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año 2 N° 48

BUENOS AIRES, MIERCOLES 23 de mayo de 2012

getty images

Abuelos que aprenden La tercera edad ya no es sinónimo de quedarse en casa mirando la tele: cada vez más, los adultos mayores eligen embarcarse en procesos educativos para explorar nuevas inquietudes. Claves para trabajar con ellos en el aula. Páginas 2 a 5

Cómo llevar las ciencias al aula La bióloga Melina Furman propone analizar temas cotidianos desde la mirada del conocimiento científico, apelando a la curiosidad de los estudiantes. Página 7

Evaluar para la reflexión Pág. 6

Una profesora innovadora Pág. 8


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>> informe para docentes y padres

Una educación sin edad silvana Boedo

Las alumnas del taller de Cerámica de la Escuela de Adultos N° 16, de Belgrano, con la profesora Evelyn Bodda, la directora Valeria Mato y las supervisoras Paula Gabisson y Silvia Falco.

Después de la jubilación, muchos adultos mayores deciden aprovechar el nuevo tiempo libre para estudiar y canalizar sus inquietudes. Los beneficios cognitivos, sociales y afectivos de mantenerse activo cuando llega esta etapa de la vida. Alfredo Dillon

adillon@clarin.com

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ontra la utopía de Dorian Gray, la Argentina envejece. No sólo porque el país cumplió ya su bicentenario, sino porque los argentinos vivimos cada vez más años. Pero esta “vejez” no es la misma de antes: hay una nueva manera de vivir la tercera edad. Y el aprendizaje desempeña un rol clave para encarar de modo diferente la etapa que comienza con la jubilación. En 1970, el índice de envejecimiento de la población argentina era 23,8. Según el último censo de 2010, la cifra casi se duplicó: llegó a los 40,2 puntos. ¿Qué significa esto? Que en nuestro país, cada 100 niños y jóvenes menores de 15 años, hay 40,2 adultos mayores (de 65 años o más). Es sabido que

en las últimas décadas aumentó la longevidad, pero también la calidad de vida de las personas que atraviesan sus 80, 90 o 100 años. Estas nuevas posibilidades abrieron la puerta a que los adultos mayores pudieran embarcarse en experiencias de aprendizaje y atravesar la tercera edad como un momento en el que continúa el crecimiento. En la Argentina empiezan a multiplicarse las opciones educativas para este público, algunas abiertas a todas las edades y otras específicas para adultos mayores. Desde las escuelas nocturnas hasta los programas universitarios para la tercera edad, pasando por iniciativas de capacitación de varias ONG, hoy hay cada vez más propuestas para que los abuelos no se queden en casa viendo tele. Pero sobre todo, cada vez más son ellos los que tienen ganas de mantenerse activos, en contacto con gente y con nuevos proyectos personales.

Hay una nueva manera de vivir la tercera edad. El aprendizaje puede tener un rol clave en esta etapa

Una nueva vejez Graciela Zarebski, directora de la licenciatura en Gerontología de la Universidad Maimónides, define que existe un nuevo modo de vivir la vejez: “Este cambio obedece a múltiples factores, que van desde el logro de mayor longevidad –lo que abre un período vital de décadas a ‘llenar’, tras el cumplimiento de las obligaciones laborales y familiares–, el mayor tiempo libre, y los cambios culturales que posibilitan diseñar la propia vida y la vejez con más libertad”. De esta manera, los “nuevos viejos” ávidos por aprender cosas nuevas derriban varios mitos asociados a la tercera edad. Por ejemplo: que los adultos mayores ya no pueden incorporar conocimientos por el deterioro cognitivo, que ya no tienen nuevos intereses sino que se limitan a recordar “los viejos tiempos”, que con la jubilación se acaba la vida activa y sólo queda

la pasividad del sillón y el control remoto. Silvia Solas, directora del Programa de Educación Permanente de Adultos Mayores (PEPAM) de la Universidad Nacional de La Plata, desmiente con énfasis este último punto: “Lo que yo percibo en casi todos nuestros alumnos –que tienen desde 55 hasta 90 años– es la necesidad de seguir incorporando conocimientos y experiencias de manera activa. Es decir, contrariamente a la pasividad que suele endilgárseles (recordemos que se los ha considerado una ‘clase pasiva’), lo que ellos parecen necesitar es continuar, después de jubilados, con alguna tarea que los mantenga activos”. La idea de la educación permanente, que supone seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida, no es ninguna novedad: ya Platón sostenía en La República que la educación no se completaba sino a los 50 años. Con tantos avances de


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>> CLAVES DE LA EDUCACIÓN DE ADULTOS MAYORES

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a educación en la tercera edad tiene una serie de particularidades específicas que la distinguen de otras modalidades educativas. Algunas de ellas:

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Es una educación no formal. Los alumnos optan libremente por concurrir a los seminarios, cursos o talleres

que se les ofrecen. No esperan recibirse ni obtener título alguno: quieren seguir aprendiendo.

