derechos fundamentales y además, continuar recordando esta experiencia cada vez que escuchan las noticias de otros secuestros, genera desconcierto frente al país y la sensación de estar en un lugar amenazante y riesgoso. Resulta difícil identificarse con una sociedad en la que prevalece el ánimo de destrucción y en la que cada vez son menos claros los parámetros de justicia con los que se reprende a aquellos que violan la ley. El desencanto del país, sumado a una sensación de temor constante mantenida por la presencia del secuestro y otros hechos violentos, por las constantes amenazas y la ejecución de las mismas a quienes intentan influir sobre la situación y por la polarización social, generan la sensación de impotencia frente a la violencia que aqueja actualmente a Colombia. Lo anterior también se refleja en la tendencia observada en la mayoría de las familias entrevistadas (79.16%) a percibirse como espectadores pasivos frente al secuestro y la situación de conflicto vivida actualmente. Solo una mínima parte (15 %) se reconoció como parte de una sociedad que ha permitido la generalización de este delito y consideró que era necesario asumir una responsabilidad en la búsqueda de soluciones a este problema9. Los hechos aquí descritos nos indican que el secuestro no sólo afecta a los individuos y a las familias en su funcionamiento íntimo sino sus relaciones con el contexto social. En este sentido, consideramos que la presencia constante del secuestro va minando sutilmente la red de relaciones sociales, al romper las bases sobre las cuales se fundamenta. Nos obliga a centrarnos en lo privado viendo lo público y al país como algo de lo cual hay que protegerse y defenderse. Y en este proceso de defensa las víctimas se sienten absolutamente solas, desamparadas por un Estado incapaz de protegerlas, e impotentes frente a una situación que perciben como externa a ellas y sobre la cual no pueden tener injerencia alguna. El miedo generalizado, la desesperanza, la sensación de impotencia frente a lo que acontece y la tendencia a aceptar pasivamente lo que sucede a nuestro alrededor, son efectos
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El secuestro, un trauma psicosocial
psicológicos de la vivencia constante del secuestro que sugieren la presencia de un trauma psicosocial; la herida psíquica ha sido producida socialmente, se mantiene y alimenta en la relación entre el individuo y la sociedad que constantemente se va deteriorando. Los traumas no ocurren en el vacío, se dan dentro de un medio social, cultural y político particular que se convierte en un marco de referencia tanto para la interpretación del evento como traumático, como para la superación o no, del mismo. Y esto resulta aún más relevante en el caso de aquellos traumas que surgen como expresión de la violencia sociopolítica de un país, tal y como lo es el secuestro actualmente en Colombia. Como lo afirmaron la mayoría de las familias, el secuestro no es un hecho puntual que se presenta, causa un daño y desaparece. Su presencia constante en la sociedad, la exposición continua a través de los medios de comunicación y la posibilidad siempre presente de que vuelva a ocurrir, a pesar de las medidas de seguridad que se tomen, son factores que dificultan la superación de la experiencia y la posibilidad de ganar de nuevo una sensación de control y manejo. Por otro lado, además de tener que enfrentar el trauma, las familias se ven abocadas a confrontar las pérdidas que éste generó: deudas, menores ingresos y desplazamiento del lugar de residencia buscando un sitio más seguro, tanto dentro como fuera del país. Esto convierte al secuestro en una experiencia compleja enmarcada dentro un contexto socio- político que no ofrece los elementos de seguridad, confianza y apoyo necesarios para superarla adecuadamente; por el contrario, lo que observamos diariamente a través de los medios de comunicación, de las experiencias de nosotros y de quienes nos rodean, es la ratificación constante de la impotencia de la sociedad civil ante el conflicto armado. De allí que consideremos necesario ampliar nuestra mirada buscando comprender los efectos del secuestro en la relación del individuo con la sociedad. Igualmente, determinar los elementos del contexto que favorecen o dificultan una asimilación adecuada; es decir, la posibilidad de darle un sentido y un significado a lo sucedido. En este orden de ideas, nos preguntamos, si a pesar de vernos abocados a vivir diariamente el secuestro poseeremos un discurso social que nos permita interpretar lo que sucede o si, por el contrario, únicamente contamos con cifras y noticias alarmantes que sólo nos describen una situación recalcando nuestra impotencia e incapacidad. La percepción de este caos frente al que no se ven posibilidades de salida, el temor y la confusión que produce, alteran la capacidad de pensar racionalmente sobre la situación y nos colocan en una posición de defensa constante
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víctimas. Esto nos lleva a afirmar que somos una sociedad traumatizada dentro de una contexto que perpetúa y mantiene la situación; una situación que, por su misma reiteración, va perdiendo la calidad de imprevista y fuera de lo común para tornarse en algo normal , común, esperado y con lo cual nos vamos acostumbrando a vivir.
Carmen Elvira Navia y M. Ossa
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más que de acción y de construcción. Pero no son sólo las víctimas directas, secuestrados y familias, los afectados. La exposición constante a este delito tiene efectos en quienes los observan y como se dijo anteriormente, comienzan a experimentar de manera vicaria la situación traumática, generándose en ellas un proceso similar al observado en las
Caudillismo y clientelismo: expresiones de una misma lógica. El Fracaso del Modelo Liberal en Latinoamérica Lariza Pizano *
Cualquier revisión de los modos de hacer política en América Latina, considerando el período colonial, el post independentista y el de formación de Estados en el continente, permite pensar que los respectivos cambios en la organización formal de la autoridad no supusieron transformaciones reales en el funcionamiento del Sistema Político. El presente texto articula elementos explicativos de esta circunstancia, a partir del comportamiento general de los actores en el ámbito político, las instituciones que se ven fortalecidas o debilitadas por estas conductas y las estructuras sociales en las que se enmarcan las formas de ejercicio del poder. Por esto, la anterior consideración se realiza para el caso de América Latina, haciendo énfasis en el período temporal correspondiente a los momentos posteriores al período colonial y, por tanto, al tiempo propio de la construcción de estados independientes. Este período, que ocupa la mayor parte del siglo XIX, además de tener una identidad propia, permite pensar el desarrollo político latinoamericano desde una perspectiva de transición y desde otra de larga duración. La tipicidad y la excelente bibliografía existente sobre el caso mexicano, hacen posible la ejemplificación de los planteamientos generales a la luz de los desarrollos políticos en este país. En este sentido, se respalda y se hace extensiva la propuesta que sostiene que al principio es sorprendente, e incluso gracioso, encontrar semejanzas entre la política decimonónica y la de hoy. Con algo más de atención, las coincidencias pueden servir como guía para explicar algunas notas características de la moral pública y del orden político mexicano 1. El ensayo se estructura en tres partes. En una primera se expone el contenido de la preocupación relativa a la incapacidad de consolidar el desarrollo de una informalidad democrática o, por lo menos, mínimamente consecuente con la necesidad de lograr una articulación a través de una identificación nacional-, entre los estados y sus respectivas sociedades en América Latina. En una segunda, se realiza un
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Polítologa de la Universidad de los Andes; actualmente está cursando la maestría de ciencia política en el IEPRI y es profesora instructora de la Universidad de los Andes. Fernando Escalante, Ciudadanos Imaginarios, México, El Colegio de México, 1993.
Caudillismo y clientelismo: expresiones de una misma lógica. El Fracaso del Modelo Liberal en Latinoamérica
paralelo entre dos tipos de actores históricamente incidentales en la formación de las dimensiones de lo público en el continente: los caudillos y las clientelas. En una tercera parte, se articulan los elementos anteriores con otros incidentales en la caracterización de la ciudadanía y de la nación en la misma región para, finalmente, establecer unas conclusiones en las que se permita vislumbrar generalidades acerca de la enorme relación que guarda la informalidad política del siglo XIX en Latinoamérica, con la que tiene lugar en nuestros días.
La Ilusión de los proyectos liberales Todo parece indicar que en América Latina ni los procesos independentistas, ni las revoluciones posteriores lideradas por fuertes caudillos militares, generaron cambios sustantivos en las sociedades. En otros términos, las transferencias de autoridad política nunca lograron superar la formalidad y en este sentido no supusieron rupturas con regímenes anteriores. La separación de la Corona Española en ningún momento logró que los territorios americanos que estaban a su cargo lograran pensarse como comunidades políticas autónomas, capaces de fundar nuevamente sus destinos. La continuidad de las prácticas sociales y de muchas de las dinámicas de funcionamiento económico, estuvo acompañada de la permanencia de prácticas políticas que aunque en cada proceso de transferencia formal de la autoridad adquirieron nuevos sentidos, nunca dejaron de tener los mismos supuestos e implicaciones. Para el caso mexicano es claro cómo en el período postindependentista se refuerzan y revitalizan, asumiendo nuevas formas, algunas de las viejas prácticas políticas: en los primeros sesenta años de vida independiente del país pueden verse, y muchos, rastros de la organización colonial...ni la corrupción, ni la fabricación de elecciones, ni la banalidad de la prensa, ni la necesidad de intermediarios políticos, ni aún la agitación controlada del pueblo, son una novedad2.
La permanencia de estas y otras prácticas, en su mayoría asociadas a situaciones y actitudes personalistas, excluyentes, jerárquicas y corporativas, va a estar en contraposición directa con las iniciativas y deseos del proyecto político de las elites decimonónicas con una orientación ideológica liberal. Durante 2
Íbid., págs. 49 y 50.
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John Lynch, Las Revoluciones Hispanoamericanas, Barcelona, Editorial Ariel S.A, tercera edición, 1983, Pág.40. José Antonio Aguilar y Gabriel Negretto, Rethinking the Legacy of the Liberal State in Latin America: The Cases of Argentina (1853-1916) and Mexico (18571910) , Mimeo, Abril de 1999, Conferencia Presentada en el Segundo Encuentro del Grupo de Trabajo sobre Legados Autoritarios en América Latina y en Europa del Sur en Buenos Aires, Argentina, Agosto de 1998. La traducción es mía.
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independencia, los actores políticos y sociales de los países latinoamericanos no lograron superar las pautas coloniales de comportamiento político y por tanto , la formalidad democratizadora no adquirió el contenido que sólo se hace viable con la existencia de ciudadanos. Otras aproximaciones plantean que el autoritarismo y el excesivo control a la actividad política, fueron consecuencia necesaria del propio proceso de formación estatal y, una tercera serie de hipótesis se refieren a la ausencia de elementos verdaderamente diferenciadores de las mentalidades promotoras del liberalismo latinoamericano del siglo XIX y de la tradición autoritaria de ejercicio del poder en el imperio colonial. Para los defensores del primer grupo de planteamientos, es claro cómo el proceso independentista no logra romper con un mundo moral en el cual tienen peso instituciones informales derivadas de la colonia e inconsecuentes con cualquier ejercicio democrático. En otros términos, estos argumentos que las guerras de la independencia y el triunfo de la americaneidad, se constituyeron tan sólo en transiciones formales incapaces de dotarse de contenido dada la inexistencia de una ética de lo colectivo. La existencia en el siglo diecinueve en América Latina de una serie de hábitos y formas políticas que suponen la expresión abierta de un proceso de privatización de lo público, y que por tanto presentan una incongruencia con el deseo de poner en marcha un modelo político de carácter cívico. Lo que para otros contextos se afirma como el deseo de construir constituciones para ciudadanos sin ni siquiera tenerlos5, es lo que se sostiene para el caso mexicano al señalar que frente al modelo de la ciudadanía responsable, de los políticos ilustrados, de la ley justa y la democracia en marcha, este país resultaba decepcionante. Sobre cualquier asunto informaba una prensa venal o escandalosa o decidía un magistrado corrupto, se imponía la influencia de un político oportunista, el misterioso amparo de una logia o una camarilla, en el desesperante paisaje de un pueblo distante, incomprensible 6. Todos los actores constitutivos de la vida pública: políticos, militares, campesinos y representantes de diversos sectores sociales, nunca lograron desarrollar en México idearios relativos a lo colectivo. En buena parte, la prolongada situación de dependencia había incidido en que fuera difícil asumir, de un momento a otro, las
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Francisco Gutiérrez, Dilemas y Paradojas de la Transición Participativa (19911996) , en Análisis Político, No. 29, Bogotá, IEPRI, septiembre-diciembre de 1996. Escalante, Ciudadanos Imaginarios, pág. 18.
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la segunda mitad del siglo XIX, una buena parte de los intelectuales de América Latina le apostó a la construcción de un modelo político inspirado en las ideas de la democracia, del imperio de la ley, de la ciudadanía, de la competencia y, por tanto, de la participación. Estas elites liberales encontraron en la organización política de los países civilizados la representación perfecta de un régimen caracterizado por el pluralismo y promisorio del progreso, e introdujeron con fuerza en Latinoamérica las ideas del constitucionalismo y del gobierno representativo. Así mismo, se presentaron en la escena política de los estados en construcción, defendiendo el ejercicio de la ciudadanía como el único principio capaz de sustentar la existencia de un gobierno legítimo: Las obras de Tom Paine, los discursos de John Adams, Jefferson y Washington circulaban en Hispanoamérica. Muchos de los precursores y líderes de la independencia visitaron los Estados Unidos y conocían sus libres instituciones de primera mano. Bolívar era antiguo admirador de Washington y un envidioso partidario de su país, el trono de la libertad y el asilo de las virtudes, como lo describía 3. Sin embargo, más allá de las confrontaciones permanentes con sectores conservadores defensores de los principios políticos rectores de una España imaginaria también, modelo de orden y estabilidad, de vida católica y tradicionalista , la propuesta liberal no logró contar con márgenes reales de aplicabilidad. Aún en los tiempos del siglo XIX en que las elites más progresistas tuvieron el poder sobre los estados, la mayoría de los regímenes liberales en la región fueron incapaces de alcanzar la integración gradual de los partidos de oposición y la expansión de la representación política que caracterizó a las verdaderas democracias constitucionales de la centuria. Generalmente, después de un experimento más o menos extendido de gobiernos populares, diferentes formas de autoritarismo reemplazaron al liberalismo como forma de gobierno 4. Varias hipótesis se han planteado para explicar las causas de lo anterior. Un primer grupo de intentos explicativos se enmarca en una corriente cultural según la cual, después de la
responsabilidades comunes que suponía formar una república. Las redes paternalistas conformadas en instituciones de control de la población indígena y posteriormente heredadas a otras como la hacienda, habían configurado de tal manera la sociedad mexicana que era imposible pensar en que frente a la mentalidad señorial y paternalista , se superpusieran las realidades propias del ejercicio de la ciudadanía y de la ética colectiva, de la construcción de una comunidad política capaz de desbordar los límites locales y regionales. Esta misma contradicción entre el discurso liberal y la tradición, se hace extensiva a toda América Latina ya que la estructura hacendataria de las lealtades políticas y la aparición de una actividad mercantil que necesitaba rápidamente utilizar su nueva energía para insertarla en las tradicionales formas de poder, originaron en la segunda mitad del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, una peculiar incongruencia. Por una parte resultaba indispensable para las elites reforzar las pautas de subordinación adscripticia y hereditaria, como herramientas para conservar el poder por medio del sufragio electoral, del fraude o de la guerra civil. Por otra, esas mismas elites desarrollaban crecientes necesidades económicas que las impulsaban a la centralización nacional del poder y a la alianza de los intereses de clase, por encima de las lealtades partidistas 7. Un segundo grupo de explicaciones hace referencia a las dificultades para poner a andar los principios de un modelo político liberal que suponían las propias características del proceso de formación estatal latinoamericano. En concordancia con esta idea, la consolidación del proyecto nacional y las herramientas necesarias para reducir el conflicto suscitado por la competencia de las elites por el control del poder público, supusieron la generación necesaria, más no voluntaria , de estructuras poco consecuentes con la apertura del sistema político. Fundándose en los casos de Argentina y México,
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la formación del orden político en un contexto de fragmentación territorial y conflicto, llevó a la consolidación de formas centralizadas de gobierno y a la creación de un sistema de control oficial sobre las elecciones que, con el tiempo, bloqueó la conversión de los regímenes liberales en democracias constitucionales estables8.
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Fernando Guillén, El Poder Político en Colombia, Bogotá, Editorial Planeta, Segunda Edición, 1996, pág.382. Íbid., Pág.1.
Caudillismo y clientelismo: expresiones de una misma lógica. El Fracaso del Modelo Liberal en Latinoamérica
Aunque la práctica de los regímenes liberales no fue causa necesaria de la puesta en marcha de las herramientas democráticas, estos planteamientos permiten pensar que su fuerza discursiva no debe ser del todo subvalorada. Esta debió incidir, por lo menos, en una mínima apertura a la competencia partidista y a la consideración de dinámicas electorales más amplias. Algunos de los autores que trabajan el tema de las guerras post independentistas en Latinoamérica tienden a respaldar estos argumentos en la medida en que consideran que fenómenos como el caudillismo pueden verse como la expresión de un desorden político asociado a la presencia de los regionalismos. Partiendo del supuesto de que, en la época colonial, las instituciones y los organismos de control político de las diferentes jurisdicciones territoriales tenían una relación más o menos directa con la Corona y una débil articulación entre ellos, es evidente que en el período posterior a las independencias se presenta una situación bastante particular. De una parte, hay una tradición que marca una relativa autonomía de los gobiernos regionales, de otra, hay un vacío de poder en términos de una instancia mínimamente centralizadora de los intereses de los diferentes dominios y dinámicas territoriales. Al referirse a los caudillos John Lynch enfatiza lo anterior señalando que estos más por lo común, representaban los intereses regionales contra la política del centro 9. Considerando el caso argentino, por ejemplo, este autor ejemplifica los planteamientos anteriores señalando que los caudillos locales y las oligarquías municipales desafiaban a Buenos Aires y exigían un estatuto autónomo o federativo para sus provincias. En el peor de los casos esto significaba una cruda lucha por el poder político; en el mejor, representaba una especie de democracia regional 10. Para los defensores del señalamiento según el cual en Latinoamérica el discurso liberal se constituyó en un disfraz para el ejercicio de formas políticas previamente institucionalizadas. Lo anterior tiene que ver mucho con la idea de que el liberalismo fue una ideología importada , cuyos componentes relativos a la limitación de poderes y a la defensa de los derechos individuales resultaban exóticos en un contexto político, dominado por la herencia de un modelo político centralista y autoritario. Por encima de los argumentos descritos en los párrafos anteriores, esta última interpretación es criticada por no considerar importantes elementos referidos al modo como las elites trataron de adaptar las diferentes
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Lynch, Las Revoluciones..., pág. 383. Íbid., Pág. 77.
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Caudillismo y Clientelismo, dos expresiones de una misma lógica. El clientelismo y el caudillismo son dinámicas claves para entender las dificultades en el desarrollo de prácticas liberales en los países latinoamericanos, dado que algunas de sus dimensiones constitutivas contienen características poco consecuentes con las exigencias democráticas. En el siglo XIX, los caudillos y las clientelas tuvieron una profunda relación en la determinación de la tramitación de los asuntos políticos. Como se argumentará posteriormente, los caudillos pueden pensarse como intermediarios militares que participan en el proceso de definición de los respectivos proyectos colectivos regionales y nacionales en un contexto en el que las guerras expresan que todo está por fundarse. Con lógicas similares a
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las de los intermediarios civiles, los caudillos son actores capaces de definir y canalizar las dinámicas de las demandas sociales en espacio en el que todo está por repartirse. El caudillismo y el clientelismo surgen en estructuras particulares de control político y económico y la vez que se alimentan de relaciones sociales informales y autoritarias, tienden a perpetuarlas. Si bien en el período colonial estas relaciones, también paternalistas, estuvieron fundamentalmente ligadas a la institución de la encomienda, en el siglo XIX será la hacienda el espacio por excelencia para su reproducción. La encomienda, supuso el desarrollo de múltiples dinámicas ligadas a la personalización del poder. El cargo de encomendero que, considerado una función publica, era comercializable11, suponía el desarrollo de cierto ejercicio de protección. Así mismo, estaba dotado de cierto carácter mítico heredado de la figura del cacique, del cual prácticamente se convierte en sucesor debido entre otras cosas , a que pocas veces cambia la estructura de comunidad que está a su cargo12. La relación entre el encomendero y el grupo de indígenas se puede expresar como una dualidad. De una parte, esta está fundada en una especie de contrato implícito. De otra, el actuar cotidiano está sometido a una informalidad en la cual, las decisiones finales acerca del destino del grupo dependen de cierto grado de voluntad inmediata del jefe del grupo. Esta dualidad se expresa, en el siglo XIX, en un nivel organizacional. La hacienda es una especie de evolución de la encomienda, en donde el dueño mantiene el control sobre enormes cantidades de tierra, dándole a los campesinos un espacio para trabajar y para vivir. La relación de dominación se establece formalmente entre hombres y mujeres libres, pero también comprende un ingrediente moral en el cual el hacendado tiene un poder casi religioso para disponer sobre la vida de sus asociados. Tanto la encomienda como la hacienda van a constituirse en asociaciones generadoras de poder político. Mientras en la primera los actores subordinados (blancos desposeídos, 11
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Los colonizadores interesados en ser encomenderos pagaban una cuota a la Corona para poder serlo. En otros términos, podían comprar el cargo. Fernando Guillén señala a este respecto cómo las formas y los representantes tradicionales del poder social y político precolombino resultan captados y asimilados por el nuevo modelo, aunque desaparezcan paulatinamente las condiciones económicas y psicológicas que les dieron su origen bien sea para su propio beneficio o para la defensa de los miembros de su grupo, los caciques y capitanes de indios derivan hacia una complicidad múltiple con el encomendero y con todo el sistema estructural de lealtades que la encomienda presupone. En Guillén, El Poder Político..., Pág.77.
