Amor prohibido
Júlia Moreno
Amor Prohibido Júlia Moreno
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A mi hermana, amiga y compañera de aventuras; gracias por creer en mí, incluso cuando ni yo misma lo hacía.
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‘’No puedes elegir si van hacerte daño en este mundo, pero si quien te lo hace. ’’ —John Green (Bajo la misma estrella)
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SINOPSIS
Todo está oscuro, no puedo salir. Me ahogo con cada paso que doy. ¿Y qué hago? Ya no siento los pies, no siento las piernas. Algo me está sujetando, no sé qué es, pero tampoco quiero saberlo. Me da miedo. Estoy sola, no tengo a nadie, nadie está para protegerme, ¿y ellos dos? ¿Dónde están? Me juraron que nunca me dejarían, que siempre estarían conmigo. Que nunca me fallarían. Todo el cuerpo está muerto, ya no siento nada. Estoy asustada, no puedo moverme. De mis ojos quieren salir lágrimas, pero las reprimo. Quiero chillar, pero antes quiero decirles que los quiero, a los dos.
Me coge de la cintura y me atrae hacía él, chocamos las frentes, buscamos nuestros labios, nuestro sabor. Nuestro incondicional amor el uno por el otro. —Te amo, Abby. Nunca dejaré que te ocurra nada. —Yo también te amo, Jake. Y sé que nunca dejarás que me pase nada. Juntamos nuestros labios como si selláramos una promesa.
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Capítulo 1
EL AMOR SOLO ES UN PROYECTO
— ¿Y si el amor perfecto no se tratase de princesas y príncipes? ¿Y si se tratara de amar el uno al otro? ¿Crees que tantas parejas estarían juntas? —pregunto a mi padre mientras se bebe un café. —Buenos días a ti también enana. Me río y le doy un beso en la mejilla. No puedo decir que fuera el mejor padre del mundo, solo llevo con él 2 años, pero han sido los mejores de mi vida. Desdepequeña me preguntaba por qué no tenía padre, porque a todas mis amigas les venía a buscar su padre en el colegio, y en el instituto. Pues bueno, a los 16 tuve la gran valentía de preguntarle a mi madre porque mi padre no estaba con nosotras. Su respuesta fue: —Han pasado 16 años, ¿y te das cuenta ahora? No era la respuesta que quería, pero mi madre siempre tiene un humor muy especial. Así que con una foto que me enseño, fui yo sola a buscarle. Y es que aunque tuviera 16 años, yo necesitaba el amor de un padre. Cuando lo encontré, no fue como me imaginaba, pero al irme a vivir con él unos meses más tarde, descubrí como era en realidad. — ¿Hoy es el último día de instituto? Asisto con la cabeza mientras me preparo el desayuno y me bebo mi café de buenos días. Me voy a la ducha y me relajo unos minutos debajo del agua, que va cayendo sobre mi piel como una cascada. Sonrío sola cuando me viene un recuerdo de cómo vi por primera vez a mi padre. —Hola, ¿alguien conoce a Jack Madison? —Me acerco a un grupo de motoristas. Uno moreno con una chupa negra y tejanos un poco gastados, se gira lentamente, porque al parecer conoce ese nombre. Cuando se gira, lo miro a los ojos, se parece mucho a la foto que me dio mi madre unas semanas antes. Y sobre todo, se parece a mí. — ¿Quién eres? — ¿Papá? Se me queda mirando mientras tira el cigarro en el suelo y lo pisa. Se me acerca lentamente para observarme mejor y en ese instante se da cuenta de que tiene una hija.
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Salgo de la ducha y me visto con unos pantalones tejanos, una básica blanca de tirantes y unas botas marrones bajas. Me peino un poco el pelo castaño claro, que me llega por debajo el pecho y me pongo un poco de rímel. Voy al comedor a recoger mis libros y ponerlos a dentro de la bolsa para ir al instituto. — ¿Quieres que te acerque, Abby? —Vale papá. Vamos. Bajamos abajo y subimos a su moto negra. Me acuerdo de la primera vez que subí, me dio mucho miedo pero poco a poco una se acaba acostumbrando. Cierro los ojos y me abrazo a él. Sentirse libre por un instante. Y es que por mucho que te sientas libre contigo misma, nada se comparará a lo que sientes cuando vas subida a la moto con tu padre y te lleva al instituto. Nunca hubiera podido describir con palabras este momento, ni siquiera ahora que puedo vivirlo, pero sí sé una cosa, es que gracias a él, me siento libre de nuevo. Abro los ojos cuando ya estamos a punto de llegar, y frena dejándome enfrente la puerta del instituto. —Esta semana me toca ir a casa de mamá, llámame cuando quieras —le digo mientras bajo de la moto. —Está bien. Te quiero, enana. Adiós. Le doy un beso en la mejilla y nos abrazamos. La verdad, nunca me arrepentiré de haber buscado por casi medio país a mi padre con tan solo 16 años.
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Capítulo 2
CUENTOS DE HADAS
Cuando mi madre me contó la historia de mi padre, se le cayeron unas lágrimas, después se las quitó con la mano y me dedicó una sonrisa. Ni las lágrimas eran falsas, ni la sonrisa tampoco. Cuando lleve a mi padre a casa los dos se quedaron mirando, hasta las personas a 10km de distancia notaron la electricidad que había entre los dos, pero no era electricidad mala, creo que ahí los dos se volvieron a enamorar perdidamente del otro. Ninguno de los dos da el paso, y aun que ya no tengan 20 años yo sé que se siguen queriendo como el primer día. Cojo los libros de la bolsa, mientras voy andando para entrar al instituto. De repente me doy un golpe con alguien, y se me caen todos al suelo y se mezclan con las hojas de otro hombre. Me bajo un poco para poder recogerlos. —Lo siento, iba despistada, no sé en qué estaba pensa— Me corto yo misma cuando nos tocamos y nos miramos a los ojos. De repente el mundo se para, su mirada me tiene atrapada por completo, esos ojos marrones me tienen hipnotizada. Suspiro lentamente y vuelvo al mundo real. —No, tranquila. Era yo que con esto de las nuevas tecnologías…—me señala el móvil. Yo sonrío y asisto con la cabeza. Después niego y los sigo recogiendo. Lo miro de reojo, es muy guapo. Y que ojos… ¿Pero qué dices, Abby? Nada, todos somos guapos. Cada uno a su manera, para ya, estás en contra del amor, no te olvides. Si cada vez que ves un chico guapo te tienes que enamorar, vamos mal… ¿Pero qué enamorar? ¡Te debe sacar por lo menos 10 años! Ni de coña, Abby. No te dejes engañar, nunca te has enamorado y nunca lo harás. —Lo siento, te he hecho perder tiempo de clase. Si quieres te puedo recompensar con un café algún día…—dice levantándose. Yo también me levanto y miro a la hora, la verdad es que si, llego 12 minutos tarde a clase. —No puedo, lo siento. Adiós. Camina de frente y sin mirar atrás. Abby, ni se te ocurra mirar hacia atrás. Asisto con la cabeza y subo las escaleras para encontrarme con las puertas aún abiertas del instituto y entrar por el pasillo donde me encuentro con Anne y Marly, mis mejores amigas. Camino dejándolas atrás y ellas me siguen corriendo. —Siempre te cierras a todo, Abby. Podrías disfrutar con algún chico —dice Marly. Niego con la cabeza mientras camino más deprisa.
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—Es verdad Abby, ¿pero has visto lo guapo que era? —dice esta vez Anne. — ¿También habéis visto que por lo menos me saca 10 años? —Pero Abby, ¿Qué importa eso? Si es guapo es guapo, le podrías haber dicho que sí. Nunca sabrás que es estar enamorada si te cierras siempre. Me paro de golpe y me giro, mirándolas a los ojos. —Nunca me quiero enamorar, y lo sabéis. Paso de vuestras historias, si queréis, todo para vosotras. Estoy totalmente en contra del amor, y así seguirá mi opinión, por lo menos, otros 18 años más —digo y me doy la vuelta mientras entro a clase. Después de unas largas horas, intensos discursos de los profesores, despedidas de lo más hipócritas, y darnos un montón de papeles para que los firmamos, salgo de mi última clase agotada y sin ganas de volver a coger un libro más por unos largos meses. —Nena, esta noche no puedes decir que no —dice Marly mientras me da una tarjeta. Quito finalmente todos los libros que tengo en la taquilla y me los guardo en la bolsa. Cojo la tarjeta y me la quedo mirando. ‘’Sky’’, es una de las discotecas más famosa de la ciudad. Cómo dicen ‘’Nueva York es la ciudad que nunca duerme’’, pero yo no me incluyo en el pack, una de las noches, puede resultar de lo más salvaje, o por el contrario de lo más elegante, en función de dónde vayas. Y mis grandes amigas ya me han comentado más de una vez que no es nada fácil entrar ahí, pero que cuando lo haces te puedes olvidar de la tremenda cola y de los porteros nada simpáticos. —Prefiero quedarme en casa leyendo un libro. —Anda ya, Abby. Vive un poco la vida. Me río y cierro la taquilla negando con la cabeza. Me despido de ella con la mano, y finalmente salgo de las puertas de este instituto para siempre. Me voy andando hacia la parada del autobús, y una vez llego a casa, saludo a mi madre. —Mamá, ya estoy en casa. —Hola cariño —viene hacia mí y me da un abrazo. Voy hacía la cocina y dejo la tarjeta encima del mármol mientras me pongo un vaso de zumo. Ella me sigue y coge la tarjeta. Se sienta encima del mármol y me mira con cara pícara. Yo le devuelvo la mirada, pero avergonzada. Tiene unos ojos verdesdegata preciosos y su cabello negro largo hace que sus 35 años solo parezcan 25. Con 17 años se enamoró de mi padre y se quedó embarazada, nunca le he preguntado a mi padre porque nos abandonó, pero creo que tampoco quiero saberlo. Le dedico una sonrisa negando con la cabeza y dejo el vaso en la encimera. —Diviértete, cariño. —Prefiero leer un libro en mi dulce cama, mamá.
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Niega con la cabeza y se ríe bajándose del mármol. Se acerca a mí y me deposita un beso en la frente. —No puedes encerrarte siempre en casa, Abby. Si sales de vez en cuando a pasártelo bien con tus amigas y con cuidado, no te tiene por que pasar nada —suspira y me mira con dulzura—. Y tampoco te tienes por que enamorar. Se ríe y me río con ella. —Voy a dar una vuelta, mamá. Volveré sobre las 6, te quiero. —Vale, adiós Abby.
Después de 2 horas recorriendo el centro, entro en un Starbucks y me siento a beber un café. Saco un libro de mi bolso y me pongo a leer ‘’Nunca lo sabrás’’ de Chevy Stevens. No me gusta el típico libro de cuento de hadas donde siempre acaban con algún final feliz, ningún libro tendría que acabar así, todos tendrían que ser como nuestra historial, real. Por qué nunca acaba bien, porque nada es para siempre, el café se enfría, el cigarro se apaga, el tiempo pasa y las personas cambian. Siempre pienso que todo es por algo, que si tiene que pasar, pasara, pero no sin ningún motivo. Todo tiene un motivo, por insignificante que sea o pequeño, lo tiene que haber. Bajo el libro al escuchar la puerta, es él. Solo esos ojos me pueden atrapar tanto como lo hacen. Me pilla mirando al mismo tiempo que subo otra vez el libro de golpe y me bajo para abajo. Qué vergüenza, por favor. Que no venga, que no venga. —Nunca lo sabrás. Buen libro —dice sentándose delante de mí. Y tenías que venir. Dejo el libro encima de la mesa y doy un sorbo a mi café. Lo miro fijamente. — ¿Lo has leído? —No. Se ríe y me contagia a mí con su suave risa. Oh dios, Abby, ¿Qué haces? Me levanto de golpe con el libro a una mano y el café en la otra y voy directamente al mostrador a pagarlo. —Te debo un café. Déjamelo pagártelo. — ¿Qué? No, no me debes nada. Dejo el dinero encima del mostrador y salgo de la cafetería más rápida de lo normal. Oigo como me sigue y se me pone delante de mí de golpe. Abre los brazos, como si no lo entendiera. —Vamos, por lo menos, ¿me dejas llevarte?
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—No —le digo mirándolo a los ojos—, y ahora, déjame marchar. Lo esquivo y sigo andando, pero su brazo me detiene y me hace girar. — ¿Qué te pasa? ¿No te das cuenta de que intento entablar una conversación contigo? Me quedo parada de golpe. Me gustaría decirle muchas cosas, en mi mente están todas acumuladas y quieren salir. Pero mi boca no responde, se ha quedado en shock igual que yo. Me gustaría decirle que no, que no me quiero dar cuenta porque soy una idiota que no se quiere enamorar nunca y quiere proteger a su corazón, que por más que lo intente yo seguiré siendo una fría que nunca querré estar con él, igual que no quiero estar con nadie. Pero, ¿por qué no se lo puedo decir? Se pasa la mano por la nunca y suspira. —No sé ni cómo te llamas. —Abby, me llamo Abby. —Jake, encantado —me da la mano. Le doy la mano, porque educación no me falta. —Me puedes llevar, pero solo, si no intentas hablar conmigo nunca más. Él se queda unos minutos pensando aun con nuestras manos juntas y asistiendo con la cabeza me suelta la mano. Me apoya una mano en la espalda para indicarme por dónde ir, yo lo sigo y cuando llegamos a su coche me quedo con la boca abierta. Es un descapotable plateado precioso. Yo me subo y él se sube después. —Wall Street. — ¿Vives ahí? —Bueno, ahí vivo con mi madre, luego vivo en la cuarta avenida de Manhattan con mi padre. Él asiste con la cabeza y se pone las gafas de sol. Ni siquiera sé por qué le he dicho eso. Miro hacia delante y él arranca el coche. — ¿Cuántos años tienes? —vale, la curiosidad me mata. —28, ¿Y tú? Mierda. Mierda. Mierda. Abby, estás loca subiéndote el coche de alguien 10 años mayor que tú. —Tengo 18 años —dijo mordiéndome el labio inferior. —Bueno, técnicamente eres mayor de edad —dice apretando el acelerador.
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De repente, así porque así, me echo a reír con todas mis ganas. Exploto en mil sentidos de felicidad, la situación, todo, es de locos. Por un momento, me siento feliz y cómoda a su lado. Pero un frenazo seco hace que me pare de reír de golpe y vuelva al mundo real. Mis pelos están por toda mi cara, y aun que tenía el cinturón de seguridad mi cabeza ha ido hacia delante. —Mierda. Abby, ¿estás bien? —dispone su mano en mi rodilla. Me quedo con la boca abierta sin aliento, respiro hondo dos veces y me incorporo. Me echo los pelos hacia atrás y asisto con la cabeza. Lo miro, su móvil ha empezado a sonar. Acepta la llamada desdeun botón del coche y una voz de chica resuena en mi oídos. —Jake, os están siguiendo. Es una furgoneta negra, la matrícula es 80976W. Incrédula por lo que acabo de escuchar, giro mi cabeza por el retrovisor. Veo la furgoneta dos coches más atrás de nosotros. El corazón me bombea muy rápido. —Recibido, Susan. Jake apaga la llamada y me mira. Lo miro asustada, mis labios quieren pronuncian dos puñeteras palabras pero mi celebro no le da la orden. Cierro los ojos e intento respirar adecuadamente, ya que a mis pulmones se les ha olvidado hacerlo. —Están dos coches detrás de nosotros. Él lo comprueba y dos segundos después arranca el coche. Sale de la ciudad y va dirección autopista, de pronto se pone a 200km/h. Mi cabeza esta echa un lío, me agarro a la ventana y al asiento mientras me giro y lo miro. No entiendo nada, necesito explicaciones. Miro hacia atrás, la furgoneta intenta llegar a nosotros, va también muy rápido. —Jake, para el coche —al ver que no contesta le grito—: ¡Jake! ¡Para el puto coche ahora mismo! Pega un frenazo muy fuerte y se echa a un lado de la carretera. Bajo corriendo del coche y rápidamente me incorporo y me pongo a vomitar. Dios, que mareo. Pero, ¿en dónde me he metido? Me apoyo en el coche y me pongo las manos en la cara. Tranquilízate Abby. —Abby, no te muevas —me susurra Jake al oído—. Están bajando de la furgoneta con pistolas. Lentamente me giro y los miro, todos van de negro y con algo en la cabeza que les tapa la cara. Con un gesto rápido, Jake me coge de la cintura y me pone detrás de él. Estoy pegada a su espalda y mi respiración va muy deprisa. Mierda, ¿Cómo cojones te quieres calmar cuando hay un grupo de personas que vienen hacia ti con armas? Es de locos, todo es de locos. —No digas nada, hablaré yo.
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Asisto con la cabeza aunque no me vea, pero más que nada es para convencerme a mí misma. Con la otra mano coge las llaves del bolsillo y me las da. — ¿Sabes conducir? —Sí, pero… —Cógelas, si hay complicaciones corres al coche y te vas a la gasolinera que hay a pocos kilómetros de aquí. —Vale —las cojo y me las guardo en la mano. Miro un momento, ya están aquí. Nos apuntan con pistolas, joder. Los coches pasan por delante de nosotros a toda prisa, sin ni siquiera pararse. Aunque, ¿quién se pararía al ver unos encapuchados con armas? Yo no. Me sudan las manos y rezo a todos los dioses para que no se me resbalen las llaves. Jake me aprieta a su espalda, y de un modo me siento más segura. — ¿Qué queréis? —pregunta Jake seguro. — ¿Dónde tienes la chica, Jake? ¿Es ella? ¿Chica? ¿Yo? Esto es muy raro, ¿de que los conoce? Bien han dicho su nombre, osea de algo los tendrá que conocer. Aprieto la mano de Jake y cierro los ojos. Por un momento me imagino en la playa leyendo un libro mientras las olas me relajan con su suave compás. Un disparo. Estoy en el suelo. Jake está encima de mí. Oh, joder, me duele todo, ¿qué coño ha pasado? Me mira a los ojos, se levanta de golpe y saca una pistola de sus pantalones apuntando a los hombres, me levanto poco a poco y subo al coche despacio. Intento poner la llave al contacto, pero me tiemblan las manos, estoy sudando. Jake da un salto y se asienta a mi lado. —Arranca, arranca —chilla. Esta vez acierto y arranco de golpe, pongo el pie en el acelerador y no puedo quitarlo de ahí, me invaden los nervios. Solo quiero irme lejos de ellos, ¡me han apuntado con una puta arma! Miro a Jake, tiene sangre en la frente y está recargando el arma. Voy a 180km/h, nunca había ido tan rápido. Siento disparos, nos están intentando dar en las ruedas, cambio de carril. Jake se gira y empieza a disparar a la furgoneta. — ¿Qué coño está pasando Jake? ¡Hace media una hora que tendría que estar en casa! —digo gritando histérica. —Soy de la FBI, Abby. Y a veces, me pasan estas cosas. Me quedo mirando la carretera fijamente. Apúntate una cosa en la cabeza, Abby, antes de irte en el coche de un tío pregunta qué oficio tiene. Veo que hay una entrada
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a Nueva York, me tiento por entrar ahí. Mierda, piensa rápido Abby. Al final sigo recto dejando mi última oportunidad de volver a casa. Me tiemblan las manos y las sujeto fuerte al volante para disimularlo. Estoy asustada. Quiero llorar, pero no quiero parecer débil, así que me trago las lágrimas. Jake acepta la llamada. —Jake, hay un motel a unos 20 km, los tenéis que distraer y dormir ahí. ¿Cómo sabe ella que está conmigo? Me quedo un momento pensando, bueno, es de la FBI, así que lo saben todo. Miro a Jake y él le dice a Susan que lo haremos. Me mira y se tapa la cara con las dos manos, arrepintiéndose de haberme dicho que me llevara a casa. Cojo el móvil de mi bolso como puedo y llamo a mi madre. Me lo coge a la segunda. —Abby, ¿dónde estás? Estoy muy preocupada. Cierro los ojos un instante y los vuelvo abrir. —Mama, me he encontrado a Marly y al final he aceptado ir con ella. —Me tendrías que haber avisado antes, cielo. —Sí, lo sé, mama. Lo siento. No volverá a pasar. —Vale, cariño. Diviértete. Qué ironía, ¿no? —Claro, lo intentaré. Adiós mama. Las dos colgamos a la vez y dejo el móvil en mis piernas. Jake me toca el brazo. Lo miro un momento y esquivo su mirada volviendo a mirar adelante. —Siento todo esto, lo tendría que haber pensado antes. Y siento también lo que te voy a pedir ahora. —Arranca —digo cabreada. —Tenemos que distraerlos, y ahora no puedo ocupar el lugar del volante. Lo tendrás que hacer tú. Lo miro con los ojos muy abierto, ¿qué coño se ha fumado? Hago una risa irónica, ¿Cómo quiere que lo haga yo? Nunca antes lo he hecho, ni ir a tanta velocidad. Esto está en contra de mí, es una locura. Estoy para parar el coche, bajarme e irme a pie a mi casa, pero luego pienso que tenemos unos detrás que van con armas e intentan detenernos. —Sigue mis instrucciones. Asisto con la cabeza, no sé qué estoy haciendo. Después vuelvo a negar. No puedes hacerlo, Abby. No puedes, él es el que ha estudiado y dedicado a esto. Tú, no. —No, no puedo hacerlo. No sé… —GIRA, ¡AHORA! —grita Jake cortándome—. A la derecha, ¡ya! pàg. 12
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Sin pensármelo dos veces, hago un giro rápido y limpio y voy por la derecha. Hay un camino que llega a un bosque. Cada vez estoy más nerviosa, me sudan las manos. —Jake, no puedo más. Necesito parar… Él mira hacia atrás y no ve ninguna furgoneta. Asiste con la cabeza. Freno poco a poco y lo dejo aparcado en un rincón de la carretera. Me bajo deprisa y nerviosa y me paso las manos por la cara. ¿Qué ha acabado de pasar? Lo miro a él con lágrimas en los ojos. Pero no dejen que pasen más por debajo. Me las quedo en los ojos. —Lo siento, Abby. — ¿Y si me hubieran hecho algo? —digo cabreada. —No lo hubiese permitido.
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Capítulo 3
MUNDOS PARALELOS
La mejor historia es la de cada uno. Puede haber muchas versiones, pero la verdadera siempre será la que cuente cada uno de sí mismo. Porque es el único que puede criticarse a sí mismo o aplaudirse. La que llevaba los zapatos y andaba con ellos, era yo. Así que si alguien lo hubiera hecho mejor que yo, se los dejo y que ande con ellos. Pero gracias a este cacho de historia de mi vida, me he dado cuenta que soy capaz de hacerlo. Que si tengo que huir, huiré sin el temor al que pueda pensar la gente por no haberme enfrentado al problema. Que si tengo que luchar, lucharé, pero eso solo lo elijo yo, porque como he dicho, es mi historia y nadie tiene derecho a criticarla. Jake aparca delante del motel y acto seguido nos bajamos del coche. Ahora estoy un poco mejor, me ha tranquilizado. Cojo mis cosas y ando a su lado. —Dos habitaciones individuales, por favor. Miro dentro de mi cartera, pero solo he llevado suelto para el metro y un café. No me queda nada. Me paso la mano por el pelo. —Jake, no llevo nada. ¿Crees de verdad que es seguro dormir aquí? —Yo te lo pago. Y no, pero es menos seguro que te lleve a casa, ellos seguramente ya habrán averiguado donde vives. Lo miro con cara sorprendida, ahí está mi madre. Él lo nota en mi reacción. —Pero no le harán nada, hemos enviado patrullas de vigilancia ahí. —Pues, ¿por qué no puedo ir yo también? —Una habitación doble, por favor. Me mira y me manda a callar. Me giro y cruzo los brazos. ¿Quién se cree que es? Veo de reojo que le da un billete y la recepcionista le da unas llaves. Él me echa el brazo por la espalda y hace que camine con él. Se ríe de lado y le doy un codazo en las costillas. —Vale, nena, sabes defenderte —dice alzando los brazos. Entramos en el ascensor y aprieta el botón que sube hasta la planta número 3. Tiene las paredes negro metálico y un espejo justo delante. Es muy grande, quizá capacidad para 15 o 20 personas. Y ahora mismo, solo estamos él, el aire y yo. Noto como sus ojos penetran en mi piel, como si me quemase. Sonrío de lado y niego con la cabeza. Paramos en la primera planta, dónde una pareja de ancianos sube en el ascensor. Él está a la otra punta del ascensor. Intercambiamos una mirada intensa, finalmente se la
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aparto cuando llegamos a la tercera planta. Lo sigo con pasos débiles, ¿cómo sé que no me hará nada? Lo acabo de conocer. Y todo lo que acababa de pasar…oh, dios mío. En que lío te has metido, Abby. —Primero las damas —dice abriendo la puerta de la habitación. Voy a parar a una habitación, las paredes pintadas de color gris le hacen un toque más moderno. Hay una cama gigante en medio de la habitación, una televisión delante de esta y una puerta que debe dar al baño. Entro en él y me lavo la cara con agua fría. Me siento en el lavabo y saco el móvil del bolso. Un mensaje de Marly. ‘’Nena, ¿Dónde estás?’’ Tacleo un ‘’ ¿Sabes aquel chico que he conocido hoy? Pues con él. Pero en teoría, contigo. ’’ Enviado. Solo puedo contar con ella, como lo he hecho siempre. Conozco a Marly desdelos 12 años, cuando empezamos el instituto, me acuerdo como venía con sus dos trenzas y sus pitillos de siempre. Des del primero día que hablamos, sabíamos que íbamos a ser amigas. ‘’ Chica mala. Vale, guardo tu secreto. Disfruta, te quiero. ‘’ Confiando en su palabra, bloqueo el móvil y lo vuelvo a guardar en el bolso. Salgo del baño y veo a Jake hablando con teléfono en un balcón que no me había dado cuenta que estaba ahí. Me acerco lentamente para escucharlos. —Cíñete al plan, Jake. Es de la única manera que la podemos mantener a salvo— .dice Susan. ¿Mantener a salvo? ¿A quién? Espero que no sea a mí, porque ayer yo estaba muy a salvo. Todo ha empezado…cuando he aceptado subir a su coche. Me tiro el pelo hacia atrás, fastidiada. —Lo estoy haciendo, Susan. Hablamos mañana, adiós. Se gira y de repente nuestras miradas conectan completamente. Los dos nos quedamos quietos sin decir nada, sin hablar. Lo que parecen horas, retiro mis ojos de los suyos y doy un leve suspiro. ¿Cómo ha podido pasar todo esto? Me siento en la punta de la cama y pongo los codos en las rodillas, metiendo la cabeza entre las manos. Esto estaba agotando mi paciencia, no puedo estar toda la noche con él. Me niego completamente, no puedo llegar a ser tan idiota. Cuando quito la cabeza de mi pequeño refugio, Jake está de pie apoyado en la pared de delante mirándome fijamente. — ¿Qué está pasando, Jake? Él da un suspiro y se quita la pistola del pantalón, dejándola encima de la mesa. Acto seguido se sienta mi lado, y me mira con esa mirada inquietante. Yo la esquivo, no puedo caer tan fácilmente en su red. No tengo la palabra apropiada para lo que he llegado a hacer, simplemente estoy loca, y me lo diré las veces que haga falta. Vamos, Abby, piensa. Los de la FBI no pueden soltar las cosas tan rápido, pero lo saben todo. —No te lo puedo contar, Abby, pero…
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Me levanto de golpe, ¿Qué me está diciendo? Yo estoy metida en esto, y creo que si ahora mismo salgo del motel y me ven me pueden hasta coger y matar. ¿Qué no tengo derecho a saber que cojones está pasando? Estoy poniendo en riesgo mi vida por haber ido con él, en su puto coche. Voy de arriba abajo, intentar procesar los hechos, Jake me habla pero no lo escucho lo más mínimo. —Jake, cállate —suelto con ira. Me meto dentro del baño con el bolso, antes de que Jake pueda entrar. Le he dado con la puerta en las narices, justo como me tiene a mí. Me giro y me miro al espejo. Que cara de asco. Tengo el pelo tan alborotado que me hago una cola de caballo, tengo una pequeña herida en un lado de la frente, seguramente de cuando Jake me ha tirado al suelo para protegerme de las balas. Le quito poco a poco la sangre y me meto agua, escuece un poco, pero me aguanto. Me siento en el lavabo y saco otra vez el móvil. ‘’Marly, me tienes que venir a buscar, por favor. Estoy en el Motel Rizalina. Es importante. ’’ Dudo un momento, pero después pulso enviar. Ya está hecho, ahora solo tengo que salir de la habitación sin que Jake me vea. Espero lo que son unos 10 minutos largos hasta que oigo vibrar el móvil, un mensaje recibido. ‘’ Nena, ¿Te has rajado? ¿Qué pasa? ‘’ Oh, joder, Marly. Le envío un ‘’Tu limítate a arrancar el coche y plantarte delante de la puerta del Motel. ’’ Una llamada entra por el teléfono, la cojo. —Hola bonita —una voz desconocida hace ponerme rígida. — ¿Quién eres? —Conduces muy bien, pequeña perra. Los ojos me están empezando a llenar de lágrimas, ¿cómo coño ha conseguido mi móvil? Es uno de ellos, seguro. Con el labio inferior temblando, contesto. — ¿Qué quieres? —A ti, pensé que ya lo sabías. ¡Ja! Lo llevaba claro. —No me entregaré, déjame en paz. Cuelgo el teléfono mientras Jake aporrea la puerta. Miro el móvil. ‘’Ahora voy, 10 minutos. ’’ Me contesta Marly. Mierda, si han localizado mi número, ¿sabrán dónde estoy? Le contesto el mensaje ‘’No pares el coche, tendrás que arrancar solo subirme. ‘’ Bloqueo el móvil y salgo del baño pasando por el lado de Jake dándole un golpe en el hombro. 10 minutos más tarde Jake está en el balcón hablando otra vez por teléfono. Esta vez no es con Susan, no tiene puesto el altavoz y no oigo con quien habla, pero sé que no es Susan. Cojo mis cosas sin hacer ruido, y abro la puerta. Mierda. Cierro un momento los ojos del ruido que he hecho, me giro y Jake se gira. Estamos unos segundos mirándonos, abriendo la puerta de golpe me he hecho a correr con todas mis fuerzas.
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— ¡ABBY! Miro atrás, está corriendo. Abro la puerta de las escaleras, y salgo corriendo hacia abajo. Voy lo más rápido posible pero con cuidado de no tropezarme, a las últimas escaleras, las salto y abro corriendo la puerta por lo que todos se me quedan mirando. Él está bajando las últimas, salgo corriendo por toda la recepción, veo a Marly. Me abre la puerta cuando me ve corriendo hacia ella. — ¡ARRANCA! —chillo. Abro las puertas de la entrada corriendo y me meto en el coche de golpe. Ella sin preguntar ni mirarme arranca el coche a toda prisa mientras cierro la puerta. Miro hacia atrás, lo último que veo es a él corriendo y saliendo por la puerta, va detrás del coche hasta que se queda quieto y coge el móvil. Por un segundo, por corto que sea, me he arrepentido de escapar de él.
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Capítulo 4
TE QUIEREN MUERTA, MADISON
Cada vez sube más la aguja de la velocidad en el coche azul de Marly. Con el pelo moreno suelto, largo y brillante, sus ajustados pitillos tejanos y su camisa blanca casi transparente se encuentra ella, apretando el acelerador y haciendo chipas el motor de su escarabajo estrenado hace casi 3 meses. Solo ella podría tener la maldita suerte de comprar un coche a un desconocido por 1.000 pavos y que le salga por toda una ganga, pero ahora sin embargo no estoy nada segura de lo que dijo el chico respecto a apretar el acelerador. La miro nerviosa, no ha cruzada palabra conmigo en lo que hemos hecho de camino, apoyo la mano en la guantera y la otra en el asiento. Esto de ir tan deprisa, me marea. Estoy a punto de decir algo cuando ella se gira y me calla con la mirada. —Ni se te ocurra. No quiero oír nada. Aprieta el volante tan fuerte que se le han puesto los nodillos blancos. Con su gélida mirada, me ha perforado tan dentro que parece que me estén estrangulando el estómago. Aparto la mirada hacia la ventana y miro el retrovisor. Algo me pone en alerta, la furgoneta de antes. Un nudo en la garganta me deja sin habla. Aprieto fuerte las dos manos, mis lágrimas salen impulsadas repentinamente de la rabia, del impulso a no poder hacer nada para defenderme. A no estar con él, a ser la idiota que acabara como rehén o por aún, muerta. —Nos están siguiendo —digo con la voz ahogada. Marly se gira de golpe y me mira un segundo, luego vuelve la mirada a la carretera confusa. — ¿Cómo que nos están siguiendo? —se vuelve a girar y me mira otro segundo—. ¿Y por qué estás llorando, Abby? ¿Qué ha pasado? —Has dicho que no querías oír nada y yo… —Mierda, Abby. ¡No pensaba que sería esto! —dice chillando. Trago saliva duramente, cierro los ojos tan fuertes como puedo, y me hago un ovillo en el asiento. —No puedes parar el coche, ¿vale? Llevan armas. — ¿Cómo? —pregunta incrédula. —Antes he aceptado a que Jake me llevara a casa. Y cuando estábamos llegando, la furgoneta casi nos hace provocar un accidente. Él se ha dado cuenta de que nos seguían y ha ido dirección autopista. Es de la FBI.
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Marly esta tan sorprendida como la primera vez que lo he oído yo. Y pensar que hace unas horas estaba leyendo un libro y bebiendo un café en mi querido Starbucks…ahora solo puedo pensar asqueada en lo que he decidido. Porque al fin y al cabo, él no me ha obligado ni secuestrado, podría haber dicho perfectamente que no. Pero un lado pequeño de mi cabeza, decía ‘’ ¿Por qué no? ’’ Bien, esa es la parte que nunca escucho y por eso me ha ido tan bien hasta ahora. —Es culpa de Anne y mía. Lo siento Abby, no tendríamos que haberte dicho todo aquello. —No, Marly. Esto seguro que solo me pasa a mí. Me podría haber negado pero… —Pero ‘’ ¿Por qué no? ’’ —Exacto. Nena, no te preocupes, no ha sido ni culpa tuya ni de Anne. Miro hacia atrás, han adelantado un coche. Los nervios los tengo en el estómago, a punto de explotar. Mi cabeza da mil vueltas sin parar de pensar en algo, en algo que nos pueda mantener vivas. Nos han seguido hasta el motel, no era seguro dormir ahí como había dicho Jake. De pronto dejo mis pensamientos esfumarse cuando oigo mi tono de llamada. Miro el móvil atentamente, finalmente lo cojo. —Abby, escúchame —es Susan—. Tienes que seguir mis instrucciones. —Susan, ¿por qué me quieren a mí? Yo no tengo nada que ellos quieran —digo exasperada. Ella toma un silencio demasiado largo hasta que deja ir un suspiro. Marly me mira sin entender nada. —Limítate a seguir mis instrucciones —dice seria—. Jake te está esperando en la próxima gasolinera, tienes que parar ahí y subirte a su coche, estarás más segura con él. —Pero yo… —Tienes que confiar en nosotros, Abby, en él. Doy un largo suspiro y asisto con la cabeza aunque ella no me vea. Miro un momento a Marly. — ¿Y mi amiga? —Saben que ella no está dentro, la dejarán en paz. Cuelgo sin estar segura de nada, pero necesito tranquilizarme y aclararme las ideas. Ha sido muy raro que no me contestase la pregunta. Le acabo de contar todo a Marly, a lo que se queda sin habla y dándose las culpas. Pero de verdad no lo he hecho por lo que me habían dicho ellas, por una vez quería experimentar la sensación, aunque no haya salido bien. —Y Susan me ha dicho que me pare en la primera gasolinera —Y la tenemos delante—. Afloja la velocidad, Marly. No sé qué hacer.
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Ella da una larga respiración, me mira, me sonríe y de verdad, que en ese instante me relajo yo también. Va aflojando la velocidad hasta que se pone a 60km/h. Se para delante de la gasolinera, y también se me para el corazón a mí. Me la quedo mirando sin entender. —Tienes que ir con él, si de verdad a mí no me pueden hacer nada, él te podrá proteger. Me abrazo a ella, me aferro a ella como lo único que me queda y me separo. —Gracias, cielo. Por todo —le doy un beso en la mejilla y abro la puerta—.Te llamaré. Te quiero. —Y yo, enana. Me bajo del coche con el corazón en la boca, a punto de vomitarlo. Me aparto el pelo hacía atrás y lo busco con la mirada. Veo el descapotable plateado —ya con el capote puesto— a un lado de la gasolinera. Marly se despide de mí y arranca su escarabajo azul a toda velocidad por la carretera hacia Nueva York otra vez. Me limito a mirarlo, está apoyado en la puerta del conductor con una cazadora de cuero y él también me mira. Dejo ir un largo suspiro y me encamino hacia él. Entro al coche y espero que él también lo haga. Se me queda mirando. —Como te gusta huir de mí, nena. —Conduce y cállate. Él sube los hombres en modo de respuesta y arranca el coche. Miro la hora, son las 2 de la madrugada. La furgoneta la he perdido de vista un rato después de verla en el coche de Marly, pero seguro que nos estarán siguiendo. — ¿A dónde vamos? —Esta vez tenemos un viaje un poco más largo.
¿Un poco más largo? Lleva conduciendo una hora y no hemos parado en todo el rato. Al final, por lo que parecen siglos, gira a la derecha. Vamos por un camino donde por los lados hay bosque. Seguro que es más bonito de día, ahora está todo muy oscuro. Mi móvil se pone otra vez a cantar, miro quien es. Mi padre. —Hola, papá. —Hola enana, ¿de fiesta? Se lo habrá dicho mama. Seguro que ha llamado a casa, intentado localizar conmigo, pero lo más parecido que habrá encontrado es a mi madre. —Sí, he ido con Marly y Anne. —Vale, cielo. Te llamare mañana, pásatelo bien. Te quiero.
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—Y yo papá, adiós. Cuelgo el teléfono, algo disgustada, no son nuestras típicas conversaciones telefónicas. Miro a Jake y me devuelve la mirada confuso, susurro un leve ‘’Mi padre’’ y giro la cabeza para ver lo que nos queda de viaje bajo las copas de los árboles y el cielo repleto de estrellas. Unas rejas metálicas hacen el ademán de abrirse y el coche avanza lentamente por un camino de asfalto, a los lados hay césped con alguna escultura representando caballos con caballeros. Hay varias puertas de garaje, Jake abre la número 3 y mete el coche dentro. De repente todas las luces se apagan y quedamos en la oscuridad, donde mi corazón va más rápido que mi respiración. Abro la puerta, y salgo del coche con el bolso en un lado. Noto una mano en mi cintura, doy un paso hacia atrás ahogando un grito asustada, al cabo de 5 segundos me doy cuenta de que es Jake. Me guía con su mano y nos detenemos. Unas luces se encienden de golpe, indicándome que estoy en un ascensor. Jake introduce un código y empezamos a… ¿bajar? En teoría tendríamos que subir, pero vamos hacia abajo. Las puertas se abren lentamente mostrándome una sala muy grande llena de personas en los ordenadores, y gente con uniformes caminando de un lado a otro. Todos se giran cuándo damos un paso hacia delante y se cierran las puertas del ascensor detrás de nosotros. —Construyeron esta central para no descubrir nuestro paradero, por eso hemos bajado —me susurra Jake. Una mujer bastante joven, con un rostro angelical y rubia viene hacia nosotros moviendo las caderas con ese mismo uniforme que llevan los otros agentes. Sonríe a Jake y me inspecciona de arriba abajo a mí. —Vamos, necesitáis atención médica —es Susan. De repente se gira sin ninguna explicación más, y Jake me empuja un poco con su mano en mi cintura para que la sigamos. Miro a mi alrededor a las personas que nos miran, algunas parecen serias y otras nos sonríen, o más bien a Jake.
Me pone la última mini tirita en la frente y después me examina para ver si tengo otro daño. Es doctor, es moreno y su nombre es Bill, pero prefiere que lo llame Doctor Hill, ‘’si no es molestia, es por la profesión’’. Aparte de eso, debe tener unos 50 y pocos, y se ve agradable hablar con él. — ¿Te duele algo más? Niego con la cabeza, y a la vez entra Jake en la habitación. Nuestras miradas se cruzan por un instante, pero la aparto primera, como siempre. El Doctor Hill se gira y mira a Jake indicándole que puede pasar. Me bajo de la camilla donde me ha estado inspeccionado el Doctor, y me pongo enfrente de él. — ¿Me puedo ir ya, Dr. Hill?
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Jake se le escapa la risa, por lo que me giro y lo miro con cara de no entender. El Doctor Hill lo fulmina con la mirada, y Jake levanta los brazos en modo de disculpa. Se siente en su sillón de cuero, y mirando unas hojas vuelve la mirada hacia mí. —Sí, señorita Madison, ya puede retirarse. Jake me hace ademán de dejarme salir primero, y salgo disparada de ahí, a unos pocos pasos de ir caminando hecha una furia me giro de repente chocando con su pecho, si no fuera por su brazo en mi cintura, estaría de culo en el suelo. Pongo mis dos manos en su pecho y me tiro un poco hacia atrás. — ¿Me puedes explicar de una maldita vez que está ocurriendo? —Señorita Madison —dice con tono gracioso—. Es usted un poco patosa, ¿no cree? Le doy una leve hostia en el pecho y eso hace que se ponga las manos ahí y se ponga a reír. —Pegas como una niña. —Ah, espera, es que ahora soy un niño —digo en tono sarcástico—. Respóndeme, Jake. —Agente Connor, si no es molestia —vuelve a reír. —Mira, he aceptado para que me lleves a casa, no para que me traigas a la central de la FBI, por qué una banda de locos me quieran matar. Dime que cojones pasa antes de que pierda los nervios —me acerco lentamente a él—, Ha quedado claro, Agente Connor? Me coge del codo y me lleva a rastras hasta una habitación bastante desierta. Tiene las paredes blancas, y solo hay una butaca y una televisión. Cierra la puerta con el pie y me tira en la butaca mientras él da vueltas a la habitación y se pasa las manos por la cara. —No me digas que no lo puedo saber otra vez, Jake. Me han apuntado con un arma, tengo todo el derecho a saber que está ocurriendo. Se pone delante de mí, de rodillas y me mira fijamente mientras me coge la mano. —Esta banda ha esperado el momento justo para pillarnos juntos —al ver que no entiendo, continúa hablando—. Tu padre ha sido y es un gran agente de la FBI, él mató a unos de sus jefes en una pelea, fue defensa propia, pero ellos le dijeron a él que tú pagarías por eso. Te quieren muerta, Madison.
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Capítulo 5
COSAS INEXPLICABLES
Me levanto de golpe sin creer nada de lo que me está diciendo. ¿Me quieren muerta? ¡Pero si no he hecho nada! Me está diciendo que igualmente, si no hubiera aceptado a que me llevara a casa, hubiera pasado igual en algún punto de mi fantástica vida. Bien, por lo menos me tranquiliza la mente, ya que tampoco he sido tan irresponsable como pensaba horas antes. Pero sigo sin creerme que mi padre sea agente de la FBI. ¿Es que ahora nos hemos vuelto todos locos? Me apoyo en una pared, y lentamente bajo hacia abajo hasta que me quedo sentada. Pongo las manos en mi cara, fregándomela. Vale, Abby, piensa. Si papá ha sido y es de la FBI, no sería una buena razón para que nos dejara solas a mamá y a mí. Pero después de que matara a unos de los jefes de esa banda y para vengarse, me querían bajo tierra…esa si sería un buena razón para alejarse. Nos estaba… —Nos estaba protegiendo…—digo en voz baja. — ¿Qué? —pregunta Jake mientras me mira. Nunca en mi vida, he contado nada de mi padre. Solo han sabido lo que he hecho los que estaban a mí alrededor. Pero con lágrimas en mis ojos, y un buen cacho de fuerza, me salen las palabras solas. —He estado sin padre desdehace 2 años, preguntándome porque no estaba a mi lado como lo hacían el resto de los padres —digo mientras una lágrima se escapa por mi mejilla—. Fui yo quién lo busco por medio país con tan solo 16 años, Jake. Un padre no se tiene que buscar, es él quién te busca a ti. Jake se pone a mi altura, y con el pulgar me quita la lágrima lentamente. Me quedo mirando sus ojos, hipnotizándome otra vez con su mirada. Él me mira con la misma intensidad, como si me estuviera comiendo con la mirada. Esa sensación me hace estar bien, me gusta. Le dedico una débil sonrisa, y él me responde con otra un poco más grande. Me mira los labios, y yo miro los suyos. Nunca había tenido esta sensación, es muy rara, y a la vez encantadora. Nunca había mirado a un chico tan rato, ni dejaba que ellos me mirasen tanto. Su mirada profunda me transmite proximidad. Pero esa proximidad se ve alejada de golpe por la voz de Susan. —Lo siento chicos, pero Abby, tienes una llamada. Jake me coge de las manos y me ayuda a levantarme, mientras me coge de la cintura le dedico otra débil sonrisa y salimos juntos hasta llegar en dónde estábamos cuándo hemos llegado. Susan me aparta una silla negra de piel, dónde delante se encuentra
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un teléfono fijo plateado. Me siento lentamente en la silla y cojo el fijo temblando. Me lo pongo en la oreja mientras todos me miran. — ¿Hola? — ¡Abby! — ¿Papá? —la vista se me nubla de repente. —Sí, cariño. Ahora voy, ¿vale? — ¿Para qué? ¿Para qué te vuelvas a ir? El labio me empieza a temblar, me lo muerdo enfadada y a la vez dolida. Me quito las lágrimas que tengo en los ojos y lo escucho. —Nunca me lo habías tirado en cara… —Pues ya va siendo hora, ¿no crees? Va siendo hora de que me cuentes de una maldita vez que pasó, papá. ¿Papá? Un padre es el que está contigo desdeque naces, no desdeque su hija lo tiene que buscar. Sin más, me derrumbo. Como hacía tiempo que no lo hacía, ¿Por qué me tenía que pasar toda esta mierda a mí? ¿Por qué? Dejo caer el teléfono, y me acurruco a la silla con las rodillas en el pecho y mi cara entre ellas. Noto como una mano se dispone debajo de mis piernas y la otra en la cintura. Cuándo abro los ojos, Jake me lleva en brazos. Apoyo la cabeza en su pecho, y me dejo llevar por el compás de su andar, que me deja completamente dormida.
Me despierto a causa de unos gritos en el pasillo. Abro los ojos, encontrándome en una habitación con las paredes grises, y muebles blancos. Estoy estirada en un sofá, con una manta roja encima. Me la quito lentamente, y me quedo sentada. Miro todo en silencio, con cada minuto que pasa me doy más cuenta que la voz me suena familiar. No hay ventanas, así que no puedo ver más o menos a qué hora estamos. Voy a mi bolso que está encima de una silla color beige, y lo cojo. No está mi móvil, perfecto. Me hago mejor la coleta de caballo, y abro lentamente la puerta, encontrándome con un fuerte Jake de espaldas. —No Susan, ¡es mi hija! Tengo todo el derecho —dice mi padre enfadado. — ¿A que tienes derecho? —pregunto detrás de Jake. Jake se aparta un poco, para que se me vea, pero solo lo suficiente. Mi padre cuando se gira y me ve, va con paso decidido hacia mí, pero la fuerte mano de Jake lo para. Lo miro extrañada, ¿desdecuando hace eso? —Soy tu padre, Abby. —También eres un agente del FBI, no tenía ni idea de tu oficio —cruzo los brazos en mi pecho—. Pero ahora lo entiendo todo, esas noches esperando a que me durmiera
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antes que tú, inventándote excusas para librarte de mis preguntas…¡y es que de verdad no sospechaba nada! —dejo ir los brazos hacia arriba. —Hablemos tranquilamente, cariño. Te lo contaré todo, pero solo —dice mirando a Jake—, si estamos en privado. Me lo quedo mirando un rato, hasta que finalmente asiento y Jake lo deja pasar en la habitación, después mi padre cierra la puerta detrás de él. Me siento en el sofá, y él coge otra silla beige y se pone delante de mí. —Abby, cariño, tienes que entender que tu madre y tu sois lo mejor que me ha pasado en la vida, solo os estaba protegiendo. —No, papá. Dejándonos solas, nos dejabas en peligro. Solo contigo estábamos a salvo. Tú eras el único que nos podía proteger. —Es más complicado que eso, enana —dice frotándose las manos—. Ellos no sabían quién eras tú, hasta que te vieron conmigo. Niego con la cabeza con las lágrimas en los ojos, ¡Abby! Ya basta de lágrimas, eres fuerte. No, no lo soy. Siempre lo ha sido mi madre por mí, escondiéndome de las cosas que podían hacerme daño. — ¡No! Yo solo quería tenerte en mi vida, solo quería encontrarte, sin explicaciones de por qué nos abandonaste, nunca te las hubiera pedido…hasta ahora. —digo secándome los ojos—. Yo solo quería recuperar el tiempo perdido, papá…es injusto. De un momento a otro se sienta a mi lado mientras me acurruco a su lado, apoyando mi cabeza en su fuerte pecho, con uno de sus brazos me envuelve, sintiéndome de verdad protegida. —Cariño, y lo hemos ido recuperando, ¿o no? No me arrepiento de nada. Eres lo mejor que tengo —dice dándome un beso en la cabeza. Lo abrazo con todas mis fuerzas, sin creer lo que está pasando. Soy hija de un agente de la FBI. —Enana, ahora sí. Tienes que llamar a tu madre y decirle que esta semana has decidido quedarte en mi casa, le tienes que mentir. Mis compañeros han averiguado que no saben dónde vive Claire, ni quién es. Si vas y te siguen la pondremos en peligro. —me pasa su teléfono con la otra mano. Lo cojo con la mano temblorosa —otra vez—, y marco su número, poniéndomelo en la oreja, esperando a que me lo coja. — ¿Jack? —No, mamá. Soy Abby. —Oh, hola cielo. ¿Ha pasado algo? —dice preocupada. —No, no tranquila. No ha pasado nada. Solo que he decidido pasar esta semana en casa de Jack. ¿Qué te parece?
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—Vale, cariño. Ningún problema, que os lo paséis muy bien. —Gracias mamá, te quiero. —Y yo, princesa. Adiós. Colgamos las dos a la vez y le devuelvo el teléfono, él me limpia las lágrimas de la cara y se pone en pie mientras me da las dos manos para que me levante. —Es hora de volver a casa, enana.
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Capítulo 6
¿DE VUELTA A MI VIDA?
Los días van pasando con tranquilidad, no me puedo creer que haya vuelto a mi vida normal. En dos días es la graduación, y estoy nerviosa. Estoy en una tienda con Marly y Anne, probándonos vestidos para la fiesta de la graduación. Salimos las tres del probador, con cara de sorpresa. Marly lleva un vestido turquesa de gasa con brillantes en la parte superior que le queda de perlas. Anne, un vestido negro ajustado hasta los muslos, y no tiene mangas. Y yo llevo un vestido rosa claro con la espalda descubierta, y es ajustado de arriba y un poco suelto después de la cintura. Después de comprarlos, vamos a comprar unos tacones y más tarde nos sentamos dentro de un Starbucks. Me viene en la cabeza la imagen de Jake entrando por la puerta, como la vez anterior. Justo me llega un mensaje suyo. Vale si, le di mi número para emergencias y él el suyo, pero hablamos casi todo el día. ‘’Nena, estás de muerte. ’’ Me río, y empiezo a mirar en el exterior, cuando me fijo bien, veo a Jake apoyado en un banco, con unos tejanos, una camisa gris con el escote en forma de V y con unas gafas de sol mirándome. Les digo a las chicas que ahora vengo, y salgo corriendo hacia afuera. Con mis shorts tejanos altos, una camisa negra corta —dónde dejo ver mi ombligo—, mis bambas negras, mi pelo suelto por debajo el pecho y mis gafas de aviador, me enrollo en su cuello, echándole de menos. Echándole de más. Me separo lentamente y le sonrío. Él me coge de la cintura dejándome un beso mojado en la mejilla mientras me tira un poco hacia atrás. — ¿Qué haces aquí, hombretón? —digo ya cuando me ha soltado. —Estoy trabajando, nena. No como tú, que debes de estar de compras. —Has dado en el clavo —me pongo a reír—. ¿Y a quién estas espiando? Me giro sobre mis talones para ver si hay alguien sospechoso, pero no encuentro nada, solo a mis amigas mirándonos con interés. Les dedico una sonrisa mientras Jake me coge por la cintura y me atrae hacia él. Con mi espalda en su pecho. Giro un poco la cabeza, encontrándome los labios de Jake a centímetros de los míos. —Fíjate bien, ¿vale? —dice susurrando cerca de mi boca—. El tío que esta con una camisa negra y unos pantalones tejanos. Esta fumando. Míralo bien. Entonces me fijo, está mirando mucho a una chica y como siguiéndola, pero sin el cómo. Me giro un poco más hasta que tengo sus labios a milímetros. Me estoy muriendo de ganas de… ¡Mierda, Abby! ¿Qué coño te está pasando? Me separo rápidamente de él.
