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La dictadura del fĂştbol

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Fran Diez Editorial DxT

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Fran DĂ­ez (mediocentro creativo) Beatriz Heras (diseĂąo central)




Querido Maestro


«Es mejor que la educación sea pública»

aco ernández Le habrán hecho muchas veces la pregunta, ¿se parece mucho ser director de colegio y entrenador de fútbol? Se parece mucho. Al final es la gestión de un grupo humano, unos con más edad y otros con menos, pero hay muchas similitudes. Son egos y un colectivo del que tienes que intentar sacar el máximo rendimiento, formarles en un caso y exigirles en otro, depende solamente de la edad. Y ese mito de los futbolistas ricos, con ropa a la última y peinados extravagantes… Los futbolistas no dejan de ser chavales como los demás. No hay tanta diferencia. Probablemente actuarían igual sin ser populares o sin estar delante las cámaras. Los domingos o los días de partido se pueden poner una ropa o un peinado especial porque para ellos es como un día de boda. Están en boca

de todo el mundo, pero son chavales normales con las mismas preocupaciones y sentimientos que cualquiera. Les ha tocado vivir esto, a cada uno lo suyo. Tiene mucho contacto con la gente joven, ¿cómo es la juventud española? ¿Están todo el día con la Play? Todo está demasiado informatizado, demasiado tiempo con las redes sociales… Echo de menos que haya más comunicación personal, casi todo es por WhatsApp, Twitter o Facebook y se pierde un poco de las relaciones humanas desde mi punto de vista, pero hay que adaptarse a los tiempos o morir. Me tocó dar clase en un colegio rural donde no había tantos adelantos y los chavales no tenían el último modelo de consola, pero también llegaba todo eso. El castigo de refuerzo era a veces no cojas la Play o la Xbox. En el fútbol se pierde ese talento que te da el jugar


en la calle a todas horas… Ahora dedican parte de ese tiempo a otras muchas cosas dentro de una oferta de ocio enorme. Nosotros íbamos antes a la escuela para jugar un partido, salías a mediodía y jugabas otro, por la tarde otro, y luego ibas a entrenar. Estabas todo el día con el balón. Jugábamos los domingos por la tarde con el equipo y por la mañana no era raro verme jugando un partidillo con los amigos del barrio. Ahora todo eso es diferente. Hay menos talento, pero sí que salen jugadores talentosos y técnicamente muy buenos. Las condiciones en las que entrenan también son mucho mejores. No hay piedras, los balones son mejores, disfrutan de buenas instalaciones… Se pierde por un lado y se gana por otro. La educación en España está mejor o peor que antes, con los recortes y con las continuas reformas… La educación ha ido mejorando en toda Europa con los años y en España también ha

que no contestaban correctamente a preguntas de cultura general básica. Por la información que tengo se exageraron las cosas. Podrá haber uno o dos y cogen el caso los medios. Ni se sabe cómo ni cuándo acabaron la carrera, pero son excepciones. Los profesores que aprueban una oposición están muy preparados y hay gente joven muy buena. Lo puedo asegurar como compañero y como director de otros maestros, vienen muy preparados, mucho más que antiguamente. Hay más competencia y exigencia. Si hay alguno malo es un caso aislado, como ocurre en todas las profesiones. Siempre se cuela alguno poco profesional. ¿Qué le parece la llamada Ley Wert? Se está apretando tanto que ese es el problema. Todos querrán aportar lo más posible, pero yo abogo por una educación pública y creo que es mucho mejor que sea así. No digo que lo privado y lo concertado esté mal, pero el tener una educación pública que pue-

«Los jóvenes pasan demasiado tiempo con las redes sociales, echo de menos que haya más comunicación personal, pero hay que adaptarse» mejorado. Antes un profesor estaba con 25 niños de Primero hasta Octavo; Eso ahora no ocurre. Hay que adaptarse a la evolución, si no te quedas atrás. Yo creo que hay pocos recursos en España para educación. A mí me tocó estar en un colegio donde a lo mejor dabas clases a cuatro cursos a la vez aunque fueran seis o siete niños y tienes que atenderlos a todos por igual, o te encuentras con críos que tienen más necesidades educativas que otros y hace falta más personal para ayudarles. ¿Qué antes no lo había? Claro, pero en otros países sí lo hay y van por delante… El informe PISA nos indica que nos estamos quedando un poco descolgados y eso es porque no tenemos los recursos suficientes para estar a la altura de otros países, pero no porque no estemos mejorando respecto al pasado. La educación es un pilar y si te falta esa pata del banco, un país está perdido. Recuerdo una noticia bastante escandalosa que hablaba de profesores

da llegar a todos es importantísimo para un país y debe potenciarse. Las otras opciones están ahí, colegios privados y concertados, para los que los quieran y dan también una buena educación, pero la enseñanza pública debe contar con más recursos e inversiones de los que tiene ahora. ¿Echa de menos dar clase? Sí, claro. Especialmente a los chavales. Cosas que hacías con ellos, ejercicios. Daba Educación Física, pero también matemáticas. Tiene una concepción de cantera para los clubes profesionales que aúna más la cultura y el deporte, algo más cercano a la educación de Estados Unidos. Para mí es fundamental que el deporte forme parte de la educación. El cerebro es un musculo que también se puede entrenar, no hay que olvidarlo. Y se puede mejorar. Es fácil decir que en la base somos formadores y que hay que tratar a los niños con un respeto, dis-


ciplina, educación… pero luego no siempre se hace. No vale con las palabras, son hechos. Y tiene que ser radical ese cumplimiento. Muchos clubes sí se podrían nutrir de profesionales y que esa educación deportiva también fuese acompañada de una formación académica. Hay críos que podrán y otros que no dan para el 9, pero sí para aprobar. Orientarles en sus gustos a la hora de estudiar una carrera, enseñarle a alimentarse correctamente, darles una formación cívica… Yo creo que hay muchos aspectos en los que se puede trabajar desde que son muy pequeños, cada edad en su medida, y que no serían tan costosos para un club de fútbol profesional. Bastaría con la voluntad de querer aplicarlo. Una cantera con clases particulares de refuerzo. No me diga que el que no apruebe, no juega, como hizo 'Coach Carter'. No hasta ese punto. A mí me tocó lidiar con un crío que repetía y suspendía siete…

Llega un momento en el que te plantas y le dices que si sigue así no va a jugar… hay que estudiar. Es cierto que hay quien no tiene potencialidad para sacar las asignaturas de una manera tan fácil y hay que entenderlo. Tiene que haber de todo, pero se debe intentar. Hay que esforzarse. Es indudable. Pocos futbolistas profesionales sacaban una carrera en su época de jugador. No había muchos, pero había; igual más de lo que la gente de la calle pueda pensar. Ahora el futuro es incierto y los jóvenes deben prepararse todavía más que antes. En la época de vacas gordas, casi todos dejaban los estudios elementales. En pleno boom económico del fútbol se pensaba que con eso bastaba para ir tirando, pero uno siempre se hace mayor y se acaba retirando. En mi caso siempre tuve la mentalidad de acabar la carrera para cuando se terminase lo deportivo. Tienes que tener unos estudios y saber que mañana te puede tocar


trabajar de albañil, médico o maestro, pero que tienes que saber hacer algo con tu vida. Hay que mentalizarse de que no siempre vas a estar entrenando y en las concentraciones del equipo, que algún día te puede tocar trabajar ocho horas como el resto. Llegar a la élite del fútbol es complicadísimo, aunque usted lo logró. Es muy difícil jugar en Primera. Considero que fue muy sacrificado llegar. Dependía de mis variantes a nivel físico, de cuidarme mucho, de hacer caso al entrenador, de la alimentación, de mejorar cada día, darlo todo en casa, entrenamiento… Sin ser muy talentoso tenías que luchar por ello muchísimo. No fue nada fácil. Entonces llegaban contados a Primera de los millones de niños que jugábamos y siguen llegando contados… Sólo unos pocos. El problema es cuando los padres piensan que su hijo de diez años va a ser como Messi y ese es uno de millones y millones. Ese el mayor problema.

¿Deben ser un ejemplo para la sociedad los deportistas profesionales? Eso entra dentro del sueldo. Si se es profesional… Llaman la atención los casos de gente que no lo es, pero yo que estuve dentro y tuve compañeros a los que les gustaba la fiesta mucho, puedo asegurar que son siempre una minoría. Y cada vez hay menos de ese tipo. Los futbolistas son gente joven que tienen que salir en un momento dado y tomar una copa y estar con los amigos, eso es lo normal. Pero se cuidan. Todo en su justa medida. No fumar o drogarse, o ciertas cosas que serían malos ejemplos para los niños. El deportista profesional es una persona pública y debe ser un ejemplo de comportamiento para los demás, lo mismo que un entrenador. Tras el plante de Copa del Rey dijeron que era “el técnico de la dignidad”, ¿le gusta la etiqueta? No creo que lo sea, soy un entrenador normal. A lo mejor el aplicar normalidad a to-

¿Falta educar a los padres de los niños futbolistas? Sí, en la Educación Pública hay una Escuela de padres en la que se les orienta en aspectos más complicados o conflictivos, como drogas o sexo. A nivel deportivo también deberían dejarse aconsejar por profesionales. Te pueden dar pautas que te ayuden, no es necesario cumplir lo que te dicen a rajatabla, pero hay que dejarse ayudar. Creemos que nuestro hijo es el mejor en todo y tendemos a ver sólo lo bueno, no somos objetivos con los hijos, me incluyo. ¿No le ha salido futbolista el chaval? Tengo una hija y un hijo. Nunca lo pensé, deben dedicarse a lo que les gusta. El chaval no es un apasionado del fútbol, aunque ahora le gusta más, a media que fue creciendo y yo estaba en ese mundo. No tenía las condiciones para ser futbolista e hizo lo que a él le gustaba hacer, que es lo verdaderamente importante.

das estas cosas que vive el fútbol es lo que ha hecho que la gente piense eso. Cualquiera en mi lugar hubiese hecho lo mismo. Lo hice por sentido común. ¿De director de escuela también tenía tantas preocupaciones? Era distinto, pero sí estaban las ganas de mejorar cada día y de que todos los que tenía a mí alrededor también fuesen mejores. Era también un reto. Si eres maestro tienes una vocación y quieres que los niños o adolescentes mejoren y aprendan. En el fútbol es lo mismo, pero los éxitos repercuten en ti socialmente y económicamente de una manera más directa. Tampoco llevas tanto trabajo para casa en el colegio y el fútbol profesional hay más presión. ¿Tuviste que sacar la vara de avellano dentro del vestuario en alguna ocasión? Se saca todo el año, incluso después de ganar un partido importante hay que dar un