Esto los hace sentir “vigentes” y aumenta su autoestima.

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No vienen en busca de los contenidos solamente. A poco de incorporarse, toman nota de la importancia de estar incluidos en una red de vínculos que empieza a tomar relevancia como grupo de referencia y, por lo tanto, de sostén y de apoyo.

La educación que buscan siempre está basada en el placer de aprender. Por lo general, los adultos mayores son alumnos que participan en las clases.

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Ricardo Braginski

rbraginski@clarin.com

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El docente debe saber qué pasa con sus alumnos adultos mayores como generación. Es necesario que conozca y desaprenda los prejuicios hacia los mayores que circulan en el imaginario social; que comprenda las necesidades de estos “nuevos viejos”. Fuente: Virginia Viguera

josé Mateos

testimonio 1 Agustín Rodríguez Estudiante de carpintería en La Boca y teatro en Parque Chacabuco - 67 años e La escuela de adultos es como

un apéndice de mi casa, y el grupo es como una extensión de la familia. Me gusta compartir en los recreos unos mates con el profesor y los compañeros. e Hay otra vida después de la

jubilación, y uno tiene la libertad para aprovecharla. Acá en Buenos Aires hay muchísimas cosas para hacer. No hay excusas, porque muchas actividades son gratuitas. e Si uno a la noche no se acuesta

con un proyecto para mañana, no hay caso. Pero si te mantenés activo y aprendés todos los días cosas nuevas, vas a poder dormir bien de noche, sin pastillas.

agustín

e Con mi mujer vamos juntos a

teatro. Compartir actividades con otros es una manera de salirse de los problemas de uno. Si uno se queda encerrado en casa, se pierde el presente.

por medio, hoy la cifra puede estirarse unas cuantas décadas. Los beneficios abarcan desde la salud hasta las habilidades sociales. Virginia Viguera, asesora psicogerontológica en el PEPAM y directora de la revista Tiempo, sobre psicogerontología, enumera: “El seguir aprendiendo les permite a los adultos mayores continuar con su desarrollo personal; eso repercute en un refuerzo de su identidad y eleva su autoestima. Además, y en el mismo nivel de importancia, está lo que significa formar parte de un grupo, hacer nuevos vínculos. Aprender a escuchar y a ser escuchado, aceptar las diferencias”. En otras palabras, el enriquecimiento no sólo tiene que ver con incorporar nuevos conocimientos y habilidades, sino con la estimulación personal, la autoestima y los lazos con otros. Zarebski destaca especialmente los beneficios de construir nuevas relaciones: “El

Agustín Rodríguez, abuelo de dos nietos, durante su clase de carpintería en la Escuela de Adultos N° 29.

incremento de las redes de apoyo y de vínculos favorece la fluidez de las redes neuronales, es decir: las redes externas, tanto presenciales como virtuales, mejoran el funcionamiento cognitivo y la salud en general”. La experiencia se vuelve aún más fructífera cuando dentro de una misma aula conviven personas de diferentes edades: esto permite que se quiebren los prejuicios recíprocos que suelen existir entre viejos y jóvenes. Zarebski señala: “La persona mayor continúa conectada con el afuera, se abre a lo nuevo y adquiere temas de diálogo con los jóvenes: se conserva como persona interesante y estimulante para los otros”. En primera persona Muchos abuelos se acercan al aprendizaje para estar más cerca de sus nietos. Es el caso de las alumnas del taller de informática que se dicta en la Casa de la Vida

cifras

10,2

Es el porcentaje de la población que tiene 65 años o más.

29

Años es la edad promedio de los argentinos.

40,2

Es el índice de envejecimiento: cada 100 jóvenes, hay 40,2 veteranos. Fuente: Censo 2010

de Parque Patricios, con el apoyo de la Fundación Educando que preside Bettina Bulgheroni. Varias de las estudiantes que asisten al curso tienen más de 70 años. Beatriz Flores, alumna del año pasado, cuenta con entusiasmo: “Me anoté para estar en contacto con mis amigas de otros países. Pero sobre todo, porque la computadora me ayuda a acercarme a mis nietos”. Su compañera Catalina Muntaner, de 93 años, señala: “Me pasé la vida criando hijos, y ahora me quiero dar el gusto de hacer otras cosas”. Para ella, dominar la computadora también representa una manera de comunicarse con sus 6 hijos, 16 nietos, 41 bisnietos y 12 tataranietos. Juana Merello es otra joven adulta de 77 años que disimula con su pelo blanco el espíritu curioso e inquieto de una adolescente. No sólo aprende computación en la Escuela de Adultos

