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año 2 n° 52

gerardo dell oro

BUENOS AIRES, MIERCOLES 20 de junio de 2012

El profesor Mario Garberoglio, el director Gustavo Mesiti, Agustín Lescano, el profe Diego Roda y Luciano Schiratti, de la Escuela Técnica N° 8 Ángel Gallardo, de Avellaneda. Ellos construyeron un biodigestor, que permite transformar la basura en energía.

El regreso de la escuela técnica Más de 44 mil argentinos cursan esta modalidad de secundaria. Orientada históricamente a garantizar una salida laboral, hoy también busca promover la continuidad en la universidad. Los protagonistas y estrategias para docentes. Pág. 2 a 5

Ayer maestra, hoy intendenta La historia de Marcela Carabajal que, en el pueblo salteño Coronel Juan Solá, dejó el guardapolvo blanco y se convirtió en la líder política de su comunidad. Página 8

Ser padres es un trabajo Pág. 6

Escuelas que se evalúan Pág. 7


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Usinas de trabajo e innovación La escuela técnica ofrece a sus estudiantes la posibilidad de insertarse más temprano en el mercado de trabajo. Pero su gran desafío es enseñar las ciencias básicas, a fin de preparar a los chicos para el cambio tecnológico y los estudios superiores. La Escuela Técnica N° 1 Otto Krause es sin duda la más emblemática de la Ciudad de Buenos Aires. Como en cualquier escuela técnica, su taller es el espacio más valorado por los alumnos.

gerardo dell oro

testimonio 1

Alfredo Dillon

adillon@clarin.com

U

n puente hacia el primer empleo, pero también un pasaporte a la universidad. Así podría definirse a la escuela técnica, una modalidad que en los últimos años cobró fuerza y recuperó matrícula, tras la sanción en 2005 de la Ley de Educación Técnico Profesional. A más de cien años de la creación del pionero colegio Otto Krause, ¿cómo cambió la educación técnica? ¿Qué desafíos enfrenta en esta época de avances tecnológicos vertiginosos? Clarín Educación recorrió las escuelas para buscar respuestas. Los últimos datos del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) indican que en Argentina hay 1.150 escuelas técnicas, que reúnen a 44 mil alumnos. Las orientaciones con más estudiantes son Mecánica, Agropecuaria y Construcción. Y, en contra de un prejuicio histórico, casi un tercio de quienes asisten son mujeres. Una exigencia extra ¿Quiénes eligen la escuela técnica? Según los datos del INET (www.inet.edu.ar), “prevalece

Alberto De Luca 40 años de docencia Director de la Escuela Philips Colegiales e Los países desarrollados se

preocupan por la innovación. Esos procesos tienen que ver con la educación técnica: nuestro desafío es formar a los estudiantes en el pensamiento científico, para que puedan adaptarse a las nuevas tecnologías y los nuevos conocimientos que vengan a futuro. e Más que “técnica”, somos una

alberto

escuela científica y tecnológica; nos importa que el alumno tenga una buena base de ciencias básicas (Matemática, Física, Química). Un técnico con buena base científica llega mejor preparado a la especialidad, puede aplicar distintas técnicas e innovar. e Hoy cuesta que los alumnos

Alberto De Luca defiende una escuela que apueste por la innovación.

quieran aprender un método sistemático de trabajo, porque se ha divulgado que eso “mata la creatividad”. Pero estudiar no es sólo disfrutar.

en todos los alumnos un sentido práctico asociado a la idea de que la escuela técnica prepara mejor para el trabajo y el estudio, al tipo de carrera a seguir –industrial o agropecuaria– luego de terminada la escuela y, en menor medida, a la sugerencia de algún familiar”. De hecho, el 27% de los alumnos tienen padres que cursaron esta modalidad. También hay quienes la eligen por su propio deseo. La decisión no es menor: la formación técnica dura un año más que la secundaria común (6 años en Capital, 7 en provincia), tiene una mayor carga horaria y exige una serie de habilidades y conocimientos específicos, sin por eso dejar de lado los contenidos comunes a cualquier escuela media. “El chico acá cursa más horas: entra a la mañana y sale a la tarde del taller, y después tiene que seguir trabajando en casa. La escuela técnica es rigurosa, requiere que los chicos tengan una metodología de trabajo constante”, señala Luis Rodríguez Corti, vicerrector de la Escuela Técnica N° 1 Otto Krause, la más emblemática de la Ciudad de Buenos Aires, con 1.740 alumnos. El arquitecto explica que hay una mayor exigencia porque así lo requiere el mundo del trabajo: “La técnica no admite posibilidad

archivo clarín

>> informe para docentes y padres


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>> CONSEJOS PARA PADRES

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tarde los chicos asisten a taller. Esos días, pasan alrededor de 10 horas en la escuela.

