Revista Lúdica 7a. edición

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Sobre Lúdica

Sobre Lúdica Lúdica surge como un espacio para el intercambio de ideas y conocimientos psicoanalíticos estimulando propuestas novedo­ sas que jueguen con las clásicas fundamentales del psicoanálisis. Reconociendo los alcances de los diversos enfoques psicoanalíticos, se abre este espacio para complementar las diversas perspectivas que componen este campo, brindando mayor riqueza al quehacer clínico al estimular nuevas inquietudes y nuevos senderos en la práctica clínica. En estas páginas fundamos un lugar de respeto y diálogo para las distintas teorías psicoanalíticas con el objetivo de inaugurar un nuevo espacio psíquico convergente para quien acuda a su lectura. Si deseas obtener más información, envía tus comentarios o sugerencias a info@revistaludica.com o ingresa a www.revistaludica.com

EDICIÓN

Claudia Castro Claudia Melville Liza M. Zachrisson DISEÑO

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Coralia LópezSelva PORTADA Diseño

Rafael Aycinena 1

Imágen

Roberto González Goyri EXPRESIONES

Roberto González Goyri AUTORES

María Virginia Carricaburu Juan Diego Guerra Joseph Knobel Freud Dilsia María Sosa

IMÁGENES

María Virginia Carricaburu Csisley Paola Castillo Gustav Klimt Edvard Munch María del Mar Sosa EN LA LIBRERA

Claudia Castro

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Lúdica, julio 2013, pg. 1

Contacto: Revista Lúdica 6a av. 6-63 zona 1 0, Edificio Sixtino 1 , oficina 301 Guatemala, Guatemala


Índice

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Sobre Lúdica Escritos

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Cuando el silencio habla: el secreto familiar y sus efectos en el psiquismo Dislia María Sosa

Un analista en formación, el inicio de un análisis Juan Diego Guerra

Cuando no se instala la latencia: niños hiperexcitados sexualmente Joseph Knobel Freud

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Niñez y desamparo. Jugar a inscribir la propia historia María Virginia Carricaburu

Expresiones

Ayer, hoy y mañana Roberto González Goyri

45 Conceptos Figurabilidad

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En la librera

Apego (el apego y la pérdida) Claudia Castro

51 En el taller *con reportaje especial del Encuentro Psicoanalítico Guatemala 2013 56 Sobre autores

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Escritos

Cuando el silencio habla: el secreto familiar y sus efectos en el psiquismo Dilsia María Sosa

Todas las familias tienen secretos. Individuales, compartidos, conscientes o inconscientes, siempre hay algo que no sale a la luz. Hay secretos que pueden mantenerse ocultos toda una vida, ya sea durante generaciones o lapsos más cortos, que podrían ser revelados intencional o accidentalmente. Muchas de las cuestiones que se silencian, sea por la razón que fuere, pueden tener efectos visibles o inconscientes para los miembros de una familia. Este artículo pretende abordar, de manera general, aquello que muchas veces se intenta ocultar y qué efectos suele tener sobre el psiquismo de los individuos involucrados y la familia, aunque nunca haya sido revelado con palabras.

Muchas veces las personas se preguntan si sería conveniente revelar secretos a los miembros de sus familias. Se podría creer que ocultar algo vergonzoso o traumático resultaría en cero efectos para los sujetos que se intenta proteger. Sin embargo, la casuística actual revela que los secretos pueden generar disfuncionalidad y sintomatología a nivel individual y familiar.

La importancia de la influencia de los secretos que los miembros de la familia conocen, pero que realmente no deberían saber, es un hecho conocido por los clínicos, pero poco documentado (Pincus, 1982). No obstante, en muchas ocasiones, el simple hecho de hablar de dichos secretos puede ayudar al tratamiento psicológico de niños, adolescentes o adultos con algún tipo de sintomatología.

Se creería que el hecho de no hablar acerca de un tema en particular, de mantenerlo guardado, lejos de la claridad, evitaría cualquier efecto negativo y se mantendría estático. Sin embargo, un secreto puede pasar silenciosa e inconscientemente de generación en generación como si fuera una reliquia de familia que esconde una trampa mortífera.

En palabras de Imber – Black (1999), “los secretos no existen de forma aislada. Todo secreto existe dentro de la complicada trama de la historia familiar y social, de las relaciones pasadas y presentes, de emociones intensas, de creencias arraigadas, de los significados que se le atribuyen y de un futuro imaginado”.

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Escritos ¿Qué es un secreto y cuál es su origen? Un secreto es un elemento de información no transmitido en el cual existe un esfuerzo consciente por esconder algo a otro evitando comunicar su contenido (Berenstein, 1982). Puede ser algo conocido por una persona y que jamás ha sido comentado con nadie más en la familia o bien ser compartido por dos o más personas y ser un “secreto a voces”. Lo que es fundamental es que debe existir el deseo explícito de no transmitir. Por lo general, los mayores secretos en la vida de la familia están

deliberadamente se oculta. Pincus (1982) define al mito familiar como creencia secreta o inconsciente o una actitud que, mediante su aceptación general por generaciones sucesivas de una familia, se perpetúa a sí misma al determinar sus respuestas y conductas. Es necesario hacer la distinción entre secreto y tres Muchas veces, esta mitología, en cierto grado conceptos parecidos: lo no necesaria, tiene sus raíces dicho, el mito y la en un secreto familiar. privacidad. Lo “no dicho”, como concepto Del mismo modo, existe psicoanalítico, es algo no una línea muy fina y tramitado, no elaborado y que no está atravesado por oscilante que diferencia el secreto de la privacidad: la palabra. Carece de un los secretos considerados simbolismo verbal. En tanto el secreto es algo conocido nocivos y peligrosos muy a menudo vienen y verbalizado que acompañados de sentimientos de vergüenza, aunque esto no es estrictamente necesario en el caso de cuestiones privadas. Esconder y ocultar son hechos centrales para mantener un secreto, pero no para la privacidad. Lo que es verdaderamente privado no necesariamente afecta nuestra salud física o psíquica ni impide ningún tipo de toma de decisiones. Los secretos de la familia muchas veces intentan evitar culpabilidad o dolor si ocurre algún tipo de pérdida. Paradójicamente, la culpabilidad está en el ligados con los orígenes y el destino de la vida: nacer, la sexualidad, morir. Muchos secretos surgen en momentos intensos de cambios en las relaciones familiares, como matrimonios, divorcios, nacimientos y muertes.

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"El tiempo es verdadero" de María del Mar Sosa

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Escritos origen del secreto y es esta misma culpabilidad la que impide develarlo. La necesidad de mantener tales sistemas de secretos puede crear inflexibilidad, impidiendo la adaptación a los múltiples desafíos y cambios en la vida de la familia. Los secretos entre los miembros de la familia disminuyen o inhiben las relaciones de confianza entre los mismos y, por lo tanto, pueden ser destructivos.

incestuosas sean altamente inaceptables, consciente y socialmente, explica la intensidad de los sentimientos que van ligados con los secretos que surgen de la situación edípica (Pincus, 1982). También la confusa mezcla de amor, odio, celos, rivalidades, deseos sexuales, temores y expectativas que surgen durante esta etapa constituyen la fuente más fecunda de secretos.

Los deseos internos compartidos y no compartidos de los diversos miembros de la familia constituyen las fuentes primarias de los secretos de la misma. Algunos autores piensan que la etapa edípica es durante la cual se crean los secretos más influyentes e importantes en la formación de la estructura familiar, convirtiéndose entonces el secreto por excelencia en la escena primordial. Del mismo modo, el hecho de que las posibilidades

En general, los secretos se fundamentan en tabús estipulados por la cultura, cuestiones relacionadas con el sexo, el nacimiento, la muerte, el amor, el odio, los temores y las añoranzas. Por lo general son abolidos debido al horror a lo prohibido, a lo desconocido y a las fantasías incestuosas y los sentimientos que las acompañan. Sin embargo, los cambios culturales han traído consigo cierta apertura de los tabús. Por ejemplo, a pesar de que se

ha levantado considerablemente el tabú sobre la muerte, aún existe una tendencia a “proteger a los niños”, escondiéndoles cualquier cosa relacionada con la misma. Comúnmente, el secreto familiar genera ansiedades. Existe una ruptura en la comunicación y el carácter misterioso y silencioso se ve permanentemente realimentado por una “conspiración del silencio”. Las familias pueden vivir el enfrentamiento y la desocultación de dicho secreto como una catástrofe y se resisten al esclarecimiento (Pichón – Riviére, 1971). El secreto es, para algunas familias, un elemento estructural. Se puede tratar de información vinculada con la historia del grupo familiar, cargado de un significado adicional y propenso a la completa o parcial oscuridad. En otras palabras, lo secreto se supone reservado y oculto

"Un secreto puede pasar silenciosa e inconscientemente de generación en generación como si fuera una reliquia de familia que esconde una trampa mortífera"

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Escritos en tanto alejado de la vista y del comentario de los demás y compartido entre pocos. No existen secreto sin compartir y opera tanto en la mente de quien lo comunica como en la de quien lo recibe, estableciéndose entonces una reciprocidad entre no mencionar ­ no ver. Como bien dice Berenstein (1981) “el secreto es en realidad un metamensaje que acompaña al mensaje que se trate”. He aquí el por qué la transmisión de los secretos de forma no verbal, incluso transgeneracionalmente, se da en parte gracias al inconsciente y su atemporalidad. El tiempo inconsciente es no­ evolutivo: contiene, en una misma estructura, acontecimientos ocurridos durante épocas distintas. Es una estructura acrónica, no acorde con el tiempo biográfico. Es permanentemente presente e incluye el presente y el pasado, lo que le hace invariante y variado. ¿Qué tipos de secretos hay y por qué se guardan? Hay varios tipos de secretos. Hay secretos que surgen de eventos actuales que se mantienen en silencio y hay

otros que surgen de fantasías que no pueden ser encaradas y que no tienen ninguna fundamentación en la realidad. Ambos tipos de secretos pueden afectar poderosamente las vidas de los individuos y del grupo familiar. En la clasificación de Imber – Black (1999) hay secretos placenteros que tienen vida limitada y se realizan con propósitos de diversión o sorpresa. Su revelación brinda una visión positiva de la persona o relación. También existen secretos esenciales, los cuales promueven los límites necesarios para demarcar una relación y bienestar. Estos secretos generan un sentimiento de intimidad y unión y también marcan la diferencia entre las relaciones entre padres, hijos y otros. Por otro lado, existen los secretos nocivos. Estos envenenan las relaciones. Las historias permanecen silenciadas e inaccesibles y tienden a diezmar las relaciones, desorientar la identidad y generar un caos en la vida de los involucrados, cercenando la capacidad para tomar decisiones, utilizar los recursos eficazmente y vincularse de forma

auténtica. Otros secretos pueden ser esencialmente peligrosos. Colocan a las personas ante un riesgo inmediato que podría amenazar su capacidad de funcionamiento. Tal es el caso de secretos de maltrato físico, abuso sexual de niños, adicciones, pensamientos suicidas y de hacer daño a otro. Por ende, los secretos tienden a ser acerca de cuestiones de carácter sexual y agresivo tales como orientación sexual, embarazos no deseados, abortos, situaciones incestuosas, relaciones extramaritales, cohabitación, problemas de concepción, adopción y problemas matrimoniales. Los secretos también pueden estar ligados a problemas de salud, enfermedades venéreas, enfermedades mentales, adicciones, abuso físico y/o psicológico, problemas económicos, actividades ilegales, suicidios, religión e historias de inmigración o racismo en la familia. Aunque personas ajenas a la familia podrían ayudar a solventar los problemas generados por los secretos, muchos guardianes de los mismos eligen seguir ocultándolos para evitar estigmas y continúan L Ú D IC A 6 Lúdica, julio 2013, pg. 6


Escritos los aspectos patológicos de la situación en ese proceso interaccional de adjudicación y asunción de roles que compromete tanto al sujeto depositario como a los depositantes del secreto.

"La madre muerta y la niña" de Edvard Munch

guareciéndose y guareciendo sus vergüenzas tras una rígida coraza. Optan por proteger a la familia del rechazo y de los reproches, conservando impoluta la imagen de la estructura familiar frente a su sociedad. Existen secretos que generan intimidad y refuerzan vínculos; otros se les ocultan a los niños y demás miembros de la familia con la esperanza de evitarles angustia o dolor. Unos secretos dan poder y 7 L Ú D IC A Lúdica, julio 2013, pg. 7

pueden ser utilizados como armas de manipulación o chantaje ante el resto de la familia. Asimismo, hay secretos que se ocultan ante el miedo real de perder apoyo familiar, un trabajo, una amistad o un lugar en la sociedad. (Berenstein 1982). ¿Cuál es su lugar y quiénes son los involucrados? Para Pichón – Riviére (1971), el miembro enfermo de la familia es el portavoz o depositario de la ansiedad familiar. Se hace cargo de

Un secreto puede ser de carácter individual. En este caso, tiene menos efectos en las relaciones familiares y es más difícil descubrirlo. Cuando los miembros de una familia perciben que se les oculta información importante, pueden intentar averiguarla sirviéndose de estrategias podrían violar la privacidad ­ la sospecha corroe las relaciones. Otra forma de respuesta podría ser incurrir en la negación y crear una profunda brecha que fomente la exclusión mutua y creciente. Existen los casos en que sólo unos miembros de la familia conocen un secreto oculto para los demás. A muchos padres les genera ansiedad guardar algún secreto ante sus hijos. Sin embargo, si los niños son pequeños y el contenido del secreto no afecta directamente su vida, o si está más allá de lo que pueden comprender,


Escritos parecería ser lo adecuado. Cuando los niños guardan secretos ante sus padres, están marcando una separación, establecen fronteras, experimentan tener una vida aparte y sentir cómo es vivir de manera independiente, con la capacidad de establecer una diferenciación entre la realidad y la fantasía (Pincus, 1982). Se forma un triángulo cuando existe un cualquier secreto entre dos personas de una familia: la pareja hermética es en realidad un trío, ya que un secreto entre dos siempre excluye a un tercero. No solamente el tema oculto en sí es un secreto, sino que la relación que se establece para guardar el secreto también es silenciada. Existen casos en que toda la familia conoce un secreto; los miembros van siendo suscritos al mismo, consciente o inconscientemente, de generación en generación, hasta que el secreto se convierte en mito. El mensaje es que la unidad familiar siempre está por encima del bienestar individual. La lealtad familiar se valora más que la integridad del sujeto. Tener algunos secretos ante el mundo exterior contribuye a la identidad de la familia. Sin embargo, si un secreto nocivo o peligroso se ubicara dentro del hogar, la frontera entre esta familia y el resto del mundo se volvería rígida e impenetrable, lo cual imposibilita pedir ayuda o utilizar los recursos exteriores necesarios. Muchas veces el secreto se establece entre un miembro de la familia y otra persona ajena al hogar; por lo tanto, cruza las fronteras familiares. A veces, el tener un secreto con alguien ajeno al contexto familiar inmediato puede ser liberador. Este es el caso cuando la familia no se abre a pensamientos, ideas y sentimientos

individuales. Suele ocurrir, en algunas familias, que cada miembro sabe que todos conocen un secreto. Otras familias no saben bien quién está o no al tanto. Las relaciones que se producen están marcadas por misteriosos triángulos, alianzas de celos, deslealtades y rupturas. Ignorar quién más sabe un secreto produce rígidas fronteras entre los sujetos y socava las relaciones intrafamiliares. Imber – Black (1999) dice “el lugar donde un secreto se emplaza, define el efecto que ejerce sobre los individuos y las relaciones, delineando fronteras y coloreando las identidades”. La ubicación de un secreto, independientemente de su contenido, es un elemento más a considerar cuando se analizan las complejas interacciones que realimentan las decisiones acerca de ocultar o revelar. ¿Qué efectos puede tener? A nivel familiar, se determina un circuito informacional complicado que a veces revela y a veces no, o que revela pero no comenta o, incluso, que comenta pero no revela, lo cual permite cuestionar la base de la percepción (Berenstein, 1981). Las familias con triángulos de secreto pierden su elasticidad y espontaneidad, ya que invitan ciertas relaciones; otras familias gozan de tales características inamovibles. Los roles son confusos y difusos, se dan desequilibrios de poder y tiende a congelarse el curso natural del desarrollo de la familia como tal. No obstante, es más fácil percibir los efectos individuales, sobre todo cuando el síntoma de un miembro opera como denunciante de la situación conflictiva y L Ú D IC A

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Escritos

"Por lo general, los mayores secretos en la vida de la familia están ligados con los orígenes y el destino de la vida"

del caos subyacente.

individualidad y de simplemente ser sujeto.