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ideologías al contexto latinoamericano y a las posibles consecuencias en términos de la generación de una nueva modalidad de conflictos-, que pudo haber tenido una relativa apertura de la mayoría de los sistemas políticos del continente durante la segunda mitad del siglo XIX. Tanto los elementos referidos al peso cultural y organizativo de las tradiciones coloniales, como aquellos relacionados con las necesidades reales de las elites de fundar un orden político en los países latinoamericanos, adquieren fuerza explicativa si se trabajan de manera conjunta. Indudablemente, la misma herencia patrimonial y corporativa del orden colonial español generó retos a las elites más democráticas y progresistas, retos que supone por sí sólo el proceso de construcción y consolidación de una nueva institucionalidad formal. En parte por herencia y en parte por la fuerza que se requiere para establecer un nuevo andamiaje político, en América Latina se reprodujo en el proceso de formación de sus respectivos estados, una forma muy particular de ejercicio de la política. En buena medida, a lo largo de la historia de sus países, esta modalidad de gestión de las decisiones colectivas estaría caracterizada por lógicas fundamentadas en los acuerdos informales, en la influencia política, en la personalización del poder, en la autoridad como privilegio y en el patrimonialismo. Diversos fueron los actores que institucionalizaron estos procesos que en última instancia, y como se señaló anteriormente, remiten a la privatización de lo público. Por esta razón, a continuación se pretende plantear un paralelo entre dos manifestaciones claves en la determinación de hacer política en Latinoamérica, cuyo particular afianzamiento tuvo lugar en sus países en el siglo XIX. Estas son el caudillismo y el clientelismo.
funcionarios, curas doctrineros e indios) van a tener posibilidades de ascenso social sólo en virtud de su relación con el encomendero, en la segunda, el establecimiento de contactos cercanos con el hacendado va a ser la condición de garantía de la atención de las demandas fundamentales de la población que está a su cargo. El esquema propio de la organización colectiva bajo la encomienda y, posteriormente, bajo la hacienda, va adquirir en Hispanoamérica una fuerza tal como para determinar la autoridad central respecto a las diferentes regiones. Esto, debido a que los poderes locales van a reproducir la misma lógica organizativa de estas dos instituciones y, por tanto, van a tener un control absoluto sobre sus recursos materiales así como sobre sus habitantes. Primero para la Corona y, posteriormente, para las pretensiones centralizadoras de los nacientes estados de América Latina, el control político sobre los diferentes poderes locales y regionales va a estar mediado por la emisión de reglas de obligatorio cumplimiento para todo el territorio. Dadas la fuerza y el aislamiento de los diferentes dominios locales, cada una de las regiones y de las estructuras provinciales va a querer conservar una relativa autonomía política en el ámbito territorial definido por el Estado. Frente a esto, adquirieron cada vez más peso en el siglo XIX acuerdos informales generados por los esfuerzos continuos de los poderes locales para negociar e interpretar la ley y, cuando estos poderes locales son capaces de mantener un control absoluto sobre su territorio y sus habitantes, la reproducción de formas autoritarias de dominación se hace necesaria. Así, se llega a la figura del cacique. Los caciques son figuras con alto poder discrecional sobre las personas y los recursos que se encuentran en una esfera precisa de dominación. Sus capacidades les permiten manipular leyes y normas para alcanzar sus objetivos. En el caso mexicano los caciques son la expresión de los valores patrimoniales en el nivel político y organizacional 13.
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Dado que el poder de mediación y de presión de los caciques sobre las instituciones del nivel central es consecuencia de su poderío político y económico, los miembros de las organizaciones a los que estos representan admiran a estas figuras por su capacidad de ofrecer protección a los intereses locales.
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David Arellano, Challenges for the New Public Managemnent in Mexico , Mimeo, Ponencia presentada en el 15 Congreso del European Group for Organization Studies, Warwick, Inglaterra, julio de 1999, pág.1.
Caudillismo y clientelismo: expresiones de una misma lógica. El Fracaso del Modelo Liberal en Latinoamérica
La existencia de los caciques, como actores fundamentales en la interpretación particularista de la ley y en la negociación de su ejecución sobre otros dominios, no puede desligarse de otras figuras cruciales en la definición de las dinámicas que supuso la configuración de un orden político central, en un contexto marcado por el regionalismo: los caudillos. Los caudillos eran jefes militares, nacidos del perenne y universal instinto humano en tiempo de guerras de conceder poderes absolutos a un hombre fuerte, un solo ejecutivo que pueda reclutar tropas y requisar los recursos...La revolución americana engendró el militarismo y produjo la personificación del mismo, el caudillo. Los ejércitos revolucionarios no eran ejércitos profesionales, ni tampoco los caudillos eran necesariamente soldados profesionales; los ejércitos surgieron como un informal sistema de obediencia de varios intereses, que los caudillos representaban y podían reunir14.
Siguiendo esta lógica se puede pensar que los intermediarios militares más allá de los intereses que les pueda suscitar la defensa de una causa ideológica, que no se puede negar por completo , luchan permanentemente por la obtención de recursos políticos del nivel central. Los innumerables conflictos alrededor de temas como la definición de la soberanía, el ejercicio de la ciudadanía y la construcción de un ordenamiento político central o federal, reflejan un estímulo a las guerras decimonónicas que supera simples formas de pensar. La motivación guerrerista calca el mapa organizativo según el cual prima un interés local y/o particular, sobre la posibilidad necesariamente generosa- de construir un orden político central. En este sentido, de la defensa de la autonomía para manejar la encomienda, hay un paso a defender el espacio ampliado de dominación regional; mientras los intermediarios políticos permanecen en el tiempo, los caudillos actúan en escena casi exclusivamente en el período de configuración nacional. Siguiendo esta línea, se puede argumentar que los caudillos fundamentan sus acciones en relaciones diádicas que- de acuerdo a su definición- consisten en acuerdos voluntarios que se dan entre dos partes (individuales o colectivas), para intercambiar favores y ayudarse mutuamente en tiempos de necesidad15. En el caso del caudillaje, se 14 15
Lynch, Las Revoluciones..., pág. 383. Stephen Schmidt, James Scott, Carl Lande y Lacta Guastri, Friends, Followers and Factions, Berkeley, University of California Press, 1977.
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poderosos, involucrados en la relación; muchos caudillos Venezuela al igual que Argentina, proporciona ejemplos fueron locales hasta que se convirtieron en nacionales, federales hasta que se convirtieron en unitarios. A escala nacional, un golpe afortunado podría dar recompensas espectaculares 17. Esta herencia política también se hará evidente en Hispanoamérica, en momentos posteriores. La relativa fidelidad que existe entre los caudillos y sus patrocinadores, está fundada entonces en una lógica de reciprocidad, basada en el principio de que las personas tienen que ayudar a aquellas de las cuales han recibido apoyo. En otros términos, se trata de que el actor más poderoso se comprometa con los otros en la realización de favores maravillosos y que, de hecho, realice algunos de estos favores con el fin de generar en los demás una actitud de agradecimiento y sumisión. El hecho de que las clientelas del caudillo estén complacidas por él y le deban, desde la protección de la vida, hasta la mejora de su status, permite mantener una lealtad hacia la figura del intermediario militar el cual poco a poco se convierte en una figura mítica gracias a su carácter redentor. De manera sugerente, John Lynch, clarifica lo anterior: Llegados a este punto, surge otra imagen del caudillo: el caudillo como benefactor, como distribuidor de clientela...No había administración civil, ni exámenes de competencia, y por supuesto escasa seguridad...Los caudillos podían atraer a una necesaria clientela prometiendo a sus seguidores cargos públicos y otras recompensas cuando llegaran al poder. Y los clientes se vinculaban al posible patrón en la esperanza de ser preferidos una vez que este hubiera llegado a la cumbre. De este modo, las necesidades mutuas de patrón y clientela fueron uno de los sostenes del caudillismo en los nuevos estados18.
El peso de la formulación de promesas y la ley de reciprocidad, fueron dos aspectos fundamentales en el surgimiento de caudillos enormemente populistas. Esto permite considerar que el propio ingrediente de demagogia, desdibuja el peso ideológico sobre las consideraciones propias de los intermediarios militares; otra amenaza más para la aplicación efectiva y real del modelo liberal por lo general consignado en las proclamas de estos intermediarios. Por esta razón, en muchas circunstancias, ni las
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Lynch, Las Revoluciones..., pág..383.
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Lynch, Las Revoluciones..., pág. 384. Íbid.
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establece una relación entre un cuerpo colectivo y el actor individual (caudillo), mientras que, en el del clientelismo tradicional, la relación entre el líder y los individuos considerados de manera relativamente independiente, suele ser recurrente. Mientras el colectivo regional, y las elites que lo respaldan, conciben al caudillo como el actor capaz de presionar militarmente por defender la autonomía política de lo local/regional, éste se siente comprometido con grupos civiles de presión de varias clases; este fue el papel de Martín Güemez, que era la creación de un grupo de poderosos estancieros en Salta, formado y controlado por ellos y que no poseía ningún personal al margen de esa estructura de parentesco 16. En las alianzas diádicas, el interés particular de los involucrados en la relación toma la apariencia de una preocupación por el bienestar de la clase o el grupo al cual pertenecen los aliados. Es por esto que, si bien el caudillo se muestra como protector y benefactor de los habitantes de una región, estos legitiman su actuar otorgándole un respaldo a su actuar político. En consecuencia, con el estatus que otorga ejercer la dominación política, las guerras posteriores a la independencia encontraron una fuerte motivación en el proceso de movilización de las lealtades. Esta movilización corresponde al elemento difuso de la relación entre los caudillos y sus aliados, el cual se une al intercambio de elementos más concretos, ya mencionados, relativos a las esperanzas que se concentran en la capacidad de negociación de recursos y de defensa de los intereses regionales que desarrollen los primeros. El carácter negociador del caudillo, y su actuar en defensa de las interpretaciones regionales de la ley central, así como todos los aspectos relacionados con el apoyo colectivo a su actuar, son el reflejo de una relación que en ningún momento esta respaldada por alguna institución jurídica o legal. Esto hace que la propia fidelidad a la alianza, por parte de los caudillos, de las elites que los respaldan y de sus seguidores, pueda perder su atractivo si aparecen en la escena nuevos aliados potenciales capaces de servir mejor a los intereses de una o de otra parte. Así, la lógica de los caudillos demuestra que las alianzas que favorecen su acción pueden terminar cuando los representantes regionales no necesitan más de su mediación, o cuando estos han alcanzado una situación ideal de control del poder. Por esta razón, en el siglo XIX, son tan recurrentes la desafección e incluso el abandono político por parte de los actores en cierto momento más
guerras, ni los triunfos de caudillos, ni las llamadas revoluciones ante los ojos comunes forjadas por su pulso , incidieron en cambios sociales efectivos. Por esto, procesos aparentemente tan radicales como la revolución maderista no canalizaron las demandas sociales de tal forma que desarticularan los conflictos generados por su expresión armada; las mayores rebeliones que confrontaron de la Barra y Madero revelan un aspecto común: la importancia central de los líderes ex-Maderistas y de las fuerzas políticas que pasaron a contradecir el régimen que habían contribuido a crear en 19101911. En este sentido, Madero y su gobierno, y no los rebeldes populares, se consagraron como los verdaderos contrarevolucionarios19.
En términos de la imposibilidad de configurar un proyecto político nacional, paradójicamente capaz de superar los regionalismos, el caudillismo clientelista fue el reproductor de la iniciativa contraria. Al defender cada clientela su propio proyecto colectivo, la configuración de una esfera pública, arbitrada por un Estado central, era en el siglo XIX para los países de América Latina una quimera. Esto se evidencia al hablar de la Revolución de los muchos méxicos 20. Esta fragmentación de la política y la clientelización de la política local y regional por parte de los intermediarios militares, fue posible en territorios como el mexicano, dada la existencia de un modo de organización comunitaria que hizo de la intermediación militar un proceso lógico y viable. Así, la moral pública de los campesinos mexicanos se sitúa bajo el referente de la comunidad como una unidad demográfica y como una estructura política limitada y autónoma que, además de constituirse en obstáculo para la construcción del Estado Liberal, favorece la negociación política para su cerrado bienestar colectivo (aun haciendo un llamado retórico a la mejicaneidad ). Tan cerrada lógica comunitaria, fundada en el espíritu de los ejidos y reforzada por la estructura hacendataria, va a favorecer el actuar de los intermediarios que negocian el bienestar de las naciones regionales sobre la base de los vínculos informales de reciprocidad y, por tanto, va a estar en contravía de la construcción de ciudadanía. Los campesinos participaban en la política nacional pero a su manera: sin actitudes cívicas, sin entusiasmo partidista, obedientes sólo a sus líderes y autoridades tradicionales 21.
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Alan Knight, The Méxican Revolution, Volume I, Porfirians, Liberals, and Peasants , Cambridge University Press, 1986, pág. 333. Término también acuñado por Knight. Escalante, Ciudadanos Imaginarios, pág. 72.
Caudillismo y clientelismo: expresiones de una misma lógica. El Fracaso del Modelo Liberal en Latinoamérica
En el siglo XIX , las instituciones convencionales le dicen poco del funcionamiento de las comunidades políticas en América Latina, dado que este está atado, de otra forma, a sus compadres, vecinos y amigos quienes, colectivamente, hacen que su mundo funcione 22. A diferencia de los formales, los contratos informales están fundados en la exclusión de los que no participan en ellos (no son generalizables), son intermitentes (no garantizan una continuidad en las relaciones y deberes de los contratantes), son más flexibles y se fundan en un compromiso que tiende a estar fundamentado en los afectos primarios de las personas hacia la colectividad. Indudablemente el predominio de las pautas informales de relación política y social, afecta y se ve afectado por el propio desempeño de la institucionalidad formal. Es así como el caudillismo reflejaba la debilidad de las instituciones republicanas, que ni tranquilizaban ni convencían, y que no podían de modo inmediato cubrir la brecha dejada por el colapso del gobierno colonial23. En el contexto rural, el contacto personal es el único que garantiza la negociación de los intereses. Por eso, la existencia de intermediarios se da en dos niveles. De una parte, se hace necesaria la existencia de intermediarios políticos, que acerquen a las masas al caudillo y, en segundo lugar, la actuación de mediadores entre los líderes locales y los nacionales. Los caudillos, paternalistas como eran, desempeñaron en muchos casos esta función a cambio de contar con sólidas bases de poder, disponer personal para sus ejércitos y alinear a la comunidad en campos antagonistas aprovechando las redes provistas por las relaciones de compadrazgo. No obstante, a diferencia de los intermediarios civiles, la figura del caudillo se asocia más con la idea de jefe político que con la de patrón . La noción de jefe implica que es intermediario en otros niveles, es el hombre más poderoso en una región y que su poder puede sustentarse más en su posibilidad para aplicar sanciones que en su propio estatus. El contexto propicio para el fortalecimiento de las figuras de los patrones y de los jefes políticos, quienes no eran nada si no podían conseguir y distribuir tierra 24, tiene lugar cuando se desarrollan procesos de centralización del Estado y de expansión del mercado. Así, los intermediarios actúan como protectores del impacto de estas dos dinámicas sobre las estructuras comunitarias: los tradicionales propietarios de
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Schmidt et. Al., Friends, Followers and Factions, pág. XVII. Lynch, Las Revoluciones..., Pág. 385. Íbid.
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El dilema de construir lo público A partir de los planteamientos anteriores, se puede pensar cómo tan fuerte presencia en la escena política de intermediarios localistas, civiles y militares en América Latina durante el siglo XIX, generó dificultades para la construcción de dos procesos que remiten a una enorme brecha entre la formalidad y la informalidad política. Las relaciones patrimonialistas, cerradas y excluyentes dieron lugar, en esta centuria, a una limitación de las posibilidades de construir
sentidos en torno a lo nacional. Como consecuencia del afán por independizarse formalmente de la Corona, las elites criollas formaron una estructura estatal sin preocuparse previamente por la construcción de un proyecto nacional e hicieron un llamado radical al centralismo para calmar todas aquellas expresiones de caudillaje y desorden que suponía la reacción de las regiones a las pretensiones generalizadoras de la formalidad. Durante el siglo XIX, el sistema político mexicano se articuló mediante la acción de los caciques la cual, aunque acercó a las comunidades campesinas la política, el gobierno y el Estado, generó otra serie de repercusiones asociadas a la pérdida de sentido de la ley y a la dificultad de afirmar proyectos públicos más generales e inscritos en las instituciones políticas del pensamiento liberal. La ausencia de un proyecto político capaz de trascender los regionalismos, remitió obviamente al reforzamiento de la fragilidad institucional, la cual se abrió al surgimiento de figuras productoras y reproductoras de las mismas dinámicas privatizadoras27. Aunque la lógica del caudillo, militar y cuasidictatorial, contrasta con la del intermediario civil , es el punto referido a la dialéctica entre el discurso de lo público y el bienestar de lo privado, lo que permite compararlos e identificarlos con dinámicas que, aunque de diferente nivel, son similares. Estas dinámicas se asocian básicamente con el hecho de que, aunque ambos actores apoyan el desarrollo de intereses concretos y particulares, articulan su discurso alrededor de la comunidad entera sin acudir previamente a un proceso de deliberación pública. No obstante, el hecho de privilegiar lo particular no supone que haya que negar el enorme peso de las ideologías. Así, por ejemplo, el caso del liberalismo y su inspiración a los caudillos de la revolución mexicana, puede verse desde dos perspectivas. De una parte, valorando una visión según la cual buena parte de los caudillos revolucionarios nacionales representan las iniciativas de una clase social con iniciativas particulares, con intereses fundamentalmente ligados a la ampliación de las modalidades de intercambio económico. De otra, desde una práctica discursiva que choca con la proclamación autoritaria y sin mediaciones políticas, por parte de los caudillos, de la
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John Duncan, Peasant Society and Clientelistic Politics en Schmidt et. Al., Friends, Followers and Factions, Pág.149. Paul Friedrich., The Legitimacy of a Cacique , en Íbid., pág. 266.
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Un señalamiento complementario lo realiza María Emma Wills quien, en su intento de explicar las condiciones perpetradoras de la violencia en Colombia, señala que la institucionalidad formal sólo es viable cuando existe un puente afectivo entre el estado y la Sociedad. María Emma Wills, En Contra de la Marea o sobre cómo las violencias, a veces, producen Democracia , en Revista de Estudios Sociales, No. 1, Bogotá, Agosto de 1998.
