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Postura frente al nuevo gobierno

la participación de la misma sociedad civil. Lo cual implica necesariamente trabajar por construir las condiciones para que existan garantías de participación; fortalecer la capacidad de dialogar y construir acuerdos. Es clave en ese sentido crear espacios con las comunidades para pensar este tema, desde unas condiciones de confianza y seguridad que requieren consecuentemente entornos protectores. De hecho, todo lo que se pueda hacer en términos humanitarios, crea condiciones.

Ahora bien, hay puntos que pueden y deberían ser parte del dialogo: reforma rural, el tema de narcotráfico, la política minero-energética, entre otros. Para estos y otros puntos de diálogo se requiere igualmente un mapeo de actores territoriales que puedan tener interés en este proceso. Esto dado que el dialogo con el ELN tiene una territorialidad especifica y requiere pensar acciones desde estas mismas dinámicas territoriales. Es decir, delimitar actores y ver dónde están las comunidades que puedan tener interés en este proceso.

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Se debe ambientar la necesidad de este proceso, tratando de vincular poco a poco a las comunidades y retomando la experiencia del acuerdo de paz con la FARC. Identificar en los territorios también cuáles son los conflictos presentes o las necesidades de agenda local por cubrir (Ej.: todo el trabajo pendiente con los PDET), principalmente para ver cómo se pueden complementar. Eso incluye pensar en los temas que puedan atraer a otros actores. Hay que convocar a los liderazgos políticos y gremiales del territorio, pensando quienes han sufrido las victimas desde todos los actores.

POSTURA FRENTE AL NUEVO GOBIERNO

Se considera la oportunidad de presentar la experiencia de los PDP. Abrir un dialogo que permita tender esos puentes desde la diversidad que es la Redprodepaz, contando su presencia territorial y su conocimiento de los territorios.

Hay que plantear unos acuerdos de convivencia, desde la realidad territorial, con los acumulados de propuestas y experiencia.

Se considera que hay unas condiciones algo más favorables frente a un posible gobierno de Gustavo Petro. Todo teniendo en cuenta también una posible ruta de restablecimiento de relaciones con Venezuela y el ambiente de distensión que hay hoy desde los Estados Unidos hacia Cuba y Venezuela.

Se deja la posibilidad de enviar un pronunciamiento como Redprodepaz, dirigido a la opinión publica o a los candidatos que pasen a una segunda vuelta, sobre la pertinencia de un proceso de paz con el ELN.

Un dialogo con el ELN debe estar en el marco de una estrategia de paz global. Debe plantearse un debate abierto de diálogo social sobre este tema.

La Redprodepaz se propone liderar junto a iniciativas de paz, centros de pensamiento y procesos sociales y comunitarios, una mesa para dialogar con el próximo gobierno y construir de manera articulada una mesa de incidencia para aportar en un futuro proceso de diálogos y negociaciones con el ELN.

Elementos para una estrategia de actuación

• Construcción de una mesa de articulación de procesos sociales, comunitarios e instituciones para incidir de manera autónoma en un futuro proceso de paz entre un gobierno colombiano y el ELN.

• Insistir en los acuerdos humanitarios, desde las propuestas ya construidas y los procesos de articulación en curso.

• Desarrollar procesos regionales de dialogo social y actualización de propuestas para un futuro proceso de paz.

• Abrir diálogos con la comunidad internacional que acompaña el esfuerzo de construcción de paz.

LAS NUEVAS DINÁMICAS SOCIALES Y ECONÓMICAS EN TERRITORIOS DE PRESENCIA DEL ELN PARA CONSTRUIR ESCENARIOS DE PAZ

Omar Gutiérrez Lemus Mayo 2022

El escenario actual, en los territorios donde hace presencia el Ejército de Liberación Nacional, lejos de encaminarse a la paz, muestra la persistencia e, incluso, la intensificación de la violencia política y el conflicto armado. Esta aseveración no es algo que tenga que demostrar frente a un auditorio tan conocedor de este tema como el presente. Justo mientras se intentaban materializar los primeros contenidos del acuerdo de Paz entre el gobierno Santos y las Farc, en algunos territorios ya era perceptibles los síntomas de un nuevo ciclo de conflicto que tenía como protagonistas, aparte del Estado, a los grupos que habían quedado al margen de aquel acuerdo.

