Más allá de la página: nuevos ensayos sobre ficción hispánica. ISBN: 978-84-18490-17-0

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Más allá de la página: nuevos ensayos sobre ficción hispánica


Más allá de la página : nuevos ensayos sobre ficción hispánica / Inés González Cabeza, Érika Redruello Vidal, Raquel de la Varga Llamazares (Editoras).– [León] : Universidad de León, Área de Publicaciones, [2021] 254 p. : il. col. ; 24 cm Bibliografía al final de cada capítulo ISBN 978-84-18490-17-0 1. Literatura española-Historia y crítica. 2. Literatura española-Autores guineanos-Historia y crítica. 3. Literatura hispanoamericana-Historia y crítica. I. Universidad de León. Área de Publicaciones. II. González Cabeza, Inés. III. Redruello Vidal, Érika. IV. Varga Llamazares, Raquel de la 821.134.2.09 821.134.2(7/8).09 821.134.2(671.8).09 La revisión académica de los artículos ha sido realizada por: Inés González Cabeza, Érika Redruello Vidal y Raquel de la Varga Llamazares. De acuerdo con el protocolo aprobado por el Consejo de Publicaciones de la Universidad de León, esta obra ha sido sometida al correspondiente informe por pares ciegos con resultado favorable.

© Universidad de León © Los autores de los artículos Diseño y maquetación digitales de interior y portada: Juan Luis Hernansanz Rubio (Área de Publicaciones de la Universidad de León) Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento físico, óptico, magnético y/o digital, incluyendo la fotografía y la fotocopia, sin permiso expreso por escrito de los propietarios del copyright. ISBN: 978-84-18490-17-0 Depósito legal: LE-142-2021 Imprime: Impreso en España - Printed in Spain Abril, 2021


Más allá de la página: nuevos ensayos sobre ficción hispánica

Inés González Cabeza Érika Redruello Vidal Raquel de la Varga Llamazares (Editoras)



Índice

PRÓLOGO.............................................................................................................................................7 MUNDO CLÁSICO Y MEDIEVAL.............................................................................................. 11 De Oriente a Occidente: la caracterización del consejero y el soberano en el Sendebar y Aladdín de Disney Nuria Aranda García........................................................................................................... 13 Las rúbricas en El libro del conde Partinuplés (siglo XVI): análisis clasificatorio Ángela Torralba Ruberte................................................................................................ 29 La polémica clásico-romántica sobre la mitología: una aproximación Fátima Rueda Giráldez....................................................................................................... 47

LITERATURA SOBRE LAS TABLAS....................................................................................... 63 El acercamiento al teatro medieval y renacentista a través del lenguaje escénico de la compañía dramática Nao d’amores Markel Hernández Pérez................................................................................................. 65 Imágenes de represión sexual desde el exilio republicano: sexo, poder y castración lacaniana en El Adefesio de Rafael Alberti Daniel González Gallego.................................................................................................. 81 5


EXPRESIONES LÍRICAS............................................................................................................... 97 La mitad de una lágrima de María Beneyto o cómo recapacitar sobre la construcción de una vida Mª Eugenia Alava................................................................................................................... 99

El versolibrismo en la poética del Medio Siglo. Entre la modernidad y la tradición Francisco Javier Ayala Gallardo............................................................................... 117 La poética del silencio en autoras españolas contemporáneas: algunos ejemplos Félix Moyano Casiano....................................................................................................... 133

NARRATIVA E IDENTIDAD.................................................................................................... 145 El patriotismo de José Ortega y Gasset: la nación, el amor y la misión pedagógica Yingying Guo.......................................................................................................................... 147 De la ironía a la fatalidad: un viaje de ida y vuelta a través de la cuentística de Clarice Lispector y Silvina Ocampo Johanna Díaz Torres......................................................................................................... 159 «Vuelvo al corredor delantero de Santa Anita»: evolución y reescritura entre Los días azules y ¡Llegaron! de Fernando Vallejo Sara Martínez Crespo...................................................................................................... 177 El amor interracial como arma de resistencia política en el relato breve «Hora de partir» de César A. Mba Abogo Francisco Fuentes Antrás............................................................................................ 193 Los cronotopos de la corporeidad en La soledad era esto de Juan José Millás Laura Sánchez López........................................................................................................ 207

DIÁLOGOS INTERMEDIALES................................................................................................ 221 Una nueva perspectiva en el género fantástico cotidiano español: análisis crítico de la adaptación La Gioconda está triste de Antonio Mercero y José Luis Garci (1977) Rafael Lucena Garrido................................................................................................... 223 La influencia del cine en La noche de la Usina de Eduardo Sacheri Claudia Caño Rivera......................................................................................................... 241

