ESPAÑA EN EL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
REALIZADO POR: RAÚL TOLEDO MADRIGAL
- ESPAÑA EN EL SIGLO XIX
Como el resto de los países de Europa occidental, España experimentó en el siglo XIX algunas transformaciones fundamentales: la población creció, la sociedad estamental del Antiguo Régimen fue sustituida por una sociedad de clases y se instauró un régimen liberal. Pero fue también un siglo muy convulso. Se sucedieron varias guerras civiles y multitud de pronunciamientos. La industria, muy escasa, solo se desarrolló en algunas regiones de manera muy leve y, a pesar de la introducción de nuevos medios de transporte, como el ferrocarril, el país siguió mal comunicado. España dejó de ser una potencia importante y se convirtió en una nación de segundo orden en el panorama internacional. Además, la debilidad del crecimiento económico convirtió a la población española en una de las más pobres de Europa.
1. GUERRA Y REVOLUCIÓN (1808-1814) La invasión francesa y la Guerra de la Independencia fueron los acontecimientos que iniciaron la Edad Contemporánea en España, pues provocaron la crisis del Antiguo Régimen. - GUERRA DE LA INDEPENDENCIA El monarca español Carlos IV se opuso a las ideas de la Revolución Francesa y, como otras monarquías europeas, España entró en guerra contra Francia (1793-1795). Sin embargo, España fue derrotada y tuvo que firmar un tratado que la convertía en aliada de Francia. En 1807 España y Francia firmaron el Tratado de Fontainebleau, por el que acordaban invadir Portugal, que se había aliado con el principal enemigo de Francia y de Napoleón: Inglaterra. Las tropas francesas debían atravesar España para poder llegar a Portugal, pero aprovecharon la situación y ocuparon algunas ciudades españolas. La permanencia francesa en territorio español creó un gran malestar en la población. Fernando (hijo de Carlos IV), aprovechó el descontento e instigó el Motín de Aranjuez (1808), que provocó que Carlos IV abdicara en su hijo, que pasó a ser el rey Fernando VII. Napoleón aprovechó los problemas de la familia real, a la que secuestró en Bayona y obligó a abdicar en favor de su hermano José Bonaparte, que se convirtió en rey de España. Ante el secuestro, el 2 de mayo de 1808, se produjo una sublevación popular en Madrid, seguida por levantamientos en otros lugares. Fue el comienzo de la Guerra de la Independencia. La guerra fue a la vez de liberación contra los franceses y una lucha civil, ya que la población quedó dividida entre afrancesados y fernandinos.
La contienda fue larga y dura. Ciudades como Zaragoza y Gerona sufrieron importantes asedios. Y las guerrillas hostigaban continuamente al poderoso ejército francés, mejor equipado y formado. La guerra tuvo tres fases: - Primera fase, hasta finales de 1808, comenzó con la sublevación de Madrid. Los franceses sitiaron Zaragoza y Gerona, pero sufrieron una dura derrota en Bailén. - Segunda fase, de finales de 1808 a 1812, se caracterizó por el dominio francés tras la llegada de Napoleón con más de 250.000 hombres. En 1810 los franceses conquistaron Andalucía y la Junta Central se trasladó a Cádiz, que resistió a los franceses. - Tercera fase, de 1812 a 1814, comenzó con el declive de Napoleón en Europa. Tropas españolas e inglesas, al mando de Wellington, derrotaron a los franceses en Arapiles. En abril de 1813 se firmaba la paz (Tratado de Valençay), aunque los franceses no abandonaron el país hasta 1814. - CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812 La Guerra de la Independencia tuvo también profundas consecuencias políticas. La ausencia de la familia real dejó en España un vacío de poder en las zonas sublevadas, en las que se crearon juntas para organizar la lucha. Por eso se organizó la Junta Central Suprema, con el fin de crear un Gobierno único. En plena guerra, la Junta Central convocó las Cortes, que se reunieron en Cádiz por ser la única ciudad que los franceses no habían ocupado. La mayoría de los diputados eran liberales, aunque había una minoría, los serviles, que solo querían el regreso de Fernando VII y el mantenimiento del Antiguo Régimen. Las Cortes elaboraron la Constitución de 1812, la primera constitución de nuestra historia. La Constitución de 1812 reflejaba los principios del liberalismo político: reconocía la soberanía nacional y la división de poderes y establecía una declaración de derechos muy completa. Era una constitución muy avanzada: por ejemplo, reconocía el sufragio universal masculino. La Constitución fue aprobada el 19 de marzo, día de San José, por lo que se la conoce como la Pepa. Además las Cortes de Cádiz aprobaron muchas reformas que pusieron fin al Antiguo Régimen: se suprimieron los señoríos, se abolió la Inquisición, se prohibieron los gremios y se declaró la igualdad de los españoles ante la ley.
