a mal gama (recopilación)
PRÓLOGO
Recortes, fragmentos, pedazos de vidrios rotos, de colores, sin sombra, algunos textos que fui elaborando en distintos momentos, entre el 2013 y el 2016.
Muchos de estos escritos surgieron acompañando la forma en que iba sintiendo y descubriendo mi identidad. Identidad en proceso. Textos en proceso que son una imagen de cómo
¿seré?. Textos en proceso porque los voy viendo
fui/soy/
envejecer conmigo.
Todxs, en mayor o menor medida somos escritorxs. Y muchxs lo somos en momentos especialmente cruciales donde nos vamos apropiando de las palabras. Palabras que dejamos que se derramen o que aprendemos a tejer, no sin resistencia.
Amalgama es celebración de la imaginación y la espontaneidad, de logros y frustraciones, de amores y desamores; porque ante todo como dijo el escritor Francisco Umbral "escribir es la manera más profunda de leer la vida".
Les invito a leer un poco de esta vida.
Nico Dominguez
LA VISITA
Estaba entre la noche y la ciudad, buscando la dirección que le habían dado. Es difícil encontrar lugares ocultos en la oscuridad. Sobre todo ese edificio de departamentos que parecía que se había esfumado luego de dar vueltas a la manzana como siete veces.
-
¿Qué
mierda hago acá?- Se dijo. Pero conocía bien la
respuesta.
Al fin, el número 841 de esa calle apareció encerrado en un óvalo celeste, casi pegado a la puerta vidriada que dejaba entrever un conserje más bien muerto que dormido sobre un sofá abrazando un lampazo sucio.
Toco timbre cuatro veces al departamento 3C, como habían acordado. El ruido de que la puerta ya podía abrirse le hizo dudar unos segundos. Pero cuando reordenó sus pensamientos ya estaba en la escalera.
Decidió subir lento.
Lento. No quería agitarse. Lento. Las manos le sudaban. Lento. Quizás debería haber comprado algo. Lento. Seguro que la cerveza estaba caliente. Lento. Seguro que iba a ser todo aburrido. Lento. Seguro que no pasaba nada. Lento. Miraba el reloj.
Lento. Veía una puerta entreabierta en la oscuridad. Lento. Taquicardia. Lento. La puerta estaba cerca. Lento. Esa música de fondo era una cagada. Lento.
¿Tenía
que golpear o entrar?
Lento. Le habían sonreído.
Después todo lo demás no importa.
CORTO Tirado en el pasto, viendo estrellas y cables. Edificios que se arman y desarman por encima de mi cabeza.
El tiempo no se detiene como dicen, sólo pasa más rápido.
EL FUEGO
Camina rápido a su casa. El viento helado se metía entre las polleras y las lanas, buscaba las mangas de las camisas, y se filtraba a través de la piel, directo a los huesos. Pero no sentía el frío. No hasta que se mojaran las alpargatas de yute. Esa mañana había llovido un poco y había barro en todas las calles. Era un castigo meter los pies en aquellas charcas.
Camina rápido, abrazando con sus brazos el abrigo. Los dientes apretados. Los dedos escondidos entre las axilas. La nariz moqueando. Pero no sentía el frío. Una sombra se cruza de calle corriendo. Seguramente queriendo llegar a la casa donde la madre está esperando con algún puchero recalentado o un guiso sin carne. La carne era cara, un lujo de pocos.
No le hizo caso al perro hecho un nudo encima de harapos, que seguramente robo de alguna descuidada vecina. Un perro tuerto y viejo, que los chiquillos molestaban para verlo encrespado a las siestas.
Una, dos, tres cuadras… Camina rápido a su casa. No pensaba en nada. Y eso que tenía las míseras monedas de la tabacalera. El patrón había sido bueno, y no le descontó los puros mal armados. Con eso, y otra platita ahorrada, podían pagar lo fiado y comprar algo más, quizás las cintas para el pelo, o una tableta de chocolate. Amaban el chocolate, pero era raro que tuvieran en el almacén.
5, 6 ya llegó. 7…
Se detuvo de repente ante el fulgor. Las luces del fuego se elevaban al cielo rosado, junto con el humo venenoso. Sus brazos dejaron de abrazar el abrigo, las manos se soltaron, y la bolsita celeste con las monedas cayó en el lodo de la calle.
El viento helado entró aún más en la carne y le apretó el corazón. Ahora, podía sentir el frío.
DÍA En tu boca se esconde el sol y en tu cuerpo el cielo. Es que al despertar, siento el amanecer de tus besos.
AHOGADX I Murió ahogadx.
Esa mañana estaba sonriente. Y no podía estar quietx en un sólo lugar, salvo cuando su madre le cebo unos mates.
