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Martín Adán Hernández Sánchez México Pág

La Participación política juvenil como fuente de revalorización de los partidos políticos

México

Martín Adán Hernández Sánchez:

Estudiante del séptimo semestre de Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública en la Universidad de Guanajuato. Es Cofundador y miembro activo del Colectivo AVILIV (Agentes de Cambio por una Vida Libre de Violencia). Fue representante de Guanajuato en el Parlamento Juvenil Consultivo 2020 de la Cámara de Diputados.

La Democracia como estilo de vida y forma de organización sociopolítica parte de dos ejes rectores: igualdad y libertad plena de cada una y cada uno de los miembros de una determinada comunidad, en este sentido la política debe ser comprendida como el arte de dirigir, ordenar e integrar la vida en sociedad, siendo así, un instrumento de cambio que busca contribuir a la justicia social, ya que, las diferencias y descontentos tanto individuales como colectivos siempre estarán presentes y latentes; el conflicto es y será inherente al ser humano, así como el progreso y/o desarrollo, por ello, los cambios y transiciones requieren de una guía o herramienta que permita configurar y regular las relaciones sociales partiendo de ejercicios de deliberación, consenso y escucha activa hacia las diversas realidades y cosmovisiones de individuos o sujetos colectivos permitiendo así, adoptar decisiones vinculantes para todas y todos.

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Con lo anterior, es necesario destacar que en toda comunidad hay diferencias de rasgos, ideas, valores o percepciones de la realidad misma, de igual forma; hay desigualdades de recursos, conocimientos, derechos y obviamente de poder. Esto cobra relevancia al abordar a las juventudes y su incidencia en la política e instituciones políticas, ya que, de acuerdo con Reguillo (2003) las juventudes comprenden un grupo heterogéneo, diverso por naturaleza, con proyectos e intereses distintos y diferenciados a los que un grupo social cerrado podría exigir y posicionar en la agenda pública y/o política. En otras palabras, las y los jóvenes por sí solos engendran la diversidad, pluralidad y heterogeneidad de cualquier sociedad.

Aunado a ello, las juventudes también se ven restringidas por las desigualdades previamente señaladas, sean del índole o naturaleza que sean, respecto a ello Melucci (2001) establece que la juventud se encuentran paralizada en un estado de contradicción, ante el incremento de oportunidades de desarrollo pleno, pero también en mayor medida ante el surgimiento exponencial de riesgos o impedimentos; es decir las juventudes tiene más acceso a educación superior y de calidad pero menos alternativas de empleos dignos y bien remunerados, más acceso al consumo digital y tecnológico pero menos oportunidades de consumo de bienes y servicios indispensables, más acceso a la información pero menos apertura en la toma de decisiones en espacios de deliberación pública y política. Esto es que la identidad juvenil comprende un transitar constante en escenarios de incertidumbre, inestabilidad y desconcierto pleno sobre el futuro debido a las diversas lógicas sociales que se restringen entre sí y materializan a las juventudes en la región.

En vista de la adversidad y complejidad que representa ser joven, es necesario destacar que a lo largo y ancho de América Latina las juventudes han emergido y se han organizado de manera eficaz denotando el interés genuino por el bienestar social y colectivo, la Marcha de los Pingüinos, el Movimiento Tarifa Cero y Movimiento de Campesinos sin Tierra, el Movimiento Estudiantil #YoSoy132 y las Mareas Verdes y Moradas Feministas son sólo algunas muestras de la disrupción juvenil

ante la indiferencia, insensatez e incapacidad gubernamental y política de diversas instituciones o actores por dar respuesta a los reclamos sociales de las juventudes. Ahora bien, es importante detener la euforia y el optimismo para poder preguntarse; ¿Estos movimientos sociales pueden concretarse en plataformas efectivas de participación política juvenil? ¿El surgimiento de estos movimientos representa la madurez de los sistemas políticos en la región o son muestras de un modelo desgastado y arcaico?, ¿Es posible pasar de la presencia en las calles a la influencia y determinación de espacios institucionales? y finalmente, ¿Qué otorgan esos movimientos juveniles a las instituciones políticas convencionales?

