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Devastación

Por Gabriela Figueroa

Hay momentos donde los ríos crecen, se desbordan, las calles desaparecen, la humanidad parece de cartón… como los techos donde se oye triste la lluvia.

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“Cuando el rio suena es porque piedras trae”

Las piedras de la ambición humana desmedida y el daño ocasionado por el impacto humano, a veces tan carente de sentido común, un remedio tan económico y tan ignorado que sería la cura a numerosos males y enfermedades que parecen mentales. Cuando esas piedras llegan a tocarte la puerta, ya es demasiado tarde, son grandes, imponentes y rebeldes, nunca vienen solas, se traen arboles ignorados y gritos al vacío de los más maltratados… A veces se traen a la muerte, la muerte de un alma que no sabía que ya penaba en suelos ajenos donde nunca se debieron instaurar bases para edificar sueños. El planeta, dicen: !Ya no es un lugar tan agradable!

¿Y qué será de nosotros? los que nos etiquetamos “habitantes” ¿Cuán agradable somos con nuestro contexto?

Piden a un Dios misericordia, porque supuestamente está castigando a sus hijos… Que parasitario puede ser en ocasiones tener un Dios al que cuando las cosas no salen bien se le echa la culpa en vez de hacernos responsables por la DEVASTACION que desde que tenemos uso de razón vamos provocando. ¿Cuantas ruinas tenemos en el haber de nuestro deber? Con estas líneas no busco crear desesperanza, solo practicar el deporte extremo que me encanta, exponer abiertamente mi opinión. Hay teorías que hablan de una nueva era, una ascensión de conciencia, una elevación de la energía del planeta y no me suena descabellado, hay que entender que si luego del final de un ciclo vienen inicios, deberíamos ser humanos distintos, reseteados, más elevados, comportándonos a la altura del compromiso con lo con lo que se está re-creando. Hay densidad, hay luto, hay desconcierto y tristeza, se siente la fatiga colectiva, y las cosas que más agobian luego de ser todo devastado es que aún existen personas que buscan valerse del panorama hostil para saciar su humanidad vacía con miserias ajenas. Sin embargo, mientras haya vida hay esperanza, mientras podamos respirar, incluso con algo de miedo cada mañana, hay esperanza, abonemos la certeza de poder vivir en mundo amable, siendo amables. Mientras tengamos vida, honremos la vida, la tuya, la mía, la nuestra, comportándonos entonces como personas que aman la vida y que también la crean.

Por ahora quiero confiar en la magia de los nuevos comienzos. Gracias .

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