Revista Lúdica 6a. Edición

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Sobre Lúdica

Sobre Lúdica Lúdica surge como un espacio para el intercambio de ideas y conocimientos psicoanalíticos estimulando propuestas novedo­ sas que jueguen con las clásicas fundamentales del psicoanálisis. Reconociendo los alcances de los diversos enfoques psicoanalíticos, se abre este espacio para complementar las diversas perspectivas que componen este campo, brindando mayor riqueza al quehacer clínico al estimular nuevas inquietudes y nuevos senderos en la práctica clínica. En estas páginas fundamos un lugar de respeto y diálogo para las distintas teorías psicoanalíticas con el objetivo de inaugurar un nuevo espacio psíquico convergente para quien acuda a su lectura. Si deseas obtener más información, envía tus comentarios o sugerencias a info@revistaludica.com o ingresa a www.revistaludica.com

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Lúdica, abril 2013, pg. 1

EDICIÓN

Claudia Castro Claudia Melville Liza M. Zachrisson

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Rafael Aycinena Imágen

Leslie Nanne

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Revista

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Álvaro Marroquín Liza M. Zachrisson REDACCIÓN

Coralia LópezSelva

Leslie Nanne

Eddy Carrillo Andrea González Menéndez Claudia Melville Constanza Rangel Francisco Salgado

IMÁGENES

James Abbot McNeill Whister Edwin Austin Abbey Frédéric Bazille Gustave Caillebotte Manolo Gallardo Gustav Klimt Joan Manning Egon Schiele Vincent Van Gogh EN LA LIBRERA

Luis Hornstein

Contacto: Revista Lúdica 6a av. 6-63 zona 1 0, Edificio Sixtino 1 , oficina 301 Guatemala, Guatemala


Índice

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Sobre Lúdica Escritos

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El encuadre en el trabajo clínico de la psicopatía y la sociopatía Francisco Salgado

Vicisitudes del proceso de supervisión psicoanalítica: apuntes hacia un modelo integrativo Constanza Rangel y Eddy Carrillo

Escritos sobre la mujer *EDICIÓN ESPECIAL* 27 33 40

El interjuego entre la mujer y lo femenino Claudia Melville

Destinos de mujer: los nuevos escenarios femeninos Andrea González Menéndez

Expresiones

No tengan miedo al arte Leslie Nanne

45 Conceptos Construcción la librera *SEGMENTO EN ESTRENO* 46 En Psicoanálisis: Encrucijadas Actuales Luis Hornstein

57 En el taller 61 Sobre autores

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Escritos

El encuadre en el trabajo clínico de la psicopatía y la sociopatía Francisco Salgado

Lo sociopático ha sido objeto de cuestionamientos en cuanto a su relación con el tratamiento analítico; estos pacientes atacan el encuadre y es labor del analista, en cuanto le sea posible y deseable, sostener estas coordenadas para el tratamiento. Finalmente, lo importante es si el analista desea o no, tratar un paciente psicópata o sociópata; debiendo ser ésta, una elección libre y legítima.(1)

Es mi experiencia que la sociopatía es una de las patologías más complicadas de tratar en el consultorio, no por la complejidad de su constitución, sino por la “renuencia” del paciente a mantenerse dentro del encuadre analítico. El encuadre, básico e indispensable para trabajar con un paciente, nos permite sostener frecuencia de encuentros, asignar la duración de las sesiones, las metodologías de pago y cancelaciones, llamadas de emergencia y demás. Sin embargo, para comprender las dificultades que pueden presentarse en el tratamiento de ciertas patologías, es importante distinguir claramente entre el encuadre como contrato que contiene al tratamiento y el encuadre como dispositivo, donde se produce la repetición y se da la transferencia. En fin, el encuadre es –complejamente– todo aquello que contiene a y se contiene en el tratamiento analítico. La sociopatía, diagnosticada en el DSM como un trastorno de personalidad antisocial, se manifiesta como un reto 3 L Ú D IC A Lúdica, abril 2013, pg. 3

importante para el analista tratante, particularmente desde el aspecto técnico y, no tanto –insisto– (necesariamente) desde el teórico. Se convertirá en un trabajo esforzadamente sostenido y minucioso ir armando un encuadre sólido e ir eligiendo la técnica y el acto analítico “correctos” para que el paciente se acople al “espacio” que permita al analista trabajar de cara a una mejora de la calidad de vida del paciente. Dicho de otra manera, con los pacientes sociópatas es probable que tengamos que dedicar mucho más tiempo y energía a echar a andar las condiciones iniciales indispensables que permitan el análisis, a diferencia de otros pacientes, cuyas patologías no entran en tanto conflicto con el encuadre. Retomando la idea anterior, mencioné la mejora de la calidad de vida del paciente como objetivo general en muchos de estos tratamientos. Lo formulo de esa manera tan conservadora porque es complicado, arriesgado y potencialmente frustrante anticipar la cura de estos pacientes,


Escritos

"En el telar" de Vincent Van Gogh

particularmente si presentan un cuadro grave. En algún punto inicial del tratamiento, mientras se va fortaleciendo el encuadre, el analista habrá de examinar a detalle los objetivos que, desde la realidad, puedan alcanzarse con cada uno de estos pacientes. En muchas ocasiones deberemos conformarnos con que el paciente experimente una leve mejoría de su estado inicial, antes de la consulta.

Aunque es cierto que, por lo general, los pacientes con problemas sociopáticos importantes no acuden al consultorio por dicha patología en sí, he observado que también es cierto que en numerosas ocasiones acuden cuando se encuentran irascibles por la soledad, el rechazo, las dificultades para generar vínculos amistosos y amorosos y, en general, cuando experimentan vacío y angustia de orden narcisístico del cual generalmente no son conscientes.

Con respecto de este punto, es necesario aclarar que en la clínica encontraremos muchas “versiones” de patología sociopática, razón por la cual, como muchos otros colegas, insisto en dividir a estos sujetos en sociópatas y psicópatas. No todos los sujetos antisociales son aquellos asesinos en serie de las películas que están ávidos de matar o aquellos secuestradores que –además de cometer el horrendo crimen de privar L Ú D IC A

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Escritos a alguien de su libertad– también golpean, violan y torturan psicológicamente a sus víctimas durante el cautiverio. Tampoco son guerrilleros actuando desde la clandestinidad, supuestamente en aras de eliminar las injusticias sociales, del tipo que coloca explosivos en centros comerciales o el transporte colectivo. Me parece que a éstos podemos llamarles psicópatas, aduciendo –desde mi propio punto de vista– que existe aquí un nivel de mayor gravedad patológica castigable por las leyes vigentes. Por otro lado, encontramos también en el consultorio (y probablemente con más frecuencia), a pacientes que desde las múltiples esferas de sus vidas actúan atentando en contra de los derechos del Otro. Así, con “O” mayúscula, porque estamos lidiando con vínculos afectivos. Además de ser el tipo de persona que no sólo tratará de obtener cuanto pueda de una relación a base de engaños y manipulaciones, también será el tipo de persona que podrá incurrir en fraude en su lugar de trabajo o que tratará de obtener beneficios materiales sin pagar por ellos (haciendo a veces 5

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uso de la fuerza física y/o la amenaza), o tratará de lograr que otros trabajen por una remuneración demorada o truculentamente inexistente. Estos sucesos pueden ser catalogados, simple y llanamente, como delitos. En efecto, teniendo clara la diferencia entre uno y otro tipo de pacientes, es factible pensar que los sujetos sociópatas consultarán más frecuentemente que sus pares psicópatas. Si tomamos en cuenta que consultar a un profesional de la salud mental es sumamente incómodo para el sociópata, podemos imaginarnos que, para el paciente psicópata, tal hecho resultará absolutamente intolerable, ya que se colocará, literalmente, en el “sillón del analista”. Otro de los aspectos que, considero, hace casi imposible proporcionar tratamiento analítico a un paciente psicópata (por lo menos en consulta privada), es la peligrosidad inherente al tratar a alguien que puede atentar contra la vida del analista o de sus seres queridos. Supongo que todos estaremos de acuerdo en que no es

posible trabajar adecuadamente cuando tememos a un paciente. Cualquier cantidad de teoría y técnica aprendidas o practicadas serán instrumentos estériles frente a la amenaza de atentado si llegamos a nombrar, cuestionar o interpretar algo que enfurezca al psicópata. Para el analista será virtualmente imposible internarse en un verdadero tratamiento sabiendo que tiene frente a sí a un ser sin escrúpulos y plagado de culpa super yóica y empatía, con las fragilidades más profundas de su psiquismo. Los analistas que no tratamos pacientes psicópatas debemos estar muy atentos al extraño que nos consulta, para considerar si estamos enfrentándonos a dicha patología. La intuición juega papel preponderante en este caso, así como la escucha analítica: en la mayoría de casos, los distorsionados relatos del paciente lo implicarán. En muchos fragmentos del relato nos será posible escuchar datos que no concuerden entre sí, así como trazos de frialdad, rareza o sensación de exagerada autoridad o narcisismo; todos ellos serán


Escritos elementos útiles para la detección de las actividades psicopáticas del sujeto. Centrándonos de nuevo en el paciente sociópata, debo decir que con el pasar del tiempo he encontrado cada vez más frecuentemente que los ataques al encuadre, por parte de pacientes sociópatas, se relacionan con importantes “áreas desprovistas” del narcisismo, donde los límites y fronteras contenedoras de un vínculo son sistemáticamente derribados con el objetivo de dañar a cualquiera que se “acomode” en el papel de víctima, particularmente entre los que se encuentran muy cerca del psicópata. Ya que los sujetos sociópatas tienen severas dificultades para generar vínculos de aprecio y cariño (aparentemente porque no les interesan, pero realmente es porque no creen en ellos), la relación analista­paciente da inicio con una importante deficiencia, ya que aunque dentro de claros y determinados límites en el curso de un buen tratamiento es necesario que se genere una conexión de aprecio y cariño entre el analista y el paciente, además –por supuesto– de la indispensable valorización que debe sentir el paciente por el analista y el tratamiento. Dicho de otra manera, será complicado

que se produzca una verdadera relación de objeto (lo cual es habitualmente parte de la cura) y probablemente lo que ocurrirá será una mera repetición del lazo con el objeto de conflicto inicial. El encanto y la muy bien desarrollada manipulación que caracteriza en muchísimas ocasiones a este tipo de pacientes hace que el analista pueda a veces escotomizar los constantes intentos del encantador personaje por “adueñarse” del espacio analítico, minando toda autoridad del analista. Si bien es aquí donde es de suma importancia que el analista esté sumamente bien formado en cuanto a la constitución del narcisismo y todo cuanto pueda ocurrírsenos para la profunda comprensión de estas complejidades psíquicas, me parece aún más importante que el analista tenga muy claros sus propios límites y/o muy claras sus deficiencias en cuanto a este tema.

"En efecto, teniendo clara la diferencia entre uno y otro tipo de pacientes, es factible pensar que los sujetos sociópatas consultarán más frecuentemente que sus pares psicópatas."

Estoy convencido que este aspecto, si bien debe ser objeto de atención y autoevaluación constante de todo analista, debe ser prioritario en la clínica de analistas mujeres. Los pacientes sociópatas, siendo en su mayoría varones y L Ú D IC A

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Escritos

Es de vital importancia estar muy atentos a otro tipo de conductas del paciente sociópata que, si bien no tienen como propósito la típica e inicial seducción, sí pretenden de manera inmediata tomar control del tratamiento analítico y, de ser posible, hacer que el analista haga lo que el paciente quiere. Me refiero acá a los actos hostiles y a los intentos de sometimiento.

ausencias no anunciadas, las tardanzas apoyadas sobre múltiples excusas y las constantes peticiones y/o demandas de excepciones alrededor de ello (como la reposición de sesiones y permanencia más allá del horario encuadrado), comienzan a ser los primeros indicios de que el encuadre puede estar comenzando a fracturarse y que con el típico comportamiento que caracteriza a los subversivos guerrilleros, el paciente irá socavando insistentemente los cimientos de dicho encuadre para que –finalmente y de manera muy sorpresiva para el analista– el marco contenedor se venga abajo, como lo hace una construcción de madera a la que las termitas desgastaron las bases o bien como una construcción de concreto, a la que se le colocaron explosivos en los pilares de contención.

Es de esta manera como las agresiones comienzan a abrirse paso desde el momento en que el paciente sociopático detecta que tiene una oportunidad de someter a ese Otro ahí presente. Las

Me parece que la metáfora es adecuada, particularmente en cuanto a la diferencia de los niveles de agresión con los que el paciente sociópata arremete contra el analista y la estructura que los encuadra.

sabiéndose carismáticos, hábiles y particularmente seductores, seguramente intentarán poner a funcionar sus “encantos” (con la doble acepción del término: atractivo y hechizo) sobre las analistas de sexo femenino. Igualmente sucedería con una paciente seductoramente histérica y su analista varón.

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"El estudio" de Frédéric Bazille


Escritos Como fue mencionado anteriormente, las acciones de ciertos pacientes son mucho más sutiles al inicio y luego se convierten en agresivas, a medida que la necesidad de ganar terreno se va volviendo cada vez más intensa. Así también, hay otros pacientes que desde el inicio se muestran demandantes y exigentes, siendo más fácil para el analista detectar las intenciones y blindar el encuadre con mucha más firmeza y cuidándose de no hacer excepciones. Al hablar de excepciones me refiero a que, aunque el formato de encuadre contempla fecha, hora y lugar de encuentro específicos, metodología de cancelaciones y de pago y formas generales de conducirse dentro de sesión, se podría de vez en cuando hacer excepciones. Alguna vez podremos alargar un poco la sesión, si de acuerdo a un paciente y momento particular fuese necesario; alguna otra vez y por circunstancias por ejemplo, de enfermedad, podríamos visitar a un paciente en casa u el hospital para llevar a cabo ahí la sesión; otras veces podríamos no cobrar una sesión que no fue cancelada con el plazo estipulado para ello, debido a alguna circunstancia extraordinaria. Inclusive, podríamos ofrecer al paciente alguna merienda o medicamento en caso de malestar físico.

Personalidad Narcisista. De hecho – y pensando analíticamente – la sociopatía es una patología narcisista que produce fractura y dolor a la estima de los pacientes. Es comúnmente conocido que las personas antisociales tienen “problemas con las figuras de autoridad”. Dichas figuras no necesariamente representan autoridad para estos sujetos, sino más bien ira y descontrol. Y por ello deben ser destruidas, ya que es probable que, en el pasado, hayan sido éstas las que dañaron y destruyeron la estima. Por lo general han sido los múltiples abusos y los atropellos lo que estas personas resienten y por lo que se tornan manipuladoras, irascibles, insensibles y, en muchas ocasiones, malvadas. Aunque algunas veces algunos psiquismos repiten cual “facsímile” lo que les ha ocurrido en la infancia y la adolescencia, éste no es el caso de los sociópatas. Este psiquismo específico siempre recurre a invertir la situación de maltrato, agenciándose el lugar de victimarios para poder abusar de otro. Sabemos que esto aparece con cierta frecuencia como un mecanismo psíquico mediante el cual el sujeto toma control activo de la situación: antes fue víctima… ahora él tiene el control.

Todo lo anterior nos indica a los analistas que debemos ser sumamente cuidadosos, ya que cualquiera de estas concesiones puede ser (y probablemente será) aprovechada por el paciente para adueñarse de todo tipo de ventajas.

La vulnerabilidad y el sometimiento parecen ser, entonces, los factores que provocan que estos pacientes crean que el mundo “les debe” algo y que, a manera de reivindicación, deberán ir y tomar ese algo por la fuerza; dicha necesidad nunca será saciada y el afectado pasará su vida entera pensando cómo continuar atacando. De esta forma, el sociópata se “defenderá” permanentemente.

No es casualidad que el DSM contemple colindancias entre el Trastorno de Personalidad Antisocial y el Trastorno de

En tratamiento, es frecuente que pidan (y si no se les es dado, demandan), algún trato preferencial, aduciendo que ellos son L Ú D IC A

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Escritos merecedores del mismo y dando todo tipo de argumentos para convencer al analista. También es probable que cuando lo anterior suceda, el propósito del paciente no sólo sea tener control sobre el analista, sino, además, convertirse en su “preferido”. Si la intención y la situación no son advertidas, el narcisismo fracturado y débil del paciente “se nutrirá” de esa fantasía de control y poder sobre el analista, acrecentando el cuasi delirio de megalomanía y siendo el espacio analítico cada vez más iatrogénico para el paciente. Partiendo de esta última reflexión, soy de la firme idea que, cuando un analista no está preparado para manejar las agresiones abiertas o encubiertas del paciente sociópata, la derivación debe ser inmediata. Muchos analistas éticos, pero particularmente nuevos y jóvenes, llegan a creer que solamente cuando no hay una verdadera patología a tratar en análisis es cuando debe rechazarse a alguien que solicita tratamiento. Me parece indicado aquí señalar que no sólo es ético rechazar a un paciente al que no deseamos tratar, sino que además es un legítimo derecho de todo profesional de la salud mental.

