La escritura a la intemperie. Metamorfosis de la experiencia literaria y la lectura en la cultura...

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La escritura a la intemperie Metamorfosis de la experiencia literaria y la lectura en la cultura digital


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Jaime Alejandro Rodríguez Ruiz (U. Javeriana de Colombia)

Juan Francisco Ferré (U. de Málaga)


interlecturas 1

La escritura a la intemperie Metamorfosis de la experiencia literaria y la lectura en la cultura digital

Vicente Luis Mora

Universidad de León Área de Publicaciones

2021


Mora, Vicente Luis (1970-) La escritura a la intemperie : metamorfosis de la experiencia literaria y la lectura en la cultura digital / Vicente Luis Mora – [León] : Universidad de León, Área de Publicaciones, [2021] 270 p. : il. col., tablas ; 21 cm.-- (Interlecturas ; 1) ISBN 978-84-18490-13-2 1. Arte de escribir-Siglo 21º. 2. Composición (Literatura)-Innovaciones tecnológicas-Siglo 21º. 3. Redes sociales-Informática. 4. Crítica literaria- Informática. I. Universidad de León. Área de Publicaciones. II. Título 808.1”20” 808.1”20”:004.77 004.77:808.1”20” 82.09:004.77 004.774.1 004.77:82.09 De acuerdo con el protocolo aprobado por el Consejo de Publicaciones de la Universidad de León, esta obra ha sido sometida al correspondiente informe por pares ciegos con resultado favorable.

Colección interlecturas vol. 1

© Universidad de León © Vicente Luis Mora Diseño y maquetación digitales de interior y portada: Juan Luis Hernansanz Rubio (Área de Publicaciones de la Universidad de León) Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento físico, óptico, magnético y/o digital, incluyendo la fotografía y la fotocopia, sin permiso expreso por escrito de los propietarios del copyright. ISBN: 978-84-18490-13-2 Depósito legal: LE-136-2021 Imprime: XXXXXXX Impreso en España - Printed in Spain Abril, 2021


El arte de escribir en común es un síntoma curioso que hace presentir un gran progreso de la literatura. Un día quizá se escribirá, pensará y actuará colectivamente. Novalis, Fragmenta ¿De dónde habrá surgido la idea de que las personas podían comunicarse mediante cartas? Franz Kafka, Cartas a Milena La literatura, al contrario que la muerte, vive en la intemperie, en la desprotección, lejos de los gobiernos y de las leyes, salvo la ley de la literatura que sólo los mejores entre los mejores son capaces de romper. Roberto Bolaño Se estaba muy bien allí, en la intemperie del ahora Juan Bonilla, Una manada de ñus así, sin más, a la intemperie Olvido García Valdés, Lo solo del animal



Índice 1. Introducción. La escritura de los millones y las literaturas al raso de los tiempos. Pág. 9 2. Descripción del modelo en decadencia de escritor, realizada por él mismo. Introito. El escritor grave. El nuevo modelo. Pág. 21 3. La escritura a la intemperie: la práctica expresiva de los millones. Prefacio. La escritura a la intemperie por oposición. - Tecnificación. – Imagocentrismo y scroll infinito. - Características de esta escritura: de qué hablamos cuando hablamos de intemperie. - Tipos de escritura a la intemperie. - Escrituras intemperiales fuera de la red. - Escritura en red, 1. El sujeto. 2. La consideración del texto inacabado como opción estética. 3. El abandono del concepto de canon. 4. Azar, interacción, colectividad. 5. El rol femenino. 6. Actitud ante el hecho literario. Valor de esta escritura al raso. - Tres novelas que recrean la desaparición del mercado editorial antes conocido como “sano”. - La edición a la intemperie: la autoedición. - Formas alternativas de edición digital: las revistas en línea. – Las escrituras a la intemperie como hiperobjeto. Pág. 39 4. Imperficciones: la literatura del error. Distorsión. - Aproximación. Sobre el error literario (metódico). - Imperficciones. - Creación en tiempo real. - El error en la literatura de la intemperie. - Conclusión. Pág. 115 5. Literatura a la intemperie de las redes. ¿Puede haber literatura en, o de, las redes sociales? Estratos. - Implicaciones de los cambios de soporte en la idea de “texto”. - El blog como alternativa literaria y como puesta en cuestión del sistema literario. - Blog y diario. - El caso de Cristina Rivera Garza: la novela como pantalla a lo largo del camino. - Otras experiencias de escrituras laxas a la intemperie. – Poesía al raso - La polémica cuestión de si puede haber literatura Facebook o literatura Twitter: redes sociales como forma de creación. - La resistencia ante estas formas narrativas. Analogías con el arte. - Envío. Pág. 143 7


