Agradecimientos: A Alfonso Aranda Ayuso, sin cuya entrada en escena todavía seguiríamos un poco perdidos. Y por orden de aparición, a Mikel Zuza y Carlos Aurensanz, que han estado a nuestra disposición desde el minuto cero; a Rogelio Taboada, por hacernos mirar las piedras con más atención y ayudarnos con su terminología; a Alberto Sola, por abrirnos las puertas de su casa y prestarnos su magnífico dibujo de la Puerta del Juicio y cuya precisión nos permitió comprobar que nuestra hipótesis era viable; a Rosa María Sanz Sanz de Acedo, por su diligencia al localizar las imágenes que le solicitamos; a Juanjo Bienes, que compartió con nosotros el testimonio de los por entonces propietarios del “caballico”; y a Ghislain Baury, por lo que veremos cuando completemos este avance.
©Manuel Sagastibelza Beraza & Maite Forcada Huguet Avance 1º, septiembre de 2018 Edición “on line”
Manuel Sagastibelza Beraza – Maite Forcada Huguet
El “caballico de Santiago” de Tudela: investigando su primer emplazamiento y la identidad del caballero. Un avance. Preámbulo. Hace apenas unos meses que nuestros viajes tras los pasos de Berenguela de Navarra y los Plantagenet nos llevaron, por fin, hasta Candes-SaintMartin. Hacía tiempo que teníamos noticias de que su colegiata había sido vinculada con el patronazgo de la dinastía angevina 1, pero, de una manera u otra, a última hora sus vecinas Chinon y Fontevraud siempre terminaban atrayéndonos irremediablemente hacia ellas. Como la razón que fundamentaba la hipótesis que comentamos tenía que ver con las parejas de reyes –rey y reina- representadas a cada uno de los lados de la puerta resguardada por su nártex, nunca habíamos prestado mayor atención al resto del edificio. Hasta que, una vez allí, al comenzar a fotografiarlo nos dimos cuenta de que la escultura de su portada había quedado, sobre todo en la galería inferior izquierda 2, pendiente de comenzar siquiera a ejecutarse. Casi de inmediato, la visión de los bloques de piedra esperando a ser tallados nos recordó el gran bloque de la catedral de Tudela que corrió igual infortunio. Nos referimos al que todavía persiste insertado en la enjuta derecha de la Puerta del Juicio. Aunque en su momento nos preguntamos por cuál habría sido el motivo que se proyectó para ser representado en él, francamente, hacía tiempo que ninguno reparábamos ya en su existencia. 1
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Sara Lutan, “Le porche septentrional de la collégiale Saint-Martin de Candes (v. 1180) et l'image dynastique des Plantagenêt”, Cahiers de civilisation médiévale, vol. 45, nº 180, 2002, pp. 341361; “L’iconographie royale de Saint-Martin de Candes”, Alienor d’Aquitaine, 303·Arts, recherches et créations, 2004, pp. 108-117 ; Saint-Martin in Candes, Civilisation Médiévale XVII, 2006. Desde el punto de vista del espectador. Será el criterio que utilizaremos a lo largo de todo el artículo para indicar la localización de los diferentes elementos a los que nos refiramos.
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El “Caballico de Santiago” de Tudela
Iglesia colegial de Candes-Saint-Martin (Indre-Loira), fachada del porche situado en la cara norte del templo y primer plano de su galería inferior izquierda. Curiosamente, también quedaron sin tallar la mayor parte de las cinco arquivoltas de la puerta de entrada. Las escenas representadas son cinco y pertenecen al ciclo del Juicio Final.
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Las enjutas de la Puerta del Juicio de la catedral de Tudela. Al igual que nosotros, también parecen haberse olvidado de la existencia de este “monolito” la mayoría de quienes han escrito sobre la que durante mucho tiempo fue denominada Puerta Pintada. Y es que hasta donde hemos llegado en esta fase de nuestra investigación, solo María Luisa Melero Moneo lo menciona, y de pasada, en alguno de los numerosos artículos de estudio y divulgación que publicó sobre esta portada. Al referirse a los elementos que pertenecerían a una primera etapa de la ejecución de su escultura, y más concretamente a la ménsula que parece soportar el bloque, dice lo siguiente: ...los aleros de las enjutas de la fachada, algunos de los cuales pudieron ser pensados para otro lugar. Ello puede suponerse en el caso del fragmento de alero incrustado en la enjuta derecha del espectador debajo de un gran bloque de piedra sin decorar. 3 Así es, “sin decorar”, pues aunque la idea general que se tiene sobre este enigmático bloque pétreo es la de que con el paso del tiempo terminó perdiendo el relieve que se supone tuvo, lo cierto es que, por las razones que fuesen, su talla quedó pendiente.
Catedral de Tudela, enjuta derecha de la Puerta del Juicio. Aunque el bloque de piedra ha permanecido casi intacto desde que fue incrustado en la fachada, la capa de mortero que recubre su cara orientada al norte evidencia que la climatología terminó haciendo mella en él. El fragmento de alero al que se refería María Luisa Melero, y que entendía destinado para otro lugar, tampoco sería original. 3
“Escultura monumental. Portadas y Claustro”, en La catedral de Tudela, Gobierno de Navarra, 2006, p. 211.
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Esta investigadora tudelana hablaba de etapas en la escultura de la Puerta del Juicio, que no en su construcción, por las evidentes contradicciones estilísticas que se aprecian entre los diferentes elementos tallados del hastial que la contiene: ...La escultura conservada de esta puerta de la colegiata presenta diferencias que permiten distinguir dos momentos distintos del mismo taller. En el primer momento se realizó la escultura situada en los modillones del alero que cubre la portada y de los que soportan las pequeñas piezas, también con estructura de alero, incrustadas en las enjutas. Posteriormente, quizá tras una interrupción de algunos años, se trabajó en la escultura de los capiteles, ménsulas del tímpano y arquivoltas de la portada. 4 Si bien esta era su idea inicial, en trabajos posteriores apuntaba que es posible que esta escultura de la zona alta de la Puerta del Juicio pudiese estar acabada hacia 1204 (año que se considera el de la consagración de la todavía colegiata), aunque en dicho momento puede que todavía no estuviese colocada en el lugar donde se ha conservado. 5 Esto es, que si inicialmente consideraba que la escultura románica habría sido ejecutada cuando la construcción de la puerta oeste, con el tiempo terminó contemplando la posibilidad de que, aunque pensadas para ser colocadas en ella, las piezas románicas se hubiesen ejecutado antes de iniciarse su levantamiento. Eso sí, tanto en un caso como en otro, siempre sospechó que el alero que parece soportar el monolito de la enjuta derecha fue ejecutado para otro destino: ...en las enjutas del arco de la portada hay incrustados pequeños aleros decorativos, uno en la enjuta izquierda y dos en la derecha, soportados también por modillones. El fragmento de alero situado en la parte inferior de la enjuta derecha según el espectador quizá debió estar destinado a una de las partes altas de la iglesia... ...Tanta la pieza de la enjuta izquierda como la superior de la derecha tienen una serie de arquitecturas sobre la parte soportada por los modillones y pudieron ser pensadas para el lugar que ocupan. Sin embargo, en el caso de la pieza inferior de la enjuta derecha parece tratarse, en un sentido más estricto, de un fragmenta de alero destinado a ocupar una de las partes altas del edificio. Quizá la reutilización de este fragmento en la enjuta derecha fue debida a que el proyecto inicial del edificio pudo contemplar aleros soportados por modillones figurativos para toda la iglesia y finalmente éstos se realizaron con un esquema decorativo bastante más pobre a modo de rollos. 6 De la misma idea es Rogelio Taboada 7, pero entendiendo que ese fragmento es claramente posterior a la construcción de la puerta. Nos lo dice nada más ver una fotografía general del conjunto: la cornisa derecha no es natural a esa fachada, es posterior, muere en corte; de ser natural tendría el ángulo de la esquina trabajado; simplemente son porciones de cornisa recta aprovechados ahí. A este indicio nosotros añadimos lo que consideramos una evidencia de que ese tramo de alero fue añadido a la enjuta derecha no hace, relativamen4
Escultura del románico y del primer gótico en Tudela, 1997, p. 147. “Escultura monumental. Portadas y Claustro”, en La catedral de Tudela, Gobierno de Navarra, 2006, p. 208. 6 Escultura del románico y del primer gótico en Tudela, 1997, p. 146 y n. 2. 7 Cantero artesanal e historiador local especializado en temas sangüesinos. 5
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te hablando, mucho tiempo. Se visualiza, sobre todo, en las caras orientadas al norte de los elementos que la conforman. Como ya se comenta al pie de la fotografía anterior, ese lado del monolito presenta en la actualidad una capa de mortero que habría sido “proyectado” en su día a modo de protección para frenar el evidente deterioro sufrido por ser el más expuesto a la acción del viento y de la lluvia. Pues bien, si nos fijamos en el resto de los elementos no decorados de esta orientación, resulta que, aunque de manera menos intensa, también han recibido similar tratamiento los modillones de los voladizos superior e inferior, pero que no así la cornisa en cuestión. Ni que decir tiene que si esta porción de alero se hubiera colocado al mismo tiempo que el resto de los elementos de la enjuta, el deterioro sufrido hubiera sido parejo y, consecuentemente, también el tratamiento aplicado. Por tanto, solo cabe concluir que este fragmento de cornisa se insertó mucho tiempo después de la construcción de la Puerta.