2. REINADO DE FERNANDO VII: LAS RESISTENCIAS AL CAMBIO La vuelta al poder de Fernando VII en 1814 significó la derogación del régimen constitucional y el comienzo de un enfrentamiento político entre absolutistas y liberales. - RESTAURACIÓN DEL ABSOLUTISMO (1814-1820) En marzo de 1814, Fernando VII volvió a España. Los liberales esperaban a que el rey jurase la Constitución de Cádiz, y los serviles, que la aboliese y restaurase el Antiguo Régimen. El rey, apoyado por los serviles, derogó la constitución y las reformas aprobadas durante la guerra. Restauró los privilegios del clero y de la nobleza, dispensándoles de pagar impuestos. Era una vuelta al Antiguo Régimen. Fernando VII gobernó de forma absoluta durante seis años (1814-1820), en los cuales fue aconsejado por una camarilla de amigos. Los liberales fueron perseguidos y muchos marcharon al exilio para evitar la cárcel. Los liberales y parte del ejército trataron de restaurar el liberalismo mediante pronunciamientos. Estos fracasaron ante la indiferencia de la población y sus cabecillas fueron encarcelados o ejecutados. - TRIENIO LIBERAL (1820-1823) En 1820 triunfó un pronunciamiento liberal dirigido por el general Riego, que proclamó la Constitución de 1812 en Las Cabezas de San Juan (Sevilla). El rey tuvo que jurar la Constitución, liberar a los presos políticos y convocar elecciones para reunir las Cortes. Entre 1820 y 1823, los liberales restauraron las reformas que se habían aprobado en Cádiz y formaron la Milicia Nacional para defender el régimen liberal por las armas, si era preciso. Durante el gobierno liberal se produjeron distintas intentonas golpistas por parte de los absolutistas, apoyadas por el rey y varios países europeos. En 1823 la Santa Alianza envió tropas a España: los Cien Mil Hijos de San Luis, que restituyeron a Fernando VII como rey absoluto.
- FIN DEL ABSOLUTISMO Y PRIMERA GUERRA CARLISTA (1823 -1833) La vuelta al poder de Fernando VII coincidió con una grave crisis interna. La Hacienda estaba sin fondos y la pérdida de los territorios americanos agravó aún más la crisis económica. Ante esta situación, el rey intentó modernizar el
gobierno mediante la creación de un consejo de ministros que sustituiría a la camarilla en la que se había apoyado hasta entonces, pero esto disgustó a los nobles, que formaban dicha camarilla. Por su parte, los liberales, perseguidos por el régimen, protagonizaron varios pronunciamientos. Se hacía evidente la crisis del régimen absolutista. A esta situación se unió el problema dinástico. Debido a la Ley Sálica, en España no podían reinar las mujeres. Como Fernando VII no había tenido hijos varones, promulgó una norma, la Pragmática Sanción, que anulaba la Ley Sálica a fin de que su hija Isabel pudiese reinar. Muchos de los absolutistas no aceptaron esta solución y ofrecieron su apoyo al hermano del rey, don Carlos. Cuando Fernando VII murió, en 1833, su viuda, María Cristina, se hizo cargo del gobierno, ya que su hija Isabel solo tenía tres años. A su vez, don Carlos se proclamaba rey de España. De esta manera, estallaba la Primera Guerra Carlista. La guerra no solo fue un conflicto dinástico, sino también un enfrentamiento ideológico entre dos bandos: los liberales, que apoyaban a Isabel, y los carlistas, que defendían el absolutismo, la vuelta al Antiguo Régimen y el mantenimiento de los fueros frente a la centralización del gobierno. Los carlistas tuvieron fuerza en el País Vasco, Navarra y ciertas zonas de Aragón, Cataluña y Valencia. La guerra duró siete años (1833-1840) y terminó con la derrota carlista. El Abrazo de Vergara puso fin a la guerra, aunque el conflicto se mantuvo vivo durante todo el siglo XIX.
