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Filosofía con madre

de mis tardes a escribir mi tesis de licenciatura,1 de repente me encontré con una frase de un personaje alemán, de esos que se hacen llamar filósofos pero que nunca logran justificar su labor, que hablaba acerca de la verdad, de la verdad del Ser, esa que no puede no ser importante pues hasta con mayúscula la escriben. Lo interesante aquí, lo que llamó mi atención fue que dijera que la libertad era aquella facultad humana que le permitía a este ser (con minúscula) acceder a la verdad y relacionarse con ella de manera apropiada.2

Dicho planteamiento llamó mi atención, pues la libertad, ciertamente siempre había sido considerada por mí, y por la mayoría de las personas que hasta entonces había escuchado y con quienes me había relacionado, como algo importantísimo. Pero nunca había pensado que estaba relacionada con la verdad, pues ésta tenía que ver, según yo, con asuntos teóricos, científicos, o académicos, y la libertad era comprendida como libertad para actuar. Eso me desconcertó, y decidí consagrarme al estudio de qué es eso de libertad,3 según aquel autor alemán.

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Mis estudios subsecuentes se orientaron, precisamente, a esclarecer cómo entendía ese autor la libertad, lo que me llevó a otro alemán, Friedrich Schelling, bastante más simpático que Heidegger, del siglo XIX, que cuando era joven se entregó a reflexiones metafísicas y románticas acerca del arte, la literatura, la revolución y el misticismo. Este otro autor, también filósofo, había sido llevado por sus indagaciones de juventud precisamente a preguntarse

José Daniel Piñón Cuenca

Breve reflexión acerca de mi preguntar histórico por la libertad (Una pequeña crítica al proceder de los filósofos)

Hace ya algunos años, mientras dedicaba parte

raskolnikov00002000@yahoo.com

1. Piñón Cuenca, J. D. (2008) Responsabilidad y técnica a la luz de La pregunta por la técnica de Martín Heidegger, tesis para obtener el grado de Licenciado en Filosofía, DF: UNAM. 2. Heidegger, Martin, (1994) “La pregunta por la técnica”, en Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Serbal. 3. En Piñón Cuenca, J. D. (2013). El problema de la libertad dentro de la exégesis ontológica del dasein en la obra de Martín Heidegger, tesis para obtener el grado de Maestro en Filosofía, DF: UNAM.

Gamayun, The Prophetic Bird, Víktor Vasnetsov, 1897.

por la libertad, pero había guardado silencio al respecto por muchos años antes de escribir un tratado completo4 acerca de la esencia de la libertad humana. En tal escrito, termina asegurando que la libertad es aquella facultad humana que lo vincula con el Ser, pero que se descubre a través del alejamiento con

La pesadilla, Johann Heinrich Füssli,1781.

respecto a los modos de ser aceptados, es decir, a través del mal.

Al encontrar esto, que la libertad era la facultad humana que orienta al ser humano hacia el mal, mi asombro fue tal que me llegó a entender, según yo, por qué la rebelión y la rebeldía tienen su origen en el pensamiento libre, en la consciencia de la insuficiencia de las condiciones reales para llevar a cabo la vida de manera digna. Sólo la libertad nos permitirá buscar una vida digna y todos aquellos que pretendan privar a alguien más de la libertad, sin ellos merecerlo, debe ser señalados. En la libertad está el origen de la vida dignamente humana. En ese entonces me sentí satisfecho: eso era la libertad.

Sin embargo, estos estudios también me llevaron a Kant5 quien sostiene, a grandes rasgos, que la libertad humana, siendo el principio moral supremo, está en actuar de acuerdo con el deber, ya que el deber es racional (pues una sociedad en que todos actuaran por deber sería una sociedad estable en la que nadie se metería con nadie y todos seríamos iguales, igualmente dignos), y la razón es la esencia del ser humano. Por supuesto que Schelling estaba de acuerdo con Kant en esto y, aunque en su entusiasmo llegó a destacar la tendencia libre al mal, también reconocía que en alguna medida que los actos buenos, aceptados y bien vistos (por las estructuras sociales determinadas en cada caso por los poderosos, leía yo) también son libres. La cosa era que estos actos buenos o correctos no permitían diferenciar a un acto libre de un acto enajenado, pues la consciencia de los actos nunca puede notarse, por lo menos en primera instancia. Todo ello me llevó a darme cuenta, entonces, que quizás la libertad era de aquellos asuntos que sólo se resolvían en el terreno de las apariencias, pues tanto se puede aparentar rebeldía como se puede aparentar obediencia, lo cual me decepcionó bastante. La libertad en efecto era una cualidad esencial del ser humano, sin la cual no nos podemos reconocer a nosotros mismos, pero nunca podemos darnos cuenta, prácticamente, de si los demás son libres o no son libres, pues la libertad es autodeterminación y nunca podemos saber más allá de lo que nos digan, si los demás se determinan a sí mismos o están siendo movidos por alguien más. Con cierta tristeza terminé mi tesis de maestría dedicada a esto y decidí no volver a preguntarme por la libertad. Había entendido, entonces, o eso creía, por qué Kant había sido un defensor del Estado prusiano y de su rey ilustrado, por qué Schelling se había alejado de las disquisiciones filosóficos, o por lo menos de la publicación de sus ideas, y por qué Heidegger había decidido supuestamente alejarse de toda reflexión política. Creí entenderlos entonces, pero eso ya no me satisfacía. La pregunta por la libertad se me aparecía como una de esas preguntas que quizás no es mejor hacer.

Sin embargo, tiempo después, puedo decir con seguridad que el error de los filósofos es el mismo que en muchas ocasiones: la realidad los rebasa y va más allá de cualquier definición que pretendan hacer. Sí, la filosofía ayuda a comprender las cosas, ayuda a comprender qué es la libertad, por ejemplo, pero nunca logrará aprehender con términos precisos y no contradictorios su verdadera esencia.

En ese sentido, asumiendo que la libertad nos permite determinarnos a nosotros mismos, y llegar a ser quienes realmente queremos y podemos llegar a ser, vale la pena entregarnos por completo a buscarla, para nosotros, para los demás. Siempre hay que estar en contra de las arbitrariedades y a favor del descubrimiento de nosotros mismos para hacer de nuestra vida lo que deseemos, dentro de las posibilidades que nos son propias, como individuos y como sociedad.6

6. No hay que olvidar jamás, con Sartre, en Sartre, J P (2006), El existencialismo es un humanismo, DF: UNAM, que la libertad somos nosotros mismos, en tanto somos posibilidad de ser, proyectos siempre abiertos en cada decisión y cada acción, sin que nada ni nadie nos determine en nuestro ser son cosificarnos. De la cosificación derivada de la privación de la libertad deriva cualquier tipo de injusticias y atrocidades que van en contra de nuestra dignidad y de nuestro ser. De ahí, por cierto, la importancia de lo que se conoce hoy en día como Derechos Humanos. (Véase Gómez Salazar, M., De Hoyos Bermea, A., (2015). Pluralismo de valores: Inconmensurabilidad, Globalización y Derechos Humanos, México, D.F.: UNAM.)

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