Esos estudiantes con poca prensa Cada 21 de septiembre, las plazas se llenan con su presencia, que nos anuncia que están festejando su día. Pero, ¿quién dijo que para ser estudiante hay que estar viviendo los primeros años de la vida? ¿Quién le puede fijar límites a las ganas y los deseos de seguir aprendiendo, de seguir viviendo? Por el contrario, en los últimos años son cada vez más los abuelos que nos enseñan y nos recuerdan –a los que aún no somos tan mayores– el valor que tiene la educación, en todo momento de la vida. Al aprender, estos adultos mayores siguen creciendo, y mejoran su funcionamiento cognitivo y su salud, como explican los especialistas consultados para este informe de Clarín Educación. Pero ante todo, la decisión de encarar nuevos proyectos hace que sus pilas se recarguen día tras día, y que sigan tan activos y potentes como siempre estuvieron, o todavía más. Las profundas transformaciones que vive nuestra sociedad les da aún más oportunidades a estos jóvenes entrados en años. La figura del abuelo, así como la de otros roles familiares o sociales, cambian a un ritmo vertiginoso. Los abuelos ya no son más aquellas personas condenadas al encierro del hogar, al cuidado de los nietos o a vivir una vida forzosamente reposada frente a la tevé. Muchos de ellos se le animan a las nuevas tecnologías, a tal punto que se ponen a la par de sus nietos. Otros aprovechan el tiempo y la libertad que ahora sí tienen para potenciar su proyecto de vida con nuevos aprendizajes. Estos estudiantes, con menos prensa, merecían una nota de tapa como esta: con sus experiencias en primera persona y las nuevas estrategias para el aula. Para seguir enseñándoles pero, sobre todo, para aprender de ellos.

Consejo Asesor Tres especialistas contribuyen a definir los temas y el enfoque de las notas en Clarín Educación. Rebeca Anijovich

Especialista y Magister en Formación de Formadores (UBA). Docente en UBA y Univ. San Andrés. Asesora en escuelas argentinas y latinoamericanas.

Guillermo Jaim Etcheverry

Médico y doctor en Medicina (UBA) Ex rector de la UBA. Miembro de la Academia Nacional de Educación

Juan José Llach

Licenciado en Sociología (UCA) y en Economía (UBA). Ex ministro de Educación de la Nación.


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>> informe para docentes y padres consejos para docentes 1. No perder de vista los intereses de los alumnos

2. Respetar sus tiempos

3. Aprovechar los recuerdos para compartirlos

A diferencia de los jóvenes, el adulto mayor no estudia por obligación sino porque quiere. Por lo tanto, el punto de partida de toda propuesta de enseñanza-aprendizaje en esta edad deben ser las inquietudes y los deseos de los estudiantes. En este sentido, es clave que el docente sepa escucharlos.

Como el adulto mayor no tiene apuro por recibirse, quiere disfrutar del proceso de aprendizaje y detenerse en los detalles. En consecuencia, es necesario que el docente acompañe este ritmo.

Una de las características de la tercera edad como etapa es la necesidad de la reminiscencia. Constantemente los adultos mayores traen a la memoria escenas de su pasado. En esta rememoración hay material muy rico para socializarlo e incorporarlo al proceso de enseñanza-aprendizaje.

Juan Manuel Foglia

testimonio 2 Juana Merello Estudiante de computación en la Escuela de Adultos N° 2 - La Boca 77 años

Claudio García Pintos

Doctor en Psicología. Profesor en la UCA. Autor de 16 libros, entre ellos “El círculo de la vejez”.

Los beneficios de seguir aprendiendo

e Además de computación, bailo

folclore en el Club Boca Juniors, estoy estudiando la lengua serbocroata y leo novelas de Agatha Christie en italiano. Quiero seguir aprendiendo y haciendo cursos; no hay edad para estudiar. e A los 55 años me gané una

beca para estudiar el idioma de mi madre en Zagreb (Croacia). Cuando me preguntaban por qué estudiaba siendo “tan vieja”, les respondía: “No soy vieja, sólo tengo muchos años”.

juana

e A mis amigos siempre les digo

que aprovechen las oportunidades que hay, por ejemplo los cursos para adultos que ofrecen las escuelas vespertinas. Trato de motivarlos a que sigan estudiando y se mantengan activos. e Si bien tengo muchos años, no

soy vieja. Creo que siempre hay un lugar en nuestra cabeza para seguir aprendiendo.

Con 77 años, Juana Merello aprende computación, estudia idiomas, baila folclore, lee literatura y juega sudoku.