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—Quizás la conozca. Quizás le gusta y no sabe cómo decírselo. Jake se ríe por lo bajo y niega con la cabeza—. No pueden haber quizás en mi profesión. Muevo los hombros incómoda, sin saber qué hacer ni que decir. Me mira profundamente, y yo dejo ir un suspiro. ¿Qué me pasa? Nunca me había sentido así, nunca había mirado a un chico de esta forma. Bajo la mirada hacia abajo, ruborizada. Odio que se me pongan las mejillas coloradas. Jake se ríe y se acerca a mí abrazándome. Yo le correspondo el abrazo cogiéndolo por el cuello. —Me tengo que ir, mis amigas me esperan —le susurro en el oído. —Vale, Abby. Ya hablaremos. Cuídate nena. Me guiña el ojo mientras veo como desaparece por un pasillo del centro comercial. Me giro lentamente sonriendo a más no poder, encontrándome a unas amigas muy ansiosas por contarles todo. Ya que estamos hablando de la FBI, no les he podido contar todo, todo. Pero si lo de Jake, bueno, tampoco es que pase algo con él. Y Marly ya sabía gran parte de la historia. Al final me ha llevado a casa con su escarabajo y estoy viendo una película con mi padre en el salón. —Au —digo cuándo noto que me tira una palomita en la cara. —Ay enana, no aguantas ni una palomita. Me levanto con el cojín en la mano, y me dispongo a darle golpes con él. Él se ríe a más no poder por lo floja que me ve y yo me pongo a reír con él. La película termina justo cuando acabamos con el ataque de risa y mi padre apaga la televisión haciendo que toda la atención quede en él. —Vamos a cenar fuera, prepárate. Dicho eso asisto con la cabeza y voy dirección a mi habitación. Las paredes rosa claro y gris hacen que me vea un poco pequeña, pero me encantan esos dos colores juntos y como reflejan mis muebles y mis fotografías. Miro una en la pared dónde me abrazo con mis dos mejores amigas; una de cuando éramos más pequeñas y la otra de ahora. Sonrío pensando en ese día. Y cuánto tiempo ha pasado desdeentonces… ¿5 años? ¿Quizás más? No lo sé, pero sí sé que con ellas es todo mucho más sencillo, me hace pensar que no estoy sola y que son parte de mi familia, la familia que yo he elegido. Voy hacía el vestidor y cojo unos pantalones blancos pintillos, poniéndomelos lentamente por mis piernas. Una vez en sujetador miro mis camisetas y me encamino por una formal. Una rosa palo, fina y un poco transparente. Por último, me pongo un collar plateado, me hago un moño algo desordenado y me pongo mis zapatos de tacón rosa claro. Me perfumo un poco, extiendo rímel en mis largas pestañas y me pongo pintalabios rosa palo. Me miro en el espejo de mi baño; perfecta. Cojo un bolso negro y pongo todas mis pertenencias dentro. Salgo al salón y veo a mi padre apoyado en la pared, esperándome. pàg. 28
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—Wow, enana. Estás preciosa. —Gracias, papá. Cuando bajamos del coche, todos los chicos se rompen el cuello para mirarme. Pero en ese momento, en el único chico que puedo pensar, es en Jake. ¿Pero qué dices loca? No, no, no, no y no, retira ahora mismo tus malditos pensamientos de él. Entramos en el restaurante, dónde nos sirven una rica ensalada y un buen vino para acompañarla. Me quedo mirando la ensalada que tiene bastantes colores, y la verdad es que solo puedo pensar en él. Me protegió, aunque fuese su trabajo, para mí es un detalle, o algo más grande que eso. Me protegió cuando nadie más estaba ahí para hacerlo. —Me han asignado un nuevo caso, cariño. — ¿Cómo? —digo saliendo de mis pensamientos. —Me tendré que ir mañana, después de tu graduación —dice dejando a un lado el tenedor. Imito su gesto y bebo un poco de vino. — ¿Cuánto tiempo, papá? Él junta sus manos delante de él y me mira con cara de perdón. Oh no. —Por unos seis meses. Mi mundo se derrumba. Otra vez sin él. Otra vez tendré que estar sin mi padre por su trabajo, pero esta vez no es solo para protegerme a mí, sino que es para proteger a más gente que pueda estar en peligro. Y en cierto modo, veo a mi padre como a un héroe, pero por otro, lo veo como a alguien que quiere desaparecer un tiempo, un tiempo de todo los que nos rodea. Asisto con la cabeza y vuelvo a comerme lo que tengo en mi plato. Esta vez me imita él, y los dos seguimos comiendo. — ¿Estás enfadada? —me pregunta cuando estamos ya dentro del coche. Niego con la cabeza y la giro para mirar las vistas que tiene Nueva York. Me encanta vivir aquí, todo de esta ciudad me encanta. La ciudad de las luces, es para mí, un lugar donde poder soñar. Cierro los ojos mientras la música que transmite la radio me lleva a otro lugar. No sé cuánto rato ha pasado, pero me despierto en los brazos de alguien. —Papá —susurro dormida. —Sigue durmiendo, cariño. Yo te llevo. Veo como lleva los tacones en los dedos que me están cogiendo las piernas, miro como mira al frente, sin miedo. Me quedo dormida en su pecho, con esa sonrisa de ganadora. De ganadora, por haber tenido la suerte de tener un padre como este.
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Capítulo 7
GRADUACIÓN
Me despierto a las 7:00, con un rico olor a tostadas, café y zumo de naranja. Y por si fuera poco, la canción ‘’Problem’’ de Ariana Grande está retumbando las paredes. Me pongo un chándal gris con una básica blanca de tirantes y voy hacia la cocina. Mi padre está cantando en la cocina mientras prepara el desayuno. —Head in the clouds, got no weight on my shoulders —canto mientras me acerco a él—. I should be wiser, and realize that I’ve got. Nos reímos mientras le ayudo a preparar el desayuno, y nos sentamos en la mesa mientras van sonando canciones que nos gustan. —Tienes que estar ahí a las 9, ¿no? Asiento mientras muerdo mi último trozo de tostada. Me bebo mi vaso de zumo y me voy a mi baño para darme una larga ducha. Al cabo de 20 minutos, salgo con una toalla enrollada en mi cuerpo y otra en mi cabeza. Me pongo crema hidratante en todo mi cuerpo, y me pongo mi ropa interior a conjunto. Me seco el cabello y me lo aliso, haciendo unos tirabuzones en mi larga melena. Me pongo una sombra marrón para profundizar mis ojos, y máscara de pestañas. Por último, mi pintalabios rosa palo, y listo. Voy hacia el vestidor, dónde me pongo lentamente mi vestido rosa, y mis tacones blancos. Colgado en una percha tengo mi túnica negra, con el birrete. Me lo pongo y salgo de la habitación solo con el móvil. Antes de llegar al salón, recibo un mensaje. ‘’Sorpresa’’ Jake. Sonrío accidentalmente y avanzo hasta el salón, dónde se encuentra mi padre con un traje azul marino. Le sonrío y él me devuelve la sonrisa.
—Nenas, estáis espectaculares —dice Anne casi chillando. Marly y yo nos reímos mientras nos abrazamos las tres. —Último día —susurra Marly, más para ella que para nosotras. La cojo de la cara, le doy un beso en la mejilla, y le doy un abrazo de oso. —No digas eso, boba. Nos seguiremos viendo, nadie nos ha podido separar durante todos estos años, ¿quién se atreverá hacerlo ahora?
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Nos reímos las tres y nos sentamos juntas en la tercera fila de la derecha. La directora del instituto avanza hacia el gran escenario que han puesto al aire libre, y empieza a hablar con suma delicadeza, como ella es. —Queridos alumnos de Liberty High School, padres y otros familiares y amigos de estos sofisticados alumnos que hemos tenido el placer de tener durante 6 años en nuestras clases —nos mira a todos, y muestra una gran sonrisa —. Os queremos agradecer el hecho de elegir nuestro instituto como un comienzo de una nueva etapa, que ahora la estáis cerrando, para empezar otra de mejor. Todo el equipo docente estamos muy orgullosos de lo que habéis logrado, y por eso hoy, como modo de felicitación os entregaremos vuestros bien merecidos diplomas, con las canciones que habéis escogido. Muchas gracias. La música empieza a sonar, y los profesores elegidos se levantan para pronunciar los nombres y entregar los diplomas junto con una felicitación. Van por orden de abecedario, así que la primera en salir de las tres es Marly. —Marly Callen. Orgullosa de ella, Anne y yo nos levantamos y la aplaudimos, como mucha gente. Le guiño el ojo cuando recoge el diploma y vuelve a bajar. Me quedo mirando alrededor cuando recibo otra mensaje, ‘’A tu derecha’’. Mis ojos conectan con los suyos con suma facilidad, me sonrojo al momento y luego abro los ojos al escuchar el nombre de una de mis mejores amigas. —Anne Lucas. Junto con Marly nos levantamos y abrazamos a Anne, quien pensábamos que no lo aprobaría todo. Hemos estado noches y noches en vela, para ayudarla, y esto te llena de satisfacción. —Oh, dios, lo he conseguido —nos dice mientras nos abraza. —Vamos, ve a buscar tu premio —dice Marly dándole un azote en el trasero. Aplaudimos como unas locas y vuelve a nuestro lado. Les doy el móvil a mis mejores amigas cuando escucho mi nombre. —Abby Madison. Me doy un corto abrazo con ellas dos, quienes me miran sonrientes. Mi cabeza me obliga a dar la vuelta, y mirar a la derecha, a sus ojos como si fuera posible no perderse en ellos. Me guiña un ojo y sigo caminando hasta llegar al escenario, dónde con pasos firmes subo las escaleras y la profesora Prichet me entrega el diploma con un ‘’Felicidades’’, asisto sonriente con la cabeza y me estoy a punto de dar la vuelta cuando el profesor Mallet habla por el micrófono. —Abby, no te vayas aún —dice sonriente—. Con la mejor puntuación de literatura avanzada, te otorgamos la beca para estudiar en la Universidad de Nueva York. Todo el mundo se levanta a aplaudirme, los que levantan más la voz son mis padres, sentados juntos en unas filas de detrás, y Marly y Anne, quienes están chillando. Mi
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boca está en una ‘O’ y de mis ojos quieren salir unas lágrimas, las cuales reprimo y me pongo la mano en la boca riendo. Me acerco al profesor y me da la mano, orgulloso. —Enhorabuena, Madison, te lo mereces por todo el esfuerzo que has hecho. Me entrega un sobre y me pone una medalla dónde pone ‘’Mejor nota en literatura avanzada’’ me siento orgullosa mirándola, bajo las escaleras y miro a Jake, quien me sonríe y me vuelve a guiñar el ojo. Aparto la mirada sonrojándome y vuelvo a sentarme con Marly y Anne, que estallan en chillidos en cuando me abrazan emocionadas.
Las luces en los árboles, las velas encendidas y unos cuantos globos en lo alto hacen la fiesta de graduación la más bonita de todas. Me siento en una silla al lado de mis mejores amigas, ya que nos hemos ido a quitar las túnicas y el birrete en los coches, y nos ponemos a beber un poco de ponche. Está muy bueno, con la pincelada justa de alcohol. De repente suena ‘Break free’ de Ariana Grande y las tres nos levantamos a la misma velocidad de la luz para ir a bailar. Nos reímos y nos abrazamos, saltamos y cantamos. Pero sobretodo, guardando un pedazo más de nuestra historia, sabiendo que este no es el final y que hay mucho más por vivir. Con ellas he hecho locuras, aunque parezca la chica buena, ellas son bastante malas y el motivo por la cual yo tuve un año de maldades. Una mano me toca el hombro, cuando me giro la sonrisa y los ojos más orgullosos están mirándome. — ¿Puedo hablar contigo mientras bailamos esta? Suena John Legend por todo el jardín del instituto, cada año lo habían hecho en el gimnasio, pero este año han hecho un poco caso omiso de las normas y de lo normal, que a todo mundo aburre. Me separo de ellas, y me acerco a mi padre dándome un cálido abrazo que esperaba desdeque habían mencionado lo de la beca. —No sabes lo orgulloso que estoy de tenerte como hija. Le sonrío mientras bailamos nuestro lento. Yo también estoy orgullosa de tenerlo como padre. Bailamos unos cuantos minutos más abrazados, cierro los ojos mientras sigo sus pasos al ritmo de la música. —Me temo que ya es hora de despedirnos, enana. Me separo lentamente de él y lo miro triste a los ojos, había intentado disfrutar al máximo el tiempo con él, pero se me ha hecho muy corto, y seguro que el tiempo que no esté a mi lado, se hará eterno. —Escúchame bien, esto es muy importante. Mamá no puede saber que me voy durante 6 meses, tienes que continuar viviendo en mi piso mientras todo esto se pase. Así ella estará a salvo, tu móvil está protegido por la central, así que podrás hablar con ella cuando desees. Te he dejado una pistola en el primer cajón de tu mesita de noche, por si acaso, ellos no saben dónde vivimos, pero nunca se sabe. Cualquier cosa, me puedes llamar a cualquier hora.
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Asisto con la cabeza algo aturdida y nos fundimos en un abrazo padre-hija que me hace saltar las lágrimas. Él me las retira con delicadeza y amor mientras me sonríe. —Ten cuidado. Te voy a echar de menos, papá. Te quiero mucho. —Yo también enana. Y se aleja hacia la oscuridad, dónde una vez más ira a proteger a la gente. Alguien me coge de la cintura y con los labios pegados en la oreja me susurra. —Estás preciosa, nena —un escalofrió recorre toda mi espalda hasta ponerme los pelos de punta. Me giro y encuentro sus ojos hipnotizándome de nuevo. No tengo por qué huir de estas sensaciones si son agradables, me gusta sentirme así. Me gusta sentirme débil y pequeña cuando me toca con suma delicadeza, me gusta sentirme fuerte cuando me protege, me gusta sentirme deseada cuando me come con la mirada, como está haciendo ahora. Me coge de la muñeca para girarme lentamente, hasta estar los dos mirándonos a los ojos. Tiernamente me acerca a él, para darme un cálido abrazo, donde lo acepto rápidamente. Se retira poco a poco y me tiende su mano. — ¿Me concedes este baile? Le pongo mi mano sobre la suya y me la enrolla en su cuello, junto con la otra. Él me coge de la cintura, y bailamos. Apoyo mi cabeza en su pecho, dónde cierro los ojos y me relajo bajo su tacto, su olor y sus dulces palabras de felicitación.
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Capítulo 8
AÚN NO ESTOY PREPARADA
Me despierto la mañana siguiente del mejor humor posible, pero cuando abro mi cajón de la mesita de noche, desaparece mi sonrisa. Cojo el arma, y la miro atentamente. Pensaba que pesaría menos. La vuelvo a guardar, me levanto de la cama y voy al baño. Me hago un moño alto y voy hacía la cocina. Suspiro cuando me doy cuenta que el desayuno no estará hecho, por lo menos en 6 meses más. Ni la música, ni sus ‘Buenos días’, simplemente las mañanas ya no serán iguales sin él en esta casa. Pongo la música yo misma, y también me hago el desayuno. Me pongo a mover las caderas por toda la cocina mientras suena ‘Move like jagger’, hago unas tortitas y me preparo un zumo de naranja. El móvil empieza a sonar, y lo cojo. — ¡Cariño! Mi cabeza va directamente a la noche de ayer, mi padre me dio una información antes de irse. No tenía por qué colgar el móvil, lo tenía protegido la central. Espera, ¿por qué lo tiene protegido? Oh mierda, ni me di cuenta, seguramente cuando me lo quitaron. —Hola mamá. — ¿Cuándo se fue Jack? No lo vi irse, y no me contesta al móvil. Me quedo unos segundos en blanco, ¿Qué representa que le tengo que decir? No me gusta mentirle a mi madre, aunque sea para protegerla, pero me cuesta mucho. Ella es la que siempre ha estado a mi lado, y ahora, después de dos años con mi padre, será igualmente la que me ha criado. — ¿Abby? —me vuelve a llamar la atención mi madre. —Mmm…sí, se fue después de bailar una canción conmigo, me felicitó y se tuvo que ir —después de todo, tampoco es mentira. — ¿Sabes a dónde?, ¿Y por qué no me coge el móvil? —No, no me dijo nada mamá. Y no sé porque no te lo coge, ¿puede ser por que estará ocupado? —Ya, qué raro. —Que va, papá es un despistado, cuando se dé cuenta que lo has llamado, te llamará él, no te preocupes. —Ya, vale cariño. —Oh…espera, ¿Por qué lo has llamado?
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—Me tengo que ir, cariño. Hablamos más tarde, te quiero. —Ma…—y me cuelga. Me quedo mirando el móvil, no me lo puedo creer, me acaba de colgar mi propia madre. ¿Por qué lo habrá llamado? ¿Puede ser que sospeche algo? Niego con la cabeza, imposible. Sé que es mi madre, pero nunca se entera de nada. Me acabo el desayuno y me visto. Me pongo algo sencillo, unos pantalones tejanos cortos con una básica blanca. Me dejo el pelo suelto y me aplico rímel. Me perfumo y voy hacia a la puerta, y al lado dónde están colgadas las llaves veo una nota. ‘’Me llevo el coche, pero te dejo la moto. Ten cuidado, te quiero princesa. Besos, Papá. ’’ Cojo las llaves y salgo de la casa con mi bolso con todo adentro. Ya en la calle, me pongo el casco guardado en la moto, y me siento encima de ella. Me saqué el carnet de moto a los 14, y mi padre me enseñó a manejar esta, ya que es más grande de las que he llevado. La arranco y acelero hasta pararme a un stop de la calle, giro a la derecha y sigo hasta pararme delante de una heladería. Guardo el casco dentro de la moto, y me guardo las llaves. Me quedo delante el mostrador y espero a que me atiendan. — ¿Puedo acompañarte con ese helado? —esa maldita voz que hace que mis pulsaciones suban de inmediato. Sonrío dándome la vuelta y me lo encuentro con unos tejanos desgastados y una blusa azul con cuello v. Le doy un abrazo y asisto con la cabeza. —Dos de chocolate, por favor. Elevo una ceja y me lo quedo mirando. —Los de la central se han equivocado, mi favorito es el de— —Vainilla con cookie, lo sé —dice cortándome—. Pero quiero que pruebes mi favorito. Sonrío y acepto. Al fin y al cabo, él lo sabía, pero no me sorprende. Me siento en la moto y él se apoya en el banco de delante. Me río todo el rato por las bromas que hace, y él se ríe porque no me puedo acabar dos cucharadas por reírme tanto. —Vamos, te ayudo —dice refiriéndose al helado. Me coge el helado y se come dos cucharadas, hasta que la última me la da a mí. Se me queda mirando la boca, y yo me muerdo el labio sin saber qué hacer. —Te ha quedado un trozo aquí —dice quitándomelo con el dedo. Esto parece una peli romántica, vale, ¿Qué haces Abby?, ¿dónde estás? No sé qué hacer, mi cabeza me dice que no en todos los idiomas posibles, pero mi corazón…mi corazón se está revolucionando por el hecho de que aún no le he besado. Lo miro a
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los ojos un segundo, y luego me paso a los labios, dios que provocativos son. Él cada vez está más cerca y mi cabeza y mi corazón están en la tercera guerra mundial para decidir qué hacer. Finalmente, gana mi cabeza, y me bajo de la moto cogiendo el casco. —Me tengo que ir, Jake. Hablamos en otro momento. Los días van pasando, y mi soledad y aburrimiento me juegan malas pasadas. Desdeque se fue mi padre, me siento desprotegida y con miedo constantemente. Aun que me haga la tonta cada vez que veo a Jake siguiéndome o espiándome para que esté a salvo, no quita el hecho de que me lo pueden hacer en cualquier momento, y que en el fondo me gusta que me proteja. Mi corazón late deprisa cuando sueño con él, o cuando nuestros ojos se cruzan por la calle y nos comportamos como unos estúpidos desconocidos. Mi cabeza dice que no, que pare de hacer el tonto y me concentre en lo que tengo que hacer, pero mierda, yo no lo he decidido. Después de decidirme si darme un baño relajante o no, media hora más tarde salgo de bañera con la mente más tranquila, y la piel un poco más arrugada. Voy a la habitación y miro el reloj. Las 16:40. Mientras me pongo un conjunto de ropa interior negra, suena la melodía de Jason Darulo en mi móvil. Lo cojo sin mirar quién es. — ¡Hola princesa! —la voz de mi madre hace que cierre los ojos. —Hola, mamá. ¿Cómo estás? —Hace ya dos semanas que intento localizar a Jack, ¿ha pasado algo y no me lo queréis decir, Abby? Abro los ojos rápidamente tras sus suaves pero intensas palabras, ¿y que le digo yo ahora? ‘’Si, bueno, papá es de la FBI y ha ido a proteger a la gente o a buscar pistas sobre el hombre que me quiere matar, quién sabe. ’’ Me quedo bloqueada, las palabras no salen de mi boca, pero porque tampoco tengo ninguna en mi cabeza. — ¿Sigues ahí? —Si…—digo suspirando—. ¿Qué tal si te pasas mañana por la casa de Jack y hablamos más tranquilamente? Oh, mierda. ¿Qué has hecho? ¡No, desdeluego no tenías nada mejor que decirle! —Vale, cariño. Mañana me paso, te quiero. —Adiós, mamá. Yo también. Cuelgo y tiro el móvil en la cama. Me paso las manos por mi cara, ¿en qué estás pensando, idiota? Pero bueno, papá me dijo que no sabían dónde vivíamos, así que si se acercaba tampoco pasaba nada, ¿o sí? Tampoco puedo preguntarle a él, porque a mí tampoco me coge el teléfono. —Escúchame bien, esto es muy importante. Mama no puede saber que me voy durante 6 meses, tienes que continuar viviendo en mi piso mientras todo esto se pase. Así ella estará a salvo, tu móvil está protegido por la central, así que podrás hablar con
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ella cuando desees. Te he dejado una pistola en el primer cajón de tu mesita de noche, por si acaso, ellos no saben dónde vivimos, pero nunca se sabe. Cualquier cosa, me puedes llamar a cualquier hora. Todas sus palabras vienen a mi mente a velocidad de la luz. Cualquier cosa, me puedes llamar a cualquier hora. ¿Y porque no me lo coges papá? Me acabo de vestir con un chándal gris, una básica de tirantes blanca, y seco mi pelo con el secador. Me siento en el sofá mientras voy haciendo zapping, no hacen nada. Dejo un canal cuando veo ‘‘Anatomía de Grey’’. Después de 30 minutos, vuelve a sonar la melodía de Jason Darulo en mi móvil. Esta vez miro el número, pero como no lo tengo guardado no sé quién es. — ¿Hola? — ¿Señorita Madison? Frunzo el ceño—. Sí, soy yo. —Buenas tardes, soy Kate Kaufman. Llamo desdela Librería Kaufman, informándole que tienes las características necesarias para el trabajo, felicidades. Salto del sofá a la velocidad de la luz. — ¡Oh! Muchísimas gracias, ¿cuándo podría incorporarme? —pregunto algo… ¿emocionada? —Mañana mismo a las 8:00 am, señorita Madison. —Abby, Abby está mejor. Perfecto, entonces mañana estoy ahí. —Hasta mañana, Abby. —Adiós. Cuelgo. ¡Dios! Es perfecto, me hubiese conformado en alguna cafetería, o alguna tienda de ropa, pero este es sumamente más increíble, puesto a que me encantan los libros. Y mi aburrimiento ya no será constante…la verdad, esto me llena completamente. Tendré que llamar a mi madre e informarle del improvisto, pero vamos, ¡Qué tengo trabajo!
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Capítulo 9
¿ME VOY? ME QUEDO
Los días pasan más rápido con este trabajo, desde qué me levanto hasta que me voy a dormir, tengo algo que hacer. Y aunque en cierto modo odie la rutina, en este caso me va bien, así no tengo que pensar en nada más. Entro como cada mañana a las 8 en la librería Kaufman, Kate me espera con un agradable café en su despacho, dentro del almacén, y nos quedamos media hora hablando hasta que tenemos que abrir la tienda. —Creo que te gusta demasiado, Abby. Dale una oportunidad al amor, es una experiencia bonita de vivir —dice dando un suspiro y levantándose—. Y te lo digo por experiencia. Vale, si, quizá sabe más ya que cualquiera otra persona, pero en 3 semanas nos hemos cogido mucha confianza. Y es muy agradable confiar en alguien más que no sean las 4 personas de siempre, te hace ver las cosas diferentes, y me gusta cómo piensa. Aunque coincidimos en pocas cosas, la verdad. —Solo tengo una regla en mi vida; no quiero enamorarme de ningún chico, no quiero sufrir por amor, Kate. Asúmelo —le digo riendo. Ella se pone enfrente de mí y me ahueca la cara con sus dos manos. —Mi niña, tengo 26 años, he tenido más novios de lo que me gustaría, pero cuando llega el indicado lo sabes. Yo lo supe, y tú lo sabrás. — ¡Tú sí que estás enamorada! —digo riendo—. ¿Cómo va con Rick? Rick es su marido, se casaron el año pasado y siempre me está hablando de él. No lo conozco personalmente, pero parece que ya lo conozco de toda la vida. La miro y baja su mirada, ¿eso significan problemas? No entiendo nada, ahora sí que me ha dejado de piedra. — ¿Qu-qué ha pasado, Kate? —pregunto tartamudeando. Ella se pone de pie y niega con la cabeza. —Estamos bien. Oye, Abby, me encuentro un poco mal, ¿te importaría abrir hoy tú la tienda? Me coge del brazo, y se sienta poco a poco a la silla que tengo en el lado, inmediatamente me levanto y me pongo a su lado. — ¿Qué te pasa? Dímelo, Kate. ¿Qué tienes? Ella cierra fuertemente los ojos, y se encoge de hombros. —Solo estoy mareada, no pasa nada. ¿Qué hora es? pàg. 38
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Miro el reloj del ordenador, y le digo la hora. Ella asiste con la cabeza, y yo le voy a buscar un vaso de agua. —Voy a abrir la tienda, si quieres algo, dímelo, ¿vale? Ella asiste con la cabeza y cierra los ojos otra vez. Preocupada, salgo del despacho y subo las escaleras para llegar al interior de la tienda, cojo las llaves de la puerta y la abro. Cambio el cartel de ‘‘Cerrado’’ por ‘‘Abierto’’. Enciendo todo, y preparo las cosas, como han llegado libros nuevos los registro y los pongo en su sitio. Entran algunos clientes y se adentran a las estanterías a ver los libros. Yo me siento detrás la caja registradora, y abro un libro. —Buenos días, señorita. Dejo el libro en la mesa, y le muestro una sonrisa al señor que está delante de mí, con un par de libros en la mano. Se los cobro, y se los meto dentro de una bolsa. —Que tenga un buen día, señor. Él me sonríe, y se va. Miro por detrás del escaparate, y no me puedo creer lo que veo. Salgo disparada de la tienda y me paro enfrente el descapotable plateado. Lo fulmino con la mirada y me cruzo de brazos. Él se quita las gafas de sol y se me queda mirando a los ojos con culpabilidad. — ¿Encuentras normal esto, Connor? —Solo estoy cumpliendo órdenes, Madison. Lo señalo con el dedo amenazante—. No quiero que ni tu ni tus compañeros interferiréis más en mi vida, no me tenéis que estar siguiendo las 24 horas del día. Él se rasca la nunca, y sale del coche. Se me queda mirando de nuevo, mierda, no hagas eso. —No han sido órdenes de la central, nena. Han sido de Jack. Abro un poco la boca en señal de sorpresa, porque sí, no me lo esperaba para nada. Pensaba que él creía que yo me sabía cuidar sola, pero no, como para él solo tengo 18 años, soy una cría. ¡Lo sabía! No confiaba en mí, y aún no lo hace. ¡Maldita sea, Abby! Calma tu maldita mente, tu padre se ha ido a proteger a otra gente, y como no podía protegerte a ti, ha mandado a Jake. — ¿Y tú no tienes otro trabajo más importante que ir vigilándome? —No te estoy vigilando. Si quieres salir de fiesta, sal. Si quieres emborracharte, emborráchate. Si quieres hacer algo que no puedas hacer, hazlo. Pero como alguien se atreva a ponerte la mano encima, es hombre muerto —dice acercándose más a mí—. Solo te estoy protegiendo. —No necesito protección. Estoy bien así, Jake. Estoy bien sola —digo gruñendo. Él me coge del brazo, pero yo me parto y me tiro hacia atrás. Niego con la cabeza.
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—No quiero estar más envuelta en esta mierda. Ese es el mundo de mi padre y el tuyo, no el mío. El mío, Jake —digo señalando todo al nuestro alrededor—, es este. —Estás envuelta en esto desdeque naciste, acéptalo de una vez, nena. Si lo aceptas te costará menos sobrellevarlo. — ¡No tengo que aceptar nada, por qué no hay nada que aceptar! Entiéndelo, no quiero que me sigas, no quiero que me vigiles, no quiero que me protejas. Eso lo podré decidir yo, ¿no crees? —digo fulminándole con la mirada. Él me la sostiene todo el rato, hasta que se da por vencido y acepta con la cabeza. —Cuando se entere Jack de esto, primero, me va a cortar los huevos —dice mostrando media sonrisa—. Y segundo, te va a llamar. Elevo los brazos hacia arriba, como si fuera un milagro. —Estaré encantada de hablar con él. Hace más de un mes que no lo hago. Él hace cara de no entender nada, y me mira con confusión. — ¿Qué? —digo dando media vuelta. Las lágrimas las tengo en los ojos y no las quiero soltar, no delante de él. Me coge del brazo, pero esta vez no me da tiempo a soltarme, y me da media vuelta poniéndome muy cerca de él. Tan cerca que casi nuestras narices se rozan. El estómago me ha dado un salto de golpe, tengo un nudo en él. ¿Qué te pasa? ¡Joder! Normalmente no sientes esto. Esto está mal, no lo quiero sentir. Mantengo su mirada, él mantiene la mía. Mierda, podría pasarme horas observando sus ojos, y aún no me cansaría. —No se ha puesto en contacto conmigo, Jake. Dime que no le ha pasado nada —digo tragándome las lágrimas. —Está bien, hablé con él ayer. Cierro los ojos y no hago fuerza para que me suelte, me dejo caer débil. ¿Qué ha cambiado entre nosotros? La última vez que estuvimos juntos casi nos besamos…si, quizá debe ser eso. Por eso odio el amor, rompe cosas, cosas que no se pueden volver a recuperar. Como un corazón roto, ¿puedes romper un corazón roto? No, ¿y acaso puedes arreglarlo? El amor lo empeora todo, cambia tu vida. Y antes de conocerlo, estaba muy bien con mi vida. Lo miro y tiemblo con su mirada. Me transmite tantas sensaciones, que tengo miedo. No me quiero enamorar de ti, Jake. No puedo. Bajo la mirada a mi brazo, me está cogiendo con fuerza. Él imita mi gesto y me deja ir despacio. Me pone una mano en mi barbilla y la hace subir para que lo mire a los ojos. — ¿Qué ha pasado? Levanto los hombros, fingiendo no saberlo. Pero sé más de lo que cree, sentir cosas lo ha jodido todo. No podemos sentir nada para poder estar bien.
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—Tengo que volver a entrar. Solo te pido que no me sigas más, por favor. Cúmplelo. Jake se deja ir hacia atrás para apoyarse en su coche y baja la mirada, pensando en algo. Pasan los minutos y no dice nada, doy media vuelta y cuando estoy a punto de abrir la puerta, su voz me para. Me deja inmóvil. —No te das cuenta de por qué quiero hacer esto, ¿no? —se ha puesto detrás de mí— .Así me siento más cerca de ti. Ya que tú no me dejas hacerlo, lo hago yo a mi manera. Necesito estar a tu lado, me siento mejor, Abby. Se acerca y se queda a escasos centímetros de mi espalda. Me roza el brazo con su mano, y los pelos se me ponen de punta. Miro de lado, escuchando más atentamente. — ¿Es que tú no lo sientes? ¿Enserio no sientes ese hormigueo cuando estás cerca de mí? Mierda, Abby. ¿Solo me pasa a mí? Agacho la cabeza, se perfectamente que quiere decir. Cuando me abraza, cuando me toca, cuando me mira, todo es profundamente si lo hace él, todo es increíble cuando una cosa la dice o la toca él. Estoy perdiendo completamente la cabeza por este tío. — ¡Joder, Abby, contéstame! —me gira poniéndome enfrente de él. Niego repetidamente con la cabeza, y con las lágrimas en los ojos—. N-No quiero hacerte daño, Jake. Se pone las manos en la cabeza y luego me vuelve a mirar. —No dejaré que me lo hagas, solo, solo dame una oportunidad. Solo te pido una. Mis lágrimas se dan por vencidas. Las quito rápidamente con un puño. —No quiero que me hagas daño, ni tu ni nadie. Quiero estar sola. Sin mirarle por última vez, entro corriendo a la tienda y bajo las escaleras del almacén rápidamente hasta llegar al despacho de Kate. —Kate, yo…—me corto cuando no la veo en el despacho—. ¿Kate? Me acerco lentamente hasta el baño, pero cuando la veo ahí estirada hace que no de ningún paso más. Me caigo de rodillas a su lado. — ¿Kate? Despierta. Dime que estás bien —digo con la voz entrecortada. Cojo su muñeca, tiene pulso. Y su respiración va bien. Se debe de haber desmayado. Corro hacia la tienda, encontrándomela casi llena. ¿Cuándo se ha llenado tanto? Cojo el teléfono fijo con los ojos llorosos y marco el número de emergencias. —Emergencias, ¿en qué puedo ayudarle? —Tienen que venir, mi compañera se ha desmayado. Estoy en la librería Kaufman, en la primera avenida. — ¿Ha comprobado usted las constantes?
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—Sí, tiene el pulso lento y la respiración la tiene normal. Pero creo que se ha dado un golpe en la cabeza, tienen que venir ya por favor. —La ambulancia ya ha salido, señorita. No cuelgue el teléfono aún. ¿Se encuentra usted con la afectada? —No, está en el baño de su despacho. No la he querido mover. —Muy bien. ¿Cómo se llama ella? —Kate, Kate Kaufman. —Vale, ¿Y usted? —Abby Madison. Los de la tienda se me acercan y se me quedan mirando. Esperando a que les dé más información a ellos, que a la que está detrás del teléfono. Que ingenua es la gente. Por fin me da el permiso para colgar, y finalmente cuelgo el teléfono limpiándome las últimas lágrimas. —Se tienen que ir todos, tenemos que cerrar la tienda por un accidente. Mañana estará abierta. Pero ahora por favor, me tienen que hacer el favor de irse todos. Todos me hacen caso, y salen de la tienda. Me acerco a la puerta y vuelvo a cambiar el cartel, de ‘‘Abierto’’ a ‘’Cerrado’’, y doy paso a los técnicos sanitarios que vienen con la camilla. Les conduzco hasta el baño, dónde le hacen unas pruebas básicas en el suelo, y se la llevan en la camilla. Me llevo el bolso de ella y el mío, cogiendo todo y cierro la tienda poniendo la alarma de seguridad corriendo. Me subo en la ambulancia, y me siento al lado de ella, cogiéndole la mano. No entiendo nada, ¿por qué se habrá desmayado? Bajo con ella de la ambulancia y entramos a urgencias, pero me dejan en la sala de espera, ya que no puedo entrar con ella. Por desgracia, no tengo el número de Rick, así que no le puedo llamar. Pero después de 5 minutos, me doy cuenta que llevo el bolso de Kate, así que lo llamo. Pero no me lo coge. Frunzo el ceño, y me siento esperando a que me digan algo. Veo que me está entrando una llamada y rápidamente la cojo pensando que es Rick, pero es mi móvil, así que no es él. — ¿Por qué cojones te has ido en una ambulancia? ¿En qué hospital estás, Abby? —Jake —suspiro como si fuera mi salvación—. Estoy en el hospital central de New York, no me ha pasado nada. Mi jefa, Kate, se ha desmayado. —Voy para allá. ¿Has intentado localizar a su marido? ¿Y cómo sabe que tiene marido? Mira, ya no se ni porque me pregunto estas cosas, claramente él lo sabe todo. —Sí, pero no me lo coge. Colgamos a la vez, y espero sentada. Salen médicos y enfermeras de salas y van de un sitio para otro, pero ni se dignan a mirarme ni en decirme nada, me están agotando
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la paciencia. Mi pierna no para de temblar de los nervios, su voz es la único que hace que pare de moverla y que me levante de un salto. —Abby. Sin pensármelo dos veces, voy hacía él y lo abrazo, me coge de la cintura y me atrae hacía él, e instantáneamente me relajo en sus brazos, en su cálido olor. Él se separa para mirarme a la cara y me la acaricia suavemente, haciendo que se pare el tiempo al nuestro alrededor y solo quedemos él y yo. — ¿Familiares de la señorita Kaufman? Me giro deprisa, dando la espalda a Jake. Asisto con la cabeza a la enfermera que está delante de mí. —Soy su…—me quedo callada al no saber que responder. ¿Soy su amiga? —Es su amiga —dice Jake seguro de sí mismo, y a veces me gustaría tener su seguridad a la hora de hacer las cosas. —Lo siento, solo pueden pasar familiares. —Vamos, señorita, estoy seguro de que podemos pasar a verla —Jake se aproxima a la enferma lentamente y enseña su placa de la FBI. Levanto la ceja a su dirección, ¿se puede hacer eso? ¡Así entrarías a todos los sitios! La enfermera que ya me ha caído mal, acepta con la cabeza y nos lleva hacía el cuarto donde se encuentra Kate. En cuando entro, la veo estirada y confusa. Corro hacía ella y le cojo la mano, ella en cuanto me ve sonríe ya tranquila. — ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy en un hospital Abby? —Te has desmayado en el baño y te has dado una hostia —digo arrugando la nariz—, en la cabeza. —Oh —dice mirando a otro sitio con media sonrisa—. Entonces entiendo el dolor de cabeza. Sonrío un poco y giro la cabeza hacia Jake para susurrarle un leve ‘‘gracias’’.
—Vamos, nena. Acéptalo, mi helado es mejor. —No lo aceptaré nunca, Connor. —Compruébalo tú misma. Él acerca lentamente el helado a mis labios, lo miro a los ojos y luego el helado. De repente siento algo frío en toda mi cara. Cierro los ojos y dejo ir un gruñido. ¡Me ha tirado el helado en la cara! —Qué maduro es, Agente Connor.
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Abro los ojos con un toque de malicia, me relamo los labios y acepto con la cabeza, dando a entender que el sabor no está nada mal, y sin pensármelo dos veces, le estampo mi querido helado sabor a vainilla en su cara, provocando que él cierre los ojos y haga una carcajada, que entra de lleno a mi ser. Lo miro y me pongo a reír yo también. —Usted es quien me hace volved hacer locuras, señorita Madison. Le esbozo una sonrisa, de aquellas sinceras, y llenas de diversión, provocando también una de su parte, pero la suya no lleva diversión, lleva admiración, sus ojos brillan y pasan a mis labios. Oh, no. Ahora sí que estaré perdida si se acerca, ya no tengo suficientes fuerzas como para alejarme más de él, es como un imán, ya no tengo auto voluntad para alejarlo de mí. Y como pensaba, —y deseaba en el fondo de mí— se acerca lentamente cogiéndome de la cadera. Lo miro a los ojos, después a los labios. Estoy perdida. Apoyo mi mano en su pecho, y como inconscientemente, miro la hora del reloj. —Mierda, Jake. Tenía que ir a casa de mi madre. Lo siento, me tengo que ir. La magia desaparece, el imán se separa dando paso a la confusión, ¿Qué coño estoy haciendo? Mi cabeza da vueltas, ya no sé qué tengo que hacer, él me ha hecho perder la cordialidad. —Bien, te llevo —y me mira con esa mirada de ‘’haz lo que te digo’’. —A sus órdenes, Capitán. Él niega con la cabeza riendo, y me lleva dirección a su coche. Me subo, cuando se sube a mi lado lo miro de reojo, y así pasan los minutos, en silencio, hasta que llegamos a la puerta de la casa de mi madre, la cual debe de estar cabreadísima. Bajo del coche, y suponiéndolo él ya está delante de mí, sujetando la puerta, tensando su mandíbula. —Nos vemos mañana, preciosa. Asisto con la cabeza, y agacho la mirada con tristeza, no estoy preparada aún. Él se acerca a mí y me envuelve con sus brazos. Sus labios se pegan a mi oído. —Eres a la primera y seguramente única chica que aceptaría proteger sin que me dieran dinero a cambio. Me muerdo el labio inferior y cierro los ojos. Eso ha sido jodidamente tierno. Nos separamos y nos quedamos mirando a los ojos, suspiro y separo los labios, pero los vuelvo a cerrar porque no tengo ni idea de qué decir. Me aparto y me alejo de él dirigiéndome a la puerta de entrada. La abro y me doy la vuelta, agacho la mirada y lo veo cerrando la puerta del copiloto de un golpe. Entro a dentro y mi espalda queda pegada en la puerta, tiro la cabeza hacia atrás. ¿Y si de verdad vale la pena el amor? ¿Y el deseo de estar con alguien que te hace reír, que te hace feliz? ¿De verdad merecerá todo el dolor que tengas que pasar para luchar por amor? Marly y Anne me han dicho lo que se siente, al principio se las ve emocionadas, felices, y sonríen por nada…pero cuando acaba, están destrozadas. Yo pàg. 44
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no me quiero autodestruir por amor, ¿pero y por Jake? Quizá al amor no le dé nunca ninguna oportunidad, pero a él sí, a él le daría todas las oportunidades que existieran. Me separo de golpe de la puerta, cierro los ojos, puedes hacerlo Abby, solo es él. Asisto con la cabeza y abro los ojos. Abro la puerta y el aire de noche de verano golpea de lleno mi cara. Lo veo a unos pasos a mi izquierda, con los brazos detrás de la cabeza y maldiciéndose en voz baja. No me ha oído. Sonrío dulcemente. Cierro por última vez los ojos antes de dar un suspiro, bajo el escalón y voy corriendo hacia él, a la vez que se gira, y sin pensármelo dos veces, engancho mis labios con los suyos. El estómago me da un golpe, mi mente me está estallando de felicidad, y mi corazón…dios, nunca lo había sentido ir tan rápido. Él en cuando nota que soy yo, me coge de la cintura, atrayéndome más hacia él, y me alza enrollando mis piernas alrededor de su cadera, apoyándome contra la pared. Nos separamos por falta de oxígeno, y prometo, que en ese instante, me siento llena. Como si él hubiera sido una parte que faltaba para sentirme completa.
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Capítulo 10
EMBARAZO INESPERADO
— ¿¡Que tú qué!? —pregunto casi chillando. — ¡ABBY ESTOY EMBARAZADA! —dice alzando los brazos. Me tapo la boca con las dos manos, y de mis ojos resbalan dos lágrimas de felicidad. Ella viene hacia mí y me abraza con ternura. Me seca las dos lágrimas, y yo llevo mis manos a su barriguita de 7 semanas. Un precioso bebé se está creando dentro de ella. Parece una cosa maravillosa, y de hecho lo es. —Besé a Jake —digo ocultando mi sonrisa que se está muriendo de ganas de salir. — ¿¡Que tú qué!? —pregunta prácticamente gritando. —Asumí el control, me comí mis miedos, y lo besé —digo ya mostrando mi exitosa sonrisa—. Lo hice, Kate. —Oh dios, Abby. ¡Qué contenta estoy! ¡Lo hiciste! Se acerca a mí y estallamos en gritos mientras festejamos en su despacho.
— ¡Alto ahí, chica! ¿Besaste a Jake Connor? —pregunta Marly haciendo que dejemos de hablar. La miro confusa, ¿no era eso lo que más deseaba ella? ¿Qué besase a un chico? — ¿Y eso de que ‘’me lleva por lo menos 10 años’’? —pregunta de nuevo, levantando una ceja. Me encojo de hombros—: No sé, simplemente lo hice sin pensar. Mierda, ¿lo hice mal verdad? Nunca había hecho esto, solo sentí que debía hacerlo. Marly hecha el grito al cielo y se levanta de mi enorme cama para saltar en ella, de pronto me echo a reír y las tres nos ponemos a saltar en la cama, Anne se acerca a mí y me abraza emocionada, exactamente como estamos todas. Nos estiramos las tres mirando el techo. —Has pasado de ‘’prohibido amor’’ a ‘‘he besado a un chico 10 años mayor que yo’’, no está mal, chica, nada mal —dice Marly sonriéndome. Y en ese instante, yo también sonrío.
A las 8:30 de la noche, cierro la tienda junto con Kate, quien irradia una sonrisa de felicidad. —Vamos, te llevo a tu casa —dice cogiéndome del brazo.
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Le muestro una sonrisa de agradecimiento y me encamino con ella hacia el coche, en cuanto entro, pone la radio y juntas cantamos ‘’Love me like you do’’ de Ellie Goulding, nos reímos, y ese momento lo saboreamos. Me cuenta como le está hiendo el embarazo, algo muy incómodo de escuchar. Cuando llegamos, le doy las gracias y me dispongo a bajar del coche, pero su mano en mi mano me hace parar. —Abby —dice ella con una sonrisa—. Antes tenemos que hablar. Asisto con la cabeza. Mierda, ¿habré hecho algo mal? Al fin de cuentas, es mi jefa. Al ver mi cara de preocupación niega la cabeza con una sonrisa. —No, tranquila. Lo estás haciendo muy bien en la tienda —dice, y eso me tranquiliza—. Solo que la voy a cerrar un tiempo, hasta que nazca el bebé, quiero disfrutar del verano y del embarazo, y tú tienes que disfrutar del verano y no estar encerrada en una tienda. Te pegaré todos los meses igual, porque tienes un contrato, así que tranquila. Agacho la mirada a su barriga y luego a ella, asisto con la cabeza sonriente. —Claro, lo entiendo, pero no quiero que te molestes en pagarme, porque no… —Eh, tranquila. No solo soy tu jefa, soy tu amiga. O por lo menos, yo te aprecio como tal. Te seguiré pagando, y ya está —se ríe y me río con ella. —Claro, Kate, yo también te aprecio como tal. Con una sonrisa en nuestro rostro, nos abrazamos. Le digo adiós con la mano, y nos prometemos vernos en verano. Entro en casa de mi madre, está haciendo la cena. Huele de maravilla. —Hola, mamá. ¿Cómo ha ido el día? Ella se gira y se muestra tal y como es. La adoro. Me muestra su cálida sonrisa de bienvenida y me da un abrazo, de esos maternos que todos necesitamos de vez en cuando. —Pues muy bien, por fin he podido localizar a Jack. Y no veas lo que me ha costado, casi un mes y medio. Le hago una sonrisa de lado, como una mueca. Y yo aún no he podido hablar con él, muero de frustración por dentro. ¡Soy su hija! No pretenderá deshacerse de mí otra vez, porque no podrá. — ¿Qué has preparado para cenar? ¿Te ayudo? Hago el ademán de adelantarme, y acercarme a la cocina. No me da tiempo de entrar cuando ella me coge del hombro y me hace girar. Cierro los ojos, estoy cansada. — ¿Qué ha pasado? —Nada, ¿Qué va a pasar, mamá? Solo estoy cansada. —No, no, mujercita, te conozco lo suficiente para saber que me escondes algo. Ella me fulmina con la mirada, yo la agacho, me conoce demasiado. Me coge de la mano y me acerca al salón, dónde se encuentra a nuestra izquierda. Me hace sentar en un sillón y ella se siente en la punta del sofá. — ¿Y bien?
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Suspiro, y saco las fuerzas para contarle—: No sé nada de papá, hace un mes y medio que no me llama, no sé dónde está. — ¿Pero tú lo has intentado llamar? Asisto con la cabeza y me incorporo en el sillón, poniéndome las piernas en la barriga recostadas. Meto mi cabeza entre mis rodillas, si no fuese porque sé de qué trabaja, pensaría que me hubiese abandonado. Oigo como mamá desbloquea su teléfono y marca un número. Oh, no, mierda. Saco la cabeza y la miro con los ojos abiertos. — ¿Qué haces? Ella me pone una mano en alto, como para callarme. Lo consigue. Ella señala el teléfono en señal de que la ha contestado, ¿pero cómo? ¿Por qué a ella sí? —Jack, ¿se puede saber dónde estás? —pregunta mi madre enfadada—. No, no estás en tu casa, porque tu hija está aquí conmigo y me lo ha contado —mi madre abre los ojos, después me mira a mí—. ¿Cómo? ¿En dónde estás metido, Jack? — pausa—. ¡No! ¡Escúchame! Tienes una hija que hasta los 16 años no has podido atender, así que ahora te toca hacer de padre, por lo menos por ella. Ya puedes arrastrar tu trasero hasta aquí, o por lo menos decirme porque no le coges el teléfono—se toma un descanso y me mira triste—. Ella está cansada y decepcionada. Me pasa su teléfono y la miro negando con la cabeza. ¿Pero qué está haciendo? ¿Qué estoy haciendo? ¡No la tendría que haber metido en este lío! Ella me lo vuelve a dar fulminándome con la mirada. Lo cojo y me lo pongo en la oreja. — ¿Abby? ¿Pero qué has hecho? —dejo escapar un suspiro al escuchar su voz, que suena ronca y cansada. —Papá…—digo ahogándome los ojos—. ¡Pensaba que te había pasado algo! Él deja ir una respiración entrecortada—. Lo siento, cariño. He tenido algunos problemas, pero tu viejo siempre se las arregla. — ¿Cómo? ¿Por qué no me has llamado? —He estado muy ocupado y… — ¡No! A pasado casi un mes y medio, no tienes derecho hacerme esto. Confíe en ti, papá. No me lo puedes volver hacer. —Abby, perdóname —No, siempre te tienes que ir por tu trabajo, estoy harta. —Lo tengo que hacer, y tú lo tienes que aceptar. Asisto con la cabeza aunque él no me vea—.Ya, ¿Cómo tengo que aceptar que Jake me siga y me vigile? Tengo 18 años, sé cuidarme solita, no necesito un guardaespaldas. —Es por tu bien, y sabes el por qué. Ahora me tengo que ir, mañana hablamos. —Me dijiste que te llamara en cuando te necesitará, cualquier hora. No me has contestado ni una llamada. ¿Sabes cómo me sentí? ¡¿Lo sabes?! —He estado ocupado, cielo. Ya te lo he dicho. Hablamos mañana, vete a dormir, debes de estar cansada. Te quiero.
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Cuelgo sin decir nada, me levanto y tiro el móvil al sillón. Me limito a ir a mi habitación pero la voz de mi madre hace que me quede quieta. — ¿Cuál es su trabajo, Abby? ¿Por qué yo no sé nada de eso? ¿Por qué tú estás en peligro y tu madre no lo sabe? Aprieto los labios, igual que los puños, y bajo la mirada. Cierro los ojos, estoy harta de ocultarle cosas a mi madre. —Papá es de la FBI, y yo no estoy en peligro, estoy bien, no me pasará nada. Me voy a mi habitación y me estiro en mi cama. Sé que no es cómo se merecía saber la verdad, pero no podía esconderlo por más tiempo, no a ella cuando ha estado siempre a mi lado para protegerme de todo lo que me podía hacer daño. No me gusta que me oculten cosas a mí, así que odio cuando lo tengo que hacer yo. De repente un sonido en mi ventana hace que deje mis pensamiento de lado. Voy corriendo el cajón de la mesita de noche, y saco el arma, me la cambié de sitio, porque volví con mi madre. La cojo fuerte entre las dos manos, que me tiemblan desorbitadamente, miro a la ventana, que se abre lentamente. La desbloqueo y cierro los ojos, pongo mi dedo en el gatillo, y cuando estoy a punto de apretarlo, alguien me grita. — ¡Soy yo, nena! Abro los ojos de golpe y dejo caer el arma al suelo, temblando, apunto de que me dé un ataque al corazón. — ¡No me puedes hacer esto! ¡Unos criminales me siguen, Jake! Él se acerca lentamente a mí y me mira de arriba abajo. —Estás muy sexy con esta pistola, pero mejor la apartamos, eh —dice sonriendo y dándole un golpe tirándola bajo la cama. Me coge de la cadera y me atrae hacia él. Muerdo mi labio inferior, se acerca a mí, y se queda a unos centímetros de mis labios, yo acorto la distancia, y uno nuestros labios como si fueran uno. Me besa suave, y luego da permiso para introducir su lengua. Me separo para coger aire y lo miro con deseo y amor. Nos estiramos en mi enorme cama de matrimonio y nos ponemos hablar, por lo que pasan horas y horas, y no nos damos cuenta de que pasan. Ahora sé que su grupo favorito es The Rolling Stones, su pasatiempo favorito es ver películas de risa, que le gustan muchísimo las motos, pero nunca ha tenido la oportunidad de ir en una, que su madre falleció cuando él tenía 10 años, y su padre está muy unido a él, tiene una hermana menor de 24 años, madre soltera de una niña de 3. — ¿Libros? ¿Qué clase de libros? —dice con una sonrisa de lado. —Me gustan los raros, los que nadie entiende. — ¿Y tú los entiendes? —Claro, por eso me gustan —le hago una mueca con los labios. Él se ríe y me contagia a mí, me acerca a él, y nos empezamos a besar de nuevo. Besos deseados, risas silenciosas, cosquillas hambrientas, sonrisas delatadoras,
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miradas brillantes, de eso se tratan las horas, los momentos a su lado, y me siento orgullosa de haberlo encontrado, o de que él me haya encontrado. — ¿Qué harás el resto del verano? —dice parando de hacerme cosquillas. Me lo quedo mirando, levanto una ceja y le sonrío—: Pasarlo contigo.
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Capítulo 11
SUMMER DAYS
El verano ha empezado, y con eso los días, las horas, y los increíbles momentos a su lado. Me miro en el espejo, con una sonrisa de oreja a oreja, y es que él me las provoca. No podría ser tan feliz al lado de alguien, y es que al fin y al cabo, me da igual el concepto del amor, me da igual la edad, y me da igual las apariencias, con él soy yo misma, no necesita que sea otra, él se ha enamorada del auténtica yo, y estoy satisfecha, sobretodo de tenerlo a mi lado, estoy casi al 100% segura que es mi otra mitad. Me muerdo el labio inferior al recordar el primer día de verano junto a él. —Ves abrir mamá —le digo mientras me coloco mis shorts negro y una básica blanca de tirantes de mi madre. Me miro al espejo, me hecho rímel y pintalabios rojo; perfecta. Mi madre me mira apoyada en la puerta con los brazos cruzados. — ¿Cuándo me lo ibas a decir? Miro a otro lado y me muerdo el labio, tengo que dejar de hacer eso, al final me saldrá sangre. Finalmente logro mirarla y contarle como pasó, ella acepta con una sonrisa en la cara y me abraza emocionada. Bueno, no será tan malo que tu hija de 18 años por fin le guste alguien, ¿pero con 10 años mayor? Sin embargo, ella lo ha aceptado, y me alegra tener una madre así, sin que te tenga que juzgar. Me da un azote en el trasero y me indica con la mira que baje. Y lo hago, encontrándome a Jake de espalda, mostrando sus anchos hombros. Se gira, y nuestras miradas se vuelven a conectar, cualquiera diría que no saltan chispas. Me sonríe y le sonrío, lleva unos pantalones negros y una camisa con cuello de v de manga corta. Se acerca dándome un beso y salimos a la calle, subimos a su descapotable y nos dirigimos hacer un helado. Nosotros y los helados. — ¿Así que literatura? —pregunta Jake ya una vez comiéndonos el helado y andando por un parque de césped precioso. Asisto con la cabeza—. Un agente de la FBI y una escritora, ¿no está mal eh? —No está nada mal —dice riendo. —Tengo ganas de empezar la carrera. Me sonríe con malicia—. Pues yo ahora mismo, tengo ganas de otra cosa. — ¿Ah, sí? ¿De qué? —digo levantando una ceja. —De besarte. Hago una mueca y le tiro el helado en la cara. — ¿A sí que con esas vamos, Madison? — ¡Ja! ¡Nunca me atraparás!
