LA TRANSMISIÓN DEL LEGADO HISPÁNICO: entre el arte y el documento
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LA TRANSMISIÓN DEL LEGADO HISPÁNICO: entre el arte y el documento
Nerea Fernández Cadenas Pedro Mateo Pellitero Alberto Morán Corte (Editores)
ÍNDICE PRÓLOGO Nerea Fernández Cadenas, Pedro Mateo Pellitero y Alberto Morán Corte............................................................................................. 7
1. FUENTES DEL MUNDO HISPÁNICO: EPIGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN 1) El maestro de Roda. ¿Relidad o ficción? Daniel Vega Martínez........................................................................................... 11 2) El monasterio de Santa María de Bujedo de Juarros en la Edad Media: una aproximación documental Mireia Peris Vicent................................................................................................ 21 3) De oralidade à Escrita: o Poder do Tabelionado no Final do Medievo Ana Pereira Ferreira.............................................................................................35 4) Un ejemplo de taller epigráfico bajomedieval: las inscripciones de Álvaro de Luna, Juana Pimentel y Martín Vázquez de Arce. Elisabeth Menor Natal........................................................................................49 5) Fototipias para el regeneracionismo. El patrimonio conquense en los boletines de la Sociedad Española de Excursiones. Julia Martínez Cano..............................................................................................63 6) El Catálogo Monumental de Ciudad Real: normas, fuentes e interpretación. Víctor Iniesta Sepúlveda......................................................................................81
2. PATRIMONIO ARTÍSTICO 1) La consolidación de la imagen nobiliaria a través de los espacios funerarios: su reflejo en el Duero burgalés durante la primera mitad del Quinientos. Juan Escorial Esgueva........................................................................................... 99
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2) El programa iconográfico en los códices miniados españoles de finales del siglo XVI: el decoro como instrumento doctrinal. Jaime Moraleda Moraleda.................................................................................117 3) La intencionalidad artística de Andrés Pérez de Capillas en la Capilla del Crucifijo de la Catedral de León. Ana Beatriz Hidalgo Salamanca......................................................................131 4) El Palacio del Sol: arquitectura y arte efímero en el Colegio de San Pablo de la Compañía de Jesús en Granada (1610-1727). Beatriz Rodríguez López..................................................................................... 147 5) Los Ramírez de Arellano en el Cabildo de la Catedral de Lugo durante los siglos XVII y XVIII: participación en las obras del templo entre 1677 y 1779. Marcos Gerardo Calles Lombao......................................................................163 6) La Capilla Mayor de la catedral de Orihuela en el siglo XVIII. Aarón Ruíz Berná.................................................................................................177 7) Las enseñanzas musicales en España y sus planes de estudio (1830- 2001): análisis y reflexiones Demetrio José Méndez Delgado........................................................................191
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PRÓLOGO
En un momento en el que los jóvenes investigadores en Humanidades se enfrentan a nuevos retos, se hace cada vez más necesario alcanzar un lugar común en el que se fomente la interdisciplinariedad. Esta obra no tiene mayor pretensión que ser otro eslabón más en la cadena investigadora de aquellos noveles que, como los autores del presente volumen, han decidido adentrarse en el campo científico de las Humanidades. Por tanto, el objetivo que persigue el presente volumen es la puesta en valor del patrimonio artístico y documental con el propósito de recuperar y mantener la memoria colectiva. En este sentido, las propuestas que se están desarrollando por parte de los jóvenes investigadores deben tener un papel fundamental. Este libro es un reflejo de estas nuevas dinámicas científicas, que abarcan desde el análisis sobre la epigrafía antigua y los archivos documentales hasta el estudio de las manifestaciones artísticas presentes en nuestras calles y ciudades, ejemplo más visible de nuestro legado patrimonial y cultural. Esta labor no hubiera sido posible sin la colaboración del Instituto de Humanismo y Tradición Clásica de la Universidad de León y el Programa de Doctorado Mundo Hispánico: raíces, desarrollo y proyección cuyo apoyo constante a este proyecto ha tenido como resultado la materialización de esta obra. ¿Pero qué era el humanismo? El amor de los hombres, nada más, y por eso mismo el humanismo no era otra cosa que una política, una actitud de sublevación contra todo lo que mancha y deshonra la idea del hombre. Thomas Mann, “La montaña mágica” (1924). 7