Es más frecuente que los niños presenten patologías a raíz de los secretos de su familia. A veces es un elemento de distracción eficaz que suministra a todos un tema de conversación seguro, aunque perturbador. Otras veces, puede presentarse directamente como metáfora de lo que está oculto.

¿Revelar secretos?

En síntesis, vivir inmerso dentro de un secreto nocivo o peligroso (consciente o inconscientemente) puede generar angustia, miedo, vergüenza, lealtades divididas, incertidumbre y desconfianza que restringen la capacidad de vincularse tanto dentro como fuera de la familia; también pueden surgir efectos dañinos en el yo: se nubla el sentido de la realidad y de la percepción. Todo esto luego puede conllevar a patologías tales como problemas de aprendizaje, adicciones, “actings” y síntomas psicosomáticos que “hablan” los que no puede ser nombrado con palabras. Por otro lado, ciertos tipos de secretos también pueden tener efectos positivos porque brindan a la familia una identidad compartida, que reafirma la intimidad entre las personas que comparten el secreto, define los límites generacionales y, en el caso de los niños, reafirma la consciencia de su propio yo, de ser distinto a sus padres, de tener su propia 9 L Ú D IC A Lúdica, julio 2013, pg. 9

Generalmente, una familia o individuo emplea mucha energía en mantener un secreto cuando involucra una verdad comprometedora acerca de ellos; por ejemplo, una adicción vergonzosa, una tendencia al maltrato o abuso, una enfermedad, etc. . Sin embargo, la aceptación de tabús ha hecho que revelar los secretos sea menos difícil, aunque no siempre es así. Por lo general, un secreto se revela cuando quien lo guarda siente la urgencia de decir lo que piensa o siente, tiene la necesidad de reconocimiento o de aceptación o, simplemente, necesita descargar ansiedad abrumadora por medio de palabras. La necesidad de contar lo oculto puede crecer y crecer hasta explotar de un modo no planeado y lacerante, puede filtrarse a través de indicios, aparentemente inadvertidos, y muchas veces deja un profundo deterioro de las relaciones en cuestión. Cuando se es el depositario de un secreto nocivo pero no peligroso, se debe invertir el tiempo necesario para considerar con cuidado si éste debe revelarse y permitir un lapso para prepararse para sacarlo a la luz. El espacio de reflexión reduce la angustia y la actuación. A menudo, revelar


Escritos secretos nocivos produce un desequilibrio necesario en una familia. Probablemente se requerirá de tiempo hasta que la identidad del individuo y de la familia se restablezca, las relaciones cicatricen y tomen nueva forma (Framo, 1992). Por otra parte, revelar secretos peligrosos requiere de acción inmediata. Los secretos peligrosos normalmente precisan acciones rápidas y eficaces para salvaguardar la vida de quien lo necesite. Cuando no hay un peligro inminente, se debe reflexionar sobre quién debe informarse y qué se ganará o perderá al contarlo. Se puede analizar cómo cambiarían las relaciones en la familia al revelar el secreto o cómo se alterarían los mitos y

creencias sobre la persona objeto del secreto. Sin embargo, cuando hay un peligro acechando, el lujo de la reflexión ya no existe. Es más, se debe actuar aún cuando la acción pueda quebrantar la confianza. En algunos casos, develar un secreto puede ser saludable; no sólo aclara un enigma incomprensible para la familia, sino que tiene efectos terapéuticos positivos. En el caso de niños, el recibir la confianza de los padres y compartir con ellos un secreto de familia puede también convertirse en una fuente de fortaleza y crecimiento. Se da lugar a la diferenciación y al desarrollo sano de los sujetos y su núcleo familiar. La comunicación y la vinculación es más abierta y flexible, las actuaciones se

"El árbol de la vida" de Gustav Klimt

reducen e incluso la sintomatología puede cesar. Para finalizar Cada secreto es como un miembro de la familia. Refleja los esquemas familiares que han sido transmitidos transgeneracionalmente, pero al mismo tiempo alojan un alma única y diferente. Los secretos nacen, viven, crecen, cambian, se enquistan o se disuelven dentro de las personas; pueden ser creados o destruidos, así como también pueden revelarse o mantenerse con vida por mucho tiempo. Los secretos cambian a los sujetos y a las familias de formas tan impredecibles que no se puede establecer una normativa a la hora de trabajarlos en la

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Escritos clínica. Dar representación a estos eventos verbalizando situaciones, experiencias, sensaciones y sentimientos evitará que la vida de los sujetos esté dominada por algunos de los efectos dañinos de los secretos y los mitos familiares. Sin embargo, algunos casos pueden requerir que no sea necesario o conveniente develar lo silenciado y el modo de abordaje tendría que tomar otro rumbo. Como dice Ferenczi (1981) “para mantener las tendencias latentes rechazadas y ocultas en el inconsciente es preciso construir poderosos organismos defensivos, de funcionamiento automático, cuya actividad consume muchísima energía psíquica y mutila

considerablemente la capacidad de funcionamiento de la misma… El rechazo de las ideas produce en toda persona sana un cierto grado de neurosis”. Por lo tanto, es vital tomar las medidas necesarias con mucha cautela, para poder ligar lo desligado, darle forma y sentido a aquello siniestro que puede estar inquietando desde hace mucho tiempo y poder, por lo tanto, hilar y fortalecer no sólo los vínculos con el otro sino consigo mismo y su propia historia. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Berenstein, I. (1984). Familia y enfermedad mental. (1st ed., pp. 83 – 92). Buenos Aires: Paidós. Berenstein, I. (1981). Psicoanálisis de la estructura familiar: Del destino a la significación. (2nd ed., pp. 115 – 118). Barcelona:

Paidós. Ferenczi, S. (1981). Psicoanálisis y pedagogía. In Obras Completas (3 ed., Vol. 1, pp. 134 – 136). Madrid: Espasa, Calpe S.A. Framo, J. L. (1992). Familia de origen y psicoterapia. (1 ed., pp. 67 ­ 72). Barcelona: Paidós. Imber ­ Black, E. (1999). La vida secreta de las familias. (1 ed., pp. 15 ­ 80). Barcelona : Gedisa. Perera , R. (1999). Family secrets. Unpublished manuscript, Regent College , Vancouver, Canada. Pichón ­ Riviére, E. (1971). Del psicoanálisis a la psicología social. (1 ed., Vol. 2, pp. 201 ­ 213). Buenos Aires: Galerna. Pincus, L., & Dare, C. (1982). Secretos en la familia. (1 ed., pp. 25 ­ 73). Santiago: Cuatro Vientos.

"Cada secreto es como un miembro de la familia. Refleja los esquemas familiares que han sido transmitidos transgeneracionalmente, pero al mismo tiempo, alojan un alma única y diferente"

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Escritos

Un analista en formación, el inicio de un análisis [1]

"Soy como gozo" [2]

El aprendizaje del análisis no puede quedar únicamente circunscrito al estudio de distintos autores. Es un proceso de aprendizaje que pasa por la teoría, la supervisión y el propio análisis. Sin duda alguna, el propio análisis constituye un pilar fundamental de todo trabajo analítico, como se podrá observar en el siguiente caso. Historial clínico Al realizar la primera llamada telefónica para citar al paciente, éste indica que prefiere tener la sesión cuanto antes y, de ser posible, tener dos sesiones por semana. Manuel, un hombre de cincuenta años, aproximadamente, se presenta a la clínica aquejado por encontrarse “en una relación con una mujer desde hace dos años“ y “no saber qué hacer“. Desde el momento mismo en que se presenta, Manuel llega con sus etiquetas y dice ser “obsesivo compulsivo“, “alcohólico“, “codependiente“, entre otros. En la primeras sesiones, Manuel hablará acerca de su relación con la mujer que le “volvió a la vida“, Anna. Cuenta haber estado casado cerca de doce años con Claude, con quien tuvo dos hijas y un hijo. Luego se divorció y estuvo soltero por un lapso de tiempo cercano a los diez años, durante el cual indica haber tenido “amantes ocasionales“. Con respecto a este período de tiempo, Manuel dirá lo siguiente: “Esos años de mi vida transcurrían entre el trabajo y mi cuarto donde vivía. Básicamente salía a trabajar y luego

Juan Diego Guerra

regresaba, me encerraba y tomaba, era como si estuviera muerto. Hasta que hace dos años encontré de nuevo a Anna quien fue mi novia cuando éramos jóvenes; allí empezó todo, perdí mi trabajo y dinero“. Al iniciar el tratamiento, el padre de Manuel había intentado, sin éxito, suicidarse. Transcurrido un mes de haber iniciado el proceso, durante un día festivo, el paciente llama al analista en formación para contarle que su padre se había suicidado y que no “sabía qué hacer“, si llevar a Anna al velorio de su padre aun cuando eso significara un mayor conflicto con Claude y sus hijos o, simplemente, no avisarle nada pues tenían algunos días de no comunicarse. Esta situación como otras, serán expresadas por el paciente recién iniciado su análisis, en las que evidentemente le es difícil elegir entre dos opciones. Manuel asiste a su sesión aun cuando ese mismo día habían enterrado a su padre y, al respecto de la muerte de éste, hará una serie de construcciones buscando sentido a lo ocurrido. Luego de algunos días, al finalizar su sesión comenta que su hijo L Ú D IC A 12 Lúdica, julio 2013, pg. 12


Escritos

" Pero el analista no debe de “pecar“ de inocente pues si bien es cierto no cuenta aún con la experiencia que sólo la práctica puede brindarle junto con el conocimiento teórico, sabe que existen ciertos principios que rigen todo acto analítico y, no por encontrarse en el tiempo de entrevistas preliminares pierden validez.”

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menor habló del “deseo“ de querer “terminar“ su vida de la misma forma que hizo su abuelo y Manuel preguntará si debe de tomarse en serio el comentario hecho por su hijo o no. Posteriormente, será el paciente mismo quien inicie a hablar acerca de la posibilidad de tomar la misma “salida“ que su padre. Manuel recuerda a su padre como un hombre “amoroso“, sin embargo al hablar de él lo describe como “distante, enojado y poco expresivo“. En cambio, a su madre la rememora como una mujer “poco expresiva“ y, al momento de describirla, lo hace contando que le daba besos en la frente, de un modo bastante “maternal“. Así, llega a relacionar esta forma de ser y “cuidar“ de él con Anna. “Mi madre era hija de un español que la trataba mal a ella y la familia de su mamá era alcohólica, ¿de una familia así qué se puede esperar? Una loca (significante que se repite en sus mujeres, como marca de goce singular). Bueno, buscó a su papá en la calle y se encontró a mi papá, un hombre muy exigente, inclusive con el hecho de que el pan debería estar servido en la mesa a la hora de la comida. No creo que mi papá haya sido alcohólico aunque quizás sí, tomaba vino todos los días“.

Dos escenas infantiles Manuel cuenta que fue “abusado“ dos veces cuando era pequeño. “Cuando tenía 6 años, más o menos, había salido con un amigo que vivía cerca de donde yo vivía y un hombre nos dijo que si nos dejábamos coger (haciendo relación al coito) nos daría dinero y yo me dejé de primero mientras mi amigo estaba afuera del vehículo. Únicamente recuerdo haber salido de éste y ver la mirada de mi amigo, con sus ojos bien abiertos, pero se fue. A mi me molestó mucho que él no cumpliera con su parte. Ese día, cuando llegué a mi casa, mi papá me preguntó qué había hecho durante el día y yo le dije que coger, como ví su reacción dije que no era cierto“. Con respecto a esta escena, el paciente dirá que considera que éste es el origen de todo. Sin embargo, continúa elaborando y llega así a mencionar una escena anterior: “Debo haber tenido como cuatro años, la empleada en la casa de mi abuelita, me tocaba y nos dábamos besos en la boca. Me sentí mal, porque yo le dije a mi mamá y mi abuela, al día siguiente la habían despedido. Creo que me sentí aliviado por una parte y, por otra, mal porque la habían despedido por mí“.