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tierra pueden convertirse en intermediarios que compiten con otros por sus seguidores. Los actores que dominan la escena política nacional pueden formalizar alguno de estos sistemas de clientela, en contra de otras presentes en el proceso. Por eso, el patrón, el cacique, el caudillo más valioso es aquel que tiene mejores conexiones 25. Este tipo de caudillaje clientelar caracterizó tanto las guerras de independencia, como las posteriores revoluciones y confrontaciones latinoamericanas alrededor de la construcción estatal. La legitimidad de los caudillos-caciques esta dada, no sólo por su eficacia en términos de una gestión institucional sino, además, por la existencia de una cultura política en la que la legitimidad pública se construye mediante acciones privadas que permiten etiquetar a los jefes políticos como los jefes del pueblo, los hombres fuertes, los meromeros 26. Los caciques reflejan una dialéctica singular a raíz de que su legitimidad pública se construye mediante acciones privadas. Estos comprenden desde la figura del jefe militar nacional o regional, hasta la del terrateniente local y comparten su capacidad de ejercer un fuerte poder paternalista sobre un grupo territorial específico. Desde la otra cara de la moneda los caudillos encarnan la defensa del principio según el cual las comunidades exigen ser gobernadas por los líderes que tradicionalmente han ejercido el poder en su entorno. Desde esta perspectiva, por ejemplo, la Revolución Mexicana se puede ver como una reacción frente a la nominación centralizada de los Jefes Políticos locales por parte del porfiriato, y una defensa por parte de las comunidades , de su poder de decisión final sobre los líderes y las facciones provinciales mediante la movilización de estructuras clientelares mediadas por los caudillos regionales.
representación de los intereses del pueblo . Si bien la ideología liberal tuvo un peso fuerte sobre el actuar político de los caudillos del siglo XIX, el actuar político de muchos de ellos y su consecuencia en resultados más reformistas que revolucionarios reprodujo las lógicas de los comportamientos tradicionales, entrando en contradicción con los principios propios de la movilización popular: La proclamación individual del mandato del pueblo contradice el ideal de la revolución mexicana según el cual la elección de los gobernantes en una comunidad, debe ser ordenada, regular y solemnizada por un proceso público de elección. Reflejo de esto es la arenga de Sufragio Libre, No Reelección 28. Sin embargo, la dificultad de construir proyectos políticos nacionales parece ir más allá de la construcción de una configuración viable para el proyecto liberal; en última instancia las guerras del siglo XIX no permitieron el establecimiento, en los respectivos territorios latinoamericanos, de un Barón Mayor 29. Esto tiene que ver, en parte con la formación simultánea de distintas elites regionales, cada una de ellas con un relativo poder político y económico frente a las demás. Pero también tiene que ver con la escasez de recursos fiscales 30. La incidencia de los procesos políticos decimonónicos sobre las formas actuales de funcionamiento público en América Latina, se evidencia en varias circunstancias. Aludiendo a la cultura organizacional de estos países, David Arellano señala que en ellos los conceptos de control y poder tienen un sentido diferente. La necesidad de control de los poderes particulares y locales a través de uno central, y la permanente tensión entre estos dos, son la plataforma básica del comportamiento individual y colectivo 31. Así, las
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Lynch, Las Revoluciones..., Pág.273. Este término también lo acuña Wills. Íbid., pág.30. Arellano, Challenges for the New Public... , Pág.1.
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pervivencias de los criterios de legitimidad tradicional son las bases para entender el modo como funcionan todo tipo de organizaciones 32. Recogiendo lo anterior, se puede concluir que ninguna de las tres hipótesis planteadas en el inicio de este texto alrededor del fracaso decimonónico en la aplicación efectiva del proyecto liberal, puede ser invalidada. Por el contrario, una aproximación detallada a los actores que definieron las lógicas de lo público durante este período en Latinoamérica, lleva a responder la pregunta inicial considerando los tres elementos explicativos mencionados. El siglo XIX y sus principales actores encarnan una combinación de prácticas políticas coloniales ligadas al prestigio y al poder personal, con ideales y justificaciones propias de un contexto independentista. Además, el inconmensurable regionalismo, institucionalmente reforzado durante la colonia, no permitió ni siquiera que las guerras de independencia abrieran paso en los diferentes territorios latinoamericanos, a Barones Mayores, capaces de promover una homogeneización por vía impositiva. Hoy, los retos para los países de América Latina siguen siendo los mismos. Aunque paradójicamente el discurso político afianzado en México es el que más posibilidades presenta frente a la construcción de un proyecto nacional, la herencia cultural compartida sitúa a buena parte de los países de América Latina en posiciones similares. Las preguntas que se hacen al siglo XIX y su impacto sobre el mundo moral mexicano, las podemos extender a Latinoamérica teniendo en cuenta que hoy construir democracia, en contraste con el pasado, tiene que ser a su vez el resultado de procesos y actitudes democráticas, y esta exigencia hace del reto algo mucho más complejo 33.
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Íbid . Wills, En Contra de la Marea... , pág.20.
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Hace unos años, cuando el Centro Cultural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), me invitó a su sede, en Washington, con el propósito de que disertara ante un grupo de escritores, profesores, artistas y lectores latinoamericanos, quise dejar un testimonio de los múltiples embates que el novelista centroamericano debe librar si es que aspira a que su obra sea algo mucho más que una mera representación fenoménica de su entorno o, dicho con las palabras de Balzac -, un espejo pasado a lo largo del camino 1. En aquella oportunidad, recuerdo, hablé desde lo vivido en mi país de origen e hice énfasis, sobre todo, en la necesidad de que el novelista de la región cree tal como Eugenio Trías ha sostenido con singular acierto -, desde fuentes de raíces simbólicas, de suerte de poder dar con una escritura que sea algo mucho más que mero folclor, puro narrativismo, o simple trivialidad, encanallada y periodística. 2. Al referirme en esta instancia a la novela histórica centroamericana, vuelvo una vez más a requerir de mi experiencia práctica y, en esa medida, del trabajo que he realizado dentro de un género que, de acuerdo con opiniones bastante generalizadas, se ha revitalizado a partir de la década de los setenta, no sólo en Europa y en América Latina, sino también en Centro América. Este resurgimiento de la novela histórica no ha sido, sin embargo, gratuito y va íntimamente enlazado a la sensibilidad que surge a raíz de lo acontecido en la nueva era que vivimos en la política mundial, que ha dado pie, según Samuel P. Huntington, profesor de Ciencias Políticas y Director del John M. Olin Institute, de la Universidad de Harvard3, a nuevas lecturas de la historia que necesariamente involucran el estudio e interpretación de las identidades nacionales. Hay que saber por qué en el mundo de las postrimerías de la guerra fría y
de la posguerra fría las banderas cobraron y siguen cobrando una gran importancia; y hay que conocer también cómo se ha comprobado que la identidad cultural es lo que resulta más significativo para la mayoría de la gente 4. Es más, estos nuevos análisis de la historia y de la identidad nacional y cultural, son todo menos un acto anacrónico, tal como enunciara de manera tan facilitona, Raymond Leslie Williams, en su libro The Modern Latin American Novel, publicado por Twyane, de Boston, en 1998; obra que, por cierto, omite muchas cosas, distorsiona algunas y oscurece otras. Nada más hay que volver los ojos sobre los reflexivos estudios que al tema de la nueva novela histórica y de la indagación de la identidad nacional y cultural le han dedicado Noé Jitrik, María Cristina Pons y Martin Kohan, en la Argentina5, Carlos Rincón, en la Universidad Libre de Berlín6; Werner Mackenbach, en la Universidad de Frankfurt7; Alberto Julián Pérez, en la Universidad Tecnológica de Texas8; y Alfonso del Toro y Fernando del Toro, en las universidades de Leipzig y Manitoba, respectivamente9. Así es como se llega a la conclusión de la importancia de dar cabida a esos secretos de la historia que yacen ocultos en los discursos olvidados de los vencidos. Y se comprende también que las narraciones, frutos, es cierto, de la ficción, pero también de múltiples y exhaustivas investigaciones en busca de la identidad nacional, son fundamentales para una mejor penetración en la intimidad de esas sociedades nuestras, no necesariamente dominantes, que conviven en este mundo contemporáneo. No en balde sostiene Huntington: El colonialismo europeo ha pasado; la hegemonía estadounidense va retrocediendo, se sigue de ello la merma de la cultura (propiamente) occidental, a medida que se reafirman tradiciones, lenguas, creencias e instituciones autóctonas, enraizadas en la historia. El creciente poder de las sociedades no occidentales... está generando el renacimiento de esas culturas en todo el mundo10. 4
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Narradora, ensayista y periodista, Gloria Guardia es Miembro de Número de la Academia Panameña de la Lengua e Individuo Correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Colombiana de la Lengua. Actualmente es la Secretaria General del P.E.N., (Organización Mundial de Poetas, Ensayista y Novelistas). Gloria Guardia, Aspectos de creación en la novela centroamericana, Colección Encuentros N°29, Washington, Centro Cultural del Banco Interamericano de Desarrollo, Septiembre, 1998. Ibid. Samuel P Huntington, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Barcelona, Buenos Aires, México, Paidós, 1997.
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Ibid., pág. 20. Noé Jitrik, Director, Historia crítica de la literatura argentina, Buenos Aires, Emecé Editores, 2000. Carlos Rincón, La no simultaneidad de lo simultáneo, Bogotá, Editorial Universidad Nacional, 1995. Werner Mackenbach, Descendiente orgulloso de conquistador español descontruido , en El Pez y la serpiente N°34, Managua, marzo-abril 2000. Alberto Julián Pérez, El postcolonialismo y la inmadurez de los pensadores hispanoamericanos , en El debate de la postcolonialidad en Latinoamérica, Madrid, Veruvert Verlag, 1999, págs.199-213. Fernando y Alfonso Toro, Ibid. Huntington, El choque de civilizaciones..., Pág. 108.
Gloria Guardia
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El último juego y Libertad en llamas. La búsqueda de la identidad nacional a través de la desconstrucción del discurso colonial
Todo esto apunta, a su vez, a nuevas y muy variadas aproximaciones a la historia, a la aceptación de la diversidad de culturas y al hallazgo de una multiplicidad de lenguajes que se traducen, no en la aceptación de una síntesis del pensamiento como verdad única, sino en el énfasis en la búsqueda de una identidad nacional, basada en el poder de auto-observación e introspección que cumple con uno de los requisitos básicos y, acaso, el primero y más importante de todos: conocerse a uno mismo y, en esa medida, saber integrar a nuestras reflexiones lo que nos es y ha sido propio desde nuestros inicios nacionales, que en este caso -, viene a ser el pensamiento de Martí, Hostos, Darío, González Prada, Sierra, Rodó, Mariátegui, Ingenieros, Martínez Estrada, Heríquez Ureña, Paz, y Kush, entre otros. Porque no iremos a ninguna parte como creadores o investigadores, como intelectuales y pensadores hasta que no hayamos cumplido con esto. Es bueno puntualizar, sin embargo, que esto y lo otro ha sido dicho a manera de introito y para esbozar algunas de las razones por las cuales he creído de algún valor dejar un testimonio sobre cómo y por qué escribí dos de mis obras de ficción. Me refiero a las novelas El último juego, ganadora del Premio Centroamericano de Novela en 197611, y Libertad en llamas, publicada por Plaza y Janés en 199912. La primera, como es de muchos conocido, versa sobre la problemática vivida en Panamá durante la conflictiva década del gobierno de Omar Torrijos Herrera, cuando se negocian y firman con los Estados Unidos los Tratados del Canal. Y la segunda recupera, a través de la palabra, aquella Nicaragua de los años 1927 y 1928 cuando el país revivía otro cruel azotazo del imperialismo norteamericano y Augusto César Sandino se había levantado en armas para defender la soberanía nacional. En ambos casos, debo decir, lo primero que tuve que plantearme fue la posición desde donde habría de narrar estas novelas históricas de finales del siglo XX. Esto me resultó, desde un principio, bastante claro: lo haría desde mis fronteras de ciudadana panameña, hija de madre nicaragüense, residente desde hace más de treinta años en Panamá y en Colombia y formada, desde la primera adolescencia hasta la adultez, en colegios y universidades de Estados Unidos y de Europa. Estos múltiples desplazamientos físicos y culturales, debo decir, me ubicaron dentro de una situación compleja, es cierto, pero
enriquecedora, bajo un punto de vista teórico y práctico, que me permitió conocer analíticamente el discurso crítico de los centros del saber metropolitano hegemónico así como integrar a mi proceso creativo un número plural de recursos de forma y fondo cuyos orígenes no son exclusivamente latinoamericanos, pero que por haberlos asimilado, desde una edad temprana, me autorizaba tal como ha dicho Walter Mignolo -, a recodificarlos, reaplicarlos y reemplearlos en problemas propios13. Otro asunto que fue preciso resolver, de antemano, en una y otra novela, fue decidir si mi objetivo era relatar desde afuera de la experiencia histórica o desde el interior de ésta, de suerte de poder recuperar la memoria que habita en el lenguaje coloquial de los pueblos centroamericanos: ese que hasta hace poco era considerado ilegítimo - o peor aún, corrompido o remedado -, según los ejemplos consagrados de la alta cultura y de las academias. Sin mayores titubeos, me resolví por esto último o sea, por la descatolización del lenguaje -, pues mi propósito y esto acaso sea la más importante -, tanto en El último juego, como en Libertad en llamas, era conectar ambas narraciones con un nivel epistemológico abierto que las facultara a ser leídas dentro del contexto heterogéneo que les corresponde en el proceso histórico centroamericano: o sea, por fuera de las versiones oficiales de la historia y también de la interpretaciones exóticas que suelen darle quienes acarreados por una visión logocéntrica -, buscan una hegemonía cultural latinoamericana, o peor aún, un esencialismo, un binarismo, o un ordenamiento clasificatorio del acaecer social, cultural y político de nuestros pueblos americanos. Mi escritura y mi interpretación de los hechos sería, pues, en ambas novelas de índole múltiple: o sea, de cruce, de encuentros y de desencuentros entre las llamadas culturas de centro y de periferia. En esa medida, también, el género de la novela se me presentó como el más apto, tal como han dicho Ramón Luis Acevedo y Fernando Ainsa, para construir nuevas definiciones de la identidad nacional; para presentar una multiplicidad de perspectivas e interpretaciones; para lograr la superposición de tiempos diferentes en la narración; para introducir la intertextualidad y el palimpsesto; y para darle una nueva lectura a la historia a través de la plurivocidad que permite la ficción14.
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Gloria Guardia, El último juego, Premio Centroamericano de Novela (Educa), 1976. San José, Educa, 1977. Gloria Guardia, Libertad en llamas, Barcelona, México, Plaza y Janés, 1999.
Walter Mignolo, Colonial and Postcolonial Discourse: Cultural Critique or Academic Colonialism? , en Latin American Research Review, Vol. 28, Tomo 3, págs. 120-134. Fernando Ainsa, La nueva novela histórica latinoamericana , en El Nuevo Día (San Juan de Puerto Rico), 15 de marzo, 1998. Ramón Luis Acevedo, La nueve novela histórica en Guatemala y Honduras , en Letras de Guatemala, N° 18-19, 1998.
El último juego y Libertad en llamas. La búsqueda de la identidad nacional a través de la desconstrucción del discurso colonial
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de la palabra (porque consideré que ahí radicaba el meollo del drama del pueblo panameño), fue la apropiación esquizoide el remedo caricaturesco -, por parte de la clase mercantil de este país o sea, de aquella que desde un principio pactó comercial y políticamente con los norteamericanos -, de las manifestaciones menos representativas - pero sí más evidentes -, de lo que para esa minoría era indicativo de lo ejemplar de las sociedades europeas y norteamericanas: de sus hábitos, de sus modas, de su arquitectura, de su lenguaje, de sus celebraciones, de sus duelos, en fin, de todo lo que esta clase ha considerado, durante casi un siglo, como digno de imitar del sistema capitalista occidental. Y fue, una vez más, a través del lenguaje del estudio, tanto de los documentos oficiales, como de las reseñas periodísticas, de las páginas sociales, de las narraciones orales de los habitantes y de las manifestaciones literarias de la época -, cómo pude percatarme de que dentro del contexto de un país donde los mitos de las culturas indígenas, así como las huellas de africanía15 juegan, aún, un papel en el imaginario popular, de pronto y a raíz de la firma de los tratados del Canal y de la construcción de éste comienza a darse, en esta clase mercantil urbana, un rechazo de toda manifestación de cualquier grupo humano que no sea representativo de Occidente y, muy particularmente, de los Estados Unidos de Norteamérica. Es más, descubrí que las reelaboraciones y los montajes llevados a cabo por este grupo social entre 1904 año cuando se firma el primer tratado canalero y 1976 fecha cuando se negocian los Torrijos Carter y yo concibo y redacto El último juego-, la presencia norteamericana había dejado una huella persistente en la jerga cotidiana, en las modas, en los hábitos, e incluso en la intimidad doméstica a través de objetos que convocaban y siguen convocando- la presencia de la sociedad de consumo estadounidense, provocando así una depreciación de toda huella de las culturas indígenas y negras. Y esto, en mi opinión, había que dejarlo dicho había que denunciarlo -, para que otros comprendieran la génesis de esa mixtura irregular que hoy parece especificar ciertos aspectos de la identidad panameña. Es más, en esa búsqueda descubrí también algo que me pareció fundamental: que la identidad panameña, debido a la complejidad de sus múltiples variables, realmente no había contado con un logos que hubiese marcado fuertemente, desde sus orígenes, a una identidad perdida a causa de la presencia norteamericana. Es más,
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Según la tesis expuesta por la antropóloga colombiana Nina S. De Friedemann. Véase Nina Friedemann, y Alfredo Vanín, Introducción , en Entre la tierra y el cielo, Bogotá, Planeta, 1994, págs. 15-29.
Gloria Guardia
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Resueltas las alternativas concernientes a la posición y modo de narrar de ambas novelas históricas contemporáneas, quedaba un asunto central por decidir y me lo plantee de la siguiente forma: si lo que buscaba, si mi intención en ambas obras, era exponer, a través de la narración de una serie de episodios no necesariamente lineales, ni obligatoriamente consagrados por la historiografía conocida -, la lucha llevada a cabo por los pueblos e individuos de Panamá y Nicaragua para defender la identidad nacional, era preciso partir de una pregunta fundamental. ¿Existía o no, en estos países una identidad nacional previa al pastiche cultural y lingüístico que emergió, sobre todo en Panamá, a raíz de la intervención y penetración cultural y política norteamericana que ambos pueblos vivieron a principios y mediados del siglo XX? Y si era así, ¿cuál era el logos si es que lo hubo -, que había marcado esa identidad perdida a causa de la presencial norteamericana? Debo admitir que la respuesta, no sólo no se me dio de manera específica ni inmediata, sino que en el proceso de investigación para la escritura de las obras descubrí que para poder hablar concretamente de una usurpación política y de la consiguiente contaminación cultural causada por la presencia física y la intervención política del otro- o sea del norteamericano -, era preciso ir explorando, descentrando y desconstruyendo, desde el lenguaje mismo, el drama histórico, político, social y cultural, vivido, tanto por el panameño, como por el nicaragüense. Había, pues que desmembrar o destotalizar el lenguaje de los archivos, de los partes de guerra, de los tratados, de los decretos, de los folletos, de los artículos periodísticos, e, incluso, de los cuentos y poemas y hasta de los grafitos de carácter popular y ocasional, escritos a mano en las paredes de la época, para poder abordar, así, la identidad de ambos pueblos en su aspecto inmediato y operacional. Y fue, precisamente, dentro de un claro proceso de desconstrucción, cómo descubrí las múltiples facetas presentes en los sucesos sociales e históricos vividos por el panameño y por el nicaragüense, respectivamente. Entonces, no me cupo la menor duda. El drama histórico que deseaba narrar era precisamente ese: cómo una presencia impuesta en un caso el nicaragüense -, por las armas y en el otro el panameño -, por los sinuosos corredores de la diplomacia -, había causado en los unos el fortalecimiento de un sentimiento nacionalista y, en los otros, un desterramiento real y simbólico que resultaba claramente perceptible a través del lenguaje. Ahora bien, en el caso de Panamá y de aquí en adelante me referiré específicamente a la escritura de El último juego -, lo que desde un primer momento me interesó evocar a través
llegué a la conclusión de que si tal identidad fuese a ser leída e interpretada en su contexto operacional actual, sólo se podría hacer, tal vez - como lo ha señalado el sociólogo Jesús Martín Barbero en su ensayo Identidad, comunicación y modernidad en América Latina16 -, por conducto de la descentralización del sujeto, del moi, en cuanto éste se define a través de terceros, como consecuencia de la castración - según el postulado lacaniano. Quisiera hacer la observación, así mismo, de que tanto Isolda Rodríguez, como Arturo Arias y Ramón Luis Acevedo, en los muy perceptivos estudios críticos que han llevado a cabo sobre esta novela y que incluyen en los libros Erotismo/ patriotismo: desconstruyendo el Estado nación17, Gestos ceremoniales: narrativa centroamericana 1960-199018, y Cambios estéticos y nuevos proyectos culturales en Centroamérica19, se han referido con acierto al hecho de que en El último juego se contempla la búsqueda de la identidad nacional por la vía de la desconstrucción del lenguaje colonial. Arias, por ejemplo, dice lo siguiente: ...(realizamos) una aproximación a la estructura textual de EL ÚLTIMO JUEGO con el fin de explorar cómo la problemática vivida por Panamá durante aquella conflictiva década (gobierno del general Omar Torrijos, negociación de la firma de los tratados del Canal de Panamá) transformó la manera en que ciertos sectores sociales panameños piensan sobre sí mismos y cómo dichas transformaciones se plasman en las prácticas discursivas orquestadas por Gloria Guardia. Estas últimas articulan el espacio de los resquebrajamientos de la identidad, en las cuales la transformación de la subjetividad se hace visible20.