1. Fuentes del mundo hispánico: epigrafía y documentación
El Maestro de Roda. ¿Realidad o ficción? Daniel Vega Martínez Universidad de León 1. Introducción El trabajo aquí presentado es una porción muy pequeña del proyecto I + D Corpus Inscriptionum Hispaniae Mediaevalium, consistente en estudiar y analizar el conjunto epigráfico medieval de la provincia de Huesca para posteriormente realizar su Corpus, ya que son muy numerosos los textos epigráficos allí presentes, especialmente en Roda de Isábena, San Juan de la Peña, la ciudad de Huesca y la catedral de Jaca. Navascués (1953: 78-81) afirmaba que el hecho epigráfico es sumamente variado, debiendo estudiar la materia de la inscripción y su forma, el trazado de la escritura y la ejecución de la misma, la datación de la inscripción -tarea sumamente compleja puesto que numerosos epígrafes carecen de fecha-, la lengua utilizada y el pensamiento que se quiere transmitir. Uno de los grandes estudiosos que definió la epigrafía fue Favreau (1969: 395), quien la consideraba como la «ciencia de lo que está escrito, en general sobre una materia resistente, en vista de una publicidad universal y duradera». Desde entonces, ha habido varios autores que han completado las palabras de Favreau, siendo una de las últimas en hacerlo la profesora Lambert (2004: 13), para quien la epigrafía es «la ciencia histórica que se ocupa de todo aquello que ha sido escrito con la intención de comunicar un mensaje o una información a un público muy variado, en aras de una mayor visibilidad y duración». Para poder estudiar la epigrafía medieval de la provincia de Huesca necesitamos tener en cuenta (García Lobo y Martín López, 1995: 21-22, 3111
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40) los principios metodológicos de la epigrafía, consistentes en conocer las características del autor, destinatario y rogatario de las inscripciones, así como el idioma en el que se realizaron las inscripciones y las fórmulas utilizadas en su confección –elementos internos-, y el soporte de escritura, tipo de letra y surco que éstas presentan –elementos externos-. También son de gran importancia los elementos funcionales, que son los que otorgan el carácter publicitario a las inscripciones, puesto que hacen referencia al módulo de las letras, luminosidad y color, decoración y emplazamiento (García Lobo, 2010: 29-44). El claustro de la catedral de Roda de Isábena comenzó a construirse (Buesa Conde, 2017: 1297, 1313, 1315) en el siglo XII, durante el obispado de Gaufrido, quien es el único obispo presente en las inscripciones del claustro. Concretamente podemos localizar 214 inscripciones en dicho claustro (Gudiol Cunill, 1907: 19-28 y Durán Gudiol, 1967: 107-153, si bien dichos estudiosos solamente consiguieron ver 173 y 191 inscripciones respectivamente), por lo que es un lugar de visita obligatoria para el estudio de la escritura medieval. Aproximadamente 170 de estas inscripciones se encuentran en el intradós de los arcos, y las restantes se distribuyen entre la sala capitular y el muro norte, con la presencia de una inscripción más en el muro este y otra en el muro sur. La vida canónica de Roda de Isábena continuó después de que Guillermo Pedro -sucesor de Gaufrido- trasladara la sede episcopal a Lérida en 1149, y sigue la regla de San Agustín, por lo que mantiene las dignidades antiguas de sus miembros, es decir, prior mayor y claustral, sacristán, tesorero, maestro de coro, enfermero y limosnero (Castillón Cortada, 1981: 229-230). Junto con la vida eclesiástica y sus funciones, comenzó también la tarea de recordar a los difuntos. Precisamente fue Guillermo Pedro quien ordenó que el cabildo rotense no pudiera rebasar los 20 miembros, lo que ocasionó que la participación electoral de Roda se redujera a un tercio del total de los electores de obispos, y que poco a poco fuera perdiendo importancia; a pesar de ello, Roda de Isábena y sus inscripciones no decayeron hasta el siglo XV (Iglesias Costa, 1987: 13-14).