(1) La Sociopatía y la Psicopatía, con relación a posibilidad de éxito en el tratamiento, la preservación del encuadre y la libre elección del analista REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Ferenczi, S. (1932). Obras completas; Sin simpatía, no hay curación. (Vol. IV). Madrid, España: Editorial Espasa Calpe. Freud , S. (1914). Obras completas; Introducción del narcisismo. (Vol. XIV). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu editores. Green, A., Szpilka, J. & Bernardi, R. (1993). Diálogo entre analistas: cuestiones de psicoanálisis. Revista de Psicoanálisis APA, L(4). Nasio, J. (2008). Cómo trabaja un psicoanalista. (3a. ed.). México: Editorial Paidós Mexicana S.A. Vives­Rocabert, J. (1996). Las contratransferencias complejas. Psiquiatría; Organo oficial de difusión de la Asociación Psiquiátrica Mexicana,12(3), 95­100.

"Si la intención y la situación no son advertidas, el narcisismo fracturado y débil del paciente “se nutrirá” de esa fantasía de control y poder sobre el analista, acrecentando el cuasi delirio de megalomanía y siendo el espacio analítico cada vez más iatrogénico para el paciente."

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Escritos

Vicisitudes del proceso de supervisión psicoanalítica: apuntes hacia un modelo integrativo Cualesquiera que sean los méritos de nuestro alto grado de... educación, hemos perdido el don de quedar perplejos. Todo se supone que se sabe­ si no nosotros mismos entonces algún especialista cuyo trabajo es saber lo que nosotros no sabemos... quedar perplejo es vergonzoso, una señal de inferioridad intelectual. Tener las respuestas correctas parece ser lo único importante. Por comparación, el plantear la pregunta correcta se considera insignificante. Erich Fromm BREVE RESEÑA HISTÓRICA

Este trabajo parte de la observación inicial de que la supervisión o “análisis de control” en la formación psicoanalítica se ha mantenido asombrosamente estacionaria en cuanto a la evolución de su práctica. En otras palabras, mientras que el mundo teórico y técnico ha llevado a múltiples transmutaciones y avances, el proceso de supervisión sigue siendo sumamente parecido a como se ejerció en sus inicios. Es particularmente curioso cuando se toma en cuenta que este

estancamiento del proceso de supervisión tiene ya más de 80 años de acompañarnos en nuestra formación como analistas, mientras que el despliegue de la teoría (metapsicología psicoanalítica) y la técnica en “los psicoanálisis” ha llevado a la formación de miríadas de posturas psicoanalíticas. Por esto, y porque nuestro trabajo como analistas siempre implica revisar nuestra historia es que es importante partir de una breve reseña de los orígenes de la supervisión. El papel del análisis de

Constanza Rangel y Eddy Carrillo

control, como aspecto instituido de la formación psicoanalítica, surge en Berlín con Max Eitingon. A pesar de algunas críticas iniciales a su propuesta, principalmente sobre mantener la supervisión separada del análisis didáctico, toma mucha fuerza y en pocos años se institucionaliza. De hecho, en Viena, con el empuje de Helene Deutsch y Wilhem Reich, se introduce a los institutos psicoanalíticos de la IPA el seminario de control (Balint, 1948). Este modelo proponía que los tres pilares de la formación fueran impartidos en orden consecutivo, primero el L Ú D IC A

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Escritos análisis didáctico, luego los seminarios teóricos y técnicos, y finalmente el trabajo práctico supervisado, o como se decía en aquel entonces, “bajo control”. Se mantuvo de esta propuesta el aspecto tripartito, podríamos decir que prácticamente de manera universal, pero hoy por hoy ningún instituto separa cronológicamente estos pilares fundamentales, y por el contrario, se considera valioso, por razones obvias, que el analista en formación comience a llevar casos supervisados antes de terminado su análisis, pues éste sirve como espacio para el análisis de sus reacciones contratransferenciales al paciente. Una posible excepción son los institutos franceses de la IPA, que inician el análisis mucho antes de la formación teórica, pero en muchos casos continúan el análisis didáctico durante la supervisión de casos prácticos llevados a cabo por los candidatos. El aspecto inicialmente polémico de separar los procesos de análisis didáctico fue con el tiempo superado, con el resultado de que en 1947 el Instituto Psicoanalítico de Londres publica su London Standing Rules donde indica que el analista y el supervisor no puede ser la misma persona. Esta norma fue criticada como el resultado de actitudes dogmáticas de la institucionalización psicoanalítica, pero con el aprendizaje que trae el paso del tiempo, se ha reconocido como una regla valiosa en cuanto a nuestra formación. Por el momento solo vamos a mencionar que esta separación de funciones ayuda a disminuir el poder del analista didacta (quien como tal de por sí goza de demasiado poder), así como a minimizar los problemas expuestos por Freud (1937) en "Análisis Terminable e Interminable” con respecto al ineludible problema de la imposibilidad de resolver de 11 L Ú D IC A Lúdica, abril 2013, pg. 11

forma completa los aspectos transferenciales que surgen en el análisis didáctico, así como en todo proceso analítico. Actualmente, con la única excepción de la orientación lacaniana, ningún otro modelo combina estas funciones en el mismo analista. De esta manera se generalizaron los parámetros para la formación del analista, y asimismo se estableció permanentemente el que nos interesa en este trabajo: la supervisión. Pero antes de terminar este repaso histórico es necesario mencionar un fenómeno más de nuestra historia sobre las raíces mismas de la supervisión. Sucede que si vamos aún más atrás, hasta 1902 incluso, topamos con lo que podría considerarse como los umbrales mismos de nuestros institutos y asociaciones psicoanalíticas de la actualidad, a saber, el “Grupo de los Miércoles”, que luego se convertiría en la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Es importante mencionar este grupo por tres razones principales. Primero, porque ya desde las primeras reuniones de los pioneros del psicoanálisis, se presentaban y supervisaban casos clínicos (así como estudios psicoanalíticos de sucesos históricos, literarios, musicales, etc). Segundo, porque algunos de los miembros del grupo ni siquiera habían pasado por su propio proceso analítico (por ejemplo Max Graf, el padre del pequeño Hans), lo cual indica claramente la potestad del proceso de supervisión, pues en este sentido se podría decir que la supervisión es un elemento de nuestra formación incluso anterior al análisis didáctico. Tanto así que en el inicio, incluso en el Instituto de Berlín, habían miembros no analizados que practicaban análisis y docencia (1). Finalmente, es interesante notar, aunque escape el alcance de este trabajo, que en el “Grupo de los Miércoles” la supervisión


Escritos

"Two girls with an oleander" de Gustav Klimt

era grupal, y no individual como primordialmente se hace en la actualidad. Consideramos relevante cerrar esta introducción con este repaso del grupo de los Miércoles pues aclara aun más nuestra aseveración inicial, que la supervisión psicoanalítica ha estado presente en nuestra formación desde los albores de nuestra profesión, y sin embargo se ha mantenido durante cien años casi amarrada en el tiempo, sin haber sido revisada con detenimiento por la gran mayoría de analistas e institutos, y manteniéndose paralizada por una especie de fijación en la infancia de nuestra profesión. De hecho, entre los más de 30,000 artículos publicados en 6 de las revistas anglo más importantes del psicoanálisis, cubriendo de 1920 a 1994, menos de 50 abordan comprensivamente el tema de la supervisión. Desde esta perspectiva se podría plantear que la rigidez que ha mantenido nuestra versión actual­ortodoxa de la supervisión es prácticamente un síntoma de nuestra práctica, un reflejo de algo similar a una compulsión a repetir. Algunas de las escasas excepciones se discutirán más

adelante. FACTORES SOCIOCULTURALES Y PODER EN LA RELACIÓN ANALISTA ­ SUPERVISOR La práctica psicoanalítica pretende ser una práctica científica, tomando en consideración las peculiaridades de lo que concibamos como "científico" en las Ciencias Sociales (las cenicientas de las Ciencias); ésta, como toda práctica científica, partió de una práctica ideológica. Dadas las diversas especificidades del trabajo y la formación analítica, en muchas ocasiones está más expuesto a devenir una práctica ideológica que científica. Esto sobre todo por la falta de consenso o acuerdo con respecto a lo que daría cientificidad a dicha práctica. El psicoanálisis teoriza y opera sobre la subjetividad, entendida como producto de las interrelaciones. Igor Caruso señala que a pesar de que el punto de partida de Freud puede ser considerado como idealista, debe ser superado con su desarrollo y que "en consecuencia, la teoría psicoanalítica desemboca en una L Ú D IC A

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Escritos "La forma en que operan las diversas instituciones sociales, a través del ejercicio del control social reproducen los espacios y las prácticas sociales, es decir las relaciones y los vínculos entre las personas. Las instituciones psicoanalíticas no escapan a estas mecánicas, por lo que el mundo interno de las instituciones psicoanalíticas puede tender también a la mistificación y cristalización.” 13

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teoría socio­psicológica, porque el hombre ­aun cuando se le quiera comprender idealmente­ no puede ser concebido fuera de sus relaciones interpersonales (tanto más cuanto que estas relaciones obedecen a su vez a las leyes generales de desarrollo)” (1964, p. 13).

siempre acechante, sin que nos podamos asegurar una calidad científica "satisfactoria" dada su naturaleza pulsional y contradictoria. Así, lo científico implica lo sociopolítico en la medida en que es ejercido en un determinado contexto de producción y reproducción.

Esta calidad de "social" del psicoanálisis viene dada por su naturaleza vincular desde su nacimiento, pero también en función de la crítica que plantea respecto a los acontecimientos psicológicos, sopesándolos desde diferentes ángulos, como una práctica: "...que estudia y modifica las relaciones recíprocas de sujeto y objeto en una perspectiva histórica y total." (Caruso, 1964, p. 14) A diferencia del cientificismo positivista pone atención a las contradicciones sin atenerse a una causalidad lineal, sino más bien a "... la reciprocidad viva entre el hombre y el mundo, que por ejercicio mismo, debe ser cada vez más humana y consciente." (Caruso, 1964, p. 14)

Armando Suárez afirma que el psicoanálisis se ha vuelto una profesión institucionalizada, en tanto especialidad médica o paramédica regida o no por los poderes públicos, pero siempre sujeta al control de las instituciones psicoanalíticas encargadas de la formación y la legitimación del psicoanalista. Esta dimensión del psicoanálisis sobredetermina su práctica y "... es la responsable del carácter sectario, intolerante y esotérico del discurso y la práctica psicoanalíticas" (Suárez, 1989, p. 157). Este carácter va justamente en contra de la índole esencialmente crítica y desmitificadora del psicoanálisis.

Como un proyecto idealista freudiano el psicoanálisis partió de una práctica ideológica hacia un proceso de cientificidad, pero no en forma de un proceso lineal acabado en donde lo ideológico haya quedado superado, su presencia está

Es en este sentido que proponemos reflexionar sobre las peculiaridades socio políticas de la supervisión, aunque no sea un tema muy socorrido, o precisamente por sus implicaciones de ejercicio de poder es que carece de atractivo para discutirlo, reflexionarlo o teorizarlo. Así,


Escritos parafraseando a Caruso podemos plantearnos la supervisión como algo que ocurre, modifica y que hay que estudiar en tanto las relaciones recíprocas de supervisor supervisado, en una perspectiva histórica y total. LA SUPERVISIÓN COMO EJERCICIO INSTITUCIONAL Recordemos la analogía que hace Foucault del psicoanálisis y la iglesia católica: el diván como el confesionario moderno, en el sentido de su papel en el control social. Para este pensador la comprensión del poder es fundamental, específicamente "las estrategias, las redes, los mecanismos, todas aquellas técnicas por medio de las cuales una decisión es aceptada, y por las que dicha decisión no puede sino ser tomada en la forma en la que lo es" (Foucault, 1988 p 104). Se tiende a negar la importancia de las manifestaciones de poder en la práctica de los intelectuales, quienes marcan una delimitación entre el dominio del conocimiento visto como aquel de la verdad y la libertad, y el del ejercicio del poder. El desarrollo de estas ramas del conocimiento no pueden disociarse del poder, dado el hecho de que las sociedades han sido el objeto de observación científica y específicamente el comportamiento humano como el problema a ser analizado y resuelto; no están ajenos a los mecanismos de poder puesto que estos mismos definen la presentación del objeto de estudio como un problema a ser resuelto (Foucault, 1988). Todo científico ejerce su práctica profesional desde un contexto y siguiendo determinada ideología, su proceso de sujetación está presente y actuante permanentemente. En este sentido

González (citado en Suárez, 1989) apunta a la naturaleza social de la práctica de los psicoanalistas que compiten por: 1. Un mercado en el que se proponen bienes de "salud mental" y prácticas de transformación del "alma", que pretendidamente llevarían a la "desubjetivación", a la "aceptación de la castración", a la "integración del objeto", a "hacer consciente lo inconsciente". Estos bienes y prácticas son para consumo interno y "externo". 2. Por imponer la "verdadera" concepción respecto a lo que es el psicoanálisis. Lucha y debate entre y para especialistas, pero que no elimina totalmente la participación de un público no especializado, pero sí permeado por la cultura "psi". 3. Por la administración de un territorio de legitimación. (p 76) La estructura de las instituciones sociales está conformada por las relaciones de producción y del intercambio de las creencias y valores culturales, y en este contexto la práctica analítica constituye un oficio al que se le asigna una valoración financiera y cultural que depende de las condiciones del trabajo necesario para crearlo. Así las condiciones objetivas de la existencia que nos rodean, determinan nuestro quehacer querámoslo aceptar o no. La forma en que operan las diversas instituciones sociales, a través del ejercicio del control social reproducen los espacios y las prácticas sociales, es decir las relaciones y los vínculos entre las personas. Las instituciones psicoanalíticas no escapan a estas mecánicas, por lo que el mundo interno de las instituciones psicoanalíticas puede tender también a la mistificación y cristalización: L Ú D IC A

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Escritos

"Prisoners exercising" de Vincent Van Gogh

“...está allí el efecto de las particularidades del psicoanálisis al mismo tiempo como ‘teoría’ y como ‘práctica’, es decir, como actividad práctico­ poética indisociable de una interrogación y de una reflexión filosóficas. Particularidades que se manifiestan con una potencia incalculable en las posiciones del sujeto – futuro analista y de su 15 L Ú D IC A Lúdica, abril 2013, pg. 15

analista. En síntesis ¿qué es lo que asegura, qué es lo que podría asegurar alguna vez al uno y al otro en su posición, en su función, en su extraña relación con esta extraña ‘disciplina’ que es el psicoanálisis? Esencialmente: nada. (Castoriadis, 1986, p. 35). Si bien Castoriadis se refiere al análisis didáctico, pensamos que en la

supervisión se dan situaciones similares, puesto que se manifiestan también transferencias y contratransferencias y está en juego el aseguramiento de cada uno en su respectiva posición, además del “pase” del alumno/candidato. La supervisión implica un control, no es casualidad que también se le conoce como “análisis de control", que es parte del poder ejercido por la institución analítica (formal o informalmente constituida) dentro de lo que ésta considere (en sus discursos explícitos, o implícitos: prácticos) como formación psicoanalítica. El supervisor representa parte de este poder y se encuentra por lo tanto investido de un aura de experiencia, constituyendo un modelo al cual aspirar. Esto es parte de los motivos por los cuales el supervisado no narra "todo lo que ocurrió, o piensa", hay una cierta censura con respecto a sus enunciaciones que el supervisor experimentado toma en cuenta desde el principio. Así la supervisión es una manifestación de la institucionalidad del psicoanálisis. Institucionalidad que ha resultado problemática a lo largo de su historia, y


Escritos que ha ido presentado diferentes intentos de solución, puesto que las agrupaciones de psicoanalistas para formación no están exentas de todo lo que un proceso ­y lo que es peor­ o una cristalización de institucionalidad implica. Proponemos al psicoanálisis como una práctica cuya dimensión política le afecta consustancialmente, y que al mismo tiempo, tiende a ser negada como parte de sus intereses y objeto de estudio. El psicoanálisis es discutido generalmente como si existiera en un vacío, como si lo que sucede en él dependiera sólo de los propios factores internos. Así pues, ha sido un punto ciego para muchos psicoanalistas, la pertenencia del psicoanálisis a la sociedad y a la historia. Desde los orígenes del psicoanálisis cada grupo ha ido resolviendo este problema a su manera, de ahí se han producido rupturas, cambios y crecimientos importantes. A la manera de una "familia" en el sentido de vinculaciones libidinales y agresivas, frente a un "fundador" o unos padres o madres, con la rivalidad y competencia con los "hermanos" y "hermanas". Lo que nos lleva a recordar Tótem y Tabú, el mito del asesinato del padre que no podría haberse dado como fundación de la sociedad si no incluyera el pacto de los hermanos, con la renunciación de todos los vivientes a ejercer una "dominación" real y su compromiso a aliarse para combatir a cualquiera que lo pretendiera. Así se estaría repitiendo la búsqueda de eliminar a cualquiera que pretende elevarse en un poder absoluto, dominación, como un "maestro supremo", sobre todo si se aspira a institucionalizar un grupo entre "iguales", superando la esclavitud (Castoriadis, 1986). Siempre con el riesgo de

cristalización mencionado: "Es por esta razón sin duda, que los psicoanalistas se reagrupan en sociedad, haciéndose la ilusión de que teorizan, cuando se aferran todos, pero cada uno para sí, con sus fantasías y sus alucinaciones, a un discurso único." (Roustang, citado en Castoriadis, 1986, p. 14) FENÓMENOS TRANSFERENCIALES Y PODER El ser reconocido y validado como psicoanalista implica una serie de rituales, estrategias y normas para lograrlo, y, como señala González, "para impedir que otros lleguen a serlo" (citado en Suárez, 1989, p.75). Este aprendizaje no está mediatizado por el Estado o la Universidad (aunque ésta tiene cada vez mayor influencia), lo que le da cierta autonomía. Así la supervisión es parte fundamental en este proceso de validación, siendo un espacio transferencial, de dos personas con sus subjetividades, afectos, creencias e ideologías, dos historias sobre una tercera que es el paciente y una cuarta que es la institución. Vienen a cuenta las propuestas de Deveraux; él menciona cómo Freud priorizó el análisis de la transferencia como pilar de la práctica psicoanalítica: algo que primero parecía obstaculizarla resultó ser una guía indispensable para el proceso analítico. Sin embargo para Deveraux lo fundamental ocurre no sólo en la transferencia, sino especialmente en la contratransferencia. Si enfocamos la contratransferencia como el espacio en el cual se manifiesta de forma útil la subjetividad del analista, vemos cómo lo socio político (poder, imaginario social, ideología, y sexualidad) es especialmente manifestable en ese dominio. El analista está ahí con sus afectos, sus creencias y desde una posición social de clase L Ú D IC A