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La formación que ofrecen estas escuelas facilita mucho el ingreso a algunas carreras universitarias, principalmente las ingenierías y Arquitectura. La mayoría de los egresados siguen estudiando luego de recibirse.

lgunas claves que deberían tener en cuenta los padres que están pensando en mandar a sus hijos a una escuela técnica: El plan de estudios dura un año más que la secundaria común (6 años en Capital, 7 en provincia). Y la carga horaria es mayor: por la

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Ricardo Braginski

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El último año, el diseño curricular de la escuela técnica en todas sus especialidades incluye alrededor de 200 horas de prácticas profesionalizantes: de esta manera, los chicos tienen un primer acercamiento al mundo laboral mientras terminan el colegio. El índice de empleabilidad es más alto en las escuelas técnicas que en la secundaria común.

rbraginski@clarin.com

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La escuela técnica no excluye las materias humanísticas ni el acercamiento a las expresiones culturales: como cualquier escuela, ofrece una formación integral.

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Hoy la educación técnica no apunta a formar mano de obra, sino a inculcar un pensamiento científico.

Juan José traverso

testimonio 2 Luis Rodríguez Corti 43 años de docencia Vicerrector de la Escuela Técnica N° 1 Otto Krause - Monserrat e Lo que diferencia a la escuela

técnica es el taller. Pero no para formar mano de obra, sino para que los estudiantes puedan conocer el trabajo y dirigirlo. e Los chicos están más tiempo en

la escuela que en su casa, por lo que aprenden a amarla. El estudiante de escuela técnica tiene un orgullo muy particular. e El alumno entra a la mañana y

sale a la tarde del taller, y después tiene que seguir trabajando en su casa. La escuela técnica es muy rigurosa, requiere un trabajo constante. Además, es más costosa para los padres: requiere mucho gasto en materiales.

de falla. Si hay fallas, puede haber consecuencias civiles o penales”. Por otra parte, la mayor cantidad de horas que pasan dentro del colegio hace que los estudiantes desarrollen un vínculo especial con la institución: “Estás más tiempo en la escuela que en tu casa, y aprendés a amarla. El estudiante de escuela técnica tiene un orgullo muy particular”, añade Luis. El taller, corazón de la escuela Al margen de los distintos diseños curriculares, la gran diferencia entre una escuela técnica y una secundaria común salta a la vista en una breve recorrida: el corazón de la escuela técnica es el taller. Es por excelencia el lugar del trabajo por proyectos: un ámbito de aprendizaje colaborativo e interdisciplinario, en el que la motivación se enciende con más facilidad. La socióloga María Antonia Gallart, autora del libro La escuela técnica industrial en Argentina: ¿un modelo para armar?, afirma que en el taller “no hay problema de disciplina, y el compromiso con la tarea y la ineluctable respuesta de los resultados confirman los aprendizajes”. “El trabajo por proyecto permi-

luis El arquitecto Luis Rodríguez Corti afirma: “El título de la Otto Krause es un valor agregado para los egresados”.

te acercar la teoría y la práctica. La escuela técnica se valoriza por el trabajo que el alumno hace en el taller, y eso es lo que los chicos quieren: manejar las máquinas, desarrollar habilidades. El taller es para trabajar; para sentarse está el aula”, resume Gustavo Mesiti, director de la Escuela Técnica N° 8 Ángel Gallardo, de Avellaneda, orientada a Electromecánica. El espacio del taller también brinda la oportunidad de que los chicos decidan sobre su aprendizaje: “A veces el estudiante sugiere qué producto quiere hacer. Tratamos de atender a los intereses de los chicos; eso hace que ellos se identifiquen con el proyecto y lo defiendan a muerte. Hay días que se quedan trabajando hasta las once de la noche, los tenemos que ‘echar’ para que se vuelvan a sus casas”, relata Diego Roda, docente en la Ángel Gallardo. Diferencias entre ayer y hoy Mucha agua corrió bajo el puente desde los años 40, cuando proliferaban las escuelas fábrica, orientadas a la formación de obreros y técnicos en el marco del proyecto industrializador que planteó el pri-

