Pitol el memorioso. Publicamos un perfil del extraordinario escritor y ser humano Sergio Pitol
Convocatoria 1er. Premio Internacional. Libro Animado Interactivo en Español Paula Benavides
Leer en común
Ilustración: Gerardo Suzán
B O L E T Í N D E L P R O G R A M A N A C I O N A L S A L A S D E L E C T U R A . J U L I O 2 0 11 A Ñ O 2 . N Ú M E R O 5
Índice TODOS CONTAMOS 4 Pitol el memorioso 6 Páginas de nuestras vidas
Ilustración de portada:
Gerardo Suzán
Consuelo Sáizar Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
Laura Emilia Pacheco
BUENAS NUEVAS 9 Lectura en la línea 10 Una señora malvada y la lectura 10 Toluca se inunda de libros 11 Centros de lectura y formación lectora, espacios para leer, escribir y escuchar 11 Capital lectora 12 Gonzalo Rojas. “Gato negro a la vista”
FORMAR Y TRANSFORMAR 14 La lectura como agente provocador 16 La llave de la lectura 18 Para leer la cordura
Directora General de Publicaciones
Socorro Venegas Directora General Adjunta de Fomento a la Lectura y el Libro
Erick Jiménez Director Técnico de Fomento a la Lectura y el Libro
Jesús Heredia Coordinador Nacional del Programa Salas de Lectura
Ana Lilia García Coordinadora Nacional del Fondo Especial de Fomento a la Lectura
Karla Hernández Fomento de la Lectura y el Libro
Maricela Arias S eguimiento y Capacitación
LEAMOS EN COMÚN 20 Novedades para Salas de Lectura
SOMOS LECTORES 22 No sala de espera, sala de lectura
Leonardo Vázquez Conde Dirección de arte y diseño editorial
Alonso García, Antonio Montero, Ramón Gálvez, Rubén Bahena Departamento de diseño
Camilo Ayala Ochoa cuidado de la edición
Contacto: Av. Paseo de la Reforma 175, 3er piso, Col. Cuauhtémoc, 06500. México, D.F. Tel. (55) 4155 0636 www.salasdelectura.conaculta.gob.mx slecturainfo@conaculta.gob.mx
Enlaces Estatales Mariana Torres Ruiz
Instituto Cultural de Aguascalientes
Patricia Blake Valenzuela
Instituto de Cultura de Baja California
Rubén Rivera Calderón
Instituto Sudcaliforniano de Cultura
Norma Lladó Zetina
Secretaría de Cultura de Campeche
Juan Salvador Álvarez de la Fuente
Instituto Coahuilense de Cultura
Susana García Camero Distrito Federal
Josué Esaú Hernández Vargas
Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Colima
Guadalupe Xiuyen Falconi Robles
Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas
Jesús María de la Rocha Ochoa
Instituto Chihuahuense de Cultura
Rolando Muñoz Felix
Instituto de Cultura del Estado de Durango
Carlos Capistrán Venegas
Instituto Mexiquense de Cultura
Alejandro Contreras González
Instituto Estatal de Cultura de Guanajuato
Manuel Zepeda Mata
Instituto Guerrerense de Cultura
Carmen Ubaldo Mejía
Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo
Kenia Elizabeth Fuentes García
Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Jalisco
Ernesto Hernández Doblás
Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán
Lidsay Mejía Anzurez
Instituto de Cultura de Morelos
Alma Vidal Sánchez Andrade
Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nayarit
Alejandro Rodríguez Rodríguez
Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León
Luis Manuel Amador
Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Oaxaca
Darío Martín Ordaz Castellano
Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla
Alejandra Uhthoff Orive
Instituto Queretano de la Cultura y las Artes
Rodolfo Novelo Ovando
Secretaría de Cultura de Quintana Roo
Rosalba Gutiérrez Salinas
Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí
Raúl Francisco Quiroz Millán
Instituto Sinaloense de Cultura
Jesús Federico Castillo Duarte
Instituto Sonorense de Cultura
Porfirio Díaz Pérez
Instituto Estatal de Cultura del Estado de Tabasco
Gerardo Lozano Mier y Terán
Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes
Addy Gómez Muro
Instituto Tlaxcalteca de Cultura
Julián Fabián Reyes García
Instituto Veracruzano de Cultura
José Cortés Ancona
Instituto de Cultura de Yucatán
Adolfo González Juárez
Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”
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Pitol el memorioso Durante el mes de abril de 2011 el Programa Nacional Salas de Lectura realizó diversos homenajes a Sergio Pitol. Publicamos aquí un perfil del extraordinario escritor y ser humano, obra del poeta y periodista Carlos Coronel, quien es además autor de los libros Pabilo para ciegos (1997) y Arpón de imágenes (2007).
A
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lguna vez, en una librería de viejo, hallé una carta de Sergio Pitol fechada en la ciudad polaca de Lodz, escrita en cursiva con letra temblorosa. Contaba su estancia en una clínica, aquejado por el invierno y una fiebre que no cedía ni siquiera ante los medicamentos inyectados. Pedía que le enviaran con urgencia libros para ser traducidos, oficio que a la postre le permitió sobrevivir casi en la clandestinidad por muchos años y construir una obra que se ha transformado de manera inverosímil, desde el mundo cercado del poblado de Potrero hasta las aguas verdosas de los canales venecianos, desde el hervidero cosmopolita en la Ciudad de México de finales de los cincuenta hasta la estepa siberiana en los ochenta.
Como un transformista, Pitol, el autor veracruzano nacido por accidente en Puebla, ha tocado casi todos los géneros literarios (cuento, novela, ensayo, crónica y traducción) y ha salido bien librado. Se le deben a él las traducciones de autores imprescindibles y heterodoxos de literaturas periféricas que, por lo aisladas de los centros de novedad, se colocaron en un vórtice a prueba de modas. Jaroslav Hasek, Jersy Andrzejekski, Tibor Dery, Ronald Firbank y Lu Hsun, fueron nombres improbables que el traductor mexicano introdujo con mucha entrega y pasión en la lengua de Miguel de Cervantes y Jorge Luis Borges. Su existencia errante y casi fugitiva, lejos de su patria, se parece mucho a la vida tempestuosa de su primero amado y después odiado José Vasconcelos; su filigrana literaria, a la de su admirado maestro, Alfonso Reyes. Como muchos otros veracruzanos –Ulises Carrión y Juan Manuel Torres, éste último con quien coincidió en los países del este europeo– hizo de la extranjería su respiración y su ars poética en libros como Los climas y Vals de Mefisto. Su generosidad no sólo está en su propia obra y traducciones, sino también en los consejos
TODOS CONTAMOS
Al contar también rememora, como lo hacen muchos de sus personajes: Dante C. de la Estrella en Domar a la divina garza; Nicolás Lobato en La vida conyugal; y Miguel del Solar en El desfile del amor. No en balde a la reunión de tres de sus obras fundamentales, El arte de la fuga, El viaje y El mago de Viena, la ha titulado Trilogía de la Memoria. Al premio Miguel de Cervantes 2005 también le debemos bellas páginas sobre los sueños. Pocos escritores mexicanos han sabido contar como él, sin pudor, esas representaciones oníricas. Del mismo modo, pasajes inolvidables dedicados a su perro Sasha y diarios de sus estancias en lugares tan inverosímiles como el Barrio Chino de Barcelona a principios de los años setenta. El escritor mexicano más universal y hedonista del siglo XX no se cree el dicho de que recordar es vivir. Como Funes el memorioso del cuento de Borges, la memoria arrastra consigo fantasmas, la suma de muchas restas. ¿Una lección? Muchas. En parte, ésta: “Todo era verdad, todo era cierto y, por desdicha, irrepetible”.