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Prólogo Nos gustaría comenzar estas páginas mostrando nuestra más sincera gratitud al programa de doctorado «Mundo Hispánico: raíces, desarrollo y proyección», así como al Instituto de Humanismo y Tradición Clásica, ambos pertenecientes a la Universidad de León. Gracias a su apoyo y patrocinio es posible promover publicaciones como esta, destinada a dar a conocer a jóvenes investigadores que comienzan su andadura académica en el ámbito literario de las humanidades. Así, el presente volumen, titulado Más allá de la página: nuevos ensayos sobre ficción hispánica y centrado en el estudio de la literatura panhispánica, podrá arrojar un poco más de luz sobre diferentes obras, temáticas y autores, sirviendo como puente de diálogo entre diferentes perspectivas a la vez que potencia y revitaliza el ámbito de las letras en el mundo hispánico. Este monográfico se ha vertebrado en cinco ejes basados en criterios formales y temáticos que, a su vez, recogen diversos ensayos ordenados cronológicamente. Así, se conforma un viaje por diferentes etapas que llevará al lector desde la Antigüedad hasta la literatura más contemporánea en forma de prosa, verso y dramática, recogiendo diversos subgéneros y formatos, acudiendo a múltiples espacios reales y ficticios y deteniéndose en polémicas, contrastes, reescrituras, relecturas, adaptaciones y, en definitiva, en numerosas temáticas que conforman todo un recorrido por la literatura española, hispanoamericana e incluso guineana.

Mundo clásico y medieval En lo que respecta a la literatura clásica y medieval, componen el volumen tres estudios enfocados en diferentes materias y épocas. Primeramente, Nuria Aranda García nos sitúa a modo de contexto en los specula principis, tratados que delimitaban las funciones y concretaban las cualidades que caracterizaban al soberano y al consejero. Tras mostrarnos su inclusión y acogida en Occidente, realiza un análisis comparativo a partir de dicho modelo de mano del Sendebar —obra medieval compuesta por diversos cuentos que servirá de 7


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referencia para la literatura de los exempla— y la reciente adaptación cinematográfica en acción real del clásico de Disney Aladdín, de 2019. Por su parte, Ángela Torralba Ruberte nos acerca a las rúbricas de El libro del conde Partinuplés, datado en el siglo xvi. La investigadora analiza dichos epígrafes, que encabezan y resumen los capítulos de la obra, en la editio princeps y otras siete ediciones desde el plano material, formal, funcional y estructural, obteniendo una visión completa de los mismos mientras los relaciona con la recepción que tuvieron dichos impresos. El plano polémico cierra esta sección de mano de Fátima Rueda Giráldez, quien nos aproxima —tras llevar a cabo un recorrido general histórico y geográfico alrededor de la disputa— al ámbito mitológico en España en el paso del siglo xvii al xix, acudiendo a los testimonios de los autores de entonces para observar las diversas posturas y debates formados ante la mitología y su oposición a la materia cristiana.

Literatura sobre las tablas Dos son los análisis aportados en torno al género teatral. El primero de ellos, de Markel Hernández Pérez, se centra en cómo la compañía Nao D’amores, dirigida por Ana Zamora, revitaliza poniendo en escena los textos dramáticos ibéricos del siglo xvi respetando sus diferentes dimensiones espectaculares y textuales; no solo conservando de la mayor manera posible la parte textual sino también la importante faceta musical de los mismos. Las nuevas perspectivas que nos permiten abordar los clásicos contemporáneos facilitan nuevas lecturas de textos como El adefesio de Alberti. Daniel González Gallego se aproxima a la obra proponiendo una interpretación basada en la significación simbólica de los atributos de los personajes a partir de las herramientas del psicoanálisis y las perspectivas de género, que continúan arrojando luz sobre la vitalidad y la faceta transgresora de dicha obra.

Expresiones líricas La poesía contemporánea española de posguerra y los diferentes grupos poéticos generacionales siguen ofreciendo aristas aún por explorar. La generación del Medio Siglo se convierte en eje articulatorio de dos capítulos presentes en el volumen. El primero de ellos, de María Eugenia Alava, se acerca a la figura de María Beneyto, autora valenciana cuya obra poética ha quedado relegada a un segundo plano en contraposición a otros compañeros generacionales. Y es precisamente sobre la poesía de algunos nombres con una larga consideración y fuste como el de Ángel González, los hermanos Goytisolo o Jaime Gil de Biedma, entre otros, en torno a los que versará el capítulo de Francisco Javier 8


Prólogo

Ayala Gallardo, centrado en la métrica versolibrista y su importancia dentro de dicha nómina en relación con la tradición poética que revoluciona y en la que, al mismo tiempo, encuentra sus raíces. Por último, Félix Moyano Casiano elige a varias autoras contemporáneas como Clara Janés, Olvido García Valdés o Ada Salas para resaltar la importancia que la llamada poética del silencio, con gran vigencia en la actualidad, ha poseído también en la obra de innumerables autoras de las últimas décadas.

