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No. 2 • mayo | junio

EL APANDO

Trabajos de creación literaria de internos del Tribunal para Menores primera entrega especial

• CRÓNICA

TRAGOS DE AMARGO LICOR.

La paradoja que casi mata a la música norteña por Ignacio Alvarado Álvarez

• ENSAYO

DISCAPACIDAD:

desde la bestialidad a la humanidad por Éric Urizar Rodas


Índice

Creación

04

Diarios, el velorio de todos los días

06

Palabras y otras utopías

EDITORIAL

por Graciela Solórzano Castillo

07

Bollerismo por Ivonne Ramírez Ramírez

08

Prehistoria del puño

10

Malabares

por Enrique González R.

por Amalia Rodríguez

11

La señora de los gatos por Esmeralda Marruffo

12

Lluvia

14

Mi llorona

por Fernanda R. Avendaño

por Jorge Olaf Ramírez Estrada

16

Fenomenológico por Carlos Eduardo Ramírez Galaviz

17

Hoguera de sueños • Suspiro por Jorge García Favela y Camilo Huerta Salgado

18

EL APANDO primera entrega especial


Recepción de textos: textos.albedrio@gmail.com Contacto: redaccion.albedrio@gmail.com

20

Lo que pasó en Juárez por Sergio Colunga

22

Trabajos incómodos y otros no tanto por Jason Gutiérrez

24

Desborde • Sin vergüenza por Paula Nathalia Ramírez Maldonado

25

La nota por Vanessa Luévano

26

Presentir la muerte por Saúl Pérez Rascón

Crónica

32

Tragos de amargo licor. La paradoja que casi mata a la música norteña por Ignacio Alvarado Álvarez

42

Trazos de dos hombres de ninguna parte por Marco Antonio López

Ensayo

49

Discapacidad: desde la bestialidad a la humanidad por Éric Urizar Rodas

54

Disquisiciones de la voluntad por Édgar Gutiérrez Peña

Fotografía

58

APERTURA espacio de muestra fotográfica


EDITORIAL

Diarios, el velorio de todos los días

H

emos aprendido, paradójica y, parece, irremediablemente, a olvidar. La retención de información se ha debilitado tanto que una noticia que permanece más de dos días en la cabeza es todo un acontecimiento. Es la época de la información la que curiosamente nos ha lanzado al extremo contrario, una efímera idea de saberlo todo cubre en realidad el abismo de ignorancia en el que hemos aprendido a sostenernos cambiando de ideas como de ropa, eso sí informados, atiborrados de datos pero, dice Umberto Eco en su ensayo Los nihilistas flamantes, muy lejos de estar formados. Estamos pues, dice Eco, ante “la vergonzosa comedia de una información que informa de todo y ya no da nada”. Pero el escenario no debe ser apocalíptico, todo lo contrario. Es una época de cambio, cambio que significa casi siempre nostalgia y resistencia. Un universo de datos inútiles penetran nuestra vista despiadadamente cada vez que encendemos una computadora o teléfono inteligente. La solución es, puede ser, sencilla. Se trata de aprender a recolectar la información que queremos. Tenemos que ser conscientes de lo que leemos, para qué y por qué. Lo mismo del otro lado, qué escribimos, por qué y para qué. En este mundo, dice el periodista Julio Villanueva Chang en su texto El que enciende la luz ¿Qué significa escribir una crónica hoy?: “uno se entera cada vez más pero recuerda cada vez menos”, y es entendible, por qué recordar una serie de datos que no pedimos y que no nos interesan. Los periódicos juegan una carrera absurda -a la que es imposible ver sin cierta lástima- contra medios electrónicos y redes sociales, carrera a la que la impresión de papel siempre llega un día tarde con la falsa ilusión de poder hacerlo más rápido la próxima vez. Leemos porque las historias que nos cuentan ciertos textos nos dan la sensación de experimentar y tal vez así sea, cosa que no dan los datos


Colaboradores

Éric Urizar Rodas (Ciudad Juárez) • Jorge Olaf Ramírez Estrada (Ciudad Juárez) • Carlos Eduardo Ramírez Galaviz (Ciudad Juárez) • Enrique González Rojo Arthur (México D.F.) • Édgar Gutiérrez Peña (México D.F.) • Graciela Sólorzano Castillo (Ciudad Juárez) • Ivonne Ramírez Ramírez (Toluca) • Amalia Rodríguez (Ciudad Juárez) • Esmeralda Marruffo (Ciudad Juárez) • Fernanda Avendaño (Ciudad Juárez) • Jorge García Favela (Ciudad Juárez) • Camilo Huerta Salgado (Ciudad Juárez) • Ignacio Alvarado Álvarez • (México D.F.) • Marco Antonio López (Ciudad Juárez) • Sergio Colunga (Ciudad Juárez) • Jason Gutiérrez (Ciudad Juárez) • Paula Ramírez • Vanessa Luévano (Ciudad Juárez) • Saul Pérez Rascón (Ciudad Juárez) Foto de portada: Luis Guillén (México D.F.). Vista del desierto de Sonora.

desprovistos de una historia que revista el contenido; escribimos para dejar marca de lo que creemos que es necesario documentar, leemos para re-vivir esa experiencia. La nota, la noticia, en este plano, tiene bien merecido el funeral que representa la página de un diario, el velorio del hecho que dura un día, nada más. Por eso hacemos esto, porque esperamos un lector que se tome el tiempo de hojear esta revista sin hojas, de la misma manera en que nosotros y nuestros colaboradores nos tomamos el tiempo de escribir historias reales, en el caso de la crónica; de ficción, en el caso de la creación; de análisis, en la sección de ensayo; y visuales en la de fotografía, con el objetivo de merecer un pequeño espacio en la memoria del lector, con la idea de brindar una experiencia en ese personaje tan importante para nosotros: el que lee. Como parte de nuestra visión de abrir un camino de oportunidad y promoción a nuevos talentos presentamos una sección dedicada especialmente a la fotografía. Un espacio que se adhiere a esta revista en la que el núcleo reside en contar historias, en compartir puntos de vista. Esta sección lleva por nombre Apertura. Redacción Albedrío

Marco A. López Director editorial

Emmanuel Sariñana Director creativo

Daniela Ramírez Editora

Rafael A. Leyva Editor

Año 1. Número 2, mayo - junio 2014. Albedrío es una publicación bimestral editada y publicada digitalmente en Ciudad Juárez, Chihuahua, México. Los textos aquí publicados son en su totalidad responsabilidad del autor. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización.


Creación

Palabras y otras utopías por Graciela Solórzano Castillo

Graciela Solórzano Castillo • Estudiante de Literatura Hispanomexicana.

I Estas manos en las que me busco no son las mías, pero me encuentro. Debajo de la pluma está la noche en París, el sueño en Columbus, la desgracia en el pecho. Soledad novedosa frente a la tierra fértil, juego despiadado en el amanecer del pasado. Voces que no son más que palabras desnudas corroen las entrañas del condenado que no dice nada. Ya no hay imágenes, ni significados, sólo la noche que no escucha nada. II Voz salvaje, pero censurada, te escondes en la arbitrariedad de tu esencia. Dices lo que quieres, sin decirlo. Estás entre el nombre de aquélla, en los minutos que pasan sin firmeza. Te ligas a mi piel farsa, a esa máscara que me penetra el rostro cada mañana, por necesidad y simpleza. Porque al final de todo, para qué más sirves, palabra, sino para ser lo que no proclamas. III Hermano, poeta martirizado, lee con atención mis estrofas paridas desde un cielo agnóstico: Las olas están subordinadas bajo un puente de truenos que llena los oídos de los malvidentes estrellados sin estrellas. Tómalas con las manos claras, gruesas, largas, vuélvelas coordinadas. ¡Que no dependan! ¡Que no dependan!

06


Bollerismo

Ivonne Ramírez Ramírez • Licenciada en Literatura y cofundadora del Colectivo Palabras de Arena.

por Ivonne Ramírez Ramírez

Preciso una amiga que enmudezca estos labios con astucia, que no mitigue la altiva serenidad de sus manos. Una cómplice que acepte la flacidez de mis muslos y delinee, no la curva de por sí ancha de mi cadera, sino la blancura finísima de mi estría. Que se me anticipe, con su barriga abultada por delante, al bullicioso hueco que es la calle. O se tienda en la pequeña y polvorienta biblioteca de la casa [y ahí mismo me seduzca con olores y delirios] Una mujer de seso rudo y agudo, necesito. Que venga de repente despojada del sostén y sus pechos blandos se derrumben en mi noche. Quiero una hamora, y andar de maricona por la vida.

07


Prehistoria del puño

Enrique González Rojo Arthur• Escritor (poeta, filósofo, cuentista, novelista, ensayista).

por Enrique González Rojo Arthur

En un tiempo yo fui, lo que podría llamarse una persona decente. Buena educación. Eructos clandestinos. Modales aprendidos con metrónomo. Y un cajón rebosante de dieces en conducta. Pero un día, ante los golpes de culata, las ráfagas de párpados vencidos, el furor lacrimógeno, me nació un inesperado «hijos de puta». Se trataba de mi primer arma, de un odio que a dos pies cargaba la sorpresa de su propio nacimiento. A partir de entonces, dentro de mi gramática iracunda, dentro del diccionario en que mi cólera se encontraba en un orden alfabético, disparaba palabras corrosivas, malignas expresiones que eran áspides con la letra final emponzoñada. Pero yo me encontraba insatisfecho.

08


Ningún hijo de puta corría hacia su casa, ante mi grito, para zurcir el sexo de su madre. Mis alaridos eran inocentes, inofensivos eran como besos que Judas ofreciese tan sólo a sus amantes. Ante eso, pasé de un insatisfecho «cabrones » 23 -pólvora humedecida por mi propia salivaa una pequeña piedra, el pedestal perfecto de mi furia, la lápida mortuoria que encerraba la pretensión guerrera de mi lengua. Y ahora, en la guerrilla, mientras limpio mi rifle. recuerdo cuando yo era, camaradas, lo que podría llamarse una persona decente.

09


Malabares por Amalia Rodríguez

Amalia Rodríguez • Licenciada en Literatura Hispanomexicana.

T

odos los días lo veo. A veces en pleno espectáculo, lanzando las tres clavas lo más rápido posible, hasta que una cae. Otras veces lo veo bajo la sombra de algún poste de luz tomando agua o secándose el sudor. O bien, cuando la luz está en verde, sólo alcanzo a distinguirlo sentado en cuclillas observando los carros pasar, en espera de su turno. Hoy lleva una boina sobre el pelo largo, la cara pintada, una nariz de payaso y la marca de una sonrisa verdadera. Lo miro atentamente y descubro que él es el único, entre todos los que esperamos el cambio de luz, capaz de disfrutar el rojo de este transitado bulevar.

10


La señora de los gatos por Esmeralda Marruffo

S

hh... Aguarda, nos escuchan. Ayer, déjame platicarte, siéntate un ratito a mi lado, aquí en la barda, no... no te vayas. ¡Oye! Deja que te cuente antes de que ellos regresen, fueron a comer, ya se cansaron de acariciar mis pies. Mira, están rasguñados... Duelen, no importa, siéntate, por favor. Necesito tu compañía. Gracias por acercarte.

Esmeralda Marruffo • Estudiante de Educación en la Escuela Normal.

