Revista Lúdica 13a edición

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Sobre Lúdica

Sobre Lúdica Lúdica surge como un espacio para el intercambio de ideas y conocimientos psicoanalíticos estimulando propuestas novedo­ sas que jueguen con las clásicas fundamentales del psicoanálisis. Reconociendo los alcances de los diversos enfoques psicoanalíticos, se abre este espacio para complementar las diversas perspectivas que componen este campo, brindando mayor riqueza al quehacer clínico al estimular nuevas inquietudes y nuevos senderos en la práctica clínica. En estas páginas fundamos un lugar de respeto y diálogo para las distintas teorías psicoanalíticas con el objetivo de inaugurar un nuevo espacio psíquico convergente para quien acuda a su lectura. EDICIÓN Si deseas obtener más información, envía tus comentarios o sugerencias a info@revistaludica.com o ingresa a www.revistaludica.com

Marie Andreé Kestler

Revista Lúdica

PORTADA Diseño

Rafael Aycinena

RevistaLudica

Imágen

IMÁGENES

L ÚD I C A

Lúdica, enero 2015, pg. 1

DISEÑO

Liza M. Zachrisson

Marie Andreé Kestler

Laura Cvitanic Joe Laut Brandon Shigeta

AUTORES

Paulina Espinoza Dilsia María Sosa Daniel Ripesi Rodrigo Robles Blaessinger Andrea Vargas

Además puedes seguirnos en:

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Claudia Castro Claudia Melville Liza M. Zachrisson

EXPRESIONES

Mary Clanahan Creative Commons

Contacto: Revista Lúdica 6a av. 6-63 zona 1 0, Edificio Sixtino 1 , oficina 301 Guatemala, Guatemala


Índice

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Sobre Lúdica Escritos

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La psicosis infantil: mi experiencia ante una subjetividad peculiar

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Al borde. Un breve acercamiento teórico a la organización fronteriza de la personalidad

Paulina Espinoza

Dilsia María Sosa

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Gastón Bachelard , el entusiasmo de aquellos “primeros” lacanianos y la “falla del analista” Daniel Ripesi

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Psicoanálisis en la Ciudad Rodrigo Robles Blaessinger

Expresiones

Transicionalidad Marie Andreé Kestler

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Conceptos Falla

En cartelera 43

Thirteen: la crisis puberal en el marco de la clínica psicoanalítica Andrea Vargas

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En el taller Sobre autores

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Escritos

La psicosis infantil: mi experiencia ante una subjetividad peculiar

Paulina Espinoza

La clínica de niños es un espacio en donde se trabaja el sufrimiento psíquico infantil a través de un código muy peculiar. Es a través de lo figural y el proceso originario que se da el trabajo en el cuarto de juego; requiriendo así, la capacidad del terapeuta para utilizar estos códigos en el encuentro con un niño. Como diría Marisa Rodulfo en el texto "Tesis sobre el jugar", “trabajar psicoanalíticamente con niños requiere la capacidad de poder leer juegos… Para poder intervenir y producir algo nuevo con el niño, se debe poder leer aquello que juega o que no juega”.

A continuación se presenta la reseña de los textos “Tesis sobre el jugar” y “Desde la Salud hasta lo psicopatológico I, II y II” de Marisa Punta Rodulfo. Para acompañar los textos se presenta el caso clínico de Rosa, una niña de 9 años quien llega a la Clínica Víktor Frankl con el siguiente motivo de consulta referido por l os padres: “Hemos experimentado problemas emocionales con Rosa, berrinches y llantos muy fuertes y espontáneos con episodios de descontrol. En el colegio nos indican que hay problemas para integrarse al grupo, pero ante nosotros ella es extrovertida con personas extrañas”. Desde el momento en que escucho el motivo de consulta y la primera vez que veo a Rosa, comienzan muchas preguntas. Rosa es una niña peculiar, y mi sensación es de mucha preocupación, ya que estoy ante una subjetividad que no entiendo y que no conecta conmigo. En la supervisión, me encuentro con los textos de Marisa Rodulfo que me acompañan en el proceso 3 L ÚD I C A Lúdica, enero 2015, pg. 3

de poder entender a la persona que tengo enfrente, y así poder comenzar una formulación diagnóstica y un tratamiento que se explicará a lo largo de este artículo. TESIS SOBRE EL JUGAR El juego es indicador de patología, y por esto jugamos en la clínica. Marisa Rodulfo describe dos reglas con respecto al jugar: “Cuanto más simple, menos hay”, haciendo referencia a la estereotipia o la compulsión, propio de un proceso más patológico. La segunda regla refiere que “el jugar siempre produce una diferencia”; en palabras de Winnicott, “crear lo dado”. El juego es trasformación, es ese espacio entre un Otro, donde el niño inscribe su cuerpo y articula su psiquismo a partir de la relación con los demás. Ante lo explicado por Marisa, comienzo a formular el caso de Rosa. La menor se presenta a sesión con un juego estereotipado, en donde se limita a


Escritos nombrar los elementos de una casa de juguete. Denota poca capacidad de experienciar la vivencia de satisfacción, pues su juego carece de elementos lúdicos y la manera de moverse en el espacio es mecanizada, sin espontaneidad. Parece que Rosa no ha podido integrar una subjetividad que le otorgue maneras propias de ser; sino que se presenta en la clínica como una niña muy peculiar e incluso parece “robotizada”. DESDE LA SALUD HACIA LO PATOLÓGICO I Citando a Ricardo Rodulfo, Marisa menciona el término “series suplementarias”, modelo utilizado para explicar la subjetividad del individuo, que siempre va a estar abierta al acontecimiento. El suplemento introduce lo novedoso, el acontecimiento que no queda reducido a desencadenar lo previamente establecido (a complementar); sino que produce un nuevo encadenamiento. Existen tres series en el desarrollo de la subjetividad: 1) Lo constitucional: se consideran dos dimensiones; lo sustancial (encarnadura del cuerpo: genético, congénito, perinatal) y el espacio de lo sutil (lo mítico y transgeneracional). “El mito familiar se inclina sobre la cuna del niño, como hadas y las brujas en los cuantos para recibir al niño, con su prehistoria, que producirá luego encadenamiento múltiples de subjetividad, en lo que va a ser la historia de esa subjetividad”. ­ Marisa Rodulfo Citando a Piera Aulagnier, Marisa expone que el entretejido mítico inicia con la

fantasía del “cuerpo imaginado del bebé”. En el momento en que el niño adviene al mundo, se debe articular la dimensión imaginada del niño, con el niño real. Esto va a ser muy difícil y distinto para aquellos padres y para el bebé cuando entra al mundo padeciendo un trastorno del desarrollo. En el momento en que la madre de Rosa queda embarazada, los padres están separados. Por lo tanto, este bebé imaginado viene como “una salvadora” de la familia que se estaba desintegrando y ahora se ha vuelto a unir por ella. Esta bebé salvadora del imaginario de los padres, no se puede articular con la bebé real, que adviene al mundo con mucho sufrimiento y con poca capacidad de vincular. En la historia de Rosa, ella tiene mucho sufrimiento pues viene al mundo con falta de oxigenación. Los padres refieren que grita mucho, sienten que ella los rechaza y por lo tanto no la pueden sostener, no pueden vincular y la dejan sola; relatan en la entrevista que al nacer la ponían en la cuna para que viera televisión mientras que ellos descansaban. Esto es muy importante, pues los padres después de nueve años, no han podido conocer a este bebé real que nunca se articuló con el bebé imaginario. Los padres permanecen sin ver las dificultades de su hija. Describiendo como “extroversión” conductas atípicas en Rosa; por ejemplo, acercarse a extraños de manera intrusiva y sin reconocimiento del otro como alteridad (sin diferenciación de adentro/fuera, familiar/extraño). 2) Experiencias sexuales infantiles: Según Winnicott, mencionado por la autora, la L ÚD I C A

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Escritos experiencia de la vivencia de satisfacción se constituye en un “entre” presencia/no presencia. El objeto no­presente, en ese espacio “entre” la madre y el hijo, se va a recrear (el niño re­crea el pecho) y así se comienzan a formar las primeras recreaciones pictogramáticas. Ahora, ¿qué sucede cuando el bebé en lugar de recrear el objeto, ante la ausencia (no la no­presencia) de la madre reemplaza el objeto no­presente? Este reemplazo, según P. Aulagnier citada por Marisa, constituirá un pictograma de rechazo. Sólo en el trabajo psicoanalítico se puede hacer la operación de transformar el trabajo de lo negativo en trabajo positivo, un pictograma de rechazo en un pictograma de fusión. Marisa expone que el psicoanálisis es un tejido secuencial que se va tejiendo con el paciente. Otro aspecto importante que se desprende del experienciar es el descubrimiento del otro en tanto alteridad. Rosa no es capaz de

recrear los objetos (en este momento las figuras parentales) para internalizarlos y formar un self cohesivo. Estos objetos están “ausentes” (no “no­ presentes”) y entonces Rosa los debe reemplazar. Este reemplazo deja en Rosa agujeros en el tejido de su subjetividad, agujeros que abruman con una angustia impensable y que se van a ir llenando patológicamente como una defensa ante esta angustia. Es a través de la gráfica que comienzo a comunicarme con Rosa, no con un lenguaje verbal, sino a través de lo figural. Su modo de funcionar psicótico, hace que Rosa deba dibujar el sonido, el olor, el movimiento, la perspectiva y los pensamientos. En sus dibujos, Rosa no es capaz de establecer “la presencia de la ausencia”, ya que la ausencia (y no la no­ presencia) la angustia de sobremanera. Rosa no puede pensar en el objeto (recrear, representarlo e internalizarlo), y por lo tanto lo debe poner en lo concreto, lo debe alucinar

o debe crear un delirio que lo sostenga pues sino se le desaparece. 3) El factor encadenante: Según Marisa, la transferencia es el lugar de encuentro que puede ser el primero en donde el niño sea vista como una alteridad. Para ella, un buen clínico deberá tener la sensibilidad para conectarse con un paciente, para entonar con él. El trabajo psicoanalítico consiste entonces, en construir un acontecimiento que permita una reorganización de la subjetividad. El trabajo con Rosa comienza a ser de encadenamiento y ligadura, a través de formar un vínculo con esta niña que no puede vincular. Un trabajo difícil pero que se logró gracias l deseo de querer entenderla a través del dibujo. Una intervención clave para hacer esto fue introducirle color a sus cómics (su delirio). Al pintar sus dibujos, los entendí y le expresé mi alegría de entenderla. El color fue el

"Sólo en el trabajo psicoanalítico se puede hacer la operación de transformar el trabajo de lo negativo en trabajo positivo, un pictograma de rechazo en un pictograma de fusión.” 5

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Escritos

código que encontramos para poder comenzar a formar un espacio entre subjetividades. DESDE LA SALUD HACIA LO PATOLÓGICO II Marisa Rodulfo expone la importancia de las figuras y objetos autistas de sensación en el funcionamiento de la patología infantil (y adulta también). Frances Tustin explica que este objeto, en su dureza (caparazón) organiza al niño y le da la sensación de estar vivo. Los niños y adultos con patologías autistas y con adicciones se agarran del objeto en lugar de recurrir al otro; que tiene como función una barrera entre el otro y ellos, entre ellos y sus

propios afectos. Siguiendo con el caso clínico, pude observar que Rosa llena los agujeros en el tejido de su subjetividad utilizando varias figuras/objetos que parecieran ser objetos autistas de sensación. El dibujo de Rosa, en especial “Rose” la protagonista de sus historias, la contiene. Este dibujo es como una “huella corporal” para Rosa, en donde la sensación que le provoca dibujarla, pensarla y elaborar sobre ella tranquiliza y disminuye la ansiedad de desborde que siente Rosa. Regresando al caso de Rosa, puedo observar que su lenguaje esta constituido

de forma negativa, de forma inestable y dispersa. En ella se ha creado un pictograma de rechazo, en el cual no hay una inscripción pictogramática de la zona oral. Por esta razón no se le entiende y no es capaz de utilizar el lenguaje para lo que sirve: comunicar; razón por la cual tuvo un retraso en la adquisición del mismo y aparece como incomprensible. De pequeña, los padres comentan que hubo muy poca lactancia, “pues Rosa no aceptaba la leche, ella no la toleraba y vomitaba”. En términos de sensación, Marisa relata que “el niño afectado por una psicosis infantil, se siente como una especia de arena, como un L ÚD I C A

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Escritos plato roto; se confunde de las maneras más bizarras, sus palabras pueden carecer de todo sentido para el observador”.

esto, Marisa señala la riqueza ideativa del delirio es lo que permite el trabajo psicoanalítico.

En el momento en que están construyendo su yo narcisístico, esta construcción se fractura y ya no pueden regresar a armar una coraza. Algunas veces parece que estos niños tienen alucinaciones. Piera Aulagnier propone el “pensamiento delirante primario”, cuando el niño ya cuenta con recursos psíquicos para ello. Este consiste en la interpretación que le da el Yo acerca de lo que es causa de los orígenes.

Según la autora, tenemos que hacer un diagnóstico psicoanalítico, un diagnóstico de la diferencia, de la singularidad. Es muy importante tomar en cuenta las áreas preservadas y los recursos que estos niños puedan tener. Marisa señala que el terapeuta se debe comprometer, armando un equipo interdisciplinario con padres, maestros y otros profesionales. La cura debe ser metiéndose en el delirio.

En la psicosis infantil, Marisa explica que se rompe todo tipo de unión con la realidad. Se trata de una escisión, la fractura del Yo es una fractura con la realidad que se caracteriza por el rechazo o el repudio hacia ésta.

Desde esta actitud psicoanalista, como menciona Ricardo Rodulfo citado por Marisa Rodulfo, se logró lo siguiente con Rosa: Al trabajar sobre el delirio, se dio lugar a la elaboración psíquica de Rosa de una manera menos angustiante. Se trató de dialectizar el delirio a través del dibujo, coloreándolo y poniendo elementos de la terapeuta y de la realidad en él (la terapeuta fallaba al pintar no como estaba establecido, al ponerle palabras y texto a lo que sus dibujos querían expresar). Al terminar la historia de Rose (su delirio) se encuadernó en forma de cómic. Luego, escribí a mano la historia que correspondía a cada parte del dibujo del cómic y en sesión fuimos revisándolo y pegando en la parte inferior de la hoja con los dibujos la parte escrita (la unión e integración del mundo interno de Rosa con lo externo – la realidad). Con esta intervención, se logró a través de lo figural que Rosa fuera permeabilizando la barrera que hace con la realidad. A partir de esta intervención, se cerró el cómic y se comenzó otro. Este nuevo cómic, si bien es una extensión de su delirio, trae consigo elemento más dialectizados.