Narrativa e identidad En lo que respecta al plano narrativo, engloban este apartado cinco estudios enfocados en diversas temáticas, autores y obras. Primeramente, Yingying Guo nos habla del patriotismo en la figura de José Ortega y Gasset, pasando por los tipos de patriotismo que defendía el filósofo pero siempre atendiendo a aspectos de su vida para observar hasta qué punto era fiel a sus ideas en la práctica. Seguidamente, Johanna Díaz Torres nos acerca de manera comparativa a la cuentística de dos autoras: Clarice Lispector y Silvina Ocampo, para observar las similitudes que ambas muestran en su obra pero también las posibles transgresiones, llamando la atención sobre la problemática que conlleva la creación de cánones nacionales, dificultando así la comprensión de motivos y obsesiones comunes a autores en diferentes lenguas en un mismo momento histórico. Por su parte, continuando en el plano comparativo, Sara Martínez Crespo se centrará en la figura de Fernando Vallejo, pero con dos de sus obras como foco: la temprana Los días azules y la publicada treinta años después ¡Llegaron!, mostrando los vínculos entre ambas desde los planos estructural y narratológico, para poder observar la evolución en la escritura del autor. Volviendo a la narrativa breve, Francisco Fuentes Antrás nos acerca a la literatura guineana con el relato «Hora de partir» de César A. Mba Abogo, donde se muestran las dificultades y problemáticas que pueden suponer actualmente el plano racial a la propia libertad. Cierra esta sección Laura Sánchez López, quien se centra en La soledad era esto, de Juan José Millás, llevando a cabo un recorrido por el simbolismo y uso del plano corporal a través de personajes y espacios de la novela para mostrar el tratamiento de los temas que la conforman.

Diálogos intermediales Dentro de las manifestaciones narrativas en lengua española, el medio cinematográfico cobra cada vez más fuerza, enriqueciendo las herramientas narrativas con el lenguaje audiovisual. En esta cuestión se centra Claudia Caño Rivera analizando la influencia formal y temática de varias cintas en la com9


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posición de la novela La noche de la Usina, de Eduardo Sacheri (2016). En esta sección se ubica, asimismo, el trabajo de Rafael Lucena sobre las posibilidades del género fantástico en el film La Gioconda está triste de Antonio Mercero y José Luis Garci (1977), que ha quedado eclipsado en la filmografía de ambos directores. Como resultado de esta colección de ensayos, obtenemos una panorámica de múltiples miradas y enfoques sobre la literatura hispánica en sus diferentes épocas, vertientes y subgéneros. Esperamos que estas páginas sirvan para abrir horizontes hacia nuevas perspectivas, interrogantes y líneas de investigación; bien en forma de acercamiento a ámbitos novedosos, bien como revisionado o reinterpretación de polémicas ya tratadas. Las editoras Inés González Cabeza Érika Redruello Vidal Raquel de la Varga Llamazares

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MUNDO CLÁSICO Y MEDIEVAL



De Oriente a Occidente: la caracterización del consejero y el soberano en el Sendebar y Aladdín de Disney* Nuria Aranda García Instituto Universitario de Investigación en Patrimonio y Humanidades (IPH) Universidad de Zaragoza

1. Hacia una definición del consejero y el soberano en la literatura ejemplar oriental y occidental Los espejos de príncipes, manuales de conducta destinados a la sociedad en general, pero especialmente a aquellos que ocupaban posiciones de poder, adquirieron gran desarrollo durante el imperio sasánida, perpetuando su composición y uso tras la conquista islámica de Persia (siglos vii-viii), civilización que encontró en este territorio el modelo idóneo para la construcción de sus estructuras de gobierno durante el califato abasida. Fue precisamente durante este periodo, y gracias a la labor traductora de Ibn al-Muqaffa, cuando la tratadística pahleví penetró de lleno en el mundo islámico, siendo asimilada por una de las múltiples vertientes del concepto adab y proponiendo el modelo de soberano persa como un referente que sería rápidamente adaptado a la teología musulmana (Rosenthal, 1967: 82-84). * Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación FFI2016-75396-P del Ministerio de Economía y Competitividad, de cuyo equipo de trabajo formo parte. Se inscribe en el grupo investigador ‘Clarisel’, que cuenta con la participación económica del Departamento de Ciencia, Tecnología y Universidad del Gobierno de Aragón y del Fondo Social Europeo, y dentro del Instituto Universitario de Investigación en Patrimonio y Humanidades (IPH).

