Mujeres, espacios e ideas. Hacia una reconstrucción del Mundo Hispánico

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Mujeres, espacios e ideas: hacia una reconstrucciรณn del Mundo Hispรกnico


La revisión académica de los artículos ha sido realizada por Nerea Fernández Cadenas, Pedro Mateo Pellitero y Alberto Morán Corte. De acuerdo con el protocolo aprobado por el Consejo de Publicaciones de la Universidad de León, esta obra ha sido sometida al correspondiente informe por pares ciegos con resultado favorable.

© Universidad de León © Los autores de los artículos Diseño original de portada: Clara Barrios Corral Adaptación digital final de portada y diseño maquetación digitales de interior: Juan Luis Hernansanz Rubio (Área de Publicaciones de la Universidad de León) Imagen de portada: Facsímil de la Universidad de león del Codex biblicus legionensis, año 960, folio 40, escritura visigótica, Archivo San Isidoro de León, cód. 2. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento físico, óptico, magnético y/o digital, incluyendo la fotografía y la fotocopia, sin permiso expreso por escrito de los propietarios del copyright. ISBN: 978-84-9773-989-4 Depósito legal: LE-87-2020 Imprime: SORLES Impreso en España - Printed in Spain Febrero, 2020


Mujeres, espacios e ideas: hacia una reconstrucciรณn del Mundo Hispรกnico

Nerea Fernรกndez Cadenas Pedro Mateo Pellitero Alberto Morรกn Corte (Editores)



ÍNDICE PRÓLOGO Nerea Fernández Cadenas, Pedro Mateo Pellitero y Alberto Morán Corte............................................................................................. 7

1. ESPACIOS VIVIDOS Y ESPACIOS PERCIBIDOS 1) Vineas en el campo vinum en la ciudad (Asturias siglos IX-XV). Amalia Trancho Menéndez.................................................................................. 11 2) Almagro y la época del Quijote: vida cotidiana y cultura material (1605- 1615). María López Alcaide.............................................................................................23 3) De la defensa del espacio adquirido a poblar el caos: el presidio novohispano como agente regulador del espacio adquirido y génesis de poblaciones a finales del siglo XVIII. Alejandro García Malagón................................................................................39 4) Parroquia y concejo de la diócesis de Salamanca en el siglo XVIII (1700- 1753). Guillermo Díaz Bouzas.........................................................................................53

2. HISTORIA DE MUJERES, MUJERES DE LA HISTORIA 1) María de Molina, un referente en la diplomacia femenina bajomedieval (1264-1321). Aixa J. Barbarin López........................................................................................... 69 2) La contribución de la Junta de Ampliación de Estudios a la formación de la mujer: el ejemplo de las pensionadas leonesas. Beatriz García Prieto............................................................................................ 85 3) Educación y política de Francisca Bohigas. Paula Díez Álvarez.............................................................................................. 101 4) La Cuestión de la mujer en la prensa libertaria: - Solidaridad Obrera-. Miguel Asensio Gómez......................................................................................... 115

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5) El trabajo de las mujeres durante el régimen de Franco en la ciudad de Toledo: las maestras nacionales (1950-1966).. Rosa García Sánchez........................................................................................... 129 6) Piedad Isla y Graciela Iturbide más allá de la realidad o el ensueño. La fotografía como fuente para el estudio y conocimiento social. Eliana Alvoz e Issa Paola Gutiérrez Vázquez..............................................145 7) Las telenovelas y el secreto del éxito: el caso de Mujer de madera. Ivan Dukin.............................................................................................................. 163

3. IDEAS, MORAL Y JUSTICIA 1) Estudios sobre el fenómeno del sueño en los filósofos árabes en particular de al- Ándalus. Sara Lenzi.............................................................................................................. 175 2) Caracterización sociológica de las dignidades de la Catedral Primada durante el Setecientos. Santos Jaime Valor.............................................................................................. 185 3) La Justicia Popular republicana en la Región de Murcia. José Luis Rabal García........................................................................................ 201

