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El octavo color Rompí la ventana, aquélla que encerraba la locura; quedé envuelta en su rebozo; no podía caminar sin que ella me siguiera. No era ya la misma: me daba por comer la fruta del abismo; por dormir en la calle de la luna, por jugar a las escondidas con Dios, por volar en el lomo del papalote, por beber el agua de la muerte. Ya no era la misma: mojaba los gladiolos con los charcos y ponía el sol en el Norte. Ya no era la misma: me bañaba en los pálidos cenotes, cantaba coplas con la H muda y bailaba con la estatua somnolienta. Ya no soy la misma: Cómo dejar a la locura si ahora duermo en la fuente prohibida, hablo con la bruja malévola que me dio el manual del octavo color. ¿Octavo color? ¿Octavo de qué? No importa, mejor lloraré en el pasillo un tal vez o cuándo y abriré el cuello de la gaviota locura que chillará: Eres la Reina chiflada de los gnomos…
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Primavera Amanecer: prodigio de orquídeas, cuna de rosas, estación de aromas fraternales. Amanecer: soy una niña que ama, que siente en su regazo tu caricia, que llora sin mediar desprecio. Amanecer: peculiar olor a lilas, a madreselva, a lirio y a jazmín. Amanecer: el rocío se prodiga en mi alma.
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Rosas o monstruos Las rosas son corteses al cortarse sus espinas. Así no arañarán al lustro que has vivido, aunque sin ellas el abismo se abre. Ten cuidado pues con un guiño te atraparán; huye sin saber a dónde, corre por el espejo, ve sin que sepas qué haces; si te detienes te alcanzará su veneno. Ten cuidado si la voz no te deja sonreír; no la toques, sólo huye, huye, sigue huyendo; tan sólo ve sin saber a dónde: si camino al calvario o al infierno, tal vez al bosque encantado. si te encuentras un camino que se divide, cómete uno y deja al otro. Cuando llegues al infinito, corre, corre, corre, sigue hasta la cama o ve al lago y la bruja no te atrapará. Si de todos modos lo hizo, te cocinará en su olla de chaquiras. Ser un apetitoso caldo de rana, no debe preocuparte; salta del cazo a la hoja del ropero. El monstruo que andaba tras de ti se ha despistado; sólo te queda una cosa, atraparlo y ponerlo en tu vida para que te cante cuando duermas.
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Niñez de Nuevo Soy tu cárcel, huyes de mí, te escondes tras el oso bobo, tratas de eludirme tras la muñeca inutil, crees que te salvarás de mis pezuñas. ¿No ves que sólo son estorbos? No creas que son hadas ni magos ni príncipes azules ni guardias del palacio. Estas simples estatuas desnudas son piedras con acuarela. De mí no te salvas, no importa que te escondas tras el muro, tras el río; no importa que salgan galaxias de tus ojos, el lobo del bosque vendrá por ti, la bruja te comerá, el carnicero te soñará. Eres una tonta, aún crees en esos paños de inutilidad. Esa boba de cabellos largos es una charca de lluvia, nadie te ayudará. Papel sin sueño, ave del torbellino, me llevarás a tus burlas o seré abandonada cuando pruebe la fruta de la muerte.
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Dios está con nosotros Dios ha bajado, estuvo entre nosotros en forma de perro; quiso sentir la maldad de los hombres aunque ellos se llaman sus súbditos. Si son hierro al viento, ¿para qué implorar si vomitan con sólo ver al perro sucio, sarnoso e indefenso? ¿Qué hace ese perro?, preguntan a grandes voces. Tontos. El perro es Dios mismo, prueba la sangre fría de sus hijos quienes le traen flores, cantos, velas y lo alaban sin saber por qué si es sólo estuco, piedra y sangre de nuestra sangre.
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Los papeles de la luna 1 LA LUNA Luna, amiga de las estrellas, ayudante de Midas, doctora de tristes, sello de amores, pastel amarillo, columpio de poetas. Cuna de enigmas, tarta de piña, estoy contigo meciéndome. Luna amiga, sólo tú me entiendes, a mí a quien todos postergan; menos tú, luna de mil y ninguna palabra. 2 MUNDO En un mundo alucinante de palabras la sonrisa se convierte en cuerpos, andan de un lado a otro sin saber a dónde van. Aquí las sirenas fingen y yo me doy lástima de ser tan sólo una frágil nube de plumas.
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3 MAR El mar mide sus versos en la arena y el poema es azul, salta una sílaba de colores. Si con una red de música la atrapara… Los misterios del abismo llegarían si en mis preguntas arribaran peces y cada perla fuera un “oh” del asombro frente a la magia cantarina. Esto que miro —mar sobre la página— lo trato de abarcar con palabras. Huye de mi, fragmento entre las manos. 4 MI MENTE ES Mi mente es un pergamino viejo donde se encuentra, donde no se encuentra nadie. ¿Qué es o qué será? Ahí dibujo un mar de ideas claras, confusas; pensamientos ilógicos tal vez en cigüeñas, tal vez en hadas, tal vez en Santos Reyes, tal vez en monstruos. Por ahora el pergamino se ha borrado. Ya son negras o tal vez blancas las letras. o simplemente no existen.