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Dicho eso, empiezo a correr a bastante velocidad, aunque se me dé bien el deporte, me canso fácilmente, y por si eso fuera ya poco, me había olvidado que él es agente, él ha nacido para correr y atrapar. Oh mierda, estoy perdida. Con un movimiento rápido me coge de la cintura y me tira al suelo poniéndose encima de mí. —Créeme cuando te digo que lo haré todos los días de mi vida —y me besa. Sonrío ante el recuerdo de la maravillosa entrada de verano, juntos, que tuvimos. Mientras me pongo mi elegante vestido negro, me viene otro, todavía mejor. —Vamos, no seas cobarde. Corro alejándome de él, y me tiro a la fuente grande dónde está al centro de la plaza. Todos me miran y sonríen, mi vestido de flores ha quedado empapado. Él sonríe de lado y se acerca lentamente a la fuente. —Abby, sal. Me río tenebrosamente—. Tendrás que venir a buscarme. Tira la cabeza hacía atrás y se ríe, provocando que yo ría más. —Vamos, es divertido. Los niños pequeños y no tan pequeños se van metiendo en la fuente conmigo. ¡Qué mala influencia soy! Finalmente noto unos brazos alrededor de mi cintura, yo tiro la cabeza hacía atrás, apoyándola contra su pecho. Disfrutamos del momento, como todos los demás, mientras los grandes chorros de agua caen desdearriba. Vale, quizá fue divertido hasta que nos cayó la multa de un policía que venía a avisarnos, y Jake no pudo decir que era agente, sino le hubiesen retirado del cargo por unos meses, así que tuvimos que pagar la multa. Y de tan solo pensarlo, me río como completa idiota. Estoy haciendo cosas que nunca me hubiese atrevido hacer, pero con él las hago. Voy al baño y me aliso al pelo, e inevitablemente, viene otro recuerdo. El ritmo de la canción Summer Paradise de la guitarra del mejor amigo de Jake, Matthew Dicks, resuena en la playa, la luz de la luna se refleja en toda el agua calmada. Mis dos mejores amigas lo miran embobadas, y yo me río de sus caras bromeando si necesitan un babero como los niños pequeños. Jake se sienta a mi lado, sobre unas piedras, y me rodea la cintura con su brazo acercándome a él y besándome. — ¿Te lo estás pasando bien? Asisto con la cabeza y la apoyo en su pecho, cerrando un poco los ojos disfrutando de la canción que está tocando Matt. Anne canta entusiasmada, y la verdad, es que desdesiempre se le ha dado bien eso de cantar. Quizá se dedique a la música, mientras que de otra parte, Marly estudiará arquitectura, aunque aún no la vea, apoyo plenamente su decisión. Acercamos una vez más los palos con nubes enganchados en la punta, en el cálido fuego que tenemos al medio de la pequeña redonda. Me lo acerco a la boca y me la quemo, por lo que lo tiro rápidamente al suelo con un grito. Todos se ríen, incluso Jake. Él sopla el suyo y me mete un trozo en boca, para luego darme un tierno beso que sabe a nubes de algodón. Rímel, pintalabios rosa palo, un poco de colorete, y lista. Me perfumo un poco cerrando los ojos. Me pongo mis tacones negros y bajo las escaleras al escuchar el claxon del coche de Jake.
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—Me voy con Jake, mamá. No sé a qué hora volveré, pero no te preocupes, estaré con él. —Muy bien, cielo. Pásatelo bien, te quiero. —Y yo, adiós —le lanzo un beso al aire y ella me guiña el ojo. Al final acabó entendiendo que no era culpa mía, y que me lo pidió mi padre para protegerla. Delante ese acto de bondad, se sonrojo, y me sonrío agachando la mirada, y después me abrazo tiernamente. Sí, había pasado demasiados días sin uno de esos abrazos. Alzo la vista y veo a Jake abriéndome la puerta de copiloto. —Estás guapísima, como siempre. Me acerco a él y lo beso tiernamente a los labios, como si no nos hubiéramos visto en días o semanas, y la verdad es que, nos vimos ayer. Pero ya lo echaba de menos. Lo miro de arriba abajo, va con unos pantalones negros con una camisa blanca por fuera con la que se le marcan los bíceps. Le guiño el ojo después de comérmelo con la mirada y subo al coche. Él sube pocos segundos después de mí y arranca al coche a tal velocidad que los pelos me van hacia atrás por el viento, cierro los ojos y subo los brazos, recordando. —Ven, sígueme. Con cuidado. Lo cojo de las manos, caminando de espaldas delante de él para que no se cayese, ya que tiene una venda en sus ojos. Lo veo sonriendo a todo momento, y susurrando cosas sin sentido, haciéndome gracia. Una vez afuera, me pongo detrás de él y le quito la venda. Él se queda totalmente con la boca abierta. Me subo a la flameante moto de mi padre y lo miro. — ¿La quieres conducir? —le pregunto con mirada pícara. —Pues claro que sí, nena. Sonrío y me tiro hacía atrás. Él se coloca delante de mí, y la enciende. Me agarro a él, y arranca a tal velocidad que hace que casi me caiga. Le doy un puñetazo en el brazo y se ríe. Va por la carretera principal, y pasa por medio de los coches con suma facilidad. —Para no coger nunca una, la sabes manejar bastante bien eh. Gira un momento la cabeza y me mira—. Eres tú, haces que cualquier cosa que haga se haga fácil y tentadora a la vez. Me río, y a la vez que arranca, separo mis brazos de su cuerpo y los elevo hacía arriba. Por fin, me siento libre de nuevo. Cantamos a pleno pulmón mientras reímos, me encanta mirarlo, besarlo y abrazarlo. Me encanta todo de él. Le sonrío y me acerco para darle un beso en la mejilla. Aparca delante de una discoteca, y cuando estamos por salir, Matt, Marly y Anne vienen corriendo a nosotros. — ¡Vamos, que quiero entrar ya! —dice Anne quejándose. —Yo también me alegro de veros —le digo mostrando una sonrisa. Se ríen y las dos me cogen del brazo. Marly lleva un vestido rojo dama de honor que le queda ajustado y muy sexy, y Anne totalmente al contrario, unos shorts altos negros y
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una camisa blanca por dentro, las dos con tacones negros. Entramos a dentro, y nos servimos unos chupitos los cinco. — ¡Por este verano lleno de diversión! —grita Matt. Todos chocamos el pequeño vaso, y acto seguido nos lamemos la mano llena de sal, nos tragamos el tequila, y chupamos limón, si, vaya combinación. Siento la garganta arder, y toso mientras se me ponen los ojos llorosos. —La fiesta solo acaba de empezar, eh —dice Anne riendo. — ¡Vamos! —digo gritando para que se me oiga. Jake me abraza por detrás y nos adentramos en la pista, dónde ponen canciones moviditas. Matt viene con 5 cervezas, y las cogemos encantados. Saltamos gritando la canción a pleno pulmón, bailamos, y me acerco a Jake mientras nos besamos como si no hubiera mañana. Me coge de la cintura mientras tiro la cabeza hacia atrás, y cuando la vuelvo a levantar me la coge por detrás y me acerca de nuevo a sus deseables labios. Después de 2 horas bailando y bebiendo cerveza, tengo la vista un poco más borrosa, y la mente menos clara. Me acerco a la barra con Anne, quien se tambalea un poco, y ríe nerviosa. —Me gusta demasiado Matt. —Pues adelante. Nos reímos y pedimos unos cubatas. Nos sentamos en unas sillas altas y nos miramos. Empezamos a hablar tranquilamente, o eso intentamos hasta que un muchacho se pone entre las dos, mirándome a mí y dándole la espalda a Anne. — ¿Puedes quitarte? Estamos hablando —digo tranquila. — ¿Quieres bailar? —pregunta haciendo caso omiso de lo que he dicho yo. —No, y ahora —digo señalando otro lugar—, piérdete. Coge mi cubata de la mano y da un largo trago, hasta acabárselo. Lo tira al suelo y se rompe en mil pedazos. Me levanto de golpe, y Anne se pone a mi lado cogiéndome el brazo, se lo quito y me acerco al chico. — ¿Ahora vienes o qué, perra? —dice acercándose más. —Veo que no entiendes mi idioma, imbécil —digo escupiendo eso sin remordimientos. Le empujo con mis dos manos en su pecho y da un paso hacia atrás. —No quiero que me mires más, ¿vale? Pírate. Molestas. Él me coge de la barbilla y me mira fijamente a los ojos. —Qué sea la última vez que me das un empujón, ¿me oyes? —me suelta y va a Anne, la coge del brazo haciendo que ella haga una mueca de dolor—. Pues vendrás tu conmigo, zorra. Lo cojo de su brazo y lo tiro hacia atrás. —No la toques —le gruño fulminándole con la mirada.
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Sin acabar de creer lo que me va hacer, lo hace, me da un puñetazo en el labio, y caigo al suelo clavándome los cristales de la copa de alcohol que minutos antes él ha tirado al suelo. Anne se agacha rápidamente. — ¿Estás bien, Abby? Los camareros vienen rápidamente hacia nosotros. Me toco el labio, y cuando miro mis dedos están llenos de sangre. Bien, me lo ha reventado. Giro la cabeza frustrada y veo a un Jake enfadado, lleno de ira, apretando los puños viniendo hacia nosotros. Antes de que Matt lo pueda frenar, se acerca rápidamente al chico y lo coge del cuello, lo mira con rabia, y el chico queda inmovilizado. Noto la mano de Marly en mi labio inferior, coge una servilleta y me la pone en dónde estoy sangrando. Levanto las manos llenas de cortes y me las miran horrorizadas. Me ayudan a levantarme y me llevan hacia fuera. Pero me paro en seco al escuchar unos gritos provenientes de Matt. Me giro y veo a Jake dando golpes al chico de antes sin parar, lleno de furia. Me separo de ellas dos y corro hacia él. Me pongo delante suyo y lo aparto con todas mi fuerzas. — ¡Para! ¡Lo matarás! ¡Recuerda quien eres, Jake! —le grito tan fuerte como puedo. Él se detiene y me mira a los ojos, luego pasa a mi labio, que hace tensar su mandíbula, me coge las dos manos, y me las mira cabreado. Se acerca al muchacho señalándolo con un dedo. —Qué sepas que de esta no te salvas, ahora vendrá la policía y a ver qué puedo hacer para que pases el resto de tu vida entre rejas. Matt asiste con la cabeza mandando un mensaje con su móvil, mientras me mira a mí. Jake me rodea el brazo en mis hombros, y me acerca a él, salimos de este lugar y me hace sentar en su coche. Me mira las manos y el labio mientras me lo cura él. —Tengo que admitir que le has puesto ovarios al asunto —dice sin levantar la mirada. —Soy fiel a mis sentimientos. Levanta la mirada, la cual la tiene brillante, y una sonrisa se esboza en sus labios. — ¿Qué sientes? —Oye, normalmente esto es al revés, es la chica la que se emociona —digo riendo. —Ya, es que nosotros somos diferentes, y me encanta marcar la diferencia contigo. Me sienta encima de él poniéndome las manos en la espalda y nos besamos, lentamente, sin miedo, sin tiempo, queriendo pasar más días con él. Solo deseo que este verano no se acabe nunca. —Un deseo nena —dice haciéndome girar. Observo la preciosa fuente, alta y llena de esculturas. Asombro, admiración, me siento maravillada al observar este monumento delante de mí. Me da una moneda, me giro y cierro los ojos. Tiro la moneda al aire. —Deseo que este verano nunca se acabe —susurro en voz baja. Jake se ríe muy fuerte haciendo que abra los ojos y mire confundida su reacción. — ¿Nunca has pedido un deseo? Si lo pides en voz alta, representa que no se cumple. pàg. 55
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—Lo sé —digo encogiendo los hombros—. Pero si no se acaba, no podremos avanzar. Y yo quiero un futuro contigo, Jake. Él para de reír, y se acerca a mí totalmente serio. Coge una moneda de su bolsillo y la tira al aire, cayendo dentro de la fuente. —Entonces yo también deseo que este verano nunca se acabe —dice susurrando a mi oído. Cierro los ojos al notar sus labios sobre los míos.
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Capítulo 12
NO BUSCAR Y ENCONTRAR
Sonrío sin parar al techo blanco de mi habitación, ¿es eso lo que se hace cuando estás enamorada? Doy un suspiro solo de pensarlo. ¿Lo estoy? ¿Tan temprano? ¿En teoría no tiene que pasar como medio año o alguna putada de parte de alguno para darse cuenta de eso? Cierro los ojos. No lo sé, pero tampoco me importa, me da igual si se tiene que definir lo que siento o lo que somos, me siento bien sintiendo esto por él y con él, y con eso ya tengo suficiente. — ¡Madison! Giro mi cabeza al escuchar mi apellido. En la puerta, apoyadas, se encuentran mis amigas. Me incorporo sentándome con las piernas cruzadas y mostrándoles una sonrisa. Ellas de inmediato me la responden, entendiéndome. Vienen hacia la cama y nos abrazamos. — ¿Cómo te encuentras? —Estoy bien, las heridas ya están cicatrizando, y el labio ya casi no lo tengo hinchado. —Perfecto, porque nos aburríamos y hemos decidido hacer algo —dice Anne poniéndose de pie y dirigiéndose a mi armario. Marly y yo también nos ponemos de pie y la miramos, saca una falda granate con algo de vuelo y por encima del ombligo, me la tira para que me la ponga, le levanto la ceja y me tira una camisa de tirantes blanca para ponérmela debajo de la falda, y eso hago, estoy demasiado feliz para llevarle la contraria a alguien. Marly me hace una trenza de lado y Anne me da unas victorias negras, y cogemos mi bolso para poner las cosas dentro. Finalmente, lista, bajamos al salón para encontrar mi madre bebiéndose un café. —Hola mis niñas, ¿os vais? —Sí —decimos al unísono. —Tened cuidado, adiós —se levanta y me da un beso en la frente y nos abraza a las tres juntas.
—Chocolate —digo al dependiente de la heladería. Las dos se me quedan mirando boca abiertas mientras comen de su helado, encojo los hombros en señal de respuesta, y cojo el helado pagándole al chico por él. Me tomo una cuchara y cierro los ojos, recordándolo con una sonrisa. Nos vamos a un parque cerca de ahí, y cuando acabamos los helados, vamos de compras. Hacía un montón que no lo hacíamos. —Me he enamorado —dice Marly cogiendo unos zapatos con ojos deseosos.
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Anne y yo nos reímos, y le decimos que se los compre, cosa que hace. Nos compramos unos vestidos, pantalones y algunas camisas. 1 hora y media después salimos cargadas de bolsas y nos dirigimos al escarabajo de Marly. Suena mi móvil, y alejándome un poco de ellas lo cojo. —Hola nena. Sonrío instantáneamente—: Hola Jake. — ¿Qué estás haciendo? — ¿No me estás vigilando? —entorno los ojos. —He tenido un poco más trabajo de lo normal, y he tenido que ir a la central con Matt. — ¿Qué tipo de trabajo, cielo? Me giro, dándoles la espalda a las chicas, y hago una pequeña mueca al ver que no me contesta. Giro mi cabeza hacia la derecha y veo a dos hombros espiándome. Me los quedo mirando, y ellos se agachan un poco poniéndose las gafas de sol. — ¿Me has enviado a espías para vigilarme? —pregunto sorprendida. — ¿Qué? ¡NO! Dime que no has visto a alguien seguirte, Abby. Me acerco a las chicas con algo de miedo. No, no puede volver a pasarme, él ahora no está aquí. Me giro al coche, y veo que Marly y Anne ya están dentro, por lo que subo rápidamente al asiento copiloto y le tiro todas mis bolsas a Anne. —Marly, ¡arranca ya! —le grito. — ¿Qué? ¿Qué pasa? —dice ella arrancando el coche. — ¿Abby? ¿Qué está pasando? ¿Dónde estás? Contéstame. —Jake, conecta mi móvil con la central, y sígueme. Antes de que Marly acelere observo como los hombres se suban a un todoterreno para seguirnos. —Ya está —Dice él—. ¿Quién conduce? —Marly. —Vale, tiene que parar y tienes que conducir tú. — ¿Qué? —Eres la única que sabe el camino hasta la central, y tenéis que venir aquí y ponernos a salvo. —Jake, nos están siguiendo con un todoterreno. Te paso la matrícula por mensaje — digo cogiendo el móvil y enviándole. Bajamos del coche y me pongo en el lugar del conductor, arranco el coche de nuevo a toda prisa, y sigo las instrucciones que me manda Jake para llegar a la central. Cuando pasa una hora y algo, giro a la derecha, encontrándome un camino. Miro por el retrovisor, y los veo a una distancia de tres coches. —Voy a llamar a Jack, sigue el camino con el que fuimos la otra vez. pàg. 58
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— ¿Otra vez? ¿Me podéis explicar que está pasando? —pregunta Anne. Marly le empieza a contar, y yo cuelgo a Jake, sigo el camino que tengo que ir recordando por que la otra vez era de noche. ¡Me acuerdo de estos árboles, es por aquí! —Soy Abby Madison, hija de Jack. —Adelante. Me abren la puerta, y me adentro en el camino, donde a los lados están las esculturas. Anne se ha quedado parada al escuchar que Jake es de la FBI pero no es menos, yo me quede exactamente igual. Avanzo y me quedo a un lado, bajando del coche. ¿Y ahora qué? La puerta 3, del garaje de Jake se abre lentamente, dejándome ver unos pies, seguido de todo el escultural cuerpo de mi chico. Nos miramos a los ojos un segundo, pero no tardamos más, ya que llega corriendo hasta mí y me eleva por los aires. Me coge la cara con sus dos manos. — ¿Estás bien? Asiento y me lanzo a sus preciosos y deliciosos labios, echándolos de menos. Dos coches negros salen a toda prisa de sus garajes y se van hacia la carretera, donde he visto por última vez a los hombres. Jake sube al coche de Marly, aparcándolo dentro de su garaje, ya que es bastante grande. —Estarán 24 horas vigilando por las afueras. Han mandado a agentes especializados, vosotras os tendréis que quedar unas horas más —dice saliendo del coche. Cogemos el ascensor para bajar a la central, y cuando se abren las puertas, Susan nos recibe con una sonrisa. —Bienvenida de nuevo, Madison.
Lo que empezaron siendo horas acabaron por convertirse en días. 3 divertidos y a la vez aterrados días. Estuve con Jake en la central durante todos estos, para así poder estar protegida, junto con Marly y Anne. Ahí también se encontraba Matt trabajando, y sorprendentemente se alegró de vernos ahí, y que nos tuviésemos que quedar. Nunca nos faltó nada, ya que nos cuidaban muy bien, y cuando Jake tenía que ir a investigar algo, o alguien, nos quedábamos con Susan en su despacho, amenazada de muerte si me pasaba algo. Paseábamos por toda la central, las 3, descubriendo cosas que jamás en nuestras vidas, nos las hubiéramos imaginado. Hubo 5 avisos de los que me querían muerta, de que quizás han descubierto donde vive mi madre, Claire. Pero al final solo fueron eso, posibles avisos de muchos quizás. Y como dice Jake, en esta profesión no puede haber quizás. Cuando al tercer día por la noche, finalmente, nos dijeron que ya estábamos a salvo, y nos podíamos ir nos alegramos, pero a la vez nos pusimos tristes, habían resultado ser los mejores 3 días de mi existencia. — ¡Abby, baja, hay una sorpresa aquí abajo! —chilla mi madre con todo su resplandor en la voz. Sonriente, me miro al espejo, me hago una cola de caballo alta, y me extiendo el rímel por mis largas pestañas para así profundizar mis ojos, poniéndome a su vez un toque
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de brillo labial. Me coloco unos pantalones de chándal cortos de color gris, y una básica de tirantes de color blanca. — ¡Ya bajo! —le respondo también chillando, notando en mi voz alegría. Bajo corriendo las escaleras, para echarme a los brazos de Jake. La sonrisa se me va de golpe, cuando veo una espalda ancha, cubierta de una camisa granate de mangas cortas. No es él. Doy paso a mis piernas de nuevo, esta vez más lentas y pausadas, ya no hay la alegría en cada célula de mi cuerpo. El señor se gira lentamente mientras se ríe, por un momento, oigo la risa de mi padre resonar en sus labios. Sus ojos verde azulados son exactamente igual, pero en vez de tener el pelo castaño, lo tiene negro. —Hola —digo secamente. —Hola —dice mirándome de arriba abajo—. Guau, estás preciosa, Abigail. Frunzo el ceño sin escrúpulos, ¿de qué coño me conoce? Se acerca a mí, giro la mirada hacia mi madre, la cual se sienta encima la encimera de la cocina, y nos sonríe tiernamente. ¿Es su nuevo novio? ¿Qué me he perdido? ¡Reacciona, por lo menos! —Em…gracias, supongo —digo en un hilo de voz, luego me carraspeo la garganta—. ¿Quién eres? Él se hecha a reír y mira a mi madre, esto aún me confunde más, ¿lo tendría que conocer? Mierda, estoy súper perdida. ¿¡Porque nadie me dice nada?! Esto me esta empezado a irritar, en lo más estricto de la palabra. —Enserio, no sé quién eres —digo cruzándome de brazos. —Soy tu tío, querida —dice sonriendo—.Tu tío Robert. Dejo ir los brazos a mis piernas y lo observo con la boca abierta, ¡Claro! ¡Por eso se parece tanto a Jack! —Oh —digo sin saber que más expresar. Da dos pasos gigantes y se aproxima a mí, dándome un abrazo que me hace sentir un tanto incómoda. Puede ser de la familia, pero no lo conozco. — ¿Y dónde se encuentra Jack? —nos pregunta a las dos una vez nos separamos. Mi madre hace una mueca con la boca, aparta la mirada, y se encoge de hombros. Ahora que la observo atentamente, me asombro de lo que lleva puesto. Va con unos pantalones de chándal, iguales que los míos, dejando ver sus piernas largas y bronceadas, y una camisa ancha que le debe llegar por los muslos, aquellas que normalmente usamos para dormir o para estar en casa un domingo con el que no te piensas mover del sofá. Realmente, la miro admirada, ojalá me parezca aunque sea solo un poquito a ella de mayor. La admiro tanto… Vuelvo la vista hacía mi tío Robert quién me mira esperando una respuesta. —Estará trabajando, creo —digo encogiéndome de hombros y encaminándome en la nevera—.Tienen custodia compartida, aunque tenga 18 años, y estos días me toca con mi madre. Por lo que se ve, ella suspira aliviada, se mentir mejor que ella. Un aplauso para mí, por favor. Me merezco un puto Óscar…vale, quizás estoy exagerando, y mentir sea una cosa mala, pero se me da bastante bien.
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— ¿Quieres algo de beber? —pregunto cuando abro la nevera y veo lo que hay dentro. —Con una cerveza me apaño. Encojo los hombros, cojo una cerveza de cristal que hay dentro, y una lata de Coca Cola para mí. Miro a mi madre esperando una respuesta, me señala otra cerveza, y yo con gusto se la cojo. Reparto lo que he cogido, y nos sentamos los tres en el sofá.
Después de 2 cervezas más, y una copa de vino para mí, el tío Robert se pone de pie riéndose de nuestra última conversación. Se ve un hombre bastante divertido, con el que puedes confiar y hablar tranquilamente, sin importar el que pueda pensar, han pasado solo 3 horas y media, pero ya lo veo de la familia. De mi familia. — ¿Qué os parece si os invito a cenar? Mi madre y yo nos miramos, nos sonreíamos, y asentimos. —Si nos das 10 minutos para arreglarnos, estaremos listas —dice mi madre levantándose—. Puedes esperarte aquí mismo. —Claro, os espero aquí, Claire. Sonrío y subo las escaleras con mi madre mientras nos miramos. Va cada una a su habitación, y cerramos la puerta. 10 minutos después, me vuelvo a mirar al espejo. Pantalones pitillos tejanos, camisa de tirantes blanca corta, y encima una camisa con botones, pero sin abrochar, de cuadros roja y blanca. Me pongo unos zapatos de tacón, me dejo el peinado y solo me hecho pintalabios rojo. Bajo las escaleras y lo encuentro mirando entre las cosas del salón. Dejo ir un ejem de mis labios, y se gira rápidamente. —Yo…estaba mirando unas fotografías. Has cambiado mucho…—dice volviéndome a mirar—, y estás muy guapa, querida. Le muestro una sonrisa torcida, y me giro al oír los tacones de mi madre bajar por las escaleras. Me quedo observándola detenidamente, pero es que ver lo que lleva, hace que te la quedes mirando. Se ha puesto una falda de tubo gris hasta por encima las rodillas, con una camisa blanca de tirantes por dentro. Lleva el pelo suelto, que le llega por debajo del pecho. Le muestro una sonrisa sincera, y ella me la devuelve. —Dios, Claire. Estás guapísima. —Gracias, Robert. Podemos irnos ya. Llegamos al local 30 minutos después de coger su coche. Entramos, todo es precioso. Hay luces pequeñas por todo el restaurante, dándole un toque de intimidad y elegancia. Nos sentamos en una mesa los 3, y empezamos a comer y hablar animadamente. En mi bolsillo noto el móvil vibrar, lo saco e al instante sonrío al ver a la pantalla; Tienes dos mensajes de Jake Connor. ‘’Tengo un día muy estresante, y por si fuera poco, te echo un montón de menos. Tienes que perdonarme, porque dijimos de pasar todo el verano, juntos. Te recompensaré, te lo prometo. ’’ —A las 19:47.
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‘’Nena, ¿Dónde estás? He pensado de ir a un festival que hacen en California, ¿Te gustaría? Ahora les diré a los demás. Deja la ventana abierta de tu habitación esta noche, llegaré tarde, pero por la mañana te levantarás a mi lado. ’’ —A las 20:26. Estoy a punto de responder el mensaje, cuando tío Robert me llama. Aún tengo que acostumbrarme a llamarlo tío, como me tuve que acostumbrar a llamar papá a Jack. —Abby —me llama la atención, y lo miro—. ¿Qué te parece si vamos a un festival que hacen a California de aquí tres semanas? Hago una mueca. ¿Ha leído el mensaje? — ¿Cómo? —Son 3 días de festival, y podríamos ir a un hotel los 3. ¿Qué te parece? —mira a mi madre y le sonríe—. Claire está de acuerdo en que los hagamos. Me muerdo el labio inferior confundida, ¿pero qué cojones acaba de pasar? Prefiero mil veces ir con Jake, Matt, y mis mejores amigas. —No puedo…—digo bajando la mirada a mi comida—. Ya había quedado con Jake con ir juntos. Mi madre me mira sorprendida, y él, confundido. Ella se gira ante la gran confusión en el rostro de mi tío, y le explica. —Jake es su novio. Él deja ir la copa a un lado y cruza las manos delante de él. Típico gesto de mi padre. — ¿Tienes novio, jovencita? Asisto mirando a mi madre, ella me mira decepcionada, por lo que se ve, tenía muchas ganas de ir a ese festival. — ¡Pero podéis ir vosotros dos! ¡Y nos podemos ver ahí! —digo cuando me viene la idea a la cabeza. Mi tío la mira esperando una respuesta, y ella, después de unos segundos pensándolo, asiste con la cabeza otra vez sonriendo. Me acaricia la mano por encima, y me hace un gesto de agradecimiento.
A las 12 en punto de la noche, me muevo incómoda en la cama, nerviosa y preocupada. No sabía que tarde para Jake fuera más tarde de las 12. Decido coger el móvil, y enviarle un mensaje, pero un ruido en la ventana hace que se me caiga el móvil al suelo. Apoyo mis dos manos en el suelo, y dejo ir el peso hacia adelante, cuando encuentro el móvil debajo de la cama, lo cojo, y me vuelvo a incorporar. Dejo ir un grito ahogado, tapándome la boca con la mano cuando veo a Jake delante de mi cama sacándose el pantalón y su camisa. Hago un suspiro y me quedo embobada mirándolo. —Me has vuelto a asustar…avísame cuando estés a punto de entrar, por favor —digo quitándome la sabana que tengo encima, pero no me levanto. —Lo siento nena, pensaba que estarías durmiendo y no te quería despertar.
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Una vez se ha quedado con bóxer, por un momento, me olvido de cómo respirar, admirando su cuerpo. La mandíbula se le tensa, y echa hacia atrás la cabeza con las manos en la cara, parece cansado. En sus brazos, se nota las horas de gimnasio que ha tenido que hacer. Y su torso…se puede decir que tiene las típicas tablillas de chocolate bien marcadas y definidas. Me fijo en un tatuaje que tiene en la cadera derecha, solo puedo ver poco, ya que se va por la espalda. Él se aproxima a mí, y se mete en la cama conmigo, abrazándome fuertemente entre sus brazos. Me besa en la cabeza y la baja para mirarme a los ojos. —Echaba de menos tenerte entre mis brazos. —Yo también Jake, no sabes cuánto. Él se pone recto en medio de la cama, y yo apoyo mi cabeza en su pecho, dándole pequeños besitos, y oliendo su exquisito olor. Cierro los ojos. — ¿Amor? Hace un ruido con su boca, y yo me río un poco. —He pensado que— — ¡Espera! —dice incorporándose y sentándose, nos quedamos de frente—. ¿Qué has dicho? —He pensado que— —No —dice volviéndome a cortar—. Lo de antes. — ¿Amor? —digo frunciendo el entrecejo. Me coge de la cara, y me besa apasionadamente. No me había dado cuenta, hasta ahora, lo que había echado en falta sus labios, como suaves se mueven a nuestro compás. Se aleja y abrimos los ojos. Me sonríe y se vuelve a estirar, quedándome completamente parada. —Ya puedes continuar, amor —dice él sonriendo. Hago una carcajada, y me vuelvo a poner como estaba antes, encima su pecho. Pero esta vez, pongo una mano bajo mi barbilla y lo miro. —He pensado que sí que quiero ir contigo al festival de California. Quiero hacer cualquier cosa contigo —me pongo a reír. —Te aseguro que todo lo que haga, lo harás conmigo. Ahora me vuelvo a estirar encima de su pecho, con una sonrisa en mi rostro. Cierro los ojos y sin pensarlo lo dejo ir. —Te quiero, Jake. Él se vuelve a incorporar de golpe y me mira a los ojos. — ¿Cómo? — ¡Deja de hacer eso, idiota! Nos ponemos a reír y me coge de la nuca, para acercarme de nuevo a sus labios. Se queda a escasos milímetros de los míos.
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—Yo también, más de lo que nunca había querido a nadie. Y dicho eso, juntamos nuestros labios, formándonos una sola persona. Diciendo las cosas más bonitas, y únicas que en mi vida había confesado.
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Capítulo 13
¿UN ERROR?
Al día siguiente, solo abrir los ojos, me sentí mal. ¿Se puede querer a una persona tan rápido? El verano estaba acabando, ¿y si con ello nuestra relación también? Cerré los ojos fuertemente, no puede ser, estoy enamorada de él, ¿o no? En verdad no sabía nada del amor, no sabía si solo era un capricho, un amor de verano o el amor de mi vida. Justo en ese momento solo sabía que tenía una conexión con él que no había llegado a tenerla con ningún chico más, confiaba plenamente en él, ni siquiera sabía lo que eran los celos. Vale, quizá cuando vamos por la calle cogidos de la mano, y las tías se lo quedan mirando…ahí siento una punzada de celos, pero joder, ¿Quién no miraría a un pedazo de tío como él? No las culpo. Al darme realmente cuenta de lo que estaba pensando, y volver a la vida real, sentí un peso sobre mi estómago. Bajé la mirada, y solté una sonrisa bobalicona al descubrir el brazo de Jake rodeándome. Lo miro, esta boca abajo con la boca abierta, respirando lenta y pausadamente. Giro todo mi cuerpo de costado, y con la mano debajo de mi cabeza me lo quedo mirando. Mierda, lo quiero. Vamos que si le quiero. No dejo de sonreír ni un momento, y ya me está empezando a hacerme daño las mejillas. Él abre los ojos lentamente, haciendo un movimiento rápido de párpados, y luego los aprieta fuertemente, seguramente por el contraste de luz. —No admires tanto las vistas, anda. Dejo ir un gruñido y me levanto—. Don creído, buenos días. —Buenos días, nena. Me pongo unos calcetines largos, que llegan hasta la rodilla, y unos shorts de chándal con una básica blanca, y me hago un moño alto. Me giro encontrándome otra vez a Jake durmiendo. Hago una sonrisa de lado, planeando algo malo. Voy de puntillas hacia el baño y cojo espuma de un bote. Me controlo las ganas de echarme al suelo a reír, y me acerco a él, le pongo la espuma en la mano que tiene encima de la cama, ya que la otra está bajo la almohada y acto seguido le hago cosquillas suaves en la nariz. De repente se lleva toda la mano con la espuma en la cara, quedándole completamente blanco, y sin poder aguantar más me doblo riéndome, cogiéndome la barriga con las manos, por el dolor que está provocando la risa. Él se levanta de golpe, quedándose sentando en la cama. — ¿Pero qué coño —se interrumpe mirándome con una ceja levantada—. ¿Te ríes, Madison? Asiento, y viendo las intenciones que tiene, me tiro poco a poco hacia atrás. Me giro rápidamente, y corro hacia la puerta, y cuando estoy a punto de abrirla, él pone una mano en ella, y me hace girar. Aprieto los labios para no reírme, y él ladea un poco la cabeza. — ¿Con estas vamos?
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— ¡Jake, no! Me coge de la cintura, y me levanta del suelo con suma facilidad. Me coge como si fuera un saco de patatas y camina lentamente mientras yo le golpeo su fuerte y ancha espalda. No puedo parar de reír, me tira en la cama y se pone encima de mí. Pongo mis dos manos en su pecho para que no se acerque. Niego con la cabeza, intento con todas mis fuerzas parar de reír, pero su cara es un verdadero desastre ahora mismo. —Se te ha olvidado el beso de buenos días. Se acerca a toda velocidad hacia mí, como si mis manos no fueran más que unas plumas que coges y las apartas suavemente para que se vayan volando. Dispone su mano en mí nunca, y de un segundo a otro, tenemos los labios perfectamente pegados. Dios, tengo espuma por toda la cara inferior. Intento apartarme pero Jake me coge más fuerte y me pringa toda la cara. Suelto una carcajada, y él se ríe dejándome sin respiración. Me lo quedo mirando con una sonrisa, y él me la devuelve. Le rodeo el cuello con mis brazos y me pego completamente a él, besándonos sin que el tiempo nos impida estar juntos, sin que nos importe nada, ni siquiera respirar.
Bajamos una hora después, riéndonos por las escaleras, y cogiéndome por la cadera, casi cayéndonos. Me giro y le doy un beso corto, continuamos nuestro trayecto hasta llegar a la planta baja y ver a mi madre con mi tío. Hago una mueca con mis labios, por dos motivos, el primero es que aún no me he acostumbrado a llamarlo tío y el segundo y más importante, ¿Qué coño hace aquí cuando nos vimos ayer mismo? Bueno, no sé muy bien que es tener familiares, ya que me crie solo con mi madre. —Buenos días, Abby —dice mi tío girándose, y mirándonos—. ¿Y Jake? —Buenos días, Robert —digo separándome de Jake para ponerme a su lado. Jake asiste y alarga la mano—. Encantado, soy su novio. Novio. Es la primera vez que lo dice. Me sonrojo inconscientemente, y bajo un poco la mirada. Odio sonrojarme, por si aún no lo había dicho las veces necesarias. Aunque creo que todo el mundo lo odia. —Sí, he oído hablar de ti —dice mi tío asistiendo con la cabeza y dándole la mano a Jake—. Yo soy su tío, me llamo Robert. Jake me mira confundido, y yo encojo los hombros. Vamos, solo lo conozco de un día, ¿Qué quieres que te diga? Abrazo a mi madre, y me da un beso en la frente. — ¿Cuándo has llegado Jake? —pregunta mi madre con los brazos en jarras—. No te he oído llegar. Abro los ojos, y me muerdo el labio. Miro a Jake, y él me devuelve la mirada. Me encojo de hombros y hablo rápidamente. —Ayer por la noche, ¿no te avisé? —dije haciendo una mueca—. Lo siento, estaba cansada y me olvidé, no volverá a pasar. Mi madre deja ir un suspiro y se aleja para volver con dos tazas de café. La miro con confusión y ahora es ella quien se encoje de hombros. —Vamos, ya lo sabía. Os estaba tomando el pelo, va, desayunad.
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Y ahora soy yo quien deja ir un suspiro de alivio, se lo ha tomado sorprendentemente mejor de lo que me esperaba. Cojo mi taza y nos sentamos uno enfrente del otro en la península de la cocina. —Quería presentarte a mi padre, a mi hermana y a mi sobrina este fin de semana. Casi me ahogo con el café, cuando ha pronunciado esas palabras. Me pongo nerviosa y ya no sé qué decirle. Mierda, ahora es cuando me doy realmente cuenta de que no tengo ni idea de nada relacionado con una pareja, y de lo que supone nuestra diferencia de edad. Mi madre y mi padre lo han llevado bien, ¿pero y si su familia no? Mierdas preguntas sin respuesta en el momento. —Hey —dice cogiéndome la mano—. Tranquila, no te comerán. —Jake…no le he dado importancia hasta ahora, pero la edad es un tema que me preocupa. Él junta sus cejas con confusión. Joder, ¡Son 10 putos años de diferencia! No los hemos tenido en cuenta en toda nuestra relación, que se podría decir que es de solo 3 meses, pero sigue estando ahí, la diferencia sigue siendo la misma. —No nos ha importado hasta ahora, ¿qué te preocupa exactamente? Dejo ir un suspiro, y me levanto de la silla frotándome la cara con las dos manos. Voy hacia el fregadero y apoyo las dos manos mirando hacia abajo. Jodido pensamientos, siempre acaban liándome. Cierro fuertemente los ojos notando como dos brazos fuertes me rodean la cintura. Muerdo mi labio y me giro quedándonos mirando a los ojos. Él me acaricia suavemente la mejilla y bajo de nuevo la mirada. —Vamos, nena. No dejes que eso influya en lo que tenemos. —Jake… ¿y si a ellos si les importa? Al fin y al cabo, es tu familia, y esta antes que yo. —En el momento que me besaste ya te pusiste en primer lugar. —No —niego con la cabeza saliendo de su refugio—. No puede ser, no puedo…Jake, no. Primero está la familia. Y su opinión en esto, cuenta tanto como la nuestra o la de mis padres. Él asiste con la cabeza y se vuelve acercar rodeándome la cadera. —Pues si vienes, sabrás lo que opinan. Vendré el sábado a las 8 a buscarte, estate preparada. Asisto algo derrotada y le doy un beso. —Nos vemos, adiós. Me devuelve el beso, y se va de la cocina para despedirse de mi madre y mi tío, y oigo la puerta cerrarse. Dejo ir un suspiro que ni siquiera sabía que estaba conteniendo y me dejo caer sobre la silla. ¿Y si la que me espera es gorda?
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Después de dos días eternos hablando solo con mensajes y llamadas con Jake, ha llegado el día. Salgo de la ducha, me seco el cuerpo entero y me echo crema hidratante. Me pongo ropa interior negra, y me seco el pelo, para después planchármelo y hacer unas ondulaciones en las puntas. Me maquillo poniéndome base para tapar las imperfecciones, me hago un ahumado negro en los parpados y me hecho máscara para las pestañas. Y por último, pintalabios rojo. Me introduzco dentro de un vestido rojo que me regaló mi madre, tiene escote corazón y hasta la cintura, es ajustado, pero después es seda fina hasta los muslos. Me siento en mi cama, y cuando me pongo los tacones negros, alguien abre la puerta. — ¡ABIGAIL! Rodeo los ojos, odio cuando me llama así. Casi siempre es por dos razones; la primera, es que está muy enfadada. Y la segunda, que debe ser esa, que esta tan emocionada que ni con su voz puede esconderlo. Levanto la mirada, y la veo contenta, incluso ilusionada de verme con ese vestido. Diría que incluso más que de que esté a pocos minutos de conocer a mi suegro, y mi cuñada. Más ilusionada que yo, estaría seguro. Dejé pasar por esta vez su actitud de niña de mi edad, y me levanté para mirarme en el espejo. Siento los pasos de mi madre llegar hasta mí, y acto seguido su reflejo en el espejo. —Jake ha llegado. Mírame —dice cogiéndome de los hombros y dándome la vuelta—. Estás preciosa, y les caerás genial. Por qué aunque no te lo creas, eres increíble, te aseguro que muchos padres querrían tener una hija como tú. Y yo me siento orgullosísima de tener esa suerte. Me contengo las lágrimas en los ojos, y le doy un abrazo. Y en parte, me da fuerzas para bajar las escaleras y ver a Jake esperando en la sala de estar con una sonrisa en su rostro. Susurra un ‘’Wow’’, y me da una vuelta con su mano, para después acercarse a mis labios, y unirlos con los suyos. Me despido de mamá con una mueca y un beso al aire, los que solemos hacernos cuando tenemos prisa. Como cuando me dejaba en el instituto y yo ya había salido por la puerta del coche olvidándome que tenía que despedirme de ella, entonces es cuando se reía de mi cara, y me lanzaba el beso, con el que hacía el educado gesto de cogerlo con la mano. Una vez montados en su coche me coge la mano durante todo el trayecto, pero no disminuyen los nervios, ni la ansiedad que siento en este momento. Su padre, Hunk, vive en el Norte de Nueva York, a casi una hora de donde vive mi madre. Y su hermana, Bright, junto con su hija Daisy, vive en las afueras de la ciudad. Eso me pone aún más nerviosa, ya que solo han venido para conocerme, a esta cena familiar. Cierro los ojos fuertemente cuando Jake aparca delante de una casa blanca preciosa, con un jardín verde bien cuidado, y un camino de piedras que conduce hasta la puerta de la entrada. Jake se aproxima a mi oído y me susurra palabras de confort. —Nena, te adoraran como yo. No estés nerviosa, por favor. Mi madre te hubiese encantado —es ahí cuando finalmente abro los ojos—. Le caía bien a todo el mundo. Mi padre, cambió totalmente su actitud después de su muerte, pero lo entiendo, todos la cambiamos. Mi madre estaría orgullosa de que te hubiera conocido, soy el de antes. Por ti. Giro la cabeza un poco, y miro de reojo a Jake, entreabro los labios, dejando ir suavemente el aire contenido. Le muestro una pequeña sonrisa, y antes de salir e ir a la puerta a conocer su familia, me envuelve en un cálido beso que me hace tranquilizar, y estar preparada. pàg. 68
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— ¡Hijo! ¡Cuánto me alegro de verte! —Hunk abre los brazos, y envuelve a Jake en un abrazo fraternal—. Pasad pareja. Le muestro una sonrisa acogedora, de confianza, y él me la devuelve. Es extraño como un mínimo gesto puede hacer que vuelvas a respirar. Cojo la mano de Jake, y lo sigo desdeatrás hasta llegar a una sala de estar con una chimenea de ladrillos, muy hogareña. Una chica rubia, de pelo liso hasta los pechos, con ojos verdes y una sonrisa cariñosa, se levanta del sofá con una niña también rubia en sus brazos. Miro de arriba abajo a la chica, con la que supongo que es Bright, lleva un vestido blanco de tirantes, con unos tacones negros. —Tito —pronuncia Daisy. —Hola pequeña, ven aquí. Bright envuelve con un brazo a su hermano, y se dan un beso en la mejilla, le da la pequeña, con la que la coge y estira sus brazos hacia arriba para parecer que vuela. Una sonrisa aparece de nuevo en mis labios. Que bonitos. Bright se acerca a mí, y de nuevo, me tenso, pero no dejo ir la sonrisa. —Soy Abby, encantada —digo dándole la mano. — ¡Qué diablos! Ven aquí, ahora somos familia —me envuelve con sus dos brazos y me acerca a ella, dándome un tierno abrazo—. He oído mucho hablar de ti, tenía muchas ganas de conocerte. Me separo de ella, y meto un mechón de pelo detrás de mí oreja. Le sonrío, y ella me devuelve cálidamente la sonrisa. Jake se gira, y me mira con Daisy en brazos. — ¿Quién es esta pequeña? —digo cogiéndole la mano. —Soy Daisy —dice riéndose—. ¿Y tú eres Abby? Asisto con la cabeza y ella se acerca a mí para darme un beso en la mejilla, por lo que me muero de ternura. Después de las presentaciones, de que Hunk me hablase un poco de su mujer, y de que Jake me enseñara su antigua habitación, nos sentamos alrededor de la mesa para cenar. Podría decir que me han desaparecido completamente los nervios, y que la cena iba bastante bien, Daisy había dado algunos problemas con la comida, y ahora Bright la estaba acostando en una de las habitaciones de arriba, seguramente en la suya. — ¿Y qué edad tienes, Abby? Hunk sigue comiendo manteniendo su mirada fija en mí. Sin querer me atraganto con la comida, y bebo un poco de agua. La tensión vuelve a estar presente en mi cuerpo, estoy rígida, ni siquiera puedo levantar la mirada del plato. Dejó ir un suspiro—: Tengo 18, Hunk. De pronto, así porque sí, deja ir al tenedor al plato haciendo un sonido atroz. Me asusto, y miro a Jake, quien esta tan sorprendido como yo. Mira a su padre con confusión, y ahora con un poco de enfado. —Jake, me puedes decir, ¿qué haces con alguien 10 años más pequeña que tú? Él frunce el ceño, sin entender nada. Sin embargo, yo lo entiendo todo. La preocupación que tenía, vuelve hacerse presente, y haciéndose realidad. Ahora es pàg. 69
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cuando tenemos que replantearnos todo, los pros y los contras, ¿pero en el amor también era válido? ¿Se podía decidir? Yo creo que no, no puedes decidir si enamorarte, tampoco puedes decidir desenamorarte, sería ridículo, aunque en algunos casos, práctico. Miro a los dos mientras se pelean, elevando la voz, sin darse cuenta que Daisy estará durmiendo, y me siento inútil al no poder defenderme yo sola que lo tiene que hacer mi novio, el que está discutiendo con su padre, por mí. Eso no ha estado bien, sino, todo lo contrario. — ¡Es muy joven! No tendrá aun ni dos dedos de frente, Jake. No lo puedo aceptar, tu madre estaría decepcionada contigo —Hunk se levanta de la mesa. Yo, por el contrario, me quedo clavada. Escuchar sus duras palabras, hace que agache la cabeza y cierre los ojos, no puedo derramar ninguna lágrima delante de él, le estaría dando la razón. A mí por lo menos me habían educado mejor que él, con modales, y no con prejuicios. Levanto la mirada cuando siento que Jake se levanta también a mi lado. —No te atrevas a decir eso de ella, ¡no la conoces! Tú y tus diferencias, ¿acaso no son buenas cuando te hacen el bien y no el mal? No sabes si mamá estaría decepcionada, porque no está aquí, pero si lo estuviese, no diría las mierdas que sueltas tú por esa bocaza. Giro rápidamente la cabeza al escuchar los pasos de Bright bajar rápidamente las escaleras, seguramente por los gritos que están haciendo padre e hijo. — ¿Qué está pasando? Nadie dice nada, Jake y Hunk discuten con la mirada, haber quien aguanta más de los dos, a ver quién cae primero. Bright me mira a mí, y cruzamos las miradas. Su preocupación se hace notaria al ver mis ojos. —Díselo a tu hermano, que por lo que se ve, ahora se junta con jovencitas de 18 años. Seguramente te estará utilizando, y tú no te das ni cuenta. Harta de escuchar durante más de 10 minutos que me desperdicie de tal manera, me levanto, mirándolo directamente a los ojos. — ¡Tú eres el que no se da cuenta! Yo quiero a su hijo, pero por lo que veo, no quieres que le quiera. Venía aquí para saber vuestra opinión, y ahora que ya la sé, me voy — cojo mi pequeño bolso negro de la mesa y antes de abrir la puerta me giro—. Bright, me ha encantado conocerte, y a tu hija también, cuidaros muchísimo. Ella me pide perdón con la mirada, y me sonríe. Me alejo rápidamente de la casa, oyendo a mis tacones resonar contra el camino de piedras, lo único que me detiene es su voz. — ¿Esto no cambia nada, verdad? —Esto lo cambia todo —digo en un hilo de voz. Se pone delante de mí y me coge las manos, busca mi mirada con la suya, pero no lo consigue. —No opino lo mismo que él, yo te quiero, y lo sabes.
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— ¿Y si ha sido un error? —me muerdo el labio para aguantar las lágrimas en los ojos y lo miro a los ojos. — ¿Qué? —pregunta con la voz rota—. No, nada ha sido un error. —Quizá sí, Jake. Quizá la diferencia si es un error entre nosotros. No puedo permitirme cometer errores como estos, como tú dices: ‘’Los quizás no pueden existir. ’’ —dejo ir una bocanada de aire—. Y yo tengo un gran quizá que resolver. Dame tiempo.
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Capítulo 14
EL TIEMPO MATA
El tiempo me está matando, tanto a mí, como a él. Recibo llamadas suyas a diario, pero ni siquiera se las cojo. ¿Qué sentido tendría todo si cogiera sus llamadas? Han pasado dos intensas semanas, y cada vez me doy más cuenta de que lo necesito tanto en mi vida como de respirar. ¿Pero y si meto la pata en esto? La duda me está torturando, ¿pero qué hago? No puedo permitirme cometer errores, no puedo, no quiero sufrir por amor. Odio el amor, ¿por qué estoy con él? Pensamientos sin sentido, habladurías sin pensar, oír pero no escuchar. ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué tengo que valorar ahora? ¿Qué me toca hacer después de escuchar? Las lágrimas ahogan mis ojos, ¿pero por qué lloro? No entiendo nada. Lo hecho tanto de menos que duele. Lo quiero tanto que hasta mataría por él. Entonces, ¿por qué no estoy con él? — ¡Abigail Madison! Sal de esa cama antes de que se te coma entera. La ruidosa voz de Anne me come los oídos, y me hace retorcer de dolor. Quizá he estado demasiado aislada del exterior, pero no quiero ver a nadie, no quiero que nadie me diga lo que tengo que hacer, no quiero que nadie interrumpa mis pensamientos que por momentos están acabando conmigo. — ¡Sal antes de que te haga salir yo y no del mejor modo! Doy un largo suspiro. —No quiero, vete de mi habitación antes de que lo haga yo y no de las mejores maneras —digo dejando ir un gruñido de fastidio. —Tú lo has querido, jovencita. — ¡No! Espera, ¿Qué piensas— Me quita toda la colcha de la cama y la tira al suelo. Tengo la cabeza en los pies de la cama, y los pies en la cabeza de la cama, que es como me siento yo, confundida. Hecha un lío. Me levanto de golpe y me encierro en el baño. Me siento en el suelo, y apoyo la espalda en la puerta. — ¿Qué piensas hacer, Abby? ¿Comportarte como una niñata inmadura? ¿Eso es lo que quieres? Las palabras de Hunk vienen de repente en mi mente, y dejó escapar un sollozo. Mierda, nunca había reaccionado así, nunca me había pasado. Las lágrimas se deslizan lentamente por mis mejillas, y me pongo la mano en la boca para que no se me oiga sollozar. —Sal, por favor. Quiero hablar contigo.
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Me limpio las lágrimas de mi rostro y abro la puerta, camino hacia la cama, y me siento en ella. Miro a Anne que hace el mismo recorrido que yo, y se sienta a mi lado mirándome. —Me lo ha contado Matt. — ¿Todo? —digo en un hilo de voz. Asiente, y me pone la mano en la mejilla, retirándome las lágrimas que van cayendo poco a poco. —No llores, tú no eres así. Jake es maravilloso. Ni tú ni él os merecéis esto por unas palabras que ha dicho alguien que no te conoce, tú eres increíble, nunca había visto a alguien como tú. —Exacto, yo no era así. He cambiado por alguien— —Que te quiere, y eso no es malo. Al contrario, amar y ser amado debe de ser algo espectacular que tú has tenido el placer de contemplar y sentirlo a primera persona. Siéntete afortunada, pocos pueden sentirlo. Se levanta y va a mi armario, me tira una falda negra alta que llega por encima de las rodillas, y una camisa de tirantes corta de color blanco. Me da unos zapatos abiertos negros de tacón. —Ahora dúchate, vístete, ponte mona, que nos vamos. — ¿Qué? —digo elevando una ceja. Me coge del brazo y me arrastra literalmente hasta el baño, dónde por obligación me ducho, me maquillo y me visto con lo que me ha dado ella. Salgo una vez lista y me guiña el ojo. —No tengo ganas de salir, Anne. Quiero quedarme en la cama y— — ¿Darle más vueltas al coco? Ni hablar, nos vamos —se levanta de la cama y abre la puerta de la habitación. —Oye, ¿por qué me interrumpes todo el rato? Ella continúa bajando las escaleras, y la sigo, fijándome en su vestido blanco de tirantes de verano. —Para que no digas algo de lo que te arrepientas. —Yo no— Ella se gira amenazándome con la mirada y el dedo apuntándome. Dejo ir los brazos, cabreada por la situación y la sigo hasta el coche. — ¿Por qué llevas el coche de Marly? —Me lo ha dejado. Me subo de copiloto, y ella empieza a conducir a rumbo desconocido. Pone la radio, y miro por la ventanilla. Quizá en mi habitación me estaba comiendo demasiado la cabeza, y necesitaba un poco de aire. Cierro los ojos, y veo a Jake hablándome con la voz rota. Abro de golpe los ojos y las lágrimas amenazan en salir. Anne aparca el coche y me mira cogiéndome la mano.