«Los futbolistas son chavales normales con las mismas preocupaciones y sentimientos que cualquiera»

Toque a uno o dos futbolistas. Puede ser que te pongas duro al día siguiente de un mal encuentro o como se hacía de antes poner un entrenamiento a las siete de la mañana o castigar con tres sesiones en un día, pero con eso creo que no ganas nada. Tiene que ser una evaluación continua, la motivación diaria. Todas las semanas hay alguien al que tienes que llamar la atención, pero siempre hay momentos para decirlo y maneras para que al jugador le sirva de algo. ¿Autoridad moral o autoridad ejecutiva? Las dos son importantes, es imprescindible que el jugador sepa quién manda y también que está respaldado por su entrenador. Ese respeto mutuo es el que te va a dar más autoridad al final. Después de todos los problemas vividos soñará con una temporada en un club solvente en lo económico… Como jugador viví dos etapas muy

duras en clubes con problemas y también sufrí la falta de pagos. Luego como entrenador también lo he vivido en Santander y en algún equipo en Asturias. Lo pido todos los años: por favor, que sea un equipo en el que pueda trabajar y vaya todo bien, con los pagos al día, que no exista mal rollo y que la afición nos apoye… Ojalá que la temporada que viene en el Racing, la entidad esté más saneada y tengamos esa seguridad. Dicen que un año en el Racing es como el año de un perro, que equivale a siete de un humano o en otro club. ¡Vaya temporada que ha vivido! Sobre todo porque pasaron muchas cosas que en condiciones normales suelen ocurrir una por año: una buena actuación en Copa, impagos, ascenso… Aquí fue todo a la vez en la misma campaña. Todo esto lo hizo muy entretenido, pero también más duro. La gente que tienes alrededor ha sufrido más que yo. Mi familia siempre me apoyó, que de-


cía que siguiera hasta el final con el equipo aunque tuviésemos que vivir debajo de un puente o no pagaran más. ¡Lo vimos tan mal! Si no llega a salir lo del plante ante la Real Sociedad el Racing no hubiese acabado la temporada, el club hubiera desaparecido, Había que parar aquello si no entraban en razón. ¿Dentro de 20 años cómo contará a sus nietos lo que ocurrió en el plante de Copa del Rey? Al ser protagonista directo, supongo que con emoción y más detalles que otros, será importante que lo entiendan y que se sientan orgullos de su abuelo. Hay cosas más importantes en la vida que ganar, y hay cosas muy importantes que hay que ganar en esta vida… No me refiero a un 1-0 ó a un resultad, sino al sentirte bien contigo mismo y la gente a la que defiendes. Saber que haces lo correcto. Siempre digo que los jugadores son como tus hijos y hay que defenderlos. Ves a alguien ahogándose y te tiras a salvar a esa perso-

lesionaban y no se podía fichar. Hubo que pasar muchas revalidas para lograr el ascenso, aunque siempre tuve en mente la meta. ¿Seguirá en el Racing? No me veo en ningún otro sitio, pero no estoy dispuesto a pasar por otro año caótico como este. Creo que conseguimos darle la vuelta a la situación. Se ha generado ilusión, un gran sentimiento de racinguismo que hace que los críos vuelvan a ponerse la camiseta del Racing por la calle o a pedírsela a los Reyes Magos. Soy el último al que le gustaría irse de aquí. ¿Le deja tiempo el fútbol para su vida personal? La verdad es que no demasiado. Le das mucho a la cabeza siendo entrenador. Quieres tener tantas cosas controladas que al final no puedes abarcar todo lo que quisieras.

«Ser maestro y entrenador tiene muchas similitudes» na… Nos estaban asfixiando, fue una medida desesperada, más allá del tema económico. ¿Se ha olvidado aquel espíritu de liberación? No se ha olvidado la lección de aquel día y tardará mucho en olvidarse. Todavía hoy se comenta y se recuerda, me lo dice incluso gente importante del mundo del fútbol que te da la enhorabuena por aquel gesto. Forma parte de la historia del Racing. ¿Hubo dudas a lo largo de la temporada? Nunca vendí humo. Desde el primer día que dije que venía al Racing mi único objetivo fue ser campeón y ascender. Nunca me escondí. Los problemas que había te hacían dudar, claro, muchos me decían que no saldríamos en septiembre o que en diciembre desaparecía el club. Dentro hubo zancadillas por todos lados, pero yo vine a subir y a ganar el grupo, hubo vacilaciones en la primera vuelta cuando nos quietaban jugadores o se

Intento hacer algo de deporte, sobre todo salir a correr un poco. Al pádel casi juego una vez al año, lo mismo que ir a nadar, un par de ocasiones… Lo que puedo. El tiempo libre es para disfrutar de la familia o de los amigos. ¿Alguna serie de televisión? Hay series policíacas muy buenas, pero si puedo elegir prefiero reírme un poco. A veces veo 'Aida' o 'La que se avecina', aunque sean un poco pachangueras. Me gustan otras como 'El príncipe' o 'Castle', pero no tengo tiempo para seguir series ni ver mucha tele.



de Paco

FÓRMULA 1 - MOTO GP....................... 1 PERRO - GATO .................................... 2 COCINA TRADICIONAL - DE AUTOR ... 3 RUBIAS - MORENAS .......................... 4 PLAYA - MONTAÑA ................................... 5 LOS MORANCOS - MARTES Y 13 .............. 6 FABES ALMEJAS - COCIDO MONTAÑÉS ... 7 MANOLO ESCOBAR - AC/DC ...................... 8 3 CENTRALES - 2 CENTRALES ................. 9 WOODY ALLEN - STEVEN SPIELBERG ... 10 CERVEZA - VINO ..................................... 11 MOURINHO - GUARDIOLA .................. 12 EGB - ESO ........................................... 13 RADIO -TELEVISIÓN ............................ 14 CANTABRIA- ASTURIAS .....



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Una vision

La dictadura Del fútbol ,

del futbol

diferente

«Las historias del libro rezuman ese odio eterno al fútbol negocio»


'La dictadura del fútbol' es un conjunto de relatos de fútbol ficción escritos por el periodista cántabro Fran Díez. El libro comienza con el mítico gol de Dimitri Radchenko en San Mamés, el 2 de enero de 1994. Un tanto que sirvió para que el Racing ganase al Athletic en un recordado partido que es todo un símbolo del racinguismo pese a que no acarreó ningún título ni supuso una salvación. Eran simplemente dos puntos más de Liga, pero se transformaron en una gesta épica. El mismo día y casi a la misma hora fallecía Rafael Alsúa de manera trágica, uno de los jugadores más importantes de la historia del fútbol español por su calidad y peculiar carácter. La vida novelada del interior zurdo donostiarra con sus éxitos y fracasos en el campo y fuera de él se recogen en esta obra. No ha habido otra personalidad tan marcada como la de Rafa Alsúa, un jugador que vivió siempre inmerso en la polémica y capaz de lo mejor y lo peor en un terreno de juego. «La vida de Rafa Alsúa tenía todos los ingredientes para convertirse en literatura o en una película. Un genio deportivo y un mal genio fuera del terreno de juego, con un final trágico y truculento y montones de anécdotas de un fútbol muy diferente al de hoy en día», explica el autor. «No me he querido centrar solo en su muerte, aunque se relata. Fue un suceso que conmocionó a la ciudad de Santander y que se mantuvo en secreto durante muchos años. También reivindico la figura de un futbolista al que le faltaron los títulos en su palmarés para ser considerado uno de los grandes del fútbol español. Por su pánico a volar no viajó al Mundial de Brasil y España no se clasificó para el de Suiza en 1954, aunque Alsúa fue el mejor de los dos primeros partidos de la eliminatoria final ante Turquía… Le faltó una gran actuación a nivel internacional, que seguro que la hubiera tenido en una Copa del Mundo», cuenta Fran Díez. «Alsúa fue muy grande en el Racing y en la Real Sociedad, un jugador que no era de mucho correr, pero sí con un regate y una visión de juego extraordinarias. Él solo podía ganar partidos por ese carácter volcánico. En el fútbol actual se hubiese pasado sancionado media

temporada… Era capaz de lanzar un balonazo a un rival tumbado en el suelo, disparar a la grada con su escopeta imaginaria o increpar al árbitro, al rival o a sus compañeros al tiempo. Todo ello acompañado de gruñidos y aspavientos. Normal que a Santiago Bernabéu aquel jugador protestón no le convenciera nada por lo que decidió que no siguiera en el Real Madrid… Y es que su hermano estuvo en el club madrileño siete años sin dar un problema y marcando goles importantes», el periodista conoce a la perfección la vida y milagros de Alsúa y le encanta hablar de un mito. El relato del exfutbolista del Racing está muy documentado y es una crónica real, pero hay otras historias del libro en las que el autor da rienda suelta a su fértil imaginación. «Ha llamado mucho la atención un relato muy de novela negra en el que un apasionado hincha del Racing de Santander sueña con convertirse en el abonado número uno del club ya pasados los setenta años… Para cumplir su objetivo deberá eliminar a otros cinco veteranos seguidores del club cántabro y no dudará en urdir un plan para asesinarlos. La locura por el fútbol y el amor a unos colores entendidos de una manera insana. En otro, un astronauta latino en un futuro muy lejano naufraga en un planeta y no se le ocurre otra cosa que enseñar a jugar al fútbol a unos pequeños alienígenas desencadenando una pasión a la que no podrá poner freno… Por meter, he metido hasta vampiros en otra de las historia. Un pequeño Cuarto Milenio futbolero», revela Fran Díez.