Acevedo, de la misma forma, afirma el hecho de que en El último juego se plantea ...la crisis de la burguesía nacional en las últimas décadas, una crisis que tiene hondas raíces históricas y que se vincula a la
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Jesús Martín Barbero, Identidad, comunicación y modernidad en América Latina , en Contratexto, n° 4, págs. 31-56. Ileana Rodríguez, Erotismo/ patriotismo. Desconstruyendo el Estado nación, Ohio, Ohio State University, Department of Spanish and Portuguese, 1992. Arturo Arias, Gestos ceremoniales: narrativa centroamericana, 1960-1990, Guatemala, Artemis & Edinter, 1998. Ramón Luis Acevedo, Gloria Guardia y Rosario Ferré: dos visiones burguesas caribeñas , Capítulo III en Amelia Mondragón (ed.), Cambios estéticos y nuevos proyectos culturales en Centroamérica: testimonios, entrevistas y ensayos, Washington, Literal Books, 1994. Arias, Gestos ceremoniales..., págs. 159-160.
intervención extranjera. La intervención histórica de los Estados Unidos interrumpe y mediatiza el proceso mediante el cual esta burguesía criolla aspira a convertirse en burguesía nacional dirigente21.
Se podría decir, por tanto, a manera de síntesis, que lo llevado a cabo por mí en esta novela histórica de fin de siglo fue la búsqueda de la identidad panameña a través de la desconstrucción de un discurso colonial del discurso hegemónico y hegemonizante de la historiografía oficial redactada mayormente por las clases dirigentes de Panamá y de los Estados Unidos -, y que, en esa medida, busqué que toda la novela girara en torno a un contra-discurso, a un discurso subversivo, de reflexión y de tipo crítico creativo. Ahora, debo decir que si intenté apoderarme del pasado a través de la memoria recogida en documentos que trazan la versión oficial de la historia, de artículos periodísticos, de folletos, de manifiestos, de letreros y de dibujos grabados en paredes, así como de la literatura escrita y oral, fue con un propósito definido: elaborar y rebasar a través del lenguaje el estado colonial que representó, hasta el 31 de diciembre de 1999, el enclave de los Estados Unidos en Panamá. Para esto creo mi deber subrayarlo- me aparté conscientemente de la escritura propia de los meta-relatos de la Modernidad y me apropié de una serie de recursos estilísticos consagrados, a partir de la década de los sesenta, por la nueva novela latinoamericana tales como la caja china, el flash back, la plurivocidad narrativa, el uso del tiempo psicológico en contraposición al tiempo externo y al tiempo muerto de la narración, el intertexto, los diversos niveles de realidad, las mudas o saltos cualitativos y cuantitativos y el dato escondido, entre otros. Y fueron estos recursos los que me permitieron romper con la linealidad narrativa, de desarrollo cerrado y equívoco, y me dieron, asimismo, la libertad para cuestionar el llamado progreso histórico e introducir mecanismos como la carnavalización y lo paródico y de esa manera adoptar una relatividad dentro de la historiografía consagrada. Ahora bien, el tratamiento que hice de la historia en Libertad en llamas guarda ciertos paralelismos con lo hecho en El último juego. Sin embargo habría que partir de un hecho concreto: que, en esta última, ubiqué la acción de la novela en un pasado no experimentado por mí, sino más bien por mi familia materna inmediata: o sea, por mi abuela, por mis tías abuelas y, muy específicamente, por mi madre, de cuyos labios escuché muchas de las anécdotas que relato en el
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Acevedo, Gloria Guardia y... , Pág. 111.
El último juego y Libertad en llamas. La búsqueda de la identidad nacional a través de la desconstrucción del discurso colonial
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Seymour Menton, La nueva narrativa histórica de la América Latina, 19791992, México, D.F, Fondo de Cultura Económica, 1993. Diego Manuel Sequeira, Rubén Darío criollo, Buenos Aires, Editorial Guillermo Kraft Ltda., 1945.
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latinoamericanos y tan mestizos, como combativos, coherentes y bien articulados, que fueron capaces de responder a un saber intelectual y, sobre todo, a los anhelos libertarios de un pueblo. Ahí está Darío y están también Lugones, Rodó, Martí, Ingenieros, Vasconcelos, Mariátegui, Ugarte, Turcios y Martínez Estrada. Por tanto, tras leer, e interpretar los partes de guerra y manifiestos de Sandino, así como los artículos de prensa y los poemas y las narraciones de la época, mi propósito fue recuperar con la palabra la identidad de una Nicaragua, ocupada, una y otra vez, por la bota del poder hegemónico. Y debo decir que fue por este conducto como se me manifestó la historia del más débil. De ahí, pues, nace mi anhelo de impugnar, en Libertad en llamas, la legitimidad de los expedientes oficiales, de los convenios y tratados, de las memorias de los representantes del gobierno nicaragüense de la época y de los archivos del Departamento de Estado y del Departamento de Marina y de Guerra de los Estados Unidos que hasta hace poco conformaban la única historia que se conocía. Y, por último, de ahí brota también mi aspiración de dar testimonio a través de un discurso que desconstruyera los enunciados de dominación de los norteamericanos -, de un pensamiento postcolonial que pusiera punto final al archiconocido tipo de interpretación progresista y/o dialéctica -, y que propusiera otros modelos que señalaran la contingencia y discontinuidad de la historia. Quisiera decir también que en esta novela, al interpelar al logos como sentido original, quise abrir la interpretación textual a la multiplicidad y, en esa medida, no sólo me valí, en diversas instancias, del recurso de la carnavalización, del intertexto, de la re-escritura del palimpsesto, de la metaficción, y de la escritura paródica, sino que vinculé el discurso narrativo histórico al discurso lírico y al femenino. Porque otro de mis propósitos era hablar desde la orilla, desde la periferia y desde los límites y, en esa medida, no sólo apuntar estos discursos contra la construcción patriarcal de los colonizadores estadounidenses, sino también dar fe del hecho de que en Nicaragua, a principios y a mediados del siglo XX, ya existía un contra-discurso anticolonial, nacional, lírico y feminista que buscaba la liberación del patriarcal impuesto por los dominadores y, lo más interesante acaso, que anhelaba ser leído dentro de lo que era entonces un contexto tan revolucionario como inédito. He dicho y quisiera reiterarlo -, que en Libertad en llamas presenté la historia desde los márgenes, desde la periferia y desde el límite. Ahora, así lo hice porque esto me permitió no sólo ficcionalizar y, en cierta medida, bajar del pedestal a los personajes consagrados por la historiografía oficial, sino también presentar la voz del otro, de aquel hombre y de aquella Gloria Guardia
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libro; mientras que la mayoría de la acción de El último juego se desarrolla en un tiempo vivido por mí de manera intermitente entre los años de 1945 y 1976. En este caso, pues, Libertad en llamas quedaría relativamente situada, según la terminología concebida por Seymour Menton, dentro de la novela histórica, mientras que El último juego sería considerada como una nueva novela histórica22. Ya he dicho en párrafos anteriores cuáles fueron las tres decisiones fundamentales que me plantee al iniciar el trabajo de concepción y redacción de ambas novelas: la posición y el modo narrativo de la una y de la otra obra y la búsqueda de la identidad nacional a través del lenguaje. También creo que ha quedado claro que la temática de las dos novelas está entrelazada por la experiencia histórica común vivida por Panamá y por Nicaragua durante gran parte del siglo XX. Me refiero a la invasión política, económica y social perpetrada en los dos países por los Estados Unidos de América y las consecuencias que ésta tuvo y aún tiene sobre la población, la cultura, las instituciones y el lenguaje de estos pueblos. En cuanto a Nicaragua, debo decir que casi desde el principio de su independencia de España, voluntariamente asocia y asimila el saber y el poder a la literatura23. En esta medida este país se diferencia notablemente de Panamá y eso, precisamente, es lo que quise dejar dicho en Libertad en llamas. O sea, que cuando los Estados Unidos invaden a Nicaragua en 1912 y posteriormente en el año 26 y se inicia la Guerra de Liberación Nacional que encabeza el general Sandino, ya existía un país fundado por una lengua propiamente latinoamericana y en alguna medida también centroamericana -, que tiene su mejor exponente en el poeta y, sobre todo, en el periodista Rubén Darío. Y es este lenguaje, precisamente, el que individualiza el ser nicaragüense y manifiesta ante la invasión extrajera -, las necesidades de representación, tanto íntimas, como sociales del pueblo, en un medio discursivo que combina lo estético con lo político. Mi propósito, pues, al desconstruir, dentro del marco narrativo de Libertad en llamas el lenguaje de los partes de guerra y de los manifiestos de Sandino, así como de los artículos periodísticos, de la poesía y de la rima que se escucha en boca de los personajes de la época, fue poner en evidencia el hecho de que a la par del silbido de las balas y del tronar de los cañones, Nicaragua contó, en ese momento, con la presencia viva de una lengua y de un pensamiento tan
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mujer anónimos en quienes desde hace casi un siglo se han reflejado - y distorsionado, también -, una y otra vez, los múltiples rostros y las tantas aristas del pensamiento fecundo de Sandino y de Darío: los dos pilares - el político y el poético -, donde, a mi parecer, descansa el meollo del ser nicaragüense. Es más, esta perspectiva narrativa me concedió la licencia para poner momentáneamente en el centro la visión del vencido y de lo circundante; o sea, de todo aquél, de toda aquella y de todo aquello que hasta la fecha habían sido excluidos de la cultura y de la historia consagradas: la sociedad civil donde juegan un papel importante lo femenino, lo artístico, lo artesanal, la cursilería provinciana, así como también lo cotidiano y la oralidad. En suma, la operación re-codificadora que realicé en esta novela fue lo que me permitió observar a la nación nicaragüense desde abajo, desde la mirada de aquél y de aquella que han permanecido durante demasiados años en las orillas. Y fue esta visión, precisamente, la que me reveló el hecho de que en el caso de Nicaragua a diferencia del de Panamá -, la identidad nacional, lo nacional pudiera acaso definirse y aquí me apropio, una vez más, de las palabras de Jesús Martín Barbero -, como una especificidad histórica, como un espacio denso de interacciones, de intercambios y de reacciones y, en esa medida, como un movimiento de mestizaje24. Pero el mestizaje, en el caso de un país como éste, no hay que interpretarlo como un fenómeno exclusivamente cultural y lingüístico, sino también como uno de interrelación social y simbólica. Quisiera concluir este testimonio manifestando que, tanto en El último juego, como en Libertad en llamas, al emprender la faena de la búsqueda de la identidad nacional de ambos pueblos a través de la desconstrucción del discurso colonial,
no sólo descatolicé y desmembré la historia oficial sino que politicé mi propio discurso. Y esto fue así porque al introducir la relatividad en el trato de la historia, esto me encaminó necesariamente a la aceptación de múltiples puntos de vistaincluso de los míos propios-, y como consecuencia, al acogimiento y revalorización de las visiones alternas. Es más, debo decir que dentro esta nueva visión, tanto de la novela, como de la historia, me atuve a reflejar algunos eventos históricos específicos pero presenté, al mismo tiempo, diversas interpretaciones y múltiples temporalidades, para poder darle otras lecturas a los acontecimientos registrados por la historiografía conocida. Puedo decir, por tanto y acogiendo las palabras de Umberto Eco, que en ambas novelas visité el pasado sin ingenuidad y con una gran dosis de ironía 25. En este testimonio, he tratado de llevar a cabo una reflexión abierta en torno a dos de mis novelas, de carácter histórico. De esa manera, lo he hecho consciente de mis múltiples limitaciones y esforzándome por ser consecuente con lo que considero mis creencias y mis proposiciones. Sin embargo, sobre estos temas de la evocación voluntaria e incluso metódica del pasado y también del auto análisis, ya habló hace algunos años y mejor que nadie, el pensador francés Jean Francois Lyotard: esta tarea dijo -, se asemeja a la del paciente que trata de elaborar su dolencia presente asociando libremente elementos aparentemente inconscientes con situaciones pasadas... (Esto) le permite descubrir sentidos escondidos de su vida, de su conducta26 . El testimonio que acabo de realizar debe interpretarse, por lo tanto, como tal: como un diagnóstico realizado por el propio paciente. En esa medida, ustedes los lectores, los estudiosos y los críticos tienen la última palabra.
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Martín Barbero, Identidad, comunicación...
Umberto Eco, Apostillas en El nombre de la rosa, Barcelona, Lumen, 1984. Jean Francois Lyotard, Note sur le sens du post , en Le postmoderne expliqué aux enfants, París, Editions Galilée, 1986, pág. 125.
El último juego y Libertad en llamas. La búsqueda de la identidad nacional a través de la desconstrucción del discurso colonial
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Cecilia Balcázar de Bucher *
En esta particular lectura de las cartas de Gloria Guardia me propongo examinar, de manera sucinta, la matriz textual utilizada por la autora; el orden de construcción significativa, propio de la lectora-crítica-creadora, superpuesto sobre el orden original de la otra escritora. Sin entrar en la especificidad de cada carta, ni en la valoración de la fidelidad o verosimilitud que pudiera resultar de compulsar los textos apócrifos con la obra de las autoras subrogadas, o suplantadas, o recreadas. Este pareciera ser para algunos lectores el interés de la exégesis, como parámetro para juzgar de la adhesión y fidelidad - o de la deslealtad de la autora -, a una huella que está marcada en la obra de las protagonistas. Me parece que es indispensable señalar la différance como lo diría Derrida -, que establece una distancia o un vacío entre la pretendida autora, cuyo texto se re-marca, y la autora de la carta apócrifa. ¿Cómo no decir -se habrá preguntado ella-, cómo ocultar el secreto que se revela como la venganza de una verdad que se extiende en cada texto para conformar un cuadro acabado en donde no se dice, diciendo, o no se es, siendo? Y si hablo, se habrá dicho inconscientemente, ¿Desde qué lugar hablar? ¿Desde qué otra? ¿Cómo articulo el discurso como si no fuera mío para poder expresar lo que es mío? ¿A quién llamar? ¿A quién acudir? ¿Y a quién va destinado este discurso críptico - como su nombre lo indica, si nos remontamos a la etimología de apócrifo -, envuelto en siete velos de sentido aparente que revelan, más que esconden, la desnudez del otro sentido? ¿Desde qué lugar en el tiempo hablarte a ti, Ricardo; a ti lector; a ti mi confesor; mi marido; mi amante; mi amigo; mi confidente político; desde qué hábito; desde qué confesionario, de cuál hospital o sanatorio, de qué nórdica ciudad, desde qué viaje al exilio del silencio, desde qué otra: la que vive, la que recuerda, la que narra? ¿A quién se destina mi palabra? y ¿Cómo transgredir este tiempo redondo y recurrente cuya huella se marca en la sintaxis, en el léxico, en la articulación del sentido de estos discursos que sustentan mi expresión? ¿Cómo disponer estas palabras desplazadas? ¿Cómo confesar y ocultar? Hablar y no hablar a través de la prosa escueta y clásica de la Santa. Decir y no decir a través de las
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Ph.D.Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua Ponencia ante Encuentro de Centroamericanistas
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aceradas y lúcidas palabras de Virginia. Ponerse la máscara de una Teresa enfermiza y sentimental, orgullosa del valor de su pluma que codifica su transculturación y la de su clase social en el afrancesamiento de sus expresiones. ¿Cómo retenerse y darse en el lirismo de Gabriela, aludir al ocultismo, a la preocupación social en favor de los desposeídos? ¿Cómo guardar el secreto y divulgar, ahora, a través de Simone Weil, lo in-decible, la experiencia que está más allá de la palabra y que se intenta expresar en cada una de las cartas? ¿Cómo no dar cuenta de la escisión del yo que habla, que se habla y de la escritura que lo escribe? Del yo de Tania von Blixen que pinta, que narra su vida ante la mirada de ese otro yo presente de la Baronesa Blixen que la oye y que se unifica con Isak Dinesen, otro yo suyo, (mío?) que escribe mi propia vida en su texto. ¿Cómo no leer el yo de Gloria que reinscribe su vida, activamente, en la vida, en el texto de las otras; que se apropia del entramado de sus vidas ante la mirada tal vez desavisada de ese otro, el lector o la lectora, que la sigue con fascinación por el apretado tejido de los discursos superpuestos? Ya transpuesta en el lugar de la otra, de Teresa de Jesús, en una especie de propedéutica para todos los textos, aparece el problema del llamado a la Divinidad que debe realizarse en silencio, acercándose en la oración al sitio donde se revela el Otro, sin palabras, en el desierto del discurso . Este camino de negación, de anonadamiento de la Santa ante la Divinidad, es el mismo que se cruza entre Gloria y la Santa, entre la autora y cada una de las mujeres que la visitan y entran con ella en una unión cuasi mística en donde no se dice nada de la otra. Porque no se la define; ni se la describe - todo predicado o todo lenguaje predicativo puede ser inadecuado - pero se entra en la esfera de su ser, y en el diálogo silencioso con ella; se percibe el mutuo horizonte y se la hace portadora de la impronta; de lo que la autora apócrifa, críptica, quiere marcar, imprimir, como si se tratara de captar lo arquetípico de la psiquis humana, el molde virgen en donde se articula y sobreimpone el nuevo sentido, dispuesto en el ordenamiento de las palabras ajenas. Ninguna predicación describe tampoco a Gloria Guardia. La pluralidad, la inesencialidad del yo no permite aprehenderlo en proposiciones que lo delimiten. El acceso se da por una primera ascesis que consiste en liberarse del pensamiento racional, así como se libera la Santa en la oración. Como diría San Juan de la Cruz, en consonancia con el discurso de Santa Teresa, para venir del todo al todo has de dejarte del todo en todo . Hay entonces ese primer llamado de la primera carta. Hay ese dirigirse al Otro como exordio, como prolegómeno de Cecilia Balcázar de Bucher
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Las cartas apócrifas de Gloria Guardia
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todo dirigirse a los otros, a las otras. Y un protocolo de etapas bien definidas para alcanzar la unión. La primera etapa, o primera agua, es la de la meditación realizada en el logos del discurso; una segunda agua, la del recogimiento o quietud, logra acallar el diálogo interior y, usando la facultad de la intuición, prepara la unión - en lo que la santa llama la tercera agua -, más allá de la razón, mediante la otra manera de estar en presencia, de establecer la relación apofática que está por fuera del discurso y de tener así la experiencia de la Divinidad, más allá de toda teo-logía. Y como lo dice Gloria, por boca de la santa, Y todo esto es tanto gusto, suavidad y deleite que compararse no puede con lo pasado por lo que agora es un glorioso desatino, una celestial locura, adonde se desprende la verdadera sabiduría y es deleitosísima manera de gozar el alma . Ese anonadamiento y desarraigo es un hilo conductor de las cartas y una condición para la unión, que se realiza por la afinidad; por el amor: divino y desencarnado en la santa, no obstante el conflicto de la atracción erótica que se plantea en la carta; y pese a la confusión, que quisiera superar, entre lo humano y lo divino. Eros, en la mujer, como lo afirmaría quien conozca las disposiciones de la cábala, nace en la mente. Y esta reflexión erótica sobre el beso y las manifestaciones sensibles del amor, que figura en el exordio de la carta, dispuesta en el contexto bíblico del Cantar de los Cantares, donde siempre se la ha reconocido como tal, recontextualizada en la relación apasionada y trágica de Eloísa y Abelardo, se construye crípticamente en la relación de la santa con su confesor y en último término con la Divinidad. En el caso de Virginia Woolf, es la incapacidad de amar; la imposibilidad de integrar la epifanía de la unión con el amor erótico y con la experiencia sexual - tan traumática para ella -, lo que la destina a la muerte. Lo que aparece en el texto es ese sentido de fragmentación que subyace la relación conflictiva de Virginia con Leonard y con su propio cuerpo como algo ridículo -mirado, examinado, desvestido, criticado y descalificado a la vez- . Fragmentación interior que se origina en el pasado: Qué no daría por arrancarme la huella maldita que George me incrustó . Desprecio que se proyecta desde la mirada objetivante y enajenante del otro que me revisó de pies a cabeza, como si yo fuera una yegua en subasta . Ni la una ni la otra de las autoras aludidas entenderían ese modo horizontal de vivir descrito por Teresa de la Parra, en donde cierta frivolidad, el afecto tranquilo, la amistad sin Eros, no puede llevar al éxtasis de la unión. Parece como si la autora apócrifa recorriera las modalidades de la psiquis femenina alrededor de este tema nodal de la unión con el Las cartas apócrifas de Gloria Guardia
Otro y con los otros, convocados a través del destinatario de cada una de las cartas. Para Gabriela Mistral el destinatario está ya por fuera del espacio humano. Se diría que después de todas las pérdidas y duelos de su vida el único interlocutor posible es ése que se ha ido ya irremediablemente pero con quien ella tiene el poder de comunicarse, como pareciera que se comunicara después de haberse ido ella misma con la autora apócrifa Gloria Guardia para escribir, con la finura de su estilo, su recado. Escrito éste con el sosiego de quien ha asumido el terrible don: esta palabra que albergamos como un puñal hendido, sin piedad, en la carne . La autora ha estado por años en el exilio del silencio. ¿Cómo no hablar, cómo seguir conservando este silencio, cómo no darse, dándose, en esta mujer singular, política y mística? Simone Weil es el lugar desde donde se toma la palabra. Pero si se habla, ¿cómo codificar la intimidad del secreto de modo que no sea reconocible? La política, como la religión en la Santa, tiene la huella del Eros. Y en la carta dirigida al sabio amigo se superponen ideas y sentimientos. Pero es preciso trascender el terreno en el que se ubica la confidencia en cuanto a las ideas políticas y a la declaración del amor. Porque el secreto está más allá. El amigo, amante que no es, cómplice político, está en el papel de confesor. Es el depositario de un secreto que se divulga al mismo tiempo que se guarda. La persona con quien se comparte una experiencia espiritual. De ella no se le ha podido hablar porque está más allá de las palabras. Ni los sentidos ni la imaginación tuvieron que ver en lo que me aconteció en aquella circunstancia . Es innombrable; sobrecogedora. Es la tercera agua de la unión. La experiencia mística que es imperativo narrar, decir, compartir, por la intermediación, por la inter-posición de Simone para, al mismo tiempo, no decirla y salvaguardar el secreto de lo que se experimenta en el silencio. Y en la última carta... el sol, ese gran ojo que ilumina, me entrega, Baronesa, a mí, Gloria, la que estoy en la sombra, paisajes de su vida y la mía entretejidos desde hace ya mucho tiempo y descritos, dibujados ahora con mi pluma. Yo, Isak, el que escribo, ese otro que hay en mi Sereno examino cada pliegue de mi rostro y me ajusto el viejo antifaz de Pierrot . Invento, para verme a través del antifaz, esa inmensa luna de espejo sin imagen. Escribo en la anamnesis los rasgos de mi misma; cierro los ojos al presente. Me desdibujo. Entre la imagen ciega de mí, que tengo en la memoria, y estas letras que escribo, que me escriben en la oscuridad de mi estudio, que me re-trazan y me retratan hay un hiato difícil de zanjar. Un paso difícil de dar. Un decir oblicuo que me esconde y me revela aun ante mi misma. Me
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conquista el amor en el presente por la audacia, la gracia, la finura de su arte, hemos hecho este pacto de ascender a la luz. Avanzamos en círculos, hasta confundirnos en esta trinidad y sellar nuestra unión en este amor que trasciende la bestia; integra en el vuelo todos los reinos de la tierra: mineral, vegetal, animal y hace alianza en lo alto. Todo se hace con usted, más complejo, más oscuro. A través de la narración puedo inferir, pero no se me da fácilmente a la percepción. Yo, la que hablo en este sitio, en este Encuentro de Centroamericanistas, planteo una hipótesis según la cual la lectora - creadora se ha apoderado del artefacto generador de un discurso, de un logos capaz de expresar lo otro que hay en ella. El vacío, la negación de sí misma, la ascesis total del pensamiento le permite llenar, dándole rienda suelta a su propio inconsciente, las formas ajenas con la sutil disposición y exposición de su propia experiencia. Sin embargo, ¿cómo no develar, develando? ¿Cómo mantenerme yo, la que esta crítica escribe, en la lealtad del secreto que mi lectura descifra, al mismo tiempo que abro esa lectura, que especulo sobre el autorretrato que aparece bajo los finos velos superpuestos? Intuyo la búsqueda secreta de su propio rostro, como si la autora ofreciera al lector que se acerca a su obra, desde la orilla de la creación, el dispositivo crítico propuesto en sus propios ensayos. Percibo el trazo magistral que delinea su rostro, como lo hace el dibujante, en la cuasi autonomía inconsciente del trazo. Los rasgos escondidos se acusan en líneas discontinuas. Pero hilvanan una imagen íntegra, desnuda, cubierta, sin embargo, con el manto que extiende sobre ella el pudor del arte y ante la cual, tal como lo propone la Baronesa Blixen, permanecemos en respetuoso y admirativo silencio
Bibliografía : Derrida, Jacques, Cómo no hablar y otros textos, Barcelona, Anthropos, 1989. _____________ , Mémoires d´aveugle, Paris, Ministère de la Culture, 1990. Guardia, Gloria, Cartas apócrifas, Premio Nacional Bogotá una ciudad que sueña , Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1997.