6. Diferencias entre la literatura tradicional y las nuevas literaturas (literatura digital y literaturas a la intemperie). Las 22 diferencias. Pág. 213 7. La crítica a la intemperie. La crítica bajo el cielo tormentoso. - La crítica-blog: posibilidades metodológicas para una crítica literaria y textovisual sin límites. – Pensamiento en red. - ¿Es realmente distinta la crítica en blogs? - Lectura real y lectura impresionista. - Blog como crítica + correspondencia. - Los peligros de la crítica-blog. - Ventajas de la crítica-blog. – Otras formas de intervención crítica en las redes. - El futuro. - Conclusión. Pág. 231 8. Final: redescubriendo el fuego. Pág. 263

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1. Introducción. La escritura de los millones y las literaturas al raso de los tiempos



La escritura de los millones Lo mejor que podemos hacer con la literatura en nuestros días es ensanchar su concepto por debajo y estrecharlo por arriba; su pervivencia necesita que la base de su pirámide imaginaria se componga de millones de personas empeñadas en el intento, y luego la calidad y valor de las aportaciones irá subiendo y reduciéndose a la vez —tal y como pasa en cualquier manifestación humana, sea artística, artesanal, fabril o científica— hasta los cénit o cúlmenes que coronarán la pirámide literaria. Ni todo el mundo puede ser un dramaturgo como Shakespeare, ni es fácil escribir novelas como Virginia Woolf, ni cualquiera puede correr los 100 metros en nueve segundos, ni está al alcance general componer música como Bach, ni podemos esculpir mármol como Miguel Ángel, ni cantaremos como Maria Callas, ni aumentaremos la comprensión del universo como lo hizo Einstein, ni prepararemos comida india como un chef de Bombay, ni tendremos la mente poliédrica y visionaria de Ada Lovelace. La mayoría de nosotros no somos capaces de construir un mueble funcional, ni de escalar una montaña escarpada, ni operamos dolencias graves en un quirófano. Lo excelente es raro, y por eso mismo es excelente. Pero un arte sólo alcanza la excelencia si cuenta con una miríada de practicantes; hay que tener miles de científicos formados en universidades para que surjan de su ecosistema los proyectos e iniciativas descollantes. Shakespeare y Cervantes aprendieron de innúmeras voces anteriores, ya fuese como modelos positivos o negativos: del vasto erial de las novelas de caballerías, olvidables salvo contadas excepciones, Cervantes extrajo el oro que necesitaba para las dos partes de su Quijote. Shakespeare saqueaba historiografías británicas e italianas y leyendas danesas para levantar sus colosales edificios retóricos. Los buenos libros se levantan sobre montañas de títulos inconsistentes. En todas las ramas de lo humano necesitamos a los millones, a las innumerables personas que perseveran, para que el estímulo mutuo y el tejido de prácticas interrelacionadas ayuden a los más dotados a destacar. En 2009 apareció un informe del National Endowment of the Arts estadounidense, titulado “La lectura al alza”, que aportaba datos muy diferentes a los presentados por medios y presuntos expertos, contraviniendo

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los diagnósticos apocalípticos habituales sobre la pérdida de lectores y de interés por la literatura: […] el número de personas haciendo escritura creativa – de cualquier género, no obras exclusivamente literarias – aumentó sustancialmente entre 1982 y 2002. En 1982, cerca de 11 millones de personas realizaron algún tipo de escritura creativa. En 2002, este número había aumentado a casi 15 millones de personas (mayores de 18 años), un aumento de alrededor del 30 por ciento.