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Escritos determinada (habitus y capitales con Bordieau). En el espacio de la supervisión se espera o presume que el supervisor sea un analista con bastante experiencia ­ojalá didáctico­ quien va a Super ­ Visar o controlar al aspirante, quien a su vez espera una sapiencia determinada. Y esto no ocurre de la forma tradicional de enseñanza de institución educativa tradicional, el sostén de los poderes discursivos y prácticos del analista experimentado se da por unos caminos peculiares en cada instituto o grupo psicoanalítico: su fama, origen de formación, éxito económico, etc. Aunque también el psicoanálisis está entrando por la Universidad en donde se enfrenta con referentes teóricos y metodológicos de diversa índole, y en donde se pueden adquirir poderes académicos que pueden ser contabilizados como capital formativo en el instituto, amén de la discusión tradicional sobre el tema Psicoanálisis – Universidad. Mannoni afirma que en los inicios del psicoanálisis la supervisión tenía un carácter artesanal que define como "el simpático 17

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trato con el colega más veterano" (1988, p. 89). Como planteamos anteriormente, a partir de 1920 se instala en Viena y en Berlín la necesidad de un análisis personal para todo futuro analista y la supervisión, la que pasó a institucionalizarse como una instancia de vigilancia en 1927 en el Instituto de Berlín, estipulando la tarea del controlador doble: ­ Cerciorarse de que el candidato ha captado la estructura de la neurosis que tiene ante sí. ­ Verificar la técnica y las interpretaciones (Bibring, citado en Mannoni, 1988).

entre los profesores, por ejemplo en supervisión el estudiante puede recibir señalamientos respecto a su práctica que codifica como descalificación de su analista didáctico, quien funge como modelo; pudiendo sentir ambigüedad y conflictos identificatorios. Como dice Arlow: "En la supervisión se da una oportunidad para observar al mismo tiempo diferentes interacciones: entre el paciente y el terapeuta, entre el terapeuta y el supervisor y el efecto sutil de la relación organizacional del instituto" (1963, p. 576).

Estas tareas técnicas ponen su sello en las manifestaciones transferenciales, y quiera evitarlo o no el controlador se ofrece como modelo identificatorio dando sus versiones de lo que es interpretar validando o no de formas muy variadas y sutiles, el desempeño del aspirante. Con la agravante de que los analistas en la Institución resultan ser enseñantes y además administradores que toman parte en las decisiones de admisión o de rechazo de los candidatos como analistas. Esto puede dar lugar a que la rivalidad de los alumnos reproduzca a la que existe

Estos riesgos se han tratado de evitar de diversas formas (propuestas Lacanianas por ejemplo), sin embargo nuestra posición es que únicamente con hacer cambios de estructura organizativa (auto pase, cambio de estructura jerárquica, “democratización”), no se garantiza la eliminación de abusos de poder. Independientemente de que se tenga la opción de pertenecer a una Institución Psicoanalítica manifiestamente establecida, siempre se darán los fenómenos de rivalidad y circulaciones de poder similares. La opción estaría más en la creación


Escritos de espacios de reflexión, crítica y autocrítica permanentes y en permisividad y cuestionamiento crítico a la disidencia. La rivalidad estará presente además por la competencia en términos del mayor o menor capital profesional y social del supervisor: prestigio, nombre con el cual uno lo percibe, y el capital con el que él se concibe a sí mismo. Y para ello requiere de sus estudiantes, quienes están en riesgo de convertirse en sus garantes narcisistas. Aquí la dialéctica del amo y el esclavo salta a la vista: el supervisor o los profesores necesitan a los supervisados o alumnos en aras de su identidad y capital profesional, financiero y social: "Ya que las implicaciones de los análisis hegelianos de la relación amo­esclavo son claras, y lo son aun más cuando se las retoma desde una perspectiva psicoanalítica. El amo es el esclavo del esclavo. Esto no depende simplemente de una determinación lógica formal (al entrar el término o sentido esclavo en la definición de amo). Es al mismo tiempo ontológica e interiormente, en su posición 'objetiva' y 'subjetiva', que el amo es esclavo del esclavo: Sin el esclavo, no ve perjudicada su definición sino que su vida sustancial desaparece." (Castoriadis, 1986, p. 17) ¿Quiénes son definidos como analistas de control por la institución? ¿Quiénes son

buscados para ello, y quiénes no? ¿Yo voy a ser "mejor" porque estoy con él "mejor"? El supervisor sabe el poder que tiene de ayudar a definir la capacidad y viabilidad del estudiante como analista y este es un problema complejo, que toca al narcisismo de ambos así como los vínculos dentro de la institución y la imagen de ésta. Debemos recordar que la supervisión implica no sólo estudiante y supervisor, sino al paciente también, además de la institución. Y este punto requiere algunas consideraciones: ese paciente adquiere características independientes de él y diferentes a cualquiera otro, puesto que del desarrollo de ese caso dependerá que la técnica o práctica sea aprobada o no, correcta o no, y de ahí la acreditación del estudiante. Por otro lado puede pensarse que se está trabajando con un "conejillo de indias", en una etapa de entrenamiento pre ­ profesional y desdibujar el compromiso fundamental con el paciente. En este caso adquiere importancia mayor lograr satisfacer o agradar al supervisor, y mostrarse más competente ante tanto los rivales del supervisor, como en la jerarquía de los hermanos aspirantes. Esto implicaría una escucha en busca de la corroboración de los preceptos teórico metodológicos del supervisor, más que a una "atención flotante". La supervisión supone un proceso de aprendizaje, una relación entonces de

" El supervisor sabe el poder que tiene de ayudar a definir la capacidad y viabilidad del estudiante como analista y este es un problema complejo, que toca al narcisismo de ambos así como los vínculos dentro de la institución y la imagen de ésta." L Ú D IC A

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Escritos maestro ­ alumno, que no la exime de las tesituras propias de este tipo de relación de poder y control: "La supervisión como una técnica educativa es un asunto muy complicado. Involucra todos los aspectos de la interacción pedagógica. En algunos aspectos la supervisión no difiere del método de enseñanza tutorial ordinario. En otros aspectos se asemeja a una conferencia clínica y a veces toma la forma, aunque en forma breve de una clase didáctica." (Arlow, 1963, p. 576) El maestro puede caer en un abuso de poder, como manifestación de las necesidades de coherencia de la institución frente a las posibles críticas o creatividades de los aspirantes, o de las necesidades narcisistas propias no analizadas. Obviamente que este abuso se inscribe en una aceptación de la superioridad del supervisor y de un deseo o aspiración (el otro es "aspirante" a analista)

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a ostentar ese papel de psicoanalista. La supervisión encierra una interesante posibilidad de poder que puede revisarse desde varias vertientes, como estamos observando. ­ el supervisor es superior y poderoso ­ el supervisor es representante de la institución, por lo tanto puede vetar (retrasar) o agilizar el pase ­ el supervisado va a aprender a ser analista ­ debe creer y aceptar las propuestas de la institución a la que quiere pertenecer ­ el supervisor debe reproducir su escuela o movimiento ­ el supervisado tiene el poder de hacer crecer esta escuela y movimiento ­ sostener al supervisor en el lugar del maestro El estudiante con su deseo de ser reconocido al buscar la "garantía" o acreditación institucional, formal o informal, puede reforzar la rigidización de la

"Oarsmen" de Gustave Caillebotte


Escritos institución por un afán de homogeneidad que rechace las innovaciones interpretándolas como disidencias o herejías y fomentando así la conformidad y obediencia. La institución en este momento adquiere la calidad de eclesiástica. José Bleger (citado en Mannoni, 1988) señala al respecto que entre más homogéneo sea un grupo, más busca retener a sus miembros por medio de identidad de pensamiento y comportamiento; facilitando su manipulación por parte de los "gerentes" y ajustándose así a una dinámica más de institución familiar que facilita las identificaciones proyectivas y la indiferenciación de los miembros. La modificación implicaría angustias referentes a pérdida de prestigio, de ingresos, de seguridad en el nicho social y económico. "Somos (la AMP) un sindicato, la CTM del psicoanálisis (...): torre de marfil por razones secundariamente políticas y sociales y básicamente económicas. Somos los buenos, los "ortodoxos", los no contaminados, los que hacen alarde del costo y de la duración del psicoanálisis para espanto de la clientela snob (...) aprendices que confunden el genio de Freud con "cuéntame tu vida" (...) buscadores de un trauma único en una clase (...) incapaz de producirlo..."(Ramírez, 1979, p. 79). EL CASO COSTA RICA "Los analistas que desmitifican la ilusión de adaptación comprueban que la alienación del analista, como la de sus pacientes, guarda relación con los valores dominantes, con el "principio de rendimiento" de la sociedad, y consecuentemente, con la pertenencia a

una clase determinada." (Caruso 1964, p. 66) ¿Qué pasa con la supervisión cuando no se cuentan con Institutos psicoanalíticos formales? Es de particular importancia revisar el nacimiento y crecimiento del psicoanálisis en países alejados ­cultural o geográficamente­ de los focos originarios o de mayor producción. En esta condición es que se enmarca el caso de Costa Rica, y quizás sea similar en el resto de Centro América. Señalamos como se delimitaron unas directrices determinadas para la obtención de la acreditación, dentro del modelo tripartita: análisis didáctico, práctica supervisada, formación teórica­técnica desde los años veinte en el Instituto de Berlín. Sin embargo, la formación psicoanalítica como hemos mencionado tiene especificidades propias de cada grupo o movimiento que busca una correspondencia entre su teoría y su práctica, de acuerdo los medios de producción de las mismas. "Como si frente a las prácticas destructivas del análisis no hubiera que interrogarse sobre lo que, en la 'teorización', les proporciona las condiciones de posibilidad. No puede haber teoría analítica sin práctica analítica correspondiente, y viceversa; y no puede haber perversión sistemática y colectiva de la práctica sin garante y correspondiente en la 'teoría." (Castoriadis, 1986, p. 15) Este proceso formativo y acreditador requiere de una importante inversión de tiempo y dinero, dado que generalmente es largo y costoso, con la de que no se podría trabajar como analista hasta que se estuviera acreditado, si bien esta condición L Ú D IC A

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Escritos en ocasiones no se cumple en nuestro medio ya sea por falta de ética, o por la propia orientación del grupo que lo permite (lo cual puede ser lo mismo). Es común que quienes estén interesados en formación analítica, hayan cursado generalmente la carrera de Psicología en la Universidad, y que ejerzan como "psicoterapeutas", con las contradicciones epistemológicas e ideológicas que esto pueda involucrar. Esto marca condiciones difíciles de alcanzar, los aspirantes de recursos económicos reducidos no tienen fácil acceso a la formación. Si además, como mencionamos, la formación requiere viajes por estar en un país con opciones formativas reducidas, la situación se complica. Una opción que aparece es la de "importar" los cursos o los analistas para lograr legitimación. Si bien ambas opciones pueden resultar muy onerosas, cada una presupone un capital profesional diferente, que da lugar a lo que González llama cartesianismo institucional: "No te analizaste ni formaste con nosotros, luego no existes." El mismo autor se pregunta: "Cuál es la diferencia 21

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radical entre ir a formarse y buscar la legitimación al extranjero o traer a un extranjero para formarse y legitimarse? Lo que es interesante constatar es el recubrimiento de un problema de poder por discurso... que no ni psicoanalítico ni antropológico ni sociológico ni histórico." (González, citado en Suárez, 1989, p 80) En este último caso la depositación ­o auto depositación­ de poder sobre el supervisor es mucho mayor. Cabría preguntarnos ¿cómo se presenta esto en una supervisión? ¿Qué ocurre cuando no hay suficientes analistas con los cuales supervisar? El no contar con Institutos autóctonos hace que se dé también una cierta dependencia de los institutos madres en otros países, semejante a una especie de colonización: "... al campo en cuestión, el cual, por otra parte, no se reduce al ámbito nacional sino que está articulado a redes institucionales psicoanalíticas de otros países en donde se genera la legitimación que después será administrada por los criollos e indígenas de la

colonia. Como se considera que no todas valen lo mismo, estas legitimaciones producen sus propios mercados de valores y permiten la creación de clientelas diferentes." (González, citado en Suárez, 1989, p. 76) Si bien el Colegio de Psicólogos y las Universidades buscan tener un cierto control sobre la práctica terapéutica en general, el control puntual está dado dentro del grupo mismo, que generalmente desarrolla una formación paralela autónoma con la creación de espacios privados en donde se puede acceder a supervisiones, seminarios y análisis "por fuera" de los establecimientos dedicados a ello en otros países, con analistas o psicólogos que por diversos motivos han migrado al país y hacer sus ofertas respectivas. González define esto como: "Un circuito de formación paralelo, privado, sostenido a partir del contrato liberal, sin problemas de pedido de credencial..." (González, citado en Suárez, 1989, p. 103) En donde bajo la protección o tutela de algún "psicoanalista"


Escritos "bajo la protección o tutela de algún "psicoanalista" (acreditado formalmente o no) el estudiante tiene la posibilidad de formarse, la selección de este sistema obedece a las condiciones en nuestro país ya señaladas, así como al capital de "fama", o formación del analista; lo cual no implica la ausencia de la posibilidad de una formación seria y constante." (acreditado formalmente o no) el estudiante tiene la posibilidad de formarse, la selección de este sistema obedece a las condiciones en nuestro país ya señaladas, así como al capital de "fama", o formación del analista; lo cual no implica la ausencia de la posibilidad de una formación seria y constante. TRANSFERENCIA Y CONTRATRANSFERENCIA EN LA SUPERVISIÓN Así como los problemas del poder han recibido escasa atención, ocurre lo mismo con el tema de cómo, si en alguna medida, la dinámica del proceso de supervisión refleja los procesos transferenciales­ contratransferenciales. Cabe poca duda que la relación de supervisión implica fenómenos transferenciales y contratransferenciales que conciernen a los inconscientes que se

vinculan en tal relación. Es decir, tanto el supervisor como el supervisando traen a esa relación asimétrica sus historias personales, conscientes e inconscientes. Si asumimos, como dice Arlow (1963) que “Cada individuo asume tácitamente un rol y una serie de relaciones hacia el otro predicados sobre el interés constructivo común de asistir al estudiante a que logre ser diestro en la práctica del psicoanálisis” (p.578), entonces debemos asumir que todos estos elementos están teñidos por la dinámica estructural de cada uno de los participantes, sus aspectos sanos así como los patológicos. Si asumimos esto como obvio e inevitable, debemos entonces preguntarnos, ¿qué otras similitudes habrá entre la supervisión y la relación terapéutica que estamos supervisando? Uno de los primeros en

abordar sistemáticamente este tema fue justamente Arlow (1963) quien concluye que efectivamente existe una relación análoga, en un sentido dinámico, entre la situación de supervisión con la situación analítica. Incluso se ha dicho que “la supervisión de un caso de control puede ser descrito como el psicoanálisis de un psicoanálisis” (Rainbow Report, citado en Arlow, p. 582, subrayado añadido). Tanto así que incluso pueden darse re­ actuaciones del proceso terapéutico dentro de la relación de supervisión. Dada una fuerte identificación inconsciente con un paciente, el terapeuta puede repetir actitudes y conductas del analizando, en lugar de verbalizarlas. En ese momento se estaría desplazando el fenómeno transferencial­ contratransferencial de la terapia al encuadre de supervisión. Pero no solo el L Ú D IC A

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Escritos supervisando participa en esta matriz relacional, lo hace también el supervisor. Proponemos que en este sentido surge, o se crea, lo que podría denominarse una doble matriz transferencial­contratransferencial: 1) la que es propia a la situación de poder asimétrico supervisor­supervisando, y 2) la que repite, en ocasiones, la relación terapeuta­paciente, a su vez también asimétrica. En el actual apartado del trabajo el interés se centrará en proponer algunos lineamientos básicos, si bien insuficientes, para un abordaje distinto de estos fenómenos. Si bien existe una limitada bibliografía que estudia esta variable, los pocos artículos al respecto parecen ofrecer una ventana a lo que parece ser un cambio de enfoque que ha ido surgiendo con el paso de los años. Sobre la base de estos cambios, y desde la visión de la anteriormente mencionada doble matriz transferencial­ contratransferencial, es que proponemos un nuevo modelo de supervisión psicoanalítica. Como forma más resumida para abordar este tema se podría describir este nuevo enfoque de supervisión como, primero, más psicoanalítica, y segundo, menos autoritaria. La posibilidad de una supervisión menos autoritaria se puede sostener solamente desde un re­enfoque de nuestra escucha al supervisando. Debemos desarrollar nuestra capacidad de escuchar más “psicoanaliticamente” al terapeuta, así como a uno mismo. Desde esta perspectiva, Epstein (1986, p. 397) sugiere que debemos estar al tanto de las reacciones del terapeuta a nuestras intervenciones, sus respuestas verbales, pero más aun sus actitudes, respuestas corporales, cambios en el tono de voz, etc. Asimismo debemos tener presente que las 23

