diciembre 2014, playa del carmen, q.roo no.5
Índice · · · · · · · · · · · · · ·
Editorial 5 Navidad y día de los Reyes Magos / Raúl Ortega Alfonso 6 El círculo mágico / Omar Arriaga Garcés 8 Box Office Draw / Carlos A. Díaz Barrios 10 Imperfecta / Sergio Anaya 11 México bárbaro: entrevista y obra gráfica / Michel Traverse 12 Un dulce olor a campo / Francisco Valenzuela 18 Dónde están los otros / Mariano Dubín 19 El peso de la historia / Jose Supera 20 Oso en litera / Paula Muñoz Inclán 22 ¿Silencio? / Ana Colombina 23 Entrevista a Cecilia Pego / Jorge Arriola 24 Profanación / Tanialeph - Ferruco 29 La infanticida Marie Farrar / Bertolt Brecht 30
Fichas ANA COLOMBINA
(Bariloche, Argentina) Residente en La Plata, se dedica a la antropología y a la poesía. Contribuye con los colectivos editoriales Estrellas de Cordel, Club Hem y La Caracola. Ha publicado En el transcurso (2010) y Cardo (2013), entre otros. Blog: lacolobina.blogspot.com Blog: piesviajantes.wordpress.com
CARLOS A. DÍAZ BARRIOS
(Camagüey, Cuba, 1950) Reside desde 1980 en Estados Unidos a donde llegó a través del puente marítimo del Mariel. Dirige la editorial La Torre de Papel. Ha publicado Oficio de responso, el poemario La claridad del paisaje o El jardín del tiempo, entre otros.
FRANCISCO VALENZUELA
(Morelia, Michoacán) Periodista y escritor. Acaba de terminar su maestría en Periodismo Digital. Es locutor en el programa Noches de Cine y director de la revista Revés Online. Romántico empedernido, ama Twitter, José Luis Perales y las mujeres. Mail: valenzuelareves@gmail.com Twitter: @FValenzuelaM
JORGE ARRIOLA
(Chihuahua, Chih, 1974) Jorge Arriola es diseñador gráfico e ilustrador. Practica la escritura fantástica y en algún momento fue skater. Ha trabajado como editor emergente en publicaciones de nota roja o una revista cultural. Tumblr: laserarte.tumblr.com Facebook: Jorge Arriola
JOSE SUPERA
(La Plata, Argentina, 1981) Escritor y periodista. Escribe para La Nación Revista y para El Día. Está al frente de la banda La Hermandad de la Uva donde escribe en vivo en una pantalla gigante. En junio presenta su novela El limpiavidrios. Facebook: Jose Supera Mail: josesupera@hotmail.com
MARIANO DUBÍN
(La Plata, Argentina, 1983) Publicó los poemarios La Razón de mi lima (Pixel, 2009) y Bardo (Pixel, 2011). Aparece en las antologías El último día del verano (Club Hem y Pixel, 2012) y Agua en la cabeza (Club Hem y Pixel, 2014). Blog: larazondemilima.blogspot.com Facebook: Mariano Dubin
MICHEL TRAVERSE
(México, DF, 1978) Es reportero gráfico. Tiene varios años de experiencia en medios como La Voz de Michoacán, El Universal, Reforma y agencias en el extranjero. Se dedica a la fotografía documental. Facebook: Michel Traverse
OMAR ARRIAGA
(Morelia, Michoacán, 1984) Poeta y periodista cultural. Ha sido columnista del periódico Cambio de Michoacán y de las revistas electrónicas Mil Mesetas y Revés Online. Volvió al yugo del periodismo tras un viaje de meses por el mundo. Facebook: Omar Arriaga Garcés
PAULA MUÑOZ
(Querétaro, 1980) Es periodista cultural. Sus cuentos y poemas han sido antologados en Besar de lengua (Sabelotodo, 2011) y Embutido de poetas (Mamá Dolores Cartonera, 2013). Blog: queviejacancion.blogspot.mx/ Blog: madriguerra.blogspot.mx
RAÚL ORTEGA
(La Habana, Cuba, 1960) Llegó al DF en 1995 donde consigue su primer trabajo como columnista mensual para Playboy. Desde entonces ha publicado Fuácata (Terracota, 2012) o La vida es de mentira (Ediciones B, 2014), entre otros. Blog: raulortegaalfonso.blogspot.mx Mail: ramaoral@gmail.com
SERGIO ANTONIO ANAYA
(Tampico, Tamaulipas, 1958) Disfruta las artes, las ciencias y el deporte, una copa de vino, licor o cerveza, pero más que nada, las mujeres inteligentes. Ha escrito Volver a la oscuridad, 25 Mujeres y un perro viejo, y Los miedos de los medios en Quintana Roo. Facebook: Antonio Anaya Ad Eternum Mail: antonioanaya@hotmail.com
Tanialeph / Ferruco
(México, DF.) Diseñadora, escritora y editora; él diseñador e ilustrador. Ambos conforman Ediciones Patoganso. Mail: taniapatoganso@gmail.com, fernandopatoganso@gmail.com Blog Ferruco: ferrucoshow.blogspot.mx
Directorio
Consejo Editorial : Carlos Underwood / María Morote Diseño: Jorge A. Muñoz Impresa en 1Sur, Mza. 227, Col. Ejidal, C.P. 77710, Playa del Carmen, Quintana Roo, México. Revista de literatura y arte. Los textos publicados son responsabilidad del lector. Registro en trámite. Playa del Carmen, Quintana Roo, México.
revistacirroris@hotmail.com
CIRROSISREVISTA
@REVISTACIRROSIS
www.revistacirrosis.com [4]
E
l país está dolido, convulsionado, cansado. El hartazgo de los ciudadanos por fin se manifiesta en las calles, en un movimiento muégano que se extiende como llamarada en cada rincón de un México moribundo. Basta de abusos, de muertes, de injusticias, de gobiernos corruptos. Basta de desigualdad, pobreza, desapariciones forzadas, de muertes, crimen y engaños fraguados desde las esferas del poder político. Basta. Basta. Basta. Basta, es el clamor reiterado de los mexicanos cuya desesperación ensordece como metralla. “El pueblo aprendió que estaba solo. El pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza”, escribió Rodolfo Walsh, quien murió tiroteado por el ejército argentino durante la dictadura militar. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Posiblemente nada. Pero la sociedad ha levantado la voz contra los funcionarios títeres y asesinos, contra los partidos políticos embusteros, contra la tiranía, la impunidad y el sesgo informativo. “Ayotzinapa somos todos, vivos se los llevaron, vivos los queremos”, es el grito de México, de sus ciudadanos, de miles de personas que han salido de sus casas a decir basta y exigir justicia para los 43 normalistas desaparecidos –y miles más durante años– desde el 26 de septiembre, en Iguala, Guerrero. México está agónico. México está lleno de fosas, de muertos sin nombre. México huele a muerte, a guerra, a dolor, sangre y pólvora. El tema del crimen atrae a los artistas por la posibilidad de enfrentar con la palabra escrita –y obra gráfica– a la infamia. Los escritores en este número de Cirrosis, así como el fotoperiodista Michel Traverse, han plasmado su visión del crimen como protesta ante los acontecimientos que han ensombrecido al país. Porque como decía Walsh: “A los imperios no los derriba nadie. Se pudren por dentro, se caen solos”.
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Navidad y Día de los Reyes Magos Raúl Ortega Entre las hierbas del estadio de fútbol abandonado, ya los chicos del barrio pueden cambiar su balón lleno de parches y patadas, por seis cabezas sin cuerpo que encontraron metidas en un saco. Jamás hay que dudar: el obsequio vino de los políticos, que en esta época del año se cambian la corbata por el traje sin sangre que usa Santa Claus y estrenan la sonrisa que ellos mismos mandaron fabricar en sus laboratorios con el dinero que les dieron los narcos. (Un intercambio de regalos que amerita el festejo.) Mi hija de tres años no quiere que le regale una muñeca. Me apunta con el dedo y me pide una de esas pistolas negrísimas que muestra el noticiero de la tele.
