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La vitrina de los monitos de azúcar
Mi reino por un Guajolote
Paco Olvera
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Este artículo fue creado como parte del curso de escritura humorística impartido por Cecilia Sotres, integrante del grupo de Cabaret “Las Reinas Chulas”
La conciencia de los tremendos avatares que llevaron al rey Ricardo Tercero a ofrecer todo cuanto poseía por un corcel, no llegó a mí leyendo o viendo alguna representación de la obra de Shakespeare, lo hizo por medio de las caricaturas. Pero, para entender al dramaturgo, sólo el paso de los años y la nostalgia, proporcionan la fuerza suficiente para darnos cuenta de que las cosas simples que se han vuelto remotas e inalcanzables, en el tiempo y en la distancia, son las que realmente nos hacen felices, o que nos dan claridad para ofrecer todo lo que tenemos, por el más sencillo pero maravilloso de los placeres o el más banal de los objetos.
Eso es lo que a mí me pasa con los guajolotes, que me generan tal encanto, que podría engullir dos o hasta tres. Pero antes de continuar, para no generar confusiones, habría que describir de que hablamos, cuando hablamos de un guajolote (con respeto al señor Murakami), definición que debe ser hecha desde varios puntos de vista.
Descripción forense. En términos llanos, un guajolote es una torta de enchiladas que, en su versión primigenia, podría ser complementada con un huevo cocido, de allí la costumbre (ahora anacrónica) de pedirlo con plumas (con huevo), o sin plumas (sin huevo), haciendo una referencia a la capacidad de este alimento para provocar una digestión accidentada, con las flatulencias que la acompañan, que eran denominadas “plumas”, para que no se escuche tan sucio o grosero referirlos como pedos.
Descripción culinaria. La preparación del guajolote tiene varias características distintivas. Primero, el pan que se utiliza es una telera (no un bolillo), que se corta longitudinalmente y se unta
con frijoles refritos. Las enchiladas se preparan de manera simple, con queso fresco, unas hebras de pollo y un poco de cebolla, pero ¡atención!, pues estas se deben freír en manteca de cerdo, al igual que el pan, dentro del cual se colocan. Antes de poner la “tapa” de la torta, se complementa con un baño adicional de salsa, que por cierto es cocinada de chiles verdes, cebolla, ajo y tomatillo. El platillo ha evolucionado a lo largo de los años, y actualmente se puede pedir un guajolote casi de cualquier cosa, desde el clásico que sólo tiene las enchiladas o con huevo, pero también con salchicha, suadero, bistec, o todo aquello que permita la imaginación (o lo que haya en la parrilla o el comal).
Descripción Histórica. La leyenda cuenta que este platillo fue creado por doña Rosita en 1948, que tenía un puesto de antojitos mexicanos en Tulancingo Hidalgo, más precisamente en la calle de Libertad. Por tradición oral, se sabe que una ocasión, llegaron unos ingenieros gringos que estaban haciendo unos trabajos en el pueblo. Pidieron algo que los “llenara”, por lo cual la doña hizo una torta con enchiladas, como solía prepararlas para los niños que las llevaban de almuerzo a la escuela. Al verlas, los ingenieros le dijeron si era posible que fuera más abundante, por lo cual doña Rosita se le ocurrió ponerles un huevo cocido y les dijo, “ahí les va su pavo de navidad”, a lo cual los ingenieros respondieron entre risas, “pues este cuando más llega a guajolote”. Descripción geográfica. Ligada a su historia, los guajolotes son endémicos y oriundos de Tulancingo, y los pueblos vecinos de Santiago Tulantepec y Cuautepec de Hinojosa. Por unos 50 años se mantuvieron aislados y a salvo de otras influencias garnacheras en el valle homónimo al pueblo que los vio nacer, así como la uva Carmenere sobrevivió a las plagas entre las altas cordilleras Chilenas, garantizando de igual forma la pureza de su cepa fritanguera y su originalidad, pese a otras influencias paralelas como las guacamayas leonesas, las tortas ahogadas tapatías, o las chilanguísimas tortas de tamal o de chilaquiles. En los últimos 10 años han asomado poco a poco al resto del mundo, transportados en forma congelada, o por tulancinguenses migrantes o cocineros visitantes que los han llevado a otras latitudes.
