Patrimonio artístico y documental del Mundo Hispánico: de la Edad Media a la actualidad.

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14 mm

universidad deleón Área de Publicaciones

ISBN 849773937-X 978-84-9773-937-5

9 788497 739375

170 mm

Nerea Fernández Cadenas y Ana María Mateo Pellitero (Editoras)

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Patrimonio artístico y documental del Mundo Hispánico: de la Edad Media a la actualidad. Nuevas perspectivas de estudio

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Patrimonio artístico y documental del Mundo Hispánico: de la Edad Media a la actualidad. Nuevas perspectivas de estudio

Nerea Fernández Cadenas Ana María Mateo Pellitero (Editoras)

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Patrimonio artĂ­stico y documental del Mundo HispĂĄnico: de la Edad Media a la actualidad. Nuevas perspectivas de estudio


Patrimonio artístico y documental del Mundo Hispánico : de la Edad Media a la actualidad : nuevas perspectivas de estudio / Nerea Fernández Cadenas, Ana María Mateo Pellitero (Editoras).– [León] : Universidad de León, Área de Publicaciones, [2018] 206 p. : il., fot., mapas, planos col. y bl. y n. ; 24 cm Bibliogr. al final de cada capítulo. ISBN 978-84-9773-937-5 1. Civilización hispánica-Desde Siglo 5º-Discursos, ensayos, conferencias.2. Arte-España-Desde Siglo 5º-Discursos, ensayos, conferencias. 3 Ciencias auxiliares de la historia-Desde Siglo 5º-Discursos, ensayos, conferencias. I. Universidad de León. Área de Publicaciones. II. Fernández Cadenas, Nerea. III. Mateo Pellitero, Ana María 008(460)"04/..."(082) 7(460)"04/..."(082) 930.2(460)"04/..."(082) La revisión académica de los artículos ha sido realizada por: Nerea Fernández Cadenas y Ana María Mateo Pellitero. De acuerdo con el protocolo aprobado por el Consejo de Publicaciones de la Universidad de león, esta obra ha sido sometida al correspondiente informe por pares ciegos con resultado favorable.

© Universidad de León © Los autores de los artículos Diseño y maquetación digitales de interior y portada: Juan Luis Hernansanz Rubio (Área de Publicaciones de la Universidad de León) Edición de imagen de cubierta: Clara Barrio Corral Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento físico, óptico, magnético y/o digital, incluyendo la fotografía y la fotocopia, sin permiso expreso por escrito de los propietarios del copyright. ISBN: 978-84-9773-937-5 Depósito legal: LE-444-2018 Imprime: Impreso en España - Printed in Spain Diciembre, 2018


Patrimonio artístico y documental del Mundo Hispánico: de la Edad Media a la actualidad. Nuevas perspectivas de estudio Nerea Fernández Cadenas Ana María Mateo Pellitero (Editoras)



Prólogo Desde los inicios de la humanidad, las manifestaciones artísticas y culturales forman parte de la identidad del hombre. El arte es una forma de expresar sentimientos e ideas, pero también emociones compartidas y vividas por los miembros de una comunidad. El mundo hispánico es uno de los contextos más prolíferos en los que estas manifestaciones se desarrollan. La gran diversidad de corrientes, formas y expresiones hacían necesario la creación de un monográfico que aunase las investigaciones más recientes que sobre las distintas tipologías artísticas y culturales se están realizando. El resultado de esta búsqueda de nuevo conocimiento sobre las expresiones artísticas del mundo hispánico es esta obra en la que convergen estudios tan variados como enriquecedores para el conocimiento de esa noción de comunidad hispana. Así encontramos estudios centrados en la música como elemento de identidad en determinados nacionalismos, como el vasco, siendo el caso del estudio llevado a cabo por Asier Odriozola; pero además la música también es interpretada en su faceta acústica, ejemplificado a través de la investigación que Elda María Delgado y Antonio Delgado han llevado a cabo sobre una cripta datada en el siglo XVI. Pero no solo se presta atención a la música en sí, sino también a aquellos que la generan, como es el ejemplo de la investigación que, sobre la figura de Francisco de Asís Martínez Lechón ha hecho Margarita Pearce. La música es parte de la identidad hispana, pero también lo es el territorio en el que esta sociedad se desenvuelve dejando las huellas de sus acciones, de ahí la necesidad de conocer el espacio a través del uso de técnicas como la cartografía histórica, clave en la aportación de Enrique Rafael De Rosa sobre la Bahía de Pasaia. En la 5