La Historia de Rose, elaborada por Rosa, cumple la función de un delirio. Piera Aulagnier habla del “pensamiento delirante primario”, como la “interpretación que le da el Yo acerca de lo que es causa de sus orígenes”; y justamente es esto lo que Rosa logra hacer en sus comics, siendo ella (en forma de Rose), la protagonista del delirio. La utilización de un peluche (con características de dureza que llama “Ternurita”) también cumple con la función de un objeto autista de sensación, creando una barrera entre ella y yo, entre ella y sus afectos.

DESDE LA SALUD HACIA LO PATOLÓGICO III Marisa relata en el texto que es difícil trasmitir la sensación contratrasferencial de estar junto a un niño que no puede constituir un “como si”, que se pierde en el delirio y en donde la realidad desaparece. A pesar de 7

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Escritos REFERENECIAS BIBLIOGRÁFICAS Rodulfo, M. (n.d.). Desde la salud hacia lo psicopatológico I. In Bocetos de Psicopatología. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Recuperado de: http://www.psi.uba.ar/academica/carreras degrado/psicologia/sitios_catedras/el ectivas/102_infanto_juvenil/material/salud_hacia_lo _psicopatologico.pdf Rodulfo, M. (n.d.). Desde la salud hacia lo psicopatológico II. In Bocetos de Psicopatología. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Recuperado de: http://www.psi.uba.ar/academica/carreras degrado/psicologia/sitios_catedras/el ectivas/102_infanto_juvenil/material/salud_hacia_lo _psicopatologico2.pdf Rodulfo, M. (n.d.). Desde la salud hacia lo psicopatológico III. In Bocetos de Psicopatología. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Recuperado de: http://www.psi.uba.ar/academica/carreras degrado/psicologia/sitios_catedras/el ectivas/102_infanto_juvenil/material/salud_hacia_lo _psicopatologico3.pdf Rodulfo, M. (n.d.). Tesis sobre el jugar. In Borradores de la clínica. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Recueprado de: http://www.psi.uba.ar/academica/carreras degrado/psicologia/sitios_catedras/el ectivas/043_ninos_adolescentes/material/borradore s_clinica/tesis_sobre_jugar. pdf

"Al trabajar sobre el delirio, se dio lugar a la elaboración psíquica de Rosa de una manera menos angustiante. Se trató de dialectizar el delirio a través del dibujo, coloreándolo y poniendo elementos de la terapeuta y de la realidad en él”

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Escritos

Al borde. Un breve acercamiento teórico a la organización fronteriza de la personalidad “La capacidad para estar solo se basa en una paradoja: estar a solas cuando una persona se halla presente”. – D.W. Winnicott

Dilsia María Sosa

Trastorno límite de personalidad, organizaciones limítrofes, trastornos del límite, funcionamiento borderline y estados o estructuras limítrofes, son algunos de los nombres que se le adjudican a una de las patologías más vistas en el siglo veintiuno. Pero, ¿qué es realmente el funcionamiento fronterizo? ¿Ante qué nos estamos enfrentando cuando se presenta un sujeto con estas características a la clínica? Este artículo tiene como objetivo describir, a grandes rasgos, los posibles antecedentes, la sintomatología, los mecanismos, y cuestiones transferenciales y contratransferenciales de pacientes con este tipo de caracterología. Del mismo modo, enumerar algunas estrategias técnicas para poder facilitar el tratamiento de los mismos.

Es interesante ver que el tipo de patología observado y habían intentado describir lo que se observa hoy en día en clínica difiere que sucedía con estos sujetos. Sin embargo, enormemente de las clásicas pacientes no fue hasta después cuando las escuelas histéricas de la época victoriana. Nos americana e inglesa empezaron a enfrentamos ante un cuadro interesarse y lograron acuñar lo que hoy se completamente distinto y su teorización conoce como organizaciones fronterizas de remonta más o menos a los años 1930 (Lerner personalidad. y Sternbach, 2007). Se cree que los llamados estados limítrofes existían desde la época de No cabe duda que los nuevos “malestares Freud, pero no se contaba con los recursos de la cultura” y los cambios sociales tienen teóricos necesarios para poder abordar a influencia en este tipo de padecimiento. La este tipo de personas. Algunos autores como caída de la represión, el ablandamiento de Deutsch, Fairbain y Zilboorg ya habían la ley y la instauración de sentimientos de 9

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Escritos vacío, desesperanza y apatía han tenido enormes consecuencias en los psiquismos y en las conductas. Nos encontramos ante el predominio de vínculos vanos que generan heridas narcisistas y una especie de insensibilidad y anestesia emocional. Por ende, los sentimientos de solidaridad y los ideales culturales han perdido importancia. Estamos inmersos en una colectividad que continuamente transgrede los valores éticos, destruyendo así la intimidad y la subjetividad. Todo esto favorece a una pobreza de recursos psíquicos, a una confusión perceptiva y sentimental y a una falta de orden en donde todo es permitido y nada es sentido. Además del contexto en el que nos encontramos hoy en día, Fonagy (1999) propone que hay cierta vulnerabilidad biológica que puede fomentar la aparición de este cuadro. Esta supuesta vulnerabilidad provoca situaciones de conflicto interpersonal además de limitar las capacidades, tales como el potencial de mentalización del infante. Sin embargo, lo que es indudable, es que que la dinámica familiar en la que se encuentran inmersos estos bebés es determinante para la estructuración de este particular funcionamiento. El clima en el hogar suele ser caótico, inestable y las conductas de los adultos a cargo, impredecibles. Existen luchas, intrigas, adicciones, maltrato, abuso e incluso llegar al extremo de intentos de suicidio de aquellos que supuestamente tienen el rol de amparo. Por lo tanto, los niños están inmersos en un ambiente angustiante y suelen caer en funciones de cuidado de quien no puede cuidar de ellos. Esto conlleva a que no cuenten con un sostén adecuado y vivan experiencias de abandono traumático.

El apego está completamente distorsionado, confuso y esto se deriva en experiencias de trauma no resueltas además de una disminución o fraccionamiento de la capacidad reflexiva. La proximidad mental se hace insoportablemente dolorosa y la necesidad de cercanía se expresa a nivel físico (Fonagy, 1999). La experiencia permanece entonces sin nombrar porque, entre tanto caos, la representación no corresponde con la experiencia del infante, formando así un yo totalmente desorganizado. El exceso de agresión (sobre todo de carácter oral) y frustración también contribuyen en las deficiencias del desarrollo de las funciones yóicas incluyendo poder experimentar en un futuro preocupación y culpa para con el objeto. Todo esto sucede en etapas muy tempranas de la vida. Algunos autores proponen que hay un fallo en la integración de las representaciones buenas y malas del sí mismo y del objeto, unificación que se da entre los quince y dieciocho meses. Margaret Mahler lo conceptualiza como “crisis de reaproximación”. Se produce una dificultad entre la tendencia a explorar, el ir hacia adelante (incluso físicamente a través del gateo) y la necesidad de controlar la presencia de la madre (un ir hacia atrás). El niño se encuentra ambivalente y angustiado ante la separación que prácticamente es vivida como un abandono; con lo cual, hay un regreso controlador a la madre (Lerner y Sternbach, 2007). El infante reconoce el odio, la violencia o la angustia de sus progenitores quedando entonces desinvestidos sus objetos de identificación y referencia. Se considera a sí mismo como carente de valor o no querible y busca desesperadamente algo que lo delimite, ya que la frontera entre el yo y el L ÚD I C A

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Escritos "los niños están inmersos en un ambiente angustiante y suelen caer en funciones de cuidado de quien no puede cuidar de ellos. Esto conlleva a que no cuenten con un sostén adecuado y vivan experiencias de abandono traumático. ” contexto no está del todo clara. Con frecuencia los padres están inhabilitados para imponer límites y objetivos, ya que probablemente ellos mismos tienen una organización limítrofe y fueron víctimas de convulsiones familiares y del cambio social. Nos encontramos entonces ante fallos y heridas a nivel de narcisismo primario, en cómo se ha investido el yo y en una relación de yo – objeto completamente atrofiada. Estos conflictos pregenitales, sobre todo de carácter oral, devienen en una excesiva agresividad y frustración de las tempranas necesidades instintivas. Esto es probablemente la causa principal de la falta de diferenciación entre sí mismo y los objetos. No hay una integración de las características de ambas, lo cual conlleva a una inseguridad y vulnerabilidad yóica, así como a cierta borradura de las fronteras del yo. No obstante, el yo está mejor integrado que en aquellos que sufren de psicosis, en donde hay un total aglutinamiento con el otro. ¿Qué presentan estos pacientes cuando vienen a clínica? En función a lo que acontece con la falta de estructuración yóica, a esa fragilidad y debilidad del yo, los pacientes fronterizos pueden manifestar sintomatología que es vista tanto en sujetos neuróticos como en aquellos que se encuentran anegados en el mundo de la psicosis. He aquí la dificultad y delicadeza del diagnóstico. Es un amplio continuum en 11

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donde la gravedad de la patología cobra un lugar importante para ir esclareciendo si el sujeto tiene síntomas, funcionamiento y defensas más del lado de la neurosis o se encuentran menos armados y tienden más a presentar mecanismos arcaicos como los presentes en sujetos psicóticos. En un principio, pueden superficialmente padecer típicos síntomas que aparecen en cuadros neuróticos. Con el tiempo, el terapeuta se va dando cuenta que detrás de estos aparentes síntomas se esconden características de otro tipo. Se irá viendo que hay una falta de respuesta psíquica que les impide contar con un espacio subjetivo de separación y distancia. Carecen de un mundo interno organizado, lo cual resultará en una dificultad para acoger afectivamente a los demás. El propio manejo emocional y el lazo con los demás son desastrosos, ya que no tienen la capacidad de empatizar y vinculan a niveles superficiales con el fin de protegerse. Su adaptabilidad se ve afectada ya que no logran identificarse; con lo cual, se mueven a través del mimetismo y la falsedad, encubriendo así esa vestidura vacía. Reproducen el momento de vulnerabilidad y desvalimiento que presentan los infantes cuando dependen completamente del otro para poder sobrevivir. Según Pereña (2011) los sujetos que se presentan con este estado de


Escritos “a – estructura” sufren de un tremendo desvalimiento, tienen un fondo depresivo que subraya la dificultad para tramitar e inscribir la ausencia y la pérdida, lo cual resulta en una dependencia anaclítica que no soporta la separación. No hay una distancia libidinal para dar lugar al deseo ni a una consciencia de realidad separada del otro. Por lo tanto, se genera una sensación de fusión entre sí mismo y el objeto. Esta pobreza de representación y caos interno paraliza al sujeto en cuanto lo único que percibe como existente es el vacío y la soledad que provoca la ausencia, anulando por completo el movimiento. Todo esto tendrá efectos en el tratamiento ya que se abre una posibilidad para la pérdida, la cual es vivida como muerte. Este terror ante la soledad, genera ansiedad que suele ser difusa, crónica y flotante así como típica de este cuadro clínico. La intolerancia ante la misma, se refleja en que experimentan niveles de angustia mucho mayores al de pacientes con otro tipo de organización de personalidad y la reacción ante la carga adicional de

la ansiedad también difiere. A raíz del desbordamiento de la angustia, se forman nuevos síntomas, actitudes aloplásticas o regresiones del yo (Clarkin, Yeomans y Kernberg, 1999). Del mismo modo, presentan un exceso de agresividad que puede derivar de la intensidad de las pulsiones violentas y las graves frustraciones tempranas que se dirigen tanto a sí mismo como a los otros. Otro de los rasgos característicos es una labilidad yóica y emocional muy marcada, a consecuencia del grado de indiferenciación entre las imágenes de sí mismo y de los objetos, que desvanecen los límites del yo. Manifiestan un sentimiento de irrealidad en cuanto a su vida como si fueran meros espectadores. Únicamente existe una versión de la realidad e intentan engullir al otro en la misma, ya que no pueden imaginar una construcción diferente a la que ellos experimentan como real. Helen Deutsch lo planteó como un “como si” y otros autores como “falso self”, pero todo remite a ese sentimiento de ficción o extrañeza que se origina en un sentimiento de vacío y

desamparo que se vive repitiendo a raíz de un acontecimiento actual que reactiva esa angustia primaria. Repiten en lugar de construir, dándoles este carácter inerte, mímico y rígido. Kernberg (1982) lo describe como síndrome de dispersión de la identidad, en donde hay una falta de integración de sí mismo y del objeto total en relación con el sujeto. La incapacidad de fantasear y tener consciencia de los propios intentos resulta en la proyección de los mismos en el exterior. Se arma un interior desde el exterior y esto puede parecer alucinatorio y confuso. Esto va ligado con el hecho que estos pacientes tienen tendencia para la regresión al uso del proceso primario cuando las defensas se desestabilizan. Esto es uno de los indicadores más importantes presente en este tipo de organización. Hay una constante reaparición de la indefensión y del pánico fomentando los procesos alucinatorios debido a la dificultad o incapacidad del desplazamiento. No obstante, se diferencia de la psicosis en tanto no es constante y únicamente aparecen como respuesta L ÚD I C A

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Escritos a una situación contextual que el yo vive como traumática y no tramitable a través del proceso secundario, la simbolización y la palabra (Pereña, 2011). Aunque presentan alteraciones en la percepción del vínculo y las vivencias en el medio, conservan su prueba de realidad. A propósito de los síntomas de carácter más neurótico, se pueden encontrar manifestaciones tales como las fobias múltiples (las cuales llegan a limitar notablemente al sujeto), síntomas obsesivos compulsivos, tendencias paranoides, de conversión, hipocondríacas y reacciones disociativas. En cuanto a la conducta sexual, manifiestan tendencias perverso – polimorfas, elementos sádico masoquistas, promiscuidad y exhibicionismo (sin llegar a ser estructuralmente perversos). Por otro lado, hay pacientes fronterizos con una inhibición marcada en la sexualidad o, por el contrario, una “seudohipersexualidad”. Mc Dougall describe que lo que el sujeto busca son objetos que le otorguen elementos primarios como sostén, reflejo, apego, calma, etc. a través de objetos sexuales debido al enorme sentimiento de

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vacío que genera la ausencia de representaciones secundarias (Lerner y Sternbach, 2007). La búsqueda no es tanto a nivel de sexualidad y goce, sino a un nivel más perceptivo y concreto de un “estar allí”. A consecuencia del entorpecimiento del proceso secundario, los canales de sublimación tanto de la agresividad como de la sexualidad quedan trastornados. Hay una incapacidad para el placer y una marcada ausencia de creatividad afectando así su potencial y logros. Sin embargo, en entornos más estimulantes, estos factores suelen quedar disimulados a diferencia de personas que estuvieron sumergidas en ambientes carenciados, y por ende, con menos recursos para metabolizar. La dependencia anaclítica hace que estas personas busquen desesperadamente objetos porque necesitan algo preciso que los delimite, que cree la frontera entre el yo y el contexto. Hay un enorme sentimiento de vacío que genera la ausencia de representaciones secundarias. El grado de