N° 2 de La Boca, sino que además baila folclore en Boca Juniors, estudia la lengua serbocroata y lee novelas de Agatha Christie en italiano. Además, es fanática de los sudokus: los resuelve a la velocidad de la luz. “Quiero seguir aprendiendo. No hay edad para estudiar”, afirma. El caso de Juana muestra que, una vez que uno se pone en actividad, de inmediato se despiertan nuevas inquietudes e intereses. Y esto tiene un “efecto contagio” poderoso: “A mis amigos siempre les digo que aprovechen las oportunidades que hay. Trato de motivarlos a que sigan estudiando y se mantengan activos”, relata Juana. Una constante que se repite en las aulas de adultos mayores es la mayor presencia de mujeres. Sin embargo, los especialistas consultados por Clarín Educación reco-

nocen que, en los últimos años, cada vez más también los varones se animan a acercarse. ¿Por qué predominan ellas? Viguera esboza algunas hipótesis: “Las mujeres siempre han buscado otras salidas mientras el hombre priorizaba –a veces con exclusividad– su trabajo; también las mujeres se insertan más fácilmente en nuevos grupos y, por otra parte, al salir y hacer cursos logran sentirse más libres y con más independencia”. Agustín Rodríguez es una excepción dentro de esta probable tendencia. Con 67 años, aprende carpintería en la Escuela de Adultos N° 29 de La Boca, hace teatro en el Centro Cultural Adán Buenosayres de Parque Chacabuco y, desde que se jubiló hace 12 años, pasó por cursos de computación, Internet, plomería y reparación y armado de PC. También participó

Cuando dejás de trabajar, te jubilás del trabajo, no de la vida. No es que te ponés las pantuflas y se terminó todo

de un coro y estudia en la Universidad Católica Argentina para ser acompañante terapéutico. “Cuando dejás de trabajar, te jubilás del trabajo, no de la vida”, reflexiona Agustín. “Yo trabajaba 14 horas por día. Pero no es que te ponés las pantuflas y se terminó todo. Empieza una nueva etapa, que yo estoy aprovechando para hacer todo lo que siempre había querido y no había podido”, añade. Para Agustín, como para tantos adultos mayores, el momento de la jubilación trajo aparejado un cierto “bajón”, de la mano de la pregunta: “¿Y ahora qué hago?”. Él apela a una metáfora inventada por un amigo: “Jubilarse es como venir por la ruta a 200 kilómetros por hora y frenar de golpe”. Para aminorar ese impacto y resignificar el sentido de la “tercera edad”, las experiencias de aprendizaje fueron

Todas las edades son portadoras de mitos respecto de las características de la edad. Por ejemplo, que los adolescentes no se bañan. Sin embargo, ninguna edad es portadora de más mitos que la tercera. Mitos sobre la sexualidad, la vida en familia, aspectos sociales, una supuesta mezquindad o avaricia, etcétera. Y, lógicamente, mitos sobre la productividad y capacidad de aprendizaje. Pero la tercera edad puede ser una etapa fecunda en aprendizajes. Hay experiencias en todo el mundo y en nuestro país también, de programas educativos para la tercera edad. Hace más de 50 años que hay universidades para la tercera edad, cursos de todo tipo, capacitaciones, etc. Afirmado esto, podemos pensar en qué beneficia aprender en esta edad. En varios sentidos. En principio, porque actualizarse siempre es un beneficio. Poder desarrollar nuevas aptitudes o talentos en una edad asociada con la pérdida es reconfortante. Acceder a conocimientos a los que en otros momentos de la vida no se pudo (por falta de tiempo, medios, oportunidad) también lo es. Socializar a partir de intereses comunes con otras personas, ingresar en circuitos culturales, artísticos o académicos, reorganizar la vida en torno a una actividad significativa e interesante, reinsertarse en la vida y circuito familiar desde un lugar diferente (no el del jubilado o el del que ya no tiene algo por hacer), son algunos de los aspectos benéficos. Por otro lado, pensemos que algunos aprendizajes son muy operativos, como por ejemplo aprender a enviar mensajes por correo electrónico u operar con Skype, teniendo en cuenta que muchos hijos y nietos se encuentran viviendo en el exterior. En definitiva, mejora sensiblemente la calidad de vida de los individuos.


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4. Promover el intercambio entre los estudiantes

5. Capacitarse

6. Estimularlos para la integración social

Los adultos mayores valoran especialmente los espacios educativos porque les permiten construir nuevos vínculos y sentirse parte de un grupo de referencia. El trabajo en equipo es clave para fortalecer esos vínculos interpersonales, y a la vez produce una mejoría del funcionamiento cognitivo.

Es importante que los docentes se capaciten en gerontología y psicogerontología, para ajustar sus propuestas en función de las características del envejecimiento.

