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BUENOS AIRES, MIERCOLES 15 de agosto de 2012

EL VALOR DE LOS MATICES

getty images

Aprender a debatir

En un país atravesado por las antinomias, a la escuela se le plantea el desafío de inculcar la capacidad de diálogo y la aceptación del otro. Claves para construir una ciudadanía abierta a la discusión respetuosa, en la que no sea todo blanco o negro. Pág. 2 a 5

Cuando la solidaridad viaja en dos ruedas Son un grupo de motoqueros que recorre las rutas del país. Crearon una asociación para ayudar a las escuelas rurales que visitan. Reparten alimentos y útiles, y también refaccionan los edificios. Página 8

Estudiar idiomas en la era 2.0 Pág. 6 y 7


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archivo clarín

>> informe para docentes y padres Alumnos de una secundaria de Avellaneda participan del programa educativo “Concejales por un día”.

Educación para el diálogo ¿Cómo generar, desde la escuela, una ciudadanía más abierta al debate y la escucha del otro? Docentes y especialistas explican la importancia de enseñar a argumentar y valorar el disenso. Alfredo Martínez

Alfredo Dillon

adillon@clarin.com

Pablo Riggio

Especial para Clarín

Rosas, usted no me entendió nunca. ¿Y cómo iba a entenderme, si fueron tan diversos nuestros destinos?”, le dice Facundo Quiroga a Juan Manuel de Rosas en el “Diálogo de muertos” inventado por Jorge Luis Borges. El cuento forma parte de El hacedor (1960) y pinta en la ficción una escena difícil de imaginar en la realidad: una conversación entre Quiroga, el caudillo del interior, y Rosas, líder de Buenos Aires. Quizá sólo una vez muertos podían dialogar estos representantes de dos facciones enfrentadas en la Argentina del siglo XIX. Una Argentina cuya historia está atravesada por antinomias, donde el adversario suele ser un enemigo con el que ningún acuerdo es posible. ¿Será que nos debemos más educación para el debate? ¿Qué mejor lugar que la escuela para empezar a generar semillas de diálogo? Aprender a discutir requiere saber escuchar y argumentar. Exige, también, salir de la lógica binaria en la que todo es blanco o negro y los matices no existen. Supone refutar aquella sentencia de que “el que no está conmigo, está contra

mí”. Para el sociólogo argentino Carlos Alberto Torres, director del Instituto Paulo Freire de la Universidad de California (Los Ángeles), diálogo y democracia son inseparables: “Sólo la apropiación de la lógica de la construcción de la democracia –que es mucho más que simplemente democracia representativa– puede dar cabida a un diálogo que ayude a dirimir el conflicto, que fortalezca la personalidad democrática, la justicia social y la solidaridad”. En otras palabras, el diálogo aparece como la clave para lograr una disminución del conflicto social. Una escuela que debata En consecuencia, parece conveniente que la escuela enseñe a discutir. Así lo entiende Claudia Romero, directora del área de Educación de la Universidad Di Tella: “En Argentina, pero no sólo en Argentina, el diálogo cuesta. En la sociedad existen posturas intolerantes y fanatismos de diversa índole. La cultura escolar es precisamente la que debe funcionar como contrapeso y dar las herramientas para que los chicos se entrenen en el diálogo”. La escuela como contrapeso de la confrontación sorda: allí hay un potencial enorme porque en las aulas se forman los ciudadanos; allí se enseñan los derechos y obligaciones, pero tam-

testimonio 1 NICOLÁS CALISIATTI 14 AÑOS DE DOCENCIA PROFESOR DE CONSTRUCCIÓN CIUDADANA EN EL INSTITUTO MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA - DEL VISO e Los principales problemas que

tienen los alumnos para debatir son la apatía, la descalificación del otro y la falta de respeto. La dificultad para argumentar empieza en la casa, porque muchas veces tienen discusiones con sus padres y las resuelven de un portazo, yéndose a otro lugar y sin resolver el conflicto. En la primaria tampoco se trabaja en profundidad la expresión oral.

nicolás

e Generalmente armo el debate

una vez que la explicación del tema está terminada. Los alumnos forman grupos de cuatro o cinco personas. Es importante que ellos mismos los armen, porque si hay problemas personales entre ellos la conversación puede ser aún más difícil. e A fin de año, una vez que ya

Nicolás Calisiatti señala que los problemas para debatir vienen de la casa.

están más entrenados en la argumentación y el debate, armo una charla grupal.