Ilustración: Rubén Bahena
que da a quienes se acercan a pedirlos, ninguno que él no haya sometido a su propia escritura; pero de todos siempre destaca uno: el no ser complaciente con lo que se escribe y rehacer una y otra vez el texto hasta salvarlo del bote de basura. También el que no se vale escribir y no leer porque para el escritor no debe haber diferencia, separación o frontera, entre la vida y los libros. Con este axioma uno comprende el porqué de su prosa tan ceñida y cambiante en cada nuevo título, desde el Tríptico del carnaval hasta la Trilogía de la memoria. Una vez en un viaje que hizo a la ciudad de Villahermosa habló ante un auditorio atiborrado de su taller como escritor y evocó los efectos del clima de Tabasco en la obra de otro viajero literario, Graham Greene. Curiosamente se hospedó en un hotel del mismo nombre que el inglés, frente a la Laguna de las Ilusiones, donde los lagartos no dejaban de refrescarse a la sombra de los mangos. ¿Serían verdad esas pullas que enfrentó con lo que él llamaba graciosamente las viejas glorias locales, cuando dejó su casa frente a la Plaza de la Conchita, en Coyoacán, para irse a vivir emocionado a Xalapa, escenario de sus primeras obras? Nada habría tan descabellado como enfrentar al regreso en carne propia ese mundo que tan bien supo desnudar en Juegos florales. Hay una anécdota contada por el poeta Guillermo Fernández cuando vivió en la Casa de las Brujas, frente a la plaza Río de Janeiro –otro escenario pitoliano en El desfile del amor– y una pared lo separaba del vecino. Mientras los poetas amigos de Guillermo bebían como cosacos, bailaban y discutían con el tocadiscos a todo volumen, en la pared de al lado sólo se oía un rumor de teclas. Al acabar la fiesta, casi al amanecer, las teclas seguían martillando. El vecino de al lado se llamaba Sergio Pitol. Su primer relato se titula “Victorio Ferri cuenta un cuento”. Se podría decir también que desde los años cincuenta Sergio Pitol cuenta un cuento: el de su vida que se confunde con sus lecturas.
No se vale escribir y no leer porque para el escritor no debe haber diferencia, separación o frontera, entre la vida y los libros.
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Páginas de nuestras vidas
La promotora cultural, mediadora de lectura, comunicadora y periodista Magdalena Rivera Carrillo nos comenta en este texto cómo es que el deleite por los libros le ha llevado a compartirlos y a formar una sala de lectura en Hermosillo, Sonora.
H
ace unos días, recostada sobre el sillón de la sala, recordé una historia leída años atrás; afuera, el viento de Cuaresma movía con insistencia el tendedero de alambre, una constelación de polvo sediento y vagabundo cubría por completo árboles, casas, techos, tinacos. Es posible que como remanente de la ventisca, se colara por los ductos del cooler, el inicio de uno de mis cuentos favoritos: “Tenía el nombre de Belisa Crepusculario, pero no por fe de bautismo o acierto de su madre, sino porque ella misma lo buscó hasta encontrarlo y se vistió con él. Su oficio era vender palabras”. Despertó la amodorrada psique, desde lo más recóndito del subconsciente emergió la protagonista de “Dos Palabras”, que forma parte de Cuentos de Eva Luna, ahí estaba Belisa Crepusculario, frente a su tienda milenaria, invitándome a conocer la fórmula de su alfabeto infinito. En eso pensaba cuando me dirigí a la Sala de Lectura, observé detenidamente el acomodo de los libros, las ilustraciones de sus portadas, el estado de los lomos, repasé los títulos, los autores, ¿cuántos he leído, y
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cuántos me faltan por leer?, ¿cuántos libros se han ido y cuántos han vuelto al reposo momentáneo del librero?, no lo sé. En ese peregrinar de una mano a otra, algunos libros, principalmente de literatura infantil, se han ganado el estatus de viajeros permanentes. Otros, simplemente ya no regresarán a casa. El hermanito menor de Karyana después de llenar de babas el Ziraldo, lo hizo trizas. Claudia, mamá de Lupita, disculpó la tardanza en la entrega de El sastrecillo valiente diciendo: “anda por ahí jondeado en el ropero”. Ante la insistencia de la solicitud tuvo que aceptar la pérdida del libro. El público lector de la sala está compuesto por 24 niños y niñas del fraccionamiento Real de Minas y Ejido El Buey de Hermosillo, Sonora, que leen en la sala o los piden en préstamo para llevarlos a sus casas. Esta actividad la extendí a mi trabajo, una oficina de gobierno. Los compañeros y compañeras pidieron prestados algunos libros; la mitad retornó al acervo, sigo esperando el resto. Los libros de la sala están junto a los que he comprado por cuenta propia en ferias; los que han llegado gracias a donaciones de amigos escritores, editores, la coordinación de publicaciones y biblioteca central; o las adquisiciones hechas a editoriales, como la enciclopedia Valores para la
TODOS CONTAMOS
¡Un libro ha sido liberado!, recorre las calles, cada esquina, va de ruletero en ruletero, conociendo gente nueva...