Vida de Rafael “ LaAlsua Lo tenía todo para contar una historia que fuiera muy atractiva para el lector


Otro de los aspectos importantes que se refleja en el libro es la corrupción que reina en este fútbol negocio, las cloacas de este deporte y sus fichajes millonarios, jóvenes africanos abandonados a su suerte en Europa, el alcohol en las gradas y los palcos… 'La dictadura del fútbol' nos muestra un lado desconocido de un deporte que dejó de serlo hace tiempo absorbido por el negocio. «El fútbol cada vez es menos deporte y más negocio, incluso en las categorías de base. Alguien me ha dicho que el libro es un manual para presidentes corruptos ya que les marca el camino para llevarse el dinero… En realidad, ya lo saben todos. El fútbol ha sido una lavadora perfecta para el dinero negro. De alguna manera en este deporte se concentra todo lo peor de la sociedad: violencia, la política entendida como una empresa propia, corrupción, sobornos… Y por otro lado, una alegría y una ilusión desmedida. El fútbol es la vida y lo mismo te puede tocar el Euromillón que atropellarte un coche. Todo es inesperado y puede cambiar en un instante», indica el autor. El otro relato largo de esta recopilación de cuentos de fútbol, y que además da título a todo el libro, es 'La dictadura del fútbol', una historia de espías ambientada en el primer Mundial juvenil, que se celebró en Túnez en 1977. La narración es además una crítica al uso político del deporte que han realizado, y continúan haciendo, regímenes de diferentes signos. El fútbol también servía de válvula de escape a los ciudadanos para huir de su situación… Caer en ese opio redondo del que también pueden originarse revueltas. El país norteafricano vivía una dictadura en aquella época y también la Unión Soviética, Uruguay o Argentina. Todo ello confluirá en esta historia en la que un delantero moscovita tendrá que marcar goles para conseguir su libertad. «Es otro relato que tiene mucha documentación detrás y que juega con la realidad y la ficción, como varios de este libro. Me ha llamado la atención que el acta oficial de la FIFA de la final de este Mundialito tiene un error… Pero claro, tuve que ver el partido completo para darme cuenta. Ha sido un

trabajo duro recoger todas las historias de tantos y tantos jugadores que aparecen y también me ha dado pie para hablar del fútbol soviético, de Joao Havelange y de otras muchas cuestiones que nos sirven para entender la evolución del fútbol en las últimas décadas», explica el autor. En 'La dictadura del fútbol' se adivina amor al fútbol embarrado y modesto en cada párrafo. «Todas las historias del libro rezuman ese odio eterno al fútbol negocio y tratan de buscar con añoranza a ese deporte que ha sido devorado por los millones». Es un libro que gustará a los más futboleros, pero que también es recomendable para gente que no sea apasionada de este deporte y quiera acercarse a historias que muestran el otro lado de un deporte del que todos terminan hablando, aunque no sean hinchas. Es la dictadura que impone el fútbol en la calle, en la barra del bar o en el ascensor. Una tiranía menos dañina que las otras, claro.

En aquel primer mundial juvenil de 1977 empezo la gran corrupcion de la fifa


ÂŤEl fĂştbol y la vida nos sorprenden con lo inesperado y eso es digno de contarÂť


El fichaje de Waldo Alonzo Ferreira da Souza Cortez, Waldinho para los anuarios de fútbol, fue un fracaso de dimensiones colosales para un modesto club al que condenó a la desaparición, pero es probable que la historia no les suene de nada, o incluso que la ignoren por completo, dada la pobre trayectoria que posteriormente desarrollaría este pintoresco lateral derecho brasileño, aunque algunos ojeadores expertos aseguraban que era en realidad un mediapunta ofensivo con tendencia a caer a la banda… y también a dejarse caer por los bares, discotecas y clubes de alterne. Sin embargo, su llegada al fútbol español sí tuvo cierta repercusión mediática en los bajos fondos futboleros, esos que salen en los márgenes de los diarios con letra pequeñita. Sólo asoma la punta del iceberg, pero la trama suele tener raíces en las cloacas. Apenas ocupan un par de minutos en las


Relato del libro ‘La dictadura del fútbol’ de Fran Díez tertulias de barra de los aficionados locales, pero años después vuelve a salir el asunto de la alcantarilla para avergonzar a algún mandamás encorbatado. Rara vez termina alguno de los implicados imputado delante de un juez. El modesto club, que invirtió una cantidad nada despreciable en Waldinho –nunca se llegó a saber la cifra exacta–, militaba en ese pozo sin fondo que es la Segunda División B, pero se esfumó ahogado en un mar de números rojos al no recibir más ayudas públicas; un cataclismo conocido como crisis económica que ha desmontado muchos chiringuitos del deporte profesional español. Burbuja inmobiliaria, financiera y futbolera. Quizá sean todas ellas la misma, una gigantesca cúpula bajo la que vive esta civilización bursátil. De aquella institución futbolística solamente quedaron facturas impagadas y la nostalgia de los aficionados. Su ocaso llegó poco después de sus temporadas de gloria, en las que incluso rozó y soñó con la Primera División. La deuda acumulada fue el trofeo más grande que conquistó el club. Waldinho llegó etiquetado como el futuro lateral derecho de la canarinha y, supuestamente, estaba siendo seguido por los grandes clubes europeos. Era la bomba que un jugador de su calidad recalase en un equipo de la categoría de bronce del fútbol español, aunque fuese un recién descendido, algo que sólo era posible por «el gran trabajo de la secretaría técnica del club y bla, bla, bla», según explicaron en una rueda de prensa repleta de periodistas y cámaras. En realidad, poco se había hablado del chaval en su país hasta que saltó la noticia de su pase al Viejo Continente. Si uno introducía su nombre en Google, las únicas entradas que aparecían eran las de ese fichaje por un modesto equipo del levante español, y después de aquello tampoco se ganó un hueco mayor en el buscador. El defensa de Paraná colgó las botas con 25 años recién cumplidos para ejercer de protésico dental y sin haber jugado un solo partido en el Brasileirao. Pero claro, todo esto se supo años después y con la institución ya más enterrada que los dinosaurios. Ni siquiera se logró el retorno a la categoría de plata aquella campaña. Armado de una grabadora y la ilusión del aficionado a un club que perdía casi siempre, me dispuse a escribir la historia de Waldinho, el lat-

eral maldito, un libro para frikis de los desastres deportivos. Concerté varias entrevistas y buceé en la hemeroteca para repasar aquel fichaje de hacía casi una década. El que fuera director deportivo de aquel desastre seguía vinculado al mundo del fútbol como entrenador de porteros de un equipo de Tercera. «Estoy sin nómina, solamente me pagan la gasolina de los desplazamientos, lo hago por el simple disfrute de matar el gusanillo», me contó casi nada más verme. No me aportó muchos más datos, aunque sí bastante reveladores: «A mí me decían que venía un fichaje y que le presentara en la sala de prensa. Era un mandado. Yo no sabía si era negro, blanco o amarillo, pero me tocaba dar la cara por ellos. El presidente y el gerente lo manejaban todo y yo simplemente les daba algún consejo porque soy gente de fútbol. Casi todos los jugadores llegaban por la misma vía, un amigo de los jefes que era un agente FIFA muy bueno. Al brasileño ese yo no le conocía de nada, pero teníamos muy buenos informes y había visto un vídeo en YouTube de un gol de falta que hizo en su país que era una pasada. Me sentaba delante de los periodistas y leía la hoja con los equipos en los que había jugado y que me preparaba el jefe de prensa. Todo eso que os gusta preguntar a vosotros, de qué juega, la edad, la altura y tal». Se me encogía el corazón al saber que mi equipo del alma fichaba a brasileños y uruguayos en palés y al peso. «¿Que cómo se ficha? ¿Me lo preguntas en serio? Apaga la grabadora, chaval». Estas fueron las palabras del exgerente de aquel equipo tan extinto como los tigres de Tasmania. El hombre dirigía ahora una fábrica de sillas de plástico tras una mesa de diseño que costaba dos nóminas de periodista de capital de provincias, o sea, unos 150 ó 200 euros en Ikea. El oficio está de capa caída, aunque nunca destacó por los fichajes millonarios. La pelota comenzaba a rodar como la bola de piedra en Indiana Jones y el templo maldito. Un representante contacta con su amigo o conocido dentro del club y coloca al jugador, hasta aquí algo que me sonaba. «Recuerdo bien el caso de Waldo, nos lo ofreció una empresa con sede en Belice. En Sudamérica los futbolistas son de empresas, como fondos de inversión o algo parecido. Algunos tienen cinco o seis propietarios, como caballos. Ellos trabajaban con un agente FIFA buenísimo que nos dijo


que el chaval era un fenómeno. Ofrecieron el 50 por ciento de los derechos para España, dijeron que éste sería su trampolín y que todos ganaríamos mucho dinero con el futuro traspaso a un club grande. Hicimos una primera transferencia de 100.000 euros y teníamos que hacer otras dos por el mismo importe, más una prima de fichaje que no recuerdo si fueron 200.000 ó 300.000 euros. ¿Ese cacharro está apagado, no?». Mientras asentía, yo me acordaba de mi último sueldo, obligado a pagar la cuota de autónomo. ¡Un representante muy bueno! Como si pudiese marcar goles o fuese un Messi o un Cristiano Ronaldo… «Lo importante son los contactos. No hace falta saber si necesitamos un mediocentro, un delantero o un portero. Son los contactos. A mí todavía me invitan al palco del Bernabéu, pero ya no quiero ir. Ya no es mi ambiente, aunque no descarto volver al fútbol si hay un proyecto serio o si refundan el club, como dicen por ahí. Aquí fichan los representantes, los agentes mueven todo el cotarro. El director deportivo que teníamos no pintaba nada y poca idea tenía. Era un flipado que se pasaba el día viendo vídeos. Había sido profesional, y con eso te lo digo todo: medio tonto o tonto entero. Además, yo le vi jugar y era malísimo, no sabía de qué iba la fiesta. El representante te llama y te dice: tengo algo bueno que os puede interesar. Quedamos a comer o a cenar… Luego, a veces, nos íbamos a tomar unas copas y también de putas, claro, y es así como empieza la historia, con amistad. Te traía buenos jugadores o se los llevaba, pero siempre ganaban las dos partes. En el fútbol nos conocemos todos, joder. Los contactos, ya te lo digo yo. Se hacían los tratos como en los pueblos hace años. El dinero iba de aquí para allá con contratos privados y un poco al margen de todo. He visto hacer contratos millonarios que se cerraban con un par de llamadas telefónicas desde un pub. El fútbol es un negocio bastante noctámbulo, nada que ver con esto de las sillas. En aquella época, todo el mundo manejaba internet, pero seguíamos mandando un fax para un fichaje de 400.000 euros. Aquella época de Segunda, en la que peleamos por el ascenso, fue gloriosa. Fichábamos y fichábamos y la afición encantada porque se ganaban partidos», el directivo seguía su perorata animado por la presencia de la grabadora apagada y la notoriedad perdida del palco. Decía que no le gustaba salir en la foto, pero se notaba que men-