El corazón de la escuela técnica es el taller, un ámbito de aprendizaje colaborativo e interdisciplinario mer peronismo. En 1953 se inauguró la Universidad Obrera Nacional (UON) –antecesora de la actual Universidad Tecnológica Nacional–, que marcó por primera vez el acceso de las clases trabajadoras a la universidad. “Tenía un horario vespertino, porque quienes concurrían eran trabajadores; sus cursos eran gratuitos y obligatorios y su propuesta curricular era diferente a otras anteriores. El saber hacer se planteó como eje central de la diferencia entre la UON y la universidad tradicional”, repasa Pablo Pineau, doctor en Educación de la UBA y especialista en historia de

la educación argentina. Setenta años después, la educación técnica apunta a mucho más que desarrollar destrezas y habilidades manuales en sus alumnos. Los docentes consultados coinciden en que lo que define a un egresado de la escuela técnica no es su capacidad manual ni su familiaridad con determinado equipamiento, sino su “cabeza”. “Lo fundamental es que el chico adquiera un pensamiento científico, que tenga una buena base de ciencias básicas. Hay que ir a la práctica pero no quedarse sólo en eso, porque las tecnologías van a cambiar. La escuela no puede ser rígida: tiene que formar en el método científico, para que los chicos puedan adaptarse a las nuevas tecnologías y los nuevos conocimientos que vengan”, reflexiona Alberto De Luca, director de la Escuela Philips, de Colegiales, orientada a Electromecánica y Electrónica. La trayectoria de la Philips refleja los nuevos retos que encara la educación técnica en el presente. Fundada en 1951, en sus comienzos la escuela se orientaba a formar mano de obra para insertarla en el proceso de sustitución de

Mucho más que un saber técnico Entrábamos de noche y nos íbamos de noche. Quienes cursamos una escuela técnica sabemos lo que es ver pasar amaneceres y crepúsculos de invierno adentro del colegio. Así como los fines de semana frente a un tablero. Tanto esfuerzo tenía su contrapartida: nos entusiasmábamos con los aprendizajes prácticos que hacíamos, con nuestras propias manos, y nos ilusionábamos con la posibilidad de conseguir un buen trabajo ni bien termináramos sexto año. No nos dábamos cuenta que aprendíamos mucho más que ese saber específico. En mi caso, electrónica. La escuela técnica nos estaba formando en una actitud ante la vida y en una manera de ver el mundo; nos daba las herramientas para saber que así como podíamos transformar esa madera en una silla, ese hierro en un martillo, o esas latas y esos cables; también podíamos resolver otro tipo de situaciones cotidianas. Pero si ya por estos motivos la escuela técnica era muy importante hace unas décadas, mucho más lo es ahora, cuando el mundo acelera sus transformaciones. Y en el centro de esos cambios están las múltiples tecnologías que usamos a diario: quienes las controlen estarán mejor preparados para enfrentar el futuro, y especialmente si pueden adaptarse a los continuos cambios que ellas imponen. Porque no sólo es cuestión de aprender saberes técnicos y capacitarse para un empleo. La escuela técnica enfrenta, además, el desafío de formar protagonistas de un mundo donde la tecnología de hoy es vieja pasado mañana. Y en el que los más buscados serán quienes no sólo transformen maderas o hierros sino aquellos que puedan innovar y pensar creativamente nuevas soluciones para los nuevos problemas que se presenten.

Consejo Asesor Tres especialistas contribuyen a definir los temas y el enfoque de las notas en Clarín Educación. Rebeca Anijovich

Especialista y Magister en Formación de Formadores (UBA). Docente en UBA y Univ. San Andrés. Asesora en escuelas argentinas y latinoamericanas.

Guillermo Jaim Etcheverry

Médico y doctor en Medicina (UBA) Ex rector de la UBA. Miembro de la Academia Nacional de Educación

Juan José Llach

Licenciado en Sociología (UCA) y en Economía (UBA). Ex ministro de Educación de la Nación.


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>> informe para docentes y padres estrategias para docentes 1. Promover el trabajo por proyectos en el aula y el taller

2. No descuidar las humanidades

3. Hacer hincapié en las ciencias básicas

La modalidad de proyecto permite trabajar de manera interdisciplinaria entre varias materias, tanto teóricas como prácticas. Esto requiere una coordinación entre los docentes de esas disciplinas, pero vale la pena: se genera una integración de saberes que refuerza los aprendizajes.

Un buen manejo de las habilidades comunicativas o el acercamiento a los bienes culturales son fundamentales en la educación de cualquier chico. También hay que exigir en estas áreas.

Si bien la adquisición de destrezas y el trabajo manual en el taller siguen siendo importantes, el gran diferencial que aporta la escuela técnica es el pensamiento científico, que se apoya sobre todo en la Matemática, Física y Química. Estas disciplinas son la base de una educación técnica sólida.