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—Mírame, Abby —al no hacer lo que ella me pide me coge la cara y hace que la mire fijamente a los ojos—. Eres la mejor persona que he conocido en mi vida, tendría que darte las gracias por demasiadas cosas que has hecho por mí. No te hagas daño con unas palabras que son mentira, no importa nada más si os queréis uno al otro. Me abrazo a ella, necesitada de un abrazo de consuelo, y dejo ir sobre su hombro mis lágrimas, liberándome de ellas, del daño que me hicieron esas palabras, del tiempo sin él, y de todos los mayores quizás del mundo. Me aparto y nos dedicamos una sonrisa. Salimos del coche y Anne se acerca a mí para susurrarme algo al oído. —Espero que me perdones algún día por lo que he hecho, pero lo hecho por ti. — ¿Qué tengo que perdonarte? —Abby… Su voz me rompe por mil pedazos, me quedo quieta mirando a mi amiga. La cuál solo me ha venido a buscar por eso. — ¿Por qué has tenido que meterte? Ella me mira con dolor en sus ojos, pero también esperanza. Pero solo cojo el dolor, porque estoy llena de él, estoy harta de los prejuicios. Me giro con el alma rota para ver a Jake al lado de Matt, con ojeras y algo despeinado. Me prohíbo a mí misma a mirarle por más tiempo, por lo que me doy la vuelta y voy hacia el coche de Marly, pero como no, la mano de Jake hace que me quede quieta en mi sitio. —Tenemos que hablar, han pasado dos semanas. Y yo necesito respuestas. Cierro los ojos, tragándome las lágrimas con el dolor que soporta cada una de ellas, dejo ir un suspiro y sigo caminando. Él me vuelve a coger el brazo y esta vez me giro enfadada. — ¡Te dije que necesitaba tiempo Jake! Para ti debe ser muy fácil, ¿no? Tienes 28 años y seguramente un montón de ex novias. Pero yo no, es la primera vez que me enamoro de alguien, y encima tiene que ser 10 años mayor que yo —digo mirándole a los ojos—. ¡Créeme cuando te digo que te quiero! Pero también cuando te digo que no se si estoy preparada para estar contigo. Su mirada me lo dice todo. Y me odio por eso, me odio por hacer daño a alguien a quien quiero. Pero me odio más por hacerme daño a mí misma haciendo lo que no quiero hacer. —El festival de California es de aquí 6 días. Necesito saber si vendrás. Me coloco la mano en el pelo, y me lo tiro hacia atrás. Me mojo los labios con la lengua y me lo quedo mirando con la mirada rota. —No lo sé, Jake. Me giro escuchando las palabrotas de él, y una patada a algo. Cojo un taxi, y una vez subida en la parte trasera del coche, me rompo. Me rompo pensando que era imposible romperme más. ¿Por qué me duelen tanto las palabras de su padre? No, ya no es eso. A partir de esas palabras me he cuestionado demasiadas cosas, cosas que antes no me importaban, pero ahora ha cambiado algo. ¿Por qué un chico de 28 años, guapo, atractivo, con un buen trabajo, esta con una chica como yo? Tengo 18 años, y sin saber lo que realmente quiero en mi vida. Quizá son esas cosas por las que me estoy rompiendo en la parte trasera de un taxi.
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Jason Darulo por novena vez en el día suena por todo el cuarto. Rebota tanto en las cuatro paredes, como en mi mente. Cojo el móvil, cogiendo la llamada de mi padre. —Hola. —Princesa. ¿Qué te pasa? —Demasiados quizás. — ¿Cómo? —Le he pedido a Jake un tiempo, papá. —Sí, Claire me ha contado todo. —Siento no haberte llamado, y siento mi comportamiento. Últimamente me estoy cuestionando muchas cosas. —No importa, lo importante aquí eres tú, ¿Vale? Muchas personas en esta vida te harán daño, pero solo tú puedes elegir si se merecen tú sufrimiento. Hazte una pregunta, ¿crees realmente que todo el mundo te aceptara, cariño? Claro que no, hoy en día la sociedad tiene un montón de problemas, pero, ¿Qué importa? Si tú eres feliz con algo o con alguien, no dejes de hacer nunca una cosa porque a alguien no le parezca bien, ni siquiera lo dejes de hacer por mí. Si tú eres feliz, yo soy feliz. Nunca olvides esas palabras, Abby. —Gracias, papá. No sabes lo que te echo de menos aquí. —Yo también, enana. Me tengo que ir, pero recuerda; haz lo que te haga feliz a ti, no al resto. —Está bien, te quiero. —Y yo, cuídate cariño. Y sonríe. Cuelgo la llamada, con la cabeza menos confundida y los labios un poco más elevados. Cojo las llaves del coche de mi madre, con las palabras de mi padre todo el rato en mi cabeza, ¿qué que me hace feliz a mí? Muchas cosas. Su sonrisa, su risa, sus besos, sus abrazos, sus palabras, sus miradas. Mis mejores amigas. Mis padres. Él. Su felicidad completa la mía. Aprieto el acelerador por la calle central de Manhattan casi desierta. Aparco mal, y salto del asiento, corro hasta llegar a su puerta, le doy golpes hasta que alguien la abre. Me quedo con las palabras en la boca cuando veo que el que está delante de mí no es Jake, si no Bright. —Hola, Abby —dice ella con una mirada triste. —Bright —digo apartándome el pelo de la cara—. Necesito hablar con él. —Ahora no es el mejor momento, cielo.
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Doy un paso adelante, pero ella sale hacia fuera negando con la cabeza. Me mira, pero no entiendo su mirada, o no la quiero entender. ¿Qué coño está pasando? Los ojos se me inundan de lágrimas sin saber que está pasando. —No quiero que te hagas más daño entrando en esta casa, no entres por favor. — ¿Cómo? —digo soltando un sollozo—. ¿Está con alguien? Asiente y baja la mirada. Mi corazón se rompe, una y mil veces. Dejan de existir todos los mayores quizás del mundo, para convertirse todo en dolor. Un dolor profundo que me quema el corazón. —No hemos roto, Bright. No puede hacerme esto. Me tapo la boca, con todas las lágrimas bajando por mis mejillas. —Tienes que irte, cariño —dice ella dándose la vuelta, y entrando en la casa. Niego con la cabeza y doy pasos débiles hasta llegar a dentro, y esquivar los brazos de Bright. Sé que es buena conmigo, sé que esto no tiene nada que ver con ella, y que solo no quiere que sufra, ¡Pero joder estoy enamorada de su hermano! Entro hasta al salón, con unos pantalones tejanos largos ajustados, una camisa blanca y unos tacones negros, y hace que me vea impresentable con tanto formalismo. Jake, Hunk y una rubia de bote se giran para mirarme. Pero yo solo lo veo a él, levantándose y viniendo hacia mí. La respiración me empieza a ir rápido y no puedo dejar de negar con la cabeza. Oírlo es doloroso, pero no te acabas de creer las palabras de la otra persona, hasta que lo ves con tus propios ojos. Y es ahí, justo en ese momento, dónde de verdad te cuestionas el sentido que tiene amar a una persona, que tiene de especial entregar tu corazón a alguien, para que lo haga pedazos. —Jake, para —dice Hunk levantándose y poniendo su mano al hombro de Jake—. Estás cenando con Britney. — ¿Britney? —pregunto con la voz rota. —Déjame explicártelo —Jake me pide con la mirada que lo escuche y yo solo puedo apartar la mirada de él. La chica se levanta y me mira de arriba abajo. Se acerca y me ofrece la mano—. Yo soy Britney. —No habíamos roto, Jake. Pero tú ya lo has hecho por tu cuenta. Antes de que pudiese hablar, Hunk se acerca a mí, y lo hace por él. —Mira, Abby, no me caes mal, y no quiero que sufras por un amor que no tiene futuro, por eso te lo pondré más fácil. No ha sido él, he sido yo. Podrás entender, que como padre, solo quiero lo mejor para mi hijo, y eso no eres tú. — ¿Pero quién te crees que eres para decidir el futuro de las personas? —digo exhausta—. No puedes decidir nada por tu hijo, tiene 28 años y ya es grande para saber lo que a él le hace feliz. —Sí, pero no sabe elegir lo mejor, y yo lo elijo por él. — ¡Ya basta! —dice Jake poniéndose entre nosotros dos—. Abby, estoy cenando con Britney, hablamos en otro momento, por favor.
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Britney se acerca y apoya la barbilla en el hombro de Jake. Se me queda mirando, pero él no hace nada. Miro hacia otro lugar, ocultando mis lágrimas. — ¿Y ya está? —pregunto a Jake. —Sí, se ha acabado el amor de verano —dice su padre. —Papá —dice Bright a modo de advertencia. —No se lo he preguntado a usted, sino a su hijo. Quiero su respuesta, no la suya. Miro a Jake, y él baja la mirada. Ha sido bonito mientras ha durado. Cierro los ojos y dejo ir las lágrimas, importándome muy poco que me vean sollozar, llorar y hasta haberme comportado como una cría. —Abby, te quiero, pero como tu dijiste— Asiento sin que dejar que acabe la frase del daño que me está haciendo. Me acerco a él, y le pongo la mano en su mejilla, haciendo que solo estemos él y yo. Nadie más. Solo nosotros. —Hoy me ha dicho algo mi padre, que me ha hecho abrir los ojos —digo susurrando— . Haz lo que a ti te haga feliz, no al resto. Tú me das felicidad, Jake. Él apoya su frente con mi frente, y cierra los ojos. Me separo, y me voy a paso acelerado hasta el coche, dónde me encierro, y me apoyo en el volante para echar todas mis lágrimas, toda mi frustración. Dejando mi felicidad a ese lado de la puerta, que ahora está cerrada, y ya no hay modo de abrirla.
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Capítulo 15
GANA EL DOLOR
—No lo entiendo, de verdad. ¡Pensé que él...! —digo sollozando. Nunca me haría daño. Pensé tantas cosas que me olvidé de las principales y de por qué realmente no quería nunca tener pareja. Pero ya es tarde para pensar eso…el daño ya está hecho, y mierda que si lo está. Tengo el cuerpo lleno de sentimientos inexpresables. Faltan 6 días para el festival, y estoy en el sofá abrazando a mi madre y dejándole la camisa llena de lágrimas. Cuando cierro los ojos, veo los suyos. Y su mirada parece tan sincera al estar conmigo que me niego a que haya estado jugando todo este tiempo, me parece imposible que un chico como Jake, me haya roto el corazón. —Tranquila, mi niña —me acaricia el pelo—. Todo pasa, todo estará bien. Sin embargo, eso ahora lo veía imposible, me sentía exhausta y sin ganas de nada. Solo de llorar, y romperme una y otra vez sobre la camisa de mi madre.
5 días. ¿Y qué si no voy? ¿Acaso él me echara de menos teniendo a una rubia como Britney a su lado? La bañera me parece el lugar perfecto para estar con la mirada perdida. Sin pensamientos, sin lágrimas, sin nada. Solo el agua y yo. Me dejo caer hacía abajo, mojándome entera, mientras que su voz esta en mi cabeza. ‘’Deseo que este verano nunca se acabé. ’’ ‘’Yo también te quiero, más de lo que nunca había querido a nadie. ’’ ‘’Créeme, cuando te digo que lo haré todos los días de mi vida. ’’ Subo otra vez a la superficie con los ojos cerrados llenos de lágrimas, lágrimas que queman en mi piel como si de una herida se tratara. Y en cierto modo, es una herida, en lo más profundo de mi corazón, ese donde no había ni lugar ni sitio para nadie más que para mis amigas y mis padres, y sin saberlo yo, también un lugar pequeño para ese chico que me tiene remotamente loca y que ahora, ese lugar esta negro, solo y vacío.
En 4 días es el festival, y ahora es mi cama quien me parece una buena compañía para dejar ir todas las lágrimas, mis gritos y mi tempestad en ella, mi fiel confidente. — ¡Mierda! —grito tirándome el pelo hacía atrás—. ¿Por qué coño me hace esto? Cojo un cojín de la cama y con toda mi furia lo tiro a la puerta de mi habitación, haciendo que mi madre lo coja. —Abby, tienes que comer algo, por favor.
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—No tengo hambre. Ella se acerca y deja el cojín en la cama. —Mira, Abby, sé por lo que estás pasando, pero no puedes dejar de comer. Te pondrás enferma. —Me da igual —y me siento en la cama cruzando las piernas y los brazos, quedándome viendo un punto fijo de la habitación. —Está bien, como quieras. Cierro los ojos al darme cuenta de que le estoy contestando como una niña pequeña a la no quieren comprarle un juguete. Me levanto y me echo en sus brazos, para una vez más, dejar ir todas las lágrimas contenidas. Ella me abraza fuerte, como si fuera una muñeca de porcelana que si la dejas caer, se rompe. Pero ya no importa, por qué ya estoy rota. ¿Pero por qué estoy rota? Quizá si solo haya sido un amor de verano, quizá si Hunk tenía razón y yo me encapriche con algo que nunca hubiera podido tener. El primer amor es el que más duele, o eso dicen. Pero yo no quiero que se quede solo como mi primer amor, quiero que se quede para toda una vida a mi lado, pero estoy tan llena de odio y dolor, que ahora mismo lo veo imposible. —Ya está cariño. Si él está feliz de esta manera, solo puedes comprenderlo, y empezar a ser feliz tú también. Tú eres más fuerte que un amor roto —me da un beso en la frente y se aparta. Sale de la habitación dejándome completamente sola, en cuerpo y alma.
Ya solo faltan 3 días y mañana tendríamos que coger el coche para ir al festival, no he cogido la llamada a nadie. Me quedo quieta al ver a mi madre de pie mirándome. Le niego con la cabeza y subo a mi habitación para hundir mi cara en un cojín. —Hola cariño —una suave voz me hace levantar la cabeza. Su piel morena hace resaltar esos ojos verdes. Le muestro una débil sonrisa a la suya, y me levanto para ir a darle un abrazo. Le toco la barriga, que ha crecido un poco más desdela última vez que la vi. —Me he enterado de todo, y no sabes cuánto lo siento —dice poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja. —No entiendo como la gente se entera de todo…—digo susurrando. —Oh, tienes una madre muy comprensiva. Rodeo los ojos y dejo ir un suspiro—. Lo debería de suponer. Me vuelve a atraer hacia ella y me da un beso en la frente. La extrañaba demasiado. —Tengo que ir a comprarle algunas cosas al bebé, ¿me acompañas? —Yo… —Te irá bien salir de casa —dice acariciándome la mejilla—.Te lo prometo.
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Dejo ir otra sonrisa de aquellas débiles, que tienes tantas ganas de hacer de verdad, pero por dentro estás tan rota que solo te salen esas. Pero ella lo entiende, y le doy las gracias por ello. Me pongo unos pantalones cortos con una camisa cualquiera y unas converses, y cogiendo algunas cosas más nos subimos a su coche y ponemos rumbo a un centro comercial. Baja las ventanillas y el aire golpea de lleno mi rostro, cierro los ojos, y sin querer una imagen de él me viene de repente. No te quiero más por mi mente, ¿me oyes? Vete ya de mi maldita cabeza, joder. Abro los ojos y dejo ir un suspiro. Kate me coge la mano una vez bajamos del coche y me hace mirarla. —Sé que te lo habrán dicho ya un montón de personas, pero te aseguro que se pasa. No quieres sin embargo que pase, pero si sigues así, te destruyes a ti misma. Tienes que seguir adelante por mucho que cueste, tienes que seguir avanzando, porque si te quedas atascada, no sabes cuándo vas a poder salir de este agujero. —Gracias Kate, de verdad. Pero lo quiero, y me parece surrealista lo que ha pasado…me prometió tanto…—la voz se me empieza a romper, y paro de hablar. Porque sé que si continúo las lágrimas volverán hacerse presente y no quiero que la gente me vea llorar. —Vale, cariño, ven aquí —dice abriendo los brazos. Yo dejo caer mi cabeza en su hombro, y aguantando las lágrimas, dejo ir un sollozo de mis labios, y ella me aprieta más fuerte. —Será niña —dice susurrando. Me aparto de golpe, y una sonrisa se expande en mi cara. Quizá no tan grande como me esperaba, pero ahí hay una que hacía días que nadie veía. Y me siento orgullosa de eso. — ¿Cómo se llamará? —Jane. —Es precioso —digo poniéndome las manos en la boca. Después de salir de tres tiendas para bebés y madres embarazadas, cargamos más de 5 bolsas cada una. Vamos a por un helado, y me río irónicamente en mi cabeza recordándolo una vez más. —Dos de chocolate, por favor. Esa voz… Me giro de repente, y lo veo a unos metros a mi izquierda. Los ojos se me vuelven a llenar de lágrimas, y mi respiración se entrecorta. No puedo moverme ni dejar de mirarlo. Mi barriga da un mortal hacia atrás, y el corazón empieza a latirme tan deprisa que empiezo a pensar que se me saldrá del pecho. —Señorita… Siento unos susurros a la lejanía, como si solo el mundo fuera de nosotros dos. Como si él fuera mi mundo, y no existiera nada ni nadie más. Se gira, y nuestras miradas se conectan enseguida, como meses hacia atrás…como cuando entro en Starbucks. Su mirada color avellana que me hace sentir segura tantas veces, y débil otras tantas.
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—Jake, ¿qué te pasa? Mi mirada se desconecta de la suya, y va hacia la rubia de detrás. Britney. Esto no puede ir a peor. —Yo pago —dice Kate. —Abby…—pronuncia él. Como si mi nombre le importase algo. Lo pronuncia con suma delicadeza, ternura, adoración y echándolo de menos. —Es culpa mía, yo le dejé el camino libre al darnos un tiempo —le digo a Kate. Pero no solo me oye Kate, ellos también me han escuchado. Britney levanta la mirada, y me mira. Levanta una ceja, y luego mira a Jake. —No es tu culpa, él ya es mayorcito para decidir. Kate me coge del brazo, y nos alejamos de la heladería. Como si no hubiera visto nada, y mi cuerpo no lo haya notado. Como si mi vista no se viera borrosa por las lágrimas que están amenazando en salir, por haber visto el chico que amo con otra chica. —Tienes que irte, Abby. Olvidarte de él. Y cierro los ojos, dejando salir mis últimas lágrimas de anhelo. No quiero olvidarme de él.
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Capítulo 16
AMAR Y SER AMADO
Amar es doloroso. — ¡Coge las maletas, Abby! Ser amado es peligroso. — ¡Las llaves del coche! Nos cogemos las cosas a la ligera, y a veces puede traer repercusiones. Somos impulsivos cuando una cosa no la tenemos clara, pero la hacemos porque nos lo dice el corazón. Y cuando pensamos tanto las cosas nos molestamos con todos, porque nadie tiene razón, ni siquiera tú mismo. ¿Qué haces cuando el ojo del huracán este dentro de ti y no tiene intención de parar? — ¿Todo listo? Vamos allá entonces. Irte. —Vamos. Solo quieres desaparecer, quieres que la tierra te coma y volver a aparecer cuando el mar esté más calmado, cuando tu ser deje de hacer cosas inapropiadas, y tú dejes las lágrimas por sonrisas. — ¡Estos días serán los mejores de tu vida, nena! Créeme, serán nuestros días. Marly me mira con una sonrisa mientras arranca el coche, y Anne apoya su barbilla en mi hombro. Le cojo la mejilla con mi mano, y le muestro una pequeña sonrisa, pero de verdad. Y ella me la devuelve cogiéndome la mano. Me da un beso en la cabeza y se echa para atrás. —Eso espero, Marly —digo asistiendo con la cabeza. Son las 5 de la mañana, el viaje es bastante largo pero está siendo bastante entretenido, después de 4 horas conduciendo, paramos en una gasolinera y compramos algo para beber y comer. Me pongo yo al volante, y seguimos nuestra ruta. Cuando suena una canción que a Anne le gusta sube el volumen de la radio, y Marly se ríe y empiezan a cantar las dos al unísono. Y me enfado conmigo misma al no poder estar tan felices como ellas en este momento. Me gustaría cantar, hacer el tonto, y divertirme con ellas, pero está siendo muy complicado. Demasiado. Otras 4 horas más conduciendo, es la 1 del mediodía, y bajamos del coche para entrar en un restaurante a comer. Pedimos el menú del día, y ellas dos empiezan a hablar. Yo remuevo la comida que tengo en el plato, y solo oigo las palabras llenas de emoción de mis amigas. Un mensaje en mi móvil me llama la atención. ‘’Siento lo que pasó, Abby. Te quiero, sin peros. ’’
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Me quedo mirando la pantalla del móvil sin reacción alguna, el nombre del contacto hace que me duela cada parte de mi cuerpo. —Tierra llamando a Abby. Subo la mirada encontrándome dos muy alegres sonrisas. Hago una mueca y sigo comiendo. 1 hora después Anne se pone de conductora, me pongo cómoda en la parte trasera del coche, y me duermo con él en mis pensamientos. Jake se acerca a mí lentamente sonriendo, y yo sonrío a su sonrisa. Da pasos firmes y cada vez está más cerca, desvía su mirada, a alguien que está detrás de mí y su sonrisa se extiende más. Pasa por mi lado, y me giro, viendo como Jake besa a una rubia. Me levanto de golpe del asiento sobresaltada y paralizada. —No, no, no. Mierda. Me pongo la mano en la boca para evitar un sollozo, Anne se gira del asiento copiloto, ahora está conduciendo Marly. —Ha sido una pesadilla, tranquila. Anne se quita el cinturón y viene conmigo detrás, me apoyo contra su pecho, y empiezo otra vez a llorar. Es como una rutina. Me acaricia el pelo y me tranquiliza, y lo mejor de todo, es que funciona. 2 horas después llegamos en un Motel, dónde nos dan una llave para nuestra habitación. Compartimos una las tres, hay dos camas de matrimonio, y las juntamos. Dejamos las maletas en el suelo, y nos tumbamos en la cama para reconciliar el sueño. Pero no puedo, tengo la pesadilla en la cabeza, y no se me quita de ella. Me levanto y me acerco a la ventana para ver los coches de noche. Pero, finalmente, cuando noto los ojos cansados, me hecho al lado de Marly, y me duermo.
Nos levantamos a las 5 de la mañana, y por sorpresa mía, estoy de bastante buen humor. Me meto en la ducha, y me pongo unos shorts negros, una camisa ancha pero corta de color rosa palo, unas sandalias también rosas, y me maquillo. Ellas hacen lo mismo, y minutos después salimos de la habitación con nuestras maletas y comemos algo en el bar. Esta vez me pongo yo al volante, y antes de salir las miro. —Sé que lo que os pido no está bien, pero— —Lo que sea —me corta Marly. Miro a Anne quien asiente y dejo ir un suspiro. —Si veo a Jake ahí, quiero que me dejéis hacer lo que me pida el corazón en ese momento. Y si ese momento mi corazón no quiere saber nada de él, quiero que me llevéis lejos. —Está bien. —Gracias. Marly me coge la mano, y Anne la pone encima. Nos la apretamos y sonreímos.
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—Antes, durante y después de que una se enamore —susurra Anne. Esta vez hago 5 horas seguidas, pero me han sentado bien, distraerme un poco, concentrarme en algo que no sea solo él, le va bien a mi cabeza. A las 11 Marly coge el coche y me pongo de copiloto, para que Anne se eche en la parte trasera y duerma un poco más. A las 3 de la tarde paramos a un restaurante a comer algo, y esta vez un mensaje me llega cuando acabamos de comer y me siento de copiloto en el coche. ‘’Solo espero que seas feliz, conmigo o sin mí. Por qué no hay mayor felicidad para mí, que la tuya. ‘’ Cierro los ojos y guardo el móvil en el bolso que tengo en los pies. — ¡5 horas y llegaremos a California! —dice Anne a mi lado levantándome las manos—. ¿Quién había dicho que no podíamos hacerlo? —Sí, claramente se equivocaban. Nos reímos. Me río. 5 horas, y por fin estaremos en nuestro destino. Para mí este viaje significaba mucho, iba a ser el viaje del verano. Iba a ser el primer viaje con Jake, y con ellas. Apoyo mi cabeza en el asiento, y siento los ojos cerrarse poco a poco. Cuando me levanto ‘’Clear By Song’’ de Claire Clarkson está sonando en la radio, y quien conduce es Marly. Se gira un momento para sonreírme y vuelva a mirar hacia delante. —Falta media hora para que lleguemos. Despierta a Anne. Me giro un poco y alargo la mano para dar toques suaves a Anne en la pierna. —Despierta, estamos llegando —digo elevando la voz. La media hora más larga de mi vida. Cuando por fin pasamos por lados llenos de palmeras, siento la felicidad más cerca de lo que la he sentido estos días. Son las 10:06 de la noche. Y no podía haber ciudad más bonita, aparte de la mía, que ésta. Aparcamos delante de un hotel muy bonito, y bajamos las tres cogiendo nuestras maletas. Entramos y cogemos una llave en la recepción para volver a compartir una habitación y subimos por el ascensor. — ¿Preparadas? —pregunto sonriendo. Ellas asienten y abro la puerta emocionada. Es una habitación preciosa, la cama de matrimonio es gigante, cabemos las tres de sobras, y las paredes blancas, con cada detalle hacen la habitación más bonita. Dejamos las maletas en el suelo, me cambio la camisa por una blanca con una cremallera delante y también corta. Marly se pone unos shorts tejanos altos con una camisa ancha por debajo de estos, y Anne un vestido sin mangas, color crema de verano. Cogemos el coche y aparcamos delante de la playa, donde está el festival. Enseñamos nuestras pulseras que indican que hemos pagado para los 3 días, y entramos en la fiesta. Miro para todos los lados lleno de gente, solo para verlo a él. ‘’Tan preciosa como siempre. ’’ pàg. 84
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Nuevo mensaje de Jake Connor.
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Capítulo 17
ARENA, MAR Y ALCOHOL
— ¡Vamos nenas! —Chilla Marly cogiéndonos por el brazo y arrastrándonos por medio de la gente para estar a primera fila para ver el concierto. Sonrío al levantar la cabeza y escuchar la música y la voz de la cantante; es buena. Me pasan un vaso, que al mismo instante que huelo, me sube la comida por la garganta, pero me bebo un trago de golpe, sin ni siquiera poder reaccionar. Cierro los ojos del gusto amargo, y hecho el puño hacía arriba gritando. Ellas me cogen de la cintura riendo y empezamos a saltar y a cantar las covers que hace la cantante. Por fin me siento más viva, más yo. Aunque sea por el efecto del alcohol, estoy sonriendo, riendo, bailando, cantando, saltando…y eso las últimas semanas lo hubiera encontrado ridículo, o incluso patético con mi estado anímico. Pero aquí estoy, disfrutando como cualquier persona, y sin pensar en él. — ¡Voy a por más bebida! —eleva la voz Marly para escucharla con la música. Anne y yo asentimos y continuamos cantando y bailando. A los minutos, viene Marly y nos hace seguirla hasta la orilla de la playa. Nos sonreímos las tres mientras avanzamos cogidas de la mano, para mojarnos los pies. Cierro los ojos para sentir el aire del mar golpear mi rostro. —No sabes lo que nos alegra que hayas decidido venir con nosotras al final —susurra Anne. —Bueno, lo que se dice decidir, no he decidido mucho —digo haciendo una mueca—. Me habéis obligado, no tenía opción. Marly y Anne se ponen delante de mí. —Y lo bien que te lo estás pasando y te lo pasarás con nosotras, ¿qué? Me río echando la cabeza hacia atrás y me acerco a ellas abrazándolas. Si, definitivamente, las mejores amigas que pueda tener nunca. Me dan felicidad cuando pienso que ya no tendré nunca más de eso, y al final, te acaban conquistando el corazón. —Sois increíbles, enserio —digo poniendo la barbilla encima del hombro de Marly—. Siempre estáis para mí. Esbozo una pequeña sonrisa, y las lágrimas amenazan con salir. —Haríamos cualquier cosa por ti —dice Anne riendo. —Estropeas los momentos tiernos con esa risa de foca. Marly y yo no nos podemos aguantar, y estallamos en una carcajada sonora, y Anne deja ir un grito. — ¡Oye!
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Nos empuja y caemos al agua cogiendo la mano de Anne para que caiga con nosotras, las risas esta noche están aseguradas. Me levanto tosiendo y riendo a la vez. —Estamos empapadas —digo chillando. Nos quitamos la ropa quedando en bikini y corremos al agua, donde nos hacemos aguadillas y nos salpicamos. —Creo que está prohibido meterse en el mar borracha —digo riendo. — ¿Prohibido? Solo es una leyenda. Anne y yo nos reímos tanto de lo que ha dicho Marly que nos saltan hasta las lágrimas. Salimos un rato después, ya que no tengo móvil ni reloj para comprobarlo… ¡Oh dios! — ¡Mi móvil! —digo corriendo y tropezando con la arena. Voy corriendo hasta los pantalones, que están mojados, me arrodillo y saco mi móvil, lo desbloqueo y dejo ir un suspiro de alivio al ver que se enciende la pantalla. — ¡Os pienso matar por esto! —Solo ha sido un susto, ¿ves? Está bien. —Ya…lo que digas. Tengo un nuevo mensaje de Jake, el cual abro. ‘’ ¿A estas horas en bikini en el agua? Estáis remotamente locas. ‘’ —Abby, tenemos que— Me giro al ver que Anne se ha interrumpido ella misma, mirando al frente, alucinando. Hago la misma acción que ella, y me quedo inmóvil. Observo unos pies descalzos, subo poco a poco con la mirada recorriendo unas piernas bronceadas y fuertes, hasta quedarme en su bañador negro, y subo hasta su camisa de tirantes blanca, mostrando casi todo su bien trabajado y deseado cuerpo. Acabo en la perdición de sus ojos avellana, que me vuelven loca por momentos y sin respiración. Me levanto corriendo, quedándome de pie y con su mirada escaneando todo mi cuerpo de arriba abajo. —Me alegro de verte —dice mostrando media sonrisa. No, vamos. No puedes hacerme esto. Mi mente está fallando por momentos, no puedo vocalizar palabra alguna, y por lo que se ve eso es una señal para que mis queridas amigas cojan mi ropa, mis zapatos, y me cojan una de cada brazo para arrastrarme lejos de él. Giro la cabeza, y lo miro al lado de Matt por última vez. Vuelvo a mirar hacia adelante, aún sin reaccionar. Les dije a ellas que si no quería verlo, que me alejasen de él, pero es que no sé qué quiere mi corazón, no le he dado ni la oportunidad de hablar, pero cuando lo ha visto, ya se ha manifestado a su manera. Cuando me doy cuenta que estamos delante del coche, me suelto de sus agarres fuertes y me las quedo mirando. —No sé qué es lo que ha pasado…me he quedado bloqueada —me paso el pelo a un lado.
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—Es normal, tranquila —dice Anne pasándome una toalla—. Volvamos al hotel, es tarde. Asiento, y me siento detrás mirando las vistas desdela ventana. Cierro los ojos apoyando la frente en ella. Tenía tantas ganas de verlo, que no sabía cómo reaccionar, y se me ha acabado comiendo la lengua el gato.
Me despierto con un rico olor a tostadas, croissants, café y zumo de naranja. Una luz viene directa a mis ojos, lo que hace que los cierre más fuerte. Me los froto con los puños, y los abro lentamente mientras un bostezo sale de mi boca. — ¡Buenos días dormilonas! —dice Anne emocionada. Me incorporo en la cama, y giro mi cabeza para observar a una Marly todavía con los ojos cerrados y gruñendo. —He llamado para que nos trajesen el desayuno en la habitación. Me voy a duchar, cuando acabe os quiero desayunadas. Os meteréis en la ducha, y nos vamos a dar una vuelta por California. Cuando cierra la puerta, Marly se levanta con los pelos alborotados y bostezando. —Es una mandona. Encojo los hombros y voy hacia el carrito del desayuno—. Al menos ha hecho que nos traigan estos deliciosos croissants. —Sigo diciendo que es una mandona —dice levantándose y cogiendo ropa de la maleta—, ¿Vestido, falda o pantalones cortos? —Mmm…—digo pensando mientras miro los tres modelitos—. ¿Pantalones cortos? —Buena elección. El día solo acababa de empezar, y para mí, ya podía acabar. Ver a Jake ayer, fue más doloroso que un puñal deslizándose lentamente por mi corazón. Recordarlo con esa rubia, solo hacía que me vinieran nauseas. ¿Y qué es lo que importa ahora mismo cuando te sientes perdida? Yo, que siempre iba con un cartel en la frente que ponía: ‘’Amor prohibido’’. Antes no entendía por qué las chicas o chicos lo pasaban mal cuando su pareja les dejaba…ahora sin embargo, lo entiendo demasiado bien. Y la verdad, es que preferiría no entenderlo. Estaba mejor siendo una ignorante en este tema. —Ponte el vestido de flores, es muy bonito. Me giro para observar a Anne que ya ha salido de la ducha, con una toalla rodeándole el cuerpo y otra el pelo. Trago el último trozo de croissant que tengo en la boca, y bebo un trago de zumo. Asiento, y entro en la ducha. Una vez debajo la cascada de agua fría, me siento mejor. Es como si arrastraras un gran peso en la espalda, y una vez te duchas, se fuera por el desagüe. Me seco, y me pongo el bikini blanco debajo, con el vestido de flores que me han dicho, y unas sandalias de esparto blancas con un poco de tacón. Salimos del hotel, y vamos por las calles de California como unas emocionadas turistas tirando y tirándonos fotos en todos los sitios. Una vez con el
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apetito lleno al salir de un burguer, vamos a la playa a tomar el sol. Nos tumbamos en tres tumbonas, y me pongo las gafas de sol con los auriculares. Empiezo a escuchar ‘’Delete You’’ de Ashley Tisdale. — ¡Hola cariño! Llegamos ayer muy tarde, por eso no te llame —dice mi madre una vez cojo su llamada. —Hola mamá, nosotras llegamos a las 10 de la noche. Ahora estamos en la playa. —Genial, ¿Qué te parece si nos vemos para cenar? ¿Os parece? —Un momento —digo tapando el móvil. Me levanto un poco de la tumbona y grito a las chicas que están en la orilla de la playa jugando como dos crías de 5 años. —Dice mi madre que cenemos todos juntos, ¿Qué os parece? Se miran un segundo y acto seguido, asienten. —Perfecto. Pídele la hora y el lugar. Alzo en pulgar y me vuelvo a poner el teléfono en la oreja. —Vale, mamá. ¿Cuándo y dónde quieres quedar? — ¿A las 8 en la pizzería…? Espera —dice hablando con Robert—, ¿en la pizzería Gotzelli? —Vale, allí estaremos. Hasta luego. Cuelgo y nos quedamos un rato más hasta que tenemos que volver al hotel para prepararnos. Me aliso el pelo, y me pongo una falda negra por los muslos un poco suelta, y un top blanco corto. Me pinto la línea de arriba, me aplico máscara de pestañas, y por último, pintalabios rojo. Me introduzco en mis tacones negros abiertos, y salimos del hotel. Me pongo de piloto, mientras Marly se retoca el maquillaje y el pelo en la parte trasera, y Anne me guía con su GPS de copiloto. A las 8, como habíamos dicho, estamos ahí. — ¡Estáis guapísimas! —dice mi madre acercándose a nosotras. —Oh, tú también Claire —dice Anne riendo. —Hola, querida —dice Robert dándome un abrazo—. ¿Dónde está Jake? Todos me miran, y miro hacia otro lado con los ojos negados. Me tiro el pelo hacia atrás y finalmente lo miro a los ojos. —Lo hemos dejado. —Oh —dice con una mueca rara—. Lo siento. Entro en la pizzería pensando todo el rato en la mueca que ha hecho. ¿Era una mueca de alegría? Tampoco lo quiero saber. Nos sentamos todos en una mesa redonda, y esperamos lo que hemos pedido mientras hablamos un rato. — ¿Cómo ha ido el viaje, chicas? —nos pregunta mi madre.
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—Cansado —dice Marly. —Muy cansado —dice esta vez Anne. —Agotador —digo. —Ah, esperaba más buenas noticias —dice mi madre riendo—. Nosotros cogimos el último vuelo. Hablamos de cómo nos lo pasamos ayer por la noche en el festival, y de a que hotel nos alojamos, y donde se alojan ellos también. En todo momento noto como quieren esquivar cualquier tema con el que tenga que ver Jake, y les agradezco. Aún que de todos modos, ya lo tengo yo en mi mente, sin que nadie me diga nada de él. — ¿Nos vamos ya para la playa? Todos asentimos y nos levantamos para coger el bolso e ir a pagar. —Hoy invito yo —dice Robert. Todas le agradecemos con una sonrisa y esperamos a que él pague. Cuando salimos, Robert saca el teléfono, y nos mira. —Id tirando vosotras, tengo que hacer una llamada. En un segundo voy. Me lo quedo mirando juntando las cejas. Aun así, asiento, le sonrío, y hago como si nada siguiéndolas a ellas. Ésta vez, Marly coge el coche, y lo aparca enfrente de la playa, seguidas de mi madre y mi tío. Dejo los tacones en el maletero, para ir descalza. —Nosotros iremos por otro lugar, ya nos veremos —dice Robert. —Está bien, divertíos —dicen Anne y Marly despidiéndose. Me acerco a mi madre y le abrazo, para susurrarle una cosa en el oído. —Si pasa algo, llámame, ¿vale? Estaré por aquí. Te quiero. Me muestra una sonrisa y nos damos un beso en la mejilla. Me despido con la mano mientras voy avanzando, hasta tocar la arena de la playa. Cierro los ojos, dejando ir un suspiro. ¿Qué me pasa? Avanzo con ellas para coger una cerveza y acercarnos al dj. — ¿Brindamos? —susurro un poco alto. — ¿Por qué? —Porque éste sea solo uno de los muchos viajes que haremos juntas. Asienten con una sonrisa, y chocamos las botellas, para acto seguido, beber un trago largo. Empezamos a bailar lo que pone el dj, trago tras trago, empiezo a tener la boca un poco más dormida. Nos abrazamos y saltamos a la vez. —Voy a buscar más bebida, ¿Queréis? —pregunto sonriendo. El alcohol ya me está haciendo efecto. — ¡Claro! Me dan sus botellas vacías, y dando el último trago a la mía, avanzo hacía una barra improvisada que hay un poco alejada de dónde toca el dj. Dejo las botellas encima, y
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le pido otras tres más al barman. El móvil vibra en señal que me está entrando una llamada. Solo ha pasado una hora desdeque me he despedido de mi madre, lo cojo corriendo y preocupada, sin ni siquiera ver quién es. —Abby, ¿dónde estás? —pregunta Jake preocupado. Me quedo mirando el mar, inmovilizada, ¿Qué pasa? ¡Oh, dios! Mi madre. ¡Abby reacciona! —Estoy en la playa, ¿Qué pasa? ¿Es mi madre? ¿Está bien? —demasiada reacción. —Sí, tu madre está bien. — ¿Qué está pasando entonces Jake? —Ellos están aquí, lo han averiguado. Tienes que encontrarte ya conmigo, Abby. Estás gravemente en peligro. ¿Qué? Los ojos se me llenan de lágrimas. Mi cabeza está dando vueltas. No, no, no, yo solo quiero disfrutar de los 3 días de festival como una adolescente normal y corriente. Esto no me puede estar pasando a mí. No puedo estar nuevamente en peligro.
``Si aceptas esto, te será más fácil sobrellevarlo’’ No pienso aceptar que unos asesinos me quieran matar.
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Capítulo 18
DESPUÉS DE LA GUERRA, LLEGA EL AMOR
Corro por la arena sin rumbo fijo, solo cierro los ojos, y siento el suave viento golpear en mi cara, y hacer mover mi pelo. La arena se filtra entre los dedos de mis pies, haciéndome cosquillas. Las lágrimas corren ferozmente por mis mejillas, y haciendo que cada una solo sea una gota salada sin significado. No estoy preparada para morir todavía.
— ¿Los has visto seguirme? —pregunto atemorizada. —Sí, están en la playa, contigo. —Oh, dios. ¿Dónde estás? —Estoy llegando, ¿vale? No te preocupes... ¿Te acuerdas de nuestro deseo? —dice susurrando para distraerme. Dejo escapar una sonrisa, claro que me acuerdo. Fue el mejor deseo que he incumplido en mi vida. —Sí… Me giro para todos lados, y cuándo veo a tres hombres vestidos de negro, y con gafas de sol, espiándome, se me borra la sonrisa. Ellos saben que los he visto, vendrán por mí. —Me han visto, Jake… —Ahora vamos, Abby, estamos a punto de llegar —dice susurrando. — ¡Mierda Matt aprieta el acelerador! — ¡Jake! —grito cuando empiezan a correr para llegar a mí.
Me tropiezo con la arena, y caigo de rodillas. Empiezo a gatear corriendo, pero unos brazos fuertes, me cogen de la cintura levantándome, intento golpearlos con los brazos, y con las piernas, cogiendo impulso, pero son más fuertes que yo, y son 3. — ¡Dejadme por favor! —suplico sollozando. —Si lo hiciéramos, estaríamos muertos. Me dejan en el suelo, y me atan las muñecas con una cuerda. — ¡Ayuda! —empiezo a gritar. Pero más que ayuda, recibí un golpe en el labio de parte de uno de estos matones, haciéndome caer en la arena. Las lágrimas no paran de salir, y se cuelen en la herida del labio, provocándome un dolor horrible. Noto el sabor de la sangre en mi boca. Me
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cogen un hombre de cada brazo y me llevan a arrastras, ya que yo intento impedirlo. Me lleno los pulmones de aire, y con toda mi valentía empiezo a gritar con todas mis fuerzas, diciendo palabras sueltas e incoherentes, pero gritando. Me dejan otra vez de pie en la arena, y sabiendo lo que viene, cierro los ojos y giro la cabeza. Por favor, parad ya. Abro los ojos de golpe cuando oigo la voz de Jake. — ¡Matt, no dejes que la toquen! Empiezo a sollozar más sin poder aguantar. Jake da un puñetazo al hombre que tenía delante de mí, y lo tira al suelo para empezar una pelea. Matt coge uno de los que me cogen del brazo y también lo tira al suelo. Uno de los hombres empieza a contraatacar y empieza a dar puñetazos a Jake, pero los esquiva casi todos. De repente el hombre que me coge del brazo, me pone como si fuera un saco de patatas y empieza a caminar hacia delante. ¿Qué? No, no, no. — ¡Jake! Ayúdame. ¡Jake! —grito con todas mis fuerzas. Jake se gira al instante en el que el otro hombre le da un puñetazo en el estómago. Ahogo un grito y empiezo a dar patadas al hombre que me coge. — ¡POR FAVOR JAKE! ¡NO ME DEJES! Jake se levanta de un salto con cara de dolor, y empieza a correr detrás de nosotros, por el que me lleva al hombro, se da cuenta y empieza a correr. Estoy llena de miedo por dentro, y las lágrimas que no paran ni un minuto, lo demuestran. ¿Qué si al final lo consiguen y me matan? Empiezo a pegar al hombre, pero ni si inmuta. Veo a otro hombre correr detrás de Jake, y como si pasara a cámara lenta, saca un revólver de su pantalón. Abro los ojos, y las lágrimas se me paran de golpe. —Jake, detrás de ti —le grito tan alto como puedo. Jake se tira al suelo haciendo una voltereta, y se gira con su pistola, y dispara al hombre. Cierro los ojos dejando salir un suspiro. Cuando los vuelvo abrir, Jake se tira encima de nosotros, cayendo la primera, para que después caigan ellos encima de mí. Jake lo coge del cuello de la camisa, y lo aparta de mí. Me duele cada hueso de mi cuerpo. Intento sacarme la cuerda de las muñecas mientras Jake se pone encima de él y le empieza a pegar. Cuando veo que el hombre consigue igualarle, dándole un puñetazo en la ceja, haciendo que Jake pierda el equilibrio, y el hombre se ponga encima, es entonces cuando con todas mis fuerzas me intento quitar la cuerda. Giro la cabeza para ver donde esta Matt, pero ni siquiera lo veo. Cuando encuentro el nudo con los dedos, lo quito a toda velocidad, y me levanto quitándome la cuerda de las manos. Corro hacia ellos, y le doy una patada en las costillas al hombre. Supongo que la adrenalina y el cabreo, juega a mucha ventaja en estas situaciones, porque sorprendentemente cae al suelo. Matt llega corriendo y esposa al hombre. Me quedo quieta sin saber qué hacer, me quedo inmóvil. Y solo reacciono cuando noto los brazos de Jake rodeándome el cuerpo, atrayéndome hacía él. Empiezo a llorar en su pecho. — ¡OH DIOS ABBY! ¿Estás bien? —gritan al unísono mis amigas mientras corren para llegar hasta nosotros. —Sí, ya está bien, tranquilas. Id con Matt, tengo que hablar con la policía de California, rellenar unos papeles y hablar con estos dos —dice señalando con la cabeza a los que me han intentado coger. Me retira un poco de él, y me coge la cara con las dos manos.
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—Te prometo que siempre te protegeré como si la vida me fuera en ello, Abby. Él me pone un mechón detrás de la oreja, e intento con todas mis fuerzas darle una sonrisa, pero me sale una mueca. —Lo digo enserio —dice abrazándome otra vez. Han pasado dos horas desdeque me he sentado en esta piedra, mirando el mar. Las olas chocando en la orilla, me relajan. No quiero estar metida en esto, es injusto. No quiero ir mirando a mis espaldas cada dos por tres, para salvar mi culo, simplemente no quiero. Quiero estar como antes, ignorante de todo, sin saber nada y estar protegida sin necesidad de que tenga guardaespaldas. Me echo el pelo hacia atrás, y apoyo los codos en mis rodillas, agachando la mirada. — ¿Estás mejor? La voz de Jake me hace levantar de golpe y ponerme enfrente de él. Asiento y me lo quedo mirando. Me coge la mano lentamente, y entrelaza nuestros dedos. Miro nuestras manos, y luego a él. Me deja ir una sonrisa de lado, y me hace sentarme otra vez en la piedra para ponerse a mi lado. — ¿Qué te han dicho? Deja ir un suspiro y mira hacia delante—. No han querido hablar. Les caerá como mínimo 20 años de prisión. Agacho la mirada asistiendo. — ¿Por qué has decidido venir? Su pregunta me hace sorprender. Me giro para mirarlo. —Yo…—esquivo su mirada para mirar el mar—. Solo me apetecía alejarme de la ciudad. —Para alejarte de mí. —Sí, supongo —digo susurrando. —Siento de verdad lo que pasó, Britney no es— Le corto bajando de la piedra—. No hace falta que te disculpes, cada uno elige lo que le hace feliz. Y a ti te hace feliz una rubia teñida con un par de tetas operadas. —Abby… —No, enserio, no pasa nada. — ¡Me pediste un tiempo! —dice alzando las manos. — ¿Y eso te dio derecho a irte con otra? —grito. —Me liaste con tus quizás, además no me iba a ir con ella, lo sabes. —Tu padre no piensa lo mismo. Jake se da la vuelta y se pone las manos en su nuca, para echarla hacia atrás. Típico gesto suyo cuando algo le irrita o le pone nervioso. pàg. 94
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—Mi padre no tiene nada que ver con esto. — ¿Tiene que elegirte la novia con 28 años, Jake? ¡Esto ya no es porque no me respecte a mí, ni siquiera a nosotros como pareja! Es por lo que realmente nos hace feliz a cada uno. —Sabes que tú me haces feliz, Abby. —Sí, lo sabía, hasta que llegué ese día a tu casa, créeme que fue lo más doloroso que viví en mi vida, Jake. Nunca me había pasado…esto. Me doy la vuelta y empiezo a andar cuando noto que las lágrimas amenazan con salir de nuevo. Jake me coge del brazo y me hace girar. —Cuando te vi por primera vez, quería entrar en tu vida de la manera que fuera, quería formar parte de ella. Nunca había conocido a alguien como tú, haces que sonría de verdad, haces que ame de corazón —dice cerca de mis labios—. Dijiste que he tenido muchas novias, solo he tenido dos, y a ninguna de ellas las he amado como lo hago contigo. Ahora sé que es amar de verdad, Abby, gracias a ti. Hace que los milímetros de separación, se conviertan en nada, cuando se acerca por completo y une sus labios con los míos. Cierro los ojos, y noto como sus suaves labios se mueven al compás con los míos. Me enrolla sus brazos por la cintura, y me acerco a él, para rodear su cuello con mis brazos. Me coge de las piernas y con impulso, le rodeo la cintura con ellas. Nos separamos y nos miramos, nuestros ojos se conectan y su mirada me dice la verdad. Me ama. Vuelvo a unir nuestros labios, haciendo que con cada beso quiera más. La velocidad aumenta, y los sentimientos aún más. Se acerca detrás de la roca, y me estira poco a poco en la arena, sin dejar de besarme. —Abby, no quiero obligarte a nada que no quieras. —Lo quiero, Jake. Me mira con brillo en sus ojos, y le sonrío. Empieza a besar mi cuello, y va bajando hasta llegar a los pechos. Me quita lentamente la camisa por la cabeza, y cierro los ojos al notar sus labios en mi barriga. Vuelve a subir y empieza de nuevo a besarme, haciéndome estremecer. La temperatura parece que suba por segundos. Me coge el muslo con una mano, y lo aprieta, haciendo que lo suba, y que su mano llegue al trasero. Tiro la cabeza hacia atrás, por lo que aprovecha para besarme en el cuello. Me muerdo el labio, y él baja dándome besos hasta llegar a la falda, y quitármela también. Se quita la camisa rápido, y mis manos van directas a su pecho. Le acaricio hasta llegar a su cuello y atraerlo de nuevo hacía mis labios, para besarlo más intensamente. — ¿Estás segura de esto, Abby? Sé que es tu primera vez. Bajo la mirada, y me muerdo el labio nerviosa. Él apoya su mano en mi mejilla, para hacer que lo mire a sus ojos avellanas llenos de sentimientos. Asiento. Y por fin lo entiendo, lo amo. ¿Cómo un amor puede ser tan fuerte y a la vez tan frágil? Me da miedo, cogerle la mano, y que se la tenga que soltar. Ahora que lo he conocido, y que ha entrado en mi vida, no quiero que se vaya, la ha puesto patas arriba, y no sabría vivir sin ese desorden. Se levanta un poco para ver que la gente está bastante alejada, y me quita la parte superior del bikini, para besarme lentamente los pechos. Una extraña sensación se ha pàg. 95
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apoderado dentro de mí, dejo ir un pequeño gemido por los labios, haciendo que cierre los ojos. Cuando los vuelvo abrir, veo a Jake sonriéndome. —Eres preciosa, cariño. Le muestro una sonrisa, y nos volvemos a besar, para después quitar mi parte inferior del bikini y él su bañador, para ponerse el preservativo. Se pone encima de mí, y me coge las dos manos, para poco a poco, introducirse dentro de mí. Arqueo la espalda, al sentir todo el dolor. Echo la cabeza hacía atrás y cierro fuerte los ojos, dejando ir un quejido. Jake echa un poco el peso a su izquierda, y deja ir su mano derecha de la mía, para tocarme la mejilla. Abro los ojos lentamente y lo miro. —Sht, tranquila —dice dándome un beso en la frente—. Seguro que te hizo más daño el tatuaje. Miro por dónde tiene la mirada él, y observo mi tatuaje debajo del pecho. Pone: ‘’Creo en mi misma. ’’ Le sonrío y asiento. La verdad es que me dolió muchísimo más. Lo acaricia por encima con su dedo, suavemente. —Yo también creo en ti —dice susurrando cerca de mis labios. Los vuelve atrapar y continúa con un pausado movimiento con su pelvis, cogiendo mi cadera con su mano derecha. Le aprieto fuerte la otra mano. El dolor va desapareciendo convirtiéndose en placer. Cada vez lo disfruto más, junto con sus besos y sus caricias. —Oh dios, Abby. Nos besamos y estallo en un orgasmo, haciendo provocar el suyo también. Cae encima de mí, y le empiezo a acariciar la espalda, recordando su tatuaje. Le doy un beso en su hombro, y él me lo da en la frente levantándose. Me pongo mi bikini, dejando la ropa cerca de la gran piedra que recordaré siempre y camino despacio hasta llegar a la orilla. Me meto poco a poco dentro del agua, mirando las estrellas. Noto sus brazos deslizándose por mi cintura minutos más tarde. Dejo caer mi cabeza hacia atrás, para apoyarla en su pecho. — ¿Y si esto no acaba bien, Jake? —le susurro cerrando los ojos. —No dejaré que vuelva a pasar, no permitiré que te vayas de mi lado, Madison —dice besando mi cuello. —No quiero que me sueltes nunca. Te quiero. —Yo también, preciosa. Miramos al cielo al escuchar unos ruidos, y al verlo iluminado de colores, se nos escapa una sonrisa a los dos. Hay fuegos artificiales, esto no podría ser más cliché. Nos acabamos de entregar alma y cuerpo el uno al otro, y nunca me había sentido tan viva como ahora. Había nacido para amarlo.
