La Quilombo > 5 To m a u n o > S o m o s A m ĂŠ r i c a
Somos América
25 de abril de 1507. Gymnasium Vosagense, en la abadía de Saint Dié. Así está fechado el mapa que nombra por primera vez a América. La vida como nos la enseñan sigue una máxima: la historia la cuentan los vencedores, generoso eufemismo, pregúntese cuantas civilizaciones antiguas conoce en Europa y cuantas en nuestra nación: resulta simple graficar el territorio de los persas pero hasta Dios olvidó el paradero de los yámanas. Los pasos del hombre de la Mesopotamia se extienden por toda Europa, en América la humanidad llegó por arte de magia; o para peor: subida en tres barquitos conocidos como carabelas; calaveras serán llamadas. Mientras tanto, rebosada en nuestra contemporaneidad, Margarita Polstki, de origen tan sudaca como el pierogi, comenta “A estos negros de mierda hay que mandarlos de vuelta a donde vinieron” y entrás en una duda que te carcome la cabeza. Es de un nacionalismo parasitario creer que nacer en un lugar nos otorga ipso facto derechos por sobre quienes no lo hicieron. Sin embargo es lo que alienta el espíritu de los Estados. O peor aún: qué ingenua tragedia creer que por nacer en cierto lugar los derechos son propios, exclusivamente, de uno.
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Por > MartĂn Olivieri
Somos América
Por Martín Olivieri
las venas abiertas de América latina Nuestra historia, como latinos que somos, se construye sobre tierras rojizas: la sangre derramada fue disimulada con grises edificaciones de un hermoso toque colonial y florece una ferviente ira injustificada; la inquisición fulminó al indio en nombre de Dios que al parecer, según informa el departamento de marketing sede central Vaticano, no gusta competir. Desde entonces hasta hoy, 500 años después -cinco siglos igual- la piel sigue determinando juicios y oportunidades que nos van a acompañar por el resto de nuestras vidas. Descubrimiento fue la palabra, accidente fue lo del necio Colón en las costas caribeñas; indios fue el saludo a los nativos creyendo, claro, que se había llegado al subcontinente asiático. El conservadurismo apenas discute hoy estas intencionalidades. América existía y vivía; respiraba, sentía y crecía a su manera; pero al etnocentrismo católico y monárquico europeo leyó un desacato a la realidad y renegando del salvajismo el fuerte se comió al débil en una ironía absurda como el poder. Aquel 12 de octubre de 1492 América empezó su tutelaje bajo un enemigo. Cínicamente Europa reeduca un continente
civilizado. La esclavitud, el abuso y la muerte, aun la que Europa trajo inocente junto a virus y bacterias. El vicio del lujo invadió la tierra nueva y desde trescientos años después en adelante los dirigentes de los nuevos americanos intentaron, bajo cualquier costo y contra el interés de sus pueblos, impresionar a las potencias mundiales y comercializar con ellas, copiarlas y crecer tras sus pasos (bastante atrás). Fuimos saqueados por fuerzas extranjeras hasta el SXX, luego por golpes militares internos aunque auxiliados, y hoy el dispositivo más eficaz es el entregamiento financiero de los propios capitales nacionales.
La animosidad con la que tratamos a los oriundos del viejo continente o de EEUU es inversamente proporcional al trato despectivo con el que vemos a nuestros vecinos de la patria grande: Yanquis o gringos no tienen el tono peyorativo de paragua o bolita. Se dicen admirativamente, con la envidia sana de la tilinguería. Nuestra condición de latinos sólo se nombra junto al prontuario de delincuentes, narcotraficantes, o violentos. También para evidenciar el exotismo de una cultura. Una bajada de línea de nuestro papel prensa que nos invade y contamina con sus ideales cipayos. Que Luis se levanta cada día a las 5 de la madrugada para tomar dos colectivos e ir a una obra donde entrega su salud du-
CÍNICAMENTE EUROPA REEDUCA A UN CONTINENTE CIVILIZADO. rante 10 horas promedio para cobrar en negro tiene menos valor social que Max, trajeado y hablando en inglés por celular. Max no es inmigrante, aunque venga de Alemania. Es un disvalor hablar de asuntos bajos al igual en la épica griega o en la temprana edad media se evitaba lo cotidiano y vulgar, como enseña el clásico estudio de Auerbach. Un trabajo que culmina esperanzado por la incipiente, llamémosle, democratización de las letras en la modernidad de la mano de autores como Balzac, Proust o Virginia Woolf. Mientras la sangre sigue corriendo y tiñendo rascacielos sobre cementerios indios. Y es que un balcón con buena vista, un disco de Pink Floyd y una conexión a internet valen más que los desusados ideales de nuestras verdaderas raíces.