-
¡Qué
alegre que estas!
- Quién solo se ríe... - De sus picardías se acuerda- retrucó ella.
II Era cierto que después de mucho tiempo por fin sabía que era la felicidad. Se sabe que generalmente tiene forma de besos. Y no fueron besos chiquitos. O quizás sí, el primero. Pero a ese le siguieron otros: largos, con risas, silenciosos, con ruidos, con miradas, sin ellas, comprensivos, contenedores, amorosos, apasionados...
- No solo se besa con la boca. -
¿Cómo
es eso?- preguntó.
- Que no solo se besa con la boca- le susurró al oído- las manos también besan. Y las manos se entrelazaron, se tocaron, se sentían los dedos, la palmas, la piel. Y las manos besaron los cuerpos. Y los cuerpos se besaron.
-
¿Nos
vemos mañana?
III - Mamá, me voy al río. - Anda con cuidado. - Si mamá. - Llevate algo para comer.
¿Tenes
plata?
¿Vas
solx?
- No mamá, voy con lxs chicxs. -
¡Andá! ¿Amigxs?-
y ella se rió y le beso la frente.
BICICLETA "Dale, es un raspón nomas... Shhhh... No llores, intentalo de vuelta..."
La rodilla ardía mucho. La tierra se había metido entre la piel suelta y se había mezclado con la poquita sangre que veía, porque cuando lloro achino los ojos.
Papá le había quitado la única ruedita a la bici, esa de auxilio. Primero andaba con dos, luego con una. Ahora era tiempo de largarme sin esas mágicas ruedas que me permitían andar por el barrio de una manzana.
No sé porque siempre me gusto sentir el viento en la cara; que algunos rayos de sol filtrados por densas arboledas, se enreden en mis pestañas. No sé porque... Papá, llave inglesa en mano (número trece seguramente), se puso temprano a acondicionar la Aurorita roja de pintura y óxido. Y yo veía como le sacaba esa muleta, que ya me parecía molesta.
"Ya soy grande, Pa. Puedo andar sin las rueditas"
¡Qué
ilusx!
Pasa que unx siempre piensa que es más fácil de lo que parece.
Pa me miró, y me hizo una mueca para que subiera a la Aurorita. Él la sostenía. Subí, recontentx, y empecé a pedalear, como muchas otras veces. Papá seguía sosteniendo la bici, y casi caminaba, casi corría a mi ritmo, hasta que me soltó y,
¡zas!
al suelo, con bici y todo.
En los días calurosos usaba shorts así que la rodilla sufrió un raspón. Y ahí fue que Papá me insistió para que lo vuelva a intentar. Una vez y golpe, otra vez y otro golpe, y seguramente estuve un rato así...
Si me preguntan, no recuerdo si ese día pude andar sin rueditas. Conociendo a Papá, lo volvimos a intentar hasta que pude.
Así también, alguna vez me enseñó a dividir por dos cifras hasta que se quedó dormido.
O me enseño que el secreto de asar está en la cantidad de brasas, y en hacerlo lento, como si sobrara el tiempo.
Es hora de sentir otros vientos y que me dejes andar en la bici, viejo. Como si sobrara el tiempo...
UN TROPEZÓN NO ES CAÍDA ¡
La pu...cha!
¡Me
tropecé de nuevo!
La risas brotaron de nuestras bocas, junto con esa complicidad de creer que las nubes nos decía como iban a ser nuestros destinos.
Que costumbre esa, de caerme. Vos te reías siempre, aun cuando no tenías que hacerlo, porque te había ido mal en la escuela.
La vez que pisé el vidrio verde, que salió de vaya a saber que botella mágica, fue la que más me dolió. Como una marioneta a la que le cortas los hilos, mis piernas y brazos se doblaron en todas direcciones. Casi, casi, me tuvieron que cambiar la nariz.
Y la otra en la que levantaba la mano para saludarte a lo lejos. Por esa manía de caerme desaparecí entre malezas. Una polvareda encima de mí marcaba el sitio exacto donde yacía despatarrado.
Pasaron calles debajo de nuestros pies. Y más caídas. Esa manía no la pierdo.
Vos,
¿te
seguís riendo?
JAULA
I Siempre ahí, torturando a mi sombra. Esperando que sonría para aparecer.
No puedo cantar entre las ramas, ni buscar mil soles. Estas ahí.
Detesto que me mires. Y sigas cada paso que doy.
No, no te pedí las migajas que arrojas. Puedo valerme por mi mismo.
Mi madre es la Luz, y mi padre el Viento. Tú fuiste creado del Barro, sin amor. Y sigues mirando mis colores.