Escritos

fotografía de Csisley, en www.flickr.com/photos/varlogpiclog

Hasta aquí el historial del paciente, conforme se desarrollen algunos aspectos teóricos se tomarán de nuevo o se agregarán algunos datos. Discusión teórica del caso Un caso de neurosis obsesiva como éste, no deja de presentar ciertos retos al analista. Dichos desafíos han sido enfrentados a partir del trípode de la teoría, supervisión y el propio análisis. Iniciación del tratamiento y entrevistas preliminares Al encontrarse frente a un caso de neurosis obsesiva o histérica vale la pena tener presente la advertencia que nos hace Freud (1913): “(...) ante una de aquellas formas de neurosis que consideramos más apropiadas para el tratamiento analítico, tenemos que preguntarnos, sin embargo,

sino se tratará de un caso inicial de una demencia precoz (esquizofrenia, según Bleuler, o parafrenia, según mi propuesta (...) Si el enfermo no padece una histeria ni una neurosis obsesiva, sino una parafrenia, no podrá mantener el médico su promesa de curación y, por tanto, deberá poner de su parte todo lo posible para evitar un error de diagnóstico“ [3]. De tal forma que ese período de ensayo como le llamó Freud o entrevistas preliminares como le designó Lacan, es esencial para determinar la estructura del paciente y, de acuerdo a ésta, se hará la dirección de la cura. Manuel llega con sus diagnósticos establecidos, un “obsesivo compulsivo“, entre otros. Pero el analista no debe de “pecar“ de inocente pues si bien es cierto no cuenta aún con la experiencia que sólo la práctica puede brindarle junto con el conocimiento teórico, sabe que existen ciertos principios que rigen todo acto analítico y, no por encontrarse en el L Ú D IC A

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Escritos tiempo de entrevistas preliminares pierden validez. Quizás vale la pena prestar atención a la palabra “entrevista“ y hacer uso del mal­entendido que hacen los analistas lacanianos. Las entre­vistas corresponden a un tiempo en el cual se puede entre­ver cuál es la demanda debajo del pedido de terapia del paciente. Al llegar, Manuel expresa no saber “qué hacer“ refiriéndose a su relación con Anna; dice saber que la relación con Anna “no le hace bien“ pero “como buen codependiente“, no puede dejarla. Por un lado, demanda que se le avale su relación con Anna y por otro, espera se le diga “qué hacer“, es decir, si continuar con ella o dejarla. No sería equivocado pensar que Manuel se encuentra dividido entre aquello que desea y el deber. También se entre­ve que esa relación sintomática con Anna le hace pregunta y Manuel presupone encontrar la respuesta en el Otro, lugar en el que colocará el saber que encuentra en los libros y, finalmente, al analista. Este tiempo al que se ha hecho referencia, es un tiempo para escuchar los dichos del paciente, las intervenciones del analista están dirigidas a permitir que se establezca la transferencia así como escuchar algo de la construcción fantasmática del paciente. El trabajo realizado con Manuel se ha llevado a cabo en una clínica dentro de una institución de enseñanza superior, por lo cual la transferencia se pudo haber encontrado hecha con respecto a la institución misma y no al analista. Por este motivo, es importante lograr una cristalización de la transferencia con el analista. Así, llega el paciente a colocar al analista en el lugar del Sujeto supuesto Saber. Hay un saber que le supone al analista y lo demanda: “(...) ¿qué hago con Anna? (...) ¿cree que debería seguir con Anna? (...) ¿qué puedo hacer?“. 15

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Se hacía mención a estos principios que rigen el acto analítico y hasta no haber alcanzado un punto en el cual las razones de la demanda no estén claras, el comienzo es aplazado, como nos recuerda Miller (2003): “Esto es lo que significa la práctica de las entrevistas preliminares. Significa que el comienzo es aplazado, el analista se demora en iniciar el proceso del análisis hasta que esté satisfecho, en el sentido de poder autorizar la demanda de análisis y, consecuentemente, avalarla, según razones que deben ser precisas“ [4]. Manuel había contactado a la clínica unos meses antes y llega hasta abril del presente año. Se supone que durante este tiempo, Manuel lleva a cabo una auto­avaluación. Es decir, hace un aval de su relación con Anna (síntoma) y se presenta buscando el aval de su síntoma por parte del analista. Sobre la Transferencia Una vez se cristalizó la transferencia, se abrió la puerta para el terreno donde se llevará a cabo el trabajo analítico. Manuel iniciará a faltar a algunas sesiones y llegar tarde a otras, siempre aludiendo a una confusión con respecto al tiempo. En otras ocasiones, se irá sin pagar la sesión como es el procedimiento usual de la clínica. Podría pensarse que se trata de una resistencia de Manuel al tratamiento, pero dichas suposiciones no encuentran justificación. A este respecto, se debe escuchar como Manuel pide, a gritos, ser “regañado, puteado, castigado y madreado“. La suposición de la resistencia es válida, no así una resistencia al tratamiento. ¿De qué resistencia hablamos? La resistencia de la represión que impide al paciente rememorar. Freud (1914) decía que: “(...) podemos decir que el analizado no recuerda nada de lo


Escritos olvidado o reprimido, sino que lo vive de nuevo. No lo reproduce como recuerdo, sino como acto; lo repite sin saber, naturalmente, que lo repite“[5]. Es allí donde se ve operar la resistencia a vencer, la represión y recordar lo olvidado por Manuel. El paciente no se libera de aquello que Freud denominó como la “compulsión de repetir“ y a este respecto considera que se trata de la “manera especial de recordar“[6] . Es por ello que el analista deberá permitir ese espacio para el surgimiento de la singularidad del paciente y sólo allí podrá surgir el sujeto del inconsciente. El paciente no coloca al analista únicamente en el lugar del Sujeto supuesto Saber, sino que además lo coloca en el lugar del Padre muerto e intenta hacerlo vivir desde ese lugar. Sobre la contratransferencia Llevar a cabo un proceso de análisis es de suma importancia. Miller (2003) afirma que: “Es verdad que esos principios, principios de la práctica, se transmiten sin explicitación a través del propio análisis“ [7]. Durante el curso de la cura, se evidenció para el analista la necesidad de dicho proceso por la transmisión de los

principios que no pueden ser aprendidos únicamente a través de la teoría, sino que se aprehenden en la experiencia analítica. Pero hay otra razón de peso aún más importante para llevar a cabo el propio análisis y se trata de la contratransferencia. En su libro Introducción a un discurso del método analítico Miller cita a Lacan con motivo de la contratransferencia: “(...) la contratransferencia no significa sólo que el analista tenga algunos sentimientos en relación a su paciente (...)“[8]. Continúa citando a Lacan: “(...) la cuestión es si debemos trabajar a partir de esos sentimientos, a partir de los preconceptos del analista“[9]. El analista, a través de su propio proceso, conoce de la posibilidad de actuar desde las propias condiciones de goce. Manuel habla en sus sesiones que para él se trata de dos opciones, tener a esta mujer que significa su “objeto de gozo“ (como él la denomina) o estar del lado donde se siente “muerto“. Manuel había expresado que buscaba una salida que no implicara “todo o nada“, de “equilibrio“. El analista operando desde la

"Quizás vale la pena prestar atención a la palabra “entrevista“ y hacer uso del mal­entendido que hacen los analistas lacanianos. Las entre­vistas corresponden a un tiempo en el cual se puede entre­ver cuál es la demanda debajo del pedido de terapia del paciente.”

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fotografía de Csisley, en www.flickr.com/photos/varlogpiclog

contratransferencia fuerza, de alguna manera al paciente a optar una opción de “nada“, posición que podría constituir una condición de goce del analista. Es cierto que se trata que el paciente encuentre una salida en la cual acepte la castración, del Otro y propia. Es decir, termine por subjetivar la castración de esta mujer que imagina goza de todo, ello implicaría, eventualmente, un cambio de posición subjetiva en Manuel donde acepta la falta y dé lugar al deseo. El analista, por tanto, no debe pelear porque deje o no a esta mujer, es más, no debe luchar en ningún sentido. Como parte de la dirección de la cura, se encuentra que se de una implicación subjetiva por parte de Manuel en lo que dice, se de cuenta que las palabras tienen un peso y se responsabilice de su forma, muy particular de gozar. El analista, desde su posición de analista, deberá “respetar las maneras de gozar“, como nos recuerda Jacques Alain 17

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Miller y no actuar desde la contratransferencia. Esto resulta ser vital en la cura, pues sólo así encontrará el analizante su propia singularidad y su propia manera de “hacer con“ aquello más propio, más singular, el sinthome. La forma más singular de su goce. Una estructura, dos formas de gozar Al iniciarse en la práctica clínica es común que el analista se vea orientado por una tendencia a asignar, clasificar y repartir a sus pacientes dentro de las distintas estructuras clínicas. El problema con ello es que fácilmente se cierra la escucha al sujeto, a la verdad de cada uno. Nos preguntamos, por tanto, ¿de qué manera puede esto ocurrir? Es frecuente que el analista conozca o tenga una idea acerca de su estructura clínica, de tal forma que se encuentra con otro con la misma estructura. La clasificación, el diagnóstico,


Escritos conlleva la búsqueda de lo común a un grupo de personas a las que se les denomina neuróticos, perversos o psicóticos. Y es, precisamente, en eso común que se escapa la propia verdad, la singularidad. En el libro Sutilezas analíticas Miller, en referencia a los controles que realiza a practicantes, comenta: …“alguien que se ejercita en la práctica del psicoanálisis viene a hablarme de su ejercicio, de los problemas que le provoca, y lo que yo trato de introducir, de insinuar en su manera, aunque respetándola en su singularidad ­el practicante también tiene derecho a la singularidad­, es el punto de vista de lo singular. [10] Si Miller advierte del derecho a la singularidad del practicante, por qué no recordar nosotros, a la luz del presente caso, el derecho y la importancia de la singularidad del analizante. A fin de cuentas, quizás vale la pena mantenerse fiel a lo más psicoanalítico del psicoanálisis: “el punto de vista anti­diagnóstico“[11]. Es así que Miller, al igual que Freud y Lacan, opta por una “orientación hacia lo singular“: …“todo en un análisis está por obtenerse,

como si nada por otra parte se hubiera establecido“[12]. Entonces, partir de la estructura en común entre analizante y analista no es más que haber tomado como punto de inicio lo ya establecido antes. En cambio, darle cabida a lo singular es permitir el surgimiento de “aquello que no se parece a nada“[13]. Miller al referirse a lo singular dice que “ex­ siste al parecido, es decir, está fuera de lo que es común“[14]. El analizante y el analista podrían haber compartido, precisamente, la misma estructura clínica, no así la propia verdad, el goce o el sinthome. Pero en este caso no sólo la estructura fue un punto en común. Recordemos que Manuel llega sufriendo por su relación con Anna. Una mujer que él describe como “loca“, una “border line“. Anna y Manuel se pelean constantemente, física y verbalmente. De igual forma, los celos y la desconfianza forman parte de dicha relación. De inmediato vienen al analista tres historias: una novela, dos canciones y otra relación de pareja. Travesuras de la niña mala es una novela escrita por

Mario Vargas Llosa y publicada en el año 2006. En la misma el personaje principal se ve involucrado desde los años de la adolescencia en una relación con una mujer que aparece y desaparece por momentos de su vida, siendo incapaz de superarla del todo. En cuanto a las dos canciones, el analista encuentra parecido en Marta de Ricardo Arjona y Love the way you lie de Eminem con Rihanna. La primera canción guarda una gran similitud con la novela de Vargas Llosa. La segunda canción, no hace más que recordarnos que el poeta representa la verdad de muchas relaciones y, por ello el éxito, ya que permite la identificación. Por último, para el analista es sumamente complejo encontrarse con una dinámica de pareja similar a la que éste en algún momento pudo haber tenido. Cuando en un inicio el caso fue llevado por el practicante a su propio análisis recibió de su analista una intervención que no entendería sino muchos meses después: “sabes que no se trata algo tuyo en tu paciente“. Como mencionamos, en su L Ú D IC A

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Escritos momento el analista no comprendió aquella intervención. Muy entusiasta en su práctica recién inaugurada y perdido en la clasificación, es fácil que éste no se percate de “tratar”, en el analizante, los retos que le presenta la ausencia de la “relación sexual”. Desarrollamos lo anterior con el fin de mostrar hasta qué punto puede verse afectado el analista al inicio de su práctica por más de algún caso. Iniciamos el presente ensayo citando el texto de Miller El partenaire­síntoma: “yo soy como gozo“ [15] debido que, precisamente, es una de las lecciones que este caso le aporta al analista. Es decir, respetar esa singularidad implica “el permiso que se da para que ese otro sea, si me permiten, él mismo, tal cual, independientemente de los sistemas donde sueñan inscribirlo“[16]. Al mismo tiempo, buscamos advertir que las categorías diagnósticas, es decir, saber en dónde ubicar al sujeto no nos sirve de nada o no nos dice nada en cuanto a la dirección de la cura misma. Si nos orientamos hacia lo singular “el diagnóstico vendrá por añadidura“[17]. ¿Una neurosis de transferencia? Se mencionó la forma particular de “recordar“ de Manuel a través de la “compulsión a la repetición“, la cual se dio en el terreno de la transferencia. Esto da cuenta de una estructura neurótica. Que Manuel quiera hacer vivir al padre muerto para desafiarlo queda plasmado en dichos tales como: “Y, ¿para qué más están hechas las reglas sino es para romperlas?“. Así mismo, Manuel cuenta con la fantasía de que el goce es posible en el futuro, siendo muy fantasioso con respecto a la vida que pudiera tener con Anna: “me 19

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imagino que podríamos llegar a ser felices algún día“. Por otro lado, vemos que Manuel se encuentra posicionado entre dos opciones constantemente y él dice al respecto: “es como si estuviera en una ‘ye‘ y tengo dos caminos, pero yo prefiero no alejarme mucho de la base“. Siendo, así, incapaz de elegir pues ello implica perder, aceptar la castración. Estos rasgos estructurales, orientan a pensar en una neurosis obsesiva. Y, fácilmente, el analista pudo haberse perdido con algunos componentes perversos expresados por Manuel; tales como llevarle a mostrar unas fotos de Anna, no querer pagar y contar con ciertos detalles algunas escenas. Aun cuando cuenta detalladamente éstas, guarda cierto pudor y muestra indicios claros de angustia. Su componente perverso iría más por el lado de invitar al analista a gozar junto a él y no buscando angustiar al analista. Esta angustia le ha permitido continuar llegando a las sesiones y por ello se sabe que no se trata de una estructura perversa. Es decir, si fuera un paciente perverso, hubiera dejado de llegar al percatarse que no encontró la respuesta esperada de angustia en el analista. Sobre la neurosis infantil Freud en sus distintos casos buscaba esos componentes en la infancia que dieran cuenta de la estructura del paciente. Así lo hace en el caso del Hombre de las Ratas. De igual forma, se debe buscar en el adulto, la neurosis infantil. Manuel relata la ocasión en la que fue abusado sexualmente por un extraño y señala ésta como el inicio de todo. Sin embargo, es preciso no dejarse llevar por esa “confesión“ del paciente y continuar con la


Escritos escucha abierta. Manuel recuerda una escena en la que él era besado y acariciado por la empleada de su abuelita y, a causa de esto, ella fue despedida. Se presupone que hubo algo del goce vivido de forma activa ya en esta primera escena infantil sobre la cual cayó la reprensión del padre, Manuel mismo lo dice: “Yo debo haber escuchado de mi papá que besarse y el sexo era malo, cuando veía alguna película con él o programa de televisión y éramos pequeños, mi padre expresaba que eso era malo y sucio“. Así pues, aquello que Manuel considera como el inicio de todo no es más que un indicio de la neurosis infantil misma. En el momento en que se echa para atrás de lo dicho, muestra ya el intento de “negar“ la castración, la huída de la castración que vendría del padre. A manera de conclusión La práctica del análisis no pasa únicamente por la formación teórica del analista, se necesita del proceso del propio análisis como se ha dicho en el presente trabajo con el objetivo de no obrar desde la contratransferencia y al mismo tiempo, permitir el surgimiento de lo singular de quien se confía a nosotros. No es casualidad que se haya escogido

este caso para presentarlo pues las lecciones aprendidas de éste han sido importantes para la práctica clínica del analista. ¿Corresponderá la elección de dicho caso por parte del analista a una respuesta a la demanda de amor del paciente? Queda la interrogante y deberá ser abordada en otro momento para una mayor elaboración. [1] A continuación, el lector, encontrará el historial clínico de un paciente que, por fines de privacidad, se han modificado nombres y omitido algunos datos importantes. [2] Miller, J. El partenaire­síntoma. Primera edición, primera reimpresión. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2008. Pp408. [3] Freud, S. Obras completas, tomo 2: La iniciación del tratamiento. Primera edición, tercera reimpresión. Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 2008. Pp. 1662. [4] Miller, J. Introducción al método psicoanalítico. Primera edición, segunda reimpresión. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2003. Pp 19. [5] Freud, S. Obras completas, tomo 2: Recuerdo, repetición y elaboración. Primera edición, tercera reimpresión. Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 2008. Pp.