2. Características de las inscripciones oscenses del siglo xiii Para García Lobo (1999: 175-183) los primeros rasgos comunes que observamos en la escritura epigráfica son «el uso de letras unciales y capitales, con una forma tendente al cerramiento y al artificio decorativo, así como el abundante uso de signos abreviativos, nexos y letras inscritas». El propio García Lobo (2001: 88) completó esta idea al afirmar que en cada inscripción se pueden ver las intenciones, sentimientos y mentalidad del autor, lo cual nos lleva a indagar sobre los comitentes de las obras epigráficas, 12
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que en el caso de la provincia de Huesca en el siglo XIII se corresponde con el estamento eclesiástico, ya que éstos tienen un grado de cultura superior al resto de la población. El siglo XIII también marca el punto de inflexión en el empleo de la lengua utilizada, puesto que se abandona la lengua latina en beneficio de la lengua romance (García Lobo: 2001, 97-98). La gran mayoría de las inscripciones de San Juan de la Peña y la totalidad de las localizadas en Roda de Isábena tienen función necrológica, y tal y como afirman García Lobo y Martín López (1995: 39), era costumbre y obligación de los monasterios rezar por sus miembros y benefactores, grabando en la piedra el nombre del fallecido, la fecha de la defunción, y en ocasiones, la función del difunto, para evitar que cayeran en el olvido. En la provincia de Huesca también era frecuente que las inscripciones presentaran restos de policromía, así como el empleo de tintas negras o rojas. En cuanto a la decoración y uso de letras incisas y sobrepuestas, de signos de abreviación y signos de separación de palabras, debemos decir que estaban presentes en la casi totalidad de inscripciones. En lo referente a la datación sí encontramos diferencias entre los centros escriptorios, puesto que en Roda de Isábena se hacía por el sistema de Anno Domini, y en el claustro de San Pedro el Viejo de Huesca se seguía el método de la Era hispánica; por su parte, las inscripciones de Jaca y de San Juan de la Peña utilizan indistintamente ambos métodos. La escritura gótica epigráfica aparece por primera vez en la Corona de Aragón durante el último cuarto del siglo XII o a comienzos del siglo XIII (Marín y Ruiz Asensio, 1977: 287-288). Es por ello que el epígrafe de Roda de Isábena que recuerda al obispo Gaufrido, y que nos ofrece la fecha de 1143, puede haber sido realizado con posterioridad al no contener elementos de transición entre la escritura carolina y la gótica.
3. Características escriptorias de las inscripciones de Roda y diferencias con San Juan de la Peña Más de 130 de las inscripciones encontradas en Roda de Isábena fueron escritas por el tradicionalmente llamado «Maestro de Roda», quien comenzó a trabajar la piedra en la última década del siglo XII y ocupó la misma posición hasta que le llegó la muerte antes de 1250. Sin embargo, este Maestro no pudo ser solamente una persona debido a la baja esperanza de vida de la época. Por tanto, deberíamos hablar más bien de «Escuela de Roda». Otro dato que corrobora esta teoría y que por falta de espacio no se puede mostrar en este estudio, es el análisis pormenorizado de todas las 13
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inscripciones de Roda de Isábena, prestando especial atención a la evolución de las grafías y a la forma de realizarlas, distinguiendo si esas diferencias se deben única y exclusivamente a una evolución temporal, o si como es el caso, la mano del lapicida también influye en el resultado final. Esta Escuela de Roda creó en su momento de máximo esplendor -la mal llamada época del «Maestro de Roda»- un tipo de letra característico, diferenciándose ligeramente de la escritura gótica, puesto que durante toda la segunda mitad del siglo XIII presenta letras más relacionadas con la escritura mozárabe, como es el caso de las letras C, D, E, H, N. Sin embargo, observamos un cierto desorden en cuanto a la señalación de la data completa del fallecimiento –algo que ocurre en 34 inscripciones- o solamente el día y mes en el que produjo el deceso –es la mayoría de los casos, concretamente 180 inscripciones-. El hecho de que existan inscripciones del mismo año donde aparece tanto la fecha completa del obituario como la data sin el año, nos induce a pensar que