tía como un bellaco. En la pared de su despacho no había apenas un hueco libre, todo estaba tapizado por fotografías de su oronda personalidad abrazando a futbolistas muy conocidos. Movía sus bracitos cortos y las manos de dedos regordetes como un mal actor, exagerando cada gesto. Le volvía loco monologuear sobre fútbol. Aceptó recibirme a regañadientes porque conocía bien a mi padre, pero enseguida comenzó a animarse. A toda esta gente le gusta fardar de sus batallitas, como un psicópata asesino en serie que se lleva trofeos de las víctimas. Eran las únicas copas deportivas que iba a ganar en su vida. Las otras, se las había bebido casi todas. «Tenía que haber sido entrenador y te puedo asegurar que sé más que cualquier técnico con título. La velocidad es la clave. Todo lo demás lo puede tener o no, pero sin velocidad no venderás nunca a un futbolista. Es en la velocidad donde está el dinero», espetaba acelerado, como si hablar rápido también generase dinero. «¿Ese chisme estará apagado? Si me la juegas te arrancó la cabeza, que sé lo que es el off de record y yo me he cargado a mucha gente. Yo he sido muy importante. Más de uno y de dos periodistas no han vuelto a trabajar en esta región por encararse conmigo y de cómo funcionan los medios te puedo dar clases», soltó fanfarrón para amedrentarme, pero fue más ‘Una terapia peligrosa’ que ‘El padrino’. El gerente y su mesa esteparia de directivo me tuvieron 45 minutos sentado en una silla de tortura que fabricaban allí mismo. El tío hablaba en tromba escupiendo toda la información que no había facilitado el director deportivo. Palabras a todo trapo; una ametralladora: «Niño, mira a ver que ese trasto de la grabadora esté bien apagado porque esto no puede salir de aquí. Nosotros abonamos los 300.000 euros, fraccionados en tres pagos, a un banco de las Islas Caimán. De ese dinero, nos devolvieron la mitad, más o menos. Creo que fue eso, porque el presidente manejaba directamente la caja en B y no sé si fue algo más lo que le dimos después a aquella gente de Brasil para rescindir el contrato. El jugador firmó por cinco temporadas con una ficha de 100.000 euros y el incremento del IPC, además de unas cláusulas de partidos jugados, goles, prima de traspaso, un partido amistoso con su club de origen que nunca se jugó, etcétera, etcétera. El tema iba en dos contratos, uno con los


derechos de imagen y otro con el mínimo, el federativo, con la Seguridad Social. En aquella categoría se podía pagar al jugador muy poco, y no había sindicatos ni mierdas de esas de la AFE. Te hago el cálculo rápido: Waldo cobraba unos 2.000 euros al mes limpios, un obrero del fútbol. Esa era su nómina con dos pagas extras prorrateadas y luego tenía que cobrar en un único pago al final de la temporada el resto de la ficha: 76.000 euros, menos el 15% para sus representantes y 50.000 euros que tenía que dar al presidente del club en B. O sea, que le quedaban 14.600 euros, que también se lo dimos al presidente a cuenta del alquiler del piso donde vivió el brasileño, que era suyo. No era caro, pero el dinero se quedaba en el sistema. Todo lo demás, y con una prima de fichaje, iba a nombre de la sociedad que tenía los derechos de imagen de Waldinho en las Caimán». Mi cara de farol no debió de ser muy buena porque el exdirectivo futbolero se me quedó mirando fijamente… «Sí, vale, el presidente me dio algo por la operación y nos repartimos el dinero, pero la culpa fue del agente porque el chaval valía para el fútbol y aquí perdió la temporada por culpa del pasaporte falso. Todo se hacía así, era lo habitual. El agente blanquea y reparte. Hasta Hacienda y la Seguridad Social


miraban para otra parte. No cobraron prácticamente nada en todos los años que estuve, como mucho la parte de las fichas federativas. Hacienda y Seguridad Social no controlaban nada, nos dejaban en paz. Cuando cerramos el chiringuito eran los dos mayores acreedores y se quedaron sin cobrar cerca de seis millones… ¡Y era un equipo casi de pueblo! Pero por su culpa desapareció un club histórico, porque empezaron a tocar las pelotas… Y en el fútbol el que tiene que tocar la pelota es el que está en el césped». Suspiré mentalmente aliviado ante este pirata de los fichajes que no necesitó que le asesorara el Instituto Nóos de Iñaki Urdangarín. Un club, que en su mayor parte vivía de las ayudas del Ayuntamiento y del Gobierno Autonómico, fichaba pagando en un paraíso fiscal, cobraba en B alquileres hinchados de pisos y estafaba a inocentes laterales derechos. Las noticias de que el fútbol español debía a la Agencia Tributaria millones y millones de euros eran más que ciertas, y eso que no contaban con aquellas operaciones encubiertas en exóticos lugares que recordaban a la mítica isla de la Tortuga. Bucaneros de los despachos dispuestos a saquear los clubes que dirigían y no dejar nada de cobre en el estadio. «¿No había ninguna vigilancia de la FIFA o de algún organismo público?», le cuestioné. La respuesta ya me la sabía: No. «Hubo denuncias, claro. Por eso en España a los clubes alemanes no les queríamos ni ver, exigían avales bancarios y cosas por el estilo que podían poner en riesgo todo el negocio. Pocas operaciones se hacían con ellos, aunque interesase el futbolista. Aquí no había ningún control, todo era más de palabra entre caballeros y daba igual pagar o no. Sí se abonaban las comisiones, lo que importaba, pero los traspasos, a menudo, quedaban apuntados en una barra de hielo o se iban compensando con las ventas o compras de otros futbolistas. Cambiar cromos. Te lo explico gráficamente con la teoría de la saca de arena con un agujero, que movíamos de un punto a otro. Daba lo mismo cómo llegase o a dónde, lo importante eran esos montoncitos que se iban quedando por el camino», respondió. Continué preguntándole por aquel desastroso fichaje de Waldo; me parecía increíble que un jugador tan malo fuera tan caro. Si hasta el lateral derecho al que sustituyó hizo luego una buena carrera en Segunda: «No has entendido nada.

Daba lo mismo que fuera bueno o malo, aunque nos hubiera gustado que fuera el mejor. La cuestión era ganar dinero, que todos ganásemos dinero porque el club estaba muy necesitado. Tú ponlo como quieras, pero te puedo jurar que no hubo estafa. El presidente y yo mismo pusimos mucho dinero en B de nuestro bolsillo dentro del club. Pagamos fichajes, primas a terceros, tratamientos médicos y muchas cosas… A mí el fútbol me ha costado dinero». Abandoné el despacho del directivo samaritano con la sensación de que aquel hombre tenía el morro de Angelina Jolie. «Dale recuerdos a tu padre, chaval», me susurró mientras me palmeaba la espalda. Lo importante son los contactos, me dijo al principio, pero de todo aquello no podía escribir ni una línea. Seguir el dinero, ya lo decían en The Wire. Pero en el mundo del fútbol la huella del dinero siempre se esconde. Pocas veces se habla de cifras exactas o confirmadas, se dividen los pagos a varios agentes, a empresas, a familiares, a clubes, a sociedades de varios países... Nunca nada es oficial ni queda claro cuánto o quienes reciben la pasta. Todo para que no se puede seguir el rastro del dinero. Tenían razón en la serie ambientada en Baltimore, pero resulta complicado. Si consigues dinero, nadie te preguntará cómo ni cuándo, solo les interesará saber cuánto. Waldinho no llegó a debutar nunca en España, aunque jugó un par de amistosos. Ese papel que llaman tránsfer –sí, como el lobo malo de los dibujos animados de Willy Fog–, una especie de permiso de trabajo internacional de la FIFA, no llegó nunca. El pasaporte brasileño le impedía jugar en 2ª B, aunque uno de los representantes del defensa, un paraguayo muy simpático que había jugado en el River y que manejaba bien a los medios, aseguraba que tenía también la nacionalidad portuguesa. Un embrollo que se iba a solucionar en una semana y que no se arregló nunca. El guaraní, que tenía los derechos del brasileño para Sudamérica, había jugado en varios clubes españoles y ocasionalmente comentaba partidos en televisión en los que siempre hacía apuntes más interesados que interesantes. El representante en España de Waldinho, otro más de un grupo incontable, era un prestigioso abogado andaluz, que en realidad no era más que un lacayo de otro agente mayor. Un tiburón FIFA. Un par de llamadas y el brasileño se


había convertido en una de las promesas en la Segunda División de Brasil en el diario de mayor tirada nacional. Los medios. Siempre los medios. No nos olvidemos. Hablé por teléfono con el tipo, le conté que quería escribir un libro titulado El lateral maldito, pero no quiso entrevistarse conmigo. «El chico no tuvo suerte, no se adaptó al fútbol español, pero tenía todo para triunfar. Era rápido y muy técnico, pero de cabeza estaba algo flojo. No recuerdo bien las cifras, pero no fue algo disparatado para el cartel que tenía en Brasil». Eso fue lo poco que saqué en claro de la charla telefónica. Echando unas cuentas rápidas, entre el representante de aquí, el de allí, el gerente, algo que se llevó el director deportivo por tener la boca cerrada y el presidente, se habían repartido más de 376.000 euros de fiscalidad dudosa por un fichaje de Segunda B que nunca llegó a jugar un minuto. El que fuera el máximo mandatario de aquel equipo fantasma estaba en la cárcel por un problema con la pensión que tenía que pagar a su primera mujer, aunque tenía otras cuatro y un número indeterminado de hijos. El rey de los chanchullos se había salvado de ir a prisión por un lío de licencias urbanísticas, por el derrumbe de un edificio de su constructora que había oca-


sionado una víctima mortal y por haber llevado a la quiebra al equipo de fútbol del pueblo, pero su primera esposa había hecho con el personaje algo que no podemos llamar ni justicia ni poética: Ella había destapado todo un circo de corrupción para tratar de llevarse un trocito de pastel. Con ese panorama, aparqué la idea de entrevistarle. Años atrás, cuando tuvo que anunciar en rueda de prensa que el club se liquidaba, según él por culpa del Ayuntamiento y el Gobierno que no querían al equipo con su pasión, un periodista le preguntó si no habría sido culpa de las inversiones desproporcionadas en fichajes que nunca dieron rendimiento, y el dirigente, gordo como un saco de balones y sudando a chorros como un aspersor del césped del estadio, dio un tremendo golpe en la mesa con el puño y gritó:«¡Coño, aquí se ficha así! La gente quería fichajes y casi subimos, así que tan mal no lo haríamos». Con el presidente bananero entre rejas se me ocurrió contactar con el que había sido su archienemigo en las Juntas Generales de Accionistas. Un tipo que había pasado de ser su fiel perrito faldero y directivo del club a ser el azote en los medios de sus excompañeros de mesa y mantel. Luke, ven al lado oscuro. Quedamos en una cafetería y pagó él los dos cafés. No me pidió que apagara la grabadora y se notaba que con la prensa nadaba como pez en el agua. «Se dijo que costó un millón de dólares, y creo que era lo firmado. El lateral del millón de dólares, así le bautizaron en los periódicos, pero no lo llegamos a pagar. En realidad no llegamos a pagar a casi ningún club. Se abonaban las comisiones y lo otro se quedaba apuntando en un cubo para el agua. A veces otro equipo tenía suerte de compensarlo con algún traspaso. Los fichajes me recordaban a cuando mi abuelo vendía vacas en el Mercado de Ganados de Torrelavega, porque no sé si sabrás que soy de origen pasiego. Todo era muy de palabra, aunque en el fútbol dar la mano no es sagrado. Muchas veces bastaba el acuerdo verbal, y si la operación era internacional, un fax. A nadie le importaba el fútbol, solamente repartirse comisiones, que además se pagan el primer año… Como la totalidad se ponía a tres, cuatro o cinco años no le importaba a nadie el futuro. De verdad que yo no cogí nada, algunas cenas, viajes con mi mujer y eso, pero nada que ver con las millonadas del gerente y el presi, que se hicieron ricos. Por eso me fui rebotado», narraba