Los espacios educativos les permiten a los adultos mayores mantenerse activos y en contacto con la comunidad. Un desafío para los docentes es impulsar a los abuelos a seguir conectados con lo que sucede en la escuela, el barrio, la ciudad y ayudarlos a sentirse vigentes.

silvana Boedo

claves. “Me decidí para no quedarme en casa anquilosado viendo televisión. Entendí que hay otra vida después de la jubilación, y que uno tiene la libertad para aprovecharla. Además el ser humano es gregario, necesita estar con gente”, sostiene este abuelo de dos nietos. El sabor del aprendizaje Una particularidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje en la tercera edad es que los docentes suelen ser más jóvenes que los alumnos. “Por primera vez, una generación le está enseñando a la generación anterior”, apunta Marcelo Bertolón, coordinador del taller de informática en la Casa de la Vida. Esto supone tener en cuenta una serie de rasgos específicos del aprendizaje de los adultos mayores. Claudio García Pintos, doctor en Psicología y autor del libro El círculo de la vejez, explica: “Un joven estudia, muchas veces, porque tiene que hacerlo. O porque eso es parte instrumental de un proyecto (recibirse para trabajar y ganar dinero). Pero para la persona mayor, la mayoría de las veces, es distinto. Estudia porque quiere, lo desea, y es en sí mismo el proyecto”. Este punto de partida distinto supone también otras diferencias: “Cambian sus tiempos, sus formas, sus necesidades pedagógicas. Sus tiempos no cambian solamente porque sus procesos cognitivos se han enlentecido o su capacidad intelectual ha mermado -cosa que, en un anciano normal, en realidad no ocurre-. Muchas veces cambian porque no estudian para aprobar o recibirse, sino que lo hacen por el gusto de saber y aprender. Por lo cual no tienen apuros y disfrutan del pequeño detalle. El joven ansía llegar, recibirse, terminar; el anciano disfruta el tránsito”. De eso se trata, precisamente: de disfrutar el tránsito. Simone de Beauvoir decía que se envejece como se ha vivido; por lo tanto, no hay motivos para “bajar la persiana” después de la jubilación. Como la adolescencia o la adultez, la tercera edad es un período más, en el que se sigue creciendo y pueden aparecer nuevas inquietudes, deseos e intereses. En definitiva, las oportunidades educativas invitan a los abuelos y abuelas a recordar que “jubilación” viene de “júbilo”, que a la vida hay que encontrarle sentido en todas sus etapas y que siempre queda algo por hacer.

testimonio 3 Alumnas del taller de informática en la casa de la vida Parque Patricios Entre 70 y 95 años e Nunca había tocado una com-

putadora. Me pasé la vida criando hijos, y ahora me quiero dar el gusto de hacer otras cosas. Veo cómo mis bisnietos de 8 años la manejan, y pensé: ¿por qué yo no? (Catalina Muntaner, 93 años) e Esperé dos años para hacer este

curso porque no conseguía vacante. Me anoté para estar en contacto con mis amigas de otros países. Pero sobre todo, porque la computadora me ayuda a acercarme a mis nietos. (Beatriz Flores, 70) e Pensaba que la computadora

era un doberman. Siempre tejí, bordé, hice manualidades. Ahora me compré una netbook, ya no le tengo miedo. (Julia Demasi, 74)

abuelas 2.0

e Ahora el adulto mayor está

Dora y Luisa Varela forman parte de un grupo de alumnas mayores que decidieron aprender computación.

Algunos lugares Los adultos mayores que quieren estudiar se pueden contactar con: • Supervisión de Cursos Especiales para Adultos, CABA: 4372-7201 (de 14 a 21 hs). Mail: materiasespeciales@yahoo.com.ar • Área de Adultos de provincia de Buenos Aires: 0221-4295276/4295277; secadultos@ed.gba.gov.ar. • PEPAM - Universidad Nacional de La Plata: 02214572505 (de 8 a 18 hs); pepam.unlp@gmail.com. • Talleres de la Universidad Maimónides: 49051159/1179. Correo: gerontologia@maimonides.edu

su opinión ¿Cómo motivar y entusiasmar a estos alumnos mayores para que puedan aprovechar todo su potencial? ¿Qué es lo que buscan ellos en el aula y el docente? Invitamos

a los lectores de Clarín Educación a enviar sus opiniones y compartir sus experiencias sobre este tema a nuestra dirección de correo: educacion@clarin.com

en movimiento, quiere seguir aprendiendo. Por primera vez, una generación le está enseñando a la generación anterior. (Marcelo Bertolón, profesor)


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Contra el temor a la evaluación Para dejar de lado las ansiedades y angustias asociadas a la “certificación” de cuánto sabe un estudiante, la columnista revindica el valor formativo de las instancias evaluadoras que habilitan el diálogo y el intercambio. juan m. tavella

Rebeca Anijovich

especialista y magister en formación de formadores. docente en uba y univ. de san andrés. asesora en escuelas.

