Clarin Educacion 061

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BUENOS AIRES, MIERCOLES 22 de agosto de 2012

UN DESAFIO PARA LA ESCUELA

Gustavo Ortiz

Los que estudian y trabajan

Cada vez más adolescentes eligen dar sus primeros pasos en el mundo laboral durante sus últimos años en la secundaria. Estrategias para que estos chicos no abandonen el colegio. La opinión de los estudiantes y consejos de los docentes. Páginas 2 a 4 De izquierda a derecha: Nicole, Lautaro, Ailén y Andrea, estudiantes de la Escuela Cristiana Evangélica Argentina (ECEA), de Lanús. Mientras terminan la secundaria, también trabajan.

Le ponen el cuerpo a la educación Cómo es la experiencia de las maestras de la escuela Fátima, que utilizan el tacto, el olfato y el gusto para enseñarles a niños y jóvenes sordociegos. Página 8

La doble jornada no arranca Pág. 5

Libros para chicos “de pantalla” Pág. 7


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>> informe para docentes y padres agencia ap

Los locales de comida rápida suelen ser una de las opciones a las que más recurren los jóvenes cuando dan sus primeros pasos laborales.

ESCUELAS QUE ACOMPAÑAN

Jóvenes en un mundo de adultos Los adolescentes que estudian mientras terminan la secundaria requieren que la escuela tenga en cuenta sus necesidades, sin por eso bajar la exigencia. Testimonios y experiencias de realidades diversas.

Pepe Mateos

Federico Poore

Especial para Clarín

S

on la contracara de los “ni-ni”, aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan. Tienen menos de 18 años y consiguieron su primer empleo antes de terminar sus estudios. Algunos por necesidad, con la idea de colaborar en sus casas; otros, para conocer el mundo laboral y tener “su propia plata”. Frente a esta tendencia, alentada por la expansión del mercado de trabajo, las escuelas adoptaron distintas estrategias para que los chicos no descuiden sus estudios y terminen el nivel. Para este informe, Clarín Educación habló con los protagonistas: directivos y maestros contaron cómo acompañan desde la escuela a estos alumnos, mientras que especialistas en la materia ensayaron un análisis del fenómeno. Además, los propios alumnos explicaron cómo hacen para trabajar y estudiar al mismo tiempo sin fracasar en el intento. Crecer de golpe “Empecé a trabajar los 16 años en el Mc Donald’s del shopping

Abasto. Era la más chica del local”, dice Nicole, que hoy tiene 17 y está terminando la secundaria en la Escuela Cristiana Evangélica Argentina (ECEA), de Lanús. Con su compañera Ailén fue a la entrevista y terminaron tomándolas a las dos. “Los fines de semana estoy a full, pero pedí no trabajar, a cambio, lunes, martes ni miércoles”, agrega. Como ambas mantienen buenas notas, cuentan con el apoyo del colegio y de sus hogares, aunque en la casa les advierten que si las notas llegan a bajar, se acaba la “experiencia” del trabajo. A veinte minutos de auto, en la Escuela de Adultos N° 706, de Villa Celina, se vive una realidad completamente distinta. “La mayoría trabaja para aportar en las casas. Hay chicos que tienen al padre preso, o que falleció, y están con la mamá, por lo que tienen que salir a buscar algo. Pero ven que el mercado les ofrece poco y nada”, describe Mariana Fernández, una maestra de Ciudad Madero que da clases en tres escuelas de Capital y el conurbano. Así y todo, los jóvenes que asisten a esta escuela en el marco del Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios (FinEs) apuestan más que nunca a

testimonio 1 Liliana Ochoa de la Fuente DOCENTE DEL SEMINARIO VIRTUAL “EDUCACIÓN SECUNDARIA” DE FLACSO ARGENTINA e Las obligaciones laborales de

los chicos no juegan en contra de su rendimiento académico. Estos alumnos no especulan con el discurso de “yo trabajo” y tienen una trayectoria escolar aceptable, sin que la escuela les baje la exigencia. e Si necesitan tiempo de estudio

liliana

antes de un examen, saben negociar cambios de horarios con sus empleadores. Dicen: “No es que quiero estar mucho tiempo en este trabajo, pero lo bueno es la disponibilidad; por ahora me sirve”. e Es decisivo el acompañamiento y

Liliana Ochoa asegura que los chicos que trabajan no rinden menos.

la relación cercana de algún profesional escolar. Quienes comienzan a trabajar al mismo tiempo que estudian necesitan poco más de un mes para acomodarse y organizarse, pero a partir de entonces mantienen su desempeño escolar.


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>> CONSEJOS PARA PADRES

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ntre los adolescentes que trabajan y estudian hay distintas realidades sociales y familiares, pero existen ciertos caminos que pueden ser útiles para que todos salgan ganando de esta experiencia:

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Tener claros los motivos por los cuales el chico comienza a trabajar. ¿Es

para colaborar con el ingreso familiar o para que él tenga su propia plata? El establecimiento de reglas claras evita conflictos a futuro.

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Que le sirva como experiencia. En la medida de lo posible, los padres deben acompañar a sus hijos en los avatares de su primer trabajo. Indicarles que un trabajo no es un ejercicio ni

Ricardo Braginski

rbraginski@clarin.com

un juego, pero que tampoco se les debe ir la vida en ello.

sobre gastos o ahorro.