este Robin Hood tripero adicto a las comidas gourmet y a los hotelitos cinco estrellas. En realidad, la prensa recogió en su momento que había sido expulsado de la directiva por un enfrentamiento con el presidente. Orquestaba su golpe de estado. El motivo parecía claro, o así lo suponía yo, sin andarse por las ramas: querer dinerito para su bosque de Sherwood. A los pobres o a los socios nunca les hubiera llegado nada, aunque se enarbolaba su causa en aras de una mejor gestión. Mutatis mutandis, todo ha de cambiar para seguir igual, aunque aquí la revuelta en la directiva se quedó en agua de borrajas. No creo que hubiese llegado ningún presidente más honrado. No creo que ninguno de cierto nivel lo sea. Ya no hay naciones, ya no hay personas, tampoco democracia… Sólo hay empresas, que es lo que son los clubes de fútbol. ¿Dónde se quedó el sentimiento y la pasión por unos colores? Supongo que en el patio del colegio o que lo mataron con la conversión a Sociedades Anónimas Deportivas de los clubes. A través de un conocido, me entrevisté con un abogado madrileño que había representando a un par de futbolistas sin mucho nivel. Nada de lo que me dijera me podía ya escandalizar. Utilizaba frases lapidarias y secas como si golpease el balón en un tiro libre: «Supongo que los contratos de futbolistas comenzaron siendo parecidos a los de un trabajador normal y han terminado siendo novelas de un montón de páginas. No te puedo explicar mucho, porque mi relación con ese mundo ha sido muy tangencial. La contratación de un jugador profesional de fútbol supone la negociación sobre dos tipos de derechos: los derechos federativos y los derechos económicos. Los primeros permiten inscribir al jugador en la plantilla profesional y que juegue las competiciones oficiales, por lo que son de un club, y los segundos tienen que ver con la propiedad económica y el precio de su traspaso, y pueden compartirse entre varias personas físicas o jurídicas. Un jugador puede ser propiedad de un grupo de amigos o la inversión de varias empresas, por ejemplo», iba describiendo. Lo cierto es que el tema no me interesaba demasiado a esas alturas y preferí regatear toda aquella jerga de leguleyos y evadirme. Dejar que trabajase la grabadora. «En el contrato laboral, que es el que se registra en la Federación Española de Fútbol, figura un salario de varios miles de euros mensuales que


es común a los futbolistas de la plantilla. Una nómina normal, como la de cualquier trabajador. Pero la parte más importante de los emolumentos es la ficha, estipulada en un contrato privado. Ambos pagos tributan igual, al 43% (salvo para los que venían del extranjero, que pagaban el 24% gracias a lo que se llamó la Ley Beckham, que estuvo vigente de 2005 a 2010 y que era una forma de favorecer los grandes fichajes de estrellas, porque por poner sólo un ejemplo en Alemania tributaban el 45%), aunque en realidad los clubes nunca fueron buenos pagadores de las instituciones públicas. Además, en la ficha se hacen muchas trampas, con subcontratos privados, dinero en B, paraísos fiscales, encuentros amistosos que nunca se celebran, etcétera. A veces también se incluye una prima para el futbolista por fichar por el club, que se paga en el primer año de contrato. En otro anexo se fija el contrato de imagen, que tributa mucho menos, al 25% al hacerse a través de una empresa. Siempre se intenta pagar menos impuestos. En realidad, rara vez se han explotado los derechos de imagen salvo de las grandes estrellas, claro. No deja de ser un fraude de ley que se ha llevado a cabo durante años con miles de futbolistas. Pepito Pérez, un central de Segunda


al que no conoce ni Dios paga una miseria en impuestos porque cobra a través de una S.L. que gestiona su imagen… ¿Qué imagen? Si no podría hacer un anuncio ni de espinilleras». Pagué el café, con sus impuestos correspondientes, y me despedí con un dolor de cabeza considerable. Odié a aquel defensa brasileño más que nunca, aunque no tuviera la culpa de nada. El pobre casi no había ganado ni para el billete de avión. El tema de Waldinho no daba para mucho más de sí y desestimé la idea del libro después de que me ofrecieran un trabajo como vendedor telefónico de líneas ADSL. Sé que el brasileño jugó en el Ponte Preta y en el Minas de Gerais en la Segunda División cuando regresó a su país, es lo que aparece en la Wikipedia, pero no llegó a destacar demasiado; al menos no encontré más datos. Más tarde, gracias a Facebook, descubrí que era un protésico dental de banda derecha y que ya no jugaba ni en playeros. Lo poco bueno que hizo todo aquel lío que me monté a cuenta de Waldinho, fue curarme de mi pasión futbolera. Demasiado turbio para mí. Se me hacía ya imposible mirar a un palco con buenos ojos o aplaudir en la presentación de un fichaje millonario.



La Liga que aburre al mundo El desencanto del fĂştbol galo Por Pierre MahĂŠ


Francia, su vino, sus quesos, tantos como días en un año. Su saber vivir y su mejor saber estar. Su mítico Tour, su rugby generoso, su balonmano triunfante, su básquet americanizado e incluso sus velocistas capaces de competir con atletas estadounidenses y caribeños. ¿Y su futbol? Zidane, punto y final. El fútbol en Francia, a diferencia de muchos países, no se entiende desde un punto de vista estético o puramente resultadista, aquello de ganar, ganar y ganar. No, el futbol en Francia es moral, el bien, el mal, la lucha entre conceptos que van más allá de lo futbolístico. Este jugador, ¿es bueno? Puede que sí, pero ¿es buen padre de familia? ¿Canta la Marsellaise antes del partido? ¿Se sabe la letra? Si no la canta es porque no ama a Francia, y si no ama al país al que representa, no debería vestir esa camiseta, como si hacerlo bien, mal o regular en el césped no bastara, hay que hacerlo con estilo, cuidando las formas, midiendo los pasos. Del futbolista francés se espera lo mismo que de un político, que trabaje pero que dé ejemplo, que meta goles, reduzca el paro, pero sobre todo que sepa comportarse. En 1998, Adidas lanzó el eslogan “Zidane Président”. Falto de líderes carismáticos, Francia busca la figura del salvador y sólo encuentra Benzemas y Riberys, acusados hace unos años de frecuentar otros clubes que no eran precisamente de futbol. Así pues, el balompié galo cierra una casi década de sin sabores, escándalos y desencuentros con su selección. El año 1998 queda muy lejos y la sombra de aquel equipo campeón es demasiado alargada. Con la Copa del mundo en Sudáfrica volaron las últimas esperanzas. A dos años de albergar una Eurocopa, sin embargo, no todo está tan mal. El país ya ha asumido que su futbol patrio forma parte de una clase media acomodada, tan confortable como aburrida… El futbol francés no era el guapo de la clase pero sí era el más honrado. Para encontrar un escándalo de corrupción hay que remontarse a 1993, OM contra Valenciennes y los famosos maletines por dejarse perder enterrados en el jardín de un jugador norteño... La Liga cuenta con clubes saneados e incluso asépticos, formales hasta el aburrimiento. Algún presidente histriónico sigue dando que hablar, como Louis Nicolin, del Montpelier, magnate francés de las basuras, perdón de la gestión de residuos. Sin embargo, a la Ligue 1 ha llegado algo inaudito. Algo que congelará la competición durante años. El Gordo esta vez ha quedado muy mal repartido.


El rico y los pobres Hacerse con el horrendo y esotérico trofeo de la Liga francesa (un pentágono encuadrado en un círculo… Iker Jiménez ya lo debe de estar estudiando) fue durante años lo más parecido a una rifa. Una triste rifa cuyo premio para la temporada siguiente era quedar apeado de Champions League a las primeras de cambio, descentrarse, decepcionar y terminar pidiendo la hora para agarrar un triste puesto de UEFA… Una Copa de la UEFA que se tiraría a la campaña siguiente porque lo primero es la Liga y la prioridad es ocupar plaza europea. Sí, los equipos franceses tiran la UEFA para asegurarse una plaza de UEFA que volverán a tirar al año siguiente. De locos… Así luce el índice UEFA de Francia, por debajo de Portugal y peleando por no ser superado por el de Rusia. En los seis últimos años, por el mísero trono de Rey de la Ligue 1 han pasado seis equipos diferentes: Paris Saint Germain, Montpellier, Lille, Olympique de Marsella, Girondins de Burdeos... Cada año se pelean seis aspirantes, cuatro posibles y dos cenicientas…pasen y vean, la Liga más emocionante del mundo en la que un equipo ramplón y vulgar puede hacerse con el título con una facilidad tan pasmosa como inquietante. Este desorden vino propiciado por el fin del reinado del Olympique de Lyon que conquistó siete títulos seguidos y que hizo de la c o m p e t ición

doméstica gala un espectáculo tan vibrante como la Formula 1 en los años de Shcumacher. Pero antes del Rey Lyon, la rifa ya estaba abierta: Nantes, Mónaco, Burdeos, Lens y Auxerre y PSG, otra década loca en la que despuntó Marsella con la Liga de campeones contra el Milan de 1993, único título importante del futbol francés en clubes. Pero la fiesta terminó. Los equipos modestos ya vuelven a soñar con lo que les corresponde, la media tabla, la permanencia. Porque al futbol francés ha llegado algo inaudito: ¡dinero! Y como todo, está muy mal repartido. PSG y Mónaco son los dos clubes agraciados. En el primero desembarcó un Príncipe de Qatar y en el segundo, un magnate ruso enriquecido en potasio. El club parisino se gasta 300 millones en fichajes al año y consigue cuadrar el ejercicio con publicidad para hacer turismo en el país árabe. Esta “subvención” maquillada ha llevado a la UEFA a tomar medidas contra el Paris Saint Germain por no respetar el “fair play” financiero. El gas de Qatar ha transformado la química de la Ligue 1, como en su día los millones de Chelsea o City cambiaron la Premier. A diferencia de Inglaterra, Francia no estaba preparada para ese boom. De recién ascendido a jugar la Champions. Un shock. En un año, el Mónaco ha logrado a base de millones (los 60 de Falcao por ejemplo) colarse en la máxima competición europea. PSG pelea por pasar de cuartos, pero no cabe duda de que lo acabara logrando. Cuando el club cayó en la edición 13/14 de la máxima competición eur o-

pea, hubo quien acusó al campeonato francés de la eliminación de Ibrahimovic y Cía. La falta de competitividad en la Ligue impedía una buena puesta a punto al club de la capital. Y he aquí toda la emoción: ¿quién quedará tercero?