"All hope is lost" Creative Commons


Escritos necesidad de la presencia (a nivel perceptivo) del otro, impide que exista una relación “real” y esté destinada al abandono. Los vínculos suelen basarse en la manipulación, el manejo y el dominio, más que en el amor y la subjetividad. Esta necesidad de control aparece como defensa, con el fin de impedir la aparición de temores persecutorios arcaicos. En los casos más delicados, la ideación suicida suele estar presente ante el horror del abandono físico. En palabras de Fonagy (1999) “el suicidio representa la destrucción fantaseada del otro “ajeno” dentro del self”. Por lo tanto, los intentos de suicidio evitan la posibilidad del abandono y son un intento desesperado y manipulativo de restablecer el vínculo. El poco control de impulsos es otro rasgo característico de la organización limítrofe. Tienden a actuar aquello que no pueden concientizar ni representar a nivel simbólico. Por lo tanto, presentan conductas autodestructivas e influencian al otro a través de la acción en lugar de utilizar la palabra. Hablan a través del “comer nada” o “comer todo”, la automutilación, las adicciones, las compulsiones y como máxima, el suicidio. No actúan para algo sino contra algo, convirtiendo la acción en una necesidad de comunicación. La impulsividad manifestada en estos actos son egosintónicos; no hay un contacto afectivo y existe una negación secundaria que defiende la irrupción. La carencia de control de impulsos es la respuesta refleja ante un incremento de la angustia y el intento patológico de aminorar tensiones intrapsíquicas. Los mecanismos de defensa que utilizan estos pacientes suelen ser muy primitivos. Se protegen a través de la escisión (más

que la represión), la identificación proyectiva, la negación y la idealización. Del mismo modo, aparece la omnipotencia o grandiosidad de sí mismo que actúa de manera violenta y vengativa reproduciendo sobre el otro su propio sufrimiento. Se identifica con el objeto idealizado para protegerse del peligroso. Como consecuencia lo desvaloriza cuando ya no funge como objeto de satisfacción o protección para así equilibrar su narcisismo quebrantado. La idea de límite conduce a la de escisión, principal mecanismo defensivo presente en el funcionamiento límite. Es la causa fundamental de la labilidad yóica y se presenta especialmente en psiquismos que cuentan con un yo frágil. Lo utilizan, ya que no hay una integración adecuada de sí mismo ni del otro. La representación queda parcialmente instaurada en tanto objeto idealizado u objeto persecutorio; el uno o el otro. No hay objeto total que permita la ambivalencia y la contradicción e integre bueno y malo en uno sólo. Existe únicamente objeto bueno ideal u objeto malo persecutorio. Se crea un círculo vicioso generado por la proyección de la agresión y la reintroyección de imágenes de sí mismo y de los objetos derivados de la agresión proyectada, la cual intensifica y fija patológicamente los procesos de escisión (Clarkin, Yeomans y Kernberg, 1999). El concepto kleiniano de identificación proyectiva se refiere a cuando, en la fantasía, el sujeto introduce su propia persona (total o parcialmente), en el interior del objeto para dañarlo y dominarlo. No existe esa distancia subjetiva tan necesaria, generándose entonces confusión entre sí mismo y el otro. A raíz de esta pobre diferenciación, se proyectan las L ÚD I C A

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Escritos idealizaciones, emociones, temores persecutorios y sobre todo de la agresividad. El sujeto se ve marcado por pérdidas concretas y el terror a la omnipotencia del objeto arcaico; por ende, todo esto es depositado violentamente en el otro forjando así la necesidad de controlarlo. La negación es definida como la expresión negativa de un deseo o pensamiento, o el negar la existencia de aquello que se vive como desagradable (Pereña, 2011). El paciente límite está consciente que, en algunas ocasiones, sus percepciones, pensamientos y sentimientos acerca de sí mismo y los demás son completamente opuestos a los que experimentó en algún otro momento. No obstante, carece de efectos a nivel afectivo incapacitándolo a ligar emocionalmente ambos estados. No puede soportar la ambivalencia, ya que esta queda borrada por la negación de la subjetividad del otro. Logra reconocer intelectualmente lo negado, pero no logra integrarlo a su experiencia afectiva. Kernberg (1982) define la idealización primitiva como 15

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la “tendencia a ver a los objetos externos como totalmente buenos para poder contar con su protección contra los objetos “malos”, y asegurarse que no sean contaminados, dañados o destruidos por la agresión propia o proyectada en otros objetos”. En ese sentido, queda totalmente excluida la agresión, la culpa o preocupación por el otro. No hay un verdadero cariño por el objeto ideal, sino una necesidad de protección contra un mundo de objetos peligrosos y su constante dominio para alcanzar ese fin. Esta idealización puede caer con la misma rapidez con la que se armó y tornarse inmediatamente en el contrario. Es evidente que el diagnóstico de estos cuadros se basa más en la patología yóica y no solamente en los síntomas. Hay que estar muy atentos a todos esos conflictos o déficits que no permitieron una sana estructuración del yo y que, consecuentemente, limite el funcionamiento de estas personas tanto a nivel interno como externo. La conducta fluctuante de dichos pacientes ha hecho que “lo borderline” se vea

más como un modo de funcionamiento y no como una estructura estable (Rodríguez Sutil, 2007). Esta modalidad presenta esa particular dificultad de distinguir entre la percepción y la proyección, el adentro y el afuera, lo arcaico y lo edípico. Los límites y las fronteras están difusas, no en vano el nombre que se le acuñó. ¿Qué se puede hacer con estos pacientes en clínica? De entrada cabe mencionar que el tratamiento de estos pacientes es complejo, difícil y que fluctúa al igual que su sintomatología. Suele pasar que los analistas se tornen pesimistas ante la ausencia de cambios, pero existe evidencia que luego de cinco o seis años de tratamiento, los pacientes límite empiezan a manifestar mejorías significativas (Lerner y Sternbach, 2007). Esto sugiere que estos procesos son inabordables desde un marco a corto plazo y que inexorablemente deben ser considerados como casos crónicos. El ataque al encuadre y al tratamiento en general puede manifestarse si el paciente ha experimentado el sentimiento ser acogido, reconocido y puede darse


Escritos "Hay que tener en mente que la ausencia de mentalización, característica de la organización fronteriza, hace que la transferencia no sea un desplazamiento sino que se experimente como real.” en las primeras fases de un trabajo terapéutico que empezó con buen pie (Clarkin, Yeomans y Kernberg, 1999). No deben considerarse estas crisis como algo negativo, sino como algo necesario para vincular y construir una constancia. No obstante, en los momentos de mayor gravedad, se produce una idealización del analista, empeora el ataque y al no ser controlado (tarea difícil de ejecutar) puede resultar en un abandono abrupto del tratamiento. Por lo tanto, el encuadre necesita estar claramente delimitado para evitar acotar los actings y prevenir la irrupción prematura de la terapia. Se ha encontrado un paralelismo entre la crisis de reaproximación, anteriormente explicada, y la reacción terapéutica negativa. La angustia de separación que sufren estos pacientes conlleva a un regreso a la madre. La agresividad y la necesidad de control implícita son luego proyectadas sobre el analista. Debido a esto, el tipo de transferencia que se funda y la respuesta contratransferencial, serán de alto valor para el tratamiento. Es necesario cuidar la relación con el paciente, aunque esto signifique dar algo bueno y recibir algo malo. Hay que tener en mente que la ausencia de mentalización, característica de la organización fronteriza, hace que la transferencia no sea un desplazamiento sino que se experimente como real. El analista puede ser visto como el objeto persecutorio como tal y no como si lo

fuera. La reacción inconsciente del analista ante la transferencia del paciente puede afectar negativamente al tratamiento; con lo cual, debe prevenir o resolverse con la mayor brevedad (Kernberg, 1982). Por un lado, puede proporcionar información útil acerca de la calidad y tipo de defensas del paciente lo cual facilitará una hipótesis de diagnóstico, se podrá evaluar el grado de regresión del paciente y organizar las estrategias terapéuticas a emplear. Por otro lado, puede darse en un contexto meramente regresivo, en donde el analista sufre una excesiva y permanente identificación con el paciente, reactivándosele así, cuestiones primarias propias. La experiencia afectiva del analista puede ser una útil fuente de información, pero también existe el riesgo que, si no se maneja con precisión, pierda su objetividad analítica y se repitan experiencias traumáticas para el paciente. Una de las labores del terapeuta es establecer una relación de apego con el paciente, con el fin de facilitar los procesos reflexivos. Ser empático y cálido, y al mismo tiempo intentar ir nombrando todo aquello que para el sujeto es innombrable, con el fin de fortalecer y potenciar el proceso secundario. Establecer un marco flexible que permita el acceso a los pensamientos y sentimientos mediante la creación de un espacio transicional, en el cual se trabaje mediante interpretaciones breves y específicas que aludan al movimiento de la afectividad del paciente L ÚD I C A

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Escritos en el aquí y el ahora y no a través de la confrontación o interpretación de su intención agresiva (aunque sí se abordan la transferencia negativa y las defensas patológicas). Generalmente, se trabaja desde la modalidad cara a cara, ya que se ha comprobado que si se trabajan estos casos desde la línea clásica, los pacientes pueden llegar a experimentar una pérdida de la prueba de realidad e incluso aparecer las conocidas psicosis transferenciales.

pacientes neuróticos. También “escandalizarse” ante la historia que se le relata, afirmándole al paciente la gravedad de las experiencias que lo marcaron. La genuina preocupación por el padecer del paciente también es de vital importancia, pese a la “maldad” y agresividad que pueden traer consigo, para poder reparar y contrarrestar tempranas tendencias y procesos destructivos y hostiles (Díaz Curiel, 2001).

El analista también debe transmitir que es capaz de afrontar el estado emocional del paciente, y esto es posible mediante el uso de la palabra, el tono y el lenguaje no verbal (Díaz Curiel, 2001). Es indispensable para el éxito terapéutico que el profesional crea en su capacidad y en la técnica que maneja. Del mismo modo, debe mantener una constante autocrítica, una aceptación de la dificultad de la tarea (sin ser escépticos y desanimarse), estar en constante búsqueda de nuevas formas de manejar las situaciones a través de la supervisión, poder tolerar el malestar o angustia que estos pacientes pueden llegar a generar, y estar comprometidos con el tratamiento.

En función de lo anteriormente expuesto, se puede ver que el concepto de funcionamiento fronterizo puede ser visto como un intermedio entre la neurosis y la psicosis. No obstante, no lo es. Es una organización independiente que tiene un lugar en sí mismo, con toda una constelación particular y un espectro de gravedad basado principalmente en la calidad de la estructuración y modos de conservación yóica: ¿qué tan fracturado está el yo? ¿Utiliza defensas más o menos primitivas? ¿Qué tan desestructurado está el paciente? También hay que considerar la sintomatología particular que manifiestan los sujetos y el tipo de modalidad transferencial y contratransferencial que se dará en el vínculo analítico, con el fin de abordar el caso con más profundidad y tener disponibles la mayor cantidad de herramientas posible.

El analista tiene que ser predecible, mantener una imagen coherente y estable y, tanto él como el tratamiento, deben ser incorporados como un sostén seguro. El tratamiento debe incluir componentes de apoyo concretos a través del encuadre y un esclarecimiento de la realidad con el fin de ir fortaleciendo el yo tan débil que poseen dichos pacientes. Una de las metas vitales es ir construyendo para darle mayor lugar a todo lo relacionado con el proceso secundario. Es importante que el terapeuta sea capaz de mantener una posición neutral pero más activa que cuando se trabaja con 17

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Por último, recordar que el límite interno contiene y permite la creación de un espacio de intimidad que admite el encuentro con los demás a nivel de sujeto. Al estar difuminada la frontera, lo que queda es trabajar para establecerla y así permitir que estas personas puedan orientarse en la soledad, tener su propio deseo, vincularse de forma más sana y ser capaces de salir de la confusión y la insensibilidad. Poder contar con esa división


Escritos necesaria entre lo interno y lo externo, entre el uno y el otro resultará en menos malestar y mejor calidad de vida. Esto se puede lograr a través de la paciencia, la preocupación, el maternaje; pero sobre todo, a través de un trabajo profesional que, como diría D.W. Winnicott, cree la capacidad de soportar la ambivalencia, la soledad, la finitud y la separación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Clarkin, J., Yeomans, F., & Kernberg, O. (1999). Psychotherapy for borderline personality (pp.15 – 25). New York: Wiley. Díaz Curiel, J. (2001, January 1). Revisión de tratamientos psicoterapéuticos en pacientes con trastornos borderline de personalidad. Asociación Española De Neuropsiquiatría.

Fonagy, P. (1999, November 5). Apegos patológicos y acción terapéutica. Aperturas Psicoanalíticas. Kernberg, O. (1982). Desordenes Fronterizos y Narcisismo Patológico ( pp. 19 – 70). México: Paidos. Lerner, H., & Sternbach, S. (2007, January 1). La clínica psicoanalítica convulsionada. Retrieved September 1, 2014, from http://www.fundep.info/textos/Fronterizos.pdf Pereña, F. (2011). Cuerpo y agresividad (1st ed., pp. 135 – 182). Me xico: Siglo XXI. Rodríguez Sutil, C. (2007, June 1). Reseña de la obra de L. Cancrini “Oceáno Borderline. Viajes por una patología inexplorada”. Clínica E Investigación Relacional.

"Forest" de Mary Clanahan, Creative Commons

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Escritos

Gastón Bachelard , el entusiasmo de aquellos “primeros” lacanianos y la “falla del analista” 1

Daniel Ripesi

El presente artículo rinde homenaje al filósofo francés Gastón Bachelard quien fuera referencia obligada para el psicoanálisis francés en los años ’60. La corriente lacaniana de aquellos años tomaba apoyo en sus desarrollos epistemológicos para consolidar con innegable entusiasmo una visión estructuralista del pensamiento freudiano. Homenaje entonces a quién –con cierta indulgencia­ declaró: “Ah, los psicoanalistas…, piensan demasiado, no sueñan lo suficiente!”