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PRÓLOGO

En un momento en el que los jóvenes investigadores en Humanidades se enfrentan a nuevos retos, se hace cada vez más necesario alcanzar un lugar común en el que se fomente la interdisciplinariedad. Esta obra no tiene mayor pretensión que ser otro eslabón más en la cadena investigadora de aquellos noveles que, como los autores del presente volumen, han decidido adentrarse en el campo científico de las humanidades. En definitiva, el objetivo que se persigue es dar visibilidad a aquellas realidades históricas que han sido tradicionalmente menos valoradas a nivel científico y social. Este libro es un reflejo de estas nuevas dinámicas historiográficas, que abarcan desde estudios sobre la historia de las mujeres y los espacios rurales hasta las ideas y valores que sostuvieron a estas sociedades y que debemos revindicar como parte fundamental de nuestra herencia sociocultural. Esta labor no hubiera sido posible sin la colaboración del Instituto de Humanismo y Tradición Clásica de la Universidad de León y el Programa de Doctorado Mundo Hispánico: raíces, desarrollo y proyección cuyo apoyo constante a este proyecto ha tenido como resultado la materialización de esta obra. No quiero decirle a nadie cómo escribir la Historia. Deben descubrirlo a su manera. E.P. Thompson, “Agenda para una Historia Radical” (1986).

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1. Espacios vividos y espacios percibidos



Vineas en el campo, vinum en la ciudad (Asturias siglos IX-XV) Amalia Trancho Menéndez Universidad de Oviedo 1. Introducción Este trabajo aborda el estudio de la plantación de viñas a lo largo del territorio nuclear de Asturias, en el periodo correspondiente a la Edad Media, y el interés en el cultivo de la vid por parte, no sólo de las instituciones monásticas y eclesiásticas, sino también de los pequeños propietarios. Un interés que decrece cuando la demanda de vinos de calidad por parte de los habitantes de los incipientes núcleos urbanos, hace necesarias las importaciones, lo que dará lugar a una nueva actividad comercial. El acercamiento, a través del consumo, a los distintos actores sociales que la ejercen, en la ciudad de Oviedo y la villa portuaria de Avilés, es también objeto importante de este estudio.

2. Metodología Para la realización de este breve y somero trabajo, hemos utilizado las fuentes conservadas, de las que somos deudores y que, necesariamente, son aquí de tres tipos puesto que han de remitirnos a realidades distintas: el campo, la ciudad, y el ámbito temporal. Hasta el siglo XIII, dependemos de las colecciones diplomáticas procedentes de los fondos monásticos para conocer la vida de los campesinos, vinculada a la plantación de viñas de las que, quizás, no bebiesen su vino. Un vino que, aun no siendo el mismo que se plantaba, tenía que ser regulado por las ordenanzas municipales de la ciudad y que, por la importancia que 11


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alcanzó en los siglos postreros de la Edad Media, estuvo presente en cuantas fuentes conservamos: aranceles de portazgo, libros de acuerdos, documentos judiciales.