Este impagable espectáculo, sin embargo, tiene un precio alto: 750 millones de euros. Es lo que cuestan los derechos de televisión. El precio del sopor. Las siestas salen a millón. Lejos del gas qatarí y del potasio ruso se encuentra un empresario provinciano al que el futbol llevará inevitablemente a la ruina. Evidentemente, nadie podrá toser a las dos superpotencias. La liquidación, la quiebra o la desaparición no son palabras exclusivas del futbol español. Le Mans acuciado por una


deuda de 15 millones (sí, “sólo” 15 millones) bajó a la séptima categoría del futbol por decisión administrativa. Hace dos años, Le Mans construyó un estadio de última generación para 25.000 espectadores, cuando apenas iban 8.000 en Primera. Hoy jue-

víctim a : Valenciennes, un clásico del futbol galo, que adivinen…sí, también ha estrenado estadio nuevo y también ha descendido. Tres clubes, tres estadios nuevos edificados bajo el modelo del partenariado públicoprivado o si prefieren “la concesión”. La empresa constructora realiza y gestiona la infraestructura durante 30 años y a cambio el club y las entidades públicas pagan un alquiler anual. Al querer rentabilizar la infraestructura, las constructoras proponen estadios con capacidades disparatadas, nada acordes con las pretensiones de clubes modestos. Para que me entiendan, es como si en el Sardinero santanderino se inauguraba mañana un campo con capacidad para 60.000 personas con un gigantesco centro de ocio. Quizás les suene de algo pero sería pura coincidencia.

El juego y la moral

ga en campos con margaritas salvajes y tres abuelos apoyados en la valla. El Grenoble, manejado por unos empresarios japoneses (qué dañina es la globalización) también sufrió el control de la dirección nacional de cuentas que castiga duramente a quienes no respetan las reglas financieras del juego. El club descendió. Casualmente, el Grenoble también se hizo un estadio con un aforo de 25.000 personas cuando la afición al futbol en los Alpes es de lo más discreta. Perdón, inexistente. Próxima

En Francia, no existe un poso futbolero como en España. Los triunfos cosechados por la selección a finales de los noventa y principios de siglo no fueron más que un espejismo. Y porque el fútbol no es sólo fútbol, se hizo una lectura errónea y equivocada: los integrantes de la selección francesa a través de sus éxitos eran la prueba definitiva de que la sociedad abierta, cosmopolita y multirracial triunfaría. La pelota fue el barómetro social en cuestiones de racismo. Y Le Pen llego a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Francia fracasó a las primeras de cambio en el Mundial de Japón y Corea. El fútbol no es só-

lo fútbol, pero tampoco es un tratado de sociología con porterías. He aquí algunos esperpentos célebres: Julio del 2006, Zidane estampa su calva en el pecho de Materazzi. Ese gesto kamikaze le cuesta el Mundial y probablemente el título de mejor jugador. El futbol es un teatro y a Zidane le gustaba la tragedia. Probablemente la historia le recuerde por lo que pudo ser y no fue, el ángel caído, el héroe villano. Esa final del 2006 tiene una dramaturgia inigualable. Si me apuran es un hito artístico sobre el cual ya se han publicado libros e incluso poemas. Zidane fue objeto de críticas muy violentas. Y el país se comió el coco y a su héroe durante meses: ¿Es correcto? ¿Está mal? ¿Puede Zidane ser un ejemplo para la juventud? En la Eurocopa del 2008, el seleccionador Raymond Domenech pasa de analizar la eliminación en fase de grupos para pedir en directo matrimonio a su pareja que no es otra que la presentadora de deportes de la cadena que televisa los encuentros. Semejante salida de tono le habría costado el puesto a cualquiera. Sin embargo, la Federación decidió renovar su confianza. No hubo boda pero si lunas de hiel con Domenech, un tipo demasiado listo para el fútbol y por lo tanto, demasiado arrogante. Noviembre 2009, Francia se juega el ir o no ir a la Copa del Mundo contra Irlanda. En el área pequeña contraria, Thierry Henry controla descaradamente con


La mano el esférico antes de regalar una asistencia que acabaría en gol. Francia se clasifica. En cualquier país del mundo, Thierry Henry seria elevado a la condición de héroe patriótico. Sin embargo, el máximo goleador de la historia de l'équipe de France y campeón del mundo en 1998 se convirtió en villano. “¡Qué se repita la eliminatoria! No, démosle la plaza a Irlanda directamente. No, no, espera, mejor aún, expulsemos de por vida a Thierry Henry”, se escuchó. Si Maradona hubiera sido francés, habrían desempolvado la guillotina. Semejante delirio nacional evidencia que el futbol en Francia es un deporte más, mayoritario, sí, pero no totalitario. El fútbol no consigue justificarlo todo. Por encima del fútbol está la moral. Y la moral devora mitos y derroca estatuas. Caen del altar al fango mediático en pocos segundos, de la admiración al linchamiento en lo que dura un cabezazo, una mano, milésimas que separan de la eternidad, que manchan una hoja de servicio hasta ese momento ejemplar. Hablando de moral, el colmo de la inmoralidad llegó con el mundial de Sudáfrica 2010. Anelka insulta al seleccionador Domenech en el vestuario con palabras que no reproduciré por si lo lee un familiar o un niño. L'Equipe, con menos precauciones que yo, recoge la afrenta, a cinco columnas a modo de titular. La madre de Domenech debió sentirse ofendida, pues me consta que no llegó a ejercer el trabajo más viejo del mundo. Anelka es expulsado. El vestuario se solidariza y se niega a bajar del autobús para acudir al entrenamiento. Las polémicas sobre el lujoso resort alquilado por la federación, la actitud de los jugadores provocaron un malestar duradero, del que hoy todavía el país sigue haciendo análisis. El fantasma de Knysna, nombre de la localidad sudafricana en la que su-

cedieron los hechos, sigue campando por los pasillos del centro de preparación des Bleus. En un acto de marketing algo extraño, Adidas (otra vez) ha patrocinado la destrucción del famoso autobús en mayo del 2014. El espectáculo de la grúa descuartizando el vehículo sin duda fue divertido, pero los fantasmas no están hechos de chatarra, están en el inconsciente colectivo. Más polémica con el debate sobre el cual debía de ser la talla y el color del jugador de la selección. Futbol y racismo son inseparables, comunes entre los radicales, poco frecuentes entre los mandamases de la federación. Laurent Blanc por aquel entonces seleccionador dijo en una reunión a puerta cerrada que había que limitar la presencia de jugadores negros, altos y fuertes porque España estaba demostrando que el modelo a seguir era el del “jugón”, pequeño, habilidoso…y blanco. Un entrenador de chavales grabó sus palabras y las filtró. Blanc era un héroe de 1998. Eurocopa del 2012. Nasri celebra un gol mandando callar a un periodista e insultando al personal. Dos años después, el “enfant terrible” de Marsella no está convocado para Brasil 2014. El seleccionador Didier Deschamps alega motivos superiores, incluso de interés nacional. En otras palabras: llevar a Nasri reventaría el vestuario. La novia de Nasri celebró la noconvocatoria de su chico con un explícito: “Fuck Deschamps,


Fuck France”. En el partido de preparación contra Noruega, a pocos días del inicio del Mundial de Brasil, se produjo un hecho histórico: todos los integrantes del once titular cantaron el himno. Con este mero hecho, el equipo ya se ha ganado caer en primera ronda sin que les lluevan demasiadas críticas. La moral supera los fines. Podríamos seguir contando vergüenzas hasta que Francia volviese a ganarse un Mundial.

El último ultra En 1998 se enganchó al futbol un tipo de público francés que había sido escrupulosamente apartado de él: se subieron al carro de la victoria las mujeres. Hasta esa fecha, la mujer francesa había sido rara avis en los estadios. En España es habitual y común la figura de la señora mayor en el graderío, la “maruja”. En aquellos años se apuntaron al futbol muchas mujeres jóvenes y de mediana edad, atraídas por el espectáculo y la victoria. El futbol dejó de ser ese deporte para borregos. Quien iba al futbol en los ochenta y en los noventa era un violento o un imbécil. Puede que la ONU declare al ultra como especie en vía de extinción y que Greenpeace lance campañas para su protección y reimplantación en su hábitat natural. El primer club en lim-

piar las tribunas fue el Paris Saint Germain, prisionero de los enfrentamientos entre radicales de Boulogne afines a la extrema derecha y radicales de Auteuil de extrema izquierda. La broma se saldaba cada año con una muerte o bien de un hincha parisino, o de un hincha extranjero. El plan Leproux, del nombre del presidente del PSG, acabó con los ultras. La inversión de Qatar en la entidad hizo el resto: precios disparatados que sólo las clases más pudientes pueden afrontar. El futbol francés era de cuatro tontos, hoy es de cuatro ricos. Los ultras ya no pueden juntarse en el Parc des Princes, e incluso, ni les apetece ya mezclarse con un público mucho más, ¡oh que afrenta!, familiar. Quedan los desplazamientos, a los que acuden, no sin planear antes una pelea con la afición rival. La batalla campal ha desaparecido de los campos, se ha trasladado al parking del súper, con los carritos cuya rueda izquierda trasera siempre falla. La violencia es menos visible, pero sigue viva. Estadios limpios, sí, y silenciosos. La grada de un estadio francés es un sitio inmejorable para un momento de relax. Si pasan por allí, lleven algo de lectura. El futbol galo ha querido imitar al futbol alemán y está fracasando en el intento. No hay estadios llenos, sino ambientes sepulcrales y clubes fallidos. Existe cada vez menos igualdad entre equipos cuando el orgullo patrio era precisamente ese, la igualdad, además de la fraternidad y de la libertad. Su campeonato liguero no interesa a nadie, sus equipos grandes no consiguen nada en Europa, sus equipos modestos sufren las desavenencias económicas, las aficiones pasan olímpicamente, la selección es un anti-modelo, el espectáculo es pobre… ¡Viva el rugby! ¡Viva el Tour!