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Cuidar el estudio. Si el joven comenzó a trabajar para contar con ingresos propios o para “conocer el mundo del trabajo” pero sus notas comienzan a bajar, ver la posibilidad de que disminuya su carga horaria o directamente abandone el empleo.

Seguir la experiencia de los chicos cuando comienzan a organizar su propia plata. Los jóvenes consultados destacan que ahora saben “cuánto valen las cosas”. Si bien este aprendizaje los adolescentes deben hacerlo solos, se puede compartir algún consejo

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Gustavo Ortiz

testimonio 2

lautaro y ailén

Ailén, Andrea, Nicole y Lautaro alumnos de cuarto y quinto año de ECEA Secundaria - Lanús e Al principio me costó estudiar

y trabajar, pero después vi que sólo era cuestión de organizarme mejor con los tiempos. Mi familia me apoya. (Ailén) e Pedí trabajar los fines de sema-

na y dos tardes más, no quería ir todos los días. Además, como soy menor, sólo puedo trabajar hasta las diez de la noche. (Andrea) e Entré a trabajar en una heladería

porque me interesaba conocer el mundo del trabajo antes de terminar la secundaria. También quería tener plata para gastos personales y aportar en mi casa. (Lautaro)

nicole y andrea

e Los profesores nos apoyan dán-

donos la fecha de las pruebas con bastante anticipación. Pero las exigencias son las mismas. (Nicole) De izq. a der.: Nicole, Andrea, Lautaro y Ailén, estudiantes de la escuela ECEA de Lanús que también trabajan.

terminar sus estudios. “Saben que es la única oportunidad que tienen de tener un empleo digno el día de mañana”, cuenta Mariana. Un relato intermedio llega desde la ciudad de Corrientes. Martín Miguel Quintana da clases en la Escuela Técnica Fray Luis Beltrán y dice que la mitad de sus alumnos “trabaja por una necesidad familiar, mientras que la otra mitad lo hace para poder comprarse su teléfono, ropa o salir con amigos”. Muchos de ellos pasan sus tardes en los negocios de sus padres (carpinterías, verdulerías, gomerías), aunque otros lo hacen en el Mercado Central, donde trabajan como jornaleros. El empleo del tiempo En 2004, los sociólogos Ana Miranda, Daniel Filmus, y Analía Otero publicaron un artículo en el que relevaban el grado de precarización del primer empleo obtenido por los jóvenes. La fragilidad de estos trabajos, a menudo en negro, se veía “en la baja calidad de las ocupaciones, en general relacionadas con el sector servicios; en la extensión de la jornada labo-

ral, que obstaculiza la continuidad educativa; y en las dificultades para la construcción de trayectorias laborales calificantes”, explicaba la investigación, titulada La construcción de trayectorias laborales entre jóvenes egresados de la escuela secundaria. Estas conclusiones, realizadas en base a testimonios obtenidos durante el pico de la crisis de 20012002, merecen una actualización. “A partir de la reactivación económica, el trabajo entró a competir con la educación”, sostiene María Antonia Gallart, doctora en Educación. Gallart cree que el mercado empezó a “absorber” cada vez a más gente y que, en este contexto, el chico tiende a irse, sobre todo si le está yendo mal en la escuela. La especialista ilustra esta tendencia con la anécdota de uno de estos jóvenes, que a la salida del colegio pasaba una y otra vez delante de un taller adonde quería entrar a trabajar, hasta que un día preguntó y se quedó. “Pasó meses sin decirles a sus padres que había dejado la escuela”, dice Gallart. Según datos del Censo 2010, hoy sólo terminan la secundaria el 57 por ciento

Las empresas buscan a chicos cada vez más jóvenes, pero al mismo tiempo exigen un mayor nivel de estudios

de los jóvenes, apenas un seis por ciento más que una década atrás. Un informe reciente de UNESCO reduce la cifra al 50 por ciento. Nancy Montes, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y compiladora del trabajo La escuela media en debate, cree que en los últimos años aumentó la convivencia entre estudio y trabajo: “Antes, comenzar a trabajar era la antesala

del abandono escolar, pero ahora hay mucha más permeabilidad entre estos dos mundos”. Este nuevo escenario viene acompañado por una paradoja. Las empresas buscan a chicos cada vez más jóvenes –con el riesgo que eso conlleva a la hora de terminar el secundario–, pero al mismo tiempo exigen un mayor nivel de estudios. El lugar común de que para conseguir un trabajo digno había que tener secundaria completa se transforma en ciertas áreas en una nueva obligación para entrar al sector formal: poder demostrar algún grado de estudios universitarios. Lo importante es terminar Las distintas realidades obligaron a las escuelas a cambiar los enfoques según cada caso. María Graciela Kebani, directora de la Escuela de Comercio N° 22, de Boedo, cuenta que muchos de los chicos que comenzaron un trabajo pidieron pasarse de la mañana a la tarde o viceversa. Los profesores están al tanto de la situación y a varios de los alumnos se los exime de asistir a edu-

