BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL MANUEL ÁVILA CAMACHO
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR
QUINTO SEMESTRE
PRODUCCIÓN DE UN CUENTO
ASIGNATURA: LITERATURA INFANTIL Y CREACIÓN LITERARIA
MAESTRA: MA. AGUEDA RAMÍREZ VALERIO
ALUMNO: RAFAEL ALEJANDRO ZAVALA CARRILLO
31 DE AGOSTO DE 2015
La risa como medicina
Hace mucho tiempo existió un reino en el que sus habitantes eran tan, pero tan, pequeños que no podrían ser vistos por los demás. Sin embargo se distinguían por su risa que contagiaba a cualquiera que los veía pasear por la ciudad. Además, su risa era única pues cuando abrían esa pequeña boca al reír salían notas musicales que en conjunto componían una gran melodía. La cual gustaba a todos escuchar, poniendo a todos a bailar y cantar. Pero en ese reino, llamado risitas, existía un lugar frío y tenebroso. En el que ninguno de los habitantes entraba por temor. Ya que allí vivía Ana la bruja, la cual era conocida por sus maldades. Como era común, y cada noche de luna llena, salía a pasear con sus amigas para hacer travesuras por doquier. Por lo que todos los habitantes de risitas contaban los días y noches sin pensar, para no dejar pasar ese día en el que la bruja salía de aquel lugar lleno de maldad. Así pasaban los días, y los habitantes disfrutaban cada día en el que salía en el sol. También durante las noches se podía escuchar una canción que la componía cada risa de los habitantes que compartían el pan en reunión familiar. Todo transcurría normalmente hasta que una noche de luna llena, en la que la bruja salía a pasear con sus amigas, un habitante salió sin temor a buscar a sus hijos que no habían regresado a casa después de ir a un festín .En esos momentos todo parecía que no pasaría nada, hasta que de pronto se escuchó un grito escalofriante de ese habitante desesperado. De pronto, y al oír ello, los demás habitantes de risitas salieron de sus casas para ver qué era lo que había pasado -Grave error- dijo la bruja. De inmediato lanzó un hechizo a todos ellos que provocó que perdieran esa risa que los caracterizaba. Así, pasaron los días y aquel reino lleno de alegría fue perdiendo el encanto y entusiasmo. Sin deseo de hacer nada, aquellos habitantes de risitas lucían cada vez más tristes y cansados. Un día, unos niños de aquel reino se encontraban intentando volver a reír para que se contagiaran los demás. Pero todo intento era inútil, pues lo único que se
producía era un sonido extraño que en lugar de alegrar los corazones provocaba cierto malestar en quien escuchaba. Desesperados por el resultado, decidieron ir al lugar en el que se encontraba la bruja; sin olvidar un flautín, ya que un rumor que se contaba era que quien llegara hasta con ella debería de interpretar una melodía para romper el hechizo que le puso su hermana mayor. Llenos de valor caminaron hacia ese lugar obscuro y tenebroso, en donde seguían sin temor alguno hacía la torre en la que se encontraba Ana. Casi al llegar escucharon un grito de aquella bruja que los espantó, pero con entusiasmo y valentía uno de ellos empezó a tocar el flautín. De inmediato apareció la bruja enfrente de ellos, la cual intento lanzar un hechizo. Pero fue imposible, debido a que la melodía que se interpretaba hizo que se le regresara el hechizo a sí misma. Sin embargo no pasaba nada de lo que habían escuchado del relato de risitas. Sin importar ello, el niño intento de nuevo tocar la melodía pero ahora con más fuerza y alegría. Lo que provocó que aquella bruja, que estuvo a punto de tomar a un niño, se empezara a convertir en un ser diminuto, en donde a la vez le brotaron alas como mariposa. Al ver los niños ese ser, que parecía un hada, lloraron y suplicaron que regresará a los habitantes esa risa que los caracterizaba, pues esa la medicina por la cual se mantenían vivos cada día. Y que desde aquel momento en el que se lanzó el hechizo perdieron la alegría. Al escuchar esas palabras de inmediato el hada hizo que se rompiera el hechizo que había provocado. Empezándose a escuchar en el pueblo una melodía que se originaba de la risa de cada uno de los habitantes del reino. Provocando que ese lugar volviera a transmitir aquella sensación de alegría por doquier. Y colorín colorado, este cuenta se ha acabado.