7 Por otro lado, Nievas y Martínez (2016) manifiestan que la educación del docente debe ser continua y permanente para que sea un verdadero agente de transformación social. En el entorno actual, cuando el conocimiento es pragmático, el conocimiento instrumentalista y el conocimiento tecnológico ponen al desarrollo humano del docente en un proceso de significado personal y social, en el cual se requieren nuevas visiones de sus aspectos conceptuales más generales. Según Bermúdez y Pérez (citado por Lalangui, et al., 2017) mencionan que a pesar de la amplia gama de definiciones del término formación docente, hay algunos puntos clave que vale la pena mencionar, los cuales son:
Constituye un proceso.
Es continuo, sistemático y permanente.
Implica la interacción entre estudiantes y educadores.
Propicia el desarrollo integral del estudiante.
Se dirige, orientado el desarrollo, hacia los objetivos sociales concretos en el modelo del egresado.
Los aspectos anteriormente mencionados, corresponden mayoritariamente a la formación inicial ya que enfatizan el modelo de estudiante y egresado. Una comprensión más generalizada de estos temas nos permite ver que, al referirse al docente, el alumno es un participante activo en el proceso, y el modelo egresado se refiere a su educación postsecundaria. Dentro de las concepciones desarrolladas sobre la formación continua, en las competencias profesionales y de desempeño pedagógico, constituye la parte fundamental de las mejoras de los procesos educativos. En relación a lo mencionado, Imbernón (citado por Lalangui, et al., 2017) presenta cinco modelos, que están en relación a las formas de intervención que se promueven en la formación docente. A continuación, se presenta los siguientes modelos:
El modelo de formación orientada individualmente: se distingue por la personalización del aprendizaje. El docente formador es quien decide qué acciones realizar en función de las necesidades de los alumnos.