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Capítulo 19
NO HAY PELIGRO SI ESTÁS CONMIGO
The Yawning grave de Lord Huron resuena en los altavoces del descapotable de Jake. —Te quiero. Me coge la pierna y me la acaricia. Esbozo una sonrisa. —Y yo. Primer día de Universidad. Todo cambió después de ese viaje, nos fue bien tanto a él como a mí. Nunca había visto el amor de esa manera, y me gusta, me gusta mi amor por Jake, me gusta estar con él y estar enamorada de él. Nuestra relación ahora es más fuerte, y eso me hace ser más fuerte a mí. Me muerdo las uñas, y me muerdo el labio. Estoy realmente nerviosa. Quizá ahora mismo no esté siendo de lo más fuerte. Jake me quita la mano, y siento frío en donde me estaba tocando. Muevo las piernas de arriba para bajo, una manía que tengo desdequé tengo uso de razón. —Tranquila, cariño. Todo saldrá bien Intenta tranquilizarme, y yo se lo agradezco. Me tiro el pelo hacía atrás cuando veo que se estaciona enfrente las puertas de la Universidad. Me quedo mirando la gran entrada, con unas amplias escaleras, y chicos y chicas entrando y saliendo por las grandes puertas. —Eh, amor —dice para captar mi atención, y desdeluego que la tiene toda—. Pasará deprisa, te vengo a buscar cuando salgas si no me sale ningún improvisto en el trabajo. Ven aquí. Me lanzo a los brazos de Jake desesperadamente, no podré con esto. Se lanza a mis labios, queriendo tener un bonito recuerdo y sabor antes de irse y dejarme aquí. Donde por momentos me estoy volviendo loca, y aumento el beso, él es el primero en retirarse, y yo hago un puchero con los labios. —Vamos, nena, sé que me besarías por horas, pero llegarás tarde el primer día. Asiento agachando la cabeza y abro la puerta cogiendo la mochila. Antes de salir le doy un beso rápido en los labios y cierro la puerta. Me giro para mirar la gran Universidad desdefuera. Dejo ir un suspiro, espero que se me pase rápido. Empiezo a andar. — ¡Bonito culo! —chilla Jake des del coche. Me provoca una sonrisa. Sigo caminando lentamente con la mirada fija en las puertas. Trago saliva. Esto es muy grande. Cuando estoy a punto de subir por las escaleras, un brazo me hace girar repentinamente, encontrándome a Marly y Anne. De mis labios formo una gigante ‘O’. — ¿Ibas a entrar sin nosotras, nena?
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— ¡Os han aceptado y no me habíais dicho nada! —grito emocionada. Juro que en ese instante me relajo, ya no estaré sola, estaré con mi apoyo incondicional. — ¿Sorpresa? —dice Anne con una mueca. Me echo a reír y me pongo en medio de las dos, rodeándolas por los hombros y avanzando hacía las grandes puertas, con un único destino; mi futuro. Cuando salimos una hora y media después de la gran sala de actos, nos sentimos exhaustas. El director ha informado a los nuevos de todo lo que hay que saber para poder estudiar aquí. Vamos hacía la cafetería a por agua y nos sentamos en una mesa las tres. —No podré con esto. Ya me he estresado, y acabamos de llegar —dice Anne dramáticamente. —No te quejes, que yo estudio arquitectura —ahora Marly es quien dramatiza. —Chicas, os han aceptado. Podríais disfrutar más de esto. Sé que nos llevara horas y días seguidos sin poder ni siquiera vernos por los exámenes, sé que será difícil. Pero vamos, hemos hecho un viaje de unas 30 horas completamente solas. Podremos con esto. Ellas esbozan una sonrisa como la del gato de Alicia en el país de las maravillas, y trago saliva. Ya están planeando algo. Marly se sienta en la mesa y me mira. — ¡Tendremos que planear otro viaje para final de curso! — ¡Sí! A mí me gustaría ir a París —dice Anne sentándose al lado de ella completamente emocionada. —No, París es para parejitas, nos vamos a Hawái. Me levanto de la silla y ahora soy yo quien se las queda mirando. —Chicas, acabamos de llegar, es el primer día —digo caminando hacia la salida—. Y no tengo tanta pasta para hacer todos los viajes que tenéis planeados hacer. Ellas bajan de la mesa y me siguen hacía las taquillas. Por suerte nos han tocado en un mismo sitio de la Universidad, porque es bastante grande como para ir una a una a su taquilla. Cuando acabamos las últimas eternas horas, salimos por las puertas exageradamente grandes, y nos sentamos en un rincón de las escaleras soltando un suspiro que no sabíamos que estábamos aguantando. — ¿Solo difícil? —pregunta Marly. —Bueno…tampoco está tan mal, a mí me gustan mis profesores y mis clases —digo para animarme más bien a mí misma. —Solo coincidimos las tres en una clase…—dice Marly realmente frustrada. —Pero ya lo sabíamos, hemos elegido carreras diferentes —dice esta vez Anne para liberar tensión, pero no lo consigue.
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El motor de un coche hace que levante la cabeza, y que inmediatamente una sonrisa salga por si sola en mi rostro. —Ahí viene una distracción bastante atractiva al acabar las clases. — ¡Oye! —salto dándole un leve golpe en el brazo a Marly—. Es mi distracción. La fulminó con la mirada, y nos echamos a reír. Nos abrazamos las tres, y nos decimos que nos vemos mañana de nuevo en estas mismas escaleras. Me levanto y corro hacia el coche, dónde se encuentra Jake esperándome apoyado en él. Me echo encima de él, y entierra su cabeza en mi cuello, y yo en su pecho, para oler cada célula de su cuerpo. — ¿Cómo ha ido? Hago una mueca—. Podría haber sido peor. Me abre la puerta de copiloto y me siento dentro, cuando da la vuelta y se sienta en su sitio, lo enciende, apretando el acelerador más de la cuenta, y salimos disparados hacia la ciudad de vuelta. — ¿Quieres ir algún sitio o estás cansada? —me pregunta poniendo la mano en mi muslo. —Vamos a mi casa, y vemos unas películas —le propongo con mirada pícara. Él gira la cabeza y se ríe dulcemente. — ¿Estás segura de que nos veremos esas películas? —Yo lo he dicho, si tú lo has malinterpretado, no es culpa mía. Al final, acabamos en el salón de Jake viendo una película, bastante buena podría decir, pero Jake no para de darme besitos por el cuello, y no me entero de qué va. Giro un poco la cabeza, y observo esos ojos avellana que me derriten por dentro. Me siento a horcajadas encima de él, y le paso las manos por su cuello. —Hola guapo —susurro cerca de sus labios. —Hola preciosa. Me coge de la cadera y me atrae más hacia él, si eso es posible. Me acerco lentamente hacia sus labios, y los acaricio con los míos, provocando que él cierre los ojos. Me quedo quieta y muerdo mi labio inferior en el momento que él abre los ojos, le muestro una sonrisa, y me levanto de golpe. — ¡Cógeme si quieres un beso! Él deja ir una carcajada sonora y se levanta deprisa, corro escaleras arriba, y entro en la habitación de Jake. —Si el beso es tuyo, como si te tengo que ir a buscar en el mismo infierno —oigo como chilla Jake detrás de la puerta. Me escondo en su armario, bastante grande para ser el de un hombre, y con bastante ropa. Cierro los ojos, e inspiro su exquisito olor por mis fosas nasales, que pedían a gritos ese exhalo. Escucho sus pasos llegando al armario. —Sabes que esto del escondite no es lo tuyo, ¿verdad?
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Abre las puertas, y me coge de las dos manos para sacarme afuera. Le rodeo el cuello con las manos y me quedo mirando esos ojos que tanto me gusta admirarlos. Me coge de la cintura y me atrae hacía él, chocamos las frentes, buscamos nuestros labios, nuestro sabor. Nuestro incondicional amor el uno por el otro. —Te amo, Abby. Nunca dejaré que te ocurra nada. —Yo también te amo, Jake. Y sé que nunca dejarás que me pase nada. Juntamos nuestros labios como si selláramos una promesa.
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Capítulo 20
BIENVENIDO A CASA
Salgo de la universidad algo apresurada y a toda prisa, bajando las amplias escaleras torpemente. Me paro un momento, y aparto la mirada de las escaleras para mirar hacia delante y soltar una sonrisa. Jake está apoyado en su coche, como casi cada día que me viene a buscar. Hace dos semanas me dejó una nota en la cama diciendo que tenía un trabajo fuera de la ciudad y que no sabía cuándo volvería, me entristeció por el hecho de que me lo digiera a través de un papel y no en persona, y también por qué lo iba a echar mucho de menos. Demasiado. Al salir de la universidad me iba a casa a estudiar, y así día tras día, sin saber que hacer sin él. Corro a toda prisa hacia él, provocando una risa de su parte, y mi maleta y la carpeta en el suelo de la mía. Me abalanzó hacía sus brazos, que me esperan impacientes y abiertos. Enrollo mis piernas alrededor de su cadera, y mis brazos en su cuello, y sin esperarlo él engancha sus labios con los míos. Saboreo su boca durante unos minutos, nos separamos por falta de oxígeno y apoyo mi cabeza en su cuello para oler su entrañable aroma, y él repite mi acción haciéndome cosquillas con su nariz. —Joder, nunca había extrañado tanto a una persona como lo he hecho contigo — susurra en mi oído, provocándome un escalofrío en toda mi espina dorsal. —Yo también te he echado mucho de menos —le digo apartándome de su cuello con un puchero en los labios—. Si te vuelves a despedir de mí, con una nota, te mato, ¿entendido? Él deja ir una risa de sus labios y me da un beso en los míos. Decir que echaba de menos esto es quedarme corta, echaba de menos todo de él, hasta lo más mínimo que se pueda apreciar. —Vamos, baja ya mono —dice aun riendo. Le hago caso, y bajo poniendo los pies en el suelo, me giro para ir a buscar las cosas que he dejado en el camino, y me encuentro con un montón de ojos mirándome. Y cuándo me encuentro con los de mis amigas, me dedican una sonrisa tierna. Me siento en el coche una vez recojo todo, y Jake pone rumbo hacia mi casa. Han pasado tres meses desdeque he empezado la universidad, y cada día se me hacen más complicadas las clases. Hoy hace justamente 6 meses y una semana desde que se fue mi padre, y lo echo de menos, más de lo que imaginaba. —Tu padre llega hoy —dice Jake sonriendo—. Me lo ha dicho Susan. Asiento y le devuelvo la sonrisa. Aparca delante de la casa de mi madre, y bajamos del coche. Me rodea los hombros, y me acerca a él para darme un beso en el pelo. pàg. 101
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Estoy a punto de introducir la llave cuando veo que la puerta está abierta, y oigo murmullos de mi madre. El miedo me golpea de frente, y me da un escalofrío por toda la espalda. —No creo que sea buena idea…—dice mi madre. Jake se me queda mirando y empujo la puerta con las dos manos entrando corriendo. Mis pies no responden al acto, ni siquiera mi cabeza. Me quedo inmóvil, con Jake a mi espalda, sin decir nada. Ni siquiera me entero de que mi padre entra, se queda mirando la escena, y al contrario a mí, sale como un cohete a coger a mi tío Robert por el cuello. — ¿Qué hacías hijo de puta? Cuando reacciono, ya es tarde, mi padre ya le ha dado un golpe en toda la mejilla a Robert. Mi madre corre y coge a mi padre del hombro para empujarlo hacia atrás. —Solo me ha besado, Jack. No me ha hecho daño —gesticula mi madre incrédula. Cuando mi padre se suelta del agarre de mi madre y va a darle otro golpe a Robert, Jake corre hacia él, y lo coge del brazo para llevarlo hacia fuera y poder tranquilizarlo. Sé que no es lo más bonito de ver, ¡Vamos! Yo vi al chico que amo con otra chica, y me quería morir. No me imagino que lo hubiera visto besándose con Britney. Camino rápido hacia mi tío y lo apunto con el dedo. —Qué sea la última vez, Robert. —Estáis haciendo un drama de todo esto —dice mi madre enfadada—. ¡Estoy soltera y puedo hacer lo que quiera! — ¡No! No cuando papá te quiere, no cuando te besa el hermano de quien amas — digo esta vez yo enfadada. Robert deja ir una sonrisa y me mira. —No pasa nada, querida. Tranquilízate, ¿vale? Solo ha sido un beso. Mi padre entra de golpe en casa y se pone a mi lado. — ¡Sí que pasa! No puedes venir aquí con toda tu cara y llevarte lo que es mío. Lo miro, sus mejillas se vuelven rojas y la respiración le va muy rápido. —Bienvenido a casa, papá. Se gira y suaviza la mirada en cuánto me ve. Me atrae hacia él con sus dos brazos, y entierra la cabeza en mi cuello. Yo dejo caer los brazos hacia mis costados, y al cabo de unos minutos, le rodeo el cuerpo con ellos, enterrando mi cabeza en su pecho. —Te he echado de menos, enana. —Y yo a ti —susurro.
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Nos separamos, y mi padre vuelve la mirada hacia mi madre, y después hacia mi tío. Asiente una vez con la cabeza, y se aleja hasta llegar a la puerta. —Hoy me toca a Abby a mí —masculla. Dejo salir una sonrisa, y lo sigo hasta la puerta, salimos los dos y nos encontramos con Jake con el teléfono en la oreja. Mi padre lo mira frunciendo el ceño, y luego se pone delante de mí. —Espérame en el coche, enana, ahora vengo. Asiento, y me pongo a caminar hasta llegar el coche, me siento y cierro la puerta. Giro la cabeza, y los veo a hablar de algo, mi padre enfadado y Jake asistiendo todo el rato con la cabeza, apretando la mandíbula. Mi padre le da una palmada en el hombro y se despiden. Cuando veo que Jake va directo a su coche sin mirarme, me asusto, otra vez. — ¿Jake? —le chillo. Se para de golpe, y se gira para observarme. Lo miro preocupada, y en cuanto lo nota, suaviza la mirada, para dedicarme una sonrisa. —Tranquila, cariño, nos vemos mañana. Te quiero. Y sin más, se sube en su coche, y apretando el acelerador, sale a toda prisa por la carretera. En cuanto mi padre se sube el coche, lo bombardeo a preguntas. Él echa la cabeza hacia atrás dejando ir un suspiro. —No pasa nada, todo está bien, ¿vale? No te preocupes, es nuestro trabajo. ¿Por quién me toman? ¿Acaso los dos se piensan que soy estúpida? ¡Si dejarás de hacer esa cara, te tomarían enserio! Me incorporo en el coche una vez arranca, y me quedo mirando fijamente hacia delante. Saco mi móvil y le mando un mensaje a Jake. ‘’ ¿Qué está pasando? No soy idiota, sé que algo pasa, no me digas que todo está bien. ’’ Cuando llegamos a casa, insatisfecha por lo que he enviado, sin obtener respuesta, cojo otra vez el móvil, para enviarle otro mensaje. ‘’ ¿Sería mucho pedir que por lo menos escalaras por el balcón y te quedaras a dormir?’’ — ¿Qué quieres cenar? —Voy a ir a ducharme y después me pongo a estudiar. No tengo hambre. Asiente, y se va hacia la cocina, para hacerse algo él seguramente. Yo voy dirección al baño, y me deshago de la ropa rápido, me meto dentro la ducha, y dejo que el agua caiga por mi cuerpo desnudo, relajándome una vez más por la cascada de agua caliente. 15 minutos después, salgo más relajada. Me seco el cuerpo y el pelo, y me pongo un chándal para estar cómoda. Voy a mi habitación, y al ver que no me ha
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contestado el mensaje, dejo ir un gruñido de frustración. Me hago una cola de caballo, y me siento para empezar a estudiar literatura francesa. Después de lo que es 1 hora, cierro el libro totalmente exhausta, y sin poder concentrarme un segundo más por un motivo bastante existencial, cojo el móvil, y lo llamo. Primer tono. Vamos, cógelo Jake. Segundo tono. Por tus pelotas, Jake. Tercer tono. ¡Mierda, Jake! —Hola, soy Jake, si no puedo cogértelo es que estoy trabajando, deja un mensaje y cuando termine te devuelvo la llamada. ¿Enserio? ¡El puto contestador! Tiro el móvil en la cama, cansada, cabreada y agotada de que la gente a la que quiero, tengan la necesidad de mentirme. Cuando Jason Darulo empieza su canción, salto rápidamente de la silla, para tirarme en la cama, como segundos antes había hecho con el móvil, y cojo la llamada. — ¡Jake! —Siento defraudarte, pero no soy tu novio macizo —carcajea Marly. —Oh, Marly, hola —digo decepcionada. —Cualquiera diría que te ilusiona que te haya llamado. —Nada de eso. Solo que espero su llamada. —Bueno, te he llamado para avisarte que mañana tienes examen de expresión lingüística. Me he encontrado a Tyler, uno que va a tu clase, por los pasillos, y me ha dicho que te lo diga. ¿Por qué has faltado a esa clase? ¿Otro examen? Debe de estar bromeando, si ni he acabado de estudiar el otro. Me veo con café y coca cola para toda la noche. —Tenía que ir a buscar unos papeles a secretaría, para rellenar algo de la beca. —De acuerdo. Nos vemos mañana donde siempre, buenas noches nena. Te quiero. —Y yo a ti, perra. — ¡Oye! — ¡Llámame para darme buenas noticias!
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Cortamos la llamada y voy hacia la cocina hacerme un café. Mi padre aparta la mirada de su portátil, hace un sorbo a su café, y me mira detenidamente para mostrarme una sonrisa de las que había echado tanto de menos. — ¿Cuántos exámenes te esperan mañana? —Dos —digo suspirando cansada. Me siento delante de él, y bebo un poco de mi café, observando como escribe algo en su ordenador. — ¿Cómo han ido esos 6 meses en…? —me corto yo misma al no saber dónde ha ido mi padre. —Washington —dice sonriendo—.Tuve algún percance las primeras semanas, pero después todo salió como se planeó. —Perfecto entonces —le contesto con una sonrisa—. Hablamos mañana mejor, voy a ir a estudiar toda la literatura francesa. —Suerte, enana. Buenas noches. Le muestro una sonrisa sincera, y me alejo con mi taza de café a mi habitación, donde me siento en la silla y empiezo a hacer apuntes, subrayar e intentar que el máximo de palabras y fechas se queden en mi mente.
Levanto mi mejilla del libro de lingüística cuando Jason Darulo empieza a cantar en mi oído, y me levanto rápida y asustada del escritorio. Me froto los ojos con el puño, y cojo el móvil, saliendo mi voz de camionero. — ¿Hola? —Cariño, siento no haber podido contestar. He estado investigando cosas, ¿Cómo te ha ido la noche? —dice Jake con voz cansada. Miro la hora del reloj de mi despertador, y veo que marca las 4 y media de la mañana. Dejo salir un bostezo de mis labios y me levanto para quitarme la ropa y echarme en mi dulce cama, que me llama a gritos. —Me he quedado dormida mientras estudiaba, mañana tengo dos exámenes. —Mierda, te he despertado. Lo siento. Sujeto el móvil con la oreja derecha y el hombro, mientras me quito los pantalones lentamente. —No pasa nada, me he dormido en la silla y no es muy cómoda, tendría que darte las gracias. —De nada supongo —deja salir una pequeña risa, que me hace revolver el estómago—. Buena suerte mañana, amor. Te saldrán bien, eres lista. pàg. 105
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—Eso espero, ¿mañana me vienes a buscar? —No podré, estoy con el trabajo bastante liado. Alejo un momento el móvil de mi oreja, y me quito la camisa, para acto seguido, ponerme unos pantalones largos de pijama y una camisa a conjunto. —Vale, entonces iré con el coche de mi padre. Hablamos maña— —Te amo mucho, Abby. Gracias por hacer lo que haces, por las sonrisas que me sacas, y por hacer que sea yo de verdad —me confiesa, interrumpiéndome. —Jake yo…—susurro—. Me gusta hacerlo. —Descansa, buenas noches. —Buenas noches, te quiero. Cuelgo, y me estiro en la cama con las palabras de Jake dándome vueltas en la cabeza, olvidándome de lo que he estudiado horas antes.
Abro los ojos, y minutos después, ya estoy nerviosa. Me visto con unos tejanos largos, una camisa blanca, que la manga me llega por el codo, y unos tacones negros. Recojo los libros, y los meto en la mochila, para llevármela al comedor. Me paro en seco cuando oigo la música puesta y el exquisito olor a tostadas y café que sale de la cocina. Cierro los ojos, recordándome de 6 meses atrás, cuando me encontraba expuesta a este tipo de placer. Continúo caminando y cojo la taza de café que hay a un lado para mí, y le doy un beso a la mejilla a mi padre, que se encuentra aún con el pijama. —Buenos días, enana. ¿Has dormido bien? Hago una mueca, y suspiro cansada—. Más o menos. Él sonríe y me pasa una tostada en un plato, me la como rápidamente y me bebo el café en dos sorbos. —Oye, cojo tu coche, que Jake tiene trabajo. Mi padre se tensa al oír esa frase, y me mira fijamente a los ojos. — ¿Qué te ha contado? Frunzo el ceño, y niego con la cabeza, dándole a entender que no me ha contado nada. ¿Y esa reacción? Muy raro viniendo de él… ¿y si Jake está en peligro? Quito rápidamente esa idea de mi mente, ya que me traería problemas para concentrarme en los exámenes, y nada buenos. Le doy otro beso en la mejilla a mi padre, y cojo la cazadora de cuero negra colgada en la entrada, cogiendo también las llaves del coche y mi mochila con el móvil en la mano. Me subo en el coche, y conduciendo con cuidado, llego a la universidad, dónde pàg. 106
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aparco y salgo para entrar a mi primera clase, donde tengo el examen de literatura francesa. —Buenos días alumnos, cerrad libros y apagad móviles. Tenéis una hora para completar el examen —dice la profesora Mayer subiéndose las gafas de vista, y cogiendo los exámenes de la mesa. Nos los entrega y empezamos a escribir, hay 3 hojas. Cuando lo acabo, se lo entrego, y salgo al pasillo para ir a la taquilla y dejar unos libros y coger de otros. Entro en otra clase, y empezamos el otro examen. Suspiro cansada, y frustrada, tendría que haber estudiado más. Cuando me levanto para entregarle el examen al profesor Gates, me entra una llamada al móvil de emergencias, lo cojo rápidamente mientras salgo de la clase. — ¿Señorita Madison? —pregunta una voz de chica. —Sí, soy yo. ¿Pasa algo? —pregunto asustada. La chica al otro lado de la línea, deja ir un suspiro, y respira varias veces por lo que tiene que decirme, y eso me hace poner más nerviosa. — ¿Eres la novia de Jake Connor? La hemos encontrado la primera en la lista de emergencias. El corazón se me para en el momento que he escuchado su nombre. No puede ser, hablamos ayer, tiene que estar bien. —Sí, yo…—carcajeo con la garganta al darme cuenta que no me sale la voz —. Soy su novia, ¿qué le ha pasado? —Ha ingresado esta madrugada, tenía un disparo en el pecho. Está inconsciente — me informa con la voz apagada. Cierro los ojos y las lágrimas ya amenazan en salir. No puedo perderle…si lo pierdo, lo pierdo todo.
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Capítulo 21
SI TE VAS, ME VOY CONTIGO
Su risa, es mi más absoluto placer para mis oídos, sus carcajadas, entran de lleno en mí ser, que chilla vivo de felicidad. Chilla vivo, estoy viva, si estoy aún viva es por él. Quiero escuchar más su risa, necesito escucharla. Las piernas responden por si solas, y con el móvil aún en la oreja, empiezo a andar deprisa, como si mi vida o la de él, dependiera de ello. Las lágrimas ya hace rato que se han dado por vencidas, y salen deprisa por mis mejillas, empapándome la cara, y doliéndome cada músculo por dentro. Mis amigas me paran de frente, y miran mis ojos perdidos. Me miran asustadas, y atemorizadas, como lo estoy yo. Cuelgo la llamada, y guardo el móvil en el bolsillo de mi cazadora, y paso por medio de ellas dos andando más deprisa. Me paran con los brazos. — ¿Qué ha pasado, Abby? —pregunta Anne sin entender nada. —Han disparado a Jake —las palabras salen por si solas de mis labios, y una vez dichas, duelen más que quedármelas adentro. Duele más decirlo en voz alta. —Vamos contigo, voy a llamar a Matt —avisa Marly. Asiento, sin querer darle la contraria, solo quiero encontrarme con él. Subo al coche y lo enciendo deprisa, y también conduzco deprisa, importándome muy poco la velocidad permitida. Aparco mal delante del hospital, y salgo de un salto del coche, y corro empujando las puertas. —Jake, Jake Connor —digo respirando rápido. —Hola —dice la mujer de recepción con una sonrisa. Y tengo ganas de golpearla y quitársela—. ¿Es familiar? Asiento fríamente—. Soy su novia. Taclea algo en el ordenador, y me mira. —Está en la planta de observación, puerta 45. —Gracias —le digo en un susurro. Corro por los pasillos, y entro en un ascensor, con Marly y Anne pisándome los talones. Cuando se abren las puertas, busco con la mirada todos los números, para encontrarme con el 45, y una vez lo localizo, corro hacia la puerta, y la abro, encontrándome una imagen que me hiela el corazón. Me pongo la mano en la boca, y camino decidida hasta él, con pasos largos y firmes. Le cojo la mano, y los ojos se me llenan de lágrimas. pàg. 108
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—Cariño…—susurro—. Oh dios, Jake. —Abby —pronuncia lentamente Marly—. Ahora viene Matt, me ha dicho que él estaba ahí. Y que— Se corta ella misma cuando la máquina empieza a soltar un sonido, muy fuerte, y que entra de lleno en tu oído. Giramos la cabeza en un acto reflejo, hacia Jake. Me levanto rápidamente. —Avisad a una enferma —me acerco a él con las lágrimas en los ojos, y le cojo la cara con mis manos—. No me dejes Jake, no te vayas, no aún. Una enferma me quita de su lado, para llevarme a fuera de la habitación, y que puedan hacer lo necesario, para darle vida al cuerpo que me da vida a mí. —No, no…no puede estar pasando —susurro. Me apoyo en la pared, y me deslizo hacia abajo, me pongo el puño en la boca, y empiezo a llorar, como si no hubiera mañana. Él ahora mismo está rozando la muerte con sus dedos, y yo la estoy rozando con él. Mi cuerpo se siente vacío, si él se va…me voy con él. No puedo soportar este dolor, es mayor al que te peguen, al que te hagan daño físicamente, este dolor acaba contigo interiormente. — ¡Vamos! —oigo chillar desdedentro. Vamos, vamos Jake. Le digo mentalmente, más bien le suplico, le suplico que siga viviendo. — ¡Es tu culpa! ¡Si mi hijo muere hoy será tu culpa! —levanto la mirada, para encontrarme a Hunk entrando deprisa con el dedo apuntándome, con Bright detrás—. Todo para salvar tu culo, no eres más que una niña engreída. Me levanto como un rayo, y me acerco a él, cansada de su actitud de niño de 10 años, y lo miro fijamente a los ojos, apretando la mandíbula, y apretando los puños. — ¡Deja ya de echar las culpas a todo el mundo, Hunk! Tu hijo es quien decide, y él me eligió a mí, ¡solo acéptalo! Niega con la cabeza con las manos en ella, y se vuelve acercar a mí, pero Matt lo coge del hombro. Hunk se gira, y lo mira enfadado. —Déjala, Hunk. Su hijo está luchando en esa habitación para volver a la vida, y sabe muy bien el motivo por el que está luchando —dice mirándome. —Abby —susurra Bright. Se acerca a mí, y al contrario de su padre, me envuelve con sus débiles brazos, y nos damos un abrazo, ya de familia y de confianza. Me separo de ella, y sigo sollozando, mientras que ella me seca las lágrimas. —Saldrá de esta, es fuerte. Es fuerte por la gente que lo quiere. pàg. 109
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Asiento, girándome al escuchar la voz de las enfermeras salir de la habitación de Jake, chillando cosas y corriendo para llegar algún sitio, lo que me hace poner más nerviosa. No le puede estar pasando esto a él, no me puede dejar sola ahora, no después de todo, lo necesito en mi vida. ¡Mierda, Jake! —No me dejes…—susurro con los ojos cerrados. Las lágrimas vuelven a salir cuando oigo el sonido de la máquina sonando firme y con ningún otra sintonía contraste, con un sonido largo e interminable, por lo menos para mis oídos. Esto no puede acabar aquí. — ¿Qué pasó Matt? Él baja la mirada, y con las manos, se tapa la cara, para luego echarlas hacia atrás para tocar su pelo, y revolvérselo. —Encontramos al grupo de criminales que te quiere matar, y en cuando salimos del coche…—se le va apagando la voz, aparte de su compañero de trabajo, es su mejor amigo—. Pasó tan deprisa, Abby, lo siento. No me dijo nada, ni él, ni mi padre. Y seguramente fue eso lo que me escondieron, lo dispararon a él, cuando me querían disparar a mí. No quiero que paguen terceras personas con algo que me incluye a mí, solo a mí. Me quedo mirando un punto fijo, sin ni siquiera poder pestañear, oigo voces pero no las llego a distinguir, gente que me zarandea y que quieren que vuelva a la tierra, pero no quiero volver a un sitio donde no está él, ¿Qué haré si lo pierdo de verdad? ¿Qué será de mí, luego de pasar siete intensos meses a su lado? Niego con la cabeza, las lágrimas acarician lentamente mis mejillas, sin apreciar realmente el verdadero dolor que genera esto. Cierro fuertemente los ojos, y camino hacia atrás para encontrarme con una pared, apoyarme en ella y echar la cabeza hacia atrás. —Abby, míranos, por favor —susurra Marly delante de mí, con el rímel corrido. —No quiero que me deje, por favor, haced que este maldito dolor pare —sollozo. —Todo estará bien, pequeña —susurran al unísono mis mejores amigas, mientras me estrechan entre sus brazos. Pero nada estará bien si él se va. Nada volverá a ser como antes.
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Capítulo 22
ME NECESITA A MÍ, NO A TI
— ¡No quiero que me toques! Déjame. Jake me mira frunciendo el entrecejo, y apoya sus dos manos en su cadera, para mirarme confundido. — ¿Qué coño te pasa ahora, nena? —Nada —digo dejando ir un suspiro y bajando la cabeza. Él me coge de la barbilla y suavemente me hace mirarlo. —Te pasa algo —asegura. Niego con la cabeza, encogiéndome de hombros. Tal vez…solo tal vez, si la maldita camarera dejarle de coquetearle, y él sin dar cuenta sonreírle, estaría sin morros, pero como no es el caso, que se joda y que me mire un rato cabreada. —No me dirás, ¿verdad? —dice dándose por vencido y volviendo a caminar a mi lado. — ¿Te lo pasabas bien coqueteando con la camarera? —dejo ir sin más demora. Él se queda quieto, y me giro para quedarme en frente de él. Me mira con una ceja elevada, y ocultando una risa, que por sus pelotas, espero que no la suelte. — ¿Mi querida novia está celosa? —y finalmente, la suelta. — ¡No te rías! Le doy con el puño en el hombro, y arrugo la nariz, ¿puede haber alguien más insoportable que Jake Connor? No, excepto, si, el mismo Jake Connor. Me coge de la cintura y me atrae hacia él, pero en cuanto levanto la ceja, recordando lo que le he dicho minutos antes, me deja ir llevándose las manos hacia arriba. —Muy bien —y dicho eso, da dos pasos, para luego girarse—. Pero la que me tendrá esta noche en la cama, no será esa camarera —y el idiota, me guiña el ojo. Miro mis manos, totalmente distraída por el recuerdo, que ahora es vago, y parece de hace unos años. El Doctor junto con dos enfermeras, se llevaron a Jake al quirófano hace exactamente, una hora y media, y seguimos sin tener respuestas. En todo este tiempo, mi padre apareció por la puerta, dirigiéndose a toda prisa hacia mí, y abrazarme, cosa que muy en el fondo, me alivio. Y 10 minutos después, llego mi madre, con mi tío Robert mirando fijamente a mi padre, quien me dejaba reposar la cabeza en su ancho hombro.
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Y ahora, se encontraban uno a cada lado, Robert acostado en una pared, Bright y su padre dos asientos más lejos que el nuestro, y Matt, Anne y Marly sentados en el suelo, apoyados en una pared. En estos momentos, es cuando ves a la gente que realmente te quiere, y está contigo en las malas. Ellas, como siempre he dicho y siempre diré, serán mi mayor apoyo incondicional. — ¿Familiares de Jake Connor? —pregunta el Doctor entrando en la pequeña sala de estar. Todos nos levantamos de nuestros lugares, y nos da una vista rápida a todos. No quiero imaginarme como nos encontramos, sobretodo yo, que he estado llorando durante mucho tiempo. Siento mis piernas temblar, y el corazón salirme por el pecho antes de que pronuncie algo, sobretodo que diga lo que toda familia siempre quiere evitar oír a toda costa. —A ver…—empieza el Doctor, y en sí, ya me da para que me dé un paro cardíaco—. Hemos podido reanimarlo, y en el quirófano, hemos tenido que hacerlo 3 veces más, su cuerpo al parecer respondía mal a todo, pero algo en él quería quedarse, y puedo decir que ha sido uno de los pacientes más fuertes que he tenido. Cierro los ojos, y dejo salir aire de mis pulmones, que estaba conteniendo. Unas lágrimas se me escapan, y las retiro rápidamente. Basta de llorar, Abby. Me recrimino. Ahora tienes que ser fuerte por los dos. Miro otra vez hacia el Doctor, que espera unos segundos, ante nuestras expresiones de alivio. —Pero desgraciadamente, se encuentra herido. Así que tendrá que seguir unos días más en el hospital, y seguir el tratamiento que le hemos asignado —espera un momento, y todos asentimos—. Ya pueden entran a verlo, acaba de despertar de la anestesia. Hunk y yo nos miramos. El Doctor, se gira para salir por la puerta, pero antes de salir, se vuelve a girar. —Ha preguntado por Abby, ¿se encuentra aquí? Nos mira detenidamente, uno por uno, y yo doy un paso hacia adelante asintiendo con la cabeza. Él hace un gesto de cabeza para que lo siga, y sin dudarlo, voy detrás de él. Lo sigo hasta llegar delante de la habitación dónde estaba horas antes, y me mira antes de entrar. —Lo has hecho volver a la vida —susurra y se va. Pero yo he sido la culpable de que casi la pierda. Pienso antes de entrar. — ¿Abby? —susurra Jake con voz débil. Me hace sentir débil a mí también, por lo que casi corro para llegar a sus brazos, y echarme en su pecho a llorar. No puedo ser fuerte, lo siento, necesito llorar, necesito
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desahogarme. He estado a nada de perderlo, y necesito comprobar que sigue aquí conmigo, que su corazón sigue latiendo por y para mí. Levanto la mirada llena de lágrimas, y él, con su dedo me las seca suavemente, me da un beso por cada lugar de la cara, hasta quedarse en mis labios, y saborearlos como si no existiera un mañana para nosotros. —No vuelvas a irte, pensaba que me dejarías sola. —Vuelvo a estar contigo —susurra acariciándome el pelo.
Vuelvo a ir por cuarta vez en lo que llevo de día, a la máquina de café. Des del día que ingresó Jake, no he salido de este hospital, tampoco quiero hacerlo, tengo miedo de irme y que me digan que ha muerto mientras yo estaba en mi casa, duchándome o durmiendo. Cojo el café, y me giro observando el líquido marrón. En cuanto levanto la mirada, unos ojos azules se clavan en los míos, asustándome. — ¡Dios, Hunk! —digo poniéndome la mano en el pecho—. Me has asustado. —Disculpa —susurra. ¿He oído bien? No, definitivamente, estar tanto tiempo en el hospital te está volviendo loca, Abby Madison. Tendrás que asistir al psicólogo antes de salir de aquí. Entrecierro los ojos, y lo miro detenidamente. — ¿Quería algo? —Sí, Abby, hablar contigo. ¿Te parece si vamos a la cafetería? Miro detrás de su hombro, mirando la habitación de Jake. Le muestro una mirada insegura a Hunk y deja escapar una sonrisa de sus finos labios. —Ha venido Daisy a verlo, estará bien —me asegura. —Entonces vamos a hablar. Caminamos en silencio hasta llegar a la cafetería, donde nos sentamos en una mesa, y hago dos sorbos a mi café. —Has estado bebiendo mucho de eso para poder cuidarlo por las noches, Abby, llevas 4 días aquí, sería hora de que vayas a casa a descansar. Nosotros podemos hacer turnos para cuidarlo. Niego con la cabeza y lo miro fijamente. — ¿Es alguna especie de plan, Hunk? Por qué no dará resultado. Como te dije, quiero a su hijo, y estaré con él pase lo que pase. —Por eso estoy teniendo una conversación ahora mismo contigo, por qué sé que lo quieres, lo has demostrado, y te creo.
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Frunzo el ceño ante su respuesta, ¿enserio ahora me cree? Esto parece un sueño. Aun que si sale Hunk, de seguro que acaba mal y se convierte en una pesadilla. —Quería pedirte disculpas —dice, y de verdad parece de corazón. Nuevamente sigo pensando que estoy loca. ¡Mamá, vete apuntándome a un manicomio! — ¿Qué? —pregunto incrédula. —Debo reconocer que no he sido el mejor suegro del mundo, y quiero disculparme por ello. Como persona, he sido de lo peor. Tú has sido más madura que yo a tus cortos años. Asiento con la cabeza procesando la información. Inundamos todo con un silencio sepulcral, que me dan escalofríos. Pero en cierto modo, me gusta. —Me recuerdas a René, la madre de Jake —suelta de repente. Levanto la mirada, y le dejo ir una pequeña sonrisa, por esas palabras. Por lo que me han hablado Jake, e incluso Bright, sabía que era una gran y admirable mujer, por lo que me comparen con ella, es todo un halago. Y me siento bien con eso, a quien mentir. Y más viniendo de Hunk, con quien pensaba que solo me lanzaría advertencias de peligro al no alejarme de su hijo. —Gracias, por lo que me han hablado era una gran mujer. Asiente una vez con la cabeza y me mira fijamente a los ojos, pero esta vez me mira diferente, me mira con ternura. —Cuando te vi implorar por su vida, me reflejé en ti cuando murió mi difunta esposa. Entonces comprendí que todo lo que quería a ella, ahora tú lo estas demostrando con él —susurra dejando salir una sonrisa de sus labios—. Me empiezas a agradar, Abby. —Hubiese dado mi vida por la de él, Hunk —digo susurrando yo también, más bien lo decía para mí misma—. Muchas gracias por tu aceptación Hunk, no sabes cuan feliz me hace.
Daisy se me echa encima en cuanto me ve, y ese detalle que para muchos puede ser insignificante, para mí era adorable. Se me estrechó el corazón. Le hago un beso en la mejilla, y ella me lo devuelve, y después la dejo de nuevo en el suelo. Me acerco a Jake, y deposito un corto beso en sus labios. Le muestro una sonrisa y él me la devuelve algo confuso. —Todo arreglado —susurro. Él en cuanto se da cuenta de lo que quiero decir, me muestra una sonrisa aún más grande, y desvía su mirada de la mía, para mirar encima de mi hombro. Me hago unos pasos hacia atrás, para ir al lado de Bright, y ver el abrazo de padre e hijo que echaban de menos, tanto el uno como el otro. Dejo salir otra sonrisa de mis labios, y pàg. 114
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Bright me sigue con otra. Todos nos giramos al darnos cuenta que el móvil de Jake está sonando. —Cógelo cariño, si es del trabajo informales de lo que ha ocurrido, pero Matt creo que ya los ha puesto al corriente. Asiento una vez, y cojo el móvil de Jake, para acto seguido ponérmelo en la oreja. — ¡Jake! ¿Cómo estás cariño? — ¿Britney? —susurro confusa. —Sí, soy yo, ¿Quién es? Salgo de la habitación, avisándoles a los que se encuentran dentro. Y camino por el pasillo del hospital hasta estar un poco más alejada. —Soy Abby Madison, quien te dará un buen merecido si no dejas de llamar a su novio. —Augh, otra vez tú —puedo imaginarme como rodea los ojos—. Mira, niñata, solo tienes 18 años, ¿Crees que él querrá algún día formar una familia con alguien como tú? No me seas hipócrita, cariño. Él me necesita a mí. Aprieto la mandíbula con la mención de sus palabras. —La hipócrita estás siendo tú, rubia oxigenada, él me necesita a mí, no a ti —digo con una risa falsa—. Por lo menos a alguien que tenga dos dedos de cerebro, y no dos tetas operadas. Finalizo la llamada, y bloqueo su número para que no vuelva a llamar a Jake. No soy ese tipo de novias, lo juro, pero no quiero que una chica como Britney me quite lo que es mío. Si piensas tocarlo, te pienso pisar como a una cucaracha, Britney Harris.
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Capítulo 23
LA PIEL ES DE QUIEN LA ERIZA
— ¡Jake! ¿Cómo estás, campeón? El Doctor entra interrumpiendo nuestro juego de miradas. Quién pestañé antes, pierde. Dijo Jake al tirar al mando remoto de la televisión al no ver nada de su agrado. Todo justo estábamos empezando, pero me estaba gustando el juego, sobre todo si se trata de mirar esos ojos sin límite de tiempo. —Hola Doctor Wells, me encuentro mejor. Miro a Jake sonriendo, y no sabe lo feliz que me hace que este delante de mí, con su sonrisa cada vez que me mira, o sus ‘buenos días’ que hacen más bonita mi vida. —Me alegro, por qué ya te podemos dar el alta. Puedes irte dentro de dos horas — dice sonriendo el Doctor. Aplaudo feliz dentro de mí. El que esté mejor él, me hace estar mejor a mí, y nada podría ir mejor en estos momentos, que volver a nuestra vida normal y haber sobrevivido juntos en este bache. Pero no dejo de sentirme culpable de lo que pasó, y aunque Marly y Anne me digan que no fue mi culpa, me siento mal, por el simple hecho de que él no podrá defenderme siempre, y eso le duele más a él, que a mí. Ayudo a Jake a guardar todo en sus maletas, ya que él no puede moverse mucho, por el dolor que le causa en el pecho. Me lo quedo mirando detenidamente cuando sale del servicio, y él, al darse cuenta, levanta una ceja y se acerca lentamente a mí cogiéndome de la cintura. —Gracias por volver —le susurro cerca de sus labios. —Gracias a ti por darme motivos. Cierro los ojos después de escuchar esa frase, y dejo ir un suspiro. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuerpo, y se acaba de acercar del todo a mis labios, haciéndome sentir una vez más, perdida entre tanto sentimiento.
Aparco delante del apartamento de Jake, salgo del coche y cojo su maleta, para esperar a fuera a que salga Jake del coche. Introduzco la llave en la cerradura, y la hago girar. —Hogar dulce hogar —dice él al entrar en casa.
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Le muestro una sonrisa, y voy a su habitación para deshacer la maleta, y una vez acabo me meto en la ducha, despojándome de toda la ropa. Abro el grifo y dejo que toda el agua caiga lentamente por mi cuerpo cansado. — ¿No me ibas a invitar? —susurra en mi oído erizándome la piel. Me giro, y quedamos frente a frente, se moja poco a poco, y me olvido de cómo se respiraba. Se acerca a mí y por lo que parecen horas, o incluso días, nos quedamos mirando a los ojos, perdiéndonos en la mirada del otro. Lo cojo del cuello, y sin pensármelo dos veces, engancho mis labios con los suyos, abro la boca dándole paso a su lengua, para que juegue con la mía. Abro los ojos separándome de él, y le paso mis dedos por encima de la herida, lo que provoca que él cierre los ojos. Lo beso en ese lugar, dónde pensé días antes, que ese agujero acabaría con el chico del cual me enamoré por primera vez, que acabaría con el amor que alguna vez podía brindarle a alguien. Hago una tortilla para cada uno, y nos la comemos en la cocina mientras vemos una película para nada interesante, a mi parecer. Miro a Jake que no aparte la mirada de la televisión. Hago una mueca y sigo comiendo. —De aquí dos días es tu cumpleaños —dice sonriéndome—. 16 de Diciembre. —Ya, ¿y? —digo tranquilamente—. Quiero decir, me encanta cumplir años, por qué es señal de que tu corazón sigue latiendo, pero celebrarlo ya es otra cosa. Él baja del taburete que tiene en la isla de la cocina, y va a dejar el plato en el lavadero, para después dejar el mío, y limpiarlos. —Pero se tienen que celebrar, solo es una vez al año, conmigo te tienes que acostumbrar. Bajo del taburete y lo sigo, hasta quedar detrás de él, y rodearle la cintura con mis brazos. Le beso en la espalda y reposo la cabeza en ella. —Como quieras, ¿qué tienes pensado hacer? Él se queda unos minutos callado mientras enjabona los platos, y los enjuaga. Me pasa los dos, y los seco con un trapo. — ¿Qué tal una fiesta de noche en un barco? El plato se me escurre de las manos, por las palabras que acaba de soltar por esa boca, pero un Jake entrenado y ágil, lo coge antes de que aterrice en el suelo. Me quedo mirándole con la boca abierta y sin poder reaccionar. — ¿No te parece buena idea? Sacudo la cabeza, y vuelvo a la vida real. Trago saliva duramente, y empiezo a secar el otro plato. —Sí —digo susurrando—. Es solo que no puedo permitírmelo, tenemos que pensar algo más económico, cariño. pàg. 117
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Sonríe negando con la cabeza, y ahora es él quien me rodea desdeatrás con sus fuertes brazos, y apoyando la cabeza en mi hombro. —Yo puedo pagarlo. Me giro de repente dejando el planto en la encimera y lo miro con los ojos abiertos y señalándolo con el dedo. —Ni se te ocurra —veo que él sigue sonriendo—. Va enserio Jake, como lo pagues, te quedas sin chica del cumple. — ¿Me estás amenazando con quedarme sin cumpleañera? —dice levantando una ceja. —Afirmativo. Le doy un corto beso en los labios, y me escurro por sus brazos, que están apoyados en la encimera, a cada costado. Salgo de la cocina y voy al salón para sentarme en el sofá blanco que tiene delante de la televisión de plasma. Las paredes las tiene de un color azul verdoso, con los cojines a juego, y una mesa delante del sofá cuadrada de madera oscura. Él se sienta a mi lado, reposando su cabeza en mi hombro. Cojo el mando a distancia de la televisión, y la enciendo, dejando el canal donde echan la película In Time. — ¿Qué? —le digo a Jake quién me mira levantando la ceja—. Me gusta Amanda Seyfried. Él se ríe, y continuamos mirando la película con un Justin Timberlake bastante guapo. Incorporo mi cuerpo hasta quedarme dormida encima de los brazos de mi queridísimo y atractivo novio. Hacía tiempo que no tenía un día normal con él, como dos simples enamorados que quieren estar juntos. —Abby, sentimos informarle de esto, han disparado a Jake hasta matarlo. ¿Es Susan esa voz que me habla? No puede ser, ¡ÉL ESTABA BIEN! — ¡ME ESTAN MINTIENDO, ÉL ESTA A MI LADO, COMO SIEMPRE! — ¡LO HAN DISPARADO POR TU CULPA! Me levanto de golpe, quedándome sentada y respirando agitadamente, llenándome los pulmones de aire exageradamente, pensando que me están fallando. Estoy sudando, aún y así a estar como a 0ºC en la calle. Me toco el pecho y cierro los ojos para intentar calmarme. Cuando abro los ojos y finalmente noto que estoy en la ancha cama de matrimonio de Jake, estiro el brazo izquierdo para tocarlo, pero no lo noto. Giro la cabeza rápidamente, y no lo veo. Todas las alarmas se disparan en mi cabeza, y me quito las sábanas de encima para bajar de la cama e ir descalza por toda la casa. —Jake, ¿dónde estás?
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Al no obtener respuesta alguna de su parte, bajo las escaleras para dirigirme a la planta baja, dónde está el comedor, la sala de estar y la cocina. Me dirijo en ésta, y veo una nota en el frigorífico. ‘’Buenos días cariño, Me han llamado los de la central para una urgencia, antes de que te despiertes estoy ahí. Te quiero. ’’ Misión fallida, he tenido una pesadilla y no estás aquí. Aún y así, ¿Por qué me dejas una nota si dices que estarás aquí antes de que despierte? Es de idiotas. Pienso rodeando los ojos. Me sirvo un vaso de agua y me lo bebo de un trago tocándome la frente, ¿tengo fiebre? Espero que no, arruinara todos los planes que tengo para este invierno. Y si en dos días…mentira, ya estamos a media noche, ¡mañana es mi cumpleaños! Acabaría para ahorcarme si me pongo mala el día que cumplo años. Subo las escaleras para volver a la habitación, y ponerme a dormir de nuevo, pero me es imposible, la tos y los estornudos llegan haciéndome poner la piel de gallina. Mierda. Acabo de joder el cumpleaños. Empiezo a temblar sin previo aviso, y me cubro con las sábanas hasta el cuello, pero no alivia en absoluto el frío que tengo. No siento el tiempo pasar, y por más que noto los ojos cansados, no consigo dormir dado el dolor que me está causando en la cabeza la maldita fiebre. — ¡Dios, Abby! Estás ardiendo. ¿Sí? ¿No me digas, genio? Pensaba que solo me había puesto a bailar sobre una hoguera. Espera… ¡Jake! —Te echaba de menos…—digo haciendo un puchero con mi labio inferior. —Vamos, reina del drama, a la bañera. Jake me coge con mucho cuidado a no hacerse ni daño él en el pecho, ni que me haga daño a mí. Empiezo a temblar todavía más, cuando noto la diferencia de temperatura en sus cálidos brazos. Me pone en la bañera que en verdad es bastante amplia, y me quita la camisa y los pantalones quedándome en ropa interior, él hace lo mismo, y girando el grifo, empieza a llenar la bañera, sentándose detrás de mí, para así poder apoyar mi cabeza ardiente encima de su pecho. Me da un beso en el pelo y lo acaricia. —Estás recuperándote aún, ¿por qué has tenido que ir a la central? Noto como se tensa detrás de mí, y tengo miedo de que tenga la necesidad de volver a mentirme de nuevo, después de lo que ocurrió. —No quiero que me mientas, esto se basa en la confianza, Jake —pronuncio con los dientes cascareando.
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—Pero son cosas de trabajo, que— —Que me incluyen a mí —lo interrumpo. Giro la cabeza para observarlo. Lleva su mano en el puente de la nariz y tira la cabeza hacia atrás, mientras deja salir un suspiro de sus labios. —Estaban investigando la arma de la cual me dispararon, es un calibre 48. Asiento mirando fijamente en un punto de la bañera. Dejo de temblar al cabo de un rato, y salgo secándome y poniéndome ropa interior limpia con un pijama de Jake, que me va dos tallas más grande. Me estiro en la cama, y me cubro con las sábanas de nuevo hasta el cuello, Jake se acerca con otro pijama, que lo hace lucir tierno, y me deja un vaso de agua y una aspirina en la mesita de noche. Me la tomo con un sorbo de agua y me vuelvo a estirar. Jake se echa a mi lado y me rodea la cintura con su brazo. —Buenas noches, cariño. Te amo. —Te amo, Jake. Descansa.
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Capítulo 24
19 ANIVERSARIO
Ayer me pasé el día en la cama, intentando recuperándome lo más rápido posible, para que cuando llegase este día, estuviera totalmente sana y en forma. Jake estuvo todo el día conmigo, cuidándome como si la vida le fuera en ello, y exageraba bastante, ya que solo se trataba de un simple resfriado. Dejo salir un bostezo de mis labios cuando abro lentamente los ojos, miro para todos lados para confirmar que me encuentro en la habitación de mi novio. Giro la cabeza hacia la puerta, cuando la escucho abrirse. Una sonrisa sale de mis labios cuando veo a Jake entrando con una bandeja con comida en ella. Me incorporo en la cama, asentándome. —Muchas felicidades, cariño —dice una vez deja la bandeja encima mis piernas—.Te quiero. Deposita un tierno beso en mi labios, que lo recibo con gusto. Se echa delante de mí, donde se encuentran mis pies, cogiendo fruta de la bandeja. —Esta delicioso, gracias —le espeto emocionada. Él se ríe, y seguimos comiendo mientras me cuenta alguna anécdota de cuando él tenía 19 años, justo los que tengo yo ahora. ¡Joder, que rápido pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando mi madre me iba a acostar en la cama para leerme un cuento y darme un beso en la frente. Y sin embargo, hace 10 años de eso. —Te espero abajo, tengo que llevarte a un sitio. Me da un beso, y se va. Me quedo aún en la cama pensando en donde me quiere llevar. ¡Pero vamos, tonta, piensa mientras te vistes! Reclama mi mente. Me bajo de la cama, quitándome el pijama, y cambiándome de ropa interior, para después ponerme unos pantalones tejanos claros, con un suéter de lana color blanco. Me pongo mis converses blancas a conjunto, y me maquillo sencillo. Bajo de dos en dos las escaleras y aprovechando la oportunidad de tener a solo dos metros a Jake, me tiro encima de su espalda. —Hola —susurro en su oído—. Ya nos podemos ir. Él se ríe y me lleva en su espalda hasta llegar al coche, donde me pongo mi abrigo negro con una gorra de lana también blanca. Enciende el coche y pongo la radio en sintonía para no estar en silencio todo el viaje, al contrario, nos ponemos a cantar y hacer el idiota. —Se ve que te he cuidado bien. —Demasiado —suelto rodeando los ojos—. Pensé que el que tenía fiebre eras tú, y no yo.
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Aparca delante del centro comercial donde normalmente siempre voy con mis amigas. Cuando entramos por las puertas, me encuentro en el polo norte rodeado de tiendas. Esta increíble, la navidad me encanta. La decoración, es algo, que aunque ya no sea pequeña, siempre me pondrá la piel de gallina, y encima en estas fechas tan señaladas. Hay árboles de navidad gigantes, decorados hasta arriba, algunos renos y de más. Nos acercamos, cogidos de la mano, hasta llegar al centro, donde hay un pequeño escenario con bailarinas disfrazadas de elfos. Me rodea desdeatrás con sus fuertes brazos, y noto que esta por sonreír. Justo cuando pienso que aquí pasa algo, una música bastante característica para los cumpleaños, retumba por todos los altavoces del centro comercial. ¿Dije alguna vez que odiaba ser el centro de atención? ¿No? ¡Pues lo odio! —Happy Birthday to you, Happy Birthday to you…—Marly y Anne salen cantando con una tarta en las manos en el escenario—. Happy Birthday dear Abby, Happy Birhtday to you. Todos empiezan a aplaudir y a sacar horribles gritos desdesu garganta. Me uno también al aplauso, y dos lágrimas de felicidad caen deprisa por mis mejillas. Ellas se acercan con el pastel, y soplo las 19 velas rodeándolo. —Os pienso matar por esto —les susurro cuando las abrazo—. Pero por ahora, muchísimas gracias. Ellas se ríen mientras se separan de mí, y me muestran una sonrisa muy agradable. —Esto aún no ha acabado —dicen transformando la sonrisa en una malévola. —Oh no, Jake —digo dándome la vuelta para mirarlo—. Sálvame. Él se ríe y cogiéndome de las mejillas me da un corto beso en los labios. Se separa y me mira negándome con la cabeza. —Me han pedido si te podían secuestrar por unas horas, y no me he podido negar — se acerca a mi oído para susurrarme—. Me han amenazado con mis pelotas. Suelto una sonora carcajada y lo cojo del cuello para acercarlo de nuevo a mis labios, y darle un dulce beso de despedida. —Te quiero —le susurro cerca de sus labios. Me guiña el ojo en respuesta, y se aleja de nosotras, dejándome expuesta a toda clase de tortura que recibiré de parte de mis mejores amigas. Me giro encontrándome a una Marly y Anne extrañamente muy animadas. Empiezan a darme miedo. — ¡Vamos! —dicen al unísono cogiéndome de los brazos.