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Este poema pertenece al libro, El caballo no tiene zapatos, Premio Internacional de PoesĂa Blas de Otero 2014.
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El círculo mágico
Crimen, pecado, culpa, cultura, consciencia Omar Arriaga Garcés
Expiar una culpa no significa realizar algo contrario a la culpa, sino repetir la misma culpa, con leves variantes, para profundizar en ella hasta llevarla al conocimiento. La culpa no estaba tanto en haber cometido determinados actos, sino en haberlos realizado sin darse cuenta Roberto Calasso Los chinos tenían manuales y un conocimiento ancestral que pasaba de verdugo a verdugo para tratar la carne de las víctimas. Ora podían despedazar con cien cortes a un supliciado y hacer que éste muriese hasta el centésimo tajo, ora eran capaces de quemarlo vivo a mitad de una plaza pública o de desollar a un ser humano y ataviarse con su piel recién desprendida. Hay manuales con imágenes en las que aparece tal escena y se advierte cómo debe lograrse para que la cutícula no se estropee. Se ve al verdugo caminando con la piel chorreante. En India, hay una especie de comisario –además del supliciado y del verdugo– encargado de observar que el sacrificio se efectúe en los mejores términos posibles y de acuerdo a un ritual anteriormente prescripto. Así, en el sacrificio del caballo, que se realiza anualmente, el sacrificador será asesinado luego de apuñalar al equino. ¿El pecado? Estar en relación directa con lo sagrado, el animal, cuyo recorrido a lo largo de los 365 tabiques del altar del fuego señala al movimiento del sol por la cúpula celeste. Si sale el sol es sólo porque el caballo es muerto y porque un nuevo caballo lo sustituirá cuando haya sido abatido. El caballo muerto ha sido rey durante un año y, en el umbral, su muerte vale por la muerte de todos los otros caballos, incluso por la muerte de los demás seres vivos. La vida continúa, es inagotable, y la culpa del hombre –tener que matar para sobrevivir– se pone de manifiesto en cada acto sacrificial. A quien le digan que la tauromaquia es barbarie, o que es falsa cultura, o está fuera del circuito de la cultura, le están haciendo una reducción grandísima del horizonte en que se inscribe el fenómeno de la fiesta brava. II Heidegger, un filósofo alemán harto célebre durante el siglo XX –y aún durante este siglo– lanzó una cuestión: ¿por qué el ser y no la nada? Con María Zambrano, la filósofa de Málaga, España, podríamos preguntarnos no por el Ser, es decir, por todo cuanto existe –incluido el vacío–, sino por la cultura, por esta cultura en relación, sí, con todo cuanto existe, pero que debe analizarse a sí misma para saber dónde falla y si habría alguna forma de tratar de hacer algo. El hombre debe hacer algo. Qué será ese algo. Quién hará. Qué cosa es el hombre. ¿Por qué existe la cultura? Volviendo a la mitología de India, está frente a nosotros la imagen del sacrificio del caballo: al sacrificante, que va a morir tras abatir al animal, le entra esa especie de nostalgia por la vida; la culpa lo carcome y se niega a asesinar al equino pues –literalmente– la vida del caballo es la suya misma. Están más que conectadas, al golpe que dará al animal seguirá el golpe que alguien – ¿el comisario?– le dará a él mismo. Ya ven que la identidad entre sacrificado y sacrificante no es algo tan irreal. Si el comisario golpea al sacrificante, a su vez éste recibirá un golpe cuando por fin su carne yazga bajo tierra.
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No se puede escapar a este destino de matar y ser matado, prescribe el sacrificio, el cual busca esta consciencia: la consciencia de que somos cadáveres que se alimentan de cadáveres y que nuestra culpa es nuestra condena, y el punto que nos hace fuertes, o que al menos nos permite vivir (decir “fuertes” parece un exceso). Pero un buen día al sacrificante le parece que no quiere morir en el acto, luego de matar al equino. Hace como que no sabe bien a bien cómo ejecutar el sacrificio; avanza y retrocede, empuña el cuchillo mas lo baja un instante después; no dice las palabras que deben decirse en tales ocasiones. El comisario, molesto, encargado de que el sacrificio se realice en los mejores términos, lo reprende; pero al final no aguanta y le quita el cuchillo de la mano, y él mismo apuñala al equino y articula las palabras que deben decirse, y abate al sol para que el sol nazca de nuevo desde el horizonte al siguiente día, por el siguiente año. El cuchillo cae de nuevo, pero no ya sobre el sacrificante, que ha dejado que el comisario mate en su nombre; se abate esta vez sobre el sacerdote mismo que no ha soportado ver cómo el sacrificio se realizaba mal. Tiempo después, el budismo, más célebre que Heidegger, tomaría consciencia de esta postura y se haría una prenda a la medida con ella. El sacrificante ahora, con el cuchillo en la mano, sin necesidad de hacer como que no sabe cómo se efectúa el acto sacrificial, se niega a que muera el caballo, a que muera el sacerdote y a morir él mismo. Tira el cuchillo al suelo y corre. Lo vemos corriendo lejos del poste sacrificial donde yace la víctima esperando el golpe de la culpa y de la consciencia de la culpa. Quiere salir del círculo de los sacrificios, no quiere matar, lo que significa que no quiere ser matado. Pero todo está vivo y seguir viviendo implica a su vez continuar asolando a otros seres vivos. No se puede salir del círculo mientras se siga viviendo. La consciencia del sacrificio, el pecado original, que somos culpables por el simple hecho de estar vivos y que deberíamos morir cuanto antes, nos llega de nuevo. Hemos tratado de salir pero acabamos mismo donde comenzamos. El budismo de Siddharta dice, no te apegues a estas cosas, son ilusiones; no generes apegos, no dejes cosas en este mundo, no quieras llevar nada al morir; no sientas miedo, no te enamores, no crees lazos en este mundo ilusorio. No generes cultura, podríamos traducir. III La cultura es la culpa repetida al infinito, la sangre coagulada de las víctimas, la iteración de los actos más infames para la consciencia, la cristalización de un acto terrible e inmenso por el que se ha debido pagar la justa consciencia de lo que se hacía, lo cual nos ha hecho situarnos en el punto que pisamos ahora. Por eso a Buda no le gustan los apegos. Y por eso a nosotros no nos gusta la consciencia, sino todo lo suave, lo delicado, lo que no compromete, lo irresponsable, el no quiero ver sufrir a ninguna víctima pero la ingurgito con gusto, propicio su muerte pero me desprendo de la culpa, no la quiero, no es mía, no soy yo tampoco una víctima, vivo como si fuera eterno, como si fuese a vivir miles de años, millones de años; mientras no vea cómo matan a las víctimas, mientras no vea cómo las sacrifican, mientras no tenga la consciencia de lo que eso quiere decir, está bien, quiero seguir viviendo y no quiero padecer. Se quiere ser Buda y renunciar al dolor, pero también se quiere vivir y seguir el camino de la cultura, y al menos en este punto parece que ambas vías son incompatibles. No considero menos bárbaros o menos avanzados esos rituales que han sobrevivido a las épocas y que nos enfrentan directamente con nosotros mismos para hacernos conscientes de la culpa de la cultura. Ya decía desde la primaria aquel adagio de la física clásica que dos cuerpos no pueden ocupar un mismo lugar en el espacio. Quizá en el espacio
