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NEGOCIOS - LUIS NOBOA NARANJO
Por Roberto J. Argüello, Chairman de Vida y Éxito
Honrando la memoria de Luis Noboa Naranjo en palabras de su hija Isabel Noboa Pontón
Esta es la historia del más grande empresario ecuatoriano del siglo 20, quien quedó huérfano de padre de niño y sin un centavo, surgió gracias a su ingenio, trabajo tesonero, ahorro y sacrificio, generando negocios y dando empleo a miles de sus conciudadanos, hasta encontrar su merecido lugar en los círculos económicos y financieros de todo el mundo. Es la historia de un extraordinario hijo, esposo, padre y abuelo que amó con pasión a su familia y a todos a quienes lo rodeaban; del empresario que hizo patria en su Ecuador, generando miles y miles de puestos de trabajo. Es la historia de Luis Noboa Naranjo, un ícono mundial empresarial.
Comencé mi carrera profesional en el Northern Trust, habiendo sido promovido rápidamente a oficial en la oficina de Miami asistiendo a múltiples vicepresidentes que mantenían extraordinarias relaciones con clientes en toda Latinoamérica y en especifico en el Ecuador. Me tocaba documentar en ese entonces las líneas de crédito y prestamos a largo plazo que se extendían a nuestros clientes. En esta institución comprendí que el “quien lo es todo en los negocios”, y el “que” justifica lo que se puede hacer con buenas personas.
En el Northern Trust aprendí que el referente del “quien” en Latinoamérica era don Luis Noboa Naranjo, un empresario fuera de serie con una reputación cristalina e integra.
A lo largo de mis 67 años he venido observando como un número de personas cambian con su visión y esfuerzos el rumbo de países a través de sus labores como empresarios, en el proceso han creado miles de fuentes de trabajo, generando impuestos que financian el crecimiento de naciones, haciendo el bien común en sus sociedades. A estas personas las llamo “Creadores de Riqueza”.
Mis observaciones vienen desde cuando vi a mi padre Roberto Argüello-Tefel crear múltiples empresas en industrias como la banca y la construcción y a mi abuelo materno Alfredo Osorio Tercero construir una de las mayores distribuidoras de productos masivos y un importante almacén, todo en mi natal Nicaragua. Ambos, mi padre y mi abuelo perdieron a sus padres siendo niños, ya que mi abuelo Humberto Argüello Cervantes murió cuando mi padre tenía 11 años y el padre de mi abuelo, Inés Osorio Rivera, murió cuando mi abuelo tenía solo cinco años. Ambos fueron queridos y admirandos por sus sociedades y amigos y por sus familias.
Escribo esto sobre mi padre y abuelo a quienes siempre he amado y admirado en mi vida, ya que encontré enormes similitudes entre ellos y la vida del extraordinario empresario Luis Noboa Naranjo, quizás uno de los empresarios más importantes de todos los tiempos en Latinoamérica.
Cuando don Luis visitaba el Northern Trust era recibido por mis jefes Joaquín Viadero, Rafael Madan, Carlos Noble y Pedro M. Toro. En ese entonces yo era un joven oficial en el banco. Siempre tuve el deseo de conocer de cerca la grandeza de este gran empresario. La vida da vueltas y resulta que el mejor amigo de mi hijo Roberto III es Juan Noboa Alvarado, nieto de Don Luis. También con el tiempo me hice amigo del hermano mayor de Juan, Luis Noboa Ycaza con quien mantengo una linda relación. A lo largo de estas dos amistades he escuchado numerosas historias de ambos nietos de don Luis, quienes además de tener un amor profundo de su abuelo, constantemente lo usan de ejemplo en sus vidas.
A mediados de enero de este año fui invitado a ser uno de los conferencistas del gran evento anual que realiza la Organización “The Council”, liderado por mi apreciado amigo Alberto Rigail Cedeño.
“The Council” es una organización en la cual participa un grupo selecto de la clase empresarial ecuatoriana.