3. Vineas en el campo Estrabón, en su Geografía (III,3,7), dice de los pueblos que habitaban en la costa norte de Iberia, entre los que se encontraban los Astures Transmontani, a los que nunca conoció: «Estos habitantes de la montaña […] Beben también zhytos,1pero escasea el vino; cuando lo consiguen; lo consumen rápidamente en los banquetes familiares» (Rodríguez Fernández, 1990: 234). Esta imprecisión del historiador nos lleva a considerar, que al igual que la sal, pudiera el vino haber sido objeto de trueque ente los ástures y las gentes del norte de la meseta a través de un corredor desde la costa puertos abajo (Álvarez Castrillón: 2012). Se sabe que las viñas fueron introducidas en Asturias por los romanos, pero el cultivo de la vid no se extenderá hasta fechas altomedievales, de la mano de los monjes que fundan monasterios,2 y ello a pesar del clima y de las condiciones poco propicias del suelo de Asturias. Las necesidades litúrgicas hacen imprescindible la producción de vino, puesto que la Eucaristía se administraba bajo las dos especies, no sólo a clérigos, sino también a los fieles, eso unido a las apetencias de la nueva nobleza que lo demanda. Así, ya en la primera diplomática medieval (s. IX), son frecuentes las referencias a vineas, en el mayor número de diplomas, asociadas a pumares, plantaciones conjuntas hoy inimaginables en Asturias. El segundo documento original más antiguo conservado, de la época de la monarquía asturiana (803), nos habla de doña Fakilo que hace donación al monasterio de Santa María de Llibardón de extensos territorios en valles de Colunga y Maliayo, próximos a la costa, en el centro-oriente de Asturias, donde los cultivos más importantes son, dice: uineas et pomifera, binomio recurrente que configurará el paisaje altomedieval asturiano …in uillas quam etiam in busta siue in uineas et pomifera omnem/ ipsa quinta qui me conpetet concedo uel abrenuncio ad Sancta Maria in Liuerdonem …(García Larragueta, 1962: 3). 1 Término que según los estudios del profesor Perfecto RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ debe de interpretarse como sidra (no como cerveza) ya que en la documentación altomedieval asturiana en latín no hay ni una sola mención a cerveza o cualquier otra bebida alcohólica que no sea la sidra y el vino. Vid. (1983): “El léxico de la sidra y el vino en la diplomática medieval asturiana en latín (siglos VIII-XIII)”, B.I.D.E.A., 109-110, Oviedo, pp. 681-714. Floriano CUMBREÑO (1950): El Libro Registro de Corias menciona modios de ceuera y modiis de ceuera, como pago de compras hechas por el abad Munio (199, p. 61). 2 Algunos autores apuntan que entre los siglos VIII y IX pudo haber en Asturias casi un centenar de monasterios, aunque la mayoría no «vivos».

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Sin embargo, merece la pena destacar el hecho de que en esta fértil comarca asturiana, hoy Villaviciosa, no se vuelta a encontrar documentada la vid hasta comienzos del siglo XII, en la donación que hace Diego Fernández a la catedral de Oviedo de la heredad, villa e iglesia de San Salvador de Puerto …cum omnibus […], vinneam ab integro… (García Larragueta, 1962: 325) Las viñas de Maliayo, como veremos, no serán un cultivo aislado o excepcional. Un pequeño recorrido por la geografía asturiana, a través de los diplomas, nos permitirá ilustrarlo. Ordoño I (860) dona al obispo Frunimio las iglesias de Santa Eulalia de Ujo y San Martín del Río Aller, localizadas ambas en los actuales concejos de Mieres y Aller, en el sur de la comunidad …cum edificiis/ ornatus ecclesie, libros, vineas, pomipherares… (Floriano Cumbreño, 1949: 297). Por las mismas fechas (870) en el concejo de Grado, en el centro de Asturias, «Flaciano dona a su señor Nuño la misma parte que corresponde a sus hijos en Bollocare y Cabruñana de vineis, pomipheris…» (Floriano Cumbreño, 1951:6). Siguiendo en el centro geográfico, también los concejos de Las Regueras y Candamo estuvieron plantados de viñas, como nos recuerda la toponimia de este último, del que afirma Fernández Conde (2004: 244) en su trabajo «La sidra y el vinu en Candamu»: «no hay ninguna parroquia de este concejo en que no se encuentren topónimos relacionados con las viñas». Lo puede corroborar un temprano documento (1073) de donación a la catedral de Oviedo, en la villa de Murias, Candamo, en el que entre lo donado vemos cubas y torcularia (García Larragueta, 1962: 208) que si bien las primeras pudieran servir también para contener sidra, la forma torcular parece estar más asociada a la prensa para vino. Un aforamiento (1304) de una tierra del cellero de San Tirso, en Candamo, «para que planten en ella viñas, pagando de renta foral la tercera parte del vino de la duerna» (Sanz Fuentes, 1998: 633) nos habla de la continuidad en el tiempo del cultivo del viñedo, en este concejo en donde las condiciones climatológicas y paisajísticas son especialmente propicias para ello. Incluso, en los concejos de montaña, caso de Teverga, ya en los límites con la Babia leonesa, las viñas, junto con los pumares y la escanda, ocuparon gran parte de su superficie cultivable aprovechando aquí el fondo de los tres valles que surcan el concejo: Valdesampedro, Valdesantibanes y Valdecarzana (Fernández Suárez, 1992). En este territorio Tebricense, un documento del siglo XI (1096) registra vino como parte del pago de caloña por los daños causados en unas propiedades: 13