Alfredo Martínez

importaciones que atravesaba el país. Hoy apuestan por la innovación y por un aprendizaje basado en tres pilares: abstracción, pensamiento sistémico y experimentación. Sus alumnos se reciben fabricando robots y programando microcontroladores y PLC (controladores lógicos programables), dispositivos electrónicos que se utilizan en procesos industriales. “Vamos hacia un mundo en el que aumenta la cantidad de usuarios de tecnología, pero no la cantidad de gente que comprende y controla el funcionamiento de esa tecnología. Esa es nuestra tarea”, afirma Juan José Torregiani, representante legal de la escuela y docente.

testimonio 3 Gustavo Mesiti, Diego Roda y Juan Alberto Bianchi 23, 5 y 23 años de docencia Director y docentes de la E. T. N° 8 Ángel Gallardo - Avellaneda e La escuela técnica te da una filo-

sofía de vida, el método científico te sirve para todos los ámbitos. Te ayuda a organizarte y te hace pensar desde otra óptica. e El gran diferencial es el plus del

taller y las prácticas profesionalizantes en el último año. e Tratamos de generar en nues-

tros alumnos una conciencia solidaria. En 2011 armaron un biodigestor (dispositivo que genera energía a partir de la basura) y lo donaron a una escuela vecina. Antes fabricaron muletas para el Hospital Fiorito. Y el mes pasado, construyeron herramientas y las donaron a la Escuela N° 47.

gustavo, diego y juan El director Gustavo Mesiti, junto a los profesores Diego Roda y Juan Alberto Bianchi, en el taller de su escuela.

Trabajar... y seguir estudiando Con un ojo en el mercado laboral y otro en la continuidad de los estudios post secundarios, los estudiantes de las escuelas técnicas demuestran que una opción no es excluyente de la otra. Según datos del INET de 2011, el 55% de los egresados de esta modalidad que habían terminado sus estudios en 2009 tenían trabajo (de acuerdo


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con el INDEC, la cifra es sólo del 33% para los egresados de secundaria en cualquier establecimiento). A la vez, 59% de los egresados en 2009 estaba cursando estudios superiores. De ese grupo, integrado por jóvenes de entre 18 y 21 años, un 24% estudiaba y trabajaba a la vez. En otras palabras, la escuela técnica no forma solamente para el mundo del trabajo, sino también para la universidad. “Existe una tensión entre la formación para el trabajo y la preparación para estudios terciarios; este es el gran desafío y el gran mérito de la educación técnica argentina. Ello hace que no sea una educación de segunda, terminal, para los sectores desfavorecidos, como sucede en muchos países. Nuestra educación técnica trata de dar a la vez una educación tecnológica con énfasis en las asignaturas duras (Física, Matemática) y una formación práctica que permita la inserción laboral al terminar la secundaria”, sintetiza María Antonia Gallart. La búsqueda de ese doble objetivo es crucial “para que los egresados puedan dar respuesta al desafío del cambio tecnológico”. Algunas instituciones se preocupan por poner el énfasis en el valor del estudio: “Desde la escuela alentamos que los chicos sigan estudiando en el nivel superior. La gran mayoría elige carreras que tienen que ver con la ingeniería, y llegan muy bien preparados al ingreso a la universidad”, dice Alberto De Luca. Según una investigación de Gustavo Álvarez, Soledad Triano y Ariel Lucarini, del INET, las expectativas de continuar estudios postsecundarios entre los egresados de escuelas técnicas “es mayor entre las mujeres” y “aumenta a medida que es más alto el clima educacional provisto por los padres”, es decir: los hijos de padres con mayor nivel de instrucción son más proclives a seguir estudiando. De todas maneras, la salida labo-

4. Proponer aplicaciones solidarias en la comunidad

5. Autogestión

6. Acompañar el ingreso al mundo del trabajo

Los proyectos con una finalidad social generan una motivación diferente. Los estudiantes pueden aprovechar sus saberes prácticos para ayudar a otras escuelas de la zona, por ejemplo en cuestiones de infraestructura, mobiliario o instalaciones. El intercambio con otras instituciones siempre enriquece.

El profe puede aportar a su escuela generando conexiones con empresas y otros actores del mundo laboral. El desafío: estar atento a la necesidades de unos y otros.

Las prácticas profesionalizantes obligatorias plantean la necesidad de que el docente no sólo brinde los conocimientos y habilidades necesarios para la inserción laboral, sino que también sepa contener, escuchar y responder a las inquietudes de los chicos que dan sus primeros pasos en este ámbito.