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En esta literatura, que en el imperio sasánida tenía como objetivo hacer coherente la sociedad en la que gobernaba el príncipe y conducir a los hombres que la componían hacia el bien social (Fouchécour, 2009: 357), el rey adquirió protagonismo como responsable del bienestar de la comunidad, de la preservación del orden y de la continuación de las tradiciones antiguas, mientras que sus tareas fundamentales incluían la defensa de la religión, la protección de los súbditos y la personificación de los valores sociales y culturales del imperio (Leeuwen, 2017: 24-37). Además, debía encarnar una moralidad que garantizase el mantenimiento de la ley y el orden para conseguir la paz política, económica y social del pueblo (Rosenthal, 1967: 83). El bienestar de este último fue la piedra angular del pensamiento de los espejos orientales, ya que de él derivaba la noción de justicia, cuya recta aplicación era la virtud más destacada que un monarca debía poseer para garantizar la prosperidad de los súbditos (Fouchécour, 2009: 358). A todo ello se añadió la idea de un modelo de estado sometido a la ley de Dios, incluido el monarca que, en última instancia, cohesionaba la sociedad (Haro Cortés, 1996: 31). Junto al soberano, el otro gran protagonista de los espejos orientales fue el visir, cuya trascendencia lo llevó a ser objeto de abundantes manuales de conducta durante el periodo abasida, y que se estableció como el elemento estabilizador del concepto de monarquía, a la vez que se erigió como guardián de la tradición y la sabiduría (Leeuwen, 2017: 33). Estrechamente vinculado en sus orígenes con el imperio sasánida, y constituido como el cargo administrativo más alto en el seno del mundo musulmán, fue adoptado por el califato abasida para el desarrollo de sus propias prácticas burocráticas (Encyclopaedia of Islam, 1960-2002: 185-197; Vercellin, 2003: 48-50). En el siglo ix, en pleno esplendor de esta nueva dinastía califal, el visirato, ostentado originariamente por los secretarios elegidos entre los colaboradores más estrechos del califa, convirtió a su poseedor en uno de los principales auxiliares del soberano, con el que llegaría a compartir estrechamente las responsabilidades gubernamentales (Sourdel, 1999: 337-341). Esto conllevó el desempeño de una serie de funciones concretas que incluían aconsejar al monarca, preservar sus intereses, proveer a sus asuntos y, en definitiva, hacer prosperar al país, haciendo la función del visirato casi tan exigente como la del sultanato (Fouchécour, 2009: 375-381). Los espejos de príncipes también tuvieron su representación en el Occidente europeo medieval, donde se configuraron como obras de carácter político-moral donde quedaban dispuestas las directrices de gobierno que guiaban las actuaciones del monarca cristiano. En ellos, los soberanos aparecían retratados como modelos en los que sus súbditos debían reflejarse, al mismo tiempo que 14


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partían de la premisa de que solo aquel rey capaz de gobernarse a sí mismo podía regir correctamente su reino (Nogales Rincón, 2006: 9-10). Si bien en la Antigüedad clásica ya son rastreables las teorías que centran su interés en el comportamiento del gobernante, durante el periodo medieval los moralistas prestaron especial atención a la figura del joven príncipe bajo la idea de que solo con un dirigente bien formado intelectual y moralmente podría alcanzarse el bienestar social. Esta tendencia se acrecentó durante el periodo carolingio, momento en que los príncipes se convirtieron en objeto de tratados de moral y Carlomagno se erigió como modelo de príncipe perfecto a nivel europeo (Lacarra, 1979: 35). La creciente inclinación hacia la fijación de las cualidades y parámetros que debían regir al perfecto soberano se enmarcó en una serie de cambios que modificaron la concepción de la monarquía que había dominado en Europa hasta el siglo xii y que había estado regida por la teoría hierocrática, según la cual era el Papado el que en última instancia ejercía las funciones de gobierno. De ahí que fuese necesario el desarrollo de unas teorías y un cuerpo ideológico que reforzasen la independencia de la monarquía y le facilitasen la recuperación de las funciones del estado y, por tanto, el poder legislativo, judicial y político-administrativo (Haro Cortés, 1996: 7-8). Así, los Specula principis que delimitaban las funciones de este nuevo soberano proliferaron durante los siglos xii y xiii, cuya autoría se encontró generalmente en manos de religiosos que no dudaron en acudir para su composición a fuentes tanto clásicas como cristianas (Lacarra, 1979: 35). Los rasgos comunes que presentaban estos tratados que dibujaban la nueva imagen real se centraron en la idea del príncipe como catalizador de todas las virtudes en el plano ético por ser el representante de Dios en la tierra (vicario de Dios o imago Dei), y en la noción de que era una buena educación la que conducía a una gestión correcta de los asuntos del gobierno. Entre los deberes que se le imponían a un buen monarca cobraron importancia preferentemente la impartición de justicia y el cumplimiento de la legislación (Haro Cortés, 1996), y, al igual que en la vertiente oriental, rodearse de buenos consejeros y asesores. A lo largo de las siguientes páginas se pretende analizar cómo se articulan los valores y modelos propuestos por los espejos de príncipes y el modo de proceder de sus principales protagonistas, soberanos y consejeros. Para ello, se tomarán dos obras muy distantes en tiempo y formulación: El Sendebar, colección de cuentos de origen oriental pero ampliamente difundida en Occidente, y la película Aladdín de Disney, que parte de remotas fuentes orientales pero que responde a una visión del mundo árabe plenamente occidental. 15