vida, de Barsa Planeta, que le regalé en una Navidad a Jorge, mi hijo. Podría seguir listando los libros que ya no están, pero no es el propósito de la reflexión. Los libros seguirán circulando siempre en nuestra sala, no tengo la menor duda de eso. No soy una avara de los libros. Me gusta pensar bien de las personas. Digo: “si se quedó con tal libro quiere decir que le gustó, bien, se lo prestará a alguien más, no sé, a una tía, un primo, a la abuelita, quizá al novio, a la comadre. ¡Un libro ha sido liberado!, recorre las calles, cada esquina, va de ruletero en ruletero, conociendo gente nueva, compartiendo en comunidad, ¿no es mejor dejarlo libre que mantenerlo acomodado sobre el estante del librero?” Me inicié como contadora de cuentos en el año 2001, con un grupo de niños y niñas en la Internacional, un predio atestado de casas de cartón y lámina negra, al norponiente de Hermosillo, muy cerca del aeropuerto internacional. A partir de ese año comencé a formar círculos de lectura con niños y mujeres adultas en varias colonias populares, en la biblioteca Rafael Meneses y la Red de Lector@s. De forma simultánea coordinaba talleres artísticos, espectáculos infantiles en nueve bibliotecas públicas munici-
pales y me especializaba en la promoción cultural a través de un diplomado del Conaculta en la Universidad de Sonora. Pasaron los años y la inquietud creativa de compartir la lectura con más personas me hizo cursar en mayo de 2006 el primer curso de capacitación del Programa Nacional Salas de Lectura y desde entonces, me convertí en voluntaria de la Red Nacional de Promotores de Lectura, hoy mediadores de lectura. Y así empezó la historia: “¡Atención niños del barrio! Con gusto les anunciamos el inicio del club de lectura este sábado a partir de las 4 de la tarde, en Casimiro Estrada Bustamante 161… es gratis, les esperamos, no falten!” Convoqué para la primera sesión del club, entregando casa por casa el volante a cada mamá, papá, niña y niño de la colonia. Hubo muy buena respuesta. Al principio las sesiones se realizaban en el jardín de la casa. Bajo la sombra del olivo negro, nos sentábamos a leer, reír y conversar sobre lo que contaban los libros que Conaculta me envió y que con tanto ilusión recibí en el verano de 2006. Todo marchaba sobre ruedas, pero cuando el calor de estas tierras del sol se hizo insoportable y los mosquitos empezaron a sacarnos ronchas, entonces decidí pedir prestado un salón en el centro comunitario de la colonia.
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Tomamos los corredores, colocamos una alfombrita sobre el cemento y después, un tendedero amarrado a los pilares del lugar. Sirvió para ofrecer los libros y revistas a los niños y adultos, lo cual provocó una respuesta espontánea muy positiva que incluso pudimos registrar fotográficamente. Pero llegó el invierno y con ello el frío, así que duramos muy poco también en los corredores. Finalmente, retornamos a casa. Las sesiones se volvieron más espaciadas, pero el préstamo de libros aumentó. Más niños estaban leyendo de manera autónoma. Entonces, tomé la decisión de sesionar en un terreno de la familia, un lugar lindo y limpio, donde los niños compartirían en lo sucesivo, la lectura y escritura de cuentos, poemas y canciones. Este lugar es excelente para ir a leer, escribir, conversar y convivir. Es una bahía del silencio en medio de una ciudad que crece a pasos agigantados. Creo que los libros son un excelente vehículo para promover la convivencia comunitaria y los lugares para compartir la lectura pueden ser muy diversos.
Por ejemplo: el patio de una casa, el quiosco del pueblo, cerca del lavadero, bajo un toldo de cobijas, frente a un centro de salud, en los comedores infantiles, en la banqueta, en el mercado municipal, en la plaza de los boleros, en la radio y televisión estatales o comerciales. Hay que abrir más foros, contagiar a más personas, traspasar el umbral de lo convencional, con el ánimo de ser puente entre la cultura escrita y la realidad cotidiana. Hay muchos lugares y muchas personas esperando en las salas de hospitales, oficinas públicas, haciendo fila en las tesorerías, en los trámites del Fonacot, en las filas del banco, discutiendo con la empleada caradepapa o el señor caragruñón, viendo con total apatía los anuncios de tarjetas de crédito, ipods y máquinas para alisar el cabello, ¿por qué no dejar compartir con ellos esas horas de ocio –que aprovechan muy bien los apóstoles del consumismo–, con la lectura gratuita de los más bellos poemas, regalándoles un libro, invitándolos a la proyección de una película?, para ¡por Dios!, conectar a esas personas con otra realidad que no sea la de comprar y vender. La lectura es una oportunidad para acercar nuestros anhelos a la esperanza de los demás. Estrechemos más la posibilidad del diálogo y el intercambio de nuestras ideas y sueños; atendamos al primer círculo de influencia, nuestros hijos; leamos en familia, escribamos en común el fascinante libro de nuestras vidas.
Ilustración: Mariana Zúñiga
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BUENAS NUEVAS
Lectura en la línea Cada año, alrededor de 10 millones de
veintena de jóvenes, mediadores de lectura volun-
personas esperan entre 30 minutos y
tarios, recorren la zona fronteriza a bordo de cinco
dos horas en la garita internacional San Ysidro, en
“Librobicis” ofreciendo los títulos.
el cruce fronterizo entre Tijuana, Baja California,
Se trata de los programas “Lecturas de cruce”
y la ciudad norteamericana de San Diego para ir a
del Centro Cultural Tijuana en coordinación con la
trabajar, a estudiar, de compras o por placer. A par-
Universidad Autónoma de Baja California y “Lectura
tir de abril de 2011 más de 4 mil libros de poesía,
en espera, lectura en la línea” del Instituto de Cultu-
cuento, ensayo y temas generales, para todas las
ra de Baja California y el Programa Nacional Salas
edades, estarán disponibles para que los peatones y
de Lectura del Conaculta.
automovilistas aprovechen ese tiempo leyendo. Una
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Francisco Hinojosa, autor de La peor señora del mundo.
Toluca se inunda de libros Leer, conversar y compartir libros son actividades que diariamente realizan los 3 mil 847 voluntarios de la sociedad civil que forman parte del Programa Nacional Salas de Lectura. Para dar a conocer este esfuerzo, del 4 al 8 de mayo se instaló una sala de lectura con un acervo de 300 títulos en la Décima Feria Estatal del Libro organizada por
Una señora malvada y la lectura
el Instituto Mexiquense de Cultura con
on el sonsonete de los vendedores
C
El autor, vestido con pantalón de mez-
Cultural Mexiquense. La Sala de Lec-
de tamales, un joven anunciaba:
clilla y una camisa blanca con cuadros
tura recibió la visita de 4 mil personas.
“Poemaaaas oaxaqueeeeños, lle-
anaranjados, llegó y entre aplausos tomó
Además, los mediadores Adriana Díaz
ve sus poeeeemaaaas…”, en lo que la co-
el micrófono y de pie leyó por completo
Peña y Rodrigo de Gardenia realizaron
munidad entera de la escuela A Favor del
su libro sobre la malvada señora.
24 sesiones de talleres de lectura en
el apoyo del Conaculta en el Centro
Niño, de la Colonia San Jerónimo Lídice,
A un chico de primer año le llamaban
voz alta y de murmullos literarios en
esperaba la llegada de uno de sus autores
la atención los orificios de los zapatos del
las que atendieron a alrededor de 500
favoritos: Francisco Hinojosa.
autor y con uno de sus dedos índices se
niños y jóvenes mexiquenses.
