100 años fuerza submarina

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FUERZA DE SUBMARINOS Aテ前S 1911-2011



Miguel Grau Seminario, Gran Almirante del PerĂş.





FUERZA DE SUBMARINOS 100 Aテ前S: 1911-2011

Callao - 2011


Fuerza de Submarinos, 100 Años: 1911-2011 Autor y Supervisor de la Edición: Capitán de Fragata (r) Jorge Ortiz Sotelo (Ph.D.). Editor General: Oscar Llerena Ponce. Fotografía y Edición Gráfica: Roberto González Poza. Diseño General y Diagramación: José Blanco Grajeda. Retoque Digital: Enrique Aranda Rodríguez. Corrección: Lorena Toledo Valdez.

ISBN: 978-612-45998-0-4 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2011-05456 © Marina de Guerra del Perú. Comandancia de La Fuerza de Submarinos Av. Contralmirante Mora s/n. Base Naval del Callao © Capitán de Fragata (r) Jorge Ortiz Sotelo (Ph.D.). Todos los derechos reservados.

Primera edición, 2011. Impreso por Corporación Gráfica Noceda S.A.C Av. General Varela N° 2030 Pueblo Libre mayo 2011, Lima - Perú.


AGRADECIMIENTOS

Al señor Contralmirante Carlos Zárate Cáceres, Comandante de la Fuerza de Submarinos (2009-2010), quien inició la elaboración de este libro y lideró el equipo de trabajo que permite que hoy podamos conocer mejor la labor de nuestros submarinos y de los hombres que los tripulan. A todos los señores oficiales, técnicos, oficiales de mar, cabos, marineros, grumetes y civiles que colaboraron con la realización de este libro, sea facilitando fotografías o brindando comentarios y sugerencias. Todo ello hizo posible esta obra. También se reconoce el valioso apoyo de las siguientes entidades: - Dirección de Intereses Marítimos e Información de la Marina. - Museo Naval del Perú. - Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú. - Asociación de Oficiales Submarinistas del Perú. - Asociación de Supervisores, Técnicos y Oficiales de Mar Submarinistas del Perú .


PRESENTACIÓN COMANDANTE GENERAL DE LA MARINA

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ue el mar a través de los siglos donde se decidió el destino de los pueblos. En el Perú, perfiló su influencia hace más de 10,000 años, cuando los primeros habitantes recurrieron a él en procura de su alimento y después, cuando en el litoral se desarrollaron las grandes culturas precolombinas y, más adelante, la proyección de la cultura Inca hacia el océano. El mar continuó teniendo presencia gravitante durante la Conquista, el Virreinato y en la Emancipación. Al proclamarse la Independencia, se determinó que era ineludible que el Perú tuviese una Armada capaz de afirmar su situación jurídica y darle seguridad al nuevo Estado de virtuales agresiones. Es entonces que el libertador don José de San Martín promulgó, el 6 de octubre de 1821, un decreto organizando la Escuadra; dos días después, el Capitán de Navío Jorge Martín Guise asumió la Comandancia General de la Marina. Así, el 8 de octubre de 1821 quedó oficialmente fundada la Marina de Guerra del Perú con una naciente Escuadra cuya primera unidad fue el pailebote Sacramento, en el cual se enarboló por primera vez a flote el Pabellón Nacional. Desde entonces, la responsabilidad de la flamante Institución dentro del marco jurídico, radicó en ejercer la vigilancia, protección y defensa del patrimonio e Intereses de la Nación, tanto en el mar como en sus ríos y lagos. Empero, pronto se

soslayó su importancia estratégica con los adversos resultados cuyos pasajes registra la historia. Años después, y como parte del esfuerzo de recuperación merced al empeño y tesón de nuestros Oficiales de Marina, se emprendió el dinamismo necesario que a partir de innovaciones, como las iniciadas por el ingeniero danés Federico Blume y Othon, incorporan a nuestra Marina de Guerra el arma submarina, elemento letal y disuasivo por excelencia. Luego de amplios estudios de experiencias contemporáneas, de avances tecnológicos de la guerra en el mar y de las posibilidades a disposición de una joven república con vastos Intereses Marítimos, se concretó la adquisición de dos Unidades Submarinas caracterizados por su letalidad, economía y discreción, en una época en que la filosofía de su existencia era severamente cuestionada por ciertas potencias. Es en este escenario, cuando en 1911 se creó la Fuerza de Submarinos con la incorporación de dos sumergibles de origen francés bautizados con los nombres de los heroicos marinos Ferré y Palacios, arribando al Perú entre 1912 y 1913, y configurando un hito histórico que hizo de la Marina de Guerra del Perú la primera en la subregión en contar con esta capacidad. A esta etapa inicial siguieron sucesivamente otras, que se distinguieron por la adquisición de otras unidades de distinta procedencia y con tecnología avanzada, las que elevaron


la capacidad operativa de nuestra Fuerza de Submarinos, vitalizando por ende el Poder Naval del Perú. Tal preocupación siempre estuvo presente en las acciones y perspectivas de la Institución, procurando mantener en alto el gallardete de eficiencia y de identidad de quienes conforman esta Fuerza Operativa que constituye una garantía en la frontera más vasta del país, y representando instrumento decisivo y coadyuvante a la política exterior del Estado a través de la participación en ejercicios multinacionales que permiten elevar el grado de entrenamiento de nuestras Unidades Submarinas. La Marina de Guerra del Perú se siente orgullosa de que esta fuerza silente cumpla cien años en la historia naval, y que luzca enérgica y lozana como en los años cuando egregios marinos y distinguidos colaboradores iniciaron su gloriosa travesía. Expreso, en esta oportunidad, mis felicitaciones a los autores de este libro, resumen de un anhelado proyecto que intenta plasmar los cien años de historia submarinista del Perú, con una visión objetiva de los acontecimientos desde sus orígenes y desarrollo, distinguiendo sus etapas gravitantes, así como hechos y personas que eslabonaron su trayectoria vital sin perder la unidad del mensaje, todo lo cual constituye una labor prominente que amerita el reconocimiento institucional. JORGE DE LA PUENTE RIBEYRO Almirante Comandante General de la Marina


PRESENTACIÓN Comandante General de Operaciones del Pacífico

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sta obra, resumen de un anhelado proyecto que intenta plasmar cien años de historia submarinista en el Perú, exhibe la visión de los acontecimientos que la forjan desde sus orígenes, su desarrollo y sus etapas gravitantes, resaltando hechos y personajes que eslabonaron su trayectoria sin perder su sentido de dirección; constituyendo, por ende, una prominente labor que merece el reconocimiento institucional. Este gran acontecimiento, que me encuentra en el ejercicio de la Comandancia General de Operaciones del Pacífico, me enorgullece y compromete en el año en que nuestra Fuerza silente se apresta a completar su primer centenario como elemento fundamental de la gloriosa Marina de Guerra del Perú; invitándome a reflexionar en el pasado acontecer, en nuestra vibrante actualidad, así como en los desafíos y emprendimientos de futuro que nos permitirán continuar en el legado de quienes nos precedieron.

Esta reflexión, centrada en el vasto historial de sucesos, personajes, aspiraciones y logros, imbuye a la Fuerza de Submarinos no solo en una organización de combate eficiente y eficaz, sino en un modo de vida, en una filosofía humana que se enriquece a sí misma a través de sus propias experiencias y sabiduría. El aleccionador repaso histórico perennizado en este libro, producto de la conjunción de esfuerzos de grupo e individuales que felicito, conduce al lector hacia la internalización de acciones y gestiones que permitieron, entre otros sucesos, que la Marina de Guerra del Perú satisficiera, con expectante eficiencia, las exigencias operacionales que en momentos de tensión encomendara la nación en defensa y preservación de nuestra integridad soberana e Intereses Nacionales. El reconocimiento a esta fuerza fundamental no sólo proviene del hito cronológico de llegar a sus primeros cien años, sino fundamentalmente al prestigio internacional alcanzado durante su existencia, exaltando a los hombres que la


forjaron con mística, orgullo y gran profesionalismo. Por ello, todos los peruanos, militares y civiles, sentimos que la Fuerza de Submarinos está enraizada sin reservas y con admiración en el alma nacional. Pronto tocará a las puertas de la historia el bicentenario de la creación de la Marina de Guerra del Perú, cuando ello ocurra, es de justicia que la Fuerza de Submarinos ostente un apropiado y merecido lugar al sustentar con hechos trascendentes su fecunda trayectoria, partiendo desde el instante primigenio cuando el Ing. Federico Blume y Othon concibiera, proyectara, desarrollara y construyera el primer sumergible en nuestro país. Como corolario, deseo elevar mi expresión de gratitud y admiración a todos los submarinistas de nuestra gloriosa Marina de Guerra, a quienes nos siguen acompañando en la gran jornada y a quienes ya partieron, por haber entregado a la patria lo mejor de sí, y que hoy son parte de la gran historia que atesora este libro. Carlos Weston Zanelli Vicealmirante Comandante General de Operaciones del Pacífico


PRESENTACIÓN COMANDANTE DE LA FUERZA DE SUBMARINOS

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ara quienes constituimos la razón de ser de la Marina de Guerra del Perú, todos los años tienen idéntica importancia en la dinámica de nuestra misión, al considerar al tiempo como un valor insustituible en la aspiración de ser cada día más eficientes, en virtud del ideal humano de alcanzar la perfección. Sin embargo, este es un año de especial connotación: la Fuerza de Submarinos conmemora su primer centenario, hito histórico en los fastos de la Institución. Desde esta perspectiva, cuando el Perú incorporó el arma submarina, hace un siglo, cambió la manera de entender la Seguridad y la Defensa Nacional, innovando radicalmente la táctica y estrategia de la guerra en el mar en esta zona del mundo. Este memorable salto tecnológico se inició en 1911, al crearse la Fuerza de Submarinos con el afirmado del pabellón nacional de los dos primeros sumergibles, Ferré y Palacios, cuyo arribo al Callao concitó vibrantes expresiones de emoción en todo el país. Había razones para este júbilo, pues aún estaban latentes las secuelas de la Guerra del Pacífico y la incorporación de estas na-

ves vislumbraba un nuevo impulso para los asuntos referidos a la Defensa Nacional. A las unidades pioneras seguirían otras hasta llegar a las modernas unidades actuales, que constituyen sistemas de combate de avanzada, integrados a una poderosa flota. Considero necesario resaltar, al llegar a nuestro centenario, la energía, esfuerzo, visión, ideas, planes y avances, en plena vigencia en nuestros jóvenes submarinistas, ratificando el prestigioso y respetable posicionamiento obtenido en Latinoamérica. Desde la perspectiva operacional, afirmamos que esta travesía a través del tiempo ha permitido que nuestra Fuerza de Submarinos se encuentre preparada, entrenada y sea capaz de conducir con eficiencia y profesionalismo sus operaciones, bajo las condiciones y escenarios en que los Intereses Nacionales en los campos del Desarrollo y la Defensa Nacional lo demanden. Mirando al futuro, nos proyectamos como una Fuerza eficiente, eficaz y en constante actualización tecnológica y doctrinaria, orientada a asumir nuevos retos con un elevado espíritu y unidad de propósito.


Estamos convencidos de que nuestra vasta experiencia profesional, operacional y tecnológica forjada a través de décadas de mística submarinista, estará siempre orientada a representar parte del frente disuasivo que toda nación que se respete debe alentar. Me complace que esta centenaria trayectoria submarinista haya sido recogida por el minucioso trabajo editorial plasmado en este libro. Mi cálida felicitación al equipo de profesionales y colaboradores, marinos y civiles, que han participado en él, obra que será valiosa fuente de consulta de la Historia de la Marina de Guerra del Perú. Finalmente, expreso mi homenaje en memoria de quienes, como el ingeniero Federico Blume y Othon, estimularon la incorporación del submarino en la Armada Peruana. Junto a ellos, también mi reconocimiento a la pléyade de submarinistas que, desde los albores del arma submarina en el Perú, establecieron el rumbo de esta Fuerza, y a los comandos y tripulaciones que hicieron y hacen posible la permanente renovación tecnológica de nuestras Unidades Submarinas. CÉSAR PRADA UGÁS Contralmirante Comandante de la Fuerza de Submarinos


PRÓLOGO

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l mar es un ámbito que, desde tiempos inmemoriales, ha seducido la imaginación del hombre, inspirando no sólo leyendas y relatos, sino su ingenio en una permanente lucha por explorarlo y eventualmente dominarlo. En ese proceso, surgieron los visionarios que buscaban también conocer lo que había debajo de su superficie, y los más atrevidos que llegaron a soñar con hacerlo con fines bélicos. Ello dio origen a diversos artefactos hasta que, tras un largo proceso de ensayo y error, a fines del siglo XIX surgió el submarino. Esta novedosa arma permitía atacar y hundir buques enemigos con la gran ventaja de no poder ser avistada. Era pues un arma silente, como desde entonces se le conoce. El centenario de la Fuerza de Submarinos del Perú me ha permitido plasmar en este libro una versión actualizada y profusamente ilustrada de lo que publicara hace ya una década, Apuntes para la historia de los submarinos peruanos. A lo largo de sus páginas presentamos los primeros esfuerzos por crear un arma de ese tipo, que en nuestro caso se iniciaron en el siglo XVII y alcanzaron a concretarse durante la Guerra del Pacífico, gracias al meritorio esfuerzo de Federico Blume. Vemos luego el proceso que llevó a la adquisición de los primeros sumer-


gibles, iniciado en 1910 y culminado con el arribo del segundo de ellos en 1913; así como la actividad que desarrollaron ambas unidades durante su vida útil. Las lecciones de la Primera Guerra Mundial nos llevaron a adquirir cuatro modernos submarinos en la década de 19201930, los memorables R, que sirvieron durante casi cuarenta años. Esas naves constituyeron la escuela formativa de nuestros submarinistas, y sentaron las bases para el desarrollo de la actual Fuerza, participando activamente en los conflictos internacionales que nuestro país debió enfrentar en 19321933 y en 1941. Posteriormente incorporamos los cuatro submarinos S, dotados de los adelantos derivados de la Segunda Guerra Mundial. Con ellos llegamos a contar con ocho unidades durante un breve periodo de tiempo. Al igual que sus predecesores, sirvieron durante varias décadas, y sus tripulantes, muchos de los cuales aún nos acompañan, rememorarán en estas páginas los momentos que vivieron en su interior. En los años setenta y ochenta se adquirieron seis submarinos de fabricación alemana y otros dos norteamericanos de la clase Guppy. Fue así que alcanzamos a contar con doce unidades, siendo la fuerza submarina más numerosa de América Latina.

La historia de estas naves, y de los hombres que las tripularon, así como de la Fuerza de Submarinos y de sus instalaciones de apoyo, es lo que este libro presenta. Obviamente, no faltaron momentos difíciles, en que nuestras unidades debieron desplegarse ante una crisis internacional; pero lo notable fue el permanente sentido de cumplimiento del deber demostrado por ese pequeño y selecto grupo humano que constituye nuestra comunidad submarinista. Confieso que no resulta fácil para un historiador que no es submarinista escribir una historia como esta, tan llena de aspectos técnicos, como válvulas tiene una nave de ese tipo. Pero gracias al apoyo de numerosos submarinistas se ha podido culminar esta singladura y lograr el objetivo deseado. Me gustaría mencionar a varios de ellos, pero cuando se comienza a enumerar a los colaboradores se corre el peligro de dejar a alguien de lado, y esa no es mi intención. Por ello, mi agradecimiento es a todos y a cada uno de los que contribuyeron a hacer de esta investigación una renovada realidad. Solo me queda expresar mi plena satisfacción por poder entregar al lector una obra que, confío, le brinde una idea cabal de lo que son, han sido y serán, nuestros submarinistas; así como las naves que han dotado a lo largo de un siglo. Lima, marzo del 2011 El autor


CONTENIDO

I. ANTECEDENTES

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- primeros intentos - blume y el esfuerzo peruano - primeros submarinos II. LAS UNIDADES

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- los sumergibles ferré y palacios - los submarinos “r” - los submarinos “s” - los submarinos “guppy” - los submarinos “209” III. LA ORGANIZACIÓN - la comandancia - la estación de submarinos - la escuela de submarinos - la estación de armas submarinas - la insignia de submarinos - los submarinos y la cultura peruana - proyección internacional

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IV. ASPECTOS OPERACIONALES

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- Conflicto con Colombia 1932-1933 - Guerra con Ecuador 1941 - Conflicto de Falso Paquisha 1981 - Conflicto del Cenepa 1995 - Tensiones internacionales - Defensa continental - Ejercicios Internacionales V. ORGANIZACIONES VINCULADAS

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- asociación de oficiales submarinistas del perú - asociación de técnicos y oficiales de mar submarinistas del perú - museo de sitio “abtao” anexo 178 - comandos de la fuerza de submarinos, y de sus unidades y dependencias



I ANTECEDENTES


ANTECEDENTES Todo logro empieza con un sueño

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Alejandro Magno explorando el fondo marino. Aristóteles nos brinda la más antigua referencia de un artefacto submarino.

Arquímedes planteó los fundamentos de la hidrostática.

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a más antigua descripción de un artefacto submarino es la que Aristóteles proporciona al referirse a uno en forma de barril, con profusión de cristales, que permitió a Alejandro Magno sumergirse frente a la sitiada Tiro, en el 332 a.C. Lo más probable es que dicho artefacto haya sido precedido por otros más rudimentarios, pero la ausencia de noticias posteriores nos indica que fue algo poco usual y empleado solo para situaciones muy peculiares. Décadas más tarde, Arquímedes (287-212 a.C.) enunció su célebre principio sobre el empuje hidrostático, que siglos después serviría para el desarrollo de la navegación submarina. Al parecer, uno de los primeros en plantearse seriamente el tema de este tipo de navegación fue Leonardo da Vinci quien, hacia 1500, cuando se desempeñaba como ingeniero militar de Venecia, entonces en guerra con los turcos, diseñó y llegó a construir un prototipo de una temible arma con la que hundirían los buques enemigos. Sus diseños habrían inspirado a Roberto Valturio para incluir en su obra De re militari, aparecida en 1572, la descripción y los dibujos de un bajel sumergible. Apenas ocho años después, el inglés William Bourne diseñó un bote completamente estanco, capaz de navegar bajo la superficie utilizando tanques de lastre controlados por un sistema de tornillos. Tras algunos otros intentos, en 1624 Cornelius van Drebbel logró construir los dos primeros “barcos buzo”, colocando armazones de madera a dos botes y recubriéndolos con cuero impermeabilizado a través del cual salían doce remos. Lograba sumergirse al admitir agua en dos tanques laterales empleando un sistema manual de tornillos y, al parecer, contaba con un primitivo sistema para proveer de aire al interior de la embarcación cuando se encontraba sumergida. Ese mismo año se registra el primer antecedente peruano de este tipo de buques, al presentarse frente al Callao una flota de once naves neerlandesas al mando del Almirante Jacques L’Hermite, bloqueando el puerto durante varias semanas. Entre los elementos que se propusieron para defender el puerto destacó el de un anónimo personaje que construyó una embarcación que podía acercarse bajo el agua a las naves bloqueadoras. No obstante esta prometedora posibilidad, debió abandonar su proyecto al no encontrar quien quisiera acompañarlo en su propuesto ataque.


Diseño del submarino de William Bourne.

Cornelius Van Drebbel, constructor de los primeros “barcos-buzo”.

Réplica de un “barco buzo “de Van Drebbel. / 21


ANTECEDENTES

Réplica de el Turtle, de David Bushnell.

Forma de operación del Turtle.

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Los intentos de navegar bajo la superficie del agua continuaron, y hacia mediados del siglo XVII el francés De Son construyó un catamarán submarino que –afirmaba– era capaz de “destruir 100 buques”. Fue la primera nave de propulsión mecánica, gracias a un juego de palas laterales movidas por un ingenioso sistema de relojería. En 1680, tras la muerte del matemático Giovanni Alfonso Borelli, se publicó una obra suya donde figura un proyecto de bajel submarino, cuyo aspecto más interesante era un conjunto de pieles de cabra conectadas al plan de la embarcación para admitir o expulsar agua, obteniendo así flotabilidad negativa o positiva. En el siglo XVIII aumentó la cantidad de ingenios submarinos, al punto que hacia 1727 en el registro de patentes inglés había catorce diseños. El primer submarino empleado con fines militares fue el Turtle, diseñado y construido por David Bushnell en 1776 durante la guerra de independencia norteamericana. Probado exitosamente en Long Island, fue trasladado al río Hudson para atacar a los buques ingleses que bloqueaban la bahía de Nueva York, y en la noche del 6 de setiembre se aproximó al H.M.S. Eagle con una carga explosiva de 150 libras que debía ser adherida al casco del buque blanco empleando para ello un barreno. Su acercamiento fue impecable, usando una hélice vertical y otra horizontal propulsadas manualmente. Factores como la alta velocidad de la corriente, el forro de cobre del Eagle y la lenta propulsión del Turtle impidieron el éxito de la misión, pese a lo cual demostró el valor militar de tal tipo de naves en aguas restringidas. Otro norteamericano, Robert Fulton, más conocido por su aplicación del vapor a la navegación, también incursionó en el problema submarino. En 1797, se fue a vivir a Francia y


El Nautilus de Robert Fulton.

tres años después obtuvo el apoyo necesario para construir el Nautilus, una embarcación de madera recubierta con planchas de cobre, que con siete metros de eslora y tres tripulantes era propulsada a mano mediante una hélice, mientras que en superficie empleaba una vela tipo cometa. Si bien fue probado exitosamente en el Sena en la primavera de 1801, los recelosos oficiales navales franceses lo calificaron como “un medio de combate traicionero e indigno de pueblos civilizados”. Descorazonado, en 1804 Fulton viajó a Londres para ofrecer su invento a los británicos, pero la suerte no le fue menos esquiva a pesar de haber realizado una exitosa demostración colocando una carga debajo de un bergantín en la costa de Kent. Los marinos británicos también se oponían a su empleo. En 1834 retornó a Estados Unidos, donde construyó el Mute, un submarino que emplearía una máquina de vapor para propulsarse en superficie, pero falleció antes de probarlo. Por la misma época fueron apareciendo otros proyectos, entre ellos el del médico francés Payerne quien entre 1843 y 1859 construyó dos o tres submarinos con casco de hierro, con cinco compartimientos estancos, y el del norteamericano Lodner Philip, que construyó otros dos, uno de los cuales tenía un pequeño cañón que supuestamente podía disparar en inmersión. En 1850, durante la guerra entre Prusia y Dinamarca, el bávaro Wilhem Bauer diseñó y construyó el Brandtaucher (Buzo Incendiario), destinado a destruir a la flota danesa que bloqueaba Kiel. En febrero de 1851 el Brandtaucher colapsó parcialmente y quedó en el fondo de la bahía de Kiel logrando salvarse Bauer y sus dos acompañantes. Cuatro años más tarde encontramos a Bauer en Rusia, donde construyó el Seeteufel (Diablo Marino) que contaba con planos horizontales y un orificio en la parte delantera para la salida de un buzo. Realizó

Robert Fulton.

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ANTECEDENTES

El Brandtaucher, de Wilhelm Bauer.

Wilhelm Bauer, inventor del Brandtaucher.

más de ciento treinta inmersiones exitosas, siendo la más conocida la que efectuó en la bahía de Kronstand en 1855, con cuatro músicos a bordo que interpretaron el himno ruso durante la coronación del zar Alejandro II. El primer intento español fue el Garzibuzo de Cosme García Sáez en 1858, siendo seguido al año siguiente por el Ictíneo de Narciso Monturiol, ninguno de los cuales fue bien acogido por las autoridades navales de su país. En Francia, mientras tanto, el Ministerio de Marina apoyó la propuesta de una nave sumergible del Capitán Simon Bourgeois , dando paso a la construcción del Plunger, que en 1863 fue lanzado al mar en Rochefort. Tenía un sistema de lastre que empleaba aire almacenado en veintitrés botellas a ciento ochenta libras de presión. Con casi cuarenta metros de eslora y tres de manga interior, su sección transversal era elíptica y la cubierta plana, contando además con un torpedo fijo en proa. Concluida la guerra de Crimea, que había alentado el proyecto, el gobierno francés perdió interés en continuarlo.

El Brandtaucher tras ser recuperado, Kiel 1906.

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El H. L. Hunley, cuadro de Conrad Wise.

Al estallar la guerra civil norteamericana (1861-1865), los estados del norte lograron retener a la mayor parte de la armada y la emplearon para bloquear la extensa costa sureña. La respuesta fue el desarrollo de diversas armas y embarcaciones para ser empleadas en aguas restringidas y, en ese esfuerzo, en 1862 lograron construir el sumergible David. De unos cincuenta pies de eslora y cinco de manga, navegaba propulsado a vapor, dejando ver solo la chimenea y estaba dotado de una larga pértiga de madera con una carga explosiva al extremo. Varios de estos botes fueron construidos durante la guerra y, si bien constituyeron una amenaza para las naves federales, no lograron ningún ataque exitoso. El que sí lo logró fue el Hunley, que hundió en el puerto de Charleston a la corbeta Housatonic en febrero de 1864, aun cuando corrió la misma suerte de su víctima. La experiencia de esos años impulsó significativamente el desarrollo de torpedos autopropulsados, punto de inicio de la guerra submarina, siendo así que en 1863 el norteamericano Alsitt construyó una nave que empleaba una máquina a vapor para navegar en superficie y un motor eléctrico alimentado por pilas para hacerlo en inmersión. En la costa oeste sudamericana, el primer submarino habría sido el Hipopótamo construido en Guayaquil en 1838 por el Capitán de Fragata ecuatoriano José Rodríguez Labandera. Propulsado manualmente mediante palas laterales, llegó a realizar dos breves inmersiones en el río Guayas. Entre 1862 y 1866, la presencia de una flota española en el Pacífico desencadenó un conflicto que involucró a Perú, Chile, Bolivia y Ecuador. La superioridad naval española llevó a plantear ingeniosas soluciones defensivas, entre ellas armas y botes submarinos. Al parecer, tres de estos últimos propulsados manualmente fueron construidos en Chile entre finales de 1865 y principios de 1866. BLUME Y EL ESFUERZO PERUANO En el Perú se emplearon minas, torpedos y canoas explosivas y se llegó a construir un bote submarino sobre la base de un diseño del ingeniero danés Juan Carlos Federico Blume y Othon. En 1864, éste construyó un prototipo de forma alargada, propulsado por una hélice y con una torrecilla con visores en la parte superior y en los lados que se probó en los estanques de Piedra

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ANTECEDENTES

Ingeniero Juan Carlos Federico Blume y Othon, pionero del submarinismo en el Perú.

Liza y la Atarjea. Podía acercarse en superficie a los buques enemigos y luego sumergirse completamente, dejando fuera del agua solo la mirilla superior. El proyecto fue presentado al Presidente Juan Antonio Pezet y sometido al examen de una comisión de ingenieros, pero la caída de su gobierno llevó a que los planos se perdieran. Posteriormente, Blume indicó que su diseño fue plagiado por un español que construyó en La Punta un aparato para navegar bajo el agua, pero que no tuvo éxito en su intento por desconocer los principios que lo habían inspirado. En 1879, al estallar la Guerra del Pacífico, la situación naval peruana era desfavorable y resultaba previsible que la flota chilena hostilizaría nuestros puertos. Blume, quien para entonces era consignatario del ferrocarril entre Paita y Piura, consideró llegado el momento de cristalizar su proyecto submarino y construyó en los talleres del ferrocarril paiteño un bote de cuarenta y ocho pies de eslora y siete de diámetro, con cuadernas cada tres pies para reforzar su resistencia a la presión. El bote se propulsaría mediante dos hélices movidas por un sistema manual de siete pies de largo, operado por cuatro pares de hombres, dando también energía a la bomba de achique. El desplazamiento era variado mediante un émbolo central de grandes dimensiones que admitía o expulsaba agua modificando, además, el volumen sumergido. Dos tubos cumplían la función de admisión y escape de aire al interior del submarino, auxiliados en esto por un ventilador. Era un diseño provisional, pues Blume guardaba la esperanza de eliminar los tubos y emplear aire comprimido para la respiración de los tripulantes. La embarcación fue lanzada el 13 de setiembre de 1879 y, dos días después, inició sus pruebas en las que logró sumergirse hasta doce brazas.

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Fig. 1

Su primer proyecto.

Fig. 2

El submarino construído en Paita.

Fig. 3

El submarino que intentaba construír en el callao para atacar a los buques chilenos.

Fig. 4 Modificaciones efectuadas al submarino construído en Paita para atacar a los buques chilenos, en las que pueden apreciarse dos cargas explosivas..

Bocetos del submarino de Blume.

Convencido de la utilidad de su invento, Blume lo ofreció al gobierno del Presidente Mariano Ignacio Prado quien dispuso que se trasladara al Callao con su embarcación para llevar a cabo algunas pruebas. El transporte Limeña fue despachado a Paita con ese fin, en el que Blume arribó al puerto chalaco a fines de octubre de 1879 acompañado de los operarios que lo habían ayudado a construir la nave. Sin embargo, la situación política había variado y el Presidente Prado, que pugnaba por salvar su gobierno, estaba preocupado en un sinfín de asuntos y no pudo atender la innovadora propuesta del ingeniero danés. Pese a ello y a los cambios políticos que llevaron a Nicolás de Piérola a asumir la dirección suprema del país, Blume insistió y finalmente logró que el General Manuel de Mendiburu, ex Ministro de Guerra y Marina e influyente personaje, asistiera a una demostración de su sumergible a fines de marzo o principios de abril de 1880. Años más tarde, Blume relató de este modo estos hechos, señalando que una vez sumergido: …ante la atónita mirada de todos los presentes, quienes trataban con largas pértigas de encontrar dónde se hallaba el bote, creyéndolo hundido en el fondo y perdido para siempre. El inventor y los hombres que estaban con él, rieron durante todo este tiempo de las caras mostradas por esos caballeros y sus infructuosos esfuerzos por encontrarlos fuera del lugar donde supuestamente debían hallarse. Los dos negros que estaban en el bote, se encontraban tranquilos y atónitos de ver a los peces nadando sobre sus cabezas; y los otros dos, franceses, quienes se encontraban fumando sus pipas, exclamaron con gran satisfacción viola les poissons (mira los peces). Se encontraban tan encantados, que el inventor tuvo que hacerles acordar de atender la bomba...

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ANTECEDENTES

Modelo del submarino de Blume.

El Holland I , de Phillip Holland.

Submarino de Thorsten Nordenfelt.

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Cuando el inventor fue a la playa, los ministros y oficiales navales estaban muy entusiasmados, pronunciando que sería un completo éxito y determinaron atacar la flota chilena inmediatamente. Pese al entusiasmo de los asistentes por la demostración, Blume consideró que para tener mejores posibilidades de éxito, era necesario construir un bote más veloz y con algunas innovaciones. La propuesta fue aprobada y los trabajos se iniciaron de inmediato en la factoría de la calle San Cristóbal del Tren, pero en setiembre la nave estaban aún incompleta cuando se determinó emplear el Blume, nombre asignado a la nave construida en Paita para atacar a las naves chilenas que bloqueaban el Callao. Se le hicieron algunas modificaciones, montándole dos pares de torpedos eléctricos que, al ser liberados bajo la quilla de un buque enemigo, quedarían a ambos lados de su casco y lo destruirían; y colocándole un motor a vapor para navegar en superficie y un dispositivo para propulsar la nave con aire comprimido caliente en inmersión.Así modificado, el Blume fue puesto en el agua a fines de setiembre de 1880 y, casi dos meses después, se encontraba listo para atacar a los blindados chilenos Cochrane y Blanco Encalada que bloqueaban el puerto. Lamentablemente, esta operación tuvo que ser abortada pues ambas naves se alejaron de la bahía oportunamente. Perdida la batalla de Miraflores, el Blume fue hundido junto con los buques que quedaban de la escuadra peruana, esfumándose la posibilidad de emplearlo con fines prácticos. Las tres últimas décadas del siglo XIX fueron particularmente importantes para el desarrollo del submarino. En Estados Unidos, el irlandés John P. Holland construyó su primer modelo exitoso en 1878, el Fenian Rain de 14.5 pies de eslora, propulsado por una máquina a petróleo y dotado con timones verticales y horizontales, además de un cañón de aire comprimido que podía ser disparado en inmersión. En la década siguiente, Holland perfeccionó su diseño construyendo otras cuatro naves y, en 1897, lanzó el Plunger que la marina norteamericana, finalmente, consideró una nave submarina eficiente y la incorporó al servicio en 1900 con el nombre de Holland. Al otro lado del Atlántico, en Gran Bretaña, el reverendo George William Garret construyó a fines de los años setenta, dos submarinos que llamó Resurgam. Basados en el modelo


El Resurgam, de George William Garret.

de Bauer, eran propulsados a vapor tanto en superficie como en inmersión, contando con planos o timones horizontales. Entre 1882 y 1891, Garret y el sueco Thornsten Nordenfelt construyeron varios submarinos, logrando vender uno a la marina griega en 1886 y otros dos a la marina turca. Eran aún muy rudimentarios y no tuvieron vida operativa alguna a pesar de poder disparar torpedos en inmersión. El último submarino que diseñaron fue para la marina rusa, pero varó en la costa de Jutlandia antes de llegar a manos de sus compradores. En 1888 España incursionó nuevamente en la navegación submarina con una nave diseñada por el Teniente de Navío Isaac Peral. Propulsado eléctricamente, el Peral contaba con un tubo lanzatorpedos en caza y con la roda reforzada como para servir de espolón. Lanzado al mar en Barcelona, prestó servicios por un par de años antes de ser desactivado. En Francia, Dupuy de Lome y Gustave Zede lograron diseñar y construir algunos submarinos que fueron incorporados al servicio naval, el primero de los cuales fue el Gymnote en 1888 seguido por el Gustave Zede y los submarinos de la serie Morse. A finales de siglo apareció el Narval, diseñado y construido por el ingeniero Máxime Laubeuf, con 116 toneladas en superficie y 200 en inmersión, 33 metros de eslora, 3.5 de manga y una velocidad máxima de 10 nudos. Este modelo fue perfeccionado en los años siguientes tanto por el propio Laubeuf como por otros diseñadores, dando lugar a la aparición de nuevas naves y a su incorporación al servicio naval en varios países. En ese contexto, poco antes de la Primera Guerra Mundial, el Perú incorporó a su flota dos naves de ese tipo conforme se verá en el próximo capítulo. Sin embargo, antes de abordar ese tema, cabe mencionar dos nuevos intentos peruanos en el diseño de submarinos. El primero fue la insistencia de Blume ante los Presidentes Andrés A. Cáceres y Nicolás de Piérola para invertir en la construcción de un diseño mejorado de su nave, insistencia que concluyó olvidada por las terribles crisis políticas que les tocó vivir a ambos gobernantes. El segundo fue el del tarapaqueño Idelfonso Guaycochea, quien en Iquique elaboró un prototipo a escala y en mayo de 1898 pidió al Director de Marina del Ministerio de Guerra y Marina que se designase una comisión ante la cual sustentar y demostrar la viabilidad de su modelo. Reunida la comisión a principios de junio en la Aduana del Callao, sus integrantes no quedaron satisfechos con las explicaciones del diseñador quien, para mala suerte, tampoco pudo hacer funcionar su modelo en la laguna de la Exposición. Desalentado, Guaycochea abandonó su proyecto, marcando así el final de una iniciativa peruana en el rubro de la construcción de submarinos.

Teniente de Navío Isaac Peral y Caballero, diseñó un submarino que sirvió brevemente en la Armada Española.

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II LAS UNIDADES

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LOS SUMERGIBLES FERRÉ Y PALACIOS En el marco de una complicada situación internacional, el Perú decide adquirir sus primeros sumergibles: Ferré y Palacios

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Presidente Augusto B. Leguía (1908-1912). Su gobierno llevó a cabo la adquisición de los sumergibles Ferré y Palacios.