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exterior o a nivel microscópico sí, pero no en esta realidad, no en este tiempo. El sacrificio del caballo en India, los sacrificios en el México antiguo, las diferentes variedades de suplicios en China, buscan mediante la destrucción de la víctima acceder a la continuidad, hacer ver que pese a la culpa de la existencia, la existencia misma es un todo que requiere de cada uno de sus propios elementos para ser. Pero para llegar a ese conocimiento es indispensable la culpa y es necesario que la culpa no se olvide. Por eso se repite el sacrificio, fundamento de la cultura, según esta posición desde donde vemos las cosas. Por eso el sacrificio es espectacular, es un acto para ser visto, y sus destinatarios cambiarán la forma en que miran el mundo al verlo, al saberse parte de él y compartir su destino. La víctima específica cruza el umbral convertida en la víctima genérica, que es todo aquel que esté vivo y tenga como destino la muerte. Mucho se parecen el desollamiento de la víctima en China y la posterior danza del verdugo, al asesinato del macho cabrío en Grecia que los hombres efectúan, al cual desuellan y cuya piel se visten para danzar en torno a una hoguera, entonando canciones a Dionisos, dios de la embriaguez; pero, más importante, dios del reverdecimiento del mundo, es decir, de todo lo que muere y vuelve a nacer. Es macabra y sombría esta visión de la vida, pero para las culturas de la antigüedad era la única. No existía otra. Como residuo de una época inmemorial que, sin embargo, se repite todos los días inconscientemente, celebro el rito del toro y de su asesinato, acudo cuando puedo a la plaza a ver la danza entre el verdugo y la víctima, entre el verdugo-víctima que será a su vez abatido por otro cuchillo que por el momento permanece en las sombras, y la víctima-rey que pierde sus rasgos propios y nos representa a todos en el instante de pasar a la penumbra. No espero que ni los toreros ni los amantes de la fiesta brava comprendan estas posiciones, pero saben con sus entrañas que hay una sabiduría más antigua sobre la que se sostiene nuestro mundo aparentemente racional; no espero que los lectores eventuales de este texto entiendan mi postura bárbara ni espero que los defensores de los derechos de los animales en su cerrazón entiendan lo que defienden o lo que piden. El olvido de la base de la cultura propicia desmanes como los que vemos día a día, muertes sin sentido, sacrificios sin comisario, sacrificios en masa sin ningún fin, violencia en todas partes, crímenes sin consciencia, muertes sin manual, sin conocimiento ni sabiduría que pase de verdugo a verdugo, que sirva para acrecentar nuestra culpa, pero también la fuerza de nuestras creaciones. No pido que sacrifiquen a nadie, por supuesto, pero la consciencia de la consciencia de estas cosas no estaría de más para saber qué pedimos, por qué lo pedimos y adónde nos llevan estas elecciones y afinidades. Dice Kafka, en un lugar del que no puedo acordarme: “Existen dos pecados capitales de los que surgen todos los demás: impaciencia y desidia. A causa de la impaciencia los hombres fueron expulsados del Paraíso; a causa de la desidia no pueden retornar. Aunque en realidad quizá sólo exista un solo pecado capital: la impaciencia. Por la impaciencia fueron expulsados y la misma impaciencia les impide regresar”. Hay que matar con calma, con dilación, con sangre fría, con la visión de todos los músculos, la sangre, los poros de la piel, las neuronas, el nombre y la historia personal, con la consciencia de lo que se hace. Al menos esa consciencia es la que pide la literatura cuando se le sacrifica la realidad para volverla carne, piel con la que nos cubrimos para no danzar a la intemperie, ahítos de nuestra culpa, la culpa que repetimos una y otra vez, la culpa que otros repiten con nosotros.
Box Office Draw Carlos A. Díaz Barrios
1 Yo amé a esa mujer desnuda con una venda en los ojos para no enamorarme de su belleza; escribí poemas en su piel como el que corre las cortinas del cielo para ser feliz. Amé cada misterio de su cutis, pinté con mi semen un bisonte en las puertas de los infiernos y ella, siempre fiel, puso en mi mano su lengua para tragarse mi nombre. Me regaló un pájaro, el desierto y la rosa muerta que sueñan los ciegos. Pero… … yo ya sabía que la iba a perder. Juré y busqué dentro de una gaveta un Cristo de goma que vino dentro de una caja de cereales. Era dulce mi Cristo, pálido, agobiado por hojuelas. Mastiqué todo el paquete, lentamente mastiqué mi llanto, poroso y áspero como el vientre de un tiburón bajo la luna. Sólo sé que la extraño. Que aún busco en mi cuerpo su rabia desesperada. Oh, el tiempo, siempre el jodido tiempo, miserable y humano. 2 Un lagarto inmenso que se llamaba Cleopatra, fue mi primer amor.
Qué jodido es el mundo de los humanos y qué jodido es el mundo de los animales.
luminosos, montada como una india sobre el caballo del llanto, bella, perfecta, piel de durazno.
Me sentí con una lanza zulú clavada en la espalda.
Niña podrida, con pezuñas negras en las manos.
El lagarto luchaba con la muerte, se arrastraba como John Wayne en Fort Apache, jodido y lúcido, disparando su rabia sobre el temblor pálido del aire.
4 En el patio del manicomio de Clay hay un loco que pinta trenes con colas de sirenas saliendo por las ventanas.
No se daba por vencido, lo envolví en una toalla Bounty. Me miró con su único ojo y empezó a llorar. Ay, Dios, lloraba como el nazareno bajo su corona de espinas. Me acompañó por tres años, tres años de ferocidad y bondad consagradas. Aún a veces lo recuerdo como a un amigo, un amigo maravilloso que no se dio por vencido. Lo enterré bajo un ciprés italiano y le puse una blanca cruz sobre su coronada cabeza. 3 Hay agua en el desierto cuando en la oscuridad se alza una columna de humo y todo comienza a temblar. Pero en el desierto nadie recuerda su nombre.
Lo encontré una noche en la entrada de la escalera.
Nada en el desierto tiene nombre, estamos desnudos abriéndole la boca a la Muerte para ver si de verdad es una niña.
Estaba moribundo, los gatos le habían devorado la cola y un ojo.
Bella niña, con sus pechitos dorados caminando sobre trece aros
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Sólo pinta trenes negros y sirenas del color de los caramelos que comía cuando niño. Él se cree un fogonero. Sueña con un reloj inmenso donde se mide la presión del vapor de las calderas. Y a veces sueña que hay un árbol con alas, donde Dios esconde su ametralladora. Es tímido el loco, y en el pecho le pende una cruz que hizo con la tapa de una lata de leche condensada. Esa es su obra maestra, esconder la cruz de los enfermeros y los doctores. Él sabe que si le quitan la cruz se volverá transparente y comenzará a vomitar ratones. Yo lo baño en invierno, con una manguera en el patio. El frío es terrible pero él sonríe, porque sabe que yo no le voy a quitar su cruz.