Poco a poco, por grupos y en filas que
concentraba para explorar uno de ellos,
bajaban las escaleras o salían de los salones
pero no lo lograba porque el escritor daba
de la planta baja, niñas y niños con sus
pequeños pasos y se salía de su alcance.
uniformes azul marino, tomaban un lugar
Luego, entre las múltiples preguntas que
en el patio. Anuncios plastificados en los
llovieron sobre el escritor, se pudo escu-
que aparecía la leyenda Sala de Lectura
char la voz de este chico, quien, impresio-
Amoxcalli, vocablo náhuatl que en español
nado preguntó al narrador si de verdad la
significa “La casa de los libros”, ya habían
señora les echaba jugo de limón en los ojos
sido colocados a un lado de la mesa en
a sus hijos. La curiosidad de uno de los
la que se planeaba, el escritor Francisco
niños por saber cuánto se tarda Francisco
Hinojosa se dirigiera a su público.
Hinojosa en escribir sus libros fue revelada
Un chico disfrazado de Paco Poyo, el
cuando el autor dijo simplemente que no
vendedor de periódicos del libro A golpe de
tiene un tiempo determinado y que a lo
calcetín del autor invitado, hacía el anuncio
largo de su carrera ha escrito libros en
de la inminente llegada del escritor a la
lapsos que van de los cuatro días a los
escuela. En el primer piso del edificio, un
catorce años.
mensaje hecho con letras rojas, amarillas,
Después de atender una fila inmensa
azules, anaranjadas y verdes, daba la bien-
de chicos que esperaban su turno para
venida al narrador, en medio de dibujos
tener su autógrafo, el escritor salió a toda
como el de la protagonista del más famoso
prisa en medio de aplausos y gritos. Elda
de sus libros: La peor señora del mundo.
Maceda.
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Los niños mexiquenses se acercan a conocer los libros de Salas de Lectura.
BUENAS NUEVAS
Centros de lectura y formación lectora, espacios para leer, escribir y escuchar
del programa piloto “Centros de Lectura y Formación Lectora” en el país. Durante este año se abrirán diez centros más en Chihuahua, Jalisco, Querétaro,
Michoacán,
Zacatecas,
Baja California, Tamaulipas, Nuevo León, Veracruz y Quintana Roo. Los servicios que ofrecen son: Sala de Lectura con acervo de 600 títulos; internet gratuito; dispositivos para libros electrónicos; los primeros libros electrónicos del Conaculta (la colección Suma Mexicana); videoteca de la Cineteca Nacional (PantaEn 2011 se abrirán once sitios en todo el país, equipados con herramientas tecnológicas para formar nuevos lectores.
lla, DVD y colección de 75 películas para todo público); Estación de es-
Los Centros de Lectura y Formación
y de diferentes soportes: herramien-
cucha “Mira con los oídos y lee con
Lectora son una variante de las Salas
tas tecnológicas y accesos virtuales.
el corazón” de Radio Educación (pro-
de Lectura que surgen para que las
A este esfuerzo de formación lectora
gramas para adultos mayores con
personas se reúnan a hablar, leer, es-
se unen la Cineteca Nacional y Radio
deficiencia visual, niños y gente que
cuchar y escribir. Se trata de nuevos
Educación, instancias que a través
no sabe leer); Biblioteca del Promo-
puntos de encuentro entre lectores
del cine, radionovelas o adaptacio-
tor de Lectura (una colección de li-
de todas las edades, mediadores de
nes radiofónicas de textos literarios,
bros especializados para promotores
lectura, maestros o profesionales del
enriquecen la experiencia de la lec-
de lectura); talleres y programa de
libro y la lectura.
tura.
actividades alrededor de la lectura y
Estos espacios, impulsados por la
El 19 de abril de 2011 la Direc-
Dirección General de Publicaciones
ción General de Publicaciones del
la escritura.
del Conaculta en colaboración con
Conaculta y la Secretaría de Cultu-
pueden convertir en espacios
los gobiernos estatales, se distinguen
ra de Colima pusieron en operación
para la investigación académi-
por generar diálogos nuevos y crear
el primer Centro de Cultura Escrita
ca sobre el comportamiento del
el acceso a la lectura a través del libro
“José Miguel Cuervo”, como parte
lector.
A largo plazo, estos centros se
Capital lectora Este año se activarán las Salas de Lectura del Distrito Federal y la preparación de los voluntarios que se encargarán de su apertura, organización del acervo y coordinación, de la promoción de la lectura en su calle, colonia, barrio y delegación, está en marcha. Se trata de personas de la sociedad civil como empleados de empresas privadas, estudiantes, personal de hospitales y menores infractores. Entre los meses de mayo y junio se han realizado cuatro módulos del Primer Seminario “Prácticas de Lectura en Comunidad” para formar a 120 nuevos mediadores. El seminario forma parte del Diplomado para Profesionalización de Mediadores de Lectura que certifica la Universidad Autónoma Metropolitana.
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GONZALO ROJAS
Ilustración: Rubén Bahena
G
onzalo Rojas nació el 20 de diciembre de 1917 en la población chilena de Lebu. Aprendió a leer a los ocho años, tarde pero de manera rápida. A partir de entonces leyó vorazmente y se fundió con las letras. En Oscuro, obra publicada en 1977, escribió “las palabras arden: se me aparecen con un sonido más allá de todo sentido”. A partir de 1936 publicó poemas en el periódico El Tarapacá. Fue periodista, redactor, alfabetizador, profesor y consejero cultural. En 1948 publicó La miseria del hombre, su primer libro como autor colectivo, que fue reprobado por los críticos y alabado por los poetas. Sólo hasta 1964 entregó a la imprenta su segundo libro Contra la muerte y a partir de ese momento se le reconoció como uno de los más grandes escritores hispanoamericanos. Entre sus obras es posible mencionar Transtierro (1979), Del relámpago (1981), 50 poemas (1982), El alumbrado (1986), Materia de testamento (1988), Desocupado lector (1990), Las hermosas (1991), Zumbido (1991), Río turbio (1996) y Esquizo (2007). Entre otras distinciones, se le confirieron el Premio Nacional de Literatura de Chile 1992, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992 y el Premio Cervantes 2003. La Academia Chilena de la Lengua lo nombró académico honorario. Falleció el 25 de abril de 2011.
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BUENAS NUEVAS
GATO NEGRO A LA VISTA Gonzalo Rojas
Obra selecta publicada por el Fondo de Cultura Econ贸mica y Biblioteca Ayacucho, Santiago de Chile, 1997.
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La lectura como agente provocador
Alan Aguilar es poeta, dramaturgo y promotor de la lectura y la escritura. Es integrante del equipo de capacitación e investigación del Programa Nacional Salas de Lectura del Conaculta. En este escrito nos comparte su experiencia de la lectura como estímulo de cambios.