LUIS AVÍN

MBA


LUIS AVÍN

MBA

La noticia corrió como la pólvora en los mentideros deportivos americanos, para luego convertirse en un más que llamativo trending topic a escala global: en una grabación furtiva realizada por su novia, el veterano Don Sterling, dueño de los Clippers de Los Angeles, profería una sarta de insultos racistas contra los jugadores afro-americanos de su plantilla, en un ejercicio de arrogancia que le retrataba para la posteridad como un ejemplo de hipócrita sin sentido de la justicia social, un miserable que aún pedía gratitud a sus empleados porque «Yo les apoyo, les doy comida, ropas y coches. ¿Alguien más se lo da…?». Todo un filántropo, sí señor. La fulminante reacción de la NBA, con un castigo de por vida que persigue poner distancia con esas actitudes odiosas, no evitó una reacción furibunda entre los jugadores negros de la liga, que ven asomar el feo rostro del racismo en un caso paradigmático de lo que representa en los USA el triunfo económico, y el “respeto” con el que se trata a deportistas millonarios como iconos de una sociedad que, en privado, practica las mismas viejas fobias, aún sabiendo que el 80% de los jugadores de la liga son agraviados naturales de esta mala broma convertida en puro veneno para el conjunto de la competición. Con el repudio explícito de sus jugadores en la

cancha, el caso Sterling es un aviso para el resto de los dueños de los equipos, un límite que no debería volver a ser sobrepasado si se desea mantener el deporte profesional del baloncesto en términos de normalidad asumible por todas las partes. Aunque la rabia y la ira de estos días, azuzada por unas desdichadas declaraciones del propio Donald sobre la situación de los judíos negros en Israel –como si un estado de cosas injusto le absolviera a él de su falta–, tiene visos de dejar tocadas las relaciones de poder en la NBA, quizás ha llegado el momento en que las aclaraciones, el compromiso de transparencia y el respeto máximo a la dignidad de todos sus empleados haga del basket profesional un ejemplo a seguir por otros estamentos, protagonistas de la vida pública yanqui. Mientras tanto, la música ya se hace eco del affaire, y un rapper tan cargado de mala baba como el jovencísimo Plies ha sido el primero en lanzar una andanada, sonora desde el mismo título, contra el magnate caído en desgracia: “Racist Muthafucka” es un recordatorio nada sutil sobre lo frágil de los equilibrios en un mundo cegado por el dinero y las rutas más fáciles para adquirirlo, aunque estas consigan arrinconar y vejar sistemáticamente a una buena parte de tus conciudadanos. Para la mayoría de esos millonarios que trotan por las canchas de la NBA, el momento de decir “No” a tanto despropósito es ahora.

Http://youtu.be/2yzjC4Joq3k

LUIS AVÍN



La idea de Alonso Por José Ramón Rodríguez

El desembarco en el ciclismo del piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso va a suponer un empuje tremendo para relanzar este deporte en España. Su equipo se incorporará al pelotón en 2015. Crear una escuadra profesional en plena crisis económica en un deporte maltratado muchas veces es una buena noticia. Tener tu propio equipo es el sueño de todo buen aficionado al ciclismo y el asturiano lo es. Él tiene el dinero y sobre todo el acceso cercano a muchos patrocinadores y muy importantes. Esta temporada, España solamente cuenta con una escuadra UCI ProTour. Muy lejos quedaron los tiempos en los que nuestro país disfrutaba de siete u ocho equipos profesionales de alto nivel, allá por los años noventa. 8 a 1. Un resultado elocuente que refleja la caída en desgracia. Solamente por eso, la presencia de Fernando Alonso va a ayudar mucho al ciclismo. No sé si será capaz con su sola asistencia como capo de volver a poner a todo un país delante de la tele, como hizo con la F1, pero desde luego se hablará mucho más en los medios generalistas y deportivos de ciclismo con el piloto subido en el coche de su director deportivo, Paolo Bettini. Su llegada al ciclismo quizá ha sido un tanto turbulenta debido a los problemas que hubo con la compra del Euskatel. El que invierte su dinero, exige; y comprar una licencia conlleva una serie de herencias y condicionantes que lo hacían todo más complicado. Fue una pena que el acuerdo se rompiera y que el equipo vasco desapareciera tras 20 años en la élite. Fernando Alonso ha confiado las riendas deportivas de su proyecto al italiano Paolo Bettini, fue un extraordinario corredor y luego seleccionador de su país. Quizá algunos pensábamos que se decantaría por un director deportivo español y sobre todo, por gente diferente, por otra idea de equipo. La UCI exige unas condiciones de estructura y de dinero, que no com-

parto. Las obligaciones deben ir más encaminadas hacía las inversiones en la base y en los equipos filiales. La cantera en España presenta una situación crítica con una gran escasez de jóvenes ciclistas. En un par de años nos quedaremos sin los dos o tres principales corredores de referencia y aunque hay buenas perspectivas deportivas para algunas promesas, creo que se dará un vacío enorme de figuras en poco tiempo. No sé qué idea tendrá Alonso para su equipo. Si hará un conjunto de galácticos para salir a ganarlo todo gracias a patrocinios millonarios o si será algo más modesto. Considero que es una pena no haber aprovechado la oportunidad de hacer algo más sólido y de futuro. No depender del dinero o de que esto sea un sueño de unos pocos años. Haber acompañado al equipo ProTour de un filial Sub-23 o incluso de un juvenil. Alberto Contador comenzó con un conjunto juvenil, el Flex-Junior, y ahora tiene también un Sub-23, el Specialized, a través de su Fundación. Es algo muy importante que los chavales que practican ciclismo vean un deporte limpio y de futuro, con una salida. Alonso parece que se ha decantado por una estructura que conocemos bien. Es más de lo mismo. Su llegada al ciclismo es un soplo de aire fresco por su presencia carismática, pero el aire que trae es el de siempre. La base es el pasado. Bettini fue un grandísimo corredor, pero es más de lo mismo. Es la línea de trabajo de los últimos 30 años en los equipos profesionales. Romper la cadena para relanzar el ciclismo y moverlo con algo nuevo y diferente. Eso sí hubiese sido otra cosa. Alonso nos ilusiona a todos, sí. Pero no debemos olvidarnos de que hay que trabajar las escuelas de ciclismo, quizá aprovechando su tirón, y fomentar que los niños anden en bicicleta. Recordar que es un deporte más, como cualquier otro, y que también aporta buenos valores de educación y sacrificio.


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L Calor, dunas

a 'Titan Desert MTB Marathon' es una prueba de aventura en bicicleta de montaña que compagina ciclismo con orientación y navegación en condiciones extremas. El evento fue ideado y desarrollado por Juan Porcar, que se inspiró en la filosofía de la mítica prueba de motor París-Dakar, adaptándolo a una disciplina deportiva muy diferente. Los participantes compiten durante seis días en el Sáhara, principalmente en Marruecos, por recorridos durísimos y de larga distancia. Un calor insoportable, fuertes rachas de viento, interminables llanuras, dunas de arena en los que hay que bajarse de la bicicleta o terrenos pedregosos que hacen vibrar todo el cuerpo son algunos de los factores que ponen a prueba la resistencia física y mental de estos auténticos titanes de la ruta. En esta última edición de 2014, que se celebró del 27 de abril al 2 de mayo, participaron por primera vez el bilbaíno Álvaro Postigo y el cántabro Felipe Fernández, ambos residentes en Los Corrales de Buelna, dentro de un proyecto solidario que apoya a los enfermos de cáncer. «Viendo un resumen de la carrera en televisión surgió la idea de inscribirnos. Los dos pertenecemos a una asociación, 'Luchamos por la vida', que recauda fondos para la lucha contra el cáncer, y consideramos que la gran repercusión mediática que tenía la Titan Desert podía contribuir a dar a conocer nuestros proyectos solidarios, fomentar el deporte y la salud», cuenta el vizcaíno. «La preparación de la carrera y terminarla era un símbolo de lo que significa la lucha contra la enfermedad, una batalla diaria que requiere comer sano, sacrificio, cuidarse mucho, médicos… Acabar era una curación, demostrar que se sale adelante en cualquier circunstancia», matiza su compañero de aventura. Álvaro Postigo terminó la prueba el 109 y 'Lipe' Fernández el 122. La experiencia ha sido inolvidable para estos dos amigos. «La prueba es extrema. Nos habíamos documentado mucho, pero nunca pensamos que podía ser tan duro. Igual si lo meditas de verdad, no vas… Cuando acabas una etapa infernal vas a un sitio que no es tu casa a dormir en un colchón. ¡Y son 140 kilómetros a 47 grados! Pasar mucho frío, mucho calor, siempre con arena en la boca… Es un desafío en toda regla», cuenta Postigo. «El cuerpo se pone al límite, en lo físico y en el aspecto mental. Son muchas horas rodando solo en planicies en las que no se ve el final. Te pones a prueba», ratifica Felipe.

piedras, aventura



El dúo de 'Luchamos por la vida' pasó momentos malos, aunque días después y desde casa se reviven con cariño: «A todos nos hizo mella el inicio, a 2.000 metros de altitud en pleno Atlas con un frío tremendo, aunque la organización te dejaba mantas extra. Luego la etapa maratón con una ola del calor que por lo que nos contaron fue de las más intensas de los últimos años… Hubo muchas insolaciones, había que hidratarse constantemente, no solo beber agua sino mojarte la cabeza para bajar la temperatura del cuerpo… No te haces a la idea de lo que significa 47 grados. Es complicado describirlo». Pedaleaban una media de seis o siete horas al día, aunque llegaron a las ocho. La imagen que tenemos en Europa de un desierto es el de las dunas de arena, pero la realidad es bastante diferente. «Es un terreno pedregoso que para ir en BTT es criminal. Todo el tiempo vas botando y es muy exigente para manos y brazos. Todavía tengo una llaga. Luego, el terreno es arenoso y si paras un poco de dar pedales la bici se frena completamente. No hay respiro ni apenas bajadas», narra el bilbaíno. «En el tramo que tuvimos de dunas era imposible pedalear, así que había que transportar la bici a hombros seis o siete kilómetros», continúa Felipe. La Titan Desert también tiene su componente de orientación, su principal patrocinador, Garmin, es una empresa estadounidense que desarrolla y fabrica dispositivos GPS. «Llevas un navegador y un libro de ruta con indicaciones, mapas y dibujos. Te dan unas coordenadas para guiarte y aunque digan que no está bien señalizado a los dos nos parecía que sí lo estaba. Luego hay un paso navegable en el que sí es necesario saber manejar el GPS. Los que se pierden es, muchas veces, por exceso de confianza… Aunque este año unos niños cogieron unas balizas y cambiaron las piedras de señalización de lugar. La gracia le salió a más de uno con 60 kilómetros de más por no mirar el rutómetro», comentan. Ninguno de los dos lo pasó tan mal como para pensar en abandonar. «No me llegó a ocurrir, íbamos muy bien entrenados pero en la quinta etapa recuerdo que con el calor y las llanuras, Lipe tiró de mí. Era un cañón interminable, un río seco de piedras sueltas donde no había ni un poco de viento. La gente llegó al avituallamiento como zombis», relata Postigo. «Nos íbamos animando poco a poco, día a día. La que más miedo nos daba antes de comenzar la prueba era la segunda etapa, 130 kilómetros, en los que tenías que transportar tu comida. Una vez que lo pasamos ya nos



hicimos un poco más fuertes, pero rodar por las explanadas solo y ver a lo lejos una polvareda de ciclistas se hacía muy duro. Igual eran unos pocos kilómetros, pero eras consciente de que no llegarías nunca a enlazar… Había que buscar un pelotón a tu medida. Pactamos ir juntos un par de días, la etapa maratón y la última, pero es complicado porque cada uno tiene su ritmo. Un día estaba mejor uno que el otro y al revés», razona Felipe. «Además en nuestro caso tenemos dos físicos y dos estilos muy diferentes. No puedes andar esperando. A mí me benefició meterme en una etapa con un pelotón muy potente, con algo de suerte, y ese día hice un buen tiempo», apunta Álvaro, más grande y rodador. Ambos terminaron en un puesto meritorio ya que solamente concluyeron la prueba 283 ciclistas: «Tener una buena actuación era vital. Queríamos que el patrocinador, Bathco, figurase en un puesto digno”.