Al comentar estos datos, la estudiosa Kathleen Fitzpatrick sentencia: “En otras palabras, incluso antes de la difusión de los blogs y Facebook y Twitter y Tumblr”, lo que ocurriría a partir de 2004, “más personas en los Estados Unidos estaban escribiendo más que nunca antes –y las oportunidades para tal escritura, y para compartir esta escritura con otros, simplemente han crecido exponencialmente desde el año 2002”1. En efecto, como advirtiese Joan Fontcuberta en su momento, los usuarios habían descubierto el camino de elaborar y difundir objetos culturales, una actividad antes en manos de un colectivo de expertos, y habían comenzado a producirlos en masa. Las editoras de autopublicaciones y autoediciones, como Editions du Net2, no publican libros al año por decenas, como las editoriales tradicionales, sino por miles (centenares de miles, en el caso de Amazon Publishing), lo cual denota una pulsión escritora —no siempre literaria, claro está— imparable. La plataforma de escritura en línea Watt­ pad cuenta con 65.000.000 de usuarios, que han escrito la friolera de cuatrocientos millones de historias3, y de ella han salido algunos éxitos de ventas impresos4. Se ve mejor así: 400.000.000 de narraciones. Todo 1 Kathleen Fitzpatrick, “Networking the Field”, 10/12/2012, en su blog Planned Obsolescence, http://www.plannedobsolescence.net/networking-the-field/, traducción de Ernesto Priego en Humanidades Digitales, http://humanidadesdigitales.net/blog/2012/01/11/hacer-del-campo-una-red-kathleen-fitzpatrick/. 2 “Elle est ouverte aux auteurs via son site internet – avec un comité de sélection - et avec plus de 4000 livres au catalogue venant de 35 pays, elle est la première plateforme d’autoédition française.”; Cécile Mazin, “L’édition française s’ouvre à l’autopublication”, en Actualitté, 22/12/2017, accesible en https://www.actualitte.com/article/monde-edition/ledition-francaise-s-ouvre-a-l-autopublication/86475. 3 Dato tomado de Techcrunch, enero de 2018, en https://techcrunch.com/2018/01/17/storytelling-app-wattpad-raises-51m-at-a-398m-valuation/. 4 Tomado de la publicidad institucional de Penguin Random House: “Mercedes Ron debutó como escritora compartiendo sus textos en la plataforma Wattpad, donde hoy acumula casi 400k seguidores, más de 33 millones de lecturas. Gracias a la enorme acogida, el sel-

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ello pese a la brecha digital y la precariedad de acceso a la red en varias partes del planeta, desequilibrios que están lejos de solucionarse5. Y luego están otras plataformas como Novlet, Storify —ya clausurada, pero multitudinaria hasta su cierre—, Pastebin, Megustaescribir o Medium, que suman cifras millonarias. Los booktubers adolescentes, esos jóvenes que graban vídeos en YouTube o Instagram sobre los libros que leen, convocan a más público que Vargas Llosa en las ferias del libro, como recuerda Néstor García Canclini6. Todas las citadas son realidades sorprendentes y difícil de intuir, a la vista del tono lúgubre y admonitorio que suele acompañar a los diagnósticos sobre lectura y escritura que recibimos a través de la prensa de cuando en cuando. Hay que comenzar a preguntarse qué está sucediendo en realidad, qué hay detrás de estos fenómenos opuestos que parecen suceder al mismo tiempo: 1) la lectura y la escritura han muerto; 2) hay más lectura y escritura que nunca, o, al menos, se mantienen estadísticamente en números millonarios. En el tiempo en que usted lee esta frase se han escrito en todo el mundo treinta mil tuits, que serán quinientos millones cuando acabe el día7. Se ve mejor así: 500.000.000. Por último, una búsqueda en enero de 2021 en Instagram de las etiquetas en castellano #relatos, #relatosbreves, #relatoscortos, #microrrelato, #microrelato (sic), #cuento, #cuentos, #poema y #poemas, arrojó la suma total de 10.141.925 publicaciones. Un corpus desmesurado que sólo es legible —que no interpretable— mediante instrumentos de Big Data, conformando el hiperobjeto que se describirá más adelante. lo Montena, de Penguin Random House Grupo Editorial, la publicaría en papel, primero la trilogía Culpables, con más de 100 mil ejemplares vendidos”. En el capítulo 7 volveremos a hablar de Wattpad. 5 Como señala Paulo Gatica Cote, “Obsolescencia estratégica y literatura digital: una aproximación desde la teoría literaria”, Theory Now: Journal of literature, critique and thought, vol 4, n.º 1, Enero-Junio 2021, [pp. 186-203], p. 196, a partir del concepto de “buffering” de Graziela Speranza. 6 “Y las tensiones no ocurren sólo entre el papel y la pantalla sino por ejemplo en las ferias del libro, que crecen en asistencia cada año. ¿Y qué pasa en las ferias? Es el lugar donde vemos la lectura como sociabilidad ligada al goce compartido de los textos. De ahí la importancia de los booktubers como invitados que tienen más público que un Premio Nobel. En la Feria de Guadalajara hace dos años dos booktubers, uno chileno y otro mexicano, tuvieron más asistentes que Vargas Llosa.”; Néstor García Canclini en Juan José Mendoza, “La disolución del campo cultural. Entrevista con Néstor García Canclini”, Clarín, 05/01/2018, en https:// www.clarin.com/revista-enie/ideas/disolucion-campo-cultural_0_HykCd8TmM.html. 7 Pueden observarse los números en tiempo real en https://www.internetlivestats.com/ twitter-statistics/.