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>> CONSEJOS PARA PADRES

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El diálogo y la capacidad de discutir respetuosamente se aprenden primero en casa. Es en la familia, en la mesa de la cena o en cualquier situación de la vida cotidiana, donde los chicos aprenden a escuchar. Conversar sobre las noticias o sobre los programas de TV es un ejercicio enriquecedor.

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Los padres enseñan ante todo con el ejemplo. Dialogar requiere una buena dosis de respeto por el otro: es difícil que los chicos incorporen esos valores si, por ejemplo, durante los partidos de fútbol sus padres los alientan a “destruir” al rival, al grito de “¡matalo, reventalo!”. El adversario no es un enemigo; es clave que esa tolerancia se aliente desde la casa.

Ricardo Braginski

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En las reuniones familiares suelen hacerse evidentes las antinomias que atraviesan la historia argentina (por ejemplo, peronistas versus antiperonistas). En lugar de apelar a la vieja y cuestionable máxima de que “el silencio es salud” y evitar estos temas, lo ideal sería poder dar el ejemplo a los más chicos, haciendo el esfuerzo de discutir sin agresiones.

rbraginski@clarin.com

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Aprender a debatir en el aula requiere un trabajo sistemático sobre la oralidad. Algunos padres se alarman cuando no ven reflejado el “aprendizaje” de los chicos en las hojas del cuaderno o la carpeta, pero lo cierto es que la expresión oral y la escucha activa plantean otro tipo de actividades, igual de valiosas.

Diego Díaz

testimonio 2 CLAUDIA DIMILITO 25 AÑOS DE DOCENCIA MAESTRA DE INGLÉS EN EL COLEGIO SAN CARLOS DIÁLOGOS - OLIVOS e Hoy casi no hay diálogo entre los

chicos. Las redes sociales tienen mucho que ver: los jóvenes se relacionan a través de la computadora y no están acostumbrados a mirarse a la cara y decir lo que piensan. e Desde la escuela, los docentes

no hacen mucho para revertir esta situación. El debate se debería trabajar más en el colegio, como todas las habilidades sociales. Si a los chicos no se les enseña a argumentar y a escuchar al otro, nunca van a poder manejar un debate.

claudia

e Los docentes deberían fomentar

más la participación oral de los alumnos.

Para Claudia Dimilito, es importante ayudar a los chicos más tímidos “para que se destapen y hablen”.

bién deben inculcarse las habilidades básicas para el ejercicio de la ciudadanía, como el pensamiento lógico, el discurso argumentativo y la capacidad de escuchar y analizar las opiniones de los otros. Fernando Avendaño, profesor en Letras e investigador de la Universidad Nacional de Rosario, advierte que la escuela no puede separarse del contexto en el que funciona, y ese contexto se define, aún hoy, por la oposición civilización o barbarie. “Esa antinomia ha generado una matriz cultural a partir de la cual nuestra historia y devenir cultural puede leerse como la lucha perpetua entre dos pares de opuestos irreconciliables”, sostiene Avendaño, y afirma que la consecuencia lógica es asumir que el adversario debe ser eliminado. Lo ejemplifica con los partidos de fútbol, donde “los padres de los chicos les gritan a sus hijos ‘matalo, reventalo’, en referencia al rival”. Frente a esta cultura de enfrentamiento, Avendaño asegura que “la escuela tiene un potencial para construir una contracultura, generar espacios de diálogo y discusión. Sobre todo la escuela pública, que recibe a chicos de todos los sectores sociales”. Claro que no es tan fácil, espe-

cialmente porque los ejemplos por parte de los adultos no sobran. Nicolás Calisiatti, profesor de Construcción Ciudadana en el Instituto Miguel de Cervantes Saavedra, de Del Viso, enumera: “Los principales problemas que tienen los alumnos para debatir son la apatía, la descalificación del otro y la falta de respeto”. Frente la opinión divergente, muchas veces el primer impulso es la agresión o, directamente, la cancelación de la charla. Para Nicolás, el problema viene del hogar: “La dificultad para argumentar empieza en la casa, porque muchas veces tienen discusiones con sus padres y las resuelven de un portazo, yéndose a otro lugar y sin resolver el conflicto”. Otro obstáculo que en el aula dificulta trabajar el debate es el temor que los chicos suelen tener a la expresión oral. Tomar la palabra delante de los compañeros implica exponerse: eso los pone nerviosos y los traba, sobre todo a los más tímidos. Para Claudia Dimilito, maestra de Inglés en el Colegio San Carlos Diálogos, de Olivos, las nuevas tecnologías no ayudan, sino que empobrecen la interacción cara a cara: “Hoy en día casi no hay diálogo entre los chicos. Las redes sociales tienen mucho que ver: los

