3 minute read

Botánico

Redacción: Oscar René Oliva - EFE Fotos: Ulises Rodríguez

“La idea de crear un jardín botánico en Guatemala surgió de la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de San Carlos de Guatemala y el terreno le fue donado por el gobierno con la única condición de que fuese exclusivamente para ese fin”, contó Ortíz durante un recorrido de al menos dos horas por el paradisíaco lugar en el corazón de la capital.

Advertisement

Intercambio botánico

Aunque el intercambio internacional de semillas con otros jardines botánicos del mundo se inició desde su creación, en la década de 1970 fue cuando se establecieron relaciones con más de 60 jardines de 17 países, entre ellos de Alemania, Francia, Austria, de la antigua Checoslovaquia, Costa Rica, Argentina, Israel, India o China.

Entre las primeras especies que llegaron de América al Jardín Botánico están el árbol de Araucaria, cuya semilla, que llega a pesar hasta 4,5 kilos, es comestible, y la palma peluda (Washingtonia Filifera).

Además, la Ceiba (Pentandra), declarada como símbolo nacional de Guatemala en 1955 y considerada un árbol sagrado entre las diferentes culturas prehispánicas del área de Mesoamérica, entre ellas los Mayas.

Las hojas de Pacaya en las especies de Chamaedorea Tepijilote, Chamaedorea Mexicana y Quetzalteca, son otras que adornan el jardín, junto con las de Orejas de Burro.

Plantas tóxicas y medicinales

La mayor parte de las especies del jardín, según la bióloga guatemalteca, son medicinales, pero también hay tóxicas como la Oreja de Elefante y el Quequeshque, que son nativas de Guatemala y que pertenecen a la familia Araceae.

La Oreja de Elefante (Alocasia macrorrhiza) tiene una sabia muy transparente con cristales y oxalato de calcio que puede hacer daño a la tráquea por el conjunto de sustancias que posee.

“El problema está en la vena central, donde hay mayor sabia. Si se le da una mordida hay más toxicidad y puede llegar a causar la muerte si se consume en exceso”, advierte Ortiz.

La Euforbia, que es de la familia del Croton, originaria de África y muy parecida al Cactus, contiene un látex blanco que es tóxico.

No faltan los alucinógenos como la “Vuélvete Loco” (Brugmansia arbórea), cuya flor contiene mucho alcaloide y en Centroamérica es conocida también como Florifundia. “Son famosísimas y es volátil: una flor es suficiente para ponerse a dormir por mucho tiempo consumida como té. Hasta hay anécdotas de que las abuelitas las colocaban debajo de las almohadas para que los esposos no salieran de casa por las noches, y lo lograban”, comenta la experta.

Pero también las hay medicinales, como el Romero, oriundo del Mediterráneo, y la Hoja Tres Puntos, guatemalteca, que con un sabor amargo, es utilizado para tratar la malaria y la diabetes.

El Tomillo y la Salviasia, que son originarios de Guatemala, sirven para tratar los dolores de estómago y hasta los menstruales, refiere la experta.

También existe una colección de Eucalipto, cuyas hojas hervidas en agua son utilizadas para problemas bronquiales, y la Cola de Caballo, muy utilizada para las infecciones urinarias, pero se debe tomar sólo por un periodo máximo de 10 días, debido a que después de ese lapso causa problemas de glaucoma.

Árboles especiales

En una parte del jardín crece el “Croton Draco”, conocido como el “llora sangre”, nativo de Guatemala. Al cortar una parte de su corteza sale un látex rojo como si se tratase de sangre.

El Pandano (Pandanus ectorius), que proviene de Australia, tiene su propia historia. Según Ortíz, en la década de los setenta, cuando hubo un enfrentamiento armado en las cercanías de la Escuela Politécnica (militar) que está a un costado del jardín, una bala perdida impacto en su corteza cuando era pequeño.

A medida que el árbol va creciendo, también el agujero va en aumento. “Es una huella de la represión”, anota.

Plantas productoras de tintas

El Nogal (Juglans guatemalensis) es un árbol cuya semilla se utiliza para elaborar tintes para el cabello y su corteza es usada también para tratar las bacterias.

Mientras que la Hoja de Tinta (Justicia spicigera) se pone a cocer junto con las ramas y produce un tinte azul que se usa para pintar telas, según la bióloga.

El Jardín Botánico también cuenta con una colección de coníferas, entre ellas de Ciprés, Pino, Encino, y Caoba y Cedro, estas dos últimas maderas preciosas en peligro de extinción, así como el Palo de Hormigo, conocido como el “árbol de la marimba”, finalizó.

This article is from: