RC MAG 5

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RC MAG N째 5 MAYO - JUNIO 2011 Enbiciados Contrarreloj 4-Preguntas Frames The-International-Uban-Cyclist Ride-a-aBike-Madafaka Mapocho-Pedaleable Activista(s)-y-Lo-Pendejo-de-Serlo Ciclistas-de-Izquierda

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ontrarreloj: L a gloria con

cronómetro en mano A propósito de la realización de Perseguido por el Perkele, contrarreloj corrida por las calles de la capital, conversamos con el ganador de la versión del año pasado, Erick Bollmann, quién nos cuenta su experiencia en este tipo de carreras tanto en la calle como a nivel competitivo. Un relato para entender mejor esta modalidad en la que se compite sólo contra el cronómetro. Por Alejandro D’Agostino. Fotos: José Méndez flickr.com/josemanuelmendez

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La tarde del sábado 17 de enero de 2009 se daba la largada al Alleycat Puentes. Dentro de los corredores se encontraba un incipiente corredor urbano, Erick Bollmann (31), quien hacía poco había armado una bicicleta single speed en el otrora taller comunitario Taller Voltaire. A la meta Erick llegó sano y salvo, 21 minutos después del ganador de la carrera. Logró el octavo lugar de los quince corredores inscritos para aquel veraniego alleycat. “Me encantó, lo pasé la raja”, son las palabras con que Erick recuerda su primera carrera en la ciudad. Luego de su debut, Erick siguió participando en otras carreras urbanas. Empezó a entrenar recorridos cada vez más largos en su single speed con el único objetivo de alcanzar el podio. “Con todo lo que entrenaba para los alleycats, mi deporte de a poco empezó a ser el ciclismo de ruta”, explica. Al sumar kilómetros de entrenamiento, Erick vio la necesidad de armarse otra bici, una que lo acompañara para aquellas travesías. Al poco tiempo encontró un cuadro de ruta Rossin usado en oferta en un sitio web de ciclismo. Para la Navidad de 2009, su rutera ya estaba armada. CONTRARRELOJ URBANA El viernes 9 de abril de 2010, Francisco De La Torre, A.K.A. Sacoeweas, junto al blog ciclístico urbano Lef, organizó la contrarreloj urbana “Perseguido por el Perkele”. El singular nombre se debió a la visita de Sebastián Oroza, un finlandés de generosas proporciones que gustaba de jugar Bike Polo (un deporte atípicamente pulento), que estuvo paseando en Chile por un par de meses. Tal como rezaba el afiche de la carrera, el término Perkele significaría tener una “determinación excepcional, relacionada con el trabajo esforzado o duro”. De esto, Erick Bollmann puede dar fé: “La contrarreloj es dar lo máximo de tí porque se trata de correr solo”. Aún cuando correr esta prueba significa competir contra uno mismo, el pedalear en medio de autos, micros y peatones difícilmente podría ser considerado correr solo. “En esta carrera tienes que pensar que pueden existir muchos imprevistos”, Erick advierte.


FIXIES VS RUTERAS Erick obtuvo el primer lugar en Perkele a pesar de haber tenido un par de pannes en el camino. “Se me salió la rueda trasera dos veces durante la carrera porque no había apretado bien los bloqueos”, cuenta entre risas. El tiempo oficial de su desempeño fue de 36 minutos y 50 segundos en dar 2 vueltas de 10,43kms. Pero, según cuenta Erick, la historia podría haber sido bien diferente: “Tuve mucha suerte que el otro rival de peso, el Pajarito (Jaime Fredes), pinchó. También le pude ganar a mi amigo Franco Celis (quien obtuvo el segundo lugar), pero él corrió en fixie, lo que considero una desventaja”. En este sentido, Erick cuenta que prefiere correr en carreras alleycat que no demanden un determinado tiempo (como las pruebas contrarreloj) en una fixie. “Si yo fuera más competitivo, correría todas las alleycats en la rutera porque puedes mejorar tus tiempos en las bajadas. Pero correr en fijo para mí es lejos más entretenido”, comenta con una sonrisa. Para esta contrarreloj tan ilustre,Erick decidió probar su recién armada bicicleta (la misma que todavía usa para rutear). “Es súper bonita. Tiene un marco de ruta Rossin con tubería Columbus SLX (el tope de línea en la década de los ‘80). Viene con una horquilla Ciöcc y tubo de sillín Campagnolo”, dice con los ojos brillosos.


PONERSE A RUEDA Erick cuenta orgulloso que aprovechó de “cortar el viento” con los muchos autos que a esa hora bajaban por avenida Matta: “Aprovechando que fui en la rutera, me acuerdo de haber alcanzado 50 kilómetros por hora poniéndome a rueda de un auto”. Aclara que fue por pocos segundos porque la mayoría de los autos transitaban más rápido de lo que Erick podía pedalear. “Lo ideal es tomarse de los furgones porque no andan excesivamente rápido y porque desplazan una mayor cantidad de aire”, aconseja. Eso sí, ponerse a rueda tiene sus riesgos. En una de sus travesías de entrenamiento, Erick pasó sobre una serie de hoyos en la carretera. Al pedalear a escasos centímetros de la parte trasera del auto de un amigo, no advirtió el peligro adelante. “Me comí todos los hoyos, pinché y tuve que devolverme en su auto. Como él me iba sacando fotos hacia atrás, tampoco se dio cuenta de lo que venía”, se excusa.



TOMARSE DE UN AUTO Otra técnica de pisteo es tomarse de algún vehículo en movimiento. “Tienes que agarrarlo a la misma velocidad a la que vas tú. Puedes tener tracción con sólo apoyar tu mano en cualquier hendidura de un auto. Pero apenas empiece a agarrar mucha velocidad, te sueltas”, aconseja Jaime Núñez (28), A.K.A. “Frankie Nun”, antiguo organizador y corredor de competencias urbanas. Cuenta que le dio uso a esta técnica en otra contrarreloj urbana también organizada por Francisco De La Torre: “Contrarreloj Urbana” (2008). Frankie se tomó de una camioneta y logró el segundo lugar. Aun cuando Erick no usó esta osada estrategia en el Perseguido por el Perkele, sí recuerda haberla usado en otra alleycat. “Me sirvió caleta para ponerme de los primeros. Me pasé a todos los weones. Igual iba muerto de miedo”, asegura. Para quien se atreva a realizar esta maniobra,


los resultados son tentadores: emulando a Frankie Nun, Erick también se agarró de una camioneta para obtener el segundo lugar en la alleycat mundial Global Gutz 2010. LAS ESTRATEGIAS En cuanto a la mejor estrategia para subir por avenida Matta, Erick es categórico: anticiparse a los semáforos. “Lo ideal es ver dos semáforos hacia delante. Si el segundo está en rojo, bajas tu ritmo para que cuando llegues a esa esquina te encuentres con la luz verde”, explica. La idea sería evitar parar en el semáforo para no desgastarse perdiendo el vuelo que uno lleva. En cuanto a la táctica para tomar las curvas en esquinas, Erick aconseja saber apostar. “En Matta con la carretera panamericana y en Sierra Bella con Matta tienes que saber visualizar si serás capaz de llegar andando para no verte forzado a parar.


En las esquinas chicas, como Ñuble con Carmen y Ñuble con Sierra Bella, la estrategia es entrar con todo porque son calles de relativo poco tránsito”. EVOLUCION NATURAL “Con el tiempo me di cuenta de un fenómeno de evolución natural: algunos de los que corrían alleycats en single speed o fixies probaron suerte en las competencias de ruta”, destaca. La transición de Erick, en este sentido, reflejó la de sus cercanos pero con un mayor ímpetu. Ciclistas urbanos cercanos a Erick, como Alejandro Verdugo, Juan Pablo Díaz, Franco Celis, probaron sin mayor constancia su suerte en Canadela, agrupación que organiza competencias de ciclismo de ruta.