Puerta del Juicio, detalles de las caras orientadas al norte (izquierda de la imagen) y al sur (derecha) de la enjuta derecha. El picado de las caras meridionales del monolito y los modillones evidencia que fueron preparadas para la aplicación del mortero protector que vemos en las caras opuestas, si bien a última hora debió concluirse que debido a su buen estado no era necesario. Salta a la vista que esta preparación tampoco se hizo en la cornisa. La lechada que actualmente protege el costado norte de este añadido revela que con el tiempo también terminó erosionado.
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Enjuta derecha, representación esquemática: a la izquierda, la reconstrucción hipotética de su estado inicial; a la derecha, su estado actual.
No teniendo por ahora noticias de esta restauración de la enjuta derecha, lo que cabe es pensar que la inserción del alero se produjo también entonces. A la vista del deterioro que todavía puede observarse en el monolito, a buen seguro que los fragmentos desprendidos terminaron ocasionando situaciones de auténtico peligro para los transeúntes y de aquí que se hubiera decidido la intervención. En cualquier caso, salvo que el tablero que coronaba los tres modillones de la ménsula inferior estuviera también muy deteriorado, en principio no encontramos sentido a la inserción del fragmento de alero, porque, aunque visualmente se puede tener la sensación de que está contribuyendo a soportar el gran bloque de piedra, lo cierto es que este está incrustado en la fachada y son los sillares los que transmiten su peso a los cimientos. Pero como debemos suponer a los autores de la reparación conocedores de esta técnica, la única explicación alternativa que encontramos podría tener que ver con el hecho de que, al no haberse tallado el relieve proyectado, el centro de gravedad del monolito se encuentre fuera del plano de fachada; y, consecuentemente, que la ménsula inferior, lejos de ser un elemento meramente decorativo, esté garantizando su estabilidad frente al vuelco. 8 Y si así, el tablero original habría terminado deteriorándose por estar sometido a una tensión no prevista. 8
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El bloque de piedra podría pesar en torno a 4 toneladas. Su altura ronda los 2,25 m y su base los 1,50 m. Como se verá más adelante, estaría empotrado unos 20 cm respecto al plano exterior de la fachada, por lo que su espesor variaría desde los aproximadamente 45 cm de su base hasta los 40 cm de su coronación. Si estos valores se confirmaran, sería un hecho que el centro de gravedad del monolito se encontraría fuera del plano de fachada y, por tanto, que su estabilidad se estaría confiando a unos elementos no pensados para ello. Sería bueno, pues, que por razones de seguridad se estudiara con mayor detalle todo lo concerniente a su sustentación. Claro que, buscar un motivo acorde y tallarlo de una vez podría resolver el problema.
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Analizada esta cuestión de la enjuta derecha, es hora de fijarnos en la izquierda. En buena lógica, dado que en ella también se reproduce casi simétricamente la ménsula coronada por edificaciones –y que se suelen considerar representaciones de la Jerusalén Celeste– lo que también cabría esperar encontrar sería, si no ya un relieve ejecutado, al menos sí la estructura necesaria para reproducirlo, pero no es el caso. Tomás Biurrun también lo entendía del mismo modo cuando estudió la Puerta del Juicio: ...A uno y otro lado del vano de ingreso, y encuadrando, con la imposta superior, la magnífica composición de la genial portada, se destacan una especie de matacanes, provistos de arquería trebolada, y destinados acaso, a recibir en la superficie, algún relieve que completase la ideal composición. 9 Pues bien, resulta que si observamos los sillares de este lado de la Puerta del Juicio situados bajo la actual ménsula podemos distinguir fácilmente un grupo cuya tonalidad difiere sensiblemente de los de su alrededor debido a que no han sido objeto de ninguna restauración o reparación. Y si prestamos más atención, también podremos comprobar, primero, cómo las juntas laterales de las tres primeras hileras siguen la línea que desciende desde el exterior de los biselados que hacen la transición entre los planos de la fachada y del fondo de la enjuta, y segundo, cómo los de la cuarta hilera también lo hacen pero con la línea que desciende desde el interior de los biselados. Esta coincidencia geométrica solo puede significar que estos sillares son elementos integrantes de un tapiado. Llegados a este punto, solo cabe concluir una respuesta para explicar tan extraña intervención: en un momento dado, y por las razones que fuesen, se decidió desmontar el relieve que a buen seguro se representó en la enjuta. Y con él, la ménsula inferior que lo “sostenía”, bien para facilitar la extracción, bien para acompañarlo en su nuevo destino o bien por ambas razones. Habiendo quedado a la vista la mampostería interior del muro, la finalidad de este tapiado sería la de borrar la huella dejada por la extracción dando así continuidad a la fachada de la portada. Afortunadamente, al conservarse la enjuta derecha en un estado muy próximo al original, es posible recrear la evolución constructiva de la enjuta izquierda desde su construcción hasta su estado actual. Es la que se muestra y detalla en las páginas siguientes. Salta a la vista que el relieve era mucho más pequeño en altura que el ideado para su gemelo derecho; aproximadamente, poco menos que la mitad. No habiendo quedado rastro documental alguno de la existencia de este relieve, en principio se antoja misión imposible llegar a conocer cuál fue su motivo, pero entendemos que sí que podemos aventurar uno: el del viajero “caballico de Santiago” que actualmente tiene su parada en una de las paredes del hall de entrada del Museo de Tudela sito en el vecino Palacio Decanal. 9
Tomás Biurrun y Sotil, El arte románico en Navarra: o Las órdenes monacales, sistemas constructivos y monumentos... (1936), pp. 506-7. Después de leerle, cuesta entender que no se refiriera al monolito de la enjuta derecha como destinado a albergar uno de los relieves que intuía faltaban. De hecho, en ningún momento menciona siquiera su existencia. Tampoco lo hizo Julio Segura Miranda cuando, tiempo después, repitió en términos similares el comentario de Biurrun que hemos reproducido. Tudela, historia, leyenda, arte (1964), p. 75.