Ayer, shh... Hablemos en susurros que luego se enojan y, bueno, mira. Alejaré mi cabello del rostro para que notes, hace un tiempo hablé de algo que no les gustó, creo que se molestaron. Se echaron sobre mí, y... mientras unos mordían mi espalda otro, el gordo, el que parece tigre, me picó el ojo en el momento que me rasguñaba. Ya sé, se ve púrpura, y no, deja de observarme así, no creas que son arrugas, no soy tan vieja. Es sólo que, me adoran y acarician mi rostro cada vez que pueden. Jejejejejeje, quita esos ojos desorbitados.... ¡Oh, espera! ya viene uno. -Toma, pequeño. Estos trocitos de pellejo de pollo, ya sé que te encanta la comida caliente, así que he estado masticándolo para que no esté fría, cómelo, cómelo. Vamos, pero no me veas así, es un amigo, ya regresoHablemos en susurros, ¿te fijas en cómo te observa? parece que sabe quién eres, no confía en ti. Pero no te vayas, ellos no pueden hacerte nada, no... No pueden. Jejejejeje, escucha. Ayer, mientras iban y venían de noche, como es su costumbre, metí un labrador al pórtico. Jugó con mis manos, juro que sólo fue un momento, las lamió, no pasó a más. Yo acaricié su lomo, él sonreía, me hizo feliz. Y no sé qué sucedió, hoy en la mañana estaba el perro muerto frente al edificio, con el rostro rasguñado y el estómago abierto. La nariz le sangraba, creo que hasta sonreía con los hilos escarlata que corrían por su rostro, pobre labrador, jejejeje. Y ellos creen que no me doy cuenta, ya no soy más la señora de los gatos jejejeje. Espera, me llaman. ¡No, no te vayas, no me dejes! ¡No dejes que me lleven! No...

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Lluvia

por Fernanda Avendaño

¡Lluvia!, perforando mis oídos Haciendo la noche más miserable Mostrando las goteras de este techo, mi alma, mi lecho. Llenando los cantaros de mi ahora vacía existencia.

Fernanda Avendaño • Estudiante de Literatura Hispanomexicana.

Lluvia!, milagrosa lluvia, Que expones este cuerpo sucio, mancillado, devastado. Nubes que llegan cargadas de fuerza, que explotan y resuenan Haciendo una sinfonía a su ausencia.

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¡Lluvia trágica! Que cargas con el fulgor de esta era. ¡NOS QUEMAS! (Las horas no duran lo mismo si estás muerta). Lluvia, lluvia, lluvia... tan limpia, tan pura, tan sonora, ¡Cómo jodes el alma! ¿¡Cómo vuelves esta casa un infierno!? ¿¡Cómo abres las heridas de mi cielo!? Llegas como una visita desgraciada, Eres la mano que acaricia, y al mismo tiempo, el puño que golpea. ¡Oh, estruendo! Relámpago siniestro, Anunciando como se acaba mi tiempo. Torrente de lágrimas dame un poco de tu vida. Porque no importa que te odie o te respete. Ahora me da miedo quedarme dormida.

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Mi Llorona

Jorge Olaf Ramírez Estrada • Estudiante de Ingeniería en Telemática.

por Jorge Olaf Ramírez Estrada

Me anda buscando la muerte, llorona, llorona, pero, no me doy brillo. Me anda buscando la muerte, llorona, llorona, pero, no me doy brillo. Si me cortaran las piernas llorona, a rastras, pero con brío. A donde manden tus labios llorona, me arrastro, pero con brío. Nomás, no me dejes solo, llorona, llorona, que tengo frío, “Tápame con tu rebozo, llorona”, llorona, que tengo frío. Quisiera ser jilguerillo, llorona. para brindarte mi canto. quisiera ser jilguerillo, llorona, y brindarte mi canto. Y que fueras florecilla, llorona, y llevarte en mi pico, Y que fueras florecilla, llorona, y llevarte en mi pico. Pero ya no soy ni sombra, llorona, de lo que yo había sido. Pero ya no soy ni sombra, llorona, de lo que yo había sido. No me ves que estoy temblando por un abrazo, llorona, y no te compadeces conmigo. No me ves que estoy temblando por un abrazo, llorona, compadécete de mí. Arrópame con tu abrazo y tu abrigo, llorona, llorona, compadécete de mí. arrópame con tu abrigo y tu beso, llorona. que pronto me van de aquí.

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“Dos besos llevo en el alma llorona que no se apartan de mí, Dos besos llevo en el alma llorona que no se apartan de mí. El último de mi madre llorona y el primero que te di, El último de mi madre llorona y el primero que te di”. Ahora me llevo este último beso, llorona, llórame ora a mí, Me llevo tu último beso, llorona, llorona llórame ora a mí. Y cuando por fin me alcances, llorona, llévate tu huipil. Cuando por fin me alcances, llorona. llévate tu huipil. Pa’ enamorarme igualito, llorona. que la primera vez que te vi. Pa’ enamorarme igualito, llorona. que la primera vez que te vi. Llorona, llorona, ya me llevan de aquí. Ya me alcanzó la muerte llorona. Y me lleva de ti. Qué más iba a querer la vida, llorona si a ti todo te lo di. Ya me lleva la muerte, llorona. ¿Qué más quieres de mí?

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Fenomenológico por Carlos Eduardo Ramírez Galaviz

Mi mente se transporta, es seducida por la fantasía, que plaga de hechos mis emociones, sucesos amorfos, invisibles, impalpables.

Carlos Eduardo Ramírez Galaviz • Pasante de Psicología y bibliotecario.

Mi conciencia llama al fuego del comienzo, a su espejo, al azul, a los átomos, es una súplica de mis deseos, deseo del ser, de la carne, deseo de mí, de ti, deseo con mis sentidos nuestro encuentro. Mi vista anhela admirar tu belleza y fotografiarla para la eternidad… en recuerdos, mi olfato quiere aprisionar tu perfume y ¡condenarlo para siempre… perpetuo! Mi oído escuchará tu canto, tus palabras, ¡tus sonidos que al amar, recitaras! Mi tacto necesita acariciar tu silueta, ¡sentirla, gozarla, conocerla! Mi gusto sueña con probar tu esencia, tu feminidad, tu particularidad. La hermosura de reflejar mi mirada en tus ojos, saborear mi realidad con tus besos, con boca y manos, reconocer tu cuerpo, recorrerlo… poro a poro presentar mi exploración… Tomo con fuerza tus manos… te desnudo, te despojo de todo lo superficial del contexto, te devoro, ser uno solo...

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Jorge García Favela • Diseñador gráfico Camilo Huerta Salgado • Ingeniero

Hoguera de sueños por Jorge García Favela

Mirando desde aquí, es como si cada uno fuera una pequeña llama de sueños, cada persona. Se ven como una hoguera de sueños, ¿no es así? Pero no hay llama para mí aquí. Sólo soy un visitante temporal, teniendo la comodidad de la llama.

Suspiro por Camilo Huerta Salgado

Hermosa abadía que miro sin observar, hogar inusitado en el que me amparo, escabroso laberinto, el amor de tus ojos.

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EL APANDO por Marco Antonio López

L

os trabajos que se presentan adelante son producto de un taller de creación literaria que se impartió de noviembre de 2012 a noviembre de 2013 en la Escuela de Mejoramiento Social para Menores “México” gracias a la intervención de los bibliotecarios Graciela Delgado y Eliud Quiz que nos invitaron a trabajar con los internos a Gibrán del Real y a mí. El proyecto obtuvo el Premio Nacional de Fomento a la Lectura. Agradezco infinitamente la invitación y la oportunidad, fue una gran experiencia. Pero el compromiso más grande que siento es con el esfuerzo de los jóvenes que fueron muy entusiastas y que se atrevieron a acercarse a algo que les era totalmente ajeno. Que escucharon atentos, que leyeron, que pensaron y que se lanzaron sin vacilaciones al ejercicio de escribir, por eso me atrevo a publicar esto sin permiso de la dirección del Tribunal que censuró muchos textos, por los muchachos, no por faltarle el respeto a alguien, al contrario, para evitar la mayor falta de respeto que es la censura. El taller que se impartió terminaría con la publicación de un libro que aún no ve luz. El texto que presentamos a continuación era la propuesta de prólogo, rechazada también como muchos otros textos. En los siguientes números seguirá esta sección con más textos de los internos.

CIRCUNFERENCIAS

Todavía, de vez en cuando, siento cómo se empieza a formar en mi cabeza la imagen de la cadena que une los pies calzados con tenis blancos, los grilletes, también el ruido que surge al arrastrar esos extremos del cuerpo que sirven para moverse, al embarrarlos por el piso, para qué levantarlos, para qué fingir que se puede ser libre. Esos pies que aceptan su encierro, su culpa, pies que no se levantan, pies derrotados, pies cansados, y el blanco y la resignación con que se unen al suelo, con que se tallan en él, es difícil de olvidar, imposible acostumbrarse, imposible hacer como que no pasa nada, a uno le duelen las cadenas porque no es verdad que son tan terroríficas y misteriosas como aquellas historias de espanto de la infancia, estas cadenas son mucho más terrenales, mucho más mundanas y no por eso menos terribles.

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Las ponen para inspirar seguridad a los libres (quién es el libre y quién el encadenado, a veces, en este lugar, los roles cambian), la verdad es que no le temí al encadenado. Para ser sincero he de decir que le temí al metal en sí, al frío en el tobillo, al peso, al piso, al paso, paso corto, paso raso, la verdad es que tuve miedo de aquel que puso la cadena, del que condenó, del que omitió la educación, el cuidado, el cariño, el dar la mano; pero el castigo no se omite, no se omite el brazo doblado, la esposa, la celda, el barrote, el puñetazo. Un círculo vicioso… como el grillete, redondo, viaje de ida y vuelta todo pagado, por dónde quieres comenzar, da lo mismo. No son sólo los de adentro, los encerrados, los culpables de lo que hicieron, la culpa es también de nosotros los que no hacemos nada por cambiar una serie de históricas costumbres mal elaboradas, vicios, se les llama, ese maldito vicio, por ejemplo, de aceptar todo porque así ha sido siempre, porque así tiene que ser. Y la culpa es también y en mayor grado de unos más “astutos”, de un pequeño grupo que quiere acaparar todo el poder en todos sus aspectos en sus pocas y pequeñas manos. La culpa es del que arrebata, del que discrimina, del que va diciendo “el que no tranza no avanza”, del que pone el pie, del que tira la piedra y esconde la mano, la culpa es compartida, también las consecuencias, las víctimas las cargamos todos, todos las lloramos. Lo que nunca se reparte es el castigo, no se comparte la cadena, el brazo doblado, la esposa, el barrote, el puñetazo, no se comparte la soledad, el desamparo, la miseria, el hambre, la impotencia no se reparte. En este contexto la literatura sirve, entre otras cosas, como medio de evasión, una invitación a salir, aunque sea un instante, de esta realidad que se presenta cruda y cruel, realista, a algunos. También es un punto de reflexión, la literatura no nos hace ni buenas ni malas personas, la lectura en este sentido no nos hace mejores ni peores seres humanos, nos hace pensantes, eso sí, analíticos, “por qué hago esto”. También sirve como juego y es que en realidad eso somos, un ente lúdico, un ensayo, así vamos aprendiendo, imitación que a veces se vuelve divertida. Los trabajos que aquí se presentan son un ejercicio de libertad en el encierro, son la prueba de que aun encadenado se camina, la prueba de que todos tenemos derecho a leer y a escribir, a ser leídos y escuchados, esta sección permite al pensamiento traspasar este espacio mítico: la cárcel.

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Lo que pasó en Juárez por Sergio Colunga

I

ba el vaquero cabalgando en su caballo directo al pueblo, con el sudor corriéndole por todo el cuerpo, cansado y sediento de tanto cabalgar, con tantas ganas de una cerveza, de pronto ya estaba en el pueblo. La gente se le quedaba viendo, sabían que no era de por ahí. Él tenía un caballo blanco hermoso y una vestimenta tan oscura que parecía que el caballo llevaba una sombra encima. Al llegar al centro del pueblo vio una cantina, se bajó, amarró su caballo a un poste, en su cinturón se veían dos revólver muy largos, cromados; de sus botas brillaban las espuelas doradas, brillantes y grandes que hacían ruido al caminar. Entró al bar, abrió las puertas tipo Viejo Oeste con un manotazo. Caminó hacia la barra, todos los que estaban en el bar le miraron. Las mujeres le coqueteaban, hacían comentarios de que estaba muy guapo. Al llegar a la barra pidió una cerveza con una voz gruesa pero de tono amable, el cantinero le sirvió, la bebió de un solo trago, se tomó dos más hasta saciar su sed, pagó y se retiró. Al salir del bar se dio cuenta de que no estaba su caballo blanco, se regresó al bar gritando: -¿Dónde está mi caballo? Si no me lo devuelven va a pasar lo mismo que pasó en Juárez. Toda la gente se quedó impresionada por las palabras del vaquero, pero nadie se movió de su lugar.