A propósito de esos cuestionamientos, es necesario abordar los medios convencionales para incidir políticamente, en este caso, es importante destacar a los partidos políticos como asociaciones de individuos organizadas jerárquicamente, bajo ciertos intereses, ideales o cuadros, cuyo afán es permanecer en el tiempo, alcanzar el poder y consolidar proyectos políticos en determinadas comunidades. También es importante señalar que son diversos los elementos que configuran dichas organizaciones políticas, desde históricos, sociales, económicos, ideológicos hasta geográficos o territoriales. Dicho esto, para comprender los retos y oportunidades de la participación política juvenil hay que comprender y distinguir tres elementos: representatividad, participación y agencia. sobre esto Chávez y Moncada (2019) señalan que el primero comprende incorporar personas jóvenes a los partidos políticos e inmiscuirse en la toma de decisiones importantes de la organización, respecto a la participación conciben a la juventud como generadora de acciones en pro del fortalecimiento de la institución partidista y finalmente, la agencia implica la capacidad de desarrollar mecanismos dentro de la organización que permitan visibilizar su participación política.

Es decir, la mera presencia de las y los jóvenes en las organizaciones partidistas no es suficiente, por el contrario, se requiere de una integración y protagonismo efectivo que beneficie a las juventudes, que permita la incidencia directa en la toma de decisiones al interior de las organizaciones, la posibilidad de establecer temas en la agenda política y/o gubernamental así como, que fomenten la transformación del entorno más cercano, todo ello implica verdaderamente la participación y autonomía política de las juventudes.

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Con lo anterior, es importante recalcar que estos tres elementos; representatividad, participación y agencia no son excluyentes, sino todo lo contrario, es decir todos y cada uno de ellos son necesarios para un protagonismo efectivo, respecto a esto, según Benedicto y Morán (2002) el protagonismo en la vida pública y social implica que las y los individuos o sujetos colectivos puedan desarrollar y articular un conjunto de acciones y que sean capaces de tener repercusión y orientación sobre un determinada proceso y los resultados que esto implica, lo cual denota que la participación de las juventudes no debe estar condicionada o limitada por estructuras o por elementos exógenos a las mismas juventudes, es decir, el protagonismo permite que las decisiones, discusiones o consideraciones sean ejercidas plenamente por las juventudes, y no que sean sometidas a las concertaciones con ciertas élites políticas y/o gubernamentales, sólo así se otorga y se cumplen los elementos previamente señalados que integran a las juventudes al sitio que les corresponde y no al segunda plano que tradicionalmente e históricamente se les ha otorgado.

Ahora bien, el protagonismo de las juventudes no debe ser confundido con el idealismo utópico y falsas promesas que generan ciertas organizaciones políticas, la participación juvenil en la política debe comprender el marco en el cual se presenta la misma, en esta caso; desde la desafección política por parte de la ciudadanía, enormes desigualdades sociales en la región, instrumentos rígidos y poco flexibles de participación ciudadana y también la ausencia de liderazgos comprometidos con la agenda juventudes, todos estos elementos y los previamente señalados al

inicio del artículo ejemplifican la adversidad y complejidad que afronta la participación real de las juventudes en Latinoamérica.

En este sentido, comprendiendo la lógica y las características que comprenden las juventudes y de igual forma, la naturaleza de las organizaciones políticas a continuación se presentan dos elementos que de acuerdo con Benedicto y Morán (2002) deben ser claves para consolidar un protagonismo de las juventudes en los partidos políticos y con ello, el desarrollo de estos últimos.

