Tema: Pedro Albizu Campos: Puerto Rico en el siglo XXI

Page 1

Puertorriqueñidad (@n0rM@l)

Pedro Albizu Campos: Puerto Rico en el siglo XXI

Vol. 3 Núm. 01 29/junio/20181


En esta edición: 4

Puerto Rico es el árbitro único de su destino

6

La esclavitud azucarera

10

No puede ser un demonio

11

Fragmento: “Hablando con Albizu Campos”

12

Extractos sobre las puertorriqueñas

12

La Mujer Libertadora

14

Canción que amarga vibra. A Pedro Albizu Campos

15

Fragmentos: “El absurdo de la estadidad para Puerto Rico”

16

Fragmento sobre comunismo y socialismo

17

Discurso sobre imperialismo

18

Clausura

19

Lolita Lebrón

19

Al Sr. D. Pedro Albizu Campos

Puertorriqueñidad Anormal

2


Editorial:

Puertorriqueñidad

(@n0rM@l) es un concepto que surge de la unión de pensamientos diversos explorando temas específicos que intervienen o afectan nuestra sociedad y diario vivir.

Esta edición especial se ha preparado

con el mayor respeto hacia la figura de don Pedro Albizu Campos al ser la fecha de esta publicación la conmemoración de los 125 años de su natalicio. Jamás pretendemos adjudicarle palabras que no dijo, a modo irrespetuoso; por el contrario, el ejercicio que se ha hecho en esta edición ha sido con el propósito de dar a conocer y demostrar la vigencia de sus palabras a las generaciones actuales en términos con los que puedan asociarlas y comprender nuestro presente.

Les invitamos a que descubran esta ini-

ciativa y la hagan suya, porque este esfuerzo es hecho pensando en todos ustedes. Aquí no hay censura y cada escrito refleja el pensar y sentir de su autor, tal como fue plasmado. Equipo de trabajo Puertorriqueñidad (@n0rM@l) 3


Puerto Rico es el árbitro único de su destino El Mundo - 12 de marzo de 1936

La nación puertorriqueña no es pupilo de ningún imperio. Puerto Rico es el árbitro único de su destino, con absoluto derecho a darse el gobierno y la constitución que le convengan. Somos libres, soberanos e independientes por reconocimiento formal de nuestra personalidad como nación soberana que hiciera la Madre España al otorgarnos la Gran Carta Autonómica. Eso lo dice el derecho positivo internacional que confirma en forma solemne el derecho natural, que no reconoce ni la esclavitud personal ni la esclavitud nacional. Son tardías las promesas del representante del imperio yanqui, Ickes, de que se harán de respetar en Puerto Rico los derechos civiles y la libertad individual. El gobierno yanqui se ha pasado 36 años destruyendo el derecho civil, destruyendo el derecho político; todo con el propósito de arruinar a nuestra patria y exterminar a todos los puertorriqueños, y convertir de ese modo a nuestra gran nacionalidad en una pieza de caña yanqui. Cierto es que todo se había hecho hasta hace dos o tres años con suma hipocresía, en nombre de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad. Al verse desenmascarados en su piratería se han quitado la máscara y se han lanzado a una política de terrorismo y asesinato. Puerto Rico desconocía la política de terrorismo y asesinato hasta ser implantada por el gobierno de Estados Unidos. Les repetimos que no pueden seguir adelante con esa política. Le aconsejamos a míster Ickes que se meta en los asuntos de su país, que procure empleos para 10,000,000 de hombres 4

desempleados que hay en Estados Unidos, y que garantice los derechos civiles y políticos de unos 16,000,000 de ciudadanos nacidos en Estados Unidos con sangre africana en sus venas, para quienes existe en la Constitución de Estados Unidos una sola cláusula: “Los negros deben ser linchados en todo momento”. Nuestra civilización es tan elevada que por sí ha garantizado la vida y la propiedad en nuestra tierra durante siglos y durante la ocupación norteamericana, a pesar de las salvajadas de los invasores. Muchas gracias damos a míster Ickes por esas buenas intenciones de última hora para nuestra patria, si es que son sinceras, y rogamos a Dios que entre en la eternidad en ese estado de conciencia. Sobre el “statement” de los señores Fernández García y Snyder, y otras informaciones que se han publicado en torno al Procurador General, el señor Albizu Campos nos dijo: Comprendemos la situación difícil en que se encuentra en este momento decisivo para la historia en Puerto Rico, el licenciado Benigno Fernández García; que se le hace imposible dar la espalda del todo a un gobierno al cual debe su nombramiento. La renuncia de su cargo de Fiscal General en estos momentos, espíritus mezquinos la interpretarían como un acto de cobardía. He aquí la clave, quizá de una cooperación a la tiranía extranjera que creemos rechaza él en su conciencia, porque no otra cosa puede esperarse de todo puertorriqueño en este instante. Para nosotros su renuncia sería un acto heroico. Creemos que no fallarán en él ni el valor, ni el patriotismo, ni la hidalguía tradicional de nuestra raza, como no han de fallar en los que han tenido el privilegio de nacer en nuestra tierra.


Siglo XXI La nación puertorriqueña no es pupilo de ningún imperio. Puerto Rico es el árbitro único de su destino, con absoluto derecho a darse el gobierno y la constitución que le convengan. Somos libres, soberanos e independientes por reconocimiento formal de nuestra personalidad como nación soberana que hiciera la Madre España al otorgarnos la Gran Carta Autonómica. Eso lo dice el derecho positivo internacional que confirma en forma solemne el derecho natural, que no reconoce ni la esclavitud personal ni la esclavitud nacional. Son tardías las PROMESAS del representante del imperio yanqui, la Junta de Supervisión Fiscal, de que se harán de respetar en Puerto Rico los derechos civiles y la libertad individual. El gobierno yanqui se ha pasado 120 años destruyendo el derecho civil, destruyendo el derecho político; todo con el propósito de arruinar a nuestra patria y exterminar a todos los puertorriqueños, y convertir de ese modo a nuestra gran nacionalidad en una pieza de caña yanqui. Cierto es que todo se había hecho hasta hace dos o tres años con suma hipocresía, en nombre de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad. Al verse desenmascarados en su piratería se han quitado la máscara y se han lanzado a una política de terrorismo y asesinato. Puerto Rico desconocía la política de terrorismo y asesinato hasta ser implantada por el gobierno de Estados Unidos. Les repetimos que no pueden seguir adelante con esa política. Le aconsejamos al Congreso que se meta en los asuntos de su país, que procure empleos para los millones de desempleados que hay en Estados Unidos, y que garantice los derechos civiles y políticos a los millones de seres humanos en