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principios del siglo XX, varias naciones hispanoamericanas tenían pendiente la definición de sus fronteras, siendo ese el caso peruano respecto a Ecuador, Colombia, Brasil y Bolivia, países con los que se venían produciendo diversos incidentes. Esto, que de por sí era un tema delicado, se complicaba más por la difícil situación que se vivía con Chile, país que no había honrado su compromiso de realizar un plebiscito para determinar la situación de las provincias de Tacna y Arica, constituidas en prendas territoriales tras la Guerra del Pacífico. El primer gobierno de Augusto B. Leguía (1908-1912), ante la agresiva política internacional de la cancillería chilena con Ecuador y Colombia, trató de liquidar las cuestiones de límites por las vías más expeditivas, logrando avances con Brasil. Pero con Ecuador las cosas empeoraron pues se filtró información sobre los resultados del laudo arbitral español en torno al asunto de Jaén y Maynas, llevando a ambos países a una situación prebélica entre marzo y abril de 1910. Para terminar de complicar las cosas, se produjo un serio incidente fronterizo con Bolivia que enturbió nuestras relaciones y algo similar ocurrió con Colombia, al punto de enfrentarnos militarmente en 1911. La situación económica y financiera peruana era aún más delicada que la internacional, llevando al gobierno de Leguía a suscribir empréstitos con diversas entidades financieras extranjeras (en 1909 en Francia, y en 1910 en Alemania e Inglaterra). Cada préstamo tenía una finalidad, pero la compleja situación internacional llevó a que, parte de los recursos, se aplicaran a gastos de defensa. Las tensiones limítrofes encontraron a la Armada Peruana en medio de un proceso de reorganización a cargo de una misión naval francesa contratada en 1905, que en sus nueve años de labor difundió la doctrina naval de ese país que aún daba especial énfasis al empleo de unidades pequeñas como torpederos y sumergibles, capaces de ofender a buques capitales aprovechando su alta velocidad en superficie y su nula, o casi nula, obra muerta. El primer Jefe de la misión naval francesa fue el Capitán de Fragata Paul de Marguerye, que permaneció en el Perú hasta diciembre de 1910, siendo sucedido por el de igual grado Pierre Napoleón Augustin Lucien Guette. En esos primeros cinco años, la Armada incorporó los modernos cruceros exploradores Almirante Grau y Coronel Bolognesi y se suscribió un contrato para la construcción de los sumergibles Ferré y Palacios. La adquisición de estas últimas naves se vincula directamente al arribo de los mencionados cruceros, cuya compra había sido impulsada por la gran colecta nacional encabezada por la Asociación Pro Marina. Su presencia en el Callao llevó a pensar en un segundo esfuerzo


Capitán de Fragata Paul de Marguerye, primer jefe de la Misión Naval Francesa en el Perú.

para contar con un buque escuela a vela, recogiendo así, una iniciativa surgida en el seno de la Sociedad de Artesanos de Mollendo. La propuesta despertó reacciones encontradas pues, si bien eran –y siguen siendo–, numerosos los partidarios del buque escuela, había quienes planteaban que era preferible adquirir naves de combate para reducir las diferencias que en medios navales teníamos con Chile. Todo parece indicar que no existía un plan bien estudiado que permitiera, en un plazo razonable, dotar al Perú de una flota pequeña pero balanceada, que estuviera en condiciones de oponerse exitosamente a las potenciales amenazas de entonces. Por lo menos, tal fue la opinión de un interesado en la materia naval que en 1908 escribió un artículo planteando la necesidad de elaborar un programa naval que contemplara no solo adquirir buques, sino también la formación de un puerto militar, la construcción de diques y depósitos militares, factorías, varaderos para torpederos y otras dependencias vitales para una marina de guerra. Este debate llevó a la Asociación Pro Marina a constituir una comisión técnica para que opinara sobre el tema, la cual fue presidida por el Capitán de Navío José Ernesto de Mora, siendo integrada por los Capitanes de Corbeta Ernesto Caballero y Lastres yAugusto Pimentel. Su dictamen, fechado el 3 de marzo de 1910, recomendó emplear los fondos recaudados en un sumergible, única manera de contrarrestar en algo el poder naval de eventuales contrincantes, impidiendo, o al menos disuadiendo, su aproximación a nuestros puertos. La propuesta de la comisión fue bien acogida por nuestra oficialidad naval, iniciándose poco después las acciones necesarias para que el gobierno concretara la adquisición de ese tipo de naves. Las tensiones existentes con el Ecuador dejaron poco margen a las dudas de carácter técnico, referidas básicamente a la clase de sumergible que era necesario adquirir.A tenor de lo que publicara la Revista de Marina, se debatía en torno a los modelos de Laubeuf y Laurenti, pero el tema fue zanjado entre abril y mayo de 1910, cuando se contrató con la casa Schneider de Chalon sur Saone, la construcción de dos sumergibles del modelo preparado por Máxime Laubeuf. Esta compañía, que posteriormente conformaría el consorcio Schneider-Creusot, se iniciaba así en la construcción de ese tipo de naves. LA VERSIÓN DE MÁXIME LAUBEUF PARA LA CASA SCHNEIDER La reputación de Laubeuf como diseñador de submarinos había crecido notablemente desde que ganara el concurso convocado por el Ministerio de Marina francés con su sumergible Narval, lanzado al mar en octubre de 1899. En la década siguiente fue mejorando su diseño, logrando que la marina francesa ordenara más de una treintena de sus naves y que algunas armadas extranjeras se interesaran en los mismos. Entre estas últimas se encontraron las de Gran Bretaña, Perú, Grecia, Japón, Turquía y Rumania.

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LOS SUMERGIBLES FERRÉ Y PALACIOS

Sección transversal del periscopio de los sumergibles Laubeauf.

E l diseño de Maxime Laubeuf, fue el seleccionado para los sumergibles peruanos.

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A juicio de un contemporáneo, Laubeuf “se aferraba a lo importante y descuidaba lo secundario”, por lo que en sus primeros modelos dio poca importancia a la velocidad. Pero las experiencias de Simonet,otro reputado ingeniero, lo llevaron a tener una verdadera obsesión por este último factor. En sus diseños posteriores fue suprimiendo todo aquello que pudiera implicar resistencia hidrodinámica, como el llamado kiosko o superestructura, que cumplía las funciones que hoy tiene la torre de un submarino. Ya iniciada la construcción de los sumergibles contratados por el Perú, se decidió incorporar algunas variaciones sugeridas por Laubeuf, quien “logró convencer a los oficiales peruanos que supervisaban la construcción de los sumergibles” de las ventajas que ello implicaba. Una de esas mejoras fue la sustitución del kiosco por una escotilla a nivel de la cubierta que no presentó mayores complicaciones en las aguas en que los sumergibles sirvieron. No ocurrió lo mismo con las mesas retráctiles porta torpedos, ya que su complejidad causó más de un accidente con estas armas. También propuso instalar instrumentos para percibir los sonidos en el agua y que podían servir para transmitir y recibir señales que, por entonces, estaban en prueba en la marina francesa. Incluso pensó en instalar cañones en la cubierta de ambos sumergibles. Los sumergibles contratados por el Perú, denominados inicialmente S.C.1 y S.C.2, tenían 46.25 metros de eslora, 4.5 de manga, 2.7 de puntal y un desplazamiento en superficie de 290 toneladas y de 435 toneladas en inmersión. Su doble casco tenía cinco compartimentos estancos, contando con ocho torpedos Schneider de 450 milímetros que podían ser lanzados por cuatro mesas tipo Smulders o canastilla, ubicadas por pares a proa y popa. Para propulsión en inmersión empleaba dos motores eléctricos de 180 H.P. cada uno, alimentados por dos tanques de baterías de 96 elementos cada una. En superficie navegaba con dos motores diesel modificados por Sabatté y construidos por Creusot, con 360 H.P. cada uno, pudiendo


Capitán de Fragata Ernesto Caballero y Lastres, presidió la comisión encargada de la construcción de los sumergibles.

alcanzar 12.79 nudos de velocidad, mientras que en inmersión lograba 8 nudos. Sus tanques de petróleo almacenaban 10,640 litros, lo que le daba un radio de acción en superficie de 1,225 millas a 10 nudos y un alcance máximo de 1,790 millas a 8 nudos. Su máxima profundidad de inmersión era 30 metros, y podían alcanzar hasta 96 millas a 4.5 nudos. Se les dotó de 32 botellas de aire comprimido con una capacidad de 1,187 litros. Dieciocho hombres conformaban la dotación de cada sumergible: dos oficiales, cinco electricistas, cinco torpedistas, cinco mecánicos y un timonel. Eventualmente aumentó, llegando a contar con veintiún hombres, incluidos tres oficiales. El 27 de mayo de 1910, el gobierno peruano estableció una comisión para vigilar y recibir los sumergibles mandados a construir, la que se hallaba compuesta por el Capitán de Corbeta Ernesto Caballero y Lastres y el Teniente Primero Juan Althaus. Ambos zarparon rumbo a Europa el 6 de junio a bordo del vapor Chile, entrando en ejercicio de sus funciones en los astilleros de Messieurs Schneider & Cía en Chalon Sur Saone a partir del 11 de julio. Ese mismo año se incorporaron a la comisión el Teniente Segundo César A. Valdivieso Castro y el Capitán de Corbeta Edilberto Perales, como ingeniero de máquinas adjunto y en 1911 lo hicieron el de igual grado José R. Gálvez y el Teniente Segundo Enrique Monge. Asimismo, entre agosto y octubre de 1910, fueron adscritos a la comisión los ex-alumnos del pensionado de maquinistas en Gran Bretaña: Adrián Galloso, Carlos F. Dávila, Alfredo Rabines y Humberto Castañeda. Fue valiosa la ayuda que proporcionó a los comisionados peruanos el experimentado Teniente de Navío H. Carré, quien retirado de la marina francesa prestaba servicios en la casa Schneider y había realizado mil doscientas inmersiones. En especial, colaboró al momento de contratar a quienes servirían como instructores y formarían parte de las dotaciones iniciales, cuyos hombres percibirían un sueldo que iba de doscientos cincuenta a trescientos francos

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LOS SUMERGIBLES FERRÉ Y PALACIOS

(FUENTE: BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ)

El Ferré en construcción (arriba) y listo para ser lanzado al mar (abajo).

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Personal de la comisión y de la dotación del Ferré.

mientras permanecieron en Francia y se elevaría a quinientos francos en el Perú, además de pasaje de retorno al vencer los dos años de sus contratos. En setiembre de 1910 el gobierno hizo saber a los comisionados que el S.C.1 se denominaría Aguirre y el S.C.2 Palacios, rindiendo justo homenaje al Capitán de Corbeta Elías Aguirre Romero y al Teniente Enrique Palacios Mendiburu, fallecidos durante el combate de Angamos (8/10/1879) a bordo del Huáscar. Sin embargo, luego que a principios de 1912 el gobierno peruano adquiriese el crucero acorazado francés Dupuy de Lome y le diera por nombre Elías Aguirre, el sumergible que por más de un año había llevado ese nombre pasó a ser denominado Ferré, en homenaje al Teniente Diego Ferré Sosa, fallecido en esa misma acción de armas. El sumergible Aguirre fue lanzado al río Saone en octubre de 1910 y, en enero siguiente, sus baterías recibieron su primera carga iniciando de inmediato pruebas en superficie e inmersión. En abril de 1911 se realizó la carga de las baterías del Palacios, que fue lanzado al mismo río en junio, y poco después ambos sumergibles fueron transportados en una barcaza hasta la desembocadura del Ródano para pasar a la caleta de Saint Madrier en la rada de Tolón, donde la firma Schneider tenía una estación para pruebas de submarinos y torpedos. La entrega de los sumergibles debió producirse a mediados de 1911, habiéndose contratado ya a un oficial y a varios tripulantes franceses para conformar la Escuela y la Estación de Sumergibles pero, todo parece indicar que la casa constructora se retrasó al darle prioridad al S.C.3 (Delfín) que construía para el gobierno griego. Si bien los comisionados peruanos reclamaron por esa demora, se vieron forzados a esperar, empleando ese tiempo para efectuar más prácticas en los sumergibles y visitar diversas instalaciones navales

En setiembre de 1910 el gobierno hizo saber a los comisionados que el S.C.1 se denominaría Aguirre y el S.C.2 Palacios, rindiendo justo homenaje al Capitán de Corbeta Elías Aguirre Romero y al Teniente Enrique Palacios Mendiburu.

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LOS SUMERGIBLES FERRÉ Y PALACIOS

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PRUEBAS DEL FERRÉ , 1912. (1) Navegando en superficie. (2) Entrando en inmersión. (3) Navegando en inmersión. (4) Saliendo a superficie.

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LOS SUMERGIBLES FERRÉ Y PALACIOS

El sumergible Aguirre, luego Ferré,1912.

Es posible que el 19 de agosto el Aguirre haya izado el pabellón peruano, conforme lo valida la tradición submarinista peruana. En febrero de 1912, pese a los intentos por evitarlo, en Chile se tuvo noticia de la construcción de los submarinos peruanos. 40 /

francesas. No hemos encontrado documentación que nos brinde la fecha exacta de la entrega de las naves, pero es posible que el 19 de agosto el Aguirre haya izado el pabellón peruano, conforme lo valida la tradición submarinista peruana. En febrero de 1912, pese a los intentos por evitarlo, en Chile se tuvo noticia de la construcción de los submarinos peruanos. No faltó quienes comentaran que esas unidades, sumadas al acorazado Elías Aguirre y al cazatorpedero Teniente Rodríguez, igualmente adquirido en Francia, eran una fuerza excesiva para nuestras diferencias con Ecuador, y que se trataba más bien de elementos disuasivos para negociar la situación de las provincias cautivas. Es probable que la noticia se filtrara a través de un grupo de oficiales bolivianos que visitó los astilleros en diciembre de 1911, cuando aún se trabajaba en el Palacios. EL KANGOUROU Y LOS VIAJES HACIA EL CALLAO Unido a la construcción de los primeros submarinos y sumergibles, iba el problema de cómo entregarlos a clientes en ultramar. En nuestro caso, el astillero consideró dos posibilidades: remolcarlos hasta el Callao o construir un buque-dique que los transportara en esa larga travesía. Las dificultades que acarreaba la primera de estas opciones llevaron a los comisionados peruanos a persuadir a la casa Schneider a optar por la segunda alternativa, recomendando además que el gobierno peruano adquiriese luego el buque-dique para emplearlo como estación de sumergibles. Finalmente, en 1910 la casa Schneider decidió construir el buque-dique Kangourou en sus astilleros en la Gironda. Su construcción tomó algo más de un año, lapso en el cual el Capitán de Navío José Ernesto de Mora asumió el mando de la comisión naval peruana en Francia, pues había arribado poco antes con otros oficiales para supervisar los trabajos de rehabilitación del crucero acorazado Dupuy de Lome. El Capitán de Fragata Ernesto Caballero y Lastres, quien había presidido la comisión encargada de la construcción de los sumergibles, fue condecorado por el gobierno francés como caballero de la Legión de Honor unos meses antes de embarcarse hacia New York, junto con el Capitán de Corbeta ingeniero Perales,


El Kangourou recibiendo al Ferré.

donde supervisarían la construcción de otros submarinos que el gobierno de Leguía había contratado con la Electric Boat, operación que fue cancelada por su sucesor en el gobierno. Para entonces, ya se encontraba en Francia el Contralmirante Manuel Villavicencio como Jefe de la comisión naval en ese país, pues con la adquisición del cazatorpedero Teniente Rodríguez en mayo de 1912, las funciones de la comisión se habían incrementado. Ese mismo mes zarpó del Callao el transporte Iquitos con varios oficiales para el Elías Aguirre y algunos tripulantes del segundo sumergible y, el 12 de junio, arribó a Tolón el Kangourou. Se barajaron entonces varias alternativas, entre ellas que el Teniente Rodríguez viajara junto con el buque-dique, el primero bajo bandera mercante, con comandante y tripulación francesa y con el armamento desmontado o a bordo del Kangourou. Además, el Teniente Althaus, comandante del Ferré, viajaría a bordo del Teniente Rodríguez como representante del gobierno peruano. Si bien lo sucedido con el Elías Aguirre y el Teniente Rodríguez no es materia de este trabajo, debemos mencionar que el primero nunca llegó al Perú pues sus reparaciones se prolongaron hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando el gobierno peruano decidió venderlo. En el caso del segundo, se dirigió inicialmente a Iquitos y en 1914 pasó al Callao, convirtiéndose en el primer buque de guerra en cruzar el recientemente inaugurado Canal de Panamá. Lo cierto es que en junio de 1912, el Ferré se encontraba listo para ingresar al Kangourou y dirigirse a su destino final, el Callao. Los preparativos para esta operación duraron casi un mes, ya que debía seguirse el mismo principio que hoy utilizan los buques de desembarco dique, solo que en este caso no había una compuerta en proa sino que había que desmontar parte de ella. Finalmente, el 26 de julio, el Kangourou y su carga zarparon en demanda del Callao, haciendo escala en San Vicente, Buenos Aires y, por mal tiempo, en bahía Real en la zona magallánica, despertando natural curiosidad entre los lugareños. Diez días después de arribar al Callao, el 29 de octubre de 1912 a las seis de la tarde, el Ferré dejó el buque nodriza y se desplazó hasta quedar fondeado entre la cañonera Lima y el crucero Almirante Grau, nave esta última que le pasó líneas de energía eléctrica y de aire comprimido. El corresponsal del diario El Comercio registró así esos hechos:

Capitán de Navío José Ernesto de Mora, reemplazó al Capitán de Fragata Caballero y Lastres como jefe la Comisión Naval en Francia.

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LOS SUMERGIBLES FERRÉ Y PALACIOS

Visitantes en el Palacios.

Teniente Segundo César Valdivieso y el ingeniero David G. Maurer en el compartimiento de motores del Ferré, 1915.

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Libre el Ferré y gobernándose a sí mismo, enderezó su rumbo al centro de la rada, seguido por todas las embarcaciones oficiales y, cortando velozmente las aguas con su aguda proa, cruzó la bahía batiendo al aire la bandera peruana, en dirección al fondeadero de la escuadra, hasta llegar a una boya cerca del crucero Grau donde se amarró. Como era natural, la llegada de la nave generó expectativas en los limeños y chalacos que visitaban la rada del Callao para convencerse de que estaba en marcha el resurgimiento de nuestra Armada. Algunos comerciantes aprovecharon ese entusiasmo y ya en noviembre de ese año se ofrecían en venta magníficas postales del sumergible en la cigarrería del Portal de Escribanos y en La Habanera, ubicada en la esquina de Mercaderes. El Kangourou zarpó de regreso a Tolón, y luego que el Palacios concluyó sus pruebas finales, cruzó nuevamente el Atlántico para arribar al Callao a mediados de octubre de 1913. El lanzamiento del segundo de nuestros sumergibles tuvo lugar pocos días después, el lunes 5 de noviembre. El Ferré y el Palacios llegaron al Perú con dotaciones reducidas, pero pronto se completaron los dieciocho hombres que requerían para su operación. El Teniente Primero Juan Althaus Dartnell y el Teniente Segundo César A. Valdivieso Castro fueron los primeros oficiales del Ferré. En el Palacios esos cargos les correspondieron al Teniente Primero José R. Gálvez Chipoco y al Teniente Segundo Enrique Monge Medrano. En 1914 se agregó un tercer oficial, los Tenientes Segundo Daniel Caballero y Lastres en el Palacios y Jorge Gutiérrez Mirenghi en el Ferré, quienes se habían estado instruyendo en este tipo de unidades desde su arribo.


LA ESCUADRILLA DE SUBMARINOS Con el arribo del Palacios quedó conformada la escuadrilla submarina peruana, que se adiestró efectuando ejercicios semanales de inmersión y mensuales de navegación hasta Ancón, así como prácticas regulares de lanzamiento de torpedos. La Misión Naval Francesa tuvo particular interés en los sumergibles pues demostraban las capacidades tecnológicas y navales de su país, y su jefe, el Capitán de Fragata Guette, logró que el gobierno peruano contratara al oficial submarinista francés Joseph Alexandre Jean Theron, quien comenzó a servir en la marina peruana en agosto de 1911 con el grado de Capitán de Fragata, teniendo a su cargo la instrucción de las tripulaciones, la comandancia de la Estación de Sumergibles, la jefatura del Servicio de Torpedos y la presidencia de la Junta de Explosivos. En abril de 1913 fue promovido a Capitán de Navío y pasó a ser director de la Escuela Naval. Al no haber arribado aún el Palacios y no haberse construido una estación para los sumergibles, Theron no llegó a ejercer esa comandancia, siendo el primero en hacerlo el Capitán de Fragata Ernesto Caballero y Lastres, bajo cuyo mando fueron puestas ambas naves. Durante el entrenamiento con los submarinos no faltaron los percances, siendo el más notable el choque del Ferré con la barca Omega ocurrido el 15 de octubre de 1915, debido a una falla de los motores eléctricos del sumergible mientras llevaba a cabo ejercicios de cambios de profundidad. El Ferré sufrió algunos daños y la escotilla quedó trabada, siendo auxiliado por el bote del Chalaco que resguardaba las maniobras. La junta que investigó el caso halló responsable al comandante del submarino, pues la maniobra de cruzar por debajo de la barca no había sido autorizada por el Comandante de la Estación de Sumergibles. El 15 de marzo de 1915, El Comercio publicó una crónica completa de una de las prácticas que el Palacios efectuó en Ancón, comentando la curiosidad que despertaba entre la gente y que “varias señoras y señoritas, se constituyeron a bordo del Palacios atraídas por la novedad del espectáculo y no queriendo desperdiciar la brillante oportunidad de conocer de cerca un sumergible...”. Describe luego detalladamente la inmersión, la estela que permitía seguir su curso y el ensayo realizado con un torpedo. Para las prácticas se elaboraron diversos manuales, algunos en base a los franceses y otros elaborados por los oficiales de dotación. Entre estos últimos podemos mencionar dos preparados en 1914 por el Teniente Segundo Valdivieso: uno descriptivo y otro sobre señales

El 15 de marzo de 1915 El Comercio publicó una crónica completa de una de las prácticas que el Palacios efectuó en Ancón, comentando la curiosidad que despertaba entre la gente .

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LOS SUMERGIBLES FERRÉ Y PALACIOS

Entre 1915 y 1919 se dictaron en la Escuela Naval conferencias sobre navegación submarina, minas y torpedos, confiando en que, eventualmente, tales materias pasarían a formar parte de una escuela superior de marina .

para cuando los submarinos “navegan en inmersión y en superficie”. El primero de estos manuales fue impreso dos años más tarde bajo el título Los sumergibles Laubeuf tipos S.C. 1 y 2 (Lima, Imp. El Progreso Editorial, 1916). El segundo de ellos establecía diversas medidas de seguridad y fijaba una zona de ejercicios en la rada del Callao, conteniendo también otras disposiciones como la que señalaba la obligatoriedad de acompañar a los sumergibles en inmersión con un bote donde fuera visible “la bandera de inmersión y a popa, en el lugar correspondiente al pabellón nacional, una bola blanca”. Comprensiblemente, la Armada Peruana tenía entonces muy pocas señales aplicables al uso de sumergibles, además de las inteligencias, o bandera de identificación, de cada buque a las que se sumaban unas pocas incluidas en los planes vigentes referidas a los torpedos, sin fijar norma alguna para su navegación. Entre 1915 y 1919 se dictaron en la Escuela Naval conferencias sobre navegación submarina, minas y torpedos confiando en que eventualmente tales materias pasarían a formar parte de una escuela superior de marina en la que los oficiales se especializarían en determinadas ramas de la actividad naval. En ese contexto, el 1° de febrero de 1916, se fijaron algunas pautas para normalizar la instrucción referida a los submarinos, estableciendo que los oficiales que desearan adquirir esa especialidad fuesen destinados por el Estado Mayor General de Marina a ocho meses de preparación. Parte de la instrucción sería teórica, a cargo del Jefe de la Estación de Sumergibles y otra práctica a cargo de los comandantes de los sumergibles. LA BAJA DE LOS SUMERGIBLES Las baterías de los sumergibles, esenciales para que contaran con energía en inmersión, debían ser reemplazadas cada cinco años. Lamentablemente, debido al estallido de la Primera Guerra Mundial no fue posible cambiarlas, por lo que la vida operacional de las naves se vio muy afectada. Ya en 1916 el comandante del Palacios dejaba entrever tal situación, señalando que operar en esas condiciones podía poner en riesgo tanto a su nave como los hombres que la tripulaban. Pese a ello, los sumergibles continuaron operando y en 1919, luego de ser sometidos a diversos trabajos en el dique, se estimó conveniente solicitar opiniones técnicas para decidir si se debía invertir más fondos en su mantenimiento y reparación. En 1920, ya con la misión naval norteamericana en funciones, se determinó suspender los ejercicios de inmersión, y en abril del siguiente año una comisión dictaminó que no era recomendable continuar invirtiendo en ellos debido a que, por su tipo y antigüedad, ya no serían útiles. En setiembre de ese año, se dispuso su desarme definitivo, permaneciendo con dotación reducida en la Estación de Sumergibles ubicada en el Apostadero de San Lorenzo hasta junio de 1922. En fecha posterior, el casco del Ferré fue llevado a Ancón para que sirviera de blanco en los ejercicios de tiro de los hidroaviones y eventualmente se hundió en dicha rada. Se sabe que en octubre de 1926 el comerciante chalaco Horacio Puccio solicitó y obtuvo permiso para reflotarlo. Por otro lado, el Palacios permaneció en San Lorenzo hasta agosto de 1925, cuando fue vendido a la casa comercial Canelo Merani y Cía. por la suma de 150 libras peruanas. En la autorización de venta se estableció que ese monto fuese destinado a cubrir parte de los gastos de adquisición de los sumergibles que se estaban construyendo en Estados Unidos, tema que veremos en el siguiente capítulo.

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Un sumergible navegando con la Escuadra (pintura an贸nima).

El Ferr茅 fondeado en el Callao. / 45


LOS SUBMARINOS “R” La Primera Guerra Mundial marcó un hito en el desarrollo de los submarinos y de la guerra submarina. Los principales avances fueron alcanzados por Alemania, cuya armada imperial comenzó a dar mayor importancia a este tipo de unidades

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John Philip Holland, diseñó y construyó el primer submarino operacional de la Armada Norteamericana.

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omo ya se mencionó, la perseverancia de John Philip Holland le permitió en 1897 lanzar en Elizabethport, New Jersey, un submarino de 74 toneladas y 54 pies de eslora que finalmente satisfizo las expectativas de la armada norteamericana. Pero este proceso le tomó tres años no exentos de fracasos, superados gracias al apoyo financiero del abogado Isaac Rice, quien le dio dimensión empresarial al proyecto al crear la Electric Boat Company fusionando la Holland Torpedo Boat y la Electric Launch. Con mucho empeño, la nueva empresa logró su primer encargo de la armada norteamericana en abril de 1900, dando inicio a la construcción de una serie de unidades de ese tipo tanto dentro como fuera del país. Para ello subcontrató a varios astilleros y fabricantes, elaborando solo los artefactos clave y operando una planta para las pruebas finales. En 1911, casi al concluir su mandato, y con los sumergibles Ferré y Palacios en construcción, el Presidente Leguía se contactó con la Electric Boat Company para construir ocho submarinos del tipo Holland que, sumados a los dos franceses formarían una considerable fuerza disuasiva. Rápidamente se suscribió un contrato que ascendía a 912,500 libras peruanas, pagándose un adelanto de 50,000 libras, y se dispuso que el Capitán de Fragata Ernesto Caballero y Lastres y el Capitán de Corbeta ingeniero Edilberto Perales, quienes venían supervisando la construcción de los sumergibles, viajaran a Estados Unidos para cumplir similar función con las naves que debía construir la Electric Boat. Caballero y Lastres zarpó de Cherburgo a Newport el 15 de junio de 1912, y es probable que Perales viajara con él. Poco después de iniciado el gobierno de Guillermo Billinghurst comenzaron las críticas a los compromisos financieros asumidos por su predecesor, que incluían los recursos para la construcción de los submarinos Holland, pues habían sido comprometidos sin aprobación del Congreso. Como resultado de ello, se canceló el contrato y se recuperaron 45,000 libras del adelanto. Tal actitud generó diversas protestas, entre ellas la del Diputado Rafael Grau Cabero, quien señaló que Chile había adquirido los sumergibles encargados por el Perú (en realidad habían contratado la construcción del Iquique y el Antofagasta meses antes del compromiso peruano). La Primera Guerra Mundial marcó un hito en el desarrollo de los submarinos y de la guerra submarina. Los principales avances fueron alcanzados por Alemania, cuya armada imperial comenzó a dar mayor importancia a este tipo de unidades sabiendo que su flota de alta mar no podría batir a sus pares británica y francesa. Fueron los alemanes los primeros en emplear los submarinos de manera ofensiva, y después de la Batalla de Jutlandia (31 de mayo de 1916) lo hicieron de forma masiva y sin restricciones. La influencia de las ideas del Capitán


(FUENTE: BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ)

Capitán de Fragata Ernesto Caballero y Lastres en el submarino norteamericano Salmon, 1912.

de Navío norteamericano Alfred T. Mahan en la marina alemana se habían traducido en sucesivos programas de construcción naval planteados por el almirante Alfred von Tirpitz desde 1897, destinados a lograr una gran flota de superficie capaz de oponerse a la flota británica. Este planteamiento varió en 1906 al construirse en Kiel el primer unterseeboot basado en un modelo francés ya empleado por el mismo astillero para construir tres unidades para Rusia. Este tardío inicio le dio la ventaja de llegar a la Primera Guerra Mundial con submarinos más modernos que sus contrincantes y que superaban las deficiencias de muchos de ellos. Al estallar la guerra, en julio de 1914, los británicos contaban con más submarinos que los alemanes, pero estos últimos eran más eficientes y de tres tipos básicos: costeros, oceánicos y minadores. Gracias a la velocidad relativamente elevada que sus diseñadores habían logrado, podían entrar en inmersión cerca de sus objetivos, que eran atacados cada vez más lejos de costa. Su empleo más eficiente era contra buques mercantes desprevenidos y aislados, convirtiéndose en una verdadera amenaza a la logística de guerra británica, absolutamente dependiente de las rutas marítimas. El Almirantazgo Británico tardó más de dos años en dar una respuesta eficaz / 47


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a la amenaza submarina, restableciendo en 1917 el viejo sistema de convoyes y asignando cada vez más unidades navales para proteger el tráfico mercante. Casi al final del conflicto aparecieron los primeros sonares, conocidos como asdic, se desarrollaron técnicas de navegación en zig zag y se elevó la velocidad de los destructores; sin embargo, ya los submarinos habían introducido un cambio sustantivo en la guerra en el mar. El intento de Pro Marina La Asociación Pro Marina tuvo un destacado papel en la campaña nacional que llevó a la adquisición de los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi, así como en la de los sumergibles Ferré y Palacios en 1910. Luego que estos últimos arribaran al país, el Capitán de Corbeta César A. Valdivieso propuso que la Asociación recaudara fondos para dotar a la Armada con más unidades de ese tipo. La guerra mundial lo impidió, pero se retomó el tema a comienzos de 1919 convocando una nueva colecta nacional con ese fin. En agosto de ese año se pidió la opinión de una comisión presidida por el Capitán de Navío Juan M. Ontaneda, y a finales de año se solicitaron propuestas a diversos astilleros. Respondieron la casa Schneider y la casa Ansaldo San Giorgo, resultando la de esta última más convincente. A principios de 1920, la Asociación suscribió un contrato para la construcción de dos sumergibles de 430 toneladas, pagando dos millones de liras como adelanto. Por la misma fecha, la directiva de Pro Marina pidió al titular del recién establecido Ministerio de Marina que una comisión evaluara la propuesta y determinara si los submarinos encargados eran los más convenientes para nuestra defensa. La respuesta del Ministro Ontaneda, quien había presidido la comisión de 1919, fue lapidaria, señalando que no autorizaba la adquisición que pretendían hacer puesto que era competencia del Estado y no de una entidad privada, determinar los medios de defensa que requiere la nación. Pese a ello, la Asociación comisionó al Capitán de Fragata Juan Althaus, quien se encontraba temporalmente fuera del servicio, para que inspeccionara los submarinos. Su informe señaló que los sumergibles habían sido lanzados en noviembre y que se podía proceder a la compra. En esa época entró en funciones la Misión Naval Norteamericana, asumiendo sus miembros importantes cargos en la Armada Peruana, entre ellos la jefatura del Estado Mayor General, máximo cargo institucional. En esas circunstancias, la Armada designó una comisión técnica que revisó las características de las unidades contratadas y, hallándolas inadecuadas para las necesidades institucionales, recomendó desaprobar el contrato e iniciar gestiones para recuperar los fondos comprometidos. Por ello, el gobierno intervino los fondos que la Asociación Pro Marina tenía en el Banco Italiano de Lima e inició una larga negociación con la firma Ansaldo San Giorgo, que cursó una demanda por incumplimiento de contrato que finalmente fue resuelta en marzo de 1925, cuando se cancelaron los intereses y la indemnización pactada.

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Los contratos con la Electric Boat En 1919 Augusto B. Leguía inició un nuevo gobierno que habría de prolongarse hasta 1930. En esos once años, el Perú viró de manera notoria en su norte económico, político, ideológico y militar, disminuyendo la influencia de una Europa golpeada por largos años de guerra mientras que un pujante Estados Unidos acrecentaba su presencia en Sudamérica. En el contexto local, para reformar a la Armada, contrató una misión naval norteamericana, la cual estuvo formada por un grupo reducido de oficiales a los que se encomendaron los más importantes cargos institucionales (jefatura del Estado Mayor General de Marina, comandancia de la Escuadra, así como la dirección de la Escuela Naval). Tal política se mantuvo durante todo el gobierno de Leguía, y aunque hubo alguna oposición inicial, la actuación de la misión naval, en conjunto, resultó muy positiva para la institución naval peruana. En noviembre de 1923, el Ministro de Marina Juan Manuel La Torre efectuó en el Congreso una descarnada exposición sobre la situación de la Armada, señalando el mal estado en que se encontraban los pocos medios disponibles, consistentes en los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi, la cañonera Lima y el cazatorpedero Teniente Rodríguez. Casi simultáneamente presentó un plan de acción de emergencia para superar esa situación, en el cual, a sugerencia del Jefe de la Misión Naval Norteamericana, recomendaba adquirir seis submarinos, seis destructores y veinticinco hidroaviones, así como construir edificios para almacenaje y alojamiento para el personal en el apostadero, centros de reparaciones y un ferrocarril ribereño, así como llevar a cabo algunos cambios estructurales en la Escuela Naval. Esta propuesta llevó a realizar rápidas negociaciones con la Electric Boat Company, firmándose el 11 de abril de 1924 un contrato para la construcción de dos submarinos tipo R y de una base para submarinos que incluía un varadero, así como la adquisición de veinticuatro torpedos de 21 pulgadas Bliss-Leavitt Mk 10, por un total de 3.1 millones de dólares. Durante la Primera Guerra Mundial, la Electric Boat había adquirido una notable experiencia al construir casi setecientos submarinos para Estados Unidos y Gran Bretaña, siendo los submarinos encargados por el Perú los primeros que construyó tras ese conflicto bélico. Los submarinos contratados eran un poco menores que los tipo S de la armada norteamericana, con una eslora de 56.7 metros, 5.8 de manga y 6 de puntal. En superficie desplazaban 573.8 toneladas, la que aumentaba a 775 en inmersión. Su casco resistente les permitía alcanzar una máxima profundidad de 70 metros. Por armamento llevaban 8 torpedos que podían ser lanzados a través de 4 tubos en proa, además de un cañón Cockerill de 3” y 50 calibres en proa y una ametralladora antiaérea Harzen de 7 mm. Para facilitar su maniobra de ataque se les dotó de un sistema de audífonos en proa y de un sistema de comunicación bajo el agua. Asimismo, el problema de la estabilidad del submarino al efectuar un lanzamiento de torpedo fue solucionado incorporando tanques de compensación. El sistema de propulsión consistía en dos motores diesel Neselco de 800 H.P. y dos motores eléctricos con 1,000 B.H.P., que le permitían desarrollar en inmersión una velocidad máxima de 9.6 nudos, durante una hora, y 3.48 nudos de manera sostenida; y una máxima velocidad en superficie de 14.5 nudos. La capacidad de sus tanques de petróleo (10,640 litros) les daba un radio de acción en superficie de 9,074 millas. El sistema de gobierno era eléctrico y la torre de cada submarino contaba con un mástil para las antenas de radio rebatibles y dos periscopios de 21 pulgadas.

La Asociación Pro Marina tuvo un destacado papel en la campaña nacional que llevó a la adquisición de los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi, así como en la de los sumergibles Ferré y Palacios en 1910.

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Capitán de Fragata Enrique Monge, presidió la comisión de construcción del R-1 y R-2.