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2. Los Specula principis en la Península y el modelo propuesto por el Sendebar Al igual que sucedió con sus homólogos europeos, la España medieval también se hizo eco de este nuevo discurso, que adquirió gran importancia en el siglo xiii gracias a una serie de factores fruto de la particular idiosincrasia que presentaba la Península en ese periodo. El contexto sociocultural en el que estaba inmerso el país favoreció la convivencia de las tres grandes culturas, cristiana, judía y musulmana, convirtiéndolo en un auténtico puente entre la cultura islámica y la Europa occidental e impulsando las traducciones del árabe (Haro Cortés, 1995: 16-18). Por su parte, los cambios en la concepción política de la monarquía que reforzaban el poder del rey también se filtraron en Castilla, especialmente a partir del reinado de Alfonso X y la incorporación del Derecho Romano, cuando se configuró la concepción autoritaria del poder regio, y se estableció un poder político de origen divino y carácter hereditario donde la figura del príncipe quedaba fortalecida gracias a su regulación en las Partidas (Haro Cortés, 1996: 8). Las empresas desarrolladas durante la Reconquista ayudaron igualmente a reforzar y asentar la imagen de la monarquía (Haro Cortés, 1995: 19). Sin embargo, como resultado de todos estos factores, en la Península penetró, en un primer momento, la tradición de los espejos orientales, que convivió en los inicios con la tratadística occidental, y donde debe situarse el Sendebar. Comisionado en 1253 por el infante don Fadrique, hermano de Alfonso X, a partir de un testimonio árabe no conservado, guarda una estrecha relación con la versión de los Siete visires contenida en las Ciento y una noches, de amplia difusión en el Magreb y que se aproximaría al posible modelo que subyació en la traducción (Lacarra, 1999). El texto castellano se enmarca dentro de lo que Haro Cortés (1995; 1996) ha clasificado como prosa ejemplar, que centra la transmisión de enseñanzas en el empleo de exempla insertos en un marco narrativo y que, junto con el Calila e Dimna, se contextualiza en los inicios del nacimiento de la tradición hispana, donde la influencia oriental fue decisiva en la aportación de motivos literarios, en los modos expositivos, en el esquema general de organización y, en ocasiones, en los contenidos (Nogales Rincón, 2006: 15-16), elementos fundamentales para comprender la literatura sapiencial gestada ya en Castilla en la segunda mitad del siglo xiii. El rasgo que caracterizará a estos espejos de príncipes, frente a la tratadística occidental, será la preeminencia del componente ético-moral, de carácter universal, que adquirirá un protagonismo más destacado junto con la búsqueda de la belleza expositiva, relegando a un segundo plano la teoría política. Este aspecto resulta 16


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sorprendente si se tiene en cuenta que la vertiente oriental predominó durante el reinado de Alfonso X, soberano que le concedió especial importancia a la actividad legislativa y a la reforma política del poder monárquico, que acabará por imponerse y opacar el componente oriental en el siglo xiv (Nieto Soria, 1999: 196). Uno de los rasgos que favoreció la inserción de los postulados propuestos por los espejos de príncipes orientales en la España del siglo xiii fue la coincidencia en muchas de sus aportaciones, lo que evidencia la influencia ejercida por los teóricos musulmanes durante la Edad Media (Lacarra, 1979: 38). Tanto los Specula orientales como occidentales giran en torno a tres ejes —ley, rey y justicia—, que son a su vez portadores de los principales pilares ideológicos de las monarquías medievales (Haro Cortés, 1996: 45), y a los que se suma la idea común de un rey sabio y virtuoso. Es precisamente el concepto del saber, encarnado en la figura del soberano, el más trascendente en ambas tradiciones, ya que de él emana la cordura que denota una buena capacidad para discernir y emitir juicios con prudencia y sensatez, y permite en última instancia una correcta aplicación de la justicia, sin la cual no se alcanza el equilibrio social (Haro Cortés, 1995: 227-231). El otro gran elemento común en ambas tradiciones es la figura del consejero, imprescindible para que el monarca no se aleje de las virtudes que lo hacen merecedor de su cargo. Entre las principales cualidades que los ministros auxiliares del soberano debían poseer, de acuerdo con algunos de los principales Specula orientales y occidentales que circularon en la Castilla de la época —Calila e Dimna, Libro del consejo e de los consejeros, Poridat de las poridades—, y en tanto en cuanto su consejo incidía en la actuación del monarca, se encontraban la honestidad y la mesura, además de estar provistos de sabiduría y encontrarse libres de cualquier vicio que pudiese afectar al correcto desempeño de su labor (Haro Cortés, 1995: 255-260). Son estas características compartidas entre tradiciones las que van a estar presentes en la relación entre el soberano y sus consejeros en el relato marco del Sendebar y en la construcción del monarca que este refleja. El paradigma de dirigente que plantea la obra es el del príncipe ideal dibujado a partir del modelo de «rey virtuoso», cuya caracterización se articula, desde el plano ético, en torno a un conjunto de virtudes que se entrelazan entre sí y se oponen a los vicios. Esta dualidad, común en los espejos orientales y occidentales, precisamente por sus valores universales, es la que rige el comportamiento moral del príncipe y la que mejor se refleja en el empleo de exempla (Nogales Rincón, 2006: 21). Ahora bien, la imagen de soberano propuesta por el Sendebar, pese a pertenecer a este modelo, dista mucho de aglutinar las condiciones necesarias 17