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Puerta del Juicio de la Catedral de Tudela. Reconstrucción hipotética del estado inicial de la enjuta izquierda (c) tomando como referencias su estado actual y el contorno geométrico de los sillares resaltados (b), y el ya propuesto estado inicial de la enjuta derecha (a). Aunque el biselado derecho de esta última se ha prolongado una hilera más que el izquierdo, lo cierto es que su talla fue interrumpida al poco de comenzar.
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Puerta del Juicio de la Catedral de Tudela. Reconstrucción del hipotético proceso evolutivo de la enjuta izquierda. Una vez tallado el motivo proyectado, el biselado que hace la transición entre los planos del nicho y de la fachada se habría prolongado completando la altura del relieve (d). Decidido su desmontaje, y con el fin de facilitarlo, antes que el relieve se habría arrancado la ménsula inferior (e). Al final del proceso se habría procedido al tapiado de la superficie afectada para ocultar la mampostería (f).
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Puerta del Juicio. Aprovechamos esta imposible vista de la portada occidental de la catedral de Tudela -solo posible gracias a la enorme pericia y capacidad creativa de dibujante Alberto Sola- para realizar este montaje mostrando la disposición de las enjutas en su recreado estado inicial. La precisión del dibujo es realmente sorprendente.
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Pero antes de continuar desarrollando la investigación de esta idea, tenemos que decir que, para sorpresa nuestra, hemos descubierto que ya en 1990 fue aventurada por Faustino Menéndez Pidal. 10 Y decimos “para sorpresa nuestra” por dos razones: la primera, porque nada a este respecto le habíamos leído previamente –ni siquiera como nota de pie– en la entrada que seis años más tarde le dedicó al “caballico” en Emblemas heráldicos en el arte medieval navarro; 11 y la segunda, porque simplemente se limitó a dejar constancia escrita de su intuición sin haberse preocupado de verificar antes si constructiva y dimensionalmente era viable. Más que de una idea, pues, debió de tratarse de una ocurrencia de la que no quiso volver a acordarse. En cualquier caso, nuestra investigación nada ha tenido que ver con su apunte. Aclarada esta cuestión, seguimos. No habiendo recibido todavía respuesta a las solicitudes que hemos cursado para poder realizar mediciones directas tanto del relieve del “caballico” como de los sillares de la enjuta izquierda, solo contamos con las que hemos podido tomar por métodos indirectos. Pero a pesar de su consecuente menor precisión, estas nos permiten asegurar con el suficiente margen de certeza que nuestra idea de que el emplazamiento original del “caballico de Santiago” fue la enjuta izquierda de la Puerta del Juicio es, de entrada, dimensionalmente compatible.
Enjuta izquierda, representación esquemática: alzado y sección con el relieve del caballico insertado en ella. Según la ficha del museo mediría 120x100x34 cm, pero es unos 5 cm más alto si lo medimos hasta la coronación del casco y unos 3 cm más bajo si medimos la altura del fondo. 10
“...No podemos dejar de ocuparnos aquí de otra escultura que, en nuestra opinión, es probable que proceda de la Catedral: el llamado popularmente “caballico de Santiago”... Una hipótesis probable de la situación de este relieve en la catedral puede aventurarse si consideramos que en la fachada principal, junto al portal del juicio, falta evidentemente un elemento ornamental en la parte izquierda, que haría pareja con el que no llegó a labrarse a la derecha...”, “Emblemas personales en la catedral de Tudela, claves para su estudio”, Segundo Congreso General de Historia de Navarra 1990. 2. Príncipe de Viana (1992), Anejo 14, p. 423. 11 Coescrita junto a Javier Martínez de Aguirre Aldaz; Gobierno de Navarra (1996), p. 408.
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Claro que, quizás demasiado compatible, porque al superponer la imagen del relieve del “caballico” sobre la recreada enjuta izquierda resulta que este es unos 25 cm más estrecho. Por tanto, para seguir adelante con nuestra idea tendríamos que concluir que fue recortado para adaptarlo a alguna de sus posteriores ubicaciones o, más probablemente, para posibilitar su extracción; conclusión para nada aventurada sobre todo en lo que a su fondo respecta, pues la superposición también revela que tanto el casco del caballero como la cola y el codo de la pata trasera izquierda del caballo sobrepasan holgadamente su perímetro. Y es que teniendo en cuenta que el relieve se talló partiendo de un prisma rectangular, al menos la parte insertada en la fachada –esto es, el fondo del relieve– debería conservar su geometría original y, por tanto, abarcar al menos el contorno exterior de la talla. Ciertamente, se trata de tres elementos claramente restaurados, pero entendemos que su reconstitución no justifica el margen con que se produce la anomalía. Morfológicamente, tampoco ayuda a nuestra idea las ondulaciones que presenta la base del relieve. Sus asimétricos valles parecen esquivar tres puntos de apoyo cuyos entre-ejes resultan inferiores al de los modillones de las enjutas de la catedral. Pero este adorno no puede ser original: primero, porque es de mal gusto y está ejecutado sin gracia alguna; segundo, porque no es propio de la época de su ejecución; y tercero, porque delata la falta del tablero que debería completar la ménsula que haría de “apoyo”. Como veremos más adelante, hay motivos para sospechar que el relieve ha sufrido más recortes, pero antes de tratar esta cuestión conviene que primero nos ocupemos de todo lo concerniente a su propia historia. Datando el relieve. No deja de sorprendernos que hasta que José María Lacarra se ocupó de él en 1941, 12 nadie antes hubiera dejado constancia explícita de su existencia. Ni siquiera los historiadores tudelanos del XVIII y XIX. Lacarra lo fechó en los comienzos del siglo XIII y desde entonces esta ha sido la opinión mayoritaria entre quienes lo han tratado. 13 Los autores del Catálogo Monumental lo consideran gótico y añaden que la composición, según es habitual en la época, destaca por su hieratismo, no exento de cierto sentido de observación naturalista según se aprecia en el tratamiento de la armadura del monarca que porta escudo y espada y en la disposición general de los personajes. 14 Pero la clave para confirmar esta datación la aportan Menéndez Pidal y Martínez de Aguirre cuando se ocupan del escudo que porta el caballero y afirman que sólo podemos concluir que la forma del pavés nos pone ante un guerrero del siglo XIII. 15 Antes, Menéndez Pidal también lo había 12
José María Lacarra, “Imágenes de caballeros”, Príncipe de Viana, nº 5, II (1941), p. 37-8. Julio Segura Miranda adelanta ligeramente este margen a entre “la última década del siglo XII o principios del XIII”, op. cit., p. 43: Margarita Ruiz Maldonado dice que no lo trata en su estudio por su “marcado carácter gótico”, “El «caballero victorioso» en la escultura románica española”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (1979), t. 45, p. 280; Inés Monteira Arias lo retrasa a mediados del siglo XIII, “El triunfo sobre la idolatría como victoria sobre el Islam: Nuevas consideraciones sobre el caballero victorioso en el románico hispano”, Espacio, tiempo y forma. Serie VII, Historia del arte, nº 25 (2012), p. 58. 14 Catálogo Monumental de Navarra. Tomo I. Merindad de Tudela (1980), p. 371. VV.AA. Se refieren al caballero como “monarca” por ser identificado, sobre todo, con Sancho VII el Fuerte. 15 Op. cit., p. 408. 13
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apuntado cuando puso en relación este escudo con los que decoran algunos de los capitales de la catedral tudelana: ...El escudo que defiende al caballero es de la forma llamada española, usada durante todo el siglo XIII en los reinos peninsulares y hasta la segunda mitad del mismo también en el sur de Francia. Tiene una bloca cerrada de barretas lisas centrada por un umbo en cuadrifolio dispuesto en cruz, como en los escudos labrados en los pilares sextos de la catedral, a diferencia de todos los demás, en los que el cuadrifolio se situó en aspa. 16
Catedral de Tudela, escudos de Navarra/Champaña y Navarra en la cara oeste de los capiteles bajos del pilar quinto del lado derecho. Su umbo es una flor de cuatro pétalos dispuestos es aspa. La policromía actual podría corresponder a un repintado, pues las tiras azul oscuro que acompañan a la banda blanca (en relieve) de Champaña deberían ser amarillas. 17 Son escudos del tipo “triangular” y su talla corresponde a tiempos de Teobaldo I ‘el Trovador’ (1201-12341253).