Imperfecta Sergio Anaya “Mátalos”, dijo J4. “¿Pero es un montón de personas, seguro que a todos, Señor?, preguntó S1. “A todos”, confirmó J4 como si dijera “dales su dinero y que se vayan”. “Soldados matan a presuntos delincuentes desarmados”, así decían algunas notas antes del caos. “Hay que parar este escándalo”, ordenó J1 a J2. “Policías y narcos matan a seis y desaparecen a 43 estudiantes”, publicaron los periódicos los siguientes cuarenta días culpando ya a los propios jóvenes, ya a sus padres, ya a los partidos de oposición. “Fueron asesinados e incinerados”, dijo un sacerdote. “Es posible que estén vivos”, dijeron las autoridades. “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, repitieron sin cesar padres y manifestantes. “Grupo especial mata a tres ciudadanos estadunidenses y un mexicano”, surgió en medio de la nota predominante. “Marino mata a presunto delincuente”, registraron algunos medios de comunicación. “Habitantes de un pequeño poblado se levanta en armas”, se supo antes de la noticia de la semana. Pese a la manipulación de televisoras, radio y periódicos, la gente había salido a las calles a protestar por los crímenes, los padres de familia seguían enfurecidos y los universitarios del país impulsaban las movilizaciones en todo el país. “Estos son los asesinos intelectuales”, dijo J5. “Estos son los asesinos materiales”, repitió J5. “Los estudiantes no sólo han sido asesinados sino convertidos en cenizas”, dijo entonces la voz oficial. “No aceptaremos que están muertos… quieren dar carpetazo al asunto... pero nosotros decimos que los estudiantes están vivos”, dijeron los padres, engañados durante cuarenta días y cuarenta noches. Las voces de personas pagadas o independientes se leían en los medios: “Deberían matarlos a todos”, dijo B1. “Estoy de acuerdo en que los soldados ejecuten a presuntos delincuentes”, dijo B2. “Estoy de acuerdo en que los marinos ejecuten a presuntos delincuentes”, dijo B3. “Estoy de acuerdo en que los policías ejecuten a estudiantes, por revoltosos”, dijo B4. “Para qué meterlos a la cárcel si en tres días son liberados por un juez”, dijo B5. “Jueces y ministerios públicos son una bola de corruptos”, dijo B6. “Las cárceles son centros de negocios del crimen, mejor que los maten”, dijo B7. “Quieren desprestigiar a la Marina y al Ejército”, dijo B8. “Los jóvenes bajaron al herido del auto sin disparar y en el suelo lo ejecutaron los marinos”, dijo B9. “La Corte, la CNDH y medios, defienden a delincuentes”, dijo B10. “Seguro no les han secuestrado ni les han puesto una pistola en la cabeza”, justificó B11. “Los padres son los culpables de la muerte y desaparición de sus hijos porque no los educaron”, sentenció B12 “Los estudiantes que protestan son culpables si algo les llega a pasar, por andar de desmadrosos”, profetizó B13. “Y qué hace la marina en Satélite”, cuestionó B14. “Es igualmente asesino quien ejecuta a una persona, ya sea un sicario, un policía, un soldado o un marino, el uniforme no hace ninguna diferencia”, filosofó B15. “La gente no percibe la contradicción de su pensamiento al avalar los crímenes cometidos por la autoridad civil o militar y reprobar los de la sociedad en general”, argumentó B16. “Primero, las fuerzas armadas sustituyeron a los policías para atrapar delincuentes, luego sustituyeron a ministerios públicos, luego a los jueces, luego a los gobernantes, luego a la Constitución, así fue como dejamos de ser la dictadura perfecta”, concluyó el comandante supremo de las fuerzas armadas, J1. Tal vez la casualidad, quiso que un ingenioso editor retomara ese día aquella frase de Mark Twain, “es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada”. Playa del Carmen, a 7 de noviembre de 2014.
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México bárbaro
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Michel Traverse Fotoperiodista con varios años de experiencia. Trabajó para diferentes medios en el país y en agencias internacionales. Para el artista, México está agónico y en todo el territorio nacional prevalece el sesgo como una constante en los medios de comunicación: todo responde a intereses particulares.
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Traverse visitó Playa del Carmen en el marco del aniversario de Cirrosis y expuso su trabajo “México bárbaro”, una apología a la obra de John Kenneth Turner, periodista estadounidense que retrató las injusticias del porfiriato. Las fotografías publicadas son una selección sobre su quehacer periodístico en Michoacán. Aquí sus palabras. Cirrosis (C): ¿Cómo nace ‘México bárbaro’? Michel Traverse (MT): Trabajé el tema de la violencia desde 2006, con la guerra que comenzó Felipe Calderón (ex presidente de México), en Michoacán. En ese momento no cubría policiaca, pero poco a poco se fue dando la necesidad de cubrir diariamente eventos violentos, algo nuevo. La estética del fotoperiodismo en ese momento era otra. (C): ¿Con qué suceso iniciaste? (MT): Desde los granadazos (en la plaza principal de Morelia) empieza todo y título la obra México bárbaro, una apología al trabajo Kenneth Turner, que se llama de las misma manera. En su época retrató las injusticias del Porfiriato. Empieza por ahí. La obra se compone de pequeños fragmentos recogidos de los lugares que he estado. He recolectado esquirlas, balas, algún elemento que haya causado la muerte a un ser humano. Son los elementos y el nombre de la persona que perdió la vida. Con el ensayo fotográfico busco que la gente tenga una lectura de lo que pasa en México sin ver la fotografía sangrienta. Con el nombre, ver cómo murió y ver el objeto se genera una conciencia de la violencia en que estamos inmersos y no ha parado. No hay número exacto de muertos porque el gobierno cerró la llave de la información. (C): ¿Por qué no mostrar los hechos como son? (MT): La gente no se impresiona con nada. En Europa se prohibió publicar sangre en la portada y aquí es tan común un descuartizado, hasta el atropellado o suicidado. La estética de shock es amplia en México, aunque el tipo esté hecho mil pedazos. Se pierde la capacidad de asombro por el contexto violento. Este trabajo lo expuse en México y en Francia y fue muy aceptado porque se puede ver la foto y no te va a decir treinta kilos de carne muerta. Te da una idea de algo, una historia, un acontecimiento y te eriza la piel.
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(C): ¿Qué le dirías a los periodistas que están inmersos en esta violencia? (MT): Que no se vendan, que no se dejen llevar por la nota del día y digan lo que quieran decir. Ese es el mejor mensaje. (C): ¿Hay medios críticos? (MT): Todos los medios son sesgados, en mi experiencia, no hay medio en donde la información no esté sesgada por lo comercial o editorial. La diferencia podría ser la organización y la lana, pero es lo mismo. Los medios trabajan para sus propios intereses. (C): ¿Entonces no hay medios críticos? (MT): Son pocos. En México diría Proceso, pero no, debe haber dos o tres pasquines que no tienen miedo al rigor de la guillotina editorial. (C): ¿Por qué los periódicos ya no contratan fotoperiodistas? (MT): Ya no les interesa, los periódicos de papel tenían que informar lo que pasa un día antes. Fotográficamente es lo mismo, se verán por internet cinco minutos de que pasa el hecho hay imágenes y antes no. Antes se cuidaba más la imagen. Ya no les interesa la calidad en imagen, les da igual que el reportero lo saque con el teléfono a un fotoperiodista. Es por costos, porque la mayoría de los periódicos, su venta, va a la baja, no les interesa. (C): ¿Qué hacer ante esta tendencia? (MT): Estudiar contabilidad (risas). Es hacer medios alternativos. El fotoperiodista no puede sobrevivir, y más con la demanda. La carrera con más sobrepoblación será fotografía. No se ha quién se le ocurrió que se debería masificar la profesión. Queda tratar de tener algún lugar donde te publiquen o el propio. (C): ¿Cómo ves a México? (MT): Convulsionado y moribundo. Ocupa un despertar de los mexicanos, salir de ese letargo que nos tiene como zombis en la televisión, en la novela de las siete. Debemos despertar. (C): ¿Crees que se pueda? (MT): Me encantaría decir que sí pero es difícil. Se ve más problema. El gobierno habla de una pobreza que ha subido en ciertas cifras, pero la que se ve en la calle es evidente, más gente pidiendo Es una de dos, o no funcionan las políticas gubernamentales o se roban el dinero.
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Un dulce olor a campo Francisco Valenzuela Me recibió mi tío Ricardo, a quien conocí en la infancia cuando mi padre me obligaba a trabajar en el huerto herencia del abuelo. Ahora es un viejo decrépito, nostálgico por aquellos días en que las cosechas eran abundantes, bien pagadas. —Serán sólo un par de meses, tío, te prometo ayudar en todo lo que pueda, es hora de recordar viejos tiempos, ¿no te parece?