II Aquí encerrado, mi corazón aún palpita cuando siento la brisa de las tardes, y el llamado de mis hermanos y hermanas.
Malditas sean tus manos al tocarme.
III Canto el odio que te tengo, y la pena que me invade. La Muerte llega pronto, ser horrendo. Y te buscará a ti o a mí.
Ojalá sea yo el primero. Al menos no podrás verme más.
CORTO
Madejas de lana ruedan por el piso.
OMBÚES Me mirabas, ahí, entre las sombras de los ombúes, árboles mágicos de mis sueños. Sin saber que si veía tus ojos, y notaba tu mirada.
Seguía caminando día tras día, siempre por allí, y siempre te veía. Y siempre ponía mi cara de serio, que con el paso del tiempo comenzó a derrumbarse. Nunca fui serio, por más de dos o tres días. Y empecé a sonreír(me-te), y agachar la mirada. Siempre hago lo mismo cuando estoy nervioso.
Pero vos no te dejabas ver.
¿Porque
te escondías?
Una vez te crucé antes de que lo hicieras, sin querer (a lo mejor). Me encamine a ese sendero tres minutos antes. Tu rostro se sonrojó y desapareciste. Seguramente yo también me sonroje, y sólo alcance a sentarme en un banco, de esos que siempre hay en plazas, blancos y descascarados. Ahí, entre suspiros y palomas que me rodeaban, te dije "hola". Por supuesto, no te ibas a enterar.
¿Quién
se entera de las
palabras que uno deja volar en el viento?
De repente, empezó a llover. El agua que corre por las mejillas, y los pensamientos que tejen historias de cosas que nunca fueron, sumados al frío, hacen que uno sólo quiera quedarse sentado un rato más.
Al otro día no fui. Y vos no lo hiciste ni el siguiente, ni el otro. Tampoco la semana que le siguió, y la otra.
(...)
"
¿En
qué pensás?"- La nena era muy curiosa.
"En nada... No hagas caso."- contestó- "
¿Sabes
una cosa?
Antes, ahí habían unos árboles mágicos..."
VOLTERETAS
Ese perfume, aquellas estrellas, una mirada, un papelito con dibujos, muchas carcajadas, mates calientes, tortitas con bichos, pinturas y pinceles, frío de Chorrillero...
Tantas cosas dan vuelta y giran y dan volteretas, todas juntas o todas sueltas, siempre cerca de mi cabeza.
LÁGRIMA La lágrima nace del corazón trizado. Deja surcos en la almohada cansada de ahogar gritos.Se hace veneno amargo de los que dejan de creer.
La lágrima nace de la sangre que quiere huir.
La lágrima a veces se queda atrapada, al borde, allí, entre los párpados, cuando la angustia aprieta el pecho y lo apuñala desde adentro.
Se queda en los ojos que no miran mas que el suelo que el cuerpo tosco pisa.
La lágrima junto con otras lágrimas, a veces recuerdan que la esperanza también se escapó del cofre que tenía Pandora, quien fue la primera en llorar.
La lágrima, Amigo, nubla mi vista y aprieta mis labios. Hace rechinar los dientes y apretar las manos juntas. Así es, Compadre: la lágrima es hija de la Luna. Y hay veces que, silenciosa, busca las noches más vacías.
EL PRESTADOR DE SOMBRAS Dame un segundo y te devuelvo las sombras.
Me cuesta mucho cuidarlas, y te extrañan. Parece que se quieren romper.
Me dan pena esas que corren entre los pastos del cantero. Ya no me dejan subirlas a los dientes de león. Antes volaban y se dejaban caer a cualquier parte desde los miles de panaderos.
Me acuerdo cuando se trepaban en tu polera y se colgaban de tus cabellos. Tenía que decirles, entre carcajadas, que se metieran entre las piedritas de la montaña de arena.
La sombra de la casa vieja se perdió una noche. No la pude encontrar, y eso que la busque en todas partes, sobre todo en el pozo que esta atrás, en el patio. Pensé que la Luna la había tirado ahí para jugarle una broma, pero no. Seguramente se fue sin decirle nada a nadie.
Fijate bien. Contalas a todas. Están las de la viejita de la esquina que te sonreía siempre, esa otra que caminaba muy rápido para la facultad, la de las palomas, la del señor que le daba de comer a los perros en el pasaje. Y en esa bolsa metí la sombras de las nubes, de las sierras, de los edificios altos. Son muy pesadas y me costó traerlas para acá.
Sólo me guarde una sola, pero si la necesitas te la dejo también: mi sombra, que siempre qué preguntó por vos, me da un abrazo.
Amalgama (recopilación) textos y dibujos de nico dominguez niadominguez09@gmail.com face:putx el que lee San Luis-2° Edición- 2017