I. Bachelard y los lacanianos: “el Falo no es el pene…” Bachelard propone para la elaboración de un saber científico una formalización de la experiencia a la que se deberá desprender radicalmente de todo valor fenomenológico 2. Sólo así, traspasando los límites del registro imaginario puede surgir el verdadero pensamiento científico. Y el encantamiento imaginario que obscurece el registro exacto de la realidad se nutre de los prejuicios del científico, de las presunciones que le dicta su sentido común, del encasillamiento que produce un saber inconsciente que coagula en él pequeñas pero insidiosas certidumbres. Son las ataduras silenciosas del científico. El obstáculo epistemológico en el progreso de una teoría no está tanto en la complejidad del objeto de análisis tanto como en las propias resistencias internas del científico. Su libro “La formación del espíritu 19

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científico”3 donde se plantean estas ideas fue retomado una y otra vez por los analistas lacanianos (en Argentina) de los años ’70 que veían en ese trabajo el soporte epistemológico necesario para pensar las complicaciones en el desarrollo de una cura. Y estas complicaciones se veían casi enteramente reducidas –para ellos­ a una sola circunstancia: las resistencias del analista (efectivamente, como se verá más adelante, Bachelard comenta que el desafío de progresar hacia la verdad tiene siempre un límite el que impone el propio Yo del científico, nos dice: Yo soy el límite de mis ilusiones perdidas: Mi ser es mi resistencia…). Por otra parte, aquellos primeros lacanianos, en su encarnizada crítica a un saber basado en las apariencias con que la realidad suele disfrazarse y engañar “a primera vista”, en el anhelo entusiasta por dar y aprehender al Ser más allá del valor contingente y fugaz de los detalles 4,


Escritos rechazaron todo valor positivo en los objetos como estímulo que pudiera despertar y sostener al deseo subjetivo. Efectuaron la dilución del valor empírico de los objetos reemplazándolo por su excluyente valor “simbólico”. Pero simbólico se hizo rápidamente en ellos sinónimo de “abstracto”. “El Falo no es el pene” se dice con precisión y solemnidad. Seguramente, pero no se trata de que el falo sea lo que queda cuando se lo descontamina o purifica del pene… La frase pretendía indicar el desajuste, el más o el menos, que se genera cuando se lo quiere inscribir en la carne que lo sostiene y limita (para que el falo palpite y funcione) y sin la cual es Falo es Nada (o, lo que es lo mismo, es Todo). “El Falo no es el pene” indicaba que cualquier cosa –más allá del pene en cuestión­ podía “falicisarse”, lo que terminaba significando que el falo era una suerte de categoría amplia de la que cualquier cosa podía participar hasta diluir por completo sus circunstancias más particulares. La polémica del movimiento lacaniano con

los analistas kleinianos en aquellas épocas pasaba, justamente, por el desconocimiento que éstos tienen del valor significante del falo como organizador simbólico de la sexualidad. Ese desconocimiento, en la crítica legítima y profunda que el movimiento lacaniano lleva adelante del pensamiento kleiniano, es solidario de la atribución por parte de éstos últimos de un valor empíricamente positivo a la vagina como indicador concreto para el psiquismo de la niña de la diferencia de los sexos. La niña tendría –para los kleinianos­ un registro temprano de su órgano sexual a partir de experimentar tempranísimas sensaciones orgánicas 5. Sin embargo, al batallar contra el empirismo ingenuo, o el realismo psicologista con que se impregna para ellos la teoría kleiniana, los lacanianos de entonces caen en una suerte de racionalismo abstracto. Interpretan el estructuralismo que proponía Lacan como la aplicación de un racionalismo casi cartesiano. La estructura es el lenguaje matemático y permanente que subyace a lo contingente, y lo

simbólico una desrealización de lo empírico (en una interpretación radicalizada del estatuto que Freud asignaba al objeto para el movimiento pulsional: su contingencia). No obstante, esa contingencia tiene un límite sin el cual el valor simbólico de los objetos propondría una metonimia interminable, todo remitiría a algo, todo sería significante 6. El racionalismo desempirizante del lacanismo7 da unidad a la experiencia analítica bajo esta consigna: “todo es significante”, sólo progresivamente se admitirá que no todo lo es. Lo que el falo, justamente, “tiene de pene” escapa a un revestimiento absolutamente simbólico de la carne: se hablará entonces de lo real. Pero, los primeros lacanianos asumieron que si lo “imaginario” es la pregnancia engañosa de la realidad empírica, lo “real” pasa a ser algo inefable, algo casi impensable (“lo lógico imposible”, se dice) cuya consideración acerca peligrosamente al misticismo… El “R.S.I.” como anudamiento inseparable de los tres registros se fue L ÚD I C A

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Escritos imponiendo de a poco para poner un poco de orden “ad hoc” en estos deslizamientos. Mientras tanto la clínica lacaniana se proponía con cada paciente “desmalezar” esa variada configuración sintomática que los trae a sus tratamientos. Porque para ellos no hay que dejarse engañar, esos síntomas de los que los pacientes no dejan de quejarse con amargura –pero de los que, de todos modos, se aferran testarudamente­, están sostenidos en el laconismo de una elemental gramática fantasmática, en una sola frase silenciosa y obstinada, suerte de nódulo escueto y monótono que los atenaza subjetivamente a determinada repetición existencial, cierta forma de goce rebelde e insondable. Por debajo de lo variable y cambiante –de lo sintomático­ hay que saber leer la permanencia inalterable del fantasma. No faltan los grafos que ilustran esta ambición galileana (quien decía que la naturaleza estaba escrita en caracteres matemáticos…). Curiosamente, en este aspecto, los primeros lacanianos quedan muy emparentados con los últimos kleinianos: estos también “apuntan” en el marco de las curas –y en una catarata de interpretaciones, que alguien llamó “terrorismo interpretativo”8 ­ al fantasma. Y como este fantasma articula ansiedades que están vinculadas esencialmente con la pulsión de muerte, dichas interpretaciones no pueden ser más que esquemáticas y monótonas. Toda singularidad queda abolida y homogeneizada, todos los pacientes se parecen demasiado, la cifra del destino los anticipa según las mismas fórmulas 9. También en el reino lacaniano, hasta no hace mucho tiempo, todos los obsesivos se preguntaban 21 L ÚD I C A Lúdica, enero 2015, pg. 21

matemáticamente por el Ser, todas las histéricas tropezaban con el enigma de qué es ser una Mujer… Y toda psicosis era paranoia y se debía remitir a la “dramática Schreber”; así como el sadismo temprano –en la teoría kleiniana­ hunde a todo sujeto en puntuales fantasmas de carácter persecutorio o maníaco. Al “terrorismo interpretativo” de los kleinianos se opuso el “silencio del muerto” como consigna sagrada, tardó mucho el analista en recuperar el riesgo de su palabra, en darle la carne de su voz y la cadencia de su silencio, en fin, en no devaluarla en una verborrea de puntuaciones repetitivas o en sobrevalorarla en la ilusión de poder “retenerla” abroquelado en el mutismo 10. Efectivamente, el analista sólo puede hablar o hacer (verdaderamente) silencio cuando ya no se siente dueño de la palabra. La posición del analista progresaba hacia la desposesión y la vulnerabilidad. Entonces, Bachelard aparentemente daba cobertura epistemológica a las ambiciones estructuralistas (devenidas con frecuencia ideal racionalista) de aquellos primeros lacanianos. Toda primera aprehensión, inmediata y empírica de los hechos, debía encontrar la estructuración simbólica que los esclarece y descontamina de todo lastre psicologizante (y para empezar el que imponía el propio analista en su lectura del proceso transferencial). Bachelard insiste en el valor de “obstáculo” que tiene la experiencia cuando se la estima como concreta y real, natural e inmediata. Invoca un psicoanálisis del “espíritu científico” que lo aligere y dinamice llevándolo de las representaciones de lo real a sus mejores abstracciones (Partiremos pues, casi siempre –dice Bachelard­, de las


Escritos imágenes, a veces muy pintorescas, de la fenomenología básica: veremos cómo y con qué dificultades se sustituyen a esas imágenes las formas geométricas adecuadas 11). Pero había que leer mejor al presunto racionalismo de Bachelard, porque según él mismo lo afirma, su racionalismo es –en todo caso­ “aplicado”. Nos dice: nada de racionalidad en el vacío, nada de empirismo deshilvanado: tales son las obligaciones filosóficas que fundan la estrecha y precisa síntesis de teoría y experiencia…12 Si el pensamiento abandona demasiado sus lazos sensuales con lo real, se torna un pobre –y dogmático­ idealismo ingenuo (que resulta ser el otro riesgo del realismo ingenuo del que el racionalismo se pretende alejar). Bachelard quiere evitar una especulación que caiga en el tejido de un puro racional que explica teóricamente los acontecimientos (pero que termina produciendo discursos que no toman el menor contacto con los hechos concretos.) La teoría debe dialogar con los hechos empíricos, no protegerse de ellos en el bunker de la lógica especulativa y en la autosuficiencia de los juicios apodícticos (que en el dominio de la teoría psicoanalítica y del intercambio entre los psicoanalistas, toma la forma frecuente de una “jerga” vacía de contenido concreto –ver próximo apartado de este mismo trabajo­). El científico debe abandonar la “monarquía del pensamiento solitario”

–declara Bachelard­. La de Bachelard es una posición filosófica basada en la paradójica síntesis del realismo y del racionalismo, una síntesis –o dialéctica­ que recuerda al pensamiento de M. Ponty, el “filósofo la ambigüedad”, quien combate con la misma energía al racionalismo y al empirismo como teorías explicativas –de manera reductiva­ del conocimiento. El hábito de la razón –afirma Bachelard­ puede convertirse en un trastorno de la razón. (Y continúa) El formalismo puede degenerar, por ejemplo, en un automatismo de lo racional y la razón se vuelve como ausente de su organización 13. Lo que este autor desea es que el desarrollo del pensamiento racional permanezca atento y vigilante para no caer en sus hábitos “racionales”, para no burocratizar la comodidad de un pensamiento que funciona sin contemplar las contradicciones o los contratiempos lógicos. ¿Qué sería –para la escucha analítica­ un discurso que no tropieza en el lapsus?, pero ¿qué sería un lapsus que no interrumpe un discurso “bien” organizado? Peor aún, ¿Qué sería de la “libre asociación” si fuera, verdaderamente, “libre asociación”? o ¿de qué serviría un lapsus permanente (lo cual lo invalidaría, evidentemente, como “lapsus”)? Cuando Lacan enuncia la existencia de una “palabra plena” y una “palabra vacía” en el discurso de sus pacientes incurre en un idealismo del que después debe reponerse.

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Escritos

"Frame 1 blue" de Joe Laut

Efectivamente, queda encerrado en un dilema que él mismo comenta 14: cuando el analista está frente a la “palabra vacía” es inútil señalar nada al paciente, pues nada en su frivolidad alude a una verdad subjetiva digna de ser puesta de relieve, pero, cuando se enfrenta a la “palabra plena”, ¿qué decir?, ya está todo dicho con ella… En tal caso, el silencio del analista es una condena por esta divisoria entre lo “pleno” y lo “vacío” 15. Sólo una dialéctica entre ellas ofrece algo a la escucha del analista y del paciente. La “lógica del saber inconsciente” no es el lenguaje en caracteres matemáticos que habita “más allá” de lo que un paciente dice: ni “más allá” ni “más acá”, ¡no hay sujeto puro del inconsciente (ni lo contrario)! Ahora bien, a la larga, el valor de la imagen (¡sí, de la imagen!), sobre todo de la imagen poética, como aproximación exacta a los problemas y los misterios que plantea la realidad, es para Bachelard un recurso inigualable para aproximarse a ciertas verdades. Este filósofo francés había 23

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"Frame 2 sephia" de Joe Laut

afinado su método epistemológico de aproximación a la realidad proponiendo una mirada onírica, y se lamentaba “los psicoanalistas “piensan demasiado no sueñan lo suficiente”. Bachelard pasa –para desentrañar lo real­ del cógito racionalista “aplicado” al cógito “onírico” de una ensoñación lúcida y penetrante. II. La condición del diálogo: fallar En el discurso científico devenido jerga, la palabra no falla… La palabra ha dejado de soñar, está siempre en atenta vigilia. Pero ¿qué es “fallar”? Retomemos el pensamiento de Bachelard. Para este autor, el mejor modo de fallar, sin lo cual el pensamiento no se nutre ni progresa, es el diálogo con los colegas, la socialización del saber para perturbar –dice­ la pacífica monarquía de nuestro pensamiento solitario… En el intercambio con otros, se impone un esfuerzo dialéctico de salir del propio sistema de pensamiento, encierro en donde reina la “perfección”: Sería tan fácil organizar un pensamiento subjetivo acorde


Escritos con la ilusiones primeras (la de las intuiciones personales que pretenden haber abarcado de modo completo e inequívoco el secreto de un problema) ¿Por qué entonces –se pregunta Bachelard­ entre ustedes y yo, asociar nuestras plácidas ensoñaciones e intentar crear comunidades intelectuales? ¡Qué cada cual se quede en su casa, encerrado en su pensamiento subjetivo, entregado al culto de la razón que seguiría siendo personal! 16 Pero, claro está, cuando en la comunidad de pensadores, uno de ellos se impone –e impone a todo el mundo­ una jerga que pretende decirlo todo y siempre del mismo modo, sin diferencias subjetivas en juego, nadie ha “salido de sí mismo”: todos son Uno, y Uno es nadie. Bachelard propone una paradoja en el intercambio entre pares: Cuando se acomete la empresa de introducir en el diálogo una idea original, que se cree absolutamente única y personal, nace una suerte de “razón universal”, y la verdad que un científico descubre siempre nace de una suerte de autodesengaño. ¡La ley es dictada por el detalle, la excepción se convierte en regla, el sentido oculto es el sentido claro! El diálogo impone el dolor de cierta derrota subjetiva: El espíritu nunca se deslumbra tanto como cuando advierte que ha sido engañado. Ese deslumbramiento, ese despertar intelectual es la fuente de una intuición nueva, puramente racional, puramente polémica, que cobra vida en la derrota de lo que fue una certeza primera, en la dulce amargura de una ilusión perdida 17. Y las razones para permanecer aferrado a las propias certezas da paso a las razones para empezar a cambiarlas: lo más real es lo más rectificado, lo más alejado de las nociones primeras. Pero este desafío tiene

siempre un límite: Yo soy el límite de mis ilusiones perdidas: Mi ser es mi resistencia… Dialogar con otros es estar dispuesto a una renuncia personal. Conocer es un pensamiento personal y pleno de certeza que decrece, es interrumpir un monólogo consigo mismo. Al tomar conciencia de mi error objetivo, tomo conciencia de mi libertad de orientación. Esta orientación liberada y reflexiva es ya el viaje potencial hacia fuera de mí mismo, en busca de un nuevo destino espiritual. Yo me engañaba sobre las cosas. Así, pues, no soy en verdad el que creía ser 18. A partir de la falla se descubre quién es verdaderamente uno. Por supuesto, el científico prefiere a menudo lo que confirma su saber a aquello que lo que lo contradice, las respuestas a las preguntas… Así –para Bachelard lo que constituye un verdadero “obstáculo epistemológico”, lo que detiene un saber o lo hace incurrir en confusiones, no es la dificultad del objeto que se aborda sino algo inherente al propio proceso de pensamiento, una resistencia en el propio interior del científico que investiga: Costumbres intelectuales que fueron útiles y sanas pueden, a la larga, trabar la investigación (…) el instinto formativo acaba por ceder frente al instinto conservativo. El anhelo de forjar sistemas de conocimiento homogéneos, integralmente ciertos y conformes a una unidad de criterio traban el progreso de un saber. La verdad no es un descubrimiento repentino o laborioso en el curso de una investigación, sino la declinación de alguna verdad inicial en la que se creía con firmeza. Frente al misterio de lo real el alma no puede, por decreto, tornarse ingenua (…) lo que cree saberse claramente ofusca lo que debiera saberse. Efectivamente, para Bachelard siempre se conoce contra L ÚD I C A