en Estados Unidos con sangre diversa en sus venas, para quienes existe en la Constitución de Estados Unidos una sola cláusula: “Los blancos, americanos, protestantes y heterosexuales son superiores a todos los demás”. Nuestra civilización es tan elevada que por sí ha garantizado la vida y la propiedad en nuestra tierra durante siglos y durante la ocupación norteamericana, a pesar de las salvajadas de los invasores. No agradecemos a la Junta de Supervisión Fiscal por esas “buenas” intenciones de última hora para nuestra patria, porque no son sinceras, y rogamos a Dios que no olvide en la eternidad ese estado de conciencia. Sobre la demanda del señor Francisco Reyes, y otras informaciones que se han publicado en torno a la jefa interina de la Fiscalía Federal, el señor Albizu Campos pudiera decir: Comprendemos la situación difícil en que se encuentra en este momento decisivo para la historia en Puerto Rico, la licenciada Rosa Emilia Rodríguez; que se le hace imposible dar la espalda del todo a un gobierno al cual debe su nombramiento. La ausencia de la renuncia de su cargo de Fiscal Federal en estos momentos, la interpretaría como un acto de complicidad. He aquí la clave, quizá de una cooperación a la tiranía extranjera que sabemos no rechaza ella en su conciencia, porque otra cosa puede esperarse de todo puertorriqueño en este instante. Para nosotros su renuncia sería el fin de su acto, porque han fallado en ella el valor, el patriotismo, la hidalguía tradicional de nuestra raza, como han fallado en los que han tenido el privilegio de nacer en nuestra tierra, pero se han vendido a los intereses del imperio.

5


La esclavitud azucarera El Mundo - 19 de enero de 1934

Los representativos de Puerto Rico exigieron de la Monarquía española la abolición de la esclavitud, con indemnización o sin ella. El gobierno español se allanó a esa llamada de nuestra civilización cristiana y para transformar al esclavo en hombre libre, fundó la aldea rural, en sitio salubre y fértil, donde el hogar suyo gozaría de independencia económica y moral. La esclavitud como régimen social queda implantada automáticamente cuando se priva al pueblo de la oportunidad para poseer en pleno dominio tierras donde fincar su hogar con independencia económica, inmune, como el castillo del patricio, a toda intervención del poder. La invasión yanqui encontró a nuestra nación desparramada por fértiles valles en aldeas fundadas en sitios saludables, y bien organizadas para todos los servicios públicos, sociales y religiosos. Al invasor no le convenía nuestra moneda, y forzó el cambio de ella por la suya con una pérdida de un cuarenta por ciento para nosotros y ofreciendo papel por nuestro oro, que trasladó a sus arcas, donde contribuye con su valor a la riqueza norteamericana. El papel que se forzó sobre la nación hoy a depreciado casi en un cincuenta por ciento por el proceso de rápida decadencia del crédito norteamericano. La economía yanqui rueda pendiente abajo, y el gobierno de Estados Unidos de Norte América lucha ahora por la estabilización de su moneda al valor depreciado que actualmente tiene. Nadie sabe, a juzgar por la opinión de los economistas más conocidos de Norte América, si será posible la estabilización al presente nivel o si habrá que seguir cuesta abajo hasta encontrar un descanso que aguante la pesada carga económica de aquella nación. 6

Basta lo observado para ver cómo la intervención yanqui ha destruído el capital líquido puertorriqueño, colocando a la nación a merced de la usura bancaria norteamericana. El régimen tiene una virtud, que es francamente explotador, y, así vemos como el mismo banco que en New York presta al cuatro por ciento, en Puerto Rico lo hace al nueve. Para legitimar esa usura, se mantiene como ley el préstamo al doce por ciento anual. Es claro que no se puede conseguir dinero barato para empresa alguna puertorriqueña. La industria para existir, tiene que ser a base de miserables salarios para el trabajador. El gobierno de Estados Unidos de Norte América envió una comisión científica para inventariar nuestra riqueza nacional y precisar lo que debía reservar para sus nacionales y lo que tenía que destruir al quedar en manos puertorriqueñas. Determinó la selección la demanda del mercado norteamericano. Esta se limitaba al consumo de tabaco y azúcar. El poder interventor resolvió entonces fomentar la producción exclusiva de tabaco y azúcar, levantó las corporaciones para ese fin, y empezó inmediatamente la demolición de toda otra riqueza, café, productos alimenticios, árboles frutales, bosques, etc., estimulando la espontánea destrucción de la agricultura, la riqueza centenaria nacional, por medio de sus métodos de propaganda, que impulsara a los terratenientes a sembrar tabaco en la altura y azúcar en la bajura, cultivos que requieren la destrucción total de todo otro plantío. La corporación yanqui pasó a ser el único banco de un agricultor reducido a completa esclavitud, porque se había privado hasta de la subsistencia más elemental, si se le negaba el crédito correspondiente. La corporación reaccionaria fijaría también el precio del tabaco y del azúcar y así arruinó


a sus colonos, que pasaron a ser mayordomos o peones en las fincas donde fueron dueños, o políticos de oficio adictos al mismo régimen interventor que los había arruinado. Para acelerar el proceso de suplantación, el poder exoneró de contribuciones a sus intereses e hizo cargar con todo el peso fiscal al terrateniente nativo y al obrero con la contribución de consumo. Estimuló los empréstitos y la carga pública a tal punto que actualmente el peso muerto fiscal sobre la nación es de treinta millones de dólares anuales, como totalidad de gastos insulares, municipales y amortización de la deuda pública, de los cuales el obrero paga veinte millones, vellón a vellón en contribuciones de consumo. La nación carente de ingresos, para afrontar tamaña carga, ha ido liquidando sus capitales por la vía forzosa. El latifundismo yanqui ha copado. Sesenta y cuatro mil terratenientes, que representan no menos de medio millón con sus familiares, han ingresado en las filas del proletariado. En este concurso de obreros, han entrado la mujer, por necesidad terrible, y reducida por sistema la producción nacional a tabaco y azúcar, la competencia natural para encontrar trabajo ha sido tan encarnizada como la lucha por los puestos públicos llevando el salario a ser el más bajo del mundo. La corporación refaccionaria dió estímulo a sus colonos para comprar las pequeñas parcelas donde vivían las clases de modestia económica, facilitándoles dinero para la maniobra, pero el colono no vió que para adquirir el dinero, hipotecaba todos sus bienes con una suma que le sería imposible de pagar, porque el enemigo le regulaba a su antojo el precio del tabaco y del azúcar. Se estimuló al nativo creerse latifundista también, para una vez engordado, cortarle la cabeza. El resultado ha sido que más de la mitad de los