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para ser un adecuado representante de su cargo, aunque en ocasiones el relato pueda sugerir lo contrario. Este aspecto se constata en la incorrecta aplicación de la justicia regia, cuya alabanza es uno de los componentes esenciales de los espejos, y que surge de la reacción del monarca hacia el motivo central en torno al que gira el decurso narrativo de la historia principal: la posible ruptura y discontinuidad de la dinastía como resultado de la pérdida del heredero al trono (Leeuwen, 2017: 30), y que se anticipa ya en la trascendencia que se le concede al principio del relato a la imposibilidad del rey Alcos de poder tener descendencia. Esta probable pérdida del sucesor se origina en un comportamiento descuidado del monarca, cuya respuesta a la amenaza sucesoria ha puesto en peligro la dinastía y el gobierno. La condena a muerte de su propio hijo, fruto de una decisión precipitada, va a obligar, a lo largo del relato, a reformular la esencia y los principios de la monarquía para restablecer los fundamentos del reino (Leeuwen, 2017: 32). El modo imprudente de actuar del rey se evidencia en el valor y uso que este y otros personajes hacen de la palabra, estrechamente ligada con el concepto del saber, y que remite a la idea de una monarquía sapiencial donde la lengua está vinculada con la sabiduría y la idea de silencio (Nogales Rincón, 2006: 24). No obstante, y acorde con el modo de proceder del soberano, es precisamente su silencio el que debe ser alabado, puesto que su palabra posee la eficacia de condenar a muerte a su propio hijo, al mismo tiempo que la deslegitima como instrumento de su poder (Biaggini, 2007: 12). En la falta de criterio legal del monarca entra el poder sugestivo, mediante el uso de esa misma palabra, de la madrastra, identificada con la personificación de los principales vicios de los que el monarca debe evadirse, porque son contrarios al ejercicio de una justa justicia: la saña y la precipitación. Son precisamente los cuentos narrados por esta concubina del rey, destinados a conseguir la condena del infante, los que lo conducen a esa aplicación errónea del concepto de justicia. Y es que en este tipo de relatos es la mujer la que representa la inestabilidad y la falta de razón, al mismo tiempo que personifica el engaño, la lujuria y el desorden (Leeuwen, 2017: 33). Mediante la manipulación, recurre, por un lado, a apelar a la sentimentalidad del monarca más que a su entendimiento y, por otro, apoya la falta de prestigio que tiene como narradora en el acto de la enunciación (Biaggini, 2005: 8) con una serie de actuaciones de carácter performativo (lágrimas, tentativa de suicidio...) para llamar la atención del rey Alcos. La incapacidad del soberano para interpretar los exempla desde una perspectiva crítica obliga necesariamente a la intervención de sus siete consejeros 18


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(Biaggini, 2007: 12), cuyo papel crucial radica en la necesidad de mostrar que la autoridad del monarca, como omnipotente que es, necesita verse limitada por sus ministros. Asimismo, están obligados a controlar sus instintos regios puesto que, además, su palabra resulta dañina. Los consejeros se erigirán, mediante sus propios relatos, como representantes de las buenas virtudes que deben caracterizar al soberano, encarnadas en la templanza y la mesura (Lacarra, 1979: 154-160), desde el momento en que son conscientes de las consecuencias nefastas que puede tener para el reino y para su propia integridad personal la crisis sucesoria abierta: E este rey avía siete privados mucho sus consejeros, de guisa que ninguna cosa non fazía menos de se consejar con ellos. Después que vieron qu’el Rey mandava matar su fijo, a menos de su consejo, entendieron que lo fazía con saña porque creyera su mujer. Dixeron los unos a los otros: —Si su fijo mata, mucho le pesará e después non se tornará sinon a nós todos, pues que tenemos alguna razón atal por que este infante non muera. (Lacarra, 1989: 76)