L

a evaluación de los aprendizajes de los alumnos es una práctica compleja teñida en muchos momentos de temores, angustias, ansiedades vinculados a su función de acreditación, es decir, a certificar la aprobación de un curso, de un grado, de una materia. Pero, ¿es posible pensar en la evaluación de los aprendizajes, no sólo desde su función de certificación? Esta función es la más difundida y la que recibe críticas en forma permanente por una multiplicidad de aspectos: el uso y abuso de la evaluación como forma de ejercer poder sobre los alumnos; un castigo ante faltas cometidas; una forma de emitir juicios de valor lapidarios que etiquetan a lo largo de la escolaridad. Aunque la función de acreditación ocupa un espacio tal vez demasiado amplio en relación con otras también importantes, hoy

Una buena evaluación promueve la reflexión del alumno y el docente.

encontramos prácticas de evaluación que además de certificar, permiten dar cuenta de procesos y recorridos de aprendizajes de los alumnos, estimulan la reflexión y ofrecen retroalimentaciones que contribuyen a mejorar los apren-

dizajes de los alumnos y a que aprendan a autoevaluarse. Nos referimos a buenas prácticas de evaluación de los aprendizajes en el aula, como aquellas que ofrecen espacios de diálogo, de intercambios entre docentes y

alumnos, entre los estudiantes en tanto pares, para comprender lo que están aprendiendo, lo que no están logrando, los avances y los obstáculos. Son maneras de ubicar al alumno en un rol central en lo que se refiere a sus aprendizajes. No esperan que la información acerca de cómo están aprendiendo venga sólo de los docentes, sino que a través del uso de diferentes instrumentos y de espacios de reflexión, aprenden a mirar sus propias producciones y las de sus pares para aprender más y mejor. Estas prácticas ocurren si se las sostiene en el tiempo, si forman parte de los modos de enseñar y aprender, si son compartidas en el equipo de trabajo, si forman parte de las políticas de evaluación de la escuela. Estas buenas prácticas se desarrollan si se ofrecen espacios en la institución para analizar las funciones formativas y las de acreditación, identificando las contradicciones y buscando las maneras de otorgar coherencia a las prácticas cotidianas de evaluación. Las buenas prácticas de evaluación se basan, entonces, en informaciones que se recogen como evidencias y que permiten identificar dónde se encuentran los alumnos, qué caminos les permiten avanzar, qué necesitan y cómo

están trabajando. Alicia Camilloni, experta en evaluación, sostiene que “las informaciones que necesitamos recoger son las referidas a los progresos que están realizando los alumnos en relación con lo que los docentes se proponen como metas, las calidades diferentes en las que se puede presentar el desempeño (...), los avances o retrocesos. Este tipo de información requiere claridad respecto de cuál es el significado de un buen trabajo o un mal trabajo. Definiciones y conceptos que resultarán útiles en la medida en que reviertan sobre los procesos de enseñanza y los procesos de aprendizaje y logren mejorarlos”. Las buenas prácticas incluyen reflexiones de los docentes acerca de lo que sus alumnos aprenden o muestran dificultades para hacerlo, pero también de lo que ellos enseñan y cómo lo hacen, apelando a la idea de que cuando evalúan, reflexionan sobre la enseñanza. Se trata de evaluar no sólo para tomar decisiones acerca de la acreditación sino también para aprender, para seguir avanzando, para conocernos mejor como aprendices. Que las evaluaciones dejen de tener mala fama y se conviertan en buenas prácticas.


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> Enfoques entrevista a la bióloga melina furman

Claves para despertar el interés por las ciencias La enseñanza por indagación propone analizar temas cotidianos desde la mirada del conocimiento científico. Resultados positivos en colegios de bajos recursos. néstor garcía

Enrique Fraga

Especial para Clarín

M

elina Furman, bióloga, doctora en educación y especialista en educación de la ciencia cuenta sus secretos para despertar pasión por los conocimientos científicos en la escuela primaria y secundaria. ¿Cómo hace Melina para que, tras su paso por el aula, más de la mitad de los alumnos elijan Ciencia como materia favorita? Esto es lo que sucede a menudo en varias zonas vulnerables del conurbano bonaerense, donde esta docente desafía la falta de recursos y el escepticismo de los maestros, a través de la implementación del programa Ciencia y Tecnología con Creatividad, impulsado por Sangari, una empresa de metodologías educativas. “Partimos de una evaluación diagnóstica bastante desalentadora. Los chicos no entendían bien el tipo de preguntas que les hacíamos sobre pensamiento científico. Pero hoy se ven porcentajes de mejora muy altos y un mayor interés por la ciencia”, cuenta Melina que, además, trabaja con UNESCO y la Universidad de San Andrés en 151 escuelas vulnerables de la Argentina. Furman también es parte de Expedición Ciencia, una ONG que realiza campamentos científicos en la Patagonia, para docentes y alumnos de secundaria. –¿En qué consiste la educación de la ciencia? –Apunta a formar el pensamiento científico en los chicos. Así como la alfabetización enseña a leer y a escribir, la alfabetización científica enseña maneras de pensar que son propias de la ciencia, que suponen poder hacer buenas preguntas y buscar respuestas válidas. La idea es utilizarla en el colegio como forma de acceder al mundo, a la cultura. No para que uno se vuelva un científico, sino para desarrollar lo que en Estados Unidos llaman hábitos de la mente. –¿Qué particularidades tiene este tipo de enseñanza? –Enseña a pensar. Trata de explicar las cosas que nos pasan cotidianamente desde una mirada preguntona, curiosa, que está alerta sobre qué cosas uno no entiende.