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ormar lectores es formar ciudadanía, así lo hemos escuchado anteriormente y es cierto: ser ciudadanos es pertenecer a una comunidad (de verdad integrarla), ser miembro activo y tener la capacidad de incidir sobre las decisiones que se toman. Pero resulta que no estamos acostumbrados, que no hemos sido educados para tener un rol significativo en la construcción de nuestras sociedades. De muchas formas se nos ha dicho que es mejor obedecer, callar, seguir instrucciones, hacer lo que indican los demás. Opinar, cuestionar, estar en desacuerdo, investigar, son opciones que quedan lejos de la mayoría de nosotros porque significan una modificación. Cambiar la manera en la que se hacen las cosas y la manera en la que hacemos las cosas, porque el cambio también tiene una trascendencia personal. ¿Qué tantas preguntas nos hacemos sobre nosotros mismos?, y ¿qué tanto estamos dispuestos a transformar? Y sí, formar lectores es transformar. Se habla mucho, hace apenas unos días lo escuchaba en un programa de
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radio, de que la lectura de poesía, de literatura en general, no es capaz de provocar un cambio sino que, a lo mucho, es una experiencia que provee consuelo, un aliciente a la rutina cotidiana y a los problemas que conlleva. Sin duda esto es así, pero que no se nos olvide que la lectura, además, es un agente provocador. Ver la lectura de literatura sólo como un consuelo es olvidarnos de la capacidad intrínseca que tiene para desarreglar; porque cuando la lectura verdaderamente nos afecta, en ese momento nos desarregla, es decir, nos mueve de lugar y sacude nuestro sistema de valores, de creencias y nos obliga a construir significados que nos colocan en la necesidad de transformar. Entonces, si tenemos un conjunto amplio de personas leyendo y dejándose afectar, niños, jóvenes y adultos siendo desconcertados por el toque intenso del mundo simbólico de la literatura, entonces, estaremos ante la formación de la ciudadanía, de personas cada vez más
FORMAR Y TRANSFORMAR dueñas de su propio destino y del destino de la colectividad. Imaginemos un lugar en el que el alimento es simbólico, es el mínimo, y lo que reciben quienes lo habitan es, en su lugar, una serie de condicionamientos sobre qué sentir y cómo pensar. Las opciones se reducen y se produce abuso. Habría un constante choque con la realidad y quienes se benefician son sólo unos cuantos. Imaginemos, ahora, que de pronto entra un extraño a ese lugar y permite que las personas sueñen y comiencen a imaginar y les da un espacio que los saca de los límites donde se encuentran. Entonces ellas se afectan y se desarreglan porque este extraño los tocó por dentro, porque les puso al alcance la posibilidad de escucharse a sí mismas y, por lo tanto, de cuestionar todo lo que habían venido viviendo y, de alguna forma, se sienten libres y les dan ganas de volar. Imaginemos, entonces, que ese extraño es un libro y el mediador que entra con la lectura es como esa privilegiada posibilidad. La lectura que no es obligada, ni dirigida, la lectura en la que no se aprende nada sino en la que, retomando palabras que Eliana Yunes escribió en su libro Tejiendo al lector, se “refina la sensibilidad pues está en juego no sólo el entendimiento, sino también la percepción, la intuición y la imaginación del lector”.
Hace unas semanas estuve en Sonora y tuve la fortuna de visitar una Sala de Lectura que desde hace mucho trabaja con niños en una colonia de la periferia de Hermosillo, una colonia que no cuenta con pavimentación y cuyas calles se llenan con la arena del desierto, un desierto que deja a los niños aislados, sin posibilidades de crecimiento ni de diversión y es un desierto no sólo físico sino interior. Es una Sala de Lectura al aire libre, una sala que trabaja al pie de un árbol y donde los frutos de los niños crecen porque están alimentadas sus ganas, esas ganas de explorar y de jugar, esas ganas de sentir y de imaginar; y donde la mediadora, al formar lectores, está contribuyendo a transformar su realidad, la de ellos, la suya propia y la de todos nosotros. Eso hace cuando se pone a pintar mundos interiores. Es un diálogo entre ella y los niños, un diálogo entre los libros y los niños, un diálogo entre los niños y los niños, un diálogo que poco a poco se va volviendo interior, así como también silencio y contemplación. La lectura es un dejarse desarreglar; y el mediador es un introductor de la singularidad cu ltura l que mientras forma, ta mbién transforma.
La mediadora, al formar lectores, está contribuyendo a transformar su realidad, la de ellos, la suya propia y la de todos nosotros.
Ilustración: Gerardo Suzán
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La llave de la lectura Mónica Nepote, periodista, guionista, poeta, ensayista y editora, nos comparte su encuentro en una sala de lectura para personas confinadas en Campeche. Nepote es desde 2007 directora editorial del Programa Cultural Tierra Adentro. Su libro más reciente se titula Hechos diversos (2011).
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a noche anterior a nuestra actividad programada en la sala de lectura del reclusorio varonil y femenil de Campeche, respiré aliviada. Al teléfono, Norma Lladó, enlace del Programa Nacional Salas de Lectura en el estado, me explicó que el trayecto desde la puerta de mi hotel al reclusorio era de aproximadamente veinte minutos. “Perfecto –contesté–, tenemos tiempo para conversar”. Como soy de naturaleza curiosa y la ocasión lo ameritaba, concluí que para trazar una dinámica de trabajo debía escuchar el testimonio de Norma. Muchas eran mis preguntas, más bien nuestras preguntas, pues mi compañero de aventura, el poeta José Luis Bobadilla autor del libro Las máquinas simples del Fondo Editorial Tierra Adentro, coincidía con esa necesidad de encontrar un punto de partida para la modalidad de las actividades en la sala. Nos preguntamos cuáles podrían ser los temas de interés para los lectores de esta sala en particular; cuáles las experiencias de lectura propias que pudieran despertar interés o curiosi-
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dad; qué decirle a la gente que vive en encierro sobre escribir y leer poesía; y cómo seríamos capaces de ponernos a la altura de esta circunstancia, sin sonar ingenuos. Sin embargo nuestros temores se disiparon cuando nos vimos en un salón casi repleto de hombres entusiasmados por la visita inusual que recibían. Armados de valor, José Luis Bobadilla y yo empezamos a platicar cómo fuimos descubriendo la lectura y la escritura. Ahí estábamos con más de treinta pares de ojos abiertos, atentos, con la risa fácil ante nuestro relato que entretejía cada experiencia propia, por ejemplo conté cómo el tener cierta facilidad para la redacción me hizo la autora “oficial” de las cartas de amor que mi mejor amiga de la adolescencia ponía en manos del novio en turno; y José Luis compartió la forma en que descubrió la literatura a los veinte años, sin ninguna lectura previa, cuando, siendo estudiante de cine, llegó de manera inesperada a una clase de literatura con Hugo Gola y al escucharlo leer de corrido el poema “Altazor” de Vicente Huidobro, sucumbió ante lo que le decían era poesía. Les hablamos del poema del refrigerador de William Carlos Williams, de los poemas que escribieron algunos
FORMAR Y TRANSFORMAR
(...) un dedo un cabello enredado olvidado de ti para que sigas
prendida
abrazada
aquí conmigo
correspondencia no enviada, recordé bajo el calor y ante la vista del mar de Campeche, lo que escribe Michèle Petit: “Entre más difícil es el contexto, entre más violento, más vital resulta mantener espacios para el respiro, el ensueño, el pensamiento, la humanidad. Espacios abiertos hacia otra cosa, relatos de otros lugares, leyendas o ciencias. Espacios donde volver a las fuentes, donde mantener la propia dignidad”. Gracias a la guía de Norma, a su admirable trabajo con los reclusos, concluí que este camino de labor conjunta entre Tierra Adentro y el Programa Nacional Salas de Lectura nos dará muchas e intensas experiencias y, sobre todo, la posibilidad de enlazar la literatura y la vida en muchos sentidos, como lectores, como habitantes de este mundo; y volver así a las fuentes como lo propone Petit.