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Escritos "Al 'terrorismo interpretativo' de los kleinianos se opuso el “silencio del muerto” como consigna sagrada, tardó mucho el analista en recuperar el riesgo de su palabra...” un conocimiento anterior (…) destruyendo conocimientos mal adquiridos o superando aquello que, en el espíritu mismo, obstaculiza la espiritualización (…) Una psicología de la actitud científica es una historia de nuestros errores personales 19. Todo científico que en apariencia enfrenta por primera vez un enigma, tiene –en realidad­ la edad de sus prejuicios ¿será distinto con el psicoanalista? Epílogo: Ensoñación y realidad Toda relación con lo real está marcada por la inadecuación, por un diálogo mal definido, por una distancia difícil de subsanar. Sin embargo, tarde o temprano, el científico cree poder sellar con los objetos que investiga e intenta nombrar la posibilidad de un encuentro seguro. Se celebran las nupcias con la formulación de leyes basadas en datos objetivos. Pero lo que se cree “punto de llegada” es, apenas, un “punto de partida”. Son diversas aproximaciones, cada una subsanando la distancia que abre la anterior, estrechando vínculos y abriendo nuevos desacuerdos. De todos modos, es necesario fundar la ilusión de ese encuentro inicial para abrirse a los desengaños que escalonan un saber objetivo. Puesto que no hay proceso objetivo sin la consciencia de un error íntimo y básico, debemos comenzar las lecciones de objetividad por una verdadera confesión de nuestras fallas intelectuales. 20 Cuando se cree haber desarrollado la teoría 25

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de un saber absoluto y pleno sobre el objeto, se ha desarrollado la función más importante y esencial de un sujeto: engañarse (dicho esto sin la menor ironía, no caben dudas de que engañarse –sin que esto sea un ejercicio de necedad­ no es sencillo…). Entonces se inicia el movimiento de desengaño, el verdadero proceso de objetivación que es rectificar un equívoco. Pero pronto se descubre que esto implica cambiar el método de aproximación al objeto. Paradoja o fatalismo: al variar al método de aproximación, cambia al objeto mismo que se investiga. Al cambiar la perspectiva cambia el universo (atenuemos, un poco sigue siendo el mismo, un poco se revela como nuevo y distinto). La realidad parecer ser, entonces, más la realización (y el desengaño) de una suposición íntima que la constatación de un dato preexistente y “objetivo”. Cuando el analista recibe a su paciente y lo escucha, empieza a construir una intuición de la “posición subjetiva” que lo afirma en cierta forma de goce o en cierto tipo de relación de objeto (hay más posibilidades, según el marco teórico del analista que “escucha”). Se establece así (y si las cosas van bien) un engaño. El analista, aún cuando no lo desee, empieza a estabilizar sus intervenciones en función de ese engaño (que él supone una lectura formal del movimiento transferencial en juego ­puesta en acto del inconsciente de su paciente, de lo real de la sexualidad, o de cierta manifestación analítica que cada


Escritos analista llamará como mejor desee). Elabora, entonces, una estrategia para la “dirección de la cura”. Como dice Bachelard: Costumbres intelectuales que fueron útiles y sanas pueden, a la larga, trabar la investigación (…) el instinto formativo acaba por ceder frente al instinto conservativo. De modo que, cada tanto, sería oportuno cambiar de perspectiva. Pero dicho cambio tiene su precio, es un proceso doloroso para el analista: su compromiso con las primeras hipótesis que orientaron su trabajo, son también las que más le convenía conservar. ¿Qué podría hacerle cambiar de perspectiva al analista? ¿Reconocer que estaba equivocado en su abordaje? Este reconocimiento no es demasiado pesado para los analistas, tampoco –reconocer un equívoco­ supone, en sí mismo, “cambiar de perspectiva, a menudo es “tratar de mirar mejor” pero sin moverse del mismo lugar en que uno se encuentra. Lo que mueve el tablero de la relación analítica, lo que renueva el sentimiento de inadecuación y que recuerda que el diálogo está lleno de interferencias, es el efecto de una falla. Winnicott habla de la “falla del analista”, pero ella no se equipara a un “error”; tampoco se relanza un tratamiento intentando una “rectificación” de dicha falla. La falla no es un error del analista. Los pacientes, en especial los más graves, toleran más o menos bien que un analista se equivoque, lo que es casi imposible de soportar para ellos es que el analista les falle… La falla del analista es a pesar de cualquier esfuerzo que él se proponga hacer para “acertar”, se trata –en todo caso­ de algo que ocurre en el mismo momento en que fallan las hipótesis inconscientes que el propio paciente forjó respecto de su

analista. Un movimiento impensado del analista (éste llega un algo tarde para atenderlo, un resfrío que lo obliga a sonarse mucho la nariz, comete una distracción cualquiera, etc.) ilumina para el paciente un margen de realidad en él que lo hace escapar a las fantasías de control y dominio del paciente. Es una falla compartida, el analista escapa a la aprehensión subjetiva que el paciente hace de él, y el analista se cae del lugar transferencial desde el cual sus primeras maniobras podían tener algún efecto. La falla produce una grieta en la ilusión (tanto del paciente como del analista) de que, en el curso de los años y de la sucesión de las sesiones, se haya desarrollado y establecido, en esa relación, una historia compartida. De un día para otro vuelven a ser dos desconocidos que deben volver a reconocerse, a construir una confianza, a escribir una nueva historia. Cada tanto, la ocurrencia inesperada de ciertos instantes (la falla), descompone la linealidad de una historia. ¿Dónde son más reales nuestros pacientes, en ese relato historizado que nos permite anticiparlos (¿prejuzgarlos?), allí donde “pensarlos” es relativamente sencillo, o en ese fogonazo que los ilumina por un instante y se diluye con cierta rapidez?. Seguramente los atrapamos mejor en el primer caso. Pues bien, Bachelard comenta: Más allá de esos elementos constantes de toda estructura psíquica, propongo la toma de conciencia de ciertos fenómenos que poseen una suerte de objetividad fugitiva; todo sujeto puede otorgar un precio subjetivo durable a lo efímero, como sucede en la experiencia poética: a partir de una simple imagen los poetas dan con una suerte de origen absoluto. En las horas de los grandes hallazgos una imagen L ÚD I C A

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Escritos poética puede ser el germen de un mundo, el germen de un universo… 21 La falla es una ruptura en la continuidad de la relación transferencial que impone el esfuerzo –al analista­ de ya no ser quien se creía ser (Yo me engañaba sobre las cosas. Así, pues, no soy en verdad el que creía ser). El desengaño produce un crecimiento del analista, una desposesión de sus certezas iniciales, un abandono de sus ataduras narcisistas, un saludable estado de no saber. El cógito de la ensoñación propone un nuevo método para el mismo resultado: el abandono de las certezas, de los hábitos intelectuales que fijan de una vez y para siempre a la misma perspectiva como límite a la novedad. De una ensoñación a otra, el objeto ya no es el mismo, se renueva, y esa renovación es una renovación del soñador… 22 La ensoñación como método de abordaje de lo real, como esfuerzo de un contacto con uno mismo, los demás y el mundo, impone hacerse muy sensible y vulnerable a los efectos de una falla, a la conmoción que provoca un nuevo origen, al hallazgo que se hace germen del mundo. El modelo que plantea Bachelard es el de la imagen poética. La imaginación intenta un futuro. En primer lugar un factor de imprudencia que nos aleja de las pesadas estabilidades23 . Desde muy chicos se nos instruye en las virtudes de la prudencia, “Caperucita roja” o las aventuras de “Pinocho” pueden dar fe de ello. La poesía es uno de los destinos de la palabra. Al tratar de afinar la toma de conciencia del lenguaje en el plano de los poemas, tenemos la impresión de tocar al hombre de la palabra nueva (en ruptura con todo ser antecedente), de una palabra que no se limita a expresar ideas 27

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sino que intentan tener futuro. Se diría que la imagen poética, en su novedad, abre un futuro al lenguaje 24. La ensoñación produce un enlace soñador­mundo sin las exigencias de una “función de lo real”, que obliga a cierta adaptación a la realidad. La ensoñación promueve una valiosa “función de lo irreal”, función que no es necesariamente antagónica a la anterior. La función de lo irreal preserva al sujeto de las brutalidades de lo no­yo, permite una apropiación de eso ajeno, distante y extraño, ayuda a habitar al mundo: inaugura un “mundo intermediario” …donde se mezclan ensoñación y realidad, se realiza la plasticidad del hombre y de su mundo sin que sea necesario saber dónde radica el principio de esta doble maleabilidad.25 ¿Es el hombre quien se adapta plásticamente a las exigencias del mundo? O ¿es el mundo quien admite deformarse según las necesidades y deseos del hombre? Determinar esto no interesa… Querer contestarlo es que ya no se puede soñar y que se ha hecho necesario pensar (para no errar ni fallar).

1 Gaston Bachelard (Bar­sur­Aube, 27 de junio de 1884­ París, 16 de octubre de 1962) fue un filósofo (epistemólogo), poeta, físico, profesor y crítico literario francés. Autor inclasificable, estuvo interesado por la historia de la ciencia, moderna o contemporánea, y al mismo tiempo por la imaginación literaria, a la que dedicó una atención paralela. 2 En el sentido de lo que debe tomarse como “contingente” o meramente “anecdótico”. 3 BACHELARD, Gastón. (1981) El nuevo espíritu científico. México: Editorial Nueva Imagen.


Escritos 4 “En el límite extático del eso eres tu…” dice Lacan 5 Se pierde el valor simbólico que emerge de la dialéctica “falico­ castrado” y se supone un valor positivo del pene y de la vagina equilibrados en el mismo valor simbólico en tanto objetos parciales, “bueno” o “malo”

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6 Lo que evoca el recalentamiento significante del paranoico o el desamarre de sentido del esquizofrénico. 7 Es a propósito que no se dice “de Lacan”, él no tiene nada que ver con esto. 8 J­B. Pontalis

9 Las de la posición esquizo­ paranoide y depresiva. 10 Modo extraño de pensar la “abstinencia” y “neutralidad” del analista. 11 El racionalismo aplicado, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1978

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12 Obra citada 13 Obra citada 14 Función y campo de la palabra 15 ¡Qué cerca está Fairbairn de semejante divisoria de la subjetividad!

"Frame 1 original" de Joe Laut

16 Ob. Cit. 17 La formación del espíritu científico 18 Ob. Cit. 19 Ob. Cit. 20 Ob. Cit. 21 La poética de la ensoñación 22 Ob. Cit. 23 Ob. Cit. 24 Ob. Cit. 25 Ob. Cit.

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Escritos

Psicoanálisis en la Ciudad

Rodrigo Robles Blaessinger

El presente artículo es una propuesta para pensar el psicoanálisis en su posicionamiento dentro de los discursos sociales. Se propone ocupar el contexto francés del desarrollo psicoanalítico, nombrando algunas propuestas anudadas en críticas institucionales. Por último, se rescata la experiencia formada por Françoise Dolto respecto La Maison Verte, la experiencia en Argentina de la psicoanalista Aida Saks con este dispositivo, y una propuesta realizada en Chile que resulta un tipo de trabajo del psicoanálisis en la ciudad.

La revolución social francesa de mayo del sesenta y ocho puso en tensión a la sociedad de consumo y al discurso capitalista; el ámbito intelectual se unió en torno al cuestionamiento del sistema institucional y esto se conjugó en diversas preguntas dentro de las escuelas psicoanalíticas de ese país, lo que ha tenido sus secuelas hasta el día de hoy. Como sabemos, las diferentes escuelas francesas de psicoanálisis se las han arreglado para viajar por el mundo y generar una transmisión sobre qué significa una posición psicoanalítica. Han construido grandes producciones teóricas, con ideas sorprendentes y trabajos que no paran de tener repercusiones en diferentes lugares; pero también han sido ideas anudadas a intensos conflictos, desacuerdos, malos entendidos, malestares e impasses entre psicoanalistas, agrupaciones y asociaciones.