La riqueza de la experiencia escolar Casi la mitad de los chicos que empieza la escuela secundaria en la Argentina no la termina. Abandona aquí un mayor porcentaje de pibes que en otros países de la región. El dato, que tuvo una especial trascendencia pública la semana pasada, exhibe la gravedad de la situación. Las autoridades están obligadas a analizar en profundidad los múltiples motivos que llevan a que esto suceda. Entre esas causas está la atracción que ejerce, a esa edad, el mercado laboral y su promesa de independencia individual. Situación que explica, en parte, por qué son cada vez más los adolescentes que, además de estudiar, eligen trabajar. ¿Quién puede oponerse a que los jóvenes se esfuercen y capaciten, tanto en el aula como en su primer empleo? En principio, nadie. A menos que se repare en el efecto que este fenómeno podría provocar en la asistencia a clase. Y por si les faltaran responsabilidades, otra vez son la escuela y los docentes quienes “se ponen el equipo al hombro” y buscan las formas de contener a los pibes en el aula, como muestra este informe de tapa de Clarín Educación. Aquí ellos cuentan las diversas estrategias que implementan, desde fijar horarios más flexibles, hasta tratar de detectar prematuramente los alumnos que están faltando demás, o darles un reconocimiento alentador cuando es necesario. Está claro que el mundo cambia a un ritmo veloz, que conocimientos que hoy enseña la escuela serán viejos mañana, o que el aprendizaje excede las fronteras de un aula. Pero la escuela es mucho más que un “propalador” de saberes. Es la misma experiencia escolar la que enseña, la que motiva en el aprendizaje, la que todos los pibes tienen derecho a transitar. Y la que nunca debieran abandonar.

Consejo Asesor Tres especialistas contribuyen a definir los temas y el enfoque de las notas en Clarín Educación. Rebeca Anijovich

Especialista y Magister en Formación de Formadores (UBA). Docente en UBA y Univ. San Andrés. Asesora en escuelas argentinas y latinoamericanas.

Guillermo Jaim Etcheverry

Médico y doctor en Medicina (UBA) Ex rector de la UBA. Miembro de la Academia Nacional de Educación

Juan José Llach

Licenciado en Sociología (UCA) y en Economía (UBA). Ex ministro de Educación de la Nación.


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>> informe para docentes y padres estrategias para el aula 1. Flexibilizar algunas pautas

2. Controlar las inasistencias

3. Defender el valor 4. Acompañar de la escuela

“Tengo siempre a mano trabajos prácticos ‘especiales’ que los alumnos pueden hacer para mejorar sus notas”, cuenta Martín Quintana, maestro de la escuela Fray L. Beltrán, de Corrientes.

Hay alumnos que comienzan a faltar a clases apenas obtienen un trabajo. Es importante que los maestros detecten estas inasistencias a tiempo y se comuniquen con sus familias.

Los maestros deben subrayar la importancia de terminar la secundaria y las mejores chances que brinda la culminación de la educación obligatoria en términos de salario y estabilidad laboral.

Si el docente detecta algún problema (cansancio o bajas notas, por ejemplo) debe abrir el juego para que el alumno cuente qué está pasando.

5. Destacar el esfuerzo extra Los especialistas y docentes insisten en la fuerza de la “palmadita en el hombro”, es decir, el reconocimiento por el esfuerzo cotidiano de quienes hacen un poco más.

mario quinteros

testimonio 3

mariana

Mariana Fernández maestra de TERCER CICLO DE la Escuela de adultos N° 706 Villa Celina e Para mantener en el colegio a los

chicos que trabajan, es clave apoyarlos y que no sientan que vienen al colegio a perder el tiempo. e La escuela es bastante tolerante.

A veces me avisan: “Profe, voy a llegar un poco más tarde”. Yo les digo que lo importante es que asistan, que no dejen de venir. De la misma manera, si vemos que tienen algún problema, alentamos a que nos cuenten qué les está pasando. e El rol fundamental de escuelas

como la nuestra va más allá de la acumulación de conocimiento. Por ejemplo, algunos jóvenes quieren dejar los estudios porque consiguieron un trabajo, pero en muchos casos son changas que duran dos o tres meses. En ese sentido, la escuela debe brindarles un aprendizaje para la vida, ayudándolos a conocer sus derechos y obligaciones, y darles herramientas para que puedan defenderse en el mundo del trabajo.

Para la docente Mariana Fernández, es fundamental que los chicos se sientan acompañados desde la escuela.

cación física, una actividad a contraturno. A cambio, hacen un trabajo práctico. Mientras tanto, en la secundaria ECEA de Lanús, los docentes colaboran brindando las fechas de los exámenes con suficiente anticipación y evitan tomar pruebas los lunes para no comprometer a aquellos que trabajan los fines de semana. Pero las exigencias son las mismas, aclaran los alumnos. “Los chicos manifiestan que la dirección de la escuela pacta claramente cuáles son las reglas de juego, las prioridades: la elección de trabajar no implica desentenderse de la escuela”, detalla Liliana Ochoa de la Fuente, investigadora del área Educación de FLACSO.

Claro que la situación no es la misma en todos lados. “En las escuelas para adultos también juega el hecho de que no querés que dejen los estudios, por lo que son más permisivas”, explica Mariana Fernández, que da clases en un aula donde conviven adolescentes de catorce años con adultos de más de treinta. Martín Quintana dice que una vez que identifican a los alumnos que trabajan, los preceptores son más flexibles con el tema de las faltas y los profesores acomodan los tiempos de entrega. También lanza una reflexión para otro debate: “La historia de la escuela es también la historia de la tensión entre calidad e inclusión, y la inclusión se logra, así que la