Aparte de correr en carreras alleycat, Erick tambien corre en Canadela. “Esta temporada creo que he salido en casi todos los podios de la categoría Debutantes. No me he subido a la categoría Adulto A porque siento que daría jugo y que la única estrategia que podría tener sería ponerme a rueda. Me gusta pedalear, pero también quiero poder seguir aspirar a hacer estrategias y no solo aspirar a chupar rueda”, explica. CONTRARRELOJ CANADELA El 23 de abril de 2011 Erick logró el tercer lugar en la contrarreloj de 17 kilómetros de Los 3 Días Vargas de la asociación Canadela. Para alcanzar los 26 minutos y 23 segundos que le tomó la prueba, Erick usó dos armas secretas para cortar el aire: “Me compré unas barras Aero que instalé sobre el manubrio de mi bici. Son las barras más básicas que venden,




pero me ayudaron bastante. También le puse cinta adhesiva negra a los hoyos de ventilación del casco. Pero, para ser sincero, no tengo idea cuánto me habrá ayudado”, dice entre risas. En el Perseguido por el Perkele, Erick se ofreció para largar primero al ver que nadie se animaba a colocarse en la línea de partida. “Largar primero es lo peor que te puede pasar en una contrarreloj porque no tienes referencia de cómo tienes que pedalear”, explica. Dado que no tenía a nadie pedaleando adelante, Erick corrió como nunca por las calles de Santiago Centro. 40 KMS/HR: ¡IMPOSIBLE! En el sector de Alto Noviciado, en la comuna de Pudahuel, la historia fue diferente. Erick partió último debido a los puntos que obtuvo en la etapa anterior de Los 3 Días Vargas.

Al igual que en el Perseguido por el Perkele, Erick dio todo de sí: “Salí rápido porque me dijeron que tenía que hacer un promedio de 40kms/hr para bajar de los 25 minutos… ¡Imposible!. Nunca pude llegar a esa velocidad. Con mucho esfuerzo, logré mantener 38 kms/hr. Con decirte que iba respirando por la boca con la cabeza agachada pedaleando. Y para los metros finales, la piqué con todo”. El presidente de Canadela, Rafael Vargas (49), explica que, si bien algunos se preparan exclusivamente para esta prueba, incluirla en Los 3 Días Vargas tuvo cierta resistencia. “Varios corredores llegan con bicicletas galácticas. Se preparan mucho para esta prueba. Pero cuando las “cronos” se iniciaron en 2001, los competidores no querían correrla, estaban molestos. Se enojaron aún más cuando en 2008 decidimos subir la distancia a recorrer de 10 a los 17 kilómetros actuales”, cuenta mientras sigue atendiendo gente en su tienda de ciclismo en San Diego.



Rafael dice que, a pesar de la oposición que enfrentó al principio, se decidió continuar con la prueba para darle un aire de Vuelta a Chile a Los 3 Días Vargas: “Quisimos incluirla para poder vivir una especie de Vuelta a Chile chica. Toda vuelta tiene su crono. La idea de esta prueba es medir realmente quién está mejor preparado. Yo compito en la crono porque es parte de esta serie de competencias, pero pertenezco al 70% de los corredores que preferiría que no estuviera” menciona con franqueza.




Francisca Vargas Diseñadora de Ambientes y organizadora de las Ciclorutas Patrimoniales de la Fundación Manos Abiertas Para el Desarrollo

¿Cómo ha sido la experiencia de organizar estas ciclorutas? Un gran desafío. He logrado perfeccionar la fórmula de trabajo y organización en base a ensayo, error y acierto. Además, las encuestas que hacemos en cada cicloruta han sido un enorme aporte para tomar en cuenta lo que yo tengo en mente y lo que gente espera. Cabe destacar que el destino ha puesto en mi camino a personas comprometidas con la causa, que les fascina y me apoyan en todas las locuras y que a la vez me aterrizan. Son los responsables de que la gente quede encantada con lo que hacemos: Milton, amigo de la vida; Rubí, amiga de la universidad; Nicolás, historiador, gestor de la Ruta de las Picadas y quien asistió a la primera cicloruta y se ofreció como guía gratuito; Marco, arquitecto de 5° año que quedó gratamente sorprendido al ver el enfoque que le damos al patrimonio al abordarlo, ya que no es sólo un tema arquitectónico, sino que también cultural, histórico, ese que te cuenta la abuelita que ha vivido toda la vida en una población; además cabe destacar a mi amigo Jesús, quien esta al pie del cañón siempre sacando las fotos de manera voluntaria y gratuita y aguantándome cuando tengo mis ataques de nervios antes de cada recorrido. Las ciclorutas me han puesto a prueba en muchos aspectos personales y profesionales, pero al final de la jornada la cara de felicidad nadie me la quita y ese es el mejor pago que puede existir, ver que asisten tantas personas, que se casan con la idea y la causa.


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¿Como sientes la llegada de la gente que participa? Con respecto a eso debo decir que ha sido una muy grata sorpresa. La mayoría de las personas que llegan no son conocidas nuestras. Es gente motivada con usar la bici, juntarse como tribu cletera, que aparte de pedalear quiere conocer a fondo nuestro hermoso Santiago. Se casan con la iniciativa y si fuese por ellos irían todos los fines de semana. Es una locura, pero una locura muy linda. Obviamente si de mi dependiera, si tuviera más pitutos, y por ende, mejor difusión, por mi que llegarán 500 personas, eso sería sensacional, pero con los que van ya encuentro que ya es un éxito. Sólo llevamos tres ciclorutas y vamos para la cuarta, así que creo que la llegada con el público es excelente.

¿Cuál es el balance luego de cuatro recorridos? Yo hago raya para la suma. En un principio creí que irían cincuenta personas como máximo, a pesar de los cientos que estaban confirmados en Facebook, que es la gran fuente de difusión que uso, pero no ha sido así y en cada nueva cicloruta me sorprendo gratamente. Junto con ello ha salido en diversos medios escritos, como La Tercera y Publimetro, lo cual para mi, que no tengo contactos con esas plataformas periodísticas, es todo un logro en sólo tres iniciativas. Ahora hay que subir al siguiente nivel que es tener auspicios, pero sigo siendo una aprendiz de todo esto, así que creo que esa parte no será tan fácil.



¿Hasta donde llegarás con las ciclorrutas? No me he planteado un límite. Para mi Santiago es tan fascinante, tiene tantas historias, tantas joyitas arquitectónicas, tantos mitos, tanta magia, que tengo ciclorutas para mucho tiempo más. Yo creo que se harán hasta que un día no vaya nadie y espero que eso nunca ocurra, pero ideas hay. Siempre ando con mi libreta llena de ideas, nombres de arquitectos, calles, direcciones, cosas que leo en alguna revista y que anoto y luego investigo para ver que se puede armar, así que tendrán ciclorutas por un buen rato.

edicion de la revista de Rebel Callejeros



Argentino residente en Lyon. Es saxofonista de jazz y trabaja esporádicamente en fotografía para eventos. Es uno de los primeros jugadores de bike polo en Francia junto al Team Sparton de Lyon. Dicho equipo está compuesto, entre otros, por Morgan Morgain (hijo de chileno) y Àlvaro Meza, chileno y difusor de la cultura fixed en esa ciudad de francia. Este particular grupo rescata la identidad chilena de la fábrica de cuadros de pista Sparton pedaleando arriba de estos reconocidos cuadros y nombrando a su equipo en honor a este marca. Esta colorida sesión de fotos es parte de un trabajo colectivo entre Leone y este grupo de chicos que recrea escenas lúdicas llenas de simbolismos sobre Chile y el ciclismo.


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The Internation


nal Urban Cyclist Luke Ollett (28) acaba de embarcarse de vuelta a California. Se devolvió a su tierra natal el 15 de junio pasado porque sintió que había cumplido un ciclo acá. De Chile, dice que se enamoró de los prístinos caminos del Cajón del Maipo (y, por supuesto, de una dama santiaguina), por lo que está pensando seriamente encomprarse una casita en los cerros. En este artículo, Luke relata las peripericias, diferencias y similitudes que vió como pedalero urbano y rutero en sus viajes por el mundo. Asegura que, por el amor que le profesa a la bici, ha pedaleado y competido en lugares de los que el santiaguino típico jamás ha oído en su vida. El gringo se convierte así en nuestro guía turístico.

Por Luke Ollett Traducido y editado por Alejandro D’Agostino Fotos: José Méndez, Jaime “Frankie” Nuñez, Jesús “Yisus” Ortega.

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Siempre pienso que soy muy afortunado por haber conocido y experimentado en carne propia la manera única en que pedalean mis hermanos californianos, ingleses, argentinos y chilenos. Fue en California donde mi amor por la bicicleta comenzó. En Argentina, desarrollé mis habilidades para sobrevivir en cualquier ambiente urbano. En Inglaterra, mi piel y mi mirada se endurecieron gracias a los embates de la madre naturaleza. Y ahora, me muevo por el caos de buses y taxis en Santiago de Chile. A pocas semanas de irme de vuelta a mi natal California, decidí escribir acerca de las diferencias y similitudes que l@s herman@s ciclistas tienen en todo el mundo.

El Clima En la parte sur de California, durante 360 días del año, el clima es el mejor del mundo para pedalear. El termómetro jamás pasa de los 32 grados celcius con una agradable brisa marina. 15 grados celcius a la sombra es lo más frío que encontrarás.

En Argentina, hay un amigable aire que limpia el smog y que suavemente te empuja hacia tu destino en las calles de Buenos Aires. Sin embargo, de lo único que un ciclista debe preocuparse es de la torrencial lluvia de media tarde que te puede dejar botado junto a tu bici en una isla de inmundos desperdicios que las alcantarillas obstruídas dejan flotando por todos lados. El problema acerca de Inglaterra es que te transforma el cerebro completamente. Empiezas a pensar que eres un soldado completamente mojado y deprimido pedaleando pesadamente a través de los campos de batalla. Allí, aprendí el arte de usar varias capas antes de subirse a la bici para así protegerme del riguroso clima y darme la flexibilidad de desmontarme de mi corcel de dos ruedas y sumarme al resto de la sociedad. Sólo puedo imaginarme que el clima en Chile es fenomenal y a la par de California, su hermana latitudinal. Pero no hay forma de saberlo por la increíble cantidad de smog. Tus piñones y pulmones están constantemente cubiertos con el polvo más tóxico que la humanidad haya conocido.


Las calles y los caminos California es la tierra de los caminos amplios, nivelados por las mismísimas manos de Picasso. Allí no existe el concepto de pedaleo urbano agresivo, por lo que cualquiera puede ir a la mayoría de los lugares a ojos cerrados a través de ciclovías privadas en las que ningún auto o bus jamás se estacionaría. En Argentina no es raro ver anchas avenidas con semáforos hermosamente sincronizados que organizan (hasta cierto punto) el aparente caos automovilístico y que, a la postre, te dejan el camino libre por kilómetros. El andar por la ciudad sería perfecto si no fuera por los millones de mojones de perro y las imprevistas secciones de adoquines que dejan aturdidos a cualquiera. Cada vez que el semáforo daba la luz verde, podía oír el cardumen de furiosas motos, deseando poder pasarse las rojas como yo lo hago. Respetan mi velocidad, pero no es secreto que están hartas de mi maniobrabilidad. Definitivamente una relación de amor y odio.

El trazado de la capital de Inglaterra, aparentemente construída por un montón de ingleses ebrios, es el lugar ideal para perderse si no has vivido allí toda tu vida. Ya que no es misterio para nadie que la bici es la forma más rápida de moverse, cientos de kilómetros de ciclovías están ahí esperándote, pero debido a lo sobrepoblado de la ciudad, te aconsejo estar preparado para pedalear sobre las veredas o pasto de vez en cuando. Londres es un gran lugar para el ciclista regular. Las autoridades se esmeran bastante en incentivar el uso de la bicicleta. Me acuerdo de haber estado en el SkyRide, una reunión de ciclistas de cincuenta kilómetros de largo alrededor de la ciudad donde todos usaban unos chalecos reflectantes verdes. Algo entretenido era, pero el verdadero punto era que cerraban grandes avenidas para dárselas a los ciclistas. Eso sí, lo mejor por lejos es la Masa Crítica el último viernes de cada mes. Anda al National Theatre alrededor de las 7pm y prepárate para quedar impresionado.



Si bien “sólo” habrán unas cinco mil bicicletas, es impresionante lo amigables que son los que participan. Lleva algo para tomar o comer y verás como todos te convidan de todo. Me acuerdo que todo el tiempo te sientes immerso en una ola de luces como si estuvieras en un desfile. Pero esas luces no eran de linternas o juguetitos luminosos; eran de los autos que tocaban la bocina en repudio o aprobación (los menos) de la Masa Crítica. Chile es un caso bien distinto. Si no te importa destruir tu rueda con los hoyos profundos en el pavimento; si no te importa la vibración repetitiva del asfalto mal nivelado; y si no te importa comerte tu orgullo ante los buses articulados de 30 metros de largo, puedes disfrutar de uno de los pedaleos urbanos más rápidos y extremos de este planeta.

Para ser un país en vías de desarrollo, Chile tiene por lejos las peores calles. Las pistas de las calles son muy angostas por lo que los autos te pasan rozando. También está plagado de hoyos gigantes que me han roto ya dos neumáticos. Los perros vagos son una pandemia: las veces que he competido en ciclismo de ruta, he visto como se cruzan dejando un mar de ciclistas tirados por todos lados. Las ciclovías en Santiago son un chiste por lo angostas y mal construídas que están, y más encima, están delimitadas con bloques de cemento de 20 cms. de altura que, de andar desconcentrado, destruirían tus llantas inmediatamente.


Las Bicicletas

La gente y la cultura

Muy a lo Hollywood, la bici se ha convertido en un artículo de moda para muchos en California. Las calles bien asfaltadas nos han permitido comprar sin miedo esas llantas delicadas de velódromo con esos rayos tan estilosos. No es raro tener más de 3 bicicletas y cada una cuesta más de lo que estarías normalmente dispuesto a admitirle a tus amigos.

En California la palabra “ciclista” se ha convertido en sinónimo del término “hipster”, lo que me molesta bastante. La juventud “posera” y en extremo inmadura y desarraigada está arruinando la imagen del ciclista en las grandes ciudades. Ha habido casos de grupos de más de doscientas personas en bicicletas de piñón fijo asaltando en masa varios supermercados. En este momento se están pasando leyes que prohíben grupos mayores de 6 ciclistas al mismo tiempo. Una verdadera lástima.

La recuperación económica desde los tiempos en que la moneda Argentina estaba emparejada con el dólar ha sido lenta, por lo que la calidad y el costo de las bicis no es de lo mejor. De hecho, vi por lo menos 3 ruedas con un círculo de madera montado sobre la llanta de fierro (en vez de un neumático normal) que hacían un peculiar pero maravilloso sonido al rodar por el camino. El implacable clima lluvioso de Inglaterra no promueve una bici saludable. Los guardafangos para evitar el lodo y agua sucia en tu espalda son obligatorios. Los aceites caros que limpian tu cadena mientras la lubrican se venden por docena. Las bicis Single Speed no son cool, son sólo más fáciles de mantener en un clima que destruiría el más resistente de los trenes sólo con su omnipresente humedad. Por lejos, las bicis más prácticas las encontré en Chile. Hay bicis para hacer de todo: desde irse al trabajo hasta para divertirse. La típica persona que decide armarse una bici lo hace no sólo teniendo en cuenta sus gustos o preferencias, también lo hace teniendo muy en cuenta el tipo de superficie sobre el cual van a andar y, por sobre todo, el dinero que tienen en sus bolsillos. El chileno no se endeuda para tener una bici como sus hermanos de los países del norte.