20


-Me voy a tomar otra cerveza, si para cuando me la acabe no está mi caballo ahí afuera, va a pasar lo mismo que en Juárez. Dijo el vaquero, se dirigió a la barra y pidió otra cerveza, cuando terminó salió y vio a su caballo amarrado al mismo poste en el que lo había dejado, montó su caballo y se fue en la misma dirección en que venía. La gente del bar se quedó con la duda y mandaron a Gamborimbo, el idiota del pueblo, a que lo alcanzara y le preguntara qué pasó en Juárez. Gamborimbo agarró su burro y salió a todo galope para alcanzar al vaquero, cuando le dio alcance, le preguntó qué había pasado en Juárez. -Allá sí me lo robaron –le contestó el vaquero.


Trabajos incómodos y otros no tanto

por Jason Gutiérrez

A

l mirar el reloj me di cuenta que eran las 5:00 p.m., el tiempo se acortaba para llegar a mi trabajo, tenía que llegar antes de las 6:30, si no, podría perderlo porque el encargado siempre ha sido muy estricto, a él no le gusta que anden con el cuento de que se te hizo tarde o de que la ruta no pasó; no tenía pretexto. El trabajo es un tanto exigente por la clientela que al emborracharse suele ser muy escandalosa, con los primeros tragos empiezan a enfiestarse, gritan, cantan, chiflan, vomitan, se pelean o simplemente andan molestando a las cajeras, pero ni modo, es mi trabajo. Llegué a tiempo, y empecé el rutinario recorrido de arriba abajo, atendiendo los pedidos de los borrachos. Ya lo dije, el trabajo no es sencillo, todos necesitamos relajarnos, por eso fui con el guardia para comprarle una dosis de cocaína, siempre tenía mucha clientela, pero no tardó en atenderme, obtuve el pase y me fui directo al baño, ahí estaban otros estresados como yo inhalando bienestar, no les puse mucha atención, me encerré en el cubículo del baño e inhalé hasta que se terminó la dosis, le pasé la lengua al plástico y lo tiré a la basura. Salí del baño directo a la mesa en la que se iban sentando unos nuevos clientes, mientras pasaba por los billares vi a unos sujetos bien vestidos con sus pantalones Levi´s, sus tenis Nike Shox, con la típica camisa de vestir de los Emaenems y con su gorra adiamantada Ed Hardy jugando billar, uno de ellos le ponía tiza en la punta al taco mientras el otro se preparaba para su mejor tiro, le pegó a la bola pero no logró meter ninguna. Al estar con los clientes nuevos les tomé la orden, pidieron dos cubetas de Corona, fui a la barra, hice el pedido a la cajera, tomé las cubetas, cuando se las entregué ellos me pagaron y me dieron mi propina. Miré a mi alrededor, se percibía un buen ambiente, el reloj marcaba las 11:15, el tiempo es lento cuando uno más prisa tiene, mi salida era a hasta la tres, me pareció eterno.

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Fui a otra mesa, ahí se encontraban dos hombres y una mujer de extravagante color de pelo, ni siquiera pude definir en realidad qué color era; pudo ser anaranjado o rojo o morado, quién sabe. Se veían divertidos, tomé su pedido: dos cubetas, una bebida preparada de esas que las mujeres piden para sentirse nice, piña colada sin alcohol. Además de su color de pelo, la chica era guapa, imposible no voltear verla. Pasó un buen rato sin qué hacer (cosa rara), regresé al baño en donde estaba mi camarada el Ulises dándose un pase, lo acompañé y entonces llegó el guardia y nos dijo que afuera había una bronca, el guardia necesitaba ayuda porque todo se salió de control, como nomás contaba el bar con el servicio de tres guardias pidió apoyo a los meseros. Salimos del baño, los hombres que jugaban billar peleaban con los que le hacían compañía a la joven. Los guardias junto con los meseros controlaban con toletes y gases la situación. Los hombres de los billares entre golpes y escándalo se fueron diciendo que iban a volver para matarlos, mientras los que acompañaban a la joven respondían lo mismo. Yo me acerqué con la joven y le pregunté por qué había sido el problema; ella me explicó que querían estar con ella a la fuerza. Yo esperaba que uno de los sujetos sacara su arma pero no ocurrió así, simplemente salieron amenazando pero no me asuste porque en ese tipo de trabajo suele pasar siempre. Miré el reloj nuevamente, eran las 2:00 a.m., la gente se iba conforme se acababa el dinero como siempre pasa. Me di cuenta de que la joven y los dos sujetos se habían levantado de su lugar y ya estaban caminando muy cerca de la salida, a veces me gusta adivinar en qué carro vienen los clientes, lo sé por su manera de vestir, pensé que vendrían en una camioneta moderna, salí con el pretexto de fumarme un cigarro, mientras le daba unas caladas al cigarro en compañía del guardia llegaron dos trocas con varios sujetos, moví mi cabeza para ver la expresión de mi compañero, mi corazón palpitaba fuerte y por la expresión que vi en el rostro de él supe que también se le agitaba el corazón, volteé la cabeza hacia enfrente y pude ver lo ocurrido, descendieron tres hombres de las camionetas, uno que portaba un arma corta disparó en contra de la joven que cayó tendida al piso mientras los otros dos disparaban sus armas largas en contra de los hombres que estaban a bordo de la camioneta. La joven fue la única que no alcanzó a subir al vehículo. Llegaron las autoridades, lo normal, tarde, traté de salir del estado de shock y como no podía decidí ir a la cocina a lavar los trastes, al estar en el fregadero me di cuenta de que la muerte está en todos lados y no respeta y menos en esta ciudad donde la guerra entre el narcotráfico ha ido creciendo y han aumentado las posibilidades de perder la vida en cualquier lugar. Desde entonces mi trabajo ya no es tan horrible y aburrido como pensaba, ya no pesa lavar los trastes.

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Desborde

textos por Paula Nathalia Ramírez Maldonado Hay cuatro cosas de las que siempre tenemos más de lo que queremos: pecados, deudas, años y enemigos.

Sin vergüenza (Ejercicio de escritura tomando como base una frase de un cuento) “Te abruman y doblan desmemorias de alguna luz en tus años pasados” “Las piernas” de Edmundo Valadés De tanto hacer la misma rutina haz envejecido, ya caminas lento y se te traba la quijada, pero haces lo posible por controlarte, ya bastante tienes sin ninguna relación a causa de tu vejez y tu asqueroso olor porque ya no te aseas y no te importa tu apariencia, pero cuando ves a esas muchachas por la calle, entonces es cuando te avergüenzas de ti mismo y se te viene a la mente una novia que tuviste hace muchos años y quisieras volver a caminar con ella de la mano o con alguna de esas tres muchachas pero ellas tan jóvenes y adolescentes, no buscan una persona tan repugnante como tú, sino a algún joven guapo y apuesto y aparte de eso tu mirada les da asco, empiezan a vomitar verbalmente, te haces más achicado de lo que ya estás, entonces muy avergonzado te vas a tu casa y te sientas en un sillón, abres el cajón del armario, tomas un frasco de pastillas, te tomas varias, entonces miras chispitas, de pronto ya no distingues a tu alrededor y en menos de un momento ya todo es oscuridad y poco a poco pierdes la noción del tiempo y ahí te quedas sin vergüenza, eso es lo que eres, un sinvergüenza .

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La nota por Vanessa Luévano

U

nos días antes de estar viendo este periódico me encontraba con mi esposo en un mal estado de drogadicción, sin sentido. Mis tres hijos gritándome “tengo hambre mamá”, ¡llorando!, viendo el estado en que me encontraba que se alargaba ya a una semana. Mis pobres hijos, sin tener una buena alimentación y gritándome día con día “mamá, tengo hambre”, y a cambio de esas pocas palabras, Víctor y yo les regresábamos un golpe, un grito o una mala cara y simplemente no les poníamos atención. Éramos como unos extraños, como si no fueran nada de nosotros. Siempre estábamos a la defensiva y les podíamos haber dado de comer pero con las drogas ni nos tomábamos la molestia, simplemente nos portábamos como unos desconocidos. Pero hoy que tengo este periódico en mis manos y veo mi nombre como el de una mala madre “Adriana Galindo” y el nombre del peor padre del mundo “Víctor Gallegos” y los pobres e indefensos niños Brandon, de tres años; Diego, de seis y Daniela de siete y leer esa nota del periódico “Padres con tres hijos drogándose sin control” y no puedo creer que haya podido ser tan inhumana por haberlos tratado tan mal y dejarnos llevar de esa manera Víctor y yo. Hoy 5 de diciembre me acaban de sentenciar a un año de prisión pero sólo pienso en algún día poder estar con mis hijos y poderles decir que me perdonen por haberlos hecho sufrir tanto.

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Presentir la muerte por Saúl Pérez Rascón

É

dgar se levantó dos horas más tarde de lo normal, se sentía cansado y con sueño, esto se debe a que estuvo toda la noche moviéndose de un lado a otro, definitivamente no podía dormir, una sensación extraña recorría su cuerpo, no imaginaba un siguiente día, ya no se sentía parte de esto, tal vez presentía su muerte. Se sentó en la cama, puso los pies dentro de sus tenis y se dirigió a la cocina, su madre se encontraba preparando el desayuno. Por lo regular Édgar se levantaba, se dirigía a la cocina y veía a su madre venir, le sonreía y le preguntaba –qué vamos a comer hoy- pero esta vez fue diferente, cuando vio a su madre le dieron tantas ganas de abrazarla, poco, despacio, con pasos lentos como los de una tortuga se acercó a ella, la tomó de la mano y la abrazó tan fuerte como si tuviera años sin verla, después le dio un beso en la mejilla y con unas palabras tan bellas como el amanecer le dijo – te amo mamála madre al escuchar esas palabras tan tiernas que decía su hijo le dio un beso en la frente y le dijo que ella lo amaba a él tanto que no tenía idea. - Anda ve siéntate en la sala mientras termino de preparar el desayuno. -Está bien- respondió Édgar. Luego de sentarse en el sofá sintió una gran desesperación, no podía explicarse por qué estaba tan incómodo, miró hacia abajo para ver si las cintas de sus tenis Nike se encontraban atadas, fue entonces cuando en el piso cubierto por un gran tapete gris y con una extraña imagen de un jaguar, miró tirado el control remoto de la tele de plasma, la cual se encontraba enfrente de él, lo recogió y justo cuando sus dedos iban a presionar el botón de encendido pensó “de seguro están las noticias, todos los días es lo mismo, muertos, detenidos, el clima y los deportes, por qué no cambian o inventan algo nuevo, ya aburren”, así que decidió dejarla apagada y empezó a mirar de un lado a otro las paredes de la sala, blancas, de ellas colgaban algunas fotografías de su infancia, sus primeras fiestas, la graduación de la primaria y de la secundaria. Se encontraban también colgadas algunas pinturas, el divino rostro, La Última Cena, Édgar estiró el brazo para alcanzar una foto que

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se encontraba sobre una mesa de vidrio, ya estando en sus manos la observó detalladamente, se trataba de un retrato de su padre, aún recuerda, tres años atrás, un 12 de abril en la mañana, cuando Édgar miraba a su padre marcharse en su Jetta color rojo de cuatro puertas, esa fue la última vez que lo vio con vida. A las 3:30 de la tarde sonó el teléfono Édgar contestó, era Raúl, el amigo de su padre, le dijo que se calmara y que fuera fuerte porque le daría una mala noticia. Le explicó que cerca de la zona Centro su padre había sido acribillado dentro de su automóvil, Édgar negándose a creer colgó el teléfono y corrió hacia su cuarto, se acostó en la cama diciendo -¡Esto se trata de una equivocación, mi padre no puede estar muerto, apenas hoy en la mañana lo vi- decidió llamar a su madre, la cual estaba en el trabajo, pero no contestó su celular, estaba apagado. De tantos nervios que tenía prendió la televisión y le cambió al canal de las noticias, se quedó pálido al ver a su padre dentro de su automóvil el cual tenía varios impactos en los cristales y en el resto del auto hechos por fusiles de AK-47, conocido como “cuerno de chivo”, en la escena se encontraba también la Policía Federal. Édgar sin palabras y con un nudo en la garganta comenzó a llorar al ver a su ser querido inmovilizado para siempre, hasta la fecha no se sabe quién fue ni por qué lo hicieron. Al recordar aquella trágica y triste historia los ojos de Édgar empezaron a derramar algunas lágrimas, las cuales limpió con su camiseta Tommy de color azul. Al cabo de un rato Édgar se recargó hacia atrás en el sofá, pero antes de quedarse dormido sonó su teléfono celular, metió la mano en la bolsa de sus jeans para sacarlo, era un Blackberry negro, su madre se lo había regalado la Navidad pasada, sin ver de qué se trataba Édgar contestó: -Bueno. -Hola mi amor-, dijo una voz femenina-. Édgar reconoció la voz y supo que era Heidi, su novia. -Hola mi vida ¿y ese milagro que me llamas a estas horas?, ¿qué no deberías estar en la uni?. -Me sentía un poco mal por eso falté. -¿Qué tienes?, te oyes algo rara. -Estoy bien, pero necesito que por favor vengas a mi casa, mis padres y yo queremos hablar contigo. -¿Por qué, algo malo sucedió?- dijo Édgar un poco asustado. -Te explicaré todo cuando vengas.