"Al iniciarse en la práctica clínica es común que el analista se vea orientado por una tendencia a asignar, clasificar y repartir a sus pacientes dentro de las distintas estructuras clínicas. El problema con ello es que fácilmente se cierra la escucha al sujeto, a la verdad de cada uno."

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Escritos 1684. [6] Freud, S. Obras completas, tomo 2: Recuerdo, repetición y elaboración. Primera edición, tercera reimpresión. Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 2008. Pp. 1685. [7] Miller, J. Introducción al método psicoanalítico. Primera edición, segunda reimpresión. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2003. Pp 15. [8] Miller, J. Introducción al método psicoanalítico. Primera edición, segunda reimpresión. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2003. Pp 22. [9] Miller, J. Introducción al método psicoanalítico. Primera edición, segunda reimpresión. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2003. Pp 22. [10­12] Miller, J. Sutilezas analíticas. Primera edición. Ed. Paidós. Buenos Aires, 2008. Pp. 99

[17] Miller, J. Sutilezas analíticas. Primera edición. Ed. Paidós. Buenos Aires, 2008. Pp. 99 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Freud, S. Obras completas, tomo 2: La iniciación del tratamiento. Primera edición, tercera reimpresión. Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 2008. Miller, J. Introducción al método psicoanalítico. Primera edición, segunda reimpresión. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2003. Freud, S. Obras completas, tomo 2: Recuerdo, repetición y elaboración. Primera edición, tercera reimpresión. Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 2008. Miller, J. Sutilezas analíticas. Primera edición. Ed. Paidós. Buenos Aires, 2008.

[13­14] Miller, J. Sutilezas analíticas. Primera edición. Ed. Paidós. Buenos Aires, 2008. Pp. 97 [15] Miller, J. El partenaire­síntoma. Primera edición, primera reimpresión. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2008. Pp. 408. [16] Miller, J. Sutilezas analíticas. Primera edición. Ed. Paidós. Buenos Aires, 2008. Pp. 98.

" La clasificación, el diagnóstico, conlleva la búsqueda de lo común a un grupo de personas a las que se les denomina neuróticos, perversos o psicóticos. Y es, precisamente, en eso común que se escapa la propia verdad, la singularidad."

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Cuando no se instala la latencia: niños hiperexcitados sexualmente A partir de una serie de viñetas de la clínica actual en las que la latencia no se instala vemos una serie de síntomas en los niños que giran alrededor de una hiperexcitación sexual. Nos está alertando de los peligros de la seducción, que ésta despierta la vida sexual de los niños y para ejemplificar lo que sucede con los espacios de intimidad y la visión de la desnudez corporal en los tiempos de la infancia. ¿Acaso este tipo de situaciones, la imposibilidad de hacer una latencia, no explica las problemáticas que bajo el epígrafe de patologías actuales encontramos en los niños de hoy? La hipótesis es que puede ser producto de este exceso de sexualización que impide la puesta en marcha de la represión necesaria para que se instale la latencia. Se trata de “un trabajo de latencia”, una tarea del aparato anímico del sujeto, necesario para preparar la disposición de los diques anímicos para la resignificación de las huellas de la sexualidad infantil a partir de las modificaciones corporales de la pubertad, que se entrelaza en la adolescencia. La necesidad de revisión y continua adaptación a los nuevos contextos sociales de los principios psicoanalíticos formulados por Freud hace ya más de 100 años es, sin duda, un imperativo de nuestro trabajo y labor como psicoanalistas y difusores del psicoanálisis. Es en esta dirección en la que me propongo cuestionar y debatir la vigencia del período de latencia. A partir de una serie de viñetas de la clínica actual en las que la latencia no se instala vemos una serie de síntomas en los niños que giran alrededor de una hiperexcitación sexual. Freud (1905) describe el período de

Joseph Knobel Freud

latencia como el momento en el que “se edifican los poderes anímicos que más tarde se presentarán como inhibiciones en el camino de la pulsión sexual y angostarán su curso a la manera de unos diques (el asco, el sentimiento de vergüenza, los reclamos ideales en lo estético y en lo moral)”. Agrega Freud que estos diques que son tan importantes para el crecimiento del individuo civilizado emergen a costa de sus impulsos sexuales infantiles, cuya energía es disociada de su uso sexual hacia otros fines a través del proceso de sublimación. L Ú D IC A 22 Lúdica, julio 2013, pg. 22


Escritos Desde los tres ensayos en adelante, para Freud el período de latencia sería lo esperable después de la disolución del complejo de Edipo. Siguiendo la perspectiva freudiana, debería ocurrir una serie de factores para que la perversión polimorfa de las pulsiones parciales quede atrapada bajo los efectos de una represión exitosa, entendiendo la represión como un mecanismo relacionado con la habilidad para contener el impulso a la realización inmediata del deseo.

En el segundo de los tres ensayos, “La sexualidad infantil”, Freud (1905) nos alerta: “Resulta evidente que no se requiere de la seducción para despertar la vida sexual del niño y que ese despertar puede producirse también de forma espontánea a partir de causas internas”. Nos está alertando de los peligros de la seducción, ya que aparece como obvio que ésta despierta la vida sexual de los niños. Ahora podríamos decir: ¡No sólo la despierta, es que no la deja dormir!

Entre los remanentes de períodos previos sobre los cuales se instala la represión, podemos destacar las características de un tipo de disociación descrita por R. Zac de Goldstein (1971): “Se estructura un mundo espiritual, bondadoso, alimentador, bajo la primacía oral y el control con severos mecanismos obsesivos, donde no existe o se evita la analidad, la sexualidad y los impulsos agresivos que quedan adscritos al otro mundo, poblado por objetos de la sexualidad y la agresividad a todos los niveles, mundo carnal, material, sexual, excitante, deseado y temido y denigrado como conjunto”.

Tomemos el tema de dejar dormir: en la clínica actual con niños descubrimos que la hora de dormir es un permanente juego de intercambio de lugares que no hacen más que confirmar nuestra hipótesis: ¿Cómo dormir/ aplacar/ reprimir las pulsiones edípicas que se despiertan si el niño puede dormir con uno u otro progenitor sin que medie ninguna ley que regule estos lugares? El co­lecho es una práctica bastante extendida que trae consigo beneficios secundarios que solventan muchas fobias infantiles: conseguir dormir con mamá dejando a papá en el sofá o en la misma cama del niño.

Estamos de acuerdo con G. Rosenthal (1975), “Esto genera la angustia latente de los latentes: el temor a que se mezclen y contaminen ambos mundos”.

Frente a tales casos, la reacción suele ser, “pobrecito(a)”, “se la está pasando muy mal”, y un largo etc. que da cuenta de la incapacidad de los padres para poner un límite a sus propias pulsiones parciales y a las de sus hijos. En este sentido sí sigue vigente Freud (1905) cuando en los Tres Ensayos nos advierte:

En la clínica, sin embargo, lo que encontramos son niños aparentemente latentes que no muestran dicha disociación, probablemente porque tampoco se les instaló la represión necesaria. Los niños no entran en la latencia porque las fases previas de evolución de la libido no terminan de estar latiendo, manifiestas, en su vida cotidiana. 23

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“Ahora bien: si la madre conociera mejor la gran importancia que tienen las pulsiones para toda la vida anímica, para todos los logros éticos y psíquicos ... cuando enseña al niño a amar, no hace sino cumplir su cometido, indicarle que debe convertirse en un hombre íntegro, dotado de una


Escritos enérgica necesidad sexual y consumar en su vida todo aquello hacia lo cual la pulsión empuja a los seres humanos. Sin duda, un exceso de ternura de parte de los padres resultará dañino, pues apresurará su maduración sexual y también «malcriará» al niño, lo hará incapaz de renunciar temporariamente al amor en su vida posterior o contentarse con un grado menor. Uno de los mejores preanuncios de la posterior neurosis es que el niño se muestre insaciable en su demanda de ternura a los padres; por otra parte, son casi siempre padres neuropáticos los que se inclinan a brindar una ternura desmedida y

contribuyen en grado notable con sus mimos a despertar la disposición del niño para contraer una neurosis. Por lo demás, este ejemplo nos hace ver que los padres neuróticos tienen caminos más directos que el de la herencia para trasferir su perturbaciónasushijos”. Y este famoso párrafo nos sirve también para ejemplificar lo que sucede con los espacios de intimidad y la visión de la desnudez corporal en los tiempos de la infancia. Sigue siendo frecuente que la sorpresa sea de los padres cuando los terapeutas nos esforzamos en hacerles entender que la visión de los genitales de

los adultos puede ser una situación traumática para el niño. Los padres consultantes comienzan a sospechar de cierta mojigatería en la actitud del terapeuta cuando no despliegan sus propias formaciones reactivas para dar cuenta de un síntoma de ellos que vuelve a dar cuenta de la falta de límites en el espacio familiar contemporáneo. Esto equivale a demandas narcisistas parentales que proyectan un narcisismo irrestricto en los niños, evitando el trabajo parental de la educación. Se pone en juego una fantasía “pseudoliberal”, que además coincide con un discurso social de nuestra cultura. Este discurso de la cultura actual, en todas sus instancias efectivas, tiende a producir un sujeto consumidor y, fundamentalmente, consumidor de placeres con poca restricción. La renuncia al amor, que le sería imposible al futuro adulto así criado, es consecuencia de un sobreinvestimiento narcisista que impide el trabajo de amar. No se trataría entonces de amor, porque el amor, como trabajo inherente a lo pulsional, se quedaría fijado a los impulsos de dominio y de poder, desconociendo el trabajo del yo de realidad L Ú D IC A

"Luciaciudad" de Paola Castillo

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Escritos definitivo que señala Freud. Estaríamos enfrentados así, a la institución promovida por un discurso social, de organizaciones de personalidad predominantemente narcisistas, que se relacionan con el otro semejante como si fueran objetos de posesión y dominio, pero que desconocerían el trabajo del amor, que supone, por lo tanto, una renuncia narcisista en beneficio de un cuidado y un respeto por el objeto. El yo ideal no se sentiría solicitado a efectuar renuncias. La frase “es que usted no vivió el franquismo, o la rigidez de las monjas que nos hacían ir tapadas” en cualquiera de sus versiones habla por sí sola de este exhibicionismo que no hace más que mantener no latentes las pulsiones parciales de la sexualidad infantil. Siguiendo a Freud (1905), “Sobrevenida la represión de estas inclinaciones, la curiosidad de ver genitales de otras personas (de su propio sexo o del otro) permanece como una presión martirizante que en muchos casos de neurosis presta después la más potente fuerza impulsora a la formación de síntoma”. Los padres no se identifican como padres, asumiendo las diferencias generacionales, sino que operaran desde identificaciones adolescentes e incluso infantiles. Todo esto habla, claramente, de un deseo de venganza reactivo, proyectado, haciendo que el niño goce de lo que el adulto no gozó. Estos padres se apoyan en una identificación lograda como afán de sentirse partícipes de una nueva era sin prohibiciones, confundiendo totalmente sus deseos, haciendo libertinos en lugar de sujetos libres. En la época en que Freud nos apuntaba 25

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los excesos del afuera como factores que no permiten una correcta instalación de la represión sexual, no debía poder imaginar que 100 años más tarde uno de los programas televisivos más vistos en todo el mundo fuera “Gran Hermano”, gran escaparate de una sexualidad adolescente acorde con los tiempos que corren, los tiempos que van tan deprisa, la sociedad de la inmediatez, que promueve una sexualidad marcada por la desafectivización. Las relaciones dejan de ser afectivas para ser efectivas y se cuentan como trofeos más que como logros o capacidades personales. “Gran Hermano” es el paradigma, pero no se quedan atrás series españolas tan vistas en la actualidad como “Física o Química” donde la representación de un instituto de secundaria promociona la diversidad en los encuentros sexuales como un valor, sin llegar a tocar, en ningún momento, la posibilidad de la emergencia de afectos. Como las dificultades en la puesta de límites es una de las características de la paternidad contemporánea, la televisión pasa a ser un invitado de excepción en la familia, se le otorga un lugar especial en la vida familiar y se permite con excesiva frecuencia que los niños vean estos programas. Un niño enurético de 11 años estaba muy preocupado ante la inminente llegada de las colonias del cole y comentó: “No voy a poder jugar la noche del edredoning”, comentando a continuación que todos los niños ya esperaban con ansiedad la famosa noche del “todo puede pasar debajo de un edredón”. Una gran idea prestada por la televisión para fomentar en los niños que aquello que llamábamos la fantasía de la escena primaria, deja de ser una fantasía para pasar a ser una posible realidad,


Escritos donde además el niño no es el tercero excluido sino un activo y excitado participante. El papel de la televisión y el conjunto de los medios, además de las ofertas de todo tipo que brinda la industria, hace las veces de una instancia parental más poderosa, a la que los padres suelen plegarse para sentirse “pertenecientes” a este mundo y “no ser menos que los otros”, influidos por la fantasía de quedar relegados de esta mundaneidad, o despreciados como sujetos a otro tiempo. El mensaje televisivo y de los medios pervierte, su cometido es ganar consumidores. Y en este caso, el sexo se ha vuelto, en el presente, un objeto más de consumo, con una parafernalia producto del marketing que lo instituye en un plano de meta “a la carta” para lograr sentirse “alguien”, como la ropa, las costumbres, las modas, etc.