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actitudes defensivas del terapeuta pueden deberse a reacciones ante la forma en que intervenimos durante la supervisión. A nivel práctico, la única manera de reconocer si es una reacción de este tipo es la exploración activa, analítica, de estos procesos en el marco de la supervisión. A su vez esto solo es posible si el encuadre de la supervisión permite, e incluso fomenta, la exploración abierta de sentimientos negativos del terapeuta hacia el supervisor, así como hacia su paciente. Esta posibilidad es crucial en nuestra escucha por dos razones en particular. Primero, minimiza el riesgo de una comprensión inadecuada de la relación terapeuta­paciente en el sentido de advertir que una reacción transferencial hacia el supervisor no implica necesariamente una contratransferencia dañina al proceso terapéutico, sino que puede ser principalmente hacia la supervisión. Segundo, porque disminuye la consabida distancia de poder entre supervisor y terapeuta. Puede resultar muy valioso para el terapeuta, quien acude a supervisión justamente porque sabe que tiene o en algún momento tendrá dificultades, y que por ende cometerá errores, que se trabaje en un contexto donde no solo se permitan sin juicios superyoicos esos errores, sino también que se vivencie la posibilidad del error en ambas direcciones. Esto puede tener otros beneficios, como que limite los aspectos narcisistas malignos que tienden a surgir en este tipo de relación, los riesgos un análisis ventrílocuo (Fiscalini, 1985), los problemas del narcisismo intitucional (Carrillo, 2000), etc. El aspecto final que queremos trabajar en este apartado es justamente el abordaje del fenómeno de la re­actuación en la supervisión de la matriz transferencial­ contratransferencial desplazada de la


Escritos terapia a la supervisión. El primer problema que surge con respecto a este tema, es que la supervisión se ha visto tradicionalmente como un proceso casi exclusivamente pedagógico, por lo menos desde la ortodoxia. Por esta razón, no se ha prestado para que supervisor y supervisando pongan la misma atención a los fenómenos transferenciales­ contratransferenciales de esta relación, por lo menos no con la misma rigurosidad como lo hacen cuando están en la hora terapéutica propiamente. No se trata, aclaramos, de convertir la supervisión en otra forma de terapia, se es colega y supervisor, no analista del supervisando (Anderson y McLaughlin, 1963). Claramente no se propone interpretar el material genético que surge del supervisando, sino de lograr distinguir entre lo que pertenece propiamente a la supervisión, y lo que pertenece al análisis. Dadas estas circunstancias es necesario permitirnos la posibilidad de introducir estos elementos a nuestra labor como supervisores. Esto se puede ejemplificar con un caso que ocurrió durante una supervisión grupal la cual los autores estaban guiando. Se ha decidido mostrar un caso donde la supervisión falló, pues clarifica las insuficiencias que surgen al no tomar en cuenta estas variables. El terapeuta, un estudiante avanzado en la maestría en psicología clínica de orientación psicoanalítica, estaba contando su experiencia en entrevistas diagnósticas con una paciente con la cual reconocía sentir una identificación consciente. La paciente se mostraba agradable, cooperadora, tranquila, en general muy abierta al hablar de su vida y los problemas que la aquejaban, relacionadas principalmente a su trabajo. Después de un detallado recuento,

cuando los colegas y supervisores quisieron abordar el tema de sus respuestas contratransferenciales, el terapeuta pudo entrar en contacto con nociones que reflejaban un estado positivo en general, pero no particularmente intenso ni detallado en sus respuestas emocionales. Por alguna razón tanto los otros estudiantes como los supervisores percibieron que algo estaba faltando, algo quedaba sin aflorar. Nuestras exploraciones al respecto fueron respondidas con cálidas y gentiles negativas, mediadas por una suave insistencia de que el grupo se hallaba equivocado. Ante esto el grupo insistió y fue entonces, aunque no nos dimos cuenta sino retrospectivamente, que el terapeuta que supervisaba el caso ahora estaba siendo él mismo entrevistado, de una manera que podría describirse como sutilmente agresiva, por el grupo, incluidos nosotros los supervisores. Era como si de pronto nosotros éramos los terapeutas, y el supervisando era como aquella paciente, quien de manera agradable, cooperadora, y tranquila, se mantenía superficialmente presente. Esto puede reflejar justamente una identificación transitoria, no necesariamente perjudicial e incluso a veces necesaria, del terapeuta con su paciente, que a su vez, en lugar de verbalizarse, se re­actuaba en la supervisión. Si bien no podemos afirmar esto como un hecho, el fallo en la supervisión de tomar en cuenta esta posibilidad llevó a una falta de profundidad en la sesión de supervisión, así como una acrecentada e injusta agresividad hacia el supervisando. A la larga podríamos incluso especular sobre la identificación y/o proyección inconsciente que quizás sufrimos los supervisores al tomar un rol tan activamente confrontador e inquisitivo. El error está claramente delimitado por nuestra incapacidad, o L Ú D IC A

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Escritos " debemos proponer que verbalicemos y explicitemos los conflictos que surgen de la relación de supervisión en su amplio y variado contexto, y no solo quedarnos en una revisión de la técnica del supervisando. Esto implica una revisión constante de las fantasías conscientes e inconscientes de los tres actores de esta trama." falta de inclinación, a abordar la dinámica transferencial­contratransferencial que estaba ocurriendo en la supervisión, y ligarla, eventualmente, a proceso terapeuta­entrevistado. Por motivos de espacio y tiempo se ha presentado un esquema parcial de los cambios que se proponen a la supervisión psicoanalítica. Basta por ahora recalcar que los objetivos principales de incorporar el análisis de la doble matriz transferencial­ contratransferencial son: La minimización de la colusión de resistencias y defensas inconscientes tanto de supervisor como supervisando, la búsqueda un una relación profesional más simétrica y por lo tanto menos autoritaria, y finalmente la exploración más psicoanaliticamente profunda del proceso terapéutico que lleva el analista / terapeuta con el paciente que supervisa. CONCLUSIONES La supervisión es ciertamente un espacio delicado lleno de sutilezas de índole psicoanalítica y de poder. Depende entre otros muchos factores y consecuencias, de lo que el supervisado se represente del supervisor y la institución, del lugar imaginario en donde lo coloque, así como el lugar real e imaginario en el que el supervisor se coloca. Esta práctica ocurre 25

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en un grupo que se da como consecuencia de que la búsqueda de compañeros validantes es una necesidad ineludible, no se puede sortear ni la importancia de contar con un grupo de referencia y de aprendizaje que permita la confrontación de ideas en un ambiente de seguridad pero también de desafío, ni el riesgo de la rigidización institucional. Puede pensarse en estrategias de revisión y confrontación que podrían reducir dichos riesgos, sobre todo en las posibilidades peculiares en nuestro medio. En lo que concierne a la competencia, que es lo que busca afianzar la supervisión, el analista tiene que probarla continuamente con cada paciente, especialmente en la revisión de los fenómenos transferenciales y contratransferenciales, porque es de ésta revisión que recibe la legitimidad. Consideramos que traer estos procesos a un ámbito supervisorial que tome en cuenta factores de la relación terapeuta­ paciente, terapeuta­supervisor y supervisión­entorno sociocultural e ideológico es justamente lo que permite incrementar nuestra capacidad como analistas. Así como proponemos que nuestros pacientes verbalizen y expliciten, en lugar de guardarse detrás de sus variados mecanismos defensivos, asimismo debemos proponer que verbalizemos y explicitemos los conflictos que surgen de la


Escritos relación de supervisión en su amplio y variado contexto, y no solo quedarnos en una revisión de la técnica del supervisando. Esto implica una revisión constante de las fantasías conscientes e inconscientes de los tres actores de esta trama. Quizás un lugar de partida sería el reconocimiento de parte de los supervisores de que el espacio de supervisión no se conforma únicamente por una relación didáctica uni­ direccional. Más bien, podríamos considerarlo un lugar de transformación recíproca, donde ambos participantes juegan, dentro de un contexto socio­cultural particular, creando y recreando sus conocimientos e identidades. Esto nos permitiría abordarlo como un lugar de crecimiento mutuo. En este sentido sería plantear la supervisión como un verdadero espacio transicional, que como bien sabemos está más ligado al área de la ilusión que a la supuesta realidad del supervisor como dueño absoluto de la verdad psicoanalítica, con todos los poderes y beneficios que esto implica. Así quizás nos vayamos encaminando hacia la disminución de los no pocos problemas que

actualmente aquejan la supervisión psicoanalítica.

(1) Por ejemplo Hans Sachs fue llamado a Berlín hasta finales de 1920 específicamente para analizar a los analistas y candidatos del instituto berlinés convirtiéndose así en el primer analista didacta oficial. Previo a esto, muchos analistas supervisaban casos pero no habían llevado a cabo su propio análisis. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Arlow, J.A. (1963) The Supervisory Situation. Journal of the American Psychoanalytic Association, 11, 576­594. Balint, M. (1948) On the Psycho­ Analytic Training System. International Journal of Psycho­ Analysis, 29, 163­173. Carrillo, E. (2000). La lucha interna del psicoanálisis: entre el narcisismo institucional y el narcisismo del analista. Giros, Vol. 5.

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Caruso, I. (1964). Psicoanálisis Dialéctico. Argentina: Paidós. Castoriadis, C. (1986/1998). El psicoanálisis, proyecto y elucidación. Argentina: Nueva Visión. Epstein, L. (1986). Collusive Selective Inattention to the Negative Impact of the Supervisory Interaction. Contemporary Psychoanalysis, 22,

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Escritos

El interjuego entre la mujer y lo femenino Claudia Melville

El presente trabajo pretende ser una construcción a partir de la tensión “entre” los significantes “mujer” y “femenino”. ¿Es lo femenino el resultado de un movimiento psíquico?, ¿es algo constitutivo necesario en la estructuración del psiquismo?, ¿es lo femenino en apariencia una fachada que esconde carencias psíquicas no constituidas? Estas son algunas preguntas que formulo en este interjuego haciendo referencia a la contribución de diversos psicoanalistas.

El origen del psicoanálisis acontece con dolencias que se desligan de la palabra. Es la mujer, la histérica, quien funda la clínica psicoanalítica con su carencia de un discurso para nombrar alguna queja o conflicto. Quizás la mujer en la época de Freud, representativa de un “inconsciente en acción” (1) , no encontraba más que en el síntoma, en sus sueños, alguna forma de comunicar sus aflicciones. Si bien “entre” la “mujer” y lo “femenino” hay una serie de tensiones significantes, me gustaría crear a partir de la misma sin caer en una dicotomía ni en conjugar los términos. Muchos autores apuntan la no equivalencia entre la ‘mujer’ y lo ‘femenino’. Judith Butler (2007) en su libro "El género en disputa" sugiere lo siguiente: “Justamente porque «femenino» ya no parece ser una noción estable, su significado es tan problemático y vago como «mujer». Y puesto que ambos términos adquieren sus significados 27

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problemáticos únicamente como conceptos relativos, esta búsqueda se basa en el género y en el análisis de relaciones que sugiere”. Ciertamente siendo una psicoanalista rodeada de pacientes mujeres la tensión “entre” la “mujer” y lo “femenino” en la clínica de hoy es un tema que invita a una reformulación tanto en la posición de escucha como en la producción de palabras durante la hora analítica. No considero, sin embargo, que por mi género logre una respuesta definitiva. Freud estaría decepcionado ya que muchas de las psicoanalistas que le siguieron y realizaron una formulación desde el psicoanálisis abrieron la brecha para nuevos rincones de la psique femenina, allí donde Freud se había quedado sin palabras. A pesar de las enunciaciones de sus colegas mujeres, Freud siempre guardó recato a la hora de responder a la solemne


Escritos pregunta: ¿qué quiere una mujer? Lamento no tener yo tampoco una respuesta. Pero intentemos recorrer un poco la noción de la ‘mujer’ y lo ‘femenino’ bajo los lentes de algunos psicoanalistas y veamos si logramos al menos enriquecer la pregunta. Dice Pontalis: “Frente a la asignación de una identidad sexual, no nos es demasiado toda una vida para responder en persona, cada uno o una, a las respuestas que se presentaban como ya dadas”. Freud propuso la feminidad como una de las posibles salidas del complejo de Edipo de la niña, sugiriendo así un “entre” la mujer y lo femenino. Freud consideraba que ante la envidia del pene, la mujer podía: optar por la renuncia de la posibilidad de tenerlo; intentar conseguirlo a toda costa adoptando una posición masculina; o, la feminidad que constituye la recuperación fálica a través de un hijo dirigiéndose así al amor de un hombre. La feminidad se va tramitando, según Freud a partir de un devenir castrado, de un enamoramiento, de conseguir algo a través de otro más allá del autoerotismo, que en su planteamiento sería la maternidad: solución pasivamente activa. (2) Distingamos ahora la propuesta de Lacan. Colette Soler en su libro "Lo que Lacan dijo de las mujeres" afirma: “…si “La” mujer escrita con mayúsculas es imposible de identificar como tal, ya que “no existe”, eso no impide que la condición femenina exista. Aquí Lacan formula un interjuego entre la mujer y lo femenino designando que aquellos sujetos que soporten el peso de ese “La” barrada, de la no­toda se ubican en un plano femenino. Lacan agregará que la

"The lady anne" de Edwin Austin Abbey

mujer tiene un inconsciente “sólo desde donde la ve el hombre”, lo que deja el suyo en un extraño suspenso sin ningún saber que responda por él; a condición que ex­sista al Otro, el cual de ese modo “hace que ella no sepa nada”. Es así como Lacan establece que “La” mujer y el "Otro" son significantes que taponan el desarrollo del deseo, por eso la destitución del significante “La” posibilita L Ú D IC A 28 Lúdica, abril 2013, pg. 28


Escritos que la mujer ser una más entre todas y permite que el hombre, desde su castración, la registre como no­toda.

"Las mujeres hoy en día se presentan ante una multitud de 'opciones' que parecen obstaculizar y pensar el acto presentando una inhibición similar a la del neurótico obsesivo.”

Por su lado, Piera Aulagnier (1975) establece que “los enunciados identificatorios son anticipatorios sobre la capacidad del niño de comprender su significación. Su transmisión se hace a través de una violencia primaria, necesaria y estructurante”. De acuerdo a Aulagnier, ser mujer o ser hombre es el primer descubrimiento que realiza el Yo en el campo de las referencias identificatorias. El Otro aporta significantes y genera significaciones que según la autora más que taponar, resultan estructuralmente necesarias. Aulagnier sugiere que la asignación de un nombre y del deseo materno si bien es algo violento y que pone al bebé en posición pasiva, es necesario ya que estructura una primera identificación a un género y desde allí inicia el proyecto constructivo del yo hacia otras dimensiones. Ahora revisemos qué plantea Winnicott. El autor supone la existencia de una feminidad primaria para ambos sexos del orden de las identificaciones primarias y que estaría en el plano del ser, de la existencia. Para este autor el elemento masculino

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denota una forma activa de relacionarse. Según Winnicott el psiquismo se desarrolla desde una relación subjetiva con el mundo a una objetivamente percibida. Los elementos femeninos estarían ligados a esa relación primaria subjetivamente concebida en la que el bebé y el pecho son percibidos como unidad. La feminidad tendría entonces un carácter pasivo (producto de lo que Piera Aulagnier consideraría una violencia primaria), constitutivo para el psiquismo. Winnicott (1971) afirma: “en esta relación del elemento femenino puro con el "pecho" hay una aplicación práctica de la idea de objeto subjetivo, y esa experiencia allana el camino para llegar al sujeto objetivo, es decir, la idea de una persona y el sentimiento de realidad que nace de la sensación de poseer una identidad. Por el contrario, la relación objetal del elemento masculino con el objeto presupone separación...pero del lado del elemento femenino la identidad exige tan poca estructura mental que esa identidad primaria puede ser una característica temprana, y los cimientos para el simple ser pueden quedar establecidos (digamos) desde el momento del nacimiento o antes”. Ante estos postulados


Escritos cuestionamiento: El terapeuta actual es espectador de menos síntomas histéricos, la clínica femenina se inunda de síntomas obsesivos. Las mujeres hoy en día se presentan ante una multitud de “opciones” que parecen obstaculizar y pensar el acto presentando una inhibición similar a la del neurótico obsesivo. Con esto no sugiero que no exista en la actualidad sintomatología histérica pero esta inhibición tan característica de la mujer joven en la que contempla la elección de una carrera, de un marido, de tener o no tener hijos, de tenerlos de modo natural o artificial, etc., sin duda es un fenómeno que habita su psiquismo y por consiguiente tiene un efecto en el hombre a quien cada vez más se le dificulta percibir a esa mujer “no­toda”.