Somos América
Por Martín Olivieri
AMÉRICA EXISTÍA Y VIVÍA; RESPIRABA, SENTÍA Y CRECÍA A SU MANERA; PERO EL ETNOCENTRISMO CATÓLICO Y MONÁRQUICO EUROPEO LEYÓ ESTO COMO UN DESACATO
las penas son de nosotros... En 1960 un viaje a Roma cambiaría la vida de un tal Cassius Clay. Tan sólo 18 años tenía aquel pequeño boxeador que crecía a base de una dieta de sueños. El joven Clay logró impresionar al mundo al ganar la medalla dorada como semipesado en aquellas olimpiadas, pero a pesar de haber colocado a su nación en la cima del mundo muchos le esquivaron la mirada en su propio país por ser negro. Desde entonces, enojado, decidió cambiar y empezó por su apellido de esclavo heredado por los antiguos amos de sus antecesores para pasar a llamarse Muhammad Ali, como hoy día es mejor conocido el mejor boxeador de todos los tiempos. Analogía hecha con un hombre que nació en Pergamino bajo el nombre de Hector Roberto Chavero Aramburu, desconocido al oído de la mayoría. Hijo de ferroviarios este niño se destacó desde pequeño por el buen uso de la guitarra y la prosa, y tras un viaje a la provincia de Tucumán, el contacto con la cultura folklórica, los instrumentos autóctonos y el paisaje comprendió y asimiló sus orígenes “Eso lo llevo en la sangre desde mi tatarabuelo, gente de pata en el suelo fueron mis antepasados”, dice en sus Coplas del payador perseguido. Atahualpa Yupanqui, el que viene de lejanas tierras para decir algo en quechua,
entregó su vida al buen arte de la música llevando por todo el mundo un mensaje claro y con identidad. El buen Atahualpa tuvo que partir tras el golpe militar de 1976 y anclado en Francia, con visitas esporádicas a Argentina, murió en 1992 lejos de amada tierra latina. Negros e indios, esclavos y sometidos: discriminados. Pocas cosas cambiaron y la cuerda que se suelta de a poco no termina de ahorcarnos ni de dejarnos en la libertad de pisar el suelo que nos pertenece. La patria. Las venas abiertas de América latina viven también dentro de nosotros mismos.
Nota Aledaña
Por > Martín Olivieri
William Adolphe Bourguereau no es uno de los pintores más favorecidos por historia pese a sus excelentes figuras humanas; seguramente dicho infortunio se deba a su conservadora visión artística neoclásica en una era dominada por el realismo (aun habiendo cierto toque burgués en sus representaciones). Desde su postura derechista algo extraño refleja La madre patria de 1883: esos ojos, vacios de amor, que esquivan la mirada no son propios de una madre que luce ropaje y corona ante la desnudez, el desamparo de sus hijos. Para la visión propia de quienes fuimos colonizados y esclavizados por los europeos esta obra refleja mucho lo que es el término “madre patria”. Asumo que el autor de cualquier obra siempre está ofrecido, quiera o no, a una más o menos arbitraria interpretación de los espectadores. El sentido está allí donde algo se mueve. Resulta extraña la composición de la frase: la palabra madre, sinónima de la primera palabra de la balbuciente humanidad, es una de las semióticamente más consolidadas expresiones a lo largo de la historia, no importa mucho de qué país vengas ni que idioma hables: vas a tener una palabra para asociar a quien te dio la vida. El hermoso trabajo de Ivonne Bordelois es muy ilustrativo al respecto. Espanta usar una expresión semejante para describir el frío de quienes en cierta forma nos la quitaron, la maquillaron, y la promovieron sin remordimiento dejándonos abandonados a la intemperie de un mundo peligroso, salvaje. Así entonces, el cuadro de Bourguereau me provoca imágenes de los países latinoamericanos, africanos o asiáticos dispuestos a luchar entre ellos, en una desnudez clara, por llamar la atención de una madre ausente que nos da la espalda y no la teta. Países que niegan la realidad de ser seres adultos capaces de proveerse. Vos no sos mi madre.