La televisión no es solamente algo para “ver” sino también para “mirarse” y “compararse”. Estamos en el plano de la constante excitación. Una vez apuntadas estas cuestiones más teóricas y bastante generalizadas, querría comentar unos casos más concretos que me llevan a mantener la hipótesis de que la latencia ya no se instala, al menos no del modo que lo formula Freud en los Tres Ensayos. Poco antes de comenzar las vacaciones de verano, recibo una llamada urgente de unos padres: su hijo menor, Jaume, de cinco años de edad, mantenía una pelea con su hermano dos años mayor que él: éste fue a tocarle el pene y Jaume le respondió, “ahí no puedes tocarme, mi pito es de Ricardito”. La madre estaba en la escena y alertada por lo que acababa de escuchar intentó sacarle más información a Jaume. “Le

prometí a Ricardito no decirle nada a nadie, mi pito es suyo y el suyo es mío, me dijo que si se lo contaba a alguien me obligaría a casarme con él… nos chupamos los pitos a la hora del recreo desde hace mucho tiempo”. Alarmada, la madre se lo contó al padre y ambos acudieron asustados a una entrevista con la directora del centro educativo quien, para tranquilizarlos, les dijo que eso era sólo “juegos de niños” y que no debían alarmarse. Una de las múltiples funciones de un terapeuta de niños en la actualidad es la de poder intercambiar información con las diferentes personas que rodean el mundo del niño: la “tranquilizadora” frase de esta directora me llevó a hablar con ella. Su respuesta fue contundente, “los niños juegan a estas cosas y ustedes los psicoanalistas tienden a exagerarlo todo”. Los padres de Jaume intuían

"Los padres no se identifican como padres, asumiendo las diferencias generacionales, sino que operaran desde identificaciones adolescentes e incluso infantiles. Todo esto habla, claramente, de un deseo de venganza reactivo, proyectado, haciendo que el niño goce de lo que el adulto no gozó.” L Ú D IC A

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que la directora no tenía razón: los niños (¿latentes?) no juegan durante el recreo a hacerse felaciones en el baño y la amenaza de Ricardito no parecía ser normal. Había surgido un “nuevo desorden familiar” (E. Roudinesco) y la mayor preocupación de los padres de Jaume era que las prácticas realizadas con Ricardito (dos años mayor que él) lo llevaran directamente a la homosexualidad. Estos padres no se equivocaban en lo que respecta a lo poco normal del juego de su hijo con su amiguito: la madre quería denunciar al colegio por no vigilar lo que ocurría en los lavabos ala hora del patio; mi intervención con la directora sirvió para que ésta, a pesar de sus quejas, investigara sobre la vida del otro niño. Rápidamente se descubrió que Ricardito sufría abusos sexuales por parte del abuelo que lo cuidaba y el padre de Jaume pudo trabajar durante las entrevistas conmigo el miedo que se había instalado en él: su hijo sería homosexual por haber padecido estos 27

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abusos en este momento de su vida. Mientras, la madre insistía en querellarse contra el colegio, en realidad una forma de desplazamiento para no pensar en sus propios fallos dentro de la dinámica familiar. Durante las entrevistas con los padres (no me pareció pertinente ver a Jaume de entrada) se pudo trabajar todo esto y constatar que el hermano de Jaume era un enurético primario que mantenía a toda la familia alrededor de su síntoma, sacando y limpiando sábanas durante la madrugada y cambiando a todos de cama y de lugares dentro de la familia. El lugar del padre era totalmente nulo y todo lo que tenía que ver con una prohibición o límite estaba fuera de la dinámica familiar. El episodio de Jaume en el colegio funcionó como un disparador que permitió consultar e intentar comenzar a construir alguno de esos diques de los que Freud hacía mención ya en 1905. Para que haya


Escritos latencia algo tiene que quedar latente. Si nada se reprime, la sexualidad polimorfa más típica de los primeros años de vida se instala como funcionamiento permanente en el psiquismo infantil. En este caso, la enuresis del hermano mayor se puede entender como un intento, fallido, de reprimir sus fantasías sexuales edípicas. Ni Jaume, ni su hermano, pueden ser considerados niños latentes. Este caso, como muchos otros, abre toda una línea de debate alrededor de los procesos típicos esperables de la latencia. Estos niños pueden estudiar, es decir, poner cierta cantidad de energía mental al servicio de la sublimación y la simbolización. La cuestión sería ¿es esto realmente así? Acaso este tipo de situaciones, la imposibilidad de hacer una latencia, ¿no explica las problemáticas que bajo el epígrafe de patologías actuales nos encontramos en los niños de hoy? La hipótesis es que más de un conflicto bastante típico en la infancia puede ser producto de este exceso de sexualización que impide la puesta en

marcha de la represión necesaria para que se instale la latencia. Así vemos trastornos del aprendizaje que van desde la falta de atención y concentración y la hiperexcitación motriz, tan de moda de ser categorizada por los laboratorios como trastorno de atención (con o sin hiperactividad), u otro tipo de dificultades de aprendizaje que posiblemente hacen que fracase la función de la escuela como organizadora social y guía de las pulsiones parciales reprimidas. En muchos casos hay fracaso escolar porque hay fracaso de latencia: hiperexcitación sexual no reprimida. Hablo de hacer una latencia porque considero que es un trabajo que el yo del niño debe enfrentar y que muchas veces se le debe ayudar a que pueda hacerlo. En este sentido, coincido con los autores que proponen a la latencia no como un período o etapa, sino como un trabajo que lleva un gran esfuerzo y debe realizarse hasta bien entrada la adolescencia (y habría que pensar si no durante toda la vida); según R. Urribarri (2000):

“La nueva organización que se gesta es derivada del esfuerzo psíquico que debe encarar el yo para acallar la expresión sexual directa y lograr que lo que al principio es básicamente ejecutado por los procesos defensivos (represión, formación reactiva) progresivamente posibilite afirmar la inhibición de meta y la descarga pulsional mediante la sublimación”. Se trata de “un trabajo de latencia” es decir, una tarea del aparato anímico del sujeto, necesaria para preparar la disposición de los diques anímicos para el trabajo siguiente, el de la resignificación de las huellas de la sexualidad infantil a partir de las modificaciones corporales de la pubertad, que se entrelaza en la adolescencia. Esa sexualidad en dos tiempos no debe dejarnos de rescatar el trabajo necesario de la latencia, que justamente coincide con un relajamiento de los lazos amorosos y hostiles, que despoja de su carácter pasional los investimientos y organiza al yo, permitiéndole la entrada en procesos de sublimación. Es acorde con esto (y no L Ú D IC A

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Escritos resulta casual) que dichas transformaciones del primer enterramiento del complejo de Edipo den lugar a los efectos de transformación del yo que dan lugar a la entronización del super­yo como instancia psíquica. Allí se modelan los rasgos de carácter como primeras transformaciones efectuadas sobre el mundo pulsional, rebajando su intensidad. Allí también influye la educación. Y sobre todo, la incidencia de la educación brindada en el seno de la familia. El “malcriar” parece implicar un singular investimento narcisista por parte de los agentes parentales, investimentos correspondientes a demandas insatisfechas de un yo ideal, un “su majestad el bebé” sin restricciones. Cuando este trabajo no se puede hacer nos encontramos con una organización de la personalidad basada en lo defensivo y sus fallas notorias, dificultad para tolerar la demora y la frustración así como la confrontación con límites (en el propio sujeto o en el mundo exterior), muy poco desarrollo de los procesos secundarios del pensamiento, del lenguaje y escasa capacidad sublimatoria, con todo lo que esto conlleva. Según la bibliografía clásica sobre el período de latencia, parecería ser que la única manera de pasar por ella (énfasis en “pasar” y no en “entrar”) es provocando la enfermedad. Construir

una buena neurosis obsesiva permitiría pasar por los requerimientos típicos de la edad y lograr que este pasaje sea más o menos satisfactorio. Así, los controles obsesivos permiten a los niños desarrollar determinados mecanismos adaptativos, como el establecimiento de una capacidad motriz cada vez más refinada, lo que permite aprender a escribir (entre otras cosas). Podemos apreciar la puesta en marcha de estos mecanismos obsesivos en estas edades porque es aquí cuando surgen los juegos donde existen secretos y escondites, como equivalentes de un refugio en lo latente, es decir aquello que queda oculto por el propio cuerpo a la mirada del otro, tal como ocurre con la zona anal. El acto coleccionar, en todas sus acepciones, también es una manifestación equivalente, implica mantener guardados y controlados ciertos tesoros. Se trata de pasar por los momentos de la infancia que requieren un esfuerzo de socialización, ya que es en estos momentos cuando el niño va a tener tres tipos de relaciones con los que tendrá que establecer vínculos muy diversos: el primer vínculo proviene de etapas anteriores y se prolonga: es el de la relación con los padres y sustitutos. El segundo es con la escuela y lo que ésta representa como organizadora de normas y de introducción en la cultura. El tercero

"Estos padres se apoyan en una identificación lograda como afán de sentirse partícipes de una nueva era sin prohibiciones, confundiendo totalmente sus deseos, haciendo libertinos en lugar de sujetos libres.” 29

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Escritos es con el grupo de pares. Cuando entra a la escuela, el niño se encuentra con que tiene que lidiar con sus iguales. Para algunos autores la relación con los pares constituye la mejor defensa contra los conflictos por las pulsiones incestuosas y por sus derivaciones en el desafío a las normas institucionales escolares. Pero, ¿y si en el grupo de pares se encuentra con niños aún más excitados sexualmente que él, como en el caso que hemos visto? O en otros casos que se nos presentan en la clínica. Una niña de 10 años es traída a la consulta porque la pillaron en el baño del colegio haciendo felaciones a sus compañeros de clase, actos por los que cobraba de uno a cinco euros según el caso. Cuando se le preguntó a esta niña por su conducta dijo que lo hacía porque lo había visto en el ordenador del padre: “Mi papá tiene en su ordenador un montón de señoras que hacen eso y le debe gustar mucho porque las ve muy a menudo…” Cuando se le preguntó por qué cobraba dijo, “eso no fue idea mía, me lo dijo Fulanito porque dice que los chicos pagan por esas cosas y así nos compramos

chuches para el recreo.” Un padre que deja pornografía en su ordenador al alcance de su hija. Muchos padres que ven junto a sus hijos productos televisivos de dudosa calidad y de una intensa capacidad excitativa. Padres que se exhiben desnudos con argumentos políticamente correctos, espacios de intimidad rotos, puertas que se pueden abrir en cualquier momento. Los “abusos” sexuales provienen del medio. No solamente se trata de la clínica, sino de todo un malestar de la sociedad que encuentra en la violencia uno de sus vértices más eficaces. La sociedad está violentando los crecimientos y las construcciones subjetivas de nuestros niños y adolescentes, con una violencia que ejerce efecto traumatizante y des­ localizante en la serie de las filiaciones. Podemos afirmar que lo que está en juego, lo que se niega y hasta se desmiente es la diferencia generacional. La diferencia generacional es algo que tiene que ocurrir para que a continuación puedan darse las condiciones

necesarias para un posible hundimiento del complejo de Edipo: la prohibición del incesto y el complejo de castración. “La percepción por parte del niño de su impotencia infantil para satisfacer al adulto implica reconocer un nuevo espacio intermediario que lo separa de la relación narcisista confusional –de carne e intercambio de líquidos – que tiene con el objeto primario” (Sapisochin 2009). La idea de la importancia de la diferencia generacional ya la propone Jones en 1913 (“La fantasía del trastocamiento de las generaciones”). “La desmentida, propiciada por los propios padres, de esta brecha generacional, no sólo no permite la disolución edípica sino que, al producir trastornos en la estructuración triangular de la mente, afecta directamente a la génesis de los procesos de pensamiento: procesos altamente necesarios para las posibilidades sublimatorias y, por lo tanto, para la supuesta entrada en la latencia.” (Sapisochin, 2009) Lo que vemos en la clínica actual son niños que tienen L Ú D IC A

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Escritos que cuidar de sus padres porque ellos no se presentan ante sus hijos como adultos deseantes de su condición de adultos, capaces de poner un freno a pulsiones parciales que los alejarían de una posición más narcisista con sus propios hijos. Esta podría ser una explicación de las fobias en la infancia. Para Winnicott: “...allí donde esté presente el desafío de un joven en crecimiento debe haber un adulto dispuesto a enfrentarlo. Lo cual no resultará necesariamente agradable. En la fantasía inconsciente, éstas son cuestiones de vida o muerte". En la mitología griega, Lete, la hija de Eris –personificada por lo general como diosa de la discordia– dio su nombre al manantial del Olvido, que más tarde se convirtió en la laguna Lete o río Leteo, en cuyas aguas los muertos bebían para olvidar su vida terrestre y no tener recuerdos de ella. Las almas que retornaban a la vida, ya con un nuevo cuerpo, volvían a beber del río Leteo para olvidar lo que habían visto en el mundo de las sombras. El nombre de Lete proviene del verbo lanthano ‘olvidar’, ‘esconder’ y de aquí sus derivaciones hasta llegar a latente, lo escondido. Acorde con los nuevos tiempos, todo parece indicar que las aguas del río Leteo son muy escasas o se han agotado. Hay sequía de olvido.