Sabemos de la expulsión en 1953 de Jacques Lacan, junto a Françoise Dolto y Daniel Lagache, de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA). De la exposición de Lacan sobre su “Excomunión”1 al principio del seminario XI, sabemos de la creación de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis como sociedad independiente que intenta unirse a la IPA, pero sabemos también que ésta última cuestionaba las sesiones de duración variables de Lacan, y los modos del trabajo del psicoanálisis con niños y niñas en Dolto, quién rechazaba la técnica del juego y la interpretación de dibujos para reemplazarlo por una escucha que intentaba traducir el lenguaje infantil y el lenguaje del cuerpo. Sabemos de la posterior disolución de esta Sociedad Francesa de Psicoanálisis en 1964 y la independencia que genera Lacan al formar la Escuela Freudiana de París 2. Posteriormente se forman escuelas

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Escritos lacanianas con modos muy diversos frente a la trasmisión de este psicoanálisis lacaniano; tanto en la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), fundado por Jacques­Alain Miller, y la Asociación Lacaniana Internacional (ALI), fundada por Charles Melman. Los conflictos entre estas dos Asociaciones en torno a la transmisión del lacanismo, demuestran las variables posturas en torno a una noción tan profundamente psicoanalítica como el Deseo, dando cuenta de que se está en un ejercicio constante de resolver ideas. Dolto motivada frecuentemente por la causa de los niños y niñas, tanto en lo social/político como en lo psicoanalítico, era criticada por llevar el psicoanálisis a la calle y por su catolicismo. Y, aunque sin hacer una escuela, pertenecía a las Asociaciones Psicoanalíticas de la época, siendo también una de las psicoanalistas más influyentes en Francia, acusándosele de esta

influencia con sus alumnos/as y la poca rigurosidad del análisis didáctico. (Roudinesco, É. & Plon, M. 1998)

de los efectos de toda palabra llamada “liberada”, y las perciben como “patógenas”. (Mannoni, M. 1988)

Sabemos de la independencia de Maud Mannoni, formada con Dolto, analizada y formada posteriormente con Jacques Lacan, de sus críticas a la institución universitaria; afirmaba que el psicoanálisis no se puede aprender en la Universidad, lo que también transmitía Freud, y llegaba incluso a decir que ella no tenía nada que enseñar3 ­seguramente son los problemas cuando la Transferencia es al mismo tiempo una oportunidad y un obstáculo­. Su propuesta de la “institución estallada” en referencia a la Escuela Experimental de Bonneuil, creada en su trabajo con niños y niñas con psicosis, le permitió una postura donde valoraba sacar provecho a los hechos insólitos que surgen dentro del encuadre, dispuesto a la particularidad de cada niño o niña. Esto, a diferencia de aquellas instituciones que producen estructuras para defenderse

Quiero decir con todo esto, que el mundo del psicoanálisis francés ha estado en constante disputa, y ni hablar de las relaciones con el psicoanálisis inglés y el desarrollado en Estados Unidos. Se han presentado, desde su creación a la fecha, diversos, desiguales e incomparables discursos psicoanalíticos, que van transitando según la historia donde fueron desarrollados, el espacio, el contexto y la ideología política, aunque esto último sea una piedra en el zapato para los mismos psicoanalistas. El psicoanálisis en la ciudad no es más que una analogía de lo permeable que puede ser una disciplina en permanente construcción, inacabada y con pretensiones de incompletitud. Si la ciudad es la Polis, es lo público, de propiedad de los ciudadanos, donde se discute lo público, donde se

"El psicoanálisis en la ciudad no es más que una analogía de lo permeable que puede ser una disciplina en permanente construcción, inacabada y con pretensiones de incompletitud.” L ÚD I C A

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Escritos

"Moon over city" de Laura Cvitanic

hace política, el psicoanálisis en la ciudad entonces es uno que se pregunta sobre lo político, que lo permea, a pesar de que pertenezca a discursos distintos. El interés que bosquejo del psicoanálisis francés tiene un objetivo particular. Gracias a esas influencias descritas en mayo del 68’, las fuerzas de la revuelta 31

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social, permitieron que los psicoanalistas, como la disciplina lo exigía, debiesen escuchar. Aparecía un psicoanálisis en los movimientos sociales sobre la ciudad, y en sus construcciones teóricas también se pensaba sobre la ideología, o por lo menos de su influencia en la subjetividad, cosa que como sabemos bien, ya había sido elaborado por

Freud profundamente 4. Así, dentro de este psicoanálisis francés, con adeptos inscritos además en partidos políticos, movimientos sociales, asociaciones sindicales, se decide salir de la consulta para trabajar en otros lugares, y preguntarse por el psicoanálisis dentro de las instituciones y dentro de la ciudad, mientras otros/as se


Escritos quedaban paralizados/as, seguramente pensando qué había de social en el psicoanálisis, e intentando escapar de aquellas influencias para seguir asegurándose en su “encuadre”. Esto permitió que aparecieran reflexiones como por ejemplo si el psicoanálisis debía adaptar al sujeto, con una crítica hacia la domesticación del Yo, o acompañarlo a preguntarse por su alienación y en consecuencia su deseo. Maud Mannoni llega incluso a decir: “…El psicoanálisis institucionalizado, con las aplicaciones deformadoras que conocemos, garantiza el orden institucional establecido y contribuye, por consiguiente, a su conservación: el psicoanálisis traiciona su vocación…” 5. Así vemos que era posible marcar diferencias entre quienes buscaban la reproducción del sistema social, acompañado del discurso capitalista, y aquéllos/as que lo ponían en cuestionamiento. Pues bien, en Latinoamérica estas reflexiones ya existían hace algunos años. La escuela de Psicología Social, fundada en el año 1959 en Argentina por Enrique Pichon­Riviére, quien ya había creado el “Grupo Operativo”, se encontraba en la trinchera de la independencia, con una negativa de encerrarse en dogmas. Pichon­Riviére logra una propia lectura de los escritos freudianos y traer una reflexión del trabajo grupal y el análisis institucional que desde ese tiempo le permitía dejar la clásica consulta psicoanalítica y posicionarse dentro de los movimientos sociales (Roudinesco, É. & Plon, M. 1998). A pesar de que aún esta escuela no genera una asociación, es posible reconocer la enorme influencia que ha tenido en diversas partes del mundo, que siguen haciendo suya una causa social, una causa del lazo, por lo menos en varios de

los que siguen transmitiendo esta particular forma de psicoanálisis. Este intenso preámbulo tiene el sentido de retomar un tipo de compromiso con una posición rupturista hacia ciertos discursos instituidos que el psicoanálisis practicaba desde su fundación. Al poner en tensión preguntas sobre el inconsciente, la neurosis, la sexualidad infantil, el placer, la libido, el trauma y su enlace con el malestar cultural, seguramente generaban reflexiones sociales intensas y, por qué no decirlo, reflexiones políticas. Aunque más que pensar en una ideología –en el sentido del ideal social­ se pensaba en cómo los sujetos eran construidos en nuestra sociedad, y cuando el/la psicoanalista escuchaba y se daba cuenta de lo que padecía el sujeto, seguro que no podía quedar indiferente, al menos que sus defensas funcionaran de forma extraordinaria. Si bien es cierto, y seguramente debemos dejarlo en claro, que el psicoanálisis no es política, ni religión, ni pedagogía, sí escucha a un sujeto que sufre las consecuencias al ser constituyente y constituido. El malestar social no puede ser psicoanalizable, precisamente porque es un asunto político, y lo político sobrepasa al psicoanálisis, lo traspasa, tomando el lugar preponderante que siempre se merece dentro de la construcción de una ciudad. Si lo político se acaba, cae el sujeto barrado, por lo tanto el sujeto del inconsciente desaparece, porque como sabemos, el sujeto es siempre político –pertenece a la polis­, y seguramente es acá donde las relaciones que han aparecido entre psicoanálisis y feminismo, tan vilipendiado por algunos y algunas, logra tener también su lugar, precisamente porque el feminismo toma al psicoanálisis para llevarlo al ámbito político ¿y cómo L ÚD I C A

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Escritos "Si lo político se acaba, cae el sujeto barrado, por lo tanto el sujeto del inconsciente desaparece, porque como sabemos, el sujeto es siempre político –pertenece a la polis­, y seguramente es acá donde las relaciones que han aparecido entre psicoanálisis y feminismo, tan vilipendiado por algunos y algunas, logra tener también su lugar.” poder obviarlo cuando hablamos del Deseo? Una Forma de Psicoanálisis en la Ciudad En Chile, compartimos una experiencia desde el año 2011 en un trabajo que se llama “Casa de las Palabras” 6. Como profesionales, un tanto inquietos, dentro de instituciones dedicadas al trabajo con infancia, fuimos buscando alternativas frente a la Violencia Institucional 7 que observábamos, y a veces incluso siendo parte de ella: Violencia Proteccional, Violencia Judicial, Violencia Moral, Violencia Educacional, Violencia Médica, Violencia Familiar. Nos preguntábamos qué podíamos hacer con esto. Cómo nos hacíamos responsable de lo que vivíamos y también sufríamos. Así, dentro la bibliografía psicoanalítica llegamos al 33

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trabajo realizado por Françoise Dolto en 1979 llamado La Maison Verte 8; un espacio social para la prevención simbólica en la pequeña infancia, que creó junto a otros/as psicoanalistas, y que en su idea original tenía la intención de prevenir los trastornos generados por la separación entre un niño/a y su adulto/a cuidador/a, dirigido para niños y niñas de 0 a 3 años. El proyecto quería generar una intervención en los primeros eslabones de la constitución psíquica, en esos momentos que Dolto, en su teoría, toman relevancia las “castraciones simbolígenas” constitutivas de la imagen inconsciente del cuerpo 9. Así, ocupando el espacio social, La Maison Verte se abría como una oportunidad de acompañar el desarrollo del niño o la niña que están amamantando, el destete, el comienzo de la marcha y los retiros anticipados,

donde se producían las primeras relaciones –y los problemas que podría conllevar­ en las que el bebé se convertía en humano. Para Dolto, en estos primeros momentos, aunque no se hable, no se está por fuera del lenguaje, lo que se expresa a través de las manifestaciones corporales. Lo primero es el Cuerpo decía, un cuerpo/lenguaje, sostén del inconsciente y todo el aparato psíquico posterior. Pues bien, además en esta propuesta de trabajo se acompañaba al adulto/a cuidador/a frente a las dificultades que representa el trabajo de la crianza. La intención era producir un espacio agradable que promoviera la interacción social, acogiendo la necesidad de autonomía de la niñez, a través de reglas simples que introducen las limitaciones y aperturas de la vida en sociedad. Se ofrece como un lugar intermedio entre la


Escritos vida íntima familiar y la entrada a los lazos sociales. Dolto decía: (…) En este lugar de recreación y encuentro en que los bebés son tratados como sujeto, no se ficha a nadie, se respeta el anonimato, solo cuenta la presencia humana: el padre que acompaña al niño y no se marcha mientras el niño esté en él, también descansa y se ocupa. Se encuentra con semejantes. El equipo de tres adultos de acogida, entre ellos al menos un hombre, no hace ningún tratamiento, ninguna observación formal, ni ninguna experiencia concertada. Están, sencillamente, disponibles, a la escucha, y se dirigen a los niños delante de los padres. En la Casa Verde, que no tiene equivalente en el mundo, se practica cada día, ajeno al dominio de todo poder médico o asistencial y sin recuperación ni directivas educativas(…) 10. Desde que comenzamos nuestro trabajo, tuvimos la suerte de generar una formación teórica y supervisión con la psicoanalista argentina Aida Saks, quien fue discípula de Dolto y la encargada de organizar su visita a Latinoamérica en

septiembre del año 1986. Saks, venía trabajando con esta idea en Buenos Aires desde al año 1992, formando “La Casa Verde de los Niños” y la Fundación “Por la Causa de los Niños”. Hasta su muerte en el año 2013, su trabajo se comprometió con la extensión del legado de Dolto y llevar este dispositivo a diferentes partes de nuestra región. Con el objetivo de generar formas de escucha y subjetivación en la infancia temprana, su labor se dirige principalmente hacia la prevención de la violencia y de los trastornos psicoafectivos en la niñez en los contextos de desigualdad social. Al igual que Dolto, propone un lugar de esparcimiento, juegos y encuentros de la vida en sociedad, que funciona como intermediario entre el hogar y la guardería. Considerando a Latinoamérica como un lugar de contraste socio­ económico, con zonas excluidas socialmente, abre este dispositivo a la comunidad abarcando grandes poblaciones de niños, niñas y adultos. Generando una intervención basada en la socialización precoz, que permitía hablar de los

problemas psicosociales y de violencia. Para Saks, en primer lugar, se genera un ambiente humanizador y distendido para que circule la palabra trabajando sobre los ejes transmitidos por Dolto, al cual se puede acercar todo aquel que le interese saber qué ocurre con su niño/a. En segundo lugar, los profesionales funcionan como un tercero social; como un ciudadano que, formados en una escucha psicoanalítica, están atentos a lo que ocurre en estos encuentros. La principal línea ética es la consideración de que los niños y las niñas son personas desde su nacimiento y a quienes, por tanto, hay que reconocer como sujetos. Hay que dirigirse a ellos y ellas delante de sus padres, actuando por medio de la palabra sobre lo que no está dicho o lo que genera malentendido, porque aquello sería el origen de las ansiedades y angustias tempranas. Se les da un sentido social de lenguaje a todos los actos de los niños y niñas, visualizando las estructuras relacionales que le dan sentido a sus conductas. Así, se propicia la unión entre el ser individual con el familiar L ÚD I C A

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Escritos y el social, actuando tempranamente para permitir su modificación en las experiencias cotidianas. Es un espacio de socialización precoz que se centra en la identidad y en el vínculo social, ayudando a los niños y niñas desde el nacimiento y a sus padres a vivir en sociedad, respetándose y haciéndose respetar como sujetos, creando barreras que los protejan y los defiendan de la violencia social. Saks menciona: (…) Trabajando en poblaciones con necesidades básicas insatisfechas y pobreza estructural me preguntaba, como psicoanalista, qué podíamos brindarles a estos niños y a sus madres cuando ni siquiera podían cuidar su higiene personal, ni la mínima privacidad con la cual defender su intimidad y apuntalar su identidad. Sin embargo, poco a poco fuimos encontrando las respuestas, comenzó a circular la palabra, seres que no hablaban porque no habían sido hablados, niños que no miraban porque no habían sido mirados. Armamos el escenario humano, la conversación, la palabra, el lenguaje, la humanización a través de nuestras palabras, nuestros gestos, nuestros comportamientos que nos determinaban como otros sociales (…) 11 Pues bien, el trabajo que hemos ido formulando en Chile precisamente se ha basado en otorgar espacios para la prevención de esta violencia social, pero además la violencia institucional, en una sociedad que ha estado marcada por estos tipos de violencia. Hemos visto y vivenciado cómo la violencia hacia la infancia parte precisamente de las mismas instituciones que la constituyen, la nombran y la hacen transitar por sus espacios o líneas de visibilidad. Nos damos 35

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cuenta que se ha heredado una tradición jerárquizada, disciplinada, correctiva, castigadora e incluso militarizada, respecto a cómo la institución se debe relacionar con un niño o niña, y llamamos institución al conjunto de adultos que por algún motivo o circunstancia detentan una relación de poder frente a algún sujeto que pertenezca al universo de la infancia. El niño o la niña en Casa de las Palabras puede entrar o salir según su deseo lo movilice, fluctuando en el tiempo y el espacio. No tenemos ni “enfermos” ni “pacientes”, tampoco hay segregación, etiquetas o categorizaciones diagnósticas. En este lugar de trabajo anónimo no existen fichas que clasifiquen y que acompañen al niño o niña durante toda su vida. Tal como lo indica Dolto (2004) no registramos ni el apellido, ni la posición económica y social, ni la dirección de nuestros huéspedes. Sabemos el nombre del niño/a, cuál de sus padres vino, cuántas horas. Y no es que se niegue las diferencias estructurales de un sistema desigual, sino que se trabaja sobre la subjetividad que estas diferencias generan, porque precisamente en este espacio de apertura del inconsciente, también se escucha aquello de su traspaso en lo social. Sin realizar psicoanálisis, lo que hacemos está basado en propuestas psicoanáliticas. No tenemos una técnica a priori, estructurada de antemano, más bien vamos subvirtiendo nuestro propio saber, y produciendo una práctica en la vida cotidiana. Precisamente es un trabajo en la vida cotidiana, en el día a día, donde intentamos ofrecer una escucha, como tercero social que


Escritos acompaña, en los momentos donde el sujeto menos es escuchado. Nuestro trabajo se basa en tomar a cada niño y niña en serio, con todo su valor en tanto sujeto siempre diferente uno del otro. Tomamos una posición, un anclaje, frente a las posibles dificultades que se transfieren. Es el niño/a quién tiene el saber sobre sí mismo, transmitido de forma inconsciente, y los que trabajamos en Casa de las Palabras debemos estar atentos a todo aquello que vemos o que el niño o niña nos quiere transmitir, otorgando al mismo tiempo una validación a los padres, cuidadores o familiares, en tanto sostenedores de posibles angustias. Consideramos que Casa de las Palabras es un dispositivo que previene la violencia institucional porque se propone un ejercicio de validación y reconocimiento, de permitir que el saber circule, que la palabra transite, cambie de posición y entregue posibilidades. Respetamos a cada niño y niña en su diferencia; vamos pensando que nada sabemos de alguien sin conocerlo, sin encontrarnos, y que debemos guardar en nuestros bolsillos aquellas ideas que intentan decirnos cómo es un niño, una niña o su familia según tal o cual discurso de saber. Es en este reconocimiento de la diferencia, donde cada sujeto puede estar mejor preparado para enfrentarse a la homogenización que a veces la institucionalidad pretende.