El plan propuesto por el Ministerio de Marina consideraba adquirir seis unidades de este tipo, pero solo se llegaron a contratar cuatro, las ya señaladas y otras dos ordenadas en octubre de 1926, con un costo total de 5’785,987 dólares. Las negociaciones iniciadas en 1929 por el tercer par de submarinos fracasaron luego de ser depuesto el Presidente Leguía y la gran crisis económica mundial que estalló con la caída de la Bolsa de Valores de Nueva York. Las obras de los dos primeros submarinos se iniciaron el 25 de febrero de 1925, cuando se colocó la quilla de ambas naves en una breve ceremonia amadrinada por la hija del Presidente Leguía. Una comisión, formada por el Capitán de Fragata Enrique Monge y el Capitán de Corbeta ingeniero Humberto Castañeda, viajó a Connecticut en mayo de 1925 para supervisar los trabajos. Luego lo hicieron los oficiales que dotarían las unidades y ochenta oficiales de mar que debían prepararse en el manejo de las nuevas unidades y conformar luego sus dotaciones. Poco antes de emprender el viaje hacia el Callao, se incorporó a la comisión al Capitán de Corbeta Emory D. Stanley, miembro de la Misión Naval Norteamericana, como inspector en servicio especial. El R-2 fue lanzado en el río Thames a las 10:55 del 29 de abril de 1926 desde un astillero en Groton, perteneciente a una subsidiaria de la Electric Boat Company. Al evento asistieron unas mil quinientas personas. El mando de la nave fue confiado al Capitán de Corbeta José R. Alzamora. El R-1 fue lanzado el 12 de julio de ese mismo año, asumiendo el mando el Capitán de Corbeta Pablo Ontaneda Mesones. Poco antes, el 28 de junio de 1926, fue restablecida la Escuadrilla de Sumergibles, y el 6 de setiembre de ese mismo año se creó la División de Submarinos, integrada por el Lima como buque auxiliar, y los flamantes R-1 y R-2. El mando de la Escuadrilla y luego de la División le fue encomendado al Capitán de Fragata Enrique Monge.

Puesta de la quilla del R-1, 25 de febrero de 1925. La madrina fue Isabel Leguía, hija del Presidente Augusto B. Leguía.

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Afirmado del pabellón nacional en el R-2.

Tras concluir sus pruebas finales en Groton, ambos submarinos zarparon hacia el Callao el 20 de noviembre de 1926, trayendo a bordo a los integrantes de la comisión y a algunos representantes de la firma constructora. Tras hacer escala en la estación de submarinos norteamericana de Coco Solo y cruzar el Canal de Panamá, el R-1 y el R-2 arribaron al Callao la mañana del domingo 12 de diciembre de 1926. Su presencia en la rada chalaca dio lugar a diversas muestras de júbilo, mereciendo un voto de aplauso por parte de la Cámara de Diputados. Poco después de su arribo, en el verano de 1927, ambos submarinos zarparon con los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi para llevar a cabo algunos ejercicios de “aproximación y ataque” y visitar varios puertos centroamericanos. Durante uno de estos ejercicios, llevado a cabo frente a las islas Perlas, el Almirante Grau y el R-1 colisionaron, por lo que tuvieron que ser sometidos a reparaciones de emergencia en la base norteamericana de Balboa. La comisión encargada de supervisar la construcción de los siguientes dos submarinos fue nombrada a finales de 1927 y partió hacia Groton el 1º de abril del siguiente año. La presidía el Capitán de Navío Tomás M. Pizarro, y contaba entre sus miembros con el Capitán de Corbeta ingeniero Humberto Castañeda, quien había participado en la comisión anterior, y con las dotaciones iniciales de los que habrían de ser el R-3 y el R-4. Los marinos peruanos cumplieron una intensa labor en los astilleros de la Electric Boat, donde el R-3 fue lanzado al mar ese mismo mes de abril, siendo seguido un mes más tarde por el R-4. Poco después, ambas unidades fueron incorporadas al servicio naval peruano pasando a constituir la Segunda División de Submarinos. Al mando del Capitán de Navío Pizarro, embarcado en el R-4, zarparon del puerto de construcción hacia Colón el 17 de octubre de 1928, a donde arribaron una semana más tarde. Ahí se hicieron algunos ajustes a los motores y poco después continuaron su navegación hacia el Callao, a donde ingresaron el lunes 5 de noviembre.

Capitán de Corbeta Pablo Ontaneda Mesones, primer comandante del R-1, 1926.

Capitán de Corbeta José Alzamora Freundt, primer comandante del R-2 ,en 1926, y del R-4, en 1928.

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Lanzamiento del R-4.

Lanzamiento del R-3.

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Primera dotaci贸n del R-4.

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División de Submarinos , incluido el Lima.

A fines de 1928 los cuatro submarinos se constituyeron en una sola división, con el Lima como buque nodriza, contando con un miembro de la Misión Naval Norteamericana como asesor, primero el Capitán de Corbeta Henry P. Burnett y desde abril de 1930 el Capitán de Fragata James P. Compton. Estos oficiales contribuyeron no solo a mejorar el servicio de submarinos sino también a difundirlo en diversos foros como la Escuela Superior de Guerra Naval, que comenzó a funcionar ese mismo año en base a conferencias dictadas por los integrantes de la Misión Naval Norteamericana. La División también contaba con un oficial ingeniero, el ya mencionado Capitán de Corbeta Castañeda, quien había participado en las dos comisiones de inspección. Pronto comenzaron a aparecer reglamentos y manuales de operación, entre ellos el de descripción, operación y mantenimiento del torpedo Bliss Leavitt Mk10, elaborado por el Teniente Primero Manuel R. Nieto y publicado en 1927, reemplazado diez años más tarde por uno elaborado por el entonces Capitán de Corbeta Fernando Romero Pintado. Un año antes había aparecido el trabajo del Capitán de Fragata Antonio Saldías Maninat, inspector de la fabricación de esos torpedos en 1925, titulado Estudios sobre torpedos y enseñanzas para la guerra naval. Por su parte, en 1928 el ya Capitán de Fragata Burnett presentó un manual de instrucciones de ataque para submarinos que entró en vigencia luego de ser aprobado por una junta presidida por el Capitán de Fragata José R. Gálvez. Dicho manual fue sustituido diez años más tarde por el de aproximación y ataque preparado por la Escuela de Submarinos.

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Entre las actividades de la División de Submarinos merecen destacarse los cruceros llevados a cabo en los meses de verano, que durante muchos años incluyeron una visita al puerto de Balboa, en Panamá, donde se limpiaban sus cascos. Este tipo de trabajos continuó efectuándose en Panamá, pero en setiembre de 1931 se puso en servicio una rampa para varar submarinos en la isla San Lorenzo. En 1930 los cuatro submarinos tomaron parte en la visita que la Escuadra llevó a cabo a Valparaíso, poco después de la suscripción del Protocolo de 1929 entre Perú y Chile que definía la situación de las provincias de Tacna yArica, y sentaba las bases para el cumplimiento definitivo del Tratado de Ancón que había puesto fin a la Guerra del Pacífico. La presencia de los submarinos peruanos despertó el natural interés de los marinos chilenos. Sucesos de 1930-1933 La Armada Peruana no estuvo al margen de los sucesos políticos que conmocionaron al país entre 1930 y 1933. El primer capítulo de este drama fue el levantamiento del Teniente Coronel Luis M. Sánchez Cerro en Arequipa contra el gobierno de Leguía en agosto de 1930. Como respuesta, el Presidente envió al sur una fuerza naval para evitar que la revolución se expandiese a otras partes del país. Al mando del Capitán de Navío Tomás Pizarro e integrada por el crucero Coronel Bolognesi, la cañonera Lima y los submarinos R-3 y R-4, esta fuerza debía bloquear el flanco de mar de los rebeldes y establecer un aeropuerto en la zona de Ilo, pero el gobierno de Leguía colapsó antes de que pudiera cumplir su cometido, retornando a puerto el 26 de agosto. En febrero de 1931 estalló una nueva rebelión en Arequipa, buscando esta vez derrocar a Sánchez Cerro. Para combatirla, el gobierno embarcó a la II División de Infantería en dos naves de la Compañía Peruana de Vapores que debían ser escoltadas por la Escuadra. Era el preludio a una sangrienta guerra civil y la Armada no estuvo dispuesta a contribuir al derramamiento de sangre entre peruanos. A bordo del Almirante Grau se reunieron oficiales representantes de todas las unidades, conviniendo detener la marcha del convoy en Pisco. La División de Submarinos participó en esta actitud institucional en defensa de la paz interna, y zarpó del Callao con las otras unidades que estaban en puerto. Desde Pisco se entablaron negociaciones con Lima y Arequipa, evitando una lucha fratricida y ocasionando la dimisión de Sánchez Cerro. Todas las unidades navales retornaron a su puerto base los primeros días de marzo. En el verano de 1932, los dos cruceros y los cuatro submarinos emprendieron el viaje de instrucción correspondiente a ese año, tocando en varios puntos de litoral y en Balboa, donde realizaron diversos trabajos de mantenimiento. En Panamá se encontraba un grupo de congresistas apristas que habían sido deportados del país, quienes aprovecharon la visita de los buques peruanos para hacer proselitismo entre sus tripulaciones. Como resultado de ello, el 7 de mayo de 1932, poco después del regreso de los buques al Callao, se produjo un levantamiento que se inició a bordo de uno de los cruceros y logró que se le sumaran otras naves de superficie hasta que su cabecilla intentó capturar el submarino R-4, donde fue reducido por el Oficial de Mar de guardia en cubierta. Ante estos hechos, el Capitán de Navío Carlos Rotalde, Comandante General de la Escuadra, se embarcó en el mencionado submarino y zarpó con la firme determinación de sofocar la rebelión.

En 1930 los cuatro submarinos tomaron parte en la visita que la Escuadra llevó a cabo a Valparaíso.

Capitán de Navío Tomás Pizarro Rojas, presidió la comisión de inspección para la construcción del R-3 y R-4.

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Vista aérea de un o de los R navegando con unidades de la escuadra.

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La presencia del R-4 en el fondeadero, izando la insignia del Comandante General de la Escuadra, hizo perder el ánimo a las tripulaciones amotinadas y todos los buques se sometieron a su autoridad, excepto el crucero Coronel Bolognesi, donde se había iniciado el movimiento. En actitud desafiante, el crucero aprestó sus cañones para disparar contra el R-4, pero la dotación de este último logró adelantarse e impactar algunos proyectiles de su solitario cañón en el crucero, llevándolo a escorar violentamente y a dar por terminada la rebelión. Los oficiales detenidos a bordo fueron liberados, logrando controlar la avería y evitar mayores peligros al buque. Los actos de mayo de 1932 plantean una interrogante: ¿por qué las dotaciones de los submarinos no se plegaron a la rebelión? Es difícil dar una respuesta categórica, pero hay que considerar que tenían dotaciones bastante reducidas y menor proporción de marinería comparados a los otros buques de la Escuadra. Quizá por ello sus dotaciones tenían un mayor espíritu de cuerpo que sus compañeros en las unidades de superficie, generado en parte por haber sido una de las primeras calificaciones o especialidades en la Armada, anteponiendo los intereses de sus unidades y sus hombres a cualquier otra consideración. Esa actitud se repetiría en 1948, cuando una nueva revolución conmocionó a la Armada. En julio de 1932 se produjo el levantamiento aprista en Trujillo, siendo constituida una fuerza de tarea formada por el crucero Almirante Grau y los submarinos R-1 y R-2. Esta fuerza debía conducir al Batallón de Infantería N.° 27 hacia Chimbote y Salaverry. Con apoyo de la aviación naval estacionada en Chimbote, el batallón controló la situación. En esa misma época sobrevino el conflicto con Colombia, ocasionado por la toma de Leticia por parte de un grupo de compatriotas. Como se verá en el capítulo sobre aspectos operacionales, los cuatro submarinos R tomaron parte en las operaciones navales que dicho conflicto conllevó, actuando tanto en el Pacífico como en el Atlántico. Entre 1934 y 1935 los cuatro submarinos viajaron a Filadelfia para su primer cambio de baterías. Para ello se conformaron dos grupos, ambos bajo el mando del Capitán de Fragata José R. Alzamora; el primero constituido por el R-1 y el R-2; y el segundo por las otras dos unidades. El cambio de baterías lo realizó la casa constructora de las mismas, The Electric Storage Battery, en el Cramps Yard, un viejo astillero fuera de servicio.


Uno de los R en el varadero de la Isla San Lorenzo , sometido a trabajos de mantenimiento y reparación.

Entrenamiento Luego del arribo de los primeros submarinos, la Misión Naval Norteamericana incorporó algunos oficiales de esa especialidad, siendo el primero el Capitán de Corbeta Henry Poynter Burnett, contratado en 1927 como jefe ayudante en submarinos y torpedos. En 1929 se establecieron competencias anuales entre los diversos tipos de buques de la Escuadra, fijando distintivos de eficiencia en ejercicios de combate, torpedos y artillería, así como en desempeño de comunicaciones y de las plantas de ingeniería. Para el caso específico de los submarinos, el Contralmirante Alfred Howe, Jefe de la Misión Naval Norteamericana, donó un trofeo consistente en un escudo de plata con la leyenda “Trofeo de Ingeniería en Submarinos”, el que sería colocado en un lugar prominente de la unidad ganadora. La competencia tomaba en cuenta el combustible consumido por milla navegada y la cantidad de energía eléctrica generada, asignando puntaje a favor y en contra en atención al cumplimiento de las reglamentaciones. En octubre de ese mismo año se otorgaron los primeros trofeos, recibiendo el comandante del R-4 el de eficiencia de combate, el de artillería y torpedos, y el de ingeniería, de manos del Presidente Leguía, del Contralmirante Howe y del Contralmirante Augusto Loayza, Ministro de Marina, respectivamente. Por su parte, el comandante

Las dotaciones de los submarinos fueron fundamentales para controlar la crisis que se desató en mayo de 1932.

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Estación de trimado del R-3.

En su primer año de operación con las cuatro unidades, las actividades de la División de Submarinos fueron como para dejar sin aliento a las más entrenadas dotaciones.

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del R-3 obtuvo el premio de ingeniería, entregado por el director de comunicaciones de la Marina. Estos premios respondían a los resultados de una serie de pruebas trimestrales, que entre otros aspectos consideraban navegar doce horas en superficie a velocidad de crucero y entrar en inmersión rápida en 65 segundos, navegando en esa condición a toda velocidad hasta descargar completamente las baterías, emerger, cargar baterías y constituirse en su respectivo fondeadero. La prueba se iniciaba con un aviso previo de media hora. En su primer año de operación con las cuatro unidades, las actividades de la División de Submarinos fueron como para dejar sin aliento a las más entrenadas dotaciones. Una idea de las mismas la brinda el entonces Alférez de Fragata Fernando Romero Pintado, quien en enero de 1930 escribió un artículo en la Revista de Marina, bajo el seudónimo de Bartolomé Ruiz y con el título “¿Debe ud. servir en submarinos?”, en el que consigna el calendario de actividades de 1929 de la siguiente manera: Del 2/1 al 31/3, crucero de verano; del 1/4 al 31/4, inmersiones diarias; del 1/6 al 28/6, desmontaje y montaje de máquinas en la Base Naval de San Lorenzo; del 7/7 al 28/7, viaje a Balboa para carena, y regreso; del 5/8 al 12/9, preparación ejercicio - entrenamiento apuntadores - ejercicio; del 12/9 al 26/9, inmersiones diarias - preparación inspección trimestral - inspección; del 26/9 al 30/9, preparación pruebas de eficiencia trimestrales; del 30/9 al 3/10, pruebas de eficiencia; del 3/10 al 30/10, ejercicios tácticos, inmersiones diarias. Ese exhaustivo entrenamiento tuvo su primera prueba en condiciones de guerra en julio de 1941, cuando estalló un nuevo conflicto con Ecuador que concluyó en pocas semanas con un claro triunfo peruano. Las cuatro unidades de la División de Submarinos participaron en estas operaciones, destacando la actuación del comandante de la misma, Capitán de Fragata Mariano Melgar Conde, quien asumió el mando de la base avanzada de Puerto Pizarro, desde la cual el R-1 y el R-2 llevaron a cabo un riesgoso reconocimiento de Puerto Bolívar. Finalizado el conflicto con Ecuador, las fuerzas navales peruanas se vieron comprometidas en el esfuerzo de defensa hemisférica, empeñándose esencialmente en la protección de Talara, tema que se desarrolla como más extensión en un capítulo posterior. En ese contexto, en 1944, los cuatro submarinos fueron sometidos a mantenimiento en las instalaciones navales norteamericanas en la Zona del Canal. Viajaron primero el R-1 y el R-2, formando una sección al mando del Capitán de Corbeta Federico Salmón de la Jara, comandante de la segunda de estas naves. Rememorando esa época, Salmón de la Jara indicó que permanecieron seis meses en la base de Coco Solo, realizando un recorrido integral que incluyó someter los cascos al proceso del degaussing contra minas magnéticas, cambio de baterías, adaptación del sistema de giro de ángulo de torpedos en los tubos lanzadores, instalación de camisas en los cilindros de las máquinas diesel, rebosamiento en el sistema de cierre de escotillas e instalación de la boya de identificación para caso de hundimiento. A su retorno, zarparon en demanda de Balboa el R-3 y el R-4, al mando del Capitán de Corbeta


Ese exhaustivo entrenamiento tuvo su primera prueba en condiciones de guerra en julio de 1941, cuando estalló un nuevo conflicto con Ecuador que concluyó en pocas semanas con un claro triunfo peruano. Los R empavesados en la Base Naval del Callao.

Edgardo Llosa, comandante del primero de los mencionados. Les efectuaron trabajos similares y retornaron al Callao seis meses más tarde. Casi medio siglo después, Salmón de la Jara recordaba de esa experiencia que otro gran beneficio obtenido fue la práctica con el instructor de ataque con que contaba esa base y que permitió una ingeniosa y hábil adaptación de uno, que poco después se instaló en nuestra estación de submarinos, con material fabricado y adaptado por nuestro personal, gran parte del cual provenía de equipos usados, utilizándose los periscopios de los antiguos sumergibles. Este esfuerzo y demostración de habilidad e ingenio se realizó bajo la dirección del Capitán de Corbeta Alberto Ascenso, mejorando la calidad del entrenamiento. Durante este período, los comandantes de los submarinos asistieron a cursos de entrenamiento en táctica avanzada en la Estación de Submarinos de Coco Solo. Además de ponerse al día con los métodos de guerra submarina que se estaban desarrollando en distintos teatros de operaciones, entablaron amistad con algunos oficiales norteamericanos que habían destacado en la guerra y que serían figuras notables en el período posterior. La modernización de los cuatro submarinos La Segunda Guerra Mundial generó avances en la guerra submarina, llevando a las autoridades navales peruanas a suscribir un nuevo contrato con la Electric Boat para incrementar y modernizar las capacidades de nuestras unidades. Los cuatro submarinos zarparon del Callao en demanda de New London el 8 de abril de 1950. La formación, al mando del Capitán de Fragata Salmón de la Jara a bordo del R-4, recaló en Talara y cruzó el Canal de Panamá, enfrentando tres días de mal tiempo en el Caribe antes de arribar a su destino, el 28 de abril. Las naves peruanas fueron recibidas por los más altos dignatarios de la Electric Boat y de la Fuerza de Submarinos del Atlántico, en cuya base permanecieron unos días para desembarcar combustible, torpedos y munición, antes de iniciar los trabajos en el vecino puerto de Groton. La presencia de nuestros submarinos, construidos en los años veinte en una base que albergaba a más de un centenar de los más modernos submarinos del mundo, era de por sí un acontecimiento. A ello se sumaba la emoción de algunos antiguos operarios de la Electric Boat que habían participado en su construcción. Durante ocho meses los submarinos fueron sometidos a un prolijo recorrido de sus máquinas y equipos. Asimismo, se les instalaron radares, audífonos submarinos, equipos para comunicación submarina y para lanzamiento de señales de humo, nuevos sistemas para la escotilla de escape y otros elementos adicionales.

Capitán de Fragata Mariano Melgar, Comandante de la División de Submarinos durante el conflicto con Ecuador, 1941.

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Contralmirante Federico Salmón de la Jara. Hizo una larga carrera en submarinos, siendo Comandante de la División de Submarinos entre 1949 y 1953, y de la Flotilla de Submarinos en 1958.

De esa manera se ponía punto final, a más de tres décadas de historia en el servicio naval peruano, en las que habían constituido una verdadera escuela para nuestros submarinistas y para algunos oficiales y tripulantes de la armada argentina.

Dotación del R-2 y del R-3 en la Estación Naval de Coco Solo , Panamá (26 de enero de 1956).

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También se les reformó la proa, redondeándola para darles mejor desempeño en inmersión y se les calibró el casco resistente, encontrándolos en condiciones aparentes para mantener su máxima profundidad de inmersión, que era de sesenta metros. Adicionalmente, la Armada Peruana recibió una campana de rescate que podía operar a noventa metros de profundidad. Los oficiales y tripulantes se alojaron en la Base de Submarinos de New London, desplazándose diariamente a Groton para supervisar y participar en los trabajos. Mientras los trabajos tenían lugar en el astillero, las dotaciones siguieron un curso intensivo de escape de submarinos hundidos, y realizaron intensas prácticas en la torre de entrenamiento de la base norteamericana; mientras que catorce tripulantes se graduaron en el 58 curso de la Escuela de Submarinos para personal subalterno. Tras un periodo de pruebas en la mar, el 28 de noviembre de 1950 concluyó el recorrido integral de los cuatro submarinos, y dos días después, tras cargar combustible, munición y torpedos, iniciaron su larga travesía hacia el Callao. La emotiva despedida fue presidida por el Comandante de la Fuerza de Submarinos del Atlántico, Contralmirante Stuart S. Murray y por el Presidente de la Electric Boat, O. Pomeroy Robinson, ante la presencia de numerosos marinos norteamericanos y trabajadores del astillero, así como de representantes diplomáticos y consulares peruanos. La travesía se inició con tres agitados días en el Caribe, arribando al puerto de Colón el 7 de diciembre. Dos días después, ya en aguas del Pacífico, las cuatro naves pusieron proa hacia el Callao donde, el 16 de diciembre, fueron recibidos por el Ministro de Marina, diversas autoridades navales y familiares de las dotaciones. En el Callao, la División de Submarinos inició un intenso período de actividades que el Contralmirante Salmón refiere como posiblemente el más dinámico y avanzado de toda su vida... cumpliendo con un avanzado manual de operaciones submarinas para ejercicio de aproximación y ataque de blancos de alta velocidad –se utilizaban los destructores escolta y los cruceros navegando en zigzag–, prácticas de lanzamiento de torpedos intensivas, alcanzándose lanzamientos en haz con excelentes resultados, con una casi absoluta seguridad en la recuperación de los torpedos. La baja de los R En 1957, luego que se adquirieran e incorporaran al servicio los cuatro submarinos clase S, se cambió de nombre a los antiguos R pasando a denominarse de la siguiente manera: Islay (ex R-1), Casma (ex R-2), Pacocha (ex R-3) y Arica (ex R-4). En junio del siguiente año, una junta técnica estudió el estado de los submarinos tipo R, opinando que era conveniente retirarlos del servicio activo dada su antigüedad, excesivo desgaste de sus cascos, poca confiabilidad de sus baterías y la inexistencia de repuestos para sus motores, entre otros factores. Pese al pedido de reconsideración que elevó al Comandante de la Flotilla, Capitán de Navío Salmón de la Jara, sugiriendo no proceder a la baja sino a su reemplazo, la recomendación de la junta fue aprobada y el 29 de octubre de 1958 se dispuso su baja del servicio. Sus cascos, junto con los de los viejos cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi, y los antiguos Ríos, Inambari y Pariñas, fueron cambiados a la firma norteamericana Korody Marine Corporation por tres patrulleras de combate destinadas a servir en los esteros del norte del país. El 29 de mayo de 1959 fueron remolcados fuera del Muelle de Submarinos, quedando a disposición de la firma mencionada. La ceremonia de despedida de estas unidades fue profundamente emotiva para los integrantes de la Flotilla de Submarinos, como bien lo indica el editorial de la Revista de Marina de esa fecha: “a una voz, todo el mundo se llevó la mano al costado de la visera con la reverencia con que se saluda a un héroe…, luego vinieron los hurras”. De esa manera se ponía punto final a más de tres décadas de historia en el servicio naval peruano, en las que habían constituido una verdadera escuela no solo para nuestros submarinistas sino también para algunos oficiales y tripulantes de la armada argentina.

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LOS SUBMARINOS TIPO “S” Era necesario renovar los medios navales, y los submarinos fueron considerados prioritarios.

...la renovación de medios navales siempre resulta compleja por los costos que implica, lo que se torna más agudo en países que atraviesan por periodos de inestabilidad política, como era el caso del Perú de aquellos años.

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as lecciones de la Primera Guerra Mundial llevaron a mejorar de manera sustancial el diseño de los submarinos alemanes, produciendo unidades cada vez más grandes y veloces, con creciente autonomía, casco con mayor resistencia y por ende capaces de operar a mayores profundidades. La aparición del radar y el dominio aéreo que los aliados alcanzaron, especialmente después del ingreso de Estados Unidos a la guerra, llevó a que los alemanes adoptaran el uso del schnorkel, pequeño mástil utilizado por la marina holandesa que permitía tomar aire para sus máquinas diesel sin necesidad de salir a superficie. En forma simultánea, las armas submarinas y antisubmarinas fueron mejoradas, los sistemas de control de tiro se hicieron más elaborados, los sonares fueron dotados con mayor sensibilidad, mientras que los lanzadores múltiples de cargas submarinas hacían más temibles los ataques lanzados desde la superficie. Si bien los japoneses, británicos y norteamericanos llevaron a cabo también algunas mejoras en el diseño de sus submarinos, fueron los alemanes los que tomaron la delantera en este esfuerzo, alcanzando su punto culminante al final de la guerra con el tipo XXI, diseñado por Helmut Walter. Tras la rendición alemana, los aliados capturaron algunos de estos submarinos, cuya alta velocidad habría podido causar serios problemas a los convoyes aliados y a sus escoltas, y en base a ellos elaboraron diversos diseños. A efectos del presente capítulo nos interesa de manera particular conocer lo que sucedió en Estados Unidos. A principios de la guerra, los norteamericanos iniciaron un programa de construcción de setenta y tres submarinos tipo Gato, seguidos por ciento treinta y dos unidades tipo Balao. Una tercera clase de submarino, el Tench, fue dotado con un casco más resistente aún. Todos ellos eran submarinos de largo alcance, dotados de torres quizá demasiado grandes para el Atlántico o el Mediterráneo, pero no para el principal teatro marítimo norteamericano, el Pacífico, donde los aliados lograron alcanzar un claro dominio aéreo. A finales de la guerra, diseñaron un submarino de ataque de alta velocidad bajo el agua, el Guppy (Greater Underwater Propulsive Power), que llegó a superar los veinte nudos en inmersión. Sobre la base de ese concepto se llegó al primer submarino nuclear, el Nautilus, construido a escasos doscientos metros de las gradas donde se construyeron nuestros submarinos S, en Groton, Connecticut. La marina peruana de postguerra contaba con los viejos cruceros de origen británico Almirante Grau y Coronel Bolognesi, los destructores inicialmente rusos Almirante Villar y Almirante Guise, y los cuatro submarinos tipo R de fabricación norteamericana. Estos medios habían sido empleados en la guerra con Ecuador y en los años posteriores en la defensa de Talara, pero su poder combativo era bastante limitado. El tema de la renovación de medios navales


siempre resulta complejo por los costos que implica, lo que se torna más agudo en países que atraviesan por periodos de inestabilidad política, como era el caso del Perú de aquellos años. Lo cierto es que luego de ser derrocado el Presidente José Luis Bustamante y Rivero por el General Manuel A. Odría, en 1948, nuestro país inició una etapa de relativa estabilidad que permitió atender las necesidades de defensa. Durante los ocho años que gobernó Odría (1948-1956) la Armada recibió un importante impulso, bajo el claro liderazgo del Vicealmirante Roque A. Saldías, Ministro de Marina durante buena parte de ese periodo y un firme convencido del aporte de ese tipo de naves a nuestro poder naval. Para renovar los submarinos tipo R se recurrió a la misma empresa que los había construido, la Electric Boat, que para entonces constituía una división de la General Dynamics Corporation, empeñada básicamente en llevar adelante el ambicioso programa del submarino nuclear. Tras consultas al interior del gobierno norteamericano, la firma propuso al gobierno peruano un barco torpedero submarino, diseño 231 EA, correspondiente a la clase Mackerel en la marina norteamericana. Con ciertas observaciones, los diseños fueron aprobados y el 2 de julio de 1951 se suscribió el contrato por los dos primeros submarinos que fueron denominados Lobo y Tiburón, operación que fue aprobada por la Ley 11612 del 14 de setiembre de 1951 y por la Resolución Suprema 944 del 8 de noviembre de ese año. Otras dos leyes asignaron fondos para la construcción de buques tanque en el Servicio Industrial de la Marina y para la construcción de bases y estaciones navales. Cabe señalar que los submarinos peruanos fueron los únicos que los Estados Unidos construyeron para otro país después de la Segunda Guerra Mundial. Los submarinos contratados tenían 74 metros de eslora y 6.7 de manga, un casco de presión de 4.2 metros de diámetro, y un desplazamiento en superficie de 838 toneladas, que aumentaba a 1,422 en inmersión. Cada submarino fue dotado de cuatro tubos lanzadores de 533 milímetros en proa y dos en popa, además de un cañón de 5” y 25 calibres en popa, el cual debía ser adquirido a la marina norteamericana y provisto al fabricante. La marina norteamericana también debía proporcionar un radar SS-2a, sonares BQA-1a, snorkel, equipos de control de tiro (Torpedo Data Computer Mk3 mod. 5) y periscopios. La planta de ingeniería contaría con dos motores diesel General Motors 12-278A, de simple acción, dos ciclos, no reversibles, y dos motores eléctricos con una potencia máxima de 2,400 B.H.P. Con dos ejes, los submarinos debían desarrollar una velocidad máxima en superficie de 16 nudos y de 10 nudos en inmersión a snorkel. La capacidad de sus tanques de petróleo debía ser de 45 toneladas, permitiéndoles un radio de acción en superficie de 5,000 millas a 10 nudos.

Bajo el gobierno del General Manuel A. Odría (1948-1956) la Armada recibió un notable apoyo.

Vicealmirante Roque Saldías Maninat, durante su desempeño como Ministro de Marina impulsó la adquisición de los submarinos tipo S.

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LOS SUBMARINOS TIPO “S”

Embajador del Perú en Washington, Fernando Berckemeyer , a su lado la señora María Francisca, esposa del Capitán de Fragata Federico Salmón de la Jara ,quien aparece a la derecha.

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Su construcción se realizó en los astilleros de la New London Ship & Engine Company en Groton, iniciándose el 12 de mayo de 1952 con la puesta de quilla del Lobo y el Tiburón en el marco de una ceremonia presidida por el entonces Embajador del Perú en los Estados Unidos, Fernando Berckemeyer Pazos, a la que asistió el Ministro de Marina, Vicealmirante Saldías. Como es usual en este tipo de operaciones, se designó una comisión para controlar la construcción de los dos submarinos, nombrándose a cargo de la misma al Comandante de la División de Submarinos, Capitán de Fragata Federico Salmón de la Jara, quien viajó a Groton e inició sus labores el 11 de mayo de 1953, luego de haber presentado sus saludos a las autoridades navales del Atlántico y de una cercana base de submarinos. Los otros miembros de la comisión de inspección fueron los Capitanes de Fragata Enrique León de la Fuente y Fernando Elías Aparicio, nombrados a su vez comandantes del Lobo y del Tiburón, respectivamente, quienes llegaron a Groton poco después, al igual que las dotaciones de ambas naves. En una ceremonia presidida por el Ministro de Marina, Vicealmirante Saldías, el Tiburón fue lanzado al agua el 27 de octubre de 1953; mientras que el Lobo lo fue el sábado 6 de febrero siguiente. En ambas oportunidades estuvo presente el Embajador Berckemeyer, así como diversas autoridades navales norteamericanas y del astillero, cuyo presidente de directorio hizo uso de la palabra en la primera de estas ceremonias. El Tiburón fue incorporado al servicio naval peruano el 1° de marzo de 1954 y se hizo lo mismo con el Lobo el 14 de junio de ese año, iniciándose de inmediato un riguroso programa de pruebas y entrenamiento de sus dotaciones. En las semanas que duraron estas pruebas, el Tiburón totalizó 27 días y 1 noche en la mar, 87 inmersiones, 57 horas y 29 minutos en esta última condición en una profundidad media de 45 pies, y 2,869 millas navegadas. Por otro lado, realizó 38 ejercicios de ataque con lanzamiento de torpedos de ejercicios desde cada uno de los tubos y cinco disparos de cañón. Similares cifras se registraron en el caso de su consorte.


Momentos previos a l lanzamiento del Lobo, 1954.

Invitaci贸n a la ceremonia de puesta en servicio del Lobo.

Primera dotaci贸n del Lobo.

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LOS SUBMARINOS TIPO “S”

El Tiburón en el muelle de l astillero.

El Lobo y el Tiburón iniciando su largo viaje rumbo al Callao.

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En abril de 1954, un grupo de oficiales y tripulantes de la comisión de los submarinos fue designado para habilitarse en el empleo de la campana de rescate de submarinos. Con tal motivo, al mando del Capitán de Corbeta Gastón Herrera, se embarcaron en el buque de salvamento U.S.S. Blue Bird para realizar un ejercicio completo de rescate de un submarino sentado en el fondo. Concluidas las pruebas, las dos unidades iniciaron los preparativos para la travesía hacia el Callao y el 8 de julio de 1954 zarparon en demanda de aguas peruanas, arribando a Ancón tras once días de navegación. En dicho puerto fueron inspeccionados por el Presidente Odría y el Ministro Saldías, quienes se embarcaron para proceder al Callao escoltados por la División de Destructores (Aguirre, Castilla y Rodríguez) y los cuatro submarinos R al mando del Capitán de Navío Pedro Gálvez. La tarde del miércoles 21 de julio ingresaron a la Base Naval del Callao donde una entusiasta muchedumbre les brindó una cálida bienvenida. Meses antes, en noviembre de 1953, el Ministro Saldías visitó los astilleros en Groton manifestando en esa ocasión el interés del gobierno peruano por adquirir otras dos unidades similares, con algunas modificaciones sugeridas por los miembros de la comisión de inspección, entre ellas la supresión de la artillería. Las negociaciones fueron encaminadas exitosamente y, finalmente, el contrato para construir el Merlín y el Atún fue suscrito el 1° de julio de 1955 y aprobado por Resolución Suprema 149 del 14 de ese mes. La inversión sería de 15’700,000 de dólares, con un equipamiento inicial avaluado en 11’495,433 dólares. La construcción de estos submarinos se inició el 27 de octubre de 1955, en una ceremonia a la que asistieron el Embajador Berckemeyer, el Ministro Saldías y algunas autoridades navales norteamericanas. También concurrieron ochenta y cinco antiguos empleados de la Electric Boat que habían participado en la construcción de los submarinos R, treinta años atrás.

Lanzamiento del Atún.

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LOS SUBMARINOS TIPO “S”

Ensamblando los tubos lanza torpedos.

En ruta a New London , 1950.

Despedida del Tiburón.

Prueba del cañón del Lobo.

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Zarpe del Lobo.

En junio de 1956 el Capitán de Fragata Miguel Rotalde de Romaña fue nombrado jefe de la comisión de construcción de los submarinos y comandante del Merlín; mientras que el Capitán de Corbeta Jorge Luna García fue designado comandante del Atún. Dos meses después se hizo lo propio con las dotaciones, las que arribaron a Groton a finales de ese año. Con escasos minutos de diferencia, ambas naves fueron lanzadas al agua el 5 de febrero de 1957, iniciando una etapa de pruebas y entrenamiento que se prologó varios meses. Concluidas las mismas, zarparon hacia el Callao a donde arribaron el jueves 27 de noviembre de 1957. Tanto las pruebas y el entrenamiento, así como las inspecciones correspondientes, incluyeron operaciones de aproximación y ataque, lanzamiento de torpedos, sembrado de minas, fotografía periscópica, etc. Ello respondía a la conveniencia de aprovechar las instalaciones de la base de submarinos norteamericana cercana a Groton y a que la superioridad naval peruana deseaba que, a su arribo, las unidades se incorporasen al plan de entrenamiento que en ese momento ejecutaba la Flotilla de Submarinos. Inicialmente los submarinos habían sido bautizados según el tipo de unidad al que correspondían y luego se adoptó el sistema norteamericano de identificarlos con un determinado pez. Sin embargo, tales denominaciones resultaban poco significativas para la población peruana, pues se dejaba de lado todo el poder de evocación que poseían los nombres de las otras naves de la Escuadra y los dos primeros sumergibles. De un modo u otro, la opinión pública reaccionó contra los nombres asignados a los submarinos tipo S, dejando notar este sentir a través de las cámaras legislativas, donde se propuso oficialmente su cambio de denominación. La Armada, tomando debida nota de esta corriente de opinión, consideró conveniente lo propuesto y contribuyó a la gestación de un par de dispositivos legales, ambos del 29 de marzo de 1957, el Decreto Supremo Nro. 11 y la Resolución Suprema Nro. 11, normando la denominación de las unidades navales, correspondiéndole a los submarinos el de enfrentamientos navales o fluviales. En consecuencia, la Flotilla de Submarinos quedó conformada de la siguiente

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LOS SUBMARINOS TIPO “S”

Capitán de Fragata Enrique León de la Fuente, primer comandante del Lobo.