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-Está bien mi amor, en un rato estaré allá. -Ok, pero no te tardes mucho, te quiero, bye. -Yo también te quiero- dijo Édgar y colgó. Édgar se quedó pensativo preguntándose por qué sonaba tan angustiada Heidi y por qué motivo sus suegros querían hablar con él, “más vale no pensar tonterías o imaginarme cosas malas”, pensó Édgar. Lo que Édgar no se imaginaba era que Heidi estaba embarazada y le daría la gran noticia de que iba a ser papá. Sin pensar más corrió hacia su cuarto y abrió su clóset, descolgó una chamarra de piel negra y se la puso, luego agarró el bote de gel que estaba encima del peinador comenzando a peinarse de una forma rara, como el viejo peinado de Elvis. Terminó de alistarse rociándose un perfume de la marca Nautica Boyager, antes de salir de su cuarto escuchó la voz de su madre que le decía: -Anda mijo ven a comer que ya está listo el desayuno. -En unos minutos voy mamá. -Bien, pero apúrate que se va a enfriar. La verdad era que Édgar había perdido el apetito pero no quería decírselo a su madre, antes de ir a la cocina para hablar con ella se dio cuenta de que le faltaba algo, era una cadena de oro con un dije de San Judas Tadeo, Édgar la quería mucho y casi siempre la traía puesta porque había sido de su padre, la buscó hasta que la encontró, estaba encima del buró, la tomó y se la puso, tal vez fue una mala idea porque llamaba mucho la atención. Cuando Édgar entró a la cocina su madre lo miró y dijo: -Por qué tan guapo mijo ¿a dónde vas?. -Tengo que ir a ver a Heidi. -Pues siéntate a comer primero, mira te preparé huevos rancheros con chile, tomate, cebolla y con unos frijoles refritos. -Gracias mamá pero la verdad es que se me quitó el apetito. -¿Pero por qué?. -Heidi me llamó, sonaba un poco extraña y además sus padres quieren hablar conmigo. -No sabes qué asunto quieren hablar contigo. -No, pero esperemos no sea nada malo. -¿Quieres que te acompañe? o por lo menos déjame llevarte, es más rápido en carro. -No mamá, gracias, creo que es mejor si camino y tomo el autobús.

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Así puedo llegar de pasada a la casa de El Cuchis, ya tengo ganas de verlo, desde hace dos semanas que nos peleamos y no he vuelto a saber nada del él (El Cuchis y Édgar habían sido amigos desde la infancia hasta hace dos semanas salieron de quiebre en un party, andaban ebrios y se dijeron de palabras). -Está bien mijo pero si necesitas algo llámame. -Lo haré mamá, más al rato nos vemos. La madre se despidió de su hijo sin saber que sería la última vez que lo vería caminando, Édgar cerró la puerta y empezó a caminar rumbo a la casa de El Cuchis, mientras caminaba trataba de concentrarse en qué forma se disculparía con su amigo, pero se le hizo difícil pensar con tanto ruido, perros ladrando, sirenas de la Policía y los compradores del fierrerro botellero, así que ignoró y siguió su destino. Cuando menos se dio cuenta ya estaba enfrente de la casa de El Cuchis, era una casa grande y blanca rodeada de un césped verde que aparentaba estar recién cortado, mientras más se acercaba para tocar la puerta se escuchaba con más claridad el tono de una canción antigua estilo “oldies” y su vestimenta era como de los cholos antiguos con su pantalón Dickies y su camisa de cuadros bien planchada, sus zapatos estilo bombitas y con un sombrero conocido como “tandito”, Édgar cerró el puño y empezó a tocar la puerta. De pronto la acción se detuvo y se empezaron a oír unos pasos que se dirigían hacia la puerta, Édgar miraba nervioso cómo se abría la puerta, hasta que vio a su amigo, se veía pálido y sin afeitarse, vestía un Dickies color caqui, una tirantera blanca y unos tenis Converse, se quedaron mirando el uno al otro, el primero en decir algo fue El Cuchis: -¿Qué quieres güey? -No mucho carnal, sólo vengo a hacer las paces contigo, hemos sido amigos desde niños y no quiero que esta amistad se pierda- dijo Édgar. -Sí, tienes razón Édgar, por qué no entras, tomamos asiento y nos tomamos unas cervezas y así platicamos más a gusto, qué te parece. -La verdad sí me gustaría pero ando un poco ocupado, tengo que ir a ver a Heidi. -¿Todavía andas con ella güey? -Sí, bien dicen que el primer amor nunca se olvida, pero si quieres te caigo más al rato. -Simón, pero le caes güey, ah, y me saludas a la Heidi. -Sí, lo haré, una última cosa mi Cuchis, rasúrate esa barba, pareces tecato.

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Se rió El Cuchis, los dos amigos se despidieron por última vez con un fuerte abrazo, Édgar se dio la vuelta y siguió su camino. Cuando finalmente llegó a la parada del autobús miró a dos tipos que se encontraban sentados al otro lado de la calle, ambos traían puestas unas chamarras negras y tenían un corte de cabello casi a rapa, sólo uno de ellos traía unos lentes negros puestos, se veían un poco extraños. Édgar los ignoró por un rato hasta que vio que el tipo de los lentes cruzó la calle dirigiéndose a él. -Oye bato, de pura casualidad no sabes en dónde queda la avenida Norzagaray- le preguntó. Édgar un poco desconfiado de ese tipo mintió y le dijo que no. Édgar se sintió un poco paralizado y débil al ver que el otro tipo ya estaba cerca de él con un arma tipo revólver de un gran cañón negro. Édgar intentó correr pero cuando lo hizo el tipo de los lentes lo tomó del cuello y le dijo: -No hagas esto más difícil de lo que ya es cabrón. -Qué quieren- Édgar dijo casi tartamudo. El tipo se le acercó y le puso el arma en la frente. Édgar empezó a temblar al sentir el largo cañón en su frente. -Túmbate con tu celular, la cartera y esa linda cadenita de oro que traes puesta. Édgar no lo pensó dos veces. -Les doy todo lo que quieran pero por favor no me hagan daño y por favor déjenme quedarme con mi cadena, es muy valiosa para mí. -No seas estúpido no creo que sea más valiosa que tu vida- dijo el tipo que lo sujetaba. Édgar pensó que ya todo estaba perdido pero justo antes de darse por vencido se escuchó el ruido de una sirena “uuiiuuu uuiiuuu”. Los dos asaltantes se asustaron al pensar que se trataba de la policía, el que traía el arma la bajó y volteó para ver si era la policía, fue cuando Édgar aprovechó y le metió un codazo, el asaltante cayó al piso inconsciente y sangrando de la nariz, el sujeto del arma se enfureció cuando se dio cuenta que el ruido de la sirena se trataba de una simple ambulancia, maldiciendo se volteó para ver qué estaba sucediendo, pero era demasiado tarde, Édgar le sujetó la mano y forcejeaba para quitarle el arma, después de forcejear unos segundos, Édgar le dio una fuerte patada en el estómago; el asaltante, quejándose de dolor soltó el arma. Édgar aprovechó y la agarró con las dos manos y le apuntó al asaltante, lo primero que se le vino a la mente fue matarlo, las manos le sudaban y a la vez le temblaban, cuando jaló el gatillo se escuchó un “clic”, el arma no estaba

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cargada, fue cuando reaccionó y supo que no quería convertirse en un criminal como ellos, mucho menos en un asesino, mientras bajaba la pistola, el asaltante, casi llorando, le suplicaba que no lo matara y que tenía una familia, finalmente Édgar bajó el arma y la aventó hasta el otro lado de la carretera, el asaltante se echó hacia atrás con un largo suspiro de alivio, pero lo que Édgar no se imaginaba era que el otro asaltante, ese que minutos antes estaba inconsciente por el codazo también tenía un arma, Édgar después de haber aventado la pistola se echó a correr, poco a poco el asaltante se fue levantando aún con la nariz sangrando, vio a su colega tirado en el piso, cuando estaba a punto de preguntarle lo que había sucedido logró ver a Édgar como a quince metros de distancia aún corriendo, sin pensar, el asaltante sacó la pistola que traía fajada en el pantalón, era distinta a la otra, una escuadra plateada, la cargó y cerró un ojo para concentrarse bien en su objetivo, el asaltante puso el dedo en el gatillo y detonó el arma, cuando Édgar escuchó el disparo su cuerpo se empezó a sentir caliente y débil, poco a poco fue perdiendo el equilibrio hasta que finalmente cayó en el pavimento, ya estando en el suelo empezó a sentir un fuerte dolor en la espalda, colocó su mano donde le dolía, se aterró al ver su mano manchada de sangre, fue cuando supo que la bala había entrado en su espalda, intentó levantarse pero fue inútil, la herida que le había causado la bala le dolía mucho, se escuchó otro disparo, Édgar se quedó inmóvil al ver cómo se hizo un pequeño hoyo en el pavimento muy cerca de su mano, después Édgar se empezó a sentir mareado por toda la sangre que estaba perdiendo y como si fuese una película, la cual se estaba recorriendo a una velocidad muy rápida, Édgar empezó a ver imágenes de su vida, cuando finalmente recuperó el conocimiento pensó “debo tratar de alejarme lo más pronto posible y pedir ayuda o de lo contrario me voy a desangrar y tal vez la próxima bala no falle”, muy dolorosamente trató de levantarse pero cuando logró ponerse de rodillas se escuchó el tercer y último disparo, el cual terminó con la vida de Édgar, la bala entró en su cráneo provocándole una muerte instantánea, el asaltante al ver cómo el cuerpo de Édgar quedó bocabajo le dijo a su colega: -Lo maté güey, vámonos antes de que llegue la poli. -Te lo mereces perro, nos hubieras matado cuando tuviste la oportunidad –se levantó diciendo el otro asaltante. –Eres un imbécil, por eso terminaste así. Después ambos se echaron a correr, el cuerpo de Édgar se quedó tirado en un charco de sangre. Tal como lo presintió, murió.

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Crónica

TRAGOS DE Ignacio Alvarado Álvarez • Periodista, ha trabajado en medios nacionales como El Universal; actualmente escribe para la revista emeequis.