El rol familiar es central para contener a los jóvenes que quieren trabajar sin descuidar sus estudios

calidad puede esperar un poco”. Otros apoyos Los especialistas insisten con el papel que deben jugar los padres en estas circunstancias, en especial ayudando a los jóvenes a manejar la doble presión del estudio y del trabajo. “Hace algunos años hicimos un estudio sobre cuentapropistas y descubrimos que el rol familiar fue central para contener a aquellos jóvenes que sólo querían trabajar algunas horas, sin descuidar sus estudios. Donde la familia no está, es más fácil que el laburo les vaya comiendo el tiempo”, advierte María Antonia Gallart. Si no se quiere “largar” sin más a los chicos al mercado laboral, los

padres pueden ofrecerles compartir sus tareas o enseñarles un oficio. De esta manera, los adolescentes evitan tener que pedirles plata para salidas y gastos personales. Los chicos sienten así una mayor independencia económica, más propia de la nueva etapa que les tocará enfrentar al culminar sus estudios secundarios. En la escuela de adultos de Villa Celina, en un marco con familias ausentes o donde los mismos adolescentes son los jefes del hogar, los estímulos son otros. “Ellos vienen al colegio muy esperanzados, porque quieren hacerlo, se sienten apoyados. No vienen a perder el tiempo”, cuenta Mariana Fernández. Allí, la falta de apoyo familiar se compensa con la contención que les brinda la escuela. A pesar de las dificultades, varios jóvenes se terminan recibiendo y los maestros escuchan la pregunta más esperada: “¿Qué podemos estudiar en la facultad?”. La meta de estos jóvenes trabajadores es poder armar un proyecto de vida que vaya más allá de la plata que se llevan al bolsillo cada mes. “La experiencia demuestra que los chicos que trabajan se sienten más autónomos, más maduros”, dice Liliana Ochoa. Entre aquellos que –luego de un período de adaptación– combinan con éxito ambos universos, comienzan a escucharse frases como “cambié muchísimo conmigo misma desde que trabajo” o “me empecé a dar cuenta cuánto cuestan las cosas y lo valoro más”. A pesar del cansancio, ninguno cree que debería dejar de hacerlo. Las experiencias positivas comprueban la frase que se escucha una y otra vez en boca de sus protagonistas: “Se puede estudiar y trabajar”.

SU OPINIÓN ¿Qué estrategias deben implementar los docentes que tienen en el aula a estudiantes que trabajan? ¿Cómo compatibilizar estos dos mundos? Invitamos a los lectores de Clarín Educación a enviar sus opiniones y compartir sus experiencias sobre este tema a nuestra dirección: educacion@clarin.com


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La doble jornada aún no arranca Un 30 por ciento de los alumnos primarios ya deberían haber accedido a esta modalidad educativa en 2010. Lo fija la ley, que no se cumple. Para el autor, esto atenta contra el nivel de conocimientos que adquieren los niños.

Alieto Aldo Guadagni

Director del Centro de Estudios de la Educación Argentina (Universidad de Belgrano).

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n educación tenemos buenas leyes, pero el problema es que no se cumplen. Esto ocurre, como todo el mundo sabe, no solo en el caso del calendario escolar de 180 días, sino también con el menos conocido desafío de la incorporación de alumnos primarios a los beneficios de la doble escolaridad o jornada escolar extendida. Esto es grave, ya que existe una clara correlación entre las efectivas horas anuales de clase de un niño y el nivel de sus conocimientos, como ha sido evidenciado por Unesco. Recordemos que la ley 26.075, de Financiamiento Educativo (2005), fijaba claramente la meta de cobertura para escuelas de “jornada extendida o completa” hacia el 2010. La ley 26.206, de Educación Nacional (2006), por su parte, también expresaba como objetivo “asegurar una educación de calidad con igualdad de oportunidades, sin desequilibrios regionales ni inequidades sociales (…) y garantizar la inclusión educativa con una asignación de recursos que otorgue prioridad a los sectores más desfavorecidos”. Además, establecía la jornada extendida en el nivel primario. Estas leyes fijan metas cuantitativas muy precisas. En el caso de la jornada extendida, “lograr que, como mínimo, hacia el año 2010 el 30 por ciento de los alumnos de educación básica tengan acceso a escuelas de jornada extendida o completa, priorizando los sectores sociales o las zonas geográficas más desfavorecidas”. Pero ya paso 2010 y la información oficial del Ministerio de Educación es preocupante, ya que es muy escasa la asistencia de los niños, particularmente en las escuelas estatales. En el ciclo primario estatal, que

La jornada extendida marca diferencias a favor de quienes pueden ir a una escuela privada, abonando la cuota.

comprende en todo el país a 3,5 millones de alumnos, asistían hacia 2010 a escuelas de doble escolaridad apenas el 5,7 por ciento del total. El progreso fue mínimo: en 2005 asistían a estas escuelas 5,4 por ciento de los niños. En la ciudad de Buenos Aires la proporción se ubicaba en el 2010 en el 44,8 por ciento: la gran desigualdad en materia educativa se observa cuando en el conurbano bonaerense esta proporción caía drásticamente al exiguo 1,7 por ciento. Las menores coberturas en todo el país de la jornada escolar extendida correspondían al ciclo primario estatal de las provincias de Tie-

rra del Fuego y Santa Cruz, donde no se llega ni al 0,3 por ciento. La ley es muy meritoria porque dispone que la extensión de la jornada extendida debería comenzar prioritariamente ampliando la jornada de las escuelas donde asiste la población de menos recursos económicos. Pero lamentablemente esta ley está lejos de ser cumplida: no ha habido progresos, y aquí radica hoy una diferencia creciente entre