valores azucareros son yanquis en pleno dominio, o el resto está hipotecado a bancos yanquis también. Cierto es que andan por ahí algunos puertorriqueños que se llaman azucareros, y que para mayor ironía hacen de portavoces de la esclavitud azucarera. Los yanquis que padecen de arrogancia estúpida no se confunden con las apariencias, y en la asociación de azucareros aparecen ocupando un papel secundario. Dios quiera que la independencia se pueda proclamar antes de que los mandatarios puertorriqueños del “trust” azucarero lo pierdan todo. Las aldeas rurales fundadas en sitios saludables y tierras fértiles han desaparecido; el latifundio azucarero ha barrido con ellas como temible huracán arrojando a la población sobre las zonas urbanas, aumentando la competencia en el trabajo y con ello el desempleo, a tal punto que tenemos la más alta cifra de desempleados forzosos en el mundo o sea un setenta por ciento. Arruinada la agricultura, quedamos a merced del mercado yanqui. Puerto Rico es una plaza sitiada, y a sus moradores se les abastece con lo que quieren sus enemigos, a precio y calidad de su exclusiva conveniencia. Existe un Departamento de Agricultura, pero que ninguna agricultura fomenta. Para justificar lo que cuesta al contribuyente sostenerlo para que haga las investigaciones que le ordenen los azucareros, se entretiene en preparar para ser buenos peones a los hijos de los que no tienen tierras que cultivar, en las escuelas especiales que se llaman Unidades Rurales. La corporación azucarera ha cerrado todos los puertos de la nación con la excepción de 7


San Juan y Mayagüez. Mayagüez sigue abierto merced a la industria explotadora de la aguja. Ponce, el primer puerto de Puerto Rico antes de la invasión es hoy un montón de ruinas. Con el cierre de los puertos ha terminado el servicio de cabotaje, y toda actividad marítima de importancia. La nación no tiene ni entrada ni salida. La corporación azucarera arruinó al comercio. Tiene sus almacenes distribuídos científicamente en sus colonias. Vende de todo. Lo importa en sus propios barcos. No paga ninguna de las contribuciones que soporta el comercio. No paga en dinero para obligar al peón a comprar en sus tiendas. Recoge en esa forma el dinero que paga en jornales, haciendo un fabuloso negocio. Al terminar la semana al peón le sobra, a lo más una peseta que es lo único que puede gastar en un establecimiento cercano. Queda inmovilizado en el batey porque no tiene con qué hacer el viaje más corto. El batey es un sitio malsano generalmente. El agregado tiene que ser un perfecto esclavo, dócil, y obediente a la voluntad patronal o lo ponen en la carretera, con su mujer y sus hijos en cualquier momento. Como no rigen las leyes para los azucareros, ni siquiera se respetan las disposiciones sobre la ley del deshaucio, la ley es la violencia. El gobierno entero, desde el Gobernador para abajo, está a disposición de la voluntad azucarera. No existe para el trabajador ninguna clase de garantías si vive en el batey. Tiene casi siete meses de invernazo sin entrada alguna. Ganaban los trabajadores en esta industria, la más dura que puede imaginarse, en la zafra pasada un promedio de ochenta y cinco centavos diarios. 8

El gobierno firmó un convenio con los azucareros rebajando los salarios. Así lo ha confesado la misma Central Aguirre en una hoja suelta. El gobierno y los azucareros constituyen una sola persona. El gobierno ha pactado consigo mismo y quiere imponerle a los trabajadores las condiciones que convenga a la industria azucarera. Ha movilizado a la Policía para intimidar a los huelguistas. En Guayama hay más de doscientos policías. Las carretas y trenes de caña pasan resguardados por la fuerza pública, porque mucho se teme a la huelga. El gobierno es de rompehuelgas. La huelga que estaba difunta por la voluntad de los exlíderes oficiosos del obrerismo, hoy revivida, ha tenido éxito inmediato porque para estimular a los rompehuelgas les pagan un veinte por ciento más de lo que se dispone en el convenio oficial. No obstante, la huelga está en pie en el sur y en oriente bajo la dirección de la Asociación de Trabajadores de Puerto Rico, que va sumando en su seno a todos los obreros de la nación en un movimiento salvador para el proletario y para la patria. ¿Qué piden los huelguistas? Algo muy modesto. Que no se trabaje doce horas diarias en ninguna parte; que se tome en cuenta que el costo de la vida ha aumentado duplicándose el precio de muchos productos de primera necesidad, pero el trabajador con resignación inexplicable se limita a exigir un cuarenta por ciento de aumento; que se le pague en dinero; que se cumpla la ley. Cuando se dice que un trabajador ganará ochenta centavos, en realidad se fija un salario de cuarenta y cinco centavos, al tomar en cuenta la baja del poder adquisitivo del dólar. El gobierno quiere imponer estas condiciones esclavizantes a los trabajadores que representan el noventa por ciento de la población. Esta es la esclavitud azucarera impuesta a viva fuerza. Toca a nosotros abolirla.