Cecilia Balcázar de Bucher
Otras voces
miro en su espejo, Baronesa, y doy a ver su imagen que una vez más eclipsa la mía. Me da miedo describirme y por eso me pongo su antifaz. Sé que a usted también le daba miedo y se protegía - como lo he hecho yo ahora, y en otras ocasiones con otros nombres -, con el nombre masculino de Isak. (Porque, puede ser que me reconozcan en la sofisticación de Teresa de la Parra; o en la poesía de mi prosa bien timbrada, capaz de las alturas de Gabriela; o que recuerden mi energía, mi denuedo, mi carácter insobornable como el de Simone. Puede que presuman hecatombes como las de Virginia; o elaciones como las de la Santa). A usted también le da miedo decir todos los otros que se hacen presentes en usted cuando se ciega voluntariamente. Cuando deja de ver con los ojos inquisitivos que se advierten detrás del antifaz y los cierra para ver de veras, con los ojos abiertos a lo otro. Observo detenidamente sus ojos, descubro su mirada en la mía y comprendo por qué... usted y yo captamos... que hemos sido y somos las dos terceras partes de un todo . Somos esta imagen difusa que quiere aprehenderse y teme darse forma; imagen que se encarna en el discurso críptico, en el discurso apócrifo de la otra para no decirse, para no escribirse directamente. Somos ese silencio lleno de sentido que se desborda y se re-traza en un fantasma, en un retrato hablado, escrito, donde es difícil para los otros percibirnos. Somos también, Baronesa, ese otro o esa otra al que nos dirigimos en una circularidad inacabable. De quien es y se ve ser y se ve viéndose: Je suis étant et me voyant, et me voyant me voir como diría Valéry. A mí el que ríe (Isak la que escribe) me fue dada la tarea de escribir el guión un guión que me ha sido dictado. A usted, la del espejo, a usted la que es, la que soy, la trazo con un rictus de sarcasmo en los labios. Usted como yo tiene estirpe, ha llegado a la sabiduría y en esta prosa que escribimos juntas se percibe nuestro ritmo más íntimo. Se galopa casi sobre las palabras con su destreza y la mía . Usted es mi mejor portrait, mi porta rasgos, mi reveladora, la que le da luz al retrato que yo dibujo desde la sombra. Con usted, conmigo, la que escribe y ríe y con Tania la Scherazade, ágil como una pantera, que se refundió en el pasado pero que
Betty Osorio **
Nos reunimos hoy para recordar a la amiga, a la colega, a la mujer y sobre todo para celebrar a la escritora. El legado de vida de Monserrat Ordóñez se encuentra en nuestros recuerdos, pero también en las actitudes y los gestos que ella fundó y cultivó entre aquellos que la rodearon, especialmente entre los jóvenes. Nos enseñó que la literatura es un espacio donde la sensibilidad y la curiosidad se unen al desafío, que cada lectura es una aventura de búsqueda y un forcejeo donde algo nuevo siempre debe ocurrir. Este acto que no tiene nada de pasivo, sino que es un volcán donde se renueva la significación, Monserrat misma lo definió con las palabras siguientes: Cuando ese monstruo comienza a tragar y a vomitar; la lectura que comenzó como traición termina en robo: todos los excesos están permitidos, no hay ética, no hay paz. El mundo se mide por palabras y se roba tiempo, ideas, cualquier cosa, para leer y escribir1.
Por esto precisamente, la escritura fue su pasión más grande; allí supo dar sentido y gestar sentido. Este juego marca tanto su vida intelectual como su vida afectiva. Escribir, de acuerdo a Monserrat no es una labor fácil porque para llegar hasta la página hay que vencer nuevas barreras cada día, porque es un oficio que se practica sin fin 2. Ella vivió intensamente esa relación con la letra y, por eso, supo a profundidad que está marcada irremediablemente por la vida, el cuerpo y el afecto del autor. Tal actitud produce desgarramientos interiores, en sus propias palabras despelleja , pero también conduce a encuentros con el otro. Monserrat entendía desde adentro el oficio de escribir y, debido a ello, pudo penetrar en el mundo de la escritura de otros y especialmente de otras , también mujeres y también colombianas quienes, como ella, se apropiaron de este espacio de autoafirmación y de libertad.
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Palabras pronunciadas en el Homenaje a Monserrat Ordóñez. Universidad de los Andes, febrero 22, 2001. Profesora Departamento Humanidades y Literatura, Universidad de los Andes. Monserrat Ordóñez, El oficio de escribir , en María Mercedes Jaramillo et al. (eds.), Literatura y diferencia, Medellín, Universidad de Antioquia, 1995, pág. 318-319. Monserrat Ordoñez, Prólogo a la edición en español , en Diane E. Marting (comp.), Escritoras de Hispanoamérica, Santafé de Bogotá, Siglo XXI Editores, 1990, págs. XI-XIII.
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Escritura y libertad son dos espacios que se complementan, pensaba ella. Se es escritor más por elección que por vocación. No es un destino implacable sino una forma de enfrentar al destino y de cambiarlo. Es un ejercicio que, una vez iniciado, exige de la voluntad como única garantía para continuar. Toda escritura es un testimonio donde el sujeto desafía las fuerzas de la historia y de la cultura. Así vivió Monserrat Ordoñez las múltiples dimensiones de su propia escritura. Por esa razón, ella supo entender este drama que alimenta la obra de escritoras como Virginia Woolf, Clarice Lispector y las colombianas: Soledad Acosta de Samper, Elisa Mújica, Marvel Moreno y muchas otras quienes, como ella, le apostaron su destino al acto y al oficio de escribir. Esta tarea, para las mujeres, se acerca más a la magia y al vuelo de la bruja que al pensamiento cartesiano. La imagen del camaleón era una de las predilectas de Monserrat para describir su labor como crítica, como profesora y sobre todo como escritora. El cambio constante de color de este enigmático animal, embellece el mundo, lo hace impredecible y lo llena de luz y movimiento. Su resbaladiza identidad de escritora, le permitió moverse a Monserrat por sus laberintos personales y por los de otros, al atisbo de una nueva ruta, de una oportunidad apenas vislumbrada por los demás, de una epifanía. La recuerdo así en un congreso en Alemania, donde supo encandilarnos a todos al hablar de la secreta herida de Maqroll el Gaviero y de su genealogía mítica: Y como nos muestran Sagitario, Quirón y Maqroll, sólo viviendo el dolor puede venir la sanación, una sanación que no es necesariamente la vida después de la herida, sino la vida con la herida 3. Esta herida que, supo ver en la obra de Mutis, creo que es también su propia herida, su propia llaga que no sana y que estará permanentemente abierta hacia el otro, hacia nosotros, como una señal de esperanza y de reto que atraviesa los calendarios. Hoy, precisamente, leeremos parte de su legado poético, en el cual los juegos, que apenas he presentado, se convierten en presencias inconfundibles y en testimonios irrefutables de que el acto de escritura, cuando se vive poéticamente, tiene la marca candente e indeleble del YO. Al leer su poesía hoy, tenemos a Monserrat con nosotros viva. Ella nos habla con palabras que no son de antes sino de ahora, que son presencia y no evocaciones de un fantasma.
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Monserrat Ordóñez, La secreta herida de Maqroll el Gaviero , Actas del Segundo Congreso Internacional de Estudios Latinoamericanos (CELA), (Germersheim, Universidad de Maguncia, 23-27 de junio , 1997), Tubigen, Max Niemeyer, 1999, pág. 32.
Betty Osorio
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Monserrat Ordóñez en su escritura*
Ella, aquí en esta sala, nos alienta a luchar contra el caos y contra la injusticia4 y, a confirmar, dentro del dolor y la infelicidad, nuestra condición de humanos que se atreven a desafiar con meras palabras aun la misma eternidad.
Textos de Monserrat Ordónez5 El oficio de escribir
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En un mes de las brujas nos reunimos en la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, para pensar en el oficio de escribir, la tarea mágica que a tantas mujeres ha convertido en seres prohibidos. El encuentro se había planeado desde hacía meses y varias veces habíamos pospuesto la fecha, por razones supuestamente ajenas a mi voluntad. Creo, sin embargo, que yo también era parte de las dilaciones, o por lo menos las aceptaba con alivio. Mi resistencia a hablar del oficio de escribir ha persistido con extraños disfraces y aplazamientos. Para una trabajadora exacta y sin tregua, como yo, estas huidas son transparentes: me resisto a la identidad impuesta de escritora y me resisto a mi propio discurso sobre la escritura. ¿Por qué no escribir, en lugar de hablar de lo poco (porque siempre es poco) escrito? Es cierto, sin embargo, que esta identidad que se me adjudica no es gratuita, a pesar de que me doy cuenta de no tener una obra pública, coherente y clasificable según criterios académicos, estéticos o editoriales. Me siento un camaleón de la palabra, que cambia de color y tal vez no tiene uno propio. Pero aún así soy un animal consistente. Siempre he vivido con/de las palabras, como lectora, estudiante y profesora de idiomas y de literatura, editora, traductora, conferencista, periodista, crítica literaria, poeta. He comido de mi manejo de la lengua aunque los escritos que más me representan son los que sólo me han alimentado metafóricamente. Mi obsesión es irremediable e inútil, como la del camaleón, que sospecho se engaña a sí mismo más de lo que logra engañar al otro. Si considero resbaladiza mi identidad de escritora, me identifico sin embargo plenamente como lectora. Lectora traidora, desde antes de ir al colegio y de saber leer, cuando me aprendía de memoria los cuentos que me leían y los repetía línea por línea, señalando las palabras con el dedo
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M. Ordóñez, El oficio de escribir , pág. 321. Textos seleccionados por Carolina Alzate Cadavid, PhD, Profesora Asociada, Departamento de Humanidades y Literatura, Universidad de Los Andes.
Monserrat Ordóñez en su escritura
índice como si tradujera signos. Luego, esa gracia infantil se convirtió en maldición, para mí y para todos los que me rodeaban, cuando devoraba colecciones completas y las palabras ajenas eran mi refugio, mis ecos, mis referencias secretas, sin verbalizaciones compartidas. Leía sola y mi mundo se dilataba, desarticulado, lleno de esas telarañas que se apoyan en la vida y que no son la vida. De las arrolladoras palabras ajenas creí aprender que todo está ya escrito y que sólo hay que buscarlo para encontrarlo. Aún me persigue esta labor de exploración en la que me he pasado la vida. Reconstruirla es un peligroso trabajo de autoevaluación y de acribillamiento, cuando años y décadas después amigos y estudiantes me recuerdan por los libros que yo leía, que en algún momento me obsesionaron y obligué a compartir como pesadillas, y ahora desearía olvidar. Pero el pasado también está hecho de letra leída, deslizada, coyuntural, y nadie se escapa de su historia. Compartir y divulgar es también el eje de la enseñanza de la literatura, esa transmisión que los obsesivos del libro hacemos en clase, entre amigos, entre editores, en los comentarios que a veces escribimos. Queremos que otros lean lo que nos gusta, incluso tratamos de obligar a que les guste lo mismo. El placer de leer desencadena una serie de diálogos que incluye a muchas más personas, fuera de un autor y de un lector esquemáticos. Los mundos imaginarios de ambos están poblados de voces que entran en esa misma enorme y silenciosa conversación, que como un iceberg apenas muestra unos cristales. En las profundidades se producen los naufragios. Si la lectura está en la raíz de todos los desastres, su producto es un monstruo mítico. Todas las decisiones vitales de un lector están supeditadas a su obsesión. De ahí salen periodistas, editores, profesores de lengua y literatura, coleccionistas de diccionarios, amistades con las que se puede leer y escribir pero nunca hablar, parejas hechas de libros y no de cuerpos. Cuando ese monstruo comienza a tragar y a vomitar, la lectura que comenzó como traición termina en robo: todos los excesos están permitidos, no hay ética, no hay paz. El mundo se mide por palabras y se roba tiempo, ideas, cualquier cosa, para leer y escribir. Si ese ser maldito, traidor y ladrón, es además una mujer, el desastre es total. Para leer y escribir hay que estar en contacto con el caos y con el cosmos, pero sólo se puede plasmar en soledad, con la libertad que da el candado por dentro de la puerta. Y si hay algo negado a la mujer es su soledad y su espacio. La mujer debe ser desprendida y estar siempre disponible. Por eso no escribe, sólo habla y usa sus palabras como imán. Siempre rodeada, lo regala todo, administra y promueve las escrituras ajenas. Revisa, corrige,
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gusta ser puente. Escribo artículos sobre literatura, porque en los últimos años he encontrado un discurso crítico contemporáneo en donde me puedo hallar con alguna comodidad, un discurso de autodelación y de apertura, que acoge mis obsesivas metáforas, que se opone a la omnipotencia y a la supuesta objetividad de la crítica de mi época de estudiante, un discurso en fin que se basa en una profunda conciencia de género (masculino/femenino) y de historia. Ahí ubico, o quisiera poder ubicar, mis trabajos sobre la revisión del canon literario o sobre la escritura de la mujer en América Latina y en Colombia. Como le decía Milena Jesenska a Kafka, creo que dos horas de vida son muchísimo más que dos páginas escritas. Pero escribo porque lo que quiero decir no aprendí a transmitirlo con la danza, ni con el silencio, ni con el gesto, ni siquiera con el amor, y si no lo escribo lo olvidaré y sin memoria me quedaré sin vida, sin esa única vida de azar en contra del azahar, tan vulnerable, tan prescindible. Las palabras me persiguen y aunque sé que no son mías, que no hay discursos propios sino apropiados, que yo no soy la única con acceso a esas combinaciones precisas, si no las escucho me ahogan, me acorralan, me lapidan, y sólo vuelvo a reconocer mi cuerpo si logro despojarme de mis palabras y de mis pieles viejas y, desollada, vuelvo a empezar. Creo, también, que para mí escribir es una batalla contra la injusticia y contra el caos, contra los silencios impuestos, contra las continuas agresiones que recibimos las mujeres, aunque yo casi pertenezca (me suena irónico después de mi errática escritura de toda la vida) al grupo de las privilegiadas. A veces me han dicho que hay tortura en lo que escribo. En verdad, no podría escribir desde las rosas, los jazmines, las auroras y el amor, aunque los conozca, si he vivido entre el dolor y la violencia. Por otra parte, no creo mucho en una escritura sólo de paz y celebración, sin tensiones ni contradicciones. Escribir no es fácil, porque para llegar hasta la página hay que vencer nuevas barreras cada día, porque es un oficio que se practica sin fin, una carrera sin meta. No es una actividad natural, a la que el cuerpo se entregue como al agua, al sol, al sueño, a la comida, o al amor. Es una decisión, a veces demencial. Un tiempo sin reloj, papeleras que se llenan, letras que bailan, libros que caminan, caras alucinadas. Escribir no es libertad, porque la persona que escribe vive torturada en un espacio de espejos y de aristas, entre lo ya escrito, lo que escribe, lo que quiere escribir, lo que nunca escribirá. No es permanencia, porque su escritura es ajena y no le evitará los desgarros de sus muertes. Es una extraña forma de vivir, una mediación despellejada, que reemplaza mucha vida pero no la oculta ni la ignora. Betty Osorio
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arma plataformas para que otros despeguen, devuelve multiplicada la imagen del que se le acerca. Su oralidad la ahoga y obliga a que los que la rodean se conviertan en esponjas. Sabe que la vida es más que el lenguaje, ese esqueleto que apenas la sostiene, pero se delata, seduce, vende y compra afectos con palabras en trans/misión. Hasta que aprende, muchas veces tarde, a ser rinoceronte y escorpión y caracol para escribir. La defensa de su mínimo espacio ante la invasión se convierte en una pelea que la agota más que la misma escritura. Tiene que explorar nuevos sistemas de vida, porque se considera que la mujer no puede ser feliz escribiendo, no puede ser feliz si está sola, ni siquiera por unas horas, y porque escribir es un acto egoísta, que no se le permite a ese ser supuestamente creado para la entrega indiscriminada. Y la desprendida no logra desprenderse. Paga con silencio su adaptación y su supervivencia. Pero aún no hablo de mí, de lo que escribo y cómo lo escribo. Y sigo resistiéndome a hacerlo, porque no quiero reemplazar la escritura con el discurso sobre la escritura. Porque sería demasiado fácil aplicarme mi propio discurso crítico, para excusarme, inflarme o justificarme. Además, siempre repito que no hay que creerles a los escritores sino a la escritura, así que de todas formas mi opinión sería inútil. Repito también que la escritura no se hace de café, de nubes, de espuma en la ducha o de descargas eléctricas sino de escurridizas palabras, solas y planas. Y una vez combinadas y convertidas en objeto añadido al mundo, esas palabras son más inteligentes que sus presuntos autores y transmiten voces que ellos o ellas ni siquiera identifican. Así, lo que yo pueda decir sobre mi escritura nadie debe creérmelo, porque yo no puedo saber bien qué hago. Lo sospecho, lo intento, escojo conscientemente, pero lo que escribo es parte de un tejido que yo no controlo. Como cuando cocino que, en la mitad de mis decisiones y combinaciones más creativas y supuestamente autónomas, me hielan y me calientan otros gestos repetidos y recuperados. Por otra parte, lo que escribo, cuando hago poesía y prosa poética, es muy distinto de lo que hago o lo que digo. Puedo hablar por horas con fluidez y sin embargo cuando escribo salen textos de piedra y de silencio, despojados, sin concesiones, en contra de la desmesura que siempre me ha rodeado. Hago lecturas críticas y las escribo, pero a menudo decido que estoy harta de pretensiones de originalidad y primeras personas, y decido dejar el espacio a las voces de los otros. Así, con frecuencia he preferido ser lectora y transmitir, impresas, compilaciones de mis lecturas. Traduzco, porque traducir es también compartir y es la más adecuada combinación de una buena lectura y una buena escritura. Edito porque, como me sucede en la docencia, me
Y sin embargo, la persona que quiere escribir y no lo hace, vive y muere condenada. Por eso, hablar de la escritura y del oficio de escribir es suicida. Los que hoy queremos seguir viviendo con palabras, debemos ahora, ya, callarnos e irnos a nuestro posible o imposible rincón y escribir, escribir para poder morir en paz.