3. EL REINADO DE ISABEL II: LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL Durante el reinado de Isabel II se consolidó el sistema político liberal. Moderados y progresistas lucharon por el gobierno.
- EL TRIUNFO DEL LIBERALISMO (1833-1844) Durante la minoría de edad de Isabel II, se produjo un período de regencias, en el que se instauró el régimen liberal en España. La primera regente fue María Cristina, la madre de Isabel. Su regencia coincidió con la guerra carlista y, para ganarla, se alió con los liberales. Los liberales estaban divididos en dos grupos: los moderados, partidarios de reforzar la posición del rey y de aplicar unas reformas limitadas, y los progresistas, que defendían una política de reformas profundas. En un principio María Cristina concedió el poder a los moderados. Sin embargo, ante las protestas populares y el levantamiento militar de La Granja (1836), se vio obligada a entregar el gobierno a los progresistas. En los años siguientes (1836-1837) los progresistas, con Mendizábal al frente del gobierno, tomaron medidas para abolir los restos del Antiguo Régimen, como la desamortización de las propiedades de la Iglesia. El punto culminante de este proceso fue la promulgación de la Constitución de 1837, que no era tan avanzada como la de 1812, pues establecía el sufragio censitario y se concedían más poderes a la Corona. En 1840, María Cristina tuvo que dimitir debido a los enfrentamientos con los progresistas. Entonces asumió el cargo de regente un militar de ideas progresistas que había cosechado grandes éxitos en la guerra contra los carlistas: el general Baldomero Espartero. Pero Espartero gobernó de forma autoritaria, cosa que no gustó ni a los progresistas ni a los moderados. Así que ambos grupos acabaron por unirse en un pronunciamiento que forzó la dimisión del general Espartero en 1843. Ante la crisis, Isabel II fue proclamada reina con tan solo 13 años. - DÉCADA MODERADA (1844-1854) Durante los diez primeros años de su reinado, Isabel II solo encargó el gobierno a los moderados y el período se caracterizó por su conservadurismo. El general Narváez fue el hombre fuerte y presidió varios gobiernos. En 1845 se aprobó una nueva Constitución, que limitó el derecho de voto solo a los más ricos. También se restringió la libertad de prensa. El Estado se organizó de forma centralista. Los nuevos códigos civil y penal igualaron las leyes en todos los territorios y la reforma fiscal equiparó los impuestos. El gobierno controlaba las provincias y nombraba directamente a los alcaldes de las principales ciudades. Este período moderado se explica por las ideas conservadoras de la reina, pero también por las divisiones entre los progresistas. De entre los progresistas
se escindieron el Partido Demócrata, que exigía el sufragio universal, y los republicanos, favorables a la proclamación de la república. En 1854 se produjo el pronunciamiento de Vicálvaro (Vicalvarada). Lo dirigió Leopoldo O’Donnell, apoyado por algunos moderados y por los progresistas, y puso fin a esta etapa. - EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856) Y LA UNIÓN LIBERAL Tras el pronunciamiento de Vicálvaro, el poder pasó a los progresistas, que seguían liderados por Espartero y que estaban apoyados por un partido de centro patrocinado por O’Donnell llamado Unión Liberal, que integraba a moderados y a progresistas templados. El nuevo gobierno puso en marcha un nuevo proceso de desamortización (Madoz, 1855) y aprobó la Ley de Ferrocarriles, que permitió la construcción de la red ferroviaria en los años siguientes. Fue un período castigado por la crisis económica y las protestas de obreros y campesinos. Esta agitación social fue el motivo que la reina esgrimió para retirar del gobierno a los progresistas. Entre los años 1856 y 1866 se alternaron en el gobierno la Unión Liberal de O’Donnell y los moderados de Narváez, mientras los progresistas eran marginados del poder. En esta época el crecimiento económico fue intenso y despegó la construcción del ferrocarril. Pero a partir de 1866 la monarquía de Isabel II entró en una grave crisis.