de Egon Schiele

podríamos iniciar pensando algo muy distinto a lo que propuso Freud, ya que él le daba un carácter pasivo y activo a la feminidad al sugerir que la mujer opta activamente una posición pasiva mientras que Winnicott y P. Aulagnier dan por supuesto que lo femenino es lo constitutivo y que lo masculino sería lo que ocurre por añadidura a una estructuración psíquica establecida. ¿Estamos frente a mujeres que intentan la adquisición de una completud ante un posicionamiento castrado? Ó ¿Estamos frente a mujeres con un psiquismo carente de elementos femeninos en el sentido más bien constitutivo? Algunos de los síntomas que se presentan en la clínica actual para examinar este

Dentro de estas elecciones existe también el factor económico que podría asemejarse a la segunda salida del Edipo propuesta por Freud: la de la masculinización como vía para la obtención del falo. Es una opción que posiciona a la mujer más que nunca en el lugar del padre y en ser juezas de esta posición. Muchas consideran que ningún hombre será suficiente entonces para ocupar ese lugar. El tema de las nuevas vías de fertilización alejan a la mujer del conflicto de la adolescente y la regresan a una etapa más bien infantil: de pasar por un otro para concebir a un hijo sin la experiencia pulsional de la maternidad por la vía sexual. Citando a Susana Dicker: “La adolescencia implica una incursión del sexo con el otro, pasar la sexualidad por el otro, más allá del cuerpo propio. Esto implica que se amplía su responsabilidad L Ú D IC A

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Escritos subjetiva, ausente en la infancia” (2012). ¿Están las mujeres intentando a través de todas estas vías constituir algo más bien de carácter primario? Esta característica de la mujer actual de “violenta”, más que una lucha de poder o de lograr una posición fálica, ¿será un intento narcisista de constituir una “violencia primaria” que no se dio y que busca alguna forma de hacerse presente y de estructurar algo desde lo cual pueda surgir algo nuevo? ¿Se estarán construyendo así los elementos femeninos primarios, propuestos por Winnicott, disfrazados de elementos masculinos? ¿Es la mujer actual una que concibe objetos subjetivos de modo poderoso sin poder accesar a la percepción de objetos diferenciados más allá de sí misma? Me gustaría concluir el artículo con una frase de Julia Kristeva que, en mi opinión, reúne los aspectos mencionados anteriormente sin frenarnos la posibilidad de continuar el tropezoso entendimiento bajo cierto éxito y fracaso del enigma de lo femenino: “Nada más seguro que el que la mujer sea más narcisista que el hombre, como sostiene Freud. Pero el que la mujer pueda replegar la sed insaciable de una bella imagen propia en el interior de sus entrañas o, más psicológicamente, en su soledad interior, en el dolor exquisito de la contemplación, del ensueño y hasta de la alucinación: ésta es una verdadera resolución del narcisismo que no tiene nada de erótico (en el sentido griego), pero que es totalmente, dulce o fanáticamente, amorosa. Consumación de la mirada en sí misma, fusión y permutación del uno y el otro, ni veedor ni visto, ni sujeto ni objeto: este amor en femenino con el que se tropiezan las 31

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experiencias místicas se repliega en el cuerpo a cuerpo madre­ bebé, en las indecisiones de las imágenes antes del estadío del espejo. Devoración de lo imaginario por lo real, aparición de lo imaginario bajo la égida de lo simbólico, comienzo y absoluto de lo ideal: este femenino del amor es quizá la sublimación más sutil del terreno psicótico secreto de la histeria” (1987).

(1) “…representaciones intolerables florecen casi siempre, tratándose de sujetos femeninos, en el terreno de la experiencia o la sensibilidad sexuales, y las enfermas recuerdan con toda la precisión deseable sus

de Joan Manning


Escritos esfuerzos para rechazarlas y su

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

propósito de dominarlas y no pensar en ellas. Nuestra actividad clínica nos ha dado a conocer multitud de casos de este género, entre los que citaremos el de una muchacha que, hallándose asistiendo a su padre enfermo, se reprochaba duramente pensar en un joven que la había hecho experimentar una ligera impresión erótica el de una institutriz, enamorada del señor de la casa, que decidió ahogar su amorosa inclinación por un sentimiento de orgullo” S. Freud (1894). (2) Freud en sus “Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis” La femineidad (1932) propone que no podemos pensar en caracterizar psicológicamente la femineidad por la preferencia de fines pasivos; preferencia que, naturalmente, no equivale a la pasividad, puesto que puede ser necesaria una gran actividad para conseguir un fin pasivo.

Butler, J. (1990). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós, 2007. Castoradis­Aulagnier, P. (1975). La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado. Buenos Aires: Amorrortu Editores. Dicker, S. (2012). Clínica Psicoanalítica con Adolescentes. Revista Lúdica, 4ta edición www.revistaludica.com

Pontalis, J.B. (1982). El inasible a medias, en Bisexualidad y diferencia de los sexos. Ediciones del 80: Buenos Aires. Soler, C. (2006) Lo que Lacan dijo de las mujeres­ 1ª ed. 4ª. reimp. Buenos Aires. Paidós 2010. Winnicott, D.W. (1971). Realidad y Juego, capítulo 5, apartado: Los elementos masculinos y femeninos separados que se encuentran en hombres y mujeres. Barcelona: Gedisa.

Freud, S. (1894) Neuropsicosis de defensa. Buenos Aires: Amorrortu Editores. ­ (1933) La femineidad, en Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu Editores. Glocer Fiorini, L. (2001) Lo femenino y el pensamiento complejo. Buenos Aires: Lugar Editorial. Kristeva, J. (1987) Historias de Amor. México: Siglo veintiuno editores 2011.

"El tema de las nuevas vías de fertilización alejan a la mujer del conflicto de la adolescente y la regresan a una etapa más bien infantil: de pasar por un otro para concebir a un hijo sin la experiencia pulsional de la maternidad por la vía sexual."

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Escritos

Destinos de mujer: los nuevos escenarios femeninos Andrea González Menéndez

¿Cómo se acercan al consultorio las mujeres en una época en la que se viven tantos cambios? La mujer hasta los años 50 no aparece en los relatos de la historia. Ni siquiera Sófocles habló de Yocasta en su mito del Edipo. Sin embargo ahora ha tomado escenarios distintos de protagonismo y ha adquirido el derecho de elegir, sobre ella, sobre su rol, sobre su ser. La misma figura paterna de épocas pasadas, ya no es lo que era, ha perdido poder. Ahora, ¿representan estos movimientos, cambios en la teorización y abordaje clínico?

Lúdica... interesante nombre para iniciar un artículo, ya que trataré de jugar con la teoría y “jugaré” a plantear nuevos cuestionamientos y, tal vez, deje al lector jugando a pensar o más bien...a re­ pensar. ¿Cómo se acercan al consultorio las mujeres en una época en la que el orden simbólico atraviesa una enorme transformación? ¿Qué cambios implica para la teorización y manejo clínico? El tópico de la mujer me llevó a pensar en innumerables temas, desde películas e historias de amigas hasta escenas de mi propia vida… ante todo, en los cambios que la época propone para las mujeres. Ya desde la década de 1950 (algunas décadas después del surgimiento de las teorías Freudianas), la mujer inicia luchas y cambios, específicamente durante los años 60, cuando sale al mercado la píldora anticonceptiva. Este hecho le da a 33

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la mujer propiedad de elección sobre su propio cuerpo y la posibilidad de repensar su sexualidad (y, por ende, su identidad femenina) más allá del mero acto de la reproducción. Vivimos en una época en la que la figura paterna ya no es lo que era, época en que la sexualidad está en todos lados pero también en ninguno, en la que experimentar la plenitud sexual se ha convertido en un derecho humano y –frecuentemente – también en una obligación ¿cambiaría esto los supuestos de la teoría freudiana? Elegí como título de este artículo Nuevos Escenarios de Mujer pensando en los cambios de la sociedad posmoderna, no porque como sociedad en Guatemala y la mayoría de países latinoamericanos hayamos alcanzado la posmodernidad de pensamiento y desarrollo, sino porque dada la influencia de la globalización por medio de películas, Internet y otros medios tecnológicos, estamos informados de lo


Escritos que ocurre en sociedades más avanzadas, en las que se están (para bien o mal) redefiniendo los roles sociales del hombre y la mujer. Nuestra conciencia mediática nos empuja a creer que lo que vemos en otras partes del mundo debe ser imitado e implementado en nuestros países. Sin embargo, el destino de ser o devenir mujer es mucho más que una cuestión de modas. Desde la perspectiva psicoanalítica, podemos mencionar la importancia que tienen para el ser humano las identificaciones infantiles, además de la influencia que sobre estos rubros tiene la cultura y el contexto social. La sociedad, caracterizada principalmente por la modernidad, la pérdida de rumbo y la caída de ideales, ley y lugares, propicia que la mujer se vea obligada a identificarse (con la madre, en primer término) y “des­ identificarse” (con el padre) para asumir su rol con su propio género y también con lo masculino. Por ende, ser mujer se convierte cada vez en un concepto más ambiguo, complicado y complejo. La hija, al verse en un primer estadío fusionada con la madre, completa con ella una relación diádica que nutre y beneficia; luego, se separa de ella y dirige su afecto y atención hacia el padre. Es entonces cuando la madre es vista como rival y perseguidora. Es más: se deberá identificar con esta figura porque

aspira obtener el amor que anhela del padre (i.e., el Edipo). Estos recorridos escabrosos son los que complican la construcción de lo femenino y la hacen percibirse, por un lado, confusa; por otro, cuidadora y nutricia y, por otro más, villana, perseguidora y devoradora. Surge una cuestión más para Freud: la niña debe identificarse con quien ha sido su rival, naciendo así el concepto de “envidia del pene”. Hoy nos preguntamos abiertamente, ¿por qué una envidia del pene? Las mujeres contamos con un sexo interno y la posibilidad de concebir, gestar y dar a luz. Este cuestionamiento obtiene su respuesta no desde lo biológico sino desde la cultura y el lenguaje. El hombre, durante su constitución psíquica, adquiere las características de fuerza, valor, competitividad, todas estas características sumamente valoradas (y valiosas) dentro de cualquier cultura, versus las características opuestas de heroína (madre nutricia y cuidadora de los niños) y villana (la rival perseguidora), e incluso podría agregarse la categoría de necesidad de que el otro la complemente, una especie de entrega a los deseos del alma. Así es como la cultura valoriza la supremacía del “falo” y mantiene a la mujer en un lugar silenciado, pasivo. El otro elemento, el lenguaje, fue descrito

" Estos recorridos escabrosos son los que complican la construcción de lo femenino y la hacen percibirse confusa, por un lado, en ocasiones debe ser cuidadora y nutricia y en otros como la villana, perseguidora y devoradora."

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Escritos

"Don Quijote. A la luz de la Luna" de Manolo Gallardo

por Lacan años más tarde como elemento en que influyen no sólo la constitución y la construcción de un individuo sino también cómo habla de sí mismo, de la propia historia y lo que interpreta de ésta misma. En el mundo de habla hispana podemos percibir que es casi estándar otorgarle características masculinas a los vocablos: gerente, cirujano, presidente; esta usanza comprueba el peso del lenguaje en la cultura y el valor hacia lo masculino. Por otra parte, la casi nueva historia de la mujer (y en la que se hace más visible su función de rival) confunde la idea de feminidad con un feminismo radical de queja contra los hombres. En resumidas cuentas, lo que la mujer desea es compararse con el hombre y deja de lado la importancia que este concepto tiene en la historia como propuesta de liberación, autoconocimiento, comprensión, desarrollo e investigación de la feminidad. Me parece sumamente importante recalcar la diferencia entre hombres y mujeres, pero no afirmando que existe un 35

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género dominante que de alguna manera justifica la subordinación de la mujer en la sociedad: propongo una diferencia tal cual, sin pensar en oposición o rivalidad. Por otro lado, en esta época de modernidad y globalización, la sociedad de consumo se encarga de ayudar al proceso de construcción de identidad. Existe una imposibilidad de pensar y “pensarse” desde la autonomía; el vacío de la propia existencia se llena con objetos inútiles, a saber, objetos tecnológicos, vestimentas, tatuajes, todos estos elementos baladíes que, de alguna manera, intentan adormecer la angustia que surge por la falta de un concepto de sí mismo. Los conceptos de familia y maternidad y las relaciones entre los sexos han variado a raíz de las modificaciones producidas al lazo social por una diversidad de medios y dispositivos tecnológicos. A nivel histórico, la mujer ha sostenido luchas, sobre todo durante la modernidad, que nos llevan a


Escritos pensar que la mujer luce una triple máscara: por un lado, es madre preocupada por el porvenir de sus hijos; por otro, es un objeto de deseo, una histérica que motiva el deseo de convertirse en propiedad del otro, y también es una bruja, observa qué falta en el presente, pregona y predice el futuro, siendo el nuevo oráculo de la modernidad (Smud, 2002). Sin embargo, es mi opinión que una de las luchas más encarnecidas a que se enfrenta la mujer hoy día es la que está relacionada con las tensiones entre los conceptos de universalidad y singularidad. A primera vista, pareciera que el discurso apunta a que ha triunfado la singularidad, es decir, la diversidad actual. Esto sin duda plantearía un problema para el señor Freud. En esta época, la sociedad patriarcal ya no existe, al menos del modo en el que se planteó en su época. A raíz de la invención de la pastilla anticonceptiva por el biólogo Goodwin en los años 60, la mujer toma posesión sobre su cuerpo, sobre su sexualidad. Ahora la mujer

podía elegir tener o no hijos, fenómeno que nunca se había presentado en la historia de la humanidad. Así, ya no existía ninguna diferencia entre hombres y mujeres más allá de la condición sexual de su nacimiento, ambos podían elegir qué hacer y cuándo hacerlo. La mujer se descubre a sí misma ya no sólo como un objeto de placer sino como sujeto de placer. Puede disfrutar de su sexualidad sin temor a embarazos no deseados o no planificados, puede explorar campos que hasta el momento le habían estado prohibidos. Así, la mujer rompe con las prácticas reales y simbólicas de la supremacía masculina: ya no es un objeto propiedad de su marido, adquiere poder al llegar la autonomía sexual. La virginidad, la heterosexualidad y la fidelidad, otros conceptos que podían ser replanteados, hoy ya no son privilegios exclusivos del hombre. La mujer empieza así a jugar roles novedosos en los cambios sociales, culturales e incluso religiosos, marcando de esta manera una época nueva

"Por otro lado, en esta época de modernidad y globalización, la sociedad de consumo se vuelve encargada de ayudar en el proceso de construcción de identidad, hay una imposibilidad de pensar y pensarse desde la autonomía, el vacío que pueda tener la propia existencia es llenado de objetos inútiles, a saber, objetos tecnológicos, vestimentas, tatuajes; objetos inútiles que de alguna manera tratan de adormecer la angustia que surge de la falta de un concepto de sí mismo. ”

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Escritos y –además– muy distinta a la época freudiana. En la actualidad vemos a mujeres que luchan y se enfrentan a posturas machistas (tanto de parte de hombres como de mujeres) para que se respete su libertad de acción en temas acerca de la sexualidad y que ya no se les tilde de libertinas y sin dignidad, lo cual abre una peligrosa justificación que algunos usan para cometer acosos y abusos sexuales, violaciones y, en los casos más lamentables, el femicidio. Estos cambios no tienen repercusiones, por supuesto, sólo en el campo de la mujer. También ocurre dentro del campo de los hombres: el hombre se ve obligado a reconocer su lado femenino en sociedades que habían sido fundamentalmente machistas… ¡menudo lío! Pero este artículo se constriñe a mencionar que los hombres ahora pueden asumir distintos roles y algunos inclusive crían y nutren a los hijos (antes un rol exclusivo de la mujer). Surgen, de esta manera, distintas configuraciones familiares: la institución del matrimonio, pasa de estar en manos de la Iglesia a estar en manos de lo civil; se reconoce la unión de hecho y surgen familias monoparentales, familias con hijos previos y 37

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"No al femicidio" de Manolo Gallardo

familias reconstituidas, familias de padres homosexuales, entre otras. ¿Qué consecuencias traen entonces estos cambios para la teorización e intervención clínica? En primer lugar, al pensarse la mujer como sujeto diferente al hombre, empieza a cuestionarse ya no necesariamente sobre su biología o sobre los roles a

los que puede o no optar. Su pregunta es hoy más filosófica y existencial sobre lo que significa ser mujer, ya no desde la universalidad, sino desde la singularidad, ya no desde el “opuesto masculino” sino desde la particularidad más esencial que la hace llamarse “mujer”. La mujer de esta era ha


Escritos "¿Qué consecuencias traen entonces estos cambios para la teorización e intervención clínica? En primer lugar, al pensarse la mujer como sujeto, diferente al hombre, empieza a cuestionarse ya no sobre su biología necesariamente o sobre los roles a los que puede o no, optar. Su pregunta es hoy más filosófica y existencial sobre lo que significa ser mujer" sido educada creyendo en la igualdad de oportunidades, mismas que desaparecen al surgir dos obstáculos fundamentales: el primero remite a la mujer a ser como serpiente, a sujetarse de cualquier cosa que la ame; la única condición que pone la mujer es la del amor (regresando quizá a ese primer estadío de una fusión casi completa con la madre) y aterriza en un imperativo de estar acompañada, casi no importando de quién. El segundo obstáculo se refiere sí, a lo biológico, a la posibilidad de la maternidad, lo que nos enfrenta a elegir entre dos rumbos: (1) elegir posponer o renunciar a la maternidad, elección que tensa a todos quienes la rodean y que, inclusive, podría originar un nuevo cuestionamiento, o (2) elegir tener hijos, lo cual abre la disyuntiva social/cultural de que lo mejor es que los niños tengan una mamá a tiempo completo o, al menos, durante el mayor tiempo posible. ¡¡¡Cae el telón!!! Entran ahora en juego nuevas formas de velar la angustia, como mencioné con anterioridad: tamices en forma de objetos adquiridos, un trabajo (hasta llegar inclusive a ser trabajólicas) o, lo que está más de moda: una “pastillita”. Hace más de un siglo que Freud opinaba que no nos libramos del peso de la madre, factor fundante y esencial para la construcción de la subjetividad. Sin embargo, también tiene un peso

fundamental el pasado histórico, el pasado (y presente) cultural que atraviesan las historias de las mujeres y, sobre todo, es imperativo dar crédito a la elección particular de cada mujer con respecto de su propio deseo y el camino que habrá de elegir. Parece ser, entonces, que la clínica de y para las mujeres pertenece a una época diferente, de vínculos afectivos flexibles, temporales (y siempre a prueba) y de vínculos bastante lábiles que nos llevan a repensar, inclusive, los términos de transferencia en el sentido freudiano, para tal vez empezar a hablar de acompañamientos más existenciales y filosóficos. Lo cierto es que la mujer ha librado tremendas batallas y ha incurrido en campos antes nunca pensados; muestra de esto son las tres mujeres que lideran y llevan al éxito una revista que nos pone a pensar y re­pensar de una manera…Lúdica. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Freud, S. (1932). La Feminidad. En: Obras completas. Tomo XXII. Buenos Aires, Amorrortu editores Smud, M. H. (2002). Lengua de mujer. Historia condicionada del goce sexual. Argentina: Letra Viva.