—ESTE ES PRECIOSO, ABBY —dice Marly con ojos deseosos—. Pruébatelo, te quedará genial. pàg. 122
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Me giro para ver la afirmación de Anne, que como pensaba, me la ha dado. Camino con frustración hacia los vestidores, donde he entrado unas cien veces para probarme ya todos los vestidos de la tienda. Espero, por mi cuerpo, que ya no queden más, si no me va a dar un ataque al corazón. Mis simpáticas amigas, quieren que me compre un vestido para mi cumpleaños, cosa que me tiene confundida ya que yo no he planeado nada, y espero por Jake, que él tampoco lo haya hecho. —Oh…—susurro mirándome al espejo. Nunca me había sentido tan hermosa como ahora. El vestido es negro, con una sola tira que sale de mi pecho derecho hasta llegar al hombro izquierdo. Hasta debajo de los pechos es ajustado, y hasta por encima de la rodilla un poco suelto, pero por detrás, sigue hasta llegar más abajo. Anne se asoma y se queda impresionada al verme, y le grita a Marly que venga. Me miran y se les cae una lágrima. Rodeo los ojos y me las quedo mirando. — ¿Estáis bromeando verdad? Es solo un vestido. — ¿Pero te has visto? Te queda impresionante. Me giro para mirarme otra vez, realmente lo es. —A Jake se le va a caer la baba al verte —dice Anne con tono pícaro. —Anda, callaros las dos —y dicho esto, cierro la cortina. Me compro el vestido, con unos zapatos negros de tacón, y salimos para ir a una cafetería. Nos sentamos las tres juntas, echando de menos el tiempo que pasaba con ellas antes de que empezáramos la universidad. Ahora nos habían dado fiesta hasta pasado unos días de fin de año. A los últimos exámenes no me pude presentar, pero llamé informando de lo que había ocurrido, y me dejarán presentarme el trimestre que viene sin ningún problema. — ¿Cómo os han ido los exámenes, chicas? —pregunto bebiendo un sorbo de mi café con leche. Ellas se miran, encojen los hombros y siguen bebiendo de sus bebidas. Me río por sus expresiones, y seguimos pasando la mañana como los viejos tiempos. Decidimos ir al cine al ver una película, la cual nos gusta a las tres. Cuando salimos, Marly me acerca a casa de Jake con su escarabajo, y entro con una copia de llave que me dió él por emergencias al ver que no responde al timbre. ¿Será que estará otra vez en la central? Miro la hora en mi móvil, son las 8 de la tarde, sí que se nos ha hecho tarde con la tontería de querer pasar el día de mi cumpleaños juntas. Me voy a la habitación de Jake a dejar las bolsas de todo lo que he comprado, y voy hacia el salón. Recibo una llamada de mi tío Robert. — ¡Hola, querida! —dice con entusiasmo—. Felices 19. —Oh, muchas gracias, Robert. — ¿Ya tienes pensado como celebrarlo? —pregunta con interés.
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—Mmm…—me quedo pensando—. La verdad es que ya lo he celebrado con mis amigas en el centro comercial. Dejo salir una risa, y él me imita. Me dice que ya nos veremos, y que me tiene un regalo, y se lo agradezco cuando nos despedimos. Me siento en el gran sofá de la sala, y dejo salir un suspiro. ¿Enserio tendré que pasar lo que queda de noche, el día de mi cumpleaños, totalmente sola? Esto es frustrante. Cuando estoy para levantarme e irme a casa de mi padre, para al menos, tener una compañía, veo una nota en la mesa del comedor, con las llaves del coche de Jake encima, lo que me hace fruncir el ceño. ‘’Hola, cariño Espero que lo hayas pasado muy bien con tus amigas, pero ahora me toca a mí. Tienes que seguir las pistas que te dejo, ya sabes, así se hace más interesante. Felices 19, princesa. Te ama, Jake. PD: Ponte guapa. La ocasión lo requiere. ’’ ¿Es alguna clase de broma? ¡Dios, nunca me habían hecho esto! Y la verdad…es que se hace interesante. Los nervios se hacen presentes en mi barriga, como la típica expresión de las mariposas, y me hace salir una sonrisa de mis labios. Voy a la habitación de Jake, y me pongo el vestido, y los tacones. Me aliso el pelo, me maquillo con sombra negra y con máscara para mis pestañas, y finalmente me aplico pintalabios rojo. Cojo las llaves de su coche y una vez dentro, me quedo quieta. ¿Y ahora, dónde se supone que tengo que ir? Hago salir un gruñido de frustración de mis labios y golpeo el volante. Giro la cabeza, y al lado del copiloto veo una rosa roja, con una nota. La cojo delicadamente, y leo la nota a continuación. ‘’Pista 1; ¿Te apetece mojarte?’’ Vamos, me está bromeando, ¿verdad? ¿Cómo puede ser que alguien encuentre la siguiente pista, cuando tienes una pregunta cómo pista? ¿Playa o piscina? ¿Río o pantano? Esto es frustrante, nunca se me han dado bien los acertijos, pero… ¿puede que sea algo relacionado con nosotros? Cierro los ojos, y dos segundos después, una sonrisa aparece de nuevo en mis labios. Enciendo el coche poniendo rumbo al siguiente lugar. Aparco delante de mala manera, y salgo corriendo poniéndome mi abrigo negro. Hace un frío de mil demonios. Corro hacia la fuente donde en verano me puse dentro, e incite a que lo hiciera él también. La querida multa nos recordara siempre lo que hicimos. En una parte escondida de la fuente se encuentra otra rosa roja con una nota. Lo cojo todo y vuelvo rápidamente al coche, donde dejo la rosa al lado de la otra. pàg. 124
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‘’Pista 2; Siempre nos quedarán nuestros deseos. ’’ Dejo salir una risa de mis labios, esta es realmente fácil. Aumento la velocidad cuando noto que me queda bastante lejos una cosa de la otra, y en cuando llego a la fuente de los deseos, encuentro un hombre de la central aguantando una rosa. Me acerco a él, y le sonrío tímidamente. —Hola, Abby. Muchas felicidades —dice sonriéndome—. Esto es para ti. Me entrega mi rosa, y le sonrío otra vez. Leo la nota delante de él. ‘’Pista 3; Mi lugar favorito. ’’ Le doy las gracias al hombre, y salgo corriendo hacia al coche, para arrancar e ir hacia un parque donde se encuentran unas ocas muy graciosas. Me llevó ahí antes de que pasará todo lo de Britney, y desdeentonces, también se había convertido en mi lugar favorito. Llego y me adentro, en un banco encuentro la otra rosa. Empiezo a sospechar que habrá tantas como años acabo de cumplir…y eso que paso por la cuarta. ‘’Pista 4; Nunca lo sabrás. ’’ Vale, ahora sí que me está bromeando de verdad. ¿Qué representa que tengo que pensar? Con esa pista solo me viene en mente uno de mis libros favorito y ni siquiera… ¡Espera! ¡Starbucks! Claro, que idiota. En cuando llego, una camarera saca la rosa de debajo la barra y me la entrega con una sonrisa y un ‘’Felicidades’’. ‘’Pista 5; Aún te esperan 14 rosas, ¿Qué esperas? Fue el día, el lugar y el momento, en donde me hiciste más feliz. Te quiero, Abby. ’’ Me meto dentro del coche, no sin antes darle las gracias a la camarera y me quedo pensando. ¿De verdad yo he sido la causante de uno de los momentos donde ha tenido tanta felicidad? Enciendo el coche sin saber dónde ir exactamente, si está en California esperándome la próxima pista, ya puede ir esperando, por qué no iré. Paso por delante de la librería de Kate, esperando ver lo que sea, pero no hay nada. Me pongo las manos en la frente, y me echo el pelo hacia atrás, apoyando los codos en el volante. El estómago me da un golpe, mi mente me está estallando de felicidad, y mi corazón…dios, nunca lo había sentido ir tan rápido. Él en cuando nota que soy yo, me coge de la cintura, atrayéndome más hacia él, y me alza enrollando mis piernas alrededor de su cadera, apoyándome contra la pared. Nos separamos por falta de oxígeno, y prometo, que en ese instante, me siento llena. pàg. 125
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Como si él hubiera sido una parte que faltaba para sentirme completa. ¡Nuestro primer beso! Enciendo otra vez el motor, dándole vida al coche, y me dirijo a casa mi madre. En cuando llego, aparco delante de casa, y salgo. En la calle no hay nada, así que cojo las llaves, y abro la puerta para ver si le ha dejado la pista a mí madre. Qué raro, las luces están apagadas. Cuando las enciendo, casi me da un paro cardíaco. — ¡SORPRESA! —chillan todos poniéndome la piel de gallina. ¿Por qué cojones no me esperaba esto? Me apoyo en el marco de la puerta, y la otra mano libre, me la acerco en el pecho. Jake se encuentra delante con el ramo de rosas, las 14 que seguramente faltaban. Las lágrimas se acumulan en mis ojos, haciéndome ver borroso. Se ve estupendo, viste con unos tejanos claros ajustados y una camisa negra que va a conjunto con mi vestido. Marly y Anne vienen detrás de él con dos vestidos preciosos. Matt también se encuentra detrás de Marly, rodeándola de la cintura, y no puedo evitar sentir ternura por ellos dos. Mi madre aparece con un vestido de color granate al lado de mi padre, con sus típicos tejanos negros y su suéter gris. También están Bright, Daisy y mi suegro, Hunk, con quien hice las paces. Más al fondo, se encuentran antiguos amigos del instituto, y nuevos amigos que he hecho en clases de la universidad. Kate con su enorme barriga de siete meses y su marido, Rick, con una agradable sonrisa en su rostro. El primero en acercarse es él, el chico que me quita la respiración, con tan solo observarlo. Me besa con ternura y adoración, como si solo estuviéramos nosotros dos. Cuando se separa, lo abrazo del cuello con todas mis fuerzas, dándole las gracias. Me entrega las rosas, y en cada una puedo leer una razón diferente por la cual me quiere. Mis amigas vienen emocionadas y me abrazan, una vez más dejándome sin oxígeno a mis pulmones. Todos se acercan a saludarme, y les doy las gracias a todos. Le acaricio la barriga a Kate y me muestra una sonrisa. —Felicidades, cariño —dice abrazándome—. Me tienes que contar muchas cosas. Cuando vi que me llamaba Jake, pensé que había pasado algo. Le muestro una sonrisa y niego con la cabeza, provocando que mi pelo se mueva con el contacto. —Puedes estar tranquila, Kate, todo marcha bien. Me giro cuando unos brazos me abrazan por la espalda. Y le correspondo el abrazo cuando veo que se trata de Bright. —Muchísimas felicidades, cumpleañera. Le muestro una sonrisa de agradecimiento, y luego mis ojos se desvían hacia atrás, donde veo a Daisy a los brazos de su abuelo, Hunk. La cojo y me da un beso en la mejilla. —Felicidades, tita Abby. —Oh…—susurro con lágrimas en los ojos—. Gracias, pequeña. pàg. 126
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Miro con una sonrisa de ternura a su madre, y me sonríe encogiendo los hombros. Nunca pensé que nadie me llegaría a llamar así, ya que no tengo hermanos, y tampoco pensaba enamorarme. —Me sentí igual cuando me lo dijo por primera vez —susurra Jake en mi oído. Él me seca las lágrimas de las mejillas y me da un beso en la frente. —Felicidades, querida —dice Hunk dándome un apretón en el hombro. Y se lo agradezco, nada podría hacerle más feliz a su hijo, que me aceptará a mi como su nuera. — ¡Nuestra niña! —dice mi madre llorando. Me acerco a ella, y nos envolvemos en un gran abrazo maternal. Me da un beso en el pelo, y me lo acaricia. —No me puedo creer que ya tengas 19, cariño. Me acuerdo cuando empezaste a andar por primera vez…—dice secándose las lágrimas—. No me lo puedo creer. Felices 19, mi amor. Me separo de ella, y le seco las lágrimas. Le hago un beso en la mejilla y voy directa a los brazos abiertos e impacientes de mi padre. —Felicidades, enana. Aun que ya no podría decirte enana, pero para mí siempre serás mi pequeña. —Muchas gracias, papá. Me apoyo en su pecho durante unos minutos hasta que la música empieza a notarse por todo el salón. Otra vez no…Pienso cuando empiezan a cantar todos al unísono y fuerte la canción de Cumpleaños feliz. Me río cuando todos cambian la letra y se miran confundidos. Soplo las velas, cerrando los ojos. Todos aplauden y chillan emocionados, y no tengo otra que unirme a ellos. Jake se acerca abriendo una botella de champán y todos cogemos una copa. —Quiero brindar —dice Marly poniéndose de pie en una silla. Y muero de vergüenza—. Quiero brindar por tener la suerte de tener una amiga, que ya no es solo amiga, si no también hermana, de tener la suerte de tener una hermana como Abby. Ella es sencillamente extraordinaria. Gracias por todo cariño, por muchos más años a tu lado, ¡Felices 19! Anne y yo te queremos. Levanta su copa, y guiñándoles un ojo a las dos a la vez, la levantamos todos, bebiendo un sorbo de champán que hace arder mi garganta. Jake se sitúa delante de mí, y levanta la copa. —Por la mejor novia del mundo, te quiero —dice susurrándome.
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Chocamos las copas, y nos bebemos otro trago. Me besa otra vez cogiéndome de la cintura, y nos separan Matt y Bright al querer darme ya todos los regalos. A las 12 de la noche se marchan mis padres, Daisy con su abuelo, —ya que Bright se quería quedar un rato a disfrutar de la fiesta y darse un suspiro con su hija—, Kate y Rick, — que con el embarazo no podían quedarse hasta muy tarde—, y un par de amigos del instituto que mañana tenían que salir pronto para ir a Los Ángeles a celebrar la navidad con la familia. Les doy las gracias a todos por haber venido y cuando cierro la puerta, Jake me coge como un saco de patatas y me acerca a la península de la cocina, dónde Matt y otro compañero de trabajo se encuentran detrás. —Tienes que celebrar los cumpleaños como nosotros, como nueva integrante al grupo —dice Frank, el compañero de trabajo. Miro a Jake quien acepta con la cabeza sonriendo, y después miro a Matt, quién también está sonriendo. — ¡19 chupitos para la señorita! —chilla Matt a pleno pulmón. Me espera una larga noche…y una larga resaca también.
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Capítulo 25
QUE SÍ
Maldita resaca. Eso es lo primero que pienso en cuando abro los ojos, que al parecer cuesta mucho más que hacer cuando tienes un horrible dolor de cabeza. De buenas a primeras, no sé en donde me encuentro, hasta que veo las paredes rosas de mi habitación de casa mi madre. Llevo mi pesada mano en la frente, cerrando los ojos. ¡Este dolor es insoportable! ¿Quién me dejo beber tanto a noche? Me quito las sábanas que rodean mi cuerpo, pero noto demasiado frío, y veo que me encuentro completamente desnuda. Rápidamente me vuelvo a enrollar con las sábanas, y me bajo de la cama con ellas en mi cuerpo. En cuanto dejo la cama desnuda, también lo dejo a él. Observo a Jake dormir boca abajo, con la cabeza inclinada viéndole con la boca entre abierta. —Jake…—susurro para que se despierte. Pero no lo hace—. ¡Jake! ¡JAKE! Él se levanta de golpe, y al notar el dolor de cabeza, que debe ser igual que el mío, se arrepiente cerrando fuerte los ojos, y volviéndose a estirar con una mano en su cabeza. — ¿Quién me dejo beber tanto a noche? ¿Fuiste tú, Abby? Recuerda que tengo un arma. Abro ligeramente la boca como respuesta, y él levantándose, me coge de la cintura, para volver a estirarme en la cama, y rodeándome con su brazo, que al hacer fuerza, se le nota el bíceps. —Te recuerdo que yo también tengo una, aquí mismo. Y vosotros fuisteis los que celebraban los cumpleaños con un chupito por cada año. ¿Cómo te lo haces para aguantar 28 chupitos? Él deja salir una leve risa por sus labios, por la que me provoca a mí otra. Le doy un beso, y me bajo otra vez de la cama, para ir a la ducha y enjabonarme rápidamente. El agua hace que disminuya el dolor de cabeza, y lo agradezco, aquello era insoportable. Me pongo ropa interior negra, con unas mallas estrechas grises y un jersey de lana blanco. Observo como Jake coge sus bóxeres de mi mesita de noche, y una muda que se dejó aquí hace unas semanas. En cuando bajo por las escaleras, me quedo completamente quieta, no puede ser, ayer no debimos beber tanto, no me acuerdo de nada. Todo es un completo desastre, hay vasos de plástico por el suelo, copas del champán en la mesita de la sala de estar, vasos de chupitos en la península de la cocina. ¡Hasta hay gente durmiendo por el suelo y por el sofá! —Mierda, Jake —le llamo la atención mientras baja las escaleras—. ¿Qué hicimos anoche? Él me mira frunciendo el cejo, y en cuando desvía la mirada hasta la planta baja, lo entiende. Deja salir un gruñido de frustración por sus labios, y tira la cabeza hacia atrás con una mano en sus ojos.
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—No me acuerdo, Abby. —Yo menos —susurro bajando las últimas escaleras. Empezamos a recoger todo, y Jake despierta a la gente para que se vaya hiendo. Marly, Anne y Matt se acercan a nosotros con verdaderas caras de asco. No sé quién fue el que bebió más ayer, y tengo suerte de no recordarlo. — ¿Os acordáis de algo? —les pregunto una vez tenemos todo más recogido y una taza de café en nuestras manos. Todos niegan con la cabeza, menos Matt, que parece confundido. Mira su taza detenidamente, y frunce el ceño. Jake le da un puñetazo leve en el hombro, pero parece no reaccionar. —Matthew Dicks, si te acuerdas de algo, dímelo por favor —le suelto exasperada. —Ella vino…—dice susurrando. Junto las cejas, al no entender que quiere decir. Jake lo mira también sorprendido, y al parecer, él si entiende de qué habla. Matt levanta la cabeza, y me mira fijamente a los ojos. —Britney vino, me acuerdo de que entró, y se acercó a ti para decirte algo…en cuanto la vi, fui enseguida, pero no recuerdo nada más. Entonces algo en mi mente cobra sentido. Giro la cabeza riendo, voy por mi tercer chupito. Y Matt dice que no podré llegar al 10. Al ver quien entra por la puerta, se me quita la sonrisa. Ella está aquí. La veo acercarse peligrosamente a mí, hasta tenerla a dos centímetros de la cara. Mi rostro enfurece, aprieto los puños. Es mi cumpleaños, no la quiero a ella aquí. —Vengo a por lo que es mío, estoy esperando a que me detengas. —Eres una zorra —le escupo. Ella me mira con enojo en sus ojos, pero me da igual, quiero que se vaya. Me está estropeando el cumpleaños. Noto a alguien detrás de mí, sé que se trata de Matt. Reconozco a mis amigos. —Britney, no eres bienvenida aquí, será mejor que te vayas. Ella lo mira levantando una ceja, cruzándose de brazos, luego su mirada se desvía hacia la mía. —No te creas que podrás escapar de mí tan fácilmente. Cuando no tengas a nadie — dice mirando de reojo a Matt—. Vendré a por ti, y me las pagarás muy caro. Pero no recuerdo nada más, luego todo se ve borroso, y no consigo distinguir el lugar, ni las personas. Realmente me debieron afectar esos chupitos. — ¿Te acuerdas de lo que te dijo? —me pregunta Jake entrecerrando los ojos. Niego con la cabeza, mintiéndole. No quiero que sepa nada. Y creo que es mejor así, aunque luego me arrepiente.
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Amor prohibido
Júlia Moreno
25 de Diciembre. Ya es navidad. ¿Puede haber algo mejor? Me encanta que mi calendario me diga que es 25 de Diciembre. Me trae recuerdos muy agradables de mis navidades con mi madre, que ya nunca nadie me podrá quitar de mi memoria. Me siento en la mesa, con toda la comida que le he ayudado a cocinar a mi madre. A mi lado se encuentra Jake, con una gran sonrisa. Y a cada punta está Hunk y mi padre. Y delante está mi madre con Bright y Daisy a su lado. —Feliz navidad —dice Hunk. Todos deseamos una feliz navidad, y empezamos a comer. Realmente nos ha salido muy bien. Miro a cada uno presente en la comida, somos una familia. Una familia. Las veces que he deseado tener yo una. Aunque con mi madre, decíamos que éramos una pequeña familia, pero esto te da satisfacción, y te gusta. Te gusta tener una familia un poco más grande. Nos sentamos delante del árbol de navidad una vez acabamos de cenar, y Daisy abre feliz los regalos. Le he comprado un peluche bastante grande de una jirafa y un vestido blanco, que le ha gustado más a Bright que a la pequeña, que se encuentra jugando con la jirafa. Mi padre junto con mi madre, se acercan a mí, para entregarme una pequeña cajita morada. Los miro levantando la ceja y ellos me sonríen. Cuando la abro, me quedo estupefacta. —Oh dios, ¿de verdad? —prácticamente chillo. En cuando veo que asisten con la cabeza, los abrazo a los dos a la vez—. Muchísimas gracias a los dos, os quiero. Todos se giran al ver qué pasa, y todos, incluso Jake, se sorprenden. En la caja se encuentra la llave de un coche. —Mañana lo podemos ir a buscar —dice mi padre sonriendo. —Ya no tendrás que coger el mío —dice Jake dejando salir una risa de sus labios. —Oh, vamos, como si te molestara —digo yo también riendo. Él se pone detrás de mí, me echa el pelo hacia un lado, y me da un beso en el cuello, provocándome un escalofrío. Cierro los ojos, al notar un peso en mi cuello, y al abrirlos, veo que se trata de un colgante en forma de corazón, plateado. Lo cojo con los ojos llenos de lágrimas, y él apoya su cabeza en mi hombro. —Te amo, Jake —susurro sin poder creérmelo. Él coge el colgante, y lo hace girar, para que pueda ver lo que hay escrito. Una vida junto a ti, Abby Madison. Las lágrimas salen de mis ojos sin poder aguantar la emoción, y me giro para besar a Jake, entre lágrimas saladas y sonrisas. Me separo poco a poco, y él me seca las lágrimas con su dedo, y me acaricia la mejilla. Cojo una caja y se la entrego a Jake. Él la abre y se queda sorprendido. Saca un marco de fotos rectangular con tres fotos nuestras en blanco y negro bastante grande, y lee en voz alta lo que hay escrito. —Lo prohibido lo deseas, y yo deseo este Amor Prohibido junto a ti —dice sonriendo— . Te amo, Abby. pàg. 131
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Nos volvemos acercar y me besa. —No lo has entendido, ¿verdad? —pregunto levantando una ceja. Él me mira confundido y niega con la cabeza. Río leve, y me pongo de pie. —Sobre lo que me propusiste hace un par de semanas…que sí —susurro mirándome las manos. — ¿Qué sí? —pregunta confundido. —A veces me pregunto cómo has podido llegar a ser agente de la FBI —le digo riendo—. Que sí quiero irme a vivir contigo. —Oh dios. Me coge de la cintura y me hace levantar mis pies del suelo, con el abrazo. Daisy se pone a reír, y todos nos miran confundidos. Como para no estarlo… —Nos vamos a vivir juntos. Todos se levantan y nos abrazan, mi padre seguramente se había asustado con una posible boda, lo veo en sus ojos. — ¡Mami, está nevando! —chilla la pequeña emocionada. Todos cogemos los abrigos, y salimos corriendo a fuera. Un copo de nieve se sitúa en mi nariz, y me pongo a reír con ese contacto en mi piel. Cojo uno con la palma de la mano. El cambio de temperatura me hace poner la piel de gallina. Noto los brazos de Jake rodeándome la cintura, y apoyo mi cabeza en su pecho, mientras vemos los copos de nieve caer y quedarse en nuestros pies. —Gracias. — ¿Por qué? —pregunto confusa. —Por hacerme feliz. —Ese es mi propósito. Me giro, y bajo las estrellas y los copos de nieve, sellamos nuestro amor con un beso, profundo y sincero, como únicos testigos; nuestra familia.
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Capítulo 26
¿ELLA ESTÁ BIEN?
Todo lo bueno termina, y la navidad acabó con un buen sabor de boca. Ya había pasado fin de año, junto con las vacaciones. Estábamos a 3 de enero, y mañana ya teníamos que volver a la universidad, cosa que me entusiasmaba, pero no tanto como las vacaciones, a quien engañar. Las vacaciones eran el punto débil de todo el mundo, incluso el mío, que tanto me gustaba estudiar. Mis padres me ayudaron con la mudanza, llevando cajas, maletas, y más cajas al apartamento de Jake. La convivencia es algo complicada, dicen algunos que incluso llega a romper la pareja, pero ¡Vamos! Nosotros hemos pasado por muchas más cosas, incluso por una bala en el pecho del chico que amas, ¿Creéis que podrá con nosotras la convivencia? Pues claro que no, es ridículo. Si tiene que pasar, pasará. Es una frase que decía mucho mi madre, y me creía el 99% de ella, el otro restante, creo que es por qué si de verdad quieres que pase, pasará, pero si no quieres, ¿por qué tiene que pasar realmente? Solo tienes que luchar con todas tus fuerzas, y aun así cuando veas que no puedes más, levantar por última vez tu cabeza, y dar un paso más hacia adelante. —Tengo que ir a la joyería, ¿me acompañas? —pregunta Marly emocionada. Asiento, y giramos a la derecha para ir a la tienda. Pero con un auto reflejo cojo el brazo de ella, haciendo que se dé la vuelta, y se me queda mirando a los ojos impaciente. — ¿Crees…? —dejo la pregunta al aire al ver que no sé cómo formularla. Ella frunce el ceño, y cruza los brazos. La dejo ir suavemente, y juego con mis dedos, nerviosa. —Anne…ella…— ¡Mierda, Abby! — ¿Qué quieres decirme, Abby? Levanto la vista y hago una mueca con los labios, ella cambia el peso de su pie izquierdo, para ponerlo en el derecho, y se me queda mirando fijamente. — ¿Ella está bien? —al fin, eso es lo más importante. Marly descruza los brazos, y me mira confundida. Solo es una simple pregunta, Marly. Contéstala. —Sí, ella solo dijo que tenía que prepararse para un examen que le quedo del otro trimestre. ¿A dónde quieres llegar? Dejo salir un suspiro, y la miro directamente a los ojos. —A ella le gustaba Matt. —Oh dios…a mí no me dijo nada. ¿Desdecuando lo sabías?
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—Desdeverano. Ella se gira realmente molesta, y entra en la tienda. Una vez reacciono, la sigo hasta llegar dentro, y me sitúo a su lado. Me doy la vuelta, apoyando los codos encima la pequeña recepción del lugar. Hay dos parejas mirando joyas, realmente entusiasmados, como si estuvieran eligiendo sus alianzas. ¿Casarse? Eso es demasiado, si los dos sabéis que os queréis, no hay necesidad de hacer una celebración para que todo el mundo sepa que os amaréis hasta la muerte. Es algo que nunca había pasado por mi mente, pero, igualmente tampoco tenía planeando enamorarme. Dejo salir una mueca de mis labios, y giro mi cabeza hacia la izquierda, para encontrarme con un chico con la lengua afuera, como si le costará horrores elegir algo entre tantas cosas. — ¿Te has enfadado? —Pues sí, Abby. ¿Por qué no me lo había dicho? O tú, ¿Por qué no me lo dijiste? Me giro de lado para observarla. Esta bastante cabreada. —Por qué es una cosa suya. —Perfecto, pensaba que éramos amigas. Pero ya veo de qué lado estás. Eso realmente me ha dolido. Dejo salir un gruñido de mis labios, y la cojo del brazo para hacerla girar y dar la cara. — ¿Pero qué cojones di— Un estruendo deja mi pregunta al aire. A la vez que las dos giramos la cabeza frunciendo el ceño, un hombre entra corriendo a la tienda con una especie de mando en las manos. Los murmullos en la tienda se hacen presenten, observando aquel hombre de arriba abajo. Y como si todo pasara a cámara lenta, aprieta el botón grande y rojo. Al dar sentido todo en mi cabeza, en un abrir y cerrar de ojos, empujo a Marly al suelo para ponerme encima de ella y poder protegerla con mi cuerpo. Un sonido que acaba con tus oídos, llega de seguida, dejándome aturdida. Y como si de una fuerza sobrenatural se tratara, salgo despedida por los aires, alejada varios metros de mi amiga. Ni siquiera oigo mi cuerpo caer en el suelo, solo siento el dolor. Mi cabeza choca varias veces contra el suelo, haciéndola rebotar, y hacer que toda se vea negro.
Antes de abrir los ojos, siento un profundo olor a oxido y a muerte, y en cuando los abro, los tengo que volver a cerrar fuertemente dado el dolor que siento en mi espalda y cabeza. Me incorporo lo más lentamente que puedo, y me apoyo en una mesa girada que se encuentra detrás de mí. El polvo que hay en el ambiente hace que me piquen los ojos y ver borroso, está todo por los suelos, incluyendo cristales que se han clavado en mi cuerpo dolorido. Cuando intento levantarme noto un pinchazo en la barriga, me la miro asustada. Ahogo un grito cuando veo un enorme trozo de cristal en la cadera, y brotándome sangre de la herida. — ¿Marly? —intento gritar, pero no se me oye—. ¡Marly! Pasan unos segundos hasta que obtengo una respuesta.
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— ¿Abby? ¿Eres tú? Oh dios, ¿Dónde estás? No puedo moverme —solloza. Maldigo todos mis demonios. ¿Nada me podrá salirme bien? Intento de nuevo levantarme, pero ahora no es solo un pinchazo, un repentino mareo hace que empiece a ver borroso de nuevo. —Estate…Estate quieta Marly, ahora voy —tartamudeo. Exhalo e inhalo varias veces con los ojos cerrados. Un pitido se hace constante en mi cabeza, doliéndome el triple de lo que me dolía antes. Rodeo el cristal con la mano, tocándolo suavemente, y una vez los sostengo fuerte, cuento hasta tres mentalmente. Piensa en él, piensa en su sonrisa, solo…solo piensa en él. 1…2…2 y medio… ¡Vamos, no seas cobarde! Y 3. Lo arranco ferozmente con toda mi rabia contenida de mi cadera, haciendo que un calambrazo se haga presente en todas las partes de mi cuerpo. Dejo salir un fuerte grito de dolor de mis labios, que los cierro inmediatamente, mordiéndome la otra mano. Vuelvo a cerrar los ojos y a respirar agitadamente. — ¿Abby? ¿Qué ha sido eso? ¿Estás bien? —oigo chillar a Marly. —S-Sí, tu, tu solo estate quieta. Me quito la camisa de cuadros negros y rojos que llevo abierta, quedándome solo con una fina blusa de tirantes blanca. Hago una bola con la camisa, y la sostengo en la herida, que ahora ha aliviado el dolor. Me levanto lentamente, sintiendo un mareo presente, y antes de poder caerme redonda al suelo otra vez, cierro los ojos sujetándome en la mesa. — ¿Dónde estás? —No sé…más adentro de la tienda —chilla de vuelta ella. Me guío con su voz, al caminar cinco pasos, choco incidentalmente con una persona que se encuentra en el suelo con los ojos cerrados. Me agacho quedándome de rodillas, y le miro el pulso. Una cantidad que en mi vida había visto de sangre, se encuentra por todo el suelo, haciendo un charco. Me levanto rápidamente asqueada, y con los tejanos empapados. Mis manos empiezan a temblar, al ver que el cuerpo que se encuentra bajo mis pies, en definitiva está sin vida. Era el chico que buscaba una joya, y no sabía cuál elegir. —Abby, ven ya por favor. No aguanto más. Levanto la mirada rápidamente al oír la voz de Marly, hago un paso más grande para poder pasar por encima del chico, y sigo caminando, encontrándome con todo echo un desastre. ¿Por qué habrán puesto una bomba en la tienda? Al levantar la vista, me encuentro a ella a unos metros más lejos de mí, tumbada en el suelo, con una vidriera que tenía pinta de pesar mucho, encima de ella. Caminando más deprisa, llego a su lado donde le cojo la cara. —No te duermas, ¿Vale? Quédate despierta conmigo. Ella asiente, con los párpados pesados. Me incorporo para quedar a la medida de la vidriera, y con las manos, intento levantarla, pero todo intento es inútil, no la puedo levantar. Grito de frustración, y me arrodillo a su lado. pàg. 135
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— ¿Cómo tienes el móvil? —le pregunto sacando el mío totalmente destrozado. Lo cojo con cuidado del bolsillo de su tejano oscuro, y lo desbloqueo, lo que me hace ver una foto de ella y Matt. —Voy a llamar a Jake, no te muevas. Marco su número y al primero tono me lo coge. Su voz suena preocupada y a la vez aliviada. —Oh dios, Marly, ¿Estáis bien? ¿Y Abby? ¿Se encuentra contigo? —Jake, tie— —Tú no vas a llamar a nadie —dice una voz ronca. Escucho el leve ‘’click’’ de desbloqueo de una arma resonar contra mi sien. Giro la cabeza alejando el móvil de mi oreja unos centímetros. El chico me hace una seña para que cuelgue, y se lo entregue y es lo que hago. Trago duramente saliva, y con el dolor en el pecho, pulso ‘’Colgar’’. Con la mano temblando, se lo entrego al hombre, y me lo quita ferozmente. Me vuelve a apuntar con la pistola, y hace un movimiento para que me ponga contra la pared. Lo hago a regañadientes, solo por qué me apunta con una arma, por nada del mundo hubiera dejado a Marly así. Él se da la vuelta y vuelve a entrar dentro del almacén. —Abby…escúchame —suelta débilmente Marly por sus labios—-. Tie-tienes que prometerme algo. La miro incrédula, le asiento con la cabeza para volver a acercarme a ella y cogerle la mano tiernamente. —Si me muero, tienes qué— — ¿Qué? —le espeto—.Tú no vas a morir, mientras yo siga con vida, no te dejaré morir. Un disparo hace que cierre los ojos, y me quede helada en el sitio donde estoy. Al volverlos abrir, veo que ha disparado a la pared. Se acerca rápidamente a mí, y me coge de los pelos. — ¿Qué te he dicho, niña? Los ojos se me llenan de lágrimas del miedo, tengo miedo. De que él no esté aquí para protegerme, de no saber si apretará el gatillo. Me levanto y lo enfrento con la mirada. — ¡Sácale eso de encima y así las dos estaremos bien! —le grito. Él me pone la pistola en la sien, apretándola fuerte. Cierro los ojos cuando escucho otra vez el ‘’click’’ de desbloqueo. No dispares, no dispares. La separa lentamente, y abro los ojos, observando como mira a Marly. — ¡Harris, Gray! Venid —dice el chico moreno que tengo delante de mí. Sus ojos verdes vuelven a incrustarse en los míos en un microsegundo, y el corazón se me estrecha, lleno de miedo. Aparta la mirada en cuando ve que los dos chicos vienen hacia nosotros. El rubio, alto y con tez pálida, mira a Marly y se agacha. El otro también moreno, con ojos castaños, se acerca y se pone a mi lado para rozar su mano contra mi piel. Su asquerosa mano contra mi piel. pàg. 136
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—No. Me. Toques. Me aparto rápidamente y echo una mirada a Marly, quien gime de dolor cuando el rubio levanta una poco la vidriera, haciendo un esfuerzo completamente gigantesco. El otro al verlo, se une también a él, y por fin, la sacan tirándola a un lado rompiéndola en mil pedazos. Corro hacía Marly, y me agacho a su altura, para poder inspeccionarla. Dejo salir un suspiro de mis labios cuando veo que no tiene nada grave, un par de heridas en la frente, y un poco de sangre en la barriga. La ayudo a levantarse y nos sentamos en el suelo apoyadas en la pared. — ¿Estás bien? —le susurro. Asiente, y se rompe en mi hombro, le rodeo el cuello con el brazo que tengo disponible a mi izquierda, y la estrecho contra mí, para tranquilizarla. Ella levanta la mirada, y se seca las lágrimas de su rostro, quedándole restos de rímel por las mejillas. Observa mi mano presionando la herida, y se queda horrorizada. — ¿Tu cómo estás? —pregunta ella preocupada. —Estoy bien, no te preocupes —le muestro una sonrisa para tranquilizarla, pero no funciona. El tiempo pasa rodeado de silencio, de un silencio sepulcral y matador. Segundos, minutos, e incluso horas. Tic tac, ¿y si todo acaba aquí? Me quedo mirando un punto fijo de la pared, observando las tristes manchas negras de suciedad marcadas en ella. Entonces, echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos. Una sonrisa se dibuja en mis labios cuando una imagen de Jake se me ilumina en la mente, entonces, es cuando pienso, pienso en todos los meses, en todos los días y en todas las increíbles horas pasadas a su lado. Unas sirenas de policía suenan al otro lado de la tienda, y nos levantamos rápidamente. Los tres chicos vuelven a salir del almacén, pero esta vez salen con bolsas negras deportivas, seguramente con joyas y billetes. Me los quedo mirando fijamente, sobretodo el moreno con ojos verdes, quien me parece familiar. Este mismo, saca su arma de la cintura de su pantalón, pero con una sonrisa en sus labios, que no deja de incomodarme. Apunta a una mujer que ni siquiera me había dado cuenta que estaba ahí, echa un ovillo en la esquina. Al oír otra vez el ‘’click’’ de desbloqueo, se me pone la piel de gallina, y en un abrir y cerrar de ojos, aprieta el gatillo. En un auto reflejo doy un salto hacia atrás, con las uñas de Marly clavadas en mi muñeca. —Sin testigos —remarca el rubio con una sonrisa escalofriante. Niego con la cabeza dando pasos hacia atrás, mis ojos se llenan de lágrimas, otra vez. Ellos huelen el miedo, no seas cobarde, muéstrate segura. Dándole la razón a mi conciencia, cojo la mano de Marly que no deja de hacer fuerza en mi muñeca, y la pongo detrás de mi espalda. Me trago las lágrimas, y mirándolo fijamente a los ojos, echo un paso adelante, para así, contemplar mi deseada muerte para tantas personas.
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Capítulo 27
TODO TIENE UN FINAL
—No lo hagas, Abby —susurra Marly a mi oído. —Quiero hacerlo. — ¿Quieres morir? Es una buena pregunta, ¿quiero morir? Tenía claro que en esta vida todo tiene un final, hasta tú lo tienes. Una mafia quería matarme, y ahora tres ladrones también, para encontrarme en el lugar y momento equivocado. ¿Pero morir de esta manera? Claro que no. —No, pero quiero que tú vivas. Niega con la cabeza, y me coge fuerte la muñeca. No aparto la mirada del chico moreno, y cada vez que él está más cerca de mí, más me tiemblan las piernas. Los otros dos se quedan atrás, mirándonos fijamente entre cerrando los ojos. El chico que tengo delante, suelta una carcajada, y apuntándonos a los dos, nos hace andar hacia el almacén. Con un movimiento rápido cojo a Marly de la mano, y la pongo delante de mí. Nos ponen cinta adhesiva en las muñecas, y nos hacen sentar apoyadas en una pared. El moreno coge el móvil de Marly que le he entregado antes, y me sonríe. —Tu novio es poli, ¿verdad, nena? —dice mirándome. —No me llames nena, cabrón. Un puñetazo en toda la mejilla, hace que gire la cara de la fuerza con la que me ha dado. Escupo sangre de mi boca, y lo vuelvo a mirar. Asiento una vez con la cabeza, y vuelve a sonreír. Dios, odio esa sonrisa. —Le vas a decir que os tenemos como rehenes, y hasta que no nos dejen salir sin que quedemos detenidos, vosotras, no podréis salir. Dejo salir un bufido de mis labios, y asiento otra vez. Él llama el número, y pone el altavoz, para sujetar el móvil delante de mí. Lo observo un momento, hasta que escucho el primer tono, resonando su voz. Y es mi más absoluto placer. — ¿¡Abby!? —Jake, escúchame —digo tragándome las lágrimas—. Nos tienen a Marly y a mí como rehenes, no nos dejarán libres hasta que no les aseguréis que no los cogeréis. Se escucha un gruñido de parte suya, y empieza a chillar cosas sin sentido. — ¡Hijos de puta! El moreno deja salir una pequeña risa de su asquerosa boca, y se acerca el móvil a sus labios. —Hola, amigo. Veo que estás muy preocupado por las princesas. pàg. 138
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—Como las toques, será lo último que harás —pronuncia lentamente, un Jake que desconocía—. Y acabaré con vosotros con mis propias manos si es necesario. —Vaya, tienes un novio con un buen par —dice aceptando con la cabeza. —Cumple sus promesas. —Muy bien, estás serán las normas— —No, nada de normas, las sacas ya mismo si no quieres acabar tres metros bajo tierra. —Amigo, no estás en situación de poder elegir. Tengo a tu novia aquí, y tengo una maldita arma en mis manos. Cuando deja salir tranquilamente esa frase por sus labios, un escalofrío recorre toda mi espina dorsal. —Las dejaré libres, cuando me prometas que todos los policías os habéis alejado de las puertas de entrada. Jake no responde, en su lugar habla Matt, quien hace que Marly abra los ojos, y de nuevo salgan sus lágrimas para recorrer sus mejillas rápidamente. Me acerco a ella, y hago que me mire. —Tranquila, todo pasará. — ¿Y si no pasa? Dejo salir un suspiro de mis labios, y me la quedo mirando a los ojos, esos ojos que tantas veces me habían guiado, que tantas veces me habían consolado. —Tenemos dos novios que son de la maldita FBI, nena. Estate segura de ello —dejo salir una sonrisa de mis labios, y esta vez, si se tranquiliza. —Les prometemos que no habrán policías en las puertas —asegura Matt. El moreno, hace una seña con sus dedos a los otros dos, y cuelga la llamada. Frunzo el ceño, Jake y Matt no son así, no dejan escapar a los malos, no dejan que se vayan de rositas, no sin antes haberles caído un castigo por lo que han hecho, como la cárcel. Y como si tuviera telepatía con ellos, Jake me hace una seña para que me calle, subiendo el arma con ambas manos. Todo pasa demasiado deprisa, los otros dos se giran al tiempo que Jake y Matt los apuntan, y cuando el moreno se da cuenta, me coge a mí, colocando el revólver en mi cabeza. Jake nos mira de reojo, y noto como se tensa, apretando la mandíbula. Cierro los ojos asustada, y finalmente, libero las lágrimas que he estado conteniendo durante todo este tiempo. Noto un doloroso pinchazo en la herida, que hace que doble las rodillas, pero no caigo el suelo, el chico me sujeta para que no caiga. — ¿Estás bien? —pregunta Jake sin quitarle ojo al que tiene apuntando. —Sí, solo es una herida —susurro apretando los dientes. — ¿Lo comprobamos? —pregunta el que tengo detrás. El chico introduce un dedo en mi herida sin pudor, haciendo que me estremezca, y chilla de dolor, haciendo que más lágrimas salgan. ¡Esto duele como mil demonios! — ¡Déjala! Ni la toques —advierte Jake. pàg. 139
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—Dejad el arma en el suelo. La dejaré, y nosotros nos iremos. Jake y Matt aprietan la mano aferrándola a la pistola, Marly se levanta y queriendo ir hacia Matt, el chico de delante la coge haciendo lo que han hecho conmigo, apuntarla con una pistola. El simple hecho de que te apunten, te hace poner la piel de gallina, te sudan las manos, y el corazón se pone a palpitar a 200 por minuto, dándote la impresión de que acabarás vomitándolo. Es una sensación desagradable, como si te estuvieras debatiendo entre la vida y la muerte en un solo instante, ese instante donde los que apuntan tienen el derecho de ser Dios y matarte para mandarte al infierno. Y es en ese instante, en el que Matt se abalanza hacia el rubio, y le hace soltar la pistola, para darle puñetazos en la cara. Miro a Jake, cuando oigo el ‘’click’’ de nuevo salir de la pistola. Cierro los ojos, y los vuelvo abrir para ver que él está dejando de sujetar el arma, entonces es cuando lo miro, sus ojos conectan con los míos, y me siento en paz. Le niego con la cabeza, y al entender, sujeta de nuevo el arma entre sus manos. —Mátalos por mí. Te amo, siempre lo he hecho y siempre lo haré. Él me mira confundido, y entonces lo entiende, entiende mis palabras, y entiende que le quiero decir, su tez se vuelve pálida, y se muestra débil por un segundo, pero luego se vuelve a endurecer. Él hace una mirada rápida al que tengo detrás, y al que tiene él delante. Y como si mi vida dependiera de ello —que de hecho es así—, me giro rápidamente, dándole con el codo en las costillas, y con la rodilla en la entrepierna, tirando la pistola lejos, por la reacción inesperada. Jake esposa al otro moreno, y voy corriendo hacia donde se encuentra un trozo de cristal, lo cojo con las manos en la espalda, y corto la cinta, quitándomela de las manos justo en el momento que el moreno se aproxima hacia mí. Me agacho cogiendo la pistola, y con el mismo movimiento que él, hago sonar el leve ‘’click’’, para desbloquearla. —Ni te muevas. —No serías capaz de apretar el gatillo —dice caminando hacia mí. —Ya me he hartado de que me digan que no soy capaz de algo. Entonces, cuando está llegando para darme un golpe, aprieto el gatillo, haciéndome temblar por el impacto. El chico cae al suelo, con el hombro herido, y lleno de sangre. Jake le pone las esposas, y me mira. Dejo caer el arma al suelo, totalmente impactada. Él guarda la suya en la cintura de sus pantalones, y me aproxima a su pecho, para abrazarme. Y cuando me rodea con sus brazos, es cuando me siento en casa, protegida y segura. Me ahueca la cara con sus dos menos, y me besa. Con pasión, temor, y dulzura. Los policías hacen el ademán de entrar por la puerta del almacén y llevarse a los tres esposados. En cuando cruzo la mirada con Marly, quien se encuentra abrazada con Matt, viene corriendo hacia mí, y me coge para abrazarme, yo le devuelvo el abrazo, fuertemente. —Ya no estoy enfadada contigo. Dejo ir una carcajada, y nos separamos. En cuando salimos, Jake me hace ser visitada por un paramédico en una ambulancia, para revisarme la herida de la cadera. —No es muy profunda, pero tenemos que ponerle puntos. pàg. 140
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—De acuerdo —asiento quitándole importancia.
Salgo de casa una vez que Jake ha comprobado que estoy bien. No me dejaba ir a la universidad, pero ya falté una semana el trimestre pasado, y no puedo faltar más. Me coloco la cazadora de piel negra, y un gorro también negro de lana al sentarme en el lugar del conductor de mi nuevo coche. Mis padres han hecho un gran sacrificio al comprarme un Mini de color rojo, y les agradezco de corazón. Conduzco con la velocidad permitida hasta llegar a la universidad y aparcar en el mismo lugar de siempre. Observo a Marly salir de su escarabajo algo distraída. Voy a paso acelerado hacia llegar a ella y la abrazo por detrás, asustándola. —Hola. —Dios, Abby —dice colocándose la mano en el pecho. —Bonito saludo —digo haciendo una mueca, para después reír. Vemos a Anne entrar a la universidad, bastante deprisa. Cosa que es raro, ya que siempre quedábamos en las escaleras. Marly y yo nos miramos, y vamos corriendo a hacerla voltear, para mirarnos sorprendida. —Chicas…—susurra—. Dios, estaba súper preocupada. ¿Cómo estáis? Nos abraza a las dos a la vez, y deja salir un suspiro de alivio. Se separa, y al examinarnos, se aleja un poco más. Mira hacia atrás una y otra vez, y nos mira con cara de disculpa. —Lo siento, pero me tengo que ir, he quedado antes en la biblioteca. Hablamos luego, ¿sí? —nos da un beso en la mejilla a cada una—. ¡Adiós! Se aleja con el brazo hacia arriba, en modo de despedida. Marly y yo nos volvemos a mirar, con una mueca, eso es inusual en Anne. Marly y yo también nos despedimos y voy a mi clase. Al salir de literatura inglesa, voy hacia la cafetería, para encontrarme a Marly comiendo una manzana con una botella de agua delante de ella, y un libro de arquitectura bajo sus narices. — ¿Y Anne? —pregunto una vez me siento. Ella levanta la mirada, y la desvía por detrás de mi hombro. Hace una seña con la cabeza, y sigue leyendo su libro. Me giro y veo a Anne entrando con otra chica hablando animadamente. Cuando nos ve, se acerca a nosotras. —Chicas, ella es Queen. Compartimos clase de Historia de la música. La chica castaña, bajita y con una cola de caballo nos mira detrás de sus gafas. Deja salir una leve sonrisa de sus labios, tímidamente, y nos saluda con la mano. —Yo soy Abby, y ella —digo señalando a Marly, quien no quita la cabeza de su libro— , es Marly. Marly levanta la mano en modo de saludo, y la miro enarcando una ceja, ¿desde cuándo se comporta ella así? Anne se sienta a mi lado, y Queen al suyo. Se ve una chica agradable, y simpática cuando logras que hable. Anne se queda mirando a Marly y deja salir una queja entre dientes, levantándose. pàg. 141
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— ¿Vamos, Queen? Queen asiente y también se levanta. Pero antes de que se vayan, la cojo de la muñeca, haciéndola girar. Me mira levantando una ceja. — ¿Qué te pasa? Ella deja salir un bufido, y mira a Marly con cara de fastidio. Aparto la mano de su fina muñeca, y la dejo irse con su nueva amiga. —Tienes que cambiar tu comportamiento al estar cerca de Anne, créeme que ella está más dolida que tú, y paso de que rompemos esta amistad o incluso de que tenga que veros por separado por un chico, ¿entiendes? —digo levantando la voz, y poniéndome de pie—. Arregladlo. Cojo la mochila saliendo de la cafetería, para ir a mi próxima clase.
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Capítulo 28
¿QUIÉN LA HA DEJADO ENTRAR?