4. EL FIN DEL REINADO DE ISABEL II Y EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)
El reinado de Isabel II acabó con una revolución conocida como La Gloriosa, que abrió un período político innovador aunque convulso (democracia y república) que terminó fracasando. - CRISIS FINAL DEL REINADO DE ISABEL II En los últimos años del reinado de Isabel II se vivió una grave crisis: - Se produjeron revueltas en el campo y en las ciudades causadas por los problemas económicos y el hambre. - Los progresistas, los republicanos y los demócratas eran excluidos del poder y estaban descontentos con el conservadurismo de los gobiernos. Tanto la burguesía como los militares se distanciaron del régimen debido al excesivo autoritarismo del gobierno, que incluso llegó a provocar matanzas. - La reina era cada vez más impopular. Se decía que llevaba una vida escandalosa y que se preocupaba poco por el gobierno. En 1866, los progresistas, los demócratas y los republicanos firmaron el Pacto de Ostende, en el que acordaron la expulsión de los Borbones y la democratización de la vida política. La Unión Liberal se sumó al pacto posteriormente. - REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE DE 1868 (LA GLORIOSA) Y LA MONARQUÍA DE AMADEO I En septiembre de 1868 se produjo una revolución para destronar a Isabel II (la Gloriosa), liderado por los progresistas Serrano y Prim. Paralelamente se crearon juntas revolucionarias para controlar las provincias y las ciudades. La revolución triunfó rápidamente y sin derramamiento de sangre y la reina se vio obligada a abandonar España y exiliarse en Francia. Tras derrocar a la reina se constituyó un gobierno provisional presidido por Serrano, que convocó Cortes Constituyentes. Las Cortes aprobaron la Constitución de 1869 que contenía una amplia declaración de derechos e instauraba el sufragio universal masculino. Como concesión a los unionistas y progresistas se mantenía la monarquía y se nombraba regente al general Serrano hasta que se eligiera rey. El general Prim, presidente del Gobierno en aquellos momentos, fue el encargado de encontrar un nuevo rey para España: el príncipe italiano Amadeo de Saboya. Pero a la vez que Amadeo I llegaba a España (1871), su principal apoyo, el general Prim, era asesinado en la calle del Turco (Madrid) a finales de diciembre de 1870. Amadeo I era un rey moderno y demócrata. Pero su posición siempre fue muy débil: contó con la oposición de los monárquicos, que preferían un rey no
democrático, y de la Iglesia, que deploraba sus ideas progresistas. Tampoco le apoyaban los republicanos, y parte de la población no lo quería porque era extranjero. Durante su reinado estallaron dos conflictos: Una insurrección en Cuba, una de las últimas colonias que le quedaban a España, y una nueva guerra carlista. Incapaz de superar estas dificultades con sus escasos apoyos, Amadeo I acabó por abdicar. - PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873) Ante la dificultad para encontrar un rey, las Cortes proclamaron la Primera República. Era la primera vez que se instauraba un régimen republicano en España. La República nació con graves problemas. La mayoría de los grupos políticos eran monárquicos, y los propios republicanos se hallaban divididos entre los que querían una república federal y los que la preferían unitaria. Reflejo de esta división fue estallido del movimiento cantonalista que llevó a la creación de repúblicas independientes en Cataluña, Málaga y Cartagena. El movimiento fue duramente reprimido. Además, la República tuvo que enfrentarse al estallido de la Tercera Guerra Carlista y de la guerra en Cuba. Ante la situación de caos generalizado, el general Pavía dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes en enero de 1874. La I República había durado apenas once meses. Tras el golpe de Estado, el general Serrano presidió el gobierno durante casi un año. Mantuvo las formas republicanas, pero no el espíritu de reforma y modernización que la República representaba. Por eso, nadie se opuso cuando un nuevo pronunciamiento en diciembre de 1874 restauró la dinastía de los Borbones.