AMARGO LICOR:

La paradoja que casi mata a la música norteña por Ignacio Alvarado Álvarez

Panorama del momento crítico que atravesó el género musical que sintetiza sucesos criminales en los que el desagravio y el asesinato adquieren connotación heroica y subrayan el implacable temperamento de mujeres y hombres que no se andan por las ramas

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ace unos treinta años, los hermanos Luis y *Julián Garza tocaban ante unas dos mil personas en un ejido llamado Amaro, en Doctor Arroyo, Nuevo León. Súbitamente, dos hombres desenfundaron sus armas para agarrarse a balazos. La mala puntería o la borrachera de ambos los hizo salir ilesos, pero uno de los proyectiles dejó malherido a un niño de diez años. Julián Garza quiso suspender

(*Julián Garza murió en el verano de 2013. La entrevista que sostiene el cuerpo de este texto fue realizada en febrero de 2012. El reportaje se publicó en la revista Domingo, de El Universal, en marzo de ese mismo año)

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el baile, que congregaba a casi la tercera parte de los habitantes del municipio. Sin embargo, el policía que los contrató -“un hijo de la chingada bien mamado”- los obligó a continuar. “Aquí nadie le para, ¡síganle cabrones, que ya firmaron contrato!”, les gritó. El legendario dueto de la música norteña no tuvo alternativa: tocaron hasta la madrugada con el menor desangrándose al lado del escenario, porque la madre los esperó con la esperanza de que la trasladaran junto con su hijo a cualquier ciudad próxima. “Era un ejido tan pedorro que ni doctor tenía”, recuerda Julián. Los músicos debían llegar temprano a Reynosa, donde tocarían la noche siguiente. Ninguno quiso tomar el riesgo de llevarse al niño, por miedo a que se les muriera en el trayecto. Optaron por darle dinero a la señora y salieron sin perder tiempo de aquel lugar. “Luis era muy tragón y me dijo al terminar el baile que buscáramos algo para cenar. ¡Qué chingados vamos a buscar! Vámonos antes que nos busque un cabrón de esos y nos ponga a tocar toda la semana con la pistola en la mano”. Julián Garza había compuesto para entonces algunos clásicos del corrido como Las tres tumbas, Nomás las mujeres quedan y La venganza de María, que son la síntesis de sucesos criminales en los que el desagravio y el asesinato adquieren connotación heroica y subrayan el implacable temperamento de mujeres y hombres que no se andan por las ramas. En los pueblitos del norte siempre ha corrido la sangre, sentencia Garza en Pistoleros famosos, del que Mario y Fernando Almada hicieron película. Ese ánimo violento convirtió a Luis y Julián expertos en tirarse pecho tierra para esquivar las balas y en lidiar con matones que exigían una y otra vez la misma canción. Aquella violencia era parte del espectáculo y nunca los asustó al grado de pensar en el retiro. Por el contrario, los bailes les prodigaban dinero, mujeres e historias que inspiraban el material de discos que, en su caso, sirvieron a su vez para producir cuarenta largometrajes. Pero el ciclo de esa industria iba a terminar por una contradicción impensable no sólo para el dueto, sino para el resto de los músicos


de su generación: una nueva era de violencia en la que autoridades, caciques y criminales dejaron de ser tolerantes para manifestarse como una amenaza real. El ciclo de esa industria iba a terminar por una contradicción impensable no sólo para el dueto, sino para el resto de los músicos de su generación: una nueva era de violencia en la que autoridades, caciques y criminales dejaron de ser tolerantes para manifestarse como una amenaza real.

EL VIEJO PAULINO

Luis y Julián desaparecieron como dueto en 2003. Cada uno siguió con su carrera por separado. Julián, el mayor de los dos, compositor y cantante principal, había grabado años atrás una de sus piezas más representativas, Era cabrón el viejo, la historia ficticia de un sembrador de mariguana que se bate a tiros con militares después de ser delatado por su compadre. Se le ocurrió una mañana que vio bajar del cerro a un jinete, mientras caminaba por el jardín de su casa, que construyó en las orillas de Guadalupe. El cuento tiene un par de diálogos, y en el más decisivo de ellos dice: van a saber estos batos, quién es el viejo Paulino. Sus seguidores comenzaron a llamarlo así, El viejo Paulino. Algunas de sus letras más famosas son inventadas, dice Julián. Otras son historias que le cuentan en los lugares donde ha tocado o que lee en la prensa, como el accidente que terminó con el arresto de Héctor Luis El Güero Palma Salazar. Tras ese corrido de mediados de los noventas subieron sus bonos en Jalisco, Nayarit, Sonora y Sinaloa. Es un hecho que tocó para muchos narcos de esas y otras entidades del país, pero prefiere no hablar de ello. Sólo cuenta de una tocada que pagó uno de los hermanos de Palma Salazar. “No te metas con el narco porque no sabes cómo te puede ir. Mejor agarra los temas del campo, tragedias que suceden en los pueblos, en los ranchos”, dice mientras bebe agua y se reclina en el sillón ejecutivo que tiene en un amplio privado dentro de su misma residencia, con libreros de madera empotrados, equipales para las visitas y paredes tapizadas con fotografías y afiches de sus películas en los que invariablemente hay cuernos de chivo, sujetos con sombrero o carros estallando en llamas. Son la referencia a una época en la que, explica Julián, se exaltaba la valentía de las mujeres o lo bragado de los

No te metas con el narco porque no sabes cómo te puede ir”

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hombres, no al traficante en sí. “Cuando me inicié como compositor (1971) salió el corrido de Chito Cano y yo dije: tengo qué hacer un corrido mejor que ése. Claro que nunca lo logré, pero lo intenté”. Esta noche está en pijamas y se protege del frío con una bata de lana gruesa. Por el pecho asoma un parche de gasa. Está enfermo. Lleva meses en tratamiento por un incipiente cáncer de médula que ya casi destierra tomando veneno de alacrán azul que compra en Cuba. En 2010 murió su hermano Luis, quien era diabético. A sus 78 años Julián se ve fuerte, con su 1.85 de estatura y más de cien kilos de peso. Sin embargo decidió dejar la música a un lado. En diciembre ofreció el que asegura fue su último concierto y hace dos años que no escribe una sola palabra. El amo del corrido dice que los tiempos para ello terminaron por la inseguridad. “Yo ya no manejo en tu colchón. Si no le agrada a un cabrón de esos lo que hiciste… No, ya ves cómo anda el agua. Así que ya no me meto”.

Qué pasó Sergio?, ya iba a ir a buscarte. Y él: Tengo miedo. Por teléfono me están acalambrando. A cada rato me dicen: tú sigues. Así me traen. Tengo mucho miedo

En junio de 2010 uno de sus grandes amigos, Sergio Vega, El Shaka, fue asesinado por hombres armados que lo interceptaron de noche en la carretera federal México-Nogales. Se dirigía a un concierto. Conducía su camioneta Cadillac en pijamas, en compañía de otra persona que pudo escapar perdiéndose en la oscuridad. Casi un año antes, en septiembre de 2009, Vega fue detenido por agentes federales. Lo llevaron de Monterrey a la ciudad de México en avión para interrogarlo en las oficinas centrales de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada. Las autoridades querían saber si estaba relacionado con cuatro presuntos miembros del cártel del Golfo que fueron sorprendidos por militares en un privado del Far West Rodeo, donde el cantante ofrecía un concierto. Vega adoptó el sobrenombre de Shaka por un jefe tribal Zulú que consolidó la fuerza guerrera más poderosa del África de comienzos del siglo XIX. Por alguna razón se identificó con ese líder poderoso y desa-

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La razón es simple: hay que montarse en otra ola mientras la violencia cesa y permite el regreso de los reyes del género. Algo que, para ser honestos, es poco probable

fiante. Lo cierto es que desde el arresto (del que fue liberado a las pocas horas) vivió atemorizado. Julián Garza fue testigo de la tensión que lo envolvió esa última etapa de su vida. “Un día estábamos en un evento y le mandé hablar y no vino, no llegó -cuenta. Volví a llamarlo: ¿Qué pasó Sergio?, ya iba a ir a buscarte. Y él: Tengo miedo. Por teléfono me están acalambrando. A cada rato me dicen: tú sigues. Así me traen. Tengo mucho miedo, por eso no fui”. A los 40 años que tenía al morir, Vega era uno de los cantantes de música norteña más solicitados, sobre todo en el noroeste. Había alcanzado éxito en Estados Unidos, país al que las autoridades le tenían prohibido ingresar. Por eso no se refugió allá, como han hecho muchos otros músicos de renombre envueltos en escándalos criminales, como Ramón Ayala o Lupe Tijerina, el cofundador de Los Cadetes de Linares. Ambos fueron detenidos por infantes de Marina que irrumpieron a tiros en una fiesta organizada en Tepoztlán por Édgar Valdez Villareal, La Barbie, en diciembre de 2009. La PGR sacó a relucir que tanto Ayala como Tijerina, así como otras leyendas de la música norteña, solían amenizar para narcotraficantes como Arturo Beltrán Leyva, quien se hacía llamar Jefe de jefes. Beltrán fue abatido por infantes de Marina en Cuernavaca pocos días después de la fiesta en Tepoztlán. Las autoridades buscaron abrir juicio a los músicos, acusándolos de pertenecer a la organización del capo, pero debieron dejarlos en libertad al no acreditar dicha relación. La detención, como sea, abrió la grieta que terminaría por derrumbar esa industria musical. Ramón Ayala es, junto con Los Tigres del Norte, el hombre sobre el cual se ha sostenido por décadas el negocio de la música norteña. Pero a diferencia de los hermanos Hernández, Ayala es respetado como músico y compositor. Al lado de Cornelio Reyna formó en la década de los sesenta uno de los duetos más influyentes del género, Los Relámpagos del Norte. Llevados de la mano de Servando Cano,

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entonces un aprendiz de promotor, sacaron la música del circuito de cantinas al que históricamente se le había confinado, y fueron los primeros en organizar presentaciones tumultuosas en las que también, por vez primera, se cobraba. Los Relámpagos se disolvieron al comenzar la década de los setenta. Cornelio emprendió una carrera fulgurante, que lo llevó a estelarizar películas junto con Vicente Fernández y Lorenzo de Monteclaro. Ellos eran los nuevos reyes de la música popular mexicana que impulsaba la televisión. Por su parte, Ramón Ayala formó Los Bravos del Norte y aunque más lento, terminó por consolidar una trayectoria más notable que la de su antiguo socio. Si bien al comienzo de la era de Los Bravos del Norte tocó algunos corridos de narcos, la fama le llegó por canciones sobre el desamor, como Tragos de amargo licor o Qué casualidad. Ayala es además el único norteño que ostenta un récord guiness: cincuenta estaciones de radio enlazadas en Estados Unidos para tocar su música durante setenta y dos horas ininterrumpidas. Conocido como El Rey del Acordeón, él y su grupo eran los que más fechas cubrían tanto en México como en Estados Unidos, con un promedio de cinco presentaciones semanales. Lo mismo que Luis y Julián, Los Bravos del Norte tocaban en casi cualquier ejido y pueblo. Fueron, en más de un sentido, el buque insignia en las traicioneras aguas de la escena nacional.

Esta nueva generación de delincuentes no perdona

En diciembre de 2010, un año después de obtener su libertad, Ramón Ayala fue abordado por periodistas que lo buscaron en Hidalgo, Texas, la ciudad fronteriza con Reynosa, donde reside desde hace años. Les dijo que no pensaba en el retiro, si bien sus conciertos en México no volverían a realizarse. A cambio se encerraría en los estudios para grabar diez discos de un jalón, con la idea fija de dejar un legado musical mucho más amplio del que ya tiene. “Como pionero de la música norteña tengo bien definido que no me puedo retirar ni me retiraré de la música. Ni siquiera tengo permitido morirme arriba del escenario, porque si lo hiciera, el público me pediría que siga cantando. Tampoco puedo hacerlo porque junto a mí trabaja mucha gente de la que dependen unas 30 familias. Por eso es que he reflexionado en la necesidad de grabar esos álbumes a partir de enero, para que cuando ya no haya voz tengamos materiales y así a partir del 2011 sacar un disco por año”, declaró. Ayala puede darse el lujo de no tocar en el país, igual que un selecto número de conjuntos musicales. Esa ausencia, sin embargo, dejó a la deriva a todas las otras agrupaciones.

“La música norteña se encuentra en un gran bache. Seguirá como referente cultural, desde luego, pero ahorita está en una grave crisis porque no hay un líder”, dice sobre ello el promotor musical Roberto Morales. En su pequeña oficina de Remex Music, en el centro de San

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Nicolás de los Garza, Morales tiene sobre el escritorio un póster promocional de El Pelón del Microphone, uno de los máximos representantes de la música tribal, una corriente urbana que fusiona techno, norteño y algo de cumbia. Este año lanzaron Cumbia tribalera, el sencillo en el que se involucraron dos de las agrupaciones importantes de esa firma, Violento y Banda la Trakalosa. Morales sabe que la tribal es moda pasajera, pero debió involucrar en ella a Violento, la única apuesta sólida de norteño que producen. La razón es simple: hay que montarse en otra ola mientras la violencia cesa y permite el regreso de los reyes del género. Algo que, para ser honestos, es poco probable. “La violencia llegó a transformar todo en este sentido: más que nada estas gentes son las que hacen ahora los eventos y a veces te contratan y te dicen: Esto es lo que toca. Y hablo de bailes públicos. Entonces, aquí con nosotros y todos los representantes que hay, lo que hacemos es a veces no presentar al grupo o no hacer el evento”.