Salgo de mi última clase, algo cansada y frustrada al no entender lo que explicó el profesor. Me despido de Marly al salir por las puertas, ya que Anne se ha ido antes con su nueva amiga, Queen. Me preocupa bastante la situación en la que estamos, no quería perder a mis dos mejores amigas por culpa de un chico, por culpa del estúpido amor. Lo que decía, siempre está rompiendo cosas, y luego, ¿cómo las arreglas si ya se han roto? Como dije, no se puede arreglar una cosa rota. Y temía de verdad por nuestra amistad, ¿y si estaba siendo el final de una increíble amistad de más de diez años y otro inicio de una amistad falsa por puro despecho? Claro, estaba completamente segura de que Anne estaba entablando una relación con Queen, por simple despecho. Y me dolía, pero por qué yo no tenía nada que ver en esto. Me subo en el coche, tirando la maleta y una carpeta al asiento de copiloto, e introduzco la llave al contacto, encendiendo el motor del coche. Meto la primera marcha, y salgo del aparcamiento aumentando la velocidad. Cuando entro en plena avenida de Manhattan, reduzco la velocidad, hasta llegar delante del apartamento de Ja… ¡De nuestro apartamento! Me río interiormente, y muestro una agradable sonrisa en mis labios. Salgo del coche, cogiendo las cosas que he tirado minutos antes al asiento de mi lado, y camino unos pasos hasta llegar a la puerta de entrada. Aún tengo los puntos en la cadera, y cuando ando se me estiran, provocándome un extraño quemazón. Pongo las llaves dentro de la cerradura de la puerta, la empujo con el hombro y antes de ponerme a chillar como de costumbre para saludar a Jake, escucho murmullar a dos personas en la cocina. Como está lo bastante lejos, no me han oído entrar en casa, así que me acerco, y antes de que me vean, me agacho donde hay la barra americana, y me quedo ahí arrodillada y con la espalda en la pequeña pared. —Pero, ¡Jake! ¡Escúchame! —susurra, ¿Britney? ¿Quién la ha dejado entrar?—. Sé que ya no puedo hacer nada para que me quieras, ni siquiera tengo oportunidad de…de ser tu amiga, pero necesito esto. ¿Qué necesita esta perra? Espero que no sea lo que estoy pensando, por qué si no, me escuchará. —Britney basta, no quiero oírte más, Abby está por llegar —pues suerte que he llegado antes—. Y cómo te vea aquí, se pondrá como loca. Al no escuchar nada, y al estar envuelta en un silencio incómodo, me acerco a la puerta, para mirar a escondidas. Britney se acerca peligrosamente a mi chico, y aun que estemos en invierno, va con unos shorts tejanos que no dejan nada a la imaginación, con unos calcetines hasta las rodillas. Jake no deja de ser un tío, y lo comprendo por eso, cuando noto que su nuez se mueve de arriba para abajo, tragando saliva duramente. Sus ojos se deslizan a sus labios, y la mirada de ella, hace lo mismo. — ¿Vivís juntos, JayJay? —rodeo los ojos al escuchar el sobrenombre tan estúpido que le ha puesto, pero viniendo de ella, no puedo esperar nada mejor. Todo está fuera de su alcance para su cerebro. pàg. 143
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Jake asiente sin dejar de observar los labios de Britney, los cuales ahora hacen una mueca. Ella cada vez se acerca más, y cuando veo que su mano toca su pecho, aprieto los puños. —Está bien que estés con esa niñata, pero —dice colocando su dedo índice en sus labios—. A mi aún puedes disfrutarme. Realmente cansada, me levanto enfurecida, y molesta, molesta por qué Jake no se hubiera apartado de ella si no fuera porque me hubiera visto a mí en la puerta, con los brazos cruzados. —Siento decirte, que aparte de novia, también soy su amante —digo acercándome lentamente a la isla—. ¿Qué haces aquí, Britney? ¿Te olvidaste tu dignidad en alguna parte del pantalón de mi novio? —le espeto, remarcando la palabra ‘’Mi’’. Jake me mira incrédulo, normal, ¿de dónde he sacado todo ese vocabulario? Britney aparta su pelo rubio del su hombro, con un toque de modestia. Claro, justamente lo que tiene ella. Pienso sarcásticamente. — ¿Tanto cuesta no dejar entrar a perras en celo a nuestra casa, cariño? —pregunto de forma retórica a Jake, quién me fulmina con la mirada. Me encojo de hombros, y dándole la espalda a Jake, invito a Britney a salir de la cocina, junto de mi casa. Ah, y también de mi maldita relación. Ella enarca una ceja, y me mira sonriendo. —No olvides lo que te dije, querida. Y colocándose el bolso en su hombro, se aleja resonando los tacones por todo el suelo del apartamento. Me giro para observar a Jake, pero su mirada no me dice nada, ni siquiera me pide disculpas con ella, y eso, en cierta forma, me duele. Totalmente derrotada a lo que van mis sentimientos, me alejo de él, para ir a dejar mi maleta en el salón. Escucho la respiración de Jake a mi espalda, e inmediatamente me tenso. ¿Por qué me comporto como una estúpida? —Abby…siento— —Ahórratelo, ¿vale? No te servirá de nada —le espeto girándome de golpe, e interrumpiéndolo—. Es como un jodido grano en el culo, nunca se irá de nuestra vida. ¡Y todo por mi culpa! Las lágrimas de siempre, se me vuelven a hacer presente en mis ojos, mostrándome débil delante de él, y eso es lo que menos pretendo hacer. Me las seco con el puño, y doy paso a mis piernas para subir las escaleras e ir a cambiarme de ropa, pero una mano de Jake en mi muñeca hace girarme deprisa. Me pone a centímetros de su rostro, y quita suavemente la mano de mi muñeca, para rozar mi mano, y entrelazar nuestros dedos. Con su otra mano libre, me acaricia la mejilla, y me provoca escalofríos. Los sentimientos nunca se apagan, siempre son remplazados por otros, otros completamente nuevos y más emocionantes. —Perdóname Abby, no debería haberme comportado así. Aunque esté jodidamente enamorado de ti, sigo siendo un chico idiota al que le gustan las mujeres. Y aunque no tenga más ojos que para ti, Britney me ayudó cuando paso lo nuestro —quita la mano de mi mejilla, para revolverse el pelo y dejarlo despeinado—. Te amo, Abby, y siempre lo haré. Pero tienes que intentar ser amiga de ella. Entrecierro los ojos, y separo rápida y ferozmente mi mano de la suya, que ahora parece que queme. ¡No! Me niego a ser amiga de esa arpía quita novios, ella lo que pàg. 144
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quiere es estar con Jake, y yo no puedo permitirle ese lujo, él es única y exclusivamente para mí, y no dejaré ni que ella ni cualquier chica me lo quite. Él es y seguirá siendo mío. Me doy la vuelta y corro hacia las escaleras, absorta por lo que me acaba de decir, me cambio poniéndome unos pantalones largos de color blanco, con una camisa gris de manga larga y mi cazadora de cuero negra. Bajo los escalones, y voy directa al salón, donde aún se encuentra Jake, cojo mis cosas y abro la puerta para irme a la biblioteca, pero antes de eso, me giro y lo observo unos segundos, nuestras miradas vuelven a conectar, pero esta vez es distinto, no es como todas las veces. Esta vez mi corazón da un vuelco, y no es de felicidad. Es de miedo por perderle, por dejarlo escapar. —Voy a estudiar, espero por tu bien que no recibas a ninguna chica más con falta de ropa —dejo salir un suspiro de mis labios al ver la confusión en sus ojos—. Te amo, ¿vale? Hablamos luego. Cierro la puerta detrás de mí, antes de poder escuchar una palabra de su parte. Me siento otra vez al coche, y apoyo las manos en el volante dejando ir un largo suspiro. Aparco delante de la biblioteca pública de Manhattan, donde había quedado con Tyler, con quien compartía la clase de Expresión lingüística. El profesor Gates nos había mandado hacer un trabajo por parejas, y nosotros dos, habíamos decidido hacerlo juntos. Me siento en una mesa al fondo, y le mando un mensaje a Tyler diciéndole donde me encuentro. Al instante recibo uno de Jake. ‘’Han averiguado que los que robaron en la joyería, no tienen nada que ver con el grupo de criminales que te persigue. ’’ Bloqueo el teléfono, y lo dejo encima de la mesa. Quito todos los libros, y el ordenador portátil de mi mochila, en cuanto levanto la cabeza, un Tyler sonriente me mira. —Hola —dice aún con la sonrisa en los labios—. ¿Cómo estás? —Hola, Tyler. Estoy bien. ¿Tú? Asiente con la cabeza dándome entender que también está bien, y se sienta delante de mí. Quizá solo ha dicho que está bien, como yo, porque no tiene la confianza necesaria para decirme lo contrario, y sé que yo tampoco se la tengo, así que mantengo al margen ese tema, y empezamos a realizar el trabajo con bastantes ganas. Me agrada este chico, le apasiona la literatura tanto como a mí, y tenemos bastantes escritores en común, como Stephen King. Los dos damos ideas de cómo podríamos hacer algunos temas, y los dos estamos sorprendidos de las ideas, así que las hacemos y completamos el trabajo dos horas después. Nos echamos hacia atrás, apoyando la espalda en la silla, y dejamos salir un leve suspiro de nuestros labios. —Por fin hemos terminado —susurra Tyler. Asiento y me levanto haciendo el mínimo ruido posible, cojo los libros, papeles y el portátil metiéndolo otra vez dentro de la mochila, y con un pequeño abrazo, me despido de mi compañero. Me siento dentro del coche, y desbloqueo el móvil encontrándome dos llamadas perdidas de Jake. Lo llamo, y me pongo el teléfono en el oído, escuchando la señal. —Hola, soy Jake, si no puedo cogértelo es que estoy trabajando, deja un mensaje y cuando termine te devuelvo la llamada.
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Tiro el móvil en el asiento de copiloto, y enciendo el coche, dirigiéndome hacia casa. Una vez llego, aparco, y colgándome la mochila en el hombro, camino hasta llegar a la puerta, donde la abro con la llave. Dejo la mochila en la entrada, y levantando mi vista, me encuentro con Jake y Britney hablando en el salón. ¡Me vacilas! ¡Esto parece un maldito deja vú! Me cruzo de brazos y avanzo hasta estar delante de ellos, los cuales levantan la mirada y se me quedan mirando. —Vale, yo no sé si hablo en otro idioma o es que eres sordo, Jake —dejo los brazos a mi costado—. En el momento en que te dije que sí, esta también era mi casa, y si tengo que encontrarme a ella en mi casa, me iré, ¿entiendes? No la quiero ver. Britney me mira de arriba abajo y hace un paso hacia delante, pero Jake la coge del brazo para retenerla. Es él quien avanza unos pasos y me coge de las manos, las cuales aparto en el mismo segundo que se atreve a tocarme. —Abby, tienes que entender, que al igual que Marly y Anne entran aquí, Britney es mi amiga, y también tiene derecho a entrar. — ¡Oh, no! Es completamente diferente, Jake —digo dando un paso hacia atrás—. Marly, Anne y yo no nos hemos besado, ni hemos estado juntas en ese aspecto, ¡tú y Britney a saber lo que habéis hecho! No quiero que esté aquí, mientras tú estás solo a casa. Te estoy pidiendo algo normal. — ¿No confías en mí? —pregunta cruzándose de brazos y levantando una ceja. Desvío mi mirada hacia atrás, donde se encuentra ella con una sonrisa triunfante. Claro, lo que quería hacer ella es que acabáramos peleados. Que ilusa soy. Sin apartar la mirada de ella le contesto. —Con quien no confío es en ella. Miro a Jake, su cara esta sin emoción alguna, y por primera vez, no entiendo que piensa, o que quiere decirme con la mirada. Como la vez anterior, salgo del salón totalmente derrotada, y me dirijo a nuestra habitación, dándome igual ya que esté ella ahí abajo, y lo que pueda pasar de ahora en adelante. Me estiro en la cama mirando el techo blanco, y dejo ir un gruñido de frustración. ¿Por qué justamente me hace esto ahora? Él sabe que yo lo amo, y sé que él me ama, ¿Por qué tiene que estar ella metida en nuestra relación? Y lo más importante, ¿Por qué él lo quiere así? Me froto los ojos con las manos y las hecho hacia atrás acordándome del teléfono, ¿Dónde lo he dejado? Me levanto en una milésima de segundo al recordar que lo he tirado al coche después de salir de la biblioteca. Bajo las escaleras rápidamente, mientras de reojo observo a Jake y a Britney entablando una conversación en el sofá. Cabreada camino hacia la puerta, para cerrar con un portazo e ir hacia el coche. Veo que tengo 10 llamadas perdidas de un número oculto, frunzo el ceño, y dándome la vuelta para volver entrar en casa, me vuelve a llamar el número. Llamada entrante… Me quedo mirando el teléfono, y totalmente resignada, lo descuelgo llevándolo a mi oreja.
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Capítulo 29
ELLA NO SABE DE MATES
— ¿Hola? Entro en casa mientras espero una respuesta al otro lado de la línea. La llamada se cuelga, y me quedo mirando el móvil con una mueca en el rostro, ¿quién me llamaría con número oculto diez veces y luego me colgaría? Esto solo puede ser unos niños que están gastando una broma. Reprimo las ganas de dejar un mensaje en el buzón, y mandarlos a la mierda. Jake se me queda mirando levantando una ceja, y Britney se enrolla un mechón de pelo en el dedo. — ¿Quién era? —pregunta él. —Nadie —digo levantando los hombros—. Me voy a estudiar, y luego a dormir. Buenas noches. Los dos se despiden con la mano, y al darme la vuelta siguen hablando. Me quedo un momento quieta, a punto de subir las escaleras y giro un momento la cabeza hacia la izquierda para verlos hablando. —No, tranquila, no molestas —dice Jake a Britney, quien se ruboriza y baja un poco la cabeza. ¡Oh vamos, sí que molestas! Tendríamos que haber cenado juntos, como todas las noches, él cocinando y yo mirando sentada en la isla lo irresistible que se ve con el devantal. Después sentarme en el sofá, leer un libro y él enfadarse por qué no lo escucho. Más tarde, robarle un beso, o quizás dos y salir corriendo escaleras arriba esperando a que él me pille y me tire a la cama. Y luego fundirnos el uno con el otro, mientras con la mirada nos susurramos cuanto nos amamos. Pero hoy no será así, y todo por ella. Los escucho reírse, y subo las escaleras totalmente indignada de tener que acabar sin mi novio en nuestra cama. Hoy no quiero estudiar, así que me pongo el pijama, me estiro en la cama, y estrechándome fuertemente la almohada, me dejo llevar por los brazos de Morfeo. Por qué no están los de él.
El repiqueo de mis uñas pintadas de color blanco en la mesa, es lo que más me ha importado escuchar los últimos 23 minutos, hasta que una hiperactiva Marly se aparece en mi campo de visión. —Tierra llamando a Abby, ¿me escuchas tía? Me quedo mirando sus increíbles ojos marrones con matices verdes, y me quedo pensando en todas esas veces en las que me hubiera gustado hacer algo que de verdad querría hacer pero no he podido por miedo. ¿Habría algún cambio en mi vida si las hubiera hecho? Niego con la cabeza, como esfumando ese pensamiento de mi mente, y asistiendo con la cabeza le cuento lo que me pasó ayer con Jake y con pàg. 147
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Britney. Se le saldrán los ojos de las orbitas como no pestañee, de verdad que me preocupa. De golpe traga saliva y da un golpe a la mesa con la palma de la mano, haciendo que casi me caiga de la silla del susto. — ¿Pero esa tía sabe que una pareja es de dos? —niega con la cabeza y me mira directamente a los ojos—. Ella no sabe de mates. Asiento y dejo caer mi cabeza en la mesa. ¡Esto no puede estar pasando! Él fue quien me quería viviendo en su casa. ¿Para qué lo vea cada dos por tres con la rubia? Oh no gracias, aun me queda dignidad. Ella no debe saber de mates, pero él no sabe de lógica. — ¿Qué le pasa a esta? —oigo susurrar a Anne. Levanto un poco la cabeza, y la miro de reojo. Está de pie con Queen detrás de ella. Enarco una ceja y vuelvo a mi fetal posición de antes. Marly me acaricia el brazo, y Anne se sienta a mi lado mientras Marly le cuenta, con mis mismas palabras, la historia a Anne. Y oírlo de otra persona me hace estar más confusa, ¿desde cuándo nuestro amor había pasado a ser tan insignificante para él? Ya no es solo el amor, también soy yo, ¿Por qué no se da cuenta que no estoy bien cuando Britney está en nuestra casa? Quiero ver la parte positiva de esto, ¡de verdad! Pero no se la encuentro. Esto es un verdadero... —Desastre —susurra Anne. Exacto, esto apesta. ¿Por qué no puede echarla de nuestra vida y ya? Levanto otra vez la cabeza y miro a Anne, quien hace una mueca con la boca, pensativa. Me mira y me deja ver una adorable pero diabólica sonrisa de su rostro. —Tengo una idea, querida amiga. — ¿Ah, sí? Qué raro —digo rodeando los ojos con ironía—. Esto no se puede solucionar con una de vuestras grandes ideas. Britney quiere robarme a Jake, todo lo que he querido por una vez en mi vida. ¿Veis como el amor nunca estará de mi parte? Solo me queda estar otros 18 años más con el cartel en la frente. Marly deja salir una sonora carcajada y Anne se levanta cruzando los brazos. Me incorporo en la silla y me las quedo mirando detenidamente. ¿Están pensando lo que creo que están pensando? Una llamada de Jake me salva de las furtivas miradas de mis dos mejores amigas, y cojo el teléfono. —Hola —saludo secamente. —Hola, cariño —¿Enserio?—. Quería comentarte algo. Claro, mi amor, estoy aquí para complacerte, ¿Quieres que Britney se quede a cenar? ¡Perfecto! Me dices cuál es su plato favorito, y se lo cocino. —Dime. —Verás, Britney… Cierro los ojos ante su mención, y los ojos se me llenan de lágrimas al pasarme imágenes por mi cabeza. ¿Cómo ha podido ocurrir tan deprisa? He dejado de escucharlo, a él, y a la gente de mi alrededor. Esta es mi vida y yo decidiré como vivirla. Me quito las lágrimas con el puño, y agacho la cabeza.
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— ¿Cómo? No te estaba escuchando, lo siento. ¿Britney…? —Me ha pedido que si puede cenar hoy contigo. Abro los ojos después de lo que acaba de decirme. Estará bromeando, hoy es el día de los santos inocentes y me está tomando el pelo, seguro. ¿Cómo puede, Britney, cenar conmigo? ¿Nos hemos vuelto todos locos? ¡Mientras ella coge el vaso de cristal para tirármelo en la cara yo le lanzo el cuchillo! — ¿Cómo? —pregunto ahogándome con mi propia saliva. —Me he dicho si te va bien hoy a las 8 en Donatelli. —Sí, vale —rodeo los ojos, y él deja ir un suspiro. —Gracias, cariño. Te lo recompensaré. Te quiero. Por qué tanto él como yo, sabemos que lo he hecho sola y únicamente por él. Cuelgo y guardo el móvil con la mirada de mis dos amigas esperando respuestas. —Definitivamente ella no sabe de mates. Conduzco a la velocidad permitida, y freno para aparcar delante de la casa de mi padre. Subo las cuatro escaleras de la entrada, y saco las llaves para abrir la puerta. — ¡Hola papá! Escucho unos golpes secos en su habitación, y doy pasos rápidos hasta llegar, pero me arrepiento de abrir la puerta al encontrarme a mi padre solo con unos pantalones y a mi madre enrollada en la sábana negra de la cama de mi padre, así que cierro la puerta de golpe, y me apoyo en ella. — ¡Joder pero avisad! Camino rápido hasta llegar a la puerta principal, y cuando la abro, escucho la puerta de la habitación de mi padre abrirse de nuevo, y salen ellos dos acabándose de poner bien la ropa. Parecen dos adolescentes acabados de pillar por sus padres, pero el caso es al revés, la adolescente ha pillado a sus padres. —Queremos hablar contigo, enana. Siéntate —dice mi padre poniéndose delante del sofá con mi madre. Los miro extrañamente bien, tengo esperanzas, y eso es lo último que se pierde, y siempre que quede eso, quedará el amor. —No queremos que te hagas ilusiones. Nos llevamos viendo des del día de tu cumpleaños. Pero de momento no queremos hacerlo formal. Asiento y miro a mi madre, quien se ruboriza con la mirada, y sonrío tierna ante ese gesto suyo. Observo a mi padre rodearle la cintura a mi madre, y me siento malditamente feliz por ellos. —Estoy contenta, sé que os amáis y merecéis estar juntos. Mi madre se acerca a mí y me abraza enterrando la cabeza en mi cuello, y mi padre se acerca a nosotras rodeándonos a los dos. Me separo lentamente de ellos, y me los quedo mirando, ¿finalmente podremos ser una familia como siempre he deseado? Salgo de casa después de despedirme con otro abrazo de ellos, y me subo en el coche. Un mensaje de Britney suena en mi bandeja. pàg. 149
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‘’Confírmame la invitación, por favor. ’’ —Britney. ‘’Iré. ’’ Y así podrás ver que es capaz de hacer Abby Madison cuando quiere algo con todo su corazón.
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Capítulo 30
NO EXISTE UN TU Y YO
Toco suavemente la fina tela de mi camisa, con las palmas de las manos, que están sudadas gracias a los nervios. Me miro fijamente al espejo, miro mi rostro, y cierro los ojos dejando salir una capa de aire de mis finos labios pintados de un color rojo fuerte. Dejo finalmente mis manos una a cada lado de mi cuerpo, y abro los ojos volviéndome a mirar, volviendo a mirar a la chica que está delante de mí, y no reconozco quien es. ¿En qué me he convertido? Nunca había luchado por una persona, tampoco había sentido esto nunca y creo que es por la razón por la que hago todas las cosas que estoy haciendo por él, pero aun así, no lo entiendo. No entiendo el punto de todo esto, ¿Dónde quiero llegar? No tendría que luchar por él, si él me amara lo suficiente para ver que no necesita a nadie más, solo a mí. No quiero luchar por una persona que ni siquiera sé si quiere continuar conmigo. No puedo decir como otras chicas, que tengo las suficientes hostias recibidas en el amor. Solo sé que en esta relación he sufrido más que en la que podrían haber sido cuatro seguidas, ¿pero qué sentido tiene todo cuando algo tiene que terminar? ¿Qué sentido tiene que cene con la chica que quiere destruir mi vida? Quito una mancha de rímel que se ha corrido por mi mejilla, por culpa de una lágrima rebelde. Me he prometido no llorar más por él, y aunque lo ame con mi vida entera, no puedo fallar a esa promesa. Por qué ante todo, tengo que tener dos dedos de frente, y sé que si esto se acaba, mi mundo no acaba con esta relación. —Hola —digo entrando en el restaurante—. Britney Hill ha hecho una reserva para dos. —Oh, sí. La señorita Hill aún no ha llegado, pero sígueme y le mostraré su mesa — dice el joven mesero acompañándome hasta llegar a mi mesa. Me retira la silla y asiento con la cabeza en modo de agradecimiento. Él se retira con una postura muy recta, y me siento en la silla cruzando las piernas. Miro la hora en mi móvil, y marca las 8:10, había llegado diez minutos más tarde expresamente. Dejo salir un bufido de mis labios, y apoyo mi cabeza en mi mano. — ¿Señorita Madison? Cuando la voz no me es para nada familiar, me doy la vuelta por simple curiosidad. Un chico moreno, de ojos verdes con una arreglada vestimenta me mira de arriba abajo, contemplando mi cuerpo, lo que me incomoda. — ¿Nos conocemos? —pregunto educadamente. —Oh, no. Déjame presentarme —dice sonriendo—. Me llamo Henry Hill, soy el primo de Britney. Cuando pronuncia su nombre, no puedo hacer otra cosa que hacer una mueca. No se parecen en nada, este chico es muy guapo, y por lo menos, tiene una educación que le falta a su querida prima, quien goza de impuntual. pàg. 151
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—No entiendo, ¿Qué hace aquí? ¿Y ella? —pregunto poniéndome de pie. —Tranquila, nena —dice levantando las dos manos—. Ella no ha podido venir y me ha pedido si puedo acompañarte en esta cena. ¿Cómo que no ha podido venir? ¿A qué viene eso? ¡La que no debería haber venido soy yo! Espera, ¿me ha llamado nena? Me acerco lentamente a él y me quedo a escasos centímetros de su rostro. —No me vuelvas a llamar nena —le espetó. Cojo el bolso, y me voy enfadada hacia la puerta, pero su mano en mi muñeca, hace que me gire de golpe y que quede otra vez a escasos centímetros de su rostro. Trago saliva duramente, y agacho la cabeza, para separarme de él. —Tú y yo tenemos una cena pendiente, así que por favor, señorita Madison, pon el culo en esa silla. ¿Educación? Perdón, quería decir estúpido como su prima. Todos de la misma sangre. Dejo salir un gruñido de frustración de mis labios. —Que te quede clara una cosa, ¿vale? No existe un tu y yo, y mucho menos una cena pendiente, así que ya puedes ir buscándote a otra. ¡Había quedado aquí con tu prima, no puedes aparecer tu así por la cara y decirme todo esto! Sube las manos en señal de rendición, y deja salir un suspiro, y acto seguido se pasa la mano por el pelo, alborotándolo. —Lo siento, había quedado con alguien y he tenido que cancerarlo para hacerle este favor a Britney. Cruzo los brazos, y dejo salir un suspiro en modo de alivio, espero que no sea tan mal chico como ha mostrado ser unos segundos antes, porque si no me arrepentiré toda mi larga vida. Me vuelvo a sentar en la silla, y espero a que él también lo haga para dedicarme una sonrisa, y mostrar otra de mi parte. Cogemos una carta cada uno, él pide tortellini de carne y yo espaguetis a la boloñesa. —Y bueno, ¿a qué te dedicas? —pregunta él cuando acaba de beber un sorbo de su copa. Me limpio los labios con una servilleta y la dejo encima de la mesa cruzando las manos. —Ahora estoy haciendo una carrera de literatura. —Vaya, ¿escritora? Hago una mueca y le muestro una sonrisa—. Aún está por ver. Y tú, ¿Qué es lo que escondes detrás de ese traje? Él se ríe por lo que he dicho, y yo me río con él, ¡no quería que se interpretara de esa manera! Le tiro la servilleta en la cara, y cuando paramos de reír, me mira y deja salir una sonrisa dulce de sus labios, saliéndole dos hoyuelos en las mejillas. —Tengo una empresa de Markenting. —Wow, eso está muy bien. ¿Cuántos años tienes?
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Él sube una ceja en modo de respuesta y lo observo por un momento que parece eterno. —25 —digo poniéndome un dedo en el labio, pensando. Él vuelve a subir la ceja y abro los ojos—. ¡No, no! 27. O 26. —Vaya, gracias supongo, pero no. No soy tan viejo, tan solo tengo 21. ¿Cómo? Toso cuando noto que me atraganto con un espagueti, y él se levanta para dar palmadas a mi espalda. Él me da agua, y la acepto para volver a respirar normal. Le agradezco con una sonrisa, cuando se sienta de nuevo delante de mí. Cuando acabamos el helado que hemos pedido para los dos, observo que son las 10 pasadas, y cuando decido irme, me acompaña hasta el coche. —Gracias por la cena, ha estado agradable —dice abriendo la puerta de mi coche. —Sí, ha estado sorprendentemente bien. Me despido de él y subo al coche totalmente exhausta por la noche que acabo de pasar. Conduzco tranquilamente hasta llegar a casa, encajo la llave en la cerradura y doy una vuelta hasta que se abre. Cuando entro, cierro la puerta con el pie, y al levantar la vista mi peor pesadilla se está haciendo realidad. Mi corazón se rompe, ¿se puede romper un corazón? No, pero sí que puede doler, y tanto yo como mi corazón, que se lo entregué a él, estamos dolidos. — ¿Por qué? ¡¿Por qué intentas destruir todo por lo que he luchado?! —grito a Britney mientras me acerco a ella—. ¿Quién te ha dado permiso para entrar así en mi vida y destrozarla? ¿¡Quién?! Jake se pone enfrente mío, para que no pueda llegar a Britney y hacerle todas las cosas que están pasando ahora mismo por mi cabeza. Lo miro a él, con la mirada rota, y el alma hecha pedazos. ¿Me estoy rindiendo? ¿Eso es lo que se siente cuando lo tiras todo por la borda? Lo miro a los ojos, y duele, duele hasta en lo más profundo, de esa alma rota, porque no quiero renunciar al único chico que he amado. —Me ha dicho Britney que has rechazado su invitación, ¿Por qué lo has hecho, Abby? Pensé que podía confiar en ti y que le ibas a dar una oportunidad, pensé…de verdad pensé que lo harías porque me querías. — ¡Pues no! No solo lo he hecho por eso, lo he hecho porque te amo, Jake. ¡Y la que ha estado esperándola ahí he sido yo, no ella! —Cariño, no pasa nada si no has ido, solo pídele disculpas. Me quedo mirando a Jake completamente aturdida, ¿disculpas por haberme dejado plantada ella? Miro a Britney, sin rencor, sin enfado, solo cansada de este juego sin fin, y que ella está dispuesta a ganar jugando sucio. —No puedes obligar a alguien a amarte —desvío la mirada hacia Jake—. No puedes. — ¿Qué quieres decir, Abby? —pregunta él cogiéndome las manos. —Nunca había conocido una persona como Britney, capaz de destruir la vida de una persona para sentirse mejor con la suya, pero, ¡felicidades! —me quito las lágrimas con el puño—. Has ganado, me he cansado de luchar por alguien que ni siquiera me conoce lo suficiente para saber que lo he hecho. He ido a ahí, y tu querida amiga ha enviado a su primo para cenar conmigo. pàg. 153
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— ¿Cómo? —pregunta Jake confuso. —Jake, yo…pensé que se entenderían. — ¿Querías que otro hombre me quitase a mi chica? —dice elevando una ceja. Me coge de la cintura y me atrae hacia él, y por un momento vuelvo a respirar normal, vuelvo a recordar los buenos momentos a su lado, y vuelvo a sentirme segura a su lado. Me vuelvo a sentir amada. —No, no era lo que pretendía, quería que Abby…que tu vieras que ella no es de fiar, Jake —dice acercándose a él—. Yo te amo. — ¡No! Tú no me amas, Britney, alguien que ama, deja ir. Tú no, tú querías destruir mi felicidad —deja ir un suspiro y gira para mirarme—. Lo siento, pero no la cambiaré por nada ni por nadie en el mundo, es lo que más quiero, y no la dejaré ir. Una sonrisa sale sin querer de mis labios, y escucho como la puerta de la entrada se cierra, después de salir finalmente ella de nuestras vidas. Me gira para quedar frente a frente, y me rodea la cintura con sus brazos, atrayéndome hacia él, y envuelvo su cuello con mis brazos, para acercarme a él, lágrimas empeñadas en salir, salen sin hacer ruido, sin dolor, significantes lágrimas de felicidad salen corriendo por mis mejillas, mientras beso los delicados labios del hombre que me ha dado lo que ningún otro hombre ha sabido darme; el creer que hay algo más en la palabra amor, que hay muchísimo más que lo que unas palabras puedan describir. Sin separarse del todo, me seca las lágrimas con el dedo pulgar, suavemente, y quiero parar este momento y vivir en este instante para siempre. —Te amo —susurra cerca de mis labios—. Siempre lo haré. Dejo escapar una pequeña risa des del fondo de mi garganta, y me levanta quedando a unos centímetros del suelo. Entierro mi cabeza en su cuello, e inspiro el olor que tanto había echado de menos estos días. Él hace lo mismo, y me hace cosquillas con su nariz. Me hace enrollar mis piernas en su cadera, y le cojo la cara con mis dos manos, para que me mire a los ojos. —Luchar por lo que tenemos vale la pena, nadie podrá con esto, ¿me oyes? Sabes que nunca pensé llegar a creer en el amor, pero creo en ti, y en el amor que producimos juntos, y con eso tenemos suficiente. No quiero a nadie más, lo quiero todo contigo. Después de decir eso, me aprieta más hacia él, y subiendo unos centímetros hacia arriba, bajo la cabeza para besar sus deseables labios, los únicos labios que me quitan el aliento. Nos separamos lentamente, y cuando nos miramos, algo sucede, mi barriga se encoge y siento un cosquilleo en los dedos, ¿puedes enamorarte cada día de la misma persona?
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Capítulo 31
SEGUNDAS OPORTUNIDADES
Abro los ojos, y una sonrisa aparece en mi rostro involuntariamente, vuelvo a cerrarlos y me pongo boca abajo, el brazo de Jake me rodea y me atrae hacia él. Apoyo mi barbilla encima su pecho, y lo miro directamente a esos ojos que me ayudan día tras día a seguir luchando por mis sueños. Me mira dulcemente, no como todas esas veces, si no diferente, como si me adorase con la mirada y me amara para toda la vida. Como para guardarse el recuerdo de este momento en su cabeza, como si no quisiéramos olvidarnos de esto nunca. Su mano hace contacto con mi mejilla, y la apoyo en ella, cerrando los ojos, y recordando su suave tacto de anoche. Toca mi cuerpo, como hacía días que no tocaba, deseándolo y con ansias de unirnos finalmente en una sola persona. Me roza la cadera con un dedo, y hace un recorrido por toda la espalda, poniéndome la piel de gallina, como si él solo con su presencia no lo consiguiera. Me coge de la cintura, para ponerme debajo de él, y acostarse lentamente a mis labios, que lo llaman a gritos desde que he abierto los ojos y he notado como me contemplaba durmiendo. Mientras me contemplaba soñando con él. Se sienta en la cama, haciéndome sentarme encima de él. Coloca su mano detrás de mi cabeza, y me guía hacia atrás, con sumo cuidado, y delicadeza, se me eriza la piel, cuando noto el contacto de sus labios rozando mi barriga, y dando un pequeños recorrido de besos mientras me va subiendo, acaba devorándome los labios, con fuerza y adoración, y este es nuestro paraíso, para reconciliarnos, y recordarnos cuanto nos queremos.
—Eres tan bonita, cariño… Me sonrojo, y me pongo las manos en la cara, tapándola, mientras una sonrisa traviesa se esconde detrás de esas manos. —Cállate, bobo. —Es verdad. Mírame —y lo hago—. Te escogería una y otra vez. Me sienta encima de la isla de la cocina, y lo cojo del cuello para acercarlo a mí y besarlo con ganas, y con deseo. Cuando me separo, huelo a quemado, y le doy un empujón, para saltar de la encimera. — ¡Se están quemando las tortitas! —chillo. —Mierda. Va corriendo hacia los fogones, y aparta a la velocidad de la luz, la sartén con las tortitas negras del fuego. Me río por como se ve ahora mismo, y él tampoco puede pàg. 155
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reprimirse, ya que tira la sartén al fregadero, y echa agua fría, segundos más tarde, viene corriendo hacia mí, y me coge de la cintura, subiendo a sus brazos, y rodearle la cadera con mis piernas, quedando unos centímetros más alta que él. —Eres una distracción. —Pero una buena. —En eso no te pienso llevar la contraria —se le escapa una sonrisa, que me dan ganas de besarla, y eso hago, besar su más maravillosa sonrisa. Mi móvil empieza a sonar, así que Jake me deja en el suelo, y corro hacia nuestra habitación para cogerlo. —Enana. — ¡Papá! —saludo alegre—. ¿Ha pasado algo? —Tenemos que vernos, ¿puedo pasarme por vuestra casa en 15 minutos? Me quedo mirando la cama desecha que hemos dejado Jake y yo minutos antes, y me siento en ella, mordiéndome las uñas. —Claro, estaremos aquí. Colgamos y me quito la camisa de Jake para vestirme con unos pitillos negros, con una camisa de botones blanca, y recogerme el pelo en un moño alto. Bajo corriendo las escaleras, y encuentro a Jake haciendo de nuevo las tortitas, las cuales esta vez no han acabado chamuscadas.
—Han pasado más de 15 minutos, ¿no crees que le ha pasado algo? —le pregunto a Jake mordiéndome las uñas. Él me quita suavemente el dedo la boca, y me besa la mano dulcemente. Me pasa un brazo alrededor de mis hombros, y me acerca a él, para ponerme la otra mano en mi pierna. —Tranquila —susurra dejándome un beso en el pelo—. Estará al llegar. — ¿Pero que será eso que tenga que decirme? ¡No entiendo nada! —Y menos que entenderás si te pones así de histérica, cálmate por favor, nena. Me separo de él unos centímetros, y me lo quedo mirando fijamente a los ojos. — ¿Me has llamado histérica? Jake se rasca el cuello, y me hace una mueca con la boca. Cuanto la está a punto de abrir, suena el timbre. — ¡Salvado por la campana! O mejor dicho, por el suegro —dice él saltando del sofá para ir a abrir la puerta de la entrada. Una sonrisa aparece en mi rostro, y niego con la cabeza, poniéndome de pie, cuando escucho los balbuceos de ellos dos hablando en la entrada, así que me acerco, y cuando mi padre me mira, se pone nervioso, o incluso más de lo que estaba antes. ¿Qué habrá pasado? pàg. 156
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—Hola, papá. Pasa. Jake se pone en un lado, para dejar pasar a mi padre, y viene directamente a mí, a darme un abrazo, que acepto gustosa, ya que yo también me encuentro nerviosa. Pasamos los tres al salón, y nos sentamos en el sofá, mientras observo a mi padre mirarse las manos. Nadie dice nada, y el estómago me duele de aguantar tantos nervios, no entiendo nada. Cuando pasan unos cuantos segundos en los que los tres nos miramos sin decir nada, salto del sofá para ponerme delante de ellos. — ¿Me puedes decir ya que pasa? —digo alterada. Jack levanta la mirada, y deja salir aire que tenía contenido, abre un poco su cazadora negra de piel, y saca una cajita de color negra de ella. Abro la boca, y mi mirada pasa de la cajita a él, así sucesivamente. Utiliza la caja, para jugar con ella, y se la queda mirando fijamente. —Verás, enana… —Wow —suelto—. Espera. Doy permiso a mis pulmones para que vuelven a respirar de nuevo, y acto seguido me vuelvo a acomodar en el sofá junto a él, y le cojo la caja que tiene entre las manos, que pasa a las mías. La abro, y un anillo plateado con un diamante no muy grande en el medio, se encuentra dentro. Lo saco de dentro, y veo que lleva una inscripción, que pone: Te quiero. — ¿De verdad la quieres, papá? —pregunto quitando la mirada del anillo, para mirarlo a él. Asiente y dejo otra vez el anillo dentro de la caja, para dejarla encima de la mesa. Y le cojo las manos a él, para que me mire a los ojos, mientras hablo. —Se merece que la quieras, se merece mucho más de lo que te puedas a llegar a imaginar, ella ha sido mi única familia en mucho tiempo, ¿sabes? Y no la quiero dejar sola, si la quieras, tienes que cuidarla cada día, y demostrarle que siempre estarás ahí para ella. Él deja salir una sonrisa de sus labios, y me abraza fuerte, dejando así, salir todos los nervios, para remplazarse con felicidad. —Enhorabuena, suegro —dice Jake dándole una palmada en la espalda mientras se levanta. —Capitán siempre para ti, Jake —pronuncia mi padre más serio de lo normal—. Y ten por seguro que si le haces algo a mi enana, te cortaré las pelotas. —Vale —dice subiendo las manos—. Ya estoy muy amenazado. Se ríen, y se abrazan chocando las manos, y cuando se separan, me pongo de pie para volver abrazar a mi padre, quien se encuentra sumamente feliz. Y yo también lo estoy, después de años deseándolo. —Ven cuando quieras, Jack —dice Jake abriendo la puerta de la entrada después de un buen rato hablando con mi padre en el salón—. Esta casa es tu casa. —Gracias, chaval —dice abrazándolo—. Cuídamela mientras esté fuera.
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Jake asiente con la cabeza y me rodea con el brazo atrayéndome hacia él, para darme un beso en la cabeza. —Siempre lo hago, Capitán. —Espera —digo separándome de Jake—. ¿Cómo que te vas? ¿Otra vez? Mi padre mira a Jake haciendo una mueca, y Jake levanta los hombros como respuesta. Mi padre coloca las dos manos encima de mis hombros, y no me puedo imaginar tan pequeña como ahora. —Tengo que volver a Washington a acabar una cosa, pero volveré la semana que viene. Reprimo una mueca con la boca, y giro la mirada para otro lugar, para ocultar mi desagrado. —Vale —asiento—. Pero llámame tanto como puedas, no me hagas lo de la última vez, por favor. —Claro, cariño —me acerca a él y me da un abrazo, con un delicado beso en el pelo—. Te quiero. —Y yo, papá. Me separo de él, y me lo quedo mirando mientras se aleja de casa, cuando Jake me vuelve a atraer hacia él, lo miro y me vuelve a besar la cabeza. —No te preocupes, sabe cuidarse —me susurra. Pero no puedo evitar preocuparme por él.
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Capítulo 32
NO PUEDO PERDERTE
— ¿Cómo va mi embrazada favorita? —chillo por el teléfono. —De aquí unos días tengo que salir de cuentas, y me siento muy gorda, cariño —dice Kate con voz cansada—. Nunca te quedes embrazada. Me pongo a reír por su actitud y dejo salir un suspiro. ¿Un hijo? Vale que Jake tenga 28 años, pero yo tengo 19, y no me veo preparada aún para ser mamá. —Tranquila, todo saldrá bien, ya verás. —Eso espero. Oye, quiero hacer una fiesta mañana para Jane, solo de mujeres. ¿Qué te parece si vienes? —Oh —digo caminando hacia la cocina donde tenemos el calendario de nuestros planes semanales—. Claro, iré encantada. — ¡Perfecto! Nos lo pasaremos bien —puedo notar a través del teléfono como sonríe—. Bueno, nena, te dejo que Jane tiene hambre, y yo también. Hablamos mañana, ¿vale? Cuídate, cielo. —Tú también, Kate. Hasta mañana. Cuelgo y dejo el teléfono fijo en la isla de la cocina, para coger un bolígrafo y escribir en el calendario: fiesta Kate. Noto dos brazos fuertes rodeándome la cintura, y apoyo la cabeza en su pecho. Me besa en el cuello, y se queda mirando el calendario. — ¿Irás? Asiento, y me separo para acabar de hacer la comida, mientras él se sienta encima de la encimera. Lo miro, y me sonríe. —Pues yo si no trabajo, quedaré con Matt, que necesita ayuda para comprarle algo a Marly. —De acuerdo —digo aceptando con la cabeza—, recuerda que le gusta mucho el rojo, y que muere por unos zapatos de tacón de ese mismo color. Se pone a reír, y me vuelve abrazar desde atrás. Y esa sensación me encanta, sentir que hemos avanzado lo suficiente para mandar todo a la mierda por tal de estar juntos, por tal de permanecer unidos. —Voy a poner la mesa —dice caminando para abrir el armario donde se encuentran los vasos.
—Marly, que tienes que venir conmigo, maldita sea —le digo levantándome de la cama para vestirme. — ¡Me quiero quedar con Matt! —y se cruza de brazos. pàg. 159
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—Dios, eres tan insoportable. Exasperada por el ridículo comportamiento de mi mejor amiga, quien se niega a acompañarme a la fiesta de Kate, me dirijo al armario, y cojo un vestido negro, de manga larga y escote en la espalda. Me queda unos centímetros por encima de la rodilla, y me pongo unos medias negras con unos zapatos cerrados de tacón del mismo color. Marly me mira dudando con la mirada, y se pone de pie, para recogerme el pelo con una trenza de lado. Y finalmente, me sonríe. —Si me dejas uno de tus vestidos, te acompaño. —Coge el que quieras. Mi armario es tu armario, nena —le digo guiñándole un ojo. Voy a maquillarme, y una vez listas, bajamos al salón donde se encuentran Matt y Jake viendo unas carreras de coches. Y parecen lo bastante motivados, para ni enterarse de nuestra llegada. — ¿Pero qué haces, imbécil? —chilla Matt—. Que está a pocos metros de ti, ¡Aprieta el gas! Marly imita el sonido de toser, y los dos se dan la vuelta, y cuando nos miran, se quedan bastante pillados. Matt se acerca a Marly, y la coge de la cintura mientras le da un beso. — ¿Y si te ve alguien y se enamora de ti? —pregunta Jake con una mueca. Ellos dos se ponen a reír, y me uno a su risa mientras me acerco a Jake, quien me coge de la cintura, y yo le rodeo el cuello con los brazos. —Pues no importará, porque yo ya estoy enamorada de alguien que está enamorado de mí. Me besa delicadamente en los labios, y le sigo el beso por unos segundos, hasta que vemos que se hace tarde y nos tenemos que ir ya. Nos despedimos de ellos, y me subo de copiloto en el escarabajo de Marly. Habíamos decidido ir con el de ella, así después la sorpresa de Matt se hace más cómoda. Cuando llegamos, ya han empezado, y Kate me recibe con un inesperado abrazo. —Pasad chicas, ya estamos todas. Saludamos a las otras amigas de Kate y nos sentamos en el sofá cuando nos sirven un café. — ¿Y Anne? ¿No ha podido venir? —pregunta Kate cuando se sienta ella también. Marly me mira, y yo la miro a ella haciendo una mueca. Kate entiende la señal, y no dice nada más al respeto, lo que se lo agradecemos las dos. Empezamos con unos juegos muy graciosos, y así vamos pasando el rato, hasta que todas decidimos darle los regalos ya. Los regalos son bonitos, y tiernos, una chica llamada Helen le ha regalado un pastel hecho de pañales y le ha quedado muy bien, mientras que otra chica, Julie, le ha regalado muchísima ropa. Cuando llega el turno de Marly se pone nerviosa, no sabe si le gustara el regalo. Se lo da, y cuando Kate lo desenvuelve, se pone la mano en la boca. —Lo hicimos Anne y yo un día, representa la familia —dice Marly con una sonrisa. Se basa en un cuadro que han pintado entre las dos, a Marly se le da bien dibujar por la arquitectura, y a Anne…ella simplemente tiene el arte en las venas. Me levanto, y le pàg. 160
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doy una pequeña caja a Kate. Es un chupete con una inscripción delante; te quiere, Abby. —Es muy bonito, gracias a las dos —dice levantándose y abrazándonos. Todo el mundo se está hiendo ya, y nosotras dos nos quedamos ayudando a recoger un poco a Kate, quien parece muy cansada. La hacemos sentar otra vez en el sofá, y le damos un vaso de zumo de naranja. — ¿Estás preparada? —le pregunto. —A veces pienso que no —dice mirándose la barriga—. Pero luego noto el latido de su corazón y entiendo que toda mujer ha nacido para ser mamá y amar a sus hijos. Y yo la quiero. La abrazo, y nos despedimos cuando Jake me envía un mensaje. Ya estamos esperando a fuera. Y cuando salimos, Marly va disparada hacia Matt, quien se cuelga a él como si fuera un mono, y le empieza a dar besitos, y me río por la tierna imagen. Yo en cambio cojo a Jake de la cintura, y él deposita sus dos manos en mis mejillas, para darme la bienvenida a sus labios. — ¡Tú lo sabías! —me señala la víctima—. ¿Y dónde vamos? —Primero al cine, y luego a cenar, ¿no? Todos asienten, así que nos subimos en los coches. Y nos dirigimos al centro comercial, donde aparcan y salimos minutos más tarde. Nos decidimos por una película de comedia, y cuando estamos comprando las entradas escucho como Marly está chillando. Me doy la vuelta encontrándome a una Anne cabreadísima. Voy corriendo hacia ellas dos, y cojo a una de cada brazo, para llevármelas a los lavabos del mismo cine. — ¿Qué os pasa? — ¿Enserio lo preguntas? —pregunta Anne mirándome fijamente con los brazos cruzados. —No me contestes con otra pregunta, Lucas, es de mala educación. Se apoya dónde está el lavamanos, y deja ir los brazos al lado del cuerpo. —Pensé que nunca me haríais esto, ¿quedar en parejitas? Relajo los hombros, y me acerco a ella, quien está a punto de explotar, y sacar las lágrimas que seguramente ha estado reprimiendo todo este tiempo. Cuando le toco el brazo, me aparta la mano, y en ese instante es como una desconocida para mí, nunca me había tratado así. —Y lo encuentro más fuerte viniendo de ti Abby, porque ella ya me ha hecho daño, pero tú no. Estás quedando con ellos, maldita sea. —Anne creo que estás exage— — ¡No! —dice cortándome y rompiéndose al mismo tiempo—. Imagina que te lo hacemos a ti con Jake, ¿no te dolería?
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—Yo…si, pero bue— —Pues es como me siento yo —dice quitándose las lágrimas de las mejillas—. Si no tiene ni el cuerpo de pedirme disculpas, quizá tendríamos que cortar por lo sano con esta amistad. En una amistad tiene que haber confianza, y yo no confío en ninguna de las dos. Marly y yo nos miramos, y tragamos saliva duramente, cuando vemos que tiene razón, pero por haber hecho alargar tanto este momento, la hemos perdido. Marly se acerca a Anne, y sin tocarla, hace que la mire a los ojos. —Espero que te vaya mejor con Queen, y que te brinde ella esa confianza que no te hemos sabido dar —acto seguido se acerca a la puerta, y se da la vuelta un segundo—. Lo siento de verdad. Abre la puerta, y después sale ella, cerrándose la puerta segundos después, haciendo que cierre los ojos y eche la cabeza hacia atrás, cuando vuelvo abrir los ojos, Anne viene a abrazarme. Apoya la cabeza en mi hombro, mientras de desahoga soltando todas sus lágrimas, y yo también apoyo mi cabeza en su hombro. Como había sido siempre, hombro con hombro. —No puedo perderte —susurro. —Yo tampoco a vosotras, pero dadme tiempo, por favor. —El que necesites, pero prométeme que volverás con nosotras —le digo quitándole las lágrimas de las mejillas. Ella me mira, y no sabe que decirme, así que hacemos algo que vale más que mil palabras, nos abrazamos hasta que nuestra amistad vuelva a unirse de nuevo.
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Capítulo 33
¡ES MI PADRE!
— ¡Gira ya a la derecha, que llegamos tarde! —le chillo a Jake totalmente histérica. Y si, lo admito, estoy sonando histérica, pero solo yo lo puedo decir. Jake me hace caso, y con un volantazo, gira a la derecha, provocando que me vaya hacia la izquierda y que él me aguante con el otro brazo. —Pero maldita sea, Jake, ¡ten cuidado! —Me lo has dicho tarde, joder —me contesta de la misma forma, pero le añade un tono de irritación bastante palpable. En cuanto aparca delante del hospital, salimos los dos corriendo hacia la recepción, donde vemos al hermano de Kate, Brad, que viene hacia nosotros nervioso. Me da un corto abrazo, y con Jake se chocan las manos con confianza. — ¿Cómo está? ¿Se ha puesto ya de parto? —pregunto cogiéndole las manos. —No, está aún con contracciones, las tiene cada cuatro minutos. Aún falta que dilate un poco más —me contesta él sabiendo del tema, ya que es doctor. Asiento rápidamente, y voy a saludar a Helen y a Julie, que se encuentran ahí sentadas, junto con la hermana de Rick, la cual no conocía, y me la presentan. —Ella es Abby, una íntima amiga de Kate —explica Brad—. Y Abby, ella es Rachel, la hermana de Rick. Nos damos un abrazo, y después nos volvemos a sentar en la sala de espera, donde no paro de mover la pierna por los niervos, y me intento morder las uñas, pero Jake me coge la mano, y me pone la otra encima de mi pierna para que deje de moverla, lo que me pone más nerviosa, y me levanto, caminando de un lado a otro. —Nena, cálmate —me susurra Jake abrazándome por detrás. Apoyo la cabeza en su pecho, y acaricio suavemente sus manos, que las tienes encima mi estómago. Y así pasan los minutos, y las horas, sin saber exactamente nada sobre Kate. —Voy a por un café, ¿alguien quiere uno? —Yo te acompaño —dice Brad. Jake lo mira de reojo, y yo le sonrío para tranquilizarlo, tiene que hacerlo, tampoco es que vaya a ligar con él, o él conmigo, es de locos. Empezamos a andar hacia la cafetería, y sin querer me roza su mano con la mía. —Disculpa. —No te preocupes —susurro sonriendo.
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Salimos con un café con leche cada uno, y me río por algo que ha dicho, pero de repente, mi mundo deja de girar, se para el tiempo, se me para el corazón. Todo ocurre en cámara lenta, o por lo menos en mi cabeza lo vivo así, con un desorden del tiempo. Se me cae el café al suelo, y mis manos van directas a mi boca, evitando un sollozo, que sale de lo más profundo de mi garganta. Noto las manos de Brad, tocarme, sin saber que pasa, sin poder responder a sus preguntas, ni siquiera poder mirarlo a los ojos. — ¡Papá! Voy gritando su nombre, hasta que alcanzo a verlo mejor. El tiempo vuelve a su lugar, y las lágrimas caen hacia abajo por la gravedad, haciéndome mojar las mejillas. En su pecho hay sangre, hay tanta sangre que la camisa blanca que lleva parece roja, y no del color que es, un corte en la mejilla izquierda, del cual raja muchísima sangre, me congela la mirada. — ¿Qué ha pasado? —susurro a los médicos, sin éxito de que me escuchen—. ¡Decídmelo maldita sea! ¡Es mi padre! Le cojo la mano, y se la agarro fuerte, como si así no pudiera irse de mi lado nunca jamás, mi otra mano se acerca lento y temblorosamente a su mejilla, la mantengo ahí, y me acerco a él. —Te pondrás bien, sé que lo harás. Confío en ti, papá —las lágrimas no quieren parar de salir, y cierro los ojos fuertemente cuando noto los fuertes brazos de Jake cogerme de la cintura. —Cariño, para por favor. Nunca, exceptuando ahora, lo había oído con la voz tan rota, choco mi espalda con su pecho y agacho la cabeza totalmente derrotada. Mi padre está mal, y yo no puedo hacer nada para cambiar su situación, y eso me mata. —No iba a pasar nada, Jake, ¡me dijiste que todo estaría bien! —me giro para mirarlo enfadada a los ojos—. ¡Él me dijo que volvería la semana que viene! ¡Ósea, mañana! —Tranquila, Abby, no sé qué ha podido ocurrir, voy a llamar a la central y luego a tu madre. Tranquilízate, ¿de acuerdo? Los médicos harán su trabajo —se aleja con el móvil en la mano. Mi madre. No quiero que sienta lo que sentí yo el día que dispararon a Jake, no quiero que le duela tanto, que tenga la idea que irse con él. ¡No quiero perderlos a los dos! Brad se acerca a mí, y me estrecha entre sus brazos fuertemente, como si estrechándome se fuera todo el dolor, como si se escapara por la presión que está haciendo. —No sé qué ha podido pasar…él, él estaba bien, Brad —le digo con la voz rota. —Mírame —primero dudo, pero luego miro esos ojos verdes que son iguales que los de Kate, y me dan confianza y seguridad, como los de ella—. Es una herida de bala en el pecho, tardarán unas 2 horas en sacarla, desinfectar la herida, coserla, y hacer lo de la mejilla. 2 horas, y tu padre estará contigo. Cierro los ojos dejando salir un suspiro, y le abrazo fuertemente agradeciendo su apoyo, que ahora está siendo fundamental para mí. Mi madre aparece de golpe corriendo después de unos eternos 15 minutos solo con los abrazos de Brad, sin saber nada de Jake. pàg. 164
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—Oh, mamá —me rompo de nuevo en su hombro. —Cariño, ¿qué ha pasado? —me coge de la cara con las dos manos, y me limpia las lágrimas que caen ferozmente por ella. —Han disparado a papá —mis ojos vuelven a estrecharse, por las lágrimas, y miro hacia otro lugar para evadirlas. —Papá es fuerte, lo sabes. Lo sabes —me vuelve a coger entre sus brazos, y se agradece, nada como los brazos de una madre para mecerte y darte ánimos. La cojo del brazo para llevarla hacia una silla y la hago sentar, para sentarme a su lado, y sacar la caja donde se encontraba su anillo. Se lo dejó en casa, y lo llevaba conmigo desde entonces. —Mamá…él, esto…—la voz se me rompe de nuevo, y ella me coge las manos para coger la cajita negra. — ¿Me iba a pedir matrimonio? —dice abriendo la caja y llevándose su mano en la boca, totalmente sorprendida. Asiento, y ella me coge con su brazo derecho del hombro para atraerme a su cuerpo, y llorar en mi hombro. Me besa el pelo, y me separo de ella, para esta vez, limpiarle yo las débiles lágrimas que caen de sus ojos de gata. —Es fuerte —le digo mirándola—. Lo hará por nosotras. Ésta vez asiente ella, y nos volvemos a fundir en un abrazo que tarda más minutos en deshacerse, ya que las dos lo necesitábamos, pero unos fuertes brazos me separan de mi madre para llevarme a otro rincón del hospital, sé desde un principio de quien se trata. — ¿Qué te pasa, Jake? —le digo apartando su agarre de mis brazos, ya que me empieza a doler. — ¿Qué rollo te traes con Brad, nena? —pregunta apretando los puños. Levanto la ceja en respuesta, y cruzo de brazos encima de mi barriga. ¿Enserio en este momento me vendrá con éstas? ¿Con mi padre en el hospital? ¡Esto ya es demasiado! Sus celos ya no son tiernos. — ¡Es solo un amigo, joder! —le escupo. —Ya, claro, he visto como os abrazabais como 15 minutos, ¿eso también lo haces con todos los amigos? —mientras habla suelta los brazos hacia arriba, y me lo quedo mirando boca abierta. —Pues no, claro que no, ¡pero necesitaba consuelo y tú no estabas! Asiente con la cabeza, y me mira a los ojos fijamente, sin apartar la mirada. —Pues que te siga consolando él. — ¡Jake, para! —le cojo del brazo cuando tiene la intención de irse—. No te vayas, joder, te necesito aquí. — ¿Para qué?