los niños que pueden ir, abonando la cuota, a escuelas privadas con doble escolaridad y los pobres que no tienen opción a la escuela pública. Según lo dispuesto por la ley, en la actualidad deberían gozar de los beneficios de la jornada extendida más de 1.000.000 de niños (30 por ciento de una matrícula primaria estatal de 3.500.000 alumnos). Cumplir con la ley exigiría

multiplicar sin demoras más de cinco veces la cobertura vigente. En la provincia de Buenos Aires la situación es particularmente crítica en el conurbano. En las escuelas estatales, donde asisten 626.000 alumnos, menos del 2 por ciento tiene los beneficios de la jornada extendida. Para estar al día con la ley, las escuelas primarias del conurbano deberían multiplicar 18 veces la pobre cobertura actual, para pasar de los 10.492 alumnos beneficiados en el 2010 a los 187.500 que exige la ley. No sólo no se avanzó, sino que además hay 13 provincias que incluso retrocedieron en la cobertura de alumnos beneficiados con la jornada extendida. En el orden internacional, todos los jefes de Estado iberoamericanos habían fijado metas concretas hacia el año 2021, en la cumbre celebrada en Mar del Plata en 2010. El compromiso formal adoptado, incluso por nuestro país, fue el siguiente: “En el 2021, entre el 20 y el 50 por ciento de las escuelas publicas primarias tendrán jornada completa”. Esto significa multiplicar nada menos que nueve veces nuestra actual, y escasa, cobertura. Nuestra presidenta se adhirió positivamente a esta decisión. El desafío, entonces, está planteado.


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> discusión

AGENDA

Una invitación al cambio La película La educación prohibida propone repensar el sistema escolar. GENTILEZA LA EDUCACIÓN PROHIBIDA

Alfredo Dillon

adillon@clarin.com

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s raro que se filmen películas sobre educación. Pero más raro todavía es que esas películas despierten furor entre sus espectadores; que –sin grandes distribuidoras– acumulen decenas de miles de seguidores en Facebook y circulen de manera viral, de boca en boca, por distintos países. Es raro, pero puede pasar: le está pasando a La educación prohibida, una película argentina realizada de manera independiente, dirigida por Germán Doin y producida por Verónica Guzzo, con la colaboración de nada menos que 704 coproductores de varias nacionalidades. Con más de un millón de reproducciones en YouTube durante la semana posterior a su lanzamiento, puede decirse oficialmente que La educación prohibida es un verdadero fenómeno en Internet. Y no sólo allí: el día de su estreno, se organizaron 150 proyecciones en 119 ciudades. Números excepcionales para un proyecto autogestionado, financiado de manera colectiva y conducido por un equipo de chicos de entre 21 y 24 años. ¿De qué se trata? Es un documental que recoge las miradas y experiencias de varias pedagogías “alternativas”, que van sumando sus testimonios para cuestionar algunas estructuras y métodos de la escuela tradicional. Desfilan por la pantalla las propuestas del método Montessori, la pedagogía Waldorf, las ideas de Paulo Freire, el método Reggio Emilia y otras perspectivas críticas con respecto al sistema educativo actual. Escuelas de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador o España muestran otras maneras posibles de pensar la educación, especialmente atentas a los

El 23 y 24 de agosto tendrá lugar el XV Seminario Internacional de Aprendizaje y Servicio Solidario. Será en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (Pte. José E. Uriburu 791, Capital Federal). Está dirigido a docentes de todos los niveles y modalidades educativas, así como a organizaciones sociales que trabajan con jóvenes. La participación es libre y gratuita. Más información en www.clayss. org.ar/XV_seminario

La fundación Cimientos, finalista

Una escena del documental argentino, que alienta una escuela más flexible y abierta al juego, y menos rígida.

procesos de desarrollo de cada persona y a los aspectos intelectuales, emocionales, experimentales y físicos del aprendizaje. “La película es una invitación a discutir, no es una presentación de verdades absolutas ni tampoco una crítica destructiva. Defendemos la escuela pública y gratuita, pero no queremos detener la discusión en cuestiones de administración del sistema: queremos poner el foco en el aprendizaje”, dice Germán Doin a Clarín Educación. En otras palabras, La educación prohibida no se propone defender una pedagogía en particular, sino plantear varias preguntas acerca del sistema escolar. Los entrevistados invitan a pensar la enseñanza desde la capacidad de formular interrogantes a los alumnos, en lugar de darles las respuestas, para

fomentar su autonomía. Reivindican el valor de la acción y el enigma en el aprendizaje. Defienden el juego y apuestan por un proceso educativo que sea placentero. Subrayan el valor de la diversidad y la relevancia de los vínculos en el colegio. Destacan el inmenso potencial de la creación artística y la importancia de atender las necesidades emocionales de los chicos. La premisa del documental es que la escuela –creada hace más de 200 años– se ha vuelto una institución “obsoleta” para el siglo XXI. Entre otros elementos, los entrevistados apuntan a revisar la existencia de exámenes y notas, la competencia entre estudiantes, la autoridad de los docentes, el poder de los directivos y el nivel de compromiso de las familias. “Queríamos mostrar otras miradas, para

pensar la posibilidad de que la escuela se flexibilice y se abra a otras experiencias”, afirma Germán. Sin desconocer el inmenso trabajo que se hace todos los días en las escuelas y, sobre todo, sin olvidar los esfuerzos que realizan los maestros para transformar la educación en cada aula, algunas preguntas que plantea La educación prohibida alimentan el debate sobre la necesidad de transformaciones. Para ver la película, sólo hay que visitar su página web: www. educacionprohibida.com. Como cuenta con una licencia abierta de Creative Commons, los responsables de la película alientan a descargarla y distribuirla gratuitamente. Desde “abajo” y de manera colaborativa: así también, seguramente, habrá que empezar a imaginar el cambio.