La escuela tiene un potencial para construir una contracultura y generar espacios de diálogo y discusión

jóvenes se relacionan a través de la computadora y no están acostumbrados a mirarse a la cara y decir lo que piensan”. A todo esto se suma que muchas veces los estudiantes llegan al nivel medio sin la experiencia de haber ejercitado la expresión oral y la argumentación en primaria. Fernando Avendaño afirma: “No podemos esperar que los alumnos lleguen a la escuela secundaria para empezar a trabajar la argumen-

tación; esa enseñanza tardía puede ser una de las causas más significativas de las dificultades que experimentan jóvenes y adultos para ejercer esta competencia”. La capacidad de argumentar Ahora bien, ¿qué espacios curriculares deben hacerse cargo de este desafío? Además de ser una cuestión de las materias de Ciudadanía, la argumentación es un contenido específico de Prácticas del Lenguaje. En este sentido, los docentes subrayan que en Lengua ya no se debe enseñar sólo lectura y escritura, sino también expresión oral. Y que la lengua se aprende por medio del uso en situaciones comunicativas concretas, en contextos reales. En este sentido, Prácticas del Lenguaje también está orientada a la construcción de una ciudadanía democrática, porque forma parte de sus objetivos alentar a los alumnos a tomar la palabra en público y aprender a argumentar. Florencia Vezzaro, docente de la materia en el Colegio Sir Thomas Malory, de Villa Urquiza, relata su experiencia en el aula: “Para trabajar el debate elijo un tema polémico y les llevo textos argumentativos a los chicos. Ellos tienen que es-

Antídoto contra el tiempo perdido Algo muy fuerte pasó en esta sociedad en los últimos años, que cada vez cuesta más –en cualquier ámbito–, mantener una discusión razonable entre personas que piensan distinto, o un intercambio de ideas que muestre cierta intención de enriquecerse con la argumentación del otro. Piense en los últimos días o meses: ¿cuántas veces prefirió callar una opinión antes que introducirse en un muy posible diálogo de sordos? Si la democracia es esencialmente diálogo, todo indica que estaríamos, como el cangrejo, caminando para atrás. Tenemos la oportunidad de debatir, de buscar consensos, de crecer con los disensos, pero pareciera que no sabemos cómo hacerlo. Que nadie nos enseñó. A casi 30 años de recuperadas las instituciones, siguen operando ciertos resabios de autoritarismo. Frente a esto, qué mejor que la educación –y más específicamente materias como Prácticas del Lenguaje o Política y Ciudadanía, entre otras– para contribuir a la construcción de una “contracultura” que, en este caso, sería la del diálogo, el respeto y la tolerancia. Tarea que bien puede cumplir la escuela, entre cuyos objetivos está la formación de ciudadanos capaces de dialogar y de convivir. Enorme desafío para los docentes, que no son marcianos y viven en esta Argentina crispada donde –por citar un ejemplo– la falta de entendimiento dejó sin subte a la gente por más de una semana. Aprendimos a no escucharnos, a descalificar antes que debatir argumentos, aprendimos que el ocasional adversario es un enemigo, y a ver sólo blancos y negros. Estamos a tiempo de dar vuelta la historia. Los argentinos del futuro no se merecen esto y la educación es el mejor antídoto contra tanta energía y tanto tiempo perdidos.

Consejo Asesor Tres especialistas contribuyen a definir los temas y el enfoque de las notas en Clarín Educación. Rebeca Anijovich

Especialista y Magister en Formación de Formadores (UBA). Docente en UBA y Univ. San Andrés. Asesora en escuelas argentinas y latinoamericanas.

Guillermo Jaim Etcheverry

Médico y doctor en Medicina (UBA) Ex rector de la UBA. Miembro de la Academia Nacional de Educación

Juan José Llach

Licenciado en Sociología (UCA) y en Economía (UBA). Ex ministro de Educación de la Nación.


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>> informe para docentes y padres estrategias para el aula 1. Llevar al aula temas polémicos

2. Trabajar sobre distintas posturas

3. Escuchar

4. Escribir a partir de los medios

Plantear temas que resulten controvertidos para los alumnos en función de sus intereses. A partir de eso, proponerles que escriban textos en los que tengan que fundamentar su opinión.

Llevar textos argumentativos que defiendan distintas posturas en relación con un mismo tema. Pedir a los estudiantes que señalen sus propias coincidencias y disidencias a partir de la lectura.

Proponer el diálogo no sólo como un contenido curricular sino, ante todo, como una actitud de convivencia y una dinámica de comunicación con los estudiantes.