“Idiota”. “Me caes gordo”. “Te odio”. “Nunca me pones atención”. “Tu agenda siempre está llena”. Así solían ser los reclamos de Lizette, una chava que estudia Letras y tiene todas sus esperanzas puestas en la trova y la poesía. De ella sólo eso conozco, pues ignoro otros detalles como la fecha de su cumpleaños, sus apellidos, el número de hermanos, o si prefiere al pan Wonder sobre el Bimbo. Según ella, las parejas deben conocerse a fondo y solucionar juntos sus problemas, aunque a mí siempre me ha resultado más excitante amanecer al lado de una desconocida. Pero no es de Lizette de quien quería platicar, sino de cómo llegué a Urameo, pueblo michoacano en el que me autoexilié por cuatro meses.
Pero la realidad era otra, la vida en la ciudad dejó mi condición física en un estado lamentable; a mis 29 años estaba tan cansado como cualquier abuelo michoacano y mis manos se llenaban de callosidades con el mínimo esfuerzo. De todas formas el tío Ricardo nunca me reprochó nada. Se contentaba con platicarme sus vivencias en la guerra cristera, de cómo esos militares, hijos de la chingada, salían con una bala en medio de los ojos.
Todo comenzó cuando Laura, la mujer que llevaba la contabilidad de mi negocio, me informó que por algún descuido había olvidado hacer la declaración anual ante la Secretaría de Hacienda, detallito que tendría que cubrir yo a un costo del que ya no quiero ni acordarme. Laura, al igual que muchas mujeres que conozco, es una puerca que va por la vida con bandera de puritana, pero lo que realmente quiere es sexo y un poco de cocaína.
Así, en ese ambiente rural y variopinto, conocí a la mujer que terminó por desgraciarme la vida. Su nombre era Micaela, hija de don Tobías, cantinero del pueblo. En una noche donde la lluvia no paraba, le invité a un trago aprovechando que su padre había salido por unos meses a los Estados Unidos. Terminamos revolcándonos en una granja, rodeados de guajolotes y conejos; con olor a mierda y pastizales. Micaela era muy intensa, muy caliente, pero por alguna extraña razón, propia de las pueblerinas, odiaba a los que llegaban de la ciudad. Lo descubrí al mirar sus ojos color caramelo que emitían señales de resentimiento indigenista. Fueron cuarenta minutos de un salvaje y rústico sexo; mientras yo frotaba sus generosos pezones, ella meneaba mi verga con violencia desenfrenada, teniendo en su enfermizo cerebro un infeliz desenlace.
—Si pasas esta noche conmigo te prometo que mañana solucionamos lo de Hacienda, sólo los pendejos pagan impuestos, o los que tienen contadores pendejos, pero tú, papito, tienes la mejor contadora del país. Laura es tan fea como un reptil y tan desagradable como un político en campaña, pero a fin de cuentas me tenía en sus manos y no tuve más remedio que aceptar su asquerosa proposición. Fue en su casa, practicamos diversas posiciones, y mientras ella gritaba y gemía, yo pensaba en que una vez solucionado ese problema cambiaría de contador y jamás la volvería a buscar. ¿Qué necesidad tenía yo de acostarme con un animal como ese?
Cuando había eyaculado la escasa lactosa de mis entrañas, busqué la cajetilla de Marlboro lights entre la mierda de los conejos, pero en menos de un instante, y sin decir agua va, la orate de Micaela utilizó un azadón para impactarlo en mis testículos, lo que devino en convulsiones que hoy me siguen atormentando.
A la vuelta de algunos días, un nuevo requerimiento estaba bajo mi puerta, era el amable aviso para que, además de pagar el IVA e ISR, cubriera los respectivos recargos y multas por no ser un ciudadano cumplido, consciente de que los impuestos ayudan al país para mantener alumbradas las miserables calles donde pululan millones de ratas desempleadas o mal pagadas. Era obvio que Laura no había hecho su trabajo. Pensé en visitarla y clavarle doce puñaladas en su abultado abdomen, pero el tiempo apremiaba, no había margen para venganzas personales. En un par de horas metí las cosas más valiosas a la camioneta, incluyendo mi colección de Ozzi Osbourne. Los imbéciles de Hacienda no encontrarían rastro alguno de su contribuyente, era momento de dar un giro radical, de adaptarme a la vida de campo, en medio de tulipanes, borregos pelibuey y atardeceres sombríos.
—Esto es para que no vengas a presumirnos a los del rancho, muchachito pendejo. Escribo esto desde otra ciudad, no quiero causar lástima ni pedir ayuda, de antemano sé que nadie podría entenderme, pero a veces para eso sirve la literatura, no para pedir becas o colaborar en un periódico, sino simplemente para escupir las frustraciones del destino. Mi vida ya no es la misma, y no es que antes tuviera mucho qué hacer, pero ahora, bajo estas condiciones, mis días son muy aburridos, grises. Ya ni siquiera puedo rascarme los huevos.
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Dónde están los otros Mariano Dubín Dónde están los otros / Mariano / dónde / ya vamos andando mucho / demasiado / andando cansados / pues yo / porque aún estoy / no digo nada / pero / ya hemos ido/ de aquí para allá / como la noche que se avecina / mira / que la abuela se enojará si no volvemos ahora / pero dónde / dónde están los otros / parece una mentira / no hay huella / los cuñados / los primos / los hermanos. / Que hemos caminado / Mariano / que habremos perdido el camino / y la noche se vendrá / y quedaremos solos / cruzando el monte buscando / alguna luz / algo que nos demos cuenta / ahora / antes que sea mucho más tarde / antes que el hambre llegue / que ya me duele la panza / acá / acá / ¿escuchás? / Acá es donde me duele / y la abuela se enojará / por habernos ido tan lejos / ya ni se ven los ranchos / y no podamos volver / y ya no sabremos / dónde están los otros / Mariano / los cuñados / los primos / los hermanos / por eso / dónde están / Mariano / dónde están los otros / ya no podremos parar / ya no / ya no podremos volver / ya no / iremos monte adentro / hay que encontrarlos / hay que encontrar a todos / y que llegue la noche / con nosotros / monte adentro / donde estén los otros / todos / cada uno / Mariano / todos los otros.