la Escuela de Roda estaba formada por varios maestros escultores, y que fueron ellos los que decidieron si esculpían en la piedra la data entera o no. Otro de los elementos que refuerzan la teoría de la Escuela de Roda es que la costumbre de recordar a los difuntos en piedra se mantuvo hasta el siglo XV, lo que indica que no era una única persona la conocedora de la técnica epigráfica, sino que era una labor desempeñada por varias personas, aspecto que solamente puede cumplirse si se trata de una Escuela y no de un Maestro. Es cierto que los epígrafes realizados con posterioridad a la etapa de esplendor del claustro –segunda mitad siglo XIII en adelante- se diferencian más entre sí y se van olvidando de la escritura realizada hasta ese momento, lo que supone un paulatino declive de la misma, el cual puede explicarse debido al menor número de clérigos presentes en la comunidad, lo que lógicamente ocasiona un menor número de fallecimientos y de textos a realizar, y, en consecuencia, una menor práctica epigráfica. Si establecemos una cronología de las inscripciones de la provincia de Huesca, en la segunda mitad del siglo XI y la primera mitad del siglo XII el centro escriptorio más importante fue San Juan de la Peña. Durante todo el siglo XIII Roda de Isábena tomó el relevo, si bien San Juan de la Peña tuvo un breve resurgir en la segunda mitad de la centuria. Jaca solamente adquirió cierta importancia entre mediados del siglo XIII y mediados del siglo XIV, mientras que la ciudad de Huesca presenta inscripciones de manera
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intermitente entre los siglos XI-XIV. La última inscripción de la provincia es de los primeros años del siglo XV, y se localiza en San Juan de la Peña. Por lo tanto, aunque ninguno de los centros escriptorios mantuvo la exclusividad de la escritura durante varios siglos, tampoco es cierto que sus letras sean comunes a todos los lugares. Es por ello que solamente podemos hablar de Escuela de Roda y no de una Escuela Pirenaica que vaya cambiando de lugar en función de la mayor o menor importancia de un centro concreto. En estas muestras parciales de alfabeto del siglo XIII de Roda de Isábena y de San Juan de la Peña –Tab. 1- se ponen de manifiesto algunas diferencias en cuanto a la tipología de la letra, si bien debemos decir que parte de las inscripciones de San Juan de la Peña se realizaron en impostas y dovelas del panteón de nobles, por lo que la escritura debe adaptarse al espacio correspondiente, mientras que las de Roda de Isábena se realizaron en el intradós de los arcos, donde el espacio destinado a la escritura es mayor. El trazo horizontal de la letra A de Roda en realidad es oblicuo, además de añadir a la A de San Juan de la Peña un trazo horizontal en la parte superior. La letra B de Roda prolonga hacia la izquierda los trazos horizontales superior e inferior, mientras que el trazo horizontal central está cerrado. La letra C de Roda hace una pequeña subida en la parte inferior, mientras que la de San Juan de la Peña se mantiene recta; además, en la parte superior, el final de letra consiste en un pequeño trazo vertical en Roda y en una prolongación de la letra en San Juan de la Peña. La letra D presenta más diferencias, y es que San Juan de la Peña la realiza de modo más redondeado y Roda de Isábena de modo más anguloso. La letra E es bastante similar en ambos casos, con la salvedad de que en Roda la distribución entre los trazos horizontales es más equitativa y en San Juan de la Peña el trazo intermedio suele estar de la mitad hacia abajo. La letra M es completamente distinta, y es que mientras en Roda los dos primeros trazos están unidos y el segundo y tercer trazo vertical están inclinados hacia la derecha, en San Juan de la Peña los tres trazos se presentan separados, y es exactamente igual a la empleada en la actualidad, inclinando el primer trazo hacia la izquierda y el último hacia la derecha. La letra O de San Juan de la Peña se estrecha en la parte central por ambos lados, mientras que en Roda solamente lo hace por la parte izquierda, además de tener la parte inferior más curvada y menos redondeada. Por último, aunque la letra T es similar en ambos casos, con el trazo vertical curvado hacia la izquierda, San Juan de la Peña lo prolonga más que Roda y le añade un surco más curvo y profundo a la letra.