RECUERDO

Creada en 1897, la Escuela Otto Krause es un emblema de la educación técnica en la Argentina. En la foto, un recuerdo histórico de sus talleres, los mismos en los que hoy estudian 1.740 alumnos. En

ral pesa mucho a la hora de elegir la educación técnico profesional. Generalmente estas escuelas tienen bolsas de trabajo y hacen un seguimiento de sus graduados. “Nuestros egresados se insertan directamente en el mercado laboral. Las empresas se acercan y nos piden recomendaciones”, sostiene Luis Rodríguez Corti y subraya que la escuela técnica brinda un título terminal, es decir, que habilita a desempeñarse en el área elegida. Las prácticas profesionalizantes, obligatorias en el último año de cursada, son el factor clave que funciona como trampolín hacia el empleo. El objetivo: aproximar a los estudiantes al mundo de las empresas y el trabajo real. “Si la escuela técnica no se acerca al sector empresario y al entorno socioproductivo, se muere. Tenemos que atender a lo que nos demanda el entorno”, afirma Gustavo, director de la Ángel Gallardo. Juan Alberto Bianchi, profesor en la misma escuela, agrega: “Tenemos varios acuerdos de colaboración mutua con distintas empresas. A nosotros

sus aulas han sido profesores Benito Quinquela Martín, Jorge Newbery y el escultor Luis Perlotti, entre otros nombres célebres. Su edificio actual, sobre la avenida Paseo Colón, fue inaugurado en 1909.

nos importa darles lo que necesitan, les recomendamos egresados. Y ellos vienen a la escuela a dar charlas y talleres de capacitación para los docentes”. De esta manera, los profesores reciben forma-

ción actualizada y los chicos dan sus primeros pasos laborales. “La mejor publicidad que podemos tener es la que nos hacen nuestros pibes trabajando”, remata Juan. Pero más allá del taller, de las pasantías y de la jornada completa, más allá del rigor en Álgebra y la prolijidad en Dibujo Técnico, las escuelas técnicas son –ante todo– escuelas. Eso significa que no pueden desconocer la formación integral de sus estudiantes; que también allí se inculcan valores y se procura brindar a los chicos los bienes culturales a los que tienen derecho. En la Ángel Gallardo, por ejemplo, proliferan los proyectos solidarios; en la Philips enseñan Inglés y Cultura General de primero a sexto año. Los docentes coinciden en que es un desafío hacer presente en todas las materias la marca característica de las escuelas técnicas: la exigencia. Tal vez esa sea la clave de que sus egresados las recuerden con tanto orgullo. Al menos así lo entiende Luis Rodríguez Corti: “Al final, nos acordamos del profe que realmente nos dio y nos exigió”.

su opinión ¿Cuáles son los grandes desafíos actuales de la escuela técnica? ¿Cómo complementar la formación para el trabajo con el aliento para que los chicos sigan estudiando en la universidad? Invitamos a los lectores a enviar sus opiniones y compartir sus experiencias a educacion@clarin.com.


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juan m. tavella

Jardineros y educadores Ser padre es un trabajo: esta responsabilidad no se puede delegar. Sergio Sinay

para seguir

escritor. Especialista en psicología gestáltica. Autor de varios libros de éxito sobre vínculos humanos.

E

n la semilla está el árbol. Todo lo que el árbol será, o no será. Allí están sus ramas, sus hojas, sus frutos, el grosor y la textura de su corteza, su altura, la profundidad de sus raíces. En un suelo fértil, con los cuidados necesarios, si es asistida como necesita, la semilla será el árbol que hay en ella. Si no, aquella información preciosa y única, aquella potencia esperando convertirse en acto, se habrá perdido. Los jardineros y los agricultores no dejan la semilla en la tierra para ausentarse y volver luego de un tiempo en busca de los frutos. Permanecen, acompañan. Ponen un

¿Quién educa a nuestros hijos? El papel irremplazable… Sergio Sinay. Tinta Fresca. $65 Reflexiones sobre el rol indelegable de padres y madres para la buena crianza de los chicos.

tutor para orientar el crecimiento del tronco y lo quitan cuando ha cumplido su función. Están allí durante el granizo, la helada, la

inundación o la sequía. También para celebrar el sol nutricio y la lluvia benéfica. Protegen al árbol de las plagas y lo podan sin mutilarlo, dándole forma y vigor para el crecimiento. Los padres son jardineros, agricultores, y así como jardineros y agricultores no se desentienden de la semilla que han plantado, tampoco deberían hacerlo los padres. Su responsabilidad no se puede delegar. Porque esa responsabilidad es, en definitiva, la de educar. La escuela instrumenta, socializa, entrena, estimula habilidades, orienta en la incursión por el mundo, ayuda a explorar la diversidad. Todo eso es esencial e irremplazable. Pero educar es tarea y responsabilidad de los padres. Esto es así en cuanto educación significa transmitir valores a través de actitudes y no de palabras, en cuanto significa enseñar a construir vínculos en los cuales las personas son fines y no medios, y en cuanto significa dar el ejemplo de que cada vida tiene un sentido y de que