Nerea Fernández Cadenas y Ana María Mateo Pellitero

interpretación del espacio cobra una gran importancia la arquitectura tanto en su ámbito funcional como simbólico. Estas manifestaciones arquitectónicas pueden ser investigadas a través de diferentes métodos como lo es la fotografía, metodología empleada en el artículo que Daniel Vitturini realiza sobre el uso de la fotografía de la arquitectura como forma control en el periodo transicional a la democracia en la Península Ibérica. Además, las formas arquitectónicas también son susceptibles de revelar distintos modos de identidad como es el caso de las edificaciones específicas realizadas por los templarios que son objeto de estudio de Almudena Bouzón. Pero si el ámbito público es necesario para comprender el Mundo hispánico, también lo es el ambiente privado, como forma de expresión de la cultura más íntima y propia de las sociedades pasadas. En este contexto se encuadran los estudios que sobre los tapices de las casas nobiliarias del siglo XVIII ha realizado Ismael Amaro Martos. Si bien es cierto que la moda y las telas eran una parte esencial del ámbito privado de las sociedades hispanas, estas también se caracterizaban por la introducción paulatina de la cultura en el mundo de la intimidad, como se observa a través del trabajo que sobre las bibliotecas privadas de los nobles en la Edad Media ha llevado a cabo Cristina Pérez. Música, espacio y privacidad son características esenciales de la sociedad hispana a lo largo de su desarrollo, pero esta tampoco se entendería sin las manifestaciones religiosas que le acompañan, en lo que se refiere, sobre todo, al influjo que la mentalidad cristiana ha tenido en el desarrollo del arte y la cultura. En esta línea, se encuadran la aportación que Juan Pablo Rojas ha realizado sobre el estudio arquitectónico y escultórico de un sepulcro funerario en el convento de San Esteban de Salamanca. Pero también, los edificios cristianos actuaron como centros de difusión de conocimientos, como, por ejemplo, el claustro de la Catedral de Roda de Isábena donde se encontraron 215 inscripciones estudiadas por Daniel Vega en esta monografía, además del archivo de la Catedral de León en la que, gracias a la aportación de Ana Beatriz Hidalgo sabemos que se albergan sellos reales del siglo XV de variadas tipologías que necesitaban de una revisión profunda. La pintura también se constituye como uno de los pilares que integran el ambiente artístico y cultural del mundo hispánico. Pinturas que pueden expresar cambios de gusto y mentalidad, como nos muestra Antonio Holguera en su estudio sobre la presencia de pinturas profanas 6


Prólogo

en detrimento de la temática religiosa en los hogares limeños del siglo XVIII; o también, pintores que muestran características específicas en un contexto particular, como es el caso pintor Sebastián Herrera Barriuevo, analizado por Begoña Álvarez Seijó, quien en pleno siglo XVII se basaba en el género femenino para realizar sus obras. El arte y la cultura, por tanto, son nexos que integran diferentes tiempos y realidades en un marco común como el mundo hispánico y cuyo desarrollo y pervivencia ha generado la propia idiosincrasia del sistema hispano. Este monográfico responde, por tanto, a ese afán de generar nuevos conocimientos sobre un área con sus propias particularidades intrínsecas pero que comparte unos marcos artísticos generales indisolubles de la misma. Monografía que no hubiera sido posible sin las aportaciones novedosas de todos los autores mencionados anteriormente y que son reflejo de ese afán común generador de conocimiento artístico y cultura. Pero también, debemos agradecer la colaboración de otras instituciones, como el Instituto de Humanismo y Tradición Clásica de la Universidad de León y el Programa de doctorado: raíces, desarrollo y proyección, cuya acogida y apoyo constante a este proyecto han resultado en la materialización de esta publicación. Gracias a todos: autores, instituciones, editores por hacer posible que este proyecto que parte de la ilusión de jóvenes investigadores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León se haya llevado a cabo. “Luchen”, nos dijeron. “Hagamos ciencia, pues” les respondimos. Las Editoras Nerea Fernández Cadenas Ana María Mateo Pellitero

