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Cambio generacional en la política pos covid - Enyel Asencio
CAMBIO GENERACIONALEN LA POLÍTICA POS COVID
Enyel Asencio
Bachiller en Contabilidad, egresado de la Universidad Nacional de Cajamarca, especializado en Gestión Pública. Ex dirigente estudiantil de la universidad y escritor decolumnas de opinión política y económica -Perú
Para muchos y en un país como el Perú con pésimas o casi nulas políticas públicas vinculadas a mejorar la calidad de su población en educación o salud, no es coincidencia que hoy por hoy el sistema político estatal se encuentre en una crisis sumamente complicada, donde los partidos políticos en lugar de sumarse a generar acciones consensuadas, maquinan planes desalmados como traerse abajo a ministros, o contradecir sin mayor sustento cada una de las disposiciones del gobierno de turno. Pero tal como reza la popular frase: “luego de la tormenta siempre sale el sol” –expresión que toma fuerza por sí sola en el actual contexto–, estas cuestionables acciones nos demuestran que la renovación política no solo es el punto de debate, sino que es una medida que se debe asumir de manera urgente e inmediata.
Los jóvenes en nuestro país representamos casi siete millones de electores en el padrón del Jurado Nacional de Elecciones –JNE, 6 937 424 electores para ser exactos. Un fortísimo 27,97% de población con capacidad de tomar las riendas del país no solo en lo que a decisiones se refiere,sino también en lo que respecta a representación. La pregunta es, ¿cuánto cambiará nuestro país luego de la cuarentena?y,¿por qué ninguna política de Estado de los antiguos padres de la patria, o autoridades locales ayudó a contener la crisis sanitaria por la cual atravesamos?, porque el retorno a la normalidad no puede significar un regreso hacia lo mismo –hago referencia a lo mismo en cuanto a cómo se ha venido gobernando un país con un crecimiento económico adulado a nivel mundial, un país con vastos recursos en diversos sectores económicos, pero con un colapsado sistema público en salud, si solo queremos hacer referencia a éste dada la coyuntura–.
El SARS-CoV-2, mejor conocido como “Covid-19”, ha demostrado que las políticas de los congresistas tradicionales en nuestro país, han acarreado por décadas mínimas iniciativas legislativas en presupuesto para promover el fortalecimiento en cuanto a infraestructura, equipos y profesionales en los campos de la salud, educación, agricultura, etc. Este inoperante trabajo parlamentario ha venido de la mano de una crisis política que concluyó con la disolución del Congreso peruano, que hoy en día es la espada de Damocles sobre la cabeza del poder ejecutivo.
Ante estas deficiencias en la política peruana, sin partidos políticos fuertes, sin ninguna estructura de organización real –más allá de lo electoral–, cabe preguntarnos sobrecuál será el papel que desarrollará la juventud en la próxima apertura de las urnas este 2021. Porque ya no es cuestión de cuánto se puede apoyar desde lo logístico en caravanas o equipos de campaña, sino más bien apuntar hacia cuál debería ser la voz y propuesta dentro de un país que necesita rostros e ideas nuevas, y –en el mejor de los casos–nuevos partidos políticos.
Si hacemos un rápido recuento de la juventud peruana y su participación en el último proceso eleccionario, a finales de enero de este año – elecciones complementarias para el Congreso–, según el JNE encontramos que de 2338 candidatos inscritos a nivel nacional, solo 210 fueron jóvenes menores de 30 años, y de éstos solo el 14% fueron mujeres. Como vemos, todavía la juventud es tomada como el furgón de cola en las listas electorales de los partidos políticos tradicionales. Aunque la participación ha crecido del 6% al 9% del total de candidatos, aún es una cifra muy baja para un sector de la población que busca escuchar sus propuestas y/o exigencias en cuanto a iniciativas legislativas en materia de educación, trabajo, etc., desde el Parlamento.
Y es que la política en el Perú ha sido reducida al financiamiento o poder adquisitivo de cada uno de los candidatos. A ello se suma las interminables y escandalosas formas de hacer política de las generaciones fundadoras de los partidos políticostradicionalesdelpaís. Esto ha generado que la militancia joven de estos partidos, vaya entendiendo –poco a poco–que su vida partidaria, su dirigencia, y mística sacrificada, no les asegura en lo más mínimo una candidatura por supartido.
