Autobiografía

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Benemérita Escuela Normal Manuel Ávila Camacho

Lic. en Educación Preescolar 1° Semestre

El sujeto y su formación profesional como docente Relato autobiográfico

Docente: Mtra. Aneli Galván Cabral

Alumno: Rafael Alejandro Zavala Carrillo 16/Octubre/2013


Relato autobiográfico Mi nombre es Rafael Alejandro Zavala Carrillo, soy procedente del municipio de Fresnillo, Zacatecas. En lo personal, los motivos que me llevaron a elegir la opción para formarme como profesional de la educación fueron diversos; los cuales a la vez sirvieron como un medio para que se edificara en mi persona una identidad hacia tal profesión. En tal concepción, el contexto en el que me encontraba en esos momentos jugó un papel determinante, debido a que por un lado se encontraban las personas que apoyaban mi decisión

pero por otro estaban aquellos que

dudaban, y que siguen dudando, que es una carrera adecuada para mi vida. De esta manera es en la que doy inicio a lo que me incito, o bien, me conllevo a tomar tal decisión. El inicio de mi trayecto formativo lo inicie en el Jardín de Niños Beatriz González Ortega, en el cual cursé segundo y tercer grado. Durante este lapso de tiempo no recuerdo haber concretizado una idea sobre lo que quería ser de grande a causa de que en ese tiempo solo jugaba y realizaba actividades lúdicas correspondientes a esa etapa de desarrollo. Pero en esa edad destaca una parte, que a mí parecer, contribuyó a que naciera esa idea; aunque en un sentido superficial, presentándose al momento en el que mis padres decidieron que fuera al catecismo. En ese periodo los catequistas nos ponían a cantar, dibujar, bailar; actividades similares al jardín de niños, pero el entusiasmo con las que realizaban tales acciones hizo que adoptara ciertas conductas de ellos, es decir, el imitar tales actividades aplicándolas y/o ejecutándolas en el hogar con mi familia. Al momento en el que egresé del nivel de preescolar mis padres me inscribieron en la Escuela Primaria Beatriz González Ortega. Esta etapa, a mí parecer, sirvió como el marco más representativo para la elección de una formación profesional a futuro, en donde algunos de los motivos, y tal como lo señala Jiménez (2007) “aluden a la forma en que interiorizaron o naturalizaron la identificación con la docencia: el juego, las prácticas de enseñanza, o bien, el proceso de identificación afectiva con sus maestros”.


Así, las practicas realizadas dentro y fuera de la institución me sirvieron como referentes para poder visualizarme como un profesional de la educación. Pero para que se pudiera manifestar simbólicamente fue necesario la intervención de varios elementos. Uno de ellos fue a través del juego, en donde a partir de lo que vivenciaba en el ámbito escolar lo llegaba a reproducir en el exterior, ya fuese en el entorno familiar (primos) o social (amigos). Al mismo tiempo, desarrollé una identificación con algunos de los maestros que tuve durante mi trayecto en tal nivel. De esta manera, y para que se llegará a formar una identidad con ellos, estuvieron en juego diversos aspectos entre los que destaca lo personal (sentimientos), a los cuales los llegue a considerar más como familiares que como profesionales, debido a que constantemente me apoyaban, fuese en lo académico o los problemas que tenía en ese tiempo. Otro de los elementos, y que estaba más relacionado con el trabajo docente, fue al método que utilizaban para realizar sus prácticas educativas, ya que no eran de los que seguían el mismo patrón que los demás; en el que el maestro explica y los alumnos escuchan, sino que trataban de hacer actividades más integradoras, en donde todos participaban y colaboraban. Aunado a esto, el contexto en el que me desarrollaba contribuyó a que se hiciera más sólida mí idea. Tal como lo explica Jiménez (2007): “El contexto familiar en el que vivieron, la atmósfera simbólica que valoraba la docencia, las prácticas formales e informarles produjeron disposiciones para elegir la profesión”. Y esto fue así, ya que tenía en ese tiempo un fuerte arraigo, o bien, una influencia determinante a causa de que mi padre, así como la mayoría de la familia de él, ejercían la docencia por lo que tuve un cierto apego a ellos, lo que hizo que más fuera relevante mi anhelo La manera en la que tales intermediarios (familiares) influyeron en mí persona, tomó un carácter especial, ya que el papel que asumía con ellos ya no era de simplemente receptor, es decir, no jugaba el rol de alumno sino que observaba, y en ocasiones, también ayudaba en ciertos ejercicios que les ponían a sus alumnos en ese entonces. Pero no solo estuve en el aula sino que fui más allá de ésta, en