Catedral de Tudela, escudos en la cara este de los capiteles bajos del pilar sexto del lado izquierdo (en el trasdós de la fachada que aloja a la Puerta del Juicio). Al contrario de lo que sucede en los anteriores, los pétalos de la flor del umbo están en cruz, como en el escudo del “caballico de Santiago”. Del total de 14 esculpidos en los capiteles, solo el que vemos en la imagen y su simétrico del pilar gemelo son lisos. José María De La Osa 18 cree que esta anomalía podría deberse a que fueron retallados. Tal y como desvelamos el 29 de diciembre del año pasado en el “muro” de Facebook “Historia recóndita de Tudela”, al aumentar el contraste de las sombras claras descubrimos que estuvo decorado con las flores de lis características de las armas de Francia. Esta representación se podría explicar por el matrimonio de Teobaldo II ‘el Joven’ (12371253-1270) con Isabel de Francia, hija de Luis IX ‘san Luis’, en abril de 1255. Teniendo en cuenta la apuntado por De La Osa, pensamos que este escudo pudo ser retallado para borrar la bloca con el fin de facilitar la representación de las armas de Isabel. Dada la fecha de este matrimonio, la talla primera de estos escudos se habría hecho también en tiempos de Teobaldo I, aunque después de los de la imagen superior, pues, según concluye Menéndez Pidal, su forma menos triangular –“clásico apuntado” – los delata posteriores. 16
“Emblemas personales en la catedral de Tudela, claves para su estudio”, p. 423. Javier Hermoso de Mendoza, “Escudo de Navarra”, en https://www.sasua.net/estella (2012). 18 Investigador aficionado de temas tudelanos y gran conocedor de la catedral de Tudela. 17
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Catedral de Tudela, escudos en la cara este de los capiteles bajos del pilar sexto del lado derecho. El escudo liso de este pilar obedecería a una cuestión de simetría con los de su pilar gemelo. En buena lógica, en este se habrían representado las armas de Champaña. La forma de los escudos es una transición entre el “clásico apuntado” de los anteriores y el “clásico redondeado alargado” del “caballico de Santiago”.
La talla de “caballico” habría que situarla, por tanto, al poco de la de estos escudos con los que comparte idéntico umbo y que están, precisamente, en la cara interior de la Puerta del Juicio; es decir, a mediados del siglo XIII, entre los últimos años del reinado de Teobaldo I y los primeros de Teobaldo II. 19 Esta datación hace también compatible nuestra idea de que el emplazamiento primero del relieve fue la enjuta izquierda de esta portada. Los viajes del “caballico”. Hasta donde hemos llegado, solo hemos encontrado constancia documental de tres de sus emplazamientos: los dos que conoció en los patios de escalera de la casa de los Ibáñez sita en el número 1 de la calle Magallón y el actual en la pared que queda a mano derecha nada más entrar al hall del Museo de Tudela-Palacio Decanal. En el primero de ellos es donde lo vio Lacarra y fotografió José Esteban Uranga a comienzos de la década de los 40. Aunque en su artículo no se detalla la localización exacta del relieve, debía estar incrustado en la pared derecha a la altura del primer descansillo del tramo de escalera que bajaba a la bodega. Es la conclusión a la que hemos llegado después de estudiar la imagen de Uranga y ponerla en relación con el recuerdo que los propietarios por entonces compartieron con el arqueólogo tudelano Juan José Bienes: que inicialmente estuvo en la pared de la derecha según se entraba a la casa. Como esta información es coherente con la fuente de luz que recibe el “caballico” en la fotografía, la localización que revela el trazado de la cenefa pintada sobre la pared solo puede corresponder a la que proponemos. 20 Años más tarde, la gran escalera de la casa fue objeto de una reforma que, además de reducir las dimensiones de su patio, también alteró el sentido de su giro: de ascender siguiendo el movimiento de las agujas del reloj se 19
Con esta datación en el siglo XIII solo discrepan Francisco Íñiguez Almech y quienes le siguen. Estando convencido de que el relieve “salió indudablemente” del mismo taller del claustro de la catedral, lo fechó entre 1170 y 1190. Arte medieval navarro. III, Arte románico, (1973), p. 256. 20 Esta ubicación también coincide con uno de los testimonios que, según nos informa una de las guías del museo, le fue proporcionado por un visitante que decía recordarlo.
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pasó a hacerlo en el contrario. Según Juanjo Bienes, los propietarios le explicaron que aprovecharon la reforma para reubicar el “caballico” en la pared frontal de la nueva escalera con la idea de facilitar su visibilidad. Así, pues, su nuevo emplazamiento volvía a ser el primer descansillo de la escalera, solo que ahora en el tramo de subida hacia los pisos de la casa e insertado en la pared frontal. No hemos podido averiguar cuándo se produjo esta reforma, pero debió ser por la década de los 50 a tenor de lo que en 1964 comentó Julio Segura Miranda en la que es la segunda mención escrita de la existencia del relieve: ...La iconografía artística de Tudela se enorgullece, con razón, con esta escultura de la edad media, que se halla en la casa núm. 1 de la calle de Magallón, Casa de Ibáñez. Siempre estuvo en la escalera de la casa, aunque no en la actual, pues no hace muchos años fue trasladada de la antigua a esta moderna... 21 Hacia 1996 todavía seguía en la casa, porque en el citado Emblemas heráldicos así lo indican sus autores, pero para el 26 de junio de 2000 se encontraba ya instalado en el recién inaugurado Museo de Tudela.
Relieve del “caballico de Santiago” en su primer emplazamiento dentro de la casa Ibáñez de la calle Magallón. Estaba insertado en la pared derecha a la altura del primer descansillo de la escalera que bajaba desde la entrada hacia la bodega. De aquí la iluminación que recibe y el trazado que sigue la cenefa pintada sobre el lucido que cubre la pared y el fondo del relieve. Según Lacarra, para cuando su artículo de 1941 tanto la cabeza y el casco del caballero como la cabeza del primer moro habían sido recientemente objeto de restauraciones. Este comentario ha dado pie a que se venga entendiendo que los elementos citados son reconstrucciones modernas. Es posible que así sea en lo que al casco se refiere, pero no parece tan claro en los otros. Otro dato que nos aporta esta imagen de Uranga es que el caballo todavía conservaba su oreja. 21
Op. cit., p. 43. Como son dos las casas de Tudela que exhiben en sus fachadas el escudo de los Ibáñez, la confusa redacción de este pasaje nos hizo creer que con ese “antigua” se estaba refiriendo a la casa-palacio del número 30 de la calle Rúa. Fue su actual propietario, Juanjo Bienes, quien nos alertó de nuestra confusión mientras, muy amablemente, nos transmitía los testimonios que recogió de los propietarios de la casa de la calle Magallón que hemos recordado.