Escribir cartas de lectores para responder a los argumentos de alguna otra carta, o para contestar a una editorial del diario. Otro ejercicio posible es escribir la propia editorial.

gerardo dell oro

testimonio 3 FLORENCIA VEZZARO 6 AÑOS DE DOCENCIA MAESTRA DE PRÁCTICAS DEL LENGUAJE EN EL COLEGIO SIR THOMAS MALORY - VILLA URQUIZA e Los chicos se ponen nerviosos

frente a una instancia de expresión oral, les resulta difícil transmitir sus ideas. Eso se suma a que muchas veces no tienen respeto por las opiniones diferentes de sus compañeros, y que en la primaria hay una gran falta de vocabulario. e Para trabajar el debate elijo un

florencia

tema polémico y les llevo textos argumentativos a los chicos. Ellos tienen que establecer por escrito los puntos en los que coinciden y en los que difieren. Luego debatimos las ideas. e Para el docente, el debate gene-

ra un camino de enseñanza-aprendizaje, porque la participación de los chicos le permite obtener puntos de vista que desconoce por la diferencia generacional.

tablecer por escrito los puntos en los que coinciden y en los que difieren. Luego, cada uno lee lo que escribió y debatimos”. Avendaño recomienda “crear situaciones reales o simuladas en que los chicos o los jóvenes tengan posibilidades de llevar a cabo todas las operaciones propias de la argumentación”. Algunas consignas posibles: e Discutir los propios puntos de vista en público. e Escribir un texto para justificar una decisión. e Escribir una carta de lectores para refutar los argumentos de otra o de un editorial del diario. e Exponer y defender una tesis. e Escribir una nota de reclamo. La clave está en la práctica: no importa tanto que los alumnos identifiquen el exordio o la peroración en un discurso argumentativo, sino que puedan construirlo ellos mismos. El pensamiento lógico, que debería ser una marca distintiva de la formación escolar, también resulta fundamental para poder elaborar argumentaciones

En los debates en clase, Florencia Vezzaro procura que los chicos se escuchen entre sí y respeten su turno.

sólidas y responder a las razones del compañero. Carlos Daniel Lasa, filósofo y profesor en el doctorado en Educación de la Universidad Católica de San Juan, asegura que “existe un reemplazo de la lógica por el recurso ad hominem. Pareciera que ya no se tratase de dar razones a favor o en contra de un argumento sino, simplemente, de descalificar al hombre que lo sostiene («Lo que dice este señor no vale porque él es un borracho, un drogadicto, un retrógrado, etc.»)”. Por lo tanto, aprender a debatir no depende sólo de una cuestión lingüística, sino que presupone un cierto nivel de respeto entre los compañeros, una capacidad de convivencia en la que se escuchen los argumentos del que piensa distinto. Un clima de escucha Escuchar es la otra cara de una verdadera discusión: argumentar bien es importante, sí, pero no más que saber escuchar. Por eso, enseñar a debatir es una responsabilidad que excede a los docentes de una materia particular; compro-

El desafío tiene que ver con el clima escolar; la mejor estrategia para docentes y directivos es dar el ejemplo mete a la escuela en su totalidad. Un primer desafío es generar situaciones en las que los estudiantes aprendan a respetar la palabra del compañero. Florencia Vezzaro señala: “Cuando hay un problema entre los alumnos, paro la clase y lo conversamos. Cada chico cuenta su punto de vista de la situación y se arma el debate. Todos tienen que escuchar a los demás, levantar la mano y esperar su turno”. Desde los directivos hasta los

preceptores, pasando por los docentes y los estudiantes, aprender a debatir invita a cada uno a entender la escuela como una comunidad de aprendizaje. Carlos Alberto Torres afirma que “el diálogo debe existir en todos los terrenos, por lo tanto en todas las materias. Un buen profesor conoce profundamente su materia, es un estudioso de su disciplina, y dialoga con sus estudiantes sin imponer su criterio. Como dijo Paulo Freire en Pedagogía del oprimido, los argumentos basados en la autoridad ya no son válidos. Para funcionar, la autoridad tiene que estar del lado de la libertad”. El desafío tiene que ver con el clima escolar, es decir, las formas de convivencia que se proponen desde la institución: la mejor estrategia para docentes y directivos es dar el ejemplo. Puertas adentro del aula, Carlos Lasa advierte que es necesario repensar la enseñanza, para volver a poner en el centro el “acto de pensar”. Asegura que en muchas escuelas predomina “una enseñanza fundada en respuestas, pero no en