Descripción sociológica. El guajolote es la respuesta a los atribulados bolsillos de la clase trabajadora y de la juventud estudiosa que, con
un precario presupuesto, podían darse un banquete, con la energía satanizada de las grasas animales y la sensación de saciedad que genera el mexicanísimo picante al irritar el estómago. El guajolote también ha sido detonante de la existencia de puntos de reunión de la sociedad de todos niveles económicos, con nombres con una vastedad creativa con paralelo al de las cantinas, como “El portal de Rosita”, “Los güilos de doña Facunda” (usando esta local referencia aún más trastocada de los pavos), la cafetería “El Graduado” (por su cercanía a la prepa y en referencia a la icónica película), “La Fiaca” (moderno adalid de este platillo), “La Verbena” (haciendo referencia a la importante colonia española migrante por la guerra civil), “La cámara de gases” (por la humareda que producía el anafre colocado a la entrada y salida de local) o los de “Orma” (ubicados en la avenida “21 de marzo”, la más larga del pueblo), entre muchos otros. Así es como esta maravillosa joya gastronómica, es una brújula que da una ubicación precisa, un calendario con efemérides históricas específicas, una pieza del lenguaje popular por derecho propio, y un icono de un rincón de patria al que define de manera inconfundible, todo esto sobre un sabor maravilloso cargado de nostalgia, picante, carbohidratos y colesterol. Por eso es por lo que, así como mi tío Rubén, que cuando iba a Tulancingo podía no visitar a la familia, pero no se perdía de esta maravilla, cuando llegue la última cena, muchos clamaremos, ¡mi reino por un guajolote!
1 de Diciembre de 2020
Writer Hero
¿Qué son las Matermáticas
Alec Wilkinson Publicado originalmente en “The New Yorker”, 2 de marzo de 2021
Traducción de Gonzalo Duchén Sánchez, que agradece a sus amigos CODEDIANOS Fernando y Diego, por su valiosa ayuda. Los errores de traducción son obviamente de Gonzalo.
Hace algún tiempo, me llamaron la atención las matemáticas, principalmente porque mi rendimiento en la escuela había sido muy pobre. Estoy siendo muy tibio, no lo hice pobremente; más bien diría que fallé. Solo aprobé haciendo trampa. De todas maneras, compré una copia de “Algebra for Dummies” para ver si podía mejorar, pero resultó que como adulto mi gusto por el álgebra no era mayor a cuando era chico. Aún así, estaba determinado a entender el porqué no me había sido posible aprender. Hacer matemáticas de la adolescencia siendo un adulto fue, sin embargo, más difícil de lo que esperaba, y no estoy seguro de haber podido seguir si no me hubiese percatado, en mucho por la lectura de libros sobre matemáticas y mis conversaciones con matemáticos, que más allá de mi sobrecalentado entorno del Hotel Algebra, las matemáticas tienen una grandeza y riqueza que no había siquiera sospechado. Invertí entonces más tiempo tratando de aprender lo que podía de sus cualidades. Los matemáticos saben lo que son las matemáticas, pero les cuesta expresarlo. He oído decir: Las Matemáticas son el arte de crear conocimiento nuevo a partir del existente, utilizando abstracciones y deducciones lógicas. La teoría de patrones formales. Las Matemáticas son el estudio de la cantidad. Una disciplina que incluye a los números naturales y la geometría plana y sólida. La ciencia que arroja conclusiones necesarias. Lógica simbólica. El estudio de las estructuras. El reporte que se da de la arquitectura atemporal del cosmos. La poesía de las ideas lógicas. Sentencias relacionadas por estrictas reglas de deducción. Los medios para encontrar la vía para pasar de un conjunto de axiomas a un conjunto de proposiciones o sus negaciones. Una ciencia que incluye cosas que no
se pueden ver, cuya existencia está confinada a la imaginación. Un proto-texto cuya existencia es solo postulada. Un aparato conceptual preciso. El estudio de ideas que se pueden manipular como si fuesen cosas reales. La manipulación de los símbolos sin significado de un lenguaje de primer orden de acuerdo con reglas sintácticas explícitas. Un campo en el que se examinan las propiedades e interacciones de objetos idealizados. La ciencia de operaciones delicadas con conceptos y reglas inventadas exprofeso. Conjeturas, preguntas, estimaciones inteligentes, y argumentos heurísticos acerca de qué es probablemente cierto. El más prolongado pensamiento humano continuo. Intuición construida de forma laboriosa. Aquello en que se convierten las ideas científicas, conforme se dirigen hacia la perfección. Una realidad ideal. Una historia escrita por miles de años, a la que siempre se le añade algo y tal vez nunca termine. El artefacto coherente más grande que ha sido construido por la civilización. Solo un juego formal. Lo que hacen los matemáticos, como hacen música los músicos.