5. LA RESTAURACIÓN: LA VUELTA DE LA MONARQUÍA CONSTITUCIONAL
El general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II, en 1874, con lo que daba comienzo el régimen de la Restauración. El nuevo rey, partidario de la monarquía constitucional, nombró presidente de gobierno a Cánovas del Castillo, quien había sido el verdadero artífice de la vuelta de los Borbones al trono. Cánovas organizó y estabilizó la situación política. Por un lado, puso fin a la Guerra de Cuba y a la Guerra Carlista y, por otro, creó un nuevo sistema político en el que tenían cabida todos los partidos que aceptaran la monarquía y un régimen constitucional. Para organizar este sistema político se basó fundamentalmente en dos pilares: una nueva Constitución y la alternancia en el poder de los partidos. - CONSTITUCIÓN DE 1876 La Constitución de 1876 tenía un carácter conciliador, ya que incorporaba principios moderados y progresistas. Para contentar a los progresistas y los demócratas tenía una amplia relación de derechos y libertades. Y para satisfacer a los moderados, proclamaba la confesionalidad del Estado y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey, al que se le concedían amplios poderes. - EL TURNO PACÍFICO El ejercicio del poder quedó asignado a dos partidos políticos, que aceptaban la monarquía constitucional y que se turnaron en el gobierno de manera pacífica (turnismo). Estos partidos eran: - Partido Conservador: liderados por Cánovas del Castillo, que se declaraban defensores de la Iglesia y del orden social. - Partido Liberal: liderados por Sagasta, en cuyos gobiernos se desarrollaron importantes reformas sociales y se aprobó el sufragio universal masculino (1890). El monopolio del gobierno por parte de los conservadores y liberales fue posible por la existencia de la corrupción electoral. El rey decidía primero que partido iba a formar gobierno y, después, se convocaban elecciones que se amañaban para que las ganara dicho partido. - En el campo, los individuos poderosos, los caciques, forzaban a la población rural a que votaran al partido que convenía para la formación del gobierno. A esta práctica la llamamos caciquismo. - En las ciudades, menos influidas por los caciques, se manipulaban los votos si los resultados electorales no eran los esperados. Esta práctica se conoce como pucherazo.
Así se “fabricaban” resultados electorales que daban alternativamente la victoria a conservadores y a liberales. Durante un largo período de tiempo este sistema proporcionó estabilidad a la vida política española. - OPOSICIÓN AL SISTEMA Pero este sistema político dejaba fuera a tres grupos que cada vez representaban a un mayor porcentaje de la población: anarquistas, socialistas y nacionalistas. - Los anarquistas habían surgido tras la Revolución de 1868 y sus focos más importantes se encontraban en Cataluña y en Andalucía. Durante algún tiempo fueron duramente perseguidos debido a los atentados que cometían. Tras algunos años de desorganización interna crearon la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que se convirtió en el sindicato más importante del país. - Los socialistas estaban liderados por Pablo Iglesias, que había fundado en 1879 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Años después se creó la Unión General de Trabajadores (UGT), un sindicato que se vinculó estrechamente al PSOE. - En esta época surgieron los partidos nacionalistas, que reaccionaron en contra de la creación de un Estado centralizado. Tuvieron especial relevancia en Cataluña, País Vasco y Galicia.