preguntas”. Y amplía: “Por ejemplo, cuando se intenta enseñar el pensamiento de Platón, en lugar de volver a hacer presentes aquellos problemas que preocuparon y ocuparon al filósofo griego, se suministra un inventario de las ‘respuestas’ platónicas. El maestro sólo debe ocuparse de verificar que el alumno las pueda internalizar”. El verdadero diálogo cede entonces terreno a la memorización y la evaluación tradicional, en la que basta con reproducir determinados contenidos para aprobar. Especialistas y docentes coinciden en la necesidad de repensar la formación de los docentes, para que puedan asumir el rol que les plantea una enseñanza más dialogada, en la que sean coordinadores de auténticos debates entre los alumnos. Florencia Vezzaro asegura que las situaciones de debate en el aula no sólo enriquecen a los alumnos, sino también a los educadores: “Para el docente, el debate genera un camino de enseñanza-aprendizaje, porque la participación de los chicos le permite obtener ejemplos y puntos de vista que desconoce por una diferencia generacional con los alumnos”. De eso se trata: de enriquecerse con lo que el otro tiene para decir. Para Fernando Avendaño, la escuela tiene que apuntar a formar “estudiantes que puedan sostener una idea, un juicio, una posición ideológica, o reconocerla en otro; defenderla o entender la forma en que otro lo hace; construir argumentos válidos, variados y contundentes para convencer a otros, para mostrarse como un sujeto que razona, discute con sustento, acepta juicios ajenos y promulga los propios”. Metas ambiciosas y de largo plazo, pero que invitan a ver en las nuevas generaciones el germen de una mayor capacidad de diálogo, de una cultura más abierta a los matices y menos maniquea, una Argentina menos crispada y más respetuosa de los disensos.

su opinión ¿Por qué cuesta tanto el debate en la Argentina? ¿Por dónde puede empezar la escuela para sembrar una “contracultura” más abierta al diálogo? Invitamos a los lectores a enviar sus opiniones y compartir sus experiencias a nuestro correo: educacion@clarin.com


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5. Fomentar la empatía

6. Generar un clima de respeto

Hacer el ejercicio de defender la posición de quien piensa diferente. Plantear propuestas de escritura o de exposición oral que obliguen a los estudiantes a comprender la perspectiva del otro.

Si se va a destinar una clase a debatir sobre un tema, es importante que estén garantizadas previamente las condiciones de respeto necesarias para que los chicos se escuchen.

Herramientas para debatir La educación juega un papel fundamental en la formación de ciudadanos capaces de escuchar y exponer ideas, sostiene el autor. Guillermo Jaim Etcheverry

libros

PELÍCULAS

Tierra de los padres (Argentina, 2012) Democracia, educación y multiculturalismo. Carlos Alberto Torres. Siglo XXI. $160 El libro aborda la redefinición de la democracia, el multiculturalismo y la ciudadanía en el contexto de los cambios globales en las prácticas educativas, y analiza las relaciones entre Estado y educación.

Esta película de Nicolás Prividera, actualmente en cartelera, es un documental político que propone un diálogo entre próceres y escritores que representan a distintas facciones de la historia argentina.

Doce hombres en pugna (Estados Unidos, 1957)

El desarrollo de la lengua oral... Fernando Avendaño y María Luisa Miretti. Homo Sapiens. $62 Los autores plantean la necesidad de que la escuela preste atención a los usos y las formas de la lengua oral, con la que los chicos se comunican en los ámbitos familiares e informales.

Este clásico de Sidney Lumet presenta un auténtico ejemplo de debate: doce hombres encerrados en una habitación componen un jurado que debe decidir si un joven es culpable o inocente.

EX RECTOR DE LA UBA, MIEMBRO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE EDUCACIÓN Y DEL CONSEJO ASESOR DE CLARÍN EDUCACIÓN.

L

as sociedades democráticas están basadas en la capacidad de quienes las integran de exponer sus ideas y, fundamentalmente, de confrontarlas con las de sus conciudadanos. Pero para debatir, además del respeto por las ideas del otro sin el que la confrontación de posiciones no es posible, hay que tener la capacidad de escuchar, de reflexionar, de interpretar conceptos. Además se requiere contar con un vocabulario lo suficientemente rico que permita expresar con precisión las ideas propias. Es aquí donde la educación desempeña un papel fundamental. Hasta no hace mucho, una de las preocupaciones centrales de la escuela era la enseñanza de la lengua. Se decía a los niños: “He ahí nuestra lengua” y se les invitaba a aprenderla, a sumergirse en ella, hasta a memorizar poemas en la convicción de que son los poetas quienes mejor la conocen. Hoy