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AÑO
RODA DE ISÁBENA
SAN JUAN DE LA PEÑA
1262 - 1263 1262 - 1248 1268 - 1270 1275 - 1275 1225 - 1226
1268 - 1269
1221 - 1216 1205 - 1202
4. Inscripciones inéditas: estudio y datación A continuación, nos proponemos estudiar brevemente tres inscripciones de Roda de Isábena que no han sido publicadas hasta la fecha, pero que se encuentran en mal estado de conservación. La primera de ellas (Fig. 1) está colocada en el muro norte, en frente del primer arco, a una altura media, presentando varios elementos típicos de la época de mayor esplendor de la escuela, como son las letras K, B, el símbolo 9 al final de la primera línea, o la fecha de 1210. Sin embargo, la presencia de letras más toscas, el hecho de que el símbolo 9 ocupe tres cuartas partes del espacio destinado a escritura, la presencia de dos letras C diferentes en la data y la mala distribución del texto –primeras letras muy grandes y las últimas muy pequeñas, además de no utilizar las líneas de base en la parte final del texto-, nos hacen pensar que este escultor no fue el que realizó otras inscripciones del claustro de mucha mejor calidad, lo que nos hace inclinarnos de nuevo por la opción de que en Roda de Isábena existió un taller o escuela epigráfica.
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Fig. 1. Inscripción del muro norte
Su edición es del siguiente modo: 1210, abril, 25 Epitaphium necrologicum de Pedro del […]. A. RODA DE ISÁBENA, Claustro de la Catedral. Escritura gótica mayúscula de 3,5cm x 2cm. No conserva líneas de pautado. Mal estado de conservación. Pieza de 15,7cm x 32,9cm. PUBL: Inédita. VII : KL : MAII : OB : PTR9 DEL […] [A] MCCX Septima kalendas mai obiit Petrus del […] (Anno) MCCX. El día 25 de abril de 1210 falleció Pedro del […].
La siguiente inscripción que presentamos (Fig. 2) se encuentra pegada a la anterior, compartiendo el mismo bloque de piedra. También se encuentra en mal estado, y fue realizada en el segundo cuarto del siglo XIII, presentando letras más elaboradas y de mejor calidad, como es el caso de las encontradas en la última línea, la cual carece de sentido a día de hoy. Algo típico del siglo XIII en la Escuela de Roda es realizar las letras I completamente verticales, con un comienzo y final similares, con una forma de triángulo pequeño; la letra D es similar a nuestra minúscula pero con el trazo horizontal terminado en otro pequeño triángulo; el signo de separación de palabras es un grupo de tres puntos, y la inscripción cuenta con unas líneas de base para realizar las letras de la misma altura, lo que nos lleva a pensar que éste fue el mejor escultor que tuvo la Escuela de Roda.
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Fig. 2. Inscripción del muro norte
La edición de esta inscripción es como sigue: [Segundo cuarto del siglo XIII], octubre, 14 Epitaphium necrologicum de […]. A. RODA DE ISÁBENA, Claustro de la Catedral. Escritura gótica mayúscula de 3,5cm x 2,1 cm. No conserva líneas de pautado. Mal estado de conservación. Pieza de 13,9cm x 23,5cm. PUBL: Inédita. II ID OCTOBR : OB : V[…] DEBC[…] Secundo idus octobris obiit V(…) debc(…). El día 14 de octubre falleció […].
La última de las inscripciones (Fig. 3) se encuentra a la mitad de la arcada norte del claustro, y es una de las dos únicas inscripciones que están realizadas por la cara exterior del claustro. Este epígrafe está incompleto, puesto que solo se conserva la parte izquierda del mismo –el bloque de piedra restante ha sido probablemente reutilizado-, pero aún así podemos obtener gran cantidad de información debido a la estructura de las inscripciones funerarias encontradas en toda la provincia. La tipología de las letras nos permite datarla en la segunda o tercera década del siglo XIII, siendo también realizada en la época de lustre del siglo XIII. Las letras L y V son típicas del necrologium de Roda, si bien las letras E y G son propias de esa etapa de la Escuela de Roda, al igual que la 18
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letra O solamente cerrada por el lado derecho, mientras que por la vertiente izquierda puede tener una abertura en la parte central –como es el caso-, o simplemente girarse hacia dentro en esa parte central.