> ecos

El desafío de enseñar a debatir Repercusiones de un informe de Clarín Educación.

Seminario sobre aprendizaje-servicio

A

raíz del número pasado de Clarín Educación, sobre educación para el debate, nos escribió Mario R. Benvenuto, de 77 años. Mario comparte un recuerdo de su paso por 5° grado, en 1946, en una escuela pública de Rosario. Allí tuvo como maestro a don Félix Ferreyra, a quien evoca con afecto: “Al comenzar el año, nos explicó que nos iba a enseñar cómo funcionaba el sistema constitucional. Así fue que nos dividió en varios grupos. Uno sería el Poder Ejecutivo; otro, la Corte

Suprema de Justicia; y dos grupos más constituirían el Congreso (diputados y senadores). Una vez por semana teníamos una actividad distinta: por ejemplo, discutíamos una ley que luego de aprobarse en el Congreso debía ser promulgada por el Ejecutivo; o bien la Corte estudiaba la constitucionalidad de algún decreto, etc. Esa enseñanza, teórica y práctica, dejó una marca indeleble en mi formación”. También se comunicó María Luisa Veguillas, docente jubilada con 50 años en el aula que, aún hoy, visita escuela para compartir los cuentos y poesías que escribe.

María Luisa dice que para que los chicos puedan debatir, primero hay que enseñarles en qué consiste esa actividad y crear ambientes propicios. “Los docentes deben estar preparados para guiar un debate. Toda institución educativa debería contar con un proyecto en cuyo eje vertebral se encuentren las prácticas del lenguaje”. “Los años que pasé en escuelas rurales, tanto de bajos recursos como otras muy buenas, me enseñaron a rescatar que lo primordial son los niños y que ellos no son objetos, son personas a las que debemos preparar para el futuro.”

La fundación argentina Cimientos fue seleccionada como uno de los 24 finalistas en los Wise Awards a la Educación 2012. Estos premios reconocen los proyectos innovadores de todo el mundo y de todos los sectores educativos que hayan tenido un impacto transformador en la sociedad. Cimientos y Fundación Chile son las únicas finalista de América Latina.

Certamen de literatura infantil Hasta el 31 de agosto está abierta la convocatoria para el 11º Premio de Literatura Infantil “El Barco de Vapor”. Los interesados pueden entregar sus obras en Av. Callao 410 - 2do. piso, CABA, de 8.30 a 17.30. Las bases pueden leerse en www.edicionessm.com.ar. Por consultas, escribir a editorial@ edicionessm.com.ar.

Un festival de cine para la infancia Del 30 de agosto al 5 de septiembre se realizará en Buenos Aires el 11º Festival Internacional de Cine Nueva Mirada para la Infancia y la Juventud. Habrá talleres, charlas y un seminario internacional para docentes y todo público. Las actividades y funciones de cine para escuelas son gratuitas. Inscripción: escuelas@nuevami-

Fotos escolares de fines del siglo XIX Desde mañana y hasta el 23 de septiembre estará abierta la muestra de fotografías Samuel Boote y Arturo Boote. La Argentina a fines del siglo XIX, con escenas escolares de la época. Curadores: Abel Alexander y Luis Priamo. Gratis, de martes a domingos, entre las 11 y 19, en Alicia M. Justo 1300.


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> enfoques

Libros para chicos “de pantalla” Cada vez más bibliotecas y docentes usan “libros-álbum” para trabajar la lectura en el aula. Las claves para aprovechar estas obras, cuya principal riqueza está en la forma en que combinan texto e imagen.

o que empezó como una tendencia hoy se está consolidando en el mercado editorial y, de a poco, va llegando a las bibliotecas escolares y a las aulas. Se trata de los libros-álbum (también conocidos como álbum ilustrados), obras que tienen texto e imagen, pero cuya principal distinción está en la forma en que estos dos lenguajes se combinan y enriquecen mutuamente. La asociación es tan fuerte en estos títulos que tanto los textos como las imágenes pierden sentido si no están asociados entre sí. No sólo son novedad este tipo de libros, sino también la fuerza con que bibliotecarios y especialistas los recomiendan para usar en las escuelas. Uno de los argumentos que más se escucha es que los chicos están acostumbrados a leer en pantallas e hipertextos y, por tal motivo, los acerca de forma más “natural” al mundo de los libros. Clarín Educación consultó a especialistas nacionales e internacionales quienes cuenten las claves de esta nueva forma de lectura. El español Jesús Moya, especia-

lista en semiología de la interacción entre texto e imagen de la Facultad de Educación de Cuenca, hace hincapié en la necesidad de que tanto alumnos como docentes se entrenen en estos nuevos lenguajes. “Vivir en una cultura cargada de imágenes y navegar por pantallas no garantiza la alfabetización visual. Hay que educar a los niños en la gramática visual incluso antes que en la textual”, dice Moya, que fue invitado para exponer sus teorías en las “Jornadas para docentes y mediadores de la lectura” de la Feria del Libro Infantil de Buenos Aires. El español aconseja no anticipar la información técnica a los niños. Así, pueden disfrutar de la lectura y ser ellos mismos quienes las descubren. Además, trabajar con elementos como la ubicación de los personajes en las escenas, los colores, o el poder que da el ángulo desde que se mira la escena. Claudio Ledesma coordinó las Segundas Jornadas Internacionales de Literatura Infantil y Juvenil, que se realizaron en la Biblioteca Nacional los primeros días de junio, a la que asistieron docentes de todo el país. Allí, los libro-álbum también tuvieron un rol protagónico. Consultado por Clarín Edu-