simplemente se les dice: “Habla”. Pareciera que hemos olvidado que, no sólo se aprende a hablar expresándose, sino que se lo hace leyendo y escuchando. Pero la posibilidad de aprender escuchando es cuestionada y, espantados por el silencio, pretendemos que todos se puedan expresar aún sobre lo que no saben y, además, sin contar con las herramientas necesarias. Los niños ingresan a la escuela con un lenguaje simple y por lo tanto con una visión del mundo primaria y maniquea. Enseñarles su lengua es, precisamente, hacer que aprendan la diferencia entre la palabra privada y la pública –lo que hoy parece una utopía– e intentar que adquieran la capacidad de valorar la sutileza que puede caracterizar a la expresión. Sólo un conocimiento profundo de la lengua que es, en esencia, creadora de sentidos y de lazos, fuente de

comunidad y de urbanidad, permite escapar a la tentación de recurrir a la violencia. Al agotarse las palabras, sólo queda la acción. Esta cuestión crucial se olvida cuando se somete el aprendizaje de la lengua al dogma de la pura expresión que, necesariamente, recurre a lo poco que ya se conoce. De allí que en momentos en los que el diálogo parece ser una capacidad humana en extinción, sea preciso poner un mayor énfasis en la transmisión de las herramientas que permitan a las personas expresarse correctamente tanto de manera escrita como oral y ejercitarlas en esa práctica. Encarar un debate supone no sólo la humildad de escuchar y conocer la materia en discusión sino también contar con la capacidad de exponer las propias ideas de manera ordenada, rigurosa, coherente y, por qué no, elegante.


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> enfoques

Enseñar idiomas en la era 2.0

H

asta hace no muchos años, escuchar a alguien hablando francés, ruso o alemán era una circunstancia excepcional. Los libros en esos idiomas eran muy caros y las películas en lengua original sólo se conseguían en videotecas especializadas. Pero con la llegada de las nuevas tecnologías, el panorama de la enseñanza de idiomas cambió completamente. Una película de Truffaut, un documental sobre Goethe o un cuento de Tolstoi hoy están al alcance de un clic, lo que modifica radicalmente las posibilidades para el aprendizaje. Los especialistas destacan que una de las mayores riquezas que ofrece el avance tecnológico es la gran disponibilidad de recursos para el trabajo con la oralidad, lo que contribuye a mejorar la fonética. También subrayan la proliferación de sitios especializados en los distintos idiomas, aunque advierten que su uso sólo resulta verdaderamente provechoso en el contexto de un proceso de apren-

Algunas claves para el aula • Tener en cuenta las preferencias de los chicos. Conocer sus intereses es clave para motivarlos y permite correr el foco de la dificultad del idioma. • Transmitir confianza. Algunos chicos se traban por miedo; es importante que el docente los respalde. • Incorporar en clase elementos de la vida diaria. Recurrir a programas de televisión, escenas de películas o series. Utilizar las canciones de moda

para aprender fonética. • Aprovechar las opciones que ofrece Internet. Hay sitios especializados en los distintos idiomas y hasta páginas con juegos online. Pero lo importante no es “entretener” sino plantear un objetivo didáctico claro. • No descartar algunas “viejas” recetas. Para algunos temas, como los verbos irregulares, es necesario estudiar de memoria. • En la escuela, trabajar en conjunto con otras materias. Es una manera de integrar contenidos.

El aprendizaje de lenguas extranjeras se enriquece con las tecnologías.

dizaje conducido por el docente. María Silvia Romero, profesora de Francés en el Colegio Saint Exupéry, de Avellaneda, cuenta: “Oriento la búsqueda en Internet. Trato de que los chicos se den cuenta de que, si buscan un traductor, generalmente no los ayuda. Recomiendo sitios más seguros”. Para Gabriela Alemani, rectora del profesorado superior de Inglés

en ICANA (Instituto Cultural Argentino Norteamericano), la llegada de las nuevas tecnologías es una buena noticia, fundamentalmente para realizar tareas guiadas de escucha y monitoreo. De todas maneras, Gabriela recalca que lo central pasa por trabajar la autonomía del aprendizaje que estas herramientas facilitan. Otra ventaja de incorporar las

nuevas tecnologías a la enseñanza de lenguas extranjeras es que permiten acercarse al universo de los chicos: la música que escuchan, las series que les gustan, los videojuegos, la interacción en las redes sociales. Claro que en todas estas esferas suele haber un predominio marcado del inglés. Pero depende de los docentes ampliar las opciones y enriquecer con nuevas alter-

nativas, a partir del conocimiento de qué les gusta a los chicos. Daniel Stelluto, director de Inglés de la escuela Master College de Belgrano y docente del colegio Ecos de Palermo, afirma que “cuando el alumno se da cuenta de que su docente está más conectado con sus preferencias, o sea, con su mundo real (Facebook, YouTube, videojuegos), se produce mayor