El psicoanálisis actual se enfrenta con el reto de crear nuevos diques para recuperar los pantanos del olvido y la represión y no dejar que la infancia sea un permanente latir de pulsiones parciales que buscan a cualquier precio sus caudales de salida. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS CHASSEGUET­SMIRGEL, J.(1984), “The Archaic Matricx of the Oedipus Complex”, en Sexuality and Mind, Karnac, Londres, 1985 FREUD; S.(1905), Tres ensayos de Teoría Sexual. Obras Completas. Vol.VII. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1978 ROSENTHAL, G.(1975) “El período de latencia”. En Revista APA, Bs. As., junio 1975, Tomo XXII, N° 2. SAPISOCHIN, G.(2009)”My heart belongs to Daddy”.Algunas reflexiones sobre la diferencia entre generaciones como organizador de la estructura triangular de la mente” En Revista APA, Bs.As. septiembre 2009, tomo LXVI, Nº3. URRIBARRI, R.(2000) “Patologías en la Adolescencia y su relación con la latencia”, en Revista APA, Bs.As. junio 2000, Tomo LVII, Nº2 WINNICOTT, D W.(1989) Psychoanalytic Explorations; Karnac Books,Londres, 1989. ZAK DE GOLDSTEIN, R.(1971) “Demián. La adolescencia vista por Hermann Hesse”, “Adolescencia”, Aberastury et al. Kargieman, Bs.As., 1971

"El psicoanálisis actual se enfrenta con el reto de crear nuevos diques para recuperar los pantanos del olvido y la represión y no dejar que la infancia sea un permanente latir de pulsiones parciales que buscan a cualquier precio sus caudales de salida.” 31

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Escritos

Niñez y desamparo. Jugar a inscribir la propia historia “Todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio”. * El presente trabajo se llevará a cabo a partir del historial clínico de un niño en situación de vulnerabilidad psicosocial. Guían este desarrollo aquellos interrogantes respecto de la estructuración psíquica en un niño que se encuentra en tales condiciones de desamparo tanto como aquellos que se fueron presentando durante el tratamiento psicoanalítico en torno al juego utilizando los desarrollos de Winnicott en cuanto a su conceptualización respecto del mismo y del espacio terapéutico como lugar de amparo y elaboración de situaciones de desamparo inicial producto del propio desvalimiento con el que nace el niño y como así también del generado por un ambiente con fallas.

María Virginia Carricaburu

El presente trabajo se llevará a cabo a partir del historial clínico de un niño en situación de vulnerabilidad psicosocial. Guiarán este desarrollo aquellos interrogantes respecto de la estructuración psíquica en un niño que se encuentra en tales condiciones de desamparo tanto como aquellos que se fueron presentando durante el tratamiento psicoanalítico en torno al juego. Se sabe que en el inicio de la vida el niño, por el estado de desvalimiento con el que nace, necesita, en términos de Winnicott de un “ambiente facilitador” capaz de

ejercer funciones de sostén (holding), handling y presentación de objeto a los fines de garantizar la continuidad de la existencia permitiendo el desarrollo emocional del recién nacido. Es decir, que el infante requiere de un otro, quien, a través de los cuidados primarios ligue necesidades con satisfacción instaurando en el mismo acto las investiduras libidinales necesarias para la constitución subjetiva. Cuando esto falla, y el niño no recibe el apuntalamiento necesario, el armado de la subjetividad se encuentra perturbado. En estos casos, tal como ocurre en el caso que se presentará a continuación, suelen L Ú D IC A

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Escritos encuentran inmersos, a saber; lectura, escritura, juego entre otros. La deprivación simbólica conduce al desvalimiento psíquico y al intento de estrategias que terminan dañando al sujeto mismo o al medio.[1] En este sentido, el valor del juego como trabajo psíquico en la infancia requiere de un escenario que preserve al niño de la realidad efectiva y ese escenario debe estar sostenido por el adulto al permitir que el niño pueda escribir y montar su propia historia, elaborar situaciones traumáticas y constituirse subjetivamente. El niño interroga al mundo desde su juego y al mismo tiempo del jugar mismo extrae sus respuestas.

fotografía por María Virginia Carricaburu

aparecer otras instituciones (hogar de niños, escuela, etc.) que intentan alojar y dar lugar a las vicisitudes pulsionales del niño. El desarrollo del caso se centrará en el eje del juego como actividad central de la vida del niño y como instancia estructurante del psiquismo infantil, destacando con especial 33 L Ú D IC A Lúdica, julio 2013, pg. 33

énfasis el trabajo del analista como garante del mismo. Calzetta introduce el concepto de deprivación simbólica para referirse a la carencia y exclusión que sufren algunos niños respecto del acceso a bienes simbólicos propios de la cultura en la que se

En el caso presentado a continuación se verá cómo Pedro fue inscribiendo su propia historia personal a partir del juego que fue desplegando en su espacio psicoterapéutico, entendido a esta último desde los planteos de Winnicott, como “la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta. Está relacionado con dos personas que juegan juntas. El corolario de ello es que cuando jugar no es posible, la labor del terapeuta se orienta a llevar al paciente,


Escritos de un estado en que no puede jugar a uno en que le es posible hacerlo”. [2] Recorrido del juego en el tratamiento de un niño en situación de desamparo psicosocial Pedro, de cinco años, fue llevado a la consulta por responsables de hogar en el que se encontraba viviendo desde hacía poco menos de un año. Aquello que, desde la institución, moviliza la consulta por Pedro es su historia de “desamparo” y “la negligencia” por parte de sus padres así como también las “condiciones violentas” en las que el niño y también sus hermanos fueron apartados de los mismos. Según relatan la responsable del hogar, cuando se le comunica a Pedro que asistirá a sesiones de psicología él refirió como demanda “poder jugar”, algo que tal vez le fue arrebatado en su historia de desamparo. Según relatan, Pedro y su hermano tan solo un año mayor, eran los encargados de atender al resto de sus hermanos

menores. Pedro debía “amparar” a sus hermanos menores cuando aún él necesitaba del amparo del adulto que, en el mismo acto de satisfacer sus necesidades básicas lograra inscribirlo como sujeto. De la historia de Pedro poco se supo. Sus padres han vivido en situación de calle junto con los niños. Ambos padres presentaban problemas de adicciones y denuncias reiteradas por maltrato familiar. Si bien en un principio la justicia ordenó la re­vinculación niño y sus hermanos con los padres, por motivos de incumplimientos de las normas establecidas por parte de estos últimos fueron desvinculados de los mismos. Aquí se abre una interesante línea para pensar el maltrato que suelen sufrir estos niños cuando el sistema que se supone debe ampararlos se ciñe de las leyes sin escuchar la subjetividad que hay detrás de cada caso. A los fines descriptivos se

identificarán cuatro etapas del tratamiento psicoanalítico de Pedro vinculados al juego que fue su principal forma de construcción y elaboración psíquica. ­ Primera etapa. “Abriendo el juego”. Al inicio del tratamiento Pedro jugaba pasando de una actividad a otra sin poder dirigir su atención en ninguna de manera particular. Arrojaba al suelo todo el contenido de la caja de juegos, elegía un par de autitos y los hacia chocar, también solía tomar algunos soldaditos que luchaban sin dejar en claro el motivo de la batalla ni el rol de los personajes. El juego de Pedro era pura descarga en la que difícilmente podía ligarse algún relato, predominaban las explosiones, los choques y la ausencia de palabra. Aquí se podía pensar el juego como pura descarga motriz, con predominio del pensamiento cinético en el que aún no aparecen las palabras. En este tiempo, las

" el valor del juego como trabajo psíquico en la infancia requiere de un escenario que preserve al niño de la realidad efectiva y ese escenario debe estar sostenido por el adulto al permitir que el niño pueda escribir y montar su propia historia"

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Escritos intervenciones analíticas apuntaban a prestar significantes a las acciones del niño y sobretodo a velar porque la experiencia del juego de Pedro sea preservada. Para Pedro era muy difícil para el momento de la separación al finalizar cada sesión, le costaba mucho guardar, entraba en llanto, quería permanecer más tiempo en sesión o bien pedía llevarse algún juguete del consultorio. Lo que Pedro quería, según su propio decir era “seguir jugando”. Le costaba ceder el objeto con el que jugaba, ante estas manifestaciones, las intervenciones fueron orientadas a anticipar el momento de la despedida procurando la conservación del objeto y la seguridad de un nuevo encuentro. De acuerdo con Winnicott, “el analista se ofrece como objeto subjetivo con capacidad de adaptarse a las necesidades del paciente con el objetivo de construir la confianza en el vínculo, dando estabilidad y permanencia en el encuadre”. [2] ­ Segunda etapa. “El juego como espacio para elaborar la agresión”. Luego de las vacaciones Pedro empezó a asistir a las sesiones con mucho entusiasmo. En su juego continuaban predominando las luchas entre soldados pero esta vez aparecía algún relato que iba acompañando por preguntas, construcciones y hasta silencios cuando el niño así lo requería. Las intervenciones analíticas estaban destinadas sostener la escena y permitir la construcción simbólica en el juego. Pedro casi nunca permitía al otro incluirse en su juego, siempre repetía: “mirá, mirá”. Aparecían feroces luchas, agresiones y decía que se trataba de una guerra entre “inglesias y españoles”. Ya no se trataba de una pura descarga cinética 35

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sino que aparecían diferentes categorías y organización lúdica. En un texto de 1942 Winnicott realiza una interesante pregunta “¿Por qué juegan los niños?” Allí intenta dar una serie de respuestas entre las que menciona al juego como una actividad que posibilita la expresión de la agresión; en ese sentido dice “el niño valora la comprobación de que los impulsos de odio o de agresión pueden expresarse en un ambiente conocido, sin que el ambiente le devuelva odio y violencia” [3]. Nuevamente, las intervenciones implicaban el sostenimiento de ese ambiente que le permitiera elaborar, mediante el juego, situaciones de agresión. Por este tiempo, Pedro iniciaba el primer grado con muchas dificultades para aceptar las normas escolares y vincularse con los contenidos académicos, también solía agredir a sus compañeros. En las reuniones mantenidas con miembros de la institución escolar se trabajó con el objetivo de brindarle al niño un lugar de acogida y contención en el que él pudiera confiar y sentirse parte, a los fines de que progresivamente pueda vincularse con el deseo de aprender los contenidos ofrecidos por la escuela y tolerar la presencia del otro en tanto par. En paralelo a lo escolar y con posterioridad al juego en el que Pedro expresaba situaciones de agresión, en el espacio terapéutico empezaron a aparecer los primeros juegos reglados, el niño pedía jugar con cartas a la “casita robada”, a la “oca” y al “memo test”. En el inicio se observaba gran dificultad para aceptar las reglas, intentaba hacer trampa y sacar ventaja de cada uno de los juegos. Se fueron acordando conjuntamente las


Escritos reglas, algunas de las cuales se escribieron con el objetivo compartido de firmar un acuerdo para cumplirlas. En el transcurso de los juegos algunas normas también fueron cambiando con el acuerdo de ambos participantes del juego. El juego reglado permite el intercambio y consenso con el otro. ­ Tercera etapa. “Hacer activo lo sufrido pasivamente…” Con posterioridad al juego de reglas Pedro empezó a usar como juguete a un bebote. En el juego representaba con cierta ambivalencia el cuidado y descuido por este muñeco bebé. Lo atendía, le daba de comer, le cambiaba los pañales, lo hacía dormir y lo abrigaba aunque, por momentos, lo tiraba para arriba dejándolo caer en el suelo. Aquí las intervenciones, ya mediante la interpretación, apuntaban a la reconstrucción de su historia en los primeros tiempos de la vida como así también a los momentos en que atendía las necesidades básicas de sus hermanos menores y el sentimiento de ambivalencia que

posiblemente sentía por esto. Su juego adquiría la función de hacer activo lo sufrido de manera pasiva. Pedro fue desde la elaboración de la agresión a la posibilidad de construir un vínculo tierno, de confianza y cuidado del otro a partir de la interiorización de otros modelos vinculares. En su texto de Más allá del principio de placer (1920), Freud teoriza sobre el juego en el niño a partir de la famosa escena del juego del carretel, allí refiere que “en la vivencia (de la ausencia materna) era pasivo, era afectado por ella; ahora (en el juego) se ponía en papel activo, repitiéndola como juego a pesar del displacer”. Freud continúa y dice “aún bajo el imperio del principio de placer existen suficientes medios y vías para convertir en objeto de recuerdo y elaboración anímica lo que en sí mismo es displacentero” [4] .

"Es muy difícil trabajar cuando no se tienen datos de la historia vital de un paciente de tal modo que todo aquello que vaya surgiendo en el espacio del análisis será a la vez que repetición de lo vivido una nueva posibilidad de inscripción subjetiva.”

Es muy difícil trabajar cuando no se tienen datos de la historia vital de un paciente de tal modo que todo aquello que vaya surgiendo en el espacio del análisis será a la vez que repetición de lo L Ú D IC A

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Escritos vivido una nueva posibilidad de inscripción subjetiva. En una sesión Pedro envolvió al bebote en una sábana y lo colocó dentro de una caja. Luego refirió que lo iba a dejar en la puerta de una casa para que alguien lo recoja y pueda cuidar de él; en la primera de las casas dice que había un hombre que no lo cuidaba y que lo trataba muy mal por lo que lo llevó a otra casa donde lo cuidaban mejor. Esta interesante escena fue por el mismo tiempo en que se estaban haciendo los trámites judiciales para que Pedro pudiera ser adoptado aunque aún no se lo había informado. Aquí Pedro no solo logró hacer activo lo sufrido pasivamente sino que también pudo significar otros destinos posibles a la situación de crianza y desamparo vivida en su temprana infancia. Al decir de Silver y otros, “la experiencia del juego en el primer año de vida está íntimamente relacionada con la construcción de la experiencia del sí mismo, de la identidad, y constituye uno de los pilares de la confianza en uno mismo y en los otros”[5] . Pedro pudo representar en otro tiempo y otro espacio aquello que tal vez quedó sin “jugarse” en sus primeros años de vida. 37

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fotografía por María Virginia Carricaburu

En esos momentos Pedro también pedía en sesión que se le contaran cuentos, se acostaba en la alfombra junto con el bebote, apagaba la luz principal y quedaba encendida solo la del escritorio. Por lo general, pedía siempre el mismo cuento. En interesante la forma en que Pedro podía elaborar

parte de su historia temprana, armándose una escena, un lugar donde ser cuidado, atendido y poder ser sujetado por el otro como niño. Al mismo tiempo que aparecía la posibilidad de una identificación de corriente tierna respecto del cuidado del otro adulto en relación a un niño.