Cuerpo. Buenos Aires, Argentina: Paidós. Lacan, J. (2008). Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Seminario XI. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós. Mannoni, M. (1988). La Educación Imposible. México D.F: Siglo Veintiuno editores. Mannoni, M. (2001). El Síntoma y el Saber. Barcelona, España: Editorial Gedisa Roudinesco, É. & Plon, M. (1998). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós. Saks, A. (1999) Socialización Precoz: “Dejad a los niños Producir sus gestos y sobre estos gestos poned palabras”. Exposición en el Coloquio Dolto – Unesco , Paris. Artículo de carpeta “Casa Verde”. Fundación “Por la Causa de los Niños”

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"Nuestro trabajo se basa en tomar a cada niño y niña en serio, con todo su valor en tanto sujeto siempre diferente uno del otro. Tomamos una posición, un anclaje, frente a las posibles dificultades que se transfieren. Es el niño/a quien tiene el saber sobre sí mismo, transmitido de forma inconsciente”

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Dolto, F. (2004). La causa de los niños. Buenos Aires, Argentina: Paidós. Dolto, F. (2005). La Imagen Inconsciente del

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Transicionalidad

Marie Andreé Kestler

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La técnica mixta de óleo y acrílico de la obra “Transicionalidad” intenta crear una relación para con el observador, con el objetivo de profundizar acerca de aspectos impredecibles de la vida cotidiana, que pueden en algún punto crear “avalanchas” de diversos sentimientos que el sujeto debe a afrontar, transicionando tanto de una faceta a otra en etapas de la vida, como de una forma de ser a otra. La mezcla particular de los colores utilizados en la obra expresa la permanencia de una esencia imborrable en cada persona, a pesar de los cambios inesperados que pueden llegar a presentarse.

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Falla Así la conocí Una vez, extendido sobre sus rodillas Como ahora sobre el árbol muerto Aprendí a hacerla sonreír A detener sus lágrimas A deshacer su culpa A curar su muerte interior Darle vida era mi vida El árbol, Donald Winnicott (1963) "Red Tower" de Creative Commons

Para Winnicott, el trauma constituye una ruptura en la continuidad existencial y representa la falla materna (confiable). La inauguracio n psi quica es producto de una madre suficientemente buena que en momentos falla, rompiendo consistencia en un ambiente contenedor y asi contribuyendo a una serie de traumatismos que son inevitables para el infans, agujeros psi quicos que potencialmente se intentan rellenar y reparar. La falla debe darse entonces desde un par “falla­ soste n” que conduce a la integracio n del infans. “De las funciones maternas­ pensadas como una estructura de cuidados generalizable a toda madre­ se desprende una madre única y personal para cada hijo que ella está criando. La singularidad de cada madre surge de las variables fallas que van sucendiendo en su quehacer materno (sus apuros o indolencias, sus distracciones o su exagerada dedicación, etc.). La falla materna constituye para el bebé el carácter personal de la madre, es el rasgo que la torna reconocible” (Ripesi, D. Smalinsky, E., 2010). Las fallas maternas severas son caídas desde el sostén materno al “vacío”, caídas impensables que provocan en el infans un excesivo trabajo mental que lo sostiene pero lo priva de la utilizacio n de dicha energi a psi quica (no simbolizable) en aspectos creativos y lo limita en su capacidad de enson acio n definida por Green como “una errancia del espi ritu fuera de los caminos demasiado delineados de la razo n”. Según Winnicott, las fallas son necesarias dentro de un ana lisis para que el paciente pueda localizar un sufrimiento que parece no ser localizable, de alli la importancia de historizar la falla. La falla apunta nuestra continuidad ya que de lo contrario no se podría 41

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Expresiones percibir como tal. En palabras de Winnicott: “A un paciente le es más fácil recordar un trauma que recordar que nada pasó cuando podría haber pasado…”

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Green, A. (2001), La nueva cli nica psicoanali tica y la teori a de Freud. Aspectos fundamentales de la locura privada. Buenos Aires: Amorrortu editores. Melville, C. (2012). La falla y la capacidad de ensoñación analítica. Revista Lúdica edición enero­marzo 2012. http://revistaludica.com/paginas.asp?id=8311&clc=479#.VLHQPlomxSU Ripesi, D (2003). Seminario: En la Cli nica de Adultos: Winnicott. Buenos Aires: Comunidad Virtual Russell. Ripesi, D. & Smalinsky, E. (2010). Winnicott para principiantes. Buenos Aires: Era Naciente SRL.

"Tara Donavan" de Brandon Shigeta

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En cartelera

Thirteen: la crisis puberal en el marco de la clínica psicoanalítica Ánalisis de Andrea Vargas

“A los Trece”, cuyo título original es “Thirteen”, es una película procedente de Estados Unidos y Reino Unido que se estrenó en el 2003; fue dirigida por Catherine Hardwike y distribuida por Fox Searchlight. Desde el nombre de la película, “A los trece”, puede especularse acerca de la trama: la adolescencia. Le Breton la define como un suspenso cargado de intensidad entre dos etapas de la existencia, momento de desprendimiento de los valores infantiles y de acercamiento progresivo a los rituales y valores adultos. En el texto “Condenado a explorar”, Waserman menciona que es en las sociedades modernas y postmodernas, en donde se produce un corte generacional que diferencia una generación de la otra, aparece de esta manera, el llamado “mundo adolescente”, el cual fija los modos de exploración y transición, modos que cuestionan tajantemente las propuestas que el mundo adulto propone para convertirse en uno de 43 L ÚD I C A Lúdica, enero 2015, pg. 43


En cartelera ellos. En el presente artículo se mencionarán algunos términos que a veces son utilizados como si fueran sinónimos, para evitar esta confusión se hará una breve definición de éstos. La pubertad es un acontecimiento que ocurre en el cuerpo biológico y que desborda al aparato psíquico, de ahí la importancia de inscribirla y metabolizarla. Lo puberal son los trabajos de escritura a nivel pictogramático de la pubertad, la constitución de la unidad narcisística puberal basada en la complementaridad de los sexos y la genitalización del complejo de Edipo. La adolescencia se refiere al pasaje a lo extrafamiliar, a la definición de la identidad sexual y al encuentro intersubjetivo con el otro adecuado. A continuación, se hará una síntesis de la película, enfatizando el trabajo puberal en Tracy, la protagonista, para luego realizar un breve recorrido teórico de lo puberal desde un marco psicoanalítico. Tracy vive con su madre y su hermano. Está por iniciar la secundaria y se muestra como una “buena niña que no se enoja”, es obediente y condescendiente. Con respecto al inicio de la secundaria, Mannoni afirma que en las sociedades modernas y postmodernas el único modelo de paso de la niñez a la condición de adulto que se ofrece es el modelo escolar. Tracy está ahora en secundaria por lo que “automáticamente” deja de ser una niña. Asimismo, a partir de ese momento habrán chicos a su alrededor que erotizarán el ambiente. Por el momento no hay ninguna escena de lo puberal, la relación que Tracy mantiene con su madre es homoerótica e infantil. Marisa Rodulfo menciona el caso de una púber que quería que su mamá entendiera algo que ella le estaba diciendo, pero no le gustaba decírselo discutiendo. En ese momento ella le marcó que “en realidad no quería dejar de ser esa nena tan obediente que siempre había sido”, no quería enfrentar la discusión puberal, “pero que ése era el dolor de dejar de ser la beba buena de su mamá”. Al empezar a cursar en la secundaria, Tracy entra a un ambiente erotizado por sus compañeros y al observar cómo se visten sus compañeras, ella se da cuenta que su vestimenta es infantil y se ve en la necesidad de cambiar de guardarropa y la decoración de su cuarto. L ÚD I C A

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En cartelera Tracy idealiza a una de sus compañeras, Evie, y desea tanto ser como ella y pertenecer a su grupo, que la forma de ingresar a éste es a través de robar. Conocen a algunos chicos y consumen droga inhalada. Evie le enseña a Tracy a drogarse y a vender drogas. Más adelante, la madre entra al cuarto y Tracy se está cambiando de ropa. Tracy se enoja y le exige que respete su intimidad y privacidad. La madre le pregunta si ya no le es permitido ver su cuerpo, a lo que Tracy responde que no. Por otro lado, Tracy empieza a automutilarse en los brazos. Finalmente, en la escuela, le informan a Tracy que ha reprobado y que tendrá que repetir el grado. Asimismo, saben que ha utilizado un documento falso, que no ha entregado tareas y que copió en algunos exámenes. La madre se entera que Tracy ha robado, consume drogas y se automutila. En la última escena, se escucha música tranquila de fondo, oscurece, madre e hija se quedan dormidas. ­ Al inicio de los trabajos puberales, los púberes dejan de percibirse a sí mismos como niños y empiezan a solicitar más privacidad. Antes, la puerta era transparente y Tracy no tenía intimidad. No era dueña de su cuerpo, ni de sentir placer con él. Más adelante, la puerta adquiere un lugar de privilegio en sus trabajos simbólicos que exigen tomar distancia de la madre real. Franco menciona en “Los espacios de (en) la adolescencia” que la puerta que en la infancia se cerraba para permitir la privacidad de la sexualidad de los padres y la no intromisión de los hijos, ahora deja afuera a los padres de la sexualidad de los hijos. La puerta funciona aquí como símbolo, como marcaje de un territorio propio, en el cual Tracy se encierra sola o con Evie, dejando afuera a la madre quien no soporta este corrimiento de lugar. ­ Parte del trabajo puberal es alejarse de los padres y los amigos íntimos empiezan a adquirir un lugar privilegiado. Cabe mencionar que para que las experiencias y los trabajos de la adolescencia sucedan, los padres deben poder correrse de la escena, dejar espacio para que éste pueda ser ocupado por otros referentes adultos extrafamiliares y muy especialmente por el grupo de pares o amigos íntimos. Permitiéndoles así jugar a ser grandes, experimentar sobre sus propios cuerpos y sobre la realidad. 45

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En cartelera En “Los espacios de (en) la adolescencia” Franco menciona que así como para “hacerse” niño, necesitó sostenerse en las funciones materna y paterna, en este “hacerse” adolescente necesita de la función de los pares, amigo íntimo o grupo de amigos con quienes atravesar las nueves experiencias, para poder apropiárselas. ­ Al inicio del trabajo puberal, Tracy realiza ciertas trasgresiones. De acuerdo a Le Breton, el fumar a escondidas, robar (como lo hace Tracy) y mentirle a los padres (como cuando Tracy le dice a la madre que se va a quedar en la escuela haciendo un trabajo pero realmente va a realizarse una perforación) son trasgresiones mínimas; conductas de prueba que manifiestan una exploración en principio lúdica del mundo cotidiano. ­ Más adelante, Tracy tiene ciertas dificultades en la inscripción de los cambios de su cuerpo e inicia con conductas de riesgo. Le Breton menciona que el joven enfrentado a la ausencia de límites queda atrapado en una fuga hacia adelante que a menudo sólo se detiene por el choque brutal con el mundo a partir de conductas de riesgo, las cuales son más frecuentes en las familias monoparentales como es el caso de Tracy. Le Breton explica que las conductas de riesgo se arraigan en un sentimiento confuso entre vaciamiento del ser y sufrimiento difuso. Enfatiza que la intención no es morir, sino poner a prueba una determinación personal, saborear una intensidad de ser, compartir algo con los demás en un momento de poder supremo, pero también traducir un grito, un sufrimiento. A veces todo eso mezclado en una búsqueda que sólo encuentra su significado con posterioridad al hecho. Así, son desvíos simbólicos para asegurarse del valor de su existencia y alejar en la medida de lo posible el temor a la propia insignificancia personal; es decir, son ritos íntimos de elaboración de sentido. También son intentos de autonomización respecto a los padres junto a una búsqueda de sensaciones. Estas conductas de riesgo, de acuerdo a Le Breton, derivan del sufrimiento y de la desvinculación social, por lo que son intentos de simbolizar su lugar dentro de lo colectivo, de insertarse en el mundo. Son desafíos personales que provocan un momento de intensidad de ser y generan luego el sentimiento del propio valor, del propio coraje. Así, afirman una destreza; más adelante, se observa que Tracy tiene relaciones sexuales sin protección, lo cual da cuenta del sentimiento de omnipotencia que ella experimenta. En esta escena en particular, en donde Tracy empieza a consumir drogas, puede constatarse cómo la entrada en cierto número de conductas de riesgo muchas veces se asocia al poder de atracción de un grupo de pares que las valoriza y disipa las últimas dudas, atribuyéndoles una L ÚD I C A

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En cartelera legitimidad muy superior a la que proviene de la sociedad o de la familia. Le Breton concluye que las conductas de riesgo son una forma inconsciente de una voluntad no tanto de morir, sino de no estar. Slucki y Wikinski afirman que el consumo regular de drogas y las relaciones sexuales sin protección son ejemplos de una puesta a prueba de la propia potencia en un intento constante de medirse, Tracy intenta comprobar que ella es la que impone las reglas del juego. Ella evalúa la realidad desde la distorsión de un yo ideal sin limitaciones. Su yo no percibe los excedentes de la realidad de los que no podría apropiarse. Su juicio de atribución y de existencia, funciones del psiquismo ya constituidas, se ven de pronto arrasadas en este punto de desmentida en el que su yo atribuye a la realidad con la que se va a ver confrontado, únicamente las características que su psiquismo es capaz de poner en consideración. Específicamente, con respecto al consumo de drogas, Waserman, en “Condenado a explorar”, sostiene que muchos adolescentes usan las sustancias adictivas para acompañarse en el recorrido exploratorio. Menciona que en muchos adolescentes la droga es vivida como instrumento para entrar en ese otro espacio definido por Winnicott como ilusión reencontrada cuyo abandono se hace muy difícil cuanto más agudo es el temor a la desilusión. Le Breton, por su parte, afirma que algunos adolescentes llenan el vacío consumiendo sustancias tóxicas en grandes cantidades, sin siquiera tratar de “colgarse” o buscar sensaciones; más bien, lo que buscan es la ausencia, el coma. En Tracy puede observarse que precisamente lo que busca es no sentir.