La poca gente con la que hablé en Argentina, debido a mi limitado español, se portó muy bien conmigo. Me invitaron a sus casas y me trataron como si hubiéramos sido amigos por años. Eso sí, en mis seis meses en ese país, rara vez encontré ciclistas urbanos de tomo y lomo. Me sentía solo. Jamás vi alguna carrera alleycat. Sólo puedo imaginarme que en algún lado hubo alguna Masa Crítica, porque nunca pude encontrarla. Por lo mismo, es poco lo que puedo decir de los ciclistas argentinos. Inglaterra está evidentemente sobrepoblada. Con el poco espacio que tienen, las autoridades inglesas están empecinadas en tratar de que los automovilistas, ciclistas y peatones se lleven bien. Es por esto que es uno de los países que más hace para que la gente efectivamente se suba a pedalear. Ofrecen programas que pagan parte de tu bici siempre y cuando la uses para ir a trabajar. Muchos lugares de trabajo tienen bicicleteros cubiertos y duchas para aquellos que pedalean al trabajo.



Sin embargo, en Inglaterra los autos siguen odiando a los ciclistas y no lo pensarían dos veces antes de sacarte del camino. Los ancianos, al parecer, tampoco nos aprecian mucho. Me acuerdo de un viejo que comenzó a elogiar mi bici para después, sin previo aviso, empezar a decir que deberíamos pagar permiso de circulación. Terminó diciendo, en el tono más calmado y respetuoso, que odiaba a todos los ciclistas. Mientras me contaba estas imbecilidades, su perro se cagaba en la vereda, imagínense. En una escandalosa iniciativa, el gobierno de Chile trató de imponer una ordenanza de que todas las bicicletas debían circular por las ciclovías o por la vereda, dejando las calles sólo para los autos. Aún cuando la imbecilidad es una pandemia entre los políticos, debo decir que quedé sorprendido por tamaña iniciativa. Pero más sorprendido aún quedé del poder de la comunidad ciclista chilena. En cuestión de un par de días, se unieron en un exitoso rechazo, en una demostración de unidad y hermandad pedalera.

Carreras Hasta ahora, sólo me he referido al ciclista urbano que he encontrado en mis viajes. Pero mi real pasión es la de correr al frente de un pelotón a 50km por hora. Cada corredor es un ciclista urbano, pero no todos los ciclistas urbanos tienen alma de corredor. Respeto a todos los ciclistas por igual, pero estimo especialmente a aquellos que corren porque entiendo el compromiso y tiempo que le dedican al deporte. Dado el deseo estadounidense de trabajar doce horas al día, todas las carreras en California son de noche. Y debido al encaprichamiento norteamericano con los autos, muchas de las carreras son circuitos que se hacen en estacionamientos. Es por esto que las carreras son bien rápidas y, con la excepción de pedalear como energúmeno al final, carecen de toda estrategia. Escaparse del pelotón es raro, mientras que, con tantas curvas, los choques son frecuentes. La inscripción de 15 dólares sólo se entiende cuando te enteras de las increíbles ruedas de carbono que le regalan al ganador.


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Nunca había recibido tantos codazos en mi vida antes de llegar a Argentina. El corredor de ese país se cree lo mejor que le ha pasado a este mundo, aún cuando rara vez hacen algo más allá de alcanzar su propia caramayola. En Buenos Aires, las carreras son fantásticas, con más de cien ciclistas pedaleando en un circuito de menos de un kilómetro de largo. Con un poco de ego y orgullo, sobrevivirás bien en Argentina. La de Inglaterra es la organización competitiva ciclística más ordenada y mejor preparada del mundo. Una vez que te inscribes en la British Cycling Organization, puedes llevar un registro de tu progreso con todos tus resultados en la tabla de posiciones. Si quieres figurar, necesitas hacerte de un buen equipo. Fue en Inglaterra donde aprendí el valor de tener gente cerca en la que puedas confiar dentro del pelotón. Es una gran sensación destruir tus pulmones y piernas al punto de apenas poder terminar la carrera, sabiendo que llevaste a tu compañero al podio. Al comienzo me fue extremadamente difícil encontrar carreras de ruta en Chile. Pero, después de un tiempo, supe de Canadela. El hecho de competir en Santiago me ha llevado a lugares a los que sé que muchos santiaguinos jamás han estado. Mucha gente no sabe donde está la cuesta Chada o que hay otra manera, mucho más linda, de llegar a San José de Maipo. El gringo se convierte en el guía turistico, ajá.

Conclusión El mundo tiene mucho que ofrecer, y mucho que mostrarte. Y, si miras desde el sillín de tu bicicleta, estoy seguro que podrás ver todos los colores que hay. Mi vida como un pedalero internacional, urbano y rutero, me ha dado nuevas y variadas perspectivas del mundo, y por eso estoy profundamente agradecido. Si hay algo que creo que se puede sacar de este humilde artículo es que donde sea que te encuentres, cualquiera sea el idioma que hables, y del país que seas, eres y serás siempre un cuidadano de la Bicicleta. Te aseguro que, por el amor que le tienes a tu bici, nunca andarás solo. La bicicleta es, en mi opinión, el gran elemento que nos hace sentir vivos y que nos une a todos.


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Sobre quienes nos representan Por NN Desde que me he ido sumergiendo en el mundo ciclista y he ido conociendo las diversas agrupaciones junto a sus ideales, rivalidades e historias, me ha parecido que todo este fenómeno es muy interesante de observar y analizar. Pero dejando de la lado esa “peculiaridad” me inquieta hace mucho una incertidumbre. Soy ciclista, quiero lo mejor para que tengamos las condiciones idóneas para andar en bici y espero que Santiago y Chile cada vez comprendan más la importancia de un cambio de mentalidad dejando de lado la comodidad y el sedentarismo. Soy de las que trata de ir a toda manifestación y actividad sobre dos ruedas, esperando que sea un aporte para generar un gran cambio a largo plazo pero ¿quiénes nos están representando? ¿Quién ha decidido que una ley o pacto es lo más adecuado para TODOS los ciclistas urbanos? ¿Quién ha otorgado el poder de decisión a un pequeño grupo de personas en representación de miles? Yo no lo he hecho. Además qué ocurre con la contraparte, los que no queremos una ley de la bicicleta.

¿Nos pondremos a pedalear para demostrar nuestro descontento o seguiremos pedaleando los primeros martes de cada mes sin generar verdaderas premisas sobre lo que queremos los ciclistas? Luego del polémico proyecto de modificación de la Ley de Tránsito y la oportuna actuación de los ciclistas comunes y corrientes, lejos de modas y ganas de liderazgo, me pregunto cuando el actual presidente agarre este proyecto de ley de la bicicleta ¿actuaremos igual de manera reactiva y no pro activa? Creo que es el momento de que todos los líderes de las diversas agrupaciones ciclistas populares generen premisas del uso de la bicicleta con modelos extranjeros y a la vez contrastaras con los resultados en Chile de las costosas ciclovías de Santiago. Es momento de decir qué queremos y qué es lo que no estamos dispuestos a aceptar por ningún motivo. Es momento de tomar la sartén por el mango y no dejar que se junten firmas para promulgar una ley de la que ni siquiera se sabe quiénes son los que la firman, y que desde mi punto de vista NO SIRVE. La unión hace la fuerza y ya se ha demostrado hace unas semanas, con el logro de bajar la modificación a la Ley de Tránsito. Es momento de dejar atrás rivalidades y generar el verdadero cambio que todos queremos y no sólo el que algunos quieren. Ya no basta con juntarnos los primeros martes de cada mes. Hay que pasar al siguiente nivel.