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Capítulo 1 Cartografía, paleografía y diplomática: ciencias para el estudio del pasado

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Las inscripciones medievales de Roda de Isábena Daniel Vega Martínez Universidad de León 1. Introducción Este trabajo es una pequeña parte del estudio sobre la epigrafía medieval de la provincia de Huesca, siendo una continuación del estudio y publicación de las fuentes epigráficas que realiza el proyecto I + D Corpus Inscriptionum Hispaniae Mediaevalium. Nuestra finalidad es actualizar el estudio epigráfico medieval de la provincia de Huesca –lleva medio siglo sin hacerse- y realizar su Corpus, puesto que son abundantes los monumentos medievales que conservan lápidas con textos epigráficos, siendo los tres centros principales San Juan de la Peña, la catedral de Jaca y el claustro de la catedral de Roda de Isábena. Para ello, nos serviremos de dos de los principios metodológicos de la epigrafía (García Lobo y Martín López, 1995: 21-22, 31-40), como son el estudio del autor, destinatario y rogatario de las inscripciones, así como de sus elementos externos –materia escriptoria, surco y tipo de letra-, internos –lengua y fórmulas utilizadas- y funcionales –módulo de las letras, luminosidad, surco y color, decoración y emplazamiento, lo que otorga un carácter publicitario- (García Lobo 2010: pp. 29-44). Como contribución al estudio, aportamos tres inscripciones nuevas del claustro de la catedral de Roda con su lectura y edición correspondiente. Roda de Isábena es una pequeña localidad del condado de Ribagorza –nordeste de la provincia de Huesca-, conocida hoy en día por ser la localidad española que cuenta con una catedral y tiene 11


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menos población. A pesar de ello, Roda ya existía en el siglo IX, y un siglo después ocupó la capital del condado y se creó la catedral (Durán Gudiol, 1975: 79-84), aunque el claustro no sería construido hasta el siglo XII, posiblemente durante el obispado de Gaufrido. Este claustro destaca por la gran cantidad de inscripciones que contiene –concretamente 215, lo que lo convierte en un elemento indispensable de estudio para la escritura medieval-. La mayor parte de las inscripciones se localizan en el intradós de los arcos, aunque también encontramos más de una veintena en la pared norte, otras tantas en la sala capitular, una en el muro este, y otra en el muro sur. Las inscripciones de Roda de Isábena fueron estudiadas a comienzos del siglo XX por José Gudiol y Cunill (1907: 19-28), que localizó 175 inscripciones, y en los años 60 por su sobrino Antonio Durán Gudiol (1967: 107-153), quien encontró un total de 191 inscripciones. La diferencia en el número de inscripciones encontradas se debe a que en los dos momentos de estudio anteriores parte de los arcos del claustro estaban tapiados, siendo imposible ver los epígrafes correspondientes. Asimismo, las últimas restauraciones que se han llevado a cabo han permitido recuperar inscripciones que se creían perdidas.