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La brutal pandemia de 2020-2021, que continúa cuando redacto estas líneas, ha contribuido a agudizar la proliferación de los espacios de escritura digital, al estancarse, paralizarse o reducirse la actividad de numerosas revistas y editoriales publicadas en papel. De esta manera, 2020 ha sido, desgraciada y seguramente, el año más digital de la historia, también en lo literario, y el aislamiento conectado ha propiciado algunas iniciativas de escrituras de desahogo, estimuladas por los largos confinamientos, que nos han dejado manifestaciones de interés8; entre ellas, por la cantidad y calidad de los escritores convocados, hay que hacer referencia al proyecto de la Revista de la Universidad de México titulado “Diario de la pandemia”9, un espacio web donde autores hispanoamericanos prestigiosos y otros menos conocidos han ido dejando a la intemperie digital sus experiencias personales relacionadas con la crisis de la Covid-19. Ahí pueden encontrarse textos de Piedad Bonnett, Sergio Chejfec, Guadalupe Nettel, Edmundo Paz Soldán, Mayra Santos-Febres, Mario Bellatin, Alejandra Costamagna, Héctor Hoyos, Liliana Colanzi, Ana Pellicer, Martha Báriz, Adrián Curiel Rivera, Cristina Morales, Juan Carlos Méndez Guédez, Adolfo García Ortega, María Fernanda Ampuero, Alejandro Zambra, Luciana Sousa, Robert Juan-Cantavella, Daniel Saldaña París, Paul B. Preciado, Mariana Enríquez, Julián Herbert, Margo Glantz o Annie Ernaux, nada menos.

La escritura a la intemperie consiguieron asomarse a la belleza cruda de la intemperie Eloy Tizón10

El ascenso de una nueva forma de práctica de la escritura, unido a la aparición de una figura autorial en áspera convivencia con la tradicional, forman el suelo de lo que vengo denominando escrituras a la intemperie11 8 Pienso en el diario real La vida en suspenso (2020) de Jordi Doce, o en el falso diario Lo viral (2020), de Jorge Carrión, por ejemplo. 9 Accesible en https://www.revistadelauniversidad.mx/releases/b5012a11-e10c-49bb8207-dabf9b9ba223/especial-diario-de-la-pandemia. 10 Eloy Tizón, “Cabañas para pensar”, El Cultural de El Mundo, 08/05/2015, p. 7. 11 Mi rúbrica no tiene nada que ver con lo que la crítica argentina Elsa Drucaroff denominase “Narraciones de la intemperie”, concepto bajo el cual unió en 2004 a varios escritores