¿Miedo o comodidad? Por Percy Barrera ¿Por qué tanto miedo a sacarse el auto del culo? ¿Por qué desistir de la idea de usar la bicicleta sin siquiera intentarlo? ¿Por qué justificar esta negación con la edad, mal estado físico o miedo para no hacerlo? Lógicamente costará en un principio, como todas las cosas, pero una vez que se logra empezar se convierte poco a poco en una necesidad; luego en pasión, luego en vicio hasta impregnarse en la piel. En el interior del ser queda arraigado para siempre como un estilo de vida que difícilmente se volverá a dejar. A muchos andar en su automóvil les eleva el ego y los hace sentirse superiores; mientras más grande la máquina mejor,

pero cuando se bajan no se percatan de la obesa, triste y precaria realidad que cargan a cuestas y que delata el stress, frustración y rutina sedentaria a la que se ven sometidos diariamente desplazándose en su motorizada prisión. Llevan siempre de pasajero la impotencia e incertidumbre de no saber cuando se dejará de avanzar en contraste con la libertad del ciclista urbano, que sube y baja de la cleta manteniendo intacta la misma estilizada y ágil prestancia con la que acaba de pedalear, además de un estado mental iluminado, los sentidos activados y las endorfinas a mil. Ojalá todos tuvieran la oportunidad de comparar su auto o transporte de siempre con el simple y sencillo ejercicio de ir en cleta, esa misma que está olvidada y enmohecida en la bodega de atrás. Estoy seguro que serían muchos más los que se bajarían del auto para volver a volar.


flickr.com/photos/rodcasro


M D F K

BIKE

RIDE A BIKE MADAFAKA

La máquina perfecta

Hablo de la bicicleta. Y me permito humanizarla, considerándola como hija de nuestra conciencia, en plan de desarrollo integral, fruto de amable ingenio. Se funde con nuestro cuerpo y transforma su energía en movimiento, fluido, estable, ágil, constante. Y este movimiento se imprime en nuestra conciencia, dándole forma, madurándola. Nada se pierde.

Por Rodrigo Caquisani Requisito previo: primero que todo, es necesario desear aprender. Juguemos a ser optimistas y supongamos que ya está solucionado este primer paso: nos sentimos vivos, queremos aprender y no sólo eso. Tenemos un criterio medianamente maduro como para identificar aquellas actividades que podrían aportar beneficios en nuestra calidad de vida; aquellas que amplían nuestra visión de mundo -aunque a veces duela-, poniéndonos en situaciones nuevas, remeciendo nuestra empolvada creatividad para solucionar nuevos acertijos. Asumido esto me permito entonces presentarles una maravillosa oportunidad de aprendizaje.

Se trata de una maestra que no juzga, no castiga, no ridiculiza, no impone, pues carece de ego. Simplemente está dedicada a mostrarnos el camino, para que uno mismo lo recorra y aprenda en el intento. Facilita nuestro avance, pero jamás castraría tu propio potencial, porque no hace el trabajo por ti. No gasta tiempo en cátedras teóricas -pues cada quien podrá construir sus propias teorías más tarde-, sino que su método es puramente experiencial. Es una máquina, inanimada, que existe desde que tenemos memoria y cuyos silenciosos atributos se van destacando, por contraste, en la medida que va siendo valorada como alternativa a nuestros ya probados errores.

Como cualquier maestro, requiere plena atención cuando está entregando sus enseñanzas, a riesgo de tropezar si se pierde la concentración. Y ya sabemos cuán importante es aprender a concentrarnos, a vivir en el presente, a sentir cada segundo y a tomar conciencia de nuestro entorno. Ella nos enseña a poner atención, a su modo, haciéndonos cultivar nuestros sentidos para responder con rapidez y seguridad a las eventualidades del camino. La mirada a distancia, previsora, panorámica; el oído agudo, como ojos en la nuca; el tacto del aire en el rostro y el calor en la espalda; la firmeza de los puños y la tensión en los muslos.


Sin embargo, rara vez nos mantenemos concentrados por mucho tiempo. De pronto simplemente nos vamos. El cuerpo queda abandonado, moviéndose automáticamente. Y nuestra mente comienza a interferir en la experiencia. Nos vamos a imaginar, recordar, al pasado, al futuro, saltando de una idea en otra, divagando en un mundo irreal, ensayando mentalmente posibles escenarios, perdiendo el contacto con la experiencia del presente. Las soluciones no siempre son evidentes. Por eso es imprescindible un requisito previo: desear aprender.

Es una herramienta terapéutica. Subirse a la bicicleta es sinónimo de utilizar los espacios públicos, comunes. Es salir a compartir una misma ciudad. Es vivir en comunidad. Es salir a aprender a respetar y enseñar a ser respetado. Es reencontrarse con la cuidad donde vives, con sus rincones, con sus diferentes realidades, con su gente, cara a cara, compartiendo el mismo aire, en ese mismo instante. Es transformarse en el motor de nuestro propio movimiento, conectando nuestro cuerpo a la voluntad de avanzar. Es abrir las puertas de una nueva forma de ver el mundo. Una forma integradora, activa, sanadora. Sacar provecho de esta gran herramienta es tan fácil como comenzar a instaurarla en la rutina diaria, como medio de transporte. Esto implica dar un gran paso al dejar atrás la dependencia, los temores y las resistencias que nos mantienen encadenados a costumbres estáticas y nocivas. Siempre habrá excusas para resistirse al cambio y las soluciones no siempre son evidentes. Por eso es imprescindible un requisito previo: desear aprender.

Pero la bicicleta es una maestra que no tolera una desatención excesiva, pues la posibilidad de un accidente siempre hace que tengamos que volver al presente, a prestar atención a la ruta, a volver a conectarse con el entorno. Y el uso constante de la bicicleta estimula paulatinamente el arte de vivir concentrado, atento, despierto. El ejercicio activo y repetitivo de pasar constantemente desde la divagación a la atención, desarrolla un reflejo en nuestra mente y en nuestro cuerpo, que luego brota espontáneamente en todas las facetas de nuestro diario vivir. Todo se vuelve más nítido, la energía disponible aumenta y la creatividad despierta. El cuerpo se hace fuerte y la fatiga disminuye.

flickr.com/photos/gustavoleone




MapochoP

Rescatando el río p

Desde hace algunos meses dos arquitectos trabajan en la difusión de un proyecto de renovación urbana para el Río Mapocho. Su idea es crear una ciclovía en la rivera del cauce que logre conectar a 14 comunas, generando nuevos espacios públicos cercanos a la gente. Aquí nos entregan su propia reflexión del Mapocho como espacio desplazado y las características de esta particular idea. Por Tomás Echiburú y Osvaldo Larraín Fotos: Andrés Cid


Pedaleable

para los ciudadanos

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Se puede verificar el rol protagónico que ha tenido el río Mapocho en la historia de Santiago haciendo un breve repaso. En tiempos de La Colonia, por ejemplo, no sólo servía de agua a la ciudad sino que era un lugar de esparcimiento público. Los tajamares construidos por Joaquín Toesca conformaban un paseo de borde y sus rampas permitían acceder al lecho del río para disfrutar del contacto con el agua y el paisaje abierto del valle y la cordillera. Es durante el período republicano cuando surge por primera vez la idea de renovar la presencia del Mapocho. La ciudad había crecido y los desechos arrojados al lecho aumentaban, por lo que era necesario tomar medidas. Benjamín Vicuña Mackenna, recién llegado de un viaje por Europa, propone canalizar el río de forma

similar a la que pudo ver en el río Sena en París. Decimos similar, porque a diferencia de la intervención en el río parisino, en el nuestro la intervención fue más radical: se suprimieron todas las bajadas y se construyeron avenidas en sus bordes. El río como espacio colectivo, desde ese entonces, empezó a ser visto sólo desde arriba. Iniciado el siglo XXI, la ansiedad por el progreso, los avances tecnológicos y la demanda por infraestructura vial trajeron como resultado la construcción de la Costanera Norte y la segregación del río de su entorno inmediato –física y visualmente-, relegándolo a pasar completamente desapercibido; sin pena ni gloria.