Un día antes del evento del Council, Alberto me pidió acompañarlo a una cita con la empresaria Isabel Noboa Pontón, a quien siempre había querido conocer por recomendación de mi querido primo Ramiro Ortiz Mayorga, fundador del Grupo Financiero Promerica. Lo cierto es que había leído muchísimo de Isabel y comprendido que, como su padre Luis, ha forjado una reputación internacional de liderazgo empresarial.
Isabel es fundadora y directora ejecutiva del Consorcio Nobis, uno de los grupos empresariales más grandes del Ecuador. Es considerada una de las emprendedoras más prominentes de América Latina, y es conocida por sus iniciativas filantrópicas. Ella fue presidenta del INCAE, capítulo Ecuador, entre 1999 y el 2005. Sobre ella se pueden escribir libros y centenares de artículos y en su momento lo haremos en Vida y Éxito.
En la reunión que obtuvo Alberto, nos acompañaron el CEO del Grupo Nobis José Antonio Ponce y el científico español José Antonio de Cote. Al final de la reunión, Isabel nos regaló el libro que escribió sobre su padre titulado “Luis Noboa Naranjo, perfil de un triunfador”. ¡Qué libro más bello y espectacular!
Desde que fundé Vida y Éxito, hace un poco más de 15 años, lo hice con el propósito de promover las ideas de hombres y mujeres, de todas las edades, que hacen el bien en sus comunidades y países. Quizás es una forma de honrar el trabajo honesto de quienes hacen el bien como Isabel y su padre Luis.
Haber leído el libro de Isabel, escrito con ternura e inteligencia me motiva a escribir este articulo sobre don Luis Noboa Naranjo en las palabras de su adorada hija.
En su libro, Isabel termina con la bella frase “Gracias por haber sido mi papá”. Esto me impactó porque refleja el profundo amor entre padre e hija, que marca la existencia de la vida que es el amor al prójimo y la familia. Isabel explica cómo don Luis pasa de la mayor pobreza a haber logrado crear unas de las fortunas más grandes de la región, siempre teniendo en cuenta que tenía la obligación de cuidar a su madre y hermanos, sus hijos y nietos y su extensa familia corporativa, así como a todos sus compatriotas.
Honrando a su padre en su libro, Isabel menciona dos mujeres que la forjaron en su vida, su abuelita Zoila Naranjo de Noboa y su madre Isabel Pontón Ávila. Ambas un ejemplo de personas.
Los orígenes de don Luis, según su hija Isabel Noboa Pontón
Don Luis nació en Ambato, Ecuador el 1 de febrero de 1916. Sus padres fueron Adolfo Noboa y Zoila Matilde Naranjo, quienes se casaron el 27 de mayo de 1910. A los ocho años de matrimonio, don Adolfo partió hacia Chile en búsqueda de nuevos horizontes. Para entonces el matrimonio tenía tres hijos.
A los ocho años, don Luis vio a su padre morir por la patada de un caballo cuando le abrió la puerta de la casa, donde ya mortalmente herido se dirigió después de haber sido pateado. Doña Zoila (La Guagua) estaba embarazada esperando su cuarta hija, Amanda. Ella enterró a su adorado esposo en tierra extraña, vendió lo poco que tenía y volvió con sus pequeños hijos a Guayaquil, Ecuador.
Para ese entonces, los Noboa Naranjo eran seres desprotegidos y enfrentados a la absoluta pobreza, en una cuidad extraña para ellos, sin parientes y amigos, pero guiados por la firmeza de una joven viuda dispuesta a trabajar con dignidad y sacar adelante sus hijos.
La familia regresó a Guayaquil, en vez de Ambato donde doña Zoila había nacido, dispuesta, a los 29 años, a no pedir la caridad de nadie. Ella preparaba comida para eventos. En ese entonces, pidió a los hermanos salesianos en el Colegio Cristóbal Colón que le recibieran a dos hijos por el precio de uno. Don Luis, el tercero de los cuatro hermanos, reconociendo los aprietos de su madre, desde los ocho años comenzó a vender revistas. Él nunca dejó la escuela, y trabajaba en su tiempo libre, vendiendo lotería; revistas, productos de limpieza y sobres y papel para las cartas que escribía en el correo para los analfabetos que lo contrataban como redactor, por lo que recibía 2 sucres.