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Relieve del “caballico de Santiago” en su segundo emplazamiento de la casa. Estaba encajonado en la pared frontal al final del primer tramo de la nueva escalera. El escudo del caballero todavía se conservaba prácticamente completo.
Relieve del “caballico de Santiago” en el Museo de Tudela. Teniendo en cuenta que la cabeza del moro que hinca la rodilla está torpemente repuesta y que el torso del caballero está completamente agrietado, no sería mala idea colocar una red de seguridad en el tragaluz que se abre al sótano, porque difícilmente saldrían ilesos tras una caída desde esa altura.
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Siendo esta casa de los Ibáñez obra del siglo XVIII, 22 es evidente que el “caballico” tuvo que parar antes en otro edificio. Según Julio Segura, este fue el Hospital de Santiago y de aquí el nombre con el que popularmente terminó siendo bautizado el relieve. 23 Las informaciones que nos han llegado de este hospital no son todo lo detalladas que nos gustaría, pero sí que al menos nos permiten conocer el margen temporal en el que operó. Fue fundado en 1442 24 por fray Pedro de Beraiz, 25 consejero y confesor de la reina Blanca y arzobispo titular de Tiro desde 1429. La construcción debió sufrir un parón importante al poco de su muerte a primeros de 1457, porque una bula promulgada por Calixto III el 21 de febrero autorizaba que los 32.000 maravedíes que este clérigo tudelano tenía fundados en Castilla... para el Hospital de San-Tiago de Tudela se cobrassen para la Fabrica de la Iglesia de San Francisco de Zaragoça con la condición de que, una vez terminada esta, bolviesen al dicho Hospital de Tudela. 26 Finalmente, la entrega del hospital a la cofradía de Santiago se produjo en 1474 de la mano de un sobrino suyo llamado como él. 27 Estaba pegado a la iglesia del convento de San Francisco, 28 en torno a la plaza del mismo nombre y junto al resto de dependencias e iglesia de la cofradía. 29 Estas propiedades fueron enajenadas por el Estado en 1850. Al poco, sus nuevos propietarios las derribaron para construir casas. 30 De estos datos nos resulta especialmente interesante el de la ubicación de este hospital como colindante con la iglesia del convento de San Francisco, porque una de la condiciones que exigió la cofradía para cederles las casas intramuros sobre cuyos terrenos levantaron su nuevo convento e iglesia, fue que en un nicho encima de la puerta de la Iglesia se colocase la imagen de Santiago. 31 Esto es, que la entrada de la iglesia tenía que estar coronada por una talla de Santiago insertada dentro de una concavidad abierta en su fachada. Sabemos de esta condición porque es una de las recordadas por los cofrades de Santiago en un pleito abierto por los frailes franciscanos contra ellos. 32 Como 22
Javier Suescun Molinat, “El medio-entorno de la capilla de Santa Ana: Tudela en la primera mitad del siglo XVIII”, Centro de estudios Meridad de Tudela (2002), no. 12, p. 160. 23 Op. cit., p. 43. Lamentablemente, Julio Segura no dice nada sobre el origen de esta información. 24 Josefina Mateu Ibars, Colectánea Paleográfica de la Corona de Aragón, siglos IX-XVIII (1991), p. 350. 25 También nominado en las fuentes como Pedro de Veraiz, Verayz o Berayz. 26 José Antonio de Hebrera, Chronica serafica de la santa provincia de Aragon de la regular observancia de nuestro padre San Francisco. Primera Parte (1703), p. 112. 27 Jesús Arraiza Frauca, Cofradías de Santiago en Navarra (1998), p. 121. 28 José Antonio de Hebrera, Chronica serafica... Segunda Parte (1705), f. XLIII(v). 29 Juan Sodornil, Apuntes descriptivos é histórico-religiosos de Tudela (1885), p. 56. 30 Mariano Sainz, Apuntes tudelanos (1914), vol. II, p. 410. 31 Ibidem, p. 409-10. Al hablar del Convento de San Francisco transcribe la cesión en 1426. pero en la entrada dedicada a la Cofradía de Santiago lo hace en 1421. A esta confusa información habría que añadir la fecha que aporta José Antonio Díaz Bravo para datar la cesión: “El sitio que tiene hoy esta casa, desde el año 1407, se lo dio la cofradía de Santiago, como consta de escritura ante Sancho de Ros”, Memorias históricas de Tudela (1759), recopiladas por José Ramón Castro, Príncipe de Viana (1952), nº48-49, 13, p. 382. Este baile números en las fechas de Mariano Sainz nos hace pensar que puede haber sucedido lo mismo en lo que se comenta en la siguiente nota. 32 Mariano Sainz no nos informa de la razón de este pleito que sitúa en 1611, pero pensamos que podría referirse al abierto en 1625 a propósito de las preferencias en la iglesia del convento durante la festividad de Santiago, que sería una de las condiciones que recordarían los cofrades. Archivo General de Navarra, “Convento de San Francisco de Tudela contra Cofradía de Santiago de Tudela”, ref. ES/NA/AGN/F017/101905
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esta nunca fue objeto de reclamación en las numerosas disputas que mantuvieron, hay que suponerla cumplida, por lo que nos resulta muy tentador corregir unos pocos metros la ubicación del “caballico” apuntada por Julio Segura. De ser así, su estancia en torno a la plaza de San Francisco tendría que adelantarse ligeramente en el tiempo. La construcción de esta iglesia conventual, que fue también promovida por fray Pedro de Beraiz, se inició durante el segundo cuarto del siglo XV. Tras la expulsión de los franciscanos de 1837, tanto la iglesia como el convento quedaron abandonados y pasaron a ser propiedad del ayuntamiento de Tudela. Fue derribada en 1842 por amenazar ruina y para abrir la calle San Francisco como prolongación de la plaza. 33 Siguiendo estas líneas de investigación, la reseña de estos derribos situaría el traslado del relieve a la casa de los Ibáñez de la calle Magallón no mucho tiempo después de ser ejecutados a mediados del XIX. Del mismo modo, su llegada al hospital de Santiago, o a la portada de la iglesia conventual franciscana, habría que situarla durante su construcción en torno a mediados del siglo XV. A propósito de la fecha de esta llegada, nada más oportuno que recordar la noticia de un registro del archivo de la catedral de Tudela, fechado el 4 de marzo de 1455, en el que se da cuenta de que el hospital del «caballico de san Jorge» de Tudela da a censo una viña sita en el término de Valoria. 34 Ante lo novedoso de la referencia, este hospital se ha sumado a la lista de los ya conocidos como si de uno diferente se tratara. Nosotros, sin embargo, consideramos que no cabe ir tan lejos y que con este evidente sobrenombre lo que se hace es aludir a uno de ellos. Un hospital, este, en cuyo entorno destacaría la presencia de un “caballico” lo suficientemente singular como identificarlo plenamente. Y, claro está, para nosotros este “caballico” no sería otro más que el del relieve que nos ocupa 35 y, consecuentemente, el hospital aludido solo podría ser el de la cofradía de Santiago. Ciertamente, se podrá argumentar contra esta interpretación que en el registro se alude a san Jorge y no a Santiago, pero no siendo el verdadero protagonista del relieve ninguno de estos dos santos guerreros, y no estando tampoco para cuando esta anotación claramente definidas sus iconografías “matamoros” (la de San Jorge prácticamente exclusiva de la Corona de Aragón), la identificación de uno u otro sería una cuestión de libre interpretación. Para quienes posibilitaron el traslado del relieve a su nuevo destino, el caballero sería el santo apóstol. Para otros, como el redactor del registro, sería san Jorge. Y quien sabe si ya entonces había quien veía a Sancho el Fuerte en la batalla de Las Navas. El caso es que, dada la naturaleza del registro, sospechamos que la sustitución de la denominación oficial del hospital aludido por una referencia tan impropia solo sería la plasmación de la manifiesta discrepancia que el registrador tendría con la identidad asignada al caballero y causante del traslado del relieve al hospital de la cofradía de Santiago o al vecino templo franciscano. 33
Mariano Sainz, Op. cit., p. 249, y Juan Sodornil, Op. cit., p. 58. Francisco Fuentes, Catálogo de los Archivos Eclesiásticos de Tudela (1944), ref. 634, p. 168. 35 Javier Martínez de Aguirre y Faustino Menéndez Pidal también creen que se trata del mismo relieve, solo que entendiéndolo como el san Jorge de ese supuesto otro hospital, Op. cit., p. 408. 34
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Caballero lanceando un dragón. En una nota de pie de su artículo, Lacarra invita a comparar el relieve tudelano con este dibujo con el que, como bien dice, “guarda grandes analogías”. Aunque está recogido en un manuscrito datado en el siglo XI, podría tratarse de un añadido posterior. Ninguna leyenda identifica al caballero, pero lo más probable es que se trate de San Jorge.