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El peso de la historia Jose Supera
1. Tengo las manos manchadas de sangre invisible. Soy un criminal. Aunque no haya cuerpo mutilado ni delito ni crimen, pero sí asesinato de realidad. Me muevo en varias realidades alternativas a la vez. Toda mi galaxia oscura y densa y sin oxígeno, planetas que giran alrededor de un sol negro que significa: la muerte de mi tío hace 30 años. ¿Asesinato o suicidio? ¿Accidente o sobredosis? Deberías no hablar. Deberías no escribir. Deberías muchas cosas. 2. ¿Quiénes somos? ¿Qué buscamos cuando miramos hacia la luz? ¿Es que acaso existe la verdad? ¿Es la realidad algo real? 3. Soy José Supera. Es la primera vez que estoy escribiendo y reconociendo lo que soy. Soy Jose, sin acento es mucho mejor. Escritor. Peleo todos los días contra ese traje que me cuesta ponerme pero que en el fondo amo y a la vez me condena. El traje del dolor, de la oscuridad, soy un personaje, soy algo que no creo ser. Esperan de mí rebeldía, laberintos, pero antes que nada soy hijo, nieto, hermano, pertenezco a una familia, una familia que no supo hablar, que no pudo hablar. Sobre qué. Sobre mi tío. Mi tío que murió. Hace 30 años. Cuando volvió de la guerra de Malvinas. Después de eso la familia se quebró, se disolvió como un órgano vivo en ácido, como un grito en la noche y después del grito viene el silencio. Cada integrante de la familia tiene una versión distinta de la muerte mi tío. Todas son posibles. No hay una verdad sino muchas. 4. Y todo está pasando ahora. Pienso que alguien está pensando en mí en el continente. Estoy en el monte Longdon. Una trinchera que ni siquiera es eso. Un par de piedras apiladas no son
trinchera. Una ametralladora que se traba no es ametralladora sino un artefacto inservible. Apuntando a un monte que no es monte, sino todos los miedos que puedo reunir en mi vida. La niebla que viene del río que se ve a allá abajo también es miedo. Por ese río de mierda van a llegar los putos ingleses. Estoy en la guerra, estoy en la guerra. Y después de esto voy a volver más fuerte que nunca. Ahora va a respetarme. Ahora va a decir que estar orgulloso de lo que soy. Tengo la oportunidad. La redención este en este gatillo, en este frío, en este hambre. Pienso que alguien está pensando en mí más allá del tiempo y del espacio. Pienso muchas cosas. Tengo hambre y hace horas que miro hacia un punto fijo y nada se mueve, pero hace un rato vi que algo se movía. Cuando vuelva van a respetarme. No vamos a ganar esta guerra. Aunque yo ya gané la mía. 5. Tu tío no se suicidó. A tu tío lo mataron. 6. ¿Qué buscás en el fondo? ¿Qué querés encontrar? Cuando tu familia lea esto vas a matarlos. Se murió, está muerto. Más que muerto. Ya no se puede hacer nada. Y tus abuelos también están muertos. Y tu abuela nunca supo cómo murió su hijo. Tu abuelo supo apenas unos años antes de morir. Y muchos aún no saben. Alguien puso un manto de silencio. Alguien eligió poner fin al asunto. Hace casi tres décadas. Dijeron que se murió cayéndose de un caballo. En el medio del campo. Fue la versión que le dieron a todos. La versión más poética. La más aceptable. Ya con la muerte del muchacho se tenía demasiado como para encima sumarle más dolor. Por eso nadie investigó nada. La causa quedó clasificada como muerte dudosa. No se hizo autopsia. Lo velaron lejos de la ciudad. Lo enterraron en el medio del campo, en el medio de la Pampa desértica, de la llanura y los pastizales. ¿Qué buscás desenterrando un par de huesos? 7. Puerto Argentino tiene cerca de 2 mil 500 habitantes. Llego ahí como enviado especial. Voy a realizar una nota para el dia-
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rio donde escribo. Es mayo de 2014 pero todo está ocurriendo ahora, en esta ciudad fantasma, de casitas cuidadas y hasta simpáticas. Acá todo es silencio. Pero estoy en Malvinas, no puedo pensar cosas lindas. En el cielo celeste hay un zumbido como de avispas metálicas. Busco pero el sol me quema los ojos, hasta que muy al fondo, entrando por la bahía, aparecen tres puntitos, como una santísima trinidad de la muerte. Tres aviones caza. Tres Typhoon. Se pierden por la zona del Monte Longdon. Sigan hoy con las prácticas militares. Mi informante anónimo no es inglés sino de otro país. Nos encontramos en unos bancos mirando al río. Unos gansos caminan entre nosotros. El hombre le da de comer a los gansos. El hombre me dice que acá hay ojos todo el tiempo, aunque no los veas, acá todos sabemos todo de todos. Y me cuenta que en la isla actualmente hay 10 detenidos. Pero en 2005 había sólo uno. Hoy todos los que están encerrados son por abusos. La cosa saltó con una chica en el medio del campo. Con el padre que abusaba de ella. Habían abortado al bebé pero el cuerpo nunca apareció. Después de ese caso salieron a la luz varios más. Acá no hay inseguridad y todos duermen con las puertas abiertas. Por eso hay muchos abusadores: la gente está sola la mayoría del tiempo. Y la gente se aburre acá en la isla. Llevan sus cuerpos a límites extremos, pero siempre en silencio, sin gritar, sin correr, sin explotar, acá todas las explosiones de los cuerpos son hacia adentro. Nadie dice nada, nadie habla del dolor, elegimos hablar de lo que queremos hablar, y lo que duele, y lo que nos mata, nuca lo decimos. 8. Un cártel de la droga donde estaba metido Frank Sinatra. Un ajuste de cuentas por negocios menores. Sus adicciones. Su pasado. Todos sus miedos. Y una escopeta. Un resbalón en la bañera. Y todas las cosas que fue juntando y nunca pudo largar. La guerra. La guerra pero también el silencio después de la guerra. La relación con su familia. La relación con la gente. Seductor. El seductor siempre esconde algo detrás de esa máscara sonriente. Único varón y cuatro hermanas. Heredero al trono. No quería ser rey sino mendigo. Todos sus fantasmas.
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Su adicción a las drogas y al futuro. La ansiedad de lo que estaba por venir. La velocidad, vivir las cosas arriba de la moto, en movimiento, casi sin pensar, como una flecha que fue disparada y que en algún momento impactará con una pared. La bomba a punto de estallar que era. El gran robo que perpetró. La sicario que lo buscaba. Los robos de los autos. Muchas cosas. Muchas. Pero sólo una muerte. 9. No quiero investigar. No soy detective privado. Esto no es juego. Será suicidarte escribir una novela sobre tu tío. Hay cosas más lindas para escribir. Los vas a matar a ellos, pero también te vas a matar a vos. Será arrojar una bomba sobre un terreno que ya fue devastado. Un Chernobyl, un lugar que nadie pisa, pero al que todo el tiempo se vuelve, lugar de silencio y de muerte y de escombros. De la destrucción va a venir la creación. Pero hay que ver si se puede sobrevivir a la destrucción. 10. En este momento suena la alarma del reloj de mi primo: el único hijo que tuvo mi tío y que no pudo llegar a conocer porque murió unos días antes de su nacimiento. Todos los días suena la alarma, a las ocho. Tengo el reloj de mi primo guardado en un cajón de mi departamento. Su madre me lo dio unos días después del entierro de su hijo. Mi primo se suicidó el año pasado. No pudo soportar, no pudo con el peso de su propia historia. La alarma deja de sonar pero sé que mañana volverá otra vez a las ocho, como siempre, diciéndome que las cosas están ahí, que no se van ni se irán nunca. No sé como desprogramar la alarma. Tampoco me esforcé demasiado. Mi tía además del reloj de mi primo me dio una moneda. De diez pesos mexicanos es. La tenía en su bolsillo al momento de la muerte. En este momento estoy mirando esa moneda. Todo está pasando ahora. No sé qué voy a hacer con la historia de mi tío pero ahora estoy mirando esa moneda donde un águila sostiene con su pico una serpiente. La muerte y la guerra en ese pequeño círculo. La muerte y la guerra y el peso de esta historia.