6. DESARROLLO ECONÓMICO DE LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX - UNA DÉBIL REVOLUCIÓN INDUSTRIAL En la España del siglo XIX las transformaciones económicas no fueron tan intensas como en Gran Bretaña o Alemania, debido a diversos factores: la escasez de materias primas, las malas comunicaciones, la falta de un mercado para los productos, tanto por la pobreza de la mayoría de la población como por la pérdida de las colonias, y la falta de capital. Por eso, muchas veces fueron empresas extranjeras las que invirtieron en la creación de fábricas, bancos e infraestructuras. Las primeras industrias modernas se localizaron en zonas muy concretas, y las más destacadas fueron la textil catalana y las siderurgias vascas, asturiana y andaluza. A partir de 1850 las siderurgias establecidas en Asturias y Andalucía no pudieron competir con las vascas. Al mismo tiempo se fundaron las primeras instituciones financieras, como los bancos modernos y la bolsa de Madrid.
Pero, sin duda, la innovación más importante de la industrialización fue el ferrocarril. Entre 1856 y 1866 se fabricaron en España más de mil kilómetros de vías al año. La red tenía una estructura radial con centro en Madrid y el ancho entre carriles era mayor que en el resto de Europa. Esto dificultó los intercambios con el resto del continente. A finales del siglo XIX la industria se consolidó. También se desarrollaron nuevos sectores: la electricidad (que se usó para la iluminación y como fuente de energía para la industria), el petróleo (que permitió la difusión del automóvil) y la industria química. Pero la industria española tenía dos graves problemas. En primer lugar, era una industria poco competitiva; por eso, el Estado ponía fuertes impuestos a los productos extranjeros, a fin de encarecer su precio y que la gente comprara productos españoles más baratos. En segundo lugar, los sectores modernos se concentraban en muy pocas zonas (Cataluña, País Vasco y Madrid), mientras que el resto del país seguía muy atrasado. - LIBERALIZACIÓN DE LA TIERRA La agricultura siguió siendo el sector económico principal, en el que trabajaba el 70 % de la población activa. La principal transformación que se produjo en la agricultura fue la liberalización de las tierras. Desde el Antiguo Régimen buena parte de las tierras estaban vinculadas a la aristocracia, la Iglesia o los ayuntamientos y no se podían vender ni ceder. La liberalización de las tierras fue una iniciativa de los liberales y se hizo de dos maneras: - Abolición de los mayorazgos en 1837, transformados en inmensos latifundios privados en manos de los mismos nobles. La diferencia es que ahora los nobles podían perder sus tierras por deudas o por su propio deseo de obtener dinero mediante la venta. - La segunda medida fue la desamortización de la tierras, que consistía en la incautación por el Estado de tierras vinculadas para luego venderlas a particulares. Hubo dos grandes desamortizaciones: la de Mendizábal (1836), por la que el Estado vendió tierras de la Iglesia, y la de Madoz (1855), que afectó a tierras de los ayuntamientos, hospitales, escuelas y otras instituciones. La liberalización de las tierras permitió que muchos burgueses compraran parcelas. Así, parte de las tierras pasaron a manos de personas interesadas en obtener beneficios, por lo que modernizaron los métodos de cultivo. Esto favoreció la expansión de los cultivos y el aumento de la producción agrícola.
No obstante, muchas tierras siguieron perteneciendo a grandes propietarios, que seguían usando métodos antiguos. Además, las parcelas eran trabajadas por una masa de jornaleros muy pobres. La liberalización también provocó el empobrecimiento de muchos campesinos, para los que las tierras de los ayuntamientos eran una parte importante de su sustento.