Tomás Echiburú Altamirano

Arquitecto PUC / Magister en Arquitectura del Paisaje PUC Ciclista urbano

Si a lo anterior sumamos la falta de compromiso que las autoridades han tenido desde hace años con el Mapocho, la poca valoración ciudadana y el estigma que carga hace siglos -de ser un espacio prohibido, contaminado y peligroso- podemos entender el completo abandono en el que se encuentra el río actualmente. Hubo recientemente una luz de esperanza en el futuro del río: motivado por la agenda de salud pública, el proyecto “Mapocho Urbano Limpio” ha suspendido las descargas de aguas servidas que en él eran vertidas sin vergüenza ni pudor. Estas hoy son conducidas de manera independiente hacia plantas de tratamiento en las afueras de la ciudad.

El río ha dejado de tener el olor a podrido –o definitivamente a caca- que lo caracterizaba. Este detalle no menor ha permitido que se empiecen a pensar oportunidades para recuperar el lugar que ocupa el río, que al ser un espacio esencialmente público tiene el potencial ser útil nuevamente y traer grandes alegrías a todos los que habitan la ciudad.

Osvaldo Larraín Jory Arquitecto PUC Ciclista urbano

Porque soñar es gratis, hace un par de años el ahora Presidente de Chile -junto con el arquitecto encargado de diseñar el parque para la estatua gigante de Juan Pablo II- propuso reflotar la obsesión de Vicuña Mackenna de tener un Mapocho Navegable. Desde entonces esta obsesión se resiste a ser descartada. Lamentablemente para los impulsores de la iniciativa, el ADN del Mapocho no permite esta acrobacia tan fácilmente. Vamos por partes El río Mapocho es clasificado como un torrente, esto es, un curso de agua que cambia su volumen de arrastre drásticamente según la época del año o tras grandes precipitaciones. Entonces, tenemos un río que no presenta un caudal continuo en su ciclo completo, por el contrario, es capaz de variar sobre diez veces su caudal tras una crecida. A esto se suma que bajando desde la cordillera, atraviesa catorce comunas y desemboca en el río Maipo evacuando las aguas de la cuenca de Santiago y variando su pendiente desde un 1,9% en Lo Barnechea, hasta un 0,7% en Renca. Una pendiente de 0,7% significa que por cada mil metros en horizontal el río presenta un desnivel de siete metros en vertical.


Entonces, si los muros que contienen el río tienen en promedio cuatro metros y medio de altura, las piscinas contenidas por las exclusas podrían tener, en el mejor de los casos, una extensión máxima de 570 metros para una pendiente de 0,7% y 240 para una pendiente de 1,9%, ambas muy por debajo de los casi treinta kilómetros que tiene el Mapocho en su paso por la ciudad. Si en Dubai se construyen islas desde cero y acá el que se supone será el edificio más grande de Latinoamérica, imaginamos que acá podría haber un Mapocho semi-navegable. Pero ese no es el punto: la iniciativa está llena de cabos sueltos. De partida el tema del financiamiento: en palabras de los promotores, ésta sería en base a concesiones, permitiendo explotar los bordes del río con locales comerciales, restoranes y/o canchas deportivas, Teniendo en cuenta como funcionan las cosas en Chile, no nos deberíamos sorprender si además de lo anterior se cobrara por echar un bote al agua, o peaje por mojarse las patitas.

A saber, la ribera del río Mapocho, al igual que la ribera de cualquier otro río en Chile, es un Bien Nacional de Uso Público, condición que garantiza el libre acceso, su uso y goce por parte de cualquier persona. Entonces, si uno de los mayores responsables del deterioro del río es la imposibilidad de acceder a él, ¿el concesionar sus bordes no sería avanzar en el mismo camino y por lo tanto incrementar el problema? Por esto y las otras razones ya expuestas, creemos que el camino está equivocado en su origen y habría que hacerle cambios sustanciales si lo que se pretende es reencantar a la gente con su río. El problema es –para variar- tener aires de grandeza y buscar asemejarse a una imagen importada, impropia y que probablemente ha contribuido a la actual falta de empatía que los ciudadanos hoy tienen con el río.¿Por qué querer que el Mapocho se parezca al Sena? ¿Es el Sena mejor que el Mapocho? ¿No puede el Mapocho ser, simplemente, nuestro Mapocho?


Entendiendo que nuestros recursos son acotados, que hay que invertirlos bien y que estos deben llegar a la mayor cantidad de gente posible, seguir insistiendo con la idea del Mapocho Navegable carece de sentido. Supone un delirio por sobre toda lógica. Es en este sentido que estamos convencidos que el Mapocho debe ser reclamado por la ciudadanía -porque es a ella a quien pertenece- y recuperado por el Estado y los municipios, garantizando el acceso libre y seguro al lecho, promoviendo al mismo tiempo una vinculación efectiva con los parques que lo bordean. Es justamente en este marco, que nos sentimos obligados a presentar una alternativa más austera y probablemente con muchas más externalidades positivas. De los casi treinta kilómetros que presenta el río en su paso por la ciudad, sólo siete de ellos se encuentran canalizados, esto es; con suelo y muros de piedra o cemento.

Estos siete kilómetros están ubicados en el centro de la ciudad y conectan comunas de muy distinta realidad social, como lo son Renca y Vitacura, a lo que se suma la existencia de un gran numero de parques en sus bordes, de buena calidad pero inconexos entre ellos. Teniendo esto en cuenta, nuestra propuesta busca rescatar el río como un espacio ciudadano funcional y de esparcimiento al mismo tiempo: una columna vertebral de la ciudad que unifica el sistema de parques existente y donde una persona puede ir desde su casa a su trabajo en bicicleta sin tener que parar cada cien metros en un semáforo o estar al borde de la muerte por un conductor despistado, así como ser un lugar para pasear;


un lugar donde la gente –sin importar de qué comuna provenga- pueda convivir de igual a igual en un espacio colectivo de escala metropolitana. En la práctica, nuestra propuesta es un corredor al interior del cauce del río, de casi siete kilómetros de largo, que cuenta con la infraestructura necesaria para que peatones y ciclistas transiten juntos, libres de cruces con automóviles u otros vehículos motorizados y donde el ruido de la ciudad desaparece dando paso al ruido del agua. Sumado al paseo existirían plazas de acceso desde los parques, las cuales contarían con la señalética necesaria para informar si es o no apropiado ingresar, por ejemplo tras grandes lluvias –no más de cinco en un año-.