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Ila regaria cum suos pumares damus uobis adque in carta concedimus pro una uilla que mandastes nobis collere et inuenistis super nos damno grande de illa de uestro pane, et de uestro vino et de uestra sicera, et non abuimus unde uobis reddere ipsa calumnia, set deuenimus… (Floriano Llorente, 1968: 195). Documento que nos sugiere una muestra de la labranza temprana de las viñas, que habrá de mantenerse, en este concejo de Teverga, durante toda la Edad Media. Primero será un cultivo asociado a la economía de los pequeños propietarios, como nos recuerda Ana Fernández Suárez, «la pequeña propiedad tuvo también la posibilidad de reproducirse mediante los contratos de plantación de viñas, que solían conceder al cultivador la propiedad de al menos una parte de la viña plantada en tierra ajena» (1992: 32). Más no será hasta avanzado el siglo XII cuando la Abadía de San Pedro de Teverga auspicie su plantío intensivo, lo que le permitirá percibir la mayor parte de las rentas y donaciones en vino. El continuado interés por el negocio vitivinícola de la abadía y sus canónigos puede verificarse mediante sentencia del siglo XV (1494) en la que se impone Pena a Lope Gonçalez y a Rodrigo Álvarez de Prado, canónigos de la iglesia de San Pedro de Teverga, por haber vendido el vino a un precio superior al estipulado (Fernández Suárez, 1992: 457): Este sobredicho dia mandaron a Lope Gonçález e Rodrigo Alvarez de Prado. Canónigos de la dicha iglesia, so pena de reçeesy que pagasen otros dos açumbres de vino por quanto ovieran vendido çierto vino a más preçio de dies maravedís, e quebrantaran la hordenança e mandamiento de la dicha iglesia…(Fernández Suárez, 1993: 351) Un año después (1495) encontramos a los mismos canónigos junto al vicario Gonçalo Garçia, como perceptores de aforamiento perpetuo de todos los heredamientos que la iglesia de San Pedro de Teverga posee bajo la iglesia de Berruelo, obligándose éstos a plantar viñas y a entregar anualmente el cuarto de la vendimia (Fernández Suárez, 1993: 367). Sin embargo, el viñedo alcanzará su mayor desarrollo en los valles del Narcea y del Navia, donde las condiciones para el cultivo de la vid son más favorables. Al igual que vimos viñas documentadas en el siglo IX en Villaviciosa, Colunga, Mieres, Ayer y Grado, una carta del año 889 que refiere la donación hecha por el diácono Tagelo al presbítero Riciulfo del monasterio de San Esteban de Elaba, junto al río Narcea, nos confirma la existencia de viñas en este valle: …uel omnen orna/tum eclesie; terras, pomares, uineas, kasas, orea, cupas uel omnia quicquid Intrinsecus domorum … (Floriano Cumbreño, 1951: 174-175) Sin embargo, en las siguientes centurias las plantaciones debieron de ser escasas y por tanto la producción vitícola exigua, lo que se puede aventurar teniendo en cuenta que el monasterio de San Juan Bautista de 14