Olivia salva el circo. Ian Falconer. Fondo de Cultura Económica. $69

Animales al natural. Un acuario portátil. Fondo de Cultura Económica. $105

Flotante. David Wiesner. Océano-Travesía. $61

La chanchita Olivia, personaje clásico en la lectura de álbumes. protagoniza diversas aventuras culturales. En este caso, en el circo.

¿Quién se anima a comparar el tamaño de sus dedos con el de los dientes de una orca? Aquí, los animales marinos en tamaño real.

En esta obra emblemática de la narrativa visual son los dibujos quienes cuentan la historia, sin usar palabras. La historia comien-

za cuando un chico encuentra en la playa una extraña cámara de fotos. Los docentes pueden trabajar desde la ubicación de los elementos en la página hasta los colores, el marco o el poder que da el ángulo desde que se mira la escena.

Numeralia. Jorge Luján e Isol. Fondo de Cultura Económica. $54

¿Qué es el Tiempo? Antje Damm. Iamiqué. $59

Lobos. Emily Gravett. Macmillan. $58

Mi hermano. Anthony Browne. Fondo de Cultura Económica. $57

Los números también son insólitos dibujos. Y se pueden recordar y aprender, jugando. Este libroálbum muestra el camino.

¿Qué es el tiempo? Una pregunta tan antigua y profunda no siempre puede responderse con palabras. Las imágenes aquí toman la posta.

Aquí, los dibujos dicen mucho más que la palabra escrita. Los clásicos roles literarios se invierten y, el texto “ilustra” la imagen.

Un niño va describiendo a su hermano, un ser maravilloso. Y descubre todo lo que tienen en común. El autor es un clásico en álbumes.

Verónica Maguitman Especial para Clarín

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Cómo leerlos ante “el público” ¿Cómo leerle un libro álbum a los alumnos? ¿Es lo mismo contarles uno de estos cuentos que otro de un libro tradicional? Claudio Ledesma dirige el Círculo de Cuentacuentos y aporta su punto de vista: - Sólo es cuestión de memorizar las palabras y mostrar las imágenes. En cambio, cuando narramos un cuento tradicional, necesitamos crear imágenes, porque el texto fue escrito para ser leído y no escuchado. - No temerle a las pausas. El silencio es fundamental para poder detenerse en la imagen: que el texto respire y que la gente descanse. - Tener en cuenta que el niño, con su mirada fresca, descubre detalles que los especialistas no ven. - Prestar atención a los anzuelos: dibujos escondidos que se repiten y dan sentido a la lectura.

cación, Ledesma propuso algunas claves para llevarlos al aula: e Confiar en el libro. Se trata de una obra de arte y, como tal, “opera en el tiempo”. Es decir, hace un trabajo interno y puede tener efectos en el futuro. e El contagio. El adulto tiene que disfrutar mucho del material. El amor a la lectura no es una enseñanza sino una pasión que se contagia. e Mejor manchado que no leído. En muchas bibliotecas, estos ejemplares están escondidos como tesoros porque son caros. Para Ledesma, es importante que estén a la mano del chico, incluso si éste lo rompe o mancha. “Un libro roto es un libro leído. Si se arruinan forma parte del trabajo y es preferible eso a que no se lean”, dice. e No a la fotocopia. Estos son libros que narran desde la misma edición y su paleta de colores. Incluso algunos comienzan en la tapa y concluyen en la contratapa. e Calidad. No preocuparse por la cantidad de libros leídos por los alumnos sino por la calidad. e Motivadores. Estas obras son una de las mejores promotoras de lectura, porque tienen poco texto y eso facilita la tarea. Es ideal para los adultos que recién empiezan

a leer: se van con la sensación de que leyeron tres libros en un día. e Múltiples lecturas. Los librosálbum modifican el tiempo de lectura porque se leen con la mirada. Incluso se pueden leer varias veces y en cada lectura se encontrará algo distinto. Gabriela Augustowsky, coautora del libro Enseñar a mirar imágenes en la escuela, de la editorial Tinta Fresca, y autora de El Arte en la enseñanza, de Paidós, propone un enfoque centrado en el lector y en lo emotivo. “Mirar no es leer imágenes. Mirar es una actividad que conlleva un gran despliegue cognitivo y fuertes componentes emocionales. Quienes hablan de alfabetización visual sobrevalúan a la palabra escrita. Las imágenes despiertan sensaciones que no pueden traducirse a palabras”, dice la especialista. Para Augustowsky, enseñar a mirar una imagen no significa necesariamente enseñar a decodificar un mensaje, oculto o manipulado. “Solamente hay que dejar tiempo y espacio para que los chicos miren tranquilos los libros, sin tener que producir algo a continuación. Hay que confiar en las emociones y sensaciones que provocan las imágenes.”

