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TINTERO

La comadre broncuda

Jasmina HARTIANA*

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La interrogante de quién entiende a las mujeres no se limita a los hombres y es que yo no las entiendo, sobre todo a mi mejor amiga, no comprendo porqué se comporta de esa manera. Bueno, para que me entiendan mejor creo que debo contarles mi versión de la historia y la llamaremos para tal efecto La Comadre.

Bueno, pues la comadre organizó una reunión para celebrar el cumpleaños equis de un proyecto personal. Hizo pública la invitación y una semana después de hacerlo me manda un mensaje personal para invitarme a la dichosa celebración. El texto es súper serio, como si no fuéramos comadres desde hace tiempo. Y, recalcando que era de cupo limitado, para ese momento yo ya estaba encabritada, la verdad, así que la llamé con el pretexto de preguntarle algo, al final de la conversación le dije que era muy probable que no pudiese asistir por mi trabajo, lo cual era en parte verdad. Que llenará su cupo y yo más tarde le hacía compañía. Decidí que iría dependiendo del humor con que me levantará y ese día no fui porque me quedé sin transporte y siendo neta no tenía ganas, llegué a mi casa y me puse a revisar el face…ahí estaba ella partiendo un pastel junto a una archienemiga del grupo de comadres en común.

*Soy fotográfa y cuentista. Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutu. jazminahartiana@hotmail.com En ese momento fue que entre en plena confusión. Esta archienemiga hizo actos desdeñables que perjudicaron la confianza interna del grupo de comadres. No entiendo, porqué la invitó y encima se tomó una foto y por si fuera poco la subió al face. ¡Qué le pasa, no entiendo! ¿Me preguntó si no hay suficiente drama en su vida? quiere reñir con el mundo, hasta conmigo que no deseo perder su amistad por un desplante infantil. Por cierto, me falta explicar algo importante. La Comadre se separó del grupo de comadres hace como tres años, porque le hacían caras, la miraban feo y, bueno, ella no aguantó y se fue. Según ella en nuestras pláticas esto era algo que había superado, creo no lo ha superado o no tiene nada qué hacer. Siempre he creído y se lo he dicho que pareciera que ella tiene la costumbre de buscar bronca porque se encuentra aburrida. Hasta ahora no he dicho nada, no la he buscado y creo que ya no estoy enojada. Quizá sigo un tanto confundida y es que cuando no logro comprender algo siempre me pongo así, a pensar y pensar en lo mismo. Es una mala costumbre, lo sé. Aunque en este punto ya me estoy aburriendo, espero que ella valore la amistad y deje de hacer pendejadas, de lo contrario, terminará alejándonos a todas. Pero les digo algo, en el fondo agradezco no haber ido, no deseo comprarme broncas ajenas.

/ Tintero

Desesperes de Mamá

Aida GAXIOLA*

Certezas de Niños

En la vida hay muchas herramientas emocionales que vas desarrollando con el paso del tiempo, una de ellas que se establece desde pequeños es la confianza y la forma en que desarrollamos la seguridad. No hay nada como tener certeza y, sobre todo creer, ya que nos da fe, pero sobre todo, fe en uno mismo.

Entonces, estás como si nada en un día cualquiera de entrenamiento (sigues pareciendo hipopótamo en tutú) y quedaste de verte con los peques directo en el campo. Ves a los trogloditas entrando como demonios de Tazmania. Descifras un jaloneo cuando llegan a tu alcance y sólo preguntan -¿Mamá, verdad que tú si nos crees?- Tú por dentro gritas ¿qué rayos hicieron?, por fuera -¿qué pasó?- Entonces, ves que empiezan a discutir, suena un “rompí”, se escucha un “no se dónde quedó”, se entiende que hay algo perdido, cuando ya en un punto decides hacer tu voz de mamá y apaciguar con grito ordenado “¿qué pasó? Pablo explícame” Los otros se callan y Pablo en pose solemne empieza la historia: Mamá, primero que nada no te vayas a enojar (demasiado tarde estás reemperrada), segundo, te juramos que nosotros no hicimos nada, pero… (ya en el pero perdiste parte de la cordura) es que él peque rompió... en eso el “peque” en cuestión grita “YO no hice nada, fuiste tú o el mingo”. El mingo en cuestión con cara de enojado dice “A mi no me metan en sus cosas, que mi mamá sabe bien que yo no fui”. Tú con cara de desconfianza y más intrigada por saber qué se rompió. Pablo interrumpe y dice “Pero estoy seguro que yo no fui y si todos están seguros que no fueron ¿quién fue?” el peque dice “pues las entidades” todos se voltean a verlo, cuando Mingo dice “cierto, si pueden ser las entidades” Pablo es el más renuente de todos, pero dice “es que, no fui yo, pues entonces si son las entidades”. En eso están, cuando te llega un mensaje de tu mamá diciéndote “Hija, hace rato pase a la casa, fue de rápido no vi a nadie, pero con la bolsa rompí tu jarrón de flores, disculpa, sé que era tu favorito”. Ahora todo cobra sentido. Y tú para seguir riendo por dentro, sólo les dices en voz de seriedad “Pues las entidades sólo van a donde los niños se portan mal”.

*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, Madre, Yogui. Fascinada por las historias que florecen, pero sobre todo, de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com

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