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“No solo buscamos la excelencia académica, sino la excelencia humana”, P. Libardo Valderrama, S.J.

Karem Priscila Díaz Díaz* “NO SOLO BUSCAMOS LA EXCELENCIA ACADÉMICA, SINO LA EXCELENCIA HUMANA”,

P. LIBARDO VALDERRAMA, S.J.

Médico, jesuita, profesor, santandereano, amante de la lectura; desde niño quiso ser sacerdote y viajar a África. Él es el nuevo vicerrector del Medio Universitario de la Universidad Javeriana.

El padre Libardo Valderrama Centeno, S.J., fue nombrado vicerrector del Medio Universitario de la Pontificia Universidad Javeriana, el pasado 14 de septiembre por el padre Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Vice Gran Canciller de la Universidad. Y tomó posesión del cargo el 2 de diciembre en el auditorio Félix Restrepo, S.J., por un período de tres años. Quienes han podido compartir con el padre o escucharlo, saben que se caracteriza por su amplia sonrisa y espontaneidad. Que es médico cirujano de la Universidad Industrial de Santander, médico internista y filósofo de la Javeriana, teólogo del Centre Sévres de París, y que viene de ser vicerrector del Medio Universitario en la seccional “En la medida de Cali. Para conocer al padre Valdeque uno ayuda rrama más allá de su presentación fora la comunidad mal, Hoy en la Javeriana conversó con a resolver los él y nos contó cómo sintió el llamado problemas más de Dios para ser sacerdote teniendo esenciales, uno está tan solo 6 años y cómo, por llevarle la contribuyendo a la contraria a su mejor amigo, conoció la paz”, P. Valderrama. Compañía de Jesús.

¿Quién es el padre Libardo? P. Libardo Valderrama, S.J.: Soy el quinto de siete hijos. Nací en una familia campesina que vivía en San Vicente de Chucurí y la violencia de los partidos la hizo desplazarse hacia Bucaramanga; allá yo pasaba mucho tiempo con mi abuela que era hiper católica. Estando en una celebración donde el sacerdote elevaba el Santísimo para mí fue lo máximo, ahí tuve la claridad, por eso deseaba ser sacerdote. Yo era un niño de 6 o 7 años que miraba el Santísimo y dije: quiero ser sacerdote, y no sé por qué se me metió que debía ir a África (…) Sin embargo, durante la adolescencia el llamado a ser sacerdote se fue perdiendo y mis padres me dijeron que estudiara una carrera y que si luego quería ser sacerdote, lo hiciera.

Cuando fui a hacer mi rural en Cimitarra, en 1986, la experiencia fue muy dura. La violencia entre guerrilla y paramilitares era terrible. Además, me tocó una epidemia de fiebre amarilla y murió mucha gente. La violencia y las enfermedades me ayudaron a descubrir otro país. Luego me nombraron director del hospital de Sabana de Torres y allí mataron a mucha gente, me amenazaron. Yo no era feliz y es cuando le pregunto a Dios ¿usted quiere que deje todo esto y comience nuevamente? La respuesta fue sí. Y desde ahí fui muy feliz. (…)

La Compañía de Jesús llega porque mi mejor amigo era el cura del pueblo y él no quería a los jesuitas. Entonces me compré un libro de la historia de los jesuitas para poder responderle y llevarle la contraria. Y me encantó su historia. Así que sentí que si iba a ser sacerdote iba a hacerlo con la Compañía de Jesús, porque es un sitio donde los sacerdotes pueden ubicarse en una diversidad de misiones y que ser médico no era un impedimento, sino una gracia.

¿Cómo fue su experiencia en África? P. LV: La primera vez que fui fue en 2001 por mis estudios de formación teológica, los cuales hice en Francia. Estuve con el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en Burundi conociendo la experiencia. Fue muy duro, porque los blancos tenían que vivir como en una especie de gueto ya que no podían estar en los campos porque los mataban. Esa visita fue más en la línea médica. Luego volví en el año 2014 (…) El director internacional me pidió el favor que ayudara en África porque tenían un problema con la justificación de unos recursos y verificar cómo se ejecutaron. Afortunadamente pudimos hacerlo. Yo era el director regional del SJR Región de los Grandes Lagos y tenía campos de 15 mil o 25 mil personas. El SJR tenía la responsabilidad de la formación de niños y adolescentes y estábamos empezando a trabajar en la idea de la universidad para refugiados, pero era muy difícil por la vulnerabilidad, porque a veces llegaba un grupo guerrillero y disparaban y la gente salía corriendo. Y si la gente salía nosotros nos íbamos con ellos. Entonces el Servicio llegaba con los refugiados,

poníamos la escuela en mitad del campo y allí, en horas, se volvía a abrir la escuela, porque descubrimos que cuando había un desplazamiento lo que ayudaba a los niños a asimilar con menos sufrimiento la violencia era poder llegar a la escuela y encontrar a sus profesores. Los mayores sufrían mucho, pero los niños rápidamente volvían a estar estudiando y a superar la violencia que los había desplazado.

¿Cuál será el enfoque que le dará a la Vicerrectoría del Medio Universitario? P. LV: La misión que me ha encomendado está muy enfocada al trabajo con las facultades. El gran enfoque es que no solo vamos en la búsqueda de la excelencia académica, sino que estamos buscando la excelencia humana y eso implica tener una ruta clara. A veces, cuando nos preguntan por la ruta no la tenemos tan precisa y bien definida como está la ruta académica. Entonces, la misión es ayudar a las facultades a ir precisándola mejor para que podamos responderle a nuestros estudiantes y padres de familia que confían en la formación jesuítica, y que estamos garantizando que en esa formación la identidad católica y jesuítica se manifiesta; que el modo de proceder de la espiritualidad ignaciana está marcando los hombres y mujeres que se forman en esta Universidad. Es decir, lo que estamos buscando es decirles que, no solo tenemos una formación integral y una educación basada en los valores católicos y jesuíticos, sino que podemos mostrarles esa ruta con toda la claridad.

¿Cuál fue su principal enseñanza del trabajo con la comunidad del Magdalena Medio? El aprendizaje más bello en el Proyecto Desarrollo y Paz del Magdalena Medio fue haber podido trabajar en un

Padre Libardo Valderrama Centeno, S.J.

proyecto de salud sexual reproductiva. Todo el mundo decía “qué hace un cura hablando de sexo”, y uno lo que hace es hablar de asumir responsablemente la sexualidad. A los seres humanos hay que ayudarlos a crecer en las decisiones que deben tomar en torno a su vida y en torno a su sexualidad, porque eso tiene consecuencias. Que sepan en qué momento van a comenzar su vida sexual, cómo la van a vivir responsablemente y con libertad. Eso fue un proyecto muy bello, porque fue mostrarle a Naciones Unidas que el problema no está en que existan cosas para protegerse, sino en que las personas sepan tomar las decisiones en el momento adecuado, sabiendo las consecuencias y vivirlas sin temor.

Otra gran enseñanza fue descubrir que en la medida que uno ayuda a la comunidad a resolver los problemas más esenciales uno está contribuyendo a la paz, es decir, muchas veces creemos que la paz se logra con silenciar las armas, pero si no se resuelven los problemas de salud, pobreza, de carencias que vive nuestra gente, la violencia vuelve a emerger porque necesitan sobrevivir. Entonces lo que más me encantó fue la búsqueda de soluciones a los problemas que tenía la gente, que la dignidad humana no fuera opacada por la violencia o por la pobreza, sino que nosotros nos convirtiéramos en apoyo para esas comunidades y garantizar la calidad de vida y su dignidad

* Periodista de la Dirección

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