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desde enero de 2015, cuando presenté el concepto en una conferencia impartida en Ciudad de Guatemala, dentro del festival literario La Valiente. Afinado en varias charlas, publicaciones12 y conferencias posteriores, su desarrollo definitivo es objeto principal de este ensayo. El concepto, hijo de alguien que pasa partes de su vida a la intemperie y partes bajo el techo tradicional, intenta describir un fenómeno generalizado, trasnacional y coetáneo, del que la literatura es una de sus más sintomáticas manifestaciones, pero no la única. Como dice Tomás Albaladejo, a partir del texto de George Lakoff y Mark Johnson, Metaphors We Live By (1980), en la actualidad vivimos en el centro de una “galaxia discursiva”13, donde la repleción y multiplicidad de discursos puede darnos la falsa impresión de que todos son iguales. Internet, entre otras cosas, es una gran cadena de montaje; una inmensa línea de ensamblado compuesta por centenares de millones de trabajadores, donde lo que se monta, lo que se construye, es la información. Gran parte de ella es información escrita; una parte mucho menor es información convertida ya en conocimiento, como decía T. S. Eliot en su célebre verso de Four Quartets. Este conjunto de textos que tiene en sus manos caminará sobre la delgada línea entre la información escrita y la información ya devenida conocimiento, en concreto acervo literario. En ese sentido, me gustaría aclarar desde el comienzo que lo que aquí va a denominarse como escritura a la intemperie no es una dirección estética reconocible, ni un grupo concreto de autores, ni un estilo, ni tampoco es un concepto que pueda acotarse geográfica, temporal o subjetivamente. Es, más bien, un conjunto abierto de prácticas —tanto creativas como editoriales y críticas—, algunas de ellas existentes antes de la red —pero potenciadas por ésta—, que cuestionan modelos tradicionales, tanto de argentinos (Mairal, Abbate, Gamerro, etc.) para explicar ideológicamente, a través de las metáforas del desierto y de la descomposición, las últimas tendencias de la literatura argentina. Cf. E. Drucaroff, “Narraciones a la intemperie”, en http://lunesporlamadrugada. blogspot.com.es/2010/06/narraciones-de-la-intemperie.html. 12 Por ejemplo, V. L. Mora, “Ensayos a la intemperie”, Trama & Texturas, n.º 36, 2018, 15-32; y “Autoría y lectoría: de los lectores que comparten, reutilizan y reescriben a los artistas de la renunciación”, en J. A. Pérez Bowie y A. J. Gil González [eds.], Ficciones nómadas: procesos de intermedialidad literaria y audiovisual; Pigmalión Edypro, Madrid, 2017, [pp. 393-412], p. 400. 13 Tomás Albaladejo, “E pluribus unus: discursos en la novela y discurso de la novela”, Ínsula n.º 754, 2009, pp. 9-13.

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escritura como de presencia en el campo literario. En línea con la desterritorialización vigente en otras artes, como el teatro —donde autores como Tadeusz Kantor ha apuntado que “el teatro es el lugar menos adecuado para el drama” —, el arte —donde se han abierto espacios, tanto virtuales como analógicos, paralelos a museos y galerías—, o el cine, expatriado desde las grandes salas a televisores y pequeñas tabletas, las escrituras a la intemperie desubican la práctica escritora de sus entornos habituales, el papel y el libro, para llevarlas a todas partes. El escritor argentino Esteban Castromán ensancha el campo de esta manera: Cada día hay más experiencias literarias que desbordan las páginas de los libros y las pantallas de los e-readers, nuevos fenómenos que exceden los formatos tradicionales: de los poemas en YouTube a las pintadas de Acción Poética, de los posts literarios en Tumblr al rap, del hoax literario a la performance, de los videojuegos narrativos al fanfiction, entre otros multiplicadores de la ficción en la actualidad.14

Dentro del enorme campo de la escritura a la intemperie hay un pequeño sector de literatura a la intemperie, de la que hablaremos en su momento. Cuando Manuel Ruiz Zamora comenta El fin del arte de Arthur C. Danto, señala que “hay ocasiones en las que uno tiene la sensación de que Danto divisa un horizonte inédito en el que los propios fundamentos de los conceptos pierden su apariencia de sentido y, como si experimentara un súbito ataque de pánico, recula prudentemente al territorio de lo vagamente conocido”15. Mi propósito, de seguro menos sensato y más atrevido que el Danto, es el de no detenerme ante la falta de asideros y lanzarme al vacío. Hay una escena notable en la novela de González Sáinz Volver al mundo (2003), en la cual un niño no se atreve a cruzar un puente que separa su pueblo de otras tierras, porque no conoce el lenguaje que describe lo que hay más allá de la pasarela. Durante mucho tiempo he sido ese niño que, guarnecido confortablemente bajo el techo de la literatura tradicional, atisbaba al otro lado manifestaciones de una escritura que, vista desde allí, no parecía literaria. Cuando me he lanzado, perdiendo el 14 Citado en Lorena Oliva, “El ebook sólo fue el comienzo. ¿Le llegó a la literatura su momento Netflix?”, La Nación, 30/04/2017, http://www.lanacion.com.ar/2018453-el-ebook-fuesolo-el-comienzo-le-llego-a-la-literatura-su-momento-netflix. 15 Manuel Ruiz Zamora, Escritos sobre Post-Arte. Para una fenomenología de la muerte del Arte en la cultura; Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2014, p. 22.