Capitán de Fragata Fernando Elías Aparicio, primer Comandante del Tiburón.

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manera: Primera División, Islay (ex R-1), Casma (ex R-2), Pacocha (ex R-3) y Arica (ex R-4); Segunda División, Dos de Mayo (S-1 ex-Lobo), Abtao (S-2 ex-Tiburón), Angamos (S-3 ex-Atún) e Iquique (S-4 ex-Merlín); y buques adscritos, San Martín, CS-1, CS-2, CS-3, CS-4, CS-5 y CS-6. Entre el 19 de enero y el 27 de febrero de 1958, la Flotilla de Submarinos participó en el crucero de verano con seis de sus unidades al mando del Capitán de Navío Salmón de la Jara. A bordo iban cuatro oficiales y cuatro tripulantes argentinos que estaban siguiendo el curso de entrenamiento en submarinos, así como los cadetes de cuarto año de la Escuela Naval. El Dos de Mayo, Abtao, Angamos, Iquique, Islay y Casma visitaron la Zona del Canal, en Panamá, siendo recibidos por el Comandante en Jefe del XV Distrito Naval norteamericano, Contralmirante George H. Wales. El prestigioso diario La Estrella de Panamá publicó una nota sobre el arribo de la flotilla peruana, destacando el hecho de ser la primera vez, desde el término de la Segunda Guerra Mundial, que se reunía una fuerza submarina tan grande. En 1959 se iniciaron los ejercicios de defensa hemisférica denominados Unitas, consistentes básicamente en el entrenamiento de las fuerzas navales del continente en guerra antisubmarina. Naturalmente, nuestras unidades participaron en dichos ejercicios, los que han perdurado hasta el presente, aun cuando ha ampliando su enfoque para cubrir otros ámbitos de la guerra naval. Los submarinos tipo S también se emplearon para entrenar en operaciones de inserción a grupos de demolición submarina, actualmente denominados de operaciones especiales; así como a reconocedores anfibios, hoy incorporados al Batallón de Comandos de Infantería de Marina. Hacia 1960, cumplido el ciclo de vida de las baterías de los dos primeros submarinos, se llevaron a cabo gestiones para enviarlos a los Estados Unidos tanto para el cambio de las mismas, como para recorrerlos integralmente y modernizar sus sistemas. Fue así que en el primer semestre de ese 1961, primero el Dos de Mayo y luego el Abtao, fueron sometidos a estos trabajos en la base naval de Key West, en Florida. Similar proceso se siguió con los otros dos submarinos, efectuándose los trabajos en el Iquique entre enero y octubre de 1964 y en el Angamos entre mayo de ese año y marzo del siguiente. En todos los casos, la camaradería del Escuadrón de Submarinos n° 12 de la Armada Norteamericana, con sede en Key West y en especial de la dotación del buque anfitrión, el U.S.S. Barracuda, facilitó la prolongada estadía de nuestras unidades en ese puerto. Un esfuerzo de modernización adicional fue llevado a cabo en la década siguiente, el que incluyó la instalación de nuevos equipos de sonar en el Dos de Mayo y el Abtao. Este último submarino fue dotado en 1972 con el primer navegador por satélite utilizado por una nave peruana, estrenándolo en las operaciones Unitas de aquel año. Pero por mucho que se invirtiera en estas naves, para fines de los años noventa contaban ya con más de cuarenta años de servicio y habían alcanzado su límite de vida útil. Los cuatro submarinos –primero el Angamos, en 1990, el Iquique tres años después, y finalmente el Dos de Mayo y el Abtao en 1999– fueron dados de baja del servicio. No obstante, el Abtao tuvo un destino singular, pues fue convertido en el primer submarino-museo del país, tema sobre el que trataremos más adelante. Durante su prolongado servicio, al igual que los R, los cuatro submarinos S habían constituido una verdadera escuela para los submarinistas peruanos, consolidando el prestigio de esa fuerza y de los hombres que la conformaban.


Capitán de Corbeta Miguel Rotalde de Romaña, primer comandante del Merlín.

Capitán de Corbeta Jorge Luna García, primer Comandante del Atún.

El Lobo zarpando rumbo al puerto del Callao.

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LOS SUBMARINOS TIPO “S”

El Lobo entrando en inmersión, marzo1953.

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El Lobo saliendo a superficie, marzo1953.

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LOS SUBMARINOS “GUPPY” Contaba con mayor cantidad de baterías, que además superaban en durabilidad a las de sus predecesores, casco modificado y mayor velocidad para entrar en inmersión.

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onforme hemos señalado, hacia finales de la Segunda Guerra Mundial la marina norteamericana puso en práctica algunas ideas innovadoras en torno a los submarinos que llevaron al nacimiento del Guppy, un submarino de gran autonomía (Greater Underwater Propulsive Power). Basado en las clases Tench y Balao, el nuevo diseño contaba con mayor cantidad de baterías que además superaban en durabilidad a las de sus predecesores, casco modificado y mayor velocidad para entrar en inmersión. Estas innovaciones, que continuaron desarrollándose a lo largo de los años cincuenta y sesenta para culminar en el submarino nuclear, llevaron a que la armada norteamericana fuera dejando de lado a sus submarinos convencionales. Por ello, cuando en los años sesenta la Armada Peruana evaluó la posibilidad de aumentar su fuerza submarina mediante la transferencia de unidades norteamericanas, encontró cinco unidades de la clase Balao que habían sido convertidos en Guppy 1 A y se hallaban en la flota de reserva , el Atule, el Becuna, el Sea Proacher, el Blenny y el Tench. El gobierno peruano inició conversaciones con su par norteamericano en torno a este tema, pero las negociaciones se vieron interrumpidas al deteriorarse las relaciones bilaterales como consecuencia del golpe de estado de octubre de 1968, y las subsecuentes medidas que el gobierno presidido por el General Juan Velasco Alvarado adoptó contra algunas importantes empresas norteamericanas. Sin embargo, hacia 1973 el gobierno de Washington encontró viable la transferencia en venta de un submarino clase Trigone, que había sido acondicionado como submarino de investigación y requería una considerable inversión para reactivarlo como unidad de combate; así como de dos submarinos convertidos a Guppy 1-A en 1951 y pasados a la reserva en 1969. El precio de la operación no era muy elevado, pero sí lo era la inversión que demandaba reacondicionarlos y modernizarlos. Tras evaluar el ofrecimiento norteamericano, la Armada Peruana se interesó en los dos submarinos tipo Guppy 1-A, planteando que viniesen acompañados por otros tres submarinos de esa clase para que sus partes pudieran ser empleadas en provecho de esas dos unidades. Las gestiones en Washington estuvieron a cargo del Agregado Naval, Vicealmirante José Arce Larco, culminando el 2 de abril de 1974, cuando el subsecretario de Estado norteamericano le confirmó la aprobación de su gobierno para culminar la operación de transferencia de tres submarinos. De inmediato se conformó una comisión de inspección presidida por el Capitán de Navío Daniel Masías Abadía e integrada por el Capitán de Fragata Luis Bardales

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El Pacocha en puesto de honores.

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LOS SUBMARINOS GUPPY

La Pedrera navegando en superficie con el destructor Palacios.

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Vásquez de Velasco, el Teniente Primero José Linares Leyva, el Teniente Segundo Carlos Gómez de la Torre y cuatro técnicos de diversas especialidades. La comisión viajó a Estados Unidos a mediados de mayo, realizando su tarea tanto en Washington como en Filadelfia, lugar este último donde se hallaban las unidades. Con base en el U.S.S. Everglades, buque insignia del Comandante de la Flota de Reserva, se revisaron todos los compartimentos de posibles buques a ser transferidos, así como las tarjetas de historial de los equipos de a bordo, seleccionando al Atule y el Sea Proacher , a los que acompañaría el Blenny, cuyas partes serían utilizadas en provecho de los otros dos. Finalmente, el 28 de mayo de 1974 se firmó la carta de oferta y aceptación correspondiente a la transferencia de los submarinos mencionados y dos días después se hizo lo propio con la carta para los trabajos de activación que se llevarían a cabo en los astilleros navales de Filadelfia. La comisión encargada de supervisar esta labor fue presidida por el Capitán de Navío Jorge Telaya Hidalgo e integrada por los oficiales ya mencionados –Capitán de Fragata Bardales, Teniente Primero Linares y Teniente Segundo Gómez de la Torre–. Por resolución suprema nº 328 del 18 de junio de 1974, el Sea Proacher fue nombrado Pabellón de Pica, mientras que el Atule pasó a ser el Pacocha. Pocos días después, el 1° de julio, a bordo del Everglades, el Capitán de Navío Telaya recibió formalmente la primera de estas unidades y se llevó a cabo la ceremonia de afirmado del pabellón nacional a la que asistió el Capitán de Navío Daniel Mariscal Galiano, así como personal naval y civil norteamericano. La entrega del Pacocha se realizó bajo similares circunstancias el 31 de julio de 1974, afirmando su pabellón el 1° de octubre de ese año. Días después viajaron los cinco oficiales y treinta y cinco tripulantes que conformarían la dotación del primero de los submarinos. La del Pacocha viajó en enero de 1975.


Capitán de Fragata Carlos Pfenning Augustín, primer comandante del Pacocha.

Capitán de Fragata Luis Bardales Vásquez de Velasco, primer comandante de La Pedrera.

El Pacocha navegando en superficie. / 77


LOS SUBMARINOS GUPPY

Capitán de Navío Daniel Masías Abadía, presidió la comisión para la adquisición de los submarinos Guppy 1-A, 1974.

Al caer la noche del 26 de agosto de 1988 un lamentable accidente causó la pérdida del Pacocha, impactado en superficie por el pesquero japonés Kiowa Maru n° 8 en la rada exterior del Callao.

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Las principales características de estas naves eran las siguientes: 95 metros de eslora, 8.3 metros de manga y 4.7 metros de calado, desplazamiento en superficie 1,525 toneladas y en inmersión 2,415 toneladas. Diez tubos lanzadores de torpedos de 533 milímetros, seis en proa y cuatro en popa, un radar ss/2a y sonares bqs-4 y bqr-2b. Su propulsión estaba dada por cuatro motores diesel Fairbanks-Morse 38 O 8 1/8 y dos motores eléctricos que transmitían 4610 H.P de potencia a sus dos hélices. Sus tanques de combustible tenían una capacidad de 330 toneladas de petróleo que le permitían un radio de acción de 10,000 millas en superficie a 10 nudos. La máxima velocidad en inmersión era de 15 nudos y en superficie podía alcanzar hasta 17 nudos. Atendiendo a razones económicas, en marzo de 1975 se determinó que los trabajos de reactivación sólo comprenderían los sistemas y equipos necesarios para que La Pedrera, nuevo nombre del Pabellón de Pica, pudiera navegar en superficie hasta el Callao, donde se completaría su reactivación. Concluidos los trabajos de reactivación, y tras una serie de pruebas de mar con apoyo del Escuadrón de Submarinos n° 12 y de un equipo de entrenamiento móvil de la marina norteamericana, el 2 de diciembre de 1975 La Pedrera zarpó hacia el Callao. Los ocho oficiales y cincuenta y nueve tripulantes que formaban su dotación fueron despedidos por el Agregado Naval en Estados Unidos, Contralmirante Rafael Durand Rey, arribando a su destino el día 15 de ese mes tras una breve escala en Colón. Por su parte, el Pacocha debía ser remolcado por el B.A.P. Guardián Ríos hasta nuestro primer puerto, el mismo que, al mando del Capitán de Fragata Pedro Gálvez Estremadoyro, arribó a Filadelfia poco después. Concluidos los preparativos para la delicada operación, el 3 de julio de 1975 ambos buques iniciaron el primer tramo del remolque hasta Miami, puerto a donde arribaron cinco días después. La travesía continuó el día 11, esta vez en demanda de Panamá, cruzando el Canal el 19 de julio para continuar luego al Callao, a donde arribaron en la tarde del día 24. Los trabajos de reactivación se iniciaron de inmediato y en marzo de 1978 el Pacocha realizó su primera inmersión en aguas peruanas. La adquisición de estos submarinos constituyó la excepción a lo que ha sido y debe seguir siendo norma en la Armada Peruana, cual es la incorporación de unidades de este tipo construidas específicamente para su servicio. Pese a ello, y gracias al ingenio y habilidad de nuestros submarinistas, el Pacocha y La Pedrera se mantuvieron plenamente operativos a lo largo de los años ochenta, participando en numerosos ejercicios y siendo desplegados en momentos en que situaciones de tensión internacional así lo requirieron. Sin embargo, casi al final de esa década, al caer la noche del 26 de agosto de 1988, un lamentable accidente causó la pérdida del Pacocha, impactado en superficie por el pesquero japonés Kiowa Maru n° 8 en la rada exterior del Callao. La colisión se produjo por la parte de popa abriendo una brecha en su casco y, pese a los denodados esfuerzos de la dotación, en siete minutos se hundió a 137 pies de profundidad. El comandante, Capitán de Fragata Daniel Nieva Rodríguez, logró cerrar la escotilla que daba al puesto de mando pero falleció en esta acción, mientras que tres oficiales y veintitrés tripulantes lograron abandonar la nave antes de su hundimiento. A bordo quedaron cuatro oficiales y dieciocho tripulantes ubicados en los compartimentos de torpedos de proa, baterías de proa y puesto central. Durante la desesperada lucha por


Trabajos de reactivaci贸n de La Pedrera, 1975.

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LOS SUBMARINOS GUPPY

salvar el buque, el Teniente Segundo Luis Roca Sara, el Técnico señalero Rigoberto Gonzales Pisfil y el Oficial de Mar 1° motorista Juan Oré Rojas, trataron de detener un incendio e inundación en un compartimento de popa. Siguiendo las normas para estos casos, este grupo de control de averías cerró tras de sí la compuerta y selló las vías de ventilación, pero el rápido hundimiento del submarino impidió que pudieran retornar, falleciendo por asfixia en ese esfuerzo por salvar la vida de sus compañeros. El oficial más antiguo en el interior del submarino era el Teniente Primero Roger Cotrina Alvarado, quien logró asegurar la estanqueidad de los tres compartimentos de proa, soltar la boya de marca, asegurar el aire de emergencia y organizar un sistema de guardia para detectar cualquier situación de riesgo. A eso de las 11 de la noche se sintieron las primeras señales de cloro provenientes del compartimento de baterías de popa, por lo que hubo que cerrar la compuerta del puesto central. A las 4 de mañana siguiente comenzaron a sentirse emanaciones similares en el área de baterías de proa, por lo que los veintidós hombres que aún permanecían en la nave quedaron confinados en el compartimiento de torpedos de proa. Por una punible negligencia del Capitán de Kiowa Maru no se tuvo conocimiento del accidente hasta varias horas después de ocurrido, y sólo a las 8:30 p.m. comenzaron a arribar a la zona algunas lanchas particulares y de la Fuerza de Superficie, a las que se unieron la corbeta Velarde y varias unidades guardacostas, logrando rescatar con vida a veintitrés de los veintiséis hombres que habían podido abandonar el submarino. Poco antes de medianoche dos parejas de buzos establecieron contacto con el personal que aún se encontraba a bordo, logrando además encontrar el cuerpo del Capitán de Fragata Nieva en la torre de mando. A través del eyector de señales, a la 1:10 de la madrugada del 27, el Teniente Cotrina envió un mensaje al personal de rescate informándole sobre la situación del submarino. Poco después lanzó un segundo mensaje dirigido al Comandante de la Fuerza de Submarinos del cual

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Ceremonia del pase a la situaci贸n de inactividad de La Pedrera, 1991.

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LOS SUBMARINOS GUPPY

Secuencia del reflotamiento del Pacocha.

(1)

“a bordo en compartimentos baterías de proa y torpedos nos encontramos 22 hombres de acero inoxidable. Todos calmados esperando ayuda”.

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merece destacarse un párrafo en especial: “a bordo en compartimentos baterías de proa y torpedos nos encontramos 22 hombres de acero inoxidable. Todos calmados esperando ayuda”. Durante la noche, los buzos efectuaron varias inmersiones más, preparando el equipo para inyectar aire fresco al interior del submarino, algo que se requería con gran urgencia, pues las emanaciones tóxicas crecían de manera alarmante. Para las primeras horas de la mañana ya la situación se había tornado crítica a bordo. El Teniente Cotrina decidió que no era posible esperar más y que la única opción que tenían para sobrevivir era efectuar un escape boyante. Para ello se organizaron seis grupos que, sorteando diversas dificultades, pudieron abandonar el Pacocha entre las 11.30 a.m. y las 6.15 p.m. Los dos últimos grupos llevaron la peor parte, pues estuvieron expuestos por más tiempo a la contaminación y debieron soportar luego la súbita descompresión al ascender rápidamente a superficie; pero todos los sobrevivientes –en mayor o menor grado– se vieron afectados, llegando a fallecer a consecuencia de ello el Oficial de Mar 2° radio Carlos Grande Rengifo. Los trabajos de reflotamiento que se iniciaron el 30 de agosto de 1988 y culminaron con éxito el 23 de julio de 1989, han sido profusamente descritos por el entonces Capitán de Fragata Eduardo Darcourt Adrianzén, Jefe del Servicio de Salvamento de la Marina. Además de dicho servicio, participaron varias otras dependencias y unidades navales, entre ellas la Base Naval del Callao, el Servicio Industrial de la Marina, los remolcadores Dueñas y Guardián Ríos, el submarino Iquique, el buque de desembarco Paita y el buque hidrográfico Macha. Una vez reflotado, el Pacocha fue remolcado a la Base Naval donde se procedió a recuperar parte de sus equipos, siendo formalmente dado de baja del servicio naval en marzo de 1991, pues resultaba imposible ponerlo operativo. Su gemelo, La Pedrera, fue desactivado ese mismo año y dado de baja en abril de 1992.


Una vez reflotado, el submarino Pacocha fue remolcado a la Base Naval del Callao, donde se procedi贸 a recuperar parte de sus equipos, siendo formalmente dado de baja en marzo de 1991.

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Placa en homenaje a los fallecidos en el accidente del Pacocha. / 83


LOS SUBMARINOS “209” El modelo 209, diseñado por el profesor Ulrich Gabler, fue la respuesta alemana a la creciente demanda de submarinos en el mercado internacional.

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Profesor Ulrich Gabler, diseñador de los submarinos 209.

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l finalizar la Segunda Guerra Mundial, los astilleros alemanes habían logrado desarrollar dos nuevos modelos de submarinos, el XXI y el XXIII, capaces de alcanzar mayor velocidad y profundidad que cualquier otro, contando asimismo con una mayor autonomía al poder recargar sus baterías en inmersión. Varias de estas unidades fueron hundidas por sus propias dotaciones, mientras que unas pocas llegaron a ser capturadas y repartidas entre los vencedores. Sobre la base de estos submarinos, los soviéticos desarrollaron los tipos F, R, Z, W y Q; los franceses hicieron lo propio con el modelo Narval y los norteamericanos los modelos ya referidos en los dos capítulos precedentes. En los años de posguerra y en el contexto de la guerra fría, la marina de la República Federal Alemana debió enfrentar el reto de prepararse para un eventual conflicto con los países del Pacto de Varsovia, debiendo a la vez respetar las limitaciones que el resultado de la Segunda Guerra Mundial le había impuesto. Impedida de construir submarinos con más de 350 toneladas, la marina federal alemana reflotó dos unidades del tipo XXIII, cuyo desplazamiento alcanzaba las 236 toneladas y a las que nombró Hai y Hecht. Ambos submarinos fueron sometidos a diversas mejoras al igual que el Wilhelm Bauer, un submarino tipo XXI también recuperado del fondo del mar. De este esfuerzo surgió el submarino tipo 201, cuyo prototipo fue lanzado el 21 de octubre de 1961, siendo seguido por dos unidades más. Al año siguiente, se comisionó un nuevo tipo de submarino, el 205, que desplazaba 432 toneladas. Durante ocho años se continuó mejorando este modelo y en 1970 se logró elaborar el modelo 207, de mayores dimensiones, con 450 toneladas de desplazamiento en superficie y 600 en inmersión y con una velocidad que alcanzaba hasta 17 nudos bajo el agua. El modelo 209, diseñado por el profesor Ulrich Gabler, fue la respuesta alemana a la creciente demanda de submarinos en el mercado internacional que pugnaba por sustituir a los ya superados Guppy norteamericanos. En este mismo esfuerzo se encontraban Francia con sus modelos Agosta y Daphne, Italia con su Nazario Sauro y el Reino Unido con su Oberon. Gabler fomentó la creación de un consorcio exportador de los submarinos que había desarrollado, el mismo que quedó constituido en 1967. Ese mismo año recibió su primer encargo, el gobierno griego contrató la construcción del Glavkos, que fue lanzado tres años después. El primer país sudamericano en adquirir este nuevo tipo de submarino


Vista frontal de uno de los submarinos tipo 209 construido para la Marina de Guerra del PerĂş.

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LOS SUBMARINOS “209”

Vicealmirante Guillermo Tirado Lamb, Ministro de Marina, en 1961 inició las gestiones para adquirir submarinos alemanes.

Debido a las restricciones impuestas a Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, durante la negociación se llegó a considerar la posibilidad de construir ambas naves en los astilleros del Servicio Industrial de la Marina.

fue Argentina, que en abril de 1969 contrató dos unidades, el Salta y el San Luis, cuyas partes fueron ensambladas en el Astillero Río Santiago en la provincia de Buenos Aires. Dichas naves fueron seguidas por los dos primeros submarinos peruanos encargados en 1972 y entregados tres años después.

EL INTERÉS PERUANO La primera noticia que registramos del interés peruano por submarinos de fabricación alemana se remonta a diciembre de 1961, cuando Franz Josef von Preussen, representante de los astilleros Kieler Howaldtswerke, constructores de los primeros submarinos alemanes de posguerra, se presentó ante nuestras autoridades navales para ofrecer los servicios de su representada. Tanto el Comandante de la Flotilla de Submarinos, Capitán de Navío Enrique Carbonell, como el Ministro de Marina, Vicealmirante Guillermo Tirado, reconocieron la gran calidad y experiencia alemana en este tipo de buques, interesándose vivamente en el ofrecimiento. Las negociaciones que entonces se iniciaron habrían de transitar un largo camino hasta la firma del primer contrato. Sobre dicha travesía, intentaremos dar algunas luces. En diciembre de 1965, el Estado Mayor General de Marina emitió un documento que debía servir de base para la repotenciación de la Armada, el mismo que contemplaba la adquisición de diversas unidades que permitieran atender los compromisos de seguridad nacional y continental. En este esquema, en lo que a submarinos se refiere, se consideró la adquisición de cuatro unidades pequeñas pero de alta velocidad, por lo que se pidieron propuestas a diversos astilleros. Respondieron a ese pedido compañías de Estados Unidos, Suecia, Alemania, Inglaterra y Noruega, encontrándose entre ellos la norteamericana Electric Boat y la alemana Kieler Howaldtswerke. La firma norteamericana, con la que nos unían fuertes y antiguos lazos, ofrecía un submarino de 1,238 toneladas cuya máxima velocidad en inmersión era de 19.3 nudos durante

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media hora, tenía 45 días de autonomía, una dotación de 50 hombres y un precio cercano a los 17 millones de dólares. Un astillero sueco ofertaba un modelo de 1,205 toneladas, con máxima velocidad en inmersión de 17.3 nudos durante 1.2 horas, 21 días de autonomía, 25 tripulantes y un costo de 13 millones de dólares; y otro de 1,840 toneladas, cuya máxima velocidad en inmersión era de 19.3 nudos durante 1.5 horas, tenía 30 días de autonomía, 37 tripulantes y un costo superior al modelo menor. La firma alemana ofrecía dos tipos de submarinos, el 205, que era una mejora del propuesto en 1961; y el 4903, que al entrar en servicio en la marina alemana, había recibido la designación 207. Este último era un buque relativamente pequeño y de bajo costo (6.25 millones de dólares), con un solo casco, que sacrificaba la comodidad en favor de la eficacia, con alta velocidad en inmersión (22 nudos durante 1.2 horas), un radio de acción de 8,000 millas a 5 nudos, autonomía de 60 días y baterías que, sin requerir agua destilada, tenían una vida útil de cinco años. Su profundidad operacional era de 800 pies y contaba con 8 tubos lanzatorpedos. En febrero de 1967, la superioridad naval designó un comité técnico presidido por el Jefe del Estado Mayor General de Marina e integrado por cinco Capitanes de Navío y tres Capitanes de Fragata submarinistas. Sometidas las ofertas al estudio respectivo, en junio de ese mismo año el comité técnico se pronunció a favor del modelo 4903, recomendando iniciar las gestiones del caso para la adquisición de dos unidades. La propuesta fue aprobada por las más altas autoridades navales en setiembre de 1967, autorizando la suscripción del contrato correspondiente. Sin embargo, casi en forma simultánea, en Alemania se habían introducido diversas mejoras al tipo 207 dando origen al submarino 209, cuyas características principales se han señalado al comentar el desarrollo de la técnica submarina alemana de postguerra. Esto motivó un nuevo ofrecimiento por parte de los astilleros, remitido en julio de ese mismo año, señalando asimismo que había dejado de fabricar el modelo anterior. En diciembre de 1967 y enero siguiente se llevaron a cabo nuevos estudios para comparar ambos tipos de unidades, tanto por el comité técnico de submarinos, como por diversas juntas técnicas de la Flotilla de Submarinos. Los resultados fueron plenamente satisfactorios para el submarino 209, en atención a su mayor autonomía en la combinación snorkel-batería, batería sola y a una capacidad de agua dulce que doblaba a la del modelo precedente. De ese modo, en enero de 1968, las negociaciones fueron reiniciadas sobre esta base. Cabe mencionar que la Kieler Howaldtswerke no fue la única firma alemana interesada en vender submarinos al Perú, también lo intentó en 1968 el Rheinsthal Nordseewerke Gmbh, de Emdem. Sin embargo, su oferta fue desestimada por consistir en un modelo muy pequeño para nuestros requerimientos, al margen de haber llegado luego que el comité técnico de submarinos se pronunciara a favor del modelo 4903. Otros astilleros hicieron algunos ofrecimientos adicionales, entre ellos el Netherlands United Shipbuilding Bureux Ltd., que ofertó el diseño 2203. Si bien se había aprobado técnicamente la propuesta de la Kieler Howaldtswerke, las negociaciones conducentes al contrato de construcción se dilataron por continuas prórrogas solicitadas por la firma alemana, en atención a diversas modificaciones y ajustes que estaban llevando a cabo en el diseño original al construir las dos unidades argentinas ya menciona-

En 1965 se consideró la adquisición de cuatro unidades pequeñas pero de alta velocidad, pidiéndose propuestas a diversos astilleros.

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LOS SUBMARINOS “209”

El Capitán de Navío Ramón Arróspide Mejía encabezó la comisión encargada de la elaboración del contrato de construcción de los submarinos alemanes.

Finalmente, el 24 de junio de 1970, tras cumplir con los trámites de rigor y avalados por el Decreto Supremo 1217 del 16 de ese mes, se suscribió el contrato por dos submarinos tipo 209.

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das, Salta y San Luis. Finalmente, en diciembre de 1969, un grupo de altos ejecutivos de los astilleros germanos y de la firma financiera Ferrostaal visitó Lima para ultimar detalles previos a la suscripción del contrato. En esta ocasión se planteó la posibilidad de que un grupo de oficiales peruanos visitara Argentina e intercambiara opiniones con los submarinistas sobre sus experiencias con el Salta. Aceptada la invitación, fueron designados los Capitanes de Navío Ramón Arróspide Mejía y Enrique Fernández Dávila Noriega. A los pocos días de su retorno, ambos jefes volvieron a viajar, esta vez a Alemania y en compañía del Capitán de Corbeta Fernando Jiménez Román, con el fin de preparar el proyecto de contrato para la construcción de dos submarinos tipo 209. El referido proyecto fue sometido a las revisiones de rigor por las diversas instancias navales peruanas; mientras que, por otro lado, Alemania debía encontrar una fórmula apropiada para poder cumplir con su propuesta sin quebrar las restricciones a la construcción naval que los resultados de la Segunda Guerra Mundial le habían impuesto. Lo cierto es que todo ello, llevó a que se dilataran algunos meses más las negociaciones, lapso en el cual, en octubre de 1969, se llevaron a cabo algunas conversaciones para adquirir dos submarinos ingleses del tipo Oberon y para lograr la transferencia de dos unidades norteamericanas. Dadas las circunstancias políticas que se vivían como consecuencia del golpe militar de octubre de 1968 y la actitud hacia las inversiones extranjeras, ninguna de estas posibilidades prosperó. Finalmente, el 24 de junio de 1970, tras cumplir con los trámites de rigor, y avalados por el decreto supremo 1217 del 16 de ese mes, se suscribió el contrato por dos submarinos modelo 4903 o tipo 209 con el consorcio formado por la firma financiera Ferrostaal AG Essen, representada en Lima por CITECO y el astillero Howaldtswerke Deustche Werft AG. Las dos naves debían ser entregadas en un periodo que iba de tres a cuatro años. Los submarinos contratados debían tener 55.87 metros de eslora, 6.43 de manga y 5.9 de puntal; un desplazamiento de 980 toneladas en superficie y de 1,230 toneladas en inmersión. Contarían con ocho tubos lanzatorpedos de 533 mm, pudiendo disparar torpedos SST-4, MK 14/23 y 37-3 A/S; así como con teléfono submarino, sensores electrónicos de largo alcance que permitiesen alimentar de datos a un sistema de control de tiro VM8, que también debía recibir información del radar y de los dos periscopios con que contaría la nave. La propulsión estaría proporcionada por cuatro motores diesel MTU Siemens tipo 12v493 TY60, unidos a sendos generadores de 450 Kv. AEG, y por un motor eléctrico Siemens A.G., entregando 3,600 H.P. a un único eje. Las baterías de alta capacidad iniciales fueron provistas por Wilhem Hagen & Varta. Con esas características debía desarrollar 10 nudos en superficie, 12 nudos en profundidad de snorkel y hasta 21 en inmersión, y contar con una autonomía de 50 días. Las correspondientes comisiones de control y de inspección fueron designadas en julio de 1970, la primera bajo la presidencia del Comandante de la Flotilla de Submarinos, Capitán de Navío Ramón Arróspide Mejía y la segunda bajo la jefatura del Capitán de Navío Rómulo Aste Baptista. Los otros miembros de estas comisiones fueron: el Capitán de Fragata Jorge Novoa Altamirano, los Tenientes Primero Guillermo Tirado Villena y Domingo Giribaldi del Campo, y los Tenientes Segundo Enrique Bustamante


Construcci贸n de nuestros submarinos 209 en las instalaciones del astillero HDW Kiel.

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LOS SUBMARINOS “209”

Capitán de Fragata Gustavo Barragán Schenone, primer comandante del Islay.

Salazar y Manuel Fernández Lino. El viaje a Alemania se realizó en los primeros meses de 1971, llegando a Kiel el 2 abril. Poco después de su arribo los integrantes de la comisión de control se pusieron en contacto con las autoridades del ministerio de defensa alemán, que la asesorarían en diversos aspectos técnicos, así como con las empresas alemanas, francesas y holandesas que proporcionarían los principales componentes de las naves. Al año siguiente, mientras las obras avanzaban, se designó personal para capacitarse en el sistema de control de tiro y en el torpedo SST-4 con que se dotaría a las dos unidades. Parte de las futuras dotaciones también viajó a Alemania en 1972 para irse preparando en las diversas escuelas de la marina alemana, así como otros dos oficiales con el propósito específico de prepararse como instructores en ese tipo de unidad. La construcción del primer submarino se inició el 15 de marzo de 1971, mientras que las obras del segundo comenzaron el 1° de octubre de ese mismo año. En setiembre siguiente, se decidieron los nombres de ambas unidades, Islay y Arica. La primera de estas unidades fue lanzada al mar en octubre de 1973 y comisionada en agosto del siguiente año, arribando al Callao en octubre de 1974 al mando del Capitán de Fragata Gustavo Barragán Schenone. Cabe señalar que, debido a las restricciones impuestas a Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, que durante el proceso de negociación del contrato se llegó a considerar la posibilidad de construir ambas naves en los astilleros del Servicio Industrial de la Marina. Las secciones que debían formar el Islay fueron embarcadas en un dique y trasladadas a un puerto holandés, donde se les unió. De inmediato se procedió a izar el pabellón peruano y el Islay retornó a Kiel para culminar sus trabajos en calidad de reparación. Estas restricciones fueron levantadas poco después, por lo que el Arica, lanzado al mar en abril de 1974, fue completado enteramente en el astillero alemán y comisionado en enero siguiente. Arribó al Callao en abril de 1975 al mando del Capitán de Fragata Carlos Valdez de la Torre. Ambos submarinos pasaron a conformar la Tercera División de la Flotilla de Submarinos.

El personal de las dotaciones se capacitó en el sistema de control de tiro y en el torpedo SST-4 con que se dotaría a las dos primeras unidades.

Capitán de Fragata Carlos Valdez de la Torre, primer comandante del Arica.

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Capitán de Fragata Carlos Valdez de la Torre, comandante del Arica, agazajando al Profesor Gabler.

Mientras estos dos submarinos eran construidos y comisionados, la Armada Peruana decidió iniciar las gestiones para adquirir otras cuatro unidades que, siendo del mismo tipo, incorporaban algunas mejoras fruto de los avances tecnológicos y de la experiencia de nuestros submarinistas. De esa manera, un segundo par de submarinos fue ordenado el 12 de agosto de 1976 y los otros dos el 21 de marzo siguiente, operaciones que fueron aprobadas por el decreto ley 21848 del 10 de mayo de 1977. Como era natural, se nombró una comisión para inspeccionar estas obras, la misma que al mando del Capitán de Navío Alfonso Panizo Zariquiey y formada por el Capitán de Corbeta Alberto Indacochea Graner, el Teniente Segundo José Montoya Manrique y el Oficial de Mar 1° Guido Gibbons Baca, inició sus actividades en Kiel a principios de marzo de 1978. En los años siguientes, en la medida en que avanzaron los trabajos, la comisión fue incrementando su número y composición, recibiendo además a quienes debían conformar las futuras dotaciones. Al igual que los tripulantes de los dos primeros submarinos, los de los cuatro posteriores también siguieron diversos cursos en las escuelas de submarinos alemanas. Designados Casma, Antofagasta, Pisagua y Chipana, la construcción del primero de ellos se inició en julio de 1977 y fue puesto en el agua dos años más tarde y comisionado en diciembre de 1980, arribando al Callao en marzo del siguiente año al mando del Capitán de Fragata Luis Linares Leyva. En 1998, luego de que el submarino de la clase S Angamos fuese dado de baja, se dispuso que el Casma pasara a tener ese nombre, manteniendo así en servicio activo a una unidad que recordase la acción naval en la que el Contralmirante Miguel Grau y varios de los hombres que tripulaban el monitor Huáscar pasaran a la historia.

Vicealmirante Alfonso Panizo Zariquiey. Siendo capitán de navío presidió la comisión de inspección de la construcción de cuatro de los submarinos 209.

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LOS SUBMARINOS “209”

Secuencia de inmersión y salida a superficie durante pruebas en la mar del Arica, 1974.

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LOS SUBMARINOS “209”

Comisionamiento del Arica en el astillero HDW Kiel , 1975.

Preparando al Antofagasta para su comisionamiento, en la HDW de Kiel, 1981.

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Primera navegación del Antofagasta, 1980.


El Casma en momentos previos a su comisionamiento, en la HDW de Kiel, 1980.

Un segundo par de submarinos fue ordenado el 12 de agosto de 1976 y otros dos el 21 de marzo siguiente, operaciones que fueron aprobadas por el Decreto Ley 21848 del 10 de mayo de 1977.

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LOS SUBMARINOS “209”

Capitán de Fragata José Linares Leyva, primer comandante del Casma (posteriormente designado Angamos).

Capitán de Fragata Víctor Tirado Silva, primer comandante del Antofagasta.