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En cartelera ­ Asimismo, Tracy se automutila. En el artículo “Adolescentes: entre el dolor y la esperanza”, Franco hace énfasis en el dolor por la violencia que la pubertad del cuerpo produce en el psiquismo. Violencia que en el caso de Tracy es ejercida contra sí misma, negando, reprimiendo o acallando lo puberal. Esto puede ser por no contar con los apuntalamientos narcisísticos parentales infantiles y/o puberales, o de referentes extrafamiliares, necesarios para poder inscribir/ metabolizar los cambios de la pubertad. La violencia es así, una respuesta al dolor. Tracy se autoagrede para mitigar con el dolor físico, el otro dolor, el que le es imposible soportar sin desestructurarse, sin fragmentarse en su mismidad de ser, en su subjetividad, sin alienarse en la niña que fue y no puede o no le permiten dejar de ser. En esta escena la automutilación, y más adelante en otras escenas de la película: las perforaciones, la adicción y las privaciones, apuntan a infligirse un dolor físico que vela, distrae y permite huir del dolor psíquico. En este mismo artículo, Franco afirma que la automutilación es una forma de canalizar la agresividad que quedó libre o desligada, y por tanto generando dolor, ante la ausencia de adultos a quienes matar simbólicamente. Al final de la película, podría especularse que luego de que la madre se entera acerca de lo que le está sucediendo a Tracy, ésta fuera llevada a tratamiento. De acuerdo a Laufer, los adolescentes son llevados para que se les ayude, sólo después de una crisis aguda, donde el adolescente y la familia a la vez están sorprendidos y perplejos por lo ocurrido. Así, afirma que lo que se puede ver en este adolescente es que su comportamiento contiene ahora señales de la presencia de un colapso en el desarrollo. Laufer entiende por colapso el rechazo inconsciente del cuerpo sexual, el odio al cuerpo y la necesidad del adolescente de mantener inconscientemente la imagen de sí mismo como alguien que es victimizado, perseguido o transformado en desvalido por fuerzas dentro de sí mismo sobre las que no tiene control. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Franco, Adriana (2002): Adolescentes: entre el dolor y la esperanza, Jornada clínica de niños y adolescentes, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. ­­­­­­ Los espacios de (en) la adolescencia. ­­­­­­ Las marcas actuales de adolescencia, Jornadas de actualización en clínica y psicopatología infanto­ juvenil. Gutton, Philippe (1999): Lo puberal, Buenos Aires, Paidós. Laufer, Moses: Colapso mental en el adolescente y metas del tratamiento. Le Breton, David (2003): “La vida en juego, para existir”, en Adolescencia bajo riesgo, Montevideo, Trilce. Mannoni, O., Deluz, A., Gibello, B. y Hébrard, J. (1985): La crisis de la adolescencia, Barcelona, Gedisa. Rodulfo, Marisa (2005): La clínica del niño y su interior, Buenos Aires, Paidós. Slucki, Daniel y Wikinski, Mariana: No pasa nada. Waserman, Mario (2005): Condenado a explorar, Actualidad Psicológica, Año XXX, No 335.

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En el taller

Te invitamos a participar en los siguientes eventos académicos: "¿No te enamoraste de mí...sino de tí cuando estás conmigo?" Presencial impartido por Revista Lúdica en Libreria Sophos Fontabella Guatemala, Guatemala jueves 19 de febrero contacto: info@revistaludica.com * cupo limitado "Diplomado introducción al psicoanálisis" Presencial impartido por Colegio de Psicoanálisis Lacaniano, México DF, México sábados 10 de enero a junio contacto: cplacanlano@gmail.com "Las 4 etapas de la vida" Presencial impartido por Centro C.G. Jung Guatemala Guatemala, Guatemala 24 de enero contacto: centrocgjung.guatemala@gmail.com "La violencia en México: una perspectiva psicohistórica" Presencial impartido por Eduardo Ongay, Asociación Psicoanalítica Mexicana A.C en Libreria Gandhi Lomas México DF, México 28 de enero contacto: apmadministracion@gmail.com * cupo limitado

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"Clínica Psicosomática, módulo 1: Origen clínico de las enfermedades psicosomáticas y modelo interdisciplinario para su abordaje" Presencial impartido por Liza M. Zachrisson en Universidad Rafael Landívar, Guatemala, Guatemala miércoles del 25 de febrero a 22 de abril contacto: cursoslibres@url.edu.gt * cupo limitado "Diplomado en introducción al psicoanálisis: conceptos fundamentales" Presencial impartido por Asociación Psicoanalítica Mexicana A.C. México DF, México 27 de febrero contacto: apmadministracion@gmail.com "Psicoanálisis y neurociencias. Perspectivas para una integración neuropsicoanalítica" Presencial impartido por David López Garza, David Szydlo, Raúl Miranda, Asociación Psicoanalítica Mexicana A.C. México DF, México 28 de febrero contacto: apmadministracion@gmail.com "Bion in Marrakech spends a weekend in Marseille: 'Catastrophic change or fear of breakdown: a clinical perspective' / Bion in Marrakech passe un weekend à Marseille: 'Changement catastrophique ou peur de l' effondrement: une perspective clinique'" Presencial en Marseille, France 26 de febrero a 1 de marzo contacto: http://bioninmarrakech.org/bion­in­ marrakech/jeudi­26­fevrier­dimanche­1­ mars/


En el taller "Al borde del borde: vicisitudes de la separación y de la pérdida" Virtual impartido por Marisa Punta Rodulfo 20 de marzo contacto: http://rodulfos.com/seminarios­ 2015/ "La diversidad reprimida en la noción de "adulto". Ejes no psicopatológicos de su patología" Virtual impartido por Ricardo Rodulfo 20 de marzo contacto: http://rodulfos.com/seminarios­ 2015/ "Repensando una psicopatología de la infancia, niñez y adolescencia" Virtual impartido por Marisa Punta Rodulfo 20 de marzo contacto: http://rodulfos.com/seminarios­ psicoanaliticos­online/ "Funciones del jugar: otra vuelta de tuerca" Virtual impartido por Ricardo Rodulfo 20 de marzo contacto: http://rodulfos.com/seminarios­ psicoanaliticos­online/ "Migration, exile and polyphonic spaces"" Presencial impartido por Psychoanalysis and Politics en Barcelona, España 20 a 22 de marzo contacto: http://www.psa­pol.org/?p=331

"Psicoanálisis con parejas y familias. Perspectivas alrededor del mundo. Primer congreso internacional IPA­FEPAL" Presencial impartido por Asociación Psicoanalítica Internacional y FEPAL Buenos Aires, Argentina 9, 10 y 11 de abril contacto: primercongreso.ipafepal@gmail.com

"Taller clínico de psicoterapia y psicoanálisis de niños" Presencial impartido por Susana Bidolsky, Instituto Universitario de Salud Mental (APdeBA) Buenos Aires, Argentina viernes del 10 de abril a 21 de noviembre contacto: www.ipa.org.uk "Taller amores del Siglo XXI" Presencial impartido por Rafael Manrique, Asociación Psicoanalítica Mexicana A.C. México DF, México 17 y 18 de abril contacto: www.ipa.org.uk "Heritage of a Psychoanalytic MindI" Presencial impartido por Canadian Psychoanalytic Society/Société canadienne de psychanalyse, Toronto, Canada 7 a 10 de mayo contacto: www.ferencziconference.com.

"Too Much ­ Not Enough"" Presencial impartido por European Psychoanalytical en Stockholm, Sweden 27 a 29 de marzo contacto: http://www.epf­fep.eu/ L ÚD I C A

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En el taller "IPA 49th Congress: Changing World. The shape and use of psychoanalytical tools today" Presencial impartido por Asociación Psicoanalítica Internacional en WTC Boston, IUSA 22 a 25 de julio contacto: www.ipa.org.uk "Acerca de las psicosis" Virtual impartido por Edit Beatriz Tendlarz y ICdeBA disponible todo el año contacto: http://www.comunidadrussell.com/default. asp?contenidos/Listado­de­cursos­ ofrecidos.html "Adicciones. Una mirada clínica" Virtual impartido por David Warjach disponible todo el año contacto: http://www.comunidadrussell.com/default. asp?contenidos/Listado­de­cursos­ ofrecidos.html "Clínica de la urgencia" Virtual impartido por Inés Sotelo disponible todo el año contacto: http://www.comunidadrussell.com/default. asp?contenidos/Listado­de­cursos­ ofrecidos.html "Clínica psicoanalítica con niños" Virtual impartido por Mónica Patricia Larrahondo y Silvia Roxana Jacobo disponible todo el año 51

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contacto: http://www.comunidadrussell.com/default. asp?contenidos/Listado­de­cursos­ ofrecidos.html "Curso de introducción al psicoanálisis" Virtual impartido por Eugenia Fridman disponible todo el año contacto: http://www.comunidadrussell.com/default. asp?contenidos/Listado­de­cursos­ ofrecidos.html "De cómo los niños se hicieron (tardíamente) "sujetos analizables" (y lo que costó...)" Virtual impartido por Daniel Ripesi disponible todo el año contacto: http://www.comunidadrussell.com/default. asp?contenidos/Listado­de­cursos­ ofrecidos.html "El juego patológico y sus efectos en la subjetividad" Virtual impartido por Mariela Coletti, Alejandra Breglia y ICdeBA disponible todo el año contacto: http://www.comunidadrussell.com/default. asp?contenidos/Listado­de­cursos­ ofrecidos.html

www.revistaludica.com info@revistaludica.com Revista Lúdica RevistaLudica


Sobre autores Paulina Espinoza Psicóloga clínica (infieri) de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), Guatemala (2009 ­ 2014). Estudiante de intercambio en la Universidad del Desarrollo, Chile (2011). Catedrática auxiliar en los cursos Psicopatología I y II (2014 ­ 2015), Técnicas Proyectivas I y II (2015) de la carrera de Psicología Clínica (UFM). Terapeuta practicante de la Clínica Viktor Frankl, Guatemala (2014 ­ 2015). Coordinadora del taller para padres de la asociación ACRECER, Guatemala (2014). pespinoza@ufm.edu

Marie Andreé Kestler Cursa cuarto año de Psicología Clínica en la Universidad Francisco Marroquín, Guatemala. Miembro de Asociación de Artistas Guatemaltecos y Co­Creadora del sitio web “Punto Psique”. Ha publicado obras en revista artística virtual “Zona narango” en el año 2010. Exposición Colectiva en el Museo Ixchel de Guatemala en el año 2009 y 2010. Exposición de pintura en vivo en el Teatro Nacional de Guatemala, en “Festival de Celebración de Efraín Recinos”.­ Exposición de pintura en vivo en “Campo de Luz Saúl E. Méndez” en Tecpán, Guatemala 2011. makestler@ufm.edu

Daniel Ripesi Licenciado en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Titular de la cátedra "Escuela Inglesa de Psicoanálisis", de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Profesor de posgrado del Hospital Arturo Ameghino. Profesor Titular de Posgrado de la Fundación Buenos Aires. Supervisor de Profesionales de la salud Mental del Hospital Carlos G. Durand. Co­dirige (junto a la Lic. Paula Larotonda) la página de Internet dedicada al pensamiento de D.W. Winnicott: http://www.espaciopotencial.com.ar/ . Autor de "Quemar las naves. Ensayos winnicottianos", Ed. Letra Viva Y Coautor de “Winnicott para principiantes”, Ed. Era Naciente. Integró el Consejo editorial de Psyché Navegante. Publicó en medios argentinos como "Página 12", "La maga", "Sudestada", “Imago”, La Porteña revista de Psicoanálisis”, etc. danielripesi@hotmail.com

Rodrigo Robles Blaessinger Licenciado en Psicología egresado de la Universidad Diego Portales (Chile). Magíster en Estudios de Género y Cultura en América Latina, Mención Umanidades de la Universidad L ÚD I C A

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Sobre autores de Chile. Docente del curso “Profundizaciones en Casa Verde: Intervenciones psicoanalíticas para la primera infancia” y “Casa Verde: un dispositivo psicoanalítico de subjetivación con niños y niñas en primera infancia” de la Universidad Católica Silva Henríquez. Profesor invitado al diplomado “Psicoanálisis y Sistema Sexo/Género” en el Instituto Chileno de Psicoanálisis. Formación con psicoanalista Dr. Aida Saks, en Salud Mental, Violencia y Psicoanálisis en Françoise Dolto. Fundación “Por la Causa de los Niños” (Argentina) Marzo 2011 a Agosto del 2013. Ha publicado en diversas revistas y participado en ponencias, seminarios, conversatorios e investigaciones nacionales e internacionales. rodrigo.robles.b@gmail.com

Dilsia María Sosa Licenciada en Psicología Clínica egresada de la Universidad Francisco Marroquín, Guatemala. Cursó un master en Psicoanálisis Clínico en la Universidad de Salamanca, España y una especialidad en Psicoterapia Psicoanalítica de Niños y Adolescentes en Quipú Instituto de Salud Mental en Madrid, España. Actualmente practica en consulta privada y es maestra en el Colegio Waldorf de Guatemala. dilsiamaso@hotmail.com

Andrea Vargas Licenciada en Psicología Clínica de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), Guatemala. Posgrado en Clínica Psicoanalítica con Niños y Adolescentes y Especializada en Prevención y Asistencia Psicológica en Infancia y Niñez en la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Supervisora de práctica en Clínica Viktor Frankl (UFM). Catedrática titular en Departamento de Educación (UFM) y docente en Especialización en Neurodesarrollo Infanto­ Juvenil (Facultad de Medicina, Universidad San Carlos de Guatemala). Miembro Vocal del Centro de Estudios Freudianos. Con experiencia clínica en práctica privada, hospital, educación especial y peritaje a partir de un marco psicoanalítico. andrea.rosal@hotmail.com

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