Por ello, cada uno de los consejeros narrará dos cuentos, frente a uno de la madrastra, de los cuales el primero pretenderá avivar el seso del monarca hacia lo pernicioso que supone dejarse llevar por los consejos de una mujer, responsable directa del conflicto sucesorio, y el segundo intentará hacerle ver el incorregible error de tomar unas decisiones precipitadas que conduzcan a una aplicación errada de la justicia equitativa e imparcial que debe guiar su actuación como gobernante. La doble vertiente de las historias de los consejeros y su papel dentro de las directrices enumeradas queda evidenciada en la respuesta de dos sabios cuando, el séptimo día, el monarca los interroga para saber sobre quién habría recaído la culpa de haber ejecutado a su hijo: E dixo otro: —[...] Deviera ser la culpa del Rey, que mandava matar su fijo por dicho de una muger, e non sabiendo si era verdat o si era mentira. Dixo el terçero sabio: —Non es así commo vosotros dezides, que el Rey non avía ý culpa [...] E si él fuese firme en su seso, non se bolverié por seso de una muger, mas pues era muger qu’el Rey amava, non podié estar que non la oyese. Mas culpa era de la muger, porque con sus palabras lo engañava e fazía dezir que marasen su fijo. (Lacarra, 1989: 137)

El infante, silencioso durante el intercambio dialéctico entre la madrastra y los consejeros por el designio del horóscopo, se dibuja como el auténtico protagonista del relato y a quien debe atribuírsele la condición de monarca virtuoso que propugna el modelo. Observador pasivo de los errores cometidos 19


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por su padre, se convierte en su contraparte. Mediante la narración de sus exempla no hace una defensa de su causa, más bien orienta su discurso a mostrar que ha concluido su proceso formativo y ha adquirido la sabiduría que lo hace digno sucesor del trono (Biaggini, 2007: 12-13; Arizaleta, 2010: 60-70). La amenaza del reinado se ha neutralizado y la monarquía acaba presentándose como una institución en la que finalmente las inclinaciones impulsivas del rey se han acomodado al sistema que define la autoridad y la justicia. Se cumple así la función de la obra, apoyar la preservación de la sabiduría moral tradicional (Leeuwen, 2017: 31), ahora que el infante, por fin, puede mostrar las cualidades que Çendubete deseaba que aprendiese bajo su cuidado: Que en cualquier tierra qu’el rey no fuese derechero qu’el que no judge los omnes, que los libre por derecho, e gelo faga entender, e non aya consejo que emiende a lo que el rey fiziere; si lo provare la riqueza fue por un egualdat e el físico fuere loçano con su fiesta, que non la emuestres a los enfermos bien commo tienen si estas cosas fueren en la tierra, non devemos aí morar [...] e te fiz’ saber que los reyes tales son commo el fuego: si te llegares a él, quemarte as, e si te arredres, esfriarte as. (Lacarra, 1989: 71)

3. De Occidente a Oriente: el modelo de Aladdín de Disney (2019) Las Mil y una noches (Noches en adelante) es la obra no gestada en Occidente que más ha impactado en nuestra cultura, contribuyendo de manera indirecta a construir la imagen de Oriente que actualmente poseemos. Aunque la crítica sitúa los orígenes de la colección en el texto persa Hazâr afsân (Mil historias), el hallazgo de un fragmento redactado en árabe y datado del siglo ix, y la existencia de testimonios conservados que mencionan la obra en el siglo x remitirían ya a la circulación temprana de una versión redactada en árabe bajo el título con el que actualmente es identificada: Alf layla wa-layla (Grotzfeld, 2007: 51-53). Su articulación narrativa es similar al Sendebar, construida alrededor de una narración principal que funciona de encuadre para la inserción de múltiples cuentos. Sin embargo, y como resultado de la compleja transmisión textual de la obra, son escasos los testimonios que conservan el desenlace del argumento central. Los manuscritos más completos se remontan tardíamente a la segunda mitad del siglo xv, pero la reelaboración constante que sufrió el texto desde el siglo xviii como consecuencia de la demanda de compilaciones completas, y que afectó principalmente a las narraciones insertas, y la prolongación de estas

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De Oriente a Occidente: la caracterización del consejero y el soberano en el Sendebar y Aladdín de Disney