2. Tipología y técnica epigráfica Debemos comenzar definiendo el término inscripción como «cualquier testimonio escrito en orden a una publicidad universal y perdurable» (García Lobo, 1991: 17), y a continuación estudiar su génesis, forma, evolución y tradición. Las inscripciones de Roda son funerarias, con una doble vertiente: sepulcrales -donde se señala el lugar y fecha de enterramiento- y necrológicas, consistentes en la copia en piedra de dos libros utilizados en los monasterios: por un lado el Necrologium, un libro casi litúrgico que se leía a diario, y por otro lado el Martyrologium, que conmemora en la hora canónica Prima a los difuntos del día (García Lobo y Martín López, 1996: 125-145). Ambos autores (1995: 39) afirman que los monasterios tenían la costumbre y obligación de rezar por sus miembros y benefactores, y para que no cayeran en el olvido grababan la fecha de la defunción, el nombre del fallecido y el cargo ocupado. 12


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Solamente una parte del Necrologium ha pasado a la posteridad a través de los sillares del claustro y de la copia enviada a la Catedral de Santa María de Pamplona debido a la relación de hermandad existente con la Seo pamplonesa, aunque en el caso del Necrologium enviado a Pamplona solamente se conservan los nombres y cargos de los clérigos fallecidos entre los años 1219 y 1232 (Ubieto Arteta, 1954: 8-31). La práctica totalidad de las inscripciones conservadas en Roda están escritas en prosa, y es que las 215 inscripciones del claustro se encuentran en este formato, mientras que la única inscripción escrita en verso es la localizada en el interior de la catedral, hoy oculta por un cuadro. Siguiendo a García Lobo y Martín López (1995: 23-30) la génesis de las inscripciones se compone de cuatro partes: la actio, donde intervienen el autor –persona que encarga la inscripción- y el destinatario –el grupo social en que esta se realiza-; la conscriptio, destacando el papel del rogatario –el autor material de la inscripción, y en ocasiones también el encargado de poner el mensaje por escrito-; la ordinatio, donde se realizan los preparativos para poner el mensaje por escrito; y la incisio o grabación del texto en la piedra. Dentro de la conscriptio, un paso importante para Jean Mallon (1957: 177-194) es la redacción de la minuta o borrador del texto –en la gran mayoría de los casos con un formato tendente a la disposición horizontal del texto-, donde también aparecen muchos de los errores y faltas que se observan en los epígrafes. La minuta se realiza con un carboncillo, pincel o punta seca, de manera similar a la mise en page de los códices; sin embargo, el inconveniente de esta minuta epigráfica es que no deja rastro, puesto que se realiza en un material que se pierde cuando termina su utilización, como es el pergamino, el papel o las tablillas enceradas, ya que, al no volverse a utilizar, se tira a la basura. Tras finalizar la conscriptio comienza la ordinatio con la impaginación, donde se realizan con una punta seca las líneas horizontales que sirven para encuadrar la escritura y las líneas verticales que delimitan el comienzo y final de cada línea, facilitando y dirigiendo la lectura (Di Stefano Manzella, 1987: 121-127). A continuación, se prepara el espejo epigráfico –se pule la piedra para dejarla preparada para el proceso de escritura- y se realiza la transliteración –el lapicida copia la minuta en la piedra, grabando las 13


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letras con un cincel y haciendo un surco curvo en la piedra- (Susini, 1968: 23-33). En la impaginación habitual, las líneas horizontales y verticales tenían la misma profundidad que las letras, por lo que al mismo tiempo de servir como guía en la escritura también eran utilizadas como elemento decorativo. Algunas ocasiones la impaginación parecía seguir el curso habitual; sin embargo, el texto no se grababa en la piedra por motivos desconocidos o se grababa tiempo después. Según García Morilla (2012: 213-230) en esos casos podemos hablar de una impaginación estética, donde las líneas no suelen ser rectas por propia voluntad del ordinator para captar la atención del lector. Rodríguez Suárez (2012: 195-212) propone para estas situaciones un estudio de la forma y líneas de la impaginatio, así como de los espacios destinados a la decoración y de otros elementos como los crismones. Otras veces las líneas se realizaban de manera suave con un stylus –un instrumento metálico con una punta rígida pero fina- porque una vez que se había hecho la incisión del texto la superficie pétrea volvía a ser pulida, ocasionando la desaparición de estas líneas. Este tipo de impaginación, llamada técnica y muy similar a la utilizada en los códices, supone un alto nivel cultural de los participantes en el proceso escritorio. Por último, encontramos inscripciones –frecuentemente realizadas en talleres privados que trabajan la piedra de modo ocasional- donde no existe la impaginación, ya que lo importante es poner el mensaje por escrito. Algunas de las inscripciones de Roda fueron policromadas y otras repasadas en tinta roja, si bien no hay un patrón que permita estudiar estos elementos, pues aparecen, de manera intermitente, a lo largo de todo el claustro. En cuanto a la decoración, destacan los elementos arabescos y vegetales –realizados de manera más compleja que en los códices-, y en lo referente a la policromía, los casos más frecuentes se corresponden con fondos y tintas de colores negros o rojos. Los códices y los epígrafes son similares en lo referente a su génesis, forma y tradición, pudiendo establecerse relaciones entre ambos también en la separación de palabras mediante un grupo de 14