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La cama nunca duerme Cama, gran señora de ética, moral y relucientes sábanas: esos encajes suyos guardan siglos, comen ensoñaciones, devoran recuerdos, beben pesadillas; esos encajes tienen historia: siglo XVII para ser exactos; esa mirada ve a la gente y no saluda, es descortés hasta consigo misma. Ni susurra con el libro ni con el polvo ama; su peinado es Luis XV, su cara es misteriosa; tras sus pestañas se esconde la angustia, ignora si son ansias o venas en tumulto; tras sus espaldas navega un follaje extraño, boga mi escritura y por qué no, también perlas se desgranan. su ropaje interior es deseado por todas las mujeres: seda blanca y fantasiosa; sobre sus líneas juegan niños, aquellos risueños mancos; en cambio usted recorre caminos y veredas. Con esos pies, con quién no camina; con esa cola gris y flaca, quién no fuga moscas; pide orejas al viento. para que sueñe, para que salte, tiene que correr hacia el cielo, tiene que llorar estrellas; tras su mirada se esconden libros empolvados, tras esos labios un púrpura clåsico habla de la cabellera de los meteoros porque usted,
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solitaria dama, canta romances al fuego, vierte llantos al leño, grita hojas al cielo. Es tan tímida; por eso el elefante brinca en sus pliegues y almidones y el ratón devora su seno y aunque usted agrada a todos los niños yo soy su dueña única aunque no pueda dormir en su flor de madera no pueda reír en su seda sin luto Yo le pido, le ruego clemencia. Usted es sólo una dama de nieve, sola en el silencio de la alcoba y yo, una niña que se tapa los ojos con la almohada cuando llora.
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Frente al espejo ¿Qué pasa que mi corazón esta lleno de limones y por mi piel corre agua de jardín? Invade mi habitación color tenue a buganvilias, sabe el pozo a verde metálico, un rosal se pierde con la brisa, la sábana enloquece a las brújulas mientras la crema grita: ¡No existo! El lápiz baila sobre la pista de hielo pues los cinco mandamientos lo ordenan; los otros cinco callan. En la bañera hay un pincel que regala corazones, circunda mi mente un imperio filosófico de águilas. Zozobran las palabras, en la lira se oyen los llantos de una escoba. ¿Qué haría ella aquí si sólo a los cisnes se les permite entrar? Los cactus abundan en esta esfera en la que el venado marca las pezuñas en tanto la hilera de hormigas se pierde como este poema se esfuma a la izquierda.
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Entre crecer y no crecer
Para Alicia
Esto es un desdicha. Por qué alcanzar el tamaño de un árbol, si soy feliz siendo diminuta, invisible gatito, ratón que escapa por la ventana, ventana que encierra al salvaje león, al enorme elefante. Por qué árbol si ese conejo es feliz con su tamaño de hormiga, corcholata que se escabulle por doquier. ¿Dónde se puede seconder un dinosaurio? Este zapato cabe bajo la cama y esa cucaracha, tan nadie, no se ve en la muchedumbre. En este mar de cosas sobresale la Torre Eiffel más alta, la que se topa con el cielo y enreda su cola de caballo en la luna; la torre, esa estúpida torre-piernas-del-universo o la torre más gorda de los Himalaya. Por qué no ser mosquito, catarina, comején, diente de león, ala de libélula. Al menos, a esa altura, no tienes que jugar al enamorado, ese inútil que llora día y noche porque siente que le robaron el corazón. Es un tonto, debe hacerse una radiografía. Entre crecer y no crecer vacilo: soy insecto aunque no estaría mal si fuese árbol enorme.
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Volar es un deseo Todos tenemos dos alas en los omóplatos, díganmelo a mí que he volado ágilmente y me posé en la rama de un cedro para huir de las garras del felino. Usted sería tonto si no las consiguiera, sólo corte con bisturí debajo de sus hombros, levante piel y carne con pinzas de madera. Antes de realizarlo, para dormer, tome polvo de luna, después levante su pellejo hasta quedar desnudo. No se arrepienta nunca, tengo razón de sobra; hágalo y sabrá que ser ave es delicioso: Ave María, ave del paraíso y ninguna resortera. No hay de qué preocuparse, sus alas lo llevarán donde desee; pero meses antes deje su testamento. Todos tenemos alas, si no me cree, míreme, mire allá lejos, arriba, los corderos blancos, relucientes, un portón de oro, un viejecillo de lluvia y el rastro de mi lápiz: el velo, el vuelo de mis alas limpias.