Fig. 3. Inscripción en el exterior de los arcos
Su datación es: [Segunda o tercera década del siglo XIII] Epitaphium necrologicum del canónigo y levita Gombaldo. A. RODA DE ISÁBENA, Claustro de la Catedral. Escritura gótica mayúscula de 2,8cm x 2,2cm. No conserva líneas de pautado. Mal estado de conservación. Pieza de 11cm x 6,5cm.1 PUBL: Inédita. V : I[DVS] […] [OBIIT] GO[MBALDVS CANONICVS ET] LE[VITA] Quinto i(dus) […] (obiit) Go(mbaldus, canonicus et) le(vita). El día […] falleció Gombaldo, canónigo y levita.
Como conclusión, las tres inscripciones inéditas aquí analizadas, junto con otros aspectos, son un elemento indispensable de estudio para poder afirmar que el Maestro de Roda de Isábena es ficción, puesto que lo que realmente existió fue una Escuela o taller epigráfico que se mantuvo a lo largo de casi dos siglos con sus correspondientes adaptaciones y evoluciones. 1 La piedra se encuentra partida, y damos esas dimensiones para el espacio que probablemente ocupó cuando estaba completa.
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Bibliografía Buesa Conde, Domingo (2017): «Roda de Isábena», Enciclopedia del Románico, vol. 3, Fundación Santa María la Real, pp. 1297, 1313, 1315. Castillón Cortada, Francisco (1981): «La enfermería medieval de la catedral aragonesa de Roda de Isábena», Argensola: Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses, núm. 92, pp. 229-230. Durán Gudiol, Antonio (1967): «Las inscripciones medievales de la provincia de Huesca», Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, núm. 8, pp.45-154. García Lobo, Vicente (1999): «La escritura publicitaria en la Península Ibérica. Siglos X-XIII», en Inschrift und Material. Inschrift und Buchschrift, Verlag der Bayerischen Akademie der Wissenschaften, Múnich, pp. 151-190. - (2001): «La Epigrafía Medieval. Cuestiones de método», en Centenario de la cátedra de “Epigrafía y Numismática”, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, pp. 75-120. - (2010): «La escritura publicitaria», en Mª Encarnación Martín López y Vicente García Lobo (coords.), Las inscripciones góticas. II Coloquio Internacional de Epigrafía Medieval. León del 11 al 15 de septiembre 2006, Corpus Inscriptionum Hispaniae Mediaevalium, León, pp. 29-44. García Lobo, Vicente y Martín López, María Encarnación (1995): De epigrafía medieval. Introducción y álbum, Departamento de Patrimonio Histórico Artístico y de la Cultura Escrita, León. Gudiol y Cunill, José (1907): «El necrologi de l’Iglesia de Roda», Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans, núm. 1, pp.19-28. Lambert, Chiara (2004): Pagine di pietra. Manuale di epigrafia latino-campana tardoantica e medievale, CUES, 2004, Salerno. Iglesias Costa, Manuel (1987): «Roda de Isábena. Ex sede y catedral ribagorzana», Cuadernos altoaragoneses de trabajo, núm. 8, pp. 13-14. Marín, Tomás y Ruiz Asensio, José Manuel (1977): Paleografía y Diplomática, vol. 1, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid. Navascués, Joaquín María de (1953): El concepto de la Epigrafía. Consideraciones sobre la necesidad de su ampliación, Real Academia de la Historia, Madrid.