Bertrand Russell decía que las matemáticas, por su naturaleza es un arte exploratorio, es “la materia en la que nunca sabemos de qué estamos hablando, ni si lo que decimos es cierto.” Darwin trató de estudiar matemáticas con un tutor a los diecinueve años y no le gustó, principalmente por “no ser capaz de ver ningún significado en los primeros pasos del álgebra.” Se supone que afirmó que “un matemático es un ciego en un cuarto oscuro buscando un gato negro que no está allí.” En “Alicia en el país de las maravillas,” Lewis Carroll hace que la Falsa Tortuga diga que las cuatro operaciones de la aritmética (suma, resta, multiplicación y división) son la ambición, distracción, fealdad y burla. Una circunstancia complicada es que las matemáticas, especialmente en sus altos rangos, es difícil de entender. Inicia como un discurso simple (que todo mundo puede entender) y se empieza a especializar en dialectos tan arcanos que algunos de ellos los hablan unos cuantos cientos de personas en el mundo. Algunos campos ni siquiera han sido descubiertos aún.
Ninguna escritura es tan antigua como las matemáticas. Todas las demás ciencias son más jóvenes, la mayoría por miles de años. Más que la historia, las matemáticas son el registro que lleva la humanidad de sí misma. La historia se puede revisar, manipular, borrar o perder. Las matemáticas son permanentes. A2+B2=C2 era cierto antes de que Pitágoras le añadiera su nombre, y será cierto después de que el sol se extinga y no quede nadie para pensar en ello. Es cierto para cualquier tipo de vida alienígena que lo piense, y es cierto ya sea que lo piense o no. No se puede cambiar. Siempre que exista un mundo con un eje horizontal y uno vertical, un cielo y un horizonte, es inviolable y tan cierto como nada que se pueda imaginar.
Los matemáticos viven en un mundo que las cosas son en esencia ciertas. El resto de nosotros, incluso otros científicos, vivimos en uno en el que la certeza es aquello que lo más que se puede
decir es que este resultado se presenta casi siempre. Debido a la insistencia de las matemáticas en las pruebas, nos puede decir, dentro del intervalo conocido, lo que sucede una y otra vez.