No soy
desazonadas, pero no era allá. Salí de las entrañas y me toqué la piel y mi piel gritó y encontré la ausencia, cubriendo mi superficie, debajo de las uñas, en la nuca y en el paladar, detrás de las rodillas y en la espina dorsal. Piel untada de ausencia que lamo a pedacitos hasta que pueda escapar de ella. Cambiaré de piel y me sacudiré la ausencia. Y por fin, superficie despellejada, me arranqué tu piel.
They brush the surface of the world. Their nets are full of fluttering wings. Virginia Woolf, The Waves Soy miles de mariposas perforadas, acribilladas, disecadas, extendidas en los recuerdos muertos de los otros. Las alas se desintegran en polvo de sombra de ojos y quedan huesos carcomidos: lepidóptero devorado por el insecto-recuerdo que lo fija y lo diseca. El polvo de alas gotea. El gusano se ha fundido en la aguja que lo mata, en los ojos que lo observan y las alas que se pudren. Y otras olas de imagos aún vivos piden turno, mientras yo me alejo de ellos más y más. Mariposas que gotean polvo de alas, polvo muerto, ya.
Una y todas
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y el remolino recibió sus palabras y dejó a sus pies una vasija rota y una pajita. Virginia Woolf, Orlando He buscado donde duele la ausencia. Me hurgué los intestinos y me vacié el útero como una molleja, pero no era allá. Me escuché el corazón, campana sorda, y me escarbé los pulmones, esponjas de sed y ahogo, pero no era allá. Me observé el estómago, paloma de agudas uñas y alas Monserrat Ordóñez en su escritura
Agata Salen del agua vestidas de negro el sol rojo oscuro descuelga La arrastran intentan untarle alquitrán coserla entre redes armarla para la perdida lucha de aletas y guantes escafandra y puñal flota la nadadora desnuda llagada de erizos rota de corales con pelo de plancton con lengua de ostras con pechos de estrellas con sexo de almeja y granito flota entre moluscos Implacables horror y asco escupen las buceadoras enlutadas rencorosas la evitan con índices predicen el pus la cercan la acosan le trenzan las lágrimas le raspan escamas porque ella regresa de hundirse en el mar sin fondo y ha visto temblando al lenguado de ojo sin luz.
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Llena la luna obscena escoge tormenta Cumplido su oficio regresan al monte fecundas, oscuras y tristes su fuerza en el pino, la flor de la sábila y sus chupaflores suicidas y pródigos. Cae
el agua dulce
en cascadas Las ágatas se rompen junto a la playa contra la cruz del sur.
Crema de menta And miles to go before I sleep. Robert Frost, Stopping by Woods on a Snowy Evening Prendemos la televisión
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abrimos un libro
escribimos una línea esperamos otro amor (la hebra de vida bajo la ceniza) y sólo la muerte detrás de los gestos las decisiones las ambiciones envejecemos cuando nacemos respiramos nos movemos ensayamos hasta que aprendemos a sufrir sin transparencia y funcionamos sin interferencia sobrevivimos (creemos) y cumplimos viejas metas nuevos planes sentimos la antigua urgencia entre semáforo y semáforo (ayer ¿te acuerdas? vida contada ¿vida evaluada? beso mal dado crema de menta y helado) crece la espuma desbordamos brindamos deseamos manejamos plazos y en conclusión vivimos (suponemos) sin amor por supuesto sin libertad sin sentimientos a veces con estabilidad usamos gasolina en lugar de lágrimas vamos al parque a hacer gimnasia criamos hijos propios y ajenos corremos comemos bebemos jodemos decimos valores se entiende dinero soñamos amores suena el radio reloj cumplimos treinta y decimos adiós. ¿Nosotros? No.
Betty Osorio
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La queman y comen su útero duro devoran su lengua partida sus ojos de fruta crepitan sus dedos al fuego entre rocas por sus huesos silban tuétano y espuma el fondo del agua el olor a naranja y a sal.
Jorge Páramo Carlos B. Gutiérrez *
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Débil es la memoria humana. Colegas queridos e importantes que se retiran o pensionan fácilmente se nos pierden al dejar de entreverarse en nuestra rutina diaria. Y su muerte puede pasar completamente inadvertida, tanto más si se da en tiempo de vacaciones. Nos reprochamos entonces haber descuidado su amistad, no haberles vuelto a mostrar lo que eran para nosotros. Las instituciones a las que han pertenecido tampoco es que tengan buena memoria. Ellas son más bien olvidadizas. La Universidad de los Andes no es una excepción. A escaso medio siglo de existencia no pocos detalles significativos del proceso de su fundación y de sus primeros semestres de vida académica se han ido perdiendo ya en la bruma de anécdotas cada vez más imprecisas. Y al cabo de cinco decenios el paso del tiempo y de la racionalización que busca maximizar el rendimiento de recursos materiales y humanos hacen que colaboradores veteranos, humanamente proclives a la nostalgia, comencemos a sentirnos extraños en casa, que echemos de menos vínculos de reconocimiento en medio de la creciente anonimidad que resulta de la prioridad que se otorga a las relaciones abstractas de número de estudiantes, presupuesto y auto-financiación. Es bien posible además que aumenten nuestras dificultades de identificación con la imagen que la Universidad se ha hecho de sí misma en la que a ratos parece que lo coyuntural social y una idea gregaria de uniandinismo pesara más que la excelencia académica sin pantalla ni concesiones. Jorge Páramo Pomareda fue un personaje poco común. Llegó al Departamento de Filosofía y Letras tras un desempeño de treinta años como investigador y docente en el
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Instituto Caro y Cuervo. Llegó como persona madura y nos hizo sentir a todos lo que era método y sistema, él que se había formado a puro pulso como autodidacta. Vino a liderar la recuperación de la lengua castellana en la Universidad. Con él el griego volvió a tener su dignidad de columna central en la formación de filósofos; sus quizzes implacables ponían eso sí también a prueba el umbral de aguante de nuestros jóvenes estudiantes. Con Gretel Wernher compartió un premio Mazda a la investigación de la antigüedad clásica por un estudio sobre sorteo de lotes en las incipientes urbanizaciones del período micénico. Además de gran lingüista hablaba todas las lenguas imaginables desde el sánscrito hasta el páez y disfrutaba con fruición sorprender a sus oyentes con variantes desconocidas de etimologías archisabidas. Con un discurso en griego moderno recibió en 1995 el primer premio que le otorgó la Sociedad Helénica de Traductores de Literatura por la traducción de una obra de poesía contemporánea. Era por lo demás capaz de decir lo que pensaba y de acabar con sofisticadas discusiones mediante observaciones o preguntas del más ortodoxo sentido común. Su puntualidad era casi inhumana, incluso para la entrega de ensayos o traducciones que generosamente aceptaba escribir con plazo riguroso de meses y años. Tuvo un gran sentido del humor. Se interesaba de verdad por lo que hacían sus colegas en la cátedra y en la investigación. Baste decir que en el tiempo que tuvo a su cargo la dirección de Filosofía y Letras contó con el cálido respaldo de todos ellos. ¿Cómo pues no echar de menos a tan querida rara avis? La ausencia de Jorge Páramo es una buena razón para que decidamos mejorar nuestra memoria y hacer algo por la memoria institucional de nuestra Universidad. De lo contrario corremos riesgo de sucumbir a la futuritis perdiéndonos de lo que ya somos y siempre hemos sido.
Profesor Departamento de Filosofía, Universidad de los Andes.
Jorge Páramo
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Introducción, traducción y notas de Jorge Páramo Pomareda
Dos manuscritos medievales, el Parisinus Suppl. Gr., 388 del siglo X, y el Vaticanus gr., 915, del siglo XIII, nos han transmitido, bajo el nombre de Teognis, una colección de poemas atribuibles a los siglos VI-V a.C. Se trata de una recopilación de elegías griegas, es decir, poemas escritos en dísticos, o versos pareados, cuyo primer componente es un hexámetro y el segundo un pentámetro, y cuya lengua es el jónico clásico adornado con abundantes elementos épicos1. En cuanto al contenido, la colección presenta gran variedad de temas: el poeta y la poesía, la conmoción política, la lealtad y la traición, los buenos y los malos, el enemigo y la venganza, el tirano, la guerra y la paz, la riqueza y la pobreza, el destierro, la juventud y la vejez, los valores ético-sociales, el buen juicio, la moderación y la oportunidad, los dioses, la esperanza, el banquete, el placer y la muerte, etc. Y hay también himnos y plegarias a los dioses, poemas amatorios (homosexuales) e, incluso, adivinanzas. Esto no obstante, en la colección teognidea están presentes un elemento y un propósito unificadores: la ética y la didáctica, que le otorgan el carácter de poesía gnómica. En efecto, la colección encierra la ética griega aristocrática de la época arcaica, fundada en la excelencia en cuanto posesión de nacimiento noble, riqueza, valor, integridad, mesura y piedad, que el aristócrata, o bueno (agathós, esthlós), transmite a los jóvenes de su grupo en sentencias versificadas, incitándolos a mantener los ideales de su clase y a apartarse de los individuos de la opuesta, los villanos, o malos (kakói, deilói). En esta amplia colección, de cerca de 1.400 líneas, los poemas presentan una extensión variable que va de la mínima, 2 versos, y llega a los 16, 18, 20 y, en un caso, 30 versos. Pero no todos son de Teognis. Por otras fuentes sabemos que algunos versos -en realidad muy pocos- son de Tirteo, Mimnermo, Solón y Eveno, y buena cantidad de otros, por su carácter y estilo, suelen negársele a Teognis. Por otra parte, hay poemas enteros que desarrollan, con mayor o menor libertad, ideas presentes en otros que no están en la colección y que tienen autor conocido, pero
distinto de Teognis, y poemas que constituyen auténticas variaciones sobre el tema de otros de la colección. Todo esto se debe a que el primitivo libro de Teognis2 pasó a ser, en el transcurso de los siglos V-IV a. C., el núcleo de una antología en la que se introdujeron poemas de procedencia muy variada, y que se difundía, crecía y se alteraba en los banquetes aristocráticos, en los que solía cantarse por los participantes poesía improvisada sobre temas tradicionales, o tomada directamente de colecciones ya con dicho propósito formadas como la de Teognis- y que, por eso mismo, estaban sujetas a constante transformación3. El primitivo libro de Teognis, cuyo contenido y organización son muy discutidos, estaba dirigido a Cirno4, amigo y amado suyo, a quien Teognis toma como destinatario de sus enseñanzas morales. Estas, de un carácter aquí muy personal a pesar de su materia, constituyen la porción más extensa del libro. Pero hay en él también poemas auténticamente líricos, de libre manifestación del sentimiento, gran fuerza expresiva y lenguaje imaginativo; poemas en donde se alude a hechos que interpretamos como autobiográficos, y poemas para me divertir (como decía León de Greiff). Teognis es un viejo aristócrata de pies a cabeza, su moral es una moral de clase y su colección de sentencias un breviario para la nobleza. Como auténtico dorio sólo tiene sensibilidad para el amor de los efebos: sus enseñanzas están dirigidas a su amado Cirno. Fue el primero en revelarnos la más 2
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Texto extraído de Texto y Contexto No. 21, Julio / Septiembre 1993, Uniandes. Lleva el título general de Elegías de Teognis y está dividida en dos libros. Los poemas no presentan título, y los identificamos por las cifras que corresponden a sus versos. Hoy los filólogos suelen llamar Theognidea a esta colección de poesías.
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Acerca de su existencia no hay dudas, y el más importante testimonio al respecto es el propio Teognis, quien dice: Cirno, sobre estos versos que con arte compongo / haya un sello ( ) y que al verlo se diga: ´son los versos de Teognis, el megarense, nombre conocido de todos´( ) , Theogn., 19-23. Este sello y su equivalencia: son versos de Teognis de Mégara , era ya conocido por Jenofonte según una cita de Estobeo IV, 29; además, Jenofonte transcribe en Memorables I, II, 20 los dos versos finales de Theogn., 27-36, poema del cual Platón, Menón, 95d, cita a su vez los últimos cuatro versos: En Leyes, 630a Platón menciona a Teognis y copia otros dos versos suyos: Theogn., 77-78. Otros autores griegos de la época clásica citan también a Teognis: Critias, Antístenes, Isócrates, Aristóteles y, por ejemplo, Sófocles, Aristófanes y Eurípides recrean versos suyos. El Lexicón de Suidas, del siglo X d. C., pero que recoge tradiciones de la época alejandrina independientes de Theognidea, dice que Teognis escribió para Cirno una Gnomología, que ha de ser primitivo libro de que hablo aquí. Que en el siglo IV a. C. Había antologías de poemas destinadas a la enseñanza lo sabemos por Platón, Leyes 810e (...) algunos, por otra parte, hacen resúmenes de todos (los poetas) y reúnen pasajes completos (de ellos), y afirman que deben ser aprendidos de memoria por quien pretenda llegar a ser bueno y sabio entre nosotros mediante amplitud de experiencias y conocimientos . Invocado a veces por su patronímico Polipaides (leído también Polipedes), pues éste y Cirno son la misma persona según se desprende de Theogn., 19-26.
Jorge Páramo Pomareda
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TEOGNIS DE MÉGARA * Selección de poemas
tenebrosa de las sabidurías: no haber nacido sería lo mejor; pero, ya que se ha nacido, ¡ojalá pudiéramos traspasar muy pronto las puertas de ultratumba y yacer ahí cubiertos por un montón de tierra!5
Teognis era de Mégara, ciudad situada en el istmo de Corinto a dos y medio kilómetros del golfo Sarónico, sobre el cual poseía el puerto de Nisea frente a la isla de Salamina6. Tenía (y sigue teniendo, puesto que todavía existe) como vecino oriental a Eleusis y ocupaba una posición más o menos equidistante entre Atenas y Corinto. A partir de la llegada de los dorios a Grecia fue ciudad doria; se mantuvo casi siempre en la órbita política de Corinto (ciudad también doria) y, por consiguiente, fue enemiga de Atenas. Mégara, ciudad agrícola y rica por su comercio e industria, fundó en Sicilia a Mégara Hiblea (728 a. C.) y a Selinunto (628 a. C.); en el Bósforo, a Bizancio (660 a. C.), Selimbria, Calcedonia (687 a.C.) y Astaco; y en Bitinia, a Hereclea (560 a.C.). Además de conflictos externos con Corinto y especialmente con Atenas, a propósito de la posesión de Salamina, y con los persas7, Mégara tuvo durante los siglos VII - V a. C. largas luchas políticas internas: a la tiranía de Teágenes (siglo VII) siguió un breve período de gobierno oligárquico, tras el cual se introdujo la democracia (siglo VI) que, a su vez, fue derrocada en una batalla a causa de su corrupción y anarquía (siglo V)8. 5
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Egon Friedell, Kulturgeschichte Griechenlands, München, 1949, pág. 153 (traducción mía). Friedell, el irónico filósofo de la historia, se suicidó en 1938, cuando las tropas alemanas invadieron Austria. Teognis se declara megarense en Theogn., 23 y la tradición ha entendido esta declaración como referencia a la Mégara de Grecia. Sin embargo, algunos han sostenido que la patria de Teognis era la Mégara Hiblea de Sicilia (colonia de la otra), basándose en que Platón, Leyes, 630ª, dice: ( ) y tenemos un testigo, el poeta Teognis, ciudadano de la Mégara de Sicilia ( ) . Pero, o Platón está equivocado, si con su aseveración ha querido decir que Teognis tenía por patria a Mégara Hiblea (lo que contradecía ya Dídimo en el siglo I a.C., según un escolio al citado pasaje de Leyes) o, más bien, dicha aseveración debe entenderse como que Teognis, natural de la Mégara de Grecia, tenía la ciudadanía de la otra Mégara por haber residido en ella, como exiliado. Esta interpretación se apoya en el sentido que tiene ciudadano en la frase que el mismo Platón escribe en página anterior (Leyes, 629ª) a propósito de Tirteo, de quien dice: ( ) ateniense por naturaleza, se hizo ciudadano de éstos (los lacedemonios) . Hoy sabemos que Tirteo no era ateniense. Mégara era miembro de la confederación peloponésica y, como tal, combatió contra los persas en la batalla naval del Artemisio (480 a. C.) y en Platea (479 a.C.), Cfr. Heródoto VIII 1 y IX 28,6. Plutarco, Cuestiones griegas 18; Aristóteles, Política 1304b. Véase G. Glotz, La ciudad griega, México, 1957, pág. 96; H. Berve, Griechische Geschichte I, Freiburg, 1951, pág. 166, y R.P. Legon, Mégara. The Political History of a Greek City-State to 336 d.C., Cornell University Press, 1981.