Tirando del hilo apuntado por Julio Segura hemos podido llegar a localizar el paradero del “caballico” hasta mediados del siglo XV, por lo que ya solo quedaría averiguar su paradero durante los dos siglos transcurridos desde su ejecución. Como venimos proponiendo, nosotros creemos que hasta entonces estuvo en el emplazamiento en el que fue tallado: la enjuta izquierda de la Puerta del Juicio. Pero no por esto podemos olvidar lo dicho por Francisco Íñiguez Almech sobre esta cuestión en el correspondiente volumen de Arte Medieval Navarro: ...Destaca el relieve de piedra de Tudela situado en una casa particular, al cual asignan descripciones viejas un emplazamiento a la entrada del claustro de la catedral... 36 Sorprendentemente, Iñiguez Almech no dio ninguna referencia de estas descripciones viejas; y aunque nos hemos empeñado en buscarlas, no ha habido forma de encontrarlas. Esto nos lleva a sospechar que se trata de una invención originada por alguna confusión o malentendido suyo. De la misma opinión debió ser el reconocido investigador tudelano José Ramón Castro Álava, pues cuando dos años más tarde le copió literalmente lo dicho sobre el relieve, lo único que omitió fue precisamente esta información. 37 El historiador local Luis María Marín Royo también acostumbra a seguir a Íñiguez Almech en esta idea del “caballico”, pero con el paso del tiempo ha matizado lo relativo a la existencia de esas viejas descripciones: si inicialmente transcribía tal cual esta información, recientemente decía que el supuesto emplazamiento a la entrada del claustro se debía a una sospecha de Íñiguez. 38 Y ya 36
Op. cit., p. 256. Tudela monumental (III). Navarra, temas de cultura popular (1975), nº 223, p. 27. 38 Historia de la villa de Tudela. Desde sus orígenes hasta 1390 (1978), p. 213, y Tudela ayer, siglos VIII-XIX (2011), p. 122. 37
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que hablamos de invenciones... para invenciones las de Antonio Pérez de San Román. Tras pasar por sus manos, la inventio de Íñiguez Almech se enriquece de tal modo que hasta nos sorprende y ahoga con tan detallada “información”: ...Según la documentación más antigua, desde el principio –siglo XII– y durante muchos siglos, este caballero tallado en piedra estuvo colocado en alto (en frente de la pequeña capilla de San José) encastrado en un muro del zaguán situado entre la IGLESIA GÓTICA DE SANTA MARIA [todas las mayúsculas son suyas] y su claustro románico. Alrededor de 1517 fue desalojado por el muy rico PEDRO DE VILLALÓN, decano del capítulo, constructor de su magnífico palacio, zaragozano, secretario particular de JULIO II y responsable de que, tras la ocupación de la NAVARRA SUR por el Papa, los aragoneses, los castellanos y otros “navarristas”, más de 200 vecinos de TUDELA partieran hacia el exilio junto a los hermanos de San Francisco de Javier... Algunos historiadores... aseguran que después de su estancia en la Catedral estuvo alojado durante mucho tiempo en el HOSPITAL COMMUNAL.... ...debieron ser "LOS IBAÑEZ" quienes recogieron al desconocido guerrero que llevaba el mismo escudo que ellos... tras esta segunda expulsión ordenada probablemente por el Santo Oficio de Aragón que (aliado desde sus inicios con los cardenales RICHELIEU y MAZARINO en la “persecución de albigenses, francmasones e independentistas navarros”) ya entonces y desde hace mucho tiempo venía castigando de este modo a la Navarra ocupada... 39 A este entusiasta arquitecto guipuzcoano habría que reconocerle el mérito de haberse preocupado del “Santiaguico de Tudela” (sic) como nunca nadie lo había hecho hasta entonces, pero su investigación es tan estrafalaria que apenas se puede tener en cuenta para casi nada. Nos mantenemos, pues, en nuestra idea y en la reconstrucción que hemos podido realizar gracias a la información proporcionada por Julio Segura. A tenor de las peregrinaciones del “caballico” que permite proponer, el recuerdo de su estancia en el hospital de la cofradía de Santiago contaría poco más de un siglo cuando publicó su libro, por lo que todavía podría explicarse como procedente de una trasmisión directa entre un testigo ocular y su receptor (transmisión de abuelo a nieto, por ejemplo). El relieve. Hasta que no comenzamos esta investigación, lo que observábamos en la escena era, a grandes rasgos, la misma imagen que se resume en la ficha del museo que lo acompaña: que dos musulmanes se rendían a un caballero cristiano y que probablemente conmemoraba la victoria de Sancho el Fuerte en la batalla de Las Navas. Pues bien, lo que ahora vemos ya no es exactamente esto, ni mucho menos. Estábamos tan condicionados por esta idea que hemos necesitado de cuatro visitas para ir descubriendo poco a poco esos pequeños detalles que nos pasaban desapercibidos y que solo comenzamos a identificar cuando conseguimos olvidarnos de sus grandes protago39
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“Identification du «Santiaguico de Tudela» et de ses accessoires. En lisant les pierres”, Cuadernos de Sección. Artes Plásticas y Monumentales, nº 3 (1985), pp. 295-326. Podemos llegar a intuir en qué se basa para afirmar lo que comenta en la primera parte de este párrafo, pero lo que dice a continuación solo puede provenir de algún vuelo romántico de su imaginación.