El primero de estos comprende la importancia de las juventudes en la agenda de los temas del debate público y social, es decir, la capacidad de consolidar nuevas inquietudes de las y los jóvenes, estas pueden comprender desde el desarrollo sostenible, la igualdad de géneros, derechos sexuales y reproductivos hasta la educación de calidad, innovación tecnológica y la justicia social, claro está que son demandas sociales exigidas por diversos grupos sociales, pero las juventudes en primer plano han recalcado la necesidad imperante de dar entrada y respuestas efectivas a tales tópicos, ya que, la presencia de esos temas se han prestado únicamente con elementos discursivos y acciones institucionales sin impacto, quedando únicamente en actos conmemorativos o fachada que permitan contrarrestar el descontento social momentáneo. El segundo elemento clave para fomentar una incidencia política juvenil efectiva parte más en la toma de decisiones y el proceso que esto comprende, es decir, consolidar estrategias o mecanismos institucionales que permiten la implicación total de las juventudes, de esta forma se permite lograr debates más amplios, diversos y enriquecedores, tomando en cuenta las diversas realidades de las y los miembros de una comunidad, transitando hacia nuevos modelos de deliberación pública que permitan repensar y revitalizar el ágora; de esta forma se consagra no sólo la presencia de las y los jóvenes, también se otorgan espacios en centros directivos, esto implicaría fortalecer esos procesos deliberativos y dotarlos de legitimidad.

En definitiva, este punto es fundamental en la región; ya que, este es un entorno caracterizado por la inestabilidad, crisis, polarización y desinterés por lo público en el cual de acuerdo con Montecinos (2007) se requiere de buscar aceleradamente

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nuevas alternativas democráticas y ciudadanas que permitan sostener la esperanza democrática debido a la carencia de legitimidad que atraviesan actores, instituciones y organizaciones políticas de la región. De modo que, la presencia de las juventudes en dichos espacios tanto institucionales, informales o partidistas permitirán la revalorización de la política y la trascendencia de ésta como medio de consenso y desarrollo comunitario.

Con lo anterior, es claro que las promesas de un mejor mañana se encuentran presentes en las organizaciones partidistas de la región y obviamente en la mayoría de los casos las juventudes son presentadas como protagonistas de ese futuro brillante y esperanzador, la realidad es que las nuevas generaciones continúan enfrentando los rezagos, brechas y errores del pasado, a pesar de ciertas lecciones, el actuar y las decisiones continúan por la misma vertiente, no es ni será posible construir un mejor entorno, plural, empático y respetuoso con la diversidad, si las y los jóvenes continúan siendo receptores de promesas vagas y carentes de sentido, centros del mercadeo político o piezas fundamentales de narrativas basadas en un mejor mañana alejadas de la realidad, las juventudes deben ser comprendidas como sujetas y sujetos de derechos, capaces de alzar la voz y disentir con el status quo, acreedores de responsabilidades para mejorar su entorno más cercano y más importante aún, como individuos disruptivos y proactivos ante la injusticia estructural presente en Latinoamérica.

En conclusión, la integración efectiva y el protagonismo integral de las juventudes es fundamental e imperante en el desarrollo de los partidos políticos de la región, esto, permitirá revitalizar el ágora a través de una transformación de los debates sociales y políticos mediante la consolidación de una agenda de juventudes, de igual forma, la presencia efectiva de las juventudes dentro de las organizaciones partidistas permite la revalorización de las mismas al dotarlas de una enorme y necesitada legitimidad, claro está, que para ello es fundamental tomar en cuenta la representatividad, participación y agencia que goza determinado segmento social en los partidos políticos de Latinoamérica.

Referencias Bibliográficas

Benedicto, J., & Morán, M. (2002). La construcción de una ciudadanía activa entre los jóvenes (1er ed., pp. (7-28). Madrid: Instituto de la Juventud.

Chávez, N., & Moncada, L. (2019). Juventudes, agenciamiento y ciudadanía Agenda local y derechos humanos de las personas jóvenes (1er ed., pp. (6-31). Ciudad de México: Instituto Electoral de la Ciudad de México.

Melucci, A. (2001). Vivencia y convivencia. Teoría social para una era de la información (1er ed.). Madrid: Trotta. Montecinos, E. (2007). Límites del Enfoque de las Políticas Públicas para definir un “Problema Público”. Cuadernos De Administración, 20(33), 332-333.

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