Un Ángel para ir vestido. El ajuar del Ángel Servita Santiago Espada Ruiz Este artículo se adentra en el análisis de la tipología escultórica y el ajuar textil que luce, a lo largo del ciclo litúrgico anual, el Arcángel San Gabriel. Una obra del artista sevillano Vicente Hernández Couquet (1858), perteneciente a la Cofradía de Servitas, y que cada Viernes Santo desfila por las calles de la ciudad de Murcia “anunciando” la muerte de Cristo, magistralmente inmortalizada por Francisco Salzillo. This work analyses the sculptural typology and the textile furnishing that the Archangel San Gabriel wears throughout the annual liturgical cycle. A masterpiece by the Sevillian artist Vicente Hernández Couquet (1858), member of the “Servitas” Brotherhood. Every Good Friday, this statue parades in the streets of the city of Murcia “announcing” the death of Christ, masterfully handcrafted by Francisco Salzillo.
Introducción a imagen religiosa, en sus diferentes advocaciones y concepciones plásticas, desde sus orígenes ha tenido una función primordialmente didáctica que justificaba su existencia. De hecho, si el cristianismo logró triunfar y se convirtió en una religión de masas fue precisamente por aceptar la imagen como instrumento de difusión de sus creencias entre la población, en su mayoría analfabeta y pagana, que abrazó la nueva fe1. La imagen, o representación de la divinidad, no solo enseñaba, sino que podía, mejor que la palabra escrita, conmover al fiel y orientar su comportamiento hacia los valores cristianos. San Juan Damasceno, principal defensor de las imágenes en pleno periodo iconoclasta (siglo VIII) escribió que “cuando no tengo libros, o mis pensamientos me torturan por gustar de la lectura, me voy a la iglesia… la frescura de las pinturas atrae mi mirada, cautiva mi vista…lleva mi alma a alabar a Dios”. En ese sentido la imagen persuadía, emocionaba, convencía. Esta premisa cogería fuerza a partir del Concilio de Trento (1545-1563), reforma católica para hacer frente a la oposición protestante, cuyas conclusiones fueron uno de los bastiones identitarios del catolicismo moderno y tuvieron una gran eclosión y efervescencia sociorreligiosa durante la Contrarreforma, tiempo en el cual se aprovechó al máximo la taumaturgia del arte en la conquista de masas. Este concilio ecuménico tridentino tendría notables consecuencias para la nueva evangelización de la Europa cristiana, en el que el arte constituía un impagable medio de comunicación social, ya que éstas eran el cauce idóneo para trasmitir y hacer comprender los misterios de la religión y de la iglesia. La religiosidad que la jerarquía católica de Trento promocionó, se serviría de una estrategia discursiva fundamentalmente encaminada a la movilización de los valores apostólicos de una iglesia militante. Sus mensajes organizaban las pautas de conducta cotidianas de los fieles y los gestos pertinentes en la práctica piadosa. Toda su artillería censora, didáctica y moralizante la observamos como el tamiz impuesto a la invención y la imaginación como válvulas de escape compensatorias de una época convulsa y llena de problemas existenciales2. De hecho, la Semana
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1. SÁNCHEZ LÓPEZ, J.A., El Alma de la Madera. Cinco siglos de iconografía y escultura procesional en Málaga, Málaga, Edita Real y Excma. Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Sulpicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura, 1996: p.171. 2. GONZÁLEZ SÁNCHEZ, C. A., El espíritu de la imagen. Arte y religión en el mundo hispánico de la Contrarreforma, Madrid, CÁTEDRA, 2017: pp. 43-47, 326.
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