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puntos, y en la decoración, provocando una llamada de atención y búsqueda de un pasaje concreto del texto, dando lugar a un juego entre la estética y la legibilidad (Ostos Salcedo, 2010: 45-63). Las páginas de los códices que aparecen decoradas por sus cuatro márgenes presentan un amplio espacio destinado a la decoración, mientras que en la piedra este espacio es menor y solamente se lleva a cabo la ornamentación en caso de contar con espacio suficiente para albergar todo el texto, si bien existen en Roda muy pocos casos en los que se decora solamente la parte superior o inferior de la inscripción porque no hay más espacio disponible. Como casos concretos de decoración, además de los mencionados, encontramos dos inscripciones en las que el texto se adapta al espacio delimitado por un arco de medio punto, tres inscripciones que recuerdan a un prior y aparecen decoradas con motivos heráldicos –reflejo del poder de su familia-, y tres inscripciones en las que la decoración lateral sobresale de los límites superior e inferior del epígrafe –en dos casos para representar aves, y en un caso para representar espigas de trigo-.

3. Características escriptorias de las inscripciones de Roda Entre los nexos de las inscripciones de Roda de los siglos XII y XIII destacan las letras inscritas y sobrepuestas, ya sea como elemento decorativo o debido a la falta de espacio. La separación de palabras no era un elemento obligatorio en la época, y cuando se hacía consistía en grupos de dos a cinco puntos sobrepuestos, si bien en Roda era más frecuente un símbolo formado por dos pequeñas cuñas que tienen sus vértices apuntando a un círculo situado entre ambas. Estas lápidas rotenses presentan varios signos de abreviación. Es el caso del signo 9 = us al final de palabra, pudiendo ocupar la totalidad del espacio que corresponde a una letra, la mitad superior del mismo, o colocarse sobre la línea superior de escritura. El trazo vertical de la letra b minúscula es cortado por una línea horizontal como abreviatura de obiit, de los meses terminados en –bris o del grupo er en algunos nombres propios, como Bernardus. Además, la palabra et es abreviada de la forma 7. Las inscripciones más tardías, fechadas en el siglo XIV, abrevian el final de palabra –rum 15