Para lograr buenos frutos hay que hacerse cargo de la semilla plantada.

ese sentido se explora a través de la tarea, de los vínculos, de los afectos y del modo de vivir los valores en los que se cree. Este es el modo en el que, activamente y con compromiso y amor, se les responde a los hijos a la pregunta que ellos formulan con su sola presencia: ¿Para qué estoy aquí, cómo he de vivir? Si esta responsabilidad intransferible suena a trabajo es porque se trata, efectivamente, de un trabajo. Criar hijos es educarlos. Es un maravilloso y fecundo trabajo, no un juego, no un pasatiempo. Es allí donde se plasma de veras la paternidad y la maternidad, es al

educar cuando se trasciende el mero hecho biológico o la acción de adoptar y se da sentido a la propia vida al acompañar a otra a la consagración de sus potencialidades. Nuestra responsabilidad de padres es hacernos cargo de la semilla plantada. La semilla no puede ni debe desarrollarse por sí misma. Será un árbol autónomo e independiente, dará sus frutos, cumplirá sus ciclos, si sus jardineros son presentes, constantes, conscientes y amorosos. Así se logran bosques espléndidos. Si los jardineros abandonan su tarea, viviremos en páramos. Y no por culpa de las semillas.


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> enfoques UNICEF/GARCÍA ROMERO

UNICEF/GARCÍA ROMERO

Saberes y prácticas escolares. Silvia Finocchio y Nancy Romero (compiladoras). Homo Sapiens. $80

Los chicos de una de las escuelas de Salta que participaron del programa.

Los estudiantes de la Escuela N° 58, de Gob. Garmendia, Tucumán.

Impulsan la evaluación

Siete ensayos acerca de las prácticas escolares que invitan a debatir las definiciones acerca de los contenidos culturales a transmitir, los modos de enseñar y la actualidad de niños y jóvenes. Por un equipo de docentes e investigadores de FLACSO Argentina que llevan casi diez años de trabajo conjunto.

En cinco provincias argentinas, UNICEF está implementando un programa para mejorar la calidad educativa a través de procesos de reflexión institucional. UNICEF / GARCÍA ROMERO

Alfredo Dillon

TUCUMÁN. ENVIADO ESPECIAL

L

a autoevaluación de las escuelas es el primer paso para mejorar la calidad educativa. Esa fue la premisa de un encuentro organizado por UNICEF que reunió en Tucumán a directivos y docentes de quince colegios de Misiones, Chaco, Tucumán, Salta y Jujuy. Todos ellos presentaron los resultados de la implementación del Instrumento para la Autoevaluación de la Calidad Educativa (IACE), una herramienta para que los directivos, docentes y la comunidad evalúen el desempeño de la escuela en la que trabajan, los logros de aprendizaje y la actuación de los maestros. “El IACE apunta a generar cultura evaluativa y participativa en las escuelas”, explicó Elena Duro, de UNICEF, a Clarín Educación. Consiste en una serie de ejercicios de recopilación de información dentro de la escuela, además de talleres de reflexión y encuestas a los padres. Desde 2007, empezó a desatar procesos de cambio en más de 1.600 escuelas del Noroeste y el Noreste argentino, y alcanzó a más de 300.000 estudiantes. “Consideramos la calidad en un sentido amplio –aclaró Duro–: no es sólo la evaluación del desempeño”. Entre otras cosas, el programa entiende que una escuela de calidad es aquella en la que se trabaja la diversidad, se fomenta el desarrollo integral de los chicos, se genera un clima escolar inclusivo y se promueve la participación de la comunidad. Todas estas variables forman parte de la definición de calidad del IACE, cuyo proceso concluye con la elaboración de un Plan de Acción para la Mejora de la Calidad, a cargo de cada escuela. Las escuelas invitadas a Tucu-

Las directivas y docentes de la Escuela N° 495 de Misiones, premiadas.