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Museo de Tudela-Palacio Decanal. La nota del museo que acompaña al relieve dice lo siguiente: “Curiosa representación medieval, gótica, de un caballero armado con escudo donde probablemente se representan las armas de Navarra, en un momento de solemne rendición de unos personajes que aparecen a la izquierda de la escena y que parecen ser musulmanes. Esta iconografía podría representar la imagen del rey navarro Sancho VII el Fuerte rindiendo en la batalla de las Navas de Tolosa a los musulmanes en el año 1212. Por su lugar de origen, el hospital de Santiago, se le reconoce en la ciudad como «Caballico de Santiago»”.
nistas. Claro, ahora que los hemos visto no nos supone ninguna dificultad volverlos a ver al primer vistazo por aquello de, como dice el refrán, “después de visto, todos listos”. También hemos observado a lo largo del relieve una serie de recuadros delimitados por marcas de tiza que parecen corresponder a catas de limpieza realizadas con vistas a una futura restauración que lleva esperando demasiado tiempo. A falta de otra información, suponemos que habrían sido realizadas poco antes de que el “caballico” terminara de instalarse en el museo. Dicho esto, pasamos a detallar lo que hemos conseguido ver: • El fondo. Guarda uno de los “secretos” que más nos ha sorprendido. La verdad es que si Julio Seguro Miranda no hubiera dejado escrito que en él aparece el firmamento con estrellas y media luna, nunca las habríamos ni visto ni buscado. Pero sí, todavía pueden adivinarse a pesar de que estos elementos fueron cincelados hasta alcanzar el mismo nivel que el del fondo, también relabrado. La estrella dibuja ocho largos rayos y los rastros de su talla todavía se pueden entrever justo encima del cuerpo del segundo moro y a la altura del hombro del caballero. El creciente, sin embargo, sólo se adivina por el ligero cambio de tonalidad que presenta el fondo a la espalda del caballero y a la misma altura que la estrella.
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Relieve del “caballico de Santiago”, detalles de sus esquinas superior izquierda y derecha antes y después de ser procesadas utilizando mapas de degradado de Photoshop con ajustes personalizados para cada vista. Aunque hoy en día asociamos la imagen de la luna y el creciente con el mundo musulmán, lo cierto es que su iconografía es pre-cristiana. Sancho el Fuerte los incluyó en el reverso de sus monedas sustituyendo al árbol. Poco antes Ricardo Corazón de León los había adoptado también como divisa personal tras conquistar Chipre.
• El segundo moro. Es la más deteriorada de las figuras, pues le falta la cabeza y, seguramente, un brazo. 40 Contra lo que se ha dicho de él, ni se rinde ni se somete al caballero; en realidad le está dando la espalda y lo que recoge la escena es el momento en el que ¡cae herido hacia atrás! La mano que asoma tras el escudo nos revela que lo sujeta con el brazo izquierdo, por lo que el que le faltaría, y con el que a buen seguro sujetaba un alfanje, sería el derecho. Viste una chilaba en la que todavía se distinguen tanto el broche del cuello como la capucha caída sobre la espalda. Esta sorprendente orientación la confirman esos dos pequeños bultos con restos de policromía roja que asoman por debajo y que no son sino sus babuchas. El escudo, circular, también conserva restos de policromía, pero es muy difícil reconocer su decoración. Nosotros solo conseguimos intuir, echándole mucha imaginación, un cuadrado en el que el encuentro de sus lados se resuelve mediante lazos que giran 270º. • El primer moro. Aunque se conserva prácticamente completo, algunas partes de la figura están lo suficientemente deterioradas como para que ciertos detalles pasen desapercibidos y la lectura de los gestos exija mayor atención. En algún momento (seguramente en más de una ocasión) debió perder su cabeza, pues la base del cuello está torpemente restituida al 40
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La talla del antebrazo derecho presenta unas irregularidades que, dependiendo del ángulo que miremos esta figura, pueden hacernos ver un brazo recogido sobre él. De ser así, el bulto desfigurado que sobrepasa la altura del hombro correspondería a la mano.
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tronco. A pesar de las dudas que esta reparación genera, nosotros no encontramos motivos suficientes como para sospechar de su originalidad. Lleva por tocado un turbante y su rostro muestra una barba afilada. Al contrario que su correligionario, viste una “kandora”, o túnica sin capucha. Con el brazo izquierdo sujeta frente a su pecho un escudo también redondo que conserva bastante policromía y en el que adivinamos una flor de ocho pétalos negros sobre fondo rojo. Al mismo tiempo, su mano derecha empuña un alfanje que sostiene apoyado sobre el hombro y que ha perdido su hoja a partir de este punto. A tenor de la extraña posición de su pie derecho se diría que tiene quebrada la pierna que arrodilla. Ciertamente, la actitud de este personaje rodilla en tierra, cabizbajo y con mirada perdida, corresponde a la de quien, sabiéndose derrotado, se rinde y somete a la autoridad de quien le ha vencido. Solo Íñiguez Almech parece que medio vio en este personaje algunos de los detalles que comentamos; al referirse a él decía que parece caer herido y que está armado de broquel y espada en el otro brazo roto. Tampoco consideró que su cabeza actual fuera una reconstrucción moderna pues entendía que, al igual que la del caballero, la tenía repuesta.
Relieve del “caballico de Santiago”, vista en detalle de los dos personajes caracterizados como musulmanes, a la izquierda, y de los contornos de sus siluetas, a la derecha. La cata de limpieza que se hizo en el sector más deteriorado del escudo del primer moro se llevó por delante los restos de policromía negra, de aquí que solo puedan entreverse cinco pétalos.
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• El caballo. Su estampa es tan poderosa que no nos extraña nada que el sobrenombre con el que los tudelanos terminaron bautizando al relieve le concediera el mayor protagonismo. Es, desde luego, un caballo cuya fuerte constitución y robustas patas lo delatan como caballo de batalla. Tanto la mitad inferior de la cola como la cara exterior de su pata trasera izquierda –desde la mitad del muslo hasta poco antes de llegar a la pezuña– están reconstruidas y actualmente le falta la única oreja que le fue tallada, la izquierda. Su correaje es completo e incluye hasta freno. Detalles como el flequillo de sus crines nos hacen sospechar que, en cierto modo, el maestro que lo talló tomó anotaciones del que monta san Martín en uno de los capiteles del claustro de la catedral, aunque es evidente que se trata de monturas diferentes: la de san Martín sería del tipo hispanoárabe y la del relieve de las que generalizamos con el apelativo de “percherón”. Como comentaremos más adelante, esta referencia hace alusión a una raza de caballos de la región normanda del Perche. • El caballero. Evidentemente, es él, y no su “caballico”, el gran protagonista de la escena. Llaman la atención, sobre todo, las dimensiones de su espada de doble filo y la posición en la que la sostiene: retirada hacia atrás y como si estuviera presta para sacudir un irrefrenable mandoble. Aparentemente se conserva completo, pero ya hemos dicho cómo Lacarra nos informaba de que tanto la cabeza como el casco habían sido restauradas poco antes de que él lo estudiara. El agrietamiento que actualmente recorre su torso, desde el hombro derecho hasta el centro del escudo, debió producirse en alguna de las etapas de su traslado al museo (probablemente durante la extracción). Viste casco y armadura de mallas completa que incluye cota, almófar, brafoneras, guantes y escarpines. El casco es cónico, del tipo normando pero sin nasal. Aunque está reconstruido prácticamente en su totalidad, pensamos que, a tenor de lo que se conserva en su arranque, respetaría la geometría del original. La orla decorada con un zigzag podría ser el refuerzo de su base, pero lo más probable es que se trate de la cofia de cuero que acostumbraba a intercalarse entre el casco y la cabeza para garantizar el ajuste y amortiguar los golpes. No obstante, en nuestro caballero se intercala entre el casco y un almófar, o cofia de mallas, que parece estar abierto por detrás. 41 La talla no lo muestra, pero la malla del almófar debería caer por encima de la malla de la cota a la altura del pecho y los hombros. Esta cota, que llega hasta la rodilla y es de manga larga, se completa con unos guantes –no manoplas– donde hasta la palma parece estar protegida con malla, y con unas brafoneras cerradas que cubren toda la pierna y sobre las que se amarran las espuelas. Se trata, en suma, de una armadura que dice mucho de su portador, pues solo estaba al alcance de los nobles más pudientes. Además de su escudo, que ya hemos descrito anteriormente, porta también la vaina de la espada, que cuelga de una bandolera y un cinturón represen41
Respecto a este detalle, nos asalta una pequeña duda, porque la cenefa que remata el lado derecho de la abertura del almófar monta sobre la bandolera. Así, podría ser que la orla decorada en zigzag fuera, en realidad, una diadema, y lo que parecen las cenefas del almófar, los extremos de la cinta cayendo sueltos sobre la nuca.