Es una lástima lo que se afectó con tanta inseguridad, pero en verdad creo que la música norteña va a resurgir porque es parte de nuestra identidad, de nuestra cultura”

Por “estas gentes”, Morales se refiere a los criminales, a los narcos y homicidas emergentes. Lo que básicamente pasó estos últimos años, es que los empresarios tradicionales en estados como Michoacán, Chihuahua, Durango, Tamaulipas o Guerrero, fueron desplazados por grupos delictivos. Eso es lo que hay detrás de homicidios como el de Valentín Elizalde, ocurrido en noviembre de 2006 en Reynosa. El hombre se negó a tocar en un concierto privado en Matamoros, y semanas más tarde aceptó contratarse como figura principal en el Palenque en la ciudad vecina. Si la negativa hubiera ocurrido con un empresario tradicional otra hubiera sido la suerte. Pero no fue así. Esta nueva generación de delincuentes no perdona. Es lo que dicen los promotores de Monterrey o San Nicolás. Entonces, agrega Morales, “por eso han bajado los conciertos y los bailes”. El grupo más importante al que Remex Music promueve es Pesado, considerado el último gran representante de música norteña que opera

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en la actualidad. Pesado tocará la noche siguiente en una fiesta privada en Reynosa. Su representante, Víctor Pérez, dice que la presentación es tan privada que no puede invitarse a nadie que no sea del conjunto. “Las cosas están que arden”, resume. Si Pesado quiere realizar un baile público en cualquier ciudad o pueblo de Tamaulipas, “estas gentes” exigen un pago de hasta cien mil pesos, explica Morales. Lo que ello provocó es que desde 2009 se han cancelado treinta por ciento de las presentaciones de los músicos que promueve o representa su casa editora. “También Michoacán está parado. Los que suelen tocar son grupos locales y si alguna agrupación va y se presenta, llega hasta Morelia, nada más. Y aún así la gente que está metida en esto, son quienes hacen los eventos. Ya no son los empresarios de antes. Ya ellos se metieron ahí y ellos son los que hacen las cosas”.

Miguel solía contar que tocó una semana contratado por El Chapo, y también que cuando se estaba divorciando tocó por dos millones de pesos en una fiesta privada en Acapulco”

A unas cuadras de distancia, en el mismo centro de San Nicolás, la música proveniente de la parte trasera de una casa rompe la quietud del vecindario. Es el local de Promociones Artísticas Brisa Musical, y el conjunto que ensaya se llama Relampaguitos, en honor a Los Relámpagos del Norte, de Cornelio y Ramón. El vocalista tiene la misma tesitura que Cornelio y el acordeón suena igual al de Ramón. Para cualquiera que no sea conocedor, pasarían como los originales. Los cuatro miembros del grupo, dice César Herrera, el presidente de Brisa Musical, son la promesa, la banda con la que pretenden el resurgimiento de la industria. “Se ocupa renovar, porque creo que hay gente nueva que indiscutiblemente está captando lo que va saliendo; entonces puedes seguir con tu música norteña pero renovada, no que sea tan vieja, como la que en otros tiempos funcionaba para la cerveza, para la cantina”. Puede que tenga razón, pero los muchachos no han dejado el circuito de bodas y quince años. Es posible que la suerte les cambie cuando aparezca su primer disco y porque Herrera, aunque joven, es un connotado manejador

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de estrellas como Alicia Villarreal, El Poder del Norte y Celso Piña. Aunque no todo es cuestión de malas o buenas copias de las leyendas musicales, o habilidad para vender como nuevo lo que no es. El problema principal radica en que los pilares de la industria están colapsando sin que alguien los supla, y en ese gran derrumbe pesa como nunca el crimen y la violencia. El miedo es la razón por la que muy pocos se aventuran en giras y los músicos nuevos no pueden, por lo tanto, hacerse de trayectoria. Se trabaja lo que se puede para sobrevivir porque, como dice Morales, de Remex Music, cualquier contrato entraña grandes riesgos. “Uno pone las fechas, las giras, pero detrás de eso no sabes si la gente es buena o es mala”, detalla César Herrera. “Entonces el artista va también con el pensamiento de si estando allí no pasará algo. Y esto afecta mucho, tanto a los artistas como a los empresarios”. Los músicos no siempre se sintieron amenazados. Hasta cierto punto puede decirse que era todo lo contrario, se sentían protegidos por los narcos. El escritor Guillermo Berrones rememora una anécdota que solía contarle Miguel Luna Franco, director musical del dueto El Palomo y El Gorrión, intérpretes de clásicos como Ingratos ojos míos y el Pávino návido. “El Gorrión había perdido un ojo desde niño, y alguna ocasión me contó que El Mayo Zambada, de quien era compadre, le ofreció pagarle una operación. Pero él nunca aceptó”. En 1997 Luna Franco fue candidato a diputado por el PAN, pero la fama no le alcanzó para ganarla. Murió en agosto de 2010. Berrones, un erudito de la música norteña y compilador de las doscientas composiciones que comprende El Viejo Paulino, poética popular de Julián Garza, habla de la relación que siempre han tenido agrupaciones como Ramón Ayala, Los Tigres del Norte, Los Cadetes de Linares, El Palomo y El Gorrión y el mismo Julián Garza con los personajes que a través de los años las autoridades señalan como capos. “Miguel solía contar que tocó una semana contratado por El Chapo, y también que cuando se estaba divorciando tocó por dos millones de pesos en una fiesta privada en Acapulco. Eso no es ningún secreto”, dice el escritor. Todo ello se derrumbó en este sexenio, cuando esa vieja estructura criminal fue demoliéndose y dio paso a nuevas entidades criminales. Y el arresto de Ramón Ayala y Lupe Tijerina fue la señal de que ese mundo se había transformado. El Pilos Bar está a reventar la noche de este miércoles. Es el día para que los aficionados a la música norteña suban al estrado a tocar o cantar. Aficionado, sin embargo, no es lo más correcto para llamar a los atrevidos, así sean hombres de corbata o jóvenes de tenis y camisetas guangas de basquetbolista. La mayoría son virtuosos

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Y cuando no hay mucho talento sino imitadores, y con toda esta violencia… Pues así no: esto como que ya se acabó por un buen rato”

del acordeón y el tololoche, o cantantes excepcionales que entonan con maestría canciones de Los Alegres de Terán o Los Gorriones de Topochico. El Pilos es el último santuario para todos ellos que existe en el norte. Opera en el centro de Guadalupe desde 1955. En la década de los setenta solían presentarse Carlos y José por 900 pesos, Luis y Julián o Lalo Mora por 700. Lupillo Rivera lo eligió en 2007 para grabar el video del cover que hizo a Borracho y dos años más tarde, en medio del derrumbe, Pesado rentó el bar para grabar allí Desde la Cantina, el disco doble que congregó a monstruos sagrados como Eliseo Robles y Lorenzo de Monteclaro con quienes recreó clásicos norteños. Es el último bombazo de ventas que registra la industria. “Es una lástima lo que se afectó con tanta inseguridad, pero en verdad creo que la música norteña va a resurgir porque es parte de nuestra identidad, de nuestra cultura”, dice Pilo Elizondo, el propietario del bar. Él mismo suele tocar piezas con su acordeón. Fue pupilo de Ramón Ayala, con quien aparece en una de muchas fotografías y mantas que cuelgan de las paredes del local. Elizondo evoca grandezas de sus ídolos, cuyas composiciones llegó a escuchar con orquesta en hoteles cinco estrellas de la capital mexicana, como Lámpara sin luz, de Pedro Yerena. Cuatro décadas atrás, el área metropolitana de Monterrey, igual que Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros o Torreón estaba llena de lugares como el Pilos Bar y cientos de músicos se aventuraban en ellas con la misma intensidad de los roqueros ingleses en los pubs. “El punto es que ya no hay rockstars norteños”, dice Julián Garza. “Y cuando no hay mucho talento sino imitadores, y con toda esta violencia… Pues así no: esto como que ya se acabó por un buen rato”.

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Trazos de dos hombres

de ninguna parte texto por Marco Antonio López fotos por David Peinado

E

s domingo, es mediodía y la temperatura indica que estamos a un grado centígrado. La avenida López Mateos de esta ciudad fronteriza luce desierta y en este espacio el adjetivo toma tintes paradójicos, ciertamente estamos en medio del desierto pero también ciertamente en la ciudad, el desierto entonces se vuelve escenario gris, la arena pavimento y el calor frío. Desierto porque por aquí no pasa nadie, precisamente adjetivo, que si se usara como sustantivo otra sería la suerte de dos personas que están aquí.

También la culpa los ata a

El cielo está cerrado, la gente así usa la frase, pero la las calles, porque si hicieron verdad es que el cielo nunca algo que consideran malo, se cierra, más bien se adorna, hoy hace frío y el cielo se se castigan, se imponen tapa con su cobija acolchada una penitencia que se sacia de nubes, todavía no se levanta. El frío es espeso y se con cada paso, con cada va cortando conforme uno trago de mezcal, con cada camina y se abre paso. Los colores se aprecian mejor en noche de frío estos días, no como cuando el sol les cae encima y los desparrama y los refleja y los ilumina, hoy la escala de colores es un gran contraste, amarillo, morado, rojo, gris, blanco. El “Cerro de la Estrella” en El Paso, Texas, se ve desde aquí y aunque esconde su punta entre las nubes lo demás, lo que sí se ve, está entre el café y el blanco, tierra y nieve, línea que se estrella en dos tangentes, abajo y arriba, principio y fin. El cerro en medio, está atorado.

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A un costado de la avenida López Mateos, unos 150 metros antes de llegar al Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez o a la “X”, una estructura gigante de metal que representa la “x” de la pabra México -el sentimiento de una escritura indígena extinta, cargado en una palabra- hay un rectángulo de paredes grises, sólo paredes. No hay techo pero hay ventanas, sólo que no hay vidrios, no hay nada en esos hoyos. Se puede apreciar la decoración: un sillón de tres plazas mojado, que de ser blanco pasó a ser amarillo y ahora casi café; un escusado rústico, tres ladrillos a la derecha, tres a la izquierda, arriba una tapadera normal como la de cualquier baño; enseguida un montón de papeles quemados, quemándose todavía, también una madera con cuatro clavos y alrededor dos hombres calentándose las manos. Desde afuera les pregunto si me dejan estar con ellos y calentar mis manos. “Pásale, siéntate”, contesta el que más tarde me dirá que se llama Ángel. “Ándale Quique acércale una silla”, y Quique que parece tener la cabeza pesada como queriéndosele caer al suelo, la levanta, no sin mucho esfuerzo y la mueve para observar a su alrededor, yo, temeroso de que me quiera acercar su baño, me siento en el piso, “así está bien, muchas gracias, no se preocupen”. Sobre la madera que se quema está un sartén con algo que preten-