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Escritos

"Trinidad. Devota" de Manolo Gallardo

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Expresiones

No tengan miedo al arte El arte ya no tiene solamente una definición. Es un objeto, es una acción, es un estilo de vida, es un lenguaje y es lo que caracteriza estilísticamente a cada cultura. Lo que es irrefutable es que el arte tiene que ser creado por un ser pensante. La belleza y la perfección de la naturaleza y del cosmos nunca nos termina de asombrar, pero “crear” partir de la materia prima con la intención de comunicar lo que sentimos, es lo que lo hace al arte verdaderamente fascinante.

Leslie Nanne

La técnica del collage muestra cómo los papeles proporcionan texturas y colores que serían demasiado trabajoso o inclusivamente imposible con pintura. En un mundo donde creemos que lo que da cuerda es el dinero, es fácil perder el sentido de nuestra razón de existencia. Todos tenemos una misión en esta vida y el trabajo de los artistas es el de proporcionar otra perspectiva de lo que nos rodea, ya sea físico o intangible.

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Expresiones Papeles pegados al azar, sin recortar, pero con un dibujo definido y detallado encima (Invasión China en el Tíbet).

Para comprender el arte, es muy importante entender en qué idioma está hablando el artista. Los posibles idiomas son: en imágenes que existen en planos de dos dimensiones, a través esculturas que tienen profundidad y altura, por movimientos o acciones creadas por el cuerpo humano delimitado en un lapso de tiempo, sonidos, letras e inclusive por medio de olores y sabores. Básicamente, la pintura, la escultura, la danza, la música, la literatura y el arte culinario son formas de expresión que una audiencia percibe con los cinco sentidos y que consecuentemente desata nuestros sentimientos.

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Expresiones

El arte es una forma de comunicación. Relata eventos en la historia, tendencias de pensamiento en grupos de personas, es una herramienta de crítica social, e inclusive se usa para celebrar la belleza del mundo y de nuestra existencia. En la historia vemos cómo cada tendencia artística es un crecimiento o una reacción de lo que se vivió en el pasado. Queda claro que siempre va a existir la tradición la cual conserva un mismo comportamiento sin importar los cambios exteriores, pero también es aceptado que al humano le gusta sorprenderse por lo inusual, lo desconocido y lo tabú. Está en las manos del artista escoger su lenguaje de comunicación y luego cómo va a comunicar sus ideas efectivamente, con la intención de transcender en la mente de la gente que vive en ese momento, así como en el futuro de la humanidad.

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Expresiones

Collage y fotografía (arriba).

Un artista está en la sociedad porque sirve de espejo para que veamos en dónde estamos y hacia dónde vamos como individuos. El arte nos abre la mente para salir de nuestra cabeza y descubrir que lo que mueve al mundo es nuestra conciencia.

Traslape de papeles pero se pueden observar los distintos niveles (derecha). 43 L Ú D IC A Lúdica, abril 2013, pg. 43


Expresiones

Fotografía y texto dentro de pinturas (arriba).

La materia o técnica con la cual fue hecha una obra es tan importante como el mensaje que lleva dentro de sí. Primero nos tiene que gustar el tema antes de indagar sobre cómo fue creada y sobre la habilidad del artista para manejar sus herramientas de trabajo.

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Conceptos

Construcción En sus inicios, Freud deseaba levantar la amnesia infantil ligada a las represiones: hacer consciente lo inconsciente. Con su experiencia clínica se percata que en muchos casos el paciente no puede rememorarlo todo por lo que el analista adopta el camino de construir lo olvidado. ¿Cuál es entonces la tarea del analsita según Freud? “Su tarea es hacer surgir lo que ha sido olvidado a partir de las huellas que ha dejado tras sí, o más correctamente, construirlo. El tiempo y modo en que transmite sus construcciones a la persona que está siendo psicoanalizada, así como las explicaciones con las que las acompaña, constituyen el nexo entre las dos partes del trabajo analítico, entre su propia parte y la del paciente”.

"Le masque, étude pour Le Prestidigitateur" de Roger de la Fresnaye

La construcción va a ser la elaboración hecha por el psicoanalista con el fin de volver a encontrar lo que el sujeto ha olvidado y no puede recordar, cuya comunicación al paciente actuaría en la cura paralelamente a la interpretación. Con la interpretación no se trata de la verdad de una historia redescubierta, sino de la creación a través de la palabra de un modelo coherente.

Para que la interpretación tenga sentido, es necesario que el analista y el paciente trabajen juntos para producirla, y aun cuando sea el analista el único que formula la interpretación al paciente, sin saberlo, prepara su advenimiento. “Con mucha frecuencia no logramos que el paciente recuerde lo que ha sido reprimido. En lugar de ello, si el análisis es llevado correctamente, producimos en él una firme convicción de la verdad de la construcción que logra el mismo resultado terapéutico que un recuerdo vuelto a evocar”. Chamama, R. y Vandermersch, B. (2004). Diccionario del Psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (1937). Construcciones en el análisis, Obras completas, Biblioteca Nueva, 1996. Laplanche, J. y Pontalis, J.B. (1957). Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona: Labor, 1987. De Mijolla, A. & de Mijolla­Mellor, S. (1996). Fundamentos del Psicoanálisis. Madrid: Editorial Síntesis.

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En la librera

Psicoanálisis: Encrucijadas Actuales* de Luis Hornstein *Este texto inédito es la Introducción a un libro que publicará en julio Fondo de cultura económica. El inmovilismo se ha convertido en un insulto, como si el hecho de agitarse permanentemente fuera una cualidad, el ideal de una sociedad que se mueve: un objetivo de la existencia individual. La idealización del movimiento perpetuo es un mecanismo de defensa contra la angustia del momento presente [....] Dejar de agitarse para volver a pensar, recuperar una placidez psíquica, una tranquilidad afectiva, una continuidad subjetiva. Recobrar el sentido de la mesura, tomarse el tiempo necesario para experimentar tanto el sufrimiento como el placer, desarrollar la capacidad de vivir, simplemente. (Gaujelac,V. L'avenir du sensible) No damos más que vueltas al nopal, al nopal, al nopal, a las cinco de la mañana. (ELIOT T.S. Los hombres huecos). El poeta estaba desvelado. Daba vueltas. También yo las doy, no siempre en espiral. Si tengo suerte, de tanto en tanto se produce una primicia (1). Por empezar en la clínica, donde no siempre se trata de tirar la plomada o de zambullirse en profundidades (lo L Ú D IC A

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En la librera arcaico es un ilusorio primum movens). Doy vueltas sentado, cuando me pongo a estudiar, y el tema, provocador, me obliga a rodeos. Las doy, por qué no, en mis ratos libres, en mi vida cotidiana. Para no desvelarme, voy tomando notas en ese volver a pensar, en ese dar vueltas sobre la repetición con sed de diferencia. Este libro tiene un apéndice: Del proyecto a la segunda tópica. Espero que les sirva para asomarse a la cocina de Freud, para presenciar cómo se van engendrando las ideas, cómo nacen. Hay un proceso de investigación freudiano que puede ser emulado. En los escritos y en la práctica de Freud todo está en revisión. Los escritos no son las tablas de la ley, sino un work in progress, un borrador de un escrito futuro. No lo lastima retractarse. Más bien lo enriquece. Esto lo podemos aprender. Esto es filiación simbólica. El psicoanálisis está en crisis. Arrastra el peso muerto de los análisis “ortodoxos”, con su técnica esclerosada y su falta de swing. Lo instituyente, lo novedoso, lo creativo tiene que hacerse un espacio en una tradición que privilegia lo instituido, lo frizado. No venimos de la nada ni inventamos desde cero. Hemos recibido un legado. Por momentos lo hemos puesto a producir. Y entonces, sólo entonces, se ha incrementado. ¿Cómo lo hemos hecho? Leyendo activamente, diferenciando entre el pasado caduco y el pasado vigente, motor del futuro posible. Además de un mundo asolado por destrucciones y miserias, tenemos un patrimonio que cuidar. El psicoanálisis no es una isla. Es una práctica entre otras, a las que afecta y por las que es afectada. Más que insertar al psicoanálisis en la cultura se trata de asumir lo obvio. ¡Está inserto! Necesitamos entender los fenómenos psíquicos y las dimensiones subjetivas de los procesos sociales. Es urgente que lo hagamos. La tarea concierne a diversas disciplinas. Pero abundan los reduccionismos. Intercambiar con los que piensan diferente no es una mera cuestión de buenos modales. Es la única manera de estar intelectualmente vivos. Un estilo incómodo, porque nos obliga a estar al día, hasta que se empiezan a notar sus ventajas. El psicoanálisis contemporáneo está en las fronteras, explorando “continentes negros”, pero sin la perezosa pretensión de borrarlos. Fronteras clínicas y teóricas. Fronteras de sí mismo con las otras disciplinas. Ahora, cuando se advierten signos de agotamiento del discurso psicoanalítico, recordemos que el espíritu de la época no nos pertenece sino que nosotros le pertenecemos (2). El psicoanalista no se alimenta sólo de psicoanálisis. Vean, si no, la lista de los autores leídos por Freud, poetas, filósofos, médicos, historiadores, políticos, biólogos. Los de su época. Vean cómo mantiene el timón en el mar embravecido de tanta lectura, que a otro llevaría al eclecticismo o a la dispersión. Podemos atribuirlo a su genio. Prefiero atribuirlo a su coraje, no menos indudable. La multidisciplina es cosa seria. No basta con una pátina de sociólogo, de químico o de matemático. Más que de improvisarse sociólogo, se trata de reflexionar sobre la 47

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En la librera inserción social del psicoanálisis. Nadie es etnólogo en su propia sociedad; pero es fundamental entender el psicoanálisis como un conjunto teórico­práctico y cuya lógica de difusión y cuyas funciones en relación con el conjunto de prácticas que con él coexisten dentro del mismo campo social hay que dilucidar. Sin academicismos. El academicismo actúa como si las escuelas fueran eternas, como si la tradición nunca hubiera variado. Daña la libertad, la originalidad, la invención y la audacia. Es regodearse en el estilo culto o universitario (Hornstein, 2011). Freud en 1893 decía que el inconciente es un quiste que hay que extirpar. En 1895 lo piensa como un infiltrado por lo que la meta del psicoanálisis es disolver la resistencia para facilitar la circulación por ámbitos antes bloqueados. Enquistarse o aislarse es el riesgo que corren las instituciones y cada psicoanalista evitando (y hasta sancionado) el intercambio con otras corrientes y otras disciplinas. El análisis de la influencia de los condicionamientos sociales sobre la historia individual permite deslindar los elementos de una historia propia y los que comparte con aquellos que están inmersos en similares contradicciones sociales, psicológicas, culturales y familiares. Hay subjetivación cuando el ser puede acontecer, cuando las posibilidades se actualizan, cuando no se es todavía lo que un día se será. La alteración es poder convertirse en otro sin dejar de ser uno mismo (se deviene otro) pese a perder cierto número de cualidades o adquirir algunas nuevas. La alteración es la forma viva de la subjetividad. Mientras que la alteridad, a diferencia de la alteración, supone una relación entre dos seres. Es lo opuesto a la identidad (principio de identidad), es aceptar lo diferente (principio de alteridad). Freud como los buenos músicos, improvisaba. Improvisaba porque tenía con qué. (¿No nos estará faltando el “con qué”?) Después el psicoanálisis se militarizó y marcó militarmente el paso, el paso de ganso. Se hipotecó atándose a criterios formales. Responder a preguntas del paciente, sostener una conversación amigable, dar la mínima información personal estaba vedado. A ese psicoanálisis petrificado (y por suerte no siempre ejercido) se lo beatificó con adjetivos supuestamente positivos: “ortodoxo”, “clásico”, cuando no era más que una “idealización” retrospectiva, un photoshop de Freud (3)… Una caricatura sin humor y sin creatividad (4). Se le critica al psicoanálisis valerse de las palabras. Son nuestras herramientas y como tales pueden lastimar al que las empuña y al material que modifican. Cuando se las utiliza bien, transforman al sujeto. Freud es activo, no activista. La asepsia no implica anestesia afectiva. En ninguna parte de sus escritos hay una afirmación que justifique ese ideal que se acompaña de una arrogancia autosuficiente. De un silencio despectivo que parece de buen tono cultivar. Una postura oracular conjugada con una apatía mortífera. El analista que propone Freud se asemeja más bien a un trabajador empeñoso, dispuesto a ayudar al otro a desatascarse. Nada que ver con el observador L Ú D IC A

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En la librera imparcial ni con el observador no participante. Participa desatascando. El psicoanálisis sólo sobrevivirá si lo merece. Freud dialogaba con los pacientes. Está documentado. La ortodoxia es una máquina de impedir: borra el espacio para la imaginación, pontifica que el pasado determina absolutamente el presente, sobredimensiona la transferencia, privilegia el programa en desmedro de la estrategia, ritualiza la diversidad. Una práctica innovadora se redujo a una técnica estereotipada. Sin embargo, hace mucho que algunos analistas trabajan con modalidades técnicas variables. Y, en cuanto a estilos, a veces es eficaz un estilo activo, ocasionalmente de confrontación. A veces, uno expresivo. A veces, uno más silencioso e interpretativo. Con determinado enfoque un paciente se siente seguro y “contenido” y otro se siente amenazado. La marca registrada “psicoanálisis clásico” intenta preservar un monolitismo que ya no existe. Propone un psicoanalista “objetivo” espectador de un proceso que se desarrolla según etapas previsibles. Se lo presentó como garante de la ortodoxia. No vio, o vio pero no le importó, que los afectos del psicoanalista son necesarios para acceder al inconciente del analizando. Mediante su implicación el analista multiplica potencialidades y disponibilidades proporcionando una caja de resonancia (historizada e historizante) a la escucha. La contratransferencia es producción (y no reproducción) del espacio analítico, si concebimos al psiquismo como sistema abierto auto­organizador que conjuga permanencia y cambio. El psicoanálisis debe ser divertido, decía Lacan en sus comienzos. Tiene la alegría de la creación. Es una aventura del pensamiento, eso ya lo había notado Freud al definirlo para una enciclopedia. Claro que hay analistas con furor curandis pero no son más peligrosos que los analistas con furor apaticus. Hay frases sacadas de contexto. “Deseo de no deseo”. “La cura por añadidura”. No es lo mismo carecer del deseo de curar que ponerlo entre paréntesis. Todo lo relativa que se quiera, la curación no es un bonus que cae del cielo después de una amable plática. Ni la idealización ingenua ni la desesperanza nihilista. Combatimos lo mortífero que perturba el acceso a la vida. La cura implica el advenimiento de lo nuevo. Hay gente para la cual no hay nada nuevo bajo el sol. ¿Qué es transformación entonces? ¿Que le brote una tercer oreja? Que la ciudad es la aldea, que el hombre es un primate, que todavía hay dinosaurios, que la esposa reencarna a la madre, que sólo hay repetición. Hay gente que cree que no hay cura porque entienden por curación alcanzar un estado beatífico, y eso por supuesto nunca se alcanza. Hay gente fundamentalista. Las controversias acerca de si el análisis produce modificaciones de estructura son, como mínimo, inconducentes (5). Si no las produjera estructurales, sólo las produciría superficiales. Sin embargo, unos nos hablan de final de análisis y otros de atravesamiento 49

