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ARTE COLONIAL

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CINEMATECA CHAPINA

CINEMATECA CHAPINA

Redacción: Isabel Martínez Pita - EFE Fotos: EFE

Los colonizadores españoles y portugueses fueron los arquitectos, no sólo de una nueva sociedad política y religiosa en el continente americano, sino también de aquellos edificios que erigieron las nuevas ciudades. Depositaron en el Nuevo Mundo la herencia de la civilización europea, como el marchamo más representativo de una ideología y una religión caracterizadas entonces por su afán expansionista.

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Sin embargo, las potentes civilizaciones precolombinas existentes en América, mayas, aztecas o incas, entre otras, con sus arraigadas creencias religiosas y sus fuertes estructuras sociales, terminaron por encontrar la forma de subsistir, pasando lentamente a tener un papel preponderante, tanto en la construcción de las ciudades como en la política, que culminó con la independencia de sus naciones.

A pesar de un primer período de implantación de los modelos arquitectónicos y estilos de la Península Ibérica, como son el gótico, renacentista, manierismo, barroco o neoclásico, el estilo de América Latina adquirió una dimensión completamente original y nueva, denominada arte colonial.

Juan Alonso de la Sierra, director del Museo de Cádiz (sur de España), cuenta sobre la importancia que tuvo la influencia de la colonización española en la arquitectura del Nuevo Continente, pero resalta la gran importancia que también tuvo Portugal.

Un universo cultural distinto

Por eso, de la Sierra prefiere utilizar el término de Hispanoamérica, “no sé si el término ‘influencia’ es el adecuado para aplicarlo a la presencia de elementos de la arquitectura y el arte religioso español en América Latina. En primer lugar, creo que tendríamos que hablar de Hispanoamérica, pues el término latino englobaría el área de influencia cultural portuguesa, muy similar, pero con su propia idiosincrasia”.

El largo proceso de infiltración de la cultura y el arte del Viejo Continente se produce, según Alonso de la Sierra, en varias etapas: “centrándonos en la arquitectura, si tenemos como referente las fotografías realizadas por los miembros de la asociación ‘Herederos de 1812’, desde una perspectiva histórica podemos diferenciar un primer momento de implantación, en absoluto de influencia, ya que para hablar en estos términos tendría que haber actuado o incidido de alguna manera en el arte indígena”.

Catedral en la Ciudad de Guatemala. El arte ha sido durante muchos siglos un vehículo para la propagación de unos principios sociales y culturales en los que ha tenido un gran peso lo ideológico y, por supuesto, lo religioso.

Al decir de especialista, en un principio se produce un acelerado proceso de conversiones a la nueva Fe, lo que significó también “eliminar la dependencia emocional con la situación hasta ese momento presente en la vida de los indígenas. Otro de los aspectos de esta colonización fue la modificación sustancial de las ciudades precolombinas, destruyendo buena parte de su patrimonio artístico”.

“No podemos olvidar que el arte ha sido, durante muchos siglos, un vehículo para la propagación de unos principios sociales y culturales en los que ha tenido un gran peso lo ideológico y, por supuesto, lo religioso”, explica Juan Alonso de la Sierra.

Proceso de fusión

La simbiosis entre el arte procedente de la popular (tanto en Europa como en América) utilizando una semántica artística que fuera familiar al pueblo, que le ganara, sobre todo, a través de los sentidos. En este contexto tiene gran protagonismo la irrupción de lo local, de lo indígena”.

Península Ibérica y el indígena se vio enriquecida con las aportaciones, principalmente desde el punto de vista iconográfico y ritual, de las culturas precolombinas.

Alonso de la Sierra continúa explicando el proceso histórico: “en un segundo momento se produce el mestizaje. El territorio americano contenía áreas culturales prehispánicas con una tradición muy potente. Además, a pesar del intenso flujo migratorio, de los matrimonios mixtos, por ejemplo, los hispanos fueron minoría y la mano de obra -canteros, artesanos de todo tipo, etc.- fue mayoritariamente indígena. Su formación técnica y estética enlazaba con la tradición prehispánica, y eso se evidenció en el resultado final de las empresas artísticas”.

“El punto de partida de un tercer momento coincide con la llegada y expansión de las ideas ilustradas, del arte academicista que, al igual que en España, relega las manifestaciones de carácter castizo para tornar la mirada a unas formas comunes al mundo occidental, en general”, concluye Alonso de la Sierra.

Patrimonio Hispanoamericano

La arquitectura colonial tuvo su espacio temporal y en la actualidad se protege y conserva como parte importante del patrimonio propio de los pueblos hispanoamericanos. Es el testimonio material de una etapa importante de su historia.

“Pero desde comienzos del siglo XIX, con el inicio de los procesos independentistas, las naciones americanas han continuado con su evolución arquitectónica y artística propias, ligadas sustancialmente a lo occidental, en general, mucho menos a lo estrictamente hispano, y conservando unos rasgos propios como elementos esenciales y enriquecedores de su propio patrimonio”, concluye Juan Alonso de la Sierra.

Iglesia en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. Otro de los aspectos de esta colonización fue la modificación sustancial de las ciudades precolombinas, destruyendo buena parte de su patrimonio artístico.

Iglesia en Santiago de Chile. A pesar de un primer periodo de implantación de los modelos y estilos de la península, como son el gótico, renacimiento, manierismo, barroco y neoclasicismo, el estilo arquitectónico de América Latina adquirió una dimensión completamente original y nueva, denominada como Arte Colonial.

“No podemos olvidar en este interesante proceso de ‘fusión’ la ingente obra de las órdenes religiosas. Su labor fue fundamental en la configuración del arte barroco colonial que, siguiendo los postulados contrarreformistas, trató de acercarse a la sensibilidad

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