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Corias, en los márgenes del río Narcea, se funda en el año 1032 y, según nos dice el Libro Registro de Corias, no será consignada hasta Sub era M.ª cc.ª xª. i.ª (1173) la adquisición de uineis et pomeriis, por parte del monasterio (Floriano Cumbreño, 1950: 201) La documentación para los siglos siguientes es más expresiva, dando cuenta de la expansión que experimentó el viñedo en la baja Edad Media. El monasterio realizaba plantaciones, bien directamente o mediante contrato a foro, y adquirió viñas a los dos lados del río Narcea, en lo que hoy son los concejos de Cangas y de Tineo. (García García, 1980: 365). Pero no será únicamente el monasterio de San Juan de Corias el exclusivo poseedor de viñedos en el valle del Narcea. Igual que en tierras de Teverga, numerosos campesinos aparecen en la documentación como propietarios de parcelas destinadas al cultivo vitícola, que en el transcurso de los siglos XIII y XIV revertirán al monasterio mediante donación (García García, 1980: 366). Incluso la Mitra y el Cabildo ovetense, que ya desde épocas tempranas poseían numerosos viñedos en sus tierras de León y Benavente, propiciaron el cultivo del viñedo en sus heredades asturianas, preferentemente en los valles de Cangas y Tineo, para aprovisionarse del apetecido y necesario vino ya desde mediados del siglo XIII. De ello nos habla el siguiente documento que recoge un aforamiento fechado el 18 de Mayo de 1303 en el que se establece contrato para plantar viñas en término de un año bajo compromiso de mantenerlas labradas y cuidadas y pagar como renta foral al año el «cuarto del vino de la duerna y sus herederos el tercio»: …nos cabildo de la iglesia de Sant Salvador de Oviedo, con otorgamiento de don Alfonso Gonçáliz, tesorero de la dicha Yglesia, tenedor del préstamo de Santa Çezilla, que ye enna alfoz de Cangas, damos a vos […] el nuestro heredamiento […] así commo se determina per estos logares: de la una parte per las vinnas de […] Esti heredamiento así commo iaz dientro estos términos vos damos por jur de heredamiento per tal pleito que lo lantedes vinnas et que sea perllantado destas kaliendas marças que ora pasasron ata tres annos conplidos; et vos e aquéllos que las pus vos heredaren que las lavredes cada anno de todo lavor e las mantengades per sienpre así commo se vinnas bien deven lavrar e mantener. Et del vino que Dios y dier, que diedes cada un anno por en vuestros días el quarto a la duerna a salvo al que tevier el préstamo sobredicho. […] aquéllos que las pus vos heredaren, que dían el terçio cada anno a la duerna… (Sanz Fuentes, 1998: 632)

«Una idea de la gran importancia que se concedió a este cultivo nos la da el hecho de que la única empresa de explotación directa que organiza el Cabildo, es la de plantar viñas en su Cellero del Naranco, en Oviedo» (Suárez Beltrán, 1986: 126) 15


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El aprovechamiento de nuevas tierras para dedicarlas a la plantación de viñas fue una práctica común en los distintos establecimientos monásticos asturianos, tal y como nos ilustra este otro contrato agrario de 1256 por el que los monjes de Obona en Tineo ceden a varias familias campesinas determinas parcelas. «El monasterio de Obona da a Juan Martínez y a Pedro Yánez y a su hermana Dominga Peláez a Pedro Domínguez y a sus hermanas María, Marina y a su descendencia, toda la heredad de los préstamos de Pando, en Castiello de la Barca, para que planten viñas en el plazo de un año, debiendo entregar al monasterio la tercera parte del vino cada año y obligándose a mantener cuidado el viñedo» (Sanz Fuentes, 1995-1996:321).