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Me lo quedo mirando sin poder creer lo que estoy escuchando, ¡cuando más lo necesito! ¡Y se piensa ir de mi lado! ¿Por qué me hace esto? Ya pasamos lo de Britney, ella se fue, nosotros volvimos. El mar estaba en calma, solo faltaba una tormenta para que volviera a revolucionarse. ¿Y si no podemos ser felices y ya? ¿Y si siempre tendremos problemas y nunca podremos estar juntos? Desvío la mirada cuando veo a Matt y Marly entrar por la puerta, y dirigirse hacia nosotros una vez nos localizan con la mirada. Antes de que se acerquen del todo, miro a Jake a los ojos y descruzo los brazos. —Si te vas, se acabó.
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Capítulo 34
INCONSCIENTE
Matt llega y la da una palmada a Jake en la espalda, el que está sin poder reaccionar gracias a las cinco palabras que acabo de soltar por mi bocaza. Marly me viene a abrazar, pero no puedo apartar la mirada de él, quien hace lo mismo. Los dos se dan cuenta, y se nos quedan mirando sin decir una palabra, totalmente sorprendidos. Jake cierra los ojos un momento, y tira la cabeza hacia atrás. —No me pienso ir. Inmediatamente, sin ni siquiera esperarlo, me echo a sus brazos desesperadamente, y él me envuelve sin pensárselo dos veces con sus brazos que me transmiten seguridad y cariño, me estrecha fuertemente, y me da un beso en pelo. Solo espero que se quede en una crisis momentánea, estos minutos lo he pasado realmente mal en solo pensar que lo podía perder como por tercera vez. — ¿Cómo está tu padre, cielo? —pregunta Marly. —No me han— — ¡Abby! Me giro rápidamente al escuchar la voz de quien me ha interrumpido. Voy corriendo hacia ella, y la abrazo tan fuerte como puedo. Las amigas siempre estarán cuando tengas un mal momento, aunque ellas no quieran saber nada de ti, estarán para apoyarte y decirte que ellas nunca te dejarán, aunque luego lo hagan. —Anne —susurro—, ¿por qué has venido? —Por qué me necesitas. —Pensé que— ¿Por qué todo el mundo me corta hoy? ¡Yo también necesito hablar! —Cállate, y no pienses tanto que luego te duele la cabeza. Me sonríe, y vuelve a abrazarme entre sus brazos, sintiéndome pequeña de nuevo. Cuando se separa, mira detrás de mi espalda, y se la quita la sonrisa de golpe, los ha visto, y de seguro que no le ha sentado nada bien. Pero tiene que entender que esto no es una quedada de parejas, están aquí por la misma razón que ella, y espero de verdad que no se enfade. Camina unos pasos y saluda a Jake, quien se estaba rascando la nunca dada la incomodidad de la situación. Se da la vuelta y me mira a los ojos. — ¿Sabes algo de tu padre? —pregunta casi en un susurro, como si lo que preguntara fuera un delito para mis orejas. Niego con la cabeza y me vuelve a rodear con sus delgados brazos, que me llevan a un sitio más acogedor y caliente, donde me he pasado momentos tristes y alegres, dónde casi siempre, me había refugiado cuando algo salía mal, y ella siempre tenía un pàg. 167
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rincón para ayudarme a mí. Ahora me siento mal, es como si llevara un peso a mi espalda, después de ver a mi padre en esa camilla lleno de sangre, y que ahora Anne esté para mí, es como si la hubiera fallado a ella. —Siento todo lo que ha pasado, Anne. Te echo de menos —le susurro al oído. —Está bien, tranquila. Se aparta mientras me muestra una sonrisa, y se gira para saludar con la mano a Marly y a Matt, y acto seguido va a ver a mi madre, donde está sentada en una silla con la mirada perdida. Marly agacha la mirada, y sé que se siente mal, y que se siente responsable de separar al grupo. Pero no es todo culpa suya, y eso también lo sabe ella. Un rato más tarde, un doctor con aspecto cansado se acerca a nosotros, y se nos queda mirando. — ¿Son familia de Jack Madison? Todos dejamos salir un pequeño ‘’Sí’’ de nuestra boca, y nos acercamos más a él, para saber lo que ocurre con mi padre. El doctor asiente, y mira unas hojas que tiene en la mano, aparte de cansado, le detecto una mirada triste, y eso me reconcome por dentro, ¡necesito que hable ya! —Ahora se encuentra inconsciente, le hemos podido operar, y sacar la bala, y le hemos dado pastillas para el dolor. Se está recuperando, por ahora no puede entrar nadie en la habitación, hasta que se haya despertado —cuando acaba de mirar las hojas, nos mira a todos—. Deberías ir a dormir. Una vez dicho esto, se vuelve por donde ha venido, y me quedo mirando a mi madre, quien parece no estar aquí con nosotros, sino más bien a otro mundo, lejano y lleno de dolor. No me imagino tener una perdida ahora tan grande, como lo es él, mi padre, o como lo es ella. Me puedo imaginar cómo se siente, ya que yo me sentí igual el día que hospitalizaron a Jake. Me acerco a ella y la abrazo, dejando salir lágrimas silenciosas de mis ojos. Siento mi hombro mojado, y sé que ella está llorando al igual que yo. —Le diré que sí, Abby. Quiero casarme con él —susurra cerca de mi oreja—. Lo amo. Me aparto sonriendo, y con las mejillas mojadas. Esta vez la abrazo más fuerte, dando a entender mi alegría. Siempre me había imaginado estar juntos, y ahora, si todo salía bien una vez por todas, podría hacerse realidad. —No sabes cuánto me alegro. Salimos todos juntos y nos dirigimos a nuestros coches. Me giro para ver a Anne, y nos despedimos con un largo abrazo, y acto seguido también se nos une Marly. Anne noto que se tensa en mis brazos, y nos separamos. Cuando ella se da media vuelta para subirse a su coche, Marly la coge de la muñeca y la hace girar. —Te echo de menos, Anne. Por lo menos piénsatelo —Marly pone cara de suplicar y se me llenan los ojos de lágrimas. —Nos vemos en la universidad —dice mirándome a mí. Marly se rinde y la deja ir. Entonces es cuando se incorpora y hace como si no le importara, pero sé que esto le está machando por dentro. Nunca ha llevado demasiado bien perder una amiga, no digamos una mejor amiga como lo es o era pàg. 168
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Anne. La abrazo y me despido de ella, y de Matt. Nos subimos al coche, y Jake me coge la mano suavemente. —Mañana será otro día, ya verás como todo mejorara. Te quiero. Me besa la mano, pero estoy tan perdida en mis pensamientos, que no me doy cuenta. Abby, hoy es la tercera vez que acabas casi con todo lo que has luchado. ¡Ponte las pilas de una maldita vez antes de que sea demasiado tarde! 7.45. Un zumbido llega de repente a mis oídos, y me levanto de golpe, como si me hubieran dado un puñetazo en todo el estómago al oír un mensaje de mi móvil. Lo cojo lentamente con los ojos medio cerrados y lo intento leer. ‘’Ya tenemos a Jane. Cuando quieras puedes pasarte a verla. Besos de parte de los tres. ’’ —Kate Kaufman. Me meto en la ducha y me dejo relajar por los chorros calientes de agua que me acarician la piel, como si lo hicieran mejor que Jake. Sonrío dulcemente al recordarlo dormido ligeramente con la boca abierta. Salgo más despejada, y me visto con unos pitillos negros, y una camisa de cuadros negros y rojos, me hago un moño mal hecho, y me pongo mis zapatillas blancas. Me acerco a Jake y lo acaricio suavemente la cara. —Cariño, voy a ver a Jane al hospital. Te quiero. Le doy un beso en la frente, y me separo de él, dirigiéndome escaleras abajo, donde me tomo algo rápido de desayunar, y cojo las llaves de mi coche para irme. Aparco de la mejor manera que puedo, y me dirijo hacia la habitación que me ha indicado la recepcionista, que a este paso, ya me conocerán. —Hola familia —susurro cuando abro la puerta para entrar. —Mira Jane, esta es tu tía Abby. Dile hola —pronuncia lentamente Kate, esperando que su hija la hubiera entendido. Jane le coge un dedo a Kate, y se queda mirando a su madre, conociendo todo lo que ha estado esperando desde hace 9 meses. Le acaricio la cara redondita, y me fijo en su nariz pequeña, y sus labios rozados de muñequita. Kate me la tiende para que la sostenga en brazos, y me siento extraña. Es tan frágil, que me da miedo. Pero una vez la tengo, un sentimiento increíble se apodera de mí, y sonrío de felicidad, donde dejo todo atrás por un momento y me concentro en esta pequeña cosa que tengo en los brazos, que sin quererlo, me llena de un modo especial, y sin esperarlo, me coge a mí también el dedo, y ese acto de ternura, me hace temblar. —Es tan bonita, Kate…se parece a ti. —Oh, Abby, ya llegara tu turno. Solo espero que tarde en llegar. Le sonrío y devuelvo a la pequeña a brazos de su madre. De pronto aparece Rick por la puerta, y cuando me sonríe, le devuelvo la sonrisa. — ¡Abby! Nos ha informado Brad de lo que ha ocurrido, ¿Cómo está tu padre? — pregunta Rick. —Oh, ahora le iré a ver, ayer nos dijeron que está inconsciente, pero está…mejor — digo con una mueca.
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—Seguro que se pondrá bien rápido, es muy fuerte —me dice Kate agarrándome la mano. Cuando me voy, ha pasado ya una hora, y no veo el momento de llegar a la habitación donde se encuentra mi padre. Cuando llego y abro la puerta, veo algo que me llega al corazón. Mi madre está cogiéndole la mano a mi padre, y le dice que si con una voz suave y llena de ternura. Mi padre le sonríe del mismo modo, y sin que ninguno de los dos se dé cuenta de que estoy presente, se besan. Aplaudo emocionada y voy hacia ellos, que tienen cara de sorpresa, y nos abrazamos los tres. — ¡No puedes hacernos esto más, papá! —digo separándome de golpe, recordando todo el dolor que pasamos ayer mi madre y yo—. Nos asustamos mucho. —Cariño, no os pienso dejar más solas. Es una promesa.
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Capítulo 35
MI VIDA ES UN HURACÁN
— ¡Que no me grites! — ¡Es que no me escuchas, te estoy diciendo cosas y tú te sientas en el sofá! Me mira, y se levanta de golpe. —Pues por eso, por qué dices muchas cosas, ¡y me pones nervioso! Pongo las manos apoyadas a mi cintura, y muevo un pie impaciente. Me lo quedo mirando, sin decir palabra, y veo como se tensa. —Deja de ser eso, Madison, no funciona conmigo. Dejo mi mirada fija en él, y cuando estoy a punto de darme por vencida, se da él, dejando ir los brazos hacia arriba. —Vale, vale. ¿Dónde coño esta la maldita tienda de las puñeteras flores? — ¡¿No puedes decírmelo sin que tantas palabrotas salgan de tu boca?! Se aleja hacia la puerta. —Si es que te tienes que quejar por todo…—dice cogiendo las llaves de su coche—. ¿Me vas a decir dónde está o me la invento yo? Le tiro una hoja echa una bola en la cara, pero él la coge al vuelo, se la mira, y guiñándome un ojo, se va por fin. Voy hacia la cocina, a meter el pastel de boda de mis padres, que me han traído hace un momento, en la nevera. Como tiene tres pisos, tengo que hacer sitio. Habían pasado solo tres semanas, pero habían decidido hacerlo ya, y como tienen una hija, ¿por qué molestarse en coger un encargado para que prepare todo? Pues no, me he tenido que encargar de hacerlo todo yo, en tres miserables semanas. Los invitados, el sitio de la ceremonia, el sitio para el banquete, el cual tenía que tener un escenario para poder bailar, el dj, la banda sonora, la comida, los anillos, acompañar a mi madre a buscar su vestido, por que como no, también hacia función de dama de honor. Se podría decir que hago de 2x1, así que me las he tenido que compaginar, para poder ir a la universidad, estudiar y preparar todo. Y con todo a contratiempo, me he puesto a chillar a Jake, que ahora que me doy cuenta, el pobre no se merecía eso. Hago una mueca, y subo a mi habitación, para coger la libreta donde esta apuntado todo y llamo al catering. —Catering Gale, ¿en qué podemos ayudar? —Hola, tengo un pedido al nombre de Abby Madison, ¿podrían cambiar la hora de entrega? —Sin ningún problema, ¿a qué hora os iría bien? —Al final será a las 3, se ha alargado la ceremonia. Siento las molestias. —No se preocupe, ya está anotado. ¿Algo más? —dice una chica, con voz simpática. pàg. 171
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—No, ya está. Muchas gracias. Cuelgo, y repaso que los invitados que asisten sean igual a las sillas que he encargado. Oigo un claxon, y bajo corriendo las escaleras, para abrir y encontrarme un Jake lleno de flores por todas partes, y echarme a reír ante aquel panorama. Voy ayudarle, y entre dos o tres viajes entramos todas las flores adentro, ya que les ha parecido bonito hacer la ceremonia, en el jardín de nuestra casa, y nosotros dos después de ver las sonrisas de emoción de mi madre, no le he hemos podido negar nada. Quedan 4 horas para que empiece, y 3 para que empiecen a llegar los invitados, y ni siquiera el jardín tiene una tercera parte de todo lo que hay que montar, y no estamos ni preparados. — ¿Puedes ir poniendo filas de sillas colocadas delante del arco? —Le digo suplicándole—. ¡Gracias! Eres el mejor novio del mundo, te lo recompensaré. Le doy un beso en los labios, dejándole todavía más sorprendido, y me voy corriendo arriba a ducharme. Una vez salgo, me seco el pelo alisándomelo y haciéndome un moño, me maquillo de forma que quede bien con el vestido rojo, y bajo al jardín con chándal. Jake ha hecho su trabajo, y si me lo permiten decir, estupendamente. Lo abrazo por detrás y le doy un beso en la espalda. —Gracias, Jake. Me acaricia la mano, y acto seguido nos ponemos a sacar las flores para ir decorando el jardín, les colocamos en cada silla que da al pasillo por donde tiene que pasar mi madre, y en el arco donde estarán ellos dos abajo dándose los votos. Guardo el ramo de flores de mi madre, y la flor que va en el bolsillo de la americana de mi padre en mi habitación, y cuando faltan 20 minutos para que lleguen los invitados, Jake y yo nos vestimos. Él va con un traje gris, y una camisa negra abajo, sin corbata. Y yo voy con un vestido dama de honor, rojo, estrecho hasta la cintura, y luego hace su recorrido con satén libremente hasta encima de las rodillas. Jake se acerca a mí, y por arte de magia saca una rosa roja, que me la pone en el pelo, le sonrío y le beso con dulzura. El primero en llegar es el fotógrafo, que se pone en un rincón del jardín. Los siguientes son familiares, y cuando abro la puerta y me encuentro con mi tío Robert, mi cara es un verdadero cómic. No estaba invitado, que recordara. Aunque quizá lo hayan invitado mis padres a última hora. —Hola, querida, estás preciosa —dice mostrándome su mano para que se la coja. Me da una vuelta—. No he recibido invitación, pero tu madre me dijo que estaba invitado. Asiento con una sonrisa, y le hago pasar hasta el jardín. Por el camino noto como va mirando la casa, y me entra un escalofrío. Lo hago sentar en una silla. Da unas palmadas en la silla de su lado. —Solo te quitaré 1 minuto. Me siento y me apoya una mano en el hombro. Me sonríe, y por una vez, noto que es de verdad, sin cosas raras detrás de su sonrisa. Y entonces me relajo, dándome cuenta que estaba tensa. —Solo quiero que sepas, que pase el que pase, nada es por tu culpa —dice haciendo una media sonrisa al ver que no entendía nada—. Eres buena chica, Abigail. — ¿Qué quie— — ¡Abby! Tu madre —grita Jake. pàg. 172
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Mi corazón deja de latir un momento, me quedo mirando a Robert, como si sus ojos no fueran reales. No entendía nada. Giro la cabeza hacia Jake que con la mano me dice que vaya con él. Cuando me levanto, Robert me coge de la muñeca. —Recuérdalo. Siempre —me dice perforándome con la mirada. Asiento torpemente con la cabeza, y voy a paso acelerado a dentro de la casa, donde veo a Jake nervioso, revoloteándose los pelos. Cuando me ve, me coge la mano y me lleva prácticamente a rastras por las escaleras. Me cojo a la barandilla de madera blanca, y me paro en seco, cogiéndome el pecho. — ¿S-se puede saber qué pa-pasa? —tartamudeó. Me coge con las manos la cara, y me la ahueca, mirándome con sus ojos reacios a mi mirada perdida hacia arriba, donde escucho a mi madre atacada de los nervios. Lo vuelvo a mirar y entiendo su mirada, se está poniendo nervioso. —Me encargo yo de esto, ves a distraer a los invitados. Habla con ellos. Me da un beso después de asentir, y se va corriendo hacia el jardín. Subo las escaleras que me faltan, y entro en la habitación de invitados. Mi madre está bellísima. Me pongo las manos en la boca, mis ojos se humedecen y mi labio empieza a temblar sin previo aviso. Ella en cuando me ve, deja de gritar a sus de dos amigas, y viene directa a mí. Sus ojos de gata, me recorren de arriba abajo y deja ir un chillido de satisfacción. — ¡Eres una dama de honor guapísima! —me estrecha entre sus brazos, y dejo salir aire del que estaba conteniendo. Cuando nos separamos, veo que va con unos pantalones pitillos tejanos y una camisa blanca por dentro, enarco una ceja. Falta media hora para la boda. Va con un peinado muy elegante, dos trenzas le salen de cada lado, hasta acabar en el medio, y hacer una rosa con piedrecitas. —Falta media hora mama, ¿y tú vestido? Agacha la cabeza—. ¿Sabes cuándo fuiste al concierto de Lady Gaga y olvidaste la entrada en casa? —dice ruborizándose—. Pues me ha pasado lo mismo, me he olvidado lo más importante. — ¡Mamá! —Lo sé, lo sé, les estaba diciendo que ahora mismo iba a recogerlo, pero no me dejan salir, y necesito tomar aire e irlo a buscarlo yo. Suerte que he retrasado el banquete, sabía que podía salir cualquier improvisto, como este. Le digo que si con la cabeza, y le chillo que no tarde mucho. Voy corriendo al jardín y con la mirada localizo a mi padre en un rincón del jardín hablando por teléfono. Dejo salir un gruñido de frustración y voy disparada hacia él. — ¿Qué crees que estás haciendo? —Me han llamado del trabajo —dice tapando el teléfono—. Solo será un segundo. — ¡Ah, no! —le quito el móvil de sus manos y cuelgo—. ¿Sabes lo que me ha costado montar todo? He estado tres semanas hiendo a la universidad mientras hacía notas en las libretas sobre la boda, estudiando, haciendo llamadas, enviando invitaciones, y
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arreglando cosas de últimos momentos. ¡Así que no cojas ni una llamada en el día de tu boda! ¿Me oyes, papá? Ni una. Y esto me lo quedo yo. Me guardo su móvil en la mano, y lo coloco con Jake. —Mamá ha tenido que ir un momento a casa a por una cosa. Así que atrasamos la boda media hora más. Papá resopla, y asiente con la cabeza. Jake y él se quedan entreteniendo los invitados mientras hablan con ellos y con el cura, mientras yo voy hacer los últimos arreglos para el banquete. Cojo la libreta y miro si todo está bien, la canción de ellos elegida, el dj vendrá a las 6 y los brindis están repartidos. Cuando estoy a punto de irme al jardín de nuevo, recibo una llamada de un número oculto, y pensando que es del catering o de algo de la boda, lo cojo. —Cariño…—solloza mi madre—. No te preocupes, estoy bien, ¿vale? —Tenemos a tu madre, si no estás en el lugar que te digamos en menos de 2 horas, la mataremos.
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Capítulo 36
SI LA MATAS, TE ENCONTRARÉ
Esas palabras resuenan en mi mente, revolucionándose, y cada vez con mayor velocidad. No la pueden tener a ella, ella no tiene nada que ver. Daría mi vida por la de mi madre, y yo no quiero que ella dé la suya por la mía. En cuanto noto que las lágrimas me pinchan en la parte trasera de mis ojos, me las seco y me vuelvo a incorporar. — ¿Dónde tengo que ir? —pregunto intentando no mostrarme débil. —Buena chica —dice une voz gruesa a través del teléfono—. Detrás del Madison Square Garden en máximo 2 horas. Nada de juegos con la policía, si me entero, la mato. ¿Lo entiendes? —Iré yo sola. Pero si las matas, te encontraré. Escucho el irritante ruido en señal de que ha colgado, y cuando despego el teléfono de mi oreja, apoyo la espalda en la mesa del comedor, e intento respirar profundamente. Subo las escaleras para entrar en la habitación. Cojo la pistola que tiene Jake en su mesita de noche, y me la pongo dentro del vestido, ocultándola como puedo. Dejo el móvil en la cama, y con las llaves del coche, bajo las escaleras y abro la puerta de la entrada. Camino hacia el coche, donde lo enciendo poniendo rumbo al Madison, tardo una hora en llegar ya que me he perdido por dos calles, y había un poco de tránsito. Ya son las 9 y media, y mi estómago tirita de los nervios. Salgo del coche, con la pistola dentro del vestido, y me dirijo a la parte trasera del estadio. Vida. Muerte. Dolor. Son las únicas tres palabras en las que puedo pensar ahora mismo, mi vida al igual que la de mi madre, prende de un hilo. ¿Cuántas veces he estado ya en peligro desde que conozco a Jake? Aun que él siempre me proteja, me siento en carne viva constantemente, como si pudieran atravesarme el pecho con una bala. Y de hecho, lo pueden hacer, ya que estoy en la mira de ellos. Mi vida ha dado un giro de 180 grados. Mi vida. Que irónico, ahora todo lo parece. Desde que me han hecho aquella llamada estoy temblando y llena de miedo, ¿Cuándo seré lo suficientemente valiente para enfrontarme en una situación como esta? ¿Lo estaré nunca o siempre me sentiré así de vulnerable? ¿Cómo lo hará Jake para convivir con esto? Antes de llegar, me aparto el pelo de mi cara con las manos temblorosas, me las cojo para que dejen de temblar, y en el mismo momento que toco la pistola de nuevo, me relajo un poco más, y me siento un poco más segura. Cuando la veo, con el rímel corrido por las mejillas, una cinta en su boca, y las manos atadas en la espalda, apoyada en la pared de rodillas, me debilito por completo de nuevo. Se me parte el alma en dos verla así por culpa mía, porque solo es mi culpa. ¿Por haber nacido? Puede ser, pero es solo mía. No deberían de haberla encontrado, todo estaba bien, ella estaba bien y ahora estaba todo del revés. La han cogido, para cogerme a mí. Ella solo era el anzuelo. En cuanto me ve, se echa a llorar todavía más negando con la cabeza, y yo con el corazón en un puño, e intentando no derramar
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lágrima alguna, me acerco a ella corriendo, pero antes de ni siquiera rozarla, me coge un hombre vestido de negro por la espalda y me echa hacia atrás. —Registradla —avisa el mismo que me había llamado. No. Cierro los ojos, viendo mi última oportunidad de escapar tirada por la borda. El hombre que tengo detrás, me coge la pistola, y se la da al que parece ser el jefe de los que hay aquí, pero sin embargo, no parece el de la mafia en general. Lo miro a él y lo desafío con la mirada. —Ya me tienes a mí, puedes soltarla a ella. ¿ES ESO LO QUE QUERIAS, NO? ¡PUES YA LO TIENES! Déjala ya —chillo llena de impotencia. Él deja salir una gran carcajada de su asquerosa boca y se acerca a mi madre para tocarle la mejilla lentamente con un dedo, lo que hace retorcerme de dolor, e intentar liberarme de los grandes brazos —que tienen la misma medida que mi cabeza—, del chico que tengo detrás. Pero no es posible, él me gana mil veces más en fuerza. Mi madre aparta la cara y me mira a los ojos con temor. El hombre que la toca, se gira y se acerca a mí para tenerme a centímetros de su rostro. —Pensé que eras más lista, cariño. No dejaremos ir a tu madre, podría ir a la policía, y nosotros no queremos eso. ¿Verdad, chicos? Todos asienten, y me entra un escalofrío por todo el cuerpo. ¿Qué harán con ella? Dos hombres la cogen y la llevan a rastras hasta a una furgoneta negra, donde la tiran en la parte trasera, como si fuera un montón de basura, y chillo de rabia interiormente. El hombre que tengo detrás, hace lo mismo conmigo, y cuando me levanto, siento dolor por todo el cuerpo gracias al maldito impacto con el metal de la furgoneta. Apoyo las manos en el suelo, pero con un inesperado movimiento de la furgoneta, que quiere decir que se ha puesto en marcha, me vuelvo a caer, aplastando de nuevo mi cara con el metal. — ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo? —pregunto levantándome y hiendo hacia ella. Niega con la cabeza, y en el instante, me recompongo, tanto mental como físicamente. Le quito la cinta de los labios, y de las muñecas, y me estrecha con sus brazos, calientes, suaves, los que me encantaban tocar mientras me acariciaba el pelo. Me separa un poco de ella, y me mira detenidamente el rostro, igual que hago yo con ella. Con mis dedos temblorosos, le quito todo rastro de rímel corrido por sus mejillas. —Tenemos que pensar algo para salir de aquí, mamá. Estos hombres me quieren matar —le susurro levantándome. Ella me imita, y se levanta algo asustada, mierda, no le tendría que haber dicho nada. La he preocupado incluso más, y ahora, en estos momentos, no puede estar asustada, tiene que tener la valentía suficiente para acarrear todo lo que viene. Me pongo delante de ella, y pongo mis manos encima de sus hombros. —No dejaré que me maten, ¿vale? Y Jake tampoco lo permitirá. Al mencionar a Jake, se me revuelve el estómago, ¿y si a mí me están a punto de matar y él está esperándome en el jardín sin saber nada? Me saco ese pensamiento de inmediato de mi mente. He sido una idiota, tendría que haberle dejado una nota o algo. Él no sabe nada, ni se lo podría pensar, no le he dicho nada, y puede pensar que me he ido a buscar a mi madre a ayudarla. Tiro la cabeza hacia atrás cerrando los ojos, impidiendo que se me escapen las lágrimas que están gritando salir. — ¿Qué pasa? — pregunta mi madre, ahora cogiéndome ella de los hombros. pàg. 176
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—Él ni siquiera sabe que he venido, mamá. Me muerdo la lengua, y me echo hacia atrás, para doblar mis rodillas y pegar mi espalda en la pared. No puedo acabar así con mi vida, o mejor dicho, no puedo permitir que otros acaben así con mi vida. ¡No he vivido una mierda! ¡Solo tengo 19 años! Necesito vivir más experiencias, más aventuras, más locuras… ¡Solo tengo que vivir! Mi madre se sienta a mi lado, y me pasa el brazo por mi cuello, para atraerme hacia ella y acariciarme el pelo. —Lo importante es que estamos juntas —susurra cerca de mi oreja. Le agradezco que me consuele como me consolaba cuando era pequeña y me había caído, o como cuando tenía pesadillas. Me agrada que solo ella lo sepa hacer de esta manera, es mi madre, y siempre ha velado por mí como yo lo he hecho por ella. Solo éramos nosotras dos, y nos cuidábamos mutuamente. —Estamos bien, papá. No necesitamos ayuda de nadie, vosotros me echasteis de casa al saber que estaba embrazada con tan solo 17 años, ¡así que no quiero que nos ayudéis ahora! —oigo a mamá gritar desde dentro de la habitación. Con 10 años, solo había visto al abuelo tres veces. Una vez a los 3 años, pero de esa vez no me acuerdo, ya que era muy pequeña. Otra vez con 7, y fue para navidad. Mamá quería probar de nuevo en tener una buena relación con ellos, y que pudieran estar conmigo, su nieta, pero la navidad acabó en tragedia y en una pelea aún más grande. Y la última vez fue el año pasado, cuando se murió la abuela, y tuvimos que ir a enterrarla. —No me trates como si aún tuviera 17 años, por qué ya no los tengo, y sé cuidar de mi hija yo sol —mamá vuelve a gritar. Me acerco a la puerta, y la abro un poco para observar a mamá sentada en su grande cama blanca llorando como yo lo hacía cuando me caía. Fui hacia ella corriendo y la abracé. —No llores, mamá. ¿Lloras por qué soy mala? Te prometo que me portaré mejor. Ella me coge y me hace sentar encima de sus piernas, para darme un abrazo muy fuerte, de esos que desde siempre me han encantado, y de esos que hueles su perfume, y lo puedas reconocer por la calle, por ser el de ella. —Estoy bien, cariño. Yo te cuido cuando tienes una pesadilla, y tú me haces feliz cada día —se separa para ponerme las dos manos en mi mejilla y mirarme a los ojos—. Te quiero, Abby. —Y yo a ti, mami.
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Capítulo 37
MUERTA
Silencio. Un sollozo. Todo oscuro. No veo ni siento nada, y eso me provoca un terrible dolor en el pecho. Cada vez respirar se hace más difícil, tanto a mi madre como a mí, nos duelen los músculos de intentar protegernos. La última vez que vi luz, tenía el vestido roto y lleno de mugre. Me levanto, y empiezo a golpear la puerta de hierro, dejándome los nudillos llenos de sangre. — ¡Abridnos maldita sea! —chillo con dolor de garganta. Llevamos un montón de tiempo metidas aquí dentro, y no nos han ni dicho ni echo nada desde entonces. De repente, alguien abre la puerta de golpe, y un hombre de unos 30 años, con barba nos queda mirando. Primero a mí y luego a mi madre. — ¿Queríais ir algún sitio, preciosas? Un escalofrío me recorre la espina dorsal. ¿Quién se cree para decidir nuestro destino? ¡Se cree un dios para poder matarnos! La rabia me da una sacudida, de repente me encuentro apretando el puño, y dándole con todas mis fuerzas en la barriga, pero cuando el chico ni siquiera deja ir una mueca de dolor, el miedo me golpea en la cara. — ¡Abby! —grita mi madre asustada al ver que retrocedo mientras el hombre camina con una sonrisa hacia mí. —Me gustan peleonas, seguro que a Jake no le molestara que me divierta un poco contigo antes de matarte. Al pronunciar a Jake, mi rodilla se anticipa y le da en todas sus partes íntimas, con lo que está vez, si se queda en el suelo dejando ir todo tipo de palabrotas por la boca. Levanto de golpe a mi madre del suelo, y la hago correr por el largo pasillo por el que hemos podido salir, me paro en seco cuando encuentro dos caminos, y cuando oigo pasos de la izquierda, la vuelvo a rastrar corriendo, lo que mis piernas me permiten ir de rápido hacia el camino de la derecha, cuando encuentro otro camino a mi derecha, me meto, y choco mi espalda en la pared, para escondernos. Miro a mi madre, que está temblando. —Me han quitado la pistola, tenemos que encontrar otra. Mi madre se queda sorprendida y me mira—. ¿Desde cuándo vas con una pistola, Abigail Madison? —Desde que descubrí que me querían matar. La vuelvo a coger de la mano, y entramos en un sitio, donde hay un hombre durmiendo en un sofá de color verde, destrozado y posiblemente recuperado de algún vertedero. Me giro para indicarle a mi madre que no podemos hacer ruido, y lo capta. Delante del sofá hay un escritorio, donde me dispongo abrir los cajones silenciosamente cuando encuentro un revolver magnum del calibre 48. pàg. 178
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— ¡Bien! —digo flojito. La desbloqueo, y miro cuantas balas le quedan. Cuatro. Me servirá. Mi madre viene corriendo hacia mí, con un móvil en su mano. Sus ojos recorren mi mano con la pistola, y me la vuelvo a guardar dentro del vestido, o de lo que queda de él. Le cojo el teléfono, y marco el número de Jake, que por suerte, me sé de memoria. Al primer tono me lo coge. — ¡Dime donde las tienes hijo de puta! —Jake, soy yo —digo con las lágrimas en los ojos—. No sé dónde estamos, hemos podido salir de— — ¡Se han escapado! Poned la alarma —oigo como chilla al que le he dado antes en sus partes íntimas. —Mierda…—susurro. Oigo pisadas por todos los sitios, entonces mi madre cierra la puerta sin hacer ruido, con el pestillo, y nos giramos al oír al hombre despertarse. Cuando abre los ojos, nos mira detenidamente y se sobresalta. Nos lo quedamos mirando mientras oigo la voz de Jake de fondo. — ¡Eh! —chilla el hombre—. ¡Están aq— Miro a mi madre sorprendida, cuando le da con una lámpara que había encima de la mesa, en la cabeza. Cae de nuevo redondo en el sofá, y me pongo otra vez el móvil en la oreja. —Nos tenían encerradas en una habitación, pero hemos conseguido salir, ahora lo saben. Hemos recorrido unos pasillos, creo que estamos bajo tierra, como en un trastero. No hay ventanas, Jake —digo en un hilo de voz—. No sé qué hacer, me quieren matar. —Deja el teléfono encendido, os localizaremos. ¿Estáis bien? —Más o menos. Ven cuando antes por favor —digo cerrando los ojos al oír los pasos cada vez más cerca. Mi madre se pone a mi lado, y cuelgo dejando el teléfono encendido. Lo meto dentro de uno de los cajones, y cuando estoy a punto de cerrarlo, me asusto. — ¡Están aquí! Es la única puerta cerrada. Cierro los ojos otra vez, los vuelvo abrir rápidamente para cerrar el cajón donde he dejado el móvil, y le cojo la mano a mi madre, y con la otra cojo la pistola. —No tengas en cuenta lo que voy hacer, ¿vale? La miro y me asiente con la cabeza, dejando salir una pequeña sonrisa. —Cuando te diga metete debajo del escritorio. — ¿Has disparado alguna vez, Abby? Sonrío tristemente, y asiento con la cabeza. Ella me mira preocupada, y doy un largo suspiro. Disparé al chico de la joyería y también podré disparar a estos. Abren la puerta con una patada, y le grito a mi madre que se esconda. Intento apuntar y disparar al primero, pero el arma rebota con mucha fuerza, y me hace agacharme e pàg. 179
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irme hacia atrás. No sabía que tenía tanta fuerza. Me vuelvo a levantar y me doy cuenta que le he dado a la pared de detrás de ellos. Vuelvo apuntar, y esta vez la bala si le da a la pierna de uno de los que nos iban a disparar. Algo es algo. Me vuelvo agachar, cuando una bala roza peligrosamente mi brazo. —Dios…—susurro mordiéndome los labios inferiores. Mi madre corre hacia mí, y me mira el brazo sangrando. Hiperventilando, vuelvo a subir, y disparo con todas mis ganas a uno, e sorprendentemente cae hacia atrás, al darle en el pecho. Sonrío, y al ver al otro apretar el gatillo, se me para el corazón. Mi madre me agacha de golpe, y respira rápidamente. Coge un palo de hierro del suelo, y se lo coloca entre las manos. Mientras yo distraigo a uno hiendo hacia el sofá, mi madre corre hacia delante para darle un golpe en la cabeza, y el chico cae redondo en el suelo. Pero de repente, el aire me empieza a faltar en el pecho, no cuando el hombre del sofá me coge del cuello, y me levanta unos centímetros del suelo, sino cuando veo como uno coge a mi madre de su largo y alborotado pelo negro y la arrastra por el suelo, como si fuera solo una muñeca de trapo, sucia y estropeada, para tirarla a la basura. La alejan de mí, alejan de mí a la mujer que me dió la vida, la mujer que me ha dado todo. Mi vista empieza a hacerse borrosa, no sé si por las lágrimas que estoy intentando con todas las fuerzas aguantar, o porqué el imbécil que tengo detrás me está asfixiando. Lo veo todo distorsionado, cada vez la realidad está más cerca de lo ficticio, y es cuando empiezo a ver todo negro cuando aún siento el dolor que me proporciona la caída al suelo. Un latigazo cruza por toda mi espalda, y los ojos se me cierran fuertemente. Me concentro en oír el sonido del mar. ¿Es esto lo que oímos cuando tenemos tan cerca la muerte? ¿Se tratará de oír lo que nosotros más nos calma? Si es eso, me concentro lo más que puedo, en oír esas olas que chocan despacio con la arena, mis manos empiezan a temblar cuando notan algo cálido entre ellas, me relajo en su compás, me meto en ellas, y dejo que me lleven, donde el dolor está lejos, y la realidad no sea más que un mundo paralelo donde nosotros podemos escoger lo que nos deparara el futuro. Sonrío cuando me siento en paz. La tormenta ha pasado, y estoy en medio del mar, dónde su movimiento me deja relajada. Abro los ojos lentamente cuando una luz cegadora me intimida. Oigo el eco de las voces que hablan. Las conozco. —Abby, despierta, por favor. Jake. Me desespero en el agua, intento llegar a la orilla, pero una ola gigante se apropiada de mí, y me traga por completo, la fuerza del agua me hace ir de un sitio para otro, pero no donde quiero llegar yo, otra fuerza oscura, que no sabría ponerle nombre, me hace ir hacia abajo, donde choco con la arena del más profundo océano, la desesperación empieza a desaparecer para darle nombre a la angustia. A la rabia, a la ira. ¿Por qué no puedo llegar hacia ti, Jake? ¿Y si mi hora ha llegado, y simplemente no puedo cambiar el destino? Me dejo caer, totalmente resignada a un futuro sin él, en la fría arena de un pozo sin fondo, y sin salida. Me siento débil, y cansada, todo da vueltas, y cuando cierro los ojos, mi cuerpo se vuelve a relajar para volver a sentir la paz que anteriormente había sentido en esas aguas tranquilas. Me dejo llevar por algo más fuerte que los brazos de Morfeo, me dejo llevar por los brazos de la muerte, que entusiasmada me lleva por sitios oscuros que jamás, ni en mis peores pesadillas, había visto. Una luz se hace presente, brillante, resplandeciente, y hermosa, se presenta delante de mis ojos que brillan extasiados. —No me dejes, cariño, vuelve conmigo —JAKE —. Te necesito.
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Su voz me rompe, es ronca y dolorosa. Miro hacia arriba, donde una luz pasa entre el agua, y deja ver una pasillo brillante a su alrededor. De repente me empiezo ahogar, no puedo respirar debajo del agua, y mis pulmones empiezan arder. Eso me recuerda lo que es estar viva, e inconscientemente y queriendo ir hacia la voz de Jake que me llama desesperadamente, nado con todas las fuerzas que mis dolorosos y débiles brazos son capaces de soportar, muevo las piernas como su no hubiera un mañana para mí, y con la fuerza de la corriente en mi contra, alargo el brazo hacia el cielo, mientras mi cuerpo sale propulsado hacia arriba. Abro los ojos, y busco una bocanada de aire como si la vida me fuera en ello, me incorporo para buscar ese oxígeno que mis pulmones piden a gritos, y empiezo a hiperventilar. Noto una mano en mi hombro, y cuando me giro, hay una mirada marrón que me mira impaciente. — ¿Cómo te encuentras, Abby? —Estoy…—Susurro—. Aturdida. ¿Qu-qué ha pasado? —Has resucitado entre los muertos, jovencita. Has tenido mucha suerte. Aquellas palabras me rondan todo el rato por la mente, solo se esfuman cuando Jake viene corriendo hacia mí. Cuando me mira, no se lo puede creer, y me coge con sus dos manos la cara para mirarme. Cuando le dedico una sonrisa, es su billete de felicidad para besar mis labios, y yo le devuelvo el beso. Lo miro detenidamente, está con el esmoquin con el que se iba a presentar en la boda de mis padres. Cuando noto el suelo duro debajo de mi culo, rodeo con la mirada la habitación, aún nos encontramos en la habitación del sofá y el escritorio. — ¿Qué ha pasado, Jake? No entiendo nada —digo con los ojos llorosos. —Cuando llegamos, vimos como un hombre llevaba arrastras a tu madre, entonces Jack, fue hacia él, dispuesto a matarlo, pero unos policías se hicieron con el control, y detuvieron el hombre. Claire no paraba de chillar cosas sin sentido, hasta que me pare a escucharla más detenidamente —susurra mientras mira hacia un lado—, entonces tuvieron todo el sentido del mundo, por lo menos para mí, me estaba diciendo dónde estabas y que un hombre te estaba haciendo daño. —Sí…—susurro pasándome la mano por la dolorida garganta—. Me…me cogió y perdí la consciencia. —Pensé que había llegado a tiempo, Abby —dice con los ojos negados—. Cuando te vi con los ojos rojos, y a las manos de ese cabrón, me invadió la ira, y me olvidé del juramento del departamento de policías. Cuando él noto que habías dado el último suspiro de vida, te dejo caer en el suelo, y yo… Deja las palabras en el aire, y me pecho se contrae, no puedo respirar, ¿Qué has hecho Jake? — ¿Tu qué? —dejo ir en un hilo de voz. —Lo he matado, Abby —dice con las mejillas llenas de lágrimas—. Pensé que te había matado, y lo maté a él. Me dejo caer hacia atrás, mirando a un punto fijo. Jake ha matado a un hombre. Jake ha matado a un hombre, el que me quería y había deseado, incluso pensaba que me había matado.
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—No te enfades, por favor, no sabía qué hacer, cuando volví en sí, los paramédicos estaban cruzando la puerta, y cuando te cogí la mano estabas helada. Me eché para atrás como si aquello fuera imposible. Yo te tenía que proteger, ¿por qué no lo había hecho bien? Me acerco a él, y le quito las lágrimas que corren por sus mejillas, siendo la primera vez que lo veo llorar de esa forma, y me rompe el corazón, me debilito y me lanzo a sus brazos. Él me rodea con los suyos. —Estabas muerta —susurra—. Estabas muerta y yo no podía hacer nada. No paré de chillar tu nombre para que volvieras, pero no daba resultado. Lo siento de verdad. —Shht —le susurro para tranquilizarlo—. Ahora estoy aquí gracias a ti, oí tu voz, y quería volver contigo. Se separa lentamente y se me queda mirando, aún con lágrimas en los ojos. — ¿Me oíste? Asiento, y estamos a punto de besarnos cuando mi padre y mi madre, entran corriendo, con los ojos rojos en la habitación. — ¡Oh dios, Abby! —chilla mi madre, echándose encima de mí. Mi padre viene hacia mí y también me abraza. Me abrazan fuerte, para que no me vuelva a ir, me abrazan impotentes, y también felices. No sé cómo lo he hecho, ni que ha pasado para que este de vuelta, pero de una cosa estoy segura; es una segunda oportunidad que me ha dado la vida, y no pienso desaprovecharla.
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Capítulo 38
TE ENCONTRARÉ
Seis meses más tarde. ¿Qué es el amor si no una muestra de cariño, de valor, de lucha? Te levantas cada día pensando en el amor de tu vida, te preguntas, ¿y donde se hallará? Piensas que esas cosas no están hechas para ti, que tú eres la diferente, la rara. La que no encaja en este mundo de hipócritas. Pero llega un día, dónde te encuentras con esa mirada, esa sonrisa, esa voz que hace que de repente deje de latir por un segundo tu corazón, es ahí, justo en ese momento, donde te das cuenta, que por mucho esfuerzo que hagas, no puedes alejarte de esa persona, porque tienes que estar con ella, porque ella es tu alma gemela. Es tu otra mitad que aunque te aferres a estar lejos de ella, no puedes, va contra tu voluntad, tienes que estar cerca de ella y que te haga ver que el amor si existe, que los creáis vosotros mismos. No es esa persona, sino que es la persona, la persona que aunque pasen mil cosas, la eliges todos los días de tu vida. Y yo lo escojo a él, como también he escogido confiarle mi gran tesoro; mi corazón. — ¿Vas a salir con Jake, cariño? Giro la cabeza y contemplo la belleza hecha persona. Sus ojos de gata me miran feliz, y su sonrisa…es la más maravillosa que he visto en toda mi vida, es la sonrisa por la que crees que vale la pena sonreír. Y eso hago, mostrar mi más sincera sonrisa. —Sí, mamá. Me vine a pasar unos días de vacaciones en casa de mis padres, ya finalmente casados. La boda fue preciosa, mejor incluso que cuando la planeamos por primera vez, y ésta vez, sin secuestros, ni pistolas, ni muertes. Ésta vez fue increíble, la hicimos hace un mes en la playa de California, nos pareció una buena idea pasar ahí tres días de vacaciones con la excusa de la ceremonia. Ellos se fueron de luna de miel al Caribe, y volvieron hace una semana. Entonces fue cuando decidí pasar unos días con los recientes casados, mis padres. Todo ha vuelto bastante a la normalidad, finalmente acabé el año con todo aprobado y buenas notas en el primer año de carrera en la universidad, fue una satisfacción enorme que a pesar de todo lo que había pasado este año, me hubieran salido tan bien los estudios, y eso me hizo creer más en mi misma. Tío Robert vino al casamiento, y nos trató tan bien, que finalmente perdonamos y olvidamos la horrible escena que nos encontramos meses atrás, en casa mi madre. Lleva unos meses desaparecido, pero mi padre, dice que es normal en él, que quizá lo vez un año entero, como desaparece de un día para el otro, y no lo vuelves a ver ni a saber nada más de él, en meses. Pero por suerte, nos dijo que estaba de vacaciones con una mujer que había conocido, y que estaba bien, lo que nos tranquilizó a todos.
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Amor prohibido
Júlia Moreno
Anne nos volvió hablar en el baile que hacen todos los años cuando acabas cada año de carrera, dijo que aquello le hizo recordar al baile de fin de curso del instituto, y que no podía pasarlo sin estar con nosotras. Perdonó a Marly, y a mí también, y no fue nada incómodo, cuando Matt y Jake aparecieron para bailar con nosotras. Incluso Anne se puso contenta, de poder presentarnos al chico con quien había estado quedando, Christian. Me contemplo en el espejo una vez más, Jake había pedido fiesta en el trabajo para pasar el día entero juntos, y eso me ponía nerviosa y a la vez contenta, hacía una semana que no lo veía, y quería estar guapa para él. Unos pantalones tejanos largos ajustados, una camisa de tirantes blanca, por encima una americana negra y mis queridos tacones negros. Mi pelo está suelto y liso, brillante y suave. Me he maquillado lo justo, rímel y pintalabios rojo. Sonrío a mi reflejo y al de mi madre, que se apoya a mi hombro con una sonrisa. —Estás preciosa. Voy caminando por las calles, con una completa cara de enamorada. Cierro los ojos mientras el recuerdo de nuestro primer beso viene a mi mente, me sonrojo y los vuelvo abrir, encontrándome la adorable sonrisa de mi chico. Lo miro de arriba abajo mordiéndome el labio inferior, lleva unos tejanos desgastados con una camisa de manga corta blanca, enseñando sus perfectos brazos, y sus horas hechas en el gimnasio. Sonrío de lado y corro a sus cálidos brazos, que me esperan abiertos. Me hecho encima suyo y rodeo su cintura con mis piernas, él me coge de mi trasero. Lo miro a esos ojos que me dejan sin respiración, y recordándome a mí misma que tengo que volver a coger aire, para después juntar nuestros labios. Cierro los ojos y disfruto de ese beso como si no hubiera mañana, lo amo joder. Él acaricia mi cintura, yo lentamente abro mis ojos, lo primero que veo es su sonrisa pícara. —Yo también me alegro de verte, nena. Me río y bajo para quedar encima de mis pies, ¿en qué momento y sitio me había enamorado así de él? Me alejo unos pasos de él y le hago un guiño. Hoy hacemos un año. —Atrápame —susurro con los labios. Él levanta una ceja y ríe divertido. —Ten por seguro que lo haré, todos los días de mi vida. Esbozo una sonrisa, y me giro para correr, pero dos hombres bastante fuertes me cogen de los brazos. Los miro sin entender. ¿Qué coño hacen? Me cogen con fuerza, y me entra el pánico. ¡No! Pensé…pensé que se había acabado todo, pensé que Jake y Matt ya los habían atrapado en ese asqueroso trastero, donde me dieron por muerta. — ¡Dejadme! —chillo. Giro mi cabeza y lo que veo me para el corazón. Cuatro hombres cogen como pueden a Jake, apuntándolo con un arma. Oh dios. Ahogo un grito, y las lágrimas se vuelven hacer presente después de tanto tiempo sin hacerlo. Corren salvajemente por mis pàg. 184
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mejillas, importándoles poco la gente de alrededor, quienes todos miran aterrorizados. Con mucha fuerza, y dejándome débil consigo darme la vuelta e intentar correr hacia Jake, pero me vuelven a coger, y sin fuerzas me dejo caer de rodillas en el duro asfalto de la acera. —Jake —intento decir, pero las lágrimas y la situación hace que de mi garganta no salga señal alguna de voz. — ¡Abby! —grita Jake, a él si le salen las palabras—. ¡Te juro por mi vida que te buscaré! ¡Te encontraré! Y con un ‘’te amo’’ que sale de mis labios, caigo completamente inconsciente en el suelo por un golpe en mi cabeza, que arde de ira, de frustración y de tristeza.
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EPÍLOGO
No sé cuántos días han pasado, lo que sé es que la oscuridad se ha adueñado de mi débil y triste cuerpo. De toda mi alma entera. Los días en estas cuatro paredes pasan lentos, eternos. A la que entra un poco de luz por unos centímetros de pared, me pongo delante para contemplar, ahora para mí, lo increíble. La increíble sensación de recibir un poco de calor a mi piel, que ahora está fría y sin vida, ahora ya no la toca él. Ya no nace de mí llorar, ya que a la quinta noche de pasarla en estas cuatro paredes comprendí que llorar no era lo que me hacía valiente, pero tampoco débil. Esa noche, cuando dejaron de oír mis largos llantos, entraron y me pegaron dejándome marcas a mi piel helada, sin que pudiera hacer nada para protegerme. Entonces lo comprendí, ellos querían que llorase por mi vida, que suplicara, y eso no lo iba hacer, esperé a que se retirasen para quedarme en una esquina con los ojos abiertos, mirando un punto fijo, pero sin derramar lágrima alguna. ¡Bien, vamos a por la sexta vez! Pienso. Sexta vez que logro abrir la puerta de estas malditas cuatro paredes. Miro y no veo a nadie, por lo que empiezo a correr, correr sin mirar atrás, sin importarme que pueda encontrarme. Corro por un pasillo con tan solo unas luces largas en el techo que van parpadeando. Solo quiero salir de aquí, quiero…anhelo volver a ver a Jake. Giro a la derecha, es la primera vez que he llegado tan lejos. Pero esa alegría de repente se ve en lo más hondo de un pozo cuando me choco con un grande cuerpo, y otro se me pone en la espalda. Niego con la cabeza muchas veces con los ojos ahogados. Me los froto rápidamente, sin que ellos lo vean. Me ponen los dos brazos en la espalda y me clavan la pistola en la cien. Unos pasos se hacen notarios, por lo que levanto la mirada, dejándome helada. — ¿Ti-tío Robert? —tartamudeo. ¿Él ha venido a por mí? Cuando muestra una sonrisa de lado, lo comprendo, él no ha venido a por mí, él es quien me mantiene presa. Presa de la oscuridad. Ahogo un llanto, ¿cómo ha podido hacerme esto? — ¡Confíe en ti! ¡Te deje entrar en mi casa! —grito intentando echarme hacia delante, sin embargo los dos grandotes de atrás me lo impiden. Él les hace una mirada, con lo que me sueltan y voy directamente a él. — ¡Eres un cabrón! —Confiaste en mí, era lo que yo quería, querida —dice levantando las cejas—. Verás, no todo en esta vida es amor, tú lo sabias. Y también sabías que esto pasaría, tu solo tienes que morir. — ¿Por qué joder? —pregunto con un hilo de voz.
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Él hace una sonora carcajada—. Pensé que ya te lo habían dicho. Yo soy el jefe de esa mafia, tu padre es quien tiene que pagar por lo que hizo. — ¡Fue defensa propia! —No, lo mató a sangre fría, como yo haré contigo, ¿aún no lo entiendes? Tú solo eres el gusano en una cuerda de pescar, estoy esperando a que tu padre y Jake piquen. Aunque la verdad, pensé que serían más listos. Están tardando bastante en encontrarte, pero tranquila, confío en mi hermano, él vendrá y será entonces…—dice acercándose a mí—. Cuándo te mataré. La imagen de Jake, viene de repente a mi mente. Él me prometió salvarme como si la vida le fuera en ello, y yo le creí. Y sigo confiando en él, todos los días de mi vida, hasta que muera. Aprieto los puños y las lágrimas se me van de los ojos convirtiéndose en ira. — ¡Eres un maldito cerdo! Intento saltar encima de él y darle un golpe, pero él es más rápido y me da un puñetazo en la nariz, haciéndome perder el equilibrio, y que caiga indefensa en el suelo. Me levanto un poco y toco mi nariz, que está sangrando. Cierro los ojos, esto no es nada con todo lo que me han hecho. Cuando los vuelvo abrir lo tengo agachado delante de mí con una sonrisa diabólica, quitándose el arma del bolsillo trasero. Miro la pistola, y luego lo miro a él a los ojos. —Acaba ya con esto —digo gruñendo—. ¡No es un maldito juego! —Ahora es cuando viene lo mejor, querida; este juego solo acaba de empezar.
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