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tado con una ligera caída que simula el peso soportado. Las dudas sobre la originalidad de la zona que afecta a la cara y su contorno nos han obligado a comentar su rictus al final. Nosotros vemos en su talla rasgos que también vemos en otros personajes de la Puerta del Juicio, por lo que no creemos que se trate de una reconstrucción completa; pero a falta de un estudio arqueológico que nos brinde toda la información a este respecto, solo podemos limitarnos a comentar lo que vemos. La mirada al infinito y los gestos relajados de la cara nos muestran a un caballero que permanece impertérrito durante la batalla. Hasta aquí lo que hemos visto. No obstante, nos quedamos con la sospecha de que en la escena podría faltar la causa, o el causante, que explique la orientación y el movimiento del segundo moro. Es por esto que al comentar nuestra idea de que el relieve ha sufrido recortes en sus lados derecho y superior también hayamos dicho que intuíamos otro; en este caso, en el lado izquierdo. Pero como no es cuestión de añadir más especulación a una hipótesis que ya arrastra demasiadas incertidumbres, nos quedamos con la idea más plausible para explicar y localizar temporalmente tanto estos recortes como el resto de mutaciones que hemos comentando. Lo hacemos mientras recapitulamos los diferentes emplazamientos del “caballico”:
Enjuta izquierda, reconstrucción hipotética con el relieve del “caballico” en un estado lo más próximo al original. La línea gris señala el contorno actual del fondo.
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1. Se talla hacia 1250 sobre un bloque de piedra insertado en la enjuta izquierda de la Puerta del Juicio de la catedral de Tudela, levantada en torno a los años 20-30 del siglo XIII. 42 Teniendo en cuenta la altura de la enjuta y la proximidad de las casas vecinas, a buen seguro que tanto el limitado ángulo de visión como las dimensiones de la ménsula dispuesta bajo su base –y que hay que entender similar a la que conserva la enjuta derecha– dificultan la visión de lo que sucede en la parte inferior de la escena. 2. Durante el segundo cuarto del siglo XV se traslada al Hospital de Santiago, o a la portada de la colindante iglesia del convento de San Francisco, que se están construyendo por entonces. Han transcurrido dos siglos desde su talla y la iconografía “matamoros” de Santiago está comenzando a consolidarse. Caído en el olvido el motivo escenificado, es al santo apóstol a quien se termina viendo en el caballero que rinde a la morisma. Así, la fachada del nuevo hospital de la cofradía de Santiago, o de la iglesia conventual de los franciscanos, es elegida como más apropiada para su exhibición. La extracción obliga a desmontar la ménsula inferior de la enjuta y a recortar el fondo del relieve en los otros lados del contorno. Ubicado en su nuevo destino, la base del “caballico” sigue entorpeciendo la visión de la escena, por lo que sus valles terminan siendo recortados. También se debe producir por entonces el cincelado de la estrella y el creciente, pues siendo estos símbolos los protagonistas de uno de los cuarteles del escudo de armas de la familia Ibáñez, no resulta verosímil responsabilizarlos de su borrado.
Casa y escudo “de los Ibáñez” en el número 1 de la calle Magallón, esquina con calle Portal.
3. Decidido el derribo de los edificios anteriores a mediados del siglo XIX, es rescatado por la familia Ibáñez Recart de Landivar para la gran escalera de su casa sita en la calle Magallón. Queda insertado en la pared derecha del primer descansillo del tramo que baja a la bodega. Es probablemente en el transcurso de este traslado 42
Clara Fernández-Ladreda y Santiaga Hidalgo en “Escultura”, El arte gótico en Navarra, Gobierno de Navarra, 2015, p. 120.
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cuando se reconstruyen la pata trasera izquierda y la cola del caballo (el segundo moro debe tener ya su cabeza completamente perdida). En torno a 1940 se reconstruye el casco de caballero, se repara su cara y se repone la cabeza del primer moro, que llevaría tiempo desprendida. 4. En torno a finales de los 50 la casa es objeto de una gran reforma que implica la total reconstrucción de la escalera, que se traslada, se reduce y se cambia de giro. El relieve es realojado ahora en un nicho que se abre en la pared frontal de la nueva escalera justo encima del primer descansillo del tramo que sube a la vivienda. Entretanto, el caballo ha perdido su oreja. 5. Finalmente, se traslada al palacio decanal, sede del Museo de Tudela, donde lo podemos admirar desde su inauguración el 26 de junio de 2000. Durante algún momento del traslado se agrieta completamente el torso del caballero y la rotura produce daños en el escudo. Se realizan una serie de catas de limpieza por distintas zonas del relieve cuyo contorno se señaliza con trazos de tiza. Dice Inés Monteira, a propósito del “caballico”, que el protagonismo asignado al caballero y el empeño en descubrir su identidad han impedido avanzar en la interpretación del conjunto. Se queja, y con razón, de la poca atención que se ha prestado al vencido, en quien ve que porta más claves interpretativas. 43 No dice nada del segundo vencido, así que imaginamos que su sorpresa será mayúscula cuando descubra que también tiene mucho que decir. Pues bien, cumplidos los deberes en este sentido, creemos que estamos en disposición de poder avanzar en esa dirección. Sobre la identidad de este “caballero victorioso” Ya en su artículo Lacarra ponía el “caballico” en relación con una serie de enigmáticos caballeros representados en numerosas iglesias situadas en torno al Camino de Santiago, sobre todo en Aquitania, durante el siglo XII y comienzos del XIII. Su formulación iconográfica viene siendo objeto de estudio desde el siglo XIX, pero a día de hoy el tema del “caballero victorioso”, que así es como se denomina, sigue siendo fuente de debate. 44 A grandes rasgos, estas representaciones están protagonizadas por dos personajes: el vencedor, que va a caballo y viste ricas prendas o fuerte armadura, y el vencido, que es representado postrado en el suelo bajo las patas del caballo. En su mayor parte son relieves que se localizan en diferentes lugares de las iglesias, aunque predominan los ubicados en las fachadas occidentales (como la Puerta del Juicio). En un primer momento se entendieron representaciones de Constantino como liberador y protector de la Iglesia, pero no tarda43
“El triunfo sobre la idolatría como victoria sobre el Islam: Nuevas consideraciones sobre el caballero victorioso en el románico hispano”, Espacio, tiempo y forma. Serie VII, Historia del arte, nº 25 (2012), p. 57. 44 Para un primera aproximación a este tema: Francisco de Asís García García, “El Caballero Victorioso”, Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. IV, nº 7, 2012, pp. 1-10, o Margarita Ruíz Maldonado, “La imagen del poder y el poder de la imagen. De la efigie ecuestre imperial a la del caballero victorioso”, El poder de la imagen. La imagen del poder (2013), pp. 11-34.
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