Es obvio que, además de plantar y mantener cuidadas las viñas, los campesinos debían de elaborar el vino, proceso que tendrá lugar en los lagares. Lacar o torcular son elementos asociados a la casa campesina, bien como prensa o, en el caso del primero, como edificio anexo o inserto en la misma, donde se guardan la prensa y las cupas que sirven igual para el vino o la sidra, como ya apuntábamos para el documento de Candamo. Sabiendo que la producción de esta era muy superior a la del vino. Finalmente, la acepción del término lacar quedó reducida a «lugar donde se produce y se almacena sidra» (Rodríguez Fernández, 1983: 705). A partir del siglo XIII es muy interesante observar una fórmula de corroboración expresada en documentos de venta, generalmente de casas, que consiste en beber vino como señal de acuerdo y garantía del pacto firmado: …et per vino bibito damus et vendimos istam casam […] et bibimus vinum de illa… (Fernández Conde, 1978: 116); ...et bibimus vinum pro precio quod accepimus… (Fernández Conde, 1978: 121); …bibimus vobis jnde vinum por precio quod nos recepimus de vobis… (Fernández Rodríguez, 1996: 25)

4. Vinum en la ciudad Sin embargo, no fueron únicamente los grandes señoríos y los campesinos, propietarios o foreros, los que contribuyeron al desarrollo del cultivo de la vid en Asturias. También los concejos estimularon la plantación de viñas en sus tierras de propios (Ruiz de la Peña Solar, 1977: 165), incluso en Avilés y Oviedo tenemos conocimiento de viñas en huertos urbanos, como nos confirma la toponimia (Álvarez Fernández, 2014:11). El Barrio de la Viña en Oviedo, vinculado a la civitas episcopal está documentado desde principios del siglo XIII (Álvarez Fernández, 2017). En Avilés serán las actas municipales de 1488 las que nos hablen de la necesidad de cerrar las viñas para preservarlas de posibles daños: …los juezes e regidores mandaron a Luys 16


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Pérez e a Rodrigo Estébanez e a Juan Ezquierdo que dentro de terçero día çierren sus vinnas por vista de omes buenos e pagados; mandaron que qualesquiera personas que traen ganados que los saquen o pongan en guarda, so pena de pagar todo el dapnno que fezieren en las vinnas e en otras cosas que estovieren çerradas (Cienfuegos Álvarez, 1999:149) En cuanto a normas particulares para proteger las cosechas locales frente a las importaciones, en el caso de Asturias no tenemos constancia de disposiciones municipales. Incluso con la plantación de viñas en las ciudades, los espacios agrarios destinados a la producción de vino no fueron suficientes para cubrir su déficit, no sólo en cantidad sino también, suponemos, en calidad. El exceso de humedad, la escasez de sol y el tipo de suelo impedirían la maduración completa de las uvas privándolas de los azúcares suficientes para una correcta fermentación, lo que siempre hizo a Asturias deudora de las importaciones. León y Tierra de Campos suministraban el vino que llegaba a los mercados de Oviedo y Avilés, una vez consolidada la primera como una importante ciudad-mercado desde principios del siglo XIII, y en la que habitaban un buen número de burgueses y clérigos que demandaban artículos de calidad, los más de procedencia foránea (Ruiz de la Peña Solar, 2012:40). Este tráfico se realizaba a través de los Puertos de Montaña que separan Asturias de la Meseta, lo que nos habla de una intensa actividad comercial entre León, Oviedo y Avilés. No así el procedente de Andalucía y Galicia, preferentemente de Ribadavia y Vivero, y el francés de La Rochella que lo hacían por mar a través del pujante puerto de Avilés (Ruiz de la Peña Solar, 2012: 34-35). La cláusula de exención de portazgo de que disfrutaba la villa portuaria desde la mar hasta León, facilitaba el trasiego de mercancías de ida y retorno desde la mar hasta dicha ciudad y viceversa, formando un eje comercial que perdurará hasta avanzada la Edad Media, si bien nunca comparable con el que se desarrollará entre Burgos y Las nuevas villas de Cantabria, Vizcaya y Guipúzcoa (Ruiz de la Peña Solar, 2012: 70) Los mercados estaban, como en toda Castilla, regulados por las ordenanzas del concejo que fijaban los lugares destinados a la venta de los distintos artículos y controlaban pesos, medidas y precios (Ruiz de la Peña Solar, 1990: 210). Si bien, antes de que tengamos constancia de la existencia de mercado en Oviedo, el Fuero de la ciudad de 1145 ya regulaba el comercio de la sidra: Todo omme que pan o sidra ouier de vender vendalo qual hora si quisiser sen calona et nolo dexe po nul omme (Miguel Vigil, 1889: “Fuero de Oviedo”, art. 22) pero no mencionaba el vino como tampoco lo harán las primeras ordenanzas de Oviedo de 1245, que ejercían el control sobre los alimentos básicos: pan, carne o pescado. En lo que respecta al vino, serán las ordenanzas de 1274 17