Siglo XXI La anterior lectura, “La Esclavitud Azucarera”, no la trabajamos de igual manera que la primera debido a que presenta un trasfondo histórico sobre la transición de la esclavitud de los puertorriqueños entre lo que fue la práctica original impuesta por España (dirigida a unos grupos en específicos) hacia la esclavitud de una nación por completo durante el siglo XX bajo los Estados Unidos de América. En el primer párrafo, Albizu Campos hace mención de los conceptos humanos: libertad, hogar, sociedad, economía, moral, salud y (tierra) fértil, como elementos básicos que Puerto Rico ofrece y que sus ciudadanos merecen. Al leerse la definición que presenta de la esclavitud como régimen, esta puede aplicarse tanto al periodo que él alude pero, más aún, al periodo que vivimos con el cambio de soberanía. Más vigente en estas casi dos décadas del siglo XXI. Se nos quitó nuestra moneda, y con esto, comenzaron los procesos de quitarnos todo, hasta quitar los mismos ciudadanos, de la isla y someternos a “la usura bancaria norteamericana” porque es un régimen explotador que continúa con un trato diferente hacia los puertorriqueños, aunque lleven ya un siglo con su ciudadanía impuesta. Aun, al día de hoy, la “economía yanqui rueda pendiente abajo, y el gobierno de Estados Unidos de Norte América lucha” por la estabilización de su moneda. “El gobierno de Estados Unidos de Norte América envió una comisión científica para inventariar nuestra riqueza nacional y precisar lo que debía reservar para sus nacionales y lo que tenía que destruir al quedar en manos puertorriqueñas.” Quedó demostrado que así lo hizo y continúa haciendo, razones por las que pertenecemos al Comité de Recursos Naturales del Congreso de los Estados Unidos de América.

“Para acelerar el proceso de suplantación, el poder exoneró de contribuciones a sus intereses e hizo cargar con todo el peso fiscal” a todos los puertorriqueños, hasta el día de hoy. Recuerde, el escrito original de don Pedro fue escrito antes del Estado Libre Asociado, y ya hablaba de cómo los puertorriqueños ya estaban cargando una deuda pública en tiempos en que todos nuestros gobernadores y, prácticamente los jefes de gabinetes, eran escogidos por el Presidente y el Congreso de los Estados Unidos de América. “Puerto Rico es una plaza sitiada, y a sus moradores se les abastece con lo que quieren sus enemigos, a precio y calidad de su exclusiva conveniencia.” Nos han dejado sin hogares, endeudados, desempleados, con una ciudadanía de segunda clase, desde que “Arruinada la agricultura, quedamos a merced del mercado yanqui” y el sistema educativo que impusieron está, solamente, dirigido a “preparar para ser buenos peones a los hijos de los que no tienen tierras que cultivar”. “El gobierno entero, desde el Gobernador para abajo, está a disposición de la voluntad” inversora, donde ha firmado “convenio” con los inversionistas “rebajando” los beneficios a los trabajadores. “El gobierno y los” inversionistas “constituyen una sola persona. El gobierno ha pactado consigo mismo y quiere imponerle a los trabajadores las condiciones que convenga a” los inversionistas. “Ha movilizado a la Policía para intimidar a los huelguistas.” Los transportes de cenizas “pasan resguardados por la fuerza pública”. “El gobierno es de rompehuelgas.” “El gobierno quiere” seguir imponiendo “condiciones esclavizantes a los trabajadores” y a todos los puertorriqueños. “Esta es la esclavitud” social “impuesta a viva fuerza.” Nos sigue correspondiendo su abolición.

9


No puede ser un demonio Solimar Ortiz Jusino

De niña me hablaron de un ser negro que me llevaría si me portaba mal. Me hablaron de la tristeza de dios cuando mientes y actúas mal. Miro al cielo y digo ¡Pobre dios! ¿Cuánto debe estar llorando? Tantas de mentiras de tantos a la vez. De seguro debe estar dios amarrado de pies y cabeza encerrado en el Panamericano . No puede ser un demonio un hombre que amaba a sus hermanos como a su patria y a sí mismo. No puede ser un demonio. No. No le veo cuernos en la cabeza al hombre de defendió y enalteció a mi madre y a tu madre, a su vientre, a sus hijos, a su techo. No le veo la cola al demonio cuando llamaba a sus hermanos pa’ que se levantaran a luchar y no vivieran de la miseria. No siento el olor a azufre de la sonrisa siempre perfecta aún cuando le quemaban las entrañas pa’ callar su grito de Independencia. Pobre dios que ha visto todo en primera fila, cuando te mintieron, cuando me mintieron porque NO Albizu No es un demonio. 10

Del poemario “La Matria en mis Pies”


Fragmento: “Hablando con Albizu Campos” El Mundo - 8 de febrero de 1930

Con este fragmento, le invitamos a que usted intercambie las palabras en estilo itálico para traerlo al contexto del Puerto Rico actual. Por ejemplo, en el inicio, puede cambiar -mentalmente- las palabras “Mr. Roosevelt” por cualquiera de estas: Trump, el Congreso o la Junta de Supervisión Fiscal. A continuación, el fragmento. Manuel Rivera Matos le preguntó a Albizu Campos: “¿Qué opina usted sobre el plan rehabilitador de Mr. Roosevelt?” Respuesta de don Pedro Albizu Campos: Demuestra que para Puerto Rico, en Estados Unidos no hay ni caridad porque en Estados Unidos se levantan con gran facilidad cuantiosas sumas de dinero para fines caritativos. Pero eso no reza con Puerto Rico, que es un pueblo despojado de su riqueza por Estados Unidos y de cuya miseria son sólo responsables el gobierno y los ciudadanos de Estados Unidos. Y no hay justicia, porque la causa básica de la miseria nuestra es el desplazamiento del terrateniente puertorriqueño por el norteamericano debido al sistema político imperante en Puerto Rico. De acuerdo con este sistema todos los poderes en Puerto Rico son mandatarios directos del gobierno de Estados Unidos y hacen en nuestro país lo que se les ordena de Washington. Ese desplazamiento ha podido evitarlo la nación que retuvo en sus manos todos los poderes. Los puertorriqueños no podrán reinvindicar su riqueza pública dentro del régimen actual, a menos que estén dispuestos a colocarse en una posición de abierta rebeldía contra ese régimen. Puede asegurarse que el gobierno de Estados Unidos no hará nada por aminorar la carga

económica que gravita sobre el país, y en realidad se alegra de ello porque eso acelera el plan de desplazamiento para dejarnos en el aire en nuestra propia tierra. Norteamericanos sagaces vieron claro que el ciclón de San Ciriaco de 1899 que arruinó a todo el país, aceleró la penetración económica de los Estados Unidos en Puerto Rico por un tiempo conservadoramente estimado en 25 años. Los invasores pudieron comprar tierras muy valiosas a precios ridículos comparados con su verdadero valor. Después del último ciclón de San Felipe preparémonos para ver la desaparición de gran número de los pocos terratenientes puertorriqueños que nos quedan, y cuyas tierras irán a pasar forzozamente a intereses norteamericanos. Se nos acerca rápidamente la hora de la liquidación. La hacienda pública insular y municipal no pueden atender a sus exigencias normales. Le es imposible abordar una crisis como la presente. Los ingresos son utilizados en el pago de los intereses y la amortización de los empréstitos norteamericanos. ¿Facultará Estados Unidos un empréstito con un tipo razonable de interés para amortizar la deuda pública actual? No lo hará ni lo harán sus banqueros porque aquí ha triunfado su política de penetración económica. Eso sólo se hace en los países independientes donde es necesario realizar esa misma política y donde el empréstito es el medio más efectivo de penetración.