prácticas en el siglo xix han impedido la conservación de una versión de la obra que pueda considerarse canónica (Grotzfeld, 2007). Complicado resulta establecer el posible ámbito de recepción de la obra en sus orígenes y su adscripción genérica. De acuerdo con numerosos eruditos del periodo abasida, la obra contaba con un estilo excesivamente simple para agradar a las clases superiores, a lo que se añadía una posible redacción en árabe medio, a medio camino entre lo coloquial y literario, y que la habría hecho más cercana a un público popular (Beaumont, 2004: 1). La crítica actual ha querido ver de manera implícita en la obra un trasunto de los Specula principis, no solo en la labor de Šahrazād como narradora, sino en la orientación de muchos de los cuentos, poblados de modelos positivos y negativos de sultanes y visires, y que situarían a las Noches en la línea de títulos como el Sendebar (Irwin, 2007). El éxito de la obra en Europa es deudor de la labor traductora del arabista francés Antoine Galland realizada a partir de un manuscrito del siglo xv de las Noches. Al resultado, reflejado en 8 volúmenes (1704-1709), el académico incorporó nuevos materiales (1710-1717) con el objetivo de darle a su obra la forma más acabada posible y satisfacer de este modo la curiosidad lectora por nuevas historias, aunque esto implicase una transgresión de sus propios principios de fidelidad al texto. Así, las Noches del arabista francés se completaron con la adición del cuento de Simbad el marino (vol. 3), parte de las historias contenidas en el manuscrito árabe del ciclo de Uman Ibn al-Nu’man (vols. 8-9), dos cuentos tomados de la traducción realizada por François Pétis de la Croix del manuscrito turco del Al-Faraj ba’d al-shiddha (vol. 8) y el conjunto de relatos que adaptó de las narraciones orales del sirio maronita Antūn Yūsuf Hannā Diyāb (vol. 9 y vols. 10-12), y que constituyen la aportación más interesante de la propuesta de Galland por contener muchos de los títulos que actualmente se asocian en Occidente con la colección oriental y entre los que se encuentra ‘Alâ’ al-Dîn y la lámpara maravillosa (Marzolph, 2019: 276-277). Ausente de todas las compilaciones conservadas de las Noches, nada se conoce de la existencia del cuento de Aladino antes de la narración de Diyāb, que tuvo lugar, de acuerdo con los datos proporcionados por el diario personal de Galland, a partir de una versión escrita facilitada por el sirio en marzo de 1709, y no conservada, que fue incorporada en el volumen 9 en 1712, pero cuya redacción debía estar preparada desde, al menos, 1710 (Marzolph, 2018: 115-120). La ausencia de este supuesto testimonio impide comprobar hasta qué punto intervino el arabista francés en la adaptación del relato, pero se presupone que actuó sobre el texto en líneas similares al resto de la obra en lo que constituye un ejercicio claro de aplicación de los planteamientos neoclásicos vigentes en 21


Nuria Aranda García

la época, y de la visión y estereotipos que el propio Galland desarrolló fruto de sus viajes y estancias en Oriente Próximo (Larzul, 2007). El relato de Ala’ al-Dîn y la lámpara maravillosa ha sido objeto de numerosas adaptaciones, tanto cinematográficas como teatrales, desde el momento en que el cuento fue conocido en Occidente a partir de las traducciones decimonónicas posteriores a Galland. En esta ingente producción, destaca en popularidad la versión animada realizada por Disney en 1992 y retomada en forma de live-action remake en 2019. La agresiva campaña de marketing que desarrolló la factoría americana supuso un reemplazo absoluto de las anteriores interpretaciones que había sufrido el relato, llegando a opacar los orígenes de la historia y su relación con las Noches para suplantarlos con su propia lectura personal (Marzolph, 2019: 275-285). Este modo de actuar de Disney no es sorprendente si se tiene en cuenta que, desde Galland y el surgimiento de las ediciones de la obra a lo largo del siglo xix, el relato de Aladino se había convertido en una parte integral de la cultura occidental, fenómeno que afectaría especialmente a la reescritura propuesta por la cinematográfica americana. La historia original, ambientada en un primer momento en un reino lejano de China, se traslada a Agrabah, una ficticia ciudad ubicada en la Península Arábiga que no es sino el resultado de la asunción del protagonista como un personaje árabe. Esta trasmutación cultural no es nueva, había surgido en América con las primeras ediciones del relato en el conocido como periodo Antebellum, momento en que Aladino fue moldeado para establecer paralelismos con la nueva sociedad consumista y capitalista en auge en EEUU, y donde el Orientalismo no fue sino el resultado de la asociación del Medio Oriente con el exotismo, el lujo y la exuberancia (Aliakbari, 2017: 261-294). El largometraje de Disney recoge ya en la década de los 90 del pasado siglo esta herencia, potenciada de nuevo por la imagen que Oriente despertaba en Hollywood, y que no está exenta de clichés ideológicos que moldearán la imagen que tendrán ahora los protagonistas del relato y que han intentado atenuarse en el remake (Rahayu, Abdullah y Udasmoro, 2015: 24-34). Sin embargo, son la influencia de otra película en la reescritura de la historia y los pequeños cambios introducidos en el live action los que interesan para analizar el nuevo argumento a la luz del modelo de los Specula principis orientales. La deuda de Aladdín con El ladrón de Bagdad (1940) es indudable, del que toma especialmente la caracterización de un sultán amante de los autómatas y la figura de un visir villano, cuya interpretación a manos de Conrad Veidt influyó en la definición de otros visires malvados de la industria cinematográfica, especialmente el presentado por Disney (Irwin, 2004: 23-24). 22


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