7. EL CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIAL - LENTO CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN La población española aumentó de 11,5 millones de habitantes a 18,6 millones durante el siglo XIX. Aunque la población creció, fue un crecimiento menor que el de otros países europeos. La natalidad seguía siendo elevada y la mortalidad disminuyó poco, lo cual no permitía que se alcanzasen los niveles de crecimiento del resto de Europa, donde la mortalidad había disminuido notablemente debido a las mejores condiciones higiénicas y sanitarias. Las regiones más avanzadas crecieron por encima de la media nacional. La población de Cataluña, País Vasco y Asturias aumentó gracias al desarrollo industrial; Levante, Navarra y La Rioja, debido al desarrollo de la agricultura comercial; y Madrid, por ser la capital. Estas regiones se convirtieron en polos de inmigración desde los años sesenta del siglo XIX, cuando el ferrocarril facilitó la emigración de los campesinos sin tierra. El éxodo rural tuvo dos consecuencias. Por una parte, como la mayoría de las regiones ricas se encontraban en el litoral, el peso demográfico de la periferia aumentó con relación al interior del país. En segundo lugar, las ciudades crecieron mucho, sobre todo Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Málaga y Zaragoza. No obstante, la mayor parte de la población siguió viviendo en el campo. A finales del siglo XIX, muchos españoles emigraron fuera de España, en busca de mejores oportunidades. La mayoría de los emigrantes procedía de Andalucía, Galicia, Canarias, y la regiones cantábricas, y se dirigieron a América Latina (Argentina y Cuba fundamentalmente). - UNA SOCIEDAD DE CLASES La sociedad estamental del Antiguo Régimen desapareció con la instauración del liberalismo. A partir de entonces, la situación económica marcó la posición de un individuo en la jerarquía social.
La clase dirigente de la sociedad del siglo XIX englobaba a la aristocracia y la burguesía. La aristocracia estaba formada por nobles, que habían perdido sus derechos señoriales, pero conservaban una notable influencia social. La burguesía estaba compuesta por los dueños de las fábricas y de las empresas financieras. Las relaciones entre estos dos grupos se estrecharon a lo largo del siglo gracias a los matrimonios y negocios. En la clase media se integraban funcionarios, pequeños empresarios, profesionales liberales, comerciantes, etc. Esta clase era poco numerosa, pero tendía a crecer. En general, habitaban en las ciudades. Las clases populares tenían un bajo nivel económico y un elevado índice de analfabetismo. Bajo este nombre se identificaban a distintos grupos: - Campesinos y jornaleros constituían la mayor parte de la población y vivían en unas pésimas condiciones. Este hecho les llevó a protagonizar importantes revueltas a lo largo del siglo XIX. - Obreros: Se concentraban en las regiones industriales y en las ciudades, donde se hacinaban en barrios carentes de infraestructuras básicas. Para defender sus derechos y mejorar sus condiciones de vida se fueron organizando en sindicatos. A principios del siglo XX, los principales sindicatos eran la CNT, anarquista, y la UGT, socialista. - Otros grupos eran los criados que servían en las clases acomodadas y un número ingente de mendigos y marginados.
- ESPAÑA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX El período de la historia de España que discurre entre el reinado de Alfonso XIII y la Guerra Civil es fundamental para comprender nuestra realidad. En tan corta etapa alternaron distintos sistemas políticos: el liberalismo moderado de la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera y la democracia durante la Segunda República. También fue un período en el que se intensificó la modernización económica y social del país. Pero todas estas transformaciones se desarrollaron en un contexto de extremismo y confrontación política, lo que acabó desembocando en la tragedia de la Guerra Civil Española.