11


Extractos: sobre las puertorriqueñas Esta tarde deberá ser memorable en la mente de cada uno de nosotros. Aquí han hablado los representantes de las diversas agrupaciones políticas de nuestra vida pública. Yo lamento que en esta asamblea no se haya oido la voz de una opinión femenina, ahora que la mujer puertorriqueña tiene en sus manos los poderes de realizar una gran labor cívica.

Yo quiero llevar al corazón de la mujer puertorriqueña ese ideal de responsabilidad para con su patria. Las mujeres no pueden entrar en el juego ridículo y suicida de nuestra política de pacotilla. No sólo es ella la depositaria de la vida física sino que debe ser también la depositaria de la vida moral.

Trato esta cuestión para que las mujeres no vayan a caer en el pecado en que han incurrido los hombres: esto es, dividirse en la cuestión de la independencia de su patria cuando todos estamos unidos por lazos indisolubles del sentimiento nacionalista. La mujer es la matriz creadora de todas las energías físicas y morales, es la matriz de la vida trascendental y por lo tanto la madre auténtica de la nacionalidad.

Frente a un pueblo ansioso de su independencia y dispuesto a hacer los sacrificios necesarios para obtenerla, se había colocado un grupo de dirigentes no dispuestos a romper con el régimen imperante de la colonia.

Por eso la mujer puertorriqueña no puede dar un ejemplo incondicional, huérfano de civismo y dignidad, repitiendo de esta forma la actuación servilista de los hombres dirigentes. Yo la deseo verse definida, franca y abiertamente por la independencia de su patria, o si por el contrario desea que su país siga siendo una colonia sometida al despotismo económico de Estados Unidos. Hay que llevar esta responsabilidad moral a las mujeres nuestras para así determinar si es que ellas quieren continuar la política de entregamiento al invasor que han venido desplegando los distintos partidos insulares. -Relató luego el señor Albizu Campos una anécdota que le ocurrió en Santo Domingo, donde una comisión de damas le fue a saludar y preguntarle qué ellas podían hacer por la independencia de Puerto Rico.-

12

El Mundo - 12 de mayo de 1930

Cuando decimos un pueblo, por supuesto, nos referimos a la unidad nacional puertorriqueña, sin distinciones de ninguna clase, y mucho menos, la distinción absurda, de dividirla entre hombres y mujeres. La mujer puertorriqueña ha padecido, hasta ahora de la abrogación que de su representación ha hecho un grupo de señoras, que con el título de feministas, han hablado siempre en su nombre, y han luchado porque se le concediera el derecho al sufragio. El Mundo - 20 de mayo de 1930

La Mujer Libertadora El Mundo - 24 de mayo de 1930

Nos debemos mutua exigencia en el cumplimiento del deber. Fundar la patria es un imperativo para todos, mujeres y hombres. No es permisible la tolerancia de un régimen que pretende negarnos nuestra propia ciudadanía y la independencia de nuestra personalidad internacional. Esa tolerancia ha permitido al invasor despedazar nuestra nacionalidad, adueñándose de sus riquezas y atacando los cimientos de su ciudadanía.


Comparando nuestra historia colonial bajo el yugo norteamericano con la de otros pueblos víctimas de un impero exótico, nos sorprende que prematuramente hayamos producido el tipo insensible al coloniaje, al dominio de un invasor que todo se lo niega. Esa insensibilidad es el triunfo del poder usurpador, porque, a más de hacer toda resistencia imposible, justifica ante el mundo el despojo que lleva a cabo con su política. En ese estado de abatimiento moral, todos los valores se confunden, el infeliz colono los cree todos discutibles. Cae en la triste condición de discutir la conveniencia de la independencia patria. La esclavitud ha llegado al alma misma de la comunidad. Con la pérdida de ese sentido de dignidad personal y colectiva, que acompaña a las teorías de la conveniencia en la colonia, se agotan las fuerzas espirituales, y el nativo, reducido a lacayo, pasa a ser agente del invasor para entregarle todas las riquezas del país. Es inevitable: La decadencia moral es causa de la ruina material. Es extraño, pero esa ruina del espíritu hace sus estragos primero en las clases, que, por su cultura, se supondrían habrían de presentar mayor resistencia. Su poder de adaptación las pierde pronto. La masa se mantiene inmune relativamente a la influencia externa por la razón contraria. Los invasores pudieron comprar tierras muy valiosas a precios ridículos comparados con su verdadero valor. Tenemos el tipo insensible a la colonia. Insensible a la imposición extranjera. Esclavo, al fin, prefiere lo exótico a lo nativo. Culto, a veces, defiende con sinceridad la negación de su propia ciudadanía y la personalidad de su patria. No se conforma con su suicidio moral. Su fuerza negativa le hace positiva para arrastrar a todos sus compatriotas al sometimiento absoluto, a la voluntad de un invasor, que ha pasado, ante el convencimiento de su

impotencia a ser redentor. Así tenemos ardientes defensores del coloniaje y de la anexión. Muchos capaces de reaccionar, otros insensibles totalmente. Por eso, la libertad ha habido que imponerla en todas partes. La mujer nunca necesitó el voto para ejercer una influencia decisiva en los destinos de su nacionalidad. Aquí lo posee, y tiene un poder más que esgrimir. Solicitar un derecho público obliga a declarar públicamente para qué se ha exigido. Nos hemos permitido preguntarle a las damas militantes del feminismo para qué quieren esa fuerza. ¿Para afianzar el coloniaje? ¿Para anexar a Puerto Rico a Estados Unidos? ¿O para esgrimirlo en favor de la independencia de su patria? Doña Isabel Andreu de Aguilar, Presidenta de la Asociación Insular de Mujeres Votantes, ha tenido la fineza de contestarnos. Nos alegra verla personalmente definida. He aquí sus bellas palabras: “Vamos a despertar en la mujer la conciencia de su fuerza, de su responsabilidad, y a exhortarla para que haga uso de ella honradamente por el bien de Puerto Rico.” Aplaudamos con anticipación la labor nacionalista de la culta dama a quien tenemos el honor de dedicar estas líneas. Ella es consciente de la fuerza femenina: “La mujer puertorriqueña es fuerza efectiva para decidir por sí misma la suerte de Puerto Rico”. Es consciente de su responsabilidad. El feminismo no es insensible al coloniaje, se rebela contra él. El amor propio no puede herirse cuando se toca llamada de libertad, de independencia, y dispone a la actuación heroica. Teníamos que definir para poder construir. La mujer no puede ser liberticida. Saludemos a la mujer libertadora. La patria quiere sumarse inmediatamente su fuerza. 13