Es así como don Luis empezó su vida laboral, llegando a ser empleado bancario, pequeño, mediano y gran importador y exportador, armador de la flota naviera más importante en el Ecuador, agricultor y ganadero, banquero e industrial.
Doña Zoila jamás permitió a don Luis que dejara el colegio, aunque eso significó a veces pasar hambre. También implicaba caminar al colegio en vez de tomar el bus.
Cuando don Luis tenía 12 años, Juan Marcos Aguirre, propietario del Banco Sociedad General de Crédito, lo vio ingresar al banco, en donde limpió sólo la mitad de un macetero de bronce para que el señor Marcos Aguirre pudiera admirar la diferencia.
Juan Marcos Aguirre quedó tan impresionado por la arrolladora personalidad y elegancia del pequeño vendedor, que, con el tiempo, le prestó dinero para sus inversiones. Don Luis devolvió ese dinero con altos intereses.
A los 15 años le regaló a doña Zoila un carro. El esfuerzo por superarse, contribuir al bienestar de su madre y hermanos y progresar, lo llevo a separarse del banco en 1933 a los 17 años para fundar su primera empresa, en la que cambiaba monedas, vendía lotería y souvenirs, Don Luis dijo muy orgulloso en su última aparición en público en 1991 que su “pequeño negocio contaba con un gerente, un contador, un cajero y un conserje, funciones todas que desempeñé yo simultáneamente, y aun hoy conservo el cargo de guardián, con la llave en mis manos”. A los 19 años ya era socio del Banco Sociedad General de Crédito y desde 1939 a 1970 fue uno de los mayores productores y exportadores de arroz en Ecuador.
Al margen de todo lo que hacía don Luis para ayudar a su madre y hermanos, aprovechando que tenía excelente caligrafía cobraba dos sucres a quienes eran iletrados y necesitan enviar cartas a sus seres queridos en el Ecuador. En 1934, sin dejar sus negocios ya establecidos, asumió la gerencia y fue socio minoritario (33%) de la empresa Comercio y Mandato de don Victor Emilio Estrada, después transformada en Comandato S.A. En muy poco tiempo logró la representación de Coca-Cola, Penetro y General Electric para Ecuador, demostrando tener el don de la negociación y el convencimiento para atraer a su país empresas de tamaño y escala mundial.
A los 30 años invirtió en Bananera Noboa, empresa en la que Juan Marcos tenía el 50% de acciones. En ese mismo año, 1940, decidió junto con sus socios dedicarse a la agroindustria, incursionado en la exportación de arroz. Luego en 1944 ingresó a la exportación de café y cacao. El negocio de exportar arroz, café y cacao le hizo comprender que para ser exitoso es absolutamente necesario dominar la logística y así ingresó al negocio de transporte de materias primas, que incluye el banano, convirtiéndose en el operador logístico exclusivo de La Standard Fruit Company del Ecuador de 1946 a 1956. De ahí vino su expresión “a tiempo todo el tiempo”, ya que reconoce que la velocidad en el transporte del banano es crítica.
Mientras transportaba banano se dio cuenta que los métodos de empaque del banano son deficientes, y que la cadena de frio y contenedores refrigerados son inexistentes. En 1956 decidió invertir en desarrollar una empresa exportadora de banano bajo la marca “Bonita Banana”, la cual patentó en Estados Unidos. Conquista la cima de la industria del banano en el mundo introduciendo numerosas innovaciones en la siembra, colección y transporte del banano, así como el trato y pago justo a miles de sus trabajadores. Invierte enormes sumas en la compra de barcos para así transportar a tiempo todo el tiempo sus exportaciones de banano, café y cacao. En la década de los años 60 del siglo pasado inició un proceso de diversificación en múltiples industrias relacionadas al agro.
Don Luis tenía absoluta claridad de que la esencia del empresario es saber siempre donde esta el cliente y cuáles son sus necesidades. Al mismo tiempo comprendió que el Ecuador es un país predominantemente agrícola y por eso era esencial promover la agroindustria.