Para Melina Furman, el secreto es despertar la curiosidad del alumno.

Varias iniciativas con el mismo fin Melisa Furman forma parte de varios proyectos para fomentar la educación en ciencias: • Expedición Ciencia es una ONG que trabajan con profesores de ciencias y estudiantes secundarios, a los que llevan de campamento científico a la Patagonia. Para mayor información visitar el sitio web: www. expedicionciencia.org.ar • La empresa Sangari promueve la enseñanza por indagación en 31 escuelas en la Provincia de Buenos Aires y en otras tantas de Tucumán. Más datos: www. sangari.com/index.cfm • Equipo de Ciencias Naturales del programa Escuelas del Bicentenario trabaja con 151 escuelas vulnerables de la Argentina. Más información en la web www.ebicentenario.org.ar

Y se buscan respuestas desde un punto de vista científico, a través de la duda, no sólo en un libro o en Wikipedia. Es una mirada muy escéptica, que hace preguntas del tipo “¿Cómo lo sabés?” o “¿Cómo te diste cuenta?”. La duda es parte del pensamiento científico y nos ayuda a generar una participación ciudadana más interesante y a no “tragar” información porque sí. –¿Cómo se despierta la curiosidad de los chicos por la ciencia? –El problema es que, por un lado, se les dice que la ciencia es un proceso en construcción pero, por otro, se la explica como algo acabado, como un dogma. Entonces, los chicos no entienden cómo se sabe todo lo que hoy se sabe. Nosotros planteamos algo más real, donde hay cosas que no se saben y uno avanza para conocerlas. Por supuesto, de manera simulada porque el maestro ya tiene las respuestas. Una pregunta puede ser “¿qué materiales son buenos conductores de la corriente?”; la respuesta se busca entre todos. Cuando uno propone una pregunta genuina inmediatamente se dispara la curiosidad de todos los chicos. En las escuelas con índices

de alta vulnerabilidad, las maestras piensan que nada va a funcionar. Sin embargo, al cabo de tres meses ellas se sorprenden de cómo trabajan los chicos. –¿Cuál es el panorama de la enseñanza de las ciencias en la Argentina? –Estoy de acuerdo con lo que dice la letra prescripta sobre qué tipo de enseñanza hay que llevar a cabo: activa y por indagación. Pero la realidad de las aulas está muy lejos. Cuando uno recorre escuelas primarias y ve los cuadernos de los chicos, nota que se dan pocas clases de ciencia. Hay meses en los que no hay ninguna. Pasan semanas de Lengua y Matemática y, cada tanto, ven alguna cosita como la germinación, el ciclo del agua o el reciclado de basura. En los últimos años, se priorizó Lengua y Matemática. Y lo demás era considerado accesorio. Entonces, si había que practicar para la obra del día de la bandera o ir a un museo, se usaban las horas de ciencia. En secundaria se usa una metodología muy tradicional, con muchas clases magistrales y pocas de experimentación y debate. El desafío para el nivel medio es que el chico que pasa por el laboratorio tenga una oportunidad de investigar y no que vaya con una receta que le cuenta de antemano lo que va a encontrar. Otro problema es que los maestros no están muy cómodos. Tienen miedo a enseñar de forma diferente a la que aprendieron en el profesorado. –¿En qué consiste la enseñanza por indagación? –Un capacitador va a la escuela cada quince días y trabaja con el maestro durante dos horas, para analizar la última clase de ciencia y planificar la próxima. Así, el maestro no tiene excusa para no dar clase, porque el par pedagógico lo acompaña y le pregunta qué hizo. Y, además, las clases se vuelven más interesantes. También se le brinda al docente materiales de laboratorio y actividades estructuradas bajo el modelo de enseñanza por indagación. Las clases siempre empiezan con una pregunta: ¿cómo entra el aire a los pulmones? o ¿qué es la orina?, por ejemplo. Luego, se hace una experiencia y se leen textos que permiten sistematizar el conocimiento. Esta lógica se repite todo el año.

50 juegos para el pensamiento visual. Charles Phillips. Albatros. $48 El libro se propone enseñar a pensar en forma visual y así poder traducir las ideas en imágenes. Tiene juegos, acertijos y desafíos para entrenar el cerebro, desarrollar habilidades y optimizar el rendimiento intelectual. Hay secuencias lógicas, rompecabezas y sudokus, con tres niveles de dificultad.