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En la librera del fantasma, todos pomposamente. Estos happy end beatíficos suelen estar reservados a los oficiantes de un psicoanálisis que se vuelve religioso, oficiantes que necesitan mostrarse puros e infalibles, distintos del resto. ¿Y al paciente común que le ofrecemos? ¿Sólo cambios superficiales? Un psicoanálisis (no importa la escuela) produce suficientes cambios cuando transforma las relaciones del yo con el ello, el superyó y la realidad exterior, con independencia de que el analista use estos conceptos. Gracias a estas modificaciones surgen otros desenlaces para el conflicto, lo que modifica las formaciones de compromiso (6). Adherimos a tal escuela porque suponemos que es la que mejor favorece tales cambios, suposición que día a día estamos obligados a confirmar. No hay que asustarse de la crítica. Sólo el ejército, la religión y los sistemas políticos monolíticos la dejan afuera. La crítica ayuda a la autocrítica. Es como el tábano de Sócrates. Nos pone a trabajar. En vida de Freud y después de Freud, el psicoanálisis ha sido atravesado por diversas líneas teóricas y por diversas prácticas clínicas. Un enorme capital acumulado, que a veces hace olvidar que, hoy por hoy, los fundamentos son freudianos. Los fundamentos y el disparador. Por eso la lectura de Freud es un paso ineludible para quien aspire a reformular, con los recursos teóricos actualmente disponibles, los innumerables problemas que requieren ser dilucidados. Dije ineludible, no exclusivo. Pero no basta con Freud. Un psicoanalista es singular cuando su clínica y sus otras producciones lo muestran, no cuando detenta un rasgo diferencial hecho de emblemas y fueros. El lugar para desplegar los gustos es la lectura, el estudio. Gusto implica favoritismo e incluso fetichismo. Privilegiamos inevitablemente ciertos aspectos de la teoría. En la clínica, en cambio, el que privilegia es el paciente y nosotros somos tan todo­terreno como podamos con la única restricción de nuestra capacidad. Foucault dijo que la historia tradicional se dedicaba a memorizar los monumentos del pasado, transformándolos en documentos. Haremos lo contrario: transformar los documentos en monumentos, para lo cual es menester trabajar los textos desde el interior y elaborarlos: el documento no es una materia inerte a través de la cual se reconstruye lo que los hombres han dicho, sino que se debe definir en el propio tejido documental nuevas unidades, series y relaciones. Sin teoría, la clínica es un vale todo. Para no caer en la tentación de la teoría verdadera lo mejor es no abandonar la aspiración a actualizar la teoría, y entonces hay búsqueda y no puertos de llegada, fondeaderos. Para no demonizar las muchas teorías, trataremos de ponerlas a trabajar, para quedarnos con las más productivas. Las frases, que suelen ser de Freud, ayudan en esa búsqueda, no la reemplazan. Las frases están quietas, como congeladas. O el psicoanálisis acepta el cambio o se muere. No es una declaración apocalíptica. Es lo que les pasa a cualquier ser vivo o a cualquier ser L Ú D IC A

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En la librera teórico (7). Los cambios tecnológicos y culturales parecen haberse acelerado. Muchos habitantes del mundo globalizado están en la miseria. Otros son víctimas de la desocupación. Las papas queman. Pero mientras Freud vivió, él se hacía cargo del horno. La suya no era una teorización apoltronada. Ni siquiera afirmaba que la última idea volvía obsoleta a la anterior. Menos aún afirmaba que la última idea era la infalible. La muerte lo encontró con las botas puestas. Después de esa muerte, las papas siguieron quemando. Debido al nazismo, los analistas centroeuropeos se desparramaron por otros países. Debido al estalinismo, el psicoanálisis no entró en la URSS. Por razones políticas y culturales casi no hay psicoterapia en China. En Inglaterra se produjeron violentos altercados entre los seguidores de Melanie Klein y los que pensaban diferente. En Francia un psicoanálisis aletargado fue sacudido por la “vuelta a Freud” y vuelto a aletargar, ahora de una manera más glamorosa, por Lacan y sobre todo por sus discípulos. Como en el boxeo, hay muchas federaciones mundiales de psicoanálisis (8). Los paradigmas cambiaron una o más veces en la física, la biología, las neurociencias, las ciencias sociales, la epistemología. Por más que estuviéramos mirando para otro lado o, mejor dicho, encerrados en un bunker, un saber no nace de cero, no nace de sí mismo. El psicoanálisis fue la peculiar orquestación hecha por Freud de los saberes de su época. Y el psicoanálisis es hoy, o bien la parodia del freudiano, o bien algo que se articula con los saberes de hoy, la ciencia de hoy y no la del siglo pasado. ¿Mucho trabajo? No hay más remedio (9). Creíamos antes que el tener y el ser eran, cartesianamente, claros y distintos. Cada uno creía saber quién era y que aspiraba. Esa internalización, que era el paradigma, hoy esta cuestionada. Más que internalizados, estamos sostenidos por nuestra historia pero también por vínculos y logros. Un bucle autoorganizador reemplaza la linealidad causa­ efecto por la recursividad. Los productos son productores de aquello que los produce. Nuevamente agradezcamos a la teoría de la complejidad que lo actual vaya tomando otro lugar. Una teoría del sujeto debe dar cuenta del pasaje­proceso desde la indiferenciación narcisista hasta la aceptación de la alteridad y del devenir. Los determinantes iniciales no son fatales sino meros puntos de partida. Volvemos a pensar las “series complementarias” y tratamos de articular esta noción con la de “sistema abierto”. Respecto de las series complementarias, el acuerdo de los psicoanalistas es superficial, cosmético: existen la disposición, la infancia y la historia actual. Estamos casi en el terreno del sentido común. El terreno se pone verdaderamente psicoanalítico cuando intentamos precisar cuánto incide cada serie en cada paciente. Historizar. Una parte de nuestra historia es la historia de nuestras lecturas. ¿Cómo hemos leído a los diversos autores? ¿En busca de desviaciones? ¿En busca de confirmación de una idea previa? ¿Para cumplir con nosotros o con un programa de estudio? ¿Crispados, 51 L Ú D IC A Lúdica, abril 2013, pg. 51


En la librera tensos, o con buen humor? ¿Cómo situarse ante las encrucijadas y los desafíos a que nos confronta el psicoanálisis actual? ¿Quién podría negar que, poco o mucho, Winnicott, Klein, Kohut, Piera Aulagnier, Lacan (y la lista continúa) son hoy imprescindibles? Entonces hay que leerlos, y leerlos directamente, no en la versión que otros dan de ellos. (Lo que puede ser discutible, pero interesante, es en qué medida a cada uno.) Una lectura variada no tiene por qué ser un caos, una ensalada o una “entente cordial” en la que convivan todos, si se advierten y respetan los distintos ejes conceptuales, que son precisamente los que hacen que Piera sea Piera y Lacan, Lacan. Una condición para respetar la diversidad es poder manejarla. Casi como prestidigitadores. Los epígonos suelen ser rígidos. Sus jefes, no. Me parece que somos demasiado triunfalistas. Que cuando Klein está de moda somos fanáticamente kleinianos para pasar, poco después, cuando la moda decae, a demonizar al kleinismo, olvidando los núcleos duros, incluso para seguir discutiendo con ellos. No queda nada de Klein, queda poco de Piera, para hablar de Kohut a veces hay que disculparse. Pero esa falta de reconocimiento del otro se paga con la pobreza de las propias teorías. Sin embargo, la Argentina es un buen lugar para sacarles el jugo a las distintas escuelas. Si logramos evitar que la importación nos vuelva cosmopolitas pasivos y un poco frívolos e infantilizados por un eterno período de latencia (Lerner). Me quedo pasmado cuando termino algo. Me quedo pasmado y desolado. Mi instinto de perfección debería impedirme acabar; debería impedirme incluso empezar. Pero me distraigo y obro. Lo que obtengo es un producto que no resulta de una aplicación de mi voluntad, sino de una concesión que ella hace de sí misma. Empiezo porque no tengo fuerza para pensar; termino porque no tengo alma para interrumpir. Este libro es mi cobardía. (Pessoa, F., Libro del desasosiego) Publicar un libro indica que se consumó cierto recorrido. Nuestras ideas surgen a partir de la práctica y de las lecturas, así como de los intercambios, pero toda esa actividad de pensamiento suele permanecer anárquica, o peor, volverse efímera, si no es tramada en el trabajo de escritura. El pasaje de una forma oral a escrita no implica sólo un ejercicio de estilo sino una elaboración conceptual. Publicar es interrogarse sobre los límites del análisis. Es un medio privilegiado (hay otros: supervisión, ateneos clínicos, etc) para escapar a esa irreductible soledad a la que la práctica nos confina. Un analista que escribe busca interlocutores. Freud le confesó a Abraham: “La respuesta a su pregunta de cómo hago para escribir, además de atender a los pacientes, es muy simple: tengo que descansar del psicoanálisis mediante el trabajo, de lo contrario no podría soportarlo”. L Ú D IC A

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En la librera Son nueve capítulos que fueron clases, conferencias o seminarios. Esta vez las notas configuraron algo que quise compartir. Las ofrecí como curso virtual y la entusiasta respuesta a distancia me dio ánimo para presentarlas en un curso cara a cara (10). Transcurrió un tiempo. Las notas se añejaron, adquirieron la consistencia de un libro. Clase evoca escuela primaria, maestra que incluso nos revisa las orejas. Las conferencias sería menos apostólicas que las clases. (11) Y seminarios nos recuerdan a la IPA y a Lacan. El hecho es que, antes del libro, me había dirigido a personas que podían interpelarme y a las que también yo podía hacer preguntas o mirarles el semblante. Ahora, en cambio, me dirijo a un lector, del que no sé nada pero quiero saber. Estimado lector, quiero intercambiar con usted mis “viejas” ideas, no para recalcar lo que ya he escrito ni para decirlas con más desenvoltura sino para volverles a poner el traje de fajina. Las ideas tienden a la inercia, y hay que ponerlas a trabajar. De algún modo, lector, su respuesta puede llegar (12). Cuando se nos pregunta por qué escribimos, echamos mano a diversas razones: para testimoniar, por placer, por deber, por culpa. Yo escribo para continuar mi formación analítica: para cercar mejor y profundizar mis interrogantes, para conocer aquello que pensaron otros acerca de interrogantes parecidos a los míos y, tal vez, para aportar lo todavía no pensado. Es luchar contra mis límites, asumiéndolos y, en fin, sobrellevándolos. Escribo, además, para comunicarme, para evitar que mi tarea como psicoanalista devenga un solipsismo tóxico (Hornstein, 1993). No hago otra cosa que seguir la recomendación de Freud: “Es muy difícil ejercer el psicoanálisis en calidad de solitario; pues se trata de una empresa exquisitamente comunitaria. Y en cualquier caso sería mucho mejor que todos rugiéramos o aulláramos a coro y en armonía, en lugar de que cada cual se limite a gruñir en su rincón”. Las ideas dejan de ser viejas cuando se actualizan. Entonces o demuestran su vigencia o exigen el recambio. Retocaré ­como notas al pie y en el apéndice­ problemáticas ya presentes en trabajos anteriores, que serían meros ladrillos de no lograr una arquitectura nueva que aloje nuestra práctica. Parafraseando a Goethe, de lo que has heredado de tus padres, has tuyo solamente lo que te convence. “Hoy en día es conveniente implementar una nueva práctica de la cura, un nuevo psicoanálisis más abierto y más a la escucha de los malestares contemporáneos, de la miseria, de los nuevos derechos de las minorías y de los progresos de la ciencia. Retorno a Freud, sí, relectura infiel de Lacan, ciertamente, pero lejos de toda ortodoxia o de toda nostalgia hacia un pasado caduco…” (Roudinesco, E., 2011). ¿Cómo construir un psicoanálisis contemporáneo, abierto a los intercambios con otras disciplinas y al desafío que impone cada coyuntura sociocultural, sin por ello perder especificidad ni rigor? ¿Cómo producir un pensamiento teórico que, siempre anclado en la clínica, sea capaz de desafiar los dogmatismos y las falsas seguridades de parroquia? Músicos o psicoanalistas, heredamos de padres pero también de hermanos. Si se encuentran ideas mías, seguramente no las saqué de la galera. En ese sentido, quizá no 53 L Ú D IC A Lúdica, abril 2013, pg. 53


En la librera haya tantas novedades. O convendría recurrir a analogías con la música y pensar que uno es un ejecutante de ideas, más que un propietario. No todos los ejecutantes, incluso si son brillantes, componen. La música embriaga. Las ideas también. Son latentes y latientes. Por suerte se manifiestan en los libros que leemos, en las conferencias, en los seminarios, en lo que nos dicen y en lo que decimos al paciente y en los variados encuentros. Se informan y se deforman gracias a nuestras prácticas clínicas (que varía de practicante en practicante), a nuestras vicisitudes personales, a nuestra lectura (dogmática o no, variada o no) y al medio en que, nos guste o no, estamos inmersos. No estamos solos. Las prácticas, los escritos freudianos y postfreudianos y el horizonte epistemológico proveen recursos para reinterrogar los fundamentos que rigen nuestra comprensión, nuestra nosografía y nuestra acción. Es decir, metapsicología, clínica y técnica nos implican y están implicadas. Implicar. El diccionario separa en tres acepciones lo que no siempre está tan separado: 1. envolver, enredar; 2. contener, llevar en sí, significar; 3. obstar, impedir, envolver contradicción. De ninguna de las tres se deriva que la implicación sea una esclavitud. En mis fundamentos (noción que después describiré) están implicados mi propia historia, mi constelación metapsicológica y mis predilectos (tales autores, tales técnicas, tal epistemología). Concientes o no, cada cual tiene sus fundamentos. Los míos los mencionaré cuando haga falta. El psicoanálisis es un saber instituido e instituyente. Lo instituido impulsa lo instituyente pero también lo expulsa. Releamos la “Presentación autobiográfica” y veremos la desconfianza de Freud frente al saber instituido, los recaudos que toma ante la “compacta mayoría” y a los cómodos consensos. Hablé de ladrillos. Cuando, por enfermedad o por esa otra enfermedad que es el afán de dominio, las ideas se tornan rígidas, no son ladrillos sino eslóganes, y se ofrecen como puntos de certeza identificatorios que deben permanecer inmutables para que el poder de unos pocos permanezca inmutable. Disimulan su estereotipia con juegos de palabras, manierismos, neologismos, seducciones variadas. No se exponen al debate. Se exhiben (13). Volar es otra cosa para los que no somos pájaros y desde hace millones de años decidimos ser un animal raro. Ni el alimento está ahí. Hay que ir a buscarlo. Lo mismo con las ideas. Por eso las frases “condenados a investir”, “condenados a pensar”. Como decía Sartre, obligados a comprometer nuestra libertad, porque, sin compromiso, la libertad es caos. Esa lucha no siempre “es cruel y es mucha”. Hay momentos de plenitud, de alegría cuando descubrimos algo, por pequeño que sea, y salimos de la rutina. ¿Es posible disfrutar del pensamiento? ¿Es posible escribir o leer sin eslóganes? Yo apuesto a que sea posible. L Ú D IC A

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En la librera (1) James Joyce llamaba epifanía a “una manifestación espiritual repentina, ya sea a través de algún objeto, escena, acontecimiento, o fase memorable de la mente, siendo la manifestación desproporcionada con respecto a la significación o la relevancia estrictamente lógica de cualquier cosa que la produzca”. (2) Véase el capítulo 6. (3) Una ilustración de esa deformación “idealizante”: “Cuando entrevisté a Hirst más de diez años después de que hablara con Eissler, me dijo que no se le hubiera ocurrido llamar “frío” a Freud [...] pero cuando se le permitió dar su propia versión del ambiente que se respiraba durante el tratamiento, describió a Freud como un psicoanalista muy activo, a veces intervencionista, lo que difiere bastante del estereotipo de terapeuta neutral preferido posteriormente por los defensores de la ortodoxia” (Roazen, 1995). (4) Véase el capítulo 3. (5) Muchas veces ni siquiera se está al día con la noción de estructura. (6) Las depresiones (Hornstein, Paidós, 2006) (7) “Pensamientos vivos. Son superficies sensibles, pieles apenas rozadas, oscuros repliegues; más que un cuerpo de pensamientos, bonachón y entrado en carnes, una zona de contactos de fronteras erosionadas. Basta una sola cita, un argumento ajeno repetido, un libro mencionado o una obra entera para el borramiento de su nombre propio. Su circulación, su desviación, su transferencia a un lugar lejano al contexto que los vio nacer y la audacia misma de sus usos, contrariamente a las instrucciones de uso de una didáctica de los textos, integran en su conjunto –después de abandonar a su autor, pero antes de ser embalsamados por un corpus­ toda la erótica del pensamiento […]. Se abre así una zona de no­derecho entre censores de origen y propietarios futuros, una zona llena de intersticios al amparo de la cual, lejos de los guardianes de la Obra, los textos serán puestos en práctica: se inscribirán a lo largo de ciertas trayectorias, tatuarán cuerpos, inaugurarán prácticas y congregarán comunidades inéditas”. (Cusset, F.) (8) Véase el capítulo 8. (9) Véase el capítulo 2. (10) Curso precedido por seminarios dictados conjuntamente con Hugo Lerner en FUNDEP (Fundación para el estudio del psicoanálisis). Vease www.fundep.info (11) Tal vez por eso Etcheverry eligió “conferencias” donde López­Ballesteros había escrito “lecciones”. (12) Estaré muy agradecido a quien quisiera prolongar al diálogo enviándome preguntas, comentarios o críticas a luishornstein@hotmail.com o visitando mi página web www.luishornstein.com (13) “Una manera de escribir clara e inequívoca nos avisa que el autor está acorde consigo mismo; y donde hallamos una expresión forzada y retorcida, que, según la acertada frase, hace guiños en varios sentidos, podemos discernir la presencia de un pensamiento no bien tramitado” (Freud, 1901).