El deterioro fue rápido y creciente. Apenas en 2018 ya se reconocían las primeras disidencias o resurgencias de las Farc en algunos territorios (Guaviare, Meta, Cauca). A esto no ayudó mucho el gobierno que sobrevino. El signo más visible de este deterioro fueron los asesinatos de excombatientes y las masacres de civiles en los territorios; algunos de éstos coincidían con aquellos donde aumentaban las hectáreas de cultivos de coca. En El Catatumbo, por ejemplo, toman forma dos disidencias (resurgencias) paralelas del Frente 33, una de la Nueva Marquetalia, otra ligada al sector de Gentil Duarte; algo impensable dos años antes cuando el Bloque Magdalena Medio –al que pertenecía este frente- se mostraba, tal vez, como el más firme dentro de las negociaciones de paz. En el mismo escenario territorial se vivía, primero, un duro enfrentamiento entre el Frente Libardo Mora Toro del Epl -a lo que quedaba de este- y el Frente de Guerra Nororiental del Eln; después, una guerra feroz entre este mismo frente y Los Rastrojos, luego con las Agc, en la zona rural de Cúcuta y la Frontera. Todo esto ocurría cuando el país estaba paralizado por la Pandemia. Nada ha detenido este nuevo ciclo o periodo de violencia que enfrentamos, menos la acción formal del actual gobierno. Los escenarios de crisis se han seguido propagando; en la franja Centro-Norte y Oriental del país, para mencionar apenas dos donde hace presencia esta misma guerrilla del Eln. Todos conocemos lo que sucedió entre enero y febrero de este año en Arauca: combates entre la Fuerza Armada Bolivariana y las Disidencias de los frentes 10, 28 y 45 de las Farc en el estado Apure. También de la atroz reaparición del enfrentamiento de estas disidencias y el Frente Oriental de Guerra del Eln, que se creía superado desde 2010. Un nuevo escenario de conflicto tan o más grave que el conocido entonces y que involucra a un país vecino en acciones bélicas directas contra un grupo irregular, las disidencias de las Farc, acusado de estar involucrado en el narcotráfico y recibir apoyo secreto del gobierno colombiano. Escenario complejo que puede escalar aún más.

Sin duda escala abierta o silenciosamente. Lo vemos en el Sur de Bolívar con la expansión acelerada del Clan del Golfo (Agc) en lo corrido de este mismo año (2022), a ojos vistos de las Fuerzas Armadas y los gobiernos municipales que no parecen poder hacer nada al respecto. Nuevamente hoy, San Pablo y Simití, para mencionar solamente dos municipios, vuelven a conocer la proyección del conflicto y la violencia agravadas por el malestar frente al incumplimiento del punto sobre cultivos de uso ilícito del Acuerdo de Paz y la amenaza de las erradicaciones y/o las fumigaciones. El denominado para armado ejecutado por esta organización armada ilegal -Agc- en mayo /2022 es solamente el epifenómeno de lo argumentado.

Pero se advierten también otras dinámicas en el territorio menos publicitadas. El Eln regresó a Cúcuta y a Barrancabermeja, escenarios urbanos importantes en el Nororiente y Centro-Oriente del país . Lo que reedita, no con las mismas características, las trayectorias de los frentes Carlos Germán Velasco Villamizar, Resistencia Yariguíes y Capitán Parmenio en la década de 1990. También, si nos atenemos a las alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo, esta misma guerrilla se estaría expandiendo o reapareciendo en otros municipios de Santander y Norte de Santander (Pamplona, Cucutilla, Toledo, Tona, San Vicente de Chucurí) de los que se creía desterrada. Voceros de las Fuerzas Armadas acaban de advertir la presencia del Eln en zonas inéditas o muy antiguas de incursión como el Huila, en municipios como La Argentina, La Plata, Tello, Baraya, Iquira. Esta nueva presencia del Eln en los territorios permanece en el claroscuro, pero advierte sobre nuevas características y adaptaciones a las transformaciones del conflicto durante los últimos cinco años. Una de ellas, las alianzas temporales con algunos de sus supuestos enemigos -grupos emergentes del paramilitarismo o narcotráfico- y/o tensiones con facciones de las disidencias (resurgencias) de las antiguas Farc; otra, su presencia más difusa y alejada de los procesos sociales en barrios o comunas. Todo esto está por verificar y precisar.

Desde 2006 hasta hoy, la geografía de la producción en los territorios, en sus dinámicas más importantes (petróleo, minería, palma de aceite, coca), en el Magdalena Medio, El Catatumbo, Arauca, vuelve a sobre ponerse -coincidir- con el conflicto armado y la violencia política.