*Fragmento del poema “Cómo saber” de José Luis Bobadilla en Las máquinas simples, Fondo Editorial Tierra Adentro, México, 2009.
Ilustración: Leonardo Vázquez
escritores rusos encarcelados. José Luis leyó algunos de sus poemas refiriendo cómo los había escrito. Las preguntas iban y venían: ¿se gana dinero siendo escritor?, ¿qué quiso decir Sergio Pitol cuando escribió “sudor acre” en la lectura que nos encargaron? o ¿puedo leer mi poema? Hubo quien dijo: yo no he leído mucho, pero ¿les puedo cantar una canción? En el área femenil la plática tomó otro ritmo. Leímos poemas escritos por mujeres que hablaban sobre el enojo con los hijos de una manera lúdica, propositiva, profunda. Compartimos la posibilidad de decir lo que tenemos dentro a través de la escritura de cartas que, si bien no pueden ser entregadas de manera inmediata, pueden acumularse en un cuaderno y quizá, algún día, entregarse en mano propia a su destinatario. En ambos espacios, el masculino y el femenino, vimos cómo la literatura nos unía; y los temores o las dudas que se nos planteaban en el camino, pronto se disiparon. Ya de regreso, después de las más de cuatro horas en las que estuvimos hablando de poesía, escritura, lectura,
en el auto...*
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Para leer la cordura ¿Es posible comparar la creación a través de la escritura y la afición por la lectura, con la enajenación? ¿Tienen los escritores y lectores algo de la obsesión quijotesca? Aquí se hace esas preguntas Atahualpa Espinosa, psicólogo y escritor que fue enlace del Programa Nacional Salas de Lectura en Michoacán.
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omo todo lugar común, el que se asocie la locura con el acto de escribir y con la pasión por la lectura debe ser repensado cada cierto tiempo. La noción más extendida nos dice que el loco y el poeta, en el sentido más amplio de la palabra, están separados por una frontera tan porosa que para casi todo efecto no existe. La figura con que más frecuentemente se ha representado al poeta, al escritor o a cualquiera que hace de la palabra su materia de trabajo, es la de un hombre sumido en el trance, como si ese estado alterado fuera la única herramienta de la que pudiera disponer para llegar a ese fin. Esta locura sería extensiva al lector, de acuerdo con la misma noción. Tal vez la poderosa representación de don Quijote, como un hombre que debe su extravío,
FORMAR Y TRANSFORMAR
La lectura es un diálogo que sólo cobra sentido cuando se pone en juego una parte profunda de la subjetividad. Un taller de lectura toma como materia de trabajo la experiencia de este diálogo. Cuando el taller sucede de la forma correcta, algo que podría resultar en una conversación de locos, se vuelve en la práctica un descubrimiento constante del otro, que se experimenta, a la vez, como arrojar luz sobre nuestra propia interioridad. Porque en lo más profundo, todos estamos tejidos con el mismo hilo. La página escrita es uno de los mejores medios para comprender este hecho que, como todas las cosas sencillas, no requiere anunciarse con estruendo, sino que espera con paciencia a que la mirada se pose sobre él para reescribir algunas de las páginas más importantes de nuestra vida.
Para él, el acto de la lectura no hace que desaparezcan las ansiedades, pero vuelve posible conquistarlas. Ilustración: Rubén Bahena
en primer término, a un encuentro con la lectura, se encuentra relacionada con la difusión de la imagen del lector voraz como un excéntrico, en el mejor de los casos. También, como un misántropo. En todo caso, como alguien separado del entorno social, extranjerizado por su encuentro con la página. Cuando se trabaja en talleres de lectura, por supuesto, no se puede suscribir esta noción. Es decir, no se propicia el encuentro con la letra escrita como un medio para promover la locura, que sería un oficio, por decir lo menos, curioso. De hecho, la razón por la que existen los talleres de lectura o por la que se le dedica esfuerzo a la tarea de encontrar nuevos lectores, podría ser justo la contraria. No son pocos los grandes nombres que han hablado de la palabra y la literatura como parte de la materia que nos une en lo más profundo. Pienso en Octavio Paz, que habla en El arco y la lira de la palabra en la poesía no como algo que está fuera de nosotros, en un sitio a cuyo encuentro deberíamos acudir, sino como algo que nos hace desde dentro. Quien ha hablado mejor de esto es Harold Bloom. Su noción del “lector corriente”, en el menos peyorativo de los sentidos, es la de quien frecuenta la página no por utilitarismo o vanidad, sino para habitar un espacio interior de mayor riqueza. Para él, el acto de la lectura no hace que desaparezcan las ansiedades, pero vuelve posible conquistarlas. Podría parecer que Paz y Bloom hablan de temas distintos, pero ambos se refieren, a su manera, a ese resbaloso concepto que es la cordura, aquello que se construye sobre lo que compartimos y nos hace comprender en su profundidad a quienes nos rodean. Leer sería ponerse en el lugar del otro, construir un puente que es lo opuesto a la patología psíquica o social.