Oso en litera Paula Muñoz Inclán Martín sabe por su tía Conzuelo que su abuela, doña Laura, visitaba con cierta frecuencia la capital. Doña Laura iba a la capital a comprar tela, vajillas, y los enseres necesarios para volverse una experta en las manualidades de moda. Medio pueblo sabe que estuvo en la capital y a su regreso hay que visitarla: a una le presume una batidora de quince velocidades, a otra la maceta en que crecerán semillas importadas; regala semillas de alguna planta menos codiciable y recibe en pago comentarios lambiscones sobre el olor salido de la cocina. “Laurita, mi marido quiere que lo acompañe a la capital el sábado, recomiéndeme un invernadero...” “¿A la capital?, ¿a qué va tu marido a la capital?” “Tiene parientes en la capital”. “No, Teresa, es horrible viajar a la capital, está todo lleno de humo. No vayas”. En la capital, doña Laura reniega de que el humo le pique en la piel. En el camino de una tienda a otra, el marido no sabe si le marea el humo o el parloteo de Laurita. Se queja del humo. Se queja del humo en un modo diferente cada trayecto entre tienda y tienda, pero se queja más cuando hay que cruzar la capital para llegar a casa de Conzuelito. Cuando Conzuelo sueña con su tía, han pasado quince años desde su muerte. Conzuelito ya no vive en la capital, sino en el pueblo donde la dejaron sus padres cada vez que viajaban, en casa de su tía Laura. Pero un día, le dicen: “Tu tía murió, vamos al pueblo”. Conzuelo creyó que la muerta era otra tía, que vivía en otro pueblo. Y nunca la vio muerta. La soñó muerta. En el sueño, la tía está enferma. Conzuelo va a su cuarto para saludarla. En el sueño, Conzuelito no recuerda que la tía ha muerto. “Te ves muy bien, tía”. Pero doña Laura le contesta: “Tu ves, yo no. Yo no veo, ni oigo, ni nada”. En ese momento, la cara de la tía se vuelve transparente y Conzuelo ve su esqueleto. Pero ahí no acaba el sueño. En el sueño aparecen dos de los hijos de la tía muerta. Tuvo tres hijos y una hija, monja. Conzuelo recuerda que la monja intentó convencerla de vestir un hábito en la primera comunión. La monja no aparece en el sueño. Los cuatro hijos de doña Laura son mayores a Conzuelo por unos diez años. Conzuelo prefiere al mayor de los hijos de su tía Laura: Manolo. Manolo tenía el buen gusto de vivir fuera de la casa de doña Laura, lejos del resto de sus primos. Sus hermanos. Hijos de doña Laura. En el sueño aparecen Juan y Beto. Juan tiene una pierna más larga que la otra. La tía tiene que poner el calcetín y amarrar la agujeta de la pierna derecha de Juan.
Si estira su mano, Juan alcanza a penas la rodilla de su pierna más larga. No puede doblar la pierna derecha. Para hacer más larga la pierna izquierda de Juan, la tía manda a hacer un zapato con la suela más alta que el otro. En el sueño, Juan no tiene una pierna más larga. Ni batalla para hablar. Saluda a Conzuelo por su nombre y le dice que Beto la espera en la sala. La sala está oscura. Conzuelo entra en la sala y busca a Beto en la oscuridad. Olvida a Beto porque en el techo de la sala se proyecta una película. Ella se sienta, reclina su cabeza... En la sala de doña Laura. Se encuentra a un lado de Beto, mirando el techo. Beto deja de mirar la película para pedirle un favor a Conzuelo. Cuando Conzuelo es una niña y se queda en casa de su tía Laura, es muy niña para que alguien le pida un favor. De niña, Conzuelo se la pasa pidiéndole a Beto el oso que guarda en el segundo piso de la litera. Se lo pide prestado por favor. Pero Beto no le hace ningún favor a Conzuelo. Ninguno de los que ella le pide. También la regaña cuando no termina la sopa, imitando a la tía Laura. Y se burla cuando Conzuelo pide que ya no se cocine más sopa en esa casa, para evitar los castigos. ¿Quién se burla? Beto. El padre de Martín. Conzuelo cuida de su sobrino cuando Beto tiene que salir del pueblo. Le cuenta de los viajes de doña Laura a la capital. Su abuela. La abuela de Martín. Conzuelo supo que Beto tendrá un hijo porque cuando soñó con él, fue a buscarlo. Quince años después de la última vez que fue a la casa de la tía Laura. Abuela de Martín. Beto no le pide ayuda para cuidar a su hijo. Como en el sueño. Conzuelo soñó a Beto pidiendo, por favor, ayuda para cuidar a un niño. En el sueño, Conzuelo le dice a su primo que no tiene experiencia cuidando niños. Beto tampoco tiene experiencia cuidando niños, así dice en el sueño. Y al final del sueño sale de la casa decidida a regresar pronto. Conzuelo. A la casa de la tía Laura. A cuidar al nieto de la tía Laura. Se llama Martín. Conzuelo le platica a Martín que su abuela detesta el humo de la capital. Conzuelo le habla a su sobrino, de los viajes de doña Laura a la capital.
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¿Silencio? Ana Colombina
[Dedicada a Diego Bonefoi, asesinado por la policía el 17 de junio de 2010 en “el alto”, Bariloche]
Silencio. Eco de la sangre que llevan nuestros ríos sobre la vereda rumbo al mar ¡PUM! Dinamita en los ojos del agua profunda atravesando el frío pero transparentes ¿Silencio? Pasos en la noche refugio de rotos sueños escarcha maldita que avanza ¡PUM! Raíces que resisten nevadas y vientos fuertes cantando al río burlando la opacidad del mundo No nos creemos, ni un poco las mentiras del invierno Vamos a bailar, vamos a bajar, mientras siga la sangre fluyendo
Disparen sientan la correntada la canción del deshielo entre las rocas, venimos siempre, nos juntamos aprendemos, entre los cañaverales, a través del mallín a luchar siempre …llegará nuestra noche y nos levantaremos desde un solo sueño.
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Entrevista a la ilustradora cecilia pego
“Exploro el poder de la creatividad a través de la ficción” Jorge Arriola
Cecilia Pego es una artista visual con una trayectoria de más de 20 años de trabajo. Ha publicado en diversos medios, como Diario de Juárez y Diario de Chihuahua, el suplemento Histerietas, del periódico La Jornada, el semanario Día Siete, del diario El Universal, y la revista de caricatura política e historieta El Chamuco. Actualmente está trabaja en su primer cortometraje, Laberinto en Espiral y la segunda parte de su novela gráfica Exilia. Jorge Arriola (JA): Has transitado de la caricatura política, la historieta, el cómic e ilustración a la novela gráfica, la pintura, literatura y el guión cinematográfico, ¿cómo ha sido? Cecilia Pego (CP): Mi pasión es contar historias utilizando la imagen y la palabra. El tema que siempre me ha obsesionado es el reencuentro con el Paraíso Perdido y la búsqueda de la Tierra Prometida, no como un lugar específico sino como un estado de conciencia. Comencé este camino a través de la caricatura y tira política usando la creatividad para explorar el poder, y desde hace tiempo exploro el poder de la creatividad a través de la ficción. Siento que este largo camino a través de la narrativa gráfica fue un paso de preparación para escribir guiones y crear storyboards para narrar historias a través del cine. (JA): Uno de mis personajes favoritos es Terrora, ¿crees que algún día regrese? (CP): En estos momentos Terrora es la prisionera-paciente del Dr. Sigmund Fraude. Está siendo sometida a una serie de experimentos psicológicos en un bunker ultrasecreto en algún lugar de Siberia. Sus tratamientos incluyen terapia intrascendental, inmersión en cámaras de privación sensorial, poderosos cocteles antipsicóticos, baños extremos con agua helada y sesiones diarias de electroshock. El Dr. Sigmund Fraude ha intentado quebrarla de mil formas, sin embargo, ¡Terrora sigue creyendo que está en el mejor spa del mundo! En el futuro continuará su autoexilio en redes antisociales al lado de su fiel Taboo, preparando Memes-Molotov para, una vez más, tratar de crear caos en el mundo.
(JA): ¿Quién es Exilia? (CP): Exilia es el personaje principal de mi primera novela gráfica. Exilia es una iluminadora de manuscritos que es expulsada de su convento e invitada para crear los diarios ilustrados de una serie de expediciones a mundos fantásticos. Es mi avatar para explorar mundos imaginarios, ecosistemas espirituales de místicos esquizofrénicos, depresivos y autistas. Mundos que yo creo son los Paraísos Perdidos de la conciencia humana, todavía no destruidos ni colonizados por los planos cartesianos ni la lógica, y que creo necesario preser var para que la especie humana no termine por enloquecer.