La construcción del Antofagasta se inició en diciembre de 1977, siendo lanzado al mar en diciembre de 1979 y comisionado en mayo de 1981. Arribó al Callao en setiembre de este último año, al mando del Capitán de Fragata Víctor Tirado Silva. Las obras del Pisagua comenzaron en agosto de 1978, siendo puesto a flote en octubre de 1980. En abril de 1982, durante sus pruebas con dotación del astillero alemán, colisionó con la nave soviética Khudozhik Saryan lo que retrasó su comisionamiento hasta julio del siguiente año. Arribó al Callao en octubre de 1983 al mando del Capitán de Fragata Carlos de Souza Ferreira Barclay. Finalmente, las obras del Chipana, denominado en un principio Blume, se iniciaron en noviembre de 1978, siendo lanzado al mar en mayo de 1981 e incorporado al servicio naval peruano en octubre del siguiente año. Tras participar en un ejercicio con unidades holandesas frente a las costas noruegas, arribó al Callao en marzo de 1983, al mando del Capitán de Fragata Carlos Tejada Bailly. También se adquirió en Alemania, en 1981, una lancha para la recuperación y transporte de los torpedos lanzados durante los ejercicios. Incorporada a la Fuerza de Submarinos ese mismo año, fue designada Lancha Auxiliar Rescate de Torpedos San Lorenzo, contando con 63,7 toneladas de desplazamiento, una eslora de 23.5 metros, manga de 5,4 metros, velocidad máxima de 16 nudos, 2 motores diesel MTU y dos ejes propulsores. Como es natural, los dos primeros submarinos 209, Islay y Arica, constituyeron la escuela en la que las dotaciones de los cuatro restantes fueron adquiriendo la experiencia necesaria para alcanzar un óptimo nivel de operatividad de esas sofisticadas naves. Participaron en

Nuestros seis submarinos fondeados en el Callao.

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Capitรกn de Fragata Carlos de Souza Ferreira Barclay, primer comandante del Pisagua.

Capitรกn de Fragata Carlos Tejada Bailly, primer comandante del Chipana.

Nuestros submarinos navegando en superficie.

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LOS SUBMARINOS “209”

Teniente Primero Mario Madueño Dávila, primer comandante de la lancha de rescate de torpedos San Lorenzo.

Lancha Auxiliar de Rescate de Torpedos San Lorenzo en operaciones con uno de nuestros submarinos.

El 18 de diciembre de 1985 el Arica realizó un disparo efectivo que hundió en contados minutos al ex-B.A.P Guise.

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numerosos ejercicios y navegaron intensamente, y en 1983 ambos fueron enviados a su astillero de origen para ser recorridos y para que se les cambiara de baterías. Tras participar en el ejercicio Pisco Sour II con unidades holandesas, el Islay retornó al Callao a fines de octubre de ese año; mientras que el Arica, que había salido hacia Kiel algunos meses más tarde, retornó a nuestro primer puerto en abril de 1984. Pocos meses después de su arribo, esta última unidad fue seleccionada para realizar un lanzamiento efectivo con un torpedo SST4, con cabeza de combate, contra el ex-B.A.P. Guise, ejercicio que llevó a cabo el 18 de diciembre de 1985 hundiendo al buque blanco en veinte minutos luego de haberle impactado en el centro. Desde su incorporación a la Fuerza de Submarinos, las seis unidades 209 han participado activamente en el programa de entrenamiento de las fuerzas navales peruanas, incluyendo algunos ejercicios llevados a cabo en aguas nacionales, extranjeras e internacionales, así como su participación en los despliegues operacionales que se llevaron a cabo a raíz de situaciones de tensión o conflicto internacional, temas estos que serán desarrollados en un capítulo posterior. Por otro lado, las dificultades económicas por las que atravesó el país a partir de los años ochenta llevaron a aguzar el ingenio tanto de los submarinistas como del personal del Servicio Industrial de la Marina, de modo que, paulatinamente, se fueron desarrollando tecnologías propias para modernizar y repotenciar las unidades. De esa manera, los cambios de batería se hicieron localmente y varios de los sistema de a bordo fueron sustituidos por otros más modernos, compactos, eficientes y definitivamente más económicos. Todo este esfuerzo ha continuado a lo largo de las dos últimas décadas, permitiendo no solo que la peruana siga siendo la fuerza de submarinos latinoamericana con mayor número de naves operativas, sino que además su capacidad disuasiva se mantenga plenamente vigente.


Trimando la nave.

Ploteando un blanco.

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LOS SUBMARINOS “209”

Submarinos tipo 209 navegando en superficie.

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Un segundo par de submarinos fue ordenado el 12 de agosto de 1976 y los otros dos el 21 de marzo siguiente, operaciones que fueron aprobadas por el decreto ley 21848 del 10 de mayo de 1977.

Entrenamiento con operadores especiales.

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LOS SUBMARINOS ALEMANES

Guardia de puerto en la cubierta del Chipana.

El Pisagua y el Arica abarloados en el muelle de submarinos.

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LOS SUBMARINOS “209”

Submarinos tipo 209 saliendo del Callao hacia sus áreas de operaciones.

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III LA ORGANIZACIÓN


LA COMANDANCIA La Fuerza de Submarinos ha cumplido a cabalidad su misión primaria, organizando, entrenando y operando las unidades para estar en óptimas condiciones de alistamiento para cumplir con las misiones operacionales que se le asignen.

E

Capitán de Navío Pedro Galvez Velarde, primer comandante de la Flotilla de Submarinos, 1953.

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n agosto de 1911, aún con los sumergibles Ferré y Palacios en Francia, se contrató al Capitán de Fragata Joseph Alexandre Jean Theron para que formara parte de la Misión Naval Francesa en el Perú como Jefe de la Estación de Sumergibles, bajo cuyo mando quedarían ambas unidades conformando la llamada Escuadrilla de Sumergibles. Sin embargo, cuando dos años después el Palacios arribó al Callao, Theron pasó a ser director de la Escuela Naval y se designó al Capitán de Navío graduado Ernesto Caballero y Lastres como Jefe de la Estación y, por ende, de la Escuadrilla. Su mando fue breve, pues en abril de 1914 fue nombrado en comisión al extranjero, asumiendo ese cargo de manera interina el Capitán de Corbeta Juan R. Althaus con retención del mando del Ferré. En base a la experiencia de los dos primeros años de operación, en noviembre de 1915 se aprobó un reglamento tanto para la Estación de Sumergibles –que se desactivó en 1922 al ser dadas de baja ambas unidades– como para la Estación de Torpedos. La Escuadrilla de Sumergibles fue restablecida en junio de 1926 poco después del lanzamiento del primero de los R, designándose como comandante al Capitán de Fragata Enrique Monge. En setiembre de ese mismo año se cambió su designación a División de Submarinos, quedando conformada por el R-1, el R-2 y el Lima, que debía servir como buque de apoyo, al menos hasta que concluyeran las obras de la Estación de Submarinos en la Base Naval de la isla San Lorenzo. Dos años después, al ser incorporados al servicio el R-3 y el R-4, se conformó la Segunda División de Submarinos la que sólo subsistió hasta su arribo al Callao, cuando quedó integrada a la división existente con anterioridad. Esta organización perduró hasta abril de 1953, cuando se estableció la Flotilla de Submarinos integrada por dos divisiones, la primera con los viejos R y la segunda con los submarinos Tiburón y Lobo, cuya construcción avanzaba en los astilleros de Groton. El Capitán de Navío Pedro Gálvez fue el primer comandante de la recién establecida flotilla, a la que tempranamente se adscribieron el barreminas Guardiamarina San Martín y los seis cazasubmarinos con que contábamos entonces. Pocos años después, tras la baja de los R y la trasferencia del barreminas a la Escuadra y de los cazasubmarinos a la Dirección General de Guardacostas, la Flotilla quedó integrada sólo por los cuatro submarinos tipo S organizados en dos divisiones, la primera formada por el Dos de Mayo y el Abtao y la segunda por el Angamos y el Iquique.


La Fuerza lleva a cabo un conjunto de acciones para desarrollar tecnologĂ­a propia, que permita innovar los equipos y sistemas de sus unidades.

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LA COMANDANCIA

División de submarinos , 1957.

Destructor Rodríguez, buque madrina de la Fuerza de Submarinos hasta mediados de los años ochenta.

Contralmirante Willy Harm Esparza, primer comandante de la Fuerza de Submarinos, 1979.

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En 1975 se conformó la Tercera División con los dos primeros submarinos tipo 209 (Islay y Arica), y cuatro años después, con otros cuatro del mismo tipo en proceso de construcción, se creó la Fuerza de Submarinos, siendo su primer comandante el Contralmirante Willy Harm Esparza. Esta fuerza fue organizada en dos divisiones, la primera formada por los seis submarinos de origen norteamericano (a los cuatro R se habían unido los dos tipo Guppy) y la segunda por los seis de origen alemán, contando además con el destructor Rodríguez (como buque madrina) y la lancha de rescate de torpedos San Lorenzo. Años más tarde, el Rodríguez fue dado de baja y, a fines del 2001, las dos divisiones fueron fusionadas en la Comandancia del Escuadrón de Submarinos. La Fuerza alcanzó a contar con doce unidades, las que participaron en la revista naval que, con ocasión del 75 aniversario de su existencia, se llevó a cabo en agosto de 1986. Cabe señalar que como invitados especiales tomaron parte en dicha revista el submarino argentino Santa Cruz y el chileno Simpson. A lo largo de su existencia, la Fuerza de Submarinos ha cumplido a cabalidad su misión primaria, organizando, entrenando y operando las unidades y el establecimiento de apoyo que la conforma, para estar en óptimas condiciones de alistamiento para cumplir con las misiones operacionales que se le asignen. Como parte de ese esfuerzo, la Fuerza lleva a cabo un conjunto de acciones para desarrollar tecnología propia que permita innovar los equipos y sistemas de sus unidades. Es así que se vienen llevando a cabo varios proyectos, entre los cuales se pueden mencionar el Argos (nuevo sistema de control de tiro), Delfín (nuevo sistema de sonar pasivo) y el THOR (nuevo tablero de control de voltajes, contadores de amperios-hora y monitoreo de temperatura en las baterías principales). Todo ello nos permitirá mantener la alta capacidad disuasiva de las seis unidades que conforman la actual Fuerza de Submarinos, que desde hace un siglo es una garantía de nuestra defensa marítima y de la seguridad nacional.


El Ministro de Marina , Almirante Willy Harm Esparza, y el Comandante de la Fuerza de Submarinos, Contralmirante Carlos Valdez de la Torre, reciben a los invitados en la recepci贸n ofrecida por el 75 aniversario de la Fuerza de Submarinos del Per煤.

Submarino argentino Santa Cruz (arriba) y submarino chileno Simpson (abajo), en visita oficial al Callao para participar en los actos por el 75 aniversario de la Fuerza de Submarinos.

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En 1915 el transporte Constitución recibió la tarea de apoyar a los sumergibles.

LA ESTACIÓN DE SUBMARINOS Su creación fue motivo de un intenso y creciente debate político.

P

Comandancia de la Estación de Submarinos.

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or sus propias características, mientras no están operando los submarinos requieren el apoyo de una estación que les brinde energía, servicios y mantenimiento. Bajo esta premisa, cuando se contrató la construcción de nuestros primeros sumergibles, también se solicitaron propuestas para construir una estación de sumergibles en el Callao. Sin embargo, por diversos motivos, al momento en que el Kangourou llegó al Callao el 19 de julio de 1912, no existían esas facilidades. Tal situación, unida a que la adquisición de estas unidades por el gobierno de Leguía no había contado con el conocimiento ni aprobación del Congreso, llevó a que el tema de la estación para los sumergibles fuese materia de un creciente debate político. El Presidente Billinghurst tomó el asunto en sus manos y en noviembre de 1912, pocas semanas después del arribo del Ferré, viajó a Chilca para inspeccionar la zona y determinar si era posible establecer allí la referida estación. Sea que la zona no convenciera al Presidente o que simplemente otros temas resultaran más urgentes, lo cierto es que el asunto quedó archivado y no se volvió a tratar de ello. Conocemos tan solo que entre noviembre de 1913 y abril de 1914 el Capitán de Navío graduado Ernesto Caballero y Lastres fue el Jefe de la Estación de Sumergibles, siendo reemplazado en tal función por el Capitán de Corbeta Juan R. Althaus, con retención del mando del Ferré. Hacia 1915 la situación de los sumergibles se había tornado delicada, conforme lo pudo determinar la Comisión de Marina de la Cámara de Diputados que debía evaluar el estado de los buques de la Escuadra. Ante la inexistencia de facilidades en tierra, y lo inadecuado que resultaba el terreno que el Ministerio de Hacienda había ofrecido, “porque la fuerte reventazón de la mar en este sitio expondría a los sumergibles a posibles accidentes”, se había asignado al transporte Constitución para que apoyase a los submarinos, alojando a bordo tanto a las tripulaciones como los repuestos de ambas naves. Sin embargo, como señaló la comisión, para convertir a ese transporte en una verdadera unidad de apoyo, era necesario dotarla de “un nuevo grupo electrógeno, compuesto de un motor Diesel y un dínamo a corriente continua para la carga de los


Patio de Honor de la Estaci贸n de Submarinos.

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LA ESTACIÓN DE SUBMARINOS

En 1921 se creó el Apostadero Naval de San Lorenzo, en el cual funcionaría la Estación de Sumergibles.

Placa inaugural de la Base Naval de San Lorenzo, construida por la Electric Boat Company.

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acumuladores de los sumergibles; una compresora para la carga de los torpedos y mesas para la regulación de los torpedos, reguladores de inmersión y giróscopos”. Mientras se tomaban las medidas apropiadas para convertir al Constitución en una nave de apoyo, el Ministro de Guerra y Marina decidió que los sumergibles pasaran a depender directamente de su despacho, asignándoles una partida de 45 libras mensuales. Ello resultaba inusual, pero lo cierto es que la situación del Ferré y el Palacios era crecientemente preocupante. La existencia de la Estación de Sumergibles se formalizó al promulgarse su reglamento el 15 de noviembre de 1915. Simultáneamente se promulgó el reglamento de la Estación de Torpedos, con lo que quedaban normadas las actividades relativas al mantenimiento y operación de este tipo de arma, que era empleada por los sumergibles, los cruceros y el cazatorpedero Teniente Rodríguez. En mayo de 1916, el Constitución fue sometido a reparaciones, motivo por el cual se decidió trasladar a tierra tanto a la Estación de Torpedos como a la de Sumergibles. Se le asignó un lote de seis mil metros cuadrados, adyacentes a la Escuela Naval por su lado oeste. En agosto de ese mismo año, al haber sido organizada la Dirección General de Marina, se nombró como dotación de la Estación de Sumergibles al Capitán de Corbeta Carlos Fajardo, Teniente Primero Daniel Caballero y Lastres, Teniente Primero maquinista Adrián Gayoso, Teniente Segundo Roque A. Saldías y Alférez de Fragata Enrique López Mindreau. El 16 de marzo de 1921 fue creado el Apostadero Naval de San Lorenzo, que estaría formado por dos reparticiones: los depósitos de explosivos de la Armada y la Estación de Sumergibles. Sin embargo, cuando en junio de 1922 el Ferré y el Palacios fueron dados de baja, la estación dejó de tener sentido, razón por la cual fue desactivada. Mientras se construían los dos primeros submarinos tipo R, el gobierno contrató con la Electric Boat la edificación de una base para submarinos en la isla San Lorenzo, la misma que fue entregada al servicio de la Armada el 26 de setiembre de 1926, y comenzó a ser utilizada por los submarinos. Sin embargo, el fondeadero presentaba algunas dificultades, por lo que el Comandante de la División de Submarinos solicitó que se les habilitara una nueva zona de fondeo. Fue así que en abril de 1932 se le autorizó para que sus unidades anclaran “en el ángulo que forma el muro oeste de la antigua dársena y el rompeolas sur de las obras portuarias” que entonces venía realizando la firma Frederick Snare Corporation. Poco después se asignó como nave de apoyo a un viejo buque de la Compañía Peruana de Vapores amarrado al muelle dársena. En la década siguiente, la Estación de Submarinos se ubicó en la Base Naval del Callao, quedando subordinada al Comandante de la División de Submarinos tal como lo regulaba una resolución suprema fechada el 22 de abril de 1940. El muelle asignado era adecuado para los submarinos R, pero, al contratarse la construcción de los dos primeros submarinos S, fue necesario alargarlo hasta alcanzar sesenta metros. Estas obras quedaron concluidas en setiembre de 1953, siendo inauguradas el 8 de octubre de 1953 por el Presidente Manuel A. Odría. Cabe señalar que en los años sesenta hubo un nuevo intento de regresar la Base de Submarinos a la isla San Lorenzo. Sin embargo, las mismas razones que se habían argumentado treinta años antes, llevaron a que se desistiera del intento. Al contratarse la construcción de los submarinos alemanes también se adquirió un conjunto de elementos de apoyo, los que continúan brindando sus servicios a esas naves como parte de las labores que cumple la Estación de Submarinos.


El R-2 en trabajos de mantenimiento en el Varadero de la Isla de San Lorenzo.

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LA ESTACIÓN DE SUBMARINOS

Vistas diversas de la Estación de Submarinos.

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LA ESTACIĂ“N DE SUBMARINOS

Puerta de ingreso al muelle de submarinos.

Departiendo en momentos de descanso.

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Mural con los escudos de la Fuerza de Submarinos.


Personal de la Estaci贸n de Submarinos en trabajos cotidianos en la planta cargadora de bater铆as y en los talleres de mantenimiento.

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Muelle de la Estaci贸n de Submarinos.

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LA ESTACIÓN DE SUBMARINOS

La planta cargadora de la Estación de Submarinos suministra energía a las baterías de los submarinos.

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Muelle de la Estaci贸n de Submarinos e instalaciones de la Estaci贸n de Submarinos.

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LA ESCUELA DE SUBMARINOS Desde la incorporación de los sumergibles fue necesario preparar a sus dotaciones, realizándose diversos esfuerzos en ese sentido.

L

a adquisición de los sumergibles Ferré y Palacios conllevó la necesidad de preparar a sus dotaciones, labor que fue abordada inicialmente por el Teniente de Navío H. Carré, funcionario del astillero constructor; pero a partir de agosto de 1911 se contó con el apoyo del submarinista francés Joseph Alexandre Jean Theron quien, con dos años de experiencia en ese tipo de naves, fue contratado para servir en nuestra armada con el grado de Capitán de Fragata como Jefe de la Estación de Sumergibles e instructor de sus tripulaciones. Ambas funciones quedaron de alguna manera fusionadas, y si bien no había muchos problemas en mantener a las dotaciones más o menos inalteradas, el asunto resultaba más complicado en el caso de los oficiales. El ascenso de algunos de los primeros en ocupar estos cargos llevó a que, pese a las conferencias que sobre navegación y guerra submarina fueron dictadas en la Escuela Naval, para 1917 solo se contara con cuatro oficiales subalternos debidamente preparados para servir en ese tipo de naves. Buscando solucionar ese problema, ya en febrero de 1916 se había dispuesto que los oficiales “que deseen adquirir la especialidad de navegación submarina, serán destinados por el Estado Mayor General de Marina, a su solicitud”, a ocho meses de instrucción. La parte teórica estaría a cargo del Jefe de la Estación de Sumergibles y la práctica sería de competencia de los comandantes de los sumergibles. Lo cierto es que esa temprana especialización de los oficiales submarinistas debió enfrentar algunas resistencias, las que se hicieron más notables en febrero de 1917, cuando el Ministro de Guerra y Marina, General Benjamín Puente, dispuso que todos los oficiales subalternos sirvieran dos meses en los sumergibles. Considerando que esta era una medida que no solo iba contra el Código de Marina, sino que también atentaba contra la seguridad de las naves y su personal, los Tenientes Primero Enrique Monge y César Valdivieso, comandantes del Ferré y del Palacios, respectivamente, renunciaron a sus cargos produciéndose un incidente que tuvo una amplia cobertura periodística y que llevó a la renuncia del ministro. La preparación del personal destinado a los sumergibles continuó a cargo del Jefe de la Estación hasta que, finalmente, ambas naves fueron dadas de baja y desapareció esa necesidad. Pero al contratarse la construcción de los submarinos R, fue necesario volver a enfrentar el tema. Tal como había sucedido en el caso del Ferré y el Palacios, los instructores iniciales fueron

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Oficiales alumnos en el simulador de trimado.

algunos oficiales norteamericanos al servicio de la firma constructora. Ya con las cuatro naves incorporadas, fue necesario preparar más oficiales y tripulantes para que pudiesen operarlas eficientemente. Con ese propósito, a partir de 1926 se organizaron cursos para capacitar al personal que debía dotar esas unidades, lo que fue formalizado mediante decreto supremo del 11 de julio 1927 que establecía normas para calificar a oficiales y tripulantes para el servicio de submarinos. Dichas normas señalaban que los oficiales aspirantes a esa especialización debían servir a bordo de una de esas unidades por un mínimo de seis meses antes de ser examinados teórica y prácticamente por una junta presidida por el Comandante de la División de Submarinos. El personal subalterno también debía servir seis meses a bordo, siendo potestad de sus respectivos comandantes el otorgarles la calificación que los habilitaba para continuar en este tipo de unidades. En 1929 se estableció la Escuela de Submarinos a bordo del Lima, buque madrina de estas naves, siendo nombrado jefe de la misma el Capitán de Fragata Pablo C. Ontaneda. Su misión era preparar teórica y prácticamente en los conocimientos especiales del arma al personal superior y subalterno destinado a servir en la División de Submarinos, asignándose para ese

En 1929 se estableció la Escuela de Submarinos a bordo del Lima, siendo su primer jefe el Capitán de Fragata Pablo Ontaneda.

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Simulador de trimado.

Simulador de ataque.

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fin seis meses de instrucción teórica y tres de práctica a bordo. Las clases se iniciaron el 1º de julio de 1930, contándose con el apoyo del Capitán de Fragata James P. Compton de la Misión Naval Norteamericana, quien instaló un instructor de ataque; y del Capitán de Corbeta Roberto Badhams, Jefe del Taller de Torpedos, cuyos conocimientos del torpedo Bliss Leavitt serían sumamente útiles para los alumnos. En abril de 1932 la Escuela tuvo que dejar el Lima al haberse dado otro destino a esa nave. Por tal razón, la preparación de los submarinistas retomó el sistema previo, disponiéndose que para que los oficiales pudiesen calificarse en esa arma debían haber concluido su cuaderno de a bordo y conducido no menos de veinte inmersiones y diez aproximaciones de ataque exitosas (efectivas o en la mesa de ataque). Asimismo, se establecía un año como tiempo mínimo de práctica, la mitad del cual debía transcurrir en una unidad operativa. Una norma de octubre de 1933 señaló que la calificación podía perderse si se dejaba de servir en submarinos por cuatro años o más, pudiendo recuperarse solo por recomendación del Comandante de la División y previo período de reentrenamiento de tres meses a bordo. Bajo este esquema, la Escuela continuó preparando a las nuevas generaciones de submarinistas, elaborando además algunos manuales, entre ellos el de aproximación y ataque que fue aprobado y publicado en 1938, en el que se describía el instructor de ataque que se empleaba para entrenar al comandante y oficiales de las unidades. El 1° marzo del siguiente año se creó la División de Escuelas Técnicas, dependiente del Estado Mayor General de Marina, la misma que agrupaba bajo un solo comando las escuelas de torpedos, submarinos, buceo, ingeniería y comunicaciones, así como el taller de instrumentos de precisión. Para adecuarse a esa nueva organización, la Escuela de Submarinos elaboró un reglamento que fue aprobado por resolución ministerial del 21 de abril de 1939, en el que se establecía la rutina diaria, el método de calificación, el plan


Busto del ingeniero Federico Blume Othon.

de instrucción para oficiales, el programa semanal general para la tripulación y los programas especiales para electricistas y maquinistas. Dicha norma precisaba que los cursantes debían ser Alféreces de Fragata o Tenientes Segundo en el caso de oficiales, y de cualquier grado en el caso de personal subalterno, siendo nombrados a dedicación exclusiva tras aprobar un examen de aptitud física. Luego de culminar la fase teórica pasarían seis meses embarcados, recibiendo la calificación en base a la recomendación que emitieran los comandantes de los submarinos en que efectuaran su embarco. El primer curso para oficiales estuvo a cargo de los Tenientes Primero Carlos Espinoza Illich y Federico Salmón de la Jara, y estuvo integrado por tres Tenientes Segundo y tres Alféreces de Fragata. La parte teórica se dictó entre mayo y octubre de 1939 en un local ubicado en el segundo piso de uno de los edificios actualmente ocupado por el SIMA; y en diciembre, cuando la Escuela pasó a la Estación de Submarinos, se inició el segundo curso con cuatro oficiales alumnos. La Segunda Guerra Mundial implicó algunas limitaciones para la Escuela pues, la mayor parte de las unidades e instructores fueron destacados a las operaciones de defensa del litoral norte del país. Pese a ello, en 1943, con ayuda del Oficial de Mar mecánico Williams, el Teniente Primero Alberto Ascenso Cabello, instructor de la Escuela (hoy equivalente a jefe), proyectó, construyó y puso en operaciones el primer simulador de ataque. Consistía el mismo en una torre o compartimiento giratorio que representaba al puesto de mando, con un disco de marcación, periscopio y repetidor de giro, una mesa de ploteo y un carro o blanco. Además de ser utilizado por los oficiales alumnos para aprender las técnicas submarinas, el simulador sirvió para entrenar a las dotaciones en los procedimientos de ataque. En años posteriores, varios oficiales peruanos hicieron sus estudios de especialización en la Escuela de Submarinos de New London, encontrándose entre ellos los Capitanes de Corbeta Luis López de Castilla, Miguel Rotalde y Alfredo Battistini y los Tenientes Primero Gastón Herrera, Manuel Piqueras y RamónArróspide, quienes siguieron esos cursos en 1947. Entre 1939 y 1955 la Escuela funcionó en el segundo piso de la Estación de Submarinos hasta que se le construyó un local en el Centro de Entrenamiento Naval, que fue inaugurado el 8 de octubre de 1955 por el Presidente Manuel A. Odría. Como parte de su visita a la

La Segunda Guerra Mundial implicó que instructores fueran destacados a las operaciones de defensa del litoral norte del país.

Teniente Primero Carlos Espinoza Ilich, encargado del primer curso para oficiales, 1939.

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LA ESCUELA DE SUBMARINOS

Escuela de Submarinos.

Oficiales submarinistas saliendo de su alma máter.

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Escuela, el jefe de estado pudo apreciar el nuevo simulador o instructor de ataque adquirido en Estados Unidos con la tecnología de los submarinos S; y también “el carril que simula la aproximación de un blanco, las cortinas de defensa y las diversas condiciones tácticas” que se ubicaba en el segundo piso de la Escuela. También se contó con un motor similar al de los S ubicado en la Escuela de Ingeniería del CITEN. Este instructor de ataque prestó servicios hasta 1984, cuando quedó seriamente deteriorado por los estragos causados por el desborde del río Rímac que inundó parte de la Base Naval del Callao. Transferido a la Estación de Submarinos, fue instalado en un ambiente especial de la Cámara de Oficiales donde nuestros submarinistas se reúnen eventualmente para disfrutar de un momento de descanso y camaradería. Como parte de los trabajos de rehabilitación de la infraestructura de la Estación de Submarinos afectada por la mencionada inundación, se construyó un nuevo local para la Escuela, el cual fue inaugurado en diciembre de 1989. El edificio cuenta con varias oficinas y aulas, además de ambientes para simuladores, una biblioteca y una sala de acústica. Para mejorar su equipamiento, en los años noventa se instalaron réplicas del tablero principal de interruptores y de la estación de trimado; y en el 2004 se construyeron un simulador de trimado y otro de ataque. El primero de estos simuladores, diseñado y construido por el Servicio Industrial de la Marina y el Servicio de Armas y Electrónica, es una réplica del compartimiento de controles colocado sobre una plataforma a la que se le puede dar movimientos en los planos vertical y horizontal. El segundo fue diseñado y construido por el Servicio Industrial de la Marina sobre la base de la experiencia adquirida en la aplicación de nuevos equipos y programas a bordo de las unidades, empleándose para ello una carcasa en escala 1:1 del puesto central de un submarino tipo 209. Cuenta con consolas de control, sonar, ploteo y control de armas, además de un periscopio y un sistema para reproducir ruidos generados por diversas unidades. Inaugurado en agosto de ese año, este simulador táctico fue pre-


Oficiales alumnos en clases.

miado por la Comandancia General de Operaciones del Pacífico como el mejor proyecto de desarrollo tecnológico del 2004. Actualmente, la Escuela de Submarinos ofrece varios programas de formación y de entrenamiento para oficiales y personal subalterno. Entre los destinados a oficiales se encuentran el de calificación en submarinos y los de capacitación para desempeñarse como segundo comandante y como jefes de departamento. Entre los destinados al personal subalterno podemos mencionar los de ingeniería eléctrica, ingeniería mecánica, interruptores principales, máquinas principales, planta cargadora, sensores submarinos, comunicaciones y control de tiro y armas. A lo largo de su existencia, la Escuela también ha calificado como submarinista a varios miembros de nuestra sanidad naval, el primero de los cuales fue el Teniente Primero Luis Vargas Botto, quien siguió el curso en 1949. También se ha calificado a oficiales y personal de las armadas de Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela, y capacitado a las primeras dotaciones de submarinistas de las armadas de Colombia y Venezuela, temas que serán abordados en el capítulo dedicado a la proyección internacional de la Fuerza de Submarinos. Asimismo, ha editado diversos manuales y libros técnicos, entre ellos el de Antonio J. Salvá Pando, Acústica Submarina (Lima, 1994).

Se ha calificado a oficiales y personal de Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela; y capacitado a primeras dotaciones de submarinistas de Colombia y Venezuela.

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ESTACIÓN DE ARMAS SUBMARINAS La Guerra con España llevó a adquirir nuestras primeras armas submarinas. En las décadas siguientes fuimos incorporando diferentes torpedos, a los que se debía brindar un adecuado mantenimiento.

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Torpedo Whitehead recuperado por un buque británico, 1878 .

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l empleo de armas submarinas en nuestro país se remonta al conflicto que en 1866 sostuvimos con España, en el que se utilizaron minas eléctricas (llamadas también torpedos) y canoas torpederas para la defensa del Callao. Posteriormente, durante la Guerra del Pacífico, se organizaron las llamadas fuerzas sutiles, formadas por lanchas cañoneras y torpederas, y también por grupos destinados a operar las minas o torpedos fijos y los modernos torpedos autopropulsados, tanto desde los buques de la escuadra como en la defensa de puertos. Tras el lento proceso de recuperación vivido luego de esa guerra, en 1907 pudimos incorporar a nuestro arsenal de armas submarinas los torpedos austriacos Whitehead de 18 pulgadas para ser empleados en los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi. Cinco años más tarde se recibieron los primeros torpedos Schneider de 18 pulgadas para uso del sumergible Ferré, creciendo su número cuando se incorporaron al servicio el Palacios y el cazatorpedero Teniente Rodríguez, dotado de tres lanzadores de torpedos, uno en proa y dos en cubierta. Si bien las unidades contaban con torpedos a bordo, sus cabezas de combate se hallaban en uno de los pañoles de la Estación de Explosivos ubicada en la isla San Lorenzo, donde también se conservaba la pólvora y munición de artillería de la escuadra. Por otro lado, los torpedos que no estaban a bordo se almacenaron “en local inapropiado en la Aduana del Callao”, hasta que en 1917 se dispuso que un ambiente de la Escuela Naval fuese habilitado para albergarlos. Cuando se contrató con la Electric Boat Company la construcción de la Base Naval de San Lorenzo, se incluyeron instalaciones para un taller de torpedos, donde se diese mantenimiento a los Bliss-Leavitt marca X mod. 1 con que estaban dotados los submarinos R y que habían sido probados en fábrica por el entonces Capitán de CorbetaAntonio Saldías Maninat. La incorporación de los destructores Almirante Guise y Almirante Villar, en 1933, incrementó el empleo de torpedos en nuestra armada, pues cada una de estas unidades contaba con tres torres triples de tubos lanzadores, así como con minas. Armas de este último tipo fueron empleadas en el río Putumayo durante el conflicto con Colombia en 1932-1933, cayendo prácticamente en el olvido poco después. Por otro lado, en 1928 se creó la Escuela de Torpedistas, que debería funcionar en la Base Naval de San Lorenzo, donde siguió operando el taller de torpedos hasta 1943, cuando fue desactivado para trasladarlo a la Base Naval del Callao. Al año siguiente reinició sus activi-


Plataforma de tres ejes en el sector de pruebas de torpedos. / 131


ESTACIÓN DE ARMAS SUBMARINAS

dades, dependiendo hasta 1950 de la Dirección de Material, cuando pasó a órdenes del Comandante de la División de Submarinos. En 1966, al crearse el Departamento de Sistemas de Armas como parte del SIMA, la Estación de Torpedos pasó a formar parte del mismo, bajo la denominación de Taller de Armas Submarinas. Cuatro años después se desligó del SIMA, pasando a depender de la Comandancia General de la Base Naval del Callao, y en lo técnico de la Dirección de Armas. Denominado Estación de Torpedos desde 1977, cuenta con talleres especializados en los diversos tipos de torpedos actualmente en servicio. Nuestra armada ha utilizado diversos torpedos autopropulsados, en su mayor parte de origen norteamericano. La lista que sigue a continuación no pretende ser exhaustiva, pero si ilustrativa de ese tipo de arma:

En 1912 se recibieron los primeros torpedos Schneider de 18 pulgadas para uso del Ferré.

Norteamericanos Lay modelo 5, diseñado en 1877, filoguiado, para ser lanzado desde tierra o unidades de superficie. Empleado durante la Guerra del Pacífico. Hubbe & Hardy, diseñado en 1878, filoguiado, para ser lanzado desde tierra o unidades de superficie. Empleado durante la Guerra del Pacífico. Ericsson, diseñado en la década de 1870, para ser lanzado mediante un cañón-torpedo desde unidades de superficie. Adquirido durante la Guerra del Pacífico. MK9, puesto en servicio en 1915 para unidades de superficie, fue modificado para empleo submarino. MK10 modelo 1, puesto en servicio en 1918. MK10 modelo 3, puesto en servicio en 1918. MK14 modelo 3A, puesto en servicio en 1931. MK15 modelo 3, puesto en servicio en 1935, para ser lanzado desde unidades de superficie. MK23 modelo 0, diseñado en 1943. MK27 modelo 7, diseñado en 1943, antisubmarino. MK32 modelo 2, diseñado en 1950, antisubmarino, para ser lanzado desde unidades de superficie. MK37 modelo 2, diseñado en 1959, antisubmarino. MK37 modelo 3, diseñado en 1946, antisubmarino. NT37C, diseñado en 1976, antisubmarino. MK44 modelo 1, diseñado en 1974, antisubmarino, para ser lanzado desde unidades de superficie y aéreas. Otros países Whitehead MK 2 ó MK 5, 18 pulgadas, diseñados en 1899 y 1901, respectivamente, construidos en Gran Bretaña bajo patente austriaca. Schneider tipo B, 18 pulgadas, francés, modelo 1906. SST4, alemán, diseñado en 1974, antisubmarino, filoguiado. SUT 264, alemán, antisubmarino-antisuperficie, filoguiado.

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Comandante de la Estaci贸n verificando trabajos de mantenimiento a un torpedo SST-4.

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ESTACIÓN DE ARMAS SUBMARINAS

Torpedo MK14. Fue empleado por nuestros submarinos durante muchos años.

En 1928 se creó la Escuela de Torpedistas, que funcionó en la Base Naval de San Lorenzo. Junto con el Taller de Torpedos, que también funcionaba en esa isla, fue trasladada a la Base Naval del Callao en 1943.

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Ensamblaje de un torpedo SST4.

Zona de prueba de torpedos. / 135


ESTACIÓN DE ARMAS SUBMARINAS

Patio principal de la Estación de Armas Submarinas.

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En 1966, al crearse el Departamento de Sistemas de Armas como parte del SIMA, la Estaci贸n de Torpedos pas贸 a formar parte del mismo, bajo la denominaci贸n de Taller de Armas Submarinas.

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LA INSIGNIA DE SUBMARINOS Representa a un valioso conjunto humano, profundamente orgulloso del servicio que prestan a la nación, a su armada y a su fuerza.

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Modelo de insignia presentado por el Alférez de Fragata Jorge del Río Roldán, 1942.