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las más expresivas en cuanto a disposiciones, atendiendo, desde el precio a vender: qual precio quisier en manera que non faga desmesura… (Ruiz de la Peña Solar, 1990: 212), hasta posibles manipulaciones, como la prohibición de la venta del vino sin ser inspeccionado antes por la autoridad, e incluso determinando los sitios de su expedición. Debía ser vendido en la posada, prohibiendo, además, la reventa de vino de León, lo que evidencia la existencia de dicho fraude: Otrossí, esstaulecemos que ninguno non vienda vino silo ante non mostrar alos vigarios et por so mandato, et si depos quelo ensinnar aaguar el vjno holo cambiar quelo non dia tan bono commo lo dela muestra bríntenle el odre et peche .V. solidos delos prietos et por la Cuba XX solidos delos prietos. et porla Primera et porla segonda non faga el mester por j. anno et si el mester fezier non ayala villa nela alfoz por j anno. […] Otrossí estaulecemos que non compren vino de Leon aaca nen aquí enna villa pora reuender (Miguel Vigil, 1889: “Ordenanzas del Concejo de Oviedo 1274”, art. 37)

Pero no será hasta los siglos finales de la Edad Media cuando los precios del vino queden establecidos por el Concejo Municipal con base en su procedencia, siendo los de El Bierzo, Medina de Rioseco, Medina del Campo, Zamora, Toro y El Páramo los más demandados en Oviedo (Beltrán Suárez y Álvarez Fernández, 2014: 60) y, según vemos en la ordenanza del 31 de Agosto 1498 el más caro era el de Ribadavia que alcanza los catorce maravedíes, y el de menor precio el de El Páramo que ha de venderse a ocho maravedíes y medio la azumbre (2,0166 – dos litros y ciento sesenta y seis diez mililitros): Porque este presente mes de setienbre de este año de XCVIII / es la perdonança en esta Iglesia de Oviedo, acordaron / e mandaron pregonar e pregonose en forma / que todos los vecinos e moradores de la çibdat / por todo el dicho mes de setienbre podiesen / vender en sus casas vino en cueros / pagando el dinero a las posadas como está / acordado y que puedan vender el buen vino a / vista de los mandadores en los preçios seguientes: / Vino de Medina de Rio Seco a XII maravedís la açunbre / Vino de Vierço a X maravedís la açunbre Vino de Páramo a VIII maravedís y medio Vino de Ribadavia a XIV e Medina / a XIII maravedís, en caso que diga XII maravedís arriba. E que las panaderas fagan e den buen / pan a XX onças a dos maravedís, segund la orde-/ nança, so la pena della e lo vendan en la / plaça Pública (Álvarez Fernández, 2008: 150-151)

El Concejo Municipal velaba porque la ciudad no quedara desabastecida de vino, evitando en lo posible la especulación y favoreciendo el suministro de artículos de primera necesidad, puesto que en los años de Perdonanza, se registraba un aumento de la demanda entre peregrinos y propios, lo cual 18


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seguramente alteraría los precios en general, incluido el del vino. De este celo municipal no se substraían ni siquiera los regidores como nos muestra este acuerdo fechado el 23 de diciembre de 1500: ...Por quanto Miguel Alonso, regidor, tenya çierto vino anejo, un tonel poco mas o menos, y lo tenía antes que fuese regidor, por la necesidad que la çibdad tiene de vino, acordaron y mandaron lo vendiese al preçio que los mandadores ge lo apreçiasen y por ello non cayese en pena de la ordenança. (Álvarez Fernández, 2014: 189)