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(JA): Tus viajes por diversas partes del mundo, ¿han significado algún tipo de búsqueda personal? (CP): Para mí viajar tiene el mismo sentido que escribir, pintar y tomar café: es una forma de adquirir un estado de conciencia alterado. Viajar al hemisferio desconocido del planeta es similar a viajar al hemisferio desconocido del cerebro. Es un sueño lúcido donde puedo explorar las selvas exóticas de mi inconsciente al interactuar con las selvas exóticas de la realidad. Los viajes también han sido de inspiración: mis itinerarios de viaje se han convertido espontánea e inevitablemente en el outline de muchas de mis historias.
(JA): Tengo la suerte de ser amigo tuyo en Facebook y de seguirte en Twitter. Todos los días por la mañana publicas un ritual, que me parece una especie de editorial, el cual es algo que espero leer diariamente. Me refiero a My Morning Coffee. ¿Cómo llegó a ser parte de tu vida diaria? (CP): My Morning Coffee empezó como parte de mi ritual de hacer café por la mañana. Las frases las escribo mientras espero a que esté listo el café y es la forma que tengo de controlar la ansiedad antes del primer sorbo. Es una forma de compartir la pasión por la cafeína y recitar comunitariamente los mantras del café.
(JA): ¿Qué veremos en tu primer cortometraje, Laberinto en Espiral? (CP): Laberinto en Espiral es un corto de terror existencial sobre el viaje interior de un pintor con un severo bloqueo creativo, somatizándolo físicamente con consecuencias monstruosas. Explora los laberintos que construimos cuando tratamos de escapar de nuestros monstruos interiores y que, en realidad, sirven para crear el inevitable encuentro con ellos.
(JA): Seguir a Cecilia Pego en Facebook o Twitter es una experiencia mística, casi metafísica. Un ejemplo es leer Mi sueño de anoche, que también es una de tus publicaciones habituales. ¿Lo haces pensando en tus lectores o es un ejercicio personal? (CP): Empezó como un ejercicio personal, como una forma de llevar un diario de sueños. Me pareció mucho más interesante compartirlo en Facebook para quien quisiera ayudarme a interpretarlos. Siento que es un ejercicio colectivo, como se hace en las tribus, donde los miem-
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bros comentan sus sueños, tratando de descifrar claves y los mensajes del inconsciente colectivo. (JA): ¿Cuál es tu personaje fantástico predilecto?, de cualquier género (CP): Barbarella, Ripley de la película Alien, Lara Croft, Beatriz de La divina comedia y Alicia en el País de las Maravillas. Todas ellas me parecen una gran metáfora sobre el arquetipo del alma en su gran viaje, explorando los límites de la lógica, el horror cósmico, el misticismo y el erotismo.
(JA): ¿En qué trabajas actualmente? (CP): Estoy trabajando en las ilustraciones al óleo del segundo y último capítulo de mi novela gráfica Exilia, en donde mi personaje completará su viaje por los mundos interiores de los 13 místicos. También estoy trabajando en el guión, arte y storyboard del segundo cortometraje para mi trilogía de terror Laberintos. La historia es sobre un artista frustrado cuya pasión es hacer efectos especiales para películas de terror y para sobrevivir tiene que trabajar como maquillista de novias, hasta que llega el inevitable día en el que tiene que combinar ambas actividades.
Puedes conseguir sus ebooks seguir en amazon.com: Exilia: The Invisible Path, Madame Mactans: asesina serial de asesina seriales, Terrora y Taboo
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La infanticida Marie Farrar Bertolt Brecht 1 Marie Farrar, nacida en abril, menor, sin señas particulares, raquítica, huérfana, hasta el presente no fichada, dice haber asesinado a un niño de la siguiente manera: Que ya en el segundo mes intentó lo de una mujer que vivía en un sótano abortarlo con dos inyecciones, que declara fueron dolorosas. Pero no quiso salir. Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás. 2 A pesar de ello dice haber pagado en el acto lo convenido y desde entonces haber usado faja, también bebió kerosen con pimienta molida; pero que todo eso no hizo sino provocarle diarrea. Que su cuerpo se hinchó a ojos vistas y que tuvo dolores agudos, mientras lavaba los platos, muchas veces. Ella misma, dice, aún no había dejado de crecer. Que le rezó a la virgen, con mucha esperanza. En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar, Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás. 3 Al parecer, las oraciones no dieron resultado. También, era mucho pedir. Cuando se puso más gruesa le daban mareos durante la misa. Sentía el cuerpo húmedo de miedo, cuando se arrodillaba al pie del altar. Sin embargo, mantuvo en secreto su estado, hasta que finalmente la sorprendió el parto. Pudo ocultarlo todo, seguramente porque nadie creía que ella tan sin gracia, hubiera caído en la tentación. Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Puesto toda criatura necesita ayuda de todas las demás. 4 Que ese día, según ella, muy de madrugada al lavar la escalera sintió que le clavaban uñas en el vientre. El dolor la estremecía. Y, sin embargo, logró disimularlo. Todo el día. Mientras cuelga la ropa la cabeza le estalla: de repente se da cuenta que va a parir y siente un gran peso sobre el corazón. Solo muy tarde sube al cuarto. Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás. 5 La llamaron de nuevo cuando ya se había acostado, había nevado y tuvo que barrer. Así hasta las once. Aquel fue un largo día. Solo entrada la noche pudo parir en paz.
Y dio a luz, así declara, a un niño varón, a un hijo que era igual a otros hijos, pero ella no era igual que otras madres, eso quiero aclararlo sin ironía y sin mayor motivo. En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás. 6 Dejémosla que siga relatando lo que con ese hijo pasó (dijo que no pensaba guardarse una palabra) para que todos lo sepan y se ubiquen. Dice que a poco de acostarse sintió intenso malestar, sin saber qué podría ocurrir, pues estaba sola, y que se forzó a no gritar. Y yo a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás. 7 Con sus últimas fuerzas, dice que luego, como su cuarto estaba helado, se arrastró hasta el retrete y allí (no recuerda exactamente en qué momento), sin más vueltas, parió hacia el amanecer. Dice que entonces se sintió muy confusa, y luego, ya medio congelada, porque en el baño de servicio entra la nieve, apenas tuvo fuerzas para alzar al niño. En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás. 8 Luego, entre el baño y la pieza -dice que hasta entonces no había pasado nada-, la criatura comenzó a gritar, eso la alteró de tal manera, que la golpeó con ambos puños y con fuerza, ciegamente, dice, hasta que se calló. Luego de ello se llevó el cuerpito consigo a la cama por el resto de la noche y de mañana lo escondió en el lavadero. Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás. 9 Marie Farrar, nacida en abril, muerta en la prisión de Meissen madre soltera, sentenciada, quiere mostrarles los sufrimientos de todas las criaturas. Ustedes que dan a luz en limpias camas de maternidad y llaman “benditos” a sus vientres preñados quieran no condenar a los débiles perdidos pues sus pecados fueron duros y su dolor fue grande. Por eso, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
Bertolt Brecht (1898-1986) no es sólo un jefe de la dramaturgia sino también de la poesía, cruda, hermosísima y de una sutileza sin igual. De él se dice que siempre vivió al margen de las normas y por eso lo elegimos para cerrar esta edición, por su forma especial de entender la vida. Dice en su poema Lección de amor: La castidad no puede rebajar la lujuria; / si estuviese hambriento me gustaría saciarme. / Me apetece que la virtud tenga trasero / y que el trasero tenga sus virtudes. Brecht se cuestiona todo lo que se considera irracional: el crimen, querer a quien no corresponde, lo sublime del exceso, los convencionalismos y sobre todo pone en duda el límite entre lo bueno y lo malo.
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