Sobre el IACE El Instrumento para la Autoevaluación de la Calidad Educativa es una iniciativa de UNICEF y el Centro de Apoyo al Desarrollo Local, en cooperación con los ministerios de Educación de Tucumán, Salta, Misiones, Jujuy y Chaco. Ya se implementó en más de 1.600 escuelas. Para acceder a la última edición: www.unicef.org/ argentina/spanish/IACE_ Primaria_2011.pdf

mán fueron premiadas por UNICEF por sus planes de mejora. Fue el caso, por ejemplo, de la Escuela rural N° 4530 del paraje Finca La Blanca, en Salta. “Tras la autoevaluación detectamos un problema en las habilidades de comunicación y la oralidad, además de falta de autoestima”, contó la docente Isabel Rivero a Clarín Educación. Para revertir el diagnóstico, diseñaron un taller de hidroponía

(cultivo en el agua) y otro de sericultura (cría del gusano de seda). “El proyecto incluía exposiciones y encuestas: los chicos hicieron un camino desde la ciencia hacia la comunicación”, relató Marta Barboza, otra docente. Además, la iniciativa despertó el interés de la comunidad: los chicos fueron invitados a Expo INTA en Salta. La falta de autoestima fue un factor que reapareció en la autoevaluación de varias escuelas rurales. En el caso de la Escuela N° 495 de Aristóbulo del Valle, Misiones, la directora Teresa Bazán explicó: “Nuestros alumnos se sentían disminuidos ante los jóvenes de la zona urbana”. En respuesta a esta necesidad, se decidió trabajar sobre el liderazgo. También solicitaron la construcción del comedor escolar y una sala de informática. “A los chicos les hace bien trabajar en una escuela linda y equipada”, dijo la maestra Silvia Anderson. También fue importante el impacto del IACE en la Escuela N° 3 de Libertador Gral. San Martín, en Jujuy. Allí el principal problema detectado fue la falta de lectura y los problemas de comprensión.

Para solucionar esto y, de paso, promover el acercamiento de los padres a la escuela, se creó el Club de Padres Lectores. “Si queremos fomentar la vocación lectora de los chicos, los adultos tenemos que dar el ejemplo”, afirmó la directora, Lidia Sánchez. Y añadió que los padres “empezaron a regalar libros en los cumpleaños de los chicos”. Las falencias en lectura y escritura se repiten el diagnóstico de la Escuela Francisco de Aguirre, en la localidad de Manuel García Fernández, Tucumán. Su directora, Sandra Rivadeneira, explicó: “El foco del trabajo estuvo en revisar cómo estamos dando nuestras clases y buscar estrategias innovadoras”. A partir del plan de mejora, la escuela implementó una “hora de lectura”, generó talleres y fomentó la participación de los chicos y sus padres en los actos escolares. “Ahora participan más, se animan a agarrar el micrófono, ya no tienen tanta vergüenza”, aseguró la maestra Marcela Domínguez. Por su parte, Leonardo Ledesma, director de la Escuela N° 179 de Machagai, Chaco, destacó que, si bien los docentes de su escuela están acostumbrados a reflexionar sobre sus prácticas, lo que el IACE les brindó fue “un método sistemático”. Su escuela fue una de la premiadas: “Nuestro próximo objetivo es poner un equipo de frío en la sala de informática”. A modo de síntesis de las distintas iniciativas presentadas, Andrés Franco, representante de UNICEF Argentina, señaló que el programa también está contribuyendo a lograr la disminución de los niveles de fracaso escolar, más participación de las familias en las escuelas, mejor comunicación institucional, aumento en el presentismo de alumnos y docentes, y mejoras en los logros de aprendizaje en las escuelas donde se está aplicando.

Efemérides escolares. La enseñanza... G. Gervasio, P. Adamini y E. Averbuj. El club del maestro. $39 ¿Comer huevos de chocolate en las Pascuas es una expresión tradicional, popular o una proyección folclórica? Este libro busca aprovechar las efemérides y los actos escolares para trabajar el entrecruzamiento de distintos saberes. Herramientas y recursos prácticos para la formación de una ciudadanía crítica, responsable y participativa. Con guías de trabajos prácticos para usar en el aula.

La formación de la subjetividad política... Alexander Ruiz Silva y Manuel Prada Londoño. Paidós. $89 Reflexiones y recursos para formar al ciudadano en democracia, enfocados especialmente en la educación en América Latina. Estrategias para la enseñanza entrelazadas con dilemas morales, canciones, películas y literatura. Los autores son investigadores y profesores universitarios.