Teognis de Mégara. Selección de poemas
En cuanto a la época en que vivió Teognis, lo más probable es que haya sido el período que comprende la segunda mitad del siglo VI a. C. Y la primera del V9. En este marco geográfico e histórico se mueve, pues, Teognis, quien en sus poemas se muestra como un noble aristócrata que odia y rechaza al grupo social que se le opone, el de los plebeyos (105, 341, 363, 847)10 y como un ciudadano perteneciente al partido oligárquico que mira como un mal el ascenso del pueblo (43, 53, 183) y teme a la tiranía (1081), de la que no es amigo (823 y 1203); como alguien que en la revolución social pierde sus bienes (315, 341, 619, 667, 1197) y se exilia (511, 1197): en Tebas (1209), en Eubea, Esparta y Sicilia (783), y después regresa (1122)11; como una persona íntegra (415, 447) y generosa (511) a quien sus amigos traicionan (599, 811) y como un buen patriota (549, 773, 887, 891) que no ama la guerra (885); en fin, como un hombre piadoso con los dioses (171) y moderado (219, 1029) que cree en la esperanza (1135), pero que también se desespera (425). Incluso como un poeta sensible a la belleza
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Suidas dice que nació o floreció (el verbo empleado por él puede tener en el contexto ambos significados) en la Olimpiada 59 (=544-541 a.C.). Si lo que Suidas pretende decir es floreció , Teognis debió de nacer alrededor del 580 a.C. y, para el año de las batallas de Salamina y Platea (480 a.C.), tendría cien años. Así, su referencia al ejército medo que amenaza a Mégara (Theogn. 775776) se referiría a la expansión occidental de Persia:captura de Sardes y conquista de Jonia (545 a.C.); pero lo remoto de tal peligro, respecto de Mégara, hace poco verosímil que Teognis se refiera a él. Es más verosímil que aluda a la amenaza que para las ciudades del istmo de Corinto representaba el ejército de Jerjes entre 480 a.C. (batallas de las Termópilas, Artemisio y Salamina) y 479 a.C. (batallas de Platea y Mícale), especialmente tras la destrucción de Tebas y de Atenas y la huida de los antipersas griegos a la región del istmo. Ala luz de esto, es mejor tomar el aserto de Suidas como nació , con lo cual resultan verosímiles en la vida de Teognis las fechas de ciertos acontecimientos a que se refiere en sus poesías: si nace en 544 a.C., tiene 38 años cuando (506 a.C.) Milcíades se apodera de la llanura de Lelanto (Theogn . 891-894) y tiene 64 años cuando (480 a.C.) se cierne sobre Mégara el peligro persa (Theogn. 775-776). Además, de esta manera Teognis resulta contemporáneo de Simónides de Ceos, 556-464 a. C. (Theogn. 667) y posterior a Solón, 635-560 a.C., en cuyas elegías se inspiró a veces (v.gr. Theogn. 39-42, 43-52, 197-208). Hoy todavía mantienen para Teognis una cronología alta, siglos VII-VI a.C., M.L. West, Studies in Greek Elegy and Iambus, Berlín, 1974 y G.M. de Ste Croix,The Class Strugle in the Ancient Greek World, London, 1981 (trad. Esp. Barcelona, 1988, pág. 328). Los poemas que se citan en este párrafo -con referencia entre paréntesis ( ) al primero de sus versos- pueden leerse en la presente antología, salvo uno; véase la Nota 11. No se incluye en esta antología; es fragmentario, y no está muy claro que se refiera al regreso del exilio. Dice, en traducción de F. Rodríguez Adrados, Líricos griegos, Barcelona, 1959: No me recuerdes mis infortunios: he sufrido tanto como Ulises, que volvió a la tierra escapando de la morada de Hades; el hombre inteligente que con su valor, que no conoce la compasión, mató a los pretendientes de Penélope, su esposa legítima, que le esperaba junto a su hijo querido hasta que pisó la tierra...y la horrible mansión
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W. Jaeger, Paideia, II, México, 1942 Q. Cataudella, Historia de la literatura griega, Barcelona, 1954. F. Rodríguez Adrados. Teognis , en Líricos griegos, II, Barcelona, 1959. __, El mundo de la lírica griega antigua, Madrid, 1981. A. Lesky, Historia de la literatura griega, Madrid, 1968 O. Murray, Grecia arcaica, Madrid, 1981. G. de Ste, Croix, La lucha de clases en el mundo griego, Barcelona, 1988
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He encontrado también buena ayuda en las notas de la edición de F. Rodríguez Adrados, Líricos griegos.
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J.A. López Férez (ed.), Historia de la literatura griega, Madrid, 1988 P:E. Easterling & D.M.W. Knox, Literatura griega, Madrid, 1990 José Alsina, Teoría literaria griega, Madrid, Gredos. 1991 Jean - Pierre Vernant y otros, El hombre griego, Madrid, Alianza, 1993
Lealtad, traición y mentira 811-814
He sido víctima de un mal, menor que infausta muerte, pero, Cirno, peor que tantos otros: me traicionaron mis amigos. Me veré ahora con mis enemigos y sabré qué tienen en la mente
599-602 (128)
No me pasaste desapercibida en el camino por donde antes ya vagabas. ¡Lárgate, odio para los dioses y desconfianza para el hombre, culebra variopinta que en mi pecho, helada, y albergaba!
857-860 (128)
Si alguien de mis amigos ve que estoy en mala situación, voltea la cabeza y ni mirarme quiere. Si estoy boyante - lo que rara vez le ocurre al hombre- todos me abrazan y saludan.
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Hallarás pocos hombres, Polipaides, que en las malas se muestren compañeros leales, y que, con corazón equilibrado, acepten ser partícipes de tu bien y tu mal.
83-86
No encontrarás a aquellos, aunque busques entre todos los hombres y limites su número al que una sola nave transporta, en cuya lengua y ojos pudor habite, y a quienes la ganancia no lleve a acciones vergonzosas. Jorge Páramo Pomareda
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literaria (15) comprometido seriamente con su oficio (769), y consciente, tanto de la exclusividad y excelencia de su propia creación (19), como de su poder de conferir la inmortalidad (237), y a quien complace ante todo el banquete (757), con sus cantos y su vino (531, 789), ya que es la única ocasión de disfrutar del placer mientras llegan la vejez y la muerte (567, 977, 973). El presente trabajo, realizado para un seminario sobre literatura griega de la Universidad de los Andes de Bogotá, comprende la anterior breve noticia sobre Teognis, mi traducción en verso de 97 poemas de Theognidea, y un parco comentario a casi cada una de las poesías traducidas. El propósito de dicho comentario ha sido proporcionarle al lector algunos datos sobre realidades de la vida griega de la época de Teognis, y poner a su alcance algunos textos griegos, en traducciones propias o de otros, que lo ilustren acerca de la tradición gnómica de la cual Teognis fue un destacado eslabón, así como de procedimientos de escritura , corrientes en la poesía griega (sobre todo en la de la época arcaica), que para nosotros son extraños. Todo esto, sin embargo, lo he dejado en estado de mero acopio de materiales, para darle al lector la oportunidad de hacer su propia elaboración y de formarse un juicio personal. En las traducciones he pretendido reproducir el tono de cada poema y, por tanto, me he apartado de la uniformidad formal, métrica y estilística, que caracteriza a la elegía griega. Para su realización he utilizado el texto griego de E. Diehl, Anthologia Lyrica Craeca, 3ª ed., Leipzig, 1940, cuyo amplio aparato de referencia me ha sido muy útil en la redacción del comentario12. Si el lector desea ampliar su conocimiento de Teognis y de la época en que vivió deberá leer las páginas pertinentes a los siguientes libros:
415-418 (128)
Aunque lo busco, no consigo encontrar un compañero tan leal como yo y en quien no exista dolo. Como el oro, sométome a la piedra de toque y adquiero la conciencia de superioridad.
119-128 (128)
Intolerable es el engaño, Cirno, de la moneda falsa, oro o plata, y los expertos lo descubren fácil. Pero que el pensamiento del amigo se mantenga escondido, y él sea hipócrita y traicionero de alma, es el engaño peor que moneda falsa que los dioses nos pueden deparar. Sólo sabrás qué mente se halla en hombre o en mujer si a tortura los llevas como asnos; y no adivinarás hasta que el caso llegue a su madurez. Las apariencias frecuentemente engañan la opinión.
421-424 (129)
En la lengua de muchos no hay portones que ajusten bien, y se meten en cosas que no les corresponden. Es mejor muchas veces que el pensamiento malo se mantenga encerrado. y, en todo caso, es preferible que el bueno sea el que salga y no el malo.
607-610
Al comienzo la mentira reporta cierta gracia, pero al final es gaje soez y malo. Nada hay de bueno en hombre mentiroso de cuya boca sale, primero, la mentira
213-218 (129)
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Oh corazón, a todos los amigos adapta tu sentir y acomódate al ser de cada uno; procede como el pulpo que parece del color de la roca a que se aferra; agárrate del uno y, luego, cambia de color según caso. Esta es sabiduría mayor que la inmovilidad.
599-602 1. Alusión a la fábula El labrador y la serpiente, que puede verse en Esopo y Fedro (IV19): En el invierno un labriego encontró Teognis de Mégara. Selección de poemas
una serpiente congelada por el frío y, condolido, la puso en su seno para que se calentara. Revitalizada con el calor la serpiente lo mordió en el pecho y le causó la muerte . 857-860 1. Un tardío eco de este poema es el siguiente epigrama de Marco Argentario, poeta del siglo I a.C. (Antología griega V 113): Fuiste amado de rico, Sosícrates; de pobre / ya no te aman, que el hambre es cura del amor. / Menófila, quien antes te llamaba ´perfume´/ y, ´tierno Adonis´, pregunta ahora por tu nombre: / ´¿Cómo se llama el joven? ¿De qué ciudad procede?´/ Ya sabes: hombre que nada tiene no es mi amigo . 119-128 1. Recreado por Eurípides, Medea 516 y ss. (habla Medea): ¿Cómo es posible, Zeus? Del oro falso / indicios claros tú le diste al hombre, / y aquel que necesita conocer / cuál es el malo entre los hombres / ¿no puede recurrir a marca alguna? . 421-424 1. Véase Hesíodo, Trabajos y días 719-721: El tesoro mejor entre los hombres es una lengua / parca, y máxima gracia cuando con medida procede (traducción de Paola Vianello de Córdova, op. cit.) 213-218 1. Ya en la épica el monólogo del héroe está dado como un diálogo entre él y su corazón. Así, Odiseo le dice al suyo, que ladra como un perro ante la conducta desvergonzada de las sirvientas: Aguanta, corazón, que peores cosas aguantaste el día en que el Cíclope, esa fuerza indomable, se comió a mis valientes compañeros; entonces aguantaste hasta que mi astucia te sacó de la cueva cuando ya te dabas por muerto , Odisea XX 18-21. Arquíloco, cuya influencia en Teognis es notable (véanse 319, 355, 393, 441, 591, 1029), dijo también (frag. 211 Diehl): ¡Oh corazón, mi corazón, / atormentado por crueles dolores! / Levántate. Defiéndete de tu enemigo / presentándole el pecho, / irguiéndote valerosamente frente a sus emboscadas./ Y no te jactes en público si sales vencedor, / ni gimas metido entre tu casa si sales perdedor. /En la alegría alégrate y en el fracaso atrístate,/pero no en demasía./Date cuenta del ritmo que sujeta a los hombres . 2. Teognis utiliza aquí un motivo que aparecía ya en el poema cíclico La tebaida, en el cual Anfiarao le dice a su
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del consejo de Teognis es el de la versión de Píndaro (frag. 43; habla Anfiarao a su hijo Anfíloco): ¡Oh hijo, a la piel de un animal marino / pegado a la roca parécete al sumo / en tu mente, cuando trates con cualquier ciudad; / alaba gustoso lo presente / y cambia de pensar cuando los tiempos cambien! (traducción de Alfonso Ortega, op.cit.).
Jorge Páramo Pomareda
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hijo Anfíloco cuando éste parte para Tebas: Procediendo según la costumbre del pólipo, oh héroe Anfíloco, adáptate a los hombres a cuyo país llegues; sé distinto según las ocasiones y acomódate al lugar en que estés (traducción de F. Rodríguez Adrados, op. cit. II, p. 183). Aquí la idea es la misma de nuestro refrán: Al país donde fueres haz lo que vieres . Más cercano al sentido
Fragmentos sobre filosofía del lenguaje Anselmo de Canterbury, Bogotá, Ed. Uniandes - CESO, 2001.
Roberto Palacio *
La clave es hacer
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La investigación denominada Fragmentos sobre filosofía del lenguaje recoge en escasas doscientas cincuenta páginas uno de los capítulos más desconocidos y a la vez desconcertantes del pensamiento medieval. La filosofía del lenguaje de Anselmo rara vez figura como uno de los temas tratados cuando se menciona el pensamiento del Arzobispo de Canterbury. Cualquiera que se dedique a recopilar una bibliografía básica de este autor lo podrá constatar. En este orden de ideas, la escogencia del tema debe ser celebrada como muy afortunada en esta coedición del CESO y Ediciones Uniandes. Aparte de resaltar los aspectos puramente formales: lo agradable de una edición de formato generoso, debidamente presentada, indexada y referenciada, se debe hacer énfasis en los logros mismos de la investigación. La obra consta de un estudio introductorio extenso escrito a manera de preámbulo por el profesor Felipe Castañeda, texto que presenta la traducción de un escrito relativamente breve (unas 65 páginas) en versión
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Profesor Filosofía Universidad de los Andes
Fragmentos sobre Filosofía del Lenguaje
bilingüe de Anselmo realizada por el Grupo de Traducción de Latín de la Universidad de los Andes. Se trata, este último, de un escrito que está concebido como una introducción general a la filosofía del lenguaje de Anselmo y que tiene por objetivo comentar una de sus obras más desconocidas, el De potestate et impotentia, possibilitate et impossibilitate, necessitate et libertate. El estudio introductorio comienza analizando la concepción general del significado en Anselmo. Una de las propiedades más notables de esta concepción general es que el lenguaje crea una ontología propia, cuando la realidad no alcanza a satisfacer plenamente las necesidades referenciales de las palabras. En términos de Anselmo, un aliquid o sencillamente algo, será tenido como el soporte referencial para los nombres (y otro tipo de expresiones) que nuestro lenguaje pueda sugerir. Hay cuatro tipos de aliquid: primero, aquello de lo cual tenemos nombre, concepción mental y existencia en la realidad de lo correspondiente al contenido mental; segundo, aquello de lo que se tiene nombre y concepción mental, pero sin contrapartida en la realidad; tercero, aquello de lo que sólo se tiene nombre, sin concepción mental ni contrapartida real y por último, quizá el más interesante, se trata del aliquid del cual no se tiene ni nombre ni existencia en la realidad ni contrapartida real. Se trata de cuando decimos, por ejemplo, que el que el sol no esté sobre la tierra hace que el día no sea. Digo que este último caso es interesante porque muestra muy claramente hasta qué punto el pensamiento medieval tuvo el ingenio de construir una ontología tan amplia que se desmoronaba por su propio peso. El simple hecho de que tuviéramos una expresión para algo (ni
siquiera un nombre propiamente hablando) ya nos obligaba a suponer una entidad que correspondiese con esa expresión. Dada esta manera de pensar, incluso lo que no es debe de alguna manera ser, porque de otro modo ¿qué es aquello que no es? Esto es lo que la filosofía analítica contemporánea ha denominado el viejo rompecabezas platónico del no ser, y a pesar de constituir un problema que parecería que prácticamente podemos eliminar por absurdo, sólo hasta 1905 con la teoría de las descripciones de Russell se ha planteado un modelo de alternativa para enfrentarlo. De hecho, la posición de un pensador como Anselmo se asemeja mucho a la del matemático de principio del siglo XX, Meinong, un personaje de primera línea de importancia para quien quiere entender la filosofía analítica contemporánea, ya que fue contra posiciones como la de Meinong que se enfocaron todos los escrúpulos nominalistas en la ontología del pensamiento analítico que vemos surgir desde Russell1. Pienso que la
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La posición de Meinong acerca de nombres como Pegaso y de otras frases denotativas como el actual rey de Francia y el cuadrado redondo es que dichas expresiones sí tienen significado, que sus significados son los objetos designados por las expresiones, pero que dichos objetos no existen como diríamos que existen las mesas y las sillas sino que su forma de ser es la de la subsistencia. Anselmo intentará una estrategia similar al insistir sencillamente en la noción de aliquid. La diferencia entre existencia y subsistencia radicaría básicamente en que la existencia para Meinong está limitada a los objetos actualizados en las dimensiones de espacio y tiempo mientras que subsistencia se aplica a otras entidades, como posibles no actualizados, por ejemplo. Aquí hay serios atentados contra la ley de la no contradicción, pues en el caso que nos ocupa nos vemos obligados a admitir en cierta forma que Pegaso es (porque subsiste y como tal es un posible no actualizado) mientras que al mismo tiempo estamos negando su existencia ya que no entra dentro de la categoría de objetos a los cuales
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les otorgamos la existencia, a saber, posibles actualizados en el espacio y el tiempo. Si se considera detenidamente, lo que ha hecho Meinong aquí es usar de una manera laxa la palabra existir, sacándola de su uso habitual. En su uso habitual, cuando decimos que Pegaso no existe queremos negarle cualquier forma de ser y no decir que tiene una forma de ser que es la subsistencia. Para ponerlo en términos de Quine, Meinong puede ser considerado como uno de esos filósofos que se han confabulado en la empresa de arruinar la vieja y buena palabra existir .