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miedo, a buscarla y analizarla, he descubierto que lo único inapropiado eran mis prejuicios y algunos conceptos adquiridos. Este libro, por tanto, es una salida al claro del lenguaje de nuestro tiempo, a todos ellos. No se propone, en consecuencia, una definición exacta del concepto de lo intemperial, sino pergeñar un mapa de sus lugares habituales de aparición —algo nada fácil por hallarnos, como diría Reinaldo Laddaga, más cerca de lo multitudinario que de lo colectivo16—, rastreando algunas de sus claves y preguntándose los porqués de esta búsqueda de distancia y diferencia frente al modelo literario convencional, vigente durante un período de tiempo tan largo. También se hablará mucho de la resistencia que estas nuevas prácticas están generando, resistencias que ya había detectado con su fino radar cultural Cristina Rivera Garza: Lo que para algunos resulta celebrable —ya decía, por ejemplo, la escritora estadounidense Kathy Acker que había que hacer todo lo posible por conservar la frescura radical del que, escribiendo mensajes electrónicos o en blogs, siente y sabe por primera vez que puede escribir—, otros lo interpretan como el inicio de la debacle de ciertas tradiciones culturales que, desde su punto de vista, pueden conservarse mejor cuando están salvaguardadas por una férrea élite de vigilantes.17

Esta resistencia es, como veremos, una de las más claras señas de que algo está sucediendo, pues nada es combatido ni denostado si no existe y cobra importancia bajo la forma de amenaza. Definir la amplitud y contornos de ese fenómeno, a mi juicio profundamente positivo para el futuro de la literatura, será el objeto del capítulo tercero. “Because writing happens everywhere,” dice la estudiosa Bronwyn Williams, “we need to study it everywhere”18. Por ese motivo, iremos a buscar la escritura a la intemperie allá donde la atisbemos. Para ello utilizaremos tanto herramientas procedentes del análisis filológico convencional, como técnicas tomadas de las Humanidades Digitales: la minería de datos, la hipervinculación de contenidos, la reflexión digital interactiva y el uso de 16 Las escrituras a la intemperie tienden hilos con la escritura de la multitud que explora Reinaldo Laddaga en Estética de la emergencia; Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2010, pp. 206ss. 17 Cristina Rivera Garza, Los muertos indóciles; Tusquets, México D.F., 2013, p. 89. 18 Bronwyn T. Williams, “Seeking New Worlds: The Study of Writing beyond Our Classrooms.” College Composition and Communication, 62.1, 2010, [pp. 127–46], p. 142.

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elementos tomados de las tecnologías de la red, como la encuesta digital, entre otros. El objetivo final de este libro es realizar una “fenomenografía”19 de la escritura digital contemporánea, literaria o no. “Fenomenografía” —término que no debe entenderse en su actual sentido didáctico— es un concepto utilizado por Alfonso Reyes en uno de los primeros ensayos librescos que leí de adolescente, La experiencia literaria (1952), y hace referencia a las formas genéricas y modos en que aparecen los textos. Con ese término advertimos de que nos interesará más lo fenoménico que lo fenomenológico, sin apartar del todo lo subjetivo, por supuesto. Reyes se refiere a la fenomenografía poco antes de deslizar una aserción que nos guiará en lo que sigue: “Tampoco nos perturbe que la poesía acarree, en su flujo, datos que interesan accidentalmente a otras actividades del espíritu. Lo que nos importa es la intención, el rumbo del flujo”20. Aunque el “flujo” y los “datos” de La escritura a la intemperie no son exactamente los mismos a los que se refería el polígrafo mexicano, sí nos sigue interesando la idea de experiencia literaria, que entenderemos aquí como una especie de Werktansgschauung, una “obravisión” que configura lo literario como un mundo dentro del mundo y la escritura como una forma, no sólo de ser, sino de estar.

Agradecimientos Este libro ha sido escrito en diferentes etapas, y para su primer ensamblaje fue medular la estancia investigadora desarrollada durante 2018 en el Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, gracias al hospitalario auspicio de Luis Navarrete. Tanto a él como a Antonio J. Gil González, directores de la colección que aloja este manuscrito, y a José Manuel Trabado, director del Área de Publicaciones de la Universidad de León, quiero expresarles mi máximo agradecimiento.