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n julio de 1927, al fijarse las normas para calificar en submarinos a los oficiales y tripulantes, se precisó que los oficiales submarinistas debían lucir en el lado izquierdo del pecho y mientras prestaran servicios en esas unidades, “un alfiler de metal dorado de siete centímetros de largo, ostentando un submarino del mismo material, visto de proa; navegando en superficie y con los timones de cada extremidad desplegados para inmersión, el cual iba colocado entre dos delfines en posición horizontal, cuyas cabezas reposarán sobre el borde superior de los timones”. En esencia, esa insignia era similar a la utilizada por los submarinistas norteamericanos. El personal subalterno debía llevar el mismo distintivo bordado en hilo de oro sobre fondo azul o blanco, según el uniforme de la estación, en la manga derecha entre el hombro y el codo. En diciembre de 1932, posiblemente en reconocimiento al papel que jugaron las dotaciones de los submarinos en controlar el levantamiento de la marinería de la Escuadra, el personal subalterno fue autorizado a utilizar la misma insignia que los oficiales. Casi diez años más tarde, en junio de 1942, se dispuso que el distintivo de calificación pudiera usarse en todo momento, aún cuando sus poseedores no estuvieran prestando servicio en submarinos. Ese mismo año, el Alférez de Fragata Jorge del Río Roldán, embarcado en el R-3, recibió el encargo de su comandante, el Teniente Primero Enrique León de la Fuente, de esbozar una nueva insignia. Su diseño mantenía la pareja de delfines convergiendo sobre un ancla, sobre la cual se ubicaba un torpedo y un submarino R mostrando su lado de babor. Superponiéndose a estos tres elementos se ubicaba el escudo nacional, y rematando el conjunto una cinta en la que se leía División de Submarinos. El conjunto representaba la idea del arma submarina, pero resultaba algo recargado. Además, la firma norteamericana que elaboró el prototipo cometió un error en el escudo nacional al invertir las posiciones del árbol de la quina y la vicuña. Esa primera propuesta, elevada a la superioridad naval a fines de 1943, fue devuelta con algunas observaciones, motivando que el flamante Teniente Segundo Del Río la mejorara y preparó otros 6 diseños. Fue entonces cuando el Capitán de Corbeta León de la Fuente, en ese momento Comandante del R-1, logró el apoyo del reconocido artista de la Casa de Moneda, Armando Pareja, mejorándose las propuestas existentes y lográndose, finalmente, una que conservaba los delfines que convergían sobre el escudo nacional, mostrando un submarino tipo R por su banda de estribor. Tras diversas gestiones, finalmente la insignia de submarinos fue aprobada en junio de 1949 mediante Resolución Suprema N° 1186. Una vez aprobada y confeccionada en número adecuado, la insignia comenzó a ser utilizada por nuestros submarinistas. Según muchos de ellos recuerdan, la primera vez que la mostraron fue en abril de 1950, cuando los cuatro R viajaron a New London para ser recorridos y modernizados en los astilleros de la Electric Boat. Pero más allá de la fecha en comenzó a utilizarse, representa a un valioso conjunto humano, profundamente orgulloso del servicio que prestan a la nación, a su armada y a su fuerza, y eso tiene y seguirá teniendo un enorme significado.


...y logrĂĄndose, finalmente, una que conservaba los delfines que convergĂ­an sobre el escudo nacional, mostrando un submarino tipo R por su banda de estribor. Tras diversas gestiones, finalmente la insignia de submarinos fue aprobada en junio de 1949.

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SUBMARINISTAS Y SUBMARINOS EN LA CULTURA PERUANA ...y considero oportuno –porque del alma me brota– suponer como patriota, el triunfo que hubiera sido ¡si Grau hubiese tenido un submarino en su flota...!

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Tras una impecable carrera naval, el Contralmirante Federico Salmón de la Jara participó activamente en la creación del actual Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú.

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on varios los submarinistas que han contribuido a la cultura nacional, siendo quizá los más destacados el Capitán de Fragata y doctor Fernando Romero Pintado, los Capitanes de Navío Francisco Quirós Tafur y José Valdizán Gamio y el Contralmirante Federico Salmón de la Jara. Por otro lado, nuestros submarinos y sus dotaciones han inspirado a algunos hombres de letras, entre ellos al notable decimista Nicomedes Santa Cruz. Asimismo, los submarinistas han aportado también al fortalecimiento de la cultura naval a través de varios medios de expresión. En este capítulo trataremos brevemente sobre cada uno de estos casos. Fernando Romero, quien sirvió en submarinos entre 1927 y 1934, se doctoró en Historia en la Universidad de San Marcos y cursó también estudios de economía educativa en la Universidad de Harvard. Bajo la gestión de Jorge Basadre como Ministro de Educación, fue el primer director de Educación Técnica de ese ministerio. Más adelante laboró para diversos organismos internacionales y a su regreso al país reabrió la Universidad de Huamanga, siendo su primer rector en esta nueva etapa. Pasó luego a dirigir el SENATI, y en los años ochenta asesoró a la dirección de la Escuela Naval antes de ocupar la dirección del Museo Naval. Fue miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua, entre otras instituciones, publicando numerosos trabajos sobre diversos temas, contándose entre ellos tres libros de cuentos, uno los cuales le valió el Premio Nacional de Cultura. Su cuento “La Cuatringa” está referido a la historia de cuatro torpedos y a su lanzamiento desde un submarino. Francisco “Pancho” Quirós Tafur comenzó a servir en submarinos en 1941 y tras desempeñar diversos cargos y comandos llegó a ejercer el mando de la Flotilla en 1969. Notable compositor, fue autor de una larga lista de canciones criollas entre las que destaca el popular Vamos Boys, así como de los himnos de la Marina de Guerra del Perú y de la Infantería de Marina, pero sin duda los submarinos fueron una de sus más importantes fuentes de inspiración, escribiendo sobre ellos varios versos y canciones. Una de estas últimas fue la polca Los submarinistas, que compuso a finales de 1944 siendo joven Alférez de Fragata a bordo del R-4, cuando esa nave era reacondicionada en la base norteamericana de Coco Solo. Eventualmente, dicha canción se convirtió en el himno de la Fuerza de Submarinos. La obra musical del Capitán de Navío Quirós ha sido compilada recientemente por el acucioso investigador Manuel Zanutelli Rosas.


Francisco “Pancho” Quirós Tafur, comenzó a servir en submarinos en 1941 y llegó a ejercer el mando de la Flotilla en 1969. Himno de la Fuerza de Submarinos Autor: Capitán de Navío Francisco Quirós Tafur

Los submarinistas todos son, muchachos de temple y corazón, tienen por lema trabajar y conservar, muy alto su pabellón. ¡Puesto de combate en inmersión! desde el periscopio la señal, suena con timbre musical; con precisión todo comienza a funcionar. Doctor y Capitán de Fragata Fernando Romero Pintado, notable historiador, lingüista y educador.

Ábranse las Kingston, cierra la inducción, luego la escotilla, abre evacuación. Avante los motores, planos a bajar, a 60 metros de profundidad. Nos gusta navegar debajo de la mar y sentir que optimista trabaja el corazón.

El Capitán de Navío Francisco Quirós Tafur destacó con brillo como compositor musical.

En nuestra institución todo es cooperación, viva la Armada Nacional que siempre está lista para la acción.

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SUBMARINISTAS Y SUBMARINOS EN LA CULTURA PERUANA

El Capitán de Navío José Valdizán Gamio publicó varios libros sobre tradiciones e historia naval.

El Capitán de Navío José Valdizán Gamio sirvió en submarinos entre 1945 y principios de los años sesenta. Interesado en nuestra rica historia naval, fue un prolífico autor, destacando entre su obra los dos volúmenes de Tradiciones Navales, el Pañol de Anécdotas y los cinco tomos de Historia Naval del Perú. Ya en el retiro, se desempeñó durante largos años como asesor histórico de la Marina de Guerra. El Contralmirante Federico Salmón de la Jara comenzó a servir en submarinos en 1935, habiendo llegado a ejercer el mando de la Flotilla en 1958. Luego de culminar una notable carrera naval, participó activamente en la creación de la Comisión para Escribir la Historia Marítima del Perú, que bajo su presidencia devino en el Instituto de Estudios HistóricoMarítimos del Perú. Con gran empeño impulsó los trabajos de esta entidad durante veintinueve años, logrando superar la meta inicialmente trazada al publicar más de una veintena de volúmenes de la Historia Marítima del Perú. En reconocimiento a su trayectoria, fue incorporado a la Academia Nacional de la Historia, habiendo además recibido numerosos homenajes tanto dentro como fuera de la institución naval. Con ocasión de los festejos por el cincuentenario de la entonces Flotilla de Submarinos, en agosto de 1961 el genial poeta festivo y notable estudioso del folclore afroperuano, Nicomedes Santa Cruz, compuso la décima Submarino.

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Nuestros submarinos y sus dotaciones han inspirado a algunos hombres de letras, entre ellos el notable decimista Nicomedes Santa Cruz.

Submarinos (décimas) Autor: Nicomedes Santa Cruz

Musa que me diste tanto en no lejana ocasión, musa que mi inspiración cobijas en tibio manto: Aliente hoy mi canto y señálame el camino. No basta ser repentino ni buscar risa que iguale para contar lo que vale un peruano submarino:

Cargas de profundidad estallan doquier se encuentre, destroyers de negro vientre rastrean la inmensidad. Sumido en la obscuridad un siglo es cada segundo, hasta que ajeno del mundo, lejos de póstumas galas, averiado el waterballast se pierde en lo más profundo...

Con tu mirada avizora – sumergido ochenta brazas– silencioso te desplazas a veinte nudos por hora. Setenta metros de eslora por nueve y medio de anchura te dan la bella figura de poderoso cetáceo. ¡Hasta tu cuerpo es grisáceo, metálica criatura!

Se le entierra al que perece, aviador o militar, pero quien muere en el mar no muere: ¡Desaparece...! Al fondo del mar se mece la formidable estructura, y a flor de agua, en calma pura, a la par de santos óleos unas manchas de petróleo señalan la sepultura.

Surge el grito de terror que odian las naves de guerra, grito que aturde y aterra: ¡Periscopio a estribor...! El cíclope escrutador hace cálculos muy quedo. En su interior, ágil dedo oprime cierto botón... ¡y hay hurras tras la explosión del impacto del torpedo!

Bravos hijos de Neptuno. Honra y prez de nuestra Armada, ¡cincuenta años de jornada contemplan a cada uno! y considero oportuno – porque del alma me brota – suponer como patriota, el triunfo que hubiera sido ¡si Grau hubiese tenido un submarino en su flota...!

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SUBMARINISTAS Y SUBMARINOS EN LA CULTURA PERUANA

Los submarinistas también estuvieron activos en la elaboración de diversos medios de expresión interna. Fue así que en 1935 el Oficial de Mar 2° Mostacero, de dotación del R-2, publicó el primer número de la revista Tiburón que, con diversas anécdotas marineras, tuvo gran acogida en las dotaciones de la División de Submarinos y alcanzó a ver su sétimo número. Tres años después, el Oficial de Mar 1° radio Alberto Arce Barrantes, igualmente submarinista, editó los dos primeros números de la revista El Huáscar, como órgano de difusión de la Sociedad Mutualista de Maestros y Oficiales de Mar. Esta publicación continuó saliendo bajo diferentes directores, entre los que destacó el Técnico Primero radio Arnaldo Ángeles Tafur, igualmente submarinista, y a pesar de muchas vicisitudes continúa siendo el órgano de la actual Asociación Mutualista de Técnicos y Oficiales de Mar. Finalmente, en junio de 1958, el Teniente Segundo Jaime Navach Nápoli editó el primer número de Periscopio, revista de la Flotilla de Submarinos que desapareció luego de algunos números. En octubre de 1983, con ocasión del setenta aniversario del arribo del Ferré, se emitió un sello postal conmemorativo en el que se aprecia a dicho sumergible navegando en superficie con el pabellón desplegado. Esa fue la primera de una serie de estampillas dedicadas a este tipo de naves. Posteriormente, el 19 de agosto de 1986, se emitieron dos sellos mostrando al R-1 y al Abtao. En el 2005 salió un cuarto sello, esta vez mostrando al Arica; y en mayo del 2009 salieron otras dos estampillas en las que se aprecian al Arica y al Pisagua. Para el presente año, los Servicios Postales del Perú, SERPOST S.A., en coordinación con la Marina de Guerra del Perú, preparó una nueva edición con motivo del centenario del arma submarina peruana. Esta serie entrará en circulación junto con la presente publicación.

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Sello conmemorativo del sumergible Ferre,1983.

Sellos Conmemorativos por el 98° Aniversario de la Fuerza de Submarinos del Perú, 2009.

Sellos Conmemorativos por el Centenario de la Fuerza de Submarinos del Perú, 2011.

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PROYECCIÓN INTERNACIONAL La Fuerza de Submarinos del Perú goza de un sólido prestigio entre sus pares de otros países.

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ara mediados del siglo XX, varias armadas latinoamericanas reconocían que nuestra flotilla de submarinos había demostrado un gran nivel de eficiencia a lo largo de los años y que esa experiencia podía serles útil al momento de operar las primeras unidades de ese tipo que adquirieran, o para mejorar el servicio de las que ya las tenían. La primera marina con la que se estableció esa relación de cooperación fue la argentina, pues entre 1957 y 1961 cinco de sus oficiales participaron en los cuatro primeros cursos avanzados de táctica submarina organizados por la Escuela. A partir de esa fecha la relación entre ambas fuerzas de submarinos ha sido permanente, reforzándose durante la Guerra de Malvinas, cuando se brindó apoyo técnico a los submarinistas argentinos. Posteriormente, a partir de 1989, se estableció un programa de intercambio mediante el cual oficiales peruanos y argentinos pasan un año como instructores en las escuelas de submarinos argentina y peruana, respectivamente. Casi por la misma época en que se inició la cooperación con Argentina, la armada venezolana también se interesó en conseguir el apoyo peruano. Tras las gestiones del caso, en octubre de 1958 envió un grupo de oficiales y tripulantes para seguir el curso básico de submarinos, quienes luego de culminar su preparación teórica y práctica, constituyeron la dotación del Carite, de la clase Balao, el primer submarino venezolano. Ese esfuerzo inicial se prolongaría tres años más a través de oficiales venezolanos calificados como submarinistas en nuestra escuela. Posteriormente, la armada venezolana mostró interés en los submarinos alemanes y, en julio de 1971, un grupo de sus oficiales visitó Kiel y se puso en contacto con la recién arribada comisión naval peruana para tener información

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La primera marina con la que se estableció una relación de cooperación fue la argentina, pues desde 1957 sus oficiales han participado en cursos ofrecidos por nuestra escuela.

Casi por la misma época en que se inició la cooperación con Argentina, la armada venezolana también se interesó en conseguir el apoyo peruano.

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PROYECCIÓN INTERNACIONAL

Logotipo de la Conferencia Submarinos Asia Pacífico 2011

Logotipo de la Conferencia Submarinos Asia Pacífico 2011 a realizarse en Perú.

Capitán de Navío Manuel Solórzano Cáceres (centro) durante la última Conferencia de Submarinos del Asia Pacífico realizada en Singapur, 2010.

Un grupo de nuestros oficiales viajó a Bogotá para coordinar la realización de cursos para las dotaciones de los dos primeros submarinos colombianos, Pijao y Tayrona.

Curso de Calificación de Submarinos en la Armada Española, Teniente Primero Marco Montero Gallegos a bordo del S-74 Tramontana (clase Agosta S-70), 1999.

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más cercana de los submarinos tipo 209. Pocos meses después, Venezuela ordenó la construcción de dos unidades (Sábalo y Caribe), reforzando su vinculación con nuestra fuerza de submarinos al enviar entre 1982 y 1995 a otros seis oficiales para que se calificaran en esa arma. Por otro lado, en 1970 la Armada Nacional de Colombia tomó la decisión de adquirir sus primeras unidades submarinas, interesándose en recibir asesoramiento peruano en ese proceso. Tras la correspondiente aprobación gubernamental, un grupo de nuestros oficiales viajó a Bogotá para coordinar la realización de cursos para las dotaciones de los dos primeros submarinos colombianos, Pijao y Tayrona. Dichos cursos se dictaron para diez oficiales y treinta y ocho tripulantes en 1972; y para doce oficiales y cuarenta tripulantes en 1973. Una tercera fase de instrucción fue el entrenamiento práctico efectuado con el Grupo Tridente II entre febrero y junio de 1974. Cabe mencionar que en abril de 1997, el Tayrona retornó al Callao para ser recorrido en el SIMA, lapso durante el cual sus treinta y seis tripulantes llevaron a cabo diversas actividades con los submarinistas peruanos. También se ha realizado intercambio con oficiales de la marina brasilera, y se ha enviado oficiales peruanos a calificarse como submarinistas en Alemania, Brasil y España. Asimismo, cabe destacar la especial relación que se mantiene con la marina norteamericana desde la década de 1920-1930. Por último, no se puede dejar de mencionar que, en tiempos recientes, se han iniciado aproximaciones a otras armadas a través del foro de rescate de submarinos, en el cual se ha venido aportado la valiosa experiencia adquirida en el lamentable accidente del Pacocha.


Curso de Jefes de Ingeniería en Alemania. Teniente Primero Gabriel Donayre Montesinos a bordo del U-24 (tipo 206), 2009.

Curso de Jefes de Ingeniería de Submarinos en Alemania. A la izquierda, el Teniente Primero Augusto Sayan Odar a bordo del U-16 (tipo 206), 2007.

Programa de intercambio con la Armada Argentina. A la izquierda, el Teniente Primero Alberto Vergara Velarde a bordo del A.R.A. Salta, 2000.

Nuestros oficiales entrenaron en los submarinos alemanes 206.

Este foro, que se viene reuniendo con regularidad en diversos países, en el año 2011 lo hará en nuestro país. De ese modo, coincidiendo con el centenario del arma submarina peruana, del 13 al 16 de junio de este año seremos anfitriones de submarinistas de diecinueve países (Australia, Canadá, Chile, China, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Indonesia, Japón, Malasia, Pakistán, Republica de Corea, Rusia, Singapur, Tailandia y Vietnam), a los que se sumarían varios más en condición de observadores. También tomarán parte en esta Conferencia de SubmarinosAsia-Pacífico el Presidente del Grupo de Trabajo sobre Rescate Submarino de la OTAN y un representante de la Oficina de Enlace Internacional de Escape y Rescate de Submarinos (ISMERLO, por sus siglas en inglés).

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IV ASPECTOS OPERACIONALES

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ASPECTOS OPERACIONALES La presencia de nuestros submarinos y la reconocida capacidad del submarinista peruano en operaciones ofensivas, han sido baluartes para la paz.

La principal contribución de nuestros submarinos a la defensa, y con ello a la seguridad nacional, ha sido y sigue siendo su gran valor disuasivo y su alta capacidad de conducir operaciones ofensivas en aguas de un potencial enemigo. A lo largo del siglo que este tipo de naves han venido prestando servicio en la Armada Peruana, nuestro país ha tenido varios conflictos internacionales, así como situaciones de tensión con algunos países, lo que ha llevado a que las unidades submarinas se desplieguen tanto en el Pacífico como en el Atlántico y ejerzan a plenitud su capacidad disuasiva, e incluso estar en condiciones de realizar operaciones efectivas que pudieran evidenciar su capacidad ofensiva. Nuestras unidades también han participado en numerosos ejercicios, tanto nacionales como internacionales, demostrando el notable adiestramiento de sus dotaciones. Este capítulo abordará estos temas, sin entrar en detalles que por su propio carácter confidencial no pueden ser revelados. Conflicto con Colombia (1932-1933) Como parte del esfuerzo del gobierno del PresidenteAugusto B. Leguía por resolver los temas fronterizos pendientes, en 1922 se suscribió el tratado Salomón-Lozano que ponía punto final a los viejos diferendos limítrofes peruano-colombianos. El acuerdo otorgaba a Colombia el llamado Trapecio Amazónico, que comprendía un vasto territorio en forma trapezoidal entre los ríos Putumayo y Amazonas, río este último sobre el que se ubicaba la localidad peruana de Leticia. La ejecución del tratado, con la consiguiente entrega de ese territorio, solo se produjo en 1930, ocasionando airadas protestas en nuestro país, especialmente en Loreto. En ese contexto, el 1º de setiembre de 1932, un grupo armado de peruanos capturó a las autoridades colombianas en Leticia y proclamó que esa localidad seguía siendo peruana, situación que llevó a un nuevo conflicto con Colombia. Las fuerzas peruanas en la Amazonía se desplegaron en la zona, defendiendo tanto el río Amazonas como el Putumayo, a la espera de la reacción colombiana. Esta no tardó en producirse y a principios de 1933 lograron desalojar a nuestras fuerzas del Putumayo antes que las hostilidades se detuvieran en mayo de ese año, cuando el Perú aceptó replegarse del Trapecio Amazónico en cumplimiento al Tratado Salomón-Lozano, lo que llevó a cabo en el curso del siguiente mes. En ese contexto, nuestras fuerzas navales en el Pacífico fueron organizadas en dos grupos de tarea. Formado por el crucero Coronel Bolognesi y los submarinos R-2 y R-3, el primero

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El R-3 y R-4 participaron en el conflicto con Colombia (1932-1933 )y en la guerra con Ecuador (1941 ).

Nuestras fuerzas navales en el Pac铆fico fueron organizadas en dos grupos de tarea. Uno de ellos, formado por el crucero Coronel Bolognesi y los submarinos R-2 y R-3, oper贸 en la costa colombiana.

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ASPECTOS OPERACIONALES

Las acciones militares se llevaron a cabo tanto en la costa como en la Amazonía, y en ambos teatros le cupo una participación notable a las fuerzas navales.

de estos grupos operó en la costa colombiana, con el propósito de comprometer en tareas defensivas a su aviación y aliviar de esa manera la presión que pudiera ejercer sobre la zona amazónica. El segundo grupo de tarea, al mando del Capitán de Navío Héctor Mercado, lo integraban el crucero Almirante Grau y los submarinos R-1 y R-4, estos últimos al mando de los Capitanes de Corbeta Juan Bacigalupo y Jorge Arbulú. Su misión era pasar al Atlántico y estar en condiciones de amenazar la costa y el tráfico marítimo colombiano si las hostilidades se generalizaban, internándose luego por el Amazonas para neutralizar a las fuerzas colombianas que al mando del General Vásquez Cobos habían ingresado por el río hacia Leticia en los primeros meses de 1933. La Fuerza Avanzada del Atlántico, nombre de este segundo grupo de tarea, zarpó del Callao el 15 de abril de 1933 y, tras una breve recalada en Ancón para embarcar un hidroavión en el Almirante Grau, continuó hacia Balboa. Luego de cruzar el Canal de Panamá, se dirigió primero aAruba y luego a Curazao, donde logró reaprovisionarse de combustible. Cruzando de Curazao a Puerto España en Martinica, las siempre difíciles aguas del Caribe se llevaron algunas planchas de popa del R-1, doblando además el “mástil de la antena”. Tras permanecer dos días en Puerto España para reparar dichos daños, la fuerza de tarea zarpó hacia Belem do Pará, a donde arribó el 15 de mayo. En ese puerto el Almirante Grau pudo amarrarse a muelle y recibir a su costado a los dos submarinos. Luego de dos meses en puerto, lapso en el que se suspendieron las hostilidades, se reparó la superestructura de popa del R-1 y así la Fuerza Avanzada del Atlántico emprendió su retorno al Callao. Al recalar en Puerto España encontró al transporte Rímac y al petrolero Pariñas, que llevaban las dotaciones y el combustible para los destructores Almirante Guise y Almirante Villar recién adquiridos en Estonia, que se unirían al cazatorpedero Teniente Rodríguez y la cañonera Lima para surcar el Amazonas y constituir una fuerza disuasiva en Iquitos. Finalmente, el Almirante Grau y sus consortes arribaron al Callao a mediados de agosto de 1933. GUERRA CON Ecuador (1941) El largo contencioso limítrofe sostenido con Ecuador desde el inicio de la etapa republicana había llevado a nuestro país a intervenir militarmente en ese país en 1859, generando además algunos incidentes armados en el río Napo en la primera década del siglo XX. Sin embargo, las tensiones continuaron y tras varios incidentes, en julio de 1941 estalló un conflicto de proporciones significativas que culminó en la ocupación de parte del territorio ecuatoriano por las fuerzas peruanas y en la suscripción del Protocolo de Río de Janeiro que fijó las fronteras entre ambos países. Las acciones militares se llevaron a cabo tanto en la costa como en la Amazonía, y en ambos teatros le cupo una participación notable a las fuerzas navales. Mientras la flotilla fluvial proporcionó apoyo logístico a las operaciones militares en la Amazonía, tomando parte activa en la captura de Rocafuerte, sobre el río Napo, en el Pacífico la escuadra fue desplegada con la misión de obtener el control del mar y cubrir el flanco

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El R-2 participó activamente en el conflicto con Colombia y en la guerra con Ecuador.

marítimo de las fuerzas terrestres en su avance por la provincia ecuatoriana de El Oro. Con ese propósito, los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi, los destructores Almirante Guise y Almirante Villar, las unidades submarinas y un transporte se desplazaron al norte para operar en una extensa zona de mar que incluía el Golfo de Guayaquil. Asimismo, las tres patrulleras asignadas a Puerto Pizarro operaron en la zona de los esteros formados por los ríos Zarumilla y Santa Rosa. Los submarinos R-1 y R-2 habían sido desplegados en el norte del país desde principios de mayo como medida disuasiva ante las crecientes tensiones con Ecuador, encontrándose en Talara cuando se produjeron los primeros enfrentamientos a inicios de julio. El R-3 y el R-4, que estaban en recorrido, fueron aprestados y zarparon hacia el teatro de operaciones a fines de julio para reunirse con las otras unidades de la escuadra que ya se encontraban en la zona. Esta fuerza fue organizada en tres grupos de tarea basados en Puerto Pizarro, Zorritos y Paita, siendo asignados el R-1 y el R-2 al primero de ellos, el R-3 al segundo y el R-4 al tercero. El Comandante de la División de Submarinos, Capitán de Fragata Mariano Melgar Conde, asumió el mando del primero de estos grupos de tarea, disponiendo que los dos submarinos a sus órdenes reconocieran la boca del canal de Jambelí. Tal misión fue llevada a cabo el 28 de julio, debiendo navegar en superficie durante buena parte de la misma por la gran cantidad de bajos existentes y la poca fiabilidad de la cartografía disponible. Pese a ello, al caer la tarde lograron llegar hasta tres millas del faro Jambelí, pudiendo reconocer que Puerto Bolívar se encontraba defendido por algunas piezas de artillería y el aviso ecuatoriano Atahualpa. Avistadas nuestras naves, la artillería enemiga llegó a efectuar cuatro infructuosos disparos antes que ellas pudiesen alejarse por el canal y emprender el retorno a Puerto Pizarro,

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ASPECTOS OPERACIONALES

a donde arribaron casi a medianoche. En base a esta información, se dispuso que primero el Coronel Bolognesi y luego el Almirante Guise atacaran las posiciones enemigas en Jambelí y Puerto Bolívar, motivando su evacuación y su posterior captura por tres paracaidistas y una sección de marinería del crucero que fue desembarcada por el remolcador Guardián Ríos. Luego de acordarse el alto al fuego, el R-1 y el R-2 fueron replegados primero a Zorritos y luego a Talara donde permanecieron hasta diciembre de 1941 cuando finalmente retornaron al Callao. Por su parte, el R-3 y el R-4, reunidos también en Talara, retornaron al Callao a fines de octubre.

Se reforzaron las fuerzas peruanas a lo largo de toda la frontera con Ecuador y se desplegaron las unidades navales, para estar en condiciones aparentes para operar en el Golfo de Guayaquil.

Conflicto de Falso Paquisha (1981) La demarcación de la frontera peruano-ecuatoriana, establecida por el Protocolo de Río de Janeiro, fue suspendida unilateralmente por Ecuador en 1950, dejando pendiente de concluir ese proceso a lo largo de unos ochenta kilómetros en el sector de la Cordillera del Cóndor. Una década más tarde el gobierno ecuatoriano pretendió desconocer el Protocolo, actitud que si bien fue rechazada por la comunidad internacional, se convirtió en un enorme factor de cohesión ecuatoriano. Atendiendo a este hecho, en momentos de crisis interna no era difícil que algunos líderes políticos recurriesen al tema fronterizo para obtener apoyo popular, ni que se produjeran eventuales incidentes entre puestos fronterizos peruanos y ecuatorianos, usualmente a fines de enero, aniversario del Protocolo de Río de Janeiro. A principios de 1981 la situación se tornó mucho más complicada, pues el ejército ecuatoriano estableció un puesto de vigilancia en la vertiente oriental de la Cordillera del Cóndor, territorio indiscutiblemente peruano, denominándolo Paquisha, nombre de una localidad ecuatoriana. Detectada su presencia, y ante la negativa ecuatoriana de retirarse de la zona, el Presidente Fernando Belaúnde Terry dispuso que la fuerza armada procediera a expulsar a los ecuatorianos que se habían establecido en la localidad que adecuadamente denominó Falsa Paquisha y en cualquier otro punto del territorio nacional. Las operaciones militares peruanas fueron focalizadas en esa zona y luego de tres semanas, del 30 de enero al 23 de febrero, lograron su cometido. Si bien este fue un conflicto limitado en el espacio y en el tiempo, se tomaron las debidas previsiones para la eventualidad de que escalara y se tornara en uno generalizado. En tal sentido, se reforzaron las fuerzas peruanas a lo largo de toda la frontera con Ecuador y se desplegaron las unidades navales para estar en condiciones aparentes para operar en el golfo de Guayaquil. En ese esfuerzo los submarinos peruanos pasaron a ocupar sus posiciones iniciales, permaneciendo en patrullaje durante varios meses. Entre las unidades que tomaron parte en ese despliegue se encontraron el Pacocha y el Islay. Conflicto del Cenepa (1995) Luego de la expulsión de las fuerzas ecuatorianas de la Cordillera del Cóndor tras las acciones militares de 1981, la situación parecía haber retornado al statu quo previo. Vale decir, Ecuador seguía desconociendo el Protocolo de Río de Janeiro alegando que tomaba esa actitud por ser inejecutable en la zona no delimitada; mientras que el Perú mantenía su vigilancia en dicha región en previsión de nuevas incursiones. La cruenta guerra interna que vivió nuestro país a partir de 1980, conllevó un creciente esfuerzo militar que finalmente permitió derrotar tanto a Sendero Luminoso como al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Pero dicho esfuerzo demandó desactivar algunos

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El Dos de Mayo arriba a Paita tras permaneccer en una zona de vigilancia durante el conflicto de 1995.

El Dos de Mayo llega al Callao despuĂŠs del conflicto de 1995.

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ASPECTOS OPERACIONALES

Dotación del Arica en Paita, luego del cese del fuego en el conflicto del Cenepa , 1995.

puestos de vigilancia en la frontera norte, lo que generó algunos incidentes, siendo quizá el más serio el ocurrido en agosto de 1991 en el extremo norte de la zona no demarcada, que llevó a la suscripción del llamado Pacto de Caballeros buscando evitar un enfrentamiento militar. Pese a ello, en enero de 1995, se detectó la presencia de fuerzas militares ecuatorianas en la cabecera del río Cenepa, iniciándose un conflicto que llevó a cruentos enfrentamientos hasta lograr la expulsión de la mayor parte de las mismas y la neutralización de las que habían logrado permanecer en la zona. Tal como había sucedido en 1981, la posibilidad de que el conflicto se generalizara llevó a que un importante componente de nuestro poder militar fuese desplazado hacia el norte del país, incluyéndose en dicho esfuerzo a varias unidades navales. En ese contexto, cuatro de nuestros submarinos (Pisagua, Chipana, Arica y Dos de Mayo) pasaron a ocupar posiciones de espera en el extremo norte de nuestro dominio marítimo, desde las cuales podían proyectarse sobre el Golfo de Guayaquil, mientras que el Islay patrulló frente a Talara en previsión de un ataque naval contra su refinería. En el Callao quedó el Abtao, listo para zarpar si la situación lo requería, así como el Casma y Antofagasta, ambos en recorrido. El despliegue de nuestras fuerzas navales se mantuvo hasta abril de aquel año, cuando finalmente comenzaron a ser replegadas al Callao. No obstante, ante la posibilidad de que las negociaciones de paz naufragaran, entre 1995 y 1998 se mantuvieron algunas naves en la zona, entre ellas un submarino que era relevado mensualmente. En agosto de este último año, luego de conocerse el dictamen de las comisiones técnico-jurídicas, que en esencia daban la razón al Perú, las relaciones entre Perú y Ecuador volvieron a tensarse y se volvió a considerar la opción del empleo de la fuerza en un frente mucho mayor que en 1995, o, al menos, de la amenaza de su empleo. Nuevamente se desplazaron unidades al norte donde se hallaba estacionado el Pisagua, permaneciendo en estado de alerta hasta la firma de los acuerdos de paz en Brasilia a fines de octubre de 1998.

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Tensiones internacionales Han sido varias las oportunidades en que las relaciones con nuestros países vecinos se han deteriorado, generándose situaciones de crisis que eventualmente podían llevarnos a un conflicto. Una de las más conocidas fue la que se generó en torno al Beagle, petrolero de la armada chilena que arribó a Talara el 13 de diciembre de 1978 para cargar combustible. Mientras esta faena tenía lugar, el comandante y su segundo, conducidos por el chofer del agregado naval chileno en Lima, se acercaron a la base aérea de Talara y comenzaron a efectuar diversas tomas fotográficas, en un claro aunque torpe intento de obtener información sobre los aviones Sukhoi que recientemente había adquirido nuestro país. Sorprendidos en esa operación, fueron detenidos y expulsados del país, mientras que el Beagle fue obligado a zarpar, dirigiéndose inicialmente a Guayaquil y luego a puertos chilenos. El tema generó la inmediata protesta peruana y pronto la crisis comenzó a escalar, motivando aprestos militares en ambos lados en momentos en que Chile y Argentina se encontraban también al borde de un conflicto por la posesión del canal de Beagle. En ese escenario, nuestros submarinos fueron desplegados a posiciones iniciales ante la eventualidad de que la escalada continuase y fuese necesario entrar en acción. Finalmente, tras varios días de tensión, la crisis fue superada y a mediados de enero de 1979 las unidades volvieron a su base. Defensa continental Luego que en setiembre de 1939 se iniciara la Segunda Guerra Mundial, los países americanos llevaron a cabo diversos esfuerzos por mantenerse apartados del conflicto. Entre las medidas adoptadas se estableció una zona de seguridad marítima de trescientas millas en torno al continente, excepto, claro está, las colonias británicas que participaron en la guerra desde el inicio del conflicto. Si bien esto no impidió que se produjeran algunos enfrentamientos en aguas continentales, lo cierto es que no existía un riesgo inmediato a la región, al menos hasta diciembre de 1941, cuando Estados Unidos ingresó a la guerra luego del ataque japonés a Pearl Harbor. Las posibilidades de un ataque de este último país al vital Canal de Panamá y a otros puntos de la costa oeste americana, aunque remotas, no dejaron de ser una preocupación, y en consecuencia se adoptó un plan de protección que involucró a varios países, entre ellos al Perú. En ese esquema defensivo, Talara resultaba crucial al ser el único puerto petrolero en esta parte del continente, y en consecuencia se estableció un sistema de defensa que involucró a nuestras fuerzas militares apoyadas por unidades norteamericanas, actuando de manera coordinada con el comando naval de ese país establecido en Panamá. Las fuerzas navales peruanas, al mando del Comandante General de la Escuadra, asumieron la defensa marítima de Talara y el resguardo del tráfico marítimo dirigido a ese puerto. Se establecieron cuatro sectores de patrullaje, los que debían ser cubiertos por un crucero, un destructor y dos submarinos, a los que se sumaron las patrulleras y posteriormente seis cazasubmarinos. Los submarinos, a los que se cambió el color del casco a negro mate, cubrieron sectores de patrulla a más de cincuenta millas al este de Talara, turnándose semanalmente para cumplir esa labor hasta 1945. No faltaron los incidentes, pues en algunos casos las unidades aliadas que arribaban a la zona desconocían la presencia de nuestras naves. Pese a ello, la confluencia de esas naves permitió que los submarinos R elevaran su entrenamiento tanto en operaciones antisubmarinas como de guerra submarina. En este último caso nuestras dotaciones tuvieron ocasión de experimentar los efectos de cargas de profundidad lanzadas a distancia controlada.

Han sido varias las oportunidades en que las relaciones con nuestros países vecinos se han deteriorado, generando situaciones de crisis que, eventualmente, podían llevarnos a un conflicto.

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ASPECTOS OPERACIONALES

Vista desde el periscopio del Arica de un destructor tipo Arleigh Burke, 2009.

En 1996 tomaron parte en Unitas dos de nuestras fragatas, Mariátegui y Carvajal, así como el Pisagua, que logró “hundir” al submarino nuclear norteamericano Narwhal y a otras unidades de superficie “enemigas”.