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> Ecos apego al estudio”. Por otra parte, el trabajo a partir de creaciones artísticas ofrece una entrada diferente a los temas de gramática y vocabulario, que suelen resultar áridos. “Priorizo el interés de los alumnos. A partir de los temas culturales, pueden aprender gramática y vocabulario sin darse cuenta”, afirma Silvia Rodríguez, profesora de Alemán en el Instituto Superior en Lenguas Vivas Juan R. Fernández. Es que el desafío para los docentes de idiomas no es sólo enseñar una lengua, sino transmitir la cultura de la que esa lengua forma parte: la lengua extranjera es una puerta de entrada a otra cultura, con sus propios valores y significados. De todas maneras, Internet está lejos de ser la panacea. Si bien las producciones artísticas de las culturas angloparlantes invaden la Web y los medios de comunicación, la accesibilidad resulta muy diferente para los casos de otras lenguas. Sobre todo para aquellas que, según los datos del Centro Universitario de Idiomas (CUI), más están creciendo en Argentina: las asiáticas (chino, japonés, coreano) y las originarias (quechua, mapuche y guaraní).

La radio escolar y el aprendizaje Testimonios de lectores sobre la experiencia del taller en la escuela.

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raíz del último informe de tapa de Clarín Educación, sobre los talleres de radio en la escuela, nos escribe Lorena Mauric, profesora en una escuela especial para personas con discapacidad mental leve y moderada de Lanús. Lorena cuenta que hace más de un año que salen al aire, primero vía Web, y después desde FM La Fábrica 89.5, todos los miércoles de 13 a 14 horas. “A pesar de las distintas capacidades de los alumnos, todos concurrimos y buscamos estrategias para que la participación sea total e integrada”, describe. Los chicos tienen su página de Facebook (se llama “Chicos rebeldes”) y la radio se puede escuchar en http://www.lafabrica. org.ar/spip.php?article90.

También se comunicó Leandro González Barbero, director del Instituto Juan Mantovani, una escuela secundaria de Burzaco de alrededor de 700 alumnos. “Tenemos una serie de talleres, en los que con nuestro Equipo de Orientación Escolar buscamos que los chicos permanezcan en el cole a contraturno, ya que es un ámbito donde van a estar más contenidos que en la calle”, relata Leandro. Entre esas propuestas, ofrecen un taller de radio. Sobre el taller, el director asegura que “el compromiso de los alumnos es tal, que hasta en el receso de invierno quisieron seguir con el programa Antes de la campana, que se emite los martes de 9 a 10 de la mañana”. El programa se emite en una radio cercana, donde la escuela paga por ese espacio se-

La última tapa de Clarín Educación.

manal. Leandro destaca los múltiples aprendizajes que se ponen en juego en esta actividad: “Es interesante ver cómo los alumnos van enriqueciendo su vocabulario, modulan mejor y practican, antes de salir al aire, lectura y comprensión de textos. Además leen los diarios y comentan noticias. Este taller se ha convertido en una herramienta útil para que los alumnos practiquen de forma entretenida la lectura y formen opinión crítica”. Otra experiencia para destacar

es la de Leandro Gleizer, quien desde hace diez años coordina en el Instituto SUMMA un taller y un programa de radio con los alumnos de 4° y 5° año de la secundaria. El programa sale al aire por FM Patricios todos los viernes. Leandro explica sus pautas: “Si bien el taller es obligatorio, dejo que al programa –a contraturno– vengan los alumnos que quieran, y que hablen, dentro de ciertos límites, de lo que ellos quieran: deportes, espectáculos, moda, política, etc. Nunca vinieron menos de 5 o 6, y a veces somos 10 o más. Yo no estoy frente al micrófono, sólo coordino. Es un programa de adolescentes para todos”. La actividad resulta motivadora para todos: “Es una experiencia genial: se organizan, traen material, investigan, usan las redes sociales para estimular a la audiencia. Se hacen responsables. Se divierten y nos divierten. Y, estoy muy seguro, aprenden. Salen del secundario con 30 programas de radio hechos. ¡Un buen curriculum para empezar!”.


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Motoqueros solidarios Crearon una asociación para ayudar a las escuelas rurales que visitan en sus recorridas por el país. Reparten dos toneladas de alimentos por año y útiles. También refaccionan los colegios.