Pese a la buena clasificación ambos llegaron a más de 13 horas del vencedor, el checo Ondrej Fojtik. «Son de otra pasta, nosotros hacíamos medias de 16 Km/h. y ellos de 30. Ves en los vídeos que ruedan más sueltos… Es una gozada admirarles si te gusta el ciclismo. Esta edición ha sido especialmente disputada, hubo algún rifirrafe entre los 'gallos' y no paraban ni en los avituallamientos. Otros años pactaban alguna tregua, pero con el pique se han puesto al límite”, comentan. Pese a esa brutal diferencia el ambiente de la prueba entre profesionales y aventureros menos competitivos es excelente. «En la carrera prima la competición, pero en el día a día hay una convivencia muy buena. Puedes estar desayunando con Milton Ramos, uno de los favoritos, o charlar con Juanito Oyarzabal o el periodista de Marca Roberto Palomar; Josef Ajram te da una palmada en la espalda y les puedes preguntar cualquier cosa, aunque



para nosotros sean 'famosos' o algo así como seres de otra galaxia», recuerda Felipe. «A mí me decían que a los profesionales les gusta mucho esa convivencia con los deportistas más amateurs como nosotros. Podías estar con el equipo Powerade y Julen Zubero, al que veo habitualmente por la tele, y te trataban fenomenal… El ambiente entre los 'pros' y los 'normales' era extraordinario”, cuenta Álvaro. “Todos somos iguales allí y no hubo prioridades en duchas o comida”, asevera su compañero de aventura. La pareja realizó un intenso plan de entrenamiento durante meses antes de viajar a África: «Sobre todo hemos entrenado la prueba con muchas horas encima de la bicicleta, en rodillo cuando hacía malo y mucho gimnasio. Chema Arguedas, nuestro entrenador, nos preparó una excelente planificación y el único problema fue no encontrar subidas en Cantabria porque era un trabajo de mucha resistencia en llano. Horas y horas sin parar co-

porque era el último día y muchos no habíamos cogido ni el libro de ruta. Nosotros solamente hicimos 71 de los 75 kilómetros de la etapa, incluso atajamos un poco, pero un compañero madrileño recorrió 90. Hubo gente que se perdió y tuvo que saltar unas acequias de dos metros tirando la bici primero. Una locura», rememoran. Fuera de la competición, en las pocas horas de descanso, también se viven aventuras. «Las noches allí son otra película. Pasamos un par de ellas bastante malas. Se cayó la jaima en plena ventisca y la estaba sujetando como podía con todos dormidos… hasta que ya no pude más y de una patada desperté a Felipe para me ayudase», cuenta Álvaro. «Tiene su encanto dormir allí, con arena en los ojos o en la boca a las tres de la mañana… Es como dormir en la playa. Al final descansas porque llegas agotado, pero evidentemente no tienes las comodidades de un hotel», añade Felipe. Pese a todo, «el ambientillo

mo una contrarreloj diaria, series muy largas rodando a altas intensidades... ¡Y nosotros queríamos ya subir un puerto! Algo que no pasó hasta que llevábamos cuatro meses de trabajo. Luego llegas a Marruecos y entiendes porque había que hacer ese tipo de entrenamiento, claro». Normalmente la última etapa de la Titan Desert es más corta que las otras para dar un pequeño respiro al pelotón y dejar “disfrutar” a los ya castigados aventureros, pero este año tuvo una sorpresa brutal. «En la última etapa la organización ya nos dijo a todos que no nos confiásemos y justo al llegar a una explanada inmensa, de esas que solamente ves en un desierto, nos encontramos con grupos de ciclistas que iban de un lado a otro en todas direcciones y de forma caótica. ¡Unos niños habían quitado las marcas! Casi nadie había señalado los puntos en el GPS

es genial y la organización es de 10, no puedes poner un pero porque solucionan todo al momento», matiza Álvaro. Aunque el mítico Dakar tuvo sus problemas por la amenaza yihadista en África, en la Titan Desart el pueblo marroquí recibe a los ciclistas con los brazos abiertos y mucho cariño. «La gente de allí está encantada con la prueba y nos acogieron de una manera estupenda. Me llamó la atención en los poblados del Atlas que sólo ves niños. Me contaron que les dejan solos porque los padres se van a las grandes ciudades a trabajar y prácticamente se cuidan entre ellos. Te piden una barrita energética o simplemente chocar la mano y te ofrecen siempre una sonrisa en la cara enorme. Si ves gente en la calle o en un cruce sabías que ibas bien porque enseguida tenían un gesto de aliento o una indicación», revela Felipe.




La primera edición se disputó en 2006 y Pedro Vernis fue el primer vencedor. Al año siguiente la organización invitó a participar a varios exciclistas profesionales, como Abraham Olano, Ruiz Cabestany o Melchor Mauri, que fue el ganador. Hubo casi 300 inscritos. En 2008 otro ciclista con pasado profesional, Roberto Heras, logró ser el primero en la clasificación general y fue el gran dominador de la cita. El bejarano repetiría victoria en 2010, 2011 y 2012. Un verdadero titán del desierto.

La organización de la prueba es española y la mayoría de los participantes son de este país, aunque cada vez se está internacionalizando más. El checo Ondrej Fojtik ganador de la última edición y animador de las pasadas es una prueba de ello. De las nueve ediciones, en siete hubo vencedor español, otra fue el portugués Luis Leao Pinto (2013) y en esta última la República Checa se unió al palmarés. El famoso ciclista italiano Claudio Chiappucci también ha sido uno de los ilustres participantes de la Titan Desert, lo mismo que el televisivo triatleta y bróker, Josef Ajram, que fue subcampeón de la primera edición. Otros ciclistas como Óscar Pereiro o Laurent Jalabert también han formado parte de la aventura.




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Futbolista h煤ngaro Naci贸 en 1947 Jugaba de delantero Fue 92 veces internacional Gan贸 el Oro en M茅xico 68 Fue Bota de Plata 79/80

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The Referee Multipremiado cortometraje documental que sigue al árbitro sueco Martin Hansson antes del Mundial de 2010. El sueño de referí nórdico peligrará tras un terrible error de apreciación que dará la vuelta al mundo y sembrará de polémica la clasificación para la Copa del Mundol poniendo en entredicho la credibilidad y honradez de la FIFA, si es que alguna vez la tuvo... El tremendo fallo del árbitro sueco conmocionó los cimientos del fútbol. Martin Hansson fue nada menos que el árbitro que dio por válido el gol ilegal de Thierry Henry que calificó a Francia y dejó fuera a Irlanda del Mundial de Sudáfrica. Un tanto anotado con la mano de una manera tan evidentemente ilegal que sonrojó hasta los seguidores franceses. ‘The Referee’ es un curioso documental, casi un reportaje televisivo largo (dura 29 minutos), que humaniza la figura del árbitro, mostrando cómo una persona con sus sueños y miedos, se convierte en el centro de las iras por un error involuntario. Las cámaras siguieron el exbombero y árbitro de fútbol en su pueblo, la localidad de Holmsjö al sur de Suecia, durante un año. Allí vive aislado, en una granja. Separado y con hijos, su obsesión es alcanzar el Mundial aunque tenga que sacrificar su vida personal. Su madre anciana soporta las críticas y amenazas con estoicismo. La película cuenta con la aparición fugaz de Thierry Henry , el presidente de la FIFA, Sepp Blatter, el entrenador Arsène Wenger o hasta el mítico Pelé. El Financial Times resumía la obra con un titular sencillo y acertaba de lleno: «La historia de Hansson tiene un significado más allá del fútbol». El fútbol es un deporte muy simple que tiene detrás un entramado complejo, como el ser humano y la vida. El éxito y el fracaso separados por una fina línea, una acción que sucedió en un instante y que él no vio. Deporte... y también miles de millones.

TÍTULO ORIGINAL ‘Rättskiparen’ (2010) PAÍS Suecia DIRECTOR Mattias Löw MÚSICA Orvar Anklew Valentina Santi Löw MONTAJE Orvar Anklew GUIÓN Orvar Anklew Mattias Löw Valentina Santi Löw DURACIÓN 29 minutos PRODUCTORA Freedom From Choice REPARTO Documental


Batiburrillo

A primera vist a podría parec er un complejo a la playa y c turístico más on sus palmer junto as, pero si nos encontremos fijamos más olas infinitas.. . Artificiales. S urfing del siglo XXI.

La Cifra

8,5 Son los millones de euros que costó ‘London’ en una subasta, el caballo más caro del mundo. El animal participa en concursos de salto y con su jinete, el holandés Gerco Schröder, logró dos platas olímpicas.

«Enfrentarme a Nadal es un reto divertido. ¡Hemos crecido juntos!».

Novak Djokovic, Tenista

Sabías que... La ciudad de Daytona, en Florida, está considerada la capital mundial de la velocidad. Desde 1903 se celebran carreras automovilísticas en su playa ya que por la arena compacta similar al asfalto y longitud era ideal para batir récords de velocidad. La International Speedway Corporation tienen su sede en la ciudad y desde allí supervisa 13 circuitos repartidos por Estados Unidos, entre ellos el mítico de Daytona.


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