El juego de las formas. Anthony Browne. Fondo de Cultura Económica. $75 Un chico viaja en tren con su familia para conocer el museo de Arte de la ciudad. Ese día cambió su vida para siempre.

Lectura de imágenes. Los niños... E. Arizpe y M. Styles. Fondo de Cultura Económica. $79 Para docentes, una completa guía para abordar los librosálbum. Estudios realizados con chicos de diversas culturas.


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|| Clarin || educacion || MIERCOLES

22 de agosto de 2012

> experiencias Las clases se dictan en aulas con dos maestras y cinco alumnos como máximo. Abajo, el taller para adultos y el momento en que se inauguró la institución, hace 24 años.

Enseñan con el cuerpo

pepe mateos

Las maestras de la escuela de Institución Fátima usan el tacto, el olfato y el gusto para educar a niños y jóvenes sordociegos.

odo comenzó hace 38 años, cuando en medio de una gran epidemia de rubéola nació Fátima, una beba sordociega completa. No veía ni escuchaba nada, porque tenía síndrome de rubéola congénito. Alicia y Carlos –sus padres– comenzaron a recorrer un largo camino por el mundo en busca de un sistema de enseñanza que le permitiera a su hija insertarse socialmente. Así llegaron a la escuela Perkins School for the Blind, en Massachusetts, en los Estados Unidos, donde les ofrecieron una solución: formar docentes para alumnos sordociegos. Entonces nació la otra Fátima, una institución que trabaja como escuela para chicos y taller para adultos sordociegos. Tiene 30 alumnos y está ubicada en Béccar, en la provincia de Buenos Aires.

“En Fátima trabajamos con el foco puesto en la comunicación, porque el lenguaje y el atravesamiento cultural es lo que, de algún modo, los va a insertar en el mundo. Queremos que los chicos logren la mayor independencia y posibilidades sociales”, asegura la psicóloga Julieta Picasso Cazón, hermana de Fátima y directora de proyectos y recursos. ¿Cómo lo logran? Marcela Zamponi, directora pedagógica, explica que combinan los contenidos académicos regulares, las áreas de desarrollo y las áreas específicas. Los chicos aprenden a comunicarse, a viajar y a comer solos. “Mientras desayunan aprenden a comunicar que quieren más galletitas y, al mismo tiempo, practican matemáticas”, ejemplifica Marcela y aclara que la escuela tiene en cuenta la curricula oficial, pero respetando las necesidades de cada alumno, su edad y su discapacidad. Algunos alumnos no son sordociegos totales, pero todos entien-

el próximo

El miércoles que viene, en Clarín Educación, un informe acerca de uno de los grandes ritos de pasaje de la trayectoria escolar: Preparados para la secundaria. Cómo encaran las escuelas –y los alumnos– la transición desde la primaria al nivel medio. Testimonios, experiencias y claves para el aula.

Vanina Pikholc

Especial para Clarín

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Una escuela a puro pulmón La sordoceguera es una discapacidad múltiple: varias discapacidades que funcionan de la mano. Pero todavía no está reconocida legalmente de esta manera, y eso hace más difícil para Fátima conseguir recursos. El apoyo de las obras sociales es escaso y, muchas veces, llega tarde. Por decisión propia, tampoco reciben ayuda estatal. “Lo elegimos así porque si recibimos subvención, el Estado puede decidir sobre el programa y el funcionamiento de la escuela”, dice Julieta Picasso Cazón. Para ayudar a Fátima, comunicarse al 4723-3444 ó a info@ institucion-fatima.org.ar

den el lenguaje de señas. A los que no pueden ver, se los guía con las manos, con la técnica mano sobre mano. En Fátima, cada profesor, alumno, lugar y objeto tiene una seña identificatoria, que todos conocen. Y los profesores repiten hasta el cansancio los nombres de las cosas, mientras transmiten las señas a las manos de los chicos. Los sordociegos tienen muy desarrollados el olfato y el tacto, por eso en clase se trabaja con perfumes, música, texturas y juguetes especiales. Mientras en un aula algunos chicos con resto de audición escuchan cuentos, en otra, chicas de 9 y 10 años juegan con muñecas y perfumes para aprender las partes del cuerpo. El taller de adultos, en cambio, persigue la inserción social y la búsqueda de empleo. “Viajan en colectivo y hacen tareas en estaciones de servicio, bares y supermercados. Limpian las góndolas, pintan las líneas amarillas de la calle, riegan las plantas y reciben

un pago simbólico. “Es una forma de insertarlos en el sistema”, sostienen los directivos de Fátima. Con estos chicos sordociegos, la estimulación temprana y personalizada es fundamental. Por eso, en cada aula hay 2 maestras y, como máximo, 5 alumnos. Son maestras especiales, de sordos, ciegos y discapacitados mentales. “Conseguir docentes no es fácil, porque no hay un espacio en toda la Argentina que forme maestras en multidiscapacidad”, cuenta Julieta. Fátima también funciona como una escuela para las docentes que trabajan allí. Lorena Rodríguez Bruno, una de ellas, dice que siente que aprende el doble de lo que enseña. “Me encanta escuchar sus manos, sus cuerpos y ayudarlos a desarrollar sus posibilidades de comunicación, para que sus potenciales salgan a la luz y aprendan a convivir. Soy feliz observando la fuerza interior que les permite enfrentar todos los obstáculos”, relata la emocionada maestra.


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