Escritos En un tiempo era bastante común que Pedro llevara algunos de sus juguetes más preciados a la sesión para dejarlos guardados y cuidados hasta el próximo encuentro. Pedro podía depositar algo suyo en el espacio terapéutico con la garantía de que le fuera devuelto. ­ Cuarta etapa. “Inscribir la propia historia”. Pedro comienza a tener mayor curiosidad por su historia. Pide que se le cuente lo que está escrito en su historia clínica; ante este interés del niño se le propone poder escribir en un cuaderno propio las cosas más importantes de su vida: su nombre, fecha de nacimiento, nombre de sus padres y hermanos, pegar fotos, hacer dibujos, etc. Con mucho entusiasmo acepta la propuesta y se comienza a trabajar. Por estos tiempos, se acentuaron las dificultades en la escuela en lo referido a la lecto­escritura. Sin embargo, muy de a poco, fue pudiendo escribir algo de su historia en su cuaderno, lo primero que surge es el interés por escribir el propio nombre como una forma de encontrarse con el deseo del otro que lo antecede en su existencia y le otorga un lugar de sujeto a devenir en el mundo. Al decir de Gluzman, y otros “los niños cuyos primeros momentos se caracterizaron por el desamparo, cuyas identificaciones primarias y secundarias son inestables, son más proclives a presentar un déficit en el

investimiento del mundo, alterando el primer requisito clave para aprender”[6]. El deseo de aprender implica un saber acerca de los orígenes, del nacimiento y esto implica un verdadero desafío para el niño ya que debe recorrer su propia historia, muchas veces, de desamparo. La inscripción de la propia historia subjetiva es correlativa al deseo de saber sobre la realidad. A Pedro le costó entrar en el campo de la simbolización, del aprendizaje y del lazo social. El deseo de saber no estaba investido, su expresión de “no sé” podría pensarse como una defensa ante su origen en situación de desamparo; solo en la instancia del juego, escena protegida por el “como si”, Pedro podía intentar inscribir algo de este origen. El pasaje hacia lo escolar necesita de la elaboración de aspectos familiares que aún le preocupaban y no había podido elabora o bien en estaba en proceso de hacerlo. En cuanto al tránsito por este pasaje, es importante destacar que Pedro pudo iniciar la inscripción del nombre propio, como lo expresa Gluzman y otros “sabemos que el nombre propio antecede al sujeto: debe haber otro que nombre y le otorgue un lugar al sujeto por venir. Primeras marcas necesarias para la constitución subjetiva”[6]. Empezar por escribir el propio nombre implica un posicionamiento subjetivo que involucra el lazo social y la posibilidad de crear nuevas inscripciones.

"lo primero que surge es el interés por escribir el propio nombre como una forma de encontrarse con el deseo del otro que lo antecede en su existencia y le otorga un lugar de sujeto a devenir en el mundo. " L Ú D IC A

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Escritos Es así como Pedro fue inscribiendo en el espacio de su análisis partes de su historia de desamparo. En el juego, actividad básica y estructurante del psiquismo infantil se fueron armando y elaborando nuevas posibilidades de construcción subjetiva apoyadas por el analista como garante y sostenedor de dichas escenas. A partir de pensar al psiquismo infantil como abierto a nuevas posibilidades de ligaduras e inscripciones; las intervenciones analíticas estuvieron vinculadas a lo que Janin denomina “intervenciones estructurantes”[7]. Sostener el vínculo, armar un espacio lúdico en el que

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puedan anudarse metáforas, construir una historia y un código compartido le fueron permitiendo a Pedro poder pasar de una historia de desamparo al amparo de una historia.

*Freud (1908) El creado literario y el fantaseo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS [1] CALZETTA. J. J. (2004) “La deprivación simbólica”. Revista Cuestiones de Infancia: Crisis social y subjetividad” N° 8. UCES. [2] WINNICOTT, D. “Realiza y juego”. Edit. Gedisa. 1985. [3] WINNICOTT, D (1942) “El niño y el mundo externo”. Cap. IV ¿Por qué juegan los niños?”.

[4] FREUD, S. (1920) “Más allá del principio de placer”. Tomo XVIII, Amorrortu editores. [5] SILVER, R y otros. (2008). Primera infancia. Psicoanálisis e investigación “Dimensiones del juego madre­bebé en el primer año de vida”. Editorial AKADIA. [6] GLUZMAN, G., DUBKIN, A. SCHEJTMAN, C. (2008) “Primera Infancia: Psicoanálisis e Investigación”. Capítulo. De la investidura del saber al deseo de aprender. Experiencias y reflexiones acerca de los procesos de simbolización en niños en situación de vulnerabilidad social”. Editorial AKADIA. [7] JANIN, B. (2011) “El sufrimiento psíquico en los niños. Psicopatología infantil y constitución subjetiva”. Editorial Noveduc. Colección Conjunciones.

fotografía por María Virginia Carricaburu


Expresiones

Ayer, hoy y mañana El Esplendor de las Cosas, es una de las últimas series expositivas que trabajó el artista Roberto González Goyri (1924 – 2007) la cual fue inspirada en un sencillo poema del papa Karol Wojtyla, quien también gustaba de la poesía.

Roberto González Goyri

*Como portada de la edición actual de Lúdica "El esplendor de los bosques". El mensaje tal y como lo describió el artista para la exposición que se llevó a cabo en el año 2005, era de fe, de seguir admirándonos por todas aquellas cosas que nos rodean y que a veces pasan desapercibidas, es un no perder la capacidad de asombro, es oponerse ante los actos de violencia o egoísmo que afectan a la sociedad de hoy en día. Como resultado, la exposición reunió un total de dieciocho piezas artísticas (pinturas y dibujos) inspiradas en escenas de la "El esplendor de la juventud"

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Expresiones "El esplendor de la lluvia"

naturaleza como: el bosque, el mar, los frutos, los ríos o bien en la niñez y la juventud; todos ellos motivos que merecen ser representados. Al igual que otras series anteriores como “Otoño en la Memoria”, González Goyri alcanza en “El Esplendor de las Cosas” un nivel de depuración en su pintura producto de décadas de trabajo. Los motivos al igual que la poesía de Wojtyla son sencillos y 41

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Expresiones "El esplendor de la niñez"

algunas de las obras son prácticamente figurativas, no necesitan mayor explicación, sin que ello demerite su valor compositivo. Sin embargo, en otras, la semi abstracción que lo caracterizó llega a niveles de la escala cromática, el juego de tonalidades del azúl fue un color predominante en los cuadros, ello logró crear en el espectador un atractivo y admiración hacia su obra como pocos. L Ú D IC A

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Expresiones "El esplendor de la noche"

Con objeto que el valor de la obra de este prolífico artista nacional, trabajó la escultura, la pintura y el muralismo, se mantenga presente en la memoria del guatemalteco, recientemente la familia creó la Asociación González Goyri para la cultura. 43

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Expresiones "El esplendor de las flores"

La Asociación González Goyri tiene entre sus propósitos buscar un espacio adecuado para el resguardo de un lote de 55 obras, entre dibujos y pinturas que el artista dejó para el gozo de los guatemaltecos, misión que esperamos se logre concretar en un futuro cercano. *Texto por Luisa Fernanda González L Ú D IC A 44 Lúdica, julio 2013, pg. 44


Conceptos "Más lúdica que onírica" de Pablo Castro Ortega

Figurabilidad Imagen sensorial. Extraído originalmente del trabajo de los sueños de Freud: “el miramiento por la figurabilidad” o consideración de la representabilidad, aborda el trabajo de las imágenes oníricas que transmiten más allá de la palabra y su representación. A través de distintos autores y de los avances en la práctica y teoría psicoanalítica, la “figurabilidad” ha tomado carácter de técnica, partiendo de la posibilidad de lo que adquiere y requiere representación sensorial; pero que va más allá de la connotación “reprimida” del inconsciente clásico (Botella, Rodulfo, Aulagnier, etc.).

Inicialmente un proceso del orden de lo primario, en el trabajo de la clínica actual y en los fenómenos psicóticos, border y somáticos, lo figural remite al registro de lo originario. Botella dirá: “Por ejemplo, en la práctica analítica la encontramos bajo forma sensorial, o incluso francamente alucinatoria sin ser sin embargo una alucinación psicótica con negación de la realidad. Como también en forma de acto, de comportamiento.” Durante el “trabajo de figurabilidad del analista” a veces puede haber una regresión del pensamiento de la palabra para comprender una expresión perceptiva­alucinatoria que se encuentra más o menos próxima, lo cual no implica sólo la transformación de pensamiento en imágenes, sino la ligadura de una de las funciones más tempranas e importante que son psíquicamente inteligibles. ­ "Consideración de la representabilidad" en Wikipedia Artículos, http://es.wikipedia.org/wiki/Consideraci%C3%B3n_de_la_representabilidad ­ Botella, C. (2006, Septiembre). Sobre el trabajo de figurabilidad. Recuperado de: http://www.google.com.gt/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&ved=0CDwQFjAC&url=http%3A% 2F%2Fsppa.org.br%2Fboletim_eletronico%2Fadministracao%2Farquivos%2FSobre_la_Figurabilidad_BOTELLA _­_SPPA_­ _set_06.doc%3Fid_noticia%3D33&ei=E9niUZC4HsilqQHKqYDwBA&usg=AFQjCNHoUnco8yUcg2IpuBVecGpdu OX9wg&bvm=bv.48705608,d.aWM

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En la librera

Reseña Bibliográfica "Apego (el apego y la pérdida)" * de Claudia Castro *Volúmento 1 de la trilogía del Apego de John Bowlby publicado por primera vez en 1969.

“From empirical observation we suggested that ‘the young child’s hunger for his mother’s love and presence is as great as his hunger for food’, and that in consequence her absence inevitably generates’ a powerful sense of loss and anger’". “En base a observación empírica hemos sugerido que el ‘hambre del niño pequeño hacia el amor y la presencia materna es tan grande como su hambre de comida’, y que, en consecuencia, su ausencia inevitablemente genera una poderosa sensación de pérdida y enojo”. John Bowlby Leer a los autores directamente, siempre produce un diálogo interesante que abre a reformulaciones de las ideas que tenemos como ya sabidas. En mi reciente contacto con la obra Apego, encontré un texto científico y poderosamente conmovedor; no sólo por el objeto de su estudio, sino por la calidez del autor, quien efectivamente logra (como quien es buen psicoanalista) presentar datos empíricos, estudios con L Ú D IC A

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En la librera primates y hablar de patrones comportamentales de una manera fluida, clara y hasta amena. Psiquiatra y psicoanalista, John Bowlby dedica la primera parte del libro a concatenar las teorías freudianas con lo propuesto por sus observaciones. Siendo un tanto reiterativo, es palpable el esfuerzo para mantener el lugar de la teoría psicoanalítica al tomar el apego como fenónemo dinámico. Sería importante mencionar que la insistencia con encontrar la congruencia entre sus planteamientos y el psicoanálisis se puede entender tomando en cuenta que cuando Bowlby plantea la teoría del APEGO es dejado afuera de los círculos psicoanalíticos, dejando de ser reconocido como uno del gremio. En el fluir del texto, cuando Bowlby trabaja con los postulados psicoanalíticos, hace la siguiente cita de Freud: “Everything in the sphere of this first attachment to the mother seemed to me so difficult to grasp in analysis…” / “Todo de la esfera de este primer vínculo con la madre me parecía muy difícil de aprehender en análisis…” Sigmund Freud (1931) Bowlby, de manera muy efectiva y profunda, trabaja tal dificultad… Dicho autor abre afirmando que el psicoanálisis como propuesto por Freud en sus inicios, propone observar al adulto y sacar conclusiones para el niño: la “tarea” (título de la primera parte del libro ) que él propone es “en cierto sentido lo contrario” observar al niño para entender al adulto. Y lo logra: logra observar al niño, lo observa en el primate, lo observa en el apego. Una de las ideas más importantes en el texto y en la díada del apego es justamente que la necesidad de vínculo, es una necesidad intrínsecamente humana (aunque no exclusiva del humano) y las observaciones hechas a través del libro están enfocadas EN EL NIÑO, en la cría. Por eso encontramos capítulos enteros dedicados a la impronta que es cómo la cría se vincula: el peso está en el bebé y en su necesidad tan o más primaria que alimentarse: “El lazo del niño a su madre: la conducta de apego” (The child’s tie to his mother: Attachment Behaviour, título del Capítulo 11). Por supuesto que hablar de apego es hablar de madre, o figura materna, pero la aclaración hecha tiene implicaciones importantes, a seguir: Como buen científico, Bowlby examina el concepto de “instinto”, y propone que al hablar de seres humanos tendríamos que hablar de “patrones comportamentales” que son ADAPTATIVOS a la especie; aclarar esto desmitifica el concepto de “instinto materno”. “…behavioural systems responsible for maternal behaviour in a species will work within certain ranges of social and physical environment and not outside them, 47 L Ú D IC A Lúdica, julio 2013, pg. 47


En la librera and these ranges too will differ from species to species”. / “…los sistemas comportamental responsables del comportamiento materno en una especie funcionan dentro de ciertos rangos de un ambiente social y físico (específico) y no fuera de ellos, y estos rangos también variarán de especie a especie”. Así, podemos pensar que el patrón comportamental de la conducta materna está más expuesto a padecer desviaciones. Aclarar esto abre también a la posibilidad de otra de las implicaciones: como especie humana, el apego es una de las tareas adaptativas más importantes en nuestra supervivencia. Siendo la más importante, se puede pensar que es también la más compleja. “Differences between man and sub­human species there certainly are; but for purposes of this book, it is argued, their similarities are equally important, and perhaps more so than their differences.” /“Por supuesto que existen diferencias entre las especies humanas y sub­humanas; pero para los propósitos de este libro, se argumente que, las semejanzas son tan importantes, y hasta más, que las diferencias.” Siendo el objeto de estudio el apego, otra de las implicaciones importantes del apego, como especie humana al menos, es la posibilidad de relacionarnos en lo que nos parecemos, en lo que somos “semejantes” aunque no seamos iguales, no sólo entre especies, sino entre humanos… Enunciado lo anterior, puedo imaginar que parte de lo que generó el discomfort entre la población psicoanalítica de la época con respecto a lo planteado por Bowlby, pudo ser su trabajo desde la ETOLOGÍA. Siendo el objeto de estudio un patrón comportamental tan definitorio en nuestra especie (el apego), Bowlby no sólo nos lleva a distinguir instinto, sino que habla del apego y su lugar en la especie como tal: “…it appears in a predictable form in all members of the species, and so is often termed ‘species characteristic’” / “…aparece en una forma predecible en todos los miembros de la especie, por lo cual es a menudo llamado ‘caracaterística de la especie’”. Entonces, la conducta del apego se hace característica de la especie, tanto en su funcionamiento adecuado, como la patología que se genera en sus desviaciones; es decir, se confirma su necesariedad cuando observamos que miembros de nuestra especie en ausencia de un apego adecuado: padecen. Quizás por su trabajo desde la etología, y lo matizado por las funciones de dichos comportamientos en favor de la especie, me pareció encontrar una propuesta realmente conmovedora a través de su obra, cito: L Ú D IC A