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El monasterio de Santa María de Bujedo de Juarros en la Edad Media: una aproximación documental Mireia Peris Vicent Universidad Complutense de Madrid 1. Introducción Próximo al paso del camino francés del camino de Santiago, entre las localidades de Cueva de Juarros y Santa Cruz de Juarros (comarca del Alfoz de Burgos), se encuentra ubicado el monasterio cisterciense de Santa María de Bujedo de Juarros. Entre la documentación custodiada en los archivos no se conserva ningún documento que recoja su fundación, no obstante, la crítica especializada la sitúa a finales del siglo XII. En el presente trabajo, se establece una aproximación documental al fondo de Santa María de Bujedo de Juarros conservado en el Archivo Histórico Nacional1 con la finalidad de ofrecer datos sobre la actividad del monasterio durante la Edad Media, a partir de la clasificación diplomática de dicho fondo2.
En adelante, AHN. Se ha establecido la clasificación tras la edición paleográfica y diplomática de los manuscritos realizada por la autora. Dicha edición sigue la metodología propuesta por López, 1998; Sanz, Álvarez y Calleja, 2011; Martín y Cavero, 2017 para la edición de colecciones diplomáticas, y forma parte de un trabajo de investigación que tiene como objeto de estudio la documentación medieval del monasterio juarreño del AHN. No obstante, aunque no se incluyen entre las fuentes primarias utilizadas, por no formar parte del estudio mencionado, cabe destacar que se conserva documentación del monasterio en otros archivos estatales. 1 2
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2. Santa María de Bujedo de Juarros 2.1. Los orígenes del monasterio y la Edad Media Como se ha señalado anteriormente, no se conserva carta fundacional del monasterio de Santa María de Bujedo, ni se han localizado documentos que hayan permitido a los historiadores proponer una fecha exacta de fundación. El único dato conocido sobre los orígenes del monasterio es el de quiénes son sus fundadores, el matrimonio compuesto por don Gonzalo de Marañón y doña Mayor García de Aza, que en 1159 donaron al superior del monasterio cisterciense el lugar en el que se construyó la abadía de Bujedo (Álvarez, 1978; Pérez-Embid; Valle, 1986; Cruz, 1990). El hecho de que los fundadores realizaran la donación en el año de 1159 marca un posible punto de partida, pero tradicionalmente no se ha considerado que determinase la fecha exacta de la fundación; esta afirmación se justifica porque unos años antes, en el Capítulo General3 de la Orden del Císter de 1152, se prohibió la fundación de nuevos centros monásticos, por lo que el monasterio de Santa María de Bujedo de Juarros no podría haberse fundado en la citada fecha (Álvarez, 1978). No obstante, respecto a esto Valle Pérez menciona que desde el año de adopción de esta norma de 1152 hasta 1162, año de fundación del primer cenobio tras la etapa de interrupción, se incorporaron en Galicia, al menos, dos monasterios (1986: 27). Con la mención de estos datos, el autor indica justificadamente que la hipótesis de que el monasterio no se fundara en 1159, por lo dictado en el Capítulo General de la Orden del Císter, es dudosa. Tradicionalmente, los historiadores que han estudiado el centro de Bujedo proponen como data fundacional el año 1172, para ello se basan documentalmente en las Tablas del Císter, que fueron recogidas en el siglo XVII por el padre Ángel Manrique en sus Annales Cistercienses, pero no se puede añadir ningún dato que permita mantener esta fecha con exactitud, puesto que, según Valle Pérez, se trata de una fuente con «frecuentes errores y contradicciones» (1986: 27)4. De hecho, este último autor junto con fray Valentín de la Cruz, investigador que se ha ocupado también recientemente del centro monástico, sostienen el año 1182 como una primera (puesto que
«El Capítulo General corrige en todo lo necesario, es máximo organismo judicial y […] legislativo. Su labor es la actualización, aplicación y precisión de la Carta de Caridad (base espiritual cisterciense) así como de la vigilancia del cumplimiento de los estatutos de la Orden por todos los monasterios». (Álvarez, 1978: 233). Por lo que respecta a la Caridad Cisterciene véase Exordio Parvo… (Berga, 1953). 4 Veánse notas 12 y 13; sobre todo esta última, en la que se enumera a varios autores que escribieron sobre Bujedo de Juarros y sostuvieron el año 1172 como el de fundación de la abadía. 3
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