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Nuestros libros Novedades para Salas de Lectura
Libro para soñar Un gran sueño
Un mundo mágico El jinete del dragón
Felipe Ugalde. Kalandraka- Cornelia Funke. SiruelaConaculta, 2009, 19 pp. Fondo de Cultura Esta obra, impresa bajo un formato Económica-Conaculta horizontal o apaisado de 16.5 x 43.5 (Biblioteca Alas y Raíces), centímetros, fue acreedora del II 2009, 415 pp. Premio Internacional Compostela de Álbumes Ilustrados. La historia es sencilla. Trata sobre los logros sucesivos de una ambición que abarca toda la vida, del nacimiento a la muerte, y que en algunos momentos se vuelve codicia. El lector puede aplicar el mensaje a cualquier aspiración como la fama, el conocimiento o la riqueza. El relato comienza cuando un cocodrilo sale de su huevo, situación que atestigua el vuelo de una mosca. El reptil crece al comer peces pequeños, peces grandes, otros cocodrilos, bosques, ciudades, mundos, hasta abarcar al cosmos.
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Pese a los esfuerzos de las hadas, los ambiciosos humanos van ocupando el valle donde se esconden los últimos dragones. En medio de la zozobra surge la idea de emigrar a un mítico lugar enclavado en el Himalaya: La Orilla del Cielo; pero antes el joven dragón Lung tendrá que ubicarla. Es ayudado por la malhumorada duende Piel de Azufre; Ben, el niño huérfano y jinete del dragón; Pata de Mosca, homúnculo creado por alquimia; la rata guía Lola Rabogris; el profesor Barnabas Wiesengrund y su hija Ginebra; Maya la dragona; y la especialista en dragones Subaida Ghalibla. Tendrán que encarar muchos peligros, entre ellos a Ortiga Abrasadora, el enorme dragón dorado que usa como ojos a los cuervos y tiene un espía.
Un clásico de la ciencia ficción ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Blade Runner Philip K. Dick. EdahasaConaculta (Biblioteca Alas y Raíces), 2010, 316 pp. Después de la Guerra Mundial Terminal, en 1992, la Tierra está semivacía porque muchos de sus habitantes huyeron del polvo radioactivo. Rick Deckard, un cazador de andrillos o androides, vive con su esposa Iran y una oveja eléctrica que pasta en su techo. Ellos usan la consola de ánimos Penfield para programar sus sentimientos y actividades. Deckard debe encontrar a unos androides idénticos a los humanos con unidades cerebrales Nexus 6 que los hacen soñar y tener miedo a la muerte, que se han fugado de una colonia y aplica tests de empatía para ubicarlos, lo que lo enfrenta a problemas éticos como la distinción entre lo real y lo ficticio, entre lo vivo que muere y lo artificial que permanece. Un gran libro sin duda.
LEAMOS EN COMÚN
Narraciones insólitas La luz que regresa y otras historias
Cuentos zapotecos Lexu ne Gueu’. Conejo y coyote
Salvador Elizondo. CIDCLIConaculta, 2010, 71 pp.
Jeremías López Chiñas. Instituto Nacional de En este volumen el lector encontrará Lenguas Indígenas, el cronostatoscopio o “Cámara de 2007, 23 pp. Moriarty” por el que se viaja para observar los acontecimientos de la historia en el momento y en el lugar que se producen; la figura del hombre que llora en un hospital; los indios verdes de Mount City que no saben contar, no entienden el lenguaje humano y pueden desatar cualquier nudo; el sistema lingüístico de Babel en el que las palabras no tiene sentido; la historia que en la antigüedad infiere el filósofo Pang Chen hasta el punto de vislumbrar al cuentista que lo crea y que es producto de su pensamiento; el grafógrafo que escribe que escribe; y la emocionante persecución por la playa de un hombre gordo.
Hace muchos años, los ancianos contaban a los niños, bajo la luz de la luna y en su lengua materna, las historias de Conejo y Coyote. Jeremías López Chiñas, que nació en Juchitán, Oaxaca, en 1901, las escuchó de su abuelo y las publicó en 1934 con la intensión de encontrar la escritura del zapoteco. Tratan de los engaños en los que el débil pero astuto Conejo hace caer al fuerte pero ingenuo Coyote que se lo quiere comer y no puede escapar de las trampas y las argucias de Conejo ni siquiera al hacerse sacerdote. No por nada dice el refrán: “Sabe más un conejo que seis doctores viejos”. Este libro cuenta con bellas ilustraciones de Óscar Martínez; y es un instrumento ideal para el ejercicio del zapoteco.
Maravillas al alcance de todos Alicia para niños Lewis Carroll. Versión de José Emilio Pacheco. Ediciones Era-Conaculta, 2010, 51 pp. En 1862 Charles Dodgson, un joven profesor de la Universidad de Oxford, escribió Alicia en el país de las maravillas para divertir a la niña Alice Liddell. Tres años después publicó su cuento bajo el pseudónimo de Lewis Carroll y tuvo un inmenso éxito. Carroll, aunque conforme con que lo leyeran cientos de niños de cinco a 15 años e incluso de 35 o más años, quiso ofrecer esta adaptación para los más pequeños, quienes no saben lectura ni gramática. La edición, con bellas ilustraciones de John Tenniel, conserva lo esencial del mundo en el que habita el Conejo Blanco que lleva un reloj en la mano, el Dodo, la lagartija Elsa, la Oruga Azul, el Sombrerero, la Liebre de Marzo, el Gato de Cheshire y la Reina de Corazones.
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SOMOS LECTORES
No sala de espera, sala de lectura Miguel de la Cruz, licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana, es coordinador de la sección de cultura de noticiarios y programas informativos de Once TV México y nos comparte su encuentro con la lectura en una sala de espera.
Ilustración: Rubén Bahena
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n México existen alrededor de 3 mil 800 Salas de Lectura. De tarde en tarde una persona convoca a vecinos, amigos, familiares y todo aquel que es afín a la lectura para proponer, recomendar, sugerir, preguntar y comentar todo tipo de cuestiones referentes a uno o varios libros. Más de una vez he presenciado una práctica semejante, sólo que no ha sido como parte de una actividad programada ni tampoco ha ocurrido dentro de una Sala de Lectura, simplemente fue un acontecimiento casual. Cito un ejemplo a fin de clarificar la razón por la que lo llamo un acontecimiento. Formaba parte de un grupo de reporteros de la fuente cultural que estaba en la sala de espera de la terminal 2 del aeropuerto de la Ciudad de México. En unos minutos levantaríamos el vuelo para cubrir una conferencia de prensa en Guadalajara. Era común a todos que en los próximos días se realizaría una entrevista al escritor español Ildefonso Falcones, a propósito de su segunda novela La mano de Fátima. La condición puesta por la editorial para realizar el encuentro fue haber leído las 960 páginas de la novela, así que la mayoría del grupo había leído ya esa historia.