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mediante un signo similar a un 4, al mismo tiempo que cortan el trazo vertical de la letra P con una línea curva para indicar pro. La totalidad de las inscripciones están escritas en letra gótica, la cual surge como una evolución de la anterior, intentando imitar la nueva angulosidad de la escritura ordinaria de códices y documentos que utilizaba una pluma cortada a bisel hacia la izquierda (Sánchez Prieto y Domínguez Aparicio, 2004, pp. 111-148). Gran parte de las inscripciones del Necrologium de Roda fueron escritas por el llamado «Maestro de Roda», creando una tipología de letra propia, puesto que no se asemeja exactamente a la escritura gótica, y las letras C, D, E, H, N guardan semejanza con las empleadas en el alfabeto mozárabe en Aratorés, San Adrián de Sasabe, Santa María de Iguácel o San Juan de la Peña. Tras la muerte del Maestro de Roda el claustro no perdió la costumbre de recordar a sus difuntos, continuando con la labor de grabar el Necrologium en piedra, si bien unos pocos años más tarde las diferencias epigráficas ya eran notables respecto a la escritura del Maestro. El Maestro de Roda comenzó su trabajo en torno al año 1194, manteniéndose en el mismo cargo hasta su muerte, acontecida antes de 1250. Tras él, otros maestros lapidarios continuaron esculpiendo las memorias necrológicas en piedra, si bien durante la segunda mitad del siglo XIII y en todo el siglo XIV el número de inscripciones es menor debido a la escasez de clérigos. Todas las inscripciones de Roda de Isábena están datadas por el sistema de Anno Domini, no encontrando ninguna que utilice el sistema de la era hispánica, algo que sí ocurrió en el monasterio de San Juan de la Peña o en la Catedral de Jaca. 34 inscripciones han señalado la data completa del fallecimiento, mientras que en las 181 restantes solamente se indican el día y el mes de la defunción. La inscripción de la catedral mencionada anteriormente hace referencia al orden en el que están enterrados siete obispos cerca del sarcófago de San Ramón, aunque sus tres primeras líneas se escribieron en la parte final de una viga de madera que medía aproximadamente 5’5 metros, la cual fue movida en el siglo XVIII para colocar el órgano y hoy ha desaparecido según los estudios de Durán Gudiol (1967: 107-109). Sin embargo, de los siete obispos citados, el obituario de la catedral de Pamplona solo nombra a dos de ellos (Borrell y San 16


Las inscripciones medievales de Roda de Isábena

Ramón), y menciona a otros siete obispos posteriores. De todos ellos, en las inscripciones del claustro solamente conservamos la memoria de Gaufrido.

4. Inscripciones inéditas: estudio y datación A continuación, nos proponemos estudiar brevemente tres de las últimas inscripciones aparecidas en Roda de Isábena, las cuales no han sido publicadas hasta el momento. La primera de ellas (Fig. 1) está colocada sobre la puerta de entrada, en la parte más alta, casi limitando con el tejado. Es una zona muy elevada a la que el público no suele prestar gran atención, contando también con el hándicap de que en el momento en el que el sol está en su máximo esplendor hay tanta claridad en el claustro que la inscripción no es visible. Esta inscripción la podemos datar en la segunda mitad del siglo XIII. Aunque tiene varios elementos que recuerdan a las inscripciones del Maestro de Roda (utilización de la X a final de palabra o el cerramiento de los dos primeros trazos de la m) también tiene otros elementos más tardíos, como el empleo de la letra A al estilo de una R al revés, intentando imitar a la utilizada por el Maestro de Roda, la ausencia de decoración en la parte final las letras n y R, el hecho de utilizar la n minúscula de forma similar a la actual o el uso de abreviaturas cuando el espacio de escritura es abundante. Su edición es del siguiente modo: Segunda mitad del siglo XIII Epitaphium necrologicum de Ferrario de Mebuno. A. RODA DE ISÁBENA, Claustro de la Catedral. Escritura gótica mayúscula.1 Conserva restos de las líneas de pautado. Buen estado de conservación. PUBL: Inédita. II : IDX : IVnII : Ob : FERRA RI9 : D MEBVnO : Secundo idus iunii obiit Ferrarius de Mebuno. 1 Debido a la elevada altura a la que se encuentra no se han podido tomar medidas ni de la pieza ni de las letras.