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> experiencias Nelson Ruiz

De maestra a intendenta

A sus 41 años, Marcela Carabajal colgó el guardapolvo blanco que usó durante más de 20 años y se convirtió en la nueva líder política de su comunidad: el pueblo salteño Coronel Juan Solá. Marcela y sus ex alumnos de la Escuela N° 4485, donde hasta el año pasado era maestra de segundo grado.

n enero de 2012, la maestra Marcela Carabajal se sacó el guardapolvo blanco para encarar un desafío con el que nunca había soñado: ser intendenta de su pueblo, Coronel Juan Solá, en el municipio de Rivadavia Banda Norte, 420 kilómetros al noreste de Salta capital. Marcela tiene 41 años y lleva la mitad de su vida como maestra. Hace 20 años había llegado a la Escuela N° 4485, donde hasta el año pasado estaba al frente de segundo grado. Pero después de tanto tiempo en el aula, Marcela ganó las últimas elecciones municipales por 36 votos de diferencia, y pasó de ser maestra a líder política de su comunidad. “De chiquita me gustaba jugar a la maestra. Con los años fui acrecentando el deseo de enseñar a mis amiguitos lo que aprendía en la escuela”, confiesa la intendenta de Coronel J. Solá, un pueblo fundado en 1930 con la llegada del ferrocarril, y que hoy tiene unos

9.000 habitantes. Alrededor de un tercio de la población del municipio son aborígenes wichí. Marcela nació en esa misma zona, en el puesto El Remancito, muy cerca del río Bermejo. Allí cursó la primaria, mientras su papá les enseñaba a ella y a sus cinco hermanos a cultivar la tierra y criar animales. “Soy una campesina”, se define. Si bien nunca antes había pensado en participar en política, sus inquietudes sociales siempre habían traspasado las puertas del aula. “Como docente, participé en distintas comisiones. Fui delegada de organizaciones campesinas y vi que las necesidades no se revertían. Por eso decidí involucrarme en donde se toman las decisiones. Un día, mi padre volvió de una reunión donde trataron temas de los campesinos. Le pregunté qué habían hablado. No sé, no entendí nada, me dijo. Entonces le dije: A la próxima voy yo. Así comencé”. Esto sucedió hace cinco años, mucho antes que llegara la propuesta de Ramón Jesús Villa, diputado provincial por Rivadavia. “Vos tenés que cambiar el rumbo de nuestro pueblo”, cuenta Marce-

el próximo

El miércoles que viene, en Clarín Educación, un informe sobre los gabinetes psicopedagógicos. En una época en que la escuela enfrenta el desafío de hacerse cargo de la diversidad, la presencia de un equipo de expertos en aprendizaje se vuelve fundamental. La voz de los protagonistas.

Jesús Rodríguez

CORONEL JUAN SOLA, ENVIADO ESPECIAL

E

la que le dijo el diputado Villa. Desde sus primeros pasos como maestra, Marcela encontró en la escuela un espacio para comprometerse y transformar la realidad de su comunidad. En aquellos años empezó como docente de aborígenes adultos, cuando estaba recién recibida. “Les enseñé a hablar y escribir en castellano. Fue una experiencia única. Con los años, logramos que ese proyecto

de educación para el adulto se convirtiera en el Programa de Aulas Satelitales (a distancia)”, relata. A la hora de pensar prioridades para su gestión, Marcela imagina las caras de los alumnos que ha tenido a lo largo de su carrera, con quienes se cruza constantemente en la calle. “Sueño con poder ofrecerles a los niños y jóvenes una mejor oportunidad y que no se vayan del Chaco salteño. Yo me tuve que ir a estudiar magisterio a General Güemes. No veía la hora de volver para ejercer en cualquier escuela que me tocara en Rivadavia”, asegura. Para mejorar las oportunidades de estos chicos desde la escuela, la intendenta y docente ya tiene clara una de sus prioridades: “Voy a insistir ante el Ministerio de Educación para que se forme un gabinete psicopedagógico en todas las escuelas del municipio, incluidas las rurales. No va a ser difícil, porque es algo que venimos solicitando desde hace 20 años. Los chicos necesitan ese gabinete”.

Falta lo básico: agua potable En Coronel Juan Solá hay cinco comedores, a los que asisten diariamente unos 300 chicos. Pero el acceso al agua potable aparece como una de las principales necesidades, que todavía resulta difícil de satisfacer en este pueblo salteño. “En muchos parajes del departamento no hay agua potable. La gente sufre cuando se les secan las cañadas. He pedido al gobernador que solucione este grave problema, que no es de hoy sino que viene desde siempre. Teniendo agua, mejorará la calidad de vida de la gente. No porque sean campesinos y aborígenes acostumbrados a la pobreza, tienen que vivir sin agua potable”, reclama la intendenta, y maestra, Marcela Carabajal.


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