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En la librera REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Cusset, F. (2003): French Theory, Melusina, Barcelona, 2005. Freud, S (1895): “Estudios sobre la histeria”, A.E.tomo II. _______ (1901): Psicopatología de la vida cotidiana, A.E., Tomo VI. _______ (1925): Presentación autobiográfica, A.E. Tomo XX. Freud, S.­Abraham, K. (1965): Correspondencia, Gedisa, Barcelona, 1979. Hornstein, L (1993): Práctica psicoanalítica e historia, Paidós, Buenos Aires. _______ (2000): Narcisismo: autoestima, identidad y alteridad, Paidós, Buenos Aires. _______ (2006) Las depresiones, Paidós, Buenos Aires. _______ (2011): Autoestima e identidad, FCE, Buenos Aires. Lacan, J.(1953): El seminario, Libro 1. Los escritos técnicos de Freud, Barcelona, Paidós, 1981. Lerner, H. (2007): “La clínica psicoanalítica convulsionada” en Lerner H. y Sternbach S. (comp.) Organizaciones fronterizas, fronteras del psicoanálisis, Lugar, Buenos Aires. Pessoa, F. (1998): Libro del desasosiego, Ed. Emecé, Buenos Aires, 2011. Roazen, P (1995): Cómo trabajaba Freud. Paidós, Buenos Aires, 1998. Roudinesco, E. (2011): Lacan frente y contra todos, FCE, Buenos Aires, 2012.

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En el taller

Te invitamos a participar en los siguientes eventos académicos: "Seminarios de psicoanálisis contemporáneos" Presencial impartido por miembros organizadores de Encuentro Psicoanalítico Guatemala 2013 en Universidad San Carlos Guatemala, Guatemala viernes o sábado, de febrero a mayo viernes 11:00 am ­ 12:30 pm, 3:15 ­ 4:45 pm o sábado 8:00 pm ­ 9:30 am contacto: info@encuentropsicoanaliticogt.org

"Introducción al psicoanálisis" Presencial impartido por Raúl Castañeda y Stephanie Rudeke (jueves) y María Cristina Muyshont de Bermúdez (viernes) en NEL Guatemala Guatemala, Guatemala jueves o viernes, a partir de 15 y 21 de marzo jueves 10:00 am ­ 11:30 am o viernes 7:00 pm a 8:30 pm contacto: nelguatemala@gmail.com

"Anorexia y bulimia como afecciones alimentarias" Presencial impartido por Roberto Fernández en Asociación Escuela de Clínica Psicoanalítica con Niños y Adolescentes de Madrid Madrid, España lunes 28 de febrero a 24 de junio 8:30 pm ­ 10:30 pm. contacto: info@escuelapsicoanalitica.com

""Género y psicoanálisis" Seminario presencial Constanza Rangel en ITARI San José, Costa Rica A partir de 3 de abril duración: 12 sesiones 7:15 pm contacto: eddy.carrillo@dzonot.net

"Curso de capacitaçao em acompanhamento terapêutico" Presencial impartido por Adrianna Zucchi, Alex Sandro Tavares da Silva, Farid Bessil, Vicente Coda en Comunidade terapêutica D. W. Winnicott Porto Alegre, Brasil sábados 9 de março a 22 de junho 8:00 am ­ 12:00 pm. contacto: winnicot@brturbo.com.br

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"El síntoma...¿solución o problema?" Presencial a cargo de María Carmen di Bartolomeo en Sede NEL Guatemala Guatemala, Guatemala quincenalmente 11:30 am a 1:30 pm. contacto: nelguatemala@gmail.com


En el taller "El psicoanálisis en el siglo XXI: Angustia y cuerpo en las nuevas modalidades de demanda" Presencial a cargo de Susana Dicker en Sede NEL Guatemala Guatemala, Guatemala a partir de 8 de abril quincenalmente lunes 11:30 am a 1:00 pm. contacto: nelguatemala@gmail.com "Psicoanálisis actual. Nuevos enfoques a los malestares vigentes: adicciones, psicosomáticas, angustia, bulimia y anorexia" Presencial Coordinadora general Norma Píngaro en Universidad de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina a partir de 13 de abril, duración: 10 reuniones sábados de 12:30pm ­ 2:00 pm contacto: sempas@psi.uba.ar "Relaciones de pareja" Programa de radio entrevista a Claudia Melville en Programa Pachamama de Radioinfinita (100.1fm) Guatemala, Guatemala miércoles 17 de abril 11:30 am ­ 12:30 pm contacto: info@encuentropsicoanalliticogt.org "Adolescencia: distintos enfoques" Virtual impartido por Juan Ramón Aguilar en Asociación psicoanalítica de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina a partir de 23 de abril duración: 4 clases contacto: info@apdeba.org

"Clínica infantil. La interpretación" Virtual impartido por Betty Korsunsky en Asociación psicoanalítica de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina a partir de 23 de abril duración: 5 clases contacto: info@apdeba.org "El sujeto sujetado a la droga" Virtual impartido por Victor Korman y Blanca Benchouam en Asociación psicoanalítica de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina a partir de 23 de abril semanal contacto: info@apdeba.org "Trastornos psicosomáticos en la infancia y la adolescencia. Encrucijada cuerpo­ mente" Virtual impartido por Francisco Muñoz­Martin, Manuel de Miguel y Liliana M.A. Barletta en Asociación psicoanalítica de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina a partir de 23 de abril duración: 5 clases contacto: info@apdeba.org "Winnicott y Kohut. Nuevas perspectivas en psicoanálisis, psicoterapia y psiquiatría. La intersubjetividad y los trastornos complejos. Nivel inicial" Virtual impartido por Carlos Nemirovsky en Asociación psicoanalítica de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina a partir de 23 de abril duración: 5 clases L Ú D IC A 58 Lúdica, abril 2013, pg. 58


En el taller contacto: info@apdeba.org "Sexualidad" Programa de radio entrevista a Natalia Méndez­Ruiz en Programa Pachamama de Radioinfinita (100.1fm) Guatemala, Guatemala miércoles 22 de mayo 11:30 am ­ 12:30 pm contacto: info@encuentropsicoanalliticogt.org "Los niños del siglo XXI y la clínica actual" Presencial a cargo de Aurora Valladares de Méndez en Sede NEL Guatemala Guatemala, Guatemala 18 de mayo contacto: nelguatemala@gmail.com "VII Congreso Lationamericano" Presencial FLAPPSIP Santiago, Chile 24, 25 y 26 de mayo, contacto: infocongreso2013@flappsip.com http://www.flappsip.com/vii_congreso.html "La infancia, hoy: entre el exceso de diagnóstico y una consecuencia lógica: 'entonces, medicar'" Presencial a cargo de Raúl Castañeda Cerezo en Sede NEL Guatemala Guatemala, Guatemala 15 de junio contacto: nelguatemala@gmail.com

www.revistaludica.com info@revistaludica.com Revista Lúdica RevistaLudica

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En el taller ENCUENTRO PSICOANALÍTICO GUATEMALA 2013

SUBJETIVIDAD Y CLÍNICA PSICOANALÍTICA EN LA ACTUALIDAD 6, 7 y 8 de junio de 2013 GRAND TIKAL FUTURA HOTEL Ciudad de Guatemala Proceso de inscripción en: www.encuentropsicoanaliticogt.org

Con invitados reconocidos a nivel internacional en el ámbito del Psicoanálisis Contemporáneo, mesas locales y espacios de supervisión.

Dr. Norberto Marucco

Dr. Luis Hornstein

Miembro titular Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), miembro pleno Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA), profesor titular del Instituto de Formación Psicoanalítica de la APA, presidente del primer comité editorial para América Latina de la British Psychoanalytical Society (1983­1988), coordinador científico de la Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL) (1982­1984), autor de más de 10 libros y artículos en revistas nacionales e internacionales.

Premio Konex de platino decada 1996­2006: psicoanálisis, asesor del Departamento de Salud Mental de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1968­1971), codirector del Centro de Estudios Psicoanalíticos de Caracas (1978­1983), presidente de la Fundación para la Investigación de la Depresión (FUNDEP), autor de más de 10 libros y artículos en revistas nacionales e internacionales

Médico y Psicoanalista

Psicoanalista

Más información en: LÚDICA 60 www.encuentropsicoanaliticogt.org Lúdica, abril 2013, pg. 60 info@encuentropsicoanaliticogt.org encuentropsicoanaliticogt EncuentroPsicoG Lúdica, abril 2013, pg. 60


Sobre autores Eddy Carrillo Psicólogo y psicoanalista en San José, Costa Rica. Recibió su M.A. de Columbia University, Nueva York, en Psicología Evolutiva, su M.Sc. en Mental Health Counselling en Nova University, Florida. Es Profesor de Psicología Clínica en la Universidad Independiente de Costa Rica, Profesor de Teoría de la Técnica Psicoanalítica Después de Freud en la Universidad de Costa Rica, y Director del Centro de Estudios Psicoanalíticos de la Asociación de Psicoanálisis Socio­Crítico. Es también formador y supervisor clínico en el Hospital de Día Manuel Fajardo, en la Habana, Cuba. eddy.carrillo@dzonot.net

Luis Hornstein Premio Konex de platino decada 1996­2006: psicoanálisis. Asesor del Departamento de Salud Mental de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, jefe: Dr. Mauricio Goldenberg (1968­1971). Codirector junto al Dr. Mauricio Goldenberg del Centro de Estudios Psicoanalíticos de Caracas (1978­1983). Presidente de la Fundación para el estudio del psicoanálisis (FUNDEP). Profesor invitado de postgrado en diversas instituciones del país y del exterior. Autor de numerosos artículos y capítulos de libros publicados en revistas nacionales y extranjeras. Publicó varios libros : Teoría de las ideologías y psicoanálisis (Kargieman); Introducción al psicoanálisis (Trieb); Cura psicoanalítica y sublimación (Nueva Visión); Cuerpo, Historia, Interpretación (comp.) (Paidós); Práctica psicoanalítica e historia (Paidós); Narcisismo (Paidós); Intersubjetividad y Clínica (Paidós); Proyecto terapéutico (comp.) (Paidós); Las depresiones (Paidós); Autoestima e identidad (Fondo de Cultura Económica); Psicoanálisis: encrucijadas actuales (Fondo de Cultura Económica) (en prensa). www.luishornstein.com luishornstein@gmail.com

Claudia Melville Licenciada en Psicología Clínica (UFM). Maestría en Psicoanálisis del Boston Graduate School of Psychoanalysis. Cofundadora de "Revista Lúdica". Catedrática titular de los cursos Psicología del Desarrollo, Psicopatología y Técnicas de Psicoterapia en UFM. Supervisora de casos clínicos en Clínica Viktor Frankl UFM. Experiencia clínica abarca varios programas hospitalarios en la ciudad de Boston y actualmente se dedica a la práctica privada en Guatemala. Ha publicado en las Revistas Psicología y Vida y Espacio Potencial. cmelville@ufm.edu

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Sobre autores Andrea González Menéndez Licenciada en Psicología Clínica de la Universidad Francisco Marroquín. Miembro del grupo de Estudios Psicoanalíticos de Guatemala –GEP­ de 1998 a 2006. Asociada a la NEL­Guatemala (Nueva Escuela Lacaniana) en el año 2007. Desde el año 2000 ejerce la clínica privada con énfasis en el trabajo con adultos y niños. Curso de Especialización en Hiperactividad y Déficit de Atención: del Trastorno al Síntoma; aportaciones de la clínica psicoanalítica, otorgado por la Fundación General de la Universidad de León, España, 2007. Maestría en Consejería y Salud Mental en la Universidad del Valle de Guatemala (pendiente tramitación de título). Durante los años 2005 y 2006, trabaja en conjunto con el Grupo de Investigación en Clínica de niños del GEP, en la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica –UNOP­, con niños enfermos de cáncer y sus familias. Del año 2010 al 2012, trabajó en intervención post­trauma en caso de desastres, con comunidades de adultos y niños en el área del altiplano Guatemalteco. Vice presidenta de la Asociación Guatemalteca de Psicología en el período 2010­2012. Actual tesorera de la Asociación Guatemalteca de Psicología, para el período 2012­2014. Autora de tres publicaciones para la revista Metaphora, editada por el Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Guatemala. Autora del capítulo: Abuso Sexual en la Infancia: del Invento de la Mujer Neurótica de Freud, al Silencio de una Realidad. En el libro: Una perspectiva sobre Género y Sexualidad en Guatemala: avanzando hacia una sociedad respetuosa de la diversidad. Editor: José Toro­ Alfonso. 2007. Guatemala: GTZ. Coautora del capítulo “ A case study from Guatemala” en el libro: Poyrazli/ Thompson: International Case Studies in Mental Health. Sage Publications. yeya.gonzalez@gmail.com

Leslie Nanne Licenciatura en Bellas Artes – School of Communication Arts, concentración en Ilustración y especialización en Administración de Empresas en Savannah College of Art and Design (SCAD), Summa Cum Laude. Trabajo autónomo del artista – presente Bruyyí: La Brujita Feliz 2012 – Diseño e ilustraciones del libro de niños educativo. Diseños de T­ shirts 2012 para la línea de ropa de Mark Anthony en Khol’s. Ilustraciones técnicas de shawl. 2012. Organización de Plática de Barbara Knoke sobre Textiles Guatemaltecos, 2011 en SCAD Savannah. Curso de Colaboración artística con American Greetings ­2010 en SCAD Hong Kong. Beca Académica de SCAD, 2007­2011. Segundo lugar en concurso de posters Hilton Head Concourse d’Elegance 2009. 100 Sketches Club. Intercultural Student Member of the Year 2010. Cross­Cultural Event of the Year 2011 (Por el taller de Tejido). Academic Event of the Year 2011 (Por la plática de Bábara Knoke). Student Club with Outstanding Faculty Involvement 2011 (Cayewah Easley). Pasó a primera eliminatoria de Juannio 2012. Parte del calendario de FUNDAL 2012 con el proyecto de Trazos de Luz (mes de Julio). Exhibiciones realizadas en: Munny Show 2009, Humane Society Show 2010, Lacoste Vernissage 2009, Save the Tiger Exhibition – 2011, L Ú D IC A

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Sobre autores Bridge – Chinese Painting exhibition 2011, For Sherry – Charity Show 2011, Homenaje a Efraín Recinos – 2011, Clío Town, 2011, Trazos de Luz 2012, Solo Exhibición en Antigua: trabajo original de Bruyyí ­ 2013. leslienanne@gmail.com www.nannelippmann.com

Constanza Rangel Psicoanalista, psicoterapeuta individual y familiar, consultora, docente e investigadora. Licenciatura en Psicología en el Área Clínica, Universidad Iberoamericana, México. Maestría en Psicología, énfasis Psicología de la Salud Universidad Independiente, Costa Rica. Cursos de maestría en Estudios de la mujer, en la UNA y en Psicología de UCR. Doctorado en Educación, énfasis en Mediación Pedagógica, Universidad La Salle, Costa Rica. Psicoanálisis Didáctico, 1989 a 1995, con analista certificada de la IPA: Dra. Hauser. Supervisión clínica desde 1990, cursos y seminarios formativos. U of Toronto, Centre for Women’s Studies in Education. International Human Rights Education Institute: Women's Human Rights: Building a peaceful world in an era of Globalization. Formación y supervisión en trabajo grupal y de análisis institucional. Fundadora de la Asociación de Psicoanálisis y Psicología Social. Fundadora y profesora del Centro de Estudios Psicoanalíticos. Asistente y presentadora en diversas actividades académicas nacionales y extranjeras. Integrante de la Asociación Latinoamericana de Formación y Educación en Psicología. Coordinadora, Docente, Diseñadora de currículo y Rectora: Universidad Independiente de Costa Rica. Investigadora en temas de sexualidad, feminidad, masculinidad: Instituto de Investigaciones Sociales Universidad de Costa Rica. Docente y terapeuta: Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente trabaja como psicoanalista y psicoterapeuta individual y familiar en práctica privada, profesora en la Universidad Autónoma de Centroamérica Bachillerato y Licenciatura en psicología, y de Metodología de Investigación en Doctorado, docente para el Centro de Desarrollo Estratégico e Información en Salud y Seguridad Social CENDEISSS de la Caja Costarricense del Seguro Social en comunicación e investigación, profesora invitada del Magister de Familia de la Universidad del Bío Bío en Concepción, Chile, presidenta Asociación de Psicoanálisis Crítico de Costa Rica (ASPAS). constanza.rangel@gmail.com

Francisco Salgado Psicólogo Clínico egresado del Departamento de Psicología de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), dedicado al tratamiento psicoanalítico de pacientes adolescentes y adultos. Formación teórica y práctica en Psicoanálisis, psicología médica y tratamiento de pacientes en unidad de psiquiatría hospitalaria. Práctica privada desde el año 2002. Docencia universitaria (UFM) de diversas cátedras desde el año 2003. Supervisión de casos clínicos (UFM) desde el año 2005. salgado@ufm.edu 63

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Proximamente nuevo segmento "En el consultorio", para mayor información visita www.revistaludica.com o escríbenos a info@revistaludica.com

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