Saul Steinberg – The New Yorker
Tan precisas como son las matemáticas, es también el lenguaje más explícito que tenemos para la descripción de los misterios. Siendo el lenguaje de la física, describe misterios reales cosas que no se pueden ver con claridad en el mundo natural pero que se sospechan ciertas y más tarde se confirman- y misterios imaginarios, cosas que solo existen en la mente de los matemáticos. La pregunta es dónde existen estos misterios, cuál es su escenario de operaciones. Algunos dirán que residen en la mente humana, que solo ella tiene la capacidad de concebir aquellas cosas llamadas objetos matemáticos, es decir números, ecuaciones, fórmulas y demás todo el glosario y aparatos de las matemáticas- y dar existencia a todo aquello, y que esas cosas llegan como lo hacen por la forma en que está estructurada nuestra mente. Somos llevados a examinar el mundo de forma tal que concuerda con las herramientas que tenemos para examinarlo. (Vemos los colores, por ejemplo, por la forma en que nuestros cerebros están estructurados para recibir la luz reflejada por las superficies.) Este es un punto de vista minoritario, sostenido principalmente por neurocientíficos y algunos matemáticos renuentes a la especulación. El punto de vista más extendido es que nadie sabe dónde residen las matemáticas. No hay un matemático/naturalista que pueda apuntar y decir, “De allí vienen las matemáticas” o “Las matemáticas viven allá”, digamos, mientras indica el polo norte magnético y el Ártico, lo cual pienso que le sentaría bien a tan contradictoria y fríamente especificisista disciplina.
Nacimiento de las Matemáticas – ITSON – Martínez Arteche Cd. Obregón Sonora
La idea de que las matemáticas existen en alguna parte diferente de nuestro interior, es decir que son descubiertas más que creadas, se llama Platónica, ya que Platón creía en un reino noespaciotemporal que es la región de las formas perfectas de la cual los objetos en la tierra son reproducciones imperfectas. Por definición, el reino no-espaciotemporal está fuera del tiempo y el espacio. No es la creación de ninguna deidad; simplemente es. Decir que es eterna o que siempre ha existido es hacer un remarque temporal, que en este caso no se aplica. Es la ninguna parte sin tiempo que nunca ha existido ni existirá pero que sin embargo es. El mundo físico es temporal y se deteriora; el no-espaciotemporal es ideal y no le ocurre aquello.
Un tercer punto de vista, históricamente y en el presente, para un pequeño pero no
inconsecuente número de matemáticos, es que el hogar de las matemáticas está en la mente de seres superiores y que los matemáticos están de alguna forma enganchados con sus pensamientos. Georg Cantor, el creador de la teoría de conjuntos -que en mi infancia me la enseñaron como “matemáticas modernas”- decía, “La más alta perfección de Dios radica en la habilidad de crear un conjunto infinito, y su inmensa bondad lo condujo a crearlo.” Y el prominente ingenioso y autodidacta matemático Srinivasa Ramanujan, acerca de quien se realizó la película “The man who knew infinity” en 2015, dijo “Una ecuación para mí no tiene sentido a menos que exprese un En el libro 7 de “La República”, Platón hace decir a Sócrates que los matemáticos son gente que sueña que están despiertos. En parte lo entiendo, y en parte no.
Alec Wilkinson, es un escritor independiente. Es autor de diez libros, que incluyen “The Protest Singer” y “The Ice Balloon”.
ALEC WILKINSON
Alec Wilkinson inició la escritura para The New Yorker en 1980, después de trabajar como policía en Wellfleet, Massachusetts, y como músico de rock-and-roll. Ha contribuido con artículos para Talk of the Town, Comment, Reporter at Large y Profile y es autor de diez libros, muchos de ellos como una extensión de artículos previamente publicados en la revista. Entre ellos, “Midnights”; “A Violent Act”; “My Mentor,” a propósito de su larga amistad y entrenamiento de la mano del novelista y creador de historias cortas William Maxwell, que fue un editor de ficción en The New Yorker durante cuarenta años; “Mr. Apology”; “The Happiest Man in the World,” un retrato de David Pearlman, un bohemio vagabundo que construyó una balsa en Nueva York con cosas que recogió en las calles y el puerto y salió a navegar en ella a través del Atlántico Norte; “The Protest Singer,” una biografía de Pete Seeger; y “The Ice Ballon,” acerca del aeronauta sueco S. A. Andrée, quien trató de volar al Polo Norte en un globo de hidrógeno, en 1897, y se convirtió en la primera persona en el mundo en perderse en el aire.