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de ser comida pegada a los lados. En noviembre de 2013 albergues como el Soto y Gama, en la colonia Francisco I. Madero, se llenaron de indigentes a los que había que dar refugio para evitar que murieran de frío en las calles. “Está cabrón el pinche frío, ¿tú crees que vaya a nevar?”, me pregunta Ángel y yo no sé qué decirle, sólo alzo los hombros. A Ángel lo sigue el humo de la fogata, busca su barba y ahí se confunde. “Es muy temprano como para que ya empiece a nevar, ¿no?”, y abre su sonrisa amplia y sincera, irreverente, despreocupada, desdentada, sucia, alegre: “Ya ni pedo”. Y empieza a contar su historia. “Esta casa es de este wey, yo vivo allá por la ‘X’, ¿verdad?” y empuja levemente a su compañero para que conteste. “Quique” se despabila un poco, da un sorbo a su botella de mezcal y contesta “sí, sí, este güey vive allá, este es mi cantón, ahí de a poquito lo he ido arreglando, pero ya me quedó chingón”, las palabras se le arrastran de la boca, se traban, se atoran, vierte un poco de mezcal al sartén, remoja lo que, me dice, es repollo y le raspa con un tenedor. Metal contra metal y sobre el tenedor un poco de comida, se la lleva a la boca. Para que una persona termine en la calle se mezclan varios factores pero la base, el que nunca falta, es la familia desintegrada,


comentó Víctor Ortiz, terapeuta especializado en trastornos cerebrales y ex presidente de la Alianza Nacional por la Salud Mental en Estados Unidos (NAMI, por sus siglas en inglés). Ni Ángel ni “Quique” han mencionado a sus padres, Ángel habla de una esposa y una hija que hace 11 años no ve. “¿Y aquí duermes?”, le pregunto a “Quique”, y me cuenta que sí y que cuando nieva o llueve sólo se tapa “un chingo” y así “la aguanta”. Pero las palabras de “Quique” van trastabillando hasta dar con el silencio, la verdad es que no puede hablar. Pero Ángel está de buen ánimo, él quiere platicar y dice “sí está bien cabrón yo también en las noches nomás me hago bolita enredado en una cobija gruesota que tengo y me tapo todo, nada más asomo la puntita de la naA veces en sus oraciones se riz para respirar, pero luego siento mezclan dos idiomas, el inglés cómo se me va helando y me vale, mejor la meto”, y hace como si esy el español, este hombre que tuviera en medio de la cobija, “para se quedó en medio de dos la trompa” y respira, para que quede claro cómo tiene que hacer, aunque países también se quedó en su público sólo sea de dos y uno no esté, del todo, presente, Ángel es el medio de dos lenguas, actor principal y ésta, toda su obra.

huérfano de tierra y de cultura me dice: “Do you understand what I mean?”

Pero esta noche Ángel no se entumió, ni se tuvo que enredar en su cobija, ni esconder su nariz. “Pinches chotas me llevaron, nomás porque andaba caminando con una botellita como ésas –y señala la que está enseguida de ‘Quique’-, me dijeron que me iban a hacer un paro porque iba a helar… cuál pinche paro, yo prefiero allá, donde vivo. Me acaban de soltar en la mañana, como a las 7:00”. A pesar de que el año pasado, según Efrén Matamoros, subdirector de Protección Civil, murieron 10 personas expuestas a la intemperie debido a causas como el frío, por hipotermia, sobredosis y vejez, estos dos hombres se rehúsan a ir por su propio pie a un albergue. Las temperaturas de esta ciudad de clima extremo en invierno alcanzan un mínimo de -12 grados centígrados.

Ángel nació en Michoacán, creció en la Ciudad de México, se

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fue de “mojado” a los Estados Unidos, lo deportaron y terminó aquí, sentado frente a una fogata de periódicos quemados y un palo con cuatro clavos, calentándose las manos, sólo tiene eso, sus manos, su cuerpo, su ropa sucia y una botella de mezcal, desposeído, irremediablemente. Ángel es sólo un número más, otro deportado que se quedó en este desierto que recibe a miles cada año, muchos que ya no se van porque tienen la esperanza de cruzar otra vez, Ángel dice que volverá a los Estados Unidos cuando Obama apruebe una reforma migratoria y aunque lo que dice no tiene sentido, lo dice como quien no cree sus palabras, ligero comentario que pasa casi desapercibido. Víctor Ortiz mencionó también que las personas de la calle, en su mayoría, tienen un trastorno cerebral que puede ser de origen genético o por sometimiento a demasiado estrés y presión, un golpe en la cabeza, una impresión muy fuerte, entre otras causas. noche el hombre

En la de los dos idiomas se acostará en lo que en su caso constituye el monumento al sarcasmo, esa “X” que representa el sentimiento de identidad nacional, Monumento a la Mexicanidad, se llama

Trabajando en Washington Ángel perdió una parte del dedo anular al tratar de destrabar una máquina para cortar pavimento, no lo deportaron por eso, no quiso ir con el médico por el temor a ser desterrado. A Ángel lo deportaron por golpear a su mujer, eso lo llevó a prisión y después a esta frontera.

Aquí, en esta casa con trazos de miseria, están dos hombres de los 3 mil que Ortiz estima andan errantes por las calles de esta ciudad, sólo dos hombres fríos que se castigan a sí mismos y se niegan a recibir ayuda, porque, dice Víctor Ortiz, también la culpa los ata a las calles, porque si hicieron algo que consideran malo, se castigan, se imponen una penitencia que se sacia con cada paso, con cada trago de mezcal, con cada noche de frío. Ángel habla fluido, a veces en sus oraciones se mezclan dos idiomas, el inglés y el español, este hombre que se quedó en medio de dos países también se quedó en medio de dos lenguas, huérfano de tierra y de cultura me dice: “Do you understand what I mean?”, y no, la verdad es que no lo entiendo, su vida es una serie de acontecimientos catastróficos que no son fáciles de entender. Me levanto, me despido, y me voy pensando que quisiera entenderlo. Él se quedará para hacer lo mismo que hace todos los días,

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va a aguantar todo el frío de un crudo invierno con unos papeles de periódico quemados, quemándose todavía, un palo con cuatro clavos y una botella de mezcal. En la noche el hombre de los dos idiomas se acostará en lo que en su caso constituye el monumento al sarcasmo, esa “X” que representa el sentimiento de identidad nacional, Monumento a la Mexicanidad, se llama.

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Escena de la pelĂ­cula My Left Foot


Ensayo

Discapacidad: desde la bestialidad a la humanidad

por Éric Urízar Rodas

Éric Urízar Rodas • Pensionado e investigador de carácter sociológico.

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omo afirma Morin (1972:. 21) El cinematógrafo aumenta doblemente la impresión de la realidad; por un lado restituyendo a los seres y cosas y su movimiento natural y por otro proyectándolos, en el caso de la discapacidad en las películas vistas: Mi pie izquierdo, El hombre elefante y Temple Grandin, las cuales son películas basadas en historias reales. El tema de la discapacidad, reflejada en las películas mencionadas, va desde la bestialidad, incluso desde la monstruosidad hasta la humanización y que expresada de particular manera dramática por el hombre elefante: “Yo no soy un monstruo, no soy un animal, soy un ser humano”.

La normalidad no es más que una cifra, es un promedio y todo el entorno social, cultural, está construido según esta normalidad

El tema de la discapacidad humana tiene como referencia el paradigma dominante: el médico disfuncional desde la minusvalía hasta la diversidad funcional pasando por la discapacidad. Teniendo como centro al individuo frente a un entorno en el cual él es disfuncional, entorno en el que prevalece un paradigma de belleza y normalidad corporal de corte capitalista; pero hay otras percepciones o interpretaciones donde se concibe que es el entorno social, más que la condición individual o fisiológica la causante de la discapacidad, disfuncionalidad y que ello genera la exclusión, a continuación reseñaré brevemente algunos conceptos en este orden:

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Desde las visiones animistas de la discapacidad (la discapacidad era un castigo divino o la persona con discapacidad estaba endemoniada) hasta la actual perspectiva que se vive en los países de nuestro entorno de considerarla dentro de los conceptos de salud, han pasado años y un duro devenir con continuas reconducciones hacia lo que debería ser una visión «neutra» o, mejor aún, «positiva» de los conceptos utilizados en el campo de la discapacidad (Egea, 2004; 1 y 3). Las películas reflejan esta ¿evolución? o desarrollo de los conceptos por ejemplo en el hombre-elefante, como también en otra película la mujer macaco, son considerados como fenómenos de la naturaleza, cuya única finalidad es de estudiarlos, en el mejor de los casos o exhibirlos, para ¿entretenimiento? O la otra forma de explotación, la disfrazada de ciencia, Incluso después de su muerte, caso mujer macaco. Ello frente a la contundente frase de Temple Grandin, que resume su vida y la de Christy Brown (Mi pie izquierdo): “Todos trabajaban para superarme, yo me sabía diferente, pero no inferior”. El sentido socialmente “legítimo” de la discapacidad proviene de la ciencia médica: una discapacidad es el resultado de determinada constitución fisiológica (poseída originariamente o adquirida por “accidente”) que se presupone “anormal” respecto de una condición asumida como normativa. Se presupone, porque así lo ha estipulado la ciencia médica, que el organismo humano debe cumplir ciertos estándares en su constitución y en su funcionamiento que lo califican como “normal”: estar más o menos gordo o más o menos flaco, dentro de ciertos límites es normal; ser más o menos alto o más o menos bajo, dentro de ciertos límites es normal; ser más o menos inteligente, dentro de ciertos límites, es normal; y así sucesivamente. Es normal porque médicamente ha sido así definido. La ciencia médica ha generado ciertos parámetros cuantitativos de validez presuntamente universal para catalogar a los cuerpos humanos como sanos (ajustados a la norma) o enfermos (desviados de ella); desde esos parámetros, cuerpo de una persona con discapacidad es catalogado sistemáticamente como desviado, no ajustado a la norma, enfermo (De la minusvalía a la diversidad funcional:. 48).

En 20 años el hombre vivirá vivirá en Marte y en 200 po solar y poner rumbo a las e gustaría ir a los supermerca

Las oportunidades para el desarrollo social y educativo de las personas con discapacidad, se hallan estrechamente relacionadas con su entorno. La accesibilidad a los inmuebles, las formas y costos de transportación, la disposición de servicios y atención especializada, así como

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Escena de la película The Elephant Man.

la posibilidad de contar con personal capacitado para la atención de las personas con diversos tipos de discapacidad, son factores decisivos en la integración social de las personas con discapacidad. El nivel de escolaridad que alcanza la población con discapacidad se encuentra relacionado con las posibilidades de tener acceso a las instituciones, que de acuerdo con la discapacidad de que se trate puedan ofrecer educación básica; bajo esta consideración, el comportamiento de los niveles de escolaridad entre las personas con discapacidad motriz fue el siguiente: 30.3% no tuvo instrucción formal, 29.4% alcanzó estudios incompletos (INEGI, 2004, pp 88 y 90).

á en la Luna, en 40 odríamos dejar el sistema estrellas, mientras tanto nos ados, a los restaurantes

Puesto que la experiencia de la discapacidad es única para cada individuo, no sólo porque la manifestación concreta de la enfermedad, desorden o lesión es única, sino porque esa condición de salud estará influida por una compleja combinación de factores (desde las diferencias personales de experiencias, antecedentes y bases emociona-

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les, construcciones psicológicas e intelectuales, hasta el contexto físico, social y cultural en el que la persona vive), ello da pie para sugerir la imposibilidad de crear un lenguaje transcultural común para las tres dimensiones de la discapacidad. Y ello también porque no sólo las experiencias individuales de discapacidad son únicas, sino porque las percepciones y actitudes hacia la discapacidad son muy relativas, ya que están sujetas a interpretaciones culturales que dependen de valores, contexto, lugar y tiempo sociohistórico, así como de la perspectiva del estatus social del observador. La discapacidad y su construcción social varían de una sociedad a otra y de una a otra época, y van evolucionando con el tiempo… el principio del universalismo implica que los seres humanos tienen de hecho o en potencia alguna limitación en su funcionamiento corporal, personal o social asociado a una condición de salud. De hecho, hay un continuo de niveles y grados de funcionalidad. La Personas con discapacidad, en todas sus dimensiones, es siempre relativa a las expectativas colocadas discapacidad sobre el funcionamiento de las personas (qué motriz (al 2004): se espera o no que hagan). Una clara consecuencia del universalismo es que, subyaciendo a la diversidad de manifestaciones de la discapacidad, tiene que haber un conjunto de no tuvo estados funcionales que son susceptibles de instrucción formal identificar científicamente. Este grupo conjunto, subyacente, es el que trata de mostrar la OMS en estas clasificaciones. Términos en positivo: (Egea, 2004; 1 y 3).