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Ejercicios Internacionales El más antiguo de los ejercicios internacionales es Unitas, que vino a constituir una suerte de continuación del esfuerzo de defensa hemisférico desplegado durante la Segunda Guerra Mundial, pero dirigido en su inicio a enfrentar la creciente amenaza submarina representada por la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría. El primero de estos ejercicios, aún sin el nombre que lo caracterizaría luego, fue llevado a cabo del 5 al 16 de marzo de 1959 entre Talara y el Callao, participando en el mismo por parte peruana, las divisiones de destructores y de fragatas y la Flotilla de Submarinos; y por parte norteamericana, cuatro destructores, un submarino y un grupo de patrulla aérea. Al año siguiente, en una reunión sostenida en Panamá en la que participaron representantes de las armadas latinoamericanas, así como los agregados navales norteamericanos en sus respectivos países, se acordó llevar a cabo estos ejercicios de forma anual. De esa manera nacieron las Unitas, cuya primera versión se llevó a cabo en el segundo semestre de 1960, con la participación de tres unidades de superficie, un submarino y aviones norteamericanos agrupados en la Fuerza de Tareas 86. Al año siguiente, el ejercicio incluyó una fase conjunta peruano-chilena-norteamericana, realizada del 24 al 27 de setiembre. Cuatro años más tarde, en la primera etapa de Unitas V, del 20 al 22 de octubre de 1964, se llevaron a cabo ejercicios con unidades norteamericanas y chilenas, participando en las mismas el Iquique. En la década siguiente se comenzó a planificar de manera conjunta estos ejercicios, que se fueron haciendo crecientemente complejos en la medida en que los medios navales sudamericanos se iban modernizando. Fue así que a partir de Unitas XVII (1976) nuestras unidades pudieron entrenar con un submarino nuclear norteamericano. Posteriormente, las marinas latinoamericanas fueron invitadas a participar en la etapa de preparación de la fuerza norteamericana en Puerto Rico, la que eventualmente implicó la participación de unidades navales peruanas y también de la OTAN, que fue conocida como Unitas Fase Cero. Fue así que en 1996 tomaron parte en dicha parte de Unitas dos


El Pisagua comparte el muelle con submarinos nucleares en Kings Bay, Estados Unidos, 2006.

de nuestras fragatas (Mariátegui y Carvajal), y el Pisagua, que logró “hundir” al submarino nuclear norteamericano Narwhal así como a varias unidades de superficie “enemigas”. Tras varios años de Unitas multinacionales en el Atlántico, en el 2000 se llevó a cabo el primero de ese género en el Pacífico, siendo designado el Perú como el país anfitrión para ello. PASSEX Este es un ejercicio de tipo eventual, pues se lleva a cabo con ocasión de la presencia de naves extranjeras en aguas peruanas. Incluye la participación de diversas unidades peruanas, entre ellas submarinos, como sucedió en octubre del 2001 con el portaviones norteamericano Nimitz. En esa oportunidad tomaron parte el Angamos, el Antofagasta, el Chipana y el Islay, planteando un problema de tránsito por un área de patrullaje submarino. Ese mismo año también se llevaron a cabo ejercicios de guerra submarina y antisubmarina con naves británicas y francesas. Además de las visitas eventuales, también llegaron al Callao unidades navales extranjeras con el fin específico de llevar a cabo un periodo de entrenamiento relativamente prolongado. Tal fue el caso de los destructores venezolanos Almirante Brión, Almirante García, General Juan José Flores y General José Trinidad Morán que, en 1959, pasaron algo más de dos meses entrenando con nuestras unidades de superficie y submarinas. SUBDIEX A raíz de los atentados terroristas de setiembre del 2001, Estados Unidos declaró la guerra al terrorismo internacional, iniciando poco después una serie de operaciones militares en Medio Oriente que demandaron el desplazamiento marítimo de sus fuerzas, con la consiguiente necesidad de proteger sus rutas de comunicaciones hacia la zona. Pese a la gran capacidad de sus fuerzas navales para esas tareas, había un factor que no podía controlar: la amenaza que eventualmente podía representar la presencia de submarinos convencionales hostiles. Atendiendo a las necesidades del periodo de la Guerra Fría, la armada norteamericana ha-

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ASPECTOS OPERACIONALES

El Arica ingresando a la Base de Point Loma en San Diego, 2009.

bía dejado de lado a los submarinos de ese tipo, contando solo con unidades de propulsión nuclear, tipo de nave que difícilmente podría estar en uso por sus potenciales enemigos en esta guerra contra el terrorismo internacional. En consecuencia, era necesario buscar entre sus aliados a algunos países que estuvieran dispuestos a emplear sus submarinos convencionales para entrenar a fuerzas navales norteamericanas ante la eventualidad de un ataque de ese tipo a sus líneas de comunicaciones. Ese mismo año, las armadas de Estados Unidos y del Perú iniciaron conversaciones para que se enviara un submarino peruano a entrenar con las unidades de la Segunda Flota norteamericana, dando inicio al programa denominado DESI por sus siglas en inglés (Diesel Electric Submarine Initiative). Dos fueron las razones que movieron a los norteamericanos a buscar el apoyo peruano: las fuertes vinculaciones entre nuestras respectivas instituciones navales y el reconocimiento a la experiencia y capacidad de nuestra Fuerza Submarina. Concluidas las gestiones del caso, en agosto del 2002 el Antofagasta zarpó del Callao hacia la costa atlántica norteamericana, siendo el primer submarino convencional en tomar parte en este programa, al que posteriormente se unieron unidades de Colombia, Suecia, Brasil y Chile. Pero si bien la participación de otros países ha crecido, y posiblemente incluya en el futuro unidades de más países de la región, los peruanos hemos sido los únicos en enviar un submarino todos los años, con la variante de que en el 2009 dicho entrenamiento fue con la Tercera Flota, con base en San Diego, California.

DESPLAZAMIENTOS SUBDIEX DÍAS DE DÍAS DE AÑO UNIDAD DURACIÓN OPERACIONES TOTAL EN LA MAR 2002 Antofagasta 154 115 2003 Angamos 157 110 2004 Angamos 157 113 2005 Antofagasta 154 102 2006 Pisagua 157 108 2007 Chipana 154 113 2008 Arica 157 110 2009 Arica 154 101 2010 Angamos 131 93

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Dotación del Pisagua en la graduación del curso sobre control de averías en Norfolk, 2006.

Estas unidades participan en el entrenamiento de varios componentes de la marina norteamericana, entre ellos los grupos de batalla y grupos expedicionarios destinados a servir en el Medio Oriente, de los que usualmente forman parte un portaviones, otras unidades de superficie, así como submarinos y aviones; las unidades del escuadrón de reconocimiento y ataque antisubmarino de la Estación Naval de Mayport (MPRAS-ASWEX) y las unidades de superficie basadas en San Diego. En el caso de los submarinos norteamericanos, se han llevado a cabo ejercicios submarino versus submarino en el polígono acústico de AUTEC, Bahamas. Obviamente, este desplazamiento operacional redunda también en beneficio de nuestros submarinos y sus dotaciones, pues tienen oportunidad de entrenar con unidades provistas de tecnología de última generación y con un elevadísimo nivel de adiestramiento y alistamiento. La gran capacidad de monitoreo y análisis posterior de cada fase del programa permite elevar nuestro alistamiento y acumular una valiosa experiencia operacional. También se presenta la oportunidad de eventuales interacciones con submarinos de otras armadas, como ha sido el caso colombiano, con cuyas unidades hemos tenido ocasión de participar conjuntamente en el programa hasta en tres oportunidades. Asimismo, durante los periodos en puerto, nuestro personal participa en diversos programas de entrenamiento, haciendo uso de los más adelantados simuladores de combate, de incendio, control de averías, navegación y maniobra.

El Pisagua en Norfolk, 2006

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ASPECTOS OPERACIONALES

Estos desplazamientos operacionales redundan también en beneficio de nuestros submarinos y sus dotaciones, pues tienen oportunidad de entrenar con unidades provistas de tecnología de última generación. Por otro lado, la Fuerza de Submarinos adquiere una valiosa experiencia en la conducción y en la logística involucrada en operativos de larga duración, y se viene estudiando la posibilidad de ampliar este tipo de entrenamiento a otros espacios de interés en el Pacífico. SIFOREX

(por las siglas en inglés de silent force exercise, ejercicio de la fuerza silente)

El Angamos navegando en formación con las unidades participantes del SUBDIEX-2010.

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Tras el final de la Guerra Fría, las posibilidades de un enfrentamiento entre submarinos nucleares disminuyeron de manera sensible, llevando a que algunas armadas volvieran a priorizar la lucha contra submarinos convencionales que, bajo las nuevas condiciones, podía constituir una amenaza más real. La armada norteamericana, que había descontinuado el uso de unidades de ese tipo, fue una de las que pasó por ese proceso, debiendo recurrir a marinas amigas para readquirir esa capacidad. En ese contexto, en el 2000 se coordinó con la Armada Peruana para poder participar en un ejercicio avanzado de guerra antisubmarina a mediados del siguiente año, el mismo que sería organizado por la Comandancia de la Fuerza de Submarinos. Fue así como nació SIFOREX, cuya primera versión se llevó a cabo del 20 al 27 de julio del 2001 con la participación de los submarinos Antofagasta y Chipana, la fragata Montero, dos corbetas, y tres buques norteamericanos, el crucero Ticonderoga y las fragatas Rodney M. Davis y Halyburton. El ejercicio ha seguido ejecutándose con regularidad en los años posteriores y actualmente son bianuales, habiendo tomado parte en los mismos el grupo de ataque del portaviones Ronald Reagan en el 2004, empleando helicópteros SH-60B Seahawks para detectar el campo magnético de los cuatro submarinos peruanos con los que operó, así como los más modernos equipos de detección. No obstante esas innegables ventajas tecnológicas, las tripulaciones norteamericanas tuvieron una magnífica oportunidad de entrenar con submarinos reales, cuyas tácticas no necesariamente son similares a las norteamericanas y que además presentan diferencias sustantivas en nivel de ruido. Por nuestra parte, enfrentar esos medios de detección representó un verdadero reto, permitiendo elevar el nivel de entrenamiento ante amenazas antisubmarinas altamente sofisticadas.


Fragata norteamericana operando con el Chipana durante los ejercicios siforex 2010.

Entrenamiento en control de aver铆as para la dotaci贸n del Angamos durante los ejercicios SUBDIEX 2010.

Dotaci贸n del Arica en el curso lucha contra incendios, SUBDIEX 2009.

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V ORGANIZACIONES VINCULADAS

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LA ASOCIACIÓN DE OFICIALES SUBMARINISTAS DEL PERÚ Ese especialísimo sentimiento de ser submarinista toda la vida, llevó a crear la Asociación de Oficiales Submarinistas.

H

Medalla de la Asociación de Oficiales Submarinistas del Perú .

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oy en día existen diversas asociaciones de oficiales de marina organizadas esencialmente en torno a sus respectivas calificaciones, pero como en muchas otras iniciativas, los primeros en constituir una asociación de ese tipo fueron los submarinistas. La idea surgió a fines de los años setenta, cuando los miembros de la comisión de inspección de construcción de los submarinos alemanes, a cargo del Capitán de Navío Alfonso Panizo, entraron en contacto con la U-Boot Kammaradenshaft, organización que agrupaba a los submarinistas alemanes y de otros países europeos. La idea fue madurando en los años posteriores y en 1983 se llevó a cabo una reunión en la Flotilla de Submarinos en la que se acordó elaborar un proyecto de estatutos para establecer una organización similar en el Perú. Finalmente, luego de diversas gestiones, el 15 de diciembre de 1984, en una reunión en el auditorio del Centro Médico Naval a la que asistieron ciento veintiún oficiales submarinistas –tanto en actividad como en retiro– en la que se acordó fundar la Confraternidad de Submarinistas, aprobar un proyecto de estatuto y designar una junta directiva provisional presidida por el Contralmirante Federico Salmón de la Jara, con el encargo de elaborar los estatutos definitivos. La idea esencial de la nueva institución era contar con un espacio que contribuyera a mantener los vínculos fraternales de quienes navegaban o habían navegado en un submarino, y compartir su permanente preocupación por la situación de la Fuerza de Submarinos, sus unidades y sus hombres. Se buscaba de esa manera recoger el valioso legado de jefes, oficiales y personal subalterno que a partir de 1911 dotaron las unidades submarinas peruanas, para preservarlo y para proyectar ese espíritu de cuerpo a las futuras generaciones de submarinistas. Transcurrido algún tiempo, el 1° de marzo de 1989, una nueva asamblea general aprobó los estatutos definitivos eligiendo al primer consejo directivo presidido por el Vicealmirante Alberto Indacochea Queirolo. Durante los dos años de gestión de ese consejo se llevó a cabo la inscripción de la confraternidad que, al tener que adecuarse a las normas del código civil, tuvo que cambiar de nombre a Asociación de Submarinistas del Perú –cambiado en el 2001 a Asociación de Oficiales Submarinistas del Perú–, y se publicó el libro del Vicealmirante Ramón Arróspide Mejía, ¡Operación Sierra -100! Homenaje al heroísmo de los hombres del B.A.P. Pacocha (Lima, 1990). Asimismo, se estableció el museo y archivo histórico de submarinos que funcionó en el local de la Escuela de Submarinos hasta hace pocos años y se comenzó a estudiar el posible establecimiento de un submarino museo, pensándose inicialmente en el Pacocha y luego en el Angamos para esa función. Pero como todo gran proyecto toma tiempo en madurar


y cristalizarse, la idea del museo de sitio sólo pudo cristalizarse en el 2001, cuando el Abtao fue transferido a la Asociación para convertirse en museo de sitio, como se verá en otro capítulo. A lo largo de su primera década de existencia, la Asociación contribuyó de manera significativa en la conformación de una entidad similar que agrupara a los Técnicos y Oficiales de Mar Submarinistas, que finalmente fue establecida en diciembre de 1996 como Asociación de Supervisores, Técnicos y Oficiales de Mar Submarinistas. También se estableció un programa de charlas profesionales con la participación de los oficiales de la Fuerza de Submarinos y se llevaron a cabo diversas actividades conmemorativas y sociales, entre ellas un homenaje al Capitán de Navío Francisco “Pancho” Quirós Tafur, que además de haber sido un notable submarinista fue también un destacado compositor musical. Este evento tuvo lugar en agosto de 1997. Pocos meses antes había aparecido el primer número de Snorkel, el boletín informativo de la asociación dirigido durante varios años por el desaparecido Capitán de Navío Luis Samanez del Risco y que hoy, cincuenta números después, muestra la talla de una revista profesional de creciente calidad. Ese mismo año de 1997, se estableció una medalla de la Asociación que se otorga anualmente al oficial alumno que obtiene las mejores calificaciones en la Escuela de Submarinos; se aprobó la insignia de la Asociación y se preparó la edición de su segundo libro, que bajo el título Una vez submarinista, siempre submarinista, apareció en marzo de 1998. Bajo el loable impulso del Capitán de Navío Samanez, convertido en entusiasta editor, al año siguiente apareció Remembranzas submarinistas y, en el 2001 Anecdotario submarinista. Al iniciarse la presente década, la Asociación logró culminar una de sus aspiraciones iniciales, al poder incorporar como miembros a oficiales en servicio activo. El primero en hacerlo fue el Vicealmirante Alfredo Palacios Dongo, entonces Jefe del Estado Mayor General de Marina y, posteriormente, Comandante General de la institución. Ese era un paso trascendental pues consolidaba la idea primigenia de confraternidad que había inspirado su creación. También ha ampliado su ámbito de actuación, haciéndose presente a partir del 2005 en las convenciones internacionales de submarinistas. Hoy, tras cumplir sus bodas de plata institucionales, la Asociación se prepara con entusiasmo para participar en la conmemoración del centenario de los submarinos peruanos.

Ceremonia de entrega de la medalla de la Asociación de Oficiales Submarinistas del Perú.

El Presidente de la Asociación de Oficiales Submarinistas del Perú coloca la medalla institucional al oficial alumno que ocupó el primer puesto en la fase teórica del curso de submarinos.

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ASOCIACIÓN DE SUPERVISORES, TÉCNICOS Y OFICIALES DE MAR SUBMARINISTAS El profundo sentimiento de camaradería submarinista también se manifiesta entre los Técnicos Supervisores, Técnicos y Oficiales de Mar.

E

l proceso de construcción de los submarinos 209 llevó a que un número significativo de Técnicos y Oficiales de Mar Submarinistas pasaran varios meses en Alemania, lapso en el cual entraron en contacto con submarinistas de ese y otros países europeos. Tal como había sucedido con los oficiales integrantes de esas comisiones, también entre los Técnicos y Oficiales de Mar surgió la idea de crear algún tipo de organización que agrupara a todos los que habían prestado o estaban prestando servicios en nuestros submarinos. Por diversos motivos, esa inquietud quedó latente hasta que en agosto 1995, con motivo de las celebraciones por el 84 aniversario de la Fuerza de Submarinos, el tema fue retomado con el firme apoyo del Contralmirante Jorge Teixeira Rivarola, Comandante de la Fuerza y de la Asociación de Oficiales Submarinistas. Se designó un grupo de trabajo para que elaborara un estatuto y efectuara las gestiones pertinentes a fin de concretar la creación de una asociación que agrupase a los Supervisores, Técnicos y Oficiales de Mar Submarinistas. La comisión, conformada por los Técnicos José Lizárraga Macha, Manuel López Puntriano, Félix Sosa Sullón, Víctor Mallma Matamoros y Pedro Sánchez Alcántara, culminó sus labores a fines del siguiente año y el 20 de diciembre de 1996 convocó a una reunión en el local de la Asociación Mutualista de Técnicos y Oficiales de Mar (ASMUTIOMAR) a la que asistieron numerosos submarinistas en situación de actividad, disponibilidad y retiro. La agenda de dicha reunión consideraba la creación de la Asociación de Supervisores, Técnicos y Oficiales de Mar Submarinistas de la Marina de Guerra del Perú (ASTOSUBPE), la aprobación de sus estatutos y la designación de su primera junta directiva. Los tres puntos de la agenda fueron aprobados por los asistentes, siendo elegido como su primer presidente el Técnico Supervisor 1° Luis Uceda Castilla. A partir de esa fecha la ASTOSUBPE ha llevado a cabo diversos eventos destinados a fortalecer la camaradería, confraternidad y espíritu de cuerpo de los “guerreros de las profundidades del océano”, funcionando en un ambiente ubicado en el Jirón Pedro Ruiz Gallo 122, en el Callao. Entre sus actividades podemos mencionar la edición del boletín Tridente, que hasta marzo del 2010 contaba ya con veintiséis números publicados.

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XI aniversario ASTOSUBPE, Callao 20 de diciembre del 2007.

Presente de la Asociación de Técnicos Supervisores, Técnicos y Oficiales de Mar Submarinistas al Oficial de Mar alumno que ocupó el primer puesto académico, en la fase teórica del curso de submarinos.

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MUSEO DE SITIO “ABTAO” Y se decidió mostrar a la población el impresionante mundo del submarino.

El submarino Abtao, el último de la clase “S”, ahora reposa convertido en fuente de cultura para los peruanos.

Zona de ingreso al Museo de Sitio.

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T

al como ocurre en varios países, el nuestro cuenta también con un submarino destinado a museo de sitio en el cual los visitantes pueden apreciar una nave histórica, conocer la forma como operó durante los años en que estuvo en servicio activo, tener una idea cabal de nuestro poder naval y del importante papel del arma submarina. Se trata del Abtao, submarino de la clase S que estuvo en servicio desde 1954 hasta 1999. La idea surgió en el seno de la Asociación de Oficiales Submarinistas del Perú a finales de los años ochenta, y tuvo un largo proceso de maduración en el que se barajaron varias alternativas. Inicialmente se pensó en el Pacocha, recién rescatado tras su trágico accidente; luego en el Angamos, tras su baja en 1990 y finalmente en el Abtao, el último submarino de la clase S en salir de servicio. La iniciativa tuvo acogida en la superioridad naval y, tras diversas gestiones, en julio del 2001 el Presidente Valentín Paniagua Corazao firmó la resolución suprema que transfería el Abtao a la Asociación para destinarlo a convertirse en un Museo de Sitio Naval, precisándose que su habilitación como tal no debería implicar gasto alguno al Ministerio de Defensa o a la Marina de Guerra del Perú. La transferencia tuvo lugar el 10 de agosto de ese año, y de inmediato una comisión presidida por el Vicealmirante Gustavo Barragán Schenone inició los trabajos conducentes a ese fin. La idea inicial fue vararlo en playa Redondo, en la zona miraflorina de la Costa Verde, para lo cual se contaría con apoyo de dicho consejo distrital. Los costos estimados para la operación ascendían a unos doscientos cincuenta mil dólares (cien mil para habilitarlo en el SIMA, una cantidad semejante para vararlo y unos cincuenta mil para otros servicios), suma que resultaba inabordable para el municipio miraflorino. Fue entonces cuando el alcalde del Callao se ofreció a asumir los costos para habilitar el Museo de Sitio que se ubicaría en la marina que recientemente había construido en las cercanías del Muelle de Guerra en el Callao. Con dicho apoyo, formalizado el 29 de setiembre del 2003, el Abtao inició su habilitación para quedar en su condición original en versión de museo. Tras cuatro meses de trabajos, la noche del 28 de enero del 2004 se inauguró el Museo de Sitio Naval Abtao en una ceremonia a la que concurrieron el ex Presidente Paniagua, el Minis-


Tablero de descripci贸n del torpedo MK 37 -C.

Ca帽贸n de 5 pulgadas del Buque Museo Abtao.

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MUSEO DE SITIO ABTAO

Los visitantes se sorprenden y emocionan al recorrer los compartimientos del submarino.

La cubierta principal.

El compartimento de motores.

tro de Defensa General de División Roberto Chiabra, el Comandante General de la Marina Almirante José Noriega Lores, el Presidente Regional del Callao ingeniero Rogelio Canches, el Alcalde del Callao Alexander Kouri; además de otras autoridades civiles, militares y eclesiásticas, así como un nutrido grupo de asociados. En su discurso, el Vicealmirante Alfonso Panizo, Presidente de la Asociación, dijo: “Hoy hemos venido a inaugurar un museo de sitio que rinde homenaje, en el submarino Abtao, a las unidades de la Marina de Guerra del Perú que, a lo largo de muchos años, cumplieron con su misión de vencer en la más importante de las guerras: la de evitar que nuestra patria fuera agredida desde el mar en una nueva guerra”. A continuación, el Abtao abrió sus escotillas para ser visitado por la comunidad. La visita al Museo de Sitio Abtao se inicia en una sala multimedia ambientada como el puesto central de esa unidad, donde se hace una introducción a la realidad marítima peruana, al poder naval y al arma submarina. Luego se aborda el submarino por la escotilla de proa para visitar sus compartimentos acompañados por un guía. Al llegar al puesto central se da inicio a una recreación de un enfrentamiento con unidades de superficie. Asimismo, en los ambientes exteriores de la plaza donde se encuentra el Abtao se han colocado un torpedo a vapor y otro eléctrico para que los visitantes puedan apreciar y conocer de cerca el arma principal de los submarinos. Desde su inauguración hasta mayo del 2010, el museo de sitio ha recibido más de 315 mil visitantes, en su gran mayoría escolares, contribuyendo de esa manera a fomentar la conciencia marítima peruana y a difundir la importancia del arma submarina en la defensa y seguridad del país.

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Compartimento de torpedos de proa.

Vista exterior del submarino Museo Abtao.

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MUSEO DE SITIO ABTAO

Puesto central.

Cรกmara de oficiales.

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A la salida del recorrido por el Museo Abtao, la gente se topa con el pabell贸n nacional. Es una manera de ense帽ar el amor a la patria y a su Marina.

Habitabilidad del personal en el compartimento de torpedos proa. / 177


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ANEXO

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ANEXO

COMANDOS DE LA FUERZA DE SUBMARINOS, Y DE SUS UNIDADES Y DEPENDENCIAS Naves de gran calidad, los submarinos peruanos se han distinguido por el enorme esfuerzo y cariño que pusieron los hombres que las tripularon.

ESTACIÓN DE SUMERGIBLES C. de F. Joseph Alexandre Jean Theron (no ejerció) C. de N. Ernesto Caballero y Lastres C. de C. Juan Althaus Dartnell (interino) C. de C. José Gálvez Chipoco C. de C. Carlos Fajardo Fernández Maldonado (interino) C. de C. Juan Althaus Dartnell C. de F. Julio Goicochea Álvarez C. de F. Carlos Fajardo Fernández Maldonado C. de C. Víctor Valdivieso Castro C. de C. Enrique Monge Medrano C. de C. Víctor Valdivieso Castro

agosto 1911 – abril 1913 noviembre 1913 – abril 1914 abril 1914 – marzo 1915 abril 1915 – diciembre 1916 enero 1917 – abril 1917 mayo 1917 – diciembre 1917 diciembre 1917 – agosto 1919 agosto 1919 – febrero 1921 marzo 1921 – marzo 1921 marzo 1921 – mayo 1922 mayo 1922

ESCUADRILLA DE SUMERGIBLES C. de F. Enrique Monge Medrano

junio 1926 – setiembre 1926

DIVISIÓN DE SUBMARINOS C. de F. Enrique Monge Medrano C. de N. Tomás Pizarro Rojas C. de F. Pablo Ontaneda Mesones C. de F. Enrique Monge Medrano C. de F. José Alzamora Freundt C. de F. Manuel Nieto Chipoco C. de F. Mariano Melgar Conde C. de N. Mariano Melgar Conde C. de F. Alfredo Souza Almandoz C. de C. Alfredo Freyre Villafana C. de F. Juan Francisco Torres Matos C. de C. Carlos Llosa Paredes C. de F. Federico Salmón de la Jara

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setiembre 1926 – agosto 1927 febrero 1928 – octubre 1930 octubre 1930 – abril 1932 abril 1932 – junio 1934 junio 1934 – mayo 1937 mayo 1937 – marzo 1940 marzo 1940 – enero 1941 enero 1941 – marzo 1942 marzo 1942 – abril 1944 enero 1945 – junio 1947 junio 1947 – agosto 1949 agosto 1949 – diciembre 1949 diciembre 1949 – abril 1953


FLOTILLA DE SUBMARINOS C. de N. Pedro Gálvez Velarde C. de N. Carlos Monge Gordillo C. de N. Julio Giannotti Landa C. de N. Federico Salmón de la Jara C. de N. Jorge Barreto Alván C. de N. Luis Rivero Romanville C. de N. Enrique Carbonel Crespo C. de N. Manuel Fernández Castro C. de N. José Rivarola Rojas C. de N. Luis Vargas Caballero C. de N. Luis López de Castilla Hidalgo C. de N. Manuel Piqueras Sánchez Concha C. de N. Alberto Indacochea Queirolo C. de N. Francisco Quirós Tafur C. de N. Ramón Arróspide Mejía C. de N. Enrique Fernández Dávila Noriega C. de N. Juan Egúsquiza Babilonia C. de N. Daniel Masías Abadía C. de N. Armando Reátegui Canga C. de N. Fernando Roca Alzamora C. de N. Raúl Sánchez Sotomayor C. de N. Jorge Telaya Hidalgo C. de N. Jorge Salinas Sedó

abril 1953 – diciembre 1954 diciembre 1954 – enero 1957 febrero 1957 – enero 1958 febrero 1958 – enero 1959 febrero 1959 – marzo 1960 abril 1960 – marzo 1961 abril 1961 – abril 1962 mayo 1962 – marzo 1963 abril 1963 – enero 1964 febrero 1964 – mayo 1965 junio 1965 – julio 1966 agosto 1966 – noviembre 1967 diciembre 1967 – noviembre 1968 diciembre 1968 – diciembre 1969 enero 1970 – diciembre 1970 enero 1971 – diciembre 1971 enero 1972 – diciembre 1972 enero 1973 – diciembre 1973 enero 1974 – junio 1975 julio 1975 – diciembre 1975 enero 1976 – diciembre 1976 enero 1977 – diciembre 1977 enero 1978 – diciembre 1978

FUERZA DE SUBMARINOS Calm. Willy Harm Esparza Calm. Oleg Kriljenko Vujich Calm. Alfonso Panizo Zariquiey Calm. Gustavo Barragán Schenone Calm. Carlos Valdez de la Torre Calm. Guillermo Tirado Villena Calm. Luis Bardales Vásquez de Velasco Calm. José García Castaños Calm. Alfonso Balaguer Torriani Calm. Jorge Teixeira Rivarola Calm. Lizardo García Milera Calm. Alfredo Palacios Dongo Calm. Juan M. Castro Valdivieso Calm. Guillermo Soriano Lindo Calm. Luis Alejandro Ramos Ormeño Calm. Luis Felipe Ego-Aguirre Villacorta Calm. Oleg Kriljenko Arnillas Calm. Alberto Lozada Frías Calm. Fergan Herrera Cunti Calm. Raúl Camogliano Pazos Calm. Jaime Navach Gamio Calm. Carlos Zárate Cáceres Calm. César Prada Ugás

enero 1979 – diciembre 1980 enero 1981 – diciembre 1982 enero 1983 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1993 enero 1994 – diciembre 1995 enero 1996 – diciembre 1997 enero 1998 – diciembre 1999 enero 2000 – diciembre 2000 enero 2001 – diciembre 2001 enero 2002 – diciembre 2002 enero 2003 – diciembre 2003 enero 2004 – diciembre 2004 enero 2005 – diciembre 2005 enero 2006 – diciembre 2006 enero 2007 – diciembre 2007 enero 2008 – diciembre 2008 enero 2009 – diciembre 2010 enero 2011

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ANEXO

JEFES DE ESTADO MAYOR FUERZA DE SUBMARINOS C. de N. Jorge Novoa Altamirano C. de N. Luis Samanez del Risco C. de N. Guillermo Tirado Villena C. de N. Eduardo Shoobridge García C. de N. Alfonso Balaguer Torriani C. de N. Ronald Stambuck Kalinowski C. de N. Guillermo Tirado Villena C. de N. Jorge Teixeira Rivarola C. de N. Alberto Indacochea Graner C. de N. Carlos de Souza Ferreira Barclay C. de N. Pablo Jhery García C. de N. Carlos Toledo-Ocampo Ureña C. de N. Sabino Alzamora Bustamante C. de N. José López De Castilla Pérez C. de N. Juvenal Cáceres Morales C. de N. José Montoya Manrique C. de N. Germán Vásquez Solís Talavera C. de N. Alberto Lozada Frías C. de N. Fergan Herrera Cuntti C. de N. Carlos Villar Molina C. de N. Julio Pflucker Yepez C. de N. Wladimiro Giovannini Freire C. de N. Elio Gonzales Solimano C. de N. Christian Traugott Vásquez C. C. de N. Jorge Saz Fernández C. de N. Fernando Cerdán Ruíz C. de N. James Thornberry Schiantarelli C. de N. Oscar Fernandez-Davila Fernandez-Davila C. de N. Jorge Millones Gonzales

enero 1979 – diciembre 1980 enero 1981 – diciembre 1982 enero 1983 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1991 enero 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1994 enero 1995 – diciembre 1995 enero 1996 – diciembre 1996 enero 1997 – diciembre 1997 enero 1998 – diciembre 1998 enero 1999 – diciembre 1999 enero 2000 – diciembre 2000 enero 2001 – diciembre 2001 enero 2002 – diciembre 2002 enero 2003 – diciembre 2003 enero 2004 – diciembre 2004 enero 2005 – diciembre 2005 enero 2006 – diciembre 2006 enero 2007 – diciembre 2007 enero 2008 – diciembre 2008 enero 2009 – diciembre 2009 enero 2010 – diciembre 2010 enero 2011

PRIMER ESCUADRÓN C. de N. Luis Samanez del Risco

julio 1980 – diciembre 1980

PRIMERA DIVISIÓN C. de N. Luis Bardales Vásquez de Velasco C. de N. Manuel Rivadeneira Cockburn C. de N. Juan Garfias Reátegui C. de N. Domingo Giribaldi del Campo C. de N. Pedro Sevilla Aspíllaga C. de N. Héctor Salerno Gálvez

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enero 1982 – diciembre 1982 enero 1983 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988


C. de N. Atilio Cantelli Gálvez C. de N. Lizardo García Milera C. de N. Juan Castro Valdivieso C. de N. Juan Torres Figari C. de N. Luis Ego-Aguirre Villacorta C. de N. Juan Arboccó Rossi C. de N. Jorge Valencia Jáuregui C. de N. Edmundo Masías Astengo C. de N. Rodolfo Soto Salgado C. de N. Javier Olivares Polack C. de N. Jorge del Águila Tirado

enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1994 enero 1995 – diciembre 1995 enero 1996 – diciembre 1996 enero 1997 – diciembre 1997 enero 1998 – diciembre 1998 enero 1999 – diciembre 1999 enero 2000 – diciembre 2000 enero 2001 – diciembre 2001

SEGUNDA DIVISIÓN C. de N. Gustavo Barragán Schenone C. de N. Ronald Stambuck Kalinowski C. de N. Guillermo Tirado Villena C. de N. Enrique Bustamante Salazar C. de N. José García Castaños C. de N. Jorge Teixeira Rivarola C. de N. Víctor Tirado Silva C. de N. Luis Ferré Cornejo C. de N. Alfredo Palacios Dongo C. de N. Mario Gálvez Pinillos C. de N. Guillermo Soriano Lindo C. de N. Carlos Corzo Castillo C. de N. Pedro Talledo Arana C. de F. Raúl Camogliano Pazos C. de N. Jaime Mendiola Herrada C. de N. José Mitterhofer Passano C. de N. Luis Ramos Ormeño C. de N. Humberto Montalva Baumann C. de N. César Pedraz Calderón C. de N. Raúl Camogliano Pazos

enero 1982 – diciembre 1982 diciembre 1982 – junio 1983 junio 1983 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – noviembre 1992 diciembre 1992 – diciembre 1993 enero 1994 – diciembre 1994 enero 1995 – agosto 1995 setiembre 1995 – diciembre 1995 enero 1996 – diciembre 1996 enero 1997 – diciembre 1997 enero 1998 – diciembre 1998 enero 1999 – diciembre 1999 enero 2000 – diciembre 2000 enero 2001 – diciembre 2001

ESCUADRÓN DE SUBMARINOS C. de N. Oleg Kriljenko Arnillas C. de N. José Durante Bellido C. de N. Jaime Navach Gamio C. de N. Mario Vinatea Camere C. de N. Carlos Zárate Cáceres C. de N. José Boggiano Romano C. de N. Juan del Álamo Carrillo C. de N. Eduardo Novoa Monge C. de N. José de la Vega Vergiú C. de N. Manuel Solórzano Cáceres

enero 2002 – diciembre 2002 enero 2003 – diciembre 2003 enero 2004 – diciembre 2004 enero 2005 – diciembre 2005 enero 2006 – diciembre 2006 enero 2007 – diciembre 2007 enero 2008 – diciembre 2008 enero 2009 – diciembre 2009 enero 2010 – diciembre 2010 enero 2011

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ANEXO

UNIDADES Ferré Tte. 1° Juan Althaus Dartnell Tte. 1° César Valdivieso Castro Tte. 1° Carlos Sáenz de la Jara Tte. 2° Daniel Caballero y Lastres Tte. 2° Enrique López Mindreau A. de F. Ismael Otárola Cabrera Tte. 1° Alejandro Graner Armas Tte. 1° Manuel Gonzales Zúñiga

junio 1911 – marzo 1915 abril 1915 – febrero 1917 febrero 1917 – octubre 1917 octubre 1917 – octubre 1919 octubre 1919 – abril 1920 abril 1920 – noviembre 1921 noviembre 1921 – enero 1922 enero 1922 – junio 1922

Palacios Tte. 1° José Gálvez Chipoco Tte. 1° Enrique Monge Medrano Tte. 1° Jorge Gutiérrez Mirenghi Tte. 1° Arturo Jiménez Pacheco Tte. 1° Roque Saldías Maninat A. de F. Carlos Zegarra Lanfranco A. de F. Juan Bacigalupo Winder

junio 1911 – abril 1915 abril 1915 – febrero 1917 febrero 1917 – julio 1918 julio 1918 – agosto 1919 agosto 1919 – febrero 1920 febrero 1920 – agosto 1920 agosto 1920 – noviembre 1920

