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Alimento, Vida y Hábitat para la paz
Adriana Lucía Mayorga González*
Un proyecto desarrollado de forma paralela en los municipios de Vista Hermosa y San José del Guaviare le apuesta a la transformación social de dos comunidades que se han comprometido con la paz.
En la vereda de Alto Guapaya, ubicada en Vista Hermosa (Meta), viven familias campesinas que de manera autónoma decidieron reemplazar sus cultivos de hoja de coca por arboles frutales, café y cacao. Esto, con el objetivo de transformar sus realidades y contribuir a la construcción de paz en el territorio. Por otro lado, en la vereda Charras del municipio de San José del Guaviare (Guaviare), se ubica uno de los 24 ETCR (Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación) contemplados en el Acuerdo de Paz y administrados por la Agencia Nacional para la Reincorporación y la Normalización. Allí habitan exmiembros de las antiguas FARC que ahora le apuestan al desarrollo de proyectos productivos como parte de su reintegración a la sociedad colombiana.
Estos son los contextos en los que se enmarca el trabajo del Proyecto de Planeación Universitaria (PPU) Alimento, Vida y Hábitat desarrollado entre 2019 y 2021, y que contó con el apoyo del Proyecto Javeriano de Paz y Reconciliación, ambos de la Pontificia Universidad Javeriana “Son comunidades en las que hay personas desplazadas, hay personas que han tenido problemas sociales, hay desmovilizados, etc. Estas comunidades están tratando de sobresalir dadas las circunstancias en las cuales están (…). No estamos trabajando con comunidades ‘normales’ que de pronto ubicamos en otras áreas del país. Sino con comunidades que tienen muchas falencias, algunos problemas sociales, y que, al desarrollar este proyecto, pudimos colaborar y suplir varias cosas que necesitaban realmente”, comentó la profesora Adriana Saénz, del Departamento de Biología y participante del proyecto.
Durante más de dos años, diez profesores de las facultades de Ciencias y Arquitectura y Diseño trabajaron de manera presencial y remota, debido a la pandemia, con las comunidades de estas dos zonas (veredas Charras y Alto Guapaya). Su propósito fue atender las peticiones de la gente construyendo soluciones de manera conjunta. Por esta razón, en una primera visita el grupo de profesores realizó junto a la comunidad una cartografía social donde se identificaron las necesidades básicas insatisfechas presentes, pero también el potencial productivo de los territorios.
“En el marco de los dos proyectos hay unas líneas en común, por ejemplo, lo que tiene que ver con agua que es el tema transversal a todos los proyectos, no solo desde la parte de producción de alimentos o nutrición, sino también del uso del agua para las diferentes actividades humanas. Se trabajaron diferentes propuestas que buscaban evaluar la calidad del agua, pero también unas alternativas de mejoramiento de esas condiciones del agua”, mencionó la profesora Deyci Rodríguez, del Departamento de Microbiología Industrial.
El proyecto se desarrolló de manera paralela en las dos veredas, y además de prestar especial atención a la calidad del agua, se realizaron diversas actividades enfocadas en el Alimento, a través del autoabastecimiento y calidad de los víveres y la nutrición; en la Vida, con la agricultura y la generación de valor agregado a los productos; y en el Hábitat, a partir de los procesos de habitabilidad del territorio y la transformación de los hogares y el entorno.
Conozca más sobre el trabajo que se desarrolló en el ETCR de San José del Guaviare, aquí: https://www.javeriana.edu.co/hoy-en-la-javeriana/la-construccion-de-paz-desde-la-nutricion-el-habitat-y-la-manufactura/
Gracias a esta diversidad de áreas de trabajo, el proyecto también logró vincular a estudiantes de últimos semestres a través de sus prácticas profesionales y proyectos de grado. De esta manera, muchos alumnos pudieron acercarse a las realidades que viven las comunidades de estas zonas del país, y conocer cómo pueden trabajar de manera conjunta con los habitantes, aportando a la construcción de paz desde sus disciplinas. «Una de las principales cosas que desde la Universidad se pudieron aprovechar es que son espacios reales con necesidades reales, donde también la comunidad ha visto la importancia del trabajo con las universidades. No sólo como entidades que entregan recursos (…) sino con las cuales se trabaja de manera participativa en identificar cuáles son sus necesidades, y es la misma comunidad la que ayuda a desarrollar el proyecto. Entonces no es sólo que se entregue algo listo para que se implemente (…), lo que queremos es que ellos entiendan cómo el conocimiento y el aprendizaje ayuda y puede aportarles», comentó el profesor Ricardo Rugeles, director del Departamento de Diseño Industrial y participante del proyecto.
Finalmente, cada uno de los aportes que se hicieron desde campos como la química, biología, microbiología industrial, nutrición y diseño industrial se recolectaron en la Caja de Herramientas, un conjunto de cartillas, fichas técnicas y didácticas. Esta Caja, fue entregada en julio de 2021 a la escuela de la vereda Alto Guapaya para que la comunidad, incluidos los niños, se apropien del conocimiento y continúen de manera autónoma los procesos que iniciaron con los docentes. Y en los próximos meses se hará la entrega de un tostador para fortalecer los procesos de producción de cacao. “El agradecimiento que a mí me queda es ver a una comunidad feliz, a unos niños con unas expresiones de gratitud. Yo creo que eso recompensa todas las circunstancias que nos pudieron pasar (...). Lo logramos a pesar de que son zonas bastante complejas”, afirmó Sáenz.
Actualmente, el PPU Alimento, Vida y Hábitat está planteando una estrategia de seguimiento para monitorear la forma en la que las comunidades hacen uso autónomo de los materiales e implementos entregados. También se espera que el trabajo continue en una segunda fase de la mano del Proyecto Javeriano de Paz y Reconciliación.
*Periodista de la Dirección de Comunicaciones