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El día 12 de junio falleció Ferrario de Mebuno. La siguiente inscripción que presentamos (Fig. 2) es una de las últimas en ser descubiertas. Apareció el verano pasado en la sala capitular, y aunque siempre estuvo a la vista, lo que llamaba la atención de la piedra era el grafiti y no el texto escrito en ella, el cual, por otra parte, está incompleto. El texto solamente dice IIII nona, por lo que carece de significado completo. La fecha propuesta para esta inscripción es la primera mitad del siglo XIV debido a que la letra n minúscula es muy similar a otra inscripción del mismo claustro fechada en el año 1324, por lo que es la tercera inscripción más reciente. Tras perder la sede episcopal a mediados del siglo XII, en el siglo XIV Roda de Isábena también perdió la comunidad de clérigos, quedando reducida a un grupo de 8 monjes gobernados por un abad. Es posible que la inscripción se hiciera en los momentos previos a la partida del grupo mayoritario, y que ninguno de los clérigos que permaneció en Roda fuera lo suficientemente habilidoso como para continuar con la tarea escriptoria. En cuanto al grafiti, aparece representada una cara con la fecha de 1593, fecha que descartamos completamente para la inscripción debido a que los caracteres escriptorios que observamos difieren bastante de los realizados a finales del siglo XVI y a que desde el siglo XV se impusieron los libros, desapareciendo prácticamente las inscripciones en piedra. Debido a las alteraciones de Ribagorza, los restos de San Ramón conservados en la Catedral se trasladaron a Barbastro en el año 1594, por lo que 1593 pudo ser el año en el que los clérigos abandonaron el monasterio para buscar refugio en la sede catedralicia de Barbastro. La edición de esta inscripción es como sigue: Primera mitad del siglo XIV Epitaphium necrologicum de […]. A. RODA DE ISÁBENA, Claustro de la Catedral. Escritura gótica mayúscula de 2,8 x 2,3 cm. Conserva líneas de pautado. Buen estado de conservación. Pieza de 13 x 61 cm. PUBL: Inédita. 18


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IIII : nOnA Quarta nona. El día [2 o 4] […]. Para finalizar, vamos a hacer referencia a una inscripción que se encuentra en el antiguo refectorio del claustro, hoy comedor de la hospedería, al lado de la ventana (Fig. 3). Es una inscripción que no cumplió la disposición prevista, porque las líneas de base solo se observan en la parte izquierda, mientras que, en la derecha, además de no contar con líneas, las letras comienzan más arriba, dando a entender que gran parte del texto todavía no estaba escrito, aunque finalmente la inscripción quedó incompleta. Asimismo, el nombre del difunto está escrito sin ningún tipo de planificación, dejando mucha separación entre letras al comienzo de la línea, y juntándolas al final de la misma. En cuanto a su datación, podemos fecharla en la segunda mitad del siglo XIII, y más concretamente entre las décadas de 1250 y 1270 debido a la forma de las letras A, E, n, R. Es significativa la realización de pruebas de escritura, como se observa al final de la primera línea, donde aparece una letra E que será copiada en la tercera línea. Su datación es: Tercer cuarto del siglo XIII Epitaphium necrologicum del caballero y canónigo Berengario. A. RODA DE ISÁBENA, Claustro de la Catedral. Escritura gótica mayúscula.2 Conserva restos de las líneas de pautado. Regular estado de conservación. PUBL: Inédita. IIII Nn InRII Ob BERNGARI9 MILES 7

2 Debido a la elevada altura a la que se encuentra no se han podido tomar medidas ni de la pieza ni de las letras.

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Quarta nonas ianuarii obiit Ber(e)ngarius, miles et (canonicus). El día 2 de enero falleció Berengario, caballero y (canónigo). En conclusión, estas tres inscripciones inéditas analizadas nos ayudarán a establecer una cronología en cuanto al trabajo de la piedra en el claustro y a conocer un poco mejor los aspectos de la escritura epigráfica medieval.

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Fig. 1. Inscripción situada sobre la puerta de entrada que recuerda el fallecimiento de Mebuno (Fotografía del autor).

Fig. 2. Inscripción incompleta situada en la sala capitular (Fotografía del autor).