Las malas formas de hacer política pública y partidaria han compelido a la juventud a nivel nacional a no tomar ninguna posición política,y con mayor razón a evitar ingresar a las filas de un partido político en específico. Es así como lo que debería ser una apertura de formación de nuevos dirigentes e interlocutores de cambio político, se convierte en una cadena de inmadurez política a la hora de elegir o ser elegido. Cuánta falta hace una reforma en iniciativas cívicas que hagan comprender a este sector la importancia que tiene la política cuando toma un papel útil para la sociedad.
Pero, ¿qué hacer cuando el ímpetu de los jóvenes militantes, tanto de izquierda como de derecha, es absorbido casi en su totalidad por la lucha interna contra las malas prácticas en sus partidos? Así, se advienen debates internos –interminables en algunos casos–de cómo sus partidos se han convertido en pequeños espacios familiares, y la toma de decisiones lo acaparan aquellos caudillos dirigentes que añoran un sillón dirigencial en las oficinas de sus partidos. Estos debates se centran en su mayoría en la política de renovación interna que utópicamente anhelan estos dirigentes jóvenes.
Hay que hablar de cambios desde la apertura de un máximo de representación en cada una de las listas postulantes. Asimismo, de la reducción de edad para que ingresen nuevos aires en el Parlamento. Finalmente, una real paridad y alternancia no solo de caras, sino de generación. Los jóvenes de hoy deben entender que sería erróneo no creer que una cuota joven del 40%, con un mínimo de edad de 20 años, y con listas paritarias, no son solo el inicio de una renovación política a nivel nacional, es sobre todo una necesidad, y para ello se requiere de la unidad de todas las organizaciones, a fin de que la reforma electoral joven sea una realidad. Por lo mismo, se debe evitar el –mal usado–voto preferencial, que facilita el ingreso de las viejas guardias –muchas, que no han estado en el ojo público en los últimos años, ya amenazaron con volver–.
El nuevo sujeto histórico que nuestro país necesita es aquel que inicia con una generación millennial y generación zeta, las que han vivido etapas tan grotescas como la renuncia de un presidente, un Congreso inmoral, la disolución de ese mismo Congreso, y las actuales fechorías partidistas de desestabilización del Estado en plena pandemia. Si esto no es señal de que existe un vacío político al cual representar, entonces esta generación no ha entendido nada, y seguirá en los debates interminables al interior de sus partidos, donde en algunos casos todavía se niega a aceptar que, tanto la paridad como la representación de la mujer, es una necesidad en la política peruana.
La creación de un nuevos sujeto histórico parte de la dimensión utópica del nuevo país que añoran todas las juventudes partidarias y políticas a nivel nacional.Para eso es necesario actualizar la forma de hacer política, empezando por acercar más a los partidos políticos a las redes sociales, lo que implica desenmascarar las conocidas “fake news”, que solo alejan al pueblo de la política. Porque no solo es necesario cambiar las cosas que se hacen mal, sino que también se deben generar políticas partidarias y de opinión que ayuden a cambiar las ideas que se impusieron en las últimas décadas sobre los partidos políticos y la política en general.
Con iniciativas legislativas en el Congreso peruano sobre reforma política partidaria,con debates en paridad y alternancia, eliminación del voto preferencial e incremento de la cuota de género, las urnas electoral es del 2021 pos Covid19 deben abrirse a nuevos cuadros de representación. Por lo mismo, se deben concatenar esfuerzos por un cambio real y permanente para que la política no se centre en familias o un grupo cerrado de amigos que lograron constituir un partido. Nuestra generación debe entender que la dimensión utópica de cambio, puede abrirse paso a la ruptura generacional de lo viejo por lo nuevo, de nuevas prácticas –que de ser el caso–den paso a la formación de nuevos partidos políticos donde la juventud no solo sea el eje dinámico de éste, sino el hilo conductor de los cambios en políticas públicas, acordes a las nuevas necesidades que un país golpeado y en crisis como el Perú necesita.