19 Alfonso Reyes, La experiencia literaria y otros ensayos; ed. Jordi Gracia, Fundación Banco Santander, Madrid, 2009, p. 166. 20 Alfonso Reyes, La experiencia literaria y otros ensayos; op. cit., p. 167.

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El diluvio en el sector editorial Otro objetivo de estas páginas será examinar las transformaciones que se están produciendo no sólo en las formas actuales de creación literaria, sino otras conexas con ella y muy acuciantes incluso desde el punto de vista socioeconómico: la crisis de la industria editorial, la aparición de la autoedición y las críticas generadas, la criticable puesta en duda de la figura del editor o su colusión con prácticas de mera difusión textual, el papel de la crítica literaria en este nuevo campo de operaciones, las nuevas formas de expresión literaria y crítica (redes sociales, blogs, etcétera), y la redefinición de la vida literaria en nuestro tiempo. A mi juicio, hay tres fenómenos en marcha que son los causantes de la incierta situación actual, y que desarrollaremos en los lugares pertinentes: 1. Es cierto que nunca se ha leído tanto como ahora, pero también parece evidente que esa subida de los índices de lectura no se corresponde con un aumento del consumo de literatura. 2. Cada vez se dicta más a los teléfonos, gracias a la afinación del software de reconocimiento de voz; cada vez se escuchan más mensajes de voz previamente dictados21, y crecen exponencialmente los contenidos culturales emitidos de este modo22, por lo que lo oral está ganando terreno a la lectoescritura. En realidad, si se mira desde una perspectiva histórica, lo oral recupera el terreno perdido, dentro de un iter de progresiva amortiguación de la escritura, que examinaremos en el capítulo 6. 3. Los habituales lectores de literatura tienen ahora, además, otros estímulos de ocio, incluso de ocio consistente en degustar narrativa: las series de televisión, que no sólo son más poderosas que nunca, sino que se han adueñado de la conversación cultural. Como ha expuesto con agudeza Antonio Valdecantos, nadie quiere aceptar que el mundo del libro impreso —no la lectura, ni la literatura— 21 Cf. Naomi S. Baron, “Do mobile technologies reshape speaking, writing or reading?”, Mobile Media & Communication, vol. 1, nº 134, 2013, en http://mmc.sagepub.com/content/1/1/13. 22 Carlos S. Scolari, “¿Una nueva edad de oro de la comunicación oral? Podcasts, audiolibros y otras especies sonoras”, Hipermediaciones, https://hipermediaciones.com/2021/02/14/ una-nueva-edad-de-oro/.

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periclita y que sólo sigue sostenido —cada vez menos— en lo que él denomina la ficción del “Panóptico textual”: para editar libros no hace falta que esos libros se lean, “tal posibilidad importa tanto que convierte en una circunstancia totalmente baladí el que haya habido o no alguna vez un lector en acto, así como el número de ellos”23; tampoco importa, según el autor, que los libros se entiendan. El resultado de este panóptico es que el mundo editorial trabaja sobre el delirante lema de publiquemos libros y alguien vendrá a leerlos, sin cuestionarse que tal cosa no siempre sucede y muchos libros son devueltos en masa a las editoriales, o no salen jamás de los hangares y almacenes de los distribuidores. La burbuja que permite la subsistencia de ese panóptico ha comenzado finalmente a ceder, cuando la crisis económica primero y la pandemia después han cancelado o reducido en España y otros países las continuas ayudas públicas que la posibilitaban, amén de las amenazas provenientes de la piratería. Todos estos cambios han desdibujado el mundo de la literatura tal y como lo conocíamos. El propósito final de este libro será arrojar algo de luz sobre este tiempo de claroscuros, identificar los problemas y, quizá, ofrecer algunas soluciones o pistas para los mismos, con ánimo de aliviarnos tanto de la tristeza de los tonos apocalípticos como de los cantos de sirenas integradas. Buscaremos el nicomaqueo punto medio entre la tecnofilia y la tecnofobia. Los fines son diferentes y se propugnan como sensatos: buscar un cauce de diálogo, esclarecer el panorama, saber si nos encaminamos a la intemperie o si estamos presos de patas en ella y lo que debemos encontrar son, simplemente, paraguas para guarecernos del diluvio. Porque todo lo que conocíamos como techo se está desmoronando.

23 Antonio Valdecantos, Misión del ágrafo; Ediciones La Uña Rota, Segovia, 2016, p. 68.

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