La infraestructura que promovemos es básica y permite que una vez pasada las crecidas, el paseo pueda ser utilizado regularmente. Entendiendo que el río carga con el estigma de ser un lugar inseguro por más de cien años, un programa como la ciclovía puede cobrar un rol fundamental al inyectar día a día un volumen considerable de personas moviéndose a una velocidad media, renovando flujos de personas constantemente. Si la bicicleta se presenta como uno de los mejores aliados para combatir un supuesto sentimiento de inseguridad, dotando al mismo tiempo a este modo de transporte de una infraestructura vial intercomunal que tiene el potencial de convertirse en un corredor muy útil al momento de interconectar el sistema de ciclovías existente, el paseo, permitirá que el cualquier persona pueda usarlas sea para trotar, hacer un pic-nic, contemplar ciclistas, pasear al perro o para cualquier tipo de ocio. Como ya se mencionó anteriormente, el proyecto busca la recuperación del lecho del río para que todos puedan hacer uso y goce de él, un espacio por sobre todo inclusivo donde todos son bienvenidos, un espacio esencialmente público. En este sentido, la ciclovía es la primera de las operaciones que tiene por objetivo devolver el río a la ciudadanía de forma progresiva. Una última cosa que podríamos acotar es que no se trata de un experimento sin pruebas. Iniciativas como estas se han llevado a cabo con éxito en ríos como el Besós, en Barcelona, o el Santa Catarina, en Monterrey. En ambos casos las expectativas sobre la utilización de estos espacios han sido ampliamente superadas por la realidad, pero al mismo tiempo, requirieron de una voluntad política que ha logrado aunar los intereses de los organismos e instituciones involucradas. En este caso, uno de los puntos medulares es sumar a las comunas que se verían beneficiadas por el proyecto (Renca, Quinta Normal, Stgo. Centro, Independencia, Recoleta, Providencia, Las Condes y Vitacura) y lograr encaminar sus necesidades en una propuesta conjunta. Como se dijo anteriormente, aunar intereses sobre todo de comunas con realidades sociales tan disímiles no es tarea fácil. Para que un proyecto como este se lleve a cabo, se necesitaría un alineamiento político casi imposible en estos días y una ciudadanía, activa e interesada, que le exige a la clase dirigente lo que necesita.




ctivista


(s) y lo pendejo de serlo Por Wladimir Labra単a B., Editor de un blog llamado Lef. Fotos: Orsus

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¿Cómo enfrentar este asunto de los activismos en general o sobre lo que nos llena de pasión como es el derecho a transitar en bicicleta por las calles de esta o cualquier ciudad del orbe? Cuando digo cómo enfrentar lo digo por lo complicado o difícil que resulta tocar los temas ya sea por el publico al cual te enfrentas o el nivel de extremismo, que pueden ir desde chicos y chicas bañados en sangre por la liberación animal o en nuestro caso ponerse frente a un auto en el piso con la bicicleta tirada en una simulación de atropello. Ser activista es complicado. Muchas veces eres incomprendido por tus amigos. ¿Cuántas veces has estado en una conversación regada con cerveza y de pronto te sientes enfrentado tú solo contra todo el mainstream corporativo pro automóvil? Sólo son tus amigos que han decidido un estilo de vida distinto al tuyo, pero igual de valido que el que se va a vivir al monte o el que sólo come cosas que no den sombra. En el párrafo que esta arriba de este me di demasiadas vueltas sobre una misma idea que ya esta clara. Es difícil ser activista y no caer en los extremos. Muchas veces hay que ser moderado pero no caer en lo falso en el activismo del RT en la era de las redes sociales y solo quedar en eso, RTs lanzados al viento, perdidos en la espuma del océano digital. Sé que se logro mucho sólo con hacer RT. El lunes 18 de abril fue una prueba de eso. Cerca de mil quinientas personas se congregaron para marchar en forma pacífica por la avenida mas importante de Santiago y demostrar que #SomosTráfico de una buena vez. Fue una hermosa demostración de fuerza y ganas de hacer algo por nuestra ciudad. Siempre nuestro llamado es a hacerla más amable para todos los que vivimos en ella y activa en su más puro estado. Se llegó hasta la misma puerta del partido político de los parlamentarios patrocinaron el famoso proyecto de ley, gritamos, cantamos y saltamos en el tablón. Fuimos muchos que gritamos con todas nuestras fuerzas para descargar la molestia contra nuestros “honorables” que tienen el cerebro conectado con el culo.


Se logró el objetivo. El proyecto de ley fue bajado. #SomosTráfico #SomosTráfico #SomosTráfico #SomosTráfico #SomosTráfico #SomosTráfico #SomosTráfico como un mantra suena en mi cabeza toda vez que voy en mi bicicleta a mi trabajo o a buscar a mi esposa al suyo. #SomosTráfico al salir solo a pasear en ella. #SomosTráfico porque lo somos y nadie lo puede negar. Pero ahora se viene una gran tarea, un nuevo emprendimiento. Capitalizar todas las energías que vimos en ese gran lunes de abril. Que todo ese activismo no quede sólo en la anécdota, que digamos un día Te acuerdas de ese lunes de abril y veamos que todo sigue igual, que nada cambió y sigue reinando el automóvil en nuestras calles. A eso me refiero cuando digo que el activismo es difícil. La pasión pura o viceral. Cuando la excitación pasa todo queda ahí, en punto muerto. Este es nuestro tiempo, nuestra hora para avanzar unos centímetros más. Para ganar una orilla de playa hay que dejar los pensamientos egoístas y dejar pasar sólo lo bueno, como lo hicieron muchas de las organizaciones y ciudadanos presentes ese día. Puedo nombrarlos porque sé quienes fueron y cómo se la jugaron, pero hoy no es el momento de felicitarnos si no el de actuar. De partida educar y educarnos en nuestros deberes/derechos sobre la bicicleta. Educar a nuestros niños, a nuestros alcaldes y educar a nuestros legisladores sobre nuestra necesidad principal, que no es hacer deporte, sino transportarnos. Lo segundo es buscar la forma de crear una red de transporte que sea eficiente para esta ciudad, que aun sigue siendo pequeña los tiempos de traslado aún son exagerados. De tercero, invitar a un amigo a pedalear el trabajo, desafiarlo a que se atreva. Si es necesario, acompañarlo a su oficina y que se sienta cómodo al ir en bici. Cuarto, dejar las veredas definitivamente. Sé que el tráfico es difícil y llega a ser intimidatorio pero hay que hacerlo, como en un mantra. #SomosTráfico. Esta parte es la más difícil, llevan años desinformándonos. Finalmente, solo salir a pasear y disfrutar de tu bicicleta.




iclistas de Izquierda Texto y fotos: Marianna Sánchez*

Hace seis años la bicicleta fue mi terapia en lo que para muchos sería una gran tragedia. Para mí, después del duelo necesario, fue el fin de un ciclo y el comienzo de otro: de la bici como juguete a la bicicleta como un modo de vida. La ausencia de la persona más importante provocó en mi la ruptura de conceptos adoptados por el consciente colectivo, por lo que el orden “natural de la vida” de pronto dejó de tener sentido. Crecí en una familia de clase media en la que siempre se pensaba que una persona exitosa era la que obtenía un título universitario, un buen empleo, compraba un carro, una casa y formaba una familia. Mi padre siempre decía: “mi única herencia para ustedes será darles la oportunidad de estudiar una carrera universitaria, formarse para ser alguien en la vida”, pero ¿quién quería ser yo?... Pedaleando una tarde rumbo a clases en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, logré ver que lo que quería para mí no era un título universitario, un carro ni una casa. A cambio prefería aprender más de las experiencias que la vida me ofrecía. Decidí ser fotógrafa; dejar el carro por la bici y cambiar la casa sólo por el equipaje con el que se viaja. Ese día comencé a pedalear un camino que hoy me tiene viviendo en Chile.

*Marianna Sánchez es fotógrafa profesional y activista de Bicitekas, organización ciudadana que se dedica a difundir el ciclismo urbano en del DF. Por ahora se encuentra viviendo en Santiago, encantada con la cultura chilena y los atractivos de la capital.

Desde que comencé a usar la bicicleta me interesé en el activismo y la promoción de su uso. Mi único interés es las bondades que he encontrado en cada paseo que doy.