•30.3% •29.4%

alcanzó estudios incompletos

La vivencia de la discapacidad por parte de una persona y como su entorno social y cultural son las que de manera estructural Fuente: INEGI las que provocan la segregación y exclusión, pero también son estas condiciones sociales, las que modificándose contribuyen a su inclusión, ya que hay niveles y grados de funcionalidad, situación que compartimos todos los seres humanos. La normalidad no es más que una cifra, es un promedio y todo el entorno social, cultural, está construido según esta normalidad, por ello las personas que tenemos una funcionalidad diversa a causa de algún padecimiento, ya sea congénito o adquirido, somos discapacitados a ese entorno, lo mismo le sucedería a cualquier persona que habite, conviva o interactúe en un entorno no diseñado según sus capacidades, ciertamente diversas y múltiples. Esto se refleja claramente en Mi pie izquierdo y en Temple Grandin, ya que Christy Brown, quien padece de parálisis cerebral, considerado por muchos como un idiota, es su entorno familiar y su mentora, quienes le animan a realizar sus funciones

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de manera distinta, creando las condiciones para que ello sea posible, esto queda claramente manifiesto y reconocido en la inauguración de sus pinturas. Lo mismo sucede con Temple, son su tía, su mamá y el maestro del internado rural, quienes propician que Temple desarrolle de manera diversa todas sus capacidades, convirtiéndose en una experta en el diseño de corrales y comportamiento animal, docente en una universidad a pesar de su autismo. Concluyendo puedo decir que al hablar de la discapacidad humana prevalece el paradigma médico-fisiológico que genera exclusión, oprobio y en muchos casos vergüenza, el lenguaje cinematográfico expresado en las películas mencionadas nos dan cuenta de la existencia de otros paradigmas que permiten vivir nuestra condición humana, diversa en sí de otra manera. Parafraseando a Stephen Hawking (físico, anclado en una silla de ruedas): En 20 años el hombre vivirá en la Luna, en 40 vivirá en Marte y en REFERENCIAS: • Egea García, Carlos y Alicia Sarabia Sánchez. Cla200 podríamos dejar el sistema solar y sificaciones de la OMS sobre discapacidad. 2004. http://usuarios.discapnet.es/disweb2000/art/ poner rumbo a las estrellas, mientras ClasificacionesOMSDiscapacidad.pdf tanto nos gustaría ir a los supermerca• INEGI. Las personas con discapacidad en México: dos, a los restaurantes. una visión censal, México 2004. • Ferreira, Miguel A. V. De la minusvalía a la diversidad funcional: un nuevo marco teórico-metodológico, en Política y Sociedad, 2010, Vol. 47 Num I. Universidad Complutense de Madrid. • Morin, Edgar. El Cine o el hombre imaginario, Paidos, Barcelona 1972 PELÍCULAS: TÍTULO ORIGINAL: Temple Grandin (2010) GÉNERO: Drama ESTRENO: 6 de febrero de 2010 DURACIÓN: 103 minutos DIRECTOR: Mick Jackson GUION: Cristofer Monger PRODUCTORA: HBO Films/ Ruby Films PAÍS: EUA

TÍTULO ORIGINAL: The Elephant Man TÍTULO: El hombre elefante DIRECTOR: David Lynch ESTRENO EN EUA: 10 de octubre de 1980 PRODUCTORA: Paramount Pictures

Escena de la película Temple Grandin

TÍTULO ORIGINAL: My Left Foot AÑO: 1989 DURACIÓN: 119 min DIRECTOR: Jim Sheridan GUION: Jim Sheridan y Shane Connaughton (Autobiografía: Christy Brown) MÚSICA: Elmer Bernstein FOTOGRAFÍA: Jack Conroy REPARTO: Daniel Day-Lewis, Brenda Fricker, Ray McAnally, Fiona Shaw, Ruth McCabe, Alison Whelan, Cyril Cusack, Adrian Dunbar, Hugh O´Connor PRODUCTORA: Granada Film SINOPSIS Y CRÍTICA 1989: 2 Oscar: mejor actor (Daniel Day-Lewis), mejor actriz secundaria (Brenda Fricker). 5 Nominaciones (película, director, guión adaptado) / Biográfica. Drama. Enfermedad

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Disquisiciones de la voluntad

por Édgar Gutiérrez Peña

La voluntad es el sentido al que se dirige el voluntario; es el plan y la campaña que condicionan los modos de actuar en el proceso

Édgar Gutiérrez Peña • Escritor (filósofo y poeta).

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n el contexto en el que vivimos es considerado que en un conflicto entre individuos, la razón no funciona por sí misma, sino que se debe a una cierta voluntad de las partes. La voluntad es el sentido al que se dirige el voluntario; es el plan y la campaña que condicionan los modos de actuar en el proceso. Esta voluntad puede dividirse en dos partes: en un sentido individual (o sectario), y uno colectivo (o plural). El primero, como su nombre lo dice, se refiere a un modo de actuar donde se encamina hacia metas que beneficien al actor, o a un sector particular. El segundo, del lado opuesto, trabaja por un beneficio más amplio que, en el mejor de los casos, gira hacia la totalidad de los seres que coexisten. Este beneficio al que aquí se refiere, puede ser de cualquier forma, y requiere un estudio más detallado para cada caso. Sin embargo, como se puede comprobar, el simple hecho de querer hacer algo no es causa suficiente para que esto se lleve a cabo. Por ejemplo, mucha gente desea la paz mundial, pero por el simple hecho de querer que así no necesariamente se lleva el acto mismo. Para ello, es necesario que las condiciones que generan la posibilidad de este acto, cualquiera que éstas sean, se presenten. Se puede esperar que esto suceda de manera azarosa, por la gracia divina, o incluso de la suerte, por medio de la cual lo que uno desea se cumple sin la necesidad de intervención alguna por su parte. Pero también

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está el pensamiento que te lleva a la causalidad de las partes, o sea las causas que hacen que llegues a tales consecuencias. Si bien una forma azarosa puede llegar a generar estas condiciones, son indeterminadas, y por ello el sentido se encuentra distraído en la obscuridad. Sin embargo, si podemos generar las condiciones que permitan la realización de tal voluntad, las posibilidades de su realización se vuelven superiores a las de la espera de una casualidad. Esta creación de condiciones se refiere más bien a un acto. El acto que conlleve a la formación de condiciones que contenga la realización de una voluntad. Esta concatenación de causantes que genera el individuo que busca crear condiciones hacia su voluntad, pertenece a una ilación del raciocinio, o sea a un razonamiento. El razonamiento, si lo entendemos como un método para llevar a cabo tal o cual cosa, se debe a una formación del pensamiento. Mas el pensamiento no se encuentra aislado en medio de la nada, sino que se halla dentro de otras condiciones que también son decisivas en el camino hacia nuestro destino. El cuerpo al cual pertenece tal o cual pensamiento, está sometido a sus necesidades fisiológicas, las cuales dependen de un ambiente que puede o no propiciar las posibilidades para que el cuerpo se halle en condiciones favorables para llevar a cabo cualquier objetivo. Estas condiciones, es evidente que no sólo dependen de nosotros, sino se interconectan al encontrarnos ligados con otros que buscan tener también las mejores condiciones posibles para poder llevar a cabo sus diferentes objetivos. De esto que el ambiente en el que nos desenvolvemos busca desarrollarse de acuerdo a diversos objetivos que nos condicionan a unos y otros. La pluralidad de sentidos que esto ocasiona, si bien se debe a muchos factores que no trataremos aquí por la extensión que esto requiere, sí podemos categorizarlo, como antes lo señalábamos, por medio de una división entre quienes buscan un beneficio personal o elitista, y quienes están en buscan de un beneficio más plural. El problema surge, precisamente, cuando la intención de los sectores individualistas choca con el sentido del otro sector distinto, pero que también mantiene su propio sentido individualista. Esto ocasiona que uno de los dos predomine sobre el otro, y las partes que antes buscaban un beneficio, ahora buscan el maléfico del otro. Otro

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problema, también sucede cuando por un lado está una parte individualista y otra colectivista, donde si bien uno ve por ambos, el otro ve por sí mismo. Esto se traduce a que el que ve por sí mismo se aprovecha del que ve por ambos, lo que desemboca en que el colectivista se transforme en individualista antes que el individualista se aproveche del todo y éste quede sin más. La diferencia entre ellos estriba entre lo individual y lo colectivo, donde ambos pueden estar en un individuo, pero sólo lo colectivo puede encontrarse en un grupo de individuos que persigan el mismo fin. Lo individual discrepa con otros individuales; en cambio lo colectivo, que está compuesto por individuales unidos (por una organización), contiene el peso mayoritario para llevar a cabo en mayor proporción hacia su objetivo. Si partimos de nuestro contexto, podemos decir que actualmente hay una individualización de la sociedad, la cual está referida hacia el dinero, y a las cosas toscas, y no hacia la humanidad en sí. En el momento en que uno se interesa en el otro se corre el riesgo de que el otro se aproveche de uno por su sentido individual. Por lo que si uno tiene el sentido colectivo, es reducido por los otros a un sentido individual, pues el colectivo al cual se interesa está ocupado en la individualidad de los particulares. Esto se debe a que en el sistema que permea (el capitalista), la competencia de mercado es la forma básica de la subsistencia, en la cual, la individualidad es la forma reinante, ya que la cooperación para una labor organizativa está dictada por una relación individualista, tanto por el trabajador como por el patrón, que si bien se unen para un proyecto, el proyecto no es el fin de ambos, sino los beneficios individuales a los que ambos están marginados, como es el salario o las ganancias de mercado, para uno u otro, pero donde ni uno ni otro se interesan en el otro, sino en sí mismos. Una cooperación colectiva, en cambio, es aquella que sus fines están colectivizados. Aquí la aportación individual está referida a la aportación común para un beneficio común. Pongamos por ejemplo el cuerpo humano, los órganos de los cuales se compone funcionan en comunión con las demás partes del cuerpo: un pulmón no funciona oxigenándose únicamente a sí mismo, sino que oxigena la sangre para que el corazón la disperse por el cuerpo y ayude a las demás

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partes a su buen funcionamiento; de la misma manera, el estómago recibe los alimentos para que diferentes órganos como el hígado, intestinos, etc., metabolicen los nutrientes y contribuyan con el bien de todo el cuerpo, lo que asegura al órgano que si el cuerpo está bien, éste por ende también lo estará. Pero si acaso una parte del organismo no funciona para con lo demás, el cuerpo cae enfermo y en el peor de los casos -si la parte mala no se cura, o no cubre su deficiencia- el cuerpo perece. En una organización esto funciona de manera similar: los individuos que se encuentran en ella, buscan el beneficio de la organización, el cual implica tanto el beneficio del colectivo, como de los individuos que lo componen. La voluntad se encuentra en la congregación de voluntades que persiguen un mismo fin. Esto se logra a pesar de que los diferentes individuos realicen diferentes actividades, debido a que todos ellos están relacionados entre sí. Éstos van en pro de la comunidad y no en contra de ella, o sea el trabajo común lleva la suma de los mismos que, a diferencia del trabajo capitalista o mercantil, el interés de los actores sí se haya en el producto total de los trabajos colectivos, donde el resultado beneficia tales actores que hicieron posible tal o cual fin. Para este fin, se puede apelar al azar, que simplemente se reúne en la espera de una consecuencia fructuosa por el buen deseo que así suceda, o al razonamiento que indica que tales son las mejores formas de llevar a cabo un fin, que en última instancia es la voluntad. Y si la voluntad puede ser, entonces, la racionalización de la colectividad, entonces, en una organización, lo mejor es organizar la razón hacia lo colectivo.

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Fotografía

APERTURA Redacción Albedrío

L

uis Antonio Guillén Muñoz, originario de Ciudad Juárez, Chihuahua, nació el 24 de julio de 1984. Actualmente reside en la Ciudad de México, en donde pasa su tiempo entre motos y la fotografía, sus composiciones se basan en la nostalgia de paisajes, así como en la busqueda del erotismo y los retratos que pasan desapercibidos en un agitado y cotidiano mundo. Las fotografias fueron tomadas tanto en Ciudad Juárez, como en otros estados a lo largo de la frontera. Su trabajo lo pueden encontrar en www.flickr.com/photos/freakynautico/ o en su página de tumblr: silvioiturbideworld.tumblr

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