donde tuve la oportunidad de saber acerca de cómo trabajan en lo administrativo, por lo que el deseo de ser como ellos se potencializó aún más. Tal anhelo, al egresar de la escuela primaria y al ingresar a la Escuela Secundaria Lic. Benito Juárez, se redujo a cusa de que me dieron ganas de tomar un camino diferente al de la docencia; el cual estaba enfocado prácticamente a las áreas de ciencias de la salud o de las matemáticas. Pero este desfase se dio a causa de los comentarios que me hacían ciertos amigos, así como algunos de los mismos docentes en la escuela; en donde consideraban a la profesión docente inferior a comparación a la de los otros especialistas, lo cual influyó en lo que había visualizado como plan de vida, y es así como lo explica Tenti (1999): “Pese a la grandeza proclamada de su misión, el magisterio ha sido desde su origen una profesión con bajo reconocimiento social”. Poco a poco la idea, en cierto modo negativa, que había formado por parte de terceros de la profesión docente fue quedándose a tras durante el último periodo de educación secundaria, y se presentó específicamente al momento en el que una maestra me orientaba en la decisión de carrera, en donde me decía que pese a los comentarios que recibiera, de las acciones buenas o malas que se efectuaran en el entorno educativo, siempre tuviera en mente lo que quería ser, asimismo el para qué lo quería hacer. Así, al momento de egresar del último nivel de educación básica decidí ingresar a la Unidad Académica Preparatoria plantel 3 de la Universidad Autónoma de Zacatecas “Francisco García Salinas”. En dicho plantel, pensaba constantemente que mi trayecto académico iba enfocado a la profesión docente, como tenía planeado, pero estando ahí mi deseos de elección de carrera se evocaron a dos caminos distintos; el que ya tenía planeado, o bien, pensado llevar a cabo y otro totalmente diferente, lo cual tuvo como resultado una marcada confusión. Cuando egrese de este plantel, tenía definido lo que quería ser. Y así lo hice por un momento, en donde estaba adquiriendo una formación profesional en el área de educación, específicamente en el ramo de educación secundaria con especialidad en telesecundaria. Pero a mí consideración era un esfuerzo en vano el


que estaba realizando, ya que me estaba formando pero no tenía el deseo , y tal como lo señala Ferry (1990): “Formarse es un trabajo sobre sí mismo, imaginado, deseado y perseguido, realizado a través de medios que se ofrecen o que uno mismo se procura”. De esta manera solo estudiaba por estudiar sin darle una interpretación significativa, a consecuencia de que no me sentía a gusto de lo que había elegido, así como por otras causas externas a mi elección. Y esto ocasionó que me encontrara en una paradoja, en la cual estaba presente continuamente el cuestionamiento “¿Qué elegir?”. Y fue así en el que hice un recuento de todas mis experiencias vividas; en donde en

el año que estaba

estudiando la Licenciatura en Educación Secundaria con Especialidad en Telesecundaria, retornaron las ideologías que se me habían estructurado durante el trayecto de mi infancia y adolescencia. Al momento en el que tome una decisión para bien o para mal; pero ahora sin influir otros mediadores, no se hicieron esperar los comentarios de terceros, como el expresado significativamente por Mercado (2008): “(el ser maestro no es una profesión que valga la pena, así que cualquiera que se pare frente a un grupo “lo puede hacer”)”. Similar al anterior, se encontraba los que realizaban compañeros y familiares cercanos, destacando el siguiente: “mejor deberías estudiar otra cosa acorde a tus capacidades”, pero en esos momentos, y como se dice coloquialmente tales comentarios me entraban por una oreja y me salían por la otra. Esto lo hacía, debido a que era una decisión propia, en donde los comentarios despreciativos que hacían de la carrera que había escogido (Lic. en Educación Preescolar) no me iban a hacer cambiar de opinión. En esto, tenía siempre presente lo que me había comentado la maestra del nivel de educación secundaria, pero ahora lo traspasaba a lo que vivía en esos momentos; llegando así a la conclusión de que si hay limitantes, en lo relacionado al magisterio, no hay que verlos como determinantes, ya que lo importante es adquirir los conocimientos y herramientas necesarias para poder obtener las capacidades necesarias, y así competir de una manera más adecuada sin importar las problemas que existan y/o dejen de existir.


Así, al analizar lo escrito considero que mi vocación como profesional en educación no es innata sino artificial, tal como lo plasma Tenti en el Oficio de ser maestro, ya que no nací con ese llamado, es decir, con ese gusto por la profesión sino que va, y espero, que se valla edificando a medida en la que vaya avanzando en mi trayecto formativo. En lo que concierne a la opinión que se tiene de la profesión como docente hoy en día, dista mucho en relación a la vivencia y/o experiencias que se han tenido entorno a tal especialización. Si bien es cierto que existen elementos buenos, asimismo problemáticas, que giran alrededor de ello, es de suma importancia no hacer una impresión instantánea a causa de que existen diversas mitificaciones que hacen que tenga un valor despreciativo, e incluso, ajeno a la función que verdaderamente le corresponde; ya que se le llega a considerar, y tal como lo explica Eduardo Mercado, como una profesión de artesanas, otra de ellas es que se considera que la mujer es mejor para ser maestra, que el maestro dice y los alumnos hacen, que cualquiera puede pararse frente a un grupo, que el docente es un ejemplo a seguir; que los docentes cuidan y vigilan únicamente (guardería), entre otros. Las cuales se van trasmitiendo al paso de los años, que la hacen ver como una carrera de segunda mano, por lo que para poder erradicar tal concepción es necesario trabajar primeramente como un ser individual con el objetivo de poder modificar poco a poco tal imagen, en donde al hacer tal acción se estará formando al mismo tiempo una identidad docente. Pero para que pueda existir un cambio es necesario en un primer momento creérsela como profesional de la educación con el propósito de que los otros también logren respetar tal decisión.


Bibliografía Ferry, G. (1990). El trayecto de la formación. El enseñante entre la teoría y la práctica (pp.43-63). México: Paidós. Jiménez, M. de la L. y Perales F. de J. (2007). Aprendices de maestros. La construcción de sí (pp. 29-90). México: Pomares, UPN, Gobierno de Coahuila. Mercado, E. (2008). El oficio de ser maestro: Relatos y reflexiones breves. Edo. de México: ISCEEM Tenti, E. (1999). El arte del buen maestro (pp.181-239). México: Pax.


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