De las calles a las urnas

manera puntual para generar contenido y productos comunicacionales, organizar eventos para acercar a los ciudadanos de los activistas-candidatos, articular movimientos, organizaciones y colectivos alrededor de las candidaturas, brindar formación de campaña electoral para los candidatos y sus equipos de campaña, y eventualmente sorprender en el resultado electoral

El 2 de octubre de 2016, los 8 activistas apoyados por la Bancada Activista, sumaron un total de 73.355 votos, representando el 1% de los votos válidos en la ciudad más grande de Latinoamérica, entre ellos, Sâmia Bomfim fue elegida como la concejal mujer más joven de la historia de Sao Paulo. Además del número representativo de votos y de conquistar una curul, lo que llama la atención es que la Bancada Activista obtuvo más votos que 15 de los 34 partidos que disputaron elecciones ese año1; la candidatura de Sâmia costó menos del 5% del costo promedio de campañas victoriosas para concejal en SP en 2016; las candidaturas apoyadas por el movimiento tenían más diversidad que cualquier partido político o correlación en aquel momento, y esa forma de organización política sería replicada y remezclada a lo largo de los próximo años.

El caso de la Bancada Activista, que en el 2016 creó uno de los primeros movimientos político-electorales

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http://produtos.seade.gov.br/produtos/eleicoes/can didatos/index.php?page=ele_leg_tab&turn o =1&ano=2016&cargo=13&mun=355030 contemporáneos en Brasil, al lado de las Muitas en la ciudad de Belo Horizonte y del Movimiento Brasil Libre (MBL) de cobertura nacional, se sumaba a otros experimentos políticos en Latinoamérica y en el mundo.

Desde la crisis financiera del 2008, diversas manifestaciones masivas estallaron por el mundo. Latinoamérica, especialmente, fue una región de extrema tensión social. De las manifestaciones estudiantiles en Chile en el 2011, pasando por las jornadas de junio de 2013 en Brasil, de México en contra de la violencia estatal de 2014, en Argentina con el #niunamenos en el 2015, en Colombia alrededor del acuerdo de paz en el 2016, en Paraguay contra impunidad en el 2017, en Venezuela contra el autoritarismo a partir del 2017, en Ecuador contra medidas de austeridad y por derechos indígenas en el 2019. En realidad, es difícil encontrar algún país en la región que no haya visto al menos una manifestación que llevó a las calles a millones de personas. Y, por más que la temática central de esas manifestaciones pudo haber variado; de educación a la seguridad pública, de transporte a justicia de género, en todas existe un elemento común: una insatisfacción ciudadana generalizada con la clase política.

Sin entrar profundamente en análisis sobre lo que llevó a eso y cuáles fueron todas las consecuencias, es posible decir que dos cosas ocurrieron. La primera es que el aparato político fue absolutamente sacudido, demostrado por el hecho de que básicamente ningún partido (ni en la

izquierda ni en la derecha) que ocupaba la presidencia de la república logró sostenerse en el poder por vías no autoritarias2. La segunda es una tendencia a que esas manifestaciones generaron un fenómeno de autoorganización de la sociedad civil que algunos años después culminó en experimentos electorales.

Ese fenómeno de autoorganización se caracterizó por la multiplicación de grupos, colectivos, organizaciones, movimientos y proyectos que tenían como objetivo reducir la distancia entre la sociedad civil y las instituciones políticas3. Ese ecosistema, con todos sus matices y complejidades4 , culminó en el surgimiento de experimentaciones políticas al disputar las elecciones en toda la región. En el Anexo, presentamos las diversas iniciativas latinoamericanas que enmarcan en este fenómeno.

En esa experimentación política (altamente influenciada por el marco regulatorio electoral y por el contexto político de cada país), algunos grupos se organizaron como partidos políticos locales y nacionales; otros, a través de candidaturas independientes y algunos también, como movimientos políticos.

En Brasil, objeto más detallado de este estudio, el formato más común para esa organización política fue y es lo que quedó conocido en los medios como movimientos de renovación política, que estamos llamando aquí de “iniciativas político-electorales”, por motivos que explicamos seguidamente. Pero, ¿qué caracteriza esos movimientos? ¿Por qué son diferentes a partidos políticos? ¿Todos siguen los mismos formatos? ¿Movimientos de Renovación Política?

2 Corresponde mencionar que también vimos en este proceso la ascensión de actores políticos de extrema-derecha en diversos países, teniendo su auge en la elección de Bolsonaro en Brasil. Sin embargo, es importante resaltar que no se puede responsabilizar esas movilizaciones sociales por el surgimiento y consolidación de una extremaderecha en la región, dado que inúmeros otros factores contribuyeron para ese fenómeno. 3 Lo que actores del área vienen llamando ese conjunto de iniciativas de un ecosistema de innovación política en Latinoamérica. 4 Ver estudio "Emergencia Política en Latinoamérica", del Instituto Update

¿Movimientos de renovación política?

Nosotros optamos por utilizar el término “iniciativas político-electorales”, y no “movimientos de renovación política” que es un término por el cual esas iniciativas quedaron más renombradas en los medios brasileños – y existen dos razones para ello. La primera es que se comprenda que, aunque muchas de esas iniciativas afirman buscar una renovación política, el tipo de renovación y la capacidad de hacerlo varía. Algunos lograron elegir nuevos nombres para la política, pero a través de campañas altamente dependientes de dinero. La segunda es que la utilización del término “movimientos” remite a una idea que no describe adecuadamente todas las iniciativas políticoelectorales, como se discutirá en detalle seguidamente. El término “iniciativas político-electorales” nos parece más adecuado para contemplar los matices de organizaciones y objetivos de ese tipo de organización.