R-1 (1926-1957), Islay (1957-1958) C. de C. Pablo Ontaneda Mesones C. de C. Joaquín Sevilla Olano C. de C. Luis Colmenares Alday C. de C. José Alzamora Freundt C. de C. Juan Bacigalupo Winder Tte. 1° Guillermo Tirado Lamb C. de C. Guillermo Tirado Lamb C. de C. Alfredo Souza Almandoz C. de C. Alfredo Freyre Villafane C. de C. Carlos Monge Gordillo C. de C. Carlos Espinoza Illich C. de C. Hernán Campos de la Guarda C. de C. Enrique León de la Fuente C. de C. Juan Bonicelli Biondi C. de C. Alfredo Battistini Moore C. de C. Alberto Indacochea Queirolo C. de C. Jorge Luna García C. de C. José Franco Ponce C. de C. Hernán Quiroz Alva

184 /

mayo 1925 – diciembre 1927 diciembre 1927 – diciembre 1928 diciembre 1928 – noviembre 1930 noviembre 1930 – diciembre 1932 diciembre 1932 – junio 1934 junio 1934 – enero 1935 febrero 1935 – julio 1937 julio 1937 – marzo 1939 marzo 1939 – noviembre 1940 diciembre 1940 – julio 1942 julio 1942 – mayo 1943 mayo 1943 – abril 1945 abril 1945 – marzo 1946 abril 1946 – marzo 1949 abril 1949 – marzo 1952 abril 1952 – abril 1955 mayo 1955 – abril 1956 mayo 1956 – diciembre 1957 enero 1958 – diciembre 1958


R-2 (1926-1957), Casma (1957-1958) C. de C. José Alzamora Freund C. de C. Marino Melgar Conde Tte. 1° Eduardo Figueroa San Miguel C. de C. Eduardo Figueroa San Miguel C. de C. Víctor Ward Cáceres C. de C. Antonio Trigoso Mendoza C. de C. Víctor Ontaneda Menacho C. de C. Franklin Pease Olivera C. de C. Julio Gianotti Landa C. de C. Federico Salmón de la Jara C. de C. Pedro Vargas-Prada Zollner C. de C. Esteban Zimic Vidal C. de C. Alberto Monge Vermorel C. de C. Enrique Carbonell Crespo C. de C. Carlos Llosa Paredes C. de C. Gastón Herres Chocano C. de C. Francisco Quirós Tafur C. de C. Antonio Miranda Garrido C. de C. José Valdizán Gamio C. de C. Luis Díaz Zumaeta

junio 1925 – marzo 1928 marzo 1928 – octubre 1929 octubre 1929 – febrero 1930 febrero 1930 – abril 1931 abril 1931 – agosto 1932 noviembre 1932 – junio 1936 junio 1936 – febrero 1938 febrero 1938 – mayo 1940 junio 1940 – febrero 1943 febrero 1943 – abril 1945 abril 1945 – abril 1947 mayo 1947 – junio 1947 julio 1947 – junio 1948 julio 1948 – marzo 1949 abril 1949 – febrero 1951 marzo 1951 – julio 1953 agosto 1953 – abril 1955 mayo 1955 – febrero 1957 marzo 1957 – julio 1957 agosto 1957 – diciembre 1958

R-3 (1928-1957), Pacocha (1957-1958) C. de C. Adán Badhan Salazar C. de C. Manuel Nieto Chipoco C. de C. Mariano Melgar Conde C. de C. Miguel Paulette Andrade Tte. 1°Alberto del Castillo Llanos (interino) C. de C. Alfonso Balaguer Regalado C. de C. Francisco Torres Matos Tte. 1° Pedro Gálvez Velarde (interino) C. de C. Pedro Gálvez Velarde Tte. 1° Enrique León de la Fuente C. de C. Federico Salmón de la Jara C. de C. Francisco Torres Matos C. de C. Edgardo Llosa Gonzales Pavón C. de C. Jorge Barreto Alván C. de C. Alberto Ascenso Cabello C. de C. Manuel Fernández Castro C. de C. Luis Vargas Caballero C. de C. Ramón Arróspide Mejía C. de C. Manuel Piqueras Sánchez Concha C. de C. Pedro Mazuré López C. de C. Francisco Quirós Tafur C. de C. Francisco Mariátegui Angulo

marzo 1928 – mayo 1930 mayo 1930 – julio 1931 julio 1931 – agosto 1932 noviembre 1932 – junio 1934 junio 1934 – noviembre 1934 noviembre 1934 – marzo 1937 junio 1937 – noviembre 1937 noviembre 1937 – diciembre 1937 – marzo 1941 abril 1941 – febrero 1942 febrero 1942 – setiembre 1942 octubre 1942 – febrero 1943 marzo 1943 – enero 1945 abril 1945 – marzo 1946 abril 1946 – mayo 1948 junio 1948 – febrero 1950 marzo 1950 – marzo 1952 abril 1952 – setiembre 1952 octubre 1952 – abril 1956 mayo 1956 – setiembre 1956 octubre 1956 – diciembre 1957 enero 1958 – abril 1958

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ANEXO

R-4 (1928-1957), Arica (1957-1958) C. de C. José Alzamora Freundt C. de F. Pablo Ontaneda Mesones C. de C. Luis Colmenares Alday C. de C. Jorge Arbulú Gamarra C. de F. José Alzamora Freundt C. de C. Víctor Ontaneda Menacho C. de C. Alfredo Souza Almandoz C. de C. Guillermo Tirado Lamb C. de C. Alberto Maguiña Suero C. de C. Florencio Teixeira Vela C. de C. Alfredo Souza Almandoz C. de C. Jorge Barreto Alván C. de C. Ricardo Velezmoro Mathews C. de C. Pedro Gálvez Velarde C. de C. Raúl Ríos Pardo de Zela C. de C. Enrique Carbonell Crespo C. de C. Esteban Zimic Vidal C. de C. Luis Rivero Romanville C. de C. Luis López de Castilla Hidalgo C. de C. Miguel Rotalde Rotalde C. de C. Luis López de Castilla Hidalgo C. de C. José Valdizán Gamio C. de C. Enrique Fernández Dávila Noriega

marzo 1928 – abril 1930 abril 1930 – octubre 1930 noviembre 1930 – abril 1931 abril 1931 – junio 1934 junio 1934 – junio 1935 junio 1935 – junio 1936 junio 1936 – julio 1937 julio 1937 – marzo 1938 marzo 1938 – marzo 1939 marzo 1939 – abril 1940 abril 1940 – febrero 1942 febrero 1942 – setiembre 1942 setiembre 1942 – noviembre 1942 noviembre 1942 – diciembre 1943 diciembre 1943 – julio 1944 julio 1944 – abril 1946 junio 1946 – abril 1947 abril 1947 – marzo 1949 marzo 1949 – setiembre 1949 octubre 1949 – marzo 1952 abril 1952 – marzo 1954 marzo 1954 – marzo 1956 abril 1956 – julio 1958

Lobo (1954-1957), 2 de Mayo SS-41 (1957-1999) C. de F. Enrique León de la Fuente C. de F. Miguel Rotalde de Romaña C. de F. Ramón Arróspide Mejía C. de F. Juan Egúsquiza Babilonia C. de F. Francisco Quirós Tafur C. de F. Luis Díaz Zumaeta C. de F. Francisco Mariátegui Angulo C. de F. Pedro Gálvez Unzueta C. de F. Daniel Masías Abadía C. de F. Hugo Ramírez Canaval C. de F. Armando Vidal Martínez C. de F. Jorge Camino Rasso C. de F. Luis Samanez del Risco C. de F. Raúl Vargas Fuller C. de F. Eduardo Shoobridge García C. de F. Raúl Pereira Ríos C. de F. Juan Garfias Reátegui C. de F. Pedro Sevilla Aspíllaga C. de F. Mauricio Bonneff Vásquez C. de F. Luis Salerno Gálvez C. de F. Jorge Barrera Herrera C. de F. José González Chocano C. de F. Atilio Cantelli Sidia C. de F. Guillermo Soriano Lindo

186 /

enero 1954 – diciembre 1954 enero 1955 – noviembre 1955 diciembre 1955 – marzo 1957 abril 1957 – diciembre 1957 enero 1958 – abril 1960 mayo 1960 – marzo 1962 abril 1962 – junio 1963 agosto 1963 – agosto 1965 setiembre 1965 – setiembre 1967 octubre 1967 – diciembre 1968 enero 1969 – diciembre 1969 enero 1970 – diciembre 1970 enero 1971 – enero 1973 febrero 1973 – diciembre 1974 enero 1975 – diciembre 1976 enero 1977 – abril 1977 mayo 1977 – diciembre 1978 enero 1979 – diciembre 1980 enero 1981 – enero 1982 febrero 1982 – diciembre 1982 enero 1983 – enero 1984 enero 1984 – febrero 1984 marzo 1984 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1986


C. de F. Juan Arboccó Rossi C. de F. Pedro Talledo Arana C. de F. José Montoya Manrique C. de F. Luis López Young C. de F. Germán Vásquez Solís Talavera C. de F. Jorge Caballero Hoyos C. de F. Javier Olivares Polack C. de F. Gervasio Minaño Santillana C. de F. Guillermo Baca Doig C. de F. Roberto Balarezo Cerdeña C. de F. Javier Fernández Dávila Fernández Dávila C. de F. Eduardo Arroyo Reyes

enero 1987 – junio 1987 julio 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – diciembre 1991 enero 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1993 enero 1994 – diciembre 1995 enero 1996 – junio 1997 junio 1997 – diciembre 1998 enero 1999 – diciembre 1999

Tiburón (1954-1957), Abtao SS-42 (1957-1999) C. de F. Fernando Elías Aparicio C. de F. Luis López de Castilla Hidalgo C. de F. Carlos Francia Osma C. de F. Fernando Elías Aparicio C. de F. Alberto Indacochea Queirolo C. de F. Juan Egúsquiza Babilonia C. de F. Rafael Pinto Teixeira C. de F. Julio Pacheco Concha-Hubner C. de F. Fernando Roca Alzamora C. de F. Willy Harm Esparza C. de F. Raúl Sánchez Sotomayor C. de F. Alfonso Panizo Zariquiey C. de C. Carlos Pfenning Augustín C. de C. Manuel Rivadeneira Cockburn C. de C. Carlos Bedón Hurtado C. de F. Carlos Bedón Hurtado C. de F. José Linares Leiva C. de F. Atilio Cantelli Sidia C. de F. Carlos Toledo Ocampo C. de F. Gustavo Belaúnde Villalón C. de F. José López de Castilla Pérez Rosas C. de F. Lizardo García Milera C. de F. Darío Romaní Inzua C. de F. Javier de las Casas Sommerkamp C. de F. Sabino Alzamora Bustamante C. de F. Juan Ramírez Corzo C. de F. Jorge Valencia Jáuregui C. de F. José Tirado Silva C. de F. Alfredo Urrutia Altamirano C. de F. Rodolfo Soto Salgado C. de F. Tomás Young Malatesta C. de F. Jorge del Águila Tirado C. de F. Manuel Alcalá Sotomayor C. de F. Douglas Ferrari Navarro C. de F. Javier de Vinatea Ramírez

enero 1954 – junio 1955 junio 1955 – abril 1957 mayo 1957 – diciembre 1957 enero 1958 – enero 1958 febrero 1959 – octubre 1961 noviembre 1961 – diciembre 1963 enero 1964 – abril 1965 mayo 1965 – diciembre 1967 enero 1968 – enero 1969 febrero 1969 – diciembre 1969 enero 1970 – diciembre 1971 enero 1972 – octubre 1973 noviembre 1973 – diciembre 1974 enero 1975 – diciembre 1976 enero 1977 – diciembre 1977 enero 1978 – enero 1979 febrero 1979 – abril 1979 mayo 1979 – enero 1981 febrero 1981 – julio 1982 agosto 1982 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1986 enero 1987 – junio 1987 julio 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – diciembre 1991 enero 1992 – junio 1993 julio 1993 – diciembre 1993 enero 1994 – diciembre 1995 enero 1996 – diciembre 1997 enero 1998 – julio 1999 agosto 1999 – diciembre 1999

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ANEXO

Atún (1957), Angamos SS-43 (1957-1990) C. de C. Jorge Luna García C. de C. Pedro Mazuré López C. de C. Enrique Fernández Dávila Noriega C. de F. Manuel Piqueras Sánchez Concha C. de F. Luis Felipe Villena Gutiérrez C. de F. Pedro Mazuré López C. de F. Carlos Francia Osma C. de F. Gustavo Madueño Chocano C. de F. Rómulo Aste Baptista C. de F. Oleg Kriljencko Vujich C. de F. Jaime Navach Napoli C. de F. Ronald Stambuk Kalinowski C. de F. Guillermo Newton Vásquez C. de F. Jorge Petrozzi Molfino C. de F. Jorge Teixeira Rivarola C. de F. Enrique Reyes Rostagno C. de C. Miguel Teixeira Rivarola C. de F. Carlos Rotalde Rotalde C. de F. Miguel Teixeira Rivarola C. de C. Jaime Mendiola Herrada C. de F. Jaime Mendiola Herrada C. de F. Jorge Gamero Cunningham

febrero 1957 – diciembre 1958 enero 1959 – junio 1959 julio 1959 – diciembre 1959 enero 1960 – marzo 1962 abril 1962 – agosto 1962 setiembre 1962 – abril 1965 mayo 1965 – julio 1966 agosto 1966 – julio 1968 agosto 1968 – diciembre 1969 enero 1970 – abril 1971 mayo 1971 – diciembre 1973 enero 1974 – diciembre 1975 enero 1976 – diciembre 1977 enero 1978 – enero 1980 enero 1980 – junio 1980 enero 1981 – enero 1983 enero 1983 – diciembre 1983 enero 1984 – enero 1985 enero 1985 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – setiembre 1989

Merlín (1957), Iquique SS-44 (1957-1993) C. de F. Miguel Rotalde de Romaña C. de F. José Valdizán Gamio C. de F. Alejandro Marchini Faccione C. de F. Enrique Fernández Dávila Noriega C. de F. Hernán Quiroz Alva C. de F. Armando Reátegui Canga C. de F. Jorge Telaya Hidalgo C. de F. José Carcelén Basurto C. de F. Jorge Salinas Sedó C. de F. Jorge Novoa Altamirano C. de F. Luis Bardales Vásquez de Velasco C. de C. Domingo Giribaldi del Campo C. de F. Domingo Giribaldi del Campo C. de F. José Janneau Gracey C. de F. Víctor Tirado Silva C. de C. Pablo Jhery García C. de F. Pablo Jhery García

188 /

febrero 1957 – junio 1958 julio 1958 – marzo 1961 abril 1961 – marzo 1962 abril 1962 – octubre 1964 noviembre 1964 – abril 1966 mayo 1966 – diciembre 1967 enero 1968 – junio 1969 julio 1969 – junio 1970 julio 1970 – julio 1972 agosto 1972 – diciembre 1973 enero 1974 – julio 1974 agosto 1974 – diciembre 1975 enero 1976 – enero 1977 febrero 1977 – enero 1979 febrero 1979 – abril 1979 mayo 1979 – diciembre 1979 enero 1980 – enero 1981


C. de F. Carlos Tejada Bailly C. de C. Ricardo García Milera C. de C. Guillermo Narvarte Maurtua C. de F. Pablo Jhery García C. de F. Mauricio Bonneff Vásquez C. de F. Guillermo Narvarte Maurtua C. de C. Luis Ego-Aguirre Villacorta C. de F. Luis Ego-Aguirre Villacorta C. de F. Luis Ramos Ormeño C. de F. Alberto Lozada Frías C. de F. Ricardo Revoredo Ayllón C. de F. Gervasio Miñano Santillana C. de F. Tomás Young Malatesta

febrero 1981 – diciembre 1981 enero 1982 – diciembre 1982 enero 1983 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1900 enero 1991 – diciembre 1991 enero 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – junio 1993

Pacocha SS-48 C. de F. Carlos Pfenning Augustín C. de F. Ernesto Roca Green C. de F. Juan Garfias Reátegui C. de F. Gustavo Belaúnde Villalón C. de F. Lizardo García Milera C. de F. Juan Castro Valdivieso C. de F. Juan Torres Figari C. de F. Daniel Nieva Rodríguez

marzo 1975 – diciembre 1976 enero 1977 – enero 1979 febrero 1979 – noviembre 1980 diciembre 1980 – diciembre 1981 enero 1982 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1987 enero 1988 – agosto 1988

La Pedrera SS-49 C. de F. Luis Bardales Vásquez de Velasco C. de F. Héctor Marrache Palacios C. de F. Carlos Bedón Hurtado C. de C. Carlos Berio Remy C. de F. Carlos Berio Remy C. de F. Jorge Petrozzi Molfino C. de F. Juan Castro Valdivieso C. de F. Alberto Indacochea Graner C. de F. Juan Bottger Robertson C. de F. Sabino Alzamora Bustamante C. de C. Antonio Forcelledo Secada C. de F. Antonio Forcelledo Secada C. de F. José Mitterhofer Passano C. de F. José Carcelén Nevares

junio 1975 – diciembre 1976 enero 1977 – diciembre 1978 enero 1979 – diciembre 1979 enero 1980 – diciembre 1980 enero 1981 – agosto 1981 setiembre 1981 – agosto 1982 setiembre 1982 – diciembre 1982 enero 1983 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1985 enero 1986 – junio 1987 julio 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990

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ANEXO

Casma SS-31 (1980-agosto 1998), Angamos (agosto 1998-) C. de F. José Linares Leyva C. de F. Jorge Teixeira Rivarola C. de F. José González Chocano C. de F. Juvenal Cáceres Morales C. de F. Luis Ego-Aguirre Villacorta C. de F. Luis Ramos Ormeño C. de F. César Pedraz Calderón C. de F. Jorge Rodríguez Serrano C. de F. Oleg Kriljenko Arnillas C. de F. César Giovannini y Freire C. de F. Elio Gonzales Solimanio C. de F. Mario Vinatea Camere C. de F. César García Romaní C. de F. César Díaz Rodríguez C. de F. Óscar Fernández Dávila Fernández Dávila C. de F. Helmuth Jarama Alván C. de F. Hugo Verán Moreno C. de F. Jorge Sosa Crovetto C. de F. Luis Saco-Vertiz Portal C. de F. Luis Braschi Glave C. de F. Luis del Carpio Azalgara C. de F. José Balbin Angulo

diciembre 1980 – diciembre 1982 diciembre 1982 – enero 1984 febrero 1984 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 mayo 1991 – diciembre 1991 enero 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1993 enero 1994 – febrero 1996 marzo 1996 – diciembre 1996 enero 1997 – diciembre 1998 enero 1999 – junio 2000 julio 2000 – junio 2001 julio 2001 – junio 2002 julio 2002 – junio 2003 julio 2003 – junio 2004 julio 2004 – diciembre 2005 enero 2006 – diciembre 2006 enero 2007 – junio 2008 julio 2008 – setiembre 2010 octubre 2010

Antofagasta SS-32 C. de F. Víctor Tirado Silva C. de F. Luis Ferré Cornejo C. de F. Carlos Rotalde Rotalde C. de F. Guillermo Soriano Lindo C. de F. José Montoya Manrique C. de F. Edmundo Masías Astengo C. de F. Gino Fulle Córdova C. de F. Julio Pflucker Yepez C. de F. Raúl Camogliano Pazos C. de F. Elio Gonzales Solimano C. de F. José Durante Bellido C. de F. Rubén de la Vega Vergiú C. de F. Ricardo Puente Berry C. de F. James Thornberry Schiantarelli C. de F. Manuel Solórzano Cáceres C. de F. Manuel Otoya Delgado C. de F. Enrique Baldovino Fernandini C. de F. Pedro Zevallos Cossio C. de F. Joel Enrique Garay Roncal C. de F. Alberto Enrique Vergara Velarde

190 /

mayo 1981 – diciembre 1982 diciembre 1982 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1991 enero 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1994 enero 1995 – diciembre 1996 enero 1997 – diciembre 1997 enero 1998 – diciembre 1998 enero 1999 – junio 2000 julio 2000 – junio 2001 julio 2001 – diciembre 2002 enero 2003 – diciembre 2003 enero 2004 – agosto 2005 agosto 2005 – agosto 2006 setiembre 2006 – agosto 2007 agosto 2007 – julio 2009 julio 2009


Pisagua SS-33 C. de F. Carlos de Souza Ferreira Barclay C. de F. Alberto Indacochea Graner C. de F. Pablo Jhery García C. de F. Mauricio Bonneff Vásquez C. de F. Darío Romaní Insua C. de F. Juan Castro Valdivieso C. de F. Pedro Talledo Arana C. de F. José Mitterhofer Passano C. de F. Germán Vásquez Solís Talavera C. de F. Alfredo Urrutia Altamirano C. de F. Fergan Herrera Cuntti C. de F. Julio Pflucker Yepez C. de F. Jaime Navach Gamio C. de F. José Ego-Aguirre de la Piniella C. de F. José Boggiano Romano C. de F. Jorge Saz Fernández C. de F. José Calvo Córdova C. de F. Guillermo Conde Ruiz C. de F. Adolfo Calenzani Fiestas C. de F. José Escobedo Sayán C. de F. Rafael Vera Montoya C. de F. Eduardo Castellares Rosas C. de F. Walter Dean Lagravere C. de F. Luis Caballero Rengifo

julio 1983 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1986 enero 1987 – julio 1987 agosto 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – febrero 1992 marzo 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1994 enero 1995 – diciembre 1995 enero 1996 – junio 1997 junio 1997 – diciembre 1998 enero 1999 – junio 2000 julio 2000 – junio 2001 julio 2001 – junio 2002 julio 2002 – junio 2003 julio 2003 – junio 2004 julio 2004 – julio 2005 agosto 2005 – agosto 2006 setiembre 2006 – diciembre 2007 enero 2008 – diciembre 2009 enero 2010

Chipana SS-34 C. de F. Carlos Tejada Bailly C. de F. José López de Castilla Pérez Rosas C. de F. Mario Rúnciman Saettone C. de F. Juan Ramírez Corso C. de F. Luis López Young C. de F. Alberto Lozada Frías C. de F. Hugo Ramírez Brain C. de F. Carlos Villar Molina C. de F. José Indacochea Graner C. de F. Wladimiro Giovannini y Freire C. de F. Eduardo Suarez Escobar C. de F. Guillermo Navarro Argote C. de F. Juan del Álamo Carrillo C. de F. Eduardo Novoa Monge C. de F. Miguel Camogliano Pazos C. de F. Luis Alba Landaveri C. de F. Javier de Vinatea Ramírez C. de F. Alessandro Mogni Novoa C. de F. Marco Montero Gallegos C. de F. César Mauricio Jaramillo

octubre 1982 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – diciembre 1991 enero 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1994 enero 1995 – diciembre 1996 enero 1997 – diciembre 1997 enero 1998 – junio 1999 julio 1999 – diciembre 2000 enero 2001 – diciembre 2001 enero 2002 – junio 2003 julio 2003 – junio 2004 julio 2004 – junio 2005 julio 2005 – agosto 2006 setiembre 2006 – diciembre 2007 enero 2008 – diciembre 2009 enero 2010

/ 191


ANEXO

Islay SS-35 C. de F. Gustavo Barragán Schenone C. de F. José García Castaños C. de F. José Piaggio Thorne C. de F. Manuel Fernández Lino C. de F. Carlos Toledo Ocampo C. de F. César Yepez Pinillos C. de F. Carlos de Souza Ferreyra Barclay C. de F. José Espejo Núñez C. de F. Jaime Mendiola Herrada C. de F. Jorge Gamero Cunningham C. de F. José Tirado Silva C. de F. Jorge Caballero Hoyos C. de F. Javier Olivares Polack C. de F. Raúl Ugarte Aguirre C. de F. José Delfín Jaime C. de F. José Buchhammer Bellmunt C. de F. Carlos Alberto Zárate Cáceres C. de F. Fernando Cerdán Ruiz C. de F. Juan Quesada Chiarella C. de F. Cristian Lindley Ruiz C. de F. José de la Vega Vergiú C. de F. José Coloma Diez Canseco C. de F. Adolfo Tirado Paredes C. de F. Francisco Quiroz Matuk C. de F. Carlos Rojas Leo C. de F. Enrique Vignolo Egúsquiza C. de F. Carlos Saz García C. de F. Felipe Silva Berenguel

julio 1973 – diciembre 1976 enero 1977 – diciembre 1978 enero 1979 – febrero 1981 marzo 1981 – julio 1982 agosto 1982 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – diciembre 1991 enero 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1993 enero 1994 – diciembre 1994 enero 1995 – diciembre 1996 enero 1997 – junio 1998 julio 1998 – diciembre 1999 enero 2000 – diciembre 2000 enero 2001 – diciembre 2001 enero 2002 – diciembre 2002 enero 2003 – diciembre 2003 enero 2004 – diciembre 2004 enero 2005 – diciembre 2005 enero 2006 – diciembre 2006 enero 2007 – junio 2008 junio 2008 – abril 2009 abril 2009 – diciembre 2010 enero 2011

Arica SS-36 C. de F. Carlos Valdez de la Torre C. de F. Guillermo Tirado Villena C. de F. Alfonso Balaguer Torriani C. de F. Enrique Bustamante Salazar C. de F. Pedro Sevilla Aspíllaga C. de F. Alfredo Palacios Dongo C. de F. Mario Gálvez Pinillos C. de F. Carlos Corzo Castillo C. de F. Antonio Forcelledo Secada C. de F. Jorge Valencia Jáuregui C. de F. Humberto Montalva Baumann C. de F. César Pedraz Calderón C. de F. Gino Fulle Córdova C. de F. Oleg Kriljenko Arnillas

192 /

enero 1975 – enero 1976 enero 1976 – diciembre 1977 diciembre 1977 – diciembre 1979 enero 1980 – diciembre 1980 enero 1981 – enero 1982 enero 1982 – abril 1984 mayo 1984 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – diciembre 1991 enero 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1993 enero 1994 – diciembre 1994


C. de F. Raúl Ugarte Aguirre C. de F. Wladimiro Giovannini y Freire C. de F. César Prada Ugás C. de F. Christian Traugott Vásquez Caicedo C. de F. Jorge Talavera Rivero C. de F. Luis Luna Gonzales C. de F. Jorge Millones Gonzales C. de F. Pedro Rotta Rotta C. de F. Francisco Bolaños Chávarri C. de F. Tomás Ríos Viturino C. de F. Jorge Rabanal Calderón C. de F. Percy Pérez Bramosio C. de F. Manuel Rivadeneira Madrid C. de F. Luis Rocha Bedoya

enero 1995 – diciembre 1995 enero 1996 – diciembre 1996 enero 1997 – junio 1998 julio 1998 – diciembre 1999 enero 2000 – diciembre 2000 enero 2001 – diciembre 2001 enero 2002 – diciembre 02 enero 2003 – diciembre 03 enero 2004 – diciembre 04 enero 2005 – diciembre 2005 enero 2006 – diciembre 2006 enero 2007 – agosto 2008 setiembre 2008 – diciembre 2010 enero 2011

Lancha de Rescate de Torpedos San Lorenzo Tte. 1° Mario Madueño Dávila Tte. 2° Roberto Balarezo Cerdeña Tte.1° Luis Murguía Reimer Tte. 1° Pedro León Jimeno Tte. 1° Luis Luna Gonzales Tte. 1° Carlos Camino Michalik Tte. 1° José Ego Aguirre de la Piniella Tte. 1° Ramón Duharte Maldonado Tte. 1° Juan Carlos del Álamo Carrillo Tte. 1° Guillermo Conde Ruiz C. de C. Javier Fernandez Dávila Fernandez Dávila C. de C. Luis Luna Gonzales Tte. 1° Alfredo Carpio Ramírez Tte. 1° Adolfo Tirado Paredes Tte. 1° Luis Saco Vertiz Portal C. de C. José Coloma Diez Canseco Tte. 1° Rafael Vera Montoya Tte. 1° Carlos Bartra Benavides C. de C. Rafael Vera Montoya Tte. 1° Carlos Saz García Tte. 1° Samuel Chonlon Barrios Tte. 1° Fernando Castillo Heredia Tte. 1° Percy Suarez Cáceres Tte. 1° Salomón Morán Peñafiel Tte. 1° Diego de las Casas Denegri Tte. 1° Nelson Puch Ugarte Tte. 1° Elvis Velasco Enriquez Tte. 1° Emilio Hinojosa Relayze Tte. 1° Sandro Canales Martínez Tte. 1° Roberto Quesada Alburqueque Tte. 1° Roberto González Cuadros

julio 1981 – octubre 1982 noviembre 1982 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1985 enero 1986 – diciembre 1986 enero 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1091 – noviembre 1991 diciembre 1991 – febrero 1992 marzo 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1993 enero 1994 – diciembre 1994 enero 1995 – diciembre 1995 enero 1996 – diciembre 1996 enero 1997 – diciembre 1997 enero 1998 – diciembre 1998 enero 1999 – julio 1999 agosto 1999 – diciembre 1999 enero 2000 – diciembre 2000 enero 2001 – agosto 2002 setiembre 2002 – diciembre 2003 enero 2004 – diciembre 2004 enero 2005 – diciembre 2005 enero 2006 – diciembre 2006 enero 2007 – diciembre 2007 enero 2008 – diciembre 2008 enero 2009 – diciembre 2009 enero 2010 – diciembre 2010 enero 2011

/ 193


ANEXO

ESTACIÓN DE SUBMARINOS A. de F. (Adm) Walter del Águila Cornejo Tte. 1° Carlos Berio Remy C. de C. Jorge Petrozzi Molfino Tte. 1° Guillermo Narvarte Maurtua C. de C. Enrique Reyes Rostagno Tte. 1° Guillermo Narvarte Maurtua C. de C. Eduardo Miró-Quesada Gatjens Tte. 1° (Adm) Miguel Tapia Carrillo C. de C. Mario Gálvez Pinillos C. de F. Gustavo Chávez Azalia C. de F. Mario Sandoval Palacios C. de F. Alfredo Palacios Dongo C. de F. Juan Castro Valdivieso C. de C. Carlos Corzo Castillo C. de F. Luis Ego-Aguirre Villacorta C. de F. Jorge Valencia Jáuregui C. de C. José Tirado Silva C. de F. Raúl Ugarte Aguirre C. de F. Manuel Alcalá Sotomayor C. de F. José Durante Bellido C. de F. José Boggiano Romano C. de F. Jorge Talavera Rivero C. de F. Eduardo Arroyo Reyes C. de F. Jorge Guerrero Augustín C. de F. Luis Saco-Vertiz Portal C. de F. Javier de Vinatea Ramírez C. de F. José Escobedo Sayán C. de F. Jorge Rabanal Calderón C. de C. Juan Tafur Velit C. de C. Enrique Labó Verdaguer C. de F. Eduardo Ramírez Carbajal

enero 1973 – diciembre 1974 enero 1975 – diciembre 1975 enero 1976 – diciembre 1976 enero 1977 – diciembre 1977 enero 1978 – diciembre 1978 enero 1979 – junio 1980 julio 1980 – octubre 1980 octubre 1980 – diciembre 1980 enero 1981 – diciembre 1981 enero 1982 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1984 enero 1985 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1990 enero 1991 – diciembre 1991 enero 1992 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1993 enero 1994 – diciembre 1994 enero 1995 – diciembre 1996 enero 1997 – diciembre 1998 enero 1999 – diciembre 1999 enero 2000 – diciembre 2000 enero 2001 – diciembre 2002 enero 2003 – diciembre 2003 enero 2004 – julio 2005 julio 2005 – diciembre 2006 enero 2007 – febrero 2008 marzo 2008 – enero 2009 febrero 2009 – diciembre 2009 enero 2010

ESCUELA DE SUBMARINOS C. de F. Pablo Ontaneda Mesones Tte. 1° Carlos Espinoza Illich Tte. 1° Federico Salmón de la Jara Tte. 1° Alberto Ascenso Cabello C. de F. Murray J. Tichenor (instructor encargado) C. de C. Alberto Ascenso Cabello C. de C. Enrique Carbonell Crespo C. de C. Alberto Monge Vermorel C. de C. Pedro Vargas-Prada Zollner C. de C. Miguel Rotalde de Romaña C. de C. Gastón Herrera Chocano C. de C. Luis López de Castilla Hidalgo C. de F. Manuel Fernández Castro C. de C. Ramón Arróspide Mejía C. de C. José Franco Ponce

194 /

1929 mayo 1939 – mayo 1940 junio 1940 – enero 1942 octubre1942 – octubre1942 – – marzo 1946 abril 1946 – noviembre 1946 diciembre 1946 – mayo 1947 junio 1947 – enero 1948 febrero 1948 – setiembre 1949 julio 1953 – diciembre 1954 enero 1955 – julio 1955 agosto 1955 – enero 1957 febrero 1957 – diciembre 1958 enero 1959 – marzo 1959


C. de C. Enrique Fernández-Dávila Noriega C. de C. Daniel Masías Abadía C. de C. Pedro Gálvez Unzueta C. de C. Hernán Quiroz Alva C. de C. Rafael Pinto Teixeira C. de C. Armando Reátegui Canga C. de C. Luis Samanez del Risco C. de C. Jorge Camino Rasso C. de C. Alberto Santillana Garreaud C. de C. Raúl Sánchez Sotomayor C. de C. Oleg Kriljenko Vujich C. de C. Willy Harm Esparza C. de C. Luis Bardales Vásquez de Velasco C. de F. Oleg Kriljenko Vujich C. de F. Luis Samanez del Risco C. de C. Enrique Bustamante Salazar C. de F. Carlos Pfenning Augustín C. de F. José García Castaños C. de C. Juan Garfias Reátegui C. de C. José Linares Leyva C. de F. José Piaggio Thorne C. de F. Guillermo Newton Vásquez C. de C. Manuel Fernández Lino C. de F. Jorge Petrozzi Molfino C. de C. Manuel Fernández Lino C. de F. José Piaggio Thorne C. de F. Carlos Berio Remy C. de F. Carlos Bedón Hurtado C. de F. Carlos Toledo-Ocampo Ureña C. de F. Juan Castro Valdivieso C. de C. Jorge Valencia Jáuregui C. de F. Juan Torres Figari C. de F. Francisco Javier de las Casas Sommerkamp C. de C. Oleg Kriljenko Arnillas C. de F. José Montoya Manrique C. de F. Hugo Ramírez Brain C. de F. Jaime Navach Gamio C. de F. Jorge del Águila Tirado C. de F. José Indacochea Graner C. de F. Wladimiro Giovannini y Freire C. de F. Elio Gonzales Solimano C. de F. Eduardo Suárez Escobar C. de F. Jorge Talavera Rivero C. de F. Manuel Otoya Delgado C. de F. Pedro Solís Arteaga C. de F. Francisco Bolaños Chávarri C. de F. Jorge Sosa Crovetto C. de F. Luis Saco-Vertiz Portal C. de F. Luis Eduardo Braschi Glave C. de F. Walter Dean Lagravere C. de F. Carlos Saz García

abril 1959 – junio 1959 julio 1959 – diciembre 1959 enero 1960 – febrero 1961 marzo 1961 – febrero 1962 marzo 1962 – diciembre 1963 enero 1964 – diciembre 1964 enero 1966 – noviembre 1966 diciembre 1966 – diciembre 1967 enero 1968 – octubre 1968 noviembre 1968 – diciembre 1968 enero 1969 – diciembre 1969 enero 1970 – diciembre 1970 enero 1971 – noviembre 1971 diciembre 1971 – diciembre 1972 enero 1973 – diciembre 1973 enero 1974 – agosto 1975 setiembre 1975 – diciembre 1975 enero 1976 – diciembre 1976 enero 1977 – abril 1977 mayo 1977 – diciembre 1977 enero 1978 – diciembre 1978 enero 1979 – abril 1979 mayo 1979 – diciembre 1979 enero 1980 – julio 1980 agosto 1980 – diciembre 1980 enero 1981 – julio 1981 agosto 1981 – diciembre 1982 enero 1983 – diciembre 1983 enero 1984 – diciembre 1985 enero 1986 – julio 1987 agosto 1987 – diciembre 1987 enero 1988 – diciembre 1988 enero 1989 – marzo 1989 abril 1989 – diciembre 1989 enero 1990 – diciembre 1992 enero 1993 – diciembre 1994 enero 1995 – diciembre 1995 enero 1996 – diciembre 1996 enero 1997 – diciembre 1997 enero 1998 – diciembre 1998 enero 1999 – diciembre 1999 enero 2000 – diciembre 2000 enero 2001 – diciembre 2001 enero 2002 – diciembre 2003 enero 2004 – diciembre 2004 enero 2005 – diciembre 2005 enero 2006 – diciembre 2006 enero 2007 – diciembre 2008 enero 2009 – diciembre 2009 enero 2010 – diciembre 2010 enero 2011

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196 /


INFOGRAFÍA

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198 /


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200 /


“Una vez submarinista... siempre submarinista.�

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MARINA DE GUERRA DEL PERÚ

202 /


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