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POST SCRIPTUM
La quinta edición de POST SCRIPTUM* se desarrolló alrededor de los marcos que definen nuestra existencia en la condición urbana contemporánea. El debate se estructuró a partir del reconocimiento del proceso de banalización por el que pasa la noción de lo común. Entendida en la historia reciente como una serie de recursos y sus procesos asimétricos de apropiación, se redefine, en el texto central y en el debate, como un fenómeno de producción que supone la actualización de las prácticas consolidadas por una colectividad. Al mismo tiempo, se introduce la noción de multitud en contraposición a la idea unitaria de lo público, que implica una falta de diferenciación de sus partes. La multitud se entendió como una organización plural, que persiste en el ámbito público; una colectividad que no anula las individualidades y que se materializa constantemente a través de las prácticas comunes.
Una postura interesante respecto a los textos elaborados fue la crítica sobre la ausencia, en ellos, del capitalismo, sistema que modula invariablemente las relaciones humanas y no humanas mediante múltiples ensamblajes, como las instituciones, el mercado y una variedad de prácticas de la excepción —entre ellas, las espaciales— que instalan sistemáticamente cortocircuitos sobre las relaciones afectivas, productivas y culturales, delimitándolas y cuantificándolas. En esta misma línea, se reconoció que las prácticas de lo común constituyen la posibilidad de volver a trazar continuidades; y que una tarea pendiente es entender y desglosar las relaciones de poder que el sistema capitalista ha instaurado para operar por su intermedio. Es aquí donde es necesario hacer explícito el imbricamiento histórico de la arquitectura con el poder, para situar la práctica arquitectónica desde otro lugar, uno que permita verdaderamente tejer redes de coexistencia real, dentro del marco capitalista.
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← C.Lens Project. Fuck privacy. Nueva York, 2004.
Se generó un consenso sobre la importancia de encontrar formas de resistencia creativas y no solo reactivas; se entendió que resistir es una forma de coexistir, y que la negociación y configuración de visiones parciales o diferenciadas debe entenderse como una operación disciplinar per se, tal como lo es la composición, por ejemplo. En Latinoamérica existen muchas genealogías de lo común, en los pueblos indígenas, en cooperativas y en otras formas de asociación autónomas que desarrollan modos diferentes de producir el espacio desde el hacer.
También se planteó la clara necesidad de abordar nuevas prácticas disciplinares con herramientas que logren redefinir el rol del arquitecto para pensar y acompañar las prácticas de los comunes. Por ejemplo, imaginar al arquitecto como un trovador, un comunalizador de repertorios, un negociador de visiones específicas y contrastadas, alguien que construya un marco común.
Hacia el final del debate se hicieron legibles las posturas divergentes sobre la tecnología en la construcción de lo común. Algunos panelistas veían la tecnología como una herramienta democrática —y democratizada— capaz de modificar paradigmas y mecanismos impuestos por el mercado. Una adaptación de la arquitectura a las potencialidades del mundo digital es una condición imprescindible para plantear no solo propuestas marginales a lo común, sino potenciales soluciones escalables. El otro grupo consideró la tecnología como un conjunto de dispositivos y mecanismos que refuerzan estructuras de control y poder del marco capitalista, y que deberían ser manejados con especial cuidado por la disciplina en la medida en que esta no tiene control sobre la programación y reglamentación de dichos instrumentos tecnológicos.
↑ Panelistas en el conversatorio post scriptum* 5, Cuestiones de coexistencia.