Los ángeles: doctrina y su representación en el arte. Ramón de la Campa Carmona Hablamos de Ángeles, para referirnos a estas criaturas celestiales que adoran y sirven a Dios, que forman parte de su obra creadora divina por medio del Verbo, y que son ministros de sus obras. Ahora bien, en sentido estricto, son un orden dentro de una diversificación existente en estos seres espirituales. We speak of Angels to refer to these heavenly creatures who worship and serve God. They are part of his divine creative work through the Word, becoming ministers of his works. However, strictly speaking, they are just a type within a classification of these spiritual beings.
Doctrina católica sobre los ángeles: la angelología a primera pregunta sería: ¿Existen los ángeles? Pues sí. Como dice el actual Catecismo de la Iglesia Católica en su nº 328: “La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición”. No son, por tanto, imágenes alegóricas que evidencian la mano de Dios, como una suerte de proyecciones antropológico-culturales, residuo de un politeísmo primitivo, como creen los materialistas. Llamamos angelología al tratado de la teología que desarrolla la doctrina sobre estas criaturas celestiales, de sus características y de sus oficios. La Biblia habla certeramente de su existencia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, por más que hubiera sectores del judaísmo que no creían en ellos, como los saduceos, materialistas, según se deduce de Hechos 23, 8: “Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; mientras que los fariseos profesan todo eso”. ¿Quiénes son, entonces, los ángeles? En primer lugar, son creaturas de Dios. En el IV Concilio de Letrán, en el 1215, fue definido esto como verdad de fe: Firmemente creemos y simplemente confesamos que uno solo es el verdadero Dios […] creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, espirituales y corporales; que por su omnipotente virtud a la vez desde el principio del tiempo creó de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana, y después la humana como común, compuesta de espíritu y cuerpo” 1. En el Catecismo para los párrocos del Concilio de Trento, comentando el primer artículo del Credo niceno-constantinopolitano, dice en el nº 17, que por la creación del Cielo y la Tierra debe entenderse también: “De la creación de los Cielos espirituales, esto es, de los ángeles. Además de esto [el Cielo y la tierra material], creó Dios de la nada, para que le sirviesen y asistiesen, la naturaleza espiritual e innumerables ángeles, a los que después enriqueció y hermoseó con el don admirable de su gracia y poderío. […] esto dice San Agustín: ‘Creó Dios a los ángeles con buena voluntad, esto es, con amor casto, con el que están unidos a Él formando su naturaleza al mismo tiempo que dándoles la gracia’2. Y así se debe creer que los santos ángeles nunca existieron sin buena voluntad, esto es, sin el amor de Dios. En lo que se refiere a la ciencia, hay este testimonio de las Sagradas Letras: ‘Mas Tú, oh,
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1. Enrique DENZINGER, Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, Herder, Barcelona, 1948, º 428, p. 199. 2. AGUSTÍN DE HIPONA, San, De civitate Dei, lib. XII, cap. IX.
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