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Sin método alguno ni propuesta premeditada comenzaron a surgir los comentarios: “¿Ya terminaste La mano de Fátima?”; “Ahora que lo entreviste le voy a reclamar por qué el protagonista dejó plantada a aquella mujer”; “Bueno, a mí en realidad me entretuvo más La catedral del mar”; “A mí me gustó más ésta”; “Yo para terminar a tiempo me propuse leer un mínimo de 38 páginas diarias, sin falta, así terminaría tres días antes de la entrevista”; “El autor es abogado, ¿no?”; “Es catalán”; “Yo conocí la Catedral del Mar”; “¡Pobre mujer!”; “A ver, tú qué hubieras hecho, ¿te quedabas con ella o te ibas con la otra?”, etcétera. De todo hubo en la conversación: risas, bromas y reflexiones sobre el amor, el poder, la riqueza y la lealtad. Si hacemos cuentas sobre cuantas pláticas se dan en una sala de espera entre comentarios vacíos sobre el clima o el tráfico, resulta todo un acontecimiento que un libro genere conversación sobre tantos otros temas. Tiempo faltó para continuar platicando sobre La mano de Fátima. La conversación comenzó a derivar en otros temas, desde luego, referentes a la literatura y por tanto, a la vida misma. El escenario ideal de una sala de lectura, su práctica como lectura colectiva, lo imagino similar: que en boca de muchos esté algún libro propuesto y haya deseos por leer más, comentar y escuchar las palabras de los otros lectores que contribuyen a entender mejor aquello que se lee.
proemio • Yo que sólo canté de la exquisita partitura del íntimo decoro, alzo hoy la voz a la mitad del foro, a la manera del tenor que imita la gutural modulación del bajo, para cortar a la epopeya un gajo. Navegaré por las olas civiles con remos que no pesan, porque van como los brazos del correo chuan que remaba la Mancha con fusiles. Diré con una épica sordina: la Patria es impecable y diamantina.
Ramón López Velarde
Suave Patria: permite que te envuelva en la más honda música de selva con que me modelaste por entero al golpe cadencioso de las hachas, entre risas y gritos de muchachas y pájaros de oficio carpintero. primer acto • Patria: tu superficie es el maíz, tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu cielo, las garzas en desliz y el relámpago verde de los loros. El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros del petróleo el diablo. Sobre tu Capital, cada hora vuela ojerosa y pintada, en carretela; y en tu provincia, del reloj en vela que rondan los palomos colipavos, las campanadas caen como centavos. Patria: tu mutilado territorio se viste de percal y de abalorio. Suave Patria: tu casa todavía es tan grande, que el tren va por la vía como aguinaldo de juguetería. Y en el barullo de las estaciones, con tu mirada de mestiza, pones la inmensidad sobre los corazones. ¿Quién, en la noche que asusta a la rana, no miró, antes de saber del vicio, del brazo de su novia, la galana pólvora de los juegos de artificio? Suave Patria: en tu tórrido festín luces policromías de delfín, y con tu pelo rubio se desposa el alma, equilibrista chuparrosa, y a tus dos trenzas de tabaco sabe ofrendar aguamiel toda mi briosa raza de bailadores de jarabe.
Tu barro suena a plata, y en tu puño su sonora miseria es alcancía; y por las madrugadas del terruño, en calles como espejos, se vacía el santo olor de la panadería. Cuando nacemos, nos regalas notas, después, un paraíso de compotas, y luego te regalas toda entera, suave Patria, alacena y pajarera. Al triste y al feliz dices que sí, que en tu lengua de amor prueben de ti la picadura del ajonjolí. ¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena de deleites frenéticos nos llena! Trueno de nuestras nubes, que nos baña de locura, enloquece a la montaña, requiebra a la mujer, sana al lunático, incorpora a los muertos, pide el Viático, y al fin derrumba las madererías de Dios, sobre las tierras labrantías. Trueno del temporal: oigo en tus quejas crujir los esqueletos en parejas, oigo lo que se fue, lo que aún no toco y la hora actual con su vientre de coco, y oigo en el brinco de tu ida y venida, oh trueno, la ruleta de mi vida. intermedio •
Suave Patria: te amo no cual mito, sino por tu verdad de pan bendito, como a niña que asoma por la reja con la blusa corrida hasta la oreja y la falda bajada hasta el huesito. Inaccesible al deshonor, floreces; creeré en ti, mientras una mejicana en su tápalo lleve los dobleces de la tienda, a las seis de la mañana, y al estrenar su lujo, quede lleno el país, del aroma del estreno. Como la sota moza, Patria mía, en piso de metal, vives al día, de milagro, como la lotería. Tu imagen, el Palacio Nacional, con tu misma grandeza y con tu igual estatura de niño y de dedal. Te dará, frente al hambre y al obús, un higo San Felipe de Jesús. Suave Patria, vendedora de chía: quiero raptarte en la cuaresma opaca, sobre un garañón, y con matraca, y entre los tiros de la policía.
Joven abuelo: escúchame loarte, único héroe a la altura del arte.
Tus entrañas no niegan un asilo para el ave que el párvulo sepulta en una caja de carretes de hilo, y nuestra juventud, llorando, oculta dentro de ti el cadáver hecho poma de aves que hablan nuestro mismo idioma.
Anacrónicamente, absurdamente, a tu nopal inclínase el rosal; al idioma del blanco, tú lo imantas y es surtidor de católica fuente que de responsos llena el victorial zócalo de cenizas de tus plantas.
Si me ahogo en tus julios, a mí baja desde el vergel de tu peinado denso frescura de rebozo y de tinaja, y si tirito, dejas que me arrope en tu respiración azul de incienso y en tus carnosos labios de rompope.
No como a César el rubor patricio te cubre el rostro en medio del suplicio: tu cabeza desnuda se nos queda, hemisféricamente, de moneda.
Por tu balcón de palmas bendecidas el Domingo de Ramos, yo desfilo lleno de sombra, porque tú trepidas.
CUAUHTÉMOC
Moneda espiritual en que se fragua todo lo que sufriste: la piragua prisionera, el azoro de tus crías, el sollozar de tus mitologías, la Malinche, los ídolos a nado, y por encima, haberte desatado del pecho curvo de la emperatriz como del pecho de una codorniz. segundo acto • Suave Patria: tú vales por el río de las virtudes de tu mujerío; tus hijas atraviesan como hadas, o destilando un invisible alcohol, vestidas con las redes de tu sol, cruzan como botellas alambradas.
Quieren morir tu ánima y tu estilo, cual muriéndose van las cantadoras que en las ferias, con el bravío pecho empitonando la camisa, han hecho la lujuria y el ritmo de las horas. Patria, te doy de tu dicha la clave: sé siempre igual, fiel a tu espejo diario; cincuenta veces es igual el Ave taladrada en el hilo del rosario, y es más feliz que tú, Patria suave. Sé igual y fiel; pupilas de abandono; sedienta voz, la trigarante faja en tus pechugas al vapor; y un trono a la intemperie, cual una sonaja: ¡la carreta alegórica de paja! 24 de abril de 1921.
Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa.
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La Suave Patria
Fotografías Archivo Elisa García Barragán
a n o v e n ta a ñ o s
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