Canción que amarga vibra A Pedro Albizu Campos

Campesinos lejanos que sabéis a montaña, que sentís temblorosos que la tierra se os marcha; masa hambrienta y sufrida doctorada en dolor, escuchad mi canción más amarga: A las 12:20 los condenaron. A las 12:20. Cuando la noche estaba partida en dos al igual que lo estaba mi corazón. Mitad muerto de luto. Mitad rojo en furor. A las 12:20 se los llevaron. A las 12:20. Circundados por armas de espanto y muerte. A las 12:20 el imperialismo mostró sus dientes, hambrientos de carne noble saciados de sangre justa. A frenético júbilo tocaban los campanarios monstruos de las centrales explayando sus voces por la sabana. Las chimeneas, borrachas de alegrías bailaban cual muñecos fantasmas. Y las monedas del “City Bank” tremolaron su fiesta de carcajadas. Y estaba encadenado Albizu Campos. Pero la luna, para no ser convicta por desacato se arropó con el velo archinegro de las nubes más rancias.

14

Fue entonces... cuando la noche estaba partida en dos, al igual que lo estaba mi corazón, campesinos, obreros, gente honrada, anhelante, de todos los países, que enuncié mi canción más brillante. Escuchad su rumor: Sordo ron-ron que entre la muchedumbre estalla, fiero rugido por la noche horrenda, fue trepando arrabales y montañas, y contagiando el mar y las estrellas. Un tambor de venganza batía incontenible por sobre tierra y agua, y habiendo sucumbido el colonial letargo, bramaron nuestras ansias libertarias. Ya somos. Ya amaneció la verdadera patria. Jamás podrá el imperialismo escondernos sus garras con uñas de pistolas. Resultan ya caducos sus argumentos de ametralladoras. En todas las esquinas miles puños en asta en la consigna. Así en pleno mediodía arrancaremos de espantosa prisión lo que a la medianoche se nos robó. Ya somos, rugieron nuestras ansias libertarias. Están en pie las masas. Ya amaneció la verdadera patria. -Francisco Manrique Cabrera-


Fragmentos: “El absurdo de la estadidad para Puerto Rico” El Mundo - 2 de julio de 1936 Estados Unidos de América es un soberano. No es un conglomerado de soberanos. “Nosotros el pueblo de Estados Unidos para establecer una unión más perfecta, etc., etc.”, así lee el preámbulo de la constitución americana. Jurídicamente Estados Unidos es una nación organizada en un solo Estado, en el verdadero sentido del término, a pesar de la realidad política viviente que representa el nacionalismo del sur, con sus aspiraciones e ideales, sus héroes y mártires, de recuerdos inspiradores para más de la mitad del cuerpo político norteamericano. Sin embargo la constitución norteamericana es jurídicamente la voluntad de un solo soberano. Políticamente aquel país se divide en provincias, mal llamados estados por razones históricas para facilitar la derogación de los artículos de confederación originales y la aprobación de la presente constitución. El postulado de unidad nacional que informa la constitución norteamericana, ha determinado la regla invariable de no admitir a ningún territorio como Estados hasta que los elementos anglosajones o angloceltas hayan adquirido en el mismo ascendencia definitiva. Los elementos raciales, religiosos y culturales de una comunidad a la estadidad, o sea como provincia. Desde el punto de vista de Puerto Rico, la estadidad o la anexión en cualquier forma significa el tránsito de nuestra personalidad internacional. En tal virtud Puerto Rico pasaría a ser un nombre geográfico. Nuestra nación sería precipitada dentro del remolino de la política norteamericana y de problemas sociales, geográficos internacionales sin ninguna ventaja para nosotros. Por otro lado en vistas de la imposibilidad absoluta de transformar a esta nación hispanoamericana en una comunidad angloamericana es un absurdo ocuparse de la estadidad, pues tal pretensión equivale a solicitar del pueblo de Estados

Unidos que derrumbe su unidad nacional. Dos senadores y nueve diputados puertorriqueños en el Congreso de Estados Unidos pueden convertirse en árbitros de la suerte de Estados Unidos en cualquier momento crítico de la vida de aquella nación. Las supuestas razones contra la estadidad carecen de fundamento. Puerto Rico es un país rico y puede sostener la estadidad o la independencia... es el segundo mercado para Estados Unidos en este hemisferio y el sexto en el mundo. Es evidentemente grande nuestra capacidad productiva. Bajo un gobierno responsable de la República de Puerto Rico con la libertad inherente para negociar tratados comerciales a base de reciprocidad, nuestra producción económica forzosamente aumentará. Usando los términos judiciales norteamericanos, Puerto Rico se le define como “un territorio no incorporado, que es una posesión pero que no es parte de Estados Unidos”. Por supuesto eso suena absurdo e incomprensible, pero es la definición judicial de tribunales de Estados Unidos. Sin embargo, con todo el respecto que merezca dicha autoridad judicial, eso significa que a Puerto Rico se le gobierna como a cualquier territorio, esto es con un Gobierno irresponsable, con todos los males y calamidades, opresión y tiranía inevitables en un Gobierno de esa naturaleza. Es este régimen irresponsable que desean perpetuar los intereses creados. Frente a la independencia simulan defender la estadidad pero de hecho odian ese estatuto también. En la definición judicial hecha por los tribunales de Estados Unidos se declara que Puerto Rico no es una parte de Estados Unidos. Esa conclusión es verdad. El presente régimen es sencillamente una 15


intervención militar que funciona para beneficio exclusivo de corporaciones absentistas que pretenden reducir a la esclavitud económica más cruel a toda esta nación. Dicho Gobierno se administra en nombre del Pueblo de Estados Unidos. Tiene a su disposición las fuerzas armadas y los recursos de aquella nación. Hasta los sentimientos humanitarios del pueblo de Estados Unidos los explotan para ese fin. Las corporaciones absentistas aquí establecidas porque Puerto Rico es un país muy rico, mantienen una propaganda en la Prensa norteamericana para inducir a la gente candorosa norteamericana a que sostengan este régimen de explotación económica con el engaño de que es para el bien del pobre pueblo de Puerto Rico. Esta propaganda de Prensa es sistemática y está hecha con la intención de nublar la opinión pública norteamericana.