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Mi casa es un desastre
Mi casa es un desastre, ya no sé qué hacer con ella: si la pudiese esconder tras la oreja de una taza para que la vergüenza no me atrape. Si llegara, huiría al desierto emplomado de un vitral. Ah, caracol vertebrado de mi casa. Imaginen: para encontrar la pintura blanca tengo que pelearme con la negra, la roja, la gris, la violeta y la café. Busco…, busco…, sin hallar nada. Para tenerla tengo que poner mis ojos en blanco mientras mi cuerpo escoge una cama y mi corazón alguien a quién enamorar. Mi casa es un desastre. Pintaré mi rostro de púrpura pues no encuentro el blanco; bien dicen que este color es la pereza; aunque escriba, odio mis letras; la azul ternura me conmueve, el carbón encendido trae venganza. Mi hogar es un desastre. Mejor aceptaré lo que el alba le quiera dar a mi rostro.
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Colibrí Alma de la ternura, brizna del amanecer, las estrella se vuelven ceniza al lado tuyo, a mil naranjas conviertes en lunas de sangre. Colibrí, lágrima de los dioses nuestros, corazón de los enamorados, perla del viento, duende de las flores, diamante, tú, que atrapas al universo en tu belleza: ven a mí.
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Aquel búho Aquel búho del cuadro no sabe llorar, sólo ríe a la sombra o canta junto a mi rostro. Pintaría, pero no tiene pinceles ni colores y mucho menos dice óleo, acuarela. Él baja a mi alma, se apodera de la puerta mística, me atrapa en el espejo. Es la brisa que mueve mis reflexiones.
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La estatua No abandones a la estatua, solamente las palomas beben de sus labios; no hay agua ni fuente ni esfera que la contradiga; en un dado de luna pone las huellas y viaja al universo de tus paños o llega al sombrío metal de tu carne. Ella se vistió con la lluvia —yo lo vi— se peinó con la dureza de la fragua; la estatua, la desnuda, tiene dos cielos en los ojos, con ellos jugarás por largo tiempo a ser triste, sus espinas no pesan, las puedes llevar en tus pestañas, con tus uñas o tal vez en tu idea suicida. Yo le dije que la admiro; ella, temerosa, se fugó al cáliz del calvario y, mísera, se convirtió en piedra y llanto, copa y sangre. Estatua amiga, danzaré con las hiedras, con aquella brújula venenosa que me dio tu corazón al que rompo sin remordimientos sin medir la crueldad de mi poema. Alguien te llamó: Amada. No era así, todos lo sabían, mas eran mudos. Los gatos te hicieron reverencias, los miraste con desprecio; la Reina Luna te obsequió su manto; el sol, ¿qué hizo el sol para complacerte? Dio su pureza que tenía cien pavos reales por dentro. Cerré los ojos y al abrirlos no estabas: mariposa te llevó por el sendero de oscuridad y nada, quise usurpar su lugar y me llamó Nadie, si pudieses besar la Estrella que atesora mi alma con panecillos,
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viento, luz. O si pudiera regresaba a lo que soy, hermana: una tonta inmรณvil en esta silla.
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Relámpago en voz baja Me dice el relámpago que soy una isla. le respondo que es un búho iluminado. Él insiste: eres un grano de arena rodeada de ego azul con pintas de plata. Él no sabe que si ese libro en blanco fuera todo o fuera nada, llegaría el fin. Afirma que soy una tonta. Me enojo, grito, lo insulto: ¡inúti!, ¿quién te quiere? Basura del cielo, chispa, jamás astro. Me grita y asusta; lo pongo bajo la piedra, enojo y rencor nos rigen, burlas nos llenan. Al final, yo gano, él se marcha a una noche de penumbra fría. Luego se arrepiente, manda el trueno - Su vocero falderito -. ¿Qué haría el relámpago sin el trueno-derrumbe? Hoy es día de pesares, día fatal, día resuello. Se fue quien guiaba mi niñez angustiosa, aunque hacía que me escondiera en una calabaza. En las noches de mayo y junio nadie calma mi insomnio, mis temores; sólo el relámpago hermano del trueno. Perdóname, perdóname. Te lloraré siempre.
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Pared, pobre de ti Pobre de ti, pared; si te acarician te deshojas. Siento tu voz tan empolvada, tan carcomida que ya los ratones te robaron tus versos. Siento una grieta en mí, ¿será porque me atrapas en tu canción? Píntame los párpados de violeta. Ni el reloj avanza ni el mar da la hora. Eres tú la que me encierra; me asesinas, pared; mis ojos son tus ojos, soy tu personaje, las cuerdas de mis brazos se han roto, alguien me salve; me tienes acorralada hasta el fin de tu pared, pared. Cuando se te hayan oxidado las palabras, cuando se desgasten tus bloques y por siempre me atrapes, pared de palabras y versos, de estrofas, de rimas y sinalefas hasta el fin, hasta el fin estaré contigo, Poesía.
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Arlete Zazil–Ha T. Rosete México, D.F. (1987). Pertenece al taller Literario Syan Caan desde 1997. Ha obtenido los siguientes triunfos: En 1997, el primer lugar en el Concurso Prenacional de “El Niño Lector”, realizado en la ciudad de Mérida. En 1998, primer lugar en declamación en el Concurso de Escuelas Secundarias y en 1998, primer lugar, categoría “A” (menos de 14 años) en poesía en el concurso Expresión Literaria para estudiantes de Quintana Roo convocado por la Fundación Oasis.
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