El vino es en Avilés objeto de comercio marítimo, lo que nos permite encontrar una mayor variedad. El carácter portuario de la villa propicia los tráficos comerciales. La creciente burguesía comercial, al igual que la ovetense, demanda productos importados sumándose, años después, el beneficio que supuso para la villa el mercado franco de alcabalas concedido por los Reyes Católicos en 1479 para su reconstrucción tras el incendio (Benito Ruano, 1992:202). Allí se encuentran, por ejemplo, vinos sevillanos, gallegos de Betanzos, y blancos de Ribadavia y Vivero (Cienfuegos Álvarez, 1999:63), que podían vender directamente en el mercado los comerciantes gallegos: Dieron poder e liçencia García Rico, gallego, que estaba presente, para aque descargue el vino de Rivadavia que tiene en esta villa, e lo venda a quien quisiere por menudo a cada vezino desta villa un tonel o pipa e non mas… (Cienfuegos Álvarez, 1999: 194) Como queda dicho, el que la ciudad no quede desabastecida de los productos de primera necesidad, entre los que se encuentra el vino, es una de las más importantes misiones de los Concejos urbanos, tal y como vimos en Oviedo. En Avilés, el tráfico de mercancías a través de su puerto obligaba al Concejo a tener un mayor celo sobre las salidas de mercancías por mar, en este caso de vino, llegando a prohibir, o a limitar, las exportaciones del preciado caldo al objeto de garantizar las existencias en la villa: …acordaron e mandaron pregonar que ninguno nin alguno non fuese osado de cargar ningund pan nin vino por mar so pena de lo perder, e mas que pague de pena diez mil maravedís para la guerra de los moros (Cienfuegos Álvarez, 1999: 124) dieron lugar e liçencia a los franceses que agora estan en esta villa que agora traxieron sal e otras mercadorias, para que puedan comprar en esta villa fasta seys toneles de vino de Sevilla o Vetanzços o Vivero, e non de otro vino salvo de aquello… (Cienfuegos Álvarez, 1999: 138)

A modo de conclusión podemos determinar que, si la producción de vino en Asturias siempre fue escasa y, cuanto menos, de dudosa calidad, su necesidad hizo que se intentara el cultivo de la vid en todo el País, siendo 19


Amalia Trancho Menéndez

en los primeros siglos medievales dinamizador de la economía agraria. Sin embargo, hay que suponer a los campesinos asturianos como bebedores de sidra y no de vino, referencia constante en los diplomas como objeto jurídico en todo tipo de transacciones y que podía ser entregada según contrato al señor, en algunos documentos figura como parte del pago de renta. La sidra, pues, cumpliría en la Asturias medieval la función social, alimenticia y medicinal que el vino realizaría en la Europa cristiana, en donde llegó a ser bebida común, diferenciándose su consumo entre las clases sociales, únicamente por la calidad de los caldos. Con el correr de los siglos, la plantación de viñas y su mantenimiento, teniéndolas bien labradas (Sanz Fuentes, 1998: 627), llegó a ser intensa a comienzos del siglo XIV, siempre bajo imperativo señorial. Una actividad que, sin embargo, no fue suficiente para satisfacer las necesidades del abundante clero y de las pequeñas burguesías que poblaban Oviedo y Avilés. De ahí la necesidad de seguir importando vino, ya no tanto para el autoabastecimiento de la Mitra y los monasterios, como había ocurrido en tiempos anteriores, sino también como lucrativo negocio para los comerciantes-burgueses, según se desprende de los múltiples conflictos entre localidades, con el vino como protagonista. Todo esto en una Asturias cada vez más empobrecida, pero consumidora, al igual que el resto de Europa, de bebidas alcohólicas. El agua era fuente de enfermedades.

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