Fig. 3. Inscripción situada en el refectorio del claustro que recuerda el fallecimiento de Berengario (Autor: Pedro S. Quibus). 22


La nobleza castellana y los espacios del libro en el palacio: primera aproximación a los primeros estudios y bibliotecas palaciegos en el Reino de Castilla Cristina Pérez Pérez Universidad Complutense de Madrid 1. Introducción El estudio de las bibliotecas palaciegas ha sido abordado por numerosos estudios, pero estos se han centrado en analizar los contenidos, su relación con las mentalidades de la época, la circulación de ciertos textos, la influencia de las corrientes intelectuales, etc., obviando el continente, el espacio en el que los libros son custodiados y utilizados. Esta carencia documental es la que motiva la presente investigación, en la que se pretende realizar una aproximación a las bibliotecas palaciegas en la Corona de Castilla.

2. Las primeras bibliotecas: otros contextos Los primeros espacios del libro surgen en diversos contextos del territorio europeo, vinculadas a personajes eruditos que conformaron grandes colecciones librarias y dotaron sus residencias de diversos espacios acondicionados para su uso y custodia. En primer lugar, destaca el caso italiano, estrechamente vinculado al Humanismo renacentista. La nobleza bibliófila conformó grandes colecciones compuestas, no solamente de libros, sino de elementos de muy diversa índole que iban desde obras artísticas hasta monedas antiguas, pasando por gemas u objetos raros, entre otros. Tenían su 23


Cristina Pérez Pérez

lugar en una estancia determinada de la residencia palaciega: los studiolos. Grandes personajes de la época construyeron estas salas para su estudio personal, como puede ser el Studiolo di Belfiore de Lionello d’Este, el de Isabella d’Este, Cosimo I de Medici, Francisco I de Medici, o el célebre Studiolo de Federico de Montefeltro (Lombardi, Nebbiai, 2001). Las bibliotecas palaciegas francesas experimentaron un gran desarrollo motivado por distintos elementos como la estabilidad del gobierno francés o el asentamiento de la corte en París, así como la renovación cultural acaecida en Francia entre los siglos XII y XIII que propició la existencia de una nobleza letrada (Stinermann, 1989: 173). Este hecho se encuentra bien documentado, y a pesar de que muchos de estos espacios no han llegado a nuestros días, conocemos su existencia en las residencias de diversos miembros de la realeza y la nobleza francesa, tal y como puede ser la biblioteca de Jean de Berry en Mehun o la de René d’Anjou en Tarascon, entre otras (Stinermann, 1989: 173). Una de de estas bibliotecas destaca por encima del resto, tanto por sus características como por su carácter semipúblico: la biblioteca del Palacio del Louvre. Su creación responde a la iniciativa de Carlos V de crear una biblioteca abierta a eruditos (Daniel, 2014, p. 81). La biblioteca poseía varias plantas y estaba perfectamente acondicionada para el uso y custodia de las colecciones. Diversos documentos atestiguan este hecho, dando descripciones detalladas y completas (Masson, 1972: 40). Esta biblioteca suponía un potente mensaje político del monarca francés, en el que se exaltaba su erudición y su buena labor de gobierno al formar a sus consejeros (Bloch, 1989: 312). Por otro lado, cabe destacar una de las cortes palatinas de mayor relevancia en este periodo: la corte papal de Avignon, en cuyo palacio diversos papas como Clemente VI, Nicolás V o Sixto IV, situaron sus estudios y bibliotecas, dotando al palacio del mobiliario y las condiciones necesarias para dicha función (Jullien de Pommerol, Monfrin, 1991)1. 1 Francia e Italia son dos casos paradigmáticos en el estudio del desarrollo de las bibliotecas palatinas a finales de la Edad Media, pero en otros contextos se dan casos de gran interés, peo la falta de espacio nos obliga a reducir su mención a la presente nota. Uno de los ejemplos de mayor relevancia es el Reino de Aragón, en el que se pueden destacar varias bibliotecas, como la de Pedro IV en Poblet, la colección de Alfonso V el Magnánimo en Nápoles, la librería de Martín el Humano, así como diversos ejemplos de otros miembros de las élites (Beceiro Pita, 2006: 496, Rodríguez de la Peña, 2010: 40). De gran interés es el caso de la Biblioteca del Palatinado de

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