La Historietería. Historias para todos los gustos. Chanti. Comiks Debris. $30 La Historietería es una tienda donde se piden historietas de todos los gustos, como si fuera una heladería. Allí se despachan todo tipo de “sabores” a pedido de los lectores: educativa, terror, cursi, vergonzosa… Cada cual tiene un color diferente. ¿Qué pasará cuando se combinen? El autor es un historietista mendocino que posee una importante trayectoria en las tiras cómicas.

Redes 32. Revista de estudios sociales de la Ciencia. Universidad Nacional de Quilmes. $ 20 Diferentes investigadores abordan temas de Ciencia, Tecnología y Sociedad. Dirigida por Pablo Kreimer, ofrece un espacio de debate y reflexión sobre los procesos asociados con la producción, el uso y la gestión del conocimiento científico y tecnológico en la actualidad y en el pasado.


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> retrato tony valdez

Apuesta a lo nuevo

La profe María Andrea Sosa creó, junto a sus alumnos de 5° año, una página web para que los estudiantes que faltan a clase no pierdan contenidos de la materia. Su trabajo fue premiado en la Argentina y, también, en Latinoamérica.

Andrea representó a la Argentina en el Concurso Mundial de Docentes Innovadores, en Washington. Ahora quiere capacitar a otros docentes para que hagan sitios web de sus materias.

u ansia permanente de capacitación fue la clave para que la profesora de Física María Andrea Sosa llegue hasta las últimas instancias del Concurso Mundial de Docentes Innovadores, que organiza la empresa Microsoft para premiar a los mejores proyectos de uso de las tecnologías informáticas y de comunicación en la Educación. El trabajo que Andrea realizó con sus alumnos de 5° 2°, del Liceo N° 1 “José Figueroa Alcorta”, de Recoleta, fue seleccionado entre las 20 mejores propuestas de la Argentina y, poco después, obtuvo el primer lugar entre todos los trabajos de Latinoamérica en la categoría

Desarrollo del Conocimiento y el Pensamiento Crítico. Este último premio fue un pasaje sin escalas a Washington, para competir en la final mundial. “Todo comenzó por casualidad”, confiesa Andrea y cuenta los detalles: “Como soy referente del programa Retención de Alumnas Madres quise buscar una solución a la deserción escolar de las chicas que tienen hijos durante su edad escolar. Entonces, me propuse crear una Wiki con contenidos de Física, es decir un entorno colaborativo virtual donde estas alumnas puedan aprender cuando faltan a clase” (http://fisicade5to.wikispaces.com). Fue así que Andrea y sus alumnos crearon una página web con datos, simuladores, gráficos, videos, imágenes de experiencias en el laboratorio del colegio, guías

el próximo

El miércoles que viene, en Clarín Educación, un informe sobre el rol del juego en el aprendizaje. La dimensión lúdica de la educación tiene una función fundamental durante el nivel inicial, pero después tiende a diluirse en la escuela. ¿Cómo recuperar el valor del juego con fines educativos?

Mónica García

Especial para Clarín

S

Intercambio de experiencias El Concurso de Docentes Innovadores es parte del programa Alianza por la Educación, una iniciativa para fomentar el uso de tecnologías digitales en escuelas públicas de todos los niveles, que lleva adelante Microsoft Argentina con los ministerios de educación de cada provincia y organizaciones no gubernamentales. El portal Docentes Innovadores (www.docentesinnovadores.net) funciona como un espacio de intercambio de experiencias tecnológicas entre docentes.

de trabajos prácticos y otros materiales de estudio. “Pusimos todo lo que vemos en clase para que los chicos que faltan puedan entender igual una ciencia dura como la Física. La idea es utilizar esta wiki no sólo en el programa Retención de Alumnas Madres sino también para ayudar a los alumnos con internación domiciliaria y a aquellos que deban rendir esta asignatura como previa o por equivalencias”, explica la docente. Los temas de Física presentes en la wiki son: teorías sobre la naturaleza de la luz, fotometría, iluminación y fotómetro de Bunsen, entre otros. Ni la profesora ni sus alumnos pensaban en un concurso, hasta que un día, navegando por Internet, Andrea se enteró del certamen de Microsoft y se animó a participar. Quedar entre los 20 docentes

más innovadores de la Argentina y ser primera en su categoría en América Latina fue mucho más de lo que soñaba. “Estar en Washington fue muy enriquecedor, trabajé con profesores de otros países y traje excelentes ideas. Lamentablemente, los trabajos de Latinoamérica no fueron premiados y creo que se debió a un problema de comunicación, ya que prácticamente no había intérpretes y ningún juez hablaba español. Nuestros proyectos no son muy diferentes a los presentados por docentes de los Estados Unidos o Europa. La gran diferencia es que nosotros trabajamos más los problemas sociales y ellos no tanto”, sentencia Andrea, quien ahora alberga otro sueño: capacitar a otros docentes para que, junto a los chicos, hagan wikis de otras asignaturas.


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