1. LA CRISIS DEL LIBERALISMO (1898-1931)
- CRISIS DEL 1898 En 1895 estalló en Cuba un nuevo movimiento independentista. El conflicto se prolongó hasta 1898, año en que Estados Unidos declaró la guerra a España tras el hundimiento del acorazado Maine en La Habana. La derrota española supuso la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico, Filipinas, isla de Guam). Este hecho, conocido como el desastre del 98, provocó la frustración de la clase política española y el pesimismo de los intelectuales. Como consecuencia surgió el regeneracionismo, cuya máxima figura fue Joaquín Costa, que proponía efectuar reformas para superar el atraso del país y acabar con el caciquismo y la corrupción. - REINADO CONSTITUCIONAL DE ALFONSO XIII (1902-1923) En 1902, Alfonso XIII accedió al trono. La Constitución de 1876 siguió vigente y se mantuvo el turnismo, aunque los líderes de los partidos políticos cambiaron. En el Partido Conservador, Cánovas fue sustituido por Antonio Maura, y en el liberal, Sagasta por Canalejas. Los nuevos líderes influidos por el regeneracionismo, intentaron reformar la vida política. Maura quiso acabar con el caciquismo reformando la ley electoral y la administración local, aunque no lo consiguió. Canalejas llevó a cabo una política de descentralización, pero su medida más polémica fue la aprobación de la ley del candado, por la que se prohibía el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España. Sin embargo, los partidos liberal y conservador cada vez eran menos representativos: la burguesía catalana y vasca empezó a apoyar a los partidos nacionalistas (la Lliga Catalana y el Partido Nacionalista Vasco); parte de las clases medias y los obreros votaban a los republicanos y al PSOE, y los sindicatos (UGT Y CNT) adquirieron gran fuerza. A partir de 1909, el sistema de la Restauración experimentó una serie de crisis que condujeron, finalmente, a su desaparición: - En 1909 se produjo la Semana Trágica, una insurrección popular ocurrida en Barcelona. El detonante fue el envío de tropas para la guerra de Marruecos, compuestas exclusivamente por las clases populares, ya que las clases pudientes pagaban para eludir el servicio militar. - El mayor problema fue la crisis de 1917, año en el que coincidieron la protesta militar por la forma discriminatoria en la que se producían ascensos; la protesta política, con la convocatoria de una asamblea de parlamentarios en Barcelona que reclamaba una nueva constitución; y el movimiento sindical, que convocó una huelga general.
- Entre 1919 y 1923 estalló la violencia social. La influencia de la Revolución Rusa radicalizó el movimiento obrero para alcanzar la revolución política, económica y social. Los gobiernos y los empresarios utilizaron la violencia para reventar este movimiento. Ante la crisis, todos los partidos políticos burgueses (incluso la Lliga) colaboraron en gobiernos de concentración. Pero la inestabilidad persistió: entre 1917 y 1923 hubo 43 cambios de gobierno. - DICTADURA DE MIGUEL PRIMO DE RIVERA (1923-1930) En medio de la crisis se produjo el desastre de Annual (1921) en la Guerra de Marruecos, en la que murieron más de 10.000 soldados. La oposición de izquierdas pidió una investigación para ver quién era el responsable del desastre. Parte del ejército, para protegerse, decidió tomar el poder. En 1923 el general Miguel Primo de Rivera, con consentimiento del rey, dio un golpe de Estado. Suspendió la constitución, disolvió las Cortes y prohibió los partidos políticos y los sindicatos. También acabó con la Guerra de Marruecos. La dictadura se mantuvo hasta 1930 gracias a la prosperidad económica de los años veinte. El auge se aprovechó para realizar obras públicas y para potenciar el desarrollo industrial. Sin embargo, a partir de 1927, el régimen autoritario comenzó a ser criticado por intelectuales, estudiantes, colectivos obreros y grupos nacionalistas. En 1929, ante esta oposición, el rey retiró su apoyo a Primo de Rivera, que dimitió en enero de 1930. Alfonso XIII mandó formar un nuevo gobierno que convocara elecciones otra vez y restaurara la constitución. Pero la oposición al rey era muy fuerte, ya que se le consideró cómplice de la dictadura. Políticos republicanos, socialistas, catalanistas e incluso algunos antiguos monárquicos firmaron en agosto de 1930 el Pacto de San Sebastián con el objetivo de ir juntos a las elecciones e instaurar la república. En 1931 se convocaron elecciones municipales. Estas tuvieron lugar el 12 de abril y dieron el triunfo a las candidaturas republicanas en casi todas las capitales de provincia. Aunque el triunfo global había correspondido a los monárquicos, los republicanos consideraron que su éxito en las grandes capitales, menos las dominadas por los caciques, era un triunfo definitivo. Los propios monárquicos aceptaron este punto de vista. Conocido el resultado, Alfonso XIII se exilió y se formó un gobierno provisional que proclamó la Segunda República española el 14 de abril de 1931, de forma pacífica…