Al momento de su muerte el 28 de abril de 1994, don Luis había construido el grupo empresarial más destacado de Ecuador con un sinnúmero de empresas inspiradas en una ética de trabajo que cultivó como un principio en todas sus transacciones y negocios. El respeto a los demás provenía de un profundo sentido de valoración a sí mismo. Durante toda su trayectoria empresarial mantuvo magnifica relación con todos sus trabajadores y sindicatos. Don Luis sabía tratar a los trabajadores, ya que había sido uno de ellos. Siempre recordaba que tuvo que hacer fila con quienes tenían que ganarse el pan con el sudor de su frente, para poderlo compartir con los suyos.
Luis Noboa Naranjo, posiblemente el emprendedor más grande en la historia del Ecuador, con enorme esfuerzo y trabajo construyó un conglomerado agrícola, industrial, comercial y financiero que llegó a aportar más del 5% del Producto Interno Bruto del Ecuador en 1994 y logró tener más de 100.000 colaboradores.
La principal actividad del grupo Noboa (core) estaba centrada en la promoción y la comercialización en el mundo de productos agrícolas como el banano, el café y el cacao. Los negocios agroexportadores y el naviero le permitieron poseer oficinas en los Estados Unidos, Japón, Alemania, Bélgica, Italia, Yugoslavia (Croacia), Nueva Zelanda y Argentina, destinadas a promover los productos ecuatorianos exportables.
Mis reflexiones y lecciones de vida de don Luis Noboa Naranjo
Reflexionado sobre el legado y lecciones de este enorme icono empresarial mundial me queda claro que sus primeros trabajos le hicieron comprender el profundo significado de la riqueza.
Su hija Isabel, a quienes todos con cariño y aprecio llaman Isabelita, ha seguido con convicción y amor el legado de su padre. Ella escribe que entre las grandes lecciones que aprendió de su padre figuran de forma prominente:
• Sus valores: comportamiento inspirado en la ética de trabajo como un principio fundamental en todas sus transacciones y negocios.
• Respeto a los compromisos, sean estos inclusive verbales.
• El respeto a los demás, el cual provenía de un profundo sentido de valoración de sí mismo.
• Fe en el trabajo honesto.
• Sacrificio de crear y prevalecer.
• Capacidad negociadora. Para crear riqueza se necesita perfeccionar el arte de la negociación.
• Su actitud positiva ante la vida adquirida de las lecciones que recibió de su madre, doña Zoila.
• Puntualidad. Estar a tiempo todo el tiempo.
• Ser amigo de sus amigos, siempre quererlos y respetarlos.
• Conservar siempre la humildad: su título fue siempre portero. Primero en entrar a la oficina, último en salir. Don Luis tenía siempre la llave maestra de sus negocios.
• Honrar las deudas siempre. Concepto de quebrar versus liquidar. “Jamás quebré, liquidé, ya que pagué hasta el ultimo centavo de mis deudas”.
• Conocer dónde está el cliente y cual es la necesidad que desea satisfacer.
• Fomentar la agroindustria, sobre todo en un país predominante agrícola como el Ecuador es necesario.
• Tener profundo amor al Ecuador y a su gente.
• Tener la convicción de que el empresario debe limitarse a ser empresario. Y que la política debe de ser manejada por profesionales honestos.
• Hay que señalar que el Estado, cuando actúa como empresario, es el único que puede darse el lujo de trabajar a pérdida. El empresario privado si no ha calculado bien, se arruina.
Los aprendizajes y ejemplos de don Luis Noboa Naranjo son eternos. Su grandeza vivirá mientras exista Ecuador. Esto es así porque Ecuador es un mejor país porque Luis Noboa Naranjo trabajó toda su vida para que así fuera. Para nosotros en Vida y Éxito ha sido un honor honrar la memoria de este gran ecuatoriano, quien sin haber sido perfecto en vida es lo más perfecto que puede ser una persona en la vida.
A su hija Isabelita, nuestros respetos deseándole que siga adelante con el ejemplo de su padre el cual enriquece su país y contagia a miles de personas a seguir haciendo el bien dentro y fuera del Ecuador.