Motociclistas de La Doble Ayuda. Abajo a la izquierda, al llegar a la Escuela N°14, de Entre Ríos. A la derecha, Gerardo Lazar y Gustavo Pintos, en Chaco, con las directoras Griselda Galeano, de la Escuela N° 699, y Marisa Ruiz Díaz, de la N° 329,

on amigos y comparten una pasión: recorrer caminos en moto. “Tachame la doble” se llamaba el grupo de motociclistas que los unió hace más de 12 años, una amistad que tuvo sello definitivo cuando llegaron a la Escuela N° 14 “Julián Aguirre”, de Cuchilla Redonda, Entre Ríos, y fueron recibidos por niños descalzos que, con ojos de asombro, preguntaban “¿A cuánto va la moto?”. Allí comenzó a germinar la idea de hacer algo por esos alumnos que cada día viajaban kilómetros para estudiar. La asociación La Doble Ayuda nació en 2006 y, en la actualidad, colaboran con 16 escuelas rurales

de las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Formosa y Chaco. Se dedican a satisfacer las necesidades de alimentación, agua y útiles escolares de unos 390 alumnos También trabajan en la refacción de los edificios. Además, instrumentan proyectos sustentables: granjas, viveros y gallineros. Pablo Monetta, secretario de la asociación, recuerda que al principio hacían rifas y juntaban comida entre los amigos, pero cada vez se sumaban más escuelas y decidieron crear La Doble Ayuda. ¿Por qué ese nombre? “El beneficio es mutuo: ayudar a las escuelas nos permite viajar, divertirnos y, fundamentalmente, mantener al grupo de motociclistas unido”, responde Gustavo Pintos, el presidente. La Doble Ayuda tiene un principio fundamental: no colabo-

el próximo

El miércoles que viene, en Clarín Educación, un informe sobre los que estudian y trabajan. Las experiencias de adolescentes y jóvenes que no sólo encaran día a día el desafío de ir a la escuela, sino que también hacen el esfuerzo de compatibilizar el estudio con el trabajo.

Rosana Cirigliano Especial para Clarín

S

Escuela con granja propia “Para nosotros fue una inmensa ayuda”, asegura Laura Lescano, directora de la Escuela Nº 42 “Luis Palma”, de Crucesitas, Entre Ríos. Además de valorar las becas de estudio para los chicos y los envíos de alimentos y útiles, la docente remarca la importancia que tiene haber creado una huerta y un gallinero propios. “La asociación Doble Ayuda nos brindó el aporte económico y entre los padres y los alumnos hicieron funcionar la huerta para consumo de la escuela”.

rar con quien no lo pide. “Imponer ayuda es invasivo. En cambio, cuando vos pedís, también asumís una obligación”, remarca Gustavo y cuenta que, ahora, colaboran con una comunidad Wichi de Formosa, que no tiene agua potable. Llevaron médicos, potabilizadores de agua y están tratando de hacer un pozo. “La comunidad tiene 45 familias y una escuela. Toman agua del río y para dormir hacen un pozo en la tierra. Hay muchos chicos con una mala nutrición irrecuperable. Incluso, algunos con problemas de motricidad”, cuenta Gustavo. Todos los miembros de La Doble Ayuda coinciden en que los maestros son los verdaderos héroes de esta historia. Muchas de ellas llegan en ciclomotor el lunes y se quedan hasta el viernes; viven

solas en el campo. “En Corrientes conocimos una docente que vivía y trabajaba en la escuela sin luz ni agua. Y no es un caso aislado, muchos maestros rurales utilizan gran cantidad del tiempo de clase en tareas asistenciales, como darles de comer a los chicos, despiojarlos y escucharlos cuando tienen problemas en sus casas. Pero ver realidades tan duras no desalienta a este grupo de motociclistas solidarios. Al contrario, los fortalece. Como mínimo, viajan en sus motos dos veces por año a cada lugar, para realizar un seguimiento de los proyectos y reforzar sus vínculos con chicos y docentes. También, ofrecen becas para que los alumnos que terminan la primaria puedan seguir estudiando. Mariana Díaz, coordinadora administrativa y única mujer del grupo, destaca que la ayuda que recibe la escuela rural repercute en toda la comunidad. “Los chicos mejoran su rendimiento escolar y la gente está más unida”, asegura Mariana. La asociación se financia a través de 430 socios, que aportan 40 pesos por mes, y la ayuda de empresas. La página web de La Doble Ayuda es www.ladobleayuda.org, y el teléfono (011) 4776-8734.

mario quinteros

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