Siglo XXI Puerto Rico sigue siendo un territorio no incorporado de los Estados Unidos de América, en otra palabras, seguimos siendo una colonia sin opciones de convertirse en un estado. En nuestra edición “Commonwealth” ≠ Estado Libre Asociado discutimos más a fondo todo lo relacionado a ese tema. Las corporaciones estadounidenses siguen sin aportar a nuestra economía y explotando a la ciudadanía trabajadora del país. Tras el paso del Huracán María, quedó evidenciado el bloqueo de las ayudas materiales enviadas a la Isla y el robo de las ayudas económicas por agencias federales y estatales, con autorización del Congreso. A esto se le añaden los precios en oferta en que están mercadeando propiedades en Puerto Rico para la adquisición de estadounidenses, y los puertorriqueños ni se imaginan que esto se está

16

llevando a cabo, más allá del aburguesamiento en Santurce y en el Viejo San Juan.

Comunismo y Socialismo 11 de agosto de 1927

El prejuicio, en Estados Unidos, contra el comunismo es sencillamente enorme. Basta recordar que en el Estado de Nueva York se expulsó del Parlamento a cinco representantes socialistas, elegidos por la ciudad de New York, por el mero hecho de ser socialistas y de existir el temor de que pudieran ser el punto tendido al comunismo, esto sin olvidar que hablamos de la tierra de la libertad, de la igualdad y de la perfecta democracia. La clase dominante en Estados Unidos pretende aplastar el comunismo pulverizando a esas dos víctimas. El yanqui cree que el uso cruel de la fuerza surte magníficos efectos represivos de alta ejemplaridad. Por eso que el linchamiento es una norma en muchos de sus estados. Caso omiso ha hecho Estados Unidos de la protesta universal, humana y civilizada, de Congresos, Ayuntamientos, instituciones docentes e intelectuales, que nada tienen de comunistas. Nada de eso ha valido ante el deseo feroz de beber la sangre de las víctimas, que representan a un grupo antagónico a las ideas dominantes de una clase reaccionaria. Los que no somos comunistas protestamos contra ese arranque brutal, primitivo, opuesto a todos los principios de la civilización, que se comenta hoy de un extremo a otro del planeta.


Discurso: denuncia imperialismo Formato: audio

Pues el indio, en los Estados Unidos en este momento, vive en campos de concentración. Se dijo que Hitler había inventado los campos de concentración... ¡no! La invención del campo de concentración es una institución de los Estados Unidos. Tiene muchos años establecido. Ahora, cuando los Estados Unidos tiene una guerra, la madre india tiene que entregarle su hijo al yanqui para que se vaya a matar a Alemania, a África, o al Japón. Para eso siempre son buenos los indios. Una situación muy parecida a los puertorriqueños. Los puertorriqueños no deben nacer. Los puertorriqueños no deben existir. Hay demasiados puertorriqueños en el mundo. Sí; pero cuando le aprietan las clavijas a los yanquis...¡Ah, necesitamos a los puertorriqueños! ¡Échale la mochila encima, para que se vayan a matar por sus verdugos! Arrasaron

con

la

sangre

indígena.

Me preguntan siempre... por qué al norte de Estados Unidos, en el Canadá, en la parte francesa del Canadá, hay una gran nación en que está la sangre indígena y la sangre europea, en que se ha suprimido eso de la sangre indígena y sangre europea, o de sangre americana, o de sangre europea, o de sangre india, o de sangre negra, o de sangre blanca porque no hay más que una sola sangre: la sangre humana y divina del hombre. ¿Por qué? ¿Por qué en el sur del Río Grande se presenta el mismo fenómeno? ¿Por qué en México, de una población de 22 millones de habitantes, por lo menos 20 millones son descendientes de nuestros mayores: los indios que poblaron Las Américas? Es porque en Estados Unidos llegó todo el espíritu de Europa en la plenitud de su barbarie.

La edad contemporánea, amigos míos, no ha heredado la bomba atómica. No. La edad contemporánea es la edad del bárbaro científico. Concebíamos la barbarie como un estado de ignorancia de la mente humana. Siempre fue un error. La barbarie no es un estado de ignorancia de la mente; la barbarie es un estado de vileza del espíritu del hombre. Y los europeos organizaron su vileza, su piratería, su robo, asesinato colectivo de (¿comunidades?) enteras y los yanquis -sus sucesores-, y los australianos -sus sucesores-, y los sudafricanos -sus sucesores- son los que quieren imponer al mundo hoy ese espíritu. Y el gran portavoz de la barbarie anglosajona, -¿habéis leído últimamente la prensa inglesa? En la prensa de aquí de Puerto Rico que refleja solamente los movimientos del pensamiento de los déspotas que nos gobiernan- ha dicho últimamente ese portavoz inglés que lo único que salva a los yanquis, y salva a los ingleses, en este momento en que hablamos es la bomba atómica; que si no estuviera la bomba atómica en sus manos, se tendrían que suicidar. ¿Oíste eso? Lo dice el gran portavoz del mundo angloamericano; no lo dice Albizu Campos. Y es que los ingleses y su comunidad de naciones británicas y los yanquis, sus hermanos, han llegado a la quebradura moral de su espíritu y lo único que les queda es el temor a la sanción eterna que viene sobre ellos avanzando; que viene avanzando sobre sus conciencias; que ellos son los que sienten débiles. Se sienten débiles no porque haya un poder moscovita en la tierra; (es) porque ellos llevan en su corazón la nube negra de su rapiña. La nube negra de querer llevar el odio, el rencor, la destrucción y la muerte de todo pueblo quien quieran explotar. 17