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En Ciudad de México colaboro con el grupo Bicitekas A.C., que por doce años ha sido el principal gestor de cambios en el tema del transporte sustentable: se consiguió el ingreso de las bicicletas al Metro los días domingo, la demanda de mejores espacios y las modificaciones a la infraestructura para la circulación segura de la bicicleta; la publicación de la revista Velo; el Paseo Nocturno de los miércoles; la Marcha Ciclista al desnudo; la organización del Primer Congreso Nacional de Ciclismo Urbano con el interés de reunir a las agrupaciones de promoción de la bici de todo el país,

conformando así la Red Nacional de Ciclismo Urbano; el desarrollo de cursos de Ciclismo Urbano en la Universidad La Salle con valor curricular para los estudiantes; la apertura del taller comunitario Casa Biciteka; la publicación del libro de investigación “Por mi Ciudad en Bicicleta”, con relatos de ciclistas urbanos de diversas edades, géneros y clases sociales; finalmente, la participación en las mesas de discusión para las modificaciones al Reglamento de Tránsito Metropolitano, entre otras acciones.


De todos los triunfos obtenidos el que más he tenido presente en mi estancia en Chile es el reconocimiento de la bicicleta como vehículo en las modificaciones al Reglamento de Transito Metropolitano (RTM), con lo que el ciclista tiene los mismos derechos y obligaciones aplicables para un conductor de otro vehículo.

Esto lo he tenido presente en las últimas semanas por la reciente propuesta del diputado Hasbún de obligar a las bicicletas a ir sobre la vereda (en la extrema derecha de la vía pública), desconociéndolas como un vehículo, pero también por mi propia experiencia al pedalear en Santiago.

Con esto se consagra el derecho de ocupar un carril completo y la opción de elegir uno de acuerdo a la velocidad del ciclista, que por las condiciones de la Ciudad de México, comúnmente corresponde al carril de la extrema derecha que suele ser el de baja velocidad y que por definición en el RTM se conoce como “Carril compartido ciclista”.

Llegué a Chile con un amigo ciclista, quien además de recibirme en su casa me prestó una bicicleta para moverme con mayor facilidad por Santiago.



Es que cuando adoptas la bicicleta como forma de vida no concibes el moverte de otra manera. Mi experiencia como ciclista en la Ciudad de México me hizo pensar ¿qué tan difícil puede ser pedalear Santiago? Mi primer día en bicicleta quise ir a conocer el Centro, un punto turístico obligado por sus diversos atractivos como el Museo de Bellas Artes, el Cerro Santa Lucia, La Moneda y su centro cultural, Plaza de Armas entre otros. Cuando se está conociendo una ciudad es más sencillo ubicarse por las grandes avenidas, por lo que opte por Alameda para llegar al centro de Santiago. Siguiendo la costumbre tomé mi carril de la extrema derecha, pero la experiencia ha sido terriblemente incomoda. El primer malestar fue el pésimo estado del pavimento; grietas, baches, alcantarillas sumidas, basura acumulada (similar a mi ciudad). Lo segundo fue lo difícil de mantener un pedaleo continuo por los constantes altos para subir y bajar pasajeros de los taxis, que cabe mencionar parecen ser un mal internacional (no conozco ninguna ciudad que no padezca a sus taxistas). Quizás mi mayor incomodidad se dio cuando, queriendo rebasar a un taxi parado, volteo sobre mi hombro izquierdo para cerciorarme de poder hacer el cambio de carril y veo a uno de esos buses del Transantiago con dimensiones monumentales desplazándose a gran velocidad. Bajé el pie del pedal y observé mientras sentía la vibración que producía a su paso. Pensé, con estos monstruos, ¿cómo se comparte el carril?. Llegué al siguiente semáforo, crucé al bandejón central, me senté en una de las jardineras y por un tiempo me mantuve observando a los otros ciclistas para comprender la manera en que se compartía el carril: NO se comparte. Un gran número de ciclistas opta por las veredas, que en Alameda tienen dimensiones amplias pero también una gran afluencia de peatones caminando en ambas direcciones y con prisa, además de las entradas del Metro, paradas de bus y el comercio ambulante. Los ciclistas que toman esta opción terminan circulando por la inercia de un par de pedaleos como en un concurso por mantener el equilibrio a baja velocidad; otros circulaban como yo por el carril de la derecha, pero su método no era compartir el carril, en su lugar circulaban junto a la vereda y paraban con cada taxi y bus que se cerraba frente a ellos esperando poder continuar su trayecto.

De pronto apareció un ciclista pedaleando fluido y veloz, del mismo modo en que yo acostumbraba hacer mis trayectos en Ciudad de México. Me sonreí al mismo tiempo que me desconcertaba la imagen: este ciclista pedaleaba por la extrema izquierda. Mientras estuve observando la conducción de los ciclistas, el menor número de ellos lo hacían por el lado izquierdo pero eran quienes lo hacían con mayor facilidad. Yo no habría pensado en esa opción porque el concepto que tengo del carril de la izquierda es que es por donde circulan los vehículos a alta velocidad, lo que dificulta la convivencia entre el ciclista y el automovilista. Sin embargo no me había detenido a pensar las otras ventajas que tiene el circular por la izquierda. Ubicados de nuevo en Alameda, el bandejón central junto al que se circula del lado izquierdo tiene menos cruces que el lado derecho donde a cada cuadra hay posibilidad de carros queriendo incorporarse a la avenida o dando vuelta a la derecha (además de las otras dificultades mencionadas con el transporte público), mientras que por la izquierda no hay buses ni taxis y los cruces y vueltas a la izquierda son regulados siempre por un semáforo. Ojo, hay que poner mayor atención cuando se amplían carriles para las vueltas a la izquierda en el caso de que el ciclista quiera seguir de frente, pero es tan sencillo como el verificar que se puede continuar al voltear sobre el hombro derecho que quizás fue la única habilidad, aparentemente nueva, a la que debí acostumbrarme al intentar circular por el lado izquierdo. Una vez adoptada esta nueva opción para circular de manera teórica, quise llevarla a la práctica. Monté la bicicleta y me incorporé a la calle por la izquierda; definitivamente la conducción era más cómoda, aún con la gran velocidad de los carros. Lo único que noté es que mi lado derecho no estaba acostumbrado a sentir el golpe del viento mientras te rebasa un carro y que ahora era el filillo del ojo derecho el que debía calcular la distancia y velocidad con que se aproximaba un carro. Lo demás parecía igual.


En caso de una luz roja buscas una posición adelantada a los carros para mantenerte visible y ocupas la cuneta para apoyar tu pie izquierdo preparándote para el arranque, pero entonces noté una gran diferencia en cuanto a la conducción en Ciudad de México: no podía ocupar un carril completo. Una de las facilidades en la conducción en el DF es colocarse a 2/3 del carril lo cual te da un amplio espacio (por lo menos de un metro) entre los carros y tú. De aparecer una alcantarilla, un bache, una grieta, agua, la puerta de un carro abriéndose o cualquier otro obstáculo es fácil volantear y evadirlo, mientras que por la izquierda se necesita tener mayor habilidad ya que el espacio es reducido. Me recuerdo de un amigo ciclista con el que debatía cuando se buscaban las modificaciones al RTM, que me decía “para una bici usar todo un carril es pedir mucho espacio”. Ahora que circulo por la izquierda sin usar todo el carril veo que no es necesario tanto espacio y que ello también es parte de compartir la calle; pero también me queda claro por qué aunque la izquierda sigue siendo cómoda y segura aún haya muchos ciclistas pedaleando por la vereda o el carril derecho. Quizás les parece el camino lógico, simple y siendo el que el común sigue, pero el hecho de subirse a una bici es comenzar a romper paradigmas. Para llegar a ese lado (el izquierdo) se debe hacer el cambio de carril de poco en poco. De alguna forma, para poder disfrutar de la izquierda antes se debió sufrir la derecha de la calle.








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