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En la librera “This is commonly done through reproducing and promoting the survival of offspring. An additional, or alternative, method is through promoting the survival of any other kin…” /“Esto es comunmente realizado a través de la reproducción y del promover la supervivencia de su descendencia. Un método adicional, o alternativo, es a través de promover la supervivencia de cualquier otro familiar…” En el trabajo con respecto a la especie, Bowlby enfatiza el valor para la raza humana de cuidar a sus crías (el punto: SUS crías, como las crías de LA especie) nuevamente descentrando el lugar de la madre, y acentuando la función del objeto materno. Momento oportuno para mencionar que parte del surgimiento de su teoría del apego, tuvo que ver con su trabajo con huérfanos de la post­guerra en Europa. Como implicación con alcances de tipo social inclusive, hay una convocatoria insistente a que, como especie, el cuidado de las crías puede ser llevado por otros miembros de la especie. Deslindado lo anterior de lo fundamental de la conducta del apego en el funcionamiento del humano. Lo mencionado lo trabaja en varios momentos, por ejemplo al referirse a cómo los monos (especies sub­humanas) adoptan dichas funciones: “A baby that loses its mother makes very long calls through protruded lips; and this may lead another female to pick it up.” / “Un bebé que pierde a su madre emite llamados muy largos a través de sus labios; esto puede llevar a que otra hembra lo recoja.” / “Not infrequently, however, adult females without young of their own seek to mother a baby…” / “Con frecuencia, sin embargo, hembras adultas sin crías propias buscan cuidar a un bebé…” De manera muy interesante, y también por el atravesamiento de la psicología comparativa, Bowlby enfatiza la importancia de la “abuela”, describiendo cómo los grupos de madres con pequeñas crías buscan y se mantienen cerca de la abuela materna, y cómo todos estos comportamientos son instrumentales en acceder al cuidado de la especie. Además el rol de la abuela, la madre de la madre, aquí presenta otra modificación de la teoría clásica freudiana: “I began by stating the two facts which have struck me as new: that a woman’s strong dependence on her father merely takes over the heritage of an equally strong attachment to her mother, and that this earlier phase has lasted for an unexpectedly long period of time.” / “Comencé enunciando los dos hechos que me han impactado como novedosos: que la fuerte dependencia de la mujer hacia su padre, simplemente toma la herencia de un apego igualmente fuerte hacia su madre, y que esta etapa temprana ha durado por un tiempo sorpresivamente duradero.” 49 L Ú D IC A Lúdica, julio 2013, pg. 49


En la librera Es en los avatares que atraviesa la ejecución del patrón comportamental del apego que encontramos la patología de la especie, o por lo menos muchas de ellas. “We know now that man has no monopoly either of conflict or of behaviour pathology”. / “Ahora sabemos que el humano no tiene el monopolio ni del conflicto, ni de la patología conductual.” Es este primer libro introductorio a su trabajo con respecto a la conducta de apego, pero también a las consecuencias de la pérdida, encontramos enunciados importantes para la técnica del trabajo clínico; reformulando lo ya citado: “atender al llamado de la cría que ha perdido a su madre”, abordando los fenómenos sociales (de la especie) y las consecuencias de la pérdida del apego. Evidencia de que “no hay nada más práctico que una buena teoría” (Leibniz), Bowlby en 1951 publica “Cuidado materno y salud mental” para la Organización Mundial de la Salud. Termino citando un extracto del último capítulo del libro, titulado: “Attachment­caregiving: one type of social bond” (Apego al cuidador: un tipo de lazo social): “Since a bond is property of two parties, the bond with we are concerned should be designated as one of attachment­ caregiving.”/ “Como el vínculo es propiedad de dos partes, el vínculo que nos interesa debe ser designado como de apego­ cuidador” Frase fundamental para entender y subrayar que el apego (postulado central en la teoría de Bowlby) pertenece al infante, la función de cuidado al adulto objeto del apego…

---“Meanwhile, the reader is asked to judge the theory, not on what it has yet to tackle, but on the measure of success it achieves within the limited field to which it is so far applied.”/ “Mientras tanto, se le solicita al lector que juzgue la teoría, no en términos de lo que le falta abordar, sino en la medida de éxito que logra dentro del campo delimitado en el que se ha aplicada hasta el momento” Aceptando esta petición (y extendiéndola) , puedo afirmar que la teoría que Bowlby presenta es exitosa en el campo en el que ha sido aplicada y en sus alcances.

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En el taller

Te invitamos a participar en los siguientes eventos académicos: "Conversatorio Lúdica" Presencial impartido por Consejo Editorial y lectores de Lúdica en Salón Edificio Verdino Guatemala, Guatemala miércoles 7 de agosto 6:00 pm a 8:00 pm contacto: info@revistaludica.com *reservar espacio, cupo limitado. "Psicoanálisis con niños. Construcción de la subjetividad" Virtual impartido por Cristina Savid en Campopsi inscripción abierta hasta viernes 23 de julio duración 2 meses contacto: http://www.e­campopsi.com.ar "Relaciones de pareja. Economía política y libidinal en las parejas" Virtual y presencial impartido por Alejandra Menassa y Miguel Martínez en Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero Madrid, España martes 23 y 30 contacto: www.grupocero.org "Congreso IPA: Enfrentar el dolor: la experiencia clínica y el desarrollo del conocimiento psicoanalítico" Presencial Asociación Psicoanalítica Internacional en Hotel Hilton Praga, República Checa miércoles 31 de julio a sábado 3 de agosto 10:00 am a 5:00 pm contacto: www.ipa.org.uk 51

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"Adicciones. Una mirada clínica" Virtual impartido por David Warjach en Comunidad Russell viernes 9 de agosto a viernes 20 de septiembre contacto: www.comunidadrussell.com "La palabra y sus sombras. Una investigación desde el psicoanálisis" Virtual impartido por Alberto Loschi en Comunidad Russell viernes 9 de agosto a viernes 27 de septiembre contacto: www.comunidadrussell.com "Neoparentalidades. El porvenir de la diferencia" Virtual impartido por Sergio Zabalza en Comunidad Russell viernes 9 de agosto a viernes 27 de septiembre contacto: www.comunidadrussell.com "XI Jornadas del departamento de niñez y adolescencia: Realidad y ficción en análisis de niños y adolescentes" Presencial Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina jueves 22 a sábado 24 de agosto contacto: www.apdeba.org


En el taller "Encrucijada de la integración" Presencial Universidad Nacional de Rosario Rosario, Argentina viernes 23 de agosto contacto: www.elpuentecasilda.org/jornada.php

"Duelos a lo largo de la vida" Presencial Sociedad Colombiana de Psicoanálisis Bogotá, Colombia martes 10, 17 y 24 de septiembre y 1, 8, 15 y 22 de octubre contacto: http://www.socolpsi.org

"Transmisión entre generaciones" Presencial Sociedad Colombiana de Psicoanálisis Bogotá, Colombia viernes 23 y sábado 24 de agosto contacto: http://www.socolpsi.org

"El sujeto sujetado a la droga" Virtual impartido por Victor Korman y Blanca Benchouam en Asociación psicoanalítica de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina semanal contacto: info@apdeba.org

"Whistleblowers: political and psychological perspectives" Presencial Institute of Psychoanalysis London Freud Museum London Londres, Inglaterra domingo 25 de agosto contacto: http://www.psychoanalysis.org.uk "Congreso Interdisciplina e inclusión social como ejes de intervención" Presencial World Federation for Mental Health Panamericano Hotel & Resort Buenos Aires, Argentina domingo 25 a miércoles 28 de agosto contacto: http://www.wmhc2013.aasm.org.ar

www.revistaludica.com info@revistaludica.com

"El síntoma...¿solución o problema?" Presencial a cargo de María Carmen di Bartolomeo en Sede NEL Guatemala Guatemala, Guatemala quincenalmente 11:30 am a 1:30 pm. contacto: nelguatemala@gmail.com "El psicoanálisis en el siglo XXI: Agustia y cuerpo en las nuevas modalidades de demanda" Presencial a cargo de Susana Dicker en Sede NEL Guatemala Guatemala, Guatemala quincenalmente lunes 11:30 am a 1:00 pm. contacto: nelguatemala@gmail.com

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En el taller

El 6, 7 y 8 de junio del presente año se llevó a cabo el Encuentro Psicoanalítico Guatemala 2013, primer evento de esta índole en Guatemala. Se contó con la participación de Norberto Marucco y Luis Hornstein como invitados especiales, además de expositores nacionales, tanto de la rama de la psicología como la psiquiatría y otras disciplinas. Tras realizar las jornadas de un exitoso evento, se presentan las siguientes conclusiones: 1. La vigencia del psicoanálisis se fundamenta en la riqueza de la interlectura de sus pensadores, dejando atrás la práctica de pertenecer a un único modelo y pensador psicoanalítico e integrar las visiones de las distintas mentes que han pensado y enriquecido al psicoanálisis.

Conferencia Norberto Marucco

Conferencia Luis Hornstein

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2. La responsabilidad de cada psicoanalista de usar a los pensadores para que sirvan de inspiración y compañía en la creación propia de dispositivos clínicos que fecunden la práctica y la teoría, lo cual implica habilitar el diálogo de lo que pasa y funciona en la clínica; permitiendo una integración entre lo que decimos y lo que realmente hacemos. Se hizo énfasis en la importancia de la ida y vuelta entre clínica y teoría.


En el taller 3. El Encuentro fue nutrido por la participación de jóvenes, tanto asistentes como expositores (sobretodo en la supervisión de una clínica refrescante y dinámica).

Espacio de supervisión con Luis Hornstein

4. Presencia y vigencia de la interdisciplina; el Encuentro contó con un porcentaje considerablemente alto de psiquiatras, cuya participación activa en un evento organizado por psicólogos, evidencia el fortalecimiento del vínculo. Espacio de supervisión con Norberto Marucco, con la participación de nuestra cofundadora Liza M. Zachrisson

5. El análisis del psiquismo y sus distintas zonas las cuales coexisten y se superponen, en pro de una comprensión del paciente cuya propuesta será la de involucrarse en el conocimiento de sí mismo en todas sus dimensiones intersubjetivas y sus códigos: verbales, simbólicos y figurales; generando un enriquecimiento desde la virtualidad a la clínica clásica, apta para abordar tanto la clínica infantil, como la social y la clínica de la patología de lo actual.

Mesa del trabajo con niños, con la participación de nuestra cofundadora Claudia Castro

Mesa interdisciplinaria

6. Incorporación del analista como Sujeto activo en disposición activa versus pasiva, confeccionando un "traje a la medida" al servicio del paciente, no al sometimiento de la teoría. Considerando y usando la subjetividad del analista en un modelo simétrico en el que juntos paciente y analista tratan de procesar algo de su historia. En esta línea, más que hablar del encuadre clásico como habilitador de un proceso, se puntualizó la importancia de un proyecto terapéutico o de “intervenciones y actos” analíticos que construyen un proceso. L Ú D IC A 54 Lúdica, julio 2013, pg. 54


En el taller 7. La histeria del ayer se ha convertido en el autoataque (tan característico de los fenómenos depresivos) de la patalogía actual. 8. Necesidad de los psicoanalistas de salir de la clínica e involucrarse en distintos entornos culturales que permiten una comprensión más profunda de fenómenos sociales y políticos.

Mesa del trabajo con adultos

Comité organizador

Mesa de cierre, con la moderación de nuestra cofundadora Claudia Melville

Agradecemos la colaboración de todos los asistentes, expositores y al comité organizador por el éxito de este evento.

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Sobre autores Claudia Castro Licenciada en Psicología Clínica, Universidad Francisco Marroquín (UFM). Miembro vocal del Centro de Estudios Freudianos (CEF Guatemala). Cofundadora de "Revista Lúdica". Postgrado en Psicopatología InfantoJuvenil CEF. Docente del CEF y UFM. Supervisora práctica en clínica Viktor Frankl UFM. Práctica privada desde el año 2003. claudialopezselva@yahoo.coml

María Virginia Carricaburu Licenciada y Profesora en Psicología egresada de la Universidad Nacional de Córdoba. Tesista en la especialización en psicoanálisis con niños y adolescentes de la UCES. Docente adscripta de la cátedra de Psicología Evolutiva de la Niñez en UMSA. Psicóloga clínica en Sanatorio Franchin, en institución de atención a niños con patologías graves y en consultorio privado. mvcarricaburu@hotmail.com

Roberto González Goyri Roberto González Goyri nace en Guatemala en el año 1924. Estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes de Guatemala antes de viajar a Nueva York en 1948 con el pintor Roberto Ossaye para ampliar sus estudios. Influenciado desde muy joven por el artista guatemalteco Carlos Mérida y por el crítico cubano José Gómez Sicre, González Goyri incursionó primero en la escultura y posteriormente en la pintura, en un afán por transmutar temas locales a un lenguaje más universal. Pinturas y esculturas de González Goyri figuran en la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York, en el Museo de Arte de las Américas de Washington, D.C., en el Museo Lowe de Miami y en el Museo de Arte Moderno de Guatemala. Se le otorgó la Orden del Quetzal, el máximo reconocimiento al mérito en Guatemala, en 1961. Durante la década de los años sesenta, González Goyri participó en el proyecto del Centro Cífico al que aportó tres murales en concreto expuesto. En 1991 pintó un gran mural sobre lienzo para el Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala y muchas obras públicas pueden encontrarse en la ciudad de Guatemala.

Juan Diego Guerra Bachelor in Science en la Universidad Francisco Marroquín. Licenciado en Psicología Clínica en la Universidad Francisco Marroquín. Psicoanalista en Centro ProSame. juandge@ufm.edu

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Sobre autores Joseph Knobel Freud Psicólogo especialista en Psicología Clínica. Psicoterapeuta, Psicoanalista y Supervisor clínico. Miembro fundador y Docente de la Escuela de Clínica Psicoanalítica con Niños y Adolescentes de Barcelona. Supervisor clínico, secretario de la Comisión Organizadora y coordinador del Área de Docencia de la Escuela de Clínica Psicoanalítica con Niños y Adolescentes de Barcelona. Vice­Presidente de la Sección de Niños y Adolescentes de la Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas (FEAP). Publicaciones: “Clínica psicoanalítica con Niños”, en colaboración con C.Blinder y M.L.Siquier (Editorial Síntesis S.A. Madrid y Editora Ideias e Letras; S.P. Brasil), “Análisis Psicológico de los Mitos, Cuentos y Sueños”, en colaboración con José de Jesús González Núñez; Editorial PAX, México y “La novela familiar del Niño”; Ediciones PAU; Barcelona 1999, entre otros. joeknobel@gmail.com

Dilsia María Sosa Licenciada en Psicología Clínica egresada de la Universidad Francisco Marroquín. Máster en Psicoanálisis Clínico por la Universidad de Salamanca (España). Actualmente cursando la especialidad en Psicoterapia Psicoanalítica con Niños y Adolescentes en Quipú Instituto de Formación en Psicoterapia Psicoanalítica y Salud mental (Madrid, España). Terapeuta en la Unidad de Psicoterapia Psicoanalítica Breve de la Universidad de Salamanca y practicando psicoterapia de apoyo en la Asociación Salmantina de Daño Cerebral Adquirido. Publicaciones: Autora del artículo “La Madre Patológica” en el onceavo volumen de la revista Intersubjetivo publicada en Madrid, España. dilsiamaso@hotmail.com

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