Clausura Esperamos, con esta edición, rendir honor a un ser humano que dedicó y sacrificó su vida en lucha por la independencia de Puerto Rico. Don Pedro Albizu Campos nació en Ponce el 29 de junio de 1893. Esa es la fecha reconocida por él en momentos claves de su vida, por su familia y allegados, y la que investigaciones históricas han acordado como tal. Su trayectoria en el plano terrenal impactó e influenció a todo quien tuvo la oportunidad de conocerle, escucharle y presenciar su entrega y compromiso por la libertad de Puerto Rico; haya sido solidario con su causa, o no. El gobierno estadounidense y la administración colonial de Puerto Rico, hasta hace poco, se encargó de intentar borrarlo (a él y al Partido Nacionalista) de la historia del país; esfuerzo comenzado desde la misma época por Luis Muñoz Marín y los intereses represivos de Estados Unidos de América. Luis Muñoz Marín, por años, hizo campañas de propaganda intentando desacreditar a Albizu Campos con los puertorriqueños, llegándolo hasta llamar loco en expresiones públicas dirigidas a la nación. Muñoz Marín, el mismo que engañó, hasta después de muerto, a los puertorriqueños que alguna vez creyeron en él (ELA). El mismo Muñoz Marín que “plagió” propuestas de Albizu Campos y las hizo pasar como suyas al proponerlas e implantarlas y ver que fueron fructíferas, sin dar crédito a su autor. Pero ni Muñoz Marín, ni sus sucesores, o el gobierno imperial de Estados Unidos lograron obtener esa victoria de desaparecerlo de nuestra historia.

18

Entre los discursos y artículos de periódicos en esta edición se ha hecho el esfuerzo de presentarles, sin profundizar en el análisis de estos, la vigencia de su visión. Cuando se conoce más a fondo y sin olvidar comprender el contexto de su época, más fascinante se torna la figura de Albizu Campos y la manera en que pudo compartirnos lo que sería nuestro futuro como colonia estadounidense, más aun, con la presencia de personas que sí “cooperaran” con el imperio. Entre estas personas se encuentran, tanto como figuras políticas (que hasta “representan” partidos políticos estadounidenses) como también otras figuras “influyentes” de la sociedad. Entre las lecturas compartidas, se espera que el lector pueda adquirir una perspectiva de la forma en que fueron implantándose los intereses imperiales en Puerto Rico, cómo fueron despojando y utilizando a los puertorriqueños según los intereses y beneficios unilaterales de Estados Unidos y, sobre todo, cómo la narrativa y visión de Albizu Campos fue denunciando los sucesos contemporáneos y futuros con un entendimiento que algunas personas consideran “proféticos”, pues se fueron convirtiendo, lamentablemente, en realidad. La última lectura, que titulamos como “Denuncia imperialismo” habla de los campos de concentración y, si comparamos el concepto de los campos de concentración y los motivos que los han “inspirado”, podemos mencionar que -aparte de esclavizar a los puertorriqueños- Puerto Rico se ha convertido en un nuevo modelo de campo de concentración. Estamos presos en nuestro propio país. Sólo podemos entrar o salir de nuestro archipiélago de islas si Estados Unidos nos lo permite, o sea, si un país extranjero al nuestro nos lo permite y sólo a lugares que nos lo permita.


Los puertorriqueños han sido utilizados, sin su consentimiento, en experimentación científica; obligados a ir a guerras que no eran nuestras (servicio militar obligatorio) que, si te negabas, entonces te encarcelaban en una cárcel más pequeña. Todo favoritismo ha sido para los extranjeros sobre los puertorriqueños. Todas las deudas, causadas por Estados Unidos, las hemos tenido que pagar los puertorriqueños. Aun, en nuestros días, se siguen otorgando mejores “beneficios” a quienes se encuentren en su tierra versus los que estamos aquí, aunque aportemos lo mismo o más. (FEMA, Seguro Social, intereses, etc.), porque les mantenemos los costos de la colonia y les generamos ganancias. El desconocimiento sobre don Pedro Albizu Campos, sus palabras y su gesta, es lo que llevó a puertorriqueños de hoy decir que: “La Junta venía a auditar la deuda y a meter presos a los corruptos”. Bien lo dijo don Pedro: “Puerto Rico desconocía la política de terrorismo y asesinato hasta ser implantada por el gobierno de Estados Unidos”.

Lolita Lebrón El líder nacionalista, comentando sobre el tiroteo en el Congreso norteamericano había dicho el tres de marzo al periodista Teófilo Maldonado en declaración que publicó “El Imparcial” el día ocho: “Una heroína puertorriqueña de sublime belleza ha vuelto a señalar para la historia de todas las naciones que la nación es la patria y que no se puede concebir a la madre esclava...” “Lolita Lebrón y los caballeros de la raza que la acompañaron en esa jornada de sublime heroísmo, han avisado a los Estados Unidos... que el deber los obliga a respetar la independencia de todas las naciones; a respertar la Independencia de Puerto Rico, y que los puertorriqueños harán respetar ese derecho sagrado de la Patria”.

Al Sr. D. Pedro Albizu Campos Hace algún tiempo que ya veo. Me alcé sobre la sombra. Transparencias ungiéronme la frente. Nacieron las auroras. Pereció la tiniebla. Habiendo visto pude decir lo que veía. Los secretos caminos de la verdad excelsa, hechos para la planta del varón de dolores. La corona de espinas que vence en la tragedia y el coro de triunfos que levanta el caído a las serenas cúspides de la belleza eterna. Y lo dije con actos, directos como lanzas; carcajes misteriosos de llameantes flechas, ramilletes de flama, espadas de igneas puntas... Al resplandor de esa panopliade centellas canté amores perdidos con susurros de tórtola, con los silbos arcanos del bambú de mi tierra cuando es flauta a la luna de las noches de enero junto al río que arrastra mil millones de estrellas. Y después de la vida, volviendo de la muerte, abstrusas geométricas diéronme su belleza: la vida es un radiante luminoso, y la muerte, un punto, matriz de líneas nuevas. Pero ante ti, Maestro, mi Iniciador, me acerco con humildad devota, con las abarcas viejas raídas del sendero, en silencio, buscando las señales impresas en tus huellas, y te confieso humilde; por lo que yo no he visto comprendo la sublime visión de tu grandeza. Juan Antonio Corretjer - 1940

19



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.