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En la partida de Jorge Luis Mejías Roldán
La infancia de este joven puentealtino se inicia en la prekínder en el colegio Nuestra Señora de las Mercedes, pasando a la básica en la Fundación Domingo Matte Mesías. Luego en el liceo 115 y el Liceo Libertador Bernardo O’Higgins, egresando cómo técnico en mecánica industrial.
En su adolescencia en los años 70 es acólito de la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes, junto a otros puentealtinos como son Marco Roldán, Marco Piñeiro, Sergio Camilo, Carlos Rojas, entre otros. Su pasión por el deporte la cobija en el básquetbol, participando en la selección de básquetbol de Puente Alto, junto a Marco Piñeiro, Oscar Hilton Ibarra, Jaime Passalacua, entre otros, jugando por Colo Colo, rama de básquetbol.
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En lo laboral, postula a CMPC trabajando 16 años en esta empresa local, saliendo campeón en su sección en el tradicional torneo interno.
Amigo de los amigos junto a Alejandro Salgado, Ricardo Sánchez, Marco Piñeiro, Larry Serrano Pollo Aguad, muchos más, sería muy larga la lista de jóvenes de esos años que conocieron al trasluz a Jorge Mejías Roldán.
Con el correr del tiempo, vinieron los achaques y una traicionera diabetes se transforma en su peor enemiga. Al pasar el tiempo pierde a su mamá Gladys Roldán, en un corto plazo su hermano y un años más tarde a su papá Patricio Mejías.
Ingresa a trabajar a la municipalidad de Puente Alto. Se viene la pandemia y para la casa por orden municipal, a cuidarse sobre todo por su patología y a recibir las bondades de su amada esposa, Ana Vallejos. Aquí recibió el apoyo de los funcionarios Sandra Ruz, Juan Carlos Garay, entre otros. Se cumplen sus 62 años y el domingo 6 de enero del presente se le diagnosticó una bronconeumonía, luego un paro cardio respiratorio. El lunes 7 de enero, se produce su fallecimiento. Noticias que impactó a la familia y a sus amigos de Puente Alto. Fue padre, sobrino, tío amigo y deportista. “Hoy, queda decir gracias por todo, una juventud plena. Descansa en paz junto a tu mamá, papá y hermano. No te vamos a olvidar nunca”.
Marco Roldán Vargas