Dando un giro a lo planteado hasta aquí, cabe recordar que el Eln ha insistido en los diálogos con el Gobierno en que no quiere repetir la historia de hacer acuerdos de élites políticas sin la participación de las fuerzas sociales en la solución del conflicto y la construcción de paz (De Currea, 2019:46). Esto implica, entonces, reconocer que los anteriores escenarios de violencia y conflicto coinciden en tiempo y espacio con movilizaciones y resistencias sociales (incluidas las jornadas nacionales de abril y mayo de 2021). Hay un trasfondo organizativo y de propuestas que se mantiene a pesar de los bandazos entre la paz y la guerra; además unas y otras son de autoría y participación popular. Y que estos mismos cinco años de referencia (2016-2022) han sido también de acumulados y conflictos sociales; unos más recientes otros más cercanos; en Saravena, en Tibú, en Barrancabermeja, en Santa Rosa del Sur; por donde se mire.

Pese a la repulsa inicial que pudiera existir en reconocerlo, en esto parecieran tener razón lo elenos, ahora se ve claro que, más allá de la firma de unos acuerdos, hay aspectos sustantivos que implican participación social y transformaciones reales en los territorios. Son estas las perspectivas

más complejas postuladas en la mesa de negociación entre el Gobierno de Santos y este grupo guerrillero. Se trata más de construir paz desde los territorios que poner fin al conflicto armado con la firma solemne de un acuerdo.

El Eln ha echado hondas raíces en la vida social y política, no solo de conflicto armado en los territorios. Esto es fundamental para proponer soluciones sostenibles y duraderas (valgan los términos) a la violencia política y al conflicto, que en perspectiva de algunos actores territoriales no es solo armado sino social y económico. En consecuencia, se debe destacar primero la NO estigmatización de organizaciones sociales comunitarias o, incluso, gobiernos locales por esta influencia histórica. Por el contrario, reconocer su trayectoria, legitimidad, vindicaciones y formas organizativas y/o culturales, incluido su derecho a permanecer en el territorio.

Tres elementos son aquí claves: identidades colectivas, trayectoria organizativa y territorio. A esto podría agregarse las economías locales o regionales (v.gr. campesinas) y el ordenamiento del territorio (v. gr. territorios agroalimentarios). Y en estas dimensiones la relación con el Eln ha sido un sí pero no; esto hay que saberlo entender como una relación compleja con acuerdos, disensos e, incluso, conflictos.

Intuitivamente, para el Eln hay dos mundos en los territorios: el social y el político. En teoría, el primero es el nicho primario de su poder popular, el segundo se analiza desde una perspectiva más instrumental (táctica y estratégica) ya que conecta con el poder hacia afuera; es decir, la relación con el estado y los partidos.

Así, el reconocimiento y participación de este poder popular, es el soporte de los cambios y transformaciones en los territorios. Un aspecto sustancial en la mesa de negociación con el Eln. Relacionado con esto se encuentra la urgente necesidad de brindan seguridad a líderes, organizaciones, mandatarios locales y territorios.

Por territorios estos serían algunos puntos de partida en la construcción de paz, a mi manera de ver: 1.) Dar cumplimiento cabal al punto sobre superación de la droga del Acuerdo de 2016. 2.) Abordar el tema del manejo territorial y la extracción de oro en la Serranía de San Lucas. 3.) Dar reconocimiento y/o impulso a las nuevas territorialidades (Zonas de Reserva Campesina, Zonas Agroalimentarias, Territorios Ancestrales, Resguardos), como formas complementarias (no en disputa) a los municipios y/o gobernaciones en el gobierno de poblaciones y espacios. 4.) Crear una geografía de la paz y con ella afirmar las nuevas formas y sujetos sociales (v. gr. el campesino) y su incorporación a la institucionalidad con capacidad de agencia. 5.) Superar la dependencia del petróleo como base de la economía. 6.) Ofrecer garantía de participación política a nuevos partidos y movimientos políticos. 7.) Atender el tema de la posesión y la propiedad de la propiedad rural. 8.) Poner en marcha los denominados “mínimos humanitarios” que no es otra cosa que el reconocimiento y práctica del DIH.

Para comenzar, repito, estos serían puntos que acompañen o sirvan de soporte a una eventual negociación con Eln en los territorios. El tema está en discusión.

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