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importancia más adelante de cara a sentar las premisas para una tesis básica del De potestate, cual es la idea de que todo verbo se puede parafrasear por el verbo hacer. Pero vale la pena destacar acá que el análisis que hace Anselmo de la proposición, a diferencia de otros análisis medievales y del análisis de la gramática desde Aristóteles, no gira en torno a la definición sustantiva de la misma sino que giran en torno a la definición verbal. La investigación de Castañeda intenta dejar muy claro este punto y poner en primer plano de importancia la desconcertante doctrina de Anselmo según la cual todo verbo se puede reemplazar por el verbo hacer : en el caso del pensamiento de Anselmo, se trata de la consecuencia de un planteamiento ético-teológico. Tanto la existencia como el modo de ser se tienen en cuenta a partir de un deber ser. En este orden de ideas, la realidad de una determinada cosa se concibe en la medida en que realice ese deber ser, y por lo tanto, como acto. El ejemplo que nos trae el estudio introductorio es claro. La propiedad que tiene el fuego de calentar expresa principalmente un hacer del fuego, el que el fuego haga calor. Al hacer esto, el fuego hace lo debido y así obra rectamente, actuando conforme la naturaleza que le otorga el dios omnipotente. Así, la existencia y la realidad misma de las cosas dependen de que se haga o no haga lo debido, es decir, de una cierta forma de hacer. Por esto, todo verbo se puede reemplazar por hacer . Esto implica que en la proposición, los términos que denotan cosas no sólo se entiendan como soportes estáticos de propiedades. Al mismo tiempo se está diciendo implícitamente que los verbos priman sobre los sustantivos a nivel de lenguaje. La investigación de Castañeda resalta este punto como uno de primera línea
de importancia, dándole así al pensamiento de Anselmo lo que podríamos llamar una connotación dinámica , al menos en su forma de concebir la proposición. Esta doctrina de las proposiciones de Anselmo tiene como consecuencia otra de las doctrinas que sostendrá el Arzobispo: la concepción de las oraciones en términos de causa y efecto. Para Anselmo, todo verbo implica que el sujeto de la oración en cuestión se asuma como una causa cuyo hacer se expresa por el verbo. En este orden de ideas, el objeto del hacer o el hacer mismo se tendrían que entender como el efecto expresado en el predicado de esa causa que hemos señalado y que se encuentra en el sujeto. Así, toda proposición no sólo es traducible a un hacer sino a que también expresa una relación causa-efecto. Esta doctrina es importante ya que le va a permitir a Anselmo, por un lado, dar una interpretación de las categorías de la lógica clásica, como la substancia, la cualidad, la cantidad, la relación, el tiempo, el lugar etc. En la medida en que estás ultimas determinan directa o indirectamente el significado del sujeto de una oración, podrán ser entendidas como distintos tipos de causas que se deben poder asimilar a algún tipo de hacer, precisamente. Por otro lado, las condiciones de verificación de las oraciones se verán facilitadas ya que una cosa es indagar si una causa en realidad tiene un determinado efecto y otra es indagar si una entidad o un grupo de entidades tienen o no una cierta propiedad. Es más plausible llevar a cabo una comprobación de la primera. En este orden de ideas, la investigación pasará a determinar lo que es la noción de definición propia e impropia. Esto guarda una relación directa con lo que se venía hablando Roberto Palacio
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investigación habría hecho muy bien acá en señalar caminos de relaciones o al menos posibles bibliografías para que el lector pueda concatenar el pensamiento del siglo XI con el contemporáneo. De otro modo la investigación sigue siendo para el especialista en la filosofía del período investigado. Creo que estas líneas de relación se deben trazar justamente por ese carácter de generador de problemas que le hemos adjudicado al pensamiento medieval. Pero se debe dejar en claro que ésta es más bien una objeción externa a la investigación de Castañeda, ya que también es preciso reconocer que tal relación quizá habría desbordado los propósitos iniciales de un estudio como éste que tiene muy poco que pueda ser objetado y de la publicación en general. Pasemos ahora al problema de la significación ya no en los términos aislados sin en las proposiciones. Quizá sea acá en donde el pensamiento de Anselmo presenta una gran originalidad y se destaca en el panorama general del pensamiento medieval ya que el significado de una proposición se considera a partir de lo que se haga con ella, del uso que se le dé; en otros términos, a partir de un determinado hacer, de una actividad. Como bien lo señala la investigación de Castañeda, éste será un punto de primera
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porque en la oración se deben indagar por las características de un algo en la medida en que ella expresa el actuar causal de ese algo, el desarrollo de sus potencialidades. También tiene que ver en la medida en que de nuevo el pensamiento de Anselmo recurre al cuerpo doctrinal aristotélico. Una definición para Anselmo resulta correcta si efectivamente en ella se logra expresar qué sea el ser de algo de tal forma que se pueda distinguir el ser de este algo de forma absoluta de otras cosas que no comparten la misma esencia. Se le debe apuntar a aquello sin lo cual el algo en cuestión no sería, y no se deben incluir elementos en la definición que no sean indispensables. En este caso, Anselmo está pensando concretamente en el caso de la libertad en relación con la capacidad de pecar. Si la libertad se puede dar en algunos seres (como los ángeles o la deidad misma) sin que esté presente esta capacidad de pecar, entonces es posible que la libertad se dé sin la capacidad de pecar y en este orden de ideas no es parte de la definición en un sentido propio. Se trata de la vieja estratagema aristotélica de encontrar las diferencias específicas dentro del género más próximo. Para hacer esto, se determina primero el género sobre el cual se van estableciendo estas diferencias y para el efecto, Anselmo de nuevo recurrirá al corpus aristotélico, concretamente, a las categorías. Para finalizar la exposición de esta parte sistemática del pensamiento de Anselmo, la indagación de Castañeda le dedicará un capítulo a la necesidad de clarificar el uso de expresiones, o como él mismo lo dice, de generar patrones de interpretación que logren hacer compatible lo que se dice según el uso habitual con ciertas verdades que según la doctrina cristiana se consideran incuestionables. Así se abordará el Fragmentos sobre Filosofía del Lenguaje
problema de la relación de Dios con el mal. Este problema y otros similares permiten presentar lo que será propio del capítulo que cierra la investigación. En este última parte, la que por mi lado considero la más interesante para el lector no especializado, se plantean los propósitos generales del pensamiento de Anselmo en términos mucho menos especializados de lo que se hace en la indagación anterior, que es más sistemática. Por ejemplo, se discute la famosa idea anselmiana de aclarar la fe que busca el entendimiento . Para Anselmo, el papel de la indagación conceptual se resume en esta fe que debe abrirse un camino conceptual a través de los problemas que la tradición filosófica y que los mismos usos comunes le imponen al pensar. De esta manera, la reflexión en filosofía asume el papel de querer evitar las incoherencias, incoherencias que no se reducen meramente al planteamiento de contradicciones en el sentido de predicaciones opuestas, sino contradicciones que tienen una contrapartida semántica, bien sea en el sistema de valores o en el mundo de las cosas. Es evidente que quien trabaja en el tema de la filosofía medieval quiere enfatizar que los problemas por ella tratados no son meros formulismos vacíos sin contrapartida real; no se trata de un mero juego del ingenio filosófico intentando asombrarse a sí mismo. En el caso del pensamiento de Anselmo, el querer ser una fuente de aclaración filosófica de la fe (y en ese orden de ideas el querer plantear un modelo de aclaración filosófica en general) redefine los propósitos y ventajas de asumir el estudio de una filosofía tan llena de problemas intrincados como lo puede ser el pensamiento medieval. Esta característica de por sí justificaría la
ardua tarea de emprender su estudio. En mi opinión, el pensamiento medieval se muestra especialmente rico como fuente que señala problemas y que ofrece sus propios esquemas conceptuales para resolverlos, y como tal se perfila como un modelo de ejercicio filosófico que plantea preguntas y ofrece sus propias respuestas. Este aspecto pienso que lo ha dejado muy clara la investigación de Castañeda desde las consideraciones preliminares: Si la forma habitual de pensar para el momento de Anselmo se indica por la forma corriente de entender determinadas expresiones desde el uso acostumbrado del lenguaje, y si gran parte de la problemática filosófica se genera precisamente por este tipo de comprensión, entonces resulta pertinente hacer explícito este tipo de entendimiento tal como el mismo Anselmo lo captó. De ahí que la presente introducción se fundamente en una interpretación inmanente de su obra enfocada al tema mencionado.
El haber planteado este propósito que persigue el estudio de la obra de Anselmo desde el comienzo tiene una ventaja innegable. Es indispensable advertir al lector sobre lo que persigue un pensamiento tan específico y permitirle a este lector hacer una lectura interesada , una lectura que ya arranca haciéndole preguntas al texto y debe decirse que este es uno de los aciertos del estudio de Castañeda. Pienso sin embargo que dichos propósitos generales se habrían visto bien complementados con una guía, una especie de mapa de la indagación, el esqueleto lógico de la misma. He intentado hacer ese ejercicio en esta reseña, no sé si con éxito. A pesar de que, como bien se puede apreciar en
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embargo, una investigación como la que comentamos no tiene nada que temer ante la acusación de perder el detalle minucioso del argumento. A pesar de este inconveniente, (inconveniente que, como mi crítica anterior, no es más que un aspecto relativamente externo a la investigación como tal) pienso en general que la investigación tiene muchas más virtudes que defectos. La investigación introductoria tiene la ventaja de haber señalado e insistido en caminos novedosos de interpretación de Anselmo, y sobre todo, de haber mostrado argumentos de este pensador que sorprenden por ser únicos en el panorama del pensamiento antiguo, argumentos como el del análisis verbal de la proposición, o el del análisis oracional en términos de causa-efecto. El propósito mismo de la investigación es encomiable, la idea de tomar un tema bien delimitado y específico y
trabajarlo a cabalidad, abriendo así la posibilidad de perfilarse este estudio como el primero de una serie de investigaciones que al cabo de un tiempo puedan presentarse como los resultados puntuales de los logros alcanzados por un grupo específico de estudio o en general de un departamento universitario. Otro aspecto en el que quiero hacer énfasis es en la claridad y limpieza de una traducción que es inobjetable, bien comentada y debidamente presentada por la profesora Emperatriz Chinchilla. Por último, es de destacar la generosa bibliografía que incluye tanto el estudio introductorio como la traducción misma, rasgos que indudablemente le dan a esta pequeña obra el carácter de una investigación seria y apta para ser tomada como un texto de trabajo académico. En este sentido se puede decir que hemos aprendido una de las lecciones de Anselmo: la clave es hacer.
Roberto Palacio
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este esqueleto de la investigación que hemos intentado acá, los temas están ligados de manera muy coherente y forman un camino por el que se puede transitar para completar una parte del cuadro del pensamiento de Anselmo, no siempre resulta claro en la investigación misma cómo se vinculan entre sí los diversos contenidos generales que el estudio va abordando de un capítulo a otro. En este orden de ideas, un planisferio que permitiese tener una mirada amplia a lo que se está estudiando sería muy conveniente. Las conclusiones que Castañeda ha incluido al final de cada capítulo permiten hacer esta reconstrucción sólo de manera parcial. En general, los estudios académicos han sido tímidos a la hora de plantear estos panoramas generales de un pensamiento, o los mismos propósitos globales que persigue un autor, quizá por el temor de ser acusados de falta de precisión y especificidad. Sin
Remedios para el Imperio. Historia natural y la apropiación del nuevo mundo Mauricio Nieto Olarte, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2001 Alberto G. Flórez Malagón *
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Este es un trabajo refrescante por varias razones. En primer lugar es un libro bien escrito que supera el estilo árido y descriptivo todavía común en buena parte de los trabajos históricos. Ofrece una narrativa amena y al mismo tiempo aguda sobre un tema en el cual la mayoría de los trabajos, como recuerda el autor, no han dejado de ser una celebración de los logros de los antepasados compatriotas , casi siempre como aportes documentales faltos de crítica y de un marco analítico. En segundo lugar, complementando los aportes de autores como Diana Obregón, Olga Restrepo, Jorge Arias de Greiff y Alberto Castrillón, entre los más novedosos, Mauricio Nieto contribuye al considerable crecimiento del interés académico acerca de las dimensiones sociales, políticas y culturales de la ciencia en Colombia y a la sofisticación de estos estudios. Finalmente, aunque el autor no lo enuncie explícitamente, este libro aparece como una contribución a la escuela de estudios culturales que explora la función política de la cultura con una clara perspectiva crítica de las relaciones entre poder y conocimiento, tan levemente tratadas en nuestra historiografía nacional. *
Historiador. Jefe Programa Nacional de Ciencias Sociales y Humanas, Colciencias.
El carácter crítico de este nuevo cuerpo de trabajos rechaza, a veces implícitamente, a veces explícitamente, los anteriores estudios que se referían a los avances en la historia natural y a la misión civilizadora de la ciencia occidental y que glorificaban e idealizaban a la ciencia y a los científicos. En el caso de Nieto, elegantemente se desmitifican aquellas relaciones causales entre Ilustración e Independencia americana para avanzar, más bien, en la comprensión del imperialismo cultural y su relación con los movimientos políticos americanos y más ampliamente sobre el carácter institucional y político de la historia natural. Como se enuncia en la introducción del libro, se pretende demostrar cómo la ciencia del siglo XVIII en América, la historia natural y la medicina principalmente, hacen parte de intereses políticos, económicos, y religiosos; que las políticas económicas coloniales estimularon el desarrollo de la farmacia y la taxonomía vegetal, y que dichas prácticas constituyen importantes formas de control tanto de la naturaleza como de la sociedad. Al explorar las prácticas concretas involucradas en la exploración botánica la historia natural aparece como un medio para construir una naturaleza doméstica y una humanidad colonizada . Así se establecen los nexos entre historia natural y política, entre conocimiento y poder, entre descubrimiento y posesión. Si hay algo que puede potenciarse más en este excelente texto es la articulación con corrientes de pensamiento que se han desarrollado por fuera del campo histórico, el cual ha sido tan poco afecto a veces a los desarrollos teóricos. Me refiero en especial al ámbito general de los estudios culturales y quizás más
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precisamente a los campos de los estudios poscoloniales y subalternos. Alimentado por importantes autores y autoras, al estilo de Mary Louise Pratt, madre del concepto de zonas de contacto y de los clásicos recientes de la crítica al imperialismo como el palestino Edward Said, el texto no se atreve explícitamente a vincularse con esa corriente de pensamiento que hubiera proyectado el análisis, especialmente para superar la crítica anterior a la apropiación de América (la naturaleza) por parte de Europa (la razón). De alguna manera persiste el tema de cómo los pueblos nooccidentales no son disueltos o incorporados por el occidente sino que son fuentes privilegiadas para el conocimiento del Oeste, afirmando de nuevo la dualidad imperial entre el Yo y el Otro. Como lo ha recordado a menudo Fernando Coronil, es cierto que el descubrimiento y conquista de América es fundamentalmente el descubrimiento e invención de Europa y del Yo occidental. El progreso histórico ocurre no con los otros sino a costa de ellos. Pero falta explorar la otra opción, la del Occidente más grande que incluye la diferencia colonial , aquella que desestabiliza desde adentro sin aludir a la separación entre el Yo y el Otro. En todo caso, un desplazamiento de la crítica predominante epistemológica del conocimiento europeo en sus propios términos hacia un entendimiento político de la constitución de Occidente que incluya un examen de su sistema de categorías es algo a lo que se puede avanzar a partir de este interesante trabajo. El sutil ataque a argumentos fundamentales de la tradición patria también debe resaltarse en esta obra. Sin pretensiones exageradas y fluyendo naturalmente del texto aparecen las
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sociedades económicas; para contratar científicos y técnicos extranjeros para que enseñaran e investigaran en España, al tiempo que se ofrecían oportunidades para hacer estudios científicos por fuera de España (cualquier parecido con la actualidad no parece pura coincidencia). El eje de toda esta actividad era el conocimiento del mundo natural para el mejoramiento del comercio y las manufacturas. Especialmente notables, argumenta el libro, son las Reales Expediciones Botánicas para investigar la flora americana y en especial sus posibles usos medicinales, difícilmente separables de la medicina y de la farmacia. Así de instrumental, el argumento no deja de ser provocador y nos recuerda y aún prepara la tipología de Pratt acerca de la más estructurada y universalizada vanguardia capitalista que caracterizará la transformación del mundo de los viajeros en el siglo XIX americano. El importante referente de Linneo como fuente intelectual para los naturalistas españoles del siglo XVIII no hace más que reafirmar el ejercicio de la clasificación y la taxonomía como esencial para la economía, el comercio y la industria. Por supuesto esto no reñía con la concepción religiosa de un orden en el que la clasificación ilustrada solamente reforzaba la idea del orden divino que se reflejaba en el natural. Original en el trabajo de Nieto resulta el énfasis en el traslado de la naturaleza, para lo cual se prestaba especial cuidado en los manuales de los botánicos para, por ejemplo, arrancar y transplantar las plantas a países distantes, con el fin de realizar el descubrimiento y clasificación en los jardines botánicos europeos principalmente , convirtiendo estos centros de cálculo como los llama Bruno Latour en los más reconocidos y
prestigiosos mecanismos de la apropiación del mundo natural. No hay que olvidar además, que la credibilidad de los naturalistas dependía en gran medida del poder de la institución europea en la que trabajaban. Entre la visualización que clasificaba (notable ejercicio el de Nieto al involucrar el análisis de las características de los pintores de las expediciones, y de las características estilísticas de sus dibujos) y la movilización física de los objetos naturales, se consolidó el proceso de apropiación de la naturaleza a partir del centro metropolitano Igualmente notable resulta en el libro la vinculación de los procesos de catalogación, representaciones artísticas y desplazamiento de la naturaleza con el poder de las clases sociales: Estos trabajos eran generalmente demasiado caros para el público y su distribución era limitada a algunos nobles, instituciones científicas y algunos pocos aficionados adinerados . El objeto representado que entra a formar parte de las colecciones, ya sea transplantado, disecado, o simplemente dibujado sigue reglas comunes de disciplinamiento cuyo resultado es el artefacto arquetípico. El efecto, nos dice el texto, es que no interesa el medio natural ni la planta completa, ni las partes no esenciales , sino una parte, especialmente la de los órganos de fructificación. Aquí el lector quisiera haber acompañado al autor en una mayor exploración de este tema de las partes y el todo que seguramente tendría una relación análoga en las representaciones de lo humano, de nuevo repitiendo procesos de ocultamiento que hacían viables los planes del asentamiento colonial. La obra de Pratt, de nuevo nos recordará por ejemplo, el famoso caso de la arqueologización de lo humano Alberto G. Flórez Malagón
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frases revisionistas que siguen haciendo falta en la historiografía de estas épocas: que el mundo natural fue incorporado al mundo de la propiedad, como lo retoma Nieto de Peter Bowler; que los centros de producción del conocimiento eran los gabinetes y los jardines de los aristócratas más poderosos de la nobleza y no necesariamente de las universidades; que la celebrada manufactura de las ilustraciones botánicas que tanto enorgulleció a los historiadores patrios no fue otra cosa que la simplificación y esquematización de sus objetos de estudio para apropiarse de y desplazar a los objetos naturales; que los intereses locales y comerciales estaban claramente involucrados en el trabajo de los botánicos; que la historia natural no es una empresa de individuos sino una práctica que requiere de una red de cooperación; que el estatus nobiliario no sufrió ningún riesgo bajo los borbones en su afán de modernización ; o que el estado ilustrado no luchaba necesariamente contra una Iglesia reaccionaria. Sin embargo, a pesar de estas sugestivas afirmaciones, el autor no completa el diálogo explícito con los trabajos de los historiadores coloniales colombianos y no resultará sorpresivo que muchos de ellos no encuentren el espacio para desarrollar el debate ya que el texto presta poca atención a la historiografía local al no referir explícitamente los trabajos que globalmente se pretenden superar. Al avanzar en la lectura del texto, un punto de partida natural que varios autores han referido y que aquí reaparece con gran claridad es el aislamiento en que se encuentra España en el inicio del período Borbónico, uno de cuyos resultados fue la agresiva campaña para promover la actividad científica por las universidades y las
de descubrimiento tan ampliamente asumido por nuestros imaginarios coloniales. El hallazgo de lo que ya existía pero no se conocía, dice Nieto, es por el contrario un proceso de traducción y legitimación en el cual estaban involucrados los nativos, viajeros, taxónomos, químicos y médicos. El libro termina con un análisis de la influencia de los botánicos y médicos españoles sobre la cultura e historia de América, cuyo principal efecto fue la implantación de las prácticas científicas de la Ilustración en las colonias españolas. Más que un motor pre-independentista como solía nombrarse en la historia patria, el movimiento de las expediciones botánicas fue un poderoso instrumento para la introducción de una ideología emisaria de las políticas imperiales de España. La Ilustración como una fuerza progresiva y aceptable se ha exaltado frecuentemente en la historiografía, y aquella idea de Mutis como el oráculo del reino es develada, casi desconstruida, por Nieto para hacernos ver que, precisamente, el oráculo es la agencia o el medio para que el dios hable, para que el poder imperial hable. La consistente desmitificación de Mutis, hacia el final del libro, contrasta con aquella visión que había imbuido al botánico con esa legitimidad propia y desusada del científico neutral. Ya sabemos por diversos trabajos de historiadores nacionales y extranjeros que la posición de los criollos frente al mundo español fue siempre ambigua. Mencionemos los poderosos
mecanismos de hispanización a los que recurrieron los americanos para, curiosamente, afirmar su nueva condición independiente. Malcom Deas nos ha mostrado trazas de este proceso aún en el comienzo del siglo XIX en las prácticas de los presidentes gramáticos que, a través del purismo lingüístico afirmaban su ejercicio del poder. Ya antes, el racismo que buscaba la legitimación en la estructura de clases europea, y la búsqueda de una limpieza de sangre que partía de la diferenciación de castas del mundo colonial y se expresaba en el mundo republicano en las políticas excluyentes de migración racial, entre muchos otros ejemplos, mostraban la permanente ambigüedad que hemos mencionado. En el mejor sentido de la continuidad del imperialismo sin el imperio, la mentalidad colonial se siguió reproduciendo, hasta la fecha según algunos autores, y los esfuerzos por importar la ciencia y apropiarse de la naturaleza, como formas de ejercicio del poder, no hicieron más que replicar la propuesta ilustrada que tan bien nos presenta el autor, manteniendo la permanente tensión entre lo local y lo foráneo, entre el reconocimiento del proceso situado y el que replicó una estructura del poder que insistió en la mirada dual de la exterioridad imperial. Para terminar, el libro de Mauricio Nieto marca un punto de partida en la historia de la ciencia en Colombia, especialmente por su carácter crítico y actualizado, y es un ejemplo valioso de lo que es un trabajo intelectualmente propositivo y estéticamente estimulante.
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que Humboldt en el siglo XIX va a promover como un mecanismo para insistir en la posibilidad de un mundo natural, prácticamente virgen donde realizar el ideal redentor del nuevo mundo para lo cual la parte (lo natural) de nuevo excluía la posibilidad de visualizar el todo (el mundo social) con claros fines de reinvención del mundo americano. El tema no es banal si recordamos con Fritjoj Capra en su trabajo sobre el mundo contemporáneo, cómo la delimitación visual diferenciadora de un árbol, por ejemplo, no tiene mayor sentido si ésa supuesta unidad se visualiza como una continuidad entre el árbol , el aire la tierra, el agua, los nutrientes que están en permanente intercambio e interacción haciendo casi imposible establecer los límites de la entidad. Representar, descubrir , nombrar los géneros y las especies no serían más que aplicaciones de los filtros de la época, filtros que no son más que los del imperio español en busca de sus propios remedios, para utilizar la metáfora que da el título a este libro. Haciendo gala de un espíritu hermenéutico sólido, Nieto estudia un número de plantas medicinales y comerciales que despertaron interés entre los negociantes, los farmaceutas y la Corona: una especie de la canela, un té de Santa Fé, y algunas plantas con poderes contra las enfermedades venéreas, el reumatismo o con propiedades febrífugas y sobre todo la planta americana más famosa y controvertida, el árbol de la quina. Lo notable de esta sección del libro es que estos procesos retan el concepto
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