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Qué problemas proponen resolver las iniciativas político-electorales?

Iniciativas político-electorales como mecanismos de incidencia

Desde el regreso a la democracia en Brasil al final de la década de 1980, una dinámica implícita se estableció en la sociedad civil en lo que se refiere al quehacer político: sociedad civil organizada contribuye para generar políticas [policy] (hacer, formular e influir en las políticas públicas), y partidos políticos cuidan de la política [politics] (la efectiva disputa electoral y ocupación de cargos institucionales). Aunque hay excepciones, hasta hace muy poco ha funcionado, así como regla general. La sociedad civil organizada, sin embargo, siempre buscó formas de incidir en el instante de las elecciones. Las ONG y los movimientos sociales desarrollaron distintos mecanismos para incidir durante las últimas décadas, como por ejemplo cartascompromiso, campañas suprapartidarias y, más recientemente, curadurías de candidatos y “matching” electoral (‘parejas electorales’ o alianzas). Por lo general, todos estos mecanismos tenían algún grado de efectividad, pero nunca cruzaron la línea explícita de, en efecto, entrar a la contienda electoral. En las elecciones de 2016, con el surgimiento de las iniciativas político-electorales, se cruzó la línea. Visto desde ese ángulo, se puede notar que las iniciativas políticoelectorales son mecanismos de incidencia en la política, donde la sociedad civil cruza del ámbito de generar política [“policy”] al ámbito de ejercer un cargo político [“politics”]

¿Qué problemas proponen resolver las iniciativas políticoelectorales?

Es importante discernir cuales son los problemas que las iniciativas políticoelectorales se proponen, en efecto, resolver.

1) Renovación de cuadros políticos

El primer problema concreto que las iniciativas político-electorales buscan corregir es renovar los cuadros de la política institucional. Cuando miramos hacia el histórico de renovación de cuadros electos, a priori, podemos quedar con la impresión de que no hay un problema. Al observar el promedio de renovación en el Congreso Nacional13 desde la redemocratización, vemos que oscila alrededor del 40% y que en las últimas elecciones fue del 52% - el mayor porcentaje de los últimos 20 años14 .

Entretanto, a pesar de las altas tasas, un análisis cualitativo lleva a otra conclusión:

13 Los autores utilizaron datos del Congreso Nacional por ausencia de estudios sobre los legislativos estatales y municipales. 14 Análisis del DIAP (Departamento Inter-sindical de Asesoría Parlamentar)

al mirar hacia el perfil de los nuevos electos, no vemos mucha diferencia con relación a quien ya estaba allí. Sí existe alternancia de quien ocupa cargos, pero no existe cambio en la composición sociodemográfica, ni en la representatividad. El número de mujeres (15% del Congreso), de personas negras (24% del Congreso), de indígenas (sólo una diputada federal) y de representantes de otras minorías, son en extremo muy inferiores en comparación con su porcentaje poblacional. Además de la representatividad, la renovación de la clase política brasileña se puede catalogar como fuertemente hereditaria, con apellidos repitiéndose15 .

En la práctica, lo que determina si alguien va a ser elegido, es cuánto dinero tiene para gastarle a la campaña, y cuánto soporte partidario logra. Esos dos factores vuelven casi imposible el ingreso de personas que representen en verdad a los nuevos grupos y las nuevas pautas en el debate público.

Las iniciativas político-electorales, por lo general, apoyan a personas nunca antes elegidas que se salen del estándar tradicional, y que, de formas diferentes, han logrado superar las barreras de entrada impuestas por la política institucional, siendo determinantes también para el aumento en la renovación cualitativa.

2) Reducción de las barreras de entrada

Al igual que lo antes mencionado, existen dos fórmulas de oro para salir elegido en una contienda electoral: mientras más dinero, más votos; y mientras más apoyo de partidos políticos, mayor la estructura para hacer campaña, y por ende también, más votos.

El resultado de esa dinámica, en la práctica, es que los intereses económicos y partidarios son determinantes para definir quién puede disputar elecciones de forma competitiva, quién vencerá, y a partir de esa estructura, cuáles políticas públicas serán propuestas y ejecutadas.

El problema central de esa realidad es su carácter excluyente. En la práctica, las barreras institucionales de entrada a la política son abrumadoras, y por más que el número de candidatos sea enorme, quien de hecho compite en las campañas son esas poquísimas personas quienes cuentan tanto con dinero como con apoyo político16. Al final, quien domina el poder económico y partidario es un número en extremo reducido de personas – una élite capaz de subyugar el quehacer político, de dejar por fuera a la mayoría de los ciudadanos y capaz de controlar la agenda de los espacios de poder público.

Lo que vemos es que algunas iniciativas político-electorales han sido capaces de

15 Levantamiento del DIAP muestra que ⅓ de la actual Cámara de los Deputados tiene parientes en la política. 16 Estudio reciente de la Fundación Getúlio Vargas en Brasil muestra que apenas el 8% de los candidatos que compiten de hecho tienen alguna oportunidad de vencer

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